R O N DA S B A R C E LO N A I N T R O D U C C I Ó N 1 n RONDAS 65 RONDALLAS JOSEP BOHIGAS 3 Introducción 67 Introducción 4 Unas reflexiones sobre el futuro RONDALLAS. ADRIÀN CRESPO, Rondallas de las rondas. CRISTINA JIMÉNEZ MARTA TORRENT LAS RONDAS… 69 Ana Cañete / Zona Franca 6 Conectan 73 Jordi Ham-man / Puerto de Barcelona 12 Distribuyen 78 Ricard Rodríguez / El Morrot 20 Canalizan 82 Assumpta García / Poblenou 87 Xavier Claramunt / Diagonal Mar 28 Las rondas son… y no son. 91 Carmen Galindo / La Mina JOSEP PARCERISA 96 Rosa Deulofeu / Santa Coloma Con este libro sobre las rondas, Barcelona se une a la re- 30 Cohabitan 100 William Benítez / Nudo de la Trinitat flexión que otras ciudades del mundo ya han iniciado sobre 34 Contaminan 105 Pilar Laborda / Torre Júlia el futuro de las autopistas urbanas que rodean o seccionan 42 Condicionan 109 Enric Steegman / Avenida Tibidabo las ciudades. Ámsterdam, Boston, Berlín, Moscú y París, en- 50 Evolucionan 116 Xavier Pérez / Ronda de Dalt tre otras, ya hace años que reflexionan sobre sus anillos viales median- 54 Enlazan te talleres, procesos participativos e informes técnicos que, a veces, han 58 Las rondas y el cambio de paradigma 121 TERRITORIO RONDAS derivado en concursos internacionales de estrategias, planes y proyec- de la movilidad. MANEL VILLALANTE 123 Introducción tos constructivos. La circunstancia de cada ciudad es excepcional y re- 60 Glosario 125 Las Rondas: Una agenda de futuro presenta una oportunidad concreta para resolver algunas deficiencias y 132 Hacia un nuevo modelo del litoral urgencias, pero todas comparten el convencimiento de que un cambio de Barcelona. MIQUEL PYBUS de paradigma en términos de movilidad es inminente. La adaptación ur- 193 DES-CUBRIR LAS RONDAS 136 El Besòs en el imaginario urbano gente de las ciudades a este cambio provocará un replanteamiento de la 195 Introducción y metropolitano de Barcelona. forma que tienen estas arterias y de la función que desarrollan. 198 Hackatón «Des-cubrir las Rondas». CARME RIBAS Collserola: un bien común. Con 37 km de longitud y 68 entradas y salidas, las rondas de Barcelona 19-21 de octubre de 2018 140 IOANNA SPANOU son una infraestructura urbana de gran capacidad e intensidad de tráfico. ITINERARIOS Y ENCUENTROS [1] ETSAB 144 Al Oeste de Montjuïc, al abrigo del Su función principal es la de conector arterial metropolitano y se destinan 202 [2] Finestrelles puerto, al Este del aeropuerto: los prácticamente en exclusiva a la movilidad privada de personas y mercan- 208 retos de la plataforma económica del cías. Por las rondas circulan diariamente 760.000 vehículos y, aproxima- 208 Fusionando ciudad y naturaleza. delta del Llobregat. MARC A. GARCÍA damente, un millón de personas, lo que las convierte en una de las vías ENRIC BATLLE PROYECTOS BARCELONA REGIONAL más utilizadas de todo el área metropolitana. A este dato, hay que sumar 211 [3] Parque de la Solidaritat 150 Marina del Prat Vermell también los 310.000 habitantes que viven en los alrededores y que per- 214 [4] Huertos Gran Via 156 Pie de Montjuïc tenecen a unos 60 barrios de seis municipios diferentes. 221 [5] Escuela Municipal de Vela 158 Parque de la Ciutadella 224 ¿Otra Ronda? Puerto Olímpico Hay voces que trazan una comparación pertinente entre esta infraestruc- DAVID BRAVO 162 tura y las murallas del siglo xix que rodeaban la ciudad y la separaban del 228 [6] Parque del Fòrum 168 Litoral Besòs [7] Puente del Molinet 174 Las orillas del río Besòs resto de ciudades de la llanura. «¡Abajo las murallas!», clamaban enton- 235 178 Polígonos del margen derecho ces los asfixiados ciudadanos. Hoy en día, la situación no parece tan apre- 238 De la cama a la Ronda. IBON BILBAO del río Besòs miante como para pedir que se derrumben, pero sí que podemos encon- 241 [8] UIC 182 Collserola-Barcelona trar ciertos paralelismos, al menos en cuanto al salto de escala que podría 244 [9] ETSAB 186 Frente de Ronda conllevar vencer las limitaciones de las rondas. Un salto físico, pero tam- 246 Descubrir las rondas desde la 187 Corredores verdes entre Montjuïc bién psicológico, para superar un umbral que segrega tejidos y que limi- experiencia. LACOL y el Llobregat ta la posibilidad de crear un espacio metropolitano menos frontera y más 252 ¿Civilizamos las rondas? TON SALVADÓ 188 Accesos al Puerto de Barcelona bisagra para los barrios que lo rodean. 254 Programa Hackatón 190 ¿La Ronda es…? MARC MONTLLEÓ 65 R O N DA L L A S I N T R O D U C C I Ó N ÍNDICE La Ronda es... La Ronda es ciudad, la Ronda es metropolitana, A D R I Á N C R E S P O , T E X TO S la Ronda es conector y la Ronda es frontera. La Ronda representa M A R TA TO R R E N T , F OTO G R A F Í A S un modelo de ciudad pasado y un modelo de futuro en transformación. La Ronda es un espacio vivido, abierto, sufrido, de relación, que vincula a la vez que separa y ahoga. Las rondas 105 son diversas y construyen múltiples relatos y rondallas urbanas a partir de las experiencias de cada ciudadano. La Ronda es, 109 también, la suma de estas Rondallas. 116 100 Por su carácter multiescalar, la modificación de los parámetros de las ron- PILAR das provoca profundos cambios físicos en los confines de la ciudad y, por LABORDA ENRIC Nuestra consiguiente, en la vida de sus habitantes o usuarios. Estas Rondallas son STEEGMAN Florida relatos construidos a partir de la mirada subjetiva de 11 protagonistas que El fantasma XAVIER PÉREZ del Tibidabo viven la infraestructura y su territorio en su día a día. El objetivo del capí- WILLIAM Sobre el tamaño BENÍTEZ tulo es superar el análisis técnico y urbanístico para conectar con la ex- relativo de Cruzar periencia humana del espacio, y profundizar en la idea de que las rondas la carretera el Besòs son una realidad cotidiana, multidimensional y compleja. De la mano de Marta Torrent, fotógrafa, y Adrià Crespo, escritor y perio- 96 82 dista, nos sumergiremos en una narración caleidoscópica de la ciudad metropolitana hecha de pedazos de vida y de circunstancias. Las imáge- nes «ponen el foco» en el carácter de los protagonistas y su relación con el territorio, e ilustran unas historias cotidianas que aportan vida allí don- de penetra la infraestructura. ROSA ASSUMPTA DEULOFEU A Rosa y Francesc, a William, Enric, Xavi, Ana, Sumta, Jordi, Ricard, Xa- GARCÍA La casa a orillas Hazme caso, del río vier, Carmen y Pilar, gracias a todas y a todos por dejarnos crear unos re- nena tratos intencionados de vuestras vidas. Para nosotros ha sido un placer y una revelación el poder incorporaros en este libro de urbanismo so- bre un territorio y una infraestructura que se piensa y se usa a 80 km/h, 91 y donde resulta difícil frenar para incorporar la mirada atenta de los que la viven y la sufren. 69 78 87 73 CARMEN GALINDO Carta ANA CAÑETE al regidor Dos RICARD XAVIER velocidades RODRÍGUEZ CLARAMUNT JORDI El ancla A partir de HAM-MAN hundida en el una imagen JOSEP BOHIGAS ARNAU. Director general de Barcelona Regional Frank Sobotka asfalto del siglo XXI no engaña a nadie ZO N A F R A N C A R O N D A D E D A LT P U E R T O D E B A R C E LO N A E L M O R R O T P O B L E N O U AV I N G U D A T I B I D A B O S A FA R E TJ O S , D I A G O N A L M A R S A N TA C O LO M A T O R R E J Ú L I A L A M I N A N U D O D E L A T R I N I TAT 67 R O N DA L L A S A N A C A Ñ E T E Dos velocidades ZO N A F R A N C A V iernes por la tarde y aquí no queda ni Dios. A excepción de Edu, un informático que sigue trabajando, está sola prote- giendo el edificio de Barcelona Regional ↗. Suyos son los pasi- llos, los despachos y el silencio. En la puerta de entrada, un hombre joven pasa la tarjeta identifica- tiva y accede al recinto con naturalidad. «Buenas tardes», le dice. Ella le responde de manera automática y ve cómo se dirige hacia la sala grande al fondo del pasillo. Sigue empujando el carro, pero algo se enciende en su cabeza: no conoce esa cara, no sabe quién es. Para, se gira y algo, quizás fruto de una territorialidad bien básica pero que ella define como «morro», le lleva, no sin miedo, a asomar la cabeza por la puerta de la sala. Y allí está él, con el armario abierto con llave y lleván- dose un portátil, robando un portátil. El hombre no la ha visto, pero ella, el susto, ya se lo ha llevado. «Madre mía», se dice, coge el carro y vuelve a enfilar pasillo arriba. Edu ya ha acabado de currar y se lo encuentra con la mochila al hombro, despidiéndose. «Ana, he venido para avisarte que me voy.» Y ella, como quien no quiere la cosa, formula la pregunta pertinente: «¿Estás solo hoy?» El informático dice que sí. «Vale», replica. Y señala hacia la sala del fondo. «Es que ha entrado una persona y está allí dentro.» Ambos, animados por el apoyo mutuo, por el mero hecho de tener una presencia humana al lado, tanto da el tamaño y la fuerza, vuelven a la sala y se plantan en la puerta ante el intruso. «¿Y tú quién eres?», le preguntan y ven que tiene el ordenador escondido dentro de la cha- queta. «Hazme el favor de darme lo que llevas encima», dice ella. Y el chico se ve atrapado y obedece. Pero cuando Edu le dice a Ana que baje a avisar a los de seguridad y ella corre hacia la puerta, el ladrón empuja al informático, sale como un rayo por el pasillo e intenta alcanzar a la mujer. No llega a tiempo. Ella le cierra la puerta de salida en las narices y la aguanta para que no pueda salir. Él pelea, da puntapiés al cristal y hace fuerza para abrirla. Pero en ese momento, Ana piensa en Edu, que sigue dentro. «¿Y si este fulano cambia de idea? ¿Y si saca una navaja y ⬏ A lo largo del capítulo aparecen, en el lateral de las páginas, unos enlaces a otras páginas del libro, con alguna relación de contenido. En el texto sale marcado con una flechita negra (↗). 68 → 121, Territorio Rondas 69 R O N DA L L A S 70 71 R O N DA L L A S A N A C A Ñ E T E se encara con él?» Es entonces cuando abre la puerta y el intruso huye el mundo se va y no vuelve. Incluso el señor Acebillo acabó por irse. Y veloz. Al menos, sin el ordenador. cuando no quede nadie, el viernes definitivo, ella seguirá allí, cuidando Más tarde y pasado el susto, Edu y Ana, el informático y la limpia- una institución que resulta evidente que no sabe cuidarse sola y que, de dora, reirán de su reacción. ¿A quién se le ocurre plantar cara a un hom- hecho, no sería tan institución sin su presencia y su buen ojo. bre que vete tú a saber si iba armado o las hostias que les habría podido meter si se le llegan a cruzar los cables? «Sabía lo que buscaba», dice Ana. «Ha entrado a robar y ha ido directo a la sala, donde estaba el orde- nador.» En un edificio como este, perdido en medio de la Zona Franca. J O R D I H A M - M A N De eso ya hace diez o doce años. Pero a pesar de las reformas, los cambios de mobiliario y los despachos que estaban y que ya no están, Frank Sobotka podría haber sido ayer mismo. Sigue viendo al intruso correr por el pasillo. Sigue recordando las milésimas de segundo que se convirtie- ron en largos minutos cuando se sacó el portátil de la chaqueta y se les no engaña a nadie abalanzó. Sigue sintiendo el corazón latir frenéticamente y los pulmo- nes jadear, con una mano al pecho y la otra apoyada sobre el cristal de la ventana, cuando el hombre ya se había ido y todo se había aca- P U E R T O D E B A R C E LO N A bado. El día a día dentro de este edificio no se parece en nada a aquel recuerdo. En su día a día, no hay movimientos bruscos ni ruidos estridentes. puerto es una ciudad en sí misma», deja caer nuestro esti- En su día a día, no pasa el tiempo. De hecho, no ha pasado el tiempo «El bador. Una ciudad, quizás, más real. Es allí donde pasan las durante los últimos 18 años, desde que la empresa de limpieza para la cosas que tienen que pasar para que en Barcelona podamos que trabaja decidió que aquel sería su sitio, en turno de tarde, de dos a hacer nuestra vida sin hacernos preguntas. Y esto no significa necesa- diez. Mientras ordena las mesas de los despachos y friega el suelo, han riamente que tengan que ser preguntas incómodas, pero tampoco no pasado ya cinco mandatos municipales, cuatro alcaldes y tres respon- significa que a menudo no lo sean. Más real porque, una vez cruzada sables de Barcelona Regional. El personal entra y sale a la velocidad la ronda Litoral, allí donde sólo pueden entrar los trabajadores portua- de la luz. Caras nuevas y a menudo más jóvenes, cada vez más jóve- rios, la brisa marina y el olor de fuel golpean sin obstáculos la cara y nes, despidos y despedidas, reformas de arriba abajo y nuevas maneras surge el monstruo global en toda su crudeza. Los contenedores llegan de hacer, se suceden mientras ella aún está limpiando un cristal. A un llenos de mercancías fabricadas por mano de obra esclava de Bangla- ritmo frenético que a partir de las tres, cuando ella ya ha empezado su dés, chatarra procedente del Japón post-Fukushima, bodegas llenas turno, decae y la deja sola. En calma, por fin. de fruta tropical en las que se cuelan insectos que 20 años atrás nadie La historia del ladrón es la única alteración substancial que ha ocu- había visto y que 20 años después pondrán en peligro la fauna endé- rrido durante el receso de jornadas idénticas. La única protuberancia mica, marineros con sueldos y condiciones laborales incomprensibles en un plano infinito perfecto, en el medio del cual está ella, su carro, incluso para nuestros estándares más bajos. las mesas y los suelos, y a través de la ventana, la ronda Litoral. El carro, «El control de seguridad queda cada vez más lejos», nos dice Jordi como único compañero de trabajo real; los suelos y las mesas, como mientras con una mano sostiene el volante y con la otra saca la tar- eternos adversarios en la rutina diaria; la ronda, como aliada necesaria jeta identificativa. Viene cada día desde la Barceloneta, de donde son para volver a casa cada noche. De Sant Boi hasta aquí son 15 minutos de muchos estibadores como él. Este barrio con una larga tradición por- trayecto, con la precaución de evitar los monumentales atascos en Bell- tuaria parece que está cerca, pero cada día queda más lejos de este sub- vitge a partir de las tres de la tarde. Y esta aliada, hay que ampliarla, mundo. Los padres y abuelos de Jordi eran pescaderos y él, por fuerza, agrandarla, como se harta de decir a quien quiera escucharle. Lo ha estado siempre ligado al mar. Su piel nos lo quiere recordar con demás, las personas y sus gadgets, son efímeros. Al fin y al cabo, todo decenas de tatuajes de referencias marineras con solera. Trazo grueso, 72 73 R O N DA L L A S 74 75 R O N DA L L A S J O R D I H A M - M A N colores básicos, sirenas, anclas y barcos. Si alguien en Barcelona tiene el trabajo más manual y de fuerza. Encima de él, además de platinas, derecho a llevar los brazos así, es Jordi. cuerdas, maquinaria y mercancías, cuelga la amenaza constante de la A la derecha, dejamos atrás la ronda y la cantera de Montjuïc que, liberalización del sector, motivo por el cual ha ido a la huelga en incon- junto con el río Llobregat y la Zona Franca, son los dos grandes muros tables ocasiones. Detrás de todo ello, la voluntad por parte de las ins- que aíslan el puerto de la ciudad ↗; a la izquierda, empiezan a crecer tituciones europeas de poner fin al monopolio del trabajo de estiba y estructuras de metal de dimensiones sobrehumanas, construccio- de introducir competencia en un sector con una afiliación sindical del nes para almacenar monstruos, montañas de chatarra, grúas y barcos 100 % y que se resiste a la degradación de sus condiciones. gigantes. Y uno se para a pensar en las mujeres y los hombres que ope- Jordi nos recuerda que es un trabajo peligroso. Para evitar que el ran dentro, peones insignificantes bajo la mano invisible del mercado. puerto se convierta en un matadero a base de accidentes laborales, se Nos dice Jordi que en el puerto de Barcelona trabajan 1.200 estibadores, requiere preparación y especialización, es decir, profesionalización. Él, 1.200 hormigas en el hormiguero, en turnos de seis horas de mañana, en la estiba, dejando de lado el hecho de que su barrio rebosa de traba- tarde y noche, encargados de la carga y la descarga de las mercancías jadores portuarios, entró por cabezota. Y no fue nada fácil. Con solo 18 de los barcos. Es un trabajo más arriesgado de lo que parece: las bode- años, ya hacía de eventual en picos de trabajo y se presentó a oposicio- gas de los barcos pueden llegar hasta los 30 metros de altura y cualquier nes por primera vez. Fue a la cuarta, en 2003, cuando se las sacó. Había paso en falso puede comportar meses de hospital o la muerte. «Un primo conseguido entrar en los Mossos d’Esquadra, en una de las promocio- mío se ahogó cuando descargaba un coche», nos explica. «De noche, con nes del despliegue del cuerpo por toda Cataluña, pero su madre le paró. la calima, en el puerto se produce un efecto espejo. Mucha gente cae al Finalmente estaba en las listas del puerto. Tras multitud de pruebas agua porque no se ve donde acaba la tierra y empieza el mar.» físicas, psicotécnicas y de conocimiento, sería estibador. Al inicio de cada turno, Jordi se dirige a la sede de Estibarna y, desde Hoy, pasados 19 años y toda una vida dedicada a su profesión, Jordi allí, se dirige con los compañeros al barco en cuestión. Estibarna es la nos confiesa que su relación con el trabajo se asemeja a la que tiene con Sagep de Barcelona, la sociedad anónima de gestión de trabajadores su mujer: hay épocas mejores y las hay peores, dificultades y recom- portuarios, es decir, una especie de ETT que tiene en cartera exclusiva pensas, altos y bajos. Pero ahí quedan las dos y no piensa prescindir de los 1.200 estibadores del puerto de Barcelona y que ordena y distribuye ellas. La estiba es como es. Y la resistencia de los estibadores durante la el trabajo. Esta empresa queda bajo la supervisión de la Autoridad Por- huelga, que consiguieron parar la península con una participación de tuaria y en manos de las propias empresas de estiba: la china Hutchi- casi toda la plantilla, solo se explica si miramos hacia la ciudad y enten- son, Grimaldi o José Mestre, el gran empresario portuario local. Mes- demos lo que significa la frontera de la ronda. Les aísla del resto y con- tre figuró en los titulares de los informativos hace un tiempo tras ser vierte al puerto en lo que nos decía Jordi: «una ciudad en sí misma», detenido y condenado a nueve años por narcotráfico en un ejemplo con sus normas, sus tradiciones y su comunidad. paradigmático de que la realidad, si no supera la ficción, al menos la iguala. Y nos recuerda aquella segunda temporada de The Wire, en la que Frank Sobokta y El Griego hacen que el capitalismo global funcione bien engrasado también en su lado oscuro. Con el caso Mestre, asisti- mos a una sobredosis de realidad: un hombre que a pesar de ser conde- nado por sus negocios fuera de la ley, nos explica Jordi, seguía, sigue y seguirá levantándose cada día a las seis de la mañana para ir al puerto a trabajar, eso sí, en su coche de lujo. Esta también es la vida del empresa- rio exconvicto. Mientras tanto, en la vertiente sur, a orillas del Llobre- gat, se extiende el imperio chino de Hutchison Ports, que gestiona en solitario desde 2011 la nueva terminal de contenedores. Y empieza su turno como capataz. Hay gruistas, hay confrontadores comprobando la carga, hay mecánicos, y hay bordes, que llevan a cabo 76 → 128, Territorio Rondas 77 R O N DA L L A S R I C A R D R O D R Í G U E Z R I C A R D R O D R Í G U E Z «Cuando uno tiene un problema, tener a alguien al lado que te escu- che y se interese por ti es incluso más importante que encontrar una El ancla hundida solución. Y, a grandes rasgos, esto es lo que hacemos.» La tarea la resume el lema internacional de la organización: «Your home away en el asfalto from home». Nos explica que iniciativas cristiana de apoyo a la gente del mar las hay desde el siglo XVII porque el marinero siempre ha sido vulnerable y ha requerido asistencia. De manera oficial, con reconoci- miento institucional de Roma, el Apostolado del Mar se crea en Glas- E L M O R R O T gow el 1920 y llega a Barcelona siete años después. Cada centro, cada Stella Maris en cada puerto de los 400 y pico en los que están presen- tes, depende de la iglesia local, en este caso del arzobispado. Ayudan a R esignación. Si fuera un monje con voto de clausura, el lugar los marineros a poder salir del barco, a comunicarse con su familia y a donde trabajan sería más adecuado para su misión en la Tierra «despejarse por la ciudad». En todo lo que nos dice, en su respeto por las pero, al contrario, lo que la Iglesia busca en él, el motivo por el diferentes maneras de pensar y por las diferentes culturas, en su huma- cual Ricard pasó de laico a clérigo, es el trato con la gente de mar, la tarea nismo poco doctrinal, se respiran aires de Concilio Vaticano Segundo. social dentro del peculiar mundo portuario. Rodeada de asfalto y tráfico, De hecho, si él, padre de familia, pudo convertirse en diácono y direc- en el ángulo agudísimo y desnudo que forman la carretera de Miramar tor del apostolado fue gracias al progresismo conciliar que permitió y la ronda Litoral, donde el Morrot toma el relieve de la ciudad y susti- ordenar a los hombres casados. Hoy sigue trabajando con vestido laical tuye a los últimos viandantes por turistas y camiones, se levanta Stella y nos señala que son unos hábitos que vuelven a quedar relegados entre Maris, sede del Apostolado del Mar, que recibe a los marineros arribados el clero joven, que prefiere vestir con alzacuellos. Signos de los tiem- a puerto desde todos los rincones del mundo. Ricard gobierna la institu- pos. Ricard fue capitán de marina mercante, pero dejó la mar después ción y juzga la ubicación donde nos encontramos sin un ápice de reproche de ocho años de dedicación para tener vida hogareña. «Con dos hijas, ni de frustración. «Queda claro que no es una ubicación de diseño, rebate, no puedes tener una familia itinerante.» Estudió Teología. En el año 83, pero en esta vida, cuando no tienes dinero para adquirir un edificio, tie- cuando ya estaba ordenado, el cardenal Jubany, entonces arzobispo de nes que tomar lo que te dan.» Resignación y pragmatismo cristianos. la ciudad, consideró que un hombre con su experiencia, como marinero Hasta 1992, el año que lo cambió todo, Stella Maris ofrecía sus servi- y diácono, por fuerza tenía que dirigir una institución que ha regido a lo cios al final del paseo Joan de Borbó, cerca del Moll dels Pescadors. Con largo de las últimas tres décadas. A medio camino entre el mar y la vida la reforma olímpica, «todo aquello tenía que acabar y ya nos iba bien; en tierra firme. lo aprovechamos porque allí estábamos fuera del tráfico comercial», Cada día desde Stella Maris, Ricard y los trabajadores y voluntarios que explica Ricard. El puerto les ofreció un almacén que era casi un bún- dedican sus horas al Apostolado envían furgonetas al puerto para difun- quer, «sin ventanas, solo lumbreras». Lo reformaron de arriba abajo y, dir su tarea y ofrecerse a los marineros que lo necesiten. Si se organizan desde entonces, ese viejo edificio de obra vista, entre humos y moto- con tiempo, pueden montar hasta bodas o partidos de fútbol en la ciu- res, hace las funciones de residencia para marineros en puerto que no dad. Tienen que cruzar la frontera urbana para practicar deporte porque tienen a donde ir. Y de club social. «Es un servicio de la Iglesia católica, la pista de baloncesto, encajada entre vías rápidas, ya no presta el mismo pero no es religioso», explica con voz rotunda, proyectada a través de servicio que antaño. De vez en cuando, alguien se anima a entrar en la una frondosa y arquetípica barba de lobo de mar, poco frecuente en el jaula para hacer algunos tiros libres pero poco más. Dentro del bloque, clero de tierra firme. hay unas 30 camas disponibles donde no solo se aloja tripulación con el «Prestamos apoyo a la gente del mar. Buscamos cubrir sus necesida- barco amarrado en el puerto; también marineros que vienen a Barcelona des como personas y nos dirigimos tanto a católicos, como a evangelis- a realizar gestiones, portuarios que viven fuera de la ciudad pero que tas, musulmanes, judíos o ateos. El único requisito es que sean perso- tienen que quedarse cerca para realizar guardias, pescadores sin fami- nas del ámbito marítimo.» lia... Todos son personas del mar con circunstancias muy diferentes que, 78 79 R O N DA L L A S 80 81 R O N DA L L A S A S S U M P TA G A R C I A como el edificio, se encuentran a medio camino entre los dos mundos ↗. 36. Y como echaban de menos la vida de allí, hicieron una granja donde Con todo, Ricard reconoce que si hoy Stella Maris volviera a surgir de la tenían los animales y un pozo de 90.000 litros de agua dulce. nada, probablemente no tendrían camas. Este servicio residencial tuvo En esta casa, se han hecho muchas reformas. La parte de arriba, nena, lógica hasta la primera mitad del siglo xx, cuando «era frecuente que los la hizo mi madre para cuando mi padre volviera de la guerra. Y, en el lado marineros fueran de puerto en puerto a la búsqueda de trabajo y necesi- que ahora es la rambla del Poblenou, estaban los animales. En el 47 hubo taban un sitio donde vivir hasta que lo encontraran». Esto ya es historia: una explosión en el pasaje Aymà, aquí al lado, en un local de productos ningún barco contrata los marineros a pie de muelle. inflamables, y muchas casitas pequeñas se vieron afectadas. Ante este Ensordecidos por el tráfico de los alrededores, entran y salen algu- desastre, el ayuntamiento se quedó con el terreno y construyó barracas nos de estos hombres de los que habla Ricard. «Los marineros, dice, son para alojar a los vecinos. Nuestra casa también pasó a ser propiedad del personas muy abiertas: respetuosos y tolerantes con otras creencias. ayuntamiento y entonces nos dijeron que nos darían un piso. Pero noso- Suele ser también gente religiosa, por el contacto con la naturaleza, que tros dijimos que nos queríamos quedar aquí. Y desde entonces hemos les aporta una dimensión trascendente y que les sitúa más cerca de la vivido aquí arrendados porque nunca ha estado a la venta. Nunca ha sido experiencia mística.» En cualquier caso, ateos o creyentes, espiritua- nuestra. Ya lo sabes, nena, lo que dice el Testamento: «Nada has traído al les o terrenales, son personas de rostro cansado y de cuero, de mirada mundo y nada te llevas de él. Teniendo sustento y con qué cubrirte tienes seca y procedencia indeterminada. Son la «gente de mar» que necesita suficiente, porque el amor al dinero es raíz de todos los males». un hogar lejos del suyo y que por aquellas cosas de la vida lo han encon- Durante los años cincuenta, el Instituto Municipal de Vivienda hizo trado en Barcelona, en la frontera del puerto, lejos también de la misma estos bloques de aquí atrás, los famosos Tupolev, que llamábamos así ciudad pero bien anclados y protegidos de las inclemencias. porque parecen cohetes rusos. Al principio, los que vivían allí pagaban un alquiler muy económico, pero después se pusieron a la venta. Los pisos costaban 80.000 pesetas y los inquilinos pagaban 200 pesetas cada mes hasta que se convirtieron en propietarios. Ahora, mira, cobran una millonada porque todo el mundo los quiere, porque están en pri- A S S U M P TA G A R C I A mera línea de mar. Y han ido llegando vecinos nuevos y ahora aquí ya no conozco a nadie. Es aquello que se dice de más vale un vecino cerca Hazme caso, nena que un hermano lejos. Pues ahora ya no. Aquí los que compran son todos extranjeros. Suizos, italianos... Y no me preocupa, porque cada cual es cada cual, pero ahora el ambiente es más frío. Esta gente son aves migra- P O B L E N O U torias, no echan raíces. Y si no hay raíces, la casa no se aguanta. A mí también me quieren hacer ofertas para la casa. Ayer me dijo Lour- des, la amiga brasileña que vive conmigo, que han venido dos america- nos que la querían comprar. Y yo les digo que por qué no se la compran A quí donde la ves, nena, esta casa no es mía, es del ayunta- en Brooklyn. Con lo bien que estoy yo aquí. Sí, la casa no es mía, pero no miento. Hace muchos años, estos terrenos pertenecían a los doy explicaciones a nadie porque no tengo que darlas. condes de Calvell, que eran unos empresarios que no sé si ¿Y la ronda, dices, nena? Claro que recuerdo cuando la cubrieron. El eran condes, pero así les llamaban, y un poco más para allá tenían una parque que han hecho encima sí que me gusta porque antes esto era fábrica de cuerdas. Mi madre trabajaba de ayudante de cocina para su un vertedero ↗. Pasaba por aquí la vía del tren, que no estaba tapada ni familia y cuando empezó la guerra quiso traer a mis abuelos de Teruel nada. Cuando íbamos a la playa, teníamos que cruzar el paso a nivel allí, porque allí, en el campo, todo resultaba muy difícil. Nena, las guerras en la calle Jonquera, que era la única manera de hacerlo. Y ya estabas son muy malas, nadie tiene derecho a matar a nadie, lo sabes esto, ¿no? ante el mar, ¡qué poderío! Pero, ay, ya hace mucho que no voy. A pasear, Pues los Calvell tenían aquí una casa solariega, esta donde estamos sí, pero en el agua hace años que no me meto. Llega una edad en la que ahora, y nos dejaron quedarnos con mis abuelos. Ellos llegaron en el el cuerpo ya no te lo pide. Antes, cuando era pequeña, íbamos mucho. 82 → 156, Territorio Rondas → 132, Territorio Rondas 83 R O N DA L L A S 84 85 R O N DA L L A S Pero ahora, que me perdonen, es todo una porquería. Bueno, el barrio no X AV I E R C L A R A M U N T tiene la culpa. De hecho, escucha, está todo muy bien arreglado. Mira la rambla del Poblenou, que abrieron al mar. O el pequeño jardín que han A partir de una imagen hecho aquí atrás. El problema es el gentuzo que hay, que no respeta nada. Y, nena, si en la vida no hay respeto, sardinas miau. Lo aniquilan todo: del siglo xxi borrachos, drogados, viciosos. Y aquí, sin entrar en política, porque los testigos de Jehová tenemos que ser apolíticos, nena, pero el turismo ha crecido demasiado. Dependemos del turismo y, claro, aquí se mete todo. D I A G O N A L M A R ¿Llevas un euro? A mí, tanto me da que seas un desgraciado, un borra- cho, mientras aflojes la pasta, tanto da. Este gentuzo de ahora, turistas o catalanes, vuelven de borrachera y me dejan las botellas aquí fuera, en la puerta. escubierta recientemente en las excavaciones del sector Y sobre lo que me decías de la casa... Pues no sé, nena, cuando no esté D HJ342, esta imagen no es solo una de las pocas que tenemos qué pasará. A mí, el del ayuntamiento me dijo que, mientras yo viva, no del sujeto 83, que los contemporáneos llamaban Xavier Clara- tendré que irme de aquí. Y cuando muera... Todo el mundo está muy pre- munt, sino también un documento indispensable para conocer mejor ocupado por la casa, me dicen: «¡Assumpta! ¡La casa! Firmaremos por- la vida en los barrios junto al mar de la antigua Barcelona, así como las que no queremos que la tiren». Y yo callo. Y pienso que a burro muerto, la rondas, esa infraestructura que ha dado tanto que pensar a los histo- cebada al rabo. Como dice el Eclesiastés, «todo lo que tengas que hacer, riadores. hazlo, porque en la sepultura, no hay obra, ni ciencia, ni sabiduría». Yo En esta fotografía, el sujeto 83 aparece dentro de una cápsula de la casa no me la llevo a la tumba. Y cuando muera... Pues es lo que hay. movilidad, probablemente cuando se dirigía a la lanzadera aérea (aero- puerto) del Prat una mañana cualquiera. Como sabemos por varios documentos escritos, fue un arquitecto obsesionado con la innovación, que participó en diferentes proyectos de alcance global. Resulta, por lo tanto, un ejemplo perfecto de sujeto económico de su tiempo, antes del Gran Repliegue Regional de finales del siglo xxii. Tenía oficinas en Madrid, China y los Emiratos Árabes (la actual Nueva Persia) y, en aquella época, viajaba probablemente allí con mucha regularidad. Es también un habitante tipo de ciertos barrios acomodados de Barcelona: con poco arraigo y con una mentalidad muy práctica respecto al terri- torio. Habitar y moverse no era para aquellos individuos de alta cuali- ficación, verbos de significados distantes. A partir de fuentes escritas, entrevistas y memorias, sabemos que el sujeto 83 vivía por entonces en la ciudad solo porque era un nodo de interconexión y un acumulador de capital humano ideal para sus negocios. De hecho, sabemos que acabó sus días en Igualada, la pequeña ciudad de provincias donde nació, hoy desaparecida, en el sector HJ411. A la izquierda, podemos observar donde vivía entonces. Un rascacie- los, según la terminología de la época, en el que nos consta que también había, por otras excavaciones en el mismo sector, vecinos de todas par- tes del mundo y estratos altos de la sociedad. Diplomáticos, deportis- tas o gente de negocios no siempre transparentes. Sabemos por textos 86 87 R O N DA L L A S 88 89 R O N DA L L A S oficiales que en décadas anteriores se hablaba de «recuperar el litoral» C A R M E N G A L I N D O para que determinados barrios del interior de la ciudad, donde habi- taban clases medias y bajas, tuvieran una puerta al mar ↗. Esta foto- Carta al regidor grafía se añade a los indicios que demuestran que el plan original fue abandonado. De una entrevista a un individuo todavía por identifi- car, pero que se sospecha que podría ser el mismo sujeto 83, sabemos L A M I N A que el entramado urbano de la zona se alejaba mucho del concepto de barrio que tenían los contemporáneos: «No hay barrios, no hay ni una puta tienda, (sic) los vecinos casi no existen». Aparentemente, esta cita puede hacer referencia a las interacciones dentro del mismo edificio, Ilustrísimo señor regidor: donde sabemos que había un espacio teóricamente comunitario pero prácticamente desierto. Entendemos que los vecinos hacían más vida dirijo a usted, como en tantas otras ocasiones, para expo- hacia fuera, más allá de la carretera, que no hacia dentro. Me nerle de nuevo lo que no es más que la preocupación de Esta imagen puede aportar, por otro lado, información sobre el uso tantos vecinos de la Mina, dejados de la mano de Dios y de las cápsulas de movilidad a principios del siglo xxi. Sabemos que las autoridades competentes. Como probablemente recordará, porque más tarde, ante la explosión demográfica urbana, se confundieron con no es la primera vez que hablamos, resulta que yo, además de ser la pre- las cápsulas habitacionales, pero sigue habiendo indicios concluyentes sidenta de la Plataforma de Entidades y de la Asociación de vecinos, sobre los usos mixtos de aquella época. Si recordamos los trabajos de y miembro de la Coordinadora de Medioambiente, vivo en una sexta Wong y Masdéu sobre los modelos de producción y la cadena de valor planta de la calle Llevant y, si me permite, gozo de una visión privile- en la industria de la época, el sujeto 83 aparece como uno de los intro- giada sobre la problemática concreta que aquí le quiero exponer. Per- ductores de la producción en cadena, propia de la antigua industria mítame que le ponga en contexto. automovilística, en la construcción de viviendas prefabricadas. Cuando vine de Almería después de casarme, no nos quedó más Como decíamos, al fondo de la imagen también figura la ronda, vía remedio que ir a vivir en las chabolas de Can Tunis. Mi madre lloraba indispensable para la conexión de algunos barrios acomodados de Bar- como una Magdalena cuando supo que había marchado de Andalucía, celona con el resto del globo. El sujeto 83 es un ejemplo tipo de los usua- donde quizás éramos pobres, pero entre cuatro paredes y con un techo, rios que circulaban desde la zona frente al mar, probablemente uno para ir a acabar en un campamento a la sombra de Montjuïc. A pesar de de esos críticos de esta infraestructura que comentábamos en confe- todo, y quizás porque éramos jóvenes, recuerdo aquellos años con ale- rencias anteriores. Si la construcción de las rondas supuso un avance gría. El espíritu de comunidad entre todos los chabolistas era sólido espectacular para el progreso de la ciudad, dos décadas después ya como el Pórtland y, cuando había fiesta, la fiesta era diez veces mejor. quedaron pequeñas, a juzgar por los comentarios encontrados en dife- Pero pasaron los años y la ciudad creció. Y Barcelona decidió que allí rentes documentos de la época. Su éxito quedó patente con la consoli- donde vivíamos, en los confines, tenía que pasar una vía rápida. Y nos dación a partir de los años treinta de su siglo de la zona suburbial de echaron para construir la ronda Litoral. Collsuspina, en el sector HJ892, con más de 4.000 cápsulas habita- Nos llevaron hasta aquí, la Mina, en otro confín de la ciudad, más cionales instaladas por su empresa Smart Living. El éxodo masivo de lejos quizás pero todavía virgen ↗. También de recuerdos y de estereo- muchos sectores de la población local a otras zonas del territorio ali- tipos. Llegamos al nuevo piso de protección oficial exaltados por un geró substancialmente esta sobrecarga de la infraestructura. futuro donde todo estaba por hacer, pero nos encontramos con una rea- Esta estampa del sujeto 83, en definitiva, resume bien las prácticas lidad que no era aquella por la que pensábamos que luchábamos. Eran de movilidad de la ciudad en crisis y es además una metáfora perfecta cuatro paredes, sí, pero poca cosa más. Tuvimos que trabajar muchí- para comprender la dialéctica entre vivienda y transporte que tan rele- simo, con un préstamo que concedieron a mi marido en el trabajo, en la vante sigue siendo hoy para los historiadores interesados en los siglos Fecsa, para arreglar el piso y convertir aquel agujero en nuestro hogar. xxi y xxii. Entonces éramos mis tres primeros hijos, mi marido y yo. Y en el resto 90 → 168, Territorio Rondas → 136, Territorio Rondas 91 R O N DA L L A S 92 93 R O N DA L L A S C A R M E N G A L I N D O de la finca, en el resto del barrio, otros chabolistas de Can Tunis, del a levantarse la nueva Catalana. Un barrio a orillas del Besòs que, por Camp de la Bota, del Somorrostro. su proximidad con el mar y las buenas conexiones con la ciudad y el Pero un día, años más tarde, las rondas que hicieron que nos des- mundo, será una joya inmobiliaria de primer orden. Y nosotros, aquí pidiéramos del chabolismo volvieron a aparecer de la nada y nos las en medio. plantaron ante las narices. De golpe, oímos tronar las excavadoras y A lo largo de los últimos años, el precio del suelo ha subido hasta un los martillos neumáticos que hacían gemir las paredes de chichin- 40 %. Y pronto se acabará el período de 50 años durante el cual nues- abo de nuestra casa. Y vimos caer los edificios del barrio de la Cata- tros bloques de protección oficial no se pueden descalificar. Pronto, lana desde la ventana de mi habitación. Se escurría el polvo y el ruido muy pronto, todo el mundo podrá vender libremente. Y el mercado ya de ese terreno entre la Mina y el río convertido en pasto del progreso. está salivando con el solo hecho de pensar en cómo conseguir el botín. Cuando acabaron las obras, nos dimos cuenta de que veíamos y oía- De aquí querrán echarnos otra vez, como es natural, pero vete a saber mos los coches de muy cerca, que los operarios se iban y que allí no si llegaré a verlo. había ninguna barrera de insonorización dispuesta. Desde entonces, Mientras tanto, la ronda sigue ahí. Y la vía del tren. Y los centenares desde el año 92, durante las horas punta de los días de verano, el ruido de coches, entre ellos quizás el suyo, que circulan sin descanso los 365 de los coches y del tren eclipsa los gritos, los juegos y las peleas en la días del año. calle que provienen del otro lado del edificio. 26 años, regidor. 26 años Ilustrísimo señor regidor, me juego una fideuà a que cuando la Mina conviviendo con un ruido que nunca nadie se ha tomado la molestia de y el Besòs hayan cambiado de arriba abajo, cuando empiece a llegar de amortiguar ↗. A veces, cuando cierro los ojos para echar la siesta con Barcelona y de todo el mundo gente nueva con más poder adquisitivo, las ventanas abiertas, el zumbido de fondo me recuerda que el paisaje con carrera universitaria y buenos amigos en el centro de la ciudad, no cambia para la gente como nosotros, que huimos de la ronda para esto que hoy le pido mediante esta misiva no requerirá ni cuatro líneas volver a toparnos con ella de bruces. Aunque, quizás, el problema no de texto ni una pequeña protesta a pie de calle. Estoy convencida de es que nos atrapara por no correr lo suficiente, sino porque la huida era que cuando todo esto pase, la ronda acabará por insonorizarse sin que imposible dentro de este círculo de dimensiones monstruosas. nadie pregunte nada. Hoy la Mina vive una degradación inveterada y, sobre ella, como una Así pues, si se para a pensarlo, lo que le pido es muy sencillo: que capa de grasa, el estigma de la propia degradación que se confunde con avancemos el trabajo. Que hagan ustedes lo que haga falta para antici- la anterior y que hace más difícil desterrarla. Hay droga, pero no es solo parse a lo que con total seguridad acabará pasando, caiga quien caiga, la droga. Hay familias mafiosas, pero no son solo las familias mafio- y se cubra la roda en vida nuestra de una santa vez.↗ sas. Están las películas de José Antonio de la Loma, pero no es solo el mito. Hace más de diez años que esperamos que derriben el bloque Atentamente, Carmen. Venus, que se encuentre una solución para ese edificio ruinoso y para los que en él malviven. No, el problema no son las peleas entre clanes ni las ocupaciones ni la marginalidad. Todo ello, en cualquier caso, es la consecuencia. Ahora, si miramos a través de la ventana del comedor, hacia Barce- lona, y levantamos la vista más allá de lo que ocurre en nuestra calle, al fondo nos encontramos con unos edificios de lujo a los que no se puede acceder. Los llamamos la Minapija. Es una comunidad cerrada, con pis- cina e instalaciones inimaginables en nuestro barrio, que ha aparecido como una seta y que, por lo que parece, aloja a los chinos de posibles del mercado mayorista de Badalona. Al otro lado de casa, hacia el norte, más allá de la ronda y sobre las ruinas de la antigua fábrica Bultaco, sobre los restos de los almacenes y los huertos desalojados, empieza 94 → 34, n Rondas → 42, n Rondas 95 R O N DA L L A S R O S A D E U LO F E U R O S A D E U LO F E U Ahora, después del primer sorbo del té aun quemando, Francesc y Rosa se han casado y viven en un piso en Barcelona, en la Diagonal, La casa a orillas del río entre Nàpols y Sicília, cerca de la Sagrada Familia. Pero la casa es el refugio de naturaleza y paz de los fines de semana. De lunes a vier- nes, ella trabaja en una pasamanería y por las tardes hace de dora- S A FA R E TJ O S , dora. El tiempo pasa inexorable mientras coloca el pan de oro sobre la S A N TA C O LO M A madera con los pinceles de marta. Casi como cuando riega las plantas del huerto los viernes al atardecer. Nacen sus tres hijos. Una generación más llena la casa a la orilla del río. Santa Coloma y Sant Adrià se con- F río y silencio en la casa. Una docena de relojes repartidos en funden, las calles se confunden y miles de nuevos vecinos les rodean. pocos metros cuadrados de pared emiten el único ruido capaz De repente, es domingo y la tía que allí vive recibe a los sobrinos para de eclipsar el zumbido monótono de los coches que cruzan el comer. Francesc baja al patio a preparar el arroz mientras, en la mesa ya río. Un tictac de tarde de otoño incesante. Rosa pone a calentar agua puesta, dos docenas de manos hacen desaparecer aceitunas, patatas y para el té. Saca la taza y el azúcar de los armarios mientras nota el frío hasta dos botellas de Coca-Cola. La comida, entre chistes y canciones, de noviembre en la nariz y por la espalda, el silencio del paso del tiempo. dura meses, quizás años. Después del postre, la tía sacude el mantel y Fuera, el abuelo, todavía joven, pica piedra y limpia el solar para seis pájaros bajan a picotear las migajas. Rosa acaba el té. Deja la taza levantar los cimientos de la casa. La madre, una niña, recoge piedras en el fregadero y ve los últimos rayos de sol desaparecer tras los cerros del río y ayuda con la arena. Las tías, más pequeñas, trasiegan ladrillos de Montcada. Al otro lado del río, la industria crece a un ritmo frené- de la calle y los limpian como pueden. Pasan tres o cuatro minutos. El tico y tapa el horizonte de la ciudad. Es 1991. El lecho barcelonés es un agua del té empieza a hervir y la abuela ya ha dispuesto la herboristería desastre de asfalto ↗ roca y neumáticos, y las obras de la ronda cam- en el primer piso, llena de los manojos que los fines de semana recogen bian la fisionomía del Besòs para siempre. Los seis, veinte, ciento cin- en el Berguedà. Ahora la madre ya es mayor, se ha casado y abandona la cuenta pájaros, asustados por el terremoto del otro lado, no volverán. Y casa familiar, que se levanta humilde pero firme en la orilla izquierda las lagartijas que suben por el laurel y las serpientes que nadie ve entre del río Besòs. Se va a vivir con el padre en la calle de la Mercè, en el cen- las rocas y los plásticos desaparecen de un día para otro. tro de Barcelona. Pero vuelven los fines de semana y las fiestas de guar- Rosa vuelve a sentarse en la silla al anochecer. La tía ya no está. dar. Suben al metro en la estación de Correos y, en Urquinaona, el 70, Ahora son ella y Francesc los que moran la casa y que ejercen de abue- que les deja en la carretera de Sant Adrià. De momento, Santa Coloma los. Ninguno de los dos sigue haciendo lo que una vez hicieron. Ella ya queda lejos. Y en los alrededores de la casa, solo hay campos y cerros. no trabaja de doradora, sino de cocinera. Él sigue siendo manitas, pero Pero Rosa ya ha nacido. ahora trabaja en un almacén. Sobre sus cabezas, se cierne la amenaza El sol empieza a caer y los abuelos han muerto. Se sirve el té y toma de bloques de pisos a orillas del río, la expropiación de la casa y una asiento mientras fuera, en el huerto, ella misma 40 años más joven nueva Santa Coloma casi futurista que no admite huertos ni casas a pie recoge los frutos de lo que plantó su tía. Patatas, guisantes, maíz. llano. A pesar de todo, allí siguen, esperando que caiga sobre ellos un Todavía no ha conocido a Francesc. Arriba, en el primer piso, un primo plan urbanístico en suspenso. De momento, es sábado por la mañana y rompe por accidente el mueble modernista que la abuela tenía en la esperan a que su nieto acabe de prepararse para ir corriendo al entreno herboristería. La madera se convierte en ceniza y en polvo en apenas de fútbol. El cuarto de la cama turca, donde hace unos instantes aún unos segundos. Ahora Francesc ya está aquí y la acompaña a buscar dormía el primo de Rosa, es ahora el lavabo al que Francesc llama a la agua en la fuente de Safaretjos ↗. Y van a bañarse al río y beben del puerta. agua que baja sin pensarlo mucho. Y después de comer, suben hasta «Venga, que vamos tarde», grita. Y desde dentro, el niño dice que Can Butinyà, cerca de Santa Coloma, donde viven unos amigos de la ya va, que todavía tienen tiempo. Salen los tres como desesperados y colla sardanista. Es Nochevieja y, alrededor del hogar, se despiden del cierran la puerta de golpe. Parece que iban bien, pero el tiempo pasa año 1965. volando sin que uno se dé cuenta. 96 → 235, Des-cubrir las rondas → 42, n Rondas, → 174, Territorio Rondas 97 R O N DA L L A S 98 99 R O N DA L L A S W I L L I A M B E N Í T E Z Rosa se levanta otra vez de la silla y busca la rebequita que ha dejado se levanta el padre y abronca al skater porque tiene que ir con más cui- sobre el sofá. En la mesa de la sala, comprueba si la vela sigue encen- dado. Una plaga. Cruza la ronda de Dalt, que aquí en Santa Coloma se dida. Ilumina la fotografía enmarcada de ellos dos, cuando Francesc hace llamar avenida Pallaresa, hacia el nuevo skatepark. aún vivía. Y al lado, un puñado de fotografías esparcidas por el hule, un Truena a lo lejos, detrás de los cerros y los bloques rosados del Sin- puñado de recuerdos dentro de esta casa que pronto cumplirá 90 años. guerlín. Todavía le faltan un par de trucos con la tabla para despejar la cabeza y, a él, la lluvia, si finalmente empieza a llover, le trae sin cui- dado. Pero, hostia, en el nuevo skatepark también hay gente hoy, un abuelo con sus nietos practicando con el patinete, se han hecho amos y señores del sitio, y le desbarajustan los planes. No le queda otra que W I L L I A M B E N Í T E Z cruzar el río, en dirección del enjambre de vehículos que vienen del Cruzar el Besòs Maresme hacia Barcelona, para ir a patinar en el parque de Baró de Viver. De vez en cuando, si la circulación no es exagerada, juega a ser un coche más con el monopatín y baja a la calzada para tomar velo- N U D O D E cidad. Algún día aprenderá a conducir, pero de momento tiene sufi- L A T R I N I TAT ciente con las cuatro ruedas de la tabla. El año que viene empezará el PFI de mecánica para seguir los pasos de su hermano mayor, aunque lo que quiere es acabar montando, como no podía ser de otra manera, una «¡A tomar por saco!» Cierra la puerta de casa sin decir nada, tienda de monopatines. Los venderá y también los reparará. No todo el pero con una violenta maldición interior. Como una mundo puede permitirse un retén de seis tablas bajo la cama por si un de cada tres veces que comen juntos. La sangre nunca día, por un mal gesto, se rompe una y tienes que tirarla a la basura. La llega al río durante estas broncas con su madre, pero le cambian gente como él, que no tiene ni un duro, si pierde el teléfono, se jode, y si el humor para todo el día. Y empieza a dar vueltas al pasado, a hace rompe la tabla espera a que otra caiga del cielo. Hay que ir con cuidado cuatro o cinco años, cuando todavía vivía en Paraguay y sus padres con lo que se hace. ya estaban divorciados. Él fue a parar a Argentina y ella cruzó el Finalmente, la soledad del cemento. Al otro lado del Besòs, y bajo Atlántico. Aquellos años de acoso escolar «por no tener padres» y el el nudo de la Trinitat, consigue lo que buscaba ↗. Los coches pasan resentimiento contra casi todo el mundo; los años viviendo con su a muchos metros encima de su cabeza. Rugen con rabia pero ignoran hermana y creciendo bajo la tutela capital de Rosa, cuando sus padres lo que ocurre debajo. Un skatepark a la salida de una parada de metro no estaban, y a quien, justo antes de que se muriera de cáncer, hizo una donde nunca para nadie. Solo alguna alma emerge de bajo tierra cada promesa: se iría de América Latina, encontraría su futuro en Barcelona 15 o 20 minutos. ¿Quién pudo decidir que allí quedaría bien una pista y se reencontraría con su madre. Sobre su cabeza, sobre las calles de de patinaje? Probablemente se ideó por eliminación, porque no cabía Santa Coloma que recorre ahora en monopatín, nubes de tormenta de un edificio, porque ni un bar ni un centro cívico ni un supermercado verano. Se ha dejado el móvil en casa. Quiere estar solo, quiere patinar tendrían sentido en aquel agujero que no pretende ser nada más que un y el tiempo le acompaña. descampado de diseño. Y porque allí, en medio de la nada, entre mato- Hay dos skateparks en este lado del río. Al antiguo dejaron de ir por- rrales, rejas y piedra, no pintan nada un grupo de niños ni de gente que siempre estaba invadido de escúteres, niños pequeños de pati- con carritos de la compra. Solo patinadores solitarios. Y los que se atre- nete con manillar que lo único que hacen es molestar y entorpecer ven a cruzar los pilares de hormigón finalmente obtienen lo que quie- las normas básicas de convivencia del parque. Los padres les suelen ren: pistas vacías, jardines de asfalto aislados del exterior por la cons- acompañar y aunque debería ser al revés, esto hace que sea incluso tante caravana de metal y gasolina. Ni siquiera los nubarrones oscuros más molesto: no les vigilan, pasan de ellos y se ponen a fumar en una del norte parece que se atrevan a bajar. Antes de poner el pie sobre la esquina. Solo cuando hay algún accidente leve, porque el niño escúter tabla ya le ha pasado el enfado con su madre. Al fin y al cabo, son cues- no sabe parar y se cruza en medio del bowl o en las rampas, entonces tiones de convivencia entre madres e hijos. Lo único que le molesta de 100 → 42, n Rondas 101 R O N DA L L A S 102 103 R O N DA L L A S verdad es cuando estas broncas y el mal humor afectan a su relación P I L A R L A B O R DA con Ainara. Empuja la tabla y sube y baja la rampa tres o cuatro veces. Suena Skrillex en los cascos, la música que más le gusta para patinar. Nuestra Florida Salta sobre la barandilla y hace un ollie sobre los peldaños. Cae y se levanta las veces que haga falta. T O R R E J Ú L I A Santa Coloma se intuye pero no se ve. Barcelona queda muy lejos. Y él, ¿dónde está? Vive en Santa Coloma, pero no es catalán. Catalana es Ainara. ¿Paraguayo? Puede ser, pero su vida, su escuela, su chica, los parques donde patina y las calles que pisa son aquí. Latino sería pro- a fotógrafa y el periodista consiguen sentarse en la mesa de bablemente la palabra; latino en Cataluña en oposición a los catalanes L Pilar tras cien gestiones burocráticas con el Instituto Munici- que nacieron aquí o que simplemente llegaron antes. Pero intuye que pal de la Vivienda. Solo les ha faltado entregar una petición en el día que vuelva a Paraguay será todo un poco raro. El hecho es que papiro firmada con pluma de fénix. El ayuntamiento protege el bienes- los catalanes, los españoles, para entendernos, son diferentes, por la tar de los vecinos de la Torre Júlia con guante de hierro y un punto de comida, por las maneras de hacer, por la manera de relacionarse. Aquí hermetismo ↗. Es bastante comprensible a fin de cuentas. Son vivien- la gente chilla mucho por todo. Los hijos a los padres incluso. Esto en das de protección oficial para gente mayor, con servicios sociales casa es impensable. Las peleas son diferentes. Piensa en todo ello antes incluidos, y hay que garantizar el derecho a no ser importunado por el de volver a intentar el ollie ninja que le hizo caer hace unos meses y primer plasta que va por la calle pidiendo entrevistas. por el que se lastimó la rodilla. Hoy, sin que haya nadie para grabarlo Este parapeto es imperceptible de puertas para adentro. La Torre y subirlo a las redes, ni un testigo efímero que lo disfrute, el truco sale no es ninguna cárcel, ni tan siquiera una residencia. Y a medida que bien. De golpe, la soledad le sobra y piensa que en la plaza del Baró, Pilar explica como vive, en el fuero interno del periodista y la fotógrafa, donde siempre se reúne el grupo, ya habrá gente. crece un fuego que podríamos llamar envidia y un absurdo deseo de Y así es. A eso de las cinco y media ya hay unos nueve o diez. Están cumplir en un periquete 65 años para tener derecho a un pisito. Tam- escuchando trap, que no es lo que él se pondría en los cascos de vuelta poco hablamos de paraíso ni hay que rasgarse las vestiduras con lo que solo a casa, pero que para reír un rato un martes por la tarde está de no es más que una vivienda digna de alquiler protegido. Pero mirando puta madre. Más tarde jugarán a fútbol, unos toques aprovechando que desde el tejado de esta torre, desde una planta 17 del extremo norte de hoy el barrio está tranquilo y las abuelas no se cruzan. Will tiene claro Barcelona, solo se ven bloques de pisos en los que la codicia del mer- que tarde o temprano volverá a Paraguay y que Ainara le acompañará, cado inmobiliario aprieta el bolsillo y el cuello de los que allí viven. que en tres o cuatro años pondrán la casa de su madre a su nombre y Sentir envidia de una jubilada por culpa de la burbuja del alquiler, empezará allí su vida adulta, la de verdad. Su vida obedecerá a un plan dónde se ha visto. elaborado con una seguridad incorruptible. De momento, los días van Pilar ha pasado toda su vida en el barrio de la Prosperitat, relata, a pasando aquí, la rodilla ya casi no le duele. Y ahora que los nubarro- tiro de piedra de donde se levanta la torre. Llegó antes de las grandes nes se han despejado y que el sol vuelve a picar, no se puede quejar de olas migratorias de los sesenta, cuando aún y estereotípicamente todo casi nada. eran campos en los alrededores. Casitas bajas y algarrobos. Y bajar a Sant Andreu, al mercado, cruzando la vía del tren. El barrio cambió entre luchas vecinales. Se casó, se compraron un piso en la calle Con- veni y, cuando se separó de su marido, un hombre lleno de vicios, se quedó con una mano delante y otra detrás porque el piso estaba a nom- bre de él. Y se fue a vivir de alquiler, con los hijos todavía en la escuela. Y las pasó canutas para salir adelante. Por suerte, asegura, todo el mundo siempre la ha ayudado. 104 → 30, n Rondas 105 R O N DA L L A S 106 107 R O N DA L L A S P I L A R L A B O R DA Cuando cumplió 60 años, se inscribió en las listas para recibir una dos, que se levanta 17 plantas en lugar de esparcirse por los Everglades. VPO, pero el tema se alargaba. Entró en el bucle del papeleo, de la reno- Su propia costa atlántica, su última frontera, es naturalmente la ronda vación de la documentación cada dos años, de los trayectos al Instituto de Dalt, a la que Torre Júlia intenta dar la espalda. Ya lo dice Pilar: «A de la Vivienda allí abajo, en la Barceloneta, y de la insistencia. Mucha la Trinitat no suelo ir mucho». Su barrio de referencia es la Prosperitat. insistencia. Y ella, con el agua al cuello, cada mes peor, porque pagaba Porque ella ha vivido siempre allí y porque, sinceramente, más allá, a 640 euros de alquiler y su pensión no llegaba a los 600. Los ahorros parte del Mercadona, no hay casi nada. Ahora que buscan firmas para estaban a punto de esfumarse. La angustia no le dejaba vivir. Enton- cubrirla, ella firmará, aunque no oiga ni un ápice del zumbido de los ces, un buen día, se presenta en la Oficina de Vivienda del barrio, como coches desde su casa ↗. Así se han conseguido siempre las cosas en su quien no quiere la cosa, y el chico en el mostrador, que ya la conocía, le barrio. pide el DNI. «Venga, ya puedes cambiar la cara. Tienes un piso en la vía Y entonces, una vez cubierta la ronda, la fotógrafa quizás y el perio- Favència». Le dieron las llaves un viernes. El lunes ya estaba instalada. dista seguro harán el papepelo que haga falta para conseguir uno de De pagar 640 euros de alquiler pasó a pagar 160. El alquiler se ajusta esos pisos y convertirse en miembro de una plácida comunidad donde a la pensión de cada vecino. Y vive en una tercera planta con ascensor, siempre hace sol, donde los días pasan poco a poco y donde, puestos a balcón y una habitación más que suficiente para lo que ella necesita. pelearse, solo tienes que pelear contra el dolor de espalda y el Sintrom. Zonas comunitarias, solárium y, en la planta baja, cuando se tercia, Todos nos queremos jubilar en Florida. bingo, conciertos y fiestas variadas. Semana tras semana. Y entre veci- nos, ninguna miseria de las que quisiera encontrar un periodista mor- boso en una comunidad cerrada. Ni rastro de La que se avecina ni de La comunidad, ni de 13 Rue del Percebe; poco conflicto y poco esperpento. Solo hay un berzotas, que es el hombre aquel que no para de decir que E N R I C S T E E G M A N morirá dentro de la finca porque está todo contaminado. En conjunto, algunos matrimonios y mucha gente sola, de 60 para arriba, incluso El fantasma del Tibidabo ancianos que superan los 90 y que, a ojos del mundo, hacen de su vida AV I N G U D A T I B I D A B O una proeza. Pilar no puede ser amiga de todo el mundo, desde luego. El tiempo no da para tratar con toda la finca. Personas con quien tiene amistad, con las que charla, con las que va a pasear o a comprar, hay una trentena larga. Unos vecinos de arriba incluso le quieren presentar a un señor y no paran de insistir, pero ella acabó hasta las narices de los O ficialmente, aquella enorme casa de la avenida Tibidabo hombres después del divorcio. Y no quiere saber nada de ellos. Con lo rodeada de árboles, palmeras y follaje no estaba a la venta a bien que está sola o con las amigas, jugando a las cartas ahora en casa causa del perpetuo zumbido de los coches procedente de la de Teresa, ahora en casa de Carmen, ahora en su casa, cuando su hijo ronda de Dalt. Pero aunque no se diera otra explicación pública enton- no viene a cenar. Y dándose apoyo mutuo también, como cuando hace ces, ellos sabían que el motivo era de otra índole. La primera vez fue- unas semanas murió Miguel, que murió sentado en una silla, pobre- ron unos matojos que se movían impertinentes, a pesar de que durante cito, sin molestar a nadie y sin hacer ruido, como de costumbre. Enton- la visita le habían asegurado que allí no vivía ningún animal de com- ces lloraron todas juntas. Y lloraron con Xavi, el portero, que también le pañía. Un ratón forastero, quizás un gorrión o un mirlo, pero el caso es echa mucho de menos, como todos los vecinos que le conocían. que allí no había nada. Más tarde fue el pozo, en medio del huerto. El Y Pilar acaba de hablar y la fotógrafa y el periodista, inmersos en un hijo adolescente del matrimonio Sànchez, interesados en la finca, entró silencio que impresiona dentro de las cuatro paredes de pladur, se rea- en el recibidor como un rayo para decirles que allí estaba pasando algo. firman en el hecho de que todo el mundo debería poder tener un piso Las sonrisas condescendientes e incómodas de los padres se borraron como aquel en el último tramo de su vida. Es nuestra Florida, en Nou cuando, apoyados sobre el brocal, comprobaron que, efectivamente, se Barris, una comunidad donde siempre son vacaciones para los jubila- oía un goteo frenético al fondo cuando allí no había ningún recipiente 108 → 34, n Rondas 109 R O N DA L L A S E N R I C S T E EG M A N capaz de verter agua. El golpe definitivo, el día que nuestro hombre Han pasado los años y dos de los hermanos han sido sustituidos por decidió que ya era suficiente, fue cuando tomando el café en la mesa de otros inquilinos, y él vive con otra mujer, todavía en la primera planta. la terraza de la planta principal que da al impresionante jardín, el doc- La casa de Rubió i Tudurí está a la venta. En la avenida Tibidabo, el tor Garrigosa, potencial comprador, derramó la taza al darse cuenta de gran proyecto del doctor Andreu, ideólogo de la Barcelona burguesa que el zumbido del tráfico desaparecía de golpe. Pero no era como si de principios del siglo XX, los apellidos de las viejas y poderosas castas hubieran dejado de pasar coches, sino más bien como si una burbuja se van esfumando poco a poco. «Hoy diría que solo quedan los Güell.» gigante les hubiera rodeado herméticamente y que ningún sonido fuera posible ya. * * * * * * Fue a principios del otoño del 89. Los Laboratorios Andrómaco, a tiro de piedra de la casa, ya habían sido derribados y delante imperaba la «Esa casa fue construida por Nicolau Rubió i Tudurí en el año 28 para gran sacudida continua de las obras de las rondas. La zanja crecía por su hermano Ferran, que era industrial farmacéutico y fundador de los momentos y solo las palmeras y los matorrales más altos protegían el Laboratorios Andrómaco, que estaban justo aquí delante», nos explica jardín y el huerto del polvo. Era sábado y nuestro hombre fue el pri- el arquitecto Enric Steegman. «Rubió era una persona muy ecléctica, mero en levantarse para regar y recoger los últimos tomates del año, muy flexible. No era un moderno radical, ni de lejos, pero era un arqui- pero ni así se le pasaba el mal humor provocado por el ruido del otro tecto muy hábil en el dominio de los estilos. Esta casa, con este aire lado del muro. De hecho, aquella mañana era incluso peor que durante British, por decirlo de alguna manera, con la obra vista enmarcada con la semana. Se sentía un temblor espantoso procedente del fondo de la piedra artificial y estas ventanas de guillotina, no se parece en abso- tierra que, además de entrar por las orejas, subía por las piernas y se luto al resto de sus otras. En realidad, se prodigó mucho más como clavaba en la espalda. Tuvo que dejar la manguera, cerrar el grifo e ir a paisajista que como arquitecto. Suyos son los jardines de la plaza de tomar el café, pero justo cuando abría la puerta, algo estalló detrás de la Sagrada Familia, el Turó Park o, aquí muy cerca, unos metros más él. Uno de los pequeños muros protegidos de la vista por la vegetación arriba de la avenida Tibidabo, el parque de la Font del Racó.» había caído y el jardín había quedado lleno de escombros. Se disponía Después de la guerra, la casa de Rubió i Tudurí pasó a manos de una a salir a abroncar a quien fuera, a cualquier operario, al alcalde Mara- aseguradora, o eso cree recordar Steegman. Lo que es verdad es que gall si fuera necesario, cuando por el rabillo del ojo vio que en el jardín «en el 47, nos dice, el padre de mi primera mujer, industrial de Tortosa, había una persona. Giró la cabeza, exaltado, y no vio a nadie. Los ner- quiso una representación comercial en Barcelona y vinieron aquí de vios debieron de jugarle una mala pasada. Cuando finalmente salió, la alquiler». No poseían una gran fortuna, pero en el 65 la pudieron com- calle estaba desierta, las máquinas perforadoras estaban abandonadas prar. El suegro siempre recuerda que después de haber cerrado sus tres y sobre ellas aparecía una capa de polvo imposible. Tras unos largos fábricas, lo único que le salió bien fue aquella casa. minutos intentando comprender con un nudo en la garganta la extraña A principios de los ochenta, la suegra murió atropellada por una situación, volvió al jardín y vio que de entre los escombros sobresa- moto. Enric Steegman se mudó entonces a la casa y, al cabo de poco, lía un objeto que no pintaba nada allí. Un espejo de tocador dorado, con la mujer y los cuñados, decidieron que tenía que ser plurifamiliar y que parecía que le estaba esperando. Al cogerlo, el estómago le dio un que cada planta alojaría a un hermano de la familia. «Esto iba en con- vuelco y una tensión inusitada recorrió su espinazo. A través del espejo, tra de la ordenanza municipal porque en esta zona las casas solo pue- vio su casa, una ventana de la primera planta y allí, apoyado sobre el den ser unifamiliares. Puedes montar una discoteca, unas oficinas o alféizar con su bigote y su pajarita, con su porte novecentista incon- una universidad, pero si quieres una casa, tiene que ser unifamiliar. El fundible, el mismo hombre de las viejas fotografías de los libros que objetivo de esta normativa era la preservación del barrio. Pensaban que había conocido, el arquitecto Nicolau Rubió i Tudurí, mirándole sin si permitían las viviendas plurifamiliares, estas torres tendrían los días decir nada. contados.» Pero eso hizo que la avenida Tibidabo se fuera vaciando de vecinos. «La gente ha dejado de vivir aquí.» * * * 110 111 R O N DA L L A S 112 113 R O N DA L L A S E N R I C S T E EG M A N «Cuando vinimos a vivir a la casa, en el Plan General Metropolitano desaparición definitiva del antiguo Tibidabo y todo lo que represen- vigente, ya figuraba el trazado de la ronda, y nosotros sabíamos que nos taba? Al fin y al cabo, la primera vez que apareció fue en el momento salvábamos por los pelos», explica Steegman.↗ más crítico de la construcción de aquella gran zanja que amenazaba el «De hecho, la historia de la ronda es más larga. Los planes munici- equilibrio y la paz de la obra del doctor Andreu. Pero él y su familia no pales de los años cincuenta ya contemplaban la introducción de una podían quedarse atados a la casa por todo aquello. Con el consejo de vía de densidad de tráfico importante que pasaba cerca de por donde una experta espiritista, y no sin una comprensible y bien racional reti- pasa esta, y en el año 76 se concretó.» Y cuando se pusieron a ello, nos cencia, hicieron un ritual una noche de noviembre. Todo fue como la dice, «lo hicieron bastante bien». En la llamada Operació Vores de les seda. Pasaron las Navidades y unos cuantos interesados en comprar la Rondes, participaron todas las administraciones del Estado a través del casa, y nada más volvió a alterar la normalidad. Hasta que un martes de Instituto Municipal de Promoción Urbanística. «No expropiaron solo enero, después de cenar, nuestro hombre quiso salir a dar un paseo por el trazado de la ronda, también fincas enteras afectadas. Imagínate la los alrededores de la ronda antes de acostarse. Salió de casa y, al abrir la broma para el propietario, que se quedara con la mitad del terreno y puerta del cercado que da a la calle, de repente dejó de entender lo que además a tocar de la nueva vía. Comprar las fincas enteras les propor- estaba pasando. Al cruzar el portal, en lugar de encontrarse en la calle cionó una cantidad ingente de suelo con edificabilidad latente impor- dio de nuevo con la entrada de su casa, con el jardín a la izquierda. Y tante.» Intervino en ello gente muy capaz. Josep Acebillo, Bernardo de si daba la vuelta y volvía por donde había venido e intentaba salir a la Solà y el catedrático de la Escuela de Arquitectura, de reconocido pres- calle, se encontraba de nuevo en su casa, atrapado en un bucle entre dos tigio, Manuel Ribas Piera. Enric Steegman no escatima en elogios: «Se casas exactamente iguales. Después de tres o cuatro intentos, decidió nota la calidad de la propuesta. Está muy bien diseñada y sabe adap- entrar, abrió la puerta del recibidor y nada estaba como lo había dejado. tarse constantemente, es atenta con los sitios por donde pasa. Ahora Todo estaba inundado de un olor ocre, de puerta cerrada y caldo. Foto- se ha ido desdibujando debido a las presiones vecinales, que han obli- grafías y retratos antiguos de otras personas y muebles totalmente des- gado a cubrir tramos que no estaban cubiertos, y ha perdido carácter. conocidos. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde había ido a parar? O mejor Y aunque seguramente se haya ganado en confort, las intervenciones a dicho, ¿cuándo? ¿Quién vivía allí, si estaba claro que ya no era su fami- posteriori no han estado a la altura de la obra original.» «La ronda luce lia? Oyó ruido en el jardín y, al salir al balcón, vio una mesa puesta y muy bien», sigue. una gran familia acabando la cena. «Luce muy bien desde un punto de vista, sí, artístico. Si la comparas Hermanos, sobrinos y nietos. Allí en medio volvía a estar él, con su con otras autopistas interiores, de otras ciudades, la de Barcelona con traje de tweed, su chaleco y su pajarita, con su bigote bien perfilado creces es la más bonita. Y esto se ve en todo: en el diseño del trazado, y fumando un cigarrillo con la mirada triste y perdida. La mirada de con estos tramos en los que la calzada lateral va montada sobre la cen- quien sabe que todo se acaba. tral pero sin taparla, en los laterales, que en algunos tramos pasan a estar solo en un lado, en los detalles constructivos, en las barandillas, en los puentes, en la incorporación de vegetación en el tronco... No veo qué se le puede achacar.» Y la única cosa que la afecta negativamente, que es el ruido, está seguro que «dentro de 20 años habrá desaparecido por la imposición del coche eléctrico». * * * ¿Cuál era el motivo de la presencia de Rubió en la casa después de su muerte? ¿Qué hacía que aquel hombre no pudiera descansar? ¿Por qué boicoteaba sistemáticamente cualquier intento de venta? Nuestro hom- bre no para de pensar en ello. ¿La resistencia al cambio? ¿El miedo a la 114 → 28, n Rondas 115 R O N DA L L A S X AV I P É R E Z X AV I P É R E Z 26 toneladas, no pueden pisar la ronda a no ser que tengan una autori- zación especial y siempre a horas intempestivas, de cuatro a seis de la Sobre el tamaño relativo mañana, por ejemplo. Para ellos, su ronda es la AP-7. Y si tienen que ir a Badalona desde el sur, tienen que pasar por Sabadell. de la carretera Barcelona se va haciendo grande, gigante, dentro de una arma- dura geográfica que la constriñe y, en un momento u otro, muchos se han planteado la forma de crecer con ella. A Xavi, alejado del ajetreo R O N D A D E D A LT urbano desde Capellades, no le venció la ambición y decidió que con seis camiones tenía suficiente. No ofrece servicios internacionales por- que, según nos explica, «desde que entraron los países de Europa del Este en la Unión Europea, no podemos competir con los precios de su X avi lleva transportando mercancías desde que existen las ron- mano de obra». Y ahora se dedica a transportar por Cataluña y el resto das. Recuerda el año 86, cuando tenía 18 años y su padre, fun- del Estado con clientes que le conocen bien. Sigue con los de toda la dador de la empresa, le puso a conducir una furgoneta. Barce- vida y con los camioneros que hace más de dos décadas que trabajan lona todavía no era global, no era ni olímpica, y la mitad de las grandes con él. Continua conduciendo por las rondas cuando, por ejemplo, los infraestructuras seguían por hacer. Entrar a dejar un paquete en Poble- jueves por la mañana tiene que entregar pedidos de su cliente papelero nou desde Capellades, que es de donde son él y sus camiones, era una de Capellades a los cinco Corte Inglés de Barcelona. «Podríamos crecer travesía digna de Aníbal, de Marco Polo, que requería paciencia y buena más, pero implicaría una serie de cosas que no encajan con mi filosofía mano. «Cuando la Seat todavía no estaba en Martorell, recuerda, tenía- de vida.» Al final, el tamaño de las cosas es siempre relativo. mos que entrar por el lateral de la Diagonal, por el Princesa Sofía, y bajar por la Gran Via de Carles III hasta el paseo de la Zona Franca.» Si tenías que cruzar Barcelona, tomabas la Gran Via, General Mitre o la Diagonal hasta Glòries y, desde allí, Poblenou. O por arriba, la carre- tera de Esplugues y el paseo de la Bonanova, poco a poco, hasta la zona norte de la ciudad. O por el litoral, el Paral·lel, el paseo de Colom y la antigua avenida de Icària. Cualquier trayecto, por supuesto, con su carga de semáforos y el caos que comporta una gran ciudad. «Cuando se abrieron las rondas fue una virguería. Ahorrabas tiempo y consumo» ↗. Nadie duda que para el transporte y la logística fueron necesarias. Pero ahora se han quedado incluso pequeñas porque el par- que automovilístico se ha multiplicado y también por la propia geogra- fía urbana. «¿Cómo se puede crecer, se pregunta Xavi, con el mar limi- tando cualquier aventura?» Y entonces, con alegría y quizás un punto de envidia, pone el ejemplo de Madrid con la M-40, que se construyó cuando la gran ronda, la M-30, quedó desfasada. Concéntrica a la ante- rior pero a diez kilómetros de la ciudad, une las ciudades de la periferia. Y se consideró que no era suficiente y se hizo la M-50, todavía más lejos, a 30 kilómetros, imprescindible para trayectos largos. «Pero, claro, aquí en Barcelona el anillo no se puede hacer más grande». En cualquier caso, hablamos de camiones pequeños, ↗ los únicos que pueden llegar a la ciudad, porque los grandes, los tráilers, los de más de 116 → 8, n Rondas → 13, n Rondas 117 R O N DA L L A S 118 119 R O N DA L L A S C R É D I TO S RONDAS BARCELONA. PRESENTE Y FUTURO ADRIÁN CRESPO ORTIZ MARTA TORRENT ESCALA (Barcelona, 1981). Es periodista. Escribe Es licenciada en Historia por la Universidad EDITA PUBLICACIÓN Sgarbossa, Sergi Todos los derechos en la Directa y en Vice España sobre temas de Barcelona (UB). Cursó estudios de Foto- Ayuntamiento de DIRECCIÓN Romero Moreno, reservados diversos, a menudo relacionados con la grafía, Audiovisuales y Joyería. Ha sido Barcelona, Josep Bohigas Arnau Margherita Neri © de la edición: vida y el trabajo en la ciudad de Barcelona. docente en Elisava-UPF y el Istituto Europeo Barcelona Regional COORDINACIÓN ÁREA DE TERRITORIO Ayuntamiento de Ha publicado en la revista Diagonal, en di Design (IED). Ioanna Spanou Y PROYECTOS Barcelona, Barcelona Playboy y en Què Fem, suplemento de ocio de Ha publicado fotografías en revistas y libros, AYUNTAMIENTO DE Jordi Castelló Abril, Regional, 2019 La Vanguardia. Posee el título de Máster en y ha trabajado con editoriales, estudios de BARCELONA CAPÍTULO n Rondas Erick Valdez © de los textos y las Ciencia Política de la Universidad Autónoma diseño y agencias de publicidad. Ha partici- CONSEJO DE EDICIONES ARTÍCULOS imágenes: los autores EQUIPO BR de Barcelona (UAB), donde investigó sobre pado en exposiciones individuales y colec- Y PUBLICACIONES DEL ÁREA DE ANÁLISIS Y Miquel Pybus Oliveras, mencionados Comunicación Política, y ha trabajado en tivas, y ha expuesto sus proyectos fotográ- AYUNTAMIENTO DE ESTRATEGIA URBANA Ioanna Spanou, Carme La editorial ha puesto todo BARCELONA gabinetes de prensa como el de la Funda- ficos en festivales de arte como el Festival Maribel Cadenas Álvarez Ribas Seix, Marc A. su empeño en contactar Gerardo Pisarello Prados con aquellas personas que ción Banco Sabadell. Hoy compagina sus d’Art Contemporani de Barcelona o el Claudia Villazón Chávez, García López, Marc Josep M. poseen los derechos de tareas como periodista con el sector turístico Wedding Kultur Festival de Berlín. Anna Subirats Ribas, Montlleó Balsebre autor de las imágenes publi- Montaner Martorell y la afición al póquer. Sus joyas se han presentado en las últimas Miquel Pybus Oliveras, cadas en este volumen, pero Laura Pérez Castaño Y todo el equipo técnico Alba Guillén Capell, algunos casos su localización ediciones de JOIA Barcelona Art Jewellery Joan Subirats Humet de Barcelona Regional Giorgia Sgarbossa, no ha sido posible. Por esta y Off Joia. Ha expuesto en España, China y Marc Andreu Acebal razón, sugerimos a los propi- Marcelo González CAPÍTULO Alemania. Águeda Bañón Pérez etarios de tales derechos que Villalba Des-cubrir las Rondas Jordi Campillo Gámez se pongan en contacto con Bertran Cazorla ÁREA DE MEDIO AMBIENTE EQUIPO BR la editorial. La reclamaciones justificadas se atenderán Rodríguez Y EFICIENCIA ENERGÉTICA ÁREA DE ANÁLISIS según los términos de los Núria Costa Galobart Marc Montlleó Balsebre, Y ESTRATEGIA URBANA acuerdos habituales. Pilar Roca Viola Gemma Conde Cros, Anna Subirats Ribas, Maria Truñó i Salvadó Nuno Miguel Tavares, Conchi Berenguer ISBN: 978-84-9156-203-0 Anna Giralt Brunet Sílvia Martín Fernández, Urrutia, Ignacio D.L. B.5932-2019 Gustavo Arévalo Roa, Urbistondo Alonso, Barcelona, mayo de 2019 DIRECTORA DE Jose Lao Mulero Alba Guillén Capell COMUNICACIÓN Águeda Bañón ÁREA DE MOVILIDAD Y SISTEMAS DE INFORMACIÓN DISTRIBUCIÓN DE INFRAESTRUCTURAS DE Enric Fargnoli Domingo, Actar D, Inc. New York, DIRECTORA DE SERVICIOS TRANSPORTE Miquel Domingo Barcelona EDITORIALES Jordi Fuster Colomer, www.actar.com Núria Costa Galobart Carceller Cristina Jiménez Roig, Nueva York RESPONSABLE EDITORIAL ARTÍCULOS Lídia Padrós Prats, 440 Park Avenue South, Oriol Guiu Enric Batlle i Durany, Adrià Ortiz Miguel, 17th Floor David Bravo Bordas, PRODUCCIÓN Gerard Pérez García New York, NY 10016, USA Maribel Baños Ibon Bilbao España, ÁREA DE TERRITORIO T +1 2129662207 Lacol, Ton Salvadó DISTRIBUCIÓN Y PROYECTOS salesnewyork@actar-d.com Cabré, Adrián Crespo M. 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Carrer 60, 25-27. Anna Subirats Ribas, TRADUCCIÓN ISBN: 978-84-9156-201-6 Edifici Z. 2a planta. Alba Guillén Capell, Olistis, SCCL Edición en inglés: Sector A. Zona Franca. Ignacio Urbistondo, IMPRESIÓN Barcelona Regional / 08040 Barcelona Marcelo González Gràfiques Ortells, Ring roads Barcelona. www.bcnregional.com Villalba, Giorgia Barcelona ISBN: 978-84-9156-206-1 120