Hermenegildo Giner de ios Ríos C. de la Real Academia de Bellas Artes de S. Fernando ARTES INDUSTRIALES DES&E EL CRISTIANISMO HASTA NUESTROS DIAS Orfebrería « Hierros Bronces Hrmas Mobiliario •> Marfiles Cerámica ❖ Vidrios Tejidos « Bordados Encajes «Tapices Antonio López, Editor Librería Española — Rambla del Centro, 20 BARCELONA m'- BÎBLIOTÎGA de J. eiBERrl •r :-v i - ' V , ■fr'ti'·: ñRTE5 IMDaSTRIñLE5 Otros libros sobre Arte, del autor (EN LAS PRINCIPALES LIBRERÍAS) Mendelssohn, versión castellana de la obra de C. Sél- den, precedida de una Historia abreviada de la música, por el traductor,—Un folleto de XVI -f- 84 páginas en 12.°—Madrid, 1870.—0'50 peseta. Teoría del Arte é historia de las Artes Bellas en la antigüedad, y programa de «Principios de Arte y su historia en España,» expuesto por el autor en el Instituto del Noviciado de Madrid, como pro- fesor substituto de la asignatura, en el año de 1869.—Un folleto de 38 páginas en 4." — Baeza, 1873.—1'50 pesetas. Filosofía y Arte, con un prólogo de D. Nicolás Salme- rón y Alonso.—Un volumen de XXXVI 236 pá- ginas en 8."—Madrid, 1878.—3'50 pesetas. Manual de Estética y Teoría del Arte, é historia de las artes principales hasta el Cristianismo.— Nueva edición, con 168 grabados intercalados en el texto.—Obra informada favorablemente por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, premiada con "Medalla de oro„ en la Exposición regional de Lugo de 1896.—Un volumen de XII -f- 196 páginas en 4.°—Madrid, 1894.—(Con su progra- ma correspondiente). 4 pesetas. Programa de Estética y Teoría del Arte é historia abreviada de las artes principales.—Un folleto de 24 páginas en 4.° menor, 0'50 peseta. Hermenegildo Giner de ios Ríos C. áe la Real Academia de Bellas Artes de S. Fernando \ú ARTES INDUSTRIALES DESDE EL CRISTIANISMO HASTA NUESTROS DIAS T TQ' Orfebrería ❖ Hierros . O Bronces Hrmas Mobiliario Marfiles Encajes ❖ Tapices Antonio López, Editor Librhría Española — Rambla del Centro, 20 BARCELONA Es propiedad del Editor' Imprenta de Antonio López, Olmo, número 8, Barcelona A mi queridisimo hermano Paco, á quien debo mi orientación en los estudios artisticos, y en otros, dedico este volu- men, con un abrazo cordial. Por uía de prólogo Comenzaré por repetir aquí algo de lo es- crito al frente de otro libro mío de Arte, por- que en ello está la historia de la gestación del presente, y merece ampliarse con tal cual punto que al público interesa conocer, y al autor dejar consignado. Cuando hacia el año de 1867, en el Colegio Internacional que dirigía D. Nicolás Salmerón y Alonso, se inauguraron varias conferencias sobre Literatura, Ciencias, Artes, fué encar- gado D. José Fernández Jiménez (muerto ya desgraciadamente) de esta última materia. A aquellas brillantes lecciones de Teoría é His- toria del Arte asistía reducido número de oyentes de muy diversas carreras, gustos, eda- des, y hasta opiniones políticas, desde las más exaltadas de la extrema derecha, hasta las más exageradas de la izquierda. Era aquél, campo neutral que recogía sin prevenciones las sa- X POK VÍA DE PBÔLOGO bias enseñanzas de competentísimos maes- tros. Allí empezé á aficionarme á los estudios artísticos. Y por ello, precisamente, versó mi discurso del Doctorado en la Facultad de Fi- losofía y Letras de la Universidad Central, «sobre la Estética de Baumgarten.» Andando el tiempo, asistí más de un curso á la clase de Historia del Arte, que D. Juan Facundo Riaño (cuya muerte todos lloramos) explicaba en la Escuela de Diplomática; y fi- nalmente, los trabajos y excursiones de don Manuel Bariplomé Cossío, director del Museo Nacional Pedagógico, me sirvieron grande- mente para acabar de determinar mis predi- lecciones artísticas. Conste aquí mi gratitud para con todos los nombrados, omitiendo, por razones fáciles de comprender, la que debo singularmente á la persona á quien va dedicado el presente vo- lumen. Encargado (sin retribución alguna) mi her- mano Francisco de la asignatura de Princi- pios é Historia del Arte (del nuevo plan de estudios de la 2."- Enseñanza, dictado en las postrimerías del año de 1868), le substituí por espacio de algunos meses en el desempeño de dicha cátedra en el Instituto del Noviciado, hoy del Cardenal Cisneros, de Madrid. El estudio del Arte se planteó en el citado año de la Revolución por Ruíz Zorrilla; se PÔE VÍA DE PRÓLOGO XI restableció en el plan de estudios de la Repú- blica de 1873, por Chao; se llevó en el presen- tado á las Córtes por su sucesor, el ministro Fernando González; se volvió á incluir en el proyecto de Moret durante la Regencia; y, por último, apareció en la reforma de Groizard. He ahí la enumeración de las vicisitudes oficiales por las cuales han pasado dichos es- tudios. Y he ahí, también, la razón por la que las páginas que siguen tienen una cierta in- tención y estructura didácticas, ya que fueron pensadas en parte y en parte elaboradas para mi aprendizaje en la materia, y para su expo- sición en la enseñanza. En el transcurso del tiempo han cambiado radicalmente, si no las ideas fundamentales de la Estética, las teorías, al menos, de la crí- tica artística, merced á los descubrimientos recientes de la Arqueología y de la Historia, y he procurado seguir fielmente las modernas apreciaciones, en lo que se refiere á las artes industriales. No me he propuesto hacer un manual com- pleto de todas ellas: y esto explicará la ausen- cia, por ejemplo de la Numismática, y aun de gran parte de la Indumentaria; ni tampoco una historia íntegra: por lo cual he prescindí- do de toda la época anterior al Cristianismo: tanto porque en otro libro escribí sobre este primer período, cuanto porque basta al plan del presente, mostrar en resumen las obras y XII POR VÍA DE PRÓLOOO objetos de mayor interés y de tipo más carao- terístico, desde aquella fecha hasta nuestros días. La división en dos partes dedicada una á lo que en España puede ser más digno de es- tudio, y la otra á una breve reseña de las prin- cipales artes industriales fuera de ella, obede- ce asimismo á dar mayor importancia á las artes nacionales de distintos tiempos, estilos y escuelas. ¿Es el presente libro una obra original? Si se atiende á ciertos respectos, no vacilo en contestar que mi trabajo carece de origina- lidad. Y esto, porque declaro, que la base principal de mi tarea, está espigada en donde han estudiado hace muchos años todos los aficionados á antigüedades, todos los coleccio- nistas, todos los amantes de las artes subal- ternas, y todos ó casi todos los que sobre la materia escribieron. Cierto que muchos callaron la procedencia del sitio á donde acudieron; pudiendo hacerlo • con entera impunidad, porque la fuente no se conocía en nuestra patria, aunque era de un español, que escribió en inglés: obra que, además, se agotó tan pronto como salió á luz. Me refiero al Manual de Artes Industriales Españolas (Spanish Industrial Arts), publica- do en Londres por D. Juan Facundo Riaño. Ese libro ha sido como el código á que se recurría para aquilatar el valor 'de la obra POE VÍA DK PBÓLOGO xnr discutida, el fiel contraste en la comprobación de la dudosa, el vade-mecum de los entusiastas, buscado con ahinco y dificilísimamente logra- do, por la rapidez con que desapareció tan pron- to como se imprimió, según se dice antes. Y hasta el punto se hizo raro, que unas pruebas de imprenta facilitadas por el mismo autor, sir- vieron á muchos (incluso á mí) para el estudio. Este manual, también puede asegurarse que lo ha utilizado la mayor parte de los escritores de artes industriales fuera de Espa- ña, siempre que han querido compulsar ó discurrir sobre obras ú objetos nuestros. Si á la enseñanza de tantos maestros se agrega el propio aprendizaje personal, vien- do, analizando, reuniendo, clasificando y com- parando, en viajes por España y por el Ex- tranjero, se tendrá idea de cómo se hilvanaron las siguientes páginas y las razones de que salgan á plaza con el plan j en la forma que aparecen. «Si el libro gusta y la edición se vende», (como dijo el gran poeta hoy apenas leído por no estar de moda), ya tendremos ocasión de agregar lo que se eche de menos, tanto en lo referente á otras artes, cuanto á otras épocas, para resumir la historia de la civilización; y llenaremos vacíos, completaremos deficiencias, hasta donde nuestras fuerzas alcancen, procu- raudo así corresponder, en todo caso, al favor público. BREVE RESEÑA DE LAS ARTES INDUSTRIALES en España DESDE EL CRISTIANISMO HASTA NUESTROS DÍAS ORFEBRERÍA SUMARIO Riqueza primitiva de la península ibérica en oro y en plata.—2. El hallazgo de Guadamur.—3. Museo de Cluny y Armería Real de Madrid.—4. Museo ar- queológico de Madrid.—5. Las coronas "votivas„. —6. Opiniones acerca del origen y estilo de las piezas del Tesoro de Guarrazár.—7. Las cruces de los Angeles y de Pelayo.—8. La arqueta de don Fruela, y el Arca Santa de la Catedral de Oviedo. —9. La cruz de la Catedral de Santiago del siglo ix. —10. Otros objetos sagrados de los siglos xi y xii. —11. Las "tablas alfonsinas„.—12. Las piezas de la Catedral de Gerona, de los siglos xiv, xv y xvi.— 13. El trono de don Martín en Barcelona.—14. El guión de Mendoza, en Toledo.—15. Las Vírgenes chapeadas de plata.—16. Las joyas de los Reyes Católicos.—17. La filigrana peninsular.—18. Los es- maltes españoles de estos tiempos.—19. El marfil y la plata de esta época.—20. Las arquetas del siglo X al XII. —21. Otros objetos del Arqueológico de Ma- drid.—22. Las Custodias españolas.—23. Idea ge- neral de las mismas.—24. Lo plateresco.—25. Las andas y carros.—26. Los dos estilos peninsulares.— 27. Grupo gótico plateresco.—28. Principales artí- fices del siglo xv y principales obras.—29. La Cus- todia de Toledo.—30. Alusión á las de León y Cá- diz.—31. Las custodias de Levante: Barcelona.— 32. Otras custodias de esta región.—33. Caracteres de las joyas y objetos de las regiones peninsulares. —34. Custodias clásicas y del renacimiento: Juan 4 OEFEBEEEÍA de Arfe. La custodia de Sevilla.—35. La custodia de Madrid.—36. Riqueza de nuestras Catedrales. —37. El oro de América.—38. Centros de platería desde el xiv y Ordenanzas del gremio de San Eloy. —39. Joyas del Palacio Real, y los particulares.— 40. El Arte profano: Armería Real y Colección del conde de Valencia de Don Juan.—41. Córdoba y Salamanca.—42. La Academia de San Fernando.— 43. La platería de Martínez.—44. Escaso influjo de Jácome Trezzo el xvi é influjo decisivo de otros tiempos.—45. Leyes suntuarias desde los Reyes Católicos, y resto de las mismas en Inglaterra.— 46. La platería mejicana del xvii y xviir.—47. Chu- rriguera y Tomé.—48, Carácter de los productos de la platería de Martínez.—49. Id. de la platería actual.—50. Plateros célebres españoles, y princi- pales centros de producción. 1. Los autores griegos y latinos que han descrito la Península ibérica afirman que la cantidad de oro y plata encontrada era muy grande, y que esta región llegó á ser un im- portante centro de actividad comercial de los fenicios, cartagineses, griegos y romanos. Al- gunos, hasta aseguran que los fenicios hacían de oro y plata las áncoras de sus barcos, y que los cartagineses estaban asombrados al encontrarse en Andalucía con tan riquísimos veneros. 2. Dejando esto á un lado, podemos for- mar idea aproximada del trabajo de joyería del período visigodo, desde el descubrimiento del Tesoro de Guarrazár. Estas joyas se en- centraron en 1858, en el pueblo de Guada- mur, cerca de Toledo, en el punto donde en AETES INDUSTRIALES 5 aquellos remotos tiempos había existido un santuario cristiano. 3. Los objetos encontrados, que pueden verse en el Museo de Cluny (París) y en la Armería Real de Madrid, forman probable- mente la más importante colección de Europa, en trabajos de joyería de esta época: bay once coronas votivas, de extraordinaria magnificen- cia; dos cruces, con inscripciones, y un gran número de fragmentos de toda especie, de oro y pedrería. Desgraciadamente, gran parte del tesoro se ba perdido; los labradores que lo en- centraron vendieron varios objetos á los plate- ros de Toledo, los cuales fundieron ejempla- res del más grande interés artístico. Los que quedan en España, en la Armería Real de Madrid, son: una corona de oro, de Suintila, con piedras preciosas engarzadas; una cruz pen- diente y letras que dicen: Suintilanus Bex, etc. Una corona parecida, de Teodosio con inscrip- ción latina también; la cruz de Lucecio, con inscripción asimismo; fragmentos de otra co- roña y cruces; y en fin, piezas y piedras pre- ciosas, trozos varios, entre los cuales es nota- ble una esmeralda, en que está grabada en hueco la Anunciación á la Virgen. (Figura 1). 4. En el Museo Arqueológico de Madrid, y en varias colecciones privadas de España, se puede ver gran número de piedras y perlas encontradas también en Guarrazár.—Entre los objetos de dicho Museo, una rica colección 6 OEFEBEEKÍA procedente de distintas localidades, ha sido clasificada asimismo como visigoda: consiste en collares, pendiente y anillos, y son menos Figura 1.— Coronas votivas de oro y pedrería, visigo- das, del Tesoro de Guarrazar.—Real Armeria de Madrid, importantes en la factura que los de Gua- rrazár. 5. En la Edad Media, el nombre de coro- na era igualmente aplicado á las que se lleva- ban en la cabeza y las que se colgaban ante ARTES INDUSTRIALES 7 los altares, las cuales tienen también esa for- ma circular cómo lámparas. Las coronas del Tesoro de Guarrazár (del siglo vii d. C.) eran de la segunda clase, es decir, de las votivas, porque tienen cadenas, de las que se suspen- dían en el sitio en que se dedicaban, y ade- más, por su tamaño, se puede ver que no pu- dieron servir para el primero de los dos usos, ó sea, el de coronas propiamente dichas, del que se derivó después la construcción de estas otras, ofrecidas á los santuarios por la piedad de los Monarcas visigodos. A pesar de lo bár- baro de la época, son obras estimables y artís- ticas, tanto por el repujado, cuanto por los es- maltes de tabiques, en que domina el color rojo. No sólamente aparecen en ellas piedras finas, como la esmeralda citada, sino también trozos de cristal de roca. 6. El Tesoro de Guarrazár ha servido en la historia del arte para poner en claro el lujo de la corte visigótica que los escritores del tiempo citaron y posteriormente los árabes describieron. Comparadas las c&ronas de este Tesoro con el de Monza, opina M. de Lastey- rie que deben ser de igual tiempo y gusto, y probablemente de origen germano. Amador de los Ríos sostiene que la labor de tales obje- tos, es genuínamente española; pero, con más acierto, el Sr. Riaño opina que todos los moti- vos de ornamentación en la orfebrería tienen un origen común oriental, lo mismo en el 8 OBFEBKEEÍA Centro que en el Mediodía de Europa. En otros puntos se han encontrado algunos obje- tos parecidos á los del Tesoro de Guarrazár y que tenidos por de procedencia visigótica tam- bien, se ba visto luego que son Sasanidas. Aunque el origen de estas joyas sea oriental, su manufactura propiamente dicha es posible que sea española. El estilo visigodo se mantu- vo en España en la corte de los Reyes cristià- nos basta el siglo xi, á pesar de la invasión árabe y de la pobreza del reino. 7. En la Cámara Santa de Oviedo, se con- servan dos cruces de oro con piedras, cuyo trabajo es análogo al del tesoro de Guarrazár, lo que prueba cómo se mantiene este estilo en siglos sucesivos. Llámanse estas cruces, de los Angeles y de Pelayo; la primera según la ins- cripción, fué hecha en 808; la segunda, se su- pone que es la misma de madera que Pelayo llevaba en la reconquista, en el siglo viii, adornándose en el siguiente: según la inscrip- ción fué hecha en Asturias en 828. 8. En la citada catedral de Oviedo, se con- serva otro objeto muy interesante, la arqueta de D. Fruela, con ágatas montadas en oro. Su inscripción indica que se construyó en 910. —Aunque no puede considerarse como objeto español, también se ha de citar el Arca Santa de la misma catedral, recubierta de placas de. plata cincelada y repujada, con asuntos reli- giosos. La fecha de la construcción de esta AETES INDUSTRIALES 9 arca debe ser, aproximadamente, del siglo x al xii, á juzgar por el estilo de sus figuras. La especie de inscripción cúfica que la rodea es de pura ornamentación, imitando dicha escritura, pero ilegible. 9. En la Catedral de Santiago se guarda otra cruz, recubierta con placas de oro, y pie- dras preciosas del mismo estilo, fechada en el año 874. 10. El número de objetos que aún nos quedan en la industria española de orfebrería muestra el progreso de este arte en la Edad Media. En los siglos xt y xii, debe mencionar- se; en la ya citada Cámara Santa de Oviedo, el díptico del obispo D. Gonzalo (1162-75), con figuras de marfil y piedras grabadas; el cáliz de Santo Domingo de Silos (1045-74), de esti- lo semejante en su filigrana al de las cruces de Asturias, que continúa en buen estado á través de los tiempos, como preciado ejem- piar de las artes españolas de esta clase; como el de San Isidoro de León, cuya copa y pie son de ágata, probablemente resto de algún objeto clásico: la montura está llena de pie- dras preciosas, y es del tiempo de Doña Urra- ea Fernández, hermana de Alfonso IV (1101), y hecho por orden suya. Entre otros cálices notables de esta épo- ca, citaremos asimismo uno de la Catedral de Toledo, y el famoso de Valencia, que la tradición mantiene fué el usado por Jesu- 10 OEFEBEEEÍA cristo en la última Cena. Está labrada la copa en una hermosa sardónix oscura; la base del mismo es otra piedra igual, invertida, y la montura que une ambas piezas, de oro: en el vástago tiene dos asas con incrustaciones y arabescos de esmalte negro. Pertenece á la época imperial romana; pero la montura es de otra posterior tal vez todavía, á la que ahora reseñamos. Hay en fin otros trabajos de joyería romá- nica en España, pero que, ó no tienen la im- portañola de los enumerados, ó no son de in- dustria española, sino importados; mientras que los citados anteriormente parecen, en opi- nión de los inteligentes, elaborados en nuestra patria, tanto por la factura, cuanto por las inscripciones, que indican haber pertenecido á personajes históricos españoles. (Fig. 2). 11. El objeto más notable quizá de orfe- brería que poseemos del siglo xiii, es el reli- cario que se conserva en la Catedral de Sevi- lia, consistente en un tríptico que lleva el nombre de tablas alfonsinas por estar cons- truído de orden de D. Alfonso el Sabio. Es de madera, con placas de plata sobredorada, di- vidido en 15 compartimientos, y en el respal- do asuntos religiosos y las armas de Castilla y Aragón. Se opina por algunos que parte de dicho relicario es obra del orfebre maestro Jorge, platero de Toledo, alabado por el Rey Sabio en sus Cantigas, y en este caso, estaría ARTES INDUSTRIALES 11 hecho por los años 1274 en que se proclamó Emperador el citado Monarca. Fúndase esta opinión en que aparecen águilas en la orna- mentación de tan hermosa é interesante pie- za. En los compartimientos, cerrados por cris- tal de roca se encuentran reliquias de varios santos. (Fig. 3). 12. Pasando al siglo xiv, debe mencionar- se como el más importante de los ejemplares de orfebrería, el retablo y baldaquino de la Catedral de Gerona, de madera, recubierta de plata labrada, con tres compartimientos en forma de nichos, con arcadas de la época. En el fondo y en los bordes de los recuadros. Fig. 2.—Corona de S. Fernando, en la Catedral de Sevilla. 12 ORFEBRERÍA asuntos de la vida de la Virgen y Jesús. Es obra del autor valenciano Pedro Bernee, y está firmado; suponiéndose que ayudarían á este orfebre otros dos, españoles también, Raimundo Andreu y maestro Bartolomé. Nada hemos dicho de otro retablo, magnífica pieza de oro, plata y piedras preciosas, trabajo del siglo xr, que hubo en esta catedral, porque no existe; se dice que fué llevado por los france- ses en la invasión napoleónica, y probable- mente, fundido, pues que no ha vuelto á pa- recer en ningún Museo. Deben citarse en la misma Catedral de Gerona, tres cruces proce- sionales, de los siglos xv y xvi. De esta clase de piezas, y de este tiempo, se encuentra toda- vía en España un número extraordinario, y no sólo en Catedrales, sino en parroquias á Fig. 3.—Relicario de la Catedral de Sevilla, denomi- nado '^Tablas Alfonsinas^. AETES INDUSTEIALES 13 veces sin importancia, no contando las que poseen, de igual procedencia, los Museos ex- tranjeros, especialmente el de Kensington, en Londres. 13. De principios del siglo xv (1410), es también el famoso trono del Rey D. Martín de Aragón, que se conserva en la Catedral de Barcelona, recubierto de grandes placas cince- ladas de plata sobredorada, y de una banda de tela bordada de oro y guarnecida de piedras. Se acostumbra sacarlo en la procesión del Corpus, sirviendo de pedestal á la custodia. Es uno de los ejemplares más raros y dignos de estima en las artes suntuarias de esta épo- ca, y está adornado con otras joyas tan nota- bles como el collar del Toisón de Carlos V, preciosa obra esmaltada de estilo del Renací- miento italiano. (Fig. 4). 14. El Guión del Cardenal Mendoza se guarda en la Catedral de Toledo y pasa por una de las cruces más interesantes del tiempo: tiene además el interés histórico de haber sido elevado en los muros de Granada el 2 de Ene- ro de 1492, en que fué tomada. 15. En España se conserva también gran número de Vírgenes con toda la vestidura chapeada de plata cincelada y repujada sobre una armadura de madera, dejando sólo al descubierto rostro y manos, generalmente pin- tados ó esmaltados. Entre las principales, se cuentan las de Sevilla, Pamplona, Lugo, As- 14 oefebrkeía Fig. 4.— Custodia de Barcelona. Trono de D. Martin, banda y. toison. ARTES INDUSTRIALES 15 torga y Salamanca: ésta última es del siglo xr ó XII, enriquecida con esmaltes cloisonnés, y la más importante. 16. A pesar de la pobreza de los Monarcas españoles en la época de la reconquista, se sabe que los Soberanos usaban joyas de valor, y es curiosa la descripción que se hace de los adornos de los Reyes Católicos en las solemni- dades, mencionando el gran tamaño de las perlas, rubíes, esmeraldas y diamantes con que se adornaba Doña Isabel, y la pedrería y lujo desplegado en los arneses y gualdrapas de la mula que montaba. (Fig. 5). 17. Aunque en nuestras obras de orfebre- ría, desde la época visigótica hasta la que nos ocupa, se encuentran influjos bizantino, ro- mánico y gótico, debe hacerse notar que hay cierto carácter español en la ornamentación de todo este tiempo; por ejemplo, en la flligra- na de oro, de procedencia oriental y luego propiamente peninsular, y que se desenvuelve en Córdoba, Salamanca y Oporto, herencia morisca perpetuada hasta nuestros días. 18. En España, el esmalte que se usa des- de los primeros tiempos que hemos nombrado después del Cristianismo, es casi siempre el cloisonné, pero también existen algunos ejem- piares, que parecen del esmalte genuino de Limoges, del sistema champlevé. Los principa- les son: el frontal de San Miguel in Excelsio, en Navarra; el de Santo Domingo de Silos, 16 OKFEBEEBÍA hoy en Burgos, y la citada Virgen de la Vega en San Esteban de Salamanca. Fig. 5.—Granada.—Cetro, corona, espada, misal y cofre de los Reyes Católicos. (Catedral). 19. En la orfebrería hispano-morisca de esta época, el arte del marfil y el de la plate- ría corren parejas, desenvolviéndose á la vez con caracteres análogos, tanto en las figuras humanas y de animales, cuanto á lo que se ARTES IXDUSTEIALES 17 refiere á las bandas ú orlas de ornamentación de origen siempre oriental. 20. En la Catedral de Gerona se conserva una hermosa arqueta de este estilo, recubierta de placas repujadas y cinceladas de plata so- bredorada, con una inscripción en caracteres cúficos, donde se lee que fué dedicada á Al-Haken (961-976), y firmada por su autor.— De menos interés artístico son las dos, morís- cas también, que se conservan en el Museo Arqueológico de Madrid, procedentes de San Isidoro de León. Una de ellas, esmaltada de negro y seguramente del siglo xii, lleva el nombre de su propietario; la otra está reçu- bierta de plata sobredorada, con su correspon- diente inscripción cúfica.—En la Catedral de Oviedo, se guarda de tiempo inmemorial una tercera, con su inscripción laudatoria, aunque acaso no sea trabajo árabe español, porque la ornamentación es de distinto carácter. 21. En el Arqueológico de Madrid, se con- servan otros ejemplares de los siglos xrv y xv en joyas y puños de espadas, brazaletes, co- llares y pendientes de oro con adornos geomé- trieos y filigranas. Al tratar de las armas, se habla de las de este período pertenecientes á la Armería Real, á la casa de Villaseca (Ma- drid) y á la de Campotéjar, dueña del Genera- life de Granada. Algunas de las empuñaduras de dichas armas son de marfil. En la segunda mitad del siglo xv, la industria de los adornos 18 OBFEBBBBÍA en las armas adquirió grande importancia, singularmente en Granada. (Figs. 6 y 7). Fig. 6.— Guarnición de Fig. 7.—Gnarnición de mandoble. espada morisca. 22. En el último período gótico y en el Renacimiento, adquiere una grande importan- cia la orfebrería, produciéndose en España un género enteramente nacional: las custo- dias de las iglesias y catedrales, que separada- mente, por su importancia, enumeramos y reseñamos á continuación, aunque á la ligera, no citando sino las principales obras de esta clase. 23. Muchas son las iglesias, en España, que conservan custodias de mérito arqueoló gico ó artístico. Todas nuestras catedrales po- seen ejemplares riquísimos, y dignos de estu- dio los más de ellos. Se designa con el nombre de custodia una alhaja casi exclusiva de los templos españoles: si á veces (por ejemplo en ARTES INDUSTRIALES 19 Italia) las hay, son en forma de viril; mien- tras que en nuestra patria constituye dicha joya, no sólo el viril ú ostensorio, donde se guarda la Sagrada Forma, sino también el tem- píete que sirve para albergarlo y llevarlo en procesión el día del Corpus. Afecta las más veces un conjunto más ó menos piramidal, porque casi siempre la componen varios cuer- pos superpuestos, y suele estar adornada de pedrería, nieles y esmaltes. (Fig. 8). 24. Las hay góticas, del Renacimiento, y platerescas, ó sea de ambos estilos combina- dos. Del trabajo de* platería en este género, dió Ponz nombre al estilo genuínamente español del XV al xvi, caracterizado por su gran rique- za de ornamentación, que luego se aplicó á la arquitectura y á otras artes, como el mobilia- rio. Y con sólo este hecho, se comprende la importancia que la orfebrería tendría en nues- tra España. Debe notarse que también forman parte de estas alhajas las andas de plata, sobre que se las expone y se las saca en procesión, y á las cuales todavía se añaden, para este último fin, los carros de madera tallada y dorada que en algunos templos, como Zamora, Segovia, Cá- diz, etc., se usan; aunque éstos son, en gene- ral, de la época churrigueresca, imperante en el siglo XVIII.—Del mismo período, cuan- do no del siguiente, neo-clásico, proceden las campanillas que se han agregado á los Fig. 8.—Sahagún. Custodia de Enrique de Arfe. AETES INDUSTEIALES 21 templetes, desnaturalizando el conjunto de tan primorosas obras. (Fig. 9). 25. Lo que sucede en la arquitectura, ocu- rre con las custodias de nuestras iglesias. A saber: que la región de Levante tiene carácter distinto y peculiar que el resto de la Penínsu- la. Así, pues, debe hacerse una distinción en- tre la orfebrería de esta clase, formando dos grupos; uno que pudiéramos llamar levantino, y otro del resto de España. 26. Las custodias góticas y platerescas pueden considerarse en un solo grupo: porque, ora preponderen las formas ojivales, ora los adornos del Renacimiento, es análogo el tipo general. 27. Los artífices que fuera de la región le- vantina se distinguen desde el siglo xv, son: Enrique de Arfe, Gil de Siloe y Enrique Egas. Discípulos de ellos, ó por ellos influidos, son los orfebres que trabajan las estatuillas de es- tilo flamenco que adornan estas custodias. Además de dichas figuras, merecen siempre atención las cresterías, doseletes, portadas, pi- náculos, flameros y la hojarasca de los capite- les y zócalos. Las principales custodias que se conservan en toda España, excepción hecha de la región oriental, son las de Toledo, Cór- doba, Sahagún, Cádiz, Salamanca, Zamora y Toro; siendo el orden en que se enumeran el de su importancia. (Fig. 10). 28. No nos detendremos á analizar cada Fig. 9.—Custodia de la Catedral de Jaén, Fig. 10.— Custodia de la Seo. Zaragoza, 24 OEFEBEKKÍA una, sino sólo la de Toledo, para que sirva de tipo y porque acaso es el modelo más impor- tante de nuestro país. Esta se halla sobredora- da, á distinción de la de Córdoba, del mismo autor y estilo, que es blanca y algo más mo- desta, aunque también magnífica. Primitiva- mente era de plata al natural, pero en 1595 la doraron, dejando sólo en blanco alguna parte. Se hizo por orden del Cardenal Cisneros y es obra de Enrique de Arfe, famoso orfebre ale- mán que vino á España á fines del siglo xv y fundó la célebre dinastía de estos plateros. Trabajó en ella ocho años; las piezas de oro y pedrería son de mano de Laínez. Su estilo es gótico canopial. Consta de tres cuerpos, sobre un zócalo de planta exagonal, y su altura de tres metros. En el primero de dichos cuerpos se guarda el viril, y en el segundo el Salvador resucitado. Se baila adornada de 260 estatui- lias; y la mano de obra, tanto en las figuritas como en la crestería, pilares, contrafuertes y otros pormenores, es tan delicada, que cau- sa verdadera maravilla. A pesar de la ligereza del trabajo pesa 192 kilogramos, de los cuales 178, de plata y el resto de oro. La remata una cruz.—No se reproduce por demasiado cono- cida. (Fig. 11). 29. Una custodia, de las más antiguas de España, era la de León, becba por el mismo Enrique de Arfe en 1506; pero desgraciada- mente no existe.—En Cádiz se conservan dos. artes industriales 25 que suelen colocarse una dentro de otra, sien- do de distinto estilo: una, gótico plateresca, llamada el cogollo, y otra de gusto greco- romano. (Fig. 12). Fig. Cîistodia de la Catedral de Palència. 30. Las más antiguas custodias que se conservan en la región de Levante, son las de Barcelona, Gerona, Vich y Palma de Mallor- ca.—La primera, gótica, rematada en una cruz y toda ella de oro—según se dice—con pedestal de plata sobredorada, tiene la forma 26 OKFKBKKnÍA Fig. V¿.—Custodia de plata sobredorada de la Cate- dral de Cádiz. AETES INDUSTEIALKS 27 del tallo de los viriles ordinarios. Carece de estatuillas y sólo luce cuatro querubines con cabezas esmaltadas y alas de diamantes; pero estos adornos pertenecen al estilo del si- glo XVII. Entre las joyas antiguas y modernas que la rodean, es digno de mención el ya cita- do famoso collar del Toisón, de Carlos V, en el tipo del renacimiento italiano, con esmaltes blancos y negros traslúcidos. Esta custodia se halla colocada sobre el magnífico trono gótico del siglo XV, llamado del Rey D. Martín, de que se habló antes.—La custodia, con las jo- yas y el trono, pesa 180 kilogramos. 31. Análogas son las de Gerona y Palma; la de Vich, construida antes de 1413, es me- nos importante.—(En cambio en su interesan- te museo hay mucho que admirar).—En esta región también son notables las de Santa Ca- talina (de Valencia), Monistrol de Montserrat y Espluga del Llobregat. 32. Los caracteres distintivos de estas al bajas sagradas en la región oriental, con res- pecto á las de la región castellana, consisten en que su trabajo es más italiano y de finura fio- rentina, y por consiguiente más influido del estilo clásico; mientras que ya hemos visto que el estilo flamenco prepondera en el gótico de Castilla, propio de Arfe; debe notarse asi- mismo, entre otros pormenores, la frecuencia de pinturas ó esmaltes en la joyería levantina, como herencia italiana, que imita singular- 28 OBFEBRKEÍA mente la orfebrería de Cataluña. Esto mismo ocurre en la arquitectura ojival de Levante, que siempre tiene un carácter más italiano, y por consiguiente más clásico: si se exceptúa la maravillosa catedral vieja de Lérida, una de las más hermosas de Europa, convertida en cuartel, para ignominia nuestra.—Puede de- cirse que Barcelona y Valencia, en sus mo- numentos, recuerdan el gusto italiano; León, el francés, y Toledo y Avila, el más genuino español. 33. Las principales custodias puramente clásicas, ó del Renacimiento, son las de Sevi- lia. Avila, Valladolid, Palència (con magníñ- cas andas), Jaén, Madrid, Zaragoza, Segovia, Orense y Santiago. Las tres primeras son obra de Juan de Arfe, nieto de Enrique, y tan afa- inado por su erudición y cultura, cuanto por el número de piezas de platería, de estilo greco-romano, que produjo; tal es la severidad de su manera, que se diría inspirábase en la majestad de El Escorial. (Fig. 13). 34. La más importante de las custodias de dicho artista es la de Sevilla, considerada como la mejor pieza española que se conoce en su estilo. Consta de cuatro cuerpos cilín- dricos. Colocó dentro del primero la estatua sentada de la Fe, después sustituida por una imagen de la Concepción. También se cambia- ron los doce ángeles primitivos con atributos de la Pasión, por otros de estilo barroco. El aetes industriales 29 Fig. 13.— Custodia de Juan de Arfe (XVI). Catedral de Avila. 30 ORFEBRERÍA segundo cuerpo es de orden corintio y está ocupado por el viril, en medio de los Evange- listas. En el tercero está el Cordero Pascual, y en el cuarto la Trinidad; todo cerrado por una cúpula, que corona la estatua de la Fe, reem- plazando la cruz que Arfe puso. La altura de esta construcción es de más de 3 metros, y su peso total de más de 400 kg. Para construir- la se deshizo la antigua de Mateo Nicolás Alemán, en 1515, resolución que fué censura- da rudamente por una parte del cabildo, pro- moviéndose con este motivo grandes distur- bios (muy justificados). Juan de Arfe puede decirse que es el Herrera de la platería. 35. La custodia de Madrid (propiedad del Ayuntamiento) es una de las más hermosas del mismo estilo. Tiene más de metro y medio de alto y se compone también de dos custo- dias, una dentro de otra. Ambas constan de dos cuerpos, y en toda su ejecución se advier- te cierta iniciación del estilo churrigueresco que comienza en la segunda mitad del si- glo XVII. Ignórase su autor; el viril, de princi- pios del siglo XIX, es más churrigueresco aún y de escasa importancia. Tanto en las estatuí- lias, cuanto en los capiteles y las columnas que la adornan, así como en otros pormeno- res, se ve, con todo, una obra maestra digna de un verdadero artista. (Fig. 14). 36. En la riqueza de estas custodias, así como en muchas alhajas sagradas de todas ABTES INDUSTRIALES 31 Fig. 14.—Custodia de Madrid, propiedad de su Ayuntamiento. clases, y especialmente en el número de obje- tos de todas las artes, nuestras catedrales pue- den competir ventajosamente con todos los templos del extranjero, que en general son en 32 OEFEBEEEÍA esto más pobres (por haberse llevado acaso sus joyas á los Museos). Sólo por excepción se hallan en ellos piezas de la magnificencia, por ejemplo, de la llamada Pala de oro, de Vene- cia, ó el frontal de San Ambrosio, de Milán. 37. Por la abundancia de plata traída de América y por la riqueza que á la sazón tenía nuestra patria, se desenvolvió ia orfebrería, progresando rápidamente, merced á artistas extranjeros, que de Francia, Alemania é Ita- lia vinieron á nuestro suelo para labrar el pre- cioso metal. Esto hace que ese período sea sumamente interesante en la historia de las artes industriales, aunque la tradición de nues- tro trabajo de repujado y cincelado, como se ha visto, adquirió grande importancia en la época árabe, con la ataujía ó incrustación y con los nietos. 38. Principales centros de platería en esta época, son: León, Burgos, Palència, Salaman- ca, Valladolid, Toledo, Cuenca, Córdoba y Se- villa. En Aragón se agremiaron desde el si- glo XIV, mediante disposiciones legales, los artistas joyeros. Toledo y Granada, en tiempos ulteriores, organizaron también sus gremios, habiéndose mantenido hasta época muy re- ciente las ordenanzas y fueros de los acogidos al patrocinio de S. Eloy. La invasión france-, sa, las vicisitudes y desastres de nuestras gue- rras civiles y nuestras revoluciones (que ade- más han servido de pretexto á ocultaciones y ARTES INDUSTRIALES 33 ventas), y sobre todo, nuestro atraso, han con- tribuido á que desaparezcan, desgraciada- mente, de nuestros templos, muchas obras que hacían de ellos espléndidos Museos. To- davía lo suelen ser con lo que les queda. 39. El Palacio Real y algunas grandes ca- sas nobiliarias también, encierran vajillas de plata y otras alhajas de uso doméstico.—Las coronas de los antiguos títulos nobiliarios y de los soberanos, las mitras, tiaras, báculos, etc., han sido en todo tiempo asimismo, joyas de esmerada labor y riqueza de pedrería. 40. En el arte profano, debe añadirse que gran cantidad de armas eran ornamentadas con labor de orfebrería, tanto para las personas rea- les, cuanto para los particulares. Entre las que se conservan en nuestro tiempo, pueden servir de modelo algunas de la Armería Real y de la colección del ya difunto conde de Valencia de D, Juan, en Madrid, que reunió valiosas piezas. 41. De las localidades en que floreció la platería en España, Córdoba y Salamanca son tal vez las que más conservan restos de su antigua grandeza y tradición, especialmente en las joyas femeninas, en esta última época que reseñamos y también la región de Levan- te. (Figs. 15, 16 y 17). 42. La reacción que se opera en todas partes, de un nuevo renacimiento hacia las formas correctas de la buena época, produce en España la creación de la Academia de San 34 orfebbeeía Figs. 15, 16 y 17.—Arracadas valencianas, catalanas y mallorqtiinas. {De colección particular), Fernando, por Fernando VI, y comienza el estilo neoclásico; corrigiéndose la violencia del dibujo, con un gusto que aspiraba á aproxi- marse al griego ó siquiera al romano. ARTES INDUSTRIALES 35 43. Consecuencia de la creación de la Acá- demia fué que, á fines del siglo xviii (en 1772), se fundase por Carlos III en Madrid la Escue- la y taller de platería, cuyo edificio todavía se conoce con este nombre. Púsose al frente de esta manufactura Antonio Martínez; y á imi- tación de lo hecho por dicho monarca, en la introducción de la manufactura de porcelana del Retiro, se estableció un centro de ense- ñanza en donde estudiasen obreros y obreras, importando en Madrid las máquinas y arte- factos propios, no sólo para la obra de plate- ría, sino también para el lapidado de piedras finas; y en fin, se comisionó á Martínez para que viajase por el extranjero y trajese las novedades útiles al desenvolvimiento de la nueva industria protegida. 44. La venida á España, en el siglo xvi, del célebre artista milanès, Jácome Trezzo (de quien queda en Madrid memoria en el nom- bre de una calle), no modificó grandemente el estilo de los plateros, que continuaron con la buena tradición. En el siglo xvii se perpetúa igual buen gusto; pero en sus postrimerías empieza á ser inñuído el arte español por el barroquismo. Y como quiera que no pueden sustraerse las artes industriales al inñujo de las maestras y superiores, lo que ocurrió en la Arquitectura y la Escultura tuvo un re- flejo bastante sensible en la joyería, ya que es sabido que este arte retrata con exacti- 36 OEFEBRBEÍA tud, y en pequeño, el gusto general arquitec- tónico, tanto en sus líneas y dibujo, cuanto en sus detalles de ornamentación. 45. Las leyes suntuarias prohibitivas, so- bre todo desde el tiempo de los Reyes Católi- eos, pretendieron limitar el desarrollo del lujo, lo que había de coartar la libertad de los ar- tistas limitando la producción; pero á pesar de las frecuentes ordenanzas en la materia, que por fortuna han desaparecido en todas las na- clones (quedando un resto de ellas en Ingla- terra), el arte de la orfebrería siguió desenvol- viéndose hasta nuestros tiempos, en que se han derogado por completo aquellas leyes ó caído en desuso. 46. La platería española se enriqueció desde el siglo xvii con trabajos elaborados en América, especialmente en Méjico. En un principio, América nos mandaba sólo la pri- mera materia; pero después artífices rnejica- nos elaboraron obras con la ornamentación propia de la flora del país, tomando un carác- ter especial y distinto del trabajo propio espa- ñol.—Entre otros objetos de esta índole, pue- de citarse la corona de la Virgen de los De- samparados, de Toledo, obra mejicana del siglo XVIII. 47. En ese siglo, el barroquismo europeo tiene un carácter peculiar en España, según se observa en la Arquitectura, con nuestro gran Churriguera, que influye poderosamente ARTES INDUSTRIALES 37 en el arte industrial; de aquí, que aun en la platería de este tiempo haya objetos de este artista, de Tomé, y otros de sus discípulos. 48. En esta fecha puede decirse que Ma- drid resume casi la platería en España.—Los productos de esta manufactura de Martínez no tienen ya carácter español; sino que imitan el gusto francés entonces imperante, en tabaque- ras, bomboneras, hebillas, joyas, marcos de miniaturas, cubiertos, vajillas, etc. (Fig. 18). Fig . 18.—Marco de miniatura. {De colección partí- ciliar). 49. Actualmente guarda este arte pocos caracteres de su primitivo esplendor, siendo un remedo en nuestros días, ora de la orfebre- ría y la joyería del gusto alemán, de bajos precios y mérito escaso, ó del francés, mejor en ambos sentidos, y acaso hoy el de más va- lor artístico. 50. El Sr. Riaño publica en su Manual 38 OEFEBKEEÍA una lista de 450 plateros y joyeros españoles, desde el siglo x hasta los últimos años del xviir; los centros de producción que menciona, ade- más de las ciudades citadas anteriormente, son Alcalá de Henares, Alcora, Aranda de Duero, Daroca, el Esocrial, varios puntos de Extremadura, Huelva, Jaén, Málaga, Falencia, Palma, Segovia, Soria, Tarragona, Tortosa, Ubeda y Zaragoza. HIERROS SUMARIO ]. Explicación de la escasez de obras antiguas.—2. Lia- ves árabes.—3. Las llaves de Valencia.—4. Las de Sevilla.—5. Las ^e los museos de Segovia y Ar- queológico.—6. Importancia de la herrería en la Edad Media.—7. Puertas y verjas del xii, xni y xiv. —8. Verjas del xv y xvi.—9. Las de Toledo del Re- nacimiento.—10. Otros tipos de Avila, Barcelona, Falencia, etc. y las rejas de la Casa de las Con- chas de Salamanca.—11. Los clavos etc. de la co- lección Duque.—12. Visagras, goznes y aldabones. —18. Incrustaciones y adamasquinados de las Vas- congadas, Toledo y Madrid.—14. Número de artis- tas principales conocidos desde el xiv. 1. España siempre ha sido rica en mine- rales de hierro, sobre todo en la región cantá- brica; pero el poco precio que relativamente tienen las obras de este material, ha hecho sin duda que no se estime tan dignas de conser- varse las de tiempos primitivos como otras clases de productos. Por esto son escasos los ejemplares que en nuestro Museo Arqueológi- co y otros se hallan, ya de la época romana, ya anteriores. 2. De la época árabe en España no se co- nocen—salvo las armas, de que se hablará luego—otros objetos que las llaves de primo- rosa tracería morisca. El estado en que se en- cuentran, demuestran que no se usaban sino 42 HIEREOS como emblemas de ceremonia, por ejemplo, al entregarse una ciudad conquistada al ven- cedor. Aún se guarda un resto de este antiguo ritual, al presentarse las llaves del Palacio Real de Madrid á los príncipes extranjeros, cuando vienen á ser huéspedes de la corte es- pañola. 3. Valencia posee un ejemplar de esta cía- se, que ha debido ser primitivamente dorado; propiedad del conde de Tragona. Los ojos de la llave son ciegos, con relieves, y las guardas están adornadas con una combinación de pa- labras en caracteres cúficos. Está firmada por el artífice que la construyó; parece ser del si- glo XIV. Al Ayuntamiento de la misma ciudad pertenecen otros dos ejemplares de carácter más artístico y época mucho más reciente que la morisca, sólo que presentando aquel estilo. 4. Existen en Sevilla también dos famosas llaves, una de hierro y otra de plata (á pesar de lo cual la citamos en este lugar). La prime- ra parece del siglo xiii y trabajo morisco, te- niendo en la guarda, como la antes citada, caracteres cúficos; supónese que fué la entre- gada á San Fernando en la Conquista, en 1242. A la segunda se la cree del siglo xiv y época de D. Pedro el Cruel, por tener una leyenda hebráica en el ojo, y por la protección que di- cho monarca dispensó á los judíos. En la guar- da repite la leyenda, con ligeras diferencias, en castellano, diciendo: «Dios abrirá. Rey en- AKTES INDUSTRIALES 43 trará.» Esta llave es de plata, con nielos y oro. (Fig. 19). 5. El Museo de Segovia y el Arqueológico de Madrid cuen- tan otros ejemplares. 6. El trabajo de la herrería en la Edad Media, debió de ser notable; acaso ningún ejemplar indubitado se conoce antes del siglo xii; pero las ordenanzas de Sevilla, Toledo y Granada, dan á entender una organiza- ción en el gremio de los forja- dores, que explica suficiente- mente su importancia. Y 7. Hay puertas del siglo XIV fig 19. — . en algunas iglesias, firmadas ves de Sevilla. por maestros herreros adscri- tos á la edificación y conservación de estos monumentos (como había Arquitectos y Alba- rifes desde esta época), y lo propio hacían con las verjas y otros trabajos análogos en dichas construcciones. A veces tienen herrajes im- portantes del xiii y aun del xii, como los de la Puerta N. de la Catedral de Lugo y algunas iglesias románicas de Castilla y Cataluña. 8. • Las rejas de nuestras iglesias son un gé- nero especial en España, y que no se repite en casi ningún punto del extranjero.—Entre las más notables que pueden citarse del si- glo XV, se halla la de Pamplona, y en las 44 HIERROS del XVI, la de Alcalá de Henares, y más aún la gran verja que divide la nave de la capilla de los Reyes Católicos en Granada, obra de 1520 á 1530, firmada en la cerradura por su autor, forjador que bien merece el nombre de escultor, el maestro Bartolomé. Toda ella es obra plateresca; y la ornamentación tiene al- gunos trozos, como la cruz y las imágenes y grupos de la Crestería, pintadas de colores. En un principio fué dorada toda la obra. Por la manera de estar hecha es digna de la finura del trabajo en plata. (Fig. 20). 9. En la Catedral de Toledo existen otros dos ejemplares de rejas monumentales, mere- cedoras de encomio; una del artista valliso- letano Villalpando, que la terminó (en 10 años) en 1548. Los grandes balaustres que dividen en compartimientos esta reja, están decorados, así como los frisos, en rico estilo del Renací- miento, pintados estos en sus fondos, y con emblemas y trofeos de bronce y cobre dora- dos. Villalpando era, al propio tiempo que forjador, notable arquitecto y escritor. Frente á la anterior reja está otra de Céspedes y Bra- vo, artistas de Toledo, de ejecución no menos fina; consta de un solo cuerpo y es acreedora á toda clase de elogios. Terminóse en la mis- ma fecha que la anterior. 10. Sería prolijo enumerar las obras de esta clase que se encuentran en nuestras igle- sias y catedrales, y nos contentaremos con aktes industriales 45 añadir algunas, como las de San Vicente de Avila, la capilla de los Anayas en la catedral Fig. 20.— Verja de la capilla de los Reyes Católicos, de Granada. vieja de Salamanca, la de los Clérigos en la de Palència, varias del claustro de la de Barceló- na, (Fig. 21) las notables de la capilla del Condestable, de Burgos, del maestro Andi- 46 HIEREOS no (1523), las de Sevilla (1519), las de la Ca- i tedral de Cuenca, de Arenas (1517), las de Pa- lencia, el Paular, la catedral de Segovia y otras; así como los púlpitos de las catedrales Fig. 21.— Verja del claustro de la Catedral de Bar- celona. de Barcelona, Sevilla, Burgos, Avila, Palència y otros, algunos de los cuales son anteriores al siglo XVI. Por último, las rejas de ventana en la fachada de la Casa llamada de las Con- AKTES INDUSTRIALES 47 chas, en Salamanca, parecen labradas en fina plata por la manera delicada del trabajo; una de ellas está restaurada. (Fig. 22). 11. Además de las llaves de que se ba becbo mención, moriscas y árabes, se cincelaron los clavos de las puertas, y de ellos se heredó este Fig. 22.—Reja de la casa de las Conchas, de Sala- manca. 48 HIEREOS gusto en siglos sucesivos. En Toledo, Sala- manca, Avila y otros puntos los hay muy notables, tanto por su tamaño como por su ornamentación. De ellos puede verse en el Museo Nacional Arqueológico una riquísima colección (la de hierros, verdaderamente no- table), formada en Segovia por D. Nicolás Duque. Se elogia mucho la colección del pin- tor Sr. Rusiñol en Sitjes, cerca de Barcelona. 12. También deben citarse las visagras y goznes de las puertas, las cerraduras y llama- dores ó aldabones, algunos de los cuales eran obra de escultores distinguidos. Son famosos los aldabones de la Lonja de Valencia y los de la colegiata de Gandía (uno de ellos, ha desaparecido). 13. Finalmente, herencia de los milaneses en parte, y de los adamasquinados moriscos españoles, es el hierro con incrustaciones de oro y plata. En la actualidad brillan en este género los artistas vascongados, con otros de Toledo y Madrid. 14. Al Sr. Riaño (en su admirable libro sobre nuestras artes industriales), se debe la lista de 38 artistas herreros y forjadores desde el siglo XIV, que trabajaron en Burgos, Cuen- ca, Guadalupe, Jaén, Falencia, Palma de Ma- Horca, Toledo y Zaragoza. xQ ■75 SUMARIO 1. Indicación sobre los cobres.—2. Los bronces de Ma- Horca y las campanas de Córdoba y Valencia.—3. El ciervo de Azahara y templete y lámpara de Granada, etc.—4. El león y el almirez de Monzón. —5. Los perfumadores granadinos.—6. Los brase- ros, candiles, etc.—7. Los bronces mudejares de las puertas en las catedrales de Toledo, Córdoba y Sevilla.—8. Estatuas de bronce del Renacimiento italiano en España, y otras obras en Toledo y Sevi- lia.— 9. Los púlpitos de Villalpando, etc.—10. Cela y Celma.—11. Bronces del Escorial y otros de To- mé en Toledo.—12. Los bronces del Retiro. 1. Antes de hablar de nuestros bronces, indicaremos brevemente algo acerca de las piezas antiguas de cobre que suelen hallarse en nuestro país. En su mayoría corresponden á la época medioeval y suelen tener esmaltes. Las más famosas son: la admirable Virgen de la Vega (en la iglesia de San Esteban, de Sa- lamanca); el frontal de Santo Domingo de Si- los, hoy en el Museo de Burgos; el retablo de San Miguel in Excelsis (Navarra); las arquetas de León y otros muchos lugares, y bastante número de cruces, navetas y otros objetos del culto. La mayor parte de la gran arca que se guarda en el crucero de la catedral de Tole- do es de cobre también, pero no tiene es- maltes. 62 BEONCKS 2. En cuanto á los bronces se conservan de tiempos prehistóricos, fenicios y romanos. Al segundo grupo parecen pertenecer las im- portantes cabezas de toro, vaca y ternero, ha- liadas en Costig (Mallorca) y hoy en el Museo Arqueológico Nacional. Después se pueden citar las campanas de los templos. Se habla de una campana fundida en la provincia de Va- lencia en el afio 622, pero únicamente se co- noce de ella esta noticia. En el Museo de Cór- doba existe otra del año 875, con una inscrip- ción de dedicatoria y sin firma de autor. En la catedral de Valencia hay también de fe- cha muy posterior (principios del xiv), un buen ejemplar con la firma del broncista, Juan Calcino; y del siglo xv, y en diversas iglesias, varias, firmadas ó sin firmar, más ó menos artísticas, aunque de inferior impor- tancia á las nombradas. 3. De la época morisca, en el citado Mu- seo de la capital del Califato, existe un ciervo de bronce (Fig. 23) que debió pertenecer á una fuente; pues según es sabido, los árabes ador- naban con animales estas construcciones: es de la época de Abderrahmán III, y procede de la ciudad de Medina-Azahara. El templete de una fuente sustentado por columnas y con pinturas, que se conserva en el Museo de Gra- nada, es de época posterior, así como una lámpara; todos ellos, objetos incompletos y mutilados. Es interesante compararlos con AETES INDÜSTEIALES 63 otra lámpara que se conserva en el Arqueólo- gico de Madrid. (Fig. 24). Fig. 23.— Ciervo de bronce de Medina Asahara. (Córdoba). 4. No es enteramente seguro que el león y el mortero ó almirez encontrados en Monzón, y que artísticamente superan á las piezas an- tes nombradas, procedan del arte español, sino acaso de Oriente, tal vez traídos por los Cruzados. La manera de estar tratada la me- 54 BBONCKS Fig. 24.—Lámpara árabe áe la mezquita de Granada. (Museo Arqueológico de Madrid.) AKTES INDUSTEIALKS 56 lena de aquel animal, recuerda el modo asirlo. El mortero, por su dedicatoria y dimensiones, indica que probablemente serviría para ma- chacar hierbas aromáticas ó drogas. 5. En el Museo Arqueológico Nacional se guardan importantes obras de este género. En algunas de éstas se lee la fecha en que fueron construidas, y su labor, fina y elegante, perte- nece al estilo granadino, con reminiscencias del de Damasco. Las adorna la inscripción, tan repetida en los monarcas granadinos: «Sólo Dios es vencedor.» Aunque de menos impor- tancia, también se deben mencionar, como trabajo de industria hispano-morisca, los per- fumadores esféricos destinados á rodar por el pavimento, y otros objetos menos interesantes del mismo Museo. 6. Hasta el día se han perpetuado las for- mas tradicionales moriscas en braseros, morte- ros, candiles y otros objetos de uso doméstico. 7. En los estilos cristiano y morisco, que se funden en el llamado mudéjar, se presentan objetos varios, como por ejemplo la puerta principal de la catedral de Toledo, recubierta de placas de bronces por ambos lados. En el interior la decoran motivos geométricos con leyendas árabes, alternando con emblemas de castillos y leones. Esta pieza está fechada en 1337. La puerta del Perdón de la catedral de Córdoba es semejante; y análoga también la que lleva igual nombre en la de Sevilla. 66 BBONCES 8. Las estatuas de bronce de la época del Renacimiento en España, son generalmente de artistas italianos (v. g. las de los Leoni, en el Escorial, el Museo de Madrid y otros mu- chos sitios. En la catedral de Toledo son nota- bles las puertas del crucero, de este mismo género, y en la de Sevilla el facistol del coro y el tenebrario. Dos artistas extranjeros cons- ta que ayudaron en el trabajo del tenebrario á Morel, con otro español, Pedro Delgado. La decoración es del más ñno y rico estilo del Renacimiento, así como las estatuillas del Sal- vador, el Apostolado y dos Evangelistas. 9. Al hablar de los hierros anteriormente, hemos citado á Villalpando y otros artistas; y ahora recordaremos que, superiores aún á sus trabajos de repujado y forja, son los dos atriles en el coro de la catedral de Toledo, dibujados por Juan Navarro en 1562, y labrados por Ni- colás de Vergara y su hijo, algunos años des- pués; á estos mismos artistas pertenece la reja cincelada que rodea el sepulcro de Cisneros en la Colegiata de Alcalá. Del referido Villal- pando, son los dos púlpitos á ambos lados de su gran reja en Toledo, así como la ya citada puerta del lado S. del crucero, llamada del Reloj ó de los Leones, y de que es copia la del N., hecha en 1713 por Zurreño y Domín- guez. 10. Otros dos broncistas aragoneses nota- bles, son: Cela, autor de la reja del coro de la ARTES INDUSTRIALES 67 iglesia del Pilar de Zaragoza, y Juan Bautista Celma, que labró los dos púlpitos de bronce de la catedral dé Santiago en 1563. (Fig. 25). A a ^ Fig. 25.— Verja de bronce de la capilla de Zaparla en ■ Zaragoza. .\ %. 2^. . i. el íè'> 11. En Escorial, 1 i último-Z, d"eXpor se be-* Vv mencionar el frontal del altar del Panteón de los Reyes y el de la capilla de la Sagrada For- ma, obra de los hermanos monjes Eugenio de ' la Cruz y Juan de la Concepción, plateros y M 1 1 k' i' 'i « í , 5 - broncistas del tiempo de Felipe IV. Hay que hacer constar que en el altar llamado «el Trasparente»,Hde lÜa catHedraÍl dÍe Toledo,iobra'n ¡ ; i i Î i Ill i I Ti : : . ■ i 1 i i i i i i Î i * ' 58 BEONCKS del churrigueresco Tomé, se encuentran tam- bien bronces exornados con un característico barroquismo, pero que demuestran, sin em- bargo, el talento, aunque extraviado, de dicho artista. La obra está firmada en 1734. 12. Para corregir los estragos de la época de decadencia, encargó Carlos III á los clasi- cistas de su tiempo, entre ellos el platero Mar- tínez, la fundación del centro de manufactura que lleva su nombre y de que ya se habló; y en la del Buen Retiro, célebre por sus admira- bles porcelanas, trabajaron en bronce también varios artistas en el montaje de piezas de la citada pasta, para objetos de uso doméstico, tales como relojes, mesas, copas, aplicado- nes, etc. ^ cy ARMAS SUMARIO i. Visigóticas.—2. Influjo de las armas árabes en las cristianas, y regiones principales donde se constru- yen.—3. Las armas de Boabdil y otras célebres.— 4. Los yelmos.—5. Los escudos del xv y de anterio- res tiempos hispano-moriscos.—6. Armas posterio- res italianas y francesas y puntos principales don- de se construyen en España.—7. El temple en las espadas de perrillo.—8. El gremio de armeros.— 9. La fábrica de Toledo.—10. Manipulaciones para el temple y número de espaderos toledanos.—11. Las corazas.—12. Sillas de montar; dos modelos: del Cid y de D. Jaime.—13. Las primeras armas de fuego españolas.—14. El primer cañón traído á España.—15. Armas de caza.—16. Número de ar- meros famosos y puntos principales donde se construyen armas pequeñas y de uso doméstico y particular.—17. La calle de cuchilleros en Madrid. 1. Los visigodos emplearon casi todas las armas al modo romano, y la única diferencia que introdujeron fué la de cubrir los brazos y piernas de los combatientes, no con las ocreas, sino con cotas de malla de cadenillas de hie- rro, como se prueba por la descripción de co- razas de malla, sustituyendo á las corazas ente- ras, según San Isidoro en sus Etimologías. Hasta fines del siglo xni no vuelve á usarse en España la coraza enteriza.—Las mallas ita^ lianas muy posteriores, tampoco se diferencian gran cosa de las primitivas. (Figs. 26 y 27). 62 aemas Fig . 26.—Malla italiana. Fio. 27.—Malla italiana. 2. Desde la invasión de los árabes en Es- paña, los cristianos adoptaron algunos mode- los de los pertrechos guerreros de los invaso- res, los cuales á su vez los copiaron de los persas; y así se explica el parecido del capa- cete del Cid, v. gr., con el usado por los asi- rios. (Fig. 28). De Damasco proce- España son las tres re- Fig . 2S.—Capacete oizantino. g®iones que, durante la . Edad Media, rivaliza- ron con Oriente, en la construcción de las ar- mas que produce después Toledo, como tam- bién se trabajó en varios metales en dichas regiones, fabricando objetos de utilidad do- AETES INDUSTEIALES 63 méstica. Parece ser, de todos modos, que no se conservan, sin embargo, ejemplares autén- ticos de espadas hispano-moriscas anteriores al siglo XV. ,3. El Marqués de Villaseca acaba de do- nar al Museo d^ Artillería la espada, mando- ble, daga y cuchillo, y el traje auténtico de Boabdil. Un antecesor de dicho Marqués hizo prisionero al Rey moro, y siguiendo las prác- ticas establecidas en las campañas de aquella época, quedó como poseedor de todos los utensilios del vencido.—La guarnición de la espada está llena de inscripciones árabes es- maltadas, en donde se leen las alabanzas á Dios propias de la creencia mahometana, y las alusivas á la victoria dedicadas al dueño del arma. En opinión del Sr. Gayangos, dicha espada se llevaba colgada al cuello. Está fir- mada la daga por Reduán. La vaina del arma tiene la contera y boquilla de plata, esmalta- da de verde. (Fig. 29). La Armería Real posee otra espada de Boabdil; así como el Museo de Artillería, el Marqués de la Vega de Armi jo en Madrid, y el de Campotéjar (dueño del Gene- ralife, en Granada), varios ejemplares curio- sos. Por último, el Museo Arqueológico Nació- nal se halla hoy enriquecido con una espada, que ha estado durante varios siglos en la mano de la imagen de un santo en la iglesia de San Marcelo, de León. 4. Los yelmos, en esta época, cubrían por 64 AEMAS igual las cabezas de mo- ros y cristianos, y la ca- peruza de malla que usa- ban unos y otros debajo del mismo, son también iguales. Por los objetos que hay en la Armería Real, se puede juzgar del trabajo artístico empleado en tales armas protecto- ras. Tienen nielos, con in- crustaciones de oro de la- bor muy fina.—Andando el tiempo se usaron á ve- ees caperuzas de perga- minos para los caballos. (Fig. 30). 5. En cuanto á adar- gas ó escudos, hay que de- cir que eran redondos y de madera ó cuero en esta época, recubiertos con pla- cas de hierro y adornados con colgantes. En el cen- tro llevaban una punta sa- líente ú ombligo, y á la vez una anilla fija ó mo- vible, con objeto de que la espada del contrario ¥\g.29.—Espada de quedase presa en ella. Boabdü,último rey i de Granada. i am bien i hay adargas con AETES INDUSTRIALES 66 la parte superior cón- cava, sin duda para asomarse los comba- tientes, y una punta en la inferior para desean- íi sarlas en tierra. A ve- <¡11 ees se las encuentra igualmente con otro corte, siempre semi-cir- -4 cular, abajo. El ornato de estas armas defensi- vas, en la época á que Fig. 30. — Cabezada de nos referimos, es aná- pergaminos. logo al de otras piezas enumeradas anteriormente, sin que puedan competir con los famosos escudos de los tiem- pos clásicos. Frecuentemente llevan inscrip- clones, motes ó lemas. Se conoce la forma de los escudos de este período, no porque se con- serven muchos objetos anteriores á fines del siglo XV (que es la fecha de los de la Armería Real de Madrid), sino porque en las miniatu- ras de los códices, en relieves y en pinturas murales de épocas más antiguas, se usan es- tas formas, algunas de las cuales hay que ha- cerlas ascender á principios del siglo xi. (Fi- gura 31). 6. Hasta aquí la época hispano-morisca. Después vinieron el arma italiana (Fig. 82) y la francesa á nuestra patria; y ya se conserva entre nosotros esta industria, monopolizada 66 ABMAS por el Rey en los siglos sucesivos, en las re- giones siguientes: Sevilla, Granada, Valencia, Zaragoza, Barcelona, Vascongadas, además de Fig . 31.—Adarga de cuero de un rey de Granada.— Real Armeria de Madrid. Toledo, la principal de todas y que nunca pierde su importancia. 7. El principal mérito de la espada consis- te en el temple, el cual lo aprecia el artífice AKTKS INDUSTKIALES 67 por el color rojo más ó menos intenso; por esta razón, para probar bien esta diferencia, F ig . 32.—Estoque italiano. se cuenta que las fabricaban de noche. Son famosas las que alaba Cervantes en Binconete y Cortadillo y en Don Quijote, llamadas de pe- Trillo, porque llevan la marca de un león, que parecía un perro de aguas: curioso fenómeno que actualmente se repite con el león de nues- tra moneda de bronce. Éstas, eran obra de un moro converso de Granada, espadero de Boab- dil y después del Rey Católico, en Zaragoza y Toledo, y bautizado al convertirse bajo el nombre de Joaquín del Rey. 8. El gremio de armeros vino constituido de una manera normal, desde mediados del siglo XIII, en Barcelona, y el de espaderos desde el xiv; pero las ordenanzas de Toledo, Sevilla y Granada nos proporcionan más de- talles sobre este arte. 9. La manufactura más célebre de España es la de Toledo, organizada desde el Renaci- miento hasta fines del siglo xvii, en que des- aparece. Más tarde, andando el tiempo, se restablece en 1760, en tiempo de Carlos III, que pone al frente de la misma á un artista 68 AEMAS traído de Valencia. Hoy sigue bajo el patro^ nato del Gobierno y encargada al Cuerpo de Artillería. (Fig. 33). Fig. 33.—Trofeo de armas en tipos característicos italianos y moriscos, de la fábrica de Toledo. 10. La superioridad que ha mantenido To- ledo tradicionalmente en el mundo para el ABTES INDUSTRIALES 69 temple de las espadas se ha creído por muchos que dependía de un secreto especial; pero está averiguado que todo se debe á la calidad de las arenas en este punto y de las aguas del Tajo, aparte de la habilidad de los artífices, que por tradición han heredado el tacto mecá- nico para la apreciación del tiempo que debe estar sometida á las manipulaciones la lama de acero. El procedimiento tradicional en la fabricación de estas obras consiste en calentar el acero hasta poner al rojo las cuatro quintas partes de la extensión de la lama y sumergir después verticalmente en una vasija de agua la quinta parte restante. Después de pasar por otras fases, la hoja entera vuelve á someterse á la acción del fuego al rojo y se unta con sebo dicha parte, mandándola luego á la prueba del temple y elasticidad, encorvándola, y por últi- mo haciéndola pasar por cilindros de madera que le dan el primer pulimento y por los fro- tes de esmeril que le dan el último. La arena desempeñaba su papel en estas manipulado- nes. (Fig. 34). Riaño ha recogido en una lista los nom- bres de 113 espaderos de Toledo, desde prin- cipios del siglo xvi hasta fines del xvii, y la de otros varios desde el Renacimiento á fines del XVIII. —La Armería Real de Madrid guar- da magníficos ejemplares de esta clase de armas. 11. En cuanto á las corazas, realmente las 70 ARMAS mejores son milanesas, aunque haya algún que otro modelo de manufactura española. Fig. 34.—Principales marcas de Toledo hasta princi- pios del siglo XVIII. 12. En sillas de montar, aun las de otros países han recibido nombres españoles, desde el siglo xiii; y así se conocen con los de galle- gas y bardas las más antiguas: las primeras por el punto en que se construían, y las se- gundas por el nombre que les daban los ára- ARTES INDUSTRIALES 11 bes.—La citada Armería del Real Palacio en- cierra dos ejemplares muy curiosos: uno de ellos perteneció al Cid y el otro á D. Jaime el Conquistador. El primero tenía en los borre- lies aplicaciones metálicas, adornadas con di- bu jo de hojarasca en recortes dorados y con la palabra fides, lema del Cid. Cervantes cita esta pieza en el Quijote. El incendio habido no hace muchos años en el antiguo edificio que ocupaba la Armería, mutiló por completo esta histórica pieza. 13. La novedad en las armas de combate en los albores del Renacimiento fué, como es sabido, la introducción de las de fuego. Se cuenta, como artífices españoles que constru- yeron artillería, á algunos catalanes y arago- neses y al moro Alfarax-Dahira, de Tarazona. Las armas portátiles de fuego, consta que se emplearon en España en el sitio de Toledo, en tiempo de D. Alvaro de Luna; y en la insu- rrección de esta ciudad en 1467, hay noticia de que se usaron espingardas y cerbatanas. 14. El primer cañón que vino á España fué traído de Alemania. (Fig. 35). Con el em- perador Carlos V vinieron asimismo arcabu- ceros y mosqueteros, que enseñaron á nues- tros hombres de guerra. Tanto de armas blan- cas como de fuego, pueden verse modelos muy notables en la Armería Real. 15. Las ballestas," usadas en la Edad Me- dia, llegaron á perfeccionarse en el Renaci- 72 ABMAS miento , conociéndose el nombre de algunos armeros españoles en este género: á fin del si- l^0 <^1 '-l F ig . 35.—Marcas de armas alemanas. glo XVII ya sólo se cita á Juan de Lastra. Di- cho se está que, no solamente construían ar- ABTES INDUSTRIALES 73 mas de combate, sí que también de caza y utensilios para la misma. (Fig. 36). En dicha clase se sabe que en España sobresalieron To- ledo, Barbastro y Vitoria, y los maestros ar- meros se servían de unos y otros talleres, cada uno de los cuales se dedicaba separadamente á trabajar alguna de las distintas partes de las armas y arneses, etc. (Fig. 37). 16. Entre los nombres más famosos se conoce una lista de 71 armeros hasta nuestros tiempos, desde la fecha últimamente mencio- nada. De armas blancas pequeñas, tales como dagas, cuchillos, navajas y tijeras, se han construido en España, en Guadix, Albacete, Murcia y Alcázar de San Juan principalmen- te, y aun hoy siguen estas industrias en algu- nos de dichos puntos; siendFo curio3so6.n—otar ig. Cuerno que se han perpetuado las formas tradiciona- para pólvora. les en tales piezas desde la época morisca, en la cuchillería especialmente. Lo cual se expli- ca porque el antiguo reino de Murcia fué cen- tro donde se elaboraron corazas, mallas y ar- mas de toda especie, de hierro, acero y otros 74 ARMAS metales, adornadas con incrustaciones primo- rosas, desde tiempo inmemorial; labores elo- giadas por escritores árabes de varios tiempos. 17. Del siglo XVII data el nombre de una calle de Madrid, en donde vivían los maestros cuchilleros afamados. Fig. 37.—Arnés completo. ^