Islas Baleares D. Pablo Piferrer ï D. José M.' Cuadrado FOTOGf^ABADOS DE JOARIZTI Y MAI^IEZGURRENA Dibujos de Obiols Delgado — Cromos de Xumetra biblioteca .barceló lía Estàblecimierto Tipográfico - Editorial de DANIEL CORTEZO Y C.' Calle de Pallars ( Salón de San Juan ) 1888 Introducción Día vendrá, en que estos prodigios del arte y de la naturaleza atraigan de nuevo allí la admiración de los pueblos, y en que disfrazada en devoción la curiosidad, re- sucite el. muerto gusto de las antiguas pe- regrinaciones, y engendre una nueva es- pecie de superstición, menos contraria á la ilustración de nuestros venideros. JovELLANOS, Anál. del diseur. CUÉNTASE de aquel grande emperador Garlos V que, arri- bando á Mallorca de paso para la desgraciada expedición de Argel, como los naturales le acogiesen con singulares mues- tras de regocijo, y viese él la pompa de los festejos y la riqueza de los adornos, dijo entre la admiración y la sorpresa; «que en- centrado había un pueblo ignorado y un reino oculto.» Y bien dijo el Emperador ; pues duraba aún en la mayor de las Balea- res el esplendor que el comercio levantino le valiera en los siglos VI INTRODUCCIÓN anteriores; su nobleza, no retirada todavía al fondo de sus pa- lacios, amaba los juegos del palenque y la bizarría en las galas; y comerciantes y marinos de naciones diferentes llenaban sus plazas y sus lonjas. Si así desconocida entonces en su valor político—valor que los grandes descubrimientos en el Océano y las circunstancias de los tiempos le fueron quitando después,—eslo poco menos ahora en su importancia artística y literaria, ya que ni nuestros artistas ni nuestros literatos han extendido sus peregrinaciones más allá de las orillas del Mediterráneo. Un solo español, desde el claustro silencioso ó desde el sombrío castillo donde le arrin- conó la envidia cortesana, alzó el primero una punta del velo que cubría los monumentos de la isla. Hombre educado en el rigor de la escuela antigua, no vaciló en evocar las sombras gra- ciosas y esbeltas de la Edad-media ; y dotado de un gusto ex- quisito y de saber profundo en las Bellas Artes, tan seguros y sólidos pasos dió por aquel nuevo sendero, que si alguno osó recorrerlo después,-anduvo sobre sus antiguas huellas. Habla- mos de Jovellanos—uno de los no menos aventajados restaura dores del buen gusto en España, y otra de las vivas lumbreras, que ya en el reinado de Carlos III nos mostraron el camino de un verdadero progreso intelectual, que ni remotamente fuimos siguiendo después, hasta estos últimos tiempos. Su aplicación y constancia suavizaron su cautiverio, y preguntaron álos archivos de la isla los nombres de los autores de sus monumentos ; y su imaginación poética y halagüeña pobló de visiones airosas y dul- ees por añejas los aposentos de su cárcel, al paso que su sano juicio hizo objeto de estudio á lo que sólo debía serlo de horror y melancolía (a). {a) La Catedral, la Lonja, el castillo de Bellver, los conventos de Santo Domin- go y San Francisco, los principales monumentos de Palma, el panorama de la isla observada desde el citado castillo, la historia de la Cartuja de Valldemosà, han te- nido la insigne honra de ocupar la pluma del que más se adelantó á su época en intuición artística, no menos que en elevación moral y en importancia literaria. Vil Mas—sea dicho con el respeto que á su ciencia y virtudes profesamos—sus trabajos fueron comienzos profundos; que ni su triste posición, ni el estado de las ideas favorecieron sus co- natos ; y cosa harto asombrosa es que, á fuerza de buena volun- tad y con solo aquel gran discernimiento suyo, fijase principios tan excelentes como duraderos, que hoy forman la base de los sistemas más adelantados. Los anticuarios del país no han hecho más que caminar por la senda ya trazada por aquel escritor ilustre, aunque de lejos y sin andarla toda, sin la imaginación y buen juicio de aquel, y sin la abundancia y firmeza de los conocimientos que le granjearon nombre esclarecido; más que á la parte verdaderamente monu- mental y artística, han dedicado sus laudables tareas á las com- binaciones histórico-locales ; y como desgraciadamente su voz suena en medio de las olas del Mediterráneo, las más de sus producciones no han llegado al continente, ó si han llegado, ca- recieron de la publicidad é importancia que debieran hacerlas apreciables y conocidas (a). Bien podemos, pues, afirmar que bajo su aspecto artístico y literario es Mallorca un reino oculto para la mayor parte de los españoles ; y que, si buenos ingenios para escribirlo con tino y concienzuda particularización de sus bellezas (i), no posee aque- (a) Dameto en el primer tercio del siglo xvii, Mul á mediados del mismo, y Alemany á la entrada del xviir, dieron consecutivamente á luz la historia de Ma- Horca, más defectuosa en el criterio que en las formas, sobre los materiales, en gran parte, que dejó Binimelis acumulados.  investigaciones más concretas se dedicaron luego él erudito D. Ventura Serra y el sabio P. Pasqual, cisterciense, dignísimo apologista de Luí}; mientras que con solicitud infatigable los capuchi- nos P. Cayetano de Mallorca y P. Luís, de Villafranca, el laborioso paborde Te- rrassa, y otros en época posterior, compilaban sus pacientes misceláneas. Raro es en este siglo el que se ha resignado á dejar inéditos sus trabajos, no siempre de gran provecho, y ojalá hubiese tardado menos en imprimirse el precioso Viaje del P. Villanueva d la iglesia de Mallorca, para prevenir mucho fárrago de publi- caciones. Entre las innumerables de Bover, no obstante, las hay que prestan algún servicio. En clase de apuntes manuscritos y extractos de documentos son un mo- délo los del paborde Jaume. (i) Aludimos particularmente á los jóvenes redactores del difunto periódico Vlti lla isla un tratado completo, que en las demás provincias des- pierte amor á sus glorias pasadas y veneración á sus monumen- tos y preciosidades presentes. Tal vez no son tantas las fábricas que adornan su suelo que pueda parangonarse con las demás provincias españolas; masía posición de las mismas es tal, tan pintorescos los sitios donde ellas no abundan, que compensan ampliamente su falta las be- llezas naturales. ¿Cómo no admirar aquella espléndida bahía, en seno adormida Palma levanta al cielo sus torres, su cate- cuyo dral su lonja, ó se mira en el espejo de las aguas, rnientras en y la vecina cumbre vela el antiguo Bellver, ceñido de espesos muros? Valldemosa asoma entre riscos, bella con su aspereza y con la sencillez de sus habitantes ; y en medio de aquel lugar salvaje silen- y retirado destácase la Cartuja, hoy despoblada y ciosa. Andraig, Bañalbufar, toda aquella costa ostenta ensena- das pintorescas, y torres ó atalayas en las alturas; Deyádespa- rrámase por las laderas de una colina y por el fondo de un valle, á la sombra de escarpada eminencia, y al són fresquísimo de las corrientes que bullen bajando entre las hojas; cercada de mon- tañas Sóller cubre el llano con la innumerabilidad de sus naran- jos, que embalsaman el aire; y en Artá la naturaleza despliega á los ojos del viajero un espectáculo, que le hace echar en olvi- do los monumentos, y cuya impresión le acompaña aun cuando desde el alcázar del buque dice adiós á la isla, que va hundién- dose en una línea inmensa y azulada. Sobre aquellas fábricas, sobre estos sitios pintorescos vuelan las sombras de lo pasado, y la tradición que anima los peñascos solitarios puebla también los rotos castillos. Allí el celta sencillo literario La, Pahna {a), D. José María Quadrado, D. Tomás Aguiló y D. Antonio de Montis, que en aquella producción hicieron muestra de excelentes principios en punto á literatura y filosofía, de exquisitos conocimientos en la historia de su pa- tria, y de buen gusto y acierto en el modo de tratarla. {a) Duró su publicación desde principios de Octubre de 1840 hasta fin de Abril del siguiente año. INTRODUCCIÓN IX y desnudo amontonó sus túmulos ciclópeos, y aquí el latino plantó sus águilas; el árabe vive aún en los nombres con que llamó á sus pueblos; las hazañas délos conquistadores cristianos llenan todas las comarcas; y todavía están en pie muchas de las fortalezas, que un tiempo resonaron con el rumor del combate, en que una era la sangre de vencedores y vencidos, y con el grito de la sublevación y disensiones que dieron la estocada de gracia al esplendor de Mallorca. Constantes, pues, en nuestro primer propósito, nosotros en- lazaremos la historia con la descripción de los sitios y de los monumentos; mas perdónesenos esta innovación en nuestro plan: creemos no fuera inoportuno, antes de internarnos en la relación de los recuerdos y bellezas de la isla, saber algo de sus épocas más antiguas, y presentar reunidos por vía de resumen los he- chos anteriores á su restauración, ya que unas y otras difícil- mente encontrarían buen lugar entre los objetos artísticos ó na- turales. Además, la osada expedición de los catalanes y arago- neses al mando de D. Jaime y la expulsión de los moros no son para mentadas como incidentes; y pues ellas forman la mayor parte de las páginas y las más brillantes de la historia de Ma- Horca, bien les corresponde ocupar el primer término y desta- carse sobre el suelo en que el mundo las admiró. Y si los acón- tecimientos son los que valen importancia á toda nación, dése- nos que principiemos por hacer que la lectura de lo pasado despierte en el lector deseos de ver lo presente, y á ello le afi- cione. Sabidos son los altos hechos de los romanos, antiguos dominadores del orbe; y hoy el artista estudia con afán los res- tos de su tránsito sobre la tierra, y en ellos repasa la multitud lo que leyó en la historia. La de los árabes sonó envuelta en la armonía de los romanceros por las márgenes del Rhin, del ancho Danubio y del Támesis nebuloso, fecundas en saber, fe y entusiasmo; y los hijos del norte, de faz modesta, dulce y pen- sadora, atraviesan la Europa para avivar la santa llama del en- tusiasmo al pie de las mezquitas orientales ó de los palacios 2 X INTRODUCCIÓN granadinos, y seguir en todas sus fases el idealismo de aquel pueblo á la par de su engrandecimiento y pujanza. En todas partes la historia ha dado un nuevo valor al monumento: ella ha animado las comarcas y fijado las miradas del viajero en las llanuras, donde algún día corrió sangre humana por la libertad ó por la servidumbre, por el interés común ó por la ambición de uno solo. Abramos, pues, los anales mallorquines, y apuntando las épocas que más descuellen, ensayemos una relación de cuanto notable, así en fábricas como en bellezas naturales, contiene Mallorca. Esta empresa acometemos, si con buena voluntad, con la desconfianza que deben de inspirarnos los recursos propios, la dificultad del asunto, en que así hay que huir de extremada alabanza como de crítica desordenada, ya que á vueltas de la perfección va en él la medianía, y sobre todo el haber sido las más de sus partes tratadas por el gran Jovellanos, que es decir, con maestría, interés y conciencia. Nuestra manera de ver en arte, bien consignada está en el tomo de Cataluña : antes que la ejecución buscamos la poesía y la filosofía; consultamos las épocas y la historia; y nada calificamos de insignificante, aunque según las reglas lo sea, si lleva consigo algo que caracterice una faz del arte mismo, ú ofrezca interés para el estudio de trajes ó de detalles. Fuera de estas consideraciones, admiramos la belleza de las formas, y en este particular tal vez sólo con ciertos géneros modernos so- mos exclusivistas. Amamos el bizantino, y al través de su rude- za, en sus triples arcos cilindricos, anchos dinteles, gruesos pila- res ó cuadrados machones y capiteles caprichosos, procuramos encontrar su elegancia; el gótico es el objeto de nuestro culto, si así puede decirse, y para nosotros el más espiritual, profundo, filosófico, bello, y sobre todo el más cristiano; y no negamos respeto y atención ni al plateresco delicado y menudo, ni al no- ble greco romano, aunque en nuestro sentir carezca éste de sig- nificación aplicado á los usos religiosos, y sea como quien á los dos mil años de sepultado resucitase en medio de otro pueblo con el mismo traje, habla, pensar y maneras de los tiempos en que vivía. Amantes de lo que es antiguo y honroso á la patria, venga- XI mos en lo posible la memoria de los humildes artífices, á los cuales debe España sus mejores edificios: el polvo de los archi- vos no nos arredra; y cuando conseguimos arrancar algún nom- bre ilustre al diente roedor del tiempo y de la carcoma, encon- tramos viva satisfacción y la más lisonjera recompensa en la persuasión de que, si nuestros trabajos no son desatendidos, aquel nombre se pronunciará al hablar del monumento, y para mayor gloria de la España habrá otro que añadir á los que for- man sus copiosos anales artísticos. La palabra destructora de los filósofos del siglo xviii y la revolución han pasado como un soplo de muerte sobre nuestros monumentos, y numerosas ruinas marcan su tránsito : el respeto á lo que fué, mengua cada día ; y las creencias, las buenas eos- tumbres y las tradiciones — rica y fragante corona de la huma- nidad,—van desapareciendo hoja á hoja, sin que nuevas flores las reemplacen y embalsamen la vida. Firmes en la obra comen- zada, nosotros abogamos por las creencias, respetamos las bue- nas costumbres, y pedimos á las tradiciones su poesía. Y en ello no hacemos más que lo que nos dictan nuestras creencias mis- mas, y nuestra convicción de que, cuanto menos se fundan en los sentimientos, particularmente en el religioso, y en la bondad de los individuos las ideas que han de servir de base á las cons- tituciones y de vínculos á la sociedad, cuanto más se convierte á los hombres en máquinas políticas, ó mejor dicho, en ruedas de la máquina, sin que para ponerlas en acción se tenga en cuenta otra cosa que los abstractos deberes del ciudadano ; más imperfectas son las sociedades, y sus constituciones menos du- raderas. P. Piferrer. Mar!{o de 1842. QUÉ interés no despertaron por entonces en los mallorquines estas páginas, y más en quien al amor de la patria se reunía la más ardiente amistad hacia el joven autor, estrechada desde el primer encuentro por todo linaje de simpatías! Á este víncu- lo añadimos bien pronto el de colaboradores, aunque en pro- vincias y tomos distintos; y es necesario comprender el cariño ideal que á la obra profesaba su entusiasta iniciador, para apre- ciar el sacrificio de compartir con cualquiera fuese sus tareas, so- breponiéndose á los celos del escritor la generosa abnegación del compañero. ¡Ay! no pasaron cuatro años sin que cesáse- mos de serlo, y no me quedó, á fuer de sucesor suyo, sino un vacío tan difícil de llenar en el corazón como en los Recuerdos. Por más brillante que viva en las letras la gloria de Piferrer y en algunos apasionados su memoria, no sé resolverme á pa- sar adelante sin refrescar una y otra en la portada del hermoso monumento que á Mallorca levantó, para que á él también le sirva de monumento. Del homenaje que le tributé á su muer- te, sólo de quince días posterior á la de Balmes^ en Julio de 1848 (tís), reproduciré unas breves líneas que respondan á la curiosidad de los que no le han conocido y al afecto íntimo de (a) En la Revista Hispano Americana, de Madrid, dirigida por D. E. Ochoa y D. J. J. de Mora. xiji los que alcanzaron á conocerle. ¡Es tan rápida la corriente del tiempo y tan corrosiva su acción! « La índole de las tareas y el carácter de Piferrer, impidie- ron á su celebridad tomar el rápido y dilatado vuelo que logró la de su compatricio. Cuando la juventud literaria evaporaba su numen en folletines, revistas y semanarios, á cual más efímeros y pasajeros, cuando enmudecían nuestras academias y corpora- ciones sabias, un joven apenas de veinte años, sólo conocido en Barcelona por algunas páginas, menos faltas de genio que de corrección, se asocia con un hombre emprendedor (Parcerisa), que aprende la litografía sólo para perpetuar en láminas los amenazados monumentos de su patria y consagra á la realiza- ción de este osado pensamiento todo su tiempo y su escasa for- tuna. De esta asociación nacieron en 1839 los Recuerdos y Be- llezas de EsPAÑA: ensanchóse el plan en la ardiente cabeza del joven escritor; los monumentos le condujeron á la historia, la historia le despertó la ambición de esclarecerla con no cono- cidos datos y documentos. Viajaron por el Principado, que ar- día entonces en guerra civil, los dos intrépidos artistas, uno con el lápiz, otro con la pluma en la mano; arrancan su secreto á los archivos, su explicación á las ruinas, y ricos con su botín dan á luz el primer tomo de Cataluña con un lujo y esplendí- dez nada común entonces, y con una copia de investigaciones y un calor y belleza de estilo menos común todavía. Terminado su primer ensayo, con el cual se mostraba años después harto riguroso y descontentadizo, emprendió Piferrer á los dos años el tomo de Mallorca, desarrollándose y mejorando sus facul- tades con tal rapidez, que asombró á los mismos que en él cifra- ban las más lisonjeras esperanzas. En 1844 emprendió el se- gundo tomo de Cataluña para llenar los huecos del primero; pero la extensión colosal dada á su idea, y otros obstáculos per- sonales paralizaron tanto su publicación, que la muerte le en- contró aún trabajando en ella. XIV INTRODUCCIÓN » Hasta entonces los poetas no se habían identificado con los artistas: la descarnada descripción de Ponz, los catálogos de Cean Bermúdez y Llaguno, y las disertaciones del gran Jo- vellanos, en que se admiten ya con sobriedad algunos severos adornos, es lo único que teníamos en este género. La obra de Piferrer es un poema, es un Child Harold artístico; y si de algo puede tildársele, es de cierta exuberancia de imaginación y de sentimiento. ¿En qué página no se ven brillar pensamientos grandes, enérgicos, delicados? ¿Con qué maestría no pasa de las regiones del idealismo á las de la historia, y de la metafísi- ca del arte al examen de una institución social ó á la aclaración de un punto controvertido? El monumento se anima bajo su pluma, lo acaricia, lo pone en movimiento; desentierra del ol- vido el nombre de sus artífices, modestos como él é ignorados. Una arquitectura, apenas conocida á la sazón, la bizantina, le debe, merced á largas observaciones, el descubrimiento de sus reglas, de su tecnología, de su distribución y místico sentido. Sí, las artes deben mucho á Piferrer, no temo decirlo como continuador de su obra: cuanto doy á su parte inventiva, otro tanto quito de la mía, y en este justo cuanto dulce homenaje experimento una complacencia superior cien veces á la del amor propio. »En 1844, ni sus achaques ni sus ocupaciones le permitían ya dar cima por sí solo á su grandiosa empresa: su alma ar- diente y sensible, aunque encerrada en robusto cuerpo, llegó por fin á minarlo y á gastarlo con sus arranques entusiastas y con el incesante estudio. Su actividad redoblaba sin embargo; partía sus horas entre la biblioteca y la cátedra de literatura: en 1846 produjo á la vez su metódica colección de clásicos es- pañoles acompañada de biografías, y su revista titulada La Dis- cusión^ basada sobre ideas altamente creyentes y religiosas, y de la cual no aparecieron sino muy pocas entregas. Piferrer ob- tenía un lugar entre nuestros poetas de primer orden ; en su lira alternaban los sonidos más dulces con los más enérgicos, é INTRODUCCIÓN XV imitaba como nadie la melancolía de las cántigas populares y los giros y arcaísmos de nuestro romancero. Revolvía desde largo tiempo el plan de algunos dramas, y sobre todo de un magnífico poema; éste era el objeto ideal, el amor constante de su fantasía; entreveíalo en el porvenir como un monumento de gloria, aplazábalo para una época de completa salud é indepen- dencia, y sin duda allá en sus últimos instantes le habrá dado un adiós tristísimo como á visión querida que se desvanece. »La imaginación de Piferrer tenía el carácter grave y me- lancólico de las del norte; pero la fe con su antorcha disipaba los nebulosos vapores que pudieran ofuscarla. Era su alma emi- nentemente cristiana, y no podía rendir culto á lo bello, á lo grande, sin remontarse luego hasta Dios. Su mirada apacible, su frente despejada, su rostro pálido é interesante : en su vida interior enérgico y firme, en el trato social harto tímido y mo- desto, prenda que le ganó el aprecio de cuantos le trataron en su único viaje á Madrid en el postrer otoño de su vida, descu- briendo en él un tipo casi inverosímil del hombre literato. Ins- piraba y sentía afectos vivos y constantes, y aunque se quejaba de desengaños y sequedad de corazón, revelábase éste natural- mente afectuoso : amante noblemente de la gloria, lo era toda- vía más de la de sus amigos, y no perdía ocasión de sobrepo- nerla á la suya. Consagrado desde su edad primera al sostén de una anciana madre y de unos hermanos, de cuya familia era único apoyo, y aguerrido en las tristes realidades de la vida, eximióse de los locos devaneos y de los dolores ficticios que agitan á tantas existencias juveniles, y conservaba un no sé qué de candoroso. Aunque retraído de la sociedad, su nombre era popular y querido en Barcelona, especialmente entre la juven- tud que le reconocía como á su jefe de escuela. Su entierro fué una ovación ; las autoridades y corporaciones principales, la flor de sus compatricios acompañaron su féretro, y eso que no en- cerraba los restos de ninguna notabilidad política, de ningún opulento fabricante. XVI INTRODUCCIÓN »¡Ohbuenoy entusiasta amigo! Yo no podré respirar el aura pura de las montañas ni la brisa de los mares, sin acor- darme de ti que les pedías en vano la prolongación de tu exis- tencia. Ya no oiré sin estremecerme esas baladas populares cuyas tristes y prolongadas cadencias te complacían tanto, ni esos acentos de Rossini y Bellini que, transportándote á un mundo mejor, te daban una perspicaz intuición sobre los arca- nos más sublimes del arte que sobre todos te vivificaba. Tu me- moría me acompañará al través de las campiñas, al través de los monumentos, sin poder ¡ay! repartir contigo mis impresio- nes ; y me la recordará perennemente esa obra, sobre la cual mi pluma se ha suspendido un instante, como el artífice que sus- pende su fábrica para poner una losa al malogrado arquitecto que dió la traza, y luego se arroja con nuevo ardor á la con- clusión del edificio, panteón colosal de su autor primero. » Había de estarme reservado todavía más, el de mezclar pá- ginas mías con las suyas en la segunda edición de su libro, como si presumiese de mejorarlo! Mejorarlo no, completarlo sí: el plan general de la publicación así lo reclama, y vale más que adolezca éste de discrepante en el estilo que de manco en sus partes. A haber él alcanzado la reimpresión, seguro estoy de que no hubiera desperdiciado la oportunidad de llenar los hue- cos que deploraba. Su historia termina á mediados del siglo xiv con la dinastía peculiar de Mallorca, pasando en silencio las te- rribles conmociones que más adelante estremecieron la isla. A la grandiosa catedral no acompañan en la parte descriptiva sino cuatro ó cinco templos de los treinta y tantos contenidos en Palma, que cuando no por sus actuales formas, unos siquiera por su fundación remota, otros por memorias más recientes, todos como rasgos de fisonomía local, merecieran más ó menos detenida mención: hasta en el grupo de los edificios civiles y sobre todo en el conjunto del caserío, tan original y pintoresco como era, resta algo que desear. El itinerario íuera de la capi- INTRODUCCIÓN XVII tal abarca, es verdad, las bellezas más culminantes, los sitios de celebridad privilegiada para los viajeros, Valldemosa, Deyá, Só- 11er, Lluch, Pollensa, Alcudia, Artá; pero quedan excluidas las regiones enteras del llano y del centro y aun la montañosa de poniente, y villas, y santuarios y castillos asaz importantes para pedir algo más que la simple enunciación de su nombre. ¿ Qué más ? El propio título del tomo limitado á Mallorca , resulta hasta cierto punto en mengua de Menorca y de Ibiza, que por menos favorecidas del arte y de la naturaleza y menos esclare- cidas en sus anales que su hermana mayor, no han perdido sin embargo el derecho de figurar por lo que son y lo que valen en el cuadro general de España. No pretendo suplir con semejante resumen, dentro del re- ducido espacio disponible, la historia particular de la isla ó islas, que por tantos años y no sin justicia aguardan de mí mis com- patricios ; pero ya que no para escribirla tan completa como fan- taseaba, antes de enseñarme la experiencia que siquiera en com- pulsar la serie de registros y legajos guardados en los diversos archivos de Mallorca, Barcelona, Perpiñán y Montpeller había de absorberse una existencia de medio siglo, podrá tal vez este trabajo allanarme el camino para trazar luego alguna otra épo- ca, algún otro episodio por el estilo de Forenses y Ciudadanos, De todas maneras, andan esta vez acordes los deberes con- traídos con mi país, y mi entrañable y casi paternal interés por los Recuerdos y Bellezas áque he consagrado los mejores años de mi vida, no menos que la gloria de mi buen amigo, cuyas increíbles investigaciones é intuición maravillosa, en su viaje de dos meses apenas, viene á confirmar (á rectificar rarísima vez) después de cuarenta años el caudal naturalmente progresivo de estudios y hallazgos posteriores. Comentado parcamente con notas que llevarán reclamo de letras para distinguirse de las del autor, seguida cada una de sus partes por capítulos adicio- nales, y discernidos sus apéndices de los que convenga aumen- tar, campeará intacto en su nativa gentileza el texto de Piferrer, XVIII INTRODUCCIÓN sin alterar su disposición y colorido, de suerte que desde el primer golpe de vista resalte la bella obra primitiva deslindada de sus forzosas añadiduras. José María Quadrado. imera Parte i CAPITULO I Ojeada á la historia antigua de Mallorca.—Árabes. Expedición de los catalanes, provenzales é italianos.—Último período de la dominación sarracena W '4 OS anales de casi todos los pueblos abundan de historias fabulosas acerca de su origen y población primera; y á esto, que con razón ha excitado la severidad de la crítica, tal vez podría encontrársele explicación volviendo los ojos á nues- tra naturaleza. Domina en el hombre un afán de abarcar lo más incomprensible, de acercar las distancias de los tiempos, y de fijar las épocas y principios más desconocidos; y mayormente en historia es de ver su asiduo trabajo en eslabonar la cadena de 20 ISLAS BALEARES los siglos, en reparar, cuando no en forjar los anillos rotos, yen señalar á aquella el pilar de donde pârte. Sentimiento es este que revela su destino perecedero, y cuadra perfectamente con su condición. Aquella noche espantosa y profunda, que envuelve los principios de los siglos y de las civilizaciones, respira tanta inmensidad, y tan lejanos y confusos hace que aparezcan unos y otras en su vislumbre, que achica y como anonada nuestro sér; y si nos atrevemos á formar de él una idea, á volver los ojos hacia nosotros mismos, si así puede decirse, nos encontramos con estremecimiento y dolor perdidos en el mar infinito de la humanidad, como imperceptibles fracciones de un todo inmensu- rabie y continuo, destinados, como las generaciones que fueron, á parecer, pasar y desaparecer. Así se place el hombre en reu- nir, bajo una ojeada fácil, los elementos históricos de sus ante- pasados, quitando en lo posible lugar á la incertidumbre, y asiéndose á las tradiciones más oscuras, si ellas resuelven los puntos dudosos: forma, digámoslo así, una historia de familia, y con aquella reunión ficticia de todos sus miembros se engaña á sí propio, y se consuela de su mortalidad. Mas, aquellas tinieblas que se ciernen sobre el horizonte de los tiempos primitivos, y por las cuales cruzan, serpenteando á veces, ráfagas ardientes que dejan entrever los contornos de los objetos; aquellas tinieblas subliman el alma á meditación pro- funda, le abren las puertas de los espacios, y la conducen al au- tor de todo principio. En alas de la ciencia y del entusiasmo elé- vase ella adonde la lobreguez no alcanza, y desde aquella altura espléndida su mirada ve lo que no antes : el género humano de- rrámase á una y otra parte; las razas se ramifican, se cruzan y se chocan ; las civilizaciones se suceden, las poblaciones se em- pujan, los territorios se pueblan, y aquellos ríos, que nacieron en las fuentes de una misma cumbre, dejado ya el cauce prime- ro, cada vez más crecidos, desbordan al llegar á la llanura, y olvidados de su común origen, se disputan con furor sus mutuos límites. ISLAS BALEARES 21 Así se pierden, en la noche de los tiempos, los orígenes de la historia mallorquina, y así quizás debió la isla su población al vaivén é invasiones sucesivas de las razas célticas y líbicas en los vecinos países litorales del continente. Las sombras de tirre- nos y pelasgos percíbense confusamente al fondo de las tradi- ciones (a) ; y Hércules, el tipo de los esfuerzos humanos prime- ros en la carrera de la civilización, también aparece por aquel entonces, si graves autores no mienten, escuchando los cantares y memorias antiguas de los isleños, en que estaba consignada la historia de su origen. Dando á semejantes noticias el valor que ya el lector juzgará debérseles, ello es que existen en Mallorca monumentos, que en sí llevan el sello de una antigüedad remo- tísima. Masas enormes, toscamente labradas, sobrepuestas unas á otras, ya en forma circular, ya en triángulo, llaman la atención en varios puntos de la isla: ora se alzan en pirámide, como las numerosas del distrito de Campos; ora algunas pequeñas se agrupan misteriosamente al rededor de otra mayor central, como en Artá; ó bien blanquean en la punta de una leve colina, como cerca de Manacor. Aunque desmoronadas hoy en día, casi todas tienen su puerta, formada de dos grandes pedruscos, que hacen veces de jambas, y de otro que, á manera de dintel, sobre ellos se apoya. ¿Fueron sepulcros de los primeros pobladores, habi- taciones suyas, ó sagrada mansión de sus sacerdotes ? Para acia- rar esta cuestión, preciso sería saber qué religión profesaron. Nada confirma que fuese la suya la de los drúidas, como alguien ha pretendido ; mas la historia nos dice que se encuentran cons- (a) Abstúvose cuerdamente Piferrer de dar por averiguada la raza de los pri- mitivos pobladores de Mallorca, ni á la luz de las fábulas, etimologías y referen- cias sacadas de la clásica antigüedad por los historiadores del siglo xvii, ni á la de las modernas investigaciones etnográficas, cuyos progresos no alcanzó, y en las cuales habría acertado á discernir, como en todo lo prehistórico, lo poco que hay de ciencia de lo mucho que hay de hipótesis y sistema. Por mi parte no pre- sumo de llenar este vacío, dado que lo sea, mientras no emprenda el prolijo es- tudio que reclama, si ha de formar parte de un trabajo general, aquella época re- mota. 22 ISLAS BALEARES trucciones semejantes donde quiera que habitaron pueblos de raza europea ó de sus grandes ramificaciones ibera, etrusca, céltica y gala, entre cuyas prácticas supersticiosas menciona á veces las que constituían lo principal del druidismo. Además aquel mismo arte con que están alineados los pedruscos y las grandes dificultades que para ello hubo que vencer, son no leves indicios de que los erigió una civilización antiquísima; y si es cierto que el tipo etrusco se echa de ver en el recinto de la Tá- rraco bárbara, y que los tirrenos entablaron relaciones con los habitantes de la costa oriental de España, tal vez habría lugar á atribuir á esos pueblos el origen de estas obras. Sea como fuere, la posteridad las ha llamado con el nombre de construe- ciones ciclópeas : y si la antigüedad fingió agigantada estatura en los primitivos pelasgos, y con el dictado de Titanes los re- presentó escalando el cielo y hacinando montañas, trasladándo- se en imaginación á aquellos tiempos apartados, calculando los medios de que podía echar mano el ingenio del hombre, y á favor del incierto crepúsculo de que la lejanía y la duda los ro- dean, no es difícil ahondar el sentido del símbolo, figurarse agi- gantados los antiguos habitadores de Mallorca, y verlos con fuerza espantosa, sin ningún auxilio mecánico, arrancar de los montes aquellas masas, moverlas con fácil mano, alinearlas y sobreponerlas unas á otras (a). Afortunadamente el orgullo romano, que se desdeñó de es- tropear su lengua sonora con los nombres de los pueblos bár- baros, privando de este modo á los venideros de un conocimien- to exacto de las costumbres, leyes y situación de los mismos, apuntó la memoria de las prendas en que sobresalían los balea- res, y alguno de sus usos guerreros. (a) En el cap. IV de la tercera parte se extiende el autor acerca de estos mo- numentos, á propósito de los de Artá, que apellida druídicos, acabando por adhe- rirse á la opinión que no juzga aquí bastante confirmada. Allí encontrarán los lec^- tores un estudio tan profundo como erudito sobre la materia. ISLAS BALEARES 23 Desnudos se abalanzaban al enemigo, bien que en la paz, y mayormente en invierno, se cubrían con sisirnes ó pieles, de las cuales se despojaron después, cuando los fenicios les enseñaron á vestir túnicas adornadas con anchas guarniciones. Aunque ar- mados con broquel y lanza corta, era su arma peculiar la honda, en cuyo manejo no conocieron rivales: ceñíanse tres al rededor de la cabeza, ó una en ésta y otra en la cintura á manera de faja; hacíanlas de melancrania^ esto es, de crin ó de intestinos; y si no es infundada aquella tradición que asegura que los pa- dres negaban á los hijos el alimento, si primero no lo habían acertado con la honda, no es extraño que sus pedradas fuesen tan certeras y atravesasen á veces las mismas armas defensi- vas. Así los conocieron los foceos, que en la isla se avecindaron en cinco poblaciones, á Cuyo conjunto llamaron Pantaleu ( de haberlas tomado ya Abdalla, hijo primogénito de Muza, pocos años antes de la in- vasión de España por su padre, no por dependencia que tuvieran del reino godo, sino como presa tentadora por su proximidad, tanto á las costas de Africa como á las de la península. Por esta razón es de creer que, cimentado una vez en España el poder musulmán, se extendiese durante el siglo viii á las Baleares, aparte de las pasajeras vicisitudes que en su destino ejercieran las expediciones cristianas, protegidas por Carlomagno. La expugnación de Mallorca por los infieles en 798, á mi juicio, no fué sino recobro, al cual no tardó en seguir su nueva expulsión, no por parte de los imperiales griegos más débiles de cada día, sino por las huestes francas, que guiaba por aquellos años á la reconquista de Cataluña y aun á la de Barcelona el príncipe Luís el piadoso. En el siglo ix continuaron las alternativas: cupo el señorío de estas islas con el reino de Italia á Bernardo, hijo de Pipino y nieto de Carlomagno, por quien acaso las tenía el conde de Ampurias citado en el texto; pero desposeído el joven rey por su tío Luís, quedaron probablemente 4 20 ISLAS BALEARES tan continuos salteamientos, acudieron los baleares á Cario- magno, que el año siguiente les mandó poderosos auxilios: mas no pudieron éstos precaverles de caer debajo de la dominación sarracena, y á poco Armengol, ó Irmingario según el latín de la baja edad, conde de Ampurias, ya derrotó en aquellas aguas una escuadra que regresaba de Córcega; al paso que en 838, cuando Abd-el-Rahmán II ordenó al walí de Zaragoza que, con- gregando las banderas de la España Oriental, entrase por tierra de Afranc (Cataluña y Francia), las naves de Yebisat y Mayo- ricas (Ibiza y Mallorca) reforzaron la armada mora, que salió de Tarragona y saqueó las costas de Provenza. Dependiente del Emirato y después Califato de Córdoba, y gobernada por un walí (a)^ tomó la isla parte en casi todas las sin defensa. En 81 5 las asolaban los moros, señal de que eran aún cristianas; en 838 las poseerían otra vez, puesto que les servían de punto de partida para di- rigirse contra Marsella. Precisamente habían de influir en la pérdida de ellas los trastornos del imperio carlovingio y la conquista de Sicilia por los sarracenos. No obstante, de un texto de Aben-Adharí, traducido por el Sr. Fernández y Gon- zález, resultaría que de los años 848 á 5 o los isleños habían causado á los buques de los muslimes daños que el califa cordobés Abderramán II envió á castigar, y por los cuales dieron satisfacción completa, pidiendo aceptación de tributo y re- novación de pacto. No son siquiera de mentar las patrañas del P. Barrellas, en mal hora acogidas por Mut (lib. XI, cap. I), acerca de las escuadras imperiales en- viadas en 832 y 856 en socorro de los cristianos mallorquines; pero sí las inva- siones de los normandos, de que habla el cronicón de Sebastián en el reinado de Ordoño I (850-866): Majoricam^ Fermentellam et Minoricam Ínsulas adgressi, gla- dio eas depopulaverunt; de lo cual, sin embargo, no se desprende quiénes las po- blaran á la sazón, pues no hacían diferencia en sus estragos los feroces piratas septentrionales entre los seetarios de Mahoma y los adeptos de la verdadera fe, que muchos de ellos ya profesaban. (a) Una bula del papa Romano, citada por el P. Villanueva, en que conñrma al obispo de Gerona en 898 entre otras posesiones Ínsulas, Majorica scilicet et Minorica, da qué pensar si estarían á la sazón estas islas en poder de cristianos, á menos que digamos que en ellas toleraban cristiandad y clero los musulmanes, como más adelante, en el siglo xi, según un notable documento. Y parece acre- ditar la misma idea, de que hasta la entrada del siglo x no se estableció constante- mente en las Baleares la dominación sarracena, un fragmento inédito de Ibn- Khaldun, no publicado en su Historia de los Berberies, que tradujo el barón de Slane, y del cual tomó el Sr. Delgado interesantes noticias que suministró á mi amigo D. Alvaro Campaner : el manuscrito se me ha asegurado que pára en poder del Sr. Gayangos. De ellas resulta que el que sugirió al califa Abdalla la expedí- ción á Mallorca, y el que la dirigió y llevó á cabo, no sin obstinada defensa de los naturales, tomándoles una tras otra sus fortalezas, fué un muslime español de pro- ISLAS BALEARES 27 expediciones, y se constituyó centro del corso y piraterías con que los mahometanos trajeron atemorizado el Mediterráneo. También se hallaron sus naves y su gente en el sitio y asóla- ción de Barcelona, que por Julio de q86 ejecutó el hadjeb Mahomed-ben-Abi-Ahmer el Mansur; y si es cierto lo que las crónicas catalanas refieren, el condado barcelonés debió á los moros mallorquines la destrucción de algunos monasterios, par- ticularmente de San Cucufate del Vallés, San Pablo y San Pe- dro de las Puellas, cuya abadesa se llevaron cautiva á Ma- Horca. Pero el astro de los Omíades iba ya descendiendo al hori- zonte, y las guerras civiles comenzaban á desquiciar el imperio de los Califas cordobeses, cuando desgraciadamente para éste los mismos soberanos esparcieron sin saberlo la semilla de la división venidera. Ya el famoso batallador Mohamed el Mansur, para animar á los cabos de sus ejércitos, creó vínculos militares, señalándoles tierras, ó concediéndoles el gobierno hereditario de las comarcas donde sus posesiones estaban situadas: pero cuando Hescham II hubo salido de su encierro y triunfado de sus enemigos en el año 1013, gracias á su hadjeb Wadhah, al paso que revalidó muchos de aquellos, recompensó con otros á sus eslavos y alahmeríes, y de entonces dataron los estados feuda- les al principio é independientes á poco, de Tadmir (Murcia), Cartagena, Lecant (Alicante), Schatibah (Játiva), Almería y De- cedencia berberisca, Hixem el Jaulaní (quizá hijo de Julián)^ quien detenido en el puerto por obstinada tempestad, había tenido ocasión de observar la importancia y los recursos de la isla. En recompensa le confió el califa en 902 aquel gobierno que ejerció durante diez años, ocupado en edificar mercados, posadas, mezquitas, baños y otros establecimientos de utilidad pública hasta su muerte. Sucedióle in- mediatamente un Abdalla elegido por los habitantes, sin duda sarracenos, el cual se retiró después de muchos años embarcándose parala peregrinación santa; y aparecen luego como gobernadores, no sin intermedios acaso, Almowafek liberto del califa Abderramán III (947 á 969), Cutsar liberto de Alhakem II (970 á 999), y Mucatil hechura del hagib Almanzor, que falleció encendida ya la guerra civil en 1013:10s tres se distinguieron por sus incesantes desembarcos en las eos- tas de Cataluña y Francia, y singularmente el segundo en los dos sitios de Barce- lona. 28 ISLAS BALEARES nia, cabiéndole la tenencia de este último á Mudjehid-el-Dyn el- Ahmery, que fué grande amigo del difunto hadjeb Abd-el-Rah- mán, hijo del guerrero el Mansur. Corrían los años de 403 de la héjira y 1013 del Señor: el usurpador Soleimán por segunda vez se sentaba en el trono de los califas ; el verdadero soberano Hescham 11 había desaparea cido en la toma de Córdoba por las armas de aquél; y su fiel hadjeb Hhayrán, curado en secreto de las heridas que en aque- lia ocasión recibió, iba reuniendo fuerzas y disponiendo los áni- mos de los walíes más pujantes, principalmente de los herma- nos Aly-ben Hamud el Edrisita, de Ceuta, y Kasen-ben-Hamud, de Algeciras, para echar del califato á Soleimán y restituirlo á Hescham. Hierve en armas la Andalucía; y dos sangrientas batallas en 1016 ponen á Soleimán en manos de los vengadores de Hescham, cuya desaparición misteriosa abre la puerta á la ambición de sus parciales vencedores y á nuevas guerras. El walí de Denia Mudjehid-el-Dyn-el-Ahmery, como viese lo apurado y revuelto de las circunstancias, reunió los más bu- ques y gente que pudo, encomendó el gobierno de su estado á Abdalá, príncipe omíade, conocido por el Moaity de Córdoba, y en aquel mismo año se hizo á la vela para las islas de Ibiza y Mallorca, de que se apoderó {a). Era Mudjehid varón de singu- (a) Mudjehid, por sobrenombre Abul-jiyusd (padre del ejércilo), hijode Yusuf, hijo de Alí, mauli ó liberto del infortunado hijo de Almanzor, al huir de Córdoba, primero que de Denia, se posesionó de Tortosa, dice Ibn-Khaldun, y en Denia, á donde luego pasó, no tomó para sí el título de rey, sino que lo hizo conferir al refugiado Abdalla el Moaytí por respeto á la sangre Omíada que circulaba por sus venas. Era esto en Diciembre de i o 14, y por Marzo del siguiente año le llevó con- sigo Mudjehid á apoderarse de estas islas, que si bien pobladas de sarracenos, no se sabe qué gobierno reconocían en aquella anárquica situación. Enviado por el Moaytí, pasó Mudjehid desde Mallorca á Cerdeña con una armada de ciento veinte velas en Setiembre de 101 5, sufriendo allí un gran desastre: y hasta su vuelta á Denia, donde encontró ya fallecido el príncipe, no consintió en reinar, aunque.se- gún otra versión menos favorable á su lealtad, le privó de la soberanía y le condenó á destierro, donde vivió el Moaytí hasta el 1041. « Acostumbraba tener Mudjehid, añade Almakkarí, siempre dispuesta una considerable flota, con la cual hacía des- embarcos en las costas de Afranj y de Antalia; y mientras vivió no había buque cristiano que osara surcar las aguas del Mediterráneo.» Dozy le califica del mayor pirata de su tiempo y del más celoso protector de las letras. ISLAS BALEARES 29 lar discernimiento y grandeza de ánimo; y deseando hacer alarde de sus fuerzas por el Mar Romano, que así llamaban al Me- diterráneo los árabes, el año siguiente 407 de lahéjira (1016-1017 del Señor), partió de Mallorca para la Isla grande de los Cris- lianas^ llamada Sardenia (Cerdeña), y tomó á fuerza de armas sus principales fortalezas: bien que las enfermedades, el cansan- cío y las murmuraciones de la tropa, y un ejército cristiano apo- yado por una flota pisana, le precisaron á reembarcarse con rico botín, no empero sin sufrir un gran naufragio, y á regresar á Mallorca con las reliquias de su armada. Así, constituido emir de las Baleares por el valor de su brazo, aquel moro más de una vez llevó el terror á las playas italianas, dominó en Cerde- ña, y su nombre quedó consignado en las crónicas de la épo- ca (i); y es evidente que buena parte de aquellas acciones les cabría á los mallorquines, ya que su misma posición los hacía núcleo de las fuerzas marítimas de aquel caudillo, y punto de reunión, descanso y refugio de las embarcaciones. No seguiré- mos á Mudjehid en su vuelta al continente español y nuevas adquisiciones de territorio: baste indicar que murió en 1045, y fué el fundador del reino de Denla y de las Baleares. La oscuridad, que reina en esta parte de la historia españo- la, no permite que puntualicemos la serie de aquellos monarcas ó fakihes, como los llaman los documentos que más abajo men- taremos; y aun recogiendo cuanto en las memorias arábigas se encuentra, sólo podemos hacer una desnuda mención del hijo del fundador Alí-ben-Mudjehid el Mowafek, que aún vivía en 1058 (¿^), de Mohammed-ben-Ganya, del hijo de éste Ishak- (O Véase á Muratori, Rerum. Itali. Script, tomo VI, Crónica varia Pisana. (a) Alí-btn-Mudjehid, cautivado cuando joven en la malograda expedición á Cerdeña, y rescatado por su padre, heredó de éste la ciudad de Denia á lavez que las Baleares, como dice Conde, y de una y otras se titulaba jefe {dux) al otorgar en 1058 al obispo de Barcelona Gislaberto aquel singular documento en que so- mete perpetuamente á su jurisdicción todas las iglesias y clero de sus estados, confirmando la concesión de Mudjehid (véase Marca, Diago, Flórez y el apéndice núm. 3 I de esta primera parte), prueba irrefragable de la cónservación de la cris- 30 ISLAS BALEARES Abu-Ibrahim Abu-Mohammed, y de sus nietos Aly-ben-Ishak y Abu-Mohammed-Abdalá. Gobernaron las islas por los reyes de Denia Abu-el Abas- Ahmed-ben-Raschik, varón recto y docto, que las rigió hasta pasado el año de 1048, y después de él sus parientes los Beny- Schoeides de Murcia, que las mantuvieron en buena paz y jus- ticia (a). En buen hora las conquistó Mudjehid; pues como si tiandad en Mallorca bajo el señorío de los infieles, que permite atribuir menos antigüedad á nombres y cosas referentes al culto católico. Cómo al poco tiempo cesó .Ali de reinar en las islas no lo explican las historias arábigas, que unas le suponen desposeído directamente por Mubasher, y otras á éste le declaran suce- sor y antes liberto de un rey anterior, de Almurtadhi, tal vez sobrino de Mudjehid, tal vez alahmeri procedente de Andalucía, de cuya existencia no permiten dudar las monedas acuñadas con su nombre de 1087 á 1093. Lo cierto es que Alí, con- servando el reino de Denia perdió las Baleares, á pesar de su pomposo título de Ikbalud-daulah (■prosperidad del Estado) y de sus estrechos vínculos con los más poderosos reyes, siendo por su hermana cuñado del de Sevilla Muhamad-ben-Abed- Almotaded, y por su esposa, de mucha discreción y hermosura^y&vno deMuhamad- ben-Man, señor de Almería, aunque por otra parte lo era, si damos crédito á Ibn- Khaldun, de Yahya-Almuktadir-ben-Hud, rey de Zaragoza. Despojóle éste en 1075 del estado de Denia en castigo de la noble hospitalidad dispensada á unos pros- critos, y se lo llevó prisionero á su corte, donde murió Alí en 1081, más que oc- togenario sin duda, si no hay confusión, como recelamos, en la identidad de la persona, no sin haber sobrevivido cuatro años á su hijo Abu-Amir-Serajud-dau- lah, que entendiéndose con el Conde de Barcelona trataba de recuperar sus do- minios; razón por la cual, dicen, se desembarazó de él con veneno el rey Almukta- dir, extinguiéndose en él según toda apariencia la estirpe de Mudjehid. (a) Residiendo comunmente en Denia así Mudjehid como .Alí, tuvieron lugar- tenientes en las Baleares, y á los expresados en el texto hay que añadir Al-Aglab (el co7tquistador)^ á quien en 1037 nombró el primero para suceder á su propio sobri- no Abdalla, el cual á mi juicio nada tiene que vercon Mubasher, como se afirmaen una nota de Almakkarí, ni con otro Aglab nombrado en las monedas de Almortadhí. Tampoco hay razón para creer que empezara por gobernador para acabar por emir independiente este rey Almortadhi de quien nada más se sabe : antes parece que al emprender Aglabda peregrinación santa, le reemplazó en el gobierno Suleymán- ben-Maxihen, se ignora si á nombre, de Alí todavía ó de su sucesor en el trono. Este no pudo ser otro que el expresado .Almortadhí, sean cuales fuesen los medios de que para ello se valiera; al cual heredó por vía de adopción .Mubasher protegi- do suyo, si es que el simultáneo acuñamiento de monedas de ambos soberanos en 1091 y 1092 no arguye acaso reñidas competencias. Era .Mubasher un joven cautivo y eunuco, natural de Calah-Hymiar, en la comarca de Lérida, cuando en Barcelona, al parecer, se prendó de sus talentos y modales un embajador de .Al- mortadhí enviado al conde, y rescatándolo se lo presentó al soberano que depó- sitó en él su confianza. Debió corresponderá ella .Mubasher, según las nobles y ge- nerosas inclinaciones é insignes cualidades que se le atribuyen, y reinó á su vez con moderación y justicia, tomando el dictado de Xasirud-daulah (preservador del ISLAS BALEARES hubiese previsto los acontecimientos, ellas vinieron á ser el asilo y los únicos estados primero de sus descendientes y después de toda una dinastía. Convertidos los almorávides de auxiliares en conquistado- res de los emires españoles, que en su auxilio y contra los cris- danos los llamaran, y sojuzgados por ellos todos los reinos en que se había dividido el Califato de Córdoba, excepto el de Za- ragoza, el año 1095 general de los invasores Schyr-ben-Abu- Bekr envió una escuadra para que en nombre de su amo Yusuf- ben Taschfyn se apoderase de aquellas islas; y los habitantes, que supieron el vencimiento de toda España por las armas africanas, cedieron y juraron obediencia al príncipe de los al- moravides {a). Era, en fin, llegado el tiempo en que Italia y Cataluña de- bían traer á Mallorca la guerra y la desolación, que tantas ve- ees ella llevó á sus costas: la sangre cristiana vertida en Pisa, Córcega, Cerdeña y Barcelona, no había de quedar sin vengan- za. La república pisana, que como tan comerciante y marítima cargaba con la mayor parte del daño, apeló á las armas la pri- mera; y acudiendo al sumo pontífice Pascual II con una solem- ne embajada, á cuya cabeza iba el arzobispo Pedro, obtuvo ésta los honores de cruzada, las insignias de la Iglesia é indulgencia plenaria para los presentes, con facultad otorgada á Pedro de Estado), que transformaron en Nazaredolo las crónicas pisanas. De estos reyes de Mallorca posteriores á Mudjehid nada dicen las historias arábigas sobre las cuales escribió Conde la suya, al paso que ponen su atención en los simples go- bernadores. ta) Esta ocupaeión de las Baleares por la escuadra almoravide, que trajo y debió traer la fuerza de los sucesos, no quebrantó al parecer el cetro de Mu- basher ni mermó siquiera su autoridad, aunque de seguro tributaría homenaje al emir africano. Respetóle, no se comprende cómo, el huracán que volcó los demás tronos muslimes de la península. Veinte años llevaba de pacífico reinado, al apare- cer en 11 14 la enemiga flota italiana, contra la cual en el postrer apuro imploró Mubasher el socorro del jefe de los creyentes ; y á juzgar sólo por la relación de Almakkarí, incompleta en mi concepto, se creería que aquel llamamiento había dado á los almorávides La primera ocasión para apoderarse de .Mallorca con acha- que de defenderla. 32 ISLAS BALEARES aplicarla á cuantos participasen de la empresa (i). Cundió la noticia por aquellas comarcas, y avivó el entusiasmo guerrero y religioso: Roma, Luca, Florencia, Sena, Volterra, Pistoja, Lombardía, Córcega y Cerdeña enviaron sus gentes (2); y el són de las armas fué creciendo por toda la ribera del Arno, el cual se poblaba de embarcaciones. Apréstanse con grande ahínco naves, gatas^ drómonas ó taridas^ galeras, gorabos, barcas, currabios y otras especies de buques (3) : llénanse unas de ca- ballos, destíñanse otras para los comestibles; suben á éstas los soldados, y aquellas cárganse con torres de madera, puentes, escalas, arietes, ballestas, trabucos, testúdines y demás máqui- nas de la tormentaria entonces en uso (4) ; y al fin concluidos los preparativos, desemboca del Arno la escuadra compuesta de trescientos vasos (5), y da la vela á mediados de Agosto de 1114 de la Encarnación (i 113 de la Natividad). Después de tocar en Cerdeña, en donde se detuvo catorce días, á los tres de haber salido de aquella isla, que fué del 29 al 30 de aquel mes, movióse tan deshecha borrasca y tan densa cerró la noche, que sin más luz que los vacilantes fuegos encen- didos en las popas, y perdido el rumbo, torció la armada el ca- mino, y dividida y dispersa aportó á la costa oriental de Cata- luña. Mas al divisar la tierra con la claridad del día, creyeron los italianos era aquella Mallorca; y desembarcando armados, prendieron á los naturales que encontraron, con lo cual se des- vanecieron su error y alegría. Cobróla Cataluña con su llegada; y como no tenía menos ultrajes que vengar de parte de los mo- (1) No se nos oculta á cuantos pareceres y fábulas ha dado lugar esa expedí- ción ; pero guiados por las indicaciones de Campmany, no hemos perdonado me- dio para sacar en claro el suceso y confirmarlo, y afortunadamente los documentos, han venido en apoyo de los escritos coetáneos y de las crónicas, como se ve en los primeros números del Apéndice. (2) Véase el número 2 del Apéndice. (3) De todos estos, los tres primeros eran los mayores, las galeras hacían, particularmente el servicio de batalla, y las demás eran de menor porte. (4) Véase el número i del Apéndice. (3) Véase el número 3 del Apéndice. ISLAS BALEARES 33 ros baleares, alzóse un clamor general de guerra á Mallorca. Mediaron embajadas entre el conde de Barcelona, que era en- tonces D. Ramón Berenguer III e/ Grande^ y los recién venidos: los cuales, pues ya sabían de la prudencia y valor de aquel príncipe, le pidieron que, participando de la expedición, la capi- tanease; y cediendo gustoso el conde, fuése á San Felío de Guí- xoles, á donde abandonado el puerto de Blanes se había reco- gido la armada, acompañado de los obispos Raimundo de Barcelona y Berenguer de Gerona, de Nigelario abad de San Rufo, del conde de Cerdeña Bernardo Guillelmo, de Guillelmo Arnaldo vizconde de Cardona, del noble Guillelmo Gaufredo de Cervià, de Guillelmo Raimundo y de otros señores de su corte. Allí, á 9 de Setiembre, por mano de Bernardino cónsul canciller de los pisanos, en presencia de los demás cónsules, se- ñores, capitanes y prelados, extendióse el acta del convenio, por el cual los coaliados conferían el mando al barcelonés, y él les prometía seguridad, protección y defensa en sus estados para sus personas y haberes, les eximía del pago de ciertos derechos, y á sus naves que naufragasen en sus costas las declaraba ex- ceptuadas de la ley de naufragio. Sin embargo, la soldadesca, que como voluntaria no había al alistarse tenido en cuenta las dificultades, ya murmuraba del retardo: los más avisados callaban cuánto les pesaba de la ex- pedición; pero los apocados decían sin rebozo sus deseos de volverse á Italia. En esto sobrevino peste en el campo, azote común de los ejércitos en aquellos siglos; y menester fué para distraerles de su arrepentimiento y tristeza que sucesivamente llegasen las tropas que conducían el señor de Montpeller, Aime- ric vizconde de Narbona, el conde de Ampurias, Raimundo Baucio señor de Arles, y otros potentados de aquellas partes de la Provenza y Cataluña, que también trajeron notable re- fuerzo de embarcaciones. Mandó entonces el prelado Pedro que zarpase la flota de San Felío; y enderezando el rumbo hacia Salou, llegó ella allá después de correr una tormenta: y como 34 ISLAS BALEARES venía entrando el invierno, é iba desvaneciéndose toda esperan- za de hacerse á la mar con buen éxito, otra vez reventó el des- contento con tanto grado, particularmente en los luqueses, que no se pudo recabar de muchos que no se volviesen á su tierra, como lo efectuaron. Con esto, la armada hubo de irse á invernar en Barcelona; y la mayor parte de las naves pisanas regresaron á Pisa á mediados de Enero de 1114, quedando repartidas las tropas italianas por el Ampurdán y la Provenza, entreteniendo el ocio del alojamiento con ejercicios militares y con las fiestas guerreras de la caballería. No fué perdido aquel invierno para la empresa: los arma- mentos se continuaron con más ardor en Pisa y en Barcelona; y tanto manifestó interesarse por ella el sumo pontífice, que envió á aquellas ciudades el cardenal legado Bosón, para que dirigiese los esfuerzos, animase á los desalentados, y activase la ejecu- ción del proyecto (i). Por la primavera, ochenta naves pisanas botadas del Arno al mar probaron el celo con que la república abrazara la conquista de Mallorca; y Génova, su rival, bien pudo palidecer con sombrío presentimiento al verlas pasar pomposas y pintadas, y marchar á una acción de que se privó voluntaria- mente. No hay para qué referir la alegría de las tropas al re- unirse con los recién venidos: quinientos buques cubrieron las aguas de Cataluña, con novecientos caballos á bordo, amén de la gente y pertrechos; y la mar mansa, el aire próspero, trému- los los gallardetes y banderas de popa, y ellos favorecidos de los remos, aportaron á Salou el día de la Natividad de San Juan Bautista, pasaron en seguida á los Alfaques, y hecha agua- da en el Ebro, zarparon para las Baleares. Tras brevísima na- (i) El nombramiento y venida del legado pontificio, aunque indiquen lo con- trario los cronistas y Campmany, aconteció en este intermedio, como así resulta del contexto de los documentos de donde lo tomamos. El Gesta, íriumphalia., nú- mero 3 del Apéndice, no menciona al cardenal hasta la segunda partida; el poema de Laurencio la marca con palabras explícitas, número i, y el convenio nada dice de Bosón, núm. 2. ISLAS BALEARES vegación, dejando á un lado la Palomera, arribó la armada á Ibiza, sitió estrechamente la ciudad, y después de repetidos ata- ques por mar y tierra, en los cuales el conde de Barcelona hizo gran prueba de su valor, apoderáronse los cruzados del último fuerte á lo de Agosto, y arrasadas las fortificaciones y hecho reparto del botín, partieron para Mallorca. El 15 dieron vista á la bahía; y desembarcando en la fiesta de San Bartolomé, mar- charon al otro día hacia Palma, y resolvieron atacarla por el lado de oriente. El walí, que la gobernaba por los almorávides (¿?), no les dejó tiempo ni espacio para acercarse á las murallas; antes sa- liendo al campo raso, ordenó sus fuerzas en dos gruesas divi- siones, y presentóles batalla. Reñido anduvo el choque, y en todos los trances fueron buenos los catalanes, cuyo conde rom- pió su lanza en las primeras cargas, atravesando con ella al jefe de la vanguardia enemiga. Rechazados con gran pérdida, encerráronse los moros en la plaza; y si bien por segunda vez se presentaron á pelear, fué para dejar gran botín en caballos y armas á los cristianos, que comenzaron á sentar sus reales, estrechando más y más el cerco, sin que fuesen parte para re- traerles del empeño los parlamentarios, que á fin de ganar tiem- po el walí les enviaba. Continuaron las salidas de los sitiados, y con ellas las victo- rias de los sitiadores, que en una de las refriegas picaron su retaguardia hasta tocar las puertas de la ciudad; y como enton- ees pudieron ver-de cerca su buena disposición y fortaleza, de- cayeron de ánimo no pocos, y desesperaron de conquistarla.— Estaba ella dividida de manera que formaba cuatro recintos, pues que el primero encerraba otros tres también fortificados. Apellidábase este Arabathalgidit (ciudad nueva) por los cronis- tas; era el segundo la llamada ciudad vieja; detrás asomaba la (o.) Xo era walí, como he observado, sino emir, y es incierto que la gobernase por los almorávides. 36 ISLAS BALEARES Almudayna; y el cuarto contenía la Zuda ó alcázar, que ya bien fortalecida con numerosas torres, era inexpugnable por mar por estar asentada sobre un precipicio que lo dominaba {a). Llamábanse con el común nombre de Mallorca, y por entre ellas corría el torrente Ezechín, que en tiempo de lluvias se pasaba por cinco puentes (i). Alentados empero los cruzados por el ejemplo de sus jefes, destacaron partidas que saqueasen los ganados de la isla y tra- jesen toda suerte de comestibles; y renaciendo con la abundan- cia y refresco la confianza y la alegría, comenzaron á armar sus tornos, gatas, manganas y ballestas, fabricaron dos castillos de madera que vencían la altura de las murallas, cubriéndolos con cueros de buey para precaverlos de los tiros enemigos, y rom- pieron un vivo ataque contra la ciudad. Salieron los moros á estorbar que se allegasen los castillos á las fortificaciones, pero en vano: las máquinas del campo barrían los adarves y aporti- liaban los muros, los cuales eran socavados por los zapadores, y reciamente batidos por dos grandes arietes que de los casti- líos salían. Abierta por fin la brecha, dispúsose todo para el asalto, y se echaron dos puentes desde los castillos á las mura- lias; mas fué inútil aquella tentativa, y rechazados por el valor de los sitiados y por el estrago que en sus filas hacían las enor- mes moles que de dentro disparaba una máquina, replegáronse á los reales con grande algazara y contentamiento de la moris- ma. Volvieron al ataque el día siguiente al medio día: ya los peones habían echado á los defensores de la brecha, ya se inter- naban por la plaza confiados en el refuerzo de la caballería que (a) Un siglo más tarde, al tiempo de la conquista de Jaime I, había ya desapa- recido la segunda cerca que separaba la ciudad vieja de la nueva; y fundidos con el nombre de villa, para distinguirse del recinto de la Almudayna ó ciudadela, los arrabales antiguos y modernos, toda la robustez de la fortificación se había tras- ladado al muro exterior que ceñía en su vasto ámbito á la ciudad entera con foso y barbacana. (i) Véanse los números i y 3 del Apéndice. ISLAS BALEARES 37 iba detrás; cuando, no pudiendo los jinetes atravesar el foso en buen orden, é introducida la confusión por la angostura misma del paso, comenzaron algunos á volver riendas, y acarrearon la retirada de los demás caballeros, para lo cual no fueron tal vez poca parte ya la memoria de la derrota de la víspera, fresca todavía, ya el continuo y furioso disparar de las vecinas alba- rranás y albacaras. Al verlo los sitiados, alzaron grande es- truendo de añafiles y atabales, y con horrenda vocería de ata- quebiras de todas las calles y plazas salieron revueltos jinetes con infantes y alancearon fieramente á los cruzados. Sucedieron otros combates no menos infructuosos; y las enfermedades y el invierno vinieron á acrecentar el desaliento y la tristeza. Cubriéronse las tiendas lo mejor que se pudo, fabri- cáronse chozas, apartáronse un tanto de las murallas los casti- líos; y como después los moros les pegasen fuego por la noche, se llevaron á los reales, y se comenzó á repararlos y á construir otros dos: en esto y en hacer correrías por el interior de la isla para abastecerse, se pasaron los últimos días de Octubre y el mes siguiente. Acercábase Navidad; el hambre se encrudelecía ya en la plaza, y los rigores del frío hacían más sensibles los de aquella, cuando falleció el walí de Mallorca, á quien la crónica apellida el rey Nazaredolo ó Nazaredech, y le sucedió Bura- bé (a). Entretanto, impaciente el conde D. Ramón Berenguer, y ganoso de venir á las manos, salió al campo á esperar á los sa- rracenos, que echaron afuera muchas taifas de caballería y acu- dieron con grande esfuerzo. Mas sin darles lugar á tenderse {ct) Abú-Rabí-Suleymán era el verdadero nombre del que en situación tan desesperada sucedió á su pariente Mubasher, defendiendo tres ó cuatro meses la ciudad hasta donde alcanzaron sus fuerzas. Antes de morir de pura tristeza Nasi- rud-daulah, había llevado al África áviso del apuro de los sitiados un capitán de carabela llamado Abú-Abdalla-ben-Maymún, saliendo del arsenal á favor de las tinieblas y burlando á los sitiadores que le perseguían; pero por más prisa que se dió el emir de Marrueeos á enviar una escuadra de trescientas velas, llegó ya tar- de para el socorro. 38 ISLAS BALEARES por la campaña, embistióles con su gente junto á la puerta que miraba á Portopí, con tanta furia, que arrancándolos con mucho destrozo, presentaron ellos las ancas de sus caballos á las armas de los cruzados; y ya á lanzadas los metían estos en la plaza, cuando un dardo arrojado de las almenas hirió al conde en el brazo derecho. Levantaron los de las murallas regocijada grite- ría, pues le creyeron muerto; y allí comenzó entre ellos y los del campo uno de aquellos combates de insultos groseros é in- jurias, con que en la baja edad se daba frecüentemente treguas á las armas, predisponiendo con los tiros de la lengua, si así puede decirse, el furor del brazo y la sed de venganza para otra refriega. Esto resultó entonces, pues enfurecidos los cruzados arri- marón los castillos á los muros; y tanto los batieron con las máquinas, que abierta la brecha á principios de Febrero de 1115, ordenaron el asalto. Dióse por tres partes á un mismo tiempo: diez veces subieron los tercios, y otras tantas fueron rechaza- dos; hasta que entrando unos pocos, abrieron el paso á los demás, que se apoderaron del primer recinto, haciendo horrible estrago y alojándose por las casas y mezquitas saqueadas. Al punto arrasaron cuantos edificios era menester para que pasa- sen los castillos; y combatiendo la ciudad vieja, rompieron con las máquinas los muros, y empezaron á cegar los fosos con las ruinas y los cadáveres. Aterrados los de dentro, enviaron al conde de Barcelona quienes le participasen que se rendirían, si se salvaba las vidas y aseguraba la libertad á la gente de gue- rra. Convocó, pues, el barcelonés los cabos y prelados, y mien- tras contra el dictamen de los últimos procuraban él y el conde de Ampurias persuadirles que viniesen en aceptar la capitula- ción, entró armado Pedro Albithón, caballero pisano, quien con gritar que ya los de Pisa asaltaban los muros, disolvió el con- sejo, pues cada cual corrió á participar de los peligros de sus camaradas. El conde, empero, que tan desairado se veía, no quiso lidiar, y aun prohibió á los suyos que tomasen parte en el combate: sin embargo, la gritería de los combatientes que im- pávidos despreciaban los tiros de las algaradas y ballestería enemigas, el estruendo de las armas, la voz de los jefes que cada cual animaban á los suyos, el continuo redoblar de los 39 atabales y el resonar de las trompas y chirimías, la impaciencia délos catalanes, y sobre todo su mismo ardor guerrero, sin duda le hicieron ceder de su primera resolución, ya que entrado el segundo recinto, mientras la espada de los italianos derra- maba la muerte por casas, calles y mezquitas, se le vió más hu- mano acoger bajo de su protección á la aljama entera de los judíos, que en sus manos se puso. Fué esta acción á 22 de Fe- brero; y como aquel recinto contenía lo principal y los más de los edificios de Mallorca, el saqueo dió un botín riquísimo, al paso que la mortandad corrió allí parejas con la grandeza de los tesoros recogidos. Tras de aquella escena de desolación y muerte, vióse otra toda enternecimiento y regocijo; rompiéronse las cadenas que aherrojaban á los cautivos cristianos, y más que los abrazos y las bendiciones, realzaban aquel cuadro el silencio y las lágrimas que de todos los ojos en abundancia co- rrían. Animados con aquel triunfo, avanzan los castillos contra la Almudayna; atácanla por un ángulo, toman la torre que lo de- fiende, huyen los más de los moros al último recinto: los que quedan, más animosos que discretos, piden seguro; y al ver que lejos de otorgárselo suben de todas partes los cristianos, enea- ramándose por las máquinas y asiéndose de sus cuerdas los que no entraron por la brecha, imitan al fin á sus compañeros y se encierran en la fortaleza superior. Mas nada puede detener el ímpetu de los cruzados: aportillan los muros, rompen las puer- tas herradas, y á primeros de Marzo toman aquel recinto, den- tro del cual encuentran grandes tesoros y la familia de un walí, que la crónica apellida el rey Mortada. Pero aquella parte esta- ba erizada de torres, que era preciso ir ganando á viva fuerza; y en tanto, viendo Burabé que sólo le quedaba el cuerpo principal 40 ISLAS BALEARES del alcázar, apeló al único medio que de salvarse le restaba, fué descender por el precipicio, sobre el cual que ya dijimos estaba asentada la fortaleza, y tentar la fuga embarcándose: mas cayó en manos de Dodón, que tenía á su cargo la custodia de toda la bahía. Cuentan que entonces los de dentro confirie- ron el mando á un moro español llamado Alanta, quien como conociese lo apurado del trance, más dichoso que su antecesor, logró burlar la vigilancia de los marinos sitiadores. Al saber los cristianos la prisión de Burabé, acercaron dos castillos y dos manganas al alcázar; y como no pudiesen salvar de profundos los fosos y barbacanas, cegáronlos con maderos y escombros, hasta que sobre ellos pasasen aquellos ingenios. Desde los castillos, más altos que las torres del alcázar, rom- pieron un porfiado combate, y echaron dos puentes sobre la muralla, mientras no cesaban el batir de las manganas ni el dis- parar de la ballestería. Entran por los puentes espada en mano, no siendo el conde barcelonés de los postreros; derriban á cuantos á su paso encuentran, y se derraman por las cámaras del palacio, llenas de moros de ambos sexos y de todas edades. A unos por el filo de la espada; á otros precipitan de las pasan ventanas y torres al foso y al mar; quien se ensaña en los va- mu- roñes, quien encadena y mata sin piedad á las mujeres; y chos, más compasivos ó astutos, reservan á los que prenden para el cautiverio. Cae la techumbre artesonada, desprendida y rota por las llamas: mas aunque el incendio consumió gran parte de las riquezas que aquella regia morada contenía, salvá- ronse no pocas, y la iglesia de Pisa se llevó en donativo los más de los palios, cálices y otros preciosos ornamentos sagrados, que los moros debieron de recoger en sus correrías. Fué la toma del alcázar á primeros de Abril, y con ella quedó de todo punto rematada la conquista de Mallorca. Grande fué aquella expedición bajo todos aspectos, y mu- cho mayor si á las dificultades se atiende: el número de las em- barcaciones y la importancia de los aprestos no sin crecido coste debieron de efectuarse en aquellos siglos, en que las máquinas de batir abultaban tanto y dificultaban el transporte; hubo que atravesar aguas casi desconocidas, ya que los pilotos pisanos tan buenamente creyeron que Cataluña era Mallorca; las enfer- 41 medades y los retardos diezmaron los batallones; las tempesta- des hicieron descaecer á los más intrépidos; y el rigor de las refriegas y duración del sitio pusieron á prueba el valor y toda la constancia de los soldados; tanto, que no sin fundamento pu- diera citarse esta empresa como uno de los más interesantes episodios de las cruzadas, pues que fué una cruzada verdadera. Pero el espíritu guerrero de aquellos siglos no era á propó- sito para retener lo que las armas conquistaban; y á la costum- bre agregábanse entonces las circunstancias particulares del ejército aliado. Las tropas, como gente levantada voluntaria- mente, harto habían hecho con permanecer constantes hasta el fin: movidas por el celo religioso y por el entusiasmo caballe- resco iban en busca de peligros y aventuras, y querían regresar á su patria luego que aquel fervor se entibiaba; acostumbradas á hacer la guerra en países del continente no muy apartados y á retirarse á sus hogares durante la temporada de invierno, sin duda deseaban ya abrazar á sus deudos, esposas é hijos;" y las mismas riquezas, más ó menos considerables, que cada cual ha- bía adquirido en el saco y reparto, les estimulaban á ponerlas en salvo y á gozar de ellas como gente aventurera, esto es, á disiparlas los más en el ocio de la populosa Pisa ó de Florencia la bella, y hacer sonar muy altas las hazañas propias y encuen- tros habidos en la expedición. No sabemos si hubieran acogido gustosas la propuesta de permanecer en las Baleares. Además componíase el ejército de soldados de varias naciones; variedad nada propia para retener lo conquistado, ya que faltaban el centro común y el común modo de pensar y objeto, que son el alma de los armamentos nacionales. Luqueses, romanos, lom- bardos y provenzales habían acudido en partidas sueltas, sin formar cuerpo compacto, cada una al mando de capitanes aven- 42 ISLAS BALEARES tureros ó de sus señores feudales: los písanos y los catalanes, bien como más organizados, más numerosos y puestos bajo las órdenes inmediatas de sus jefes soberanos á fuer de ejércitos nacionales, eran el núcleo de aquellas fuerzas; mas los prime ros, distraídos con su gran comercio con los pueblos de Levan- te, ya un tanto indispuestos con Génova cuyos progresos esta- ban celando, muy difícilmente hubieran podido atender á la posesión de las Baleares, harto distantes de su ciudad; y los segundos no tenían tan seguras de los ataques de los moros sus fronteras, ni tan dilatado su dominio, ni tan adelantada su naciente marina, que á su placer y sin riesgo pudiesen mantener ondeantes en el alcazaba de Mallorca las barras de sus condes. Sea como fuere, los cruzados, arrasadas primero todas las for- tificaciones, desampararon la isla á poco, llevándose los de Pisa preso á Burabé y á la esposa é hijo del difunto Nazaredech, que ambos recibieron el bautismo (i). Todas las consideraciones susodichas cobraron más peso entonces con las correrías que hacían los moros por tierras del conde de Barcelona, y que reclamaban su presencia, y sobre todo con la flota que aquel mismo año de 1115 (509 de la hègira) aprestó el califa Yusuf, para ir en auxilio de aquellas islas: y si á los historiadores árabes creemos, de sola la fama de que se acercaban las naves de los muslimes huyeron los cristianos, que no osaron esperar los echaran por fuerza de ar- mas (2) (a). (1) Los escritores antiguos refieren que aquella dama mora había sido muy compasiva para con los cristianos, y que por lo mismo los cruzados le prodigaron honor y respeto. Asegúrase que el hijo tomó en el bautismo el nombre de Lam- berto, y llegó á obtener una dignidad eclesiástica en la catedral de Pisa, en la cual hay un cuadro, que por 1784 pintó en Turin Lorenzo Pecheux, y representa el bautizo del moro. En Florencia existe un monumento de aquella expedición : en la puerta meridional del Baptisterio de San Juan se ven á una y otra parte dos co- lumnas de pórfido, que son las mismas que los písanos regalaron entre otros ob- jetos á los florentinos, por los servicios que durante su ausencia les prestaran tomando á su cargo la custodia de su patria. (2) Conde, Árabes en España, tom. 2, página 206. {a) «Tan pronto como los cristianos, dice Almakkarí, se cercioraron de la par- ISLAS BALEARES 43 Mas no por esto se menoscabó la importancia de aquella empresa, ni quedó infructuosa: abatióse el orgullo moro, que poblaba el Mediterráneo de embarcaciones piratas; quitado el temor, renació la concurrencia en los puertos de Cataluña y Provenza; y con tan gran derrota aprendieron los sarracenos á temer por sí, y á admitir más estrechas relaciones comerciales con los cristianos, ya que á poco les veremos celebrar tratados con éstos, al paso que por mucho tiempo sus piraterías no lie- garon ni con mucho á lo que antes. No es para este lugar la enumeración de las ventajas que la conquista de Mallorca re- portó al condado de Barcelona, causando la organización de mayores fuerzas navales y el trabajo y actividad consecuentes á la grandeza de los armamentos: el conde sobre todo tanto ánimo cobró, que visitó Gènova y Pisa para ajustar una alianza é ir con una segunda cruzada á libertar la Iglesia de España; y á mediados de Setiembre de 1120 ya pudo celebrar con el walí de Lérida un convenio que no podemos pasar en silencio.— tida de tan formidable armamento, desistieron de su empresa y se retiraron, lie- vándose empero consigo tanto botín y tantos cautivos, que partieron sumamente alegres y satisfechos. Al volver á su tierra, fueron asaltados por una tormenta que dispersó sus galeras, y á cuatro de ellas arrojó sobre la costa de Denla, cuyos ha- hitantes salieron á darles caza, logrando capturar á tres y escapándose la otra. Los muslimes, al llegar á Mallorca, hallaron arruinada la ciudad y desiertas sus calles : todo alrededor llevaba el aspecto de asolamiento y ruina. Viéndolo Ibn- Tafertas que mandaba la escuadra, ordenó que los almorávides y demás soldados y marineros que componían la expedición se quedasen á reedificar la ciudad : así se hizo luego que volvió el pueblo que había huido á las montañas; fué reedifica- da como antes y repoblada, agregándose á los vecinos muchos de los soldados expedicionarios.» Cuenta luego que el amir de Marruecos dió el gobierno de la isla, ya sometida á su poder, á uno de los más bravos oficiales de los de Lamtuna, V/athur ;otros Ouannur) ben-Abi-Bekr, confiriéndole el mando de una división de quinientos caballos, y que el nuevo gobernador se hizo excesivamente odioso á los habitantes por las innumerables vejaciones que les impuso, entre otras la de man- darles el abandono completo de la ciudad y fabricarse tierra adentro otra. Siguió- se de aquí un tumulto, cuyos jefes fueron presos y ajusticiados por orden de V\/athur; con lo cual se exasperó hasta tal punto el pueblo de la isla, que se su- blevó de nuevo contra el gobernador y le redujo á prisión. Entonces enviaron una embajada á Alí-ben-Jusuf, quien oídas sus querellas les perdonó, y les envió otro gobernador, que prendiendo á VVathur, le remitió á Marruecos cargado de cade- nas. El novísimo gobernador no era otro que Mohamed-aben-Ganiyah, jefe de una célebre dinastía que habrá de ocuparnos más adelante. 44 ISLAS BALEARES Después de jurarse en él mutua amistad, D. Ramón Berenguer prometió aprontarle al moro veinte galeras y tantos gorabs ó gorabos cuantos necesitase para transportar á Mallorca doscien- tos caballos entre cristianos y sarracenos; y el walí, que se denominaba Avifilel, convino en enviar al conde en rehenes sus hijos y cuantos el barcelonés designase, y en entregarle varios castillos y lugares, estipulando empero que todo quedase efec- tuado para el siguiente mes de Agosto (i). Masía historia nada dice de aquel tratado ni de sus efectos; y sólo por los años de 1134 menciona en Lérida al walí Abu Zakarya-ben-Ganya, famoso guerrero y capitán de las fuerzas almorávides en aque- lias tierras, el cual ganó á los cristianos la sangrienta batalla de Fraga (2). Entre tanto había aparecido en África la secta de los al- mohades, que obedeciendo el fanático impulso de su fundador El-Madhy y del sucesor de éste Abd-el-Mumen, conmovía el poder de los almorávides de tal manera, que el emir de Marrue- eos y príncipe de estos Aly-ben-Yusuf hubo de mandar á su hijo Taschfyn, que dejando la España, donde andaba sometién- dolo todo al imperio de su dinastía, acudiese prontamente con la flor de su caballería al Africa. Su partida fué en España la señal de la sublevación contra los almorávides; y encendiéndose las primeras centellas en el Algarbe, cundió el fuego por la Andalucía hasta Valencia. Al ver el ya nombrado Abu Zakarya- ben-Ganya, á quien Taschfyn al partir dejó de general de todas las tropas almorávides, que todos sus esfuerzos no bastaban para apagarlo, temió por la pérdida total del dominio de aque- líos en la península, y escribió á su hermano Mohamed-ben-Aly- Ebn-Ganya que, saliendo de Sevilla con todas sus naves y gen- (1) Véase el número 4 del A-péndice. (2) Al lado de la firma del conde va en el documento la del walí en árabe ; y como es bastante larga, tal vez tradueida arrojaría alguna luz sobre el particular, si.ya no es una alabanza de Dios ú otra fórmula religiosa de las que entre los mu- sulmanes solían hacer veces de firma. ISLAS BALEARES 45 te, tomase al paso las que hubiese en Almería y fuese á fortifi- carse en las Baleares: lo cual el hermano al punto puso por obra (a). Corrían entonces los años de 1144: el hijo de este Mohamed y sobrino del general Abu-Zakarya, llamado Abu- Mohamed-Abdala, tras una larga defensa había tenido que ca- pitular en Játiva y retirarse á Almería, en donde aún eran pode- rosos los de su bando; y si bien, mientras su tío pudo en (a) Según Almakkarí, como queda dicho, pasó Mohamed-ben-Alí-aben-Ganiyah á Mallorca mucho antes, en i 126, nombrado gobernador por el amir en reempla- zo de VVathur, y no enviado por su hermano Yahya, por otro nombre Abu-Zakaría, que es el mismo que hallándose de walí en Lérida derrotó al pie de los muros de Fraga á Alfonso el "batalladora y que sostuvo en Andalucía la vacilante fortuna de los almorávides contra los insurgentes alentados desde África por los almohades. Verdad es que á la misma causa se consagró Mohamed desde este rincón con igual celo que su hermano, á quien ofreció dos de los seis hijos que consigo tenía, Abdalla é Ishak, á quienes su tío dió los gobiernos de Granada y de Carmona, y antes Abdalla se había señalado ya en el de Valencia de donde al fin lograron echarle los rebeldes. Llamólos de Andalucía su padre al ver acercarse la ruina del imperio Almoravide que espiró con el famoso Aben-Ganiyah su intrépido defen- sor en la vega de Granada, y mandóles acudir con su escuadra ; pero cuando ro- deado de ellos se preparaba á salvar si podía del naufragio común su pequeño estado, vínole el daño de donde menos recelaba. Ofendido Ishak de la preferencia dada al primogénito Abdalla para heredar el reino, entrando en conspiración con algunos Lamtunies, no sólo dió muerte al antepuesto hermano, sino á su mismo anciano progenitor; y anticipándose luego á sus cómplices que trataban á su vez de derribarle, atacólos en sus propias casas y logró acabar con ellos. Empezó á reinar en i i 5 1, y dedicado á plantar y á fabricar, desmintió de pronto con el tcm- piado y discreto ejercicio del poder el sangriento modo de adquirirlo; mas no tardó en cambiar, disgustando á los habitantes y hasta á su general de mar Lob- ben-Maymún (*), principal apoyo de su elevación, que se pasó entonces á los ene- migos almohades. No se descuidó Ishak, sin embargo, á pesar de la sangre almo- ravide que por sus venas corría, y de la hospitalidad dada al poderoso adversario de la nueva dominación, Aben-Said-ben-Mordanisch, dueño de la costa de enfren- te desde la embocadura del Ebro hasta Cartagena, el cual murió en Mallorca ha- cia 1 172, no se descuidó, repito, de cultivar relaciones, y no de simple amistad sino de dependencia, con el califa almohadc Abu-Yacub, á quien tenía costumbre de enviar presentes de cristianos cautivados en sus anuales expediciones por las costas de Cataluña y de Provenza. Ganó á Tolón, prendió al vizconde de Marsella Hugo Gaufredo, celebró con Génova el tratado de que habla el texto, y acabó sus días en i 184. Ha sido menester adelantar estas noticias para rectificar y aumen- tar las incompletas de que pudo disponer en su tiempo Piferrer, no todavía publicadas las historias arábigas que le hubieran ahorrado tantas suelto conjeturas re- tantos y problemas. ( ) Hijo probablemente de Abdalla-ben-Maymún que durante el sitio de los písanos llevó al África el arriesgado mensaje. ISLAS BALEARES Andalucía sostener un tanto el desquiciado dominio de los almo- ravides, hizo él frecuentes algaras por tierras de Valencia, al fin desamparó para siempre la España, y pasó á Mallorca á reunirse con su padre. Ya era tiempo de que lo hiciera: pues venidos del África los almohades, habían comenzado á dar ayuda á los sublevados; y tomada luego Marruecos, corte de los almorávides, finó la dominación de éstos, y fueron vanos el saber y la constancia de aquel gran varón Abu-Zakarya-ben- Ganya, que después de defender la Andalucía á palmos falleció de sus heridas el año 543 de la hègira, ó 1148 del Señor, lio- rado como el postrer almoravide por los suyos, que perdida Granada por 1157 á 1158 dieron la vela para las Baleares. Así vinieron estas á ser el único asilo de los almorávides: pero ¿aquellos jefes eran descendientes de Mudjehid, el conquis- tador de las islas? No podemos satisfacer de un modo termi- nante á esta cuestión, y harto á pesar nuestro hemos de caminar sobre cálculos y suposiciones. Los jeques ó emires de Denia, cuando el llamamiento de Yusuf-Taschfyn por los régulos ára- bes españoles y su consiguiente venida, si bien al principio en obsequio del africano vistieron el albornoz negro, color de los abásidas, también después fueron del número de los desconten- tos; y la historia en el año 1092 (484 de la hègira) trae la toma de Denia por las armas del general almoravide Dawd-ben- Aischa. Además, habían mediado relaciones de parentesco entre la familia de Mudjehid y varios jeques árabes; el de Valencia al parecer era cabeza de sus vecinos, los cuales, incluso el de Denia, vinieron á confundir sus estados con el de aquel y á for- mar un solo reino; y aunque un ahmerí, el cadhí Ahmed-el- Moafery, entregó traidoramente Valencia á aquel general y se alzó por entonces con el reino y el favor de Yusuf, no se halla ya mención de Aly hijo de Mudjehid después del año 1058. Hay pues que hacer dos suposiciones: que Mohamed-ben-Aly- Ebn Ganya era uno de los hijos de Aly, como lo indica su nom- bre, y nieto de Mudjehid; ó que arrojada de Denia la familia ISLAS BALEARES 47 de éste, y sujetada después Mallorca en 1095 por las fuerzas de Schyr-ben-Abu-Bekr, fundó el Ben-Ganya una nueva dinastía de reyes de las islas (a). Ni tampoco aclara las dudas la amistad que al parecer unió á los Beny-Ganyas con Abu-Abdalá- Mohamed-ben-Saíd-ben Mordanisch, rey de Valencia y de la España oriental, según le titulan los historiadores árabes, el cual, no siendo ni almoravide ni almohade, pero sí enemigo de este bando, organizó por algún tiempo un estado que se exten- día desde los confines de Cataluña hasta Cartagena, compren- diendo Miírviedro, Játiva, Denia, Alicante, Lorca y Murcia, y falleció en Mallorca el año de 1172. Sin embargo, á Mohamed-ben-Ganya le llaman los docu- mentos hijo de Aly, bien que no se particulariza fuese éste el hijo y sucesor de Mudjehid. Sea de esto lo que fuere, Mohamed tuvo dos hijos, Abu-Mohámed Abdalá y Abu-Ibrahim-Ishak: del primero, que en España tanto secundó los esfuerzos de su tío Zakarya, y se distinguió con la defensa de Játiva, ninguna men- ción vuelve á hacer la historia; y en 1181 ya había ascendido al trono de las Baleares el segundo, su hermano Abu-Ibrahim, que por entonces firmó un tratado con la república de Génova. Pero en gracia de la claridad, désenos que retrocedamos un tanto; y tomando las cosas de su origen, veamos si se pueden traslucir los antecedentes que á aquella república la movían á tratar con los isleños (<5). (a) Aunque hijos de un Alí (nombre tan común entre los árabes) los dos her- manos Aben-Ganiyah, Yahya y Mohamed, nada tenían que ver con la estirpe de Mudjehid, cuyo hijo Alí, señor de Denia, es bien distinto del Alí-ben-Yahya-Alma- sufi, padre de los dos célebres caudillos, con quien el califa Yusuf casó á una de sus parientes llamada Ganiyah. Nueva pues era en Mallorca la dinastía de los Aben-Ganiyahs, que contó tres generaciones de reyes, así como dos la de Mud- jehid. (b) Ninguna parte tomaron los genoveses en la expedición de los písanos de 11 [4, á pesar de unir sus nombres Almakkarí; y este retraimiento no se prue- ba sólo por el silencio de nuestras crónicas y documentos, sino por la mención expresa que de él hacen. Esto no quita que en tiempos próximos al suceso se di- vulgara ya la hablilla de que á los genoveses había dado á guardar el conde de 48 ISLAS BALEARES Como la famosa expedición de catalanes y písanos no des- poseyó enteramente de las Baleares á los sarracenos, ardían aquellos en vivísimos deseos de segundarla, cuando otra joma- da semejante hizo que salieran á plaza. Almería, guarida de pi- ratas, iba al fin á caer en manos de los cristianos: D. Alfonso, rey de León y de Castilla y emperador de las Españas, era el alma de la empresa; y mientras las tropas délos condes y gran- des se ponían en marcha, Barcelona había aprontado una es- cuadra, y con sus naves se reunían las de Montpeller, Génova y Pisa. Á la vista de los armamentos, debió de recordar D. Ramón Berenguer IV las hazañas de su padre en Mallorca ; y queriendo concluir su obra comenzada, ajustó dos tratados, en que consig- nó sus proyectos de pasar á la toma de las islas. Fué el uno con D. Guillén Ramón de Moneada, y en él le donó la tenencia de la ciudad de Tortosa y de su zuda ó alcazaba en nombre suyo con la tercera parte de las rentas, la del castillo y distrito de Peñíscola, la de la ciudad y término de Mallorca con la tercera parte de los productos, y la de Menorca é Ibiza. Firmóse esta donación á primeros de Agosto de 1146 por el conde y por los testigos Pedro Bertrán de Belloch, Bernardo de Belloch, Gui- llelmo de Castellvell, Otón y Raimundo de Puig-alt (i) ; y el Moneada en cambio se dispuso para acompañarle á Almería con la más gente que pudo. Celebró el conde el otro tratado con los de Génova, y en él se estipuló : que á la vuelta de Almería, sin regresar á Génova, marcharían ellos y el conde á tomar Tortosa y luego las Baleares, especificando Mallorca, Menorca, Barcelona su. conquista al regresar á Cataluña, á cuya confianza habían corres- pondido aquellos tan mal, que entregaron la isla á los infieles. Anno MCXV, dice un antiguo cronicón barcelonés, capta fuit civitas Majoricarum d comité Barcino- nensi cuín Pisanis^ quam Januenses postea tradiderunt; y de semejante calumnia, sugerida por el odio nacional, se hace eco asimismo el cronista Desclot. Para des- mentirla, si fuera menester, bastaría el concierto que más adelante se cita, de Ra- món Berenguer IV con los de Génova, para emprender, á eontinuación de la con- quista de Almería, la de Mallorca. (i) Véase el número 5 del Apéndice. ISLAS BALEARES 49 Ibiza y Formentera; que de lo que conquistasen juntos, las dos partes serían para el conde, y para los genoveses la restante; que en las ciudades y lugares, de que el conde se apoderase por sí solo, tendrían éstos una iglesia con las rentas y casas que cinco clérigos hubiesen menester, un horno, unos baños, una albóndiga, etc.; que ni los genoveses pagarían derecho alguno de portazgo, ni de peaje, ni de ribera en todos los estados del conde, desde el Ródano hasta las fronteras de poniente, ni á los vasallos del conde se les exigirían semejantes derechos en terri- torio y puertos de la república; que mientras anduviesen juntos ambos ejércitos, ninguna de las partes contratantes podría fir- mar pacto ó convenio para restituir alguna plaza, sin consenti- miento de la otra; que los genoveses tendrían aprontados inge- nios y máquinas militares de toda especie; y por último que los que de ellos obtuviesen posesiones en España, reconocerían el dominio del conde y de sus sucesores (i). Harto extraño es, á la verdad, que el barcelonés así des- continuase la amistad que reinó entre su padre y los písanos, y con menoscabo del respeto que á la memoria del gran D. Ra- món Berenguer III debía, trabase alianza con quienes se habían negado á participar de la expedición pasada; mas sin duda las crecidas fuerzas, que para la toma de Almería envió la república genovesa, su pujanza que siempre iba en aumento, su no des- mentida fortuna y otras circunstancias del momento fueron parte para que él efectuase esa negociación. Los písanos empero, di- vididos ya de Génova por aquella funesta rivalidad que al fin acabó con su propio esplendor y poderío, debieron de sentir profundamente la preferencia otorgada á sus émulos ; y tal vez por aquella coyuntura enviaron al conde una carta, que por des- gracia carece de fecha. En ella, después de recordarle la amistad que con su antecesor les había unido, y las muchas veces que, muerto aquél, le habían escrito á él mismo sobre esto y sobre (i) Véase el número 6 del Apéndice. 50 ISLAS BALEARES conservar ahora la suya, decíanle que ellos perseveraban en el primer propósito; que favoreciese á Pisa, como un tiempo la fa- voreció su padre; que trajese á la memoria que éste conquistó á Valencia, y juntos tomaron Mallorca ; que, si bien al presente una y otra estaban en poder de sarracenos, con todo su defensa y amparo corrían de cuenta de Pisa y del conde, y sobre ellos, que no sobre los moros, recaería la infamia de los detrimentos que padeciesen ; que por tanto, si los genoveses, según se decía, intentasen acometer á Valencia ó á Mallorca é Ibiza, les negase su auxilio; que ellos ya se lo habían prohibido por escrito y de palabra, manifestándoles que no podrían realizar sus intentos sin que costase sangre á entrambas repúblicas (i). Mas no lie- garon las cosas á tal rompimiento, pues no se llevó á cabo el proyectado paso á las Baleares; y harto ocupadas estuvieron las armas de Gènova y del conde en la toma de Almería y en el cerco de Tortosa. Con el valor y la fe de su padre D. Ramón Berenguer IV, heredó también D. Alfonso el Casto la idea de conquistar las Baleares; y al parecer los mismos moros, no respetando el pa- bellón aragonés, despertaron sus deseos de ponerla por obra. El rey, que no estaba tan desembarazado de negocios que pu- diese abandonar sus estados y hacerse á la vela, ni aun mandar allá sus fuerzas, tentó las vías de una negociación ; y por Febrero de 1176, Roberto, tal vez uno de la familia normanda de Agui- lón, el cual por su complicidad en el asesinato del arzobispo de Tarragona D. Hugo de Cervellón se habría refugiado á Ma- Horca, obtuvo de D. Alfonso y del electo arzobispo D. Guillén Tarroja salvo-conducto para regresar á Cataluña, prometiendo él, entre otras estipulaciones, que procuraría asentar treguas entre el aragonés y el walí mallorquín (2). Pero al siguiente año ya resolvió el rey aprontar una armada y fiar la satisfacción á (1) Véase el número 7 del Apéndice. (2) Id. número 8 id. ISLAS B AvL E A R E S 51 las armas; y por Junio de 1178 un capitán, que la historia de- signa con el solo nombre de D. Alonso, puso á su disposición las galeras de Guillelmo rey de Sicilia para aquel paso. Mas, sea que sus disensiones con Castilla y Navarra le trajesen cui- dadoso, sea que los asuntos de Provenza no le dieran vagar, ó bien, como creemos y es lo más probable, que el balear vino á entrar en razón y pesó bien sus propios intereses, la empresa no pasó de proyecto. Sin embargo, la república de Génova, como tan sagaz y co- merciante, aprovechó aquella coyuntura para apropiarse en cierto modo el tráfico de las islas : y haciendo valer el temor que la proyectada expedición debía de infundir á los moros mallor- quines, si ya no habían mediado mutuas ofensas entre embarca- ciones de una y otra parte, por medio de su embajador Rodoán de Moro ajustó con el rey de las Baleares el alfaqui Abu- Ibrahim Ishak, hijo de Mohamed-ben-Ganya, y hermano del famoso Abdala que tan valientemente se defendió en Játiva, un tratado de paz, en el cual se prometían ambas partes no hosti- lizarse ni favorecer de ningún modo á sus respectivos contrarios, estipulando que si algún bajel de una y otra naufragasen en las costas ya genovesas ya mallorquínas, nadie pudiese apoderarse de los despojos de la embarcación, y que aquella tregua y con- venio durasen diez años, contaderos desde el día de la fecha, esto es, desde el mes de safar de 577 de la hègira, ó Junio de 1181 (i). Muy provechosa le fué al moro la tregua, pues le permitió entender con ahínco en reforzar su escuadra; y tal vez esto, más que otra consideración, fué lo que á firmarla le indujo. Y bien se echó de ver entonces que eran los Beny-Ganyas dignos descendientes de aquel Zakarya, á quien se denominó el postrer (1) Historia de España., por Carlos Romey, cap. III de la 3.' parte; este histo- riador, según él dice, copia el extracto que en 1805 M. Silvestre de Sacy sacó del original árabe, conservado en el archivo de Génova. 52 ISLAS BALEARES almoravide, ya que fieles á los sentimientos de su familia y secta mantuvieron odio constante á los almohades, y desde una roca del Mediterráneo espiaron la ocasión de turbar su imperio: la cual juzgaron se les ofrecía con la muerte del emir Abu-Yakub- Yusuf, acaecida el año 580 de la hègira, 1184 del Señor. Había en tanto fallecido Abu-Ibrahim-Ishak, y ocupaba el trono de las Baleares su hijo Aly-ben-Ishak faj; y reuniendo grande armada hízose á la vela para el África, puso sitio á Bujía, combatióla furiosamente, y tomándola al fin á viva fuerza, desalojó de allí (a) No fué Alí quien sucedió de pronto á su padre Ishak, sino Mohamed, el mayor de los trece hermanos, quien se apresuró, mediante embajada, á ofrecer sumisión al califa almohade; y para recibírsela vino de Marruecos Alí-Ar-Robertín, hijo de cristiano al parecer según el patronímico. Indignados de tamaña humilla- ción los hermanos, prendieron á Mohamed juntamente con el enviado del amir, y escogieron de entre ellos por rey á Alí, en el momento en que la nueva del fallecí- miento de Abu-Yacub vino á despertar las esperanzas y los odios almorávides. Sediento de gloria Alí y sintiéndose estrecho en la isla, déjala al cuidado de su hermano Talha (de su tío Az-zobeir dice Ibn Khaldun), y con otros dos hermanos Yahya y Abdalla desembarca en África sus huestes, toma ciudades, subleva tribus, y emprende extinguir en su foco la pujanza almohade. Mientras tanto el astuto Ar-Robertín tramaba desde su cárcel una revuelta, y entrando en secreta nego- dación con libertos cristianos que lo custodiaban, prometíales el regreso á su país nativo con hijos y familias, con tal que le ayudaran á recobrar, la libertad", hecho que explica aquella misteriosa frase del cronicón de San Víctor de Marsella: MCLXXXV—Christiani ceperunt palatium civitatis Majoricarum, et fuerunt literati á captivitate. Hiciéronse fuertes en el alcázar, y libertado de su prisión Mohamed, volvió á cobrar el cetro. El primer uso que de él hizo fué despachar á Ar-Robertín hacia el nuevo sultán, reiterándole su homenaje, y poco se hizo aguardar la ñota almohade al mando de Abu-l-ola-ben-Jamí, á fin de tomar posesión de la isla; re- sistióse empero al yugo el fluctuante Mohamed, y solicitó de los cristianos de Barcelona fuerzas que oponer á lás de África. El escándalo de semejante alianza, á la vez que el temor al califa, sublevaron á los muslimes de Mallorca; Mohamed fué segunda vez depuesto, y elevado su hermano Tashefín. Llegaron á Alí en Trípoli (en Constantina según otros) estas abigarradas nuevas, y no sufriéndole el cora- zón abandonar su patria y reino bajo la servidumbre de la aborrecida raza que había jurado destruir, con las gentes de que se desprendió y con las que reclutó en Sicilia su hermano Abdalla, le envió á Mallorca en compañía de otro hermano Alghazí. Desembarcó la expedición libertadora en un puerto de la isla, y por ardid se apoderó de la capital, donde no faltaban generosos sentimientos de indepen- dencia, que, haciendo explosión, ahuyentaron á Tashefín y entronizaron á Abdalla. Ocurrían estos sucesos de 1185 á 1187: el reinado de Abdalla hasta 12o3 fué una continuada resistencia contra las escuadras almohades, que de vez en cuando se acercaban á tentar fortuna, y que vigorosamente repelía con muerte de muchos agresores el escandecido entusiasmo popular. á los almohades é hizo rezar la kothba (i) por Nayr-Edyn-Alá califa de Bagdad, llamando á las armas á todas las kábilas ó tribus y pueblos comarcanos. Con su partida quedó reinando en Mallorca su hermano 53 Abu Mohamed-Abdalá, el cual, aunque no había espirado aún el plazo de la tregua mencionada, y quizás sólo para ratificar el convenio de su padre, por Agosto de 1188 firmó con el emba- jador genovès, Nicolás Lecanozze, otro tratado de paz durade- ro por diez años (2). Mientras tanto, Aly ó Yahya con varia fortuna seguía gue- rreando en África contra los almohades; y bien pudiera ser que contribuyeran á sostenerle así los socorros que de las Baleares se le mandaban, como las tribus que se sublevaban en favor suyo. Fieles á la memoria de los almorávides, los árabes san- hadjitas y zenetes, de los cuales eran oriundos los Beny-Ganyas, jamás abandonaron á su jefe Aly; y este intrépido descendiente de Zakarya, ya refugiándose y vagando por el desierto en la adversidad, ya fortificando las plazas amigas durante la suerte próspera, disputó por muchos años á los almohades el imperio de lo que hoy forma gran parte de los estados berberiscos. Mas el suceso no debía coronar tantos esfuerzos y tanto heroísmo. El emir almohade Mumenín-Mohamed-ben-Yakub, ó Nasredino Alá (en medio del mar esté: que esta será la mayor hazaña que en »cien años hicieron cristianos. Y como quiera que sea, vale más »que muramos recobrando la prez y bondad que solían haber » nuestras casas y nosotros, que vivir en el descrédito en que » estamos: por lo cual sé deciros que nuestro voto y nuestro » consejo son que la empresa se lleve á cabo por todos los me- »dios posibles.» Hablaron también otros barones; y quedando acordado que se convocase el parlamento la mañana siguiente, se convino en que ellos darían su voto antes que el clero y los ciudadanos, á fin de que su ejemplo fuese estímulo á los animo- sos, y vergüenza á los apocados que intentasen retraerse. Barcelona esperaba con impaciencia la resolución de las Cortes, pues mucho íbales en ella á su comercio y marina; y como cada brazo aquellos tres días mantuvo no interrumpidas deliberaciones, crecían la ansiedad y el interés, cuanto el miste- rio, las reuniones y las consultas de los diputados. Al fin, cele- brados y oídos los oficios divinos, reunióse el parlamento en ISLAS BALEARES 65 palacio: y poniéndose en pie Guillén de Moneada, aprobó la proposición del rey, y contestando á las tres cosas que éste les había pedido en la sesión pasada, manifestóle que debía pacifi- car primeramente sus tierras; dijo que se apuntasen los que quisiesen participar de las treguas y de la jornada; que si al- guien en Cataluña se negase á estar á las treguas, harían que estuviese á ellas de buen ó de mal grado; que tomase sobre sus estados el bovaje (i), que, si bien lo cobró á su advenimien- to al trono, ahora se lo daba como una gracia y donativo. En nombre de su linaje y suyo ofreció que le serviría con cuatro- cientos caballeros, y que no le abandonaría hasta que del todo hubiese conquistado Mallorca y las demás islas; y acabó pidien- do le concediese en lo que se ganase, así en bienes raíces como en muebles, parte proporcionada á sus servicios (2). El conde de Rosellón, D. Ñuño Sánchez, entró confirmando lo dicho por el Moneada acerca de la paz, y prometiendo treguas y el bova- je extraordinario por todos sus estados, puso á la disposición del soberano su persona y cien caballeros, y pidió ser á la parte de lo que se ganase. El conde de Ampurias refirióse á lo ex- puesto por su pariente el Moneada; ofreció pasar á la isla con mil peones y veinte ballesteros á caballo, y con setenta caballe- ros que entrarían en el número de los cuatrocientos, que don Guillén prometió aprontar por sí y por los de su linaje. Entonces mostró la clerecía cuanto deseaba la propagación de la fe cristiana y el acrecentamiento del rey y de su gloria ; y bien se vió que también en esa ocasión fué quien dió mayor im- (1) El bovaje^ dice Zurita, «era cierto servicio de que se hizo en reconocimiento señorío á los reyes al principio de su reinado, en el cual contribuían los ecle- siásticos, y las ciudades y villas del principado de Cataluña (también los nobles y comprehendía todos los lugares desde Segre á Salsas. Pagábase este servicio por las juntas de bueyes, de donde tomó el nombre, y por las cabezas de ganado mayor y menor, y por los bienes muebles cierta suma, la cual se fué variando forme con- á los tiempos.» dinales de dirag., lib. 2, cap. 69. (2) D Esclot difiere un tanto en las pláticas de Moneada y de D. Ñuño y como lo Sánchez; que pone en su boca nos parece muy el oportuno y verosímil, lo continua- mos en número 11 del A-péndice. 66 ISLAS BALEARES pulso á la como lo había dado á las pasadas. Movióse empresa, regocijado el anciano Aspargo, arzobispo de Tarragona: pro- tomó á rrumpiendo enternecido en las palabras con que Simeón Jesús en sus brazos, alabó el propósito del mozo D. Jaime; y bien que con su mucha edad é inexperiencia en las armas se excusó de asistir personalmente á la conquista, en su nombre y de su iglesia tarraconense dijo al rey que mandase y dispusiese en sus bienes y hombres como suyos, y dió licencia de que par- ticipasen de aquella cuantos eclesiásticos lo deseasen. Prometió con todo socorrerle con mil marcos de oro, quinientas cargas de trigo, cien caballeros bien armados, y mil infantes lanceros y ballesteros, todos pagados y proveídos hasta que se acabase de conquistar la isla. El obispo de Barcelona, D. Berenguer de Palou, fué el primero que se aprovechó de la licencia concedida Aspargo; un razonamiento tan notable por su breve- por y en dad, firmeza y celo religioso como propio del valor de que ya en lances de guerra había hecho prueba (i), ofreció su persona, cien caballeros, mil peones y socorros de mar. Este ofrecimiento fué á fue- como la señal para los demás eclesiásticos, que porfía ron prometiendo sus auxilios: el obispo de Gerona, que capita- nearía treinta caballeros; el abad de San Felío de Guíxoles, cinco; el paborde de Tarragona, cuatro y una galera; el arce- diano de Barcelona, diez y doscientos infantes; el sacrista de Gerona, diez y los peones que pudiese; y así otros abades, priores y dignidades, que además casi todos dijeron asistirían al rey con sus personas. prelado, en el primer año de su obispado, se halló en la fa- (i) Este gran ya batalla de las Navas al frente de cuarenta caballeros y mil infantes; en la mosa de Burriana sirvió á D. Jaime con setenta caballeros y setecientos de á empresa el pie; y en la de Peñíscola,el rey vino á darle el cargo de todas las fuerzas, y obispo trajo de su cuenta sesenta jinetes y ochocientos peones. Ya veremos cuán- to contribuyó á la toma de Mallorca. Este ardor guerrero en nada disminuyó su pureza de costumbres ni su religiosidad, como que de esta nacía: contribuyó á fundar la orden de la Merced y otros conventos religiosos; y falleciendo por Se- tiembre de en la Catedral de Bar- i 241, le enterraron en la capilla de San Miguel celona. ISLASBALEARES 67 Si los razonamientos de tres ricos hombres habían precedido y en cierta manera motivado las generosas ofertas del estamen- to eclesiástico, no venció éste en largueza ni en fervor á los restantes individuos de la alta nobleza. Ramón de Moneada juró gastar en la demanda cuanto tenía y esperaba, y llevar consigo veinticinco caballeros; Francisco de Santmartí y Guillelmo de Cervellón dijeron que serían con el rey con cien caballeros; Ramón Berenguer de Ager ofreció incorporar otros veinticinco á los de Ramón de Moneada; Berenguer de Santa Eugenia y Gilaberto de Cruilles se obligaron á mandar treinta caballeros; Hugo de Mataplana y Galcerán de Pinós, cincuenta; treinta Raimundo de Alamany y Guillelmo de Claramunt; y ningunos desmintieron ni el valor heredado de sus mayores, ni lo que de su desprendimiento y devoción á las cosas de la fe y del rey se esperaba. Al fin cúpoles el turno á las ciudades, de las cuales sólo Bar- celona, Tarragona y Tortosa tenían diputados en aquellas Cor- tes. Levantóse el ciudadano Pedro Grony, y en nombre de la capital de Cataluña ofreció por entonces todas las corees^ naves y leños que hubiese en la ciudad, dejando para después la reía- ción de los demás socorros con que ésta quería cooperar á la expedición, que «serán tales, dijo, que por siempre nos lo agra- decoréis.» Tarragona y Tortosa atuviéronse á lo que el barcelo- nés expuso. Y cierto, fueron cuantiosos los socorros prometidos, pues la ciudad levantó dos mil infantes y costeó casi todo el ar- mamento naval, que más abajo habremos de enumerar; y bien justificó el rey las palabras del Pedro Grony, ya que tomada Mallorca, por Enero de 1230 les concedió á los barceloneses por sus servicios el libre y franco comercio por mar y por tierra en las Baleares (i). Mas no fueron aquellos ciudadanos los úni- eos que aprestaron auxilios navales, que alguna parte les alean- zó á los provenzales en los armamentos; y muchos de los pre- (í) Véase el número i 2 del Apéndice. 68 ISLAS BALEARES lados y barones, bien que la historia no particulariza lo que en este punto prometieron, mentaron gente de mar en sus arengas, acabándolas con pedir que de lo conquistado se les repartiese según el número de caballeros, infantes, barcos y marineros que hubiésen traído á la expedición (i). Gozoso el rey, agradeció á los tres brazos el mucho amor que le mostraban y el interés que en sus cosas ponían; ofreció llevar doscientos caballeros aragoneses, muy buenos y valientes, y gentilmente arreados de buenos caballos y ricas armas, qui- nientos donceles montados, cuanta infantería fuese menester, ingenios de batir, y muchos ingenieros ; dijo que, si Dios le alar- gaba la vida hasta entonces, antes de un año estaría en Ma- Horca; y finalizó con rogarles que allí mismo fijasen el plazo más corto posible, en que todos se reunirían para hacerse á la vela. Unánimes contestaron que estaban prontos á fijar el plazo; pero pidieron que el rey hiciese extender el acta, en que se les asegurase porción de la conquista según los servicios de cada uno. Parecióle bien á D. Jaime: hízose el convenio ; acordóse que en la última semana de Mayo estarían todos en Salou y Tarragona; nombráronse quienes debían entender en el señala- miento de las porciones, que fueron el obispo de Barcelona, el conde Ñuño Sánchez, el de Ampurias, el vizconde de Bearne Guillén de Moneada, el de Cardona Ramón Folch, y Guillelmo de Cervera ; reservóse el rey para sí, amén de la porción que le correspondiese y del dominio como soberano en todo, los alcá- zares, castillos y aposentos reales, que en los lugares conquis- (i) De ahí se deduce también que la mayor parte, aunque sólo especificaron cuántos caballeros capitanearían en la empresa, alistaron infantería; y aun en lo de los caballeros, no olvide el lector que cada uno traía sus sirvientes, lo cual tripli- caba, á lo menos, el número de hombres armados. Ya así lo insinuaron algunos en las arengas y en las firmas del convenio, que en seguida se menciona en el texto, pues al nombrar y escribir caballeros dijeron también y pusieron con sus sirvientes. El rey, que cargó con el mayor peso de la empresa, al afirmar el conve- nio sólo indicó que llevaría doscientos caballos. ISLAS BALEARES 69 tados hubiese; prometió á todos los presentes indemnizarles de todos sus gastos, si él desistía de dar cima á la empresa; y se estableció que los que alcanzasen heredamientos en aquellas tierras, no pudiesen guerrear entre sí mientras allí habitasen (i). Entonces solemnemente, como dice Marsilio, con voz alegre, devoto el semblante, vueltos á Dios los ojos del corazón y los del cuerpo, en el nombre de Jesucristo y de su perdurable Ma- dre siempre Virgen, y por los Santos Evangelios que delante de sí tenía, juró el rey lo estipulado; y acercándose los demás por su orden, fueron repitiendo el juramento en manos del an- ciano arzobispo Aspargo, descubiertos los prelados y muy hu- mildes los barones. Ya que hubieron jurado, reinó un profundo y devoto silencio, miráronse unos á otros; y la alegría, de que aquel voto les llenaba, salió por fin afuera con dulces lágrimas que de sus ojos corrían. Cunde entretanto por palacio la noticia de lo tratado, y pronto lleva el regocijo á la muchedumbre que impaciente lo rodea. La ciudad se conmueve, las nuevas y los dichos se mul- tiplican, los que no estuvieron en palacio van por las calles pre- guntando qué resolvieron las Cortes, y los que de allí vienen, embargada la voz por el entusiasmo, no aciertan á referirlo, y supliendo las miradas y los ademanes lo que las palabras no al- canzan, todos gritan: ¡á Mallorca! ¡á Mallorca! (2). Era el 23 de Diciembre de 1228; Barcelona, famosa de muy antiguo por sus fiestas religiosas y cívicas, esperaba con rego- cijo y devoción la Natividad del Señor; y la resolución de las Cortes trajo nuevo contentamiento.—« Fuéronse todos á co- nier»—dice sencillamente D'Esclot;—y el día siguiente, apenas cerró la noche, acudieron á palacio, y acompañando al rey pa- saron á la iglesia mayor de Santa Cruz, que había encendido (1) Véase el número i 3 del Apéndice. (2) Véase el magnífico capítulo de Marsilio, que copiamos en el núm. 14 del Apéndice. 70 ISLAS BALEARES sendas velas y rebosaba en gentío. Allí toda la noche subió al cielo el canto de los sacerdotes; allí velaron el rey, la corte y el pueblo, pidiendo á Dios les sacase con bien de la empresa; y oídos maitines y la misa matinal, los pálidos vislumbres del alba les sorprendieron aún en las plegarias. Cumplida aquella prime- ra obligación cristiana, y pagado á la religión el primer tributo, —que bien mostraron con esto no les movía menos su fe que su sed de gloria,—cúpoles el turno á los juegos y regocijos ca- ballerescos y populares, y abriólos D. Jaime con un banquete, á que convidó á cuantos en las Cortes se hallaron. Vinieron en seguida las justas y los torneos, que quienes á combatir se après- taban, justo era que en las armas cifrasen su recreación y su fiesta; y despedidos del rey, fuése cada cual para sus tierras á entender en los preparativos. Estos se comenzaron en Barcelona con una actividad de que no había ejemplo en sus anales. Nombró el rey para que los di- rigiese á Ramón de Plegamans, rico barcelonés y muy práctico en la mar, quien al momento puso en astillero sendas galeras y otros buques de batalla, y comenzó á construir y reparar gran número de taridas, brises, leños y demás buques de transporte. Bien que el movimiento, que las cruzadas dieron á la navega- ción y marina de los estados del Mediterráneo, también en par- te alcanzó á Barcelona; y aunque las empresas de D. Ramón Berenguer III y de su hijo favorecieron el desarrollo de entram- bas en Cataluña ; esta de D. Jaime era, digámoslo así, la verda- dera aurora de la pujanza que les estaba reservada, y así debió de presentirlo Barcelona, pues que con tanto ardor se dió á activar los aprestos. Perdió sosiego la playa, y al estruendo de las herramientas añadíanse las voces de los marineros, que con su acompasada gritería se animaban á la tarea; batíanse y haci- nábanse las armas, almacenábanse los bastimentos, al són de trompetas y banderas desplegadas abría la ciudad el alistamien- to ; aquí organizábanse las compañías de voluntarios, allí se nu- meraban las tripulaciones, y los cómitres entresacaban á los que ISLAS BALEARES 71 destinaban á aliares y á popa y proa, y apuntaban y examina- ban los arreos y armas de empavesados y ballesteros : las calles inmediatas al mar llenas de mujeres que cosían y aparejaban el velamen, pendones y vestidos ; los decires, las noticias, los can- tares en boca de todos ; en todos la alegría, la confianza ; el te- mor y el desaliento, en ninguno (i). Así se daba á la construe- ción naval un impulso cual nunca lo había recibido ; y de entonces arrojándose á la mar con solas sus fuerzas, dató el encumbra- miento del poder marítimo de Cataluña. Entretanto, continuaba la división entre los árabes, y el im- perio de los almohades en todas partes era combatido, á pesar de los singulares esfuerzos del califa ó emir Cid Abu-el-Ola el Mamún. Un descendiente de los Beny-Hudes, antiguos reyes de Zaragoza á quienes los almorávides respetaron, allega sus parciales, y se hace proclamar en Escuriante: otro de los pretendientes, Yahya- ben-Nasr, derrotado antes por el Mamún, aparece de nuevo en los últimos confines del imperio, y envía emisarios á España; y Abu-Djomail-Ebn Mordanisch, descendiente de los reyes de Va- lencia que tanto se opusieran al asiento de los almohades en España, toma las armas en aquel reino, de cuya mayor parte se apodera. El hermano de El Mamún, llamado, como ya se dijo (2), Cid-Abu-Mohamed ben-el-Mansur, que gobierna allí, desamparado de los más de los suyos, viénese á Aragón, con cu- yos estados está en treguas, para ajustar con D. Jaime una alian- za contra Abu-Djomail. Aconteció que también entonces había llegado el legado pon- tificio cardenal de Santa Sabina, que entre otras cosas debía entender en el divorcio del rey y de su esposa D.^ Leonor de Castilla que, pues á nuestro propósito no hace, omitiremos. El rey, como supo esta venida y además le llamaban á Aragón diligencias para la empresa, se fué por Abril á Calatayud y de (t) Véase el número 14 del Apéndice. (2) Véase la pág. 30 72 ISLASBALEARES allí á Lérida, con buen acompañamiento de personas eclesiásti- cas y caballeros. Hizo mucha honra al cardenal y al walí almo- hade de Valencia, que sin duda le expuso el estado de sus cosas y le rogó entrase con él en sus tierras. Pero D. Jaime, resuelto á no desistir de lo proyectado, dió cuenta de ello al carde- nal, que mirándole y admirando tanto brío en tan pocos años: « |Hijo, exclamó, la idea de semejante acción no de vos sino de Dios viene, el cual os la inspiró y os ha enviado su gracia: y ya que así es, pléguele que le deis cabo como vuestro corazón desea!» Los ricos hombres aragoneses, que habían venido á Lérida, y los vecinos de ésta, no acogieron con gusto la noticia del paso á las Baleares, y á decir verdad, la razón estaba de su parte. Casi diariamente les corrían las tierras los almugávares moros de Valencia, al paso que ningún daño de los baleares recibían: y como desahuciado Cid-Abu-Mohamed de aquella última espe- ranza de entrar en Valencia con las fuerzas del de Aragón en demanda de los rebeldes, tal vez se aprovechó de la mala dis- posición de los aragoneses y leridanos para insinuarles la idea de acometer á Valencia, acudieron ellos al legado para que in- tercediese con el rey y le hiciese mudar de resolución. Dióse aquel día orden de que al siguiente se convocasen los tres bra- zos de Lérida y los ricos hombres de Aragón; y reunidos, ex- púsoles el rey los daños que del de Mallorca habían recibido sus tierras y vasallos, que despreciando todas sus embajadas y su poder tenía presos á sus mensajeros (i), que por esto había determinado pasar á Mallorca, confiando que, pues en servicio de Dios y de la cristiandad lo acometía, él habría victoria, y ellos no abandonarían á su soberano en tal coyuntura. El cardenal se levantó entonces, y le manifestó cuán poco dispuestos estaban los aragoneses y leridanos á seguirle en aquella jornada; que le (r) Si esto que dice D' Esclot es cierto, confirma nuestra aserción de que no sólo á la respuesta del walí se debió el paso á Mallorca. suplicaban fuése antes á Valencia, y ellos harían cuanto manda- se, y le servirían gustosos con sus personas, vasallos, caballos y armas; mas de ninguna manera en lo de Mallorca, de lo cual ni se curaban ni lo deseaban.—«Esa conquista de Mallorca no 73 abandonaré yo, dijo el rey, que así lo juré, y jamás romperé mi juramento: quien quiera seguirme, demás que cumplirá con su deber, me tendrá muy mucho por su amigo ; quien no, piénselo antes con madurez.» Y cogiendo un pedazo de cordón, doblólo á manera de cruz, y dijo al cardenal que se lo cosiese al hom- bro. Hízolo el prelado, dióle su bendición, y concedió grandes indulgencias á él y á cuantos á Mallorca le acompañasen; y en seguida la comitiva del rey, en que venían el obispo, el arce- diano y el sacrista de Barcelona, tomó la cruz de manos del legado, con no poca admiración y pesar de los aragoneses y leridanos, que no hicieron ninguno la menor oferta (i). No menos hubieron de sentirlo Cid-Abu-Mohamed y los su- yos, ya que casi otro recurso no les quedaba para echar del reino valenciano á Djomail ; pero el rey, que en aquella ocasión anduvo muy cuerdo y harto político para su corta edad, cerró con el moro una alianza ofensiva, para cuya seguridad se dieron mutuamente varias fortalezas y rehenes; y aun con gran saga- cidad debió de insinuarle que sólo en favor suyo pasaba á Ma- Horca, donde sin duda tenía el moro enemigos sublevados, pues que así, dicen las crónicas árabes, Cid-Abu-Mohamed se lo per- suadió á sí propio cuando el aragonés puso por obra la joma- da (2). Esa división que entre los árabes ardía fué quizá no poca (1) No olvide el lector que el rey en las Cortes de Barcelona prometió levan- tar de su cuenta una hueste de aragoneses; y por esto suenan en la conquista apellidos y ricos hombres de Aragón. Pero no se lee que ninguna ciudad ni villa de aquel reino enviase á la expedición tropas suyas: sólo Lérida, aunque al prin- cipio se negó, se halla mencionada en el repartimiento, de que le cupo parte. gran (2) «En este año, con gran poder y aparato de naves fué el tirano (Jaime) contra Gaymis Mayorcas, entendiendo Cide-Muhamad los favor y suyos que iba en su y ayuda.» Conde, Árabes en España^ 4.® parte, cap. 2.° parte para que D. Jaime activase los aprestos; y á la verdad bien conoció lo favorable de la coyuntura, que no tan á su sal- vo hubiera intentado la expedición si las armas de los infieles no hubiesen estado f7el4izmente ocupadas en su misma ruina, y si la voz del contrariado emir ó califa de Marruecos hubiese po- dido, como antes, poblar de embarcaciones suyas el Medite- rráneo. Mientras el rey acudía á Aragón para apercibir su gente, los barones y eclesiásticos catalanes fuéronse para sus estados, conmoviendo con su nuevo cruzamiento los lugares por donde pasaban, y enardeciendo más y más los corazones. El obispo don Berenguer de Palou, al llegar á un pueblo suyo llamado Querol, encontró á Guillén de Moneada que con gran séquito le espera- ba; al ver éste y los suyos la cruz que en el hombro ostentaban el prelado y sus caballeros, y como supiesen que también el monarca se había cruzado, quisieron imitar su ejemplo, y de ma- nos del obispo recibieron el signo de nuestra redención ; tras lo cual, se separaron para reunir sus hombres de guerra y estar á punto. La primavera serena en tanto el cielo y tiñe de verdor las cumbres, y toda Cataluña redobla el movimiento. Los barones organizan sus huestes y señalan capitanes á los tercios; las muestras se suceden, los castillos se pueblan de gente de armas; y en todas partes armamentos y són de guerra. Bótanse del astillero al mar las embarcaciones, que se reparten por la costa; cargan bastimentos, armas é ingenios; y forman tres divisiones, que anclan en Tarragona, Cambrils y Salou. La fama de la ex- pedición ha cundido por la Provenza y por la Italia, y buenas lanzas extranjeras van acudiendo al cebo de la gloria y del re- parto. Ya el rey llega con su hueste aragonesa, capitaneada por D. Pedro de Maza, el conde de Carroz, D. Jimén de Urrea, D. Pedro Cornel, D. Lope Jiménez de Luesia, y D. Pedro Po- mar : el obispo de Barcelona marcha al frente de sus tercios, que confió al valor y pericia de su primo hermano Guillén de Mon- ISLAS BALEARES 75- cada, Ramón de Solsona, Ramón de Montanya y Arnaldo Des- vilar : con el conde de Rosellón Ñuño Sancho vienen de caudi- líos Jofre ó Wifredo de Rocaberti, Olivier de Térmens, Ramón de Canet, Gisberto de Barberà, Pedro de Barberà, Ponce de Vernet, Castellán Ruiz y dos principales barones de Gasti- lla ; el vizconde de Bearne Guillén de Moneada lleva por ca- pitanes y camaradas á Guillén de Cervelló, Ramón Alamany, Guillén de Claramunt, Hugo de Mataplana, Guillén de Santvi- cens, Ramón de Belloch, Berenguer de Centelles, Guillén de Pallafolls, y Berenguer de Santa Eugenia : el de Ampurias Ponce Hugo, el obispo de Gerona D. Guillermo Cabanellas, el arcediano de Barcelona Bernardo de Villagrana, el sacrista de la misma iglesia Pedro de Centelles, el sacrista gerundense Gui- llelmo de Montgrí, el paborde de Tarragona Ferrer de Sant- martí, las ciudades, las villas, los nobles, todos aprontan las fuerzas que prometieron ó cuantas pueden; y el simple caba- llero sin estado, que no pudo prometer ni traer grandes com- pañías, trae su buen corazón y su lanza. Cuanto más crecía la actividad, más se echaban de ver las dificultades de tan osada empresa, que iban retardando la par- tida. Pero ese mismo retardo dió lugar á que fuesen llegando cada día nuevos aventureros, y los preparativos y provisión se hiciesen con mayor acierto. Montañeses los más, y gente inex- perta en la mar, íbanse los soldados acostumbrando á la vista de aquel elemento y á los ejercicios militares que requiere; y el ejemplo del orden y disciplina naval, superiores entonces á los de tierra, debieron influir grandemente en el buen proceder de aquel ejército, compuesto de vasallos de diferentes señores, bien que unidos todos por el común vínculo de la lealtad á su sobe- rano. Corría ya el Agosto de 1229, y á fines de este mes ratificóse en Tarragona el convenio celebrado en Barcelona, que ahora se modificó en una de sus cláusulas. Los caballeros templarios, con quienes no se contó al principio, como tan religiosos y enemi- 76 ISLAS BALEARES gos de la morisma quisieron ser de la jornada; y tanta honra les hizo el rey, que al comendador de Mirabete, Fr. Bernardo de Champans, en la ratificación del convenio le nombró uno de los que debían de cuidar del repartimiento de la isla, á cuya con- quista envió la orden los más señalados caballeros. Y como tam- bién se nombró para lo mismo al obispo gerundense, vinieron á ser los comisionados ó árbitros de la partición futura el obispo de Barcelona, el gerundense, el templario Bernardo de Cham- pans, Ñuño Sánchez, Hugo de Ampurias y Guillén de Mon- cada (i). Entonces, prontos los bajeles, reunidas las compañías, pása- se muestra general así de la gente de tierra, que ascendía á quince mil de á pie y mil quinientos jinetes, sin contar los aventu- reros provenzales é italianos, como de la flota compuesta de vein- ticinco naves gruesas, diez y ocho taridas ó drómonas, doce galeras y ciento entre brises y galeotas : en todo, ciento cincuen- ta y cinco navios mayores ó caudales^ según la expresión del rey en sus comentarios, amén de las barcas y demás vasos de menor porte. Comulga D. Jaime con devoción, la mayor parte le imitan, y comiénzase el embarque. Las grandes naves y tari- das reciben á bordo los caballos ; sube la gente á los bajeles, y bien que á muchos el mareamiento les fuerza á volverse á tierra, alegremente se acomodan los demás por las cámaras: cosa muy digna de notarse, que tantos caballeros, no avezados á la nave- gación, que por lo atrasada era entonces más temible, nacidos y venidos los más de las montañas, así con tanto ánimo, como si á fiesta y cierta victoria fuesen, se aventurasen á tan terrible elemento, cuya sola vista, extensión y continua mudanza debían de retraerles de su propósito. Habido consejo con los principa- les cabos de las embarcaciones, dispone el rey el orden con que ha de navegar la armada: que la nao del capitán, Nicolás Bo- net, en que va el vizconde de Bearne, abrirá la marcha, y de ( I ) Véase el núm. i 3 del A-péndice. ISLAS BALEARES 77 noche llevará un farol; que la que monta el conde de Carroz irá á retaguardia con otro farol ; que las taridas, brises, leños y de- más transportes se colocarán en el centro ; y que las galeras, como más sueltas y á punto de batalla, se repartirán por en- trambos lados, de manera que con ellas se tropiece toda embar- cación enemiga que haga rumbo hacia la escuadra. Ya los primeros albores del miércoles, 6 de Setiembre («), rayan las aguas del golfo, que quietas y perezosas los reflejan en su unida superficie: las trompetas tocan á partir, y en aque- lias playas todo es movimiento. Los de Salou, donde está el rey, zarpan los primeros : izan velas y el pabellón barcelonés ; y los alieres y popeles, levantados los remos y en ellos puestas las forzudas manos, esperan para bogar la señal del cómitre. Nin- gun viento empero hincha el velamen, sólo sopla una débil bri- sa de tierra ; mas no consintiendo ya la impaciencia dilación al- guna, dase la señal, y comienzan á marchar las naves, entre las aclamaciones de los que parten, y las bendiciones y voces de despedida de los que en la playa se quedan. Al ver los de Ta- rragona y Cambrils que la división de Salou ya dala vela, imitan su ejemplo; y entonces, dice el rey, es de ver para los de la playa cual blanquea la mar con la multitud de las velas, que tan gentil y tan grande es la flota. D. Jaime entretanto atendía en tierra al buen orden de la partida, y á esta precaución suya debióse el embarque de un crecido número de combatientes. Los buques aprontados para la expedición no pudieron cargar toda la gente, y mil aventure- ros veían con dolor frustradas sus esperanzas: movido de sus súplicas el joven monarca, parte los fué repartiendo como mejor se pudo por los transportes ; y reuniendo cuantas barcas y otros (ct) Miércoles fué el 5 de Setiembre de 1229, y primer viernes del mes el 7 se- gún la crónica real, notándose en el curso de este capítulo la equivocada antici- pación del día de la semana respecto del de mes, que hubiera podido evitar el autor atendiendo ála letra dominical del año. vasos menores de particulares hubo á la mano, recogió en ellos á los restantes. Hecho esto, y el postrero de todos, subió el rey á la galera de Montpeller, y se reunió á la flota, que con muy buen concierto iba ha7ci8éndose á la mar. Así navegaron veinte millas, cuando saltando de improviso el viento á leveche ó sudoeste, los cómitres y nocheros de la galera de D. Jaime fuéronse para él, y le dijeron:—«Señor, vuestros somos y vuestros vasallos naturales, y por esto obli- gados á mirar por vuestra vida y aconsejaros buenamente como mejor sepamos. Este tiempo de leveche no es favorable á vos ni á vuestra escuadra, y sí tan contrario que no podréis con él tomar puerto en toda la isla de Mallorca: por lo cual, en nues- tro sentir, convendría que volviéseis atrás y á tierra, que Dios en breve os dará tiempo más próspero para la jornada.—No haremos tal, contestó el rey, ni á tierra nos volveremos por todo lo del mundo : pues si antes de dar la vela muchos que se sin- tieron mareados prefirieron quedarse, lo mismo harían ahora cuantos sufren del mareamiento, y no persistieran sino los hom- bres de más pro, que sólo por vergüenza no seguirían el ejem- pío de aquellos. Cuanto más, que á esta jornada vamos por la fe de Dios y contra los infieles, para que éstos se conviertan, ó sino aniquilarlos y restituir ese reino á la fe de Cristo; y pues en su nombre vamos, él nos guiará:» animosa contestación, que así revelaba su confianza en Dios, como honraba su intrepidez y su buen discurso. Hubieron los cómitres de asentir á lo que don Jaime dijo, prometiéndole que no perdonarían esfuerzo alguno; y ya porque trabajaron con ahínco en cumplir su palabra, ya por la excelente marcha del bajel, al cerrar la noche la galera de Montpeller había pasado por entre toda la escuadra y alean- zó á la nave de vanguardia, que montaba el Bearnés. No afloja- ba el furioso leveche, y como la oscuridad era densísima, los marineros de una y otra se preguntaron cuyas eran ; y al oir los del vizconde que en la recién llegada iba el rey, saludáronlos con grande regocijo, clamando que fuesen cien mil veces bien- ISLAS BALEARES 79 venidos. Pasó adelante la real; y de este modo, la que había partido la última de Salou se encontró desde entonces la prime- ra, y fué la guía de las demás. Navegaron aquella noche á orza: el viento arreciaba, y al día siguiente se embraveció tanto el mar, que las olas saltaban por encima de la tercera parte del buque, á proa (i). Ya el sol despedía sus últimos rayos, cuando cesó el leveche, y en aquel mismo punto dieron vista á la isla y distinguieron la Palomera, Soller y Almalug. Entonces dijéronle á D. Jaime que convendría acortar velas, si no quería que de tierra los viesen ; y acabada la maniobra, ya el mar había abo- nanzado considerablemente. Propúsose que se encendiese una linterna para que los demás bajeles acudiesen á donde la real se dirigía; y como se temió que la luz los descubriese á los de la isla, el rey soltó los reparos con indicarles que pusiesen la lin- terna en lo alto de la carroza ó alcázar, y que delante de ella, por la parte que á tierra miraba, tendiesen un gran paño, bas- tante para ocultar su resplandor. Hiciéronlo, y los faroles y lu- ces, que en varias direcciones y á diferentes distancias fueron apareciendo, probaron que las embarcaciones habían visto la de la real, y á todos fueron motivo de aliento y alegría. Á poco ya llegaron junto á la real dos galeras, y como los de aquella les preguntasen por el resto de la flota, contestaron que iba vinien- do como mejor podía; y así era en efecto, que por el hilo de media noche hubo la real á la vista treinta ó cuarenta buques entre naves, taridas, galeras y leños. Habíase serenado el cielo, y la luna esparcía su blanca cía- ridad sobre las aguas ; y soplando una fresca brisa de garbino, dijo el rey que, pues antes se había acordado que todos los na- víos aportasen á Pollensa, á favor de aquella brisa bien podían (i) La crónica del rey, y en particular la de Marsilio, insisten mucho en lo del mareamiento de los embarcados; y al hablar de este temporal, dice el segundo de aquellos cronistas: «Mas entre hora nova é vespres cresqué lo vent, é fort horri- blement la mar s'infla; munten les ondes é complexen be le terça de la é la part galea, mar prova é assatga los ventres dels novels peregrins é encara dels antichs mariners; tots los peus los vacillen, els caps han torbats.» 8o ISLAS BALEARES enderezar el rumbo allá. Cambió la real la vela, y lo mismo hi- cieron cuantas naves pudieron verlo. Las marejadas aún batían de cuando en cuando las bandas del buque, pero la mansa brisa íbalo impeliendo suavemente: ya no tendía la tormenta sobre el mar sus tinieblas, y el astro de la noche iluminaba las blancas velas amigas, que á la señal de la linterna respondieran. Así navegaron algún tiempo con esa bonanza, cuando hacia el norte asomó á lo lejos una nube. Miróla un buen espacio el cómitre principal, Berenguer de Gayrán, ducho marinero; y meneando con aire sombrío la cabeza: «no me agrada, dijo, la nube que allá veo, á la parte del viento de Provenza. ¡Ea, sus, estén to- dos prevenidos; á las jarcias!» Y apenas cada cual estuvo en su puesto, vino á deshora una tan furiosa ráfaga que ladeó el na- vio, mientras á los gritos de cala^ calay que daba el cómitre, arriaban las velas á toda prisa. Crecieron otra vez las ondas, y las demás embarcaciones, que no debieron de estar prevenidas como la real, viéronse á punto de naufragar, y con no poca fa- tiga y temor lograron quedarse á palo seco. La gritería de los marineros que se animaban á la maniobra, los bramidos del viento, el estrépito con que las olas reventaban, las nubes que de nuevo encapotaban el cielo, todo infundía pavor y trastorno: la horrible tempestad seguía embraveciéndose; los de la galera, sin ver más espacio que el que de ola á ola en los hondos y ne- gros surcos de la mar había, sólo de cuando en cuando por los lamentos é invocaciones que traía el viento colegían el riesgo de las demás naves, y con ellos aumentábanse su angustia y el temor del suyo propio. El viento, que hasta entonces había so- piado en una misma dirección como una continua ráfaga, trocó- se casi en torbellino, y perdido el uso del timón los buques giraron sobre sí mismos: espanto de muerte vino á todos los de la real, ni una voz en ella, y ese silencio terrible y profundo, claro decía cuánto de su salvación desesperaban (i). Cuando esto vió (i) Este sublime silencio está descrito en la crónica del rey con tal sencillez 8i el rey, arrodillado en la popa y al cielo vueltos los ojos, oró un buen espacio ; y acabado que hubo su plegaria, conociendo que con tal viento era imposible aportar á Pollensa como se había convenido, levantóse, y rompiendo aquel fúnebre silencio, dijo: — «¿Hay en esta galera alguno, que por sus viajes á Mallorca conozca bien la costa? — Yo, señor, respondió el cómitre Gayrán; yo he estado varias veces en Mallorca.—¿No se encuentra nin- -gún puerto cerca de la ciudad (Palma) y á la parte de Cataluña? —Un montecillo hay, que de la ciudad dista por mar veinte millas, y tres leguas por tierra: llámanlo la Dragonera, es isla, y tiene un pozo de agua dulce, en que hicimos aguada mis ma- rineros y yo una vez que allí estuvimos. Más inmediato á tierra (de Mallorca) hay otra colina, isla también, llamada Pantaleu, que sólo de la costa dista un buen tiro de ballesta.—Pues ¿qué más pedimos ni queremos sino buen puerto con agua dulce, en que puedan refrescar la gente y los caballos á despecho de sarracenos, y de donde podamos marchar á donde nos plazca? Poned, poned la vela al viento provenzal, que con ese allá ire- mos.» Hízose al punto, y pasando el aviso á las naves más cer- canas, fueron cambiando velas y siguiendo el rumbo de la real: caso notable y sobremanera honroso para D. Jaime, que en una flota donde tantos y tan experimentados marineros había, donde sobraban varones de intrepidez notoria, él solo jamás decayese de ánimo, y en los mayores apuros él, tan poco práctico en la mar, fuese quien sugirió y activó las disposiciones. De este modo, el mismo viento que estorbaba la ida á Pollensa, impelió los bajeles al nuevo puerto de la Palomera ó del Pantaleu, en donde entró la real el viernes 8 de Setiembre, y al cual fué arribando toda la escuadra, que sin pérdida alguna ya el sábado estuvo reunida. Pero su llegada no cogió desapercibidos á los moros que ya y fuerza, que es imposible gozar de entrambas calidades nal. tino Véase en el mismo el núm. I del origi- 5 II guarnecían aquella costa y se pusieron en la Palomera en nú- mero de cinco mil peones y doscientos caballos, armadas las tiendas, y dispuestos á impedir el desembarco. Conoció el rey cuán temerario fuese8te2ntar esa operación con tantos enemigos á la vista; y llamando á consejo al conde de Rosellón, al de Ampurias, al Bearnés demás cabos, y á los cómitres de ma- y yor autoridad, resolvióse que D. Ñuño en una galera suya pro- pia, y D. Ramón de Moneada en la de Tortosa, fuesen eos-, teando hacia la ciudad y escogiesen lugar bueno para tomar tierra. Volvieron los dos exploradores con la noticia de que cerca había un sitio á propósito, que llamaron Santa Ponza {a), y que no distante de la playa se levantaba un montecillo, en muy que apostados quinientos hombres podrían solos proteger el arribo de toda la flota y la salida de los soldados. El domingo de.s- embarcaron D. Jaime y algunos barones en el islote del Panta- leu, y como gente poco acostumbrada á la navegación, bien hu bieron menester de aquel descanso para reponerse Y no sólo descanso les fué aquel detenimiento; sino que, á cosa de medio día, vino nadando al Pantaleu un sarraceno, que la crónica ape- llida Alí, y en algarabía dijo al rey qué número de combatien- tes el walí contaba y qué ánimo la ciudad tenía (i). Resuelto á marchar al nuevo puerto de Santa Ponza, ya echó de ver el rey que no lograría desembarcar sin obstáculo si (a) El nombre de Santa Ponza, consignado en la crónica del rey, remonta aca- como otros de santos que se hallan en el repartimiento, á los tiempos de la so, cristiandad primitiva, anteriores ó coetáneos á la dominación sarracena, pues que la de los písanos fué sobrado pasajera para levantar templos ó cambiar la deno- minación de los lugares. Los,de Palomera y Dragonera pudieron ser impuestos á aquellas costas por los navegantes catalanes, y lo mismo digo del de Pantaleu, sin necesidad de andar á caza de griegas etimologías. Miedes, al fin del libro VI de su historia, habla de Pontia como de colonia romana al igual de Pollentia, para lo cual no tuvo sin duda más razón que la índole del nombre. (i) D'Esclot escribe que el walí pasó revista á cuarenta y dos mil hombres; con que rebajando de este número un tercio, aún era muj^ considerable el ejército sarraceno que presentó después batalla al rey. Véase el núm. i6 del A-pendice. islasbaleares no burlaba la vigilancia de los sarracenos que en la Palomera estaban; y para ello, mandó que á las doce de la noche todos zarpasen áncoras, y no gritasen como suelen marineros, sino que en vez de voces diesen con un palo en la popa de cadaem- barcación, porque ya la leva era fácil por no haber echado más que una áncora, que tanta era la bondad del fondeadero. Hízose así con gran silencio; cada galera sacaba del puerto á remolque una tarida, y todos iban zarpando; mas sintiéronlo las escuchas moras, como estaban con harto cuidado, y dieron la alarma. Pa- raron las galeras, y todos pusiéronse á escuchar atentamente; viendo empero que se alborotaba el campo todo, y que los in- fieles ponían el grito en las nubes, volvieron á remar con mayor brío, gritando por no parecer acobardados: ¡Adelante^ adelante^ en buenaventura! Movióse entonces gran tumulto en la playa y en el mar: las trompetas y atabales tocaban á partir en el cam- po, y las voces y denuestos turbaban el silencio de la noche. Así fueron marchando los unos lo más cerca del agua que pu- dieron, y avanzando los otros á vela y remo ; mas como el te- rreno forzó á los moros á hacer algunos rodeos, y las galeras y taridas bogaban con gran brío, llegaron éstas ante que aquellos á Santa Ponza, y comenzaron el desembarco (i). Saltó en tierra el primero Bernardo de Riudemeya ó Argén tona, que con ambos apellidos le mientan las historias; y clavan- do un pendón blanco en la punta de su lanza, á todo correr trepó á la cumbre del collado de que hablaron los exploradores: animosa acción, que dió seguridad al desembarco y lo apresuró. Apenas estuvo en lo alto, vió que á rienda suelta asomaban ya los moros por la llanura (¿^): hizo señas con el pendón á los de (i) Véase el núm. ry del Apéndice. {a) De los preparativos que en su defensa había hecho mientras tanto el Avalí, y de las violencias á que apeló contra los descontentos de su mando, nos sumi- nistra interesantes datos la dramática relación de Al-makzumí, historiador pecu- liar de Mallorca, contemporáneo de su pérdida á la cual sobrevivió veintiún año refugiado en Túnez, y sumamente hostil según parece al jeque almohade. «Hablen- do escogido, dice, unos mil caballeros, los distribuyó por la isla, y lormó en se- la playa, y formando éstos una división como de setecientos peones y ciento cincuenta de á caballo, capitaneados por don Ramón de Moneada, marcharon á ocupar la cumbre. Pero el intrépido Moneada,8ri4valizando en esfuerzo y generosidad con el de Argentona, quiso ir á reconocer los enemigos; dejó, pues, quienes custodiasen el collado, y bajando con un buen escuadrón: guida otro cuerpo de mil caballos también entre el pueblo de fuera y los habitan- tes de la capital; la infantería ascendía á diez y ocho mil hombres. Todos estos reclutamientos estuvieron prontos por el mes de Rabié—primero del mismo año (febrero de 1229 de C.). Desgraciadamente sin embargo fueron contrariados estos activos aprestos por las siguientes infaustas ocurrencias. Un día ordenó Mohamed al capitán de sus guardias traer á su presencia cuatro de los principales habitan- tes de la ciudad; y cuando en cumplimiento de su mandato hubieron comparecido delante de él, los condenó á ser degollados inmediatamente. Entre estas víctimas había dos hijos del hermano de su madre Abu-Hafs-ibn-Sheyrí, hombre de rango é influencia en la isla, al cual acudió el pueblo, y contándole lo sucedido, excità- ronle contra el tirano diciendo: «por Alá ! que ese estado de cosas no puede durar ))más; ese amir no es á propósito ni para regirnos ni para defendernos, y mientras ))que gobierne, nuestras vidas están por completo á merced suya.» Después de se- mejante declaración, lanzáronse los ciudadanos á vengar por sí mismos la sangre por el tirano derramada, y habiendo consentido Ibn-Sheyrí en ponerse al frente de ellos, se resolvieron á deshacerse del amir á todo trance. Era un viernes á mediados del mes de Shawal (el mismo y de setiembre en qtie a-porto a Mallorca Jaime I): temerosos á la vez de la venganza de Mohamed si eran descubiertos sus planes, y de la proximidad del enemigo que sabían no se hallaba lejos, los ciu- dadanos estaban temblando. Llamó Mohamed ásu presencia al jefe de su guardia, y le mandó que le trajese delante á cincuenta de los ciudadanos principales, los más distinguidos por su linaje, opulencia ó talento. Cumpliéronse desde luego las órdenes del tirano, y fuéronles presentados los cincuenta individuos: todos aguar- daban el instante de marchar al inmediato suplicio, cuando he aquí un jinete en traje de correo, que introducido en presencia del amir, le entera de que la armada cristiana en número de unas cuarenta velas está á la vista y se dirige á la costa. No hubo el jinete concluido su relato, y llega ya por opuesto camino un segundo mensaje, que precipitándose sin aliento en la sala del consejo, exclama: descúbre- se la flota de los cristianos, y pueden contarse hasta setenta buques. Confirmóse en seguida el hecho y la veracidad de las noticias. Entonces Mohamed perdonó á los cincuenta ciudadanos condenados á muerte, y habiéndolos informado de la llegada del enemigo, los hizo marchar y prepararse para la defensa de la ciudad. Fueron ellos á sus casas, y recibiéronlos sus familias como si resucitaran del se- pulcro. Luego llegaron nuevas que los cristianos estaban al alcance de la mano, y que su escuadra se componía de unas ciento cincuenta embarcaciones.» Exactos por lo general en el cómputo de las fuerzas del enemigo, exageraban las suyas los infieles, aunque no tanto como Alí de la Palomera, según los informes que le atri- buye Desclot, más propios para arredrar de su empresa al conquistador, que para alentarle á seguirla de acuerdo con los vaticinios de su madre. En Alí, en Ben Abet y en otros personajes de nuestras crónicas aparecen confirmadas las hondas di- sensiones que trabajaban, según confesión propia, á los sarracenos mallorquines. «nadie me siga, dijo, hasta que yo lo señale,» y echó á andar solo hacia los sarracenos. Ya que tan cerca de ellos estuvo que vió venir para él no pocos, fué retrocediendo, y llamando á los suyos dió la voz de arremetida. Cargaron los cristianos con 85 tanta furia y denuedo, que espantada la vanguardia enemiga, cuando vió que estaban á cuatro lanzas de distancia, volvió las espaldas. Y como, formadas aceleradamente sus compañías, ya algunos barones habían ido acudiendo al combate, hirieron los nuestros cruelmente en la morisma, y sin dar cuartel, mataron á los contrarios más de mil quinientos hombres (a). Entre tanto desembarcó el rey, que ya encontró ensillado y bardado su caballo, y apercibidos á muchos caballeros suyos de Aragón; y viendo que los nuestros llevaban á los moros la ven- taja: «Pésame, exclamó, que ganada sea la primera acción sin que en ella nos hayamos hallado. ¿Hay algunos caballeros que quieran seguirme.?» Veinticinco estaban ya prontos, y pudieron contestarle; y al frente de aquel corto escuadrón partió don Jai me al galope adonde ya se acababa la refriega, pues los moros se amparaban de las alturas vecinas. Acometió el rey á una di- visión de trescientos peones infieles, que al verle corrían á ocu- par una eminencia, y los acuchilló con grande estrago. En medio de la dispersión del enemigo, y en el calor del alcance, yendo el rey con solos tres caballeros, encontró á un jefe moro desmon- tado, que llevaba escudo y lanza, ceñía espada, iba armado de perpunte, y se cubría con yelmo zaragozano. Hízoles frente el moro, sin contestar á las voces que de rendirse le daban; y para evitar la muerte de algún caballo, propuso el rey que le rodea- (o.) A esta primera acción se refiere, con admirable acuerdo en fijar el día, el siguiente pasaje del mencionado Al-makzumí : «Después de cruzar la bahía, los cristianos se dirigieron al puerto tratando de desembarcar; pero alguna infantería y caballeria, que destacó contra ellos el amir con orden de estacionarse sobre la costa de día y de noche, les impidieron saltar á tierra. Por fin lograron su objeto los cristianos, y un lunes 18 de Sliawal (lo Setiembre de 122g) se trabó un com- bate, del cual salieron completamente derrotados los muslimes.» sen, y mientras uno le acometería, otro le hiriese por la espalda. Embistióle don Pedro Lobera, y el valiente sarraceno asestó tal lanzazo á los pechos8d6el caballo, que le metió por ellos buen trozo del asta, y vino al suelo con el choque del bridón. Probó de levantarse, y puso mano á la espada; y sin querer rendirse, espiró. Mataron los de don Jaime ochenta hombres, y regresa- ron á la playa. Ya el sol iba poniéndose, y reflexionando el rey, mientras caminaba, la acción que acababa de cometer, conoció cuán te- merario é inconsiderado anduvo; y como era bueno y tan mozo, temió no se la reprendiesen los magnates más avisados en la guerra, particularmente los Moneadas, á quienes miraba con gran respeto. Con este recelo se fué acercando á Santa Ponza, donde ya blanqueaban alzadas muchas tiendas, cuando vió que á su encuentro venían con mucha comitiva los Moneadas. Apeóse el rey, miró ansioso á don Guillén, y al encontrarse sus ojos, sonrióse el bearnés, con lo cual se alegró don Jaime y se le quitó buena parte del temor (i). No lo pudo sufrir Ramón de Mon- cada; antes con faz severa, dijo al rey: «¿Qué habéis hecho.? Cuando de los peligros del mar acabáis de libraros, ¿queréis ahora causar vuestra propia muerte y la nuestra? que si por mala ventura os perdiérais en ese reencuentro á que os expu- sisteis, perdiérase con vos la hueste toda, y ya nunca jamás cristianos osarían acometer otra vez esa conquista.» Más cuerdo don Guillén, si menos ardiente, «Ramón, contestó; cierto el rey ha hecho gran locura, mas en cambio probado nos ha que es bueno en armas y de todo pro, ya que de tal manera sintió no ser en la batalla, Pero, señor, prosiguió volviéndose al rey, re- frenad vuestro ardimiento de hoy en adelante, que en vos están nuestra vida y nuestra muerte: pensad que, pues los pies pusis- teis en esa tierra, rey sois de Mallorca; que si muriéseis, mo- riríais como el mejor hombre del mundo, y aunque enfermedad (i) Véase el número i8 del Apéndice. I ñ L A s B A L E A íí E S 87 OS postre en el lecho y de las armas os prive, habed por vues- tra esta tierra, que vuestra es.» Al punto propuso don Ramón que aquella noche se colocasen las escuchas bien lejos del cam- po, para que en caso de alarma pudiesen todos armarse antes que tuviesen el enemigo encima; y remitiéndose el rey, como menos experimentado, á lo que le propusiesen los Moneadas, dijeron ellos que, amén de las escuchas, estuviesen siempre ar- mados cien caballos, porque aquella noche más que nunca co- rrían peligro de ser asaltados. Gran modestia del monarca en temer y tolerar las amonestaciones de sus vasallos y ampararse de sus consejos; y admirable sencillez de todos, propia de aque- líos tiempos heroicos, en que, rehaciéndose los estados cristianos de España, las campañas y los ejércitos eran como expediciones y congregaciones de familia. Dejó el rey para después de la comida el enviar á cada ba- rón orden de que hiciese tomar las armas á la tercera parte de su gente, y de ella echase peones afuera del campo á ponerse en escucha. Acostóse, y llevaron los porteros el mensaje; mas los barones no pudieron armar el tercio que .se les mandaba: tan postrados estaban hombres y caballos del marcamiento, desembarcación y refriega. Afortunadamente el walí ó jeque almohade Said-ben el Hakem-ben-Otman el Koraischy (a) harto tenía entonces en que entender con recoger los dispersos de la acción, y preparar su gente para una batalla decisiva ; y formado un lucido ejército, salió de la ciudad la tarde del martes 12 de Setiembre, y tomó (a) No era éste el verdadero nombre del walí de Mallorca, que como he dicho, siguiendo á Al-makkarí, se llamaba Abu Yahya, al que corresponde con leve alte- ración el de Xech Aboheh3'e de nuestros crojiistas ; Mohamed-ibn-Alí-ibn-Musa le nombra por otro lado Al-makzumí citado por aquel; pero bres ninguno de ambos nom- tiene nada de común con el que trae Piferrer copiándolo de Conde, el cual, engañado quizá por otra historia arábiga sobre que escribió la suya, ó entendién- dola mal, confundió al gobernador de Mallorca con el que era en Menorca su de- legado al tiempo de invadirla y hacerla tributaria en 1232 Jaime 1; j' así como los nombres, confundió igualmente las fechas. 88 ISLAS BALEARES el camino de la sierra de Portopí. Al mudar de puerto las na- ves de la flota (i), sin duda porque no pudieron dar fondo en Santa Ponza, anclaron en la ensenada de la Porrasa con tres- cientos ó cuatrocientos caballeros á bordo. Feliz disposición fué esta, porque sin saltar en tierra vieron que el ejército moro iba viniendo por las alturas, que hoy se llaman Bellver, Bonanova y Calamayor, y desenvolvía su línea de batalla por las sierras de Bendinat y Burguesa, plantando tiendas los que primero á sus puestos habían llegado. Reuniéronse en una nave los princi- pales: y habida deliberación, como, aunque Santa Ponza distaba poco, ellos ignoraban el terreno, caía la tarde y los moros ya debían de establecer sus atajadores y avanzadas, á propuesta de D, Ladrón rico hombre aragonés, acordaron que á toda prisa una barca doblase el cabo, ahora de Cala Figuera, y fue.se á participarlo al rey. Ya había espirado la última hora del martes, cuando llegó la barca á Santa Ponza; y recibido que hubo D. Jaime el men- saje, envió á noticiarlo á los ricos hombres, quienes, tanto era su cansancio, durmieron hasta el alba. Pero sus primeros res- plandores hallaron á todo el campo ya en movimiento: los mag- nates acudieron al pabellón real., y celebrados allí los divinos oficios, el obispo de Barcelona hizo esta breve plática: «Baro- »nes, no es ahora ocasión de largo razonamiento, que ni la ma- »teria lo consiente, ni este hecho en que el rey y nosotros esta- »mos es nuestro, sino de Dios. Por esto haced cuenta que quie- »nes murieren, morirán por Nuestro Señor y serán en el paraíso, »en donde alcanzarán gloria perdurable; y los que quedaren » vivos, tendrán honra y prez en vida y buena fin en su muerte. >Por Dios, ánimo, barones; porque el rey, nuestro amo, y nos- »otros ¿que más queremos sino destruir á los que reniegan de »la fe y del nombre de Jesucristo.? Pensar puede y debe cada »cual que hoy no se partirán de nosotros Dios ni su Madre, (i) Adviértase que las naves eran los buques de mayor porte. ISLAS BALEARES 89 »antes nos darán victoria: ánimo, pues, que todo lo venceremos, »y hoy ha de ser la batalla: ánimo, que con nuestro bueno y » natural señor vamos, y Dios, superior á él y á nosotros, ayu- »darnos ha!,» En seguida, en medio del silencio más religioso, llegóse al altar Guillén de Moneada, que no había comulgado con los demás al partir de Cataluña, y lo hizo entonces con lá- grimas de sus ojos;—bien como si una voz secreta le advirtiese de su destino, y le moviese á recibir el Santísimo Sacramento y á prepararse para la batalla con una triste alegría (i). Tratóse entonces de quién llevaría la vanguardia; y cum- pliendo Guillén de Moneada, como generoso que era, propuso que la llevase D. Ñuño, á quien, por ser primo del rey, compe- tía semejante honra. Excusóse el conde de Rosellón, y D. Ra- món de Moneada atribuyó su negativa á que deseaba hallarse el día siguiente en lo más expuesto del choque, cuando fuesen á tomar posición en la Porrasa: generosa competencia, en que cada cual se reservaba para los trances más apurados, por más gloriosos. Pero esa contienda probó que no andaban muy acor- des los ánimos de aquellos barones, y que no debía de estar apagado el encono que antes Ñuño y Guillén se profesaron (2); bien que el magnánimo Moneada ya en las cortes de Barcelona, al proponer que se hiciesen treguas por todos los estados de Aragón, dió el ejemplo ofreciéndose á ser para en adelante amigo del conde D. Ñuño. Quedó, pues, la vanguardia por los Moneadas, que se concertaron de no parar hasta dar con los sarracenos. En esto, entró uno, y dijo al rey que gran parte de los peo- nes se salían del campo contra el enemigo. Acudieron todos á sus compañías; D. Jaime, casi desarmado como estaba, subió en " quays que degues per martiri esser coronat,» dice Marsilio.— el (Véase número i8 del Apéndice. (2) Aquella discordia, nacida en 1222 de haber uno de la familia de los Mon- cadas negado un azor torzuelo á D. Ñuño, acarreó notables bandos en el hasta reino, y ocupó las armas del mismo D. Jaime. 90 ISLAS BALEARES un caballo que á la mano hubo, mandando que entretanto le armasen el suyo, y acompañado de un tal Rocafort alcanzó á los peones, que en número de cinco mil marchaban á embestir á los sarracenos. Representóles con entereza que sin caballería iban á una muerte cierta, y los detuvo hasta que, viniendo los tercios de los Moneadas, del de Ampurias y los Templarios, juntos pro- siguieron el avance. Quedóse con Rocafort el monarca, y cuando desvelado se volvía á dar órdenes para la marcha de las demás fuerzas, oyó grande estruendo de batalla, y dijo á un trotero que á toda brida corriese á participarlo á Ñuño, y á darle orden de que al punto saliese al frente de sus reservas. Crecía el estruen- do, el trotero no volvía, y la congoja del rey se aumentaba por instantes; por lo cual dijo á Rocafort: «Id vos allá, daos prisa, y decidle á D. Ñuño que en mal hora se tarda hoy tanto, que por ventura tal daño nos acarreará su tardanza que su comida nos hará mal provecho, porque no debe la vanguardia ir tan lejos de la retaguardia, ni ésta de aquella.—Señor, estáis aquí solo, y no os abandonaré por nada de este mundo,» contestó el buen Rocafort; y el rey, hablando consigo mismo, «-—Santa María! exclamaba en su augustia: ¿cómo tarda tanto D. Ñuño? En verdad hace mal ! » Mientras traía en su pecho esta cruel ba- talla, redobló el estruendo, y oyendo los golpes y los gritos de los combatientes, dijo: «Santa María! ayuda álos nuestros, que cierto venido han á las manos!» Y así era, que formando la vanguardia dos gruesas divisió nes al separarse del rey, embistieron el de Ampurias y los Tem- piarlos con la una al campo moro, que venía á ser su izquierda, y por la parte de Santa Ponza con la otra cargaron los Monea- das á su derecha. Los primeros entraron á viva fuerza las tien- das y acuchillaron la izquierda enemiga, que se replegó sobre el centro ; pero la suerte no así favoreció las armas de los Mon- cadas. Tres veces desalojaron á la morisma de un cerro quedo- minaba el campo, y otras tantas recobraron los infieles la posi- ción. Las filas de éstos se engrosaban con tropas de refresco: le los cristianos inferiores en número, rendidos de cansancio y mal os heridos; y ninguna señal de que de Santa Ponza les viniese so- os corro. En tan terrible trance, ya algo desordenada la gente, re- an unieron los Moneadas los buenos en quienes aún duraba valor; ios y picando desesperados á sus corceles, lanzáronse por cuarta ro- vez contra la altura tan tenazmente disputada, y rompieron los do batallones enemigos. Pero su denuedo fué su ruina; porque tan lás adelante pasaron, y tanto tropel y muchedumbre cerró con ellos, [ue que cercados por todas partes, sólo pudieron pensar en vender de caras sus vidas. Perecieron D. Guillén y D. Ramón de Moneada, en- Hugo de Mataplana, Hugo Dezfar, y otros ocho de los más )or ilustres caballeros de aquella noble casa (i); y como perecieron sa, casi en el seno de la victoria, cuando aunque pocos habían roto [ue tres veces el ala derecha y parte del centro enemigo, combate ida necesariamente largo ya que tan reñido, la tardanza de don :an Ñuño fué más reprensible, y la historia sólo puede mencionarla, :juí con dolor sí, mas con justas sospechas de que en ella hubo la vel mala voluntad parte no escasa (2). uta Ya en esto, es decir, cuando el combate se decidía contra los ío? Moneadas, habían acudido al rey D. Ñuño, Beltrán de Naya, ba- D. Lope Jiménez de Luesia y D. Pedro de Pomar con toda su de gente. Al verle montado en aquel caballo y casi desarmado, jue Beltrán de Naya le hizo apear, y desnudándose su coraza se la puso al rey, que además se vistió un perpunte y se cubrió con 3Ío capellina que entonces debieron de traerle. Siempre infatiga- itn- y niismo que en el mar el único en tierra que acudía con da, presteza á todas las disposiciones, despachó orden á D. Pedro ica- Cornel, á D. Jimén de Urrea y Olivier de Térmens de que á ien- toda prisa viniesen con sus compañías á la batalla; y entonces bre supo la división que de sus fuerzas hicieron los cristianos, los on- do- (i) Véase el número 19 del Apéndice. QgJ. mismo rey se mostró de ella tan resentido, que, como ya vimos más arriba, la atribuyó á que el de Rosellón se detenía á comer cuando los demás li- jco; diaban. É 92 ISL. AS BALEARES tres ataques de los Moneadas, y el lugar en que ahora se daba el cuarto. En esto halló á Guillén de Mediona, reputado el mejor justador de toda Cataluña, el cual traía sangrienta la boca. Pre- guntóle D, Jaime que ¿por qué se salía del combate?, y el caba- llero se excusó con que estaba herido; mas al ver el rey que solamente de la boca: «sufridlo en buen hora,» le dijo, y asien- do de las riendas de su caballo: «volved al combaté, añadió; que á buen caballero tal herida coraje debe darle, no hacerle salir del campo.» El Mediona, resentido, cumplió tan bien con lo que se le mandaba, que nunca más pareció. El rey andaba con gran rapidez, que no consentían más di lación ni su impaciencia ni lo empeñado del choque; y como la infantería y aún no pocos caballeros con harta dificultad podían seguirle, al llegar á lo alto de un collado sólo tuvo junto á sí^ doce caballeros, bien que á poco se le adelantaron setenta con el pendón de D. Ñuño, llevado por Roldán Layn, con quien iba Sire Guillelmo, hijo bastardo del rey de Navarra. La infantería mora ocupaba en gran fuerza las alturas, y ondeaba un estan- darte blanco y colorado con una cabeza humana, tal vez de ma- dera, en la punta del asta. Al mirar D. Jaime que el pendón de D. Ñuño movía contra los infieles, con animosas palabras y pi- cando el caballo quiso seguir al escuadrón; pero se precipitaron á su paso D. Ñuño, D. Pedro Pomar y Ruiz Jiménez de Luesia, y apoderándose de las riendas, detuviéronle con notables reflexió- nes (i), á las cuales él contestó: «No hay para qué tirar así »de las riendas, que no soy yo león ni leopardo, y ya que tanto »lo deseáis, me detendré; mas quiera Dios que esta detención »no sea nuestra desgracia.» El suceso infelizmente confirmó sus palabras, pues entonces caían los Moneadas al filo de la espada enemiga. Otra vez quiso el rey acometer y se lo impidieron los barones, cuando D. Ñuño mandó á Gisberto de Barberán que cargase. Avanzó el pendón de D. Ñuño con los setenta de á (i) La crónica del rey dice sofrenades. ISLAS BALEARES 93 caballo; y apenas comenzaron á trepar hacia la cumbre, levan- taron los moros tan horrenda gritería y tal nube de pedradas dispararon, que volvieron grupas. Moviéronse los moros en buena formación, siempre disparando; y sin duda hubieran ba- jado á acometer á los setenta que se retiraban, á no gritar al- gunos de los cristianos: ¡vergüenza, caballeros, vergüenza!, con lo cual pararon y dieron frente á la morisma. Entre tanto ya les había llegado refuerzo á las dos van- guardias, y entraran en acción todas las fuerzas. Rehechos los restos de la división que mandaron los Moneadas, avanzaron á vengar la muerte de sus valientes capitanes ; y el de Ampurias y los intrépidos Templarios seguían desalojando al enemigo y empujándolo hacia la sierra de Bendinat. Fué el ataque general: cargó el rey á la cabeza de su hueste y de la gente de D. Ñuño, que ya se les había reunido; y en aquel collado, que aún hoy en día conserva el nombre de Coll del Rey^ se trabó una refrie- ga encarnizada, mientras con no menos furia se combatía en to- das aquellas sierras. Los que defendían el cerro del Rey cejaron los primeros ; y como casi sin lidiar se apartasen de la acción dos mil peones mahometanos, fué el rey con alguna caballería en su alcance, sin poder juntárseles empero, porque los fugiti- vos iban desembarazados, y los caballos estaban rendidos de la fatiga y del gran peso de las bardas. Hízose general la retirada de los moros, que la emprendieron hacia Burguesa; y clavado en el cerro del Rey el guión real, en todas las alturas ondearon los pendones de los caudillos. Al felicitarle D. Ñuño, contestóle D. Jaime: «Vamos á la ciudad, porque el rey de Mallorca está en el monte y no podrá llegar allá antes que nosotros; y sino, miradle ahí, vestido de blanco, en medio de aquella hueste: cierto le estorbaremos la entrada en la ciudad.» Y sin atender al consejo que de pernoc- tar en el campo y de averiguar su propia pérdida le daba Ramón Alamany, fué bajando al camino de la población, cuando al cabo de una milla le alcanzó y detuvo el obispo de Barcelona.—«Por ^4 ISLAS BALEARES qué nos detenéis, el obispo? dijo el rey.—Quiero hablaros á so- las, contestó Berenguer de Palou ; y apartándose con él, prosi- guió: « ah señor! más habéis perdido de lo que juzgáis; muertos son los Moneadas!—Muertos! exclamó el rey, y se puso á llorar, y con él Berenguer de Palou. Pero haciendo un esfuerzo sobre sí mismo: — «Obispo, dijo el monarca, no lloremos, que no es esta hora de llorar sino de recoger sus cadáveres.» Y partién dose el prelado á hacerlo, el rey anduvo triste y despacio por aquellas sierras hasta descubrir la ciudad, que á todos pareció la más gentil villa de cuantas hubiesen visto. Pelegrín de Troci- lio indicó dónde encontrarían una fuente, que tal vez sería la hoy llamada de las Ermitas, por lo cual asentaron allí las tien- das ; y diciéndole D. Ñuño al rey, como estaba hambriento, que Olivier de Térmens ya había aderezado de qué comer, fue- ron entrambos á la tienda de éste, que con ellos partió su mesa. La tradición, que conservó el nombre del collado en don- de peleó el joven monarca, también lo puso al lugar en que satisfizo su hambre, y todavía aquel término se llama Bendi- nat (i). Brillaban las estrellas cuando se levantaron de la mesa, y á la luz de las antorchas que en honor de los difuntos encen- dió todo el ejército, salieron para la tienda en que habían depo- sitado los cadáveres de los Moneadas. Allí, junto á aquellos infelices restos, derramó D. Jaime tan amargo llanto y tales de- mostraciones hizo, que le hubieron de sacar afuera y reconducirle á su pabellón. Los sarracenos continuaban su retirada: parte, haciendo un rodeo hacia el camino de Calvià ó de Puig Puñent, regresando á la plaza; y parte se quedaron en aquellas montañas de Espor- les, Valldemosa y Buñola (2). Al día siguiente, marchó el campo á ponerse más cerca de (1) Cuenta la tradición que, acabando de comer, dijo D. Jaime: Be hem dinat, « bien hemos comido». (2) D'Esclot dice que el walí entró mucho después en la plaza por medio de una estratagema. Véase el n." 20 del A-péndice. la ciudad, y toda la escuadra debió de seguir costeando hasta Portopí. Atondaron orillas de la acequia, á un lado de ella los catalanes, y los aragoneses al otro ; y porque temían no les co- giesen desprevenidos los moros, andaban no pocos siempre 95 armados, y tan estrecha hicieron la albergada, que no parecía hubiesen acampado allí más de cien caballeros, mientras traba- das las tiendas unas con otras, las cuerdas cerraban donde quie ra el paso {a). Ocho días estuvieron con este cuidado, y entre- tanto los prelados y barones fuéronse una mañana para el rey, y proponiéndole que convenía sepultar á los Moneadas, determi- (a) Para mayor claridad convendrá resumir en un breve dietario los sucesos ocurridos desde el arribo del rey á la Palomera en viernes día 7 de Setiembre, tomándolo de mi Historia, de la conquista de Mallorca, formada sobre los textos de Marsilio y Desclot. Sábado 8. Llegada sucesiva de la escuadra, exploración de Santa Ponsa, Domingo 9. Descanso al abrigo del Pantaleu ; mensaje de Alí. Lunes 10. Después de media noche desembarco general ; primer choque con cinco mil sarracenos y muerte de mil quinientos; escaramuza del rey seguido de veinticinco caballeros aragoneses contra cuatrocientos infieles en un collado; re- prensión que sufre de los Moneadas. Martes 11. Se pasa tranquilamente; permanece el rey en sus tiendas de Santa Ponsa, la armada en la Porrasa: sale de la ciudad aquella tarde el grueso del ejér- cito moro, reforzado con las divisiones antes dispersas. Miércoles 12. Combate general, muerte de los Moneadas y victoria alcanzada por los cristianos : acampa el ejército al pie de la sierra de Portopí, cena el rey en la tienda de Oliver de Térmens, y visita de noche los cadáveres de los malogrados campeones. Jueves I 3. Fortalece con trincheras el campamento ; trátase de dar sepultura á los difuntos, y desde la puesta del sol empiezan los preparativos. La armada, salida de la Porrasa, sigue la costa y penetra en Portopí, donde apresa las embar- caciones sarracenas, anclando parte de ella en dicho puerto y parte enfrente de la ciudad. Viernes 14. Entierro de los Moneadas al amanecer, en el sitio que la tradición designa al pie de un viejo y solitario pino, á unas dos millas del campo de batalla; y es probable que el mismo día siguiera el ejército su marcha hacia la ciudad, como indica Desclot, pues en Bendinat no es regular que se detuviera el ocho días ejército perdiendo un tiempo tan precioso, ni hay que confundir las trincheras de aquel campamento provisional con las que al pie de los muros establecieron más adelante los sitiadores. La magnífica quinta y jardín del rey sarraceno, donde, según Desclot, hubo de cenar simplemente de fruta la hueste antes de sobre la ponerse capital, diría que es La-Real por su abundancia de aguas, no porque su etimología derive de real ó campamento, sino más bien de ar-riat, que es huerto en arábigo ; pero si bien más tarde acampó en aquella llanura el ejército como está averiguado, no deja de ser extraño que procediendo de Bendinat tan fuera de pernoctara su camino. 96 ISLAS BALEARES naron hacerlo el otro día al amanecer, para que no lo viesen los de la plaza. Y á este fin, al caer de la tarde, hicieron tender en alto grandes paños y lienzos, que impidiesen á los sarracenos la vista del entierro y de las luces. Al bajar á su última morada los despojos de aquellos campeones, prorrumpieron sus gentes, nobles y pecheros, en tales extremos de dolor, que á todos mo- vieron á llanto. Reprimió el rey el suyo, y consolándoles lo mejor que su natural bondad le inspiró, dijo que él haría las ve- ees de los buenos señores que habían perdido, de manera que en nada notasen su falta; ofrecióles proveerles de cuanto nece- sitasen, así de armas como de caballos, y poniéndoles por delan- te el desaliento que su llanto traía al ejército y la alegría que llevaba á los moros, concluyó con que el duelo que él y ellos debían hacer era vengar la muerte de sus señores, y servir á Dios dando cabo á lo que á la isla les había traído. Y dicho esto, acabaron de enterrar los cuerpos, que allí estuvieron hasta que, tomada la ciudad, es fama que se depositaron en la pequeña iglesia llamada El Sepulcro^ antes mezquita, y se trasladaron después á Cataluña, al monasterio de Santas Cruces. Pensóse entonces en estrechar el cerco: fortificóse el campo, desembarcóse el maderaje que para máquinas traían las naves, armáronse de pronto un trabuco y un fundíbulo, que la crónica denomina almajanech; los cómitres de las cuatro ó cinco naves de Marsella ofrecieron que con entenas y tablas de sus barcos construirían un trabuco ; y así, por la parte que miraba á la puerta de Benalcofol, hoy Puerta Pintada, quedó sentado el cam- po, y fueron dando batería á la ciudad dos trabucos, un fundíbulo y un manganel {a). No se descuidaron los sitiados, antes como (a) «Marchó el enemigo contra la ciudad, sigue el texto de Al-makzumí trans- crito por Al-makkarí, y acampó en el desierto é inculto llano junto á la puerta de Al-kahl, donde se dieron á la muralla muchos asaltos.» No cabe duda de que la puerta de Al-kahl es la misma que la de Alcohol (Beb-alcofol) nombrada en nues- tros documentos, es decir, la del Esvahidor, la primitiva Pintada, la de Santa Mar- garita, que todos estos nombres sucesivamente ha llevado; pero no se comprende ISLAS BALEARES 97 viesen desembarcar el maderaje, ya comenzaron de armar sus ingenios; con los disparos de dos trabucos y catorce algarradas contestaron á los del campo ; y tan superior era una de éstas, que pasaban sus piedras más allá de los reparos de los cristià- nos, y aun se metían cinco tiendas adentro del campamento. En esto, Jasperto de Barberà mandó hacer un mantelete, ó gata, como lo llamaron los antiguos, sobre ruedas muy recias, con tres tablas de grueso, la Cubierta á dos aguas ó declives, y sobre ella ramas ú hornija y una buena capa de tierra, para que no la destrozasen los tiros de las algarradas enemigas. Hicieron otros dos manteletes el rey y el conde de Ampurias, y arrimados los tres al foso lo más que se pudo, comenzaron los cavadores, que de ellos se guarecían, á abrir tres cavas. Reinó en la hueste grande alegría cuando se vió el buen sesgo que las operaciones tomaban, y la actividad de todos sobrepujó las mismas esperan- zas del rey. Habían seguido la expedición dos frailes de la na- ciente orden de Predicadores, llamado fray Miguel Fabre el uno, natural de Castilla, y fray Berenguer de Castellbisbal el otro, catalán. El fray Miguel por todas partes discurría, á todos ani- maba; y como era notoria la santidad de sus costumbres, y los guerreros de entonces tal vez debían su valor más á su fe que á sus deseos de gloria, sus incesantes exhortaciones produjeron un efecto tal, que rayaría en increíble, á no habernos dejado de la calificación de desierta é inculta dada á la fértilísima llanura de regadío, que se extiende al norte desde los muros hasta más allá de La-Real, y que en el libro del repartimiento aparece ya como huerta, distribuida por cuarteradas. Las tiendas al principio se fijaron muy cerca de la ciudad, puesto que muchas de ellas, y en especial la de D. Ñuño, fueron destrozadas por los tiros de los sitiados, y por ven- tura estos inconvenientes obligaron á situarlas más lejos en La-Real, aunque un ejército tan numeroso bien podía extenderse por todo el espacio intermedio, dán- dose la mano con la armada que bloqueaba la bahía. El sitio no se formalizó desde luego, pues cuatro días después de la batalla de Santa Ponsa, es decir, hacia el i6 de Setiembre, pudo todavía el rey sarraceno, burlando la vigilancia de los sitia- dores, intieducirse en la ciudad con ocho mil hombres recogidos por las monta- ñas. Desclot refiere el ardid con que en noche muy cerrada favorecieron dicha entrada los sitiadores llamando por el lado opuesto la atención con numerosos fuegos y atronadores alaridos. 13 98 ISLAS BALEARES ello un ojBp testimonio las crónicas del rey y de Marsilio (i). Cuando puesto en la estacada en alta voz concedía indulgencia de sus pecados á los que más se esforzasen, todos á porfía que- rían participar de los trabajos, y ni el noble se desdeñaba de alternar con el villano. En brevísimo espacio quedó abierta la zanja alrededor del campo, que además se cerró con palenque y dos puertas: los ingenios no aflojaban en la furia del batir; los magnates dieron todos sus servidores para que ayudasen y obe- deciesen á los ingenieros; los caballeros traían para éstos pie- dras, que ponían delante de sí en las sillas de sus caballos; los de más ilustre casa tiraban de las cuerdas con que hacían andar los carretones, que ellos mismos compusieron para transportar las piedras, ó las llevaban en hombros; y cuando de noche se mandaba que fuesen cincuenta á guardar los ingenios y á poner- se de escucha, y de día á defender á los cavadores y á servir de atalayas, iban ciento; y si no eran menester tantos, á fuerza de súplicas alcanzaban que esto se les permitiese. No todos los enemigos, que escaparon de la batalla de San- ta Ponza, debieron de recogerse con el walí en la plaza; y á las tres semanas de haber puesto el cerco, ya no pudieron dudarlo los cristianos, pues con cinco mil infantes y cien jinetes monta- ñeses se presentó en una altura vecina el moro llamado Infantilla por la crónica, y asentando sus tiendas, cortó el agua de la ace- quia que bajaba al campo de los sitiadores {a). Mas, acorriendo á remediar el daño, que no tanto de la falta de agua como de la (i) Dice Marsilio que los del ejército, después de Dios y de su Madre, invoca- ban el nombre de fray Miguel, y añade: que preguntando él mismo de aquella conquista á los moros cautivos ancianos, que había en Mallorca, y á los conversos ó cristianos nuevos, le solían responder que María y Miguel (aludiendo al fraile) ganaron á Mallorca. Véase el n.° 21 del Apéndice. (a) Dos expediciones del mismo género, aunque distintas, refiere Desclot, que la crónica del rey y la de Marsilio confunden tal vez en una sola por la semejanza del objeto y de las circunstancias : me remito á la citada Historia, de la conquista de Mallorca que publiqué en 1850, pues sería interminable trasladar aquí todas las observaciones conducentes á ilustrar el asunto y á conciliar las relaciones de los cronistas. presencia de aquella hueste á sus espaldas podía venirles, man- dó el rey que D. Ñuño fuese con trescientos caballeros escogi- dos, así suyos como de la mesnada real, á desalojar á los infie- les: y con tan gentil cabalgada lo hizo el de Rosellón, que los 99 echó de la cumbre, tal vez el cerro de Canet, les mató el gene- ral y quinientos hombres, y se apoderó de todo su campamento. Pusieron los cristianos en la honda del fundíbulo almajanech la cabeza de Infantilla, y la tiraron á la plaza. En esto, vino un mensajero árabe con letras de Ben-Abet, que era uno de los principales de la isla, y en ellas decía: que á gran gusto y merced tendría el verse con D. Jaime; que si se concertaban, él haría que una de las doce partes de que consta- ba Mallorca se le diese, y trajese continuamente vituallas al campo cristiano; y que si esto se efectuaba y D. Jaime los reci- bía benignamente, él aseguraba que las once restantes pronto harían lo mismo {a). Y como el mensajero pidiese al rey que enviara gente de su corte á un lugar que de allí distaba una le- gua, adonde también acudiría Ben-Abet, pusiéronlo al punto por obra veinte caballeros, que volvieron acompañando al leal sarra- ceno. Traía Ben-Abet más de veinte acémilas cargadas de gra- nos, volatería, ganado menor y fruta; y tales eran las uvas, que venían en sacos sin quebrantarse ni corromperse. Acogido por D. Jaime con mucha honra, suplicóle el moro que le diese ense- ña suya para que no fuesen maltratados de las partidas sueltas y sí reconocidos sus mensajeros. Desde entonces no se pasó se- mana sin que enviase á la hueste víveres de refresco: á los quince días ya trajo al partido del rey á muchas de las demás partes de Mallorca; y poco después pidió al monarca que nom- El distrito, colocado bajo la autoridad ó al menos bajo la influencia de Ben- Abet, y poblado por ochocientas casas ó familias de montañeses, era acaso el de Pollensa, para donde convidó á D. Ñuño, extendiéndose su nariosa é prestigio á los de Ca- Inca, que son los que mediaban entre la ciudad la costa fronteriza á Menoica. Nada y nos dice la historia de la suerte que cupo à cho Ben-Abet, á las dejando an- campo fantásticas hipótesis de los genealogistas. 100 ISLAS BALEARES brase dos sujetos, que con título de bailes rigiesen por él á los que se habían puesto bajo de su imperio, nombramiento que re- cayó en Berenguer Durfort barcelonés, y en Jaques Sans, ambos familiares del rey y hombres á propósito (a). Tanto lo vino aquel socorro de los infieles, que el mismo rey miró como un ángel al Ben-Abet, y nosotros no sin apuntar algunas brevísimas re- flexiones podemos referirlo. Después de la primera invasión de los árabes en España, fué muy de notar cómo poco á poco cobraron á su nueva patria el cariño que debieron de profesar á la antigua, y cuánto la tem- planza del clima, la fertilidad de la tierra y las comodidades de la abundancia suavizaron el humor fanático y belicoso de los descendientes de los primitivos conquistadores, mayormente de los que moraban lejos de las fronteras cristianas. Así fué menes ter que las armas africanas viniesen en distintas ocasiones á sos- tener el imperio sarraceno, que las ya enflaquecidas manos de los moros españoles se dejaban arrebatar por los campeones de Cristo. Si esto en el continente acontecía, en donde apenas se daba treguas á la espada, y la guerra civil llenaba las témpora- das en que estaban ociosas las huestes de los cristianos; ¿cuán- to más en una isla, donde, apartados de toda comunicación fre- cuente, amansados por la sanidad y abundancia del país, perdida ya la memoria de las armas con una paz apenas interrumpida durante algunos siglos, debían los descendientes de los primeros (a) Es singular esa institución de autoridades cristianas en medio de un país todavía sarraceno y durante la furia de los combates; mas á pesar de la sinceridad que ella supone en los nuevos aliados y de los rehenes de hijos é hijas que en manos del conquistador habían puesto, tuvieron los dos bailes que refugiarse al campamento, luego que el inminente peligro de la capital renovó la mancomuni- dad de afectos é intereses entre los sitiados y sus compatricios isleños. Jaime Sans era natural de Montpeller, y la identidad del nombre persuade que fué el mismo embajador despachado al jeque de Mallorca antes de la expedición para reclamar las naves apresadas, y cuya digna y altiva respuesta contribuyó no poco á la rup- tura. Según el repartimiento, obtuvo en el término de Sineu la alquería Coloniaàe. doce yugadas, y en 1242 sucedió en el cargo de baile general á su compañero Berenguer Durfort que lo había desempeñado por tres años. ISLAS BALEARES lOI conquistadores ser más pacíficos y participar menos de la agita- ción y sucesos que solos pudieran mantener íntegros en sus áni- mos la osadía y el valor de sus progenitores? Por esto casi sin resistencia fueron obedeciendo al poder de los jeques de Denia y á las varias dominaciones que poseyeron el cetro de los cali- fas cordobeses : destino común á la mayor parte de las islas del Mediterráneo el de haber cambiado de amo según fué cambian- do la suerte de las armas. Y como ahora iba por todas partes espirando la pujanza almohade, y tal vez se introdujo la discor- dia entre aquellos extranjeros advenedizos, los más feroces de su secta, y los mallorquines que por su buen gobierno debían de amar la memoria de los Beni Ganyas, no fuera de extrañar que la gente campesina, amiga de conservar en buena paz lo que de tan antiguo estaba poseyendo, y destituida de aquellos sentimientos que forman el espíritu nacional, en una isla tantas veces dominada por distintos señores, se apresurase á arrimarse al más fuerte, y desamparase á los almohades, que sólo con gran derramamiento de sangre habían entrado á mandar en las islas, sin reportarles ningún provecho. Entretanto se trabajaba en las tres cavas, y desembocando en el foso, echaron los minadores á los sarracenos que lo defen- dían, y con grande intrepidez se acercaron á los muros, pusie- ron tres torres en cuentos, á los cuales pegado fuego, vinieron ellas al suelo con no poco ruido y mucha satisfacción de los del campo. Dos leridanos, Juan Rico (a) y otro que no se nom- bra en la crónica, se encargaron de cegar el foso con leña y tierra, hasta que sin dificultad pudiese pasar la caballería; y como los moros incendiasen la leña, el rey mandó que fuesen cien hombres á desviar el agua de la acequia y á introducirla en el íoso, con lo cual se apagó el fuego. Mas los sitiados, que ni {a) Xiquo ponen otros códices de la crónica real y la de Marsilio, así en este pasaje como en el de la toma de Ibiza donde entró el primero, y lo mismo se le nombra en el repartimiento por el cual fué heredado en Pollensa. 102 ISLAS BALEARES en actividad ni en intrepidez iban en zaga á los sitiadores, cava- ron una contramina en dirección á una de las tres que estos estaban abriendo; y encontrándose al fin, vinieron ambas partes á las manos, y los moros lanzaron de la cava á los cristianos. El rey hubo, pües, de enviar refuerzo á los minadores y un ba- llestón de tornillo; el cual disparó tan gran golpe que atravesó á dos escuderos enemigos, y espantados los demás desampara- ron la cava. Por fin conocieron los de la ciudad que toda defensa era ya imposible, y movieron con los del campo pláticas de capitula- ción, á las cuales, bien que infructuosamente, acudió D. Ñuño con diez caballeros, llevando por truchimán un D. Bachiel, judío zaragozano, que sabía muy bien el árabe. Había en la plaza un renegado aragonés llamado Mahomet, que mientras fué cristià- no se apellidó Gil de Alagón {cí)\ y avistándose con D. Pedro Cornel, propúsole que él haría que el jeque y los demás sarra- ceños indemnizasen á los cristianos las costas de la jornada, con que estos se partiesen. Mas al referírselo D. Pedro al rey, indig- nóse éste de semejante propuesta, y contestó á Cornel que aun cuando le llenasen de oro lo que del campo al monte había, no desistiría de la empresa ni saldría de Mallorca sino después de conquistada. En esto, vino otro mensaje del jeque, con que pe- día que se le enviase D. Ñuño á parlamentar, y el rey consintió. (a) He aquí uno de los más misteriosos personajes de esta épica historia. ¿Qué aventuras habían traído á la isla sarracena como cautivo ó como refugiado á un noble de la esclarecida estirpe de Alagón? ¿qué peligros, qué venganzas, qué crí- menes ó pasiones le precipitaron en vergonzosa apostasía, hollando su fe de cris- tiano y sus blasones de caballero ? Sus tratos con Pedro Cornel indican que no había olvidado del todo los recuerdos de su cuna y las amistades primeras; pero lo mezquino é inadmisible de las condiciones por él ofrecidas, á las cuales dió el rey tan digna y enérgica respuesta, muestran hasta qué punto había identificado su causa con la de su nueva ley y de su nueva patria. Después de tomada la ciu- dad reaparece para colmo de extrañeza Gil de Alagón, reconciliado sin duda con el rey y con la Iglesia, como uno de los barones más favorecidos en la distribución del botín, puesto que su casa fué saqueada ante todas por el pueblo y los eaballe- ros quejosos de la desigualdad del reparto, é indignados tal vez de que se prodi- garan á un renegado semejantes recompensas. ISLAS BALEARES Aderezaron para la conferencia los moros delante de la puerta de Portopí una rica tienda, y las máquinas y ballestería de la muralla y de las trincheras cesaron de disparar, aguardando el resultado de aquella entrevista. Fuése D. Ñuño con el intérpre te y lucida escolta para la tienda, á tiempo que el jeque salía por la puerta indicada; y quedándose afuera la comitiva de en- trambos, entraron en el pabellón el moro y el conde, con el judío éste, y aquél con dos de su consejo. Querellóse el almo- hade de que tan sin razón quisiese D. Jaime arrebatarle la isla; pidióle que se retirasen á Cataluña, y repitió la proposición del renegado Mahomet, añadiendo que en solos cinco días se les satisfarían todos los gastos ó la indemnización que pidiesen, «Y haced cuenta que no la escasez ó la flaqueza á esto nos mueve, que, gracias á Alá, sóbrannos armas, vituallas, y cuanto á la defensa de una población importa ; y para que mejor lo creáis, envíe vuestro rey á la ciudad dos ó tres hombres de su valía, que yo respondo de su seguridad, y les mostraremos los víveres y armas, para que si así como digo no fuere, no se con- cluya el pacto que proponemos. Ni menos nos curamos de que nos hayáis derribado tres torres, porque ciertamente no teme- mos, antes reputamos por imposible, que por allí entréis en la plaza.» Con mucha entereza contestó D. Ñuño recordando los agravios é insultos que al comercio catalán y al pabellón arago- nés había hecho el jeque, y en cuanto á lo de partirse de la isla: «Nuestro rey, dijo, no cuenta más que veinte y un año, y como esta es la hazaña con que se estrena, sabed que de aquí no se partirá sino después de tomada Mallorca, y aun cuando nosotros le aconsejásemos lo contrario, harto nos consta que desoiría nuestros consejos. Así pues, ved si de otra cosa queréis hablar, que de esto es en vano.» Espantado el moro, añadió que daría cinco besantes (i) por persona, así varones como mu- (i) Un besante ó bisancio valía 3 sueldos y 4 dineros, moneda así barcelonesa; ofrecía y por cada persona unos ocho reales, cantidad crecidísima entonces. 104 ISLAS BALEARES jeres é infantes, de los que hubiese en la plaza, con tal que el rey lealmente en sus embarcaciones pasase á Berbería á los que quisiesen, prometiendo no molestar á los que quedasen; y co- mo D. Ñuño no traía poderes para tanto, aquí paró la confe- rencia, y se fué para el rey, á quien dió cuenta de lo ofrecido por el jeque. Convocó D. Jaime á los prelados y ricos hombres, que to- dos acudieron menos el conde de Ampurias, que estaba con su gente de armas guardando una famosa cava (i), después muy fatal á los sitiados, y dijo que por nada del mundo saldría de allí hasta que la ciudad se entrase. Refirió D. Ñuño á los convo- cados cuanto en la entrevista pasó: con que pidieron todos al obispo de Barcelona que expusiese su dictamen, el cual apro- bando la oferta del walí, se remitió con todo á lo que los baro- nes, como más prácticos en armas, dijesen ; y hablando luego D. Ñuño, opinó también que se aceptase el partido. Levantóse al oirlo D. Ramón Alamany; recordó al rey la muerte de los Moneadas y demás caballeros de aquella casa, y pidió fuese vengada; expuso que el jeque, hombre de edad y de experien- cia, sabría inducir á los berberiscos á volver sobre Mallorca con tanta gente, que pudiesen arrebatársela á los cristianos; «y pues tiempo tenéis para hacerlo, añadió, tomad venganza de los mo- ros, hacéos dueño del país, y después no habrá que temer á los de Berbería.» Entonces Guerao de Cervelló, Guillén de Clara- munt y todos los restantes á una voz clamaron: «Señor, por Dios acuérdeseos de D. Guillén, que tanto os amaba y servía; acuérdeseos de D. Ramón, y de los caballeros que con ellos murieron en el campo.» El rey con gran prudencia dijo: que ya ninguna determinación humana podía deshacer lo que Dios ha- bía dispuesto, ni volver á la vida á los que perecieron; que logra- do estaba el objeto que á Mallorca les trajo, si la ciudad se les rendía, buena parte de los moros abandonaban la isla, y además (i) Véase el núm. 22 del Apéndice. ISLAS baleares 105 ' se les daba por los habitantes una gruesa suma; que debían aceptar la propuesta del walí, porque los cristianos muertos en los pasados trances, más ricos eran ahora que los vivos, pues gozaban la gloria de Dios; pero indicó que, aunque era este su ido sentir, adoptaría la resolución que ellos acordasen. Segunda vez los parientes de los Moneadas, que eran casi todos los prin- to- cipales, y los prelados repitieron que se desoyese toda capitula- su ción y la ciudad fuese entrada á viva fuerza; acuerdo temerario, luy cruel y arriesgadísimo, ya que, cuando buenamente, sin pérdida de alguna y con tan honrosas condiciones adquirían lo que había vo- motivado la jornada, preferían obtenerlo con derramamiento de > al sangre ajena y propia, y experimentar lo que puede la necesi- ro- dad de la defensa en gente desesperada, que sabe no haber iro- para ella lugar á capitulación, ni otro partido que alejar con su igo denuedo el día invitable de su total ruina. Asf fué, que al notifi- óse cárselo al walí, con fuertes razones animó el infiel á los suyos^ los y se preparó para más obstinada defensa (i). Rechazaron casi ese diariamente los sitiados todos los ataques; acometieron á los de en- las trincheras mismas, y con tanto valor asistieron á los adarves, :on que á algunos barones les pesó del consejo que dieron al rey, y □es aun le hablaron para que se renovase la plática con el jeque: á nO" lo cual D. Jaime no accedió, si primero los moros no volvían á los entablar negociaciones. Pero una vez cegados en su propia de- ira- fensa, ya no enviaron al campo los de la plaza mensaje alguno; por y felizmente á la par de su obstinación y firmeza, creció el valor /ía; de las tropas cristianas. los Pero acortemos la relación de aquel sitio, que ya no fué sino ya serie no interrumpida de trabajos y de hazañas. Las cavas ha- se multiplicaban ; los soldados con grande arrojo iban á poner Ta- cuentos los muros y las torres; las máquinas no aflojaban en les furia; labrábanse castillos, y con no poca dificultad se les nás acercaba al foso; y en todos los portillos y sobre los escombros (i) Véase el n.° 22 del Apéndice. H É io6 ISLAS BALEARES de las fortificaciones ejercitábanse cada día con valor las ar- mas (a). Entretanto venía entrando el invierno, el frío se hacía (a) Acerca de las últimas operaciones del sitio y de los asaltos que al definiti- vo precedieron, nos suministra Desclot noticias abundantes para seguir casi día por día los progresos de los sitiadores. Por el mes de Noviembre los aragoneses abren una mina, y otra el conde de Ampurias; la primera es abandonada de resul- tas de una terrible escaramuza, y vuelven aquellos á abrir otra, en la cual fueron más afortunados derribando hasta treinta brazas de la barbacana; la del conde de Ampurias abre segunda brecha, y se intenta cubrir el foso de maderos, pero la lluvia, que antes del día de San Martín cayó sin interrupción durante siete sema- nas, destruye y paraliza los trabajos. De sus dos trabucos deshechos forman el reyyD. Ñuño dos castillos bien guar- necidos y escaleras para el asalto. Pero los sitiados con sus disparos logran rom- per un pie á la máquina principal llamada Arnaldas, y no podiendo ser reempla- zada por el trabuco que habían construido al principio los marinos provenzales y marselleses, á causa de los lodos que impidieron su traslación, hubo el rey de deshacer su castillo para volverlo á la forma de trabuco, hasta tanto que la má- quina Arnaldas, reparadas sus averias, pudo funcionar nuevamente. Al amanecúr el día de San Andrés aparecen derribadas por la mina del de Ampurias treinta brazas de la muralla, y apcrcíbense á entrar los sitiadores, como lo hubieran con- seguido á no acudir el rey sarraceno con todo su poder á la defensa de la brecha, y á no haberse levantado más adentro para cubrirla un grueso muro de tres varas de alto. Sábado i.° de Diciembre. Húndese en el foso el muro y la torre de poniente minada por el conde de Ampurias. Domingo 2. Comulga el ejército y prepárase con santo ardor al asalto: pene- tran por la brecha trescientos soldados seguidos de ótros muchos, pero los sarra- ceños concentrando sus fuerzas logran rechazarles y despeñarles en el foso, lan- zándoles encima cal y piedras y cal viva y estiércol. Duró la batalla de sol á sol, pereciendo trescientos sarracenos con doscientos heridos y sólo nueve cristianos, desnivel á la verdad increíble. El ataque se dió probablemente hacia la puerta de Bebalcofol (de Santa Margarita), cuya estrecha abertura, de solos siete palmos entonces, impidió aquel día la toma de la ciudad. Lunes 3. Cae de noche otra torre socavada también por el de Ampurias; y po- niéndose en celada muchos caballeros y peones al abrigo de su mina, suben al muro hasta doscientos de los primeros; pero mal secundados por los demás, y volviendo en sí los sarracenos de su terror, los envuelven y derriban malamente y matan á treinta y tres. Martes 4. Redoblan sus disparos contra el muro las máquinas é ingenios de batir; desplómase el arco del portal, y sus puertas de hierro caen abrasadas al foso. Por aquellos días abre D. Ñuño otra mina por la parte oriental, confiando su dirección á Oliver de Térmens, y consigue derribar con ella catorce brazas de la barbacana; pero los sarracenos por medio de una contramina los obligan á aban- donarla. El paborde de Tarragona formando una gran mina derriba diez brazas del muro principal. Al cabo de ocho días, á mediados ya de Diciembre, serenado por fin el tiempo, el castillo de D. Ñuño, que por causa de las lluvias estaba como encallado en los lodazales, fué arrastrado hasta el foso por los marselleses, y empezó á maniobrar contra la ciudad con grave daño de los sitiados. Cólmase luego el foso con made- ISLAS BALEARES 107 sentir cruelmente en el campo ; los ingenieros y los cavadores trabajaban en los lodazales mismos, en que atollaban como da- vadas las máquinas; y con las grandes lluvias, destruyéronse las más de las obras y cavas comenzadas (1). Mas ya estaban harto estragados los muros de la furiosa batería, y cegados los fosos en muchas partes con los escom- bros; y los del campo pensaron en abreviar el cerco con el asalto. El mes de Diciembre tocaba á su fin; desde Navidad se trabajó en abrir cuantas minas y lo más cerca de la muralla que se pudo; y el 27, resueltos á rematar la empresa, acordó el con- sejo general que se asaltase Mallorca {a). En el calor de la deliberación decretóse que al tiempo del ataque, cuando viesen perecer á rico hombre, caballero ó peón, nadie se atreviese á llorarle ó á retirar su cadáver; que los heridos continuasen mar- chando, á no estarlo mortalmente; que aun así, ninguno, ni ex- traño ni pariente ni amigo, se detuviese á socorrerles ó á llevar- les á curar, sino que cuando más les arrimase á un lado; que nadie retrocediese por ningún motivo, ni volviese siquiera la cara á mirar el campamento; que al que huyese todos debiesen acó- ros. y para apagar el fuego que los sitiados habían prendido por medio de una mina, manda torcer el rey el curso de la acequia precipitándola en el foso. Este incidente acaecido en domingo, debió ser á i6 ó á 23 del mes. (, i) Véase el núm. 23 del Apéndice. {a) Siguiendo á Desclot, puede continuarse en esta forma el dietario: Martes día de Navidad. Oye misa el rey con sus barones, comulgando en se- guida, y arma caballero á Carroz; pásase el día en paz y alegremente sin la menor escaramuza. Miércoles 26 Diciembre. Derriban los sitiadores catorce brazas del muro con los tablados y garitas de encima, y minan los cimientos del muro mayor en una extensión de diez y seis brazas, hincándole maderos á modo de cuñas; mas á pesar de haberles metido fuego, el muro se mantiene en pie, hasta que en mitad de la noche se desploma con estrépito por sí mismo. Jueves 27. Allanan los cristianos y hacen practicable la brecha defendida ya por otro muro que más adentro habían levantado los sarracenos; y aunque los sitiadores también este lo tenían minado, lo dejan en pie para que fiado en su am- paro el enemigo no pensase en construir otro, y reservan su fácil derribo para el día del asalto. Este fué el día cuarto antes del asalto según la crónica real, en que se prestó el general y solemne juramento. Desde el 26 empezaron las rondas que se alargaban á una ó dos leguas del campamento, y que arrecidas de frío volvían á las barracas á calentarse, trayendo con sus descuidos inquieto al soberano. io8 ISl., AS BALEARES meterle y matarle como si enemigo fuera; que, entrada la plaza, nadie se alojase, mientras durara la pelea; que ninguno usurpa- se el alojamiento que otro ya hubiese tomado; y que quien lo contrario de lo dicho hiciese, se hubiese por traidor á Dios, á la patria y al rey, y como Bara fuese castigado (i). Hicieron traer una cruz y los santos evangelios, sobre los cuales juraron cumplir todo lo convenido ; y como también quisiese jurarlo D. Jaime, no lo consintieron los barones, bien que el rey les dijo que en su corazón y conciencia lo tenía cual si jurado hubiese: lo cual fué una clara muestra de la lealtad de aquellos varones intrépidos, que al comprometerse á arrostrar la muerte para poner una nueva corona en las sienes del joven monarca, no pudieron sufrir que éste corriese los peligros del asalto, antes con gran bondad y nobleza quisieron ahorrárselos. Observó entonces uno que, pues los sitiados no escaseaban de vituallas, prolongarían su obstinada defensa si les entraba refuerzo, que sí les entraría de los que antes se dieron al partido del rey, porque á ello les apretarían el riesgo de sus hermanos y los vínculos de la religión y quizás del parentesco; y propuso que guardasen todos los pasos que á la ciudad conducían. Y como al siguiente día regresasen al campamento Jaques Sans y Be- renguer Durfort, porque ya no se fiaban de los isleños que con los apuros de la plaza debían de andar alborotados, conocióse cuán bueno era el consejo de aquel barón, cuyo nombre calla la crónica, y al momento se puso en efecto. Estableciéronse tres fuertes postas de cien caballos armados cada una, que se pusie- ron la primera en las trincheras, otra delante la puerta de Bar- bolet ó Beb-Albelech, hoy del Campo [a)^ y la tercera delante la de Portopí, hoy de Santa Catalina. (i) Bara, en catalán, signified traidor en sumo grado, y con este nombre de- signaron las leyes al que lo fuese. (a) Aunque beled en árabe significa campo, la puerta de Beb-al-beled, con tan- tas modificaciones repetida en los documentos coetáneos á la conquista, no co- rresponde á la que hoy llamamos del Campo, como supuse mal en mi Historia, al za, Entre tanto proseguíanse con ardor las cavas, de las cuales pa- una, que dirigía el conde de Ampurias (i), atravesando el foso lo iba á terminar en los cimientos de la cortina mayor, mientras á pegado fuego á los cuentos de las ya concluidas caían las torres, 109 on aportillábanse los muros y abrían el paso á los cristianos. Mas on no sin gran fatiga se practicaban tantos trabajos, y bien fué me- rio nester la presencia del rey para dar calor á los soldados é im- lijo pedir que se descontinuasen las operaciones. Tres días estuvo se: sin dormir : los de las postas, arrecidos de frío, abandonáronlas nes de noche para ir á calentarse en las tiendas, y D. Jaime hubo ara de acudir en persona á reprenderles y á relevarles con gente no descansada ^ y escogida de su mesnada misma y de los ricos tes hombres; cuanto habían menester los ingenieros y cavadores y rvó los que allanaban el paso para que la caballería entrase por la as, brecha, venían á pedírselo al rey, sin cuyo consejo nada querían ^ue hacer, así de día como de noche; y los repetidos mensajes de ey, los cabos y trabajadores tan desvelado y acucioso le traían, que los si alguna vez probó de conciliar el sueño estorbábaselo el más ^ue leve rumor de pisadas, y nunca hubo que despertarle. En esto, mo faltó el sueldo á la tropa; y D. Jaime lo remedió con pedir pres- Be- tadas sesenta mil libras á unos mercaderes, que con sus cauda- :on Ies habían venido á la expedición (2). óse Quince brazas del muro mayor vinieron al suelo con la cava illa del conde de Ampurias: ya la caballería podía sin mucha difi- res cuitad salvar el foso y subir á la brecha; y al verlo debieron de sie- lar- explicar la división de los barrios de la ciudad trazada en el ^ Repartimiento: datos irrecusables me han convencido posteriormente de que dicha puerta no es.otra que la actual de San Antonio, que con la de Beb-al-kofol y de Portopí constituía una de las tres principales, vuelta á levante como las otras al norte y al oeste. La, presente del Campo no existía á la sazón, ó sería cuando más un portillo del re- cinto del Temple, entonces probablemente almudaina ó cindadela de la Gomera. del ¿g. Prop castell . que nos donam al Temple^ dice la crónica real que estaba la de puerta Barbelec., y esto contribuyó á inducirme en error; pero no dista tanto del Tem- Antonio, que no pueda asimismo llamarse cercana. (i) Véase el número 26 d&\ , Apéndice. (2) Véase el número ^ 24 del Apéndice. no descaecer los sitiados, que á la verdad harto hicieran con soste- nerse hasta entonces. Era el 30, y se señaló el día siguiente para el asalto general (a). En el primer tercio déla noche, acer- cóse al pabellón real D. Lope Jiménez de Luesia, y dijo al rey: «Señor, yo vengo de las trincheras, y he mandado á dos escu- deros míos que se metiesen en la plaza. Hanlo hecho y visto cadáveres por todas partes, y que de la quinta torre á la sexta no velaba ninguna escucha: por lo cual os aconsejo que man- déis armar la gente, porque tomada está Mallorca, pues mil hombres podrán entrar en ella antes que lo echen de ver los sa- rracenos. — «Ah Don Viejo^ contestó sonriéndose el rey: y eso nos aconsejáis? Oscura por demás está la noche; y si con la cía- ridad del día muchos no se avergüenzan de ser malos en las ar- mas, ¿qué harán ahora, que el uno no verá al otro? Y si cuando hayan los nuestros logrado entrar en la plaza, por malaventura fuesen rechazados, jamás después volverían al asalto ni la to- marían (i)». Ya la primera luz del 31 de Diciembre despunta en el ho- rizonte, y las trompetas tocan á armarse. Celébranse con fervor los divinos oficios, y todos los guerreros se acercan á los altares á recibir el cuerpo de Jesucristo. Fórmanse las compañías, tre- molan los pendones, y vase llenando de aceradas puntas el es- pació que media entre el campo y las murallas. Ya va esclare- ciendo más y más el día puro y sereno, y por última vez los minaretes y las cúpulas se levantan sobre las mezquitas. El va liente Said ben-el Hakem, promovedor de la tenaz defensa de la plaza, ordena su gente sobre la brecha, y cabalgando un caballo blanco, anima á los suyos á ser buenos en aquel trance. Da el rey la voz de arremetida; mas tan erizado de hierro aparece el {a) Otro asalto general pone Al-makzumí el viernes i i de safar, correspon- diente al 2^ de Diciembre, y mal reducido por equivocación de la hègira en la edición inglesa del Al-makkarí; y fija en el domingo siguiente, 30, la toma de la ciudad, anticipándola un día. (i) Véase el número 24 del Apéndice. ISLAS BALEARES III angosto paso, que vacila la infantería del primer cuerpo de asalto, y D. Jaime tiene que repetirla dos veces. Muévese en- tonces con buen orden la primera columna, á la cual siguen los caballeros y sus sirvientes de armas; y llegados al foso, apelli- dan los peones «Santa María» á grandes voces, y repitiendo sin cesar aquel sagrado nombre, que enciende su entusiasmo, esca- lan una torre un barcelonés y cinco camaradas suyos, trepan todos por la brecha, y fuerzan el paso como quinientos. Aparé- jase el foso para que suban los caballos, que con harto trabajo y no tan aprisa como conviniera, comienzan de efectuarlo; mas entre tanto, de tal manera aprietan los moros á los quinientos infantes, que están á pique de ser rechazados ó muertos. Cú- brese la primera fila con los grandes escudos, formando como una muralla de bronce, y el anciano walí da á los suyos la voz y ejemplo de firmeza; cuando comienzan de entrar los caballos armados, siendo los primeros Juan Martínez Deslava, Bernardo de Gurb, uno apellidado con el apodo de Soyrot caballero de Sire Guillelmo, y Ferrán Peris ó Pérez de Pina (i). Embisten á los sarracenos; pero tan cerradas están las filas enemigas y tal es la espesura de las lanzas que se inclinan á recibir la carga, que los corceles se asustan, y los jinetes tienen que retroceder á tomar campo. Por fin ascienden á cincuenta los caballeros; é invocando á la Virgen, al grito de «vergüenza, caballeros, ver- güenza,» se lanzan sobre los infieles, que en vano pugnan por contrarrestar el choque de aquellas masas de hierro, impenetra bles á sus golpes. Ya en esto entrará D. Jaime en la plaza, según la tradición que aun dura, por la puerta de Benalcofor, hoy Pintada, que debía estar inmediata á la brecha. El intrépido Said ben-el Hakem defendía á palmos el terreno, y en la calle vecina, que diz era la de San Miguel, andaba furiosísima la batalla. Pero el infeliz vecindario, aterrado por el largo sitio, como supo y vió (i) Véase el número 25 del Apéndice. 112 ISLAS BALEARES que los cristianos estaban dentro de la plaza, no quiso aguardar la funesta suerte que le reservaban las espadas de quienes antes desoyeron la voz de la razón y de la conveniencia y desecharon toda oferta ventajosa por no privarse de la venganza. Treinta mil, que serían de los barrios apartados de la puerta de Benal- cofor, fugáronse por las de Barbolet y Portopí {a)\ lastimoso espectáculo el de tantos ancianos, mujeres y criaturas, cargados unos con los haberes que pudieron recoger, otros con los pa- dres ó los pequeñitos privados de andar, todos desamparando tal vez para siempre la patria y los hogares paternos, todos consternados y clamando con desesperación á su profeta. Afor- tunadamente para ellos, tantos eran los despojos y riqueza que donde quiera encontraban los cristianos, que no se cuidaron de los que huían ; tan ocupados estaban en el saqueo. Los que con el walí se sostenían, perdida al fin toda esperanza, fueron vol- viendo las espaldas, y con gran vileza buscaron dónde escon- derse; y casi desamparado hubo de hacer lo mismo Said-ben-el Hakem. Veinte mil cadáveres atestiguaban la cruel venganza de los cristianos {b)\ la Almudayna, que entonces era como la ciu- dadela de la plaza, fué el refugio de los que primero temieron la muerte; y tanto tropel de moros á ella acudía, que ó no ca- biendo ó porque se acercaban los cristianos, con bárbara cruel- {a) Habitarían en los barrios extremos del este y del oeste, que si bien incluí- dos dentro de los muros, se llamaban villa respecto de la primitiva ciudad ó al- mudaina. Dicha salida, según Al-makzumi, fué anterior al postrer asalto, lo cual y la circunstancia de estar capitaneada por Ibn Sheyri, jefe como hemos visto de los descontentos, le dan visos de deserción. «Al ver Ibn Sheyri que los cristianos eran dueños de los contornos y que la ciudad no podía sostenerse por más tiem- po, la abandonó ocultamente, y se metió en el interior de la isla con todos los ve- cinos que quisieron seguirle.» Más adelante veremos su resistencia en las monta- ñas. (¿i) No discrepa mucho Al-makzumi en el número de los muertos; «fenecieron, dice, en la matanza que se siguió, nada menos que veinticuatro mil habitantes, sacrificados por culpa de un solo individuo», es decir, de la temeridad del wall. Desclot hace subir á cincuenta mil los moros que murieron, incluyendo tal vez en esta suma á los fugitivos, y á treinta mil los que fueron reducidos á servidumbre: Carbonell afirma que entre muertos y cautivos ninguno escapó. ISLAS BALEARES 113 dad cerraron los de dentro las puertas, á las cuales perecían miserablemente á centenares los que no pudieron entrar con tiempo. En esto, mientras el rey traía pláticas de rendición con los que se amparaban de la Almudayna, llamáronle aparte dos sol- dados de Tortosa, y dijéronle que si se lo recompensaba, ellos le entregarían el walí. Ofrecióles el rey mil besantes, que ellos aceptaron; dejó allí un rico hombre para que nadie combatiese á la Almudayna, y con D. Ñuño siguió á los dos de Tortosa á la casa que le designaron (a). En ella encontraron al anciano walí, que ahora tal vez sombrío y aguardando con calma que se cumpliese lo que de su destino estaba escrito, falsa y mezquina doctrina de su secta, sentárase envuelto en su blanco albornoz, acompañado de solos tres fieles pajes, que delante de él empu- ñaban sendas azagayas. Al ver á los recién venidos, y sabiendo que uno de ellos era el rey, púsose en pie, y desembozándose dejó ver recia coraza debajo de la túnica ó sobrevesta blanca. El rey, como era bueno y generoso, hízole mucha cortesía (i), y por truchimán le dijo que no temiese, que él le daría para su seguridad dos principales caballeros, y que pues en poder suyo estaba, ya no moriría. Y dejándole con buena guarda, volvió á los del Almudayna, que le dieron en rehenes el hijo del walí. (o.) El valiente anciano, habiéndose retirado del combate el postrero, no pudo ya encerrarse en la Almudaina ni volver á su palacio; Desclot dice que fué hallado en un corral, Carbonell en una calle sin salida. Al aserto de este último y al de -Muntaner, que en siglos posteriores al hecho y fundados tal vez en hablillas vul- gares, cuentan que el conquistador asió de la barba al rey moro, hay que preferir bajo todos conceptos la relación misma del monarca, más conforme á su sidad genero- y nobleza. Menos es de creer lo que dice Al-makzumí, fué que sometido «preso el amir á todo género de torturas, de las cuales falleció cuarenta y cinco días después de su captura.» (i) Muntaner refiere que, conforme lo había jurado, D. Jaime cogió al walí por la baiba: esta tradición enteramente falsa, fué copiada por muchos hasta cronistas; y en los azulejos que decoran las paredes de la que fué ced, portería de la Mer- en Barcelona, cuya religión fundó D. Jaime, uno de los cuadros ó clones compartí- representa á éste en el acto de cometer noble aquella grosería tan indigna de su carácter.—Véase el número 2Ó del Apéndice. 15 114 ISLAS BALEARES niño de trece años (i), y le abrieron las puertas; y puso en el alcázar dos frailes Predicadores, quizás fray Miguel como ase gura Marsilio, y diez caballeros escogidos, con sus sirvientes, que custodiasen el palacio y los tesoros del jeque. Ya el sol había dejado de alumbrar aquella triste escena: el rey hallábase con la armadura puesta desde el amanecer, y de- seoso de descansar; mas ninguno de sus familiares y criados acudía, y D. Ladrón convidóle con decirle que él, merced á uno de los suyos, tenía preparadas casa y cena. Dábase entre tanto el saco, y tanta riqueza había en la ciudad que, cosa rara en semejantes lances de guerra, no sobrevino la menor alteración entre los vencedores, creyendo cada cual con lo que recogía que él era el más rico y afortunado. Aunque durante el combate habían huido á los montes treinta mil habitantes, no de todos los barrios pudieron tomar á tiempo las dos puertas susodichas, ni escapar de las tropas cristianas que en un momento inunda- ron la ciudad como un torrente. Las infelices moras, que no co- nocían sino el retiro de sus haremes, vieron á la soldadesca re- gistrar con avidez sus aposentos ; y temerosas de la muerte ó de la violación, matronas y doncellas arrancábanse sus alhaites y brazaletes, y puestos en el regazo dinero y joyas, amargamente llorando, en su lengua nativa á los soldados decían: «—Toma, cristiano, y déjame la vida (2);» palabras y acción de grande enternecimiento, si tras de los peligros del asalto, y cebadas ya las armas en la matanza y la codicia en el robo, pudiese haber lugar á la misericordia. Así tan rico fué el botín, aun hecha por cada uno restitución de lo que debía repartirse, que ni los cria- dos del rey volvieron á él en ocho días. (1) « después se hizo cristiano, y se llamó D. Jaime, y casólo {el rey) con una donzella principal, que se dezía Doña Eva, que era hija de D. Martín Roldán, y nieta de D. Roldán del linaje de Alagón, y fueron señores de Gotor; y confirmó- les el Rey la baronía de Huesca y Gotor : y huvieron á D. Blasco de Gotor,-que fué padre de Miguel Pérez de Gotor.»—Zurita, Anal, de Arag.., lib. 3, cap. 8, fol. 132. (2) Véase el número 25 del Apéndice. ISLAS BALEARES I15 Poco después, algunos barones, principalmente D, Ñuño, Berenguer de Santa Eugenia, el obispo y el sacrista de Barce- lona, propusieron que se hiciese pública almoneda de los moros y de todo lo que se depositó para repartirse. Opúsose D. Jaime, atento á lo que más importaba, que era la destrucción de los sarracenos que de las montañas se amparaban, y á los cuales no se debía dar tiempo de rehacerse; y dijo que se hiciese enhora- buena el reparto tan sólo de cautivos y ropa por suertes, cosa que en ocho días podría efectuarse, y al punto regocijadas las tropas con esa primera partición, marcharían á desalojar de sus últimas posiciones al enemigo. Pero hubo de ceder, no sin indi- caries que traslucía su mala fe y augurando mal de aquella de- terminación (i); y así se comenzó la almoneda, que duró desde carnestolendas á Pascua. Creyeron, caballeros y plebeyos, que aquello se hacía para darles la parte que á cada uno tocaba, y por esto iban tomando de lo que se vendía cuanto en su con- ciencia correspondía á su porción ; mas como se les exigiese el precio de lo comprado, indignáronse, corrieron tumultuosos las calles, saquearon la casa de Gil de Alagón, y sólo la presencia del rey contuvo su furia. Pero á los dos días alborotáronse de nuevo, dieron á saco la casa del paborde de Tarragona, y tanto crecía el motín, que el rey, antes de salir á reprimirlo, trasladó por precaución todo su haber de la Almudayna al castillo que ocupaban los templarios, inmediato á la puerta de Beb-Albe- lech ó Barbolet. Armóse, pues, y yéndose para los amotinados: —Vosotros, les dijo, habéis cometido acción antes no vista entre nosotros, la de saquear las casas y mayormente de los que ningún tuerto os hacen; y sabed que no lo sufriremos, antes tantos haremos ahorcar de los que se desmanden, hieda la villa. que ¿Á qué tanta confusión y trastorno.^ ¿no es nuestra volun- tad y ánimo que se os dé vuestra parte, así de lo de las recogido como tierras.?» Aquietóse al oir estas últimas palabras el pue (i) Véase el número 25 del Apéndice. ii6 ISLAS BALEARES blo; y el obispo y el paborde, objeto particular del odio de los sediciosos, pudieron salir del alcázar en donde se refugiaran. La ciudad estaba llena de cadáveres; los recién entrados alo- jábanse como mejor podían, y aunque tantos sarracenos habían desocupado la plaza cuando el primer asalto, corrían los nuevos pobladores riesgo de ser atacados de peste, si no atendían á la sanidad y limpieza, cosa punto menos que imposible en el ardor de la entrada y para una soldadesca ya avezada á las privado- nes de un campamento y á los malos hábitos que en él contrajo. No se les ocultó esto á los cabos, y convocando consejo, acor dóse que los prelados concediesen á la gente mil días de perdón por cada cadáver que se sacase afuera; y tanto fué el celo del ejército por ganar las indulgencias, que en pocos días quedó la ciudad limpia y quemados en el campo los restos de cuantos perecieron en la entrada (i). Con la muerte de los Moneadas quedó incompleto el núme- ro de los que debían cuidar del reparto y señalamiento de las porciones; y en los primeros días del sitio, á los difuntos herma- nos les reemplazaron D. Ramón Alamany y D. Ramón Beren- guer de Ager, y al primer número se agregaron D. Jimén de Urrea y D. Pedro Cornel. Comenzaron, pues, ahora por esco- ger las treinta casas mayores de la ciudad, de las cuales quince pasaron al rey, que dió algunas á sus porcioneros los tem- plarios y el paborde de Tarragona. Al rededor del Alcázar, el recinto que llamaban Almudayna encerraba 178 edificios, amén de los que se computaban en los treinta primeros; é insiguiendo lo acordado en las cortes celebradas en Barcelona, diósele al rey la mitad, y lo mismo se practicó en lo demás que se fué re- partiendo. Dividióse entonces lo restante de la ciudad en ocho partes, y las cuatro que á D. Jaime le cupieron contenían mil cuatrocientas ochenta y dos casas habitadas, cuatrocientas no venta y cuatro inhabitadas, veinticuatro hornos, diez y siete (i) Véase el número 25 áeX Apéndice. huertos, trescientos veinte obradores ó tiendas, y dos de los me- jores baños públicos: rica porción, si de ella no hubiese debido o- recompensar á los templarios, á varios caballeros, y á las ciu- i" dades y villas (i). Las restantes cuatro partes, si por lo que con 117 los molinos se hizo hemos de juzgar, diéronse al conde D. Ñuño, L al obispo de Barcelona, al conde de Ampurias, y á Guillén de Of Moneada, los cuales también tenían que satisfacer los servicios o- de sus principales caballeros y allegados. Lo mismo se practicó o. con las tierras regadías del distrito de Palma, que con los hom- )r bres buenos y peritos nombrados al intento, salió á medir en í>n buena ley el agrimensor Pedro de Osea ó Huesca con una me- el dida ó cuerda que alcanzaba veinte brazas del rey, equivalentes la á veintidós de D. Ñuño ó de todo hombre regular; noticia que os confirma la descripción que de sus prendas físicas algunos ero- nistas nos han dejado (2). le- Mientras así iban adelantando la partición de lo conquistado, as que aún se proseguía muchos meses después y nosotros pasa- a- remos por alto, un fatal acaecimiento vino á turbar la alegría de n- los cristianos, y confirmó cuán prudente anduvo el rey al acón- ie sejar que saliese sin demora el ejército en demanda de los mo- o- ros que de los montes se guarecían, y se dejase para después ce el reparto. Declaróse la peste en la ciudad, y con el desorden y n- agolpamiento de tanta gente de guerra se encendió tan terrible- el in Jq (O El libro del Repartimiento, del cual damos un extracto en el número 27 del Apéndice, trae la demarcación de cada una de aquellas cuatro partes, los nom- al bres de las calles, de las casas, y hasta de las tiendas, todos árabes ; pero hasta qué punto pudiera la planta moderna de Palma servir para la aclaración de .g aque- lia antigua, á los anticuarios del país, que hagan un particular estudio de las loca- 10 lidades, toca decidirlo {a). Hállanse mencionadas en aquel libro seis mezquitas. cuyos nombres eran: de •j Abdolmele ibne asna; de Áxaquetz; de Alhajezequí ; de Zegrí ; la Mezquita Roja (Mezquita Rúbea, fol. y de Aljeneví. Véase el número citado. Q (2) Véase el número 28 del Apéndice. te ia) Algo dé esto ensaye en el detenido estudio del repartimiento, puesto por apéndice á mi Conguisia de Mallorca., al cual me lemito ; y todavía resta campo á un trabajo indefinido, no dejando por consultar ningún antiguo título ó traspaso de propiedad. ii8 ISLAS BALEARES mente, que diezmó las compañías y llevó al sepulcro á los más intrépidos, á quienes respetara la muerte en los combates. Mu- rió á los ocho días de enfermar D. Guillén de Claramunt; apenas sepultado, siguiéronle á la tumba D. Ramón Alamany, D. Gar- cía Pérez de Meytats y D. Guerao de Cervelló, hijo de D, Gui' llelmo de Cervelló y sobrino de Alamany, todos del linaje de los Moneadas, excepto el D. García. Al verlo el conde de Ampu- rias, exclamó: « aquí feneceremos los que de este linaje queda- mos;» triste presentimiento, que se cumplió para él ocho días después {a). El contagio apresuró la partida de los que ya deseaban vol- ver á Cataluña, y quizás motivó la de quienes se proponían asistir hasta el fin de la conquista; y sin curarse de las tierras adquiridas, y contentos con el botín recogido en el saco ó con las casas que de la ciudad les cupieron, abandonaron no pocos, caballeros y villanos, á su rey y á la isla: consecuencia natural de un ejército colecticio, compuesto en su mayor parte de gente voluntaria y de tercios que obedecían á capitanes ó señores dife- rentes. El rey, pues, hubo de enviar á D. Pedro Cornel á Ara- gón con cien mil sueldos, para que alistase cien caballeros y trajese los cincuenta, que como á feudatario del monarca le co- rrespondía; al paso que escribió á D. Atho ó Artal de Poces y á D. Rodrigo de Lizana, también feudatarios suyos, que le acu- diesen, como lo pusieron en efecto. Mas entretanto no se daba vagar el grande ánimo de D. Jai- me. Al frente de las pocas fuerzas que le habían quedado, corría el interior de la isla; acogía y heredaba á los caballeros Hospi talarlos, que vinieron á ofrecerle sus espadas; y en una segunda salida, en medio de los mayores peligros y padecimientos de {a) Murió á 23 de Febrero según el necrologio de la iglesia de Gerona, y sien- do el postrer acometido, demuéstrase que la peste se declaró antes de la Guares- ma, que empezó el 20 de dicho mes, y no por Pascua como entendieron mal nuestros historiadores. ISLAS BALEARES 119 calor y hambre (i), rendía en las montañas y cuevas de Artá dos mil sarracenos, y recogía diez mil cabezas de ganado mayor y treinta mil de menor (a). Atento á la conservación y aumento de su nueva conquista, dictaba aquellas famosas franquicias, que debían ser un incentivo para que del continente viniesen pobla- dores, y el código que había de regir aquella naciente población militar (2). Pero ya era tiempo de regresar á sus estados, pues más de un año había transcurrido desde que dió la vela en Cataluña. Cometió, pues, el cargo de lugarteniente suyo á D. Berenguer de Santa Eugenia, con merced que del castillo de Pals le hizo, y con promesa solemne de aprobar y cubrir cuanto expendiese. Convocó á consejo general á los barones, caballeros y demás pobladores, y les habló en estos términos : «Catorce meses cum- píen que estamos en Mallorca, y durante este espacio de tiempo jamás quisimos abandonaros; mas ahora va entrando el invier- no, y pues por merced de Dios parece que queda segura esta tierra, nos partiremos. Mejor podremos mirar por vosotros des- de Cataluña que permaneciendo aquí, porque os enviaremos tales esfuerzos que bien podrá defenderse la isla de todo acome- timiento; cuanto más que, si fuese menester, otra vez acudiría- mos personalmente. Habed por cierto que desde que nos parta- (1) Véase el núm. 29 del Apéndice. (a) Si esta segunda expedición del rey á Artá fué en la semana de Pasión (24 á 3 1 Marzo) como expresa su crónica, la primera que emprendió por el valle de Bu- ñola, internándose por las montañas hasta dejar á la derecha el castillo de Alaró y torciendo luego hacia Inca, debió ser al principio de la Cuaresma, sin que la es- torbaran los estragos de la peste, ni la almoneda del botín, ni el otorgamiento de la carta-puebla que fué á i.° de Marzo. La mayor fuerza de los refugiados sarrace- nos no estaba en los montes de Artá, sino en los de Sóller y Almaluig, donde pa- saban de tres mil peones escogidos con treinta caballeros al mando de Xuarp ó Xuaip, los cuales hubieron de cobrar bríos viendo que el rey en las dos jornadas desistía de atacarlos. Extraño es que en estas campañas no figure Ben-Abet, quien, habiendo sometido al rey su distrito de Pollensa y toda la costa fronteriza á Me- norca, podía fácilmente cortar las comunicaciones entre los de Almaluig y los de Artá si permaneciera en el servicio del conquistador. Xuaip con los suyos se man- tuvo un año todavía en aquellas breñas. (2) Véase el número 30 del Apéndice. 120 ISLAS BALEARES mos, de día y de noche, lo más del tiempo estaremos pensando en vosotros. Y pues Dios nos hizo tanta merced que nos ha dado reino en medio del mar, cosa jamás alcanzada por ningún rey de España, y que hayamos podido edificar iglesia á Nuestra Señora Santa María (¿^); creed que nunca os desampararemos, antes muy á menudo, sea ó no necesario, me veréis en Mallor- ca.» Mas el llanto le embargó aquí la voz, que no pudo conte- nerlô al ver las lágrimas que como verdaderas muestras de sen- timiento todos derramaban. Reinó silencio un buen espacio, y rompiéndolo al fin el rey, despidióse afectuosamente de sus com- pañeros de armas, dióles á reconocer por lugarteniente suyo al (a) E tantas d'altres que ni haurá, añade el rey en su crónica. Según estas pa- labras, hallábanse ya entonces abiertos los cimientos de la grandiosa catedral, alojada interinamente en la principal mezquita á la cual había de reemplazar; esta- ba designado el solar y acaso principiadas las obras de la iglesia de Santa Eulalia, puesto que se nombra en el repartimiento, y proyectadas otras muchas, no sólo de parroquias, sino también de conventos y hospitales. Y bien explican esta pre- mura la ardiente piedad del monarca y las necesidades religiosas de los morado- res, sin suponerla efecto de un voto hecho por aquél durante la borrasca que padeció á su venida, pues las crónicas no indican tal circunstancia. La dotación de la iglesia catedral correspondió á la majestad del edificio : en la concordia de las cortes de Barcelona anterior á la conquista, sólo se estipuló «que se asignasen á los clérigos y á las iglesias los señoríos (dominicaturœ) y rentas competentes;» pero el generoso rey, aunque dueño de los diezmos por concesión pontificia en las tierras que se conquistasen de sarracenos, cedió á la seo de Mallorca en ç de Abril de 1232 desde Barcelona la décima parte de todas sus posesiones y dere- chos en la isla, y de todos los frutos y animales de sus tierras, inclusos los peces de sus riberas, imitando los magnates su liberalidad. Pero después de mediar va- rias transacciones, obtuvieron finalmente las parroquias la cuarta parte de los diezmos, la catedral el otro cuarto, quedando con la mitad restante los dueños directos de las tierras ó poseedores de caballerías. Para la creación del obispado atravesáronse algunas dificultades por parte de la iglesia de Barcelona, que pre- tendía tener jurisdicción sobre las de la isla por donación que en el siglo xi le otorgara Alí, señor de Denia y de Mallorca; pero interviniendo como árbitros los abades de Poblet y Santas Creus, acordóse la erección ó más bien restauración de la silla episcopal de Mallorca, dejando la elección del primer prelado al arbitrio del monarca y la de los sucesivos al obispo y cabildo de Barcelona, con obliga- ción de nombrarle del seno de aquella iglesia mientras fuese posible, condición que no llegó á cumplirse por sobrado exorbitante. El designado por el rey para la nueva mitra en 1232 fué Bernardo, abad de San Felío de Guixols, y por renuncia acaso de éste, lo fué en 1235 paborde de Tarragona Ferrer de Sant-Martí, más adelante obispo de Valencia; sin embargo el primero que en propiedad la obtuvo en I 2 38 fué don Raimundo de Torrella, de quien se asegura sin bastante funda- mento que fué religioso dominico y hermano de Bernardo de Santa Eugenia. ISLAS BALEARES 121 de Santa Eugenia, repartió sus armas y caballos á los más ne- cesitados, y reiteró á todos la promesa de volar á su socorro cuando se temiese que venía armada contra la isla. Y pasando á la Palomera, en donde le esperaban dos galeras, una de Ra- món Canet y otra tarraconense, embarcóse en la primera el día de los santos Simón y Judas, y de aquel, que fué primer puerto cuando su venida á Mallorca, hizo vela para Cataluña, adonde arribó al tercer día. La fama de su expedición le valió allí un continuado triunfo en todas las ciudades y villas: y bien hacían todas en recibirle en procesión, y en desplegar para honrarle toda la pompa que podían las municipalidades y el clero; la grandeza y buen suce- so de la conquista disculpaban toda extraordinaria manifestación de contentamiento, y la gran parte que al rey le había cabido en ella justificaba el excesivo respeto de sus vasallos. Muerto su infeliz padre D. Pedro el Católico en el campo de batalla; necesitado él, niño, á valerse de la protección de unos caballeros religiosos y del arzobispo tarraconense para criarse como á su rango convenía; heredero de un reino combatido por los odios de familia y por la ambición de sus deudos, que á su misma persona pusieron en peligro ; insolentadas muchas villas contra la corona al amparo de los bandos; ociosas y desacredi- tadas las armas aragonesas, excepto en los daños propios: gran- de arrojo fué el suyo al acometer aquella empresa, para la cual no le convidaba el estado de sus reinos, y que parecía carga harto grave para las fuerzas de un rey que apenas.rayaba en los veinte y un año. Es verdad que Cataluña, particularmente Barcelona, le secundó y aun excitó de una manera que ha for- mado época en sus anales; pero mucha parte tuvo D. Jaime en conciliar los ánimos de los más poderosos magnates, y toda en activar los preparativos y hacer que ni se entibiasen ni de ellos se levantase mano: cosa no bastantemente alabada, si miramos las dificultades que el solo transporte de máquinas, caballos y armas entonces traía. ¿Quién sino él entre tantos buenos duran- 122 ISLAS BALEARES te la travesía alentó á los decaídos, aconsejó á los experimenta- dos, y conservó valor y serenidad cuando todos uno y otra per- dían? Muertos los Moneadas, sus mejores servidores y maestros, sobre él recayó todo el peso de la dirección, y sus avisos y consejos se siguieron en todas las operaciones, en un sitio largo, contra una plaza de las más fortalecidas del mundo, con tantos enemigos y tan desesperados en su defensa, y en medio de los rigores de la estación, de la escasez y de las armas. Pues cuanto á la importancia y á la trascendencia de la jor- nada, con no menos razón debían alegrarse los de Cataluña, aunque, experimentándolas en parte, sólo podían presentirlas. Si los armamentos de las cruzadas acumularon en las ciudades marítimas de Italia el oro de la Europa y acarrearon el aumento de su marina, la expedición de D. Jaime fué el principio del espíen- dor y poderío de Barcelona, de aquella marina que más tarde y muy pronto rivalizó con las de Italia. Cuanto con ella ganase la construcción naval, cuanto debiese de invertirse en la fabricación de armas, en vestidos y provisiones, cuanto movimiento se die- se al comercio, verálo quien tenga en cuenta el modo de gue- rrear de aquellos tiempos, que Barcelona era casi la única plaza capaz de subvenir á los abastos y aprestos, y que con llevar la guerra fuera de su territorio afianzaban los catalanes en él la paz y la seguridad de sus relaciones comerciales. Por esto, dado el impulso, fué creciendo de manera el poder marítimo de Cata- luña, que los mismos señores de Marruecos buscaron después la amistad de D. Jaime y de los sucesores suyos, y en vida del rey se plantearon casi todas las instituciones y establecimientos, que dieron estabilidad, regularidad y aseguración al comercio. En resolución, con esa empresa cobraron aliento todos los subditos de la corona aragonesa ; y reencendido el fuego guerrero, se preparó aquella serie de triunfos, que comenzó con la toma de Valencia y Murcia y siguió luego con las idas al África y con las campañas de Italia, en donde las espadas catalanas y arago- nesas abrieron ancho campo á las glorias españolas. ISLAS BALEARES 123 Y ya que con estas leves consideraciones finalizamos la re- lación de la toma de Palma (¿^), désenos que las presentemos aún más breves sobre la desventurada gente que la perdía, ó mejor, sobre su dominación en la isla. Aunque animados por aquel celo religioso, que siempre fué el móvil de las grandes empresas, los primeros muzlimes que á España pasaron en no pocas partes admitieron á los cristianos á capitulación, y les garantieron el libre ejercicio de su culto; y los que en Mallorca desembarcaron tan benignamente debieron de haberse con sus habitadores, que aun muchos años después quedaba en la isla población cristiana. El intrépido y sagaz Mudjehid concedió al obispo barcelonés Gislaberto que fuesen de su diócesis todas las iglesias de las Baleares y de Denia; que ninguno de sus vasallos cristianos recibiese las sagradas órde- nes sino del obispo de Barcelona; que sólo éste pudiese consa- grar el crisma, y dedicar los templos; y en 1058 su hijo y suce- sor All confirmó aquel extraordinario privilegio, ilustre prueba de la humanidad de aquellos primitivos conquistadores (1). Cuanta fuese ésta, claro lo dice la permanencia de cristianos en la isla, aun cuando las hostilidades que entre los moros baleares y los españoles reinaban habían de ensañar á los dueños de las islas contra los correligionarios de los que tan fieramente les hacían sentir el rigor de sus espadas. Pero, sea dicho en honor [a) Respetando el constante uso que hace en su relato Piferrer del moderno nombre de la capital de Mallorca, no puedo menos de consignar una vez por todas mi disentimiento en emplearlo, por lo que suena á anacronismo , siempre que.se trata de tiempos anteriores á la época, no más allá del siglo pasado ó del xvii, en que la voz de Palma,, exhumada por los eruditos, comenzó á aplicarse, con fortuna rara vez obtenida en semejantes casos, á la ciudad que desde los siglos más re- motos nunca había llevado otro nombre que el de la isla. Sé que produce dificul- tades esta regla así en trabajos históricos como en obras de imaginación, pero la conceptúo indispensable para conservar la propiedad y el colorido.' (i) Este documento existe, junto con el acta de la consagración de la catedral, en el archivo de la Santa Iglesia de Barcelona, libro ide sus antigüedades; y como el Sr. D. Próspero de Bofarull ya lo insertó en la página 8 i, tomo 2.° de sus Condes Vindicados, continuamos aquella esmerada copia en el núm. 3 i del Apén- dice. de la verdad, los cristianos, realizada la grande expedición de los pisanos y catalanes, sin duda no se atrevieron á probar has- ta dónde llegaría la tolerancia de los moros, sino que desampa- rarían la isla cuando12se4reembarcaron las tropas; y aunque el papa Alejandro III, en bula de 27 de Mayo de 1169, confirmó al obispo de Barcelona D. Guillén de Torroja entre otras cosas la jurisdicción en las dos islas de Mallorca y Menorca, más que á la posesión real referíase quizás al derecho adquirido por la Iglesia barcelonesa, para que lo hiciese valer cuando la total expulsión de los sarracenos de las Baleares: empresa á que ja- más renunciaron los sucesores de D. Ramón Berenguer el Grande^ y que en vida de D. Guillén de Torroja estuvo á punto de llevar á cabo el rey D. Alfonso el Casto. Depuesta la fiereza de conquistadores, y aficionados á su patria adoptiva, diéronse los moros al cultivo de las tierras, y tal vez en sus manos cobraron las de Mallorca un valor que nunca tuvieron con las pasadas dominaciones. Sólo un docu- mento queda que pueda arrojar alguna luz sobre este punto,— el libro del Repartimiento; y pues con tanto afán los vencedores cuidaron de hacerse con porciones de terreno, mucho debía este de valer, y ricamente fecundado se presentaría á sus ojos. Las alquerías y rabales (i) salpicaban aquellas feraces campiñas: en el reparto de cada término no hay demarcación que no miente muchísimas de esas casas y cortijos desparramados por las tie- rras; y si aquellas haciendas son mejor cultivadas en medio de fi) « de los cuales queda muy en uso entre nosotros el de Rahal ó Raphal, que según la propiedad de la lengua arábiga es decir una casa ó heredad junto á la Ciudad ó Villa, como también Alquería, ó Caria, ó Cayria, del vocablo Alquehir, que es lo mesmo que casa de fuera, al lugar de pocas casas, como al de muchas Belcd. De aquí es que muchas poblaciones, en que antes no había más de unas ca- serías ó majadas, retienen el nombre de Rahal, Rafal, ó Rafalet, de los cuales tam- bién quedan muchos en el Reyno de Valencia. Hase conservado entre nosotros otra dicción arábiga Beyti, la cual se junta con los vocablos particulares de las Al- querías, como Beniatzar, Benicalvel, Beniforani, etc., que es decir Casa de Atzar, Calvel, etc.» Dameto, Historia general del reyno baleárico., libro 2, página 272 de la edición antigua. ISLAS BALEARES 125 las cuales moran sus mismos dueños, bien de tan claro indicio puede colegirse cómo estarían las de Mallorca. Con gran dili- gencia aprovecharon los manantiales: en las cercanías de la ciu- dad, las humildes corrientes de Canet, de Xibar (ahora de mes tre Pere) y de Alemir (hoy de la Villa) hacían andar más de sesenta molinos, y en varias partes de la isla aun los labradores se aprovechan de los aljibes que cavó la industria de los sarra- ceños. Marsilio pondera cuánto se maravillaron los del ejército de D. Jaime al ver metidas en sacos las uvas, enteras y frescas; Desclot refiere cómo al aposentarse delante de la ciudad des- cansó la hueste en una grande huerta del walí, refrescándose y rehaciéndose con la fruta que de los numerosos árboles les brin- daba; en la segunda salida al interior, D. Jaime tomó á los mo- ros de las montañas de Artá gran cantidad de trigo, diez mil cabezas de ganado mayor y como treinta mil de menor; y cuan- do sus embajadores pasaron á Menorca, como veremos, á tratar de la rendición de aquella isla, los sarracenos menorquines les regalaron con diez bueyes, cien carneros y doscientas gallinas, y al cerrar el tratado prometieron dar al rey anualmente tres mil hanegas de trigo, cien cabezas de ganado mayor y quinien- tas de menor, dos quintales de manteca y doscientos besantes para los gastos del transporte de todo esto: tributo crecidísimo para la pobreza y esterilidad de aquella isla, el cual supone en ella esmerado cultivo, mayormente si se atiende á que los me- norquines ya lo consideraron arreglado á lo que daban de sí sus posesiones. De esta fertilidad naturalmente debía nacer el comercio: y se entenderá cuánto fuese si consideramos que era Mallorca es- cala de las embarcaciones que de Levante pasaban al África; que la codiciosa Génova procuró con todas veras ajustar con sus jeques tratados de alianza; que ella, los pisanos y los pro- vénzales tenían sus barrios y sus lonjas en la capital; y que los mismos sucesores de D. Ramón Berenguer III cuidaron de reno- var continuamente las treguas con aquellos walíes para que las 126 ISLAS BALEARES naves catalanas no estuviesen privadas de esa concurrencia. Ningún hecho marca tan explícitamente en la historia el estado que allí tuviesen las artes : pero en las calles de la ciudad abríanse numerosísimas tiendas y obradores, de los cuales el | rey llevó trescientos veinte; y bien que muchas de aquellas sir- vieren para el despacho de productos agrícolas, en no pocos de estos se labraba la plata y se perfeccionaba la joyería, ejercicio en que sobresalieron los sarracenos, se batía el hierro, y ha lu- gar á suponer que los telares del tejedor ocupaban los restan- tes (i). Si su posición hacía á propósito la isla para las relaciones comerciales y temible á los estados que en estas mayormente entendían, su poderío le valió gran papel é intervención en los acaecimientos y navegación de aquellos mares. Á poco de inva- didas las Baleares por los sarracenos, Barcelona y las costas catalanas tuvieron que llorar su mansión en ellas; y el valiente Mudjehid de Mallorca partió á llevar á Italia la guerra y la deso- lación. Los almorávides tanto acrecentaron la pujanza mallor- quina, que la misma altiva y fuerte república de Génova no se desdeñó de cerrar con los régulos insulares tratados de alianza: y ¿qué era en fin aquel reino, que cuando los postreros Beni Ganyas enviaba al África una escuadra, con sus refuerzos man- (i) Véase el núm. 27 del Apéndice. El Sr. D. Joaquín María Bover de Rosselló, que con grande asiduidad investiga las noticias y antigüedades más curiosas de la isla, en una breve memoria titula- da Del origen., progreso y estado actual de ta agricultura., artes y comercio de ta isla de Mallorca., dice: «Sabemos también qué tuvieron (ios árabes) fábricas y ma- nufacturas, particularmente de jabón, y que entonces se tejía el sendat, el vori, el peluxell, el robió y el savastre, telas que usaron después los cristianos para sus vestidos y para el ornato de sus casas;» Nosotros, al paso que le agradecemos la noticia y como buena la copiamos aquí, hemos con todo de indicar que es bien sensible se olvidase el estimable anticuario de apuntar los autores de donde la tomó. El Sr. Bover y el Sr. D. Antonio Furio, que con no menos constancia é infa- tigabilidad también procura ilustrar todos los puntos histórico-locales de Ma- Horca, son autores de un gran número de hojas sueltas, disertaciones y memorias muy curiosas é interesantes para el buen conocimiento de algunas antigüedades de la isla; y el segundo está dando á luz el Panorama Balear, en que se nota abun- dancia de noticias y gran minuciosidad en la relación de Palma. islas Baleares 127 tenía la guerra que Aly ó Yahya ben Yshak, denominado el Mayorki, hacía en los estados ahora berberiscos, y motivaba la venida del emir de los Almohades con grande ejército á tomar aquel último asilo de la proscrita dinastía almoravide? Pero la tentativa de Yahya fué el postrer alarde que de sus fuerzas hizo Mallorca: los almohades ni tuvieron espacio para robustecerla, ni se lo permitieron las sublevaciones que por todas partes so- cavaron su imperio. CAPITULO III D. Pedro, infante de Portugal, señor de Mallorca.—Segundo y tercer viaje del rey á la isla.—Rendición de Menorca.—Toma de Ibiza.—Cambio de Mallorca por posesiones en Valencia y Cataluña, entre D. Pedro y el rey. —Jurados y Consejo auxiliar.—Cuarto viaje del rey á Mallorca.—Su tes- tamento, repartición de sus reinos entre sus dos hijos D. Pedro y D. Jai- me, y sus efectos.—D. Jaime II y demás reyes de Mallorca, hasta la incor- poración de las islas á la corona aragonesa. Guando , antes de partirse á la conquista de Mallorca, hizo D. Jaime justicia en el condado de Urgel, que, tomándolo á su ilegítimo poseedor D. Ponce de Cabrera, restituyó á doña Aurembiax, agradecida la noble condesa celebró con el monarca varios tratados, y vino á declarársele feudataria. De vuelta de la isla, encontró D. Jaime en Cataluña á un infante de Portugal, que en sentir de Zurita andaba desterrado de aquel reino; y 17 130 ISLAS L ALEARES habiendo el rey en consideración el parentesco que con el infante D. Pedro le unía, pues fué madre de éste D.^ Dulcia hija del conde D. Ramón Berenguer IV, hízole merced de algunas tie- rras en el campo de Tarragona, y últimamente le desposó con la rica condesa de Urgel. La política en esa ocasión debió de ser secundada por la buena voluntad; porque á 11 de Agosto de 1231 (i) D.^ Aurembiax, próxima á la muerte, instituyó ásu esposo D. Pedro heredero de sus estados, con facultad de dis- poner de ellos como le pluguiese. A poco, ya porque el excesivo acrecentamiento del infante en Cataluña le pareciese harto inconveniente, ya porque echase de ver el carácter descontentadizo y bullicioso de que con el tiempo hizo muestra el portugués, ó en fin porque temiese no se concertara con D. Ponce de Cabrera, que no renunció á sus pretensiones al condado ni amaba al rey, trató éste de cambiar, con D. Pedro, Urgel por Mallorca, y logrólo con tanta mayor facilidad cuanto que por la infeudación hecha por la difunta con- desa á la corona ya era señor directo de aquel estado. Cerróse el ajuste en Lérida á fines de Setiembre: el infante recibió en feudo las Baleares, y prestó homenaje al rey, que se reservó la Almudayna y las principales fuerzas. Mas nótase en aquel con- cambio cierto misterio, que la historia no ha aclarado; y si sola- mente es dable conjeturar las causas que pudieron producirlo, la conducta que muy luego observó el infante mueve á sospe- char que tal vez vino en él á más no poder. En lo más áspero de las montañas de la isla defendíanse con gran valor las reliquias de los moros: Menorca intacta aún, y la comunicación con ella y con Africa nada difícil. Era, pues, de temer que recibiesen socorros y bajasen al llano á tomar la ofensiva, cuando cundió la voz de que en Túnez se aprestaban grande armada y ejército para echar de Mallorca á los cristià- nos. Como acontece en semejantes ocasiones, tanto cuerpo fué (I) Archivo de la Corona de Aragón, pergaminos de D. Jaime I, núm. 431. ISLAS ¡BALEARES 131 cobrando la noticia, que se llegó á suponer navegaban ya los moros en demanda de Mallorca; y D. Jaime, dejada toda reser- va y espera, mandó á toda prisa armar navios y reunir como trescientos caballeros, señalando el plazo de su reunión de allí á tres semanas, y el punto en Salou. En vano reiteró mensajes al infante, que ningún apresto hizo, como más que nadie debie- ra: ya desoyendo las amonestaciones y las súplicas del arzobis- po de Tarragona, se había embarcado, y comenzaba á zarpar su galera á media noche; y sólo entonces acudió D. Pedro con no más de cuatro caballeros (a). El rey con claras razones hubo de expresarle su disgusto, y de cuán poca utilidad consideraba su venida. Arribado á Sóller, supo D. Jaime de unos genoveses que ninguna embarcación enemiga se había avistado; y recibido por los de la ciudad con grandes demostraciones de gratitud por la presteza con que venía en su auxilio, ordenó cuanto con- cernía á la buena defensa de las costas, y aun trazó el plan de ataque para vencer en su desembarcación al enemigo. Quince días estuvieron las atalayas alerta, y pronta la gente á marchar al punto que se viese amenazado ; y como entonces se supo con certeza que ningún preparativo para semejante jornada se había hecho ni se hacía en Túnez, movió el rey contra los moros de las montañas y sus tres fuertes castillos de Pollensa, Santueri y Alaró (¿5). Tenían ellos tres mil hombres de guerra, y ampara- (a) El segundo viaje del rey á Mallorca fué antes de la pascua de 1231, que cayó en 23 de Marzo, pues que para acudir á la isla faltó D. Jaime á la cita que para dichas fiestas tenía con el rey de Navarra Sancho VIH. Duró su estancia en la isla como dos meses hasta el fin de la primavera; su concesión á los Dominicos para fundar dentro de la Almudaina su convento, lleva la fecha de 21 de Mayo. A la sazón empero no estaba cerrado todavía con D. Pedro de Portugal, primo her- mano del rey D. Jaime, el cambio del condado de Urgel por la isla de Mallorca, que fué otorgado en 29 de Setiembre, ni había muerto siquiera la condesa Aurem- biax, que por su testamento de i i de Agosto legó al infante su marido dicho con- dado; datos harto difíciles de conciliar con la obligación contraída ya por D. Pe- dro, aunque tan flojamente cumplida, de atender á la defensa de Mallorca en razón de su señorío. ít>) Existían según esto en tiempo de los sarracenos los tres castillos, bien que no todas las construcciones que en sus restos observamos; y el de Pollensa por 132 ISLAS BALEARES dos de la aspereza del país podían disputar á los cristianos su vencimiento: pero su jefe, que la crónica real apellida Xuarp, entabló tratos de rendición, pidiendo que á él y á otros cuatro de su casa se les heredase y diesen caballos y armas, que los restantes sarracenos poblasen seguros en la tierra, y de los que no quisiesen ser en el trato dispusiese el rey como le agrada- se (a). Aceptólo D. Jaime; y cierto ya de que ninguna armada su inmediación á la colonia romana, y el de Santueri por su etimología de Sancti Iberii ú otra semejante, parecen aún muy anteriores á la invasión de aquellos. El conde Ñuño antes ya de la conquista tenía sobre el último ciertos derechos, que reservó al firmar la concordia de 28 de Agosto de i 229 con estas palabras: salvo jure meo de Santuerio; derechos que tal vez adquiriría alguno de sus antepasados en la expedición de los písanos ó en otra tentativa, tal vez se los habría conferido la anticipada donación del monarca, que distribuía lo que aún estaba por ganar, como se ve en numerosos ejemplos: lo cierto es que en la escritura de cambio entre el rey y el infante de Portugal no se menciona dicho castillo. Que Xuaip ocu- para los de Alaró y Pollensa no ofrece gran dificultad, estando situados ambos en la gran cordillera de montañas, á pesar de la prolongada línea que los separa, y del influjo y esfuerzo de Benabet que había sometido al rey el distrito donde se hallaba enclavado el segundo; pero lo que parece singular es que sus gentes, en el ángulo opuesto de la isla, mantuvieran año y medio el de Santueri, privado de comunicación con los demás p.or el espacioso llano que aisla los no muy ásperos cerros de Felanig. {a) El espíritu de este convenio es que Xuaip y sus parientes fueran manteni- dos en el honor de caballeros y les fuese permitida la residencia en esta isla, bien que al parecer no usaron de semejante facultad. Al comprometerse por los demás debió existir en él autoridad ó título bastante, según asimismo demuestra la en- trega de los castillos: los que indóciles á su voz persistieron en la rebeldía, como abandonados ya de señor y jefe, se guarecieron más adentro en ásperas y casi in- cultas breñas, sin atreverse ya á desampararlas por temor á la guarnición de las fortalezas. Ni en el nombre, ni en las circunstancias, ni en la suerte que tuvo, con- viene dicho Xuaip, ó Joaib, como debe leerse en arábigo, con el Ibn Sheyrí, tío ma- temo del walí y caudillo de los descontentos, mencionado en la nota a de la pág. 8-5 y la a de la i i 2, de quien sigue diciendo Al-makzumí: «Refugióse á la región mon- tuosa de la isla, donde había muchos puntos admirablemente fortificados por la naturaleza, y habiendo reunido al rededor suyo una fuerza de hombres (quince mil personas pone la crónica real, contando mujeres y niños, y sólo tres mil com- batientes), se defendió bravamente por algún tiempo, hasta que fué muerto en viernes 10 de Rabié-segundo del año 628 ( i 4 Febrero del 1231 de C.): este ibn Sheyrí descendía de los hijos de Jubalah Ibn Al-ahyam Al-ghossaní. Las restantes fortalezas de la isla fueron tomadas por los cristianos hacia fines de Rejeb (fin de Mayo) y por el mes de Shaban (Junio); todos los que lograron escaparse pasaron á los dominios del Islam.» No se habla aquí de convenio, sino de toma: la fecha de la rendición de los castillos coincide con la de nuestra historia; pero la de la muer- te de Ibn Sheyrí, exactísima en cuanto á la correspondencia de año y mes y díade la semana, es anterior en más de un mes a la segunda venida del monarca. ISLAS BALEARES 133 venía de África, dejó el mando de la hueste al de Santa Eugenia y á D. Pedro Maza, y se fué la vuelta de Cataluña. Dos mil sarracenos no quisieron aprovecharse de la capitu- lación de Xuarp; antes con fiera obstinación se dejaron cercar por los cristianos en los riscos, rechazaron todos los ataques, y únicamente después de sufrir los horrores del invierno y del hambre consintieron en entregarse, pero á nadie sino al mismo rey. Era el mes de Mayo de 1232, y los dos caudillos cristianos partiéronse á Barcelona con la nueva, y persuadieron á D.Jaime á que de nuevo se embarcase para la isla (a). El tercer día de haber dado la vela, por la mañana entraron sus tres galeras en Portopí, y empavesadas y al són de trompetas fueron bogando hacia la playa de la ciudad, en donde ya toda la población es- peraba. Hecha la entrega de los moros, Ramón de Serra, co- mendador del Temple, propuso al rey que con las tres galeras enviase á Menorca quienes intimasen la rendición á los isleños; y D. Jaime lo consultó con el de Santa Eugenia, D. Assalit de Gudal y D. Pedro de Maza, que todos lo tuvieron por cosa loa- ble y provechosa, como pensaban valerse del espanto que á los menorquines infundiría la noticia del arribo de D. Jaime con un supuesto ejército á punto. Extendió, pues, la carta en árabe el judío zaragozano D. Salomón, hermano del D. Bachiel ó Bahiel que sirvió de intérprete cuando el pasado sitio, y .se embarcaron {a) No es menos notable el fiero orgullo de los refugiados sarracenos que, re- ducidos al extremo apuro, no querían rendirse sino al mismo rey en persona, á quien por dos veces habían rehusado someterse, que la diligente y bondadosa so- licitud del conquistador en pasar nuevamente el mar para recibir el homenaje de aquellas hordas montañesas y pacificar completamente la isla. «Á los pocos días de su llegada obtuvo el rey cumplidamente su intento, dice Marsilio; y de los mo- ros, algunos dejó para poblar la tierra aunque en calidad de cautivos del sobera- no, dispersó á otros poniéndolos en pública venta, los otros los cedió su real mu- nificencia á los que habían ganado su aprecio por servicios ó hechos de armas.» Estos y los que anteriormente se habían sometido, son los cautivos que se bauti- zaron y cuya descendencia se conservó más de un siglo, emancipándose lenta- mente y fundiéndose sus restos con las clases ínfimas del pueblo; pues los escla- vos que en el siglo xiv tanto se empleaban en el cultivo y en toda clase de oficios mecánicos, eran en su mayor parte advenedizos.' 134 ISLAS ÎJALËAkLS él, D. Berenguer, D. Assalit y el comendador; mientras el rey, según lo convenido, se disponía para marchar al cabo de Pera, á esperar el resultado de la embajada y cooperar á que fuese el mejor para sus cosas. Arribados el día siguiente á Ciutadella, con sinceras muestras de amistad suplicáronles el alcaide y su hermano, que la crónica llama el almojerife, que saliesen á tie- rra, como lo hicieron ; y acomodados en los divanes y alfombras que los atentos menorquines en la playa misma habían apareja- do, leyóse la carta del rey en medio del silencio más profundo. Contestaron los moros que lo pensarían, para lo cual pidieron un día de plazo. Convidó el alcaide á los embajadores á que entrasen en la villa; y como ellos se excusasen, no insistió el sarraceno, sino que á fuer de cortés á breve rato les envió diez vacas, cien carneros y doscientas gallinas, y pan y vino cuanto hubieron menester las tripulaciones. Llegó la noche, y de re- pente rompió la obscuridad el resplandor de grandes hogueras, que en el cabo de Pera de la vecina isla de Mallorca se encen- dían. Extrañándolo los menorquines, despacharon á las galeras dos de sus ancianos que preguntasen á los embajadores si sa- bían de aquellos fuegos: á lo cual les fué respondido que el rey acampaba en el cabo con sus tropas y esperaba impaciente su resolución. Espantáronse, porque los fuegos confirmaban lo que de la venida de un ejército decía la carta: no les quedaba sino escoger entre la rendición y la guerra; y la suerte desgraciada que en el asalto tuvieron sus hermanos de Mallorca, les hizo apresurar su deliberación. Al día siguiente, después del primer rezo, salieron de la villa el alcaide (a), el almojarife, el consejo (a) Era el alcaide de Menorca Said-bcn-Alhakem Abu Otnicán el Koraisí, nom- bre que Piferrer por equivocación, como hemos visto en la nota a, página 87, atribuye al walí de Mallorca. De noble, recto y sabio le califican las historias arábigas , y como á gran protector de las letras se le dedicaban celebradas obras; era natural de Tavira de Algarbe. «Abu Otmán, que debía al amir Abu Yahya su empleo, hizo paces con el enemigo y se obligó á pagarle un tributo anual con tal que no desembarcasen en la isla los cristianos: ratificóse el tratado, y quedó dueño de Menorca, gobernando con gran moderación y prudencia.» Con- ISLAS BALEARES y trescientos de los principales. Comenzaron por pintar la po- breza de la isla, reconocieron por su señor al rey y á sus suce- sores, y diciendo que lo poco que la tierra les daba lo partirían con él, prometieron aprontarle cada año tres mil cuarteras de trigo, cien cabezas de ganado mayor y quinientas de menor: á lo cual los embajadores lograron que se añadiese la entrega de la plaza y demás fuerzas siempre que el rey la pidiese. Exten- dióse el acta del convenio, en que D, Assalit hizo aumentar el tributo con dos quintales de manteca y doscientos besantes para el transporte del ganado; y todos los moros principales la fue- ron jurando sobre el Alcorán aquel día y el siguiente, en que las tres galeras pasaron al cabo de Pera. Allí estaba D. Jaime con solos seis caballeros, cinco escude- ros, diez de su servidumbre y los troteros, corto ejército en ver- dad de que él mismo se chancea en sus comentarios: mas, ape- lando á la industria, y quizas ya convenido con los embajadores, al anochecer del día que llegó hizo pegar fuego en más de tres- cientos parajes á los matorrales, y continuó encendiendo hogue- ras, á guisa de vasto campamento, las dos otras noches que tar- daron en volver las galeras. Al fin vinieron los enviados de los menorquines, y ratificado el concierto, prestaron homenaje al rey; el cual, ya acabada la conquista, regresó al continente. de, que confunde la rendición de una y otra isla, citando una fecha (martes 14 de Safar de 62g, correspondiente al io de Diciembre de 1230 que á ninguna de las dos es aplicable, nombra cuatro jeques menorquines sahibs ó prefectos de los res- pectivos distritos de Hasn-al-fuda (Torre-llejuda), Benisaida, Benifabín y Alcayor (Alayor), los cuales otorgaron su vasallaje: en Cindadela, población principal, cuyo nombre arábigo ignoramos, residían el alcaide ó gobernador y demás auto- ridades de la isla. Quedó por walí de ella Abu Otmán á petición de los muslimes, según Conde, «hasta que se levantó contra él por envidia el cadí Abu Abdala Muhamad-ben-Ahmed-ben-Hixem, y sus desavenencias fueron causa de que los cristianos les visitasen otra vez y agravasen su yugo.» Nada, sin embargo, se sabe de nuevas expediciones á Menorca, hasta que la conquistó en 1287 Alfonso 111, sino que al expresado alcalde sustituyó luego Jaime 1 con el almojarife natural de Sevilla, de que habla el texto; y con el título de almojarifes continuaron los go- bernadores sarracenos, quizá porque las funciones de administrador de rentas reales eran las únicas que se dejaban al jefe de Menorca, una vez reconocido el señorío del conquistador y entregados á él los castillos. 1^6 Dos años después el sacrista de Gerona Guillelmo de Mont- grí electo arzobispo tarraconense, D. Berenguer de vSanta Eu- genia, el infante de Portugal y D. Ñuño fueron sobre Ibiza: si- tiaron la ciudad que tenía tres recintos fortificados y con poca batería, prefiriendo probar los trances del asalto, entráronla, subiendo el primero el adalid leridano Juan Rico (a). Si en la segunda ida del rey á Mallorca el infante de Portu- gal anduvo sobrado remiso en acudir á la defensa de su nuevo dominio, no parece lo tuvo jamás en grande estimación, ya que á pocos años, en i 244, lo trocó con D. Jaime por pingües here- damientos en el continente, entre los cuales contábanse las villas y castillos de Morella, Segorbe, Murviedro, Castellón y Alme- nara {B), Tal vez hubo el rey de proponerle ese cambio, movido de la flojedad y descuido con que diz gobernaba el infante la isla; tal vez la ambición del portugués no se satisfacía con un estado que le apartaba de todo influjo y participación de los ne- gocios cortesanos; ello es que D. Pedro pagó con desagradecí- miento el hospedaje y largueza del monarca, y dió muestra no escasa de su ánimo descontentadizo y turbulento. Apenas hecho el trueque, aprovechándose del descontento producido por la (a^ Juan Xico se lee en la crónica de Marsilio y en algún códice de la real. La conquista de Ibiza, como observó ya Zurita, no tuvo lugar hasta 1235, entrada ya la primavera; pero la propuesta de ganarla, que presentaron al rey el sacriátá de Gerona y sus compañeros, pudo ser el año precedente ó tal vezantes, pues la per- manencia del monarca en Alcañiz, mentada por las crónicas, fué en el invierno de 1232. La cesión de la isla llevaba por condición que dentro de diez meses fuese conquistada; y esta idea se hallaba tan fija en el ánimo de Jaime 1, que en cierta franquicia, concedida en 22 de Marzo de 1232 á los habitantes de Mallorca, com- prende ya á los de Menorca é Ibiza, es decir, á los que por tiempo fueren, siendo empero de notar que Ibiza no se halla nombrada en la cesión de las islas al.infan- te de Portugal. Así el feudo de Ibiza, juntamente con el señorío espiritual, quedó por la silla arzobispal de Tarragona, según lo convenido con Montgrí, salvo el do- minio supremo del monarca; y sus tierras se dividieron por terceras partes entre el infante, el conde D. Ñuño y los primeros promovedores-de la conquista. (ñ) En dicho año á 3 de Junio, hallándose en Alcira, absolvió el infante del juramento de fidelidad á los habitantes de la isla, cuyo dominio renunciaba. Había estado en ella en Mayo de i 2 3 7, levantando una contribución por medio de pro- hombres. ISLAS BALEARES 137 primera repartición que de sus estados hizo entre sus hijos don Jaime para después de su muerte, arrimóse al bando del primo- génito D. Alonso, y con grande escándalo fué quien principal- mente empuñó las armas á favor del hijo contra el padre. Con la publicación de otra disposición testamentaria, dada en Valen- cia á 19 de Enero de 1248, en que al primogénito se le dejaba sólo el reino de Aragón, y éste mermado del condado de Riba- gorza, atizóse el fuego de la discordia de manera, que pública- mente D. Alfonso y el de Portugal con los ricos hombres de su bando se favorecieron del rey de Castilla, y con grandes compa- ñías de guerra anduvieron conmoviendo y llamando á la sedición las ciudades y villas del reino. El infante D. Pedro descubierta- mente se apartó de la obediencia que al rey debía: no quiso re- cibir en sus castillos gente de D. Jaime, á lo cual por feudo era obligado, antes los entregó al rebelde príncipe; y de ellos salía con moros y cristianos á guerrear contra los que se mantenían leales. Aunque, quizás instigado por su segunda esposa D.^ Vio- lante de Hungría, siempre manifestó el rey que amaba poco á su primogénito, nacido de su primera mujer D.^ Leonor de Cas- tilla, en aquella ocasión usó de mucha mesura, y procuró zanjar por medio de los tratos las desavenencias. Alcanzó, pues, que las cortes generales por Febrero de 1250 (a) nombrasen jueces que entendiesen en aquel arreglo, y enviasen á Sevilla, donde á la sazón estaba el príncipe con el portugués, embajada que lo pusiese en su noticia y les invitase á que, depuestas las armas, fiasen el negocio á las vías pacíficas de la justicia y á la pruden- cia é integridad de las mismas cortes. Vinieron en ello ambos infantes; y alborozado D. Jaime, concedió salvo conducto á cuan- tos quisieron regresar á sus estados, y devolvió al de Portugal (a) Tuviéronse en Alcañiz dichas cortes, en cuya sazón y no en 1256, según fecha que puede sospecharse equivocada repetidas veces, opino fueron añadidos dos capítulos á la carta-puebla de 1de Marzo de 1230, con motivo de ser jurado heredero de Mallorca el infante D. Jaime, como de Cataluña su hermano mayor D. Pedro, que en calidad de tal confirmó el documento. 18 138 ISLAS BALEARES SUS posesiones del campo de Tarragona, de Ibiza y demás, me- nos las cinco villas y fortalezas de Valencia arriba nombradas, de las cuales había hecho armas contra él y sus vasallos fieles, y que se depositaron en poder de los jueces hasta la concordia. Estos fallaron en suma que D. Alfonso volviese á la obediencia del rey, quien le daría la gobernación de Aragón y Valencia; y el príncipe, á 23 de Setiembre de 1253, hubo de aprobar en Barcelona la disposición testamentaria susodicha, que le privaba de la porción más rica de la herencia. En esto, mientras al rey le traían ocupado las cosas de Navarra, levantáronse sus vasa- líos moros del reino de Valencia ; y acudiendo él, propuso se Ies echase de la tierra y se poblase toda de cristianos, mandando pregonar que con sus haberes saliesen todos de aquel reino den- tro de un mes. Causó esto grande alteración, porque muchos ricos hombres, heredados allí cuando la conquista, perdían su renta con los que cultivaban sus haciendas; pero los más de ellos, las ciudades y villas, y el brazo eclesiástico aprobaron aquella medida que afianzaba la seguridad y bien común. No ce- dió por esto el infante de Portugal, que fué quien más se había opuesto á ella: facilitó armas y alentó con su protección á sus súbditos moros, que precisamente eran los más belicosos; y fué menester que la reina D.^ Violante, á la cual se encomendó el arreglo del negocio, le prometiese cumplida indemnización de los daños que padeciese, y por de pronto una gruesa suma de dinero (a). Por fin, anciano, sin esperanza de volver á su patria, y habiéndose concitado con sus manejos é inquieto proceder el (a) Fuéle devuelto entonces el dominio de Mallorca ; pues en 14 de Octubre de I 215 5, dentro de la iglesia de Santa Eulalia en presencia del pueblo, confirmó sus donaciones á los jurados; pero no lo conservó esta segunda vez largo tiempo, pues en 1 I de Marzo y en 2 i de Agosto de i 2 56, en la misma iglesia reiteró igual ceremonia el infante D. Jaime reintegrado en sus derechos. No está averiguado que sea este D. Pedro el infante de Portugal, cuyo cadáver, sepultado en la sacris- tía de San F'rancisco de la ciudad, fué, según tradición, consumido en el siglo xiv por las llamas de un incendio, que respetaron los contiguos restos del bienaven- turado Ramón Lull. ISLAS BALEARES 139 aborrecimiento en la tierra que le hospedaba, es fama que par- tió á visitar los Lugares Santos, y vino á morir á Mallorca. Cinco años después de su mando en la isla, á 7 de Julio de 1249, había D. Jaime instituido en ella el gobierno municipal con decreto dado en Valencia: concedió á los mallorquines que eligiesen seis jurados vecinos de aquel reino; que éstos rigiesen toda la isla y nombrasen un consejo auxiliar, compuesto de cuantos individuos tuviesen por conveniente; y que cada año por Navidad, delante y con aprobación del general consejo y del baile, los seis cesantes escogiesen otros tantos que les reempla- zasen. La muerte del primogénito de Aragón, acaecida por el año de 1260, al parecer puso fin á las disensiones de familia, y mo- tivó otra disposición testamentaria del rey, que señaló para su hijo D. Pedro Aragón y Cataluña, y Valencia, las Baleares y el Rosellón para D. Jaime. Mas, como si el cielo quisiese castigar el aborrecimiento en que habían tenido al difunto D. Alonso, sus hermanos D. Pedro y D. Jaime anduvieron desde entonces apartados: la voz del interés y el temor de ser perjudicados en lo que cada uno esperaba heredar, pudieron más que los senti- mientos y la fuerza de la sangre. El mayor, D. Pedro, ya enton- ees sacó á plaza aquel su carácter ambicioso, constante, previsor y reservado, que después felizmente aplicó á grandes acciones; y á 15 de Octubre del mismo año 1260, ante personas muy au- torizadas, ocultamente protestó en Barcelona contra cualquier promesa que en público hiciese de cumplir lo que con daño suyo su padre dispusiese en testamento, expresando que toda conce- sión ó ratificación suya debía mirarse como arrancada por temor á su padre. Iba creciendo la discordia, y el monarca, para atajarla, á 21 de Agosto de 1262 nombró en Barcelona al infante D. Pe- dro heredero de los reinos de Aragón y Valencia y del con- dado de Cataluña, y á D. Jaime de Mallorca, Menorca y por- ción que en Ibiza competía á la corona, baronía de Montpeller ISLAS tí A L E A R E S y Vallespir, y condados de Rosellón, Cerdaña, Conflent y Co- lliure (a). Pocos años después, á fines de Julio de 1269 hizo D. Jaime su último viaje á Mallorca, y ésta á él su postrer servicio. Re- suelto á poner en efecto la expedición á la Tierra Santa, quiso recoger cuantas naves se hallasen en las Baleares (¿5); y con tanto amor le recibieron los isleños, que le ofrecieron en donati vo cincuenta mil sueldos y tres buques, y el almojarife de Me- norca le aprontó mil cabezas de ganado mayor. Pero la violen- cia de los elementos frustró aquella jornada; y vuelto á sus estados, á 26 de Agosto de 1272 otorgó en Montpeller su últi- mo testamento, en que ratificaba la anterior repartición de la herencia (i). Postrado por 1276 en el lecho de muerte, ya se le representó el poco ó casi ningún amor que entre sus hijos rei- naba; pero, pudiendo más con él el cariño de padre que la con- veniencia de sus tierras, no revocó ni alteró su anterior disposi- ción, antes con graves palabras encargó al primogénito que amase y honrase á su hermano, hubiese en cuenta que él era el mejor heredado, y se contentase con aquella parte principal que le dejaba de sus reinos: palabras dolorosas que vaticinaban la discordia venidera. D. Pedro e/ Grande no las retuvo mucho tiempo en su me moria ni en su corazón, ya que públicamente comenzó á preten- der que las donaciones hechas por su difunto padre á su hermano D. Jaime II de Mallorca eran excesivas y por lo tanto nulas; y éste, como conoció la suerte que necesariamente le cabría tenien- do tan repartidos sus pequeños estados, hubo de venir en tratar {a) Antes ya, en 1256 á 2 de Agosto, había mandado el rey desde Valencia jurar por sucesor á su hijo Jaime en el reino de Mallorca, lo cual se verificó en 21 del propio mes dentro de la iglesia de Santa Eulalia. En 1268, por Marzo y Abril, residía en Mallorca el infante. (b) Tres naves recogió el monarca, con las cuales volvió á Barcelona en i.° de Agosto. De su cuarta y última estancia en Mallorca datan dos privilegios con fecha de 2 3 y 24 de Julio del expresado i 269. (i) Archivo de la corona de Aragón, num. 2,1 26 de los pergaminos de D. Jai- me I. ÎSLAS BALEARES 141 de composición, que fué reconocerse en todos feudatario de la corona aragonesa á sí y á sus sucesores. Por aquel acto queda- ron obligados los reyes de Mallorca á prestar homenaje á los de Aragón, á entregarles, siempre que lo exigiesen, las principales plazas de las islas y condados, asistir cada afio á las cortes de Cataluña, y en Rosellón observar las leyes y usajes de Barceló- na y no admitir otra moneda que la barcelonesa. En cuánto á D. Jaime, acordóse que fuese por entonces exento de la presta- ción de homenaje y de ir á las cortes; pero se comprometió á valer á los reyes de Aragón contra cualesquiera enemigos. Sólo así quiso D. Pedro aprobar las disposiciones de su padre, dando bien á entender que en aquel hecho todo era fuerza y manifiesta contradicción de lo escrito en el testamento. Ni en el último otorgado en 1272 ni en los anteriores el difunto monarca habló de infeudación de los estados, que legaba á D. Jaime, á la coro- na aragonesa, y en un solo caso declaró que en feudo de ésta fuesen algunos de ellos tenidos: cuando los condados de Rose- llón y Cerdaña, por morir sin hijos D. Jaime ó sus descendien- tes, ó por cualquiera otra causa, pasasen á personas extrañas. Y tan explícito anduvo el rey en este particular, que al finalizar el testamento dispuso que, si D. Pedro en algo se oponía á la eje- cución de su voluntad postrera, perdiese este derecho de tener feudo sobre las personas extrañas á cuyo poder viniesen tal vez los condados: clara prueba de que sólo en este caso había de tener lugar la infeudación, ya que la consideró indemnización equitativa del menoscabo que sus descendientes padecerían con el traspaso de esas posesiones á gente extraña, é impuso la pér- dida de semejante derecho eventual como un justo castigo de inobediencia á su querer. Así entibiado el amor fraternal por la codicia del imperio y por esa ofensa, los acontecimientos no fueron sino el soplo que encendió la hoguera ya pronta (a). Dueño de Sicilia por las ar- (a) Reunidos en el claustro de Dominicos de Perpiñán los dos reyes herma- mas y con gloria el rey D. Pedro, cuando Roma con sus censu- ras le desterraba de la comunión de los fieles y daba la investi- dura de sus estados á un 142hijo del rey de Francia, el de Mallorca se encontró en el compromiso más grave, harto común á prínci- pes de flaco poderío, cuyos cortos dominios tienen dos grandes potencias rivales por vecinas. El monarca francés levantaba un ejército formidable para entrar en Cataluña: D.Jaime con reco- nocerse feudatario de la corona aragonesa se había compróme- tido á Valeria y á no contraer alianza con los enemigos de la misma; mas toda resistencia en Rosellón hubiera sido vana. La memoria de las ofensas recibidas y el resentimiento reprimido por tanto tiempo uníanse á la instancia y necesidad de su con- servación propia; y no es de extrañar que se concertase con la Iglesia y la Francia, á cuya capital fueron sus dos hijos mayo- res. Si realmente hubo ese concierto, no estuvo tan oculto que no trasluciese algo el de Aragón, quien con buen golpe de ca- ballería por caminos excusados se puso de improviso en Perpi- ñán y sorprendió á D. Jaime, entonces doliente y en cama en el castillo. El cronista Muntaner, leal servidor y aficionado á la casa de Mallorca, intenta cohonestar la conducta de D. Jaime, diciendo que, para no verse de seguro despojado de los conda- dos, y para que no viniesen á poder del enemigo las Baleares, en unas vistas que tuvo con su hermano en Gerona ya quedó acordado que se aliase con la Francia. La enemistad de ambos nos en- 19 de Enero de 1278 (1279 dice Zurita), celebraron concordia bajo los pactos siguientes; i.° que los reyes de Mallorca, como feudatarios de honor del de Aragón, asistieran anualmente á cortes en Cataluña, eximiendo de esta obli- gación al mismo D. Jaime por toda su vida; 2.° que en los dominios de Rosellón y Cerdaña, pero no en las islas, rigieran los Usatjes de Barcelona y corriese la moneda barcelonesa ; 3.° que no pudiera apelar al soberano de Aragón ningún subdito mallorquín; 4.° que siguiera el de Mallorca cobrando el bovaje en su rei- no, con facultad de imponer nueva leuda y peaje; 5.° que terminadas las recípro- cas querellas, se estableciera entre los dos alianza perpetua contra cualesquiera gentes. Á pesar de esta avenencia, hubieron de prestar homenaje al rey D. Pedro en Valencia, en 18 de Febrero de 1281, los síndicos de D. Jaime nombrados al efecto. (^Documentos del códice de los Reyes en el Archivo histórico de Mallorca.) ISLAS BALEARES 143 reyes desacredita esa relación, y todos los hechos posteriores la desmienten. Es verdad que, apenas llegado D. Pedro al castillo de Perpiñán y relevadas por él todas las guardas, no hizo caso del ruido que, según le avisaban los centinelas, en el cuarto de D. Jaime y como si aportillasen una pared resonó buen espacio de la noche; también es cierto que, fugado de allí D. Jaime por el albañal ó conducto, cuya existencia le descubrió el arquitecto de la fortaleza que, para entrar en él, tuvo que romper el pavi- mento de aquella cámara, se mantuvo en inacción en su castillo de Zarroca; pero la indiferencia de D. Pedro procedió de que no pudo oir el ruido, porque cesaba al dar las guardas la voz de alarma ; y la inacción de D. Jaime tal vez se debió á la apurada situación en que la venida de su hermano le puso. Dejaba en Perpiñán á su esposa D.^ Esclaramunda de Fox, que casi inme- diatamente se vió en libertad, y sus dos hijos menores, á quie- nes el aragonés llevó á Cataluña y encerró en Torruella de Montgrí; con lo cual veíase el infeliz padre vacilante entre el partido de un pontífice y un monarca poderoso, que tenía como en rehenes á dos hijos suyos, y la amistad de un hermano, si no tan pujante ni apercibido entonces, irritado, ambicioso, activo y emprendedor, en cuyo poder estaban sus otros dos hijos. Por esto, más que á la inclinación atribuiríamos á la necesidad la ida del rey de Mallorca al campo del francés y la entrega que de sus castillos le hizo, á no haber atentado á la vida de D. Pedro Arnaldo de Saga alcaide del castillo de Colibre por D. Jaime, y si éste no hubiese mostrado á los franceses el paso por donde sin riesgo podían entrar en Cataluña: hecho que ninguna consi- deración de su salud é interés bastarían á justificar, mayormente cuando ya la alianza con el francés le aseguraba sus posesiones, y él cumplía con sólo asistir á su campo. Con todo, siempre á D. Pedro hay que echar la primera culpa, y ciertamente otra cosa no había de esperar de su hermano, ya que tan injustamen- te atrepelló sus derechos y falseó la voluntad de su difunto pa- dre, que fué romper los vínculos de la sangre. El ejército francé 144 ISLAS BALEARES se derramó por el Ampurdán y campo de Gerona ; y no cabe calcular cuál hubiese sido el éxito de la campaña, á no encerrar- se en esta ciudad el valiente Ramón Folch de Cardona (i), que lo reclamó como un honor y un derecho suyo, cuando todos desesperaban, con ciento y treinta caballeros, dos mil y quinien tos almogávares y seiscientos ballesteros moros de Valencia. Delante de aquella reducida plaza perdieron las fuerzas del Papa y de Francia un tiempo precioso, que lo dió á D. Pedro de ar- mar escuadra y enviar por la de Sicilia, de derrotar las galeras enemigas, de reunir sus huestes y hostigar continuamente á los franceses ya sin víveres por falta de flota, de cerrarles poco á poco las comunicaciones ; y sobre todo dió lugar á que la peste se encrudeleciese en el inmenso campo contrario, que desbanda- do, disminuido terriblemente sin haberse dado acción campal, casi sin caballería y sin su rey, que murió del contagio, repasó los Pirineos, merced á la generosidad de D. Pedro. El desventurado D. Jaime vió perdido el fruto que podía esperar de su alianza con los enemigos de su hermano; y bien se entendió adónde alcanzaba en éste el deseo de la venganza, cuando su primer cuidado fué en aquel mismo año de 1285 mandar á Roger de Lauria que aparejase la flota para pasar á las Baleares. A 26 de Octubre salió de Barcelona para Salou, y por el camino le asaltó la enfermedad, que bien conoció ser la postrera; mas nada bastó á refrenar sus ímpetus. Mandó á su primogénito D. Alfonso que al punto partiese al frente de la expedición, que hasta en sus últimos momentos no le abandona- ron su actividad y su constancia ; y después de hecho á la mar el infante, murió él á 2 de Noviembre (¿^), dejando á la edad de cuarenta y seis años fama de rey el más grande y caballero el mejor de su tiempo. (i) El sepulcro de este salvador de la j>atria y modelo de caballería fué tam- bién profanado por el furor popular, y desapareció para siempre con la ruina de Poblet. {a) Murió sábado lo de Noviembre, según Dcsclot, ó el i i según Muntaner. ISLAS BALEARES 145 En los pasados y recientes trances habíase visto que los vasallos de D. Jaime preferían caer en manos de la casa de Aragón, su antigua señora, que de los franceses; y cuando D. Pedro, al entrar en Rosellón las fuerzas enemigas, envió á Mallorca á Berenguer de Villalta, sólo el gobernador y algunos caballeros hicieron prueba de su fidelidad, inclinándose la demás gente al servicio del aragonés. Surgió, pues, la flota en la Po- rrasa, donde tomó tierra el ejército, y acampó D. Alfonso muy cerca de los muros, prohibiendo severamente que ninguno sa- Hese á talar la vega. Pero los de dentro no dieron lugar ni oca- sión á las armas, sino que por medio del famoso Conrado Lan- za, uno de los expedicionarios, movieron tratos de entregarse: acción que sólo halla disculpa en el común origen y parentesco que con los de la hueste unía á los pobladores, los cuales, no borrada todavía la memoria de sus padres y de sus reyes ara- goneses, mal podían en semejante ocasión ejercitar las armas. Así á 19 de aquel mes rindióse la ciudad, y nombró quienes prestasen homenaje y reconociesen á D. Alfonso, ya rey de Aragón, por rey de Mallorca, enviando á lo mismo sus síndicos los demás lugares y parroquias. En breve siguióse la rendición del castillo del Temple, á donde se habían retraído el goberna- dor Ponce Zaguardia, los de su casa y muchos de la nobleza; y capitulando honrosamente, abandonaron la isla, y pasaron á Rosellón á reunirse con D. Jaime II. El aragonés por Enero del siguiente año juró á los mallorquines la conservación de sus fueros y franquicias (a), y públicamente se tituló rey de las Ba- leares. También se dieron á partido los tres castillos de Ala- ró (â), Pollensa y Santueri; un simple mensaje y luego dos días (íi) Á treinta y nueve ascienden las disposiciones, muy importantes algunas, que firmó en 5 de Enero de 1 286, y una en i del propio mes, en el curso del cual sometió de paso á Ibiza, y desembarcó con su escuadra en Alicante. (fi) Mucho es que no mencione aquí Piferrer la legendaria resistencia que en dicho castillo de Alaró opusieron á las armas del invasor, á nombre de su legítimo rey Jaime II, los soldados de Guillermo Cabrit y Guillermo Bassa, no consignada 19 146 ISLAS BALEARES de permanencia en Ibiza bastaron para que ésta siguiese el ejemplo de Mallorca. Dos veces en aquel año de 1286 quiso D. Jaime II tentar la suerte de las armas, y aun la segunda avanzó por el Ampurdán con gente de guerra francesa y de sus estados: pero húbose de retirar á la llegada de su sobrino D. Alfonso III de Aragón, y sus tentativas precipitaron la jornada que contra Menorca éste traía entre manos. Si alguna duda podía caber acerca del rom- pimiento entre los dos hermanos el difunto D. Pedro y D. Jai- me, la toma y la retención de Mallorca ya la habían desvanecí- do, y después le quitó todo lugar la expedición á Menorca. La guerra acabada con pérdida para la Iglesia y la Francia, ningún temor había de que se reencendiese por entonces, ni se veía el á la verdad en crónicas ni documentos coetáneos, pero sí en las lecciones del rezo y memorias del culto que durante siglos enteros se tributó á estos mártires de la fe del juramento. Cuentan que ofendido el joven rey del irreverente chiste de Ca- brit, quien aludiendo á la identidad del soberano nombre con el de un pescado dijo que Amfós se comía con salsa, juró asarle á guisa de cabrito con su compañero Bassa, y que rendida la guarnición, cumplió el inhumano voto, atrayéndose cl anatema de la santa Sede. Algún anacronismo se observa en el texto, y además es imposible comprobarlo con los breviarios antiguos impresos, por haber desapare- cido la edición entera de 1488 hecha en Mallorca y aun la de Venecia de i 506, con excepción del único ejemplar conservado entre las reliquias de la beata Cata- lina Tomás; y serían hoy desconocidas por completo las referidas leciones, á no haberse estampado con referencia á dichas fuentes por apéndice á un sermón pre- dicado hacia 1625 en honor de aquellos mártires. Por los mismos años cobró gran incremento la devoción á éstos, tomando mucha parte en sus fiestas los jurados del reino, sin que lograran extinguirla los severos procedimientos del obispo Santander, reproducidos por su sucesor Guerra hacia 1776. Es fama que los calci- nados restos de los bravos defensores del castillo yacen en dos urnas de piedra sin inscripción alguna, colocadas en la catedral dentro la mesa del altar de la ca- pilla puesta debajo del órgano y dedicada antiguamente á los santos Simón y Ju- das, las cuales en 1805 y en 1832 fueron de oficio reconocidas. Del beneficio fun- dado en i 3 i 2 por el rey Sancho en sufragio de las almas de Cabrit y Bassa según las expresadas lecciones, si bien ha desaparecido con el cabreo de i 39 5 la prueba principal que cita Dameto, halló indicios casi seguros mi difunto amigo D. Tomás Aguiló en sus diligentes estudios consagrados, además de un preeioso poema, á los mártires de Alaró {Museo Balear, 1875), con ocasión de un notable documento descubierto últimamente en el Archivo de la Audiencia, que deja vislumbrar en Guillermo Bassa, jurista y dueño de la Porrassa y condenado por su lealtad á muerte, de que se libraron por fortuna sus no menos leales hijos, algo más que un simple soldado puesto con Cabrit, -también nombrado en el expediente, á las órdenes del alcaide Ramón de Palaldá. ISLAS BALEARES 147 de Mallorca en la apuradísima situación en que al comenzarse aquella; no podía, pues, proceder de convenio entre ambos re- yes, para que no viniesen á poder de los enemigos los estados de D. Jaime, el que D. Pedro el Grande cuidase ante todas co- sas de apoderarse de Mallorca, y su hijo D. Alonso el Liberal de retenerla y coronarse rey de ella. Ahora, no tanto por tomar venganza de los avisos que el almojarife menorquín dió á los de Africa cuando la ida de D. Pedro el Grande^ como á la fama de que D. Jaime con las fuerzas del Rosellón y los auxiliares franceses pensaba pasar á Menorca para emprender el recobro de la mayor de las Baleares, mandaba D. Alfonso armar creci- da flota, aplazaba sus huestes y á sus barones para Salou, y, cosa desusada en aquellos tiempos, en lo más riguroso de No- viembre daba la vela. La crudeza del invierno y la violencia de los temporales mal su grado le detuvieron en Mallorca hasta pasada Navidad (a): al fin, abriendo un tanto el tiempo, entró en puerto Mahón el primero con parte de la flota, y sin esperar á sus demás tropas presentó batalla y venció al numeroso ejército de los infieles. Tras otra derrota, recogiéronse éstos al castillo de Agayz (después Santa Agata), y desesperados de todo auxi- lio diéronse por capitulación á 21 de Enero de 1287. El arraez y los que pudieron pagar por su rescate las siete doblas y me- dia convenidas en los tratos, desampararon la isla, y perecie- ron la mayor parte en el viaje : los que quedaron, fueron es- clavos. Esta conquista dificultó más y más la conclusión de los dis- turbios; y como, al firmarse por mediación de Inglaterra treguas entre Aragón y Francia, se exceptuó de ellas á D. Jaime, entró (a) Quince días antes de dichas pascuas según Muntaner, ó en 2 de Diciem- bre según otros, llegó la armada á Mallorca; y en la vigilia de Navidad sucedió debajo del soportal de San Nicolás de Portopí el caso del almogávar de Segorbe, que en el acto de quebrantar la abstinencia perdió la vista cegado por un espec- tro, y después arrepentido la recobró milagrosamente dentro de la catedral en la fiesta de Reyes. Refiérelo con sabrosa ingenuidad como testigo presencial dicho cronista. él en Cataluña á principios de 1288, bien que tras del cerco in- fructuoso de un castillo tuvo que repasar el Pirineo. La Francia, en viendo al de Aragón ocupado en la guerra con Castilla, pronto rompió las tre1g4ua8s; y mientras que ella se apoderaba de Salvatierra, el rey de Mallorca, que fué instrumento para los planes de aquella potencia ambiciosa, juntaba en Rosellón fuer- zas considerables, publicando que su intento era pasar á las Ba- leares. No llegó á efectuarlo: mas las desavenencias eran tales, que se dió á la cristiandad el grave escándalo de retarse parti- cularmente tío y sobrino, y pedir al de Inglaterra que les ase- gurase el campo. Al fin, á principios de Febrero de 1291 firmóse en Tarascón la paz entre D. Alfonso, y la Iglesia y la Francia; y el de Mállorca entonces pudo conocer cuán errado anduvo en anteponer su justo resentimiento á lo que los vínculos de la sangre exigían y la prudencia aconsejaba, apartándose de su hermano D. Pedro el Grande, que se hubiese contentado con tenerle feudatario de honor, y prestándose á los manejos de los enemigos de Aragón, cada vez más pérfidos y más temibles. El ejército de Felipe el Atrevido en 1285 se había alojado por el Rosellón y Cerdaña como en tierra amiga; la devastación, el sa- queo y las violencias atestiguaron allí la presencia de aquellos aliados: y ahora en la paz general se le reconocía á D. Jaime reo de haber quebrantado la fe jurada á su hermano D. Pedro el Grande, y sin hablar de restitución, se acordaba que la coro- na aragonesa tuviese el señorío del reino de Mallorca. Pero esta paz dejaba no pocas dificultades que remediar, y pues nada en ella se estipulaba por lo tocante á Sicilia, no podía llamarse ge- neral en manera alguna. Por esto, á 7 de Abril de aquel año 1291 viéronse en los Pirineos cerca de Panizas Carlos de Nápoles, D. Jaime y D. Alfonso: era de esperar que se com- pondrían todas las diferencias de una manera explícita y dura- ble, cuando la muerte del aragonés, acaecida en Barcelona en 18 de Junio en medio de los preparativos y torneos de su boda con Leonor de Inglaterra, y á los veinte y siete años de su edad, suspendió la total conclusión de una paz general, y llenó de turbación á todas las gentes, que temieron quedasen infruc- tuosos cuantos trabajos para ella se habían comenzado. Su hermano y sucesor D. Jaime el yusto prosiguió las pláti- 149 cas de la que debía tener por base su renuncia al reino de Sici- lia. Al cerrarse la concordia, tampoco se estipulaba en ella la restitución de las Baleares á D. Jaime II (a); pero el Papa lo remedió á 22 de Junio de aquel año 1295, Y ^1 aragonés vino en devolver á su tío las islas y demás posesiones que la pasada guerra hubiese puesto en manos de D. Pedro el Grande y de D. Alfonso el Liberal. Quedó empero en pie lo.de la infeuda- ción y homenaje convenido entre D. Pedro y el de Mallorca; y á 29 de Junio, en el castillo de Argiles, diócesis de Elna, lo ra- tificaron ambos reyes: de este modo, no quitando la verdadera causa de la discordia pasada, quedaba abierta la puerta á nue- vas disensiones, para cuando la ambición ó el descontento de uno de sus sucesores quisiese examinar la razón y justicia de aquel vasallaje y reconocimiento. Al fin, tras tantos años de ausencia, pudo D. Jaime volver á las Baleares {U) y darse todo entero á su buena administración y aumento. Animó la descaecida agricultura; fundó las once vi- (a) Apenas heredada por el nuevo rey de Aragón la corona de su hermano, cuya muerte le encontró en Sicilia, pasó desde allí con Roger de Lauria y gran comitiva de magnates á Mallorca, donde en 8 de Agosto de 1291 confirmó en el altar de la Seo las franquicias del reino, y juró no separarlo jamás con las islas adyacentes de sus demás estados; tan lejos estaba de pensar en restituirlo á su despojado tío. (fc) El primer documento que firmó á su regreso en Mallorca lleva la fecha de 30 de Enero de 1299, y consiste en las numerosas enmiendas que hizo en la carta-puebla y demás franquicias otorgadas por su padre. De la data de sus privi- legios se desprende que residió en la isla Jaime II hasta Agosto de 1302, en que salió para conferenciar en Gerona con su sobrino homónimo el rey de Aragón, con motivo de prestar homenaje á éste el infante Sancho, nombrado heredero del reino de Mallorca por renuncia del primogénito Jaime. De Perpiñán y otros pueblos de Rosellón aparecen fechadas durante los años 1303, 1304 y 1305 las órdenes del soberano, que en los siguientes repartió su estancia entre unos y otros dominios: desde principios de i 3 i o hasta su muerte á fin de Mayo de i 3 i i tuvo su residencia en Mallorca. islas B aleares lias de Felanitx, Santanyí, Lluchmayor, Algayda, Selva, Beni- salem, Porreras, San Juan de Sineu, Campos, La Puebla y Ma- nacor en los distritos que sólo estos nombres tenían (¿^); levantó el castillo de Bellver, echó los cimientos de San Francisco de Asís, contribuyó á la prosecución de otras fábricas, y trocó el sombrío alcázar moro de la Almudayna en suntuoso palacio; hizo batir aquella moneda mallorquina, tan estimada en el co- mercio de entonces; dió grande impulso á la navegación y al tráfico; protegió el saber, y ya en los primeros años de su rei- nado había permitido que se fundase el colegio de Miramar para la enseñanza de las lenguas orientales ; compró muchas de las porciones que cuando el reparto se dieron á los principales ca- baberos, entre ellas la de D. Ñuño Sans: en una palabra, en- grandeció y asentó con sus desvelos y administración el reino, que las armas de su padre le habían entregado desierto en unas partes, sin cultivo en otras, y en todas con vivos rastros de la rigorosa conquista (i). Piadoso y benéfico, á 28 de Mayo de 1311 bajó al sepulcro, tiernamente llorado de los mallorqui- nes, acreedor á sus bendiciones. Había nacido en 1240, y casa- do por 1262 en Barcelona con D.^ Esclaramunda de Moneada, hija de los condes de Fox, en la cual hubo á D. Jaime, D. San- cho, D. Felipe, D. Fernando, y dos hijas {ó). El mayor en 1278 (a) Todas estas villas sin embargo, menos la de Felanig, San Juan y la Pue- bla, habían nombrado ya síndicos en 1285, del 23 de Noviembre hasta mediados del siguiente mes, para rendir homenaje á Alfonso 111 al ocupar la capital, prue- ba de que ya existían. Es muy curiosa la lista semanal que de estos síndicos trae Binimelis, nombrados por veinte y ocho poblaciones, en número de cinco á ocho generalmente, aunque algunas diputaron muchas más: v. g., Sóller 13, Campanet i 5, Rubines (Benisalem) 17, Selva 20, Alcudia 23, Santa Margarita 2i), Muro 35è Inca 38. (i ) Tomamos este pensamiento del gran Jovellanos, que en uno de los apén- dices á las memorias sobre Mallorca dice: « tendió la vista por su nuevo domi- nio, halló que casi todo estaba por hacer en él, y que si su padre le había conquis- tado con las armas, á él quedaba el cuidado de fundarle con su prudencia.» (fc) La mayor, llamada Isabel, casó en primeras nupcias con el infante de Cas- tilla D. Juan Manuel, nieto de san Fernando y primo de Sancho IV; Sancha, la me- nor, casó en segundas con Roberto rey de Ñapóles, cuya corte ilustró con sus eminentes prendas, muriendo en 1343 sin dejar sucesión. La madre de ellas, la ISLASBALEARES 15I trocó la corte por el recogimiento del claustro, y tomando el hábito de San Francisco dejó con el resto de su vida grande ejemplo de humildad y mansedumbre. Ascendió, pues, al solio el segundogénito D. Sancho, y á 9 de Julio de 131 2 en las cortes de Barcelona reconoció el señorío del rey de Aragón y le prestó homenaje (¿í). Era de condición mansísima, misericordioso y bueno para con sus vasallos, amigo de la paz y de estarlo con todo el mundo: y su salud delicada y la afección asmática que le afligía, forzándole á la soledad de los montes en busca de aires puros, favorecían aquellas dispo siciones de su ánimo. Con tan amables cualidades se concilié por algún tiempo la benevolencia de sus peligrosos vecinos, el de Aragón y el francés; cuando al cabo los amaños de éste por poco le concitaron el enojo de D. Jaime el yusto^ y recomenza- ron las desgracias que había padecido el difunto rey de Mallor- ca. Cuidó el francés de que alguien le persuadiese que no era obligado á rendir homenaje al de Aragón, porque la infeudación hecha por su padre á D. Pedro el Grande fué forzada y por reina Esclaramunda, sobrevivió al marido, pues otorgó testamento á 24 de Marzo de 1 3 I 3 en Perpiñán, nombrando heredero á su hijo el rey Sancho, con encargo de cuidar del otro fray Jaime, y con varios legados á los restantes, es decir, á Fernando mil quinientas libras barcelonesas sobre lo que por dote le debía Gastón de Foix su sobrino, á Sancha reina de Sicilia cinco mil sueldos, y mil á Felipe. Aún vivía en Agosto de i 3 i 3, al recibir en Perpiñán de manos del fiel Muntaner á su tierno nieto, Jaime el destronado, recién huérfano de madre para serlo de pa- dre también antes de un año. (a) Un año después de su solemne coronación en Mallorca á 4 de Julio de I 3 11. Durante los años de i 3 14 y i 5 residió el rey Sancho en la isla, habi- tando alternativamente en su palacio de la Almudayna y en el castillo de Bellver; en Mayo de i 3 16 se hallaba ya en Perpiñán, y por Diciembre del mismo año pasó á visitar en Aviñón al papa Juan XXII. Seguía en el Rosellón por Abril y Diciem- bre de 1317, acaso sin intermisión hasta los postreros meses de i 3 ig. En 26 de Febrero de i 32 i le encontramos en Mallorca, en 1 3 de Mayo en Perpiñán, en 26 de Julio (Junio, dice Mut) en Gerona, prestando en cortes homenaje al rey de Ara- gón y ofreciéndole veinte galeras para la expedición de Cerdeña, en 10 y 24 de Diciembre otra vez en la isla, donde consta que pasó todo el i 3 2 2. En el siguiente tuvo en Tolosa una entrevista con el rey de Francia y Navarra, Carlos el Hermoso, y con el de Bohemia cuñado de éste; en 14 de Octubre estaba en Perpiñán. Acó- sado del asma, se trasladó en el verano de 1324 desde Mallorca áCerdaña, donde acabó sus días. consiguiente nula; aquella primera violencia debía ser siempre motivo y ocasión de enemistades. Afortunadamente el aragonés, que aun con menoscabo de su gloria se había manifestado muy amante de la paz cu1an5d2o su composición con la Iglesia y la Francia, lo supo á tiempo para impedir la ruina de D, Sancho. Mandó á su tesorero Pedro March que escribiese al de Mallor- ca, dándole á entender que el rey le había comunicado cuanto de sus propósitos sabía, y le pusiese por delante las consecuen- cias: lo cual bastó para que el pacífico D. Sancho al punto des- pachara embajadores á Valencia á sincerarle con el rey, y á prometer que sería en las cortes de Gerona (i). En ellas se trató de la expedición á Cerdeña, que debía capitanear el infan- te D. Alfonso: D. Sancho, como si quisiese alejar de sí toda sospecha, prometió al de Aragón valerle con veinte galeras, doscientos caballos y alguna infantería, y se ofreció á ir en per- sona con el infante. Cuéntase que tanto se lo agradeció D. Jai- me el Justo^ que sin aceptar lo último, le eximió de acudir per- sonalmente á las cortes para el resto de su vida (2). Fué estoá 26 de Julio de 1321. A principios de Junio de 1323, reunióse en Mahón con la aragonesa la armada mallorquina mandada por D. Hugo Toco ó Totzo; y como toda se componía de galeras, embarcaciones las más á propósito para la batalla, fué de tanto peso su asistencia, que al moverse después contienda entre el almirante aragonés Carroz y el mallorquín por haberse apode- rado el infante del dinero destinado á la escuadra del segundo, todos los del ejército temieron que marchándose ésta se frustra- ría el penoso cerco de Villadeiglesias, y D. Alfonso hubo de re- mediarlo con grande instancia. Así estimado de todos y en paz con sus vecinos, no se la daba al buen D. Sancho la cruel do- lencia: la sanidad de las cumbres de Valldemosa no pudo miti- (1) Véase el número 32 del A-péndice. (2) Anales de Mallorca, por el Paborde D. Guillelino Tarrasa, tomo 2, copiados con gran diligencia del original del mismo autor por D. Joaquín María Bover, que generosamente los puso á nuestra disposición. ISLASBALEARES I53 gar la violencia del asma, que le forzó á pasar de Mallorca á Cerdaña en busca de frescura y alivio; y á 4 de Setiembre de 1324 la muerte puso fin á sus padecimientos en el lugar de Formigueres, en donde solía morar largas temporadas. Ningún hijo le dió su esposa D.^ María de Nápoles (er escorcollar los homens sen anavan del qui port en Catalunya, com fos denunciat al dit lochtinent lavan que sen alguns por- algunas escripturas contrarias á la determinado fahedora del rey e senyor, e de metre divis entre los oficials e lo poble.—Item dit dia el dit tramés á Soller governador un correu cuytat, perque sabuda la bona nova de la determinació de rey, fossen detengudas algunas fustas que hi havia, perque alguns à qui 31 despleya 242 ISLAS BALEARES turbó, y para restablecer el moral, quebrantado por tan pro- fundas discordias y estragadas costumbres, tratóse por especial negociación del obispo de llamar al insigne apóstol, que en extinguir las unas y reformar las otras, no menos que en la misión de dar un rey á la nación, acreditaba entonces suprema irresistible eficacia. Llegó el maestro Vicente Ferrer en i,° de Setiembre de 1413, acogido más que con alborozo con verda- dero culto, y la lluvia que al tercer día de su predicación atrajo sobre la agostada tierra fué prenda del efecto que iba á obrar los corazones el rocío de su palabra: no cesaron en un mes en dentro de la ciudad los sermones, las rogativas, las procesiones nocturnas, las flagelaciones generales, y recorriendo enseguida el llano y la montaña, no quedó villa ni aldea donde no resonase su voz apocalíptica, ni iglesia que aún no ostente entre sus an- tigüedades el carcomido púlpito bendecido por el santo, Tem- píos y calles y campiñas están llenos de tradiciones milagrosas relativas al taumaturgo valenciano, que no se despidió de Ma- Horca hasta el 22 de Febrero siguiente, reclamado con urgencia por el monarca. Memoria de conversiones en masa no la dejó, á no ser tocante á siervos emancipados que ejercían los más rudos oficios (i), y aun á esclavos cuyo desenfreno solía correr pa- dita determinació^ no sen -poguessen anar. Qué escrituras fuesen estas y quién y cómo pretendiese utilizarlas, no se adivina. Mut indica sin fundarlo que los fo- renses en el consejo se recelaban de los amigos del gobernador .Moneada, quien se había declarado en Barcelona parcial del conde de Urgel ; pero ausente desde 1408, no debía conservar grande influjo en la isla, fuera de la cual murió en 7 de Noviembre de 141 3. Es también verosímil que el obispo D. Luís de Prades, defendiendo las pretensiones de su tío Alfonso duque de Gandía, y luego las de su padre Juan conde de Prades que por muerte de su hermano las hizo valer en el congreso con muy poca fortuna, incurriese en desagrado de la nueva dinastía, bien que después de la proclamación de Fernando I volvió á su diócesis en 141 3 acompañando á san Vicente Ferrer. No continuó en ella muchos años, pasando los últimos en Roma donde murió en 1429, mientras tanto que la admi- nistraba desde Valencia por medio de vicarios generales D. Alfonso de Borja, más adelante papa con el nombre de Calixto 111. Era tío D. Luís de la segunda esposa del rey Martín de Aragón, Margarita de Prades. (1) El de ganapanes expresa fray Diago, á quien objeta Mut no era costumbre ISLAS BALEARES rejas con su rigurosa y abyecta sujeción: de judíos nada se dice, y no porque en los veinte y más años transcurridos desde el saqueo del Cali y casi total extinción de su aljama no hu- biesen venido de fuera bastantes elementos, atraídos por el trá- fico ó echados de otras costas, para constituir otra nueva al- jama, como se desprende de las ordenanzas expedidas por Fernando I en Barcelona á 20 de Marzo de aquel mismo año 1413. Mándase en ellas, á los judíos de Mallorca expresa- mente, distinguirse en el traje y vivir apartados en barrio, donde no puedan penetrar las mujeres cristianas ni menos servirles ó lactar á sus hijos; y se les prohibe tener fuera de él tiendas ó posadas, y el uso de armas y de alhajas y vestiduras preciosas, y el título de Don^ y el oficio de barberos y de sastres, y la procuración y arriendo de bienes y rentas así públicas como particulares, y el asistir á las bodas, exequias y convites de los fieles, y trocar con ellos obsequios y presentes, y visitarles y medicarles , y pronunciar las maldiciones prescritas por el Talmud, y poner estorbo á la conversión de sus familias, y hacer prosélitos entre los rudos tártaros y otros esclavos, y sobre todo inducir á los conversos á sabatizar y reincidir, que era lo más temible, pues se habla de mujeres bautizadas que iban á Berbería á renegar de la fe y volvían cual si jamás la hubieren profesado (i). De todas maneras debía de haber separación marcada entre los nuevos y los antiguos y parsi- monia de relaciones, á fin de evitar sospechas y hasta escar- mientos que no hubieran escaseado á haber sido frecuentes y probadas tales apostasías. Aparte de las prevenciones tomadas en la isla de 1414 quedarse en el país los que se rescataban, y lleva razón por lo tocante á los que permanecían en el mahometismo, pero no á los que se habían bautizado durante la esclavitud, ó procedían de naciones cristianas. Hállase mención frecuente en las pasadas edades de libertos y de horts ó hijos de esclavo. (i) Trae estas ordenanzas Villanueva , tom. XXll apénd. IV: habíalas dado á ya conocer por extracto el paborde Terrassa. á 1415 contra una armada portuguesa, puesta en movimiento, se decía, por la desesperada madre del desheredado conde de Urgel, Margarita de Montferrat, que mezclaba sus livianos planes de venganza2c4on4los recuerdos de ser hija de Isabel de Mallorca y nieta del infortunado Jaime III, no llegó aquí la cam- paña que costó el afianzamiento de la castellana dinastía sobre las ruinas de la catalana su competidora. A caza ya de coronas á la edad de 16 años, ancló por el mes de octubre anterior en Por- topí el infante D. Juan, hijo segundo del rey Fernando, pasando á Sicilia á solicitar la de Nápoles que no consiguió de Juana II, y en cambio de la cual estábale reservada la de Navarra con la mano de Blanca viuda de don Martín el joven: al padre empero impidieron sus dolencias la visita á este reino insular, de donde llamó cinco meses antes de su muerte al cirujano francés Este- ban Boyer natural de Tolosa con grande confianza de que le curase. El gobierno local seguía entregado á Pelayo Uniz, aunque conferido en propiedad á Olfo de Prócida, sobrino ó nieto del barón del mismo nombre que lo había ejercido de 1366 á 1375; para poner rémora á la llegada del goberna- dor halló mil medios el lugarteniente en su estrecha liga con los jurados y oficiales de la universidad, cuya renovación, fal- seado el sistema de Anglesola así en las insaculaciones como en la lectura de nombres sorteados, no era sino aparente, ence- rrando los cargos públicos en angosto círculo de pandilla. Jus- ticia, administración, abastos de trigo, empleos, todo era de bandería: manteníase y graduábase el hambre con sórdidas especulaciones, la tierra se despoblaba, el mar pululaba de cor- sarios, dejábase á los genoveses, sin permitir resistencia en los naturales, destrozar é incendiar á mansalva el puerto (i). No (i) Turbó este desembarco á mediados de Julio de 1412 las fiestas que se celebraban por la elección del rey Fernando, y que por razón del alboroto hubie- ron de prorrogarse para Setiembre. Indícalo un edicto del gobernador en estos tér- minos: E la dita solemnitat no 's sia puscuda fer ladonchs per lo adveniment dolorós de las naus de Jenoveses, gui ladonchs vengueren e affogaren lo port de Portopi. ISLAS BAL. EARES 245 había privilegio incólume ni jurisdicción acatada: donde no cabía el soborno, se allanaba paso la violencia; y la impunidad y el terror brindaban con bien diversa perspectiva á amigos y á contrarios. Suplicios, tan espantosos en la oscuridad de la noche y en,el secreto de las cárceles, como á la luz del día y en la plaza ó en el campo, sirviendo para horcas los árboles, y para anegar un estanque ó un pilón, y para ayuda de ejecutor la misma autoridad, presentábanse en variado espectáculo á la ciudad y á las villas, no menos que á la maledicencia por pábulo el honor de viudas y casadas y hasta de vírgenes del claustro, que hacían alarde de no respetar los prepotentes libertinos. Tal es el resultado de la información tomada en Barcelona á fines del 1416, reinando ya Alfonso V, de los emigrados ó descon- lentos mallorquines (i), la cual no tuvo otro que se sepa para el aborrecido sustituto que su simple cesación en el poder, al presentarse á relevarle el principal, entrado ya otoño de 1418. Halló Olfo de Prócida los pueblos de la isla llegados casi á rompimiento con la capital de resultas de los nueve dineros por cuartera añadidos al derecho de molienda, hasta el punto de no presentarse licitadores al nuevo impuesto en las plazas, ni en el consejo general alguno de los representantes forenses, que en Sineu se reunieron aparte en tumultuosa asamblea, donde no logró reducirlos el jurado en jefe, que fué en busca de ellos, sino mediante la supresión' del recargo. Lo mismo hubo de ha- cerse con los cuatro sueldos por libra recién impuestos sobre el paño. El nuevo gobernador cuidó de reproducir edictos suntua- ríos y de poner coto al número de esclavos, haciendo entre los dueños una derrama de ocho sueldos por cabeza para indem- nizar al que los perdiera, inutilizados por castigo doméstico ó condenados á mutilación ó muerte por sus delitos; pero su atención preferente se dirigía á poner en buen pie de defensa el (t) Consta en el archivo del reino esta información de 72 hojas, recibida á diez y siete declarantes. 246 ISLAS BALEARES reino, y á tener á disposición del rey Alfonso las galeras ma- llorquinas para los vastos designios que respecto de Italia de- jaba éste entrever, muy superiores á todo lo imaginado hasta entonces. De paso para Cerdeña, aportó el joven soberano con su flota en 17 de Mayo de 1420 á la ciudad, donde después de dos días de detención en el castillo de Bellver hizo su solemne entrada, permaneciendo hasta el 3 de Junio; y estos días, de pacífica tregua en los crónicos disturbios, como que se vedó expresamente usar armas y promover riñas por las calles du- rante la real estancia, no fueron además perdidos para Mallorca por la remisión general é importantes privilegios (i), firmados á vuelta de sendas ápocas por cuantiosos donativos. Pero la reducción de Cerdeña, la expectativa de la corona de Nápoles adquirida por Alfonso en recompensa del socorro dado á la sitiada reina, los triunfos que más que nunca enalte- cían el nombre aragonés en Italia, cuyos ecos regocijaban á Ma- Horca, compensábanse sobrado con la incesante alarma soste- nida por los genoveses, por su liga con el duque de Milán, por sus estragos en las costas de Cataluña. En ausencia de Prócida, seguidor tal vez de las expediciones del monarca, gobernó más de dos años Jorge de Sant Johan apellidado Serra por gravamen de herencia, y desde Mayo de 1423 Berenguer de Olms, ambos -como lugartenientes; y las tenaces carestías de aquellos años, los recursos de los impuestos absorbidos por la consignación, las alteraciones de pésimo ejemplo introducidas en el contrato santo, las diferencias sobre cubrir el déficit por nuevas gabelas ó por talla (2), perturbaban el sosiego interior indispensable (1) Es muy notable el de 3 i de Mayo, otorgando que no puedan ser citados fuera de la isla los naturales, que recaiga exclusivamente en ellos la provisión de los beneficios eclesiásticos, cargos, jurisdicciones y empleos, que sean francos de laudemios en su primera venta los edificios reparados después de los estragos de la Riera, que sin licencia de la autoridad puedan los abogados defender á los reos, y varios curiosos capítulos concernientes al ejercicio de la medicina. (2) Acerca de esto tenía sus planes, ó al decir de los adversarios sus inte- reses, el jurado militar Antonio Castell, que debió ser hijo del que tanto figuró ISLAS BALEARES 247 contra los enemigos de fuera. Marcábase profundamente la di- visión entre los consejeros de la ciudad y los de las villas que entraban por un tercio, no sólo en la asamblea general de la cual rehuían los segundos hasta el punto de haberles de intimar la asistencia bajo pena de muerte, sino en el consejo menor de treinta donde reclamaban garantías bastantes para impedir da- ñosos acuerdos: de la interpretación judicial del capítulo de la pragmática apelaron los síndicos forenses á la reina regente, y denegada la apelación, temíanse grandes conflictos por el mes de Junio de aquel año, en ocasión de llegar noticia del inmi- nente riesgo que corría en Nápoles el rey Alfonso, revocada su adopción por Juana II, y obligado á abandonar su presa. Aña- dióse la voz del próximo arribo de la escuadra genovesa com- puesta de veinte galeras y diez y ocho naves; y fueron convo- cados á general defensa los habitantes de la isla, y se levantó en cada villa un empréstito, y se nombró por caudillo un vecino principal y por capitán de Alcudia en razón de su fortaleza al caballero Guillermo de Sant-Johan, y se impuso tregua por seis meses á los bandos y discordias locales declarando traidores á los que la infringieran, y mandóse á los moradores de la ciudad y de su término meterse con sus familias dentro de las murallas para resistir á todo trance. Llamado quizá por el peligro, acudió en persona á media- dos de Noviembre el gobernador Olfo, que en vez de repeler invasiones, hubo de presidir acalorados debates y domar en los consejeros forenses tenaces resistencias á pagar otras cuotas que el tercio de costumbre, mediante un riguroso arresto den- de I 384 á 91, no precisamente por el cambio de estamento, vista la facilidad con que pasaba del uno al otro, sino por el período de años transcurridos. Dos antes este último Antonio Castell sufría una especie de ostracismo, pues se le autorizó para guardar el arresto en su casa, que la tenía en la plaza de Cort frente á la puerta de la Sala, señalándole la puerta de la ciudad por donde había de entrar indefectiblemente y el itinerario que había de seguir, por la puerta de Santa Fe, por el Temple, calle de S. Francisco (hoy de Lulio), y calle de Des-bach (hoy de San Francisco). 248 ISLAS BALEARES tro de la sala en una cruda noche de Febrero. Todo el año 1424 residió en Mallorca, hasta acabar allí sus días en 25 de Febrero del siguiente, por cuya vacante vino nombrado en propiedad Berenguer de Olms, quien aún con más frecuencia que su ante- cesor ejerció por sustitutos el cargo. Las disensiones no cejaban, y en 1426 aparece reemplazada pasajeramente por el antiguo régimen de franqueza la venerada pragmática de Anglesola. La suspensión de pagos á los censalistas catalanes, ocasionó fuer- tes reclamaciones, que lejos de dirimirse por la concordia de Barcelona cinco años adelante, suscitaron nuevos pleitos por parte de los acreedores mallorquines, lastimados con la prefe- rencia á los extraños concedida. Y como si no bastase la des- avenencia en lo civil, surgió más grave en lo eclesiástico á la muerte del obispo Prades, cuando proveída la silla de Mallorca por el papa Martín V en su dimisionario contrincante á la tiara, Gil Sánchez Muñoz, el cisma extinguido en la iglesia universal pasó en cierto modo á esta isla con el nombramiento casi simul- táneo para la mitra, de que hizo gracia el legado pontificio Pedro de Fox á fray Galcerán Albert benedictino de Ripoll (i). Apo- yado por la autoridad del rey, que no andaba entonces muy ave- nido con el pontífice, y haciéndose sordo á las repetidas bulas de Roma, tomó el monje posesión de la dignidad y del palacio episcopal, donde permaneció hasta Abril de 1431 con la ayuda de sus secuaces, que trataron aún de oponer resistencia armada al cumplimiento de los mandatos reales expedidos al cabo en favor del candidato legítimo. Todavía se retardó dos años la llegada de Gil Sánchez Muñoz que ocupó la sede hasta 1447. (i) La primera bula del pa.pa en favor de Sánchez Muñoz data de 26 de Agosto de 1429, doce días después de la renuncia del antipapa á que no hace la menor referencia: poco posterior debió de ser el nombramiento de fray Albert por el le- gado, pues en 16 de Octubre siguiente ya lo indica y aprueba el monarca. De i.° de Noviembre de 1430 es la segunda bula declarando intruso al monje, en virtud de la cual mandó el rey en 4 de Abril de 143 i al gobernador dar posesorio á D. Gil, aludiendo á resistencias sin especificarlas. Pone en claro el P. Villanueva estos he- chos de que tuvo por Bzovio confusa noticia el paborde Terrassa, llamando Bel- trán Albertí á Galcerán Albert. ISLAS BALEARES Por segunda vez visitó á Mallorca en 1432 Alfonso V, de camino nuevamente con veinte y una galeras para Italia, detenién- dose solos siete días, desde 31 de Mayo á 6 de Junio, que em- pleó en reformar varios puntos de la mal recibida concordia del año anterior sobre reducción de censos. Gravámenes traían siempre á la isla sus viajes y los de sus hermanos los inquietos infantes de Aragón, así en 1426 el de don Pedro procedente de Cerdeña para dirigir por encargo especial del rey una expedi- ción contra Berbería, como en 1434 el de D. Juan, quien baña- do todavía con la sangre del cautivo de Játiva, el desheredado conde de Urgel (i), terció en las querellas locales sobre el cía- variato de la consignación, y no se descuidó al partir para Sici- lia de reclamar el donativo de costumbre. Al año siguiente el descalabro naval de Ponza y la prisión de los dos reyes de Ara- gón y de Navarra en poder de los genoveses, motivaron con mayor premura levas de gente, armamentos de galeras, reparos de fortalezas y envío de caudales con exclusión de cualesquiera otras atenciones; y más todavía que Mallorca hizo un solo ma- liorquín, el bravo Salvador Stelrich, dando en reñido combate su vida por la del monarca, que recompensó su heroísmo con espléndidos funerales (2). Señalado bajo más feliz concepto fué aquel año de 1435 P®'' la definitiva extirpación de la sinagoga, que en el transcurso casi de medio siglo había retoñado, bien que no con la lozanía de antes, en el mismo barrio probablemente del Cali, no de se- guro en las familias más ó menos espontáneamente cristianiza- das en 1391. De fuera procedían los nuevos judíos á que se re- (1) Sobre este cobarde y apenas creíble asesinato, cometido en i.° de Junio de 143 3 por los tres hermanos Juan, Enrique y Pedro, véase la historia de los condes de Urgel por Monfar. (2) En virtud de real cédula dada en Portvendres á I 2 de Enero de 1436, ce- lebráronse en la Seo á 2 3 de Febrero dichas exequias, que costaron más de 7 i li- bras en el túmulo y aparato fúnebre, en un paño de oro prestado, en pintar los blasones del difunto, en vestir á sus parientes, en distribuciones al clero y limos- nas álos pobres, y 23 libras 11 sueldos solamente en cera. 32 2^0 ISLAS BALEARES fieren las ordenanzas de 1413, y á los cuales se atribuyeron, en la época historiamos, ciertos escarnios inferidos por semana que santa á esclavo moro en vilipendio de la pasión del un Salva- dor. Fueron presos después de pascua dos de los acusados con la maltratada víctima por la curia del obispo, que á los ocho días los soltó, aunque fué para caer en manos del tribunal y civil que los reclamaba, cundieron murmullos de que, soborna- dos los oficiales, se platearía ó doraría la justicia; y no faltaban predicadores del que desde el pulpito atizasen la indignación pueblo. Los reos denunciaron á otros encarcelados por distinta causa, y alguno providencialmente á sí mismo en el acto de protestarse inocente; y recayó sentencia de muerte, de que se retrajeron los eclesiásticos, sobre los cuatro principales, que fueron un rabino, Struch Sibilí (el sevillano)^ Farig el giboso^ y Stellate cabeza de la judería. Pidieron bautismo los cuatro, para trocar quizá el suplicio de la hoguera, por el menos terrible de la horca, tomando el nombre de sus padrinos, Struch por ejem- pío el de Gil Catlar, y el giboso el del prelado Gil Muñoz; pi- diéronlo los demás hasta dos docenas; pidiéronlo los presos que casas quedaban libres, jóvenes y viejos, hombres y mu- en sus jeres, tanto que en dos días, 12 y 13 de Mayo, fueron regene- radas dos- en la pila de la Seo y en la de Santa Eulalia más de cientas personas. Trocóse con esto en lástima' la furia popular que ya amenazaba allanar la cerca : administróse la comunión á los sentenciados, de la cual tomó pie el obispo con piadosa es- tratagema para recabar del lugarteniente, que era á la sazón Juan Des Far, que se retardase la ejecución siquiera tres días; y á la mañana siguiente las lágrimas de las recién convertidas con sus hijos en los brazos, acompañadas de mujeres de todos estamentos, y los gritos de misericordia que interrumpían la misa y el sermón del pastor venerable, no cesaron hasta obte- ner gracia general y completa. Desde la sala del consejo tenido en el alcázar, jueces y reos é intercesores, canónigos y frailes, caballeros y artesanos, en procesión ó en tropel, volvieron á la ISLAS BALEARES 251 catedral, en cuyas bóvedas jamás resonó más alborozado Te Deum. Los que residían fuera de la ciudad, los que se halla- ron ausentes de la isla á medida que desembarcaban, todos re- cibían el agua bautismal. Con tan pacífica y conmovedora esce- na acabó en Mallorca el judaismo, que medio siglo atrás no habían podido extinguir horribles matanzas y violencias: cesa- ron de una vez los ritos hebraicos, fueron reducidos á cenizas de orden del gobernador los talmudes y thoras (i), y mezclá- ronse sin notoria diferencia social los nuevos conversos con los anteriores y con otros que fueron llegando principalmente de Valencia, hasta el reinado de los reyes Católicos. Agotadas en Mallorca las rentas del real patrimonio con las incesantes demandas de Alfonso V (2), hubieron de suplirlas la universidad y los particulares, señalados muchos de ellos en servicio de aquel monarca. En su corte figuraban, revestidos de altos empleos y comisiones, Francisco Axaló, Gabriel Miralles, Juan Valero, y más adelante Pedro Pardo caballero aunque de linaje de conversos; y para las guerras de Nápoles armaban galeras Pablo Sureda, Juan Catlar, Tomás Thomas y otros no menos distinguidos. Tales anticipos al rey había hecho mosén (1) En el libro de actas del real patrimonio en dicho año consta esta partida: A XI de viaig fagui d un bastaix qui af>ortd alguns arneses de la scola judayca den Struck Xibilí apellat Gil Callar, un sou quatre diners. Es la única referencia á tan notable suceso, que he encontrado hasta aquí en los documentos coetáneos, pues los detalles que de él poseemos son debidos á una memoria de la época, que se guardaba en la curia episcopal, de donde la copió más tarde hacia i <548 el maes- tro Benito Espanyol, conservando el texto mallorquín, en un libro titulado Histo- ria de fide catholica, que legó al oratorio de Santa Fe y al gremio de curtidores. Acogióla Mut vertiéndola al castellano, y por la puntualidad de las fechas y de los nombres de las autoridades que á la sazón gobernaban, tiene el carácter de legíti- ma, contra los escrúpulos que de pronto se me habían ofrecido. Lo que no admite duda es que la sinagoga se cerró definitivamente en 1435, como que la reina doña María en el cap. i 5." de su privilegio dado en Monzón á i o de Marzo del año inme- diato, otorga que d^aci avant no puga haver en la illa cali ne sinagoga de jueus ne habitar algun jueu mes de XV dias sots pena de confiscació de bens. (2) Diez mil ducados pedía desde Milán y luego desde Gaeta á su procurador- real, que sólo pudo mandarle cinco mil florines, empleándolos de orden del rey en compra de 230 paños (draps) de diversos colores, á 14 libras la pieza, que le remitió con destino al reino de Nápoles. 252 ISLAS BALEARES Pedro Catlar, jefe de la poderosa familia domiciliada todavía cin- cuenta años antes en Massanella, que en premio pidió, si no el títu- lo de marquesado que los documentos no mencionan y que era punto menos que desconocido en aquel tiempo, al menos las rentas y prerrogativas correspondientes sobre la importante villa y dilatado término de Llucmayor. Resistiéronse en virtud de los antiguos privilegios y aun á viva fuerza los vecinos á reco- nocer otra jurisdicción que la real y á doblar la cerviz á un feu- dalismo hasta allí desconocido en Mallorca, y alcanzaron, no sólo el sobreseimiento, sino la anulación de la merced, pagando por talla un donativo igual al que ofrecía el agraciado. Por más que como nunca ardieran en bandos los pueblos, hasta el punto de abolirse por pregón la nota de bandolero por la generalidad misma de su aplicación (i), por más que en las parroquias de Alaró, Muro y Petra luchara desde años atrás con la influencia de los Sant-Johan la de los Catlars mismos, y en Petra y en Sineu igualmente que en Binisalem se riñieran batallas campa- les, no llegaban al extremo de aceptar por señor al que admi- tían y solicitaban en la capital por patrono de partido. Frustrada su ambición en este punto, la enderezó Catlar á procurarse el gobierno puesto en manos de sus adversarios, mediante un sistema mixto que vino á plantear en 1439 el se- cretario regio Juan Olzina; pero estrellóse la tentativa en el em- peño por la universidad contraído de defender á todo trance la santa pragmática y de sostenerla en su integridad. Insistió el rey á instancia de los descontentos en que se procediera á la formación de un nuevo régimen pacifico y justo^ comisión que por encargo de los jurados hubo de desempeñar el gobernador propietario Berenguer de Olms, publicando en 1440 á 13 de Diciembre el que se llamó de concordia más bien por su objeto que por su resultado. La idea capital del legislador fué descon- certar con la intervención de la suerte las ambiciones é intrigas (i) Pregón de g de Jimio de 1435. ISLAS BALEARES de los electores, y neutralizar con la prudente consulta de los votos el capricho de la suerte ; para lo cual declaró elegibles á todos los vecinos de la isla, de 25 años arriba, que conceptua- ran hábiles el gobernador y los jurados, inscribiendo sus nom- bres en un gran registro, patente siempre al público y aumenta- ble y reformable cada trienio. De estas listas debían extraerse por sorteo sesenta y tres plazas de consejeros, seis por el brazo militar, doce por cada uno de los restantes de la ciudad, y vein- te y uno por la parte forense; cada consejero proponía en terna los seis jurados, sorteándose luego entre los que reunían mayor número de votos, fueran ó no miembros de la asamblea. Los oficios generales, reales y de la ciudad habían de proveerse por votación casi todos, lo mismo que las embajadas y comisio- nes. A pesar de la concordia disponíanse á la lucha, más diver- gentes cada día y más compactos, los partidos llamados de la Almudaina y del Calí según el barrio que habitaban sus je- fes (i); de aquel lado los Suredas y Dametos, de éste los Des- Catlar, Albertí y Puigdorfila ; los numerosos vástagos de Pachs y de Sant Johan contaban individuos militantes en los dos ban- dos, y bajo su respectiva bandera se afiliaban no sólo casi todas las familias notables, sino los mismos artesanos, hallando eco estas rivalidades en los habitantes de los pueblos y campiñas. En el nuevo régimen ambas fracciones hallaban cabida, pero no tanto para conciliarse como para hostilizarse: los amigos de Catlar hacían renovar la compra que del subsidio y gabela de la sal habían hecho por catorce años Arnaldo Sureda, Hugo de Pachs y Albertín Dameto, picando en lo más vivo su honra; y á su vez el consejo por veinte y siete votos contra veinte negaba á Catlar el pago de la suma que por bien de la concordia ha- (i) Catlar en su casa solariega de la calle del Sol, poseída por el marqués de Palmer, su descendiente directo; Pablo Sureda hijo de Arnaldo, que es el que trasladó su domicilio desde Manacor á la ciudad, en la casa que hoy pertenece á la familia de Bastart, calle de la Almudaina. ISLAS BALEARES bía adelantado al secretario Olzina, de la cual por su parte es- taban reintegrados ya sus rivales. En Febrero de 1444 el jura- do Francisco Axaló con alusión poco rebozada logró que se aprobase por la asamblea una proposición contra todo el que procurara variación de sistema declarándole excluido , para siempre de los cargos públicos como á destructor del reino; mas Catlar, arrostrando el anatema y fuerte con una provisión real que ponía en sus manos el gobierno universal de la isla, se pre- sentó en 19 de Junio inmediato, seguido de sus más ardientes partidarios, á intimar á los jurados su remoción y la caída del efímero régimen de concordia suplantado por el de franqueza. Día de humillación debió ser aquel día para el caballero Pablo Sureda, cabalmente jurado en cap.^ cuando sin aguardará la conclusión del año hubo de ceder el puesto á su victorioso antagonista, no menos que para el lugarteniente Hugo de Sant- Johan también hostil á los nuevos gobernantes, cuyo juramento hubo de tomar. Hizo Catlar elegir á los jurados de su devoción, y formó á corta diferencia el general consejo con las personas designadas á instancia suya en una cédula que acompañaba al privilegio: por lo tocante á los jurados de las villas, pues á tan- to se extendía su jurisdicción, tuvo que elegirlos de acuerdo con su adversario, el procurador real Lázaro de Loscos, tal vez por contrapeso de su excesiva autoridad. Tres años duró esta espe- cié de dictadura, nombrando los jurados al fin del año á sus su- cesores y éstos al consejo con que habían de gobernar ; pero sea por falta de cumplimiento de la principal condición á que se comprometió la bandería dominante, de añadir anualmente cinco mil florines á los diez mil que se invertían en quitación de cen- sos sin nuevos gravámenes del pueblo y á beneficio de una recta administración, sea efecto de la liga combinada entre tan ofen- didos y tan poderosos enemigos, cuyas filas al parecer se refor- zaron con algunos desertores de las otras por buena fe engañada ó por ambición no satisfecha, á instancia de Jorge de Sant-Johan representante de todos los descontentos, se vió el rey en la ne- ISLAS BALEARES 25$ cesidad de confeccionar otro régimen, que se llamó de saco y suerte^ porque el sorteo era su elemento constitutivo. Atravesá- ronse entonces las reclamaciones de los obtentores de la fran- queza: Alfonso no se hallaba entonces en posición de devolver á éstos los donativos y regalos con que habían impetrado el gobierno, ni de rescindir por lo mismo aquella especie de con- trato; y considerando que á nadie como á los pueblos interesaba remover los obstáculos para el planteamiento del nuevo régi- men, encargó á la universidad el reintegro de las cantidades que él había percibido y de las demás sumas invertidas por las par- cialidades en su ambicioso litigio, reduciendo los censos del seis al cuatro por ciento, para que así, zanjados los compromisos, pudiera inaugurarse la era de paz que la suspendida ley prome- tía. Nadie halló extraña la franca y oficial manifestación del hecho, nadie protestó contra el remedio todavía más singular: falto siempre de dinero por sus ruinosas guerras y por el contagioso fausto de Italia, explotaba con menos escrúpulo aquel príncipe, por otra parte magnánimo, una mina legitimada casi por la costumbre, ahorrándose la necesidad de acudir con tanta frecuencia á las cortes y de oir los lamentos, aunque dis- tantes, de sus pueblos. Tres siglos casi, hasta la abolición de los gobiernos provin- ciales por Felipe V, vivió á pesar de su enfermizo nacimiento el régimen de saco y suerte^ otorgado en 14 de Agosto de 1447 y establecido al abrirse el año nuevo, reservándose por aquella vez el soberano la designación de jurados y consejeros para contentar á entrambos partidos. La suerte era en este sistema el árbitro exclusivo que daba el gobierno y confería los oficios: las insaculaciones ó catálogos de elegibles, que se remitieron selladas de la corte, podían aumentarse por el gobernador y jurados conforme iba creciendo la nueva generación, así como la rebaja de los inhábiles se hacía por acuerdo del consejo. El que había desempeñado un cargo ú oficio no podía entrar de nuevo en sorteo, hasta que se agotara el saco, para que todos 256 ISLAS baleares por su turno participaran de los cuidados del mando y del pro- vecho de los empleos. La extracción de los consejeros, cuyo número se fijó en ochenta y cuatro, ocho caballeros, diez y seis de cada uno de los tres brazos restantes (i) y veinte y ocho forenses, se verificaba el 20 de Diciembre en presencia del go- bernador; la de los jurados en presencia de éste y del nuevo consejo. En los que vestían la gramalla municipal se requería una edad de 29 años por lo menos; y dos de ellos siquiera, cuando no todos, debían asistir diariamente en la sala consisto- rial dos horas por la mañana y dos por la tarde: durante el año dé su cargo se les vedaba entablar demanda alguna contra la universidad ó seguir las entabladas. La convocación para el ge- neral consejo se hacía de orden de los jurados, á són de trom- peta en la ciudad, por cartas en las villas; la campana del reloj (hoy den Figuera)^ por espacio de una hora llamaba á la sesión, la cual sin licencia de los jurados no podía abandonar ningún consejero. Respecto de las deliberaciones se conformaba la nue- va ley con la pragmática de Anglesola. Mal estreno tuvo sin embargo, no que de ella derivaran las grandes turbaciones, muy de antemano preparadas, que coinci- dieron con su planteamiento. Seguían los recelos de enemigos exteriores y las prevenciones de guerra, no suspendida por mi- lagro con los irreconciliables genoveses, sino para declararla á los venecianos, contra cuyas galeras ancladas frente á la torre den Carroç^ tuvo que aparejar el castillo de Bellver sus bom- bardas (2): renovábanse á menudo las competencias entre la autoridad civil y la eclesiástica, estallando por un lado en entre- (1) Por la real pragmática de 1614 se redujo á setenta y dos el número de consejeros, conservando los veinte y ocho á la parte forense, y distribuyéndose los de la ciudad en la siguiente forma, que indica la mudanza social obrada en si- glo y medio y el acrecentamiento de influencia en las clases principales : doce ca- balleros, doce ciudadanos, ocho mercaderes ó notarios, y ocho artesanos. (2) En Setiembre de 1448. Otras naves armadas de Venecia habían tomado en Mayo de 1446 dentro de Portopí otra de Galicia, dando muerte á varios tripu- lantes que fueron enterrados en Santo Domingo. ISLAS BALEARES dichos y en ocupación de temporalidades por el otro, no sin cierta analogía con la lucha empeñada entre el rey Alfonso y el papa Eugenio: iban en aumeinto los murmullos de malas admi- nistraciones y las quejas de cargas insoportables : encrudecían de bando á bando y de clase á clase los odios, hasta el punto de haberse de prohibir por edicto las recíprocas ofensas sin pre- vio rompimiento y de publicar treguas reales por seis meses con pena de muerte á los infractores, como si hubiera vuelto al es- tado salvaje la sociedad (i). Pero, sin perjuicio de las sangrien- tas discordias peculiares en cada villa, toda la universidad foren- se, acumulando á los añejos agravios las opresiones y abusos inherentes á tanta instabilidad de gobiernos, formaba un solo cuerpo contra la capital, cuya prepotencia ya no cabía sufrir por más tiempo: un litigio sin descanso y sin moderador man- tenía vivos los recuerdos del alzamiento de 1391 con tendencia á reproducirlo. De los veinte y cinco años de mando que lleva- ba Berenguer de Olms, había estado ausente los quince por lo menos, ocupado en negocios ajenos á su destino, y acababa de regresar de Perpiñán, absuelto, aunque tal vez quebrantado, del proceso que había venido á instruir contra sus actos micer Rodrigo Falcó por comisión del soberano. Carecía de fuerza moral la autoridad, y de prestigio la magistratura manchada con violencias y corrompida con sobornos; y para mantener en paz el reino se necesitaba algo más que el verdugo, bajo cuya hacha se multiplicaban los crímenes como la mala yerba. De la intimación de censuras por razón de un subsidio exi- gido al clero, y de las vejaciones de los comisionados para for- mar un cabreo en vista de los documentos primordiales, nacie- ron por la isla en el verano de 1450 leves alteraciones, aisladas primero, y luego agrupadas al discurrir de población en población los descontentos, hasta concentrarse en Inca, donde en 25 de julio dió terrible muestra de sus propósitos con la tala de las (i) Pregones de i.° de Octubre de 1446 y de i 5 del propio mes en 1449. 33 viñas del vice asesor Bartolomé Albertí y con el saqueo de su casa una hueste que no bajaba ya de seis mil hombres (i). Con- vocados por una carta anónima, que firmaban con el altivo die- tado de capitanes de2l 5re8y y no con su oscuro nombre los más audaces, se le juntaron los somatenes de los pueblos más dis- tantes ó rezagados y refuerzos de los que andaban ya en movi- miento, unos en el camino de la ciudad, otros al pie mismo de las murallas, á las cuales pusieron bloqueo, más bien que estre- cho sitio, vivaqueando el grueso de sus fuerzas en la feraz lia- nura del monasterio de la Real y cortando las aguas que á los bloqueados abastecían. Una semana vivió á expensas de los aso- lados alrededores aquel desmandado ejército, con el que se apresuró á entrar en negociaciones el gobernador atrancado en su palacio; y con la mediación del obispo de Urgel, que se ha- liaba aquí de paso, y de algunos payeses influyentes y sensatos, lograron entenderse. No dominaba los sediciosos grupos otra bandera que la real sacada del respectivo consistorio, por más que se dijo haberse soltado un indiscreto viva á Renato de An- jou, heredero de pretendidos derechos al trono de Mallorca y competidor de Alfonso respecto del de Nápoles, á donde y al rey legítimo delegó la universidad forense para decisión de sus querellas á Antonio Olives de Llucmayor y á Pedro Fàbregues de Petra, mientras los jurados del reino diputaban secretamente á Luís Lull Bacó para informar á la reina en Barcelona. Con esto y conjuramento de valerse hasta morir, retiráronse á i.° de Agosto en són de triunfo los amotinados. Continuó bajo aparente calma el espanto en la ciudad y la insurrección en los pueblos tomando la voz de concordia^ en la que la mayoría alborotada obligó á entrar con amenazas á los más pacíficos y leales. Salir de los muros á visitar sus lejanas (i) Este número parecerá exagerado, si se le compara con el de los que con- currieron en seguida al sitio de la ciudad, los cuales, según otros documentos, no pasaron de dos mil. ISLAS BALEARES posesiones y recoger sus cosechas era arriesgada empresa para los propietarios ciudadanos; reclamar los censos adeudados hu- hiera podido costaries la vida. La avenencia con el gobernador pactada sin intervención de los jurados, que no obstante hubie- ron de ratificarla, sufría diariamente alteraciones y añadiduras con las crecientes exigencias que traían numerosas comisiones. Medios más expeditos se usaron en Manacor para vender la carne sin sisa y proclamar libre de derecho el vino; intimólo así á despecho del baile un Guillermo Nadal, y en seguida por Artá, por Petra, Sineu é Inca, por Felanig y Campos, cundió y adoptóse la recién forjada franquicia. Así por casi toda la isla dejaron de cubrirse las cargas públicas; y si no anduvieron ade- lante las resoluciones extremas sugeridas por acalorados tribu- nos, debióse á la influencia de los síndicos solicitada por el gobernador. Pasó la estación de las romerías: el invierno con sus inclemencias, aislando nuevamente á los labradores á más trabajosas faenas, hizo menos frecuentes los tumultuosos atro- pellos y excursiones propagandistas, y pareció comunicar á las poblaciones algo del inerte sosiego de los campos. Pero con el sol de Febrero volvieron á germinar las semillas de sedición, y á agruparse en los días festivos la muchedumbre bajo los olmos de las plazas al rededor de algún paisano locuaz ó revoltoso, espantada al principio y entusiasmada más tarde con sus auda- ees retos y violentas amenazas. Lisonjeóse Berenguer de Olms de apaciguar la renaciente efervescencia, recorriendo con respe- table escolta las villas principales; la cuestión era ganar tiempo hasta la vuelta de los mensajeros forenses, con uno de los cua- les, con Pedro Fàbregues acabado de llegar, tuvo en Muro una larga y misteriosa conferencia, y otra en Manacor con el osado vSimón Tort Ballester (i) ya reconocido jefe de la rebelión, ere- yendo quizá los dos engañarse mutuamente. (i) Siempre que se le nombra, precede al apellido la palabra tuerto^ no se sabe si por defecto real ó por apodo : era hijo de un oscuro labrador de Manacor. 200 ISLAS BALEARES Con los enviados payeses había partido y regresó el calero Pedro Granyana, portador de importantes capítulos en favor de los gremios ciudadanos, cuya firme y legal actitud, elogiada por el rey al acceder á sus razonables peticiones tocante á corregir las dilapidaciones escandalosas de los partidos, y agradecida en expresivos términos por los jurados, contrastaba con la desbor- dada furia de las masas campesinas. Por su parte el goberna- dor, provisto de facultades extraordinarias traídas de la corte, ora fuese por el nuncio secreto Lull Bacó que de la de Barceló- na había pasado á la de Nápoles, ora por el forense Fàbregues con quien parece haberse puesto de inteligencia, se preparaba á pronunciar su fallo, no sólo como autoridad, sino como árbi- tro inapelable; y para justificar la severidad de él con el recuer- do de lo grave de las pasadas culpas, se organizó una penitente procesión de un centenar y medio de forenses, que descalzos y en camisa y con dogal al cuello, precedidos de un crucifijo y con el venerable franciscano fray Bartolomé Catany al fren- te (i), se dirigieron al palacio de la Almudaina en 23 de Marzo de 1451, implorando á grandes gritos misericordia. Echóla Olms de clemente prometiéndola, con lo cual y con los encare- cimientos de Fàbregues acerca de los favorables despachos que traía, se comprometieron los prohombres de las villas, comisio- nados en número de dos ó tres por parroquia, á someterse por completo á la sentencia, con expresa renuncia á cualquier privi- legio ó protesta. Al acto solemne de la promulgación fijado para el 9 de Abril, precedió una sesión del general consejo, y sus acaloradas discusiones entre caballeros, ciudadanos y mer- caderes de un lado, y artesanos y forenses del otro, dejaron ya entrever el terrible desengaño, que no tuvo límites al oir de boca del indulgente componedor trocado en formidable juez, (i) Varón que en vida gozaba ya de opinión de santidad, natural de Llucma- yor ó de Felanig, y fundador del convento de Jesús extramuros de la ciudad, del de Sóller y del de Mahón. ISLAS BALEARES 261 después de revocar toda condonación ó sobreseimiento anterior, las dos condiciones impuestas á la universidad de los pueblos para volver á la real gracia; renuncia á cuantos créditos y res- tituciones pudiera reclamar sobre fondos públicos, y prestación irredimible de dos mil libras anuales en expiación de tamaño crimen y en señal, de perpetua servidumbre. Anonadadas por el estupor habríanse sometido tal vez las castigadas villas, si el gobernador imprudentemente, metiendo la cabeza en las fauces del lobo, no las citara para el próximo domingo 11 de Abril en Binisalem á fin de hacer segunda pro- mulgación de su decreto ante los concejos reunidos. Acudieron éstos en verdad á la cita, pero en tanto número y con tales dis- posiciones se aproximaban, que Olms no tuvo ya por conve- niente aguardarlos, y se retiró al otro díá más que de prisa á la ciudad con su lucida aunque poco belicosa comitiva, y con un puñado de payeses leales bien necesitados de asilo. Fuera de los muros dominaba de un confín á otro la rebelión, y probando mosén Berenguer de suplir la fuerza con el terror y en la impo- sibilidad de prender los reos del nuevo crimen, buscó en las cárceles á los acusados de otro añejo. Guillermo Nadal, el pro- clamador de franquicias en Manacor, y Miguel Renovard jefe de bando en Alcudia, sometidos al tormento del agua sal, confesa- ron según el proceso, no ya sus notorias culpas, sino una cons- piración horrenda é inverosímil para el degüello de los oficiales regios, exterminio de los varones, desfloramiento de las muje- res, saqueo de las casas, repartimiento de haciendas y procla- mación del rey Renato; tendidos sobre el cadalso, protestaron una y mil veces de su inocencia, y la cuchilla truncó los clamo- res en sus gargantas. Sucedía esto el 14 de Abril, y el 16 espi- raban en el patíbulo cinco prisioneros (i) cogidos el día ante- rior en una refriega que con los rebeldes tuvo en el llano de (i) Antonio Prats de Pollensa, Bernardo Gomila de Menorca, Julián Jover de Sineu, y Martín y Miguel Roselló hermanos de Inca. 2Ò2 ISLAS BALEARES San Jorge un grupo de ciudadanos distinguidos, sin que las he- ridas les excusaran de la tortura. El pregón que acompañó á éstos y á los anteriores suplicios, dando por averiguados y ex- tendiendo á todos los insurgentes los crímenes confesados en el potro, y el poner á precio de doscientos florines las cabezas de veinte caudillos y al de quinientos la de Tort.Ballester, sacaron de quicios á las huestes, organizadas ya y acampadas en térmi- no de Lluchmayor; y el domingo de Ramos, i8 del mes, apare- cieron por segunda vez á vista de los muros, desfilando bande- ras desplegadas y con alarde de peones y caballos por bajo de las torres coronadas de azorados espectadores, y repitiendo en las huertas de la Real los estragos del primer sitio y el rompi- miento de la acequia. Todavía la santidad de aquellos días y el celo de los media- dores empleados por la autoridad, sacerdotes y prohombres me- nestrales con preferencia á caballeros ó funcionarios, conjuraron las hostilidades, que estuvieron á pique de romperse el viernes santo por el lado de sudeste hacia las torres Lavaneras, como antes en 1391, con el falso rumor de haber sido ahorcados den- tro de la ciudad los comisionados por el campamento. Merced á un salvo conducto general hasta el 15 de Agosto, y á un sobre- seimiento en materia de indemnización de daños, volvieron á sus casas no muy pacíficos los somatenes la víspera de Pascua; y no habiendo podido reunirse al segundo día el consejo extra- ordinario permitido por la avenencia á los forenses para nom bramiento de síndico que en la corte les vindicara, prolongábase la anarquía y se acumulaban nuevos desmanes á los pasados. De ellos iba tomando nota el gobernador sin levantar mano del proceso, y con el afán de ponerles coto y de prender á sus auto- res, sea que lo presumiese fácil, sea que se lo pintaran así los escapados de las revueltas villas, confió á éstos la pacificación de la isla con la gente que al paso reclutaran, declinando en su lugarteniente Jaime Cadell la honra de mandarlos. Salieron el 29 de la ciudad no más de quince jinetes; en Llucmayor de pronto ISLAS BALEARES 263 hallaron sumisión y cien hombres para seguirles ; no así en Po- rreras, sino rehacio al baile y mal dispuestos los ánimos y un inseguro refuerzo, que con los de Montuiri y San Juan aumen- taba más el número que la confianza. En Manacor obsequioso recibimiento, gracias al desvelo del fiel baile y de dos jurados: su contingente de doscientos hombres, al cual allí se agregaron los de Artá, Felanig, Santanyí y Campos, y los de Petra y Al- gaida en el camino, convirtió ya la escolta en ejército de 73Ó peones y 170 caballos antes de entrar en Sineu, donde apenas habían quedado sino mujeres, pues los varones andaban con la hueste sediciosa. Súpose allí que ésta marchaba desdé la Pue- bla sobre Muro, y allí comenzó la desbandada y el rezagamien- to de tropas, resultando todavía superiores á las del enemigo al trabarse en las eras de Muro el combate. Arengó á las suyas Cadell y arremetió, mas no pudo ya salvar á un escudero suyo de manos del terrible Ballester, á quien vanamente provocó á singular pelea. Mezcláronse en un momento las filas, confundió- ronse amigos y adversarios, penetrando en la villa por diferen- tes punios; y abandonado de sus reclutas, parte fugitivos, parte declarados por los rebeldes, hallóse el lugarteniente acorralado en la plaza casi solo, sufriendo los insultos de las turbas y los cumplidos aún más acerbos de su adalid, que le dió por posada á la vez que por prisión el antiguo palacio de los condes de Am- purias. Á la mañana siguiente, 2 de Mayo, cediendo Ballester, á ruegos de un antiguo camarada suyo, del propósito de humi- llar al ilustre prisionero con escoltarle hasta la ciudad, dejóle ir solo por caminos extraviados, y á los contados forenses que le habían permanecido leales, amenazó de muerte si volvían á pre- sentarse fuera de los muros. La fracasada expedición de Cadell produjo un tercer sitio, como la de Olms había ocasionado el segundo; y antes de poder averiguar el tribunal lo que hubo de traición ó de imprudencia y luego de pánico en el suceso, ceñían otra vez la execrada ciu- dad las campesinas algaras más amenazadoras que nunca, deci- 264 ISLAS BALEARES didas á no limitarse ya á vanos clamoreos ni á devastaciones de huertas y viñas. El 5 y el 6 lo pasaron en alardes militares y en levantamiento de tiendas los sitiadores, en provisión de vi- veres y en armamento general los sitiados: en los siguientes días hubo ataques, y no incruentos, á las puertas Pintada y Pie- gadissa, y una salida por el portillo del Sitjar para recobrarlos paños y bayetas de los pelaires, tendidas en el punto de Tira- dor. Sin embargo, el común peligro distaba de obrar en los de dentro concordia de voluntades: el dominico fray Juan Tey, que había viajado por Italia, lanzaba desde el púlpito de la parroquia de San Miguel excitaciones de fuego contra los nobles y ricos que cobijaba la corrompida capital, ensalzando la vida pastoril y labriega y sus patriarcales costumbres; ardía multitud de pie- beyos en codiciosos deseos, manifestados ya en los sitios ante- riores, de compartir el botín con los de fuera, de cuyos rencores y agravios participaban. Formóse una conspiración tenebrosa para abrirles entrada en la noche del 12 por encima de los guardias degollados y derramarse juntos por la dormida ciudad, esparciendo la matanza y el saqueo; y denunciada por uno de los cómplices (i) al gobernador, le dejó anonadado. Más sereno por fortuna, tomó el mando el procurador real Juan Albertí, y montando á caballo, seguido de quince jinetes armados, reco- rrió las puertas: en la de San Antonio fué cogido el sastre En- rique Anfós, degollado al día siguiente con Pedro Ripoll en la plaza del Muelle; Antonio March fué ahorcado. Guillermo Juan y Arnaldo Genovard mesonero lograron escapar nueve meses más tarde, rompiendo sus cadenas, y lo mismo Jaime Roma- güera tejedor, sin evitar por fin el patíbulo. Salvado también el pelaire Pedro Mascaró, de jefe de los conjurados pasó á serlo de los insurrectos compartiendo con Simón Ballester la prima- cía, y antes de sufrir la pena de su trama, mucho dió que ha- (i) Llamábase Nicolás Torres, y le disputaron el mérito y la recompensa de la revelación sus compañeros Juan Ros y Nicolás Sala. ISLAS BALEARES 265 cer todavía en abierta lucha á sus compatricios de la ciudad. Repudiaron los honrados prohombres de los gremios á los traidores como gente perdida y enemiga del trabajo, y no pasa- ron adelante las inteligencias entre menestrales y payeses sino para combatirse con recriminaciones y denuestos, á la vez que con armas, desde el pie á lo alto de los muros. Para abrir bre- cha en sus torres y lienzos no servía la tosca máquina de batir construida con el nombre de cuca^ ni las bombardas y pe- dreros traídos de las villas hacían sino maltratar con las enor- mes piedras de sus disparos los edificios y templos del interior: el enemigo más terrible de los sitiados era el hambre consiguien- te al riguroso bloqueo que impedía la entrada á todo alimento y la salida á todo consumidor: fueron inutilizados ó reservados para uso exclusivo de la hueste los molinos de las cercanías, y la mayor viveza del ataque como de la defensa se concentraba en el foso del Temple donde pacía el escaso depósito de carne- ros y bueyes con que contaban los de dentro. El sol de Mayo doraba ya las mieses; y los insurgentes, dejando la ballesta y la pica por la hoz, ahorraban á los dueños el trabajo de la siega, y las espigas caían precozmente no tanto en provecho de los robadores como en detrimento de los propietarios. Grave riesgo corrían los cautivos y semaneros que, al verlos distantes, salían aventuradamente á recoger las reliquias del saqueo ó á preve- nirlo con una recolección prematura, y los que desembarcando de noche en las lejanas marinas segaban todo el grano que po- dían sin ser sentidos, trayéndolo en sus barcas al Muelle ó á la Portella para ser trillado de cualquier modo. Y no era lo peor contemplar vueltas al suelo las copas de los árboles, cortados los plantíos, derrocadas las cercas, degolladas las reses á cen- tenares, saqueadas las deleitosas quintas, sino el susto atroz de los vecinos principales por los tiernos niños que en sus alquerías se criaban, y de los refugiados que habían dejado en rehenes á sus familias sometidas á costoso rescate ó expuestas á crueles venganzas. 34 206 ISLAS BALEARES Delegados la reina María y por las cortes de por Cataluña, desembarcaron en el puerto de la capital para apaciguar tama- ños disturbios el egregio conde de Prades (i) y Juan Marimón simple ciudadano de Barcelona : su primera visita fué al palacio del gobernador, la segunda al campamento de los forenses. Convocó Ballester en seguida un numerosísimo consejo, de cuyo hubieron de salir nombrados ocho individuos, que á la con- seno fianza de los sublevados unieran garantías de moderación y sen- satez entenderse con los comisarios regios; y de ocho días para de mensajes desde el alcázar de la Almudaina al monasterio de la Real resultó acordado un amplio y general salvoconducto, reduciendo temporalmente á lo más indispensable las relaciones con entre uno y otro vecindario á fin de evitar conflagraciones el roce. El 3 de Junio, día de la Ascensión del Señor, después de casi un mes de sitio, verificóse la tercera retirada, ninguna con más ventaja de los sediciosos, admitidos ya á ventilar como legítimas sus querellas y á repeler como calumniosas las acusa- clones de sus contrincantes. Olms quedaba desautorizado, y has- ta se esparció la voz de que los comisarios traían orden de prenderle. Temieron los jurados y el general consejo, donde carecían abandonar la ya de representación las villas, tener que ciudad, y reclamaron del monarca por su colega Rafael de Ole- za el urgente envío de tropas, á saber dos mil peones y dos- cientos jinetes por lo menos, para enfrenar á los revoltosos, quienes por su parte no se iban á la mano en sus tropelías y atentados por toda la isla, sin respetar ya el prestigio del de Prades: seguían, no obstante, las negociaciones de los comisa- rios con los ocho diputados forenses, cinco de los cuales les acompañaron en su regreso á la corte de Barcelona á fines de Julio, al mismo tiempo que por parte de la ciudad el jurado Ma- (i) Por extinción de la línea segunda del infante D. Pedro de Aragón tío de Pedro IV, pasó el condado de Prades á Juan Ramón Folch de Cardona, poderoso magnate catalán. ISLAS BALEARES 267 teo Zanglada, y por llamamiento especial de la reina el venera- ble fray Catany. Fácil y prontamente se obtuvo la destitución del aborrecido y débil mosén Berenguer, y con el título de regente la goberna- cibn presentó sus poderes en 17 de Agosto el noble Arnaldo de Vilademany, llevando consigo por asesor á micer Jaime Pau en reemplazo del no bien opinado Bartolomé Albertí, Su primer acto fué visitar sin aparato los pueblos para calmar los inquie- tos ánimos y poner algún orden en la administración municipal, nombrando bailes y almotacenes; pero seguían como antes los robos y los desmanes, y no pudo impedir ni castigar siquiera el asesinato de Juan de Montpeller víctima de su fidelidad en el camino de Inca. Una segunda embajada de los forenses alcanzó de la reina el solemne desmentimiento de los aleves tratos con Renato de Anjou que se les imputaban: y dada cuenta de él en el consejo de Sineu y aceptadas las condiciones con que se les otorgaba, mandólo publicar el regente por edicto en las esqui- nas de la capital, rehabilitando el calumniado honor y fidelidad de los campesinos. Pero los recién absueltos no supieron dejar de ser criminales, y el ímpetu de la indignación fué continuado por el libertinaje y la anarquía. Simón Ballester con su escua- drón cruzaba en todas direcciones la isla, estorbando el resta- blecimiento de los impuestos y la restitución de los robos, dia- riamente engrosados por las rapaces gavillas de Moner de Campos, del jorobado Moragues de Buñola, de Nicolau alias Rey de Inca; el tránsfuga ciudadano Pedro Mascaró activaba la construcción de una galera en el puerto de Pollensa, por derra- ma entre los pueblos, bajo motivos especiosos que encubrían el único verdadero de interceptar las comunicaciones marítimas de los bloqueados. Probaron los ocho diputados payeses, que á tan buen punto habían llevado el arreglo (i), de organizar un parti- (i) Fué el más señalado Guillermo Palou de Comasema, que en unión con An- tonio Pont, notario de Sóller, y con el prior de la Cartuja, generoso pacificador, 268 ISLAS BALEARES do sensato y conciliador que sirviera de dique á los rebeldes con el apoyo de fuerzas contrarevolucionarias reunidas en Buñola; pero no lograron sino atraer sobre sus personas y haciendas la furia de la tempestad, y á medio camino de Llucmayor, ante el recuerdo de Cadell, retrocedió Vilademany de la pacífica cruza- da con dicho apoyo emprendida. Así terminó el siniestro año de 1451, así principió el no menos fatal de 1452. El mal iba haciéndose crónico y perma- nente la insurrección: la penuria de los propietarios, el descon- tentó de los menestrales, la paralización de los negocios, el can- sancio de las vigilias y la custodia de los muros en que turnaban los vecinos, todas las molestias en fin inherentes á aquella situa- ción, se agravaban lenta pero constantemente con el transcurso de cada día. Previniendo una agonía prolongada ó una catás- trofe espantosa, trataban de abandonar la isla muchos de los principales ciudadanos; los proletarios buscaban unos en tierra extraña pacífico trabajo, otros botín y merodeo entre los revol- tosos, y en cambio discurrían por las calles rostros desconocí- dos y gentes de fuera, explotadores de la miseria pública y espías de los apuros de la capital, más bien que proveedores de vituallas. En todo el invierno no cesaron de maniobrar á vista de los muros bandadas de peones y jinetes con el objeto, se aseguraba, de renovar el sitio. Fijas entretanto las miradas en Nápoles y en Barcelona, de donde se aguardaba el remedio, no se ocupaba el general consejo sino de reiterar mensajes á en- trambas cortes, en las cuales traían lucha con los de las villas cuyos intereses legítimos defendían al par que el restablecimien- to del orden. Por indicación de éstos tal vez puso Alfonso V los ojos en su cirujano, el maestro Gerardo Ferrer, mallorquín y natural de Inca, confiriéndole plenos poderes para el arreglo de formó parte de ambos mensajes á la reina. En la misma fracción se distinguieron también Jaime Colom de Sóller, Bartolomé Desmás de Valldemosa, Sellera y An- tonio Mora de Porreras. ISLAS BALEARES 2Ò9 tan tenaces disidencias; pero al desembarcar en Alcudia á me- diados de Abril, apoderáronse de su paisano los forenses, con- dujéronle á Pollensa á fin de mostrarle en la galera una prueba de su ánimo emprendedor, y se ofrecieron en el consejo de Inca á cumplir lo que el rey les mandaba en orden á deponer las armas y devolver sus presas, y aun á comparecer ante el mo- narca setenta de los principales, asegurados por salvoconducto. Tres semanas habían pasado desde la llegada de Ferrer, y aún no se había dignado el ilustre cirujano avistarse con el regente Vilademany ni presentarle sus credenciales é instrucciones. Acercóse por fin un día hasta el monasterio de la Real, en me- dio de Ballester y Nicolau que eran sombra de su cuerpo, y seguido de trescientos payeses á caballo : su conferencia con el regente y su asesor, salidos de la ciudad al efecto, no duró más de una hora, sin el secreto y decoro conveniente; y ya no fué posible tener otra á pesar de las instancias de Vilademany, por no acertar el comisario á desprenderse de sus asistentes per- petuos. Más bien que un árbitro conciliador, parecía un nuevo adalid venido á los insurgentes. Era aquella la tercera cosecha que se malograba, y los pro- pietarios no confiaban recoger una espiga. Con la miseria crecía la agitación de la plebe, impaciente de libertad y sometida á duras privaciones y riesgos por intereses que no miraba como suyos ; murmurábase contra la temeridad del regente y de los jurados, y se les acusaba de ocultar y eludir las franquicias y abolición de impuestos traídas de la corte por el maestro Fe- rrer. Hasta las quejas y demandas de socorro estaban vedadas al gobierno de la capital, si no quería que interceptados ó ven- didos sus pliegos pararan en manos del enemigo. Prevalecidos de una protección arrancada por sorpresa, trataban los forenses de trocar de posición con sus adversarios y de empujarles á la desobediencia, dispensándose con especiosos subterfugios de cumplir por su parte las regias prescripciones, tarde y mal eje- cutadas. Al fin, desengañado Alfonso por su antiguo secretario 270 ISLAS BALEARES Francisco Axaló, que con el jurado militar Burgués y el arte- sano Massot fué enviado á Nápoles, mandó en vez de un comi- sario un capitán general y en vez de providencias soldados. Cuatro naves, preñadas de armas, de caballos, de tropas aven- tureras conocidas en Italia por sacomanos, lanzaron á la orilla su formidable carga en i.° de Agosto, y al otro día su caudillo Francisco de Erill virrey de Cerdeña tomó posesión del gobier- no, asociado á Vilademany, aunque con la preponderancia de- bida en tal ocasión al elemento militar. Para mantenimiento de su gente tan propensa á desbandarse con la falta de sueldo, aseguróse á despecho de obstáculos y protestas dos mil libras al mes sobre los fondos de la consignación, y las percibió sin réplica por espacio de dos años. Acopió cuantiosa pólvora para los arcabuces y espingardas, y alentando á los tímidos y repri- miendo á los mal dispuestos, triplicados con el refuerzo los mil peones y duplicados los doscientos jinetes que había traído, salió á campaña desplegando el pendón real. Andada por el ejército sinuosa ruta todo un día y una noche sin detenerse en pueblo alguno, en la mañana del 31 de Agosto dió vista á Inca, donde se encerraran tras de fuertes barricadas los más comprometidos insurrectos. Intimóseles la rendición por medio de un alguacil, y la respuesta fué meterle de cabeza en un silo. Mandó torcer Erill hacia Sancellas para abrevar los ca- ballos, y tomando los rebeldes por fuga la retirada, salieron en su persecución con insultante gritería, hasta que una vez en campo raso, volvieron de pronto la cara las aguerridas tropas, rompiendo, destrozando los tumultuosos pelotones. Aquello fué carnicería y no combate: en un momento cubrieron el llano ochenta de los cadáveres; ochenta prisioneros fueron destinados á improvisados suplicios, pendientes de los árboles por funeral trofeo, ó reservados para más solemne expiación en los cadal- sos de la ciudad. Sancellas, casi desierta por haber acudido al socorro de Inca sus moradores, fué puesta á saco por la solda- desea sin discernir amigos de adversarios. Aquel día, sin nece- ISLAS BALEARES 27I sidad de segundo golpe, vino á tierra el alzamiento. Replegà- ronse sobre Pollensa las ya deshechas partidas : embarcóse Simón Ballester en la recién concluida galera con rumbo á Ná- poles, acompañado de Moner y de trescientos de sus secuaces; con otros trescientos se internaron en las montañas Mascaró y Nicolau, tan lejos de abandonar su madriguera como de acó- sarlos en ella los soldados. Por lo tocante al litigio cuya deci- sión pendía del soberano, á ninguna fracción quiso cerrar Erill el acceso á la corte, así á los afiliados en las pasadas banderías de gobierno como á los neutrales, á los artesanos así como á los forenses; y volvieron á sus opuestas gestiones los delegados de las villas y los de la ciudad , animada por la vengativa có- lera que pasado el riesgo suele reemplazar al terror, y recia- mando un código de proscripción é ilotismo perpetuo contra aquellas (i). Entre tanto bastaba el regente, con poca más comitiva que la ordinaria, para recorrer en la segunda mitad de Octubre á Sineu, Petra, Manacor, Artà y Muro, y á fin de Noviembre á Binisalem é Inca, dejando huellas de su justicia sumaria en cada pueblo, además de los reos que con frecuencia suministraba Inca á la ciudad para abastecer el patíbulo de la puerta de San Antonio. Del fondo de las vacías arcas del erario había de salir el sueldo de las compañías italianas, y para cubrir los atrasos em- prendió por las villas un paseo á la entrada de 1453 el clavario Domingo Miró con algunos exactores, hasta parar en Pollensa, donde se hizo más peligroso el desempeño de su comisión. Estallaron en motín los murmullos, entraron á mezclarse con los descontentos los foragidos; y el honorable Miró, después de haber visto teñidas en la sangre de cuatro dependientes suyos las losas de la plaza, no halló asilo en su posada, de la cual (i) Espantan las instrucciones dadas en 30 de Setiembre por los jurados, presa de vértigo reaccionario, y aspirando nada menos que á establecer una monstruosa é insostenible oligarquía. 272 ISLAS BALEARES sacósele arrastrando y se le destrozó á hachazos en la calle. Este frenético atentado no sirvió sino para acabar más pronto los restos de la sublevación, sobre los cuales se echó con con todas sus fuerzas el decidido Erill, sin dejarles volver á sus guaridas. Jefe de ellos había quedado el pelaire Mascaró, y su Gil de Sant captura fué contada por proeza y timbre al noble Martí; como jefe mereció la prerrogativa de ser decapitado en el indicado patíbulo hecho cuartos. No así Pedro Pont de y Muro, quien á sufrió en su pesar de su más distinguida alcurnia pueblo la pena de horca. La misma padecieron al rededor de la ciudad, á la entrada de los caminos de Sóller, Inca, Sineu y Llucmayor, sendas parejas de reos pollensines, y entre ellos un vecino de Inca, el famoso Jaime Nicolau Rey^ de papel más alto que el su- plicio. Ignórase si van comprendidos estos y los ajusticiados en Pollensa en el número de los veinticuatro moradores de la villa que juntos aparecen en la cuenta del verdugo, aunque de algu- nos se sabe que lo fueron por el camino, marcando en dirección á la capital un aterrador itinerario. Petra, Sineu, Manacor pre- senciaron también ejecuciones de muerte. Algunas recaían en prófugos que, cansados de correr aventuras por el extranjero, volvieron en mal punto á su país, mientras otros compañeros más animosos se rehabilitaban empleando la galera forense y sus personas en servicio del monarca y en gloriosa pelea con los florentines. Corría promediado ya el 1454, cuando volvieron de Nápoles los mensajeros ciudadanos, Burgués, Axaló y Berard, con las soberanas resoluciones fechadas el 20 de Mayo en una serie de decretos: amnistía general salvo en delitos de lesa majestad y de homicidio premeditado, confirmación de franquicias, promesa de no enviar á la isla comisarios hasta nueva convocación de sobreseimiento en la anual quitación de censos á los cortes, acreedores de Barcelona mientras no quedaran cubiertos de sus pensiones atrasadas los de la isla, revisión de las pasadas admi- nistraciones así de la universidad del reino como del sindicado forense, expurgo de las insaculaciones para cargos y oficios pú- blicos con conocimiento de la clase respectiva, fueron las provi- dencias más importantes. Sobre la comunidad de las villas se acumuló la enorme carga de antiguas deudas, de impuestos no 273 satisfechos en tres años, de indemnizaciones de daños á los ve- cinos de la ciudad, y hasta de la mitad de los gastos de ésta en defensa propia, y además la multa de ciento cincuenta mil li- bras; á la ciudad no se impusieron sino veinte mil ducados por el envío de las tropas, de donde se originó el derecho del ge- neral. Vilademany destituido dejó á Erill en íntegra posesión del mando; los sacomanos^ mandados retirar, se embarcaron en su mayor parte, dejando en la isla un nombre inolvidable por largo tiempo, y partidos otros ciento cincuenta un año después, quedaron sólo cuarenta caballos armados, cuya permanencia, por más que gravosa á los forenses, consideraban sus adversa- rios indispensable todavía en 1457 para represión de nuevos alborotos. Á las confiscaciones sucedieron entonces los secues- tros y embargos; las deudas completaron los resultados de los crímenes; y la pobreza y el miedo lanzaron á Córcega y á otras vecinas riberas bandadas de labradores. Por falta de brazos y de recursos, por falta también de seguridad, yacía abandonado el cultivo; la algarroba y el lentisco, y á lo más la cebada y la avena, eran el sustento de los pobres, de los cuales expiraron muchos al rigor del hambre. Los más acomodados, para exi- mirse de los abrumadores repartos, alegaban testimonios más ó menos fidedignos de leal conducta y aun de vejaciones sufri- das durante los trastornos ; de aquí los pleitos, las recrimina- cienes, las envidias alimentadas en el seno de la común miseria. Sólo quedaba de pie en medio de este anonadamiento el sindi- cado forense, siempre enérgico, siempre independiente y com- pacto, en cualesquiera circunstancias y cualesquiera personas lo desempeñasen, trazando en la general asamblea cuadros desola- dores que estremecían á los propios ciudadanos, ó haciendo pene- trar gritós de dolor é indignación hasta los oídos del monarca. 35 ISLAS BALEARES 274 ¿Qué se había hecho Simón Ballester? Osó, llegado á Ná- poles, parecer ante el trono? Encontró indulgente acogida, ó duro encierro, ó ancho palenque donde desplegar mejor sus aventureros bríos? ó anduvo errante y oculto cuatro años por apartadas tierras, manteniéndose fuera de alcance del castigo? Como si á él antes que á otro alguno no cerrara la vuelta al país el decreto de 1454, declarándole, sin necesidad de nom- brarle, incapaz de salvo-conducto, reaparece en la isla el temi- ble emigrado por el mes de Agosto de 1456, arrostrando la muerte, con la esperanza sin duda de reproducir un alzamiento. Es sentido, y huye á Menorca; envían allá los jurados con gran recato al comisionado Pedro des Portell, quien recaba del go- bernador Jofre de Ortafá que prenda al fugitivo; pero los jura- dos de Ciudadela y generales de aquella isla dificultan la extra- dición por guardar incólumes sus preciosas franquicias. Insisten los de Mallorca, pero no con amenazas ni con intervención si- quiera del virrey Erill; y al cabo de cuatro meses, sea por efecto de negociaciones, sea por mandato del rey á quien acuden en súplica, reciben aherrojado al gran criminal. Doce días, que pasa éste bien guardado en la torre del Angel por cuatro escu- deros del lugarteniente real, del 25 de Diciembre al 5 de Enero de 1457, median entre la llegada y el suplicio, que se ejecutó en la bulliciosa noche de Reyes, siendo arrastrado y descuarti- zado á la luz de las antorchas (i). Pena menos ordinaria que la de horca correspondía á aquel caudillo improvisado, de cualida- des inferiores á su delirante ambición, pero superiores á su os- curo y vulgar destino. Ocasión era poco oportuna para devolver á los forenses el uso los (i) Fahentlo en de Enero rossegar e scorterar la nü d'Aparici, escriben q jurados al caballero Bernardo de Pachs gerente de la universidad en Nápoles. En la partida consignada el 8 en el libro de datas de la procuración real acerca de la prisión y custodia de Tort Ballester, no se mencionan sino genéricamente «los diversos crímenes sediciones y malos hechos que cometió en las pasadas y tumultos.» ISLAS BALEARES de armas, y más quedando entre ellos todavía agitadores seña- lados al decir de la ciudad, que vió con inquietud el embarque de los cuarenta caballos últimos de la escolta del virrey, aunque no bien quistos de los censalistas, á quienes tantas pensiones habían devorado. Temían por otra parte los jurados que recru- decieran los ominosos bandos de gobierno con los manejos traídos en la corte por el ex-jurado mercader Antonio Sala y con las mudanzas que al rey sugería, calificadas por ellos de peligrosas novedades ; pero estos cuidados y el de preservar la isla del contagio derramado entonces por la península, cedían todas al supremo de proveer de subsistencias el vecindario en aquellos años de carestía excepcional, en medio de la habitual escasez de cosechas que hacía casi permanente en Mallorca la lucha por la vida. Por fortuna á mosén Erill, que se había hecho tener por justiciero y por sus facultades extraordina- fias (i), sin obtener á pesar de esto franquicia de la universidad, sucedió en Abril de 1458 Vidal Castelladoriz y de Blanes, prece- dido de buena fama y estimable por sus prendas, cuya confirma- ción y la de su asesor Çaburgada fué lo primero que pidieron los jurados al nuevo rey Juan II luego de sabido en Julio siguiente el fallecimiento de Alfonso V. En el trueque de soberano sí que anduvo más desgraciado el reino, pues algo iba, aunque her- manos, de aquel glorioso conquistador de Nápoles, por más que gobernase desde lejos y distraído en conquistas, alianzas y academias, al turbulento rey de Navarra, si tal podía legal- mente titularse, que nunca supo sino revolver con sus intrigas y escaramuzas los tres reinos de España, y distinta atmósfera formaba al rededor de ellos su respectiva corte, á pesar de tener comunes muchos vicios, unos de siempre y otros peculia- res del tiempo. (i) Dejó vacías de presos las cárceles, pues visitándolas en de de Febrero 1458 23 pocos días antes de marcharse, ningún detenido en ellas se lo cual, encontró, según nota puesta en un códice, jamás acaso se habrá visto. 276 ISLAS BALEARES El primer acto del monarca entrante fué reclamar de los mallorquines por su coronación y advenimiento al trono el do- nativo de costumbre, que negó con vigor desusado la universi- dad, fuerte con sus franquicias y todavía más con sus apuros, en cuya difícil embajada estrenó sus talentos un joven notario, que treinta años adelante seguía como hábil negociador las gloriosas campañas de los Reyes Católicos. Por esta vez no logró Pedro Litrá cediese de su exigencia Juan II, como tampoco ante que las intimaciones del lugarteniente y del procurador real desistió de resistencia el general consejo; y hubo que diputar al su abo- gado Bartolomé de Veri con facultad de soltar tres mil y hasta cuatro mil florines á trueque de alcanzar muchas y diversas pe- ticiones de circunstancias (i). Presentábanse mientras tanto harto más graves complicaciones; atraído de Nápoles á Sicilia, y de Sicilia á Mallorca, había ido acercándose el desgraciado príncipe de Viana sin mediador ni amparo, no ya á los amantes brazos, sino á la recelosa potestad de su desnaturalizado padre, quien desde principio del 1459 le brindaba con obsequiosa re- sidencia en la isla, tan bien situada para negociar y concluir la apetecida concordia. Ya en Mayo una comisión nombrada por clases empezó á disponer en la ciudad digno recibimiento al primogénito real; hiciéronse obras en el alcázar destinado á hos- pedarle, lo mismo que en el castillo de Bellver, ofrecido de pronto á su disposición, aunque luego por reservadas órdenes no entregado. La armada, que fué á recibirle en Palermo, to- cando en Cerdeña y luego en el puerto de Salou para avisar al rey de su venida, le condujo al muelle de esta capital en 28 de Agosto: púsole en tierra un ancho puente de madera enramado de mirto y salpicado de flores ; precedíale un pendón nuevo ri- camente bordado; palio magnífico de damasco carmesí, digno (i) Compréndelas en número de diez y ocho el privilegio dado en Fraga á 20 de Setiembre de 1460, y otras tantas próximamente se encargaron en las instrucció- nes al enviado. ISLAS BALEARES 277 de ser regalado después á la catedral para las solemnidades del Corpus, le acogió bajo su sombra, alumbrándole delante y al rededor treinta cirios de cera encarnada y otras tantas antor- chas por mano de altos funcionarios y escogidos representantes de la ciudad. Hízosele un copioso y escogido presente de provi- sienes (i); celebráronse en su honor pomposas justas: nada le faltabá para considerarse ya rey sino poder y hasta libertad. Cautivo más que huésped, vigilado por los que sólo aparen- taban servirle, sustraídos á su obediencia los castillos, vivió siete meses el buen Carlos en el palacio de una dinastía destro- nada por la usurpación, repasando la historia de la que él venía á terminar, víctima de otra usurpación más monstruosa todavía; oró el día de Difuntos, bien que tataranieto de Pedro IV, sobre la tumba de Jaime II; escribió en 22 de Noviembre á su padre aquella carta tan tierna y obediente, sometiéndose á entregar la parte de Navarra que por él estaba, y á no habitar en ella ni en Sicilia, á trueque de que los suyos y su querida hermana Blanca no fueran oprimidos, y contentándose con salvar su he- rodamiento y sucesión (2). Al embajador de Portugal recibió, dando oído á tratos de casamiento con Catalina hermana de aquel rey, renunciando al de Isabel de Castilla hermana de En- rique IV por no irritar al envidioso progenitor que la tenía ya destinada para Fernando el hijo predilecto de su segundo enla- ce. Llegó el atribulado príncipe á recelar asechanzas, y para el caso de que se intentara detenerle, trató con algunas naves vizcaínas de asegurarse la retirada; hasta solicitó como estancia más cómoda el castillo de Perpiñán ó algún otro con puerto de (1) Consistió en seis gruesas terneras, treinta pares de gallinas, treinta de pollos, diez de pavos, y cien quesos, en lo cual y en los preparativos se gastaron trescientas libras. El mencionado palio, para poderlo regalar á la Seo,hubo de ser rescatado por veinte y cinco florines de manos de los sirvientes ó porteros (uxers) del príncipe, que pretendían pertenecerles en razón de gajes. (2) «Non tema V. S. ya de mí, dice en esta carta que trae Zurita lib. XVI, capí- tulo LX de sus Anales, ca dexadas las razones que Dios y naturaleza quieren, ya estoy tan farto de males y ansadas de mar, que me podéis bien creer.» ISLAS BALEARES mar en Rosellón ó en Cataluña: mas á fines de Enero logró ver aprobadas por el monarca en Barcelona las condiciones de la avenencia, que repelieran por intolerables los adictos sicilianos y navarros, si no se hubiese esforzado en sosegarles el que más perjuicios sufría, inculcándoles la paz como bien supremo. No fueron todas, sin embargo, de ansiedad y desaliento las horas que allí se le deslizaron ; muchas de serios estudios le distraje- ron de sus penas (i); y si hemos de juzgar por lo espontáneo y copioso del donativo que le concedió la universidad, primero de mil doscientas libras y luego generosamente duplicado, cuando con tal tesón se le regateaba al temido soberano, patente y con- soladora muestra de la adhesión de estos isleños recibió sin duda el augusto prisionero, reducido á la mayor penuria, sin más pensión de su opresor que la mensual de doscientos flori- nes (2) para el gasto de su mesa. No sin negros presentimientos se despidió de su apacible retiro Carlos de Viana en 26 de Marzo de 1460, no obstante de acudir á un llamamiento de reconciliación y gracia ; el éxito los justificó demasiado. Llegado á los dos días de viaje, evitó los alborozados homenajes de Barcelona, aposentándose fuera en el monasterio de Valdonzellas; pidió desde luego una confe- rencia con su pérfida madrastra, que la esquivó; salió al encuen- tro de su avieso padre hasta Igualada, besándole la mano (1) Por un recibo otorgado en poder del notario Litrá reconoce el príncipe en 2 5 de Marzo, el día antes de su embarque, haber recibido en depósito del cabildo de Mallorca los libros de la Suma de Sto. Tomás, legados por el obispo recién di- funto, fray Juan García, prometiendo restituirlos dentro de un año ó satisfacer por ellos veinte florines de Aragón. Entre los arreglos que para recibirle se hicieron en el palacio, suenan los encerados puestos en la ventana de la librería^ y un es- criiorio nuevo de madera, y en él cuatro tablas apoyadas en la pared para tener sus libros el señor príncipe. Cuán numerosa y variada fuese la colección de sus manuscritos, despréndese del catálogo publicado en el tomo XXVI de los Docu- mantos de la corona de Aragón. (2) Valía el florín en Valencia 17 sueldos 4 dineros, correspondiendo aproxi- madamente á siete octavos de la libra mallorquina. Algunos pequeños gastos has- ta la suma de 250 libras hubo de pagar el procurador real al partir el príncipe -per la gran necessitat en que sta al present constituït. ISLAS BALEARES 279 humildemente: nada bastó para que Juan II desistiera de encru- decer contra su propia sangre, y en vez de hacer jurar por sucesor á su primogénito, como esperaban las cortes de Aragón en Fraga y las de Cataluña en Lérida, mandóle prender, termi- nadas éstas en 2 de Diciembre. Levantóse de los diversos reinos de la monarquía un grito de indignación y espanto; púsose en armas el principado catalán; y ya en 8 de Enero de 1461, dada cuenta al general consejo de Mallorca de que no había pobla- ción de doscientos hogares arriba, tanto en aquél como en Ara- gón y Valencia, que sobre tan inexplicable prisión no enviara á la corte su mensaje, se propuso si haría otro tanto la isla, salva la fe debida al soberano, para que en ningún tiempo ni por na- die pudiese ser notada de negligencia. Altercóse sobre el asun- to, y aunque en razón de las escaseces del país se difirió la em- bajada hasta obtener respuesta de la consulta hecha á los estados vecinos, protestaron nominalmente hasta trece conseje- ros, los cuales no sería temeridad considerar afectos á la ilustre víctima, contra una indiferencia que argüía poco menos quej>a- rálisis en miembro tan principal de la corona (i). Verdad es que en la siguiente sesión de 10 de Marzo, oída la carta que les escribía desde Caspe el desconcertado rey en 12 de Febrero quejándose amargamente del alzamiento de los catalanes, la asamblea unánime dió testimonio por lo pasado y prendas para lo sucesivo de la buena é íntegra fidelidad de estos naturales á sus monarcas. La efímera dominación, que con delirante entusiasmo del pueblo mantuvo en Cataluña el de Viana desde el recobro de su libertad hasta su llorado fin, de 2 de Marzo á 23 de Setiem- ( I ) «Que lo ■present regne no era encare membre tan paralitïch^ que de semblant e tan arduaJeyna no 's degués rahonablement e deguda sentir.t) (Actas del gen. cons.) Fueron los trece indicados: mosén Juan Dameto, Jaime de Galiana, mi- cer Bartolomé de Veri, mos. Pedro Unís, mos. Juan Fuster, Rodrigo Torrella, mos. Nicolás de Pachs, Andrés Net, Francisco Pardo, Nicolás Spanyol (caballeros y ciudadanos) y Antonio Canyellas, Andrés Boix y Juan Mir (notarios). Menciona- los Mut á casi todos, aunque comprendiendo al revés el espíritu de la protesta. 28o ISLAS BALEARES bre, se extendió hasta cierto punto á Mallorca, donde eran cum- plimentadas sus órdenes (i); mas no envolvieron la isla las tur- bulencias del principado, al estallar en insurrección contra el padre el desconsuelo por la pérdida del hijo. Apenas declarado en Barcelona el rompimiento con la reina, á quien no valieron sus artes ni el juramento obtenido á favor del niño Fernando como sucesor para no tener que salir escapada, apresuráronse los diputados y su consejo en 28 de Mayo de 1462 á dirigir á sus hermanos de Mallorca, como los llaman, un prolijo mani- fiesto, enterándoles de los rigores y vejámenes de la corte, de la negra conjuración por ella protegida en el seno de la misma diputación para exterminarla y que había tenido ésta que casti- gar con el suplicio de seis de sus colegas ó dependientes, de los excesos y desmanes de los payeses de remensa en el Ampurdán insurreccionados con el apoyo de la autoridad real contra sus señores, del abandono del Rosellón y Cerdaña á los franceses en prenda de la nefanda liga contraída con el extranjero; y exhor- taban á los de acá á abrazar su santa causa en defensa de sus privilegios y franquicias, de la integridad del territorio y hasta de sus bien entendidos deberes de vasallos. Todavía en esta carta se vela con ciertas salvedades la rebelión; á otra de 27 de Junio acompañan ya los edictos contra el rey y contra su con- sorte, renunciando á su obediencia por la cruel entrega de la princesa doña Blanca y por ultrajes sin cuento á la naturaleza, á las leyes y á la nación. Ninguno de estos pliegos llegaron á su destino: interceptólos el gobernador Castelladoriz, pero al presentarse como especial mensajero Juan de Olivella, hubo aquél de autorizar la lectura del nuevo despacho que traía y la de los anteriores en plena sesión de 16 de Julio, en cuya permi- sión y en respetar la persona del enviado influiría probablemen- (i) Pruébase por un mandato de embargo de bienes contra el barcelonés Pedro Rodas curtidor, expedido por el príncipe en 10 de Setiembre, y ejecutado aquí en 25 del propio mes, cuando había éste cesado de vivir. ISLAS BALEARES 281 te la necesidad de mantener con los catalanes buenas relaciones mercantiles, como así se encargó después al notario Litrá la comisión de hacerlo presente al soberano. Cualesquiera fuesen, más ó menos hostiles y más ó menos unánimes, los sentimientos despertados en el general consejo por la subversiva excitación, acordóse darle cortés y mesurada respuesta, digna de la numero- sa y grave comisión escogida para redactarla (i), pero bien explí- cita en exhortar sumisión y paz á los insurgentes, á cuyos recuer- dos de fraternal unión y común origen nada mejor, dicen, podían ofrecer en correspondencia los mallorquines que su más entra- ñable mediación para restituirlos á la real gracia. Pero esta actitud conciliadora- no era sostenible por largo tiempo: puesto Juan II en Setiembre sobre la rebelde Barcelona, empeñó á la isla en desapiadada guerra contra el principado, reclamando levas de gente y donativos extraordinarios; y cesó el tráfico entre los dos países amigos, rompiéronse por mar las hostilidades, y las costas se vieron sin cesar amenazadas de piráticas correrías. Sólo este azote faltaba que añadir á las divi- sienes intestinas y á los atentados de toda clase, que pululaban con salvaje vigor en el inculto y agotado suelo. Andaba como siempre, por no decir en aumento, desencadenado en los pue- blos, á ejemplo de la ciudad, el espíritu de bandería. Sineu, San Juan, Binisalem, Muro, se entregaban á diarias pendencias, más funestas por los enconos que por las heridas que producían; y los que no en lucha abierta, caían víctimas de traidoras ase- chanzas. No cesaron durante el otoño los lugartenientes del go- bernador á la sazón enfermo, Juan de Galiana y Hugo de Sant- Johán, de acudir de villa en villa al apaciguamiento de las (i) A los diez individuos nombrados de los cuatro brazos de la ciudad de y del forenses, añadiéronse como hombres de ciencia nueve jurisperitos, á saber: Bonifacio Morro, Juan Berard, Mateo Malferit, Gabriel de Veri, Fernando Valentí, Hafael Ferrer, Bartolomé de Veri, Nicolás Berard y Rafael de Oleza. Mut trae dicha contestación, concisa por cierto. 35 282 ISLAS BALEARES reyertas y á la averiguación de los delincuentes con un dispen- dioso séquito de capdeguaitas y escuderos y hasta de gentiles hombres; mas á la entrada de 1463 declaróse en Inca y Binisa- lem un movimiento de índole más grave, como que al frente de los agavillados payeses se puso un mosén Pedro Juan Albertí, hermano al parecer ó al menos deudo inmediato del ex-procura- dor real Juan Albertí, favorecido dos veces por el rey Alfonso con la provisión vitalicia del empleo en 1448 y 1457, y separa- do luego por el nuevo rey no sin expresivas reticencias para co- locar á Francisco Burgués; y con aquél andaba en el alboroto el joven Bernardo Albertí hijo del depuesto funcionario. Como se entendieran en sus agravios y proyectos los forenses con los de familia tan ominosa á su pasado alzamiento, aun cuando no mediara sino la pésima memoria del vice-asesor micer Barto- lomé, es cosa que no se comprende. Tres días bastaron para dispersar las partidas; el jefe se eclipsó escapado tal vez á Bar- celona: pero de allí vino meses después en una nave Barcelone- sa el mismísimo ex-procurador con más ánimos y medios, como hombre de influencia y empuje, para reanudar la interrumpida trama (i). Tratábase de encadenar la isla al movimiento de Cataluña, en sentido análogo al que se procuraba por los mis- mos días en Menorca; pues á haber sido menos graves el atentado y el peligro, no fuera pregonada por las villas la cabeza del sedicioso caballero, ofreciendo quinientos florines (í) No es fácil desenredarla complicada madeja de las numerosas ramas de Albertí. Ora fuesen hermanos, ora nada más que primos el procurador real mosén Juan y el viceasesor de Olms micer Bartolomé, quien vivía á la sazón retirado en Inca administrando los bienes de su esposa Leonor de Bordils, además de los va- rios hijos de uno y otro funcionario, figura Pedro Juan, el excitador de la revuel- ta en Enero de 1463, que desaparece luego para hacer lugar desde la siguiente primavera á mosén Juan, lo gual^ dice una partida de las obras hechas en su pri- sión, era venguí de Barcelona ab una fusta de Barcelona ; y éste es el que fué pre- gonado por la isla y que entró preso con sus hijos en la torre del Angel. De Pedro Juan es de presumir que se salvase en Barcelona, donde se hallaba aún en Setiem- bre de 1469 con Galcerán Des-mas y otros fugitivos de la conspiración posterior. Era al mismo tiempo alcaide del castillo de Pollensa un Arnaldo Albertí. fSLAS BALEARES 283 de oro al que le entregara á la justicia, é imponiendo pena de muerte al que le ocultara. De su captura dió parte el bai- le de Muro, y en los últimos días de Junio ó primeros de Ju- lio fué conducido á la torre del Angel, cuyo encierro compar- tió, no sólo con su hijo Bernardo, sino con otro hijo Pedro acaso su primogénito, con Pedro Sánchez Muñoz yerno suyo probablemente, oriundo de Teruel y sobrino del difunto obispo don Gil el antipapa, y con Fortuny de Ruesta, sin duda com- prometido por su cuñado ó tío micer Copons hecho el oráculo de los insurgentes catalanes (i). En Febrero de 1465 piérdese la huella de estos presos, y el silencio hace presumir que no tuvo su proceso el trágico desenlace que al principio anun- ciaba. Mallorca se ponía en formidable pie de guerra, y el general consejo no atendía sino á prevenirse y votar tallas, tres mil libras de socorro al soberano, dos mil para adquisición de armas ofensivas y defensivas, doscientas para proveer de salitre las bombardas, mil en reparos del muelle y de los aportillados muros de la ciudad, mil en fortalecer los de Alcudia que por la fermentación declarada en la vecina Menorca competían en im- portancia y en peligro con los de la capital. De aquel puerto, del de Andraig, del de Sóller, de las demás villas marítimas, alcanzábanse unos á otros los avisos de buques sospechosos ó enemigos, catalanes, vizcaínos, portugueses, de hostiles desem- barcos y presas, y acompañaban hombres aprendidos naturales (i) Conservó micer Copons, aunque ausente, desde 1444, la propiedad de la asesoría de la gobernación rigiéndola por sustituto, y de consiguiente su habi- tación en el real palacio, que ocupó su sobrino Fortuny hasta 1460, en que tuvo que cederla á Sa-burgada su sucesor, y sus muebles metidos en cajas fueron remi- tides en 1464 á micer Juan Pagés vice-canciller del rey, de quien había obtenido los bienes confiscados á Copons. Fortuny pasó lo más del tiempo de su detención en compañía de mossen Juan Albertí y de su hijo Bernardo, al paso que su otro hijo Pedro, que á principios de 1458 desempeñaba por él la procuración real, es- taba en otro encierro con su cuñado Sánchez Muñoz, que además de su enlace con una Albertí, tenía en contra suya un duelo pendiente con Miguel de Pachs tan decidido servidor del rey en la reducción de Menorca. 284 ISLAS BALEARES Ó forasteros, y partían en todas direcciones pliegos del gober- nador: cuatro naves al servicio del rey apostadas en las aguas de Cabrera guardaban la bahía; rondaba las riberas un escua- drón de caballos mandado por Bernardo de Pachs. En esto, un día de Mayo de 1463 levántase en Cindadela el grito de viva Barcelona, tal vez por influencia que conservaba sobre sus nu- merosos adictos el ex-gobernador Pedro de Belloch, muy me- tido á la sazón en el alzamiento del principado, tal vez por simpatía de los muchos catalanes allí domiciliados con sus her- manos del continente; mas no pudiendo sostenerse dentro del murado recinto los sublevados, derrámanse por el suelo me- norquín, insurreccionando las restantes poblaciones, y contando con el prometido socorro de Barcelona para rendir la capital. Reúne Mallorca, con el esfuerzo y celeridad que consiente el riesgo propio, gentes y naves, víveres y municiones, en auxilio de su vecina ciento y de la común causa que sostienen; recluta sesenta voluntarios así de la ciudad como payeses, cuales á cinco, cuales á siete, cuales á diez libras de sueldo mensual según su categoría (i); arma dos galeras al mando del procura- dor real Francisco Burgués tan protegido del monarca, y de Hugo de Pachs caudillo de la expedición, además de varios bergantines y laúdes; y en esta enormidad de gastos entra en su parte con el real patrimonio la universidad antes de fijar respectivo contingente. Por prisa que se dieron los auxiliares, embarcados en Alcudia, en Artá y los más en la ciudad á prin- cipios de Junio, no pudieron evitar la entrega de Mahón, al apa- recer en su puerto cuatro galeras catalanas conducidas por el ( I ) Parece no eran voluntarios todos los que se alistaban (acordats); los había también elegidos de diversas villas por el gobernador, ó tomados á partido como delincuentes. Algunos, según el apellido según el sueldo, eran de familias dis- y tinguidas ó acomodadas, uno de ellos Francisco Albertí hijo del famoso micer Bartolomé, el cual parece se guardó mucho de comprometerse en aquella ocasión con su pariente mosén Juan, pues como padre y heredero de aquél cobró en 1468 sesenta libras de sueldos atrasados. ISLAS BALEARES 285 noble Francisco Pinós, las cuales pasaron luego al de Ciudadela con la misma confianza, cuando por fortuna se habían ya intro- ducido en la plaza los mallorquines. Cien hombres más refor- zaron á los primeros hacia fin de Julio, mientras el sitio no se formalizó; y trescientos siguieron á últimos de Agosto, acudien- do al clamor de los cercados, á quienes estrechaban ya dentro de los batidos muros los buques por mar y los desmandados de Mahón y del resto de la isla por la parte del campo (i). Fué enviado Miguel de Pachs á compartir ó á continuar las glorio- sas fatigas de su hermano Hugo; marcharon albañiles á reparar las brechas bajo el alcance de los tiros que las abrían ; contra- táronse por un mes dos naves armadas y una carabela, france- sas ó valencianas (2), y para sufragar á tales dispendios se contaba con los bienes y censos confiscados en la isla á los re- beldes catalanes. No se descuidó Barcelona por su parte en aumentar las fuerzas sitiadoras, pero con tan poca ventura que sobrecogidas de pánico las galeras de Pinós con exageradas no- ticias de las fuerzas enemigas que se aproximaban, abandona- ron el sitio de Ciudadela para asegurarse en el puerto de Mahón, dando vuelta por la costa del norte, mientras que la galera de Esplugues y un ballener, que en ayuda de aquellas acababan de llegar, caían en poder de la flotilla mallorquina, victoria comunicada al rey por extraordinario y que decidió la libertad de Ciudadela. Á 15 de Setiembre los prisioneros á la sazón cogidos en- traron en las torres y dependencias del real palacio convertidas (1) Hay alguna confusión acerca de estos sucesos así en las historias como en los documentos. En algunos que no he logrado ver fundaría Mut los detalles de su relato; por mi parte prefiero atenerme á los de la procuración real. (2) Juan de la Mota alias Lanier, y Juan Peris eran los patrones de las naves armadas, y Antonio de la Bruna el de la earabela; los bergantines, en su mayor parte de Mallorca, estaban á cargo de Salvador Sanceloni, Ramón Desbrull, Martín Ramis, Martín Gonsalvo, Antonio Marqués, Gabriel de Ampurdá, Pedro Eres, etc., y asi como estos en el libro de gastos de la guerra, aparecerían con más razón, si hubieran prestado en ella servicios, otros navios y galeras que cita Mut con des- conocido fundamento. 28Ò ISLAS BALEARES en cárceles, donde juntos ó separados, con más ó menos liber- tad, enfrente de las que albergaban á mosén Juan Albertí y á los suyos, atravesaron largo cautiverio, cuya duración consta por la del sueldo de sus guardias (i). Con el capitán Pedro Benito Esplugues, uno de los veinte y siete de la rebelde junta catalana, iban los nobles barceloneses Pedro Alós y Miguel Gualbes con sus respectivos hermanos, Pedro y Bernardo Bosch patrones del ballener, y fray Pedro Martínez dominico, cuyos actos y relaciones con el difunto príncipe se ignoran, aunque bastase el entusiasta culto á su memoria para ser calificado de altamente sedicioso (2). Á los heridos recibió el hospital de Santa Magdalena (3); al cómitre de la galera Pedro ,Doll, á un (r) Estos en varias gastos y el de la manutención de los presos se prolongan partidas desde el Setiembre de 1463 hasta fin de Febrero de 1463, mas no puede aceptarse esta fecha como prueba decisiva de que hasta ella se prorrogara el su- plicio ó la libertad de cada uno de los prisioneros nombrados por junto, pues no habiéndose fallado á la vez su respectivo proceso, puede el.gasto referirse á los que quedaban. (2) Por el apellido y por nombrársele á veces Pero, créole aragonés más bien en verso en que catalán, en cuyo idioma sin embargo escribía perfectamente y sin resabios de prosa, aragoneses. Cuéntale Latasa entre los escritores Aragón, añadiendo que fué librero, es decir bibliotecario, del príncipe de Viana, sobre cuya muerte escribió una complayuta y lamentaciones en verso y prosa; nada empero he podido descubrir acerca del papel que desempeñó fray Martínez en aquellas revueltas, ni del motivo de ir á bordo de la galera de Esplugues, nada que justifique el horrible fin consignado por primera vez en mis Forenses y Ciu- dadanos, que perpetuará la interesante memoria de la víctima con la atroz real venganza. Personaje es bien acreedor á una monografía, reservada de derecho á mi amigo y paisano D. Gabriel Llabrés, ya que tuvo la dicha de descubrir en Teruel y la diligencia de copiar el tratado en prosa Mirall de divináis assois y diez notabilísimas poesías de un códice procedente de la familia terolana de Pero Sán- chez Muñoz, compañero de prisión del infortunado fraile. Poco antes de fray Pedro Martínez, de 10 de Julio á 2 de Setiembre, había es- tado preso en el castillo real fray Justo de San Francisco, de quien ni de su delito y paradero nada más se sabe. Si la duplicidad no depende de equivocación de nom- bres, con Miguel Gualbes estaba detenido un hermano llamado Jaime, y con Pedro Alós un Gabriel á quien se costeó á fin de Octubre un jubón negro. En dichas par- tidas los prisioneros barceloneses figuran aparte de los mallorquines, á excepción de alguna en se nombra con aquellos á Pedro Albertí doncel, á mosén Saura que de Menorca y Andrés Sala de Alcudia. (3) Continuaba situado dicho hospital, aun después de fundado á mediados del siglo XIV el convento de religiosas de este nombre, en el mismo edificio, por no haberse ultimado todavía la unión de hospitales de que por aquellos años se trataba. ISLAS BALEARES 287 tal Bergueta y á la tripulación de ambos buques la cárcel ordi- naria. Para el cange establecido en estas campañas con los insurrectos á fuer de beligerantes, consultaríase al soberano atendida la importancia excepcional de los detenidos, y aun así se hace mucha la tardanza que hubo en la decisión de su suerte. Pasaron meses, turnaron las estaciones, y en ansiedad intermi- nable vivieron los infelices, antes de salir de su encierro, no todos á un tiempo ni con igual destino, el cómitre Doll para morir en la horca del muelle y desde ella pasar cadáver á la de Portopí, algunos más para el cadalso (i), otros condenados á galeras, otros puestos en libertad. Consiguiéronla por cange con diez mallorquines los hermanos Bosch, y también, no sabe- mos con qué condiciones, pues de pena no se habla, los distin- guides Alós y Gualbes: el escarmiento se concentró sobre la cabeza del noble Esplugues, haciéndola saltar en la plaza de Cort sobre un cadalso y dando por ignominiosa sepultura á sus divididos miembros el polvo de los caminos (2). Mas tardía quizá por más refinada alcanzó la cólera de Juan II al enérgico dominico, que encarcelado en la botillería del palacio, y confor- tado con la contemplación de los divinos azotes y con los con- suelos de la piadosa consorte del gobernador D.^ Juana Beren- guer, á quien dedicó el precioso tratado, tuvo tiempo entre humildes confesiones de sus culpas y firme desprecio de la muerte, no sin un resto de confianza en su sagrado carácter, de invocar en métricas plegarias la asistencia del Crucificado, de la (i) De uno sabemos, de Antelmo Jovera crímenes mallorquín, de cometidos que después enormes en su villa de Andraig, se había currido acogido á los la rebeldes en galera de con- de Esplugues al y sitio de fué Cort Ciudadela; y descuartizado. degollado en la plaza .(2) Afirma Mut, corrigiendo á Zurita que no pingues fué fija fecha, que el de Es- por Julio de 1464. suplicio No lo expresa la bastante partida del libro de circunstanciada, datas antes bien aunque otras hablan de él custodiados de todavía y fray Martínez como en Setiembre de dicho año Es aun en difícil, y Febrero del por no decir imposible, fundar siguiente. sobre tales pagaban partidas, no por orden de que se tiempo y hasta siempre con retraso de años cronología. á veces,, una rigurosa 288 ISLAS BALEARES de los santos de su orden, para el día horrible en Virgen, que, Muelle, colocado en su ungida cabeza un casco de traído al hierro candente y metido en un esquife, había de ser sumergido sobrenadando en la en el mar con una piedra al cuello, empero historia la lástima al la execración al odioso monarca reo, (i). de san- Eran días aquellos, en la ciudad y en la isla entera, de terror: en cada plaza un patíbulo, en cada encrucijada gre y truncadas cabezas y miembros palpitantes. Á la guerra civil en- estados de mismo reino, entre islas hermanas y entre tre un poblaciones de una misma isla, juntóse una conspiración social hondamente el suelo que había de estallar en daño que minaba y ruina de la metrópoli. Del plan y objeto de ella no quedan y se la sino misteriosas indicaciones; en los documentos vagas y califica de crimen de lesa majestad, de nefanda traición, de conmoción de pueblos, de quebrantamiento del vasallaje, lo cual hace presumir si tendría ramificaciones submarinas con los trastornos de Menorca ó con la sublevación de Cataluña. De inteligencias empero con ninguno de los dos puntos no aparece elementos ciudadanos, tampoco: era rastro; de complicidad con al parecer la misma insurrección forense de doce años atrás, la efer- retoñada de permanentes odios y agravios al calor de vescencia general, tan favorable para entenderse los desconten- Po- tos con los oprimidos, los ambiciosos con los criminales. A llensa como punto de reunión acudían de distintos pueblos los conjurados, y un vecino de ella, Bartolomé Comes, puso en manos del gobernador el hilo de la espantosa trama. A 23 de Octubre de 1463, al siguiente mes de llegados los prisioneros Â. las palabras de manament del magnifîch lochtinení reyal, añade el ex- (i) tracto de la sentenciadle?- manament del molt alt senyor rey y luego más abajo, , dit rey^ después de los horribles detalles repite e açó per manament del senyor , de tal como si quisiera mosén Vidal sustraerse á la tremenda responsabilidad de barbarie, y tal vez al grito de su conciencia y á las lágrimas y reconvenciones Pilatos la De las vigo- su buena como con suya. esposa, que intercedería con él, muestra. rosas poesías de fray Martínez se dará en los apéndices una ISLAS BALEARES 289 de la galera de Esplugues, salió de la ciudad Castelladoriz con gran compañía de escuderos, de gentiles hombres y hasta de payeses, á quienes llamó en su seguimiento; escribió á Llucma- yor al caballero Pablo Sureda para que se aprestara á marchar con los jinetes que pudiese, á Hugo de Sant Johan en Alaró para que acudiera á sustituirle durante su ausencia, y él tiró hacia Inca, con intento de pasar á Manacor y de allí á Pollensa. Sorprendida en su principio ó cortada desde luego la destruc- tora mina, dispersáronse sus directores por montañas y despo- blados, otros fueron cogidos en sus mismas casas sin ensayar asechanza ó resistencia contra la autoridad. Fué puesta á precio de cien libras la cabeza de veinte reos principales, y pocos se sustrajeron á la activa persecución de Gil de Sant Martí, tan acreditado desde 1453 en cacerías semejantes; á Rodrigo de Sant Martí su hermano y á Matías Desclapés se les nombró capitanes de la atribulada Alcudia. En Inca se estrenó el verdugo con Jaime Alzina y Jaime Tortrella, degollando y haciendo cuartos al primero y ahor- cando al segundo; los hijos de entrambos fueron echados á ga- leras. En Manacor la cuchilla ó la horca dieron cuenta de trece hombres, no todos vecinos de la villa (i); maquinaciones de un rico propietario de aquel término, aunque avecindado en la ciu- dad y varias veces consejero por el segundo brazo, Galcerán Desmás, traían revuelta la villa por móviles tan problemáticos como los de Pedro Juan Albertí nueve meses antes, y no habien- do acudido al llamamiento del gobernador, se le confiscaron los bienes (2). Poco menor fué el número de suplicios que trajo á (1) Dos fueron degollados en la plaza de alias Manacor, Lucas Febrer Pedro Soler Menorca; y tres descuartizados (después de muertos se Flaquer, entiende), Francisco Juan Ballester alias Torrent y Francisco Corró; ocho Bartolomé ahorcados, á Puig, Juan saber, Cladera, Jaime Rubí, dera, Jorge Metje, Lorenzo Simón Mora, Jaime Cía- Jaume y Jaime Llorens, este último de la Puebla y el Santanyí. penúltimo de (2) Consta la libranza hecha á Rafael los Moger sellos para pintar las armas reales en puestos en las casas de Juan Ramón y de Galcerán Desmás. Prendióse 37 290 ISLAS BALEARES Pollensa la visita oficial, y entre los habitantes que perecieron campeaba como jefe Gabriel Pont (i); los restantes eran de Alcudia, que dió buen contingente á las horcas expresamente levantadas al lado de un molino de viento, para colgar así vivos como destrozos humanos. En 10 de Diciembre regresó á la ciudad Castelladoriz con su comitiva curialesca militar, gastadas en los cincuenta días de expedición más de dos mil quinientas libras, á los gran porción en los premios ofrecidos aprensores de los delincuentes, en cuyo seguimiento al través de breñas y riscos se habían destinado cien hombres; quinientas por su parte ganó Gil de Sant Martí. Reinaba el espanto en la capital: el gran consejo, en tres sesiones tenidas en 2 y 8 de Noviembre y i.° de Diciembre durante la ausencia del gobernador, había convenido á nombre de la ciudad, pues faltaba en ellas repre- sentación á los forenses, en cargar con un tercio de la enorme suma con que ya no podía el real patrimonio, en atención al general peligro y aun así con las debidas protestas, ínterin pro- porcionaban recursos las confiscaciones; y lo primero que hizo en la de 13 de Diciembre á propuesta del lugarteniente real, presentes ya veinte y dos consejeros de las villas, fué conceder por unanimidad franquicia absoluta y hereditaria á favor del pollen- sin Bartolomé Comes, el descubridor de la detestable conspira- ción, el salvador de la patria (2). Iban llegando presos todos su á Labiá Desmas, hijo ó hermano de Galcerán, y del producto de las tierras de los caballería fueron costeadas las cadenas de que colgaban á la embocadura de caminos de Manacor los miembros de los ajusticiados. (1) De la misma familia debieron de ser Guillermo, Juan y Gerardo Pont, que figuran presos y el primero ejecutado en la capital. De Pollensa eran también ve- cinos los allí sentenciados Lorenzo Campamar, Jaime Seguí y Esteban Malonda, de Manacor Bartolomé Juan, de Alcudia Guillermo Socías y Juan Bonet descuar- tizados, y Andrés Pujáis, Salvador Totosaus, Juan Fe hijo del médico y Antonio Lampayes ahorcados. (2) Véanse los términos expresivos pero vagos con que se expresa el acuerdo: Com j>er alguns malvats e scélérats homens de la -present illa fos stada excogitada e tractada certa detestable e maligna conspirado y prodició contra la present ciutat e illa e habitadors de aquella, en gran detracció de la honor, fe e naturalesa degu- e de das al senyor rey e en total destrucció é desolació de la dita ciutat e illa; fet ISLAS BALEARES 291 los días; algunos restaban todavía por prender á la entrada del 1464, cuando en consejo de 8 de Enero reconocieron los forenses la obligación de pagar su tercio en los gastos de la batida; eran procesadas hasta las mujeres por haber dado pan á los fugitivos. Tocóle á la ciudad el turno de los sangrientos castigos, tomando la plaza del Muelle por teatro: principióse por Simón Forner de Manacor descuartizado, mientras pendían de la horca á cada lado su paisano Antonio Monserrat y Mar- tin Pujáis de Alcudia. Siguieron Guillermo Batle de Selva y Antonio Tortrella de Campanet, cuyos miembros aguardaban las horcas erigidas en la finca de Batle; luego Pedro Vicens de Santa Eugenia, en cuyo Puig fueron colgados sus despojos; por último Guillermo Pont de Pollensa, hijo ó hermano de Ga- briel, todos principales en la conjuración. Dentro del año se sucedieron estos suplicios, y todavía en el de 1465 sufrió allí mismo el de los demás jefes Martín Capdebou de Alcudia: en- tre todos completaron el centenar los ajusticiados en Mallorca. Sólo escapó impune Galcerán Desmás, gracias al amparo de altos personajes que allende el mar le acogieron, con escándalo de los ciudadanos y clamor de los seducidos payeses (i), á que aquella fora siada deduhida en execució^ sino com. Deu obrant, es stada descuberta e denunciada ab certa deguda manera à ell dit lochtinent e als honorables jurats.... e attés lo tan gran benefici digne de perdurable memoria, etc. Sin embargo, ningu- na memoria de Bartolomé Comes y de sd descendencia conservan documentos ni tradiciones. (i) En las instrucciones comunicadas en sesión de 28 de Junio de 1464 á los embajadores mosén Pablo Sureda y Pedro Truyol se nota el siguiente capítulo: Item hajan á memoria lo fet den Galceran Des-mas, del qual son stats aci justiciáis tants homens de la part forana, com ell sia slat cap de la scelerada facció, e axi ho han tots los condempnats e executats confessat, e es notori en lo dit regne e 's diga que alguns grans homeíis lo amparan, e sia molt necessari per repòs de aquest reg- ne aquell esser punit, e seria cósa molt perillosa e de molt mal .exempli, aquell esser remés e tornat en lo dit regne, attés major^nent que los de la part forana restan molt agreujats e 's claman molt de assó, que los adherents del dit Mas e suscitats per aquell sian stats executats, e 7 dit Mas rest impunit. Des-mas se fijó en Barcelona sirviendo á los rebeldes, y aunque no se hacía gran caso de sus jactancias, logró en 1469 del duque Juan de Lorena que se le enviase de capitán á Mahón, median- te la promesa harto mal cumplida de sorneterles bien pronto, no sólo Menorca en- tera, sino el mismo reino de Mallorca. Con él andaban por aquel tiempo mosén 292 ISLAS BALEARES el rey prometió atender y no perdonarle en ningún tiempo; y su paradero como su plan permanecen ocultos en impenetrables sombras. Prolongábase en Menorca mientras tanto la enojosa guerra, retándose frente á frente á las extremidades Cindadela por el rey guarnecida de mallorquines, Mahón por los insurrectos catalanes que la habían tomado por colonia, y en las costas ba- leáricas y en alta mar menudeaban entre los buques de una y otra bandera reñidos choques y presas recíprocas que ponían las aguas innavegables é imposibilitaban el comercio. Como si ya se le ofreciesen las llaves de la rebelde villa, echó la voz Castelladoriz de que iba á rendir á Mahón, á cuyo objeto fletó una galera del conde de Concentaina y una galiota del de Pra- des; y con las dos de Pachs y otros barcos menores, en compa- ñía de dos jurados, el militar y el artesano, de dos síndicos forenses, de diez y ocho hombres de honor y de ochenta y dos mozos (macips)^ emprendió una campaña de quince días, de 26 de Abril á 9 de Mayo de 1464, que se redujo á un viaje de placer ó estéril derroche. Sobraba para arruinar á Mallorca el gasto de los refuerzos sin cesar reclamados desde Cindadela por su capitán Miguel de Pachs, á quien se le enviaron en Agos- to más de cien hombres y en Noviembre una galiota á fin dé impedir el bloqueo que al pequeño puerto de la leal población intentaban poner tres buques catalanes al mando de un Copons; pero al apurado rey no le bastaban los sacrificios de sus vasa- líos. Necesitaba diez galeras en las islas, y no tenía con qué pagarlas; negoció pues en Tarragona con los enviados de Ma- Horca, Pablo Sureda jurado en cap y Pedro Truyol de Felanig, que corriese la universidad con el sueldo de aquellas durante un Redro Juan Albertí, el clérigo Serviá, el convecino de Manacor Juan Ramón, y ocho ó diez más de corta valía entre payeses y artesanos: no se sabe qué final tu- vieron. La casa de Galcerán Des-mas daba nombre en 1478 á la manzana puesta en frente de la iglesia de Montesión, y en 1562 sonaba como heredera de la fami- lia la esposa de mosén Miguel Truyol avecindada en Manacor. ISLAS BALEARES aflo á razón de 2,400 ducados por galera (i), cediéndoles en cambio censos de la enorme masa confiscada á los acreedores catalanes incurridos en rebelión, que no importaba menos de ocho mil libras, de las cuales empero había ya hecho gracia á varios servidores ó favorecidos, y de lo restante les ofrecía por valor de tres mil redimibles al ocho y medio por ciento. Por más ventajoso que fuese este partido, esforzado por el caballero Su- reda á quien tenía Juan II como fascinado, vióse el consejo en la imposibilidad de aceptarlo, siendo lejano el provecho respec- to de lo grave y perentorio de la obligación, tanto más cuanto al igual de los demás perceptores de censos reclamaba el rey, por los que se había incorporado, los atrasos de seis pensiones y diez mil florines por la quitación anual que desde muchos años atrás habían hecho caer como en desuso las públicas cala- midades. Ante las reconvenciones de mosén Pablo, que termi- nada á la vez su juraría y su embajada, se presentó á dar cuen- ta de ésta en 23 de Enero de 1465, trató el consejo de apro- vechar las reales ofertas, pero ¿con qué medios? Apelar á los fondos de la consignación, era empeorar el mal para curarlo; añadir una tercera talla á las dos ya reconocidas casi por inco- brables, cuando se hundía por sus dos extremos de la Calatrava y de la puerta de Santa Catalina la muralla marítima de la ciu- dad, y las casas gravadas á más no poder eran abandonadas á la ruina por sus dueños, y no cobraban su mezquino sueldo los vigías de las atalayas, y se paralizaban los más importantes servicios, y la miseria hacía impotentes las órdenes é los imposibles pagos, era completamente ilusorio ; y así parece quedó el trato sin cerrar. Había sucedido á Pablo Sureda en la juraría á de principio 1465 Rodrigo de Sant-Martí, quien como ejercitado en la capitanía de Alcudia contribuiría á dar empuje á la guerra, y (i) Era entonces de veinte y seis sueldos el valor del cades ducado, du- correspondían pues 24,000 á 31,200 libras. ISLAS BALEARES tal vez á que su hermano Gil, terminada la misión de capturar facciosos y reemplazando en el mando de Cindadela á Miguel de Pachs, reclutara trescientos hombres más para Menorca, ta- rea en que no se desdeñó de auxiliarle el gobernador recorrien- do los pueblos en persona. El pregón de 2 de Setiembre daba por ganado en buena lid todo lo que se cogiera á los habitan- tes de Mahón. Sitiadores y sitiados hacíanse mutuamente prisio- tenía libre entrada el domi- neros, para cuyo rescate ó cambio nico fray Pedro Andreu. Vigilaba á la boca del excelente puerto para interceptar los víveres procedentes de Barcelona una res- petable escuadra (i), que en la primavera de 1466 se reforzó considerablemente, más con la noticia de haber salido de la y capital del principado una poderosa escuadra enemiga. Parecía inminente un decisivo combate naval; y Pollensa, Alcudia, Artá, que miraban desfilar con rumbo á levante los amenazadores buques, se prevenían contra el evento de un desembarco, con ayuda de los caballos armados puestos al mando de los lugar- tenientes del gobernador, á quien suplicaba el consejo no dejara la ciudad abandonada al peligro, con intención tal vez de evitar sus dispendiosas correrías, cuyo tercio pesaba sobre la univers!- dad. Mil quinientas libras al mes costaba el sostenimiento de la flota y pasóse un año en evoluciones náuticas y en bélicos apa- ratos que se desvanecían en humo; y Mahón seguía resistiendo, así á los disparos de las bombardas y aun á los de la tremenda Agustina (2), como á los rigores del hambre, gracias á los so* Componíase de una galera y una galiota del conde de Quirra siciliano, de ( I ) baleneros conducidos por.Juan de Mena, Cristóbal Zafra y Pedro de la Plachi- tres de una nave de Leonardo Sande, á las cuales se añadieron más tarde otra na, y de Benedicto Catany, otra lombarda de Tadeo genovesa Vismala, y cuatro más de Francisco Vidal, de Nicolás Oliva, de Manuel Pardo mallorquines y de Pedro Ibáñez vizcaíno. Los baleneros iban contratados por cien libras al mes, y las naves por seiscientas cincuenta á setecientas cincuenta libras las grandes y por tres- cientas las menores. la villa (2) Bombarda de gran calibre traída de Tarragona, que empezó á batir de en Julio de 1466. El que las dirigía, Juan Domenech mallorquín, tenía ingenie- un ro más que de herrero, pues acababa de presentar á la universidad vigenio, ISLAS BALEARES 295 corros que al través de las naves sitiadoras lograba, no sé cómo, hacer penetrar la solicitud de los barceloneses. En Abril de 1467 reclamaba el rey á los jurados la nave de Tolrá, para dar un golpe de mano con las cuatro ó cinco galeras de su real servi- cío á las de Plá y Setantí, que de conserva con el balener de Bosch volvían de abastecer á su aliada, destruyendo así la esca- sa marina rebelde ; pero todavía á fin de Agosto los sitiados, tomando la ofensiva, armaban una embarcación que acosaba las leales hasta la costa mallorquina (i). Prueba son estos detalles de que Mahón se sostuvo quizá por doble tiempo del que afir- man Mut y Zurita (2): sábese únicamente que en el verano de 1468 estuvieron aún apostados cincuenta ballesteros para proteger la recolección de las mieses en el término de Ciuda- déla, y que á custodiar la fiel población fueron destinados, de Agosto á Octubre, al mando del doncel Guillermo de Bordils, treinta bandoleros de Sineu y Binisalem, avenidos á dejar su vida errante por el perdón y un mes de paga, debiendo en el segundo vivir por su cuenta. Ni domaban castigos, ni abatían calamidades, ni hasta el secreto y peligro de las conspiraciones, enderezadas como sue- Ien ir á una idea general y á un común provecho, habían acos- tumbrado á la unión los ánimos bravios de aquellos payeses. que en vigor y en celeridad de tiros como en baratura, superaba á los entonces conocidos. (1) Los rebelles de Mahó, dicen las actas del consejo, havian armada una nau apellada la 7iau Marrana, e que havian dada cassa á la yiau de tnossen Caslellvi e á una allra qui era en sa companyia, e aquellas tenia asetiadas al de Porlo- Pelro. porl (2) Mut refiere la rendición á fin de 1465, Zurita á los meses de ligándola primeros 1466 con la del castillo de Amposta, cuya toma supone en 21 de Junio, á cuyo sitio, y dice, concurrieron con siete naves muy bien en orden los nes, después mallorquí- de haber cobrado á Mahón, señalándose de soldados muy diestros y valientes bajo la capitanía de Francisco Burgués. Pudo éste en dicha char estre- la villa época menorquina, pero no "tomarla definitivamente, puesto que resistía aún cinco ó seis años más tarde. En la citada fecha y en otras del mismo año anda des- concertado el analista de Aragón, errándo la correspondencia de los días del mes con los de la semana. 296 ISLAS BALEARES que iban de pueblo en pueblo buscando riñas, ó con achaque de despartirlas salían ballesta parada á engrescarlas, desesperando hasta tal punto al viejo Castelladoriz, que propuso en el consejo establecer pena de horca para todos los cogidos en estos lan- ees (i). Abrumábanle ya los achaques y los años, y vino á des- cargarle del gobierno en Abril de 1468 su hijo Francisco Be- de Blanes, así llamado por el apellido materno ante- renguer al segundo del padre, quien se retiró á Valencia, no sin puesto dejar á muchos buen recuerdo á pesar de sus sentencias riguro- sas. Desde el año anterior pedía el rey fuerzas navales para poner sitio á la rebelde capital del principado; acordóse servirle con una nave de mil botas tripulada por doscientos cincuenta hombres durante medio año, siempre que ayudaran con su con- tingente las islas de Sicilia y Cerdeña ; sin embargo, al presen- tarse en el puerto cuatro naves castellanas, contratadas de real orden para salir juntas con la mallorquina, parecieron tan ruines é inseguras, que previniendo un fracaso, opuso resistencia la universidad á una expedición harto aventurada, y al cabo con- sintió en ofrecer dos buques, doblando la tripulación con tal que se rebajase á tres meses el empeño (2). Al nuevo gobernador tocaron circunstancias no menos difí- ciles que al padre: tan pronto en marcha por los pueblos de la isla para castigar delitos y prevenir alborotos, tan pronto em- barcado con multitud de caballeros y mil hombres bien dispues- tos la escuadra que se armó de improviso para ir al encuen- en tro de la rebelde que amenazaba estas costas, apenas paró natu- (1) Sesión del consejo de 8 de Enero de 1467. Respondió el consejo lo ral, que no era asunto de su competencia. (2) En estas discusiones (s.esión de 13 Diciembre del 67) lució su erudición sagrada y profana, jurídica y literaria, micer Ferrando Valentí en una revesada y ampulosa arenga, inapreciable tipo de la oratoria de aquel tiempo, transcrita lite- de sus hi- raímente en el acta, cuya lectura ocuparía media hora larga. En medio perbólicas alabanzas á Juan 11 se le ocurre con ihconsciente exactitud compararle Tito al emperador Tiberio, á quien nada menos atribuye aquel hermoso dicho de diem No consta que por haber pasado un día sin hacer beneticio alguno: ■perdidi. nadie en el senado mallorquín pidiera la palabra para rectificar. ISLAS BALEARES 297 dentro de la ciudad en todo el año 1469. Nunca acababa de pedir nuevos subsidios el soberano por medio de Miguel de Pachs, primero enviado, después único representante de Mallor- ca en las cortes de Monzón, á quien concedieron los jurados pie- nas facultades, menos la de otorgarlos; pero el procurador real Francisco Burgués allí presente, formando cuerpo con los dipu- tados catalanes, según pretendía acostumbraban hacerlo los isleños, se comprometió á ofrecer cien caballos, oferta que des- autorizó la universidad. Había llegado la penuria al extremo de estrellarse en la impotencia de estos vecinos las excitaciones á su innata fidelidad, las lisonjas, las amenazas regias: la cosecha malograda de 1470 tras de otras escasas, veíanse reducidos á alimentarse de algarrobas y hasta de yerbas muchos campesi- nos, mientras en competencia con los piratas de siempre salían de Mahón los rebeldes, que no sólo la aguantaban todavía sino que al parecer habían sacudido el bloqueo, á hacer presa de los cargamentos de trigo á tanta costa procurados. No obstante, á fin de año por un decidido esfuerzo partieron de la isla cien hombres á socorrer á Cadaqués, que pudo sostener ellos gracias á el denodado Juan de Vilamarí con gran ventaja de la causa realista. Necesitaba la corte en sus apuros atraerse aquí distintos elementos, satisfaciendo desde los intereses más las legítimos hasta mismas fantasias populares; y á la vez que halagaba á los forenses con suprimir la gravosa capitación de la molienda sus- tituyéndola por tallas, y á los artesanos con una rígida ral y gene- revisión de cuentas desde muy arriba, brindaba á los darios parti- ambiciosos de mando con modificaciones especiosas en el régimen vigente, con cuyo objeto encargó á Berenguer de Bla- nes citar hasta cincuenta personas de los dos del antiguos bandos Cali y de la Almudaina por vía de el exploración : fortuna que uno, quizá por menos pujante, desistió de su querella, y ne- garon su cooperación á las contiendas los jefes de los gremios; y jurados y consejeros, más sensatos todos que el 38 gobernador, ISLAS BALEARES á fuerza de proclamar inviolable y santo el sistema de saco y suerte, cuidaron de cerrar la puerta á la menor mudanza para que no se infiltrara otra vez por ella aquel no olvidado aluvión de males (i). Los Pachs y Suredas, á pesar del favor de que con el soberano gozaban, no osaron, al menos ostensiblemente, abrir brecha en la reciente constitución, y Miguel de Pachs al frente de la juraría rechazó ni más ni menos puesto en 1472 sus antecesores toda idea de reforma. Lo que la universidad que reclamaba del soberano era alivio,, particularmente indemnidad de los enormes gastos pendientes de la prolija guerra de Me- un nuevo norca (2), y á trueque de obtenerla no dudó ofrecer donativo de diez mil libras. La caída de Mahón, si fué otra cosa que un simple abandono de las fuerzas catalanas y un alia- ya namiento sin resistencia, debió de preceder muy poco tiempo á la de Barcelona, rendida por fin al execrado rey en Octubre de sin las dicho año; por esto pasó la primera casi desapercibida, luminarias regocijos con que solían celebrarse los menores y triunfos del monarca y las prosperidades del príncipe su hijo. á su síndico (1) Es notable la relación de estos sucesos escrita por los jurados XXV homens de cascuna en 8 de Agosto de 147 i : Lo lochiinent havia fets ajustar del ó fer parcialitat per tractar de alguna concordia sobre las diferencias regiment attar al e de fer elecció de certas personas de cascuna parcialitat per senyor rey; de ditas fet tots ajustats, to dit lochtinent feu ta proposició segons la continencia e los de la letras, e los de la parcialitat de VAlmudayna ojfcriren de fer totas cesas, parcialitat del Cali digueren que no havian diferencia ab algú de regiment, queja E axt los de tenim bon regiment, res e que no tocava à ells entremetre^s d''aquell. e den VAlmudayna feren elecció de dos homens, ço es de mossen Bernai de Pachs Mateu Anglada, e los del Call sen anaren sens fer elecció ne altres actes. Es ver que nosaltres hi fem certa oposició en escrits ab molt fundament de justicia, de que ven- guda aquesta fahena en oyda del poble los caps dels offícis s' ajustaren, mostrant conten- molta congoixa d' acó qu'els paria principi de molt mal, axi com fou V altra en el ció del regiment. Nueve meses después, á 28 de Abril siguiente, presentóse con consejo el vice-almirante Bernardo de Pachs, hermano de Hugo y de Miguel, del desmintiendo que jamás hubiese solicitado variación de régimen ó carta rey estorbo á la revisión de cuentas, pues no pedía sino remedio á los desórde- puesto ñes y males que en el reino se cometen. des- (2) Exceden de 47 mil libras los anotados en el registro de la guerra de 1463 hasta 1468 sin contar los causados en años posteriores, á los cuales desde el principio contribuyó la universidad. ISLAS BALEARES 299 no digo yo el anhelado término de la desastrosa lucha dece- nal (i). Mas no cesaron desgraciadamente para los mallorquines ocasiones de continuar sus servicios bajo tan azaroso reinado: tratóse de recobrar el Rosellón de poder de los franceses, y no se representó menos patriótico echar á los extranjeros que sose- gar á los naturales. Resolvióse enviar á Perpiñán trescientos ballesteros mantenidos por tres meses á dos y tercio entre la ciudad y las villas, y después de discutir si serían de mayor pro- vecho caballos, vínose á fijar el socorro en las diez mil libras de costumbre, que podían convertirse en soldados y de consiguien- te en gloriosas proezas, además de la gente desesperada que se acogía al banderín de indulto. Más difícil que los hombres era de encontrar el dinero, y así costó mucho decidir sobre qué im- puesto se recaudaría, tan obstruido se hallaba todo el organis- mo económico, mayormente guardada á las franquicias y liber- tades del país la observancia que exigía el sobreexcitado recelo. Calmáronlo en parte con su presencia el benemérito prior de la Cartuja fray Berenguer Roig y el confesor de S. M. Gaspar Ferreras, comisionados por la corte, así para agenciar más co- pioso auxilio, como para cerrar las cicatrices consiguientes á la misma extirpación de abusos y dirimir ciertos pleitos entre la universidad y algunas casas poderosas: hasta acometieron con beneplácito del consejo hacer enmiendas y adiciones en el vene- rado régimen sin afectar la substancia (2). El celo de los gober- (1) Hablan los libros de data con este motivo de teya, lanio?íS, pólvora de bom- barda, cohuets tronadors, logtiers de lanternas, candelas de cera, paper, sopar ais ironipeiers e aliras cosas necesarias. Poco antes de estas alegrías con que se so- lemnizó diez noches seguidas desde la de i6 de Noviembre la reducción de Bar- celona, se había festejado, aunque no consta cómo, la venida del legado pontificio el famoso D. Rodrigo de Borja, más tarde obispo de Mallorca sin volver á ella, y por fin papa con el nombre de Alejandro VI, que llegó á Portopí el i 3 de Ju- nio y salió el 18 para Valencia con objeto de pacificar á Castilla: hospedaríale en su palacio el obispo Francisco Ferrer presente á la sazón. (2) Este trabajo, que terminaron en el edificio del Temple á i 2 de Diciem- bre de 1474, se conserva en el Archivo histórico de Mallorca, ocupando quince hojas del libro de Corts generals. 300 ISLAS BALEARES nantes en guardar su paladión lo más intacto que pudieron, impidió retoñaran las antiguas disidencias oficiales con sus que funestas vicisitudes de sistema, pero no que se embravecieran privadamente las pasiones estallando en conflictos. De las pala- bras se llegaba á las manos y de las manos á las armas : hubo heridas, muertes, parentelas agavilladas buscándose para reñir, vecinos obligados á mudar de domicilio para que no riñieran. Los Pachs toman por propia la ofensa de un Sant Johan á Nicolás de Quint; niéganse á firmar la paz y aun tregua en del gobernador; préndese á los desmandados, é insultan manos á los transeúntes desde las ventanas de la cárcel; profánase con escándalos la solemnidad del jueves santo. Más adelante, un día de verano, Bernardino Anglada hijo de Mateo mata en la calle de San Jaime á Andrés Fortuny, y halla asilo en la galera de Hugo de Pachs; Miguel de Pachs quebranta la prisión, no reconociendo más justicia que la del rey directamente. Ningún respeto á la autoridad, ni aun en los habituados á ejercerla; las milicias del orden hay que buscarlas en las filas de los artesa- nos contra las facciones aristocráticas: presiéntense ya las ger- manías (i). Para enfrenar el revoltoso humor de la gente mandóse por pregón las espadas en lo sucesivo pasasen de las manos al que cinto (2), é hízose en Alaró un escarmiento con quien había hecho frente al gobernador en persona hiriéndole el caballo (3). Debiera bastar á amansarla la cuestión de subsistencias que re- aparecía amenazadora con la escasez de aquellos años, y toda- vía más en el 1475 el contagio, que después de invadidos en 1467 sin ulteriores progresos los amenos valles de Miramar (1) Forman parte estos sucesos del 1473, y los que se indicarán luego en 1478, de la serie quizá no interrumpida de parcialidades hereditarias, que dividían las familias principales de la ciudad sobreviviendo á la renovación de ellas, y cuyo enlace no sería acaso imposible encontrar desde el siglo xiv hasta el xvii. (2) Publicóse en I 2 de Julio de 1474, sin distinguir de condiciones. Sbert á Gui- (3) Por esto y por haber muerto al jurado de la villa Arnaldo y llermo Penyaflor fué descuartizado Juan Roselló en Abril de 1474. ISLAS BALEARES 301. y Sóller, y de haber rondado desde entonces al rededor de la isla, contenido por un cordón que había pena de muerte en tras- pasar (i), penetró por fin en la ciudad al empezarla primavera, no obstante las medidas tomadas para atajarlo, con tal rigor que en el continente era tildado de berberisca crueldad. De glándulas se califica el mal, y de él morían diariamente á fines de Mayo cuarenta víctimas, principiando á cundir por Sineu y Muro, mientras Berenguer de Blanes recorría los pueblos toda- vía sanos de Llucmajor y Porreras, que con terror igual al de los ciudadanos pretendían á su vez aislarse, á fin de organizar el aprovisionamiento de víveres y facilitar la entrada, previa una observación de cinco ó seis días. No es posible seguir las hue- lias ni detallar los estragos del siniestro huésped, que casi por espacio de un siglo había respetado el suelo mallorquín. De quince á diez y seis mil personas calculan los coetáneos la mor- tandad, comprendida la de las villas, que no pagaron todas igual tributo. La turbación y la inseguridad impelían al joma- lero ó al esclavo á esconder sus pequeños ahorros, como al rico su caudal y á las familias sus alhajas y ropas y hasta los docu- mentos de sus bienes, á riesgo de perderse la noticia con la vida del poseedor; y en 16 de Setiembre del siguiente año se echó un bando con orden de denunciar á los tribunales estas oculta- dones, que transcurrido el plazo de diez días se declararían robos. Dejáronse sentir las quiebras, lo mismo que en la población, en la agricultura y en el comercio; los acomodados se volvieron (i) Hacia 1468 conmutósele en azotes á cierto .Miguel Carbonell, por media- ción de notables personas, la pena capital en que había incurrido por haber salta- do d tierra, procedente de lugar infestado. No empezó pues la morbería ó junta de sanidad en 1475, como supone Dameto ; antes tenía ya vocales y facultativos y rígidas leyes penales; lo que en dicho año se hizo, ó más bien en el 76, fueron las ordenanzas para preservación del contagio y visitado las almonedas, á cuya for- mación concurrieron el baile y el veguer de la ciudad, dos ciudadanos, dos me- nestrales y el médico Luciano Colominas. .Más adelante se compuso la junta de un caballero, un ciudadano y un mercader, además de médico y cirujano. 302 ISLAS BALEARES pobres, y los pobres miserables. Faltaron á los propietarios las cosechas, la moneda á los mercaderes, á los menestrales el tra- bajo, á los censalistas las pensiones que se rezagaron seis anua- lidades; bajó una tercera parte de su valor el remate de los im- puestos. Más notable aún que en la ciudad era la decadencia en la comunidad forense, á la cual se hacía ya insostenible la pro- porción del tercio que en las cargas generales venía pagando, á medida que en las municipales cesaban de hacerlo sus tierras transferidas á ciudadanos: ventilóse en 1477 ambas partes la diminución respectiva enjuicio contradictorio (i). Verdadera- mente el gravamen, más que en su intrínseco peso, estaba en lo agotado de las fuerzas contribuyentes: por un reparto de tres mil libras ponía el grito en el cielo la desdichada plebe (lo mise- rabie popular^^ á la sazón que al rey se le antojó pedir nueve mil florines por el matrimonio y coronación de su hija Juana destinada al trono de Nápoles. Por este y otros negocios fué de embajador en la primavera de 1478 el jurista Jaime Muntanyans, logrando que se rebajara á seis mil florines el pedido, y que siguiera la gracia de satisfacer aquí y no en Barcelona los cen- sos de la consignación á los exigentes catalanes; pero la tran- quilidad del país andaba ya por bajo de sus apuros económicos. Recrudecieron las pendencias de 1473; y el homicidio de Pedro Albertí á manos de Juanote Sureda (2) fué no se sabe si motivo, incidente ó resultado de la tremenda que se dió en la misma calle de San Jaime, al parecer en la fiesta del Angel lunes de Quasimodo^ entre los de la Almudayna y Mercado de una parte y Cali y Borne de la otra. Agravóse el hecho con la reclama- ción del reo como tonsurado por el tribunal del recién llegado obispo Diego de Avellaneda, y mediaron de un lado entredicho (1) WéSiTi^iQ. Forenses y ciudadanos^ cap. III. (2) Es en mi concepto dicho Pedro Albertí el primogénito del ex-procurador real mosén Juan, con quien compartió la prisión del real castillo desde 1463 àóç. Parece dejó sucesión de su esposa Tomasa Burgués, la cual volvió á casarse. ISLAS BALEARES 3O3 y de otro destierro y ocupación de temporalidades. Exasperado el gobernador, y escogidos á su gusto los prohombres caballe- ros para dar su fallo, mientras entretenía las instancias de los jurados, hizo dar muerte en la noche del lo de Junio á Sureda, manteniendo preso á su padre mosén Miguel, y procediendo rigurosamente contra las autoridades de Pollensa por no sé qué complicación de reyerta con la referida, hasta el extremo de se- cuestrarles las casas. Con la instrucción del proceso, que pronto pasó de 600 hojas, creció la efervescencia tanto que no hubo en las calles hora de paz segura: cayó enfermo Berenguer de Blanes, y llegó á la corte la inquietud, exagerada con los clamo- res de los quejosos y con las recriminaciones y discordias allí recordadas por Hugo de Pachs y Francisco Burgués (i). Expi- diéronse reales edictos, cuyo remedio mostraron sentir los jura- dos y el consejo más que el daño á que se aplicaba, deplorando, con criterio distinto de el del sensato embajador, que se estable- cieran penas harto graves por injurias y heridas, y confiscación de bienes por delitos que no fuesen de lesa majestad, que á las ofensas hubiera de preceder rompimiento, que á las sentencias de caballeros no concurrieran sus pares, que se les sometiese á la tortura, que caducaran en fin los bárbaros usos y multas pe- cuniarias de los Usatjes de Cataluña y las viejas franquicias tan favorables á la preciosa libertad de matarse. Este fué el último y no el peor acto de poder ejercido en la isla por Juan II: á las antorchas funerarias que por él ardieron en el patio de la Almudaina á 4 de Febrero de 1479, transcu- rridos apenas quince días después de su fallecimiento, sucedie- ron el 4 de Marzo festivas luminarias, no por un nuevo rey, sino por la unión de los reinos. No sonaba por primera vez en la ciudad el nombre del ilustre primogénito de Aragón, rey de Sicilia luego, más tarde de Castilla; había de él recibido órde- (i) Lo rey, escribe Muntanyans á los jurados, st¡x tan mal edificat de la gent d'aqui, que creu que tots stan en armas e en sanch de continuu. 304 ISLAS BALEARES nes esta universidad y acudídole con donativos, había seguido con la atención desde lejos los gloriosos pasos de su carrera, celebrando su fausto enlace con la heredera castellana, su recon- ciliación con el cuñado reinante, la proclamación de la católica pareja, el nacimiento de sus hijos, sus victorias en Zamora y Toro, como si presintiese la trascendencia de cada uno de estos hechos en los destinos generales de la nación y un horizonte de más plausibles guerras y de más vastos y grandiosos intereses. La espléndida historia del más insigne de los reinados, sus triun- fos, sus paces, sus conquistas dentro y fuera de la península, habían de llegar á este apartado dominio, despertando vítores en las plazas é himnos de gracias en los templos, reflejándose en nocturnos fuegos y pomposos regocijos. Excusóse sin em- bargo la prestación del homenaje por no llevar la solemne em- bajada al remoto país de Extremadura, donde se hallaba de pronto Fernando; y al acercarse en Setiembre el rey hasta Bar- celona, se recordó que de príncipe había sido ya jurado quince años atrás en Zaragoza por los enviados del reino, y pareció poderse dispensar el gasto, cumpliendo por todos el goberna- dor, cuyas relaciones con los jurados y consejo de aquel año eran tan íntimas, como hostiles con el prelado, que al uno y á los otros excomulgaba por no permitirle extraer el trigo de los diezmos. Por lo demás habría mejorado, así lo creo, la situación general desde el año anterior; mas para presentar tan pacíficas en el corriente la ciudad y las villas, y las banderías reducidas ya d lo civil^ y tan temida la justicia y tan manos limpias y sin acepción de personas administrada, compréndese que la discre- pancia estuviera, mas que en el cambio intrínseco de las cosas, en el de juicios y aficiones. Encarecen al soberano los nuevos elegidos las dotes de mosén de Blanes para el gobierno, pidién- dole que en él le confirme y aliente para extirpación de los par- tidos y represión de los que con ínfulas de capitanearlos aspiran á políticas mudanzas. Que no fué tan súbita la transformación lo indican los anales ISLAS BALEARES inmediatos. Todavía quedaba pendiente de pago un residuo por la coronación del rey difunto, y ya reclamaba el nuevo por la suya doce mil florines, otros tantos que los hogares que en el reino calculaba, reducido á la mitad el cupo en razón de las recientes calamidades, y luego á seis ó cinco mil mediante ave- nencia con los oficiales regios; aun así se hacía insoportable. Tomaban las facciones desarrollo según los multiplicados vínculos y juramentos con que se ligaban tanto para ayudarse como para embestir, si es que ya no se empleaban como medios de herir más sobre seguro, encubriendo alevosías. Con los me- norquines, á quienes no se guardaba en Mallorca hospitalidad prendiéndoles por deudas de censos, corrían interminables re- presabas. En los tribunales seguían los abusos por lo tocante á juzgar sin asistencia de prohombres y á dar tormento sin la de los jurados; en prueba de lo cual hubo de lograr micer Mun- tanyans en su segunda ida á la corte nuevas órdenes para co- rregirlos, y mantener ilesa la gran libertad de no ser citados los mallorquines fuera de la isla en causas criminales ni civiles. Pero á la vez que se trataba de suavizar los procedimientos, pedíase para represión de los homicidios premeditados que no les valie- ra gracia ni guiaje. Por no sé qué proceso que allá se le suscitó, Berenguer de Blanes no volvió tan pronto de su visita al sobe- rano, y vino á reemplazarle en Mayo de 1481 el vice canciller Juan Pagés, hombre de antes conocido y estimado en la isla, con la ingrata comisión de hacer transferir á Barcelona el de los pago censos debidos por la universidad á los catalanes; al mas, ausentarse á los dos meses, no quisieron los jurados aconse- jarle, como él les pedía y le estaba prescrito, en la de lugarteniente, designación con la discretísima intención de no comunicar- le ellos ni de contraer á su vez sombra alguna de Mandaba parcialidad. en calidad de tal Pedro de do Sant-Johan caballero, cuan- el domingo 19 de Agosto trabóse tal alboroto entre el pueblo y la chusma de la armada de Castilla, detenida en el puerto de paso para Otranto, sobre sacar violentamente del 39 3O6 burdel una hembra, que pareció hundirse el mundo, no resul- tando al fin nada serio sino la muerte de dos vizcaínos y el ma- enojo del jefe de la escuadra D. Francisco Enríquez primo temo del monarca. Todo callaba entonces ante la cuestión al parecer de vida ó muerte para Mallorca, sobre si las pensiones de la consigna- ción habían de seguir pagándose aquí á los censalistas barcelo- durante la guerra, ó si se les habían de abonar en neses, como su residencia propia á tenor de lo estipulado desde el principio. Años había que se agitaba con empeño ante el infante D. En- la rique lugarteniente del principado y ante el mismo rey, que falló en diversos sentidos y por último desfavorablemente. Para de un desquitarse de la derrota echó mano la universidad, no ilustre prócer ó de un sabio jurisconsulto, sino de un simple no- á los envia- tario, de un hombre portátil^ como solía llamarse dos de escasa representación, mostrando el alto aprecio que hacía de las cualidades de Pedro Litrá. Puesto en relación con altos funcionarios y con patricios de gran crédito en la corte (i), siguióla á Valencia á fines del año el hábil mensajero, después de cerradas en Barcelona las cortes, y no dejó piedra por mo- en no cesaba de elevar ver apoyo de los sentidos clamores que al trono el desolado reino. Nadie era capaz de arrancar á los mallorquines la idea de que no fuese obra de malicia y ven- ganza el propósito de sus adversarios, y que después de haber- los lanzado estos en una larga y desastrosa guerra cuyos sacri- ficios subían de 162,000 libras, no les suscitaran otra de intrigas y querellas en odio de su fidelidad pasada, prevale- cidos del mismo poder real á cuyo sostenimiento se habían inmolado. Lamentábanse de que por la dura y cruel instancia (1) Tales eran Hugo y Miguel de Pachs, de los cuales el primero murió aque- real líos días, Salvador Sureda, Gregorio Burgués que en el cargo de procurador con- y en la influencia sucedía ya á su padre Francisco, y algún otro, con quienes curría el gobernador en propiedad Berenguer de Blanes. ISLAS BALEARES 307 de cinco ó seis acreedores, que no eran más los que traían de remolque á los otros, viniera á total ruina este desventurado país, el cual en vez de la restauración que de tan bendito rei- nado se prometía, hallábase sin moneda reducido á permutas de efectos como los pueblos primitivos ó salvajes, sin compradores para sus fincas ó censos, y á punto de despoblarse con la emi- gración de sus tristes hijos y con el abandono de los cargos públicos (i). Confortábalos con esperanzas el buen Litrá, ase- gafándoles que « rey y señor tenían que les amaba y que no querría la perdición de sus leales subditos; » pero los jurados le escribieron, juntamente con una carta reservada, otra para ense- ñarla al rey y á cualquiera, mandándole desamparar la demanda con la calma estoica de los insolventes, pues por semejante vía tan incobrables se harían los censos en Mallorca como en Bar- celona. Excusábase Fernando con el juramento prestado en cortes; apremiaba como lugarteniente de Cataluña el infante; el mismo Blanes, restituido á su gobierno desde principios de 1482, hubo de trabar violenta ejecución contra el clavario. Más tarde veremos llegar á arreglo esta tenaz contienda. No sé qué muertes se relacionaron ó simplemente coincidie- ron con la vuelta del gobernador, que movieron al infante don (i) En una de las exposiciones de los jurados á S. M., la del 26 de Octubre de 1481, léense frases como estas: Primerament en vosiras letras som 7iotats de inobedients e qué per inobediencia siam rigurosament executats; á tal parlar, si era fet per tot attre que per V. Exc. per nosaltres hi seria feta condigna resposta... Nosaltres, senyor, per fidelitat e obediencia, no sols havem gosada perdre sanch e de aquella banyar los inimichs e ?io obedients, e perdre cossos de fills, germans e molts propinques, e aquells lexar menjar per los bruts animals en los caiitps hoti tais cosas ab nostras armas deffeniam; havem gosats perdre e consumir no sols los bens que teniam, mes encare vendre e encarregar sobre nosaltres e successors nos- tres per reduhir à vostra obediencia als qui contra aquella havian fet e ab poteJicia d'armas volian que los altres vassals vostres fessen semblant: e pera tals ^nesters, tos temps que ocorreguessen, la resta de nostres mfants, ger^naUs, amidis eparents e pocadura de bens reservam en aquest vostre regne, en lo qual habitarem e viurem tan quant á vostra clemencia plaurà... E quant mes nos irem tots als peus de V. M., s si aquella voldrà que nosaltres e los altres habitadors anem mendigant per lo mon eaxi vergonyosament hajam desamparar aquest regne, pendrem ab humil paciencia tota determinació d'aquella. 3O8 ISLAS BALEARES Enrique á recomendar desde Barcelona el orden; al menos las villas con sus sangrientas excisiones no tardaron á poner en movimiento la justicia. Tan poco segura en las relaciones ex- tranjeras como en el interior, alteróse por aquellos días la paz con Génova, cuyo comercio, en medio de los frecuentes desma- nes y violencias que se permitían aquellos orgullosos republi- canos, mantenía animado el puerto; por fortuna una tregua de cinco años le dió al propio tiempo salida para Túnez. Con lo poco de costa que en la península quedaba á los infieles no podía contar la mercadería, pues ya el rey Católico había em- prendido desalojarlos del suelo de Granada, y asociaba los is- leños á la celebración de los primeros triunfos de la reconquista. En Córdoba á 31 de Agosto de 1483, en prueba de que no los olvidaba, firmó la erección de la universidad de estudios de Mallorca, modelada sobre la de Lérida, al mismo tiempo que dos damas, singularmente enamoradas de la recóndita ciencia de Lull, se ocupaban en análogas fundaciones. Beatriz apelli- dada de Pinós así por su padre Ramón como por su marido Francisco, que fué, si no me equivoco, el camarlengo del prín- cipe Carlos y el gran sustentador de la insurrección catalana que acabó por inmolarle (i), concibió en su viudez, aun antes de haber pisado la isla, establecer por su primer testamento de 1478 un colegio de trece estudiantes en el Monte de Randa santificado por el penitente doctor, y luego, al venir á acabar sus días en Mallorca, instituyó en «1484 un beneficio en la ca- pilla de Montesión, antes Sinagoga, restaurando las enseñanzas que al lado de ella había. En competencia sin duda con la se- ñora de paratje^ Inés viuda de Nicolás de Quint, y hermana de los tres caballeros Pachs, dotó en 1481 una cátedra Lulista, (i) Sino propiamente la insurrección, fué el rey elegido por ella, es decir don Pedro de Portugal, quien según Zurita mandó dar cruel tormento á Francisco de Pinós, ó ajusticiarle dentro de la prisión por Agosto de 1464, si hemos de creer ciertas cartas coetáneas procedentes de Barcelona, islas baleares 309 frecuentada mientras la ocupó el maestro Pedro Daguí, salvada luego de la supresión por el celo de los jurados. Con esto y con la soberana aprobación de la doctrina del gran Raimundo obte- nida en 1503 del mismo Fernando por el mallorquín Cabaspre, como la había obtenido en 1449 de Alfonso V el barcelonés Juan Llobet, remontando por una cadena de augustos testimo- nios hasta la época del doctor iluminado, hízose la universidad toda Luliana, mientras alrededor brotaban como por encanto sabios profesores y eruditos humanistas, y se abrían certámenes poéticos en honra del autor del Blanquerna^ y alumbraban los albores de la imprenta las ruinas del colegio orientalista de Miramar (i). Señalóse el católico Fernando en solicitud por este aislado reino , que nunca sin embargo visitó ; muchas é importantes disposiciones le debieron los mallorquines. Llamólos á las cortes de Tarazona para Enero de 1484, y pidieron seles exonerara de los dispendios del viaje, sin cesar por esto el voluminoso proceso que por fallo arbitral más bien que por juicio ordinario se había propuesto terminar sobre revisión de censos y encontradas pretensiones de los tenedores y de la universidad, cometiéndolo al obispo Avellaneda y á dos comi- sionados especiales, el escribano Maymó y micer Azamar, y ratificándolo en Córdoba á 30 de Agosto: sentencia llamada deis referiments la , por cual se tachó la corte once mil florines de salario en dos pagas. En una misma sesión, á 5 de Noviem- bre, dióse al consejo cuenta de este ansiado arreglo y de la definitiva concordia en que vino á parar la acerba lucha entre Mallorca y Barcelona, cediendo aquella á las reclamaciones de esta acerca del lugar donde habían de realizarse los pagos en (i) En 148$, á los once años de introducida en España la imprenta, imprimió en Miramar maese Nicolás Calafat un tratado de Gerson, en 1487 la Devota con- templado de Francisco Prats, y al siguiente año el Breviarium Majo?'icense. El fa- meso certamen poético es de i 502. 310 ISLAS BALEARES observancia de los capítulos de 1431, gracias á los desvelos de un mosén Juan Berenguer de Aguilar que se le premiaron con el nombramiento de pagador; y con esto renació entre madre é hija, puede decirse, la primitiva cordialidad demostrada por la segunda en sentidos ofrecimientos á la metrópoli durante sus conflictos del 1485 con los payeses de remensa. Respiró con dichas avenencias la universidad, atenta no obstante á transferir los censos de los catalanes á hijos del país con quienes sería más fácil entenderse, y cortó gravosos y prolijos pleitos con particulares, dirigiendo su cuidado á conjurar la carestía poco menos que incesante, igualmente que á reprimir el intempestivo lujo que ya entonces, nivelando clases y afeminando costum- bres, desmentía procaz la notoria miseria (i). En cuatro ó cinco mil libras excedían los gastos y obligaciones del reino compu- tadas en 45,000 á los ingresos que á 41,000 no llegaban; y el rey, aduciendo este dato en prueba de lo insostenible de la si- tuación, mayormente en días de crisis, mandó crear una junta reformadora agregada á los jurados y síndicos forenses, que bajo los auspicios del lugarteniente real y de su asesor, reunida en una sala del palacio, entendiese en el alivio y mejora de la cosa pública, reservándose sino aplicar el remedio por sí mismo. Procedieron los jurados en 28 de Abril de i486 al nombra- miento de seis personas, que representando en la misma pro- porción los estamentos se renovaban también anualmente, y entró á funcionar la junta, principiando por ocuparse de la fabricación de lana, no sin que hubieran de someterse sus esta- ( r) «Más cadenas de oro hay en Mallorca que en Barcelona,» decían los cata- lanes dando por fingidos los apuros de sus competidores. Acordóse prohibirlas por ordenanza en i8 de Marzo de 1485, lo mismo que el vestir de seda y el cabalgar en mula, que se permitía sólo á los que tuviesen por otra parte caballo y armas, ó cuya edad excediese de sesenta años. «En caso de necesidad, decían, no se hallarán caballos ni quien sepa montarlos.» Al año siguiente por Agosto limi- tóse el gasto de las faldas (gonellas) ab mernets^ las quals sols de fer cosían V ó VI Iliuras, e après lo drap no val res, ne duran tant, y la profusión con que en los desposorios y bodas se repartían confites, ocasionando además graves dis- gustos. ISLAS BALEARES 311 tutos al consejo, al cual no acababa de parecer conforme á franquicias la demasiada intervención de los oficiales regios. Había espirado cristianamente en ló de Febrero anterior Francisco Berenguer de Blanes naturalizado casi en el país con diez y ocho años de gobierno, y para reemplazarle fué traslada- do del de Cerdeña Jimeno Perez Scrivá de Romaní, rigiendo in- terinamente hasta Junio de 1487 Alvaro Uniz caballero mallor- quín, mejor opinado que su abuelo Pelayo. Seguía adelante el redrés ó reforma, y tomóse con ahínco la extirpación del mono- polio de los tintoreros, asegurado hasta entonces mediante un donativo anual que á la corte pagaban, y perjudicial hasta lo sumo al crédito de los paños mallorquines: alcanzóla Litrá asiduo é incomparable ájente de la universidad, á la vez que seguidor y diligente cronista del sitio y toma de Málaga y de las triunfales campañas del soberano, quien por su parte no se desdeñaba de enterar de sus victorias en minuciosos partes á los atónitos vasallos, á cuyos ojos crecía inconmensurablemente con tantas glorias el poder real en algún menoscabo de las an- tiguas libertades. El mundo se renueva (i), exclamaba el pers- picaz mensajero al observar en Zaragoza que en manos del rey se concentraba todo el gobierno municipal con la prórroga de la juraría á su soberano placer; nada fácil sin embargo en dejarse sorprender por novedades, oponía juiciosa resistencia á ciertos utópicos planes, acogidos en la corte con sobrada credulidad para curación radical de los males de su tierra. Siguiendo las corrientes reformistas, un Onofre Canet, notario como Litrá, había propuesto al consejo general un partido para desquitar en diez años la universidad de todas sus cargas y censos y su- primir en consecuencia los impuestos consignados; y rechazado á una voz por impracticable, dióse maña para elevarlo al trono. (i) Mon se fa nou del tot. Y en otra carta dice refiriéndose á lo mismo: Ha ob- tingut d' aquest regne (Aragó) que «' es senyor á sas voluntats e 'n dispon d son fier. 312 ISLAS BALEARES donde se hizo de él más cuenta de lo que su índole prometía. Quien inspirara al audaz arbitrista, quien le sostuviera en eleva- das regiones, dados sus rudos golpes á la nobleza en masa, cuyas ambiciones hacía responsables del desgobierno y postración del país, jamás pudo atinarlo su hábil contrincante, que se guar- dó de hostilizar harto de frente el proyecto, remitiendo á la experiencia el desengaño (i). Provisto de recomendaciones del monarca que equivalían casi á mandatos, y acompañado del gobernador, presentóse Ca- net en la sesión de 6 de Febrero de 1488 á dar lectura á un magnífico exordio, tejido de grandiosos recuerdos de las tres- cientas naves de gabia, de las cinco mil casas de marinos, de las treinta y tantas galeras contrapuestas en dos días á las de Gènova, y demás tradiciones de la marítima pujanza de Mallor- ca, de crudas verdades acerca de los inmorales manejos de las banderías, de sentidos llamamientos á las diversas clases del estado para cooperar á la común salvación, y seguido de escue- tas bases, que no guardaban con las premisas ilación alguna, á fin de obrar la milagrosa redención ofrecida, mediante un evalúo general de las casas y bienes de la isla entera que se reservaba inspeccionar el autor, y según el cual debían contribuir directa- mente por semanas las familias, prestando á trueque de la ce- sión de los productos del decenio y de los rezagos de la consig- nación una fianza de cien mil libras por año. Seis días después, habidas por los jurados y una comisión nombrada al efecto varias conferencias con el proponente, conforme pedía la grave- (i) Como buen diplomático parecía atenerse Litrá al -point de zéle de Talley- rand y á evitar la nota de apasionamiento, de que que á su vez se quejaba de ser objeto por parte de algunos paisanos suyos: No cregau nació al -mon sia tant nota- da d' esser apassionada com 7nallorquins, que ja som en assó, que per honesta de- manda que fassan, tots los ohints stan ab recel de p.assions. Á propósito de lo cual véase cómo se explicaba un jurado sobre la proposición de Canet: Se ha moguda U7ia spurna de foch molt terrible^ la quai si abans de ser augme^itada no será pro- vehit en offegar^ es per aportar totalment aquest miserable de regne d total ruina e ultimada depauperado y extermini. ISLAS BALEARES dad del asunto, fué llamado aquél á dar explicaciones, á que se negó rotundamente, refiriéndose á lo escrito y nada más, sin cuidarse de deshacer reparos, con lo cual fué desechado el par- tido por más de cinco sextas partes de votantes no ya como imposible sino como trastornador; y diputóse enseguida al sabio teólogo el maestro Bartolomé Caldentey para informar al rey del resultado del examen. Volvió de Valencia en Abril el vir- tuoso sacerdote, cumplida su misión (i); pero Fernando no se resolvió á abdicar las esperanzas en tan flaco cimiento pues- tas, sino para transferirlas á las instrucciones entregadas al pro- pie tiempo á su procurador real Gregorio Burgués sobre el modo de exigir severamente la responsabilidad á los clavarios y arrendadores de impuestos. De ellas no se dió cuenta hasta la sesión del 6 de Agosito, que terminó por cierto tumultuosa- mente, aunque por causas según parece extrañas á los proyec- tos de Canet, los cuales tan muertos se quedaron, que sin ren- cores por lo pasado, sin peligros por el porvenir, á pesar de sus tendencias subversivas, pudo ser admitido el inofensivo no- tario por escribano de la universidad durante dos trienios con- secutivos, desde 1499 á 1504. Una grave cuestión social vino mientras tanto á perturbar más hondamente los intereses y las conciencias, el establecí- miento de la Inquisición creada por los reyes Católicos. Medio siglo corría desde la extinción del judaismo en Mallorca: queda- ban conversos del 1435, conversos del 1391, más bien multi- pilcados que venidos á menos, fundidos entre sí y hasta cierto punto con el resto de la población, no en barrio separado, pero sí avecindados por lo común aunque no exclu.sivamente en las (O Aléganla como uno de los insignes méritos del maestro Caldentey sus ami- gos y admiradores, al pedir que sé prohiba la introducción de breviarios que pue- dan hacer competencia al suyo mayoricense, ponderando así el riesgo de bia que ha- salvado la república: Ab aquesta ferventa amor á la cosa -pública la ha desliu- rada de total destrucció^ y ha levât lo coltell de la má de aquell qui al coll de ella lo tenia, ab molt millor manera, que ningú no pensava esser posible. 40 ISLAS BALEARES calles de costumbre, dados los más al comercio en mayor ó me- nor escala, muchos á diversos oficios especialmente al de sas- trería (i), algunos, como Pardo, Beltrán, Vidal, por capitales y fortuna poderosos y honrados. Iban y venían libremente de la península y del extranjero; y tan reconocida era la industriosa actividad que les distinguía, que para sacar la isla de su postra- ción se propuso en los aciagos días del 14^3 invitar á fijarse en ésta cincuenta familias salidas de Valencia para Sicilia, ofrecién- doles franquicia como á nuevos pobladores: más aún, judíos no bautizados mostró voluntad de hacer admitir en utilidad del reino, á pesar del decreto que lo prohibía, el rey Juan II gran favorecedor de ellos, como todos los reyes codiciosos ó apura- dos, á lo cual accedió en 1465 el consejo para fomento de la mercadería, con tal que viviesen aparte de los cristianos. Sin que llegase esto á realizarse, vivían los descendientes de la raza no sólo tranquilos, sino prosperados, con influencia en la sociedad y con participación en los cargos públicos incluso en la juraría, cuando ciertas acusaciones, partidas no se sabe de dónde, con- tra los inquisidores ordinarios, como los había desde antes en el reino de Aragón, el vicario general Santacilia y fray Casellas dominico (2), les obligaron á comparecer en la corte á dar sus descargos, y aunque lograron justificarse, tomó de aquí pie la instalación en Mallorca del nuevo tribunal que con rapidez se (1) En 1425 formaban gremio y no corto los sastres conversos, asistiendo con su rico pendón á las procesiones del Corpus y del estandarte, de las cuales pre- tendían excluirlos sus competidores, los sastres catalanes, resultando de aquí un conflicto en que mostraron, á la vez que éstos su fanática intransigencia, el obis- po D. Luís de Prades su cristiana firmeza, y los excluidos su prudencia y abnega- ción. (2) Grandes disputas con los bulistas suscitaron, hasta poner en peligro el orden público á fines del 1483 y luego en 1493 con motivo de la peste, tres ver- sos de este religioso puestos al pie de una efigie de Nuestra Señora, á pesar de ab- sueltos en Roma de toda censura: Non abhorres peccaiores, Sine quitus numquam fores Tanto digna Filio. ISLAS BALEARES generalizaba. Espantáronse con tal anuncio, no sólo los que te- nían motivo especial de temer, sino las clases todas indistinta- mente, como prueba la enérgica representación de los jurados en 29 de Julio de 1487, recelosos del secreto de las acusado- nes y pesquisas, del perjurio de anónimos testigos, del fallo sorprendióle de jueces forasteros, pidiendo que al menos se asesoraran con alguna grave persona del país, é indicando no obstante ¡rara anomalía! al gobernador Pérez Scrivá, La emi- gración que ya empieza, la parálisis de los negocios, la inquie- tud de que recaiga en mayor soledad la tierra apenas algo re- poblada, forman el tema constante de las sesiones de aquel año y de las excitaciones al enviado Litrá, quien previene con su habitual aplomo que no se apresure con sobrada resistencia la venida de lo que se intenta conjurar (i). Igual resultado produ- jeron en Aragón parecidas dificultades opuestas por los diputa- dos del reino á la introducción del Santo Oficio. No hubo medio: vinieron, enviados por Torquemada, inqui- sidores aragoneses ó castellanos, Pérez de Munébrega, Martín, Astorga, Cienfuegos, Villalobos, uno tras otro en menos de trece años, intercalados con alguno mallorquín, y empezaron los procesos de que tenían hecho ya regular acopio los ordinarios. A mediados de 1489 comprendía la confiscación unas cien casas entre grandes y pequeñas, bastantes huertos y gran riqueza en censos, por los cuales percibía más de quinientas libras al año uno solo de los reos. A todos se les acusaba de judaizar (2): (i; Aquestas acusacions, dice aquel hombre con serenidad admirable, serán stadas causa de mes promptameui e ab mes ardor iniroduhir aqui la Inquisició, e crech no passarà molí la haureu aqui... Suplicar Sa Altesa que Inquisició no hi anás, sembla á mi no sia pus sino cuytar. Pero agó son cosas que havem á dir, e jó axiho crech, que saltem permissive devallan ab alto, e axi sia remés à Deu; jo ni en cessar ni en cuytar no entendí fer part alguna. (2) Media plana de una hoja suelta es cuanto he alcanzado á ver de estos pro- ceses, y versa sobre la observancia de ritos judaicos y sobre la tibieza manifesta- da por los conversos en las prácticas religiosas de la Iglesia: slants mollas donas entorn del eos, de las quals no 's recorda sino que eran párenlas ó vehinas 3I6 ISLAS BALEARES muchos salieron penitenciados. Las indagaciones se remontaron á los difuntos, pareció probado que no habían muerto cristià- y nos sino en apariencia: de los vivientes un gran número no quiso someter á prueba su fe, y huyeron á tiempo, entre los principales un médico famoso, el maestro Juan Alejandro Adrets, que pasó á Nápoles dejando aquí gran vacío. Exhumáronse huesos, forjáronse efigies de los fugitivos, y en los tres autos de fe de 1490, año en que se estrenaron estas funciones, no pere- cieron sino cinco personas (i); las otras hasta cuarenta y siete figuraban representación. No así en 1491; cuatro fueron re- en lajados al brazo seglar en 30 de Mayo, veinte en 4 de Setiem- bre que no ardieron en la hoguera sino después de ahogados, en el siniestro quemadero de la puerta Plegadissa, encendido hartas veces en aquella centuria para expiar crímenes contra naturale- En el za y una que otra vez herejías ó mejor dicho sacrilegios. qui eran vetigudas allí, anava la dita Berarda- en torn de las ditas donas e eos, to- cant palmas, aturantse un poch ab cascuna de las ditas donas cantant, no entenia dey las altras responian plorant e do torejant no tocant e no entenia que a, e pahnas, ella testis deyan coin stigués luny al cap d'' una gran sala. E mes dix que quasi que foren passadas las mortaldats, ella testis dix á na lo dit temps, après Joana en que muller den Jacme Viabrera pelleter, que era vehina sua, un dia de festa anyal, que anassen á vespres, e aquella respós que anaria d pexer la vista e veure las bellas dita donas, e ella testis dix: mesquina de mi! e no oliirem las vespres! e la Joha- ay ohiren las ves- na dix fluxament, e anem, anem : e axi anaren abduys d la Seu pres. (i) En el primero un hombre y una mujei", Pereta esposa de Martín Vençon, en el tercero tres mujeres; y aunque la proporción entre los dos sexos se equili- bra más adelante, resulta en conjunto mayoría en el débil. Respecto de las conde- naciones postumas ó en ausencia constan nominalmente 69 hombres y 48 muje- res, dejando aparte la estadística de los reconciliados y de los sentenciados á de bie- cárcel perpetua, á los cuales comprendía indistintamente la confiscación ó nes. Nótase algún apellido extranjero, Vençon, Adrets: bastantes castellanos Na- aragoneses, como López, Martínez, Sánchez, Ruiz, Montearagón, Santa Cruz, la vas ó Naves, Aranoz. Pinilla; otros catalanes ó valencianos no conocidos en isla, y aun cuando iguales á los nuestros, tal vez de aquella procedencia; muchos, en fin, de familias siglos hace extinguidas, ó recibidos por los bautizados en i jgi de casas más ó menos notables que también acabaron, como los hay de otras que permanecen. Investigación más ardua que importante en sí, que requiere gran á conocimiento y estudio, y principalmente superioridad á toda idea y aun más su ma- toda intención preconcebida, que pudiera en sí misma llevar el castigo de lignidad. ISLAS BALEARES 317 auto de 1493 por Junio ya no aparecieron sino estatuas, aunque no bajaron como la otra vez de cuarenta y siete. Desde enton- ees casi cada año, y en alguno más de una vez, hasta muy en- trado el siglo xvi, se repitieron los imponentes espectáculos (i), resultando de ellos unas ochenta ejecuciones con las ya referi- das, que recaían en tenderos y artesanos la mayor parte y en uno que otro mercader con sus mujeres y familia, y algún escribiente ó notario en rebeldía. No es decible sin embargo cuán adentro penetró en las entrañas de la sociedad esta extir- pación dolorosa; y en las quejas de los jurados dirigidas sin cesar al rey Católico contra el formidable tribunal, aunque en- vueltas en frases de adhesión y respeto, y sobre todo en la dilatada lista de agravios entregada á micer Juan Duzay para hacerla valer en la corte, se advierte otra cosa que cuestión de precedencias en las procesiones de la fe, que las franquicias que se arrogaban sus familiares, que el quebrantamiento de juris- dicciones, de derechos alodiales, de toda suerte de contratos anteriores á las confiscaciones decretadas : percíbese el gemido que arrancan á la ciudad la pérdida de más de un tercio de su sustancia, y los tesoros extraídos por los que escapan, y la mi- seria desgarradora de los que se quedan (2), y la desaparición de tantas familias más ramificadas de lo que se cree entre el vecindario, algunas tan poderosas que mediante enlaces habían restaurado con su fortuna abatidas noblezas, al par que hecho sospechosa la ortodoxia de la más limpia sangre (3). (1) Los hubo en 1498 y 99 con diez suplicios, en i =;oi con dos á nombre del obispo y no de los inquisidores, y nueve autos más hasta i 5 i 5, cuya fecha es di- fícil de fijar por años, mientras no se logre poner acordes los pocos datos que nos restan. (2) Compruébanse ambas cosas, la primera por el aviso del baile de Santany en Noviembre de 1494 de no haber podido detener en el puerto, como se le man- daba, una nave en la qual se deya hi havia molls de juheus ab molt or y argent que portavan; la segunda por una exposición de los jurados de Enero de 1493 á favor de los conversos reconciliados, posats en lo derrer grau de penuria^ tal que para exigirles el pago de los tres mil ducados ofrecidos á la corte por las gracias dis- pensadas habrán de quedarse sin vestidos y sin ropa de cama. (3) En abono de un caballero para preservar de la confiscación los cuantiosos 3I8 ISLAS BALEARES La autoridad episcopal, que hubiera podido como ninguna prevenir conflictos y suavizar asperezas al plantearse la nueva institución, residía en un simple vicario del famoso cardenal Borja, quien desde principios de 1490 por fallecimiento del obispo Avellaneda poseía el título y las rentas de la mitra, que no depuso sino de para ceñir la tiara con el nombre Alejandro VI en Agosto de 1492, sin dejar en la diócesis, no ya huellas ma- teriales, pero ni aun muestras de atender á las instancias de los jurados en favor del recién centralizado hospital, abrigo único á la sazón de toda suerte de necesidades (i). Por suerte la universidad no se hallaba mal con el gobernador Scrivá, sa- tisfecha de la rectitud y prudencia de éste en la represión de los bandos, que habían llegado al exceso inaudito de ensangrentar iglesias, pues en medio de los funerales del día de Difuntos de 1490 pasó en la de San Francisco la terrible escena, moder- namente poetizada, continuación sacrilega de los rencores sem- brados el carnaval del año anterior por el nocturno asalto en de los Spanyol á la casa de Armadans, y sostenidos por sus respectivos adhérentes (2). Trabajaron para unirlos en manos del gobernador el cabildo y los jurados, esquivando éstos la venida del regente Albanell por temor de enconar con el proce- las discordias, que trascendieron no sé cómo á las autorida- so bienes de su mujer, y de una ilustre viuda para vindicarla de las imputaciones sobre la memoria del marido y darle lugar á defensa, recurrieron al que pesaban rey los jurados en 1490 y 1493, y fueron al parecer atendidos, pues no aparece más rastro de tales procesos. (1) Así se desprende de la petición que le dirigen en 18 de Mayo de 149I) solicitando la aprobación pontificia para la nueva cofradía de Nuestra Señora y Santa Ana, donde no se habla sólo de enfermos, sí que también de sanos, -pobres^ fols, contrets e infants petits, para los cuales, dice otro documento, había treinta nodrizas. (2) De este primer atentado del caso perpetrado en las personas de y Jaime y del de Francisco Armadans había proceso ya formado en Marzo de 1489. Después ca- segundo pagáronse al pintor Moger dotze senyals reyats que foren posats e^i to rrer dels Armadans e del Mercat per assignar tos limits de llur arrest. El proceso no de terminó de en 1495 con las multas impuestas á Perote Spanyol yerno Rodrigo Pachs Sant Martí, y á sus seguidores Pedro de Sant-Johan menor, Juanote de y Juan Desmás. ISLAS BALEARES 319 des, metiéndose cizaña entre Scrivá y el procurador real Gre- gorio Burgués, llegado aquellos días en apoyo de su olvidada parcialidad, más bien que para agenciar el otorgamiento de cua- tro mil florines al soberano por el matrimonio de su primogéni- ta Isabel con el rey de Portugal. Tomadas averiguaciones sobre los dos funcionarios, preponderó Burgués, haciendo suspender del gobierno al competidor en Agosto de 1491^ cosa que sin- tieron sobre manera los jurados, sincerando á Scrivá del cargo de haber promovido tumultuosas reuniones y cabalgatas; y para lugarteniente de micer Albanell, que ejerció temporalmente el mando, llamado sin tregua de un pueblo á otro por riñas y deli- tos, presentaban al rey el ya experimentado Alvaro Uniz, no precisamente como imparcial, sino como emparentado con unos y otros jefes de partido. Al mismo tiempo suplicaban queen las insaculaciones para los oficios públicos ó en otro punto de régi- men nada se innovase, y atribuían todo clamor en contra á pa- sión personal ó apetito de mando. Vino en esto la más alegre de las cédulas hasta allí recibi- das del victorioso monarca, fechada del mismo día que entró en Granada, del glorioso 2 de Enero de 1492; y en sesión del 23 embriagóse de júbilo el consejo, votando sin más discrepancia que de seiscientas á ochocientas libras (y prevaleció la mayor suma) para solemnizar la fausta nueva con procesiones de gra- cias y regocijos, cuya demostración más espléndida consistió en una justa y un certamen poético (i). La unión de voluntades empero duró lo que las fiestas, y al apagarse la llama fugaz del (i) La noticia de este certamen y de su promovedor nos la conserva única- mente el gasto de un carpintero en adobar e fer en la sala del castell real las nicions guar- per tenir draps de ras, d ops y servey de certa joya posada per lo venerable micer Speraneu Spanyol canonge de la Seu de Mallorques, contenent qui millor diria sn cablas en lahor e gloria de las majestats dels senyors Isabel. rey en Ferrando e Para reyna la justa se dispuso parar un rench qui en aquell sia ¡ansas pegat, canyas, eun parament de seda, e los aventurers qui exirán d llurs despesas no xen pu- traure sino parament de draP; e se dega donar un pris de dos ó tres marchs d'argent per los aventurers d aquell qui millor ho farà en lo lustrar. ISLAS BALEARES 320 entusiasmo dejó ver la brasa de las enemistades viva debajo del rescoldo. Por necesidad tal vez hubo de restablecerse la costumbre, suprimida años pasados por la reducción de dietas, de las expediciones judiciales á las villas, pareciendo más expe- dita más barata aún para los mismos acusados la justicia que y su iba al encuentro de ellos que la que los citaba ante tribunal, además de lo que producían al erario las composiciones; y por el número de poblaciones que visitó el expresado regente du- rante el año de su gobierno. Inca cuatro veces, Sineu, Llucma- yor, Valldemosa, Felanig, la Puebla, Pollensa, Binisalem, Sóller, muéstrase cuán alborotada andaba la isla entera, desde cuyos confines reclamaban su presencia en la ciudad desórdenes aún más graves. Más parte de la que á su posición convenía tomó Albanell en estas disensiones entregándose á uno de los bandos, y al marcharse con el designio de aconsejar al rey que acabase con las eternas disensiones del municipio apropiándose como en Zaragoza y Barcelona el nombramiento de jurados, cuidaron éstos de desautorizarle ante el monarca, de cuya munificencia, le dicen, esperan ampliación más bien que menoscabo de sus la recta franquicias. Interesábase sinceramente Fernando por administración de justicia, pacificación del reino y reforma de de las los abusos, á la vez que por la navegación y comercio islas, destruido casi por los piratas; y al formar la lista de agra- vios recibidos de genoveses y nisardos por sus súbditos, citó para la junta de Zaragoza á los mallorquines, tal vez los más perjudicados. Desde años atrás promovía, para limpiar los in- festados mares, el armamento de una escuadrilla, á que contri- huyesen con una galera y una cuarta parte del gasto total de dos mil quinientos florines Cataluña, Valencia, Cerdeña y Ma- Horca, y oponía ésta su falta de recursos. Hallábanlos no obs- tante los defensores de la mercadería^ empleando el derecho de mollaje en llevar adelante aquellos días las obras del muelle de porte, resguardado de vientos y de enemi- para naves gran gos, al pie de la ciudad, bajo un magnífico plan de faro y de ISLAS BALEARES 321 torre que alcanzase con su artillería á defender las de 'n Carròs y de Portopí, hermoso delpaís al decir dé ellos, que había de darle renombre universal. Tiempo había que se tomaban prevenciones contra la peste divagante por las costas del Mediterráneo, y ya en 1490 eran sometidos á observación en Portopí los buques procedentes de Valencia y Barcelona, donde se ocultaba la dolencia y eran mal cumplidas las leyes de sanidad, según las reconvenciones desde aquí dirigidas al infante lugarteniente de Cataluña. Atendióse al sustento de los cuarentenarios, al reparo del oratorio de San Nicolás, al refuerzo de la junta sanitaria y á los empleos de físi- CO y cirujano del morbo, en los cuales se acordó que turnaran anualmente los facultativos de la tierra. Tres años pasaron sin novedad mientras estuvo cerca el enemigo; cuando parecía ale- jarse hacia Gènova y Nápoles, en los primeros días de Junio de 1493 apareció aquí de improviso. Era el mismo probable- mente que el de 1475, mas de pronto no se le quiso reconocer. Atribuyéronse las primeras muertes á males de costado, efecto de las tardías lluvias que después de medio año de sequía vi- nieron á enfriar la atmósfera, y el vulgo impresionable regresó á la ciudad que había ya abandonado ; bastaron empero pocos días, del 12 al 18, para confirmar la alarma, y tres cuartas par- tes de la población, ricos y pobres, grandes y pequeños, se esparcieron por la isla. Al nuevo gobernador, mossèn Juan Aymerich, llegado quince días atrás con su asesor Bofill, se le suplicó quedase fuera para acudir á caballo á donde fuese me- nester; el obispo Guillermo Ramón de Moneada, felicitado me- ses atrás por su nombramiento, no se había presentado: para la asistencia espiritual fué llamado de Barcelona un virtuoso fraile, fray Francisco de Aragón observante, que no se sabe si vino. Dentro de la iglesia de Alaró convocó Aymerich en 24 de Julio un consejo de notables para atender principalmente á la provi- sión de víveres, que facilitaba introducir la feliz circunstancia de hallarse limpio casi todo el circuito del litoral : de Inca y Muro, 41 ISLAS BALEARES 322 las villas más castigadas, ofreció cuidar la parte foren- que eran se por no entrar á su vez en los gastos de la ciudad. Muchos viajes desde Sóller y Pollensa, donde lo más del tiempo residía, costó al gobernador el orden perturbado por inobediencias y ruidos; todo aquel verano y otoño, sumamente secos, anduvie- ron dispersas las autoridades ínterin se cebaba el contagio en la capital, en 2 de Diciembre pudieron al fin reunirse den- pero de ella en consejo ordinario á darse cuenta de los tro quebran- tos padecidos. Grandes fueron, aunque no se reducen á cifras (i). Á últimos de Febrero siguiente aún duraba el mal en algún punto de la isla, y con él los dispendios de guardarse; á media- dos de Marzo había desaparecido por completo, aunque algún recrudecimiento en el verano produjo nueva emigración. Complicóse con la peste la carestía originada de la pérdida de dos cosechas, que también la de 1494 se malogró por más lozanía sen- que grano en las mieses; y los resultados dejaban tirse aún en la primavera del tercer año, en que morían de hambre por la ciudad los mendigos forenses que entraban en busca de ¡Qué ocasión aquella para hostiles alardes amparo. y cabalgatas de bandería que hubieron de prohibirse por pregón, nobleza no les y para crímenes atroces de reos, cuya preser- vaba al menos de la cuchilla de la ley (2) ! Poco al parecer habían mejorado las costumbres con el azote que pudiera pasar por castigo de las blasfemias, del desenfrenado juego, de las fieras venganzas, contra cuya propagación dirigía meses antes (1) De una tradición más ó menos fundada debió de tomar-Mut el dato que al salir de esta peste cabía en el muelle toda la gente útil de armas de la ciudad, pretendiendo sobre él establecer el cálculo de las defunciones, como también la noticia de que dicha peste tomó el nombre den Boga de cierto marino que la in- trodujo mediante un bolsillo apestado y fué la primera víctima. Lo que hay es que después de introducido el mal, tomó incremento con la llegada de nuevas embar- caciones infectas. (2) Dentro de las prisiones de palacio sufrió garrote la dama Inés, esposa del caballero Hugo de Sant Johan por haber envenenado á su marido, siendo en segui- da expuesto en el patio su cadáver. Hay también noticia de un horrible y doble in- año. cesto: la estadística de aquellos tiempos no da menos de veinte suplicios por ISLAS BALEARES un enérgico memorial al rey cierto celoso sacerdote. Traían desvelado por entonces al Católico la entrada del francés en Italia y el temor más ó menos fundado de que se aliaran con éste los turcos, peligro que el lugarteniente tuvo el encargo de esforzar ante el consejo á principios de 1495 á fin de poner en estado de defensa la ciudad y de proveerla de armas y artille- ría. Destináronse al efecto tres mil quinientas libras ; pero más adelante, declarada ya la guerra á Francia, se reclamó un dona-* tivo que fué de seis mil; se insistió en el fomento y uso de ca- ballos para que no decayera el militar ejercicio, y en la repre- sión del lujo prohibiendo los brocados; y exigióse con tanto ahínco el cumplimiento de lo ofrecido tocante al común resguar- do de este archipiélago, que al avío de su respectiva galera hubo de aplicar la universidad el impuesto del muelle suspen- diendo las obras. Por contraria á las franquicias del país y al régimen vigente resolvió el consejo en 13 de Julio á propuesta de un jurado, no sólo suspender, sino deshacer la reforma nueve años antes emprendida, y cuyos trabajos no cesaba el rey de estimular; y no sé si en contestación á tan aventurado acuerdo ó sin tener de él noticia, presentóse tres meses después en compañía del gobernador el provincial de observantes fray Segarra, portador de un real mensaje, encareciendo el singular amor profesado por S. M. á este reino, y el sentimiento que de sus discordias tenía, y el deseo de que hermanados todos cons- pirasen al común bien y prosperidad, á cuyo efecto mandaba elegir una junta, cuanto más reducida mejor, que en unión con su lugarteniente y con dicho religioso y con dos de los jurados, tomara, aun cuando no fuese por unanimidad, las determinado- nes convenientes. No pudo dispensarse el consejo, reunido tres días consecutivos, del nombramiento de cuatro personas, tres de la ciudad por los jurados y una de los forenses por estos mismos (i), protestando cada cual un sincero abandono de sus (i) Eran consejeros los cuatro, los de la ciudad mosén Juan de Puigdorfila, ISLAS BALEARES intereses pasiones privadas y un absoluto respeto, no y siempre fácil de conciliar en la práctica, por un lado á las libertades patrias, por otro á las preeminencias de la corona. Estrellaríase en los inveterados abusos la solicitud del mo- narca, ya que ni de la nueva junta ni de fray Segarra vuelve á hablarse en los siguientes años, porque acaso más cuesta arriba venían aún las reformas que el segundo maridaje de otros cua- 'tro mil florines votado en 1496 por el enlace de la infanta Juana con el archiduque hijo del emperador, y que la inversión de grandes sumas en acopio de armas y en reparo de murallas así de la capital como de Alcudia y hasta del castillo de Ca- brera. Continuaban en 1497 los aprestos de lanzas y corazas y de tres bombardas más, para añadir á la ya hecha, en honor de los cuatro evangelistas (i): pero los aparatos de guerra cedie- ron á desalentadores funerales por aquel príncipe D. Juan que en edad tan temprana se llevaba consigo el porvenir de la glo- riosa dinastía (2), y por el lado de Italia al menos suspendió por entonces lisonjeros anuncios de conquistas la publicación de las treguas convenidas con Carlos de Francia, y más todavía en Setiembre de 1498 la de las paces con el nuevo rey Luís, hecha por primera vez para oídos mallorquines en idioma castellano. Graves estragos al propio tiempo amenazaba el mar, embis- tiendo al mirador, pedestal gigantesco de la sublime catedral que ya acababa de desplegar sus naves, con furia cual jamás había acostumbrado antes de construirse el formidable dique del muelle, cual si este con desalojarlo la aumentara; y aunque micer Jaime de iMuntanyans y mosén Jaime Juan Çaforteza, el forense Rafael Ba- Hester de Manacor. De la juraría resultaron designados para la junta Bernardo Cotoner ciudadano y Antonio Martí mercader. (1) Ab certas carretas, dicen las actas, qui aportan tas ditas bombardas ó pas- samur per los lochs necessaris de la ribera. Adquiriéronse cien docenas de lan- zas á veintinueve sueldos la docena, pero subido luego el coste, suspendióse la compra de ellas y de corazas, y se acordó llamar maestros de fuera que las fabri- casen. (2) Celebráronse en 3 de Noviembre, un mes no cabal desde el 4 de Octubre que falleció el príncipe en Salamanca, y costaron más de 160 libras. ISLAS BALEARES se logró medíante obras análogas á las primeras prolongar la línea de resistencia al empuje de las olas, estaba ya decidido sal- var, con preferencia á la reciente y costosa maravilla del puerto, la augusta basílica y el contiguo palacio episcopal, donde resi- día desde un año escaso el prelado Antonio de Rojas sucesor de Moneada, el cual no había venido quedándose en Tarazona. Necesitábase habilitar para lazareto la iglesia de Portopí, se desperdiciaba por la rota acequia un caudal de agua, veníase abajo la torre de las horas, la ruina daba la vuelta al recinto de la ciudad abriendo, ya una ya otra brecha, ya varias junta- mente; y todavía, elevándose por cima de los cuidados y urgen- cías materiales, atendía aquella generación al sustento del espí- ritu, para el cual ninguno consideraba mejor que la ciencia del inmortal patricio á quien acababa de erigir tan bello como de- voto sepulcro, añadiendo una casa á las escuelas del maestro Daguí, ó procurándolas junto á la Riera á su sucesor Cabaspre más obvias á los discípulos; hasta se trató de extenderlas á es- tudios de teología y de leyes. Tuvo noticia Fernando el Católico que todo seguía en Ma- Horca asimismo, que se debían de la consignación más de no- venta mil libras, que se ponían estorbos al lugarteniente en su jurisdicción sobre todo en asuntos criminales; y avezado á tro- pezar á cada paso con franquezas, preguntaba qué franquezas eran estas en continua oposición con sus saludables disposició- nes, y mandaba fuesen á explicárselas seis enviados, de los cuales hubiese dos juristas. Llegada esta cédula en los primeros días de 1499, rechazóla el consejo poco menos que por subrep- ticia, y si pasó en otras sesiones á elegir tres personas y luego las seis reclamadas, fué que cada vez bajaban más apremiantes órdenes, irritadas de su resistencia. Entonces, recobrado en las instrucciones el nervio, los jurados y sus- adjuntos explicaron lo que eran dichas franquezas, las mismas que habían otorgado los antiguos reyes, confirmado los de la dinastía y jurado el propio reinante, que no se habían acumulado en veinte ni 326 ISLAS BALEARES treinta años sino en un siglo las deudas de la consignación, que las vicisitudes y la experiencia habían dictado leyes y pactos que no podían sin temeridad transgredirse, que ofrecían peligro ciertas reformas que se intentara introducir, que con las prodi- gadas exenciones de derechos venía aumentando el gravamen, que el gobernador era quien usurpaba al baile y á los vegueres la jurisdicción de su oficio, y enseguida rasgando el velo, le acusan de parcialidad, de favoritismo, de poner mal á los súb- ditos con el soberano, tratándoles de díscolos y sediciosos, y á sí mismo haciéndose pasar por celoso y leal en la corte y por deseoso del público alivio con artesanos y payeses. Hasta exigía una fracción acalorada que se pidiera la destitución de Aymerich y del regente Hornos y que se les formase proceso. La comi- sión cumplió en Granada, donde estaba el rey, con actividad y prudencia (i), y trajo de allí una pragmática fechada del 26 de Agosto, referente á la administración de caudales consignados y quitación de censos, y dos de 16 de Setiembre, suprimiendo una la junta de reforma, otra regulando las apelaciones de los jueces ordinarios al lugarteniente en causas criminales. Fueron recibidas por la mitad del consejo con ciertas salvedades, por la otra mitad de menor estamento con sumisión incondicional. Los más altos adolecían de susceptibles, como se vió un día de Enero de 1501 á propósito de un pliego cerrado del rey, que alborotó por lo inusitado de la forma y tal vez más por su tenor, dirigido á promover la redención de censos con tomar otros á menor interés, es decir al cinco por ciento ; y ya había quien entonaba á su patria las exequias por tener que pres- tarie á precio más bajo en competencia con el extranjero, cuando el autorizado Muntanyans, mostrando cuán de agrade- cer era el beneficio y cuánto mejor empleo podrían hallar los (i) Componíase del venerable Muntanyans y de micer Mateo Sa-fortesa como juristas, de los nobles Ramón de Sant Martí y Berenguer de Santacilia, del citado Ballester de Manacor y Jaime Pons de Sóller. capitales del país, rectificó la opinión y arrastró tras sí los votos. Entre sus buenas cualidades el gobierno de Fernando no tenía la de barato, por las muchas hijas que colocó en matri- monio; cuatro mil florines costó á Mallorca en el año 1500 el ^27 de María con Manuel de Portugal viudo de su hermana Isabel, y apenas había empezado á correr la recaudación en 1501, asignóse otra tal cantidad por el de Catalina con el príncipe de Inglaterra: hasta para una hija no legítima, Juana condesa de Haro, se pidieron mil libras de maridaje. El 1502 comenzó sombrío con procesiones de rogativas por agua, con cien mil cuarteras de déficit para la provisión del año, con la anterior cosecha abolida y errada la naciente: despacháronse á Anda- lucía un caballero y un mercader, Salvador Sureda y Antonio Morlá, para el supremo negocio. A los pobres de la ciudad y de fuera hacían terrible competencia los receptores de la Cruza- da, absorbiendo limosnas, aplicándose legados y componiendo usuras, no ya en el fuero de la conciencia sino en el terreno ju- dicial; y apenas parecen creíbles las quejas que contra sus fa- miliares y los de la Inquisición levantan de continuo los jurados, presentándoles como hombres pendencieros y de mala vida, cuyo sostén no honra por cierto semejantes instituciones. Por otra parte con sus confiscaciones el santo Oficio había sustituido á los conversos en sus créditos contra la universidad, y hacía valer sobre censos y bienes los derechos de sus desposeídos. En defender las prescripciones de sanidad y los morberos de los descomedimientos y rebeldías del barcelonés Jaime Riera, y re- chazar la libre plática que exigía la infecta metrópoli, usaron de singular energía los jurados, á pesar de sucumbir al cabo en la demanda: de un famoso corsario turco recelaban, de cierto Ca- mellí, que con veinte y cinco galeras nada menos y con ayuda de un pirata ibicenco rondaba estos mares, amenazando especial- mente á Pollensa, donde años pasados en un desembarco le habían muerto mucha gente; echábanse de menos corazas y ce- ladas, que se hicieron venir de Génova unas y otras, y sobre 328 ISLAS BALEARES todo la antigua pericia de los ballesteros ya no tan ejercitada en los juegos. Todos estos cuidados empero desaparecían ante el abasto de un vecindario hambriento, entre el cual había de repartirse casa por casa tachado por raciones el trigo mistu- rado, reservando el candeal no para pudientes sino para enfer- mos y ancianos, con frecuentes ocasiones de bendecir la previ- dencia en el mayor apuro ó de agradecer la invocación de algún santo (i). Sobre un fondo de carestía, por decirlo así, campean de continuo sucesos é intereses durante aquel año y muchos si- guientes; de grano tratan casi exclusivamente los acuerdos, de grano las comisiones, de grano la correspondencia oficial. Faltaba desde mediados de Agosto de 1502 mossèn Juan Aymerich, suspendido del gobierno por el rey; mas no eran aquellos jurados del partido de los que tres años antes le im- pugnaban, sino al revés le defendían de los cargos de sus ene- migos, escribíanle confidencialmente cuanto pasaba en el conse- jo, se congratulaban con él del buen porte de su hermano mosén Jorge Miguel, que rigió más de tres años hasta su vuelta como lugarteniente suyo, prueba de que no habría incurrido en muy grave desgracia el propietario. Sus émulos no obstante se ha- bían procurado apoyo en el confesor del monarca, fray Diego Deza obispo de Falencia, tal vez por medio del de Mallorca Antonio de Rojas palentino, también ocupado en la corte; y favorecidos por la suerte con la juraría á principios del i504) lograron viniera á encargarse del mando el regente micer Jeró- nimo des Coll y á averiguar excesos bastantes á juicio de ellos para que, al retirarse el investigador, no volviera el reino á re- caer en la pasada opresión y tiranía. Quejábanse de las enor- mes deudas con que en el ingreso de su oficio habían tropezado, (1) Refiere Mut que un día de Ramos de 1503 (cayó en g de Abril) en que se había acabado el pan, parecieron por levante seis navios cargados de trigo de Si- cilia; los documentos no se prestan á comprobarlo. En 225,000 cuarteras de trigo y 50,000 de cebada se computaba la provisión anual para la isla entera. ISLAS BALEARES y de que durante el último trienio hubiese aumentado en veinte mil libras el gravamen de la universidad. Por aquellos días vino orden de reponer en el grandioso convento de San Francisco á los observantes lanzando á su vez á los claustrales, y de que comparecieran ante el rey siete canónigos comprometidos en apoyo de éstos y contra Aymerich, á quien en el decurso de la causa habían hecho excomulgar en Roma; y pudo más el odio común al gobernador que el temor de malquistarse con sus ma- jestades tan favorecedoras de los reformados, para que los jurados de 1505, salidos eventualmente de color análogo al de sus antecesores, presentaran disculpas por el cabildo, y eso que también se hallaban amagados de entredicho por parte de un canónigo, micer Arnaldo Santacilia, con quien disputaban una capellanía como patronos del hospital. Por otra parte había desaparecido de los pueblos toda sombra de orden, y de los campos toda seguridad; por bosques y por caminos no discurrían sino bandoleros con sus perros de presa; y por si no bastaban las contiendas de los payeses, allí acudían alguna vez á ventilar las suyas los caballeros (i). Un despierto forense, Ensebio Santandreu de Petra, osó poner en la llaga el dedo en la sesión inaugural de dicho año, presentando un memorial para que se gestionase con urgencia el regreso de Aymerich sin cuya autoridad no había sosiego posible. Al principiar la segunda lectura, saltó del asiento el jurado en jefe Miguel de Sant johan y desapareció con tres ó cuatro consejeros; gritóse que se cerraran las puertas, entraron á sosegar el escándalo el hermano y lugarteniente de mosén Juan y el regente Pedro Juan Sa-fortesa, doctor novel é inexper- to al decir de sus contrarios, volviendo á salir en seguida, y (i) Entre las riñas de aquellos años llama la atención la que tuvieron en Muro á 8 de Setiembre de 1503, por un lado Pedro Ramón de Sant Martí y Juan de Sant Johan, y por otro Miguel y Ramón Puigdorñla y Luís Soldevila, relacionada acaso con las posteriores de la ciudad. 42 ISLAS BALEARES 330 hecho el recuento de los permanecían, todos menos que ocho, hubo que proceder á votación nominal, de la cual resultó, con más ó menos abstracción de la persona, que se necesitaba quien mandase. Pasóse el trance de pedir al rey la venidá del tan por combatido gobernador, fundándose en la plena vindicación que había obtenido del proceso; mas no volvió tan pronto que no hiciera sentirse más su ausencia. Á la salida de la puerta de Santa Margarita echaba á la sazón fray Axarch agustino los cimientos de una humilde capilla del Socorro, á la cual la devo- ta novedad atraía los paseantes; y una tarde de Junio ciertos mozos de más honor que honra, embistiendo á estocadas á un maduro caballero acompañado de su esposa y de otras damas, las obligaron á retraerse en el burdel, que se ofrecía allí á la izquierda entrando, bajo el amparo de aquellas desdichadas. En represalias, como de costumbre, los deudos de la familia ofen- dida dieron de palos á un pariente inofensivo de los agresores. Los bandos conservaban los antiguos nombres del Borne y de la Almudayna (i), y á pesar de habérseles impuesto lindes de arresto, se buscaban como nubes preñadas de electricidad. Hubo choque al anochecer del 26 de Junio hacia la cuesta de la Seo: salió del palacio sin armas el lugarteniente con su asesor Sa- fortesa, y todo lo que él y el veguer lograron fué salir heridos, como otros, de las piedras y tejas que desde las azoteas arro- jaban las mujeres. Al almotacén Pedro Juan Santacilia, que estaba en casa de su hermano al extremo de la cuesta, le entró el ojo izquierdo el hierro de una lanza, y murió : entre los por (i) Veo en cierta nota que al bando del Borne daba también nombre la fami- lia fué la más mezclada en el hecho, pues figuran entre los mul- Sala, que parece tados tres individuos de ella Mateo, Baltasar y Pedro Benito ; y sin embargo diríase pertenecían al otro de la Almudayna, sabiendo que vivían en las dos que manzanas situadas entre el Estudio general y el convento de Santo Domingo. Nómbrase además entre los complicados á mosén Gaspar Tomás doncel, jurado cap que había sido en i Ç04, quien tenía su casa en la calle de San Felío esqui- en na al Borne, á Bartolomé Fuster, á Luís Anglada, al notario Martín Terrers, á .Ma- tías Nadal, condenados á crecidas multas de 1 00 y 200.florines, que en i 5 10 les fueron devueltas de real orden. ISLAS BALEARES combatientes no hubo desgracias, tan armados iban. Aquella noche el asesor y el jurado Carlos Despuig recorrieron la ciu- dad para calmarla. Todo, con vivas instancias de que viniera, se comunicó de oficio á mosén Juan Aymerich, que no se apresura- ba, sea que se hiciese de rogar, sea que aguardase el real man- dato; y su llegada á fines de octubre, después de un verano el más angustioso de escasez en que todo el mundo se echaba ya á mendigar como si estuviesen en el corazón del invierno, pro- dujo ovación tan general que, si valen documentos, no hubo grande ó pequeño, amigo ó adversario, que no saliera á reci- birle. Bien quisiera trazar una historia más análoga á la era glo- riosa que recorremos, y que participara algo más nuestro insu- lar diminuto reino de las grandezas de la española monarquía; quisiera no haber de limitarme á decir que más de una vez en- traron en este puerto de paso para Italia los galeones expedi- clonarlos; que holló este suelo la planta victoriosa del Gran Capitán en 1495 y en 1500, y que la segunda vez en la proce- sión del Corpus se rindió al Rey de reyes su ínclita espada (i); que se tembló aquí durante la empeñada lucha por Nápoles de ver aparecer á cada momento una armada francesa, y que la menor alarma hacía trocar por municiones el dinero no bastante para pan; que para mostrar la lealtad con sus alegrías, ya que no podían con sus facultades, se festejaron espléndidamente los triunfos de Cerinola y del Careliano y lo que de ellos se espera- ba. Por desgracia constan mejor esas desavenencias, necesida- des, conflictos, miserias que tejen el presente relato, que los armamentos, levas de gente, compañías y servicios individuales de que habla Mut tan á menudo, y que hartas veces eran cam- (i) Así dice una relación coetánea impresa en Valencia, que señalando las fechas del itinerario de Gonzalo de Córdoba marca dicho día por 7 de Junio; pero en aquel año de i 500 fué ñesta de Pentecostés y no de Corpus, que cayó en 18 de Junio. ISLAS BALEARES pañas penales en expiación de delitos. Tan frecuentes como las victorias y las paces fueron los lutos á que hubo de asociarse Mallorca en aquel reinado de continuas sorpresas y mudanzas. En los mismos días en que se congratulaba con el soberano por su restablecimiento y por la mejoría de la reina, por cuya salud con tantas rogativas y procesiones había instado al cielo en aquel estío de 1504 (i), moría la católica Isabel, y á los dos meses cabales, en 25 de Enero siguiente, se le celebraron aquí las exequias en la misma forma que las de su malogrado hijo: en 26 de Octubre de 1506 fueron los de su yerno Felipe el Hermoso, un mes antes finado en Burgos. Pero ya por el mes de Enero de este año se habían hecho tres días de luminarias á causa del inesperado casamiento convenido por el rey Fernando con su sobrina Germana de Foix y de la consiguiente paz con Francia; y muy recomendadas debieron venir las manifestació- nes de regocijo, cuando de la satisfacción del monarca quiso tomarse pie en el consejo para graduar la importancia de las fiestas respecto de las que se había celebrado en 1492 por la toma de Granada, en que nada se había prevenido de real orden: el recto é independiente criterio de la asamblea com- prendió la diferencia que entre unas y otras debía hacerse, ere- yendo bastante tachar en trescientas libras el gasto que la otra vez ni en ochocientas. Maravillas habríanse improvisado, si en su viaje á Nápoles se detuviera Fernando, según se anunciaba, en este apartado dominio; pero, desmentida la voz, acordósele espontáneamente un donativo de ocho mil libras, que llevó á Barcelona el jurado en jefe Pedro des Catlar para serle pre- (i) Además de las tres procesiones generales que se hicieron, una con el cuerpo de Sta. Práxedes, otra con la reliquia de la túnica de Cristo y la tercera con la de las tres sagradas espinas, rezábanse en misa mayor y en vísperas cier- tas oraciones, á las cuales, oído el toque de campana, se asociaban los fieles arro- diliándose por las calles y en sus casas. Celebráronse en las iglesias los siete go- zos de la Virgen, y al segundo día del devoto ejercicio ya se tuvo noticia de la convalescència del Esto era á fin de Agosto, y las plegarias por la reina con- rey. tinuaban, no obstante las favorables nuevas, en 22 de Noviembre. ISLAS BALEARES 333 sentado al embarcarse en 4 de Setiembre. Acompañaron al rey en su expedición, dice Mut, hasta veinte caballeros que mencio- na; de especial mandato ó determinado servicio no consta indi- cación alguna. La noticia del arribo á Nápoles se festejó en 10 de Diciembre, y en Julio inmediato la del regreso á Valencia. Gobernaba Aymerich en difíciles circunstancias, y su primer acto á la vuelta había sido sustanciar el proceso de los Sala, el segundo recorrer la isla en diez y seis días, tanto para admi- nistrar justicia, como para averiguar la existencia de granos de que sufría tanta penuria la capital. Grandes esperanzas en su rectitud, en su energía, en su celo por la buena inversión de los caudales y alivio de la universidad, habían acabado por poner sus mismos contrarios, escarmentados por los efectos de su ausencia; y si acaso llegó á defraudarlas, no parece al menos que se reprodujeran en algún tiempo los pasados clamores. Ver- dad es que el sorteo de jurados para el año 1506 se los deparó al gobernador tan á su gusto, que tres de ellos eran los mismos casualmente que en 1502 habían regido con él en completo acuerdo; y ocurrió que, accediendo el rey á la petición de que en adelante se trasladara la extracción de los oficios desde la fiesta de Santa Lucía á la de San Jorge, por la mayor utilidad que creían ver en empezar las jurarías por Mayo que por Ene- ro, fué prorrogado el cargo á los referidos hasta fin de Abril de 1507. La experiencia, mostrando en la mudanza más incon- venientes que ventajas, hizo volver las cosas al primer arreglo, continuando los elegidos de 1507 todo el 1508 por espacio de veinte meses, como por diez y seis lo habían hecho sus antece- sores. Otro tanto duró la esterilidad de las cosechas, pudiendo la de 1507 llamarse nula, y para sustituirla totalmente, no para completarla en parte, hubo que acudir á Cataluña y Sicilia, y aun á Nápoles y á Francia con recomendación de la reina Ger- mana. Urgentes hubieron de ser en tiempo de tanta estrechez las obras que se hicieron en la casa consistorial, bien diversas seguramente de las que hoy subsisten, aunque en el propio 334 ISLAS BALEARES sitio del antiquísimo hospital de San Andrés, mejorando su rui- noso aspecto y adornando con pinturas alguna de sus techum- bres (i). Obtúvose del soberano la acuñación de moneda por largo tiempo abandonada en nuestra ceca, que era ya un mon- tón de escombros, acudiendo á la de ducados de oro y cruzados de plata, y bajando la liga de la menuda destinada para limos- nas en la cuaresma. La creación de nuevos censos se limitó á veinte y cinco mil libras, por no legar sobrado gravamen á las generaciones venideras, equilibrándolo con el de las tallas sobre la coetánea. Siéntese en la vida social mallorquina de entonces y en sus agitaciones más ó menos latentes la ausencia de los prelados, la falta del benéfico calor pastoral que templara con suave influen- cia la acción harto dura del poder civil. En el siglo xv, todavía menos que en el anterior, residiendo apenas los obispos en la diócesis una tercera parte del tiempo, no tenían ocasión de des- plegar en los templos su esplendidez, en el clero su vigilancia, en las calamidades su largueza, en los trastornos su mediación pacificadora: solamente en conferir órdenes podía suplirles al- gún prelado titular de los que á la sazón abundaban, llamados de gracia generalmente. Desde 1499 hallábase en la corte el ilustrísimo Antonio de Rojas, empleado de vez en cuando en algún negocio por sus feligreses, é instado á regresar; trasla- dado empero á Granada, no fueron más dichosos con su suce- sor Diego de Ribera, que envió en 1509 á tomar posesión de la sede, y sin presentarse pasó al cabo de tres años á la de Segovia. Sin morador y sin reparos el palacio episcopal, más bien mancha que ornamento de la ciudad, se caía desmoro (i) Quizá la del actual archivo general histórico, pintada con escudos de Ñuño Sánchez fundador del citado hospital. Hizo las obras de albañilería el maes- tro Bernardo Armengol, á quien se dio de regalo una subvención de cinco duca- dos de oro venecianos. Ya en 1407 se había tratado de ampliar el edificio primiti- tivo, adquiriendo la contigua casa de los nobles Buadella -per fer sala e casa de consell e altres edificis, líí m\sm& acaso más tarde fué de los Vivot; pero si llegó á realizarse la incorporación, las obras no debieron de ser de importancia. ISLAS BALEARES 335 nado; y no se concibe cómo tratándose en 1511 de la venida del rey Católico, escribiese Ribera que en él se le preparara alojamiento. Por fortuna, aparte de las frecuentes competencias que suscitaba entre autoridades eclesiásticas y seglares el sos- tén del fuero respectivo, tenía el sentimiento religioso en las clases todas hondas raíces; y si por un lado frailes y monjas, nuevos y antiguos conventos, nunca solían acudir vanamente en sus obras y necesidades á la piedad de los jurados y del conse- jo, como vemos por aquellos años, mejoradas un tanto las co- sechas, de parte de mercenarios, agustinos, carmelitas, jeróni- mas, por otro se interesaban los gobernantes, tal vez con harta oficiosidad, en el buen orden y sosiego de las comunidades, en pro ó en contra de uno ú otro miembro, con recomendaciones ó denuncias á sus prelados del continente, atendiendo al fruto de las predicaciones, censurando así los escándalos de la relajación como la violencia de las reformas, y llevando con su discreción á tan buen término la fusión entre claustrales y observantes, después de las alternadas expulsiones y destierros que estreme- cieron en corto tiempo los muros de San Francisco, que en ade- lante no hubo sino franciscanos, y se remediaron con las exci- siones de la regla los quebrantos del edificio. Con gloriosos auspicios se inauguró el 1510. El 1° de Ene- ro hízose á la vela desde Ibiza la armada que iba sobre Bugía al mando de Pedro Navarro, y en 15 escribía ya el valiente conde á los jurados de Mallorca la toma de la ciudad sarracena, pi- diéndoles vituallas y trescientos hombres para trabajar en la fortificación, que le fueron mandados á la vuelta con harina, bizcochos y carnes por medio del ciudadano Bernardo de Juny, y hasta una campana para la nueva catedral (i), y hasta un (i) Era una de las dos que tenía el hospital de San Andrés y de consiguiente pequeña, entregada al ya titulado in partibus obispo de Bugía, D. Miguel Morro, mallorquín de Inca, ya de años atrás residente en Mallorca, á quien se la presta- ron los jurados, como el cabildo varios cálices y ornamentos. 33Ò ISLAS BALEARES trinitario, fray Antonio Muñoz, en quien la conquista había des- pertado la vocación de imitar con algo menor riesgo la predica- ción de Raimundo Lull en aquella bárbara tierra. La invita- ción empero del conquistador á que fueran á poblarla los mallorquines en número de mil, no creyó prudente aceptarla el consejo por la gran mengua de vecindario sufrida con tantos azotes; y aun obligó el general abatimiento á renunciar á las danzas que en la plaza de Cort y á las justas que en el Borne se preparaban para la próxima pascua, limitándose á las senci lias luminarias con que en Julio anterior se había celebrado la presa de Orán y se celebró después en Setiembre la de Trípoli, debidas todas al mismo adalid. Estos triunfos de Navarro y la obediencia que le rendían Argel, Túnez y Tremecén, aniquila- ran en vez de fomentar el comercio de la isla, que antes por privilegio de los pontífices se ejercía directamente con los ber- beríes de la costa sin traba alguna ni derechos del fisco, si no lo hubiese declarado franco el rey, como acababa de hacer en las cortes generales de Monzón con el de Cataluña, Más inme- diata y fatal consecuencia derivó de este hecho de armas para la ciudad; y fué, además de alguna nave cargada de soldadesca que con sus exacciones dilapidaba lo que prescribía reservar la escasez inminente, el contagio importado de Africa, cuando las circunstancias no permitían someter á cuarentena los buques atestados en el puerto, Emigró desde principios de Mayo la gente principal, y no quedaron dentro de los muros durante el verano sino los proletarios, cuyas subvenciones en pan y dinero no costaban menos que el cuidado de los enfermos y sospecho- sos repartidos entre Portopí, hospital de Santa Catalina y viña de mosén Cotoner, junto con el salario de facultativos, capellán, guardas y enterradores. Tan válida corría por el mes de Febrero de 1511 la fama de que, puesto en persona al frente de una decisiva expedición al Africa, visitaría de paso el augusto monarca su posesión des- conocida, que osaron preguntarle su intención los jurados; y ISLAS BAL. BARES 337 entretanto vacilaba el consejo entre el temor de una improvisa lleg'ada y el de cargar con inútiles y dispendiosos preparativos. Pareció mayor inconveniente el primero, con el deseo de dejar bien puestas á los ojos de la comitiva castellana la lealtad é hi- dalguía de los isleños, y llegaron á nombrarse mantenedores del torneo proyectado : hasta Junio no se desvaneció por com- pleto la esperanza, y la talla de seis mil libras destinada á eos- tear el solemne recibimiento se invirtió en las corrientes urgen- cias, una de ellas el coronaje de la reina Germana, acerca del cual había regateado largamente la universidad con el procura- dor real. Parte de lo recaudado se aplicó al hospital general y al de leprosos cuyo número crecía, á obras públicas principal- mente de fortificación, á la casa de artillería, á la reparación de las murallas, no sé si por ruinas nuevas ó por las ya denuncia- das desde muchos años; y por si no bastaba para advertir á las autoridades de cuán desprevenida de armas y defensa se halla- ba la ciudad el atrevimiento de tres naves infieles que aquel verano piratearon impunemente en la bahía, no* cesaba el rey de avisarles de la formidable flota de cuarenta galeras que ar- maba el gran Turco para recuperar á Túnez, y de las complica- ciones que pudieran traer en daño de la isla los renovados mo- vimientos de Italia. En ausencia del gobernador reunió su hermano en palacio á la nobleza, y en 3 de Marzo de 15 12 se presentó en el consejo exponiendo el peligro é indagando re- medios, cuando ló que faltaba eran recursos. Había recrudecido con saña el litigio del 1477 entre ciuda- danos y forenses sobre la rebaja por éstos solicitada en la ter- cera parte de la cuota total con que habían siempre contribuido, por haber bajado á menos de un tercio su riqueza; á lo cual reponían los otros que en proporción igual á la de las cargas había de disminuírseles la representación, y pedían la supresión del sindicato forense como eterno promovedor de trastornos y rebeliones, proponiendo suplirlo con la creación de un jurado á nombre de las villas para mejor compañerismo con la seisena 43 33^ ISLAS BALEARES que resumía los diversos estamentos de la capital. Diputó la ciudad á la corte dos notables, micer Juanote Gual y Nicolás Quint menor, dispuestos al parecer, como recomendaba eficaz- mente el soberano, á entrar en arreglo con los enviados paye- ses, nuestro ya conocido Santandreu (i) y Pablo Casasnovas de Inca: pero los jurados, nada equitativos por cierto, no reclama- ban sino cumplida victoria á todo trance, quejábanse del des- medido favor que siempre habían hallado sus adversarios en los jueces, y desconfiaban de Aymerich, de su amigo Calcena secre- tario del rey, y de este mismo, si á expresarlo se atrevieran, viéndole empeñado en que firmaran compromiso para dirimir tan obstinadas disidencias. Así tuvieron que hacerlo, y nombrar seis personas de varias clases para proceder á la estimación general de bienes, sobre que había de fundarse la avenencia, descargando mientras tanto su antigua animosidad contra el gobernador (2), á quien acusan, no sólo por parcial, sino por enfermo de la vista, como si llegara su dolencia á incapacitarle para regir. Los que en 1512 sucedieron, no mucho más afectos á Aymerich, sin embargo de entrar dándose el parabién de la pública tranquilidad, no menos que del favorable temporal de lluvias que se inauguraba, saludan con transporte la primera noticia de que trasladado aquel á baile general de Cataluña, viene á mandarles un aragonés, D. Miguel de Gurrea, de cuya sensatez y virtudes se cuentan grandes cosas, y dan gracias por tal nombramiento al rey y al canciller, y llueven felicitaciones sobre el nombrado; instándole á presentarse antes de partir su antecesor que deja ya vacante el palacio: piden al mismo tiem- po ser librados del regente micer Federico Gualbes catalán, y que le reemplace otro más adoctrinado y temeroso de Dios, que (1) Véase atrás año 150'^. (2) Volvía á ser jefe de la juraría en dicho año i =; i i el mismo Juan Miró que lo había sido en 1499, mostrándose acérrimo adversario de Aymerich; esta sin- guiar acusación es del 26 de Junio. ISLAS baleares 339 respete más las franquicias y codicie menos los salarios. Pasóse medio año en esta situación violenta, ausente con frecuencia Aymerich y sustituido por su hermano, en lucha con los jurados á quienes formó proceso por no sé qué palabras, cediendo hu- millado el puesto, aunque á trueque de otro mejor, al cabo de veinte años de singulares vicisitudes, al vitoreado aragonés (i), de cuya llegada en 22 de Setiembre se pretendía datar, y dató con efecto, una nueva era, aunque bien distinta de la que se es- peraba. Cúpole á la isla aquel verano cabalmente un beneficio del cielo desde tiempo inmemorial no recordado, un sobrante de cosecha muy por cima del consumo ordinario; y aunque en los años consecutivos volvió el déficit, fué con leves diferencias, y no en la espantosa proporción que solía absorber en el acopio de trigos atenciones y caudales. Pudo así tratarse con más desahogo en 1513 de plantear la nueva forma de contribuir entre la ciudad y los pueblos establecida por el real arbitra- miento de 9 de Febrero del anterior, sustituyendo á la propor- ción del dos y tercio lo que procediera del avalúo de inmuebles que se estaba practicando; pero no bastaron los más respeta- bles compromisarios para traer las partes á un arreglo sobre si había de fijarse en un cuarto ó en algo menos de un tercio lo que pagaran los forenses, deducidas las posesiones recién ad- quiridas por los ciudadanos. Transigióse el interminable pleito con una heredera é hija de la Pinós, encomendado desde largos años al celoso lulista Gaspar Calaf: al hospital se le dió nueva organización y ordenanzas en 12 de Diciembre de 1514 (2). (1) Los aragoneses estaban excluidos de gobernar en Mallorca por un privile- gio de Pedro IV dado en i8 de Diciembre de i 344, del cual sacóse copia oculta- mente antes de la llegada de Gurrea como título de incapacitación, de lo cual se enojaron los jurados grandemente, no sabiendo á quién atribuirlo: más tarde se apoyaron en dicha orden los agermanados para suspender al virrey. (2) Háblase en ellas ya de senyoras fent acalle per la, ciuta,t per la, vida, deis ■pobres, de un baciner por cada una de las seis parroquias, de un presbítero insti- tuido por mosén Jaime Juan Sa-fortesa per llegir las pasias (pasión de CristOi ISLAS BALEARËS Insistía el rey en proceder á una cabrevación completa de sus caballerías, feudos y alodios; y temerosa la universidad del rigor en la investigación y examen de títulos que se exigieran, cuidó de estipular en la corte por medio del distinguido canó- nigo Gregorio Genovard la forma de hacerlo al tenor de los capítulos que en Burgos se publicaron á 30 de Junio de 1515, ofreciendo un regalo de mil quinientos ducados de oro para compensar al patrimonio real sus quebrantos. Apurada por las vejaciones marítimas de los corsarios, no sólo infieles y turcos, sino también franceses, cuyos daños en breve período subieron á veinte mil libras, decidióse á fabricar una galera, en vista de la gran nave que, con honores de galera casi, se habían ani- mado á improvisar con sus humildes medios los pescadores, siendo por otra parte tan inferior el coste de ella cuanto supe- rior su utilidad é importancia á la de dos embarcaciones regu- lares. El soberano, que no cesaba de promover y recomendar tales armamentos, se proponía más, á saber, que en la some- tida tierra de Argel emprendiera Mallorca la erección y soste- nimiento de una fortaleza que resguardara los mares y acabara con la piratería: pero el caballero Nicolás de Quint, ejercitado en aquellas campañas y encargado de exponer el proyecto, hubo de confesar en pleno consejo, reunido contra su dictamen, que era ruinoso é impracticable para las extenuadas fuerzas del reino. Sin embargo, en la hora del peligro no faltaron al llama- miento los mallorquines. El temible Aroudj Barbaroja, no tanto como después su hermano, ocupó por sorpresa en el verano de 1515 uno de los dos castillos de Bugía y tenía el otro sitia- do,. mientras se hacía desde aquí á la vela en 15 de Agosto quizá en el sentido de preces piadosas) e recordar las cosas de l' anima ais malalts quant stan al pas de la mort, de una mujer nombrada mare dels infants y otra mare de las oradas ó locas. En 7 del propio mes y año aprobó el rey en León la incorporación de los productos y rentas de todos los hospitales unidos. Islas baLëarës una flota con gran número de caballeros y de hombres de todos estamentos hasta número de tres mil, equipados á expensas propias, con el virrey Gurrea al frente; cuya aparición de pronto dió aliento á los sitiados y suspendió las hostilidades del enemigo. Volvió éste al ataque con aumento de morisma, y prolongóse tres meses el cerco, habiendo logrado meterse dentro los auxiliares y desbaratar con sus salidas las trincheras de los turcos y enclavarles la artillería. Barbaroja abandonó su conquista, y regresaron, no todos, á la isla nuestros expedició- narios, dejando asegurado por entonces con su esfuerzo y su sangre sobre la costa berberisca aquel glorioso mojón de Es- paña, punto de partida para dilatarse sobre el continente afri- cano. Su mantenimiento y el de Argel, donde en la isla frontera á la población se llevó á efecto aquella fortaleza de cuya reali- zación desconfiaba Quint y de la cual fué en seguida capitán, costó á Mallorca increíbles privaciones y sacrificios, como que para abastecer de víveres ambos puntos vivían á veces los naturales de lo que d bestias apenas cuadra: armas y municiones y recursos se les habían agotado, expuestos á la venganza del que viniera á buscarles en su casa propia, hasta el punto de que á los incesantes clamores y demandas de la guarnición de Argel, que sometida á estrecha incomunicación y diarias escara- muzas, pedía hombres, espingardas, aceite y aun agua, no podía ya atender la madre patria conforme á sus entrañables senti- mientos. Retiróse el alcaide Quint de aquella lucha, insostenible cual ya predijo, en Octubre de 1516 con gran tropa de judíos, que caída Argel en poder de Barbaroja, hubieron de refugiarse á dicha fuerza del Peñón donde no les permitía detenerse la es- trechez, y para darles aquí temporal asilo, salvándoles del pe- ligro en que su adhesión á España les había puesto, hubo que solicitar dispensa del decreto referente á la general y perpetua expulsión de su raza (i). (i) La representación de los jurados al Deán de Lovaina micer Adriano se li- 342 ISLAS BALEARES Había fenecido sus gloriosos días Fernando el Católico^ coincidiendo su muerte en Enero de 1516 con la vuelta triunfal de los salvadores de Bugía, cuyo regocijo turbaron sinceramente los al retoño varonil pomposos funerales (i) tributados postrer de una dinastía de origen castellano, pero al fin española. En- tendióse Mallorca, no sin obstáculos y demoras por los nego- cios del orbe entero que ya en el centro de Castilla se acumu- laban, con el regente Cisneros, cuyo entusiasmo se procuraba lisonjear con los inmortales recuerdos de Lull, y más difícilmen- te todavía con el rey Carlos en Gante, adonde sin aguardar su indeterminada venida á España, envió para menor dispendio un portátil^ el notario Juan Crespí, tanto para rendirle vasallaje como para agenciar los intereses de la universidad. Parecía el preferente, según el empeño con que se agitaba, la querella iniciada ya desde 1512 con el regente Federico Gual- bes, cuyo proceso había venido á instruir por comisión real micer Francisco Ros, recibiendo testimonios á centenares, y aunque suspendido á la muerte del rey Católico, pasó luego por no sé qué razón de fuero al inquisidor fray Juan Navardú, quien con motivo del decidido favor que se creyó prestaba al acusador, aparte de otras quejas, participó luego de la general animadversión. Porque no era un partido ni una clase, sino el país en masa, como se hizo constar más de una vez, el que seguía la causa contra el prevaricador magistrado, que no temía insultar con su presencia y la de su familia el odio de los mallorquines. En Madrid, en Gante, ante el supremo real con- mita á pedir plazo para los íugitivos ínterin resuelven á donde dirigirse, hallán- dose á la entrada del invierno, com mj,jorment, añaden, stiguen foro, de la ciutat y apartats de la comunicació de las gents. De estos sucesos referentes al socorro de Bugía y de Argel por los mallorquines trae larga mención Zurita, de quien tomó de su relación Mut con extraña confusión, entendiendo de Mallorca y del castillo Bellver cuanto dice aquel de la isla y fortaleza puestas en frente de Argel, de donde y no de Bellver fué capitán mosén Quint. (i) Celebrarónsele en 28 de Febrero y costaron [84 libras, 24 más que los de su hijo. ISLAS BALEARES 343 sejo, debatiéronse personalmente estas contiendas entre el ani- moso Crespí y el detestado Gualbes, censurando aquél á éste la loca pretensión de volver á regir en discordia con todo un pueblo y sus autoridades, y recordando los mandos anteriores, con mala nota para los catalanes respecto de los valencianos y aragoneses, y con desfavorables referencias al de Aymérich (i). Había cobrado Gurrea fama de valiente en el socorro de Bugía, y cuán bien quisto era entonces por lo general hubo ocasión de conocerlo á principios de 1517, cuando en razón de los bandos que en Aragón traían sus vasallos con los de Urries barón de Ayerbe por cuestiones de aguas, cuyos resultados eran muy de temer para la quietud de aquel reino en ausencia del soberano, vínole orden reservada de mandarlos inmediatamente sosegar, ó de presentarse desde luego en la corte, despojado del go- bierno de Mallorca, á responder de su conducta. Obedeció leal y prontamente el magnate aragonés, haciendo cesar los feudales disturbios en sus estados; pero el joven procurador real Juan Burgués, que tenía la comisión ejecutiva, trocando ligeramente en disposiciones absolutas las que no eran sino condicionales, había hecho venir de Menorca al gobernador de ella Federico de Sant Climent, para encargarse del mando que no venía el caso de abandonar Gurrea; y pudo nacer un grave conflicto del inoportuno misterio, que se rasgó en plena sesión del 5 de (i) En carta fechada de Gante á 8 de Junio de i 5 17, refiere algo de este nota- ble coloquio el referido notario : que jamés^ dijo este, lo re^ne de Malorque havia processat sino á eyl; bé es ver son stats -processats dos altres catalans qui han pre- sidit en lo regne e destrohit aquell^ e que ptiys no convenen ab nosaltres noUs volem en nostra companyia^ e que aragonesos^ valencians ni altra nació no 's troba sian siats processats... E augmentantli la oradura., dix que los catalans nos havian con- quisiats e que los qui havian governat nos havian castigats. Jo respongui que deya veritat., que havia'n destrohit lo regne eyl y don Johan Aymerich, pero que los con- quistadors del regne som stats nosaltres mateixos qui romanguerem en Conviene aquell. sin embargo observar que no era constante esta antipatia de los isleños á los naturales del principado, y que las relaciones que entre unos y otros existían de origen y parentesco se estrechaban ó se ponían de punta la utilidad según ó la disposición del momento. Hasta 15 18 no logró Mallorca sacudirse de encima á Gualbes. 3-44 Marzo con la lectura de los pliegos y con gran alabanza del virrey (i), á quien se prodigaron toda suerte de homenajes. Nada presagiaba, por más prevención con que se observe, la próxima tempestad. No eran tan rigurosas, ya lo hemos visto, las carestías; la población iba en aumento por la gracia de Dios^ crecía en el puerto el movimiento de embarcaciones nacionales y extranjeras, y para reemplazar á la capitana de la armada real, maltratada junto á Alicante en refriega con los turcos, fué tomada en préstamo là nueva galera mallorquina. El orden parecía asegurado, no obstante alguna inquietud en los esclavos moros que á favor de tanta expedición á Berbería hallaban más facilidad de escaparse en lanchas, para cuya re- presión se acordó aplicar más á menudo los suplicios á los ca- becillas de los prófugos, indemnizando á sus dueños á escote de los restantes; las ejecuciones capitales por riñas y homi- cidios disminuían, y en las calles de la ciudad no aparece por entonces más alboroto que alguno por parte de los que se acogían al flamante fuero de la Inquisición, ni fuera de los muros otro atentado enorme sino el horrible asesinato en Sóller de Andrés Gamos, teniente de baile, por los hijos de Bartolomé Arbona y sus adictos, cuya extradición se reclamó á Me- norca (2). Tendía á mejorarse la administración con impedir la salida anual de veinte mil libras de pensiones que á Barcelona se pagaban por censos, transfiriéndolos á compradores del país: verdad es que más que al desahogo de la universidad se atendía al boato de la casa, acabada de recomponer como vimos, tra- (1) Así, de cada vez con más frecuencia desde mediados del siglo anterior, solían llamarse también los gobernadores empezando por Francisco de Eriil. , Entre los testimonios tributados con este motivo á Gurrea, es de notar el suscrito por los jefes de los gremios, que autoriza como mayordomo del de pelaires, sin firmarlo por no saber, el famoso Juan Crespí caudillo de la germania, extendién- dose en encomios del funcionario á quien luego depuso. (2) En carta de 28 de Enero de 1517 al gobernador de Menorca califican los jurados este caso de crirrien de lesa majestad, pidiéndole que remita al preso Sa Canals, pues si no son castigados condignamente los malhechores, no habrá se- guridad para el más preeminente funcionario. ISLAS BALEARES 345 tándose de colgar nada menos que de tapicería de Flandes, que representara la gloriosa conquista del rey Jaime, la sala baja de sesiones (i). Y si al soplo del renacimiento se desple- gaba el lujo, con las guerras europeas y de conquista se exten- dían los humos belicosos, y singularmente en Mallorca con las empresas de los últimos años y con el acopio incesante de ar- mas recomendado por el rey Católico. En las revistas generales de 1515 que precedieron al embarque para Bugía, organizá- ronse por estamentos los habitantes de la ciudad; en falange de 400 individuos, con título común de hombres de honor^ caba- lleros y ciudadanos con 150 caballos; en cincuentenas y dece- nas los notarios, los mercaderes, los gremios todos por sepa- rado cada uno, y los labradores del término por parroquias, sumando todos cerca de 2,400 hombres. Los alistados de las villas pasaron de 6,500 y los caballos de 250 (2), y entre esta fuerza total de cerca de 10,000 isleños, distribuyéronse espadas y lanzas y ballestas á millares, y corazas, rodelas y paveses en no menor número. Mallorca era un vasto campamento: coin- cidía con esta situación el plan que respecto de Castilla alimen- taba Cisneros sobre organización de permanentes milicias ciuda- dañas ; é ignorante acaso de la de este remoto dominio el pre- visor regente, y de todas maneras bien ajeno del resultado, preparábase en ambos países la desastrosa germania. (1) Propúsose en 9 de Enero de 15183! remitió el á general los consejo que asunto jurados. No hay memoria de que llegaran á dichos adquirirse ni aun á tapices. encargarse (2) En las de la montaña no figuran caballos, y aun entre las del igual llano no la es proporción, pues mientras no presenta Inca sino 6 cuenta y Manacor Felanig ninguno, 40 y Lluchmayor 5 i. 44 CAPITULO VI La germania en Mallorca 1521 á 1523 Barcelona por Abril de 1519 rindió Mallorca solemne- mente su primer homenaje á Carlos I por medio de dos de sus jurados, Pedro des Catlar y Juanote Berard, y de un síndico forense, encargados además de negociar los asuntos del reino, que nada ofrecían de extraordinario. Recelos de escuadras tur- cas abultados por el miedo; quejas de daños peores que los de los infieles que trataba de prevenir algún buque castellano de la real armada; rencillas con el nuevo regente micer Jaime Roca, catalán al parecer como Gualbes, que envidiando al fiscal Sa for- tesa la lugartenencia que el virrey al marcharse le había confia- do, trataba ya de crearse un partido : tales eran los temas pre- ferentes de la correspondencia entre los cuatro jurados que en el gobierno quedaban y los dos de comisión en la corte. Acordes andaban en esquivar que viniera flota en defensa de la isla, cual- quiera que fuese el poder otomano que la amenazara, sintiéndo- 348 ISLAS BALEARES se con fuerzas para rechazar hasta cincuenta naves infieles; que no eran defensores, decían, lo que á Mallorca faltaba, sino pól- vora y espingardas, de que se envió una considerable remesa. Hacíase punto de honra, no menos que cuestión de orden, el no traer de fuera una soldadesca indisciplinada que consumiese la sustancia del país ; y á micer Juanote Gual, que como jefe de la oposición y tal vez de los secuaces del regente Roca, gestiona- ba para que acudieran refuerzos con cuatro capitanes, se le acu- saba de rebajar el buen nombre de la patria. Unicamente para Andraig, abierta á las piraterías de los moros y saqueada aque- líos días, se pedía fuese amurallada ó fortalecida. Á la embajada de los dos jurados, que regresaron á fin de verano, reemplazó la del canónigo Genovard, que á la procu- ración especial de la causa de la Pinós añadió la de otras más políticas, y por su medio fué ofrecido al joven rey, recién elegido en Alemania emperador, el donativo de cinco mil ducados ú ocho mil libras, otorgado por el general consejo en cambio de ciertas mercedes determinables por los jurados. La primera en que se fijaron éstos fué la remoción del inepto Roca y su reemplazo en adelante por mallorquines; hasta tal punto traía cansado al país la petulancia de los regentes forasteros, no menos que de inquisidores extraños, sobre todo frailes, los abusos, los excesos y (si no exagera la pasión) los nefandos delitos en toda línea de fray Navardú, cuyo remedio no se esperaba de la comisión dada por el cardenal Adriano inquisidor general al prior de la Cartu- ja, harto amigo si no cómplice del acusado, para averiguar y castigar sus prevaricaciones. Si no era pues inculpable en sus funcionarios el Santo Oficio, no se dirá tampoco que el terror pusiese al abrigo de la general censura y de reclamaciones tre- mendas su invasora jurisdicción, sus irregulares procedimientos y los perturbadores privilegios de sus familiares. Y lo mismo sucedía con los ministros y recaudadores de la cruzada, los cua- les, si hubiéramos de atender á las quejas oficiales de cuarenta años seguidos, no eran sino bandadas de buitres que venían á ISLAS BALEARES 349 cebarse en el pueblo y más en la indefensa payesía, gentes sin superior y sin temor á Dios ni al rey, que «hasta se atreven, decían los jurados, á ponernos entredicho.» Recibieron de sus antecesores en legado los del 152Ó estas tenaces instancias, para cuya prosecución nombró el general consejo un síndico expresa- mente, el notario Pedro Mas, que corrió persiguiendo al césar con sus clamores contra el infamado Navardú hasta la costa de Galicia. Con tan violenta lucha y desapiadada fiscalización de autoridades no podía menos de sufrir el prestigio de ellas en ge- neral, como hoy con el desbordamiento de la prensa, y no se hicieron esperar los resultados. Gurrea, ausente hacía más de un año, triunfaba de sus personales enemigos micer Gual y micer Álber por sentencia dada en Valladolid (i); y para regresar á su gobierno, como se lo pedían sus adictos que parece formaban á la sazón la mayoría del país, sólo aguardaba el embarque del soberano. Aguardábanlo también para estallar en Castilla los alzamientos burgueses de Valladolid, de Toledo y de Salaman- ca, en Valencia los tumultos populares de los gremios, y hasta en Barcelona el antifeudal descontento de los payeses (2) : y Mallorca, no exenta de alarmas é inquietudes con estas noticias de que la tenían al corriente sus enviados, y defendiéndose con un riguroso cordón sanitario de la peste circunvecina, gozaba (1) De qué naturaleza fues,c el aludido proceso y en qué concepto tomara par- te en él micer Gual, no se averigua. En 19 de Febrero de 1 5 20 desmienten los jurados las pretensiones que se arrogaba Cual de representar ante la corte no sé qué brazos ó colegios, diciendo que no hay más conducto legítimo de la opinión pública ni más representantes del reino que los jurados, y que ellos deponen del merecido crédito y general aceptación de que goza en la isla Gurrea. Conservábala éste igualmente en la corte, según las voces que corrieron de que sería nombrado virrey de Cataluña, como pensó hacerlo ya el rey Católico. (2) Son poco conocidos los alborotos que empezaron en Barcelona el 8 de Mayo de i 520 con la entrada de doscientos hombres de Cambrils que clamaban justicia contra el duque de Cardona, á los cuales se unió el pueblo con atabales y banderas al grito de vtva el rey y vixiera el mal consejo, nombrando dos cap de Suayias de cada oficio, tomándose participación en los consejos y exigiendo cuen- tas á ciertos clavarios de responsabilidad. Con la prisión de algunos hombres, si ya no fué más bien con el incremento que tomó la peste y la consiguiente emigra- ción de vecindario, bajó á los pocos días la efervescencia. 350 ISLAS BALEARES aún de relativo sosiego, y atenta la ciudad á pacíficas mejoras, convertía en plaza nueva el antiguo osario de Santa Eulalia, reglamentando los • puestos de su más céntrico mercado. Pero no daban tregua los apuros. Aún no se había cobrado la mitad del donativo de los cinco mil ducados, y ya se reclama- ban desde Bruselas la coronación de la reina madre D.^ Juana y los maridajes de las hermanas del emperador, reinas de Portu- gal, de Dinamarca y de Hungría, es decir, un florín de oro por hogar en razón de la primera, y otro de pronto por el casamien- to de la mayor, cuotas que tasaba cada vez á su voluntad el soberano. Esperaron substraerse al nuevo gravamen los isleños, alegando antiguos y recientes servicios y extremas necesidades hijas de peculiares azotes y riesgos; pero mayores parecían al gobierno imperial las que le creaban sus vastas atenciones, y no hubo gracia. Empezaba el año 15 21, y con las cargas económi- cas no parecían por fortuna complicarse las pasiones políticas: tanta aversión á la mudanza de régimen dominaba, que la con- cedida por el rey en la elección de jurados, estableciéndola en la misma forma que la de los depositarios de la tabla, la había re- chazado el general consejo ; pedíase únicamente facultad para un reconocimiento radical de las urnas, que no había sufrido en mu- chos años sino individuales habilitaciones, á fin de que fuese cada uno insaculado en el oficio más congruo á su edad y á la índole de su persona. En los jurados que regían juntos ó se sucedían, apenas se advierten disidencias; y los entrantes, acordes con los pasados en su adhesión á Gurrea, se congratulaban en 9 de Ene- ro por la reciente vuelta del virrey, « que ahuyenta á los malhe- chores y administra recta justicia sin acepción de personas (i):» (i) «De modo que avuy^ añade la carta, stam ab gran repos y tranquilitat, y fos stat plasent á Deu que mes prest hagués tornat, per los mals, essent ell absent, se son perpetrats.y> Los jurades de dicho año, en que la revolución no introdujo ni causó mudanza, fueron Juanete de Puigdorfila doncel, Guillermo des Mas y Jaime Martí ciudadanos, Miguel Sunyer y Jorge Arquer mercaderes y Rafael Arnau man- tero. ISLAS BALEARES tan inseguro es el barómetro de la opinión y tan falibles sus indicaciones! Ya entonces, y un mes atrás desde primeros de Diciembre, si no exigimos á la tradición documentos, tenían reuniones secre- tas varios menestrales en una casa junto á San Nicolás (i): que estaban en comunicación con los de Valencia, los cuales llevaban más de un año ya de alzamiento y de propaganda, es más que probable según eran de sabidos aquí los hechos y de parecidos los agravios. Las causas de malestar y descontento no habían aumentado para los nuestros gran cosa: mayor representación en jurarías, en el general consejo, en embajadas, en la gestión de negocios políticos y económicos, no podía apetecerla el brazo artesano desde los primeros tiempos de la reconquista, ni se la adjudicó en el desvanecimiento de su triunfo; y en cuanto á las cargas públicas, cuyo progreso es naturalmente tan indefectible como cualquier otro, mayores calamidades y penurias y gabelas habían pesado en otras ocasiones sobre las clases populares, que sobrellevaban mejor las tallas á la sazón corrientes, con prefe- rencia á los derechos; y á la enorme masa de éstos conocida con el nombre de consignación, acostumbrados pudieran hallarse en más de un siglo, por poco que la hubiesen sentido aligerarse mediante la quitación de censos, á que debía aplicarse según ley, pagadas las pensiones anuales, el remanente producto de los impuestos. Se acababa empero de mandar que antes que á la quitación se atendiera á las anualidades atrasadas, á los intere- ses antes que á la extinción del capital, lo cual unido á adminis- traciones é insolvencias murmurables, como las ha habido y las habrá siempre, prestaría campo á declamaciones, á arbitrios, á resistencias, que así podían espontáneamente brotar en taller ó tienda, como remontar de los labios del plebeyo orador al con- (i) La de Crespí si se habla de la actual parroquia de San Nicolás, la de Colom si la referencia es al oratorio de San Nicolás el viejo demolido en 1833. Inclinóme « lo primero. 3$2 sejo del sagaz notario ó á la inspiración del ambicioso juriscon- sulto. Ejemplo y ánimos y facilidad de medios, más que incre- mento intrínseco de mal, produjeron en Mallorca el estallido: de algún díscolo leguleyo nació el lema jus est tn armis, y efectiva- mente, hasta que al derecho se le vinieron las armas á las manos, no se consideró tal. Informado exactamente del plan estaba Gurrea, y no se equi- vocó respecto de los caudillos, aunque no aparentasen importan- cia de tales, al mandar prender en 6 de Febrero al pelaire Juan Crespí, al zapatero Pedro Bagur, al espadero Guillermo Vich, á Pascual Rosselló bonetero, á Juanote y Francisco Colom herma- nos y boneteros también (i), y á Rafael Ripoll sombrerero; lo que equivocó fué el remedio de prenderlos, aunque en Barcelona había aprovechado. Sea que estuviese preparado ya el movi- miento, sea que lo precipitara la indignación, á las once de la ma- ñaña del 7, día de holganza como jueves de Carnaval, publicán- dose un bando en la plaza de Cort, á un grito de viva el rey y al levantarse de una espada (2) afluyó gente armada de todas partes, y por presto que acudieron el virrey y los jurados desde el Borne, encontraron allá un bosque de lanzas y un mar de ca- bezas. La libertad de los siete presos, que se suponía amenaza- dos en sus vidas, era el clamor unísono de la muchedumbre (1) Al afirmar en la memoria que sobre Juatiot Colom publiqué en 1871 que no constaba fuese uno de los siete presos, no había visto los apuntes de un cabreo viejo de Santo Domingo hechos por un coetáneo fray Llambías, en los cuales figu- ran entre aquéllos los dos Colom hermanos. De los antecedentes de ambos no encuentro sino uno muy curioso, y es que allá por el carnaval de i 5 i 3 se ensar- zaron en cierto baile con un joven doncel resultando heridas, y en prueba de que no fué intencionada la riña declara un tío del agraviado, el noble Gaspar Thomás, que sin duda no conocieron á su sobrino, pues á saber quién era, le habrían res- petado. Es un rasgo muy expresivo del carácter que se les atribuía, acorde con el común de las gentes de su clase, tan diverso del que revelaron bien pronto las obras. De Crespí se ha visto también cuan adicto á Gurrea se mostraba en 1517- (2) Del proceso de informaciones resulta que fué un Pedro Rosselló hermano del preso Pascual y de su mi.smo oficio el que dió esta seña, aunque le dispútala gloria el sastre Miguel Seguí que levantó espada y bandera ó con una pica punzó al virrey por la espalda. ISLAS BALEARES 353 dominando el toque de rebato, y embraveció á medida de la resistencia del lugarteniente real, que al cabo hubo de ceder á instancia de los jurados conocedores de la gravedad del peligró. Los mismos desmandados se encargaron de cumplir la orden, rompiendo las cadenas de sus jefes y de algún otro delincuente ordinario. Entraron luego, rotas las puertas, en el consistorio, llevándose escopetas, picas y paveses, con las cuales, tambor batiente y banderas desplegadas, pasearon todo el día por la ciudad: á los libros de cuentas ó del clavario pusieron guardas de vista, recelosos de que fueran sustraídos, y al día siguiente, estando en deliberación los jurados, volvieron en espantoso tro- pel clamando quien debe que pague; pero nada por entonces se averiguó que justificara sus sospechas. Convertida aquella tarde la sedición en legal demanda, sin cuidar de disfrazarla mucho, mediante el forzado perdón y aun consentimiento del virrey en una sala de su palacio, púsose Juan Crespí con el modesto nom- bre de instador al frente de los electos del pueblo, uno por cada oficio (i), á los cuales se mandaron franquear los documentos de la consignación y se autorizó para nombrar procurador y abogado (2). Cada día tuvo sin embargo su alboroto, el 9, el 10, el 13 miércoles de Ceniza, éste para arrancar al gobernador el (O Algunos trae el referido cabreo : Antonio Coll por los pelaires, Juan Quin- tana por los curtidores, Lucas Enrich por los sastres, Pedro Puig por los calcete- ros, Pedro Bagur por los zapateros, Lorenzo Massaguer por los tejedores de lana, Rafael Ripoll por los sombrereros, Juanote Colom por los boneteros, Juan Entens por los albañiles, Guillermo Vich por los espaderos, Juan Carbonell por los albar- deros, Juan Oliver por los boticarios, Juan Danús por los tenderos, el maestro Pedro Martí por los cirujanos. No deben confundirse los electos con los trece con- servadores, de los cuales pasaron luego algunos á formar parte. (2) Tras del nombramiento de los electos hecho al tercer día en el convento de San Francisco, que tomaron por cuartel general los amotinados, pone dicho noticiario que por abogado escogieron á micer Juanote Gual y por procurador al notario Jaime Romaguera, confirmándolos el virrey; no obstante, un man- dato aparece de éste con fecha de i 5 de Febrero encargando la defensa de ellos al table respe- micer Bartolomé de Veri y á micer Francisco Miliá y otro al notario Pedro Prats para que estipule las actas y deliberaciones del instador el 18 y electos, y hasta no constan los respectivos nombramientos de Gual y Romaguera, por haber declinado sin duda semejante encargo los anteriores. 45 354 ISLAS BA L E A R E S proceso formado á los siete, aunque al ofrecimiento de revocarlo respondían arrogantemente que estaba por demás la gracia donde no había delito. Digna al par que prudente fué aquellos días durante el año de su arduo cometido la conducta de los y jurados, evitando así la complicidad como las violencias de los revoltosos, aunque con éstos simpatizase naturalmente el del brazo menestral ; y al comunicar al emperador los primeros su- cesos con fecha del 14, elogian por su parte la diligencia y esfuerzo de Gurrea, « y más haría, añaden aludiendo al regente Roca, si tuviera mejor consejero» (i). Bajo pena de muerte se había prohibido á los patrones ha- cerse á la vela sin licencia del nuevo poder, y sin embargo llevó á Barcelona oculto aviso de cuanto pasaba con pliegos para la corte imperial el guarda de mar Jorge Botí, mientras para Va- lencia salían ostentosamente el 15 Juanote Colom y Rafael Ri- poli, con ociosa comitiva para tomar instrucciones de Sorolla y ponerse acordes con aquellos insurrectos acerca de la marcha de la revolución. Fácil es concebir con qué transporte sería allí acó- gido el inesperado refuerzo, y como no se escasearían consejos y exhortaciones. La vuelta de los comisionados no se retardó por lo mucho que urgía arreglar al modelo de la matriz la na- ciente sucursal ; y aunque no se sabe precisamente el día, debió ser hacia mediados de Marzo. Todos los expedicionarios sacaron de su viaje el partido adecuado á sus intereses ó tendencias: quien trajo alabardas y tambores; quien (sastrecillo había de ser) jubones de brocado falso y calzas entreteladas de lo mismo á fin de propagar á la vez, mediante el figurín, su parroquia y sus ideas; quien gérmenes de trastorno, meneando la cabeza y apostrofando así la bandera real ondulante en el castillo de Bellver: «¿siempre habéis de estaros ahí, la bandera.? voto átal, que no estaréis mucho tiempo!»; y algún otro explanando más el sentido: «á ver qué sabréis hacer, que los de Valencia han (i) Véase en los apéndices la expresada comunicación. ISLAS BALEARES 355 degollado en el castillo de Murviedro más de veinte caballeros y se han repartido sus haberes! á ver, á ver vosotros!» Y Colom, que á la cuenta durante su breve misión había observado y aprendido mucho y medido sus fuerzas, trajo de allá la impor- tancia y el arrojo que le constituyó muy en breve dictador de la germania de Mallorca. Por entonces nadie soñaba en disputar á Crespí la jefatura. Una circular expedida á nombre suyo, no con su firma, pues ya he dicho no sabía escribir, conmovió los municipios todos de la isla, surgiendo del voto popular en cada villa, á desgrado del virrey, un instador y unos electos, con los cuales, lo mismo que en la ciudad, estaban casi de sobra el baile y los jurados. Em- pezaron las mutuas visitas y ofrecimientos; y de cada pueblo, tomando Binisalem la delantera, fueron llegando comisiones, ó más bien grupos armados á pie y á caballo, con más ó menos orden y arreo, y recibíanlos á las puertas de la ciudad los me- nestrales con el instador en persona, y acompañábanlos al con- vento de franciscanos donde recibían hospedaje y mesa, aunque no viniesen con las manos vacías. El gusto tomado por los ciu- dadanos á las armas y sobre todo á las banderas, que cada gremio se dió á hacer de damasco ó tafetán de colores vivísimos con dibujos y figuras de oro y plata, se pegó á los payeses que no vieron el momento de mezclarse con ellos en formaciones y revistas, desfilando y caracoleando por calles y plazas; menos mal si no se llevaran á sus pueblos más que estas belicosas ins- trucciones. Harto más importaban las que principalmente habían sido llamados á recibir para acabar de una vez con el desorden administrativo, contra el cual desde casi dos siglos hacían causa común con los artesanos y venían clamando sin reposo los sin- dicos forenses. Crespí, aconsejado por otros, había puesto el dedo en la llaga de la consignación: llovían súplicas y protestas sobre los jurados, á cuyo abogado Juan Andreu, escamado por los malos tratamientos del segundo motín, no había forma de hacer volver á su puesto, al paso que dirigía hábilmente micer 356 ISLAS BALEARES Gual á los sublevados, á quienes se lo había dado por defensor su enemigo personal Gurrea, no sabemos si á pesar suyo, ó con la mira de que su noble alcurnia conjurara los excesos demagó- gicos, y hasta hubiera podido una maquiavélica venganza inspi- rarle el tal nombramiento, si alcanzara á prever los compromi- sos de semejante clientela. Proclamóse el advenimiento de la justicia; echáronse á volar con más ó menos exageración los es- cándalos de las administraciones pasadas; y se creó en el bajo pueblo un encono contra ciertas clases ó familias, capaz de arrastrarle á los mayores atentados. Sacrilego, aunque todavía incruento, fué el que ocurrió domingo lo de Marzo con el cadá- ver de Agustín Serralta, fallecido el año anterior, siendo jurado por el brazo de ciudadanos; y no sé qué causa de odio se ex- plotó ó qué calumnia se levantó á su memoria para ir en tropel á desenterrarle de la sepultura donde yacía en el templo de Santo Domingo, y llevarlo con gran algazara de muchachos á quemar en el antiguo cementerio de judíos fuera de la puerta de Santa Fe, presidiendo á la horrible profanación un crucifijo que tomaron de la iglesia de monjas Jerónimas, y al cual clamaban misericordia y pedían la ansiada lluvia con tan absurdo des- agravio. Era insostenible la actitud que había tomado Gurrea eneas- tillado en su palacio, enérgico en mandar, sin fuerzas para ha- cerse obedecer. Expedía órdenes á los bailes de las villas de no dar lugar al nombramiento y reunión de los delegados para el congreso en que había de tratarse de la reforrna del reino, y cada día entraban electos de todas partes: de aquí incesantes conflictos, y bien pronto resultara la guerra civil. Cundía voz de que á nombre del rey reclutaba gente por la isla algún caballero, y se cerraron las puertas menos dos, y dobláronse los guardas; divulgóse la comisión secreta de Botí, y por este delito más que por recelo del contagio, al regresar de Barcelona, se le incendió el buque en Portopí y se echó sobre él la furiosa muchedumbre, teniendo que acudir á ampararle el virrey en persona y tomarlo ISLAS BALEARES 357 á su servicio. Todo eran amonestaciones á que se retirara antes de ser echado, como llegó el caso el i6 de Marzo por la mañana, en que invadieron el consistorio más de cuatrocientos hombres capitaneados por el zapatero Bagur, cuyo intérprete se consti- tuyó el procurador del pueblo Romaguera, reclamando de los jurados la suspensión del virrey, y sin dejarles más tiempo que el de la comida para deliberar sobre tan grave exigencia, vol- vieron con mayor tumulto por la tarde. Envueltos aquellos en la desbordada corriente, llegaron con dificultad al real castillo, donde, acompañado del regente y de varios caballeros, aguar- daba Gurrea el estallido de la tempestad. Creyóla de pronto disipada con otorgar, por mediación de los jurados, la libertad de juntarse, negada hasta entonces á las villas; pero ya no pe- dían menos las turbas del patio que la inhabilitación de su se- ñoría, en virtud de una vieja franquicia que vedaba gobernar en Mallorca á todo aragonés ó habitante del Rosellón. El síndico popular la alegaba, pero de más arriba partía el tiro, sin duda del vengativo Gual, que acaso no había sido ajeno en 1512 á la copia sacada misteriosamente de aquel privilegio á la llegada de Gurrea (i). Nadie se atrevió á contradecir: los mismos jurados suplicaron al virrey que cediera á la exclusión legal por no decir á la intimación revolucionaria, y ya no se trató más que de sal- var las apariencias. El mando recayó, según ley, en el baile ge- neral, que lo era entonces mosén Pedro de Pachs, á la vez al- caide del castillo de Bellver, donde residía; y allí fué á conferir- selo el pueblo al otro día domingo, y le acompañó á la catedral á prestar el solemne juramento. Quedóse más de un mes en pa- lacio el depuesto aragonés, impotente y desairado ; y no sé si por seguridad se le aconsejó, ó por desconfianza se le impuso, ó (i) Véase la nota i.« de la pág. 33g. Dicha cédula, hasta allí observada siempre aunque poco conocida, la expidió Pedro IV, más que en beneficio de Mallorca, por la exclusiva confianza que en los catalanes tenía para mantenerla incorporada á su corona. 358 ISLAS BALEARES arbitró él mismo por terrior ó por decoro retirarse á Ibiza, por no abandonar el reino que S. M. le había confiado, obligándose, antes de embarcarse á fines de Abril, á satisfacer las deudas contraídas en la expedición de Bugía, siempre que se acreditara que del real erario las hubiese percibido. Importada notoriamente de Valencia, establecióse á la vuelta de los mensajeros la trecena ó consejo de doce con su jefe el instador, en reemplazo de los veinte y siete electos de los gremios, de los cuales pasaron al nuevo cargo Coll, Quintana, Vich y Bagur; agregáronseles por parte de la ciudad un Bartolomé Coll, pelaire como el otro, Miguel Obrador hornero, Perote Fiol y Cosme Molins boticarios ; las cuatro plazas restantes se dieron á Antonio Splugues de Artá, á Antonio Bestard de Binisalem, y á otros dos forenses. Puede ser que el título que se les daba de conservadores se relacionase un tanto con determinado color po- lítico, quizá aspiraban á representar un matiz más subido en y esta línea dos pelaires, Rafael Torrella y Jaime Ribas, que, ex- cluídos de la candidatura, intrigaron para formar otra nueva, dando lugar á un alboroto en día de jueves santo (28 de Marzo), del cual resultó que fueron presos y más adelante emigraron. Ejercían los trece autoridad, y prendían y libertaban; pero los que no podían llegar á la codiciada participación del poder, creyéndose quizá con más talentos y servicios que otro cual- quiera, contentábanse con desahogar sus pulmones en las juntas particulares de su respectivo gremio, ó en las asambleas pro- miscuas de oficios, aunque exclusivamente compuestas de me- nestrales en número ilimitado, que se tenían en San Francisco, aparte del grande y general consejo que seguía reuniéndose en la forma de siempre, bien que lo menos posible, y de hecho re- ducido casi al estamento popular. Muchos con más provecho andaban metidos en oficinas de secuestros ó composiciones, ó se acomodaban con cualquier suerte de empleos, ó se introducían en el banco de la quitación^ donde ingresaba el producto de los derechos consignados, á fin de aplicar á la redención de censos, ISLAS BALEARES 3S9 no el sobrante ó una cantidad determinada, sino el importe des- tinado á cubrir las ánnuas pensiones rezagadas, ya que no las corrientes. Erigíase en principio el absurdo de que con el cobro de intereses se extinguía dentro cierto plazo el capital, y que estaban pagados ya de sobra los acreedores con la renta tantos años percibida (i). Proclamóse la quitación á todo trance, sus- pendidas las demás atenciones; al boticario Juan Oliver se atri- buyó la gloria de la idea, y los entusiastas celebraron su inau- guración plantando laureles á las puertas de sus casas. Desde 7 de Marzo en que se empezó, hasta fin de Agosto, expidiéron- se descargos por veinticinco mil libras: en 23 de Mayo se decretó que los censalistas perdieran sus atrasos. Las tablas donde se hacían constar estas bajas de la deuda pública, eran paseadas por las calles al són de atabales y trompetas, precedidas de danzas y frenéticas ovaciones. Andaba en lenguas de todos la santa quitación, todos la predicaban; que procedía de Dios, de- cían, que era hereje quien la contradijera, que no podía echar raíces sin derramamiento de sangre, que por ella habían de dar el postrer suspiro. Fe en el ídolo había, pero se explica que tu- viera tantos sacerdotes, pues vivían de su culto. Contemporizaba el lugarteniente Pachs, sabiendo que con la bailía iba á expirar bien pronto su espinoso gobierno; y hubo de asumirlo con efecto en 18 de Mayo, víspera de Pentecostés, Juanote Uniz de Sant Johan al salir designado baile. Las extrac- clones para los oficios públicos que tocaba proveer aquel día, se hicieron con regularidad: pero en el sorteo de mayordomos de gremio que se practicaba la segunda fiesta y cuya habilita- ción pertenecía al regente, movióse un escándalo con objeto de que la representación de los albañiles pasase de un desafecto á (1) Mirau el tnascarat traydor! dtcidi una, mn]QV^ ¿no sabeu queja son quitats tots Los censáis? tant ha que 7s reben! Y un hortelano asentaba que tots los censáis, axï universals com particulars, serian quitats per si matexos, per quant los credi- tors censalistas havian de pendre á conta en paga de {a propietat totas las pensions gue havian rebid. 300 ISLAS BALEAR ES un entusiasta de la germania, y vió apuntada una lanza al pe- cho micer Roca, que enfermó del susto y salió de la ciudad, hasta parar en Ibiza al lado del virrey, reconciliándolos la común desgracia. Iban quedando solos los jurados, sin tener apenas con quien compartir los cuidados y peligros de tan crítica situa- ción, y menudeaban severas y aun acerbas cartas al obispo Ro- drigo Sánchez del Mercado, que en nueve años de llevar el título y gozar las rentas de tal, no había pisado la diócesis sino poco tiempo durante los primeros, dejando escasas huellas de su paso (i): deteníanle en Valencia sus malecillos y su reposo, pues aunque por allí corrían no menores trastornos, no afecta- ban ni comprometían tan directamente su persona. Á los cum- plidos un tanto irónicos, lo mismo que á las amenazas de acudir al pontífice, hacía pago el negligente pastor con buenas pala- bras y aplazamientos, que no sólo se alargaron hasta después de pacificada la isla, sino ¡cosa increíble! hasta su traslación en 1530; y mal podía suplir la bienhechora influencia del prela- do propio un mitrado sin jurisdicción, como el trinitario mallor- quín fray Pedro Pont titulado de Cluensa (2). Agravóse la res- ponsabilidad de los gobernantes con la cédula imperial datada en Worms de 30 de Marzo, anunciando ejemplar castigo de los (1) Tomada posesión del obispado por medio del magnífico Juanote Gual en Abril de i 5 i 2, estaba aquí el siguiente año, y no se sabe si fué continua ó inte- rrumpida, corta ó larga su permanencia, pues en Junio de i "í 19 se hallaba otra vez ausente, y no se sabe que volviera ya, á pesar de haber retenido hasta i 530 esta silla. Es cuanto logró averiguar del obispo Sáñchez Mercado el P. Villanueva, que no estuvo afortunado en este período. Tenía aquí D. Rodrigo en i 52 i de pro- curador de la mitra un hermano llamado Sancho. Sosegadas las germanías pasó á Alfaro, desde donde escribe en 1524. Anciano no debía de ser, pues de 1330 á 48 episcopó en Ávila. Apasionado de Cisneros, fundó en Oñate su patria un co- legio-universidad. (2) Hallábase aquí desde antes de i 5 19, se ignora con qué motivo, y por au- sencia del sabio canónigo Arnaldo de Albertí hizo luego las veces de inquisidor. Más á menudo que por su título, de no conocida correspondencia, se le nombra por el genérico de Gracia, que se ha pretendido interpretar por propio de locali- dad, refiriéndolo al de Grasse, obispado francés rayano de Italia cerca de Niza, y perdiéndose en conjeturas los autores del tomo LI de la España Sagrada por no haber tenido presente que algunas veces son llamados en general obispos de gra- cía los titulares, sin especificar las iglesias representadas. ISLAS BALEARES desmanes y movimientos populares, y exhortando á los fieles á proceder en todo acordes con el lugarteniente general, que en carta de 31 de Mayo desde Ibiza recomendaba la pronta y com- pleta sumisión, no sin recordar lo que en Castilla acababa de seguirse, y lo que en Valencia se esperaba. La irritación del pueblo no tuvo límites, al divulgarse en los primeros días de Junio el contenido de las cartas: los más avisados, por no incu- rrir en sublevación abierta, las daban por apócrifas y dirigían contra determinadas personas, dándolos por forjadores de ellas, el ciego furor de la crédula muchedumbre; otros echaban la cul- pa á Gurrea, que interpuesto entre los subditos y el soberano ignorante de todo, falseaba noticias y órdenes á su sabor; los más descabezados, sin curarse de si eran ó no auténticas, voci- feraban á lo salvaje que el rey no era sino un hombre y Mallorca algo más que aldea, que habría de venir en persona á conquis- tarla, que de otros reyes habían ya dado cuenta los mallorqui- nes, y retos por el estilo. En las villas donde se mandaron notarios á presentar estos edictos, no tuvieron mucho mejor acogida, y en Manacor el comisionado no evitó la muerte sino con la fuga. Desde entonces se declaró con más viveza la división de ánimos y se deslindaron los campamentos : los rebeldes, obliga- dos á soltar la máscara, se endurecieron en su rebeldía ; los leales, cobrando certidumbre y aliento, se afirmaron en su leal- tad: la neutralidad se hizo imposible. Por piedra de toque para discernir de partidos tomóse la quitación^ la inocente y aun plausible quitación, que recta y legalmente establecida debiera redimir de su opresión la universidad, y que por los desórdenes y violencias y despojos á que daba margen, oían sus adoradores con escándalo calificar de diabòlica y abominable á miles de tiz- nados (i), cuyas viviendas se marcaban con tizne para indicar (i) Así es de traducir la palabra mascarais derivada de mascara ó tizne, y no enmascarados^ que procede de bien distinta idea. El mote vino de Valencia. 46 362 ISLAS BALEARES SU resistencia á pagar las cuotas exigidas. Pronto el mote se generalizó á los caballeros ú hombres de bienes (i), que forma- ban gran parte de los censalistas de la consignación y á cuyas administraciones se imputaban los crecientes gravámenes, á res- petables eclesiásticos y procuradores de comunidades interesa- dos como perceptores en los aludidos censos, á acaudalados mercaderes enriquecidos bien ó mal en acopios de trigo, á juris- peritos de impopulares antecedentes ó esquivos en dar arries- gados consejos, á notarios ó curiales tildados de amañadoresde enredos ó encariñados con añejos abusos. Los más no aguarda- ron á que el insulto se convirtiese en proscripción y la proscrip- ción en matanza: retiráronse unos á sus haciendas, otros se me- tieron en sus iglesias ó en sus casas, muchos por más recelosos ó amenazados pusieron la mar de por medio, emigrando á Me- norca, á Ibiza, á Barcelona. No iban empero tan compactas en ideas é intereses las clases, que siguieran unánimes un mismo bando y que en todas no existiesen divergencias: más de un no- ble ó ciudadano se prestaba á admitir cargos y oficios de la re- volución por buena intención de amansarla ó por temor de mal- quistarse con ella, cuando no por afán de figurar ó de saldar atrasadas cuentas; más de un letrado tiraba adelante por celo del bien público según decía, ó por complicidad según sus ému- los; más de un procurador sin clientela se arrogaba la del pue- blo para ahuyentar á sus compañeros y apoderarse del botín. Entre los artesanos, por otra parte, en cada oficio, había hom- bres denodados que resistían á la desbordada corriente, voces animosas que protestaban de su fidelidad, arrostrando la indig- nación de los que les acusaban de vender insensatamente su propia causa. Qué más! en el seno de la familia, en el hogar doméstico reñían, embestíanse, se delataban, hermanos con her- manos, hijos con padres, padres con hijos, las mujeres azuzaban á éstos y á sus esposos, sobreponíase á la voz de la sangre el (i) Es la verdadera traducción de homes de be. ISLAS BALEARES 363 odio de partido. La moderación y la prudencia eran desconocí- das, á no ser en el clero, donde no vemos surgir en éste, como en otros alzamientos, ni democráticos tribunos ni fuertes pro- pugnáculos del trono; sino discretos y piadosos mediadores que con caridad igual hacia todos reservaban para extremos trances su influencia. La efervescencia política fué subiendo con el calor estacio- nal. En cada esquina se hacía corro un orador con ademanes y tono de fraile, inflamando la pasión y excitando al desorden; al- temaban las blasfemias con fanáticos desvarios, corrían coplas de circunstancias, comentábanse misteriosas profecías de tras- tornos y matanzas (i), presentíase inmediata una era en que había de desaparecer del mundo la nobleza para señorearlo todo los menestrales. Ya se antojaban paliativos todo lo que no fuese un degüello general y un repartimiento de bienes (2). Las armas, cada día revistadas en alardes, y á menudo ejercitadas en el Borne caballerescamente en juegos de sortija, no podían (1) La más lamosa entre las profecías era la del conocido fray Anselmo de Turmeda, que llamaban de la tresca y la verdesca por unos versos que dicen; So- bre la torre—en la verdesca—será la tresca—de la batalla. Aplicábanse á los tumul- tos contemporáneos de la isla los vagos y grandiosos rasgos por el errante fran- ciscano referidos al gran cisma de Occidente y á las conmociones de fines europeas del siglo xiv y principios del xv: fijábanse principalmente en aquellos: cové se spanda—al puig de Randa—la sanch beneyta—per la maleyta—furor del poble; y mezclando recuerdos de la derrota de Jaime III en Lluchmajor con no sé dida qué pér- anunciada de un rico-hombre aragonés, se aventuraban á pronosticar á Gu- rrea un desastre: en celia ierra—pe 7 poch linatje—lo gran paratje—rebrá ofensa. Otras enérgicas frases añadían por el estilo: toca n' Aloy sobre la sanch delspeca^ dors, y que havian de venir mollas velas, y que la costa de la Seu havia de correr de sanch, y que las donas de bé s' havian de embarcar y metre's en aigua fins d las mamellas, procedentes acaso de otras profecías como la de Santa Brígida y deBer- nardo de Mogoda, que tal cual hoy existe es más bien de aquel tiempo que del si- glo xni según se supone. Habían llegado aquí también los rumores del rey Encu- bert de Valencia. Coplas empero no se han hallado hasta aquí ninguna de las que se sabe leían y vendían por la ciudad el sombrerero Rafael Crespí ó el Dionisio jabonero Silvestre. (2) Una nit assegut ab altres á la siquia de Sant Miquel, cuenta de cierto teje- dor de lana un testigo, deya: uvuy mal, demá mal, ¿ no valdria mes degollar ho tot tostinas y que 'ns partissem los bens ? pero jo 'n voldria ma part qtie no anassen d germd major. 364 ISLAS BALEARES estar por mucho tiempo reducidas á vano lucimiento en manos nunca las soltaban y cuyos furores y apetitos se brindaban que á secundar. El orden estaba á merced de una reyerta, de una corrida, de un grito: una chispa sobraba para inflamar los com- bustibles acumulados. Díjose que se conspiraba en el castillo de Bellver, y que con algunos caballeros allí acogidos por el alcai- de Pachs habían penetrado ciertos malhechores ó bandidos con objeto de formar contra el movimiento un núcleo de resistencia: esto bastó para intimar al ex-lugarteniente que fuesen entrega- dos. Negóse el pundonoroso castellano, y no tardó en ver tu- multuosos grupos trepar por el cerro en actitud bien diversa de la de cuatro meses atrás, cuando iban á rogarle con el mando. Guiábalos el bonetero Pascual Rosselló, uno de los siete capa- taces, y hasta las mujeres tiraban de las bombardas, que em- pezaron á disparar certeramente contra los muros circulares, y no fué menester apelar á la tortuga que alguno proyectaba arri- mar: no se prestaba al asalto la fortaleza, y heridas y aun muer- tes costó á los sitiadores el intentarlo; pero ardieron las puertas, y derramándose por el recinto ensañóse la sedienta turba con aquellos pocos defensores. Cayó Pedro de Pachs, y envanecióse más de miserable de haber sido su matador; á Nicolás su un hermano, entonces almotacén, inmoló un malvado zapatero; murieron Mateo Net, Pedro Spanyol Çavila con su hijo, un li- berto de éste llamado Juan Peix en cuyo cadáver se probaba la punta de los aceros, y varios escuderos y siervos, que era toda la banda negra reclutada por los infelices refugiados. Algunos furiosos empapaban en sangre sus pañuelos; los más se entre- garon al saqueo, robando víveres y ropas de que iban una y otra vez cargados á la ciudad, ó descubriendo escondrijos donde habían guardado aquellos sus alhajas y caudales, con que en breve tiempo se hicieron ricos y engalanaron á sus mujeres. Quedóse de alcaide como por derecho de conquista el Pascual Rosselló con algunos guardas á nombre del pueblo, que como se^ ñor de la tierra, decían, había de serlo también de las fortalezas. ISLAS BALEARES Al anochecer de aquel sangriento día, 29 de Julio, el popu- lacho ebrio, sudoroso, sin poder más con el botín, tropezó en las calles con una procesión de fieles ordenada por virtuosos sacerdotes, tales como el capiscol, el canónigo Abrines y el fraile que llamaban de Alcudia fray Antonio de Ávila, fundador del eremitorio de la Victoria más adelante, implorando miseri- cordia más de Dios que de los hombres; rempujáronla brutal- mente los expedicionarios y la disolvieron con roncos gritos de que no era tiempo de misericordia. Alguno murió del sofocón: de pesar y de vergüenza debía haber muerto entonces el instador Crespí, como en caso análogo el valenciano Juan Lorenzo, mos- trando que si bien imprevisor era honrado, y que no le costaban menos que la vida los atentados que ya no podía refrenar, me- jor que consentirlos sin lograr con esto salvarla. No consta me- dida alguna de represión, ni aun de parte de los jurados; antes al contrario requieren éstos en 3 de Agosto al procurador real Francisco Burgués á desocupar el castillo de Santueri, único de los tres roqueros de la isla que se mantenía por el rey, y á pre- sentarse desde luego á calmar los recelos de que se forme allí algún concierto contra la germania, antes de que acudan á ba- tirio la ciudad y las villas en masa con estrago parecido al de Bellver. No hizo caso el noble alcaide, y el castillo enclavado en término de Felanig se mantuvo bajo fiel custodia, no tan es- trechamente bloqueado que no se proveyera de víveres y muni- cienes durante muchos meses (i), hasta que acordaron los re- voltosos ciudadanos con los del vecino pueblo poner á prueba la robustez de aquellos muros. Si mayores empresas no acometieron las huestes gremiales, no fué por falta de organización ni de ejercicio. Cada decena tenía su cabo, y cada diez formaban cincuentena al mando de (i) Curiosas notas transcribe el paborde Jaume del gasto diario presbítero que traía el Pedro Isern para la guarnición de bres Santueri, compuesta de once hom- y tres sirvientas, cuya totalidad, inclusos salarios, obras bajó de y pertrechos, no 1268 libras. 366 ISLAS BALEARES otro superior que en adhesión había de ser á toda prueba: las compañías, oficios y por parroquias, seguían á su alférez por y á su capitán, que en la defensa de las puertas y torres de los muros tenía asignado su sitio, y á cuyas órdenes se pusieron más tarde para mayor seguridad los contingentes de las villas, ora acudiesen estos á la ciudad, ora fuesen allá dichos jefes á levantarlos y aguerridos. Dolíanse los sublevados de hallarse reducidos á la menestralía, sin apoyo de los colegios de nota- rios y mercaderes, principales elementos de la clase media, que reglamentados lo mismo que los gremios desde el armamento de 1515, dejaron después de la insurrección de parecer en las revistas, y aun obtuvieron mandato de que nadie con ellos se entrometiera: y un día, no se sabe con qué ocasión, reunidos en gran número dentro de la magnífica Lonja los de ambas profe- siones, se alborotaron las oleadas de la muchedumbre al rede- dor del monumento, no secular todavía, para obligarles á salir con banderas y tambores de su retraída conducta. Descargaban las hachas sobre las rejas de portales y ventanas, y algunos barrotes hicieron saltar, faltando poco para emprender allí á escopetazos una cacería sobre los acorralados junteros, derri- bado ya cadáver Pero te Armengol y heridos otros. Gracias á que conjuró una general matanza la aparición del lugarteniente Sant-Johan y del vice-regente Berenguer Sbert, á quien como bueno y virtuoso había indicado micer Roca por suplente al ausentarse, si no fué más bien la del consabido abogado del pue- blo, el cual penetrando en el edificio al lado del segundo, mientras en la plaza el primero no bastaba á contener el tropel armado, logró hacer oir sensatos consejos á sus difíciles clientes, que para apaciguarse exigían recoger las armas á entrambas clases sospechosas. Quebrantado con el esfuerzo debió de conocer micer Gual su prestigio, ó serios y próximos peligros entrever, pues en 30 del mismo Agosto acude á descargarse de la forzosa comisión que le impuso el virrey Gurrea de aconsejar y defen- der al instador y electos populares, y que con firmeza y lealtad ISLAS BALEARES 367 dice haber venido cumpliendo, no permitiéndole ya continuar los excesos que sin consultarle y aun á pesar suyo cada día se cometen, y obligándole á marcharse por vía de protesta. Nié- gase el lugarteniente por consejo de Sbert á admitirle la renun- cia, ya ofrecida durante la regencia de Roca, considerándola funesta al sosiego público y al servicio de S. M. que mantiene tan á riesgo de su vida el animoso consejero. Apresurábanse los sucesos. Seis días más tarde, á 5 de Se- tiembre, reunida la trecena, escuchaba el postrer consejo de micer Juanote, que se dejasen de fantasías de comparecer en la corte por procurador, sino que fuesen en persona, ya que tan benignamente eran llamados, como trataba de hacerlo él mismo, á dar cuenta de sí ante el cardenal Adriano ó el condestable de Castilla ó D. Miguel de Gurrea ó quien quiera fuese el encar- gado de recibir sus homenajes, mostrando no haberse apartado, * á pesar de sus pasajeras conmociones, de la obediencia al sobe- rano; y este consejo, que equivalía á la abdicación y someti- miento absoluto, llegaron á aceptarlo, no sólo Juan Crespí, sino Bartolomé Coll, Jorge Moranta, Juan Carbonell albardero, Pe- dro Cardils de Buñola, el mismísimo Juanote Colom, trecenero ya como los anteriores. El asombro, la violencia, la desespera- ción de las masas, luego de divulgado el acuerdo, y más al si- guiente día después que la noche dió lugar á soliviantarlas, son más de concebir que de pintar faltando los detalles: cundió el grito que el instador y el pérfido abogado trataban de vender el pueblo, y ni al uno ni al otro hubiera sido muy seguro dejar- se ver por la calle. De micer Gual, que el día 7 insistía aún en dimitir á fin de poder acudir al real llamamiento, consta haberse contentado con la licencia que se le otorgó para embarcarse, abandonando la clientela de que no se le quiso exonerar: del infortunado Crespí no se sabe si continuó todavía por algún tiempo en el ejercicio de su vacilante autoridad, por qué grados la fué perdiendo ó por qué brusca crisis fué arrojado de ella, y cómo se la hizo suya por preparado manejo ó por temerario 368 ISLAS BALEARES arranque el audaz bonetero, conforme de pronto al parecer en el desarme disolución de la germania, y luego saltando y por encima de su impopular compañero para recoger la bandera que se le escapaba de la mano. Atravesamos un período de cuarenta días ó poco más, hasta entrada la segunda mitad de Octubre, oscuro por falta de actos oficiales documentos, pero fecundo seguramente en hechos y y peripecias, durante el cual se obró el tránsito que tienen las re- voluciones todas de su primera á su segunda parte, de las teo- rías á la práctica, de la siembra á la cosecha, de las reformas pacíficas á las medidas de terror. Crespí fué preso, ignorándose si á este su conato paso precedió su destitución ó su renuncia, de fuga ó su ocultación, y de igual suerte participaron algunos camaradas suyos de oficio ó de trecena. «Á él le pasaron al castillo real, donde oprimido de grillos y cadenas estuvo mu- chos días, hasta que llegó el último en que alevosa, aunque no indebidamente, le degollaron sus mismos parciales los Co- loms (i).» Francisco, el sanguinario hermano de Juanote, fué quien penetró en la torre del Ángel para inmolarle; ayudóle el curtidor Antonio Binimelis. El día, no recuerdo por dónde, se me antoja que hubo de ser el i6 de Octubre: la fantasía queda por desgracia en libertad de trazar las circunstancias de la es- cena. Asesinato ó ejecución, no se sabe que la acompañasen otras: aquel moderador y si se quiere honrado grupo, el trece- nero Miguel Obrador, los pelaires Pedro Font, Antonio Juan y Bartolomé Osona, Antonio Amer hijastro ó yerno de Crespí y el amigo íntimo de éste, el maestro Steva, ambos plateros, des- (i) Es singular que á un escritor forastero, al cronista Sayas en sus anales de Aragón, debamos acerca de este importantísimo hecho más luz que á ninguna de nuestras historias, noticiarios ó documentos. He reunido no obstante suficientes datos para poderlo aseverar, ya que no para referirlo cómo fué, quedando indis- cutiblemente sentado que Crespí sucumbió víctima de Colom, y que en las res- pectivas apoteosis que les dedicaron nuestros modernos partidos locales, troca- ron los frenos lastimosamente. ISLAS BALEARES 369 aparecieron temblando para escapar de riesgos no menores que los que corrían los leales de siempre. En 25 de Octubre aparece ya como instador nuevamente creado por todo el pueblo mosén Juanote Colom, rodeado en el vasto refectorio franciscano de los electos y cabezas de gremios (no se habla ya de trecena) y de los de la parte forense, man- dando proceder desde luego á una derrama general entre los habitantes de la isla, cuyo producto cada lunes debían centrali- zar en la ciudad los clavarios de las villas, ínterin se arreglaban las cuotas á la estimación de bienes pendiente á las horas. Ha- liábanse suprimidos desde 12 de aquel mes los derechos esta- blecidos sobre vino, carne, sal y ante todo sobre la molienda, habiéndose roto con grande algazara las medidas, y salido á pregonar la buena nueva por los pueblos el mismo Colom en persona seguido de oficiosa cabalgata; y no podía quedar des- atendida y sin recursos la santa quitación, mayormente cuando se trataba de efectuarla, no ya por grados y con el residuo de los censos, sino de golpe y de raíz mediante la devolución de las cantidades oneradas. Adhiriéronse con transporte á la idea las villas todas, menos Alcudia, cabalmente la única por conti- gua al mar fortificada, cuya excepcional actitud mal se com- prendiera, y más teniendo en cuenta el carácter y antecedentes de sus vecinos que en los disturbios de 1450 y 1463 habían tomado bien señalada parte, á no hallarse entonces enseñorea- dos de sus voluntades como de sus murallas los caballeros, que allí afluían acosados por todas partes y hasta inseguros en el retiro de sus quintas. Esparcióse voz de que la población disi- dente hacía gala de subastar los impuestos abolidos, y tapiaba sus portales apercibiéndose á la resistencia; y en el momento se le cerraron por tierra los pasos, y por mar las comunicaciones con Menorca, y á los refugiados toda esperanza de socorro ó de reunión con la familia: hombres apostados en la torre de Vernissa ó salidos de Pollensa prendían sin distinción de sexo ni clase al viajero que allá se dirigiera. Grande al par de la sor- 47 370 ISLAS BALEARES presa fué en la ciudad la cólera de los agermanades; y el nuevo procurador del pueblo Jerónimo Ferrer, que desde este mo- mento eclipsa á Romaguera, reclamó inmediato remedio contra los rebeldes temerarios, acusando sin rebozo de connivencia con ellos la lenidad del lugarteniente, y en la puerta de San Antonio se dispusieron á marchar las bombardas: pero dejóse antes tentar la vía de la negociación al jurado menestral Rafael Arnau, quien presentándose con tres electos (i) á las puertas de Alcudia el de Noviembre, obtuvo al otro día cortés 4 pero sentida tenían de respuesta de que ningún interés ni propósito estorbar la quitación, en cuanto no hubieran de apartarse de la obediencia y fidelidad á su rey y señor en cuyo servicio protes- taban morir, cordón y que no pedían sino que se retirase aquel con el cual se les ahogaba más inhumanamente que pudiera ha- cerlo Barbarroja. Replicó el jurado que no se extendían á tanto sus poderes, y á instancia del implacable Ferrer vino otra orden de que so péna de mil libras evacuasen dentro de tres días la plaza los hombres así de honor como de otros estamentos, que la habían tomado por asilo; á lo cual, aparte de la contestación personal de micer Pedro Juan Sa-fortesa «que llamamiento tenía del emperador, al cual solamente la salud le había impedido acudir aún, sin reconocer en nadie facultad de estorbárselo,» repuso en cuanto á los restantes el hidalgo municipio que no le permitían entregarlos las sagradas leyes de la hospitalidad ni el fraternal amor de paisanos y súbditos comunes, por cuya sal- vación tenía deber de mirar todo legítimo representante de S. M., en lugar de abandonarlos al ciego furor de sus enemigos. Seis mil hombres á pie y á caballo, entre ciudadanos y de varios pueblos, amenazaban convertir en día de estrago para Alcudia la fiesta de San Martín, venerado en legendaria cueva dentro de su término ; y para asestar á los adarves cuatro sa- ó (i) Eran éstos el ex-trecenero Bartolomé Coll pelaire, Pedro Prexana jefe mayordomo de los cortantes y Guillermo Seguer de los cinteros. ISLAS BALEARES eres, una culebrina y una gran bombarda que consigo traían, sólo faltaba la intimación definitiva de mosén Pedro Juan Albertí y micer Antonio de Veri, sustituto aquél del lugarteniente y del regente el segundo, los cuales, si bien en unión con mosén Gui- llermo des Mas jurado ciudadano y con los canónigos Gual (Miguel) y Salom tomaban el carácter de medianeros, mandaron al baile y jurados de la villa con tono de autoridades, en la con- ferencia tenida fuera del portal de Mallorca^ firmar la quitación, echar á sus huéspedes y admitir guarnición de doscientos ager- manados. Rechazadas no sin desdén las dos últimas condiciones, rompieron el día 12 las hostilidades, talando campos, derribando cercas, incendiando seis molinos de viento, pasando á degüello reses mayores y menores, y disparando hasta de noche la arti- Hería. Por no autorizar con su presencia tamaños excesos, alejá- ronse del sitio los gobernantes, expidiendo órdenes desde Inca á uno y otro bando para suspender la lucha, ínterin pronunciaba el fallo mosén Albertí, que fué el 14, en términos que, si bien especiosos en cuanto á las razones que alegaba para disponer la vuelta de los refugiados á la ciudad, y abundantes en promesas de indemnidad más que en sólidas garantías, daban sobrado por el gusto á los sublevados tocante á la entrega de las llaves y al pago de las costas que á los alcudianos se exigía. « Setecientos ó más hombres nos sobran, dijeron éstos, para guardar la villa por nuestro soberano, de quien ó del capitán por él nombrado, como de plaza de guerra, son las llaves que reclama su señoría, y puede excusarse de meternos esos doscientos escogidos defen- sores que en vez de custodia servirían para sangrienta división y ruina.» Protestaron de nulidad contra la inicua sentencia, y sin llegar ya el caso de que vinieran de Llucmajor los diez y seis prohombres elegidos en consejo de la misma para ver de procu- rar entre las dos partes algún medio de avenencia, agradeciendo la sana intención de ésta y cualquier otra tentativa, todo lo es- peraron en adelante de su aliento y su constancia. Buena sazón ésta en verdad para restablecer en Mallorca el 372 ISLAS BALEARES orden, como á la débil sombra de gobierno acá subsistente per- suadían é instaban desde Valencia aún no bien reducida su virrey D. Diego Hurtado de Mendoza, y desde Ibiza el destituido Gu- rrea. Aquél en carta á los jurados fecha en Murviedro á 13 de Octubre, éste en otra del 20 al lugarteniente Uniz de Sant-Jo- han, manifiestan estar prevenido ya el ejército encargado de apaciguar la isla, y para evitar deplorables conflictos exhortan á procurar que se le anticipe el desarme y sumisión voluntaria, no sin acudir, inculca el segundo, á la intervención de los ecle- siásticos y á piadosas rogativas en los templos. Ambos escriben por informes y al parecer á ruego de micer Gual, quien estuvo con ellos sucesivamente, y se ofreció á ser portador de las car- tas, tan deseoso andaba de ponerse bien, no solamente con el monarca, sino con su propio adversario aunque momentáneamen- te caído ; y con efecto las entregó, si bien se guardaría tanto de exhibirse como de dar publicidad á ellas las autoridades, siendo éste el único dato por el cual consta su regreso. ¿Qué habían de reponer á tan escabrosa comisión los tristes jurados? Disculpan- do la demora con la ausencia de sus consejeros, contestan por separado á los dos virreyes en 10 de Noviembre casi lo mismo, que requiere tiempo el sosiego del país, que ellos no pierden por su parte ocasión ni diligencia en procurarlo, que si no se procede con madurez y mutuo acuerdo será universal la ruina; y al mismo tiempo departen en buena armonía con los jurados de Ibiza acerca de sus recíprocas necesidades de trigo, carnes y aceite. Cruzáronse estas cartas con otras de Valencia de igual data ; muy enojada la del virrey D. Diego, refiriéndose á una que tomó por respuesta de los jurados y hubo de ser de los oficios y pueblo á los cuales había escrito también, en la cual se afectaba tomar la suya por apócrifa y forjada acaso por Gurrea, y en confirmación de su primera avisa la llegada del maestro Gaspar (i) para entender cuanto antes en la pacificación del rei- (i) Fray Gaspar Steva dominico, valenciano al parecer aunque el apellido sea ISLAS BALEARES 373 no mientras hay lugar á clemencia: acompañábanla dos más, una muy concisa del obispo de Mallorca encareciendo el poder y la humanidad de aquél y las ventajas que el mensaje les ofrecía, otra de los jurados de Valencia explanando dicho tema con la historia de lo allá sucedido, á la vez que reclamando la dévolu- ción de un cargamento de trigo que se les había aquí tomado. Del 2 de Diciembre son las réplicas de los nuestros; al noble Hurtado de Mendoza indicando, no sé con qué veras, que las cosas tomaban vía de sosiego, al ilustrísimo Sánchez Mercado pidiéndole su intercesión con el virrey valenciano y sobre todo su venida á la diócesis en volandas, á los de Valencia alegando la carestía que á la ocupación del ^rano les autorizaba por pri- vilegio: al espectable refugiado en Ibiza participan igualmente la llegada del fraile, remitiéndose acerca de los resultados de su misión, como en todo lo demás, al tiempo. Y el tiempo iba empeorándolo. La guerra civil se cernía so- bre Alcudia, y se había estacionado en sus alrededores el cam- pamento. La artillería, impotente contra sus fuertes muros, se cebaba en las casas que sobresalían, y no asomaba la cabeza nadie sin exponerse á un tiro de ballesta ó á un escopetazo. Fué allá fray Gaspar, y á los de fuera y de dentro escuchó atenta- mente é hizo oir su voz persuasiva; en aceptar la quitación no había dificultad por parte de los últimos, mas no siendo esto la verdadera mira de los primeros, el sitio continuó. Las salidas de los cercados eran frecuentes y afortunadas, y en la de 9 de Di- ciembre cogieron bagajes y armas y tres banderas de Muro, Sancellas y Campanet, con lo cual animándose á ir más lejos, en número de doscientos y con solos siete caballos, embistieron de frente la artillería, y una parte tomaron. Irritáronse más los sitiadores, aunque tuvieron por prudente retirar media legua sus trincheras, y vieron diez días después, llegando ya tarde para también mallorquín, pues no figura como otros del mismo en el libro de profesio- nes del convento de Palma. 374 ISLAS BALEARES impedirlo, deshacer un reducto que contra la villa habían levan- tado en el molino den Barrera: muchos en el ímpetu de la per- secución murieron al pie mismo del portal de Xara revueltos con los de dentro, á pesar del caritativo cuidado que éstos ase- guraban poner en herir á sus enemigos sin matarlos. En esto los jurados del reino, de nuevo extraídos de las urnas, creyendo no poder inaugurar mejor sus funciones que con un ensayo más de conciliación, se valieron del notario Miguel Santpol, mensaje oportunísimo para el caso, á quien repitieron una vez más los alcudianos su disposición pronta á todo, y aun la de sus huéspe- des á volver á la ciudad, como lo hubieran hecho algunos á no cerrárseles con amenazas el paso; respecto de los daños, dejan- do á arbitrio del rey los sufridos, sólo pedían que cesaran con levantar en seguida el campamento. El día anterior había lie- gado de Menorca el joven Pedro Pachs, como para recoger á la vez el cargo de vengar á su inmolado padre y la capitanía de la plaza, éste y su abuelo Hugo tuvieran de antiguo por el que rey, y al otro día se la confirieron solemnemente en la iglesia como por título hereditario, ínterin lo sancionase S. M. Como á las negociaciones no acompañaba tregua, á pesar de haber sali- do el día de Navidad con cartas de los jurados para unos y otros beligerantes el reverendo obispo de Cluensa (i), avisados en secreto los de la villa del abandono del campo durante las fies* tas por multitud de artesanos y payeses, sorprendiéronlo en la mañana del 26 quinientos hombres escasos al grito de viva el emperador^ no sin tropezar todavía con mil quinientos peones y sesenta jinetes, á los cuales desbarataron con muerte de ochen- ta y rendición de algunos, quemando las tiendas ó barracas y la formidable máquina y escalas al asalto preparadas para el día de año nuevo (2). Gloriosa y sin pérdida alguna por su lado fué (1) En los documentos se le llama de Gracia y sólo una vez de Chiensa, en confirmación de la identidad de la persona y de las observaciones emitidas en la nota 2.® de la pág. 360. (2) He aquí cómo la describe el notario Miguel Sabater en una relación coetá- ISLAS BALEARES 375 la victoria, y gran botín les valió de víveres, armas y banderas, además del levantamiento del sitio ; pues no tendría ya que es- forzarse para lograrlo el venerable amedidor, quizá testigo pre- sencial de aquella, en cuyas manos depusieron día 28 una escri- tura de sumisión á cuanto no fuese en daño de la fidelidad debida al monarca, á fin de prevenir todo pretexto á la renova- ción de hostilidades. Hasta allí había imperado en la renovación de oficios públi- eos la legalidad, ó se guardaban por lo menos las formas; pero no acabó en paz, día de Santa Lucía, la extracción de jurados para 1522, aunque por milagro se hallaron todavía en las clases superiores quienes aceptaran y fueran aceptados. Hecho el sor- teo, y declarado inhábil para regir como deudor á la universidad el pelaire Guillermo Colom, si no pariente del dictador, de segu- ro muy adicto, sacó la espada el terrible Jerónimo Ferrer, y encarándose con los nuevos elegidos uno á uno, gritó: «á vos, mosén Pelayo Fuster, yo os he hecho jurado, y á vos también, mosén Salas; y os he hecho jurados á vosotros, mosén Pagés y mosén Paretó ; y he tratado de que lo fuera Colom, y le habéis impedido... ¡voto á Dios! que lo será, ó ha de hundirse hoy Ma- Horca!» y revistió á su protegido las insignias, recogiéndolas al legítimo subrogado (i). Si no á sabor del que se jactaba de ha- cerlos, no pudieron menos de gobernar bajo presión suya los recientes jurados, expuestos á peligros cada vez mayores: la in- nea del sitio de Alcudia : un enginy molt superba fet sobre quatre carretas^ ab dos arbres de naus arborais e duas entenas posadas per través á modo de scala, forrat tot de lenyam molt gros, y ab dit enginy podían passar sobre la mes alta torre de dita vila cinquanta homens. Háblase también de magranas de fochy de trompas lansarjoch per dins la vila, y en la información contra los agermanados constan los nombres de habiles herreros y carpinteros que en dichos ingenios trabajaban con entusiasmo. Lo que por ella no se averiguaos quiénes fueron los castellanos que, según la relación citada, ponían en orden y concierto las huestes sitiadoras. (i) Era este Bartolomé Ozona, el amigo del infortunado Crespí ; el número completaba de los jurados mosén Sebastián Armadans, bía que con Juanote de Sálas de- representar el brazo ciudadano, y por causas desconocidas no llegó á tomar posesión. 376 ISLAS BALEARES solencia y el desenfreno del perverso notario no tenía más lími- tes en respetar la vida de los hombres que la honestidad de las mujeres, y obra suya es probable que fueran, dados sus ávidos propósitos de acumular en su persona los empleos de la profe- sión, los asesinatos de Gaspar Babiloni en la escribanía del baile que por poco no fué teatro de un degüello general de curiales, de Perote Prats arrancado del inhospitalario refugio que implo- raba, de Bartolomé Pagés y de Bernardo Perera mal pagados de sus primeras simpatías por el alzamiento, de Lucas Almena- ra, y otros de notarios, cuyas circunstancias y fecha no es fácil determinar; acaso también el de la Abelló en cuya sangre se tiñieron las espadas, viuda del que legó su nombre á un códice de principios de aquel siglo (i). Anunciábase una víctima de an- temano; cuál fuese ésta no lo sabía sino Ferrer que tenía la cédula de los que habían de ser degollados. Seguíale noche y día una caterva de facinerosos y violadores, en competencia con las que acaudillaban por su cuenta el marinero Cosme Bonet, el rabioso perro Botifoch temido como secuestrador por la isla en- tera, Gallur, Nebot, Rexach, y sobre todo Francisco Colom á quien parece dejaba obrar su hermano no dándose por enten- dido. No sé si referir precisamente á aquella temporada el mayor acceso de la fiebre y el apogeo del terror; creo que fué más adelante cuando con las derrotas y los temores de sucumbir en corto plazo llegó la desesperación á su colmo: lo cierto es que por el mes de Enero de 1522 no se podía vivir en la ciudad, que se cruzaban por las calles las cuadrillas de matadores en- tregados á sus orgías, que estaban á la orden del día los sa- queos^ las muertes, los forzamientos, el despojo y ocupación de moradas. Había desaparecido en Noviembre Uniz de Sant Johan abandonando lugartenencia y bailía, y el regente la goberna- (i) Consérvase en el archivo general de Mallorca dicho códice, una de las re- copilaciones de antiguos privilegios. ISLAS BALEARES ción micer Sbert, que reunió la plenitud del supremo mando, desengañado de la germania ó indignado más bien de verla deshonrada, quiso atajar el desbordamiento: para esto hizo entrar en sus miras algunos curtidores y quizá algún elemento más importante. Sea que adivinaran y previnieran el intento los desmandados, sea por anterior desconfianza, el 25 de Enero por la mañana presentóse en sesión magna del consistorio, donde apenas faltaba representación alguna legal ni revolucio- naria, desde el reverendo inquisidor Arnaldo Albertí hasta el más ruin oficio, una proposición para dividir los poderes que siendo tan altos mal podían avenirse en una persona, y para que, conservando á Sbert la regencia, se confiriese el cargo de lugarteniente á mosén Pedro Juan Albertí que ya en ocasiones lo había ejercido, alegando, para obrar así, necesidades nuevas y antiguos precedentes. Comunicóse la resolución al regente, que se mostró de ella muy complacido y dispuesto á cumplirla, como parece la cumplió, pues junto con él firma Albertí desde aquel día; pero, no diré si estaba ya preparado el golpe, ó si lo apresuró la extremidad del riesgo ó el afán del desquite, lo cierto es que á las pocas horas improvisó Sbert una tremenda justicia que hizo famosa la noche de ¿os siete. Siete cabezas se designaron á la espada de la ley; por qué trámites, con qué fuerzas se prendió á los delincuentes en el momento de salir quebrantada y dividida la autoridad y triunfantes los patrocina- dores de la anarquía, es cosa que no se comprende (i). Dos de los reos, los hermanos Burgueras, tal vez avisados, tal vez aje- nos de la suerte que les amenazaba, iban con sus secuaces, y no de paz seguramente, desde la sala de los jurados á casa de micer Berenguer (2), y tropezando con él en la plaza de Santa (O Procedentes de origen diverso aunque igualmente seguro estas noticias no bastante y completas, hay que admitirlas todas así como son, á pesar de las dudas en que ponen y de la dificultad de conciliarias. Indico la sin esforzarla explicación demasiado y sin harto afán de suplir los huecos. (2) Teníala, según datos, en la manzana situada entre las calles de Morey y de 48 378 ISLAS BALEARES Eulalia, intentaron matarle; repelidos empero y acosados á su vez por los de la Calatrava (i), huyeron por el interior de la iglesia, y hasta el Peso de la Paja no pudieron ser habidos. A la vez fueron presos el zapatero Francisco Llunas, matador del noble Nicolás de Fachs en Bellver, el Botifoch (Pedro Oliver de Sóller) en casa quizá de su amiga Jaimeta, otro zapatero Andrés Sard, un hijo de Martín el frenero, y ¡lo más grave! el síndico del pueblo en persona, el diabólico Ferrer. Los siete pa- decieron suplicio aquella noche, y no en un rincón de calabozo, sino en la plaza de Cort; por lo menos así consta de Jerónimo que fué ahogado, y de Llunas degollado y descuartizado á la puerta de la cárcel, al solemne tañido de la gran campana n Eloy, desplegada gran vigilancia y fuerza por parte de la jus- ticia, con regocijo y aun ayuda de los leales, y con no poco susto de los malos que se escondían. ¿Qué se hacía entretanto el lugarteniente Albertí? se enten- día con el colega á quien se acababa de imponer? abandonaba á los suyos en el momento de levantarse sobre sus hombros? era pactado equilibrio ó recíproca impotencia de las dos autori- dades velada con apariencias de mutuo respeto? por cuál de ellas se declaraban los jurados y demás que en la disgregación de empleos habían intervenido? se decidían por la causa del orden, ó trataban de poner cortapisas al empuje de la reacción? Dícese que aquella noche no durmieron en su casa los hermanos Colom, y que no fueron presos gracias á la flojedad ó más bien al favor decidido de micer Alber abogado fiscal del pueblo, á quien los curtidores requerían á hacerlo: no vemos sin embargo que el instador dejara de presentarse en la curia ningún día. Tres nada más tardaron en rehacerse de su estupor los amoti- nados, doliéndose amargamente de la pérdida de sus siete caba- Zanglada. Se levaren los Burgüeras del banch deis jurais ahont seyan, dice el texto de la información núm. 440 : ¿en qué concepto? no lo explica. (i) Barrio de los curtidores. ISLAS BALEARES 379 llos^ y declarando sus propósitos de sangrienta venganza (i). Faltáronle á Sbert la decisión ó el apoyo ó ambas cosas á la vez para consumar su difícil obra, y antes de sufrir la suerte de Crespí, hubo de escapar en la noche del 29, embarcándose pro- bablemente, buscado por las turbas á la luz de los tederos. A la mañana siguiente, ante una junta tenida en casa de Albertí, y poco menos autorizada que la del 25, denunciada por el mismo Colom la huida del regente y resuelta la provisión de su va- cante, constituyéronse los jurados en la morada del fugitivo, donde nadie sino un esclavo supo dar razón de cierta esquela en que indicaba por sustituto á micer Antonio de Veri (2); y esta designación extraña, más bien que las simpatías de los se- diciosos, acordes sin duda con aquella, pareció decidir la instala- ción del complaciente letrado en las funciones que había estre- nado ya, lo mismo que Albertí, á las puertas de Alcudia. Guardar intacta su popularidad, á trueque de prestarse á todo, fué la norma del nuevo gobernador y del nuevo regente; pero cuidando á la vez de que la revolución no se declarara re- beldía, mandaban celebrar con afectados extremos de júbilo por toda la isla los triunfos del emperador en Flandes y en Italia (3). (1) Trató de vengar á los Burgueras un pariente suyo hornero de su mismo apellido, por nombre Bernardino, y formó al efecto compañía de gente armada; pero herido de muerte, no se sabe por quién (por los agermanados^ áic,&n las \n- formaciones), protestó que se lo llevase el diablo si jamás había sido infiel á la causa. (2) Curiosísima es el acta que se extendió, y en particular el contenido de la lacónica cédula depositada en'manos de un clérigo, de quien fué á recogerla el es- clavo; no se abrió sino solemnemente en la casa de la universidad. Molt magnifíchs senyors, escribía á los jurados, per certs respectes me so un poch apartat; avise vostras magnificencias com entretant leixe lochtinent misser Antoni de Veri, e guard nostre Senyor Deu á tots. A dónde huyó de pronto no se sabe; pero terminada la rebelión, fué rehabilitado y admitido al oficio de juez del pariaje. Su padre Jaime, consejero en i 5 2 i por el brazo de mercaderes, no se hizo tan sospechoso á la manía ger- después de la íuga de su hijo que no formase parte de la embajada al sobe- rano, pero acabó por ser perseguido, y continuó ausente con posterioridad á la reducción. (3) La toma de la insigne ciudad de Tornay y la ocupación de Milán en Noviembre 19 de anterior son los especificados en la circular del 30 de Enero, cribe que pres- cuatro días de fiesta como si fueran de guardar y procesión general el do- mingo 2 de Febrero. ISLAS BALEARES Rechazábanse con indignación á principios de Febrero, en cartas á los diputados de Aragón y de Cataluña, á los jurados de Va- lencia, al obispo Sánchez Mercado, al cardenal Adriano, al se- cretario mismo de S. M., las imputaciones de inteligencias con Francia, del saqueo de la tabla, y otras que llamaban calum- nias de los prófugos y emigrados mallorquines; y se inculcaba sobre todo que sería inoportuna y funesta la venida de una ar- mada donde era unánime la fidelidad y respetada la justicia, hasta que lo mandara expresamente el soberano, oída la emba- jada que se había acordado enviarle. Quizá no tenía más funda- mento la supuesta trama que las charlas de un sastre francés en elogio de su rey y menosprecio del nuestro (i); mas no eran tan aventuradas desgraciadamente las acusaciones que contra la germania figuran en el preámbulo del poder otorgado en Va- lencia por los refugiados isleños á favor del procurador real Francisco Burgués para reunir veinte mil ducados con que re- clutar tropas á pie y á caballo en defensa de Alcudia y con que facilitarse la vuelta á sus hogares (2) ; á los atentados ya cono- cidos hay que añadir la violación de templos y los sacrilegos atropellos del asilo, que parece habían ya principiado. Los ins- tadores por otra parte, pues en lo sucesivo hallamos asociado en el supremo cargo con Juanote Colom á Pablo Casasnovas de Inca (3) como representante de la parte forense, no tomaban gran empeño en desmentir á los enemigos con la prudencia de su conducta; pues en 11 de Febrero hacen desechar por escan- dalosa é incitativa á grandes conmociones la avenencia que se ( i) Pedro Bonet núm. 376 de la información. Entre los matadores figuraba un Jorge Nadal francés que en 1523 fué descuartizado. (2; Lleva el poder la fecha de 8 Febrero y veinticuatro firmas, cuyos dos ter- cios son de donceles y ciudadanos, y las restantes de mercaderes, notarios y un labrador, figurando entre las primeras las de micer Gual y su hijo. Al procurador Burgués van asociados en el poder Antonio Cual y el doctor Juan García. á la (3) Maestro cirujano, muy conocido en la vida pública desde su embajada compañía de Ensebio Santandreu. Tenía en la ciudad tres her- corte en i 3 i 2 en manos, Andrés pelaire, y Miguel y Antonio revendedores, empleados los dos pri- meros en la tabla de la quitación, y muerto el último en batalla. ISLAS BALEARES decia presentadá por fray Gaspar, prohibiendo á las villas su admisión bajo graves penas, y reiterarles la orden de enviar su respectivo contingente de caballos al campo de Alcudia, mos- trando sus intenciones de reponerlo. Algo sospechaban los mo- radores y los huéspedes de ella, cuando en 22 del mes anterior reclamaban á los gobernantes la seguridad pedida tantas veces de que no se renovaría el sitio, no cesando mientras tanto la caza emprendida contra los buques procedentes de Menorca y la persecución de los que saltaban en tierra (i). Volvió allá á 9 de Febrero el obispo de Cluensa, acompañando al jurado Salas, á convidarles con la quitación y la paz y la remisión de los daños á juicio de los oficiales regios de la ciudad; y ratificáronse los alcudianos en aceptarlas, protestando por lo tocante á la paz no tener guerra con nadie y menos con vasallos de S. M., á quien confiaban el remedio de los males recibidos. Salva la respetable mediación, lo que en la ciudad se de- seaba era provocar un nuevo rompimiento en lugar de conju- rarlo, y no pasó una semana sin estallar. A media legua de la villa veinte y cinco hombres que trabajaban dispersos por sus viñas, fueron de súbito acometidos por quinientos pollensines, y era seguro su exterminio á pesar de la resistencia que inermes pusieron á pedradas, si á sus gritos de vía fora no hubieran acudido los caballeros que recogían forraje para sus monturas y otros salidos de la población, y puesto en fuga á los agreso- res, dejando á nueve tendidos en el campo. Aparte la cifra de enemigos que bastaba el temor para ponderar, y la jactancia de haberse ganado á costa no más de tres heridos y un caballo tamaña victoria, no es dudoso de qué parte procedió la acome- (i) Corrió graves riesgos acosado largo tiempo por los montes Jorge Botí, el leal mensajero de Gurrea, amenazado ya de muerte en Marzo anterior (v. atrás 354), después de introducir municiones y socorros en Alcudia, y fué presa ó muerta la tripulación salvándose con él unos pocos: su mujer é hijos padecieron en la ciudad grandes trabajos y exacciones, como todo consta por un memorial al emperador que en favor de aquél hizo el virrey desde Ibiza en i "5 de Marzo de aquel año para que se le restituyera á su tiempo el oficio de guardián de mar. 382 ISLAS BALEARES tida, y pasma ver firmadas por Albertí y por Veri la dura incre- pación de homicidas y salteadores que á los alcudianos dirigen, y la prevención de no agraviar en lo más mínimo bajo pena de cinco mil florines á sus limítrofes de Pollensa, Muro, la Puebla, ó cualesquiera otros forenses, y de restituir la artillería que to- marón y que urge á la capital recobrar, atendidos los imponen- tes armamentos de Barbarroja. Á los tresdías del choque, 18 de Febrero, presentó el noble Jaime Bernardino de Togores esta cédula, á la cual contestaron con discreta mesura los reconve- nidos, previa reunión de consejo, que no habían hecho sino obrar en defensa propia, siendo su término el invadido, como se probaba por la inspección del sitio del combate, y que si amenazaba invasión del formidable pirata, en vez de reclamár- seles la artillería, razón era proveerles de pólvora, escopetas y ballestas para defensa de la importante plaza. La cosa quedó así por entonces, pues absorbía el cuidado por aquellos días el alzamiento de los leales de Manacor, que eran pudientes y de- cididos, á pesar de lo mucho que desde el principio padecieron, sellando algunos con su sangre la firmeza de sus honrados pro- pósitos (i). Apurados por las fechorías del instador Mateo Armengol Sarria erigido allí en tiranuelo, agregáronse á los mascarados primitivos muchos que se habían mostrado de pron- to adictos á la germania, y unidos se hicieron dueños de la po- blación; pero acudieron en tropel las cohortes ciudadanas en apoyo de su bando, y á la autoridad del citado mosén Togores que al frente de ellas iba con el mismo carácter que á Alcudia en calidad de lugarteniente, debióse acaso que no fuera más violento el conflicto y más desastrosos los excesos de los ven- (i) Al principio de la germania fué muerto ya Antonio Steva, y traídos á la ciudad encadenados Antonio Nadal y Gabriel Domenge que fueron luego los prin- cipales autores del levantamiento reaccionario. Por las fiestas de Navidad habían perecido asesinados Miguel Vaquer, Antonio Badia y un Reus, Pedro Binimelis en el Carritxctr^ Pedro Vallespir en la misma insurrección, dos Ballester en distintas ocasiones, y otros naturales de Manacor en Petra, en Felanig, en Artá. ISLAS BALEARES 383 cedores. Sin embargo, no se excusaron muertes por ambas par- tes, y arrollados los amigos del orden, replegáronse cuantos pudieron, salvando distancias, al abrigo de aquellos muros que, aun mantenidos á la defensiva, eran para los rebeldes una pe- renne amenaza. Anunciábase próxima, como pesadilla de los unos y espe- ranza de los otros, la venida de la escuadra destinada á so- meter la isla, á pesar de que en la suspensión de su envío se ofrecían á terciar los diputados de Cataluña y los concelleres y el cabildo de Barcelona y el mismo arzobispo tarraconense (Pedro Folch de Cardona) lugarteniente del principado, mien- tras no se provocase con nuevos desórdenes la indignación del soberano. De la comisión recibida y cortésmente participada por el consejero real micer Francisco Ubach para poner orden en el país, mostraban menor recelo y hasta satisfacción los jurados, respondiéndole de la obediencia del pueblo más de lo que esta- ba en su mano, pero quejándose á la vez con las autoridades barcelonesas, cuyos buenos oficios agradecían, de la detención sufrida por sus enviados y singularmente por el franciscano claustral fray Barceló, alma de los consejos de Colom tenidos en su convento, á quien impedían los superiores de Barcelona llevar á cabo la misión de que iba encargado para el pontífice. Por fortuna aún se les reconocía allí cierto carácter oficial que ya les negaban los de Menorca, irritados por muertes y presas que habían mediado entre buques de ambas islas, é influidos por los escrúpulos legales de los emigrados que allá acudían; y en concepto de país sublevado suscitábanse dificultades en Sici- lia y otros puntos para abastecer de trigo á Mallorca al agente Juanote de Moyá, el cual por omiso ó quizá por harto sincero fué revocado. De cada vez se aislaba más por fuera y por den- tro la situación revolucionaria, no sirviendo ya desvanecer ru- mores de supuestos atentados, cuando sobraba la triste realidad de los innegables; y con el aislamiento crecían la suspicacia y la violencia contra los enemigos que brotaban por todas partes. Temióse ver reproducido en cada villa el sacudimiento de Ma- nacor; y no se tuvieron por seguros, mientras ondease la ban- dera real, que en el castillejo de Santueri había legado en guarda Burgués á un3p8uñ4ado de defensores, y que á prueba de riguroso bloqueo se mantenía en Alcudia. Fueron por demás las intimaciones judiciales para amainarla, y el castillo con- tinuó con más ó menos apuros, socorrido de un lado y estre- chado del otro según el partido, por los moradores de la vecina Felanig, y compactos y vigilantes los alcudianos y sus protegi- dos contra las inopinadas embestidas del adversario. Todo lo que éste logró en las del 14 y 16 de Abril, días de semana santa, fué en la primera robar dos bueyes y acribillar de heridas á su dueño (i), y talar las viñas en la segunda y armar inútil- mente una celada: más importante fruto reportaron del comba- te del 23 los sitiados, agradeciéndoselo á San Jorge y al piado- so entusiasmo de que supo inflamarles el carmelita fray Antonio de Ávila (2), no tanto por la dispersión general y pérdida de veinte y cinco hombres causada al enemigo, como por la salva- ción de las cebadas que pudieron segar y distribuir tranquila- mente, remediando así la inminente carestía. Ya en días pasa- dos, rompiendo el cordón marítimo, habían logrado aportar á Ibiza Berenguer Serralta á nombre de los refugiados y un sin- dico de la villa para obtener del virrey Gurrea, en vista de la apremiante necesidad de socorro, que á procurarlo se destina- ran con preferencia todos los recursos allegados por D. Fran- (1) Llamábase Jaime Bonet Geu¿^7-/^om, y curó de quince heridas de lanza y tres de cuchilla. (2) Habitaba á la sazón este ferviente religioso, forastero sin duda, el santua- rio que de ahí tomó el nombre de la Viciaria, donde predijo desde la mañana de. aquel día el gran triunfo que por la tarde habían de obtener los alcudianos. De este maravilloso suceso y de la sumaria declaración de martirio hecha por el pue- blo á favor de un inerme vecino y de dos hijos suyos menores inhumanamente destrozados á sangre fría por los de Pollensa, con la manera de obtener el rescate de la prisionera esposa y madre mediante represalias, tomóse en seguida infor- mación notabilísima publicada en el Cronicón .Mayoricense, página 289 y si- guientes. ISLAS BALEARES cisco Burgués con poderes de los emigrados en Barcelona y en Valencia, á fin de fletar buques y proveerlos de municiones y víveres, con facultad de hacer presa en cualesquiera embarca- ciones que pretendieran oponerles estorbo ó resistencia. Firma- da en 13 de Abril esta disposición (1), y comisionado para en- tenderse con los de la península Juanote Uniz de Sant Johan, el fugitivo lugarteniente que había ido á reunirse con su principal depuesto, apareció en la bahía de Alcudia en los primeros días de Mayo una galera tripulada de caballeros con dos berganti- nes de convoy, precursores de otros á lo que se decía, cuyo auxilio determinó á los sitiados á tomar la ofensiva, difundiendo el espanto en las villas comarcanas y llevando la consternación á la ciudad. Realizábanse al fin las alarmas, para cuya avei'iguación acababa de pasar á Barcelona el notario Miguel Santpol, que bueno y aun optimista como era, cambiaba de buena fe seguri- dades de recíproca armonía con los gobernantes del principado. Atribuían éstos á gestiones particulares de mallorquines la ex- pedición, simplemente cargada, decían, de bastimentos y no de armas, al paso que Burgués, desdeñando dar más explicaciones á un mensajero de jurados intrusos, declaraba obrar por comi- sión del virrey legítimo de Mallorca y de acuerdo con el de Cataluña, quien por su parte no ocultaba, al insinuar algo de las reales instrucciones recibidas, que de proceder según ellas sería más en grande. Para colmo de desdicha tenía agraviados la germania de Mallorca á diputados, concelleres y arzobispo con haber interceptado á Barcelona dos carabelas, apoderándose del trigo en virtud del pirático privilegio otorgado, por decirlo así, al hambre; pero con las reclamaciones de las autoridades (i) Va precedida de la súplica de dos docenas de caballeros que formaban en Ibiza la comitiva del virrey, distintos casi todos de los firmantes del poder otor- gado en Barcelona á 8 de Febrero. Este documento y el memorial de Gurrea á fa- ver de Botí existen en el archivo de la real Academia de la Historia procedentes de la biblioteca Salazar. 49 386 ISLAS BALEARES catalanas no cesaban de altérnar afectuosos y casi paternales consejos de abstenerse de excesos y desórdenes por no empeo- rar la causa y echarse encima un tremendo castigo. Aún se les adelantaba en solicitud el prudente Ubach, en busca del cual iba á llegar de día en día la nave de remos llamada de veinte y dos con otros dos buques, mostrándose tan deseoso como la isla de entrar á ejercer su justo y pacificador ministerio, y pre- parándolo con benévolas exhortaciones; pero los jurados alega- ban no poder desprenderse de sus embarcaciones en el momento de más necesidad para repeler la desatentada agresión de algu- nos malos patricios, ni restituir de pronto la presa á que les había obligado la extrema penuria que reducía ya á mucha gen- te á vivir de algarrobas y verduras. Andaban descompuestos con semejantes contestaciones los humores de paz, y no acaba- ba de despacharse la embajada para la corte del emperador, elegida desde meses atrás en general consejo, que habían de llevar á la península las naves encargadas de traer á Ubach: hasta el i6 de Junio no prestaron juramentólos cinco enviados, de importancia personal inferior á la de su malogrado cometi- do (i). Agregóseles el instador forense Casasnovas, y embar- cáronse el 20 en Sóller, metiéndoles gran prisa los jurados de parte de Colom y hasta de su hermano Francisco, como decía- ran, para que llegasen á tiempo de verse con Adriano VI en Tortosa, donde le había encontrado la nueva de su elevación al pontificado: tales eran de encumbradas las recomendaciones salvoconductos que se les procuraba para abrirles paso hasta y el pie del trono. Pero en Barcelona se desconfiaba ya de los agentes de Mallorca á pesar de sus protestas y de sus premu- (i) Fueron Jaime Moix consejero por el brazo militar, el jurado menestral Guillermo Colom, Jaime Sbert padre del prófugo regente, Pedro Ozona notario y Antonio Tomás cabeza de la germania de Llucmayor. En Barcelona estaban aún á mediados de Julio, cuando á Moix, Sbert y Ozona, probablemente por sospecho- sos, alcanzó la revocación del consejo, y allí se quedaron, volviendo á Mallorca los otros tres, Colom, Tomás y Casasnovas, confirmados en la embajada, para recibir acaso nuevas instrucciones. ISLAS BALEARES 387 rosas instancias á Ubach, y lo mismo que fray Barceló era preso el presbítero Saurina encargado de análogas gestiones; á otros se les mandaba salir por pregón como fautores de trastorno, y horripilaban los desmanes que de los de acá se referían (i), mientras los sacaba más de quicio la confirmación de los bélico- sos aprestos encamdnados á su exterminio. De cuantas quiebras sufrieron por mar los agermanados tan- to en el bloqueo de Alcudia como en el corso emprendido para abastecimiento de la isla, ninguna les dolió más que la de esca- párseles del mismo puerto su nave principal de veinte y dos (2), por otro nombre de los pescadores, que al mando del zapatero Pedro Bagur se había señalado en interceptar socorros á los fieles muros ; y preparábase á más decisiva campaña, cuando alzándose con ella por secreto trato la mayoría de la tripulación y echando al agua al intruso capitán, la condujo á Ibiza para en- tregarla al virrey destituido. Conmovióse el pueblo, reuniéronse en la Lonja los prohombres, y aprestóse una flotilla de cinco naves [cayres ó de vela cuadrada) y cuatro embarcaciones lati- nas de remos, no todas confiadas á marinos, sino á artesanos duchos en la navegación, como de cualquier oficio los había en- tonces, aunque más por audacia que por pericia se tomó Fran- cisco Colom el supremo mando. De cada cincuentena escogieron siete hombres los jefes, con lo cual no bajaría mucho de mil, inclusos cincuenta payeses y cuarenta forasteros que iban con su pendón aparte, el número de los expedicionarios: dispuestos al combate, se previnieron de cirujanos. Hasta entonces habían co- (1) Que había sido muerto un jurado y uno ó dos canónigos y robada y sa- queada la Seo, tales eran las voces que corrían por Barcelona al de regresar Santpol su primer sindicato, y que los jurados en 6 de Junio se apresuraban á desmen- tir. Algún enorme escándalo daría margen á estos rumores. (2) No debió de tomar este título del número de marinos que la montaban, como entendió malamente Mut, sino del de bancos de remeros el cual se cal- culaba por la importancia de las galeras, y era mucha la de ésta, costeada en i el í 14 por gremio de pescadores (véase atrás, pág. 340), si se compara con otra denomi- nada de irece. 388 ISLAS BALEARES rrido Ibiza los agermanados, á pesar del asilo dado en paz con allí á las autoridades fugitivas, y en ocasión reciente les habían prestado auxilio de granos y dinero contra ciertas .galeotas tur- de menestrales ibicen- cas; pero hallábase en Mallorca un grupo á ten» eos que simpatizaba con los mallorquines (i), y empujaba tar la empresa, contando con los payeses de su isla. Algunos desembarcaron al donde un pasar por frente de Santa Eulalia, cañonazo dió la señal de mutua inteligencia: pocas horas después en la tarde del 5 de Junio, jueves anterior á Pentescostés, pre- sentóse la armada ante el puerto de la capital, intimando al go- bernador y jurados la entrega del reclamado buque, y á las allí surtas que se alejaran, con apercibimiento de echarlas naves á pique. Sin aguardar respuesta, que era en efecto por demás, empezó desde el amanecer del viernes el bombardeo contra la villa, iglesia y castillo con dos medias culebrinas y tres sacres apostados en la isla Plana, á cuyos fuegos contestaron los de la plaza ; y el sábado á punta de día saltó á tierra y púsose en or- denanza el grueso de la fuerza, no menor de quinientos hombres, con ballestas, picas, escopetas, espadas sencillas y de dos ma- nos, y echado pregón de que nadie retrocediese so pena de la vida cuya exacción se encargaba al inmediato compañero, avan- venir enci- zaron hacia las torres deis Andreus^ hasta que vieron escaso en ma al enemigo con alguna caballería. Vacilaba éste, número para acometer; pero alentado con una arenga del gober- nador que se puso á su frente, arremetió con la allegadiza hues- te mallorquina, peleando por el invadido suelo y por generoso sentimiento de hospitalidad, la y la empujó en desorden hacia (i) Eran éstos un Bernardo Isern pelaire, un Tomás Genis pintor, un Francis- CO Torres de Montserrat, un Antonio Torres, Francisco Bofí sastre, un Pedro un sus Rosselló tejedor, un Juan Serra albañil y algún otro, prometiéndose mucho de una amigos y parientes campesinos, á nombre de los cuales fué á conferenciar en noche con los expedicionarios un Torres de Calallonga. Los que no murieron la dando atroz refriega como Genis é Isern, se volvieron á Mallorca con la armada, muerte en 1.a travesía á un mancebo de la nave que cogieron. ISLAS BALEARES 389 costa, mientras el virrey con algunos caballeros emigrados aten- día á la defensa del puerto. Maltratadas por el tiroteo retirá- ronse las naves, con lo cual acabaron de desbandarse los que en tierra se quedaban, desamparando una pieza de artillería y has- ta arrojando las armas para echarse al mar donde perecieron muchos miserablemente, ó rendirse á discreción, ó buscar en vano guarida por los pinares. Grande fué el destrozo en aquel desconcertado ataque, don- de no se puso á riesgo de morir el almirante bonetero como su segundo Ramón Arguimbau, como los jefes de cincuentena Re- molar y Genis, como el joven Domenech y otros varios decidi- dos (i), pues no abandonó la isla Plana ni la sombra de la ban- dera roja que allí había enarbolado, y partió en seguida con sus descalabrados buques, muy ufano con el que apresó del ibicenco Bocanegra, en escasa indemnización del que había ido á revindi- car. No se consolarían tan fácilmente las familias de los que no volvieron : en el desquite no se pensó más, y todo se redujo á una reclamación con reserva de derechos, no muy alta de tono, pasada en 9 de Junio por los jurados del reino á los de Ibiza. Quedó allá una docena de prisioneros, cuyo proceso descubrió muchas y graves culpas ajenas á la expedición, y dió por fruto á mediados de Agosto cinco sentencias capitales contra Rodrigo ex-oficial real, Jaime Ribas pelaire, Bartolomé Caldés Casado^ Baltasar Bou y Pedro Planes Botana de Binisalem^ los tres últi- mos, aunque muy jóvenes, matadores de oficio de la guardia de Francisco Colom; de mejores antecedentes era Ribas, preso al (i) Si la información general contraída á los principales agermanados nombra más de veinte muertos en batalla, el pago es de 9 de Marzo. (^) No consta que á mosén Pedro Juan Albertí que fué procesado, ni á micer Antonio de Veri que en breve murió, se impusiera ningún castigo, aunque en las informaciones se les califica con dureza, lo mismo que á micer Juanote Gual, á quien no bastaron al parecer las zozobras y amarguras sufridas para hacer olvidar por completo á Gurrea la oposición que con micer Alber le había hecho; los dos hubieron de ausentarse. Jaime Bernardino Togores, yerno de mosén Cavalleria, aparte de los daños recibidos de los sediciosos que hubieran podido servir de cas- tigo á sus connivencias, fué condenado á una multa de òso libras; á otra de 150 Antonio Ferrer de Sant Jordi por sus obsequios al instador Colom, á quien dió en su predio una espléndida cacería de ciervos; á Bernardo de Brossa se le formó proceso por sus expediciones á Pollensa y á la Puebla, no empero á Arnaldo Bur- ISLAS BALEARES 419 nombró el virrey en uso de sus supremas facultades jurados y consejeros, poniendo al frente de la juraría á mosén Príamo de Villalonga, hombre de nervio y de toda su confianza. Su elección desde el día anterior comunicáronla al rey los mismos interesados, reclamando pronta y severa justicia de tantos crí- menes (i). Suspendidos nada más los procedimientos ínterin llegase la decisión soberana, nadie se tenía por seguro: muchos culpados, trocando los papeles, tomaron asilo en iglesias y con- ventos; muchos trataron de embarcarse sin pasaporte, y no fué de los últimos en intentarlo el temeroso ex-instador, renuncian- do al ambicioso pensamiento de dar razón de sus actos en pre- sencia de Carlos V. Con menos motivo murieron otros de es- panto el día que se revocó el salvoconducto general; y no aguardaría en su casa la orden de prisión el desventurado Jua- note, sino en algún oculto escondrijo, desde donde fué trasla- dado con otros reos principales al castillo de Bellver. La misión estipulada en el convenio, y que acaso se había reservado de pronto, de dar explicaciones y negociar el indulto de los ager- manados en la corte, se encargó á cuatro, payeses todos, pero no los menos listos y elocuentes, al notario Gili de Sineu, To- rrent de Llubí, Bastart de Binisalem y Morey de Muro, tal vez á demanda de ellos mismos, aunque tan escoltados á la ida y á la vuelta, que más parecían presos que embajadores. Tal vez por lisonja corrió voz de que con la reducción había guet por haber ejercido la bailía de la ciudad, ni á Nicolás de Berga por la parte tomada en la estimación general de bienes. Tampoco fueron perseguidos como tales los jurados de i =; 2 i, ni aun los de i $ 2 2 más comprometidos que los prime- ros, pues si fué ajusticiado el jurado menestral Guillermo Colom, fué más bien por haber formado parte de la embajada de los rebeldes. (i) Fírmanla, además de Villalonga, jurado en cap, Baltasar Serralta y micer Jaime de Muntanyans ciudadanos, Bautista Benet y Gabriel Mir mercaderes, y Bartolomé Palou artesano, rindiendo testimonio á las grandes dotes del virrey y del regente Ubach y á la leal cooperación de los caballeros y otros pobladores, é instando para que en la corte, ni más ni menos que en la isla, no se dilate ni se afloje el castigo con los que allí van y con los ya detenidos, á fin de que ni en la prontitud ni en el vigor se observe discrepancia de conducta que pueda dar atre- vimiento para reproducir los disturbios. 420 ISLAS BALEARES cesado de improviso la peste; mas no fué Gurrea de este dicta- men, pues sin parar apenas en la desolada población, dejando en ella por lugarteniente al jurado Villalonga, salió en seguida á respirar aires más puros en el castillo de Bellver, donde se aisló escrupulosamente con su respetable guardia y sus impor- tantes prisioneros. Sombrío entonces aquel gentil monumento y tétricos aquellos dos meses y medio de primavera debieron de parecer por las azarosas circunstancias é inquieta situación de sus moradores, especialmente de los que en negro calabozo aguardaban el no dudoso resultado de su proceso, que llegó con el mes de Junio; y sin embargo, no fué el caudillo de la germania el que abrió la marcha de los suplicios, sino el marino Cosme Bonet el más atroz de los asesinos, en compañía de Gui- llermo Gallur curtidor de Selva y de otros cuatro, dos de la ciudad y dos de fuera (i). Juanote Colom no apareció sino al siguiente día 3, víspera de Corpus, siguiendo una carrera bien distinta de la que para la próxima festividad se adornaba, ate- naceado encima de un carro hasta la puerta Pintada, y allí de- gollado y puesta su cabeza en un nicho que sobre el exterior del arco aún se denota, y sus miembros en los cuatro pilares á que se destinó la excelente piedra por los agustinos aparejada para construir su iglesia de Itria (2) : no se ocurrió construirlos con los sillares de la humilde vivienda del bonetero, mandada demoler por la sentencia (3). En el mismo día, y no sé si en el ( I ) Fueron los dos últimos un sobrino del heredero Danús de Santañí y Pedro Pujol de Felanig que había concebido resucitar el alzamiento; los de la ciudad, Andrés Rebassa curtidor y Antonio ó Bartolomé Canyellas Galta-roija espadero: todos arrastrados al patíbulo y descuartizados después de muertos, y Bonet ade- más atenaceado. (2) Por ella y por la madera que perdieron durante el sitio, se les indemnizó con la cantidad de 92 libras. En 1606, cuando se comentaban los versos atribuí- dos á Mogoda., ya no existía entero el cráneo de Colom, y puede juzgarse cuál se- ría su estado en 1822 cuando no sé por qué logia fueron recogidos sus fragmen- tos. El teatro del suplicio donde se levantaron los pilares corresponde al sitio que hoy ocupa el baluarte, donde continuaba el camino la línea de la calle de San Mi- guel, bifurcándose luego en los de Sóller y Buñola. (3) Su solar, diga lo que quiera la reciente lápida que la supone casa de Gres- mismo sitio y hora, murieron para ser también descuartizados el tendero Francisco Blanch, el hornero Miguel Garau, y maese Pedro catalán de naturaleza y Ballester de linaje ó de oficio; quizá fué distinción por sus delitos asociarlos en la pena á Co- 421 lom. Siete el sábado inmediato y tres al otro miércoles la su- frieron, unos idéntica, otros simplemente la de horca (i): los días siguientes, á fin de diseminar por las villas el escarmiento, fueron conducidos á Sineu Mateo Falques de Bañalbufar, á Campos un Nadal, á Inca su gran perturbador Blas Rexach, á Santa Margarita, á Llucmajor, á Porreras sus respectivos ins- tadores Bernardo Nadal, Antonio Capmar y Jaime Darder, arrastrados al patíbulo y hechos cuartos después de muertos, sin interrumpirse por esto los espectáculos en la ciudad que presenció aún dos ó tres ejecuciones el 17 y cinco el 20 (2). Y no terminó con el Junio la pavorosa siega, sino que se pro- longo muy adentro de Julio, tanto que á 17 del mes pasaba ya de cincuenta la lista de ciudadanos ajusticiados y de ciento la de payeses de casi todos los pueblos, formada con el objeto de incorporar al fisco sus bienes (3). pí, se muestra todavía en la plazuela de San Nicolauet, hoy del Rosario, que hu- biera podido tomar el nombre de Colom con más propiedad que la vía moderna- mente abierta entre la plaza de Cort y la de Abastos, á cuya imposición no presidió el más sensato criterio histórico. Fué estimada la casa en libras, y prestaba cuatro de censo anual á mosén Pachs el asesinado alcaide de Bellver. (1) De la primera clase fueron día 6 Rafael Maura pelaire, Pedro Juan Matas hornero, Perote Pasqual tintorero y Miguel Verger oficial de vara; de la segunda el mismo día los sastres Juan Busa y Juan Sard y el molinero Jaime Marrano (sin duda apodo), y día 9 Pedro Frau el viejo, Juan Servera atunero y Juan Entens albañil. (2) Entre los reos hay un Perucho vizcaíno ballestero, un guarda de mar, un pastor y dos libertos ó hijos de esclavo. (3) Debe advertirse no obstante que la lista arranca del 3 de Noviembre ante- nor, es decir, desde la serie de batallas al final de las cuales eran ajusticiados muchos prisioneros. Entre sueldos de capitanes y soldados y atenciones de la guarnición, que se pagaron del fondo de dichas confiscaciones y multas, y cuyo importe se aproxima á catorce mil libras, figuran las partidas siguientes: À la dona na Beneta vidua ■per dogals de canyem per penjar alguns dels criminals, i 3 lliures, 13 sous.—Per las despesas de varias execucions d mori, 10 lliures.—Per /er un cos- à la plassa Nova, 3 lliures, i sou, 6 diners.—A Gabriel Puigderós per cordas 422 ISLAS BALEARES Junto al faro de Portopí, en la contrapuesta torre den Ca- rrós^ en el llano de la Real, en el puente de Barberà, en el Portitxol, en el campo de mosén Brossa (i), se construyeron aquellos dos meses nuevas horcas; y todavía hubieron de levan- tarse otras en el cerro de Bellver contiguas al castillo, expresa- mente para los cuatro embajadores forenses, que al cabo de tres meses regresaron de la corte tan bien acompañados como habían ido, remitidos por S. M. al lugarteniente para que hicie- se de ellos justicia (2). Harto pudieron vislumbrar su destino al saber y acaso presenciar en Valladolid la pena capital por sen- tencia del real consejo aplicada á sus compañeros Antonio Tho- más y Pablo Casasnovas, á quienes no valió la inmunidad de su anterior mensaje; y poco tardarían en ver confirmados sus te- mores los desgraciados Juan Gili, Miguel Torrent, Antonio Bas- tart y Bernardo Morey, presos también en Bellver, con la ven- taja de no tener que bajar á la ciudad para satisfacer al cadalso su deuda, puesto que subía á su encuentro la horca, honrándose con el distintivo de horca de los embajadores (3). Sucedía esto en Agosto ó Setiembre, y á la entrada de Octubre había creci- do desde mediados de Julio en treinta y nueve nombres el ca- tálogo de ajusticiados, casi la mitad ciudadanos (4), y al frente ■per rossegar homens scorterats, 6 lliures, i8 sous.—A¿ frare Antoni Oller y altres frares de Sant Domingo per 22 dias han stats ett las vitas per confessar els homens condemnats d mort per el crim de la germania, 6 lliures, 8 sous. (1) Se ignora la situación de este campo, pero si estaba como opino á la sa- lida de la puerta Pintada, las horcas en él plantadas se refieren á los pilares de Colom. (2) No los perdieron de vista á la ida y á la vuelta el celosísimo notario Nico- lás Panadés y los np menos adictos Francisco Pons de Sóller y Bartolomé Thomás Taxaquet de Llucmajor, quienes en recompensa recibieron 100 ducados el pri- mero, 62 y medio el segundo, y 50 el tercero. Desde aquí se envió al continente un bergantín armado para traerlos. (3) De ellas y de las del campo den Brossa se habla con motivo de haberlas maltratado un recio temporal, derribando los miembros en ellas colgados. Para la cabeza de Gili se hizo una jaula de hierro igual á la que guardaba la de Colom y otra para la de un Jaime Andreua, ejecutado en años posteriores no sé por que crimen, pues no figura su nombre entre los de la germania. (4) Los más señalados fueron el tintorero ó pelaire Antonio Pons Tarragoní, ISLAS BALEARES de ellos el ex-jurado y ex-mensajero Guillermo Colom, el cual parece haber hallado de regreso en su país el acerbo fin- que tuvieron en la corte sus camaradas. Todavía en Noviembre in- mediato, y en Abril, Agosto y Diciembre de 1524 recibió au- mentos la fúnebre lista, hasta un par de docenas de reos de muerte, procedentes en su mayor parte de la capital: los de las villas fueron quizá resultado de las pesquisas del virrey en la general visita que giró durante aquel invierno y la siguiente primavera, sin omitir apenas población alguna (i). Mejor satis- fecho que la vindicta pública dejó aún de sus quiebras el erario con las fuertes sumas que de cada villa extrajo por composicio- nes voluntarias ó forzosas, no ascendiendo el total á menos que á 107,400 libras, con lo cual, aparte de otra cantidad segura- mente no menor, obtenida del vecindario de la ciudad mediante cuotas ú ofertas individuales y derramas colectivas sobre los gremios á fin de borrar culpas ó sospechas y evitar procedi- mientos del fisco, pudieron cubrirse hasta cierto punto los enor- mes dispendios de la armada y los vacíos abiertos en la tabla de la universidad. A la indemnización de daños particulares se proveyó más adelante en 1527, satisfaciendo del residuo de confiscaciones un tercio escaso á los perjudicados. Todo se repuso más ó menos pronto y á más ó menos costa con la acción reparadora del tiempo: habíase restablecido en la isla la salud desde el otoño de 1523, antes y con más seguri- el zapatero Pedro Pons primer agermanado que se cruzó, el tejedor Bartolomé Juneda jefe de cincuentena, el mayordomo de los caldereros Antonio Castelló, los sastres Mateo Coll y Pedro Mas, los calceteros Perote Puig y Bartolomé Forteza, el capdeguaita Antonio Salom, Pedro del Fierro castellano, etc., todos ahor- cados. (i) Constan las sucesivas expediciones que sin tomar descanso emprendió, con la fecha de sus salidas y entradas. El 8 de Noviembre de 1523 partió para Sóller, Buñola, Valldemosa y Esporlas, y regresó el 6 de Diciembre; el 25 de Ene- rode 1524 para Algaida, Montuiri y Llucmajor, volviendo en i 3 de Febrero; el 13 para Porreras, Campos, Santañí, Felanig, Manacor, Artá, Petra, Sineu y San Juan, y se retiró en tS de Marzo; el 16 de Mayo para Sancellas, Santa Margarita, Muro, Alcudia, Pollensa, la Puebla, Campanet, Selva, Escorca, Inca, Binisalem y Alaró, terminando en 23 de Junio. ISLAS BALEARES dad que en Barcelona, gracia atribuida piadosamente á la inter- cesión de San Sebastián, cuyo brazo sacado de Rodas al hun dirse bajo el poder otomano, valió al que lo trajo una prebenda del cabildo (i). Extinguíanse los odios, los sermones de viernes santo arrancaban recíprocos perdones de homicidio: sólo persis- tían, erigidos en acusadores fiscales, los jurados, reclamando escarmientos con más acritud tal vez que el mismo Gurrea, á quien les inculcaba el soberano prestar plena confianza, disua- diéndoles de presentarse al pie del trono con mensajes, no sólo excusados y dispendiosos, sino inconvenientes. No por esto se abstuvieron de mandar á la corte por delegados á mosén Pedro Villalonga y al notario Juan Crespí, que en unión con micer Sa- fortesa y Tomás Andreu gestionasen por un arreglo radical, á que no permitieron atender los preparativos de guerra; así como en 1524 sus sucesores enviaron á Cataluña, para cazar prófugos agermanados, á Jerónimo Rossinyol, que al esforzar sus clamo- res acerca de la deplorable impunidad á cuya sombra se prepa- raban acaso nuevos desórdenes, tropezaba en las leyes del principado y en la rectitud de sus autoridades con un estorbo para impetrar detenciones arbitrarias y sin proceso (2). Para inquirir sobre los eclesiásticos comprometidos en las revueltas, pocos y no de gravedad por cierto, pidióse á la Santa Sede el (1) Acusó al arcediano Manuel Suriavisqui de haber sustraído por robo la sa- grada reliquia el gran maestre, quien al fin en i 529 aprobó solemnemente la en- trega; y la concordia hecha por el donador con el cabildo de Mallorca, fué confir- mada desde Alfaro en 4 de Noviembre de i 524 por el obispo Sánchez Mercado, confiriéndole un beneficio vacante por fallecimiento de mosén Miguel Nadal,único extremo sobre el cual contesta á la carta de los jurados de 22 de Enero anterior, haciendo caso omiso de las sentidas reconvenciones que le dirigen por su inter- minable ausencia de la diócesis y por los males emanados de ella. La caída de Rodas sugirió á nuestra universidad la idea, que llegó á proponerse á 8. M., de ofrecer en cambio á la orden de San Juan para residencia suya la isla de Me- norca. (2) Á cinco solamente de los que traía en lista logró hacer prender, según carta suya de 7 de Agosto, y son curiosos los detalles que da de sus gestiones y del cambio de vida de los refugiados, cuál recién casado, cuál metido á donado en Monserrat, cuáles avecindados en poblaciones cortas con nombre supúesto. ISLAS BALEARES 425 nombramiento del arcediano Luís de Villalonga y del sacrista Nicolás de Montanyans como jueces especiales. Otorgáronse indultos á los convertidos, galardones á los leales : por premio de la parte tan principal que en la rendición de la ciudad y en la captura de Colom y otros reos había cabido á Martín Roig, no se juzgó bastante darle empleo de sotaveguer, sino que se solicitó de S. M. el primero que vacara, con sueldo por lo menos de cincuenta ducados, en compensación de lo sacrificado de cau- dal propio: de Alcudia no se olvidó la capital, gozándose en que se la asociara á su categoría de ciudad, y negociando en favor de ella mercedes y privilegios á fin de que sirviera de ejemplo su fidelidad á los demás pueblos (i). Celosa empero de las gra- cias directas del monarca, como la que otorgó á su físico Ver- dú y á su secretario Alonso de Soria de la herencia de Barto- lomé Ripoll de Sóller ajusticiado, trató la universidad de que se obligara á no hacer ninguna mientras no fuesen restaurados de sus pérdidas los naturales. No bastaron para ello, ni con mucho, los tres años que todavía gobernó Gurrea hasta el 16 de Abril de 1526, harto desprestigiado de cuando vino ca- torce años atras, y sin dejar fama de previsor ni de clemente: mucho que hacer quedó durante otros siete años á su sucesor Carlos de Pomar también aragonés, y en todo el resto de la centuria no acabó de llenarse la sima ni de desaparecer el es- panto de la condenada y diabólica germania. (i) Del 18 de Julio de I 5 2 3 data la real cédula en que se le expidió el título de ciudad, y del 6 de Agosto siguiente la representación de los jurados del reino, que ignorando ó no la reciente prerrogativa, interceden para que se concedan otras á los alcudianos en reparación de los males sufridos, á consecuencia de la cual acaso se les otorgó en 14 de Octubre franquicia absoluta de derechos y ga- helas. 54 CAPÍTULO VIT Mallorca formando parte de la monarquía española en los siglos XVI y XVII L pasar el reino de Mallorca de súb- dito de Aragón á súbdito de Espa- ña, no variaron sustancialmente en bien ni en mal las condiciones de su dependencia. No por tener más lejos al soberano, ni por repartir éste sus cuidados entre más exten- sos dominios y más colosales y múltiples empresas, ni por dis- poner de más poderosos recursos, experimentaron por punto general las apartadas islas aumento de protección ó de abando- no, de beneficios ó de vejámenes, de prosperidad ó de abati- miento, cual pudiera resultarles de estas contrapuestas circuns- tandas; compensáronse daños con ventajas hasta el punto de que parecieran transcurrir estérilmente los siglos y renovarse las dinastías. A ruinosas guerras de conquista las tenía acos- 428 ISLAS BALEARES tumbradas desde el xiv la aragonesa, y todavía más en el xv la castellana, transfiriendo la corte al suelo italiano, y devolviéndo- les en pro de su defensa nada más que una porción insignifican- te de los esfuerzos y sacrificios que en servicio de ajenos inte- reses y de ambiciosos planes les reclamaban; y al abismarse, por decirlo así, en el imperio sin orillas de Carlos V, venían ya preparadas durante cuarenta años á que en el despacho de sus sencillos negocios y humildes querellas les hiciesen competen- cia, como en los consejos del rey Católico, las atenciones de dos mundos. No les cogía de nuevo pues la indiferencia de los go- bernantes, ni la lentitud de los remedios, ni la enormidad de los subsidios, ni la necesidad de continuos y dispendiosos mensajes al trono para cada asunto; sólo que bajo la dinastía austríaca perdió Mallorca el honor, que no había ya obtenido del gran Fernando, de conocer personalmente, como solía suceder con los pasados, de infantes cuando no de reyes, mediante una ó dos fugaces visitas, á aquella serie de monarcas avara de viajes y expediciones, excepción hecha del glorioso césar; tanto en España se connaturalizaron á pesar de su alemana procedencia. Continuaron, aunque modificadas según el espíritu y mudan- zas de los tiempos, las tres plagas endémicas del país, á saber: las carestías originadas del déficit de las cosechas que las más veces no llegaban á los dos tercios y muchas á la mitad del consumo necesario, acrecentando anualmente con la provisión de trigo forastero la masa de la deuda pública, y con el reparti miento de él las quejas y los escándalos; las parcialidades, más de familia que políticas ó sociales, que disputándose los cargos de gobierno y organizando ambiciones y venganzas, irradiaban desde la capital hasta la última aldea, sembraban de asesinatos caminos y calles, y poblaban riscos y cuevas de bandidos ; y las incursiones de corsarios, infieles ó cristianos, extranjeros ó na- cionales, tanto castellanos y vizcaínos como de la misma coroni- lla y aun paisanos alguna vez, pesadilla eterna de navegantes y mercaderes en el mar, asidua amenaza de hostiles desembarcos ISLAS BALEARES 429 en la costa desde la más desierta cala hasta el vigilado Portopí, desde tentativa de audaz galiota hasta el amago de formidable escuadra, para llevar tierra adentro la desolación y el estrago. La situación se hizo intolerable con la pujanza adquirida en el Mediterráneo por el famoso Barbarroja, que mantenía en conti- nua zozobra, bloqueadas por levante y poniente, las mal pertre- chadas Baleares: no daban tregua las alarmas, y la situación de las villas, edificadas ya preventivamente á gran distancia del mar, no las preservaba de piráticas invasiones. Si Pollensa de veinte en 1531 mandó á la capital algunas cabezas de turcos que les mataron rechazando seis buques denodadamente, Santa- ñí y Andraig veían arrebatar de su propio seno á sus vecinos cada vez que no se les daba tiempo de guarecerse en las torres. A los incesantes y lastimeros clamores acudió alguna vez con auxilios el generalísimo Andrés Doria, y el mismo emperador atendiéndolos acometió en 1535 su afortunada expedición con- tra Túnez, honrando á la ida con su visita en los primeros días de Junio á la fiel Alcudia, cuyos sacrificios pagó con minutos de presencia (i); pero echado de su reciente conquista Barbarroja, aprovechó su derrota misma para sorprender, cuando menos se le temía, la plaza de Mahón con veinte y dos galeras y otras nueve embarcaciones (2). Puso cerco á la villa, y por mucho que se apresuraron en acudir al socorro los demás pueblos de Me- norca y en desembarcar por Cindadela trescientos mallorquines (1) Si no lo aseverara algún cronista y no se designase aún la casa donde se alojó Carlos V, que fué la del sacerdote Jerónimo Moragues, sería casi controver- tibie su detención en Alcudia; tal silencio guardan acerca de ella los documentos, á excepción de una determinación de consejo en ro de Mayo, que anunciándola como probable se ocupa del obsequio que ha de hacérsele. La fecha de aquella se aviene con la salida de la real armada del puerto de Barcelona en 30 de Mayo. (2) .Mut, no sé con qué fundamento, habla del engaño que sufrieron los ma- llorquines tomando la escuadra de Barbarroja por la imperial, á cuya vista redo- blaron los regocijos la con que celebraban la expugnación de Túnez, y del que á vez experimentó con tantos fuegos el pirata creyéndolos avisos de prevención contra ben sus ataques, con lo cual enderezó á Menorca el rumbo. Se non è vero, è trovaio. 430 ISLAS BALEARES al mando de Juan Miguel de Sant-Martí (i), encontraron rendí- da ya y saqueada la población, y cautivos en masa sin distinción de edad ni sexo sus habitantes por pacto de algunos que, mi- rando cobardemente por su indemnidad privada, perdieron el honor y después la vida en afrentoso suplicio. Ya no se fabrica- ban galeras en Mallorca, y lo que más se podía era ayudar para la construcción de una ó dos con dos mil ducados. En los muros de la ciudad siempre reparados y siempre débiles, en el fortín de la extremidad del muelle para el cual se presupuesta- ban tres mil jornales, en la artillería indispensable para defensa de Bellver, en la reedificación del castillo de Cabrera, en el suel- do de compañías estacionadas, se invertían abrumadoras sumas, hasta recargar con seis mil libras la mole de censos adeudados. Tan poco influyó en limpiar los mares la gloriosa presa de Túnez para los desgraciados isleños, que ni á pescarse atrevían y desamparaban anchamente sin cultivo su marítima zona, que- jándose de que no les resguardaran de cerca las águilas impe- riales que dilataban sus triunfos por el orbe entero. Todavía más funesto al país era el espíritu de bandería que en él se perpetuaba. Suelen las violentas crisis, una vez pasa- das, llevarse de carrera los achaques crónicos y purificar la viciada sangre: no sucedió así con la germania respecto de las hondas divisiones que trabajaban la alta y las inferiores clases, la ciudad y las campiñas. Si no alcanzaron á sofocarlas el su- premo trastorno y el común peligro que imponían á todo tran- ce unidad y concordia, ¿cómo no habían de retoñar ó más bien seguir después de restablecido el orden, si tal puede llamarse el desorden normal de aquellos tiempos? Ni más ni menos que en (i) Tenía además contratados la universidad unos ciento y veinte castellanos de la armada del marqués de Mondéjar, que hizo innecesarios la caída de Mahón; enviáronse igualmente municiones y artillería, y fueron á sus particulares expen- sas algunos caballeros, y por jefe en lugar del virrey Pérez Figuerola su hijo don Pedro, quien más que de la defensa de la villa, hubo de cuidar del castigo de su entrega. ISLAS BALEARES 431 el período de las revueltas, cruzaban la isla en años posteriores cuadrillas de desmandados, en cuya persecución, que no en la de insurrectos, pereció hacia el 1527 mosén Bernardo Albertí, hermano del ilustre Arnaldo inquisidor y obispo de Pati. Era el gobierno una campaña permanente, una batida sin tregua á las guerrillas de bandoleros, en la cual se distinguió, hasta agotar las fuerzas y la salud, el virrey Pomar, acosando de comarca en comarca atentados y crímenes, cuya enormidad y frecuencia se refleja en la de los castigos. De su actividad y justicia hácense lenguas los jurados en la cuenta que de las cosas públicas dan al soberano anualmente al entrar en su oficio; sino que á propó- sito de la pena capital aplicada al caballero Bernardo Morey en Febrero de 1531 (i) echaban de menos mayor observancia de las franquicias, que el celoso lugarteniente no comprendía hu- biesen de servir de rémora á las órdenes del monarca. Acabó con él la enfermedad en 1533 á 8 de Setiembre, y durante los ocho meses que tardó en presentarse su sucesor Jimén Pérez de Figuerola, no pudo darse de vagar en la represión de los mal- hechores Gregorio Burgués, que en calidad de procurador real rigió interinamente. Figuerola á sus dotes de letrado reunía condiciones militares, que acreditó en cuatro años de mando con sus diligentes aprestos; y tan extensiva se hizo á su familia la confianza general en él puesta, y tal era por otro lado la re- pugnancia de los nobles indígenas en someterse á un igual suyo, que se solicitó le sustituyera en ausencias é incapacidades su hijo Pedro con preferencia á cualquier otro. No obstante, al cesar con la vida su gobierno en 22 de Enero de 1538, no dejó más asegurado el sosiego ni más descansada tarea al nuevo elegido Felipe de Cervellón, y aunque no derivase de causas políticas la perenne inquietud, y surgieran de las costumbres (i) Dio nombre á la calle la casa de esta familia, en la cual le sucedió la de Pachs Fuster, y es hoy la del conde de Ayamans. No se ha averiguado hasta aquí la causa de tan rigurosa sentencia. ^32 ISL. AvS BALEARES más que de las ideas los delitos reproducidos en venganzas, es imposible no reconocer con los jurados de I539 «cuanto se había perdido desde el tiempo de la germania el respeto de los hombres populares á Dios y á S. M., y la mayor dificultad de enfrenar sus maldades.» Tal era precisamente la situación en que encontró al oculto é ignorado reino el más poderoso de sus monarcas, al tomarlo por punto de partida para su descomunal expedición contra Argel en Octubre de 1541. Para él había citado las escuadras de sus varios dominios; y precedido de príncipes y magnates, súbditos todos suyos aunque de naciones diversas, un mes más tarde de lo anunciado por Doria, llegó el 13 á Mallorca capital, cuyo antiguo nombre de Palma recordaron entonces por prime- ra vez en sus inscripciones los eruditos. Admiróle desde la bahía su aspecto, preguntando á su almirante si era tan buena como parecía. Mejor le pareció, cuando disipado el humo de las sal- vas de los baluartes y de las galeras que le aguardaban y de las cuarenta que le seguían, dejaron verse de cerca las mura- lias, las torres, los más insignes edificios empavesados de flámu- las y banderas. Recibido á bordo el homenaje de los jurados que vestían sus purpúreas gramallas de raso forradas de tercio- pelo, saltó á tierra Carlos V, esquivando á causa del luto que por muerte de la emperatriz guardaba, atravesar el soberbio puente en mitad del muelle construido y cubierto de emblemas y divisas, y aceptar el caballo enjaezado de grana y oro, que entregó á su caballerizo mayor, montando en otro enlutado. Cuatro de los jurados y ocho caballeros sostenían las varas del riquísimo pabellón de tela de oro, debajo del cual se colocó, seguido de la más ilustre comitiva de sus próceres y capitanes y del patriciado de la tierra con ellos confundido. A la entrada de la puerta del Muelle felicitáronle desde lujoso catafalco en versos latinos el inmortal Raimundo Lull y Santa Práxedes y la ciudad personificados en un mancebo y dos doncellas; y agrade- cido á las aclamaciones que partían de calles, ventanas y azo* ISLAS BALEARES 433 teas, volvióse á todos lados para ver y ser visto. Admiróle la belleza de la Lonja, preguntando si era iglesia, y entró en la calle de San Juan por debajo de un magnífico arco, sembrado de estatuas y alegorías con que expresaba el decaído comercio sus lamentos y sus esperanzas. Al desembocar en el Borne por la calle de San Felío, «oh! qué buenas calles y paredes! excla- mó, cómo parecen bien! ¿Son tan buenas dentro como fuera?» Y respondiéndole que mejores, añadió: «será tan grande esta ciudad como Barcelona.» Sorprendióle el aparato y bullicioso estrépito de la casa del oficio de pelaires, alabó la fachada del malogrado templo de Santo Domingo, detúvose ante la plaza de Cort llena de damas como el Borne, y otorgó gracia á los presos que agitaban sus cadenas implorando misericordia. Pasa- do otro excelente arco de dórica arquitectura, siguió por la pla- za de Santa Eulalia y calles de Morey, San Pedro Nolasco, An- glada y Almudaina, hasta encontrar á espaldas de Santo Domin- go la procesión del clero, á la cual se incorporó, adorado el Lignum Crucis que le presentó el obispo, continuando á caballo por temor de la gota. En la Seo, á cuyas puertas de la Almoyna y del Mar se habían erigido también suntuosos arcos, viéronse correr las lágrimas de sus ojos al cantar las devotas preces; y entró en el alcázar, despedida en el patio la brillante comitiva, para no salir ya de él, sino á misa en la catedral el domingo i6, en los cinco días de su permanencia (i). Las atenciones y cuidados de la ardua empresa que acome- tía no le permitieron recibir más que una sola vez á los jura- dos, cuyas peticiones en beneficio del país escuchó benignamen- te; y al conocer los apuros interiores de la isla y la carestía de (i) Paso á paso pueden seguirse las huellas de esta triunfal entrada, gracias á la relación escrita por el notario Juanote Gomis y publicada al año siguiente bajo el título de la beneventurada vinguda, etc., con toscos grabados en madera de arcos y diseños y gran copia de dísticos y hexámetros, sin mezcla ninguna de poesía indígena, aunque sí de cristianismo y mitología á estilo del renacimiento, obra de Juan Genovart, Jaime Romanyá, Juan Andreu y otros, que dan curiosa aunque no muy alta idea del estado de las artes y de ba literatura en aquel tiempo, ss 434 ISLAS BALEARES aquel año, admiró seguramente más la abundancia y baratura de víveres en que rebosaban los mercados como en agua las fuentes, la hidalguía con que se proveyó al mantenimiento de tan copiosa armada y de tan espléndida corte, y las apariencias de bienestar y aun de grandeza que en opinión de sus gentes daban á Mallorca la preferencia sobre las capitales de Italia. Solicitó el jurado en jefe Caulellas extraer libremente de Sici- lia doce mil salmas de trigo, que se limitaron á cuatro mil me- diante empréstito otorgado al virrey de aquella isla por igual suma de ducados; y para poner orden en la tierra devastada por partidas de bandoleros que no dejaban rebaño con vida, pe- día el restablecimiento del antiguo veguer forense, en quien des- cargara el gobernador tan ímproba tarea. En cambio fué acep- tado el donativo ofrecido por refresco al soberano (i): cien ca- baberos se brindaron á seguirle tanto á pie como á caballo en la jornada. Con esto, recibidos en la capilla de palacio los san- tos sacramentos, y oída misa por segunda vez en la Seo, bajó al puerto el emperador en la mañana del i8 cabalgando en mula; y en medio de las bendiciones y votos de los mallorqui- nes hízose á la vela aquella poderosa armada, seguida de cien- to cincuenta velas de mayor porte (2), que las borrascas de pre- coz invierno llevaron á estrellar en las costas argelinas, de donde, dadas allí menos pruebas de sabia previsión que de mag- nánima fortaleza y de cristiana conformidad, regresó no más con treinta y siete galeras en 26 de Noviembre inmediato, ocul- tando su arribo al muelle, como por respeto á su desgracia, un (1) Consistió el presente en cien vacas, doscientos carneros, doscientos pares de gallinas y siete de pavos, quinientos cuartanes de aceite, cuatrocientas medi- das de vino, treinta cuarteras de harina candeal, veinte y cinco quintales de que- so, cuatro de cera blanca, veinte barriles de alcaparras, veinte de aceitunas y otros tantos de agua de mirto. (2) En ciento las computa el relato de la Benaventurada vinguda y en cin- cuenta las galeras, sin contar la flota de España que se quedó en Ibiza, compuesta de ciento veinte y cuatro naves de gavia y de diez y seis galeras, formando las dos escuadras reunidas trescientas velas. Iban en la armada de diez y ocho á vein- te mil infantes, entre tudescos, italianos y españoles, y considerable artillería. ISLAS BALEARES 43S velo de oscura niebla. Apenas visto de nadie, sin turbar su do- lor la ciudad con importunos festejos, marchó al segundo día tan de incógnito, que logró hacer olvidar á la historia el penoso contraste de entrambas visitas. La inquietud fué creciendo en años posteriores: todo el po- der de Carlos V no pudo asegurar á la isla una temporada de sosiego. La escuadra turca era la eterna pesadilla de los ma- llorquines, y cada momento se temía verla aparecer, combinada en nefanda liga con la del rey de Francia, para llevar en gran- de escala al interior de la mal guardada capital la devastación y el cautiverio que derramaban al por menor en las indefensas costas las galeotas berberiscas. No gente de guerra, no, que la juventud del país, decían los jurados, era animosa y decidida, y acaso la llegada de soldados de fuera no traería, además de dis- pendios y vejámenes, sino pendencias con los mal sufridos mo- radores; artillería y municiones reclamaban sobre todo, y dado que no les faltaba bronce, pues contaban con el de las campa- nas, mas sí fundidores y aparejo para fabricar la pólvora, pe- dían siquiera los cañones de los buques infieles, náufragos ó apresados, que ocupaba el real patrimonio, ú ofrecían por tres sacres procedentes de Palermo seiscientos ducados. En reparar el castillo de Bellver y los tres roqueros de Santueri, Pollensa y Alaró gastáronse cerca de mil libras, la mayor parte de ellas en el primero: del examen del lugarteniente Cervellón resultó débil la fortificación de Alcudia, pero más apremiaba remediar la de la antigua metrópoli, tan mal acomodada á las progresi- vas exigencias del arte militar, que se concibió levantarla toda de nueva planta. Á realizar tan colosal empresa no alcanzaba la fortuna del vecindario, y se trató de hacer extensivo el subsidio al brazo eclesiástico, excitando al cabildo y motivando más con esto la provisión de beneficios en los naturales, pues al obispo Italiano que nunca había pisado la diócesis (i) y á sus paisanos (i) Juan Bautista Campegio, que lo fué de Mallorca desde 1533 hasta 15=59, 436 ISLAS BALEARES por él favorecidos con las prebendas, lo mismo se les daba del emperador que del francés. Principióse en i544á demoler casas y edificios contiguos á la muralla, y el más notable fué el recien- te convento de Itria, cuyas piedras, ya una vez destinadas á eri- gir el patibulario rollo de Colom, sirvieron esta segunda para la cortina del nuevo baluarte, estableciéndose muros adentro los frailes agustinos en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia (i) á la que adosaron más tarde la del Socorro. Tocante á las obras de Alcudia se acordó que, puesto que gozaban de franquicia sus habitantes, pagasen la mitad de ellas, corriendo la otra mitad subdividida entre la ciudad y la parte forense. Reparábase por el mismo tiempo la fortaleza del puerto de Sóller, que recordaba con sus quiebras el triunfo en 1523 obtenido contra diez y seis galeras de Francia. Sin descuidar no obstante los aparatos de defensa, y á pe- sar de la jactanciosa seguridad de bastarse á sí propios los de- fensores indígenas, no creyó por demás el gobierno imperial, y tal vez el virrey mismo, atender al aumento de guarnición ; y á los trescientos cincuenta soldados traídos el año anterior por Andrés Doria, añadiéronse trescientos más, no todos españoles, cuyo salario y alojamiento se obligó la universidad á cubrir por talla, aunque consideraba poco menos que inútiles á los extran- jeros. Si no llegó el caso de utilizar sus servicios, tampoco cons- ta que hicieran sentir al país los excesos y desmanes que eran de temer de su indisciplina, y casi por milagro debe reputarse que no menudearan colisiones y reyertas entre ellos y los veci- sin visitarla en los veinte y siete años, durante los cuales residieron en la isla como sufragáneos suyos, ejerciendo casi sin interrupción los pontificales y confi- riendo órdenes, fray Galcerán Cassanyach y fray Rafael Llinàs, ambos carmelitas y obispos in fariibus de Crisópolis, y últimamente el de Salamina, D. Francisco Salazar, con quien se desavino. (i) Hoy de los Desamparados, en la cual es fama se daba antiguamente sepul- á los reos de muerte. Ignórase si con ella coexistió, ó si la precedió en el mis- tura mo sitio á corta diferencia cambiando de advocación, un pequeño oratorio de San Miguel, del. cual se halla noticia en un documento de 1419. ISLAS BALEARES 437 nos, que consigo mismos en la ciudad y en los pueblos andaban en continua lucha: de agradecer fué sin duda esto á la cordura y solícita diligencia del egregio Felipe de Cervellón, en cuya pru- dente y firme autoridad descansaban las locales. Dábale que hacer, más que la vigilancia militar y el cuidado sobre la tropa, la represión de los alborotos y averiguación de los delitos que le llamaban sin reposo á Inca, Selva, Mancor, Sóller, Buñola, Valldemosa y Alaró, de 1542 á 1546, ya para disolver arma- das partidas, ya para castigar alevosos homicidios; y á tal punto llegaron los crímenes de ciertos mozalbetes de familias nobles y tonsurados por añadidura, que sacándolos de la capilla de la Trinidad colocada en alto detrás del altar mayor de la Seo, los llevó al real castillo é hizo dar garrote á cuatro por facinerosos y enemigos de S. M. (i). Tanto como justiciero sin acepción de clases, mostróse compasivo y generoso con los cautivos, que en número de cincuenta se llevaron de Santanyí los moros, igualmente que de Estallenchs y Banyalbufar, empeñando para rescatarlos todo su oro y plata, ejemplo que consiguió bien pronto reunir dos mil escudos. No estaba reintegrado de su an- ticipo el piadoso virrey, cuando en 1547 á 24 de Setiembre ter- minó sus días (2), supliéndole durante año y medio, hasta que se presentara el sucesor, el caballero Miguel Sureda Sanglada, tan acreditado en la reducción de la germania, á quien tal vez no costó menos que ésta su gobierno interino en circunstancias normales, según lo afanado que le trajo de villa en villa todo el 1548 el mantenimiento del orden. En Felanig se había asesinado al bai- le, en el monte de Randa acudían á juntarse los bandidos de la isla entera, en Campos, en San Juan, en Escorca se habían per- petrado muertes, en Selva ocurrían embestidas, en Campanet (1) Prendióseles en 5 de Enero de 1545, según expresa un noticiario coetáneo que nombra á las personas, y no he podido averiguar más. (2) Se le enterró en el convento de Jesús extramuros de Palma, donde tresr cientos años más tarde, en nuestros días, fué descubierta entera y acartonada su momia y trasladada á la capilla de la Catedral, hoy dedicada á San José. 438 ISLAS BALEARES gran choque y resistencia á la autoridad; y todavía los jurados se felicitaban de que se hubiese arbitrado un medio para corre- gir la frecuencia de los atentados, cual era cargar sobre los de- lincuentes el gasto de las expediciones judiciales, además del de las composiciones ordinarias, desahogando así al real patrimo- nio sobre el cual pesaba. Mejor aún se dieron la enhorabuena, al llegar el lugarte- niente en propiedad D. Gaspar Marrades valenciano, que en Abril de 1549 prestó juramento ; y dos años después, en Abril de 1551, escribían no haber en el reino memoria de paz tan completa como la que gozaba desde la entrada del nuevo virrey, gracias á su prudencia y opinión adquirida sin derramamiento de sangre, no habiéndose presentado en todo aquel bienio caso alguno de rnuerte premeditada, y hasta desapareciendo los sim- pies hurtos. Como á pesar de lo dicho consta que en 19 de abril de 1550 fueron ahorcados y descuartizados luego cuatro malhechores, dos de ellos de Pollensa, y al año siguiente ajus- ticiados en un mismo día nueve reos de graves delitos, habré- mos de suponer que estas sentencias recaían sobre añejas fe- chorías y rezagados procesos, y que los edictos que prohibían en carnaval los disfraces eran prevenciones de costumbre y no indicios de intranquilidad. Bien era menester en lo interior algo de sosiego y concordia para hacer frente á la piratería que ace- chaba sin cesar la costa, y prevenir si era posible sus ataques, ó reparar por lo menos sus estragos. A pesar de la tregua acor- dada por el soberano con los argelinos, cuatro galeras ancladas delante del puerto prendieron otros tantos bergantines de Va- lencia con su tripulación y rico cargamento; y con el fin de ce- rrarles el abrigo de la Dragonera, se negoció con el obispo de Barcelona, de cuya pertenencia era el islote, la construcción de una torre en su cima. Pedíase á favor de Santanyí la condona- ción del diezmo, aplicando su importe á la terminación de la cerca que debía preservarla de otra catástrofe como la reciente: subvencionábase con cincuenta ducados al año una nave capi- ISLAS BALEARES 439 tana con tres ó cuatro menores, dispuestas á rechazar el enemi- go. Pero la atención preferente, de común acuerdo de Marrades con los jurados, era la fortificación de la capital, que'con gene- ral regocijo vino á trazar á principios de 1551 de orden de S. M, el conde Hugo de Contray flamenco, á punto en que lie- gaban nuevas de una armada de ciento cincuenta velas que preparaba en Constantinopla el gran turco para indemnizàrse con la conquista de las Baleares de sus pérdidas en la costa de África. Á inspeccionar las obras hechas y las proyectadas envió el príncipe D. Felipe, por cuyo feliz regreso á la península se daban gracias al Señor en los templos, al comendador Girón y al general de las galeras de España D. Bernardino de Mendoza. Era vasto el recinto de la población, y por el lado de tierra se distribuyeron ocho baluartes, los mismos que andando el tiempo se fabricaron en la forma que hoy guardan: faltaba empero para guarnecerlos artillería, apenas suficiente á defender la muralla de mar que tenía también los suyos, á pesar de las modificado- nes importantes que posteriormente ha sufrido; de la construe- ción del angular de sudeste se hizo cargo el clero, de donde to- mó el nombre de bastión de los Capellanes y asimismo del Principe en memoria del que reinó más tarde con el de Feli- pe II. Pero no se trataba solamente de proveerse de cincuenta piezas, sino también de cinco mil picas y de mil arcabuces, con lo cual venía al fin á reconocerse la necesidad de brazos que hasta entonces se habían empeñado en negar nuestros jurados, y aún confesaban explícitamente en sentidas frases que si no pedían soldados era por carecer de recursos para mantener- los (i). (i) Sz teníam manera dej>agar y sustentar soldats, escriben al príncipe en 28 de Abril, supltcariam á V. A. nos fés mercé de trametre''ns la gent de guerra que apa- regués convenir d la necessitat; empero puys d Nostre Senyor plau per nostres pecats no tenim tal disposició, remetem aquest pensament d la benignitat de S. M.y de V. A., stant aconortats que ab nostra mort suplirem lo que devem d S. M. é imposarem fí d nostres traballs. 440 ISLAS BALEARES Cuéntanse por años las sorpresas en que las villas maríti- mas por turno reportaban, á la vez que enormes daños, glorio- sas jornadas. Á Pollensa cogieron vacía de una mitad de gente por razón de la siega y la otra mitad dormida, en la madrugada del postrer día de 1550, vigilia de la Trinidad, mil quinientos corsarios, y á pesar de guiarlos un renegado indígena y de ir divididos en tres escuadrones, no lograron acorralar la pobla- ción de suerte que no se les escaparan treinta bravos, quienes acaudillados por Juan Mas, recobraron sus familias y riquezas encerradas en el oratorio de San Jorge, y persiguieron hasta el puerto á los invasores, matando más de cincuenta, antes que éstos se dieran cuenta de su pánico; verdad es que entre muer- tos cautivos no bajó de ciento treinta la pérdida de los natu- y rales, pero eclipsóla el brillo de la victoria (i). Dragut, jefe de aquella expedición, fué á descargar su enojo contra Cabrera, tocóles á los cuyo castillo arrasó. En 1551, á 27 de Octubre, alcudianos, reunidos hasta ciento cincuenta á las órdenes de Bartolomé Maura, rechazar á los moros en las calas del Pinar, obligándoles á reembarcarse en sus cinco bajeles; pero vuelto á tierra el enemigo, al observar que habían agotado en vanos alardes la pólvora, encerrólos en un montecillo, donde se de- fendieron con trabajo durante tres horas, y con muerte de diez quedaron prisioneros en número de treinta y cinco los que no es- caparon. Mejor les fué á los de Valldemosa en i.° de Octubre de 1552 con menos gente contra diez galeotas, gracias al dis- creto valor de Raimundo Gual des Mur, su noble capitán, que para acometer tan superiores fuerzas aguardó que regresaran del pueblo cargadas de botín y de cautivos, emboscado en los pasos más fragosos, por donde se derrumbaron en tropel los (i) De esta invasión pirática como de las siguientes nos dejó minuciosa reía- eré-' ción Binimelis, que como escritor coetáneo, pues nació en i 538, merece más . dito que Mut y Escolano, quien á propósito de la genealogía de la familia valen- al ciana de Marrades atribuye una parte muy principal en el suceso de Pollensa virrey D. Gaspar que acudió con fuerzas desde Alcudia. ISLAS BALEARES 441 infieles perdiendo la bandera: setenta y dos cabezas y diez y siete esclavos dejaron, pocos volvieron á Argel con vida. For- talecióse para otra vez la Cartuja, que sin saber cómo había sido respetada, fabricando una torre donde en igual trance pu- diera refugiarse el vecindario (i), á ejemplo de la que había en Andraig, á cuyo abrigo arrostró las amenazas y hostilidades de la morisma (2) en 10 de Agosto del siguiente año 1553 toda la gente inútil bajo la guarda de veinte y cinco defensores, mientras el capitán Jorge Fortuny con cuarenta peones y diez y seis caballos picaba á los berberiscos la retirada hasta sus buques, matándoles el caudillo. En 1555 no obstante probaron otra vez fortuna, y causaron muchas bajas entre muertos y cau- tivos en la compañía de dos cientos que había acudido al socorro de la villa, sin jefe alguno con grave cargo del virrey, y muchos años adelante tratábase aún del lastimoso suceso para ayudar de fondos públicos al rescate. Terribles avisos eran estos á la capital para que activara la conclusión de sus murallas, que requería no años sino siglos según los planes y sobre todo según el coste, ora se continua- ran por la traza del conde Hugo, ora por la del ingeniero su antecesor (3), que no sabemos si eran ó no discrepantes. Ya no podía más con la carga el oprimido reino: aún debía porción del coronaje de la emperatriz después de casi treinta años y del maridaje de la hija del césar casada en Toscana (4); pero aun cuando se le hubiese hecho gracia del rezago, que no (1) Contribuyó el rey á la obra con cuatrocientos ducados de su patrimonio, y del quinto que le correspondió del precio de los esclavos mandó reintegrar al ca- pitán Gual des Mur i 38 libras que había gastado éste de su peculio. (2) Pone Binimelis la intima de rendición que en lengua mallorquina hizo por conducto de un renegado á los sitiados de la torre el jefe de la armada Deliamar, titulándose rey de Argel. (3) Consta que las obras anteriores á la llegada de Hugo de Contray en i 5 5 i corrieron bajo la dirección de un ingeniero probablemente italiano, enviado por el virrey de Sicilia D. Fernando de Gonzaga. (4) Margarita, esposa en primeras nupcias de Alejandro de Médicis, y en se- gundas de Octavio Farnesio duque de Parma. 56 4^2 ISLAS R A I. E A R E S consta se le hiciera, la cantidad era insignificante respecto de las enormes necesidades que surgían. Espantan la frecuencia y magnitud de las sumas de cinco, de ocho, de nueve, de catorce mil, de veinte, de treinta mil libras, que casi cada sesión votaba el general consejo en aquel período, todas con destino á la for- tificación, ya repartiéndolas por talla, ya recargando los im- puestos ó tomando á censo el capital. Después de tamaños es fuerzos derecho tenían los mallorquines para dirigirse al sobe- rano, recordándole que no se necesitaba menos que su imperial auxilio para contrarrestrar la alianza turco-francesa, y que el verdadero patrimonio de S. M. consistía en la salvación y vida de sus fidelísimos vasallos. Quejábanse los jurados del clero, que en adelantar el baluarte de que estaba encargado, y cuyas obras desde el principio se habían venido al suelo, mostrábase más que remiso; y de aquí tomaban pie para pedir remedio de la prolija ausencia del prelado, á la cual atribuían la indisciplina y des- moralización de la clase, resultando que, trocados los papeles, así como los seglares con el buen gobierno y diligencia de la au- toridad superior guardaban ejemplar conducta, los eclesiásticos abandonados á sí mismos habíanse vuelto disolutos seglares, me- tidos siempre en reyertas, siempre los primeros en acometer (i). Esto aparte de los inconvenientes y escándalos que engen- draba la preferencia dada en las prebendas á los extranjeros por el vicario general de Campegio, quien se había propasado (i) Son de notar las siguientes frases de la exposición al emperador fecha de 14 de Febrero de 1554: Justament s'es girat lo man, perque ab lo govern del loch- tinent y capità general de V. M. en aquest regne los seculars s tan com á bons ecle- siastichs, y los eclesiastichs per la absència del pastor y mala cura dels qui tenen aci lo loch d'aquell stan com à dissoluts seglars, de que redunda gran confusió^ perque fins en cosas de armas ja son dels principals que s'hi posan eclesiastichs, y ells son los primers acometedors si res se segueix... Y com lo vicari general sia de la terra y tinga part en la terra y molts parents y vuy dels mes interessats si n'hi ha en la terra., y perçô tinga necessitat de hotnens, comporta an els eclesiastichs iota dissolució, y no deixan de tenir justa quexa molta part de cavallers y altres per ventura inimichs del dit official de sos parents, que ells ab bras de la Sglesia se y • façanJorls y soberguejen los altres. Abundan en los documentos de aquellos años invectivas por el estilo contra el lujo y los vicios y la disipación del clero. ISLAS BALEARES 443 á excomulgar cinco canónigos disidentes, y aunque natural del país, formaba bando con sus deudos para hacerlos prepotentes y tiranizar á los demás á la sombra de la Iglesia. Y no recia- maban la atención exclusivamente los muros de la ciudad: tam- bién los de Alcudia, en los cuales poco ó nada se había hecho; el castillo de Bellver, que desprovisto de artillería podía conver- tirse una vez sorprendido en padrastro de la metrópoli; el de Cabrera al cual interesaba levantar de sus ruinas; el magní- fico puerto de Mahón, que sin custodia ninguna parecía brin- dar con su posesión al primer enemigo que se presentara. Ver- dad es que harto hacía Mallorca con acudir á sus propios riesgos y apuros que no permitían desmembrar fuerzas ni pertrechos, y lo más que podía por su hermana menor, á nombre de la cual con ansia repetida instaba Cindadela, era facilitar los pedidos y socorrer á su paso las tropas allí enviadas desde la península. Á cerrar la entrada del insigne puerto ocurrió por fin el príncipe con ocho mil libras para asentar á la embocadura una fortaleza que de él tomó el nombre de San Felipe, cuyos trabajos princi- piaron en 1556 dirigidos por el ingeniero, también italiano, Juan Bautista Calvi. Á estos cuidados acompañaba, si es que no prevalecía, el jamás interrumpido de las subsistencias, que había que procu- rarse de fuera con solícitas y arduas negociaciones, y distribuir con diligencia y equidad intachables; y para mayor desdicha algún fraile en sus sermones hacía responsable del público des- concierto, comprometiendo el orden, la negligencia de los go- bernantes de 1556 (i). De sus desavenencias con la clerecía compensábales hasta cierto punto su estrecha unión con el vi- rrey Marrades, á quien retribuían ante el trono con altos en- (i) Quéjanse éstos amargamente de fray Tomás Serralta prior de Santo Do- mingo, á cuyo ejemplo predicaban otros haciéndose eco de personas apasionadas y cizañeras, cosa extraña en un religioso de su grave cargo y de su distinguido linaje, del cual figuran cabalmente en la juraría de aquel año un Francisco, y en las de I 5 54 y i 5 158 un Agustín por el estamento de ciudadanos. 444 ISLAS BALEARES comios de su mando el apoyo que acá les dispensaba; y ya después de casi un año de prestado solemne homenaje al mo- narca entrante por la estupenda renuncia del emperador no recelaban cambio de lugarteniente, cuando de súbito en 21 de Marzo de 1558 se intimó la separación al D. Gaspar, y al otro día se presentó á tomar posesión con nombramiento de muy atrasada fecha D. Guillermo de Rocafull también valenciano. Con malos auspicios empezó el nuevo gobierno, como que en 18 de Mayo sufrió Alcudia segunda incursión de piratas, en que con sus moradores fueron acribillados por la artillería de las galeotas doscientos auxiliares de Inca y ciento de Selva, man- dados aquellos por Felipe Fuster y éstos por Pedro des Catlar, sobrada impaciencia en lanzarlos de la costa: sesenta muer- por tes se contaron, entre ellas la de Hugo de Pachs de la familia de los alcaides de aquella plaza, de heridos casi doble núme- ro, y de cautivos triple. La alarma por el suceso producida transpira bien en los pregones de aquellos días, de acudir á inscribirse cuantos tuvieren caballo, de alistarse todos los veci- nos de 20 á 70 años, de no salir de las puertas de la ciudad so pena de ser sacados á la vergüenza, de tener cada cual ence- rrados á sus esclavos moros bajo apercibimiento de perderlos; y todavía creció á fines de Junio con eí aviso de que se apro- ximaba á estas islas la escuadra otomana, diríase con intento de conquista más que de saqueo según lo formidable. Divisóse en la mar el nublado, contáronse casi las velas (i); y si hubiese podido su almirante Mustafá penetrar la confusión que reinaba aquella pingüe tentadora tierra que inexactos informes le en y representaban fuerte y apercibida á resistir, ya no hubiera pa- (i) Ciento y treinta dícesc que eran las latinas y treinta las mahonas ó gran- des embarcaciones de transporte, según Ducange, usadas por los turcos. Á ciento cuarenta las hacen subir las relaciones del sitio de Cindadela, que no hablan de las cuarenta galeras de Francia que debían reunirse en Marsella á la flota otoma- na, ni de los buques corsarios de la costa de Àfrica con los cuales se contaba. ISLAS BALEARES 445 sado adelante en busca de más fácil presa. Exhausta de oro y plata y de monedas la ciudad con motivo de las últimas cares- tías, aturdidos los jurados, violento y fuera de quicios el virrey lanzando en derredor insultos y amenazas, firme el general con- sejo en ofrecer proporcionadamente á las agotadas fuerzas del país, y no á lo enorme de la necesidad y del peligro, una talla de 4,500 libras en vez de los 200,000 ducados que se dejaba pedir Rocafull para poner en pie de defensa el reino, hecha manzana de discordia la embajada al soberano en demanda de urgentísimo socorro que el apasionado lugarteniente se empeñó en conferir al canónigo Villalonga como si en ello estribara la común salvación, todo era aquí rompimiento y lucha, al llegar dos días después la noticia de que había descargado en Ciuda- déla la tempestad. Y las seis galeras de D. García de Toledo recién aportadas á Alcudia adonde pasó el virrey, y las cinco fragatas por éste llamadas del puerto de la capital, no se mo- vieron en auxilio de los sitiados, ni se despachó á Génova el propio que los jurados pedían para obtener del invicto Doria el prevenido amparo de costumbre. Mientras deponía en tierra sin estorbo la enemiga flota los quince mil hombres y las veinte y cuatro piezas que encerraba, y tomaban posición al rededor de los frágiles muros, impidiendo que de los restantes pueblos de Menorca entraran más refuer- zos que los doscientos de Alayor y Mercadal que se habían aña- dido á los quinientos de la población ; mientras que del 2 al 9 de Julio sostenían los de dentro una semana heroica de combates y asaltos, en que no compensaba la misma victoria la diaria pér- dida de los combatientes; mientras que, voladas por azar con la pólvora las municiones, y fracasada la salida que se arriesgó por la puerta de Mahón con la gente inútil, y allanadas las bre- chas, y penetrando en el Borne ya los sitiadores, devoraban el duro trance de la rendición el bravo lugarteniente Arguimbau y el capitán Negrete, y con los que no habían muerto de sus cua- renta soldados, y ancianos y niños y mujeres hasta el número 446 ISLAS BALEARES de cuatro mil que perdonó el alfanje, y con el botín de lo que perdonó el incendio, eran llevados á Constantinopla; el terror entretanto embargaba á los mallorquines, y los edictos no acu- san más prevenciones contra un inminente ataque parecido, que un llamamiento á la defensa de Bellver, una tregua impuesta á las banderías de los pueblos para repeler al común adversario, y pena de multa y cárcel á los que de Dios y de la Virgen re- otra negaran. Pasado un mes después de la catástrofe, reunido vez en 8 de Agosto el consejo general, insistió Rocafull en la necesidad de los 200,000 ducados á fin de salvar el cuerpo, de- cía, á trueque de la amputación del brazo, contando al efecto con el cabildo eclesiástico y con la real ayuda; pero, limitado á lo hacedero lo imposible, redújose á treinta mil libras la suma, además de las diez mil invertidas en acuñar moneda de cobre; ¿y cuál no fué la cólera de su señoría al ver revocada la misión que había hecho encomendar á su canónigo favorito, y elegido en jugar de éste al noble Nicolás de Pachs, con las más hosti- les instrucciones y expresiva denuncia de sus atropellos,? Más tarde, en reparo de Cindadela fueron enviados á cuenta del pa- trimonio real cien soldados de Mallorca; al del castillo de Ca- brera acudieron las galeras de D. Berenguer de Requesens; y hasta alcanzaron á la fortificación de Ibiza considerables obras. En medio de estos cuidados pasó casi desapercibido á fines de dicho año el luto por las muertes poco menos que simultáneas del ínclito emperador en su retiro de Yuste y de su nuera Ma- ría Tudor en Inglaterra, cuya pasajera reversión á la fe católica tres años atrás se había solemnizado con procesión igual á la de Corpus. Discordes entre sí los jurados de 1559, no lograron mode- rar los despóticos arranques del virrey ni hacer oir al monarca sus agravios : tres de ellos, en pugna con el abandono de sus compañeros, pedían á voz en grito reforma de abusos é ilegali- dades de que culpaban, aún más que á las autoridades de fuera, á ciertos naturales que les instigaban con su mal consejo. Acen- ISLAS BALEARES 447 tuóse la división en la asamblea á los primeros días de Noviem- bre con el empeño del brazo forense en retirar de la corte al enviado Pachs, ahorrando estériles salarios, á cuyo voto se adhirieron con la mayoría los dos jurados inferiores (i), y el propio Rocafull asistió á fin de amparar contra aquel nombra- miento, hecho quince meses atrás en odio suyo, la libertad de las deliberaciones. Mala cuenta daban por lo general de sus co- misiones no gratuitas aquellos personajes; y para sustituir al descuidado Pedro Antonio Sa-fortesa en liquidar los pendientes negocios frumentarios, marchó en Febrero siguiente con gran aparato por Sóller á Barcelona micer Ramón de Puigdorfila, y desde allí más adelante á la presencia de S. M. encargado de marcar el límite de los sacrificios posibles al reino en beneficio de la fortificación de su capital. Veinte y cinco mil escudos se ofrecían, pagaderos en diez años, sin exención de franquicia eclesiástica ni otra alguna, además de tres mil ducados que para acopio de materiales debían poner á disposición del ingeniero Calvi, al cual se aguardaba á fin de Octubre de 1560: quinien- tos ofreció de su hacienda el virrey, alegando las desgraciadas y costosas empresas que no permitían á la real munificencia co- rrer con este gasto, y prometiéndose de las nuevas obras ma- yor provecho y solidez que de las anteriores. Entonces se reem- plazaron con arcos de piedra los puentes de madera podrida tendidos sobre el foso en las puertas del Campo y del Citjar. Calvi, que no llegó hasta últimos de Enero de 1561, pres- cindió de adaptar sus planes á la disposición y defensas natura- les de la plaza, y en vez de atender simplemente á reforzarlas, trató más bien de ganar renombre con una cindadela ó castillo (i) Eran estos Pedro Juan Ferrer mercader y Antonio Ciar pelaire, y todavía por el mes de Julio se les agregaba uno de los cuatro que tan decididos se mostra- ron luego en sostener la embajada de Pachs, á saber: Albertín Dameto doncel, Ga- briel Berga y Jaime Vida ciudadanos, y Juanote Sala mercader: conócese que era cuestión de clase. Cabalmente uno de los capítulos de culpa aducidos contra el virrey habían sido los bastonazos que dió al honrado y opulento Ciar antes de en- trar en la juraría. / 448 ISLAS BALEARES artificialmente implantado, sin regatear ciencia ni presupuesto; el sentido práctico del país no dejó llevar á efecto la su- pero perflua y descomunal empresa, representando al rey que á la ciudad, aparte de su competente muralla, bastaba el amparo de Bellver, así como á la isla entera para su custodia la fortaleza de Alcudia, debiendo concentrarse en las dos el principal res- guardo, puesto que en ellas podían guarecerse las poblaciones interpuestas en siete leguas de camino, cuando no refugiarse á los vecinos montes. Nuevos recelos de armada turca por el mes de Marzo ocasionaron otra derrama de diez mil libras que ente- rrar en los baluartes ó convertir en municiones; pero más que con ellas contaban aquellos jurados, bien distintos ó bien troca- dos de los de 1558, con la bravura, solicitud y providencia del insigne Rocafull, en cuyo panegírico se deshacían desde su ad- venimiento al consistorio, ensalzándole de vigilante día y noche, de infatigable y perito en cosas de guerra, de firme mantenedor de la paz y orden público, á despecho de algunos díscolos, im- pacientes de toda autoridad y entregados á sus apetitos, que mediante secretos conventículos y colectas sostenían en la corte calumniosas demandas. Estaba hecha una Rodas en sus preven- ciones bélicas la capital; y en las tardes de los domingos y fies- tas adelantábase á todo el pueblo en los trabajos de defensa el lugarteniente. Cerciorado éste por dos bergantines apresados en de Argel del próximo arribo de la infiel escuadra á aguas algún punto de la costa mallorquina, no le cogieron tan descuidado la aparición de veinte y tres grandes buques y el desembarco de mil setecientos argelinos en la de Sóller, que de orden suya no hubiesen acudido allí, aunque incompletos, los socorros de Bu- ñola Alaró á reunirse con los moradores de la villa, entre to- y dos ochocientos hombres capitaneados por Juan Angelats (i). de dos horas llegó éste de la ciudad á hacerse cargo de su En menos capí- ( i) tañía, obtenida ya desde mediados de 1559 hasta i S 7 S ^ parece el mismo que fué jurado del reino en i 560 por el brazo ciudadano. ISLAS BALEARES 449 El sol á su salida el 11 de Mayo alumbró en el campo del Oca la briosa embestida de un gentil escuadrón de lanzas y picas en- tre dos columnas de arcabuces y ballestas contra una tropa de piratas veteranos, á los cuales hicieron retroceder hacia el mar matando é hiriendo; pero vuelto en seguida el rostro á los lamentos que á sus espaldas se oían del pueblo saqueado por otra partida, lanzáronse como leones á libertar á sus familias y arrancar al enemigo la presa, persiguiéndole hasta el Coll de la Illa y sembrando de cadáveres el camino. De quinientos se ase- gura que pasaron; perdiéronse dos banderas y cuatro arráeces de los más señalados; la muerte del llamado Issuf atravesado de una lanzada no dió lugar al gran rescate que por él se ofre- cía (i). La historia y la tradición compiten en referir cien epi- sodios casi increíbles de valor y aun heroísmo, esmaltes de aquella inmortal jornada, que anualmente revive en el risueño valle que de ella fué teatro: triunfo comprado á costa de algu- nos esforzados y de inermes cautivos, pero de gran trascenden- cia por el aliento que despertó, haciendo perder el espanto á tales invasiones. Sin embargo, lo principal, al decir de los jura- dos en su parte al monarca, cedió en loor y gloria del incompa- rabie virrey, aunque no llegara sino tarde para presidir las exe- quias y ostentar los trofeos, y tal ahínco muestran en vindicarle de sus émulos, que no reparan en profesarse sus aduladores. Revélase doblemente en aquel documento la pasión extre- mada que en concepto del sagaz Litrá caracterizaba de antiguo (i) En el nombre de los jefes enemigos y procedencia argelina ó turca de su gente, como en el número de combatientes y de bajas por ambas partes, lo mismo que en el orden y circunstancias del glorioso suceso, hay tantas discrepancias y no leves, cuantas son las relaciones, todas autorizadas y minuciosas, que no de bajan cinco, á saber: la de Binimelis, la de Mut que añade mucho de su cosecha, la consignada al otro día de la invasión en un libro de la Corte real^ la del común de la parroquia publicada por Piferrer entre los apéndices de la tercera parte del pre- sente tomo, donde también nuestro colaborador describe galanamente la jornada, y la guardada un tiempo en el convento de Sóller, aparte de la remitida oficial- mente al rey por la universidad en 13 del propio Mayo, que es la que sigo con preferencia. 57 450 ISLAS BALEARES á los mallorquines (i), de lo moderno no cumple hablar á pues un historiador; y antójase ver qué faz pondría la austera majes- tad de Felipe II á vista, si es que á su vista llegaban, de las rencillas, miserias, recriminaciones, escándalos, contrastes y alternativas de diatribas y lisonjas, con que sin reposo le asediaban por escrito y por mensajes, destrozándose mutua- mente, los gobernantes y los cotarros de este mal avenido rei- En el relato mismo de tan plausible hazaña poníase en co- no. nocimiento del soberano que en la opuesta vertiente de la sierra, á falda sucedía aquella y á un mismo cuya tiempo, banqueteaba Santacilia el del en la quinta de Alfabia con el capiscol obispo real Alguer en Cerdeña, D. Pedro Vaguer, nombrado visitador de la desconcertada administración de Mallorca y reformador de la tabla numularia poco menos que arruinada, con cuyos princi- pales deudores desde su reciente venida se trataba familiarmen- te, comprometiendo su grave cargo: intimidades por un lado y desconfianzas por el otro de cada vez en aumento, que dificul- taron la aplicación del remedio apetecido. Clamábase tiempo ha- cía contra abusos que habían reducido el comercio á la parálisis al descrédito aquel banco, del cual no salía y porque apenas in- gresaba numerario, «órgano de la digestión de que recibían el jugo vital los demás miembros ; » y así lo inculcó al consejo á principios de año el lugarteniente mismo, y así lo dispuso luego el rey á instancia oficial ó motu proprio^ confiando á prelado y forastero una misión tan ajena de sus luces y facultades. No se apresuró el delegado á mostrar sus poderes, pero al hacerlo en Octubre manifestando que el descubierto de la tabla no bajaba de 55,000 libras, halló impugnaciones y protestas por parte de (i) Véase la nota de la página 312. Avergüenza el ver cómo cambiaban, según el tiempo ó el interés sujetivo ó la fortuna del personaje de quien se trata, los jui- cios, los informes, las exageraciones depresivas ó encomiásticas de nuestras auto- ridades en su correspondencia menos reservada, y la ninguna aprensión con que tan se bajaban á recomendar negocios públicos ó privados á oficiales poco antes Na- detestados y combatidos por ejemplo como el regente Gualbes ó el inquisidor vardú. ISLAS BALEARES la universidad, que pretendía no estar obligada á llenarlo sino después de recuperadas así de clavarios como de particulares todas las cantidades adeudadas, y de reponerse sobre todo el enorme hueco que dejaron en el erario público los trastornos de la germania, de 26,000 libras nada menos, por cuenta del pa- trimonio real en recompensa de los bienes confiscados y compo- siciones percibidas de los reos. Consultado á S. M. este impor- tante extremo, interpretó el visitador por negativa el silencio al cabo de diez meses, é intimó á los jurados el pago total, salvo algunas rebajas de atrasos cobrados por valor de 11,000 libras, amenazándolos en i.° de Setiembre de 1562 con incautarse de sus personas y de las de los consejeros: resistíanse éstos á fijar la talla que debía echarse hasta agotados los esfuerzos para reintegrar el déficit á expensas de los rezagados y no de la po- bre universidad, y en semejantes contestaciones pasó todo aquel afio y el de 1563, concurriendo con ellas la esterilidad que obli- gaba á sostener en Sicilia y Barcelona legaciones distintas y la interminable cobranza de coronajes y maridajes. Ya entonces, además del obispo reformador, con quien parece haber llegado á perder la lucha su primitivo carácter personal, gozaba al fin Mallorca de obispo propio por dimisión del italiano Campegio, en el activo Diego de Arnedo, aragonés y capellán del rey, reci- bido con júbilo en los últimos días de 1561 tras de catorce me- ses de cautiverio en poder de infieles. Quedaron reducidas á lo más indispensable las atenciones del servicio público, y embargadas para su exclusivo ingreso en la tabla cuantas derramas se hicieran : los gastos de guerra des- cansaron á despecho de las incesantes alarmas de corsarios y de las correrías del inquieto Rocafull á lo largo del litoral ya del llano ya de la montaña, y todo lo que pudo conseguir del consejo á favor de la denodada Sóller fué mil libras de ayuda, en vez de dos mil que pedía, para amurallar el recinto de su parroquia. Ni siquiera el anuncio de que el gran monarca había bajado de Monzón á Barcelona, fué bastante, en Febrero 452 ISLAS BALEARES de 1564, á despertar entusiastas demostraciones é instancias de que visitase la isla, bien que el mensaje conferido, y no por vez primera, al doncel Pablo Moix, abarcaba importantes puntos: tratábase de solicitar la creación en Mallorca de rota ó tribunal de regente, fiscal y cuatro doctores por cuenta del compuesto estado; de reivindicar para este reino, en vista de las cortes reunidas aunque por mera vía de recuerdo al rededor del trono en Aragón y Cataluña, igual representación y asistencia, estu- diando las antiguas formas ; de llevar principalmente á buen re- mate la vital reforma administrativa de que pendía la restaura- ción de la cosa pública. Grandes cambios habían coincidido á la vez y quizá resultado de la última extracción de oficios y de la llegada de un nuevo visitador en reemplazo del obispo del Al- guer, que no consta por qué y cuándo se marchó precisamente: designábasele en Monzón por sucesor, á principios ya de No- viembre pasado, á Juan Jiménez de Aragués prior de Tarrago- na, hombre insigne por dignidad y carácter, por cuya venida, aun antes de entrar en el ejercicio de sus funciones, rinden encarecidas gracias á S. M. los nuevos jurados como por celes- tial beneficio. Al mismo tiempo desaparece por encanto el virrey Rocafull, y antes de separado por el rey en 22 de Marzo desde Tortosa, figura alejado del gobierno, y preséntase su vuelta al país como la mayor calamidad que pudiera amenazarlo y el más grave estorbo á la curación definitiva de tan intensos y prolijos males. Hondo antagonismo debió de existir entre los partidarios del destituido, pocos ó muchos, y los entusiastas promovedores de la santa empresa, por más que en reparar las quiebras de la tabla y en liquidar cuentas y en combatir moratorias, todos vi- niesen compitiendo desde atrás en muestras más ó menos cor- diales de celo. Adelantados hubo de encontrar los trabajos de la visità el insigne prior de Tarragona, pues no pudo dedicar á ellos sino escasa temporada; pero con el apoyo y simpatía general que mereció de antemano y que justificó con su conduc- ta, la llevó tan adelante, que al sorprenderle en 10 de Setiem- ISLAS BALEARES 453 bre prematuro fin (i), dejó vinculada á su nombre la gloria de salvador del orden económico y del crédito mercantil. Acordóse en vista del buen resultado pedir que se repitieran cada seis años tales visitas, pagándose de las composiciones de los oficia- les residenciados, y sometiéndose á la revisión de los comisarios las habilitaciones que ocurriera ir haciendo en los sacos ó listas de elegibles (2). Tras del inflamable valenciano entró á regir en 14 de Se- tiembre, mediando una interinidad de seis meses, el aragonés Juan de Urríes, en quien á las ocupaciones del gobierno vino á reunirse el cargo de continuador de la visita. No se había veri- ficado la reforma de la tabla sin castigo de algunos culpables, que para el infeliz librero Gabriel Monjo paró en suplicio, aun- que la responsabilidad de los desfalcos pretendían extenderla al caído Rocafull sus enemigos, y sin extraordinarios sacrificios por parte de la universidad. Á cien mil libras ascendían los atra- sos de ésta, y cuarenta y cuatro mil prestaba anualmente de censo, treinta mil de ellos á los catalanes, por cuyas pensiones eran embargados y presos en Barcelona los mallorquines, te- niendo que fugarse ó tomar asilo como delincuentes los mismos embajadores: oprobio que se trató de extinguir en 1565 con la medida ya otras veces intentada, y que tampoco permitiría en- tonces llevar á cabo el mal estado de la consignación, de trans- ferir los créditos de forasteros á naturales con la esperanza de que fueran más sufridos. Tampoco se pusieron en planta, por falta de acuerdo entre las clases, los reglamentos suntuarios impuestos á su respectivo traje á fin de nivelarlo con su abatida (1) Otorgó codicilo aquel día, instituyendo albaceas al obispo Arnedo, al prior de Santo Domingo fray Campamar, y á su sobrino D. Luís Jiménez de Aragués, de quien tomó el nombre el predio Son Ximelis que poseía doce años más tarde. Cuén- tansele por su comisión ochenta dietas áq ducados ó 6 libras 8 sueldos por día. (2) À fin de que no escasearan éstos, pedíase al rey por aquel tiempo que no fueran excluidos los deudores á la universidad, sino que se les obligase á pagar caso de favorecerles la suerte, y que se pusiese coto á ciudadanos y caballeros en solicitar nobleza, que por lo visto les eximía de ciertos cargos. 454 ISLAS BALEARES fortuna, que mermaban en una sexta ó quinta parte los tributos; y más se comprende y se disculpa que para educar en caballe- rescos ejercicios la juventud y avivar el ardor belicoso se con- signasen partidas en tan extremas circunstancias para tener justas en el Borne (i). Armas y víveres, municiones de guerra y de boca, era la demanda continua, inseparablemente simultá- nea, que al trono dirigían los tristes isleños, tan asediados por la piratería, que sin el competente socorro de la armada real para introducirlas, «servirán para los infieles, decían, que no para nosotros. » Por singular anomalía, á despecho de tantas ca- lamidades la población iba en aumento, y la carestía rayó en hambre en 1566, año el más estéril de aquel siglo que desde el 1507 se recordaba, en que reducidas á una poca de cebada las subsistencias, llegó d pender de una telaraña la vida de mi- llares de vecinos. Temores de que se despoblara el reino, ó de que surgieran en el pueblo revoluciones al ver morir de necesi- dad las mujeres y los tiernos hijos, se elevaron enérgicamente al impasible soberano que concedió las importaciones solicita- das: la consignación facilitó un préstamo de cuarenta mil libras, y pasada la crisis se encontró la universidad con una carga de doscientos mil escudos. ¿Cómo había de responder el país y sin- gularmente la nobleza, convocada al efecto por Urríes, al lia- mamiento del rey Felipe para que concurriera con los demás reinos de Aragón á armar otras tantas galeras que las de S. M. en defensa del Mediterráneo? Faltábales para mayor desventura armonía y paz, si no con el lugarteniente asaz bien quisto, con la autoridad religiosa más á propósito para confortarles y socorrerles en sus trabajos, con el ansiado obispo propio, cuya larga privación tal vez echaban ya de menos. Dos años había, desde principios del 1564, que el (i) Cincuenta libras para tela y lanzas y veinte y cinco para joyas, se esta- blecieron en i 5 de Enero de 1565 á excitación del virrey. Continuaba todavía el juego de ballesta, aunque á esta arma iba ganando en importancia la del arcabuz. ISLAS BALEARES 455 ilustrísimo Arnedo, duro eñ sus procedimientos y pródigo de excomuniones, reclamaba de sus diocesanos en reñido pleito diezmos hasta entonces no percibidos de frutos verdes, por de- recho imprescriptible y superior á las concesiones reales. Soste- nedor acérrimo de la inmunidad eclesiástica respecto de tallas é impuestos de mancomún con el cabildo, traíale subyugado en disponer de las vacantes prebendas á favor de sus domésticos peninsulares, y al primer óbice que encontró túvole toda la cua- resma en entredicho; mas luego, añadidas á sus facultades de prelado las de inquisidor con espanto de sus adversarios, no puso ya coto al abuso de ellas en satisfacer agravios persona- les, en detener por mar los correos, en cohibir las más secretas votaciones del consejo. Mantuvieron la lucha con braveza tres jurarías consecutivas por medio de síndicos ante el rey y ante el papa (Pío V), cuidando de no trocar las cuestiones que á cada jurisdicción atañían, en cuyo deslinde jamás se dormía el católi- CO monarca; y en esto no sirvió poco á sus poderdantes la pru- dencia y mesura de Francisco Anglada en la corte, varón de gran trato y experiencia que les iba á la mano en sus destem- piados informes, porque en verdad no se mordían la lengua en tachar á su pastor de violento, de codicioso, de inaccesible á pe- sar de su pingüe renta de diez mil libras á la lástima de tan grande y general miseria y al estímulo del activo impulso que se iba dando á la terminación de la catedral, y á otras acusado- nes se alargaban harto deshonestas, si no hubiesen reconocido conveniente y aun justo rectificarlas. Mayor respeto al prelado inculcábales gravemente Felipe II por conducto del virrey, y ofrecióse á servirles de árbitro él ó el pontífice; con lo cual se amansaron en 1567 las disidencias, y hasta se aseguró que se arrepentía de haber ido tan allá su señoría ilustrísima, cuya ac- tividad en la visita y administración de la diócesis encarecen más adelante sus contendientes mismos (i). No obstante siguió el (i) Toman ocasión de la inoportuna vuelta del obispo de Salamina, Francisco 456 ISLAS BALEARES litigio, y obtuvieron al fin los regnícolas la confirmación de su exclusivo derecho á los beneficios eclesiásticos, que reconocido ya por Eugenio IV tan mal se les guardaba; pero otras petició- nes en orden á monjas, más conformes á abusivas prácticas de la tierra que al acrisolador espíritu del concilio de Tren to, no hallaron tan fácil acceso al santo jefe de la Iglesia (i). Con más docilidad fué admitida la reforma del breviario; y la cuestión del diezmo de verdes, deferida á Roma, sobrevivió á la partida de Arnedo en 1570 y á su renuncia en 1572 á la mitra de Ma- Horca á fin de ceñir la de Huesca su patria, de que disfrutó corto tiempo. Ni las formidables revueltas de Flandes, ni el salvaje alza- miento de los moriscos en las sierras de Granada, llegaron á sentirse ni aun quizá á saberse en este pacífico aunque trabaja- do reino, que poco lugar habría ocupado en la vasta mente y serias atenciones del soberano de medio mundo, si debiera ser proporcional á sus angostos límites y modesta importancia: pero sí transpiró á los lejanos subditos el infortunio doméstico de la impenetrable Majestad, á quien por la necesidad dolorosa del arresto de su hijo votaron un sentido mensaje de pésame en Febrero de 1568 (2), á la vez que se dispusieron rogativas. Salazar, que había dejado bastantes malos recuerdos como sufragáneo en la época de Campegio, y que con igual carácter sin necesidad se presentaba entonces en I 569, poniendo en perturbación el país. ( i) Quejábanse de que redujese el obispo las comunidades, la de Santa Margarita por ejemplo á treinta y cinco monjas, y á menos aún las de San Jerónimo y de San- ta Magdalena, fijando en veinte escudos ó ducados de renta el mínimum del dote, y de que se impidiera admitir en los conventos á niñas menores de doce ó catorce años, á cuya edad eran ya menos aptas para las prácticas del coro y menos dis- puestas para la vocación religiosa, sin perjuicio de que ésta antes de la profesión quedase bien averiguada. « Esto sería, clamaban, acabar con los claustros», á los cuales una inveterada y perniciosa costumbre predestinaba, con achaque de sal- var el mundano decoro de las familias, á cuantas hijas no podían prometerse afue- ra honroso enlace. (2) Sabida la noticia por carta de S. M. á los diputados de Barcelona que trans- mitieron acá los síndicos mallorquines, eligió el consejo á uno de estos, á Pedro Antonio Safortesa, para pasar ex-profeso á la corte con esta triste misión, escri- biéndole una expresiva credencial. ISLAS BALEARES 457 Con la expectación del trágico desenlace, á la sazón que aún no se sabría, coincidió la llegada del victorioso D, Juan de Aus- tria con algunas galeras, de pronto al puerto de Andraig y luego al de la capital en 7 de Agosto : hízosele el recibimiento que por hermano del rey y por sus proezas merecía, nombrando para obsequiarle una comisión de veinte caballeros ; y á su par- tida que fué pronta y súbita, no se le negó el refresco que á capitanes de harto menor estofa solía darse y que agradeció el infante con expresivas promesas. Las cuatrocientas libras impor- te del donativo mezcláronse, completando casi el millar, con el de las exequias y sufragios que al desventurado heredero de la corona tributó por el reposo de su alma y probablemente por el de la monarquía el reino de Mallorca; y por los mismos días en que se celebraban, de fin de Setiembre á principios de Octu- bre, otra acerba muerte, arrebatando del real tálamo á la vir- tuosa reina Isabel, renovaba dos meses más tarde las fúnebres pompas en el alcázar de la Almudaina, convertido en iglesia su patio (i). En medio de las penas y cuidados que entonces más que nunca le abrumaban, prestó el rey benévolo oído á las ins- tandas de Mallorca, representada por Antonio Cotoner uno de sus jurados, á fin de que se erigiese para ella é islas adyacentes tribunal ó rota con objeto de sacar de manos de gobernadores despóticos y de regentes venales la administración de justicia. De qué número de doctores había de componerse, si habíá de organizarse en una ó dos salas, si habían de ser todos ellos, con excepción del regente, naturales del país, ó solamente la (i) Constan por menor en las cuentas del real patrimonio las de am- bos partidas funerales y la limosna de una libra que se dió por el respectivo sermón de honras, predicado en el del príncipe por un jesuíta maestro en teología á quien no se nombra, y en el de la reina por fray Vicente Verdú prior de Santo Los Domingo. gastos del primero ascienden á 229 libras 11 sueldos, los del con segundo á i 5 7 nada más, por servir para este por razón del corto intermedio muchos tra- bajos del anterior; entiéndense dichas cantidades por parte del procurador real, pues ya se ha visto que solamente por el luto de D. Carlos gastó la universidad cerca de 600 libras. S8 458 ISLAS BALEARES mitad de ellos (i), así como por mitad entre el estado y la pro- vincia había de pagarse su salario, negocióse durante tres años de con empeño, hasta que por pragmática de ii de mayo 1571 quedó constituida la real audiencia bajo la presidencia del vi- un regente, un abogado fiscal y cuatro oidores. De su rrey, con creación se confiaba que datase el buen gobierno y tranquilidad interior de la isla; y en el glorioso 7 de Octubre del mismo año obtenía D. Juan de Austria allá en Lepanto la incomparable victoria que, señalando el primer menguante en la maligna pre- ponderancia de la media luna, inauguraba tiempos de mayor tranquilidad en nuestras costas. Digna era de festejarse, tanto ó más que el alumbramiento del nuevo príncipe dado al monar- ca por su cuarta esposa, cuya celebración vino á mezclarse con la de aquella, mediante espléndidas funciones en la semana de Navidad, por más que las luminarias prendieran fuego á la ve- neranda torre del Angel, ocasionando costosos reparos (2). Hubo en efecto una breve tregua de inquietudes y conflictos, así por la seguridad derivada del quebrantamiento de la infiel piratería hasta el punto de suspenderse las obras fuertes de Santanyí, como por el desahogo que en la situación económica introdujo durante algunos años la insólita abundancia de las co- sechas. Bien se demuestra este con la afluencia de peticiones al (1) Establecióse que solo fuesen dos los magistrados regnícolas, y de nom- bramiento real y no del de los jurados como pretendían estos, y que los cuatro restantes fuesen naturales de la corona de Aragón. (2) En los gastos de carpintería y albañilería pagados con este motivo en Octu- bre del siguiente año, cítase una vez como causal de las fiestas el insigne triunfo sobre la armada turca, y otra el nacimiento del presunto sucesor, que era un Fer- nando, mayor que Felipe 111 y muerto de edad temprana: las dos partidas no suman sino 6i libras, de lo cual se desprenden cuanto menores fueron los daños de este incendio que los producidos en i 567 por un rayo en el castillo de Bellver, cuyo importar cerca de 4,000 libras hubo de tener honores de reconstruc- reparo para ción. Al natalicio del príncipe se refiere no más el acuerdo del general consejo tomado en 18 de Diciembre, de celebrar justas y torneo á caballo y juego de cañas de damas y regocijo de danzas con las luces y demás que conviniere, y de y sarao estrenar trajes de seda para los jurados, y de paño para los dependientes y cua- drillas, y de señalar 1150 libras para dote de quince doncellas. ISLAS BALEARES 459 consejo presentadas aquellos días en demanda de socorro por iglesias y comunidades de ambos sexos, por hospitales y esta- blecimientos de caridad, y casi ninguna en balde, distinguiéndose por lo crecido de la subvención obtenida el hundido templo pa- rroquial de Santa Cruz y el reciente colegio de jesuítas que en solos diez años con sus servicios y enseñanza se habían ganado sin excepción apenas las voluntades. Hasta se propuso para al- canzar del cielo la fertilidad de tiempos pasados, que en la so- lemnidad del Ángel custodio se restableciesen las antiguas representaciones dramáticas, tomadas empero de asuntos bíbli- eos y no profanos; negóse sin embargo la sensata asamblea á renovar so color de piedad ocasiones de dispendios y abusos. No se perdía en el seno de la prosperidad la memoria de las frecuentes penurias: hacíase galleta de los trigos sobrantes, y alarmados del enorme consumo y provisión de granos y legum- bres, y aun de carnes á pesar de su escasez, hecho por las ga- leras que en 1572 visitaron el puerto á bandadas, apelaban los jurados al rey de los mandatos de su lugarteniente á fin de que les guardara el privilegio que sometía á la aprobación de ellos la extracción de víveres en cualquier caso. Tampoco les cogía descuidados el momentáneo abatimiento de la morisma, para desatender el acopio de armas de que se había desposeído el reino por seguir las campañas del heroico caudillo de las Alpu- jarras y de Lepanto, y que de un día á otro podía necesitar en defensa propia; y dando gracias á S. M. por el aviso de los aprestos del turco y por los solícitos informes que tomaba del estado de la artillería, pedíanle arcabuces, mosquetes, picas, y que si ingeniero había de enviarse para completar la fortificación pendiente, fuese tal que se aprovecharan y no se vertieran inú- tilmente los caudales, como las setenta mil libras gastadas hasta entonces. Afianzábase la autoridad del municipio con poner coto más de una vez á los soberbios arranques del opulento Nicolás de Pachs tanto de tablero como de procurador real, con recia- mar la indemnidad de la palabra en las deliberaciones poniendo 460 ISLAS BALEARES los al abrigo de proceso, con celar sin descanso pareceres por todas y cada una de las franquicias tradicionales con sangre y dinero adquiridas, que para hacer más generalmente sabidas y estimadas tratóse de consignar á la imprenta. La traslación del obispo Arnedo á Huesca dió largas á la enojosa contienda de los diezmos, y permitió aplicar las rentas de la vacante silla á la fábrica de la Seo, que á ojos vistas corría á su anhelado re- mate, desenvolviendo las últimas bóvedas: una de ellas publica- ba con los blasones de su clave su erección á expensas de la universidad, á San Sebastián su patrono tenía dedicada que ya la inmediata capilla con magníficos ornamentos. Nada perdieron la catedral ni la diócesis con el nuevo prelado Juan Vich y Man- rique acogido solemnemente en 5 de Octubre de 1574; y nuevo virrey entró asimismo por fallecimiento de Urríes en 12 de Setiembre del siguiente año, que fué Miguel de Moneada, bien que solo después de diez meses de servida la lugartenencia por Felipe Fuster caballero mallorquín, se presentó á tomar pose- sorio en 22 de Julio de 1576. Desde la pérdida del fuerte la Goleta en la costa de Túnez, rendido por la flota otomana en el estío de 1574, renováronse con mayor viveza las alarmas en la isla, ora partiendo de la misma corte, ora traídas por el infante D. Juan en persona, al aportar por segunda vez de paso con la armada real en Abril del 75, investido de poderes de vicario y alter ego del monarca y casi de tal recibiendo honores (i). Acababa de llegar con va- ríos capitanes de guerra el ingeniero Jacobo Fratin, el más afa- mado de su época, y no se hicieron esperar ni la traza ni los trabajos de la nueva fortificación, aunque algo más de parte del rey los caudales que por su mitad le correspondían para igua- larse con lo adelantado por la universidad, que agotada de re- (i) Hízosele para su desembarco un puente, que debió ser muy suntuoso, pues costó mil libras, aunque supongo iría comprendido en esta cantidad el im- porte del presente que se le ofreció, á semejanza del hecho al emperador su padre 100 de en I 541, de 50 carneros, 25 terneras, 10 pavos, 100 pares de gallinas y pollos, I 2 quintales de queso, 100 cuartanes de aceite y 20 cuarteras de candeal. ISLAS BALEARES cursos clamaba no poder ir más allá de las 40,000 libras toma- das de fondos consignados. Palpóse la necesidad de poner en relación mutua los baluartes y en disposición de cruzar sus fue- de dar anchura y profundidad hasta el nivel del mar á gos, y los fosos, por los cuales debía abrirse paso á la Riera, desvián- dola del interior de la ciudad, por el pie de los muros de levante hasta la puerta del Campo. De nada empero sirvieron obras ni trincheras sin la debida provisión de armas, tan copiosa y varia- da como exigían el vasto recinto y el número de defensores y la época de transformación militar en que luchaba el nuevo con el antiguo sistema, y según muestran los pedidos hechos á Milán y otros puntos de Italia de arcabuces y coseletes, de mu- niciones y proyectiles, y el aumento de artillería á toda costa, pagando y trayendo de Málaga la que S. M. les ofrecía. El plan de defensa abarcaba la isla toda, habilitando los tres antiguos castillos de Alaró, Pollensa y Santueri para refugio de la gente inútil de la comarca en caso de invasión enemiga, adiestrando por medio de soldados forasteros en el manejo de las modernas armas, que del de las antiguas harto sabía, á la gente campe- sina, y disponiendo la construcción de seis torres para vigilar la bahía de la ciudad, tres por el lado de Calafiguera y tres por el cabo Blanco. En esto volvió á asomar su tétrico rostro la carestía, y no se trató más que de conferir una sobre otra co- misiones y sindicatos á Valencia, á Sicilia, á Levante, y de reu- nir fondos para procurarse trigo. Opúsose á la salida de ellos el virrey Moneada, mientras no se reservasen dos mil libras para atender á las necesidades más perentorias de la colosal empresa, á cuya prosecución empujaba sin descanso S. M., más que con su dinero de que le hacían andar escaso mayores com- premisos, con sus advertencias á los jurados, trazándoles el cómo y de dónde podrían obtenerlo, siquiera hasta los seis mil ducados que importaban los más urgentes gastos (i). Con el (i) Dos mil montaba el proveerse de cuatro mil picas, cerca de tres mil el de 462 ISLAS BALEARES de tres mil libras por semana á que ascendían los de la fortifi- cación, cuanto más se esforzaba el rey en ponerse al corriente de sus rezagos, temblaba la universidad de empeñarse por su lado en otros no inferiores, sin divisar el término de tamaña obra, mausoleo de las fortunas de sus hijos. Infestaban la tierra bandidos y malhechores, y en vez de le- vantar en su persecución somatenes, molestando y distrayendo del cultivo á la honrada vecindad, propuso Moneada en el vera- no de 1577 destinar cierta fuerza de gente á pie y á caballo, cuyo sostenimiento no había de costar más que ochenta ducados al mes á trueque de restablecer el sosiego; y el consejo se en- contró tan pobre que no aceptó el partido. De poco servía prác- ticamente el establecimiento de la Audiencia, sino de tener re- bosando de presos como nunca las cárceles y de suscitar com- potencias entre oidores y jurados, no sólo en materia de asientos (hasta en presencia de las torturas!), sí que también de atribu- ciones, publicando aquellos ordenanzas y bandos sin conocimien- to siquiera de los segundos, é innovando procedimientos arbi- trarios en gran daño de los privilegios y deshonra de los vecinos (i). Ni Moneada, ni Antón de Oms que le sucedió des- de el primer día de 1578, opusieron obstáculo, tan elocuente era la estrechez, en autorizar la extracción de enormes partidas de la tabla por vía de empréstito y la prohibición del uso de oro y plata, tanto que trataron de emigrar los plateros. Agra- arreglar la artillería y renovar la pólvora, 600 la construcción de las seis torres, y veinte el coste de los tederos para alumbrar en caso de alarma nocturna todas las puertas y baluartes de la ciudad y sus únicas cuatro plazas, de Cort, Santa Eulalia, Real Palacio y Borne. (i) Como tales se citan en las instrucciones dadas en Marzo de i ç 78 á los tres síndicos destinados á la corte, la traslación de los reos cargados de argolla y ca- denas desde la cárcel al castillo real para oir de rodillas la sentencia, la tortura que á veces se les administraba después del fallo capital y entes del suplicio, la exposición á la vergüenza en completa desnudez, las cortapisas al derecho de asi- lo y á la libre defensa de los abogados, las vejaciones y molestias de los presos, la dilación de las causas, lo gravoso del carcelaje, y la revisión de los acuerdos del consejo general por el virrey y por el regente en materia frumentaria. ISLAS BALEARES 463 vóse el público sentimiento con la catástrofe lastimosa de la nave genovesa cargada de infantería de paso para Levante, que al anochecer el 7 de Enero de 1579 llevó desde Portopí un sud- oeste huracanado á estrellar en los escollos del Portitxol, salván- dose apenas cien personas de las ochocientas que entre marine- ros y soldados y mujeres y niños contenía, en presencia de cuatro mil espectadores de nobleza y pueblo y sacerdotes, que en me- dio de las tinieblas no podían socorrer desde la orilla á los náu- fragos ni volver en sí á los ateridos: no bastaron mujeres toda la noche para amortajar cadáveres á la luz de las lúgubres ho- guaras, ni frailes y clérigos para repartirlos por sus iglesias (i). De la calamidad pasada arrastráronse todo el año las conse- cuencias: penuria y desnudez completa en el hospital, bandadas de vergonzantes sacados de su rincón por el hambre en busca del pan que se repartía, deudas abrumadoras con los contratis- tas de granos, descubierto de las más importantes obligaciones del servicio, paralización de los trabajos de ingeniería, descuido de los pertrechos militares por harto más apremiantes atenció- nes. Veíanse acosados de acreedores los jurados, fiscalizados importunamente en sus disposiciones por el quisquilloso Oms, arrestados dentro de los muros, y en su misma casa Felipe Va- lentí, para que no acudiesen á la corte en demanda de agravios, embargados en sus bienes propios para responder de las inco- brables tallas. La cosecha fué mucho peor que la pasada; estre- chábanse las subsistencias; y al principiar el año 1580 no se contaba con trigo, y aun tachado por bocas, sino hasta media- dos de Febrero. Entonces, día 4 del mes, faltando noticia y casi esperanza de auxilio, aparecieron por el cabo Blanco dos naves bien pro- vistas, á las cuales se acercó en seguida con numeroso acompa- (i) En la catedral fueron enterrados los capitanes, y la universidad costeó cua- renta antorchas para luminaria de la sepultura y asistencia de los enfermos en el hospital, iniciando una cuestuación para vestir á los desnudos y pagarles la vuel- ta á sus casas. ISLAS BALEARES ñamiento el jurado Jaime Berga á negociar el desembarco del cargamento, no por vía de fuerza como autorizaba en semejan- tes casos el privilegio, sino mediante obsequios y ventajosas condiciones, con que se remedió de pronto la necesidad. Fueron llegando provisiones de Sicilia, de Nápoles, de España, y todo en seguida se volvió proponer partidos y solicitar recompon- sas. Hecha averiguación en el consejo al fin de verano, según costumbre, del grano recogido en el país, creyóse poder casi ahorrar el acopio del de fuera; mas no lo quiso así el virrey, empeñado en prevenir aprietos como el último, mientras que por otro lado les apremiaba á pagar su parte en la terminación de las fortalezas del puerto de Andraig y de la Dragonera, tan in- dispensables contra los corsarios, aun á costa de vender la ca- misa. Vino por aquellos días á continuar las obras de Fratin su hermano Jorge, y la universidad interesada en atraerle,^ dispen- sóle iguales obsequios que al otro. Empezáronse á cubrir de atalayas y torres al rededor de la isla cabos y calas y promon- torios, humildes é interesantes monumentos que van desapare- ciendo de cada día, llevándose consigo su hoja de servicios his- tóricos y el realce pintoresco del marítimo paisaje. Fecundos fueron aquellos seis años de carestía, en la cual no costó al rei- no la importación de víveres menos de doscientas cincuenta mil libras de menoscabo; y de entonces data sin embargo la ardua empresa de la estimación general de bienes rústicos y urbanos, que dotó á Mallorca de un catastro general en tardío cumpli- miento de la sentencia arbitral del rey Católico en 1512, base más equitativa para lo sucesivo de tallas y repartos, asentada con admirable rapidez en las más azarosas circunstancias (i). (1) Distribuyóse la isla en seis distritos, destinando á cada cual un grupo de nueve personas, compuesto de dos caballeros, dos ciudadanos, un mercader, un artesano desde y tres payeses, entre todos 54, que desempeñaron su cometido Abril á Setiembre de 1578, anticipándose entre el Junio del 76 y el Setiembre del 77 los trabajos de la ciudad y término. A los caballeros y ciudadanos se les asignaron veinte sueldos de dieta, al mercader quince y al artesano doce, salarios de harto difícil cobro en tiempo de tanta penuria. ISLAS BALEARES 465 De entonces data la emancipación definitiva de la universidad, tantos siglos subyugada á los acreedores catalanes, cuyos últi- mos censos logró transferir con ventaja á los indígenas la dili- gencia del bailío frey Ramón de Veri; de entonces la rebaja del derecho de molienda y la supresión del de la sal mallorquina; y por tanto beneficio del cielo invitóse á últimos de Noviembre de 1581 al obispo y canónigos (i) á darle gracias con fiesta, sermón y Te-Deum y abundantes limosnas á todos los conven- tos, además del donativo de mil quinientas libras poco antes ofrecido á la mal segura fábrica de la Seo, y de otro de mil des- tinado á pobres á ejemplo del cabildo, mitad para los de la ciu- dad, mitad para los de fuera. Verdaderamente de sana complexión y de robusto temple era la república que tan de pronto y sin esfuerzo se reponíar de infortunios y trastornos capaces de acábar con el más vigoroso estado. La situación de la capital volvía á ser como antes ó mejor, si hemos de creer á los plateros al pedir que cesase la espartana prohibición del oro y plata; reanimábase la industrio- sa colmena ; los oficios, el tráfico, la navegación, las obras pú- blicas recobraban su actividad; reforzábanse para seguridad de los buques los diques del muelle y se reparaba su cuarteada torre; crecía en habitantes y en casas la población, y al encua- drarla en el suntuoso marco del moderno muro, ganaban las extremidades en regularidad y limpieza con la abertura de nue- vas calles (2). Pero, si tendían á cerrarse las heridas, no se (1) No se explica cómo discreparan algunos déla satisfacción general al tenor de las siguientes palabras de la determinación del consejo : -perque han entés que alguns deis canonjes miravan mal que's jassan gracias públicas, y dey an que no las concedirían. (2) Experimentóse notablemente este buen resultado en el barrio nordeste entre la puerta Pintada y la de San Antonio, al rededor del Campo de la Lana, donde por aquellos años se construían manzanas y trazaban calles; y los plebeyos empresarios de dichas obras, citando de qué modo se estimulaban en las grandes poblaciones semejantes acrecentamientos que tanta nombradla daban á París, en Enero de i $ 7 ç solicitaban abrir paso hacia la principal de San Miguel, apartándolo del burdel y de las escandalosas escenas de rufianes y mujerzuelas que vagaban por sus inmediaciones cantando y sonando panderos. 59 406 ISLAS BALEARES purgaban tan de ligero los humores acres y querellosos, casi constitutivos del carácter mallorquín, que cuando no entre paisa- nutrían sin falta rencillas y discordias con los nos, forasteros, principalmente con las autoridades y funcionarios no bien amol- dados á los intereses costumbres de la tierra; y de la y recién creada magistratura, de que tanto se confiaba, resultó con el municipio semillero de disputas y choques, así tocan- un perenne te á vanas precedencias como á serias facultades, á cuyo pro- pósito no oía Felipe II de los enviados isleños sino invocación de fueros y protestas de agravios. Con los virreyes lo mismo que con los antiguos gobernadores venía de bien atrás la lucha del país, corteses no siempre encubierta con respetuosas ni aun formas, menos cuando un partido le tomaba por instrumento para oprimir al contrario; la buena armonía era casi excepcional, y no fué Antón de Oms de mejor condición que sus antecesores, pareciendo mal su entrometimiento en negocios ajenos á su cargo, sobre todo en la fortificación, en que ligado con el inge- niero introdujo en la traza del primer Fratin aprobada por S. M. variaciones ni baratas ni provechosas. Subió de punto la irrita- ción, cuando encima de la nueva puerta de Santa Catalina apa- reció el escudo de piedra de su noble señoría, y acogidas por éste con descomedimiento las observaciones de los jurados, le- vantóse clamor al soberano que no consintiese campear en las murallas de leal ciudad otras armas que las reales y las del su reino que eran unas mismas. Empeñóse al pie del trono la ani- mosa contienda, al tiempo que se renovaba (¿quién no la creyera sumida en olvido para siempre?) la añeja de la capital con los payeses á propósito de la consignación, en la cual pretendían estos intervenir algo más para cortar abusos, mediante su en- viado Jerónimo Llompart, hombre hábil y peligroso, que alcanzó varias provisiones (i). También Oms perdió su pleito, pero su síndico (i) Muchas, sin á expresar cuáles, escriben que obtuvo los jurados de su Jaime Antonio Serralta, cuya inercia ponen en parangón con la actividad ISLAS BALEARES 467 antes de ver arrancados sus blasones, sucumbió el pobre de larga y penosa dolencia en 21 de Setiembre de 1582, y después de tantos disgustos dados y recibidos en vida, su muerte costó uno más á los jurados, viéndose excluidos de participación en el nombramiento de lugarteniente, que lo fué de pronto el pro- curador real Miguel de Pachs, y en Abril siguiente por real mandato el doctor de la Audiencia Hugo Berard. No cuadraba á varón togado un mando que tenía más de militar que de civil, y poco menos que en frontera de enemigos, según lo expuesto que á las incursiones argelinas habían vuelto á quedar las costas, desvanecidos apenas los ecos del mal apro- vechado triunfo de Lepanto: sorpresas de moros, rechazadas con el acostumbrado aliento,^se repitieron en Andraig á 2 de Agosto de 1578 y en Valldemosa á 13 de Mayo del 1582; y el siguiente año á 30 de Octubre fué tomado sin defensa y por tercera ó cuarta vez derrocado el castillo de Cabrera. Con tal noticia de más espanto que peligro, llamó el doctor Berard á los jurados y estos á la nobleza, y para el recobro del fuerte, ó mejor dicho de sus escombros, bastó una escuadrilla con más caballeros quizá que soldados, á cuya aproximación los demo- ledores abandonando su tarea se largaron impunemente. No ha- bía por otra parte de avenirse muy bien el lugarteniente magis- trado, aunque regnícola, con los representantes de la ciudad y reino, que ya no se recataban de clamar á S. M. por la supre- sión de la Audiencia que tanto habían trabajado en conseguir, á tal rompimiento se había llegado : no hay por tanto que atribuir á lisonja la entusiasta acogida que se hizo en 29 de Diciembre del 83 al nuevo virrey Luís Vich y Manrique, aun cuando no contrincante. Á éste tildan de inquieto, revoltoso, siniestramente intencionado, mal hablado tocante á religiones, y quizá por ello ó por delitos de fe penitenciado, y no se descuidan de indicar al rey en representación de 2 de Agosto de i 583, cuando la cuestión llevaba ya año y medio, « que estando tan necesitado y pobre el reino no conviene buscar novedades, mayormente siendo tan enemigo de ellas un tan católico y pacífico rey cual es V. M.» 468 ISLAS BALEARES fuera hermano de obispo tan benemérito como el que desde nueve años obtenía Mallorca. Paz y ventura por espacio de once trajo á la isla esta rara fraternidad de poderes, si ha de juzgarse por el plausible vacío de querellas y disensiones que ofrecen las actas de la época, por más que en ella no escasearan las ordinarias calamidades y recelos de enemigos y permanentes apuros de dinero. Mientras el solícito pastor, sin apartarse un punto de su iglesia, la enriquecía con dádivas, la reformaba con estatutos, cerraba sus inmensas naves, promovía la solemnidad del culto y la devoción de la Virgen María en su concepción inmaculada, y con frecuentes sínodos regularizaba la disciplina, y con su puntual visita difundía por la diócesis el calor de su celo y caridad, el hermano en su gobierno, si no hizo grandes cosas, tampoco dió lugar con los del regimiento ni á indiscretos conflictos ni á encomios aduladores hartas veces comprados con la connivencia, prueba de la rectitud y moderación de-su con- ducta. Hizo cumplir sin dureza las órdenes soberanas; proveyó á la seguridad de Cabrera con el reparo del castillo y construe- ción de otra torre y su conveniente guardia y su alcaide bien retribuido y su capilla y un sacerdote, poblándola en cierto modo para que no se convirtiera en frente de la ciudad en omi- noso nido de corsarios; y dió decidido impulso á la fábrica de nueva acequia, compadecido de que se perdieran por la antigua dos tercios del agua de la fuente de la Villa. Con beneplácito suyo destináronse cantidades á la recomposición de caminos, señaladamente al de Sóller por su tráfico y al de Lluch por sus devotas peregrinaciones; y continuaban con ahínco las mejoras del puerto; y no había convento chico ni grande, antiguo ni re- ciente, ni hospital ni asilo y lugar piadoso, que no sacasen raja del generoso municipio. No sé qué ambición de saber y adelanto invadía por entonces á los gobernantes: tratábase seriamente de dotar de un millar de libras la universidad literaria para que, puestos sus estudios al nivel de los mejores de la nación, pudie- ran los naturales graduarse en ella de teología y artes, de leyes islas Baleares 469 y medicina: asignáronse ochocientas libras en diversos plazos á los jesuítas (Iñiguistas) en ayuda de sus escuelas de Montesión, y para socorrer á sus estudiantes pobres se fundó una cofradía bajo advocación de la Sapiencia (i). Y á que fuese conocida y vindicada en Roma la preeminente gloria de la patria, el inmor- tal Raimundo Lull, tan venerado de Felipe ÍI, se enderezó con redoblado ardor, á instancia de nobles y sabios residentes en ambas cortes, aquella serie de mensajes y apologías, apenas interrumpida ya en el curso de dos centurias. Tiraba adelante la fortificación, siempre atrasada de fondos por parte del monarca, bajo la dirección no bien sentada de Jorge Fra tin bastante inferior á su hermano (2), abierta por todos costados de mar y tierra entre lo viejo que se venía abajo y lo nuevo no consolidado todavía, hecho indefendible en un trance imprevisto su inmenso circuito por el vecindario entero; y al gasto de las obras superaban ya de mucho los de indemni- zaciones por las casas que se demolían y los huertos que se ocupaban. Mal podía S. M. quejarse de subditos, que «con sus haciendas acudían á fortalecerse y con sus personas á guardar- se, saliendo á los rebatos de enemigos y peleando de suerte que sin gasto del real patrimonio le custodiaban la tierra.» De sus prosperidades y quebrantos participaban; por su convalecencia ordenaban procesiones en Noviembre de 1585, y hacían votos en Marzo de 1588 por el triunfo de la armada invencible contra (1) Distinta del colegio Luliano que no empezó hasta 1635, establecióse en 158g, con aprobación del papa Sixto V, en la capilla del Ángel Custodio de la catedral, contribuyendo á dicho objeto con dos sueldos cada cofrade. Con tanta sed de enseñanza y tanto convento asombra que la primaria estuviese en tal aban- dono, que á fin de retener en i 587 á un maestro castellano se le hubiese de pro- porcionar casa con ajuar de bancos y mesas para clase de lectura y cuentas. En 1592 se aumentó desde 50 á 65 libras el salario del maestro de párvulos del estudio general. (2) Su salario era de 1,200 escudos al año. Parece no dejó fama de hombre formal ni incorruptible, y muy sufrido no sería, cuando las insolencias de su sier- va Catalina bastaron para trastornar el orden y costaron ser preso al almotacén caballero Pedro Onofre Sanglada que trató de reprimirlas. 470 ISLAS BALEARES Inglaterra. Quizá en sus embajadas y memoriales llegarían á hacerse importunos, por lo cual y por ahorrarles los dispendio- sos viajes y dietas que recargaban no poco el presupuesto, pre- vino el rey á su lugarteniente que no permitiera nombrar síndi- eos para la corte sin que antes se expresara el objeto; pero clamaron que semejante restricción era contra privilegios y bue- nos usos que no consentían dificultar en ningún caso ni por ningún pretexto el acceso de los vasallos á su buen señor. Ne- gocios sin esto sobraron para elegir dos; sólo que para calmar la recrudescente pugna entre ciudad y villas y poner mejor de acuerdo sus intereses, se arbitró que fuese payés uno de los mensajeros: repugnaba no obstante á los jurados la intervención del virrey, aun siendo el actual tan considerado, y el conferir á los electos instrucciones de suyo reservadas ante asamblea tan numerosa y heterogénea como el consejo general, y aun el vo- tarlos por escrito sin concierto ni disciplina, y no de viva voz como antiguamente, garantizada la candidatura por la misma publicidad. Con más frecuencia empero que á la corte exigía aquella temporada de escasez despachar las comisiones á Sicilia ó á cualquier puerto de España para la suprema necesidad de sustento, echando mano no sólo de mercaderes sino de perso- nas de primera calidad. Habían imbuido al rey los forenses que, siendo fértil en granos la isla, eran efecto las carestías no tanto de esterilidad como de monopolios y agavillamientos, con lo cual propendía á favorecer en casos dados la extracción y aun mandaba proveer al paso sus galeras. Contadas eran sin embar- go las cosechas que no reclamasen acopio de trigo forastero para el consumo, y el haberlo descuidado por error de cálculo costó en 1585 grandes zozobras. La de 1588 fué menor toda- vía, pero tal orden se puso, ayudando tal vez el virrey desde Valencia donde se hallaba, que no se padeció necesidad. La espantosa ocurrió en 1591, tal que no bastaron medidas para conjurarla por dejarse sentir á la vez en otros países, incluso en Sicilia de donde solía venir el remedio. Partieron enviados, ISLAS BALEARES 471 cual á Cerdeña, cual á Orán, cual al rededor de las vecinas costas en busca de naves inglesas, y para Barcelona el anciano Pedro Antonio Sa-fortesa, á cuya diligencia, mayor que la de treinta años atrás en negocios semejantes, ó á la buena her- mandad de los catalanes á la sazón más que nunca acreditada (i), fué debido el principal socorro. Prohibióse por pregón que se diese cebada á las bestias, y hasta hubo quien propuso en con- sejo que por aquel año no se sembraran los campos. Á mediados de Diciembre estaba tasado el pan en veinte onzas á los hom- bres y en doce á las mujeres y muchachos, y en Febrero del 92 decrecía á par del pequeño acervo la tasa á catorce y á nueve progresivamente. El limosnero obispo, á cuyo ejemplo se vol- vieron todos limosneros, logró además, conminando con la ex- comunión á los ocultadores, que saliesen á plaza los depósitos, hasta llegar con menos aprieto á una abundante recolección. Beneficio fué mutuo, á la vez que grande para Mallorca, el gobierno de los dos hermanos en ocasión tan difícil; y después que feneció el virrey en 6 de Setiembre de 1594, todavía por otros diez años ocupó la silla el insigne prelado para tener la gloria de poner en su catedral el sello á las obras de cuatro siglos con el magnífico portal de la fachada de poniente. A Luís Vich en 20 de Enero sucedió Fernando Sanoguera, y antes de saberse si le reemplazaría ó no dignamente, tratóse de pedir que fuesen trienales como en otras provincias los virreinatos, á fin de ahorrar á la universidad el sostenimiento de síndicos per- manentes en la corte, vigilantes contra desafueros más dañosos (i) Afirma el coetáneo Binimelis que, en muestra de gratitud á los catalanes por el beneficio en esta ocasión recibido, se escribieron estos hechos en unas tablas colgadas en la sala consistorial de Mallorca. Lo cierto es que de aquí derivó la reciprocidad de franquicia, tres años adelante otorgada á los catalanes dentro de la isla igualmente que á los mallorquines en Cataluña, bien que en negociarla acabaron por atravesarse disgustos y aun hostiles represalias. En Setiembre de 11597, con motivo de atacar los franceses á Perpiñán amenazando invadir el principado, se apresuró el consejo á despachar embajada á Barcelona con sentidos ofrecimientos y protestas de interés. 472 ISLAS BALEARES cuanto de más estable poder procedían. Corrían temores de armada turca, y al presentarse por primera vez en el consejo la nueva autoridad los expuso, aplaudiendo cortésmente la dispo- sición del país y las prevenciones hasta allí tomadas, aunque deplorando que en razón de las obras pendientes la plaza se hallase más desmantelada que nunca. Pero más temible que el infiel se hacía ya otra vez el hambre, hasta el punto de ser reci- bida con salvas de artillería en los baluartes y con Te-Deum en el templo una nave de Ragusa llegada con trigo á principios de Mayo, que no proporcionó sino breves días de alivio. Dolía em- plear en pólvora, arcabuces y mosquetes millares de libras que reclamaba imperiosamente el abasto público; mas también entrañaba graves peligros para el pueblo y altos deberes para los gobernantes la defensa de la patria contra enemigo más for- midable ya que el otomano, contra la escuadra del hereje inglés que saqueaba á Cádiz y que de un día á otro amenazaba pasar el estrecho con sus 220 buques y devastar las costas del Medi- terráneo, sobre todo las codiciadas islas. Para hacer frente al inesperado ataque nada se omitió en el verano de 1596: dispo- ner la artillería, refinar salitres, construir reductos y plata- formas, aprontar en la tabla treinta mil libras para el mo- mento de romper la lucha, contando con los diez mil ducados que suministró S. M. procedentes de los fondos de cruzada y con mil quinientos que debía recibir del reino á trueque de no llevar adelante la cabrevación. Artillería también había man- dado de su cuenta el soberano, si bien puesta á cargo de un capitán especial, con el cual no pudiera entrometerse el nom- brado por la universidad, dualismo que ocasionaba no ligeros inconvenientes. Inconciliables parecerán con la balumba de miserias y cuida- dos, que agobiaba la cosa pública, ciertas muestras no inte- rrumpidas de bienestar y aun holgura, si no se tiene en cuenta que los pueblos, como las grandes casas, pudiendo ó sin poder, siguen la corriente general de los tiempos, partiendo más bien ISLAS BALEARES 473 de sus llamadas necesidades que de sus verdaderos recursos. Aparte de la piadosa liberalidad hecha ya ordinaria en subsidio de templos y en sostenimiento de órdenes religiosas y de bené- fieos institutos que de año en año se multiplicaban dentro y fuera de la capital, aparte del indeficiente celo desplegado en gestionar á la vez la canonización de Lull ante la santa sede y la rehabilitación hasta cierto punto del estudio general ante el monarca que le otorgó en 24 de Octubre de 1597 su augusto refrendo, despertábanse exigencias, surgían nuevas atenciones, aveníase ya mal el creciente movimiento de transeúntes con la aspereza y descuido de los caminos, hacíase sentir en las calles de la ciudad la falta de policía y estrechez de saledizos que deslucían las hermosas fachadas de reciente fábrica, y cabal- mente entonces después de más de tres siglos se cayó en la cuenta de que la juraría no tenía más casa que un hospital. Es menester empero añadir, que si á la entrada del 1598 se acor- dó construirla de planta, tomando en arriendo trienal mientras tanto la que forma esquina al extremo de la calle de San Fran- cisco con la plazuela (i), fué por la inminente ruina de las obras de heterogénea edad y procedencia agregadas en torno de San Andrés; así es que, adquiridas en la plaza de Cort aigu- nas viviendas contiguas, no se pasó adelante por de pronto, y volvió el consistorio á su local irregular y estrecho, aplazando por casi una centuria asentar la grandiosa mole en que todas se refundieron. Tocaban á su fin simultáneo el siglo de oro de nuestra España y uno de sus más largos y esplendorosos reina- dos; la civilización, ó quizá mejor dicho, la gloria nacional había (i) Es la de Villalonga Escalada, propia á la sazón de mosén á Jaime quien Rossinyol, se pagaron por los tres años 600 libras, con la obligación de añadir cien- to cada año caso de haber de prolongarse el contrato. Á pesar del breve que estuvo allí tiempo instalada la casa consistorial, no lo ha olvidado la tradición lar, popu- creyendo algunos erradamente que fué la primitiva. La,g casas en esta ocasión incorporadas al ruinoso ediñcio pertenecían á un Cirerol brero, á cirujano, á un .Morlá li- mosén Pedro Antonio Seguí boticario y á varios revendedores. de tiempos Respecto anteriores véase pág. 333 y sig. 60 ISLAS BALEARES 474 llegado á su en la vida social y en el aspecto de la apogeo: po- blación reflejábase algo de la grave majestad que en trajes y habitaciones ostentaban los vecinos principales: las costumbres empero, antes que entrar en el ajustado molde que tendían á imponerles el ferviente impulso religioso y la incontrastable ri- gidez del unificador coronado, pasaron casi imperceptiblemente de la ruda barbarie de la Edad-media á otra barbarie de corrup- ción y decadencia, menos caballeresca, menos leal y quizá más sanguinaria, exagerada hasta la monstruosidad así en moral como en estética. Y á esas riñas callejeras más de matones que de caballeros, á esas cobardes asechanzas, á esas organizadas cuadrillas, á esos horrendos asesinatos que hacen los anales del siglo XVII tan repugnantes, vemos preceder en las postrimerías del otro dos escenas que no indican harto notable degenera- ción : el suplicio de Arnaldo Pachs violador de su noble dama, que rehusa sin piedad la mano que él le ofrece para enmendar su atentado, y la contienda en que vinieron á parar el roto ga- lanteo del joven Rossinyol con una Anglada y los indecentes chismes de parte y otra y los rencores atizados entre los pa- rientes por la soberbia madre de la novia, dejando tendidos en la cuesta de la Seo dos cadáveres, y presos ó acogidos al claus- tro de Santo Domingo los agresores (i). Exequias se tributaron á Felipe II dignas de su piedad y grandeza, mas no con el orden y concierto que á buenos súbdi- tos convenía, disputando el procurador real al cabildo la cera del funeral, desertando de la Seo los jurados por no ceder el (i) Del suceso de Arnaldo Pachs, tema bien difícil del cual logró salir lucido en su leyenda mi insigne amigo Tomás Aguiló, no hay más dato que dos líneas de noticiario, de y por único comprobante una referencia del extraordinario jura- dos de de- 1595 para indicar que dos de ellos, Antonio Gual y Cosme Prohens, jando expedita la acción de la justicia, se négaron á apoyar la súplica del reo,cuyo suplicio parece fué en 12 ó t 3 de Julio. Por lo tocante al choque que tuvieron los Angladas con los Rossinyols en la mañana del 10 de Marzo de 1598, tengo á la vista el curioso proceso, del cual consta que en la alevosa lucha sólo murieron dos del segundo bando, Jorge de Sant-Johan y Juanote Rossinyol tío del joven Nicolás, no éste ni su padre Martín, como ha dicho alguno. ISLAS BALEARES 475 puesto á los flamantes doctores de la Audiencia adoradores como se les calificaba de si mismos^ prendiendo el virrey al sin- dico de la universidad, y de ahí conflictos, protestas, recursos al trono, y en vez de mensajes de duelo berrinches de etiqueta. Con esto se multiplicaron desde el 30 de Octubre hasta 31 del siguiente Enero las honras fúnebres, y cada comunidad y cada gremio quiso celebrar en su respectiva iglesia las suyas. Inte- rrumpió el luto la solemnidad con que en 30 de Diciembre tomó posesión del reino á nombre del nuevo monarca el conde de Elda, delegado con objeto de recibir los homenajes y jurar las franquicias en la catedral, con demostraciones de alborozo y magnífico aparato. Á juzgar por su principio, no se mostró re- miso el joven Felipe en acudir desde el segundo año al remedio de la universidad con la pragmática de 7 de Setiembre de 1600, en la cual bien se traslucen los insistentes clamores del sindi- cato forense: por ella se devuelven exclusivamente á su primor- dial objeto, es decir al pago de intereses y quitación de censos, los fondos de la consignación, menos doce mil libras aplicables cada año á la obra de las murallas y diez mil para cubrir los gastos comunes así ordinarios como extraordinarios, anulando por imposibles las rebajas fuera de sazón establecidas en los derechos de la molienda, de la sal, del vino y de la carne, aun- que para acopio de granos se autoriza la extracción de caudales con las debidas reservas y seguridades de inmediato reintegro; todo lo restante, inclusa la provisión de armas, había de pagar- se por vía de talla. Gran peso se echara de encima el gobierno del país con la puntual observancia de esta sanción, renunciando á ilusorias reducciones y prematuros alivios á trueque de no pasar cuidado en adelante por sus dos mayores y más apre- miantes cargas, la fortificación y las carestías, reformando de paso la pésima administración de trigos: mas no pasaron tres años sin que al clavario Marcos Antonio Cotoner costase arres- to y secuestro de bienes su resistencia á los mandatos del virrey opuestos á la fiel custodia que entrambos habían jurado. El 476 ISLAS BALEARES mismo rey, á quien vemos otorgado por el general consejo un donativo de cincuenta mil libras, al año de expedida la pragmá- tica, tal vez por vía de agradecido regalo, pues no suena razo- nado por ningún título tamaño obsequio, permitía á menudo y aun ordenaba echar mano de los expresados fondos en tratando de expediciones más ó menos relacionadas con la defensa del reino. Una división de galeras, á las cuales vino á juntarse pocos días después con el tercio de Nápoles el grueso de ellas, entre todas setenta y una al mando del almirante Juan Andrés Do- ria (i), ancló en el puerto de la ciudad á 12 de Agosto de 1601, y el 28 partió la armada, bendecida por el obispo Vich desde la galería de su palacio, con objeto de conquistar á Argel, lo cual no logró mejor que la del César en 1541 por causas muy semejantes aunque no con tan desastrosos efectos. Simpatizaba con la gloriosa empresa el vecindario, hasta el punto de no su- bir durante la estancia de las naves el precio de los víveres y de haberse de cerrar las puertas para contener la multitud que solicitaba alistarse: á porción de soldados enfermos que se que- daron, atendióse copiosamente. Muy servido de todo Felipe III, y añadida á las reales gracias la propuesta de conceder al reino cortes particulares ó parlamento cada diez años conforme lo tenían Sicilia y Cerdeña (2), en el verano de 1603 reclamó á la isla una leva de mil peones y cien artilleros por medio del lugarteniente Pedro Vivot, por ausencia del virrey Sanoguera que se hallaba en África con cuatro bajeles en defensa del rey (r) Como jefe de la primera división que llegó, nómbrase más de una vez en el Ceremonial del archivo al príncipe de Parma, indicación que no confirma nin- gún otro documento y que desmiente la historia, puesto que el único príncipe de Parma de aquel tiempo, Ranuccio I hijo del grande Alejandro Farnesio, nunca mi- litó al servicio de España. (2) Del ofrecimiento de esta merced dióse cuenta al general consejo en 6 de Noviembre de 16o i, y se acordó comunicarlo al obispo para lo que conviniera tocante á la representación del brazo eclesiástico. Ignórase la contestación, pero no debió hacerse grande aprecio de aquella, cuando no tuvo resultado. ISLAS BALEARES 477 de Cuco, á fin de repetir la tentativa contra el ominoso recep- táculo en cuya destrucción estribaban el sosiego de Mallorca y el término de sus ruinosas prevenciones: brillante esperanza, que arrancó al consejo, no sólo la aprobación del reclutamiento, sino la cantidad de veinte y cinco mil libras para equipar y soste- ner la gente por espacio de tres meses, y que al poco tiempo se disipó, quedando sin efecto así los acopios de comestibles como los nombramientos de capitanes. Algunos caballeros, sin embargo, levantando compañía por su cuenta, sirvieron glorio- sámente en Flandes y en Italia y donde quiera se peleara bajo aquel reinado. Olvidáronse las habituales competencias entre la autoridad civil y la eclesiástica en treinta años de pacífico y ejemplar episcopado, en el cual solamente se atravesó un entredicho con- tra la Audiencia en reclamación de Albertín Dameto caballero santiaguista; y al vacar la silla en 1604, todavía no fué por fallecimiento del egregio Vich, sino por su traslación al arzobis- pado de Tarragona que ocupó durante siete años. Sucedióle desde i.° de Setiembre de 1605 Alfonso Laso Sedeño, antes arzobispo de Càller; y ya por enfermo no asistió á la entrada del prelado el virrey Sanoguera, que murió en 19 de Mayo del otro año, legando quinientos escudos al Hospital donde fué en- terrado, y su nombre (quizá sin pretenderlo) al baluarte aún así llamado entre la puerta Pintada y la de San Antonio. Reno- vóse en esta vacante la súplica de los jurados á S. M. para que no excediese de tres años en lo sucesivo el cargo de los virre- yes (i); pero su mayor empeño fué en contrarrestar las preten- siones del regente contra el procurador real á quien pertenecía de derecho la lugartenencia, y más siendo de las notables (i) La experiencia, que es mestre de totas las cosas, ha mostrat que aquest reg- ne ha patit grans detriments y descomoditats en lo govern per dos causas, launa per esser los virreys de pocas facultats, y la altra Per haver durat lo govern dells Per major temps de tres anys. Lo mismo habían solicitado en la vacante anterior, y solicitaron después textualmente en la que dejó Vilaragut. 478 ISLAS BALEARES prendas que distinguían á Pedro Vivot, cuyo fallecimiento hu- bieron de llorar á la semana de tomado posesorio. La corte por no descontentar las partes dió interinamente el mando al obis- po, hasta que llegara el virrey propietario, Juan de Vilaragut, que fué á 4 de Noviembre. En Laso Sedeño no pasó de un breve ensayo la reunión de los dos gobiernos eclesiástico y mi- litar, que tan gallardamente desempeñaron varios de sus suce- sores: más piadoso que político, instituyó en la catedral la ora- ción de cuarenta horas, practicada ya en Roma y en algunos puntos de España; y cada año por el mes de Abril, cuando so- lían sentirse más los rigores de la sequía, ante la hostia santa expuesta sin intermisión día y noche, venían á arrodillarse por tres cuartos de hora sucesivamente autoridades y pueblo, cléri- gos y religiosos, cofradías de caballeros y gremios de artesa- nos, premiando el cielo muchos años con abundante lluvia la ferviente rogativa. No cumplió dos años en su iglesia el buen prelado, fenecido en 1607 el 21 de Agosto; y designado de se- guida en reemplazo suyo un hijo de la tierra, fray Simón Bauzá dominico (i), acogiéronle con transporte sus diocesanos y com- patricios en 11 de Junio siguiente. De Vilaragut hacían al rey los jurados en Marzo del 1607 los encarecimientos que de los virreyes acostumbraban siempre que no les daba por acusarles de tiranos: á su cristiandad y celo atribuyen el desusado sosiego de la isla y el haber trans- currido en ella dos meses sin un homicidio, cuando antes se contaban poco menos que por días; hay no obstante que confe- sar que, si faltaban delitos en su tiempo, no empero delincuen- tes que castigar por los atrás cometidos, pues aquel año cabal- mente hállanse registrados hasta quince suplicios, unos de horca, otros de cuchilla seguidos de descuartizamiento, efectua- (i) Nacido en 15 S 2 en el barrio déla Calatrava, era provincial de la Tierra Santa al ser promovido por influencia del confesor del rey fray Javierre. Desde Arnaldo Mari de Santacilia, que murió en 1464, no había habido obispo mallor- quín. ISLAS BALEARES 479 dos los más dentro de la ciudad aunque en reos la mayor parte de fuera, casi todos por salteadores y por resistencia á la justi- cia y aun por muerte del baile de Felanig. En los tres años siguientes continúan, bien que no en tanto número, las ejecucio- nes, prueba de que no pudo toda la diligencia de Vilaragut prevenir los excesos y crímenes que las motivaron. No consta que, á pesar de ciertas imprescindibles quejas, desmereciera gravemente del alto concepto que al principio había hecho for- mar de su persona; mas, como si no quisiese alargar demasiado su gobierno allende los límites á que los jurados habían mani- festado deseos de reducir el ejercicio de la autoridad suprema, cumplidos los cuatro años de ella, murió con oportunidad en 2 2 de Diciembre de lóio. Con motivo de la expulsión de los moriscos de Valencia había tratado de atraer á su despo- blada baronía de Olocau multitud de familias isleñas, reclutadas á fuerza de dádivas y promesas merced á la escasez de los tiempos, tanto que aún existe allí pueblo que por su lenguaje, apellidos y tradiciones pasa por colonia mallorquina; y lamen- tábase el reino, exento por favor divino de abrigar en su seno gentes de infiel estirpe y dudosa fe, de sufrir indirectamente la emigración á fin de remediar la del país vecino. Ya en las gale- ras de D. Luís Fajardo procedentes del occéano se habían em- barcado para Alicante en i.° de Setiembre de 1609 trescientos soldados indígenas, ejecutores quizá sin saberlo del real edicto, en cuyas terribles medidas se solicitó no fuera comprendido como de aquella raza un puñado de granadinos domiciliados en Mallorca, reducido á solas diez y seis personas, presentando testimonio del obispo de cómo habían sido educados y vivían cristianamente. Encrudecían hasta en la plebe los bandos, y no respetaban ni el sagrado asilo en cuyo umbral cerraba el paso á la misma justicia el imponente anatema: no le valió á un hombre la igle- sia de San Jaime contra el furor de sus enemigos, que á esto- cadas le mataron, sintiendo no poder hacer otro tanto con su 480 ISLAS BALEARES hermano que se encerró en la sacristía (i). Los violadores del templo no figuran entre los cinco ajusticiados de aquel año; uno de ellos por malversador de la tabla fué el cajero del 1605, conducido á la horca con un velo delante de la cara, repitién- dose después de casi medio siglo el ejemplar castigo que no solía remontarse á los tableros, de mayor linaje y responsabili- dad. No había mejorado con tanta reforma la administración; y era tan general en las clases todas, á medida de su importan- cia, el hábito de deber á la universidad, que en el sorteo de ju- rados para 1612 ninguno de los seis extraídos pudo desde luego ser admitido sino el artesano, y ni siquiera uno en la extracción inmediata para 1613, hasta que por necesidad de habilitarse hubieron de cubrir sus atrasos. Gobernaba desde 2 de Setiembre de 1611 un político y escritor eminente, como histo- riador de los estados de Flandes y como traductor de Tácito, el insigne Carlos Coloma; mas no era fácil mantener en paz la tierra con la perturbación de ideas y violencia de pasiones do- minante. Los desafíos degeneraban en asesinatos, como sucedió con el mancebo Pedro Juan Quint embestido junto al Carmen á hora de siesta por siete adversarios en lugar de uno que espe- raba solamente encontrar, cayendo víctima de alevosas herí- das (2). Las cárceles tan mal guardadas ó inseguras, que en ellas penetraban con arcabuces hombres enmascarados, aserran- do el maderaje del techo para librar á los reos de su conde- na (3) ; no había atentado que no hallase amparo ó excusa por fi) De los dos hermanos Rafael y Francisco Baró murió el segundo ; escapa- los enemigos eran cinco, uno curtidor, todos personas oscuras : sucedió ron que el caso en 14 de Julio del 161 i por la tarde. (2) Fué en 26 de Agosto de 1612 : Rafael Veri rival de Quint en el galanteo de Magdalena hija del procurador real Pedro Ramón Zaforteza, fué condenado á destierro perpetuo en Orán y á diez años su hermano Antonio. (3) De esta suerte Enero escaparon algunos en la madrugada de 30 de de 1613 con auxilio al parecer de Arnaldo Santacilia, muy complicado en aque- lias banderías, en las cuales murió asesinado á trabucazos en 4 de Julio de 1615. Más tarde el famoso D. Pedro Santacilia vengó con numerosas muertes la de su hermano. ISLAS BALEARES 481 lo menos en la autoridad local, por poco que la parcialidad ó el mal entendido celo supieran enlazarlo con cualquier privilegio ó franquicia, cuyo atropello les dolía más que el de las personas inocentes. De ahí la flojedad por no decir connivencia de los jurados con los escándalos públicos y la prolongación de tras- tornos y venganzas, de que el virrey ante S. M. les daba enér- gicamente la culpa, y que justificaban á menudo los rigores de la Audiencia. Proverbial subsiste, en la serie de cosechas á cual peores que se sucedieron desde la pingüísima del 1601, la memoria de lo que pasó al trigo del año trece quedándose espantado: un ma- ligno sudeste paralizó su granazón en el punto en que más lo- zano se presentaba. Dejáronse sin segar muchos campos: para abastecer la isla hubo que importar hasta 250,000 cuarteras de grano, y entretanto vivían muchos pobres, especialmente cam- pesinos, de algarrobas y hierbas y piñones cocidos. Cinco com- pañías de soldados se levantaron aquel año para Italia, algunas de trescientos hombres, á escoger entre los más robustos que se disputaban la admisión para salir del hambre ; y quizá con el objeto de emplear brazos, empezóse á abrir entonces por el foso de Santa Catalina el cauce de la Riera, variando con mal acuer- do el proyecto que debía traerla á desaguar por el opuesto lado fuera del puerto, donde había de seguir estorbando, como antes al través de la ciudad. Desde el baluarte de la puerta Pintada dió el prelado una bendición general á la tierra, por si la este- rilizaban tantas maldiciones y entredichos como desde algún tiempo habían llovido sobre ella con motivo de jurisdiccionales contiendas, y como estaban para llover mucho mayores. Redo- biaban, con variedad de componentes y trajes, de carrera y parada, las procesiones de rogativa, hechas espectáculo ordina- rio de la época ; y añadióse aquellos días otro, no visto desde el 1585 y 88 en Mallorca (i), un auto de fe en 18 de Agosto, (i) Sábese nada más del primero que se celebró en la plaza del Temple donde 482 ISLAS BALEARES reducido á la abjuración de veintinueve penitenciados con sam- benitos y corozas, de cuyas culpas é incruento castigo no dan razón las relaciones que la han dejado por menudo de la cere- monia. No faltó al patíbulo durante la carestía su ración acos- tumbrada; tres salteadores y una mujer de Campanet, que vestida de hombre había participado en robos y homicidios. Copiosas nevadas en los postreros meses prepararon un dicho- so cambio en la naturaleza; entróse con buenas esperanzas en el 1614, y cesando de ser exclusivo como hasta allí el cuidado de las vidas respecto del de las armas^ púdose pensar ya para lo sucesivo en los temores de armada turca, en preparativos de en consultar al rey acerca del embarazoso guerra, hospedaje dado espacio de tres meses á cuatrocientos moriscos de la por península desembarcados en Alcudia de paso para Nápoles, cuya permanencia podía sér fatal en el caso de invasión de in- fieles, y en solicitar remedio al interior desasosiego y encono que reinaba entre caballeros y otros vecinos, poco á propósito para concurrir á la común defensa. La estación entretanto, ma- durando las mieses los frutos, trajo tan maravillosa abundan- y cia, que á ella correspondió la acción de gracias más entusiasta y unánime, desplegando la población en la fiesta y procesión general del día de san Pedro cuanto de esplendor y magnificen- cia entrañaba aún en su abatimiento (i). Entre la universidad y sus acreedores, y todavía más entre la ciudad y las villas, con tanto empeño de éstas en formar co- munidad separándose, como de aquella en combatir la emanci- residía entonces el tribunal de la Inquisición, y que salieron doce penitenciados; de im- y los dos autos, si es que no son uno mismo con error de fecha, carecieron portancia. No de la parece que lo hubiera habido desde antes germania. co- (i) Asombran los detalles de la solemnidad y la enumeración de gremios, legios, conventos y parroquias que á dicha procesión concurrieron, con sus pen- las dones, cruces, efigies y emblemas peculiares chispeando de oro y pedrería, va- ingeniosas representaciones alegórico-mitológicas, los tapices, colgaduras y adorno de la carrera. Pasaban de 300 los religiosos de las siete comunida- riado des de los clérigos de las cinco parroquias aparte de los de la catedral,y y 200 de 400 los revestidos de dalmáticas, casullas y capas. ISLAS BALEARES 483 pación, sosteníanse sin tregua en la corte vivas pretensiones por medio de sus respectivos agentes, resultando tales enmiendas, supresiones y añadiduras en la pragmática constitutiva de 1600, que vino á reemplazarla la expedida en 12 de Julio de 1614. Por ella entraron los nobles con los demás caballeros en el des- empeño obligatorio de los oficios; se estableció que en ejercer- los se vacara por tres años; transfirióse desde la fiesta de santa Lucía á tres días antes de Pentecostés la extracción de los jura- dos ; disminuyóse en el general consejo la representación de la ciudad quedando intacta la de los forenses (i); cesaron las dife- rancias en el pago de derechos, y dejando por cuenta de la consignación los gastos ordinarios y comunes en que se introdu- jaron detalladamente considerables economías, descargósela del anorme gravamen de los de fortificación y de los anticipos para importación de trigos, aunque eximiendo á la universidad de reintegrar las sumas hasta allí gastadas. Para cubrir dichas obli- gaciones impúsose un derecho llamado general sobre el segell ó marca de los paños, del cual no pudiera evadirse clase alguna privilegiada, incluso el clero: opúsose resistencia, más bien pa- siva que litigiosa, gracias á la templanza del obispo Bauzá, que no tomó con tanto calor la franquicia como el declarar en sino- do fiestas de precepto las de la Virgen del Carmen y de san Ramón de Peñafort, á pesar del excesivo número que había de ellas en daño de los pobres jornaleros, y no sin oposición enér- gica del municipio (2), La gran batalla que se riñó, á partir del Setiembre de 1614, fué la del inquisidor Isidoro de San Vicente con la Audiencia y virrey, que fueron excomulgados por tres (1) La diminución fué de doce consejeros, pero mientras el brazo ciudadano y menestral bajó de diez y seis á doce, y el de mercaderes y notarios de diez y seis á ocho, subió de ocho á doce el militar. (2) No sé si con éste ú otro motivo se fijaron pasquines injuriosos al prelado, y proponiéndose en el consejo que se ofrecieran recompensas pecuniarias al que descubriese al autor de tan execrable delito, se acordó negativamente, puesto que coman excomuniones, y lo que mediante éstas no se averiguase, no se ría averigua- con dinero. • 484 ISLAS BALEARES veces y en cambio desterrado aquél, agriándose ios procedi- mientos con la prisión de dos dependientes del Santo Oficio que por poco no puso el reino á peligro de perderse; y acabaron por tomar cartas en el asunto los jurados, al principio casi neutra- les, heridos también de anatema en 12 de Mayo de 1615, por asistir al castigo del alguacil desde el banco de la fachada del consistorio. Diputó el consejo cerca del trono al jurado en jefe y un síndico forense, interesóse al privado duque de Lerma, y vino orden de alzar el entredicho y al inquisidor de embarcarse, como lo verificó en 17 de Junio, acompañando su partida el cielo con abundante lluvia que, como observa un coetáneo, no había caído por espacio de cuatro meses. Señalóse nuestro virrey escritor, en lo mejor entonces de su edad, por su devoción ardiente á la inmaculada concepción de María, cuya fiesta solemnizó en aquel año de 1615 con una es- pléndida función nocturna de cabalgata y tramoya y fuegos artificiales en la plaza de palacio, y en 11 de Enero siguiente hizo reproducir por bando la prohibición de Juan I de impugnar aquel misterio bajo graves penas. Nombrado para el gobierno de Cambray en los Países Bajos donde escribiría su historia, dejó Coloma el de Mallorca en 1617 á .7 de Marzo, y lo ejerció interinamente el procurador real Pedro Ramón Safortesa duran- te más de quince meses, que se pasaron trabajosamente, vivién- dose casi al día y á ración de pan por onzas repartido en mesas públicas, en continuo susto de que faltara por completo. Hacían- se desear como de ordinario las lluvias, no arrancadas sino á fuerza de procesiones, y de tarde en tarde desatadas en aguace- ros, con cuyo caudal en 28 de Setiembre de 1618 osó la Riera de la romper el atajo que se le acababa de imponer, y en lugar reciente vía del foso tomar la conocida por dentro de la ciudad, barriendo el ya terraplenado cauce y las nuevas obras, con no poco espanto pero sin muertes de los vecinos (i). Y cierto que, ba- (i) La estrechez de la desembocadura del torrente en el foso, al pie del ISLAS BALEARES 485 según las ideas dominantes, moralizadoras bien que ocasionadas á extravío, de atribuir sequías é inundaciones á castigo de los pecados, razón sobraba para ellas, en defecto de conflictos y peleas de autoridades, con los atroces crímenes coetáneos heri- dos por la cuchilla de la ley, ya en el alevoso homicida de un su cuñado, ya en una cruel madrastra y en dos cómplices quizá de su barbarie con una tierna niña, ya en malhechores á prueba de fuerza armada, aparte de los que permanecían impenetra- bles. Por pregón del 7 de Abril del año 18 ofreciéronse premios á los aprensores de bandoleros en cuadrilla; y después de llega- do en 3 de Julio el nuevo virrey Francisco Juan de Torres, daría- se probablemente impulso á la persecución, pues en los prime- ros meses de 1619 vemos ahorcados hasta cinco facinerosos. Este rigor acaso precipitó un hecho que revela más que cualquier otro y que una larga serie de atentados el estado social de la época y del país, estremeciendo, aún más que por los efectos del estallido, por el combustible que manifestó acumulado. Bajaba del coche á la puerta de su casa (i), al anochecer del 24 de Mayo, el oidor Jaime Juan de Berga, cuando le atra- vesó por la espalda un arcabuzazo, muriendo sin poder hablar palabra, mientras escapaban dos hombres corriendo por el Es- tudio general. Hijo de la ciudad y muy bien emparentado, aun- que algo alcanzado de intereses, gozaba reputación de inflexible, recto al decir de unos, duro y aun cruel al de otros, y habíanle suscitado enconos sus recientes sentencias. Conmovióse la capi- tal y el reino: mandóse bajo pena de la vida á los vecinos tener abiertas hasta de noche las puertas y luz en las ventanas como en días de tumulto; prometió la universidad dos mil ducados y luarte del Citjar recién fabricado en el sitio de su antigua puerta, obligó la aveni- da á retroceder y á penetrar llanamente por la nueva puerta de Jesús, abierta en el centro de la cortina con su puente y suntuosas portadas por fuera y por dentro, llevándose de carrera las robustas hojas de la entrada hasta la horca del muelle, inundando la iglesia del Carmen y haciendo navegable el Borne. (i) Calle de San Pedro Nolasco, frente á la del Palau. 486 ISLAS BALEARES franquicia transmisible á los descendientes al que entregase los reos, á cuya exclusiva persecución se destinaron cincuenta hom- bres; y el virrey y la Audiencia y los jurados y el consejo gene- ral y el inquisidor, suspendiendo de pronto fueros y competen- cías, no rivalizaron sino en celo y eficacia para descubrir y castigar el nefando delito calificado de lesa majestad. Muchos y principales fueron los presos, cuales en la torre del Ángel, cua- les en su propia casa por cárcel ; cada declaración provocaba nuevas prisiones, ramificándose los indicios á medida que se pro- fundizaba; y en una frase popular de significación ya olvidada oímos cada día el eco del terror general producido por aquella pesquisa interminable (i). Salieron entonces á luz, debajo de la costra de religión, de honra, de hidalguía y refinada cultura que hasta allí las cubría más ó menos, no diferencias sociales de nuevo irritadas, sino odios encarnizados ó rencillas quisquillosas de familia, superiores á todo temor de Dios y de la justicia, á todo sentimiento blando, á todo respeto decoroso, á trueque de saciar sus iras. Apareció en su deforme desnudez el salvajismo brutal, el insolente desprecio de la ley, el ningún caso de la vida ajena y aun de la propia mientras no se hallase á mano un mercenario instrumento, las alevosas mañas que cubrían aque- líos nobles hábitos y corazas, tan pronto valientes guerreros como feroces bandidos (2). En medio de la complicada red de (1) ¿ Qwé'w som jó de la mort den Berga? refrán vulgar, de uso común todavía. (2) Para que no se tilde de exagerado este cuadro, transcribiré unas pocas frases de documentos coetáneos, sacadas de la preciosa correspondencia inédita de los inquisidores de Mallorca con su jefe, guardada en el archivo de Simancas, que arroja incomparable luz, aun más que sobre los sucesos, sobre la sociedad de aquella época. «Son más de cuatrocientas muertes, escribe el inquisidor Godoy, las que se han cometido después que estoy aquí, que son tres años (Julio de 1616 —Mayo de 1619), con arcabuces y pistolas alevosamente, y son tan ciertas las venganzas aunque sean de causas leves, que no hay quien tenga segura la vida... No hay reservación de unos estados ni sexos, que no esté tocado de este mal espí- ritu. Los principales de estos bandos son cepas y cabezas con tantos sarmientos, que cualquier paso que da la justicia encuentra con ellos. La potencia suya es toda la que esta ciudad y reino tiene, así para defenderse y conformarse á cohe- char testigos eon dádivas y matados si son contrarios, cosa por acá muy fácil y ISLAS BALEARES 487 agravios y venganzas, difícil es seguir el hilo de la que hirió á Berga; la inmediata procedió de un capellán de Selva de apodo Boda^ á cuyo hermano había hecho aquél ahorcar por foragido, y vino á relacionarse con los bandos nacientes de Canamunt y Canavall (i) y con el recuerdo de las muertes del malogrado Quint en 1612 y de Arnaldo de Santacilia en 1615. Hermano de éste era Pedro, que con harta más gloria que en sus borras- cosas mocedades se distinguió luego en las guerras de Catalu- fia; era su morada receptáculo de revoltosos y malhechores, y en ella se encontró Boda con Jerónimo Pablo Cavalleria díscolo tonsurado y también enemigo aunque deudo del oidor, y con un desalmado mocetón para el cual nada había física ni moralmente enorme. Lo más triste que resulta del proceso es que en nada se fijaban menos que en la víctima los tratadores del homicidio, y que con tal de matar, poco les daba que fuese á Berga, á un hijo suyo, á otro magistrado ó al virrey, que todo esto y más anduvo en proyecto. Y era en casas respetables donde se daban cita y se concertaban tales proezas, y de escondite servían los altares de la catedral para acechar la ocasión y lanzarse desde allí á tiempo sobre la presa. Entre los presos la mayor culpa cargó sobre Jerónimo Ca- vallería, tan poco advertido que se había dejado ver lleno de ordinaria, y la misma conformidad tienen en probar lo que quisieren contra quien los ofende y hace justicia, sin que se halle quien defienda á quien la administra, que es un infeliz estado... Mientras S. M. no enviare aquí un hombre derecho por virrey, no será rey de Mallorca. Y tendría por conveniente, aunque traspasase respetos de fueros, fuese por esta vez un caballero de Castilla, probado en algu- nos corregimientos de ella... Este reino está para perderse de bandos y divisiones, de donde resultan las muertes que con tanta frecuencia se cometen, estando de- más las espadas en los hombres, y valiéndose solo de pedreñales y arcabuces para sus venganzas.» (i) Por este tiempo empezaron los bandos á llevar este nombre, sin queme sea hasta aquí posible fijar el origen, derivado probablemente de las dos porcio- nes de la isla, llano y montaña, ó de las dos mitades de la ciudad, vila, d' amunt y vila avall. Habla de ellos en una comunicación de 1624 el inquisidor Cienfue- gos, diciendo: «no hay tan declaradas enemistades entre los de las dos fracciones Canamunt y Canaval, como las tienen los ministros reales contra los de este santo oficio.» 488 ISLAS BALEARES turbación en el sitio y hora del delito; y compartíanla, además de su hermano Fernando, Pedro Safortesa Tagamanent y Juan Sunyer ambos familiares de la inquisición que con ellos proce- día sin flojedad, y varios parientes y allegados de Santacilia, el cual más previsor ó más audaz supo evadirse. Faltaban dos reos principales, el capellán y el matador; y el virrey, descon- fiando ya al cabo de dos meses de lograr por sus medios la cap- tura, encomendóla, según la práctica vergonzosa y anárquica de la autoridad en aquellos tiempos, á la saña personal de la fac- ción enemiga, trocados sus bandoleros en comisarios. El exe- erado asesino Antonio Gibert por apodo Treufoch (saca-lum- bre) no se había alejado: prendióle á fines de Julio en son Ber- ga á espaldas del castillo de Bellver Antonio Montblanch, obte- niendo el galardón ofrecido (i). En 14 de Agosto, causando ya más horror el suplicio que el crimen, apareció el infeliz sobre un carro en medio de cuatro jesuítas, con el brasero y los hierros con que se le había de atenacear y el pilón sobre el cual habían de cortársele las orejas y los puños durante la doble carrera que dió por la ciudad; y gracias á que sufrida una de estas muti- laciones al pie de la casa de Berga y otra en el Borne, se le con- donaron las restantes para que llegase vivo á la plaza de Santa Eulalia y muriese de garrote á fin de cumplir la sentencia. Has- ta el 15 de Noviembre no se ejecutó la de Cavalleria, á quien no se reconoció privilegio de clase ni de iglesia; y dado igual paseo que Treufoch aunque sin el horrible aparato de tortura y (i) Son curiosos los detalles que de esta captura se encuentran en la referida correspondencia: «Fué preso el matador donde no se pensó, y fué porque no era diestro en la montaña, y se hizo al término de media legua de esta ciudad, donde había sido hortelano y buscado mucho tiempo chicorias y espárragos para vender, de que vivía. Fué descubierto lo por un muchacho que de día le llevaba pan y ponía en el hueco de un árbol, y él de noche lo tomaba, que era cuando él salía y andaba. Es hombre de fiero y de valiente aspecto, y de esta haza y calidad son los demás bandoleros. Ha confesado algunas muertes hechas de valde, dó se han ha- liado sus cómplices, señaladamente el sacerdote, que es aun peor que éste. Busca- se con grande cuidado, y me prometo no se escapará.» Contaba Treufoch so- los 22 años. ISLAS BALEARES 489 llevado á la misma plaza, presentóse el tonsurado doncel con hopa negra sobre el cadalso enlutado, contrito y confesándose autor de otra muerte de Miguel Sanceloni notario (i); rompió- sale al darle garrote el dogal, y su truncada cabeza fué á parar al lado de la de su cómplice en la torre deis Caps en el ángulo de palacio que da al Borne, rodando una vez por tierra derriba- da por el viento. Mandóse demoler la casa de Fortesa Tagama- nent en la plazuela de su nombre por receptador de los culpa- bles, aunque al fallársele dos años después el proceso salió librado con un año de confinamiento en Sóller y de servir á sus costas con lanza y caballo en las ocasiones que se ofreciesen. Contra el canónigo y abogado Bernardo Luís Cotoner, objeto de vehementes indicios, pronunció un juez eclesiástico expresa- mente enviado cinco años de destierro, que no cumpliría proba- blemente, pues no le impidieron meterse en los disturbios suce- sivos, ni llegar á las dignidades de inquisidor de Cerdeña y de Aragón. Disgustóse á la larga con los jurados el virrey Torres, que no los halló siempre dispuestos á secundarle en sus medidas de represión, y hasta encarceló al uno de ellos, Jaime Truyols, por sospechoso de connivencia con Tagamanent su cuñado. Apela- ron aquellos al trono, á nombre de las venerandas franquicias cuyos sostenedores se profesaban, de los pregones de 4 de Julio y 7 de Setiembre, considerando innecesario, además de gravoso á los pueblos que habían de sostenerla, el levantamien- to de una nueva milicia de orden público, supuesto que existían dos compañías de doscientos hombres cada una, con las cuales (i) «Fué esta justicia bien recibida en la ciudad, dice la citada corresponden- cia, y á satisfacción de todos y al reo de grande utilidad, porque de las señales y demostraciones que dio de contrición y conocimiento de su vida y delitos se pue- de piadosamente creer está gozando de Dios. Fué convicto y confitente de la muer- te de su tío y de otra y de otros delitos, y así los confesó á voces en el tablado, pidiendo á todos perdón del mal ejemplo.» Su padre Fernando le escribió amones- tándole que mirando el apuro en que por sus pecados le había puesto Dios, le ofreciese á él y al rey la vida, y como padre le mandaba dijera la verdad de cuan- to fuese preguntado. 62 490 ISLAS BALEARES pudo Vilaragut doce años atrás pacificar la isla, y harto dura la responsabilidad que de las fechorías de los criminales se exi- gía á sus familias y aun á sus municipios. Boda, ó sea el indigno presbítero Mateo Ferragut, á cuya prisión se encaminaban prin- cipalmente semejantes disposiciones, no pudo ser habido, pues- ta agua de por medio; y en lugar suyo fué á la horca en Selva por Enero de 1620 su desdichado encubridor Juan Mateu. Con esto, dando por satisfecha la vindicta, licenció la universidad en Julio próximo á sus cincuenta estipendiados; pero continuaron con los procesos así las causas perennes como las consecuencias del atentado, hasta el punto de absorber cualesquiera otras cuestiones. Preocupados halló los ánimos al año siguiente la muerte de Felipe III, y con sus exequias suntuosas celebradas á fin de Mayo complicóse una riña entre dos canónigos que bas- tó para avivar el rescoldo, ocasionando al uno atropellos en pleno día y en su propia casa de parte de dos hermanos del otro, seguidos de competencias de asilo y jurisdicción, de cuyo fallo se apeló más tarde al asesinato de uno de los absueltos (i). Por el nuevo rey Felipe IV tomó en Junio de 1621 solemne po- sesión del reino el virrey Torres, y en 21 de Agosto falleció, llevándose su esposa á Valencia el cadáver embalsamado. No fué obstáculo la notoria parcialidad de Pedro Ramón Sa-fortesa á favor de los que á Berga inmolaron para obtener como pro- curador real la lugartenencia hasta la llegada del sucesor Jeró- nimo Agustín, que fué á 12 de Julio de 1622, año señalado por las esplendorosas fiestas dedicadas en Montesión á la canoniza- ción reciente de los insignes Loyola y Javier, y á la de la ínclita (i) Eran los agresores del canónigo Armengol Pedro Antonio y Leonardo Sa- fortesa hermanos del deán, de partido contrario al de Santacilia, y á fuer de fami- liares del Santo Oficio, cual lo era entonces todo el mundo, los reclamó dicho tri- bunal, que años atrás los había ya juzgado por su embestida á Quint. Declarada en favor suyo la validez de asilo, á los dos años fueron puestos en libertad, mas de Pedro Antonio se tomaron peor justicia sus enemigos, asesinándole, como se verá, á principios de 1626. ISLAS BALEARES 491 Teresa en el convento de su instituto que en la Rambla acaba- ba de brotar pasando por arduas pruebas. Poco tardaron en manifestarse en el nuevo gobierno mayo- res disentimientos que en el anterior, si no con el país en masa que andaba tan dividido, seguramente con los jurados, quienes en Febrero de 1623 ya representaban á S, M. contra los colé- ricos arranques de su señoría, y recordando que era aragonés citaban la antigua cédula que á dichos naturales excluía de man- dar en Mallorca. Recogieron la acusación de testimonio falso, lanzada en presencia de ellos por un reo de muerte, al ir al patíbulo, contra un tal Güells protegido del virrey, con cuyas alas se arrojaba sin las insignias de su empleo á prender perso- nas distinguidísimas: con la real visita encargada á un doctor Hortolá para juzgar las justicias, es decir, para residenciar á ciertos magistrados, particularmente al oidor Albanell increpado de contemporizar con los enemigos del muerto, no simpatizaba aquella juraría y menos la siguiente, como que en ella había vuelto á entrar Jaime Truyols. Complacido del estado militar del reino se retiró el lugarteniente real de la memorable revista del 6 de Junio, exclamando que con la mitad de aquella gente de á pie y de á caballo, que acababa de desfilar ante su presen- cia, le bastaba para conquistar toda Berbería; pero no lo esta- ban los representantes de la isla de ver su despoblación con el reclutamiento incesante de compañías, que abandonaban así el cultivo de sus campos como la defensa de sus hogares para lucir su valor aventurero en remotas campañas, de donde vol- vían peores con la licenciosa vida de soldados, si es que algo faltaba que añadir al aprendizaje que ya se llevaban de bando- leros : si con la emigración ganaba ó perdía moralmente el país es cosa que permite duda, lo cierto es que se suspendieron los banderines de enganche. Matones no habían de faltar, ni vícti- mas que señalarles, según se encrespaban los partidos. En la noche del 22 de Marzo de 1624 cayó inmolado no lejos de su casa hacia la Portella Onofre Brondo, deudo de Berga, á im- 492 ISLAS BALEARES pulsos parece de la misma fracción (i), tan poco quebrantada con el castigo, que acudía á hacer sacrilego escarnio del dolor de la viuda é hijos del magistrado cantándoles de noche sarcás- ticas endechas (2), Si no había vuelto ya Pedro Santacilia, no tardó mucho en volver, pues en los primeros días de Junio por poco no tropezó con él la justicia al registrar con otro objeto los entresuelos de la casa de Juan Sunyer, cuya prisión y em- barque de resultas de la escapatoria del huésped ensarzó al virrey con la inquisición, que amparó al revoltoso receptor del tribunal, aunque bien conocía sus vicios; y calcúlese cómo se enardecieron, tratándose de tal persona y de tal causa, las cen- suras y anatemas por un lado y los mandatos de extrañamiento por otro entre las dos jurisdicciones, que ya en el año anterior habían reñido por cuestión de dos cortantes descomunal batalla. Intimó el virrey orden de derribar las casas á los perpetradores y cómplices de la muerte de Brondo, y los jurados alegaban que la pena hería también de rechazo á los dueños alodiales y á los perceptores de censos sobre la finca; llenaba de presos aquel la torre del Angel, añadiendo á los grillos y cadenas guar- das de vista, y los otros protestaban de los duros vejámenes y ruinosos gastos impuestos á los detenidos que podían resultar inocentes; vedábase con pena de muerte nada menos el uso de pedreñales, y se tildaba de injusta la medida, además de exor- hitante, por su desigual aplicación. Celo del orden movía al uno, celo de libertades y garantías individuales á los otros; pero ¿no entraría en este celo, quizá sin darse cuenta, buena parte, propia ó sugerida, de pasión de bandería? Llegó á su mayor gradó la efervescencia en Setiembre (1) Atribuyóse este asesinato al doctor Albanell y al canónigo Cotoner, con- tra quienes había instado enérgicamente Brondo por su parte de culpa en la muer- te de Berga, promoviendo informaciones de que ambos salieron mal parados, el uno por haber revelado el secreto de las deliberaciones del tribunal, el otro por resentido de la condenación del hermano de Boda su defendido. (2) Codolet se llamaban estas lamentaciones en sentido de parodias. ISLAS BALEARES 493 de 1625 con motivo de la real pragmática comunicada por el virrey sobre instruir procesos á los ausentes, lo cual según los acuerdos tomados á la sazón pareció al reino una monstruosi- dad^ y contra ella acudieron á reclamar, no solamente el con- seje, sino los estamentos en masa á manera de comicios, dele- gando á la corte síndicos para hacerla revocar, y nombrando con preferencia religiosos, uno dominico y otro franciscano, á fin de que fuese su misión más respetada. Interceptaba las co- municaciones su señoría, hasta impedir la salida á los pescado- res sin su licencia; pero saltó trabas el municipio fletando buque de fuera, costeando de fondos particulares la embajada, y agre- gando á ella al redomado é influyente Bernardo Luís Cotoner á propósito de su estancia en Madrid para negocios de la iglesia ó personales. Larga fué la lista de los que le encomendó la universidad, aparte de los que reservadamente le confiaría el partido, y entre los primeros figuraba la suspensión de las fran- quicias de derechos ínterin durasen los apuros, pues con tantas exenciones de los más ricos y poderosos por concesión de hábi- tos y mercedes no podía ir adelante la cosa pública: los más de los capítulos refluían en queja del virrey Agustín, y acaso ve- nían á serlo indirectamente los desperfectos y errores que se achacaban á las obras de fortificación y á su director Antonio Saura, cuyas portadas de arquitecto no disimulaban sus faltas de ingeniero más ó menos averiguadas (i). Obispo indígena pedían los mallorquines en reemplazo del que habían perdido en 5 de Diciembre de 1623, estimable y estimado generalmen- te, á pesar de no haberle faltado disgustos á fray Bauzá en los diez y seis años de su gobierno, del cual dejó insignes memo- (i) Figura Saura como arquitecto de la suntuosa puerta del Muelle, hoy con- servada dentro del jardín de la Lonja, en la lápida que lleva la íecha de 1620,7 no se sabe si lo fué también de la Pintada construida en 1 628. Una de las incul- paciones que se le hacían era el no haber colocado dicha puerta del Muelle en el sitio donde desaguaba en el mar la Riera, es decir, al extremo del Borne,^y no en la plazuela del oratorio de San Telmo, cuyo derribo con el de la adjunta manzana de casas, que no llegó á realizarse, había de costar enormes sumas. 494 ISLAS BALEARES rias en dos sínodos y en la fachada y salón del palacio episco- pal; y no habiendo tenido efecto el nombramiento inmediato de un sucesor forastero, fijóse el deseo y el clamor unánime de la tierra en que fuese trasladado de la sede de Jaca á la de su patria el ilustrísimo Juan Estelrich, en quien se reconocían paci- ficadoras condiciones, de que carecía Cotoner aunque no de favor para conseguir el puesto, á fin de llegar por su mediación á la concordia que invocaban y tal vez en principio anhelaban todos. Poco habría disfrutado Mallorca del solicitado obispo, si había éste de morir tan pronto como lo verificó sin moverse de Jaca, cuando estaba provista ya la vacante mitra en el noble Baltasar de Borja, vástago de la estirpe ducal de Gandía, quien precedido de la fama de sus virtudes aportó á la isla en 15 de Abril de 1626. Otra víctima escogida acababa de sucumbir, Pedro Antonio Sa-fortesa, que con su hermano Leonardo llevaba catorce años de compromisos por el bando de Canavall: matóle un tiro de arcabuz de orden del implacable Santacilia, como falló el inqui- sidor que por ser de su fuero instruyó el proceso arrostrando grave peligro de morir; de los instrumentos, entre los cuales se contaban varios clérigos, unos fueron presos y atormentados, otros con el principal de ellos Gabriel Orell facineroso lego franciscano se salvaron en la península, protegidos por el terri- ble caudillo que no logró sin embargo excusar la prisión á sus deudos (i). En represalias probablemente hirió de gravedad otro arcabuzazo en Setiembre de 1627 á Juan Bautista Despuig, en el cual entendió también el santo oficio, siguiendo causa á los Veri y otros, y llevando á buen término la reconciliación entre los parientes de ambas partes. Contra tamañas atrocida- des nada se les ocurría á los jurados qué exponer ya que no (1) Prendió el inquisidor á Nicolás Spanyol cuñado de Santacilia, á Arnaldo Moix su primo, al capitán Felipe Cavalleria, y arrestó en sus casas á otros dos nada más por deudos de aquél, el cual fué condenado á una multa de seis mil du- cados que en 1630 no se había hecho aún efectiva. ISLAS BALEARES 495 prevenir; el blanco único de sus querellas era la autoridad su- perior, que á los prisioneros de la torre del Ángel multiplicados de cada día mataba de hambre y destruía las haciendas, que amparaba las reclamaciones llevadas al pie del trono por algún menestral atrevido contra el mal gobierno de la universidad (i), que favorecía á los ministros Güells y Cárcer enemigos decía- rados del doctor Albanell; y sin ocultar cuatro de aquellos su parcialidad á favor del más que sospechoso magistrado, guar- dábanse de sus dos compañeros Comellas y Artigas, culpándo- los de omisos en el desempeño de su cargo. No consta si al cabo hubo de ceder Jerónimo Agustín á tan obstinada guerra ó si marchó de aburrido (2), al ser trasladado á Sicilia en 21 de Mayo de 1628; y esta vez no se halló persona bastante autori- zada á quien confiar la interinidad de virrey, sino al ejemplar y penitente obispo Borja. Grandes procesiones ya de penitencia ya de júbilo, fiestas extraordinarias en las proclamaciones frecuentes de bienaventu- rados á cuyo nivel emulaba ya Mallorca ver á los suyos. Cata- lina Tomás, Alfonso Rodríguez y sobre todo al inmortal Rai- mundo Lull con su doble aureola de mártir y de genio, entusiasta culto á la santidad desde el humilde féretro hasta el apogeo de la gloria, desde la tradición en germen hasta la irrefragable bula (3), abundaban entonces, llevándose tras sí los ojos y el co- (1) Era éste el carpintero Pedro Pellicer, que acabó por inducir á varios de gremio á jefes sostenerle en su mensaje á la corte, dejando por sustituto sidir para pre- sus reuniones en el convento de San Francisco á Sebastián García cual albañil, el tomó iglesia antes que le prendiera el virrey, como se lo rados requirieron los ju- en Mayo de 1626. Pedían éstos á S. M. no sólo que desoyera, sino cas- tigara á que Pellicer por revoltoso. (2) Obra de amigo ó dependiente suyo parecen, las décimas que le fueron gidas diri- acerca del carácter de estos isleños, singularmente de la nobleza, las cuales por lo gráficas, ya que no por su mérito literario, se pondrán en el (3) apéndice. Cobró gran boga por aquellos años, si es que no tuvo entonces la devoción principio, á los santos Cabrit y Bassa guardadores del castillo de Alaró Jai- me 11, por dándolos por mártires de la lealtad del homenaje (V. la nota de la Por el mismo pág. 146). tiempo murieron en opinión de santidad con demostra- ciones y de grandes veneración popular, por el estilo de las tributadas en 161 7 al hermano 496 ISLAS BALEARES razón del pueblo conmoviéndole como el más eficaz de los es- y pectáculos: ninguno empero ni con ocasión tan alta como el que le ofreció el virrey prelado. Iniciativa de éste sería, por más que no el reino mantenedor suene, proponer que se declarase per- petuo de la Virgen inmaculada; y así lo votó el consejo por unanimidad el 22 de Marzo de 1629, y en 27 de Mayo lo juró solemnemente el municipio. Las interminables hileras de segla- sacerdotes, de frailes y presbíteros, tabernáculos, inven- res y ciones, altares, festejos (i), ¿quién podrá describirlo? Nueve años había ya que la Purísima guardaba la puerta principal de la ciudad; aún resonaban los ecos del edicto de Juan I de Ara- gón, y se anticipaban en el porvenir los de su elección por pa- trona de la isla en 1643, por patrona de España en 1770, y la declaración del dogma en 1854. No le permitió el por tiempo hacer más al biznieto de san Francisco de Borja, demasiado meses santo tal vez para reformar el clero: durante solos quince juntó el mando temporal con el eclesiástico, y como virrey su- frió entredicho del inquisidor, que todas las jurisdicciones arro- liaba por el malhadado fuero de sus familiares. Halló contradic- ción en el cabildo y en los jurados el seminario que pensó fundar; contra su confesor jesuíta el P. Garriga elevaron gran- des quejas los segundos. En Setiembre del 29 vino á aliviar de su peso principal al buen obispo la llegada del virrey que se aguardaba, José de Montpahón; en 11 de Julio del siguiente sú- bita muerte le descargó del báculo á los 44 años de edad. Volvióse Montpahón en 19 de Octubre de 1630, cumplido Alfonso, en 1613 fray Julián Roig dominico, en 1620 fray Rafael Berra francis- en 1628 Sor Clara Andreu monja jerónima de Inca. cano, y (i) Comparada con la de 1 614 esta procesión, que la lluvia obligó á diferir para el 4 de Junio, duplícase el número de frailes y de clérigos hasta el de 1040 otro tanto casi el de seglares. Del estado eclesiástico en aquellos años sábese y que se componía de 49 entre dignidades y canongías, de 486 beneficiados entre la Seo y parroquias, de siete conventos de frailes con 719 individuos, de nueve conventos de monjas con 603, y veinte y siete entre hospitales, asilos y orato- del rios, ocupando los edificios sagrados, según documentos oficiales, un tercio recinto de la ciudad. ISLAS BALEARES 497 apenas un año de gobierno, á las guerras de Italia con seis compañías equipadas y sostenidas por el país; y sucesivos re- fuerzos se encargaron á Pedro Ramón Sa-fortesa, que concluido su mando de Cerdeña, desempeñó esta vez la lugartenencia como de costumbre, estimulándole el celo con la promesa del título que apetecía. Llevaban algún camino de mejora las disen- siones de la nobleza, que en el comienzo del año se había pre- sentado compacta y pacífica á justar y correr estafermos por el nacimiento del heredero de la corona: en cambio desaveníanse jurados y cabildo eclesiástico por etiquetas á propósito de roga- tivas que no cesaban un punto, rogativas por agua, por aleja- miento de peste, por el triunfo de las armas de S. M. católica. Gobernaba en sede vacante el sacrista Juan Bautista Sa-fortesa, y procedió rigurosamente por el mes de Febrero de 1631 contra la fundación de un segundo colegio, que poniéndole el nombre de su bienhechor Sant-Martí intentaban los jesuítas, olvidados no sé cómo de su habitual moderación y prudencia para echarse encima los celos de la parroquia vecina y de las comunidades todas, y enagenarse las generales simpatías que juntamente con buenas rentas se habían adquirido de pueblo y de gobernantes en setenta años de servicios. Opúsose al vicario general un ca- nónigo conservador y más adelante la Audiencia, defendiendo la nueva iglesia que trataba aquél de deshacer; hubo encuen- tros y violencias, prisiones y anatemas; y la fundación por de pronto desbaratada, perdiendo su importancia desde luego que cesaron las dificultades, se realizó cabalmente bajo el nuevo obispo, fraile franciscano. Llegó por el puerto de Sóller en 5 de Marzo de 1632 fray Juan Santander, y aplicóse desde luego á curar más sangrientas discordias en su inquieta diócesis. La isla toda era campo de batalla, cuyo foco estaba en la ciudad: de vez en cuando el lugarteniente Sa-fortesa, conde ya de Formi- güera, salía con la justicia en persecución de los delitos, ni más ni menos que los antiguos gobernadores; pero el nublado se deshacía para volverse en seguida á formar. Veinte años había 63 498 ISLAS BALEARES los malhechores traían vendido á los poderosos el brazo que y trasladadas á las casas grandes sus guaridas; despertábase ya el buen en uno y otro bando sed de seguridad y reposo; y pre- lado, oyendo al inquisidor Lezaeta y á otras personas de buena voluntad, emprendió pacificarlos. Cuando se mostraban mejor dispuestos los ánimos y acordadas ya las bases, feneció de airada de Agosto un gentil mancebo, llamado mano en 25 Jorge Sureda como su padre uno de los más celosos componedores de la discordia, y esta sangre, que debía atizar venganzas, fué la expiación de la víctima inocente que pide el cielo muchas veces para extinguirlas. Gracias á la solicitud del pastor, en la tarde del 11 de Oc- tubre presentáronse en masa en el claustro de franciscanos desde el templo de Santo Domingo los caballeros de Canamunt en seguida desde el de Santa Eulalia los de Canavall^ adonde y las^autoridades; jurada la les aguardaban en congreso paz, perdonados recíprocamente los homicidios, buscáronse para abrazarse los que antes para destruirse (i): todos, incluso el poderoso matador de Pedro Antonio Sa-fortesa condenado en rebeldía, se sometían á la clemencia del soberano. Sublime de- bió estar en su plática el mitrado fraile con la elocuencia del corazón, sublime debió resonar en las bóvedas de la iglesia el Te Deum. La reconciliación de sus principales la ratificaron día 30 los bandidos en el convento de Jesús fuera de los muros en manos del ilustrísimo Santander. Con esto quedaron muchos en la tierra sin oficio, inhábiles para emprenderlo honrado y ( i ) Expresa el noticiario de Juan Fé, es el que más detalles suministrado que de esta reconciliación, que empezando por los cuatro caballeros iniciadores ella, Sureda se abrazaron Pablo Sureda Sant Martí con Pedro Abrí Des Catlar, Jorge con An- con Juan Miguel Serralta, y en seguida el jurado en jefe Jaime Rossinyol Sureda de Calvet tonio de Veri, el comendador Fuster con Rafael de Veri, Jorge así otras Bautista Brondo, Arnaldo Moix con Leonardo Sa-fortesa, y parejas; con los primeros de cada una, combinándolo con datos más ó menos seguros, parecen del bando de Canamunt ó de Santacilia, los segundos del de Canavall ó de Luís ser á Villalonga, correspondiendo, si se remontan al lance de Quint en 1612, aquél los amigos del difunto, éste á sus agresores. ISLAS PALEARES 499 laborioso: la extracción de isleños, que no había bajado en tres años de tres mil hombres, no sólo á favor de la corriente de necesidades y vicios sino mediante opresiones y violencias, tomó proporciones alarmantes. Hambriento de soldados el rey para sus ruinosas guerras extranjeras, ofrecía indulto á todo el que sentase plaza no procesado á instancia de parte; y á cuan- tos no tenían en aquellos tiempos la conciencia bastante limpia, presentaban los reclutadores la terrible disyuntiva de servir libremente con las armas ó de servir por sentencia en galeras. Vino Pedro Santacilia, y sé llevó á Alsacia trescientos hombres á escoger uno por uno; otras dos compañías tenían bandera enarbolada. Favorecía el enganche de real orden y por afición el virrey Alonso de Cardona, estrenado en 30 de Mayo de 1633; pero, como quedaban á pesar de todo bandidos por la isla, en vez de cuidarse de perseguirlos á costa de ellos mismos ó del real patrimonio, endosó á la universidad este cargo con el de pagar veinte hombres. Á falta de presos trajéronse cadáveres, que se expusieron por la ciudad. Habían seguido con envidiosa atención los jurados las resoluciones de las cortes reunidas en Cataluña por Felipe IV desde 1626, doliéndose de que no tu- viese Mallorca entrada en ellas por culpa de las dificultades que el brazo forense oponía, y cón lo conseguido allá llevaban los de aquí menos sufridamente la continua violación de privilegios, las descortesías y malos tratamientos con que el gobierno local y el supremo les consideraban poco menos que moriscos, las dificultades para acudir al trono, los empeños del reino, lo in- soportable de los impuestos por las exenciones que eclesiásticos y seglares se procuraban; pedíase á voz en grito volver al es- tado anterior á la reforma de las pragmáticas de 1600 y 1614. Todo se volvían hábitos, encomiendas, fueros privilegiados: in- trodujéronse con arcaicas pretensiones de feudalismo los títulos, rivalizando con el novel conde de Formiguera Miguel Luís Togores en el condado de Ayamans y Albertín Dameto en el marquesado de Bellpuig, á cuya erección se opuso Artá, celosa 500 ISLAS BALEARES de sus timbres de real villa, con no menor denuedo que dos siglos antes Lluchmayor á la jurisdicción de Des-Catlar. Las levas de mar y tierra no cesaron: pasaba de mil cada año el contingente, á pesar de las continuas reclamaciones de los jurados, que ya se quejaban más de escasez de brazos que de aguas. Desde el Agosto de 1634 el rey los emplazaba para el supremo esfuerzo de levantar dos mil hombres destinados á combatir en los Pirineos, y disponíase á obedecer la universidad aunque exponiendo apuros, cuando á la corte llegó aviso de una gran sedición y resistencia opuesta en Mallorca á la autori- dad real y de la necesidad de tropas y de dos jueces, eclesiás- tico y seglar, para dominarla. Tales dimensiones había tomado bajo la pluma del virrey Cardona el conflicto de tres aturdidos comendadores de Malta, cuyo conservador amparándolos agra- vaba sus maldiciones al tenor que la Audiencia sus procedi- mientos contra los reos: y por poco la indignación de la ciudad de verse increpada así de rebelde no hizo verdadero el tumulto á fuerza de protestas de lealtad, que se encomendó hacer valer á Santacilia en atención á su privanza. Por no desmentirlas se allanaron las más legítimas dificultades para aprontar el refuer- zo pedido, y las clases todas, colegios y gremios compitieron en ofrecer gente y dinero, que aprovechaba el virrey, negando por su parte haber sido autor del alarmante despacho; y de esta suerte, mandado en jefe por su belicosa señoría y capita- neado por la nobleza, pudo embarcarse alegremente en 19 de Agosto de 1635 tercio mallorquín, sin dar tiempo la prisa á una exacta reseña; verdad es que al complemento de los dos mil hubieron de faltar setecientos 'hombres, pero tampoco llega- dos á Barcelona se les cumplió la promesa de enviarlos á la frontera, sino á Italia. Quedó de virrey interino, porque al pro- pietario siguió el acostumbrado lugarteniente conde de Formi- güera, el ilustrísimo fray Santander, á quien incumbió á los breves días, en 7 de Octubre, el salvar la ciudad de una ave- nida más espantosa que la de 1618, y que hubiera causado no ISLAS BALEARES 501 quince sino miles de víctimas como la de 1403, á haber ocurrido de noche. Por singular anomalía, al reunir el obispo tal cúmulo de facultades, vióse privado de ejercer las propias, terminado ape- nas el sínodo de 1636; y no fué porque se las invadiera como á su antecesor el Santo Oficio, que se mantenía por entonces muy templado en sus límites (i), sino cierto juez apostólico nombrado para oponerse á la provisión de unas prebendas que á su vicario general Talledo trataba aquel de conferir contra las bulas de extranjería. Aplicando en. calidad de comisario el prior del Carmen fray Espiridión Flor las censuras fulminadas á los contraventores, intimó suspensión de oficio al prelado; y cabildo y jurados y pueblo en general, inclinados al proceder que les halagaba, reconocieron el entredicho, evitando como maldito el contacto de su pastor. Iba y venía el virrey Cardona, dele- gando y reasumiendo alternativamente su autoridad, porque el reclutamiento no paraba, y en 17 de Julio del propio año habían partido otros cuatrocientos mallorquines desde el castillo de Bellver, donde por espacio de cuatro meses se les había tenido encerrados; pero todavía se alborotó más la ciudad con el alo- jamiento que para los soldados de los galeones de Oquendo surtos en Alcudia reclamó de real orden su señoría en Marzo siguiente, y que se echó á repartir por sí mismo en vista de la resistencia del consejo. Desatendida la inmunidad general que por privilegio antiguo alegaba el reino, hacíase más pesada la gabela con las particulares franquicias que pretendía cada clase, echándola sobre los desvalidos : cada día entraban compañías, y no cabiendo ya dentro de los muros, distribuíanse por los (i) Tanto el inquisidor Blas Alejandro Lezaeta como el fiscal Fontamar se distinguieron por su excelente porte y armonía con las demás autoridades, y no eran en su tiempo numerosas y graves las causas tocantes á la fe. En el auto cele- brade á 29 de Octubre de 1634 no salieron sino seis penitenciados de leve mon- ta; dos hechiceras, un bigamo, un testigo falso, un embaidor y un irlandés rene- gado antes luterano. 502 ISLAS BALEARES pueblos. Pedíase que acamparan fuera, donde pudiesen mejor ejercitarse militarmente: repugnaba sobre todo que se estable- cieran cuerpos de guardia, escuela de toda suerte de vicios, presidios de tierras conquistadas como Nápoles, «cuando aquí, decíase con altivez, somos los conquistadores que á nosotros mismos nos guardamos.» Cuatro meses y medio duró el hospe- daje de estas tropas bisoñas, procedentes casi todas de Anda- lucía, cuyos dispendios sin los vejámenes excedieron con mucho á las tres mil libras en que se estimaban; y reembarcadas ape- nas en el verano de 1637, insistió Cardona en exigir el comple- mento del tercio de los dos mil, dos años atrás expedido, que según cuenta de los jurados sobre datos pedidos á Santacilia no pasaba de ciento cincuenta y seis hombres. Para reunirlos el desatentado lugarteniente real, como si hubiera de repararse con ellos la derrota de Leucata, sin tolerar demoras al consejo, lanzó á sus esbirros por calles y casas á prender según su anto- jo, atestando de gente la cárcel; y quienes á tomar iglesia, quie- nes murallas afuera sin parar hasta las montañas, á salvarse todo el mundo, á volverse atrás los campesinos de cerca y de lejos dejando hambrienta la ciudad, ensordeciendo el aire gri- tos, imprecaciones, lamentos de madres, esposas é hijas, jura- dos y consejeros arrancados del consistorio y empujados hasta palacio, sin recoger más respuesta á sus repetidos mensajes sino que á ninguno se hacía agravio, que cual más cual menos todos tenían sus achaques. Triunfó no obstante de la brutal violencia el noble celo de los padres de la patria por la legal defensa y libre condición de los vecinos; la leva no pasó ade- lante, y sin ella hízose á la vela la escuadra con su señoría en la madrugada del 12 de Octubre. Noche de sobrada alarma fué la del 15, aun después de tan agitados días, para no indicar aquí que la produjo el escalamiento de las Magdalenas por ciertos hombres, á pesar de no estar hoy averiguado el motivo que tenía retirada allí á una condesa ni el impulso de su noble marido en buscarla, registrando en bal- ISLAS BALEARES de el convento, hasta haber de retirarse despechado ante el clamoreo de las campanas de la ciudad; y no es dable añadir más, ínterin no se descifre el dramático misterio. Más leve cau- sa de inquietud quizá pareciera la muerte de un alguacil real, que en la inmediata vigilia de Navidad tumbaron dos persona- jes nacidos para más altas empresas, á no reclamar al uno como familiar la inquisición y al otro como comendador el impertérri- to prior carmelita á fuer de conservador de la orden de Malta, que inauguró el año 1638 con los mismos anatemas contra los oidores y su presidente esgrimidos en el anterior contra el obispo. Puso éste bajo entredicho local el convento; y el virrey, que había vuelto de su viaje y no soltaba á sus presos, embar- có al fraile para Valencia, de donde regresó antes de cuatro meses, recibido en triunfo por una comitiva de cuarenta coches. Andaban revueltos los ánimos con las órdenes apretadas que decía Cardona tener de S. M. para repetir los alojamientos desastrosos del año pasado, desembarcando de la escuadra de Oquendo cerca de tres mil hombres, españoles, italianos, ale- manes, como plaga de langosta; y se llevaron otra vez á efecto, entrando y saliendo tropas toda la primavera, con inauditas extorsiones y quejas del vecindario. Agravaban el rigor de los reales mandatos los ímpetus y arbitrariedades del ejecutor (i); y al intimar al general consejo otra improvisa leva de mil qui- nientos infantes, impúsole deliberar con fórmulas desventajosas á su independencia (2); insistió no obstante la asamblea varonil- (1) Colérico hasta el frenesí, temerario, imprevisor, soberbio, soez en je, lengua- trato y costumbres, mal avenido con la gente de calidad, escoltado valencianos siempre de de pésimos antecedentes, perturbador del tráfico y navegación con sus exigencias, malversador de caudales y patrono de usureros de las y explotador levas en beneficio propio, tal retratan á Cardona los jurados en sus instrucció- nes de 30 de Junio. (2) Habíase introducido desde 1622 que cada resolución fuese autorizada con el nombre de un preopinante á cuyo voto se adhiriesen los demás hasta para cierto fijar punto la responsabilidad en el iniciador, y como ya no era nuevo atropellar la inviolabilidad del voto, trató el consejo de restablecer entonces la primitiva costumbre; mas no siéndole permitido, no faltó el la jurado en jefe en dar cara. 504 ISLAS BALEARES mente en su acuerdo negativo, y no se apartaron de él los jurados, cuyo venerable consultor el doctor Moll fué puesto en cadenas. Declarósele terminantemente al monarca en 23 de Julio que el sacrificio era irrealizable. No cejó el petulante procónsul, y cuando al anochecer del 2 de Agosto iban á zarpar quince ga- leras con mil soldados italianos, no satisfecho con agregarles unos ciento cincuenta regnícolas replegados desde algún tiempo en Bellver, envió á recoger de la cárcel algunos presos para sujetarlos al remo á que los suponía condenados. Alborotóse la plaza de Cort, y entre el tañido de la campana que llamaba á consejo, oíase el martilleo que en la prisión vecina remachaba los grillos de treinta infelices destinados á galeotes antes de fallárseles el proceso: clamaba el pueblo dándose cada cual por deudo de los oprimidos, y á los jurados previno ya de noche en el conciliador mensaje un eclesiástico, el doctor Diego Des-Cla- pés, que arrancó al virrey la seguridad de que eran forasteros y no del país los presos casi todos. De cualquier manera hubo de suspenderse el desafuero, fuese mayor ó menor el número de personas á quienes tratara de irrogarlo la despechada auto- ridad, que en venganza pretendió dar por sediciosos y aun re- beldes los guardadores de la ley: constituyóse durante un mes el consejo en sesión poco menos que permanente, representan- do con entereza y calma un reino exhausto de gente y dinero, familias mermadas de hijos ó de padres ora huidos ora ocultos, tierras abandonadas sin cultivo y talleres sin trabajo, y acome- tiendo la inconciliable empresa de resistir á la vez que desar- mar la inmensa cólera de un Felipe IV al recibir el primer no de sus leales. Afortunadamente la suerte de las armas con el levantamiento del sitio de Fuenterrabía y con los triunfos espa- ñoles en Flandes acercó á rey y á súbditos, en aquél disminuyen- do la necesidad y en éstos aumentando la confianza para ofrecerle á cuenta de festejos algún donativo, que sin constar precisamen- te de qué género y cuantía, apaciguara al impresionable sobe- rano y restableciese en su corte el crédito de los mallorquines. islas Baleares Si no fué para castigar mutuamente al gobernador y á los gobernados, no se comprende con qué objeto siguió S. M. man- teniendo en el mando de la isla á Alonso de Cardona contra las instancias asiduas y premurosas de la juraría y de cuantas influencias interpuso; y aun después de cumplido en Mayo de 1639 su segundo trienio y de habérsele nombrado sucesor, se le prorrogó más de otro año la residencia ínterin se presenta- ra éste á relevarle. Su recíproco despego con las autoridades del país deja entenderse, y por más que ya no reprodujera cho- ques, se trasluce no solamente en las relaciones ordinarias, sino en los cuidados y preparativos que ocasionó el temor de una invasión francesa sobre Menorca. El consejo se desentendió de auxiliar la leva hecha en Abril, de cien hombres de la ciu- dad y doscientos payeses, á fin de socorrer la cercana isla, y sólo cuidó de que fuesen reintegrados á la universidad los mos- quotes y arcabuces extraídos de la casa de armas para equipar- los: resignado á ver convertidas en yermos las poblaciones y en eriales las campiñas, dejó sin estorbo á los hombres de cora- zón ó á los empresarios de oficio, indígenas ó forasteros, engan- char con el incentivo de la licencia más que de la gloria militar cuanta gente pudiesen; mas no sufrió en nombre de las públi- cas libertades que con violencia y sin formación de causa fueran arrancados de su hogar los hijos de Mallorca. A despecho de nuevas reales cédulas comentadas por el lugarteniente con argu- mentos y amenazas, espontáneo y con crecidas pagas fué el re- clutamiento de las compañías formadas para el recobro de Sal- ses en Rosellón y para la guerra de Cataluña, que empezada con extranjeros no había de tardar en volverse civil brotando de las entrañas mismas del suelo. El alzamiento de Barcelona en Junio de 1640 por poco no prendió en su hijuela de allende el mar: agravios del poder central no faltaban, ni excitaciones seguramente de los insurrectos recordando el común fraternidad origen y inolvidable, y correspondiendo de este lado prome- sas de mediación con el trono y ofrecimientos de paz y amnis- 64 5O6 tía, como en los días de Juan II. Abrióse para Mallorca un perío- do difícil, de cuyos azares supo salvar á la vez incólumes su fidelidad y sus fueros; y vínole bien, para el aumento de los sacrificios proporcional al de los riesgos en que entraba, la mu- danza de virrey en 27 de Agosto, de suerte que el mismo buque que trajo al aguardado Lope de Francia se llevó en definitiva al aborrecido Cardona. No era ya posible honrosamente á bue- nos vasallos rehusar asistencia al apurado monarca en su ida personal á reducir el Principado, como para fin de Enero pró- ximo se prometía: brindóse á la expedición la nobleza en masa, y á los que se alistaran ofreció la universidad por una vez cien reales castellanos del dinero de la fortificación cuyas obras ha- bían de parar entretanto, y á los oficiales de gremios que les correría hasta la vuelta el plazo de sus compromisos con el maestro. Hiciéronse en Octubre rogativas por el triunfo de S. M. á cuya clemencia eran recomendados los rebeldes, al mismo tiempo que á los concelleres de Barcelona en respuesta á sus vehementes cartas se exhortaba á pedirla, y el nuevo virrey salió á los pueblos, empezando por Inca, á fin de inte- recorrer resarlos en el real llamamiento. Ya á mediados de Enero de 1641, cuando según las cuen- tas del rey debía casi estar de regreso el socorro, embarcóse éste, reducido á setenta sustitutos que pagaron en redención propia los forenses, y á unos cien criminales acogidos al servicio en busca de indulto, aparte de la distinguida falanje acaudillada por el lugarteniente real en persona ; mas llegados apenas á Andraig retrocedieron, no tanto por contrarios vientos, como por las reyertas sobrevenidas á bordo entre los caballeros que no supieron dominar por más tiempo sus rencores. Obligólos á hacer paces D. Lope, y condújolos á donde pudieran explayar más gloria sus exuberantes bríos. Hondas raíces debía de con tener en aquellos corazones la lealtad para resolverles á comba- tir bajo una misma bandera y que no les llevasen á opuestos campos sus mutuas animosidades; porque, coincidiendo los en- ISLAS BALEARES 507 carnizados partidos de la isla con excisiones en la nación tan formidables como el separatismo catalán, harto hubiera sido de temer que se dieran entre sí las manos más ó menos ocultamen- te, y que llegara de la fronteriza costa algún germen de rebe- lión, que en venganzas particulares tanto ó más que en el des- contento público hallase sobrado desarrollo. Pero, no diré ya conspiraciones como las de Albertí y Desmas en 1463, sino ten- tativas, defecciones individuales, rumores siquiera calumniosos, nada empañó entonces la unánime incontrastable adhesión de los mallorquines al trono, á la dinastía, á la unidad nacional. Ver- dad es que de aquellos bravos donceles los hubo que, cansados pronto de franca guerra y echando menos la de intrigas y zala- gardas, volvieron de Tarragona, en cuya defensa estaban, antes de cantarse el Te-Deum por la retirada de los franceses, mucho antes que la vuelta del virrey al año cabal de su primer arribo. Era incesante en el puerto, para atender á la descomunal cam- paña tan vecina, la entrada y salida de flotas y en la ciudad el movimiento de personajes, españoles y extranjeros, generales de mar y tierra, embajadores, obispos, funcionarios huidos de Barcelona; y á la vez que admirados del magnífico hospedaje y del sosiego y orden político, debieron de espantarle de la agita- ción é inseguridad que en sus moradores reinaba y en los prin- cipales sobre todo. Ni rastro quedaba ya de la decantada paz general de 1632: habíanse vuelto á abrir interminables cuentas; y hasta cesaba con el despotismo de Cardona la unión momen- tánea que la necesidad de resistirlo había creado en la nobleza. Cada año iban en aumento los asesinatos : era tentación perpetua á perpetrar alevosías el manejo continuo del arcabuz aplicado á la cacería de hombres; cazábanse alguaciles y comisarios, paye- ses, notarios y abogados, clérigos y sacerdotes (i), y á la postre (i) Por muestra entresacaré de los noticiarios de la época los que en pocos años perecieron : lóySmai sS: mataren á D. Arnau Miralles beneficial en la Seu ctb dos arcabussadas slant à una finestra.—7639 dezem. 3 ; circa 4 horas de nil en els cuatre cantons del Sludi general lo paborde Alemany fonch ferit d''una arcabus- 5o8 ISLAS BALEARES caballeros y comendadores por mano de sus pares. El 1641 no terminó sin traer el luto á las ilustres familias de Veri y de Vi- llalonga, ambas del bando de Canavall (i). Peor fué todavía el 1642. Hallóse cadáver á Pedro Juan Da- meto debajo de las ventanas del capellán Albanell ; su hermano Nicolás para vengarle se incorporó con los bandoleros. Ejemplo le había dado de ello tiempos atrás Pedro Santacilia, que por aquellos días iba y venía de Mallorca, no diré que para seguir su larga serie de represalias, mas no seguramente para poner- les fin (2) : fué de gobernador á Menorca en servicio del rey; mayor lo hubiera prestado á su patria con el restablecimiento de la paz, que él lo pudiera más que nadie con su reconocida pujanza. Dos comendadores, Rossinyol y otro Dameto, riñeron el domingo de Ramos : murió el segundo de la herida, el prime- ro no le sobrevivió ocho meses, condenado por sí mismo á re- clusión en un entresuelo del palacio de la Almudaina, de miedo á sus numerosos agraviados. Los arcabuzazos eran cuestión de todos los días, de todo lugar y de toda categoría (3) : dos tira- sada.—1640 ociub. lo : mataren á mos. Bemzai Fàbregues j^revere ab una arcabussa- da devant la Mercé. —1641 janer 27; mataren á Juan Fiel beneficiat de la Seu abuna areabussada -prof la Jont del Socorredor.—Dezem. 14: foncli ferit d'una arcabussada en el bras Bernat Oliva subdiaca.—1642 abril ry : Jonch trobat penjat lo rev. mosen Andreu Ginart qui tenia dos beneficis. Hay que recordar cuán implicado andaba el clero por desgracia en estas parcialidades. (1) Leemos en dichos noticiarios: 1641 novem. 2y : pegaren tres punyaladas á mos. Miquel Geroni Veri á la scala redona de Sant Domingo circa dos horas de nit. —Dezem. una ar- qi : fonch enterrat lo Sr. D. Priam de Villalonga qui'l mataren ab cabussada d cinch horas de nit. (2) Decíase, y lo consigna D. Francisco Melo en su historia coetánea del movi- miento de Cataluña, que hizo morir violentamente Santacilia por sus mañoso industria hasta 325 personas durante veinte y cinco años en venganza de la injusta muerte de un hermano, quizá no hay exageración si se cuentan todas las muer- y tes de uno y otro bando que derivaron de aquel hecho. « Ahora, añade, sirviendo al rey Católico en honrados puestos de la es- guerra, da al mundo satisfacción del cándalo pasado.» (3) Servíanles también de blanco las mujeres, vgr. ; Á 12 mars lóqy mataren madó Magranera en sa casa ab una arcabussada. En cambio las mujeres andaban á puñaladas con los hombres: Á 7 abril idem., mata una dona á son marit abuna su- punyalada per no portar un covo de carnatje, que havian d'anar á deport ; mori bito. ISLAS BALEARES ron hacia media noche del 29 de Julio á Francisco Truyols, y otros respondieron como el canto del gallo al cabo de una hora dirigidos á Jerónimo Salas; recibiéronlos y disparáronlos á i.° de Diciembre á la puerta de San Felío Gabriel Valero y Jorge Dameto, dos de los más inquietos de Canavall^ y allanaron y registraron la morada del procurador real Vivot en busca de los agresores. De sus fechorías descansaban los bravos revolvedo- res á la sombra de las iglesias ó guardados en la torre de San Miguel ínterin se ventilaba si les valía el asilo; y cuando en su casa y rara vez en prisión sufrían arresto, infringíanlo sin repa- ro, contando con que los secuestros y multas no llegarían á ha- cerse efectivas, y que como tonsurados ó familiares del santo tribunal ó caballeros de orden, alguna jurisdicción especial los substraería á la ordinaria, poniendo en perturbación después de la tranquilidad pública las conciencias con los entredichos sin tregua que sobre el virrey y la magistratura provocaban sus reclamaciones. Bastaron á Lope de Francia sus rigores con un notario que se le atrevió, para hacerle incurrir en la excomunión del prelado y amotinar al pueblo para sacar al preso de sus ma- nos. ¿Y quién diría que tan miserables alborotos distrajeran del supremo peligro á una plaza de armas situada en frente de un levantamiento colosal, á cuyo alrededor se movían las escuadras beligerantes, y pasaba revista á la de Nápoles su jefe hermano del gran duque de Toscana, y resonaban los ecos del combate trabado en sus aguas por la española y la francesa, y aparecía la vanguardia enemiga calculando las probabilidades de un gol- pe de mano? «Paz importa!—Paciencia!—Gran lástima!—La justicia es impotente, está acobardada.—Dios lo remedie, que es el único capaz!» Tales son las coletillas que á cada atentado que regis- traba añadía el apuntador, expresando la consternación y des- aliento de los ánimos en aquella temporada de anarquía. Ejecu- ciones en el patíbulo no faltaban ; pero la mayor parte de los malhechores morían en refriega con los comisarios, que eran á 510 islas Baleares menudo malhechores indultados, y los cadáveres traídos á la ciudad eran dados en espectáculo y hechos cuartos, otras veces amanecían ahorcados en las rejas de la cárcel después de reci- bido garrote por la noche (i). Suspendíase el suplicio de los cabecillas ínterin corrían negociaciones con los compañeros, y cuando fracasadas éstas se cumplía^ en vez de saludable escar- miento solía dejar en pos de sí nuevos trastornos. La sangre de los reos era vengada por sus valedores con más ilustre sangre: á Jaime Desmas estando en su casa á 30 de Mayo de 1643 se le vaciaron de un tiro los sesos; igual suerte cupo á 4 de Junio en la tarde del Corpus á Jerónimo Pablo Puigdorfila. Con el arcabuzazo disparado en pleno mediodía el 13 de Julio á Jaime Anglada, pusiéronse en armas los caballeros de Canamunt; to- cóse á rebato, cerráronse las tiendas, vedóse bajo pena capital el uso de pedreñales, y á los encargados del orden público como de bando opuesto, para que en la represión no se excedieran, retiró el virrey su comisión ó guiaje, prohibiendo entrar en la ciudad á su jefe Barona, á pesar de lo cual se atrincheraron en el baluarte del Muelle. Reprodújose en el Borne la sangrienta colisión en la tarde del 14 de Agosto, tiroteándose los dos par- tidos boca-calles, ventanas y desvanes, con muerte de tres por comisarios y del joven Onofre Brondo, sobrino probablemente de su infortunado homónimo fenecido en 1624. Todo quedaba por lo común sin castigo, porque se insolentaban los reos con sus jueces, y á vista del regente se le escapaban por su misma habitación los presos de la torre del Ángel, y bastaba á la puer- ta de su casa un caballero armado para cerrar la entrada á un escuadrón de ministros, y los contrincantes expresamente llama- dos por turno á la real presencia volvían de la corte con las ( ) Tal sucedió en la del 24 de Febrero del 43 con Lucas Bernat alias Botellas I de Fornaluig, bandido de Canamunl, sobre cuyo suplicio, dispuesto por el virrey antes de recaer sentencia el oídas en proceso que ante la Audiencia se le formaba, las defensas del reo, reclamaron enérgicamente los jurados y el consejo como de arbitrariedad inaudita, y por ella manifestó el rey en dos cédulas su desagrado. ISLAS BALEARES relaciones adquiridas más soberbios, pues las circunstancias constreñían como nunca, allá al monarca y aquí á su lugarte- niente, á aceptar servicios militares en descuento de cualesquie- ra delitos. Convertidas la isla y su capital en diario palenque de encuentros, pasó poco menos que desapercibido en lo de Junio del mismo 43 el desembarco de cuatrocientos moros en An- draig, extemporáneo renuevo de otra calamidad casi olvidada, aunque costó la vida al alcaide de la fortaleza Ramón Alemany y la libertad á sus hijos y al capitán Orlandis, cuyo rescate y el de otros cuarenta cautivos se presentaron á negociar en la ba- hía los piratas con desdoro del buen nombre mallorquín. Agobiado el ilustrísimo íray Santander de tamaños males que se lisonjeaba de haber conjurado á su advenimiento y con el desconsuelo de no haber logrado la segunda conciliación que tentó últimamente de acuerdo con un landgrave alemán tran- seúnte, falleció á la entrada del 1644 en 24 de Enero, prelado estimable, si no le malquistara con sus diocesanos el desastroso pleito, que perdió en Roma, por favorecer en daño de los reg- nícolas á su vicario y sobrino. Los excesos continuaron: al salir de la Seo la procesión del jueves santo, en medio de un grupo de damas y personas distinguidas mató un disparo á Juan Guells, quizá el antiguo protegido del virrey Agustín, y fueron presos por sospechas nada menos el fiscal Delgado y su hijo. Desapa- reció el sepulturero de la catedral, y en una de sus tumbas ha- lióse su cadáver : herido de muerte en la calle el doctor Llom- pard, acertó todavía á herir al agresor á quien remató el alguacil que le acompañaba, y por instigadores se arrestó á dos caballe- ros; á los pocos días fué asesinado Jaime Borràs escribano de la Audiencia. Por fuera llegaban al colmo de ferocidad los crí- menes de los bandoleros : á un niño de seis años que secuestra- ron en el convento de Llorito, degollaron y cosieron á puñala- das llevándose una oreja; y tan horribles y aleves hechos se probaron á un tal Rumbo^ que aun siendo menor de edad fué condenado á descuartizar. Llególe su turno al llamado David 512 ISLAS BALEARES profeta^ brazo derecho de los de Canamunt^ que dispersa ya de antes su partida, preso en Muro mal herido, fué paseado en 9 de Mayo por la ciudad tendido en una carreta, y á toda prisa ajusticiado á pesar de las protestas de los jurados, antes que de las heridas expirara ; y con esta sentencia tuvieron al pare- cer relación los homicidios del mayoral ó baile del conde de For- miguera la y de Gabriel Stelrich jurado de Santa Margarita, y prisión de toda una noble familia á la cual fueron achacados. Camaradas de David sin duda eran los nueve bandidos presos á 9 de Junio por los de la cuadrilla de Lorenzo Barona, quienes, encubierto el odio de enemigos con el celo de comisarios, pre- textando resistencia como solían, no los trajeron á la ciudad sino cadáveres excepto á dos (i): condenólos el virrey en pena del abuso á perder dentro de seis horas las facultades, y vueltos por decirlo así á su condición de malhechores, y perseguidos á tiros desde las ventanas al retirarse por la calle de San Francis- CO, anduvieron á su vez foragidos por los montes, y á una dama por haber encubierto á Barona se mandó derribar su casa de Selva. Al fin los nuevos jurados, dejando la actitud casi pasiva de sus antecesores, reclamaron que, cerradas las puertas de la ciudad así á comisarios como á bandidos, fueran sustituidos los unos con alguaciles de oficio, y excluidos los otros de acogida en las casas y de asilo en las iglesias; á lo cual accedió la auto- ridad superior, á cuya recta neutralidad había siempre repug- nado ma- poner en manos de un partido la vara de la justicia, nifestando Á que su plan era dar por la isla una batida general. trueque empero de evitar los gastos de la correría que rehuía á todo trance la universidad, pidió se ofreciera indulto una vez más á los criminales, con tal de servir, por tres, por dos ó por un año según la gravedad de las culpas, señalando á los de una % -- (i) Fueron éstos un Planes y un sobrino del capitán Mestre: entre los siete muertos se contaban Pedro Torrents y fraret Galmés. Detenidos ios cadáveres en la puerta de San Antonio, recibieron sepultura en la iglesia de la Soledad. ISLAS BALEARES facción para presentarse el castillo de Bellver y á los de la otra el de San Carlos. Cinco sesiones tuvo por aquel mes de Junio el general consejo, tan unánime habitualmente en otras mate- rias, y en esta vital tan dividido que no pudo tomar acuerdo; con tal exactitud por desgracia representaba el estado de la so- ciedad. Corto resultado dió el edicto, y todavía menos la salida que con el regente Armella y el jurado en jefe y multitud de oficia- les y cerca de doscientos de la caballería forzada hizo en 27 de Julio Lope de Francia, pues por dos horas de retraso no dió con el grueso de las partidas, y una semana después estaba de regreso con su comitiva en el convento de Jesús. Repitió probablemente sus expediciones, puesto que á principio de Se- tiembre fué á reunírsele en Inca la virreina; y ésta es la última noticia que tenemos de su poco feliz gobierno, porque en 22 de Noviembre desembarcó su sucesor, el decidido José Pérez de Pomar y Torres de Mendoza, quien sin perder de vista las nece- sidades de la vecina guerra de Cataluña y el socorro y abaste- cimiento de sus plazas, se consagró con brazo fuerte al resta- blecimiento del orden en la isla. Á un violador de doncellas sacó por sí mismo de la galera donde esperaba confundirse con los indultados, para hacerle ahorcar; y pasando á Manacor, mandó extraer de la iglesia á Pedro Venteyol y después de dado garrote restituirle á ella, osadía que le costó incurrir en censu- ras y maldiciones del vicario general, y para hacerse absolver dar cuatrocientas libras por una lámpara de plata y el resto á la viuda y obra pía del difunto. No se daba tregua á la horca, descolgando los cuartos de un malhechor para hacer lugar á los de otro (i); y alguna pena capital acaso, á más de tres mil libras por mantenimientos, ocasionaría á Pollensa la estancia de (i) No son conocidos sino por los ridículos apodos de Senreta el y Pelleringo, cual llevaba ya anteriormente otro, ajusticiado en Enero de 1642. Éstos lo fue- ron en Febrero del 45. 65 ISLAS BALEARES. los doscientos por muchos días. Avanzaba el 1645, Y l^^sta las pompas eran tristes: á las exequias por la reina Isabel de Bor- bón siguió de cerca el auto de fe de 2 de Abril, de más aparato que importancia por las causas y naturaleza de los penitentes (i); pero al cabo de un mes, en i.° de Mayo, regocijóse la ciudad con la entrada del nuevo obispo fray Tomás de Rocamora do- minico. Volvieron las conferencias y negociaciones movidas de cuando en cuando para acabar con las discordias; faltaba sólo, como la primera vez, una víctima de propiciación, y ésta fué impensadamente el animoso virrey Torres. Salió en la noche del 29 de Julio con magistrados y escolta en persecución de los bandoleros, y antes de emparejar por fuera de los muros con la puerta Pintada, allí donde se levanta todavía una cruz de piedra, encabritósele el caballo, no se sabe si por azar ó por ardid maligno, derribándole en el foso: la lástima del malogrado funcionario, las rogativas fervorosas de que fué objeto en los tres días que sobrevivió á su caída, el dolor de su joven esposa fundadora más tarde del convento de Capuchinas, ablandaron los corazones para una reconciliación; y completó la obra el celo del ilustrísimo Rocamora, estimulado si cabe con el nom- bramiento de virrey que se apresuró á conferirle el soberano. En el palacio episcopal se estipuló á 31 de Agosto la segunda paz, á los trece años de promulgada la primera y después de cinco de horrorosa lucha, entrambas bajo los auspicios de un prelado árbitro de las disidencias de sus hijos, esta vez quizá más dóciles como más escarmentados; y confundidos en uno los dos bandos, en pos de las autoridades bajaron á la catedral á rendir gracias al divino pacificador. Diez meses aún tardaron en celebrarse las fiestas por la anhelada concordia, sea que se quisiese poner á prueba de tiêm- (i) Fueron quince, todos varones, la mitad de ellos de apellido extranjero, flamenco ó italiano, ocho y dos pilotos ó marinos ; quemáronse cuatro estatuas y áazo- espuertas de libros tal vez protestantes; diez de los reos fueron condenados tes y á destierro ó galeras temporal ó perpetuamente. ISLAS BALEARES po SU estabilidad, sea que faltaran muchas cuestiones y arreglos que tratar antes de darla por definida. Día de júbilo y entu- siasmo^ que á juzgar por las hipérboles de la relación coetá- nea (i) se calificarían más de encarecidos que de sinceros, fué sin duda el lo de Junio de 1646, señalado por la corrida del estafermo de que fué teatro el Borne, antes arena de sangrien- to pugilato; en la justa tomaron parte dos docenas de caballe- ros, repartiéndose los papeles de mantenedor, ayudante, maeses de campo, campeones ya forzados ya convidados para romper lanzas, y compitiendo inofensivamente en galas, armaduras y paramentos de caballo. Presidióla el virrey obispo, porque has- ta el 15 de Setiembre no se presentó á tomar posesión el pro- pietario Vicente Ram conde de Montoro. El sosiego interior fué mejorando, cuanto permitía la vecina guerra con el continuo trasiego de tropas y movimiento de armadas, en que á cada momento se temía ver la de Francia. Desde el año anterior ha- bía encargado S. M. al virrey difunto una leva de quinientos hombres, probablemente la que realizó el famoso Santacilia llevándoselos á Tarragona. En Nápoles prestaron eminentes servicios tres compañías mallorquínas capitaneadas por los va- lientes Canals y Juliá durante la sedición formidable de 1647, que pasaba á sosegar el hijo natural de Felipe IV, D. Juan de Austria, mancebo á la sazón de diez y ocho años, cuando hizo escala en Mallorca del 13 al 16 de Agosto, recibiendo de la población los correspondientes obsequios y enterándose de todo con singular diligencia. Así continuó frecuentada de ilustres huéspedes y pacífica respecto de la última temporada la capital del reino balear, no echando menos las tristemente dramá- ticas emociones de cada día, aunque no se habían perdido tan de improviso los hábitos que no parara en arcabuzazos el pleito del conde de Formiguera con los vecinos de Santa Margarita, (i) Imprimióse en hoja anónima: el estilo conceptuoso no desdice de Mut, á quien la atribuye Terrassa. 5i6 ISLAS baleares cuya defensa costó la muerte á Baltasar Calafat en la mañana del 24 de Noviembre, escapando á caballo el conde y su baile con los matadores á la grupa: hubo para muchos años compe- tencias, citaciones ante la real majestad, y por último recíproca condonación, Añádase la penuria de trigo, que dejaba ya sen- tirse más de lo ordinario y que concentraba en el abasto públi- CO la solicitud de los gobernantes, y se comprenderá que aún distaba de ser envidiable la situación. Remedióse más difícilmente la necesidad, que en los prime- ros meses del 1648 se hacía extrema, con motivo de experi- mentarse casi igual en Sicilia y Cerdeña. Santacilia esta vez no se desdeñó de constituirse desde Italia proveedor de sus paisa- nos, y el conde de Montoro envió á su secretario en persona á Valencia y Aragón para agenciar cargamentos de grano. Ya se repartía el pan á cinco onzas por persona; fijábanse pasquines irritantes y se daban sediciosos gritos: y sin embargo, con achaque del provecho que de la representación de comedias resultaba al hospital, quejábanse los jurados del virrey que les negaba su licencia, así como atendían más al amparo de sus deudos que á la represión de los delitos al suplicar al rey que suspendiera sus mandatos á ciertos caballeros de comparecer á su presencia, pretextando la falta que harían para defensa de su patria: traslúcese si.en lugar de guardarla trataban otra vez de revolverla. El sensato conde, lejos de parar las obras de for- tificación, como se le pedía para destinar sus fondos á los urgen- tes apuros, aumentó hasta mil quinientos el número de trabaja- dores, dando forma de salario á la limosna, que ganaban, cuen- ta Mut, hasta niñas con disfraz de muchachos: por otro lado disminuyeron las bocas con el levantamiento de tres compa- ñías para España y Sicilia y con el de otras de artilleros y marinos para la real armada. Desvanecida la calamidad, dejó ver un inmenso vacío en la consignación, cuyas obligaciones progresivamente aumentadas presentaban respecto del ingreso de los vectigáles un déficit anual de más de cincuenta mil libras; ISLAS BALEARES y era inútil empeño el de cubrirlo con las tallas, ínterin, empe- zando por los más poderosos, todo el mundo se procurara fran- quicia. Firmóse concordia en 21 de Noviembre con los exentos seglares y eclesiásticos; y pareció mal que, avenidos á contri- buir en aquella ocasión los primeros, se retrajeran de su com- promiso los segundos tres meses adelante en junta sinodal. La universidad se malquistó con el prelado, caritativo por otra par- te y espléndido en el arreglo de su palacio, añadiéndose á ésta otras dos causas de rompimiento: la viva contradicción opuesta por el ilustrísimo fray Rocamora de mancomún con los obser- vantes franciscanos á la fundación de capuchinos que, promovi- da desde 1626 con aplauso universal, acababan de tomar por cuestión de honra los jurados; otra fué la tortura dada en la cárcel episcopal á deshora de la noche del 24 Enero de 1650 á un infeliz cojo de Sóller, Lorenzo Timoner, por dos esclavos moros, sin causa conocida, sin instrumento á propósito, y sin los requisitos legales, circunstancias hostilmente esforzadas en el general consejo y en la corte con no poco descrédito de la mansedumbre pastoral. Como si al edificio le salieran materialmente al rostro los quebrantos económicos de la cosa pública, declaróse nueva rui- na por este tiempo en la casa de la juraría, tan apremiante que Montoro, bien que guardador solícito de los caudales de la for- tificación, permitió extraer de ellos mil libras para aplicarlas á la reconstrucción inmediata del consistorio, y no á simples repa- ros, sino á la grandiosa fachada tal como hoy se muestra; y así se explica que antes de acabar el 1Ó49 se triplicase y cuadru- plicase la primera suma, no sin dificultades opuestas por el vi- rrey y sin seguridades de reintegro por los jurados (i). Lleva- (i) Alegaban precedentes de parecidos adelantos del dinero de la fortificación en casos quizás menos atendibles, V. g. para obras del palacio real, para las del convento de Teresas y otros en calidad de limosna, y para el derribo muy recien- te de un arco de la antigua Almudayna en el recodo de la calle de San Pedro Nolasco, muy nombrado en la carrera de las procesiones de la Seo para cuyo más cómodo tránsito se despejó; era vehedor del ramo Gregorio de Oleza dueño 5I8 ISLAS BALEARES ban estos adelante con ahínco la imposición por breve pontificio de un derecho general, que podía ser el del segell como se había ya tratado en 1614, mediante el cual quedasen sujetos á las cargas comunes los bienes eclesiásticos, y no solamente los que el clero poseía de realengo, acerca de los cuales, lo mismo que de los pertenecientes á caballeros de orden militar, no había siquiera lugar á duda. Era incompatible, decían, la existencia de la universidad, que hoy llamaríamos la vida del estado, con tanta exención como reducía á un angosto y agobiado círculo la masa de los contribuyentes, de la misma suerte que con tantas jurisdicciones privativas hacíase impotente y casi nula la real y ordinaria: particularmente sobre la de la Inquisición insistían que se limitara á las causas de la fe y á sus derivadas. No por esto velaban con menos celo por la observancia de los privile- gios y franquicias represoras de abusos de autoridad, é igual- mente que contra los desafueros y violencias del tribunal ecle- siástico, estaban siempre en actitud de protestar contra las extralimitaciones de la Audiencia y aun contra las arbitrarieda- des del que la presidía, por más que fuera enorme el crimen ó grave la situación. No llegó de ello el caso con el conde de Montoro, virrey más favorecedor del reino que otro alguno de sus antecesores según testimonio contemporáneo; pero á los pocos días de sucederle en el cargo por Junio de 1651, nom- brado de pronto por un trienio, y más adelante en la casa y condado, su yerno Lorenzo Ram Martínez de Marcilla, puso en alarma la ciudad un horrible espectáculo. Tres cadáveres ama- necieron el 3 de Agosto, uno en la reja de la cárcel, otro en la esquina del palacio real que mira al Borne, otro en la puerta del Muelle, con sendos carteles en el pecho que referían sus nombres (i): aquella noche se les había dado garrote en la de la casa adosada al arco, sobre el cual poseía una estancia que le fué indem- nizada, además de robustecida la casa con estribos. (i) Pedro Juanote Torrent y Guillermo Pons Omar naturales de Petra, y Ga- briel Petro de Muro. ISLAS BALEARES 519 torre del Ángel, adonde días antes fueron traídos desde una embarcación, quizá prófugos, quizá venidos quebrantando su destierro, sin cuya circunstancia pudiera creérseles autores del atroz homicidio de la noble Margarita Des-Puig en el camino de Puigpunyent, recién cometido en 10 de Julio; pero cualquie- ra fuese el delito, no se representó contra la justicia sino contra la legalidad de la ejecución, con cuyos procedimientos venecià- nos se avenía mal la generosa savia de libertades inoculada en los isleños por el Conquistador. Querellas, reclamaciones, pleitos, en que se congratulaba de haber triunfado el municipio contra toda suerte de exentos y privilegiados mediante la real cédula de 30 de Octubre, que el virrey y la corte en lugar de hacer cumplir dieron margen con sus prórrogas á tergiversar, enmudecieron de pronto ante un arbitraje más temido y un rasero más nivelador que el del mo- narca, ante el contagio que dispuso á su albedrío de haciendas y de vidas. Años había que pugnaba por introducirse vigilante- mente rechazado, cuando en Enero de 1652 alcanzólo por el puerto de Sóller en un buque procedente del campamento sobre Barcelona, no entrando en la villa hasta haber devastado el valle de la Figuera^ y lo propio hizo en Alaró atacando un ca- serio aislado antes de invadir el pueblo. Mientras contemplaba la ciudad en la estación primaveral el estrago de las dos villas que se comunicó con indecible espanto á la populosa Inca y des- de aquel centro á las comarcanas, llevaba ya en su seno desde la misma fecha, sin saberlo ó sin hacer caso, el germen mortí- fero, que desarrollado en Junio rápidamente, ahuyentó la más noble, capaz y rica porción del vecindario. Hospitales, lazaretos, cuarentenas, cementerios, todo lo hubieron de improvisar los nuevos jurados (i), solicitando de S. M. para el servicio público (i) En 16 de Mayo entraron á regir Domingo Sureda caballero, Juan Antonio Dureta y Pedro Juan Font ciudadanos, Sebastián Canyellas y Antonio Socías mer- caderas y Esteban Girard confitero, cuyos nombres merecen ser conocidos en re- 520 ISLAS BALEARES el castillo de Bellver, en el cual cabalmente por su apartamiento y pureza de aires tenía puestos los ojos para retirarse con su familia el virrey, cuyo porte no llegó de mucho á la altura de sus deberes; pero hubiera excedido los suyos en celo y caridad el prelado Rocamora, si su oposición á los capuchinos no le im- peliera á rechazarlos cuando, prescindiendo de la fundación pro- yectada, vinieron á sacrificarse en asistencia de los enfermos, honrosa carga en que no se distinguieron sino los frailes de la Merced y trinitarios. Cebóse el bubón á su sabor todo el vera- no dentro de los muros, haciendo cien víctimas y hasta ciento cincuenta por día: el convento de Jesús, la viña del Ardiaca^ el cementerio de Son Tril-lo^ estrenaron entonces su triste cele- bridad recobrada en 1821 (i). Era la primera peste que afligía á Mallorca después de adquirido en 1523 el brazo de san Se- bastían, á quien se votó fiesta de precepto y ayuno; invocóse á muchos santos, especialmente á los venerables Alfonso Rodrí- guez y Catalina Tomás, por cuya beatificación se dieron limos- nas relativamente considerables. La mortandad de mujeres y sobre todo la de niños excedió en mucho á la de varones tanto en la capital como en las villas, que la ayudaron casi todas á pagar su tributo fúnebre, azotadas más ó menos tarde y con más ó menos intensidad, aunque no les tocó á todas juntas la mitad del doloroso cupo (2). Coincidió con la epidemia la cares- compensa de sus trabajos y de la muerte que á Dureta y á Ganyellas costó el cumplimiento de su deber. ( I ) De un predio de la familia Trilli enlazada con una rama de la de Dameto tomó nombre el improvisado cementerio. Hubo también hospital en el reedificado con- vento de Itria y cuarentena en las casas de Son Pardo, Ron Hugo y Son Fortesa. (2) Aparece de una nota coetánea que murieron en la ciudad y término nue- ve mil personas, á saber dos mil varones, más de tres mil mujeres y cerca de cuatro mil entre niños y niñas; en las villas un total de 5611, aunque faltan en el catálogo, tal vez por haberse librado completamente, Manacor, Artá, Alcudia, Puigpunyent, Esporlas, Campos, Santanyí, Porreras, San Juan y Montuiri, figu- rando por un solo individuo Felanig. La más castigada fué Inca presentando una pérdida de 2741 personas, que más habían de ser para formar como se dijo dos tercios de su población; sígnenla Sóller con la de 1064, Sineu con la de 412, Petra con la de 370, Alaró con la de 360, etc. Á 20,000 muertes eleva las de la isla entera una representación de los jurados á S. M. ISLAS BALEARES 521 tía: doscientas mil cuarteras de trigo hubieron de importarse para el consumo del año, bien que sin los trastornos ocasiona- dos á veces en situación normal, sea por milagro de la Provi- dencia, sea por acertadas disposiciones de la juraría y del con- sajo que no cesó de funcionar, correspondiendo la representa- ción forense con su asistencia en la ciudad á la de dos de los jurados en la raya de Inca para proveer más de cerca á las ne- cesidades del exterior. Decreció día por día la furia del mal en Setiembre, tanto que á 6 de Octubre, dándolo ya por aplacado, se entonó solem- nemente el himno de gracias al Altísimo; pero sus tenaces ras- tros mantuvieron la intranquilidad hasta últimos de Febrero siguiente. Tanto como la plaga dieron que hacer sus consecuen- cias, y no quedaron en olvido las pasadas quejas del virrey, ya entonces conde de Montoro por muerte del suegro, á propósito de sus invasiones perturbadoras en el ramo de sanidad aún más que de sus descuidos, ni se dejó de insistir, siquiera por respeto á las aversiones del obispo en gracia de sus méritos recientes, en la acariciada instalación de los capuchinos. No parecía opor- tuna sazón aquella para exigir á la yermada isla crecidos refuer- zos de gente con destino á Cataluña; y sin embargo á la deman- da del rey expuesta por su lugarteniente respondió el general consejo en 9 de Octubre del 53 ofreciendo un tercio de solda- dos tan cumplido como pudiera ser, pagado por el reino hasta la- lengua de agua con quince mil libras que la consignación adelantase, con tal que se dejara el nombramiento de jefes y oficiales á la universidad, cuyo preferente anhelo era vincular en los naturales toda plaza militar civil y eclesiástica desde la vara de portero hasta la mitra episcopal: pedíase además que en las cortes del principado no quedase sin representación Ma- Horca, y que el Santo Oficio se restringiera como en Aragón á los asuntos de fe para los cuales fué introducido. Falleció en 15 de Noviembre fray Tomás de Rocamora, y no pensó el rey, como se le suplicó en seguida, en proveer la vacante sede á 66 522 ISLAS BALEARES favor de ningún regnícola, sino después de muchos meses á Miguel Pérez de los Nueros fiscal del consejo de Aragón. Has- ta 2 2 de Mayo de 1654 no pudo ertibarcarse el tercio de 390 cua- sóldados, al mando del joven conde de Formiguera, en las tro saetías mantenidas constantemente por el país durante el cerco de Barcelona; y utilizólo en defensa de Gerona y luego en el recobro de Rosas el príncipe D. Juan de Austria, que du- rante aquellas campañas se halló á menudo en contacto con los mallorquines. Borrascoso fué aquel año y fecundo en excomuniones y ex- trañamientos y mutuas hostilidades más que guerra ninguna del sacerdocio con el imperio. Cobrábase para ocurrir á las deu- das del contagio una talla de treinta mil libras sobre los bienes de realengo con más facilidad de lo que pudiera esperarse de la terquedad de los exentos, gracias al real mandato que les impo- nía silencio por cuatro años, cuando se interpuso el gobernador de la mitra Bernardo Cotoner, belicoso como su tío que tan complicado anduvo en el proceso del asesinado Berga, pero no á nombre del clero que pagaba de pronto dócilmente, sino de las órdenes militares de que se titulaba conservador; y en pocas se agrió de tal modo la competencia, que antes de fin de semanas Marzo había caído ya el anatema sobre el virrey, oidores y jura- dos, recíprocamente orden de destierro sobre el vicario y general, y ocupación de temporalidades sobre el cabildo que rehusaba nombrar otro. Publicóse entredicho, y suspendiéronse los entie- rros: avocó la causa el metropolitano de Valencia por medio de fray Capó trinitario, mientras de Roma llegaba orden á los ju- rados de comparecer ante el pontífice; la inhibición apostólica invalidaba la absolución arzobispal, más para notificarla se re- quería valor las graves penas en que se incurría. Fué por preso Cotoner dentro de la catedral y deportado á Valencia; llenaron sucesivamente su puesto los canónigos Oleza y Coll con tesón digno de más cristiano empeño, aunque vinieron á tomarlo por cuestión de sagrada inmunidad los eclesiásticos, tratando de ex- ISLAS baleares comulgado á todo el mundo y á su vez tratados de perturbado- res. Nadie se entendía en aquel escopeteo de censuras y bandi- mientos; los trinitarios por especial privilegio de su capilla de Nuestra Señora de los Dolores rehusaron someterse al entredi- cho, y trabada lucha con el ordinario, salió para Roma fray Ga- briel Pons su conservador, que no pasó de Inca, muerto de un tiro en la posada por dos clérigos según voces. Embargos, cap- turas, citaciones, destierros, no omitió medio para imponerse á los exentos el segundo Montoro, trocadas en rigor sus pasadas contemporizaciones; nada bastó para quebrantar la intrepidez del vicario general Coll enfermo y detenido, y hubo que con- cortarse tregua por dos meses, ínterin declaraba su voluntad el rey ó se le despachaban al obispo las bulas, á lo cual también se oponían dificultades. No eran nuevos ni siquiera raros en España tales conflictos, ni acaso producían tanto escándalo como causa ahora su lectura, lo cual era todavía mayor daño. No vieron con buen ojo dicha suspensión los jurados, y me- nos cuando á la entrada del 55 se encontraron sin apoyo y hasta con oposición del virrey á la cobranza del segundo plazo de la talla, y cada día con nuevos alegatos y obtenciones de franqui- das que imposibilitaban por falta de recursos la administración pública ; hacíaseles intolerable el mando de un funcionario tan pronto débil como violento y que ponía su afán de hacerse res- petar en crearse una guardia de alabarderos. Llegó por fin en 21 de Octubre el obispo Pérez de los Nueros para no gober- nar sino cuatro meses, falleciendo en 12 de Febrero siguiente: volvieron los desterrados al cabildo, el cual no desperdiciaba ocasión de inferir desaires al municipio, como en la procesión del estandarte, ni daba por bien absueltos aunque fuese por el me- tropolitano á los incurridos en las pasadas censuras. Discordes entre sí autoridades y poderes, ¿cómo habían de poner remedio á las endémicas discordias de los gobernados? La paz de 1645 no resultó más duradera que la de 1632; era ilusión de obispos recién llegados, que ni aun para ellos supieron procurársela. El ISLAS BALEARES bandolerismo, si es que había menguado, retoñó con más bra- veza; quizá contribuyó á ello la muerte de Lorenzo Barona, famoso jefe de Canavall^ tantas veces azuzado contra sus adver- sarios por el gobierno, la cual perpetrada á tiros, ó en asechanza ó en lid abierta, á 5 de Junio del 55, se encargaron de vengar atrozmente sus parciales. Vacilaban los jurados y el consejo, cada vez que les pedía hombres para sus interminables guerras Felipe IV, entre el agotamiento de gente para el cultivo y reco- lección de frutos con exorbitante subida del jornal, y la ventaja de abrir por decirlo así una sangría en la población viciosa y depravada, que libraba de su presencia al país y descargaba en tierra ajena sus estragos: el daño de las levas estaba en que volvían demasiado pronto aquellos valientes para continuar sus antiguas proezas. Regresado el conde de Formiguera empren- dió organizar otras dos compañías, y para facilitar su recluta- miento publicó Montoro un perdón general, que fué como la seña desencadenarse los más tremendos crímenes hasta en- para tonces no conocidos. Robos y muertes como siempre, públicas, alevosas, en esto no cabía ya ponderación ; pero secuestros de personas pudientes por cuyo rescate se exigían enormes sumas, requisa de los mejores caballos á mano armada como si fuese para el real servicio, violaciones de doncellas y casadas, humil- des y distinguidas, hasta el punto de no poder parar ninguna en predio ni aun en villa luego de recogida la poca cosecha, son los nuevos rasgos con que los documentos caracterizan la situa- ción del país en la primavera de 1656, con la circunstancia de no haber ya clase ni condición respetada, y que desprendidas del amparo de la nobleza, aunque militantes todavía bajo su mote tradicional, eran más bien que de bandoleros gavillas de facinerosos. Hasta los capitanes de las futuras compañías tenían la vida mal segura entre los aspirantes á soldados; y la conde- sa viuda de Formiguera, madre del que había de mandarlas, se veía imposibilitada, no ya de ejercer jurisdicción y recaudar ren- tas, alodios, censos en su pueblo dé Santa Margarita, sino aun ISLAS BALEARES 52$ de entrar en su morada, asesinados ó escondidos todos sus de- pendientes y servidores de uno ó de otro sexo. Otras aún más desdichadas, dejada la honra en manos de los foragidos, venidas á la ciudad en busca de justicia en la cual ni oídos hallaban á veces, clamaban por remedio á los jurados que las remitían al virrey, cuya incuria deploraban, protestando no obstante contra los pregones que mandaban derribar las ca- sas á los fautores de ciertas cabezas de Manacor, Petra y Lio- rito. Por fin, entre amenazas y condescendencias como solía, y otorgando incondicionales remisiones aunque mediara quere- liante, pudo Montoro en los primeros días de Octubre reunir setenta y dos hombres del bando de Canamunt y cincuenta y uno del de Canavall^ y con la separación debida para que no se despedazaran por el camino, dirigir unos á Sicilia y otros á Cataluña, con advertencia de hacerles servir donde más se difi- cuitara su vuelta. Aprobó el rey esa limpia de delincuentes, aunque recomendando para otra vez mayor tiento en la aplica- ción del indulto, y mandó destinarlos en los buques de guerra á Poniente, es decir, á América, á fin de que allí se quedaran de por vida ; solución hasta cierto punto humanitaria, en que pare- cían entenderse los políticos y los criminalistas de la época, la de convertir en carne de cañón la carne de verdugo. No todos empero se prestaron de grado ó fueron reducidos por fuerza á embarcarse; para prender á los que andaban fuera de la ley y extirpar de raíz aquella salvaje é inextinguible raza, pidió el vi- rrey auxilio y dinero á la universidad, la cual rehuyendo nuevos é imposibles sacrificios y recordando que el orden público debía ser mantenido á costa del estado, se ofreció no obstante á asis- tirle en sus salidas, hasta eptonces tan dispendiosas como inefi- caces, con la compañía de un jurado y de personas de varios estamentos que viajarían á expensas propias. Llegaron á tal rompimiento las relaciones, nunca acordes, con aquella autori- dad, que de orden de ésta fué arrestado en su casa el jurado Nadal y metidos en la cárcel los dos abogados del reino, y se 526 ISLAS BALEARES echó un peso de encima el municipio el 16 de Julio de 1657 la marcha de Lorenzo Ram Martínez de Marcilla, cuya hija Melchora, heredera más tarde de sus timbres y fortuna por muerte del único hermano, vino á aumentar, enlazada con Ra- món Des-Puig, el lustre de la casa de su marido. Tomó aquel mismo día posesión del virreinato José de Lanuza conde de Fia- sencia; habíala tomado de la mitra á fines del año anterior el ilustrísimo Diego de Escolano. Á la represión de los bandoleros dedicó el nuevo gobierno su primer cuidado, y mejor que con legales suplicios creyó aterrarlos con ejecuciones nocturnas, ex- poniendo entre rejas el cadáver de Lorenzo Borràs de Alaró, con vivas protestas de los jurados siempre firmes en reprobar así las amnistías favorecedoras de la impunidad como los atro- pellos que abrían paso al despotismo. Las prolijas guerras con Francia, á la cual se alió después la Inglaterra, bien que dieron lugar á algunos bravos isleños á ni más ni menos ganar nombradla y riqueza con el corso que contra infieles, ocasionaron al comercio balear daños muy supe- riores á las ventajas, dificultando en las frecuentes carestías la introducción de trigos y frutos y artefactos de aquellas nació- de nes, que aun importados por bandera amiga se declaraban contrabando : así que fué celebrada con repique de campanas y Te-Deum la real cédula que mediante un derecho de diez por ciento permitía libre entrada á los buques enemigos. Trazában- se ya los preliminares de la famosa paz de los Pirineos, y del enlace que debía llevar al tálamo de Luís XIV una reina para traer más tarde á España una dinastía. La segunda esposa de Felipe IV dábale un príncipe cada año, y las memorias del 1658 59 vienen llenas de justas y cabalgatas y luminarias y y fuegos con se festejó sucesivamente en la ciudad, como si fuera la que más tranquila y floreciente del mundo, el nacimiento de dos in- fantes, para ninguno de los cuales estaba todavía guardado el ambos habían bajado ya al panteón, cuando vió la luz trono: el enfermizo Carlos II. El obispo Escolano se ocupaba en las ISLAS BALEARES constituciones de su sínodo, insigne muestra de celo que dejó á la diócesis antes de abandonarla en Abril de 1660 para trasla- darse á la de Tarazona; la universidad, suspendiendo las apli- caciones anuales de mil ducados de fondos de fortificación, por vía de empréstito, á las obras de la fachada del consistorio ape- nas interrumpidas durante el rigor de la peste, destinábalas á la fábrica de un lazareto á fin de prevenirse contra la repetición de tamaña calamidad. Pero en medio de estos síntomas vitales y aun progresivos de una sociedad que funciona regularmente, no cesaban en sus desmanes por montaña y llano los malhecho- res, ni en sus salidas el virrey conde de Plasència á perseguir- los, ó más bien á negociar con ellos para alistarlos en la milicia y embarcarlos, con tan poca suerte para el sosiego de la isla, que al poco tiempo regresaban incólumes y más insolentes que nunca. Por desgracia España estaba en paz con el orbe entero, excepto con Portugal, y en aquella lejana frontera era donde había de descargar la desastrosa electricidad de los reclutas ma- llorquines. Las violaciones, aún más que los robos y homi- cidios, estaban á la orden del día, y de resultas de las come- tidas en cuadrilla á principios de 1660 en cierto predio de Manacor se mandó retirar dentro de las villas los moradores y los víveres de las fincas rurales, cual si señorease los campos el enemigo. Crecía, ya que no en poder, en distinciones y boato la aris- tocracia de la capital : á los antiguos grados de caballería reemplazaban los de las órdenes militares, por cuyo camino dos hermanos Cotoner, Rafael y Nicolás, llegaron uno tras otro á la dignidad de grandes maestres y soberanos de Malta, prohi- jando por propias la nobleza y la población entera estas de glorias familia en el esplendor así de regocijos como de funerales que como á personas casi regias se les tributaron en 1660, 63 y 71 cuando de la silla de Oristany fué promovido á la de Ma- Horca el tercer hermano Bernardo, tan acérrimo sostenedor de la inmunidad eclesiástica en 1654 durante su gobierno de la 528 ISLAS BALEARES mitra. En bailes, saraos y convites se introducía el refinamiento cortesano, con el cual hermanaban bien, á pesar de su aparente disonancia, las músicas y paseos nocturnos favorables á galan- tes aventuras. Ningún azar solía perturbarlos, no obstante la seguridad de los tiempos; y júzguese cuál sería el poca general espanto en 20 de Junio de 1661 al cundir la voz de que á des- hora de la noche anterior el marqués Albertín Dameto, volviendo de tomar el fresco en el muelle, acompañado de su guitarra y del novel conde de Montenegro Ramón Des-Puig con otros jó- venes de su clase, había caído víctima de un tiro de la ronda por réplica á la zumbona contestación dada al quién vive. Albo- rotáronse los caballeros contra los miqueletes catalanes que tenía por comisarios el virrey, saliéndose en tumulto de la ciudad con amenaza de matarlos á todos, y del que había disparado tomaron sangrienta y poco noble venganza tres compañeros del marqués, acribillándole á estocadas dentro del campanario de San Miguel, donde estaba preso ínterin se controvertía la validez del asilo. Con el odio que á esta tropa acarreó semejan- te desgracia, hubo de renunciar á emplearla el conde de Piasen- cia, tanto en llevar á cabo la leva de tres compañías de cien infantes cada una, que le tenía el rey encargada para el recobro de Portugal y otorgada condicionalmente el reino, como en re- frenar la intolerable audacia de los bandidos, acrecentada aque- líos días con la clandestina vuelta de algunos desalmados. En la leva se agotaron, antes de obtenida la mitad del número, las dos mil libras al objeto prestadas por la fortificación ; y para las batidas que proponía dar el conde á las facciosas gavillas eran poca suma las mil quinientas que arbitraba tomar sobre dichos fondos, por no gravar más á los oprimidos pueblos, azotados por una sequía de dos años, gran fomentadora de robos y delitos. Quedóle al 1661 el renombre de año malo.^ y costó trabajo al través del tempestuoso invierno llegar al 1662, aumentados en sesenta mil libras los empeños, á pesar de los cuales no ISLAS BALEARES desmerecieron de su acostumbrada brillantez los festejos en el carnaval celebrados por el nacimiento del príncipe que tan pronto había de reinar. No resplandeció menos por el mes de Mayo en solemne procesión y cabalgata la innata devoción del reino á María inmaculada, excitada por la bula de Alejan- dro VII: la piedad multiplicaba los claustros de religiosas, acó- giendo con reverencia á las capuchinas guiadas por la que Mallorca había conocido de virreina, consorte del malogrado Torres, sor Clara Ponce de León (i), cuando había apenas tres años que se habían echado los cimientos del convento de Santa Catalina de Sena, fundación de los Des-Puig. Las costumbres no obstante seguían fieras, y las impresiones religiosas se desli- zaban sobre aquellos duros y vengativos caracteres cual blanda lluvia sobre el pedernal: para tropezar con bandoleros no era menester alejarse de los muros y meterse en yermos y breñas, pues con armas é instintos de tales se les descubría en profe- siones las más respetables y pacíficas, debajo de toga ó de so- tana, chocando serenamente funcionarios con sacerdotes, cada cual bien prevenido de puñal ó de pistola para un recíproco asesinato (2). Vivíase tan alerta que las alevosías se hacían casi imposibles, y á conocer Hobbes la sociedad mallorquina, ha- bríala citado por prueba de su teoría que el estado natural del hombre es la guerra. Llegó al fin en 14 de Noviembre el ilus- trísimo Pedro Manjarrés de Heredia, después de más de un año de ejercer por delegado su autoridad y de entablar contiendas ;i) El primer local que ocuparon fué una casa de Dameto lío, inmediata á el San Fe- y segundo otra junto á las escuelas de Montcsión nario, desde incorporada hoy al Semi- donde se trasladaron en 1668 á su definitiva morada Antonio les de que Sant-Johan á legó espaldas de la parroquia de San (2) Jaime. Nada tan expresivo acerca de las costumbres de la como el Siguiente época hecho tomado de cierto noticiario : hallábase en la el catedral, concluidas ras, presbítero Venteyol víspe- con otros llamó clérigos el 14 de Julio de i 662, cuando le aparte al Mirador micer Guixar asesor de baile, y de las puñaladas; echóse palabras pasó á las atrás como pudo el capellán, y sacando su un tiro al pistola descerrajó agresor que murió á las pocas horas. Deu lo haja amllti á la santa ría, añade el imperturbable glo- narrador. 67 ISLAS BALEARES con el cabildo, precedentes nada á propósito para extinguir en el clero el inveterado humor belicoso; y sus desavenencias con los jurados, principiadas por cuestión de cortesías, tan graves á la sazón, vinieron á en escándalos dentro de la parar provisio- nal iglesia de capuchinas. Al menos, si en la pacificación del territorio no obtenía notables resultados el virrey La Nuza, su prudencia esquivaba conflictos, y fué sentida, al cumplir el se- trienio, retirada en 14 de Julio de 1663, aunque mos- gundo su tró aventajársele en actividad y brío Rodrigo de Borjay Lansol que en i 2 de Octubre vino en su reemplazo. Gente y dinero pedía á la universidad Felipe IV en Marzo de 1664 para conservación de Italia, en cuya conquista tanta parte de gloria reconocía á los naturales de la corona de Ara- gón; y no se le opusieron dificultades proporcionadas á los apuros en votar un donativo de cincuenta mil libras, á trueque de conseguir las mercedes ya en 1653 solicitadas, con tal insis- tencia el casi ofendido preguntó si eran súplicas que se que rey presentaban ó se le imponían, y se le contestó sin pactos que reparo, que dejando á su clemencia los restantes puntos, decía- raban pacto el de suprimir la jurisdicción civil del Santo Oficio y hasta la criminal en causas ajenas á la fe, tanto era el tras- Otro torno ocasionaba en la administración de que justicia. obstáculo había remover para aprontar tan considerable que servicio, y era la suspensión decretada desde 1655 de reparti- mientos de tallas mientras no se fallaran las reclamaciones de los exentos, sin cuya participación era por demás echarlas para que alcanzaran á cubrir las tres quintas partes de la enorme suma. Con igual inconveniente se tropezó en Agosto de 1665, al instar el virrey Borja para que acudiesen trescientos hombres en socorro de Menorca, amenazada por la escuadra francesa falsas noticias daban ya por anclada en el que puerto de Mahón; cuando acababan de levantarse dentro de los últimos y meses setecientos soldados, el consejo no hallaba forma nueve para reclutarlos ñi en recursos con qué mantenerlos, divagando ISLAS BALEARES 531 expedientes que rechazaba la autoridad militar, sin permitir de- mora en el cumplimiento. Por fortuna dió treguas el peligro, y cuando no, habríalas impuesto la nueva del fallecimiento del monarca, absorbiendo desde luego la atención y los caudales las exequias que habían de celebrarse á mediados de Diciem- bre: nada se omitió para que no se quedasen atrás en magnifi- cencia á las de los reyes anteriores, con el derroche que carac- terizaba, así los gastos, como el gusto literario y artístico de la época, pues sólo por parte de los jurados ascendieron á 5,600 li- bras, siendo de notar que en los dos días de funeral las col- gaduras de bayeta y los cirios y antorchas, que en número de 450 alumbraban el catafalco, fueron tan escandalosamente saqueadas al final de la función, que se hicieron los responsos á la simple luz de las lámparas (i). Cinco días más tarde en 21 del mes tomó solemne posesión del reino á nombre del rey niño bajo la regencia de la inexperta madre el lugarteniente real y juró los antiguos privilegios, aguándose las fiestas consiguientes por desacuerdos de su señoría con el prelado. Faltan rasgos para trazar con la progresión debida el des- orden llevado á su colmo de un confín á otro de la isla, con tantos años de haber ya desaparecido la seguridad de los ca- minos reales y de los poblados invadidos por feroces hordas de saqueadores y asesinos, derribadas las puertas y taladradas las paredes para arrancar del lecho á doncellas y casadas hasta en presencia de los maridos, arrebatados los presos y puesta en fuga á tiros la justicia, horrores todos hechos ya habituales, por cuyo remedio clamaban los jurados en Febrero y Marzo de 1666, protestando no obstante á nombre de los antiguos (i) Pronunció el primer día la oración fúnebre el Dr. Gabriel Martorell rector de Petra, y como bajase del púlpito al cabo de una hora sin concluir el discurso poruña señal que se le hizo de parte del virrey ó del municipio, enterado de lo ocurrido el obispo Manjarrés le mandó volver á su puesto donde predicó todavía otra media hora. El orador del día siguiente P. Clapés jesuíta obtuvo grande aplauso. ISLAS BALEARES privilegios contra el garrote dado en la cárcel, sin admitirles defensa, á dos reos de Artá según el apellido, para exponerlos entre rejas á la mañana siguiente (i). Pero, desde que entró en Junio la nueva juraría á cuyo frente estaba Salvador de Oleza, la extirpación de los facinerosos fué el primer propósito que expuso á la reina gobernadora, y el preferente cuidado á que en 13 de Julio destinó tres mil libras el consejo á instancia de los principales terratenientes, cuyos mayorales ó arrendadores eran objeto de las extorsiones de los comisarios y ministros subalternos no menos que del desahucio de los bandidos, impe- dida la recolección, rescatadas por gruesas sumas las vidas. Salió por fin de la ciudad en 3 de Agosto más por compromiso que por iniciativa Rodrigo de Borja, en compañía de dos jura- dos, de tres jueces y de varios caballeros, además de los que se enviaron á cada pueblo con especial comisión de revistar, in- quirir y levantar el espíritu público: dirigiéronse al centro de la isla. Á medida que eran presos los delincuentes dentro de las mismas iglesias, se les mandaba al castillo de Bellver, común sagrado para todos según declaración del obispo. La justicia andaba expedita, y más con los tonsurados antes que alegasen fuero: en Sineu se hizo la primera ejecución, y ñiultiplicáronse de villa en villa los ajusticiados, no siempre en la propia, sino allí donde se les cogía. Un combate casi de sol á sol costó en 6 de Setiembre á las fuerzas de seis villas reunidas en Orient la captura de siete malandrines, cuya importancia les valió la dis- tinción de padecer suplicio en su pueblo, el terrible Moyana (2) (1) Fué por no dar tiempo al uno de alegar tonsura, de suerte que los subter- fugios con escandalosa frecuencia empleados para sustraerse á la ley común da- han á su vez margen á estos ilegales atropellos. (2) Tenía sobre su conciencia más de veinte muertes y violaciones sin núme- de mujeres de todo estado, á una de las cuales había roto los ro brazos, y echaba bandos en la plaza contra el virrey ; cortáronle las orejas antes de darle garrote, y muerto le descuartizaron. También en la ciudad hubo suplicios y día de siete, de aunque no lo expresa el doctor Cristóbal Fiol que es el más diligente cronista estos sucesos. ISLAS BALEARES 533 con otros dos en Montuiri, dos hermanos Repich en Sineu y un Amador en San Juan ; Muro y Petra tuvieron los suyos, pero más aún mereció un AIsamora de Manacor, traído cadáver á la ciudad desde Llucmajor para ser exhibido en la calle del Sol teatro de su felonía y devuelto allá en seguida para hacerlo cuartos. Gozoso del buen resultado añadió el consejo en 3 de Octubre mil quinientas libras, y la momentánea ausencia del virrey no quitó que la persecución continuara todo el Noviem- bre, no sin resistencia que costaba la vida á algún alguacil y á veces al aprendido para prevenir en el acto su fuga. Otra igual cantidad se concedió en ide Diciembre con destino á la expe- dición, que no regresó sino después de Navidad, y al manteni- miento de los detenidos. Hasta ciento cincuenta encerraba el castillo de Bellver pen- dientes de sentencia, que el virrey Borja trataba de admitir á composición, sea á fin de completar el tercio que tenía Mallorca en la armada del Occéano para la reducción de Portugal, em- barcando en las galeras de Sicilia el mayor número de hombres posible, como pedía S. M., sea por avidez que sus émulos le achacaban de vender á buen precio los indultos. Disgustóse la ciudad, ansiosa de escarmientos, de que así se malograra por lenidad inoportuna el fruto de tantos esfuerzos y sacrificios, dando ocasión á que volvieran del servicio más temibles que nunca los malhechores, y el jurado militar tuvo reuniones de caballeros, que Borja culpó de tumultuarias arrestándole; pero la reina, después de darse por bien servida del empleo de las seis mil libras y de la campaña del virrey, mandó á éste dejar la decisión del asunto al sucesor ya nombrado, aunque mucho antes de su marcha se dispuso ya de los prisioneros, embarcán- dolos de real orden en 21 y 26 de Junio de 1667 para dos pre- sidios más adentro de Orán por seis años, pena corta y desigual en su igualdad respecto de tan enormes y diversos delitos. Con la llegada del nuevo virrey Miguel de Çalva en 5 de Setiembre cruzárase la partida de Rodrigo de Borja, si no le detuviera en 534' ISLAS BALEARES el castillo de San Carlos un mandato de prisión por ignorado hasta el 17 de Octubre, en que llegó de la corte otro de cargo ponerle en libertad. Por apremiante que fuese la necesidad de soldados poco severos los requisitos que tocante á su morali- y dad se exigían, ni el reino se atrevió á ofrecerlos, ni á recibirlos de tal índole la corona, excusándose aquel con la despoblación causada por la peste y tantas otras calamidades de levantar infantería, y aflojando en sus reclamaciones el gobierno de Ma- drid. Los temores de un nuevo rompimiento con Francia de re- sultas de las pretensiones exorbitantes de Luís XIV relativas al dote de su esposa, si por un lado aumentaban los apuros gene- rales del estado, por otro aconsejaban no privar de sus natura- les defensores la isla expuesta á una formidable invasión, cuando no bastaban los brazos para el cultivo. Sin embargo, hubo de procederse todavía antes de fin de año á reclutar otro tercio, en consideración á ser del país el noble Francisco Truyols de- signado para mandarlo; y costó menos de lo que se creía repo- blar el castillo de Bellver de casi cuatrocientos voluntarios, si es que no quedaban algunos forzosos menos culpables: pero, cambiados los vientos y hechas las paces, no solamente con el coloso francés, sino con Portugal reconocido al fin por indepen- diente, duró la residencia de los molestos huéspedes hasta el 9 de Setiembre de 1668 en que se verificó su embarque para ¡ta- lia. En proveer á su mantenimiento cuyo coste no bajaba de cien escudos al día, como á la deuda rezagada de los quince mil procedentes del socorro de Menorca y al maridaje de la infanta casada últimamente con el emperador, pasó la exhausta univer- sidad grandes trabajos, agotando con empréstitos continuos los recursos de la fortificación, y contendiendo sin tregua con los exentos acerca de la extensión de sus franquicias en el reparto de tallas. Todo se hacía llevadero con el inestimable beneficio del so- siego en que acababa de entrar el país después de operación tan dolorosa, gozando de orden y bienestar desconocidos, por ISLAS BALEARES 535 más que corrieran con menos espanto que ruido excomuniones entre inquisidor y obispo á propósito del palo sacudido á un santiaguista por su iracundo suegro dentro de la iglesia de San Francisco, y que la jurisdicción del ordinario disputara con es- trépito á la del provincial de los observantes los conventos de Santa Clara y del Olivar: los delitos no cesaron de golpe, pero perdieron su organización y carácter faccioso (i). Tuvo la dicha de ver el término de más de medio siglo de Canamunis y Ca- navalls el famoso Pedro Santacilia y Pachs, al morir octogena- rio en 19 de Diciembre de 1669, lleno de honores y pudiera ser de remordimientos ante su larguísima carrera de proezas y de venganzas (2), sin lograr transmitir á Nicolás su hijo la procu- ración real, que no se descuidó de obtener en la corte el conde de Formiguera. Á mayor dignidad en su patriâ llegó el arzobis- po de Oristany Bernardo Cotoner, que se hallaba en Mallorca á fines de 1670 oportunamente para recoger la sucesión del ilus- trísimo Manjarrés á su fallecimiento en 26 de Diciembre, tipo también, en su línea de prelado, de vigorosa ancianidad y de tenaces propósitos ; y provista desde luego la vacante en el her- mano de los dos maestres de Malta, más por esta circunstancia que por la de regnícola, pasóse todavía un año, antes de tomar posesorio de la mitra, y hasta el 3 de Enero de 1672 no hizo su solemne entrada. Había cambiado de virrey la isla desde el II de Junio anterior; y el entrante Juan Francisco Cebrián (1) Sensación causó por la nobleza y estado del reo el de asesinato de un criado Francisco-Truyols de apodo Guiterró, cometido en 1668 de acuerdo con mujer su por fray Nicolás Quint fraile mínimo y antes el la cual torre agustino, de del Ángel escapado en medio de la confusión de una corrida de toros se en el hacía patio de que palacio, fué á parar á Roma donde le prendió y remitió á embajador Nápoles el de España : la culpable con un hermano suyo y otro ajusticiados. cómplice fueron (2) Sobre este histórico personaje véase atrás la indicación de principalmente sus hechos, en las pág'. 487, Santa 492, 494 y 508. Yace en la catedral, capilla de Cecilia propia de sus antepasados. Hallábase en Madrid el premorirle año anterior al Juan Miguel su Togores primogénito, y le sobrevivió su esposa de la familia de Montanyans. i s la S baleares conde de Fuenclara, á fin de prevenir que retoñara el bandole- rismo, reprodujo en 5 de Noviembre edictos que ya caían en de desuso acerca de la seguridad de las personas. La armonía las autoridades entre sí con los jurados, bien que no sofocara y completo los puntillos de la etiqueta reinante, brilló duran- por te el 72 en las demostraciones entusiastas con que fué acogido el rótulo para proceder á la beatificación de la insigne sor Cata- lina Tomás, cuyas patrióticas esperanzas, no cumplidas hasta ciento veinte años adelante, avivaba sin cesar el espectáculo de fiestas dedicadas á nuevos santos forasteros (i); y acordes las esta vez anduvieron en la fundación de capuchinos, tan contra- dicha veinte años atrás por el obispo Rocamora. Verificóse á 28 de Octubre la instalación del humilde con- vento las afueras á la entrada del camino de la Real en (2); y á pesar del unánime empeño en solemnizarla, descompuso de pronto la función una disputa de precedencias. Temíase más se- ria oposición, como la hubo, por parte de los franciscanos, que fuertes á brazo en su derecho como decían, aceptaron partido la lucha el sosteni- con el general consejo, que tomó por propio miento de la causa en Madrid y en Roma, y con la animadver- sión general desencadenada contra ellos al saberse que habían alcanzado la revocación del breve pontificio. Duró todo el 1673 situación violenta, llegada á su colmo en 16 de Junio del esta 74 en el nuevo convento cuatro observantes á inti- con presentarse Aquel mismo año se celebraron las canonizaciones de san Francisco de (1) Borja, de santa Magdalena de Pazzi y de san Pío V, y retrocediendo á los años in- la de santa Rosa de Lima, en 1664 la de san Pedro Arbués, mediatos, en 1669 de en 1659 la de santo Tomás de Villanueva, turnando de templo en templo y barrio en barrio brillantísimos festejos. de piedra á la sombra de un almez conservó hasta nuestros días (2) Una cruz llamado huerto de las murieras, la memoria deis en dicho paraje, antes Capuxins allí veys, cuyas obras, entonces principiadas, les fueron devueltas á su regreso en 19 de Setiembre de 1677 y continuadas tal actividad, que en 23 de Febre- con de 1679 se bendijo ya la iglesia. No subsistió más de cien años hasta trasla- ro darse dentro de los muros la comunidad. ISLAS BALEARES 537 mar el mandato de deshacerlo, y lo pasaran mal ellos y los testigos sin el amparo de los ministriles: el prelado, decidido protector de los expulsos, fué en persona al de San Francisco á secuestrar los documentos y rentas de sus cofradías; el gobier- no supremo, increpando la flojedad del virrey, mandó no dar curso á letra alguna apostólica sin el pase del consejo de Ara- gón; la simpatía general aumentaba con la sumisión y manse- dumbre de los pobres capuchinos, que excomulgados por sus rivales porque no se iban, á la vez que retenidos por el virrey y jurados, partieron al cabo á principios del 75, para volver vic- toriosos en virtud de nuevo breve expedido á fines del 76, im- puesto silencio á los franciscanos de orden de S, M. aunque recomendada para lo sucesivo la parsimonia en las fundaciones religiosas. Fué triunfo en que la universidad dió por bien em- picadas las veinte y cinco mil libras que costó y los cinco años de litigio, con el cual coincidieron en 1674 una gran carestía de trigo y de moneda y los socorros en buques y dinero, con que hubo de acudir á sostener en Sicilia la bandera española y en- viar cuatro compañías nada menos á combatir la rebelión de Mesina. Sería hacer historia incompleta, si á la vez que vamos obser- vando cuán mal conllevaban los tribunales ordinarios las prerro- gativas y fueros del de la Inquisición y cuánto disgusto y con- flicto diariamente traían sus competencias, no reconociéramos asimismo la alta importancia que merecían á las clases todas en proporción de su jerarquía los empleos y distinciones, los pro- cedimientos, las solemnidades de la potentísima institución. Echase bien de ver en la pompa, minuciosamente y con fruición descrita por los coetáneos, del auto con que empezó el año santo de 1675, celebrado á 13 de Enero en el Borne y notable por el número más que por la calidad de los reos ó naturaleza del delito, á excepción de un tal Alonso joven converso de Ma- drid, detenido á su paso para Argel: murió estoicamente entre las llamas en el foso de la puerta de Jesús, tenaz en el judaís- 68 538 ISLAS BALEARES mo (i). A manifestaciones ó á pesquisas daría acaso margen este terrible ejemplar, pues no pasaron tres años sin que saliese á luz el espantoso resultado de hondas averiguaciones, si no fué even- tuai descubrimiento, en el seno de la población, que si en un con- cepto parecía compacta y amalgamada era en materia de fe: en- tretanto pululaban por la isla entera gérmenes de la mal extinguí- da cizaña de bandoleros, y reaparecían las partidas errantes, hasta el punto de hacer necesario en 1676 un edicto para dificultarles el acceso á las villas reduciendo las entradas, y la manutención en los predios tapiando los hornos. Fué por aquellos días á la horca un jayán de Binisalem, famoso con el nombre de Pablo Carro, á quien después que rompió los escalones hubo que izar con poleas; había quebrantado el destierro para contraer nue- vos méritos con el verdugo. El virrey sucesor de Fuenclara, que lo fué Baltasar Pardo de la Casta de 1675 á 78, sorprendió personalmente en Febrero de 1677 dentro de una vieja casa del rafal son Forteza á cuatro señalados bandidos, cuya captura no se logró sino matando á Cama llenegant su caudillo; volvíase á los buenos tiempos pasados. Ni siquiera faltaban las habituales escaramuzas de entredichos y secuestros entre la autoridad eclesiástica y la civil, á pesar de ser mallorquín y de tan encum- brada alcurnia el obispo, el cual por contienda con los jurados sobre la provisión de la capellanía de Portopí tuvo que compa- recer en la corte y permanecer en ella un año. Cruzábanse en Madrid las influencias de la isla, del mismo modo que á ésta trascendían las mudanzas políticas del gobierno ; y no sorprende ver festejada en el Borne por cuatro vistosas cuadrillas de caba- lleros y con otros regocijos la subida de D. Juan de Austria al (i) Varios de los penitentes por los apellidos, Méndez, Gómez, López, Rodrí- caste- guez, Pereira, Camacho, Maldonado, Saravia, parecen de igual procedencia llana ó portuguesa: los restantes, naturales del país ó menorquines, á juzgar por el linaje, en su mayoría mujeres, fueron procesados por brujerías ó embustes y algunos condenados á azotes ; entre todos 33, inclusas seis estatuas. Desde 15 M no se había infligido pena alguna capital en autos de fe, así en los de i 585 y 88, como en los de 1613, 34y45. ISLAS BALEARES 539 poder, cual tampoco la solemnidad extraordinaria de sus exe- quias, y más siendo oficiales, á fines del 1679, ni los encarecí- mientos que circularon de las prendas y virtudes singulares del difunto, no confirmadós por la historia. Cantóse en 21 de Abril de 1678 el Te-Deum por la reduc- ción de Mesina, á que tanto había contribuido Mallorca, con lo cual y con la paz de Nimega sosegó la alarma de las costas apercibidas contra los buques franceses cuyo desembarco se temía, y disminuyó en el puerto la frecuencia de los ingleses que con- voyaban amistosamente los nuestros. Al marqués de la Casta reemplazó en el virreinato el conde del Villar Baltasar López de Gurrea, que no consta emparentado con su célebre antecesor del tiempo de las germanías, y que á la entrada del 1681 acabó aquí sus días antes que el trienio de su pacífico mando. Prepa- rábase en el secreto de las cárceles del Santo Oficio, dentro de las cuales se habían acumulado en la noche del 11 de Febrero y en otras sucesivas ó de antes más de doscientas personas de toda edad y sexo, la revelación deplorable que segregaba del cuerpo social toda una clase de negociantes y tenderos, com- puesta de pocas pero fecundas familias, entretejidas de tal suer- te en sus exclusivos enlaces que apenas pasaban de diez apelli- dos. A éstos habían venido á reducirse, por extinción ó por emigración de tantas otras, los descendientes de las que fueron objeto de los autos de 1490 á 1515 ; y el estigma y hasta el nombre de converso parecía olvidado, tomándolo únicamente de la calle del Segell donde habitaban, admitidos á cualquier reía- ción y trato, menos en cuestión de matrimonios y de oficios pú- blicos, no por imperio de ley alguna sino de la costumbre. Rodeados de la consideración que da siempre la riqueza, adqui- rida con su habitual industria, ¿cómo no había de estremecerse de pronto la ciudad de que aquellos tan buenos cristianos y hasta devotos en apariencia, de cuya sinceridad durante más de siglo y medio no había concebido sombra de recelo la más sus- picaz vigilancia, resultaran judaizantes, guardadores del sábado 540 ISLAS BALEARES y de los ayunos de la reina Ester y otros ritos, para mantener, como decían, la religión de sus padres, incompatible con la que exteriormente profesaban, incurriendo así en doble apostasía? Sin embargo, debió de considerarse en la prevaricación más ig- norancia malicia, ó tenerse en cuenta la docilidad de los que acusados, cuando en los cuatro autos de 16, 23 y 30 de Abril y 3 de Mayo de 1679, empezando en la segunda dominica des- pués de Pascua, de doscientos y diez reos que salieron con sam- benito, ninguno hubo que no fuese reconciliado. Maridos y mu- jeres y viudas ancianas é hijos de 13 á 17 años, todos fueron condenados á asistir perpetuamente á los oficios de la catedral domingos y fiestas en procesión, los hombres delante de las hembras, con hábitos de penitentes encima de las capas y man- tos ; y á esta afrenta, que por sí sola inhabilitaba la generación madura y la creciente, añadíase la confiscación de bienes, en créditos y censos más que en fincas, cuyo capital pasaba de un millón de libras (i) y de cincuenta mil las rentas. El huerto en que se juntaban contiguo á la muralla entre la nueva puerta Pin- tada y la de San Antonio, fué asolado. Quien estuvo con esto de enhorabuena fué el real erario en que ingresaba la enorme suma, para cuya extracción se asegu- raba no haber en el reino bastante moneda, y de la cual se apresuró el general consejo á solicitar de S. M. una partecilla para remedio de las necesidades del país de cuya sustancia pro- cedía : la primera que presentaban era dotar la Inquisición de lo indispensable á fin de quitarle la jurisdicción civil con notorio beneficio del rey y del reino ; segunda, las tres mil libras que pedía el virrey para utensilios de la infantería á trueque de re- dimir las cargas de alojamientos, y así otras muchas desatendi- das con la suspensión de tallas, ínterin se fallaba el eterno litigio (i) El paborde Terrassa lo hace subir á i.461,276 pesos, casi á millón y me- de dio; y sin embargo no se trataba sino de tenderos y buhoneros, de plateros, algún fabricante de terciopelo y de jabón, y á lo más negociantes ! ISLAS BALEARES 541 entre la universidad y los privilegiados. Había promiscuidad de soldados, españoles, napolitanos, alemanes, que así turnaban devotamente en las estaciones de cuarenta horas por rogativa, como cambiaban entre sí riñiendo heridas y muertes; á mediados de 1680 se embarcaron mil y quinientos. Hasta allí la fortifica- ción, dada ya poco menos que por completa, con sus ingresos anuales de veinte y cuatro mil libras, á que por mitad con el mu- nicipio contribuía el rey de los fondos de cruzada, suministraba recursos á los jurados para cualquier imprevisto mediante auto- rización del virrey y en calidad de reintegro; pero declaróse de real orden que no bastaba dicha cantidad en lo sucesivo para resguardar de invasiones la isla, y que era menester reforzar todo lo posible la defensa; á los caudales consignados estaba prohibido severamente tocar: ¿adónde apelar con objeto de pro- veer á la importación de granos consiguiente á la espantosa se- quia de aquel año y de los posteriores? La paz era insegura, y no se había perdido el miedo á las naves francesas, que se pre- sentaban á menudo con hostiles reclamaciones ó con pretexto de víveres y de aguada, pidiendo desembarcar sus enfermos en la fortaleza de San Carlos y amenazando tomarse entrada á viva fuerza: opúsoseles resistencia por temor á la epidemia rei- nante ó más bien por desconfianza de sus intentos, y vigiló el rumbo de la armada á lo largo de la costa hasta Artá y Alcu- dia una fuerza considerable, que mandaba el conde de Formi- güera en defecto del virrey enfermo ya de gravedad. Sustitu- yendo el conde interinamente al de Villar por espacio de diez meses, hasta que llegó en Noviembre de 1681 el sucesor Manuel de Sentmenat, persiguió el juego, decomisó las rifas estaciona- das en la puerta de San Antonio, prohibió por tres años y me- ses adornos de plata y oro en los vestidos y el uso de puñales y armas de fuego, é impuso sin excepción el de capa y espada á los vecinos de 15 á 60 años, al contrario del ir en cuerpo que á menudo ordenaban los pregones. Revueltos, aunque estériles de sucesos como de trigos, co- 542 ISLAS BALEARES rrieron para Mallorca los años de 1682 y 83 ; apresamientos de naves y desembarcos de moros en la costa, alarmas excitadas por bajeles sospechosos, prevenciones y revistas militares, fies- tas de carnaval suspendidas por inquietud de los tiempos ó por sus intrínsecos abusos, rogativas á fin de atraer lluvias ó conju- rar epidemias, robos no escasos y alguno sacrilego, riñas y desa- fíos ó aleves asesinatos, concurren en los noticiarios de aquella fecha (i). Con la noticia del nuevo rompimiento con Francia, llegada á principios del 84, pusiéronse en movimiento buques y artilleros para Barcelona amenazada por el enemigo y acudieron tropas á Palermo : socorrióse con cuatro mil libras á Menorca á fin de ponerla en estado de defensa, reparando los castillos de Mahón y Fornells ; á Formentera devastada por los franceses se enviaron auxilios, mientras que los infieles, saltando á tierra en Alcudia, saqueaban el santuario de la Victoria. El extremo apuro sugirió al general consejo en 7 de Febrero la creación de una junta mixta para administrar el caudal de la con- signación, cuatro eclesiásticos y cuatro seglares, tres de éstos de la nobleza, elegibles de entre los acreedores, reservando del producto anual de los impuestos treinta y cinco mil libras para los gastos ordinarios de la cosa pública y lo indispensable para las manifestaciones así de sentimiento como de regocijo, con tal de aplicar el residuo á la redención de censos, empezando por los más gravosos ; pero esta concordia, sancionada ya en Agos- to por el monarca, tardó trece años todavía en plantearse por (i) Véase por muestra lo que sigue tomado del dietario de Matías Mut. «I 682, Setiembre lo: homicidio de un joven en Sóller cometido por un viejo.— II. Riñas y cuchilladas de que resultaron homicidios en la calle del Sindicato; otro en Son Sunyer y en Algaida.— i 2. Desafío de ocho hombres cuatro por ban- do, fuera de la puerta de Jesús, muriendo dos de los combatientes y quedando otros heridos.» Á 5 de Diciembre fué el horroroso incendio del horno nuevo del vidrio, que de prender al inmediato polvorín de la puerta vieja Pintada, habría volado media ciudad. Los días 3, 4 y 5 de Noviembre de 1683 traen cada cual su atentado, lo mismo que el i o, el 12 y el 28 que registra lo siguiente : «Fué muer- to de un arcabuzazo por un sacerdote cierto joven que se llevaba violentamente á una hermana de aquel para casarla con un barbero.» ISLAS BALEARES 543 dificultades sobrevenidas en Roma con no poco daño del común y embarazo en las contribuciones. Acababa de fallecer en 18 de Enero el ilustrísimo Cotoner, después de sobrevivir casi cuatro años á su hermano Nicolás el segundo de los grandes maestres de Malta (i); pero en la sede de Mallorca no vino á sentarse ninguno de los patricios mitrados provistos ya de otras ó de dignidad titular, sino el que en la arzobispal de Oristany había sucedido al difunto, el sardo Pedro de Alagón, que llegó antes que sus bulas y no celebró la entrada sino por pascua del 85. Desde el segundo año de su gobierno estallaron en pleitos inter- minables las pretensiones del cabildo, entre otros el famoso de la bendición del incienso, y no me atrevo á decir que naciese de ellos el arcabuzazo de que fué víctima en la noche del 11 de Diciembre de 1686 el vicario general Perpinyà, ya que no bastó el premio ofrecido para descubrir á los homicidas: lo cierto es que cundió la facciosa resistencia á las mal aconsejadas monjas, inconsolables con las reformas prescritas en sus gradas y aleja^ miento de sus devotos, y á la intimación del entredicho opusie- ron las de San Jerónimo un espantoso tumulto. Duraron todo el 1687 y parte del siguiente año tan poco edificantes contien- das, hasta que una misión ordenada con motivo de los terremo- tos de Lima y de Nápoles trajo á las plantas del prelado en Noviembre del 88 á los protervos capitulares, triunfando esta vez el deber religioso (lástima que no fuera así en todos y siem- pre!) del espíritu de soberbia y rebelión harto infiltrado enton- ees en el clero (2). (1) La razón de los tiempos hace indisculpable el descuido del crítico P. Villa- nueva en confundir al famoso Bernardo Luís Cotoner inquisidor de Cerdeña y de Zaragoza muerto en 1641 con su sobrino Bernardo obispo de Mallorca, haciendo de ellos un solo personaje que habría vivido más de cien años. Al mismo tiempo que Cotoñer en la isla, episcopaban en otras diócesis varios nobles mallorquines, á saber, en Zaragoza de Sicilia Francisco Sa-fortesa (1676 á 93), en Urgel Juan Des-Bach (i 681 á 88) y Ramón Sureda y Santacilia, que fué gobernador de la mi- tra vacante, llevaba el título de obispo in partibus de Oropí en Siria ó en Beocia. (2)  los datos hasta aquí aducidos de tan deplorables tendencias merece ser añadido este otro, que por lo curioso compite con el acontecido en 1662, y cita- 544 ISLAS BALEARES Había pasado la época de los bandoleros, y dos que se me- tieron de noche en la ciudad como lobos descarriados en Diciem- bre de 1678, capturados por la ronda, murieron uno de las heridas y el otro en la horca. Abundante continúa sin embargo la crónica de delitos y muertes y ejecuciones, así de campesinos como de ciudadanos; atentaban yernos contra suegros, cufiados contra cufiados, padres contra hijos; y hasta llegó el caso, tal sería la safia del debate, que un jurado matase á otro, ejemplo no sucedido en más rudos tiempos, verdad es que no fué con arma, sino con un tintero arrojado á la cabeza (i). Extrafia tam- bién el alboroto movido en 1689 á 9 de Junio por más de cien hombres que pedían trabajo en no sé qué fábrica, acaso en la de vidrio que entonces existía, y saquearon mesas de pan, eos- tando la fechoría á dos de los culpables exposición á la vergüen- za pública y cinco afios de destierro. Á menudo por derrama- miento de sangre habían de reconciliarse las iglesias, y pocas eran las fiestas especialmente en carnaval y las corridas de bue- yes en las plazas que no terminaran á tiros, cuando no con des- gracias por hundimiento de tablados ó por otro azar cualquiera. En medio de todo, por más que la tranquilidad y el orden esca- seasen tan á menudo como el pan, divertíase á su manera aquella generación con frecuentes espectáculos así religiosos como civiles, aunque degenerando las marciales justas en juegos de cafias y en nocturnos paseos y encamisadas, y reemplazando á veces á las vistosas galas y armaduras caprichosos vestidos de hojas de árboles y plantas, y pieles ó plumas de animales, según el fantástico y alegórico estilo que en literatura y en ar- do en la nota de la pág. $ 29. «El secretario de la Inquisición, refiere Matías Mut al 6 de Diciembre de i óSç, tiró á Juan Bautista Barceló jabonero dos arcabuzazos que no le hirieron, y un cuñado de éste pegó al secretario diez ó doce puñaladas sin lastimarle, pues el puñal se rompió en la armadura interior que llevaba.» (i) Sucedió á 5 de Octubre de 1688, y el agresor fué Bartolomé Fornari ciu- dadano contra su compañero del mismo brazo Antonio Serra y Comellas que murió de la herida dos meses después. Llamado á Madrid el culpable, le cautiva- ron por mar los moros, y volvió á ser jurado en 1692 y 1697. ISLAS BALEARES 545 tes á la sazón privaba. En los festejos con que en Febrero de 1680 y en Junio de 1690 se celebraron los dos enlaces de Carlos II se explica la generalidad de las iluminaciones, más que por entusiasmo, por la multa de diez libras impuesta á los que no alumbraran; y en la última ocasión quisieron funcionar, cada cual aparte de los caballeros, la clase media {mossons)^ y la de menestrales, representando aquella al vivo el desembarco y re- cibimiento de la reina, y éstos formando una cabalgata, que hoy llamaríamos histórica^ de quinientos jinetes en borrico con dis- fraz de toda suerte de personajes y con harto peligro de trocar- se en mojiganga. No se desdeñó de presidirla en persona para guardar el orden el virrey marqués de la Casta, quien, concluí- do en 1678 su primer trienio de mando, había vuelto en Mayo de 1688 sucediendo á Sentmenat que había regido dos conse- cutivos. Dábase ya por otra parte algún baile en el palacio de la Almudayna, é iban convirtiéndose en necesidad permanente las comedias, protegidas por los gobernantes por constituir no el menor recurso del Hospital, y combatidas desde el púlpito de vez en cuando, aunque absueltas por mayoría en junta de teó- logos (i). Solemnidades más imponentes y características de aquel reinado se disponían desde Marzo de 1688, en que prendió nue- vamente la Inquisición, si no á todos, á muchos de los reconci- liados en 1679 por crimen de reincidencia y de fuga que inten- taban, poniendo á salvo sus personas y familias y lo poco que después de la confiscación habían logrado adquirir. El navio inglés en que se embarcaron para el extranjero hubo de retro- ceder obligado por tempestuosos vientos, con lo cuál se descu- (i) La hubo de orden de los jurados en 20 de Marzo de tres la doctores 1686, y formaron presbíteros, cuatro dominicos, dos suitas, mínimos, un agustino y dos uno de los cuales je- había predicado contra las comedias, votando los primeros nueve por el permiso y los tres últimos por la en la Compañía prohibición, rigor muy de notar que desde el principio admitió y estimuló entre sus Ciertas alumnos reglas las bajo representaciones teatrales. 69 546 ISLAS BALEARES brió su tentativa de emigración, coincidiendo con la desgraciada muerte de cierta sibila que la aconsejaba, la cual por hundirse el piso de vetusta casa se ahogó en un depósito de aceite. su Tres años cabales se invirtieron en los procedimientos, que no requería menos la instrucción de ochenta y ocho causas de fe, trabajando los días no feriados siete horas; y al cumplirse el ce- tercer aniversario de la prisión, 7 de Marzo de 1691, pudo lebrarse el primer auto, reducido á la reconciliación de veinte y cinco penitentes, siete anteriormente procesados, los otros en su mayor parte jóvenes, nuevos en aquellos trances. Para el se- gundo, que fué en 1° de Mayo, principiando como acto religió- so en el magnífico templo de Santo Domingo para continuar civilmente en la plaza de Cort y desenlazarse con espanto en las afueras, guardáronse veinte y un relajados al brazo seglar, equivale á decir reos de muerte, la cual tan pronto como que les fué denunciada, consternáronse los infelices, en especial las mujeres que componían los dos tercios: á todos empero valió el arrepentimiento, incluso á dos varones renitentes hasta el punto de marchar al suplicio, para no sufrir sino el de garrote, con gran emoción de los circunstantes ante las muestras de pie- dad con que algunos expiraron. Apiñábanse treinta mil perso- es- nas, con infinidad de tiendas y tablados y carruajes de toda pecie, en el campo entonces yermo entre el lazareto y la falda de Bellver, al rededor de la empalizada de ochenta pies en cua- dro, que consumadas las sentencias se convirtió en brasero don- de palos y cadáveres se redujeron á pavesas. Cinco días des- pués á 6 de Mayo se reprodujo la escena, pero más terrorífica aún, pues detrás de ocho mujeres y tres hombres compungidos y atentos á las exhortaciones de frailes y sacerdotes que asistían en número de tres ó cuatro á cada reo, cerraban la lúgubre procesión tres pertinaces en rechazarlas, el uno hombre maduro con pretensiones y cualidades de jefe, los otros un joven entu- siasta adepto y una hermana suya casada, y los tres perecieron vivos entre las llamas de pie sobre los inertes despojos de los ISLAS BALEARES 547 once contritos, con siete estatuas de muertos en la cárcel ó de prófugos. Otro cuarto auto hubo en 2 de Julio, donde entre multitud de reconciliados todavía se levantó el patíbulo para dos mujeres, ascendiendo á treinta y siete entre todas las ejecu- ciones de este trágico ciclo, sobre el cual tiene que pasar con pie firme y rápido la historia, impasible narradora de los he- chos, aunque harto elevada y digna para enconar sangrientas heridas ó mantener ominosas diferencias. A estas profundas impresiones sucedieron días de gravísima zozobra al aparecer la escuadra francesa en i.° de Agosto; y temiendo ser bombardeada la ciudad como Barcelona y Alican- te, organizáronse todos los vecinos útiles á la orden de sus ca- pitanes, y salieron mujeres y niños y enfermos, inclusas las co- munidades de monjas, cada cual á alguna quinta de los contor- nos. No llegaron á rompimiento las hostilidades; pero el conde de hormiguera, lugarteniente otra vez por retirada del virrey mar- qués de la Casta, presentó un plan de defensa de la isla, que con- tinuó al llegar en 3 de Setiembre el propietario José de Castellví marqués de Villatorcas, y armáronse de cañones el nuevo rebellín de la puerta del Campo y las baterías del molinar de Levante. En todo el año y en el siguiente de 1692 no cesaron las juntas de guerra y las revistas de la gente de armas y las alarmas cada vez mayores por descubrimiento de buques enemigos, ya en las aguas de Sóller ó Alcudia, ya en las de Andraig: á tres mil hombres ascendía la guarnición de Mallorca, pero en la muestra general verificada en Julio del 93 no se presentaron las compañías completas y pagadas, ni bastante instruidos los sol- dados en los ejercicios y ordenanza para oponer á un serio ata- que formal resistencia. Quiso Dios que no viniese el caso de ponerla á prueba; y habría faltado pábulo á la curiosidad públi- ca y al humor pendenciero de los gobernantes, sin las disensio- nes recrudecidas con el obispo por parte de los caballeros de hábito á propósito del entierro nocturno de un párvulo de Ge- rardo Des-Catlar, tomando tales proporciones la competencia, ISLAS BALEARES que á principios de 1Ó94 fulminó entredicho (i), á la vez que se pregonó destierro y ocupación de temporalidades contra el prelado de orden de la Audiencia y del virrey, no obstante de ser sobrino éste del ilustrísimo Alagón, y de carácter tan conciliador cuanto el tiempo permitía. A la desventajosa lucha con la Francia de Luís XIV no contribuyó la isla sino trabajo- sámente, consintiendo sólo á capitanes regnícolas el enganche de reclutas levantamiento de compañías; y en Marzo de y 1695 se tomaron catorce mil libras para armar una expedición de cuatrocientos hombres, que hasta el siguiente año no pudo ser despachada con haber diario de cuatro sueldos por persona: entretanto las frecuentes noticias de reveses y peligros llegadas de Cataluña eran aquí ocasión de rogativas y ayunos, hasta que á la entrada del 1698 se publicó alegremente la paz definitiva. Aquel año vino á sustituir al valenciano Castellví en el virreina- to el catalán José Galcerán Cartellá de Sa-bastida, Autos de fe se repetían casi anualmente, pero ¿qué interés podía inspirar después de los pavorosos de 1691 la exhibición de diez ó doce estatuas, ó de un par de brujas, ó de individuo tan poco aver- gonzable como un ex-verdugo? (2). Herejía que alborotó harto más vivamente la indignación general, fué la imputada al emi- nente Raimundo Lull por los clandestinos profanadores de la pequeña imagen de su cepillo, dando margen en Agosto de 1699 al espléndido desagravio con que clero y nobleza, autoridades y pueblo protestaron contra vergonzantes adversarios, no sólo de su admiración sino de su culto casi unánime al venerado patricio. (1) Al desacato cometido en el coro de la Seo contra el edicto episcopal en 23 de Diciembre de 1693 se refiere el milagro de que se habló aquellos días, de haber vuelto el crucifijo la cara al asiento del prelado y la espalda á los de los canóni- gos, los cuales sin embargo no no se darían por tan convencidos que el entredicho se prolongase hasta el i 3 de Febrero del 9 5, sin más tregua que la de algunos solemnes funerales. á de Setiembre, 1697 á de Mayo, en 1699 á (2) Húbolos en 1695 I I en 19 i.° de idem, en i 700 á 2 i de Marzo, relativamente insignificantes como otros va- rios habidos anteriormente entre los de i 679 y los de 1691. ISLAS BALEARES 549 Duraban todavía las fiestas por el efímero restablecimiento del enfermizo monarca, cuando en i o de Noviembre de 1700 llegó la nueva de su inopinada muerte diez días antes ocurrida, y con las exequias que en 30 del propio mes se le celebraron acabó la España del siglo xvii. Sin embargo ningún cambio de dinastía, ni de reinado siquiera, parecía haberse realizado: no discrepó oficialmente una voz del reconocimiento unánime del heredero de Carlos II; y sin oposición ni descontento visible se transmitieron acá en Marzo de 1701 las luminarias encendidas por la entrada del primer Borbón en la corte de la monarquía. Si mudanza hubo de autoridades, fué por la terminación natu- ral del trienio del virrey Cartellá Sa-bastida á quien sustituyó el lugarteniente Francisco Miguel de Pueyo, y por el falleci- miento del obispo Alagón en 3 de Mayo, después de plantear á fuerza de constancia importantes reformas en su diócesis, é ini- ciar el seminario conciliar de San Pedro, y embellecer con nota- bles obras su palacio (i), muriendo con edificante humildad. Entró á sucederle en i.° de Octubre de 1702 fray Francisco de la Portilla religioso observante; y en calidad de adicto al nuevo rey inquirió contra algunos sacerdotes, lo mismo que el virrey respecto de varios seglares, que empezaban á denotarse por desafectos. Con gran fiesta en el Borne había celebrado la aristocrática cofradía de San Jorge á fines de Febrero de aquel año la coronación de Felipe V; pero á medida que en el hori- zonte europeo se levantaban deshechas tempestades por parte del Imperio, de Holanda y de Inglaterra, formábase en Mallorca opinión y partido por un competidor al trono de España. Apres- tábanse fuerzas para una lucha descomunal: en Marzo de 1703 salieron con destino á Cádiz doscientos artilleros, y en Noviem- bre un tercio de infantería. En las rogativas públicas compar- tían la intención con la escasez de granos durante el calamitoso (i) Debiéronse al ilustrísimo Alagón la gran sala de los retratos,-las habita- ciones con galería que dan al mar y la capilla privada. 550 ISLAS baleares invierno de 1704 los conflictos de guerra con el archiduque austriaco que amenazaban introducir en la península las armas portuguesas; á Menorca, ya por el extranjero codiciada á causa de sus puertos, envióse un socorro de trescientos hombres, y en cuanto al derecho de coronaje halló el consejo general razones en sus extremados apuros, no sólo para aplazar el pago, sino para eximirse de él indefinidamente. Hacíase punto menos que insostenible al príncipe y á los vasallos el recíproco apoyo que se debían. Tomó el mando mi- litar en Setiembre de 1704 el conde de la Alcudia, Baltasar Cristóbal de Híjar, y todo lo que pudo fué mantener por el so- berano reinante la menor Balear, cuya defensa costó á Mallorca una talla de veinte y dos mil libras. A Barcelona se enviaron cien artilleros; pero avanzaban como formidable nube las pe- tencias aliadas, y en Valencia, en Cataluña, en la antigua coro- na de Aragón era sucesivamente proclamado el rey que traían bajo el nombre de Carlos III. Rondaban estas aguas las escua- dras enemigas, cuya aproximación alborotó en los primeros días de Noviembre al vecindario de la ciudad ; retiráronse por enton- ees, y supuestas noticias de triunfos reanimaban de vez en cuando el espíritu público á favor de Felipe, á quien enagena- ban la simpatía por otro lado las violencias con la gente que era embarcada so pena de la vida para tripulación de los bu- ques, á riesgo de producir un tumulto. Así se pasó el 1 706 hasta el 25 de Setiembre, en que apareció en la bahía una ar- mada anglo-holandesa de veinte y ocho bajeles á intimar la rendición; y admitido á duras penas el mensaje, fué unánime en junta de guerra la negativa bajo la presión del virrey que no consintió largas deliberaciones. A disponer la resistencia salió por la tarde del domingo 26 acompañado de las autoridades y de la nobleza, y excitaba á vitorear al rey el obispo Portilla derramando cuartos, cuando, sea por conspiración, sea por es- pontáneo arranque, las calles del barrio de la Ribera, y más aun las azoteas y torres de las casas coronadas de mujeres, ISLAS BALEARES resonaron de boca en boca con el grito de viva Carlos III, y del huerto de Moranta bajaron las compañías de Santa Cruz y de la Botería juntándose con la del Citjar al mando de Salva- dor Truyols; con lo cual, mal sostenidos en la puerta del Mue- lie por las otras, inclusas las de los Doscientos, se dispersaron los gobernantes. Más osado Gabriel de Berga capitán de caba- líos, al frente de la suya quiso atajar á los sediciosos el paso en el Borne frente á San Francisco de Paula, y murió instan- táneamente de un tiro de arcabuz. Quedó el campo por los in- surrectos que dieron á la armada aviso del suceso, á pesar del cual hacia el oscurecer se dispararon á la plaza cinco ó seis bombas hasta recibir embajada de ella que se avenía á capitu- lar. En acordar los pactos empleóse el 27 (i); al otro día, rotas por los presos las cárceles y penetrando en la ciudad gavillas de payeses, desbordóse el saqueo, dando mueras á los boti- jlers (2), no sólo por las casas de los franceses en ella domici- liados, sino de los muchos y opulentos adictos á la dinastía francesa; y sabe Dios adónde hubiera llegado la confusión y anarquía entre las hordas que á cuchillada limpia se disputaban el botín, á no haberse presentado á reprimir los excesos que deshonraban su causa los marinos autores del movimiento con el mismo Truyols á la cabeza. Iba en la escuadra, como plenipotenciario del pretendiente austriaco, el conde de Çavellà, Juan Antonio de Boxadors, quien emparentado en Mallorca desembarcó hospedándose en casa de su suegro Sureda de Sant Martí; y no se necesitaba menos para neutralizar hasta cierto punto la viva y general adhesión de la aristocracia mallorquina al rey caído. Además de los homenajes al vencedor debidos, tributáronse al conde singulares obsequios en su solemne entrada por la puerta del Campo en i.° de Octu- (1) Quince fueron los capítulos resueltos en general consejo á las cinco de la mañana y presentados al almirante Leake, con cuya respuesta se imprimieron. (2) Mote con que se designaba á los afrancesados ó partidarios de las flores de lis. ISLAS BALEARES bre, y luego el 4 al levantar pendones en la plaza de Cort por su real poderdante: dimitió el virrey conde de la Alcudia y el jurado militar Marcos Antonio Cotoner; los funcionarios desti- tuídos se alejaron. Al ilustrísimo Portilla, á pesar de haberse prestado á oficiar en aquellas circunstancias, se le confinó á Barcelona, donde vivió hasta 1711 separado de los diocesanos que pedían con ansia su vuelta. Después de los festejos oficia- les, la plebe tomó á su cargo celebrar el advenimiento del mo- narca de su especial predilección con una gran cabalgada de burros, no sin perseguir con dicterios á las clases superiores. Para salvar de atropellos á los naturales de Francia, se les con- dujo á la fortaleza de San Carlos donde había guarnición ingle- sa, y allí despojados de sus efectos se les embarcó por el mes de Enero de 1707. Hasta quince nombres se extrajeron aquel año de la bolsa de caballeros para el cargo de jurado en jefe^ y ninguno pudo servirlo por la nota de desafecto; los Dameto, Fortuny, Puigdorfila,' Brondo, Net, Pueyo, sufrieron, sin indicár- seles el motivo, dos años de destierro en Barcelona, é igual suerte corrieron por sospechas distinguidos religiosos, princi- pálmente mínimos y jesuítas, y vecinos de todo estado, catego- ría y naturaleza. Estuvo en ebullición política el reino mientras- gobernó el conde de Çavellà, anulando los decretos del anterior reinado, organizando la compañía guardias de la lugartenen- cia prescritas de real orden, reclutando de grado ó por fuerza para la escuadra ocho mil hombres, marinos ó terrestres, hon- rados ó bandidos, con destino á Menorca en ayuda de la ocupa- ción inglesa que en 1708 la arrebató casi por un siglo de ma- nos de España: victorias y reveses, frenéticamente ensalzadas aquellas, ocultados éstos y hasta convertidos oficialmente en ventajas, hacían sentir aquí sus duras alternativas; y los prisio- neros de guerra remitidos en harta copia, y los emigrados de Valencia y Alicante recobradas por Felipe, y sobre todo los buques y á menudo flotas de Inglaterra y Holanda, estaciona- das en el puerto de la capital ó haciendo en él escala, constituían ISLAS BALEARES 553 un embarazoso exceso de consumidores para las cosechas rara vez suficientes y casi nunca sobrantes de la isla. Mucho fué, á menos que no partiera para más importantes cargos, que espirados los tres años abandonase Çavellà un puesto de tanta confianza en Noviembre de 1709 al marqués del Rafal, Jaime José Rossell y Rocamora, que no tuvo ocasión de señalarse por acto alguno notable. Continuaban los arma- mentos, las evoluciones marítimas, las vicisitudes de la guerra: á los triunfos de las armas imperiales en Almenara y Zaragoza por Agosto de 1710, sucedieron por Diciembre los descalabros de Brihuega y Villaviciosa, dando materia indistintamente, como si fueran todo prosperidades, á públicos regocijos. Mallorca tenía en Barcelona su corte; de allí emanaban las órdenes del soberano, allí acudían con fastuosas y pingües embajadas á nombre de la tierra los próceres en minoría declarados por la situación (i), de allí en sustitución del prelado fallecido en el destierro vino el ilustrísimo Atanasio de Estarripa. De cada año apretaba más la carestía, que en Marzo de 1711 daba margen á alborotos y obligó á castigar con fuertes multas las ocultaciones de cereales; solicitóse la extracción de Cerdeña y Ñápeles, de donde como sometidas al mismo cetro cabía pro- meterse más auxilio que de la península dominada en su mayor parte por el enemigo. La necesidad se sobreponía hasta al celo de partido, empeñado por su propia seguridad en facilitar á su rey los medios que reclamaba para terminar la contienda: no obstante, haciendo un esfuerzo, se le otorgó en lo más apre- miante de la escasez un servicio de treinta caballos, y el año Siguiente á la demanda de su real consorte dora designada goberna- correspondió el consejo galantemente en 7 de Octubre (i) Seiscientos doblones se asignaron á Nicolás ro de Truyols para llevar en Febre- 1707 los homenajes de la isla al tulo de pretendiente que le recompensó con el tí- marqués de la Torre, y otros tantos á Tomás Marzo de Burgués Sa-fortesa que en 1709 pasó á cumplimentar á la reina recién Ocasión llegada, titulado con esta marqués del Verger. 70 ISLAS BALEARES votando un donativo de dos mil libras. Pero el archiduque Car- los por muerte del hermano había llegado á emperador, y al solemnizar la nueva coronación á mediados de 1712 sus parti- darios mallorquines, debían reconocer, á no estar ciegos, que la diadema imperial era incompatible con la que en España pre- tendían afianzarle. Negociábase en Utrecht la paz general; y publicado el armisticio entre las partes contendientes, fueron nombrados á invitación del virrey, que lo era desde Febrero de 1713,01 marqués de Rubí, dos diputados de ilustre clase para tratar en común con los de Cataluña de la conservación de sus libertades y fueros: pero al llegar á Barcelona el comen- dador Nicolás Cotoner, uno de los elegidos, no encontró en ella ya á su colega Juan Sureda (i) ni la tranquilidad suficiente para llegar mediante conferencias á pacíficas estipulaciones. Llovían por aquellos días de Julio fogosas excitaciones de los concelleres de la capital del principado á los jurados de la isla, invocando como de costumbre la inmemorial fraternidad, á prescindir de la evacuación de los ejércitos aliados, y fiar á sus propias fuerzas y al sobrenatural auxilio de los santos tutelares la defensa de las constituciones y privilegios del país; y por simpática que la causa fuese á la mayoría del general consejo, no pudo menos de contestar á la demanda de socorros, empe- zando por el de tres ó cuatro mil cuarteras de harina, que pues- to carecía de facultades para obligarse á prestarlos, necesi- que taba contar ante todo con la anuencia del monarca. Díjose entonces que éste desde Viena distaba de aprobar la súbita retirada de sus tropas y que mantenía sin disimulo las esperan- zas de los catalanes, quienes además confiaban, para asegurarse no sólo amnistía é indemnidad de bienes sino respeto absoluto á sus leyes y franquicias, con la especial garantía de Inglaterra (i) Por temor de los disturbios fuése Sureda de Barcelona á Menorca; Coto- ca- ner permaneció allí hasta el 6 de Octubre, en que murió desgraciadamente yéndose de un balcón, cuando se le había ya ordenado regresar. ISLAS BALEARES 555 interpuesta en el congreso; y añadidas á la disposición de los ánimos semejantes noticias, al aparecer en 5 de Agosto seis galeras borbónicas á intimar la entrega del reino en cumplí- miento del tratado, rechazólas el marqués de Rubí, reclamando la asistencia de los naturales hasta sacrificar haciendas y vidas. Igual respuesta á repetida instancia comunicó en 14 de Setiem- bre, y llegado por fin en Diciembre el caso de hacer frente á la enemiga escuadra que se temía, prevínose á una formal defen- sa, tanto con el acopio de provisiones como con poner gente sobre las armas, de acuerdo con los jurados y consejo que aso- ció á ellos dos representantes de la nobleza (i). Reforzáronse con artillería traída de Menorca las baterías marítimas de la plaza y el castillo de Bellver; y con fusiles de la misma proce- dencia se armó á los quinientos hombres del nuevo regimiento que tomó el nombre del virrey. No pareciendo bastante el nú- mero de reclutas atraído por la bandera que se izó en el con- sistorio, organizáronse á imitación de Barcelona veinte y tres compañías de gremios que nombraban su oficialidad, formando una fuerza total de tres mil ochocientos hombres llamada la coronela (columnita), además de otra compañía de doscientos compuesta de forasteros refugiados: la caballería se elevó á mil caballos, inclusos los ochenta que presentó la cofradía de San Jorge á cuenta de tallas. Durante todo el invierno ejercitá- ronse aquellas milicias, y pasábales á menudo revista en los ba- luartes el decidido marqués, comprendiendo en su solicitud á Alcudia. La paz, que aquí se pregonó en Abril de 1714, ajustada con Francia por las potencias, aún excluía al nieto de Luís el grande^ duque de Anjou y nada más para los tercos secuaces del candidato austríaco: de pie permaneció la querella entre (i) Tomás Burgués Sa-fortesa y el conde de Montenegro Juan Des Puig que más adelante se hizo sospechoso á la política dominante. Tal vez no es eventual la ausencia del jurado militar de aquel año, Ramón Fortuny, á las sesiones de ma- yor compromiso, como partidario que era de los Borbones. 55^ ISLAS BALEARES ambos contendientes al trono de España, ventilándose otra vez con las armas en el suelo catalán, y principalmente al rededor de Barcelona decidida por Carlos á prueba de largo sitio y te- rrible bombardeo. Mallorca, ya que con dinero no podía á causa de idénticos ahogos, no cesó de sostener el desesperado brío de la metrópoli continental en defensa de la común bandera con abundantes remesas de provisiones que eran á menudo apresa- das; mas lo que raya en increíble es, que cuando, al través de las reiteradas seguridades que corrían de la indomable resisten- cia y hasta del levantamiento del sitio de la heróica plaza, no pudo al fin ocultarse la noticia de su desastrosa rendición en 11 de Setiembre, todavía no escarmentara con la vecina catástrofe el microscópico reino insular. Á nueva intimación hecha en Oc* tubre por una flotilla para que fuese reconocido el que lo era ya por toda Europa soberano de toda España, cerró aún los oídos el tenaz Rubí, haciendo ahorcar á vista de aquella dos espías; y en los primeros días de 1715 hizo en los paseos de la ciudad magnífico alarde de las tropas (i), en refuerzo de las cuales llegó á 2 de Febrero el ansiado convoy de Nápoles con dos mil doscientos soldados, más de la mitad alemanes, funesto presente del emperador obstinado en seguir rey, que sin prote- ger bastante á sus entusiastas súbditos, los empeñaba en verter á torrentes su sangre. Para los dispendios correspondientes á lo enorme de la necesidad y del peligro, votó unánime el consejo tres tallas á la vez, de 25,000 libras cada una, emplazando para Agosto la cobranza de la primera. No gozaba de seguri- dad la población; menudeaban los robos con fractura, escala- mientos y homicidios. Tampoco era grande la confianza políti- ca, á juzgar por los arrestos, deportaciones y escapatorias de personas principales, á pesar de la cual se cuotó por donativo (i) Consistían entonces en las compañías de la Coronela^ en el regimiento de blancos del virrey, en el de la sala ó universidad y en el de caballería; más ade- lante se uniformó el de fusileros ó miqueletes. ISLAS BALEARES 557 en 4,000 pesos el cuerpo de la nobleza ó cofradía de San Jorge y en 5,400 los pudientes de otras clases, aparte del obispo y cabildo separadamente invitados. En Marzo principió la demolición del caserío de las afueras delante de las puertas de Jesús, Pintada y San Antonio por los albañiles venidos de los pueblos: el po- puloso arrabal de Santa Catalina consiguió gracia con la pro- mesa de sostener cien hombres y de parapetarse por su cuenta; pero las obras de la estrada cubierta por el lado de la Riera las inauguró solemnemente el virrey, seguido con espuertas por oidores y caballeros y eclesiásticos y menestrales y hasta mu- jeres regimentadas con tambores y bandera. Todo estaba á punto, en actitud de retar al universo por un príncipe extranjero y nunca visto en la isla: dividido en distri- tos de guerra el país, aunque ordenada muy luego la vuelta á la ciudad de sus distinguidos jefes, guarnecidas las costas por los mozos forenses en número de diez mil armados con bayone- tas y pistolas, provista de fuerte destacamento la isla de Cabre- ra, artillado un reducto en Santa Ponsa, y toda la marina de levante hasta el Arenal guardada por las milicias de la Corone- la, tal encontró á Mallorca en 13 de Junio la escuadra encarga- da de reducirla á la obediencia de Felipe V (i). Disgregada en grupos por el viento, desembarcó uno de ellos en Calallonga dos mil combatientes, que marcharon sobre Felanig sometién- dola á una recia contribución, y desde allí por tierra contra Al- cudia, adelantándose á la entrada de las naves en la bahía: dos divisiones salidas, la una en apoyo de aquella plaza, la otra en dirección á Lluchmajor, en vez de disputar á los invasores el paso, se replegaron sobre la capital. No pareció sin embargo renunciar á sus belicosos planes el marqués de Rubí, pues alen- tó al consejo reunido día 17 mañana y tarde, con la esperanza (i) Partió de Barcelona según noticias coetáneas, compuesta de j 8 navios, 9 galeras y 200 embarcaciones de transporte, con 19 batallones, 7 franceses, 12 españoles, 1,200 caballos y copiosa'artillería. 558 ISLAS BALEARES de no sé qué tratado que debía firmarse en París, suspendiendo mientras tanto las hostilidades; pero como las del caballero As- feld puesto al frente del ejército expedicionario no se curaban de protocolos, y el 20 bien de mañana se le había entregado Alcudia con toda su guarnición por iniciativa de los vecinos, procuróse el consejo una representación más amplia del país, asociándose ocho delegados más por cada brazo de caballeros, ciudadanos, mercaderes y payeses, y los mayordomos de los gremios, y por parte del clero cuatro canónigos y los rectores y un beneficiado de cada una de las cinco parroquias y los su- periores de las comunidades religiosas, consultando además tan grave asunto con el prelado y con el Santo Oficio. Juntas el 22 de Junio en asamblea magna unas ciento cin- cuenta personas, y alternados en el asiento eclesiásticos con seglares, previa lectura del dictamen discretamente pacífico del obispo y de los inquisidores, todos sin un voto de discrepancia convinieron en que era imposible por falta de recursos y des- esperanzada de próximo y aun verosímil auxilio la resistencia, y de consiguiente ni justa ni racional; y así se comunicó al virrey, rogándole que se apresurara á conjurar por los más efi- caces medios la desolación y ruina de la ciudad, y proveyese entretanto á la quietud del pueblo y á su buena correspondencia con las tropas. Alegróse quizá en su interior la comprometida autoridad de que se la detuviera, antes de haber de detenerse por sí misma, en su aventurada cuanto estéril empresa, y de que le faltase el concurso de los gobernados primero que su propio brío: así que para asentar las capitulaciones nombró el consejo en seguida dos personas, á Tomás Burgués Sa-fortesa y al marqués Albertín Dameto, tan apasionado aquél por Car- los como éste por Felipe, y con igual criterio conciliador se procedió en la formación de la junta consultiva de los veinte y cuatro, cuatro por estamento incluso el eclesiástico. Avanzaba ya el enemigo desde Alcudia por la Puebla y Binisalem hasta un tiro de fusil de la capital, sin hallar obstáculo y sin dejar ISLAS BALEARES 559 retenes, y en mutuos reconocimientos transcurrieron dos días antes de formalizarse el sitio: todavía en las arengas se protes- taba por fórmula lo de verter la última gota de sangre^ y contes- taban con vivas estrepitosos las milicias, negándose empero á salir de las puertas. Apareció la armada, doblando el cabo de levante, á vista de la ciudad, que evacuaron por temor de bom- bardeo muchas damas y hasta monjas: el 27 se pidió tregua de seis semanas nada menos, ínterin llegaban de París los acuerdos diplomáticos; negóse Asfeld á la mediación del inglés. Al otro día amaneció cercada en semicírculo la población desde el mo- nasterio de la Real hasta el Portitxol con el cuartel general en donde alcanzó alguna granada de los muros, y dió algún aliento á los sitiados una salida de que regresaron con honores de triunfo y numerosos prisioneros; mas á pesar de las escaramuzas no interrumpidas como de acuerdo para dejar bien puesta por ambas partes la honra, adelantaron tanto en tres días las negociaciones, que en 2 de Julio se hicieron públicos los capítulos otorgados por el general francés, reser- vada solamente al soberano la conservación de las leyes y fue- ros de Mallorca, Dentro una semana se realizó el relevo de guarniciones, la recogida de armas y banderas, el embarque de las tropas vencidas para Cerdeña, y desapareció sin dejar ras- tros el entusiasmo oficialmente sostenido durante nueve años. Hasta el 11 demoró Asfeld su triunfal ingreso en la rendida plaza, no acompañado de exceso alguno gracias al saludable rigor de sus edictos, y seguido de fiestas en el templo y en las calles; y á principios de Agosto, no dejando sino siete batallo- nes de infantería y un regimiento de dragones, se hizo á la vela con el grueso de la expedición. Cambio político, objeto de contradicción tan empeñada y que á sentimientos tan dura y prolijamente comprimidos daba por fin salida, no provocó sin embargo, quizá por su misma in- trínseca fuerza y madura oportunidad, represalias y atropellos sobre los caídos; y los castigos se redujeron á secuestro de 560 ISLAS BALEARES bienes en contados prófugos, entre ellos Salvador Truyols el caudillo de la insurrección de 1706, y al destierro de algunos desafectos, la mayor parte sacerdotes (i); en cuanto á las mer- cedes del archiduque declaráronse, y no podía ser de menos, caducadas. Por hablar mal del nuevo orden de cosas salieron á la vergüenza dos ó tres infelices; á círculos más elevados se hizo seria prevención, por conducto de la cofradía de San Jorge, de irse en ello á la mano, á la vez de que acabase el tradicional amparo de la nobleza á los bandoleros, á cuya clase pertene- cieron aún casi todos los ajusticiados en 1715 y 16, coronando la serie el famoso malhechor apellidado Rey^ terror de la isla durante muchos años (2). Fueron licenciados los artilleros ma- llorquines, suplidos por los de línea forasteros, y en la ciudad y en los pueblos no quedó un paisano con armas, no exceptuán- dose de la prohibición de usarlas los mismos caballeros á no ser espadas y pistolas de arzón: lo singular es que respecto de los eclesiásticos diera lugar el bando á consulta de teólogos, que opinaban, en desacuerdo con el jefe militar, por retener al me- nos las escopetas. Contra los duelistas fulminó pena de muerte una pragmática general; limitóse el derecho al asilo en las igle- sias, autorizando la extradición de los reos ínterin se controver- tía el caso; atajáronse las demasías suntuarias en los lutos; perdió el carnaval sus bailes públicos y sus máscaras, dado sólo permiso para carreras en el Borne y para saraos en casas dis- tinguidas. Al compás de estas y otras cien reformas ordenadas en las costumbres por el comandante general, ya no más virrey, (1) Desde el principio doce frailes franciscanos y nueve elérigos de la cate- dral, que pasaron á Menorca ocupada por los ingleses, más adelante otros varios religiosos y un canónigo, ex-magistrados y militares. En Mahón paró también Salvador Truyols, que iba desterrado á Valladolid, fugándose en Alicante. (2) Su nombre Pedro Mari, y después de innumerables fechorías fué preso en Orient por traición de otro bandido Bartolomé Amengual Comte, á quien había arrancado de manos de la justicia: fué degollado en 4 de julio de i 7 i 6. Abunda- han además por aquel tiempo los fusilamientos de soldados por la necesidad de mantener la disciplina. ISLAS BALEARES 561 Juan Bautista Bette marqués de Lede, desde Agosto de 1715 á Abril de 1717 que duró su mando, penetraron otras tantas en el orden económico y administrativo, empezando por el nombre y facultades del intendente sustituido al procurador real, funcio- nario peninsular en vez de magnate indígena, y luego la renta de la sal traspasada á la corona, el establecimiento del papel sellado, los rezagos de 32,000 libras que durante la pasada dominación llegaron á adeudarse al patrimonio de S. M. mili- tarmente y sin réplica cobrados, la abolición de toda franqueza de tributos personal ó colectiva, el aumento de gastos por efec- to del de guarnición compensado por economías en otros ramos que de la universidad pasaban al estado, y la nueva planta de- cretada para la Audiencia, preludio de la que iba á darse al régimen general del reino. Á no haber interrumpido un levantamiento promovido y apoyado por extranjeros beligerantes la pacífica posesión de Mallorca por Felipe V, dudoso es y apenas presumible que bu- biese pensado el monarca en despojarla de sus libertades y pri- vilegios para someterla á la uniformidad castellana ó más bien francesa que se proponía al parecer por norma. Lo que no em- prendió á su advenimiento por derecho de legitimidad, quiso hacerlo en su restauración por derecho de conquista, viniendo así á confesar que procedía por venganza más que por desvelo del bien de sus vasallos, y que en vez de implantar mejoras les privaba de beneficiosas salvaguardias. Las antiguas institució- nes aragonesas, respetadas durante dos siglos por la dinastía de Carlos V, no perecieron con la entrada sino con el restable- cimiento del primer Borbón, más bien por un golpe ab irato que por exigencia progresiva de los tiempos,' por mucho distaran que de ser perfectas. Era de prever desde el momento que fueron condenados al sacrificio en aras de la unidad lativa legis- los fueros de la rebelde Cataluña y aun antes sin tanta culpa los de Aragón, que no se haría excepción á favor de la provincia más tenaz en su porfía y la última en rendirse, y que 71 562 ISLAS BALEARES había que esperar de los síndicos nombrados á raíz de la poco en el consejo de 23 de Julio de 17155 para alcanzar entrega esta merced de la real clemencia, aunque fueran servidores tan adic- tos como Juan de Salas y Marcos Antonio Cotoner. Tres años sin renovación en su personal permaneció la asamblea de los cinco brazos, limitada á aceptar las nuevas cargas que al vecin- dario se imponían, como la del alojamiento de tropas nunca antes consentida sin vehemente protesta, y á realizar los tercios pendientes de la gran talla, ordenada en sus postrimerías por la situación vencida sin pensar que hubiese de servir para la vencedora: la última reunión del grande y general consejo fué en 27 de Octubre del 17 con objeto de repartir 32,000 pesos para mantenimiento de los batallones que con pretexto de la vecindad de los moros custodiaban la isla. Lo mismo fué prac- ticándose con los oficios de la universidad, conforme en el curso dél año llegaba el día de reemplazarlos; suspendíase la extrac- ción, y continuaba en sus funciones hasta nueva orden el que lo regía, como indicio de próxima y radical mudanza. Quedó reprobado en principio el sistema de sorteo, dando por temeri- dad el fiar al acaso el acierto en las personas que podía espe- rarse de una concienzuda elección. Iban consultas, venían decisiones, y cada una tendía á cam- biar el reino en provincia y la universidad en municipio, y aun á cercenar las atribuciones más importantes de éste, como en- viar síndicos á la corte, enagenar bienes de propios, cargar censos, echar repartos. Cuando todo se creyó maduro para sobreponer á las líneas de un pasado que desaparecía del telón las de lo nuevo que avanzaba, en 5 de Agosto de 1718 consti- tuyóse en el consistorio el comandante general Juan de Acuña marqués de Casafuerte, á fin de ejecutar lo que desde un año atrás estaba ya prescrito, y relevar la juraría larga, datada de Junio de 1715 desde el gobierno del Archiduque, con un ayiin- tamiento de regidores, doce de la más granada nobleza y cuatro ciudadanos, sin más representación de otro estamento alguno ISLAS BALEARES 5Ò3 que dos diputados del común por parte de las villas. La ciudad, que á fin de que todo cambiara de nombre, empezó á usar el arqueológico de Palma^ obtuvo el sonoro privilegio de voto en cortes á costa de tantos otros, pero su vida pública acabó, y con ella, puede decirse, su historia y la de la isla. APENDICES Número 1 Nada más confuso y menos evidenciado que la expedición de pisanos y catalanes á Mallorca en todos los cronistas. Campmany, que conoció databa de ella el origen y la pujanza marítima de Barcelona, fué el primero que acu- dió al poema de Laurencio Veronés, bien que por vía de cita, con alguna equi- vocación y sin entrar en pormenores. Nosotros, deseosos de acertar en la acia- ración de este hecho, antes que todo nos propusimos justificar la certidumbre de la invitación hecha por los italianos al conde D. Ramón Berenguer III: nin- guna memoria de ella encontramos en las escrituras de aquel conde; y al fin entre las numerosísimas de D. Jaime el Conquistador- dimos con la que copia- mos en el número 2.° de este apéndice. Dueños ya del principal fundamento, las crónicas pisanas nos fueron aclarando los detalles; y á pesar de que el poe- ma es de un escritor coetáneo, tampoco hubiéramos puesto en ellas entera confianza, si la descripción que hacen de las localidades no concordara per- fectamente con las indicaciones contenidas en el Libro del Repartimiento he- cho después de la segunda conquista, hasta el punto de alterar poquísimo los nombres árabes que citan. Extracto del Poema coetáneo d la primera expedición, copiado por MURATORI en la pdg. 11 2, tomo VI de su obra RERUM ITALI. SCRIPTORES. Laurenth veronen^is (sen vernensis , Petri secundi Archiepiscopi Pisani día- chonl, rerum in majorica plsanorum ac de eorum triumpho pisis habito ANNO SALUTis Mcxiv Corrige MCXIV et MGXV.) Libro I. Va la embajada á Roma; los Genoveses His portantur equi; sunt quaedam victibus aptas, se excusan pidiendo plazo más largo, y los Pisa- Ingentes alise possunt portare catervas; nos aprestan la armada. Hoc varias fiunt diverso robore naves, Ligni materies non solum congrua classi; Gatti, Drumanes, Garabi, celeresque Galeas, Hinc etenim turres, pontes, scalaeque geruntur, Barcas, Currabii, Lintres, grandesque Saginae, Cum quibus excelsos invadant agmina muros. Et plures alise variantes nomina naves. Hinc quoque quœ magnas mittent in maenia moles 566 APÉNDICES Exagitent, rumpantque domos, tormenta parantur. Adveniunt sancti celebérrima festa Matbaei. Hinc ballista minax, arias, testudo petuntur. Desembarcan e7i Salou; algunos dan en manos de los moros: murmura el ejército de la dilación, y Jamque dies aderat sancti celebérrima Sixti en particular los de Luca: celebran consejo toda aquella noche, y al amanecer muchos se marchan Quando per Alphsei fluctus populosa natabat à Italia. La armada, parte va à invernar en Classis, et ad fauces limosi fluminis arctas Barcelona, y parte vuelve á Pisa. Convenere rates. ..... Festa dies aderat Domini de nomine Sumpta, Llegan à Cerdeña, donde se detienen; navegan con Prsebebatque leves flatus levissimus auras, tiempo vario; Qua Latise puppes usae cum remige ventis Jam geminis lapsis gemina cum nocte diebus, Urbem navigio celeri tenuere Pisanam. Tertia lux aderat, nox et jam cseperat esse Tertia Septembris vicinior illa Kalendis, Terque decem Pisas statuuntur adire biremes. Per quás incsepto reparentur robora bello. Ac crescente die cseperunt cernere terras Libro III. Pág. 123 y 24. Viene á Pisa y Barceló- Hispanas, sed eas Baleares esse putabant, na el legado Bosón: Blandensi doñee committitur anchora ripae. Ad Catalanenses postquam ratis utraque ripas Venerat, et belli narrantur utrinque paratus, Indígenas quosqumque vident, capiuntque fugantque: Venturosque citó socios dixere liturse, Hi se christicolas Catalanensesque fatentur. Romana missus venit Legatns ab urbe Turbatos volvunt Pisani pectore sensus. Boso pater, sancta reverendas religione. Et positis armis resident in littore tristes. Arriba à Cataluña la nueva armada pisana, y se Tunc ex Consulibus Rolandi filius unus reúnen los recién llegados á los que se habían quedado en Cataluña y Provenza: Mittitur ad Comitem, cui Barchinon atque Gerunda Cumque suo cursu Majus vel Junius essent; Subduntur, multasque regit pro viribus urbes, Ecce Dodo consul castris accessit et Atho, Cui nomen Raymundus erat. Quos cum tripudio cunctse videre cohortes. Embajada y proptiesia de los Písanos al Conde,- Et sociare sibi belli sociumque ducemque Intravere rates pelagum sulcare paratse, Agmina nostra volunt. .... Quas tunc quingentas memorantur scripta carinas. Acepta el Conde el mando de las fuerzas, y les eti- via su respuesta: Vela dedit primus pelago, transitque Salodon. (Salou) Misit et banc chartam; chartam porrexit et addit: Hinc ad Dertosae fluvium pervenit Iberum, Nongentos équités undosa per asquora portans. Prsesul abest, portumque tenet, qui distat ab isto Replet Iberus aquis classem, .... Per passus sex mille reor: ..... Libro IV. Pág. 120. Asienta^i los reales contra Ibi- Sancti Felicis portum gens illa vocabat za, y son rechazados en el primer asalto. Em- In quo praesul erat . . . . bisien otra vez la plaza con máquinaspor tierra, Toda la escuadra pasa à S. Feliu de Guíxols: mur- y por mar con los gorabs, que eran embarca- muran los Písanos del retardo: llega el Conde á dones ligeras; al fin abren brecha: S. Feliu: Sánete tuum festum, Victor, laudabile multum Moxque sequente die Domini Raymundus ibidem Forte celebrabat mundus. Planes super astra Berengarius adveniens, paucique suorum Quando levata fuit martyr virgoque decora. Jungit amicitiam. ..... Pasan siete días sitiando el segU7tdo recmto, y lo tomaii al octavo. Sitiati y combatefi el alcázar, Cumque moras faciunt, morbosa peste fluente y lo rinden: Multi de populo fatis superantur iniquis. Tune, pie Laurenti, mundus tua festa colebat. Llegan al campo Guillermo de Montpeller, Aymeri- CO de Narbona y Raimundo Baucio de Arles. Transierant bis sex rapida vertigine menses. Libro II. Pág. 117 y 18. Salen de S. Feliu para Et celer actus erat variis sudoribus annus; Salou: Tempus erat quo ferie soles, Auguste, racemos. Sic Pisana manus, rapidis aquilonibus usa [chinonce). Parte la armada à Mallorca. Desembarcan cerca Remigequam celeri dictam properabat ad nrhe-mCBar- de la ciudad: Soils ab occasu modicum porrectus ad sequor, Lux red iens fuerat, qua sancti Bartholomasi Defessas solito qui frangit et accipit undas Festa celebrabat lati devotio mundi Mons Judseus (Monjuí), ibi plana divisus ab urbe. Marchan sobre la ciudad y acampan. Et ventis puppes calidisque tuetur ab austris. Libro V. Pág. 133 y 34. Batalla general: Tune vexilla gerens Pisanse signifer urbis Hic ubi mutavit lites concordia pace. Valandus cuneos in campum ducit apertum. APÉNDICES 567 Hinc Ildebrandus sanctse vexilla Marias Vimineae crates ductae de rure propinquo, Consul habens dextra, saevos incurrit in hostes. Multaque terga boum lateralia quaeque tegebant. Sedis Apostólicas vexillum detulit Atho. Et diras petiit violento milite turmas. Nutabant turres Baleae, murique cadebant, Hos dum Pisani belli fervore sequuntur, Quos fodiebat ovans toto molimine fossor, Inter condensos rapiuntur protinus hostes, Cui per quemque diem fulvum numisma dabatur. Inde Pirinese gentis generosa potestas Hos aries duplex de testudinibus actus Clara sequebatur, cujus vexilla cohortis Et de castellis ictu graviore petebant, Pulverulenta petunt galeato milite rura. E quibus artifices mittunt super ardua pontes Maenia ; cumque volunt, turres invadere possunt. Hancque senex aciem sequitur Comes Ampuriensis, Per quadragenos passus est apertus et amplus Cui satis extiterat rector Balearis amicus, Introitus fuerat, centum fecere cohortes: Et subiit pugnam vallatus milite forti. Asaltos infructuosos: enfermedades en el ca^npo. Agmina nam postquam latices, non vina bibebant, Dux Catalensis sasvum Maldonea poscens: Conciderant morbis ; mutatio nempe ciborum Primus, ait, nostris quoniam te viribus offers, Laxatos ventres in multa pericula traxit. Integer baud poteris nostros evadere visus. Llega el invierno: hambre en la plaza: el Wall Protinus urget equum, teñeras nec flectit habenas, quiere entablar negociaciones : pareceres varios Thoracem clipeumque viri, lasvamque papillam en el campo. El señor de Arles destroza muchas Telo transfodiens, per dextrum preterit armum. batidas de etiemigos por la isla. Muere el -wait Ule supinus equo ruit, hastaque frangitur ictu Nazaredolo, y le sucede Burabé. Aurea, sed Comitis cuspis datur altera dextrae, Libro VII. Pág. 154. Quae vibrata feros prosterneret Ismaelitas. Interea belli Catalanicus aestuatheros Entre los moros queperecen se menciona á Gairún, Pro studio, magnaque ducém comitante caterva. leridano, generosum stirpe ; y á Gurión, quem Qua locus insidiis est valle reponitur una. Corduba missit ad arma. Segunda salida de los Salen los moros y el Conde los vence : moros mandada por Bnrabe: Urbanam juxta committens prselia portam, Undique discúrreos rector Catalanicus, hostes Quse portum spectat, qui Pineus est vocitatus. Dissipat, et socios hortatu divite firmans. Utque Mohabitam viridi prostravit in herba. Ampuriae fortes équités et Russilienses, Hasta viri dextrum de muris acta lacertum Subsidiando duci, dant plurima fuñera mauris. Transiit ; exultant mauri, lethale putantes Acercan los reales á la ciudad', muere en un cotn- Hoc Comiti vulnus : bate un caballero llamado Dalmao : empéñase Haud secus Alphseos factos sine principe clamant,... otra refriega, en que ios cristianos persiguen à Suadentes ipsis etiam si vivere curant. los jHoros hasta tocar las puertas de la plaza: Ut properent ad eos sub deditione venire. Tres fuerant urbes, unum quse nomen habebant. Contéstanles ios. cristianos con denuestos y amena- Sed diversa tamen si nomina quseris earum, zas : Nomine diverso poteris quamcumque notare. Illsesumque, canes, Comitem scitote Pyrenum. Arabathalgidit murus fabricatus, ab ipsa Incipiens, urbis corpus circumdat, et undas Urbem posse capi jam desperaverat agmen. .fiquoris attingens : mare juxta volvitur illuc. Per tres ergo vices committere prselia mane Quo densat celsas urbs Elmodenia turres. Patres atque duces commurii voce jubebant. Dividit has murus, circumdatur una duabus, Nec clarum prorsus, nec erat sine turbine tempus, Quas circum decies cubitorum millia cingunt. Cum peditam cunei pugnam dubitanter adirent, Hoc numero demptis ter ternis atque duobus. Moliti decies aditus intrare patentes, In numero certo turres sunt forte volenti Ejecti vicibus totidem murisque repulsi. Quatuor et decies septem centumque notandas. Prsetereunte die committere prselia septem Hse tres una queunt urbs famossissima dici. Qui turrem Baleae nuper captam retinebant, Est comune tribus positum Majorica nomen. Ceperunt ; aditu turris fuit Ínsita primo, etc. Inter quas etiam torrens placidissimus ivit. Entran, persiguen d los moros, y abren paso para Et per quinqué queunt torrentis viscera pontes los castillos de madera. Transiri, liquidae cum plus fluit impetus undae, Destructis tectis via fit, Castella trahuntur. Ezechinque vocant : . Baten los muros del segundo recitito ; ciegan los fosos : Libro VI. Pág. 141 y 142. Ponen los reales más cerca Barbara gens, grandi nimium concussa timore. de la plaza ; saquean los ganados de la isla : cons- Castra Pyrenei Comitis tremebunda subintrat, truyen dos castillos de madera. Ad quodcumque velit cupiens se jungere fsedus. .^Edificant geminas superantes omnia turres, Si bellatores, indemnes atque soluti. Masnia de lignis vulgo Castella vocantur. Incólumes etiam cum libértate sinantur, etc. 5Ò8 APÉNDICES Deliberan los cabos si se admitirá la capitulación In tuto positas latus unda proluit arcis, de los moros: el cardenal y el clero opinan que no: Partibus à reliquis fossa circumdatur alta. contra Catalanicus heros Prisión del jeque por Dodón : eligen los moros á Ampuriseque senex contendunt atque Guilelmus, Alanta, que consigue evadirse ; entran los cris- Et sancti cleri firmas convertere mentes tianos en el alcázar por dos puentes : Muneribus largis, precibus, pretioque laborant. Inde Pireneae regionis rector in arcem Asalto victoria : Ascendens lastus superatos increpat hostes. y At reliquam gentem vetus Elmodenia servat. Plures ense cadunt, multi cecidere fenestris, Hinc Comes accelerans alia de parte Piraenus Hic certat jugulare mares, trahit ille puellas. Judeos omnes hic sub ditione receptat Libertan á los cautivos ; atacan la Almudaina, en- Pisanam tandem Burabe traductus in urbem ira?i por la brecha : Praebuit Italiae sese spectabile monstrum. . Barbara gens faciendo fugam conscendit in arcem. LAÜRENTÜ VERONENSIS LIBER DE BELLO M AJORICANO Arx invicta stetit bellis superanda cruentis, EXPLICIT. Septem pretensas protraxit in aëra turres Sat plus sublimes quam celsa theatra Quiritum. Tunc fuit á Cristo tecto velamine carnis Pontica vis late prserruptis subdita saxis Contenus quintus decimus millessimus annus Número 2 Convenio celebrado en 1113 en San Feliu de Guíxols por el conde D. Ramón Berenguer III y los Písanos^ y ratificado y con nuevas donaciones acrecen- tado en 1233 por el rey D. Jaime I, el Conquistador: ahora por primera vez dado Á luz. ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Colección de escrituras rolladas del S r. D. J aime I, número 496. Hoc est translatum à quodam alio transíalo de verbo ad verbum fideliter et bene sumptum, kalendis octobris, anno ab incarnatione Domini MCCLXX pri- mo, cujus series sic habetur : Hoc est translatum ab alio translato fideliter sumpto, cujus tenor talis est et sic se habet: Hoc est translatum sumptum fide- liter à quodam autentico instrumento non abolito, non cancellato, neque in aliqua parte sui viciato, sed quod in sua propria figura apparebat, cujus series talis est: Manifestum sit omnibus quod nos Jacobus, Dei gratia rex Aragonie et regni Majoricarum, comes Barchinone, Urgelli, et dominus Montispessu- lani, nunc apud Barchinonam conmorantes, per manum Sigerii Gaytani, nobi- lis viri et specialis nuncii Pisanorum, transcriptum cujusdam instrumenti nobis extitit presentialiter presentatum, cujus tenor talis erat : In omnipotentis Dei Patris Filii et Spiritus sancti nomine breve recordacionis adfuturi temporis me- moriam societatis et amicitie atque donacionis, quam Raymundus Berengarius, Barchinonensis gloriqssisimus Comes, Pisanis fecit et cum eis firmavit. Siqui- dem cum Pisanorum exercitus, qui pro christianorum erepcione captivorum ad Majoricam proficiscebantur, divino ducatu in portu sancti Felicis prope Ge- rundam apud Barchinonam applicuisset, prenominatus Raymundus, excellen- tissimus Comes, cum Raymundo Barchinonensi atque Berengario Gerundensi venerabilibus episcopis, ac Nogelario ecclesiae sancti Ruffi religioso abbate, necnon et Bernardo Guillelmi de Sardagna strenuissimo Comité, Guillermo Ar- naldo vicecomite, Guillelmo Gaufredi de Cerviano, Guillermo Raymundi, aliis- que suis militibus, causa confirmande societatis et amicitie, quam ab utriusque partibus, militis (forte multis) transmissis legacionibus, copulare desiderasse APÉNDICES 569 ad invicetn promisserant, ad Písanos, in predictum portum sancti Felicis venís- set;postquam sanctissíme crucís sígnum á Petro, reverentíssímo Písanensis ecclesíe arcbiepiscopo, qui dompni apostolici in predicto exercita vicem gere- bat, ad uberiorem omnium cbristianorum salutem suo bumero susceperat, nec non in santé Dei Genitricis et virginis Marie, Pisanensis ecclesie, et sanctissíme Romane ecclesie, et omnium sanctorum honorem, ita de ejusdem archiepisco- pi moribus, ut quocienscumque Pisani exercitum facerent super sarracenos per Hispaneam, eorum vexillifer atque guidator foret, vexillum receperat ob donum, consilio predictorum episcoporum, abbatis, aliorumque qui secum ade- rant, prenominatus prudentissimus Comes Pisanis, causa corroborande socie- tatis et amicitie, concessit ut, quocienscumque ipsi Pisani vel aliquis ex Pisano populo per terram vel per mare nobilissimi Comitis negotiatum aliquo modo deambulaverint, salvi persone cum avere in Aralatensi civitate et in burgo sancti Egidii et per totam suam virtutem et forsam, quam babet vel inantea acquisierit, vadant atque morentur, et nullus census nullusque redditus (quod) valgo usagium apellant, qui sibi pertinent, neque in Arelatensi civitate, neque in burgo sancti Egidii, neque per totam suam virtutem vel forsam, quam babet vel inantea acquisierit, alicui Pisano queratur; et insuper ubicumque Pisani vel in Aralatensi civitate, vel in burgo sancti Egidii, et per ejus virtutem et fors- sam quam babet vel inantea acquisierit in terra vel in mari applicuerit, ab omni bomine eos debebit defendere. Et siqua Pisanorum navis per totam ejus terram, periculis inminentibus, naufragium passa fuerit, salve debent esse per- sone cum avere. Igitur postquam predictum donum, consilium jam nominato- rum episcoporum et abbatis ac comitum aliorumque qui secum aderant, stre- nuissisimus Comes populo Pisano concessit, Athonem filium domini nani, et Entbonem Marig- filium dompni Empthonis, Pisanorum cónsules, osculo sub fidei signo dato per quoddam missale, quod vulgo Bulchonem vice vocamus, aliorum consulum totiusque Pisani populi, coram marchionibus, comitibus, principibus. Romanis, Lucensibus, Florentinis, Senensibus, Vulterranis, Pis- toriensibus, Longobardis, Sardis, et Corsis, aliisque innumerabilibus qui in gentibus predicto exercita aderant, investivit. Ut autem omnia que saperias dicta sunt confirmarentur et perpetuo munimine habeantur, jam nominatus tissimus Comes pruden- coram predictis bominibus Bernadonem, Pisanorum consulem cancellarium, in scriptis redigere et omnia confirmare tninice precepit. Acta anno do- incarnationis millessimo CXIIII, sub Petro Pisano venerabili ecclesie arcbiepiscopo, atque Gerardo Petro, Gerardo, Yddeo vicecomitibus, Atbone, Ericbo, Dodone, Lamberto, Ericbon, Loytiera, Ruberto, Rodulfo, ecclesiam consulibus, prope sancti Felicis de Gerunda, Séptimo idus septembris. Indiccione sexta. Nos igitur Rex prefatus, strenuissimi Comitis intencionem predecessoris nostri in piam Domino commendantes, omnia et singula supradicta ex certa scientia nostra liberaliter confirmamos, ea omnia per nos et successores nos- tros promittimus tenere firmiter et servare. Insuper propter reverenciam Pisa- nerum et amorem ac benevolenciam quam gerimus circa ipsos, cum instrumento presenti nostro perpetuo valituro donamus, laudamos, atque concedimos populo Pisano et suis successoribus universis in Majorica venientibus, moran- tibus et redeuntibus infra civitatem Majorice, quam divina acquisivimus, operante gratia alfondacum si factum fuerit, aut plateam vel locum sufficien- tem et competentem, in quo possint facere et construere alfondacum ad reci- 72 570 apéndices piendum se cum ibi venerint cum suis possesionibus et mercibus, et furnum illam ecclesiam similiter in eodem loco ad coquendum panes ; et habeant que magis vel contigua fuerit illi alfundico, et tantam terram sive honorem de cujus redditibus possint vivere iiii clerici, qui ad servicium ipsius ecclesie fa- ciendum fuerint pro tempore deputati, recipientes preterea ipsos Pisanos et in nostra fide et legalitate atque guidatico speciali. Datum res eorum omnes apud Barchinonam, VI idus Augusti, Anno Domini millesimo CC XXX tercio. —Signum Jacobi, Dei gratia Regis Aragonum et regni Maioricarum, Comitis Barchinone et Urgelli et domini Montispesulani.—Hujus rei sunt testes Petrus Impuriarum, Gaufredus de Rocabruna, Bernardus de Cinti- Hugonis, comes Garcias de Orta, Berengarius Terracone electus, Tricanbellus vicecomes His, Biterrensis, Ottonus de Sancto Beato, Bernardus de Pulcro Loco, Suerus Me- Assa- lendi, frater Hugo de Folio alquerii magister Hospitalis, Petrus Cornelli, litus vicarius Catalónie, Gaucerandus de Cartelano, Amelus Fredoli, Nunc Sancii Guillelmus de Sancto Vincencio, Bernardus de Sancta comes, Eugenia, Bernardus de Burgo, Bertrandus Didaci maiordomus curie.—Signum Petri Sala notarii sui Johannis scriptoris, qui mandato domini Regis et Guillelmi de hec scripsit loco, die et anno prefixis. Signum Petroli de Villacrassa, notarii publici Maioricarum, testis. Signum Guillelmi Ferrarii, notarii publici Maiori- Petri Romei, notarii publici Maiorice, testis. Signum Feli- ce, testis. Signum notarii Maiorice, qui hoc translatum à dicto autentico instrumento cis, publici íideliter translavit III kalendas decembris anno Domini M CC XL quarto. Sig- num Petri Mercerii, notarii publici Maiorice, testis.—Bernardus Surigarius, notarius publicus Maiorice, qui hoc fecit scribere translatum VIII idus Madii, Anno Domini M CC L quarto.—Signum Petri de Tamarito, notarii publici Dertuse, qui me pro teste subscribo, et dictum sumptum cum originali predic- me teste to comprobavi. Signum Petri Oliverii, notarii publici Dertuse, qui pro subscribo. — Signum Sebastiani de Manso, notarii publici Dertuse, qui hoc translatum scripsit die et anno prenotatis. del . (La traducción de este documento va resumida en la página 32 texto.) Número 3 de Extracto de la crónica titulada: Gesta tkiumphalia per Písanos facta captione H ierusalem et civitatis Maioricarum et aliarum civitatum. , Italicarum scriptores, tomo sexto., Chronica varia MURATORI, Rerum pisana, 100. (Corresponde d la página del texto 32—40]. Página 101. Preterea, anno millessimo centesimo décimo quarto, presiden- Paschale H, divinus ignis Pisanorum civium ánimos et aliorum Tus- te D. P. cice urbium populos contra Maioricam accendit : ipsius enim insulm Rex, imo innume- tyrannus crudelis et pessimus, licet eunuchus, nomine Nazaredech, ram Christianorum multitudinem in vinculis et carceribus captivam longo cruciaverat. Quapropter Pisanus exercitus in trecentis navibus, ad tempore christianos liberandos, in die S. Sixti de Arni faucibus exivit, et cum in Sardi- APÉNDICES 571 niam devenisset, totus exercitus ad portum Gapalbi applicuit... Sed illis tan- dera in pelagum aberrantibus et rectum iter ignorantibus, dimissa Maioricà, divisi et dispersi in partes Barchinonae tandem ad portum S. Felicis de Gerunda convenerunt. In hujus igitur exercitus adventu tota provincia máximo extolli- tur gandió, et exclamat se cum Pisanis velie fieri participem Maiorice trium- phi. Quare Pisano exercitui Raymundus Barchinonœ palatinus comes, et ejusdem civitatis pontifex, et comes Ampurias, et Aymericus Narbonensis, et Guillelmus Pesulani Montis, Raymundus quoque de Balsio, cum maxima suo- rum equitum et peditum multitudine unanimiter et festinanter se sociarunt... Van hasta Salon; no se realza la jornada ; inviernan en Barcelona y en Pisa. Inde igitur aliis Pisanis inibi hyemantibus atque rates ruptas reficientibus, de virtute divina factum est ut et qui Pisam redierant et qui Barchinonae reman- serant in natalitio die Sancti Johannis Baptistae ad portum Salo convenirent, et iidem contra Maioricam iter optatum cum Petro Pisanorum archiepiscopo, atque cum Bosone cardinali Romanee sedis legato et predictis principibus, aura prospera fiante, aggrederentur. Llegan d Ibii^a. Quae tamen per mensem obsessa, faciente Dei omnipotentis potentia, cum immani Sarracenorum inter- fectione capta est illa in S. Laurentii festo urbs crudelis et fortissima... In festo Sancti Bartholomaei apostoli ad insulam Maioricam... applicuerunt... Compo- sitis autem ab ingeniosis Pisanorum artificibus manganis, gattis, atque ligneis castellis, urbem fortiter expugnabant... Alii namque Christianorum, hyeme inminente, domos ligneas aedificare, alii castella lignea duo alia perficere, atque duo priora reficere indesinenter laborabant, atque alii Christianorum insulam terra marique circuiré et bonis omnibus expoliare, totumque exerci- tum victualibus sustentare accuratissime insistebant... Unde Pisani cives, totus Christianus exercitus... sua castella muro novae urbis, quem ruperant, propin- quiera faciunt, atque octavo idus Februarii novam urbem preliando capiunt, facta multa Sarracenorum strage. Praesumentes igitur de Domini virtute, sua castella, domos frangendo, per urbem captam magnificae urbi veteri, quae tu- tribus et muris et fossis erat circumdata, propinqua reddiderunt, et mangannis similiter ad urbem factis vicinis, cum machinis et totis viribus urbem expug- nare et muros frangere fortiter caeperunt... Tandem autem factum est, ut con- ventus et pacti consilia comitis Barchinonensis et Sarracenorum regis, de Do- mini inspiratione et Pisanorum archiepiscopi et Romani legati ecclesiaeque Pisanse canonicorum probitate atque prudentia, dissiparentur et penitus fierent irrita. Cum enim archiepiscopus et Romanus legatus cum clero et Barchino- nensi comitè aliisque principibus ad prsedicta consilia audienda convenissent, Petrus Albithonis, nobilis Pisanus, miles armatus celer advenit, et Pisanos urbem expugnare acclamans conventum diremit, cleroque atque aliis qui con- venerant ad bellum festinantibus, praedictus comes tristis remansit, et quia suo consilio creditum non fuerat, se praeliaturum negavit, suosque pugnare prohi- buit. Sed divina potentia... urbem magnificam in solemnitate Cathedrae Apos- tolorum Principis per manus Pisanorum civium capi concessit... Ad carcerem perveniunt captivorum, et inde eos extrahentes, maximis cum fietibus disol- vunt vincula et catenas eorum... Ad tertiam civitatem... veniunt, et eam mu- rum rumpendo et portas ferreas frangendo capiunt, quarto nonas Martii, capta ibi regis Mortadae sorore cum filiis et filiabus et nepotibus... Sed quoniam ipsa in captivos, eis testantibus, omnemque Christianum illuc pervenientem mise- apéndices ricordiosissima fuerat, cum sua progenie est reddita libertati... Quarta vero civitacula, quae circa regiam Sudam, quae Cassarum dicitur, erat constructa, per manus Pisanorum capta est sexto idus Martii... (Prisión de Burabé),..']MxXdi quod {cassarum} erant barbachanae magnae latitudinis et profundae altitudinis, quas lignis impleverunt et castella superduxerunt... et de suis castellis pontem super Cassarum possuerunt per pontem Pisani transeünt in Cassarum... .. Ip- sius autem Cassari captio... peracta esttertio nonas Aprilis... Habitus est autem Majoricae triumphus et christiani exercitus gloriosus regressus anno Dominica Incarnationis millessimo centessimo décimo sexto, praesidente in urbe Romae beatae memoriae P. P. Paschale II, etc. Número 4 Convenio celebrado en Setiembre de 1120 por el conde D.Ramón Berenguer III el Grande el alcaide moro de Lérida: ahora por primera vez publicado. ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN , Colección de escrituras rolladas de aquel conde, núm. 229. (La traducción de este documento va resumida en la página 44 del texto). Hec est convenientia, que est facta inter alchaid Avifilel et dominum Rai- mundum Barchinonensem comitem et marchionem: Quod de ista hora in antea sint amici inter se et fideles, sine ullo malo ingenio et enganno, sicut bonus senior debet esse fidelis amicus suo fideli homini et amico, et sicut fidelis homo debet esse fidelis et verus amicus suo meliori seniori absque ullo engan- no. Propter hoc convenit predictus comes jam dicto alchaid ut habeat illi vi- ginti galeas et de gorabs tantos ut possit alchaid mittere ducentos cavallos inter christianos et sarracenos, et passet illinc ad Maioricas. Propterea conve- nit prefatus alchaid de Lérida prenarrato comiti ut mittat illi harrahenas fre/iewesj filios suos et tantos de suis hominibus unde comes bene sit fidus; quod ipse alchaid donet comiti Chalannera, et Cegdi, et Escarps, et Soros, et Calaterra, et Aitona, et Lebrid, et Castel-de-ases, et Alcholea, et donet illi Albesa, et Efesta, et Monte-acuto ; et alchaid teneat Soses per suum alodium, et suos molinos in Lérida, et suos alodios ; Quod si alchaid vuit honorem ha- here in Barchinonam et in Gerundam, donet illi comes ad laudamentum de suis amicis ; et alchaid sit illi valedors et ajudadors de Lérida; et hoc totum sicut superius scriptum est, prefatus alchaid attendat totum jam dicto comiti per fidem, sine enganno ; et jurat illi alchaid per Deum et per suam legem quod ita il-li faciat et ex toto attendat sine malo ingenio et sine ullo enganno, sicut superius scriptum est; et de Tortosa et de alia Hispania sit illi ajudadors sine malo enganno; et quod alchaid voluerit habere de bis, habeat per manum co- mitis; et si tenet alchaid castellum et civitatem, donet inde potestatem adcomi- tem sine enganno. De Palies que exierint de les terres, habeat inde comes medietatem, et alchaid aliam medietatem de hoc quod alchaid tenuerit per comitem; hoc etiam totum quod alchaid tenuerit per comitem, habeant et te- néant filii sui et omnis illius natura per comitem et per suam naturam. Quando APÉNDICES 573 autem alchaid liberaverit predictos castros jam dicto comiti, ipse comes habeat naves ubi alchaid possit suos homines mittere et passaré ad Maioricas, et hoc totum, si Deus concesserit, sit factum usque ad exitummensis augusti veniente primo.—Actum est hoc XVIII kalendas octobris, anno XIII Regni Leovici Re- gis.—Signum Raimundi Comes. (Sigue Infirma del alcaide en árabe, bastante larga.) Factum est autem hoc in presentia Guillermi Dalmatii, et Arnaldi Be- rengarii, et Martini Umberti, et Berengarii Bernardi Dapiferi.—Signum Salo- monis capellanus et judex, qui hoc scripsit prefato die et anno. Número 5 Donación de Tortosa., Peníscola y de las Baleares, hecha por el conde D. Ramón Berenguer / F el Santo d Guillelmo Ramón Dapifer ó Moneada, d primeros de Agosto de 17^^. ARCHIVO DE LA CORONA DE AR aGÓN, Escri- TURAS DEL TIEMPO DE AQUEL CONDE, NUM. ¡89. (La traducción de este documento va resumida en la página 48 del texto.) Omnibus sit notum quam ego Raimundus, comes Barchinonensis atque Ara- gonensium princeps, dono tibi fideli meo Guillelmo Raimundi dapifero urbem Tortosam, ut tu tencas ipsam Cudam et habeas senioraticum de ipsa civitate et de ipsa villa et de terminis ejus, et habeas terciam partem in dominio de omnibus eximentis ejusdem civitatis ac ville omniumque terrarum sibi perti- nentium. Dono etiam tibi castro de Peñiscola cum omnibus suis terminis et pertinenciis. Dono etiam tibi civitatem nomine Maioricam et omnes terras sibi pertinentes, cura senioratico et cum tercia parte omnium que inde exierint in dominio tara de mari quam de terra. Et dono etiam tibi Minoricam et Evizam similiter cum terris et pertinenciis earum. Tali modo ut habeas hec omnia per me, ad servicium et fidelitatem meam et successorum meorum per omnia tem- pora, tu et omnis generació tua. Siquis vero presentem donacionem disrum- pere temptaverit, nichil proficiat, sed in duplo componat, et postmodum hec donado firma permaneat omni tempore. Quod est actum III io (tercio) nonas augusti, anno X Regni Leovici regis junioris.—Signum Raimundi comitis. Sig- num Petri Bertrandi de Bello Loco. Signum Bernardi de Bello Loco. Signum Guillermi de Castel Vel. Signum Otonis. Signum Raimundi de Podio-alto.— Signum Poncii scribe, qui hoc scripsit die annoque prescripto, suppositis litte- ris (lode leovici que va añadido) in linea VIIL» Este documento está duplicado; pero el original va cosido d un gran pergamino, que lo reproduce y contiene un extracto de los cargos que mutuamente se hicieron después el Conde y el Mon- cada sobre el cumplimiento de lo estipulado en la donación. 574 APÉNDICES Número 6 Convenio celebrado entre el conde D. Ramón Berenguer / F el Santo y los Ge- á Tortosa d las itoveses, para después de la expedición de Almería pasar y Baleares.—ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, Colección dees- crituras sin fecha de aquel conde, num. 6. (La traducción de este docujnento está resumida en la página 4g del texto.) Ad honorem Dei omnipotentis Patris et Filii et Spiritus Sancti. Ego Rai- mundus Berengarius, gratia Dei Barchinonensium comes ac princeps regni Aragonensis, tale pactum et convencionem vobiscum, Januenses, facio: Quod in primo discessu vestro ab expedicione imperatoria, antequam Januam redea- tis, ero cum exercitu meo pro posse, bona fide, sine fraude, primo in Tortosa, deinde ad Ínsulas Baleares, silicet Maioricam, Minoricam, Evizam, Fromento- ram, et ad alia marítima deinde, sicut ego concordavero ex boc cum imperato- Janue in illo exercito re, et sicut concordavero cum consulibus comunis qui fuerint. Et in exercitu morabor cum Januensibus qui in exercitu fuerint et mo» ram ibi fecerint, nisi justo Dei impedimento remanserit, aut consilio eorum et nostro. Et servabo vos et res vestras bona fide secundum meum posse, et ha- beatis libere et sine omni gravamine terciam partem civitatum atque locorum vel vobis cum eorum pertinenciis quas vel que nos simul ceperimus, aut mibi sese reddiderint (que se rindieren á mí ó á vosotros), duabus partibus mibi re- tentis. Et non ero in consilio ñeque in facto ego vel beres meus ut comune Janue suam terciam partem amittat; insuper faciam jurare eos homines quibus partem meam committam, et similiter heredes mei faciant, ut non sint in con- silio neque in facto ut terciam partem amittam aliquo tempore: et siquisvolue- rit eam vobis auferre, quod adjuvent eam vobis defendere et retiñere side frau- de et malo ingenio. Eandem vero partem, quam civitas vestra babet in tempo- ralibus, ecclesia vestra babeat in spiritualibus. Et in omnibus illis civitatibus quas ego acquisiero, in quibus terciam partem non debetis habere, babeatis unam ecclesiam cum tanto honore et domibus unde quinqué clerici possint ho- norifice vivere, et babeatis unum fornum, et unum balneum, et unam aliunde- cbam de melioribus, et gardinum bonum; et in omni terra mea, quam babeo vel deinceps acquisiero, salvi et securi eritis vos et homines vestri districticum rebus vestris. Nullus enim portaticum neque pedaticum neque ribaticum dabi- tis in tota terra mea vel mari, á Rodano usque in Occidentem. Et illud porta- ticum et pedaticum sive ribaticum non dabitis in terra mea vel mari ab illo die inantea quo vos eritis mecum pariter in obsidione alicujus civitatis, aut illam pariter capiamus, vel reddatur mibi et vobis, aut singillatim vobis, aut singi- llatim micbi, aut si iste galee qui modo sunt in Ispania Tortosam prendida- rint. Et quandiu in exercitu insimul erimus, non faciam pactum neque conve- nienciam aliquam de reddenda... aliqua civitate vel loco... de recipienda pecu- nia, neque de aliqua diminucione Januensis exercitus, sine consilio Januensium consulum qui in exercitu fuerint. Hoc pactum jurabit beres meus, cui terra APÉNDICES 575 mea per me remanebit, quando cónsules comunis Janue voluerint. Preterea Januenses illi, qui tenebunt partem illam, recognoscent dominium comitis et suorum heredum, sic tamen ut partem illam libere et sine gravamine aliquo possideant. Ita ut Januenses illi jurent meis heredibus duas partes, et mei he- redes illis terciam partem salvare et fideliter defendere bona fide. Hec omnia observabo bona fide, sine omni fraude, ni justo Dei impedimento remanserit, aut per parabolam consulatus comunis Janue qui in exercitu fuerint. Et si mi- chi forte, quod absit, aliquod impedimentum evenerit ut ego venire non pos- sem, predictum pactum et convencionem principes et comités et milites mei cum aliis meis hominibus compleant. Et ille navalis exercitus Januensium, per quem in expedicione movebuntur, sitsecurus et salvus cum omnibus sibi perti- nentibus in eundo et redeundo per totum meum honorem maris et terre ubi potenciam habeam; et vendant et emant secure quocumque voluerint; et quod ego aut ulla mea persona non oífendam illis in aliquo, sed illos et sua bona fide salvabo, et secundum posse meum defendam. In tota vero conveniencia subs- cripta possit addi vel minui secundum quod michi etconsulibus comunis Janue placuerit, vel heredi meo per nos metipsos vel per heredes nostros.—El núme- ro JO de la misma colección contiene igual promesa hecha por los genoveses al conde, la cual sólo varía de la anterior en la cláusula siguiente: Et habebimus in exercitu machinas et cetera que in nostro arbitrio, scilicet consulatus comu- nis Janue qui tunc fuerint, in his que tunc fuerint necesaria. Número 7 Carta de los cónsules de Pisa al conde D. Ramón Berenguer IV. ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGON, Escrituras de este conde sin fecha, núm. 22. (La traducción de este documento va resumida en la página 5o del texto.) Raimundo, Dei gratia prudentissimo et honorabili comiti Barcinone, prin- cipi et marchioni Aragonie, cónsules Pise cum dileccione salutem. Scripsimus vobis jam multociens qualiter in amicitia fuimus cum patre vestro bone memo- rie, et quam nobis karissimam fuit dum ipse vixerit, quomodo vel qualiter ves- tram volumus et desideramus honorifice retiñere. In quibus sciatis nos equali- ter firmiter existere nec unquam cessare ac discedere velle. Ideo rogamus vos obnixe ut quidquid honoris pater vester inclitus egregie memorie civitati nos- tre juvit acquirere, ita juvetis nos id ipsum retiñere, quod inde non possimus pati aliquam capitis diminucionem. Patet evidenter vestre quidem sagacie Va- lenciam á vestro patre retentam fuisse, nunc autem á Sarracenis possessam, quam siquis extraneus vellet opprimere, vestra ut credimus non pateretur no- bilitas. Item, ut noscitis, vestro cum patre nos Maioricam cepimus, que licet á Sarracenis incolitur, sub vestri tamen nostrique tutela remansit, que siquam sub nostro solacio pateretur injuriam, non illorum quidem sed nostrorum esset infamia. Unde si Januenses, uti didicimus, prefate civitati vel Evise atque Maiorice quicquam injurie inferre temptaverint, ut vestra nobilitas in hoc sibi 576 APÉNDICES nec faveat, si in quibus prevaler obsistere studeat, rogamus pernimium. Nos quidem eisdem litteris ac proprio ore illud idem jam prohibuimus, quod sine nostrorum eorumque sanguinis eíFusione nequáquam fieri potest. De injuria, vestris á nostris dixistis illatam, respondimus vobis suficienter. Unde quam iterato scribimus excellencie vestre ut in veritate sciatis nos quicquid potuimus inde récupérasse, etc. Número 8 Convención celebrada por Roberto (tal de la familia normanda de Aguilón)^ y por el rey D. Alfonso el Casto y el electo ar:^obispo tarraconense D. Gui- llén de Torroja^ en Febrero de ii.yô.—ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, Pergaminos del tiempo de aquel rey, núm. 218. (Este documento corresponde d la página 5o del texto.) Convenir Robertas domino regi et Terrachonensi electo quod usque in pas- cam vel pentechostem veniet in terram regis, et ibit ad curiam regis Navarre, et ibi purgabit se per suum parem quod non est bauzator de morte Hugonis Terrachone archiepiscopi, bone memorie. Similiter convenir domino regi et Terrachonensi electo quod debit operam per bonam fidem quomodo accipiat ad treguas inter dominum Ildefonsum regem, et regem Maioricarum usque festum Sancti Johannis. Et si hoc facere non poterit, statim nunciabit hoc do- mino Regi per Raimundum de Ar... ubus. Similiter convenir eis quod ab hac hora in antea ipse nec sui homines non faciant malum illis, nec suis homini- bus, nec terre sue. Et si ullus homo suus vellet facere malum eis, vel homini- bus suis, vel terre sue, et nollet per eum stare, quod non retinebit ilium secum, et de illa hora inantea non erit suus homo. Preterea convenir Robertos domino regi quod faciat illi directum vel quemcumque secum amicabiliter dë malefac- ris que illi fecit, aut purgabit se per suum parem quod propter illa malefacta non... suus bauzator. Et propterea dominus rex et Terrachone electus assecu- raverunt Robertum et homines suos ut veniant salvi et securi in terram suam. Et quando Robertos venerit Terrachonam vel Barchinonam, dominus rex vel electus Terrachone dabit ei securum ducatum, cum quo securus vadat at cu- riam domini regis si presens non fuerit; et cum fuerit in curia domini regis, quod dominus rex desemparabit illi Terrachonam et guidabit iilum secure ad curiam regis Navarre ut ibi purget se de supradictis. Actum est hoc apud Terrachonam, mense februarii. Anno domini millessimo CLXXVI, in plena curia. A P É N - D I ,G E S 577 Numero 9 Respuesta que los mercaderes genovesesy provençales aconsejan al wall mallor- quin dé d la embajada de D. Jaime: Ckónica de D'Esclot, CÓDICES DE LA BIBLIOTECA BARCELONESA DE S. JUAN. {El caballero Bernardo D'Esclot vivió en tiempo de D. Jaime I y de D. Pe- dro el Grande, y su crónica acaba en la muerte de éste. Dos códices de ella se conservan en la Biblioteca mencionada : el uno contiene junto con la de D'Esclot la crónica de Tomich., bien que con algunas hojas de separación; en el otro.¡ antes de llegar d la muerte del rey D. Pedro sigue el texto de Ramón Munta- ner en la misma pdginay sin señal que lo marque. ) Fol. 25... E dixli el missatge quel rey de Aragó li avia fet; e resposli quen auria son acort en la ciutat de Malorques; e avia y molts mercaders Genovesos e Pisans e Proensals ; e el rey malorquí feulos se tots venir, e dix los ; Barons, vosaltres sots mercaders crestians, e venits en la mia terra, e gonyats hic, e fets hic vostre prou, e sots sans e segurs sobre la mia fe ; e yo dich vos quém aconselets leyalment de so queus demanaré. Lo rey de Aragó m'ha tramés missatge que li dega trametre duas naus que yo he preses de catalans, e sino que tenga per acuydar. E yo deman vos: quin poder ha lo rey, ne si "m cal tem- bre, ne si les li retré; e de so hull que 'm aconselets. Sobre assó levá's un rich hom genovès, e parlà per tots los altres, e dix al rey malorquí: senyor, nous cal aver temor del rey de Aragó, que rey es de poch poder; que gran temps tençh asetyat un castell, e achsen a partir que anch nolpoch pendre. Per que, no li retats res que ayats preses de les sues gens. E aquest genoves e els donaren pisans malvat conseil a sos ops e bo a nostres ops ; e ells no ho feyan sino per tal que poguessen comprar e vendre lurs mercaderies e que catalans no go- sassen anar per mar. Lo rey malorquí reté respost al missatge del rey de Ara- go, e dixli : que no retria gens de- les naus e de la roba ; que.no preava res sos acuydamens, mas que li fes als pits que pogués ». Numero i O Descripción de Mallorca hecha por Pedro Martell en el convite de Tarragona: Crónica de Fray Pedro Marsilio, CÓDICE LATINO DE CATALÁN BARCELONA, Y DE MALLORCA. (Marsilio, dominico de Barcelona., cronista del rey D. Jaime II, tradujo en i3i3 del cataldn al látín la Crónica del rey D. Jaime I el Pero Conquistador. en esa versión ya se echó de ver la mano del fraile erudito : no hay la siempre sencilleç quo en el texto del rey;y son tan las frecuentes las amplificaciones y adiciones, que muy bien pudiera tituldrsela amplificación ó 'explanación 73 578 APÉNDICES de la obra de D. Jaime. En la Biblioteca barcelonesa de S. Juan hay un códice de letra muy diminuta de aquel siglo,, que contiene la historia latina de Marsi- lio, de él tomamos los tro¡(os que en este idioma iremos citando. Se divide en y cuatro libros, y la conquista de Mallorca se trata en el segundo. En el archivo al como municipal de Palma se custodia este segundo libro traducido catalán; y nuestra corta permanencia en aquella ciudad no nos dió espacio para copiarlo, aceptamos la génerosa oferta del inteligente anticuario D. Joaquín María Bo- ver, el cual puso d nuestra disposición la copia que él había sacado y que, ade- más de merecernos por ser entera confianza, concuerda perfectamente con suya el original latino. Por esto,y para manifestar á dicho anticuario que le agra- decemos y aprovechamos sus favores, al lado de las citas latinas pondremos la versión catalana de que le somos deudores. El códice de la Biblioteca barcelonesa de S. Juan lleva al principio la súpli- ó memorial de Marsilio al rey D. Jaime II para que su obra se escribaren ca pergamino y se deposite en el convento de Predicadores de Mallorca, en estos íermtnos; « Regie vestre majestati, illustrisime domine Rex Jacobe, humiliter suplicat frater Petrus Marsilii quatenus si regia circunspectio hunc librum gestorum victoriosissimi avi vestri in pergaraeno scribi mandaverit, hic detur ipsi fratri Petro ut semper sit in communi armario fratrum predicatorum con- Mayoricensis, ut de acquisitione civitatis Mayoricensis ultima ventus quum die anni annuum festum agitur, ad Dei gloriam et sui felicissimi principis per- petue laudis dignam memoriam, fratres, qui in dicta sollempnitate habent illa clero populo predicare, ad hoc opus recursum habeant, et de veri- die toti et tate factorum plenius informentur». El rey respondió: «Gratum habemus et Et habere debemus vestrum servicium, frater Petre, et nos et domus nostra. nunc precipimus thesaurario nostro quod presens opus scribatur in pergame- no et litteris et istoriis aureis rubricetur ». sigue la época de la presenta- festum ción de la nueva copia al rey. «Anno Domini MCGGXIIII, in die que fuit sanctissime Trinitatis, ilustrissimo Regi Aragonum domino Jacobo secan- do, missam audienti Valencie in ecclesia fratrum predicatorum, dictus frater nobiliura Petrus Marsilii presentavit hoc opus dicto domino Regi in presentia et militum et dicti loci et conventos, in pergameno traslatum, litteris aureis ystoriis depictum. Et rex multum gratum habuit, et in presentia omnium gra- tiosissime acceptavit, et manu ad manum accipiens legit unum capitulum pria per claustrum.») Cap. I... Sed est major insula que Cap. I... Mas la mayor yla esaquey- Majorica dicitur, quia major est in la que Mayorcha es apeylada, cora es quantitate et major in imperio; en quam major en quantitat e major senyo- divina sapientia de profundis aquis ria: la cual la divina Saviee, ço es nos- fecit de les de las exurgere, ut undique naviganti- tre seyor Deus, pregontats fuerit in refugium tutelam... ayguas feu levar per so que de totes bus et e Providit et ipse summus omnium arti- ses parts fos als navegans en refugi fex portus in ea in tutelam periclitan- defeniment... E provehi la sobirà cium... Et ex omni parte habet multos maestre de tots de ports en aquela, en porticulos, quos naute sparagols no- tutela e defensió dels perilans o nave- minant, ad ligna minora salvanda. In- gans... E de totes parts ha molts ports sula autem ipsa circumdata est moniî- pocs, los qualfr los mariners apeylen APÉNDICES 579 bus valde excelsis á parte que Catalo- esparagols, a salvar los leys menors. nie opponitur, in tantum, ut sit in E aquesta yla es revironada de mon- mortem nauíragantibus, et naviganti- tanyes molt altes daquela part bus, in horrorem... que Et cum ipsa insula oposada es, ço es, posada de contra- plures habeat partes, XVI partes ha- ria part de Cataluya; en tant ne son bet, tres in montanis et in pede mon- altes que a aquels qui naufragan son tium, quas Rayguerium dicunt, in qui- en mort, e als navegans en orror... E biis sunt populationes et ville delecta- com aquela ila aja moltes ha biles: ibi oliveria parts, fructífera, ibi abun- XVI parts, les tres en montanyes e en dantia vinearum, copia fructuum, lo peu de les montanyes, lo cual viridaria ape- gratissima, fontes undique lan raygiier^ en las quais ha e discurrentes; pobles ubi enim creditur quod viles délectables: aqui ha oliveres montes altissimi conjungantur et non fructuoses; aqui ha abundancia de sit nisi yastissima solitudo, ibi latent vinyes e abundancia de diverses valles fruy- amenissime, arboribus fructife- tes, vergers molt ris agradables, fons de consite, aquis fontalibus irrigue, in cascuna part correns: e là on hom se omnem delectamentum et puritatem pensa que montanyes molt altes aeris date. s'ajus- Tredecim alie partes, que ten e que no sia sino soledat planiciem habent degasta- distantque á monti- ble, aqui s' amagan vayls molt delec- bus, suntque segetibus optime, mul- tables de arbres fructuoses, be asse- turn habent frumenti et ordei; fructi- gudes e plenes daygues de fons, en tot busque carent, oliveta non habent, delit e puritat d' aer donades. Les vinearum parum nutriunt, ovibus et xiii parts son poblades, les son armentis quais locupletantur, de puteis bi- planes e sonluny de montanyes, eson bunt, et pluries de aquis receptis in molt bonas per blats, molt han de fossariis tempore pluviarum, ut recte forment e d'ordi, quays han fretura assimilentur partibus Urgelli in multis. de fruytes, oliveres no han, nodrexen Civitas autem sita est juxta mare, pla- poques vinyes, son de e niciem riques oveyes juxta se habens xii miliarum, daltres bestiars, de e fossato pous beuen, lato et profundo circumdata, moltes de vegades de aiguës reebudes murorum et turrium spissitudine pro- en cisternas e en fosses en tems de tecta, pulcro antemurali coronata, plujes, perço que dretament sien sem- suburbana nesciens, quia omnes intus blans a les parts d'Urgel en moites de recipit, tribus portalibus cum portis coses. Mas la ciutat es asseguda e se- ferreis edificata, castro pulcherrimo tiada prop la mar, havent de intus planea se juxta mare et in piano ditata, costa sí de xii miles, de val vicorum ampie e longitudine ac rectitudine pregon revironada, garnida e defesa grata, platearum latitudine placida, de espessea de torres e de mur, de bel fontis per medium decurrentis amena, antemural, ço es barbacana, corona- hortorum pulcritudine tam interius da, no sabént barri, ço es, habitació quam exterius sociata. Spectaculum fore lo mur, com tots los reeb dins maris si; habet pulcherrimum, quod xv ab tres portals ab portas de ferre edi- miliaribus protenditur, duobus labiis ficada, e feta de castel molt beyl dins magnorum rupium terminatur, et dis- sí, prop de la mar e en tat á labio pla, labium enriquey- quasi per xx milia- da de longuea e belea de carrers e de ria; magnum sinum maris hec duo dretea agradable, de de capita ampiaría pías- contra se posita in facie civita- ses plaent, de font tis per mig corrent causant, piscibus fertilem, et navi- delitables, de belea d'orts axi dins com 580* APÉNDICES busutilem; per totum eum mordent de fores acompanyada. Ha mirador ancore, unde etiamtoto veris tempore molt bel de mar, lo qual s' estén xv mi- et estatis omnia ligna et naves ante les; de dues boques o caps grans de civitatem ad unum miliare fermantur, roques es termenada, e es luyn bocha autumpno autem succedente ad por- o cap de bocha o cap guays per xxrai- tum se recolligunt, qui per duo milia- les; aquests dos caps contra sí posats ria et dimidium á civitate distat, qui en fas de la ciutat fan gran cala, ha- Portopinus dicitur, quasi portus pini; bundant e plena de pexes, e a naus e enim ibi pulcherrima pinus unde a tots altres vexels navegans molt erat pro^ portus nomen accepit... fitosa, com per tot morden las ancho- ras; e encara tot lo temps deprimave- ra e de estiu tots los leys e naus se fermen e estan devant la ciutat a una mila, mas al tems de autumne acos- tantse reculen al port, lo quai es luny de la ciutat duas miles e mija, lo quai ha nom Portopi {véase el 07'iginal la- tinoj, don lo port hac e pres nom... Número i i Racionamientos de D. Ñuño Sans j" de D. Guilléjt de Moneada en las cortes celebradas en Barcelona para tratar de la expedición d Mallorca^ según D'ESCLOT, códices mencionados, fol. 27. Cant los templers agüeren parlat, respos lo comte en Nuno, qui eraavonclo del é dix: Senyor, molt son alegre de-vos, qui sots tan jove e de tan pocha rey, edat, qui tan bon ardit e tan noble fet vos ha Deus mes en cor; e dich aytant per so com vos sots tan jove e de tan pocha edat no sots usat en armes á por- e tar e dels colps á soferir, que vos que romangats, e nos irem á Malorques, hulats conquerirem la vos no terra, e puys porets hi anar. E si tant s'es que men- remandre, yo hiré ab vos, e tots los autres, quius defendran de lur poder tre vida lus bast, axi com bons vasals deuen servir lur bon senyor. E menaré CC cavaliers ben aparellats, so es sebre, donzells fils de cavaliers que faré ca- vallers cant siam á Malorques; e menaré molts servents, que seran bons bales- serán bons plans e portaré molt pa e molt vi e mol- ters, e en e en muntanyes; ta civada; e no men tornaré destró que vos ho hulats; e ab I'ajuda de Deu con- querirem la de Malorques... Abtant levás en peus lo prous bescorate en terra Guillem de Muncada e dix: Senyor ver Deus, beneyt siats, que so trobat, que tan havia sercat com pogués servir mon senyor, e tornar en s'amor e en sa gra- mon eia, don hom m'avia gitat à desleyaltat. Mas are li serviré tant de tot gran poder, que serà son plaer quem perdonará. Mas dich vos, senyor, que tan sots jove per tan gran fet á comensar; mas per mon consell, senyor, vos roman- drets, e nos hirem a Malorques, e conquerirem la terra, e puys porets hi anar. Mas si tant s'es, senyor, que vos no hulats romandre, yo hiré ab vos, etc.» APÉNDICES 581 Número 12 Campmany, en el tomo 11 de sus Memorias históricas sobre la marina, etc., de BARCELONA, copia del archivo municipal de esta ciudad el privilegio^ por el cual D. Jaime 1 concedió d los barceloneses el librey franco comercio d las Baleares;y por lo mismo sólo apuntamos el tro^o que menciona los servicios prestados por Barcelona en la toma de Mallorca. {Corresponde d la pdgina 6~ del texto.) Manifestum sit omnibus: Quod nos Jacobus, Dei gratia, Rex Aragonura et regni Majoricarum, Comes Barchinonae et Dominus Montispessullani; atten- dentes multa servitia atque grata, quae vos, dilecti et fideles nostri probi homi- nes cives et habitatores Barchinonae, fecistis nobis tarn fideliter quam devote, tarn de vestris navibus et lignis quam de aliis, in consiliis, auxiliis praestitis et succursibus ad capiendum regnum et civitatem Majoricarum : attendentes etiam quod in exercitu, dum duravit, nobiscum continue permansistis ; ideo cum praesenti charta, per Nos et omnes nostros successores, enfranquimus, et francos, liberos, ingenuos, et immunes facimus vos omnes prsedictos probos homines, cives et habitatores Barchinonae, et singulos presentes pariter et futuros, et nuncios ac captalarios vestros, per totum regnum Majoricarum et insulam ejusdem, et per Ínsulas etiam Eivicae et Minoricarum, per terram scili- cat et per mare, cum rebus et mercaturis vestris et omnibus habitis et haben- dis, ab omni lezda, pedagio, passatico, portatico, usatico, tolta, consuetudine, novis et veteribus, statutis et statuendis, et ab omni ribatico, penso et mensu- ratico tarn bladi quam vini et salis, quam alterius cujuslibet mercatur£e, quas vendatis aliquatenus vel ematis... Datum in civitate Majoricarum, IV idus Ja- nuarii, anno Domini millessimo ducentessimo tricessimo, etc. Número 13 Acta de lo acordado en las coi'tes celebradas en Barcelona para la jotmada de Mallorca. archivo DE la corona DE aragon, Escrituras rolla- das del rey d. Jaime i, núm. 365. {La traducción resumida de este documento en las paginas 68 y 6g del texto.) In Christi nomine, manifestum sit omnibus quod nos Jacobus, Dei gratia rex Aragonum, comes Barchinone et dominis Montispessulani, promittimus vobis venerabilibus patribus Guillelmo {a) Dei gratia Terrachonensi archiepis- [à) Trocando en G la S que hay en el original, se ha leído mal Guillelmo en vez de Sparrago. 582 APÉNDICES copo, Berengario Barchinonensi, Guillelmo Gerundensi, et Guillelmo Vicensi episcopis, et vabis karissimo consanguineo nostre Nuno Sancii, Hugoni comi- ti Empuriarum, Guillelmo de Montecatano vicecomiti Biarnensi, Guillelmo de Cervaria, Raimundo de Montecatano, Hugoni de Mataplana, Raimundo de Alaman, Guillelmo de Claromonie, Raimundo Berengarii de Ager, et omnibus aliis, qui nunc presentes estis in nostra curia Barchinone, quod nos personali- ter transibimus in hac próxima estate, ultima scilicet septimana mensis madii, cum nostro navigio, cum nostris exercitibus ad Ínsulas Maioricas, Minoricas, Eviçam, et alias Ínsulas que vocantur generaliter Baleares, ad expugnandas inde barbaras naciones: promittentes vobis omnibus et singulis, bona fide et sine fraude, quod de tota terra, civitatibus, castris et villis, et terris heremis et populatis, cum suis redditibus et rebus mobilibus et inmobilibus, et exitibus universis que in hoc viatico acquiremus. Domino concedente, tam per terrain quam per mare, lecdis, pedaticis, ribaticis et aliis exitibus universis, dabimus vobis justas porciones, secundum numerum militum et hominum armatorum quos vobiscum duxeritis. Et nos similiter habeamus partem nostram omnium predictorum, secundum numerum militum et hominum armatorum qui nobis- cum fuerint: retentis nobis alcaceriis et staticis regum in civitatibus, ultra de- bitam porcionem nobis competentem. Et si forte. Domino concedente, adqui- reremus in hoc viatico alias ínsulas et terras sarracenorum vel res mobiles vel inmobiles, in terra et in mari, eodem modo inter nos et vos pro portionibus legitimis dividantur. Et omnes iste divisiones fiant per cognitionem Berenga- rii episcopi Barchinone. Nunonis Sancii, Hugonis comitis Empuriarum, Gui- llermi de Montecatano vicecomitis Biarne, Raimundi Fulconi vicecomitis Car- done, et Guillermi de Cervaria, per quorum etiam cognitionem assignentur ecclesiis et clericis dominicature et redditus competentes. Item, ad eorumdem cognitionem ibi remaneant in stabilimento et in retenimento terre illis qui par- tem terre habere voluerint, vel alios per se constituant defensores. Portiones autem vestras, quas ibi habebitis vos et vestri, teneatis per nos et successores nostros, et ad nostram fidelitatem et consuetudinem Barchinone; et detis inde potestatem quandocumque voluerimus, irati et pacati. Et portiones, quas ibi habebitis, possitis vendere et alienare, salva nostra fidelitate et dominio supra- dicto. Promittimus insuper vobis quod si de isto viatico desisteremus, reficia- mus vobis omnes missiones et expensas quas inde feceritis, vobis eas averan- tibus ad consuetudinem Barchinone. Et hec omnia promittimus vobis in Dei fide et nostra legalitate, et in eo dominio quod in vobis habemus. Preterea omnes homines de terra nostra qui hoc jurare voluerint et venire nobiscum in viatico supradicto, habeant similiter partes suas ad cognitionem supradicto- rum. Volumus etiam et statuimus quod illi qui partem habuerint de terris illis non possint guerrejare inter se dum fuerint in partibus illis, nec guerram face- re de terris illis. Ad majorem firmitatem omnium predictorum, Nos Jacobus, rex predictus, juramus per Deum et hec sançta Evangelia coram nobis posita nos hec fideliter servaturos et ducturos nobiscum ducentos milites. Datum apud Barchinonam, décimo kalendas Januarii, anno Domini millessimo CC vi- cessimo octavo.—Signum 0 Jacobí, Dei gratia regis Aragonie, comitis Barchi- none et domini Montis pessulani.—Signum Berengarii. Dei gratia Barchinonen- sis episcopi, qui promitto in manibus domini Sparagi Tarrachonensis archi- episcopi me iturum et ducturum C milites et quos potero servientes.—Signum APÉNDICES 5§3 Nunonis Sancii, qui juro me iturum et ducturum C milites et servientes, salvo inde jure meo castri de Santueri (i) et donationes quas inde habeo.—Signum Hugonis, comitis Empuriarum, qui juro me iturum et ducturum L xx milites et servientes.—Signum Guillermi de Montecatano, vicecomitis Biarne, Fran- cisci (a) de Sancto Martino, Guillelmi de Cervilionis, qui juramus nos ituros et ducturos C milites et servientes.—Signum Raimundi de Montecatano, Ray- mundi Berengarii de Ager, qui juramus nos ituros et ducturos L milites et ser- vientes.—Signum Berengarii de Sancta Eugenia, Gilabertoni de Croyles, qui juramus nos ituros et ducturos XXX milites et servientes.—Signum Hugonis de Mataplana, Gaucerandi de Pinós, qui juramus nos ituros et ducturos L mi- lites et servientes.—Signum Raimundi Alamani, Guillelmi de Claromonte, qui juramus nos ituros et ducturos XXX milites et servientes.—Signum Guillermi scribe, qui mandato domini Regis, pro Guillelmo Rabatie notario suo, banc cartam scripsit loco, die et anno prefixis.—« jE/ pergamino 384 de la misma colección contiene lo mismo, con la sola diferencia de que entre los prelados se nombra á Fratri Bernardo de Compaines, tenenti locum magistri et precepto- ris Riparie et Mirabeti; y de que en lo del reparto se lee: Et omnes iste divisió- nes fiant per cognitionem Berengarii Barchinonensis episcopi, Guillelmi Ge- rundensis episcopi, fratris Bernardi de Compaines, Nunonis Sancii, Hugonis comitis Empuriarum, Guillermi de Montecatano vicecomitis de Biarne. La fecha es: datum apud Tarrachonam, quinto kalendas septembris, anno Domini millessimo CC vicessimo nono. Y sigue: Postea in obsidione civitatis Maiori- carum XIIII kalendas octobris fuerunt positi et electi de consensu domini Regis et omnium predictorum in porcionibus faciendis, in loco Guillermi et Raimundi de Montecatano, Raymundus Alaman et Raymundus Berengarii de Ager, qui hec jurarunt. Et cum eis similiter in porcionibus faciendis Eximinius de Urrea et Petrus Cornelii, qui hec juraverunt. Número 14 Juramentoy disolución de las cortes en Barcelona.—CRONICA DE MARSILIO (Códice latino de Barcelona). De (Códice catalán de Mallorca). De instrumentis factis super dandis par- les cartes fetes sobre les parts dona- tibus et assignatione temporis ad dores, e de la asignació del temps al passagium. , passatge. ...Et solempniter, in loco solemni, ...E solempnialment, en loch so- hilari voce et devota facie, oculis cor- lempnial, ab alegre veu, ab devota dis et corporis ad Deum erectis, in cara, los uyls del cor é del cors á Deu (i) Este documento está triplicado; en los otros dos se lee Montueri, y en este se conoce que borraron la M y pusieron en su lugar la S. (a) La F, con un punto tal como está en el documento, que más adelante signifícó Francisco, en aquella sazón en que no se habia extendido aún este nombre, equivalía á Ferrario ó Ferrer. 584 apéndices nomine Domini nostri Jhesuchristi et endressats é levats, en nom de nostre perpetúe Virginis Matris ejus, ordinat, seyor Deus Jesu-Christ é de la perdu- publicat et precipit Rex ut omnes qui rabie Mare d'aquel, verge é beneyta eum sequi promisserant sint cum suis per tots temps, lo rey publica, ordena paramentis et familiis in portu Terra- é mana que tots aquels, qui havien conensi dicto Salodio, in medio futuri promès d'eyl seguir, sian ab lurs apa- inmediati mensis madii, viam suam relaments é companyes en lo port de prosperam et iter á Deo electum ver- Terragona apelat Salou, mitjan mes sus insulam Majorice prosecuturi. de Maig esdevenidor sens mitja, per Accedunt statim nobiles per ordinem, pendre la carrera beneventurada e'I et singulariter super sancta Dei jurant camí de Deu elet ves la yla de Malor- se esse cum suis in portu Salodii men- cha. E demantinent acóstanse los no- se et tempore assignato, dominum bles per orde, é cascuns juran sobre Regem in dicto viatico secuturi, et els sants de Deu de esser ab lurs com- fîdeliter servituri. Juramento prestito, panyes en lo port de Salou en lo mes respicit unus alium, et in tam novo é temps assignat, so es á seber, lo pri- voto adquirit novam letitiam, oculos mer dia de Maig, per seguir lo dit rey dulcibus irrigant lacrimis, et jocos en lo dit viatge, é feelment servir. E'l sermonum future sed presumpte veri- sagrament fet, guarda lo un laltre, é tati inmiscent. Post eos accedit matu- en tant novel vot guanya noveyla ale- ra probitas prelatorum, et in facie re- gría, é de dolses lágremes banyan lurs gis, de capite birretis depositis, coram uyls, é mesclan jochs á la esdevènido- se positis evangeliis mente tactis, con- ra mas presumida veritat. Apres els, firmant promissum servicium et se- s'acosta la madura é sabia proea dels quelam. Resonat palacium pernimio prelats; é en la fas del rey, les barre- gaudii dono; solvitur ex toto curia; tes levades del cap, devant els posats redeunt ad sua loca singuli pleni ru- los sants evangelis, de lur pensa to- moribus, repletur civitas novo rumo- cats, conforman ensems lo serveypro- re, querunt per vicos qui non inter- mes é lo seguir. Etot lo palau resplen- fuerant ¿ quid concluserit curia ? ; non deix per gran dó de goig, é la cort es possunt complete referre qui veniunt, solta de tot, é cascuns tórnanse á lurs sed per conclusiones omnes excitant, Iocs, tots plens de noves ; é tota la dicentes: ad Majoricas! ad Majori- ciutat es plena de noves noveles, é cas 1 tam bona dies ! Statim apparet aquels qui noy eren estats demenavan ipsa .nobilis civitas favere viatico, et la per los carrers ¿que havia conclús vicos omnibus necesariis plenos oífert: cort, ne que havia ordenat ó defenit?; diversorum armorum tuitionis et inva- é aquels qui venen no poden perfeta- sionis dat copiam, et muliebrem se- ment recomptar, mas per conclusions xum per vicos occupât in suendis vexi- á tots cridan : ] á Maldrcha 1 ] tan bon llis, velis et diversis coracis operturis dia 1 i á Malorcha 1 E demantinent la tam hominum al quam equorum. Perdit noble ciutat appar de atorgar viatge; quietem ipsa plagia, et magnis tumul- é tots los carrers son plens de totas tibus nautici occupantur: ibi de novo cosas necesarias, é de armes axi de edificant, illic renovant antiquata, ibi defendre con de esvasir; é tots los ca- fortiores eligunt, illic electos per offi- rrers son plens de fembres á cusir tia distinguunt. Sed et minor etas non senyeres. veles é diverses aparaya- é est expers hujus gaudii; nam pueri mens, axi d'omens com de cavals; congregantur turmati, vestes habent tota la plaja pert repòs, é de grans apéndices 585 pro scutis et arundines pro lancéis, et crits les mariners son ocupats é plens: locum querunt bellandi. Isti Majori- aqui obren de nou, lá adoben les co- cam fictam nituntur defendere, illi ses antigues, aqui elegen de pus forts, expugnare conantur. Datur christianis lá depertexen los elets perofíicis. Mas victoria, aliis ignominioso devictis. la menor edat no es desegual d'aquest Sic etas puerilis, dum ludit, prenuntia goig, com los enfans s'ajustan, é han est veri gaudii \ et dum sic agit pueri- vestedures per escuts é canyes per lan- liter, suspiria multiplicat provecto- ses, é queren loch de guerrejar; els rum. Timent enim experti varios belli uns se esforsan de defendre Malorcha eventus et improvisa pericula : indo fentament, els altres s' esforsan de rogant ut vincant, sicut pueri in loco combatre"; é es dada victoria alschres- pads suo ingenio figurant. tians, aquels altres fortment vensuts. E axi la edat infantil, demontre joga, missatgera es é demostrativa del ver goig, é demontre axí fà enfantilment, multiplica suspirs dels savis com te- men los usats diverses esdevenimens de bataya é los perils no vists, é d' aquen fan oració, axí com los enfans prefiguren en loch de pau ab lur en- gyn. Número 15 Travesía de la armada de Tarragona d Mallorca (extracto). Crònica dkl rey D. Jaime, escrita por el mismo; CÓDICE DE POBLET (Marca se llevó el original^ que estaba en aquel monasterio ; pero damente afortuna- en el siglo XIV se había sacado una esmerada copia. Es ésta un códice en pergamino, que ahora se conserva en la mencionada Biblioteca Barcelonesa de San Juan. Contiene algunas iluminaciones ó miniaturas muy notables. En la que representa el convite del rey en Tarragona se ve al monarca debajo dosel comiendo en mesa separaday más alta que los cortesanos., entre los cuales es fácil reconocer á Pedro Martell por su actitud de estar refiriendo alguna cosa importante. En el folio 45 hay otra., en que el rey está como escuchando al maestre de los Hospitalariosy d D. Blasco de Alagón, que le persuaden em- prenda la conquista de Valencia., mientras algo apartado un portero guarda la puerta con una ma:^a de armas. En muchas iniciales está representado D. Jaime; pero las de los folios i33, i5gy ig4 son las que le figuran en traje más intere- sante. En el folio último se lee: Aquest libre feu escriure lonrat en Pone de Co- pons, per la gracia de Deu abbat del honrat monestir de Sancta María de Po- blet, en lo quai monestir jau lo molt alt senyor rey en Jacme, aqueyl de que aquest libre parla, dolls feyts que feu ne li esdevingueren en la sua vida.—E fo escrit en lo dit monestir de Poblet, de la ma den Celesti Destorrens, e fo aca- 74 586 apéndices bat lo dia de sent Lambert, á XVII dies del mes de setembre, en lany de MGCC XL III). terra e a nos tota Fol. 32... E feya ho bel veer a aquels que romanian en que E vench la ora la mar semblava blancha de les veles : tant era gran l'estol... ja de del vespre, e aconseguíns la nau, prop del primer son, den Guillem Muntcada tenia la guia, e exim a la lanterna, e saludamlos... E quant aço aguem que feyt, fo la mar abonancada. E dixeren nos que farian encendre i lanterna, mas havian paor quels veessen les guardes de Maylorques. E nos dixem los que de la i e conseyl hi podian pendre : que metessem de la part yla barragá, que metessen la lanterna en la de la popa, e quel drap que cobrís de part montanya la lanterna, e que la veuria l'estol. E dixeren nos que ho tenian per bo, e faena e ho. E nos estan ayxi, vim lanternes en naus e en galees algunes, coneguena havien vists... e feya bela luna. E vench nos i oreg de vent de Garbí, e quens era estat acor- dixem los aixi nos: que ab aquel poriam anar á Polenca, que dat... E nos que anavam ab aquela bonança... vench i núu contra vent a la Proença. E dix i mariner de la galea, en Berenguer Gayran per nom, qui era asaút daquela núu... E al venir del vent, cridà 'i comit : cala, cala. comit : nom E les nàus e els lenys, que venien en torn de nos, foren en gran embarch e en e les e els estigueren a ar- gran pena de calar... E totes les naus galees lenys... bre sech. E daquel vent a la Proença feu mala mar; e nuyl hom en la galea, parlava ne deya re : e estavan tuyt suau. E anavan los en que nos erem, no lenys en roda. E nos, quan vim aquest periyl, haguem gran desconort; mas tornam nos a nostre Senyor e a la sua Mare, e faem aytal oració: Senyor Deus, bens nostre ben conexem quens has fet rey de la terra e dels que pare tenia, per la tua gracia. E jatsia que la ajuda vostra hajam sentida del nostre naxi- ment entro a ara, e hajats nos honrats dels nostres mals homens qui ah nos vos ve en volien si a contrastar, ara. Senyor creador meu, ajudats me, plaer, tan gran periyl, que tan bon feyt como jo he començat nos pusca en aquest car perdre; car noi perdria jo tan solament, mas vos lo perdriets majorment, jo vaig en aquest viatge per exalçar la fe que vos nos havets donada, e per baxar etc. e per destruir aquels que no creuen en vos... Número 16 tro- Un moro predice al rey la toma de Mallorca^y le refiere el número de las pas del jeque. Crónica de D'Esclot, CÓDICES MENCIONADOS, fol. 3i. Diu lo conte que quant lo navili fo ajustat á la Palomera, el rey sen fo exit en la ila del Pantaleu ab molts de richs homens e daltres... per deportar e per mati los sa- desduyr, per so com la mar los avia trebaylats, so fo i dicmenge ; la ila de Pantaleu tro á XV mil rrayns se foren ajustats en la terra devant sarrayns a cavall e a peu ab lurs armes. Dels quals sarrayns se parti un, e gita's la e de nadantes vench sen en la illa hon lo rey de Aragó era ; e cant en mar, fo exit deia vench devant lo rey, e ajenollás a ell, e saludálo en son latí; mar, sa- e el rey feu li donar vestidures, e puys demenál del fet deia terra e del rey APÉNDICES 587 rray. E lo sarray dixli: Senyor, sapies por cert que aquesta terra es tua e a ton manament; que ma mare me dix e'm pregà que yo vingués a tú, que ella es molt savia fembra, e ha conegut en la sua art d'astrolomia que aquesta terra deus tu conquerir. E dix lo rey : Com as tu nom ? Senyor, dix lo sarray, Ali m'apella hom, mayordom del rey de Mallorques.— Diguesme, lo rey hon es ne que fa?—Senyor, dix lo sarray, lo rey es en la ciutat, e ha ajustats, que jo 'Is he contats, be XL II mil homens ben armats, dels cuals n'hi ha V mil a cavall, e les altres son bons servens molt valens e ardits, e cûydanse vedar que no pren- gues terra en null loch de Malorques : perque faràs gran seny si't cuytas de pendre terra al pus tost que pusques, abans que sian exits de la ciutat. Amich, dix lo rey, ben sies vengut, e sapies que jo 't faré gran be a tu e a ta mare e a tos fills, sí que t'en tendrás per pagat. Número 17 Pasa la armada d Santa Pon·^a ; CRÓNICA DEL REY,/o/. 35. ... E nos manam cant vingués a la mija nuyt que les galees levasen les ánco- res, e que nuyl hom no cridás aj^oç, mas en semblant dayoç que ferissen ab I fust en la proa de les tarides e de les galees al levar de la áncora, car bon port hi havia, e noy havia ops de pus d'una áncora. E aço se feya car devant nos à la riba estavan be V milia sarrahins, e havian hi be CC a caval, e lurs tendes parades. E quant vench a la mija nuyt, diriets que en tot lo nostre navili no parlava nuyl hom. E les galees, XII que ni havia, cada una tirava sa tarida, e anavan trahent les tarides del port gent e suau. E els sarrahins sentirenho, e arravatárense. E aquests nostres, qui trayen les tarides, esteguérense de remar, e estegueren gent e suau, e anaren ascoltant : e aquets anavan trahent les tarides suau. E quant vench a cap duna peça, los sarrahins s'escridaren una peça e fortment. E vim que sentits erem de tot en tot. E els cridaren, e nos cridam : a la mar ! en bonaventura 1 E els sarrahins anávanse per terra a peu e a caval. E esgordam on iriem pendre terra. E cuytárense tant les nostres XII galees e les XII tarides, que ans foren a terra que éls. Número i 8 Vuelta del rey d Santa Pon^a después del primer choque. Sermón del obispo de Barcelona antes de darse la batalla general, y comunión de D. Guillelmo de Moneada. CRÓNICA DEL REY. ... E anch nos vol retre tro que mori; ans con hom li deya: Rent te, él deya: 's, que vol dir no. E morirenhi daltres be LXXX. E tornamnosen a la ost.—E quant nos entram per la ost, podia esser prop del sol post; e en Guillem de Muntcada, en Ramon de Muntcada, ab cavallers qui eren ab els, exírennos re- 588 apéndices collir. E nos descavalgám, e anam envés els a peu. E en Guillem de Muntcada sorrís se, e nos fom alegres, que haviem paor que no'ns dixes mal, e pensam que no seria tan mal con nos cuydavam...—E les nostres naus ab be CGC ca- vallers eren al cap de la Porrassa. E viren la ost del rey de Maylorques al ves- pre, que fo exida a la serra del port de Portupí. E don Ladro, i rich hom d'Aragó qui era ab nos, ach ahut acort ab los cavallers que eran en la nau quens enviassen i barca per mar que'ns feyan saber quel rey de Malorques ab sa ost era en la serra del port de Portupí, e tendes quey havian parades, e que estiguessem apercebuts. E aquest missatge vench a nos a mija nuyt... E ab tot aço, no'ns levaren tro en l'alba. E quan vench en l'alba, levam nos tots E ohim nostra missa en la tenda nostra. F. el bisbe de Barcelona feu sermó en esta manera :—Barons : no es ara hora de lonch sermó a fer, que la manera no'ns ho dona, car aquest feyt, en que el rey nostre senyor es e vosaltres, es obra de Deu, que no es pas nostre. E devets fer aquest conte, que aquels qui en aquest feyt pendrán mort, que la pendrán per nostre Senyor, e que haurán pa- radis, hon haurán gloria perdurable per tots temps; e aquels qui viurán, haurán honor e preu en sa vida e bona fi a la mort. E barons, conortatsvos per Deu; car lo rey vostre senyor e nos e vosaltres volem destruir aquels qui reneguen lo nom de Jhesuchrist. E tot hom se deu pensar e pot que Deu e la sua Mare no's partirá vuy de nos, ans nos dará victoria : per que devets haver bon cor, que tot ho vencerem, car la batayla deu esser vuy. E conortats vos be, e ale- grats vos, que ab senyor bo e natural anam. E Deu, qui es sobre ell e sobre nos, ajudar nos ha.» E ab aço feu fi a ses paraules. E dita la missa, en Guillen de Muntcada combregà, car nos e tota la major partida haviam combregat ans que entrassem en la mar : e ab los génois ficats, reebé son creador., e plorant, e cayentli les lágremes per la cara. Número 19 Muerte de los Moneadas^ segiin D'ESCLOT,/o/. 33. ... E en Guillen de Muncada viu i puig devant si, e conech que si los chres- tians podian pendre aquell puig que tot lur fet seria guanyat, e'ls sarrayins serian perduts ; e si'ls sarrayns lo prenian, los chrestians aurian perduda la ba- tayla. Abtant partis deia sua senyera ab i partida de sos cavallers, e anà ferir entrels sarrayns, si quels esvasi, e mal grat delís muntasen per i serra amunt al puig; e cant los sarrayns ho viren, fórenne molt'irats, e partiren de lur host ben XII mil e muntárensen ves lo puig hon en Guillem de Muncada era; e cant en Guillem de Muncada los viu venir, dix a sos cavallers: Barons, anats los ferir, e yo romandré asi ab sol i cavaller; que si el puig podem retenir, la nos- tre batayla es gonyada. Abtant los cavallers punyiren vers los sarrayns, e ana- ren ferir en ells, si quels esvasiren e passaren oltra; mas tan era la gran pressa dels sarrayns, que no sen pogueren tornar al puig an Guillem de Muncada. E los sarrayns muntaren al puig ; e en Guillem de Muncada qui los viu venir, volch los escapar por so com no era mas ab i cavaller. Mas no poch devalar APÉNDICES 589 del cavall, que la muntanya era molt rosta; e tornà atras, e volch pendre altra carrera. Mas los sarrahins lo sobraren tan fort de totes parts, que nos poch defendre ; e pres un colp en la cama que'l peu li caech en terra, e puys aucié- renli son cavall e cahech tot et terra, e aqui morí. Lo cavaller qui ab ell era, mentre quels sarrayns se combatían ab en Guillem de Muncada, se defensà als mils que poch; e puys cant viu que son senyor era mort, escapà als mils que poch als sarrayns, malament nafrat al cap e en la cara, e tornásen vers los chrestians. Abtant en Ramon de Muncada seguí la senyera, e aná avant firent e donant de grans colps; el cavall ensepegá, e caech en la pressa que era molt gran, e aquí morí. Número 20 Estratagema de los sitiados para que el Walí éntre en la pla^a. CRONICA DE D'ESCLOT, POL. 35. Cant lo rey sarray fo exit delia batayla e sen fo pujat en les muntanyes, e si estech amagat als boschs lili jorns que no fo trobat, tro quels sarrayns qui fo- ren escapats de la batayla ben VIH milia lo trobaren, e puys ab ells ensems venguérensen ves la ciutat, e faeren senyals a cels deia ciutat de nuyt que ells venian per entrar en la ciutat ; si que aquella nuyt que vench après fó molt es- cura e torbada, els sarrayns deia ciutat, que saberen que lur senyor venia, per tal quels chrestians deia ost no sen apercebessen, aportaren moltes faylles enceses e molts lums de la part on la ost era, e cridavan fortment altes veus en lur latí, si que semblava que cel e terra ne vengues. E aquella hora entrà lo rey sarray ab sa gent, qui era hora del gal cantant, e recollis en la ciutat, que els deia ost non sentiren res: tant estavan maraveylats dels crits e dels fochs quels sarrayns feyan. Número 21 Efectos de la predicación de fray Miguel Fabre d los del campo; CRONICA DE D. JAIME, Códice MENCIONADO, /oZ. ... fó la ost molt pagada per ço car veyen quel fet venia a bona opportuni- tat, E aquesta fó ost que anch hom del mon non viu altra, que tant be faes ço quels prehicava i frare prehicador, qui havia nom frare Michael, qui era en la ost e era lector en theologia; e son companyó havia nom frare Berenguer de Castellbisbal. E quant él los dava perdó, que'n havia poder dels bisbes, tot ço que él los deya que aduxessen o fusta o pera, no guardavan los cavallers quels homens de peu lay aduxessen, que els metian la ma en tot, e devant si en les seies aduyen en los cavals les pedres per els fonevols, e als trabuqets liuravan los homens de lurs cases, e en fusts que havien ordits ab cordes aduyen los 590 APÉNDICES les pedres dels trebuquets al col. E cuant nos los manavan que anassen vetlar de nuyt ab los cavals guarnits al ginys, o de dies per guardar los cavadors, ó a fer nengun offici que mester fos á la ost, quant hom los manava quey anas- sen L, anavan ni GG, per tal que sapian aquels qui oirán aquest libre que cara cosa fó darmes ço que feyt fo en Maylorques, deim vos ne adés una carrera, que nuyl hom de peu, mariner, ni altre, no osà jaure ab nos en la ost per III setmanes, sino tan solament nos, els cavalers, els escuders quins Servian; quels altres homens de peu els mariners venian lo mati, ques exian dels lenys en que durmian de nuyt, el prebost de Tarragona era i daquels; e tot lo dia estavan ab nos, e al vespre anavanse recuylir a la mar. E faem nostra ost valeiar ab palench e ab vayls; e havia hi dos portes, e nuyl hom non podia exir sino per manament de nos. Número 22 Conferencia entre el Walíy D. Ñuño; cava del conde de Ampurias; arenga del Wall d los sitiados: GRÓNIGAS DE D. JAIME, Y D'ESGLOT. (Crónica del rey^ fol. 44 extracto.) E sobre aço envia'ns altra vegada mi- ssatge lo rey de Maylorques que li enviassem don Nuno, e parlaria ab él: e nos enviamli. E isch el rey de Malorques per la porta de Portupí, e feu parar i ten* da e los sitis en que siguessen él e don Nuno, e don Nuno exí a ell ; e tota la ost cessava cant eran aqueles vistes, que no feyan ais de dins mal, ni'ls de dins als de fora. E quant se foren acostats, lo rey de Maylorques e don Nuno deva- laren en la tenda; e parlaren lo rey tan solament ab II de sos veyls, e don Nuno e l'alfaqui qui anava per trujanmá; e els cavallers, qui eran ab don Nuno, es- tavan defora ab alguns sarrahins qui estavan ab els... E hoides les paraules, respos don Nuno e dixli: En aço que vos deits que no tenits al rey nostre gran tort, si tenits, quen li presés i tarida de son regne ab avers grans de mercade- ria que levavan los mercaders, e trames vos en son missatge, e pregaus molt amorosament per un seu hom de son alberch, que havia nom en Jaques, e vos responésli molt bravament e dura: e dixesli ¿qui era aquel rey que aquela tari- da demanava? E él respos vos: que aquest era fiyl daquel qui vençé la batayla a la ost d'Ubeda. E vos esquivásvos, e fos somogut contra él, e dixésli que si no fos perque era missatge que mala hauria dita aquela paraula. E él respós- vos: que en vostra fe era vengut, e podiats fer dél a vostra guisa, e que deviats be saber lo nom de son senyor, que tots los homens del mon lo sabian, etc. (Crónica de D'Esclot, fol. 3j.) E puys lo comte d'Ampuries comensá i cava assats prop del vayl, e feu de sots terra pregont i cava a guisa dalberch, en que pogués albergar a gran ayre be GG cavallers. E aqui lo comte se mes per star ab tota sa companyia, que non exia nit ne jorn; e feu hi un portai qui exia al vayl, e apui ell havia de bons balesters qui treyan als sarrayns daquella part e exian als murs, si que nengû noy exia que no fos nafrat o mort. (Crónica del rey., fol. 46.) El comte d'Ampuries, qui era en la ost, no volch esser a negun conseyl que nos haguessem ab nostres richs homens; e era apéndices 591 en t. cava, g deya que nuyl tems non exiria tro que la vila fos presa... E en- viam missatge al rey de Maylorques que faes ço que poria, e nos fariam ço que poriam. E quant aquestes paraules foren partides, é los sarraïns hagren sabut l'ardit que nos los tramessem, anárense espaordent. E quant lo rey de Maylorques los veé espaordir, feu conseyl general, e dix los en sa algaravía: Barons, ben sabets vosaltres, que aquesta terra ha tenguda Miramamolí plus de C. anys, e volch que jo fos senyor de vosaltres; e él hala tenguda apesar de chrestians, que anch negun tems no gosaren escometre .aquesta terra tro ara. E aqui havem nostres moylers e nostres filles e nostres parents; e ara dien nos que'Is lexem la terra, e ental manera que siam lurs catius: e encara diennos ma- jor cosa, part la cativéa, quens guardaran nostres muylers, e guardarán si res ne trahen; e pus sian en lur poder, forçar les han, e férne han á lur guisa. E jo, que so vengut aqui entre vos, que tan dura cosa soferis contra nostra ley, vol- ria mes haver perduda la testa; e vul saber de vosaltres queus en sembla, e que me digats vostre seny.—E cridà tot lo poble á i veu, e dixént: que mes volian murir que soffrir tan gran onta com aquesta seria. E dix lo rey: Donchs pus jous veg en tan bona voluntat, pensem nos de ben defendre en tal guisa que i hom vayla II. E sobre aço partirense e tornaren al mur: e valia mes i sarray que II no feyan dabans. Número 23 últimas ope?-aciones del sitio. — CRÓNICA DE BERNARDO D'ESCLOT, fol. 38 En aquella sahó, lo rey feu fer i castell de fusta molt gran e alt, e lo comte en Nuno i altre castell, dels dos trebuquets del rey e don Nuno que ach des- fets, e agüeren fetes moltes scales molt grans per muntar als murs, e els castells foren cuberts de clardisses e daltres garnimens. E mentre que s'estavan axi que s'aparalavan de tirar los castells prop del vayl, los sarrayns de la ciutat agüeren feyt un trebuquet, e trasch en la ost dretement ves un giny qui havia nom arnaldds., qui era molt bo: si que li trenchà la i cuxa. El rey feu mane- ment quey fes hom tirar los trebuchs de Marceyla tro que n'arnaldds fos ado- bat. E sobre asó, tota la gent anà al trebuquet quel tirasen la bon n'arnaldds estava; e tiràrenli, e hi tiraren III jorns, que anch noi pogueren moure per los fangs qui hi eren molt grans, que no feya mas ploure nit e jorn; perque era gran pietat dels cavallers e dels cavalls, que'l fret e la pluya avian a soferir tots guarnits nit e die a les guaytes e a les batayles. E quant lo rey viu quel trebuquet de Marseyla noy podian amenar, feu desfer lo castell que avian fet del seu trebuquet, e feu dressar lo trebuquet, e mes mans a trer. E trasch tant al trebuquet dels sarrayns, tro que lach tot pecejat. Ab tant n'arnaldds fo ado- bat. : e puys après de so, totes les gens de la ost comensaren i cava molt gran après deia cava del comte d'Ampuries: si que per la cava del comte caygueren ben XX brasses del mur mayor, so es, lo vespre de sent Andreu. E cant les gens foren levades lo mati de sent Andreu, viren lo mur cabut, preseren lurs 592 apéndices armes e corregueren la hon lo mur era cahút, e volguerensen entrar, si que la batayla fo aquí molt gran, e foren entrats, sino quel rey sarray vench aqui ab tot lo poder de la ciutat, encare mes quels sarrayns agüeren feyt la nit i. mur dins aquel qui era cahút, de pedra e de calç, molt gran, de III brases alt, e hagueren hi feyt cadefáls de fusta e balesteries: axi que aquell jorn no pogué- ren pendre la vila.—Abtant lo comte d'Ampuries feu cavar lo mur e la torre, e puys feula tesconar, e puys feu metre la hins, per los tascons á cremar, foch; e cant vench lo disapte mati après de sent Andreu, lo mur e la torre caech en lo vayl; e sobre asó agüeren lur consell quel dicmenge matí fossen tuyt aparelats ab lurs armes d'entrar en la ciutat.—(Fol. 3g}. Cant vench lo dicmenge mati, anaren huyr lurs mises e combregaren e faeren lur orde axi com els qui eren molt volenterosos de pendre la ciutat, e no presavan res lur vida sols que po- guessen servir á Deu... si que la batayla fo aqui molt gran; tant que entraren layns tro a CGC chrestians e molts daltres après daquests. Mas lo poder dels sarrayns hi era aqui tan gran, que no ho pogueren durar; e molt durament tor- naren los atras, e enderrocárenlos al vayl, e puys gitárenlos layns pedres e lan- ses e calç viva e fems pudrits... Abtant lo vespre fo vengut... E el comte, qui ach feta cavar laltra cava en la torre e tesconar, feu hi metre foch, e caech al vayl, e de so son se molt alegrats. Cant vench lo diluns mati, abans deia alba, agüeren lur consell que'es metessen en la cava del comte d'Ampuries en aguayt e que emblassen la ciutat. E axi meterense en la cava cavallers e servens, e pujaren ais murs tro a CC: e'ls sarrayns, qui los veeren, desampararen los murs e fugiren atras; e'ls altres chrestians, qui venian detras, nos cuitaren de mun- tar ab aquells axi com mester fora: els sarrayns corregueren ves aquella part a gran poder e develaren los deis murs molt valentment; si quen moriren ben XXXIII daquells qui hi eran muntats, e aixi la batalla se departí que anch aquel jorn no pogueren res fer. Cant vench lo dimars, cascun pensà de fer ço que mils li parech per la ciutat á pendre: los uns fan trer los ginys, e los altres combateren los murs daquela part, si que la volta del portal enderrocaren, e puys meteren foch a les portes qui eran de ferre, si que totes cremaren e cai- gueren al vayll, e axi la valent gent se trebaylavan nuyt e jorn de pendre la ciutat. Cant assó fo feyt, al entrar de deembre, lo comte en Nuno comensa i ca- va á fer devés sol ixent, e liurála an Oliver de Termens que ell ne pensás, e cavaren tro a la barbacana, e caech ben XIII brases, que plan peu sen poch hom entrar tro al mur major. Els sarrayns qui ho conegueren, faeren altra cava dedins endret ells, si que s'encontraren ensemps aqui, e agüeren molt gran batayla, si quels chrestians agüeren la cava á desamparar. Mas lo pabor- de de Tarragona ach feta i cava, si que ach enderrocat del mur major pus de X brasses, si que tots cels delia host se tengueren molt per pagats del gran portell quey era del mur cahut. Abtant lo castell den Nuno fo fet e apareylat.. Axi quel rey feu manament a les gents que anassen tirar a la vila del vayl da- quella part hon lo mur era cahút; les gents vengueren al castell, e volgueren lo tirar al vayl; mas les fangues hi eran axi grans que noi pogueren moure de un loch: axi lexárenlo estar. E cant vench de cap de VIII jorns, lo tems se serená, e el rey donà gran aver als homens de Marsella que tirassen lo castell al vayl; e els empararensen e bastiren árgens, e fermaren pals, e per forsa de gúmenes treguerenlo del fanch; e cant l'agueren tret cobrirenlo tot de matalafs molt be, e puys lexárenlo aqui estar tro à la nit; e cant vench á la nit, tirarenlo APÉNDICES 593 tro al vayl. Els sarrayns cant lo'viren que aquell castell avian los chrestians amenai tro al vayl, foren ne molt irats, e dressaren hi los matalafs pedreras e ginys; si tots que e tot so quey avien posat ne bateren; les pedres dels ginys noy pogueren dan fer; e puys agüeren deles rets deles naus e cobrirenlo'n; elos balesters estaven dessus, e los hòmens darmes e los balesters faeren tant de dan etc. Número 24 Diligencia de D. Jaime en la conclusion del sitio; CRÓNICA DEL MISMO, fol. 48 ...E era en aquel temps entre Nadal é Cap dany, E fcya tan gran fret, quant eran (los caballeros de las que postas) de fora e bavian estat a anadura duna legua ó de dues, tornávensen a les tendes e a les barraques lo fret ba- vian, per e gitavan escoltes que si venrian en la ost. E nos enviam de ali on nos baviam missatge nuyt meses les vetles si bi eran ; e enviárennos eran. E missatge no bi nos levam que nos de nuyt; e dixemlos mal de mal bavien e tem n'bi de que me- frescbs feyt; d'aquels dels ricbs bomens e de nostra E durà acó V dies : e los III derrers meynada. dels V no durmim ni de nuyt ni de dia car les totes coses que bavian ; mester les caves, ni el pas per on devia bom entrar vila, en la tot nos bo enviavan demanar quels donassem a les coses mester avian : si conseyl que valent de XII que diners nuyl bom no volia fer en la ost si nos non demanassen. a E nos manlevam de mercaders, qui bavian lur la baver en ost, LX millia Huras, que quant la vila seria les faessen presa les que coses necesarios pagassem, don a profit de la ost e de nos, la vila dependre. perque s'acostava EvetlamIII dies e III nuyts: que venian quant nos nos missatges d'aquels cuydavam bavian adurmir, qui mester nostre voliara conseyl: e quan nos nos adurmir, nou podiam fer, car eram tant a la tenda sentibles, que s'acostavan jau sentiam.—Tant quant que vencb a la nuyt ans de la any, e fó vespre de Cap d' empres en la ost que sus en l'alba, boides les lo de misses, reebessem tots cors Jbesucbrist, e quens garnissem tots axí com fo per combatre. E aquela cant nuyf, sus al primer son, vencb Lop Xemeneç de Luzia al mános, e e dix lit, ela- nos: senyor, jo vencb de les caves e mané a dos escuders que meus entrassen en la vila ; e son bi entrats, e veyen molts de morts places, e de la jaure per les que cinquena tro á la VI torre no vetlava seyla'ns negun sarrabi. E con- que manassem armar la ost, que la vila deffenés, presa era, M que noy avia bi qui la que o pus porian entrar ans sol bo e sabessen.— A aytal que don 1 conseyl me dariats vos ? veyl etc. 7S Número 25 594 de los mala fe de los barones en la almoneda: quema cadáveres: Asaltoy saco; CRÓNICAS DEL REY, MARSILIO Y D'ESCLOT (Crónica del rey, foL 4g.) ...E exim tots devant la vila en aquela plaça que els. E era en tal hora que ja s'anava esclarent lo dia. E nos era entre nos e aço horaens de qui estavan devant los cavallers, e dixemlos : acostara nos als peu, via, barons, pensats d'anar en nora de nostre senyor Deus. E anch per aquesta cora los altres. E paraula nengú nos raoch, e sí la hoiren tots axí los cavallers tornara nos a la Mare de Deu... E altra quant nos vira que ells nos raovian... volta escrídaralos ; via, barons, en nora de Deu, ¿quels duptats? E dixem ho III vegades. E ab aytant raoguérense los nostres a pas... tota la ost á i vou començà de cridar: Sancta Maria, Sancta Maria 1 e aço dixeren be XXX vega- des ó pus. servent de Barchelona anà desrengar ab i pa- (D'Esclot, fol.41.) ...E abtant i e enderro- nó que aportava, e rauntasen al raur, e V servens anárenli adós, lo e signavan ab les caren los sarrayns de 1 torre e aquí posaren panó ; puys e cridavan : via dins ! via dins 1 que espases en l'ost que pensassen d'entrar, tots son nostres 1 etc. entrar los ca- (Crónica del rey, fol. 4g.) ...E quant fo feyt lo pas on devian ab valls armats, havia ja be lá ins D homens de peu. El rey de Maylorques, tota la gent dels sarrayns de la ciutat, foren ja tots venguts al pas, e estrenye- si no entrassen los cavals ar- ren en guisa los de peu que hi eran entrats, que viren mats tots eran morts. E segons que'ls sarrayns nos comtaren, deyan que deu esser entrar primer á caval i cavaller blanch ab armes blanques, e açó nostra que fos sent Jordi, car en estorias trobara que en altres batay- creença de moltes vegades. E dels cavallers fó lo las l'an vist de chrestians e sarrayns e primer que hi entrà Johan Martines d'Eslava, qui era de nostra raaynada; E dels altres no'ns raerabrera, mas cada i en- après del en Bernat de Gurp... havian C la ost o pus, que si poguessen entrar E en pri- trava on abans podia. faeren quel primer feu.—Abtant fo vengut lo rey de Maylorques, mer, que ço cridà los seus: cavalcant en 1 caval blanch, él havia nora Xecho Abohahie ; e e viren Roddo, que vol tant dir com estar...—E quant los sarrayns de la vila que la ciutat s'esvahia, exirensen entre horaens e ferabres ben XXX railia per II por- tes, la porta del Berbelet e la porta de Portupi, e anárensen á la muntanya. per E I'aver e'l goany quels cavallers e'ls horaens de peu veyan per la era tant havian cura daquels que sen anavan. El derrer sarray qui d' ciutat, que no E els altres aquel loch se parti fo lo rey de Maylorques. sarrayns... anárense be XX rallia no'n raorissen al entrar... E amagar... e no s'amagaren tant que trobaven tant que vejats con ho aguisá nostre Senyor, que tots los de la ost APÉNDICES 595 pendre, que la i no havia contrast ab l'altre, que cascu cuydava esser pus rich que Taltre. (Crónica de Marsilio, cap. 35) ...Et ut referre consueverat nobis ...E segons que havia acustumat de Arnaldus de Castroveteri, qui postea contar a nos n'Arnau de Castey Vey, fuit frater de ordine Predicatorum, qui pus fó frare del orde de preyca- direptores discurrentes per domos dors, los prenedors escorcoyants per inveniebant pulcherrimas donnas et les cases atrobavan molt beyles dones domicellas gratissimas, habentes in e donzeles molt agradables, que ha- gremio monetas aureas et argénteas, vian ó tenían en la faula monedas dor margaritas et lapides pretiosos, armi- e d'argent, margarides e peres precio- lias de auro et argento, torqueos et ses, armilles d'or e d'argent, safilis, e pretiosa queque ornamenta, et arma- tots ornaments precioses, e als ho- tis ingredientibus hec ad oculum os- mens armats entrants aquestes coses tendebant, amare flentes et arabice mostravan a uy, molt amargosament dicentes : ¡ tua sint hec ! da mihi. ut plorants, e en sarraynesch dients: viva m 1 tues sian aquestes coses, e dona'm de que visca 1 (Crònica del rey, fol. Si). E la vila presa, aço feyt, ajustárense los bisbes els richs homens e dixeren que volian parlar ab nos : e dixeren ques fahes en- cant dels moros e de la roba quey era, e de totes les coses... E en Nuno, e en Berenguer de Sancta Eugenia, e'l bisbe de Barcelona, e'l sagrista volian l'en- cant de tot en tot ; e teníanse tots en un per tal que cuidavan enganar tots los altres ab lur saber per ço car ne sabían mes que'ls de la ost... e deyem los; veets ? aquest encant no será encant, que engan será,—etc. (D'Esclat, fol. 42.) ...Agüeren lur consell que si los sarrayns no gitavan delia ciutat ans que pudissen, que null hom noy puria durar, ans haurian la ciutat a desamparar. E sobre acó, los bisbes e archabisbes donaren M dies de perdó a Tothom qui i sarray levás de la ciutat. E pus les gens per amor del perdó ab muls e ab rocins gitavan los de la ciutat; e puys hagueren molta lenya, e cremaren los tots. Número 26 Toma de la ciudady prisión del Wall, según RAMÓN MUNTANER, capítulos 6y 7 de su crónica (Ramón Muntaner, el primero de los cronistas catalanes por su elegancia, su nervio é importancia de los hechos que refiere, nació en Peralada en tiempo del rey D. Jaime el Conquistador. Ahra:[ó la carrera de las armas, y se señaló en treintay dos acciones en mary en tierra. Fué d la expedición de Oriente, y en ella tuvo cargo de tesorero, contadory pagador de la hueste, cuyas facciones todas, inclusos los turcos, le honraron con su amor y respeto. Retirado d Valen' 596 apéndices da, en la villa de Xinella de que era señor, y á los 6o años de edad, comentó á escribir su crónica, en que con grande exactitud explicó cuanto había vistoy hecho. Excepto D. Jaime, ninguno le iguala en la buena fey candor con que declara sus sentimientos. Fué sepultado én Valencia.) ...E com lo setge hach durat llonch temps ab frets, e ab calors, e ab des- trets de viandes, éll maná fer al bo compte d'Ampuries una cava, per la cual la ciutat s'esvahí; que un gran tros del mur ne vench lo dia de sent Silvestre e de sancta Coloma .. E per lo dit lloc bon feu la cava la host del dit senyor Rey a força de ses gents, ell fo dels primers ab la espasa en la ma; e dins en lo ca- rrer, qui ara se apella sent Miquel, era tan fort la batalla que maravella era. E lo senyor rey conech lo rey sarrahí, e per força darmes acostás a ell, e prés lo per la barba; e açó feu per ço com ell havia jurat que james no partiria daquell loch, entro lo dit rey sarrahí hagués pres per la barba, e axí volch salvar son sagrament.—E aquest sagrament feu lo dit senyor rey per ço com lo dit rey sarrahí hi havia gitats en la host ab trabuchs catius chrestians. Número 27 Noticia del Libro del Repartimiento : ARCHIVO DE LA. CORONA DE ARAGON, Rege 17, J acobí I, N." 26. Es un he7'moso códice de pergamino, en cuya primera hoja se lee: Partió del Regne de Mallorques quan fou conquistat per aquell tan singular e bene- venturat Rey en Jacme primer, appellat lo gran conquistador. Y en la segunda: Liber partitionis regni Maioricae, etc., pero no están numeradas,y la numera- ción empieza en la tercera.—Fol. i. Hec est pars domini Regis, et nomina possessorum et alcheriarum et cujuslibet hereditatis á domino Rege adquisite; ibi nominator veluti modo habent et possident in termino civitatis. Quod fuit ordinatum kalendis julii Anno domini millesimoCC Triccessimo [a). Total ig6 yugadas (jovatas).—Fol. 2. Isti populatores tenent et possident has alquerías in termino de Inqua pro domino Rege: 63 entre alquerías y rabales.—Fol. 4. De populatoribus Polentie: 47 entre alq. y rah.—Fol. 5. De populatoribus Sixneu: 80 entre idem.—Fol. 7. De populatoribus in Petra: 66 entre idem.— Fol. 8. De termino de Yartan: 42 alqueríàs.-^Fol. g. De termino de Montueri: 108 haciendas., la mayor parte alquerías.—Fol. 11. De populatoribus alque- riarum Montanarum: 3o haciendas. Cada posesión lleva su nombre árabe y el del cristiano á quien se dió. Sigue la lista ó memorial délas caballerías (tierras que sólo se daban á caballeros ó en honor de tales, á veces con obligación de ser- vicio 7nilitar á caballo) y de ellas hubo el rey 56j4y Va-—Fol. i3. Sequuntur {a) Falta secundo por descuido de Piferrer ó por omisión del códice, como se lee en el también latino que posee el Archivo general de Mallorca, además del romanceado, que es exacta y auténtica copia sacada en 1267 de orden del mismo rey Conquistador y del infante D. Jaime su hijo, sobre el cual hice en 1850 el estudio del Repartimiento publicado en mi Conquista de Mallorca. Sabido es que dicho reparto no se ultimó hasta I.® de Julio de 1232, aunque en 10 de Octubre de 1230 se arregló ya lo concerniente á las cuarteradas. APÉNDICES molendina: y continúan las caballerías dadaé á las ciudadesy villas, y d aigu- nos particulares. A Barcelona le tocaron Sjy; d los de Marsella 636; á los de Tarragona 363.—Fol. i6. Liber quarterarum.—Dominus Jacobus, Aragonum rex, de consilio et assensu et expressa licentia populatorum civitatis et insule Maiorice, mandavit quod omnes campos sub rego uno qui regari possent in cir- cuitu ipsius civitatis, qui contigerant partem regis, assignarent subscripti probi viri ad ortos faciendos certis populatoribus, qui vellent et jurarent facere habi- tationem continuam in insula Majorice in portione ipsius regis, et ab instanti fasto natalis Domini usque ad annum integrum non venderent nec impignora- rent acaptatores illos campos ortos, et hoc fieret non obstante donatione vel alia alienatione regis vel assignatione per caballerías aliquibus de villis. Ac- turn VI idus octobris, anno Domini MCC tncessimo.—Subscripti XIIII probi viri per manum domini Regis fuerunt jurati distribuere quarteratas ad ortos secundum honestatem personarum, digniori tamen persone ultra unam quar- teratam nullatenus assignarent: Durandus Coq, Guillelmus Dezcamp; de Bar- chinona.—Petrus de Montroig, Guillelmus Poncii; de Tarrachona.—Raimun- dus de Conillibus, Bernardus de Puculul; de Tortosa.—Baldovi Gombert, Hug Rotlan; de Marsilia.—En Prohetus, Petrus Scriptor; Lérida.—Petrus Bar, Pe- trus Serce (ó Serra) de Monpesler.—Berengarius Metge, frater ejus Antonius; Girona.—Durandus Coq et Petrus de Montroig et Petrus Johannis scriptor ba- julus de Sixneu et Petrus de Oscha mensurator salieron d medir los campos in- dicados: Predictus autem Petrus de Oscha portabat secum cordam mensurato- ris... XL bradas, et ut dicebat erat de brachiis domini regis predicti. Est autem quarterata quantitas terre quadrata habens quator latera equalia de XL bra- chiis.—Muchos de esos campos habían tenido dueños, que tal ve^ perecieron én la peste, ó se volvieron á Cataluña. En el foleo 77 vuelto se lee sobre las con- frontaciones del campo que fué de Rabasa: ab aquilone, cum arcubus qüasi lapi- dibus brevibus de aqueductu etc. Total 261 cuarteradas y 3 cuarterones.-*- Fol. íg. Noticia est hec honorum, casarum, hereditarum, furnorum et operà- toriorum domino infánti et suis specialiter assignatorum in insula Majorice. En el término de la ciudad 7 rabales, ó 25 yugadas. En el de Inca g entre ra- halesy alquerías, ó 46 yugadas. En el de Pollensa 21 entre rabales y alque- rías., ú 80 yugadas. En el de Sixneu 8 entre rabales y alquerías, ó 63 yuga- das. En el de Petra 12 entre rabales y alquerías, ó 65yugadas. En el de Jartán {Artd) 10 alquerías, ó 55 yugadas. En el de Montueri 12 entre rabales y al- querías, ó 41 yugadas. En las montañas ig entre rabales y alquerías, ú 81 yu- gadas.—Fol. 2í. Isti sunt molendini de partita regis in insula Maiorice, et primo in termino civitatis; primo in cequia de Canet, que transit per civita- tem... i3: en la cequia de Ayn Alemir 4: en el arroyo, qui dicitur arabice Alu- rret, 8, y 6 de sangre ó caballerías. En el término de Inca i5; en el de Pollensa in rivo Baralhan sunt IV albergs, in quibus sunt XIIIl molini, de quibus habet rex medietatem: en el de Artd 10: en el de Petra 4: en el de Montueri 1 : en las montañas 8. — Fol. 22. Istos furnos habet dominus rex pro partita sua in civi- tate Majoricarum: 20.—Fol. 23 Isti sunt ortos regis in civitate: 6. Ert el mismo Joleo: Sunt et duo balnea... Ista sunt albergs electa precipua vel casas de par- tita domini regis in civitate Majorice, et fuerunt XV, et primo in Almudayna sunt V albergs electa. Item in Almudayna ista et tot sunt hospitia regis : de porta Ferrea supra palacii domini usque ad portam Cathenarum suntXXI hos- APÉNDICES pitia.—Fol. 25. Petrus igitur de Oscha per funiculum suum continentem XX brachias de brachio domini Jacobi regis Aragonie, vel XXII brachias de bra- chic Nunonis vel mediocris hominis,e/c.—Fol. 27. Sigue la relación de lapav' te que en toda la isla tuvo el rey, y de lo que d título de caballerías dió d los Templarios, al paborde de Tarragona, y d las ciudadesy villas. Fol. 46. Elec- te fuerunt in civitate Maiorice de communi consensu domini regis et omnium nobilium XXX domus, de quibus dominus rex habuit pro parte sua XV domos (véase arriba), quas divisit cum suis militibus et hominibus secundum arbitrium sue voluntatis. Vienen en seguida los nombres de las casas y de los sujetos á quienes se dieron.—Fol. 48. De facto divisionis civitatis. Prima divisió sive principium prime divisionis de partita civitatis Maiorice infra murum civitatis: et fuit divisa per VIII partes, que partes sic fuerunt divise, videlicet: quod de illis predictis VIII partibus contingerunt IIII partes domino régi pro parte sua. —Sigue la demarcación de cada una de estas cuatro, que juntas comprendían 1482 casas pobladas, 4g4 inhabitadas, 24 hornos, 17 huertosy 820 obradores ó tiendas.—Fol. 4g. Enumeración de las 3o casas escogidas (véase arriba), en cuyo-fin se lee: Et V balnea de villa, quorum unum vocatur balneum de la Real, et secundum balneum de Albaniera, et tertium balneum de la Costa, et cuar- tum balneum Salsum, quintum balneum del Alfadem; et ex istis V. balneis duo contingerunt in parte domini regis, videlicet, balneum de la Real et balneum de la Baniera, etc.—Fol. 5o. Et sunt in partita domini regis CGC XXI operato- ria (mds abajo dice 820) videlicet in illa medietate que sibi contingit pro parte: et sunt in partita domini regis XXVII operatoria inter carnifices et venditores de oleribus; et in venditoribus veteribus de oleribus XVII operatoria; et sunt XXV operatoria illa quibus carbó vendebatur, et operabatur argentum; et in foro quo vendebant avarchas et spartum et ferramenta erant XLVI operato- ria... Et ista CCCXX operatoria fuerunt in tribus partibus divisa, et una pars ex istis tribus fuit divisa in duabus partibus, et una ex istis duabus contingit fratribus Templi et suis porcionariis (Moneada, Alamanyy Claramunt), et alia remansit cum predictis duabus partibus domino régi etc. Siguen las tiendas que el rey dió d varios particularesy d las ciudadesy villas. Et contingit do- mino regi et suis porcionariis de domibus de Almudayna LXXXIX domus, et dicemus ubi sunt, etc. Fol. 82. Dedit dominus rex ex illa medietate hominibus Barchinone CCXXVI domus... A los de Tarragona Soy; d los de Marsella 2g'¡; d los de Lérida 226: al paborde de Tarragona 61; y d los Templarios con sus porcioneros 88g.—Fol. 58. Et contingit domino regi et suis porcionariis XXXIIII furnos: le quedaron 18.—Fol. 55. De molendinis... et sunt hec molen- dina in cequiam de Ayn Alamir, et in cequiam de Caneto, et in rivo d'Agadilg; et fuerunt numerata hec molendina, et fuit numerus eorum LUI... Hec om- nia... dividuntur in duabus partibus, quarum partium una contingit ad par- tem domini regis cum suis porcionariis, que pars fuit XXVI. Dió tres d los Templariosy porcioneros de estos, y otro al paborde.—Fol. 5 j. Quedaron 27.' Et de istis XXVII molendinis fuerunt facte IIII partes, que divise fuerunt per magnates: 7 d Don Ñuño, 7 al obispo de Barcelonay sus porcioneros, 6 al conde de Ampurias, al Moneaday porcioneros. Sigue el reparto del terreno inme- diato d la ciudad: mitad para el rey, y la otra mitad en cuatro partes d los cua- tro magnates susodichos.—Casi todos los nombres de las calles, casas, alquerías, rahalesy tierras son drabes. APÉNDICES 599 El 7-epartimiento no estuvo perfecto hasta el año 1232. El cronista mallor- quín Dameto dice que D. Jaune depositó en la casa del Templo el original de ese libro, escrito en arábigo (a). En las notas que el Sr. Bover puso á su me- moria de los pobladores de Mallorca, se lee: a La j ova da (yugada) es una exten- sión de tierra de diez y seis cuarteradas, ó 2.935,511 y '/g palmos cuadrados. Número 28 Retrato del rey D. Jaune. —CRÓNICA. DE D'ESCLOT, Códices mencionados fol. 24 Aquest rey Jacme d'Aragó fo lo pus bell hom del mon, que ell era major que altre i palm; e era molt ben format e complit de tots sos membres; e aquell havia molt gran cara, e vermella, e flamanta; el nas lonch e ben dret; e gran bocha, e ben feta; e grans dents beles e blanques, en semblansa de perles; e els huys neyres; e bels cabells e rossos, que semblavan fil daur; e grans espat- les; e lonch cos e delgat; els brassos grossos e ben feyts; e beles mans; e beles cuxes e groses; e beles cames, e longues, e dretes; per lur mesura els peus lonchs e ben feyts. E fo molt ardit, e prous, e valent, e larch de donar, e agra- dable á tota gent, e molt misericordiós; e ach tot son cor e sa voluntat de gue- rrejar ab sarrayns. Número 29 Rendición de los moros que estaban en las cuevas de Artà: CRÒNICA DEL REY, CÓDICÍ mencionado, fol. 56 ... E atorgaren que's retrian a nos per catius, si donch los de la montanya no'ls avian acorreguts als Vlll dies. E d'aço donaren nos hostatges los fiyls dels meylors X homes que eran en les coves. E nos reposam aqui esperant aquel dia. Pero en est endemig, sino dos dies quens durà i poch de pá que haviam, lo derrer dia passam nos e don Nuno, be ab C. homes quey manjavan, ab Vil pans: els de la ost no havian pa, sino que trobavan forment en les alqueries dels sarrayns, e torrávanlo, e manjavan daquel, e venian nos demanar si gosa- rien menjar carn, e nos soltam los quen poguessen menjar.—E don Pero Maça feu I cavalgada ab cavallers e ab homens de la ost e ab almügavers. E troba- ren i cova en que havia sarrahyns: e envià missatge a nos que li trametessem balestes e satjetes e pichs, e faem ho, e combaterenlos 11. dies, e trasqueren (a) No lo dice solamente Dameto, sino que lo expresa el documento mismo, aunque la copia romanceada pone equivocadamente hebraico en vez de arábice, y escritas en arábigo están algunas hojas de un códice muy antiguo guardado en el archivo de la Gobernación hoy de la Audiencia. óoo apéndices ne D. sarrayns. E quant vench el dia de Rams, al sol exit, enviara missatge als sarrayns de les coves quens atenessen la convinença que feyta'ns havian. E di- xeren que encara no era tercia, e que la devian esperar. E nos dixeralos que tenian rahó, mas que's apparaylassen de devalar. E els arreárense, e plegaren la roba, aquela que era de vestir, e dexaren nos dessus molt forment e ordi. E sus à la hora de mitja tercia començaren de devalar; e exirenne M V cents. E haguem M M (2000) sarrains, que tenia be i legua larguea dels. E ach be pres la cavalcada X milia vaques, e ben XXX milia oveyles. Número 30 Franquicias y fueros de Mallorca, otorgados por D. Jaime después de la conquista, y algunas subsiguientes ampliaciones. ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, Reges. 17. Jacobí 1, niim. 26. (Libro del Repartimiento.) Fol. 5g vuelto. Noverint universi quod nos Jacobus Dei gratia rex Aragonie ' Majorice et Valentie, comes Barchinone et Urgelli, et dominus Montispesu- lani, habentes et tenentes in nostra presentia instrumentum sive cartam privi- legiorum et franchitatum quas vobis dilectis et fidelibus nostris universis et singulis populatoribus et habitatoribus civitatis et regni Majoricarum olim sub anno Domini millessimo ducentessimo tricessimo Kalendis Martii apud Majoricam dedimus et concessimus, ac ipsius diligenter intellecto tenore, quia vos tanquam fidelissimi et devotissimi nostri karissimi filium nostrum infan- tem Jacobum recepistis libenter et jurastis habere post dies nostros dominum naturalem, quedara ad precum vestrarum instantiam corrigimus, et quedam capitula de gratia speciali addicimus. Que omnia in predicto instrumento ad utilitatem et salvamentum vestri existunt, et ideo instrumentum predictum sic correctum vobis et vestris per nos et nostros laudantes, concedentes ac perpe- tuo confirmantes, tenorem ejus de verbo ad verbum et ea capitula que nunc ibi addicimus ad perpetuara rei memoriam hic facimus annotari. Tenor instru- menti jam dicti talis est : In Christi nomine : Manifestum sit omnibus tam presentibus quam futuris quod nos Jacobus, Dei gratia rex Aragonum et regni Maiorice, comes Barchi- nonensis, et dominus Montispesulani, cum presenti publica scriptura perpetuo valitura, per nos et omnes heredes ac succesores nostros, damus, concedimus et laudamus vobis dilectis et fidelibus nostris universis et singulis populatori- bus regni et civitatis Maiorice et habitatoribus predictam civitatem et totam insulam ut ibi habitetis et populetis, et damus vobis casas et casales, ortos et ortales, et terminum civitatis, prata, pascua, aquas dulces, maria et littus ma- ris, venationes, pascheria, plana et montanas, herbas, ligna ad domos et na- ves, et ligna alia construenda, et ad ornnes alios vestros usus, et possitis piscari in mari libere, tamen stagnis retentis nobis.—Posessiones autem omnes quas in civitate vel regno Maiorice habebitis, habeatis francas et liberas, sicut eas habebitis per cartas nostre donationis, et possitis de eis facere cum proie et APÉNDICES 60I sine prole omnes vestras voluntates cuicumque volueritis, exceptis militibus et Sanctis.—Damns iterum vobis quod in civitate et regno Maiorice et per totam aliam terram dominationis nostre et regni Aragonie, tarn hiis terris quas hodie habemus vel in antea poterimus adipisci, per terram et mare, sitis franchi et liberi cum omnibus rebus et mercaturis vestris ab omni lezda, pedatico, porta- tico, mensuratico, et penso, et ribatico, et ab omni questia, tolta, fortia et de- manda, prestito, hoste et cavalcata, et earum redemptione, postquam insula fuerit adquisita.—Non donetis carnaticum de vestro bestiario ullo tempore, passaticum, herbaticum, nec quarantenum.— Naufragium aliquod non erit usquam in partibus insuie supradicte.— Siquis traxerit cultellum vel ensem versus alium injuriando vel irascendo, donet nostre curie LX solidos vel ma- num perdat.—Siquis fuerit captus in latrocinio aliquas res furando, teneat ille cuius res fuerint latronem illum donec suas res recuperet: postea reddat ilium curie ad justiciam faciendam.—Nullus de adulterio puniatur in rebus vel in personis, nisi mulier vel vir proponat querelam de violentia vel de fortia sibi facta.—Omnia malefacta, que fuerint inter habitatores civitatis, possint probi homines pacificare et diffinire, antèquam sit clamor vel fundamentum ad cu- riam factum.—De injuriis et maleficiis, de quibus curie fuerit factus clamor, firmabitis in posse nostre curie, et reus dabit quintum pro calonia (pena) si fuerit convictos ; sed primo debet satisfacere conquerenti.—Pro quinto curie lectum, archa non pignorabitur, neque vestes, neque arma persone sue.—Si querimonia facta fuerit de possessione vel re inmobili, non dabitis caloniam neque quintum.—Habitatores civitatis et totius insuie placitabunt de tercio in tercium diem, extráñeos de die in diem si conveniatur; sed si conveniet, ute- tur jure vicini.—In causis injuriarum, dampnis, vulneribus illatis, procedatur secundum usaticos Barchinone.—Si debitor vel fidejussor aliquis sit eífectus et terminus sic transactus, et inventus fuerit in civitate vel regno Maiorice, non possit foris privilegium allegare, sed ibi teneatur responderé.—Pro aliquo crimine vel delictò vel demanda, non facietis nobiscum vel cum bajulo aut curia civitatis, nec inter vos ipsos, batalam per hominem, per ferrum candi- dum, nec per aquam vel aliquam ullam causam.— Curia, bajulus, sayo vel eorum locum tenens, non intrabunt domos vestras pro aliquo crimine vel causa suspitionis per se solos, sed intrabunt cum duobus vel quatuor bus probis homini- civitatis. Hoc idem servabitur in navibus et lignis, furnis et molendinis.— Sacramentum calumpnie facietis in causis vestris, sed nil inde dabitis vel netis po- pro jurejurando faciendo. — Non dabitis curie, bajulo vel aliquod sayonibus pro vestra justicia facienda vel exequenda; sed si sayo ierit extra civi- tatem, det ei conquérons sex denarios pro legua.—Revenditor vini, farine, vel rerum comestibilium, si inventus fuerit cum falsa mensura, perdat totam peni- tus rem venalem, et habeat inde terciam partem curia et duas partes murus civitatis.—Flequeria (panadera), si vendiderit panem de minus penso, vel po- natur in costello, vel donet V solidos, de quibus habeat duas partes curia, et murus terciam partem.—Nullus teneatur facere preconizare vinum, oleum aut res venales, nec teneatur habere pensum domini; tamen ex quo posite fuerint res venales, non quis plus vendere possit precio posito, sed totam vendat rem venalem, nec facial in ea mesclam uHam.— Vicarius, bajulus aut sayo non possit cognoscere de falsitate pensi vel mensurarum, nisi in loco publico et coram probis hominibus civitatis.—Non dabitur calonia nisi placitum firma- 76 APÉNDICES turn fuerit ab utraque parte.—Omnes qüestiones, que infra habitatores fuerint cum hominibus civitatis, agitentur in locis publiais, ubi vicarius fuerit probis civitatis, et non venietis ad domum curie vel bajuli pro plácito terminando.— Debitor vel fidejussor possit dare pignus suo creditori ad X dies cum manule- vendet pignus ; sed cu- vatore idoneo, et tenebit pignus per X dies, post quos faciet dies, et si plus de suo debito inde illud tres habuerit, restituât rrere per si minus, debitor vel fidejussor restituer creditori.—Nullus fidejussor debitori ; teneatur responderé, dum principalis persona presens fuerit et idónea ad satis- faciendum. —Siquis dixerit alicui ciiguç vel renegat, et statim ibi dampnum domino vel locum te- aliquod acceperit, non teneatur responderé alicui ejus non absol- nenti.—Siquis aliquo crimine a curia vel bajulo captus íuerit, pro dederit firmantiam de directo.—Si miles noluerit facere justicie com- vatur nisi curia posset distringi, liceat adversario suo pignora capere plementum, nec a propria auctoritate sua, preter equum quem ipse equitat ; et si forte alia pig- nora non habeat, liceat adversario militis equum capere, ni super eum equitet teneat.—Juditia omnia causarum et criminum judicabit vel propria manu eum curia cum probis hominibus civitatis —Siquis de aliquo crimine fuerit con- unde sustineat corporalem, non amittat bona sua nec par- dempnatus, penam bonorum suorum, sed possit de eis testari et dimittere heredibus et cui tem res vestras cuilibet facere velit.—Quilibet possit se facere preconem, et possitis tabe- preconizari.-^Liceat cuilibet, layco tamen idoneo sed nemini ordinato, llionatus officium exercere, prestito sacramento in posse curie et proborum et fidelis.— hominum quod sit in suo officio pro utraque parte legalis pariter De omni clamo sive dubitet sive neget reus sive confiteatur, primo á curia, consilio proborum hominum, sententia feratur, que talis est: per totam istam vel sero ascendatis diem fírmate pausate cum vestro adversario, vel directum, Si ad Almudaynam ascenderit, habeatur pro firmato di- in Almudaynam. non recto, et exhibebit inde directum.—Nos vel aliquis successor, vel heres noster, non facient ullam fortiam vel curia, bajulus vel aliquis tenens locum nostrum, de districtum in personis vel rebus vestris, dum parati fueritis dare firmantiam directo, ni sit enorme crimen.—Promittimus etiam vobis quod non dabimus Sanctis, in toto vel in nec excambiabimus vos alicui persone, militibus neque parte ; sed semper amabimus et defensabimus vos in cunctis locis sicut nostres legales.:^Data apud Majoricam, kalendis March, fideles probos homines et anno domini M CC tricésimo.—Hec sunt capitula, que nunc addicimus-ex gra- posessiones omnes vobis, pro ut continetur in tia nostra de novo : honores et capite brevi per nos et nostros laudamus, concedimus et perpetuo confirma- nobis concessa et conce- mus.—Littere vel instrumenta, alicui vel aliquibus a fir- denda contra privilegia vel franquitates vestras, nullam roboris obtineant mitatem. — Volumus et perpetuo statuimus quod quilibet successor noster, civitate vel insula Maiorice, curia, bajulus et nostrum quilibet locum tenens in et jurent hec omnia et singula sicut superius scripta sunt attendere fideliter observare. Nos autem, ad maiorem predictorum omnium et singulorum firmi- tatem, juramus et facimus jurare karissimum filium nostrum infantem Petrum, a nobis et heredem Cathalonie, super sancta Dei evangelia ipso corporaliter et quod predicta omnia et singula attendamus et compleamus omnino tacta, faciamus in omnibus et per omnia inviolabiliter observar!. Et nos predictus Dei a infans Petrus, heres Catalonie, juramus per Deum et sancta evangelia APÉNDICES 603 nobis tacta supradicta omnia et singula attendere firmiter et complere.—Data apud Alcanicium, sexto idus Febroarii, anno Domini millesimo ducentésimo quinquagesimo sexto.—Signum Jacobi, Dei gratia regis Aragonum, Majorice et Valentie, comitis Barchinone et Urgelli, et domini Montispesulani.—Signum infantis Petri, il·lustris regis Aragonum predicti filii et heredis Cathalonie.— Testes sunt: Bernardus Guillelmi d'Entensa ; Examenus de Focibus; Exame- nus de Urrea ; Artaldus de Luna ; Michaelis de Leserva ; Jasbertus vicecomes Castri novi; Arnaldus de Lers ; Guillelmus de Castro novo.—Signum Petri de Capelades, qui mandato domini regis et infantis Petri supra dicti, pro domino fratre Andrea episcopo Valentie, jam dicti regis cancellario, hec scripsit loco, die et anno prefixis. Por subsiguientes confirmaciones, fecha la primera en Lérida y Mar\o de 1232 y la otra en el campamento de Jdtiva y Mayo de 1244^ extendió la exención de peaje, portazgo, etc., á los mallorquines que viajasen por Aragón y Valencia. Por otro privilegio, fecho en Valenciay Julio de 124g, les concedió entre otras cosas que ningún lugar teniente, baile., veguer ó substituto de estos pudiese comprar bienes inmuebles mientras ejerciese aquel cargo ; que todos los sábados hubiese feria ó mercado en la ciudad ; y que á los judíos no les diesen sino cuatro dineros de interés por libra. Por Agosto de 1251 expidió d favor de los mallorquines otro privilegio, en que trata de dotes, usuras y prescripció- nes; y por Agosto de i256, una circular d los oficiales encargados de cobrar los derechos de peaje, portazgo, etc., mandándoles que nada pidiesen d aquellos isleños. El infante D. Jaime, heredero de Mallorca, juró observar y cumplir todo lo concedido por su padre, en la iglesia de Santa Eulalia de Palma, por Agosto de 1256. En Valencia, por Agosto de 12^3, expidió otro decreto en que, entre vdrias disposiciones, establecía que los cristianos se encarcelaran se- parados de los judíos, los hombres de las mujeres, y las personas decentes de la gente modici valoris. A primeros de Setiembre de 12^6 el hijo del Conquista- áor juró en Mallorca como rey todos los privilegios y estatutos concedidos por su padre. Número 31 Privilegio otorgado por Mudjehid, rey de Denia, y ratificado por su hijo Alí, á favor de los obispos de Barcelona : ARCHIVO DE LA CATEDRAL BAR- CELONESA, Libro i." de sos antigüedades. Pao. 5, acta de la consagra- ción del templo antiguo (BOFARULL, Condes de Barcelona vindicados, tom. 2, pdg. 81). (La traducción de este documento va resutnida en la página 123 del texto.) Notitias plurimorum tam instantium quam posterorum tradere satagimus qualiter superno opitulante numine sedes Sanctae Crucis Sanctaeque Eulalias Bar- chinonensis, anno dominico incarnationis quinquagesimo octavo post millesi- mum, insistentibus gloriosissimi praesulis ejusdem sedis Gislaberti intercessi- bus, insularum Balearium clericatos atque ordinum necnon urbis Dénias, adepta est donum. Dux quoque prasdictae urbis Denise, dum viveret, nomine Mudje- b04 apéndices hid, interventu jam dicti pontificis, revocavit atque subdidit Ínsulas praelibatas et diócesi Baleares, quas nunc vulgo Majoretas et Minoretas vocant, sub jure omnis clericorutn sanctae praefatae sedis Barchinonensis, statuens ac jubens ut gradus in praedictis degens insulis à nullo pontificum auderet expetere ordi- alicujus clericatos, ñeque sacri chrismatis unctionem vel confectionem nem ñeque ecclesiae dedicationem neque ullius clericatus cultum aliquem, excepto duels antistete Barchinonensi. Hujus itaque largitionis filius praedicti Mugehid omnes ecclesias et astructor ac subdidit atque imitator, nomine Hali, dedit episcopatum praefatarum insularum et prœdictae urbis Deniae juri et diócesi sanctae sedis Barchinonensis, eodem videlicet modo quo genitor suus Mugehid, precatu praenominati pontificis, impertivit universa haec sedi praelocutae. Im- pertitionis autem predictarum ecclesiarum et episcopatus earundem historia : Dux urbis digna cognitu ita se babet : In Dei omnipotentis nomine Ego Hali, Denie et insularum Balearium, Mugehid jam dictae urbis olim Ducis proles, assensu filiorum meorum et- ceterorum Ismaelitarum in meo palatio majorum, contrado largior sedi Sanctae Crucis Sanctaeque Eulaliae Barchinonensis atque et praedicto praesuli omnes ecclesias et episcopatum regni nostri quae sunt in insulis Balearibus et in urbe Dénia, ut perpetim ab inceps maneant sub diócesi praedictae urbis Barchinonensis, et ut omnes clerici, presbyteri et diaconi in locis praefatis commorantes, a minimo usque ad maximum, a puero usque ad senem, ab hodierno die et tempore minime conentur deposcere ab aliquo pon- tificum ullius ordinationero clericatus, neque chrismatis sacri confectionem, ab neque cultum aut aliquem ullius clericatus nisi ab episcopo Barchinonensi ipso cui ille praeceperit. Si aliquis, quod absit, hoc largitionis donum improbo nisu adnullare vel disrumpere conatus fuerit, caelestis Regis iram incurrat, et ab omni lege penitus exors fiat ; et postmodum hoc maneat indiscussum atque firmum omne per aevum. Facta carta donationis VII kalendas Januarii, anno praescripto, apud urbem Deniam, jussu Hali et assensu filiorum suorum majo- rumque suorum inferius corroboratorum.—Raimbaldus archiepiscopus sedis Arelatensis subscripsi.—Arnaldus episcopus Magalonensis. Guifredus sanctae primae sedis Narbonensis ecclesiae episcopus subscripsi. Froterius Guillelmus gratia Dei Urgellensis episcopus. Arluvinus sacerdos, qui hoc scripsit die et los demás anno quo supra. — En el acta de la consagración el metropolitano y prelados confirman este privilegio. Número 32 Carta de Pedro March, tesorero del rey D. Jaime de Aragón, d D. Sancho de Mallorca; CRÓNICA ESCRITA POR EL REY D. PEDRO IV el Cere- monioso, Libro 3.®, Cap. 5. (CARBONELL, fol. 127.) ÍEl original estuvo en el Archivo de la Corona de Aragón, de donde lo copió el cronistay archivero Carbonell d fines del siglo XVpara insertarlo en su obra Chroniques d'Espanya; pero tiempo há que no se le encuentra. El rey lo escribió por los años de 1882,y como él mismo dice, quiso intitularlo : Libre en que's APÉNDICES contenen tots los grans fets qui son entrevenguts en nostra casa dins lo temps de la nostra vida, començantlos á nostra nativitat. Sin embargo comem^ó por hacer mención de su abuelo el rey D. Jaime II,y así su obra abraca lo acaeci- do desde i3ig hasta i38o). E lo rey en Jaume, avi nostre, sabent acó, apellá en Pere March thesorer seu, e dixlí: en Pere March, lo rey de Mallorques vol fer aytal obra, e vol se perdre ab nos. La qual cosa nos es molt greu ; perque volem vos que de vostra ma secretament en nostra presencia façats una letra de part vostra al dit rey en Sancho amich vostre, la qual letra nos dictarém la forma : «Molt alt senyor, entés hé per mon senyor lo rey d'Aragó que vos, per consell de alguns qui nous volen gran be, venits acordat de denegar al rey mon senyor les postats que li devets dar com a vassall seu de tota la senyoria que ha sobre vos per les convinences antigues: de que, senyor, son molt dolent com vos veig tant errar; car cert sia a vos que'l primer procés quel dit mon senyor farà contra vos es que'us entén á reptar de trayció, e que'us dará per par e per contrasem- ble lo infant n'Anfos, fill primogènit seu, lo qual rebujar no li porets. Perque, senyor, clam vos mercè e us consell, axi com aquel qui am vostra honor e la vostra corona, que vos aquesta obra per res no assajets: mas punyats et trac- tats que siats en amor e en gracia de mon senyor lo rey de Aragó, e que esqui- vets en tota la manera lo dan que de aquest fet seguir vos poria.» E lo dit Pere March per hun hom seu tremés la dita letra al dit rey en Sancho, e trobál en lo castell de Perpinyà. E com li hac dada la dita letra, e lo dit rey l'ach lesta, per gran desplaer que hac no pot sopar, e dix á les companyies que sopassen, e ell més se en una cambra, e tota aquella capvesprada anà del un cap de la cam- bra al altre dient : ¡Heu hay haut mal consell! ¡heu suy en mal punct nat 1 ]heu hay perduda ma terra 1 Número 33 Hecho de armas del infante D. Fernando de Mallorca en el sitio de Almeria; Crónica de Muntaner, Códice de la biblioteca de S. Juan,/o/. 248 ;y en la edición de Barcelona (año 1562) fol. ig8, cap. 24^. ... E axi tot lo poder de Granada vench la vespre de sent Bartomeu sobre la host del senyor rey d'Aragó; e lo senyor rey d'Aragó com vehé aquest poder tan gran, fo molt maraveylat. Mas de res no s'esmayà ; ans hordonà que lo senyor enfant en Ferrando estigués ab tota sa companya al esperó de la ma- ria (qui!(ds marina), per ço que si negun exia deia ciutat per ferir al setge men- tre que ells se combatían ab los sarrayns, que lo senyor enfant ho defensés. E vull que sapiats que era lo pus estret partit quey era; e per so lo senyor enfant pres aquell loch á guardar per so com era lo pus car partit, que d'altrement noy fore romas. Queus diré? que com lo senyor rey fou aparelat per ferir so- bre la host dels sarrayns, de dintre d'Almaria per l'esparó, à aygua deia mar tro á les singles, exí i fill de rey de Godix ab ben CGC homens a cavall e molta gent de peu; e la via fora's moch a les tendes del senyor enfant. E lo senyor 6o6 APÉNDICES enfant molt be arreat, ab tota sa companya exí á la via fora ab tota sa cavalle- ría molt honradament. E com los moros haguèren passat l'esperó, aquell fill de rey era bon cavaller, e era un dels bells cavallers del mon ; e vench tot pri. mer cridant ab la atzagaya en la ma : Avibenosoltdn, que als no li exia delà bocha. E l'enfant demaná: ¿qué diu? E los torsimanys, qui li eren de prop, diguérenli : Senyor, ell diu que es fill de rey. Dix lo senyor enfant: Fill de rey, e yo fill de rey (en la edición citada dice: Si fill de rey es, e yo axí mateix so fill de rey), E va brochar en vers ell ; e abans que à ell se pogués acostar, ach morts ab la lansa mes de VI cavaliers, e ach rota la espaha, e puys va metre la ma a la massa, e va's acostar en aquell qui cridava que fill de rey era. E aquel, qui'l vehé venir sabé que aquell era l'enfant, e vench enves ell, e váli donar tal colp deia espaha que'l quarter primer del escut li gità a terra, e fó molt valerós colp, e cridà: Avibenasoltdn ! E lo senyor enfant váli donar de i espaha, que li agüeren donada, pe'l cap que entro a les dents lo fené, e caech mort en terra. Número 34 Noticia de las Leves Palatinas escritas en latín por el rey D. Jaime III de Mallorca, y de las Ordenaciones de la casa real, traducción de aquellas en cataldn por el rey D. Pedro IV de Aragón.—ACTA SANCTORUM JUNII (Bolandos, tom. 3):—ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, Varia 9, Petri III, N.» iSag. Por Mayo de i33y el rey D. Jaime III de Mallorca proynulgó en la isla las Leyes Palatinas después de leídas en pleno consejo; pero el precioso códice, en que las mandó escribir, debió de pasar d poder del rey de Francia Felipe VI de Valois, cuando prófugo el mallorquín tuvo que favorecerse de aquel monarca. Juan el Bueno, sucesor de Felipe, tal ve^ lo regaló d su segundo hijo, d quien creó duque de Borgoña,ya que después formó el códice parte de la Biblioteca ducal. De ella lo sacó d fines del siglo XV el noble Guillelmo de la Baume, ca- ballero de honor de la duquesa ;y ó por donación suya, ó por la de uno de sus descendientes, lo poseyó el convento de Jesuítas fundado por i6og en la provin- cia de Gueldres. De allí por medio de un cambio el jesuíta Andrés Escoto lo trasladó al convento de Antuerpia, y proyectó darlo d lu^, para lo cual entabló correspondencia con el padre Andrés Moragues, jesuíta mallorquín. Pero lo reali!(ó en el siglo pasado el padre Daniel Papebrochio, del colegio de Antuer- pia, uno de los autores de las Actas de los Santos, después de pedir noticias al Archivo de la Corona de Aragón por si existía allí alguna copia, y de emplear aquella diligencia tan propia de la Compañía de Jesús. Hi^o grabar las ilumi- naciones que enriquecían el original,y aunque adulteradas por el cincel barro- CO y perdida la forma gótica, aquellas Idminas aún pueden dar una idea de su interés. Ocho grandes viñetas representaban al principio de cada una délas ocho partes, en que se divide la obra, lo principal de su materia; y casi todos los capítulos iban encabe:^ados con una miniatura que ofrecía el traje, ocupaciones APÉNDICES 607 y utensilios de varios oficios de palacio: debió de ser el códice más importante para el arte entre cuantos existen en España, y los Bolandos lo reputaron dig- no de la majéstad imperial. Precede d las leyes el decreto de su promulgación, y siguen las ocho partes cuyos capítulos llevan los títulos siguientes: 7.® Parte. — De officio Magistrorum hospitii, sive Majorum domus. —De Scutiferis potum nobis ministrantibus. — De Botelherio majori et speciali aulae nostre regalis, et Subbotellerio.—De Pistore regio. — De Botelleriis, pro nostris familiaribus deputatis.—De servitoribus sive aqueeductoribus botelleriee. — De Scutiferis ad scindendum coram nobis destinatis. — De Scutelliferis regiis. — De Empto- re et Subemptore. — De Ministris coquinas oris regii.—De Argentario (i) co- quinas oris regii. — De Goquinariis coquinas communis regiorum domestico- rum. — De Musaso (Dispensa). — De Argentariis coquinas domesticorum regio- rum.—Aquas portitoribus ad coquinam domesticorum regiorum.—De Sartiferis deferentibus cisorium regium. — De Magistris quorum et Stratoribus, qui Ca- valericii nuncupantur. — De Civaderio. — De Marescallo equorum. — De Man- cipiis stabulorum.— De Falconerio majori. — De Falconeriis minoribus. — De Venatore seu custodiente venatorios canes.—De Algotzirio. — De Procurators fiscali in curia Magistri seu Majoris domus. — De Emblerio majori et Zemble- rio (Arriero ó conductor de acémilas). — De Zembleriis.— De Mimis seu Jocü- latoribus (aqui se incluyen los músicos). — 2.® Parte. — De officio Camerlengo- rum. — De Scutiferis cameras. — De Camerariis. — De Barbiton soribus. — De Medicis. — De Sirurgicis. — De Secretariis et Scriptoribus. — De Uxeriis armo- rum (reyes ó ujieres de armas). — De Servientibus armorum. — De Nuritiis Virgas. — De Armatore Regis. — De Sartore et ejus coadjutors. — De Sutrice et ejus coadjutrice. — De Apothecario et ejus coadjutors. — De Fructerio et ejus coadjutors. — De Argentario (platero) et ejus coadjutors. — De Folrerio {tapi- cero). — De Paratore et ejus coadjutors. — De Custode tentorium. — De Scopa- toribus.— 3.^ Parte. — De officio Cancellarii. — De Vice-cancellario.—De Scriptoribus cancellariœ. — De Rectoribus conscientias regias. — De Auditori- bus. — De Promotoribus.—De Confessors.—De Sacerdotibus ad capellam deputatis. — De Scholari capellae. — De Helemosenariis. — De Scholari hele- mosenarias.—De Servitoribus helemosinarias. — De Cursoribus.—4.® Parte. — De Magistro rationali.— De Scriptore Magistri rationalis. — De Thesaurario. —De Scriptore Thesaurarii.— De Scriptore rationis. — De Scriptore Scripto- rum rationis. — 5.^ Parte. — De Conviviis. — De Ferculis. — De Sellis, fraenis et aliis paramentis. — 6.® Parte. — De vestibus et aliis ornamentis. — De obla- tionibus. — De honoribus quibusdam personis, ut congruit, adhibendis. — De fructibus in mensa ministrandis.—De illuminations. — De honoribus exhiben- à\%Parte. — De Consiliariis. — De sessions in consilio. — De conviviis. — De salariis Commissariorum. — De modo scribendi litteras ad diversas personas.— Quae personas premitti debeant in scribendo. — Quae personas postponi debeant. —Quomodo debeat scribi diversis personis, secundum gra- dum cujuslibet. — De modo sigillandi. — De taxationibus litterarum. — De be- neficiis conferendis. — De ordinations Capellae.— Siguen capítulos concernien- tes d las festividades de la Iglesia. —De helemosina per Helemosinarios distri- buenda. — 5.® Parte. — De Falliis. — De loqueriis animalium. (ï) Argentarius aquí significa el galopin. 6o8 apéndices A 23 de Octubre de 1844 el rey D. Pedro IV de Aragón promulgó en Bar- celona sus Ordenacions sobre lo regiment de tots los officials de la sua cort, en idioma catalán; pero un escrupuloso cotejo con las de D. Jaime de Mallorca nos ha demostrado que en su mayor parte son traducción, en poquísimos tronos amplificación, de las latinas de éste. D. Pedro, como más ceremonioso, aumentó el número de los capítulos j-elativos d las festividades ?-eligiosas, y hubo de ex- tender los y aplicar otros d los usos de su corte é inventar algunos para oficios que no debieron de existir en el palacio del mallorquín ; y d continuación de las ordenaciones, bien que independientemente de ellas, en otros dos explicó la ma- ñera con que debían coronarse los reyesy las reinas de la casa aragonesa. Tal existió antes en esta un códice, de donde pudieron tomar sus obras D. Jaime ve^ y D. Pedro; mas ningún documento acredita semejante conjetura. Con mayor probabilidad pudiera suponerse que esas leyes ú ordinaciones estaban ya consig- nadas las mds en la costumbre de la casa de Aragón, y que ambos monarcas escribiei-on y fijaron aquella etiqueta consuetudinaria: al menos la coronación de los soberanos aragoneses ya se efectuaba antes de D. Pedro casi de la misma manera que él dispuso;y el magnífico capítulo, en que Muntaner explica la de D. Alfonso el Benigno, padre del Ceremonioso, 710 deja lugar á 7iingu7ia duda acerca de los pormenores. Los cortos límites, que hemos de imponernos, tto nos perfniten copiar por vía de cotejo algunos tro:^os de e/itrambas obras latinay catalana, ni aun apuntar aquí los títulos de los capítulos de la segunda, como al menos hubiésemos deseado. En el archivo de la Corona de Aragón no existe sino una copia moderna de la obra de D. Pedro, pues el códice original, corregidoy apostillado de puño del mismo 7'ey, por real orden se remitió d Madrid d 25 de Noviembre de 178'j. No sabemos por qué no se ha devuelto todavía, ni qué raq^óii hay para alterar sin necesidad el arregloy orden de un archivo. El gobierno no es una corpora- ción de anticuarios,y por lo mis7no debiera bastarle una copia autoritzada;y aun cuando sus individuos lo fueren, no pueden ni deben sacar para siempre de los archivos los documetitos originales, 7ti valerse de su posición para satisfacer sus inclinaciones ó especulaciones literarias. Número 35 Traje del rey D. Pedro e\ Ceremomoso, cuando su coronación en Mallorca: CRÓNICA DEL MISMO, L tb . III, C ap. i6 (CARBONELL, Fol. iSy). Axi que nos lo dissapte vespre, á XXI del dit mes, nos anám á la Seu, e aqui nos vetlam, e jaguem en la esglesia de la Seu. E lo diumenge per lo mati nos isquem de la sacrestia de la Seu vestits y apparellats in sede majestatis, ço es: ab una camisa romana d'un drap de seda prim vert ab alguns fullatges, sens totes obres; e e après una dalmática de drap vermell historiat ab obra d'aur ab fullatges, mas noy havia perles ne altres obres, per ço com se apparellá cuytadament; e d'aquest drap mateix una estola que comença en lo muscle esquerre e traversa al costat dret, e puix era cincta en torn, e eran egualats los apéndices 609 caps de la estola; e un maniple; e calces del dit drap, sens sabates; ab nostra corona d'aur ab pedres precioses e perles, en lo cap; e ab lo sceptre d'aur e un robis al cap, en la dreta ma; e ab lo pom d'âur ab una creu al cap de les de per- e pedres precioses, en la ma esquerra; e ab la espasa tota cuberta de perles e de pedres precioses, que portavam cincta. Número 36 Ida de D. Jaime III de Mallorca d Montpelle7\ después de cerrarle los de cerdd las Puig- puertas de la villa: CRÓNICA DEL REY D. PEDRO IV, Lib. C^p. 32 3, (CARBONELL, fol. i5í<). Finalment lo preycador hi tornà be tres vegades, e dixli: que si no sen ana- va, que ell era mort ab tots quants hi eran ab ell. E lavors ell començà de pío- rar e fer gran dol, e dix: que ell e la companyia eren dejuns e havian 10 passat port; e demanava que li fos donada la vianda que li havian la apparellada en posada. E fou li respost que no'n hauria gens. E puix pregà e 11 fossen donadas supplied que ses robes e son saumatge. E fó li respost que no sen menaria res sens licencia del senyor rey de Aragó. Ab tant, ell é los seus altres parti- ren d'aquí dolents ab gran tristor e ab males dictions que's gitavan, e anáren- sen. E aquell dia mateix passaren lo port de Pitmorent dejuns, e cuidaren tots morir de fret e de mal, e cuidaren esser contrets, majorment los homens deli- cats: axi que hoim dir que en Jacme de Mallorques se baté molt la cara e lo cap de dol, e volia ferir en sí mateix ab brotxa e daltres armes, mas les li tolian. Puix que fó á Achs, e aqui manlevaren que's despendre, que no havian vestedures; e puix anaren á Foix, e lo comte donáis diners, e'ls aculli faeren be, e la via de Montpeller continuadament. ADICIÓN AL APÉNDICE DE LA PRIMERA PARTE Número i d Jai- Sentencia capital cont7'a Pedro de Piiigdorfilay otros por su fidelidad me III. Proceso existente en el Archivo de la Audiencia de Mallorca. Refiérese á la nota de la pág. 179 de este tomo. Rex fidelis fideli fidelitate disponit sibi subditos fore fideles, pacificos et _ modestos; sed effrenata elico humilitatis emulla {a) sui prodiga, mater litium et nisi materia jurgiorum, tot litigia hactenus generavit et quotidie generat, quod justitia ejus conatus reprimeret, fidelitas et status cujus et in suo gradu con- cordia (sicj extra mundi términos exularent. Sane cum fidelissimi ac illustrissi- mi domini reges Aragonum, memorie non immerito recolende, presentis reg- nantis illustrissimi ac magnifici principis dom. Petri, digna Dei gratia regis Barchino- Aragonum, Valentie, Majoricarum, Sardinie et Corsice, comitisque fidelitatem ne, Rossilionis et Ceritanie predecessores, predictam virtualiter á semper observarunt et fecerunt observari, Regi regum ac creatori supremo, quo habuerunt regna et comitatus predictos, pro possibilitate sua devotissime serviendo, et inter alios idem illustriss. dominus rex nunc regnans perfunditus, fideli- dictorum predecessorum suorum vestigia observando, male observantes domini tatem Jacobi cognominati tunc de Majoricis, nunc vero Montispessula- ni, compulsus tamen instintu justitie, corrigere habuit ejus demeritis et ean- dem lance justitite castigare, privando eundem Jacobum dicto regno et comi- tatibus, et predicta reducendo et reintegrando ad regnum Aragonum et alia, pro ut antiquitus esse solebant et debebant, á quibus derivaverant tenendaper minime quosvis dom. regi sub certis fide et conditionibus quas dictus Jacobus dicti observavit. Hoc tamen non suíïecit ad fidelitatem debitam in omnibus dom. regis subditis radicandam, quin imo ipso Jacobo domino Montispessu- lani perseveraverunt in sua fidelitate, ac conantes aliquos temerarios spiritus erga dictum dom. regem ac fidelitatis obstinationem attrahere, pro ut constat {a) Tal v&z.elaiîo y emula: entiéndese el sentido del preámbulo, pero no una por una las palabras. APÉNDICES 6ll legitime per processus plurimos inde factos, constitaque de miraculosa quo- dammodo revelatione divina, qualiter perquirendo quoddam furtum factum in lembo Petri Vitalis de Majoricis, non cogitando aliquatenus de factione pre- dicta, fuit inventüm 7'elba (a) in braguerio suo portabat litteram aliquorum de factione predicta nephandissima ; quod divina dementia, sub cujus pietate predicta domus Aragonum requievit, talia sustinere non valuit, sed potius revelare tam dicto dom. regi quam aliquibus suis officialibus, et tam detesta- bilia non debeant aliquatenus tollerari ; et inter cetera nobis Felipo de Boyl militi, consiliario dicti dom. regis, reformatori ac regenti gubernationis offi- cium civitatis et regni Majoricarum et insularum eidem adjacentium pro dicto dom rege, constet legitime in dicto regno Majoricarum dicto Jacobo domino Montispessulani aliquos paucos in talibus adherere, volendo Deo et dicto dom. illustriss. regi, cujus in hac parte ofiicium gerimus, ad conservationem fidelitatis fideliter et firmiter deservirá, cum repererimus, tam ex actitatis coram dicto illustriss. dom. rege quam etiam coram nobis, quod nominati inferius qui dicto illustriss. dom. regi fidelitatis sacramentum ac homagium prestite- rant non observasse predictà pro ut debebant et tenebantur, habendo semper in memoria dicti dni. regis et suorum successorum ac regnorum et possessió- num suarum incolumitatem, felicitatem, honestatem, utilitatem, possibilitatem, consilium et auxilium, pro ut tenebantur, et hoc corde, ore et opere, quin imo versus dictum Jacobum et ejus commodum vertebant corda sua, et multa verba aliquarum nephandarum factionum tangentia et ad proditionem dicti regni sui Majoricarum tendentia dicto illustriss. dom. regi ac nobis ejus loco minime revelaverunt, imo inter se tractabant litterasque et nuncios de talibus occulta- bant, alios sollicitabant, quod domus Aragonensi.s numquam talia potuit tolle- rare, sed fidem et fidelitatem firmissime facere observari. Moti ex causis pre- dictis , habitoque nostro pleno consilio super predictis, et diligentissime recensitis specialiter cum venerabili Petro de Ciutadilla judice et auditore curie dom. regis per dictum dom. regem assessore nobis dato, solum Deum habendo prae oculis cordis nostri et ejus sancta quatuor evangelia posita coram nobis ut de vultu Dei nomine prodeat juditium, ad hoc ut predictis culpabili- bus sit pena, et alii committentes similia perhorrescant, condempnamus Ber- nardum de Buadella militem et Petrum de Podiorfile privilegiatum ad amitten- dum capita et ab eorum corporibus separanda, taliter quod moriantur ; et Ferrarium Aragonesii et Petrum Fraga, quod vivi ad caudam mulorum ligati trahantur per civitatem Majoricarum per loca publica, et cum dictus Petrus fuerit coram hospicio ubi morabatur, truncetur sibi manus dextra cum qua scripsit litteram nephandissimam factionis predicte, et postea per collum in furquis suspendantur, taliter quod moriantur, bonis omnium predictorum et singulorum eorundem regio erario confiscatis, et etiam ad perpetuam rei me- moriam mandamus dirui hospitia in quibus habitabant, sine reparatione ip- sorum ullo tempore facienda. (a) Esta palabra, corrigiendo la b por otra /, resulta el apellido de la persona (A Relia), en cuyo poder fué encontrada la referida carta, y acerca de cuya suerte cuatro años después, en 26 de Junio de 1349, con- sultaba al rey el gobernador Centelles textualmente en estos términos ; Encare per II vegadas vos he signifi- cat que tench prés ací A. Relia e7i pode?- del qnalfore^i atrobadas las letras per las qualsforen scapsais e penjats alcu?is homens de Mallorca ; pero de todas maneras se echan de .menos otras palabras para comple- tar el sentido de la frase. 6i2 apéndices Lata fuit hec sententia dicta die sabbati intitulata kalendas octobris MoCCC®XLVo in curiis palam et publice in palatio castri regii Majoric. per dic- tum honorabilem reformatorem, assistente sibi et consulente dicto venerabili et discreto Petro de Ciutadilla ejus assessora, et littera mandata dicti honora- bilis reformatoris per me Ferrarium de Magarola de scribania dicti dom. regis notariumque et scriptorem Majoricarum, presentibus Bernardo de Buadella, Petro de Podiorfila, Petro Fraga et Ferrario Aragonesii condempnatis antedic- tis, presentibus etiam nobili Bertrando de Fonolleto ac venerabili Petro Rubei, Guillelmo Valentini, Francisco de Portello consiliariis dicti dom. regis, presen- tibus etiam dictis venerabilibus juratis, necnon et vener. Berengario Ruberti milite, Berengario de Ulmis, Petro Ruberti domicello, et Bertrando Rubei et Bartholomeo Martini, et Petro Fuserii jurisperitis, Arnaldo Bertrandi, Rai- mundo Martini, Jacobo Risso mercatoribus Majoricarum pro testibus ad hoc specialiter convocatis ac pluribus aliis in multitudine copiosa ut prefertur. Número 2 Co7'respondencid del gobernador Güaberto de Centelles con el rey Pedro IV de Aragón tocante d la expedición postrera de Jaime III para recobrar la isla. Archivo de la Audiencia ex libr. literariim regiarum. Véase la nota de la pág. 184 del tomo. Interesantísimas son estas cartas, pero como andan impresas ya en número de diez por el P. Villanueva en el tomo XXI de su Viaje á las iglesias de España., y más de otro tanto aumenta- das en el Cronicón Mayoricense., no reproduciré de ellas, comprobándolas pre- viamente para mayor corrección con el original, sino lo más indispensable para seguir el hilo de la historia. XI vuytubri digmei\je hora de completa Sapia la vostra magnificencia que vuy á hora de matines haguí correu del capità de Pollensa que havia vistas III galeas e una nau. Apres, senyor, á hora de vespres haguí correus que al port d'Alcudia havia vengudas entre naus e galeas e altres vexells XXII velas, las quals, senyor, segons las novas que ha- viam haudas, es lo stol del alt en Jacme. XII vuytubri á hora de mitja nit Vuy que es,dilluns he hauts correus e cert ardit que l'alt en Jacme es ab tot son stol junt al cap de Formentor, qui es pres de Pollensa. Axí que are á hora de completa he ahut cert ardit que'i dit en Jacme ha presa terra en lo dit loch, la qual null hom bonament no li pudia vedar, jatsia, senyor, que de la una part e de l'altra haja haudas morts e nafras, e ha posats ja en terra pres de dos milia homens á peu e de LXXX homens á cavall en pus, e no cessa de traure cavalls e gents. Lá, senyor, es per capità vostre frare Vidal Alquer co- APÉNDICES ôicj menador de la casa del Spital ab totas las gents de fora á cavall e á peu e gran res dels homens á cavall de la ciutat ; e son se fêtas, senyor, totas aquellas bo- nas provisions dins e de fora que ferse poden á salvament del regne. Per molts correus e diverses vos he significat com açi ha armadas VII galeas e VI naus ab las II del Pariatje de Barcelona, e neguna resposta no he ahuda de vos, senyor... XIII vuytubri Après, senyor, que he significat á la vostra reyal majestat que'l stol del alt en Jacme prenia terra, he ahut cert ardit que ahir que fó dilluns gran res del stol del dit en Jacme ha presa terra á Pollensa á la punta d'Albercuix ; son IX galeas e VI uxers e una nau. Perque, molt alt senyor, jo fas replegar totas las hosts de la terra á Incha, qui es luny del dit loch hon lo dit en Jacme ha pre- sa terra forsa III leguas, per tal que'l dit en Jacme s'acost dintre terra, e que hom li puxa dar per mar e per terra salvament batayla. La qual batayla, senyor, no's pot fer sens las galeas de Valencia e de Barcelona ; perque sia vostra mer- cé que las ditas galeas hic sian prestament. Quant á las provisions de la terra, mercè de Deu, es ben provehida dins e defora, e totas las gents, senyor, grans e pocas fan bon continent de si mateys e volen morir per la vostra honor en aquests affers. XVIII vuytubri digmenje hora de con\pIeta Sapia la vostra reyal majestat que en Jacme de Montpeller ab la sua host ha stat á Pollensa II dias e á Alcudia altres II, e ahir venchsen batalla arrenga- da á Muro, e lo seu stol per mar feya la via de la ciutat de Mallorques. Axí, senyor, que segons que comptan alguns d'aquells seus los quals jo tench pre- sos, demà lo dit en Jacme ab son host sen enten á venir per terra tro á la ciutat, e lo seu stol per mar axí matex á la ciutat, e par ho ben segons la via que fan. Jo, senyor, me son certificat aytant como he pogut del seu poder, axí que trob que ells son de CGC homens á cavayl en sus e MD homens á peu. E mes jo, senyor, he fets desamparar tots los lochs defora, car ja moltas vegadas vos he significat que'ls lochs de fora no's podían tenir, e fetas trer totas las viandas e bestiars aytant com he pogut; e totas las donas, infans e catius dels homens de fora son en la ciutat; e he fets forts, menys dels castells deda illa, II lochs tant solament, çó es la vila d'Incha e la ciutat... Tota la gent de la terra ha bon voler, mes no son veadas de guerrejar, e es gran perill tenir tantas gents enclo- sas, car pahor he que rumors no's meten entre las gents que veen consumar çó del lur... Jo, senyor, me soíTèr de fer la batayla per duas rahons: la primera que no us vull aventurar lo regne á un punt, la han segona per la gent d'ací, que no vist affers. Placiaus, senyor, de trametre la dita ajuda o de ferme resposta, car, senyor, tot va en aquesta batayla. Dijous XXII vuytubri De puys que no us he scrit, senyor, s'es sdevengut que sat dicmenje prop pas- entre vespres e completa en Jacme de Montpeller partent de Muro vench 6I4 batalla arrengada ab banderas levadas á la vila de Inca, e va ferir aytant abri- vadament com durá neguns homens poguessen ferir. Lo palatic {a) donant batalla en II lochs de la vila d'entró á II horas, en la qual lo dit Jacme fo per- sonalment, e la dona sua qui era en la reresaga, e lo fill. Finalment que, si anch feriren abrivadament, ells se'n tornaren molt volenterosament ; e alcuns fort pochs exiren de las barreras de la vila contra volentat del capità, e feriren en ells, e haguerenne entre morts e vius de XLV á L personas, entre 'Is quals ni hac VIII homens á cavall. Axí que'l dit en Jacme de nits ab gran pluja anà sen á la vila de Sineu e aquí ha stat e sta de lavors en cá. Après acó hir que fó dimecres l'onrat en Rambau de Corbera arriba ací ab la nau qui va en Sarde- de la quai cosa, senyor, tota la terra ha ahuda gran consolado. E nya, avuy, senyor, entre vespres e completa VIII galeas del stol del dit en Jacme ab ban- deras levadas vengueren dreta via á la boca de Portopí, on eran las VII galeas nostras e II lenys armats e las VI naus armadas; e com foren pres una milla e del dit port, ells veeren las nostras galeas qui stavan detrás las menys naus, e à colp van girar. E las nostras galeras e las naus van fer la lur via e donarenlos encals mentre dia bastà, axí que las gitaren de tot lo golf ; e fo axí que la una galea de las lurs no sperava l'altra, que si tan solament ací hagués duas galeas ab Deu qui ho volgués, gran res de las galeas hagren ahudas e no's foren • mes, partidas d'ellas... Jo, senyor, he acordat ab aquests que ací son de vostre con- seyl e ab los jurats, que las galeas d'ací e las naus romangan á Portopí e en lo moll per guardar e defensar aquell, e que demà matí ab la bandera victoriosa vostra, senyor, e ab tota la host isca de la ciutat, ab lo dit Rambau de Corbera e ab los homens á cavall e á peu que ha amenats, per anarme combatre per te- rra ab lo dit en Jacme qui es á Sineu luny de ciutat quatre leguas... Del sta- ment de las gents de la terra d' entró al jorn de vuy e dels lurs comportaments podets star ab bon cor, senyor, car encare no he sabut que negun de la ciutat ne de la illa, poch ne gran, sen sia anat d ell sino I grech e I moro de Pollensa e I home sotil de Muro qui volia trahir la vila de Inca, e lo capità ha'l rossegat e penjat d Inca. XXVII vuytubri Après en- que no scriví d la vostra gran altea dels affers del alt en Jacme ça rera, s'esdevench que jo divenres prop passat ora de tercia isquí de la ciutat ab companya de cavall e de.peu, e jaquí la ciutat be fornida e stablida, e enca- re VII galeas e II galiotas ben armadas que romangueren al port de la ciutat; e and ab mí l'onrat en Riembau de Corbera ab la companya de cavall e de peu ab la qual passa en Sardenya. E fiu la via de la host del dit en Jacme, qui era en un loch apellat Porreras ; e següent lo per jornadas, lo dissapte següent hora tarda fuy de la sua host pres una legua. E lo dicmenje matí següent, com jo hagués ardit que'l dit en Jacme feya ab tota sa host la via de la ciutat, par- tent de I loch apellat Luchmajor, hon havia jagut lo dissapte d nit, jo fiu re- frescar tothom, e aquí ordení mas bataylas e comané la devantera al dit en Riembau ; e fiu per guisa que ab las II mias batallas isqueren d devant la host ab del dit en Jacme. E hora entorn nona ell s'açostd batalla arrengada d mí (a) Pallociitinm, at.ique á una empalizada. Duc.^nge. APÉNDICES 6l 5 II batallas que havia ordenadas ab molta bella gent bona de cavall e de e jo envés ell. E peu, en lo nom de Deu lo dit en Riembau ferí ab la sua batalla molt vigorosament, e ells á ell : ab tant jo ferí ab la mia batalla. E plach á nostre Senyor Deus qui prosegueix la justicia de vos, molt alt çenyor, e endressa los vostres aífers victoriosament, queh dit en Jacme fo vençut e mort en la batalla, e son frare en Pagà qui portava la sua bandera, e molts seus cavallers e ho- mens de peu foren aquí morts, e'ls altres giraren e meserense en fuyta ; e jo ab tota ma companya, ab la vostra victoriosa bandera tesa, encalsant e seguids I alcient, grossa legua vers la mar mentre que'n trobé negun. E après ab la bandera tesa torné levar lo camp, e trobé que cavallers nostres tenian lo infant e la infanta presos nebots vostres, senyor, qued dit infant es nafrat de de leig en la cara colp spaha, car era guarnit en lo camp. E après açó jo ab tota la host torné jaure al dit loch de Luchmajor, e lo dilluns següent entré men en la ciutat ; e tota la ciutat isquerenme á reebre ab totas las professons be e hon- radament e ab gran alegria. Placia á vos, molt alt senyor, que'm fassats saber que'us plaurà que jo fassa dels dits vostres nebots ne de madona car jo los tench Violant, presos al castell de Bellveher. Encara, senyor, vos fassats saber placia que'm que us plaurà que fassa del homens á cavall e de peu que tench presos qui foren del dit en Jacme, ço'es dels strangers, car d'aquests qui eran d'aquesta terra entench á fer aquella justicia que mereixen. P. S. Quant es, senyor, de la part vostra son morts IV homens á cavall e entró á X homens á peu e be XV cavalls, e ha hi haudas alcunas nafras. Jo, senyor, tench lo cors del dit en Jacme en la sgleya de Luchmajor, e no'l vull soterrar entro que haja resposta de vos, senyor; empero, de la senyor, ab correcció vostra altea, seria viarés que'l pogués hom soterrar á la Seu honrada- ment, que vuy mes no pot fer mal ne be. X novembre Después de explicar al rey la demora sufrida á causa del mal la anterior comunicacióyi^ d tiempo la por cual tuvo la fortuna de anticiparse la de los fechada del día mismo de la jurados victoria^ continúa Centelles: Jo vehent que la resposta vostra, senyor, se trigava, haut consell del nobles dits e de savis en dret e religiosos, he dada sentencia contra los homens de peu e fembras qui eran venguts ab lo dit alt en Jacme, los tenia e feyan quals jo gran messió, presos que bajan á servir per V anys e V que aquest servey de anys puxa jo ó los procuradors reyals vendre per aquells será fae- dor; axí preus que que'ls procuradors menant á execució la dita sentencia, los la ciutat de de Mallorca jurats son si oposats e apellat á vos, senyor. jo he acordat Perque, molt alt senyor, que trameta á la vostra reyal majestat translat del e sentencia que he fets procés contra los dits homens, e encare del dels dits protest jurats e de la apel·lació resposta que jo hi he feta... Jo, senyor, si en Rambau l'almirall e de Corbera hic eran partits, e açó enten que será demà tot men enten per anar lá hon dia, vos, senyor, siats, ab l'infant e ab 1 infanta e Violant ab na mado- e ab lo cors del dit alt en Jacme. 6i6 APÉNDICES comunicadas po?- el gobernador d los procuradores reales Disposiciones en i6 de Octubre, luego de sabido el desembarco de Jaime III: la una e Que de la pecunia reyal façats fer II banderas ó senyeras, reyal Deu en- Taltre de sent Jordi, e astas ferradas e carcaxos, ab las quals, volent, de la tenem exir á batalla al dit en Jacme, Encare fets fornir lo castell reyal ciutat de Mallorca de molins de sanch, de ballestas, tretas, pedras e altres ar- mas necessarias per defensió d'aquell. Encare volem e us manam que de la dita pecunia paguets tots nolits de barcas ó de lauts, los quals per los negocis del dit en Jacme nos haurem á trametre axí al senyor rey com á qualsevol al- axí tora la illa com dins la illa. tras personas, Véanse las tomadas luego después de la victoria, advirtiendo que la fecha aun XVIII kls. nov. estampada en el Cronicón Mayoricense es erróneay irnpo- sible : al infant e Que de la pecunia reyal façats fer vesteduras de draps negres Violant e á infanta fills del alt Jacme de Montpeller quondam e á madona en en beure las donas e donzellas qui ab ella son; que provehiscats en menjar e als dits infant, infanta madona Violant e á las donas qui ab ella son, e als e son homens de paratje de Jacme e peu de la familia del dit alt en quondam qui presos, á cascuns segons lur condició. Encare volem e us manam que fassats venir lo cors del dit alt en Jacme, qui es á Luchmajor, en la ciutat (a), e pagar las messions que per fer aportar lo dit cos se convendrá de fer. Encare volem manam paguets los metjes que tenen en lurs curas lo dit infant e los e us que dits homens de paratje e de peu los quals son presos. Encare volem e us ma- nam paguets als cap de guaytas, saig e á X almugavers qui guardan los que dits homens de paratje e de peu, los quals stan presos dins lo castell reyal de la ciutat de Mallorca, per tal que no puxan fugir. Número 3 Bar- Respuesta dada por los jurados de Mallorca al aviso de los consejeros de del reino de Ma- celona acerca de la fuga del hijo de Jaime III. Archivo L·i^oKOK Exped. G n.o i. Véase la pág. i86 de este tomo, nota fa), y la 198. Sapia la vostra saviesa que ir qui fo dijous à hora de mig jorn reebem vos- tras letras fêtas en Barcelona dimarts à III del present mes, per las quals nos fayets á saber axi com l'infant de Mallorques en la nit del dicmenje prop passat era exit del castell Nou de la ciutat de Barcelona e era fuyt, e que dins la cam- bra de la gabia hon lo dit infant jahia han trobat mort en Nicholau Rovira ciu- duda- (a) Para cumplir esta orden pasaron à Lluchmajor en 4 de Noviembre Andrés de Sani Just daño y Francisco Enrich de Valencia. APÉNDICES 617 tadá de Barcelona qui aquell gordava, de las quals cosas e no sens rahó nos e tot lo regne havem haut molt gran despler per lo gran perill e dampnatje qui, só que Deus no vuyla, sen pot seguir, e grahim vos molt com axi prestament nos ho havets fet á saber. Nos de present ensemps ah I'onrat mossen en Bn. de Thous governador d'aquest regne havem endressadas e fetas totas aquellas provisions que'ns han aparegudas, axí per terra com per mar, que sian tuició, guardia e salvament de la ciutat e regne, pregantvos molt afectuosament e cara que si lo dit infant no será stat pres, que'ns fassats á saber quina via haurà fet ni vers qual part sen será anat, persó que nos poguessem provehir en los affers, per manera que de tot perill siam gordats. Nos d'aquests affers scrivim al sen- yor rey notificantli las ditas provisions, per só que si altras provisions hi eran necessarias que hi sian fetas, en manera que nos e lo regne puscam esser gor- dats de perill e damnatje. Nos havem pagat lo portador de las ditas vostras letras, al qual havem donats XX reyals d'or. E si algunas cosas vos plaen que nos fer puscham, scrivits nos ab fiansa de complir. Dada á Mallorques á VI de maig l'any de la nativitat de nostre Senyor MCGGLX dos. En iguales términos escriben los jurados al rey, y d estey á los consejeros barceloneses el gobernador Thous, quien desde el día anterior, luego de recibido el aviso, lo había transmitido á los jurados de Menorca y al baile de Alcudiay á los de las demás villas de Mallorca para que estuviesen prevenidos. Nuevo parte de los consejeros de Barcelona dió más adelante motivo d las siguientes precauciones : E après las cosas damunt ditas dicmenje á XXIX del mes de maig l'any de- munt dit á hora de dinar los honrats jurats reeberen letras dels honrats con- seylers de Barcelona per las quals de cert nos certificavan que II galeas e VIII- fustas entre barcas e lenys armats eran exits de Marseyla per dampnificar los sotsmeses del senyor rey, e com fos opinió d'alguns que lo dit armament qui es fet après la fuyta del dit infant no fos stat tractament que n'aguessen fet en favor d'aquell, lo dit senyor governador ab los dits jurats, ajustats alguns pro- homens de lur conseyl, feren las provisions següents: Primerament dels caste- lans dels casteyls sen vajan lá de present e stian lá personalment per guardar aquels.—ítem que'n Berenguer Tornamira personalment sen vaja á Alcudia e que stia aqui continuadament e fassa be gordar lo dit loch e men sen un mestre d'axa qui fassa mantellets. Com ja hi ha prou fusta.—ítem que'n Pere de Co- nangrell e Johan Umbert sen vajan de present á Polensa'e aqui ordonen scol- tas e talayas segons que ben vist lurs será, e la guayta que deuen fer en lo dit loch, e trien IIII personas d'aquells qui mes hi valen e hom si puscha mils fiar, e trametre los tantost al governador qui vol parlar ab ells.—ítem partent d'aqui sen vajan á Alcudia, e fassan semblants provisions ó mayors si mayors poden, e sobre totas cosas se prengan esment que al cap de Forrhentor haja tah recapte que navili no hi posquès pendre terra sens que no's fos sabut e sentit, e partent d'aqui cerquen tots los lochs de las marítimas e fassan semblants provisions, e trien e de cascuna parroquia ordonen IIII personas las mellors del loch qui vengan devant lo dit governador, e de tot açô sen porten letres del governador de fer totas aquellas provisions que ells qrdonarán.—Item fassan manament per totas las parroquias que tots aquells qui son ordonats de soco- 78 6i8 rrer en temps de guerra als lochs de las marítimas, que de present que sian requests hi vajan sots pena de cors e de haver.—ítem sian tancats los portals següents, aquell de la Calatrava, item la porta del Treszor, item la porta Fe- rrissa prop en Maymon Peris (a), e aquests sian tancats de nits e de jorn. ítem totas nits stian tancats los portals de la Portella, del Temple, de Sant Antoni, de la porta Pintada, del Citjar, de Portupí, dels Boters, den Sagarra, de Sant Johan (b).—Empero sian ordonats III bonàs personas als portals de Sent An- toni e de la Porta Pintada e de Sent Johan qui obren á tots aquells qui entra- rán ne exirán, e vuyllan saber qui serán aquells qui entrarán ne exirán; tots lo,s altres stian tancats totas nits, e sian comanadas las claus á bonàs personas qui cascun matí las obren, e assó fassan fer e ordenen en Bn. Valentí, P. de Montsó, Johan Umbert, P. Net, G. Miró, Arnau Roger, ordonats per fer los deens e XXVens.—ítem sia feta crida per tota la ciutat que tothom dega tenir lum per totas las finestras tota la nit, e assó fassan los damunt dits.—ítem fassan fer la guayta ben e diligentment segons ordonat es.—ítem que totas las fustas de rems qui son bonàs á fer alguna defensió sian retengudas que no vajan á neguna part, e sian pregáis aquells de qui son que'ls metan en curs e'ls tengan ápparellats, e la galiota que hich parteix den Riuçlar fassa sagrament e homenatge el e la sua companya al governador que, complit só que ha con- vengut ab lo noble en Berenguer Garros, que de present sen dega tornar ací, altre viatge no mudant —ítem que la galea grossa de la ciutat sia adobada e endressada de present segon que's pertany, e tot çó de la mar sia comanat an Bonanat Massanet, Pere Corretger e Guillem Moragues.—ítem que las brigo- letas qui stan per las torres sian regonegudas, e si res hi manca sia hi fet per en Jacme Sa Font.—ítem que la cadena de Portopí sia endressada e Portopí sia gordat axí com se pertany, e assó fassa lo governador.—ítem que sia pro- vehit de fer bescuit (está incompleto). Número 4 Real indulto de Juan I d los habitantes de Mallorca por cualesquiera delitosy atentados cometidos en los alborotos de i3gi. Archivo del reino de Ma- , llorca, reales cédulas en pergamino núm. 229. Lleva la data de 16 de Julio de 1392 en Pedralves, aunque hasta el 12 de Octubre no se publicó en la isla: véase pág. 23o nota 3. Nos Johannes Dei gratia Rex Aragonum etc. quamquam nostrorum plurimi subditorum in anno proxime lapso, laqueis et illusionibus spirituum inmun- dorum, quorum ut credimus densitate tunc aer infectus ac stipatus extabat, de- cepti nimium, tam in cismarinis quam ultramarinis partibus, plura gravia et la Al- (a) Dicha de puerta, lo mismo que la anterior del Tresor, parece correspondía al recinto peculiar mudaina, y estaba junto al alcázar en la cuesta de la Seo. {i) De estas tres puertas la de Boteros y la de Sanjuan daban á la plaza de la Lonja que caia fuera de la muralla, igualmente que la de Atarazanas, á la cual daba salida la puerta de Sagarra sita en la calle de A-piiBtadores. APÉNDICES enormia crimina commisserunt, invadendo, depredando, percutiendo, vulne- rando et occidendo judeos, aljamasque et calla judeorum penitus destruendo et hospitia comburendo et aliter diruendo in diversis civitatibus et locis insigni- bus nostri dominii, et avalota, illicitas populares congregationes, agrorum depopulationes, incendia ac seditiones comittendo nequiter et multum prave, resistencias nostris officialibus que fuere gravissima faciendo, ipsosque officia- les etiam majores et principaliores in ipsis resistenciis percutiendo et vulne^ rando, ac alias circa hec multimo de delinquendo, signanter in insula Majori- carum; pretexto quorum criminum incontinenti cum eorum patratio nostras pervenit ad aures, deliberaveramus contra omnes et singulos insulares seu habi- tatures dicte instile Majoricarum, tam videlicet civitatis quam villarum, locorum, et parrochiarum forensium, quos in premissis culpabiles sentiremos, in furore nostro procedure et eos in virga ferrea durissime castigare. Verumtamen con- templatione et ad supplicationem humilem il·lustris Yolandis regine Aragonum carissime consortis nostre, que pro hiis apud nos per vices et dies plurimos postulando misericordiam multum efficaciter et continue intercessit, preten- dendo et allegando inter cetera humillime coram nobis jam fuisse per guberna- torem et alios oñiciales nostros dicti regni Majoricarum circa quindecim no- mero de principalioribus actoribus scelerum predictorum ultimo condempnatos supplicio ac diversimo de morti traditos hac de causa, et quod si non fieret infrascripta remissió, predicta insula, jam ab aliquibus citra temporibus habi- tatoribus pluribus diminuta et ultra modum vacuata, depopulationis excidium posset incurrere et ruinam ; tenore presentis charte nostre ubique valiture nos -dictus rex, et etiarn nos dicta Yolans eadem gratia regina... ejusdem dom. regis consors, cujus... jurisdictioni, examini et judicio multi ex habitatoribus dicte insole se quo ad dicta crimina summisserunt, habentes ab eodem dom. rege de infrascriptis plenariam potestatem linsértanse los poderes d ella conferidos por su real esposo en Barcelona en 25 del anterior febrero): ambo in simul et uter- ■que nostrum in solidum, rigori justitie misericordiam preponentes, de certis scientiis nostris absolvimos, difíinimus, remittimus, relaxamos, indulgemus ac etiam perdonamos universis et singulis insularibus seu personis in civitate aut insola Majoricarum predictis habitantibus, seo que anno proxime lapso MCCCXCI inibi habitabant, cujus vis, status, sexos, legis aut conditionis sint... omnes actiones, qüestiones, petitiones et demandas, omnesque penas civiles et criminales ac quasvis alias quantumcumque capitales et magnas, quas con- tra eas vel aliquam earum aut bona ipsarum vel alicujus earum nos vel alter nostrum aut quivis oflficiales nostri... possemus aut possent nunc vel in futurum facere, proponere, infligere seu movere aut quomo dolibet intemptare... pre- texto vel occasion e jam dictorum criminum vel aliquorum ex eis infra dictam insulam aut etiam civitatem Majoricarum... perpetratorum in anno predicto pro- xime lapso et extunc usque in diem presentis remissionis, etiam si expugnatio- ni, ignis suppositioni, invasioniaut depredationi ac finali destructioni callorum judaicorum dictarum civitatis et insule Majoricarum, sequendo avalotum vel seditionem popularem aut eam in capite concitando, vel in congregationibus factis per multos forenses et de civitate conjunctimet divisim contra ofiñciales, juratos et rectores dictarum civitatis et parrochiarum forensium, aut in obsi- dione per eosdem forenses et de civitate facta de castro nostro de Bellveher, in quo pluros rectores et cives notabiles dicte civitatis timentes avalotum sedi- 020 APÉNDICES tionem et alia predicta se recollegerant, aut in confectione, ordinatione et illicita petitione quorumdam capituiorum per eos dem forenses et de civitate sic seditionaliter congregates, gubernatori et juratis Majoricarum oblatorum et ab eis per metum extortorum, vel remotioni impositionum et adjutarum ci- vitatis et regni predictorum per comminationes gravissimas et alias modis illi- citis atque pravis qualiter cumque interfuerint, aut percussiones vulnera et neces contra judeos et in eorum personas tunc patratas commisserint, vel opem aut operam, consilium vel consensum dederint seu prebuerint in eisdem vel aliquo eorum, aut gubernatori et aliis officialibus et rectoribus dictarum civi- tatis et insuie super prohibitione premissorum non adheserint, etetiam si ban- nitos premissis de causis expost recollegerint et contra prohibitiones inde factas sustinuerint, vel alias qualitercumque in premissis omnibus et singulos deli- querint aut consentientes vel participes extiterint quovis modo... Ab hujus- modi vero gratia et remissione nos dicti Rex et Regina excludimus et penitus separamus omnes illos qui in quadam resistentia dicto anno, dum dicte com- motiones vigebant, facta dicto gubernatori, ipsum manualiter percusserunt. Mandantes... officialibus nostris... quatenus absolutionem diffinitionem et remissionem hujus modi... firmiter teneant et observent .. imo quoscumque processus, emparas et sequestrationes, annotationes et confiscationes bono- rum, bannimenta et alia quecumque enantamenta... necnon quascumque manuleutas et securitates per eos seu aliquem eorum... prestitas, sola presen- tis ostensione tollant, anullent, deleant et cancellent... Volumus tamen... quod omnes et singule persone civitatis et insule predictarum que pragmáticas sane- tiones et alias provisiones per nos in presenti mense fiendas super regimine et bono statu ac aliis concernentibus civitatem et insulam predictas... impugna- verint aut eisdem contradixerint seu pro eis impugnandis vel non servandis ad nos vel curiam nostram recursum habuerint, remissione aut gratia hujus- modi gaudere non possint, imo contra eas et quamlibet earum procedatur et procedi possit, remissione hujusmodi non obstante. In cujus rei testimo- nium etc. Datum in monasterio de Pedralbis, sexta decima die Julii anno á nat. Domini Mill, trecent. nonag, secundo. Número 5 Poesías de fray Pedro Martine^, copiadas de un códice de Teruel por el señor Llabrés. (Véase pág. 286 de este tomo, nota 2). De estas die^ poesías catalanas^ todas menos la última en verso endecasílabo^ y en número generalmente de die!^ d trece estrofas de arte mayor con su torna- da^ la I y la VII son alabanzas d la Virgen María; la IIy la VIII d la cru^ de Cristo^ dedicada una d la esposa del gobernador Castelladori^ y la otra dis- putando la joya de un certamen celebrado en Barcelona para animar d la cru- ^ada contra el turco; la V y la VI en contemplación delpaso de la cru:^ acuestas y del desnudamientoy crucifixión del Redentor ; la IIf IV, IX y X respectiva- mente consagradas d Santo Domingo, San Vicente Ferrer, Santa Catalinay APÉNDICES 621 Santo Tomás de Aquino. Son tan ingeniosas como enérgicas, aunque no exentas de cierta conceptuosa vaguedad, de metáforas y alegorías violentas, de latinis- mosy otros vicios de la época. Entre las culpasy excesos de que el autor se acu- sa, no es fácil discernir lo que hay de escrúpulos de timorata concienciay de remordimientos de una vida tempestuosa ó de públicos escándalos. Apostatant seguit he lo diable, 1 cegat d'amor mundà e temporal dice al santo fundador de la orden dominicana, y á San Vicente Ferrer Jo so aquell qui en ma joventut del mon fuy tret per seguir l'observança, e inconstant molt prest vaig fer mudança prenint pecats e abandonant virtut. En la canción VII se expresa así, dirigiéndose á la Virgen: Despuys que fuy d'aquella casa tret bon vaig entrar para lo mon jaquir, jamés un jorn be volgut be servir vostre car Fill ne seguir camí dret. Y sin embargo, examinándose en medio de sus tribulaciones, ha dicho : Jo no m'escus baver comesa colpa en fets alguns, en vestir e semblants ; mes segons oyg, que sian tais e tants no'u vulla Deu, segons ira m'encolpa. Confiesa sus caídas, sus propósitos de enmienda, la vida mundanaly disipa- da que traía : Jo caycb tots jorns sens poderme levar, seguescb delits fugint de vida santa, negun temor mos desigs fols espanta, com obstinat correcb á mes pecar; no'm resta pus sino '1 conexement de mos défaits superbos vils e vans; tot desonest ab continents uflfans vaig circuint lo mon tan folament. E si'm confes ab uns molt debils plors moguts molt prest de bona conexença, á l'altre jorn veureu ma continença plena de vent e mundanas sabors : molt es lleuger lo be que jo començ e també 'm fuig cuytadament e prompte ; lo be que fas no es digne de compte, pusque lo mon en un moment me venç. Y con piadoso entusiasmo en la canción III lan^a al mundo esta despedida: Adeu, tirá, cruel engañador, adeu, que vaig servir lo Creador, abominan0t t2os2bens e fola stima. Adeu, amichs, adeu la gent honrada, adeu, reals princeps, comptes, barons, adeu ; favor, delits, confusions de vostras corts, jaquesch d'esta vegada. no dió tiempo d la retirada la persecución que^ fenecido el principe su canciones alude d eticónos amo, se le suscitó, y aunque en la mayor parte de sus e iras mortales de que era objeto, la I, II, IXy X ofrecen sobrados indicios de ser escritas en dura cárcel y casi en perspectiva de acerba muerte. En la I lee- mos : Si mos défaits me haurán procurada vida semblant qual los ferros publican, tu sab los fets, que mon cas testifican, pena cruel si han jamés guanyada. Bous y vadells han fet contra mi liga, per vils mitjans volent mon cors damnar. La II consta que la escribió d instancia de la piadosa D.® Juana Berenguer, después de esta plegaria d nuestra Señora : Ira mortal mon viure ja menaça los mals sumant que fiu en-joventut, e ah color d'usar de rectitut, lo publich oy un tal procés acaça ; á Tu 'm coman en do, vera balança, qui mes jaquir los crims vols que pesar; en los treballs Tu 'm vullas es.forçar, car en Tu sols s'atura m'esperança. Vuélvese d su intercesora en la tierra con los sentidos versos siguientes : Dona d'honor y per cert virtuosa, á qui la gent loha de pietat, aquest escrit per vos he compilat suplicantvos per mí siau curosa al lochtinent, senyora, si declara vostra virtut lo cas en que so mes, jo tinch esper que restaré ilés, puys vostre zel los fatigats ampara. APENDICES 623 En la IX invocando d Santa Catalina: Impacient los ferros tinch al coll, ab mil despits contra tots murmurant; feume humil passar penas callant, e no gronyint despitant com á foll. Pei'O el interés culminante reside en la postrera d Santo Tomás de Aquino^ donde palpita la lucha entre la compunción y la firmeza y el brío de la inmuni- dad sacerdotal con el terror del suplicio que presiente^ sin que la extraña forma métrica de octosílabos catalanes y latinos cru^^ados entre sí y rimados^ logre quitar nada d la gravedad imponente de aquella solemne protesta. Hela aquí: Clare Thomas doctor sánete sed fac me post sanctam necem del orde Prehicador, que puga lobar á Deu. in celis confessor tante, dels duptes declarador, Clamat turba secularis qui elucidans obscura que muyra de fera mort, ab deguda claredat, gens crudelis est hilaris ostendisti de scriptura. de matarme ab gran tort, lo clar seny e veritat! dicentes linguam dolosam he tingut contra lo rey, Fac me esse tibi consortem hanc vitam calamitosam en hàbit de relligió, me fan sentir fora ley. usque me ducas post mortem fins la summa visió; Qiiia Carolo beato rogo in tanto labore he servit ab grant amor, nojaquescas ton devot, d patre rege irato fost quam divino amore reb presons e tal furor: se content de tal açot. sed tu, confessor preciare, sol de la doctrina sancta, Te predicat theologia fac me Xpistum sic amare dret doctor sense barranch, que vença sa ira tanta. et tua genealogia virtuós de alta sanch: Ex quo duxi libertatem postquam currere obstrusam me demanan çó qu'he fet, tu miras ma libertat, sumunt sibi potestatem tuam gratiam diffusam processarme contra dret; consentme per pietat. querentes me nichilare ab secular potestat, Malleasti hereticantes ajunt quod commissi quare ab saber irrefragable; crim de lesa majestat. objurgescunt blacterantes (a) de ta doctrina lohable; Tu seis esse me elongatum obque tuam justam precem de la submissió reyal, no denechs al frare teu, atque non esse delatum fa) Hablan mal, alborotados. 624 APÉNDICES per lo dret sacerdotal: perque jo muyra en tot cas, tale crimen et in regem et irati valde dolent no cometen sacerdots, que no'y troban camí ras; sed corrumpunt nostrum legem nec me possunt degradare (b) per la qual son exempts tots. per donarme mort publica, sed laborant me damnare In canonem incidisse ab presó cruel inica. no curan, tant son irats; attendunt me deliquisse^ Tornada mes no com están vedats (a) : falces suas truculentas Thoma sánete, gratifica meten en lo de Crist ; r arma mia ab camp Jesús, in personas sic exemptas et in bono ratifica, servan la ley d'anticrist. car no cur del sobre plus. Frement atque caput movent Número 6 Relación de las primeras conmociones de la germania de Mallorca comunicada al Emperador por los jurados. Archivo general del reino, libro de Cartas 7nissivas áe t5i9á2i,fol. loi y io5 b. Corresponden álaspág. 354 y SSy del ^ texto. I S(acra) C(esárea) y C(atólica) Ma(jesta)t. Tenint informatio lo locht. general de V. C. y C. Mat. don Miquel de Gurrea alguns homens menestrals de aquesta vostra ciutat y regne fahen que alguns concerts productius de conmocions e avalots de pobles en la dita ciutat, feu pendre set homens menestrals dimecres à VI del present y posar en los careers, perque presos aquestos que's deyan principals los altres cesassen efectuar lur propòsit. E lo s'endemà que era dijous, tenint lo dit locht. y nosaltres algun no's conmoció del poble ó avolot en la ciutat, cavalcà lo dit recel que seguís locht. nosaltres ab ell per la ciutat, y maná publicar una crida havia y prove- hida per obviar no's seguís algun desorde ; e publicantse aquella en la plassa de las Corts, cridà una persona alsant la spasa viva el rey, e tan prest foren molts en dita plassa armats, y donat avís d'açò per dos officials qui vingueren corrent al dit locht. qui del ensemps ab nosaltres se trobava en la plassa Born, essent promptament corregué y nosaltres ab ell en dita plassa de las Corts, y trobaren multitud de homens menestrals armats ab gran avalot, los allí gran (d) Excomulgados verifi- (¿) No sé si se opusieron obstáculos á la degradación de fray Martínez ; al menos no consta que se case. A P É N D I C ES 625 quals tan prest demanaren al dit locht. que tragués los homens dels careers, parque segon se diu los era stat donat entenent que lo dit locht. los volia sen- tenciar y punir dins los cárcers. Lo dit locht. recusava donarlos, e nosaltres vehent que sempre la gent abundava y lo perill que's mostrava y que lo avalot no's podia remediar altrament, per squivar major mal, sopplicárem lo dit locht. nos fes gracia volgués donar los dits homens; lo qual á supplicació nostra fonch content e maná traure'ls dels careers, y aquells trets, lo dit locht. ah son bon sfors e bon modo y nosaltres ab ell fem reposar lo poble, de modo que no's feu dan ni lesió á persona alguna ; lo que tenim à una gran maravella per esser tanta la multitut de la gent y las armas que aportavan y star ab tanta pressa, de que fem gracias à nostre senyor Deu. Entraren lo matex dia en la casa de la universitat, e aportarensen las armas, scopetas, lansas e alguns pa- vesos, e posaren guardas á la casa de la clavaría y los libres de aquella, los quals encare vuy hi tenen: anaren per la ciutat tot lo dia fahent mostra ab lurs banderas y tambors : no feren mal algú á ninguna persona. Era lur crit ó mo- tiu viva el Rey y qui deu que pach, y assó perque's diu que molts deuen á la universitat y que paguen, y volen que la terra sia quitada ; y diuse que prenen la ocasió de una provisió feu V. Mt. en Barcelona á suplicació de micer Gual en favor dels creditors, que dels avansos de la consignació se paguen las pen- sions cessadas per la universitat als dits creditors : axí com se feya en virtut de dita provisió, pretenen ells que dits avansos se devian convertir en quitació y no en pagament de pensions cessadas, lo que aximatex pretenen los sindichs de la part forana, dels quals se diu tenen lo principi los dits menestrals. Lo divenres après, stant nosaltres en la casa de la universitat, ahon los ju- rats acustuman de star, ab nostre advocat negociant ab ell algunas cosas, los foch donat entenent que nosaltres treyam los libres de la casa: vingué lo qui 's diu instador del poble, y entrant en la plassa de las Corts, en dir vischa el rey, promptament en dita plassa hagué una gran multitut de gent armada e molt major que lo dia passat, que era un gran spant. Entraren en la dita casa, e trobaren que era tot lo contrari, que ni nosaltres teniam pensament de traure libres ni era en nostra potestat, com sian alt en la clavaria. Entesa la veritat, se reposà tota la gent y sen tornà en llurs casas, fahent nosaltres nostra part per lo possible; y á be que aquest avalot sia stat major del primer, empero mercè á Deu no hi pres dan ni mal algú. Lo primer dia de coresma de matí una part de ells feren mostra anant per ciutat ab lurs banderas y atabais, y dix se que 's feya à causa que lo lochtinent general no ■ "Is volia donar trallat del procés dels set que havia fets posar en la presó, lo qual trallat los fonch donat per dit lochtinent, lo qual en cert se es hagut ab gran diligencia y sfors en las ditas cosas e fa molt be la sua part, y faria molt mes si tenia millor conseller; y nosaltres per lo semblant fem tot nostre poder en pacificar e remediar ho tot. Sta la ciutat no sens perill; e persó sopplicam tant humilment com podem á vostra C. y C. Mt, que per sa acustumada clemencia e benignitat hi vulla promptament provehir, y no vulla ni permeta que aquest seu regne, qui es un dels merlets de la corona de sa C.® M.' se perda. E nostre Senyor vostra cesa- rea y catholica Mt. conserve y prospere per lonchs dias, com tots desitjam, ab complida victoria de sos inimichs. De la vostra ciutat del regne de Mallorques áXIIII de febrer any MDXXI. 020 APÉNDICES I I S. C. C. Ma ' A XIIII de febrer proppassat havem dat avís á V. C. C. Mt. de tot lo que era stat fet ací en aquesta sua ciutat per lo poble de la ciutat. Après lo poble ab gran instancia y per diversas vegadas ha supplicat lo lochtinent general de V. M. los volgués donar licencia que alguns menestrals com á personas eletas lo poble posquessen anar per las vilas de la per part forana per tractar ab los pobladors de aquellas de algunas cosas havent sguart ais prejudicis, agravis y fraus se pretenen son fets al regne, y que donas licencie ais pobladors de quiscuna vila de fer bu ó dos elets que vinguessen en la ciutat per poder co- municar ab los elets deis menestrals sobre dits prejudicis y agravis e fer sas delliberacions sobre aquellas per la publica utilitat; y jamés lo dit locht. ab son consell ha volgut dar dita licencia, á be que nosaltres requests per lo dit po- ble y per pacificar aquell lo'n haguessem sopplicat diversas vegadas. E assó no obstant, los pobles de algunas vilas, desitjosos de veure dits prejudicis y son assi co- que aquesta illa sia quitia y libera de drets y vectigals, vinguts per municar ab dits elets y han ells per lo semblant fets elets en llurs vilas. E per haver volgut lo dit locht. dar dita licencia, lo poble es stat molt no mogut e mal edificat contra lo dit locht. dient que per la dita causa tan justa se segui- rian molts desordes e infractes tant en la ciutat com en la part forana, major- ment que dien que lo dit locht. ab sas letras havia manat als baties e jurats de vilas que persona alguna vingués ací per esser ab lo las que no permetessen dit poble ni per via alguna adher issen á la voluntat de dit poble de la ciutat, e si alguns feyan lo contrari procehissen contra aquells; pretenent mes avant lo dit poble que lo dich locht. no feya justicia. E en tanta manera, S. C. C. dit poble mal edificat ab dit locht., que á XVI del present mes de Mt.) lo sta mars demati entrà en la casa de la universitat en Jacme Romaguera ab molts elets del dit poble com á procurador del poble de la ciutat y de la part forana, dient exposant á nosaltres com los dits pobles stavan molt moguts contra lo y dit lochtinent perque no feya justicia y havia provehidas letras per los baties de las vilas per las quals se seguian molts desordes, e que en ditas vilas una part de homens se irritava contra l'altre e que 's seguiria alguna gran desaven- tura si no s'hi provehia, dient mes avant y requerintnos que fessem servar una franquesa per la qual es disposat que home del regne d'Aragó y de Cerdanya y de Rosselló no pusca esser governador d'aquest seu regne. E nosaltres, vista tanta conmoció y voluntat de pobles en reformació del regne, sens fer dan á nigú, esser cosas tant pesadas y de tant gran importancia, convocarem de y per quiscun stament algunas personas notables ab conseil de las quais se posqués provehir en ditas cosas dit poble se assentés y reposés. E lo dia matex y que de après dinar, essent nosaltres en la dita casa de la universitat ab algunas ditas personas per nos demanadas, com las altras no 's posquessen haver, tor- né entrar lo dit Romaguera en dit nom ab companyia de molts elets, e dix nos e requerí que provehissem promptament e li donassem alguna regla si la te- niam per reposar dit poble, que altrament se poria seguit algun desastre; e en après, stant nosaltres tractant ab ditas personas sobre ditas cosas, arribé APÉNDICES 627 la plassa de las Corts, hon sta la casa de la universitat, gran poble tant de la ciutat com de la part forana, tots ah armas, banderas y tambors, e poch après entraren dins la sala, hon nosaltres eram ab ditas personas, alguns elets del dit poble ab armas, dientnos com lo poble stava molt mogut y en armas y que no H podian detenir, tant stava mogut contra lo dit locht., y que spedissen prest; e per nosaltres los fonch dit que stavam ja sobre dit negoci. E enconti- nent que los dits elets foren exits de la dita casa, se mogué tant gran conmo- ció en lo poble que nosaltres isquem de fora, e vista tanta conmoció, tengue- rem per expedient anarnos ne ensemps ab algunas de ditas personas per nos demanadas ab dits pobles, á be que ab gran traball, al castell; e pujarem alt a la sala hon trobarem lo dit locht. y misser Jacme Rocha regent y altras perso- nas de be, y explicam li la conmoció del poble y sopplicarem lo molt per re- mediar y assossegar dit poble que volgués donar dita licencia de aplegarse per fer elets, e lo dit locht. ab consell del dit regent dix que era content. E nosal- tres encontinent ó part de nosaltres devallam baix al pati del castell ahon eran molts elets y gran poble, e diguem los que dit locht. era content de dar dita licencia; e per ells fonch dit que no volian are dita licencia, que no era hora sino que dit locht. fos sospés de dit offici en virtut de dita franquesa e perque no feya justicia, las quais cosas foren per nosaltres denunciadas al dit locht., y hagut col·loqui ab aquell y ab lo dit regent y hagudas moltas justas considera- cions y vista la conmoció del poble, tinguérem per spedient y servey de V. M. per virtut de dita franquesa y repòs del poble sopplicar lo dit locht. tingués per be la suspensió del exercici de son offici de locht. general, axi com de fet fonch supplicat, lo qual fonch content de abstenirse del dit exercici. E perque loreg- ne no restás sens governador, fonch ab voluntat del dit locht. y nostra y del poble elegit en governador lo batle de la ciutat y regne dessus dits, com á mes preeminent official reyal, qui es mossèn Pere de Pachs cavaller, lo qual ha jurat segons acustuman de jurar los governadors, per lo qual après ab consell del dit regent son stadas provehidas letras per los baties de las ditas vilas que no permeten que poble de vila alguna vinga aci ab aplechs per repos de la illa, donant los facultat de fer elets per tractar assí ab los elets de assí sobre ditas cosas. De totas las quals cosas donam avís á V. C. C. Mt. supplicant aquella vulla provehir cosas que sian seryey de nre. Senyor Deu y vra. C. M. y repòs de aquest seu regne, supplicant aquella tant humilment quant podem que per sa innata clemencia e benignitat li placia voler servar las franquesas y privile- gis en aquest seu regne atorgats y atorgadas; e nostre Senyor Deu conser- ve, etc. De Mallorques á XX de mars any MDXXI. TTúmero 7 Carta del enviado Miguel Santpol al gobierno de la germania. Archivo gene- ral DEL REINO DE Mallorca, Hbro de Letras missivas de i522 á 24, fol. LXII y LXIII. Véase el texto pág. 3g'i. Magnífichs pares y protectors, honor.' instador y caps de officis : après de haber besadas las mans de V. magnif.® certifich á aquellas y an aqueixos sen- 628 APÉNDICES yors com arribí á bon salvament en Barcelona, y après d'haver parlat ab lo senyor visrey arribí á la volta de Tortosa per quant lo magnífich micer Ubach era ab lo papa (ít), e essent per lo cami sabí com era ja arribat en Barcelona perque en lo camí nos errarem, y parlat ab sa magnifi ^ y dadas las letras an aquella, fonch molt alegre y tantost posá en execució la sua partida, y de fet stava y sta quant á sa magnifi.^ prompta y espedida pera partir tostemps que per lo senyor arcabisbe li fos y sia manat; perque han de saber sas magnifi.® y vosaltres, senyors, que vuy no sta en facultat del dit magnif. micer Ubach . quant partirá ni ahon anirá ni si á solas ó ab gent, perque tot acó sta remés al dit illust." y rever." senyor archebisbe, an el qual S. Mt. ha donada comissió de fer armada y tot lo que será menester per aqueix regne y de sos cofrens re- yals tanta moneda quanta será menester, y ja de Barcelona han levât de la taula dels diners de S. Mt. deu milia ducats; de hon lo magnífich mossèn Miquel Anglada y molts altres senyors, no obstant las rigorosas provisions de S. Mt., ohida la tenor de las letras que jo aportí y lo que jo adverava de aqueix regne, delliberaren supplicar y de fet ensemps ab mí supplicaren an el dit rev." sen- yor archebisbe fos sobresegut en la armada se feya contra dit regne, y que lo dit magnífich micer Ubach anás á solas en aquell, y que quant no fos obehit se executaria la dita armada, y lo dit micer Ubach fonch molt content per la part sua. Empero lo dit senyor archebisbe nos feu de resposta que ell hi volia pensar y ben mirar, per quant temia que anant á solas no'l matassen ó damp- natjassen, per bon serian majors traballs en lo regne y que sa Ma.' li'n poria donar castich ; y finalment fonch per las importunacions nostras y pregarlas content que lo dit micer Ubach anás á solas, empero andando y /ablando, có es, que per la anada del dit doctor no's dexaria de fer gent puys se pagava dels cofrens reals, y que perdut era que permetés anás á solas e 's posás en mans de homens incorregibles. An acó fonch respost lo que era menester, e per quant los dos bergantins qui havian aportats los embaxadors eran detinguts per lo capità de sa Ma.', y lo dit senyor arcabisbe devia anar, com de fet anà. en Tarragona, fonch determenat per sa ilma. y rma. senyoria que jo anás ab sa rev.® senyoria pera cobrar aquells y aportar an el dit micer Ubach en Mallor- ques ab lo modo dessus dit. E ha volgut la desventura per nostres peccats que lo diumenje següent, après que fuy arribat en Barcelona, lo dit senyor arca- bisbe y tota Barcelona fonch avisada per passatjes de un vaxell qui arribà á Mataró, entre los quals fonch un tal Rebassa, com desque jo era fora de Ma- llorques havian mort un coxo qui stava derrera ó vora Sta. Eulalia, lo nom del qual me es oblidat, y dos jermans Salas los quals fugint se meteren en la casa del rever." sr. inquisidor, y que no sols no guardaren honor á la casa, mes encare en presencia del dit rever." sr. bisbe y en las faldas de aquell los mata- ren, y que lo dit sr. bisbe hagué de fugir á la Seu, y que après volent fer procés de tal acte, no sols los pobles no'u permeteren, mes encare de nou juraren germandat, dient que no havian de permetre que fos fet procés de las cosas de la germandat y que no seria mester que's tocás ningú de la germandat. E mes digueren á sa illma. y revma. senyoria com alguns dels pobles parlant de la vinguda del dit micer Ubach digueren : «vinga, que si no va per lo camí ja li sabrem donar la paga dels altres.» De hon lo dit sr. arcabisbe fonch molt anut- (a) Adriano VI, que permanecía aún en Tortosa de donde era obispo. APÉNDICES 629 jat e no sens causa per las sobreditas novas, y assenyaladament s'anutjá contra mí dient : que quina stava sa senyoria si lo dit micer Ubach sen fos ja anat de aquella manera per jo adverar lo que havia adverat, y que era demasia, que no tenim ganas de fer res de be, y que la forsa ho havia de fer. El de continent ne donà avís á sa Sanctedat y maná al dit micer Ubach qui ja stava spedit que no partis, e axi fonch sobresegut en la anada de aquell. E lo dimars següent sa rever."' senyoria sen anà en Tarragona y jo per lo semblant per veure si poria reparar y remediar alguna cosa, no tement los perills ni traball de ma persona y no obstant que havian empresonats los embaxadors ; e cuydant exir del foch entrí en las brasas, que essent en Tarragona trobí una gran mar, ço es que sa Sanctedat era informat com havian morts lo cabiscol, lo canonge Net y vint y tres entre homens y donas, y que part ne havian talladas à la carnis- seria y que après cridavan carn franca^ y que anava un capità per la illa ma- tant y venent molts bens de mascarats, y que havian capolat y cremat en Reno- vart, y que havian donada sentencia que tots los bens dels mascarats qui eran fora la terra fossin confiscats a la sancta quitació, y que en lo últim agerma- nament ferent uns capitols los quals volian que lo dit micer Ubach jurás abans de entrar en Mallorques. Y après de baver molts combats, un dia entre los al- tres fuy devant sa Sanctedat per supplicar com de fet suppliquí á aquella li plasquès per sa acustumada benignitat provehir ab termes de justicia en las cosas de Mallorca, e narrant del negoci per quant era menester y venia al pro- pòsit, digui que jo era content de posarme en una torre, y si tal era que bagues- sen morts ni fet lo que dessus es dit, era content me sentenciassen, y que assó adveravan alguns qui volian vindicta y no justicia ; y dit assó, se alsà lo capità del papa, anomenat don Fernando, y dix que no havia mester altre procès ni altres testimonis per fer quatre quarts de mi, y que jo era traydor, inimich de Deu y del rey, puys ab tanta temeritat y audacia afavoria los traydors rebelles homeyers, inimichs de Deu y del rey. Y jo vist assó y vist que lo papa també stava enutjat de las sobreditas novas, tinguí per spedient de callar, y be que 'm fonch menester, y finalment sa Sanctedat dix que s'hi provehiria, lo quant ni en quina manera fins ací no'hu sè : del que serà si pu.ch seràn avisadas sas magnificencias y exos senyors. Y tambe sa sanctedat y lo sr. arcabisbe speran de dia en dia un correu que han fet à sa Majestat, la quai desembarcà en Eredo (Laredo) à XV del present, y vuy se diu que es en Victoria y que ve à gran pressa à veure's ab sa Sánete- dat: son se fêtas aci, grans alimaras, y lo papa comensà lo Te-Deum ; en \di quai correu speran sa Santedat y sa illma. senyoria resposta del avís han donat á S. Mt. de las cosas de Mallorca. Placía à Deu que las différencias nostras S. Mt. las oja y veja per justicia y no ab la informació que tè, que segons he sabut y veig, y no per personas interessadas, S. Mt. sta mal informada y molt enutjada contra nosaltres, y si axí com se prepara se executa, per cert es be menester que Deu hi gir la cara; y seria cosa molt saludable que, axí com se fan preparatoris de armas, que axí mateix y principalment se preparassen las conciencias de cada hu, puys vehem clarament que los traballs de aqueix regne son peccats comuns, y fahent del cap coba, só es, que del qui menys nos re- cordam es Deu, no anirèm sino de un traball en altre, y som certs que Deus ]peccatores non exaudit y qui Xpistum sequitur errare vel falli non potest: perçó accorrent à ell serem guiats y dels inimichs segurs, y lo arsenich se convertirà 630 APÉNDICES en sucre : sapienti pauca. Per los tres embaxadors qui aquí son, segons tenim noticia, serán ja certificadas de lurs traballs y discordia, y persó no cure dame avis á sas magnifi.": los altres tres sen son anats á Barcelona á XXIII del pre- sent ; mosen Moix per cert me ha fêtas moltas ofertas, e á be que sian stats tant malt tractats y de assó sian participans alguns de nostra terra, segons me han dit, per la quai cosa tinguessen y tingan molta rahó de fer algun insult en las casas de aquells, empero per star las cpsas del modo que stan, es mes spe- dient y tant será major honra y partit per aqueix regne que no fassan movi- ment algú y tant mes restarán confusos, y si hé es mirat, mes prest ne restan eixos senyors de embaxadors honrats que no envergonyits. Lo senyor canonje Albertí es tingut per alguns molt á cap, perque diuen los ha defensats y defen- sa las cosas de rahó d'aqueix regne, y perçó las cosas suas deuen esser defen- sadas entre las altras. Los parents de don Jaume Centelles nos fan gran guerra per la mort de aquell. E per quant tots los vaxells de Mallorca ó qui han anar á Mallorca son assí detinguts per tal que no donen avís del que assí's fa, percó jo ah suma diligencia ensemps ab estos germans de passatjes, no sens gran perill de nostras vidas, havem hagut lo present passatje ; percó'Is supplique ® que pronta ment paguen la part tocará á sas magnif (hay un blanco) y que tant promptament quant sia posible baja avís de totas cosas, y asenyaladament sino es ver axí com jo crech de las sohreditas novas, perque sino será ver, axí com jo he adverat, hi contra puga y ab major ánimo mostrar la veritat, majorment que assí han ja impetradas las dignitats dels dit cabiscol y canonge Net. E en las altres cosas, encare que tingam rahó, los supplique que sia sobresegut, no dexant la sancta quitació, car altrament es posarme lo coll al piló; altrament los desengañe, perque no so traydor, que stant las cosas de la manera que stan y jo ací, si algun scandol se seguia, lo que no crech, no sois dexarme de defen- sar lo regne, mes encare esser contra aquell, y tindria molta rahó, que en las mars que jo 'm so trobat y 'm trobe, no dich jo qui no so bon grumet, mes en- care, per bon pilot que fos, es per dar á las secas per la gran mar y tots los vents contraris, y no crech haja salvat ni 'm salva sino la mia intenció y las pregarlas de alguna devota persona y algunas reliquias que tinch del temps que era en Roma. E per lo contrari, tostemps que lo regne fassa lo que deu y de aquell se confia, jo no sois, com he fet fins ací, staré y perseveraré, mes en- care si mester será fins als peus de sa Maj.' acorreré y defensaré la sancta que- rela que defens, qui es que nostras diferencias sian vistas per justicia, y tench confiansa en Deu que hi girará la sua piadosa cara tostemps que acorregam à ell, que per grans que sian nostres peccats y I'hajam ofés, som certs que no vol la mort del peccador, sino que's convertesca, y que la fi de la guerra es la pau, la qual sia sobre nosaltres. Ultimate \os supplich se recorden com me ban tret de ma casa, que en loch de dexarhi alguns diners ne haguí de manllevar y pagar lo que devia en Barcelona de la primera anada, y are mes de deu du- cats, que es cosa de spant, tant hich es car quant hich ha, que un ducat no dura dos dias, axi com porán ser informadas per los passatjes, axi que trame- tan me crédit. E besa las mans. De Tarragona á XXVI de juliol i522.—DeV. magn.' servidor y sindich de aquells, Miguel Santpol notari. APÉNDICES 631 Número 8 Codolada ó canción popular de las muertes causadas por la Germania de Mallorca.— Copióla el historiador Binimelis á fines del siglo XVI de un libro de subastas existente d la sa^ón en el archivo municipal donde no se encuentra hoy día,y asi en varios pasajes es imposible restablecer el sentido. Correspon- de á la pág. 4o5 del texto, nota. Per la gran dissensió De hont primer y plebeya confusió lo fort castell de Bellver no 's subastá fou insultat, inmoble algú, ni s'encantá y tan estranyament robat en vint y dos; ab traició, á tant mal punt los atambors que es ab gran abusió plens de codicia de la virtut; se ocuparen la justicia de modo que fonch decebut deis regidors, lo bon alcayt, als quals com á feels senyors que no 's pogué fer ensayt era comesa de son merexer, molt dignament per sa Altesa y axí va crexer y Majestat, la pietat. que prontament los fonch forsat Finalment quant fonch destrossat fugir, anans tot lo castell, que no ab tals famolenchs cans los plebeus ladres gran appareil fer residencia. fan de tirar A Deu y al rey fent resistencia tota la roba, y traginar percussis palmis, fardells y sachs. deyan cridantyws est in armis Estava mort mossèn Pachs avalotats; bon capità, puys miravan esser posats mossèn Nicolau son germà en frenesía, y mossèn Net, seguint en tot la germania ni per semblant no fou retret valenciana, de tal perill la qual tenian per germana mossèn Cavila pare y fill, en tals affers. molts escuders Comensaren al revés y esclaus que per llurs mesters de la rahó, estavan dins; d'ont se causá confusió fugiren alguns fadrins y tals destents; ab n'Espanyol com á llops sanguinolents y n'Asbert Pachs qui stava sol afamagats, dins l'estremera, perseguiren los mascarats y axi se 'stengué la bandera ab sanch y robos, del degollar, de que may se 'n haurá justs cobros. puys no va sino comensar. 632 apéndices D'aquí sortí en Socias se degollà que dins poch temps Juan Çrespí de' fust al pont; llur instador, també fonch degollat en Pont, qui 's feu primer governador mossèn Palou, de llur querela, en Castell en lo pont Nou, sentí dignament la sequela n'Arnau García, de llur peccat, y en Juan Roig per companyia; puys ell havia comensat Relay Unís tant bona empresa; no tingué qui fes avís y axí 's crià l'endemesa á son despit, de robadors. y n'Alfonso Malferit Y de tant cruels matadors no se scapá bon testimoni del mós del rabiós ca ne farà Gaspar Babiloni den Butifoch. n'Escuder, Antoni Salt no fonch y tampoch y en Pere Sabater, lluny de la mort. y en Llaneras : Den Pere Gual no 'n prench conort plenas corrian las carreras qui stava al llit de crueltat. pruagós, vell y tot tullit, Y per semblant fonch degollat y den Perera, en Cotoner y den Baltasar Manera y micer Jaume Ballester y de son fill y Huguet de Pachs, ultra molts altres.... degollaren mes dos Bachs, cent mascarats cinch Puigdorfilas, que son estats tots degollats. y en Carles Puig fils e filas, Donchs justament en Berenguer no s' ha pogut fer lliurament y de Sant Johan, y en Sunyer, de algun inmoble, y en Vivot- essent avalotat lo poble puys no seguian lo lur vot; tan desfrenat; Jaume Despuig, perque el virrey hi es tornat y en Juan Arrom que 'n tinch enuig, ab sa potencia, y en Juan Anglada; rompent per gran excedencia en Bonapart gran destralada la frenesía tenia al coll. dels menestrals y germania, Degollaren també al Moll com havem vist. en Perpinyà, Número 9 Décimas acerca del carácter y costumbres de los mallorquines, dedicadas al virrey D. Jerónimo Agustín (1622-28), d las cuales se refiere la nota 2.® de la pdg. 4g5. Seis virtudes solas son, Primera superstición, Don Gerónimo Agustin, Segunda cavilación, Las de todo mallorquin: Tercera es hipocresía. APENDICES 633 Quarta deber á porfía Ellas visten como monjas Poca ó mucha cantidad, Y ellos como sacristanes. La quinta gran vanidad, Y la sexta tontería. Hacen de todo misterio; Y las casas de oración Su carácter muy ufano. Son para conversación. Sus obsequios muy franceses. Mas las suyas monasterio. Sus corazones ingleses El casero ministerio. Con humor republicano; Aunque malas cuentas dén. No tienen mas soberano Rigen clérigos no bien; Que un despotismo interno. Y á todo aviso nos dan Y convirtiendo en infierno. Con el axuxí ho trobam Las cabezas que los mandan. Y axuxí ho dexarém (b). Con este ardid todos andan Burlándose del gobierno. Si quieres libre salir En el tiempo que los mandes, Juran la verdad en chanza; Con ninguno de ellos andes, Es contrabando el aseo; Pero tampoco has de huir. Ignoran si Galisteo Quanto te quieran decir Escribió sobre crianza (a). Con prevención oirás; En beber hay destemplanza Si no es justo, nada harás; En señores y patanes; Si es justo, prende y ahorca, Y en fin estos perillanes Y de este modo á Mallorca Que viven de las lisonjas. Sin mandar la mandarás. [a) También lo ignoro por mi parte: sólo sé que corría con cierta boga en aquel tiempo un tratado de buena educación titulado Galaieo, obra de Juan de la Casa, poeta italiano fallecido en 1556. (Ô) Otra copia presenta en los seis últimos versos la siguiente variante: Incansables hasta el tedio En todas sus pretensiones, Sufren y aguantan baldones Por alcanzar sus deseos. Mas luego como Proteos Ni miran sus bienhechores. Anda asimismo en dicha copia otra décima que por su contexto tiene trazas de añadida posteriormente. 80 Segunda Parte CAPITULO I Costa de Mallorca, de la Dragonera á Palma I Vista exterior de la ciudad.— Ojeada general I tras una noche de navegación, sereno el cielo y la mar mansa, al penetrar en la cámara los pálidos albores del amanecer, tus compañeros de viaje alzan en el alcázar del va- por el grito regocijado de « tierra, tierra ; » sube á cubierta, viajero artista, y del seno de las ondas verás asomar la mayor de las Baleares, bella, erizada de verdosas cumbres, y destacándose sobre el horizonte blanquecino, que á la parte opuesta comienza á colorar el sol naciente. Aún dudosas las sombras velan la costa pintoresca de Deyá, y los riscos de Valldemosa y Bañalbufar aparecen ne- gruzcos sobre las aguas perezosas, y van alejándose á la iz- quierda ; al paso que el cabo Groser ya empieza á reflejarse en otras menos oscuras, y la masa aislada y peñascosa de la Dra- gonera ofrece dorados sus desnudos picos. Nada más risueño que aquel boquete, nada más delicioso que aquellos cortos mo- 638 ISLAS BALEARES mentos de navegación entre dos tierras; parece que súbitamen- te el islote se desgaja de la masa principal para abrir un paso interesante y bello á la embarcación ; y como si los encantos de la naturaleza no bastaran para atraer las miradas del viajero, los recuerdos históricos vuelan por encima de aquellas ondas apacibles, y prestan á las costas nuevos atractivos. Aquella es la Dragonera, que el cómitre Gayrán describió á D. Jaime en medio de la tormenta: aquel de*enfrente es el is- lote del Pantaleu, donde el domingo 10 de Setiembre de 1229 el rey y algunos magnates desembarcaron y armaron sus tiendas ; y aquella costa es la Palomera, donde acamparon los árabes y aconteció el primer hecho de armas. La imaginación se trans- porta á los tiempos de la conquista, y puebla la ensenada pací- fica y silenciosa de las divisiones de la armada, que sucesiva- mente llegaron por todo el sábado. Las trompetas y atabales de la gente de guerra mézclanse con las bocinas de los cómitres y nocheros: cóbrense de mari- neros escalas y jarcias; y á los gritos de «amaina, amaina,» bájanse unas velas y rízanse otras alrededor de las vergas, mientras que junto á los ferrados espolones crujen las cadenas que siguen á las áncoras al fondo. Redoblan en la playa los atabales y suenan añáfiles; y los ginetes árabes, como creen que los cristianos preparan el desembarco, hacen caracolear sus alazanes, y agitan las lanzas con gallardía. Mas una sola chalupa boga con brío á la orilla, y quedando en su guarda un hombre, saltan en tierra siete combatientes. Avanzan hasta atraer sobre sí cuarenta sarracenos; lidian en retirada, hiéren- les cuatro; y ganando otra vez con presteza la chalupa, reman hacia las naves que ya les enviaban socorro. El domingo, súbitamente arrójase desnudo al mar un sarra- ceno, y á nado llega al Pantaleu donde el rey descansa. Manda D. Jaime vestirle, y pidiendo noticias de la tierra, dice el moro: '— « Señor, ten por cierto que esta tierra es tuya : mi madre, sabia en la ciencia de leer los astros, por su arte descubrió que ISLAS BALEARES 639 tú conquistarás Mallorca, y á instancias de ella yo he veni- do (i)-»—Estas son las palabras de la crónica; y ¿quién las sujetaría al examen de la razón, cuando aquella costa, aque- lias aguas, aquel islote hablan al corazón y las justifican? Así se agolpan estos recuerdos, y esas imágenes de flotas y de gentes para siempre pasadas cruzan ante la fantasía con la misma rapidez con que el buque por delante de la ribera. Santa Ponza aparece: allí fueron las primeras victorias de los catalanes cuando la conquista; allí el joven D. Jaime se aver- gonzó de su imprudente valor, y al regresar del choque hubo miedo de que le riñeran los Moneadas; allí acampó como una gran familia aquel ejército, de cuya organización la fe católica y la lealtad eran las principales bases, si no las únicas; mas allí también, junto áPaguera, un rey ambicioso y mal deudo echó á tierra su gente asalariada, y vasallos desleales desampararon á su rey sin ensangrentar los aceros. El cabo de Cala Figuera se adelanta en medio del mar, bien como centinela de la espléndida bahía, que al doblarlo desplie- ga con pompa su profunda curva y va á terminar en el opuesto Cabo Blanco. Donde quiera que se vuelvan los ojos, la costa describe una línea ondulante y bellísima, tapizada de verdor, ceñida por la faja azul del agua, y misteriosamente velada á la derecha por el resplandor del sol, que se va elevando á sus es- paldas. A la izquierda vese la Porrassa, donde surgieron las na- ves y los trescientos caballeros de D. Jaime, que descubrieron los primeros la marcha del ejército sarraceno. Una cadena de cumbres cierra el breve horizonte; y si el viajero recuerda que en ellas encontraron los Moneadas una muerte gloriosa y tre- melaron triunfantes las barras de Aragón, salúdelas y consagre un pensamiento de respeto á la buena memoria de aquellos fuertes y sencillos héroes cristianos. (i) Crónica de D' Esclot, códices de la Biblioteca Barcelonesa de San Juan, fo- leos 30 y 31. Véase el N.° 16 á&llAJéndice de la i.® Parte. 640 ISLAS BAL E A RES Mas ya junto al fuerte de San Carlos (a)^ asentada sobre su firme base peñascosa, la torre del Señal ha agitado sus bande- bellas macizas formas rápidamente se van ofre- ras, y sus y ciendo más distintas. Un ancho talús apea el sólido cuerpo cua- drado de la antigua fábrica, cuya barbacana estriba sobre unos grandiosos modillones de estilo árabe; y el segundo moderno que la corona y remata en la linterna, bien que la priva de su pureza y contrasta con las almenas, no daña al buen efecto del conjunto, sumamente pintoresco en lontananza. Si no es un res- to de la dominación mahometana, al menos se debió de cons- truir inmediatamente después de la conquista, y ya á poco sirvió de faro á los navegantes que acudían á aquel puerto de Portopí (¿5), un tiempo cerrado con cadena, hoy inútil y abandonado. Más hu- milde levántase no muy lejos la torre de Pelaires (c)\ pero ape- (a) Construyóse en los primeros años del siglo xvii, mandando el virrey D. Juan Vilaragut, de cuyo sucesor don Carlos Coloma tomaría probablemente la advocación de S. Carlos: costó según datos doce mil libras. En 1662 se.aumenta- ron sus obras. (b) Dale ya este nombre el rey D. Jaime en su crónica, y Marsilio añade que lo tomó de un hermoso pino que allí había; ignórase si lo llamarían también así los sarracenos, puesto que figura con igual dictado, no sólo en el libro del Repar- timiento, sino en el poema coetáneo á la expedición de los písanos á principios del siglo XII. En Portopí se resume la historia marítima déla ciudad, durante los primeros de la reconquista y aun gran parte del xvi, ínterin no tuvo el tres siglos Muelle más importancia que la de puerto de verano : en la época más floreciente media entre del comercio casi formaba calle el camino de más de dos millas que ambos puntos, enlazados nuevamente hoy día por el arrabal y por casas de placer no interruiñpidas. De los tiempos del Conquistador data asimismo el pequeño oratorio de San Nicolás, testigo ya en 1286 del milagroso castigo del Almogávar infractor de la vigilia de Navidad que narra la crónica de Muntaner, y sucesiva- destinado andando el tiempo á lazareto de observación, á convento de Mí- mente nimos y á casa de leprosos, hasta perder toda fisonomía, lo cual ha hecho menos sensible su reemplazo por el que se está hoy construyendo. (c) Aparte de este nombre vulgar cuyo origen no se averigua, llevaba anti- guamente el den Carroç, prócer alemán hijo de conde, según Des-clot, á quien armó caballero en el sitio de Mallorca el rey D. Jaime el día de Navidad y dió aquí heredades y más tarde en Valencia; quizá haría Carróç edificar ó reparar la torre con- mientras gobernó la isla de i 246 á 12 5 4. Es colateral á la boca del puerto y forme exactamente con la del faro, á la cual para este destino se le añadió un se- gundo cuerpo, y de una á otra se tendía la cadena que cerraba de noche ó en oca- siones de peligro la entrada todavía en el siglo xv. En i 583 á -5 de Diciembre encomendaron los jurados dicha torre, entonces ruinosa, al reverendo paborde 642 ISLAS baleares nas se hace alto en ella, porque roba toda la atención el magní- fico cuadro que allí se desarrolla. Á la izquierda, en la cumbre de una colina cubierta de bes- caje, el castillo de Bellver ostenta sus rojizas torres; á la dere- cha la vista se espacia por una bella lontananza; y en el centro la ciudad extiende los dos brazos de la gran bahía, y semeja la rica joya que enlaza las cintas de aquellas dos tapizadas costas. Risueña, muellemente recostada en una prominencia, mírase Palma en el espejo de las ondas, que reflejan su corona de edi- ficios y chapiteles; y como si quisiera rivalizar con la belleza de su situación, allí hace alarde de sus mejores fábricas. Las torre- cillas de la Lonja asoman por encima de la muralla, mientras hacia la derecha la imponente masa del Palacio sombrea la pla- desde aquella altura, y la Catedral levanta las agujas de su ya frontispicio y los numerosos estribos, arbotantes y botareles de mediodía. A trechos colúmpianse airosas y altas palmeras, y hasta los campanarios de las iglesias modernas, á favor de las aéreas galerías, cúpulas, linternas y pirámides que los coronan, se armonizan con el carácter oriental del conjunto. Si su exterior así convida á un detenido examen, el aspecto que su interior ofrece mantiene aquella sensación primera. As- peras cuestas conducen al centro de la ciudad; estrechas y tor- tuosas unas calles, nada turba su silencio; al paso que otras presentan rica copia de estudios al pintor de género. Conservan algunas pórticos caprichosos y desiguales, ó cuerpos voladizos; las esquinas de otras recórtanse del primer piso abajo, y car- gando sobre un obra grueso pilar vienen á formar como una avanzada; y las que no respiran ese carácter árabe ó gótico son tan pintorescas, que en vano quisiera el artista negarles lu- gar en su álbum. Aquella variedad de las casas, los aleros atre- Antonio Mascaró, con tal de repararla á costa suya y conservarla. En nuestros días la ha restaurado por completo la comisión provincial de monumentos, á cuyo nacional. cuidado está, y á cuya instancia fué declarada en 1876 monumento 644 ISLAS BALEARES vidísimos, y los soportales dan sumo interés á algunas de sus plazas ; y en la de San Antonio es de ver el efecto de los pórti- eos que la ciñen, altos y sostenidos por pilares cuadrados que llevan por capitel una tosca faja, de las azoteas que sobre ellos se tienden al nivel del primer alto, y de la rara distribución que guardan las casas, las ventanas y los pisos. Al fondo álzase el humilde campanario de San Antonio; desparramados por aquel recinto agrúpanse los mallorquines con la armonía admirable que en todo ostenta la naturaleza, y sus trajes, las anchas cal- zas moriscas, el birrete y la chaqueta griegos de los hombres, las faldas azules y las honestas tocas blancas ó rebocillo de las mujeres realzan el carácter del cuadro, al cual dan animación y movimiento. No reinan ni uno ni otra en las calles donde vive retirada la nobleza, ni sus casas consienten aquella pintoresca desigualdad. Pero quedan aún en ellas muchas de las ventanas con que los artífices góticos las enriquecieron, tan elegantes y sencillas, que creemos puedan temer ninguna competencia. Son unos no aji- partidos una ó dos columnitas delgadísimas y coro- meces por nadas con capiteles de gran delicadeza: numerosas molduras disfrazan lo ancho y macizo de las impostas; y sobre estas car- gan los pequeños arcos, algunos muy rebajados y todos extra- madamente robustos y de anchas dovelas, guarnecidos en lo que podría llamarse éstrados de una bella moldura, que sigue la delineación de las curvas y de los ángulos donde ellas se reúnen. No puede la sola descripción dar una idea de su esbel- teza, ni del armonioso contraste que producen la solidez de los arquitos, la anchura en degradación de las impostas, la elegan- cia de los capiteles y la delgadez de los pilares (a). Á primera (a) Para ejemplo de estas ventanas presenta el adjunto fotograbado las de la fachada de una casa antigua sita en la calle de la Palma, cuyo interesante aspecto y rojiza sillería realzaría, si fuese cierto, el dato de haber pertenecido á la familia tercio de Bonapart, que floreció un siglo escaso en Mallorca desde el último por común del XV hasta mediados del xvi, suponiéndola procedente de Córcega y de ISLAS BALEARES vista creyéraselas un resto de fábrica árabe, ó al menos se las atribuyera á los tiempos inmediatos á la conquista, si no reve- laran una fecha más moderna las obras góticas del siglo XV que las acompañan, y que por su disposición se conoce que jun- to con ellas for- marón parte de la primera traza. Esta aparente contradicción ó, si así puede decirse, anacronismo, es muy natural en una isla apartada del centro y mo- vimiento de las ar- tes. En el conti- nente, y en el lito- ral, teatro enton- ees de las guerras y de cuantos suce- . PALMA.— Ajimeces de una casa á espaldas SOS influyj eron en de csa.xn, Ji.a,i,m..e. la civilización, las innovaciones y los progresos marchaban á la par de los acón- tecimientos políticos ; el trato continuo y la mayor cultura tronco con la de Napoleón. Nuestras averiguaciones por desgracia no confirman el aserto del Sr. Bover, antes resulta de ellas que la habitaron constantemente los Vivot, dueños de la Porrassa, Santa Ponsa y Galatzó. Sea como fuere, el edificio merece mejor conservación, por no ser frecuente en ellos la doble fila de estas gentiles ventanas; y es sensible que no permita gozar bien de las del piso princi- pal el ramaje del terraplén desde donde se tomó la vista. Ò46 esclarecían las ideas; la multitud de las obras antiguas con- vidaba á la comparación y al estudio; á la voz de los pode- rosos, de cada día poblábase la Europa de nuevos monumentos; y el estímulo de la gloria y de las recompensas forzaba á los artistas á conquistar con nuevas combinaciones la palma del triunfo. En Mallorca, privada de aquel diario comercio de las artes, reorganizada á punta de lanza, y ajenos sus pobladores de la opulencia é influjo de los poderosos que el continente ce- lebraba; no era fácil que continuas construcciones particulares estimulasen el ingenio de sus artífices, ni casi posible que estos inventasen nuevas formas. Allí, dado un tipo, el gusto necesa- riamente había de quedar como estancado, hasta que otro tipo viniese á alterar las formas, digámoslo así, tradicionales. Los conquistadores cristianos habían visto reproducidas en todas las ciudades, villas y castillos de Cataluña, las ventanas arábigo- góticas, ó mejor dicho, arábigo-bizantinas, altas, desembaraza- das y sencillas: en la capital de la isla debieron de encontrar existentes numerosos ajimeces moriscos, modelo de aquellas; y bien pudiera ser que, hecho el repartimiento, el primero que sobre las ruinas de los árabes alzó su palacio, al conservar en las ventanas la disposición de las de Cataluña, adelgazó algo más sus columnitas, dió un carácter árabe á los capiteles, y orló con la moldura de los ajimeces morunos el éstrados de los arcos. Así dado el tipo, fué creciendo el número de las copias, y en ninguna se falseó la forma primitiva. No profesamos nosotros ese ciego filosofismo que todo lo explica, y al cual tantas teorías, reglas generales y nom- bres abstractos debe el mundo; innovaciones bien perdonables, á no haber ellas traído la confusión, la incredulidad, el materia- lismo y los trastornos. No queremos establecer una ley general con el fundamento de uno ó dos casos: en punto á sistemas solamente admitimos lo que los principios de belleza aconsejan, la experiencia sanciona, y la práctica establece y confirma. La imitación, que en Mallorca reprodujo los ajimeces en casi todos 648 ISLAS BALEARES los edificios antiguos, hizo lo mismo con las formas que fué tra- yendo el cambio del gusto en el continente; y hasta cuando el churriguerismo abrió la puerta á toda invención descarriada, las casas de la nobleza palmesana no alteraron el tipo dado cuando el renacimiento. Así en ellas se ve repetido un mismo desván gótico con que rematan, y es una linda galería de ventanas cuadradas, en la parte superior decoradas con dos sencillos dibujos, calados ó en relieve, siempre iguales : así las escaleras góticas reproducen en sus barandas rosetones semejantes; y esta uniformidad reina en los adornos de sus vestíbulos y zaguanes modernos. Estos son regularmente lo más grandioso de aquellos edificios; y aun- que las columnas son algo ventrudas, demasiadamente cortas y coronadas con grandes capiteles, aunque las bóvedas se aplanan sobre arcos muy rebajados y cilindricos (i), el conjunto tiene tanta magnificencia que la crítica más severa cede á la agrada- ble impresión que él causa. Al ver la majestad y sencillez de aquellos nobles frontispi- cios, al pisar aquellos umbrales cuyo silencio apenas se inte- rrumpe, viénense á la memoria los esclarecidos nombres catala- nes que tras la conquista formaron su población primera, y sobrecoge al ánimo un sentimiento de respeto á los que por (i) Véase el vestíbulo y patio de Casa (a).—En una ventana del entre- suelo de la casa de enfrente hay en relieve un busto y unas letras que dicen: Do- minus Caròlus I mperator anno i$2g. De aquí tomó origen la falsa tradición de que el Emperador vino á Mallorca aquel año y se aposentó en casa Juny hoy Za- vallá: Carlos V andaba entonces ocupado en el convenio de Cambray y en visitar la Italia; y aun cuando hubiese ido á Mallorca, sólo se aposentara en el Palacio, como lo hizo después. Su primera venida á-la isla aconteció á fines de Mayo de 1535, cuando á su paso para Túnez tocó en Alcudia. id) Es construcción de los primeros años del siglo xviii, emprendida por el primer marqués de Vivot D. Juan Miguel Sureda y Villalonga, adictísimo á la causa de Felipe V, con ocasión de incorporar á la sun- tuosa habitación, heredada por línea materna, los caserones de dos manzanas. No tan grandioso pero más gallardo tipo, de fecha anterior tal vez, ofrece en la calle de Morey la casa de Oleza, y abunda en mayor ó menor escala y más ó menos bien conservado, no sólo en las viviendas aristocráticas, sino en las de la clase media. Modifícase elegantemente el estilo más adelante, reinando Carlos III, en los tendidos arcos y en las escaleras de dos ramales, como es de ver en el zaguán de casa Morell frente á San Cayetano y en algunos otros. ISLAS BALEARES 649 seguir á su rey y combatir á los sectarios de Mahoma abando- naron las buenas villas y los castillos fuertes de la antigua Ca- taluña. Ahora, depuesta la espada de sus mayores, muertos los odios que trajeron divididas las familias más ilustres, no han perdido los nobles mallorquines la hospitalidad, que disculpó y templó la rudeza de los belicosos tiempos pasados; y en sus casas, que durante los dos últimos siglos dieron acogida á las bellas artes, la encuentran hoy en día muy favorable cuantos recorren la España para admirar sus antiguas glorias (i). Esta impresión produce Palma en quien por primera vez la visita: gótica en unas partes, risueña en otras, oriental en mu- chas y siempre pintoresca, su conjunto hiere vivamente la ima- ginación; y sólo después que en el silencio del descanso aque- lias formas han pasado rápidamente ante la fantasía, que rehace las calles solitarias, los suntuosos vestíbulos y los chapiteles, es dable coordinar en examen particular sus monumentos. (i) Nosotros recibimos de esto un testimonio lisonjero del Excmo. Sr. Conde de Montenegro (D. Ramón fallecido en 1848), que con la afabilidad y nobleza que le distinguen nos franqueó su Biblioteca y sus Museos. De estos, que son para me- ramente mentados en una nota, hablaremos en la Tercera parte. 82 ADICION AL CAPITULO PRIMERO Topografía de la ciudad "Yodara completar este capítulo que trazó Piferrer con harta so- briedad de detalles, concretado á los rasgos más genéricos, convendrá echar á la población una ojeada topográfica, apro- vechando mis estudios especiales sobre antiguos documentos y catastros, y la diversidad de datos históricos y circunstancias locales que imprimen fisonomía á cada barrio. Trátase de una ciudad que acaso por privilegio único ni ha crecido ni menguado de periferia durante seis siglos y medio, y que al tiempo de la reconquista encerraba dentro de sus muros arábigos el mismo número casi de manzanas que en sus murallas actuales; más aún, que ciento veinte años antes de llegar el rey D. Jaime, tenía ya su ciudadela, y su ciudad vieja, y sus arrabales nuevos, y su triple circuito asaltado sucesivamente por los Písanos. Es tan útil como agradable, ya que es posible, seguir al través de los tiempos la remota formación y progresivos ensanches de ese elíptico hemiciclo, trazado como con un compás en el terreno sobre la línea del mar que lo corta al mediodía, al rededor del eje ó núcleo constituido en su porción más alta por la primitiva ISLAS BALEARES y fuerte Almudayna, cuya planta casi cuadrada no cuesta grande esfuerzo remontar á la antigüedad romana. Nada más averiguado, aunque del todo ya invisible si no fuera por el llamado arco de la Almudaynay que el recinto que desde la esquina del palacio episcopal tiraba paralelamente á las calles de Miramar y de Morey dejándolas fuera al oriente, lo mismo que al norte la plaza de Santa Eulalia y las casas consistoriales, al torcer por medio de la que hemos conocido cárcel, hoy palacio de la Diputación, en dirección á la torre de las Horas ó den Figuera que existió hasta nuestros días en lo alto de la bajada de Santo Domingo, y desde allí, abarcando la suntuosa iglesia y el dilatado convento, seguía el lienzo occi- dental hasta cerrar con la Azuda ó real alcázar. No ha desapa- recido tan por completo en el seno de las manzanas el grueso murallón que las partía, que no subsistan de él vestigios. Al levante abría dos puertas, una en el recodo de la calle de San Pedro Nolasco (a)^ otra titulada de las Cadenas que recuerda el arco arriba mentado, cuya descripción reservamos á Piferrer en el siguiente capítulo; al septentrión la de la Volta pintada que cruzaba la calle de Palacio junto á la travesía deis Polis; y al poniente, formando casi ángulo con la anterior, la de los Judíos que habitaban el solar cedido desde luego á los Domi- nicos para su magnífica fundación, y la Ferrissa arrimada al alcázar hacia la cuesta de la Seo, y tal vez alguna otra {b^. Todas ellas se cerraban todavía á mediados del siglo xiv, sobre todo cuando se alteraba el orden ó se prevenía la defensa. Increíble parecerá que en tan limitado suelo cupiesen, además del alcázar y mezquita mayor, cerca de doscientas casas, diez (a) Llamábase en tiempo de Pedro IV portal de Valldigna (v. pág. 174, nota) y más adelante volta den Oleza, de cuyo derribo hablamos pág. 517. (¿») En el repartimiento se nombra la puerta Ab-Cartuca que pudo ser la de la Volta Pintada, delante de la de los Judíos, y á la cerca interior de la Almudayna me inclino que también pertenecería la del Tresor enumerada más tarde entre otras puertas. Ò52 ISLAS BALEARES de ellas principales, que se repartieron por mitad entre el rey y los magnates, si no se toma en cuenta la estrechez de las ca- lies y la multitud de viviendas que hubieron de absorber tanto el palacio del Obispo como el convento de Predicadores, y sobre todo la gigantesca Seo que á medida de su crecimiento fué de- vorando, no sólo la contigua mezquita, sino acaso calles y man- zanas enteras. Conserva el barrio de la Almudayna, á que se reduce la feligresía de la catedral, la pintoresca disposición del caserío, los espaciosos zaguanes, las góticas escaleras (a), la quietud, la umbría frescura que tan gratamente impresionaron á Piferrer, menos en la vía de Palacio, del todo variada en an- chura y aspecto de cuando, titulada de Pintores ó de la porte- ria de Santo Domingo, corría tortuosa entre irregulares tapias y caserío, recta ahora, con un dilatado pórtico en su acera de- recha, y con vistosas fachadas de moderna estructura, aunque de imitación gótica la de la Diputación de provincia. De la Barbacana antes que de Morey parece se denominó primitivamente la calle tendida entre las dos citadas puertas orientales, que partiendo de la plaza de Santa Eulalia al norte, empalma con la de la Portella, en la cual confluye desde el Calí otra vía en descenso al mar, adonde salía el postigo sin existir aún muralla ni ribera practicable. Vastas mansiones, reedifica- das en los postreros siglos sobre otras más artísticas probable- mente (¿5), imprimen á aquel distrito, donde cupo su porción al Paborde de Tarragona, un sello nobiliario y respetable; y entre (a) Son de notar entre ellas la de casa Oleo en la calle de la Almudayna, y en la de Zanglada la rehecha en la mansión que da nombre á la calle. Sant {b)  los condes de Formiguera, primero Sa-fortesas y luego Ferrer de de Jordi, precedieron los Berard que dejaron su nombre al bastión sito debajo mirador; á los Truyols marqueses de la Torre una casa de Oleza; al conde de su España una de Rossinyol; á los Villalongas dueños del predio la Torre en Lluch- los Togores; á estos los Morey y los Pachs Fuster; á los Oleza los Descós; mayor, á los Montis los Pont y Vich y antes los Suredas; la casa que forma ángulo entre las calles de la Portella y de Miramar, y la ,que se erigió no hace un siglo en cole- gio de la Pureza, las habitaban Des-Clapés, y otras vecinas los Galianas, Axaló, Boix y otras familias extinguidas ya en el xvi. 6$4 ISLAS BALEARES SUS restos monumentales se distingue en la del conde de Aya- mans el atrio, aunque ya del xvi, que combinó bellamente el calado antepecho gótico con las columnitas y portales plate- rescos (a). Más al este de /a Portella se eleva Santa Clara, á cuya sombra se esconden en solitaria calleja interesantes baños, de mayor antigüedad todavía que el antiguo convento, descritos más adelante por nuestro amigo, y más allá de la cual se dila- tan sus huertos y el Borne que toma nombre de ella á espaldas de Montesión, hasta las pendientes del típico barrio de la Cala- trava. Del foco del Cali., poco distante del ángulo nordeste de la Almudayna, y colocado entre Santa Clara al sur y San Francis- CO al norte, parten divergentes hacia la extremidad oriental dos líneas : la de Montesión., que por delante de la iglesia y co- legio de Jesuítas hoy Instituto Balear, del seminario conciliar y de la fundación Luliana de la Sapiencia, va á parar á la plaza de Geránimas., formando por decirlo así la vía literaria de Pal- ma; y la del Sol., que rectamente conduce á la desmantelada fortaleza del Temple, convidando al viajero y aun quizá al indi- gena, si no embota el hábito la grata impresión, á pararse un momento en mitad de ella ante la morada del marqués de Pal- mer, tan bella de colorido, como grave con la proyección de su alero y sus cinco esculturadas ventanas del piso principal parti- das en cruz y dos del entresuelo, clasificables entre lo mejor del renacimiento {b). Todo el segmento populoso que la mura- (a) Uno del entresuelo, extremadamente lindo, lleva por lema este verso; Per un tal bé repós tindrà ma vida, mote amoroso caballeresco, que ha pretendido ex- plicarse por la promesa de libertad hecha al cautivo artífice en recompensa de su trabajo. Corresponde el estilo de estas obras á la época en que la casa pasó de la familia de Morey, que desde tiempo atrás daba nombre á la calle y feneció des- graciadamente (v. pág. 431 del presente tomo), á mossen Felipe Fuster del Esto- rell por los años de i 5-50 á 40. Sensible será que con la reforma sufrida después de la muerte del último conde el Sr. D. Pascual de Togores, cuyo probado amor al país y á las artes es de desear herede su joven nieto, pierda algo, si no las par- tes, el pintoresco conjunto. (b) Una de ellas lleva la data de 1556. Fué esta casa desde fines del siglo xiv solar de los Catlars, cuyo progenitor Pedro falleció en 1414. ISLAS BALEARES 655 lia circunscribe al sudeste, dando salida al sur por la puerta del Mar y al este por la de Santa Fe ó del Campo y un tiempo también por el portillo del Temple^ formó des- de fines del siglo xiii la Judería, al abando- nar la Almudayna sus vecinos, con entrada por el precitado Cali; y allí floreció la sina- goga en el sitio de la iglesia de Montesión y luego á espaldas del Seminario, allí se le- vantó entre las calles de Monserrat y de la Calatrava la ambigua Torre del amor^ de ig- norado origen y carác- ter (a)^ allí tuvo lugar (a) No viendo figurar en la conquista ni en el reparti- miento de Mallorca á los ca- balleros de Calatrava, conje- turé si el nombre del barrio podía en este caso derivar di- rectamente del arábigo Calat- -Ra/íba (castillo de la llanura), aplicable al vecino Temple ó almudayna de Gomera; pero me ha hecho vacilar en mi explicación la noticia adqui- PALMA. Calle del Sol rida posteriormente de que la orden en 1239 poseía casa y bienes en la isla. V. mi artículo sobre la Judería de Mallorca^ Museo Balear, tomo correspondiente al 1887, pág. 285. 656 ISLAS BALEARES la matanza y el incendio de 1391, de allí fueron desaparecien- do después del postrer bautizo de 1435 los conversos para ha- cer lugar á opulentos curtidores, reteniendo bajo unos y otros la localidad el título de la orden militar que alguna relación con ella tuvo, si es que no la recibió en recompensa de sus servicios. Á la importancia militar de que gozaba al tiempo de la re- conquista la ciudadela dada á los Templarios, no correspondie- ron las obras de estos ni las de sus herederos los San Juanistas, guardan sino huertos y palmeras sus desmorona- pues apenas das torres encalladas en el terraplén de la moderna muralla, cuando no recién deshechas para construir caserío, á excepción de dos más altas que se presentan al que llega por la plaza triangular de San Francisco^ flanqueando el rebajado portal, y conduciendo á la humilde iglesia ó más bien capilla, que es cuan- to resta del misterioso é infortunado instituto, si es que no re- sulta concretado al rudo ingreso de carácter románico bien que de traza levemente ojival, y á las dos primeras capillas cuyo medio punto sustentan sobre cornisa ajedrezada sutiles colum- nitas. Aunque convertida casi en cripta por la elevación gra- dual del terreno circunvecino, y recibiendo plana techumbre so- bre lisos arcos apuntados, indicio de haber servido de planta baja á estancias superiores, no le cuadra á buen seguro como á antigualla ensanche ni reforma, ni siquiera con el piadoso obje- to de mejorarla ó aumentar el culto (a)^ y menos á costa de desbaratar en la sacristía los rastros de la arábiga puerta que salía al foso. Marca el Temple quizá en la circunferencia de la población el límite de su primer aumento, es decir, de la ciu- dad vieja respecto de los nuevos arrabales; pues, en vez de se- guir como más tarde la cerca al norte hasta la puerta de San An- tonio^ torcía á espaldas de San Francisco y de Santa Eulalia por la curva que trazan la calle de la Posada de Lluch y la de Bau- (a) Se ha ampliado, con desahogo plausible en cualquier otro lugar, para ca- pilla de un asilo de niñas. ISLAS BALEARES PALMA.—Ventana de la casa del marqués del Palmer ISLAS BALEARES ló y por las de la Harina^ Cordería y Galera aproximadamen- te, en busca de la primitiva puerta colocada en la Bolsería al principio de la gran vía del Sindicato^ á cuyo extremo avanzó andando el tiempo con el mismo nombre de Balbeled (a). Ade- más del crecido desarrollo tomado por el grandioso convento en las de Menores, abundaban los huertos hasta reciente fecha manzanas traseras, al paso que las intermedias entre el magnífico templo franciscano y el mayor de los parroquiales señálanse to- davía aristocráticos caserones, tanto en la comunicación por sus principal que une las dos plazas y á que daba nombre la casa de Za- Des-Bachs, como en las angostas calles de la Campana, de vellá, y hasta de Sans, mejor poblada algún día que ahora (b). Al pie del breve lienzo septentrional de la Almudayna, que corría desde el arco hoy subsistente hasta la torre den Figuera, de la si parece haberse concentrado luego después reconquista, es que no ya de antes, el movimiento y la vida pública en dos puntos contiguos: al rededor de Santa Eulalia, y en la irregu- lar plazuela de Cort (c), delante del hospital de San Andrés, si- tio constante de reunión para los jurados. Durante seis siglos, como en la época del repartimiento, han rodeado la parroquia que preside al no escaso tercio levantino de la ciudad, por un lado los vendedores de hortalizas, por otro los plateros y los inme- Puerta del Campo en árabigo, correspondiente á la de San Antonio según {a) documentos irrefragables, que no me eran conocidos cuando, al publicaren 1850 repartimiento, la reduje, seducido por la etimología, á la llamada del hoy el libro del Campo, antes apellidada de Sania Fe. de Vi- (b) En la de Zavellá existe el grandioso zaguán de la casa del marqués en la vot presentado en el actual capítulo, enfrente la ventana de que se habla y misma nota con fecha de i 529 y busto del Emperador. De un ángulo de la misma calle desapareció hará treinta años otra casa tan monumental como es de veren una lámina de la primera edición del tomo de Mallorca, que unía gallardos ajime- góticos con platerescas orlas de jambas y dinteles : ees construyóla á mediados del XVI micer Horacio de Villalonga. álas (c) Deriva el título de las Corls ó curias que la rodeaban, pertenecientes en la isla, y á diversas jurisdicciones de los magnates ó porcioneros heredados San An- los tribunales de los diferentes oficios ó magistraturas : con el hospital de de lo drés y con el Consistorio formó manzana siempre la cárcel, mas reducida que la conocimos hasta su traslación, no hace veinte años, al edificio de Capuchinos. ISLAS BALEARES O^q diatos cortantes, cuartel en todos tiempos pobladísimo, hasta el reducido Mercado de la Villa^ más tarde plaza del Pan y hoy Bolsería^ donde contigua á la Glorieta ó humilladero dedicado á San Cristóbal estuvo en edad remota la puerta de Balbeled fa)^ antes que se desarrollara la calle ya en el período sarraceno denominada Mayor, por su rectitud y anchura relativas y por el gran número de tiendas y obradores que comprendía. A su de- recha ■ brotaron fuera de la segunda cerca la Esparteria,\2i. Cuartera, la Lonjeta, el Peso del carbón ó Mercadal, en medio de aquellos barrios notables aún por sus anchísimos soportales sobre arcos apuntados, á pesar de la ancha brecha abierta hoy en ellos por la policía municipal con más ganancia de luz é hi- giénico desahogo que de interés en su especial fisonomía, mien- tras que por el flanco del Temple y Peso de lapaja adelantá- base en semicírculo la barriada del Socorro, precedido un tiem- po en su cuadrada plazuela por el oratorio de Gracia (hoy Des- amparados), formándola casi exclusivamente tejedores y alfa- raros, hasta juntarse en ángulo con la Herrería y su laberinto de callejones en la plaza de San Antonio, aumentada con el de- rribo de una manzana, cuando la moderna fortificación á fines del XVII exigió trasladar á su actual sitio la puerta exterior, co- locada antes al lado de la iglesita del de Padua en de disposición engarzar la calle del Sindicato con el camino de Inca. Desde el propio Mercado de la Villa partió simultáneamen- te, al formarse los arrabales nuevos, la línea del norte en lo ángu- con la de nordeste, angosta en su embocadura, cual aún hoy día, orillando el antiquísimo solar de Valentí (b), y á los pocos (a) Distingüela el repartimiento de la que salía la entonces al anterior campo, dando á el aditamento de la villa, como de presentí ya en 1815 o al la escribirla nota pág. 498 de la Conquista de Mallorca, conjetura por el dato posteriormente confirmada positivo de que dicha primitiva en el puerta estuvo á la era siglo contigua xv casa de que Muntanyans, zaguán único entre las de la vecinas á la entrada de la Capelleria, izquierda marcado con el núm. {b) 3. Habitólo en los últimos tiempos la familia de tácalos Cererols, y tradicionales obs- retardan el ensanche de aquel callejón llamado antiguamente de na Sala- 6òo ISLAS BALEARES ensanchada con el espacio que al instalarse allí hacia pasos el 1600 dejó la Inquisición delante de su severo edificio, y aho- mucho más la extensa plaza Mayor^ allanada sobre las ra con ruinas de aquél y las de San Felipe Neri, para seguir con ampli- tud progresiva la calle toda de San Miguel^-k. cuya mitad levanta la parroquia, tiempo mezquita, la gentil aguja de su robusta un varias iglesias asomaban y dos aún asoman en el torre, y otras último y más ancho trozo de la vía, por donde conduce el água la el acequia á los moradores de la ciudad alta (a). Al extremo, tantas arco vetusto de Santa Margarita^ por cuya canal cayó veces el rastrillo, recuerda la arábiga puerta de Beb-alcofol^ que desde la entrada de los cristianos cambió su nombre por el glorioso del Esvahidor^ y continuó cuatro siglos en su puesto con el de Pintada, hasta nombre y salida pasaron en el xvii que por disposición de los ingenieros á la muralla nueva en el veci- no Camp de la llana, estrechando los límites del burdel ó man- cebía que daba al sitio cierta oprobiosa soledad, no borrada del todo con la fundación de los Capuchinos. Multitud de travesías, largas á medida de lo que se apartan del vértice del ángulo, y algunas en curvatura paralela al anterior recinto, ponen en co- municación la calle de San Miguel con la del Sindicato, ser- peando entre sus manzanas la división de entrambas feligresías, y comprendiendo en la menor y más pobre de las dos las iglesias conservadas del Santo Espíritu y de la Merced; pero las más al segmento de muro contenido entre dichas líneas á cercanas espaldas de los citados conventos, difícilmente saldrán del inme- morial abandono á que semejan condenadas. Precisamente antes de este postrer ensanche debió de exis- tir del santo otra puerta hacia la entrada del distrito parroquial Eulalia Arcángel, allí donde linda á la derecha con el de Santa la con la da, aun después de abierta la nueva vía que debe enlazar plaza Mayor del Ayuntamiento. desprende que la calle llamada de la acequia en el repartimien- (a) De aquí se to corresponde á la de San Miguel. 6òi y á la izquierda con el de San Nicolás {a)^ llamárase ó no de Beb- Alcofol como la otra posterior y más avanzada, por el estilo de lo que sucedió con las de Balbeled en la calle Mayor^ dejando tales rastros que más adelante se utilizaran para la demarcación de parroquias. Así pertenece en mi dictamen al tercer período la población completa de la de San Miguel, cuya mitad izquierda, así la de más acá como la de más allá del templo, baja en ver- tientes más ó menos rápidas á la Rambla ó aljorf [b) formado paulatinamente por el curso de la Riera ; y su lecho serviría de dique por aquel lado á la multiplicación del caserío, que al pare- cer no se detuvo en su descenso hasta la orilla, prolongándose en la llanura sombreada por copudos olmos la calle que recibió nombre de ellos desde muy antiguo, y demás adyacentes asig- nadas en el reparto á los hombres de Lérida y de Barcelona, donde con intermedio de siglos fundaron sucesivamente en el XIV los Carmelitas, en el xvii las Teresas y en el último los Paúles. Pero las alturas que dominaban el torrente en su carrera oblicua de nordoeste á sudeste, volvíanse abruptas al extremo de la Rambla, al torcer á mediodía y luego casi á poniente, y tardaron en desmontarse los peñascos que por poco no lamía su intermitente caudal junto al que es ahora teatro, y fué ya reinando Felipe IV corral de comedias, sin que obstara el aso- marse allá arriba la formidable morada del Santo Oficio. La urbs vetus ó segunda cerca de la ciudad hubo de coronar mu- cho tiempo por el costado de oeste la cresta de las rocas, has- ta reunirse junto á la torre den Figuera con el recinto de la Al- mudayna, incluyendo la calle de San Bartolomé^ sinagoga menor de los judíos, erigida andando el tiempo en iglesia de monjas agustinas de la Misericordia y en sucursal del Banco de Espa- (a) En el punto de que parten la calle de Temorer saliendo al Bctnch del oli la de y Garrió en dirección á la cuesta de Sintas hacia la Rambla. (b) Terreno pingüe y craso de aluvión y regadío, nombrado en el repartimien- to, que corresponde sin duda á la Rambla. 602 ISLAS BALEARES ña últimamente, y la paralela del Segell^ que partiendo de la Bolsería, abarcaba en su ángulo con la Argentería una madeja de opacas callejuelas, al través de las cuales ha venido á abrir aire y luz la moderna vía que, desembocando en la plaza de Sort, reclama nombre más adecuado á su situación é importancia (á). Era aquél desde remotos tiempos el núcleo del comercio de lienzos, de paños y de sedas, en que alternaban humildes buho- neros y ricos mercaderes y especieros acaudalados, acudiendo en época posterior las tiendas de más lujo hacia la plazoleta hoy conocida por Sopíñas, donde no se comprende cupiera an- tes una manzana; y sin embargo, al lado de esta ruidosa vecin- dad, á orilla de las cuestas, ásperas todavía, que bajan al Mer- cado, florecieron en los siglos xiv y xv los Mari, los Santaci- lias, los Febrer, más tarde los Fortesa Tagamanent en la actual casa de Correos. Al sentirse estrecha la población en aquella zona, que constituye la parte alta de la feligresía de San Nico- lás, abrióse paso allende el muro por pendientes más accesibles en dirección á la Riera, derramándose por la cuesta den Bros- sa (b) y más llanamente al sur por la bajada de Santo Domin- go hasta el pie del real alcázar; y así vino á redondearse sobre la izquierda margen del torrente un barrio bajo, circunscrito al norte por el Mercado y al poniente por el Borne, y expuesto á las avenidas que en días de furor acortaban camino por su seno, desdeñando seguir los rodeos del cauce. (a) Titúlesela de Odón Colom en memoria del célebre agermanado, que nunca se llamó Jua7t Odón sino Juanot como al fin se ha reconocido, y que además ante un criterio recto y desapasionado no tuvo condiciones para ser impuesto en con- cepto de legitima gloria á una calle no ligada á su existencia : si se hubiera apli- cado á la plazuela de San Nicolauet ó del Rosario donde tuvo su morada, nada ha- bria que decir. Véase pág. 420, nota 3. {b) Más de cinco siglos hace acaso que tomó nombre de una familia que allí vivió hasta el siglo xvi *, y á pesar de angosta y empinada, continúa siendo siem- pre una de las principales arterias de la ciudad por sus dos ramales al Borne y al Mercado; el ramal último se llamaba de la Adobaria vella, al mismo tiempo que ^\&zdL de Sta. Margalida la vella q\ Azoch sarraceno, aún después de haber des- aparecido de alli el convento de monjas, trasladado ya en el siglo xiii al local que junto á la puerta de Alcofol desocuparon los frailes Menores. ISLAS BALEARES 663 Dado á Ñuño Sans después de la reconquista, pareció dis- trito bastante para parroquia de San Nicolás, que se asentó de pronto debajo de Santo Domingo en el diminuto oratorio de San Nicolauet {a) para instalarse luego en 1302 en su presente templo, volviendo al triangular Mercado la espalda, sin que por esto haya perdido nada de movimiento su plazuela delantera, desde que á mediados de dicha centuria era punto de cita lâ esquina de los Brandas á la embocadura de la calle de Verins y de las otras dos paralelas de Morid (hoy Puigdarfild) y de Pe- laires^ que por su longitud y por la opulencia del gremio y apara- to de su sala, en las solemnidades así plausibles como dolorosas, servía de carrera con su confluyente la de las Minyanas ó huérfa- nas, establecidas, desde 1629 solamente, en el oratorio del Santo Espíritu de Roma, frente á la albóndiga de Genoveses, pues no hubo hasta muy tarde comunicación más directa en carruaje y aun á caballo entre la ciudad alta y la baja {p). Compartían con los pelaires el barrio zapateros, sastres, calceteros y artesanos de toda suerte, como en particular indican la Birreteria y Herrería de abaja; mas no tan exclusivamente, que no campearan frente á Santo Domingo las casas solariegas de Pachs y de Quint, cuyo nombre queda al angosto paso abierto á su espalda, bien ajeno ciertamente un día del bullicio y resplandor de tiendas en que hoy rebosa, lo mismo que la contigua y breve calle que conduce á la parroquia. Retienen su carácter aristocrático la silenciosa de Veri poblada de ramas diversas de este linaje y anteriormente del de Brondo {c), la de Danús desde donde se (a) Demolido en i 836, no ocupaba sino pequeña parte de la la pequeña del plazue- Rosario frente á la demolida casa de Colom. (b) otra había desde el Borne por el puente de la Carnicería del d'avall, travesía Cap del born hoy de Jovelíanos, plaza de San Nicolás, calle de Verins la de y plazue- San Nicolauet, que es la que siguió Carlos V. El título de Penjat, que ha lie- vado hasta nuestros días la primera parte de la de Minyonas, recuerda al parecer que era aquel el camino para los sentenciados á horca en el Mercado. (c) Hasta mediados del siglo xvi no se fijó en su actual domicilio entre el Borne y el Mercado la rama principal de esta familia. 664 ISLAS BALEARES difundieron en contorno los Pachs y los Dametos, y en la línea del Mercado más apartada del prístino curso de la Riera aque- lia vivienda de Burgués Sa fortesa, imponente y robusta siem- cualquier dueño haya tenido y cualesquiera formas haya pre, tomado [a). Las mudanzas han penetrado poco en el distrito, á no ser en su opuesta extremidad lindante con el real palacio, donde una larga y anchurosa rampa titulada del Conquistador^ conduciendo hasta la no olvidada travesía deis Polis hoy de la Victoria^ ha borrado la pista del arábigo muro de las Porretas á la vez que de la fachada nave del grandioso templo domi- y nico, y al pie de la rampa una reducida glorieta ocupa el solar de la iglesia y convento de Mínimos que suplía con su elevación el defecto de espacio. Cuánto tiempo se detuvo la población sarracena sobre la orilla izquierda del dominación arroyo, hasta vadearlo en plena quizá de Mudjehid ó de Alí, de seguro con anterioridad á la y época de los Písanos, difícil es de averiguar, y si se verificó el anterior ensanche simultáneamente en toda la línea del sinuoso Ezechín desde su ingreso en el recinto de la ciudad hasta su desagüe en él puerto, y si subió de golpe con poderoso empuje ladera arriba por las cuestas de poniente, casi al nivel de las había descendido á levante. Añadió este crecimiento alien- que de la Riera un tercio aproximadamente al ámbito amurallado, el cual en los dos sitios que sufrió con intervalo de más de un siglo por las armas cristianas, venía á ser el mismo ya de ahora, apar- del de las modernas fortificaciones; y de él se forma- te marco en la distribución de parroquias las de San Jaime y de Santa ron Cruz, agregando á ellas los barrios bajos de la de San Miguel y la mayor parte de la de San Nicolás para determinar con exac- á los Pachs señores de Bunyolí, de los (a) Perteneció en los siglos xv y xvi cuales pasó en el xvii á los Santacilias en el siguiente á los Bergas y Sa-fortesas, y su cambiando de estilo con las épocas la construcción, notable hoy, más que por de elegancia, por la inmensidad de su patio y por las macizas y enormes peanas su desnudo balconaje. ISLAS BALEARES 665 titud la llamada constantemente vila di avall^ poco inferior á la de amunt^ si se tiene todo en cuenta, en extensión, vecindario é importancia. Lo que la ha distinguido siempre de la de arriba es el especial desahogo de las márgenes pintorescas á la vez que incultas que la atravesaban, convertidas en deliciosos pa- seos después que en el primer tercio del xvii recientes aveni- das, no habiendo aún bastado la espantosa de 1403, aconseja- ron cerrar la entrada al devastador torrente: Rambla, Mercado y Borne lo han reemplazado bajo diversos nombres en sus re- vueltas y mudanzas de rumbo, de la manera que en otras po- blaciones los frondosos boulevards y anchos cosos marcan el giro de las demolidas murallas; y regulares alamedas compensan la selvática vegetación y variados puentes que á vuelta de su insa- lubre abandono ofrecían aquellos ribazos (a). Tiempo después de desviado el cauce, aún evitaba el caserío, sobre todo el prin cipal, presentar de frente zaguán y fachada á las emanaciones y peligros del inolvidable huésped (b). Al penetrar por debajo del muro en el sitio hoy ocupado por la puerta de yesús^ pues la anterior Plegadissa caía más á la izquierda según se va á la plaza de Toros, dividía la Riera á lo largo del Pla del Carme^ después Rambla, la feligresía de San Jaime de la de San Miguel, y al través del Mercado de la de San Nicolás, circuyéndola á la derecha, hasta llegar á la raya del Borne, desde donde á manera de diámetro cruza el distrito en busca del punto de partida la recta y prolongada calle, cuyo centro ocupa la insigne parroquia: y de ahí resultan dos seccio- (a) Cinco puentes enumera sobre el Ezechín el poema de Lorenzo de Verona, y quizá más tarde aumentaron, pues habría dos por lo menos en la Rambla, uno en el Mercado frente á la subida de Capuchinas, titulado Pont trencat^ otro de la Carnicería d' avall en la extremidad del Borne, dos más acaso en el curso del mismo enlazando sus Vallas con la calle de San Felio y con la de Apuntadores la cuesta de la Seo, y por último el de fusta en la plaza del Muelle. {b) Ofrecen ejemplo de esto generalmente las casas anteriores al siglo xvii, como en el Mercado la de Fuster, y en el Borne las de Brondo, Despuig, Dameto, Morell, Des Brull y Quint Sa-fortesa. 84 666 ISLAS BALEARES nes, la una por decirlo así ribereña que vierte á norte y sur las diversas bocas hacia la antigua madre, la otra en su- aguas por bida á las alturas más ó menos pronunciadas del Hospital y del Citjar. Todavía se llama era el despejado cerro donde se asen- tó al declinar el siglo xv la reunión de los hospitales en uno ge- neral, á cuyo lado brotó y ha ido creciendo sobre el osario del Camp Roig^ hasta dilatarse en palacio inmenso, el hospicio de la Misericordia con sus dependencias: de la puerta del Citjar en lo más alto de su calle apenas existen indicios, y en su an- churosa y larga vía, igualmente que en su confluyente de Bon- ayre ha cundido la despoblación, mucho más desde que el paso de la segunda quedó cortado no hace tres siglos por la cons- trucción de un convento de monjas arrimado á las tapias de la cerca. Del de la Concepción toma nombre la calle del Citjar en su segundo tercio que es el más ancho, y desde la fuente del Sepulcro^ sencillo templete octógono de elegantes líneas ojiva- les, se bifurca en dos pendientes, la del Agua hasta tocar los confines de la parroquia de Santa Cruz, y la que sale al Borne á formar ángulo con la arteria principal del distrito. Todo él, así la mitad costera como la llana, se distinguió en cualquier tiempo por la nobleza avecindada allí más densamente tal vez que en otro alguno; y si del antiquísimo oratorio del Sepulcro derivaban su solar los Puigdorfilas, y de más arriba los Sa-for- tesas, y del fronterizo convento los Termens, y de las inmedia- clones los Roig, los Morell, los Cavallerías, no habían de esca- sear casas ilustres de Torrella, Miró y Sant-Martí al rededor de la que sirvió para fundar más tarde las Capuchinas en la re- ducida Conqueta^ donde tantas esquinas asoman (a), y mayor- mente en toda la longitud de la gran calle, aristocrática por No recuerdo qué antiguo documento vi dado á la encrucijada dicho (a) en nombre: antes que las monjas, hubo enfrente de la actual portería un oratorio ó capilla de Sant Francesquet. k pocos pasos de allí, en la calle de la Palma, está la casa, cuyos ajimeces páginas atrás van presentados y cuya pertenencia á los Bo- napart discutimos. 668 ISLAS BALEARES excelencia, poblada á la sazón de Sant Johans, Cotoners, Guals, Angladas y Fortunys, ,al fin de la cual se atravesaron las Mag- dalenas al reedificar su iglesia, convirtiendo en plaza la manza- na delantera. De la índole y grave aspecto del barrio de San Jaime par- las de ticipan las calles limítrofes del de Santa Cruz, á saber, Sa-granada, de /a Pau^ de San Cayetano^ y con particularidad la de San Felio^ donde delante del oratorio y de la contigua lonja de Placentines edificó suntuosa mansión á la entrada del D. Francisco Burgués (¿z), y con otras que se fabrica- siglo XVI ron hízose luego una de las calles más espléndidas, tomando últimamente nombre de Carassas de las que decoran la fachada barroca de la de Belloto, á cuyo y gruesamente almohadillada lado luce otra con más gallardía sus platerescos balcones y portal (¿5). A la parte del Borne, en el trecho donde para justas, solemnidades y espectáculos dejaba la ribera suficiente desaho- go, ostentaban ventanas y miradores, como ahora terraplenes y galerías, las insignes moradas de los Thomás, Des Brull, Nico- los lau y Espanyol mientras en solitarias plazuelas surgían Des Puig y los Valerós, progenitores aquellos de los condes de Montenegro y estos de los marqueses de la Romana, y más arriba procedentes de Cundieras y de Pachs Fuster los Salas, vivienda han transformado en bendito asilo de ancianos las cuya Hermanitas de los pobres (d). Por aquel lado del oeste avanza el de 76, en que eran estimadas en tres mil libras las mejo- (a) En catastro i $ valor de seis mil. La hemos conocido antes de dividirse res casas, figura esta por dos, cuando se hallaba establecido en ella el Casino Palmesano, desplegan- en hilera de gentiles ajimeces y un arqueado desván á la sombra de su do una larga alero. [b) Véase el anterior fotograbado.  los Thomás pertenecían las casas, ambas á dos que hacen esquina á la (c) calle de San Feliu, y la de Quint Sa-fortesa fué obra del genovès César Fazio; la reconstruida singular elegancia en la segunda mitad del xvm de los Nicolau fué con Sollerich; á los Espanyols sucedieron en su residencia los Da- por el marqués de metos marqueses de Bellpuig y condes de Peralada. del artista D. Bartolomé [d) Honra la inteligencia y el buen gusto distinguido D. Salvador Coll, la Ferrá, al del paso que la generosa esplendidez capitalista ISLAS BALEARES 069 la nueva muralla, abarcando el vasto huerto de Moranta con objeto de regularizar cierta depresión inmemorial del recinto entre las puertas del Ciijar y de Portopi^ que en vez de llenar- se por dentro, fué ahondando con la gradual despoblación de la calle de San Martín hasta el punto de su empalme con la de Bon-ayre. El terreno sube casi en disposición de cerro, sobre el cual se sienta el venerable templo de Santa Cruz, de menos an- tigua que monumental estructura, y algo más allá la puerta in- mediata al arrabal de Santa Catalina^ por cuyo nombre dejó siglos hace el de Portopi^ que si no mienten los escritores Pisa- nos, le daban ya los moros en los primeros años del xii. Estuvo situada de primero junto al enhiesto baluarte de Artillería, en lo alto del Puig de Sant Pere^ así llamado por una capillita poco há deshecha del santo apóstol, por el cual se derrama á la iz- quierda en deformes manzanas, ó se alinea más abajo en dilata- das paralelas, la barriada conocida hasta nuestros días por de la Ribera^ no poblada sin embargo exclusivamente de pescado- res ni aun de marinos, según indica el tipo de clase media intro- ducido de doscientos años acá en su caserío {a). La calle de Apuntadors^ que tira hasta el Borne, descubre, á pesar de su título de gremio, señales de vecindad distinguida en su confluen- cia con la del Forn de la Gloria^ donde se abría en la muralla vieja el postigo den Segarra^ dejando fuera el astillero de Ata- razanas, como el de San Juan al extremo de su calle, y for- mando ángulo con éste el de Bolers en la plaza de la Lonja, antes que crease Sagrera el monumento incomparable cuyos cimientos asentó extramuros en la misma playa. Dentro caían empero las varias travesías habitadas de calafates, boteros y linda iglesia ojival al objeto construida con diligente esmero en todos sus de- talles. (a) Muéstrase en la calle del Fí, y aun se trata de comunicar á esta el ilustre nombre, la casa donde murió en 1797 el glorioso general Barceló, famoso entre los mallorquines con el nombre popular de Capita ¡Antoni y terror de los piratas berberiscos. ISLAS BALEARES remolares y la bulliciosa calle de la Mar^ teatro de incesantes reyertas con la cosmopolita chusma que la frecuentaba, aunque careció el Borne en su remate de portal y hasta de muro que lo cerrara, ínterin discurría por medio de él la Riera, ofreciendo en su mitad inferior desde San Francisco de Paula por bajo del Huerto del Rey un aspecto harto menos brillante y esmerado que su parte alta. Sólo después que se trató de echar fuera el arroyo, hubo puerta de Muelle que en 1620 se estrenó, y no enfilando el Borne, sino más bien la calle de la Mar enfrente á San Telmo. Desapareció el cauce con el puente de la destarta- lada plaza exterior, que siniestramente presidían perennes hor- cas empleadas en frecuentes ejecuciones; y hoy ha vuelto á que- dar todo raso en derredor, demolida la entrada de doble arco, aunque no suntuosa por cierto, que únicamente desde 1835 se había dado á la ciudad por aquel punto, hasta entonces obstruí- do siempre por deformes estorbos. Quisiera para idealizar este cuadro, como han ensayado va- rios ingenios del país, empezando por Mut y acabando por al- gún moderno, concebir y trazar un supuesto brazo ó ría que penetrara población adentro, formando recodos hasta el Car- men nada menos, con honores de mar petita^ y luego por obra de las avenidas del torrente viniendo á cegarse en arrecife cabe el actual teatro; pero la historia, dejada á un lado la geología, no se presta con documento alguno en los tiempos conocidos, ni con probabilidad ó conjetura en los inciertos, á favorecer tan curiosa hipótesis. De imaginar marítimas las viviendas del Borne, Mer- cado y Rambla y pesqueras sus ribazos, había de resultar una se- gunda Venecia con su incesante movimiento de góndolas y ba- teles, y sus aplicaciones innumerables al comercio y á las eos- tumbres, que precisamente hubieran de reflejarse en los edictos y ordenanzas públicas, no menos que en hechos y en el modo de vivir de los habitantes. Nada de esto hallamos, sino la riera de siempre, ni más ni menos de lo que después ha sido y es, con su habitual sequedad, con sus breves y desiguales períodos ISLAS BALEARES Ò7I de afluencia, con sus formidables aunque rarísimas inundació- nes, con sus balsas y charcos, enemigos incorregibles de la hi- giene y de la policía; y cuando ya en 1303 trató Jaime II de ale- jarla, fué sin duda para librar de una molestia á la ciudad y no para privar á sus moradores de una envidiable situación y de fáciles é insignes ventajas, que habrían ahorrado los enormes dispendios de un muelle artificial y adelantado unas cuantas centurias la jubilación del apartado Portopí. Menos variaciones que el interior, así en bien como en mal, según el doble criterio difícilmente conciliable del artista y del hombre moderno, ofrece por fuera Palma, respecto de su vene- rabie antecesora de ayer, Mallorca homónima del reino, cuyo grupo central apenas ha cambiado en tres siglos á los ojos del que por mar se le aproxima : compuesto sobre la base del Mi- rador del imponente flanco de la catedral estriado de botare- las y erizado de agujas (<«), con el real palacio á su derecha y el episcopal á la izquierda; enlazadas á sus pies, por una mu- ralla no secular todavía, las dos alas de cortinas y baluartes que casi por igual trecho se levantan á levante y poniente; des- collando, entre torrecillas y azoteas más numerosas, elevadas y blancas que en otro tiempo, casi los mismos campanarios de entonces, unos cuadrados y piramidales como los de San Mi- guel y Santa Cruz, otros en figura de linterna, como los de San- ta Clara y San Francisco, ó gentilmente polígonos como el del Socorro, y más esbelta que todos aunque menos alta que ellos la Lonja; por último, flanqueada la compacta mole, á guisa de falanje por caballería lijera, por el hormigueante caserío de las afueras y por la vivaz animación de los molinos que uno tras otro van perdiendo sus aspas tristemente. (a) Es indudable que con la restauración de la fachada de la Seo, califique- sela como se quiera en otro concepto, ha ganado, y más de lejos, la perspectiva, y que el almenaje recién añadido á las torres del alcázar compensa hasta cierto punto la rebaja sufrida en varias épocas por la del Ángel. iji"- -■.-tü'·íí' - 1 ■■.■■■.■> •-■•' =• '• ♦ ' • :•-• .V. " -^-íAC --,5 ^ f r .v' ' "/-£ ^ 1|- "^ Vrf ■■ ?. ;.' ; i"? i . .' iij rv->í0 . •• £; ^•íiíBSir.Trfeví; -■* , /V-, -, ;-M;:;;C?-'-Í"'. r'ób:^r.4f^[*£í>? *: ' ' ' fï^ib ' ~í>'f î ' ' ■■ ..i íS 'Ï-. i'í.^ / * : • te :?'fl/b-í^" .?*- .'-im ^ , o , -'^'í'í í|í 1 'í> » J -;;í{; ■;Í ViííSS^^·ííí·'·'· ^ -iJ-J'l" C '^'* I *V , » "f .i-5i|r ' - s ":: M'ï. í - ■■ B i'; H ' A?»: > J \ » "-OCíri'^^ . . -OÍÏÍ4Í3 -.^'JàbííTíC·^i'íï.'^!;r.tbri'O' " ^ív ^jí'eïT-^'^te :b íní¿ív3 m .'íoTi^'* v5.f'-0 te •^íft;^íïiÍÍ5ií:?^ à. vnfîu; -HfCiiu^ ^C 'ioi 5íïp :Ss.te'c-' f fc. -íi' 'SRÍJT c' ¿ií „.â-pn^riiV^teiii-r^q";^ -'"i OLc ^ ^ .^'^íí·:ní#íi '- ">x -'- niv,teû s.B'/ht víe;:JíE: ¿íf ■ M familias del continente: ningún monumento, empero, recuerda en la capital la dominación latina. Los vándalos, es cierto, in- trodujeron en las islas la opresión y el exterminio, y los árabes á su vez echaron de ellas á los descendientes de los godos; mas aunque con el furor de las guerras se hundieran las 85 mejores I 074 ISLAS BALEARES obras de las dominaciones pasadas, quedaran las memorias se- pulcrales, las medallas y los vasos ocultos debajo de la tierra, los cuales la asolación nada puede. Ni el nombre de Palma, con sino el de Mallorca, se le conserva á la ciudad en ninguna de las crónicas monumentos gráficos de la Edad media; y como y en el lugar del Palmer, inmediato á la villa de Campos, abun- dan los recuerdos de aquellos antiguos dominadores del orbe, la situación de la antigua colonia Palmaria preséntase envuelta en dudas y motiva las discusiones (i). de la La espada de los cristianos borró en el estrago expe- des- dición primera los mejores monumentos de los árabes; y pués de la segunda, la diferencia de religión y de costumbres Mas acabó para siempre con los aún embellecían á Palma. que ni la una ni la otra bastaron á desterrar los nombres de los dis- tritos y de las poblaciones, ni á destruir las monedas que en en buenos caracteres arábigos dicen los de algunos Walíes; y la ciudad subsisten todavía trozos de fábrica, restos de la domi- nación mahometana. barrios más silencio- A un extremo de Palma, en uno de los de baños se ha sal- sos, enséñase al viajero la única pieza que una vado de la Es injuria del tiempo y de la mano del hombre. co- sala baja y cuadrada, que forma un peristilo; y las bóvedas de rridas en cada corredor sobre cuatro columnas muy cargan corta altura, y desiguales en los fustes y en las bases. Corónan- las sin proporción ni ajuste toscos capiteles; y de unas impostas salientes, bien algunas no desnudas de muy que gra- gruesas y cia, arrancan las curvas reentrantes de los arcos, á manera de herradura. Pero, por una extraña disposición, sobre este cuadro el centro el artífice una bóveda en forma de columnas puso en de cúpula, en vez de pechinas trazó el círculo y cortó los án- y tirando cada uno un arco, que, ancho y más elevado gulos en Véase la Caria histórico-critica sobre el lugar donde estuvo situada la an- (i) ligua Palma, por D. Antonio Furió y Sastre. PALMA. — Baños árabes 676 ISLAS BALEARES que los otros, se apea en los segundos pilares de cada corredor. En esta cúpula algunas pequeñas aberturas circulares y alfeyza- das dan paso á la luz, que suave y templada debía de esclarecer misteriosamen- te el estanque del centro, y acreciendo las proporciones del sitio, sin di- sipar entera- mente las som- bras, se armo- nizaría con la perezosa volup- tuosidad de los placeres del baño. Al asentar su dominio en Ma- Horca, trazaron los Árabes el fuerte recinto de su Almude- na (i), que con el ensanche de la población vino á ser lamo- PALMA.—Arco de la Almudaina rada de las fa- milias más ilustres y la ciudadela; y aun hoy en día, en la calle ha conservado aquel nombre (Almudayna), un arco sombrío que marca el lugar de una de sus puertas. Si aquella es la de que Mira- (i ) La línea de circunvalación corría al poco más ó menos del Alcázar á Santo Domingo, dor, calles de Morey y de Bordils ó Almudayna, y comprendía hasta tocar otra vez en el Alcázar. ISLAS BALEARES Ò77 habla el rey D. Jaime en su crónica, ¿cómo no recordar la tre- menda escena que ella presenció el día del asalto? Alanceados por la caballería cristiana, desamparando al walí Said-ben el- Hakem, recogíase á la Almudayna el tropel de los fugitivos ; y sordos los de dentro al riesgo de sus hermanos y atentos no más que al suyo propio, así que pudieron cerraron las puertas, y dieron lugar á que las espadas aragonesas y catalanas amon- tonasen los cadáveres al pie del mismo muro. Ahora ya no baja con estrépito la ferrada compuerta por los encajes de entrambos lados, ni velan escuchas en su barbacana sostenida por ménsu- las iguales á las de la torre del Señal (Portopí) : rodéanlo pací- fieos edificios modernos ; y el silencio que allí reina, la disposi- ción de las casas, las góticas escaleras que en algunas vecinas á él se conservan, todo lo recomienda al artista como uno de los trozos venerables y pintorescos de Palma. Cuando en 1115 fueron sobre esta los Písanos y los Catala- nes, ya encontraron en pie el recinto de la Elmodenia^ y dentro de él la fuerte Alcazaba, ceñida de torres y asentada por la parte de mar orillas de un precipicio. El transcurso de los años y el estrago de las guerras sin duda debieron de traer la reno- vación ó la mudanza de su forma ; mas todavía ocupa el punto culminante de la plaza, y al borde del precipicio registra la an- cha curva de la bahía. Su masa enorme, un tiempo dominadora y hoy dominada por la catedral, destácase en la vista general por lo imponente de su carácter, y su extraño conjunto llama desde luego la atención del viajero. Pero al entrar por la puer- ta del muelle es donde se le ve desplegar aquella grandiosa mole de altísimas torres cuadradas y robustas paredes, vistosa- mente interrumpidas por largas barandas. Todavía aislada, tuer- ce por una cuesta que conduce á su fachada oriental, no tan vasta como aquella en sus proporciones, pero no menos pinto- resca y maciza [a). Las albacaras han perdido buena parte de (a) De las dos antiguas puertas de rastrillo que frente á la catedral presenta, 678 ISLAS BALEARES SU altura, y no existen la barbacana ni el almenaje que coronó aquel muro ; el homenaje se alzó más alto en tiempo de sus fundadores, y en el patio debieron de abrirse airosos ajimeces: mas aunque así truncadas, claramente dicen las torres su origen arábigo, y el patio hace alarde de originalidad y buen efecto {a). Alguna puerta conserva en su traza un resto del estilo maho- metano ; balcones desiguales y galerías caprichosas salpican á trechos las gruesas paredes; en lo alto de la gran masa del ho- menaje el ángel gótico de bi'once marca la dirección del vien- to {â) ; y abajo, junto á la escalera que conduce á las habitació- señálase el carácter y majestad de su medio punto la más contigua al Mira- por dor; si llega á verificarse por aquel lado la restauración acordada por el minis- y terio de Gracia y Justicia en la parte referente á la Audiencia y á la habitación del' presidente, correrá por las desmochadas torres del Este la corona de almenas que tanto realce acaba de dar á las de los otros costados, y reaparecerán en los grue- sos paredones los tradicionales ajimeces de que tan raro tipo conserva el patio. Tocante al arreglo de la fachada de mar, si bien deja mucho que desear artística- mente, no produce desagradable efecto su galería ojival, cimentada sobre cuatro grandes arcos semicirculares, y sosteniendo á su vez una línea de ajimeces del tercer período. (a) De frecuentes y variadas obras, siglo por siglo, dan noticia los libros del real patrimonio : en el patio se celebraban las exequias de las personas reales por lo reducido de la capilla, lo mismo que otras grandes funciones y espectáculos, incluyendo en éstos algunos no anunciados ni previstos, como las sediciones y los tumultos. (b) Ocupaba en 1842 el ángel de la torre una altura todavía imponente, aun después de rebajada en 1756 hasta el segundo cordón por efecto de la alarma que siguió al gran terremoto de Lisboa. Con achaque de los controvertibles daños- del de 185 i, y en realidad para modernizar y dar confort al palacio, procedióse á demoliciones que me sugirieron á la sazón estas frases : «¡ Qué rosada y espíen- dente se quebraba la luz de la mañana en los ángulos y recodos de los opacos torreones I qué misteriosos y blandamente tristes descendían á bañarlos los rayos de la luna! cada hora tenía allí su encanto, cada punto su perspectiva. Pobres torreones, inmolados para seguridad de la población que un tiempo defendían ! si opusieron rebeldes al hierro destructor la nativa dureza y perfecta trabazón de los sillares, resonando con los golpes cual si de bronce fueran, al menos no hu- bieron de ser apuntalados para prestar pie firme á sus demoledores. Pobre torreón del homenaje! ayer el perfil de su ángel protector combinábase con las corona- das agujas de la Seo y con la majestuosa nave dé Santo Domingo, diseñando sobre el azul de los cielos un bello grupo que de lejos saludaba el navegante; mañana descubrirá lugar un espantoso vacío. Necios lamentos, dirá alguno, á en su pro- pósito de un montón de piedras! pero piedras y terrones forman ese mágico sér que se llama y los puntos culminantes son los rasgos de su fisonomía. ¿Di- réis también, necio amor el de la patria?» ISLAS BALEARES 679 nes, una portada, bizantina por la forma y gótica por las labores (a), da entrada á la bella y elegante capilla de Santa Ana (i), y con su contraste realza lo pintoresco del sitio. Nada más bello que el panorama que desde las más altas azoteas ó de la torre del ángel se descubre. Las casas de la ciu- dad desparrámanse en mil líneas variadas ; las agujas de la catedral lánzanse á cortar una atmósfera purísima, los campa- narios modernos de las parroquias y conventos ostentan sus cús- pides airosas, las cuales, aunque diferentes, tienen algo que las hermana ; y los jardines y palmeras que á trechos asoman, dan el último toque al carácter oriental que ostenta Palma por donde (a) Es parecida en extremo, por no decir calcada sobre ésta, la portada de la real capilla de Perpiñán, que lleva la misma advocación que su dose ambas la coetánea, notán- en paridad de tener otra capilla alta dedicada en uno otro á San y Jaime, la cual punto comunicaba aquí con la de abajo por una tribuna, ció con ocasión de las y desapare- expresadas reformas. (i) Fundóla el rey D. Jaime II de Mallorca cuando reedificó el alcázar. En la sacristía se conserva un cofre ricamente trabajado y cuajado de Heves góticos afiligranados re- : es sin disputa uno de los mejores muebles que nos aquellos siglos; si quedan de y bien la lealtad mallorquina lo ha sabido conservar hasta aho- ra, no fuera inoportuno precaverlo para siempre de la codicia de los Es viajeros (a). muy notable la capilla de los Pelayres, cuya arcada ojival lleva en el éstrados buenas labores. Nadie habrá que no extrañe encontrar capilla de artesanos en el oratorio mismo de los Reyes; y si se indagan las causas de tan extraordinario vilegio, lejos de pri- menguar la admiración sube de punto. Según el señor Enrió en sus Memorias para servir à la historia eclesiástica de la isla, cuando en i el rey D. Jaime 111 342 trajo á ella el cuerpo de santa Práxedes, los tanto se dis- tinguieron Pelayres por sus demostraciones de piedad y regocijo, que el monarca les insti- tuyó gremio real y les concedió que tuviesen capilla en la tradición suya propia. Pero la ha revestido de sus colores halagüeños este simple hecho ta al (ó): ella cuen- como aportar el rey á Portopí con las reliquias de la santa, acudieron los todos gremios á porfía á pedírsela por patrona; por manera que D. declarar Jaime hubo de que sólo la alcanzaría el que con telas ó manufacturas del mismo oficio adornase y entoldase el camino hasta el Real Palacio. Los Pelayres, como más nu- merosos y ricos, cumplieron eon esta condieión ; y tanto le plugo al rey el celo de aquellos artesanos, que á la gracia pedida añadió la de tener en la propia. capilla suya (œ) i Qué singular presentimiento advertia á Piferrer de cómo había de desaparecer de como ensalmo, aquella sacristía por no quiero saber por culpa de quién, la preciosa arca de roble de do Tarrago Flandes, obra de Bernar- carpintero del rey, por la cual se le pagaron en 1389 siete libras 10 sueldos ! [b) No me explico cómo fué á buscar nuestro critico y diligente autor en de escritos Mut de pudiera segunda mano lo tomar directamente, si mismo que este con toda .su credulidad no lib. hubiese IV cap. XII la absurda ya en el relación del repudiado libro del consabido gremio plagada de anacronismos ! 68o ISLAS BALEARES quiera se la contemple. En lontananza, al norte que y poniente cierran el horizonte cumbres azuladas, mientras por la parte de levante tiéndese la llanura oportunamente interrumpida por algunas colinas. Á mediodía abre la ba- hía sus dos brazos de cinco leguas ; y si en el de la derecha el antiguo Bellver co- roña una cima como un centinela de Pal- ma, al extremo de la izquierda, del seno de las ondas sobre- sale la isla de Cabre- ra árida, rojiza y pe- ñascosa, como es- piando aquellas aguas, que entre las dos costas resplan- decen con mil acci- dentes de luz, y mar- can las tintas que en su superficie imprime el paso de las brisas y de las ráfagas. Allí, desde aque- PALMA.-Puerta de la Cap,lla de Palacio plataforma, gentil mora tal vez ondeó el sutil alhareme dando el último adiós al valiente corsario; ó allí salió á saludarlo cuando, izando gallardetes, á vela y remo en- traba en la bahía remolcando la embarcación cautiva. Del alta torre pudo ver el walí almoravide al pisano Dodón cerrar toda salida al con sus cruceros, y al conde D. Ramón Berenguer y ISLAS BALEARES arzobispo Pedro disponer las huestes para el asalto. No las fuer- tes albarranas de los ángulos bastaron á detener el ímpetu de los cruzados: el fragor del combate retumbó por los artesona- dos aposentos, llenos de las riquezas robadas á las costas de Cataluña, Provenza é Italia; las aguas del rojo puerto resplandor de reflejaron el las llamas ; y á través del humo vióse pitar al abismo á los preci- vencidos por aquellos mismos galerías, de donde la ajimeces y gentil mora enviaba el último adiós al cor- sario causador de tanto estrago. Los recuerdos vuelan alrededor de aquellas tristes y si los paredes; postreros crepúsculos de la tarde brillan débilmente de- trás de la sierra de Portopí, y las sombras invaden con las lentitud regias cámaras, entonces las imágenes de lo la reviven en fantasía.—D. pasado Jaime II por 1309 convertía en la vieja mansión de palacio los walíes : á su voz, el de Caballer pincel Francisco ó Caballeri decoraba los aposentos, y el Francisco Campredón perpiñanés fundía el ángel de bronce y entallaba otras esculturas (a). En esos aposentos aquella rama de la de casa Aragón, digna de mejor suerte, recibía el homenaje de isleños. los No el esplendor de los la paramentos ni la ostentación de vajilla, sino el trato afable y la zaban igualdad de sentimientos real- el festín ; los buenos prohombres marchaban flesta vestidos de y gala á la cabeza de sus gremios, que ondeaban banderas sendas y competían en las danzas; y no era raro misma ver á la majestad de los reyes mezclarse en regocijos: inocentes la aquellos lealtad, la sencillez y la buena fe hermanaban los rangos, sin rebajar nada de la dignidad de cada uno, Más de una vez los ejercicios caballerescos se celebraban al pie de las (a) Vino de Perpiñán á al día; fundirlo, con tornesa é impaciente y media de (26 de ver la obra salario á del dineros) la sazón artífice, hizo residía. Jaime II traerla Plegadas á casi Sineu, donde tidura, y armado el rozagantes las alas, caída hasta pecho los la como de pies ves- una bum coraza con caro factum est, continúa aquellas el palabras divinas Et ver- bajar ángel, salvado de la un de crisis de poco su altura, á tendido el 1851 costa de viento, brazo á merced y señalando con del el cual dedo gira índice el ya va para seis 86 siglos. 682 ISLAS BALEARES brillante trompetería y el són de los aña- galerías de poniente: fires animaban á aquella nobleza, que en las jornadas más glo- de sus fuertes riosas hizo para la corona de Aragón prueba lanzas; y al terminarse la justa, en las regias salas la señora con las damas mallor- reina y madonas las infantas compartían quinas los placeres de la colación y del sarao. Pajes serviciales ricamente atravesaban las cámaras y hacían honra á las bellas, ataviadas con la espléndida y elegante vestimenta de los buenos en amistoso tiempos antiguos solazaban : noveles caballeros se deporte preciando las lanzas que se corrieran, alabando sabue- sos y neblíes, y trayendo á plática los mejores hechos de armas en de las campañas de Italia ; la venerable senectud placíase recordar las alegres expediciones de sus floridos años, y mien- tras ponderaba lo arriesgado de los trances y la fortaleza y peso de las armas de entonces, echaba una ojeada entre envidiosa y complacida á la gentil disposición de los mancebos. La dulce poesía lemosina allí esparcía sus doradas flores ; y al són del laúd los ministriles del señor rey, y las más de las veces apuesto paje ó doncella de palacio cantaban sentidos lais, tenzones y codoladas, en que frecuentemente ensayaron su ingenio los de fuertes las armas como suaves con la la casa aragonesa, en pluma. ¿Por qué fué tan breve el bienestar de la mallorquina? La ambición falseó la lealtad de sus vasallos y desterró de aque- lia morada el regocijo, y si la majestad de los reyes de Aragón el vino á ella á resucitar las pasadas escenas, trajo consigo de las fausto de su corte más poderosa que la antigua islas, y alejó toda sencillez, todo trato ingenuo y apacible. La tristeza hizo allí su asiento; y, ejemplo nuevo en los anales de Mallorca, á mediados del siglo xv, al recibir á un reinaron en el alcázar el recelo y la desconfianza. No príncipe escasearon las fiestas ni las luminarias; los honrados menestra- vestidos de fiesta, sus banderas y sus danzas; les sacaron sus nobleza le hizo grande honra, y el reino de Mallorca un buen la donativo; y hubo orden de poner á su disposición todas las for- ISLAS BALEARES 683 talezas, al paso que se le alojó en el palacio. Pero un mandato secreto de su padre le cerraba las puertas de Bellver; y lleno el palacio de guardas y de espías, trocábase en mansión de te- mores (a). Al notarlo D. Carlos de Viana, ¡cómo debió de sen- tir las imprudencias pasadas! Y si su melancolía le llevó á los altos miradores, y desde ellos paseó la vista por aquellas tran- quilas y fértiles orillas, ¡cómo su noble corazón debió de desear que en aquel retiro, lejos del bullicio de la corte y de las intri- gas de los partidos, se le concediese acabar sus días en la me- ditación y el estudio! (i). Su suerte empero no había todavía al llegado colmo de su desventura; los mallorquines celebraron su reconciliación con su padre el rey D. Juan, y con aclamado- nes de alegría le acompañaron al embarcarse para Cataluña: el pueblo no podía adivinar las angustias que aún oprimían el co- razón del príncipe; pero aplaudía la resignación, miento arrepenti- y mansedumbre que leía en su noble frente. Una gran figura cierra las memorias del palacio, y vuelve á poblarlo por última vez del fausto y públicas demostraciones pasadas (¿5).—Era el 13 de Octubre de 1541, y á los del disparos muro respondían las piezas de las galeras, que en divisiones gruesas llenaban la bahía. Por un puente ricamente aderezado desembarcaba el emperador Carlos V; dos soberbios caballos le aguardaban en el muelle, enjaezado de negro el uno, y de (a) Refiérome para más detalles á lo escrito atrás cap. V adicional de pág. la 276 y en el primera siguientes parte. (i) También en Palma dio una muestra de su Marzo afición á de las á 1460, el de en altar letras; y 25 mayor de la ante el Catedral, firmó una notario escritura Pedro Lidra ó Litra, otorgada en que confesaba haberle un ejemplar el manuscrito cabildo de prestado la Suma de Santo dentro de Tomás, un año, ó prometiendo devolverlo pagar su precio, que se evaluó en 120 gón, dando florines de oro de y por fiador Ara- al caballero de Viana mallorquín Pedro Odón llegó á Pardo.—El Mallorca el martes de príncipe 2 i barcó Agosto de al medio para Cataluña 1459 se á 26 día, em- de Marzo de y (b) En 1460. la pág. 432 y consecutivas del de cap. VII la historia, hube adicional, de para el hilo hacer mi seguir relato de la solemne que casi entrada del me dispensaba Emperador, de este.tan saca de galano y La completo de benaventurada Piferrer, que tanto vinguda. partido 684 ISLAS BALEARES gala el otro; jurados y caballeros sostenían el palio que debía y cobijar al César. Las sedas, las veneras, las preciosas tocas por todas partes resplandecían: Carlos vestía un sencillo traje de paño negro; y al presentarle los dos caballos, escogió el enlu- tado. En la majestuosa comitiva alternaban con los de Mallorca los más ilustres apellidos de Castilla, que acompañaban al Em- perador á la expedición de Argel: más de treinta mil comba- tientes iban en las embarcaciones y á poco tomaban tierra; jamás tan brillante concurso se había dirigido á las puertas de Palma. Sobre un arco de triunfo, erigido en la del muelle, la piadosa lealtad de los isleños figuró al beato Raimundo Lulio en un niño vestido de blanco, con un libro en la diestra y báculo en la izquierda, á Santa Práxedes en una doncella que llevaba vestido de terciopelo y corona, y á la ciudad en otra suntuosa- mente ataviada; y todos tres por su turno saludaron al Empe- rador en versos latinos, y le animaron á dar cima á la empresa. A el edificio de la Lonja se alzó bello y delicado á los poco ojos de Carlos, quien espoleando el caballo y adelantándose es fama para contemplarlo mejor, alabó su gran gentileza; y sino fábrica el re- que al saber no era iglesia como creyó, civil, gocijo de su corazón asomóle al rostro, y él más que todos los encomios dijo cuanto estimaba tener en su corona tan rica joya. Otro arco triunfal, erigido por los mercaderes, le recibió en la calle de San Juan : después de atravesar el Borne, que rebosaba en gentío, grande estruendo de salva y de clarines partió de la casa de los pelayres, vistosamente entoldada de varios colores; y al llegar á Santo Domingo, los elogios que prodigó á la por- tada pudieron justamente envanecer á los mallorquines de su séquito. Admiráronle en la plaza de los Jurados, hoy de Cort, la riqueza de los paramentos y la muchedumbre del concurso; mas como un rumor de grillos y cadenas, y las voces que im- plorando misericordia salían de la cárcel, viniesen á distraerle, hubo compasión de aquellos desventurados, y vuelto el rostro á las rejas, prometió que cuidaría de hacerles gracia. Un arco ISLAS BALEARES 685 triunfal, que se apoyaba en la casa de los Jurados, dióle entrada en la plaza de Santa Eulalia; y la inscripción, que decoraba su frente, en cuatro iniciales decía sobre cuanta libertad se asentó desde la conquista el gobierno de Mallorca (i). Por la calle de Morey pasó á la de la Almudayna; y al desembocar detrás de Santo Domingo, recibiéronle en procesión el obispo y el clero. Apeóse á adorar la veracruz que tenía el prelado, bien que su dolencia de la gota le forzó á montar de nuevo á caballo: cobi- jado por brillantes cobertizos, atravesando un arco costeado por el cabildo, entre las aclamaciones y el són de los instru- mentos que en el balcón de la Almoyna (2) tañían, descabalgó á la puerta de la Catedral; y hecha dentro oración, salió por la del Mirador, pasó por otro arco triunfal y entró en el palacio, que ostentaba gran riqueza en muebles y colgaduras. Tres días duró la fiesta, y tres noches la ciudad encendió sus luminarias: haciendo voluntaria relajación de sus franquicias, hospedaban los mallorquines á los cabos y principales caballeros del ejército y real servidumbre; sucedíanse los banquetes y los festines cor- tésanos; competían los naturales con los recién venidos en la gala y bizarría; y con grande esplendidez abastecíase de víveres y refrescos á toda la gente de mar y tierra. Tanta magnificen- cia, el lujo de los nobles, la vistosidad de los adornos, la gran- deza de los edificios, las demostraciones de lealtad vivísimas, movieron al Emperador á decir que encontrado había un pueblo ignorado y un reino oculto. No el alegre rumor del sarao animó las reales cámaras: el cúmulo de los negocios robaba al César sus momentos, y aun cuando así no fuera, el luto que por la emperatriz vestía, y más que todo su melancolía habitual y el ahínco que empleaba en la expedición de Argel, bastaran á retraerle de todo esparcimiento (1) La inscripción decía : Divo Carolo V. Ccesari Augusto, Joriissimo, optimo, triumphatori, S. P. Q. M. (2) Casa de la limosna. 686 ISLAS BALEARES cbrtesano. Así, oídas benignamente las peticiones que á favor de Mallorca le presentaron los Jurados, á 18 de aquel mes, con grande acompañamiento, seguido de muchos nobles é isleños que quisieron ser con él en la empresa, se fué para el muelle, y por el camino, como recordase lo prometido á los encarcelados, proveyó que se pusiese en libertad á los no culpables de crime- nes de trascendencia. Hecho esto y apeado de su mula, el almi- rante Andrés Doria le recibió en el mismo puente por donde había desembarcado, y por el cual ahora entró en su galera; y dando la vela, partió la armada haciendo estrepitosa salva, mientras en la playa los isleños la saludaban con aclamaciones y plegarias, que no pudieron parar los reveses de la fortuna ni conjurar la furia de los elementos. Ahora, borradas las pinturas, destruidos los artesonados techos, alterada la disposición primitiva de las cámaras, ya no recibe el palacio á los reyes, ni resuena con la música y los fes- tejos. Los aposentos del homenaje conservan tristes señales de haber servido de cárcel (a), y las medio borradas inscripciones que salpican sus paredes llenan de melancolía al que recuerde cuánta grandeza vió en mejores días aquel edificio. No más gó- ticas vestimentas, no más doncellas ni pajes apuestos, no más deporte de caballeros ancianos y noveles:—con el postrer vislum- bre del crepúsculo espiran las ilusiones, las sombras y el silencio reinan en aquellas salas, y la gran mole del palacio destácase en negra silueta sobre el fondo azulado y purísimo del cielo. (a) Fuéronlo desde los tiempos de los reyes de Mallorca para los reos de es- tado, no precisamente para caballeros y privilegiados, que tenían en la ordinaria especial alojamiento. En ellos custodió el gobernador Centelles á los partidarios del infortunado Jaime 111 prisioneros en la batalla de Lluchmayor; allí trabaja- ba en la piedra filosofal por cuenta de Juan 1 el alquimista Lustrach; allí en el reinado del II rebosaban infidentes mallorquines y rebeldes catalanes; y los libros de data patrimoniales nos suministrarían año por año trágicas notas de los dete- nidos con guardas de vista, y algunos allá mismo secretamente ajusticiados, uno de ellos por obra de la germania su iniciador Juan Crespí. En épocas posteriores fué menudeando el uso de la torre para encierro de la clase distinguida, la cual ■por lo costosa y por lo dura no agradecía bastante tamaña honra, reclamando una y otra vez los jurados contra este abuso de los virreyes. ADICIÓN AL CAPÍTULO SEGUNDO El palacio de los reyes de Mallorca ^Y^ecobró la isla en 1298 á su buen rey Jaime II, y en los doce años que disfrutó todavía de su paternal vió desenvolverse gobierno, con más vigor que nunca los gérmenes de su prosperidad, y surgir del removido suelo sus instituciones sus leyes, y sus villas y sus monumentos. Entonces al sombrío de palacio Mudjehid y de los Beni Ganyas, cuyos los arábigos primores, si tuvo, ensangrentaban tantos recuerdos, y tan recios habían ataques maltratado, reemplazó el actual en la forma que tiene hoy día... no en ésta precisamente... en la que tenía, antes de que obras mezquinas y sin concierto fuesen alterando la unidad de su plan majestuoso, antes de que se adaptara á usos y des- tinos para los cuales no había sido formado, antes de al que vinie- ra suelo su parte más monumental, la grandiosa y elevada torre del Angel que le daba el aspecto de alcázar. Entonces su lienzo oriental, vuelto hacia la Seo, no parecía anonadado como ahora por la soberbia mole del templo, ni dez é presentaba la desnu- irregularidad que hoy, elevándose á mayor altura sus ta- pias y sus tres torreones avanzados, ceñidos tal vez de almenas, 688 ISLAS BALEARES y luciendo mejor entre ellos los dos arcos de entrada, que afor- tunadamente conservan su arábiga fisonomía. Los semicirculares del patio, tan semejantes á los del castillo de Bellver con- arcos temporáneos suyos, no se hallaban entonces interrumpidos; ni el blanqueo hacía tan ingrata la pared que engasta la bella su portada bizantina de la capilla, y de la cual sobresale rojiza espadaña, en otro tiempo piramidal. En los artesonados salones, ven- tapizados de costosos paños, penetraba la luz por góticas imitando con tanas; San y poco há que el apellidado de Jaime, sus arcos y bóvedas el ábside ojival de la capilla, ofrecía un in- teresante tipo de las grandes salas ó tíñeles de la Edad-media. Entonces al norte sobre la cuesta de la Catedral seguía la línea de torres, llevando la del ángulo nordoeste el siniestro nombre de las cabezas porque allí se exponían las de los reos de estado; entonces entre las que flanquean el largo y altísimo lienzo de poniente, con el huerto á sus pies por alfombra y las más deli- ciosas vistas por panorama, en vez de los miradores, balcones y ventanas de todos gustos y fechas, abiertos á la ventura, co- rrían hileras de rasgados ajimeces. Entonces por fin, mirando al sur, sobre la ojival y esbelta galería que domina el ancho mar, levantábase un segundo cuerpo terminado por vasta plata- forma flanqueado por cuadradas torres, descollando entre y todas la del Angel, si bien rebajada en 1756, se erguía aún que en 1851 á imponente altura. Las cruzadas bóvedas, los portales de medio punto, los labrados arcos y dovelas de las ventanas, no las molduras y arabescos de tapiadas galerías, indicaban que las para lúgubres prisiones fueron construidos los aposentos ^le torres los subyacentes á la azotea, y cuán fácilmente y podían ser devueltos á su primer destino de risueñas y magníficas es- tancias. Para quien alcanzó á ver aquel grupo pintoresco, única corona digna del regio alcázar, para quien contempló sus rojizos muros brillantes con la luz del sol ó con los rayos de la luna, no hay suntuosidad cons- que consuele de su pérdida, no hay trucción que llene su vacío. ISLAS BALEARES 689 Vió con sus ojos Jaime II de Mallorca crecer día por día esta grandiosa mole, y al propio tiempo sobre la colina de enfrente la bella rotonda del castillo de Bellver, creadas tal vez por un mismo arquitecto Pedro Salvá, decoradas por un mismo pintor Francisco Cavaller, dirigidas por un mismo Pedro inspector des Coll fray cisterciense ; y satisfecho pudo morir en su con- cluída mansión día 28 de Mayo de 1311. 87 Catedral. — Descripción é historia Guando los cristianos definitivamente recobraron la mayor de las Baleares, el genio gótico ya poblaba el suelo de la Europa de esos templos, que para siempre atestiguarán la fe de nuestros antepasados y el sentimiento de verdad y belleza que les animaba; y él erigió en la isla los únicos monumentos que hoy la distinguen, y entre los cuales la catedral descuella. Fundada sobre la plataforma que domina el mar, ofrécese de todas partes al que llega á Palma, y junto á su mole queda como rebajada la del alcázar, que enfrente despliega sus muros torreados. Pocas iglesias la aventajan en la belleza de su situa- ción: la antiquísima fábrica del palacio da á todo el sitio un as- pecto imponente; y entre ambos edificios vese la ancha bahía. 692 ISLAS BALEARES mientras al pie de la prominencia que los sostiene vienen á es- trellarse con furor las olas. No desdice de la grandeza del lugar la del templo: sus pa- redones altísimos pasman al que desemboca en la plaza; por todos lados preséntase ceñido de gruesos y fuertes estribos; y los que apean los empujes del remate de las naves son de tan vastas dimensiones, que allí aparece la fábrica como una cons- trucción gigantesca. En la parte de mediodía abundan tanto los botareles piramidales y arbotantes, y es tan agradable su efec- to, que vista desde el mar preséntase la iglesia rica en crestería y elegantemente decorada: bella propiedad de la arquitectura gótica, la de convertir en el mejor adorno de los edificios lo que sólo á su sostén estaba destinado. Mas no circuye esta decoración todas sus paredes; y des- graciadamente el frontis no puede hacer alarde de riqueza, ni de una forma elegantemente concebida. Echase de ver que está incompleto : á la portada debían corresponder dos puertas late- rales, y sobre ellas dos ventanas circulares acompañan á la an- chísima del centro, colocada á mayor altura. Á uno y otro lado de éstas y sobre las bóvedas de las naves menores, ábrense dos grandes arcadas ojivales, cuyo objeto no acertamos (¿z), ya que no se hicieron para esclarecer el interior fuera del cual se levan- tan. En los extremos, haciendo veces de contrafuertes, rebasan un tanto de la pared dos torrecillas octógonas, interrumpidas manera de collari- por unas gruesas molduras que las ciñen á nos: rematan en un antepecho almenado con merloncillos, y en el céntro de aquella estrecha azotea álzase una aguja de entre un círculo de almenas piramidales, que en su punta sostienen una pequeña esfera (i). Desde la playa, ó asomando su coro- nada cúspide por encima de los demás edificios, y medio ocultas de (a) Para mí no fué otro que aligerar el macizo del alto muro sin perjuicio su solidez. (i) Estas torrecillas tienen ^12 palmos de altura. Ò94 ISLAS BALEARES las palmeras, tomáraselas por dos altos y delicados almina- por res, de donde la voz del almueden llamase al rezo á los mora- dores de las arábigas torres de la alcazaba. Junto á la puerta hay otras dos torrecillas no concluidas, flacos estribos para con- trarrestar el empuje de las arcadas que dividen las naves (i). Así, ya que no la elegancia ni la riqueza, la grandiosidad hubie- ra sido el carácter de esta fachada, cuya gran masa aún en su misma desnudez exige el respeto, si no los aplausos. La portada es lo único en que trabajó el cincel del escultor; y los arabescos y ornatos del renacimiento le dan valor y rique- za. Siguiendo todavía la gentil disposición gótica, forma una grande arcada en degradación, y buena copia de detalles ornan sus lados ó alféizares. Principian éstos en un gran basamento, sobresalen tres pedestales intermediados de recuadros en que y tarjetones de mármol negro; y sobre él cargan dos cuerpos, ajenos de toda majestad y proporción, en los cuales campea el capricho del artista. Desde la base hasta poco más de un tercio del fuste, ornatos diferentes engalanan las columnitas, altas y delgadas en extremo; y estrías ó festones llenan el restante tro- zo hasta los capiteles. Buenos arabescos siembran el espacio que ellas no á la ocupan; pero en el intercolumnio inmediato misma puerta, en vez de aquellos hay á una y otra parte dos (i) Ya los arquitectos, que sucesivamente dirigieron la obra, debieron de temer por la firmeza de aquella atrevida línea de bóvedas, que, bien asegurada por los estribos del remate, quedaba expuesta mientras por tanto tiempo duraba la construcción no se le oponían contrafuertes por la parte del frontis. Ello es y de los catorce pilares, que siete á cada lado dividen las naves, los cuatro más que inmediatos al altar mayor tienen siete palmos y medio de diámetro, los dos si- guientes ocho, y los demás nueve y medio. Pero esta precaución no ha podido impedir que el gran frontis de 20 palmos de espesor cediese un tanto al empuje, el divisa y por su parte superior tomase una inclinación, que ya de lejos viajero con espanto (a). (a) Estos recelos, encerrados en corto círculo de observadores cuando escribía Piferrer, se difundieron de más adelante controvertidos en pública polémica por los diarios, tanto que al sobrevenir el terremoto de 15 Mayo de 1851, por mas que aumentara apenas el desplomo del frontis cuyo remate maltrató, hubo de proce- derse a apearlo y á construir la nueva fachada, que por la importancia y duración de las obras será objeto de un apéndice al fin del capítulo. ISLAS BALEARES 695 nichos sobrepuestos, que contienen estatuas de santos (a)^ no enteramente proporcionadas ni de notable estilo. Como si de propósito quisiera contrastar con este primer cuerpo, que es bastante alto y adelgazado, el arquitecto le puso encima un se- gundo muy bajo y como encogido, decorado á una y otra parte con un solo nicho. Ciérralo una cornisa, en cuyo friso hay escul- pidos serafines, y sobre ella se tiende el arco, cuyos plafondos ó artesones guardan la misma diminución progresiva de la cur- va. Una columna, casi igual en la forma á las que se ven en los alféizares, parte el cuadro de la puerta: las jambas llevan bue- nos trofeos, y son de notar las dos cartelas ó ménsulas que se adelantan á entrambos lados á apear el dintel, en cuyo friso una inscripción dice el año de la conclusión de la obra, y con un ver- sículo de la sagrada escritura la pondera demasiadamente (i). Ocupan el fondo del arco (que no sabemos si en gracia de la claridad podríamos llamar tímpano) la efigie de la Virgen y algu- nos símbolos de los atributos, que en la letanía se dan á la Rei- na del cielo (ó). A existir esta portada en Italia ó en un país del continente inmediato á la patria de las bellas artes, se la calificaría de tra- bajo de principios del renacimiento: que á tal suposición dan margen lo gótico de su disposición, la minuciosidad de sus orna- (a) De los cuatro Doctores de la Iglesia lastimosamente mutilados. Por lo de- más, la portada se conserva sin alteración dentro del nuevo engaste. (i) La inscripción dice así; Non est factum tale opus in universis reg- Nis. 3, reguxm cap. X. (a) Illustrisimiis et reverendisimus. D. D. Joannes Vich et Manrique ejiscopus Majoricensis Virgini immacutatce Conceptionis dicabat 1601. (b) El P. Villanueva, cuyo Viaje no alcanzó á ver impreso Piferrer, ni de con- siguiente á sacar provecho de los copio^sos datos con que ilustró aquél la historia artística de la Seo, cita la siguiente nota de la consueta de la sacristía: Lo ittm.y revm. monsenyor Joan Vich y Manricli bisbe de Malorques benelii to dia de sent Simó y Judçis de i$g2 ta primera pedra del portat major après vespres. Lo mestre d'aquett es mestre Antoni Verger ; y dit portat se fa de diners de dit revm. sr. bisbe. En 19 de Diciembre de 1601 resolvió el cabildo prepararlo todo cuanto antes para la consagración de la catedral, que no se sabe si llegó á verificarse. (a) Pudiera referirse el texto, según el conceptismo que empezaba ya á privar, al misterio de la inmacu- lada Señora, considerada como místico templo de Dios y maravilla de su gracia. 6gÒ ISLAS BALEARES tos que aún conservan resabios del plateresco, la delgadez y elevación de las columnas en que hay algo de las proporciones de las cañas góticas, y el agrupamiento de tantas pequeñas partes en una sola obra. Mas si hasta los países más frecuenta- dos del continente adoptaron con algún retraso las innovaciones venidas de Italia, ¿cuánto más de esta tardanza debía resentirse el arte en Mallorca, aislada y ya decaída de aquella comunica- ción y trato que le habían valido buen lugar entre las plazas comerciales? No es de admirar, pues, que la portada se princi- piase en 1594^ fecha que se lee en la tarjeta de una columna, ni que cuando en el continente ya se abandonara el plateresco, y los cinco órdenes decoraban con toda regularidad y propor- ción los más nobles edificios, en ella se mezclasen todavía las dimensiones y minuciosidad platerescas con el estilo y detalles de la restauración ; mezcla casi común á la mayor parte de las fábricas, que se construyeron á principios del 1500, y punto menos que inevitable en el primer ardor de la innovación y des- cubrimiento. Quien por primera vez sienta el pie en el umbral de esta iglesia, párase sobrecogido de una impresión como de temor, y la majestad inmensa del interior anonada todo pensamiento te- rrestre é hinche su alma de un ardor sublime. Tres naves vas- tas, largas y altísimas se tienden profundamente, divididas por siete pares de pilares delgadísimos y elevados; y la vista atóni- ta recorre de una ojeada todo aquel recinto grandioso en que las columnas por su misma delgadez desaparecen ante las pro porciones del todo. Digno es aquel lugar de ser casa de un Dios inmenso, y bien á su inmensidad corresponden las ideas que la profundidad y atrevimiento de las bóvedas inspiran; el canto de los sacerdotes se desparrama y se pierde como voces de coros invisibles, y los sones del órgano semejan con su trompetería ruidosas amenazas, ó con sus flautas murmurios de fuentes que se difunden. Las capillas arrójanse á grande altura esbeltas y agudas ; y sobre ellas ábrense ventanas no menos ligeras y ele- ISLAS BALEA RES PALMA. — Interior de la Catedral 698 ISLAS BALEARES casi todas, en su parte superior adornadas vadas, tapiadas y con tres aberturas circulares les dan cierto aire morisco. que han cantado la Pocos templos vencen á éste en osadía, y pocos con grandeza é inmensidad del Señor con tal altura de bóvedas, en las columnas. tal arrojo en los arcos y con tanta ligereza Su proximidad con el género bizantino aún debió de influir traza: sus tres naves no se reúnen en ábside detrás del en su presbiterio, sino rematando á la usanza antigua en tres ca- que pillas, la que corresponde á la nave mayor prolóngase como formando toma el nombre de Real. Lo mismo otra nave, y que allí pierde el edificio sus grandes di- la catedral de Gerona (i), desde el de la Capilla Real hasta la mensiones; y como arco bóveda de la nave queda un vasto lienzo de pared, el gran rose- tón que en él se abre le comunica cierta apariencia de frontispi- un ció : con lo cual el presbiterio viene á ser un nuevo templo, y lugar solo destinado á los divinos oficios. Los vidrios pintados de aquella enorme ventana circular brillan con luz quebrada y al fondo de las naves, y atraen las miradas del misteriosa que entra; el pequeño rosetón abierto en lo alto al extremo del y de lejos debajo del mayor, se combina presbiterio, visto aparece la más armoniosa, y acrecienta el buen con él de una manera efecto de la perspectiva (a). La idea general del templo es gran- mas cuando de y atrevida, la impresión primera fuerte y sublime; los ojos se han familiarizado con las arrojadas bóvedas y delga- dos pilares, la triste desnudez, que en casi todas partes reina, disminuye la ilusión, y priva á la fábrica de un interés progre- sivo. Noble calidad de los edificios góticos fué la de desarrollar (i) Véase el tomo primero de Cataluña, (en esta edición 2.°, pág. 76). tanto pudiera decirse de los dos rosetones medianos abiertos última- {a) Otro Chrisii mente el testero de las naves laterales encima de las capillas de Corpus en si á la combinación del y de San Pedro, á expensas de dos piadosas hermanas, de característico dibujo de los calados correspondiera la de los colores y matices hechos en este género de restau- los vidrios, adelantos que no está al nivel de los ha sido menester rebajar. ración, y cuya luz harto cruda ISLAS BALEARES 699 SU traza con abundancia de combinaciones, de enriquecerla con detalles, y de multiplicar de tal manera los efectos y los puntos de vista, que el espectador los gozase como por partes, y des- pués de un detenido examen general hubiese de complacerse en la novedad de los conjuntos particulares. En unos el juego de los arcos, que circuyen el presbiterio y reúnen detrás de él las naves laterales, es tan vistoso y poético, que al observarlo fácil- mente se echa en olvido la grandeza del todo, y la atención se ceba en aquella parte: otros con su oscuridad detienen al viaje- ro en los umbrales, desdoblan, digámoslo así, entre las tinieblas sus hondas naves, y cuando los ojos se han ido avezando á aquel vislumbre místico, las masas informes y pardas de los lares pi- se cubren de boceles, las bases de molduras, de los follajes capiteles, y preciosos antepechos calados coronan los ándi- tos de encima las capillas: éstos ostentan ricos dibujos formados por las aristas de los arcos, y elegantes galerías alrededor de las naves; aquellos sostienen cúpulas aéreas, inundadas la claridad por que atraviesa sus numerosas ventanas; los hay que se hunden en capillas subterráneas; y todos distribuyen la luz y combinan sus detalles con tanta armonía, que á cada paso hie- ren la imaginación con un casi nuevo misterioso conjunto.— Ningún bocel suaviza la aspereza de los largos pilares en la ca- tedral de Palma, ni elegantes antepechos calados ciñen ánditos en sus lisas paredes, ni en lo alto asoman delicadas galerías: grande y severa, sus dimensiones son su único adorno, y á sar de pe- su grandiosidad, al fin la primera lo impresión no suple le por que falta. Después de un atento examen, tal vez se deseara menos elevación en las bóvedas ó mayor diámetro en las colum- nas; y si el viajero vió en Barcelona el bello templo de Santa María del Mar, más y más se convence de cuánto á la elegancia importara de la catedral mallorquina reducir su recinto. Por esto el trozo de nave que forma el Real, presbiterio ó Capilla como está noblemente decorado, hace más lo desairado del palpable resto. Los artífices árabes también trabajaron ISl, AS BALEARES 700 enriquecerlo {a)\ y allí se conserva un testimonio precioso para de la pericia que en la alfargería y escultura alcanzaron aque- líos dominadores de Mallorca. Es un pequeño ándito ó tribuna altura de descubierta de madera, la que corre toda la capilla á tercio de sus paredes: sus esculturas forman una combina- un ción delicada é ingeniosa; y los colores, que aún resplandecen le medio ocultos debajo del polvo, más que de obra cincelada dan aire de alfombra ó rico tapiz moruno (i). Algo más arriba y á un mismo nivel, se abre el ventanaje, y diez trabajadas repisas sostienen de otras tantas bellas estatuas góticas ángeles y san- tos, cobijadas por doseletes, las cuales van disminuyendo de del Las tamaño á medida que se acercan al fondo presbiterio. ventanas son tan esbeltas elevadas, que casi tocan en la mis- y bóveda si se quitaran aquellas feas tapias, y se les resti- ma ; y circundada sus vidrios pintados, esa capilla, por la tuyeran copiosa luz que de todas partes arrojarían tantas aberturas, con los de semejaría una cámara aérea y resplandecería reflejos los colores. es- Al fondo del presbiterio debajo del ándito árabe, dos y caleras conducen á la silla episcopal, que es una gran pieza de mármol dentro de un hermoso nicho gótico {ò)\ y arriba. puesta Tales los esclavos moros, citados más adelante por Piferrer, que ayu- (a) eran al maestro Pedro Juan á labrar las sillas del primitivo coro, aun- daban en i 32g cristianos habían salido tan peritos en el arte como los mismos que muchos mudéjares. Otra preciosidad árabe se conserva en la sacristía y es las cabezas de dos (i) bordones. Figuran como un templete de plata cuadrado, con una cúpula ó linterna, adornado con cascabeles, y ricamente cincelado. Las labores son bellos arabescos también en el aro que ó representan pequeñas ventanas; y en todos sus lados, y arábigos, son monogramas y dicen alaban- lo sujeta al bordón, hay caracteres que hecha en 1832 zas de Dios, según la traducción que nos franqueó el señor Bover, Madrid. por el P. Juan Artigues jesuíta, catedrático de hebreo y árabe en (&) De ella dice el P. Villanueva: « Servía en lo antiguo para cuando el obispo el cual dicha la confesión subía á ella con todo el acom- celebraba de pontifical, Este pañamiento de doce presbíteros y allí continuaba la misa hasta el ofertorio. sólo lo he visto practicado en Gerona... Ahora sólo añado que estan- rito singular si elevada del piso, no podía el obispo ser visto del pueblo do esta silla tan poco á la entrada de la capilla ma- el altar mayor no era muy bajo ó no estaba situado ISLAS BALEARES 701 al nivel del ándito, se abre la capilla de la Santísima Trinidad. Es fama que allí celebró el cabildo sus primeras sesiones; y que en aquella ara, puesta al pie del cuadro antiguo que representa ese divino misterio, se dijo la primera misa, cuando abajo en el presbiterio aún no existía altar mayor. Así, por una feliz dispo- sición de perspectiva, figura esta catedral tres templos: como si el primero rematara en los séptimos pilares; el gran rosetón, que se abre sobre la primera de las tres arcadas del présbite- rio, fuese el frontis del segundo; y el otro menor de encima la capilla de la Trinidad marcase el principio del tercero (a). A esta última ciérrala junto al mismo ándito árabe una ri- quísima verja gótica de madera que, formando siete ojivas, os- tenta en todas excelentes calados. Como clavada en la pared impide la entrada en la capilla, claro revela que no se construyó para aquella parte del edificio; antes bien por un ligero cotejo se conoce ser la posterior del antiguo altar, ahora colocado á espaldas del barroco moderno. También de madera dorada, el gótico tiene por basamento una línea de pequeñas compartido- nes, que en bajo-relieve representan asuntos de la vida de Ma- ría Santísima, Ocho delgados pilares, que cada cual rematan en una graciosa figurita de ángel cobijada por un doselete, sos- yor; y esta es otra razón para creer lo que dije al principio, que el coro estuvo donde ahora el altar.» (a) Original cuanto bello es el efecto de esta capilla, cual no recuerdo nada semejante en otra catedral alguna. Villanueva cree sirvió de tribuna para los re- yes. Una escalinata aumenta la elevación de su altar, á fin de que por encima del antiguo retablo mayor de abajo pudiera verse en la capilla real y en lo restante del templo el santo sacrificio. La mesa sustentada por columnas es de gran tama- ño, no menos que las tres Personas dé la Trinidad pintadas en la tabla, represen- tado en figura humana el Espíritu Santo lo mismo que el Hijo; la mala restaura- ción del cuadro no permite apreciar su antigüedad. Compite en este precioso ábside con la esbeltez délas líneas arquitectónicas el primor de las esculturadas ménsulas que apean los arcos; y no se podrán aplaudir bastante las obras hoy emprendidas para sacarlo de su oscuridad y olvido, si una discreta gradación, moderando el exceso de luz de sus destapiados ventanales, sabe conservarle el misterioso vislumbre de que, como colocado en último término, necesita, y sobre todo si se encaminan á preparar lógicamente la reinstalación del antiguo retablo en su legítimo puesto, arrumbando la churrigueresca balumba que lo sufoca, y satisfaciendo el voto general de cuantos tienen algún sentimiento del arte. 702 ISLAS BALEARES tienen siete arcos semicirculares, enriquecidos en el intrados con labores colgantes: sobre éstos levántanse unos ángulos airosos en vez de ojivas; y ligeros calados llenan el espacio que queda entre el arquivolto de los primeros y el vértice de los segundos. Los siete nichos, que estos arcos forman, contienen estatuas de santos; y ocupa el central la Virgen, debajo de un grande y trabajadísimo doselete, que vence en altura á la calada cornisa y á las ocho agujas que señalan el remate de los pilares. Es un monumento bello é interesante de ornato gótico, la mejor joya de aquella iglesia por la preciosidad de sus detalles; y si al con- templarlo se recuerda cuántas obras góticas, modelos de senti miento y de elegancia, hubieron de ceder la plaza á los delirios churriguerescos en los siglos de la decadencia artística, se ben- decirá la memoria del artífice moderno, que á espaldas de su trabajo extravagante y mezquino dejó aquel trozo de escultura, que para siempre publicará su mal gusto y hará resaltar la fealdad de su obra. Si todavía se levantase ligero y calado sobre el ara, la Ca- pilla Real parecería un digno dosel suyo; y los ornamentos, con que en las grandes festividades aquella iglesia guarnece el presbiterio, no contrastarían con la mezquindad del moderno. La bella custodia gótica, de plata dorada, bien se armonizaría con las cúspides de aquellos pilares (i); con gran majestad le acompañarían á uno y otro lado los cuatro paños, donde se ven bordados los Evangelistas con tal distribución de tintas, que parecen obra de tapicería; y bien y poéticamente se perderían aquellas formas aéreas entre el humo y el resplandor que por sus catorce mecheros arrojan los dos suntuosos candelabros de plata (a). (i) Lo más puro y antiguo de esta custodia es lo del centro : la parte superior ya se resiente de mano más moderna; y la inferior, aunque excelente y también gótica, revela que se ha labrado hace poco. (a) Estos incomparables candelabros, prueba de que el arte más desgraciado es capaz de engendrar maravillas, hizo en 1703 Juan Matons platero de Barceló- ISLAS BALEARES 703 Digno de competir con la Real Capilla es el coro, que ocupa el centro de la nave. Todo él se resiente de la proximidad del renacimiento, y en muchos de sus trozos se ve sellado el gusto de esa época. A ella pertenece la puerta; pero el interior aún ofrece ornatos góticos excelentes. Dos órdenes de asientos de nogal, casi iguales, se prolongan con majestad á uno y otro lado: sus brazos, en vez de pomos para descansar la mano, lie- van animales y figuras fantásticas llenas de ingenio; y los altos respaldos del segundo convidan á un detenido examen de sus buenas esculturas. Divídenlos columnitas platerescas muy tra- bajadas, entre las cuales en cada uno se desparrama en relieve un arabesco gótico, que forma un arco entre ojival y semicircu- lar; y apoyándose en unas como ménsulas caladas, preciosas por su forma y delicada ejecución y ricas de fantasía, los coro- nan á manera de guardapolvo un friso, que lleva esculpidos asuntos del antiguo y nuevo Testamento (¿^), y una cornisa que figura niños ú otras imágenes sosteniendo festones. Los relieves laterales, que al entrar por el trascoro hay á una y otra parte correspondientes á los asientos superiores, son lo más moderno de aquel monumento de escultura; y al gusto de la restauración se deben los pequeños nichos sobrepuestos y las deshonestas sirenas, que de la cintura abajo se prolongan en arabesco hasta tocar en la cornisa. Dos púlpitos, también de la restauración, decoran su ingreso por la parte que mira al presbiterio. El de la epístola se eleva grandioso sobre un pedestal hermoseado con nichos y figuras; y en la parte superior de este, unas gran- des cariátides se adelantan como á sostener el peso del cubo. na con arreglo aí rrtodelò trazado por Juan Roig mallorquín, y á mediados del pió pro- siglo bordó^J.qrgerGaíhoñell los primorosos paños de los cias evangelistas ; noti- que son de agradecer á los modernos anotadores de Dameto. (a) «Enc'árgS'dl cé'bild'o'la elección de ellos, dice Villanueva, á su docto indi- viduo GregqqOjGqnovard ,en 2 I de Junio de 15 14. Las verjas del coro no existen) (hoy se mandaron construir en oij 1596, como hasta entonces fuesen de ma- dera.» r: ' . ;; , ij' ISLAS BALEARES 704 enriquecido cada lado con un relieve tomado del en Evangelio. No le iguala en magnitud el de la izquierda, pero quizás le en gracia, al la paso que no le cede en pureza de los vence adornos. De este modo, mientras el estilo gótico enriquece los sitiales los respaldos, los relieves del friso revelan el de la y restauración, los dos ingresos lo ofrecen en toda su pureza; y y la si al á entrar por el trascoro ve el viajero izquierda repartida en dos pequeños medallones la fecha de 1529, no extrañará época de transición aquella obra fuese en esa pasando por que los cambios sucesivos que en ella produjeron tal amalgama de géneros. No escasean en este templo las memorias sepulcrales; y bien modernas algunas, no pocas ofrecen interés al artista y al que anticuario. Ni uno ni otro pueden contemplar sin disgusto el mezquino monumento erigido por orden de Carlos III al rey don Jaime II de Mallorca. Respetamos la buena voluntad y piadoso intento de aquel monarca ; mas casi sentimos que embarace la Capilla Real ese extraño túmulo, depósito no muy decoroso del cadáver, aún se conserva bastante entero: motivo de que tristeza al que recuerda la suerte desventurada de aquella de Mallorca, de meditación sobre la vanidad de pobre casa humanas. El allí yace compartió con don las grandezas que Pedro todo el cariño de su padre el Conquistador ^ heredó de ceder el reino mallorquín estados del Rosellón ; hubo y más á la ambición de sus su hermano; la rivalidad de vecinos, desveló me- poderosos que él, hizo dudosa su lealtad; se por sus jorar á Mallorca: hoy un monacillo enseña con indiferencia despojos mortales, sin tener la más leve idea de á quién perte- necieron. Dos en las pequeñas y oscuras capillas se abren paredes levan- mismas de la Real. En la una, de Santa Eulalia, hay muy tada del suelo echada; una urna gótica con estatua de obispo D. Be- y la inscripción está á su lado dice que allí descansa que Setiem- renguer Batlle, obispo de Mallorca, que falleció á i.° de islas Baleares 705 bre de 1349 (i). El altar de la santa es gótico, con buenas pinturas sobre tabla: en el centro lleva una imagen graciosísima y elegante de la virgen mártir; y ocupan lo demás pequeños cuadros ó comparticiones, que representan pasos de su martirio, y ostentan no poca originalidad en los trajes {a). En el machón que apea la primera arcada del presbiterio, una hermosa lápida, en que brillan los verados azules en campo de oro, armas de los Gual, y un muro con almenas de plata en campo de gules, de los Mur ó Desmur, conserva el nombre de Arnaldo de Mur y de sus piadosas fundaciones {b). Un nicho gótico adorna la inmediata capilla de Corpus Christi^ antiguamente de San Mateo; y por lo que de él se con- serva, bien se conoce que fué un monumento en que compitie- ron la suntuosidad y la elegancia. Buenos relieves enriquecen su base y el arco, en cuyo interior aún quedan trozos de las pintu- ras sobre madera, que lo cubrían todo. La urna lleva en el frente estatua de obispo, y remata en una linda cornisa calada á manera de antepecho, rota en parte tal vez por el peso de un grande escudo antiguo, que contra ella se apoya y tiene las armas de los Morey. Debajo, entre las dos ménsulas, en una lápida se lee que allí yace D. Ramón de Torrella ó Torruella, primer obispo de Mallorca, el cual, junto con su hermano el va- liente D. Berenguer de Santa Eugenia (¿:), acompañó á D.Jaime (i) En esta breve relación sólo mencionaremos las inscripciones góticas. Véa- se la de este sepulcro en el Apéndice á la segunda farie, Número i, Inscrip- ción i.° (a) No es la de Barcelona, sino la de Mérida. La capillita del opuesto lado, que comunica con la de Cor-pus Chrisíi, pertenece desde muy antiguo á san Gabriel, cuya figura y la de la Virgen María están separadas sobre dos repisas. (fc) Está el epitafio (inscripción 2.") en el pilar empotrado entre la capilla real y la de Corpus Christi, al cual estuvo adosado un altar titulado de Sanl Miquelet. El padre de los dos hermanos Arnaldo y Jaime allá mentados, es el benemérito Arnaldo de Mur representante por Mallorca en el parlamento de 1411 (i.® parte, pag. 240). (c) No consta, antes bien averiguó lo contrario el diligente Villanueva, que el primer obispo fuese hermano de Bernardo (y no Berenguer) de Santa Eugenia señor de Torroella de Montgrí, confundiendo el nombre del señorío con el apelli- 89 7O6 islas baleares á la conquista de la isla. Fué buen prelado, se desveló por su iglesia, murió á 11 de Junio de 1266: seále leve la tierra (i). La capilla de San Jerónimo, primera de la nave lateral iz- mar- quierda, ostenta el panteón de D. Pedro Caro y Sureda, qués de la Romana : obra grandiosa si á la mezquindad de los sepulcros modernos se atiende, notable por la belleza de sus mármoles, interesante los restos que contiene y los aconte- por cimientos que recuerda. Un gran basamento de mármol negro lleva una lápida circular que dice : Algeneral marqués de la Romana lapatria reconocida. Asilo decretaron las Cortesgenera- les extraordinarias en Cádiz á VIH de Marzo de y MDCCCXp sobre extremos, hay de mármol blanco á un lado el león y sus de España, al otro el genio de la guerra sentado en el borde y de un gran plinto, teniendo á sus pies mapas, compases y un libro cubierta se lee: Folch y que figura un atlas y en cuya Josef Costa, ni. de Barcelona, i8iq. Sigue el plinto mencionado, sobre el cual la lleva carga la urna, entre la estatua de España que sembrado el manto de los nombres de los que más se señalaron en la guerra de la Independencia, y otra más pequeña que la contempla. En su frente, un bajo-relieve representa una armada al general con las tropas en ademán de jurar en el ara de la y patria: la cubre una estatua tendida, y detrás de ella asoma un busto que la sombrea con unas banderas (2). Nacido en 1762 de una de las más ilustres familias mallor- quinas, poseyendo erudición copiosa, entró D. Pedro Caro y Sureda en la marina; al romperse en 1793 la guerra con la y Francia, pasó al servicio de tierra. Ya en sus primeros pasos le el do del prelado, ni que éste fuese religioso dominico. De quien fué hermano go- electo de bernador de Mallorca es de Guillermo de Montgrí arzobispo Tarragona quedó luego sacrista de Gerona, y de otro llamado y conquistador de Ibiza, que se Ponce Guillén (Conquista de Mallorca, pág. 408). Inscripción El escudo arriba indicado, tal vez estuvo en la sepultura, (1) existe, del segundo obispo de Mallorca D. Pedro Mora ó no Morey. que (2) Este panteón estaba en el demolido convento de Dominicos. ISLAS BALEARES 707 sonrió la fortuna, madre de políticos y guerreros; y la inteligen- cia y bizarría de que dió muestra valiéronle el grado de general en Cataluña. Respetado por su alcurnia, por sus luces y por algún viaje suyo al extranjero, colocado en posición ventajosa, las intrigas de Napoleón y la debilidad de Carlos IV le abrieron las puertas de su carrera ; y á él se confió el mando de las tro- pas, que por Marzo de 1807 marcharon al norte de Europa á operar con las francesas. Durante su ausencia, los sucesos de Aranjuez habían sacado de su letargo la España entera : soldados extranjeros traidora- mente y con capa de amigos se habían apoderado de las plazas principales; y puesto el trono de San Fernando á la merced del caudillo francés, por orden de éste sentárase en él su hermano José, antes rey de Nápoles. El pueblo español, sin rey, sin ejér- cito, desgobernado y con una administración desquiciada por el favoritismo, preparábase á combatir contra la usurpación; y al grito de Independencia salido de un rincón de Asturias, respon- dían denodadamente las demás provincias. Esparcida de intento por Napoleón por las tierras de Dina- marca, la división española al fin supo de los acontecimientos que afligían á su patria; y aunque observados de cerca, cuando se recibió la orden de jurar á José, los soldados tan sin rebozo manifestaron su descontento, que los regimientos de Almansa y la Princesa en Fionia hicieron oir voces de muera Napoleón^ y en Zelandia las tropas dinamarquesas hubieron de rodear y desarmar á los de Guadalajara y Asturias. Juraron muchos á José, pero con la condición de que hubiese ceñido la corona por libre voluntad del pueblo español: el marqués de la Romana, bien como en posición más crítica y quizás para desvanecer las sospechas del francés, no sólo reconoció al intruso, sino que tam- bién le dirigió una carta no desnuda de lisonja. Mas no habían olvidado los diputados españoles á aquel corto ejército, y el se- cretario de la junta de Andalucía D. Rafael de Lobo arribó á 4 de Agosto al gran Belt, pronto á probar cuantos medios se 7o8 le ofreciesen para ponerse en comunicación con sus compatrio- tas. Ya con el mismo objeto estaba apostada allí parte de la escuadra inglesa ; mas su presencia hizo que los franceses redo- blaran su vigilancia, y por largo tiempo frustrasen los intentos de Lobo, En esto, aconteció que D. Juan Antonio Fàbregas, oficial de voluntarios de Cataluña, fué de Langeland á Copenhague por- tador de unos pliegos, y al regresar divisó algunos buques ingle- ses. Resuelto á aprovechar aquella ocasión de participar á los aliados de su patria los deseos de las tropas, desenvainó el sable é intimó á los dos únicos marineros de su barca que le conduje- sen á la escuadra británica. Sorprendido el soldado que le acom- pañaba, soltó el fusil, del cual se apoderó uno de los pescado- res ; pero un sablazo, que el valiente Fàbregas le descargó en la muñeca, le privó de hacer fuego y le desarmó. Navegó, pues, la barca hacia la escuadra; y reunidos Lobo y Fàbregas, com- prometióse éste à llevar los despachos que aquel traía de Espa- ña. De noche, un bote inglés le desembarcó en la costa de Lan- geland; y concertado con su comandante, que lo era también de aquel punto, pasó disfrazado à Fionia, y lo puso todo en noticia del marqués de la Romana. Tras alguna indecisión, hija de la misma gravedad de las circunstancias y de lo arriesgado del compromiso, convino el general en el embarque; y su misma certidumbre de que ya los franceses sabían la ida de Fàbregas à la escuadra, le movió à activar las operaciones. Después de hacerse dueños de la isla los cuerpos que ocupaban el Langeland, el marqués se apoderó de la ciudad de Nyborg, importante para el embarco; mas de las demás fuerzas unas solo con gran riesgo y trabajo pudieron reunírsele, y otras hubieron de quedarse separadas de sus com- patriotas en aquella tierra extranjera. Los cuerpos de Asturias y Guadalajara, aunque desarmados antes cuando su sublevación, probaron de marchar al punto designado, y fueron cercados por los dinamarqueses. Zamora, que estaba en Fridericia, vendido ISLAS BALEARES 709 por el segundo de Romana D, Juan de Kindeland, debió su sal- vación á la rápida marcha de diez y ocho leguas, que ejecutó en veinte y una hora, desde Middleíahrt á Nyborg. Igual celeridad hubo de valer á los regimientos de caballería, que se hallaban en la Jutlandia: de ellos, los del Rey y del Infante arribaron á Nyborg; pero al de Algarbe le sorprendieron los franceses el por camino. Reunidos en Langeland, aquellos nueve mil soldados renovaron los más claros testimonios que de lealtad y patrio- tismo ha conservado la historia. Clavadas en el suelo las bande- ras, rodeáronlas, y de rodillas y no sin lágrimas juraron fidelidad á su patria y no escuchar sino lo que ella les dando prescribiese. Y la vela para Gottemburgo de Suecia, al fin vinieron á tomar parte en la gran lucha á que la nación española se había lanzado con tanto arrojo y heroísmo. Esa fué la acción que más ilustró la carrera del la marqués de Romana, y la que le dió nombre y valía: la España le confió el mando de sus ejércitos y de importantes expediciones; y toda- vía nuestros padres le recuerdan con respeto. No turbaremos, pues, nosotros con un juicio de sus hechos la paz de su tumba. Si fué de carácter algo débil, olvidadizo é inactivo, si no sordo á la voz de la adulación, si cuando debió ó pudo no sacó fruto de su posición ventajosa, al menos constantemente alentó á las provincias en que residió más larga temporada, y favoreció su alzamiento, al paso que no descaeció en los reveses ni se abatir dejó por las privaciones. Murió en Portugal á 23 de Enero de 1811; y sus exequias fueron un testimonio de la fama que gozó en vida. Una urna del renacimiento está arrimada á la pared da izquier- de la capilla inmediata, que es la del Santo Cristo : cúbrela estatua de obispo echada, y en su frente se ven algunos peque- ños nichos con las figuras de los evangelistas. Una inscripción en caracteres modernos conserva los nombres del prelado don Arnaldo Marín, que allí reposa, muerto por Abril de 1464, de y sus progenitores hasta el tronco D. Arnaldo de Santa Cilia, ISLAS BALEARES 710 uno de los que vinieron de Cataluña con el rey D. Jaime (a). de lleva cinco En lo alto de la pared una lápida pintada rojo escudos, y las letras de relie- ve de su orla inferior dedican aquella memo- ria al letrado Pedro Carreras. En frente, tam- bién levantada del suelo, otra sepultura góti- ca forma un pe- queño cuadro que representa en relieve á la Virgen en su glorioso tránsi- to rodeada de los Apóstoles: allí están de- positados los restos del do- mero de aque- PALMA. — Órgano de la Catedral iglesia Juan Font (i). como Un grande órgano gótico, tan bello por su forma (a) Ocupó Arnaldo de Mari y de Santacilia la sede de Mallorca desde fin 1460 hasta de Abril de 1464, en que falleció de 85 años 715 días., jurtum de i 3 interpres eximius., generisque nobilissimi, vir quidem froceri corporis et elegantis de formce, como le intitula el epitafio, retoño en quien se juntó la sangre generosa de su abuelo Nicolás de Mari el leal alcaide de Bellver en i 343, con la de Jaime La de quien Santacilia que en 1343 la vertió por su rey en el patíbulo. santa, de un hermo- toma apellido la familia, es objeto en el segundo cuerpo del retablo 80 lienzo de Mesquida, insigne pintor mallorquín del siglo pasado. (i) Apéndice, Inscripciones 4y s- islasbaleares 711 agradable por sus voces {a), carga sobre el arco rebajado de la capilla siguiente, por la cual se entra á la sala capitular an- tigua. Es ésta una pieza gótica de buenas proporciones, bien que un tanto pesada en los arcos, que ya se resienten de la deca- dencia de aquel género; y aunque modificada con alguna obra moderna, el efecto mismo que ésta le comunica mueve á tomar una apuntación del conjunto. En el centro, sobre un zócalo grandioso, cuatro leones sostienen una lápida horizontal, en su grueso guarnecida de un follaje gótico no el más puro, y en su parte superior decorada con una figura de relieve que lleva las insignias episcopales. Es el sepulcro de D. Gil Sancho Muñoz, elegido sucesor de Benedicto de Luna por los cardenales del bando de éste, y después de su generosa renuncia nombrado obispo de Mallorca (â). Falleció á 26 de Diciembre de 1447, llorado de los pobres, honrado de los poderosos; y los canóni- gos Nicolás Muñoz y Francisco Ramis le dedicaron el primero aquella tumba y el segundo una hermosa lápida en la pared de la derecha (i). Aún cuelga de la bóveda su sombrero, que entretiene las tradiciones populares (2). Al fondo ábrese la mo- {a) No es el actual del tiempo del obispo Cima (1377 á qo ), y si en su to tomó parte el proyec- prelado, sería con relación á la idea que formó de construir la sala capitular, á la cual se reservaba tal vez ya la entrada por anterior debajo del ó órgano. Húbolo provisional, y Villanueva habla de uno á Pedro portátil que hacia Rosselló el 1330 cabildo compró y colocó en la capilla alta llamada del cual sin rey ; distinto del era duda otro de cuyas puertas y caja hacen mención los Hasta libros de 1478 no comenzó la 1417. fábrica del arco escarzano, tido de labores muy doradas posteriormente reves- y de pinturas de santos, sobre que asienta el sente, el cual en 1497 día de órgano pre- Reyes quedaba concluido. Es de te, en medio de pureza no desmentir el sorprenden- estilo de su época, con sus [b] Véase arquitos cap. V adicional conopiales. de la primera ciembre parte, de pág. 1446, 248. Murió en 28 de Di- data á que corresponde el V kls. del januarias an. epitafio; MCCCCXXXXVII y también equivoca Piferrer el linaje del autor de sos, canónigo los ver- que es Ximinis y no Ramis, como en la misma (1) lápida he Apéndice,6 comprobado. y 7. (2) Supone la tradición que este plimiento prelado, de carácter rígido y celoso de del cum- sus deberes, anduvo á veces algo desavenido actos del intervino cabildo, en demasiadamente. cuyos Fundador de sala se le sepultase aquella en el capitular, centro dispuso que y se colgase de la bóveda su sombrero, como si aún derna sala capitular, de forma elíptica, decorada con columnas estriadas en espirales; y ocupa casi todo un lienzo de la pared su puerta barroca, en que tres enormes y malas figuras repre- sentan las tres virtud7es1t2eologales. En el interior del arco se ve la Virgen cobijada por una pechina, rodeada de ángeles desnu- dos y dos delfines á los lados: sin la efigie de la Madre de Dios creyérase ver la cuna de Venus (a). La sacristía llamada deis Bermells^ antiguamente capilla de Todos los Santos, tiene sepulturas de algunos beneficiados: á la derecha de su puerta es notable una urna con estatua en el frente, la cual viste el traje clerical de los siglos xiv y xv; y debajo, una pequeña lápida dice que allí reposa el paborde A. de Ture ó Turci {p). después de muerto quisiese presidir las sesiones del cabildo. Pero éste, que de- bió de traslucir su intención verdadera, así que pudo hizo construir otra sala ca- pitular, y dejó afuera el sepulcro del obispo. Este cuento, cómico aunque absurdo, no merece refutación alguna : sólo indicaremos que el cabildo anduvo muy remiso en eludir la postrera voluntad del obispo Muñoz, ya que toleró por espacio de trescientos años la presencia de su sepulcro ; pues la sala capitular antigua se hizo en el siglo xv, y la moderna en el xviii. (a) Introduce además la antigua sala al pequeño claustro cuadrilongo de la fuente, de insignificante arquitectura moderna todo él, menos algunas puertezue- las, lindamente góticas, del excusado. No es á dicho claustro seguramente al cual se refieren las frecuentes menciones que de él ocurren en las cuentas de fábrica del siglo XV y mucho menos en un libro del año i 345, sino al vasto espacio que más allá de las dos puertas laterales quedó cerrado y rodeado de pórtico hasta el remate de la fachada principal, destinado parte á ■padrón donde se promulgaban y fijábanlas sentencias y parte á cementerio. Véanse sobre este local las eruditas observaciones del P. Villanueva, tomo XXI de su Viaje^ pág. i i 2 y siguientes. (í?) k. (Arnaldo) ú& Tmttí (.Sa Torre) y no de Turci, es el paborde á quien se refiere la inscripción S.®, y lo rudo de los hexámetros corresponde á lo primitivo de la fecha, 7 de Mayo de i 308, que lo es de la construcción del sepulcro, y no de la muerte del prebendado, el cual en el año inmediato aún vivía; era al mismo tiempo canónigo, como expresa Villanueva, tomo XXI, pág. i 56. Hay allí otras dos urnas de piedra sin epitafio. La portada de la sacristía, abierta en el muro de la to- rre colosal, cuyo oblicuo asiento respecto de la nave acusa la anterioridad de su erección, presenta en las decrecentes molduras de su profunda ojiva tal carácter, que da lástima haya de estar oculta por más tiempo detrás de un moderno retablo de las Animas, que echado de su capilla para hacer lugar al de San José, ha ve- nido hace algunos años á obstruir aquel ingreso. Contábase con trasladarlo luego á los pies de la nave, practicando en el lienzo de la fachada una capilla colateral á la del Bautismo con destino á panteón episcopal ú otro uso análogo á su advoca- ción; pero la interinidad se prolonga, y hácese desear del cabildo una medida que realice las esperanzas concebidas de su ilustración. ISLAS baleares Ninguna memoria sepulcral antigua ofrecen las tres capillas restantes de esa nave lateral izquierda (a); y ya que haya de pasar á la opuesta ó de mediodía, eche el viajero una ojeada á la lápida que en la pared del trascoro representa á Jesucristo cru- cificado, la Virgen y Santa Magdalena, y debajo lleva un escudo rodeado de una guirnalda y una inscripción gótica en relieve, que conserva el nombre del canónigo Nicolás Rosell ó Roselló Yacen (ò). en la capilla de San Vicente el maestro Pedro Llobet Juan y D.^ Beatriz de Pinós, ambos en sendas urnas góticas puestas en lo alto, pintada la de ella y adornada con de dama figura en el frente. Admiradores uno y otra de la doctrina de Lulio, él dedicó sus mejores años á estudiarla, y hasta su muer- te, acaecida en 20 de Mayo de 1460, no perdonó medio ni es- fuerzo por honrar la memoria de Raimundo; y ella en de 1478 dotó sus bienes una cátedra luliana en Randa [c). (a) Son las tres sin embargo bien notables bajo el del cada la primera concepto dedi- nuevamente culto, á San José, á se ha un blo quien gótico, obra del erigido magnífico reta- distinguido escultor costeada ilustre Gaimés, patrono, con la cual espléndidamente por armoniza bien una dos primorosa las capillas, reja de otras San antigua:, Sebastián y de la de la Concepción Inmaculada, fueron conclusión des- de la objeto catedral, de señalada protección, la una nicipio, por parte del la mu- otra por la de los condes de No debe San Montenegro. confundirse la Sebastián, de fundada por los jurados en el siglo xvi, con un santo mártir primitivo altar del que existía á la entrada de la capilla en el de machón la para la de mayor se- San que Pedro, ante el cual colgaban por trofeo las Sureda armas de estrenadas Salvador en el famoso reto de 1444 que sostuvo en Nápoles con (fi) Es Vallseca. distinto, aunque sell probablemente de la familia del mismo insigne cardenal Ros- cuyo nombre y apellido lleva, el cual floreció de 13140 i murió 362, año en que en su convento de Santo Domingo. V. (c) Por inscripción equivocación 9.° de imprenta, sin do duda, i conocería puso 578 Piferrer, quien sobra- en qué tiempo vivió y fundó la noble dama pág. J08). No (Véase la debió sin parte histórica, embargo omitir los de letra epitafios, corriente, dignos de mención, por ser de aunque tales personajes. Dice el de Llobet : Terrea Johannis tenet hic lapis ossa Lupeti. Arte mira Lulli nodosaque enigmata solvit; Hac eadem monstrante polo Christumque Deumque, Atque docens liberam conceptam crimine Matrem, Ivit ad extremum solvens quod cumque tributum. Quem nos, ó superi, nil jam caslestibus ullis Debentem scimus, tua numina sancta precemur, O pater Omnipotens, cum Sanctis vivat. Amen MCCCCLX. 90 ISLAS BALEARES Solamente una lápida señala en la capilla de Nuestra Señora de la Clasta la sepultura del canónigo Simón Rovira (i), que falleció á lo de Julio de 1440 {ci). Dos broqueles antiguos y una bandera á una parte, y una en la ca- sola adarga en otra, cuelgan en lo alto de las paredes pilla de San Martín, y ostentan las armas de los Maxella y Pu- jais {b). Ignórase qué recuerdo consagran aquellos trofeos de sin embargo, su sola presencia en la casa del Señor la guerra; y dice cuánta fe animó á los antiguos paladines, y presta mayor Y el de D.® Beatriz : Dum colit œthereas sedes Pinosa Beatrix, Hoc habet in tumulo membra soluta brevi. Francisco teneris Pinoso nupserat annis : Debet uterque uni nobile nomen avo. llle ubi decessit, sacris pia pectora votis Hase dicat, atque animam conciliaré Deo. Foverat inque artes Lulli studiosa Ramundi, Casta voluptatum dum fugit omne genus. Jam gravis hue patriis tandem concessit ab oris, Nee mora supremos explicuitque dies. Pars una ex opibus nostros respexit egentes, Et cessit Luliis altera pars studiis. Si meruit cœlos, aequum quid laudibus addo? Pyramide et longo carmine digna fuit. salutis humanée Obiit namque secunda et vicésima novembris die, anno quadringentessimo octuagessimo quarto supra millesimum. Ambos merecieron la distinción de ser enterrados en aquella capilla del Ángel Custodio del reino, tan honrada y embellecida los jurados desde que se echa- por ron en 1407 sus cimientos. (i) Inscripción 10. {a) Nótase á un lado de esta capilla una tabla con varios compartimientos, per- tenecientes al altar de la Pasión que parece coexistía allí con el de Nuestra acaso Señora de la Claustra ó de la Grada. Es esta advocación tan antigua y tan arraiga- da la devoción á su altar privilegiado, que no puedo creer se piense en trasladarla la capilla de San Bernardo, que más arriba sigue sin más inter- á otro punto.—En fundadora de la medio que la puerta del Mirador, yace la venerable Isabel Cifre, años des- casa de la Crianza para educación de doncellas, á quien los jurados, tres pues de fallecida en i 542, consignaron una memoria. linajes, distinguidos, de los que más figuran en los {b) No son estos aunque siglos XV y xvi; el actual patronato del conde de España sobre esta capilla deriva de los Rossinyols, en los cuales era frecuente el nombre de Martín. El retablo en de barroco, especialmente la estatua ecuestre del santo, obra de Francisco línea y Herfera á fines del xvii, son de gran magnificencia. ISLAS BALEARES 715 interés á las místicas arcadas. Criados en el ejercicio de las ar- mas y en el orgullo de sus privilegios, la voz de la religión era siempre la más poderosa para con esos guerreros, que al ceñir- se el cíngulo de la caballería consagraban su brazo á aquella antes que á la patria y al honor; por esto depusieron en los alta- res los guiones altivos y los despojos de sus hazañas. Bello es ver tendidos sobre la cubierta de las tumbas los barones vesti- dos de mallas, y en lo alto de los frisos pender inmóviles sus enseñas y escudos cubiertos del polvo de los siglos. Aquellas insignias góticas realzan la gracia y armonía de los lineamientos del edificio; y si el arte reporta de ello nuevo efecto, el alma aprende un ejemplo grande de humildad y de desapego de las grandezas transitorias de la tierra. La capilla de Nuestra Señora de la Corona tiene al entrar una pequeña lápida con una figura y letras de relieve, que dicen los nombres de los presbíteros Antonio Salat y Antonio Caba- dó (¿í); y su pequeña sacristía encierra un sepulcro, tal vez el más interesante. Abrese en la pared un nicho gótico, que lleva á entrambos lados pilares piramidales con adornos de crestería: junto á ellos hay esculpidos animales fantásticos, como encara- mándose y mordiéndose unos á otros; donde ellos rematan, un ángel en cada parte sostiene un candelero, y sus doseletes sir- ven de impostas al arco enriquecido en el intrados con labo- res colgantes. Sólo una pálida tinta se conserva de los colo- res de que el artífice gótico cubrió aquellas esculturas, bien que aun en pocos trozos resplandecen, y en el intrados de la arcada todavía hay pintados en tabla dos ángeles graciosos y esbeltos. Llena el fondo del nicho un relieve, que figura el (a) Del primero sábese que era obrero en 1473, y sería colega coetáneo el segundo, suyo y quizá pues junta sus nombres la de inscripción //.» La Nuestra Señora capilla, antes de la que Corona^ se tituló Passio cifijo de Berito imaginis refiriéndose á la del cru- á manos de unos altar judíos, y primitivamente del acompañaban, Salvador, á cuyo según costumbre de Alejo. aquel tiempo, los de San Clemente y San yi6 ISLAS BALEARES clero y el pueblo llorando la muerte del obispo D. Antonio Ga- liana, allí mientras dos ángeles suben su alma al cielo. que yace, La estatua del prelado conserva colores y doraduras en el ves- tido: pequeñas figuras, lúgubremente cubiertas con ropones y capuchos blancos, ocupan las comparticiones ó nichos del frente de la urna; y aunque no de la mejor ejecución, tienen un carác- ter tristísimo y respiran gran sentimiento.—Este es el mayor triunfo del arte cristiano sobre las convencionales obras moder- nas. En vano se hacinan pedestales sobre zócalos, y grandes plintos sobre aquellos; esas masas geométricas nada dicen al corazón, y su pretendida belleza pasa inapercibida á los ojos del alma. Las fúnebres adelfas, los festones de adormideras cuelgan sin significación para el fiel que acude al templo; las bien com- binadas alegorías no son sino un testimonio de la miseria de nuestras invenciones; y las estatuas simbólico-paganas sólo sir- ven de fría distracción, cuando no de escándalo. Una simple urna gótica sobre dos ménsulas, con una lápida y dos escudos de armas en el frente, habla al alma con más fuerza que los magníficos panteones greco-romanos; la sencillez de su forma revela su fúnebre destino, y despierta imágenes de otra vida prometida al cristiano. Si un nicho la encierra, la ojiva comuni- ca su místico espíritu al todo; y aunque la mano del escultor la siembre de detalles, jamás labra un adulador panegírico del di- funto, sino que sólo tiene en cuenta el sentimiento religioso. Pequeñas figuras, tristes y severas, se envuelven en anchos ro- pones, y ocultan su dolor debajo de los sombríos capuces; el alma, desnuda y suplicante, llevada por los ángeles sube al cié- lo, donde el Dios de justicia da la recompensa eterna ó el eter- no suplicio; y si allí aparece alguna alusión al finado, es su es- tatúa, tendida sobre la losa, juntas las manos, y estampada en su rostro la quietud de una muerte cristiana: como si su inmo- vilidad misma dijese que más allá de la tumba nada le son al miserable las honras ni las alabanzas, y que ni unas ni cuerpo otras pueden torcer el fallo de la justicia divina.—Murió D. An- ISLAS Baldeares 717 tonio Galiana á 9 de Abril de 1375; y al lado de su sepulcro está la lápida que publica su piedad y su devoción al mártir San Jorge {a). En una gran losa, puesta en el pavimento de la capilla de San Antonio, vese toscamente delineada una figura de eclesiás- tico; y por la medio borrada inscripción que orla sus cuatro lados, se sabe que es aquella la tumba del canónigo Reinaldo Mir, mas no el día ni el año de su muerte, que han desaparecí- do {Ò). Dos tablas góticas, pendientes de los dos pilares más inme- diatos al presbiterio y correspondientes á esta nave lateral de mediodía, recuerdan un acontecimiento funesto. Vese en la una á Jesucristo en la cruz, la Virgen y Santa Magdalena, y una inscripción menciona la horrible avenida del torrente, que desde el tiempo de los árabes cruzaba por la ciudad, acaecida á 4 de (a) El autor del epitafio {inscripción 12.^) se muestra bien inferior, observa Villanueva, al del diseño del sepulcro, que conjetura pudo ser Jaime Mates maes- tro mayor de la obra á la sazón. En los doce años que ciñó la mitra Galiana, pri- mer obispo mallorquín y noveno del catálogo, adelantó rápidamente la fábrica de su iglesia, como atestiguan sus armas puestas en la clave de la segunda bóveda de la nave lateral derecha y en los cuatro ángulos de la gran claraboya de la del centro. Quedó de pronto por hacer el altar á San Jorge de quien era tan devoto. [H) Ya que en la losa {inscripción /y.®) se dejaron en blanco, sábese por docu- mentos de la sacristía que floreció dicho .Mir en el último tercio del siglo xiv, pues fué cubiculario del papa Urbano V, por cuya canonización, si llegaba á verificarse, instituyó un aniversario. Hizo el altar de San Guillermo, que en la advocación de la capilla precedió á la de San Antonio de Padua, teniendo á los lados los de San Bartolomé y San Lorenzo. En el ventanaje de ella trabajaba en 1441 el inmortal creador de la Lonja Guillermo Sagrera, preparándolo á recibir los cristales del vidriero Sala.—De la inmediata capilla de San Pedro, sita en el testero de la nave derecha, borró las antiguas memorias el incendio de 1819 consumiendo el altar, en el cual se habían refundido los dos colaterales de Santo Tomás y San Vicente mártir: al pie de este último al lado de la epístola yacían D. Pedro infante de Por- tugal y señor de Mallorca sin vestigio de tumba, y el pró.ximo antecesor de Galia- na, Antonio Colell, cuya sepultura alcanzó á ver en 1814 el P. Villanueva. .Más recientes las presenta de dos obispos mallorquines la capilla : una en mármol blanco y negro, de D. Bernardo Cotoner ( 167 i á 84); otra, en nicho gótico y con estatua yacente, de nuestro coetáneo D. .Miguel Salvá ( 1 8 ç 2 á 7 3). Déla corrien- te centuria son también los que reposan, en la de San .Antonio el Sr. Pérez de Hi- rias fallecido en 1842, en la de San Bernardo D. Bernardo Nadal y en la nueva de San José D. .Mateo Jaume, hijos beneméritos del país los dos últimos, finado el primero en 18 18 y el segundo en i 886. 7i8 ÍSLAS BALEARES Octubre de 1404 (a), con gran ruina de edificios y con numero- sas muertes: en la otra, la Virgen acoge debajo de su manto las almas de los finados; y la inscripción dice que á 28 de Agosto de 1406, sus cuerpos, antes sepultados por la playa, lo fueron entre aquellas dos columnas. Haga el viajero por deletrear la casi enteramente gastada inscripción, que en una losa puesta en el pavimento entre el coro y el presbiterio conserva el nombre de D.^ Esclaramunda, condesa de Fox [ó); y saludando aquella memoria sepulcral, última de las antiguas que se conservan en esta iglesia, desde la Capilla Real dé una postrera ojeada al interior del edificio. El coro interrumpe la mayor de las tres naves (i) : y al contem- piarlas tan altas y atrevidas, otra vez nos pesa que delicados boceles no guarnezcan sus pilares octágonos, que brillantes vi- drieras no reemplacen á las feas tapias de sus esbeltas ventanas, y que en la pared del frontis un rosetón calado no arroje pinta- da lumbre en la nave del centro, compitiendo con la que mística y templada entra por el del otro extremo (c). (a) Por un raro descuido equivocaría Piferrer la memorable fecha de la catas- trofe, que según el mismo letrero copiado en el apéndice (inscripciones 14 y /y) •fué á 14 de Octubre de 1403. (b) De no ser dicha Esclaramunda la reina consorte de Jaime II de Mallorca, á quien sobrevivió unos siete años, muriendo en Perpiñán hacia 1318 según se in- fiere de la crónica de Ramón Muntaner, y en atención á que seguramente no lo es, pues no fué condesa de Foix sino de la familia de los condes, ni se aviene tal dig- nidad con lo humilde del entierro ni con las indicaciones incoherentes de la letra, no atino quién pueda ser esta princesa, ni he sabido topar con la losa, por si tenía la suerte de descifrar alguna sílaba más que mi predecesor. No la mencionan el P. Villanueva ni D. Tomás Aguiló entre las demás inscripciones funerarias de la catedral. (i) La extraña araña, que se ve entre el presbiterio y el coro, y en la cual ar- den en aros de hierro 350 lamparones, es fama que perteneció á la sinagoga y pasó á la catedral cuando la gran conversión de Judíos en 1435 {a). (c) Arrójala demasiado viva y disonante, particularmente por su inflamada rueda central, el que se ha construido en el nuevo frontis del oeste, en cuyas labo- res de piedra nada habría que reprender por otra parte; y este desentono hace (a) Observa Villanueva que este Uantoner [circulus lainpadarum lo llama la Consueta) estaba ya en uso durante el siglo xiv tanto en la catedral como en las sinagogas, y califica de raras las cosas que de su origen se cuentan. PALMA. — Casa de la Almoyna Dos puertas laterales tiene esta iglesia, y ambas, contras- tando acusan esa negli- con el frontis incompleto, imperdonable gencia de los cabildos y artífices, desde el 1500 hasta nuestros días, en concluir las fábricas comenzadas en la Edad media. No 720 obra rica de crestería ni menudamente una afiligranada la que es mira al Norte; pero aun en su sencillez complace por su elegan- cia la pureza de sus lineamientos (a). Entre los arquivol- y por tos ó cordones del intrados de su grande arco ojival hay una de faja de follaje de rara forma; el éxtrados va adornado gran- des hojas, abiertas y encorvadas con pompa y gracia, y tres de ellas apiñan formando un florón en el remate de la se ojiva. En los lados álzanse dos trabajados pilares, y sobre ellos una faja de hojas las más caprichosas cierra la portada, al paso que un el relieve á manera de galería de nichos ocupa espacio que queda entre ella y los éxtrados. También los accidentes del sitio acrecientan su buen efecto, y cierto lo debe no escaso á la con- de la Almoyna de la cual recibe nombre, edificio de tigua Casa interesante (<5), y á la gran torre de la decadencia gótica pero campanas que junto á ella se levanta. conjunto, es esta torre sin disputa uno de Gracias á su raro los trozos más pintorescos de la catedral, y aun de Palma. Cua- el ver- drada, ancha ella es y sobremanera maciza, dijérase que estribo división en dadero en que se afianza aquella nave, si su más sensible que con la disposició'n de la fachada hayan quedado imposibilitadas de las naves late- de salir fuera las dos claraboyas labradas por dentro á los pies rales. [a) Por estas cualidades hubiera creído más antigua la expresada puerta, y tenía adorno exte- Villanueva es de opinión que en 1327 estaba ya construida y á rior. No vió empero los libros de fábrica de 1498, cuyos datos evidenciaron la un después de la Piferrer la de Almoyna siglo que en dicho año se hizo portada del céle- d&l Mirador, y que la traza se debió al presbítero Francisco Sagrera hijo el de la Seu, aunque muy bre Guillermo, como se dirá más adelante. Este es ■portal Pedro IV dar solemne paseo otro sería su aspecto en i 343, por donde salió para á caballo la ciudad en la fiesta de su coronación. por con (£>) Es una miniatura de gracia singular en sus diminutas proporciones, un bal- su puerta apuntada en el piso bajo el que da á una capilla, y en superior de cón dos ventanas con peana corrida alumbran su única sala, á la sombra y que un alero muy saliente. 722 ISLAS BALEARES la presentase aislada del empuje de las bóve- tres cuerpos no das. Enteramente liso el primero remata en una cornisa sosteni- da casi á las por ménsulas ó modillones de estilo árabe, iguales de Portopí y Arco de la Almudayna; sólo le falta el antepecho para convertirse en barbacana fortísima y perfecta. También la lleva igual el segundo, que sin embargo ya en cada uno de sus admite una ventana alta y estrecha. El tercero consta de muros pisos ú órdenes de ventanas, que, nueve en cada lado, no tres desdicen de la robustez de la fábrica ; y lo corona una baranda calada, unos en cuatro ángulos sobresalen del muro cuyos gari- tones. Sobre esta torre hay principiado otro cuerpo menos vas- to, más adornado y ligero; y el trozo que se ve hace más y sensible que no se completara. Se ha preténdido que el cuerpo inferior de esta obra formó parte de la fortificación de la antigua Almudayna; y aunque nin- guna prueba ha dado valor á semejante suposición, harto se echa de ver que su sola forma bastó para engendrar las conje- turas. Sin el tercer cuerpo, y si sobre los modillones arábigos corriera el antepecho de la barbacana, á pocas torres tan sóli- das y fuertes podría confiar su defensa una muralla; y aun tal como está, parece uno de esos homenajes, que en la antigua In- glaterra ó en la poética Alemania descuellan sobre los castillos feudales, aún hoy en día completamente góticos y habitados por los descendientes de los paladines normandos que los funda- ron {a). (a) Consta la torre se construyó ó empezó al menos á construirse mucho que antes las bóvedas de la nave á que figura adosada, y que transcurrió tal vez que siglo antes de que se llenara el vacío existente entre ella y la un capilla mayor. Levántabase aislada dentro del cementerio, cuando eb segundo obispo Pedro de Muredine instituyó hacia 1270 un beneficio en la capilla Omnium sanctorum colo- el cada en su planta baja (hoy sacristía de Vermells)\Y hasta 1405 no le llegó de en- turno de recibir la clave á la cuarta capilla de la nave izquierda que sirve la trada á la otra. En el siglo xiv atravesaba el cementerio una carrera, desde puerta del Padrón que frente al real palacio se abría, hasta el campanario (cloquer) por el lado del cual se entraba en el templo; y dicha carrera se pintó en 1330 para de recibir al malogrado Jaime 111, en el acto tal vez de ser declarado mayor ISLAS BALEARES Si caben en el género gótico sublimidad en la idea general, delicadeza, lujo y elegancia en las partes, la entrada lateral de Mediodía, ó del Mirador^ reúne todas esas prendas, cada una de las cuales basta á dar valor y renombre á cualquier fábrica. Lo mismo que en el interior del templo, á su primera vista agól- panse en el alma las sensaciones; pero más rica que las tres desnudas naves, no deja como ellas desvanecer la impresión pri- mera, sino que desdoblando sus bellezas, si así puede decirse, va acrecentando más y más el entusiasmo, que es tanto más enérgico cuanto menos el examen del interior hacía esperar se- mejante obra. Forma como un pórtico ó atrio: lo que pudiera llamarse su frontis es una grande arcada ojival, bocelada con profusión, y majestuosamente airosa. Junto á sus impostas lleva en cada lado un nicho con pináculo de crestería, del cual sale y sube hasta la cornisa un estrecho pilar también trabajado en su remate. Guarnecen el arquivolto exterior, que los antiguos artí- fices mallorquines llamaron gran xambrand, hojas que se en- corvan con pompa como para aumentar las dificultades al cincel; en la cúspide de la ojiva algunas, formando un ramillete, apean un nicho cobijado por un doselete incompleto ; y coronan el todo una como galería de relieve y un antepecho calado. Dentro de este frontis, que por sí solo decoraría dignamente un ingreso lateral, el atrio despliega en sus paredes bellísimos ornatos, dis- tribuidos en cinco cuerpos. Consiste el primero en un basamen- to, que sirve de asiento corrido, y en unos respaldos divididos por los pilares que parten verticalmente toda la pared, y entre los cuales hay excelentes combinaciones de relieve. Forman el segundo nichos con repisas ó peanas sostenidas por bustos fan- tásticos, y con doseletes, ó tabernáculos en el lenguaje técnico- edad (Villanueva, tomo XXI, pág. 11 3). La deviación de la traza de la torre res- pecto de las obras proyectadas, mejor que por error de cálculo, se la preexistencia explica por de algún otro edificio denota aprovechable: la mayor el antigüedad bien se en grave y majestuoso aspecto y en la ternaria distribución de las ven- tanas, característica de las torres románicas. ISLAS BALEARES gótico de Mallorca, tan ricos y bellos, que sólo una copia puede dar una idea de su forma. Ellos á su vez sirven de peanas á los nichos del tercero, los cuales rematan en unos trabajados arcos piramidales. Estos tres cuerpos en los ángulos forman macho- nes, que apean la bóveda. También el cuarto y el quinto cons- tan de nichos con buenas repisas y con remates puntiagudos, tal vez más elegantes que los del tercero. Mas los nichos no tienen estatuas; y pues así despojados de su principal adorno entapizan aquellas paredes como una preciosa tela de encaje, no se puede bastantemente ponderar el efecto que producirían se- mejando otras tantas galerías, si las místicas imágenes ocultasen los únicos trozos que quedan desnudos, y con la expresión de las testas y pureza y gracia de los ropajes interrumpiesen y va- riasen aquellas líneas de ornatos, sobre los cuales ellas se des- tacarían como sobre un fondo digno de su santidad y hermosu- ra. No pretendemos que se labren: ya que la mano del artista cristiano no completó su obra, mejor están así vacíos los nichos, que afeados con las imágenes con que tal vez los hubiera llena- do la gentílica escuela de estos tiempos. Al fondo de esta magnífica lonja aparece la puerta, supe- rior en su forma y en el interés de los detalles á las esculturas que adornan lo demás. A entrambos lados tiene los dos prime- ros cuerpos ya descritos; pero afortunadamente los nichos del segundo ostentan estatuas de apóstoles de un estilo puro y ele- vado. Una faja de hojas guarnece el arquivolto exterior, y lo restante del intrados de la arcada forma dos divisiones ó pla- fondos separados por elegantes molduras. Ocupan el primero pequeñas figuras de ángeles sobre peanas ricamente afiligrana- das y dispuestas de manera que son á un tiempo tabernáculo ó doselete de una imagen y repisa de otra. Todos tañen instru- mentos ; y sus bellos rostros respiran una dulzura y serenidad, que al parecer están diciendo cuán dulce es la celeste armonía de sus salterios, violas y organillos. Si no supiéramos por pro- pió examen cuánta delicadeza y expresión alcanzaron los santos 726 ISLAS BALEARES y modestos pintores, que en el silencio del claustro servían á Dios con la iluminación de los libros corales, difícilmente po- dríamos explicarnos la delicadeza y expresión que campean en estos ángeles, que bien merecieran apellidarse miniaturas de la estatuaria. Con igual disposición en los doseletes, llenan el otro plafondo figuras de profetas, dignas rivales de aquellos en bon- dad de ejecución y de notable carácter. Sobre la arcada se arroja ligerísimo y alto un ángulo ó frontón erizado de hojas excelentes y rematando en un gran florón que forman algunas de ellas; dentro de él tiéndese un precioso arabesco, si de tal puede calificarse aquella combinación de relieves góticos; y en el centro vese la efigie del Redentor, tan acabada y tan profun- damente bella, que enciende devoto entusiasmo en el corazón del artista. A los lados del ángulo ó frontón hay unos nichos semejantes á los descritos, y cierra la obra una cornisa com- puesta de una línea de hojas y de una baranda calada. El ingreso tiene dos puertas orladas de un buen follaje; y las divide la imagen de la Virgen (a), sobre un pedestal delica- damente esculpido y debajo de un doselete. Hasta el dintel, grueso y macizo, no desdice de la gracia del todo, y aparenta consistir en una sola faja ligerísima; pues la curva de las puer- tas, cincelada de follaje, se lleva la mayor parte de su masa. En el espacio que queda entre él y la arcada, que en gracia de la claridad deseáramos denominar tímpano, en dos compartí- ciones el escultor dejó el más brillante testimonio del atreví- miento y ligereza de su cincel. En la inferior vese de gran relieve la representación de la Cena: los manteles caen con gracia, y sin tocar al suelo dejan entrever las túnicas del Reden- tor y de sus discípulos dé una ejecución difícil (i). Cobíjala un (a) No hace muchos días que oí de boca de un insigne escultor español enea- recidos elogios de la belleza, no ya relativa sino absoluta, de esta sagrada efigie, dolorosamente maltratada en la parte posterior de la cabeza por esos inconscientes aunque punibles iconoclastas de todo país y tiempo. (i) Á uno y otro lado de la mesa hay dos figuras de mujer, de rodillas, la una cortando pan y la otra sirviendo un plato. ISLAS BALEARES doselete corrido, ó conjunto de doseletes, que en su interior figuran una bóveda gótica completa; y sobre ellos en la según- da compartición hay la imagen del Padre Eterno, mayor que las demás, que sostiene á Jesús crucificado, y á cada lado tres ángeles que le adoran. ¿Qué significan en las casas del Señor esas portadas greco- romanas, en que los órdenes hacen alarde de sus columnas y compiten en los cuerpos sobrepuestos? ¿Qué dicen al alma cris- tiana esos grotescos, esos recargados festones, las sirenas des- honestas, los ángeles desnudos ó apenas cubiertos, con más semejanza de genios de los idólatras que de espíritus de luz, las estatuas de los santos, afectadas, amaneradas, ajenas de toda inspiración y carácter, las cuales sólo de santas tienen el nombre de los siervos de Dios á quienes representan? No que- remos hablar de la belleza ni de la ejecución, porque es harto sabido que de una y otra los artífices de la Edad-media dejaron señalados y tal vez únicos modelos á los maestros de nuestros días; hablamos del espíritu de las concepciones, de la armonía de las formas con el objeto y los sentimientos. Si la tradición en las del arte sagrado es lo que da carácter y concilia venera- ción á las imágenes, si hasta los gentiles no se atrevieron á adulterar los tipos de sus falsos é impuros dioses, ¿por qué se ha roto la tradición gótica, única que conservaba las formas materiales con que desde los principios de la Iglesia los fieles adoraron al Redentor, á su Madre y á los santos del paraíso? ¿Por qué se abandonó aquella arquitectura, tipo é hija de los tiempos en que más puro ardió el fervor cristiano, consagrada por los siglos y por la veneración de nuestros padres, y verda- dera y exclusivamente cristiana? Ella en ninguna de sus partes desmintió la elevación de su destino, ni alteró la armónica im- presión de su todo ; y en los solos ingresos mostró cuanto sabía hablar un lenguaje religioso y sublime al alma de los fieles. Las puertas profundas y alfeizadas llevaban imágenes de los após- toles, que levantándose grandes y severas á uno y otro lado. eran otros tantos testimonios que acusaban la disposición de espíritu del que entraba: dentro del arco, el juicio universal re- cordaba que en la fin del mundo serán públicas las faltas que pasaron en la sombra de7l2m8isterio, aun las que no salieron fuera del corazón; y mientras esta representación terrible convidaba al arrepentimiento, la Virgen, bella y dulce, ofrecíase en medio del ingreso como la estrella de esperanza; y en el centro de tan- tos objetos sagrados los ojos bajábanse devotos ante el mayor de los misterios. Así al entrar en el templo, todo movía al cris- tiano á prepararse para visitar dignamente la casa del Altísimo, y á deponer en los umbrales todo pensamiento profano, toda ambición, todo odio. Este efecto produce todavía la Puerta del Mirador en quien busca en la religión la primera fuente de lo bello. Mas no re- cuerda ella el Dios de justicia ni las iras celestiales: dulce y delicada, convida á la contemplación y á la esperanza; la beati- tud más inefable resplandece en el coro de sus ángeles; y bien que las efigies de los apóstoles muestran una calma severa en sus rostros, sobre el dintel la Cena recuerda el mayor de los actos de amor de Jesucristo antes de padecer por los hombres, la estatua de su Madre llama á sí con una expresión de suavi- dad afectuosísima, y aquellas ojivas, aquellos pilares y remates piramidales se armonizan con tanta gracia, que es imposible al gozarlos no sentirse inundado de serenidad y ternura. Su misma situación favorece este buen efecto arquitectónico: enfrente del terraplén, sobre el cual está erigida, d Mediterrá- neo baña las playas deliciosas de la bahía, y el terso cristal de las aguas refleja con amor los tonos pardos de sus esculturas. Y si de repente el cielo se oscurece y la tempestad rompe y agita la superficie del mar, ve entonces, peregrino-artista, á contemplarla. La lluvia, azotada por el viento, vela aquellas formas, en las cuales finge movimiento; cerca y á lo lejos mar y cielo no forman sino una masa cenicienta, en medio de la cual ella hace resaltar el colorido que le dieron los siglos ; á sus pies ISLAS BALEARES 729 revientan las olas y medio la ocultan con el vapor de sus espu- mas; su estrépito y los mugidos de la tormenta comunican cierto horror al sitio y al alma; y cuando todo en derredor se desencadena y estremece, place reposar los ojos en aquella fá- brica siempre suave, siempre quieta. Tal un sonido de flauta se eleva amoroso y suplicante entre el murmullo de los demás instrumentos; así por entre las grietas de los nubarrones apiña- dos asoma á veces el color del cielo. Y al serenarse éste, al romper las nubes un primer rayo de sol, que disipando la niebla restituye su verdor á las orillas y su azul á las aguas, es ella sola un himno de amor al Omnipotente, y diríase que canta la inmensa sonrisa de la naturaleza. Cuenta la tradición, y algunos cronistas lo afirman, que en la tormenta de la travesía el rey D. Jaime oró arrodillado en la popa de su galera, hizo á la Reina del cielo voto solemne de erigirle iglesia en Mallorca, y que por esto apenas conquistada Palma, su construcción fué uno de sus primeros cuidados. Mas este poético origen de la catedral mallorquina es sin duda otra de las amables y piadosas anécdotas con que las generaciones pasadas honraron y enriquecieron la memoria de los héroes de nuestros anales: el rey, al referir en su crónica su oración cuan- do la tempestad, no menciona aquel voto; fray Pedro Marsilio, su traductor y explanador latino, en cuya piedad no cabe sos- pecha, también lo calla; y aunque no lo hiciera, era D. Jaime harto buen guerrero de la Cruz para que dejase de celebrar su triunfo con la realización de aquella idea, primer móvil de las empresas contra los moros. Comenzóse, pues, la fábrica en 1230: pero ninguna memo- ria queda del artífice que dió la traza del presbiterio ó Capilla Real, por donde se empezó; descuido sobradamente común y ISLAS BALEARES 730 perdonable en estos reinos de Aragón y en aquellos tiempos la creación de una obra artística guerreros y cristianos, en que un ó de una era el cumplimiento de los deseos de todo pueblo A mismo obligación religiosa (i). un incendio acaecido en aquel ha atribuido la falta de códices: nosotros no creemos año se estableciese archivo, ni aun cuando se es- que ya en seguida se tableciera podía la obra en el corto espacio de algunos meses en suministrar aquellos gran copia de documentos, mayormente siglos en que tan remisos anduvieron gran parte de los archivos trasladar á la posteridad los nombres de los artífices. Los en libros de cargo y data de la fábrica no debieron de existir con archivados hasta la claridad y buen arreglo indispensables para estableció la comi- que el cabildo, tomando á su cuenta la obra, sión eclesiástica que, con el título de obreros^ puso oficina y abrió registro constante de los trabajos. Si algún incendio han padecido los códices de aquel archivo, fué indudablemente muy del edificio; harto habremos de de- posterior á los comienzos y nos ofrecerán en la serie de estas plorarlo en las lagunas que se noticias. en se- Cuando la tercera venida del rey á Mallorca 1232, si no concluida, gún asegura Miedes, estaba la Capilla Real, adelantada, D, Jaime dijo no haber visto otra igual, y tan que ella dió gracias á Dios de sus prosperidades: rapidez singu- en obra de adiciones al capítulo lo, sección 2.", de la Llaguno A'o/zc/as (i) En las los arquitectos y arquitectura de Es-paña, D. Juan Agustín Cean Bermúdez dice de sido el acerca de la catedral de Palma: «Hay motivos justos para creer que haya de esta obra uno de los famosos de Pisa, que tanto ennoblecie- «arquitecto gran Cean Bermú- la arquitectura gótico-germánica en su país.«—Sentimos que «ron dudarse dez no indicase cuáles fuesen esos motivos, y pues los calló, bien puede Si el de su existencia y atender á las consideraciones que prueban lo contrario. D. Jaime no traía ya en su armada el artífice, tampoco la premura del tiempo rey fácil debió de permitir que mandase por uno famoso de tierra extraña, y más y le estados y la obvio era escogerlo entre los que entonces honraron sus propios de Italia la Provenza. El estilo gótico jamás alcanzó en Pisa ni en la mayor parte el de la Capilla que en Alemania, Francia y precisamente pureza y Cataluña; de aquellas Real compite con el de los mejores monumentos de esta provincia y dos naciones. ISLASBALEARES 731 lar, casi única, la de perfeccionar aquella obra en tan corto es- pació de tiempo (a). Sea como fuere, ella fué digna de la mag- nanimidad del rey D. Jaime; y al contemplar la gentil disposición de sus partes y la grandiosidad de sus molduras, bien se conoce que un gran monarca la fundó y con su magnificencia estimuló el ingenio del artífice (i). Así después de su muerte no corres- (a) Nadie, antes del diligente P. Villanueva, puso en claro ni apenas sospe- chó que se estableciera desde luego la catedral en la principal mezquita sarra- cena, según frecuente costumbre en las ciudades tomadas á los infieles, ni menos que se fuese transformando ésta paulatinamente en templo, conforme adelanta- ban las nuevas obras, tan diferentes en estilo y proporciones de las arábigas. Aljema. que á menudo es sinónimo de mezquita, apellídase en el Seo Repartimiento la episcopal, sin referirse á ninguna de las seis ó siete nombradas en otros pasa- jes del libro; y me llamaron ya la atención {Conquista de Malloica, p. 49 5, nota las calles 3.®) mencionadas á mediodía y al sudoeste de aquella, cuyo solar absorbe- ría luego el tardío ensanche de la vasta basílica. Después de citar el sabio domi- nico dos mezquitas más, cedidas por el primer obispo á raíz de la conquista, una titulada de San Víctor, la otra de San Salvador, entra á ocuparse de la situada dentro del barrio de la Almudayna, y prueba que es la misma que Jaime 1 dejó erigida en iglesia á Santa María en 1230. y que por partes se deshizo para hacer lugar á la grandiosa construcción que iban desenvolviendo nuestros artífices. « A fin de borrar, dice un acuerdo del cabildo presidido por el obispo Cima en de Abril 30 de 1386 que cita el autor textualmente, la vieja fábrica de la donde mezquita se honraba un tiempo el execrable nombre de Mahoma, y de asentar en su marcado sitio el coro puesto aún debajo de los restos de aquella, se ha echar pensado en los cimientos de los pilares de cada lado de la altura iglesia, y elevarlos á la de los ya concluidos, según la traza con gran decoro concebida da, y empeza- para edificar sobre ellos tres bóvedas, una superior y dos medianas ó inferió- res, á continuación de las otras cerradas ya con sus dos claves.» De deduce Villanueva aquí que la longitud de la mezquita comprendía el espacio desde la cabe- cera del templo hasta la mitad del coro, y todavía quedaban rastros de ella en 1412, año XVIII del pontificado de Pedro de Luna, caba quien en una bula se expli- en los siguientes términos ; Cum ecclesia ipsa adhuc sub officinis damnaice Sarracenorum mesquitœ, quœ ibi eral fúndala, existit. Sólo así se explica que ha- biendo marchado con tanta lentitud la fábrica de la catedral durante el siglo xiii y casi todo el xiv, ofreciera el desahogo bastante para el culto ordinario y hasta para grandes solemnidades, si no hubiera contado interinamente con el de la mezquita, aunque para coadunar y cerrar en un mismo ámbito lo naciente con lo caduco, á pesar de tanta diversidad por lo menos de elevación bieron y de anchura, hu- de vencerse obstáculos y emplearse enormes muros (i) D. provisionales. Bernardo Oleza costeó las estatuas de esta capilla (a). \"éase la carta de (a) Es muy dudoso que el rey conquistador, no ya á su tercera venida en sino á la cuarta última en 1232, 1269, viese y terminada la capilla real, y no lo es menos que daten de la misma de ésta época, en que las bóvedas se cerraron, los ángeles en cuyos doseletes de crestería estriban los arcos, qué pues se respira su no proximidad al gentileza siglo xv, poco acorde con la ruda y sobria gravedad del xiii. Confirma estas dudas la noticia, que ínterin no aparezca documento positivo se deja bajo la fe de Mut (lib VII, cap. 19), de haber sido ISLAS BALEARES pendieron las naves á la suntuosidad del presbiterio; y desgra- ciadamente las desavenencias de los dos hermanos D. Pedro de Aragón el Grande y D. Jaime II de Mallorca trajeron la prime- ra interrupción de los trabajos, que ya no volvieron á correr por cuenta de la sola corona. Supónese que quedaba entonces construida la primera bóveda de la nave mayor; y es bien pro- bable que así fuese, pues que, á poco de haber muerto en 1266 el primer obispo D. Ramón de Torrella ó Torruella, el presbí- tero Bernardo Coscoyl le costeaba sepulcro en la capilla de San Mateo, hoy de Corpus Christi^ contigua al presbiterio {a). Mas también debíase de proseguir la construcción en las capillas, en algunas de las cuales se habían fundado varios beneficios; y no hay duda de que ya existía entonces fuera del templo el primer cuerpo de la torre de campanas, pues que á 9 de Agosto de 1273 el segundo obispo D. Pedro Mora ó Morey fundó debajo de ella en la capilla de Todos los Santos el beneficio de este nom- bre y una escolania. Con la paz celebrada entre D. Jaime de Aragón el Justo y el de Mallorca, al fin pudo éste regresar á sus estados; y de esa venida hubo de reportar gran ventaja la continuación de las obras. El rey traía de Rosellón buenos artífices para convertir en palacio el antiguo alcázar de la Almudayna; y los que deco- raron con pinturas y relieves las regias cámaras y edificaron el excelente oratorio de Santa Ana, bien pudieron entender en la Jovellanos sobre aquella catedral y las notas que le puso D. Antonio Furió refi- riéndose al cronista Mut. (a) No fué á poco de haber muerto el primer obispo, sino un siglo después poco más ó menos, cuando le hizo labrar dicho sepulcro el presbítero Coscoyl, como del letrero se deduce y de las labores y gusto del monumento, como obser- va muy bien Villanueva, quien ha averiguado además que en 1385 el reíeridosa- cerdote fundó en el mismo altar otro beneficio. costeados por un Oleza, familia que hasta fines del x v no comienza á figurar ilustres cargos, coexistiendo o en sucediendo tnicer Bernardo, jurado ciudadano de en 1413, con mossèn Pablo uno de los señalados fundadores la- la Cartuja hacia 1405, y con el senyer Jaime canónigo fabriquero en 1406, como se verá luego. Pudieron brarse con los muros y bóvedas los doseletes y las repisas, y dejar vacío el puesto para las estatuas que más adelante se colocaron, y así se concilia con la unidad de la obra la diferencia de los tiempos. ISLAS BALEARES 733 construcción de la iglesia. El archivo de ésta no ha conservado sus nombres; pero al escultor perpiñanés Francisco Camprodón, que trabajó en el palacio y fundió el ángel de bronce para el homenaje, le cupo la fortuna de que durase su apellido en otro escultor de la catedral, sin duda descendiente suyo. Mas ya no podía el real erario subvenir á todos los gastos de aquella fábrica grandiosa, y el celo de los prelados hubo de excitar el de los particulares. Recogiéronse limosnas por toda la isla; obligóse al clero á despojarse del producto de sus pre- bendas al entrar en su goce; se halagó la vanidad de los pode- rosos con permitirles esculpir sus blasones en los trozos de fábrica que costeaban; y los opulentos llegaron á comprar por mil libras (i) el permiso de poner sus armas en una clave de la nave mayor, ó por quinientas en una de las menores; por lo cual, como dice Jovellanos, «—se verá que si no procedía esta limosna de un afecto puro y sincero encaminado á la honra y gloria del Señor, pagaban bien cara su vanidad los que se des- prendían de ella sin mirar otro objeto que á Dios.» Entre aque- líos celosos prelados la historia de la arquitectura siempre men- cionará con alabanza los nombres de D. Berenguer Batlle séptimo obispo, y de D. Pedro de Cima décimo, grandes pro- movedores de la fábrica. Y pues ya antes de ellos se habían nombrado individuos del clero que con la denominación de obreros cuidasen de los trabajos y de la administración de las rentas á ellos destinadas, entonces debió de abrirse aquella larga serie de registros de cargo y data, en los cuales, sin otra inten- ción que la de atender á la parte administrativa, los buenos clérigos que los escribían transmitieron á la posteridad los nom- bres de casi todos los artífices, que en lo sucesivo trabajaron en la catedral hasta concluirla. Los tratados y diplomas recónditos en los archivos naciona- les esclarecen hechos de personajes ya casi siempre célebres en (i) 13,287 reales y 6 maravedises vellón, cantidad muy crecida para en- tonces. 734 ISLAS BALEARES la historia, que desempeñaron un gran papel en los acontecí- mientos de su época, cuyos nombres y vida á todos son noto- rios. El poeta anticuario, que guiado de la llama de su amor á lo pasado desentierra de entre los polvorosos códices muertas memorias, se sentirá poseído de una noble satisfacción ó de en- tusiasmo, si alcanza á aclarar un punto heroico y obscuro, ó hace revivir una escena de las muchas en que nuestros antepa- sados hicieron muestra de su magnificencia.—Nosotros al acer- carnós entre la duda y la esperanza á las estancias del archivo de un cabildo, al dar con los libros de obra^ que por puro des- precio han atravesado los siglos, olvidados, arrinconados, re- vueltos y carcomidos, sentimos un estremecimiento profundo, y con amor bien como filial buscamos entre las largas cuentas los nombres de los maestros, que publicamos con tanto orgullo como el historiador y el poeta anticuario los de sus altos perso- najes. A ellos no les ha eternizado la historia: sus apellidos, humildes y oscuros, no se honraron sino con los modestos títu- los de aparejadores y escultores; trabajaron en la ejecución de los proyectos más sublimes, cual si cumpliesen con un deber sencillo y evidente, cual si diesen cima á una empresa fácil, sin ostentación, sin condecoraciones ni públicas recompensas, al sueldo de unos clérigos administradores: ni las fechas de su muerte se saben, y después de muertos ¿qué honras se les hi- cieron? ¿qué lápidas sepulcrales se les dedicaron? Y como quiera que para nosotros el arte gótico sea el arte cristiano y aun si se quiere el arte por excelencia, y miremos como verdaderos artistas á los antiguos maestros, que con la fe y el entusiasmo en su corazón cooperaron al desarrollo y perfeccionamiento del tipo tradicional de la belleza que se perdió con la muerte de aquel género, no sin una gran conmoción ponemos la mano en los códices de Mallorca, precioso depósito de datos artísticos para la historia de aquella iglesia (i). (i) La generosa acogida que merecimos á la bondad de aquel cabildo, no nos (permite pasarla por alto sin caer en la nota de ingratos ; y nosotros encontramos ISLASBALEARES 735 El más antiguo, que asciende al año 1327, no menciona de una manera precisa y clara cuál fuese el arquitecto ; y al leer la multitud de obras secundarias que se ejecutaban, diríase que ya estaba acabada gran parte de la fábrica, pues que sólo se tra- bajaba en su perfeccionamiento. El calígrafo yaime Desprats escribía para el cabildo un libro que después iluminaba el cléri- go Vicente Roure: Bernardo Desvilar fabricaba un pulpito de madera, ponía postigos en algunas ventanas de la habitación de los monacillos, hacía armarios para la sacristía, y entre otras obras dos bancos para entrambos lados del altar mayor. En el siguiente año de 1328, por Julio comenzaban los pintores á esto- far de ramos de oro las tablas, que habían de sostener e| corti- naje ó los tapices, y el obrero compraba materiales para pintar, entre ellos 1300 láminas ú hojuelas de plata, que costaron á 5 sueldos cada ciento, y 11 libras de color azul. Eran los pin- tores Martin MayoL y su discípulo Juan; Bernardo Desjous é- Destous ^ Guillelmo Scarserdón^ yaime Pelic^ Francisco Alba- reda y Lorenzo Safont^ todos, excepto el Scarserdón, de apelli- do catalán. Pero el buen obrero no detalló cuáles fuesen sus obras; y solo á otro llamado con el extranjero apellido de Loert le cupo la suerte de que se conservase la noticia de algunas de las suyas. Aquel año pintó el retablo de la capilla de Corpus Christi^ en cuyo lugar hoy se ve un altar moderno (a) ; y por suma satisfacción en publicar cuánta confianza nos dispensaron los señores archi- veros D. Juan (a) Armengual canónigo, y D. Miguel Peña presbítero, que nos per- mitieron registrar minuciosamente aquellos preciosos armarios con la más cum- plida libertad, á solas y á todas horas. (a) Notabilísimo por cierto en su género barroco, y cuajado hasta el techo de grandes figuras que representan de relieve entero en el cuerpo principal la Cena del Señor y en el segundo la Presentación de Jesús en el templo. En la misma ca- pilla de Corpus Christi estaba el altar de San Mateo, cuyo sin duda es el curioso- retablo que se conserva en la sacristía de Vermells^ en el piso bajo de la casa de la Almoyna, con toscas pinturas de la historia del santo apóstol al rededor de su figura acompañada de la de san Francisco. (d) José y no Juan era el nombre de este distinguido capitular, estimable orador y escritor, y gobernador de la mitra vacante en 1847. ISLAS BALEARES ello recibió del cabildo 7 libras (i). El gran número de carpin- teros albañiles, y hasta de mujeres que por un dinero diario y ayudaban á los oficiales, son una clara prueba de la actividad que reinaba en los trabajos; y con grande honra de los prelados del cabildo ella no cesó, mientras la paz no se alteró en la isla. y Así en 1329 se enviaba á Nápoles un carpintero á comprar ma- dera para el coro, que entonces debía de estar ó en la capilla alta de la Santísima Trinidad ó en el presbiterio, y el maestro Pedro Juan^ con sus esclavos moros Habrahim, Massot y dos llamados Mahomet^ labraba las sillas, aconsejaba que se pusie- sen cuentos ó cabos de bronce en los ejes de las campanas por- no se ajustaban á los agujeros y ellas volteaban en que falso, y dirigía su colocación en el campanario. Entonces, 1330, por pri- mera vez aparece mentado el maestro Antonio Camprodon^ estatuario ó escultor (esmaginayre), que creemos trabajaría en las esculturas de las sillas, pues que el obrero en algunas de las cuentas á él relativas dice: asi como está escrito en el libro de los gastos de las sillas^ 7ibi tale signum^ y pone la señal. Este es el que podemos señalar como el primer artífice prin- cipal que mencionan los documentos, ya que además de su sala- rio se le daba de qué comer en todos los días festivos, y el cabildo pagó al dueño de la casa en que vivía los once meses que la habitó. Por Noviembre de 1332 (2) los obreros dispusie- cavase en el pavimento de la nave para mudar el ron que se coro, en lo cual emplearon 23 azadas y 6 picos, y 26 mujeres ganaban cada una 6 dineros al día. Mas toda aquella sillería que labrada por Pedro Juan y el maestro Camprodón ha desapare- cido siempre; y no creemos que se aprovecharan sus restos para para el coro actual, pues no da lugar á semejante suposición el estilo más moderno que aún en los trozos más puramente góti- eos de éste se observa. Por Julio del año siguiente 1333 se com- (1) Véase el número 2 del Apéndice á esta 2.® parte. (2) Véase Idem. ISLAS BALEARES 7S7 pró un cobertizo de cuero para el altar mayor ; y como ésta es la segunda mención que de él se encuentra, y Camprodón el único escultor y además honrado con el título de maestro, bien pudiera ser que su cincel hubiese ejecutado aquellas bellas for- mas, los trabajados doseletes, las imágenes de los santos, los relieves de la base y los calados del trasaltar, que hoy sirven de verja en la capilla alta del presbiterio. Confirma esta conje- tura ver que el carpintero Vilar labraba bancos para uno y otro lado del altar mismo y que se doraban los marcos de los tapi- ces; y como únicamente entonces se halla citado aquel conside- rabie número de pintores, sin que jamás otro ni igual ni seme- jante vuelva á aparecer en las cuentas, tal vez á ellos se debieron las doraduras é iluminación de las imágenes y relieves, que aún hoy no han perdido del todo sus colores. Por Marzo de 1335 Loert pintó tres retablos y doró sus basamentos, cuya escultura era obra de Guillelmo Vitar^ y cobró 10 libras por cada uno. En el mes de Octubre de 1337 trabajaba en las sillas Berenguer Oslales^ sin duda sustituyendo á Camprodón que había ido á Carcasona por cuenta del cabildo. Pero pronto estaba Campro- don continuando su obra, y á últimos de Noviembre y Diciembre ya dejaba concluidos cuatro respaldos. Desde entonces se le encuentra mencionado con el solo título de maestro y con la ini- cial de su nombre propio, ganando al día la considerable canti- dad de 6 sueldos; y en Enero de 1338 se le ve hacer los moldes y dar la traza para la cornisa ó remate del orden inferior de asientos, y en Febrero cobrar 22 libras por unos capiteles. La fábrica ya llegaba á la tercera capilla de la nave lateral de Me- diodía, pues á primeros de Agosto se ponían rejas en los altares de San Honorato, San Martín, San Clemente y San Lorenzo (i). (i) De estos altares sólo sabemos del de San Martín (a). ici) En la misma capilla de San Martín estaba el altar de San Corona Honorato, en la de Nuestra Señora de la el de San Clemente, y en la de San Antonio de Padua el de La San fábrica Lorenzo, todos en la de los expresada nave. muros laterales, y por consiguiente la de las capillas, se adelantan sumamente á la de la nave mayor, como que la tercera bóveda de ésta tardó aún casi medio siglo á levantarse, 93 738 ISLAS BALEARES En Julio el maestro Camprodon asentaba la sillería, y de tanta importancia debía de ser esa obra del coro, que los obreros le alquilaban cabalgadura para ir á tratar de ella con el señor obis- po (i). Hasta el año 1339 alcanza este primer libro, y después de él sigue un vacío que hace desaparecer para siempre el nom- bre del maestro Antonio Camprodon. Pero en medio de este códice, el obrero puso en 3 de Junio de maestro di- 1345 las cuentas de la obra del claustro, cuyo ser rector era Berenguer Ostales. Aquel claustro debió de de obra de carpintería en su mayor parte, ya por ser carpintero Ostales, ya también por designársele con el nombre de pórtico, había de venir y mayormente por su calidad de interino, pues al suelo cuando se edificase lo que va desde las puertas latera- les al frontis ^a). En el 1500 aún duraba la memoria de aquel pórtico, hoy en día la capilla inmediata al portal del Mirador y se denomina de la Virgen de la Clasta. Si por los trabajos hechos en el presbiterio se podía antes conjeturar cuán adelantada estuviese la obra del altar mayor, la consagración del mismo, hecha en i.° de Octubre de 1346 por el insigne prelado D. Berenguer Batlle, patentiza su conclusión completa. Bien era menester su gran celo para activar los trabajos, y á no ceñir él la mitra hubieran aquellos cesado de seguramente todo punto. La ambición de D. Pedro el Ceremonioso no había perdonado ningún medio para incorporar á su corona aragone- sa los estados de su cuñado D. Jaime III de Mallorca; en 1343 desembarcaba en la isla, de que se hizo dueño, favorecido déla mala fe de algunos mallorquines; y cuando tantos cambios poli- ticos traían agitados los ánimos y embargaban la atención gene- ral, al fin en 1349 el desventurado D. Jaime tentó el último es- fuerzo y perdió la vida en los campos de Lluchmayor (2). Sin (1) Véase el número 2 del Apéndice. [a) Véase la nota (a) que puse á la pág. 712. (2) Véase la Primera Parte, cap. 3. ISLAS BALEARES 739 duda afligido de tantos contratiempos y de ver á su rey muerto tan miserablemente, el buen obispo bajó al sepulcro á i,° de Noviembre de aquel mismo año, y con él perdió la fábrica su más generoso bienhechor, y su promovedor más activo y cons- tante. La capilla de Santa Eulalia fué su morada de descanso; y como él la había hecho construir, movido de su gran devo- ción á la virgen mártir, es bien probable que el altar gótico que aún existe sea uno de los que esculpió Guillelmo Vilar y pin- tó Loert (i). Las guerras, en que el reinado de D. Pedro envolvió á Ma- Horca, también hubieron de traer algún retardo á los trabajos; y de ninguna manera pudieron favorecerlos los cuantiosos dis- pendios á que el reino baleárico se vió obligado. Sea como fue- re, no existen los códices concernientes á aquella época; y si el primero acaba en 1339 ó en la apuntación de 1345 relativa al claustro, el segundo comienza en 1368 á cargo de un présbite- ro sub-obrero. Era entonces maestro director yaime Males, que cobraba seis sueldos por jornal y dos los días festivos; y en tanto se tenía á la escultura y tal parte le cabía en la erección de los templos, que de igual salario gozaba el escultor Lorenzo Sos- quela ó Tosqueyla. Ahora por primera vez se mencionan los jornales de los que trabajaban en las canteras, y por separado los de los carpinteros, los cuales, dirigidos por su principal Os- tales, pusieron los andamios para un estribo. Si ya no se habían levantado pilares. Mates trató de la erección de algunas de aque- lias atrevidas columnas; y con tanta circunspección procedió en ello, que antes, á mediados de Mayo, pasó en una barca á San- tanyí y á Campos, para escoger la piedra (2), y por su disposición en Junio ya se extraía de la primera de esas dos canteras. Tampo- co levantaba mano de la construcción de los estribos exteriores. (i) Véase la página 705. {2) Véase el núm. 2 del Apéndice. 740 ISLAS BALEARES obra no menos grandiosa que los pilares; y en el mismo mes, atendiendo el cabildo al riesgo que continuamente corrían él y los demás operarios, tres veces les pagaba refrescos, al paso que en Julio comenzaban á trabajar en los arbotantes de medio- día, y quitaban las cimbras de un arco de junto al campanario. Ocupaba entonces la sede de Mallorca D. Antonio Galiana, que procuró seguir las huellas de D. Berenguer Batlle: á 25 de Mar- zo de 1372 ordenó que los obreros, antes presbíteros, fuesen dos canónigos, y se mudasen anualmente por la Anunciación; y gracias á su celo, al tiempo de su muerte, acaecida en 9 de Abril de 1375, ya quedaba concluida en la nave lateral de me- diodía la capilla de la Virgen de la Corona ó Passio imaginis en la cual fué enterrado (i). La mitra pasó á las sienes de otro prelado, que compitió con los anteriores en favorecer la fábrica. La segunda bóveda de la nave mayor todavía ostenta las armas de aquel D. Pedro Cima, en quien los conventos franciscanos de Palma y de Inca tuvieron su bienhechor más generoso; y á él seguramente se debió el proyecto de edificar el Aula capitular (rincipio y fuego central oculto, alma del mundo, y sobre todo en abrir el camino á la química y á todas las ciencias naturales, impeliendo el discurso del hombre por la senda de la observación y de los experimentos. Si de sus principios enciclopédicos reportó la Europa gran fruto cuando en el siglo xvi todo se sujetó al análisis y al examen, sus tareas alquimistas, como las de los demás filósofos herméticos de la Edad-me- dia, trajeron á la ciencia descubrimientos, de que ella se ha aprovechado. Á él se atribuye la invención del ácido nítrico, bien que escritores extranjeros la tienen por del famoso Arnaldo de Vilanova, y en sus obras es donde se halla la primera mención de la aguja imantada. Es cierto que el perfeccionamiento de la con la brújula rosa náutica se debió en i 306 á Ftavio Gioja, ciudadano de lo Amalfi; pero no es menos que en el libro De Contemplatione, comenzado por Raimundo Lull en 1272, ya hablaba claramente de la dirección polar de la aguja lacla á y de magnete que por ella se regían los marineros en sus navegaciones, y para mayor glo- (a] No es de esta opinión Menéndez y Pelayo, abundando en la de su amigo Luanco. 100 794 ISLAS BALEARES acontecer que las ideas de terror, cual invisibles y pálidas cen- tellas, buscan historia mallor- se y se llaman, si antes leíste la quina y traes á la memoria el día de difuntos de 1490, la iglesia se poblará de espectros airados y sacrilegos, y al huir de ella aún creerás oir el crugido de las espadas, los denuestos y la rabia de los combatientes, los ayes de los heridos y moribundos, y las voces lamentables de los sacerdotes, que en vano presen- la imagen de Cristo crucificado y exhortan la paz á los tan que ciegan el odio de los bandos y la venganza (i). ria del ilustre mallorquín él era el primero que trataba aquella materia de un modo claro, fijo y científico. No hay que extrañar que de ella hablase como de como término de comparación cosa á todos tan notoria, que hasta llegó á usarla imán era en sus contemplaciones místicas : el conocimiento de las propiedades del casi general á los alquimistas y otro de los que heredaran de aquella asociación, viniendo del Oriente había conservado las tradiciones más antiguas y secre- que tas de la ciencia. Pero la aclaración de estas cuestiones, superior á nuestras fuer- una nota nosotros no nos zas, necesitaría mayores límites que los de simple ; y propusimos en la presente más dar las noticias indispensables para la inteli- que gencia del texto. El Beato Raimundo es conocido con el renombre de Doctor Ilu- minado, sus obras han sido atacadas por los Dominicos, entre ellos por el y vehemente inquisidor Eymerich. ti) Á de Febrero de 1489, al pasar el ciudadano Jaime Armadans por de- 2 lante de la casa de Pedro Odón Español caballero, avino que desde una ventana de ella una criada vació un jarro de agua, de que aquel alcanzó buena parte. Irri- tado el Armadans se apeó de su mula, subió á la casa y sin respetar las súplicas la dió castigo afrentoso á la doncella. Cuando Pedro Odón de señora, un Español lo supo, acordó con sus amigos entrar por la noche en casa del Armadans, y eje- entrambos les cutándolo á en número de 50, le sorprendieron con su esposa, y asesinaron á puñaladas {a). En la calle, Nicolás de Pax ó Pachs, uno de los asesi- hirió la cabeza á Francisco Armadans primo del difunto. Fueron los homi- nos, en de Sen cidas arrestados en sus propias casas ; mas al fin Nicolás de Pachs y Pedro obtu- Juan acudieron á servir al rey en el sitio de Granada con tantas veras, que vieron su perdón, y los demás firmaron en Mallorca tregua solemne. Pronto la quebrantaron, la ocasión las circunstancias agravaron enormemente el delito. y y mezclados á las ceremonias fúnebres del día de difuntos en San Eran- Asistiendo cisco, un empellón de algunos bastó para que entrasen en contestaciones Francia- Odón de Pachs; y des- CO de Armadans, Guillelmo Desmas, Juan Desmas y Juan al envainando ellos las espadas, encendióse el no extinguido odio en todos, y el combate. La sangre manchó la casa del punto más de 300 aceros comenzaron redoblábanse las m.uertes las heridas, y de las cabezas de los bandos Altísimo; y veíase á Pedro de San Juan casi degollado, á Francisco Armadans con cinco cu- chilladas y cortado el brazo derecho, sin vida á Guillelmo Desmas, á Guillelmo me [a) Véase la parte histórica pág. 318 el hecho aludido, que no sin importantes modificaciones pres- en tó en mi primera juventud interesante argumento para una leyenda. ISLAS BALEARES 795 Los religiosos franciscanos al principio habitaron el conven- to que hoy es de las monjas de Santa Margarita; y por cambio recíproco, pasaron á ocupar el que ellas poseían, situado donde ahora está San Francisco {a). El rey D. Jaime II de Mallorca favoreció el comienzo de la nueva iglesia, cuya primera piedra puso por sí mismo con gran solemnidad en 31 de Enero de 1281; favor nada extraño, si se atiende á que su primogé- nito había trocado el manto real por el hábito de la orden será- fica. Las habitaciones ó el convento, y por consiguiente el claustro, empezáronse á edificar cinco años después; y en 4 de Octubre de 1317 ya hubo construido tanto trozo de la nave, que en él se pudieron celebrar los divinos oficios. Las guerras y las desavenencias acaecidas entre los monarcas de Aragón y de Mallorca, de que tanto se resintió la fábrica de la catedral, también paralizaron las obras de San Francisco, y el mismo prelado que activó la continuación de aquella, hubo de acudir á la del convento. El celo del obispo D. Pedro Cima reemplazó con la bóveda actual el artesonado con que se había principiado Puigdorfila con la cabeza abierta y roto un hombro, y á Miguel Burguet con tres heridas. Altos los crucifijos, los religiosos interponíanse entre los combatientes, entonces sordos á la voz de la religión y sólo atentos á la de su venganza; y sólo la presencia del Santísimo Sacramento, que se llevó en medio de ellos, fué bas- tante á calmar aquellos ánimos feroces. (a) La escritura del cambio no expresa dónde habitaban las monjas, pero sá- bese que tuvieron su primitivo convento en el Mercado, el cual todavía en el si- glo XIV conservaba el recuerdo de Sania Margalida la vtíla^ y no hay indicio de que antes del trueque se hubiesen mudado al local que ocuparon luego los Fran- císcanos; lo más probable y aun diré seguro es que, desprendiéndose estos ven- tajosamente del adquirido en el Mercado, pasaron á fundar en el que para mayor conveniencia ó desahogo les señaló junto al Temple Jaime II, concillándose de esta suerte el contrato con las monjas y la designación del monarca. Consta que de éste recibieron los frailes en 4 de Enero de 1279 los mismos veinte y dos mil sueldos que habían dado á las religiosas por el mayor valor de la propiedad por ellas ce- dida, parte en metálico y parte en censos que les entregó sobre fincas cercanas al nuevo domicilio : fué propiamente una doble permuta con subida torna cada vez. Hay que distinguir además el huerto (rial) de Abo-abdille al Abn-azach, que tocó rey en el repartimiento de 1232, donde se lee la'on son los frares Menors, del solar en que después en 1238 se establecieron ellos, contiguo á la puerta del Es- vahidor, jabonería que había sido en tiempo de los moros, y más tarde en virtud del convenio las religiosas de Santa Margarita. 796 ISLAS BALEARES cubrir la iglesia, bien esta determinación generosa tal vez á que destruyó un efecto de arte, que no es el menor de los encantos de los edificios antiguos; y bajo sus auspicios fué adelantándose la nave. Mas no se ha salvado la memoria de los artífices que correspondieron á la piedad del rey D. Jaime y á la largueza del Cima, ni su obra ha llegado entera hasta nosotros. y En 1480 un rayo destruyó el frontis gótico () Nombre de San Salvador había recibido una mezquita de que habla cierto documento de 1241 sin decir dónde estuvo situada (Villanueva, XXI, ; de- bió 95) de ser en el local presente de la Merced, si es que al Salvador fué dedicado en 1306 el altar mayor de la misma, según los datos de un antiquísimo dietario á que se refiere el Sr. Bover en sus anotaciones á Dameto, casi sospechosos de puro detallados. Aún es menos verosímil, digan lo que quieran Dameto, Mut Terrassa y , que fuese la Merced á reemplazar la lonja de los Genoveses , para la cual era bien poco á propósito la excentricidad del sitio y su distancia del puer- to, además de constar por el cabreo de Ñuño Sanz que estuvo dentro de la fe- ligresía de San Nicolás dicha lonja: sea como fuere, no hubieran podido entrar en posesorio de ella los frailes hasta mucho después de 1460, en que la cedió Juan II por innecesaria, dada la construcción de la lonja de general, á la cofradía los caballeros de San Jorge; y no cabe suponer traslación del convento en época tan avanzada. ' 102 8io ISLAS BALEARES mente por grandes reformas de visitadores forasteros, en pro ó en contra de las cuales tomaban vehemente empeño los jurados. De la antigüedad del templo alcanzó á ver muestra el historia- dor Mut la labor de la portada, cuando ya se fabricaba el en nuevo, del cual había levantada más de la mitad en lóói, y no en 1705 quedó terminado después de largas interrupciones, obstante en 1741 hubo de hacerse en él un que importante re- paro: la hermosa efigie de la Virgen de las Mercedes no fué sino en 1793 traída de Valencia.—Menor en dimensiones y no menos renovado en sus formas el contiguo de la Trinidad, tan sólo revela algo de lo que fué por medio del almenado muro y de la torre que, cargando sobre la bocelada ojiva del ingreso lateral, descuella, sin ser gótica precisamente, con pintoresco é indefinido remate. Su venerada capilla de Nuestra Señora de los Dolores, notable por su planta original y singulares privile- gios, no menos que por el pavoroso osario del adjunto Campo- Santo tiempo no remoto, da juntamente con la de los Reme- en dios ensanche é importancia á la iglesia, la cual cambiada su advocación del Santo Espíritu por la de San Felipe Neri^ á de su demolida cuyos sacerdotes ha ofrecido compensación casa, y cuajadas últimamente de frescos y dorados y profusas galas sus bóvedas y tribunas, ha renacido, por decirlo así, ella y el convento, escapando de la cruel sentencia de muerte me- diante un olvido de veinte años, á más copiosa y pujante vida. Dos siglos casi mediaron entre la humilde fundación de los religiosos de San Agustín, conducidos en la penúltima década del XV por el valenciano fray Axarch, en el abrevadero de Itria extramuros, y la erección de la moderna y gallarda fàbrica (dice Mut) que á mediados del xvii se comenzó puertas adentro bajo el título del Socorro. Improvisóse allá una iglesita, ínterin se construía otra algo más capaz, cuya piedra se distrajo en más sangriento uso para colgar los miembros del jefe de la germania; y apenas pasaron veinte años sin que lo nuevo y lo viejo del edificio viniera todo al suelo, y sirvieran los sillares ISLAS BALEARES para levantar un baluarte entre la antigua puerta Pintada y la presente (a). Con esto en 1544 entraron en la ciudad los Agus- tinos, instalándose en el oratorio de Gracia con imagen nueva de la Virgen, hermosamente esculpida en alabastro y traída de Sevilla (à); mas luego de percibida la indemnización á que ale- gaban ante los jurados preferente derecho, volvieron algunos, merced á condescendencias por parte de la fortificación hoy día incomprensibles, á rehacer en las afueras su amado nido (¿:), no sin retener dentro de los muros el local ventajoso donde habían logrado sentar la planta. De ahí resultaron dos conventos, y prosperó de tal suerte el de Gracia, que al lado de la reducida iglesia, dedicada actualmente á nuestra Señora de los Desam- parados y renovada por completo menos en la puerta ojival que saca á la plazuela, acometió edificar la más suntuosa de la población en los modernos tiempos, la más proporcionada y se- vera en su estilo, y añadiré majestuosa y grave por el color opaco de su sillería, cuando no lo fuera por la esbeltez de sus altas aunque macizas bóvedas y de los pareados arcos de sus tribunas. Hasta la grandiosa capilla de San Nicolás de To- lentino, con su ochavada cúpula recargada de colosales bustos y gruesas hojarascas, por la cual penetra una luz cenicienta como al través de las estaláctitas de una gruta, contribuye á la magnificencia del conjunto: débese la traza al autor de la fa- chada de los frailes Menores, Francisco de Herrera, y acaso también la del octógono campanario de tres cuerpos, gallardo ciprés de piedra que no cede en ligereza á las góticas agujas. Duraron estas obras del Socorro hasta entrada la postrer cen- turia, en cuyo año de 1771 por nuevo recelo de invasiones ene- migas fué barrida de la zona militar la sucursal de Itria, y no solo ésta, sino la que á la entrada del arrabal de Santa Catalina (a) Véase la parte histórica, páginas 330, 420 y 436. (b) Á expensas de una tal Macipa. (c) Bendijose la nueva iglesia de Itria, no la última todavía, en 1613. 8i2 islas baleares tenían los Trinitarios {a), y la morada que á costa de casi me- dio siglo de formidables luchas habían conquistado desde 1672 los Capuchinos, á pesar de las poco menos que generales sim- patías de eran objeto, á la embocadura del camino del mo- que nasterio la Real junto á las Parelladas {b^. No perdieron éstos sin embargo su pobre casa rural, sin que de real orden se les procurara otra harto mejor en el interior de Palma, santificando el suelo profanado por el burdel en el Camp de la Llana^ donde el sabio fray Miguel de Petra con el doble carácter de guardián y de arquitecto trazó y llevó á cabo iglesia y convento, de estilo austero sobrio como la misma regla; lástima de que tanta co- y rrección y buen gusto, cual convenía á la residencia de aquellos beneméritos cultivadores de todo linaje de virtud y estudio, sin- gularmente del de la historia patria vinculado en ciertp modo al venerable sayal, hubiese de variar tan pronto de servicio para represión de muchachos díscolos, y de veinte años acá para cárcel pública, trocadas en calabozos las celdas, y el nítido aseo y quietud del retiro en la lóbrega disciplina y vigilante custodia de un encierro. A doce llegaron en nuestros días las comunidades religiosas de varones, inclusas las cuatro de clérigos regulares, en cuyo primer término preséntase la Compañía de Jesús, establecida en la capital de Mallorca ya en 1561 á los cinco años de la muerte del santo fundador por influencia de uno de sus más estimados discípulos, el insigne isleño P. Gerónimo Nadal, con aceptación general de grandes y pequeños, de sacerdotes y seglares, y con especial de apoyo de los jurados que confiaron á la experiencia tales maestros la enseñanza que pudieron. Entregáronles la ca- mediados (j)  contar desde 1607, por donación del hospital allí fundado á del siglo Ramón de Salellas con el propio título de Santa XIV por Catalina, y comprado en i 5 76 por Bernardo Nadal, cuyo hijo Miguel lo entregó á dicha orden. (h) Véase atrás pág. $ 36. ISLAS BALEARES pilla de Montesión (a), primitiva sinagoga de judíos que les fué quitada temporalmente, reinando D. Sancho, en castigo de cierta contraven- ción, y dedicada al culto cristiano perseveró , aun- que dentro del barrio del Cali, hasta la conver- sión definitiva de sus moradores, agregándosele después un cole- gio de estudian- tes en ciencia Lu- liana, dotado por la noble Beatriz de Pinós: las es cuelas jesuíticas reanimaron el de caimiento de las pasadas, y con las rentas de po- derosos bienhe- PdmALaM. A^ .—dPortada de Montesion, iglesia de jesuítas chores el peque- ño oratorio se transformó como por ensalmo en espaciosa iglesia (a) Expresa un documento coetáneo que la capilla tenía solos 56 palmos de largo por 3 3 de ancho, con un retablo de Ntra. Sra. en el altar mayor, y en otro altar un lienzo muy viejo y horadado con muchas imágenes pintadas; en el campanario una campana. Guárdase en la sacristía aquel primer retablo, muy semejante en estilo al de la capilla de los Catiar en Santa Eulalia, pintada en el centro sobre fondo dorado la Madre de Dios entre Santa Águeda y Santa Lucía, San Blas y San Antonio, con pasajes del evangelio y multitud de bustos de santos en el basamen- to y segundo cuerpo; léese entallado al pie el hombre de Antonio Salom que la pagó. Debajo del coro es de notar otra pintura de la bajada del Espíritu Santo, que perteneció á una congregación dedicada á dicho misterio por los jesuítas en sus primeros tiempos, compuesta de alumnos distinguidos. ISLAS BALEARES comenzada en 15 71, y las aulas y patios absorbieron dos extensas manzanas (a). Mereció por su munificencia los honores de patrono el insigne frey Ramón de Veri baylío de San Juan, representado de rodillas sobre labrada urna en mausoleo de mármol á la de- recha del presbiterio construido á sus expensas y probable- mente en vida suya (à); de la siguiente centuria parece ya datar el retablo mayor, y todavia surgieron apuntados los arcos de las capillas, aunque con tribunas encima y con lunetos en las bóvedas semicirculares: pero las volutas y garambainas que se enredan en las cartelas pintadas arriba con pasajes de los san- tos de la orden ó en los marcos de las ventanas, no aparecerían sino más tarde en pleno churriguerismo, haciendo acaso entrar en gusto del exuberante ornato la magnifica portada (¿:) de sa lomónicas columnas, recargado arquivolto y caprichosos nichos, bien que de correctas y elegantes lineas y recomendables esta- tuas. Al revés la torre, sencilla pero sin carácter, sobre cuyo cuadrado cuerpo asienta un desgarbado templete. No son al cabo glorias artísticas, sino científicas y espirituales las que allí se buscan principalmente: sobre sabios y escritores y apóstoles y hasta mártires descuella el humilde lego segoviano que habitó poco menos que medio siglo aquella porteria (d); y asi como en vida la veneración de sus contemporáneos, atrajo al rededor de su bendito sepulcro la devoción de los que no lograron verle con aureola de santo ni aun de beato, preparada ya á recibirlo desde los primeros años del siglo xviii debajo de su alta cúpu- la, antes de la primera expulsión de la Compañia, la preciosa (a) Dividíalas una calle que prolongaba la de la Pelletería hasta el Born de Santa, Clara,, tal vez la que en varias escrituras del archivo de jesuítas se titula den Calix. En otras lleva el nombre de Dos fartais el actual callejón de las Esco- las junto á la Torre del Amor,, situada acaso en una de las esquinas de intersec- ción con la de Monserrat, anteriormente de la Sinagoga. {b) Murió de 84 años en 1599: hasta el 1628 no le erigieron el panteón los albaceas, uno de ellos el Dr. Bartolomé Lull, fundador del colegio de la Sapiencia. (c) Lleva el lema: Diligit Dominus fortas Sion, y la fecha de 1683. (d) De I 5 7 I á 1617 san Alfonso Rodríguez, beatificado en 182 5 y canonizado en 1888. ISLAS BALEARES 815 capilla de mármoles de mosaico, desde entonces progresivamen- te honrada y embellecidá. Un segundo colegio, que á los setenta años de fundado el primero se empeñaron en erigir los jesuítas, tan contra viento y marea cuanto entusiasta y providencial acogida les había antes favorecido, no pudo abrirse hasta 1647 después de recias borrascas y contrariedades desde el año 3 i {a): denominóse de San Martín por el linaje del principal protector, dando nombre á la apartada calle en que lo plantaron, poco á propósito para que medrara en el decurso de un siglo; de donde trataron de procurarse mejor local y mejor edificio, que tenían concluido ya cerca del Borne, cuando les cogió la terrible pragmática de 1767. De la despejada iglesia, modelo de clásica regulari- dad, trazada por indígena arquitecto, Lucas Mesquida, incorpo- ráronse los teatinos, que venidos á la isla hacia 1712 no se habían fijado todavía (<5), y dedicáronla á San Cayetano: notable y frecuentada por sus buenas condiciones y por su céntrica si- tuación, dos veces en un siglo ha sobrevivido á sus poseedores, sin historia y sin particular destino. Al propio tiempo que los teatinos aportaron los filipenses con más dichoso porvenir, pues cuando parecían próximos á extinguirse con su estrecha man- sión demolida en 1854 para ensanche de la plaza Mayor, han retoñado injertos en viejo tronco con vigorosa lozanía (¿:). Del 1736 datan los Paüles, fundación de un arcediano (¿/); y al pie de San Miguel, sin revelar su modesta existencia hacia la calle, labraron temprano su linda iglesia con cimborio, oculta en el seno de un vestíbulo cubierto, alcanzando todavía á sus reta- blos el sabor churrigueresco, que allí no destruye las sencillas y gratas impresiones de otro arte que, prescindiendo de formas, habla al alma más que á los ojos. (a) Véase pág. 437, Iparte. {b) Habitaron de pronto en el Citjar, y de i 730 en adelante junto á la Portella. (c) Véase atrás pág. 8 i i su instalación en el Santo Espíritu. (d) D. Miguel Sastre. 8iò ISLAS BALEARES Monumento era y no un simple recuerdo Santa Margarita, abordando ya el prolijo catálogo de conventos de monjas en la capital, antes de que á los pocos años de desalojadas sus mora- doras, se convirtiera en hospital militar el edificio, formado tal del vez en parte, tal vez reconstruido sobre los cimientos que adquirieron de los frailes Menores por trueque con el que ha- bían asentado ellas en el Mercado desde el tercer año de la re- conquista (¿^). Arrimado á la puerta triunfal del Esvahidor^ ostenta aún al extremo de la calle de San Miguel el mirador correspondiente á de su capilla mayor de piedra, flanqueado estribos ceñido de antepecho, pero echando de menos su cu- y bierta; y en el interior por fortuna guardan todavía forma de templo el alto ábside abovedado y la prolongada nave techada de arábiga alfargía. Al arrancarse de allí en 1837 la comunidad para reunirse con la de la Concepción, similar suya en la regla agustina, llevóse consigo sus milagrosas imágenes, la Santa Faz del Redentor y el Cristo del Nogal con las urnas sepulcrales de las prioras (<5): dejó en el claustro una galería rival en su (a) Véase pág. 79^. Por el repartimiento de 12^2 asignóse á la priora una alquería de diez yugadas en el término de Montueri, y es muy significativa una orden que se cita del rey conquistador, de i.° de abril del mismo año, para que á oir ningún padre moro ó judío pueda impedir á sus hijas que vaya y aprender donaciones del obis- de aquellas religiosas la doctrina cristiana que enseñan. Las po de Gerona, las mercedes pontificias de Inocencio IV en i 248, las copiosas ad- de quisiciones de tierras y censos en Fornaluig y otros puntos, las 200 cuarteras del terreno trigo anuales otorgadas en 1320 por el rey Sancho en compensación había tomado su padre á la comunidad para construir la villa de Montuiri, y que confirmadas en 1376 por Pedro IV, ofrecen interesante asunto á una monografía, En los copiosos datos que acumulan acerca de este con- que no es de este lugar. vento como procedentes de su archivo los anotadores de la Historia general de Mallorca, hay mucho que dilucidar y corregir tocante á nombres y fechas: la inva- sión á mano armada de un tropel de ciudadanos nada oscuros y el maltratamiento dar de varias monjas, por el cual les declaró la santa sede excomulgados hasta satisfacción completa, debe referirse al no al 99. £01313 Berenguer Mos- i 309 y queroles obtuvo perdón de haber forzado á una de ellas, pagando al fisco 5 o libras. de (¿7) Seis eran las que estaban debajo del coro, y ahora dentro del claustro la Concepción, con la efigie de la difunta entallada en su delantera y un lebrel á la cubierta los blasones de la familia ; dos de ellas carecen de epi- sus plantas, en el de las otras no se distingue sino en el nombre, á este tenor: Dimars á XHI tafio, de juny de MCCCCXXXpassa desta vida la reverenda sor Antonina Sagarra prio- ISLAS BALEARES gentil columnata de las de San Francisco, que amenazada de muerte al amoldarse á sus nuevos usos el convento, se cimbrea actualmente á la sombra de la archiducal residencia de Mira- mar, y una sala de capítulo que, gracias á servir de capilla al hospital, conserva elevada techumbre de madera sobre arco de esculturadas ménsulas, trepados arabescos en la ojiva que la alumbra, y á cada lado de la entrada un gracioso ajimez de su- tiles columnitas. Todavía al través de los pisos y tabiques se reconoce el vastísimo dormitorio, las estancias, las oficinas cor- tadas por el patrón de la Edad media; y el dolor de la inmi- nente pérdida crece, no diré con la ilusoria esperanza, pero sí con la posibilidad aunque difícil de conjurarla si se quisiera; pero esa firme voluntad, ¿cómo y en quién encontrarla tras de medio siglo de abandono (¿?)? Segundo por orden de fechas, aunque ya en la temprana de 1256 á los tres años de fallecida santa Clara, brotó el convento dedicada á ella, viniendo del de Tarragona á instituirlo dos her- manas Berenguer; y á la protección del rey conquistador (6) y de la silla apostólica correspondió desde luego el favor de los vecinos principales y la solicitud, á que fué encomendado, de los frailes de su orden. Contiguo al recinto de la Almudayna y á su levante, y por otros lados al de la judería que no tardó en ocupar la Calatrava, situóse en el fondo de una calle sin salida, con extenso patio delante y dilatadas huertas á la espalda, do- ressa del present mon as tir ; y en el propio siglo florecieron sor Juliana sor Leonor Sagarra y Bennassar; sor Ana Puigdorfila alcanzó al año 1602. De las perpetuas saron pa- prioras á ser trienales y luego anuales; en la comunidad aunque tan numerosa predominó constantemente la nobleza, y apenas había linaje ilustre que no estuviese allí representado. Pidieron y plantearon en 1520 la clausura antes de establecerla el Concilio de Trento, y trabajaron para que la otros adoptasen conventos; de él salieron las fundadoras para el de Sineu y el de Ibiza. {a) Prescindo en obsequio de la brevedad de completar estas indicaciones con algunas de la defensa sostenida en 1845 por el que esto escribe, á nombre de la comisión provincial de monumentos, para salvar del militarismo á Santa Margarita. (b) Autorizó la fundación á primeros de Julio de 1256, y en 22 de Octubre del siguiente año la compra del sitio que era de Bernardo de Santa Eugenia. 103 8i8 ISLAS BALEARES minando desde el ribazo la ancha bahía por cima de la incrus- tada cerca, y creció al compás del cúmulo de monjas (a) y de lo pingüe de sus dotes proporcionados á su alcurnia. El claustro ligado por artística afinidad con el de Franciscanos como lo estaban las dos comunidades, el capítulo, la disposición del edi- ficio además de multitud de detalles y objetos de arte que en- cierra, todo revela antigüedad menos la iglesia, renovada en edad muy reciente, y de la anterior, no diré si la primitiva, que- da la bóveda del coro hoy encalada, que hemos alcanzado á ver estofada de follajes, A la torre actual no sé si precedió alguna otra, no pero confieso que á pesar de moderna disgusta aquella linterna airosa, ceñida de balconaje, que lanza á las brisas del mar tan á menudo los sones de su parlera campana. Por hospital' empezó Santa Magdalena, al extremo de la calle de San Jaime y lindando por la espalda con la Riera, bajo el patronato del conde de Ampurias en cuya porción radicaba; y sin dejar de serlo hasta la unión de los hospitales (à), entra- ron desde principios del siglo xiv á compartir la habitación con los enfermos unas religiosas agustinas, que por su titular y por apellidarlas ¿/e la Penitencia el papa Clemente VI, se cree fue- pecadoras convertidas (¿:). Reformó en 1359 su clausura el ron obispo Colell vedando la entrada á todo varón mayor de cator- cuarteras ce años, y Pedro IV en 1373 afianzó un censo de 67 de trigo convento no que sobre la universidad percibían. El llegó á tomar el desarrollo de los dos arriba referidos; pero entrósele en 1552 por las puertas su mayor gloria con la hu- (a) Parece increíble el número de las que albergaba en tiempos pasados cada convento, pues en este cuenta Mut por el año i Óíío hasta 77, en Santa Margari- ta 65, en Santa Magdalena 5 5, en San Gerónimo 76, en el Olivar 54, en la Con- cepción 60, en la Misericordia 34, y 24 en las Teresas. (¿1) Véase pág. 286, nota 3.* Según inventarios auténticos de dicho hospital los años de i 396 y 97 no pasaban de diez ó doce las camas, en no muy buen por estado y con pobre ajuar, repartidas en sus estancias. (c) En las distribuciones que por las exequias de Jaime 11 se hicieron en i 3 11 , figuran, aparte del hospital de Santa Magdalena, las donas repentidas, que en otros documentos son llamadas domines Penüenlice. ISLAS BALEARES 819 milde doncella de Valldemosa que lo llenó de perfumes de san- tidad en vida y en muerte. La devoción ardiente y unánime á Catalina Tomás refluyó en la iglesia que guardaba sus restos, y que se reedificó con más desahogo por los años de 1740 y con mejor gusto del que pudiera esperarse de aquel tiempo (a), cerrando entonces la salida de la calle hacia la Rambla, y en- sanchando casi doblemente el recinto. En el brazo izquierdo del crucero instaló el cardenal Des Puig con patriótica magnificencia el sepulcro de la bienaventurada virgen, al llegar en 1792 el suspirado breve, y algo de romana majestad presenta la gran- diosa columnata, al través de la cual se descubre la urna de cristal bajo nicho artesonado. Si de convento en forma se trata, y no se toman en cuenta los antecedentes del beaterío en que vivía con otros beguinos de buena ley en aquel propio sitio Antich Vich andando el 1330, y del que en seguida establecieron allí mismo ciertas terciarias de San Francisco dedicando un oratorio á Santa Isabel de Hun- gría, no data sino de 1485 el de Gerónimas, en quienes acaso retoñó la orden del Santo que durante la primera mitad de aquel siglo habían profesado unos monjes en el bendito suelo de Mi- ramar. Fundólo María Ana Busquets reunida con dos religiosas procedentes del de Pollensa y con otra que de Barcelona vino á instruirlas en la regla, en la cual aprovecharon tanto, multi- plicándose á la vez, que no pasó medio siglo sin que de allí saliera una colonia en número de siete á plantear en Inca el instituto. De aquel primer período es la mayor parte del edificio que vemos en el confín oriental de la ciudad : la ancha nave de apuntadas bóvedas, estofadas un tiempo, con los arcos dorados todavía y con artesones la que cobija el presbiterio; una colosal figura de la Virgen enfrente de la entrada, salpicado de peque- (ít) En 1874, con motivo del tercer centenario de la muerte de la recieron Beata, apa- las bellas proporciones de los arcos, bóvedas y cimborio del desnudo templo, de las postizas telas que lo desfiguraban desde las fiestas de la beatifi- cación. 820 ISLAS BALEARES ños ángeles el nicho; una pila de agua bendita; y de sus puer- tas, ambas laterales, la que en el fondo de la plazuela exhibe las menudas labores de un temprano renacimiento y la penitente efigie del titular. Y no le va en zaga, según lo antiguo y robusto de los paredones, lo de rejas adentro, que por su situación entre la puerta del Campo antes de Santa Fe^ y la cindadela del Temple, ha visto á sus pies sucederse la nueva muralla á la de la edad media, y ha participado de las necesidades y vicisitudes de la fortificación. Tres conventos se levantaron en el siglo xvi y no con feliz auspicio, pues de los tres dos yacen por el suelo. Aún humea en la calle de San Miguel el reciente derribo, y extrañan los ojos el desolado hueco del que ha sobrevivido más de cincuenta años á su sagrado empleo para morir al cabo con el degradante de presidio; entonces en 1837 debió extinguirse con su comu- nidad incorporada por identidad de orden á la de Santa Clara, ahorrándose el edificio una prolongada agonía. El título de Olivar recuerda la procedencia campesina de aquellas monjas: del Puig de Inca habían bajado á principios del siglo xvi para estacionarse junto á la fuente de la Vila en el caserío de la Esglayeta durante más de treinta años (<«), hasta que en 1549, previniendo la prohibición de conventos en despoblado que se temía del concilio de Trento, buscaron albergue dentro de la ciudad y en él echaron raíces á costa de estrecheces y penurias, que á juzgar por la frecuencia de sus expresivos memoriales á la universidad en demanda de socorro, eran mayores que las de cualquier otro convento. La iglesia, que califica Mut de hermosa y moderna^ se la concluyó á promedios del xvii el caballero Juan Serralta: si al menos ella hubiese quedado de pie en con- templación de sus largos servicios como capilla de penados!— De más lejos y por motivo igual de sumisión al concilio vinie- [a) No sólo en la humilde iglesia, sino en las celdas que habitaron, han dejado allí huellas más permanentes que su residencia dentro de la ciudad. ISLAS BALEARES 821 ron en 1564 las antiguas moradoras del Puig de Pollensa, arrancadas de allí por el obispo Arnedo; y hospedadas por algunos años en San Antonio al lado de las del Olivar, pasaron á la calle del Sepulcro, donde las esperaban suntuosos caserones cuyos ajimeces se marcan todavía en el exterior, y el decidido apoyo con que lograron, no sólo ocupar la vasta manzana ((Z), sino interceptar la calle trasera de Bonayre y extenderse hasta el viejo muro de la ciudad que sirve de tapia á su huerta. Bajo el nombre de la Concepción, aunque agustinas, reemplazaron su iglesia provisional con la presente, que á decidir por la capa- cidad obtendría la palma entre las de religiosas, no empero por su arquitectura destituida enteramente de carácter.— Origen parecido al de las Magdalenas tuvo el convento de la Miseri- cordia, principiando por estrecha casa de recogidas en el barrio de la Calatrava atraídas por la predicación de los primeros je- suítas, y en 1578 mudó á la vez de condición y de sitio con adopción de la regla agustina y de clausura, al lado de la ve- tusta iglesia de San Bartolomé, cuya vaga historia envuelve todavía el misterio. Que existió desde los primeros años de la reconquista dentro de la porción de Ñuño Sans, rodeada de vecindario de judíos, es un hecho indisputable (¿5); la duda está en si constantemente fué iglesia ó por temporada sinagoga mien- tras subsistió en los contornos lo que llamaron Calí menor^ y cómo y en qué época volvió á abrirse al culto. Abierta ó cerra- da, posesionáronse de ella y adaptáronla á sus usos las nuevas monjas, resultando de lo viejo y de lo cambiado un conjunto tan trivial y mezquino, que no ha dejado recuerdo alguno á los que alcanzamos á verlo. Fué menester que, agregada á otra la co- (a) En el catastro del año i figura la manzana de ¿as monjas de Sani Pere, que son indudablemente las de la Concepción, con las siguientes casas : la de Oli- ver de Termens evaluada en i 200 libras, la de Bartolomé Poquet en 800, la de Gaspar Rosinyol en 600, la de Leonardo Massanet en 400, y otras tres menos importantes. (b) Véase Conquista de Mallorca pág. 5 33, y en el Boletín de la Academia de la Historia correspondiente al Octubre de 1886 el final del artículo la Judería en Ma- Horca. 822 ISLAS BALEARES munidad en nuestros días, y convertido el sombrío local en madriguera más propia de un calabozo que de un juzgado, vi- niesen á tierra sus paredes y se abriesen los cimientos del es- pléndido Banco, para que aparecieran entre los escombros im- previstas joyas del arte, impostas, basas, fustes, capiteles romá- nicos, góticos, del renacimiento, casi todos en su estilo primo- rosos, que en vez de resolver han complicado el problema de las vicisitudes de San Bartolomé, cuya humilde fábrica y oscuro destino parecen avenirse mal con tanta riqueza de vestigios (a). La misma suerte que á Santa Margarita, al Olivar y á la Misericordia, cupo en 1837 á la Consolación donde se vestía también el hábito agustino; y la casa, que tal podía llamarse más que convento, aplicada por el municipio á escuelas y otros menesteres, no tardó en dar señales de ruina, que se ha creído mejor completar que reparar, permaneciendo de pie en medio del área informe la pequeña iglesia, por no decir oratorio, á es- paldas de San Francisco. Al arte solamente le interesa como testimonio, no único, de que entrado el siglo xvii aún se cons- truían en Mallorca bóvedas ojivales de arcos cruzados, puesto que la fundación es del 1610, debida al canónigo Garau, cuyo nombre conserva la voz popular. No estaba aún cerrada la lista ni agotada la variedad de institutos tan adecuados al espíritu y costumbres del tiempo; faltaba una muestra del que había mul- tiplicado recienmente por España la inmortal Teresa de Jesús, y escogida por la Providencia para plantarlo fué la venerable Leonor Ortiz, empezando en 1614 por encerrarse con tres com- pañeras y dedicar á la santa la primera capilla que tuvo antes de ser canonizada; pero en vez de perfeccionar la empresa las (a) De-los capiteles clasificados como románicos hay dos ó tres en prolon- gada forma de cono inverso y labores arábigas algo rudas, que no estarían mal en una sinagoga; los otros son de carácter inequívoco y de un gusto incom- parable, en el cual compiten con ellos los cinco góticos, el uno floreado. Hay fustes de mármol, impostas bizantinas, un arranque de media caña sobre una esfinge, claves y otros objetos del renacimiento, que son de ver en el Museo de la Lonja. ISLAS BALEARES 823 cuatro descalzas venidas de la península con este objeto, susci- taron á la iniciadora persecuciones y contumelias, de que salió victoriosa y más estimada del prelado y del pueblo ; sobre cuyos vaivenes con mayor solidez que sobre inmóviles cimientos, se asentó á la vera de la Rambla aquella ejemplar comunidad, y concluyóse en 1637 airoso crucero y cimborio, precedida de un atrio, la linda iglesia, sin escrúpulo de adelantar para su fábrica los caudales de la fortificación. Faltaban, á pesar de la constante pujanza de los Dominicos, religiosas de su orden; y púsolas en 1658 en frente de las Margaritas bajo la advocación de Santa Catalina de Sena el primer conde de Montenegro don Ramón Des-Puig, cuya efigie arrodillada á un lado del presbi- terio atestigua su largueza en dotarlas y en levantarles iglesia suntuosa y grave, que aventajando en dimensiones á la de las Teresas, no le cede en pureza de gusto, algo degenerado sim- plemente en los retorcidos arcos torales y nervios de la tor- neada cúpula: su portada, no construida por fortuna hasta la restauración del arte al declinar el siglo pasado, luce sin tacha su elegante orden corintio y la hermosa estatua de la santa (a). Faltaba la austera reforma Capuchina propagada á competen- cia en fundaciones de uno y otro sexo; y vestida del tosco sayal vino á sembrarla en 1662 la ilustre viuda del denodado virrey Torres, Clara Ponce de León, no perdonando en seis años á fatigas y traslaciones de un local á otro (¿5), hasta instalarse en la nobiliaria plazuela á espaldas de San Jaime, convirtiendo la sucesiva morada de Santmartí y de Torrella en edificante con- vento, de cuya aseada pobreza es espejo la reducida y blanca iglesia, con cascarón en vez de cúpula asentado sobre el crucero. Duéleme cansar al lector con excursión tan prolija; pero (a) Parece es obra de un distinguido escultor mallorquín, Pedro Juan Obra- dor, que en Binisalem, Santa María y otras villas dejó estimables algo trabajos , tendría de y arquitecto si hizo para los jesuítas la traza de la iglesia cole- gio de San y Ignacio en Pollensa. ((?) Véase pág. 529 i.® parte y 666 de la 2.® 824 ISLAS BALEARES ¿cómo una mirada ó una mención siquiera á tanta negar iglesia, sin ser parroquial ni de convento, tiene su historia, su fiso- que nomía, su peculiar destino, y constituye, intercalada con los florones principales, los secundarios de la diadema religiosa de Palma? Alguna de estas hay que no cede en magnitud á más de una de las primeras y la supera tal vez en esplendor de culto y en frecuencia de devotos: el Hospital al extremo nordoeste registra desde lo alto de su era^ como rey de los hospitales en su trono, el panorama de la ciudad sembrado de campanarios, cuya elevación no envidia la pequenez del suyo; y la ancha nave, en el fondo de espacioso y terso patio, sencilla y aun des- nuda cual convenía á su objeto, no desmiente haber sido fabri- cada en el tránsito del siglo xv al xvi. La unión de los tenues y numerosos establecimientos de esta clase en uno general (a), fué el constante propósito del venerable fray Bartolomé Catany, favorecido desde 1456 por reales privilegios y bulas pontificias, por donativos y fundaciones particulares; y comprendido el doble carácter eclesiástico y civil del asilo, existían ya dotadas nueve capellanías, cuando en 1514 se formaron sus primeras ordenanzas (ó). Reuniéronse en un cúmulo los productos y ren- tas de todos, y para cubrir el déficit casi permanente ayudaba con subvenciones más ó menos crecidas según la necesidad el grande y general Consejo, que delegaba á dos de sus miembros, noble ciudadano, el cargo bienal de regidores. La Sangre de y Jesucristo^ bajo cuya advocación se instituyó desde el principio de una cofradía, fué un raudal inexhausto para regar el campo {a) Eran estos el de Santa Eulalia ó San Andrés fundado por Ñuño Sans en la enfermos de plaza de Cort, el de Santa María Magdalena, el de San Juan para los la el del Santo Espíritu deis Rossos para muchachos, el de Santa Catalina orden, para marinos trasladado del arrabal al Ciíjar, el de leprosos extramuros, el de San Antonio de Viana y su sucursal de San Antonio de Padua, el de Nuestra Se- ñora de Gracia, el del Santo Espíritu de Roma después asilo de Minyonas, y el de Órfens en San Magín. No entró en la incorporación, como fundado ya en i 501, el de San Pedro y San Bernardo para clérigos enfermos. (b) Véase la primera parte pág. 318 not. i.® y 339 not. 2.® ISLAS BALEARES 825 la caridad : no diré de cuándo data precisamente el grande y patético crucifijo de este nombre (a)^ cuyas formas desfiguran las importunas galas; pero hará tres siglos por lo menos que á sus plantas acuden, como antes á las de su antecesor, si lo hubo como es probable, no los ciudadanos solos sino muchos isleños, á bus- car salud y consuelo del alma, ó de lejos le invocan en los peligros: todos los días y á todas horas recibe á sanos y enfermos el médi- CO universal. Su capilla, con cúpula barroca y con dimensiones cuasi de iglesia, opaca por los grandes cuadros que la tapizan, es del 1685: al rededor de la sagrada efigie, como á museo insigne de piedad, han traído las borrascas del siglo otros objetos de veneración, del demolido convento del Carmen la marmórea figura de su patrona, del de Jesús fuera de las murallas el tra- dicional Belén y los restos de su común fundador el bienaven- turado Catany; ojalá en los reparos y aumentos, así del santua- rio como del edificio, los tome siempre bajo su dirección el arte! Al abrigo del Hospital general, en el ventilado cerro que ocupa, crecieron posteriormente otros institutos de beneficencia, desprendidos del tronco con el desarrollo de nuevas necesida- des. El grano de mostaza sembrado en 1680 á sus espaldas, el hospicio de la Misericordia, ha acabado casi por envolverle, acu- mulando alas y crujías y pisos, colosal y uniforme como fábrica industrial que asoma á la Rambla por un lado, y por otro á la muralla. La elegante columnata de su capaz oratorio, que cuenta apenas medio siglo, recuerda la que trazó para el del Caballero de Gracia en Madrid el arquitecto Villanueva, tocante á recibir sobre sus capiteles la cornisa que sustenta la bóveda, sustituidos en sus entrepaños á las capillas simples retablos, procedentes de la de los Dolores en la Trinidad. La casa de Locos y otros departamentos quedan absorbidos en el seno del Hospicio; no (a) No lo considero por su tamaño ni por su estilo muy anterior á fines del siglo XVI, ya que el archivo del establecimiento no ha revelado hasta aquí la fecha y el autor de la imagen, menos preciosa para el arte que para la devoción, que suele fijarse con preferencia en lo misterioso é indefinido. 104 826 ISLAS BALEARES lejos la Inclusa al otro lado de la Rambla, y con el cae Hospi- tal casi toca la Piedad ó casa de Arrepentidas, fundada en 1592 por el venerable Rafael Serra franciscano, puesto que acababan de convertirse en monjas las que antes había, previniendo en las constituciones que volviese á suceder lo mismo [a). Su dimi- ñuta y pobre capilla se abre también en las grandes solemni- dades al culto, y con más razón la del asilo de Huérfanas ó Minyonas^ las cuales al establecerse en 1629 donde hoy están, hallaron en su actual estado la limitada nave ojival del Santo Espíritu de Roma^ tal vez agregado en clase de hospital al del mismo título en la ciudad eterna. Y ya que entre los antiguos hospitales van arriba mentados, no son de omitir bajo otro con- cepto los dos San Antonios; el de Viana á cuyos freyles otorgó el local y una alquería en Inca el rey conquistador en 1230 á 13 de Setiembre; el de Padua edificado desde los primeros años de la toma junto á la puerta, que no dejó su nombre arábigo de Balbelet sino para tomar el del santo recién fallecido. No es sin embargo el remoto origen de entrambos lo que les recomienda: nada coetáneo conservan (¿5), sino escasos vestigios el primero en la pared del callejón del Olivar; pero su moderna recons- trucción no les salió del todo desfavorable. La de San Antonio, el de la puerta, data del tiempo en que erigían su iglesia los Agustinos, á la cual se parece en el corte de la bóveda y hasta en la feliz exención de blanqueo; la de San Antonio abad, de mediados de la postrer centuria, cabalmente cuando iba á extin- guirse la orden Antoniana tan reducida siempre en su personal como en sus funciones, levantándose en once años (1757 á 68) (a) No obstante, se ha formado allí, aparte de las recogidas, una comunidad de ermitañas. (b) Al Museo arqueológico Luliano pasaron dos interesantes retablos góticos de Santa Quiteria y San Jorge, existentes el primero en San Antonio Abad antes de su renovación, el segundo en el de Padua. Era este en cierto modo una enco- mienda de freyles Antonianos, á cuyo encargado titula rector cierto notable pri- vilegio real de 1480 que le permite retirar anualmente por semana santa el cadá- ver de uno de los reos colgados en el puente de Inca. ISLAS BALEARES 827 aquella atrevidísima rotonda (a), á cuyo cimborio sobra tal vez elevación para mayor gentileza, y cuya gloria es de todas ma- ñeras deseable poder revindicar para un arquitecto mallorquín, así como la de su elíptico patio de orden dórico, que en el cuerpo bajo y galería cerrada de balaustres realiza el ideal de los artistas clásicos. Basta ya; no sea que sonoros nombres é históricos recuer- dos nos extravíen fuera de los dominios del arte, adonde ni siquiera hay ruinas. Hemos saludado la capilla de nuestros re- yes, y su bruñida portada bizantina no nos ha engañado al introducirnos á una nave gótica del mejor período con escasos pero castizos detalles (â); hemos penetrado en el solitario Tem- ple que guarda impresa todavía alguna huella de sus poderosos moradores (¿:): pero de los San Juanistas sus herederos ¿qué resta sino la cruz de Malta y el inmutable titular de su moderna igle- sia, tan diferente, sin pretender por esto que valga menos, de la que asistía tal vez al primer proyecto de Lonja en 1246? De la mansión de los caballeros del Sepulcro, comprada en 1280 por Jaime II para dársela en seguida á Guillermo Puigdorfila de Colliure su privado, ni siquiera queda el desnudo albergue desde donde pasó en nuestros días á San Jaime el pequeño Cristo de aquel nombre, ni sirve aun, por no distinguirse en nada, de fábrica de aserrar madera. Detalles platerescos ates- tiguan que San Felío fué rehecho á principios del siglo xvi, por más que su fundación derive del reparto que correspondió al (a) No es propiamente circular ni elíptica su planta, sino formada por la inter- sección de dos elipses ; la más estrecha describe la cabecera y los pies del templo, la más ancha los brazos con tres capillas y otras tantas tribunas y más arriba grandes cuadros de la vida del santo anacoreta : la linterna es graciosa por extre- mo. Por autor de la iglesia y del adjunto patio designa una tradición no lejana á Lucas Mesquida natural de Santa María, á quien se atribuye la iglesia de San Ca- yetano y todo lo más importante del postrer siglo, sucediéndole en la reputación su hijo Antonio. Bover asegura haber visto firmada la traza por Jorge Costa cata- lán en 1729, veinte y ocho años antes de empezarse las obras ; también la he visto atribuida á un italiano que deploro no recordar. (b) Véase en la pág. 680 el diseño de dicha portada. (c) Véase sobre el Temple la pág. 656. r 828 ISLAS BALEARES abad de Guíxols en la conquista. Santa Fe, no levantada al grito de los freyles de Calatrava en el glorioso asalto del 1229 como la tradición supone, sino fabricada en 1323 con la multa de los judíos transgresores de las ordenanzas, á fin de redimir la sina- goga de que se les había privado, ha perdido sus rasgos más característicos con el techo de madera tendido en dos vertientes sobre arcos y con el vetusto barniz de su frontis coronado de espadaña. Y puesto que están hartos ya de sensaciones los ojos, désele por descanso al alma completarlas y depurarlas con las visiones de la fantasía. CAPÍTULO V (a) Derribada en 1879 la muralla con el cuartel de Milicias provinciales ado- sado á ella, quedó al descubierto por sus cuatro lados el monumento, más vistoso, pero peor guardado. Lonja: descripción é historia n la parte baja de la ciudad, junto á la playa, el edificio de la Lonja levanta su masa rectangular, y por encima la muralla mírase en las aguas del puerto y registra la bahía (a). De donde quiera que se le contemple saltan á los ojos su ga- llardía y su nobleza; mas cuando al desembocar de la calle de la Botería de repente se aparece al otro extremo de la plaza, aquellas prendas suyas se destacan con fuerza sobre el marco pintoresco desde el cual se le divisa, y su admirable armonía resalta contrastando con las pobres casas, soportales negruzcos y voladizos desiguales y toscos. Erigido sobre una planta cua- drilonga, tiene su fachada á oriente y su espalda á poniente, y 830 ISLAS BALEARES SUS dos lados mayores miran á norte y á mediodía. Cuatro torres octágonas flanquean sus ángulos, coronadas por una be- llísima cornisa resaltada de merloncillos ; un talús regular sirve de base á todo el edificio, y contrafuertes labrados á manera de torrecillas dividen sus caras en comparticiones verticales. Tres son estas en el frontis, y se forman por dos de aquellos contrafuertes. Las dos laterales contienen una ventana suntuosa apoyada en el mismo talús que le sirve de antepecho; un pilar la parte y sostiene el bellísimo calado que lleva el ángulo de la ojiva, y el éstrados de esta va guarnecido de hojas, que suben á formar un penacho y corresponden á las dos agujas en medio de las cuales está la ventana. La portada, que ocupa la compar- tición central, compónese de una arcada bastante profunda en degradación, entre cuyos cordones concéntricos corren excelen- tes follajes, de dos pilares ó agujas muy ligeros que la orlan, y de una faja de hojas, que á manera de cornisa parece desean- sar sobre la cúspide de las agujas y el penacho formado por las ricas hojas del éstrados. Un pilar divide la entrada, pero su nicho carece de estatua; y ocupa el tímpano un grande ángel, que no respira el mejor gusto y tal vez se resiente de la proximi- dad de la decadencia gótica. Igual con corta diferencia á este frontis es la espalda. Los dos costados constan de cuatro com- particiones verticales formadas por tres contrafuertes ó torreci- lias : las dos de los extremos nada contienen ; y en cada una de las restantes ábrese una gran puerta ojival partida por un pilar delgadísimo y desde las impostas al vértice llena de un arabes- CO trepado, bello y pomposo, bien que en el lado de mediodía el talús sigue también en aquellas aberturas y las convierte en ventanas. Aunque toda la fábrica aparentemente no consta más que de un solo cuerpo, una gran moldura en declive corta horizon- talmente sus muros, y muestra que el trozo inferior de ellos tiene notable resalto. Así aquella sencilla faja bastó al artífice gótico para poner cornisa á lo que podríamos denominar primer piiiííiiS» '=y'' -i: ■'■■ /te;^5¿LÍ, „..'.. ' "•- 'X- ■■ -.-/.vi , maâmMm'SÊÊi. -■ v >; % -i·'í.·.'··.··^J ...i ■'■••,'• ISLAS BALEARES cuerpo, marcar su espiración y al mismo tiempo decorar las paredes y disimular su elevación y su desnudez, y corriendo sobre las portadas, menos en la del frontis, armonizarlas y en- lazarlas en un común remate. Este mismo sentimiento de varíe- dad y delicadeza le indujo á romper con numerosas molduras horizontales las torres octágonas de los ángulos, que parecen ceñidas de otros tantos collarines; é interrumpiendo la altura de los contrafuertes también octágonos con otras molduras se- mejantes, marcó los ángulos de ellos con delgadísimas aristas y entre estas esculpió en cada lado una ojiva de relieve. En las cuatro esquinas de la fábrica y por consiguiente arrimado á las torres arranca del talús un trabajado pilar ó más bien conjunto de molduras, que sube á un tercio de la torre á recibir una bella repisa y una estatua cobijada por un buen guardapolvo ó dose- lete truncado; y otra repisa y guardapolvo, sin la imagen, ador- nan la torrecilla ó contrafuerte que en cada uno de los costados divide las dos grandes puertas. Pero el remate de este edificio es lo que más originalidad, elegancia y ligereza le comunica; y pocos monumentos civiles pueden ostentar una coronación semejante. Figura una galería de ventanas cuadradas, que resaltando del muro se apoya en unos modillones entallados en forma de hojas. Las ventanas llevan en su interior dos calados sencillos, y una pequeña clara- boya circular adorna el trozo sólido que media entre ellas. Sobre la galería corre un vistoso almenaje de merloncillos dentella- dos; sobre estos descuellan las torrecillas ó contrafuertes, que sin más adornos que los junquillos de sus ángulos suben á se- parar las ventanas de cuatro en cuatro y rematan con merlones que sobresalen de su cuerpo á manera de gentil, aérea y elegan- tísima corona; y más altas que ellos, las cuatro torres de las esquinas hacen alarde de sus cabezas almenadas, también de resalto y apeadas por excelentes modillones. Es un efecto mági- co el de tantas aberturas inundadas por la luz, que libre y llena las ciñe y dibuja más puras, más aéreas sobre el fondo del cielo; 832 ISLAS BALEARES y la sensación que asalta al que lo contempla, tiene un no sé qué de dulce y sublime, que mejor que todas las des- serena, cripciones dice cuánta sea la magnificencia, la gracia y la armo- nía del edificio. Si hoy en día aún pudiera ventilarse la cuestión de que el arte gótico no sólo en las obras religiosas se empleó con acierto, sino también supo distinguir de aquellas las civiles sin me- que noscabar su alteza y su espiritualidad profundas, la Lonja de Palma sería otro de los ilustres documentos que lo confirmaran. Porque ¿quién no ve estampado su destino mundano en aquella cuadrilonga, desembarazada de estribos y arbotantes, libre masa de los ánditos exteriores y del avance que forman las naves laterales ó las capillas, sin ábside alguna ó asomo de bóveda de ventura esa configuración, suelta, apuesta y gentilísima? ¿Por la suntuosidad noble de sus cuatro fachadas no está publicando la opulencia de la corporación para quien se construyó? ¿Pues qué otra cosa significan aquellos tan trabajados contrafuertes que se lanzan afilados y esbeltos á semejanza de terrezuelas, las macizas y elegantes torres de los ángulos, el lujo de las ventanas, la faja que corre todas las paredes, y los ricos modi- Hones que apean la cornisa? Es verdad que en la portada del frontis un pilar había de contener una estatua, tal vez de la Virgen, que sobre el dintel un ángel extiende sus grandes alas, y que en los ángulos otras imágenes benditas ocupan las repi- sas ; mas esto así concuerda con el espíritu de aquellos buenos tiempos, que no se reputaría como hija legítima suya la fábrica donde ello se echase menos. La religión entonces vivificaba los pueblos, y era el común objeto á que se encaminaban los hechos de los hombres y los esfuerzos del espíritu. Si la caballería calzó sus espuelas invocando á San Jorge, y las artes mecánicas consagraron sus ruedas, sus telares y sus martillos á patronos santificados ; las ciudades hicieron esculpir en sus puertas el Santo Ángel de la Guarda, las corporaciones municipales deli- beraron en presencia de las imágenes de los que eligieran por ISLAS BALEARES hasta en los castillos, no siempre mansiones de abogados, paz y justicia, hubo una pequeña capilla dedicada al príncipe de las y milicias celestiales. Este sentimiento de piedad presidía en la construcción de los monumentos públicos ; y cualquiera que fuese su destino, la mano del artífice lo consignaba con repre- sentaciones materiales de aquellos bienaventurados bajo cuya salvaguardia se ponía la obra.—Cambio y trastorno imperdo- nables á la mal llamada restauración ! hoy nos parece impropia de las fábricas públicas la loable práctica de aquellos siglos de fe y de heroísmo; y mientras afectamos no comprender cuál sea la significación de las santas imágenes en los tímpanos y en las esquinas, ponemos sobre nuestras cabezas la colocación de es- tatúas mitológicas, los grupos inhonestos y fríos y absurdos, las desvergüenzas de la pagana Italia, las apoteosis de los reyes magnates vestidos á la romana, y las adulaciones más viles á y los poderosos de la tierra.—Si el espíritu de los tiempos justi- fica la presencia de aquellas obras religiosas en la Lonja ma- llorquina, todas sus demás partes, al paso que se armonizan ofrecen conjunto noble y propio de los usos y de con ellas, un clase á fué destinada. Las ventanas, que se abren á uno la que otro lado de la portada á manera de cuartos bajos, ya dan y testimonio de aquel su objeto civil; la falta de agujas en el re- mate acaba de alejar toda idea de edificio sagrado; la magnífica su galería que lo corona, aun sin tener en cuenta su pompa, si originalidad y su ligereza, parece un mirador espléndido, ya no revela cierto aire de los desvanes con que solían terminar las casas góticas, y por último el almenaje dentellado, que guar- nece aquella galería, las torrecillas y las torres, tanto se aparta del aspecto de una obra religiosa, que visto de lejos aun comu- nica al todo semejanza de fortaleza. Así en las márgenes del Rhin ó en los antiguos señoríos de la Inglaterra coronan las ó despuntan sobre las de las encinas las lomas verdosas, copas graciosas fachadas de los palacios feudales : el ventanaje, sen- cilio ó pomposo, dice á lo lejos la magnificencia y la alcurnia de ISLAS BALEARES la familia ; las vistosas galerías y las plataformas, dominando llanuras serpenteadas por aguas resplandecientes y cortadas por alturas pintorescas, convidan á la castellana al solaz y al espar- cimiento ; y en lo alto, las torres y los muros ostentan su corona de almenas, que así es hermosura como defensa del edificio. Si el lector recuerda la descripción que hemos bosquejado de la forma general que presentan las casas antiguas de la no- bleza en sus fachadas (i), bien conocerá que sus desvanes no son sino una reproducción de la galería con que remata la Lonja. Esto confirma lo que entonces dijimos: apartada Mallorca del movimiento que en el continente alimentaba las innovaciones y los trabajos del ingenio, sin que continuas fábricas de particu- lares diesen ocupación á muchos artífices notables y engendra- sen variedad en las formas, necesariamente había de conservar el tipo ya adoptado, hasta que otro viniera á prevalecer en el arte. Y pues en el mismo continente los monumentos públicos daban la ley al gusto é influían en la forma de las obras priva- das, bien podemos suponer que en Mallorca las ventanas de la Lonja fueron el modelo de los desvanes con que las familias más ilustres decoraron sus frontispicios, mayormente cuando únicamente en la parte superior de estos se empleó aquella con- figuración cuadrada de las aberturas adornadas, como en la Lonja, con dos sencillos dibujos, ó calados ó en relieve. No desmiente el interior las esperanzas del que admiró sus partes exteriores; antes acrece la impresión deleitosa que estas nos causaron. Ninguna galería corre sus paredes, ni ostenta profusión de esculturas ; mas su belleza reside en su propia forma, y tales son la pureza y la distribución de sus lineamien- tos, que su armonía, apoderándose del alma, la llena de bienes- tar y quietud mansísima. Seis delgadas columnas parten aquella vasta pieza; y como corresponden á los contrafuertes exteriores, que son dos en el frontis y espalda y tres en los costados, vie- (i) Véase la pág. 648. 836 ISLAS BALEARES á formar lo largo tres naves y cuatro por lo nen por ancho, cuantas afuera por los diversos lados las son comparticiones. Ni base ni capitel decoran esos pilares; y bien que el artífice en su parte inferior de ellos marcó con un mayor diámetro el lugar destinado á aquella, las grandes estrías suben en espiral desde el suelo y van á fenecer en los boceles delicados y numerosos de los arcos. Estos se encorvan con gracia y pompa á una y no traen impostas y están lim- otra parte; y pues sus arranques pios y despejados, dijérase que son otras tantas palmas cuyos ramos se entrecruzan con grande amor y armonía. Circuye la sala un asiento corrido. Las claves generalmente son buenas; las dos de las bóvedas, que se forman en los alféizares de las y grandes ventanas de mediodía, llevan esculpido un ángel en ademán de salir de ellas de lanzarse al suelo cerniéndose con y sus alas tendidas. En los cuatro ángulos otras tantas puertas bien trabajadas conducen á las escaleras espirales, que labradas en el interior de las torres van á lo alto de ellas y á la galería, y sobre sus dinteles se ven las imágenes de los santos evange- listas (i). Si la descripción de las formas generales y de los deta- en lies artísticos pudiera tener cabida la parte puramente mecánica, el extraordinario pulimento y tersura de los sillares y su asien- to ajustadísimo no serían las prendas que menos contribuyeran á la hermosura del todo, antes bien ellas favorecerían y man- tendrían la impresión armónica que nos sobrecogió al principio. El tono suavemente dorado que les han dado los siglos corres- ponde á la perfección de la obra; y la finura y pastosidad de la piedra de Santanyí, nada opuestas á la consistencia, parece que sí mismas á los recortes, á los sulcos y á los se prestan por boceles, con lo cual las labores y aun el todo llevan un carácter de firmeza y unidad que las asemeja, si así puede decirse, á las (i) El que está sobre la puertecilla de la izquierda del que entra, á su lado tiene el tintero, cortaplumas y los anteojos. ISLAS BALEARES PALMA. — Interior de la Lonja 838 ISLAS BALEARES obras de molde. Hasta hoy en día, en que más que nunca el arte atiende y se ve reducido al mecanismo, los maestros moder- nos hallarían no poco que admirar y estudiar en las cómodas, magníficas y bien asentadas escaleras espirales de las torres, y en el corte, pulimento y colocación perfectísima de los sillares. Este interior está pavimentado con grandes losas cuadradas de mármol negro, que realzan grandemente su majestad: por fin, él es tal, que si se abrieran de par en par sus puertas y venta- nas, se despejasen sus calados, y la luz penetrase libre y fuerte como lo dispuso el artífice, su elegancia y su magnificencia se revelarían al menos observador, y le traerían á la imaginación aquellas ropas venerables de la antigüedad, las variadas tocas, los jubones airosísimos, y los trajes de los mercaderes levanti- nos que frecuentaban Mallorca, y que eran dignas figuras de aquel cuadro. Es, pues, la Lonja un edificio rico y noble: en su interior resplandecen la majestad, el desembarazo y la elegancia; en su exterior gózase de su originalidad y esbelteza, y de aquella su disposición particular que le constituye altamente poético y pintoresco. Es una idea simple, una y perfecta, pero transpa- rente y á todos inteligible: es, si así puede decirse, una imagen risueña y dorada; y su ejecución limpia lo asemeja á una joya de oro cincelada con primor y redondeada con destreza. Razón tenía el gran Carlos Quinto en romper por en medio de su co- mitiva cuando su entrada pública en Mallorca (i), y bien hizo en espolear su caballo y adelantarse sólo á contemplarla y ala- baria; y si en tanto la tuvo el Emperador, ahora que raras fá* bricas civiles de aquellos tiempos han sido respetadas, ella es un monumento más precioso, digno de una conservación la más esmerada, y tal vez en su género el primero de España. Si alguna duda cupiese sobre la grandeza de la antigua na- vegación y comercio de Mallorca, la presencia de este edificio (i) Véase la página 684. ISLAS BALEARES 839 sería la mejor prueba para disiparla; y pues él es un brillante recuerdo de lo que fueron uno y otra, necesariamente su histo- ría ha de venir mezclada con la de entrambos. El grande estra- go que las islas Baleares habían llevado á las costas ibéricas, provenzales é italianas bajo la dominación arábiga, y la rigurosa piratería con que afligieran el naciente comercio de aquellas repúblicas, patentizaron á estas la importancia de Mallorca y la necesidad de refrenar la osadía de los árabes isleños y de pro- curarse allí una nueva escala y depósito para su contratación con las tierras berberiscas y el sur de España. Así, después de la expedición de los catalanes y písanos, la activa Génova cele- bró la primera tratados mercantiles con aquellos jeques ó walíes; y convertida la isla en estación segura, italianos y provenzales vinieron á establecer en ella sus factorías, y á apoderarse del tráfico entero. Con la asiduidad que les valió la preponderancia marítima, arraigáronse en su nuevo establecimiento á pesar del fanatismo almohade que sucedió á los Beni Ganyas ; y tal vez á sus arterías debió Cataluña ver frecuentemente rotos los pactos y las treguas por los jeques de Mallorca, y menoscabado el comercio por el corso de sus vasallos. Si hemos de creer á la crónica, los consejos de los genoveses, písanos y provenzales decidieron al walí á negar á D. Jaime la satisfacción pedida ; con lo cual, á ser cierto, sus mismas arterías fueron ocasión de abrir á la navegación catalana las puertas de su pujanza y gloria ve- nideras (i). La conquista de Palma (rœdicti Majoricani donee nerunt in fide, dominio et posse dicti domini fratris nostri, utantur et gaudeant li- wbertatibus, immunitatibus et gratiis supradictis. Et si forte pro decursu tempo- ))ris prcedicti Majoricani non essent de dominio et fide dicti domini fratris nostri, ab nec fieo tempore quo non erunt et esse desierint de dominio et fide ipsa non utantur tigaudeant prcedictis libertatibus, immunitatibus et gratiis, vet aliqua parte ipsa- et ex nrum, et ab ipsis libertatibus, immunitatibus et gratiis penitus excludantur, »tunc in antea, quoad prcedictos tamen Majoricanos et non ad alios supradictos. ISLAS BALEARES 845 bandera y participación de franquicias agregóse sin duda la mancomunidad de intereses, que formó del comercio de Barce- lona y Mallorca una vasta compañía: á la verdad, nada más natural en quienes tenían un común origen, al paso que los barceloneses por su posición y anteriores relaciones é industria ya eran el depósito y factoría principal adonde habían de acu- dir los de Mallorca. Así la mayor parte de los cargamentos co- rrieron á cuenta de la capital de Cataluña, que constantemente trajo ocupadas parte de las naves de la isla; y así la reclama- ción por los daños recibidos de corsarios valió sendas ocasiones de mostrar su crédito y su firmeza á los concelleres, que sólo en tiempos posteriores lo hicieron de consuno con los jurados de Palma, El impulso dado por D. Jaime II á la marina y al tráfico fué secundado por las circunstancias y por la aplicación de sus súb- ditos isleños ; y el siglo xiv, en que uno y otra llegaron á su colmo en el Mediterráneo, también allí los vió florecer y acre- centarse. En 1321 el rey D, Sancho ofreció al de Aragón vein- te galeras para la conquista de Cerdeña, á que tan sin provecho propio hubieron de asistir los mallorquines; y cuando parecía que esa corona iba á consagrar sus recursos al aumento de sus fuerzas y á garantizar para lo sucesivo la seguridad de sus vasa- líos, la memoria de D. Jaime III y las desavenencias provocadas por D. Pedro el Ceremonioso detuvieron aquellos progresos de la construcción de guerra. La ambición y la fuerza al fin triun- faron de la justicia, y el reino de Mallorca pasó á formar parte de los títulos de los monarcas aragoneses; y envuelto desde entonces en las continuas y terribles guerras que sostenía el Ceremonioso^ el mismo acrecentamiento de su marina militar fué otra de las causas de su decadencia. D. Pedro de Aragón, como conocía la importancia de la situación de las Baleares, al «praesens privilegium habeatur pro casso et irrito et inani.» Véase Colección Campmany, diplomática al tomo primero de sus Memorias. 846 ISLAS BALEARES punto consideró la mayor de ellas como uno de los tres grandes departamentos navales de su corona; y las tres difíciles empre- sas contra los Genoveses, Cerdeña y Castilla, que le trajeron ocupado largos años, pusieron á prueba su astillero. Fué el primer grande armamento el que en 1351, al mando del vice- almirante Rodrigo Santmartí, se reunió á las dos divisiones de Cataluña y Valencia, y bajo la dirección del general Ponce de Santapau marchó con ellas á juntarse con la escuadra veneciana y á buscar á la enemiga genovesa en las aguas de Negroponto. Esta pasó los Dardanelos y tomó posición delante de su colonia de Pera, desparramada por la costa en una dilatada línea y por flotillas, teniendo en su favor el apoyo de la plaza, el viento y la práctica de aquellos mares. En esa sangrienta batalla el furor de los elementos correspondió al de los hombres; y ciento cua- renta galeras se abordaron entre los bramidos de la tempestad, más atentas al odio y á salvar las vidas á costa del estrago ajeno, que á la ordenación y á la disciplina. Los catorce buques griegos, que habían salido de Constantinopla y agregádose á los aliados, volviéronse al puerto apenas rota la acción por San- tapau y por la división de Cataluña; pero aunque así menosca- badas sus fuerzas, pelearon venecianos y aragoneses con mayor denuedo, bien como ciertos de que sólo una lucha desesperada podía salvarles y de que en la fuga estaba su exterminio. Las tinieblas de la noche pusieron fin al combate y dejaron indecisa la victoria: el vicealmirante de la división valenciana Bernardo Ripoll murió en el calor de la pelea; el general Santapau su- cumbió poco después en Constantinopla al rigor de sus heridas; tres mil cadáveres de los aragoneses y venecianos y un nú- mero casi igual de los genoveses atestiguaban el furor de los encuentros; y al revistar los cabos sus destrozadas flotas, falta- ban en la de Venecia catorce galeras, doce en la de Aragón, y trece en la de Génova. La continuación de esa misma guerra trajo á Mallorca la ocasión del segundo armamento. Sesenta galeras genovesas ISLAS BALEARES conmovían y apoyaban á la Cerdeña contra el dominio ara- gonés; por lo cual, concertándose segunda vez el rey D. Pe- dro con Venecia en el año siguiente, botó al mar más de cin- cuenta embarcaciones de guerra, que se armaron en Catalu- ña. Valencia y Mallorca. Juntas las tres divisiones en Mahón, tomó el mando el general Bernardo de Cabrera, y á i8 de Agosto hizo levantar anclas y dar la vela para Alguer, adonde arribó el 25. Echados en tierra los caballos y las tropas que llevaba para reforzar el sitio de aquella plaza, y ya reunido á la flota veneciana que constaba de veinte galeras al mando de Nicolás Pisani, tuvo aviso de que se acercaban los genoveses, y encomendando el cerco al gobernador de la isla Riambao de Corbera, se puso á punto de batalla, á tiempo que ya las velas enemigas despuntaban en el horizonte. Emparejó con las suyas las galeras de Venecia; dispuso su línea en dos alas, cuyo cen- tro guardó para sí y para el Pisani; y dejó de reserva cinco naves armadas y seis galeras escogidas (i). Rompieron la bata- lia los catalanes á cosa de medio día, sin que les arredrase el viento contrario que casi frustraba el ímpetu de su arremetida. La resistencia igualó por mucho tiempo la furia del ataque; y si los aliados tenían que vengar las pérdidas de la acción pasa- da, los genoveses, no inferiores ni en número ni en valor, pe- leaban por arrancar una conquista á Aragón, por arruinar á sus rivales y por la conservación de sus intereses y renombre. Ya hacía algunas horas que la disciplina de entrambas armadas mantenía suspensa la balanza de la suerte; cuando cambiando algo el viento, las naves aragonesas, que por tenerlo contrario y por no poder valerse de los remos habían estado hasta enton- ees apartadas de la refriega, tomáronlo y á todo trapo embistie- ron á la flota de Gènova. Era irresistible el choque de esas grandes moles encastilladas, de las cuales numerosos combatien- (i) Zurita escribe diez y seis: la crónica impresa del D. Pedro no sino menció- na el rey número indicado en el texto. 848 ISLAS BALEARES tes ballesteros hacían llover la muerte en torno suyo; y tal y fué el ímpetu con que tres de ellas toparon con los buques ene- migos, que en un punto echaron á pique cinco galeras genove- todas sus tripulaciones. Entonces comenzó á decidirse sas con la acción por los aliados, que redoblando sus esfuerzos hicieron sus contrarios un estrago horrible. Sobrevino la en noche; y á favor de ella pudo escapar el almirante genovès con solas diez siete embarcaciones, dejando en el teatro de la batalla ocho y mil hombres entre muertos y heridos, y treinta y tres galeras y tres mil doscientos hombres en poder de los aliados, que sólo tuvieron trescientos cincuenta y cinco muertos y más de dos mil heridos (a). El más cruel sucedió á esta jornada, y tanto se resin- corso tieron de él Cataluña y Mallorca, que sus negociantes hubieron de fiar los transportes sólo á galeras bien pertrechadas y tripu- ladas de guerra, y al fin se vieron privados de salir por gente al mar, hasta que la grande armada que á toda prisa se estaba aprestando lo limpiase de piratas y contuviese á la escuadra que de Tras nuevo había levantado la república de Génova. aquella guerra vino la de Cerdeña, si es que no fué continuación de la anterior, puesto que en su posesión cifraban sus esperan- zas entrambas naciones; y si ya en tiempo del buen D. Sancho Mallorca había cooperado á conquistarla con una crecida ñota y con una fuerte suma sin reportar de ella ninguna compensa- ción de sus auxilios, ahora consumió poco á poco sus fuerzas en los armamentos y sus fondos en los donativos, y ni todos los adelantos de su contratación bastaron á reparar las pérdidas fueron enflaqueciendo su estado. El que rompimiento con Cas- tilla hizo necesarios nuevos sacrificios. En 1359 ella envió cinco galeras á la armada que el rey reunía en Barcelona para con- trarrestar á la de su contrario; al paso que atendía al corso, á (a) Remítome, tocante á algunos detalles que interesan á Mallorca, á la narra- ción bien que rápida que de estas expediciones hago en el cap. IV de la parte histórica pág. 195. ISLAS BALEARES 849 la sazón más que nunca frecuente, en 1364 alistó veinte y tres embarcaciones entre galeras y leños al socorro de Valencia, bloqueada por el castellano; y casi no hubo expedición de las muchas que se emprendieron, ya para Cerdeña ya para Sicilia, de que no participase. En resolución, á fuerza de anticipos y donativos hubo de gravarse con nuevos impuestos y de empe- ñar las rentas públicas; y la enorme deuda que contrajo le im- puso censos onerosos, que en los días de su decadencia no fueron los que menos cooperaron á su ruina (a). Mas entre tanto su comercio había alcanzado el más alto grado de esplendor, y sus buques frecuentaban todos los puer- tos donde entonces se hacía el giro. Mientras mantenían reía- ciones con toda la península española y con las plazas de Pro- venza y de Italia, también á la par de los genoveses y venecià- nos aprovechaban las dos grandes vías de comunicación con el Oriente, esto es, Alejandría y Constantinopla, y sus gentes re- corrían todos los mercados así de la Romanía como de la Siria y del Egipto. Su aceite fué uno de los más estimados en Ale- jandría; Génova dió salida á otros productos suyos agrícolas; sus lanas proporcionaron materia á la industria extranjera, y aprovechándose de ellas la suya propia abasteció de paños á Nápoles y á Sicilia. Así hecha depósito de las estofas, drogas y especerías del Asia, concurrió con Barcelona á proveer los mer- cados del Océano y mayormente los de Flandes, entonces em- porio riquísimo de aquellas partes de Europa. La Inglaterra, que á la sazón más era abrigo de piratas que potencia mercan- til, acarreó á Mallorca y Cataluña repetidas pérdidas, y no pocas de aquellas ricas cargazones, las más costosas de cuantas corrían á cuenta de los aragoneses, sirvieron para enriquecer á sus corsarios; con lo cual las represalias de los ofendidos fre- (a) Sobre la guerra con Castilla véase en el lugar citado la tes, sobre pág. los 196 y y siguien- gravámenes y empeños de la universidad su nota 2.® mallorquina la 199 y 107 850 ISLAS BALEARES trajeron la inquietud al canal de la cuentemente Mancha, hasta se tomaron providencias que hiciesen más difíciles y arries- que gadas las sorpresas, si no podían evitarlas. En aquellos tiempos un testimonio funesto acreditaba la de la historia. Las grandeza del tráfico tanto como los datos mismas relaciones con el África y con el Levante, mansiones ordinarias del contagio, lo introducían en nuestros reinos; y como ningún establecimiento ni precaución constante estaban más co- destinados á evitar ó neutralizar sus efectos, las plazas de su ri- merciantes eran las más estragadas, y los conductos queza y vida de cuando en cuando venían á serlo de paraliza- ción y mortandad. Durante este siglo, pues, fué cuando Mallor- ca comenzó á ver disminuirse su población al rigor de aquel azote, el cual, como sin duda no la hubiera invadido á mante- nerse aislada, entonces era una prueba de la extensión y activi- dad que habían adquirido sus negocios. Quince mil personas fallecieron en poco más de un mes cuando la primera peste acaecida en 1348; la de 1375 arrebató más de treinta mil isle- ños (¿ï), los estragos causados por ésta y por la de 1384 for- y zaron á la corona á conceder privilegios y franquicias á cuantos pasasen á establecerse en la isla. Tanta extensión y aumento de sus relaciones mercantiles naturalmente trajo la institución de un tribunal cierto y estable, que por su propia autoridad y por vía de sumario entendiese y decidiese en las contenciones que casi diariamente debía de ofrecer el comercio. Hasta entonces, bien cual uno de los esta- mentos civiles, en juntas particulares habían los negociantes resuelto las dificultades que del ejercicio de su profesión nacían; y si como Barcelona habían tenido quienes llevasen la voz por toda la clase ni estos y solventasen los litigios, gozaron ningu- na jurisdicción, ni fueron más que una de las comisiones muni- cipales nombradas los Jurados, que eran sus naturales de- por entre naturales forasteros. (a) A más de 3 5,000 hace subir Salzet la pérdida y ISLAS BALEARES fensores y representantes. Á 9 de Octubre de 1343 el creó, pues, rey D. Pedro IV con decreto dado en Valencia el tribunal de comercio ó los Cónsules de la mar, y ordenó se compusiese de dos individuos, ciudadano el uno y mercader el otro, á los cua- les agregó un letrado, que con el título de yuez de conociese apelaciones sumarísimamente de las causas mercantiles en da instancia. según- Nombráronse por elección al mas en lo sucesivo principio, pasó su nombramiento por las modificaciones y cam- bios que sufrió el de todos los cargos concejiles. De esta ma- ñera le cupo á Palma la honra de ser en la corona de la segunda ciudad Aragón y en Europa una de las primeras que tuvie- ron el tribunal del Consulado. Bien había menester de tanta extensión y actividad en el comercio para no resentirse como naturalmente debiera de los enormes empeños á que la obligó aquella serie de donativos, guerras y ó cuando menos para ir cubriendo las pensiones de su deuda: y tales eran esas dos ventajosas circunstancias, que aunque el corso, los combates y los naufragios habían acarreado enormes pérdidas á su marina, aunque el contagio diezmaba su población, y los pechos, aniquilando la agricultura y dando mo- tivo á las revueltas de plebeyos y labradores, ocasionaban aquella fatal venida del rey D. Juan I con su corte y la arbitra- ria multa de ciento y cuatro mil florines de oro todavía bastaban (i); para que se despidiera del siglo xiv con 10 leras poner ga- suyas en la flota que con privilegio de cruzada y el nom- bre de santa partió á castigar en las costas africanas las rías de pirate- sus moradores {a). Esas mismas cualidades valieron (1) Cada florín de oro, moneda mallorquina, valía i ascendió 5 sueldos : la á 1.560,000 sueldos mulla, pues, á que equivalen á 78,000 libras de 1.040,000 reales; Mallorca, ó enorme cantidad se aumentó con hospedaje que los (a). gastos de fiestas y (a) Cinco galeras mallorquínas y nueve á valencianas llevó su de desgraciada Hugo expedición. Parte Anglesola i.®, cap. IV, pág. 235. {a) Sobre estas multas ó composiciones v. pág. 233. 852 ISLAS BALEARES importancia política y honra grande á los que profesaban el comercio: allí como en otras partes la nobleza no desdeñó la solicitud diligencia del tráfico; y armando buques á sus eos- y las casas más ilustres se dieron á la navegación, y en las tas, guerras de Cerdeña y Sicilia hallaron ocasiones de ejercitar su valor con provecho de su renombre, y en las represalias y en el corso riquezas que por adquiridas con riesgo y no siempre sin fatiga eran á los ánimos generosos incentivos para mayores del xv empresas. No es extraño, pues, que á principios siglo pusiesen por obra los mercaderes la organización legal de su estamento, ni que los jurados y el consejo general de la isla reputasen el negocio de tanta monta que lo introdujesen entre las peticiones que su embajador Arnaldo Albertí pasó á presen- tar al rey D. Martín en 1409. Vino el monarca en lo que le pedían, pues aun cuando el bien público no lo aconsejara, hu- hiéraselo exigido la gratitud debida á los muchos servicios de Mallorca; y á 23 de Marzo y en Barcelona otorgóles que pu- diesen constituirse en real colegio, reunirse autorizadamente en número de veinte para dictar sus ordenanzas y arreglar sus ne- gocios, armar naves en defensa de aquellos mares y de sus gé- neros, é imponer el derecho de una malla ó dinero por libra sobre todas las mercancías de salida y de entrada, así para mantener aquellas naves, como para fabricar una Lonja que ennobleciese su profesión y la ciudad^ para lo cual concedíales que tomasen los solares necesarios, previa estimación de ellos é indemnización pagada á sus dueños. Al fin iba á realizarse el proyecto concebido por el rey don Jaime; si en los tiempos pasados nada favoreció la y ejecución de aquella obra, para la cual concedió terreno poco después de la conquista, ahora ya era dable llevarla á cabo con acierto, actividad constancia. Un tribunal permanente juzgaba de los y negocios del comercio; los mercaderes quedaban organizados corporación autorizada y regida por leyes propias; vein- en una te prohombres salidos de su seno habían de discutir sus necesi- ISLAS BALEARES 853 dades y ordenaciones; y dos defensores iban á celar de continuo el bien común de la clase, la administración de sus fondos y ré- ditos, y la edificación y conservación de las obras que iban á emprenderse. No creemos, sin embargo, que al punto se co- menzaran los trabajos; y aunque los hubiera habido, ellos de- bieron de ser tales y de tan poca monta, que cuando se trató de darles cima sin levantar mano de la fábrica, fué necesario un nuevo proyecto. Desde el año 1420 hallábase de maestro mayor de la cate- dral Guillelmo Sabrera, ya famoso entre los arquitectos de aquella edad por haber erigido la iglesia de San Juan de Perpi- ñán, y por el notable dictamen que en 1416 dió en la célebre conferencia de Gerona, y el cual no fué poca parte para que aquella catedral se continuase en el plan con que hoy la ve- mos (i). Era natural y vecino de Mallorca; y si el lector re- cuerda que en 1397 aparecieron labrando sillares en la cantera de Felanig para la Seo Antonio Sagrera^ su hijo Guillelmo y su sobrino Miguel^ bien podrá deducir con nosotros que el picapedrero-escultor fué el padre del artista, y aquél el humilde comienzo de la carrera que había de inmortalizarle (2). Sus via- jes por el continente y los grandes trabajos que allí ejecutó, ya debieron de valerle riqueza y nombradía; cuando la dirección de la catedral de Palma y las muestras que en ella dió de su saber en arquitectura, escultura y estatuaria, acabaron de hacerle es- timado y venerado de sus compatriotas. No desaprovecharon semejante ocasión los Defensores de la Mercadería, antes bien, no desconociendo las cualidades que en él resplandecían, en 1426 le cometieron la construcción de la Lonja. Trazado el proyecto y aprobado por Francisco Anglada y Juan Terriola, defensores de aquel año, y por Antonio de Quint, Nicolás de Pax y Jaime Vinyoles, que formaban la comisión de fábrica, comenzó el ar- (1) Véase la pág. 105 del segundo tomo de Cataluña, edición presente. (2) Véase la pág. 749, y el n.° 2 del Apéndice á la 2." parte. 854 ISLAS BALEARES quitecto los trabajos, y á 11 de Marzo firmaron todos la con- trata. Obligóse con aquellos capítulos á concluir la Lonja en doce años hasta cubrir las bóvedas, que habían de elevarse ocho canas de Mompeller desde el pavimento á la clave (i), y á labrar en los tres años siguientes las torres, almenas y demás perfeccionamiento del edificio, todo igual á la traza presentada. Esa contrata, que desenterró la diligencia de Jovellanos, clara- mente revela el espíritu de la corporación que la imponía, y la pérdida de la sencillez y buena fe que en los principios del arte gótico dictaron los convenios de artífices y cabildos. Había de correr toda la fabricación á cuenta de Sagrera, así tocante á los gastos de andamies y cimbria y salarios de trabajadores, como á los de materiales, exceptuando puertas y rejas: pactá- base que los pilares, claves y pavimento serían de piedra de Santanyí, y los pendientes ó enjutas de las bóvedas de la de Sollerich; que Sagrera esculpiría un tabernáculo y una imagen de la Virgen para la portada del frontis, otro tabernáculo y una figura de ángel para cada una de las tres caras restantes, y á uno y otro lado del ángel el escudo real y el de Mallorca; cua- tro estatuas con doseletes ó tabernáculos para las cuatro es- quinas, estipulando que en la que mira á Portopí se pusiese la de San Nicolás, en la que al templo de San Juan la del mismo Bautista, en la de enfrente á la atarazana la de Santa Catalina, y en la otra la de Santa Clara; que en una de las cuatro torres construiría una estancia para colocar un reloj, y haría agudos los remates de los estribos, y calado con ventanas el antepecho que rodearía la parte superior del monumento. Obligáronse los obreros á pagarle veinte y dos mil libras, moneda mallorquina, de esta manera: consignáronle el producto anual de la venta ó arrendamiento del derecho concedido por el rey D. Martín, re- servándose de él cada año los defensores ciento cincuenta libras para urgencias del colegio; Sagrera, sin contar con aquel pro- (i) Cada cana consta de 2 varas y 3 pulgadas. ISLAS BALEARES 855 ducto que no debía de ser bastante á cubrir los había de invertir gastos, en la obra quinientas libras anuales de su caudal propio; y los asentistas de aquella contribución darían cada año fianza de pagarle el precio de arrendamiento, descontado lo que se reservaban los defensores, con lo cual la cobranza á riesgo del quedaría solo artífice, que también había de rendir cuentas semanales y mensuales. Comprometiéronse ambas partes á no romper los capítulos, so pena de mil libras pagaderas mitad al tribunal y mitad á la parte leal, y para su cumplimiento el empe- ñaron arquitecto todos sus bienes, y los comisionados el de- recho del dinero por libra. Fuerte era la cantidad ofrecida al artífice, si se tiene en cuenta el valor antiguo de la moneda; mas quien con deteni- miento examine el edificio que levantó tanto en la materia como en la forma, no sin razón extrañará que firmase tan desventajosa contrata. Además, el cobro había de ser necesariamente largo, pues se fundaba en un derecho, y bien pudiera acontecer que menguando las entradas y salidas con las vicisitudes del tráfico y con su gradual decadencia, menguase también el producto del arriendo, y se fuese prolongando más y más su total reembolso. Así el artífice veíase forzado á un anticipo, que ya por contrata se le fijaba al menos en quinientas libras anuales; si damente y los desgracia- apuros del comercio y la falta de fondos la satisfacción suspendían de los plazos de aquel derecho, como la aseguran que suspendieron, tenía que arriesgar su capital tomaba propio, ó si prestado se privaba de gran parte de la las ganancia con pensiones del interés, en aquella época muy crecido. Veinte años estuvo trabajando con tales condiciones; y como en tan largo espacio de tiempo pudo sentir los efectos de su error sado pa- y ver cierta su ruina, al fin hubo de romper con el de mercaderes, colegio y entablar pleito por lesión en más de mitad contra los defensores. Pero ese litigio tal vez fué la causa de principal de su partida y nuevas ocasiones en que hacer muestra de su grande inge- ISLAS BALEARES 856 nio. Si el rey D. Alfonso V de Aragón, que acababa de asegu- de Nápoles conquistada á fuerza de la corona perseveran- rarse cia, de sagacidad y de largos años de guerra, no le llamó de en su propósito á la capital de su nuevo reino, gran confianza del sobe- propia fama, si no valimiento, supone irse en demanda rano á exponerle el estado de sus cosas y á obtener justicia; en uno y otro caso Mallorca ha de tener á honra muy seña- y viese la luz primera y se educase lada aquel que en su seno artífice, que se llevaba ó la preferencia ó la atención del príncipe más ilustrado de aquellos tiempos. Mientras empero no conste la real orden que le condujo á Nápoles, lícito es creer lo según- do, cuanto más que los libros de la catedral de Palma conservan en de ello un buen testimonio, diciendo que contaba permanecer el Nápoles tan sólo medio año (i). Por esto en 1447, que fué de su partida, dejó encomendada la dirección de la iglesia al substituto Arnaldo Piris ó Pérez, que hasta 1449, que es decir cuando Sagrera ya desempeñaba en Italia su nuevo encargo, no comenzó á cobrar las pensiones regalos anuales del cabildo y en su propio nombre, ni á trocar el título de lugarteniente por el de maestro. torres El edificio de la Lonja empero ya levantaba sus y ne- sus torreados estribos, en sus elegantes naves reuníanse y para gociantes y marinos. Faltábanle algunos accesorios, pocos menoscabar en lo más mínimo la gloria de Sagrera; y aunque fué la suya la mano que los ejecutó, la posteridad sólo su no inmortalizado, bien como el del único autor de nombre ha aquel monumento civil, modelo de nobleza, gracia, elegancia y ár- monía. edificio no menos famoso le retenía en Entre tanto otro Nápoles, el título de Proto maestro de Castelnovo y la protec- y real le compensaban consolaban de sus ción y pérdidas anterio- res. Atrájose la estimación de D. Alfonso, y ella fué tal, que (1) Véase el n.° 2 del Apéndice á la 2.° Parte. ISLAS BALEARES para favorecerle en su pleito á 20 de Enero de 1449 dió el á Juan Serrai ta rey y Juan Terriola, mercaderes mallorquines tal vez residentes en su nueva corte, la comisión de conocer de él y fallarlo. La excepción de franquicia que la cual opuso el todas las colegio, y por causas de los larse la mallorquines debían venti- en isla, frustró por entonces la buena voluntad del mo- narca: pero al mismo tiempo motivó que diese de ella otro tes- timonio con transferir á 21 de Octubre de sión 1450 aquella comi- á D. Berenguer de Oms, gobernador de Mallorca. Seis años transcurrieron todavía antes que se zanjase el al fin en 1456 la intervención negocio; y de los peritos púsole un término rabie favo- al arquitecto, pues declararon que debían mil abonársele dos doscientas cincuenta libras de daño (i). Mas esta sentencia no llegó á tiempo para consolar á Sagrera de tantos ni pudo él sinsabores, gozar de sus efectos: aquel mismo año, á de Agosto, la 19 muerte puso fin á su carrera gloriosa, cuando un monarca, á quien la historia llama de las daba protector letras, le cargo de su arquitecto mayor en la misma fecunda madre de Italia, las artes, rica en artífices, donde brillaban los res ingenios mayo- que imponían la ley al gusto de las naciones. conocido un hijo, Dejó que como su abuelo el llamaba picapedrero de se Antonio Felanig ; hay quien asegura fué padre del Francisco de Asis presbítero Sagrera^ autor del lateral proyecto de una en la catedral puerta de Palma y del Lulio; sepulcro de Raimundo y ya que no fuesen también hijos suyos los hermanos Guillelmo^ Gabriel y yuan Sagrera^ que sucedió á Piris Arnaldo en la dirección de los trabajos de bien tenecían aquella á iglesia, su familia per- y tal vez traían su brino origen de Miguel aquel su so- Sagrera^ que en 1441 era otro de los oficiales que (i) El señor Furio dice que, contando las que Sagrera había tomado pensiones del interés de la moneda 3 348 prestada, alcanzó contra i libras; el y que su hijo el colegio la cantidad de de los presbítero en i 'pro/esores, 504 repitió la demanda. etc. Diccionario J08 858 ISLAS BALEARES obedecían sus órdenes (a). Sea como fuere, su apellido no des- sino dejó tras sí cual rastro de luz apareció con su muerte, que aquellos buenos nombres, que en la continuación de sus obras conservaron hasta 1573 el reflejo del astro ardiente que ya se de había hundido en el horizonte: gloria grandísima y pocos formar alcanzada la de vincular una época en un apellido, y de en cierto modo escuela con la sucesión de toda una familia. Ya establecido Sagrera en Nápoles, el colegio de mercade- res hubo de mirar por el perfeccionamiento de la gran fábrica él había levantado; y á 19 de Marzo de 1451 sus defenso- que Ramón Zaforteza y Bernardo Cotoner firmaron la contrata res la cual Guillelmo Vilasolar^ escultor y vecino de Mallorca, por de ello, demuestra cuán pocos fueron se encargaba y que pues los accesorios faltaban, es el testimonio más claro de que que sólo un hombre ha de venir simbolizado en el edificio. Obligóse Vilasolar á labrar dentro del año siguiente los calados y rema- de tes de las seis ventanas que dan luz al interior en piedra Felanig: los de cuatro de ellas según ya estaban comenzados el maestro Sagrera^ y los de las dos restantes, que tal por vez sean las que caen á mediodía, iguales al dibujo que presen- tó á los defensores. También él como Sagrera tomó esta obra ajuste alzado, fijóse el precio en doscientas ochenta libras por y moneda mallorquina, pagaderas cincuenta de contado y el resto fuese ejecutando sus trabajos. Ayudóle en ellos á medida que sin duda el uno de los hermanos que sucedie- Miguel Sagrera^ ron á Guillelmo en las obras de la iglesia. También, aunque de distinta familia, el nombre de Vilasolar forma parte de aquella corona de artífices escuela mallorquina, pues en ella y apareció de trabajando, y á la sombra de su jefe-y en la continuación sus obras halló los adelantos la gloria. Los libros de fábrica y (a) En las informaciones tomadas en 1523 contra los agermanados veo figu- entre los más ardientes al maestro Miguel Sagrera el joven y á Gabriel Sagre- rar de no diré otro tanto ra, ambos probablemente de la familia como albañiles oficio; de Bernardo Sagrera pelaire, descuartizado por asesino. ISLAS BALEARES 859 de la catedral le mencionan por primera vez cuando en 1441 el talento de Sagrera presidía á aquella construcción grandiosa, y así era ejemplo á los arquitectos como ofrecía modelos á la es- cultura: á poco en 1447 ya suena su apellido en uno llamado Bartolomé; en 1453 en otro con el nombre de Juan; en 1459 en Marcos y Antonio; y los Vilasolares no desaparecen de aquellos registros sino para ser reemplazados en 1484 por los Sagreras (i). Entre tanto los servicios y armamentos habían aumentado los apuros de Mallorca, y la deuda que sobre su universidad pesaba desde el siglo anterior iba creciendo de cada día, al paso que menguaban los recursos con que la actividad de la contratación en otro tiempo podía atenderla, ya que no cubrir- la. Así los empeños de todas sus rentas la ponían en estado de no resistir al primer golpe, que hiriese la navegación y el trá- fico; y desgraciadamente los dos últimos tercios del siglo xv sólo vinieron á serle una serie de pérdidas apenas interrumpida. Los continuos y progresivos vejámenes é impuestos hicieron odiosa la administración á los míseros labradores y plebeyos, que veían arrebatado por los exactores el fruto de su trabajo y de sus tierras: la pobreza trajo la paralización, ésta la carestía; y entonces fué cuando azotaron á la isla aquellas hambres que la llenaron de turbación y la hicieron esperar con plegarias los víveres extranjeros. El brazo popular, tal vez no enteramente sin razón, atribuyó semejante estado al gobierno de los nobles y de los ciudadanos, y cobrando fuerzas de su mismo abati- miento tomó las armas, y apellidando libertad y franquicia in- tentó conquistar con ellas el régimen de su patria. Mas aquellas feroces revueltas sólo sirvieron de agravar la pésima situación de Mallorca, y bien se entenderá cuanto fuese su ímpetu con decir que los campesinos y los artesanos tuvieron por mucho (i) Los libros de fábrica de la catedral á veces escriben Vilasclar por Vilaso- lar, si ya lo que en aquellos casos parece C no es la misma O desfigurada. 86o ISLAS BALEARES tiempo arredrada si no sujeta la autoridad que representaba la del sitiada la ciudad, y ocupadas ó taladas las ha- persona rey, ciendas de nobles y burgueses, á quienes redujeron á la deses- perada resolución, bien que no puesta por obra, de abandonar la isla. Los pleitos y las conspiraciones sucedieron al estruendo y ruido de las armas; y como suele acontecer en los estados que por varias causas caminan á su decadencia, echándose mu- tuamente los habitantes la culpa del apuro de las cosas públi- cas, abrieron la puerta á las ambiciones particulares, y encen- dióse el furor de las banderías de que vino á ser parte principal la misma nobleza. En suma, la multiplicidad de los nuevos de- rechos é imposiciones, la complicación y carga de las pensiones pagaderas á los acreedores del común, las guerras civiles que á poco estallaron en casi toda la corona aragonesa, los gastos y armadas con que se había de atender á las necesidades del so- berano, la estrechez grande de los particulares, los menoscabos de la agricultura, las intrigas para obtener los oficios munici- y pales, introdujeron nuevo desorden en la administración, y de todo punto la corrompieron y malearon (a). La decadencia del de la comercio, pues, encontró conmovido y falseado el edificio prosperidad mallorquina, y á la verdad bastaba un conjunto menor de tan funestas circunstancias para que la paralización de los negocios con tanta rapidez la postrase: así la salud hu- mana, minada por los dolores privaciones del infortunio, cede y y sucumbe más prontamente al rigor de una mortal dolencia. En los días de la mayor pujanza de Mallorca, el corso, que era un medio de guerra entre dos naciones que aprestaban sus fuerzas para empresas más decisivas, ya casi podía prevenirse, porque hacíase de antemano pública la intención y la gente que iba á ejercerlo; y cuando ni los preparativos ni las enérgicas reclamaciones de los príncipes, cónsules y jurados bastaban á causas efec- (a) Con rasgos generales describe magistralmente Piferrer las y historia pocos años des- tos de las disensiones civiles, cuya particular publiqué pues en 1847 con el título de Forenses y Ciudadanos. ISLAS BALEARES rebajar sus estragos, el mismo estado floreciente y próspero de cada república dábales fuerzas para lanzar al mar sus armado- res y vengar á mano armada los robos y los ultrajes. Ahora, casi aniquilada su marina ó mantenidos algunos de sus restos á costa de grandes sacrificios, cada día le era menos dable á Ma- Horca guardar los mares con flotillas propias; y desgraciada- mente el corso se generalizó tanto, que viniendo á trocarse en estado permanente cuyos estragos crecían sin cesar, no podía ella prevenirse en ciertas épocas y contra una nación determi- nada. Hasta los naturales de otras provincias españolas le hicie- ron experimentar el rigor de sus piraterías, y con vergüenza hemos de decirlo, acrecentábanse estas á medida que sus pro- gresos en la navegación se dilataban : baldón grande que por el número de sus fraudes y violencias hayan de contarse sus ade- lantos. Súbditos de la corona de Castilla llevaban á Mallorca salazón ú otros comestibles ; so color de granjeria espiaban qué navios arribasen ó diesen la vela, y ocultándose por las calas y ensenadas acometíanlos al entrar ó salir del puerto que les hos- pedó amigo y seguro. Tan perjudicial fué esta piratería á los isleños, que el reino por medio de sus diputados y el colegio de mercaderes hubieron de acudir á D. Alfonso V, quien en 1443 mandó al gobernador y demás oficiales déla corona que no diesen entrada á vizcaínos ni castellanos sin que antes prestaran cau- ción de abstenerse de toda violencia, ni sin consentimiento de los jurados y defensores les concediesen pasaporte ni salvocon- ducto, sino que del contrario los prendiesen y embargasen sus embarcaciones. También en aquel siglo las galeras berberiscas comenzaron á difundir el terror y el estrago por el Mediterrá- neo, y Mallorca fué la primera en sentir y llorar los efectos de su corso; y como en el siguiente se formasen las regencias de Argel, Trípoli y Túnez que alentaron y guarecieron á la pira- tería y con ésta abrieron para los más bárbaros y audaces la carrera de los honores y de las riquezas, contra ella se dirigie- ron aquellas armadas de corsarios bastantes á hostilizar á una 802 ISLAS BALEARES nación pujante en la marina, y la inseguridad y el cautiverio más horrible reinaron en sus aguas y en sus costas casi de con- tinuo pobladas de naves sarracenas. La nobleza, única clase del estado que allí podía mantener embarcaciones de guerra pro- pias, perdida la sencillez primitiva y el espíritu de independencia, cobró afición á la corte de los reyes, en cuyo seguimiento disipó fuertes sumas; y lejos de emplear sus galeras en defensa de sus conciudadanos, armábalas para acompañar á D. Juan II y á don Fernando á las costosas guerras de España é Italia, con escán- dalo y murmuración de sus compatriotas, quizá dando un nuevo pretexto á las futuras sublevaciones populares. Las armas de los turcos, que crearon aquellas regencias, ya muy antes habían dado al comercio levantino y por consiguiente al mallorquín el primero de los golpes que precipitaron su deca- dencia: la toma de Constantinopla y la ruina del Imperio Griego ejecutadas en 1453 por Mahometo cerráronle aquellos ricos mercados y depósitos de los géneros venidos del Oriente; y si bien con el tiempo la dominación otomana cedió un tanto de su rigor, un pueblo solo á fuerza de adulación y bajeza gozó de su protección y preferencia, y los demás hubieron de comprar con nuevos derechos y humillaciones un tráfico escaso y no siempre seguro, mientras caían los principados de la Morea, y la rica Venecia perdía una tras otra sus colonias. Desde enton- ees las flotas turcas ocuparon los mares de la Grecia, y después de aterrarlos con sus victorias engendraron el corso á que se dieron vencedores y vencidos, aquéllos por tiranizar, éstos al principio por espíritu de resistencia, después por los hábitos contraídos con la práctica. El comercio abandonó el Mar Negro, Archipiélago y Asia Menor, y se redujo á las plazas de la Siria y Egipto, principalmente á la de Alejandría. Era empero llegada la hora en que los grandes descubrí- mientos en el Océano debían cambiar la faz de la tierra, y dar origen á otra edad entre las que componen la marcha de la hu- manidad entera: un mundo antiguo se asomó al doblar los eu- ISLAS BALEARES 863 ropeos el cabo de Buena Esperanza, y los depósitos que con tanto afán y durante tantos siglos se establecieran en las nació- nes de Levante, poco á poco perdieron su valor hasta desapa- recer cuando la navegación mudó de teatro. Sin embargo duró para Mallorca una sombra de su pasada contratación con Ale- jandría, suficiente para alargar el plazo de su ruina; cuando las conquistas de Siria y Egipto y destrucción de los. Mamelucos por Selim I se la desvanecieron de todo punto y cerraron aque- lia comunicación con el Oriente, la cual, pues la había más di- recta, fácil y gananciosa, ya no volvió á abrirse. Cortés y Piza- rro trajeron nuevas coronas á la española: el nuevo mundo iba saliendo, si así puede decirse, del seno de las aguas, y aventu- reros intrépidos de todas naciones elevaban en las costas salva- jes por ellos descubiertas las banderas de sus amos. El centro de la contratación pasó á las plazas del Océano; y como Fer- nando el Católico no había utilizado para aquellos grandes des- cubrimientos la larga experiencia y el valor que en las cosas de la mar adquirieran los vasallos de su corona, la preponderancia que luego se dió á la de Castilla y la traslación y asiento de la corte en esta atajáronles la entrada en las vías que engrande- cieron á las ciudades de állende el estrecho. Mallorca, como de menores fuerzas y de muy antes trabajada en sus propios re- cursos, vino á tierra la primera; y ni cuando consolidada la di- nastía borbónica su administración reanimó en todas partes el comercio y dió lugar á que resplandeciesen y fructificasen los elementos de actividad y vida, que á través de tantos años y vicisitudes no se habían extinguido en Barcelona, no tornó la isla á su esplendor antiguo, ni resucitaron en ella el tráfico y el movimiento que en los tiempos pasados le valieron buen lugar entre los estados mercantiles. Ya no resuena en su Lonja el murmullo de marineros y tra- tantes: ya á nadie estorba en su elegante interior el ruido de los oficios que antiguamente forzó al colegio á acudir al rey don Alfonso para tomarles las casas y alquilarlas á otros, y hoy sin 864 ISLAS baleares temor ni cuidado toneleros y carpinteros junto á ella se dan á sus tareas; el birrete griego, el capotillo y capucho genoveses y provenzales, la gorra catalana, que vistosamente resaltaban en el concurso que la llenó, desaparecieron con las pintadas ga- leras, fíesadas cocas y buscios, ligeras fustas, saetías, panfiles, rampines y tafureyas que delante de ella echaban el ancla ; y hoy abandonada á la soledad y al silencio, sólo es motivo de dolor al que recuerda la grandeza pasada, y subsiste como para decir á los venideros cuál fué aquella, ya que necesitó y pudo levantar tal monumento (a). (a) Más plenamente y más sin reserva que respecto de la catedral, pudiera congratularme aquí con mi insigne amigo por la situación presente de nuestra Lonja. Objeto de admiración unánime y entusiasta para naturales y forasteros, para artistas y profanos, á la vez que de eficaz solicitud por parte de la Diputación que para restaurarla tiene consignada en el presupuesto anual de la provincia una partida importante, de cada día hace conocer y estimar más alto sus bellezas. Su destino de museo de pinturas y arqueología, en que ha substituido de cuatro años acá al amenazado salón de la biblioteca de San Francisco, como para impedir que se le confiera otro menos artístico, le ha dado ocasión de recibir más frecuentes visitas y de acreditar, cualquiera sea el valor de los objetos recogidos, que la concha es todavía más preciosa que la perla que contiene. Hállase su conserva- ción asegurada como nunca, mediante la esmerada y asidua reparación del tejado con fué cubierta á fines del siglo xvii su dilatada azotea, pero se les ha que qui- tado á las torres angulares que diseñan en el azul del cielo su almenaje. Lares- tauración, ensayada con acierto en los calados de las ventanas laterales de la fa- chada, hará tal vez cuarenta años, por un modesto escultor Jacinto Mateu, la ha extendido á las dos del costado sur que miran al mar el diestro cincel de D. An- tonio Vaquer, al cual se debe también la primera gárgola del costado opuesto; y no consiste en la junta especial nombrada para la dirección de estas obras, si ca- recen aún dichas ventanas de sus condignos é indispensables vidrios y maderas. En el jardín que trata de arreglar también el director del Museo, se ha montado enfrente de la fachada de salida, á costa de la comisión provincial de Monumen- tos, la gran puerta del Muelle de 1620, primera que tuvo en aquel punto la ciu- dad, salvada de la ruina de la muralla. Nada por fin dejará que desear dentro de pocos años el incomparable monumento, si no desmaya el celo de la junta y la protección de los diputados. CAPITULO VI Gasas consistoriales. — Noticia del antiguo gobierno de la isla Descripción de la fábrica.—Aniversario de la conquista f Tavqrables tiempos fueron aquellos en que se acometió la conquista de Mallorca: el feudalismo en todas partes comen- zaba á ser contrarrestado por la fuerza benéfica del trono ; el trá- fico y las grandes guerras de Oriente habían poblado y aun enri- quecían á las ciudades, que se erigieron en estados ; y á la som- bra de aquella institución suprema las comunidades adquirían preciosos privilegios, eran admitidas en los parlamentos como uno de los brazos de la república, tal vez el más numeroso y de más recursos, y fijaban con reglas ciertas y perpetuas la for- ma de su interior gobierno. El monarca que capitaneaba la ex- pedición había entrado á regir las riendas del estado niño é inexperto, por voluntad de los pueblos congregados en cortes: 109 866 ISLAS BALEARES si de tan tierna edad aprendió á ver en el brazo y popular el de corona la más copiosa y segura fuente más firme apoyo su y necesidades, las revueltas con que la nobleza le sus trajo para largo tiempo ocupado ahondaron más y más en su corazón funesta le aquella enseñanza, al paso que le mostraron cuán sería la prepotencia de los ricos hombres, y cuán preciso opo- nerles el contrapeso de las poblaciones libres, reanimadas por la in- las franquicias, engrandecidas por la contratación y por dustria. Ganadas las dos acciones en que quedó destrozado el ejér- cito del walí almohade, apenas sentado el sitio, fué nombrada y autoridad en la isla representó la persona del la primera que rey: el rico moro Ben-Abet trajo á la devoción de D. Jaime su familia y algunos pueblos, y á instancias suyas dió el príncipe Durfort ciudadano cargo de bailes para regirlos á Berenguer barcelonés, y á Jacques ó Jaime Sans de Mompeller, ambos familiares de al suyos; bien que uno y otro hubieron regresar campo, cuando los progresos del cerco y la miseria de los sitia- dos movieron la compasión de los demás isleños y les llevaron á quebrantar la fe que habían dado. Tomada la ciudad, tuvo el rey otra ocasión de ver cuánto á la seguridad de la conquista importaba establecer al punto una autoridad, que así amparase á la baja nobleza y al pueblo, como ventilase y conociese de las diferencias que de la nueva posesión y de tan diversos señoríos debían de engendrarse; pues realizada la venta de lo aprehen- dido en el saco, principalmente de la ropa, y hecho público el fraude de los barones, caballeros y plebeyos corrieron en tu- multo á las casas de algunos, y por dos veces, sin respeto ni á la dignidad eclesiástica, las invadieron y saquearon. Las fran- quicias, que á i.° de Marzo de 1230 otorgó á los pobladores {a)^ nombran la curia real, el baile y el veguer ; y pues les asignan (a) Considerando estas franquicias como fuero especial ó carta-puebla de Ma- breves ob- Horca, las publiqué en el apéndice IV á mi Conquista de Mallorca con ISLAS BALEARES 867 ciertos casos y previenen cuándo hayan de cobrar y cuándo no de las partes, claro es que esos dos magistrados ya en aque- lia fecha ejercían sus funciones. Eran entrambos cabeza del ré- gimen civil y municipal: el baile general, mantenedor de la poli- cía, y ejecutor de los estatutos y decretos municipales y reales, era juez ordinario en las causas de censos que se suscitaban en la ciudad, tribunal de segunda instancia en todas las civiles de la isla ; la jurisdicción del veguer en la ciudad abrazaba las civi- les, y las criminales en toda Mallorca; y de las decisiones de entrambos había apelación á la curia (i). En las mismas franquicias resplandece el espíritu de liber- tad, que muy pronto había de presidir en el régimen del nuevo establecimiento; y merced á algunos de sus artículos, el rey D. Jaime y los que tales inmunidades le aconsejaron, para siem- pre serán con alabanza contados entre los que en aquellos si- glos trabajaron, no sólo á favor de la emancipación, sino aun para la independencia y seguridad más completas y el bienestar de sus vasallos. Dando el rey á los pobladores la ciudad é isla con sus praderíos, aguas, playas, mares, caza, pesca, y rete- niéndose únicamente los estanques, declaró que tuviesen todas sus posesiones francas y libres, como habidas por donación suya, y que con hijos ó no, pudiesen disponer de ellas como quisiesen. La propiedad alodial había casi perecido donde el feudalismo forzó á los dueños á someterse á la dura ley de las armas, ó á buscar en el vasallaje una seguridad y una protec- ción compradas con la pérdida de la propia dignidad é inde- servaciones y comentarios á cada uno de sus 36 artículos, en que andan nadas sin mucho consig- orden, pero clara y concisamente, las mezcladas leyes y las y magistraturas, disposiciones civiles y criminales, halla judiciales y políticas. El texto se en este mismo tomo, apéndice 30 de la i.® parte, pág. 600. (i) Dameto dice que el veguer fué instituido por decreto dado en Barcelona en 12 3 I : Terrasa lo confirma y señala la fecha, que fué el 2 3 de Julio {a), añade que y ya de antes se había establecido el baile general. (a) Dicho decreto, continuado en varios libros de privilegios, no instituye el oficio de supone creado. veguer, antes lo ya 868 ISLAS BALEARES pendencia; ni los mismos feudos subalternos pudieron en los más de los países resistir al espíritu de usurpación de los baro- nes, si ya no traían consigo honor ó servicio militar; y pues tanto escaseaban los alodios y tan injustamente la mayor parte de los señores pretendían serlo de las haciendas, véase cuánta afianzaba la sea la gloria del rey que así libertaba y propiedad de en aquel su nuevo reino. En aquellos siglos un sinnúmero derechos y servidumbres oprimían en las tierras feudales la in- dustria y el comercio, y robaban á los subditos el fruto de sus afanes; mas D. Jaime otorgó á los pobladores que tanto allí como en todos sus demás dominios, por mar y por tierra, goza- sen ellos y sus cosas y mercancías exención de toda lezda, peaje, portazgo, medida, peso, ribera, hueste, cabalgada y de- más bárbaras imposiciones del sistema feudal y por consiguien- te de redención. Los juicios llamados de Dios hacían enton- su ees y en los más de los casos veces de pruebas legales; y los que veían en las leyes y en la administración de justicia imper- fecciones en cuyo remedio no atinaban, confiaban el descubrí- miento de la verdad y de la razón al acaso, á la destreza y á la á las del fuerza, que tal era fiarlo á prácticas dadas, pruebas hierro ardiente, del agua y del desafío. El espíritu y las tradi- clones de ó siste- raza, la desconfianza de los bárbaros injustos mas entonces en uso, la superstición, las ideas de guerra harto generales máximas y comunes, las reglas del pundonor y las como vinculadas á la clase favorecían aquellas apelaciones á la justicia de Dios, que bien calificaríamos de locas é impías, si no hubiese de tenerse en cuenta cuán poco á poco y por cuántos grados la razón humana fué en aquella edad ahondando el co- nocimiento y la práctica de las verdades, y la sociedad elabo- rando la civilización y formas de que ha salido el mundo moder- Pero el superior en esto al espíritu de la no. rey, época, consignó que «por ningún crimen ni demanda hiciesen los pobladores él ni el baile, ni con la curia, ni entre sí mismos batalla con con per hominem^ por arma blanca, ó prueba por agua.» También ISLAS BALEARES 869 estrechó los límites de la confiscación, harto general entonces, con declarar que si por sentencia alguno hubiese de sufrir pena corporal no perdiese sus bienes ni aun en parte, sino que pu- diese testar de ellos y traspasarlos á sus herederos ó á quien desease. Asimismo envuelve aquel precioso instrumento el germen del gobierno municipal, que á poco había de ser para la isla guarda constante de sus libertades y conservador de sus intere- ses; y los más notables de sus artículos establecen en la admi- nistración de justicia y decisión sumaria de cuestiones la inter- vención de hombres buenos ó prohombres (probi homines), prin- cipio cierto de los consejos y de los ayuntamientos autorizados. Quiso que los hombres buenos pacificasen y definiesen todos los delitos y diferencias acaecidos entre los habitantes de la ciudad, antes de presentar querella ó demanda á la curia; que ni ésta, ni el baile ni el sayón (ejecutor ó más bien alguacil) ó sus subs- titutos entrasen solos en las casas, ni en las naves, ni en los molinos por algún crimen ó por sospecha, sino acompañados de dos ó cuatro prohombres ; que ni el veguer, ni el baile, ni el sayón pudiesen conocer de falsedad de peso ó medida sino en lugar público y en presencia de hombres buenos; que todas las disputas que sobreviniesen entre los vecinos fuesen ventiladas en público por el veguer y hombres buenos, sin que para ello hubiesen de acudir á la curia ni á la casa del baile; que la curia juzgase todas las causas civiles y criminales junto con hombres de probidad; que á cualquiera, menos á los que hubiesen recibido sagradas órdenes, fuese lícito ejercer oficio de escri- baño público, después de prestar en poder de la curia y hombres buenos juramento de ser igualmente leal á entrambas partes. Si tanta intervención en el poder judicial concedió al brazo popular, con un acto más solemne confirmó sus deseos de favo- recer el común y cimentar en la libertad el gobierno de aquel naciente estado. Iba á regresar al continente, y había nombra- Syo ISLAS BALEARES do lugarteniente suyo á Berenguer (a) de Santa Eugenia, señor de Torruella de Montgrí; y no tanto para despedirse como para darles á reconocer su gobernador futuro, kizo juntar^ dice él en su crónica, consejo general^ esto es, á todos los caballeros y á todos los pobladores, con lo cual echó los fundamentos del sis- tema representativo que había de regir la isla, y abrió la redu- cida serie de aquellos Consejos Generales, que en cierta manera vinieron á ser las cortes mallorquinas. Así asentados los pode- res ejecutivo y judicial, y dado tan buen comienzo y tales ga- rantías al administrativo, no es extraño que en 1237 se encuen- tre mención de cónsules representantes de la comunidad, los cuales, pues no constan la fecha ni el modo con que se les nom- bró, bien puede suponerse que ya llevaban algunos años de existencia (<5). No es nuestro propósito dar cabida á particulari- zaciones en esta rápida ojeada general: séanos lícito sin embar- go apuntar los nombres de aquellos primeros regidores, que fueron Pedro Uniz, Roberto de Terragona, Bernardo Español, Guillelmo Hugo, Ferrer de Olzet, Valentín de Torres, Ramón Desclergue, Ramón Cortés, Rollán ó Roldán Sabater y Arnaldo Vidal (i). Pronto empero esta forma municipal, hasta entonces con- suetudinaria y quizás sólo tolerada, recibió del soberano la au- torización que la fijó definitivamente para lo sucesivo; y si todos los estados de la corona aragonesa tuvieron en D. Jaime el pro- tector de los comunes y el fundador de los estatutos dudada- nos, Mallorca le debió el honor de la anterioridad, si ya esta no ha de mirarse como otro testimonio de la estimación que siem- (») No me explico esta constante equivocación de Piferrer de poner Berenguer por Bernardo á pesar de la crónica y de los documentos. [b) No eran sino diez comisionados, elegidos por los prohombres expresa- mente para el derrame y recaudación de una talla levantada en defensa de la isla, cuyo nombramiento confirma en 25 de Mayo de dicho año D. Pedro infante de mu- Portugal, sin titularlos cónsules ni reconocer en ellos atribuciones ningunas nicipales. (i) Anales del Paborde Terrasa, tomo I. ISLAS BALEARES 871 pre profesó el rey á su conquista. Á 7 de Julio de 1249 (i) ex- pidió en Valencia el privilegio por el cual concedió á los pro- hombres de la universidad mallorquina que fuesen regidos por seis Jurados vecinos de la ciudad, los cuales pudiesen cada año elegir el número de consejeros que quisiesen y cuyos debates y dictamen hubiesen de oir y tener en cuenta para todas sus re- soluciones; que su cargo fuese anual, gratuito y obligatorio; que por Navidad, en presencia y con aprobación del baile y concelleres escogiesen los que hubiesen de sucederles ; que quien lo desempeñase un año no pudiese ser reelegido para el siguiente, y que no se nombrasen dos de una misma familia. Era el primero (jurado en cap) de la clase de caballeros, ciuda- danos militares el segundo y el tercero, el cuarto y quinto mer- caderes, y menestral ó artesano el sexto. De este modo en Ma- (i) Terrasa lo pone en t 240, y añade que en el mismo día concedió á los rados Ju- por otro privilegio el territorio é iglesia de San Nicolás de adición da fuerza Portopí. Esta gran á su aserto ; y lo corrobora la noticia D. da de que Bover que en 2 de Joaquín Abril de i 247 autorizó el Rey á los Jurados el para construir en centro de la ciudad una albóndiga. Notic. de Mallorca^ i El historiador pág. 89. Dameto lo inteligente fija en 1249 y traduce íntegro el privilegio ; D. Furio le Antonio señala la'misma fecha. Como nuestra permanencia en la isla fué sobrado corta para registrar todos los archivos y comprobar los se nos han puntos que presentado después dudosos, para resolver esta dificultad emprendimos una in- vestigación en el Archivo general de la Corona de Aragón, donde tal vez está co- piado aquel decreto. Los acontecimientos políticos vinieron á interrumpir nues- tras tareas; las amenazas de un bombardeo motivaron la traslación aquel trabajosa de inmenso cúmulo de papeles y pergaminos á las piezas llamadas Prueba de bomba, y todavía no han vuelto á las salas donde solían estar, ni al orden cación colo- antiguos. y Cuando escribimos, pues, este la capítulo, no nos es dable guir investigación comenzada prose- ; y como ya la fre más publicación de las entregas no su- retardo, ni consiente que esperemos siquiera el del no podemos salir arreglo de tal alternativa Archivo, sino adoptando la aserción más toriador de más probada del his- crédito y justa nombradla, que es Dameto (a). {a) Y acertó Piferrer, pues aunque diste harto Dameto de merecer lo omnímoda: cierto confianza, estuvo más en esta vez que sus modernos comeiitadores, más aficionados á citar que á ver yendolos mal 6 si entendiéndolos documentos, es que le- peor, no dan por seguro lo que imaginan, ó guado. Si fecha pretenden rectificarlo mejor averi- hay irrefragable es la de la institución de los jurados quiera (Valencia, 7 Julio de Terrassa, fundado 1249), diga lo que en que habla ya de j-urados la donación real de el hecha no el día anterior, Portopí, mismo sino pues en provisiones casi á la vez expedidas no vale tal nimiedad como pretende cronológica ; ni tampoco es Bover, cierto, que en 2 de Abril de 1247 se autorice á los jurados, sino á res de la á prohombres y habitado- ciudad, fabricar cuartera. La nota de Piferrer revela cuando no otra su tener á cosa, difícil con mano en Mallorca las situación, fuentes en el archivo del reino sin necesidad alguna del de aceptar aun á la Barcelona, obligado á y agradecer buena voluntad, mejor por cierto que los servicios, de tan inseguros guías. 872 ISLAS BALEARES Horca en las demás comunidades, todas las clases del es- como tado tenían su representación en el regimiento público; y como la misma proporción y mezcla se guardaba para la formación auxiliar, todos los intereses podían contar con una del consejo protección con una ventilación inteligente y celosísima. segura y Mas los jurados mallorquines extendieron los cuidados de su administración política á la ciudad y á la isla toda; y al mismo tiempo que eran regidores de la capital, desempeñaban respecto del reino lo que en los demás estados aragoneses era cargo y jurisdicción de las diputaciones. Circunstancias peculiares á Ma- Horca trajeron natural y necesariamente esa reunión de atribu- ciones, ó si así puede decirse, de autoridades en un solo cuerpo: la isla no se fué poblando sino poco á poco, ni en su interior se formaron sino más tarde universidades bastantes á figurar después ó al lado de la capital y á exigir una diputación común y superior á todas; y pues el rey D. Jaime II á fines del si- glo XIII y principios del xiv hubo de fundar las once villas de Felanig, Santanyí, Lluchmayor, Algayda, Selva, Benisalém, Porreras, Sineu, Campos, La Puebla y Manacor, comprar por- ciones de las cupieron á la nobleza en el reparto, y enten- que der en cuanto podía dar vida á la agricultura, fácil es conjetu- rar cuán pocas reuniones de casas, ni siquiera en burgos ó aldeas, ofrecían los distritos que llevaban aquellos nombres. Los fuer- moros tampoco desampararon de súbito los lugares tes, y sólo con la tercera venida del rey se remató su rendi- miento y servidumbre; si aun sonaba por las campiñas el es- y truendo de las armas, no tan pronto fué posible dar asiento á las cosas del interior, antes bien, como en sitios expuestos y considerados cual fronteras enemigas, más que institución civil, todo había de ser allí establecimientos militares. Además, los ricoshombres que cooperaron á la conquista partieron el el territorio; y aun cuando quedasen feu- con rey datarios del soberano, ejercieron en sus dominios jurisdicción civil y criminal, y mandaron en ellos con completo imperio. El ISLAS BALEARES repartimiento también trajo otras jurisdicciones particulares, que aunque más reducidas y subalternas no dejaron de com- plicar la administración general, ejerciéndose por alguna de las innumerables maneras y sobre uno de los infinitos ramos del dominio feudal, y gozando junto con aquella ó privándola de determinadas rentas y exacciones; y la Iglesia y las órdenes de caballería acabaron de cercenar la porción del rey, cuya autori- dad ó no tuvo cabida sino como tribunal de segunda instancia en sus posesiones, ó hubo de partir con ellas la instalación de los bailes y emolumentos de la justicia. Durante mucho tiempo, pues, redújose á casi la sola capital lo propio de la corona; y hasta el veguer y el baile general al principio vieron limitada su autoridad á aquel núcleo y fundamento del nuevo estado. Por esto la ciudad llevó la voz de todo el reino, y sus jurados así tuvieron cargo de administrar los propios y réditos de la capital, como de velar por la conservación de los fueros é inte- reses de la isla entera, ordenar estatutos é imponer derechos universales. Asistíanles dos abogados en calidad de consejeros. En los actos públicos vestían ropas talares de color de púrpura, que nuestros antepasados llamaron gramallas; y acompañábanles y con gran majestad y autorización les precedían maceros, cubier- tos asimismo de largas y rojas vestimentas, empuñando sus varas ó terciadas sobre el hombro las mazas de plata, único resto y memoria de aquellos buenos tiempos que pasó hasta este siglo, y cuya vista sorprendió más de una vez nuestra ima- ginación infantil en los porteros de los ayuntamientos. La época de su elección varió según las órdenes de los monarcas y la conveniencia pública, bien que algunas de aquellas modificado- nes no se pusieron por obra, y las demás no se apartaron nota- blemente de la fecha primitiva {a); y también fué alterada la (a) Por Navidad entraban en el ejercicio de sus funciones los de jurados, y des- I 3q8 el día señalado para su elección por la pragmática de Anglesola era el 2 i lio ISLAS BALEARES manera forma de su nombramiento, lo cual fué el cambio más y importante. La ambición de mando se había ido despertando en los ánimos, antes únicamente atentos al bien de la patria; y de ella necesariamente debieron nacer las facciones, nunca más aborrecibles dañosas que cuando sólo pueden ostentar las y pasiones ó los intereses ó el nombre de un particular por ban- dera, lo cual es casi siempre. La incorporación de Mallorca á la corona aragonesa acrecentó el lujo de la nobleza y ciudadanía, que desde entonces frecuentaron la corte: la vista y aparato de ella, como contrastaba con la sencillez de la antigua casa ma- llorquina, no podía traer sino corrupción y desvanecimiento á gentes no avezadas á tanto fausto ni á las artes del favor y de la intriga: ¿qué extraño que cada cual realzase á sí mismo su mérito, y abriese los ojos al brillo y nombradla de los oficios y de los honores? Además, el empeoramiento de los negocios fa- voreció la pérdida de la moderación en las costumbres y de la concordia, pues en aquella misma sazón comenzó para la isla la serie de ahogos y empeños, que tan funestos resultados habían de dar en lo futuro; y como suele acontecer que en donde no asiste la fortuna es común el atribuirse mutuamente la culpa del daño, sin parar la consideración en las causas verdaderas, así en Mallorca cada clase acusó á las demás, mayormente á las de mayor representación y más privilegiadas, de la común ruina, y con una confianza loca que el suceso debía desmentir, pretendió curar el mal estado de la cosa pública por su admi- nistración y manejo. Ya maleados los espíritus, no podía sub- sistir la forma electiva con que el soberano fundador instituyó la municipalidad; antes para remediar los disturbios y aquietar el descontento, las desconfianzas y las sospechas, húbose de in- troducir el nombramiento por sorteo, reduciendo primeramente de Diciembre, desde 1447 el i 3 por el régimen de saco y suerte; al otro día de Reyes, 7 de Enero, se renovaba el grande y general Consejo, y los oficios de baile, veguer de la ciudad y otros, la víspera de Pentecostés. La pragmática de 1614 trasladó al jueves anterior á dicha pascua todas las referidas extracciones. ISLAS BALE-ARES 875 á censo los que eran hábiles para ser incluidos en las bolsas, y abriendo para lo sucesivo un registro constante de los que hubiesen de llenar las vacantes (a). En Diciembre de 1382 ya vemos puesto en práctica este sistema (à). Era otra de las atribuciones de los Jurados convocar los estamentos de la república á la asamblea llamada El Grande y General Consejo. El auxiliar, que nombraban los jurados mis- mos á su entrada en el mando, era una reunión, digámoslo así, permanente, á cuyo dictamen acudía el magistrado municipal en la solución de las dificultades ordinarias y más frecuentes de su cargo (e); mas el Grande y General sólo se celebraba para las juras más solemnes, para la formación de nuevos estatutos, para la imposición de nuevos derechos universales, para el nombramiento de embajadores, procuradores y cualesquiera representantes del reino, en fin, para la ventilación de los pro- yectos y en los casos que interesaban á toda Mallorca. El rey D. Jaime echó los cimientos de esa asamblea cuando al despe- dirse reunió á los primeros pobladores de todas clases para (a) Las mudanzas que se introdujeron en el primitivo régimen ie Jranqueza, durante los últimos tiempos de Pedro IV y reinando Juan 1 hasta que Hugo de Anglesola estableció su pragmática, y luego, corriendo la primera mitad del si- glo XV, las alternativas de los de franqueza y de concordia hasta otorgar Alfon- so V el de saco y suerte., con la historia de las banderías que fueron ocasión y re- sultado de ellas, quedan atrás mentadas en la primera parte. El que más noticias desee acerca de lès formas de cada sistema, consejos parroquiales, insaculado- nes, atribuciones respectivas de los diferentes oficios reales y de la universidad, lo hallará tratado ampliamente en el cap. IV de Forenses y Ciudadanos. (b) Véase pág. 205. (c) Llamábase secreto ó de treinta este consejo particular por el número de componentes, á saber, los seis jurados, dos caballeros, cuatro ciudadanos, cuatro mercaderes, cuatro artesanos y diez de las villas, elegidos por los de su mismo brazo ; si se extendía acta de sus reuniones, no han llegado hast;a nosotros. La convocación del grande y general pertenecía á los jurados por iniciativa propia cuando no por excitación del gobernador, y no se ceñía á casos tan solemnes como indica aquí el autor, pues sin aprobación de aquél ningún asunto decidían, reuniéndose sin plazos ni días fijos, dos ó tres consecutivos si importaba, tres veces ó treinta en un año, según los negocios : para haber consejo se requería la asistencia de dos tercios de individuos, y para formar acuerdo igual conformidad de votos ; las resoluciones del particular habían de apoyarse en las tres cuartas partes. 876 ISLAS BALEARES darles á reconocer su lugarteniente; y aunque ninguna acta ni documento vino á sancionarla, el rey no hacía más que recono- cer y practicar el principio de libertad y representación, que á vueltas de su barbarie trajo el feudalismo en sus comienzos y en la aceptación de nuevas leyes y tributos, y cuya existencia, implícita y supuesta y degenerada en costumbre, sirvió de base á la constitución de los estados cuando las usurpaciones de los grandes habían sujetado y concentrado en sus manos la propie- dad é invadido la prerrogativa de la corona. La organización definitiva del régimen municipal aseguró naturalmente después la convocación del gran consejo, pues que cometía á los jura- dos el cargo de administrar la ciudad y regir todo el reino; y el sentimiento de libertad, que fué otra de las consecuencias de la institución de las comunidades, acabó de fijarla y hacerla nece- saria. En efecto, de allí á pocos años pedía Mallorca al rey que de nuevo jurase los fueros y franquicias que él les había conce- dido, y que hubiesen de hacerlo sus sucesores y los oficiales representantes de la corona. Conforme á esta ratificación y con- venio, por Agosto de 1256 el infante D. Jaime, nombrado here- dero de Mallorca, juró los privilegios y franquicias ante el ge- neral consejo congregado en la iglesia de Santa Eulalia; y ese mismo acto repitió, cuando á 12 de Setiembre de 1276, por muerte de su padre el Conquistador^ se ciñó la corona en aquel estado. Era en fin venida la ocasión de consignar explícitamente con un acto que forma época en la historia de Mallorca la for- ma representativa de su constitución política, y de elevar á de- recho establecido la práctica consagrada por una consuetud hija del sentimiento de independencia, que tanta parte tuvo en la formación de las naciones modernas. D. Jaime II había tenido que ceder á la ambición y poderío de su hermano D. Pedro el Grande^ y á 19 de Enero de 1278 firmara en Perpiñán con gran solemnidad el instrumento de concordia que le convertía en feudatario de la corona aragonesa; y como se pactó que ju- islas Baleares rarían la observancia del tratado los síndicos ó procuradores de Perpiñán, de Puigcerdà, de Mallorca, de Barcelona, Lérida y Gerona, viniendo después el rey á la isla ordenó que se convo- cara el general consejo y nombrase quienes fuesen á prestar el juramento. Á lo de Diciembre de 1279 juntáronse en Santa Eulalia en parlamento público la mayor parte de los hombres de la universidad (a), dice el acta; y asistiendo y dando autoridad ó licencia el príncipe, la universidad ó general consejo hizo^ constituyó y ordenó que fuesen sus síndicos y procuradores para prometer y jurar la observancia del tratado Guillelmo Torrella, Jaime de Sant Martí caballero, Roberto de Belvey, Bernardo de Çaragoça y Arnaldo Burgués (b). Firmó el rey el acta del nombramiento y dió su autoridad á los elegidos; y asistieron como testigos el obispo D. Pedro de Muredine, Ponce de Jordi ó Jardino arcediano, Guillelmo de Miravals cabiscol, Guillelmo de Canet, Ponce de Çaguardia, Bernardo de Olms, Berenguer de Olms, Bernardo de Sobrarbe, Bernardo de Palau canónigo de Mallorca, Berenguer Arnaldo Ça-illa, Guillelmo Valentí (i), Guillelmo Abri, Mateo Çacosta, Bernardo Guillelmo de Verí, Raimundo Lull, Ramón Guillelmo, Guillelmo Rotlán ó Roldán, Pedro Despuig, Berenguer Draper, Bernardo de Sentmenat y Ramón de Cardona (2). También entonces el común hizo mues- (a) Debe entenderse de los prohombres y personas oficiales, no de los simples ciudadanos, pues la porción de Santa Eulalia edificada á la sazón, apenas si era capaz de unos pocos centenares de personas. (b) Atenido á los documentos del archivo, y cotejado en varios códices su tenor, diré que fueron ocho y no cinco los síndicos nombrados en Santa Eulalia, á saber: Guillermo de Torrella y Jaime de Sant Martí caballeros, Roberto de Bell- vehí, Bernardo Valentí, Francisco Des Clergue, Francisco Burguet, Bernardo de Çaragoça y Arnaldo Burgués. En lugar de Jaime de Sant Martí fué elegido en otra reunión tenida el i8 de Febrero siguiente en el convento de Dominicos Fernando Rodríguez militar. Nada de testigos en el acta, según los expresados códices, y Dameto no expresa de dónde tomó sus nombres. (1) Dameto añade Jaime Valenü {a). (2) Aunque este antiguo cronista con su acostumbrada diligencia extracta en {a] En cambio omite otros. Es trabajo excusado notar las diferencias entre la presente lista y la de Da- meto. 878 ISLAS BALEARES tra del espíritu de libertad que las concesiones del difunto con- quistador en todos los corazones despertaron : los síndicos no partieron sin extender antes á 26 de Enero de 1281 solemne protesta de que entendían desempeñar su misión sin detrimento de los privilegios de la isla (a); y los jurados, como intérpretes de la desconfianza que habían engendrado la reserva de impo- ner nuevos tributos y las promesas de valer en todo á los reyes de Aragón estipuladas por D. Jaime en el convenio, alcanzaron de él con sus instancias una declaración de que no intentaba perjudicar con ello á sus vasallos, ni atentar á sus fueros, ni imponerles servidumbre alguna, y que por tercera vez ratificase sus franquicias. Eran aquel año jurados Pedro Saudera (¿5) ca- ballero, Bernardo de Çaragoça, Francisco Desclergue, Guillelmo Valentí, Bernardo de Vich y Martín Mayol. No sabemos la forma y manera con que el general consejo se convocaba, y solamente por inducciones nos es dable explicar cuanto á esto se refiere (c). Mas no creemos fuese verdadera su narración este instrumento, con todo al Er. Bover se debe su publicación inte- gra, tal como está en un precioso códice propio déla casa de Zaforteza: por esto reproducimos su copia en el n." 5 del Apéndice á esta 2.® Parte. El prelado que se menciona es el de Mallorca; mas bien pudiera ser que entre los caballeros loS hubiese de Rosellón, Cerdaña y Cataluña, pues dan margen á suponerlo los apellidos y el asistir y apuntarse meramente como testigos, lo cual supone no participación en el general consejo, sino que íormaban la comitiva del rey como en tales casos se acostumbraba. {a) Dicha protesta de los expresados síndicos hízose con electo en el palacio del obispo; pero en su acta tal como en el archivo existe, tampoco consta el nom- bre de aquél ni de ningún canónigo, ni de otro testigo más que de estos cuatro: Guillermo Canet, Ponce de Ça Guardia, Bernardo Dalmau juez y Pedro de Caldes escribano. . (b) Debe leerse Ça Verdera. (c) Cómo y por quién se convocaba queda dicho en la nota tres : páginas atrás; los consejeros eran nombrados, según el sistema que rigió sucesivamente, por cédulas ó listas parroquiales y mutua designación sometida luego á escrutinio, ó por insaculación y sorteo. Estudiado bien el punto, resta poco lugar á inducció- nes. Es importante fijarse en la respectiva representación de cada estamento, pues los caballeros ó militares no tenían en el consejo sino la mitad de la de los otros tres brazos de ciudadanos, mercaderes y menestrales, y los payeses una mitad de la suma.d.e los consejeros de la ciudad, ó sea un tercio del total numérico, que era la proporción constante en que entraban los pueblos de la isla respecto de la ISLAS BALEARES 879 y exactamente lo que en los reinos de Aragón, Cataluña y Va- lencia se llama cortes; porque ni vemos que el rey lo congre- gara con público decreto para temporadas fijas, ni las circuns- tandas particulares de Mallorca daban lugar á la institución definitiva de semejante cuerpo. Aunque las cortes se componían de los tres brazos del estado, de estos el eclesiástico y el mili- tar ó de los barones fueron los que de más antiguo, ó por me- jor decir primeramente, tuvieron cabida en la constitución poli- tica, ya por la naturaleza misma del sistema feudal, que también se apoyaba en el principio de representación y en el espíritu de libertad é independencia, ya como clases privilegiadas, sagrada la una, ya también porque siendo señores de vasallos y los que partían jurisdicción é imperio con el príncipe, ellos aprestaban los socorros y los contingentes para los ejércitos y eran las armas de la república. Únicamente cuando la fuerza de los acón- tecimientos, la liberalidad ó la previsión de los príncipes en unas partes, la osadía de los súbditos en otras, hicieron libres, acti- vas y ñorecientes á las ciudades y á las grandes villas, su nú mero, su poder y sus recursos abrieron al brazo popular las puertas de la representación nacional, y le valieron que entrase en la constitución como otra de las partes esenciales. En Mallorca empero no había más que una ciudad, y ésta fué al principio la única población considerable; y como en ella se concentraba y consistía todo el interés de la nueva posesión, y las villas que después se fundaron no figuraron tan pronta- mente que ya pudiesen reclamar asiento y voto en cortes, no es de extrañar que las mismas causas, que naturalmente indu- jeron al legislador á revestir á los jurados de la magistratura municipal y del cargo de diputados de toda la isla, impidiesen el planteamiento de las cortes y limitasen los elementos del capital, así en cargos como en beneficios. Varió repetidamente de 2 5 o á 84 el nú- mero de los consejeros, como se ha visto en la parte histórica; pero la relación entre los estamentos fué la misma siempre, menos en los últimos tiempos, en que la balanza se ladeó hacia los principales en detrimento de los menores. 88o ISLAS BALEARES consejo al solo recinto de Palma. Tampoco el brazo de los ba- roñes podía tener allí la importancia que en los otros estados del continente; pues aun cuando la conquista no se hubiese realizado en tiempos en que la nobleza secundaria, lejos de desdeñarse de morar en las ciudades, ya comenzaba á buscar en ellas las comodidades y la seguridad que no siempre le da- ban sus encastillados albergues, era tan corto el número de los que á título de magnates entraron á repartirse las tierras con el rey, y tan despobladas estaban, que ya le fué dable á don Jaime II comprar las porciones de muchos de los que estuvieron en la conquista, entre ellas la del conde de Rosellón D. Ñuño, y de la sola corona fué la gloria entera de ensanchar y fundar los lugares, que convirtiéndose con el tiempo en buenas villas, aumentaron la población y por consiguiente los vasallos. Pues cuanto al brazo eclesiástico, hubiérase reducido á una iglesia y al abad del Real; y ya en la misma acta de la elección de sin- dicos que dejamos mencionada, vimos algún obispo y alguna otra dignidad asistir á aquella congregación pública como meros testigos. Era pues al principio {a) el grande y general consejo una ampliación del auxiliar, ó más bien del mismo régimen mu- nicipal, mayor de lo que en Barcelona el de Ciento, único cen- tro de deliberación y única asamblea de que por mucho tiempo necesitó aquel común harto reducido; y cuando ninguna consi- deración lo confirmara, sería de ello bastante testimonio el no encontrar mención alguna de eclesiásticos ni de barones en la brevísima y sobradamente concisa enumeración que de los esta- mentos de aquella congregación trae el historiador Dameto, sí solos los nombres de las clases ciudadanas que junto con la nobleza subalterna, única allí avecindada, obtenían las seis pla- zas de jurados y estaban en el consejo auxiliar representadas. Engrandecidas ya las poblaciones del interior, convertidos en lugares muchos de los rabales y alquerías, bien que jamás pu- (a) Y nunca fyé otra cosa. ISLAS BALEARES diesen vencer la importancia é interés de la sola capital, tal vez el gran consejo hubiera adquirido mayor latitud y cabal perfec- cionamiento, y por decreto del rey ó de sus lugartenientes habríase reunido como en Cataluña y Aragón en temporadas señaladas y para un plazo de antemano establecido; mas las guerras encendidas á la vez por la ambición y la imprudencia de las casas aragonesa y mallorquina, y la incorporación de la isla á la corona de la primera, privándola de la permanencia del príncipe que ya andaba distraído en sus demás reinos, reba- jaron sino extinguieron su importancia como estado indepen- diente, que se regía por leyes propias y por lo mismo era acreedor á una solicitud constante en completar y mejorar su organización política. Por esto durante muchos años no se men- ciona á los síndicos de las villas sino en los juramentos y home- najes prestados á nuevo soberano, ó cuando más para enviar quienes por toda la isla fuesen á prestarlos, y para los nombra- mientos de más importancia; y si la perentoriedad de la coyun- tura y la turbación de las armas no excusaron todo el rigor de las formalidades, cuando D. Pedro el Ceremonioso hubo usur- pado la corona mallorquina y entrado en Palma, ni aun en el mismo consejo sino aisladamente y en diferentes días fueron jurando y rindiéndole homenaje los representantes de los luga- res ó parroquias en que el interior se dividía (a). Si en asunto, pues, en que hay que proceder por las suposiciones que envuel- ven los hechos de la historia, fuese lícito formular división algu- na, dijérase que había grande y general consejo ordinario y extraordinario (<5), pues á tal división daría margen verlo, ya {a) Lo mismo había sucedido en 1281;, cuando Alfonso III la isla á armada, de ocupó mano y todos los pueblos, todavía entonces en cerle embrión, vinieron á recono- por soberano numerosas comisiones, cuyos individuos el enumera uno uno cronista por Binimelis, que tuvo la fortuna de mento. tropezar con tan curioso doeu- (b) Nada hallo que autorice esta distinción por el autor jos indicada entre conse- ordinarios y extraordinarios ; por extraordinarias cías, que fuesen las circunstan- se reunían en igual forma y por l@s mismos trámites, como reconoce más IIT 882 [SL AS BALEARES convocado solemnemente y con particularización de los síndicos de las parroquias en los actos más importantes, ya acudir como permanente y pronto á las dificultades más comunes un cuerpo de la república bajo la presidencia del jurado en cap y al són de setenta dos campanadas, ocuparse más adelante en el y siglo xv la extinción de la deuda y remedio del déficit, y reunirse de en súbito resolver en nombre de la Universidad en los momen- y tos de en apuro y en las revueltas, aun aquellas en que la capi- tal quedaba sitiada. Mas los anales han conservado pruebas más claras que es- tas deducciones. Cuando el D. Pedro el Ceremonioso con- rey vocó en Monzón para el año de 1363 cortes generales, en que se había de tratar entre otros negocios de la defensa de las Baleares, fueron citados á ellas el obispo y cabildo de aquella catedral, el abad del Real, y junto con los jurados de Menorca é Ibiza los de Mallorca; y en 1365, á 22 de Julio y en San Fe- lío de Guíxols, concedió á los naturales de la isla que pudiesen obtener cualquiera prebenda y beneficio eclesiástico y oficios y cargos en todo el Principado, y ser llamados á cortes y gozar de todos los privilegios de Cataluña. De este modo, si en 1363 acudieron á Monzón y por llamamiento real los pocos indivi- duos en Mallorca componían el brazo que eclesiástico, que ya vimos no entraba en el general consejo, en virtud de ese privi- legio la universidad pudo en 1382 nombrar los que habían de representar los estamentos ciudadanos en las cortes generales, D. Pedro mandaba celebrar de todos sus reinos y que se que aplazaron para el siguiente año y duraron hasta el de 1384. Fueron los procuradores Arnaldo Cerdó, Ramón Burgués, Juan Umbert otro de la villa de Buñola, cuyo nombre calla la eró- y nica que lo apunta {á). á una autoridad abajo. Las adhesiones sucesivamente enviadas de cada población ó gobierno dado nunca han constituido consejo. co- (_a) Fué éste en Borras de Bunyola, como lo llama Salzet, cuyo noticiario ISLAS BALEARES Esa misma concentración de intereses y preponderancia en el gobierno que tuvo la capital desde la conquista, fué no poca parte á los alzamientos de los labradores que ya con tanto ím- petu rompieron á fines del siglo xiv, y ellos justificaron cuán cuerdo y previsor anduvo el rey D, Sancho al instituir para el interior con privilegio dado en Perpiñán á 6 de Noviembre de 1319 un veguer, que con el título de foráneo residiese en su real palacio de Sineu, centro de la isla, y conociese de las cau- sas de todas las villas y lugares, salvo las que al baile general competían {a). Ya algunas de estas se regían por jurados desde los últimos años del reinado de su antecesor D, Jaime II; y des- pués, satisfaciendo á lo que el aumento de población exigía, el rey D. Pedro concediólas en Barcelona y en 1367 el derecho de proponer á la corona los bailes locales que por cargo anual tu- viesen en ellas el poder ejecutivo y presidiesen su regimiento (<^). Mas la ciudad siempre conservó su intervención y su preponde- rancia en el gobierno general del reino, y una y otra acabaron de consignarse cuando en 1454 el rey D. Alfonso arregló defi- nitivamente el de la parte foránea. En aquel su privilegio, dado noció Piferrer por el paborde Terrassa. Sobre asistencia de los mallorquines á las cortes generales del reino de i36 3á84, véase el cap. IV, i." parte, páginas 199 á 206- En el libro del Archivo histórico, titulado de Corts ge^terals, existen los or- denamientos y capítulos acordados en las de Monzón años 1363, 13767 i 384, y en las de Lérida de 1380. Fuera de este período no hallamos representados en cortes á los isleños, por más que se les ofreciera á menudo esta prerrogativa, y aun la solicitasen, andando el siglo xvii, como un singular remedio para la uni ver- sidad. Por último, en 1 7 1 8, al quitársele su régimen y sus fueros, se le indemni- zó de todo con el voto en cortes. (a) «El nombramiento real de este magistrado y su cualidad de ciudadano le hacían extraño y casi odioso á los forenses, entre los cuales llevaba las pasiones y discordias que en la capital ardían; y así á fuerza de reclamaciones lograron reducirlo á un título puramente nominal mucho antes de ser suprimido.» Foren- ses y ciudadanos pág. 98. En el cap. V de la citada obra hay cuanto pueda inte- resar tocante al gobierno particular de las villas y á sus relaciones con el uni- versal de la isla, á su representación en el general consejo y en el peculiar de la Ciudad y del municipio, á las atribuciones del sindicato, á los gastos comunes y locales y al sistema de contribuir. (b) Por otro de 18 de Diciembre de 1373 declara que la parte forense forma universidad y colegio^ es decir, cuerpo aparte. 884 ISLAS BALEARES en Castelnovo á 20 de Mayo, al conceder que de tres en tres años se hiciese en cada villa extracción por sorteo del total de personas que se necesitasen en aquel trienio para regir anual- mente los oficios municipales, y las cuales por lo mismo habían de sortearse segunda vez para nombrar las correspondientes á cada año ; después de mandar que en la propuesta de bailes, desde entonces trienales, se presentasen cuatro nombres á la elección del rey ; decretó que el viernes después de la Pascua del Espíritu Santo á las 9 de la mañana se juntasen el virrey ó lugarteniente, los jurados de la ciudad, el baile general, el ve- guer, el procurador real ó administrador del real patrimonio, y el abogado fiscal ; que el protonotario estuviese en medio de la sala con los nombramientos ó provisiones de bailes encima la mesa, y á uno y otro lado dos maceros; y que preguntando uno de estos en alta voz por tres veces si había nombramiento para tal villa y habiéndolo, lo leyese el protonotario. Entonces al fin mostráronse los magistrados y el príncipe algo aleccionados por [ los sucesos : y puesto que ya los distritos del interior tenían ve- guer propio, jurados y bailes propuestos por los mismos pue- blos, razón había para que en aquel mismo siglo gozasen en el grande y general consejo de una intervención fija y constante como desde su fundación de él la había gozado Palma, si ya no es cierto que la obtuvieron á fines del siglo xiv (a). Así se ve que ya de mucho tiempo la ejercían con el privilegio que á 20 de Setiembre de 1460 alcanzó del rey Juan II el doctor en leyes Bartolomé Veri, síndico enviado por Mallorca. De los diez y siete capítulos de que constó aquel documento, mandó el no- veno que el lugarteniente ó gobernador compeliese con penas á (a) La intervención fija y constante en el consejo general la gozó desde mucho antes la comunidad de las villas representada por un tercio de consejeros (atrás pág. 204), además de una comisión permanente de diez síndicos en la ciudad; y á fin de que no quedaran siempre en minoría, requeríase en sus resoluciones, nO sólo el acuerdo de la mayoría absoluta, sino de la mayoría de payeses. Forenses y ciudadanos, pág. 91 not. 2. islas baleares 885 los consejeros á asistir á los consejos generales, que los que faltasen debiesen pagar los gastos (sin duda de viaje y perma- nencia en la ciudad) á los consejeros de la parte foránea que hubiesen intervenido en la asamblea ; y que los jurados pudie- sen llamar á cualesquiera personas para completar el número de los consejeros. Mas también este artículo confirma que aque- lia congregación no estaba organizada como las cortes de Ara- gón, Cataluña y Valencia ; pues si en estas la representación del brazo popular no se hacía en común sino repartida entre las poblaciones, ó por mejor decir entre sus municipalidades, que cada cual enviaban sus procuradores, en aquella eran partícula- res y personas ciertas quienes la componían, y su número esta- ba prefijado como el de una corporación municipal, ya que había vecinos en la ciudad que se titulaban consejeros y por lo mismo era dable imponerles multas y echar mano de otros para llenar las vacantes. No hay para qué insistir en el predominio que en ello á la ciudad le cabía, si se atiende á que los consejos del interior sólo se mencionan como escasísima minoría bastante á ser indemnizada de sus gastos con lo que diesen las multas, y á la facultad extraordinaria concedida á los jurados del reino. No podemos hacer aquí, ni nuestro propósito lo consiente, ninguna enumeración de los demás oficios concejiles : los más de ellos no eran peculiares al solo régimen de Mallorca, sino consecuencia natural de aquel sistema, y comunes á otras ciu- dades, aunque no en todas conservasen igualdad en el nombre. Séanos sin embargo permitido explicar brevemente dos de aque- líos cargos : el uno porque fué ejemplo de buena policía y gran testimonio del ahínco y diligencia que debieron de poner en la administración y gobernación del común los que tanto cuidaban de reprimir el vicio en sus principios ; el otro porque á ninguna población importaba más que á Mallorca. Había, pues, un oficial que con el título de Mayol, tal vez corrupción de Mayor, tenía de su cuenta celar los excesos de la adolescencia, y como padre rigoroso buscaba á los niños y mancebos que andaban holgando 886 ISLAS BALEARES y perdidos, y según su conducta los castigaba á latigazos. No lo traemos nosotros á la memoria para que se apruebe lo ejecu- tivo de semejante justicia; pero bueno es poner por delante los esfuerzos que nuestros antepasados hicieron por conservar las buenas costumbres y cuánto en ellas cifraron la paz y el orden público á los que ahora, olvidados de que de la pureza y bon- dad de la familia nace la ventura del estado, ándanse tras la discusión de teorías estériles y de derechos por muchos falsea- dos, de los más no comprendidos, trastornando las buenas ideas de quietud, subordinación y respeto, y confundiendo de todo punto el conocimiento de los deberes que la religión, la huma- nidad y las leyes nos imponen (a). Apellidábase el otro Mestre ó Cap de Guayta^ que es como si dijéramos/^ de vigilancia^ y con la ayuda de otros ministros dependientes suyos entendía en vigilar á los esclavos y castigar sus delitos. Creóse este oficio á poco de ejecutada la conquista; y si entonces el número con- siderable de los vencidos lo hizo necesario, las guerras posterio- res contra Africa y Cerdeña y contra todo género de corsarios, principalmente de las partes del Asia y del Archipiélago, tra- yendo nuevos esclavos justificaron su continuación {d). Cuán peligroso fuese su número claramente lo dice aquella ejecución de catorce de ellos sarracenos y tártaros, que por haber inten- tado incendiar la ciudad y entregarla á los moros, á 7 de Octu- bré de 1374 fueron ahorcados por las plazas. Cuando fueron cesando el trato con las gentes levantinas y el uso de esclavos que él y las guerras trajeron, el Mestre de Guayta virio á ser el celador de la seguridad pública, y sus rondas y sus ministri- les ya no sirvieron sino de afianzarla y perseguir el crimen. (a) No puedo decir si fué permanente por espacio de siglos este cargo, llama- do también sotaveguer ó pare de órfens, no bastante conocido en sus funciones y facultades ; ejerciólo hasta edad avanzadísima aquel decidido Martín Roig, tan in- trépido contrastador de los agermanados (v. pág.® 4177425). Otro de los empleos de policía era el de inspector de la mancebía ó fare del bordell. (b) Son de ver los capítulos del mestre de guayta acerca de la custodia de los ISLAS BALEARES 887 En tiempos de la Edad media, como era desconocida en las naciones la fuerza permanente y regularizada, fué otra de las consecuencias del sistema municipal que las ciudades, á la par de los barones, gozasen del derecho de armarse, no tanto para enviar sus contingentes á la común defensa del estado, como para acudir á la suya propia y á las órdenes de sus jurados y conselleres. En Mallorca como en las demás partes, la primera organización más regular de la milicia debió de ser ó por clases ó por los oficios; y pues en la época en que se perfeccionó su régimen ya de cada día iban planteándose nuevos gremios, nada más natural que faltando el centro y común vínculo que hoy une á los miembros de cada nación, se confiasen las armas por separado á cada una de aquellas públicas y autorizadas asocia- ciones. No podemos en esta rápida ojeada trazar cuánto aven- tajaba á las infelices turbas de los vasallos y siervos aquella fuerza ciudadana bien pertrechada, aleccionada en el uso y ma- nejo de las armas por los ejercicios y con los premios que los reglamentos de sus magistrados disponían, capitaneada por los más ilustres de la clase, ó por los mismos á quienes los subor- dinados debían la enseñanza mecánica, la educación y las bue- nas máximas y ejemplos de piedad, cordura y economía que al llegar á maestros á su vez transmitían á otros mancebos y ofi- ciales. Los santos nombres, á cuya advocación se habían acogi- do las cofradías, daban título á los tercios, y sus imágenes ve- neradas decoraban las grandes y pintadas banderas, que así sacaban á las festividades religiosas y á los festejos de sus príncipes, como las tremolaban sobre las almenas y al són de las armas: admirable espíritu de religión y sencillez, más digno aún de alabanza si, introducida la discordia y la ambición en los ánimos de los prohombres y mayordomos mallorquines, y acre- esclavos, ordenados en 1370 por el gobernador Olfo de Prócida, y los publica^dos en 145 I por mandato de Berenguer de Olms ; insertos los primeros en número de 29 en el códice Rosselló, y los segundos hasta 44 en el libro de Sani Pere ar- chivo del reino. 888 ISLAS BALEARES centados los resentimientos por los apuros de las rentas públi- cas y por la decadencia de la isla, no hubiesen sido aquellos abrir en su cuerpos otras tantas haces armadas á punto para patria las heridas más crueles y acelerar su total ruina. No sa- hemos cuál fuese su organización primera (a)] pero ella debió de comprender las parroquias del interior, pues las vemos al- zarse armadas contra la capital, entrar en ella en 1391 y con el auxilio del pueblo pasar á hierro y á saco la Judería, y en 1451 y 1452 cercarla y combatirla. La tenaz resistencia que en esta postrer época los de la ciudad opusieron, y la presteza con que acudieron á cerrar las puertas y á guarnecer los muros, también suponen en ella bastante arreglo; y necesariamente el municipal tendría buen acopio de armas, no tanto cuerpo para darlas á los gremios y cofradías, como para repartirlas á los que en momentos de rebato y de común peligro hubieron de acudir á pedirlas. Las nuevas conquistas de los turcos y el acrecentamiento y rigor de la piratería berberisca al fin traje- ron un mayor armamento y más perfecta formación de los bata- llones, que á poco tiempo tan funestos habían de ser á la tran- quilidad, á la isla y á sí mismos. En 1517, receloso de los turcos y berberiscos, el rey D. Fernando mandó que los pro- hombres de los oficios y gremios hiciesen nuevos acopios de armas y se procurasen artillería (ó)] y viniendo á reorganizarse la milicia ciudadana, abrióse un padrón donde se fueron apun- tando las divisiones hechas de la fuerza, su número, los arma- mentos y los jefes (i). En 1519 el rey D. Carlos, llevado de (a) Ningún vestigio de ella se descubre con motivo de los alzamientos, moti- nes y cambios de gobierno, dentro ni fuera de la capital, hasta principios del si- glo de ciertas XVI ; los.caballos armados que se obligaban á presentar los dueños tierras ó caballerías, debían estar aparejados á vigilar é impedir los desembarcos del enemigo ; y conforme aparecía el peligro, eran objeto de especiales nombra- mientos la custodia de las puertas y la capitanía de los lugares. (b) No en i 5 17, en que había fallecido desde Enero del año anterior el rey Fernando, sino en 151$ con motivo del socorro de Bugía, fué cuando se verifica- ron las mostras generals á que se refiere el extracto que sigue. (i) Véase la nota 2.® que el Sr. D. Antonio Furio puso á su memoria del Le- ISLAS BALEARES 889 los mismos temores, reiteró la orden de que las Baleares se pusiesen á punto de defensa; por lo cual el las gobernador reunió escuadras de las hermandades, y completó su buena forma- ción y perfeccionamiento. Las escuadras se dividían en ñías de cien compa- hombres, éstas en dos mitades ó cincuentenas^ apellidábanse y decenas sus partes menores, de las cuales nació el usado entonces y después como voz técnica, aun por el mis- mo Zurita. Eran los gremios y cofradías que en 1517 se arma- ron, los pelaires, los tejedores de lana, cuyos capítulos el D. Juan había rey confirmado en Tarragona á 12 de Enero de los 1468, herreros, los zapateros, los sastres, los cortantes, los car- pinteros, los panaderos y sogueros, los curtidores, los los esparte- ros, especieros, los tenderos, los guanteros, los los colchoneros manteros, y toneleros, los boneteros y sombrereros, los albañiles y molineros, los plateros, los cirujanos, los los hortelanos, notarios, los mercaderes, la casa de la moneda, que en Ma- Horca como en Cataluña llamaron de la voz arábiga Zeca. Los que no pertenecían á una de estas corporaciones organizáronse por parroquias (i). Así al estallar la sublevación de los Comu- neros, los artesanos, á quienes por su mayor número de cofra- días ya tanta preponderancia había cabido en el armamento, se vantamiento de los Comuneros mallorquines^ en la cual da un gistro. extracto de aquel re- (i) Como de la fuerza que cuál presentó cada gremio ó fuese cofradía la importancia de cada puede colegirse profesión y el número de los nos valemos la aquí del mencionado que ejercían, extracto del Sr. Furio ñías, hombres, [a).—Pelaires : lo 5 Io sus armas compa- 35 corazas, 338 3 espingardas, espadas, 323 36 lanzas, ballestas, 125 rodelas, 10 ñía, paveses, 4 de 71 hombres, petos.—Tejedores lana; i sus armas compa- 2 corazas, llestas 44 espadas, 33 20 rodelas [b].—Herreros lanzas, y 4 ba- : 2 compañías, 10Ç das, hombres, sus armas 8 5 I lanzas, rodelas, corazas, 2Ç 57 espa- 12 ballestas, pañías, 4 petos, 2 cos&l&t&s.— ; 1153 hombres, Zapateros 3 com- sus armas 6 corazas, 72 espadas, 51 lanzas, 11 rodelas, {a) Visto escrupulosamente y aun copiado por mí el libro de mosiras nación hoy inglobado el generals en el archivo de la Gober- en de la omisiones Audiencia, me ceñiré á é inexactitudes rectificar, sin una más comprobación harto importantes minuciosa, las del extracto. (á) Este resumen de gente y de armas los de corresponde al gremio de lana, tejedores de lino cuyo que de resumen omitido figuran el aparte por copista es de io6 etc. hombres üas, en dos compañías, 72 espadas, 70 lan- 890 ISLAS BALEARES hallaron completamente municionados y disciplinados, bastantes no sólo á contrarrestar sino á vencer á los caballeros, ciudada- nos de honor, mercaderes y notarios que se opusieron á sus fatales tentativas., También sirvió contra la misma patria y para el común estrago el acopio de armas, que ya dijimos debió de tener la municipalidad desde los tiempos pasados; pues hecha ballestas, coseletes.—Sash-es ; 2 compañías, 102 hombres, sus armas 6 cora- 4 3 i co- zas, 68 espadas, 44 lanzas, 4 ballestas, 20 rodelas, 2 petos, 2 espingardas, 20 selete. — Cortantes: i compañía de 30 hombres, con 9 corazas, espadas, 18 lanzas, 12 rodelas, 6 ballestas y i peto.— Carpinteros : i compañía de 68 hom- bres, con 4 corazas, 36 espadas, 43 lanzas, 22 rodelas, 4 ballestas.—Panacíerosy Sogueros (a): 2 compañías de 54 hombres, con 6 corazas, 25 espadas, 27 lanzas, 4 rodelas, una ballesta, 3 picas.— Curtidores : 2 compañías, 130 hombres, con 108 espadas, 103 lanzas, 20 ballestas, 14 rodelas, i corazas, coselete, 9 pave- 12 ses.— Esparteros : se agregaban al gremio anterior, y constaban de 10 hombres.— Especieros: i compañía de 5 i hombres, con 11 corazas, 31 espadas, 38 lanzas, 16 rodelas, 3 paveses, i coselete, 2 espingardas, i peto, 6 ballestas.— Tenderos^ Guanteros y Manteras: i compañía de 50 hombres, con 4 corazas, 40 espadas, — 27 lanzas, 9 ballestas, 7 rodelas, i coselete, i peto, 5 paveses. Colchoneros y Toneleros (b) : 2 decenas, y entre sus armas i espingarda.— Boneteros y Sombrere- ros: I compañía de 31 hombres, con 3 corazas, 33 espadas, 32 lanzas, 7 rodelas, I ballesta, 4 espingardas, 1 coselete. — Albañiles y Molineros: 2 compañías, 124 hombres, con 9 corazas, 90 espadas, 67 lanzas, 38 rodelas, 22 ballestas, armado I peto, 4 picas, 2 paveses. A proporción era el mejor para romper la acción.—Plateros y sus agregados (el ya citado extracto no dice cuáles) (c) : i com- pañía de 5 i hombres, con 3 corazas, 37 espadas, 36 lanzas, 3 ballestas, 2 petos, 14 rodelas, 3 paveses, i pica, 2 coseletes.—Cirujanos : i compañía de 3 i hom- hres.—Hortelanos : i compañía de 65 plazas.—Notarios y Escribanos: 2 compa- ñías, 116 hombres, con 25 corazas, 126 espadas, 180 lanzas, 29 ballestas, 68 ro- délas, 30 paveses. — Mercaderes : 2 compañías, 105 hombres, con 74 corazas, lanzas, rodelas, 38 ballestas, 20 paveses. El número de co- 77 espadas, 314 113 razas demuestra la comodidad y recursos de este colegio, y el de lanzas y rode- las, que ya había menguado, el de los individuos que tuvo en los siglos anterio- res.—La Zeca: 2 decenas.—Hombres de armas de las parroquias [d] : 110 en la de Santa Eulalia, 14 en la de Santa Cruz, 70 en la de San Jaime, 74 en la de San Mi- guel, y 23 en la de San Nicolás (e). (a) Forns grans dice el título de la compañía cuyo es este resumen. Más adelante, después de los horte- lanas, viene otra deis forns petits y de carders (sogueros), 23 hombres de los primeros y 15 de los segundos, con 14 hortelanos para cumplir la cincuentena. (l) A éstos se agregan los calafates: entre los tres oficios 34 hombres. [c) Expresa los 10 hombres. [d) Albarranis, dice el original, es decir forasteros respecto de la ciudad, avecindados en las afueras de la respectiva parroquia. No comprendió la palabra el autor de la memoria. [e) En calidad de hombres de honor van al frente de este registro, sirviendo con caballo y armas pro- habí- pías, 398 personas de la ciudad, que en unión con las de los colegios y gremios expresados suman 2,152 tantes de la capital, los cuales añadidos á 6,541 inscritos en las villas, dan en la isla un total de 9,293 hombres de armas tomar. Véase atrás pág. 345. ISLAS BALEARES 891 sala de ellas la de los jurados, allí encontraron los primeros amotinados 300 picas y 60 mosquetes, los cuales, como se re- partieron en manos de quienes ni á los hombres llamados de honor ni á los gremios pertenecían, no debieron de ser los que más ociosos anduvieron en la matanza y en los estragos poste- riores. Vióse asimismo entonces el mayor testimonio de la orga- nización del interior, y bien claramente la probaron aquellos temibles y numerosos tercios de las villas, que bien armados, banderas desplegadas y al són de los timbales entraron en la capital á ser la principal parte en la civil contienda {a). Fenecida aquella rebelión, como la situación de la isla y los continuos y furiosos ataques que de los berberiscos sufría recia- maban más que nunca el armamento, hízose éste en toda ella, y en él se reservó la corona suficiente intervención y garantías para el decoro de su autoridad y el sostén del orden y de la paz pública. Ya no reaparecieron las escuadras desiguales de los gremios; y á la verdad en aquella ocasión su maleamiento y la pérdida cada día mayor de su importancia, entrambos hijos de la decadencia del tráfico de la capital y de toda la isla, justifi- carón su desarme. Aun sin contar con los jefes reales y militares de la plaza, repartida la ciudad en trece cuarteles, levantáronse en común veinte compañías, cuyo mando sólo se confió á caballe- ros ó á ciudadanos militares. De ellas, dos llamadas Los Dos- cientos por constar de otros tantos arcabuceros cada una, de- pendiendo de la inmediata autoridad del virrey, tenían cargo de acudir á los rebatos y casos súbitos y de perseguir á los malhechores; cargo y dependencia que presuponen en ellas mejor organización que en las demás y tal vez sueldo fijo, ya que no habían de esperar la contingencia de un pregón público, sino los sucesos diarios y los mandatos ordinarios y rápidos del (a) Vinieron en grupos y en tropel de sus respectivos como se des- prende de pueblos, las relaciones coetáneas, más bien la en ciudad que organizados y aguerridos ; se les pegó el gusto á las armas, y á las banderas sobre todo, y se adies- traron en los alardes y evoluciones militares. (Pág. 355.) 892 ISLAS BALEARES representante de la real persona. Otras dos, quizás con iguales circunstancias, daban la guarnición al castillo de Bellver y al fuerte de San Carlos; y si se descuentan las dos de artilleros y la de mosqueteros, se verá que al brazo verdaderamente popu- lar no le cabían sino trece compañías, cuantos eran los cuarte- les de Palma. Había además una de jinetes, apellidada Los Caballos Forzados, la cual, pues la costeaban los nobles que estaban obligados desde el repartimiento al feudo de caballe- rías, venía á ser defensa suya de ellos y del rey, tan pronta por su forma militar y permanente á las guardas y escuchas diarias, como á escoltar al virrey y á los demás empleados reales; y como el hábito, la disciplina y la instrucción solos pueden hacer de algún valor y buen efecto semejantes cuerpos, poco temibles hubieran sido otras cuatro que había voluntarias, aun cuando ni sus jefes fueran personas ilustres y aprobadas por su Majestad, ni los soldados en su mayor parte individuos que ostentaban honores de nobleza y á fuer de tales guardaban para sí la caba- Hería. El interior se partió en cuatro tercios, que comprendían cada uno muchos lugares, y obedecían las órdenes de cuatro maestres de campo, todos de la nobleza. El virrey ponía un capitán en cada villa, ó comandante de armas como diríamos en nuestros tiempos; y éste á su vez nombraba los que habían de serlo de las compañías que á aquella población tocasen. Prudente concierto y acertada preponderancia dada al trono, de los cuales habían de nacer la seguridad, la paz y la armonía, ya que confiadas las armas á las manos populares, sólo por la buena dirección de sus cabezas podían encaminarse al logro de aquellas ventajas. Tal fué el gobierno que rigió en Mallorca desde que el valor catalán y aragonés la arrancaron á la dominación arábiga; y bien que con las alteraciones que los sucesos y el espíritu y nuevas necesidades de los tiempos en él sucesivamente introdu- jeron, así duró hasta que en 1717 el rey D. Felipe V allí como en todas partes quitó la forma antigua, é impuso á los vencidos ISLAS BALEARES la ley de los vencedores, que uniformó las municipalidades y completó la prepotencia absoluta del monarca. Los jurados reuniéronse primeramente en una casa de la calle de San Francisco (a)-, y en 1343 el rey D. Pedro e/ Cere- monioso les cedió el hospital de San Andrés y el edificio que fué de los caballeros de San Jorge de Alfama. En 1383 la ciu- dad compró á los religiosos Dominicos una torre {U)\ y resuelto por el general consejo á 9 de Mayo de 1384 fabricar un reloj y una campana, que así sirviese á los avisos municipales y co- modidad de los moradores como para dar la alarma cuando fuese menester, subiéronse uno y otro á ella á 27 de Setiembre de 1386. El vulgo acompañó aquella colocación con sus tradi- ciones, que después los historiadores cuidaron de transmitirnos; fué durante algunos siglos común fama que los Judíos habían traído de Jerusalén aquella campana, cuyo toque llamó á los príncipes de la Sinagoga á resolver la muerte de Jesucristo. Esta conseja, empero, es otro testimonio é hija del odio que los isle- ños profesaron á los infelices hebreos, en pocas partes tan tenaz ni tan profundo como en Mallorca ; y á la verdad eran bastantes motivos á engendrarla la magnitud de la campana, que pesó 37 quintales y 2 libras (¿:), y la novedad del reloj, uno de los primeros entre los que marcaron las horas por las de altura de sol, la cual tanto hirió las imaginaciones populares, que no du- daron en tiempos posteriores algunos cronistas entrar seria- [cC] Dejóse inducir Piferrer en error manifiesto : los jurados desde su se reunieron origen constantemente en el hospital de San Andrés á plaza de la Cort, pasaron de la calle y no casa de San Francisco, que es la de la Villalonga Escalada á sazón de Rossinyol, sino por tres años solamente, de hacían içqSà lóoi, ínterin se obras en el consistorio. (Pág. 473.) (í») Era una de las torres del recinto arábigo de la de la bajada de Almudayna, á la Santo izquierda Domingo desde las Copiñas. (c) Desde entonces acaso se renovó distintas veces la mente campana, 1680, y en positiva- sustituyendo la vieja que pesaba 68 otra 42 quintales arrobas nueva de 3 5 quintales 81 por arroba : consta en la orla la fecha el Juan y nombre de Cardell su fundidor. Derribada por ruinosa la torre, fueron trasladados en 1849 reloj y campana á la casa de Ayuntamiento. 894 ISLAS BALEARES mente en la discusión de si había venido de Jerusalén ó si era invención anterior de Babilonia. Llamaron á aquella primera- mente Seny del lladre, y después En Figuera. Pero desgracia- damente no se levantaron entonces las Casas Consistoriales, y poco tenemos que alabar ni que describir en la fábrica que en los solares del hospital y de la cofradía de San Jorge se constru- yó á fines del siglo xvi (a). Consta la fachada de dos cuerpos, nada notables ni por sus proporciones ni por su estilo. Cuatro pilastras tienen algo de jónicas dividen el primero en tres que comparticiones, de las cuales las laterales tienen una puerta de un raros ornatos, coronada de un frontón roto en el centro por escudo, sobre y puesta entre dos ventanas, y en la de enmedio el basamento de dos ó tres gradas y un asiento corrido ábrese un gran balcón á manera de palco ó tribuna, cuyos detalles no llevan ventaja á los de aquellas. El segundo cuerpo está partido en dos por una faja, que no con buen efecto interrumpe las al- tas pilastras ; y de ellos ocupan el inferior siete balcones que dan á la balaustrada ó balcón corrido que sirve de cornisa al primer cuerpo, y el superior ostenta un balcón desproporciona- do entre seis ventanas cuadradas (à). Nada, pues, convidaría al artista á examinar este edificio, si á su buen su remate y coronación no compensaran, merced efecto, la mezquindad del plan que abajo se desarrolla. Es un alero grandísimo, ó mejor un cuerpo voladizo, que con no poca (a) Tan inexacto en la apreciación cronológica como injusto en la artística anduvo aquí por cierto el insigne autor con nuestro monumento municipal del siglo XVII. Para dar la preferencia sobre todas y hasta rendir culto, si se quiere, á la arquitectura de la Edad media, ojival ó románica, no importa exclusivismo; cuanto más desapasionado y libre es el espíritu, mejor admira y se entusiasma. Ante esta fachada barroca, á la cual todo cuadra menos la palabra mezquindad, á despecho del desfavorable análisis de las partes, la majestad del conjunto im- el arte no se razona, se siente; y el mismo Piferrer acaba avasallado por el pone; magnífico coronamiento. (b) À este balcón desproporcionado vino á reemplazar con mejor efecto la esfera del reloj ; así lo produjeran la torre y \z. jaula de la campana que asoman por cima del alero ! N)j4, ' f C^V -7 ^ i-^ V ^ >í^ífe, ISLAS BALEARES 895 osadía avanza á cobijar cual rico dosel la fábrica entera y aun el basamento de la compartición central del primer cuerpo. So- bre once ménsulas ó cartelas, separadas por florones, apóyanse otras tantas cariátides colosales que á su vez apean y dividen diez anchos artesones, cada uno de los cuales lleva un enorme florón esculpido y con algún colgadizo en el centro. Visto desde la plaza tiene cierta grandiosidad, que así da valor al monu- mento como sorprende agradablemente á quien lo mira, al paso que comunica á aquel y al lugar notable carácter pintoresco. Tampoco en el interior nada aparecería digno de atención, á no llamarla poderosamente los numerosos cuadros que cuelgan de la pieza principal y de otra contigua. Tal vez de ellos sólo el de San Sebastián puede ofrecer interés al que busca los mo- numentos de las bellas artes; pues si los ricos efectos de luz y de colorido de esa gran tela no atraen desde luego sus miradas, bien le llevará á contemplarlo el nombre de Wan-Dyck á cuyo pincel fué debido (i). Mas ya que no el mérito de la ejecución, recomiendan á los demás que tapizan las paredes del salón con- sistorial la mira piadosa y patriótica que en otros tiempos dictó su reunión en aquel sitio y el noble uso á que los antepasados los destinaron. Ellos conservan las facciones de cuantos hijos céle- bres ha tenido Mallorca en la religión, en las letras y en las armas; y si fué distintivo de las municipalidades antiguas celar el lustre de su patria y la conservación de las buenas costum- bres, ciertamente nada más conforme á su espíritu ni más digno de alabanza que esa honra tributada á la virtud y al mérito, expuestos bien como modelos y mudos testigos que continua- mente habían de asistir á las deliberaciones del grande y gene- ral consejo. La figura gigantesca del rey D. Jaime, tal vez copia de un cuadro gótico, encabeza aquella colección ; y ciérranla las del intrépido marino Barceló y del general marqués de la Roma- (i) Lególo á la ciudad D. Bartolomé Verger, quien lo había drid adquirido en Ma- cuando desempeñaba allí las agencias de Mallorca. 896 ISLAS BALEARES na. Algo habría que extrañar en la mezcla é introducción de ciertos personajes, y quizás sean impropias de ella las efigies de monjas y religiosos ó de otros particulares, sólo de pocos contemporáneos suyos conocidos; mas toda inculpación enmu- dece ante la sencillez y piedad que la engendraron y de las cua- les ella es el mayor testimonio (a). Si nada recomienda á esta fábrica como monumento, al me- nos nótase en ella, particularmente en su exterior, una disposi- ción que comunicándole originalidad la hace propia para los actos ceremonias que solieron practicar las munici- mayores y palidades antiguas, de los cuales únicamente queremos recor- y dar el que ya había venido á ser parte de la historia y costum- bre nacional de Mallorca. La importancia de la conquista y la misma circunstancia de ser empresa marítima y entonces de las más arriesgadas, hiciéronla famosa en todas partes (i); y hasta D. Jaime sintió tanto gozo del nuevo reino, que apoyó y autorizó las tradiciones maravillosas con que ya desde el principio la ardien- te fe de los guerreros acompañó la toma de Palma. Los moros, según él dice vieron que se lo contaron después los rendidos, entrar el primero por la brecha un caballero montado en un caba- lio blanco y revestido de blanca armadura, y—hemos de creer^ añade con candor y simplicidad admirables, que fué San Jorge^ pues encontramos en historias que en otras batallas viéronle re- petidas veces cristianos y sarracenos. El traductor y explanador del (a) La colección de cuadros, empezada á fines del siglo xvi ó principios siguiente, excede tal vez de ciento cincuenta, refiriéndose algunos á personajes á fin de se con- de tiempos anteriores, con los cuales sigue en rápido aumento que los se serve siquiera el nombre ya que no la fisonomía: hay que distinguen por su mérito. Preponderan en número los eclesiásticos; cinco cardenales, veinte y un cincuenta religiosos, venerables en su mayoría por martirio ó obispos, por santi- dad, seis del otro sexo. De la alta gerarquía militar hay unas dos docenas, y tres unos ó cuatro grandes maestres ; del orden civil no pasan de media. Al frente de propiamente históricos figuran los reyes y real familia de Mallorca, y el pocos héroe cartaginés.... Aníbal nada menos, á quien vindica por hijo de no sé qué islote de los mares Baleáricos el famoso texto parva ó patria Annibalis de Plinio, (i) Véanse las páginas 121 y 122. ISLAS BALEARES 897 latino fray Pedro Marsilio confirmó la tradición del santo pro- tector de las armas cristianas en la corona aragonesa; y lo se- ñalado de la época que ella recordaba y el espíritu de la caba- Hería que eligió por patrón al bienaventurado mártir, de todo punto la establecieron y conservaron. Mas aun cuando faltaran la importancia y la fama de la conquista y las tradiciones vene- randas que consagraron para siempre su memoria, los privile- gios que el rey concedió á los pobladores y el amor grande que de él experimentaron los ciudadanos de Palma, ya de suyo eran motivos bastantes para que la gratitud mallorquina eternizase con un acto general y público su nombre y el aniversario del día en que las espadas cristianas allí dieron fin á la dominación sarracena. Dispusieron, pues, los pobladores que cada afio á 31 de Diciembre se hiciese en Palma procesión general, sacando y paseando el pendón del rey D. Jaime, que todos orasen por el alma del Conquistador^ y que á lo mismo y á la salvación, prosperidad y victoria de sus descendientes fuesen ofrecidas cuantas misas se celebrasen aquel día en todo el reino. Así se practicaba en vida del cronista Ramón Muntaner, que con mu- cho amor lo trae á la memoria, bien como otra de las glorias del monarca de quien no habla nunca sino con sentimiento de admiración, pesar y ternura (i); y si por la piedad de aquellos buenos siglos hemos de medir ese testimonio de veneración pú- blica, ninguno más sencillo, ni tampoco más grande ni más digno de la empresa cuyos primeros estímulos habían sido el castigo de una secta y la exaltación de la fe de Cristo. Después, fami- liarizados los ánimos con la ceremonia, menguado el espíritu de sencillez que caracterizó los comienzos de la nueva población. (i) No sólo alaba Muntaner aquella costumbre de los pobladores de Mallorca, sino que reprende á los de Valencia porque no la establecen en su ciudad el día de San Miguel, y añade que para más solemnizar la memoria de la conquista va- lenciana debieran hacer limosna general. Véase el n.° 6 del Apéndice á la según- da parte. . 898 ISLAS BALEARES engrandecida Palma por la navegación y el tráfico, introdujé- ronse en el aniversario algunas modificaciones, y lo que sólo era fiesta religiosa pasó á ser también cívica y público regocijo, y en esto se fijó la mayor atención del pueblo {a). En la tarde del día 30 de Diciembre el són alegre de las gaitas, chirimías y timbales anunciaba la llegada del aniversario á los moradores, que respondían á su llamada abandonando sus tareas. Con gravedad y pompa salían los jurados á sentarse en público delante de las casas consistoriales y en el banco corrido que sirve de basamento cuando se hubieron edificado las que describimos, mientras se sacaba al palco ó balcón del primer cuerpo el asta del pendón de D. Jaime. El día 31 el frontispicio aparecía adornado con el cuadro del mismo rey y con los retra- tos de los hijos ilustres de Mallorca que sucesivamente han ido llenando la sala del consejo : de esta manera la alegre y pacífica muchedumbre, que así de la ciudad como de las comarcas veci- nas acudía, miraba expuesta á la contemplación común una lee- ción histórica, que en mudo bien que elegante lenguaje les decía las glorias de su país y la senda que á la santidad, al saber y á los honores conduce. Allí junto al estandarte real veíase el cas- co que ciñó el joven monarca sobre el fuerte almete ó sobre la enmallada capellina, y en cuya cimera un dragón batía sus alas erizadas de agudas puntas; y le hacían buena compañía alguna otra pieza de su armadura, jaeces de su caballo, el peto del walí almohade, y las capas de algunos caballeros (i). El cuerpo municipal volvía á ocupar el mismo asiento que en la víspera. {a) Llamábase desde el siglo xiv la fiesta del Estandart, de que era abandera- do el jurado más joven de los dos del brazo de ciudadanos: acompañábanlo los gremios, dando á veces origen á disputas de precedencia. Esta cabalgata y la del día de San Juan prestaba ocasión á revistar dos veces al año los caballos armados, á fin de que no se descuidaran en tenerlos aprontados para defensa de la isla los poseedores de ciertas fincas. (i) Las armas y los jaeces están en la Armería Real de Madrid (a). la) ,Sjn que esto sea responder de su autenticidad. ISLAS BALEARES 899 Entre tanto el Maestre ó Cap de Guayta (¿?), acompañado de un fuerte destacamento de artesanos, ponía á la cadena los muchos esclavos que hasta muy entrado el siglo xvi hubo en Palma, ó suponía hacerlo cuando desapareció su uso; el veguer y el baile general recorrían á caballo las calles con gran séquito de caba- lleros, y ciertos unos y otros de que nada había de turbar el público sosiego, se dirigían á la plaza. La necesidad y el gran número de los vencidos, para quienes aquel día lo era de dolor y amargura, habían dado origen á aquel aparato guerrero; mas en los siglos más recientes, no existiendo ya tan considerables aquellas causas, las dos comitivas de los magistrados vinieron á ser el lucimiento y la animación del acto. Las casas de la no- bleza que escoltaban al veguer y al baile sacaban ricas armadu- ras, y en las sobrevestas, divisas, veneras y arreos hacían os- tentación de aque^ lujo que hubieron de reprimir los mismos reyes; y cuando las armas de fuego hicieron inútiles las defen- sivas de la Edad media, un loable respeto á lo pasado indujo á los caballeros á ceñirse para la solemnidad las pesadas corazas, y á cubrirse con los acerados cascos y á embrazar los escudos de sus mayores. Los prohombres artesanos competían con ellos, ya que no en riqueza, en el aseo y buena compostura, que du- rante tanto tiempo distinguió á nuestros buenos menestrales y fué señal cierta de la comodidad y de la opulencia; y bien bon- raban al Maestre de Guayta^ que vestido de ceremonia y empu- ñando su vara negra, en cuyos cabos se veían grabadas dos cruces, los iba capitaneando. Mas como, á medida que con la disminución de los esclavos perdió este cargo de su importancia, dejaron de ejercerlo las personas nobles que al principio lo des- empeñaban con honra, no así grave y digna se presentó siempre esa comitiva, y aun modernamente ya no sirvió sino de repre- (a) No debe confundirse el Mestre de Giiayta,, que era el jefe único de la ronda, con los cap de guaytas que eran muchos y empleados de policía, que hoy llama- riamos municipales. goo ISLAS BALEARES sentación cómica y de solaz y vulgar divertimiento (i). El pue- blo, cuyo sentimiento poético rara vez deja de asirse á lo que en sus usos y tradiciones lleva el sello de la originalidad ó de un carácter local, individual ó destacado, púsole al Ca^ de Guayta el apodo de El Señor Lluch de la Meca^ bien como • derivado del cargo que le estaba encomendado; y tanto se aficionó á aquella parte la más animada y caracterizada de la fiesta, que sobre ella versaron las explicaciones con que inter- pretó la solemnidad, y aun hoy en día los ancianos que la refie- ren la llaman Sa Coleada (2), como haciéndola consistir toda en la cabalgata de la nobleza, y no titulan al oficial municipal sino con aquel apodo, ignorantes del verdadero nombre y sig- nificado que no aprenden sino con sorpresa y como con cierta duda. Al estrépito de las gaitas, timbales y chirimías entraban ambas comitivas en la plaza, que á su llegada cobraba anima- ción y movimiento. Poníanse en pie y se descubrían los jurados; el veguer y el baile daban cuenta de su pacífica correría ; y ade- lantándose El Señor Lluch de la Meca^ hacía profundas reve- rencias y acatamientos al retrato del rey D. Jaime, saludaba en seguida á los jurados, y dirigiéndose al primero ó en cap, en (1) El folleto X.\\.\i\ado Explicación de las funciones del dia de Diciembre, etc., (Mallorca, año de 1826), que tenemos á la vista, reprende con sobrada severidad este abuso, que explica en los siguientes términos: «Uno y otro empleo {baile gene- raly cap de guayta) era de la mayor consideración, á pesar de haber llegado á ser este último tan ridículo y despreciable por las ridiculeces en que le han sumergí- do en tiempo, que la necesidad de su empleo ha llegado felizmente á ser de nin- gún momento (pág. 4.)...—(pág. 6.) Faltando progresivamente esclavos, se debi- litó al mismo paso la respetable representación de este último empleo, y mucho más por haber recaído, á mediados del siglo xviii, en un sujeto despreciable por su conducta bufonesca y ridicula é indecente, trastornadora de la seriedad del día y contraria á la que debía acompañarlo al presentarse á la vista delMagis- trado, y más al estar éste colocado bajo del retrato del Monarca conquistador, pues que en vez de hacerles una respetuosa cortesía cual debido acatamiento, comenzó en ejecutar piruetas y tonterías las más ridiculas, de modo que los arte- sanos que tenían en otro tiempo á grande honor el acompañarle, se miran hoy sonrojados de ser su comitiva y sustituyen á sí mismos á algunos otros persona- jes, y aun estos se presentan con capotes para ser confundidos con las demás per- sonas de la función. (2) Significa La cabalgata, del verbo catalán antiguo calcar, cabalgar. ISLAS BALEARES 901 alta voz le decía :«—Tranquila está la ciudad, asegurados y en cadenas quedan los esclavos. » Entonces era el tocar las trom- petas y el romper un gozoso murmullo al desfilar la magnífica cabalgata de los nobles, cuya gentileza, arreos, caballos y nu- merosa y brillante servidumbre se llevaban tras sí todos los ojos y todos los aplausos: allí era el caracolear los bridones, cuyos penachos ondeaban en confusión vistosa: allí también el hacer prueba de destreza y bizarría ante las damas mallorqui- nas, en todos tiempos celebradas por la gracia, en aquellos fa- mosas por la suntuosidad de sus vestimentas. Pasâba á su vez el séquito del Maestre de Guayta; y en seguida los jurados sa- caban el asta del pendón real y la fijaban en el centro de la plaza, quedando en su custodia los mayordomos y prohombres de los gremios. Entonces comenzaba la ceremonia del aniversa- rio, la cual era una representación piadosa y patética del suceso que aquel día recordaba. Salían de la catedral en procesión el clero, las comunidades religiosas, el lugarteniente ó virrey y el cuerpo municipal, llevándose en pos de sí la muchedumbre que iba respondiendo á la letanía. La Coleada y la escolta de arte- sanos acompañábanla á trechos, y á trechos se desviaban de ella para rondar las calles. Abríale paso á la campiña la puerta apellidada por los árabes Beb-Albelech, después Del Campo {a)\ saludaban los muros del Temple, parte de los cuales tal vez presenciaron la fuga lastimosa de la desventurada población sarracena y el estrago de la entrada; y allí, bajo el inmenso dosel del cielo, delante de los torreones que no bastaron á frus- trar el esfuerzo y la intrepidez cristiana, arrodillados todos al pie de un altar de antemano erigido, subía á lo alto en cántico imponente la Salve Regina^ tierno y vivo recuerdo de los gritos repetidos de Santa Maria! Santa María! con que los guerre- [a) La puerta del Campo no corresponde á la de Beb-al-beled por más que en arábigo signifique lo mismo, según llevo advertido ya pág. 108 y en otros pasa- jes de este libro, mejorando de dictamen. 902 ISLAS BALEARES ros catalanes y aragoneses invocaron la ayuda de la Madre de Dios en el duro trance del asalto. ¿Qué son nuestros festejos modernos sino vanas fórmulas ó fríos simulacros ante aquellas festividades nacionales, que con- memorando los tiempos en que bajo el estandarte de la Cruz se fué reconquistando á fuerza de siglos la España, mantenían y avivaban en todos el sentimiento religioso y el de nuestra in- dependencia? El corazón no se apacienta ni se hinche de la mera pompa y artificio, y la sencillez más pobre es poderosa á con- moverlo profundamente cuando ella es un despertador de los sentimientos y tradiciones heredados y transmitidos de luengos siglos, que entonces prestan á cualquier acto interés, esplendor y gala; gran vergüenza para nuestros tiempos filosóficos que hasta tal punto se haya desconocido la condición humana, y que destruyendo los límites y la estabilidad que en todo necesita nuestro espíritu, se le haya despojado de sus más ricas ilusiones y cegado la fuente de sus goces más puros, al mismo tiempo que se ha falseado, si no conmovido, lo que al sostenimiento de la sociedad como parte muy principal contribuía. Así prepara- dos los ánimos, seguía la procesión invocando el auxilio de la Reina de los ángeles; y al llegar á la puerta de Benalcofor ó Pintada (a), cerrada aquel día, la cruz de la catedral llamaba á ella con tres golpes, á los cuales se abrían de par en par en- trambas hojas, á la manera con que hubieron de ceder con es- trépito al religioso fervor é ímpetu de los cruzados. De allí, en- tonando el himno de gracias y alabanzas al Omnipotente, diri- gíanse á una vecina puerta, por donde una no interrumpida tradición cuenta que entró el rey D. Jaime, y la cual han hecho inútil las fortificaciones modernas que delante de ella miran á la campiña. Los antiguos la llamaron del Esvehidor^ que suena (a) La moderna se entiende; porque hasta el siglo xvii llevó este nombre la antigua ó de Santa Margarita, que es propiamente la arábiga de Beb-Alcofol. ISLAS BALEARES 903 asolamiento y estrago (i); los modernos la han puesto el nom- bre de la Rinconada^ que cierto cuadra con aquel retiro al pie del convento de Santa Margarita y con la soledad triste del sitio; mas nunca ha perdido el título de La Conquista^ con que es común en Mallorca señalarla. En aquella calle inmediata fué la postrer resistencia de los que no habían desamparado al walí Said-ben-el-Hakem: de lo alto de los voladizos bajaban los tiros inseguros de los que á su frente y á sus flancos veían brillar las lanzas aragonesas, mientras sonaban lastimosamente á sus oídos, haciéndoles cobardes, el lloro y el clamoreo miserable de sus deudos y de sus familias, que se despedían para siempre de su país natal é iban á buscar un asilo en las montañas. ¡Cuán otra ahora y cuán distinto espectáculo ofrecía! Á las ventanas y miradores se asomaban damas y doncellas gentilmente toca- das; decorábanse las casas con buenas tapicerías, con góticas alcatifas y damascos, y los que no podían sacar tales paramen- tos, alegraban y recreaban deleitosamente los sentidos con las plantas, ramos y flores que entretejidas en columnas y guirnal- das colgaban de las paredes. Despuntaba entre el regocijado movimiento el blanquísimo rebocillo de las payesas, y el traje de los campesinos á todos los grupos añadía originalidad y vis- tosidad armoniosas. El alegre murmullo, que se acrecía cuando la procesión entraba por la puerta de La Conquista^ el cántico solemne del Te Deum que iban entonando los sacerdotes, la presencia de las comunidades, la de sus magistrados populares revestidos de sus largas gramallas, la comitiva del Maestre de Guayta^ la lujosa cabalgata, el ondear de las plumas y cimeras, el resplandecer de las armaduras, el crujir de los jaeces dora- dos y de las veneras de oro, el tumultuoso sonar de las trom- petas, gaitas, tambores y chirimías, á todos traían esparcimiento y regocijo, causando un bullicio y una animación que claramente (i) Del verbo catalán antiguo esvehir ó esvasir, que significa conquistar, asolar. 904 ISLAS BALEARES decían con cuánto amor se entregaban los mallorquines á esa conmemoración solemne. Mas si durante esta travesía por la calle de San Miguel la pompa y el júbilo populares parecían oscurecer la función religiosa, bien como una manifestación del alborozo por la supuesta entrada de los cristianos en la que ciudad sentían, á poco otra ceremonia devolvía á la fiesta su carácter augusto, y también ella como las demás de la Iglesia en aquel día era uno de los más elocuentes y suaves recuerdos del pasado triunfo. En el templo de San Miguel comenzábase antes una misa á tal tiempo y de manera, que al entrar la pro- cesión en el santuario estuviese próxima al canon: así el diácono de la procesión podía ayudar al celebrante á la elevación de la hostia y del cáliz; y si el lector trae á la memoria que apenas finido el estrago se consagró la mezquita principal al arcángel San Miguel, y que en aquella nueva iglesia se celebró por pri- mera vez el incruento sacrificio, bien comprenderá que debía sentir el pueblo que ahora asistía á esta misa en medio de las conmociones del gozo, de la entrada, del movimiento y de la piedad, del mismo modo que los guerreros conquistadores que habían asistido á aquella primera, no borradas todavía las impre- siones del combate y de la victoria. Por entre tal concurso y escoltada por ambas comitivas, cruzaba la procesión desde San Miguel hasta la plaza de Cort, y de allí á la catedral, donde por última vez la Iglesia volvía á hacer recordación del triunfo de las armas cristianas con una plática, en que el pueblo es- cuchaba la relación de toda la conquista, y aprendía cuánto de- bía agradecer á Dios y á honrar la memoria de sus antepasa- dos. Entre tanto los jurados, al són de los ministriles y tambo- res, quitaban del centro de la plaza y encerraban el pendón real, mientras tal vez la cortesanía de la nobleza y de los ciudadanos hallaba medio de prolongar por la noche los festejos con las músicas y cantares, con los saraos y colaciones {a). el (a) Aun con haber soltado en esta conmemoración mi entusiasta amigo ISLAS BALEARES 905 ¿ Por qué no se celebra ya ese aniversario con las públicas solemnidades que acostumbraron los antiguos? Ya no más ca- balgatas ni aseadas comparsas de menestrales; no más para- mentos ni enramadas; no más concurrencia y animación y músi- cas por las calles: la palabra funesta de la vanidad moderna, que cierto no la llamaremos nosotros filosofía, ha desvirtuado las ilusiones y las creencias, y maleando las costumbres y la primitiva sencillez ha hecho ó ridículos ó indiferentes los buenos usos de los mayores. Hoy la presunción del saber, común á todos aunque en poquísimos motivada, afecta no comprender la intención á la vez histórica y piadosa, ni el espíritu poético de aquella venerable ceremonia, ni su entusiasmador conjunto que tan poderosamente removía y agitaba la vida moral del pueblo, y que nunca jamás alcanzará á suplir la moderna cultura con ninguna de sus invenciones y reformas. Aquel era el pendón que guió la arremetida contra las huestes agarenas en las cum- bres de Bendinat y de Burguesa; aquella el asta maciza que descolló en las batallas por la fe y por la reconquista de la patria; los guerreros que vinieron á la expedición aprendieron á reconocer con amor el alto dragón alado de aquel yelmo; la libertad volaba en torno de aquel cuadro, imagen del rey amigo de las ciudades, primer promovedor de los comunes en Aragón y Cataluña, bienhechor y padre de la universidad mallorquina, cuyo nombre aprendieron á pronunciar los labios de la infancia; las plegarias hechas á campo raso, á la luz del sol, delante de las murallas, al menos sensible enternecían y transportaban al tiempo del ataque; la entrada por la puerta de La Conquista aumentaba esa conmoción; la vista de la fábrica árabe de San Miguel, que subsistió hasta fines del siglo xiv, poníale el colmo. dique á su pluma poética cuanto cristianamente filosófica, paréceme que es me- nester coronarla para cumplida satisfacción de los lectores con la Coleada imprescindible de D. Pedro Alcántara Penya que va en el apéndice, y resume en tan po- pular y admirable forma aquella costumbre, que si fuese capaz de caer en bastarían olvido, para hacerla inmortal sus estrofas. 114 90Ò ISLAS BALEARES como de monumento que había presenciado la lucha y la victo- ria, y pues hasta últimos del pasado se conservó el cáliz con que se había celebrado allí la primera misa, lugar hay á supo- ner que aquel mismo cáliz sirviese para renovar cada año la memoria de ella; y al fin el sermón predicado en la catedral grababa en el entendimiento de todos la historia de esa grande expedición, que oída todos los años formaba parte de la ins- trucción pública y como una tradición principal era transmitida por los padres á los hijos: admirable conjunto de patriotismo, religión y poesía, que ahondó fuertemente en el ánimo de las generaciones pasadas, y cuya relación aún embelesa á la pre- sente (i). Bien ha hecho la Iglesia en celebrar durante estos años dentro del santuario la memoria de aquel triunfo; bien ha hecho en guardar en su seno el precioso depósito, que no sin riesgo ni escarnio podía exponer á las miradas de los incrédulos. ¡Ay! ¿por qué ha de haberse roto la tradición en un pueblo tan bue- (i) Tanto se arraigó la afición á esta fiesta ya tradicional en los ánimos de los mallorquines, que, aun omitiendo los restos que de ella perseveran y van indica- dos en el último párrafo del texto, hasta en una comedia que de la Conquista compuso en el siglo pasado un D. Miguel Bover y Ramonell (*) sale en el final el Maestre de Guayta y hace sus cortesías, y se habla de la iglesia dedicada á San Miguel. Es decir, que la fiesta en la opinión del vulgo vino á ser coetánea de la conquista, pues esto da margen á suponer aquel final extrañísimo que sólo así puede explicarse. Y como por otra parte él demuestra cuán absurdas habían lie- gado á ser las interpretaciones que el pueblo daba á lo del Maestre de Guayta y cuántos los abusos que las motivaban, permítasenos que lo copiemos: Después de darse las manos el general moro Muza y la mora Luna, que se casan de rondón dice el Rey: Rey. El Maestro de Guayta salga, haciendo sus reverencias, nos dará la enhorabuena cortesía á la italiana, de esta conquista. y el rande-vú á la francesa. Bermúdez {gracioso). Ya sale. Sale el Maestro de Guayta., y hace delante del Serenísimo Conquistador la misma función que hace todos los años el día ji de Diciembre en la Plaza de Corte de Pal- ma delante de los Regidores de la ciudad, tocando las chirimías ó la gayta según la antigua costumbre, etc. (*) Barcelona , en la imprenta y librería de la Viuda Piferrer, administrada por Juan Sellent, año 1792. ISLAS BALEARES 907 no y aun tan sencillo, que en medio de cuantas innovaciones introdujeron la revolución y la fuerza de los acontecimientos, conserva todavía el sello de las costumbres antiguas y su amor á los antiguos usos, y que ofrece sin saberlo un gran testimonio de su bondad y de su candor cuando para solemnizar las fiestas modernas cuelga el retrato del rey D. Jaime y los demás de los mallorquines ilustres en la fachada de las Casas Consistoriales, en cuyo banco mira entonces sentados á sus Alcaldes y Regi- dores? ADICIÓN AL CAPÍTULO SEXTO La casa de la ciudad OR singular y casi incompatible que parezca la unión de objetos tan heterogéneos en un mismo punto y edificio, ello desde la creación de los jurados, veinte años des- es que pués de la conquista, no tuvieron éstos más consistorio que el hospital que acababa de fundar Ñuño Sans bajo la advocación de Santa Eulalia ó de San Andrés, lindante con un huerto y mezquita dadas para residencia principal de la milicia de San Jorge de Alfama. Valdríale al hospital éste no sabemos si privi- legio ó gravamen, la situación que ocupaba en la plaza de las Curias ó escribanías especiales de los magnates y porcioneros, donde se concentraban las jurisdicciones señoriales y las magis- traturas de oficios, tal vez por costumbre vinculada al lugar por los tribunales sarracenos. De la Curia^ al tenor de lo expresa- do ya en la carta-puebla de 1230, subían las apelaciones á la Almudayna^ es decir al palacio donde residiera el rey ó su de- legado. La plaza se titulaba indiferentemente de las Corts 6 de Sant Andreu,' y si en ella habían de venderse, como mandó en 1284 Jaime II, la madera, la paja, las cañas, los lienzos y el ISLAS BALEARES 909 lino y el algodón hilados, poco espacio restaba en ella para la vida pública ordinaria, y mucho menos para los solemnes actos y rigurosos castigos de que muy á menudo era teatro, turnando allí suntuosas fiestas con horrendos suplicios (a). Para mayor complicación, entre la puerta del hospital, del cual constituían parte la sala y oficinas de los jurados, y la de la cárcel común, no mediaba sino la esquina que hoy forma el Ayuntamiento con la Diputación, cuya morada hemos conocido cárcel, todavía ampliada respecto de entonces (à): y si desde sus asientos po- dían los padres del pueblo percibir los ayes de las secretas tor- turas, cuyo exceso tenían obligación de moderar con su asisten- cia, participaban también de las agitaciones y fúnebres escenas de aquella siniestra vecindad, y por debajo del balcón inferior, adonde salían á manera de palco, habían de ver desfilar los reos de muerte ó de otra pena corporal. Transcurrió así el siglo xiv, sin que la Universidad, á pesar del pujante desarrollo y de las normales condiciones en que entró, pensara en fabricarse casa propia, viviendo como de prestado en el hospital provisto de oratorio y capellanía, y har- to bien dotado para dejarse absorber por sus magnificas {a) Recuerdo entre otros casos el de Berenguer Sas Torres y Jorge Medala condenados por monederos falsos en i 341? á i 3 de Mayo á beber metal derretido en la plaza de San Andrés antes de ser conducidos á la hoguera donde habían de ser quemados vivos : de donde aparece que se hallaba ya establecida la atrocidad que cuatro años después hizo sufrir en Valencia el rey Pedro IV á los fundidores de la campana de la Unión. En la plaza de Cort se levantó el cadalso en 1464 para el noble prisionero Pedro Benito Esplugues, uno de los veinte y siete de Baree- lona rebelada contra Juan 11 (p. 287). Todavía me explico mejor tan repugnantes espectáculos en el centro más culto de la población, cual hace poco más de un siglo los presenciaba París en la plaza de Grève delante de su Hôtel de Ville., que el pleno salvajismo de hacer quemar en Cort la paja podrida y otros objetos ave- riados, en contraste con otras disposiciones que revelan cierto cuidado y aun esmero de policía. (fe) Entre ambas puertas ejercía su oñcio en asiento fijo al aire libre el ejecu- tor de las deudas, según le prescribía la real orden de 12 de Noviembre de 1381. (c) Dióle Ñuño Sans, además de otros bienes, el predio llamado desde enton- ees Santa Eulalia en la falda de na Burguesa, que en i 309 fué vendido á Pedro Burgués en cuya familia se perpetuó. Pagaban los jurados al hospital de San An- drés treinta libras anuales por alquiler seguramente. ISLAS baleares señorías^ á quienes disputaba hasta el patronato de la capilla el gremio de los herreros. Á principios del otro, en 1407, fué cuando se trató de adquirir la vecina casa de los nobles Buade- lia para construir sala y casa de consejo y otros edificios nece- sarios. Opusiéronse á la venta obstáculos, por los cuales recia- mó perjuicios el dueño hallándose en 1410 de jurado caballe- ro (^), y queda en duda si pasó el contrato, ó al menos no consta que se hiciesen notables ampliaciones, ni tampoco que se agre- gase la casa de Vivot que entró más adelante en proyecto: fal- taba espacio para ensancharse entre el hospital y la cárcel fuera del muro de la Almudayna, en el cual se encerraban hasta la Volta Pintada las mansiones solariegas apropiadas al objeto. Otra centuria cabal pasó hasta que, nada menos por peligro de ruina, volvieran á emprenderse las obras ; y todo el año 1506 perseveraron diligentes y animadas á pesar de la pública mise- ria, atendiendo, no sólo á los reparos, sino á la comodidad y aumento de las estancias en el piso alto y bajo, y de paso al decoro y ornato exterior. Frente al balcón ó galería, lugar ordi- nario de las audiencias públicas, abrióse á la sala que da al patio un portal ataviado con las galas de la gótica decadencia; pero en vez de los blasones de la ciudad pintáronse aun én las vigas de otras piezas los del egregio fundador del hospital, rodeadas las barras de Aragón con las calderas de Lara (<5). Fué aplaudida en general la restauración; y felicitándose de ella los nuevos jurados, que excepcionalmente entraron el día de San Jorge de 1507, tomaron por punto llevarla á cima, indemni- zando con un obsequio de las pérdidas que alegaba al maestro Armengol sentado á la sazón entre los consejeros menestrales, y dejando puertas y bancos todo renovado y perfecto. Llególe (a) Pedro de Buadella, heredero de Jaime y de Juan sus mayores, hijos quizá de Bernardo que compartió en 1945 el cadalso con Pedro de Puigdorfila por la causa del rey legítimo. Esta familia y la de Cerdo enlazada con ella acabaron por aquellos años : la casa, que pasó acaso á los Vivot, estaría en línea con la Cárcel aunque dentro de la Almudayna, frente deis Polis de Santo Domingo. (b) Véase la nota de la pág. 334, parte histórica. ISLAS BALEARES 911 SU turno al mobiliario, y á principios del 1518 pareció vergon- zoso é indigno de cualquier reunión decente el cortinaje de la sala baja de sesiones, en reemplazo del cual hubo propuesta de hacer venir buenos tapices flamencos representativos de las proezas del rey Conquistador {a)^ nada oportunamente por cier- to para señalar el desastroso advenimiento de la Germania. La pobreza empero de la Universidad, respecto de la opu- lencia ó más bien del lujo de los ciudadanos, no permitió subir al nivel del esplendor y boato de los tiempos la representación del municipio; y siguieron funcionando un siglo más jurados y conse- jeros y oficiales, atenidos á lo extrictamente indispensable de local y de aderezo, los primeros en el salón inferior, el general con- sejo en el de arriba con tal estrechez, que al presidirlo los virreyes no podían dejar la asamblea para dar espacio á delibe- rar sino saliéndose al terraplén contiguo. Fué menester que al fin del centenar, en 1598, se reconocieran síntomas de hundi- miento entre las mal trabadas partes del heterogéneo conjunto para que se determinase levantar un edificio de planta, en uni- dad, disposición y magnificencia convenientes á su carácter; y como entretanto no quedara rincón sin apuntalar, alquilóse por tres años en la calle de San Francisco la casa de Jaime Ros- sinyol para servicio de la juraría (¿). Nada pudo hacerse en tan breve plazo sino comprar algunas reducidas viviendas y obra- dores hacia la Cadena de Cort ó plaza de Santa Eulalia (¿:), con cuya anexión se dilató de cualquier modo la capacidad del con- sistorio, y volvió á habilitarse con algunas recomposiciones, ínterin se preparaba despacio el gran proyecto. Poco adelantó todavía durante la primera mitad del siglo xvii ; las obras cami- naban perezosamente á la realización del plan preconcebido. (a) Queda indicado pág. 34';. {b) De aquí nació la falsa tradición que engañó como se ha visto al mismo Pi- ferrer, de que en dicha casa se reunieran primitivamente los jurados. Véase pági- na 473, I.' parte. (c) À un cirujano, á un librero, á un boticario y á varios revendedores perte- necia este menudo caserío que va detallado en la nota de la citada página. 912 ISLAS BALEARES con olvido de si aguantaría lo existente hasta ser relevado por lo futuro, cuando en Abril de 1649 despertaron las cabezas de la ciudad y reino á la reiterada denuncia de un macero dando improrrogable aquella interinidad, y confirmólo el dictamen por de diez maestros escogidos por los jefes del gremio. Tratábase de subir la fachada, y como formaba parte aún de la que había la iglesia de San Andrés donde, después de desaparecido el hospital por su reunión con los restantes, quedaban amos los herreros con sus juntas y su culto á San Eloy y sus entierros y su coro y su azotea, medió el virrey conde de Montoro en Julio del mismo año para que por la entrada general se les asegurase paso y llave y uso libre y peculiar de su oratorio y dependen- cias. Continuóse desde el cuerpo bajo el principiado frontis, y la accidentada variedad en fechas y estilos de tantas construe- clones fué uniformándose en un vasto y majestuoso lienzo de piedra, pardo de color, pesado de proporciones, grueso de mol- duras en jambas y dinteles, pero expresión genuina de los ras- gos culminantes de la época. Diríase que se le conocen los cauda- Ies de que fué costeado, del ramo de fortificación que, supuesto que contribuía á ella con doce mil libras la universidad, le fue- ron copiosamente prestados en atención al extremo apuro mientras aprobara la resolución S. M. ; tiene algo de baluarte aquella fábrica, é ingeniero debió de ser el hasta aquí ignorado autor de su traza. El contagio de 1652, cuyos estragos no has- taron á interrumpir la frecuencia de los libramientos, parece haber depuesto cierto lúgubre barniz en la sillería. La fachada en 1666, previo reconocimiento de ocho peritos, fué declarada capaz de soportar otro segundo cuerpo, y en Ju- nio de 1670 el carpintero Tomás Juan emprendía por cuarenta libras la escultura de cada uno de los ocho cuadros de la techumbre del vasto zaguán, que estaba por labrar conforme á la muestra del ya terminado, con flores ó alcachofas dentro de sus casetones. Por Julio de 1671 hubo nueva junta de maestros para acordar el espesor de las paredes y la altura que al salón ISLAS BALEARES principal correspondían según su magnitud, y se le dieron cua- renta palmos de elevación, rebajando dos todavía de los propues- tos; pero quedó simplemente preparado á recibir el suntuoso ar- tesonado, que para aventajarse proporcionalmente al de abajo hubiera debido resultar una maravilla. Reservóse lo más grandio- so y rico para el alero, que avanzó anchamente á manera de dosel á resguardar del sol y de la lluvia ventanas y balcones y hasta la tribuna inferior y el banco de piedra y la enlosada lonja: sus- pendidas sobre la cabeza de espectadores y transeúntes las once gigantescas cariátides alternadas por sexos, los magníficos fio- roñes, los festoneados colgantes en cada compartimiento, ampa- ran, vigilan y hacen los honores de la casa-municipio. En 1680 se colocó el insigne remate, y se admitió por competente y bue- na á Gabriel Torres su obra de escultura y carpintería, mere- ciéndole distinguido lugar entre nuestros artistas {a). Habría empezado ya el siglo xviii, cuando, entretanto que se acometían las obras interiores para fundir en el espacioso ámbito las casas tiempo atrás adquiridas, surgió con vistas á la plaza de Santa Eulalia otra fachada análoga á la de Cort, robus- ta, ostentosa, cimentada sobre arcos con pilastras, cargada de labores aún más acentuadamente churriguerescas en los marcos de sus cinco balcones principales; pero, desamparado sin arrimo aquel enorme muro, al través de cuyas aberturas se descubría el aire libre, no tardó mucho más de cien años en hacerse apear, hacia 1844 si mal no recuerdo, y de ahí provino no mucho des- pués otro acto más deplorable, cual fué la desmembración de la propiedad municipal, enagenando una buena parte de la situada al oriente á trueque de ensanchar una calle. Esta abdi- cación ignominiosa hará imposible resucitar en dicha plaza el {a) Del acta de reconocimiento, hecho en 3 de Diciembre de dicho año por los escultores Jaime Ballester y Miguel Barceló y por el carpintero José Vanrell, rece apa- que la obra no fué sino reproducción exacta de otra que ya se hallaba allí puesta, desde poquísimos años precisamente, y es fuera posible y aun probable que de la misma mano. Hay indicios de que el alero en todo ó en rado. parte fué do- "5 914 ISLAS BALEARES demolido frontis, si llega la ocasión, que al fin parece próxima, de realizar las ampliaciones reclamadas por el servicio público y de imprimir á la fábrica su completo desarrollo; habrá de fal- tarle unidad arquitectónica por el lado del Este, cuya línea ten- drá que repartir en su mitad con habitaciones particulares de pisos, al paso que se procura arreglar el interior al tipo domi- nante, y dar carácter á la nueva escalera secundaria, destinada á hacer las veces de la ruinosa principal hasta tanto que sun- tuosamente se reconstruya. No importa ser artista, sino estar dotado de sentido artístico simplemente, para comprender la lección elocuentísima que han venido á dar una al lado de otra la casa de la ciudad y la de la provincia: ¿quién no prefiere el barroquismo espontáneo, original, legítimo de la primera, á la trabajosa imitación, híbrida y exangüe, que del postrer período ojival promete la segunda con sus molduras y relieves que nun- ca acaba de desembastar? Antes que del ayuntamiento privativo de Palma, fué resi- dencia aquella de la juraría, representante de la ciudad y reino de Mallorca; y así se explica que se formara allí naturalmente y continúe, aunque en edificio ya municipal, el archivo general histórico de uno de los reinos componentes de la nación, anexo de consiguiente al Estado. De cuánto interés é importancia sea se comprenderá con saber solamente que de él procede la sus- tancia, puede decirse, de la presente historia, tanto de los privi- legios y concesiones y cédulas reales que atesora desde la con- quista, como de los acuerdos del consejo y disposiciones de los jurados desde la entrada del siglo xv, y de procesos, noticia- ríos, registros, cuentas y toda suerte de documentos {a). Allí, (a) Para completar el caudal histórico del archivo del Reino, dejando aparte el de la Catedral y otros eclesiásticos, sería menester agregarle dos importantísi- mos, el de la antigua Gobernación inglobado con el de la Audiencia bien que no difícil de deslindar, y el del Real Patrimonio. Desatendidas ó al menos inútiles con el Gobierno superior mis gestiones al efecto reiteradas durante el medio siglo (con tres años solos de interrupción) que regento dicho archivo, he debido apelar por fin al expediente, menos cómodo pero al cabo no imposible, de buscar y con- ISLAS BALEA RES Portada del códice de privilegios escrito en 1334, existente en el A rchivo histórico de M allorca 9I6 ISLAS BALEARES en reducida estancia, debajo del techo blasonado con los escudos de Ñuño Sans, han venido á condensarse seis siglos, sin el que marcha á su término, libro por libro, armario por armario ; allí están los fueros, las franquicias, las leyes de que vivieron tantas generaciones, y en cuya observancia y defensa cifraron su inte- rés supremo; allí en los códices la sagrada página de los evan- gelios sobre la cual se exigía juramento á los monarcas y á sus lugartenientes; allí el venerable paladión, Liber Regum^ como por todos conceptos merece ser llamado, en cuyas hojas de vitela los jurados de 1334, cual si presintieran el próximo hun- dimiento del trono mallorquín, se apresuraron á hacer recopilar los privilegios dados por aquella paternal dinastía, de mano del insigne calígrafo é iluminador el presbítero Romeo Des-Poal de Manresa, con primor y riqueza y brillantez sólo equiparables á la profunda estima y respeto que por aquéllos sentían [a). Here- dero en parte, ya que no de toda la autoridad y representación de sus ascendientes, sabrá el municipio honrarse con la conser- vación del depósito de su pasada historia, cuya hospitalidad, mejorada en anchura y demás condiciones de désarrollo á favor de las actuales obras, ha de ceder principalmente en gloria y consideración suya, cual si aún permaneciese á la cabeza de la isla. sultar en su puesto los elementos de cada archivo, como así logré ya realizarlo en 1847 con los Forenses y Ciudadanos y en 1850 con la Conquista de Mallorca. (a) Ningún testimonio de solicitud y amor á sus franquicias sé que presente universidad alguna de España igual al de este rey de los códices, como á calificar- le me atrevo después de haber visto bastante en la península. Hace cuatro años se le hizo una encuademación, digna de su preciosidad y mérito, modelada sobre la antigua, por artistas mallorquines, con cuyo motivo le dediqué un detenido artículo en el Museo Balear núm. 10 de 1886. El adjunto diseño reproduce, aun- que sin la resplandeciente nitidez de los colores, la hermosa portada en que figu- ra en su augusto solio el rey Conquistador, coronado por ángeles á fuer de minis- tros de la divina providencia, en el acto de otorgar al brazo eclesiástico y al seglar sus prerrogativas y libertades, y debajo el mismo artista escribiendo: bene- dicai Dominus regem Jacobum illustrem qui eri-puit regnum ab inimicis, Romeus Poal scriptor. APÉNDICES Número 1 Inscripciones sepulcrales de la Catedral Inscripción S." Assi jau lo reverend senyor en ra mon de torreyles qui fó primer bi sbe de maylorques lo quai finá d aquest mont á XI dies del mes de juyn delayn de nostre senyor MCCLX sis pero aquest monu ment ha ft fer é ha pagat en be rnat cOscoyl prevere del seu propri lo qual fo i dels benef iciats en la seu present en 1 os benifets de les candéis p er lo dit senyor bisbe instit uits les ànims dels qual h agen bon pos e bon remey amen. Inscripción 4.^ Den p. carreras savi en dret et dels seus. Inscripción 5.® Sepultura del venerable mossèn iohan font als {alias) roig domer de la present seu é dels seus. Inscripciones 6.^y Postquam é vita migravit Egidius, flevit amare clerus, doluerunt cives, lugerunt pauperes, virgi- nes omnes atque matronas fertur lacrimas conti- nere non posse, qui obiit V kl (kahndasj ¡axiMSiri a. (anno) MCCCCXXXXVII. Esto está en la orlaj^y en el centro de la lapida se lee: Hic fuit Ciernes (clemens) pp (papa) VIII q (qui) in sua obedien- tia stetit annis IV mensibus VI. En la parte infe- riory en el borde hay escrito esto en caracteres Inscripción i muy diminutos: Nicolaus Munionis canonicus suo domino reverendissimo fecit. B. [Berengarius] Baiulus dictus humilis fuit ac be- nedictus: Hic presul dignus mitis pius atque benignus, Et legum doctor, inopum semperque receptor; Sobrius et castus, mundi spernens quoque fastus; Presentem dotans ac sedi plurima donans. Anno milleno ter centum pentaque deno Uno set dempto, migrat primaque novembris. Inscripción 2.^ Hoc memoranda latent Arnaidi membra sepulcro, Stirps cui de Muro nomen et arma dedit. Is celeber civis sacroque in canone doctor, Natorum gemina prole colendus erat. Nempe minor natu Jacobus fuit, isque decanus Canonicus doctor Majoricensis erat. Hujus erat frater verax injure monarcha Arnaldus, patrie nec pietate minus. Bisque duodenos ad corpora nuda quot annis Legavit pannos tegmina pauperibus. At per juratos mercaturamque tuentes Distribui munus jusserat ille pium. Ipse etiam divi Nicholai quippe sacello Prebendas quinqué contulit obsequio, Quatuor et sacre templo venerabile sedis Condidit in laudem. Virgo Maria, tuam. Fertur et ecclesie frontem erexisse Marise Carmelitanae sumptibus ille suis. Gual nunc canonicus Georgius in canone doctor Luciferam missam decanus constitit, isque Condidit istud opus senio urgentibus annis. Quo sua cum patruis dignius ossa cubent MCCCCLXXII. 9I8 APÉNDICES 7.®—La lapida que hay en la pared de Inscripción 11. la derecha^ dice: Sepult. deis ven. moss. ant. salat e ant. cabado En ego qui condor terre preclusus in preveres antro, e dels seus. Egidius dicor, Munionum clara propago, Turolii genitus validi quam cetera castra Inscripción 12. Gentis aragonie totum famose per orbem: Cubant in hac tumba Anthonii ossa, Me coluit prsesulis patrem Balearis et insula maior, fuit legum doctor atque Dilectusque fui per plurima témpora presul, Qui pius benignas. Et quia pius, animam possidet paradisus; Gestaque magnifica clausi Peniscola, dum me Presidio fultus Georgii martiris hujus Ut Petrum tenuit celebri comitante senatu: Ad laudem cujas memoratur hic nomen ejus. Scismata propulsans que seruit callidus hostis Prefuit hic nonas quinqué terrigena primus. Témpora per decies sex caligancia mundum, Deus laudetur suis sic miseretur. Eclesiam feci qui solo pastore quietam: Hoc prestante Deo sine quo nil carmine dignum. Inscripción i3. Undique jam lassus senio, mundana reliqui Hic jacet sepultas... dominas raynaldus mir ara- Octo tribus demtis decies transactus in annos. gonensis legum doctor et canónicas maioricensis et En la orla se lee: Franciscas Ramis canónicas oscensi migravit ab hac luce die mensis maioricensis (a). anno á nativitate domini millessimo CCC Inscripción 8.^ Inscripciones 14 y i5. Xpi (chrisii) concepti fuit annis mille trecentis 74.—En 1' any MCCCCIII dicmenge vers IIII Octo may nonis constructum tale sepulcrum, horas de la nit á XIIII de octubre fó en Mallorques Quod sibi seu marci fieri faciens a. de turri gran diluvi d' aygues qui destruí gran part de la Prepositus, tune presbiterum stabilivit ibidem ciutat de la porta Plegadissa fins á la mar, portant- Perpetuo pro se cunctisque sais celebrantem (bj. sen diverses homens donas enfants que après foren per moltes gents soterrats per las marines axí com Inscripción p.® los pogueren trobar; las animas dels quals Deus haja. Hic jacit honorabilis nicb IS —Dissapte dia de san Agustí á XXVIII de olaus roselli canónicas agost del any MCCCCVI los cossos e ossa de aque- maioricensis quondam lles persones qui eran estades soterrades per rahó del diluvi foren solemnement ab missa conventual e Inscripción jo . bon sermó transladades entre aquests dos pilars de Sepultura del reve la seu per ordinació dels honorables vicaris del re- rent mossèn simó verent senyor bisbe e jurats d Mallorques. rovire canonge de 16. malorqes passa des Inscripción te vide en layn mil sa.. ..rrada la na ramonda con sa de CCCCXXXX á X de fox passa dil ouctub. ...lain MCCC juliol. XIX (c). (a) Ximiniz y no Ramis dice la lápida, como anoté en el texto. Era pésimo poeta el tal canónigo Jiménez, como lo acreditó aún más en el epitafio esculpido al lado del sepulcro del B. Ramón Lull. (bJ En el tercer verso corrijo matri por marci y turri por turci; vivía aún dicho paborde al construirse el sepulcro (p. 712, not. b) (c¡ Dudo que Piferrer viera ó al menos que copiara directamente tal inscripción, que tengo por sospecho- sa en su contexto por lo que digo pág. 718 nota <5. Bover, conviniendo en que dicha Esclaramunda no es la reina esposa de Jaime II, la cree sobrina de Jaime III é hija del infante D. Sancho, la casada con Artal de Foces, que mencioné en la nota de la pág. 181; pero ésta tampoco fué condesa de Foix, ni enlazada con aque- líos condes soberanos, que es absurdo confundir con el linaje de los Foces de Aragón. APÉNDICES 919 Número 2 Citas de algunos de los Libros de la obra existentes en el ARCHIVO DE LA SANTA IGLESIA DE PALMA. (Página ySS del texto). Liber operum cathedrarum et ecclesie.—Fol 72. Item pagué an Loert pintor per raó del retaule del altar del Cors de Jesuchrist que pintá, VII liures.—Fol. go y gi. Hay un papelito estrecho y prolongado que empiey^a así: Anno Domini MCCCXXXII. Memorial que fem yo Bernat de Riuclar e en Jacme Despuig qui dijous a XXVI de novembre per manament del senyor bisbe é del honrat capitol comensam de fer cavar T empayment de la sgleya per mudar lo cor e pagam á XXVI fembres a raho de X diners per cas- cuna.—Item pagam á VI homes de pic á raho de II sous.—ítem pagam XXIII ho- mes de cavech á rahó de XVI diners per cascun. (Pagina y38 del texto:j fol. 76. Item costà i bestia encavalcar mestre A. de Campredó on anà á mosenyor lo bisbe per raó del cor; III sous, VI ds. (Pdg. ySg del texto). Liber datarum anni MCCCLXVIII (en el lomo se lee mosen Pere Borel any etc.y en el dorso hay escrito Aquest libre es de... per mi Pere Borrel prevere sotsobrer en lany MCCCLXVIII é comensí á dar dimecres á XVI d' agost lo s' endemà de madona Santa Maria).—fol. 12. Diluns primer dia de la desusdita setmana aná lo mestre en Jacme Mates ab en Jacme Simon e ab en Serviá barquer per cercar bona pera als pilars per la costera de Sen- tanyi e de Campos; pagui é costà la barca per cada dia axi com nos poguem avinençar ab lo barquer XllI sous per cascun jorn: estegren III jorns etc. (Pdg. y62 del texto.) fol 23. Dimarts á XII del mes de desembre del any del libre present soplicaren en Francesch Sacoma mestre de les vidrieres e na Guillelma sa muller al reverent monseyer lo bisbe e al honrat capitol que per amor de Deu los fossen prestades vint y cinc lliures e sis sous per lo dor procura- de la fabrica sobre II caxes plenes de vidre de vidrieras. E aqui matex fó comes als honrats monseyer lo sacristá e a monseyer en Bartomeu luch Puigdau- obrers majors en lo present any, los quals digueren á mi que les li de prestás part del bisbe é de capitol, e com jo no las bagues, en aquell cas dix mon- seyer en Bartomeu Puigdauluch que per amor de Deu eyl les li si les li prestaria jo dava tost, per so com en Johan Garcia cap deguayta feya execució del al- berch e de quant havian per aqueles XXV lliures VI sous que los avia des presta- sobre aquel vidre á temps cert. E stá en veritat que lo dit Francesch e la dona Guillelma muller sua se obligaren e romanen obligats á la fabrica axi com eran en aquel Garcia ab carta feta en poder den Berenguer Stany notari en lo canalar desús dit: las quals caxes del vidre rebé monseyer en Bartomeu ab mi ensemps, e yo tench lo dit vidre. (Pdg. y4i del texto). Liber receptarum anno Domini MCCCLXXX nono (en el ultimo pliego empie!(an las datas)... Diumenge á XXII degost. Primera- ment pagué á mestre Morey per cinch jornals a raó de sis sous cascun lliura jorn I X sous...—Fustes aquel dia matex, Primerament pagué mestre Fran- \ 920 APÉNDICES cesch per tres jornals a raó de cinch sous sis diners cascun jorn...—Diumenge á XII de desembre. Primerament pagué an Guillen Ses Oliveres mestre major de la obra per dos jornals á raó de sis sous...—Messions de les fustes. Primera- ment pagué en Jacme Francesch mestre major de fusta per son salari que li hautergen monsenyor lo bisbe e F onrat capitol quince lliures...—ítem costa- ren dos paréis de capons, hun parel quen doné al mestre major de Pere Olive- res é altre parel al mestre major de fusta, costaren denou sous.—Liber data- rum anno Domini MCGGLXXXX fol. 2. Item paguí al hereu den Jacme Mates per XII xabrons per fer bastimens al portal nou, los quals avia comprats en Fàbregues e no 'Is avia pagats : costaren á rahó de III sous VI diners la pessa. —fol. 8. Item pagué an Guillem Oliveres axi com á curador den Johanet Ma- tes per IIII tascons de ferre é hun mail que la obra avia de gran necessitat á la pedrera dos lliures e deseset sous.—Salaris den Guillem Oliveres mestre major de r obra de la Seu de pera e den Jacme Francesch mestre major d' obra de fusta. Primerament paguí an Guillem ses Oliveres mestre major de 1' obra de la Seu e assó per son salari tatxat per lo honrat capitol per vestedures tots anys en la festa de nadal vint lliures: nois poguí paguar en la dita festa com no agues diners. ítem paguí á mestre Jacme Francesch per la rahó dessus dita XII lliures com ja lin avia pagades III (esto es, se las había prestado antes;y se conoce que el sub-ohrero no se acordaba del préstamo, pues escribió el guaris- mo XV, que era el salario, borrándolo despuésy añadiendo lo indicado).—Da- des de cabrits la vigilia de pascha ais deval scrits (entre estos. Oliveres hubo uno, y otro Francesch).-—Messions de mestre Pere Morey lo qual aná á la pe- drera de Sentanyí per talar peras d' images del portal nou. Primerament paguí per dos jorns de la bestia ab que hi aná á raó de IIII sous VI diners lo jorn... Item paguí an hun traginer de Sentanyí qui sen portà los contramolos los quals mestre Morey tramés als mestres de la pedrera de Sentanyí. (Pág. ^42 del texto). Libre de rebudes é dades delia obra de la seu de Ma- lorques lany MGGGXGl per en Nicolau Giech (ó Cuch) sots obrer (las datas em- pieman en el foleo 5i). Dicmenge áXXIIII de desembre... Item paguí en Morey mestre del portail per cinch jorns á rahó de sis sous muntan trenta sous.— Dades de capons e de galines assi com segueix. Con muchísima dificultad pue- den traslucirse entre los demás dos renglones que dicen: Item doní an Guillem Soliveras axi com á mestre major per un parel de capons é altre an Morey, entreabdos i lliura.—La cuenta de los salarios ó pensiones anuales está estro- peadísimay en las más de sus partes ininteligible. De las dos hojas últimas sólo subsiste la mitad, y es tanto más sensible su pérdida cuanto que en ellas van los recibos de los artífices, de los cuales solo podemos copiar lo siguiente; Yo gilem çoliveres mesta major de la oba d laceu atore avos annicolau cuc prevaree sots obrer dala dita obra quamavats dats... pa... an pagada porat damon salari... e con axi as varitat fas vos... albarà ascrit damà den gabiel... XVII da desembra (al margen hay notadas 20 libras). Otro:... deu fas testimoni à vos... ats en presentia mia an Guillem... pliment de paga quell dit... ham de mestre major... scrit de la mia ma à... e fas testimoni con en... ots obrer de voluntat... queus que pessada la... vessets ni altre qui après... de salari per esser mestre... es ve- ritat fas vos lo present albarà (al margen hay notadas 10 libras: tal ve^ sea de Morey). (Pág. ^42 del texto). Libre de rebudes e dades de la obre de la seu de ma- APÉNDICES 921 lorque... MCCCXC dos fetes... ich so... obrer (este códice está asquerosamente gastado por la humedad). fP.® 'j4'2y 43 del texto). Libre de rebudes é despeses del any MCCGLXXXXIII. {Empiezan las datas en el foleo 82). —Dades dels cabrits per la festa de pascha los quals he dats semblant que es acustumat de dar... ítem doní an Pere Mo- rey mestre del portal per i cabrit deu sous.—Messions e despeses per les dades de capons é de gallines les quals son acostumats de donar á la festa de nadal... ítem doní an Pere Morey mestre major del portal i parell, 10 sous.—Fol. 108. A XXVIIII del mes de janer any MCCCLXXXXIIII comptant la Nativitat pas- sá de aquesta vida mestre Pere Morey imaginayre mestre major del portal de la mar, lo qual ell començà: anima ejus requiescat in pace amen. (Pdg. ^46 del texto). Pagues per mí Pere Romeu fetas an Rich Alamant de les obres que ha fetas. ítem á XXVI de juliol any MCCGLXXXXIII paguí En- rich Alamant per dos tabernacles dels majors á raó de vuyt florins e mig per cascun, levant deset florins qui valen dotze lliuras e quinze sous : mes avant li paguí per dos capitells de fulles á raó de mig florí per cascú, leva tot XVIII florins qui valen tretze lliuras é deu sous.—ítem á II de agost paguí en Rich Alamant per i capitell ab fulles mig florí: mes avant li prestí en paga prorata de la fayçó del gran tabernacle qui stá demunt la taula de la çena, ço es, de la una pessa que lo dit Rich Alamant obrà de la qual avia acabat per metre en obra, vint florins: prestili sobre la dita taula cinch florins é mig, essent tot sis florins qui valen quatre lliures e deu sous.—ítem á VIII de setembre paguí en Rich Alamant per 1 tabernacle de aquells qui stan demunt los apostols vuyt florins é mig: mes avant li prestí sobre la fayçó del gran tabernacle qui stá de- munt la taula de la cena tres lliures e deset sous e nou diners, suma tot deu lliures é cinch sous é tres diners.—ítem lo darrer die de novembre paguí en Rich Alamant per compliment de la gran pessa del tabernacle qui stá demunt la taula de la cena e per compliment de tots los tabernacles e altres feynes qui havia fetes fins al present dia dessus dit sis lliures, denou sous, nou diners.— ítem á XI del mes de mars paguí en Rich Alamant per tres tabernacles pochs qui stan demunt los angels á raó de sis florins per tabernacle, levan tots tres tabernacles divuyt florins, qui valen tretze lliures deu sous. (Pdg. ^46y 47 del texto). A continuación de la cuenta de Alamant va en el códice la siguiente : —Johan de Valencines.— Primerament paguí á XXVI de juliol á mestre Johan de Valencines per V imatges dels profetas á raó de vuyt florins per cascú, levan tots cinch XXXX florins qui valen trenta lliures.—Item á II de agost paguí á mestre Johan de Valencines per III imatges dels profetas á raó de vuyt florins cascú imatge, levan tots tres vint e quatre florins, qui valen XVIII lliures.—Ítem lo derrer die de octobri paguí en Johan de Valenci- nes per la primera pessa de la taula de la cena que feu, en la qual havia cinch imatges á raó de vuyt florins cascun, levan XXXX qui valen trenta lliures.— ítem á XX de desembre paguí á mestre Johan de Valencines per la segona pes- sa de la taula de la cena, en la qual havia V imatges á raó de vuyt florins cas- cun, levan XXXX florins qui valen trenta lliures.—ítem á XXVI del mes de janer paguí á mestre Johan de Valencines per la terça pedra de la taula de la cena, en la qual havia V imatges á raó de vuyt florins cascuna, levan XXXX fio- rins qui valen trenta lliures.—ítem mes avant paguí en Johan de Valencines per II angels de aquells qui stan entorn del portal á raó de VI florins cascú, 116 922 apéndices levan XÍI florins qui valen nou lliures.—Item á XVII de mars paguí en Johan de Valencines per I angel á raó de VI florins. Mes avant li paguí per una pessa qui stá al costat de la pessa de Deu lo pare qui stá demunt la taula de la cena, en la qual ha III angels, á raó de VI florins cascú, levan XVIII florins; suma que levan tots IIII angels XXIIII florins qui valen divuyt lliures. (Fol. 'j4'jy 48 del texto). Libre de rebudes e dades de i3gj. (Las datas em- pie!(an casi d la mitad del códice, que está escj-ito con mucha limpiei^a. Conti- nuamos la cuenta del escultor Valencines:) Pagues (esa palabra está borrada) fêtas á mestre Johan de Valencines deles obresquehafetas en lany MCCCXCVII. —Primerament paguí á mestre Johan per VI fulles de la gran xembrand del front del portal á raó de V sous VI diners cascuna, eíc.—Item paguí per III pes- de la forma orba del front del portal á raó de XV sous cascuna, entre picar sas é aca- e acabar, etc.—Item per dos angels qui tocan caseu i corn, entre picar bar, á raó de III florins e V sous cascú, etc.—ítem per IIII tabernacles, ço es, que los tres començà de picar e acabar, dels quals havia á raó de II florins e —Item li paguí per acabar I tabernacle que n' Anthoni Canet mig cascú, etc. havia de picar I florí é mig: suman tots IIII tabernacles VIIII florins començat qui valen sis lliures quinze sous.—ítem paguí á mestre Johan per V pessas de revestits de fulles é finament dels arxets á raó de V sous la arxets qui son pes- etc.—Item per II spigues que van sobre los dits arxets é sa, portan formaret, á raó de V sous cascuna.—Item per II pessas qui son començament del esmor- timent de les fioles qui aportan pinyo, á raó de V sous cascuna, etc.—Item per lili pessas qui aportan capitell de la segona filada del esmortiment de les fioles, ço ês, II de la filada é II de la terça filada, á raó de XII sous cas- segona etc.—Item per I pessa de començament del esmortiment de fióla cuna, qui stá al rechó del caragol, cinch sous.—Item per VI fulles de xembrand les quals van á raó aportan claravoya, á raó de VIII sous la pessa : levan dues qui de VIII, XVI les altres IIII pessas van á raó de VI sous VI sous; diners, etc.— Item per III pessas de claravoya les quals començà de picar e acabar á raó los de I lliura X etc.—Item per II pessas de arxets qui stán desús sous cascuna, angels sobirans á raó de X sous cascuna, etc.— Item per II angels sobirans qui cascú té una trompeta á raó de IIII florins cascú entre picar é acabar, levan stan abdos VIH florins qui valen sis lliures.—Item per II pessas de arxets qui demunt los angels á raó de III sous cascuna, etc.—Item per VIII pessas deis sobre los angels dels costats qui stan pus alt, á raó de dos florins grans arxets cascuna, levan setze florins qui valen dotze lliuras. (Pdg. 'j4g del texto). Al principio de las datas de este mismo códice, se men- donan entre los canteros de Felanig Antonio Sagrera con jornal de 5 sueldos, su hijo Guillelmo con 3, y su sobrino Miguel con 4. (Pdg. ']4g del texto). Libre de rebudes e dades del any 1401. ^Empiei^an las datas en el /oleo j4.) Dicmenge á III de abril. Item paguí en Pere Massot mes- tre major de 1' obra per tres jornals e mig á raó de sis sous lo jornal.—Foleo 82. Item paguí á quatre bastaxos... qui meteren en la sgleya tots los fusts grossos que levaren de la bastimenta del portal, dos sous —Fol. 118. Dades e despeses de la obra del mirador. Item paguí en Johan Noguera por dos jornals á raó de cinch sous é sis diners lo jorn, etc. (Pdg. jSo del texto). Libre de rebudes e dades fetes per mi Guillem Seguí sots-obrer de la obra de la Seu de Mayorques en lany MCCCC Quinto APÉNDICES :^an las datas en el foleo 55). En el foleo gy se ve que se edificaba en la capela del cluquer. {Pdg. y5o del texto). Libre de rebudes e de dades de la obra de la Seu de Mallorques fetes per n'Arnau Retían e per lo seyer en Jacme de Olesa del any MCCGC e sis (Empiezan las datas en el foleo 82). Diumenge donem en Guillem Seguí sots obrers de la obra de la Seu cincuanta sous per rahó de cinch jornals á quadescú de cuatre manobres á rahó de dos sous sis diners lo jorn, los quals pagam diumenge lo derrer dia de janer per obrir los fonaments del pilar devant la capella de sant Bernat.—Item despenem diluns á VIII de febrer als mestres qui vengueren veure los fonaments del dessus dit pilar si eran ferms, pera beure dos sous.— ítem donam de manament del senyor bisbe á mossèn Gabriel Gombau pabordre de Menorcha cincuanta florins d'or deu smarsar en pedres de Monjuhic per los pilars de la beneyta obra é assi trans- metre la dita pedra ; fo á XVIII de febrer. (Este códice viene d ser el libro ma- yor.^ en que se anotaban por mayor las cantidades entregadas al sub-obrero Seguí.) •(Pdg. y52 del texto). Libre de rebudes é dades fetes per mi Pere Bertrand sotsobrer de la obra de la Seu de Mallorques en lany MCCCC deset. (Empie- !(an las datas en el foleo y2.) Fol. 102. Dades den Tosquelle... Dicmenge á XXIII de maig. Item doni an Tosquela per dos jorns en los quals trassá l'obra de la Seu, la qual trassa sen aportà ell matex en Barcelona per demanar con- sell á alguns mestres de la dita ciutat.—Dicmenge á XIII de fabrer. ítem doni an Lorens Tosqueylla per quatre jorns á rahó de set sous sis dinés.—Fo/eo 12g. Item doní an Berenguer Soler fuster esmeginayre trenta tres sous per sis jorns á raó de cinch sous sis diners lo jorn, per fer les portes dels orguens.—ítem doní an Bartomeu Vidal ferrer deia Derassana vuyt lliures sinch sous de resta d' aqueylles quoranta dues lliures cinch sous les quals lonrat miser Arnau Des- mur devia pagar per rahó de les corretjes e galfons e barres e panys del portal de la mar, etc.—hem doní en Jacme Euget (ó Huguet) mestre fuster de la seu etc.—Fol ib2. Item doní an Gabriel Vidrier pintor sis lliuras per pintar la cuberta de les fons é simáis é testes qui serveixen á la caxa dels orgens.—Fo- leo lyS. Dades comunes... ítem dijous á XVIII dagost doní an Lorens Tos- queylla tres florins per messions é traballs per ell sostinguts en Barcelona de- manant consell sobre una trassa feta per l'obra de la seu, segons que largament se mostra en una quarta de pregamí qui es en la caxa on estan les escriptures de la dita obra. (Pdg. idem del texto. Libre de rebudes é dades de 1422. I lEmpie^^an las datas en el foleo 46). — Fol. 81. Item doní á mestre Guillem Sagrera mestre major del obra de manament del honrat capitol per la image de mossèn sant Pere qui sta al portal de la mar vint é cuatre florins: tenchne albarà. (Pdg. y53 del texto.) Libre de rebudes é dades de iqJo. (Hay otro códice con el mismo título., pero no es sino la continuación de este., que acaba en el mes de octubre donde el otro comiem^a: las datas en el fol. 66.) Fol i ly.So de abril. Item de volentat del dit Jacme Auguet doní dotze sous á dos serradors qui serraren quatre fils de fusta larga per ops del bastiment de la clau quis deu metre en la volta deuant la torre dels senys. (Pdg. idem del texto.) Translat de la administració de la fábrica del any MCCCCXXXXI: Guillem Punter. (Fmpie:^an las datas en el foleo 44.)—Fol. 45. APÉNDICES Primo disapte que comptam vuyt de abril doní á mestre Guillem Sagrera per sis jornals que obrá la sepmana passada á raó de sis sous jornal per obrar la pica de aygo beneyta e la pera de la capella de Sant Guillem.—(/5 de abril.) Doní á mestre Guillem Sagrera per quatre jornals de la sepmana passada lo dia demunt dit per obrar lo finestratge de sant Guillem e la pica de marbre daygo beneyta (y sigue lo mismo todo el mes).—Fol. g2. Dades comunes. Item doní al senyor en Sala vedrier per quatre vedrieres quem feu per la capella de San Guillem á raó de VIII sous la pessa. [Pdg. ^54 del texto). Translat de la administració de la fábrica del any 1447. (Empie:^an las datas en el /oleo 52.) Fol 80. Dades de cabrits. Item paguí á Arnau Firis qui té loch de mestre Guillem Sagrera deu sous per un cabrit fo lo dit dia (8 de abril : lo mismo dice por Navidad.) (Pdg. idem del texto.) Libre de rebudes é dades del any 1448. (Empie^anlas datas en el foleo 55.) Primo paguí á XXX de mars lo senyor n' Arnau Piris loctinent de mestre Guillem Sagrera IIII jornals.—Fol. 80. Item paguí an Anthoni Segrera fill de mestre Guillem Segrera mestre de la obra per mana- ment del honorable capitol sis lliures XIII sous IIII diners qui li restavan per son salari de mitx any que comptà esser absent de ací per gracia que lo dit ho- norable capitol li ha feta com sen anà en Nàpols. (Pdg. j64 del texto). Libre de la obra de la verge Maria de la Seu del any MCCCCLXXIII, procurador Toni Salat. (Empiezan las datas en el foleo 3o.) —Fol. 55. Item paguí an Pau geparut pintor servidor, de mossèn Jacme Berart canonge per daurar la diadema del dit crucifici etc. (Pdg. 755 del texto.) Libre de rebudes é dades de 1488. (Empie:^an las da- tas en el foleo 46., de letra pésima.) En nom de Deu sia é de la sua mare dates picapedres é cohajudors daquells, del any MCCCCLXXX vuyt qui fina à nou. (En el foleo 81 hay los recibos de puño propio de los sujetos que cobran pensiones anuales de la obra.,y en el foleo 82 se leen estos: jo francesch Ságrera prevere confés haber rebut de vos discret mossèn Pere Vicens prevere é procu- rador de la fábrica de la Seu vint é cinch sous é nou diners, los quals la dita fábrica me fa cascun any á la festa de sant Johan de juny é son per la festa passada; fo á XXVII de abril any MCCCCLXXXVIIII.—io dit Francesch prop Sagrera fas testimoni com mestre Arnau Piris mestre de la Seu confessa haver rebut de vos mossèn Pere Vicens vint lliures é son per lo seu salari del present any; fo lo dia e any demunt dit. (Pdg. idem del texto). Libre de 1490. Las datas con gran claridad, orden y limpiei^a ocupan casi todo el libro,y al fin délas correspondientes d los maes- tros y carpinteros hay esto: Jo Francesch Sagrera prevere fas fe e pos assi per memoria com tots los jornals del present libre sian scrits de la má mia e lo jornal de cascun mestre ordinàriament sian cinch sous e vuyt dines, e per pacte fet entre los dits mestres é mossèn Pere Vicens obrer que diluns que contàvem cinch de juliol fins á XXIIII de mars inclusivement son stats contents los dits mestres lexar cascú é cascun die dos dines, é per tant con tots los dits jornals son stats scrits á cinch sous é vuyt dines é no han rebut sino cinch sous é sis dines, lo dit mossèn Pere Vicens seria deutor á la dita fabrica los dits dos dines per cascun mestre é cascun jorn tot lo dit temps qui han suma de set lliures é once dines de la qual caritat lo dit mossèn Pere Vicens es deutor. (Pdg. 'j65 del texto). Libre de i4gj. Empie:¡an las datas en el fol. 40' en APÉNDICES el 63 hay la cuenta del bordador mestre Miquel Desí, y entre otras cosas se lee: Fas memoria yo Gabriell Vaquer prevere e sots obrer com á XI de janer any present lo reverendissim senyor bisbe é los honorables mossèn Miquel Arma- dans e Antoni Sardà canonges e obrers lany present se concordaren ab mestre Miquel Desí brodador de fer lo imatge de Nostra Dona per lo drap dels confra- res del obra de la Seu, lo qual té de star après de les figures que lo dit ha fetes en lo dit drap de la granesa del patró que es estat liurat al dit Desí, e sia bro- dada de or de Genova é ben acabada per preu de quoranta liures, dich XXXX liures sous, e aja de pendre lo patró en preu de vint sous. E lo dit Desí es tingut de pagar lo or é seda é totes altres coses del dit preu. Y sigue d manera de firma: yo Miquel Desí loa las cosas ditas. (Pág. j56 del texto). Libre de 1498: Empiei^an las datas en el folio 48. (Fol. 53): enero: Paguí á mestre Selort hun jornal den Nadal de adobarlos sitis de les cadires del cor e los motlos del portal que 11 feu aprimar mestre Sagre- ra. Sigue hablando de motlos del dit portal. (Pág. idem del texto.) Libre Vell de la Fábrica. Foleos 141 y 142: Heretat den Bernat Sala quondam. Este Sala, pelaire, instituyó heredera de sus bienes á la fábrica de la catedral, y entre las cláusulas hay la siguiente: Item fas me- moria (yo Gabriel Vaquer) que en les dates de dita heretat per les dos parts tocant á la fábrica me foren passades per dits ordes de comptes, haguda pri- mer consulta dels egregis vicaris é magnifich Capitol, vuyt lliures, deu sous, vuyt diners, per un deute lo qual deu á dita heretat lo discret mossèn Fran- cesch Sagrera prevere per alhará de mà sua. E quant se hauran, serán de la obra: per tant pos assi lo albarà.—Yo Gabriel Vaquer prevere e sotsobrer fas memoria com á Villi de agost 1499 me fo manat per lo honorable capitol que tornás lo predit alberá á dit mossèn Sagrera, e assó per los treballs que ha fets en la elecció e trassa del portal novament comensat, e per lo fer de les motles de aquel: per tant li restituí dit alberá dit dia é any, relexantli la dita quantitat. (Pág. idem del texto). Libre de i525. Foleo gg. Mes: á X de fabrer doní á mestre Miguel Burguera (antes dice Bruguera) deu liures dich X liures per lo salari del .mestratge de picapedrer, so es set liures per la prorata de mestre Jacme Creix son sogre, e tres liures per lo restant de la prorata sua fins á Nos- tra Dona de Mars; son per 1' any del present libre, compreses tres lliures deu sous que mossèn Perot Seguí apotecari li composà per les medicines del dit mestre Creix que donà á Nostra Dona de las quals ne fas debitor atrás. (Pág. 'j58 del texto.) Libre de i525. Fol, j3.—Assi appar lo que he donat á mestre Joan de Sallas aragonés mestre del portail del cor: Primo doní al dit mestre Joan de Sallas per mans de mossen Jacme Lull prevere cinch ducats, dich Villi liures com té per son albarà. Item doní al dit mestre Joan de Sa- lias... per mi li donà mossen Sabestiá Uguet tres ducats, tot per manament del senyor sacristá, dich IIII liures XVI sous comte per son albarà.— Item li doní á VII de abril per manament del senyor mossen N. Montayans sacrista deset ducats dich XXVII liures IIII sous comte per albarà del dit mestre Joan.=Los recibos citados van á continuación en el foleo 'j4:Yo Juhan de Salas atorgo á ver Recebido debos señor mossen Vicens Valero clérigo sinco ducados por manos del señor mossen Jayme Lull Clérigo son porporata por la hobra del coro de la seo fecho á XXIII de febrero año i526.—Yo Juhan de Salas atorgo a ver Recebido debos señor mossen vicens valero por manos del señor mossen 926 APÉNDICES Sabastiá Hoguet Clérigo tres ducados porporata de la hobra del coro de la Seo fecho á XXIIII de março año t 526.— Yo Juñan de Salas atorgo aver resebido de vos señor mossen Vicens Valero clérigo dezisiete ducados por porata de la obra del coro de la Seo fecho á VII de abril año 1S26, todo por mandamiento del señor sagristan. (Pág. idem del texto). Libre de i526, Empie!{an las datas al foleo 58,y en el mismo se lee : Assi apparen les dates fetes per mi Vicens Valero prevere y sotsobrer á mestre Johan de Salas imaginayre y mestre del cor. Desde abril hasta diciembre le entrega 8j libras. De los recibos copiamos éste: Yo Juñan de Salas ymaginario atorgo aver resebido de vos, señor mossen Vicen Valero, cinco ducados por porrata de la obra del portal y crocas del coro de la Seo á XVII de noviembre del año 1S26. Es extraño que aquí particularisme del portal, cuando en lo demás sólo dice del coro de la Seo.—Item á VI de febrer doní á mestre Johan de Sales deset liures, dich XVII liures, á cumpliment de cent ducats, dich CLX liures, ab diverses partides, les quals li he donades tant ab lo present libre com en lo libre del primer any de la mia administrasió de la obra, los quals cent ducats son porata de trecents ducats lo reverent capítol li ha pro- mesos per les mans de la obra del cor tan del portal com de las crosses. Nótese que en la hoja de la derecha están las datas, y en la ism^uierda los recibos que las traducen literalmente. En los años siguientes continúan las cuentas. (Pág. ySg del texto). Libre de ibig. Empies^'^n las datas al foleo gi.—Fo- leo g2. Compte del que he donat á mestre Johan de Sales per la obra de las tronas. Llega esta cuenta hasta marqo de 153o, y suma 54 libras i sueldo. Hay muchos recibos, y el primero dice : Yo Juñan de Salas imaginario é resebido de bos señor mossen Vicens balero prebere sos obrer tres libras acomplimien- to de cinco ducados porata de la escarada de las tronas, como las otras cinco libras aya recebido del reverendo señor sagristán, fué á XXII de deziembre año iSzg. (Pág. idem del texto). Libre de i535. Está partido en dos códices, de los cuales el primero empieza en enero y acaba en mar^o; y el segundo, siguiendo el método antiguo, comienza en mar^o y termina en el mismo mes del año si- guíente. En el primero se lee: Item acustuma pagar la dita obra á mossen Pere de Soria prevere per spolsar les cadires del cor y tencar los libres tres sous. Del segundo copiamos esto: Dates fetes á mestre Johan de Sales per les trones: —Yo Johan de Sales ysmaginayre he rebut de vos, señor mossen Vicens Vale- ro prevere sots obrer, vint lliures dic XX lliures per dita de taula, e son pro- rate del quem resta per les trones he fetes en la Seu, fonc a VIII de juny any i535. Siguen otros del mismo, y después otros firmados por clérigos á favor de Burgüera, así: Yo Miquel de Puigdorfila fas fe com mestre Michel Burguera major com á procurador de mestre Johan de Sales imaginari confessa haver rebut del reverend mossen Vicens Valero sots obrer de nostra Dona de la Seu cinc liures vuyt sous y quatre diners, dich V liures VIII sous IIII, en tant for- ment li ha donat; son porrata del que es degut al dit mestre Sales, fet á XX de agost any i535 etc. (Pág. idem del texto). Libre de i536. Dates fetes per mi Vicens Valero á mestre Joan Sales ymaginari per vint y duas liures dos sous li resten per tot lo compliment de la scarada de las tronas ha fetes en la Seu:—Yo Johan de Sales ysmaginayre he rebut de vos. Sr. mossen Vicens Valero prevere sots obrer APÉNDICES 927 de nostra Señora de la seu, quaranta y dos sous dic II liures II sous, o pus ver aquellas per mi aveu donades a mon cunyat mestre Miquel Burguera; son porata de les trones, fonc á XXV de abril any i536 etc. IPdg. jSj del texto). Libre de i565. Dades comunes —A XIII de noembre paguí á miser Francesch Milia doctor dos liures feta gracia per dos actes, lo un de difinitió que feu Phelip Fullo de 600 ducats li havian a donar los obrers de la Seu per la factura del chor, mes li he pagat altre acta de la concordia y capitulatió dels siscents ducats, los quals actes eren tots en poder de mossèn... Milia notari, lo un en V any 15 14, laltre en 1 5 19, z/í est videre ab dits actes de- posats á la obra en paper. (Pdg. y60 del texto). Libre de 1694. Entre las pensiones se lee: Mes per la determinado del molt reverent capitol, so es a i 3 de agost de 1594, fonch de- terminat quascun any á nadal fos donat á dit Poquet com á mestre per com- prar un porch cent sous. (Pdg. y6j del texto). Libre de i573.—Foleo yo. Dates comunes, (mayo) Mes: tinch donat an el senyor canonge Torroella obrer tres lliures avia dona- des per la crossa del cor an en Rafel Verger ymaginayre. Nota: en esta serie de citas hemos seguido el orden cronológico de los libros; y como en la historia de la catedral dimos al último un resumen que comprende algunas particularidades y algunos artistas no mencionados en la explicación anterior., no extrañe el lector ver señaladas d un mismo tiempo ó alterado pdginas distin- tas su orden., pues d ello nos obligó el de los códices. Tampoco le da- mos aquí mds que lo estrictamente necesario para notable confirmar el texto., lo mds de los ciento cincuenta libros manuscritos que nosotros extractamos. Número 3 Memoria del pintor antiguo Pedro Terrenchs, autor de las tablas de San góticas Sebastidny Santa Prdxedes (página 765 del texto):—A rchivo municipal de Palma, armario B, cajón 3. —Testamentum Mathei Moranta notarii sin- dici in anno M.CGGCLXXXXVI, cap. 10. In anno MGGGGLXXXVII fuit conventum inter tunc magnificos juratos et Jacobum Basso lignarium ut per eum iîerent due tabule ut in illis depingeren- tur imagines sancti Sabastiani et sánete Práxedis que possent addi altari basi- lice sancti Angeli custodis; precium quarumquidem tabularum fuit re vera dicto lignario solutum seu confessatum per ilium fuisse receptum, mediante quodam chirografo continuato in libro debitorum dicte basilice pertinencium; et bu- cusque dicte tabule non fuerunt habite a prefato carpentario, afirmante quod postea fuit visum quod dicte tabule, si ponerentur in dicto altari uti dispositum erat, illud plurimum deformarent, et ideo dixit dictus Basso quod fuit in dictis tabulis supersessum. De hac re consuli Petrum Terrenchs pictorem qui etiam dictas tabulas depingere tenetur, et pro illis pingendis confessus fuit in dicto jam, prout libro apparet, eum récépissé certam quantitatem habiturus prorata ejus quod erit pro dicta pictura facienda. Et ille dixit michi quod nullatenus ex dictis tabulis dictum altare ñeque predicta capella aliquatenus dedecora- 928 APÉNDICES immo potius magis ornabuntur. Ex hoc feci verbum magnificis juratis buntur, audito me et predicto lignifabro, dixerunt se una die ad dictam ca- elapsis, qui in- pellam accessuros adeo ut predicta videre melius possent; et aliis negociis Super hec placeat accurate attendere ne quod voluti hoc facere non potuerunt. fuit dictis lignario et pictori exsolutum pro dicto opere faciendo, deperdatur. Número 4 íEn las páginas 789 y 800 se puso equivocadamente NÚMERO 3.) del Beato Raimundo Lulio, los y contrata firmada por juradosy mos- Lápida sen Francisco Sagrera para labrar la urna: Archivo municipal , armario B, á cajón 3, Libro Extraordinario de 1487 1489. Inscripción : creavit. Hic nitidum tumulum retinens est corpus adintra Et que secreto naturaque mira Christum ferventer amando, Raymundi magni fulgentis noinine Lulli, Hic bonus electus, Moribus insignis; sunt nuncia climata mundi, Barbarus ex illo tactus pergendo popellus, Deum christumque virumque fuisse Et sua scripta ferunt i-Í ^ :. /.lip;) r :. - í' ' '' -4/íaív*^! ■- ju.fí- ' nia..'- .' , . .a, •>.•:-■; a. ■^::5ír·.. n' a a,bía>^'i^ ;• .bo. a-i¿ Í.;-Z> iS'a-J,! ' --: 'V'S.V^·'-' f a>|>aa;'v ■ "W ;.íX% aaa: lií^vv 'u. at '« .1. i CAPÍTULO III De Valldemosa á Sóller, por D eyá.—De Sóller, por el Gorch Blau á Lluch. Pollensa, Alcudia desea el viajero continuar la impresión que le haya cau- 1^5 sado Valldemosa, diríjase á la senda que á través de fra- gosidades y de una cadena de riscos, casi siempre costeando el mar desde grande altura, va á Sóller. Áspera es la travesía, mas la naturaleza á cada paso le pondrá por delante tales ac- cidentes, que muy cerrado ha de estar su corazón á las bellezas del paisaje para que no dé al olvido la fatiga y aun no sienta 1000 ISLAS BALEARES gran solaz y deleite {a). Y pues los monumentos del arte ya no volverán á detenerle en sus correrías, justo es que las consagre á lo que tal vez sea lo más pintoresco de la isla, á lo que ofre- ce reunido lo más característico de su vegetación y de sus vis- tas. A poco, pues, de abandonada Valldemosa, emprenda la agria subida que le hará tramontar un cerro y le llevará á las puertas de la Ermita. Si el sol entonces empieza á dorar las vertientes opuestas, y ningún rumor turba todavía el silencio de la morada de los solitarios, llame á aquella puerta que nun- ca fué sorda al que á ella acude, y mientras descabalga y arrien- da su caballería, dé una ojeada á ese retirado sitio. A sus es- paldas lo sombrea la mole gigantesca de la cumbre que va á unirse al collado que antes traspuso; á uno y otro lado tiéndese la costa con variados efectos; enfrente y á una profundidad es- pantosa la vasta sábana del mar sube como una llanura de in- menso declive á cerrar el horizonte. La quietud de la hora, la sombra que aún se proyecta sobre toda esa plaga del norte, las ráfagas de luz amarillenta ó bermeja que salvando alguna que otra garganta hieren hacia poniente los cerros y los valla- dos y tiñen á lo lejos las aguas, traen no sé qué bienestar y deleite, que fuerza á devolver concisamente su benévolo saludo al ermitaño que ha venido á abrirnos, y á cruzar aprisa un co- rredor aplastado y mezquino {b) para proseguir la contempla- [a] Embelesado el autor en el examen de la Cartuja, se deja atrás la campestre villa y su parroquia de Santa María estacionadas en la pendiente desde los pri- meros años de la reconquista con las inevitables renovaciones, y le falta espacio para seguir los innumerables senos y repliegues del valle celebrado, tal vez con algún exclusivismo, respecto de otros que no le van mucho en zaga, y sinónimo así para viajeros como para naturales de salubridad y de hermosura. Tanto jardín de frutales en las hondonadas, tanto grupo de encinas destacado de los peñascos y de los olivares, tan risueñas casitas y tan majestuosos predios (la Coma, Son Gual, Pastorig, Son Brondo, Son Ferrandell, Son Oleza, Son Moragues) como aso- man en las laderas ó coronan las alturas, tantas benditas memorias de la angelí- cal Catalina Tomás, su humilde casa natal, la fuente, el molino que frecuentaba, todo esto ó lo que pudo conocer mi amigo, sintetizando en su alma las impresio- nes, la elevó á región más espiritual, como se revela en el presente capítulo. (b) No un corredor, sino el emparrado del huertecillo, en cuyo fondo encima ISLAS BALEARES lOOI ción de ese cuadro con más holgura y desde más despejado punto en él pequeño jardín ó mirador de aquella santa casa. Allí dominamos la rápida pendiente ó mejor el precipicio que va á parar á la orilla del mar; y desde un asiento como no to- dos los grandes de la tierra lo poseerán en sus mansiones de placer, los ojos abarcan una escena, que si por sus detalles dis- trae y embelesa, por la grandiosidad de sus lineamientos enal- tece é hinche el espíritu. Ya á los rayos del sol blanquean á la izquierda los limpios caseríos en los recodos y en las lomas de los montes que ocultan la deliciosa Bañalbufar, la del nombre arábigo menos dulce que el precioso jugo de que sus vides abastecen á la isla, no tan grato ai sentido como los arrayanes que en sus crestas perfuman las brisas, ni como el són de éstas cuando apaciblemente orean los pámpanos y menean las hin- chadas uvas. La playa, después de trazar con gracia una curva blanquecina, forma un extremo saliente detrás del cual se dibu- ja la ensenada que también lleva aquel poético nombre, un tiempo frecuentada de los corsarios berberiscos cuando á favor de esas calas saltaban á llevar la muerte, el incendio y la escla- vitud á las pacíficas campiñas de la costa. Ni tampoco le faltan á este cuadro sus recuerdos, y las ata- layas que aún irguen por allí sus cubos despedazados y more- nos están convidando á la evocación de una de esas breves es- cenas, que pusieron una nueva cuerda en la lira de nuestros ro- manceros. Bien es fácil figurarse cómo la torre de Valldemosa, al descubrir las galeras turcas, envía sus guardas y hace sus ahumadas, que siendo correspondidas desde la punta del Ca- vall Bernat por todos los cabos y por todas las cumbres hasta la Dragonera, Cala Figuera y la del Señal, introducen la alar- ma en la ciudad, mientras á la parte opuesta dan la vuelta por del antepecho del mirador destacaba con sorprendente efecto sobre la inmensi- dad del mar una cruz de madera; á un lado se mostraba la viejísima murta, toda tronco, denominada de la Beata. 126 1002 ISLAS BALEARES Sóller, llaman desde la Mola de Tuent la atención de Pollensa, llevan el aviso á la solitaria atalaya de Alcudia y á Cap de Pera, que á su vez lo difunde por aquellas playas. Ó si nos place fin- gir que la luna riela en las ondas apenas alteradas, entonces á las ahumadas reemplazarán los fuegos que sobre la plataforma alzan su roja cabellera y hacen destacar la negra corona de al- menas que los ciñe; y encendiendo otras llamas en cada cala, en cada punta, en cada colina donde una atalaya exista, ese lenguaje de fuego rodeará en breve á Mallorca, cruzará la lia- nura é irá á romper las sombras que envuelven á las islas Dra- gonera, Cabrera y quizás Ibiza. A su resplandor siniestro ó al arribo anhelante y apresurado de las escuchas, responde en la villa el murmullo de los que llaman á las armas, y en el cam- panario el toque precipitado de rebato que á su vez interrum- pe el silencio nocturno con otra habla más elocuente. Cunde el tañido lúgubre por las hondonadas y por la campaña, y va á despertar á los habitantes de las solitarias alquerías. Redobla á su estruendo la confusión: las madres, las doncellas y los an- cianos sálvanse con los pequeñitos y con sus mejores alhajas al interior ó á las escarpadas alturas; los mozos se arman, las compañías se forman, los jurados y el capitán real envían á to- dos los pasos sus atajadores, reparten los caballos, y recogen las noticias que los exploradores de todas partes traen. La ciu- dad pierde toda quietud y silencio; la voz sonora de En Figue- ra llama á los vecinos, como clamando de lo alto de su antigua torre municipal: moros^ moros en la mar!; Na Aloy agita su bronceada lengua en el ancho campanario de la catedral (i), y otras bocas de bronce estremecen las cúpulas y las galerías que sobresalen en los de otros templos. Las decenas y las cincuen- tenas acuden, los doscientos están á punto, los caballos forzados destacan postas que á toda rienda vayan á tomar lengua ó trai- (i) Es la del campana mayor de la catedral: sobre En Figuera^ 6 Seny lladre, la que es como si dijéramos Campana de rebato, véase página 893. ISLAS BALEARES gan al señor virrey los avisos que del interior reciban {d). Mas ¿cuál será el punto amenazado? La claridad del día desvanecerá los temores ó hará cesar la incertidumbre, y dirá sobre qué co- marca descargan los infieles la furia de su desembarco. El alba del i.° de Octubre de 1552 te dijo á ti, oh pintoresca Valldemosa, que en tu marina y en la cala den Canet tomaban tierra los cuatrocientos piratas que en diez galeotas venían. Nin- guna hoguera pudo avisarte de noche, pues aún no sobresalía entonces el hombre estudioso y benéfico que planteó aquellas mudas y rápidas señales (i); mas la noticia, si te sorprendió descuidada, no te encontró cobarde ni remisa en tu propia defen- sa. Treinta y seis eran los que acudieron á las órdenes del capi- tán Raimundo Gual de Mur, buen caballero; treinta y seis solos probaron á detener al enemigo y salvar á los retirados anaco- retas, á sus padres, á sus hijos y á sus esposas; y mientras la robusta torre de la Cartuja, resto del antiguo alcázar de D. San- cho, su barbacana almenada y su recinto cerrado daban asilo á cuantos allí pudieron procurarse un abrigo momentáneo, treinta y seis y su capitán iban al encuentro de los turcos, á tentar en los desfiladeros la suerte de las armas. La desigualdad del nú- mero les forzó á tomar el duro consejo de abrir paso y de con- sentir, oh Valldemosa, en tu propio estrago; mas la fortaleza de este sacrificio sobrepujó á la loca temeridad de arrostrar el ímpetu del berberisco, y la venganza que merced á ese consejo astuto ejercieron compensó con creces el daño y el ultraje. Los matorra- les de tus asperezas les escondieron mientras furioso aquél avan- zaba; detrás de las rocas y de los zarzales oyeron sin moverse el lloro y el rumor de tu saqueo y la resistencia de la Cartuja; (a) Este cuadro de mano maestra es de pura fantasía respecto á la época á que se refiere, anterior de muchos años, como observa el autor en seguida, al sistema de fuegos establecido por Binimelis y á la edificación de las atalayas (v. pág. 464). No es que fueran desconocidas ya de muy antiguo las torres litorales y los torre- ros. (i) El Dr. D. Juan Binimelis, médico, astrónomo y cronista de Mallorca, el cual dió la idea de estos fuegos y logró que se planteasen en 1590. 1004 ISLAS BALEARES desde esta emboscada vieron volver á los infieles en desorden, ebrios del vino y con la fácil victoria, cargados con el botín, revueltos con los cuatrocientos cristianos que cautivaron, des- apiadados con la inocente niñez, con la ancianidad y con el mi- nistro de Dios que curaba de aquellas almas. Lo que debiera serles motivo de descaecimiento, encendió en ellos nuevo ardor y coraje, y breves razones bastaron á su capitán para animarles al ataque. Entonces por encima de los matorrales ondeó, oh Vall- demosa, tu bandera y retumbaron tus arcabuces; y cual visión súbitamente evocada de la tierra, aparecieron tus hijos sobre los desbandados y sobrecogidos infieles, y dando libertad á los cau- tivos no escasearon las heridas y sembraron la muerte entre los que no corrieron á reembarcarse. Setenta y dos cabezas berbe- riscas atestiguaron en la capital su denuedo y su triunfo; un cadáver colgado de un palo en una galeota turca, la rabia de los piratas que atribuyeron la sorpresa al renegado valenciano que los guió por aquella angostura (a). Hoy permanece aún hacia la derecha parte de la torre de Valldemosa, ya sólo sirviendo de adorno al paisaje la que fué vigía y defensa. No lejos de ella vese la Trinidad, donde las ruinas de una antigua iglesia son todo lo que subsiste del cole- gio de lenguas orientales que en 1276 fundó la caridad ardiente de Raimundo Lulio. El rey D. Jaime II lo dotó con la renta de quinientos florines anuales, y el gran Lull lo habitó largo tiem- po con trece religiosos á quienes enseñó el árabe -, mas no com- prendida entonces la idea del fundador, volvió su colegio á poder de la corona que primeramente lo destinó para aleonar suyo y después lo transfirió á diferentes dueños. Sin embargo la tradi- (a) Explánase aquí poéticamente el breve relato dado en la parte histórica pá- gina 440 y siguiente. En la invasión del i 3 de Mayo de i 582 salieron derrotados ciento cincuenta moros en el mal paso de la Foradada por cincuenta hombres ape- nas que pudo reunir Mateo Çanglada, con muerte de muchos cuyos cadáveres procuraron» los fugitivos embarcar, dejando un reguero de sangre por el ca- mino. ISLAS B A LE ARES ción de su primitivo destino no se perdió en Mallorca, como tampoco cesó jamás la devoción á todo lo del Beato Raimundo; y en las épocas distintas en que los reyes lo concedieron á sa- cerdotes celosos, la juventud vino á aprender en sus cátedras la doctrina luliana, y el reino debió á ese asilo del saber la intro- ducción de la imprenta. Los antiguos llamaron aquel sitio con el risueño nombre de Miramar, significativo y en gran manera adecuado al extenso horizonte que por la parte del mar disfruta; este mismo le dió Raimundo en sus obras, y con él fueron seña- lados los primeros libros impresos que Mallorca posee (a). (a) De cuantas plausibles mudanzas han ocurrido en la isla desde que la visi- tó Piferrer, ninguna le hubiera entusiasmado al par de la que ha obrado y sigue obrando en Miramar el esclarecido archiduque de Austria Luís Salvador, herma- no del postrer gran duque de Toscana, estableciéndose en la restaurada fundación de Lull, rindiendo culto por todos los medios imaginables á la memoria del már- tir y del sabio, realzando con el arte, si es que cabe allí, la inmejorable naturale- za. La historia de Miramar tocada tan por cima en el texto y su presente estado reclaman mención más detenida, en la cual me permitiré copiarme á mí mismo : «Toda la deliciosa pendiente, á cuya nativa belleza tan poco han quitado ni añadido seiscientos años, pertenecía al monasterio cisterciense de la Real por do- nación del conde Ñuño Sans su fundador, y formaba parte de la alquería de Deyá, cuya otra mitad más al norte había heredado el rey del mismo conde su pariente, estableciéndola á Bartolomé Calafat. Esta fué la que trocó Jaime 11 con el abad Imberto por la otra de Miramar, defiriendo sin duda á la elección de su converti- do senescal, que como tan relacionado con los moradores de aquel claustro don- de se retiraba á menudo á escribir sus obras, conocería la situación de la heredad, si es que no la había cruzado alguna vez yendo de caza ó en seguimiento del prín- cipe desde su residencia de Valldemosa. Escogidos también por Lull fueron los religiosos á quienes había de encomendarse la alta empresa ; y su preferencia no vaciló en decidirse por la orden franciscana, á que tan adicto se mostró siempre, y que parecía la especialmente destinada para las lejanas misiones entre infieles, selladas ya más de una vez con el martirio. Trece fué el número de ellos, en me- moria seguramente del apostolado con el Salvador á su cabeza. ^ Sus nombres ?... han quedado en el olvido, del cual ya no es probable salgan por alguna feliz casualidad. Hallábase la comunidad bien completa y comenzados los estudios, cuando en 16 de Noviembre de 1276 expidió en Roma el papa Juan XXI la bula de aprobación... ¿ Quién era el maestro que iniciaba á aquella fervorosa trecena, vestida de tosco hábito, en el lenguaje oriental de sus futuros oyentes, tal vez neófitos, tal vez verdugos ? El mismo Lull probablemente; que no le permitiría buscarles otro, entre rencorosos esclavos ó tornadizos aventureros, el fatal re- cuerdo del ingrato blasfemo, que olvidando los beneficios con que habían sido pagadas sus lecciones de tantos años, se lanzó como un tigre sobre su discípulo y señor, y acabó por hacerse justicia con el suicidio. Y despues de transfundir á los jóvenes franciscanos sus conocimientos lingüísticos y todavía más su alta ioo6 islas baleares Con sólo una noción vaga de esos recuerdos desfigurados y realzados por la tradición, y delante de tan magnífica perspecti- va, los hombres sencillos que moran en la Ermita consagran sus ciencia é inflamados sentimientos, quedábale espacio, durante los dos ó tres años que con ellos residió, para escribir graves y profundas obras, y para vivir en su- blime y asidua contemplación como el anacoreta más solitario. ))Sin una palabra de prácticas de comunidad ni de ejercicios literarios, todos son de vida íntima los recuerdos más ó menos explícitos que de Miramar nos ha dejado su fundador eminente. Allí, entre la cultivada viña y el silvestre hinojo, prendióle el amor y le hizo enamorar todo de Dios y habitar entre llantos y suspi- ros. Allí se levantaba á media noche para contemplar en las estrellas del cielo á su amado, y en él se recreaba al amanecer dilatando la vista por montes y llanu- ras, y por la mañana cultivando su huerto, y por la tarde meditando al són de la murmurante fuente, y al anochecer espiando otra vez desde el terrado puesto en- cima de su celda el primer fulgor de los astros, como si viniese cada uno á reve- larle una ignorada perfección divina. Allí, huyendo de la afluencia de gente devo- ta que frecuentaba el altar de la Trinidad, trasladó su morada, para orar más recogido, á una altura distante de la iglesia una milla, á aquella cueva y á aquella fuente sin duda que conserva su bienaventurado nombre, y que los ganados se- gún tradición han enseñado á los hombres á respetar. Los densos bosques y deli- ciosos verjeles y ocultas ermitas y bellas descripciones que tanto abundan en sus apólogos, los tiernísimos y ardientes coloquios del Amigo con el Amado, tesoro son de impresiones y afectos acaudalados en este yermo, vigorosa savia de la na- turaleza que le fortalecía en sus viajes y trabajos, ecos de la soledad que le acom- pañaban á las capitales más populosas. Miramar es el nombre querido que repite en sus versos, la fundación predilecta á que, expresamente ó no, se refiere á cada paso en sus obras, el objeto de su singular complacencia mientras subsistió, y de los más sentidos lamentos por su ruina: siempre y en todas partes le están pre- sentes los frailes Menores sus compañeros, seguidores de Cristo en la pobreza para serlo luego en la pasión, y aquel rey tan dadivoso, tan amable, tan noble y sabio, y de buen entendimiento y de buenas costumbres, cuya piedad allí los ha reunido. »À Roma marchó Raimundo hacia 1278 con dos religiosos, sus más aprovecha- dos discípulos, preludiando con tres siglos y medio de antelación el grandioso ins- tituto de Propaganda Fide... Veinte y dos años tardó esta vez en volver á su patria, después de interesar á papas y á reyes y á capítulos generales de las órdenes do- minica y franciscana en la fundación de colegios de lenguas orientales. Y entre- tanto y estrechas y sombrías cañadas, es de ver la extensión del territorio que toca por un extremo con los terrones de "^a|ita Marfá y por el otro con las breñas de Lluch, mientras qnè ía» 'y-illa, no de las menos indus- dustriosas y crecientesy-pues 'fá para seis mil almas, alejada del amparo de su custodÍQ';i sin.^,gozar por esto de horizonte des- ahogado, ni tiene ni da pérspectiva. La- igle^ía de Alaré {a), hechura del siglo pasado, como la gran-máyoría de parroquias forenses, nada ofrece de notable, ni aun su flamante campana- rio. De su feligresía tal vez^un tercio pertenece á la sufragánea de Consell, situada en conloaste con la matrizVsobre el mismo vértice de los dos declivéa^qne dividen entre eL mar del áur y el del norte las aguas de la isla. La comarca,''bien distinta de lo restante dektérmino de Alaré, ofrece una interminable sába- 'na de:viñedó, -que se da^la mano sin mojón visible con los viñe- diis IMtrpf^^ Binisáiem, Sancellas y Santa María; y cuando - lleguédesprenderse de su cabeza municipal, la natu- marcará; fácil^en^ la división. Era ya Conxel al tiempo ^íd^ la conquista alquería de diez'yugadas, y al verla nombrada ;ti^i|8ra;la;glGria de ea,tok leales bajaí.i^/e antiguo breviario cuya edición se .+ba.,|3j^rdi;d0,, S imppl'tantes sin enxbá^o los'ilSdicios de la verdad, del hecho, de •'que se hizo óargp en ¿ttS estudios A'guilp;, jr a|que ihe-refieroj-^miontras aparecen á la hora menos pphsád'á: pír^s.í{i§|pd<. > ^ •(a) .^^.Santa Mariíi;de O/aroMO la^ll¿ma^]^íJb ll cabreo de la I Ísf:i^h-,^P1 viz(5e^'á'ó''(Jfe'B.e habla en Olerán, ocho al p..«é£^i,tpo¡r.io^'£xr' les^percibia cuarep' yiatíb tWfter^s de trigo. Pronto fué tro- .cado en. Alaró aqueljaombre, cuya etimología no acierto si no se toma de la pobla- .>4iiâfl€Eanc,é5a Ué: los Pirineos inmediata á Pau. ISLAS BALEARES entonces así con pronunciación arábiga, hace dudar que deri- vara en edad más reciente, como se podría creer, del obvio sig- nificado que lleva la palabra (a). De montaña participa á su vez el término de Santa María, el más llano de los cuatro que formaban el distrito arábigo de Canarrosa, por el lado de Cohanegra (<^), cuyo desfiladero, guardado á la entrada por el grandioso caserón de Son Torre- lia y guarnecido por rústicos predios y molinos, introdúcese al norte á lo largo de la raya de Alaró, serpeando entre desnudas rocas y frondosas márgenes, hasta cerrar el paso junto á Son Pou inaccesible altura que entraña una honda caverna. Poblóse desde los primeros años de la reconquista aquel escondido valle, según la multitud de documentos que á él se refieren; mas la aspereza del suelo obligaría á los vecinos bien pronto á salirse á la vera del camino que de la capital conduce á Inca, sobre el cual antes de 1248 edificaron su iglesia, tomando nom- bre de él la parroquia y la villa. No sería probablemente el pri- mer templo católico que en las inmediaciones hubiese existido, si se atiende al importantísimo mosaico, descubierto hace poco más de media centuria tan pronto como desaparecido (¿:), cual (a) Casualidad más que designio hubo de haber en la elección de un payés de Consey para tipo de nuestros campesinos mallorquines en el adjunto cromo, cuando no se distinguen cabalmente por su fidelidad al antiguo traje los morado- res de aquel lugar tan abierto y tan próximo á la carretera. (b) Caudanigra la denominan constantemente las innumerables escrituras la- tinas de los siglos xiii y xiv registradas por el paborde Jaume : dió la comarca en feudo Bernardo de Santa Eugenia á Bernardo de Torrella con la alquería Mahuyar que tomó el linaje de la familia, y cuya mansión se distingue por su imponente torre en el centro de la severa fachada. Población y no corta supone allí la locu- ción proverbial y común hoy todavía, de llegar con los de Cohanegra, es decir, tarde y rezagados, ignorando á qué expedición y á qué tiempos alude. (c) Fué el hallazgo en 1833 en una viña de Son Fiol á dos pies escasos de profundidad, y al poco tiempo pereció deshecho con incalificable incuria. Fortuna que de él se sacó un diligente grabado, merced al cual conocemos el pasaje de Adán y Eva con su nombre á uno y otro lado del árbol de la vida y un grupo de bestias debajo, el de José vendido á los mercaderes moabitas, y otros muy mal- tratados en que hay letras sueltas y en uno el nombre de Judas. Formaba el ám- bito, según los cimientos de la pared, un rectángulo de 64 pies de largo por 42 de ancho. io68 ISLAS BALEARES si sólo se levantara para dar testimonio de una cristiandad an- terior á la dominación de los infieles, y del relativo esplendor de las bellas artes en Mallorca sometida al bajo imperio de Oriente durante el tenebroso período del siglo vi al viii. Rico bien que pequeño debió de ser el santuario que tal pavimento mereciera de menudas piedrezuelas de mármol del país, blanco, negro, encarnado y amarillo; dos líneas de pilares equidistantes marcados por cuadrilonga base indicaban una nave central de quince pies de anchura; y la rudeza de las figuras de hombres y animales representadas en el piso de ella contrastaba singu- larmente con la variedad y gusto de las orlas de los cuadros y de las cenefas que alfombraban los ánditos laterales una mitad más estrechos. De capiteles apareció un solo fragmento de mármol; cinco sepulturas con sus esqueletos colocadas sin or- den, las más junto al ingreso de la estancia, daban lugar á atri- buirle el destino de panteón. Junta con la actual carretera el núcleo de la villa al otro lado de Cohanegra una larguísima y populosa calle, de forma- ción probablemente nada antigua; y el transeúnte se limita á saludar el convento de Mínimos que al extremo de ella sale á recibirle, dando una ojeada á la espaciosa y blanca iglesia que no echa de menos el cuidado de los religiosos (¿í), y al que más bien que campanario parece cuadrada torre señorial con su es- cudo y cordones de piedra y su terminación en balaustrada y tejado de cuatro vertientes. Internado á cierta distancia y herido por los reflejos del sol en los barnizados azulejos y jarros de su chinesco remate, descuella el suntuoso campanario parroquial ceñido de saliente balconaje, llamando á contemplar en el ad- junto templo una de las obras más espléndidas del siglo xviii, desde que trazó el plan el insigne Lucas Mesquida deseoso de honrar á su pueblo natal, hasta que dieron la última mano á las partes artífices y escultores, todos del país, lo mismo que la (a) Fundaron hacia fines del siglo xvii; la iglesia es posterior. ISLAS BALEARES piedra y los mármoles. La despejada nave de semicirculares y cruzadas bóvedas, con medallones pintados en los lunetos, está exenta de las extravagancias, que no destituidas de soltura, se guardaron para el retablo mayor imitando un tabernáculo de- bajo de cortinaje, y para las portadas exteriores que llevan á manera de excusa apuntadas las fechas: nada se olvidó sino la capilla del Santísimo, que se ha construido últimamente, vasta y desnuda. De la fábrica anterior sábese no más que en 1372 se echaba entre los vecinos una derrama para la obra de la iglesia, y otra para la del altar en 1385. En la plaza y manza- nas contiguas denótase el reducido grupo que formaba un tiem- po la villa, dispersa más á levante en la bifurcación de los ca- minos á Terrades y á la opulenta propiedad de mosén Perote Segui en el siglo xvi, que pasó á los Olezas: las Alquerías y las Covas formaban comarca aparte, y principalmente en la raya del término con el de Sancellas afluyeron tanto desde el princi- pió los pobladores, que en breve brotó allí un lugar, tomando el nombre de Santa Eugenia del poderoso Bernardo, seguidor del de Bearne y primer lugarteniente del rey en Mallorca, á quien fué asignado aquel territorio. Santa Eugenia es hoy villa de mil quinientos habitantes, la mitad de los que cuenta su ma- triz; y su iglesia, gradualmente ampliada y por fin completa, domina con su torre al pueblo, como la domina el cerro á cuyo pie está plantada. Danse la mano de una en otra las alturas que cierran al sur el llano de Santa Maria, desde la de Santa Eugenia á la de la ermita de Son Segui y de ésta á las cues- tas de la Cova, en cuyo seguimiento, en el trecho apenas de diez pasos, cambia como por magia la inmensidad del horizonte, de un lado hasta la bahía de Alcudia, del otro hasta la de Palma. Al trasponer, por cualquier punto sea, esta linea, que ape- nas presenta ondulaciones sino un raso y uniforme ribazo, én- trase en una región completamente distinta de las recorridas hasta ahora, en la región de la capital. No es todavía el subur- loyp ISLAS BALEARES bio tendido al rededor á la sombra de las murallas y salpicado de arrabales; es sí un terreno ^.mbiguo, donde á medida que con la proximidad se acentúa el ascendiente ciudadano, pierde el carácter campesino su vigor y amortíguanse sus tintas. Marratxí constituye por sí municipio [a) ; pero sus tres mil qui- nientos habitantes viven la mayor parte en caseríos diseminados por las vertientes, ó cultivan los almendrales y viñas de la lia- nura, donde conservan sus cuadradas torres las posesiones de la antigua nobleza. Quizá, tomando nombre de alguna colonia marroquí^ estuvo incluido el término en el distrito de la ciudad sarracena, ó sea en el que formaba uno solo allende la Riera hasta las costas occidentales de la isla [p)\ por lo menos fué, como toda aquella gran porción, de pertenencias del obispo de Barcelona. A fuer de villa de tercera clase, no enviaba repre- sentante al grande y general Consejo sino cada dos años: en lo eclesiástico dependió del de Santa María desde 1369 á 1636, y al separarse fuéle asignada por parroquia la iglesia desde anti- guo dedicada á San Marcial y objeto de entusiasta culto, reno- vada en 1714 con dos torreones en la fachada, que descuellan entre pinos en agreste soledad. Solamente los domingos y fiestas acuden de Marratxí, de Pórtol y de los restantes grupos los feligreses, y una vez al año sube á mezclarse con la payesía de los contornos el pueblo palmesano para festejar al santo con alegre romería. (a) Va incluido aquí entre los del partido judicial de Inca, igualmente que el de Santa María, aunque los dos pertenezcan al de la capital, á fin de completar el itinerario de la zona del centro. (b) Sobre este distrito véase lo dicho al final de la adición del i."" cap. de la 3.® parte, pág. 966. CAPÍTULO IV Artà: Construcciones ciclópeas. — Cueva de la Ermita.—Torre de Cañamiel yA costeando la Albufera de Alcudia se atraviesen los arenales, ya se tome el camino de La Pobla,, una llanura apenas accidentada fatiga los ojos, y el país no se reviste de variedad y de ener- gía sino al entrar en las arboledas y den- sos matorrales que circuyen las alquerías Son Real y Son Serra (i). El término de (i) Á los artículos el, la, lo corresponden en el dialecto mallorquín es, sa, son, sin duda derivados de las tres terminaciones del pronombre latino i-pse. En Cataluña no es raro oir el sa en vez de la en algu- nas poblaciones marítimas, precisamente en las que tomaron bastante parte en la conquista de Mallorca. Pero, como observó muy bien Jovellanos, el sa y el son, cuando se aplican á predios ó granjas, tienen un uso constante y arreglado á la significación del nombre que acompañan. Los predios 1072 ISLAS BALEARES Artá aparece luego agradablemente quebrado y cubierto de una vegetación más variada, y el buen aspecto de la villa acaba de renovar la imagen de las que hemos recorrido. Mas ni á su aspecto ni á su cultivo debe las visitas de cuan- tos extranjeros llegan á Mallorca: otros son los dos objetos que lo hacen notable (a)] y si en el uno la naturaleza prodiga que se llaman con el nombre femenino del lugar ó terreno donde están situados, llevan sa, como S'Aresteta, Sa Cova, S'Elia, etc.; los que se señalan con el apellido de sus poseedores, llevan son, como Son Serra, Son Mesquida, Son Lluis, Son Mas, Son Sampol, etc. (a). Esta segunda aplicación es muy expresiva, pues entonces el artículo neutro, es un semipronombre posesivo, equivale á esta locución: lo que que es de Serra, lo de Serra, etc. No Artá no lo sea sin embargo por su importancia, por su (a) natura- es que leza y por su historia entre las poblaciones principales. Bastaría para llamar la atención su dilatada península, rodeada de mar por tres lados y separada del res- to de la isla por las llanuras de Santa Margarita y de Manacor, con las cuales con- trastan sus cordilleras que se multiplican y cruzan dentro de aquel cuadrado, encrespando en todas direcciones sus costas. Hízose fuerte en el quebrado país muchedumbre de sarracenos, á los cuales el joven conquistador, dejando para más adelante la reducción del mayor número en las montañas de Almaluig y Sóller, acometió á fines de Marzo de 1 230 : empresa que relata Jaime I en su eró- nica cap. 99 á 103, y Marsilio en el 38 de la suya, mencionando los escondrijos ó á boca se prendió fuego en los matorrales con los combustibles cuevas, cuya descolgados desde lo alto de la peña. Al cabo de ocho días capitularon en domin- go de Ramos, entregándose por cautivos mil quinientos moros, con diez mil bue- yes y treinta mil ovejas, si no hay exceso, y copiosa provisión de trigo y cebada que habían recogido. Aquel distrito de Yartán tocó en el repartimiento al rey y á sus porcioneros : uno de ellos fué el monasterio premostratense de Bellpuig en Cataluña, al cual se dieron ocho alquerías de cincuenta yugadas entre todas {b) ; y al crearla parroquia de Santa María, confiósela á los monjes en 1240 el primer obispo con la mitad de sus réditos, hasta que cambiaron en 1423 por una villa de Urgel estos cuantiosos bienes y laudemios con Juan Vivot poderoso ciudada- no, de cuyos herederos los adquirió desde 1442 el noble Albertín Dameto, trans- mitiéndose así á sus descendientes el señorío directo y el patronato. La iglesia, recostada en la pendiente del aislado cerro de la villa, trocó más adelante su pri- mitiva forma escaso de por anchas bóvedas que retienen el gótico estilo bien que ligereza; la almudayna ó ciudadela, que ceñida de muro ocupaba la aguda cima, y donde residía ya en 1268 el baile Pedro de Montsó recibiendo órdenes del in- fante D. Jaime heredero de Mallorca desde la capital (c), está convertida en ora- [a) O Sona cuando es mujer la poseedora, como Sona Jaume, Sona Avinyona, Sona Parets. {â) Conserva una todavía con trazas de oratorio el nombre de Bellpuig, que también dieron á una iglesia que en la ciudad tenían durante los tiempos inmediatos á la conquista, y de la cual se perdió en lo sucesivo la memoria. [c) Consta entre los más antiguos documentos la facultad que otorgó el infante de terminar y decidir sin forma de juicio cualesquiera demandas de mojones, aguas y pastos, asi entre los vecinos, como en queja de la milicia del Temple ó del Hospital ó de otros caballeros. ISLAS BALEARES SUS encantos más sublimes, y en el otro el tiempo va deshacien- do lo que hizo la mano del hombre, entrambos concuerdan por las ideas que inspiran, por la gran serie de siglos que repre- sentan. Junto á la villa, entre las reliquias de un encinar, álzanse unos túmulos desmoronados y hundidos en su mayor parte, cuya base, describiendo un considerable círculo, ostenta algunas de las hiladas informes en que grandes pedruscos se sobrepo- torio de San Salvador, renovado modernamente con esplendidez sobre otro eri- gido en el siglo xvii. Desde los adarves, que en trances de alarma ó de hostiles desembarcos daban amparo á los habitantes, domínanse á vuelo de pájaro los vistosos techos y desahogadas calles de una población compacta de casi seis mil almas, con otra iglesia de franciscanos subsistente á un extremo, y á todos vien- tos un radio de hermosas y accidentadas campiñas, salpicadas así de suntuosas quintas como de rústicas granjas, que terminan en imponentes montes ó cortadas peñas, y á trechos, de sudeste subiendo á nordoeste, en las azuladas olas, ya del mar vivo, ya de la bahía, que penetran por sus calas ó se estrellan en sus pro- montorios. Desde el cabo Vermey al de Pera, es decir. Piedra, desde cap-de-Pera al de Ferruig, y desde .éste al pico de la Devesa,, uno de los culminantes del sistema orográfico de Artá, se desenvuelven tales sierras en tres frentes oblicuos á levan- te, norte y poniente, que presentan de por sí á los fronteros menorquines una extensión de isla considerable, separada de la agrupación de Pollensa y Alcudia por la anchura del golfo. Era demasiado para una sola villa tan dilatado territo- rio, y dentro de él viene de muy atrás preparada la formación de otras dos, lleva- da á cabo en esta centuria. Son Servera y Capdepera, que reúnen entre ambas con equilibrado aumento un vecindario poco inferior al de su matriz ; el litoral de la primera se extiende desde la punta den Amer en la marina de Manacor hasta el de la segunda que á un lado y otro del faro de Capdepera abarca una pintoresca y escarpada costa. Ambas iglesias en estructura y fecha no van más allá de mo- destas sufragáneas ; la de Capdepera brotó no há medio siglo al calor del despren- dido celo de un anciano extrinitario, y acrisolada ya por duras pruebas morales, espera afirmarse sólidamente; el pueblo crece y se derrama por las faldas del ce- rro que señorean los molinos, y el paisaje solitario adquiere vida en torno de la cindadela en que se hallaba hasta muy recientes tiempos encerrado. Todavía sub- siste con sus tres puertas, bajando por la espalda de la colina, la amurallada cer- ca, guarnecida de trecho en trecho de cuadradas torres almenadas, y se apiñan las reducidas viviendas en angosta calle con la humilde capilla en el fondo y la espadaña sirviendo á la vez de vigía: curioso ejemplo de una plaza de armas del siglo XIV, guarnecida al mando de un alcaide por contadas familias. Acaso un día llegue también á erigirse en villa la colonia recién ensayada con objeto de poblar el brazo de la bahía vuelto al sol poniente frente de Alcudia, y los terrenos veda- dos por los antiguos reyes de Mallorca para sus cacerías ; acaso penetre el moví- miento hasta en la soledad, donde desde la entrada del corriente siglo se fabrica- ron su preciosa y linda iglesia unos ejemplares ermitaños con los ricos jaspes á cuyo pulimiento dedican su piadosa industria. 135 1074 ISLAS BALEARES nen unos á otros con desigualdad y con cierto arte rudo y enér- gico. Dos trozos de peña mayores que los demás y otro atrave- sado á manera de dintel componen la puerta baja por la cual debió de pasarse al interior. Inmediatos á ellos vense otros círculos de piedras no menores, de los cuales algunos tal vez nunca se levantaron en pared, antes debieron de formar figuras ó recintos independientes de los túmulos. Iguales vestigios, y muchos de ellos más enteros, duran en otros distritos de la isla, y en particular los del término de Campos revelan limpia é inte- gra su forma cónica. La vecina Menorca asimismo los muestra todavía bastante conservados, y con la disposición de sus deta- lies y dependencias que pueden arrojar alguna luz sobre su destino; y en punto al número no teme la comparación con nin- guno de los países donde estos restos antiquísimos perseve- ran (i). El sello de barbarie que llevan estampado, las moles gigantescas de las más de sus piedras, la obscuridad que en- vuelve su origen y su aplicación, la época remota que descu- bren, los esfuerzos que suponen, todo hiela de respetuoso entu- siasmo y aun de cierto terror al que los mira, y le hace vacilar antes que salve la barrera que los misteriosos círculos le opo- nen (2). Mas, ¿á qué genio de la antigüedad turban nuestros pasos al hollar esos montones de piedras? ¿Ó qué sombras, qué pasado, qué idea muerta para siempre, profana el que pone la mano atrevida sobre esas masas, esfinges mudas á quienes en vano se interroga, ó las cuales no responden sino abriendo como un vasto enigma el campo de las conjeturas? Una noche profunda se tiende sobre el pasado de las ideas y de los hechos; las ráfagas que hacen vislumbrar los senderos no centellean sino rápidas y á intervalos, y fuerza es aprovechar su crepúsculo para encaminarse á la verdad. (1) El Sr. D. Juan Ramis y Ramis, en su excelente opúsculo Antigüedades cél- ticas de Menorca, cuenta 195 monumentos ciclópeos en forma de cono, de pirá- mide ó de torre, sin mencionar las mesas ó altares. (2) Véase la página 21 de la Primera Parte. ISLAS BALEARES En los más de los países donde definitivamente asentaron la raza Pelásgica y sus subsiguientes familias, quedan construe- ciones de la naturaleza de las baleáricas. La antigua Tracia, la Tesalia, el Epiro, la Fócida, la Beocia, la Argólida y la Arca- dia tienen aún las murallas que la posteridad llamó ciclópeas^ y para cuya edificación pretendió que los fundadores de ciudades se habían valido de un linaje de hombres agigantados. Las islas del mar Egeo, en particular la misteriosa Samotracia y Lemnos, la de Egina y la de Itaca, también las encierran; y cual otra de las colonias de aquella familia antigua del género humano, la Etruria y las islas de Malta, Gozzo y Cerdeña no desmienten el tipo en las numerosas que allí permanecen. Mas aunque este tipo fué más caracterizado por los Pelas- gos y Tirrenos en las fortificaciones y en los grandes recintos, casi todas las civilizaciones, ó digamos mejor, las familias que nacieron y crecieron al rededor del Cáucaso lo llevaron consigo más ó menos alterado á las regiones en donde vinieron á poblar, y la Céltica y su ramificación la Gala fabricaron según él en la Noruega, en la Germania, en la Bélgica y en las islas Británicas. Tal vez los Fenicios en su civilización no olvidaron de todo punto la manera simple, bárbara y gigantesca de construir, con que sus antiguos vecinos y probablemente hermanos los Pelas- gos habían guarnecido de murallas sus poblaciones. Ya sea esta la verdad, ya los Etruscos mantuviesen de más antiguo relaciones con la costa oriental de España, ya se deban á la población indígena Euskara, ó bien á la Celta, hay en Cata- luña construcciones ciclópeas rivales de las que aún pasman al via- jero en Tirintho y en Micenas, bien que pertenecientes á épocas distintas, y de ellas la más imponente, coronando por la parte de levante y norte la cresta de la colina sobre la cual Tarragona está fundada, como base ancha y firmísima sostiene sobre sus hiladas de peñascos la fortificación romana, la goda y la moderna (i). (i) Véase la página 467 del tomo 11 de Cataluña (nueva edición) donde trata- mos este asunto con alguna ligereza mayor que ahora. ISLAS BALEARES Así una identidad de razas une en los varios puntos del globo estas obras primitivas; y concretándonos á las que se ven en las islas mencionadas itálicas y españolas, á favor de una ligera ojeada á su situación geográfica, la semejanza que las más guardan entre sí revela la mano de un mismo artífice. Mas, ¿habremos de ver en ella un testimonio del movimiento de la familia Pelásgica? ¿Serán otro de los vestigios que dejó la Céltica en su índole errante y aventurera? ¿Ó deberán conside- rarse como productos de la navegación fenicia? Las tradiciones y los sucesos históricos hermanan estas suposiciones; pero los restos y las memorias, al paso que acaban de establecerlas, las deslindan y aclaran. El tipo Pelásgico y Tirreno domina en los recintos colosa- les que están demarcados en el suelo de Malta y de Gozzo más bien como accidentes de la naturaleza que cual obra del arte: tan grandiosos son sus materiales. Pero en la segunda de estas islas el monumento llamado Torre de los Gigantes^ si por la manera de levantar las paredes pertenece al estilo ciclópeo, por su forma y sus detalles se diferencia de las demás ruinas primi- tivas; y al paso que sus dos templos, delineando cada uno dos salas casi elípticas con una especie de ábside que corta el centro de la segunda, señalan una época más adelantada de la arqui- tectura, los pocos objetos que en ellos se han excavado inducen á suponerlos consagrados á alguna deidad fenicia. A medida que las familias humanas se desviaron de su co- mún origen, la luz que Dios había derramado sobre nuestros padres y que conservaron Noé y sus hijos, fué amortiguándose con los delirios de la superstición; la tradición se vició poco á poco, y equivocando la esencia divina y creadora con la crea- ción misma, la naturaleza tuvo su culto y de éste vino á engen- drarse la idolatría. Entre los falsos dioses que personificaron las fuerzas elementares y los astros y las potencias siderales, los llamados Kabiros se pierden en la antigüedad más aparta- da. Tal vez de origen pelásgico, fueron sin embargo adorados ISLAS BALEARES 1077 de los Egipcios; pero los Fenicios materializaron en ellos más que ningún pueblo el dogma de la generación eterna en la na- turaleza (i). Representábanlos enanos, panzudos, encorvados y arqueadas las piernas, bien como recién nacidos del huevo del mundo, con que simbolizaban la generación y en el cual se les suponía encerrados; mas á esa infancia atribuíanle ya la fuerza viril y la potencia creadora, significándolas con las barbas, la robustez del cuerpo y los cuernos, al paso que la serpiente era su principal atributo de dioses vivientes y activos, y de su esen- cia no ya envuelta en la redondez del huevo de la eternidad, sino extendida por toda la na^turaleza. La navegación fenicia difundió este culto por la costa septentrional del Africa, lo in- (i) Ningún punto de la mitología ha dado lugar átantas opiniones é interpre- taciones como el de los dioses Kabiros; y esto bastaría para probar la obscuridad que encubre su origen, su número cierto, sus nombres particulares verdaderos, su significado, su aplicación ó relación á otros ritos de diferentes cultos, y los mis- terios del suyo, si ya la misma no se notase en los autores griegos y latinos. Los alemanes, profundos é incansables investigadores en todos los ramos de la histo- ria, son los que con mayor copia de datos han tratado de estas deidades enigmá- ticas ; y bien que conviniendo en el fondo del mito, explican diferentemente varias de sus circunstancias. Según unos eran cuatro : Kabeiros, Kadmilos, Axieros, Axiokersos, nombres según dicen de etimología desconocida; y de ellos uno re- presentaba el pensamiento de los demás, que denotaban la fuerza y el principio generativo en el hombre y en la mujer. Según otros, los Kabiros simbolizaban el naturalismo, de manera que subían encadenados desde el instinto material hasta la sabiduría suprema. En sentir de otros eran ocho: los siete procedían de Sydick ó principio del fuego, tal vez el sol ; y el octavo hay quien lo apellida Hephaistos y le hace equivaler á un tiempo á Marte, Venus y Mercurio, mientras otros le llaman Esmun y le dan por equivalente á Esculapio. Sea como fuere, este era con- siderado como emanación solar, esto es, el aire caldeado por el sol y por consi- guíente vivificador de hombres y bestias; por esto llevaba en la cabeza tres ú ocho rayos, y en calidad de dios constructor ó creador empuñaba un martillo. Por estos símbolos tal vez se han visto en él tres divinidades griegas: su princi- pió fecundador ó engendrador se hallaba en Marte y Venus; el martillo se pudo muy bien tomar como arma y emblema de guerra y fuerza; y los rayos de su ca- beza y la serpiente que empuña con la otra mano habrán debido concillarle carác- ter de medianero en aquella escala del naturalismo. También en los siete, que eran hijos de Sydick^ se quiere ver los siete planetas: ¿qué sería el octavo, el de origen más dudoso y el que más materia da á las conjeturas? ¿los misterios de Samotra- cia y Memfis encerrarían un sistema astronómico perdido con la destrucción de la raza sacerdotal primera? La significación de los siete planetas se confirma con la devoción que profesaban á los Kabiros los marinos, que tomándolos por genios tutelares de la navegación ponían sus imágenes en la proa ó en la popa de sus buques. ISLAS BALEARES trodujo con sus colonias en la Bética, y costeando la España lo trajo á las Baleares, de donde ya no debía desaparecer total- mente sino con el imperio romano. La fea imagen de esos dio- ses se ve en muchas de las medallas desenterradas en estas islas, probablemente acuñadas en ellas (i); y si las más anti- guas no ofrecen sino el tipo y los caracteres fenicios, las más modernas ya suavizan los contornos de las figuras y las visten con túnica, y á la par de las letras de aquel alfabeto llevan ins- cripciones latinas y el busto de aquel mismo emperador Ger- mánico que deseó iniciarse en los misterios kabíricos de Samo- tracia (2). Aquellos osados navegantes pusieron á las Baleares los nombres primeros con que la historia los menciona; y si el de Clumba dado á la mayor aún hoy en día no ha sido inter- pretado, el de Nura que aplicaron á Menorca, reproducido en otras regiones también colonizadas por ellos, ha ocupado al pa- recer con fruto á los filólogos anticuarios. Abundan en Cerdeña sitios apellidados la Nura^ Nora, Nurri, Nuragus, Nurami- nis y Nurallao; y si es cierto que en todas estas denominació- nes domina la radical Nor, que dicen significa fuego en los idio- mas fenicio y caldeo, y luz ó lumbre en el hebraico (3), no sin (1) Véase la excelente memoria que sobre estas medallas baleáricas escribió el distinguido anticuario Alberto de la Marmora, con el título Saggio sopra, alcune monete fenicie delle Isole Baleari (Turin, 1834). (2) «Petita inde Eubœa, transmissit Lesbum, ubi Agrippina novissimo partu »Juliam edidit: tum extrema Asiae, Perinthumque ac Byzantium, Thracias urbes, »mox Propontidis angustias et os Ponticum intrat, cupidine veteres locos et fama »celebratos noscendi ; pariterque provincias internis certaminibus aut magistra- »tuum injuriis fessas refovebat: atque illum in regressu, sacra Samothracum vi- ))sere nitentem, obvii aquilones depulere». Tácito, Anales, libro 2.° La isla de Sa- motracia,de tiempo muy remoto fué célebre por el culto de los Kabiros, y tal vez de ella pasaron á la Frigia y fueron llevados á Italia después de la ruina de Troya. Los misterios kabíricos eran objeto de una iniciación no menos solicitada que la de Memfis; pero probablemente la raza sacerdotal sólo vendía á los extraños fór- muías y ritos convencionales. (3) «Yo no he indagado el sentido de la voz Clumba; mas por lo que mira al ))de Nura, lo hice pedir años pasados á un sabio profesor de la lengua Hebrea en »la universidad de Valencia, que creo se llamaba Pérez, por medio de un amigo »mío, quien de sus resultas me entregó la contestación, que guardo original, y en wella se ve que aquella voz significa luz ó lumbre en el idioma Hebráico, y en el ISLAS BALEARES 1079 fundamento se las juzga derivadas ó significativas de alguna práctica religiosa en que el fuego ó la luz tuviesen la principal parte. En esos sitios duran reliquias de fábricas primitivas; y las llamadas Nuraghe^ amén de la semejanza en la etimología, tienen la de la forma, pues lo mismo que muchos de los túmu- los de las Baleares, son construcciones ciclópeas, cónicas, con puerta baja y practicable, bien que algo más perfectas. Y como el principio del fuego fué el centro del naturalismo de esas na- ciones antiguas, y aun los Kabiros ó fuerzas elementares se re- putaban emanaciones suyas, no es de extrañar que alguien vea la mano de la civilización fenicia en alguna de estas fábricas, á las cuales ella puso un nombre igual y en cuyos alrededores desenterró la posteridad las medallas que prueban y recuerdan el más misterioso é ignorado de los cultos idólatras. Mas si estas inducciones excitan á atribuir algunos de esos vestigios á los moradores de Tiro y de Biblos, la conformidad que los más guardan con otros levantados en los países donde dominó la raza Céltico-gala obliga á considerarlos como monu- mentos de esta grande y vigorosa familia. Esos túmulos pira- midales, aunque no con igual forma, asoman sus cúspides ne- gruzcas entre las nieblas de la antigua Escandinavia, y á par de ellos la disposición simbólica de los círculos y de los triángulos de todas las especies de Cromlech^ y el agrupamiento ordenado de las masas que se miran y se corresponden, infunden horror y respeto en la Germania, en la Bélgica, en la Bretaña y Nor- mandía; y apareciendo en las islas del mar del Norte, coronan las crestas de la antigua mansión de los Fictos, mientras el la- brador inglés mira con asombro esos Cairn^ en los cuales las consejas de la comarca le hacen ver recintos peligrosos siempre, vedados y fatales á ciertas horas, frecuentados de los espíritus impuros. También lo mismo que en Menorca subsisten en todos «Caldeo fuegor>. —D. Juan Ramis y Historia civil y 'política de Parte Menorca, i.^ Véase la memoria citada del caballero De la Marmora, página 22, nota. io8o ISLAS BALEARES esos países los rudos altares y mesas; también aquí, como los Dolmin de la antigua Armórica, se componen de peñas gigan- tescas; y lo mismo que los Menhir ó Peulven de los bretones, pilares monólitos y toscos forman cual bárbaros obeliscos una avenida á los recintos circulares. Ninguna medalla céltica, es verdad, recordando un misterio del culto antiguo confirma esa identidad de origen que las formas demuestran; mas en cambio la historia baleárica hace memoria de un hecho, que á pesar de consignarlo los más autorizados escritores de la antigüedad pa- recia de todo punto fabuloso, si no hallase alguna explicación en las ideas supersticiosas de otro pueblo de la misma raza céltica. Era fama en tiempo de los romanos que los conejos no eran indígenas de Mallorca, sino que del macho y hembra importa- dos del continente había crecido tanto su especie, que devoran- do las cosechas introdujeron el hambre en la isla y forzaron á sus moradores á pedir auxilio militar al emperador Augus- to (i). Cierto á gran maravilla ha de tenerse que tal auxilio im- plorasen los que habían sabido rechazar con sus hondas las primeras invasiones de los cartagineses, y después aliados suyos hicieran sentir á los romanos en las guerras púnicas el rigor de sus tiros: ni ¿cómo cabía tan extraordinario aumento en aque- (i) «Perniciosas habet (Turdetania) bestias ferè nullas, exceptis cuniculis, le- ))pusculis illis terram fodientibus, quos quidam liberides Dominant: ii enim radices wvorantes, stirpibus seminibusque nocent. Idque usu venit per omnem Hispaniam »et ad Massiliam usque: quin et Ínsulas infestant, traditumque memoriae est Gym- Mnesiarum insularum Íncolas aliquando missis legatis petiisse à Romanis terram »sibi habitandam, quod sua se ab animalibus pelli neque eorum multitudini resis- »tere posse dicerent » «Ad soli ubertatem id quoque accedit commodi, quos iis in insulis non facile ))noxium aliquod reperitur animal. Nam cuniculos ajunt non esse indígenas, sed ))ex opposita continente impórtate másenlo et femella, ab hoc principio tantum «fuisse procreatum cuniculorum, ut domos etiam arboresque tandem subverte- «rint, et Romanorum opem Baleares implorare (ut docuimus) coacti fuerint.» Es- trabón, Rerum Geographicarum, lib. III. «Leporum generis sunt et quos Hispania cuniculos appellat, fecunditatis innu- «merae, famemque Balearibus insulis, populatis messibus, afferentes... Certum est «Baleáricos adversus proventum eorum auxilium militare à divo Augusto petiis- «se.» Plinio, Nat. Hist., lib. VIH, cap. 5 5. ISLAS BALEARES I081 líos animales, si habían sufrido los efectos continuos de la caza de un pueblo semi-civilizado? Tal vez sus creencias le vedaban ejercerla contra aquella especie; y pues los habitantes de la Inglaterra, una de las familias que con más pureza mantenían entonces la sangre celta, tenían por ilícito comer liebre, gallina y pato, á los cuales criaban sin embargo por placer y depor- te (i), bien hemos de buscar la misma causa al hecho de los Baleares, cuanto más siendo su culto en esa sazón el mismo que en la mayor parte de los países indicados profesaban las gen- tes de su raza. Una vez arraigado el naturalismo, los símbolos más expresivos de las fuerzas de la tierra debieron ser los árbo- les, el agua y el fuego, y éste en particular alcanzó muy nota- ble parte en los dogmas y en los ritos. Celtas, Galos y Breto- nes colocaron la residencia de su divinidad en lo hondo de las selvas vírgenes del antiguo mundo; en ellas habitaban los Drui- das, tal vez por esto así llamados (2); cubriendo con las tinie- bias de la noche los misterios de aquella religión sombría, al resplandor de las hogueras penetraban en los recintos sagrados, en los mall y en los cromlech^y pues juzgaban que la influencia de la luna nueva ó del plenilunio era favorable á sus ceremonias y asambleas, bien como gente que hacía preceder la noche al día, en todas habían de brillar los fuegos encendidos por los sacerdotes, á un tiempo árbitros, médicos y maestros suyos. De esta manera, si en la denominación Nura^ con que la menor de las Baleares fué llamada por los Fenicios, y en los varios nom- bres de sitios de Cerdeña, domina la radical que denota luz ó fuego, lugar hay á sospechar que á esos navegantes movió á (1) «Britannicae pars interior ab iis incolitur, quos natos in insula ipsa memo- ))ria proditum dicunt:... leporem et gallinam et anserem gustare fas non putant; ))haec tamen alunt, animi voluptatisque causa.» César, De bello gallico, lib. V. (2) «El nombre de druida es derwidd en idioma kímrico, y se deriva del voca- »blo con que los Galos designaban el roble que es derv en kímrico, deru en armó- wico Y duer en gaélico. También es muy de notar que Diodoro Sículo traduce ytdruidas con la voz saronides que significa hombre de los robles.» Malte-Brun, Précis de la Géographie universelle, tomo 3, descripción de la Francia. 136 Io82 islas baleares llamar así á la una y á los otros el gran número de hogueras nocturnas que el naturalismo ó el Druidismo hacía arder en aquellas costas alrededor ó quizás en la cima de los tú- y mulos. Pero tocante á la isla sarda no se mencionan los círculos de grandes pedruscos aislados, los triángulos, los semicírculos, las avenidas ni los altares (i); y esta diferencia motiva otra suposi- ción que no nos es dado pasar en silencio. Se puede conjeturar que dos razas distintas levantaron esas obras, y que si la una así en las Baleares como en Cerdefia erigió los edificios cónicos ó torres, que sobre doscientos á cuatrocientos palmos de circun- ferencia en su base todavía se lanzan á pesar de su desmorona- miento á veinte, cuarenta ó cincuenta de altura, la otra no visitó la isla itálica, sino que solamente en las españolas dispuso sus mesas altares y trazó con pedruscos sus misteriosas enormes y figuras. Cuál de las dos fuese la anterior indícanlo las conside- raciones que sobre el destino de aquellos edificios expondremos, que todas hacen resaltar la antigüedad de los túmulos baleári- eos y de las noraghe. Ni carece esta conjetura, á la par de las demás, de datos históricos también consignados en las dudosas tradiciones que son los restos de los anales primitivos de los pueblos. Cuéntase que un jefe éuskaro ó ibero llamado Morax ó Norax aportó á Cerdeña en tiempos inciertos con bastante número de compatricios para fundar en la parte meridional la ciudad de Nora^ la primera que tuvo la isla, y cuya identidad (i) Decimos que no se mencionan, refiriéndonos á los escasísimos materiales que hemos podido adquirir para tratar de las noraghe de Cerdeña. La falta de li- bros históricos modernos es suma en España; y si se atiende á que las fuentes de esta parte de la historia general y de la arqueología se han de buscaren los escri- tos alemanes, ya se echará de ver que ni con toda nuestra buena voluntad podía- con el mos vencer este obstáculo, cuanto menos escribiendo para un plazo fijo y ahogo que casi siempre acompaña á una obra que se reparte por entregas á medí- da que se compone. Carecemos del tratado sobre los monumentos cónicos deCer- deña, que el Sr. De la Marmora promete al fin de su memoria citada : con todo, buena prueba es de allí no existen altares ni círculos, cuando no los menciona que de Mallorca. al indicar repetidas veces la semejanza de las noraghe con los túmulos ISLAS BALEARES 1083 y existencia hoy han confirmado las inscripciones (i). Hay en la historia de la población primera de España un período, en que á través de la obscuridad y de la incertidumbre se divisa la lucha de una raza ya avecindada y conceptuada indígena, y de otra más poderosa que la arroja de gran parte del territorio. En esta época señalada, tal vez quince siglos antes de la era vulgar, la familia Euskara ó Ibera hubo de ceder la mayor parte de la península á la invasora Celta, y muchos de sus hijos emi- graron con el nombre de Ligurios y Sicanos. La Bética, como porción la más fecunda y envidiable, debió de ser la que envió esas emigraciones (2); y si se tiene en cuenta la benigna influen- cia de aquel clima, que ha amansado y civilizado prodigiosa- mente todas las razas en cuyo poder ha venido, bien se conce- derá á los primitivos moradores del sur de España la capacidad de construir esos edificios colosales, que aunque pertenecientes á la infancia del arte por su sillería en seco, atestiguan conside- rabie cultura en sus artífices. Aquellas costas fueron desde la más lejana antigüedad objeto de las tradiciones: el nombre de Tartesio suena entre los primeros de Europa; Homero, cantor de la historia oral, al parecer ensalza aquellos campos «donde los suaves hálitos de los céfiros marinos continuamente templan y refrescan la atmósfera (3)», país reservado á los favorecidos de los dioses; y si los Celtas, que con el nombre de Turdos reemplazaron allí á los Euskaros, gracias á la posición y propi- cia naturaleza de la comarca ya admiraron á los escritores de Grecia y Roma con la ancianidad de sus leyes, de su poesía y (i) Pausanias, que es quien lo refiere, coloca esta expedición mucho antes de la guerra de Troya : «... Post Aristœum Iberi in Sardiniam ex Hispania transmisse- runt duce Norace, á quo novam urbem Noram vocarunt. Et hanc primam omnium, quae in ea insula fuerint, urbem norunt». Accurata Grecice descriptio, libro lo. {2) Parece que de las palabras del Sr. De la Marmora podemos inferir que en la Ilustración de la lápida fenicia de Nora, ó tal vez en la misma lápida, se habla de Sardo que habiendo partido de Tartesio aportó á Nora; pues al decir esto como por conjetura, cita en la nota la Ilustración y á su autor el abate Arri. (3) Odisea, canto IV. 1084 ISLAS BALEARES de sus riquezas (i), mientras sus demás hermanos del interior de España no se habían despojado aún de su salvaje ferocidad, ¿cómo negar á la anterior familia Euskaro-bética una civilización bastante adelantada para labrar esos monumentos? Además, vislúmbranse siempre en los principios más remotos las relació- nes de Pelasgos y Tirrenos con la costa oriental de España; y pues han desaparecido de nuestro litoral no pocas ciudades, según toda probabilidad anteriores á la misma civilización tur- detana, de las cuales apenas una vaga memoria quedaba en tiempo de los romanos, lícito es suponer á los Euskaros de la Bética no inferiores á los que las habían fundado y mantenido. Sea como fuere, los túmulos por su figura y por su gran- diosidad se diferencian de los otros vestigios que los circuyen; y si por una parte su masa imponente y gigantesca, y el tamaño y la colocación de sus pedruscos dicen lo lejano de su origen, por otra su mayor perfección y la dificultad de erigirlos en hila- das casi horizontales revelan una cultura mayor y distinta de la que aquellos atestiguan : doble testimonio de que á unos y otros los fabricaron dos naciones diferentes, aunque tal vez oriundas de un mismo tronco, y de los usos también desiguales á que se destinaron. Las tribus primitivas, amigas de la montaña, buscaron se- guridad y fortaleza en las alturas, ó ya más civilizadas en las tierras llanas, mancomunaron sus esfuerzos en las ciudades; mas en ninguna parte sus casas pudieron ser jamás lo que esos monumentos. Las chozas y las cuevas abrigaron al principio á las más de las hordas que fueron poblando la tierra: á medida que, fijas en una comarca por una larga temporada mejoraron su estado, la necesidad las movió á echar mano para guarecerse (i) Regionem á fluvio Baeticam nominant, ab incolis Turdetaniam, Íncolas Turdetanos et Turdulos... Hi omnium Hispanorum doctissimi judicantur, utun- turque grammatica, et antiquitatis monumenta habent conscripta ac poemata et metris inclusas leges, á sex millibus (ut ajunt) annorum. Strabon, Rerum geogra- phicarum, lib. 3.° islas baleares 1085 de los materiales que más á ello se brindaban; y los bosques inmensos de nuestra Europa les ofrecieron maderas con que labrar fácilmente sus viviendas. Si en Mallorca la agricultura cada día más próspera y su bien repartida población han des- truído siglos hace las torres ciclópeas, allí llamadas Clapers des Gegants^ de la misma manera que van destruyendo los que perseveran, y han hecho imposible una investigación fiel de las localidades; en Menorca, que por más apartada de los sucesos, y no tan fecunda ni poblada, las posee en mayor número y en mejor estado denominándolas Talayots^ cerca de ellas todavía aparecen las cuevas á la par abiertas por la naturaleza y por la mano del hombre. Y pues tan ricas de selvas debieron de ser las islas, ¿no les era más fácil á sus primitivos moradores derri- bar los robustos troncos que arrancar de las canteras y trans- portar los pedruscos.? La religión, cimiento de todas las civilizaciones, es la cuna MALLORCA. — Clapers des Gegants io8ò ISLAS BALEARES del arte, y si todas las voluntades independientes en el estado semi bárbaro sólo se reunían en el vínculo y centro común de un sentimiento religioso, únicamente la manifestación de este poderoso sentimiento podía aunar los esfuerzos de todos para levantar el monumento que había de simbolizarlo y transmitirlo á los venideros. La ciencia, el conocimiento de la belleza, de la armonía, de las leyes del equilibrio, estaban negadas á la mu- chedumbre y formaban el depósito del altar, hasta el extremo de entremezclarse en los dogmas y dar más adelante pie á las celebradas iniciaciones antiguas; y cual expresión de la concor- dancia del universo, el arte de edificar se atribuía á la inteligen- cia divina, á la cual en sus sistemas mitológicos figuraron los sacerdotes con los instrumentos materiales del arquitecto. La creencia en la inmortalidad del alma, común á todas las razas por más que la razón abandonada á sí sola la modificase y alte- rase en cada una con sus delirios, trajo la segunda aplicación del arte, bien como tan íntimamente ligada al sentimiento reli- gioso y acorde con el poder divino; y ya que no le fuese dable á cada individuo encerrar sus despojos en un monumento, la nación ó la tribu levantó á los jefes esclarecidos y á los sacer- dotes sepulturas que fuesen el común recuerdo de ella. Este origen sagrado queremos dar á las noraghe y á los túmulos baleáricos; mas no los juzgamos templos, sino sepulcros. La religión de la naturaleza, que era la dominante en la larga época que duró esa manera de construir, no abría sus santuarios sino en las entrañas de la tierra, en las obscuras cavernas de las vertientes, ó favoreciéndose de la sombra de los árboles se- culares y sin más bóveda que la del firmamento practicaba sus ritos nocturnos al resplandor de las antorchas. Casi todos los pueblos primitivos labraron sus monumentos fúnebres en la forma de montículos ó de pirámides, aunque en ellos la natura- leza de los países primero, y después la costumbre les hiciesen emplear materiales diferentes: en los campos de la antigua Ilión el viajero contempla con respeto los túmulos donde tal vez IS I. AS BALEARES 1087 yacen los héroes amados de los Dioses; los cementerios etruscos han sobrevivido á las opulentas ciudades, que enfrente de las habitaciones de los vivos edificaron con tanto afán y con robus- ta y grandiosa mazonería las moradas de los muertos, cilindri- cas en la base y cónicas en el resto; los Germanos, los Galos, los Belgas, toda la raza Céltica, ó señalaron con piedras gigan- tescas la postrera mansión de sus caudillos, ó amontonaron en- cima de sus cadáveres esas colinas artificiales de césped, que las nieblas visitan como una triste corona; y pues los héroes escandinavos erraban de noche en torno de los sepulcros de los jefes con una lanza encantada que frustraba el poder de los caracteres rúnicos (i), y turbando el silencio de la muerte con sus gritos de guerra llamaban los finados á la pelea (2), abrían sus tumbas y arrebataban sus armas y sus alhajas, por analo- gía, por los rasgos iguales que en religión y en este punto se observan esparcidos en las más de las antiguas naciones, es lícito suponer que también una forma parecida marcó el lugar de su entierro. Con ella concillaban los pueblos el carácter de fábricas sagradas á las sepulturas, pues al mismo tiempo que hacían prueba de su respeto á la creencia en la inmortalidad del alma, simbolizaban con la pirámide la sabiduría y la omni- potencia divina, cualesquiera que fuesen sus teogonias, y canta- ban la miseria del cuerpo y el alto destino del espíritu poniendo aquella especie de templo sobre una tumba. ¿Por ventura las civilizaciones remotísimas de la Etiopía y de la Nubia, y la del Egipto, no nos dejaron de ello los testimonios más perfectos, más colosales y más elocuentes.'' No queremos hablar de los restos de túmulos y pirámides, que en el Nuevo Mundo alzaron en tiempos desconocidos las primeras razas pobladoras. (1) Estas empresas son objeto de algunos cantos primitivos del Norte; y prin- cipalmente el islandés que tiene por asunto la evocación del héroe Angantyr por la amazona Hervor, particulariza las circunstancias mencionadas en el texto. (2) Tomamos estas palabras del bello poema de Sir Walter-Scott Canto del último Trovador. io88 ISLAS BALEARES En esas mismas civilizaciones las ideas admitidas acerca el destino del alma, su transmigración, la duración de los vínculos que la habían unido al cuerpo, quizás de una resurrección, moti- varón la conservación esmerada de los cadáveres, que fué tam- bién común á los Etruscos; y una mera ojeada á la disposición interior de los grandes huesarios de aquellas y los hipogeos de éstos basta á patentizar que á este fin fueron erigidos, Las no- raghe sardas, no del todo estragadas por las injurias del tiempo y del hombre, todavía ofrecen los nichos que recibían los cadá- veres; mas de las torres baleáricas unas se han hundido y ce- gado con los escombros, otras ya debieron de construirse terra- plenadas, y en pocas algo conservadas se ven los pequeños aposentos que fueron el último asilo á los difuntos. En estas ábrese á considerable altura un espacio hueco, y al mirarlo se viene á la memoria el lugar superior que debajo de la cúspide del cono se reservaba en los sepulcros etruscos á la persona principal de las que en cada uno yacían. Las hay que por medio de piedras salientes forman en lo exterior una escalera, que va rodeando el cono, y no es raro que otra escalera le corresponda en el interior; otras, aunque desmoronadas en su mayor parte, conservan en lo alto una abertura como puerta: ¿sería ella la que utilizaba y unía entrambas escaleras.? Al ser profanados y destruidos algunos de los túmulos que más íntegros habían per- manecido, la azada del labrador arrancó de la tierra respetada por tantos siglos urnas y despojos mortales: testimonio clarí- simo de su principal destino, aun cuando la historia no recor- dase que después de quebrantados á palos los muertos, los Ba- leares los metían en urnas encima de las cuales amontonaban grandes piedras (i). Ni se extrañe que tanto se arraigase en las Baleares esa costumbre, que cuando ninguna memoria queda (i) « Privatim quid etiam et á caeterorum moribus alienum in defunctorum »sepulchris observant. Lignis enim membra corporis incisa, in vas conjiciunt, «supraque saxa accumulant.» Diodoro Sículo, Rerum Antiquarum, lib. V, capí- tulo 6.° ISLAS BALEARES 1089 en la península española de ella ni de tales construcciones fuñe- rarias, atravesase allí la dominación cartaginesa, y alcanzando la romana fuese consignada y transmitida por un escritor sicilià- no del comienzo del imperio: en el continente sólo un gran con- curso de hechos y el continuo movimiento de las ideas bastan á traer mudanza en los tipos y en los usos; ¿qué sería en las islas, medio bárbaras, ajenas á ese movimiento, en las cuales todo convida á no desasirse de los hábitos ni de las tradiciones san- cionados y fortificados por el tiempo? De esta manera se concibe cómo algunos de los túmulos pequeños, que alrededor de los mayores aparecen, tal vez marcan una época posterior; y cómo adulterado el culto de los Celtas por el trato de Fenicios y Car- tagineses, coronaron los isleños otros de aquellos monumentos con un pilar que probablemente representó un ídolo. No así vienen envueltos en la duda ni en tanta incertidum- bre los altares y los recintos que hay al pie ó cerca de varias de las torres baleáricas: la antigua Armórica en particular y la Inglaterra, por no mencionar otros países del Norte, conservan esos mismos monumentos, aunque con nombres distintos y á veces con las mayores dimensiones que su mayor población exi- gía. Tampoco dejó la España de ofrecer uno de ellos en los tiempos antiguos; y harto sabido es que en el cabo Cuneus ó de Santa María los pobladores Céltico-galos habían erigido mo- numentos religiosos formados de tres ó cuatro rocas sobrepues- tas (i). Unicamente en la menor de las islas los altares han podido atravesar los siglos; y si los dolmen de aquellas regio- (i) «Et quidem regionem ei adjacentem Cuneum latina voce appellant. Ipsum wautem promontorium in mare procurrens Artemidorus, qui se ibi fuisse ait, na- »vigio comparat ; et ad figuram accedere dicit tres exiguas Ínsulas... monstrari »etiam ibi fanum Herculis : id quidem Ephorum finxisse. Nam neque Herculis aram »ibi esse neque ullius deorum, sed lapides multis in loéis temos aut quaternos ))esse composilos, qui ab eò venientibus ex more á majoribus tradito convertantur «translatique fingantur. Fas ibi non esse sacrificare, neque noctu eum locum adiré, ))quod ferant eum nocturno tempore á diis teneri». Strabon, Geogra. ut supra. 137 logo ISLAS BALEARES nés extranjeras se componen de una piedra plana sobre tres ó cuatro verticales clavadas en el suelo, á los de Menorca, más osados, bástanles una roca levantada á manera de pedestal ó columna y otra atravesada con admirable firmeza y equilibrio, y tres solos entre su gran número admiten doble ó triple apoyo. Variados en sus dimensiones, en lo cual también se asemejan á MENORCA.—Dolmen los armoricanos y británicos, unos alcanzan á cinco ó seis pal- mos en su pedestal y en la longitud de la piedra atravesada, otros sobre una roca vertical de quince palmos de altura, doce ó trece de ancho y dos de grueso, sostienen una mesa larga de diez, ancha de siete ú ocho, y gruesa de tres á cuatro, mientras alguno descuella sobre los demás su pedestal de veinte y un palmo de elevación, doce de anchura y dos y medio de espesor, coronado de una peña plana larga de diez y ocho. En torno de muchos y con mayor ó menor diámetro gira un círculo trazado ISLAS BALEARES con grandes piedras, si ya no acontece que en vez del altar ó dolmin se levante solitario en el centro un pilar monólito, á la manera con que en las naciones mencionadas aparecen los menhir ó peulven en el centro de los cromlech. A veces acom- pafian á los círculos grandes algunos menores; otras, bien que más raras, corren concéntricos; y para que la semejanza con los cromlech sea de todo punto perfecta, no faltan recintos semicir- culares, los hay que constan de doce pilares ó peulven algo sepa- rados el uno del otro, y otros pilares aun designan parte de las avenidas que conducían á esos cercados, ya en línea recta y en bastante número, ya simplemente por medio de tres que se co- rresponden dispuestos en triángulo. Pues la más cabal igualdad en la disposición y en las formas es bastante á confirmar la identidad de la raza que dejó en paí- ses diferentes estas memorias, bien puede sugerir al entendi- MENORCA.—Dolmen 1092 ISLAS BALEARES miento la del destino para el cual aquella las construyó; y si no á los Drúidas, autores de las que hay en aquellas regiones, ó á una religión de ellos emanada, ¿á quién atribuirlas? Enemigos de los templos, esos sacerdotes celtas erigieron en la espesura de las selvas consagradas sus altares toscos y sencillos, sobre cuyas mesas de roca al principio se presentaron á la divinidad ó más bien á la naturaleza material ofrendas campestres, enro- jeciéndolas más tarde la sangre humana en sacrificios horrendos y abominables. Tampoco representaban á Dios con ninguna forma visible; y cuando la imaginación de su mismo pueblo y la condición de su culto trajeron la necesidad de materializar la naturaleza ante los ojos, un pilar monólito, un roble anciano ó muerto á fuerza de siglos de y luego descortezado y despojado sus ramas para remedar un obelisco, fueron sus únicos símbo- los. Cabezas del orden religioso y del civil, ellos convocaban al pueblo en los círculos sagrados así para los ritos como para los negocios de las tribus; y si en el centro se alzaba un menhir emblema de la divinidad ó un gran dolmin debajo del cual yacía un jefe celebrado ó un sacerdote, ¿qué imagen más imponente ni más poderosa á infundir respeto á los que rodeaban esos mudos testigos de sus actos? Ninguna inscripción grabaron en se sus peñascos mas si su culto era enemigo de la escritura ; y placía en velarse con el misterio, como perteneciente al natura- lismo suplíala uni- con las figuras geométricas que trazaba. La dad creadora se confundía por él en el todo creado, y el mundo era para los Drúidas como para la mayor parte de la antigüedad á un mismo tiempo casa de Dios y el Dios mismo. Si es cierto, cual todas las consideraciones inclinan á suponerlo, que esta creencia determinó en los orígenes del arte la distribución del monumento y su carácter simbólico, quizás por una práctica tra- dicional expresaban el orbe en el círculo ó en el cuadrado; el astro de la noche, lumbrera de sus ritos y de sus juntas, en el semicírculo; las divisiones del tiempo y las primeras nociones astronómicas en el número doce de los pilares ú obeliscos; y el ISLAS BALEARES 1093 mundo completo como cielo, mar y tierra, la triple divisibilidad de casi todas las cosas, en fin la esencia divina, en el triángulo y en el número tres, — número y forma misteriosos que llevan consigo un no sé qué de significativo y sagrado, que en todos tiempos ha forzado al hombre, aun desconociéndolo, á mirarlos como los únicos propios para figurar á nuestra miserable com- prensión aquella omnipotencia, aquella sabiduría infinita, y aquel amor sin límites que se engendran en un solo Sér autor de todo lo criado. Ese origen y ese destino hubieron de tener los rudos monumentos que explicamos : el respeto que los Celtas profesa- ban á las sepulturas, tal vez su alianza con los que les prece- dieron en habitar las islas, fuesen ó no estos ramificación de su raza, sin duda les movieron á aprovechar los túmulos para sus usos religiosos y civiles: no se extrañe, pues, que junto á los conos ciclópeos delineasen sus cercas simbólicas y vedadas, plantasen sus mesas, ó designasen para siempre con un alto peulven 6 con un dolmin la tumba de sus héroes. Y si en la in- vasión céltica más antigua de que hay indicios históricos asoman en un cabo de la España piedras sobrepuestas como monumen- tos religiosos, también la más reciente abunda en rasgos vivos y característicos del druidismo, y los pueblos en quienes vino á concretarse el antes más extendido nombre de Celtíberos, á se- mejanza de los Drúidas sacrificaban en noches de plenilunio y festejaban con danzas á un Dios sin nombre (i). Ya no existen en Mallorca las avenidas depilares monólitos, letras primitivas con que escribió á la posteridad la fama de sus héroes, sus acontecimientos y tal vez sus ceremonias aquel culto enemigo de la escritura: los altares han sido derribados y rotos; el labrador va arruinando los pocos túmulos que quedan, é ig- norante de lo pasado y viviendo con sencillez y confianza en la ( I ) « Celtiberos ante, et qui ad septentrionem eorum sunt vicini, innominatum wquendam Deum noctu in plenilunio ante portas cumtotis familiis choreas ducen- »do totamque nocte festam agendo, venerari». Strabon, idem. X.^\ 1094 ISLAS baleares vida presente y en el reducido espacio donde vino al mundo, pisa cantando alegremente las robustas piedras, y cantando arrebata las menores ó las desmenuzadas, de las cuales carga sus acémilas. Mas los círculos simbólicos de Artá, aunque en parte desordenados, aún son motivo de entusiasmo y venera- ción ; y pues cuando todo en derredor ostenta el cultivo más esmerado, á ellos y á los túmulos los sombrean las reliquias de un encinar, ¿cómo no sentirse transportado á los tiempos poéti- eos en que las ramas frondosas se entretejían á larga distancia? ¿cómo no evocar las sombras de los pobladores Celtas, y repro- duciendo las imágenes de su historia llenar el vasto bosque de rumores nocturnos y misteriosos, de súbitos resplandores y ho- güeras que rompen la obscuridad, de cantos semi-religiosos y danzas míticas que solemnizan el hallazgo del muérdago ó la elección del jefe que ha de conducir los mancebos á la pelea? La imaginación herida reconstruye lo que fué; y sobre las piedras druídicas del Celta los oídos del espíritu escuchan el cantar his- tórico y guerrero de los Bardos, que al compás de los escudos batidos con las lanzas narran la venida de Hércules, la enseñan- za del Fenicio y el valor del grande Aníbal, mientras á su vez el coro de los Eubages vaticina por las combinaciones de las estrellas y los agüeros de la tierra y describe el poder mágico de las esferas invisibles, y los Drúidas consignan con sus acen- tos solemnes las máximas que prestan cautela y sabiduría al hombre y le hacen vivir en la bondad y en la fortaleza. Si esta impresión causada por la vista de esos monumentos de la arquitectura primitiva dura en el viajero que de allí se di- rige á la Cueva de la Ermita^ y si durante la travesía de dos leguas revuelve en su imaginación los cantares primitivos que ellos le sugirieron, más profunda y más duradera se la causará el monumento que la naturaleza comenzó á fabricar antes de toda época del arte, porque como nacida de una causa análoga se favorecerá de la fuerza de la primera. Restos de un pinar convidan á su agradable sombra en la playa solitaria que está ISLAS BALEARES al pie de la colina; y las bendiciones del que allí repara sus fuerzas para emprender la subida ó aguarda que los guías con- cluyan sus aprestos, prueban de cuánta gratitud sean dignos los que no han consentido que el hacha privase á ese lugar de su único abrigo. Una senda estrecha y áspera, que las lluvias des- truyen y casi borran, serpentea por la montaña entre un bosque y rudos peñascos á la izquierda, y un precipicio poco menos que perpendicular á la derecha á cuyo pie el mar retumba. Á trechos cruza como una faja apenas marcada y tan inclinada como el mismo declive; y en ellos las piedras que los pies del viajero hacen rodar por la pendiente hasta el borde del precipi- cío y caer por la despedazada y alta pared que forma la costa, espantan á las palomas torcaces que á bandadas levantan el vuelo desde las cuevas y grietas marinas donde anidan. Al fin llégase á un breve rellano orillado á la parte del precipicio por rocas y matas, y enfrente de él aparece en lo alto entreabierta la boca de la cueva que, valiéndonos de la comparación del bardo escocés, semeja una herida en el pecho de un guerre- ro (i). Ya esta entrada, que bien pudiera llamarse vestíbulo de la fábrica que vamos á recorrer, infunde admiración y sorpresa, aunque su bóveda de figura angular ó casi de arco apuntado (2) no conserva sino muy pocas cristalizaciones. Una sensación como de temor detiene en esta pieza al viajero, que al fondo de ella ve hundirse el piso y aparecer las tinieblas; y raro es que á pesar suyo no se estremezca, bien como nos estremecemos al acometer una empresa trascendental, ó al realizar por nuestra acción propia un deseo, una esperanza, una idea ó una ilusión que de mucho antes nos preocupaba. Ardiendo en fin las teas con que los guías han de alumbrarle, y hecha buena provisión de ellas para encender hogueras á trechos, comience á bajar (1) La Dama del Lago, canto III, estancia 26. (2) Antillón la asemeja con mucha exactitud á una albarda. ISLAS BALEARES por el desfiladero subterráneo, cuya dificultad no se deja sentir, antes queda vencida delante del tesoro que la naturaleza allí despliega. Nunca la materia cristalizada habrá herido sus ojos en conjunto tan imponente, ni jamás tanta multitud de formas raras y á cual más caprichosas se le habrán ofrecido en tan vas- tas proporciones y dentro de tal recinto. Las paredes están sul- cadas, boceladas y trepadas tan menuda y diligentemente, como en ningún tiempo pudieron alcanzarlo todas las esculturas de todas las naciones; la parte superior, ó sea la bóveda, está cua- jada de estalactitas ya delicadas ya gigantescas, que en no pocos trozos recuerdan los artesones con que nuestros antepa- sados solían decorar las techumbres; las hay que con increíble osadía bajan á manera de columnas inversas á asentar sus capi- teles en el pavimento, si ya no permanecen colgantes sin tocar- lo; otras se despliegan cual banderas inmensas ó telas vistosísi- mas; y el suelo, también formado por la misma operación, eriza sus millares de estalacmitas, del mismo modo que los arbustos y los nacientes pinos crecen en un campo, ó cierra el paso con masas enormes contorneadas en figuras fantásticas, mientras debajo de él quizás otra caverna guarda intactas y tersamente blancas sus cristalizaciones. ¡No! ningún cuadro de la naturaleza vence á éste ni en energía ni en carácter, porque ninguno ofrece como él la imagen, ó mejor dicho, el aspecto de la naturaleza en su actividad y en su trabajo lento y continuo. Los bramidos del viento y de las olas, el fragor del trueno y el resplandor de los relámpagos, bien que imagen del movimiento, pasan en las negras alas de la tempestad; el espectáculo de las campiñas productoras recuerda demasiadamente la habitación y la indus- tria del hombre: aquí, empero, en el seno de la calma más pro- funda y de la inmovilidad más completa, sorprendemos á la na- turaleza en uno de sus mayores laboratorios, seguimos sus obras por todos sus grados, y examinamos una á una sus ope- raciones. ¿Quién, quién puede retener la expresión de su entu- siasmo y no elevar su alma á Dios, al ver cómo la humilde gota 138 1098 ISLAS BALEARES que cae de la bóveda á largos intervalos deposita sus partículas calcáreas en un pequeño círculo, lo va ensanchando, forma poco á poco el núcleo de la estalacmita, ya semejante á la médula de los árboles, ya amarillo y convexo como una brillante yema de huevo, lo rodea sucesivamente de otras capas también igua- les á las el tronco de ciertos vegetales, las cubre que componen en la circunferencia exterior de una corteza no menos pulida que la de los álamos plateados, á veces no menos trabajada que la de los olivos y encinas, y sin parar ni cambiar el modo ni el tiempo de su elaboración espera con constancia infinita el día en que su estalacmita desafiará en altura á las demás que en torno de ella se levantan? Pues si con tales medios ha de alcanzarlo, ¿adónde se remonta el origen de esas columnas co- lósales, hermanas de aquellas á que el arte cristiano confió el sostén de sus iglesias? ¿Qué edad vió comenzarse estas paredes sonoras y labradas á manera de trompetería de órgano, las cuales tal vez nos esconden otros recintos? Ó por mejor decir, ¿de qué siglo es contemporánea esa masa inmensa cristalizada? La imaginación se hunde en los principios de los tiempos, mas le dable señalar las distancias. Los templos y los monu- no es mentos de las civilizaciones primeras amontonaron pisos sobre pisos ó pedruscos sobre pedruscos con los materiales arranca- dos de las canteras ó de los flancos de las montañas: aquí el de agua filtrando gota á gota formó desde tiempos apartados toda memoria humana los materiales, y gota á gota labró ese hacinamiento de cavernas: ¿cómo se cuenta esa duración en las edades del mundo? ¿Qué nombre es el suyo entre los limitados cómputos humanos? Y si así ante ella nuestro sér se confunde y se anonada, ¿qué será si pensamos en la eternidad de Dios, de la cual aquella duración ni llega á ser comienzo? Estas impresiones nos asaltan ya al cruzar el primer desfi- ladero con el ánima llena de ese terror ponemos los pies en ; y las vastas piezas de la primera cueva, al paso que un impulso instintivo nos fuerza á volver la cabeza á la abertura de donde ISLAS BALEARES 1099 bajamos, ya solamente marcada por la luz azulada, fosfórica y tristísima que no logra penetrar sino á muy corto trecho. Pocos efectos más sublimes ni enérgicos pueden apetecer el pintor y el poeta para sus concepciones; y si es lícito sujetar á ninguna suposición las obras de los que descuellan como puntos culmi- nantes en la marcha de la humanidad y el mundo llama genios, esa luz moribunda y siniestra debió de entrever el cantor de la edad media en su imaginación al hundirse en la tenebrosa en- trada, donde «resonaban suspiros y lamentos, «lenguas diversas, hórridos decires, «palabras de dolor, de rabia acentos (i).» Mas no como ante él se abre á nuestros pies aquella honda sima, cuyos círculos están poblados de las penas y de los pena- dos eternos: un recinto con semejanza de templo nos recibe al extremo de la bajada, y la luz artificial que rompe débilmente aquellas tinieblas va á quebrarse en formas las más delicadas. El horror que allí reina es quieto y sublime, bien como infun- dido por la inmovilidad, la grandeza y el silencio. Una estalac- mita gigantesca aparece casi en el centro, no sin grande apa- riencia de imagen que el dudoso vislumbre de las teas acrecien- ta, y á un lado otras masas remedan toscamente figuras humanas envueltas en anchos ropajes, á la manera con que en los templos subterráneos de la India gestean tallados en la viva peña los ídolos del antiguo mundo, ó se levantan en pedruscos colosales que marcan sus formas raras y simbólicas. Numerosas columnas suben á recibir la bóveda embellecida con sin número de colga- dizos; y si en aquellas fábricas de una civilización remota el fuste de las columnas y pilares está labrado con molduras y relieves los más variados, también algunas de estas se levantan llenas de labores, y cual una cadena de ligeros canastillos llenos (1) Dante, Divina Comedia^ Infierno, Canto 11. I 100 ISLAS BALEARES de ramaje y sobrepuestos, ó semejantes á una rica sarta de enormes ramilletes, tal vez más gruesas en la parte superior abajo, colgar del techo. Mas en medio de este es- que parecen pectáculo, un muy fundado temor sobreviene al más intrépido: el suelo está sembrado de grandes fragmentos, y al verlos, los ojos naturalmente se vuelven á la bóveda que amenaza nuestras cabezas con centenares de otras masas semejantes, muchas de ellas quizás asimismo destinadas á desplomarse en breve. De ese modo, á la impresión causada por tanta grandeza agrégase este recelo, y el ánimo henchido á la vez del placer, del temor y del entusiasmo se ceba con nuevo ahínco en la contemplación de las nuevas maravillas que las demás salas de esta primera caverna atesoran. Arabescos y boceladuras góticas, doseletes, pequeñas fortalezas y colinas, cuanto la imaginación puede fin- gir se halla en estas mansiones, que vencen en lo maravillosas á cuantas la fantasía oriental ideó para sus ingeniosos cuentos, y en la postrera de ellas acrece el asombro del viajero con una columna, excede á todas las que admiró en ese recinto. que En una gruta abierta al fondo de una de estas piezas, la cual de lejos se parece á un dosel, encienden los guías la ho- güera que ha de alumbrar á los viajeros mientras ellos hacen sus preparativos á para bajar á la segunda caverna, y de guiar todos en la subida. Al extremo de esta gruta hay un pasadizo tan estrecho, que casi es preciso atravesarlo andando sobre las rodillas y las manos; desemboca sobre un pequeño plano indi- nado y resbaladizo, sin margen ni límite alguno que pudiera detener el pie que por él se deslizara; y luego desciende per- pendicularmente la pared de la segunda cueva. ¿Cómo describir lo que siente el que agachado en aquella posición penosa asoma la cabeza á la boca del pasadizo? Los ojos se cierran involuntaria- mente al descubrir de súbito el abismo que al parecer los atrae; las proporciones de aquel nuevo recinto inferior, tal vez más vastas las del superior, triplícanse en apariencia considera- que das desde aquel encumbrado boquete; y la escasa hoguera en- ISLAS BALEARES IIOI cendida por uno de los guías, como no alcanza á disipar la obs- curidad que ennegrece el fondo de las salas y el seno de la bóveda, abulta los objetos y las distancias, y acrece el horror con su mismo vislumbre. Sólo en un punto del borde del plano hay dos ó tres troncos de columna, y á ellos se sujeta la esca- lera de cuerda, larga de más de ochenta palmos, cuyos escalo- nes de palo están harto distantes entre sí para que pueda ba- jarse por ella sin riesgo ni sin fatiga. Á estos trozos de cristali- lización ha de asirse el viajero para alcanzar el cabo superior de la escala, que es el momento del mayor peligro; y pausada- mente y con cautela, no sin procurar que sus manos no sean heridas por las cuerdas que su propio peso arrima á la pared erizada de boceladuras y escrecencias, emprende la bajada al fondo (a). Los isleños y los viajeros han puesto nombre á varias de las salas de estos subterráneos, y á esta segunda caverna le ha cabido el de El Infierno; y en verdad el que colgado de aquella escala casi flotante contempla brillar débilmente en lo más hondo las llamas de la hoguera, y á su resplandor teñirse de rojo y cárdeno parte de las paredes, mientras en el resto contrastan con ellas las sombras más espesas, muy propio lo encuentra y otra vez trae á la memoria las mansiones de dolor cantadas por el Dante. Como la mano destructora del hombre no ha llegado á estas piezas, consérvanse más íntegras y en mayor número sus cristalizaciones, que sobrepujan á las ante- riores en número, en variedad y en delicadeza, y hasta el color suave y blanquizco, que en esas ha desaparecido debajo la capa de humo que atestigua la multitud de viajeros que las visitan, todavía aparece en algunas estancias que por esto semejan construcciones de alabastro. El suelo está más erizado de esta- lacmitas agudas y de figuras fantásticas. Las columnas, más (a) Emociones profundas, si bien no agradables, que tal vez echará de menos alguno, después que mediante el paso más fácil de una á otra cueva descubierto en años anteriores al i860, se evita la arriesgada descensión con sus pintorescos incidentes, perdiendo en interés lo que se allana en dificultad. 1102 ISLAS BALEARES delgadas y atrevidas, apean con mejor orden la bóveda cargada de labores afiligranadas; las paredes boceladas en figura de órgano, intactas y gigantescas, lanzan sonidos armoniosos herí- das por la mano del viajero; las telas casi transparentes des- cienden como flotantes y suntuosas colgaduras; apariencias de tronos, arcadas góticas, estatuas, altares, sepulcros, columna- tas, mesas, árboles, plantas colman sus diez ú once estancias maravillosas, que ya vastísimas, ya elegantemente reducidas, siempre sulcadas con variedad infinita en todas sus paredes, se tienden por aquel profundo laberinto. Mas no termina en la segunda caverna esa fábrica de la na- turaleza, y así como un estrecho boquete nos condujo desde la primera al borde del precipicio, otro á manera de ventana se abre al fondo de una pieza sobre otro abismo. Asomando á él y á la luz de las teas que un guía alarga afuera, se entrevé abajo una sala espaciosa, perfectamente blanca, enriquecida con columnas, y con más semejanza de templo que ninguna de las que recorrimos. ¿Conduce ella á otras salas? ¿hasta dónde llega esta tercera caverna? Nadie ha descendido hasta hoy á esa sima, la cual no visitada de ningún sér viviente guarda sus misterios y sus bellezas en un silencio eterno y terrible y en las tinieblas más profundas. Ante esa obscuridad y ese silencio se anonada toda idea de tiempo y de duración: ningún sonido, ninguna luz viene á decir que pasan las horas, los años, los siglos, las edades; y así como no existe ninguna forma, tampoco ningún período transcurre ó se caracteriza por señales y efectos ciertos. En vano se deman- da cómo pasan los instantes, adónde ha llegado el día ó cuál es la estación del año: ningún eco responde á las palabras que se quiebran huecas y sordas, y la misma humedad, que condensa y pega á las paredes y á la bóveda el humo de las teas, parece rechazar la voz humana y helarla apenas salida de los labios. Mas allí también, en medio de esa obscuridad silenciosa, la ma- teria inorgánica trabaja incesantemente en sus obras misteriosas, ISLAS BALEARES y la naturaleza revela al oído del espíritu las armonías que su- hiendo y bajando conmueven é hinchen esa serie de galerías. Las ideas se agolpan al cerebro; un miedo sublime embarga el ánima; la imaginación salva las épocas y las distancias, y ce- bándose con placer y terror en aquellas armonías, he aquí lo que oye y ve en el seno de las tinieblas y del silencio: I VOCES Y SONIDOS Creced, creced hasta atajar el paso á la luz: ¿por qué la planta humana atraviesa los desfiladeros no cerrados todavía.? En el corazón del hombre mora el orgullo, y su juicio vano se rinde culto á sí mismo al indagar los orígenes de las cosas. Ig- noren los hombres la obra de nuestras fuerzas y nuestros mis- terios. UNA ESTALAGMITA ¿Qué es la vida humana al lado de nuestra vida? Yo voy creciendo: millares de veces sin cuento la gota que me engen- dra ha bajado de lo alto á depositar en mi médula sus substan- cias, desde que sonó en la entrada de nuestra mansión el es- truendo de guerra, y hombres de hierro venidos del norte en sus navios echaron á los que viniendo del sur también en otros tiempos habían sojuzgado la raza habitante de la isla, á su vez también invasora. UNA COLUMNA Aún no alcanzaba al techo mi cabeza, cuando también arri- ba asomaron otros hombres de hablar sonoro, que asentaron su imperio sobre las ruinas de otros conquistadores, sobre los descendientes mismos de la raza que vino la primera á multipli- carse en la isla desierta. Larga es mi vida. II04 ISLAS BALEARES SONES LEJANOS La mar, principio é imagen de toda actividad y belleza, azota tenazmente la pared que le oponemos en lo más profun- do: ¿cuándo las olas amigas entrarán á ceñirnos con sus fríos abrazos y á marcar un segundo instante en nuestra existencia? UNA COLINA CALCÁREA Los imperios se borran, las civilizaciones se hunden: ¿qué idea ó qué nombre domina y agita ahora la tierra? Nosotras seremos y creceremos aún, cuando esta idea no exista con las generaciones futuras. Nuestras horas son siglos: nuestro tiempo no es el tiempo del hombre. UNA ESTALACTITA Nuestra vida es eterna, para nosotras no hay tiempo; á nadie sino á nosotras mismas debemos el sér: desde lo alto nos vamos desarrollando constantemente hacia el suelo, al cual to- caremos por nuestra propia virtud para no desasirnos ya jamás, mientras el hombre espira y se muda. Eterna es nuestra vida. voz DE LO PROFUNDO DE LA TIERRA Nada es eterno sino El que es: existo por sus leyes; y así como por ellas mi fuerza os llama ahora, oh estalactitas, y os arranca de la bóveda, del mismo modo cuando sea venido el plazo de revocar estas leyes yo volveré á caer en la nada. VOCES Y SONIDOS ¡Gloria, gloria al Eterno! La mar envía las nubes y abaste- ce los ríos; la tierra, activa fuera y dentro, sustenta las criatu- ras, y en sus entrañas forja los metales y da paso á las aguas: ¡gloria al que hizo y deshará el mar y la tierral ISLAS BALEARES I 105 II Las estalactitas se desplomaron con estruendo arrancadas por una mano invisible; y mientras el concierto de la naturaleza cantaba la sabiduría y la omnipotencia de Dios, una transforma- ción repentina se obró á mis ojos en la materia. Voces humanas resonaron de todas partes, y un culto que huía la luz del sol, entonó este cántico en las cavernas: « — ¡Oh vosotras, fuerzas ocultas de la naturaleza, deidad del mundo, recibid nuestras adoraciones! ¡Tierra, madre de los hombres, oye nuestras plegarias y admite nuestras sencillas ofrendas!— » Y sucesivamente, como una serie de visiones, fueron sonan- do esos otros cánticos, á cuyos acentos parecía que oscilaban confusamente en el aire formas de edificios: CORO DE SACERDOTES El mundo es la morada de los dioses: tallemos en figura de grandes hojas los pilares de las cavernas subterráneas ; alrede- dor del granito, emblema de la materia, pongamos representa- ciones de los astros y de las esferas invisibles, para que las imágenes de los dioses residan en su morada. ¿Ó por qué el templo no ha de ostentarse á la luz del sol? Salga su corona de las entrañas de la tierra, y asome al aire del cielo: amontonemos con el arte sagrado los pedruscos en paredes sobre las habitaciones subterráneas. Suban libremente las columnas á sostener la techumbre pin- tada de azur y sembrada de estrellas; resuene el pórtico, man- sión de armonía, y el arquitrabe tienda con majestad su ancha faja cuajada de mitos y geroglíficos. Nuestros dioses tienen ya sus altares; labremos estatuas á los pequeños guardas de las fuentes y de los bosques, á los ge- nios enanos que forjan los metales y el granito, y á aquellos Ï39 I lOÒ ISLAS BALEARES que nacidos del huevo eterno presiden á los elementos y fecun- dan la tierra. VOCES DE LOS PUEBLOS Una fuerza misteriosa nos impele á sacrificar á las deidades: ¿por qué nuestros padres fueron echados de una mansión ben- dita? ¿cuándo el principio del mal será vencido? Abrase la pira nuestras ofrendas campestres; engalanemos con flores los cuer nos de las reses que han de lavar nuestra mancha y hacernos propicias las deidades. CORO DE SACERDOTES La raza sagrada lleva sus miradas á los orígenes de las cosas y á la genealogía de los dioses, conoce el movimiento de las es- feras celestes, y puede interpretar los signos del porvenir. ¿Por ventura la razón no os dice que la cólera de los dioses más se desarma cuanto más noble es la víctima? Fiad, fiad en los con- sejos de la razón y en la raza sagrada. CORO DE GUERREROS Nosotros mandamos las tribus y somos vuestro escudo en las batallas; los héroes ocupan el mejor lugar al lado de los dioses, porque defienden sus aras y combatieron por ellas. Creed á los héroes: enrojezca la sangre del esclavo las aras de nuestros dioses; ó si la espada se enmohece en la vaina con el largo ocio, séales ofrenda el anciano que no puede manejar la espada. VOCES DE LOS PUEBLOS Sí: la sangre humana es la más acepta á los dioses. ¡Oh, vosotros Kabiros, Trifones y Dáctilos, enanos todos los que pobláis las lagunas y las cavernas, fuerzas del mundo; vosotras deidades de la guerra, vírgenes ó varones, que aguijáis los ca- ballos inmortales por encima de las falanges combatientes; vos- ISLAS BALEARES I 107 otros genios infernales, númenes temidos; tú, tierra, y tú, mun- do todo, recibid la sangre humana en holocausto! III Entre celajes sombríos me pareció que la materia de nuevo se transformaba cobrando movimiento. La bóveda era el espeso ramaje de los árboles seculares que se cruzaban; el fulgor siniestro de las antorchas no disi- paba la noche profunda que encapotaba las largas avenidas de la selva; un rudo pilar ocupaba el puesto de la estalacmita del centro; y otros pedruscos más bajos formaban un ara, junto á la cual y en vez de nuéstra hoguera ardía la pira religiosa. ¡Ay de mí! una víctima humana era conducida al altar; y al són de los cánticos sagrados y de las danzas míticas de los guerreros, que ahogaban sus gritos de dolor, se derramaba su sangre y se demandaba á sus entrañas palpitantes la revelación de lo futuro. Las innumerables estalactitas y estalacmitas del suelo y de la bóveda se movían en legiones infinitas de espíritus y genios, formas horribles y diabólicas, que en sus círculos rápidos mani- festaban su regocijo. Un aullido inmenso se elevaba de toda la tierra; y cuando el viento no traía por intervalos sus sones sino apenas percep- tibies, un gemido de dolor y de ansia vibraba en el espacio y subía al cielo. De repente las tinieblas volvieron á envolverlo todo más densas que nunca, un murmurio sordo retumbó en las entrañas de la tierra, y una sacudida espantosa la hizo estremecer en sus cimientos; espíritus y genios pararon sus danzas y sus coros in- females, y en todas partes hubo silencio. . l Entonces un resplandor blanquísimo irradió en lo alto y tiñó los confines más apartados: era el resplandor de un nuevo sol que traía nueva luz y vida. Círculos inmensos de espíritus celes- ISLAS BALEARES tiales atravesaban cerniéndose y revolando con la rapidez de la misma luz aquel deslumbrador océano de blancura, y al són de una armonía, que hacía saltar á los astros en sus esferas, cantaban: —«Gloria á Dios, paz al hombre! la hora de la redención ha sonado; la sangre del Cordero sin mancilla ha sido vertida en holocausto por la humanidad; levántense los humildes de corazón. Libertad, libertad al espíritu que cree, igualdad ante Dios! la cruz resplandece para todos los ojos.» «Un sacrificio incruento sucederá cada día al sacrificio anun- ciado y esperado por los siglos: la pureza de alma y el arre- pentimiento son la hostia más agradable á Dios; al pie de la cruz descansarán todos los pueblos; mas la justicia del Hijo re- chazará la hostia que no compita con la blancura que el sagrado madero irradia.» Y la cruz resplandeció sobre el pilar druídico y sobre los restos de los templos y basílicas, hasta que por última vez la materia cambió de forma. Pilares bocelados se levantaron con osadía y ligereza á sos- tener arcadas agudas, que se entrelazaban en la bóveda anuda- das por un botón en el centro: en las ventanas y arcadas infe- riores tendíanse las esculturas cual bellas estalactitas; los rose- tones aparecían cuajados como de una telaraña delicada y gigantesca; crestas puntiagudas y erizadas de excrecencias co- bijaban las imágenes de los ángeles y de los santos; los sepul- cros, también enriquecidos con iguales labores, llenaban las capillas; flotaban junto al altar las telas de los estandartes ofre- cidos al Señor de los ejércitos; torrentes de armonía bajaban del órgano y henchían las naves; y toda la fábrica, esbelta, so- nora y mística, señalaba al cielo y sublimaba el alma á la ora- ción, á la contemplación y á la esperanza, y parecía decir en su conjunto armonioso: —«Yo soy la casa de Dios, y el genio de la ley de amor me creó para reinar sobre todas las arquitecturas.» / ISLAS BALEARES ii09 Nuestra hoguera iba amortiguándose cuando salí de esta meditación que había embargado mi espíritu, y mis ojos clava- dos en las cristalizaciones que cuajan todos aquellos vastos tem- píos, que tales semejan las salas, aún creyeron divisar por entre la luz dudosa las columnas ar- tísticamente bo- celadas, las ar- cadas llenas de sutiles colgadi- zos, los sarcófa- gos, las imáge- nes airosas, y los pináculos y doseletes de nuestras cate- drales. Con un sentimiento de tristeza inexpli- cable dirigí una mirada de des- pedida á esta mágica caverna; y el riesgo de la subida por la es- cala de cuerda, mallorca.—torrf, de Canyamed reclamando to- da mi atención, acabó de desvanecer mis ilusiones. La mano de uno de los guías nos ayudó á alcanzar otra vez el plano indi- nado de arriba y la boca del pasadizo, y la lumbre que había- mos dejado en la cámara ó gruta que le precede, nos guió á las estancias de la primera cueva. Poco á poco, llegados al pie de la bajada ó desfiladero, descubrimos la luz natural azulada, abo- ra alegre á nuestros ojos que durante tanto espacio no habían 1110 ISLAS BALEARES visto sino el fulgor rojizo de las teas ó tinieblas; y en la entra- da superior, al fin después de cinco horas, volvimos á saludar el mar, los campos y las cumbres teñidas por los últimos resplan- dores de la tarde. La luna ya rielaba sobre las aguas cuando hubimos reparado nuestras fuerzas al pie de los pinos de la pla- ya y desarrendado nuestras cabalgaduras; y á sus pálidos rayos nos aparecieron después plateadas las almenas, que coronan la casa fuerte cuadrada de Canyamel y su homenaje (a). ¿Qué puede ya ofrecer al viajero el interior de la isla que iguale las impresiones de lo que hemos recorrido.^ Ningún mo- numento vale nombradla y belleza á sus poblaciones, y el ca- rácter del paisaje no alcanza á los rasgos enérgicos de las ante- riores comarcas (à). Inca, es verdad, ostenta la tela gótica, en que el pincel de Juan Daurer delineó en 1373 los contornos suaves y puros de la Virgen ; Benisalem á los recuerdos árabes que su nombre inspira reúne lo ameno de su situación ; Sineu es señalada en los anales baleáricos por la residencia del gobierno de los distritos; Manacor y Felanig cada día se embellecen (i); y junto á esta villa, en la cumbre de San Salvador una hospe- dería grandiosa recibe á los que visitan el santuario, y en otra cumbre inmediata ruinas de fortaleza conservan el nombre de (a) Esta fortaleza, formada por un torreón sobrepuesto á otro y almenado como el inferior, defendía la ensenada abierta á las invasiones piráticas, á la vez que el importante predio de su nombre, que perteneció desde el siglo xv hasta ahora últimamente á la noble familia de Villalonga. (b) A fin de guardar la integridad del texto de Piferrer, conservo tan reducido como es este rápido epílogo, aunque insuficiente á todas luces para dar idea, no diré de los pueblos uno por uno, sino de las diversas regiones de la isla. En la adición á este postrer capítulo me propongo completar, por lo focante á las del llano ó sea á las de levante y sur, mi plan suplementario. (i) La espantosa catástrofe acaecida en esta villa á 3 r de Marzo de este año (*) y que no es necesario detallar, la llenó de luto y consternación y vino ácontrade- cir para mucho tiempo aún lo que habíamos escrito en el texto. (*) La nota de arriba manifiesta que corría ya el de 1844 al terminarse la impresión del libro de Piferrer: á qué infortunio alude, se dirá en la adición. ISLAS BALEARES nil Santueri y dicen el poder del conde de Rosellón D. Ñuño. Mas lo característico de la vegetación y la originalidad del paisaje resplandecen con más vigor en los puntos ya visitados, y en aquella serie de valles feraces y sierras tajadas la naturaleza en- cerró el tesoro de las bellezas de Mallorca. Sólo en Lluchmayor dura un recuerdo terrible, que comunica interés á sus campiñas y no consiente que pasemos sin detenernos á renovarlo en la memoria en el campo mismo que le fué teatro. Allí el último rey de Mallorca, forzado de la desesperación, confió su suerte á las armas, y casi abandonado de los suyos, rendidp de fatiga, con su sola espada mantuvo largo tiempo indecisa la victoria. Sonó empero la hora de su muerte; envuelto y atacado de todos lados, vino del caballo al suelo, perdió el sentido, y un soldado de Aragón le cortó la cabeza. Si antes leíste, oh viajero, la reía- ción de las glorias de Cataluña en el más elegante de sus ero- nistas, en este campo funesto las lágrimas se te asomarán á los ojos, porque en verdad no son para recordadas sin dolor sus palabras entrañables y sus acciones para con ese monarca infe- liz y con.su familia. ¡Ay fiel Muntaner! ¿por qué acariciásteis esa cabeza desventurada cuando os le entregaron recién nacido.? ¿por qué llevarle abrazado mientras bramaba la mar enfurecida ó cruzaban enemigas galeras, si de la misma sangre de sus abue- los debía salir la tempestad que le arrebatase reino y vida? — Dios ahorró á los días de su vejez la amarga pena de ver ani- quilada la casa que tanto amó, y muerto tan miserablemente el niño Jaime á quien abrigara en su capa de soldado; el elegante cronista, el marino intrépido y leal caballero había descendido al sepulcro haciendo votos por el acrecentamiento de la estirpe mallorquina. Hoy una cruz señala el lugar donde pereció el biz- nieto de D. Jaime el Conquistador^ á manos de los subditos de su cuñado; y si el día acaba y el crepúsculo lucha con las som- bras que invaden los campos, entonces place sentarse en sus gradas musgosas á meditar sobre la ambición humana, mientras tal vez á lo lejos el labrador que vuelve á su majada entona en I I I 2 ISLAS BALEARES són monótono y lento esta canción popular, cuyo argumento funesto es también un combate pérfido y la muerte (a). Ya Don Juan y Don Ramon que esta es la postrer vegada. regresaban de la caza ; Entre mi caballo y yo Don Ramon cae del caballo, traemos veinte lanzadas: pero Don Juan cabalgaba. el caballo trae nueve, Su madre lo ve venir y yo todas las que faltan. por un campo que verdeaba, El caballo hoy morirá, para curar sus heridas y yo por la madrugada: violas cogiendo y malvas. al caballo lo enterrad « — Qué teneis, Ramon, mi hijo? en lo mejor de la cuadra; la color traéis mudada. á mí empero me daréis Ay madre 1 sangrado me hé, sepultura en Santa — Eulalia; la sangría ha sido errada. sobre la tumba poned — ¡ O mal haya á tal barbero una espada atravesada ; ha que aquesta sangría os daba ! si demandan quién me muerto, — Ay madre ! no blasfeméis. que « Don Juan el de la caza ». ha- (a) El original, reproducido en el núm. 5 del apéndice, tuve la dicha de cerlo conocer por primera vez en 1 84 i en el artículo de La Palma, Poetas mallor- siendo otra parte la primera canción popular que vio la luz en quines^ esta por lengua patria, circunstancia que me atribuye á gloria, adquirida en verdad bien á anhelada poca costa, mi benévolo amigo D. Mariano Aguiló en la importantísima y colección que se ha decidido al fin á publicar. ADICIÓN AL CAPÍTULO CUARTO Partido de Manacor.—Lluchmayor, Algayda ¥ . iMÍTROFE al norte con el término de Artá el de Manacor, el más vasto de la isla, continúa su prolongada costa de levante, que se eslabona sucesivamente con los de Felanig, Santanyí y Campos, hasta el cabo de Salinas extremidad meri- dional de Mallorca, en línea recta sobriamente recortada con calas y puertos, y sembrada de redondas atalayas, que se trans- mitían sus fuegos y regocijan al presente la monótona soledad del ribazo. De estos cinco términos litorales y de otros tres me- tidos tierra adentro, Petra, Montuiri y Porreras, se compone el partido judicial de que es cabeza la populosa villa que le da nombre, cuyo vecindario, duplicado en el último medio siglo, se eleva casi á veinte mil almas, es decir, á un tercio del de la capital. Manacor {a), formando con Felanig y Porreras uno de los doce distritos de creación arábiga, fué señalado al conde (o.) Parece de etimología arábiga de ignorado sentido, lo mismo Mancor aldea que de Selva, que acaso sea contracción de idéntico vocablo, por más que se preste el sonido material en lengua vulgar á traducir mano al corazón, que (de paso sea dicho) no es lo mismo que el corazón en la mano. T40 ISLAS BALEARES Ñuño Sánchez é incorporado con toda su porción á la real : dió- sele por parroquia desde el principio la iglesia de Santa María, y otra del mismo título á la aldea de Bellver, hoy Sant Llorens, nacida simultáneamente á dos leguas de la matriz; pero no obtu- vo el reconocimiento de villa sino después de recobrado el reino por Jaime II, de quien deriva nombre de palau un torreado edi- ficio que, perdido por fuera todo rastro de antigüedad, domina por el lado del este las campiñas á espaldas del templo (a). Agre- góse con la de Lluchmayor para completar la seisena al número de las cuatro principales. Inca, Sineu, Pollensa y Sóller, en re- presentación y preponderancia: sus más opulentos moradores, Sureda y Moix antes del 1400, Truyols y Mas, Ballester y An- dreu posteriormente, trasladaron con su domicilio á la ciudad su fortuna y sus intereses, mientras que con las fincas de otros extinguidos ó arruinados crecía el poder de familias ciudadanas. Abundaron allí en las grandes revueltas elementos de perturba- ción que, tropezando con los de arraigo y resistencia á las nove- dades, producían serios conflictos, como sucedió en el alzamien- to forense á su caudillo general Simón Torl Ballester con una leal minoría de paisanos suyos (à), á Galcerán Des Mas en su abortada conspiración (¿r), y en la reacción suscitada por los mas- carados locales contra los vejámenes del agermanado Sarria (¿/), con la cual ofrezca acaso cierta analogía el efímero movimiento contrarevolucionario del 9 de Agosto de 1835, único chispazo de guerra dinástica en nuestra isla. Al más dilatado de los términos municipales corresponde naturalmente la villa de mayor perímetro, como lo era ya Ma- nacor antes que en nuestros días creciera por todos lados, en particular por el de oeste hasta juntarse con la estación de la vía férrea. El primer núcleo á no dudarlo estuvo hacia la parro- (a) Tenía por alcaide en 1351 á Juan de Seva: diólo Fernando el Católico en 1480 á Juan Ballester. (&) Forenses y ciudadanos, pág, 188, 1q3, 203 y 208. (c) V. atrás parte histórica pág. 289 y 291. {d) Idem pág. 382. ISLAS BALEARES quia, adonde converjen las más anchas calles, y abundan casas distinguidas, y está la estrecha plaza consistorial todavía sin consistorio, y la espaciosa de ¿a Bassa mostrando en una de sus fachadas cierto relieve de la decadencia gótica tan gastado que apenas deja adivinar qué santos representan sus tres figuras, y la calle Mayor aún llamada del Ane/l por las sortijas que en ella se corrían: añadióse más tarde la barriada del convento de Dominicos fundado en 1576 que ocupa el centro hoy día, y fun- diéronse borrando sus respectivos límites la del Antigor cuyo nombre indica el concepto que ya gozaba de antigua en tiempos no modernos, y al sur la de Fartárig {a) al otro lado de un to- rrente. Las calles largas y tiradas á cordel, el caserío general- mente bajo, en ángulo recto las esquinas, indican con leves ex- cepciones que el pueblo creció desahogadamente, sin tropiezos que exigieran irregularidades : tipo especial en las construcció- nes, ninguno; traza ni siquiera moldura, gótica ó del renaci- miento, en puerta ó ventana, ni una que yo sepa ha quedado ; es preciso salir á las afueras para tropezar con dos torres alme- nadas, una llamada deis Anagistas por haberla traído acaso á los jesuítas el ilustre P. Hugo Berard, la otra de las Puntas por sus merloncillos que acompañan curiosos ajimeces. Sin em- bargo el aspecto exterior representa dignamente la importancia de Manacor, tendida como encima de un zócalo, ó más bien como nave anclada en un piélago de verdor, descollando por mástiles las torres de sus iglesias : la parroquial á cuyo cuadra- do tronco se ha añadido con atinada homogeneidad, no sólo un segundo orden de ventanas ojivas, sino un esbelto templete octógono con cúpula y linterna; la del convento, sobreponiendo una aguja á la plataforma ceñida de antepecho ; y la de la re- ciente sufragánea que se está construyendo en el arrabal de (a) Arig ó a,rix es voz arábiga que significa toldo ó tienda, á la cual se antepone el nombre especial : así Addarig, Caymarig, Moscarig, Forlarig, y tantas otras con igual terminación. 1116 ISLAS BALEARES Fartárig {a). No basta la capacidad de Santa María, nave espa- ciosa aunque nada ligera, de bóvedas apuntadas, para satisfacer las necesidades de feligresía tan considerable, por más que se haya tratado de aumentar con la de cuatro profundas capillas laterales [b): reclama ensanche, si es compatible con las condí- clones arquitectónicas, el incremento de la población, como aca- so lo exigió ya respecto de la primitiva allá á la entrada del siglo XVI, del cual semeja datar la presente. Entretanto com- parte las funciones del culto la iglesia conventual de San Vi- cente Ferrer esmeradamente conservada, con dibujos dorados en su bóveda de cañón y con nobles estatuas de santos de la orden en sus nichos al rededor del cimborio que cubre la capilla de la comunión, obra al parecer del xvii, igualmente que los dos órdenes de rebajada arquería del cuadrilongo claustro ce- rrado arriba con balaustrada. Revindicado mediante establecimientos por sus naturales, florece y prospera el pingüe suelo de Manacor, los grandes predios se fraccionan, y se retiran á una legua en contorno los hacendados de la capital: he aquí el secreto de tan improviso desarrollo. Puéblanse los campos y se cruzan de caminos y vis- tense de arbolado; mas no germina dentro del vasto término aldea ni caserío, como no deja brillar astro en el cielo la luna llena; y después de seis siglos y á dos leguas de distancia el antiguo Bellver, entonces ya formado, permanece mero lugar á despecho de sus i,6oo almas, cambiado el nombre en Sant- Llorens del Cardassar. ¿Cómo es que con esta atracción absor- bente de la villa coincide de algunos años acá cierto movimiento (a) En ella se propuso D. Pedro de Alcántara Penya, tan inspirado arquitecto á veces como distinguido poeta, imitar en pequeño la basílica de Letrán, con su columnata exenta que separa de los ánditos laterales la nave central de techo ar_ tesonado y su ábside hemisférico cerrado por estrechos arcos : falta el pórtico que ha de constituir la fachada. (Jb) Dedicadas á San José y al Santo Cristo las de la derecha, y las de la iz- quierda á la Asunción y á la Concepción de María, esta última de estilo gótico moderno con bóvedas de crucería y angostos ventanales ; las otras cuentan acaso cerca de dos siglos. ISLAS BALEARES III7 de los habitantes hacia el lejano puerto, á buscar esparcimiento en la erial marina, y á echar los cimientos de una colonia que por las muestras promete ser brillante? No son proyectos ni es- peranzas de un porvenir marítimo, imposible por las condiciones del sitio, lo que despierta aquel afán, ni lo que explica la fre- cuencia é índole de gentes de dentro y fuera del país que sal- vando distancias acuden allí diariamente como en romería. ¿Cuál es el objeto de los homenajes de propios y forasteros y aun de extraños turistas? no devoto santuario ni insigne monumento, sino un prodigio de la naturaleza, una de las doscientas cuevas que han hecho decir á un admirador entusiasta, «que era Ma- Horca un amenísimo jardín sobre marmóreos palacios» (¿z). Reina indisputable de todas es la de Artá, pero desde que hace veinte años es conocida y proclamada su segunda la del Drack con el realce de su fantástico nombre (¿^), ningún curioso pres- cinde de visitarla al paso antes ó después que á la primada, y aun de establecer entre las dos paralelos y competencias, sin faltar en pro de la menor autorizados juicios que á la grandiosi- dad antepongan la belleza, á las ahumadas bóvedas que se pierden en el vacío la virgen blancura de las colgantes estalác- titas, á las sublimes impresiones de una basílica las deliciosas y risueñas de una gruta encantada. La verdad es que á pesar de la identidad de elementos, formas y aun detalles, la diferencia en las dimensiones modifica su carácter y su efecto de tal suer- te, que no admite entre ambas término de comparación ni lucha de preferencia. Echase de menos en la de Manacor la portada, aquel arco profundo en degradación que imprime á la de las montañas un (a) Mossèn Jaime Colell en carta publicada en el Museo Balear de Febrero del 87, á propósito del aserto del Sr. Penya de que tenía noticia de más de dos- cientas cuevas en la isla. {b) Pudiera sospecharse si dicha cueva es la que Dameto llama den Pardines^ citándola ya como famosa, no por sus bellezas naturales, sino por «la codiciosa curiosidad de ^Igunos que hallaron ocasión de perder tiempo por pretender hallar allí dinero.» Más adelante cita la del Drach con el mismo nombre de ahora. iii8 islas Baleares sello tan monumental (a): una simple barrera casi obstruida de malezas introduce á la del llano, que si después de su primer descenso se extendiera horizontalmente, no ofrecería la eleva- ción que alcanza en algunos puntos mediante una serie de baja- das y subidas, aumentando con esto la variedad y la extensión de lo que se anda, aparte de lo mucho que, inaccesible ó inex- plorado, queda envuelto en las sombras del misterio. Al desfilar por el seno de la subterránea Alhambra en mayor ó menor nú- mero la comitiva, paréceme marcar el compás solemne y lento del inolvidable verso Virgiliano: Ibant obscurt sola sub nocte per umbras. Salas, retretes, pasadizos, galerías, criptas y rotondas embara- zadas hasta la clave por informes túmulos, se desenvuelven en las tinieblas conforme avanza la luz del conductor, multiplicando términos ó cambiando perspectivas sólo con dar un paso más ó menos, con mostrarse ó con esconderse tras de una roca. No cabe dentro de unidad más completa mayor variedad: por do quiera cristalizados techos, y estriadas columnas, y menudas labores plásticamente reproducidas, y plantas petrificadas que crecen en el suelo hasta juntarse con las que arriba cuelgan; y sin embargo, según el grueso, tamaño y forma accidental de cada estaláctita, según la colocación de la lámpara, y sobre todo según el carácter y viveza de la imaginación del visitante, ¡cómo se suceden las escenas, y se evocan los recuerdos, y los objetos se animan, y los sutiles fustes se transforman en troncos de palmera y en efigies los pilares, y bajan doseles y pabellones á cobijarlas, y aparecen sagrarios y tronos y teatros, y brillan cascadas de diamantes, y si se desciende es al purga- torio^ si se sube es al monte de las cabras! Entonces se piden nombres á la naturaleza y á la historia, á la religión y á la mi- tología, para irlos repartiendo por estancias y fijar un itinerario (a) V. pág. 1037 entrada á la cueva de Artá. I 120 ISLAS BALEARES en el fantasmagórico laberinto. Mucho se adelantó con levantar el plano en 1880 de resultas del azar ocurrido dos años atrás á unos viajeros, perdidos durante diez y seis horas y extinguida ya la luz, sin poder acertar con el agujero por donde se penetra en el paraje que recuerda sus angustias. Las tres excursiones de que, como de actos un drama, se compone la general, que para ser detenida no requiere menos de tres horas, es menester desandarlas á corta diferencia por los mismos pasos, y cada una presenta por final un lago, de agua tan transparente, que antes de percibirse moja, si no la acusa el ruido de la piedrezuela ó el reflejo de los objetos iluminados: los tres lagos, el Negro^ el de las Delicias^ el de la Archiduquesa de Toscana^ compiten en filigrana riquísima y en misterio indefinible; pero á la novedad del tercero y al esplendor alabastrino del segundo poblado de islotes, sobrepónese á mi juicio el primero con los oscuros senos que despliega en incalculable curva á los pies del espectador, allende los sustentáculos de su bóveda, de la cual se desprende una argentina lluvia, helada como por encanto antes de que llegue á alzar burbujas en la dormida superficie del remanso. El lago! ved ahí la nota dominante, la belleza característica de la cueva del Drach! un río salado y de corriente imperceptible alimenta á los tres y á otro de Maravillas á medio descu- brir, y al lado del de las Delicias provee al lindo baño de la reina Ester^ mientras que el agua dulce filtrada de las rocas mantiene fuentes y balsas, y la acompasada gota que cae suple en el silencio de aquella perenne noche por un péndulo palpi- tante. Confinan por el lado contrapuesto al mar las llanuras de Manacor con las de Petra, que pertenecía en unión con Sineu á diverso distrito de alodio real, cuyas alquerías y poseedores, á quienes en 1232 fueron repartidas, nos describe por menor el antiguo códice: Caldarig, Termenor, Mofarig, Beni-calvel, Co- culuig, Ariany hoy aldea, Alcudiarrom, Albadellet, Aboschan y Sant-Martí que formaron más tarde la dilatada caballería de ISLAS BALEARES II2I Sureda, y Alanzell de la cual procede según noticias el lugar de Villafranca. Así como han pasado seis siglos y medio sin al- terar esta nomenclatura casi toda arábiga, pasaron cinco de vasallaje al infiel sobre el nombre de Petra, respetado en su genuina latinidad de anterior época, tal como probablemente se le había encontrado designando comarca ya que no población; y por la analogía de la voz piedra con la de Pedro dedicarían al santo su parroquia los pobladores. Tuvo Arias Ferrándiz el señorío de la villa que devolvió al rey Sancho por permuta (pá- ginas 904 y 1061): en consideración y riqueza no fué de las in- íeriores, á pesar de la proximidad de Sineu que tendía á absor- berla, y Pedro Fàbregues y Eusebio Santandreu dan la medida de lo que valían sus prohombres (a). No arraigó sin embargo en el suelo la pujanza de los naturales; la propiedad vino en su mayor parte á manos de caballeros, como Sant Johan, Sant- Martí, Burgués, Moix y Des Bach, de cuyo ilustre linaje pere- cieron en el saqueado predio dos hermanos, Juan y Carlos, du- rante la germania: ninguno empero acumuló más dilatados bienes que Pablo Sureda agregando siete posesiones á la de Sant-Martí (ó) cuyo nombre cristiano es quizá tan antiguo como el de Petra, las cuales perseveran unidas en poder de sus descendientes. Uno de ellos fundó en la primera mitad del si- glo XVII el pueblo de Villafranca, así llamado por la franquicia que de ciertos derechos obtuvo, erigido por Carlos III en título de marquesado de breve duración, y últimamente en villa que no pasa de mil doscientos habitantes, alineado en calle casi única su caserío y sombreadas de parral las puertas á lo largo de la carretera de Manacor. Á la desmembración de una sexta parte del término de Petra al sur no ha seguido al norte la de (a) Ambos fueron de mensajeros á la corte, el uno en 14150 y el otro en i 5 i defendiendo 2, la causa de las villas: véase sobre el primero el cap. VIH de Forenses y ciudadanos^ y sobre Santandreu la iparte de este libro pág. ■92g y 338. {b) No debe confundirse, por más que coincidan, el nombre del predio con el apellido de Sant-Martí, uno de los pocos ilustres que figuran en el libro del re- partimiento. 141 II22 ISLAS BALEARES Ariany, que dió nombre á otro marquesado concedido en 1717 por Felipe V á su servidor Cotoner, y que continúa como lugar sometido á la matriz. Petra frisa en las cuatro mil almas, repuesta de la postra- ción que hacen algunos derivar de los estragos en ella obrados por el contagio de 1652, aunque los datos reducen á 370 el número de víctimas; hay por otro lado quien atribuye á la ne- cesidad de reedificarla, que posteriormente dejó sentirse, la sor- préndente regularidad de la nueva planta y cruzamiento de las vías en líneas rectas, que juzgo más antiguo y efecto como en Manacor de la planicie del terreno. Distinguíase ya en el si- glo XVI la población por lo compacta y bien distribuida en quin- ce calles, cada vivienda con su corral, muchas estimadas de cien libras á quinientas: los vacíos, que años atrás se notaban aún en las manzanas, se van llenando, como llagas que se cica- trizan en un cuerpo restituido á la sanidad. Carece de plazas y de edificios públicos, á no tomar por tales una interina casa de ayun- tamiento en el que fué hospital y la torrecilla octógona del reloj, todo agrupado en una encrucijada; en cambio el templo parro- quial, descollando majestuoso desde lejos, atrae poderosamente al pie de su rojiza mole. La planta hexágona añade originalidad á la altura del campanario, no sólo en su primer cuerpo rodea- do de dos órdenes de ventanas ojivales y de gruesas cornisas, sino también en el segundo, de menor perímetro, que sirve de pedestal á la aguja del remate; pero el flanco de la iglesia, como en Muro, presenta unidos por arcos sus estribos, y así la por- tada de los pies como la del lado se quedaron sin labrar, notán- dose en los carcomidos sillares síntomas de vejez prematura que contrastan con el carácter nada antiguo de las obras. El asombro se reserva para el interior, al desplegarse en seis bó- vedas y su cabecera la magnífica y anchurosa nave (a), sosteni- (a) Medida en el acto, dió por resultado 240 palmos de longitud por 71 de anchura. ISLAS BALEARES da por pilares polígonos, sobria de boceles aunque acentuada con toda pureza la ojiva en los arcos de las capillas y tapiados ventanales, augusta sobre todo por la obscuridad de la piedra: «ved ahí al cabo, decía para mí, un castizo engendro del arte gótico, una hija legítima de la Edad-Media, no ya remedo pre- póstero del renacimiento, como tantos diseminados en la isla y en la misma capital por rutinarios maestros»; y mientras vaci- laba entre atribuir al siglo xv la fábrica ó remontarla á fines del XIV, que á todo se presta su gallardía, helóme de pronto la revelación del buen párroco de que, según notas del archivo, se bendijo y colocó la primera piedra á 30 de Mayo de 1582 {a). Si al menos al lado de la fecha constara el nombre del cons- tructor, aventajado sin duda entre sus coetáneos, que así sabía hacer retroceder á mejores tiempos el arte é inducir en error á la posteridad con tan felices anacronismos! Al fin consuela de la perdida ilusión la gloria irrefragable de nuestros modestos albañiles en haber prolongado en Mallorca por más de una cen- turia el reinado de la ojiva lanzada del continente, y en comu- nicar á sus tradicionales imitaciones algo del vigor y belleza de sus inspirados modelos. Acompañan á la aparente antigüedad del templo tales acce- sorios, anteriores ó posteriores al edificio, que guardan con él perfecta homogeneidad: las pinturas y relieves de los retablos (^), (a) Es decir, doce años después de principiada la de Muro, cuya fecha produ- jo en mis apreciaciones el desengaño atrás expresado, pág. 1056. Es menester añadir que la iglesia de Petra fué paulatinamente construida, pues examinada con detención se reconoce que las tres bóvedas últimas son posteriores, y hasta se desprende de un acuerdo de la comunidad de presbíteros tomado en 9 de Mayo de 1766 que el coro no se emprendió antes de dicho año. Fonch proposat, dice, per lo rev. rector; conforme no ignoran, ja per la gracia de Deu N. S. se son finali- zadas las cinch hogueras (bóvedas) de la iglesia, se ha repicat el presbiteri, se es cubert y remendat el telxo de la iglesia, y axi mateix se son posadas en son estat altras cosas; pero queda improporcionada dita iglesia per falta de chor, casa que es de tots nosaltres. Con esto, ofreciendo por su parte los materiales, acude á la garbosidad de los beneñciados para que se encarguen de los transportes. (fc) Distínguense las pinturas sobre tabla en los compartimientos del altar que fué del Nombre de Jesús, boy de la Purísima Concepción, en el de San Sebastián, ISLAS BALEARES las alhajas y ropas de la sacristía (a), los relicarios, la custo- dia. No es sola en Petra la parroquia: ayúdala en el sagra- do ministerio la iglesia que fué de franciscanos, capaz y above- dada, de medio cañón, con portada y claraboya en el exterior esculpidas de artesones; la torre concurre á la perspectiva ge- neral, y á los servicios municipales el claustro y localidad del convento. Fundóse en 1607 bajo la advocación de San Bernar- dino de Sena, y entre los misioneros procedentes de él se inmor- talizó fray Junípero Serra apóstol de California, donde se le erigen estatuas mientras en su patria es poco menos que igno- rado [ó). El objeto de su particular devoción no lo tiene en su seno la villa, sino media legua al sur en la cima del montecillo de Bon-any^ que es la gracia que suben á implorar sus morado- res de la milagrosa efigie allí encontrada en edad remota, y que derrama á menudo la Virgen desde su santuario sobre las cam- piñas de la feraz comarca. No sé á qué nombre reducir el que de fecha quizá anterior á la invasión sarracena distinguió al puig sito á orillas de la ca- rretera entre Villafranca y Montuiri, de donde se comunicó á todo el dilatado territorio que ciñe á mediodía el mar muchas leguas en. contorno; era el mismo nombre á no dudarlo que lleva aún con pronombre de santo el inmemorial castillo de Fe- lanig, como resulta de la simple comparación de Montueri y Santueri (¿:). Hoy el empinado cerro se llama de San Miguel y en el de los Santos Cosme y Damián debajo del coro, igualmente que el curioso relieve que representa el nacimiento de la Virgen en el centro de su retablo, en medio de dos pasajes de la promesa del ángel á sus padres y de la presentación de Jesús, como explican unos elegantes hexámetros. (a) Es notabilísimo un antiguo temo de terciopelo verde, bordadas casulla y dalmáticas con exquisita labor de sedas que representan los principales miste- rios, y la capa con bustos de santos designados por sus nombres. (¿1) Natural de Petra, nació en 171 3, murió en 1784 en la misión de San Carlos. (c) Pudo uno y otro derivar de Iberi ó de nombre parecido, y cambiada la e en i convertirse Montueri en Montuiri y Santueri en Santuiri, como se apellida un predio en Pollensa. Es voluntariosa por demás la etimología de Mons irœ^ preten- diendo ver en ella una referencia al culto de Júpiter tonante. ISLAS BALEARES por la vieja ermita que lo corona, primera iglesia, según la tra- dición, de aquel inmenso distrito en que el libro de reparti- miento registra á fuer de alquerías las que no tardaron en cons- tituirse términos y luego villas tan importantes como Algayda y Lluchmayor, Campos y Santanyí. Por matriz de todas ellas principió Montuiri, asentada media legua al oeste de la ermita sobre la misma cordillera, con parroquia dedicada á Santa Ma- ría y San Pedro (a) : con las desmembraciones verificadas á la entrada del siglo xiv quedó reducida á estrechos límites su ju- risdicción sobre tierras más gruesas y fértiles que deleitosas; y la población, encastillada en ásperas cuestas y trabajosamente desplegada en desiguales y tortuosas calles, nunca se hizo notar ni aun entre las de segundo orden, quedándose muy atrás de cuantas brotaron dentro de su demarcación primitiva {â). Diríase que de esta salió asimismo Porreras, tan metido se halla su término al sur del de Montuiri en la configuración na- tural del distrito, si no constara que por una irregularidad inex- plicable formaba parte del de Manacor y Felanig. Perteneció de consiguiente con la totalidad de este á don Ñuño y á sus mes- naderos; y el nombre de Porreras, importado probablemente de Cataluña, aparece ya en la primera línea trazada entre sus po- bladores y los de la porción real en territorio de Montueri (¿r), mucho antes de que fundara la villa Jaime II; no obstante, muéstrase por el silencio de la bula que en 1248 aún carecía de parroquia. Á la primera que tuvo bajo la advocación de Nuestra Señora, techada probablemente de madera sobre arcos (a) De la bula de Inocencio IV no se desprende bien si eran dos iglesias dis- tintas ó una sola con doble advocación, que al presente anda en dudas todavía entre la Asunción y San Bartolomé. Lo mismo que de titular ha cambiado de for- mas el templo. (b) Aún ahora en que con la plantación de viñas y progresos del cultivo ha aumentado la riqueza de Montuiri hasta el punto de no conocerse allí pobres, cuenta únicamente 2,7^50 almas, al paso que Campos y Algayda más de 4,000, Santanyí cerca de 6,000, y más de 9 ,000 Lluchmayor. (c) Véase en la Conquista de Mallorca el apéndice acerca del repartimiento pág-5 34- 1120 ISLAS BALEARES de piedra conforme al humilde tipo de las antiguas, reemplaza la actual, señalada sobre todas las modernas de los pueblos en capacidad, gallardía y ornato; echáronse los cimientos en 1666, y dirigió la obra el maestro Oliver, simple albañil como de eos- tumbre, acreditado de buen arquitecto {a). Anterior á la incom- pleta fachada, dispuesta á recibir dos garitones á los lados, demuéstrase la torre por sus ventanas apuntadas y por su pira- midal coronamiento; y no es esto sólo lo que de su pasado conserva el templo, sino también una preciosa sillería en el coro, profusamente adornada de follajes y caprichosás figuras, de blasonados escudos (algunos en blanco) y de medallones circu- lares con bíblicos relieves (<5). La villa, bien que grande y po- blada de 5,300 habitantes, no corresponde en aspecto y traza á su iglesia, ni recibe de su situación especial deleite: á la entrada por el camino de la ciudad un humilladero levantado en 1722 cobija una venerable cruz de piedra llamada de Net no sé por qué recuerdo de familia, y por otro lado está actualmente en construcción una residencia de sacerdotes Filipenses hijuela de la de Palma, que promete á los vecinos material aumento ade- más de superiores ventajas morales. En el silvestre cerro de Montesión, único casi que en la comarca descuella al sudoeste, al santuario de gótica estructura, dedicado desde remotos tiem- pos á la Visitación de la Virgen, tenía el pueblo adjunta una escuela de gramática hasta época muy reciente; edificio de an- (a) De este apellido figura un Miguel en junta de maestros del año antedicho, y un Francisco y un Pedro Juan en otra del 1671 ; á alguno de estos tres, no se sabe á cuál, debería Porreras la traza de su iglesia. (b) Es tradición que perteneció esta sillería á los Templarios, mas no se dice de dónde fué traída, puesto que en Porreras no tenían casa, y que el estilo de la escultura la convence de muy posterior á la extinción de dicha orden : quizá se confunde á aquellos con los cistercienses de la Real, á quienes dió don Ñuño en su porqión un predio, que pudo ser el que hoy aún se titula los Monjas, cuando estaba todavía unido el término de Porreras al de Felanig bajo el nombre del segundo. Entre los ornamentos son de mentar una hermosa cruz gótica de plata con figuras de los cuatro evangelistas esmaltadas en sus cabos, que está en pose- sión de cierta familia, y un cáliz, esmaltado también, que desapareció misteriosa- mente. ISLAS BALEARES II27 churoso patio, acaso utilizable para colegio, que domina llanu- ras tapizadas de mieses y viñedos y un suelo productivo en va- riedad de frutas y hortalizas, y aun á trechos cavernoso contra su natural apariencia, si ha de juzgarse por la gruta de Son Lluis^ que en menor escala de la de Manacor, no diré de la de Artá, encierra riquezas estalactíticas no bien explotadas. Por las montañas que lo atraviesan, y que más altas pare- cen cuanto más lejanas, señálase el territorio de Felanig entre los restantes de la costa oriental, vestido de mayor frondosidad y hermosura, más denso en población, más esmerado en cultivo; y distínguense al par en vivacidad y expansión los naturales, y en aliño y gracia las payesas, tipo privilegiado, si no el más genuino, de las de la isla : es allí mayor el movimiento, más fre- cuente y apacible el trato, más grata y cómoda la manera de vivir. Puerto Colom, que así se llama el de aquel término, favo- recido por la naturaleza con más ventajas que los contiguos de Manacor y Santanyí, no es como estos una triste cala sólo fre- cuentada de lanchas pescadoras, sino que sale por su boca humeando indígena vapor á exportar sus vinos al extranjero, y se cubren de improvisados almacenes y casas de recreo sus bordes circulares, mientras que no lejos de allí en la Horta brota con su oratorio anejo un lugar considerable. Digna de la categoría de ciudad á que acaba de ser elevada en razón de su vecindario (tí^), aunque inferior todavía al de Manacor su com- petidora y su cabeza judicial, Felanig se agranda y embellece, recostada como Pollensa en un Calvario de pendiente cuesta y amenas vistas, por cuya falda trepa un nuevo barrio, envol- viendo la Torre baronial de Pedro Pachs señor alodiario del terreno: presídelo la linda iglesia ojival dedicada á San Alfonso Ligorio por un ejemplar sacerdote, artística creación de D, Pe- (a) No llega según el último censo á i 2,000 almas, á pesar de que se calcula en más de 13,000. La expedición del título de ciudad data del 1886 en 2 de No- vicmbre. 1128 ISLAS BALEARES dro Penya que hace revivir así los monumentos como las trovas de nuestra Edad-media, tercer templo que ha venido á reforzar oportunamente la ancha parroquia y el espacioso que fué de frailes agustinos. Nombre ^pelfgresía son más antiguos que la villa, no erigida sino en 1380 por la organización poderosa que imprimió á toda aquella región el segundo rey de Mallorca: el nombre, de ignorado origen y sentido, era el mismo ya, por más que se diga, al ser adjudicado el distrito á Ñuño Sanz; la parroquia existía desde antes de 1248, no con el título de San Miguel que luego t^vo,|.sino de Santa María y San Juan, según consta por la bula. Era'^^ya promedíelo el siglo xvi, cuando su techumbre de madera sé %ocó en Bóveda apuntada, pero con tal aplastamiento y faltá ,dé" "^conven lente altura, que por ^má^s que se haya trabajado i|llimamente en bajar el. suelo para dar á la nave desahogo, nd/ha podido fa desproporción corregirse por completo. Nada |o_^emás sç ha omitido en nuestros días tocante á enriqüeéerM y restaúrarla en sü género, que no es el de la fachada ; à·'ésta la desgracia de recibir en su frente el pesado seMo'\dfl churriguerismo, y la hace parecer más encogida la suntüóá'4 en otro caso le daría majestad. Por otra escalinata' que^ d tiene, bájase á una caudalosa fuente, cuya importancia publican y aumentan esplén- didas obras, y cuyo inmerhorial hallazgo agradeció la población á Santa Margarita como tverificado ;en su fiesta, aclamándola por especial patrona. í A espaldas de la atorre'^parroquial, cuadrada y mocha, per- forada con numerosas ventanas, se levanta la moderna del mu- nicipio; y á corta distancia da plaza Arrabal indica la exten- sión que fué tomando por ''él norte la villa en largas y rectas calles, después que se f^náójen extremidad el con- , vento de San Agustín,' éu^á dés^éjáda y blanca iglesia parece construida para copiosa asistencia de fieles y solemnidad de culto, como si presagiara sus destinos. Más tarde se redondeó por los restantes lados el pueblo, quedando marcado el primi- ISLAS BALEARES tivo centro en una docena ó poco más de irregulares manzanas, formadas no obstante por el mejor caserío. Generalmente el de Felanig, aun antes de ser ciudad, era el más ciudadano de todas las villas; pero mejor timbre que esta y otras muestras de flo- reciente cultura son para ella sus establecimientos de benefi- cencia y enseñanza en ningún punto más cristianamente monta- dos, el antiguo hospital renovado con esmero, el hospicio- adjunto, la casa y oratorio de las hijas de la Caridad que con especiales reglas se derraman desde aquel foco por la isla ente- ra, las escuelas gratuitas de Ligorinos con acreditada sucursal en Palma. Plantas son espontáneamente producidas por el fecun- do suelo, cuya singular vitalidad no hace medio siglo puso Dios á terrible prueba, dejando caer el exterminio sobre la población congregada cabalmente en acto religioso; y el holocausto de tantas víctimas inocentes ó bien dispuestas parece haber atraído las bendiciones del cielo, no sólo compensando en corto período las quiebras, sino fortaleciéndola y multiplicándola. Represén- tase con estremecimiento á la memoria, á vista del reparado pretil que se levanta todavía sobre la calle al pie del flanco me- ridional de la parroquia, aquella penitente procesión del Via Crucis detenida allí en la tarde del domingo de Ramos, 31 de Marzo de 1844, á oir la predicación del doloroso encuentro de María con su divino Hijo, y de súbito el inmenso y sordo es- truendo, superado por un solo agudo grito, del derrumbamiento del paredón con sus innumerables espectadores sobre la muche- dumbre no menos compacta de abajo, formando un acervo de cadáveres aplastados en brevísimo trecho ó sofocados por los escombros, y toda la noche extraídos hasta el número de 414, muchos apenas reconocibles por la ropa, los concejales con sus insignias, los clérigos con su traje de coro, con su túnica y su corona de espinas y su cruz el sacerdote que representaba al Nazareno. No hubo sexo ni edad ni clase que no pagara allí su fatal contingente, ni casi familia sin luto; hijos, padres, esposos, hermanos, ricos y medianos y jornaleros, mezclaron en uno sus 142 ISLAS BALEARES lágrimas y funerales. Admirable Providencia! ¿quién de los de- solados naturales ó de los compadecidos forasteros había de en- trever allende la inaudita catástrofe tan cercano y brillante por- venir ? Para darse cuenta á la vez del poblado recinto y de la cam- piña sembrada de innumerables predios hasta donde alcanzan los ojos, pues en pocas comarcas se halla tan subdividida desde época la propiedad, conviene situarse en la cima del temprana Calvario ó de cualquiera de los cerros coronados de molinos primer término circunscriben á Felanig, cerrándole la que en llanura, á no ser por los pasos abiertos en todas direcciones hacia las villas colindantes, y registrar desde allí el horizonte limitado en torno por alturas que no permiten descubrir el mar á á dos leguas de distancia. Dos edificios asoman á sudeste y sur en las más altas cumbres de la cordillera: un santuario y un castillo. Es aquel uno de los más antiguos y devotos, aunque con el título de San Salvador, que en correspondencia con el de Lluch dedicaban á porfía los pueblos á Nuestra Señora, aumen- tando el fervor con lo arduo de la subida, y elevándose al nivel de la posición la confianza, como si llegaran allí más de cerca y á más extenso radio las mercedes celestiales. Erigióse en 1348 con real aprobación de Pedro IV á instancia de Romeo Burgue- ra, que se encargó con sus ermitaños de dispensar la hospitali- dad á los peregrinos y de tributar á la venerada imagen peren- ne culto: á lo primero hay destinadas unas tres docenas de aposentos, á lo segundo una iglesia que excede las ordinarias dimensiones de oratorio, nave de bóveda ojival que en una de sus capillas laterales conserva un curioso retablo de piedra, compartimientos presentan en relieves la historia del cuyos Passio imaginis ó sea la del Cristo de Berito en poder de los judíos, tan recordada en la Edad-media. Depúranse con el aire los sentimientos ensánchase la mente con el espacio desde el y culminante mirador de la cresta, de donde nadie baja sin llevar- se de la romería algo de superior al deleite efímero de una ex- ISLAS BALEARES cursión campestre y aun al goce semi-ideal del panorama, tanto más esplendente cuanto más descuella sin competidor el puig sobre la verde llanura de media isla por un lado, y por otro sobre la azul del mar y las azules costas de Menorca al nordes- te y las más próximas de Cabrera al mediodía. Con ser tan monumental la fábrica del castillo, es todavía reciente respecto de su historia. Piérdese en la noche de los tiempos por su índole latina el nombre de Santueri, análogo al de santuario cuando no al de algún santo especial (¿í), y la tra« dición da por segura su inmemorial existencia, coetánea de la del de Alaré y del de Pollensa, haciendo á los tres inseparables en vicisitudes y destino. Sobre el de Santueri tenía el conde Ñuño ciertos derechos anteriores á la conquista, puesto que los reserva al firmar como uno de los magnates las concordias con el rey celebradas, ora procedieran de anticipada donación del soberano, ora de heredados méritos ó servicios de algún cam- peón en anteriores jornadas (<5), y lo obtuvo en realidad, y fué tal vez motivo para que en la división de tierras se le asignaran aquellas en que dicha fortaleza radicaba. Fueron ganados por armas los tres castillos mucho después de rendida la ciudad, en la primavera de 1231, á la segunda venida del conquistador, tardanza que apenas se comprende respecto del que tan aislado se hallaba de la sierra por dilatadas llanuras. Muy pronto, in- corporada á la porción del rey la de su primo, tremoló en las almenas de Santueri lo mismo que en las de sus compañeros el pendón real, y lo guardaron en paz durante tres siglos sus al- (a) Véase lo arriba dicho pág. 112 3 en la nota á propósito de la relación entre Montueri y Santueri y sobre las caprichosas etimologías á que se prestan, trans- formando en Mons irce al primero y en Centum uiri al segundo. (&) Salvo jure meo castri de Santueri et donationem quam inde habeo, dice así en el documento de 23 de Diciembre de 1228 como en el de 28 de Agosto si- guiente. Con efecto en la escritura de cambio de 29 de Septiembre de 1231 entre el rey D. Jaime y el infante de Portugal, no se reserva aquel sino los castillos de Alaró y Pollensa, haciendo omisión del de Santueri que había ya entregado á don Ñuño. V. pág. 131 nota b. ISLAS BALEARES caides, sin oponer resistencia á los cambios políticos, y sin pre- servar siempre de invasiones piráticas á Porto-Golom, Porto- Petro y Cala-llonga confiados particularmente á su custodia. En aquel período desaparecieron los restos arábigos, y si algo de romano ó de imperial había, para fundirse en aquel macizo cuer- po de muros, cuya planta se conforma al corte de la tajada peña, almenados unos, rasos otros, ceñido de matacanes el de la entrada lo mismo que la esbelta torre de la esquina que en su redondez discrepa de los demás torreones rectangulares: no los taladran sino aspilleras, nada encierran sino ruinas, pero su exterior cuenta con robustez bastante para prolongar un poco más el encantador y melancólico crepúsculo de su vida. Bajo sus actuales formas á corta diferencia debió de presentarse en Agosto de 1521 á los agermanados de Felanig, al intimar el desocupo al procurador real Burgués que en él se mantenía, y que continuó durante medio año abasteciendo de pertrechos y víveres á pesar del bloqueo, hasta evadirse del puesto y de la isla, legando la defensa á una guarnición de once hombres nada más, sostenidos ú hostilizados por los habitantes de la villa y término, según su respectivo bando (a). Fué Santueri en el transcurso del 1522 una piedra de tropiezo para los rebeldes y una esperanza de los leales, hasta que en el mes de Noviem- bre, ocurrido en Felanig el asesinato de su baile Onofre Fe- rrandell, compitieron muchos sin distinción de colores en refu- giarse dentro de la fortaleza, haciendo común alarde de fidelidad á fin de substraerse al castigo. Mayor tenacidad era de recelar á favor de la Germania en la patria de Juanote Colom (¿5). (a) Véase la iparte, págs. 365, 384 y 404. (b) Era, no cabe duda, natural de Felanig, según manifiesta lo común que era allí su apellido y el tener en la villa un hermano y un sobrino (pág. 407), gloria más ruidosa que envidiable, como lo es la de haber dado el sér al rey de los ar- quitectos Guillermo Sagrera, al venerable Catany en competencia con Lluchma- yor, y á otros religiosos insignes en virtud cuyos retratos guarda la casa de Ayun- tamiento. ISLAS BALEARES Entramos otra vez, para no dejarlo ya hasta el fin de la correría, en el distrito inconmensurable de Montueri, que per- maneció casi una centuria indiviso y poco menos que despobla- do, sin más trabazón que la ineficaz dependencia del reducido pueblo situado en apartada extremidad, cuando Jaime II sintió la necesidad de distribuir y amojonar aquel ilimitado baldío, creando de trecho en trecho villas que fueran otros tantos focos de actividad para los términos que en proporción conveniente se les señalara, y aprovechando para darles nombre y sitio las preexistentes comarcas, el más ventajoso terreno, los grupos de caserío ya formados con mejores auspicios. Surgieron á la vez completas y adultas Santanyí, Campos, Lluchmayor y Al- gayda, repartiéndose entre las tres primeras las dilatadas mari- nas que en ángulo se juntan al sur de la isla frente por frente al suelo africano. Á Santanyí tocó la costa que mira á levante con Cala-llonga y Porto-Petro, así nombrado desde tiempos re- motos por ignorado motivo que acuden á suplir las más extra- ñas tradiciones; y el fortín que lo defiende como en otro tiempo la cadena que lo cerraba, y las torres todavía de pie sobre nu- merosa serie de calas, y el gran faro que alumbra el cabo de Salinas, aguda esquina desde la cual da vuelta hacia poniente la ribera antes de tocar la raya del término, animan el desierto litoral, enfrente del cual, separada por un estrecho de doce mi- lias, desenvuelve Cabrera sus montes y senos, al lado de la menor Conejera, en medio de flotantes islotes (a). No es el eventual natalicio de Aníbal bajo la fe de la ambigua frase de Plinio, ni las penalidades de los soldados de Napoleón allí pri- sioneros, sufridas por efecto de imprevisión más que de cruel- (a) Contiene Cabrera, bien que montuosa, varias fuentes y tierras cultivables y extensión bastante para admitir población, y en su circuito de catorce millas numerosas calas además del puerto. Cupo en el repartimento á Ferrer de Sant Martí paborde de Tarragona, y perteneció sucesivamente á las familias de Çara- goça, de Berard, de Malferit, de Sureda Çanglada y últimamente de Font y Roig. Sobre el castillo, v. pàg. 467 y sig. ISLAS BALEARES dad en las autoridades del país, los más obvios recuerdos que suscitan aquellas aisladas peñas, nido de corsarios mientras es- tuvieron á merced de los infieles para acechar á su abrigo y derramar la desolación en la vecina tierra por tantos puntos ac- cesible. Cabrera fué para los pobladores de Santanyí un cons- tante peligro y amenaza, hasta que fortificó su puerto á fin de cerrarlo al enemigo; y aun así, edificado el castillo, fué más de una vez derrocado en el curso del siglo xvi, y mal podía guar- dar el que á sí propio no se bastaba. No solamente la costa, sino los predios y la misma villa, situada más de una legua adentro, trataron de prevenirse contra las invasiones berberis- cas con torres y muros, donde se guareciesen siquiera las per- sonas en un rebato, ya que los campos quedaban abandonados á la tala y los frutos al saqueo. Paralizado en su desarrollo el pueblo por la inseguridad, mantúvose corto y pobre con excepción de unas pocas familias, y como de clase inferior, no obtenía representación en el conse- jo general sino por años alternados. Si atendemos al final acen- tuado de la palabra, Santanyí procede, no tanto de Sancti Agni, como del diminutivo Sancti Agnini^ aunque la parroquia, cuya erección no parece haberse anticipado cual otras á la de la villa, no lleva semejante título, sino el de San Andrés apóstol: su fá- brica es reciente y de piedra del país, incluso el retablo mayor, en sustitución de otra menor, bien que de tres naves (a), de bó- veda ojival, ensanche á su vez de la primitiva cuya espadaña se denota aún exteriormente. Convirtióse en fuerte el templo á la entrada del recinto amurallado, con que rodearon sus vivien- das por no desampararlas los infelices vecinos ante la siniestra perspectiva de cruel cautiverio ó de enorme rescate; y el arco de entrada y los restos de la cerca y las torres por fuera dise- (a) No de planta arquitectónica, sino marcando sucesivas agregaciones para aumento de capacidad: subsiste incorporada á la nueva, y aprovechada con desti- no á varias dependencias. De la actual lo más notable es el celebrado órgano de los dominicos de Palma, que colocado allí no luce como debiera. 1136 ISLAS BALEARES minadas de los que por cuenta propia habían de defender por más excéntrica su habitación, atestiguan las zozobras, las pérdi- das, los infortunios que deploraban y que los ponían sin distin- ción á igual rasero de miseria {a). Débiles, abatidos, no pudie- ron redimir con un día de gloria sus prolijos agravios como Valldemosa, como Sóller, como Pollensa, y desbaratar en vigo- roso encuentro las sorpresas de los agresores. Pero restable- cióse gradualmente el sosiego en las costas, deshízose la funes- ta pujanza de la media luna sobre el Mediterráneo; y la pobla- ción fué dilatándose y respiró libre de su opresora cintura. Des- de el angosto perímetro que aún señalan las ruinas ha llegado á la desahogada extensión de ahora, así como de cien casas á mil y quinientas en tres centurias, al par que crecen en el tér- mino las aldeas, y al norte la Alquería Blanca y al oeste las Salinas forman ya lugares de cuantía al rededor de sus iglesias, ampliándolas al compás de su ensanche ó más bien fabricándo- las de nuevo con largueza y buen gusto {ò)\ junto á la primera asoma en aislado cerro el antiguo santuario de la Consolación que también pasó un tiempo por la necesidad de fortificarse. Hoy sustenta seis mil personas el territorio que yermaban á la vez los argelinos y las carestías, gracias al aumento del cultivo, pero sin haber mediado notable subdivisión en la propiedad: subsisten vastas fincas en poder de ciudadanos, subsiste casi entera Sa-vall^ cuyas inmensas llanuras quiso igualar en exten- sión Pedro Catlar, hace quinientos años, con las de sus monta- ñas de Massanella; granja más bien que quinta, con almenado (a) Contristan las exposiciones en que mendigan socorro á sus necesidades así el municipio como los particulares por los años de i 543 á 46, época que re- dujo al mayor abatimiento los antiguos linajes de Albert, Bonet y Llaneras, pros- perando únicamente el de Danus domiciliado ya en la ciudad, el cual se había de- clarado por la Germania. Cincuenta cautivos se llevaron por entonces los moros; en la cerca se trabajaba hacia i 570. (¿7) Es elegante en su moderno estilo la de la Alquería Blanca, edificada me- dio siglo hace bajo la dirección del acreditado maestro Juan Bauzá, con cúpula y dos torres; y está en construcción la de las Salinas que promete ser una espacio- sa nave. ISLAS BALEARES II37 reducto y puente levadizo de carácter defensivo mejor que feu- dal, y con sus estanques de sal parecidos á lagos de nieve. Santanyí no tiene más historia que la inexplorada y acaso inex- plorable que encierran allí los túmulos ciclópeos de la primitiva raza isleña y las romanas sepulturas, pródigas en lámparas y no avaras de inscripciones (a), ni más monumentos que los que han salido de sus canteras inagotables, recibiendo como flexible cera ideales formas como la Lonja de Palma ó el Castel Nuovo de Nápoles. Siguen á poniente por la marina de Campos vestigios de remotas edades en abundancia, montones de pedruscos de esos que el vulgo llama atalayas y atribuye á los gigantes como á los celtas el erudito (<5), objetos arqueológicos de metal ó de barro descubiertos á cada paso y casi á flor de tierra, demos- trando la singular preferencia con que fué habitado aquel raso y pantanoso suelo, quizá el menos atractivo de la isla, por las rudas tribus indígenas y hasta por los cultos dominadores que las sometieron : con lo cual y con el nombre de Palmer^ llevado por el territorio ó caballería sobre que fundó su marquesado la casa Des-Catlar, sobró para que en él situaran algunos anti- cuarios mallorquines la Palma de que habla Plinio (r), colonia de ciudadanos romanos fundada por Metelo, al otro extremo de su coigual Pollensa, disputando su indeficiente é ilustre as- cendencia á la capital, que con más ventajosas condiciones y títulos mejor razonados mereció apropiarse la eufónica palabra resucitada al cabo de diez y seis siglos. Los mismos baños ter- males que en aquel sitio, insalubre todavía á pesar de las mo- dernas obras dirigidas á su canalización y desagüe, brindan á {a) Hasta veinte y dos trae Hübner descubiertas en Santanyí, menos una en el Palmer de Campos, es decir, más de la mitad del total de las de Mallorca, todas sepulcrales, aunque ninguna contiene indicaciones de grande importancia para la historia ni para la geografía. {b) Véase lo dicho por Piferrer pág. 21 y sig., y más detenidamente en el ca- pítulo IV de esta 3.® parte. (c) Pág. 24 nota a. M3 ISLAS BALEARES múltiples dolencias con el remedio hasta la entrada del estío, hay quien supone fueron ya conocidos por los romanos, á quie- nes se atribuye su denominación de Font-santa; sin embargo, hasta mediados del siglo xv no empieza memoria de ellos por ciertos cargos de cuestor y bañero que confería el munici- pió, y más adelante por la construcción de una hospedería puesta por breve tiempo al cuidado de frailes carmelitas. De fábrica posterior es el actual oratorio de San Juan, y de medio siglo acá data el establecimiento, que ningún aliciente presta en su estrecho local ni en sus áridos contornos y adusta playa para llamar y entretener la aburrida concurrencia. Sepáralo de la villa en dirección á norte una larga legua de camino, á cuya orilla sale al encuentro la espaciosa ermita de San Blas, de an- tigüedad y devoción notorias, pero que no hay motivo para suponer que fuese la parroquia primitiva (a). A San Julián cons- ta dedicada ya en 1248 la de Campos, que así se llamaba la comarca mucho antes de erigirse en villa, expresando con voz latina, no se sabe si impuesta á la sazón ó si conservada entre los mismos sarracenos desde tiempos anteriores, la naturaleza de aquellos páramos, mucho más desnudos de arbolado enton- ees, á semejanza de la tierra de Campos en Castilla. Imprimen no vulgar fisonomía á las anchas calles del pue- blo las puertas del caserío trazadas en arco de medio punto, el ventanaje con frecuencia esculturado y el rojizo color de los materiales, gracias á la escasez de renovaciones que echan á perder por lo común lo que artísticamente no mejoran: y es que allí no las estimula el estacionamiento del vecindario, que superior en otro tiempo al de Santanyí á fuer de menos expues- (a) Sostiénelo el apreciable historiador de Campos D. Francisco Talla- das (1746-1818), suponiendo que el pueblo estuvo antes situado en el Palmer, de cuya translación á su actual asiento falta prueba fehaciente. Antes de la parro- quia conocida en su tiempo y en el nuestro hasta 1858, y construida en el si- glo XVI según los datos suministrados por él mismo, hubo de existir otra que por ningún concepto pudo ser la de San Blas á tanta distancia de la villa. ISLAS BALEARES to á las incursiones de la morisma, va quedándole ya mucho en zaga, sin bajar por esto de 4,300 personas que tiene la ven- taja de no compartir con aldea alguna dentro del término. Lo que ha sufrido transformación completa es la iglesia parroquial, que á los tres siglos escasos de construida no ha retenido sino la torre, coronada en su vértice por la figura del santo patrono á modo de veleta, para adaptarse hace pocos años al tipo im- portado de Roma por algún entusiasta peregrino; y á estilo de basílica ha levantado sobre pilastras la bóveda semicircular y el cascarón del ábside, vistiéndolo todo de rico artesonado que produce novedad, pero que no desearía ver sustituido por regla general á la crucería de los arcos, y menos en país donde esca- sea el maderaje y abunda tanto la excelente sillería. Quédanle memorias de párrocos distinguidos {a)-, no hay joya empero que iguale en estima al cuadro puesto en una de sus capillas, obra del pincel de Murillo ó dignísima de serlo, que representa á Je- sus en la noche de su pasión, sentado en una piedra, con la divina expresión de mansedumbre que le ha hecho titular nues- tro Señor de la paciencia (ó). Del hospital fundado en 1449 per- manece el oratorio con bóveda cruzada y el retablo de los san- tos Cosme y Damián pintados sobre tabla, y del convento que establecieron los Mínimos en 1607 el templo fabricado mucho más tarde, con cuya reedificación se perdió la memoria del en- tierro del venerable fray Juan Alzina, que fallecido en 1646 ha- bía ilustrado con sus virtudes la naciente casa. Fué Lluchmayor sin comparación el más dilatado de los {a) Entre ellos el insigne Arnaldo Albertí, canónigo é inquisidor de Mallorca y más adelante obispo de Pati en Sicilia, que en 1516 como rector de Campos al- canzó para su iglesia el Lignum Crucis, y el Dr. Cristóbal Fiol que desempeñó aquel curato de 1646 á 1661 y después en la capital importantes cargos hasta su fallecimiento en i 702, dejándonos en su noticiario curiosos y abundantes datos para la historia detallada del siglo xvii. {b) Adquirió en Sevilla esta preciosa pintura á principios del corriente siglo D. Julián Ballester, hijo de la villa y capellán del cardenal Despuig, señalado por sus conocimientos en bellas artes. ISLAS BALEARES términos formados en 1300 del fraccionamiento del distrito de Montueri, como que constituye casi una décima parte de la ex- tensión de la isla entera ; y si en el primer repartimiento no so- nara ya su bilingüe nombre aplicado á una alquería de veinte y cinco yugadas dada á Ramón de Sant-Martí, dedujérase con singular propiedad de su prolongada ribera (tít), la mayor ver- daderamente entre las vecinas, desde su confín con la de Cam- pos hasta el que termina en los arenales de Palma, dando la vuelta por el cabo Blanco, mojón oriental de la espaciosa bahía, dentro de la cual forma dos leguas largas de alta y escarpada orilla que toma con los reflejos del sol poniente el color y brillo del coral. Trecho bastante pues ofreciera la costa, de la cual por cualquier punto dista la población otro tanto, para fundar otra villa, como parece trataba de hacerlo Jaime II en el mismo cabo, quizá llamado primitivamente del Cuervo como indican los contiguos predios de Capucorp^ señalándole por término la feraz marina que en años lluviosos es el granero de Mallorca: desvaneció su proyecto la muerte al año siguiente de concebido, y no permitieron ocuparse de él á sus sucesores más graves y urgentes cuidados. Aún no llevaba cincuenta años de villa Lluchmayor, cuando cesó de ser estado Mallorca: en sus aire- dedores vió caer, no el trono hundido ya seis años atrás en Pa- güera, sino al postrer monarca, ceñido en vez de corona el casco, al frente de un tropel de aventureros y asalariados, lia- mando á las puertas de su reino que entre atónito é indiferente no le respondió. No busquéis cruces de piedra ni conmemora- ción alguna de la dolorosa tragedia, ni os prometáis sacar con vuestras preguntas un suspiro ni siquiera un recuerdo de la joven campesina ó del viejo labrador, que nada saben, nada (a) Sabido es que Lluch en arábigo significa ribera, aunque en ocasiones se interpreta por : es errónea pues de todo punto la etimología que pretende derivar el nombre de Lluchmayor de lucus ó bosque sagrado, y todavía más ab- surda la de Llum-mayor, entendida por luz, empezando por adulterar la orto- grafía. ISLAS BALEARES comprenden, nada han oído contar de humanos huesos ó de mohosas armas removidas con el arado {a). Y este olvido, no mayor ahora al cabo de cinco siglos y medio que uno ó dos después del suceso probablemente, es lo más acerbo y triste de la catástrofe, que dejó en la historia tan hondos rastros, y nin- guno en los sitios que auxilie la memoria, dé pábulo á los ojos y avive la fantasía. No obstante, si os fiáis del vulgo mejor que de algún erudito, en cuyo seguimiento sin duda se equivocó el autor del mapa de la isla (<5), os mostrará al nordoeste y á me- dia milla escasa del pueblo el camp de sa bataya^ ignorando tal vez qué batalla sea, nombre conservado sin intermisión en las cabrevaciones durante más de dos centurias, que unido á los antecedentes y movimientos de entrambas huestes, y á los ca- dáveres descubiertos de vez en cuando en dispersos hoyos, de- ciden la cuestión á favor de aquel terreno (¿:). La jornada, más que sangrienta, fué decisiva y transcendental; y si no pasó de diez peones y cuatro jinetes la pérdida de los vencedores, no pudo ser harto copiosa la mortandad en los infantes y caballe- ros que con su rey pelearon á pie firme, aparte de los que ca- (a) Véanse atrás, en el epílogo de este cap. IV, pág. i 11 i, los sentidos rasgos de excelente poesía, pero poesía al fin, que dedica Piferrer al deplorable aconte- cimiento. (b) En el publicado á nombre del cardenal Des-Puig en i 784 las espadas cru- zadas, que denotan lugar de combate, figuran al sudeste de la población entre los caminos de Campos y Porreras, en dirección opuesta al que marca el detenido es- tudio así de los datos como de los lugares. Si Jaime 111 pernoctó el sábado 24 de Octubre en Lluchmayor, si salió en la mañana del domingo con su ejército hacia la ciudad de donde procedían las tropas de Centelles y de Corbera,cuál podía ser el palenque del encuentro sino el camino de la capital? Y la huida de los ven- cidos con rumbo á la costa, acosados una legua larga, ¿por dónde había de ser sino por la vía más corta en busca del cabo Enderrocat^ junto al cual debían de anclar sus ocho galeras rechazadas de Portopí el jueves anterior y echadas de la bahía? Véanse en el apéndice adicional, núm. 2, los partes de Centelles á Pe- dro IV, pág. 614. (c) Llámase al presente Son Monjo por el sobrenombre de uno de los dueños de las varias piezas aglomeradas en la formación del predio. El primer documen- to en que le he visto nombrado Camj) de la Batalla data del i 5 37, y con este nom- bre continúa hasta promedios del siglo pasado. No lejos de él hacia la derecha se halla establecido el cementerio. ISLAS BALEARES mino del mar perecieron en la fuga ó se rindieron á prisión. No importa grabar en piedra ó bronce la fecha del 25 de Octubre de 1349: quédense por indeleble monumento el suelo y el ho- rizonte que no pasan ni se renuevan, y algún objeto inmóvil y culminante, si lo hay en la arbolada planicie, á no ser algo apar- tado á la derecha el berroqueño y melancólico obelisco (Puig de las Bruxas) que se destaca por aquel lado del monte de Randa. Pequeña y humilde sería la iglesia de Lluchmayor, donde estuvo en depósito, declara Centelles, el truncado cuerpo de Jai- me III, sin duda la misma dedicada ya á San Miguel á que se refiere la bula de 1248, puesto que no fué menester la creación de la villa para que muy de antemano se poblara el vasto terri- torio, como prueba el gran número de sus principales alquerías continuadas en el repartimiento {a). De lo que podía ser la pri- mitiva parroquia, indicaré como ejemplo más que como vestigio un arranque de arco y una ventana marcada en la pared media- ñera delante del templo actual, que pertenecieron según fama á una inmemorial capilla de la Virgen de la lactancia : tratábase ya en 1343 de fabricar una iglesia congruente al rápido des- arrollo de la nueva villa, pero en 1420 se controvertía aún en- tre los vecinos y los propietarios de fuera la respectiva propor- ción en que habían de contribuir á las obras, cuya decisión en i.° de Junio remitió al gobernador Prócida el rey Alfonso V detenido aquellos días en Mallorca de paso para Cerdeña. A.n- tes de tres siglos reclamó mayor capacidad el aumento de la (a) Entresacadas del catálogo de las del distrito de Montueri las del término de Lluchmayor, resultan las siguientes con su actual correspondencia : dence Galdent, Aben-ferro Beniferri, Beni-lagan Binielegant, Al-maynona Sa-May- mona.^ Beni-hicar Binificat, iWnwr Mina, Pilura, Pérola, Aben-noch Bennoch, At- torrechy Torretxi, Al-lavaza, Sa-llepass.a, Passaron idem, Da-Gomera Sa Gomera, Goronda Garonda, y tal vez algunas otras. Abundan además en la comarca opu- lentas heredades, tales como la Torre de Vilallonga que acaso sea la alquería Al-borge en arábigo torre, Ca'l Hereu ó Son Juliá, la Águila, Sollerich, Lluch-Amet, Capucorp, poseídas desde tiempo antiguo por ciudadanos. ISLAS BALEARES feligresía, y desde los primeros años del xviii empezóse por ampliar las dependencias; mas era ya en 1782 cuando se echa- ron los cimientos, no del ensanche, sino de la reedificación del templo bajo un suntuoso plan arreglado á la clásica reacción contra los desmanes del churriguerismo. Por desgracia no era uno sino dos los planes presentados por dos inteligentes del país, el uno Antonio Mesquida que á los méritos heredados de su padre Lucas juntaba mayores títulos, el otro fray Miguel de Petra severo en su gusto arquitectónico como en su profesión de capuchino ; y de este dualismo se resintió la dirección de las obras, bien que prevaleciese Mesquida y que en diez años ade- lantaran con increíble celeridad. A lo mejor aparecieron grietas, tuviéronse consultas, y se acordó aumentar desmedidamente la elevación de los muros á fin de que por cima de los ventanales pudieran enlazarse mediante arcos los contrafuertes exteriores. Hubo un período de incertidumbre y tregua, y reanudados en 1807 los trabajos, se impusieron más las dificultades: habían muerto entrambos iniciadores, cuando en 1814, hallándose eventualmente en la isla un famoso arquitecto de la corte, se le encomendó el difícil remedio. Trazó D. Isidro Velázquez hermo- sos planos (a), dos torres y un pórtico para la fachada, una lin- terna para el ya colosal cimborio ; pero la exagerada altura, que estruja, por decirlo así, las capillas haciéndolas parecer estre- chas, pensó corregirla sólo con subir el piso cuatro gradas, y la tapiada galería que á modo de tribuna corre por cima de aque- lias sobre columnas de orden jónico, no osó abrirla, con razona- do temor de quitar solidez á los costados, sino intermediándola con macizos perforados de balcones, que á Dios gracias no han pasado del diseño. Con vivas protestas de no separarse del en- carecido modelo, y haciendo y deshaciendo como la tela de Pe- nélope, ha caminado á su conclusión la fábrica á cargo de maes- (a) Consérvanse en la casa rectoral, y en el archivo el libro de fábrica de cu- yos documentos está sacada la relación presente. ISLAS BALEARES tros de la isla entre disensiones y penurias, con una sola torre y aun cerrados los intercolumnios del templete, sustituido el pórtico por un atrio debajo del coro para aumentar el ámbito, reducido el exterior á una enorme masa de paredones, y el in- terior á un grandioso hueco de nave, crucero y cúpula, que hace imponente en verdad el pardo color de la piedra, pero al mismo tiempo á una perenne y atormentadora disonancia producida por la desproporción del conjunto, cabalmente en un género que cifra su alabanza y goce en la armónica rigidez de las medidas. Descuella muy de lejos sobre los techos de la populosa villa el cetáceo de piedra, sin remota competencia con el convento de San Buenaventura, fundado en las afueras por los Observan- tes en 1598 antes de trasladarse á su actual asiento, donde con la protección de fray Pedro Roig obispo de Pamplona, levanta- ron del siglo xvii al xviii una iglesia regular y espaciosa, exen- ta de las pretensiones y defectos de la parroquial, remedando en la portada, no de muy buena mano, la de San Francisco de Palma. A pesar de exceder de nueve mil almas el vecindario, más compacto que en otros pueblos, Lluchmayor cuanto más grande menos se aparta en su alineado caserío del tipo común de los del llano, no presentando otra artística antigualla que dos gentiles ajimeces á espaldas de la parroquia, ni más facha- das modernas que unas pocas en el Borne y calles del centro. Po- bláronla sin embargo en todo tiempo numerosos y ricos habitan- tes; poco dóciles á dependencia de señoríos aristocráticos, hasta el punto de rechazar á mano armada en 1438 el que pretendía imponerles Pedro Catlar por gracia del soberano ; violentos y tenaces en sus banderías interiores, pero en los alzamientos ge- nerales no los más acalorados, como lo acreditaron en el de 1451 siguiendo al lugarteniente hasta Muro en su expedición pacificadora, é interponiendo en 1521 su mediación entre los agermanados y los de Alcudia para prevenir el rompimiento (a)-, {a) Primera parte, pág. 371. ISLAS BALEARES 1145 exentos de asaltos y sorpresas enemigas por la gran distancia de la costa, mas no de daños y cautiverios individuales en la ma- riña durante la segunda mitad todavía del siglo xvii. Con su proverbial vigor, por no decir rudeza de carácter, se han herma- nado no rara vez en los naturales insignes virtudes y talentos esclarecidos que ilustran la población con antiguas y recientes glorias (a). Hay al norte y á corta distancia de Lluchmayor, interpuesto entre ella y Algayda, un monte célebre como pocos, visible por todos lados no sólo de la isla sino del mar circunvecino, á causa de su aislamiento más bien que de su elevación, si no se toma en cuenta la del terreno sobre que está asentado. Visto desde la ciudad, á cuyo oriente campea salvando una intermedia lia- nura de tres leguas tapizada de verdor y salpicada de caserío, aparece en forma de dos gemelas cumbres suavemente tornea- das, teniendo la prolongada cuesta por base común con las dos villas asomadas al horizonte á izquierda y á derecha al extremo de su peculiar camino : de cerca se descompone en un grupo de cerros encajados ó sobrepuestos, por cuyos áridos senos cule- brea la línea divisoria de ambos términos. Un devoto santuario, una austera ermita, una escuela de ciencia partida de celestial inspiración, santifican aquella soledad y se distribuyen sus altu- ras é ilimitadas perspectivas; y el inmortal nombre de Randa que lleva el todo, correspondiente á mirto ó áloe en lengua ará- biga, se ha comunicado al pintoresco lugar sufragáneo de Al- (a) Reconócenla por patria el célebre fray Catany aunque disputado por Felá- nig; el virtuoso canónigo Abrines, confesor de la beata Catalina Tomás ; los sabios Francisco y Miguel Tomás Taxaquet, tío y sobrino, obispo aquél de Ampurias y éste de Lérida, donde murió en i 578 al mes y medio de su entrada, en el vigor de su edad, esclarecido por sus obras y por sus cargos en el concilio de Trento; el mencionado obispo Roig, y aparte de otros menos conocidos ó averiguados, el que lo ha sido sucesivamente en nuestros días de Menorca y de Mallorca, el inol- vidable D. Mateo Jaume, en ciencia y bondad tan señalado. Mereció Lluchmayor tener por historiador especial al infatigable paborde Terrassa y por oriundo del suelo al historiador general D. Vicente Mut, no menos que contar entre sus hijos de orden religiosa bastantes escritores. 144 1146 ISLAS BALEARES gayda, recostado al pie del monte y á la entrada de sus fauces, entre murmullo de aguas y frondosidad de olmos y de frutales que le dan en tan yermo sitio el encanto de un oasis, antiguo como aldea, y no elevado todavía á población considerable. Tomó por titular á Ramón Lull, durante lo más acerbo de las contiendas suscitadas acerca de su culto, la aneja fundada en 1765, cuya sencilla fábrica y graciosa torre abren la serie de monumentos erigidos en la comarca al varón prodigioso que la llena de su gloria. Gracia es el primer oratorio que se en- cuentra á la subida, situado en la vertiente meridional, y con esta advocación lo celebraba en sus dísticos Nicolás de Pachs á principios del siglo xvi, á los pocos años de establecido el terre- no por el dueño de LAresta á fray Miguel Galmés, que instaló bajo el gigantesco dosel de la roca una grande y hermosa figu- ra de la Virgen {a). Crecieron por grados con la afluencia de los fieles la iglesia y la adjunta hospedería, confiadas en 1527 á Guillermo Ramell y sucesivamente á otros celosos sacerdotes por los jurados de Luchmayor, cuyo inmenso territorio desde allí se domina hasta la ribera muchas leguas en contorno. Des- pués de 1644 una y otra todavía han necesitado de ensanche, pero no hay construcción de importancia ante la grandeza del avanzado peñón que la cobija, nave fantástica con su ábside, de que no parece quedar en pie sino una mitad, desgajada la otra mitad que ha rodado por la pendiente. Trépase desde Gracia, volviendo al suelo de Algayda, á la ermita de San Honorato, escalonada más arriba, como en la vida espiritual los grados de perfección ; el horizonte es el mismo, pero visto de mayor altura. Edificóla fray Arnaldo Des Brull y ben- díjola en 16 de Enero de 1397 un delegado del obispo Prades, (a) Su talla indica ya la proximidad del renacimiento ; el rostro es de bellas facciones, ojos azules y dorado cabello. No hay objeto allí que acompañe en anti- güedad á la imagen sino una piedra colocada en la azotea y por sus dos caras es- culpida con toscos relieves, que representan, si mal no recuerdo, el entierro de Jesús y la anunciación de María. ISLAS BALËAkËS II47 según consigna en góticos caracteres la inscripción colocada so- bre el ingreso de la reducida iglesia que no es ya la de en- tonces, sino últimamente bien restaurada con motivo del pro- yecto iniciado de imprimir más vasto objeto y dirección á aquel retiro {â). Durante cinco siglos apenas le han faltado morado- res, sencillos anacoretas ó abstraídos sabios, ó con este doble carácter á la vez, á semejanza del gran modelo propuesto á to- dos, rompiéndose y reanudándose á cada generación el hilo de la comunidad. Fecundas emanaciones y vitales gérmenes baja- ron constantemente de la cúspide bendita, donde brotó el ma- nantial de contritas lágrimas, donde estalló el cráter del infla- mado volcán de amor, que señalaron la conversión del distraído senescal de la corte mallorquina: allí en la cima del norte que deja al pie las restantes cimas, allí se recogió Ramón, dado en Marzo de 1275 á instancias de su familia por civilmente muerto para vivir en la contemplación; allí se sintió de repente con fuerzas desconocidas y portentosas para entender y amar, y se iluminó su espíritu, y ardió su corazón en llamas; allí los días y las noches en oración y las penitencias y los raptos y las vi- siones, y lo mismo que bajo sus plantas la isla entera y más allá los mares, desplegársele á su mente el Arte magna á fin de redu- cir las criaturas todas al Criador. Todo es en derredor aridez y austeridad y frío y desolado aislamiento; del caldeado suelo ape- nas brotan ya lentiscos, cual aquellos en que los entusiastas ad- miradores de Lull veían un tiempo escritos en misteriosas letras enigmas indescifrables ; y muéstrase derrocada por sus implaca- bles émulos, si no por azar natural, la sagrada cueva de su al- (d) Dice la lápida, corregidas en la fecha las equivocaciones con que anda im- presa: Hec capella, quam hediñcavil fr. Arnaldus de Brullio heremita ad honorem Dei et beati Honorati, auctoritate rev. dom. Ludovici sedis Majoricensis epi. fuit solem- niter benedicta per Blasium de Puteo prebrum. die martis XVI januarii anno Dni. MCCCBXXXXVII. Deo gratias. Á Arnaldo Des-Brull se asoció en la fundación Mateo Catlar, ambos presbíteros y de noble apellido. {b) Trátase bajo la protección del actual prelado de establecer allí un centro religioso para dar ejercicios espirituales á la vez que misiones por los pueblos. ISLÀS BALEARËS bergue: pero «las piedras enseñan virtud, y mueven á devoción las malezas (a).» De edificio nada queda que no sea posterior de muchos siglos: hasta el nombre de Cura, que lleva la imagen de Nuestra Señora en el desierto oratorio, es desconocido en los antiguos documentos, en los privilegios reales, en las dona- ciones otorgadas á las famosas escuelas», no constando otro que el genérico de Randa; ni es fácil fijar la habitación de los emi- nentes Lullistas que en el monte escribieron y enseñaron co- rriendo el siglo xv, Juan Llobet, Pedro Daguí, el veneciano fray Mario de Passa, fray Martín Carbonell, ni aún en el siguiente la de los maestros de gramática, cuya cátedra dotó en 1502 la universidad y más adelante un obispo titular de Constantina fray Juan Jubí franciscano, y de cuyos alumnos llegó la fama á oídos de la Santa Sede {ó). Educábase en sobriedad y aparta- miento sin distinción de clases la juventud mallorquina, nutrida de aires puros y vigorosos; y de aquel agreste sitio, recordado con placer en la edad madura, partían las más brillantes carre- ras, y tomaban vuelo los más insignes en letras y dignidades. Lo mismo que anualmente al asomar del Mayo subían allí con solemne acompañamiento los jurados del reino á bendecir desde la altura los frutos y sembrados de la isla, así bajaban bende- cidas de la montaña santa las generaciones que se iban reno- vando. Un abandono de cien años aún no completos nos deja de Cura, no interesantes ruinas, sino despojos mezquinos y caducos que no corresponden á la grandeza de la institución ni á las in- cesantes y cuantiosas expensas de su sostenimiento y reparo; cuesta en vista del cadáver comprender algo del espíritu que lo animó. Las mudas bóvedas de la capilla y del contiguo estudio (a) Palabras de una de las declaraciones contenidas en el proceso de beatifi- cación de 161 2. (b) Alusión al proverbial elogio que hizo de ellos Pío IV refiriéndose á la ele- gante latinidad de Miguel Tomás Taxaquet en la redacción de las actas del conci- lio : Atidiiores Randini sunt valde latini. islas laleares 1149 hablan á los ojos tan poco como al oído: las fechas acá y allá esparcidas no van más allá de promedios del siglo xvii. Hasta para desenvolver el mapa natural de Mallorca, puestos de relie- ve en derredor de aquel culminante punto geodésico picos y sierras, montes y llanuras surcadas de caminos, villas, aldeas y predios, cabos y riberas y ensenadas, hay que trepar al insegu- ro tejado. Con pena, no obstante, se arranca de su observatorio el viajero para bajar por la opuesta falda septentrional, á cuyo extremo le aguarda todavía otro santuario, el de Castellig, de- dicado á Nuestra Señora de la Paz, curioso por su techo de madera y por la moldura bizantina de su portada. Fué parro- quia de la villa fundada con este nombre por Jaime II, trazán- dole por territorio, además de la mayor parte de la montuosa Tebaida, pingües campos ya distribuidos á raíz de la conquista en hermosas posesiones {a). Andado un siglo ó poco más, la población trocó de nombre y de sitio, mudándose gradualmente al suelo de Algayda, cuya parroquia demuestra, al través de obras más recientes, la relativa antigüedad de la traslación. A orillas del camino que atraviesa el partido judicial de Manacor, Algayda permanece en sus confines, dependiendo igualmente que Lluchmayor del de la capital, cuyo extenso llano registra desde lo alto de sus cuestas, á la sombra del venerable monte de Randa, desfilando por entre las copudas higueras de sus contornos á las miradas del transeúnte. {a) De cate número son las alquerías que nombra dentro del distrito de Mon- tueri el repartimiento, á saber, dos llamadas de Algayda que equivale á bosque ó laguna, tres con el nombre de Pina, la de Castellig, la de Arrenda ó Randa, la de Albenia Aubenya (significa casa de cal y canto), las de Ponzuatx Punxuat, Beni- comparai Binicomprat, Paula Pola, Arrozzafa Rusafa, Extaacar Estacar, Alecanti Lecantí, y otras que corresponden á predios existentes ó de que se conserva me- moria. Pina, sita al nordeste, es hijuela de Algayda más crecida que Randa, y con entrambas pasa la matriz de 4000 almas. < hi ^ ^ ./"If : f.'ti . - . ^ Hiiv. >w^·ií.úV ..^-cüC-íVí ■ .-""í -ítóütl z.^f^" JD.> .^£í44.àèr4i^S^": í-É|#OS-fe Í3^i/m ml h^ '^'i •^í'' jr.," >4^' iir-i ^q - .- 'ü-i .-- í''4*'í&íàt:;-íí' • - -ií^ , a APÉNDICES Número 1 Noticia de las esculturasy cuadros más notables de los museos, que el Excelen- tísimo Sr. Conde de Montenegro posee en Raxay en Palma.—Carta marí- timay geográfica, manuscrita en el siglo XV. Museo de esculturas antiguas en Raxa.—Núm. 6: Cupido tendiendo el arco, desnudo y desplegadas las alas, con un pie sobre el carcaj, á su lado una piel de león, tal vez atributo de su fuerza. Mr, Tastú, al visitar el museo, opinó que es copia del Cupido de bronce de Lisippo ; 4 pies.—Núm. 11: cierva de bronce, tiene carácter griego y gracia extremada, y descansa sobre un plinto de mármol verde antiguo; i pie 4 pulgadas de la cola al pecho, 2 pies del zó- calo á la cabeza.—Núm. i3: una doncella con un pájaro; tiene carácter griego y gran simplicidad en los pliegues; 3 pies y Vj-—Núm. 14: el emperador Adria- no; I pie it pulgadas.—Núm. i5: Júpiter; 3 pies y 2 pulgadas.—Núm. 16: hermafrodita, joven mujer con el sexo del hombre; 3 pies, 10 pulgadas.— Núm. 18 : Sileno, completamente borracho, tiene gracia y buen carácter, está en actitud de orinar; 3 pies y pulgadas.—Núm. 22: Testa de Cayo Julio César Octavio en la edad viril, probablemente resto de una estatua de muy buen es- tilo; 10 pulgadas desde la parte superior de la cabeza á la barba.—Núm. 23: Apolo; es una bella estatua griega, el mármol de Paros y esmeradamente puli- do; en el árbol en que se apoya la figura se lee en dos líneas de caracteres griegos: Apollonius fecit; 7 palmos y — Núm. 3o: Busto de Faustina; 3 pies y una pulgada.—Núm. 34: columna de alabastro jaspeado, que sostiene un busto en pórfido y alabastro oriental ; 14 palmos de altura y 5 de diámetro.— Núm. 35: un niño, tal vez asistiendo á un sacrificio; 3 pies, 10 pulgadas.— Núm. 36 : Alcibíades ; 2 pies desde el zócalo.—Núm. 3y: el Amor vencedor de Hércules; 3 pies y 1 pulgada.—Núm. 38: Agripina, madre de Nerón; 2 pies desde el zócalo.— 77.' Bajo-relieve etrusco, no muy interesante ni bello; representa un combate entre dos personajes, sin duda flámines, de los cuales APÉNDICES uno yace moribundo en el suelo y el otro todavía empuña su espada ; lo están mirando otras figuras, entre ellas cuatro mujeres probablemente sacerdotisas. Museo de pinturas en Palma.— Niim. i: Bamboche: un figón en primer plan, un grupo de bebedores muy animados, ricos efectos de luz y sombra, buena lontananza : autor B. Veeninx^ 1660 ; i pie y 8 pulgadas.—Núm. 3: la- drones asaltando un coche ; buen paisaje, que respira mucha frescura en los árboles y sobre el cual se destacan con efecto las figuras; i pie y 9 pulgadas. —Núm. 10 : paisaje : Herman Swaneveltf. Weerden, 1648 ; 2 pies.—Núms. l'j X 18 : son igualmente redondos y en tabla ; paisajes casi sólo de tintas grises, su autor Vangoyen; 2 pies y 7 pulgadas de diámetro.—Núms. 12 y 21 : gran- des tapices que representan san Pedro y san Pablo : dícese que son los prime- ros fabricados en París y se regalaron al sumo pontífice Pío VI; en la orla in- ferior cada uno lleva estas letras: Gio. Simonet. Da. Parigi. 1711.—Núm. 20: bambochada ; interior de un bodegón, borrachos que duermen ; hay uno, que sin embargo de poderse apenas tener en pie según parece, apura hasta la últi- ma gota de un jarro : C. Bergen f. ; 2 pies y 7 pulgadas de largo.—Núm. 28 : parque inglés en tabla ; lleva las iniciales A. S.—Núms. 41 y 53 : son dos ta- bias góticas pintadas al óleo por Jeronimus Bosch, de 3 pies y 6 pulgadas de alto; el apellido catalán ó mallorquín del autor no consiente que mencionemos sus asuntos sin mayor alabanza que en los demás. El infierno ocupa la mayor parte de entrambas tablas, y en las figuras tremendas de los malignos espiri- tus, en la representación de los tormentos, en los monstruos espantables que donde quiera asoman hay tanta riqueza de fantasía, que las constituyen riva- les, bien que en mayores dimensiones, de las que en otros países y particular- mente en Italia el genio cristiano de la edad media consagró á la representa- ción del Juicio final y de las penas eternas. Este mismo genio resplandece en toda la obra de Bosch; y al mirar la fealdad sardónica y los asquerosos ade- manes de los espíritus rebeldes, las desesperadas actitudes de los atormenta- dos, los cien episodios que con tanta originalidad como terror se desarrollan en aquel poema, las llamas que sobresalen purpúreas y ardentísimas de una ciudad murada, viénense á la imaginación los relieves y gárgolas que la escul- tura sembró en lo exterior de las catedrales góticas, ó por mejor decir, evóca- se aquel cuadro misterioso y sublime en que el Dante selló el espíritu del arte cristiano y dejó impresiones y símbolos á todos sus ramos. También como en aquella triple Divina Comedia aparecen algunas escenas dulcísimas de Gloria al lado de las primeras; y no hay corazón que pueda resistir á la suavidad con que por las aguas tersas de un lago se desliza un barco original y de forma misteriosa, en cuya proa algunos ángeles alineados y confundiendo las puntas de sus alas levantadas tocan largas trompetas. Tal vez quiso el autor figurar el barco que conduce las almas del Purgatorio á la Gloria; bello contraste del otro barco poético, de cuyo piloto á las amenazas horribles, los condenados Besiemmíavano Iddio, e i lor farenti, Vumana specie, il luogo, il tempo e il seme di lor semenza e di lor nascimenti. (Dante, Inferno, Canto III.) Es una excelente obra fantástica y mística, digna de ser estudiada por los hom- bres de corazón y de conciencia que consagran su talento á la restauración del APÉNDICES buen gusto y de los buenos principios.—Niim. 47.- Moisés, tabla semigótica.— Niim. 48: San Fernando, idem.—Num. 55: Paisaje de L. Wf.—Núm. Paisaje áeBruter.—Núm. 07: 5g: Interior de una cocina, por .4. P. F.—Núms. 60 y 62 : San Pedro y San Pablo, de Guido Reñí.—Núm. 63 : San Jerónimo; figu- ra de medio cuerpo, Spagnoleto.—Núm. yi : Retrato, obra excelente, al pare- cer de Van Dyck.—Núm. y4\ El Dux de Venecia y el tribunal de los Diez, ta- bla interesante y de vigoroso colorido : .Johannes Bellinus., M.CCCCC.— Núm. y6: Retrato por Van Dyck.—Núm. 80 : Santa Ana con la Virgen y el niño Jesús en el regazo : tabla gótica, en que es muy de notar la figura de la santa.—Núms. 8y y 88: Cabras, de Salvator Rosa.—Núm. 8g : Sacra familia; pasa por de Andrea del Sarto—Núm. 100 : El Beato Juan de Ribera, por Ri- balta.—Núm. iio: Santa Lucía, en mosaico moderno.—Núms. 114., ii5 y 116: Tablas góticas pequeñas.—Núm. iiy: El Nacimiento de Jesús ; tabla de Gerardo delta Notte.—Núm. 118: Retrato de mujer en tabla, de Rubens.— Núm. I ig : Milagro de los panes ; dicen que es del mismo.—Núm. 121: Cua- drito de claro-oscuro en papel, que representa la Fe, la Esperanza y la Caridad: atribúyese á Miguel-Angel. — Niim. 122: Efigie de una santa.; lleva traje del 1600 ó fines del 5oo, muy notable ; en la cabeza va guarnecida de esa loca que se ve en los retratos de María Estuardo : Miravelt.—Núm. 128 : Retrato pequeño de mujer. Van Dyck.—Núm. 124: Cuadro purista : Jesús descendido de la Cruz ; san Juan sostiene su cabeza, ocupa el centro la Virgen y el lado derecho María Magdalena; Jerusalén al fondo. La Magdalena, que es una excelente figura, viste rico traje escotado, con mangas perdidas y pañoleta, á fuer de cortesana.—Núm. i33: Retrato del poeta Aretino, de medio colosal: Ticiano.—Núm. cuerpo 184 : San Antonio de Padua, figura Núm. semi-gótica.— 148 : San Nicolás de Bari, igual en tamaño y en estilo al anterior : de- bieron de sacarse de un retablo antiguo.—Núm. 142 : Cuadro excelente y so- bremanera místico y puro, que se atribuye á Juan de Juanes : en primer térmi- no se ven el Arcángel san Miguel con la espada y el estandarte de la cruz, cu- bierto de una armadura riquísima, la sien ceñida de una diadema tachonada de joyas, tan bello y magnífico como terrible y fuerte, y si así puede decirse simbólico, san Andrés leyendo con notable expresión de calma y resignación, y san Francisco de Asís: en segundo término hay el Calvario, al fondo las tro- pas romanas y gente que después de la muerte del Salvador regresan á la ciu- dad, que lo llena vistosamente.—Núm. 145 : Retrato de Rubens, por Van Dyck.—Niím. 146: Retrato de Van Dyck ejecutado por sí mismo: testa expre- siva y despejada, que respira juventud y viveza ; los ojos vivos aunque peque- ños, elegantemente atufado el pelo en un copete, y bien compuestos bigote y perilla; el cuerpo medio ladeado con gracia, y casi caída la rica capa. Al mi- rarlo es imposible no recordar los más apuestos y cumplidos galanes de Cal- derón, Alarcón y Moreto.—Núm. i4y: Retrato de una dama muy joven : My- ravelt.—Núm. 14g: La Virgen Niña ; tiene la labor en el regazo y el canastillo á los pies, las manecitas juntas en ademán de orar, levantados sus bellos ojos andaluces y la cabeza un poco ladeada, en cuyo torno gira una aureola de que- rubines ; tal vez su naturalidad sea excesiva y harto común su tipo, mas la frescura del colorido y la gracia infinita de esta sencilla composición compensan con creces aquel reparo. Se atribuye á Zurbardn.—Núms. r55, i56y i5y., 114., ii5y 116: Cüadritos semi-góticos de los milagros de san Antonio de 145 APÉNDICES Padua y de san Nicolás de Bari, interesantes por los trajes; corresponden á los números 1Z4. y 143.—Num. 166: Retrato de una reina, igual en tamaño al 122: Myravelt.—Núm. 168 : Sacra familia ; la Virgen es bella, y el todo lleno de gracia; san Juan Evangelista con una paja hace cosquillas á Jesús, que se vuel* ve al Bautista, mientras éste casi riendo se excusa y con el dedo le señala al autor de la inocente travesura ; la Virgen se sonríe con dignidad y blandura : atribúyese á Rafael.—Núm. i6g : Sacra familia : el Niño Jesús está herido de un pie por un cardo ; inferior al precedente y también atribuido á Rafael ; tal vez es copia.—Núm. lyo : Un boceto de la Transfiguración.—Núm. 17J : La Virgen jugando con su divino Hijo en el regazo: va vestida como una dama, y parece de escuela flamenca.—Núm. i']4: San Francisco de Asís; cuadro grande de Murillo., excelente, pero tan severo y doloroso, ó por mejor decir ascético, que causa mala impresión y aun cierta repugnancia. En la capilla de Raxa hay un cuadro purista de Jesús y la Samaritana. La Biblioteca de la misma casa en Palma, entre otras riquezas literarias y manuscritos importantes á la historia mallorquina, posee un Libro del oficio de la Virgen., códice del siglo xv, cuyas hermosas iluminaciones revelan la proxi- midad del renacimiento. El texto lleva un marco ú orla de arabesco ; las viñe- tas ofrecen un colorido vigoroso y armonioso, paisajes en el fondo y excelen- tes figuras. Debió de servir á una dama, pues se lee en una oración del final: Et in novissimis diehiis meis ostende michi famule tue benignissimam faciem tuam. En la misma biblioteca se conserva una carta geográfica delineada en per- gamino, de cinco palmos de longitud y cuatro de anchura. Los títulos de los países y las explicaciones están en catalán, y entre ellas se lee: Gabriell de Vahequa la feta en malorcha lanyMCCCCXXXVlIll. En el dorso hay escri- to esto : Questa ampia pesse di Giografia fu pagata da Americo Vespuci CXXX ducati d'oro di marco. Al adquirirla en Florencia el cardenal D. Anto- nio Despuig, la enseñó á los abates Andrés y Lampillas, que calificaron esta inscripción por autógrafa de Vespucio. Contiene todas las potencias europeas de aquella época y las demás conocidas, marcándolas con sus propias armas y con algunas figuras que representan los hechos entonces más famosos.—Los escritores mallorquines mencionan otra carta que existió en la Cartuja de Val de Christi junto á Segorbe, y la cual probablemente se refería al descubrí- miento del Río del Oro. En ella estaban delineadas las costas del África y los confines dol Asia, y con mayor exactitud las de España, apareciendo también al Occidente las islas Canarias y de Cabo Verde; adornábanla los bustos de los reyes, las armas de las naciones, algunas reseñas históricas, y constelaciones celestes. Cerca de las islas de Cabo Verde veíase el desembocadero del Río del Oro ó Gambia, y delante de él había pintado un buque de dos timones, que debajo tenía esta leyenda : isqué lo uxer den Jacques Ferrer per anar al riu del Or al jorn de S. Lorens, qui es à X agost, é fô Vany M.CCC.XXXXVI. El maestro Jaime Ferrer fué otro de los profesores de náutica que enseñaron en el colegio fundado en Sagres por el infante de Portugal D. Enrique, hijo de D. Juan I. APÉNDICES "55 Nùm er O 2 Extj-acto de la relación que de la victoria alcanzada en Sóller contra los Turcos se conserva en el libro de noticias del Comim de esa parroquia. Regnant en España la Magestat del rey D. Philip segon y primer de Aragó, que Deu tinga, essent virey y capità general en el present regne de Mallorca D. Guillem de Rocafull natural de Oriola del regne de Valencia, capità de la vila de Sóller Juan Angelats, balle Mn. Pere Canals, jurats Mn. Salvador Cus- turer, Mn. Bartomeu Ozonas, Mn. Jaume Deyá de Muleta, y Mn. Bernat Pons;... Ajuntar; nse tots los corsaris de Algier y Barbaria que en aquell temps eran poderosos per mar y armaren 22 galiotas grossas, havent hi entre ellas moltas galeras, y de aquellas feren capità general de mar Ochovalí corsari molt patrich, y en ellas posaren tota la millor gent que á las horas se trobava en Barbaria, com son genísserosy turchs, y posada tota la armada á punt feren vela encaminantse á la volta de Mallorca. Y Deu N. Señor com á pare de mi- sericordia y Deu de tota consolació, apiadantse de est poble seu, y de tantas criaturas innocents y sens culpa, fonc servit que de pas tocassen á la isla de Ivi- sa per fer aygua, y descuberts per los habitadors de dita isla, aqui mateix des- pediren una barca per Mallorca donant avis al visorey... Pero desitjant los moros pendre los habitadors de dita vila ab descuit, se donaren gran presa per arribar antes que fossen avisats; y axí en la mateixa nit á 11 de Maig dia de diumenge antes del dia arribaren los moros devant el port de Sóller, y per no poder desembarcar en dit port per lo obstacle del castell ó fortalesa, passaren mes avant á la part de llevant á un lloch qui se diu las Puntas ó Coll de la Illa, y vingueren tan secretament, que las guardas y centinellas no tingueren senti- ment, fins que ja dits corsaris desembarcavan per ser antes del dia; no obstant que un esclau christiá natural de la vila de Sóller anomenat Barthomeu Valls, qui residia en las galeras, pera que las guardas descubrissen la armada donà un gran crit, dient/onrfo, per lo cual lo castigaren severament los moros; y las guardas aqui mateix comensaren á correr ab gran pressa per donar avis á los nostros de lo que passava, y no passà molt que 's presentaren los corsaris de- vant el nostro camp, que fonch quant transpuntá lo sol, y quant foren en un pont que se diu de la Mar, descubriren los turchs lo nostro camp, que no era mes de 5oo pasas luñy, que ja estava á punt, de lo qual se espantaren, pensant trobar la gent descuidada y adormida; y los moros per millor descubrir la nos- tra gent, per lo impediment dels abres, pujaren alguns turchs sobre los gra- hons de la creu de pedra dehont reconegueren el nostro camp, y contant cinch banderas, ço es, dos dè la vila y tres del socorro, conegueren clarament que no tan solament los de la vila eran ajuntats, pero encare los del socorro, de- hont axi los pilots com los turchs començaren á desmayar trobant lo negoci different de lo que pensavan; ab tot que se engañaren en gran manera, perque eran molt pochs los soldats que eran arribats del socorro; y axi circa de 3oo turchs qui havían passat lo pont tornaren atras, volent procurar la vida ab 1156 APÉNDICES la sola fuyta. Pero Suffarais capità general de la gent de terra, home animós y prátich en batallas campals, segons relació se havia trobat en moltas bata- que Has, los feu tornar passar lo pont ab designe de provar la sua ventura en ba- talla, parexentli aquell llocb apte y acomodat per dit efecte, essent á las boras un camp molt para acometre batalla campal, y axi los turcbs y ini- gran capas micbs acostantse an lo nostro camp, y no essent molt lluny uns dels altres de 400 pasas, comensaren á pelear. En aquest temps descubriren los nostros una part de la vila plena de turcbs, qui anavan saquetjant y destrubint aquella; que pareix determinaren que de mil y set cens turcbs bavian desembarcat feren dos esquadrons, per fer la que sua presa millor y destrubir la vila ab major prestesa, per estar dividida per causa del torrent qui passa per el mitx de ella, dividintla en vila de ça y vila de allá... Los altres corsaris qui anaren per lo pont de Binibassi, no trobant algunt impediment ni obstacle de christians, entraren dins de la vila fent gran saco de roba, donas, donzellas y minyons, saquetjant tota aquella part de la vila, destrubintla del tot; y entrant á la iglesia feren gran saco saquetjanla ab dany notable, despullaren tots los altars robant las tovallas y palis, pegaren colte- liadas en los retaules y figuras que trobavan, com se pot veurer en la figura de Nostra Sra.de Esperança, qui ab una coltellada li tallaren mitja ma, y á la figura de Nostra Sra. (qui are se troba en un altar de la sacristía) tallaren los dits de la mà, y á un minyonet Jbs. que aporta en los brassos li tallaren un bras... Lo que causà gran turbació á los christians foncb que vebentse devant un tan gran esquadró de turcbs, y per altre part la vila plena de corsaris, estigueren suspesos no sabent que ferse, si anirian á la vila á remediar lo gran dany que feyan los cossaris, ó si envestirian á los que tenían devant, no dexant may en este interim los turcbs de acostarse en el nostro camp, escopetetjant y nafrant alguns christians. A las boras los capitans arribaren á consultar la gent mes práctica en cosas de milicia essent tots del parer del sargent qui se deya Antoni So- y guerra, y 1er de la mateixa vila, soldat vell y prátich, y no menos animós, qui havia servit de soldat molts anys á lo exercit de lo Emperador Carlos Quint á las guerras de Alemanya, y contra el gran Turcb, y altras guerras; dibent aquest soldat que si giravan las espatlas á los turcbs que tenian devant per remediar lo dany de la vila, pensarían los turcbs que los christians fugian, y cobrant animo los posarían ab gran aprieto y perill de ser desbaratats. Y axí presa la resolució los capitans de envestir los que tenían devant, manaren á tots los christians auxili de la que postrats per terra implorassen ab molta devoció lo divina misericordia, y postrantse tots per terra ab gran devoció y llágrimas suplicaren á sa divina magestat que los afavorís en aquella necessitat tan gran, posant per intercessora la dels angels Maria Santísima y el gloriós Sant reyna Jaume patró de España. Y aqui mateix los turcbs (cosa maravellosa) perdut lo ánimo, sens aguardar mes començaren á fugir ab tanta pressa, que no podent- los recullir lo ne del pont abaix, y no foncb bastant lo valor pont caygueren y ánimo del seu capità Suffarays á detenirlos. Los christians empero despues de serse encomenats á la magestat divina se alçaren ab tal ánimo y gallardia arre- vin- metent contra de aquella canalla, que dins breu temps los alcançaren, y guts á las mans començaren á fer gran estrago en los inimicbs matant y na- frant molts de ells, y perseguintlos per lo puig den Muntaner y son Aviñona, APÉNDICES y entrant per el portell major encontrantse ab los moros la vida anaven procurant ab la qui sola fuita, fugint y Llorens Castanyer com á home forçat tirà animós una alabardada es- á un baxí y que vol dir dera, lo feri alferes, y ab ferida que aportava la ban- mortal, y li prengué la bandera, christians acudint los mataren molts y altres turchs... y de esta altres malnafrats. refrega mataren 3oo turchs sens Pero SuíFarais capità general de terra, essent home derant de los lo gros y edat, consi- que seus dexavan y que no la podria perdrer vida ab las escapar fugint, de armas ab la resolgué mà, y per ço feu cara quadro de turchs qui juntament ab un es- may lo deixavan, ánimo girantse contra los que tingueren christians ab tal una cruel batalla, perseguint ab tanta furia á los que en ella mataren un valentíssim nostros, soldat natural de Sóller Canals se home de qui dehia grans forças y ánimo, Miquel travesantlo de part á petada, ab una aquí mateix esco- y caygué part mort; mataren també altre vila soldat de la no menos valerós, mateixa qui se dehia Nicolau ab lo á mols Maranxo, una altres en cap, y nafraren. Los escopetada christians vehent que los turchs se ravan y feyan cara, tornaren á repa- remetrer ab tant ánimo temps los desbarataren y gallardia, que en y mataren la poch major capità part de aquells, y entre ells general lo Suffarais, seu el qual morí mostrant lo seu valor sempre ab la alfange y ánimo, en la mà, fentse peleant tenir fins la rotlo, mateixa vila que un soldat de anomenat vingué Pere Bisbal alias de llansa Garrova, li lo qui mig del passà per cos. Los quatre altres palms turchs quant veren lo seu no se detingueren capità mort mes, sino que procuraren ab galeras. Y gran acudir á las fugint pressa suas y desviantse del camí en mans bandolers, caigueren de una los de noms de los quals quadrilla eran Pere Alcover Rafel Rosselló y Miquel Morell de de Muro, Francesch Sóller, Munistrol Pau Garau de Sunyer de la y Pobla ab Inca, Antoni compañía y de Bonaventura Llodrá de estant emboscats Artà, los per sos designes, quals veren passar molt prop de sí á estos quant sen turchs tornavan á las galeras, y vista la bona ocasió de sua bravesa contra de poder la aquels barbaros emplear infeels inimichs de nostra arremeteren ab tal ánimo santa fe, y bravesa contra de temps feren molt aquella canalla, que en gran estrago ajudats poch de quatre cans de en sa companyia, los presa que quals vehent aportavan que sos amospeleavan ab sos meteren inimichs contra de ells arre- com uns ab leons, rossegant per terra á tanta crueltat ja uns ja á altres que parexia los bavian de los bandolers tragar no tenian treball despedassantlos, que dia ningún despues de degollarlos. Feren bravesas los de cans tal aquell manera, que afirmaren havian despues los vist bandolers ab tant ánimo que may los y coratge com en despues fonch catiu aquella jornada. Y un turch en Valencia, qui que se trobà en esta lers, contà de an el los mateix refrega bando- qui escrigué esta tas batallas, historia, que essentse trobat en mol- may se era vist ab tans grans apretos com los y que no parexian estos sino dimonis posaren de cans, lo infern. Informat Phelip segon de la hisanya despues la magestat de de estos rarlos bandolers, los feu mercè á y treurels tots de de allibe- cort, y També visqueren finalment pacificament en sas casas molts abaixà del anys... convent de fra Jhesus un Guillem religiós sacerdot Baró, el nomenat qual ab una alabarda peleá ab moros, gran ánimo, y matà y estigué algun alguns la temps irregular sens dir missa fins dispensació, los que vingué de Roma y jurats pagaren el gasto en Roma. 1158 APÉNDICES Número 3 Canción popular de Cataluña, que cuenta el milagroso pasaje de San Ramón de Peñafort desde Mallorca d Barcelona haya de buscarse á lo más d de canción probablemente prin- (El origen esta Cataluña entera, y en particular Barce- cipios del siglo XVII, que fué cuando lonay Villafranca, celebraron la canonización del santo con las fiestasyproce- cuya fama aún dura. Lo mismo siones que dieron materia d muchos opúsculosy de esas poesías tradicionales, cuando se canta se repiten que en la mayor parte en cada copla los dos versos últimos de la anterior.) Santa Catherina La Mare de Deu El barqué n' hi diu son emparades. molt be plantava: que repicava. un roser D'aquell sant roser No's pot embarcar La Seu ho sentí, en nasqué una planta. capellans ni frares, correus enviava. Nasqué Sant Ramon, Ni estudians Tots los mercaders á muralla. fill de Villafrancha: de la cota llarga. pujan Confessor de réys, Sant Ramon benéyt Pensan que una nau, se l'ha veuen de qu'es un frare: reys y de papas. be pensada: Veuen Confessava un Adintre del mar qu'es Ramon rey, n'estava: ja en tira la qui en pecat capa. que la mar passava. Lo lo bastonet pecat es gran, Ah Ramon s'en desmaya. gran vela aixecava. Ramon s'en va á mar Monjuhich ho veu, á llogá en una barca. bandera posava. Número 4 del Santuario de Lluch y del Calvario de Pollensa. Inscripciones góticas se lee en la custodia gótica de Lluch : Inscripción que O vera digna ostia per quam fracta sunt tartara. esta : ancuscus dece. En el pedestal de una figurita del altar mayor hay fecit. Inscripciones del Calvario : O mon fill car, suplic vos perdoneu Absit mihi gloriari ante á qualsevol qui vengue per orar nisi crucis lignum en aquest loe, e us vulla contemplar in quo Christus sacro mundum devotament clavat alt en la creu. redemit suo sanguine. APÉNDICES Número 5 Canción popular mallorquína La obscuridad^ que en este sublime romance reina, no si su asunto es un fratricidio, ó permite si solo comprender un asesinato de un otro amigo. Tal amigo cometido ve^ se remonta d la por época terrible en los bandos, estallaron que circunscritos que en la isla al principio d la nombres de Canamunts nobleza y dándose después los y Canavalls, trascendieron más distintas tarde al veces turbaron la tranquilidad pueblo de y por Mallorca é tervención hicieron del necesaria poder. la in- ¿Será como otras canciones catalana? El de uso de los artículos mallorquínas El copia una y La en de Es ascender al veq Sa, siglo XVI. Pero prueba misma que debe de esa obscuridad es otra de que favoreciéndose sus de la rapide;^ libre del bellezas, por- de sus simples diálogo y como poéticos tan y entrañables, palabras y hinche giros el ánimo del ción lector d la de una que conmo- veq participa de terror y de una del héroe moribundo, lúgubre tristeqa. Este ya herido en combate argumento á madre alevoso, en su ó á ya batalla, sus amigos las que disposiciones de encarga su cantos entierro, se encuentra populares del en Norte de otros Europa. Don Juan y Don Ramon que es sa venían derrera de la cassada; vegada. Entre mon Don Ramon jo y cavall cau del cavall, portam vint y nou y Don Juan qui colcava. llansadas, el cavall ne Sa mare qui'l venir porta nou, veu y jo totas las faltan. per un que camp qui verdetjava, El cavall cohint morirá vaumas anit, y violas y jo á la dematinada. per curar las sevas nafras. El cavall —(¡Qué l'enterrareu teniu, mon fill Ramon? al lloch La millor color de teniu mudada. l'establa; —Ma y m'enterrareu á mi mare, sainat me som, en el vas de la sainía Santa m'han Eulalia. errada. Y demunt hi —¡0 malhaja tal barber posareu una qui tal sainía espasa eus ha dadal entravessada; y si diuen —Ma qui m'ha mort mare, no flestomeu. « Don Juan de la cassada.» ADICIÓN  LOS APÉNDICES DE LA TERCERA PARTE Número 1 La roqueta Es la bellísima poesía de D. Mateo Obrador ofrecida en el texto página 102'j nota (a), que contiene, d la ve^ que la descripción del Puig Mayor^ los rasgos característicos de los pueblos de la isla que forman el inmenso panorama. Aném, companys, ja es hora; dexém la terra plana, Las pampolosas vinyas, las valls y 'Is sementers ; Si al cim de la muntanya hem de pujar, feys via ; L' estel d' auba s' apaga... abans que trench el día, Muntém aquests costers. Bella hora ! el fresch oratje no s' es despert encare Per desxondir las fullas dels oms y pinotells ; Poch á poquet la lluna s' es posta esblanquehída, Y el rossinyol li canta xelesta despedida De dins els tamarells. Amunt ! el rost es aspre, estreta la dressera : Ja arribam á las timbas que vest de neu 1' hivern. Si redolant llenega la seca pedruscada, De forta mata-seuva agafau la tanyada O 'Is verduchs d' aladern. Enrera ja romanen las vellas oliveras ; Per los penyals arrelan los pins y 'Is arbossers. Veys allá baix las casas que hi tornan de petitas 1 Y d' aquí dalt s' esborran los caminoys y fitas, Y 'Is puigs tornan planers. APÉNDICES I161 De romaní y esprigol brufats de fresca roada Aromas sanitosos escampa V oratjol. Amunt, companys, depressa ! el capdemunt s' acosta, La que á pujar mos queda es la derrera costa... Mirau ! ja surt el- sol. Ningú romanga enrera : d' aquest replà ja veuen Brillant com á de plata la tevellada mar; El vent aquí ja siula, la fondalada esglaya, Y travessant las boyras la vista ja s' esplaya Per ample llunyadar. Envant per las escletxas de cantelludas penyas 1 El cor aviat batega, degota la suor... Millori més saborosa será la reposada. Companys, la altura es nostra 1 ja hem íeta l'arribada Al cim del Puig major ! Quin alenar més ample 1 Oh estada delitosa Demunt aquesta altura, sens penas ni perills 1 Aquí r amada terra tota sencera 's mostra. La patria benvolguda, la dels avis, la nostra. La que ho serà dels fills. Los ulls de tant qu' es bella no 's cansan de miraria : Com més 1' han coneguda, més ella 's fa estimar; Y mirantla reviuen dels fills en la memoria . De r antigor los días, los bons recorts de gloria, Que '1 temps no ha d' esborrar. Aquella mar blavenca que tota 1' enrevolta. Com si n' estàs gelosa, las naus veya venir De tantas gents y pobles que, per tan rica y bella, Lluytaren y volgueren ensenyorirse d' ella Y víurehi y morir. En monuments y llibres roman la recordansa Dels que hi feren estada, pacífichs ó guerrers, Que alegres la guanyavan, plorosos la perdían, Desde aquells que ab grans rocas per los turons bastían Los gegantins clapers. Tant com ho es agradosa ¿ qui no la estimaria ? Copeta d' or, refugi de quietut y pau, D' eterna primavera tot temps endiumenjada, Reblida de bellesas, y sempre endosserada Per aqueix cel tan blau ! 146 1162 APÉNDICES Á r hora que s' en puja el sol fonent las boyras, Y la rebetja tota d' espléndida claror, i Gom fa de bon mirarla demunt aquesta altura, Y véurerla sencera, plasent, sensa lletjura. Vestida de verdor 1 ^ Las veys, tantas de vilas d' en temps primer fundadas, Unas dins la muntanya, las altras en el pla, Ab llogarets alegres, y campanars altívols, Y blanchs molins qui rodan, y comellars ombrívols. Arreu, ensá y enllá? Aquell es el rich terme de la enclotada Sóller, Que may veu en sas terras torrents ni gorchs aixuts, La que fins á 1' esquena de la espadada serra Fa reverdir las hortas y fruyterars, la terra Dels glosadors aguts. Allá, envers tramuntana, la histórica Pollensa, Ab son castell altíssim y '1 monastir antich ; Té esblandidas riberas, fondais y calas bellas, Y valls com las de Bócar y Colonia y Ternellas, Y r esquerp puig Tomich. Berrera aquellas serras la muradada Alcudia, La ciutat fidelíssima, alberch de Garles Quint, Reviu ab sas vehinadas, y 'n fa marjals floridas De la enllotada bassa que abans tantas de vidas Acursava sovint. Allá lluny hi rumbetjan per tot el pla escampadas, Artà ab sas covas fondas, la rica Felanig, La vella Montuiri, Binissalém fruytera, Manacor populosa, y Algayda allá ahont era La antiga Gastellig. Los jornalers qui cercan el pa de cada día Envía á fora terme la pobre Santanyí ; Y Lluchmajor s' aixeca devora la planura Hont batallant moría, un jorn de desventura, L' últim rey mallorquí. Al fons de sa badia de reposadas ayguas S' alsa la bella Palma voltada d' arravals, Ab sa preuada Llonja colrada y envellida, Prop de la Seu altíssima devora '1 mar bastida, Y ab sos antichs casals. APÉNDICES 1163 Dins el cor de la serra s' amaga Valldemossa Ab sas talladas costas y comellars y afraus; Y lluny, allá hont blavetja la esquerpa Dragonera, Ab qualsevol vent fassa, Andraig la marinera Fa navegar sas naus. Tantas com son, la vista no arriba á destriarlas : Per dins sos termes corren torrents y reguerons ; Per tot arbres y vinyas verdejan dins sas tancas, Y antichs rafals s' aixecan y alquerías blancas Per pujols y turons. La bona gent pajesa s' afanya y s' atrafega, Conrant las sorts y rotas, banyantlas de suor ; Es gent de sava forta, honrada y donadora, Tement de Deu, creguda, y bona guardadora D' usansas de V avior. D' hivern per fora vila de sol á sol trababan Estols d' infatigables y sobris gaveters ; Los podadors esmotxan la vinya spampolada, Y els parellers s' acalan menant dreta 1' arada Per dins los sementers. Quant de T estiu s' en venen los calitjosos días. Per tot arreu s' afalcan los segadors colrats; Riuen las cullidoras ab las figueraleras, Y els batedors cantussan tots sols demunt las eras Pe b sol mig acubats. Dels dons de Baco y Ceres preuats y saborosos Cups y graners s' en umplen, y 's veuen remuntar Ab los garbons y brancas d' auzina las llenyeras. Per quant plou y llampega encendre fogateras Las nits á dins la llar. La llar 1 rústich sagrari de fe senzilla y pura. Petit temple de patria, bell niu de santa amor. Redós hont se mantenen las patriarcals usansas, Oracions y llegendas, y mots y recordansas Del temps de 1' antigor. El jovensà t' anyora, des que en la nau s' embarca Y viu en terra esterna cercant saviesa ó guany ; . En tu à tot' hora pensa, ple d' anyoransa plora, Y s' ánima fa festa quant á la fí vé 1' hora De retornar cada any. APÉNDICES El bon jayêt qui serva ab tremoló '1 gayato, A pler sempre seuria demunt las blanas pells, Y xala d' escaufarse y de sentir las ria.las Que fa el jovent qu' escolta de fadas las rondallas De nans y de castells. 1 Oh benaurada terra, de Deu afavorida. Tot temps multiplicada ab .lo traball dels fills, Més bella que cap altra, més dolsa que la bresca Pe 'Is qui de cor t' estiman ! que Deu te beneyesca Y 't guardi de perills 1 Consérva 't sempre digna de ta passada historia, Ab noble orgull retreula, no 'n taques ni un sol full; Recorda 't qu' ets la mare de tants patricis dignes. En noblía y saviesa y santedat insignes. La patria del gran Lull, Si '1 temps no torna enrera, si en novas fonts t' abeuras, Beu ayguas estil-ladas, no térbolas de fanch; Si á las usansas novas fan lloch vellas usansas, L' amor á las gloriosas antigas recordansas Que may per may te manch. Tos pobles agermana ab las ferrencas vías, Ab fils que lluny trameten los mots lleugers just llamps, Alsa fumosas fábricas que del traball son honra, Y ab máquinas feyneras atrafegada conra Los teus vergers y camps. Ab la novella ciencia ei seny dels fills conforta. Per las obertas vías camina ab segur peu ; Mes de la ciencia borda defuig, per sempre enjega Al qui la ven per bona quant descreguda nega L' honra y amor á Deu. De tot lo bo que 'ns resta de las edats passadas Conserva '1 rich deposit ab delitós afany, Y las costums no esborres de la honrada vellura Que nit y jorn deixava la casa ben segura Ab la clau en el pany. Aném, companys: ja es 1' hora que '1 sol s' en va á la posta; Baixém d' aquesta altura abans de la foscor : Si avall la nit s' acosta y la dressera 'ns manca. La mostrará la ñama de rehinosa branca Que 'ns donará claror. APÉNDICES Adeu, muntanya altíssima, sublim gegant de roca, Qu' ets de la nostra terra tot temps el guayta feel ! Tot hom que lo bell cerca y la grandesa estima, Que hi munt si vol sentirhi aquí, demunt ta cima, Com á remors de cel. Los qui pe '1 mon traginan feixuch farcell de penas. Los qui de dol y angoixa senten son cor malalt. Los qui del dupte viuen á dins la fosca cova. Los qui crehents anyoran eterna vida nova, 1 Que vengan aquí dalt 1 i88i — Mateu Obrador y Bennasser Número 2 En la coronació de la Mare de Deu de Lluch (Pdg. i02g del texto, nota b.) Ama 'Is penyals la Verge soberana. Que son grahons pe'l cel hont resideix; Ama 'Is penyals, y escullintse peana, En los de Lluch son trono hi estableix: Ama 'Is penyals d' hont baixa 1' aygua viva. Per fer brollar de gracias manantial; Ama 'Is penyals, els de pujada aspriva. Que ab fe y trabay la súplica mes val. En r ayre pur, com la intenció ab que prega Lo cor feel, María se complau. En r ayre pur que per lo bosch gemega, Y pe'ls barranchs mermula ó siula brau; En r ayre pur de reures y d'auzinas, De flors silvestres, de sutils perfums. Qui, despertant inspiracions divinas. Mata passions, nodreix sanas costums. Entre niguls que trescan per la serra, D' estiu volant, d' hivern posanthi rel. Entre niguls s' assanta aquí en la terra Com per semblant la pintan en el cel; Entre niguls qui á la devota imatje Dosser d' encens li fan al descubert, Y sota 'Is peus rendeixenli homenatje Per lo baix mon qu' allá en els plans se pert. ii66 APÉNDICES Llums son que '1 cel, María, en vostra gloria Per r illa encen, y Lluch es la major; Llum son del cel Eu Puig y la Victoria, Inca, Bon-any, Gracia, Sant-Salvador ; Llums son del cel corrent de nit á stonas De cim en cim, y Lluch la senya ha dat, Far resplandent qui atravessant las onas Crusa sos fochs amb los de Montserrat. Reyna del mon ab nom divers tot poble. Gom tot estel fent eco als xerafins, Reyna del mon, en Lluch, en cort tant noble, Coronaula plegats los mallorquins 1 Reyna en poder amb or y pedrería, Reyna en amor ab prechs y afecte gran, Reyna y patrona coronada sia. Com pe'Is passats, pe'ls sigles que vindrán. 1884 — JosEF María Quadrado. Número 3 Lo pi de Formentor (Pdg. io36, nota. Mon cor estima un arbre! Mes vell que 1' olivera. Mes poderós que 'i roure, mes vert que '1 taronger. Conserva de sas fullas 1' eterna primavera, Y lluyta ab las ventadas qu' atupan la ribera, Que cruixen lo terrer. No guayta per sas fullas la flor enamorada. No va la fontanella sas ombras á besar ; Mes Deu ungí d' aroma sa testa consagrada, Y li doná per terra 1' esquerpa serralada. Per font 1' inmensa mar. Quant lluny demunt las onas renaix la Hum divina. No canta per sas brancas Y auceil qu' encativam ; Lo crit sublim ascolta de 1' águila marina, Ó del voltor que puja sent 1' ala gegantina Remoure son fullam. APÉNDICES 1167 Del llim d' aquesta terra sa vida no sustenta; Revincla per las rocas sa poderosa rel; Té plujas y roadas y vents y llum ardenta, Y com un vell profeta reb vida y s' alimenta De las amors del cel. Arbre sublim ! del geni n' es ell la viva imatje ; Domina las montanyas y aguayta V infinit; Per ell la terra es dura, mes besa son ramatje Lo cel que T enamora, y té '1 llamp y 1' oratje Per gloria y per delit. Ohl sí, que quant alloure bramulan las ventadas Y sembla entre 1" escuma que tombi lo penyal. Llavors ell riu y canta mes fort que las onadas, Y triunfador espo'sa demunt las nuvoladas Sa cabeyera real. Arbre, mon cor t' enveja. Sobre la terra impura Com una prenda santa duré jo '1 teu recort: Lluytar constant y véncer, reinar sobre 1' altura, Y alimentarse y viure de cel y de llum pura... Oh vida 1 oh noble sort! Amunt, ánima forta! Traspassa la boyrada Y arrela dins ï altura, com T arbre dels penyals. Veuràs caure á tas plantas la mar del mon irada, Y tas cansons valentas 'nirán per la ventada. Com r au dels temporals. 187s — M iquel C osta. Número 4 Exposiciones dirigidas d la Real Academia de San Fernando por la Comisión provincial de Monumentos de las Baleares, en 4 de mayo de i8yi 23 de diciembre y de i88g, pidiendo la conservación de las murallas de Alcudia (Pág. del texto 1042 not. a). Bien ajena se hallaba esta comisión de ver amenazados de nuevas démoli- ciones los escasos monumentos que restan fuera de la capital diseminados la por provincia, y de temer por ellos otros peligros que la lenta acción del el abandono tiempo y en que yacen con motivo de su apartada situación ó de falta de recursos con que repararlos, cuando la ha sorprendido tristemente la noticia de que acaban de ser puestas en venta y subastadas por lotes las venerables murallas de Alcudia. No creía que se procediese á enagenación tan importante. ii68 APÉNDICES sin que previamente se instruyera el expediente de excepción marcado por va- rias disposiciones del Gobierno, ó sin que al menos llegara á su conocimiento tan grave medida. Saben los hombres ilustrados, sabe el vulgo, sabe el país entero que la cerca de la segunda ciudad de Mallorca es una antigüedad, no tan remota como algunos juzgan, pero que data al menos de mediados del si- glo XIV, para proteger de enemigas invasiones á la que entonces aún era villa, por su interesante posición en un istmo entre dos bahías y dos puertos; sábese que el porfiado sitio que contra los agermanados sostuvo en iSzi y 22 forma el más brillante episodio de aquella historia, y que le valió el título de ciudad con el dictado de fidelísima y acaso la visita que en i535 recibió del empera- dor Carlos V. A pesar de los cuantiosos reparos que se hicieron á aquellos muros hacia 1463 y 1543, se encuentran tan bien fundidos con la fábrica y colorido ge- neral, que presentan un conjunto homogéneo, un tipo completo de lafortifica- ción de la Edad media, por ningún lado aportillada, con sus lienzos de tapia, sus cuadradas torres, sus escalerillas y sus adarves por los cuales puede darse la vuelta, conservando sus tres puertas con las antiguas denominaciones de Ma- Horca ó ^an Sebastián, de Vilarotja y de Xara ó del Puerto. Objeto de estudio para el anticuario, de pintorescos dibujos para el artista, de interés para el forastero, de gloria para los naturales, ¿por qué han de venir al suelo esos inofensivos y poéticos muros? Tanto abundan los monumentos de esta clase? ¿Es que oprimen, como suele alegarse, la cintura de la población, cuando el recinto de esta es tan holgado respecto del número de habitantes, que encie- rra una buena parte de solares yermos y de casas ruinosas? ¿Es que la mal entendida higiene, con pretexto de la cual tantos derribos se han perpetrado, exige abrir las bocas de sus calles al aire de las afueras, que si tiene aún algo de mefítico á pesar de la desecación de la Albufera, encuentra ahora en las tapias un dique á su nocivo influjo? ¿Es que la insignificante suma que puede reportar la venta de esos lotes, cuyo valor por térmipo medio no llega á dos mil pesetas cada uno, va á enriquecer el erario ó á desahogarle de sus apuros? Véndanse y derríbense enhorabuena los baluartes y cortinas de la moderna fortificación añadida en derredor de la antigua durante los dos últimos siglos, que por ser de piedra dará más provecho; terraplénense y utilícense los fosos, y destínese su producto á la conservación del torreado recinto que es á la vez el característico ornato y el blasón de Alcudia. Todavía es tiempo, todavía puede V. E. con la eficacia de su celo y el poder de sus atribuciones lograr que se suspendan los efectos de esta lamentable venta, aun cuando hubiese ya obtenido la superior aprobación : dentro de poco sería ya tarde.—Palma, 4 mayo de 1871.—El Vicepresidente, José María Quadrado. Del M. I. Sr. gobernador de esta provincia acabamos de recibir comunica- ción, con referencia al alcalde de Alcudia, de hallarse en inminente ruina las históricas murallas de aquella ciudad, que por R. O. de 29 de marzo de 1876 fueron cedidas por el ministerio de Hacienda al de Fomento, y puestas por este en calidad de monumento al cuidado de esta comisión provincial. Pero con el cuidado no recibimos los recursos para atender á la conservación del completo y torreado recinto del siglo xiv, que harto hicimos con deslindar desde luego de las obras más recientes de fortificación, posteriores á la glorio- sa resistencia que opuso aquel durante once meses en defensa del pendón im- APÉNDICES 1169 perial de Carlos V contra la rebelde masa de agermanados, para que así fuese más posible la permanencia de la parte monumental. Los fondos de este cuerpo constantemente desde su creación se limitan á las quinientas anuales pesetas que percibe sobre el presupuesto provincial para.gastos de con las cuales escritorio, sin embargo, acumulando anualidades y excluyendo cualquier otra atención, se ha atrevido á acometer imposibles gastos: ya i5oo la pesetas en reparación de la torre de Pelayres, que proclamada monumento desde el mismo marzo de 1876 no ha costado un céntimo al estado; ya cerca de 3ooo en el insigne claustro de San Francisco, que salvó de pronto del hundimiento para que el Gobierno, sin retirarle el dictado de monumento, lo nado tenga desti- con eterno sarcasmo de las artes á patio de presidio; ya otra no menor suma, de que no estamos cubiertos todavía, en la reposición de la derribada Puerta del Muelle en el jardín de la Lonja, y su restauración esfuerzos competente. Los de esta comisión están de todo punto agotados, y ya no le resta más que cruzarse de brazos y asistir impasible á cualquier de estrago, si V. E. medios que tantos dispone como celo y voluntad atesora, en calidad de herede- ra de la Comisión Central de Monumentos, y comprende como nadie la ciosa pre- rareza de esas antigüedades militares realzada por los más ilustres re- cuerdos, no se apresura á impetrar auxilios del Gobierno para subvenir al daño, que no remediarán por cierto los alcudianos, más sensibles á las tendidas pre- molestias de sus murallas que al honor de los blasones y título de ciudad que les procuraron. Una palabra de aliento y seguridad de que no está sola dará fuerzas á esta comisión para salir una vez más á campaña á fin de conjurar el peligro ó retardar cuando menos una resolución extrema; de lo contrario se someterá á su desdorosa impotencia y deplorable sin aislamiento, resignada embargo y satisfecha con el valeroso cumplimiento de su deber y con haber andado siempre su parte de camino.—Palma, 23 de diciembre de 1889.—José María Quadrado, vice-presidente. Ha transcurrido medio año, y la comisión provincial no ha merecido res- puesta de la Real Academia de San Fernando. 147 "•H, eau- ï" sarp^m 4" 5j^.fc.^B«ir©^ï« sb Btûim sb'id-S^ '::i ■'' *;!·'Í Î&ia - >j is^..sS-ít¿iaq>^ * Î9fî<îr-Wi vv t$!^>n9C&; l'·oíí·. 'li q ü-l í-,.. üíi+SAíÇíjíiüïïs^^. j isd8dí>is99fli^^^ s^v-v5i ! , ■,:. ■ ■ ' ,p-gï^v.«.a «ü «ateííwiet eqsf^ f ..g - ^ JWy y '•^' a«qaài- usnc^! ^ O l' \ ^'i-i-' «4 ítíííBícs^' ""q ^ i-xîOî BÍ îdj *'S^uïXt>=IS·^ "I* fid ôif dv¿i Xíb o;- if ^ . W cjasSa^l^^ ÍPSISIÍX .S ?Í- 'î-b v4,î OfflasiS ^y»} jy:aeosi3?¿cyí?j''^t)>eby. ^ iiS"#i»f^A. dî® ss jj-uffes^aq"'' BS.,ÍQ|tó«ÍÈq..■■• .J;-—- •&-- • -^ ■ jg^iJtMfeSÍ[^»-^*a¿h.ajaaifp*wan-'., ^„ÍJtpí!ff^£-S£3aéJHi-^^;^£ aru>?^jb IjiiîîtîsMif^ ûl^>i vi.sBísaí^fe8igwíÁ-«:c:'xiij«C!|^fi^%i 4»cia*V¿«jáq»ii'4tí. ¿M --- It, M'.s» ■w^'sa ■ -, ^ „ _idiSjj;í|jU4Íjíi..¿5í'á!5- :&ti SSQ^ iaíx- iáaífeoa&s^ ^ ca: .. .iwfc-*ôi^:: sàíí» X.jry'"ctjq»*ûa-<-£v^ VQí'·-s^ ' w -i . :^ao¿^fes - «etíSKÉ^^^ wiilJc?!^ ^ XÍlòl^ïv o0í^ii«o^ i^i-:. £U4 V '-■ sh' M aiîsl'—■avJ .1.- >!^^Si5ííl çi^tîrd^"' XÍ'^"íí5/? ":ít í#*^ * «^:^Îtîî Î, i, Jii), i'^S' *C-§. i-V '̂■jríí'.i-iá íM'O ._. , "r CAPITULO PRIMERO Topografía é historia de Menorca.—Pobladores y mo- numentos primitivos. — Cartagineses y romanos.— Carta del obispo Severo.—Vasallaje á Jaime I y con- quista por Alfonso III.—Gobierno de los reyes de Mallorca y de Ara- gón.— Complicaciones con el alzamiento de Cataluña contra Juan II.-— Mahón y Cindadela presa de los turcos en 1535 y 1558.—Dominación británica y francesa, y recobro de la isla por España. ^ Y^esplegad vuestras memorias á las indagaciones del escri- ■^^^tor y vuestros rasgos característicos á los apuntes del artis- ta, islas que formáis por decirlo así el convoy de Mallorca con rumbo á sudoeste hacia el continente español, como para pone- ros bajo su amparo, separándoos de las más crecidas del grupo itálico, con las cuales en tiempos más inmediatos á la domina- ción romana casi andabais de conserva. Tú, hermana menor Balear^ que en pos de la primogénita sigues, y tú que la pre- ISLAS BALEARES cedes con igual hermandad á pesar del distinto apellido que llevas de Pitiusa^ entrad aquí á la parte con ella en proporción de los dones que cada una recibisteis de la Providencia y de las adquiridas glorias y merecimientos; que miembros sois de una provincia, y no estuviera bien á la cabeza haceros sentir su absorbente superioridad, negándoos legítima representación en la esfera histórica y artística y justos títulos á la curiosidad é interés del viajero, pues donde hay solidaridad fundada en unión natural y sincera, refluyen de las partes al todo, como del todo á las partes, las honras y ventajas. No hay comarca, no hay pueblo, no hay lugar, que en su modo de ser presente, lo mis- mo que en el pasado, no ofrezca una fisonomía susceptible de formas relativamente atractivas y simpáticas ; no hay suelo tan ingrato, cuya exploración no prometa un hallazgo cualquiera para la historia ó un hilo siquiera tenue de poesía. Por esto, no ya Mallorca^ sino Islas Baleares se .denomina el presente libro: así lo exige la índole más general de la obra completada sobre los Recuerdos y Bellezas ,* así las asiduas comunicaciones de isla á isla, fiadas no há medio siglo á humildes y raros jabeques ; y faltó entonces oportunidad más que deseo á Piferrer, tan dili- gente investigador de las antigüedades ciclópeas, para extender á vosotras su provechosa visita. Perdonad empero, si entran en cuenta, al recorrer con más rapidez que hasta aquí vuestras ri- beras y poblados, el cansancio del lector y lo grueso ya del volumen ; y no os agraviaréis, porque sois discretas, si añado la notoria inferioridad que reconocéis en la importancia de vuestros sucesos y monumentos respecto de los de la capital, cuya suerte habéis seguido en la mayor parte de vicisitudes y de cuya ini- ciativa partieron las más veces. Es menester el común nombre de Baleares y el peculiar de relación entre sí que distingue á Mallorca y Menorca, para con- vencerse de que son hermanas por vecindad y naturaleza lo mismo que por raza y por historia, hasta tal punto se diferen- cian su formación, su territorio, su semblante. Roca sembrada ISLAS BALEARES II75 de tierra definió á la última un moderno geógrafo {d)\ las olas del ancho golfo, que baten setenta y dos millas en derredor su oblonga periferia, han abierto hondas muescas y erizado de promontorios la brava costa del norte, mientras que en la del sur, desde el cabo de Artruig al islote del Aire, han trazado una leve curvatura, formando al extremo sudeste el mejor puerto del Mediterráneo, y al opuesto nordoeste otro propor- clonado en su pequeñez á la proximidad de la isla de enfrente. No la atraviesa cordillera alguna; sólo la designa de lejos al navegante un grupo de montañas situadas casi en el centro, hacia el cual parecen haber afluido las más notables ondulado- nes del suelo y la más densa vegetación silvestre. Ni abundan tampoco dilatadas llanuras: las cue.stas limitan el horizonte su- cediéndose sin tregua y sin bastante profundidad para reparo de los desencadenados vientos, que más allá de la ancha zona de desolación impresa en las salitrosas marinas, invaden las campiñas rasas y pedregosas, y encorvan hacia el mediodía todo árbol con que tropiezan, parecido á devoto musulmán en el acto de su plegaria. Fuera del abrigo de los barrancos, que en defecto de valles surcan el terreno cual hondos lechos de torrente, donde se refugian los huertos y se apiñan los frutales, apenas crece enhiesto tronco ni se redondea lozana copa: es menester que en cerrada falange se resguarden mutuamente para no degenerar en abrasados matorrales ó en arbustos en- crespados de púas. Las piedras en que hormiguea el suelo se aprovechan para cercados, que cruzan y subdividen en peque- ños cuadros aquella propiedad de suyo tan repartida, prote- giendo las plantas, guardando sin pastor los ganados, y facili- tando el cultivo en sus alternativas de pastos y sementeras; y si no imponentes breñas ó risueños paisajes, si no frescas fuen- tes y deliciosas enramadas, y bosques y olivares y floridos al- mendrales como Mallorca, ofrece el campo menorquín por ven- (a) D. Isidoro Antillón. ISLAS BALEARES tajas y aun placeres peculiares rebaños y vacadas, cuyo fomento con la abundancia de carnes y de leche debe mucho antes que á sus dominadores británicos á sus condiciones naturales, lim- pias granjas á la vez que cómodas estancias en primavera para los dueños, que blanquean de un confín á otro por cerros y llanos con pórtico y galería superior en la fachada, pintorescas barreras de cercado á cercado, frutas y hortalizas más sabrosas por la escasa tierra que las produce, panales de miel aromática, hermosas eras donde se trilla rñies superior y copiosa respecto de la cabida y de la tenue capa laborable de que brota (a). Á pesar del esmerado cultivo, el país retiene mucho de sal- vaje, no que no haya sido poblado desde edades remotísimas, y que no hayan dejado en él cual en país ninguno frecuentes y profundas huellas de su paso los primitivos habitantes; pero son tan parecidas á las de la naturaleza sus obras por lo enormes y rudas, y por otro lado el globo en su elaboración compasada y lenta y en la regularidad de sus efectos remeda tanto las construcciones humanas, que momentos pueden darse en que la geología y la arqueología invadan y traspasen el recíproco lin- dero. Duda de pronto el observador, á vista de los estratifica- dos pedruscos, verticalmente también estriados, que así trazan murallones en prolongada línea como aisladas moles á manera de torres ú obeliscos, si nacieron á la vez que la creación dando al hombre-rey anticipada norma de sus fábricas, ó si son vesti-, gios de tribus prehistóricas que han venido á confundirse con la piedra. Vejeta en las agrietadas rocas denegrida maleza, hierba de las ruinas, de tan incierta data como ellas: el suelo es erial sin ser virgen, y la soledad va acompañada de fantásticas esce- (a) Es curioso como describe el cronista Marsilio por boca de Pedro Martell los productos de la isla á principios del siglo xiv: La terra en si no es molt abun- dant en blats, mes sobremanera es molt -profitosa e nudrissa á bestiars, menuts e grans ; ha muntanyas de dins no molt altas axí com ha Mallorca. Los habitadors d'aquesta lia abundan en cassas, en let, en formatjes ; de pa e de vi han assats, mes poch ahut esguart á altra terra. ISLAS BALEARES ii77 nas, y el silencio de vagos ruidos de generaciones que se mue- ven y agitan en el vacío, reservándose, por cada revelación ínti- ma que se les escapa, cien impenetrables secretos acerca de sus ritos, costumbres y mudanzas. Aquellos colosales monumentos en sus diferencias y analogías de forma y destino, cuyos toscos sillares á medio desbastar acusan, en la extracción de la cantera y en su colocación á considerable altura, tanto fuerzas prodigiosas como avanzados conocimientos mecánicos en sus autores, perte- necen (es cosa ya incontrovertible) á un pueblo crecido según el gran número de brazos que requería su manejo, á un pueblo levantado de bríos y domador de obstáculos, á un pueblo anti- guo de dos á tres mil años como la civilización rudimentaria que denotan. Hallámoslos en las Galias, en la Armórica, en Bélgica, en Germania, en la gran Bretaña, en las heladas regiones de la Escandinavia como en las primaverales de la Grecia, en las islas del mar Egeo como en las del Tirreno, en Cerdeña sobre todo 148 MENORCA.—A specto geológico 1178 ISLAS BALEARES como en Menorca no separadas sino por breve trayecto de mar y largo tiempo unidas por igual suerte. Objeto en cada nación de comparativo estudio de un siglo á esta parte, indáganse sus genéricos y sus peculiares caracteres con relación á las nociones etnográficas que tanto desarrollo adquieren hoy día, y á la luz de los textos griegos y latinos de los antiguos geógrafos é his- toriadores. En pocas comarcas subsisten tan enteros y abun- dantes como en ese estéril y angosto peñón, siempre barrido de invasiones y presa de conquistas; y sería defraudar de una de sus más legítimas ansias al viajante atraído por la fama de ellos, el no bosquejárselos siquiera y depararle guías seguros si aspi- ra á más cabal y detenido examen (a). Clasificadas según su figura y servicio las construcciones megalíticas (ó)^ preséntanse en primer término las torres circu- lares, que se elevan hasta cincuenta palmos, cónicas por lo co- mún y decrecentes, aunque algunas fabricadas á plomo, cuyo ruedo inferior coge trescientos y cuatrocientos palmos y sólo unos dos tercios el de arriba, cubiertas con plataforma de pie- dras chatas ó con señales de haberla habido, sobresaliendo en el centro de algunas una pilastra, objeto de singular acatamien- to. Á muchas se subía por una escalera espiral de salientes gradas por fuera, á otras por una interior; las hay con dos es- (o.) El primero que trató concienzudamente este asunto con gran caudal de ob- servaciones propias y en presencia de las publicadas en el extranjero, fué el be- , nemérito D. Juan Ramis, escritor mahonés á principios del corriente siglo, cuyos trabajos dignamente continúa y amplía el laborioso cuanto modesto D. Juan Pons y Soler. Preciosos apuntes sobre estos monumentos dejó el arqueólogo catalán D. Francisco Martorell y Peña, que ordenados eruditamente por el Sr. Sampere se publicaron en 1879; Y precedida de más de 50 láminas, es aguardada con in- terés la obra de Mr. Cartailhac que últimamente visitó las antigüedades baleári- cas. La materia, vasta y difícil, requiere especial cultivo y aplicación concreta á la localidad, si algo ha de adelantarse en la averiguación de la raza indígena por medio de las costumbres, ó de las costumbres según la raza establecida en el país, objeto á que no se ciñó bastante Piferrer respecto de Mallorca en la tercera parte cap. IV, engolfándose en paganas teogonias y extendiéndose demasiado en erudi- tas consideraciones generales. (6) Voz griega compuesta de mega grande y Utos piedra. ISLAS BALEARES II79 caleras, las hay sin ninguna. Las piedras asentadas sin liga ni cimiento, en hiladas paralelas de igual grueso, pero de longitud á veces tan descomunal que disculpa las vulgares tradiciones; los muros de tal espesor, que apenas dejan hueco para reduci- das celdas ó aposentos así en el piso bajo como á media altura, de uso problemático pero poco espléndido á juzgar por su es- trechez; en alguna hay bóveda, indicio de estructura posterior. Moradas de vivos ó de difuntos, centros religiosos ó vigilantes atalayas, sorprende el exorbitante número de estas torres y su difusión por el ámbito de la isla, sin ceñirse á las marinas ó al interior, á las alturas ó á las hondonadas, sino por sus diferen- tes términos, dentro de los predios cultivados, contándose casi hasta doscientas, bien conservadas en sus tres cuartas partes al cabo de más de veinte siglos á despecho de las inclemencias del tiempo y de los porfiados esfuerzos agrícolas para desembara- zar la obstruida tierra (a). Que se destinaban á túmulos ó sepul- turas, lo comprueban de acuerdo con los testimonios de la anti- güedad (ó) las urnas y huesos que contienen, aunque reserva- dos para jefes y sacerdotes, pues de otra manera hubiérase en breve trocado todo el suelo en necrópoli, y más cuando á las grandes acompañan de ordinario dos pequeñas en triángulo para entierro de las familias; pero repugna á la fantasía conce- bir encerrado en tales madrigueras, como se ha supuesto, cual- quier acto público ó solemne ejercicio de magisterio, de justicia, de autoridad, tratándose de una población desparramada, acaso nómada, no distribuida en villas al parecer, á la cual bastaba de consiguiente una escuela, un tribunal, una corte, si puede así (a) Continúalas nominalmente Ramis en su opúsculo Antigüedades célticas^ distribuidas por términos, á saber, 1^0 en el de Mahón, 39 en el de Alayor, 22 en el de San Cristóbal, 16 en el de Perrerías y 15 5 en el de Cindadela; del de Mercadal manifiesta no tener noticia de que las haya habido, sea por la penuria de que ado- lece de canteras de piedra viva, sea por lo despoblado que estaría á causa de sus muchos pantanos. Sólo 5 3 califica de medio arruinados, alguno de los cuales quizás haya desaparecido desde entonces. (b) Véase la cita de Diodoro Sículo por Piferrer pág 1088. ii8o ISLAS BALEARES llamarse, única para el país entero, dadas sus escasas necesida- des sociales y políticas. Ello es, no obstante, que los Talayots^ así denominados en Menorca como en cada región con su respectivo nombre (a)y constituían el foco de recintos, circulares las más veces y algu- na en hemiciclo, marcados por rudos poyos y por pilastras le- vantadas de trecho en trecho, de diversa altura y tamaño, mien- tras otras trazan las avenidas que allá conducían con las entra- das correspondientes á los cuatro vientos cardinales. En medio de estos círculos, dobles y concéntricos alguna vez, que se ha convenido en calificar de templos, descuella una mesa ó altar formado de dos enormes piedras, una medio enterrada en el suelo para sostener á notable elevación (ó) otra horizontalmente colocada con asombrosa firmeza y equilibrio. Sólo tres se cono- cen apoyadas sobre dos pedestales, lo cual si disminuye la osa- día, aumenta acaso el efecto (c). ¿Se ofrecían en estas toscas y colosales aras sacrificios? eran simples frutos los que allí se (a) Con el de Cairn son generalmente conocidos éstos en el Norte, así como con el de Dolmen ó Bi-lito los altares de dos piedras, con el de Menhir ó Peulven los pilares dispuestos en círculo ó triángulo, y con el de Cromlech el misterioso conjunto que formaban; nombres que la ciencia ha adoptado para mayor fijeza, esquivando calificaciones que no comprendan todas las variedades posibles, ó prejuzguen puntos todavía controvertidos, como.lo es el origen céltico ó druídico de tales monumentos. Conviene no obstante conservar las denominaciones loca- les, aunque sean de vulgar procedencia, sin buscarles, como á la de Nuraghe en Cerdeña y á la de Talayots en Menorca, etimologías remotas ó raíces semíticas, pues tocante á esta última no es sino el aumentativo de Talaya^ voz arábiga pero de uso bien corriente, aplicada por el pueblo á dichas construcciones conforme al destino que les atribuye, por el estilo del de Castells de moros allí mismo y del de Clapers de gegans en Mallorca. (b) La mesa de Talali de d'alt es de i 15 palmos, la de Trapucó de 12, la de To- rrauba den Salort de 2 I, según Ramis\ la superficie en las dos primeras es de 9 por 8, y de 18 por 6 en la última. Hay mesas pequeñas de solos cinco ó seis pal- mos de altura, cuyas dimensiones decrecen á proporción. (c) Son, dice Ramis, la de Malbuja término de Mahón, la del Barranco en el de Perrerías, y la de Binicodrell de d'alt en el de San Cristóbal.  los altares de Me- norca y á estos tres en particular se refiere atrás Piferrer pág. 1090, donde para ilustrar el texto se presentan dos tipos diferentes. En los de Talati de d'alt y de Torre Trencada^ que representa el adjunto grabado, se ve añadido un puntal más, estrecho para refuerzo quizá, aunque parece coetáneo. ISLAS BALEARES exponían, ó víctimas de animales, ó tal vez infelices esclavos ó prisioneros los que las teñían con su sangre? La imaginación hará bien en no inflamarse con horrores afortunadamente inciertos y aun improbables por las objeciones que en tropel suministra la disposición del sitio, y no empeñarse en soltarlas hasta el punto de calcular si cabe sobre la losa un becerro ó un hombre tendido. Se necesitan más positivos datos para trasplantar de golpe en los jarales menorquines los sombríos misterios y atroces prác- ticas del druidismo, y para evocar dentro de aquellos círculos por entre los inmóviles pilares comicios ó asambleas, que se ocuparan de paz ó de guerra, de funerales ó de elección de cau- dillos. Á más obvias conjeturas sobre la vida ordinaria se pres- tan el sin número de cuevas artificiales que en las cercanías se advierten, sostenidas algunas por un pilar en el centro, y los restos de silos, algibes y bocas de mina, cuya comunicación subterránea se prolonga indefinidamente. Abundan las piedras manuales de moler trigo para el sustento común, sin haber de recordar por esto las tortas del sacrificio, cuya harina no con- cibo fácil que proporcionara la escasa bellota de los bosques sagrados, que los vientos de aquella edad remota no dejarían medrar con más respeto que en la corriente. Restan las naos^ otra especie de monumentos en que Ramis creyó única la deis Tudons^ y de la cual sin embargo se han descubierto posteriormente otras en ambas Baleares. Ninguna empero tan notable como ella, y que tan completa retenga su distintiva forma, de nave inversa con la quilla por arriba, á se- mejanza de las que cita Salustio con el nombre de mapalia^ in- troducidas en Numidia por los seguidores de Hércules al dis- persarse después de su muerte. La fachada, compuesta de grandiosas piedras por tablas, representa la gallarda popa, alta de más de veinte y un palmo, ancha de veinte y seis; y sus flancos, con la graciosa curvatura de los de un buque, se pro- longan hasta cuarenta, cerrándose en punta por la proa simbó- licamente dirigida al norte. Introduce á la oblonga estancia, que MENORCA.—Altar de Torre-Trencada 1184 ISLAS BALEARES el grueso de las paredes reduce á un vacío no más de nueve palmos de longitud por mitad de anchura, una entrada estrecha y baja, poco digna de un templo de Isis, que no falta quien se lo adjudique como á protectora de la navegación. No há mu- chos años se hundió el techo que figuraba la carena; las raíces de los olivos amenazan desmoronar los costados. Entre las naos conocidas más tarde, el interior de la de Son Mercer se sostiene de proa á popa sobre una hilera de pilares: las restantes no ofrecen sino ruinas. Este género, á juicio de algunos el más adecuado para usos religiosos, lo coloca resueltamente entre las construcciones fúnebres Cartailhac. De anfiteatro alcanzó Ramis algunos restos en Albranca. Tantos y tales monumentos, mudos de letras y de geroglí- fieos, nada determinado dicen de la época, del pueblo, de las instituciones, de las costumbres que alcanzaron. Los Pelasgos y Tirrenos por un lado, los Celtas é Iberos por otro, fuese de levante á poniente ó de poniente á levante el movimiento de inmigración, y si alguna raza aborígena anterior á éstas pobló las islas, inventando la honda inmemorial que vinculó en los Baleares la fama de diestros tiradores, no tuvieron fisonomía tan peculiar y rasgos tan diversos, que por ellos podamos venir en conocimiento de sus primeros habitantes. Por salvajes empe- zaron todos ó poco menos: las naciones se parecen unas á otras en el período de la infancia; y ciertas singularidades con que pre- tendieron caracterizarlas, sin conocerlas más que á sobrada dis- tancia de lugar y tiempo, los cosmógrafos y literatos del Imperio, no más infalibles con toda su celebridad que los viajeros del día, no vienen á probar en ocasiones dadas identidad de origen, sino identidad de barbarie coetánea en países apartados. ¿Es por otra parte bastante seguro que la religión, la cultura, el sistema de vivir, que en embrión se desprenden de aquellas piedras, no sea más bien el de los pueblos expedicionarios ó colonizadores que importaron más tarde á las yermas costas sus armas ó sus mercancías, de los Fenicios por ejemplo que tantas medallas de- 1186 ISLAS BALEARES rramaron en el suelo menorquín de paso para sus emporios de la Bética, de los Egipcios cuyos simbólicos mitos y personajes dejaron tantas huellas en la prehistoria insular desde Osiris hasta Boccoris, de los Rodios que cita Estrabón establecidos en las Gimnesias ó Baleares á su regreso del sitio de Troya, de los Griegos en general de cuyas relaciones con las mismas des- cubría San Jerónimo claros indicios en el helenismo de sus va- rios epitetos? De esta amalgama de gentes, de esta sucesión de dominaciones, de cuándo acontecieron, de cuánto duraron, no hay relación, no hay cronología averiguada: la vista por defecto de ambiente no gradúa bien las distancias; las huellas, acumu- ladas y sobrepuestas en el camino por tanto transeúnte, con- fúndense y no siempre denotan qué planta las ha impreso. Hay además que, á pesar de la ventaja que en luces y poder lleva- ran los sobrevinientes á los pasados, se les imponía lo que en pie encontraban, tal era su calibre, y permanecían por su mis- mo peso las moles, y á las tradicionales prácticas y viviendas amoldábanse las generaciones sucesivas, incluso las súbditas ya de Roma, cuyas monedas y utensilios brotan aún del rudo seno de los Talayots. De las denominaciones, griegas y fenicias, agregadas por vía de elogios ó dictados al nombre propio de Baleares (<«), par- ticipó siempre con Mallorca su vecina: en cuanto á la privativa de Nura que á la menor aplica el itinerario de Antonino^ en- trada ya en su tercera centuria la era cristiana, llamando Clum- ba (tal vez Columba) á la mayor, tendría harto más fuerza, si sonara con anterioridad de unos cuantos siglos, para poder de- ducir de la raíz caldea Nur (fuego) el vocablo, que se presta á imaginarla de noche rodeada de hogueras en sus costas, y aun para fundar legítimas pretensiones de haberlo llevado sus habitantes á Cerdeña, donde pasa Nora por la primera pobla- (a) Gimnesias, Afrodisias, Cheradas y otras de raro uso en la antigüedad y de dudosa referencia, que han entretenido los ocios de los etimologistas. ISLAb BALEARES ción y Nórax por caudillo de los pobladores y Nuraghe se ape- llidan sus monumentos perfeccionados respecto de los menor- quines (a). En este caso no se habría quedado atrás Menorca en tener también poblaciones ella que en extraño suelo las fundaba, y debieran remontarse á mayor antigüedad las tres que se le reconocen, situadas al lado de sus principales puertos á modo de colonias ribereñas, con el fin de atraer y civilizar á los bra- víos indígenas del interior al paso que de llamar con el tráfico á las naves extranjeras. Tal vez preexistieron con otros nom- bres á los ilustres adalides cartagineses, de quienes lo tomaron más tarde por lisonja ó por imposición lo recibieron, Magón y Hamnón, bien poco discrepante del de Jamnona ó Jama que llevó Ciudadela {ó); pero entre la multitud de gobernadores así llamados y durante las prolijas vicisitudes de hostilidad y de- pendencia en que se halló el país con la república africana, no es fácil averiguar por cuál de ellos y en qué tiempo precisamen • te empezaron á denominarse de esta suerte. Cartago, nacida poco más de un siglo antes que Roma, puso los ojos apenas adulta desde las playas Líbicas en las islas Baleares, é intentó hacer con ellas otro tanto que con Ibiza so- metiéndolas á su poder; pero abrumados de un granizo de pie- dras reembarcáronse de prisa los que no quedaron tendidos en el campo. Las tentativas se repitieron á grandes intervalos con igual escarmiento, sostenidos acaso en su lucha contra las es- cuadras Púnicas los indómitos naturales por los celos mercanti- les de los Rodios ú otros Griegos del litoral, temerosos de in- sostenible competencia. Pasaron dos siglos y medio antes de que, desalojados por fuerza ó por maña los establecimientos (a) Recuérdese lo dicho atrás por Piferrer, pág. 1082. (b) Mucha diversidad presentan respecto de este nombre los códices de Pli- nio, escribiendo unos Jama, otros Jamnón que viene á ser Hamnón aspirada la H, y algunos hasta Labón; en otros escritores de la antigüedad y en la carta del obis- po Severo se advierten análogas variantes. A los dos pueblos mencionados añade Plinio un tercero que denomina Sanicera,y se reduce comunmente á lasinmedia- ciones del puerto de Sanitja que el cronista Marsilio titula Serrehina. ii88 ISLAS BALEARES rivales, sentaran el pie en el codiciado suelo los astutos deseen- dientes de los Fenicios, cuyas artes superaban, ganándose las voluntades hasta el punto de consentírseles erigir pueblos y for- talezas. El objeto, no obstante, que en su nueva posesión cifra- ba Cartago, no fué principalmente el dominio ni el comercio, sino el reclutamiento de ligeros combatientes, cuya arma distin- tiva tan agreste había aprendido á temer con daño propio : lie- vólos de pronto á Sicilia mezclados con sus huestes para vengar la perfidia de los de Agrigento (a. de R. 346), luego contra Dionisio el mayor, más tarde contra Agatocles, y cada vez que lo exigieron sus encarnizadas guerras por espacio de doscientos años, ora para terciar en las querellas interiores de las opulen- tas ciudades sicilianas, ora para cimentar allí su preponderancia militar y marítima á despecho de los atenienses de Alcibíades, de los epirotas de Pirro y de los romanos de Régulo, que suce- sivamente la retaron en aquel famoso palenque. Semi-desnudos los honderos Baleares, con su división de trescientos, quinientos y á lo más setecientos tiradores, espantaron y desbarataron los más aguerridos ejércitos del mundo como manadas de ovejas; y es por demás encarecer con qué blandura y miramiento deja- ría sentirse la autoridad colonizadora sobre un país de que sa- caba tan leales y provechosos auxiliares. Ocasión hubo, sin em- bargo, en el calor de la primera guerra púnica (a. de R. 502) en que agraviados los isleños pasaron á cuchillo la guarnición de sus dominadores y arrojaron del puerto la flota á pesar de ensoberbecida por su reciente victoria sobre la romana: vino empero á sosegarlos con destreza y esfuerzo Amílcar Barchino, de quien con este motivo es fama haber nacido en el islote de Tricuadra el grande Aníbal. Ignórase si reconocían por paisano suyo al héroe los ya célebres honderos que le acompañaron en la más asombrosa expedición de la antigüedad al través de los Pirineos, de los Alpes y del Apenino, coadyuvando al triunfo con sus bruscos ataques á orillas del Trebia y del lago Trasi- meno: verdad es que al propio tiempo otro numeroso cuerpo ISLAS BALEARES insular servía de rehenes en África para mayor seguridad con achaque de hacer la guardia á la suspicaz metrópoli. Así se ex- plica como diez ó doce años después, mejorada por los Esci- piones la fortuna de Roma, se inclinaran ante él las Baleares como la mayor parte de España, y que Magón, el hermano de Aníbal, ya que no pudo castigar la deserción de Mallorca, in- vernara en Menorca sin resistencia (a. de R. 549) y enviase á Cartago una leva de dos mil hombres, quizá los mismos que el otro año en los campos de Zama sucumbieron en un lago de sangre, mal sostenidos por los propios africanos, no diré vícti- mas de ejemplar lealtad, pero sí de loable disciplina. Este fué el postrer homenaje tributado por la menor Balear á la dominación cartaginesa, de que no fué menester la emanci- para alzamiento ni tratado alguno: tampoco se apresuró á reemplazarla Roma á título de aliada ni de señora, hasta que organizada en gobiernos Citerior y Ulterior la península, y ter- minadas las peligrosas guerras de Viriato y de Numancia, em- prendió oportunamente la reducción de las islas so pretexto de limpiar los mares de los piratas guarecidos en sus costas. Llegó en persona Quinto Cecilio Metelo cónsul aquel año (631 de R.), apercibidas con gruesos cueros las naves para recibir la lluvia de proyectiles que era de aguardar; y los habitantes, que habían acudido y aun embarcádose en sus mal pertrechados buques al encuentro del enemigo contando con la segura presa, dispersà- ronse con gran clamoreo por la ribera y se metieron por los montes, á donde hubo necesidad de seguirlos á fin de domarlos, no sin gran matanza, hay quien añade: hazaña de la cual no reputó indigno el conquistador tomar el título de Baleárico^ como su padre el de Macedónico^ como el mismo Escipión el de Africano. Bastaría este acto, de que fué teatro probablemente Mallorca, para someter desde luego la vecina sin más aparato de fuerza: tan poco le costó á la ciudad del Tiber un posesorio que había de conservar por espacio de cinco siglos y medio. Erigidas en municipios romanos las poblaciones cartaginesas, Iiço ISLAS BALEARES bajo el régimen de la república por algún tiempo, bajo el impe- rial después, tuvieron Mago y Jama sus ediles y sus duumviros y sus flámines y augures, y cundió la vanidad de perpetuar en lápidas estos honores, y mejor que á los groseros pedruscos confiaron las familias á esculpidas letras la fúnebre memoria de los suyos (a): de las pocas inscripciones que sobreviven, una ha salido del fondo del puerto de Ciudadela dedicada á la Luna (<5), otra se refiere á un templo de la ^-ra^ Madre en Ma- hón (e), otra para adular al indigno emperador Caracala (año 214 de la era cristiana) traza la serie de sus ilustres ante- cesores (d); varias toscamente labradas en las rocas de Calas- covas término de Alayor, cuyas cuevas artificiales indican haber sido habitadas por un pueblo primitivo, dan motivo á conjetu- rar en ellas algún uso desconocido ó anual concurrencia de gentes por el mes de Abril con ocasión de romería ó feria en tiempos muy posteriores (e). Durante las formidables guerras civiles de que fué palestra el orbe sometido, vengándole de la opresión de sus avasallado- res, apenas dejaron sentirse en las pequeñas bien que céntricas (a) De las diez y nueve lápidas halladas en Menorca.que trae Hübner, muchas hay colocadas por pedestales en la Casa Consistorial de Mahón, varias hacen me- moria del municipio Magontano y una del Jamontano según la lectura que se adopte: suenan los nombres de L. Fabio y de Fabul-lo, de L. Cornelio Sátur y de Q. su hijo en el monumento puesto á su suegro y abuelo respectivo Q: Corne- lio, y repetidos en cuatro inscripciones los de Cecilio Philistio y de su esposa Ju- lia, Severa, y en tres los de aquel Meció Medaño que ob ceternitatem honorum suo- rum memorice las colocó. (£>) Dice así: Lun.e—C. Julius—F lavis—M iles—V. S. L. M. Fué descubierta en 1859, y tal como se me comunicó la remití al insigne Hübner. (c) M. Badius Honor.—et Cornelius Silv.—Templum Matri Mag.—Atthin. de s. p. (d) No la transcribo por lo prolija, pues remonta la ascendencia hasta Nerva: hallóse en 1862 en Mahón en una casa del Puente del Castillo. (e) Tráelas Hübner en número de siete, bastante incompletas, y por el año del consulado que en tres de ellas se trasluce corresponden á los años de la era Cris- tiana 134, 150 y 2.14. En la visita repetida por el distinguido arqueólogo á las Baleares en 1888, completó y aumentó con otras dos las inscripciones de Calas- covas, publicándolas con algún novísimo hallazgo en el Boletín de la Academia de la Historia en el cuaderno de Diciembre de dicho año. ISLAS BALEARES Baleares los conflictos y vicisitudes de los partidos; y para las extranjeras emprendidas en el primer período del Imperio hacia las fronteras del norte y del oriente, no figuran reclutados como mercenarios ni como subditos los isleños. La honda vino á pa- rar en recuerdo histórico ó en tema poético desde que cesó de ser arma exclusiva de los que tan famosa la habían hecho, ape- lando para combatir de cerca al lanzón corto y embrazando con la otra mano el escudo. Con el sosiego adelantaría por un lado la agricultura, por el otro la navegación, el comercio y las artes todas de la paz; y sobre las bárbaras costumbres á que en la edad de Augusto se refería como si fueran de actualidad Dio- doro Sículo, á vista de sus imponentes y rudos monumentos, enteros aún y no en completo desuso, iba prevaleciendo la cul- tura romana con su sonoro idioma y sus monedas y medallas de toda clase y tiempo, y á ella se sobrepuso con la rápida di- fusión del cristianismo otra superior cultura en los espíritus, regenerando esencialmente la sociedad y formando en tan redu- cido país una grey bastante crecida para instituir, no se sabe cuándo, pastor propio. Un precioso documento cabalmente nos revela la historia íntima de Menorca á principios del siglo v en los días que el Imperio agonizaba. Hallábase en Mahón procedente de Jerusalén y de paso para el África, ya que para España se lo cerraban los trastor- nos, un venerable sacerdote (a), portador de las reliquias de san Esteban recién descubiertas, que depositó en una iglesia suburbana. Suscitáronse con eso contiendas y escandeciéronse los ánimos entre cristianos y judíos, los cuales eran allí prepo- tentes, coincidiendo con las disidencias religiosás las de pueblo (a) Era éste al parecer nada menos que el célebre Paulo Orosio, presbítero de Tarragona ó de Braga, enviado tres años antes por san Agustín á Jerusalén para consultar á san Jerónimo acerca del origen del alma, y el primero, según Genadio, que trajo á Occidente las reliquias del protomártir. Escribió en siete libros la his- toria general desde la creación del mundo y varias obras de polémica contra los herejes de su tiempo. II92 ISLAS BALEARES á pueblo, pues del de Jammona, católico en su totalidad hasta el punto de jactarse de que era mortífero su clima á los hebreos ni más ni menos que á los lobos y zorras y de que bajo su in- fluencia perdían los escorpiones y culebras su ponzoña, se tras- ladaron en masa al de Mahón, salvando la distancia de treinta mil pasos que los separa, innumerables vecinos con el obispo Severo á su frente, que entre ellos residía teniendo la isla por diócesis. Como si hubiera de remitirse el éxito al trance de una batalla, hacíanse aprestos de armas y defensa por ambas par- tes; y á pesar de las esperanzas de los israelitas puestas en la autoridad poder de Teodoro, no sólo su jefe principal sino y patrono del municipio, vuelto por aquellos días de Mallorca, acopiaron piedras y dardos y lanzas, y animáronse á perder sus vidas en defensa de la ley á ejemplo de los Macabeos, por si intentaran los cristianos con celo harto belicoso imponer la uni- dad de fe y convertirlos á viva fuerza. Referíanse y comentà- banse misteriosos ensueños como anuncio de lo que iba á suce- der. El buen prelado, cuya es la minuciosa relación del he- cho (a)^ se esforzaba por llevar á buen término el negocio, invitándolos á reunirse donde quisieran en lugar público; y echándoles en cara sus ocultos armamentos, acompañólos desde i su posada hasta la sinagoga, mezclados unos con otros en pro- i cesión cantando salmos; bastaron empero unas cuantas piedras arrojadas á los fieles por procaces mujercillas, para suscitar tal conflagración, que en un momento ardió con su mueblaje el edificio, no salvándose sino los libros y la plata: ni una gota de sangre ni un robo manchó aquel acto de confiscación popu- lar, consumado el cual, marchó al templo la muchedumbre á dar gracias á Dios por el triunfo de su santa causa. Al despojo no (a) Esta carta de Severo dirigida á los obispos de toda la cristiandad, á la cual se refieren testimonios coetáneos, la publicó en sus Anules el cardenal Bare- nio copiándola de un códice del Vaticano, y Dameto la inserta y la traduce. Sobre ella dió á luz en 1787 un excelente opúsculo latino, comentándola y vindicando sólidamente su autenticidad, el erudito Dr. Antonio Roig natural de Mahón y rector de Felanig. ISLAS BALEARES siguió la persecución, antes bien un eficaz empeño en reducir á los obstinados: cree en Dios^ Teodoro! le clamaban á una voz cuando más protervo se mostraba en medio de su derruida es- cuela; pero los suyos, entendiendo mal, dieron por hecho ya lo que como exhortación se enunciaba, y dispersáronse atónitos con la supuesta apostasía del jefe. Vióse éste abandonado, con- fuso, y en vez de los rugidos del soñado león monjes que pací- ficamente cantaban, y en vez de amenazas y peligros por parte de los cristianos, paz y honores con que le brindaban por boca del ya convertido Ruben ; y pidió el bautismo, y á los tres días lo recibió, rodeado de abrazos, caricias y distinciones. Tras de él se bautizaron muchos; el pánico se disipó, volvieron de los bosques y de las cuevas los fugitivos, tales como Melecio her- mano de Teodoro, é Inocencio escapado con su opulenta fami- lia de las perturbaciones de España; y después de violenta lu- cha entre sí y consigo mismos, ellos y sus esposas, hija la una del conde Lectorio que había gobernado las Baleares, junta- mente con la mujer del caudillo y con su madre á su regreso de Mallorca, unos por asegurar la vida temporal según inge- nuamente confesó el joven Galileo, otros por convicción plení- sima cual de acuerdo con su hermano Florino declaró en la asamblea Ceciliano, sólo inferior á Teodoro en consideración pública, todos en número de quinientos cuarenta abrazaron la fe de Cristo {a). Globo de blanca y rutilante luz posado sobre [a) Ciento y dos años de edad, dice la epístola, contaba uno de los converti- dos. Asombra la preponderancia social y hasta el poder á los que judíos, de lo llegaron en Mahón cual sea acaso confirmación el notable mosaico el descubierto mes de Enero de 1888 por en la isleta del puerto denominada del si en al informe Rey^ prometido por la Academia de la Historia, en el de que precitado cuaderno su Boletín publicó de aquel un amplio diseño, insiste en de creerlo, como indica, procedencia hebraica por su semejanza con el de la Hammam Lif antiquísima sinagoga de cerca de Cartago, considerándolo alusivo á los días de la y observando Creación, que las aves, cuadrúpedos y reptiles allí representados son la ma- yor parte indígenas del continente africano. El informe no ha salido á luz en cambio el todavía; mosaico, según noticias, padece sin y se deteriora expuesta á la responsabilidad lluvia, por parte de la Comisión provincial de monumentos, competentes atribuciones cuyas no han sido al efecto atendidas. 150 ISLAS BALEARES II94 la iglesia donde se custodiaban las reliquias (a), lluvia dulce como el maná y otros prodigios menores acompañaron al sobe- prodigio de la gracia; y después de ocho días de consue- rano los inefables, del 2 al 9 de Febrero del año 418, antes de em- la tomó otra vez el camino de Jammona con su pezar cuaresma, fiel comitiva el alborozado Severo, recobrada una porción tan importante de su diócesis casi sumergida en el judaismo, mien- tras para erigir una basílica sobre las ruinas de la sinagoga acarreaban piedra los convertidos. Con harto menos pormenores pudiéramos contentarnos re- lativos á la gran catástrofe que ocho años después, en 426, acabó en las Baleares con el pacífico poder romano, y las en- tregó á la devastación y saqueo de los vándalos, quienes al esta- blecer en África su señorío, hicieron de ellas una provincia con las grandes islas italianas Córcega, Cerdeña y Sicilia. De Me- norca nada se sabe bajo aquella dura servidumbre sino que continuó la silla episcopal, no dependiente de metrópoli espa- ñola sino de la de Cerdeña, acaso por la inmemorial unidad de de costumbres que mediaba entre ambas islas; Macario raza y se llamaba el obispo que, juntamente con los de Mallorca é Ibiza, pareció en Febrero de 484 á dar razón de su fe en Carta- go, corte del arriano rey Hunnerico. La Iglesia velaba por el sostenimiento del catolicismo contra la herejía dominante, y á falta de otro gobierno organizado templaba el despotismo de los bárbaros de opresores. A una conquista sucedió otra al cabo poco más de una centuria hacia el 534, hecha por Belisario sin llevar allí sus armas probablemente, sino incorporada con los demás dominios de la monarquía africana al imperio de Cons- tantinopla: de cada vez era más poderoso y más lejano el dueño de la pequeña posesión, y de mayor descuido y abandono era (a) Hallábase á la salida del pueblo esta iglesia, que no sería la única ni la principal de Mahón, tal vez junto á la cala que retiene con un predio inmediato el nombre de San Esteban, no lejos de Villa-Carlos, pero fuera del puerto. ISLAS BALEARES II95 ésta objeto en proporción de su insignificancia. Apéndice de Mallorca por lo común, no logra poco cada vez que se la nom- bra aparte, como lo hacen los cronicones de los reyes de Astu- rias respecto de las invasiones de los normandos á mediados del siglo IX, y á fines del mismo unas bulas pontificias que someten una y otra expresamente al obispo de Gerona (a). Durante la dominación sarracena, que no puede fijamente determinarse cuándo en ellas empezó, se las llama siempre en anales y en tratados las islas ó las Baleares de mancomún, excepto en la expedición de los písanos en que para nada suena Menorca. Es probable que durante el siglo xii formara parte del reino mallorquín de los Aben-Ganyas, y que al destruirlo á principios del siguiente los Almohades, siguiese subordinada á la autori- dad de Abu Yahya instituido walí por ellos en la isla mayor, cuya desventurada suerte evitó discretamente, absteniéndose de entrar en lucha con el denodado rey de Aragón. Said-ben-Alhakem Abu Otman-el Koraisi, ilustre como lite- rato (à), se llamaba el almojarife que en medio de aquellas perturbaciones logró erigirse en verdadero jefe de la isla, y que al presentarse en Cindadela las tres galeras armadas exigiendo obediencia de parte del conquistador de Mallorca, tomó no poca parte en el buen despacho de la embajada (¿:). Apoyábala con alardes de belicosa fuerza desde la fronteriza costa mallorquina el joven monarca, simulando con innumerables fogatas en Cap- de-pera un formidable campamento; y complacíase más tarde (a) Véanse atrás las notas de la pág. 26. (b) Á las noticias dadas acerca de él por Almakkarí (v. nota a, pág. 1 34) acaba de añadir otras más extensas el aventajado arabista Sr. Codera en el Boletín de la Academia de la Historia correspondiente al junio del corriente año 1890: las bio- grafías le.hacen unas natural de Tavira, otras de Talavera, y de Sevilla la crónica del Rey, la cual llamándole siempre almojarife no permite confundirle como Pi- ferrer con el hermano del alcaide, ni con el cargo de éste su cargo como se me deslizó al principio de dicha nota. (c) Eran los embajadores Bernardo de Santa Eugenia, Asaldo de Gudal y el comendador del Temple Ramón de Serra el mozo con sus respectivas galeras. Hace suyo Piferrer el interesante relato de la Crónica pág. i 3 3 y sig. 1196 ISLAS BALEARES en recordar con qué débil hueste ni aun suficiente para escolta había acometido tamaña aventura, y qué deslumbrante pompa se había ingeniado en desplegar al recibir el homenaje de los aterrados menorquines (a). En el mensaje de éstos venía con el hermano del alcaide y con cinco de los jeques más poderosos del país (ó) el expresado almojarife: el tratado lleva la fecha de 17 de Junio de 1231, no acorde con la cronología de nues- tra historia que lo pone un año más tarde (c)^ y suena á nom- bre del alcaide Abu Abdalá Mohamed á quien el rey confirma en el cargo por toda su vida; sin embargo el almojarife obtuvo (a) E vejáis que bela host de rey^ dice la Crónica, que no havia ab nos sino VI cavalers e //// cavals e un escut e cinch escuders què'ns Servian e X homens de cria- çó e 'ls troters... E fahem ben aguiar la casa en que nos éram e enjoncar de fenoyl, que no haviam altre jonch, e metém cobertors nostres e d'aquels que eran ab nos per las parets de la casa d'alí hont se devian metre, e vestim nos los meylors vestits que haviam nos e aquels qui ab nos eran. (Cap. 120 y i 22.) (b) Cuatro de ellos cita Conde, ó más bien los escritos arábigos que consultó, barajando tan lastimosamente los sucesos de Menorca con los de Mallorca (v. las notas de las págs. 87 y 131;): á saber, los señores de Hasn-aljuda (Torre Lleíuda), de Binisaida, de Binifabin y de Alcayor,en representación al parecer de los cuatro distritos de Ciudadela, Mahón, Mercadal y Alayor. (c) La Crónica del rey expresa que sometió á Menorca en su tercera venida á las islas en el verano de 1232, data que se combina mejor con la serie de los su- cesos, y pudiera explicarse la diferencia del año por error en la fecha latina del tratado, en el cual se echa de menos su correspondencia con el de la hègira, que si fué el 629 empezó en 28 de Octubre de i 2 3 i y corría aún en el 17 de Junio de 1232, por más que cueste trabajo suponer semejante inadvertencia en el sabio editor del documento. Tomólo en su último informe el Sr. Codera de la colección de tratados de paz y comercio publicado en 1872 por Mr. Mas Latrie, y consta de doce artículos que, á pesar de su interés, no permite transcribir ni aun extractar la índole de esta obra. El tributo anual á que en reconocimiento del dominio se obligan por el convenio los moros menorquines, de cien almudines de trigo y nuevecientos de cebada, cien cabezas de bueyes y vacas, quinientas entre cabras, ovejas y carneros y dos quintales de manteca, corresponde á corta diferencia con el estipulado según la crónica. Del dominio exigido al tenor de esta por los en- viados del rey sobre Ciudadela y sobre el castillo de Santa Águeda no habla nin- gún artículo; en cambio el primero dispone que cada año en el castillo de Menor- ca (Mallorca dice por errata sin duda) se enarbole el pendón de D. Jaime y se proclame en alta voz su señorío por una comisión de cinco personas que en se- guida debía retirarse hasta el año siguiente. Conforme al artículo 7.° ningún cris- tianp ni judío podía habitar perennemente en la isla sin voluntad del alfaqui: el cargo de éste, de alcaid, de cadí, de almojarife debían proveerse entre los natu- rales por el consejo de ancianos; el rey se reservaba confirmarlos recibiendo el juramento y elegirlos en caso de discordia. Establecíase plena y absoluta la li- bertad de comercio. ISLAS BALEARES II97 la gracia de Jaime I hasta el punto de conferírsele el mando que por tres años retuvo hasta 2 de Julio de 1234 y recobró al pa- recer más adelante. Á estas desavenencias con Abu Abdalá Mohamed se refieren las historias arábigas conocidas por Con- de, que las achacan á envidia del cadí depuesto, dando motivo á que los cristianos visitasen la isla otra vez y agrâvasen el yugo; sea cual fuese la importancia de ellas y sus resultados, Said Abu Otman gobernó cerca de cincuenta años en Menorca, bien quisto de muslimes y de cristianos hasta su muerte en 1282, y dejó por sucesor á su hijo Abu Omar Hacam-ben-Said, hombre suave y timorato, que arrojado en 1287 por Alfonso, vivió oscurecido en Ceuta y en Granada, y pasando á Túnez murió náufrago con su familia (a). Así floreció por medio siglo tranquila y próspera bien que tributaria Menorca sarracena {ó), arraigado en su autoridad y en el favor del soberano, á despecho de las intrigas del antiguo alcaide, el leal almojarife, cuyo gobierno duró más aún que el reinado de Jaime I, conservando el título de su primer empleo y transmitiéndolo á su hijo (c). Cinco meses cumplían desde su fallecimiento, cuando en los primeros días de Junio de 1282 entró en el puerto de Mahón una armada de ciento cincuenta (a) Son de agradecer al Sr. Codera estas noticias sacadas del Marrecoxí y de Aben Aljathib. (b) Aunque, dice la crónica., la y la era moli pobre, y Marsilio añade rebus vel pecunia non abundal, su población debía ser considerable y distinguida, atendido el gran número de ancianos ó jeques esparcidos por la isla y los trescientos veci- nos principales que intervinieron en las condiciones del vasallaje. Que abundaba en viñas lo prueba el dicho de Said-ben-Alhakem Abu Otman,-que á un doctor de su ley, que le tachaba de riguroso por castigar con pena de muerte el delito de beber vino, le repuso: «O faquí ! pues si en esta isla la gente bebe vino y se em- briaga, es imposible que la sepan guardar, los enemigos nos vencerán»: el faquí no obstante le abandonó porque iba contra los preceptos de Alá. Menorca debió reconocer por señor á D. Pedro de Portugal hasta 1244, toda vez que suena com- prendida con Mallorca en la escritura de cambio por el condado de Urgel otorga- da en 29 de setiembre de i 2 3 i. (c) Equivale el título á administrador de las rentas reales ó procurador real, cuales venían á ser las funciones del jefe sarraceno de Menorca, toda vez recono- cido el señorío del rey de Aragón y obligada la isla á tan considerable tributo. 1198 ISLAS BALEARES velas salida de Port-Fangós al mando de Pedro III en persona, cuyo misterioso destino, objeto de ansiosa expectación para Europa entera, allí al cabo había de descubrirse con la abertura de los pliegos repartidos á cada buque: tranquilizó el monarca al nuevo almojarife de que nada iba contra él ni contra la tierra, seguridad que agradeció Abu Omar-ben-Said con abundancia prodigiosa de víveres y refrescos (a), bien que correspondió con perfidia avisando á los jeques berberiscos de la tormenta que les amenazaba. Al aportar el rey á Alcoll entre Bugía y Bona, halló el lugar desamparado y muerto por los suyos Bugrón el señor de Constantina con quien contaba; y adquirida prueba de la traición del menorquín, reservó para ocasión más oportuna su venganza: pero como no era aquel el verdadero blanco de sus miras, hízose fuerte en la costa africana, atrayendo en torno innumerable morisma, contra la cual sostuvo con su ejército una hazañosa campaña de verano, haciendo ver al papa Martín que se ocupaba en guerrear con los infieles, ínterin llegaban enlutadas y llorosas comisiones de sicilianos á representar la concertada escena de implorar su amparo y él de concedérselo, para acompañarlos en seguida á tomar posesión del ofrecido reino. En el violento y rápido torbellino de sucesos que agita- ron los tres años últimos de Pedro el grande^ apenas cupo en éste un pensamiento para la conquista de Menorca; y si lo tuvo para encargarla á su primogénito en el lecho de muerte por el mes de Noviembre de 1285, al tiempo de enviarle, sin permitir que le cerrara los ojos, á ocupar desde luego la isla de Mallor- (a) La relación publicada por el cronista Carbonell como sacada en 1497 del archivo de Menorca, dice que al entrar la galera del rey se le dispararon algunas saetas, audacia inverosímil de que le pidió perdón el almojarife, acompañado de los mismos señores de Torrellefuda, Binisaida, Alcayor y Binifabini citados en una nota anterior, lo cual demostraría en ellos una representación permanente. Opino que las costosas satisfacciones dadas por el jeque y el consiguiente castigo de los agresores le hubieran hecho más cauto para incurrir con el poderoso mo- narca en segunda ofensa harto más grave que la primera, y que esta por lo mismo no existió. ISLAS BALEARES II99 ca, hartos cuidados sobrevinieron en el siguiente año á Alfon- so III, consumado el despojo de su tío, para atender á la em- presa á que pudo servir de pretexto la reciente felonía, pero que principalmente aconsejaba la importancia del ya codiciado puerto de Mahón en medio de las colosales luchas que se le abrían á Aragón en Italia y del dominio de los mares que le conquistaba Roger de Lauria (a). Hasta mediados de Octubre de 1286 no pudo hacer desde Huesca un llamamiento general á sus vasallos para que á fin del mes estuviese aprontada en Salou la escuadra. Acudieron á Tarragona, corriendo el No- viembre, los magnates catalanes y aragoneses con sus mesna- das y las universidades con sus compañías (ó), y el 22 se em- barcaron, anclando en Mallorca del 2 al 10 de Diciembre. Detenida en Portopí durante la fiesta de Navidad, cuya vi- gilia señaló el milagroso castigo del almogávar (í), continuó la armada su rumbo hasta casi tocar la apetecida tierra; pero al emparejar con el cabo de Artuig, dispersóla á lo largo de la costa mallorquina una furiosa tramontana, y con diez galeras nada más atracó Alfonso al puerto de Mahón, cuya orilla dere- (a) Estuvo refugiado el famoso almirante en el puerto de Mahón del 28 de Noviembre al 3 de Diciembre de 1286, á donde fué bien recogido, dice Zurita lib. IV, cap. 81, por el arráez Ben-Jucef (no atino quién sería), á pesar de saberse que estaba ya en marcha contra la isla la flota aragonesa. (b) Entonces pudieran haber tenido lugar, si lo consintiera la premura del tiempo, los ofrecimientos de barones y prelados que especifica la citada relación de Carbonell como hechos en Lérida en i 282 expresamente para una expedición á Menorca, y que desde luego juzgo apócrifos, así por no tener apoyo en ninguna otra crónica ni documento, como por no haberse divulgado á la sazón el objeto de la empresa. Además de la afectación del estilo, mal calcado sobre parecidas ofertas hechas á Jaime 1 para la conquista de Mallorca, nótase en ellas alguna inexactitud, como la de titular conde al vizconde de Cardona. Tocante á la flota de Alfonso 111 dice Carbonell que constabg. de i 22 velas, y Ramón Muntaner ase- gura que le ayudó con 40 galeras su hermano Jaime rey de Sicilia y que el ejér- cito se componía de 500 caballos y 30,000 almogávares, todo él, añade Zurita, al mando de D. Pedro Cornel con dos diputados subalternos, Garci Garcés de Arazuri para los aragoneses y Acart de Mur para los catalanes. (c) Alusión á la súbita ceguera de que fué herido por quebrantamiento del ayuno, como se indica pág. 147 en la nota, y cómo relata incomparablemente Muntaner á fuer de testigo de vista en el cap. 171 de su crónica. 1200 ISLAS BALEARES cha cubría la morisma como una nube de langosta, pues el ca- balleroso príncipe, declarando con tiempo la guerra á su mal seguro vasallo, le había dado lugar para prevenirse con fuertes socorros del Africa {a). Interin llegaban de cada día las espar- cidas divisiones de la hueste conquistadora, desembarcó el rey en la isleta á que dió nombre, donde un prodigio remedió la sed que padecían con el alumbramiento de una copiosa fuente {ó)\ no quiso empero aguardar la completa reunión de las fuerzas, expuesto en ocio al insufrible rigor de aquel invierno, y con el aumento de cuatrocientos caballeros y un sinnúmero de almo- gávares se animó á tomar tierra al norte en el fondo del puer- to {c). Entonces empezó al rededor del castillo de Mahón aque- lia serie de descomunales batallas, cuatro nada menos en un día, que sin distinguir apenas de lugar ni tiempo acumula el relato de Carbonell, del cerro de San Jorge al de San Antonio y de estos al llano del Verger, todas invocando á los dos san- tos, al caballero y al anacoreta cuya fiesta aquel día 17 de Ene- ro se celebraba, quienes de sol á sol no se dieron de vagar, constantemente visibles en el aire con su espada y su muleta para alentar á los cristianos y espantar á los infieles (d). Tre- (a) Montaban los auxiliares, según la relación de Carbonell, á 900 hombres de á caballo y 5,000 peones, enviados por los cuatro reyes de Bugía, Bona, Tre- mecén y Constantina. {b) Refiérelo por dos veces Carbonell, una por cuenta propia y otra en el texto de la relación mencionada con minuciosas circunstancias, previo ayuno general del ejército y votos y revelación del cielo. Dicha relación alarga doce días la es- tancia de Alfonso en el puerto antes de trabar batalla, y limita á siete su anterior detención en Mallorca, apartándose en la distribución del tiempo de la que se des- prende de más autorizadas narraciones. (c) A la fart de tramuntana, dice la relación consabida, ferçó com es flana, e fodian exir millor que de la fart de mitjorn qui tota es fenya: lo cual debe enten- derse con relación al puerto, no á la isla entera, pues sabido es, ni hubiese sido cuerdo ni tal vez posible hacerlo en tan borrascosos días, que la armada no salió del puerto de Mahón para ir á desembarcar en alguno de la costa septentrional, Sanitja, Fornells ó^Addaya, como lo demuestra por otra parte el teatro de los pri- meros combates trabados en las cercanías de Mahón. {d) Sobre cada uno de dichos cerros existían dos alquerías llamadas también Sant Jordi y Sant Antoni, de las cuales la segunda subsiste con su título á la de- recha del puerto, lo mismo que el Plá del Verger, que si tomó después el de De- ISLAS BALEARES I20I molaba sobre el llano del Verger una bandera blanca, que no retrajo al caballero Berenguer de Tornamira de comprometer temerariamente al fatigado ejército en cuarta lid, la más san- grienta de todas, pues era con enemigos de refresco en número de doce mil de la parte de mediodía: la matanza de estos fué tal, sin embargo, que el sitio se apellidó Degollador^ aunque por poco no hizo cortar el soberano la cabeza al indisciplinado campeón. La sangre corrió á torrentes; los sarracenos menor- quines, dice Muntaner, eran valerosos y tenían á sueldo turcos no menos esforzados, pero á la terrible maza esgrimida por el joven rey no había quien hiciera frente {cC). Muntaner no habla del castillo de Santa Agueda situado en el interior de la isla, sino que las capitulaciones á la guarnición de éste otorgadas, las refiere á la entrega del de Mahón des- pués de porfiado cerco; al paso que omitiendo Zurita las accio- nes campales reñidas cabe el puerto, supone que apenas apare- cida la flota, sin disputársele el desembarco, se concentró tierra adentro la resistencia con las autoridades y gente principal. Según Carbonell, que participa de ambas opiniones como si tra- tara de avenirlas, no fué sino posterior á sus repetidas derrotas la retirada del almojarife á dicha fortaleza, ya conocida en tiem- po de Jaime I y fundada por lo que indica su cristiano nombre en época anterior á la dominación musulmana {B). Replegáron- se á ella con los fugitivos los que no habían entrado aún en pe- gollador como supone la relación, no debe confundirse con la cala del mismo nombre en Cindadela. Monótona y disparatada en su redacción, como inverosímil y confusa en las noticias esta crónica parodiada, no sale de unas mismas frases, á no ser para contarnos de un Juan de Senesterra, el cual abrió en canal á un moro que le había tronchado á cercén una pierna. (a) Murieron en las tres primeras batallas, según Carbonell, 1334 moros y 3,000 en la cuarta del Degollador; pero olvidado de estas partidas en el final, re- duce la pérdida general de los infieles á 3876, y la total de los cristianos la fija en 334. (b) San Agayz la titula Zurita ateniéndose al texto de la capitulación, aunque en otro pasaje sigue las crónicas en llamarla Santa Águeda. Este castillo roquero era respecto de Menorca lo que para Mallorca los de Alaró, Pollensa y Santueri. 151 1202 ISLAS BALEARES lea de todos los puntos de la isla, y fuéles al alcance el vence- dor, tomado apenas descanso, empleando dos jornadas en andar cinco leguas de encharcados caminos. No aguardaron los de dentro, á pesar del número y de lo enriscado de la posición, á que se formalizara el sitio (a); movieron tratos desde luego, y sometiéronse á las condiciones, por más que duras, de salir con lo que llevaban puesto sin ser registrados, mediante el pago sin distinción de edad ni sexo de siete doblas y media por cabeza, quedando por seis meses detenidos los insolventes, y más ade- lante á merced del soberano (<5). A 21 de Enero de 1287 tre- molaron en las almenas de Santa Agueda las barras de Aragón, y á 2 de Febrero consagróse en Cindadela, pueblo y fuerza principal de la isla (c), la mezquita convertida en iglesia á Nuestra Señora en su fiesta de la Candelaria. No comprendidos en la avenencia sino los del castillo, miserable suerte cupo á la residua masa de cuarenta mil almas, mujeres y niños en su ma- yor parte, pues de los varones pocos habían quedado con vida: horror causa lo que indica respecto de las familias que emigra- ron, comprando con su cuota el salvo-conducto, la relación de (a) Corre sin embargo en el país la tradición de que resistieron tenazmente los sitiados, y que para disimular la penuria de víveres, arrojaban los panes por pro- yectil como si nada tuviesen más de sobra, de donde son comparados proverbial- mente á los moros de Sania Águeda los baladrones que sacan fuerzas de flaqueza. Nombra la relación en calidad de negociadores del arreglo á los señores de Bini- dofa, Binimoden, Binicodrell y Binimohama, predios todavía conocidos. (fc) De esta capitación salieron francos, según el documento extractado por Zurita, el arráez ó almojarife con sus hijos y familia hasta doscientas personas, con facultad de llevarse sus libros, cincuenta espadas y la ropa. Embarcóse, si damos fe á Muntaner, con veinte de sus parientes, cien individuos entre toda la comiti- va, en una nave genovesa fletada por el rey, y naufragaron en la costa de Berbería sin escapar uno solo; hecho desmentido por la biografía arábiga atrás citada (pá- gina I 197), que afirma haber sobrevivido en el destierro Abu Omar Hacam-ben- Said pensionado por el rey de Granada, hasta que naufragó en realidad junto á Argel de camino para Túnez, lo cual pudo dar margen á confundir el suceso. (c) Palabras textuales de Zurita. Cuál fuese el nombre arábigo de la población ó que reemplazó al primitivo de Jama ó Jamnona no es dable averiguarlo, por lia- maria constantemente Ciutadella desde antes de la conquista las crónicas y docu- mentos cristianos, únicos que la mencionan. ISLAS BALEARES Carbonell (a); y suave sería comparada con aquella la de los vendidos por cautivos en Sicilia, en Cataluña y en Mallorca la mayor parte, al cuidado de Ramón Calvet de Lérida y de sus empleados subalternos. Dichosos los diez ó veinte mil que per- manecieron, si no se entiende mal el texto, trabajando en los muros de Ciudadela y de su alcázar y de la puebla de Mahón, cerrada y dotada también de iglesia al lado del castillo del in- signe puerto, por orden de Alfonso, que en visitar la conquista- da tierra y proveer á su gobierno empleó un mes apenas {â). Poblada la Balear menor por la fuerte raza catalana á costa de la servidumbre y casi exterminio de la sarracena, distribuido en caballerías á los expedicionarios el territorio, y trasplantadas allí las instituciones y magistraturas que probaban tan bien en la vecina, quedó inglobada al reino de Mallorca; y devuelto este en 1298 al legítimo dueño, fué en su diadema una nueva joya gananciada por su sobrino como indemnización del tiempo que se lo había detentado. Estimó Jaime II en lo que valía la gratuita adquisición, y desde el año 1300 cuidó por medio de los procuradores reales allá enviados de dar las tierras en esta- (a) Quisiera más que nunca poder darla por inexacta y aun mentirosa, y no copiar de ella sino para refutarlas las espantosas líneas siguientes: E los moros^ qui s' hich valían exir e 's recullian en las fustas del rey, feyan prest viaije, que en un jorn ne feyan dos e tres viatjes, car diuse que com eran á mitjan golf llensavan- los en mar e tornavan per altre viatje. En honor del cristianismo y de la patria y aun de la humanidad, quisiera poder atribuir la especie á alguna tradición ma- ligna y brutal, como á veces corren entre el pueblo, destituida de todo funda- mento histórico. (b) Todo lo más que puede alargarse la permanencia del conquistador en Me- norca es durante el mes de Febrero, respetando la fecha de i.° de Marzo que lie- van sus concesiones á los frailes de la Merced y de San Antonio para fundar con- vento: su regreso fué por Mallorca según Muntaner, y no directamente á Barceló- na como dice Zurita. Prefiero no obstante la autoridad de éste á la del primero tocante al año de la expedición, que fué de acuerdo con el diligente analista en 1287, y no en i 288 á lo que suponen Muntaner y Carbonell, antes y no después de las vistas de Alfonso con el rey de Inglaterra en Olorón. Algunos, guiados por el cómputo de la encarnación del Señor, ponen la fecha en i 286, como cierta lá- pida, antigua pero no coetánea, que en Mahón existió donde hoy está el moderno consistorio; decía así: XVI his. Febroarii, anno Dom. MCCLXXXVI fó presa la ila de Menorca per N''Amfós bon rey d'Aragó. 1204 islas baleares blecimiento y de visitarla en persona (a). Nombró para la isla lugarteniente y baile especial subordinados á los de Mallorca, manteniendo en el segundo cargo á aquel Pedro Labiá de Va- lencia puesto por Alfonso III y creador, puede decirse, de la naciente colonia: en la lugartenencia turnaban ilustres apellidos mallorquines, Puigdorfila, Garcés, Desbach, Mora, con prefe- rencia á los nuevamente avecindados. Á la autoridad municipal de los cuatro jurados de Ciudadela, noble ó caballero el princi- pal, dió por límites las costas del país, como respectivamente la ejercían en el suyo los de la metrópoli del reino, á semejanza de los cuales cada año por Navidad los salientes nombraban á los sucesores con beneplácito del gobernador que les tomaba juramento, y elegían los diez prohombres ó consejeros con quienes en sus sentencias se asesoraban. Del 30 de Agosto de 1301 data la carta-puebla menorquina (¿5), que aplicó todavía, como setenta años atrás la de Mallorca, á los juicios por inju- rias y heridas el rudo código de los Usatjes de Barcelona: re- velan no obstante notorio adelanto ciertas disposiciones sobre efectos de naufragio (¿:), uso cómún de la sal {d) y moderación (a) De 2 2 de Enero de dicho año es la escritura otorgada por los procuradores reales Arnaldo Burgués y Pedro Scurs á los diez síndicos por Ciudadela, Mahón y demás lugares de la isla, primeros pobladores cuyos apellidos interesa conocer. Fueron Ramón de Gascons, Pedro Vell jurisperito, Pedro Pons, Guillermo de Pinna (Penya), Marcos Adalill, Pedro de Fàbrega, Juan Jana, Jaime Rayol, Pedro Lopis de Belchite y Gil Peris de Luna caballero. (Libro Vermell fol. 26 b.) Á este acto precedieron reuniones en las iglesias de Santa María y de Franciscanos de Ciudadela. Fn ñguran como jurados de Menorca Bernardo Spanyol, Martín 1303 Moragues y Pedro Des-Portell. (b) Publicóla el P. Villanueva en el tom. XXI de su Viaje á las iglesias de Es- -paña. Fs casi reproducción de la de Mallorca, pero tres ó cuatro veces más exten- sa, como que recopila por completo la legislación establecida en Menorca, y com- prende la forma de elegir y las atribuciones de los jurados, autorizándoles para añadir á su consejo de diez prohombres en los negocios tocantes á Ciudadela, de Mahón, del término de Santa Águeda y demás en lo que atañe á toda la otros isla. Por otro artículo se establece feria en Ciudadela todos los sábados, en Mer- cadal los jueves y en Mahón los lunes. (c) Sacado el tercio de ellos para el que los recoja, mándanse entregar al due- ño si se presenta, y si no invertirse en sufragios por su alma. (d) Va dirigida la orden en 1303 al baile Pedro Labiá, mandando que á nadie ISLAS BALEARES 1205 de las torturas (a). Establecióse de siete en siete años el pago del monedaje; del derecho de peso y medida no se dió franqui- cia á los caballeros sino por una mitad, obligándoles á contri- buir en las obras de las iglesias, y á residir en sus caballerías en días de alarma ó reguart dispuestos con armas y montura. Á los propietarios se garantizó en sus predios el pleno señorío, y á los acreedores el cobro de sus deudas: permitióse la extrac- ción de ganado, siempre que de cada centenar quedasen diez ó quince cabezas para los naturales (<^), y hasta la de trigo, me- nos en trance de carestía en que se vedaba la salida así al del real patrimonio como al de la porción episcopal. Cabeza de la isla y residencia de las autoridades era Ciudadela, y en la fá- brica de sus muros se ponía el mayor empeño, pero no tan pri- vativamente que no se atendiera con algún auxilio á la cerca de Mahón, ni pesaba tanto sobre este y demás lugares subal- temos la centralización respecto de la metrópoli, que no les fa- cuitara, caso de existir precedentes, para que sus bailes y jue- ees respectivos con sus prohombres terminaran allí mismo las causas así civiles como criminales de sus vecinos (í). Tal fué en resumen, por los documentos que nos quedan del paternal y tranquilo reinado de Jaime II y del de sus suce- sores, hijo y nieto, el estado político y social de Menorca {d)\ se prohiba el coger sal, puesto que de la gracia que Nostre Senyor dona bó es que tots ne hajan tur j)art. (a) Prohibe usarlas en delitos que requieren pena menor una orden de 1305, y otra de i 3 11 manda no proceder a la tortura, sea dé sal, de agua ó de ruedas, sino respecto de hombres viles y de mala fama, mediando vehemente sospecha y con consejo de prohombres. (b) Limitábase á veces para Mallorca ó para Rosellón, y Pedro IV la autoriza en 1331 de mil vacas y dos mil cerdos con destino exclusivo á Cataluña. (c) Orden del rey Sancho de i.° de Febrero de 1321 al lugarteniente Jaime de Mora. (d) Hállanse en el histórico Vermell del archivo municipal de Ciudadela, códice de trescientas hojas y letra del primer tercio del siglo xyi , llevado por los turcos en la invasión de 15580 Constantinopla de donde fué recobrado con ere- cido rescate. De las órdenes del soberano ó de su lugarteniente contenidas en aquel registro, hay unas treinta de la época de Jaime 11, unas veinte de la de San- cho, y de la de Jaime III diez ó doce, con varias de Pedro IV. I2o6 islas baleares del eclesiástico da por el mismo tiempo razón cumplida el pa- riage ó arreglo firmado en 1330 á 19 de Marzo por Jaime III, aún no salido de su menoría. Como primada de las de la isla descollaba la iglesia de Santa María de Cindadela, donde el monarca creó un paborde que ejerciese jurisdicción en toda la tierra y visitase sus parroquias bajo dependencia del obispo de Mallorca, cuyo delegado y juez inferior constituía, acudiendo cada dos años á los sínodos de la diócesis: asignóle por habita- ción unas casas sarracénicas contiguas al campanario del tem- pío, por propiedad la alquería de Binimay (a) y por dotación anual ciento veinte y cinco libras, con obligación de sostener dos presbíteros y dos escolares ó clérigos menores adictos al culto, además de otro sacerdote beneficiado con quince libras de renta, á manera de vicario perpetuo, encargado de celebrar misa domingos y jueves en la capilla de Cuniola recién erigida dentro del propio término de la matriz hacia la costa del norte. Al rector de la iglesia de Mahón, que pone en segundo lugar después de la de Ciudadela, señala treinta y cinco libras al año y quince al teniente que debía ayudarle en el servicio de ella y decir misa todos los viernes en la capilla sufragánea de Musup' tá sita junto al actual lugar de San Clemente. Respecto de ambas prebendas como principales se reserva el rey el derecho de patronato ó provisión; la de los demás curatos establecidos y por establecer la otorga al paborde, bien que no consta el ejercicio continuo de esta prerrogativa. Cinco eran, además de las dos expresadas, las parroquias de la isla: la de San Juan Evangelista en la alquería de Monastrell (ó) no lejos de Ciuda- (a) Tomó y conserva el título de Pabordia dicho predio, cuyos linderos lo mismo que los de la casa-residencia describe minuciosamente el^ariaje. (b) No se averigua á qué pequeño monasterio debe la alquería este nombre de monasterïolum, por capilla del cual empezó acaso la expresada parroquia, como por algún convento de frailes la que sigue de Perrerías, según su dictado á la, Fraria: Ramis opina que el convento aludido es el fundado por los Mercedarios á raíz de la conquista en Puig Ostern, aprobado por una bula de Nicolás IV en i 29 i, y que se cree dejó de existir á los pocos años con motivo de pasar la isla al domi- ISLAS BALEARES 1207 deia, la misma sin duda que se llamó poco más tarde San Juan de Artuig aunque á bastante distancia del cabo, y que cam- biada su advocación en la del Bautista permanece como devoto santuario con título de rectoría; la de San Bartolomé à la Fra- ria^ correspondiente á la del mismo titular en Perrerías, cuya etimología sin esta cita fuera difícil adivinar, pareciendo más obvio derivarla de herrerías; la de Santa Eulalia en Yalor (Ala- yor); la de Santa Cruz de Loriach^ asentada en frente del cas- tillo de Santa Agueda fuera de poblado, en vez de residir en Mercadal donde tenía su ayuda dedicada á San Narciso con misa cada jueves; y la de San Lorenzo de Binixems al este de Alayor en el término de Fanárig {a), con su aneja de San Sal- vador al pie del monte Toro, en la cual se ofrecía los sábados el santo sacrificio. Las cinco estaban dotadas en treinta libras, entrando en ellas los derechos de estola, ínterin que sobre los diezmos y primicias se les aseguraba igual cantidad, y al rede- dor de la casa rectoral poseían dos cuarteras de tierra destina- das á huerto y viña. Fuese en realidad menos envidiable de lo que de pronto se imagina la suOrte de los vasallos de aquel blando cetro, fuese que ganara las voluntades con sus mañas á la vez que imponía con su prepotencia el ambicioso vecino, poco hubo de costaría á Pedro IV la sumisión de la Balear adyacente, obtenida con tan nio de Jaime II de Mallorca al devolvérsele el reino. ciones Quizá á esta y otras funda- y casas religiosas se refiere en su preámbulo el Pariaje^ anulándolas todas por ser en perjuicio de los derechos reales y aun de los sistentes vecinos, y dejando sub- tan sólo las de los frailes Menores y monjas Clarisas en Cindadela. (a) Este término, cuyo nombre conserva cesó quizá de corrompido el cabo de existir á mediados Favárig, del siglo xvi, desmembrado entre los de yor y Mercadal, y con él Mahón,.Ala- se extinguió la obstante parroquia que se conserva como no de haber ermita, sufrido mucho en 1654 con un terremoto al en la noche del 19 20 de Octubre. Observo que la sufragánea situada en el misma Toro llevaba advocación la de San Salvador la que tuvieron al capital de principio los Mercedarios en Mallorca (pág. 809), dando el margen á sospechar si se instaló en convento que al aquella pie de dicho monte habitaban según la leyenda religiosos de la misma orden de la sagrada imagen, caso de no de confundírsele con el Puig Ostern convento citado en la nota precedente. I2o8 islas baleares leve resistencia la de la principal; bastóle desde ésta, en el mis- Junio de despachar con cuatro ó cinco naves á Gila- mo 1343, de Corbera tomar posesión del país y hacer nombrar berto para síndicos en Cindadela, ho- que pasaran desde luego á rendirle menaje en la capital del adquirido reino. Hízose pregón para que lo mismo practicaran en su respectivo pueblo los vecinos sin diferencia de condiciones; y todo el mundo corrió á jurar fidelidad al nuevo régimen. Las clases inferiores se felicitaban de abrumadoras hasta verse libres de las tallas y gabelas que allí había exigido el gravoso sostenimiento del pequeño estado, y tal vez por un resto de oculta envidia tildaban de menos sin- cera la adhesión de los caballeros, que en todo tiempo inmunes de tales cargas no tenían tanto que agradecer al cambio de gobierno. No hubo allí, como en Mallorca, alejamientos tradu- cidos en conspiraciones, procesos de infidencia, sangre ilustre vertida en los cadalsos; pero estaba en continua alarma la tie- velaba pertrechado de armas y sirvientes el castillo de rra, Santa Águeda, cundía á lo mejor de lugar en lugar el llama- miento de viafora acudían á la ribera los caballos y armados, sólo los puertos de tramontana alguna nave con aparecer en genovesa. En el otoño de 1345, tan funesto á la nobleza ma- llorquina, alcanzaron las denuncias á dos donceles de Menorca, Ferrer de Montpalau y Gil de Lozano: del primero no se sabe sino que fué preso; el segundo fué reclamado desde la metró- poli por el severo reformador Felipe de Boyl, no obstante el de ter- privilegio alegado haber por los jurados de la isla, de minarse dentro de ella los procesos. Inculpábansele á Lozano sospechosas pláticas y presentes con cierto capitán genovès en Sanitja en Fornells, cerca de donde moraba en su caballería y del Martinell^ algunos miramientos nada más que corteses y en nombrar al rey destronado, bajo el cual había regido repe- tidas veces los cargos de la universidad: pudo empero probar fortuna, prenda de innata gratitud á los reyes de Ara- por como á gón, que su padre de aragonesa alcurnia había acompañado ISLAS BALEARES 1209 Alfonso in en la conquista y á él debió su heredamiento, que en la real casa estaba sirviendo su propio hijo Gil á Pedro IV por recomendación del ex-lugarteniente Dalmacio de Totxo, que en sus dádivas al extranjero sólo procedió según la natural bizarría con que había regalado un precioso azor al gobernador Corbera en el acto de su llegada, que entonces y aun mucho antes, mientras reinaba Jaime III, se había mostrado, con más ó menos publicidad conforme á las circunstancias, decidido par- tidario de la dominación de la rama primogénita de Jaime el conquistador^ tanto por su propio derecho y soberanía como en beneficio de las postradas islas (¿í). Tan abundante y completa fué la probanza de testigos, que logró su absolución; y crecien- do en edad y privanza su hijo del mismo nombre, desempeñó desde 1359 por algunos años la lugartenencia de Menorca. Guardóse el suspicaz soberano de indicar oficialmente nada de sus recelos tocante á la unánime adhesión de los menorqui- nes, antes á todos sin excepción los proclama en cédula de 10 de Enero de 1346 fervorosos y probados mantenedores del espíen- dor de su diadema. Sin embargo, para mejor custodia de la isla había dispuesto en 23 de Diciembre anterior que en ella resi- dieran con sus mujeres y familia el gobernador y el procurador real, y en 16 de Mayo de 1349 concedió á los jurados de Ciu- (a) Consta de más de sesenta declaraciones la información contenida en un libro de la curia criminal de la gobernación del año i 34Ç, tan gastado por la hu- medad que en muchas hojas apenas se vislumbra rastro de escrito. Deponen tes- tigos de toda condición y naturaleza, mallorquines algunos, de Menorca los más y de sus diferentes términos, de Cindadela, del castillo de Santa Águeda y Mer- cadal, de Benixems, de Yalor y de Mahón : los detalles son curiosísimos, y las frases de Gil de Lozano alegadas para probar su fidelidad al monarca reinante no dejan muy bien puesta la que en lo pasado debió guardar al pobre Jaime de Mont- peller. A la larga óá la breu, aseguran que decía muy antes de la mudanza, á la casa d'Aragó havem de tornar, e dret que ho aporta, perque Deus nos hi ajut que sanament e bona ho puscam esser tost, que seus som e seus serem. Y después decía que per son erguyl e peguea havia perdut l'alt en Jacme lo regne, e lo rey en Pere lo possehia ab gran dret, e que si aquell lo hagués tingut gayre, tots nos haguera venuts e destruhits. Grave peligro sin duda corría el acusado, pero hay que reco- nocer que no abundaban entonces más que ahora los hombres de carácter. 152 I2I0 ISLAS BALEARES dadela unir las murallas de la población con las del real alcázar donde en apurados trances pudieran guarecerse los vecinos. Regía allí en dicho año Umberto de Ciscar, y no turbó el sosie- go de aquellas playas la desesperada expedición del último rey de Mallorca para recobrar sus dominios. En las encarnizadas guerras de los dos Pedros, el de Aragón y el de Castilla, cuya mayor violencia coincidió diez años adelante con el gobierno de Gil de Lozano el joven, no sufrió Menorca las hostilidades que Ibiza: cada año, durante la interminable lucha con los genove- ses por la posesión de Cerdeña, hacían escala en el puerto de Mahón gruesas escuadras, gallardas y pujantes á la ida, que- brantadas aun cuando victoriosas á la vuelta : pero jamás ten- taron los enemigos de Aragón apoderarse á viva fuerza ó por un golpe de mano de estancia tan segura y tan ventajosamen- te colocada. Tuvo representación la isla, por medio de Ber- nardo Dalmau su delegado, en las cortes de Monzón de 1363, donde la declaró el rey comprendida con Ibiza en los donativos otorgados por los brazos eclesiástico y militar de Cataluña, mientras que Mallorca contribuía con el de las universidades: lo que respecto de la principal pagaba en los impuestos, por sen- tencia expedida en 1368 se declaró fijamente un vigésimo quin- to. Las atribuciones de los jurados generales crecieron con el número de prohombres que formaban su consejo y con la facul- tad que les fué dada de nombrarlos anualmente, siendo antes del gobernador. Para este supremo cargo restablecióse la eos- tumbre de echar mano de caballeros mallorquines; y en 1379 lo regentaba Berenguer de Tornamira, nieto ó biznieto segura- mente de aquel su homónimo campeón, no se sabe si histórico ó legendario, que un siglo antes en la épica jornada de la con- quista corrió peligro de atraerse pena capital en vez de loa con su temeraria proeza (a): el descendiente no dió buena cuenta de su gobierno, si ha de atenderse á los abusos y malas obras que (a) V. atrás pág. 1201. ISLAS BALEARES 1211 en aquel país como en el nativo le achaca el fallo terrible que en 1387 le llevó al patíbulo (a). Seguían al parecer en Cindadela después del restablecimien- to de la cristiandad los malos aires del tiempo de Severo contra los judíos, y no había vuelto para ellos en Mahón la antigua pujanza, pues no consta que tuvieran allí sinagogas ni que resi- diesen siquiera domiciliados en número considerable, al estallar en Mallorca la espantosa borrasca de 1391, de la cual se igno- ra que alcanzaran estragos ningunos á la vecina. Verdad es que de fines del siglo xiv y de principios del xv escasean docu- mentos para averiguar qué parte cupo á Menorca en los suce- sos coetáneos, en las expediciones de la armada santa á las costas berberiscas, en las disidencias para proveer la corona vacante á la muerte del rey Martín seguidas de graves delibe- raciones, en la consolidación y empresas de la nueva dinastía. Período de postración y decadencia debió de atravesar entonces el país, puesto que en 1427 á 20 de Enero concedió Alfonso V indulto á los que acudieran á repoblarlo, autorizando á los ju- rados para aplicar á su beneplácito el guiaje á naturales y fo- rasteros, y á estos para turnar con aquellos en los oficios públi- eos, De aquella época, una de las notables por la manía de constituirse que de vez en cuando acomete á los pueblos, data la introducción del régimen de saco y suerte en la Balear menor primero que en la grande, formulado en 1439 por el goberna- dor Galcerán de Requesens en su titulada sentencia, y confir- mado en 1442 por el monarca. Su contexto, mejor que otro dato alguno, nos pone en conocimiento de la respectiva impor- tancia de sus diversas poblaciones y de los elementos sociales de cada una y de la proporción con que entraban en el gobier- (a) Por excesos cometidos en Menorca se le había impuesto ya condena que no fué cumplida, según aparece del proceso definitivo de los hechizos contra las personas reales. Véase la pág. 207 de la parte histórica y su nota correspondien- te. Á Tornamira sucedió Umberto des Fonollar, á quien defienden en 1388 los jurados de falsas acusaciones. I2I2 ISLAS BALEARES no; y omitiendo nimios detalles, merece ser substancialmente expuesto. Cuatro brazos ó clases formaban el vecindario de Ciu- dadela, caballeros, ciudadanos ó burgueses, payeses ó labrado- res, artesanos y navegantes: de sus correspondientes urnas ex- traíase anualmente un jurado, y de la segunda, tercera y cuarta, cuatro consejeros ciudadanos, cuatro payeses y dos menestrales, | sin ninguno de la primera. En Mahón se distinguían los habi- tantes de muros adentro de los de la comarca, subdivididos i unos y otros en mayor y menor categoría; su representación en i el general consejo constaba de cuatro consejeros de orden infe- [ rior, su administración municipal de tres síndicos y diez y ocho j consejeros. Alayor y Mercadal, en cuyo término iba compren- | dido el del castillo de Santa Agueda, concurrían á la 'asamblea | del común cada cual por medio de sus dos síndicos y de un | consejero sorteado entre los locales (a). Quejas, que dicho arreglo no fué bastante á satisfacer acaso, dado que no las agravara, armaron á los lugares subalternos contra la residencia de la autoridad central ; disturbios en que Menorca tuvo también la iniciativa, si es que la impunidad del ¡ alzamiento, como se dijo por entonces, trajo al preparado suelo ! mallorquín los odios y los excesos y dió alientos á la payesía para sitiar por tres veces la metrópoli. No parece que llegara á i tanta extremidad Cindadela, pero no se quedaron muy atrás á I los de acá aquellos sediciosos forenses en sus atentados y ro- bos (à), que hubo necesidad de reprimir, según otras versiones. [a) Resulta que el consejo general en que se trataban los asuntos de toda la isla, constaba de veinte y cuatro individuos, catorce por Ciudadela, cuatro por Mahón, tres por Alayor y tres por Mercadal. Á los jurados de Menorca á la vez que de Ciudadela, únicos que llevaban título de tales, pues eran llamados síndicos los de los demás pueblos, incumbía la convocatoria del general consejo. Es singular que en este no entraran ninguno de los tres síndicos de Mahón, cuando los de i Alayor y Mercadal gozaban de este derecho, y sí tan sólo cuatro consejeros, ca- | ■ balmente de los dos brazos menores. (b) No se sabe de otro particularmente, sino del de 217 carneros tomados á ; Berenguer Cintes en las dehesas de Mahón y mandados indemnizar de real orden en 14$8, del cual habla pág. i 16 el libro Forenses y Ciudadanos. ISLAS BALEARES mediante fuerzas llamadas de Cataluña por el expresado gober- nador Requesens, no quedando sin castigo sus principales auto- res {a). Para colmo de infortunio coincidieron ó se encadenaron con las revueltas de pueblo á pueblo bandos ó luchas de fami- lias pudientes, y enardecíalas constituyéndose parte el poder gubernativo, en vez de moderarlas y dirimirlas con prudencia y rectitud. Todavía desde mi publicación de Forenses y dudada- nos no he alcanzado más luz acerca de la enredada madeja de sucesos con que á la sazón tropecé, perdidos en la anárquica confusión que durante el año climatérico de 1451 dominaba las islas, mandando en aquella Arnaldo deFuxá sucesor de Reque- sens. «Llamó á su alcázar de Ciudadela áRoaxio de Parets jefe sin duda del bando opuesto, con su hijo y dos ó tres de sus ad- herentes, y mediando más ó menos violentas explicaciones, hizo matarlos en seguida y colgar sus cadáveres de las ventanas. Á vista de espectáculo tan horrible, la parcialidad de los difuntos toma las armas para vengarlos, degüella á doce de sus enemi- gos, y cerca y bombardea el palacio del gobernador sedienta de su sangre. Medio año más tarde hallamos á Fuxá refugiado en Mahón con el título aún de lugarteniente^ y á Pedro de Bel-loch con el de regente la gobernación marchando contra aquel desde Ciudadela; lo cual indica que ni amainó el furor de los descon- tentos, ni aprobó la corte el exceso de su delegado, castigándo- le con la destitución. Para terminar la escandalosa lucha de los dos gobernadores, se les mandó en Agosto de 1452 venir á Mallorca en una misma galeota, ignorándose la suerte que les (a)  dicho movimiento se refieren el aviso pasado en 1447 á 2 de Setiembre al baile y síndicos de Alayor de haber vuelto de Barcelona en número de ciento los bandidos, á fin de que acudiese á Ciudadela toda la fuerza armada posible, y el mensaje enviado por Mahón á Zaragoza en 1452 por medio del venerable Juan Palera y otros, pidiendo á la corte pronto auxilio contra los facciosos conocidos por mascarais que ponían en consternación la villa, quizá los que iban con Bel- loch, como se v.erá luego, en persecución del gobernador Fuxá. Villa Maho^ dice un documento del 1454, 'propter conteniiones in ipsa insula tunc vigentes obsessa quodammodo tenebatur, constituta inminentibus necessitatibus et periculis. I2I4 ISLAS BALEARES cupo y el desenlace de este dramático episodio, que arguye tanta arbitrariedad en el poder local como debilidad ó inercia en el supremo (tí;).» En 1456 regía sin contrincante Jofre de Ortafá, cuando des- de el país nativo, adonde había vuelto con aviesos designios ó temerarias ilusiones el caudillo de la rebelión todavía palpitante, Simón Tort Ballester, buscó en Menorca la seguridad con que allí brindaban á todo prófugo y advenedizo los indultos vigen- tes para atraer de continuo pobladores y en particular el de 1427, Inquietos con la mala vecindad dirígense los jurados del reino á los de Cindadela á la vez que á su gobernador, encargando á Pedro Des Portell la delicada misión, para captura del formida- ble reo; la entrega, como hemos visto, se retardó cuatro me- ses {â) por contemplación á los privilegios de la tierra, ¿y quién sabe si por ocultas simpatías allí adquiridas de tiempos atrás por el grande agitador.? Á cualquier interpretación se presta el estado lastimoso de la isla, puesta en combustión aquellos años por la maldad de unos cuantos hombres que tenían subyugada (a) Forenses y Ciudadanos, pág. 282 y sig. {b) Parte histórica pág. 274. Omito repetir la narración, limitándome á indi- car los documentos registrados sobre esta importante negociación en el libro de cartas missivas de 1454 á 59 en el archivo del reino. Del 16 de Agosto datan las de los jurados de este á los de Menorca y á Ortafá dándoles gracias por la prisión de Ballester, pero en i.° de Setiembre insisten con aquel gobernador para llevar á buen cumplimiento el negocio y manifiestan así sus temores al mensajero Des- Portell: Del que dieu en fer requesta al governador e jurais si cars era, çó que Deus no vulla, que los Jets no vinguessen en aquella bona fï que lois desijam, som de fa- rer que's fassa una requesla al governador é allra als jurats que lo dit Ballester sia ben gordal en tal manera que no fugis ne fes altre farlil de si malex. Per la fre- sent no fus, sino que sovint nos scrivau e safiam nova dels fels fer que sou aqui; e Deu vos endres en los affers. En 1 5 de Setiembre acuden en estos términos al so- berano : Jalsia lo dit governador sia slat request fer vostre visrey e fer nosaltres aquell dit Ballester degués ben gordal e fres remetre assi al dit vostre visrey, la qual cosa, senyor, fins assi no ha volguda fer fer tal com alscuns de Menorca qui regexen lo afavorexen e'l dejensan sols color de frivilegis e franquesas, fer tant nosaltres humilment sufflicam d vostra sacra Majestat quefer lo ben avenir e refós d" aquest vostre regne vos f lacia frovehir e manar al dit governador de Menorca re- meta fres e ben gordal lo dit Ballester assi al dit vostre virrey, tota consulta ces- sant. En 19 de Noviembre repítense aún las instancias á moss. Bernardo de Pachs embajador en Nápoles para obtener del rey la solicitada entrega. ISLAS BALEARES la justicia y se entregaban á todo linaje de violencias, dando quizás color de bien público al de su partido y de autoridad á su tiranía (a); y la corte, mareada probablemente, si no influida, por clamores opuestos y mutuas recriminaciones, proveía nom- bramientos sin tener en cuenta los expedidos, y sembraba así el cisma y la hostilidad entre sus mismos delegados. Anonadóse con la discordia el poder local, tan débil é impotente de suyo, y cada facción puso un gobernador á su frente aclamándole por legítimo. Provisto de un nuevo nombramiento de Alfonso V reaparece en 1457 Pedro de Bel-loch cesante desde el 54, con obligación de entregar mil quinientos escudos á Ortafá para que le dejara el puesto; pero sin cumplir la condición, toma poseso- rio del cargo y enciérrase en Cindadela reconocido por la ma- yoría de la población contra el existente, á quien se adhiere Mahón y amparan las autoridades mallorquinas. Á pesar del decidido apoyo del virrey Francisco de Evill y de su sucesor Castelladoriz y de las recomendaciones asiduas de los jurados del reino, acaba Ortafá por sucumbir, y Bel-loch es confirmado á fines del 58 por Juan II y anulados los procedimientos contra sus adictos á todo trance. Contaba el rey en 1460 para hacerse obedecer con el doctor Lope de Espejo regente la gobernación; pero tales quejas le llegaron dos años adelante de las arbitra- riedades y extorsiones del magistrado, que hubo que suspen- derle, delegando el gobierno al caballero Antonio Juan Torres. Bel-loch no había abandonado el campo sino para mezclarse activamente en Barcelona con la insurrección declarada contra el rey Juan en 1462, y ofreció ponerla desde allí en posesión de Menorca por medio á la vez de sus amigos isleños y de sus pai- (a) Trázase de esta situación un negro cuadro en la exposición hecha al rey por la universidad de Menorca hacia 1460, con referencia á moss. Juan Valero secretario de S. M. por cuya orden la había visitado: Per molt que ti diga no ti dirá may la desena part de las cosas réprobas que s' hi t^n, que piada á S. M. voler hi provehir en manera que la dita illa no 's perda; e sejis duple si era feta Justicia de vuyt ó deu scélérats homens qui son causa d' açò, e si hi era tramés un home de bé e de bon seny tement Deu e lo senyor rey, la dita illa estaria en pau e repòs. I2i 6 islas baleares sanos catalanes en ella avecindados. Enarbolóse en Mayo del 63 el pendón rebelde en Cindadela donde predominaba su parcia- lidad ; sin embargo no pudieron sostenerse allí los sediciosos, y al presentarse al mando de Pinós las galeras del principado, en- cuentran la villa devuelta ya á la real obediencia y guarnecida por los mallorquines, que han volado á su socorro con Hugo de Pachs á la cabeza. Más afortunadas en Mahón á pesar de la resistencia de una fracción considerable (a), la ganan por ardid ó sorpresa, la afilian á su causa, empujan á sus habitantes con los demás de la isla contra la capital atizando recientes quere- lias, y combinan el sitio bloqueándola por mar, mientras fían á la envidiosa rivalidad de pueblos hermanos el derribo de sus muros por el lado de tierra, lográndolo á trechos. Llegan re- fuerzos á la flota de Cataluña, mas temiendo un ataque contra el puerto de Mahón, á trueque de conservarlo se retiran de Cindadela; Esplugues, uno de los jefes del alzamiento, cae con otros personajes de cuenta en poder de los buques de Mallorca, para expiar tras de larga prisión sus deméritos en la capital del reino (â) ; y Menorca en pequeño, como el principado en gran- de, sirve á las dos banderas de sangriento palenque, á cuyos extremos mantienen con ruina propia el honor de su respectiva fué unánime el alzamiento de Mahón por Cataluña y que lo contra- (a) Que no dijeron bastantes vecinos leales, demuéstranlo las penas de horca, galeras y pér- dida de bienes sufridas por estos é impuestas por Pedro Esplugas, según se des- del preámbulo de la sentencia contra éste fulminada en Mallorca hacia prende Julio de 1464, después de diez meses de prisión en la torre del Ángel Cpá^. 287). así las cláusulas de la sentencia: E prodüoriameni s'' emparà de la vila de Dicen Mahó, prenint los vaxalls fidelissims á S. M., penjant uns, e altres metent en gale- robant los bens dels penjats e fustas, e fent infinits homeys e maleficis, etc. Es- ras, pingues se llamaba un sobrino de Bel-loch, quien le dejó por lugarteniente suyo al presentarse en Mallorca por mandato del virrey durante sus contiendas con Ortafá: { sería éste el mismo Pedro Esplugues tantas veces citado, el de la junta barcelonesa de los veinte y siete? y sus atroces castigos ejercidos en Mahón al ocuparla, serían venganzas por lo pasado ó saldos de atrasadas cuentas ? En cuan- to á Bel-loch ya no vuelve á sonar en Menorca. (b) En la parte histórica de Mallorca pág. 281; y siguientes detállase cuanto concierne á la suerte de dichos prisioneros y á las tentativas y conspiraciones allí abortadas en apoyo de la rebelión de Cataluña. ISLAS BALEARES I217 causa las dos villas ya desde entonces competidoras. Apodera- dos de Ciudadela los mallorquines, de Mahón los catalanes, pródigos entrambos de caudales y de vidas, defienden unos los derechos del trono nacional con fidelidad digna de mejor mo- narca, los otros su independencia sucesivamente abdicada en el soberano extranjero, ya de Portugal, ya de Lorena, que por necesidad se han creado; renuévanse las levas y enganches de compañías; ármanse y se contratan galeras y balleneros que en el mar, casi cerrado á la navegación pacífica, cruzan y com- baten y se destruyen. Pero el daño y vicisitudes de la prolija lucha de diez años siéntenlo principalmente las dos poblaciones en que se encarna y personifica: la leal, reparadas de cualquier modo sus brechas por los auxiliares de la mayor Balear, y alen- tada por los capitanes de allá venidos uno tras otro, Miguel de Pachs y Gil de Sant Martí, toma la ofensiva no sin recelos in- cesantes de hallarse otra vez cercada; la rebelde, ó más bien militarmente ocupada por los rebeldes, aparte de lo que tuviera más ó menos de unánime y espontánea la actitud de sus habi- tantes, resistiendo á los disparos de las bombardas traídas de fuera, canjeando prisioneros con los sitiadores, declarado por el enemigo buena presa cuanto se le tomara, asediada dentro de su espacioso puerto, fuerza no obstante en ocasiones dadas la línea del bloqueo, y salen sus naves á molestar las costas mallorquínas é interceptar los víveres á la hambrienta metró- poli (a). Zurita, por no hablar de Mut que adelanta á fines del 1465 el rendimiento de Mahón, lo da por conseguido en la primavera del inmediato, atribuyendo gran parte de la gloria á los mallor- quines mandados por Francisco Burgués; pero equivocóse de cinco años por lo menos el diligente analista, pues la continua- ción de los sacrificios y alarmas de Mallorca durante el 1467, (a) Los pormenores de estas campañas por lo tocante áMallorca pueden verse atrás de pág. 292 á 298. '53 I 2I 8 ISLAS BALEARES los ballesteros que en el verano de 1468 tuvieron que proteger la recolección de las mieses de Cindadela, las piraterías de la famosa nave Marrana por las aguas de Porto Petro, son indu- dables datos de que la insurrección catalana siguió enseñoreada de la villa menorquina y de su gran puerto casi tanto tiempo como de la obstinada Barcelona, y que á la sumisión de ésta, prestada en Octubre de 1472, no debió de preceder mucho la de Mahón, «si fué otra cosa, como dije en otro lugar, que un simple abandono de las fuerzas sublevadas ó un allanamiento sin resistencia (¿?).» Quebrantada sin embargo hubo de quedar, aunque libre de los horrores de un asalto, y no menos la isla entera: confiscaciones en ella no faltaron, á pesar de la decan- tada clemencia de que en aquella reducción hizo alarde el ren- Juan II (¿5). Del glorioso reinado de Fernando el Cató- coroso lico del establecimiento de la Inquisición, de la pestilencia , de 1493, no consta que llegaran los efectos á Menorca, ni ge- neralmente los de la transformación política y social inaugurada en Europa con el siglo xvi, que dejó sentirse en proporción de la importancia de los pueblos; hasta las banderías de localidad j perdieron acaso sus bríos con la extenuación y cansancio de los ¡ naturales. Asombra el contraste de las convulsivas agitaciones | de la gran Balear en el período de la Germania, con la imper- | turbable quietud y sumisión no desmentida que guardó la me- | nor á la autoridad real, prestando á menudo socorro á los leales de Alcudia y seguro asilo á los emigrados allende el estrecho [a) Pág. 2 q 8 : en las anteriores 2915 y 297 van aducidas las pruebas en que } fundo mi aserto contra el de Zurita. | Por conspirador rebelde perdió Antonio Marqués el fiecA rfela [b) y j alquería den Blanch y otros dos predios con su caballería al parecer la de Turme- dens en el término de Alayor, que se dieron á Juan Des-Catlar domiciliado en Me- ! norca ; los de xMiguel de Arles fallecido en su rebeldía dentro de Mahón pasaron á Jorge Albertí ; fueron confiscades los de Juan Thorá de Mercadal ajusticiado como uno de los principales rebeldes. No sé si corrieron igual suerte los de mossèn | Saura preso en la torre del Ángel al mismo tiempo que Esplugues y sus compañe- i ros, y los de Bartolomé Fanals, Nicolás Olivar y otros de Mahón aprendidos por | los de Cindadela. i ISLAS BALEARES I219 brazo de mar, que en balde trataban de cortar los furiosos si- dadores. Ayudó al virrey Gurrea en la ardua reconquista del país levantado el gobernador menorquín Federico de Sant Cli- ment, y ni uno solo de sus súbditos aparece mezclado en las revueltas ni en los castigos. ¿Cómo tal diferencia de humores en medio siglo, á no explicarla por la dura eficacia del escar- miento.? Nueva calamidad aguardaba á las dos poblaciones principa- les, expuestas por su situación litoral á sorpresas y ataques de naves enemigas, pero bastante fuertes hasta allí para arredrar la audacia de los piratas berberiscos, que en desiertas calas é indefensas alquerías buscaban más fácil presa: no fué lo mismo cuando, erigido en gran potencia marítima el imperio otomano, llegó en el Mediterráneo á contrarrestar las fuerzas de los prín- cipes cristianos inclusas las del Emperador, y más cuando heri- do con el dolor de la reciente pérdida de Túnez el aventurero Barbaroja, el más temible corsario de su tiempo, como fiera con un dardo, anhelaba compensación y venganza á todo trance. Puso los ojos en Mahón, y enarbolando en su escuadra de treinta velas las águilas imperiales, fué recibido por los engaña- dos vecinos con ovaciones, á que luego de reconocido siguió indecible espanto {a). Cerráronse no obstante las puertas, y apercibiéronse á la defensa murallas y baluartes: pocas eran la gente y municiones, pero buenas las torres y sólida la cerca, al decir de los jurados de la isla, que el mismo día del desem- barco, i.° de Setiembre de 1535, imploran desde la cabeza de ella premuroso auxilio á la capital del reino. Acuden al primer momento en número de cuarenta los de la limítrofe Alayor, y al segundo día pónese en marcha el gobernador desde Ciuda- (a) Mut, que refiere el doble error producido por las luminarias de Mallorca al aparecer la escuadra de Barbaroja, según queda indicado atrás pág. 429 nota 2.®» es también el que cuenta, no sé con qué fundamento tampoco, el ardid de que se valió en Mahón el enemigo, descubierto á tiempo por dos franciscanos. No men- cionan esta circunstancia los documentos oficiales sobre que escribo. 1220 ISLAS BALEARES deia con una columna de seiscientos hombres, agregados los de Mercadal. Las noticias van llegando á cual mejores: los caño- nes pedreros del enemigo no logran abrir brecha; los sitiados con su artillería han muerto más de trescientos turcos sin una baja por su parte, y los infieles que se desbandan por los pre- dios sucumben víctimas de su rapacidad; pídense á Mallorca trescientos soldados, quinientos hasta lo sumo, para dar al gran pirata el golpe decisivo obligándole á una ignominiosa retirada, destrozando su flota tal vez; el paso entre las dos islas queda libre aún, y caso de interceptarse, conciértanse las señas ó fuegos que se harán desde la torre parroquial de Ciudadela y desde los cabos. Por su parte no se descuidan los mallorquines: expídese una compañía de trescientas plazas, á cuyo jefe Sant- Martí se disponen á acompañar por cuenta propia otros caba- lleros; prepárase otra con dinero prestado por el cabildo; re- quiérese al marqués de Mondéjar á destacar de su división, estacionada allí de paso, un refuerzo para salvar la apretada villa (a). De pronto se suspende todo apresto; susurrase, cunde á voz llena estalla la dolorosa nueva Mahón ha caído... y los y que con objeto de averiguar el mal más bien que de prevenirlo siguen adelante hasta cerciorarse por sus ojos, encuentran aso- lada la población, desmantelado el castillo, profanadas y hu- meantes las iglesias, pasados á cuchillo los moradores, desapa- recidos con el botín los bárbaros y con ochocientos cautivos de toda condición y sexo, vacías las casas menos ocho ó diez mar- cadas sus por el anatema público y por la confusión de .propios dueños. ¿Qué pasó en estos breves días? Llegado con su gente á la vista de los sitiados el gobernador, y convenido con ellos por diligencia de un bandido indultado acerca de la introducción del i (a) Pág. 430 nota. No pasó á Menorca sino la compañía de Sant Martí con 220 hombres, que se creyó suficiente para guardar á Ciudadela, que era el único pun- to defendible, aun aquella fué á los pocos días llamada otra vez á Mallorca y para evitar dispendios y atender al general peligro. I22I socorro, surtió mal la salida; perecieron con el bravo caudillo cien de sus mejores soldados (a). Penetró en Mahón el des- aliento: hubo quienes se descolgaron por el muro para enten- derse con el enemigo, y volvieron con bandera blanca al pie de la torre á proponer la rendición; moviéronse pláticas, nombrá- ronse comisiones para ir á Barbaroja, que en satisfacción de sus infames apetitos exigía cien mancebos y cien doncellas de siete años arriba. Dos horas nada más se concedían para deliberar: del baluarte se pasó al consejo que se reunía en el hospital, y allí hubo valientes arranques de morir peleando, tímidas obser- vaciones sobre acogerse á partido conjurando una segura y universal catástrofe, consulta al clero que se inclinaba á lo mis- mo, clamores del pueblo alborotado que á cualquier costa pedía salvación. Ello es que se izó y bajó la fatal bandera, seña con- venida de entrar en pactos; que no se contentó el pérfido con las llaves del castillo, sino que ávido de la presa reclamó las de la villa; que con él entraron, no cien turcos para escolta su- ya según lo concertado, sino centenares á bandadas por ambas puertas del Mar y del Coso, siguiendo al saqueo la matanza y el cautiverio contra la prometida seguridad de las personas. En mal hora los representantes del municipio estipularon una odio- sa excepción en favor de sus familias y bienes con la flecha que del infiel recibieron por salvaguardia, concentrando sobre sus hombros la culpa, que de simple cobardía en la generalidad, pasó en ellos á tomar visos de traición y venta: atónitos, aver- gonzados, después de la triunfal retirada del enemigo, que fué el domingo 5 del mes, aguardaron impasibles su aciaga suerte (a) No suena el nombre de él en el parte de los jurados del reino al empera- dor, limitándose á decir: perdut lo governador de Menorca y en sa companyia cent homens dels millors de la illa. Por ningún otro documento he podido averiguar quién era; solamente Mut, que al parecer dispuso de datos hoy no conocidos, cita como cabo de trescientos hombres y soldado de valor á un Juan Oliver, diciendo que murió con muchos de los suyos. Debió de darse el combate el viernes 3 de Setiembre, y constando que el sábado se verificó la entrega, mal pudieron los mahoneses reparar sus brechas y entretener al enemigo cuatro días. 1222 ISLAS BALEARES el baile á la vez que alcaide de la fortaleza Jaime Scala, el ca- ballero Antonio Olivar, los ciudadanos Jorge Huguet, Francisco Mir y Gil Calderer jurados y consejeros, conducidos en prisión á Cindadela de orden de D. Pedro de Figuerola hijo y lugarte- niente del virrey y de los funcionarios que le acompañaban, so- metidos una y otra vez á cruel tortura, y al año cabal de su encierro condenados á muerte de horca, y puestas por oprobio sus cabezas y mutilados miembros en las puertas que tan mal guardaron (a). Veinte y tres años más tarde llególe á Cindadela el turno; lo que tuvo de mayor, túvolo de gloriosa al menos su desgra- cia. Quintuple armada al mando de Mustafá Piali, encerrando quintuples tropas que la que habia descargado sobre Mahón, después de rondar unos dias al rededor de Mallorca donde sus- citó la inquietud y el terror (à), apareció en la madrugada del postrer dia de Junio de 1558 amenazando la primada villa; y todo lo que pudo hacer el regente Bartolomé Arguimbau para prevenirse á la defensa, fué recorrer en un dia de un extremo á otro la isla, reclutando de los demás pueblos la gente disponi- ble. Ciento y diez hombres de Alayor, ciento de Mercadal y algunos de Ferrerias, porque de los auxiliares salidos de Mahón no llegaron sino siete ú ocho no habiéndose vuelto á saber nada de los restantes, reforzaron únicamente los cuatrocientos veci- nos de armas tomar, con que contaba la pequeña plaza y los cuarenta soldados que la guarnecían á las órdenes del capitán Negrete, enviado casualmente de real orden aquellos dias para entender en la fortificación (¿:). Escasa hueste era aquella y (a) Del proceso, cuyo extracto tengo á la vista, resultan por cierto compren- didas en los tratos mayor número de personas de las que fueron castigadas. La sentencia es del veinte de Octubre de 1536. (b) Parte histórica, pág. 444 y sig. De 140 á 150 fueron las velas turcas, «to- das galeras, menos algunas galiotas, dice el documento que se citará más abajo, armadas de buena vela á excepción de cinco ó seis tripuladas por forzados». En ellas venían hasta 1 5,000 hombres de pelea. (c) Eran forasteros los más de estos soldados, y castellanos por lo que del ISLAS BALEARES I223 débil á la vez que harto extensa en su recinto la cerca de arga- masa, que empezaron á batir el 2 de Julio veinte y cuatro grue- sos cañones, contra los cuales intentaron los sitiados una pre- matura salida para clavarlos aun antes de estar á punto: siete días con sus siete noches duraron los combates, sin cesar el ti- roteo de los arcabuces y los disparos de la artillería, y el abrir pavoroso de las brechas y el repararlas instantáneamente con ramas y tierra y sacos y colchones que acarreaban á porfía las mujeres. Cuatro asaltos se dieron, y cuatro fueron rechazados, tomando al enemigo las banderas. Caíanse de sueño y fatiga los defensores, los más para no levantarse ya gloriosamente vertida su sangre, hasta no quedar indemnes arriba de doscien- tos; estaba reducido á un montón de escombros el bastión de los Frailes, é inservible el de San Juan donde no podía funcio- nar el trabuco; había volado en la casa de la universidad la pólvora y quemádose los dardos y el hilo de ballesta: enton- ees los jurados requirieron al regente y al capitán á desamparar secretamente la villa antes de que pereciese debajo de sus rui- nas el vecindario, partido que no pareció bien á los dos valientes caudillos que se habían empeñado en sostenerla usque ad mor- tem^ pero que sin embargo, por no imponer al pueblo su sacri- ficio personal, tomada acta de su disentimiento, dispusieron se realizara con el orden posible. Iban delante á dos horas de noche con rumbo á Mahón los de Alayor y Mercadal en escuadrón compacto, y á continuación en pelotones las mujeres, niños, ancianos, heridos y demás gen- te inútil, cerrando la columna los jefes y hombres escogidos; pero, á corto trecho de la puerta, sentida la vanguardia topó apellido se desprende, muchos casados en la tierra donde formaron de los familia, cuales aparecen entre otros en la nómina de cautivos Izquierdo, Lópis, Garre- tero, Sancho, Camps, Carrión y Quadrado. Este, Luís de nombre, traído con una hija á Negroponto, y su mujer con otra á Melgara, fué sexto abuelo del autor de la presente historia, hijo por sus cuatro costados de Ciudadela, aunque cumplió ya en Palma el segundo año de su edad. 1224 ISLAS BALEARES los sitiadores, la muchedumbre consternada hubo de re- con y troceder. Amaneció á las pocas horas de oscuridad el lúgubre- mente memorable 9 de Julio, en que conocido fuera como den- tro el desesperado trance de la población, arremetieron con todo su poder los turcos por el lado de la puerta de Salas, y te- aunque en medio del Borne todavía vacilaron y perdieron rreno repelidos por el indomable brío de unos pocos, al fin pudo más el número, y matando y saqueando y prendiendo fuego se derramaron por las calles. Los estragos, los robos, la destrucción de los archivos, las profanaciones de las cosas san- tas, las crueldades ejercidas en los sacerdotes y vírgenes del claustro (a) ¿quién pudiera contarlas? diría Mariana. La tradición afirma que á la cala del Degollador contigua al puerto le vino su ominoso nombre de las víctimas á la sazón inmoladas por el vencedor, cuyos instintos sanguinarios si algo podía templar era seguramente la codicia del rescate; y consuélase el espíritu con ver pasar de cuatro mil la lista de cautivos llevados al Bós- foro ó esparcidos por los mercados de Levante, en cuya reden- ción tanto se desveló el benemérito paborde Martí, como en el recobro del venerando códice de privilegios [p). Y todavía lo consuela y levanta más aquel sublime documento, único tal vez en su clase, por el cual prisioneros en Constantinopla los dos Dejado aparte el martirio de sor Agueda Ametler por los infieles, que re- (a) quiere indagación más amplia lo mismo que el de algunos franciscanos en la toma de consta fueron cautivadas diez y seis clarisas del conven- anterior Mahón, que to de Cindadela, con algunas aspirantes y sirvientas, doce religiosos del de San Francisco, y de veinte y cuatro á treinta presbíteros. atrás (b) Hasta cien doblas de oro costó el rescate del famoso libro Vermell en su ca- mencionado pág. 12015, nota d. De las diligencias y trabajos padecidos ritativa empresa de restituir á su patria tantos esclavos y salvarlos del peligro de la apostasía, dejó curiosos papeles el infatigable paborde: concedió el papa un á la isla la jubileo con objeto de aplicar al rescate las limosnas, y otorgó el rey franquicia de diezmos por diez años. La caída de Cindadela tuvo gran resonancia en España y en la cristiandad entera. El catálogo nominal conservado de los cuatro mil cautivos, se presta á un importante estudio de los elementos compo- las nentes de la población y de la desproporción notable de los varones con mujeres y niños, especialmente en las clases inferiores, efecto de las bajas ©cu- rridas durante el sitio. ISLAS BALEARES 1225 héroes Arguimbau y Negreta hacen constar extensamente para su descargo, ante notario y testigos también prisioneros, cuál había sido tres meses atrás su conducta, inmortalizándose sin pensarlo cuando sólo trataban modestamente de vindicarse (a). La zozobra perseveró con disposición á recrudecer cada año, aun después de quebrantada en Lepanto la pujanza marítima del invasor: elevaban sus clamores al trono los mermados habi- tantes para abandonar la tierra en busca de otra más segura, mientras no se les pusiera al abrigo de una nueva arrancada mediante obras y recursos á que no alcanzaba su desvalida po- breza, ó á lo menos para sacar de la isla, poniéndolas á salvo, mujeres, niños y personas inútiles, dado que al corto número de varones aptos para el combate no les quedaran sino los robus- tos pechos que oponer al enemigo. En las costas de Alayor (Yaior todavía) amenazaba hacia 1570 un desembarco de arge- linos, y á la fábrica de un torreón á la entrada de la villa desti- nó dos mil libras el consejo. Los ingenieros Calvi y Fratin en 1568 y 1584 visitaron sucesivamente el país, pero sus proyec- tos no llegaron á ejecución ni á planos formales siquiera. Uni- camente el puerto de Mahón dormía tranquilo bajo la custodia del castillo de San Felipe, que debió construcción y nombre al gran monarca reinante, extremando de tal suerte su vigilancia el alcaide que ni al gobernador general era permitido el inocen- te recreo de la pesca nocturna (â). Pensóse, sin desamparar el (a) Consérvase dicha acta auténtica con el respeto que merece en el archivo municipal de Cindadela, y léese en público todos los años en el patético aniver- sario que se consagra con solemnes exequias al glorioso recuerdo de aquella jornada, para cuya historia suministra tan irrefragables datos. Extendióla en 7 de Octubre de i 5 ç 8 el notario Pedro Quintana, presentes por testigos Martín Traver, Juan Aloy herrero y Gabriel Mercadal de Biniatzem, todos cautivos. En 1623 la ofreció á los jurados Juan Martí doncel, manifestando haberla adquirido en Ma- Horca de un Damián Marimón, y mandóse incorporar al registro de reales privi- legios. (b) Sucedía esto en i 585 con el gobernador Miguel de Pachs, y en 1633 se- guían al tenor de las representaciones del consejo intolerables vejámenes y daños ocasionados al común y á los particulares por el alcaide y guarnición del castillo. Complázcome en tomar por guía desde esta época en adelante la historia de mi querido primo Rafael Oléo y Quadrado, cap. IV y siguientes de su noveno período: IS4 I22Ò ISLAS BALEARES sarracénico castillo de Santa Águeda al cual se cuidaba de te- ner asiduamente provisto, en fortificar la céntrica montaña del Toro, sin perjuicio del convento plantado ya en su cima, po- niéndola en comunicación con otra fortaleza trazada en la boca del puerto de Fornells; pero dificultáronse las obras con las fre- cuentes carestías de aquellos años, durante las cuales Mallorca se acreditó de verdadera madre con su adyacente socorriéndola, y en vez de activarlas acabaron por hacerlas odiosas los arbi- trarios procedimientos del gobernador Heredia para imponerlas á la exhausta universidad. Tenaz aunque desigual fué la lucha sostenida del 1595 al 98 por el jefe militar, erigido á la vez en reformador de la administración civil, con los jurados y consejo, amenazándolos, prendiéndolos, maltratándolos, reduciéndolos á tomar asilo en las iglesias como criminales: las quejas, á pesar de las violencias del gobernador en cerrar el paso á toda emba- jada, llegaron á Felipe II tan enemigo de tiranías interpuestas entre él y los vasallos, y envió por visitador á micer Cosme Cli- ment que murió antes de llevar su comisión á buen término; pero el inflexible autócrata no consintió en remover á su lugar teniente á simple instancia de los gobernados, antes de que se le terminara el proceso, sin advertir que para embarazar el cur- so de éste y falsear su resultado ejercía aquél sobrada influen- cia y miedo á pesar de retraído en el castillo de San Felipe. Por fortuna se mantuvieron al nivel de las críticas circunstan- cias, en que con el despotismo interior se juntaban los mayores peligros de fuera, no sólo por parte de los piratas infieles, sino de Francia é Inglaterra cada cual por su lado, el tesón y lealtad de aquellos patricios, especialmente del clavario Gabriel Olivar, quienes de los insultos y agravios padecidos ninguno sintieron tanto como el mote de rebeldes y traidores (a). ojalá que en todos los demás fuera tan rica de datos y que hubiese trabajado siempre sobre sus laboriosos apuntes! (a) Véase á la larga este enojoso conflicto en la citada historia de Oléo, tom. I, pág. 43 2 á 460. ISLAS BALEARES 1227 Poco honor hizo al reinado del gran Felipe el gobierno de D. Pedro de Heredia que con aquél cesó; mas no cesaron las demasías y atropellos de sus sucesores, cuyo militarismo, mal avenido con las libertades y franquicias locales, chocaba á me- nudo con los celosos guardadores de ellas, y todo lo posponía á las perentorias exigencias del servicio y á la defensa de la isla. Heredó Cristóbal de Prado el empeño de Heredia en per- trechar el Toro y en preparar allí un sitio de retirada general en el caso de una invasión inglesa, y después de algunos años de buen acuerdo con los jurados, con motivo de las insacula- ciones municipales se descompasó hasta embestirles á caballo á las puertas del consistorio. Llególes á las murallas de Ciudade- la el turno de fortificarse bajo la dirección del maestro Miguel Saura, contribuyendo el real patrimonio con dos mil libras anuales y con trescientas cincuenta la universidad á las obras, que duraron hasta fines del siglo xvii, sin más tregua que la reclamada por las defensivas del puerto de Fornells que se con- sideraban muy importantes. Con los enormes gastos de la cons- trucción corrían parejas los de la artillería competente para guarnecer, á medida que se levantaban, cortinas y baluartes: no había tallas ni impuestos que alcanzaran á cubrir las necesi- dades comunes, aparte de los donativos extraordinarios, con tantas inmunidades y exenciones como pretendían los militares, los del Santo Oficio y demás clases privilegiadas. No se pensa- ba sino en reductos y trincheras; no se anunciaban sino ataques y bombardeos de escuadras procedentes de Francia, de Ingla- terra, de Holanda, con cuyos pabellones estuvo el de España en continua guerra toda aquella centuria, sin cesar por otra parte los antiguos estragos y correrías de moros por la costa (a): (a) Cita Oléo tom. I, pág. 529 una real cédula de 1644 sobre la refriega glo- riosamente sostenida en 19 de Julio de dicho año por ocho hombres de á caballo y treinta arcabuceros de Alayor contra doscientos turcos desembarcados de dos galeotas, con pérdida de Francisco Pons y Miguel Barsola que murieron de las heridas. Para hacer frente á tales acometidas representóse al gobernador hacia 1228 ISLAS BALEARES rebosaba de buques y soldados españoles el puerto de Mahón, desde donde irradiaba el movimiento á la isla entera, principal- mente á Cindadela, residencia constante de la universidad ge- neral, por más que intentaran romper ya entonces la tradicional unidad las otras subalternas (a). Las sequías frecuentes, las co- sechas escasas, las provisiones de trigo ruinosas: faltaban á la vez que lluvias para el riego brazos para el cultivo de los cam- pos, y no era la más pacífica la gente atraída de fuera á repo- blar la isla en virtud de los no olvidados privilegios de que acu- dían á ampararse los mallorquines, los caballeros para evitar las resultas de sus sangrientos choques (ó), los malhechores para substraerse á la persecución de la justicia. El bandolerismo, ya de siglos atrás aclimatado en Menorca, cobró tanta fuerza con los elementos importados, como si al llano y reducido suelo se hubiese transplantado también desde el vecino la espesura de bosques y braveza de montañas: víctima de un carabinazo pere- ció al reprimirlo en 1636 el gobernador Jaime Valenciano de Mendiolaza; salían allí comisiones de ministriles y piquetes de arcabuceros en busca de los errantes foragidos, pregonábanse sus cabezas, hostilizábanse hasta el pie de los muros y penetra- ban en Cindadela las cuadrillas, surgían por cuestiones de asilo ó de reos tonsurados reñidas competencias de jurisdicción y 1657 que no se recogieran á los habitantes en las alquerías las armas de fuego, como se había mandado en general á fin de evitar las pendencias y atentados á la sazón tan frecuentes. Todavía en 1694 ocurrió junto al cabo de Artuig un desem- barco de moros. (a) Desde 1630 entabló la de Mahón esta demanda, logrando por la importan- cia últimamente adquirida privilegios favorables á su emancipación, y adheridas á ella las de Alayor y Mercadal, declaró S. M. en 1643 que en el general consejo no entrasen por parte de Cindadela más que doce individuos, y otros tantos por las otras tres villas foranas, cuatro por cada una. (fe) En 1613 se quejan amargamente los jurados de la captura hecha por el gobernador de siete caballeros de Mallorca que vivían domiciliados en Cindadela desde algunos meses bajo su guiaje ó salvaguardia, deplorando la infracción de las antiguas libertades y los daños que al país resultarían de la poca seguridad de sus pobladores: debían de ser, según la fecha, de los comprometidos en la ale- vosa múerte de Pedro Juan Quint por el mes de Agosto de 161 2 y escapados de la cárcel en el siguiente Enero. (Part. hist. pág. 480.) ISLAS BALEARES 1229 censuras eclesiásticas (a), todo ni más ni menos que en la isla mayor durante la desastrosa lucha de Canamunts y Canavalls. Perturbaciones, calamidades, dolencias y vicios, contagios físicos y morales, ¿cómo no habían de salvar el angosto canal que separa las dos Baleares? Gobernaba la menor de 1642 á 45 el famoso don Pedro de Santacilia, distraído de sus banderías con el cuidado de guardarla de la insurrección catalana y de los franceses sus fautores: las costas estaban seguras, pero los fa- cinerosos asolaban el interior con sus atentados peor que el azote de la guerra. Cunde en 1652 el mortífero bubón á Ciu- dadela, que de plaza de armas se convierte en vasto lazareto, donde sucumben sin los párvulos seiscientas treinta y seis per- sonas, prolongándose la mortandad hasta fin del siguiente año. Plaga de langosta devora los sembrados; plaga de ratones da origen al cirio colosal ofrecido cada año por los municipios á Nuestra Señora del Toro; y plaga aun de endemoniados, coin- cidiendo con el advenimiento del hechizado rey Carlos II á su mayoría, dicta al consejo acudir para el remedio en rogativa á Dios y en consulta á la Inquisición del reino, á la cual suminis- traba Menorca un notable contingente de brujas {U). Multiplí- canse entre las autoridades las contiendas y altercados propios de aquel siglo quisquilloso y pendenciero: abofetea en 1690 el sargento mayor Valentín Sánchez al secretario de la univer- (a) Sobre bandidos contiene curiosos datos el cuaderno III de Noticias relati- vas á Menorca publicado en 1827 por D. Antonio Ramis, especialmente sobre el conflicto originado en 1665 con el vicario general y obispo de Mallorca por el ajusticiamiento de Pedro Torres y Juan Pellicer que alegaban corona. {b) Expone en julio de 1678 el jurado clavario al general consejo que Deu nostro Senyor per sos justs judicis ha atguns anys permet haja en la isla personas speritadas y endemoniadas, y per veure se han estés y aumentat de cada dia en do- nas casadas, donzellas, religiosas, y minyonas y homens, ha aparegut als magni- fiçhs jurats acudir d rogativas en primer lloch á Deu nostro Senyor per veure sinos perdonaria esta plaga, après donarne part al rey nostro senyor para que amoneste los senyors inquisidors de Mallorca apliquen son desvelo en fer averiguacions y castigar los delinquents... e fonch resolt concordantment que s^acudesca ats senyors inquisidors scrivintlos sas magnificencias la penalidat en que stan. (Oléo tom. 1, pág. 546.) 1230 ISLAS BALEARES sidad general, cuyo desagravio alcanzan de S. M. los jurados hasta hacer condenar en costas al ofensor, y con bríos no me- nores prosiguen en 1698 su querella contra las brutales des- cortesías del maestro de campo Sebastián Juan de Ventimilla, negándose al sorteo de sus sucesores ínterin no se les dé satis- facción de las recientes injurias y de las coacciones que les obli- garon á refugiarse en San Francisco. La confusión subió de punto, cuando constituido en Mahón Ventimilla, y roto el dique al habitual antagonismo entre las funciones de gobernador y las de alcaide, puso en Marzo de 1700 sitio formal al castillo de San Felipe y á su guarnición y comandante Cepeda; y poco faltó para que ventilasen por armas sus opuestas pretensiones, sostenidas por la universidad general las del castellano y por la villa las del lugarteniente, con rivalidad no menos marcada que la de sus patrocinadores respectivos. Hasta seis años después de proclamado Felipe V, no cayó en la cuenta Menorca, así como una buena porción de España convencida por los ejércitos aliados, de que la corona pertene- cía al archiduque de Austria su competidor, aunque desde el principio puso el extranjero en la pequeña isla sus miras inte- resadas. De Mallorca, de donde le había venido el socorro en 1704 para conservarla en la obediencia del Borbón, vínole el pronunciamiento á favor de Carlos III, iniciado en Mercadal en 19 de Octubre de 1706, veinte y cuatro días más tarde que en la metrópoli, por Juan Miguel Saura jefe del bando austríaco, y propagóse el 20 á Ciudadela, abandonada de la autoridad militar que se refugió al castillo de San Felipe. Allí enarbolado el pendón de la flor de lis, resistió tres meses al bloqueo de los naturales y mallorquines puestos en armas para someterlo; y la tenaz defensa de la torre del Rey, ayudada por la gente que desembarcaron tres navios anclados en el puerto, desconcertó hasta tal punto los asaltos del enemigo, que á su vez le redujo á encerrarse en Mahón, desde donde en los primeros días del siguiente Enero huyeron Saura y sus más comprometidos par- ISLAS BALEARES I23I tidarios á la vecina Balear. Con la misma rapidez con que se había instalado deshízose de un extremo á otro del país el im- provisado gobierno del archiduque, y pasó la instantánea ave- nida, afirmándose la restauración con el arribo de la armada borbónica al abrirse la primavera de 1707. Dióse entonces á sus anchuras el implacable gobernador Diego Leonardo Dávila á la caza de los que llamaba traidores, prendiendo por villas y despoblados á cuantos habían cabido ó figurado en la defección pasada; fueron á la horca en Cindadela un sargento mayor, un jurado, un capitán, y hasta diez y ocho víctimas de toda clase, siete en Mahón entre ellos fray Juan Costavella religioso de San Agustín y el presbítero Juanico, en Alayor otros siete de los cuales había un ciudadano y un notario, y un herrero en Mercadal {a)] á galeras ó á destierro salieron condenados otros tantos, frailes no pocos franciscanos y agustinos. Con los privi- legios y fueros de la isla ensañóse no menos que con los habi- tantes el duro perseguidor, despojando de sus preeminencias á la población principal, quizá por más desafecta, creando jurados generales á los tres mayores de Cindadela, Mahón y Alayor, y reduciendo de doce á cuatro los consejeros de la primera al igual de los que presentaban las tres restantes villas, diez y seis entre todos. En esta forma se reunió el consejo dentro del cas- tillo de San Felipe en 16 de Diciembre de aquel año; pero ya no volvió á ser convocado por la misma autoridad ni á nombre del mismo príncipe, pues en 26 de Setiembre del 1708 ante la escuadra inglesa, cuya chusma disfrazada de tropa aparentaba un ejército considerable, flaqueó con sus doscientos españoles y quinientos franceses el brigadier Dávila, y sin combatir en- tregó la fortaleza. El castigo que merecía su crueldad lo recibió al fin por su cobardía. {a) Trae Oléo tom. I pág. 578 los nombres y profesión ú oficio de dichos ajus- ticiados, y consta que se llamaba Sebastian Rosselló el sargento mayor de Ciuda- déla, Domingo Marqués el jurado, Juan Bonet del Rafal el capitán, y seguían un ciudadano, un médico, un cirujano, un negociante, etc. 12^2 ISLAS BALEARES Ondeó por segunda vez en Menorca el estandarte imperial, y aunque ocupada no muy á gusto de ella por los ingleses, con- firmóle sus leyes y franquicias desde Barcelona el titulado Car- los III, sin desprenderse de su dominio aun después de aclamado emperador; pero en los primeros días del 171 2, con la llegada del duque de Argyle en reemplazo del general Stanhope, em- pezó á susurrarse que los depositarios se alzaban dueños, y do- liándose los naturales de ser traspasados sin anuencia propia como rebaño de ovejas á señorío extraño y protestante, querían oirlo de boca del soberano por quien habían jurado perder sus vidas. No les dieron lugar las tropas británicas que en Noviem- bre vinieron de Cataluña á guarnecer el territorio, y el duque á fuer de plenipotenciario intimó que, arregláranse ó no las paces, la isla quedaba por Inglaterra, no para destruirla sino para ha- cerla prosperar. El tratado de Utrecht en 1713 sancionó la en- trega: la libre profesión del catolicismo, las pompas del culto, la organización del clero, la dependencia de la diócesis de Ma- Horca ínterin no se obtuviera de la santa sede la creación de obispado aparte, la permanencia de los conventos de ambos sexos, todo en lo religioso se estipuló solemnemente, como en lo civil la administración, el régimen municipal, las atribuciones de baile, jurados y consejo. Recomendóse la concordia de vo- luntades y la extinción de los partidos dinásticos, que carecían ya de objeto bajo el cetro común y pacificador de la reina Ana, bien que los adictos al de Austria siguieran gozando de prefe- rente confianza en los cargos, especialmente Juan Miguel Saura. Quedó de teniente de gobernador el brigadier Ricardo Kane, cuya primera obra fué la carretera que aún hoy enlaza como espinazo los dos extremos de la isla: mucho le debieron el or- den y la seguridad, por más que no pudiese evitar completa- mente de un lado los excesos de indisciplinada soldadesca, del otro los homicidios con que se tomaban venganza los paisanos no olvidados del tradicional bandolerismo. No cogían tan de nuevo á los municipios las vejaciones de los jefes locales, ni á ISLAS BALEARES I233 la universidad general los rigores del supremo, que bajo la do- minación inglesa creyeran haber empeorado mucho respecto de la española: trabas á menudo experimentaban en el ejercicio de sus facultades y convocación de sus juntas, pero tenían expe- dito el recurso al trono, y menudeaban, no sólo las embajadas de eclesiásticos y seglares á la corte de San James, sino los lia- mamientos venidos de ella para arreglo de puntos importantes. La mayor y más perjudicial mudanza la sufrió Ciudadela, desde donde fueron trasladados á Mahón tribunales y oficinas con la residencia del gobernador, al lado del gran puerto y del fuerte castillo, creciendo con esto aquella población hasta hacerse in- dispensable el derribo de sus murallas. Kane gobernó la isla trece años seguidos hasta 1726 á nombre de Jorge I, y luego diez con varias interrupciones en el reinado del II, sinceramente llorado al acabar sus días á fines del 36 por su constante amor al país, sin embargo de andar con él á vueltas en continuos debates. Los más arduos de zanjar eran los asuntos de iglesia: de inquisición, de inmunidad de asilo, no podía hablársele al tenaz anglicano, que no admitía jurisdicción episcopal de fuera, ni apelaciones á Mallorca, ni nombramientos y patronatos del extranjero, ni predicación ó ministerio de sacerdotes que no fueran súbditos de la gran Bre- taña; y es curioso ver cómo en sus postreros años resistía la provisión de beneficios ó la recepción de forasteros en los claus- tros, y hasta pretendía intervenir en elecciones de prior y guar- dián aislando á las comunidades de sus legítimos centros, mien- tras por otra parte daba razón de sus actos y consentía reclamar contra ellos á Londres, donde la universidad mantenía en re- presentación permanente á Juan Rayarte en defensa de sus de- rechos. Verdad es que la junta del clero secular y regular dió siempre en sus contestaciones alto ejemplo de cordura al par que de firmeza en dar lo debido á entrambas potestades, coope- rando con la admirable adhesión de los naturales á preservar así de apostasías como de conflictos aquella tierra, en cuya uni- I5S dad religiosa no abrió brecha (dicho sea en elogio de gober- nantes y gobernados) un siglo casi de sumisión á dueño pro- testante: aprendióse el idioma sin el error en las escuelas, trans- mitiéndose de genera1c2ió3n 4en generación el catecismo puro; los j adelantos y mejoras se aclimataron sin menoscabo de las eos- | tumbres, salvadas por milagro de la prostitución y brutales vi- cios, anejos á las huellas de marineros y soldados de la raza (a). . Pasajeras nubes no obstante alteraban de vez en cuando la ha- ^ bitual serenidad : del rompimiento de Inglaterra con España en 1739 y de la alianza de esta con Francia al siguiente año ¡ con propósito de recobrar á Gibraltar y á Menorca, siguiéronse | á los habitantes de esta enormes pérdidas en el corso, alarmas ! é incomunicaciones con la antigua patria; púsolos en consterna- ción por Marzo de 1746 la chusma lanzada á tierra por la es- cuadra para reclutar con inauditos desmanes una leva de dos- cientos hombres; remedióse mal en 1749 la sacrilega fuga de tres monjas de Santa Clara con oficiales de la guarnición me- diante el escándalo mayor aún de su ilícito enlace, insultando la opinión pública; y de 1752 á 54 renovó el gobernador Blake- ney exorbitantes pretensiones con el brazo eclesiástico, cuyo exquisito aplomo le redujo á términos tan razonables, que al otro año de 1755 pudo el obispo de Mallorca D. Lorenzo Des- Puig visitar aquella porción de su grey con sosiego y libertad completa y corteses obsequios de la autoridad militar. En la tranquila aunque mal adquirida posesión vino á turbar á Inglaterra, no ya España, á quien correspondiera por derecho revindicarla, sino Francia haciendo propios en calidad de amiga los agravios de la legítima dueña. Á la solemne declaración de ■ guerra precedió en 18 de Abril de 1756, día de Pascua, la apa- I rición de la flota mandada por el duque de Richelieu delante de i (a) Mejor todavía que en el II tomo de la historia de Oléo puede estudiarse | esta interesante época en el acopio de documentos compilados por mi infatigable i primo en el tomo XIII y otros de sus abultadas misceláneas, que con justo apre- j cío conserva su hijo en Cindadela. 1 ISLAS BALEARES I235 Ciudadela, que sin resistencia fué ocupada; pero la dificultad de transportes retardó las operaciones del sitio del castillo de San Felipe, donde se habían concentrado las fuerzas de la isla, y dió tiempo á que llegase en 19 de Mayo la escuadra británica en auxilio de los cercados: el combate naval resultó adverso á esta, dejando á su almirante Byng una mancha que le costó en su país sentencia capital, y tras de repetidos ataques el inex- pugnable castillo hubo al fin de capitular en 29 de Junio. Luís XV confirmó á los menorquines sus leyes, privilegios y estilos; y de la regulación establecida por el nuevo gobierno para mejor administración de justicia no deducen particular queja los jurados de 1757, reclamando solamente libertad com- pleta, como siempre, de reunir consejo sin superior licencia, curso expedito en los tribunales ordinarios, y alivio en las car- gas y servicios militares (a). En cuestiones religiosas cesaron naturalmente las divergencias, y el obispo Des Puig repitió con aplauso en 1760 su pastoral visita: dos gobernadores acabando sucesivamente en Mahón sus días, el marqués de Fremeur en 1759 y el conde de Lannion en 1762, dejaron grato recuerdo de su mando. Si tan poco rastro imprimió en las costumbres indígenas la austera formalidad británica durante medio siglo, ¿cómo había de modificarlas en siete años la animación y viva- cidad francesa? Pacífico fué su dominio y pacífico su fin por medio de un tratado, efecto de reveses y quebrantos que obli- garon á soltar la nueva adquisición con otras harto más anti- guas en América: Menorca fué devuelta, no á su señora natural, sino á su perseverante detentora; y en 3 de Julio de 1763 pre- sentáronse en formación las tropas inglesas á relevar las de (a) Á saber, de alojamientos, de ocupación de almacenes, de suministros de aceite, candelas y leña, cuya escasez en la isla deploran, pidiendo medidas para proteger el arbolado. Contiene este documento el importante dato de que los con- tribuyentes de Ciudadela y Mahón pagaban á razón de diez y ocho libras quince sueldos por cada centenar de renta, los de Mayor á doce libras y diez sueldos, y los de .Mercadal á veinte y una. 1236 ISLAS B aleares Francia, y se cambió de bandera como si se cambiara sólo de comandante. Johnston, abriendo la serie de los del segundo período bri- tánico, empezó por declarar caducados los primitivos pactos de Utrecht como no restablecidos expresamente en Fontainebleau; y fué menester que los reconociera en pleno vigor Jorge III por mediación de España y recomendación alcanzada del duque de York su hermano á su paso por la isla. Sin embargo, cada día se atravesaban molestias é intrusiones de los jefes militares, prin- cipalmente en el orden religioso, ya fiscalizando la admisión de alumnos en el seminario y de novicios en los conventos (a), ya reclamando iglesias para uso de las tropas y tomándose en Ciu- dadela la del Roser^ ya cobrando indebidos derechos y come- tiendo abusos, que no cesó de impugnar varonilmente la auto- ridad eclesiástica, y de reprimir á menudo el soberano con inte- rés sincero de mantener satisfecho y próspero el país, hasta revocar á Johnston por dos veces. No bastó siempre esta bue- na voluntad para poner á cubierto de estrecheces y penurias á los insulares, que emigraban en 1768 á bandadas buscando en las regiones de la Florida, recién transferidas también del do- minio español al inglés, ventajas que no encontraron ni siquiera recursos para la vuelta, y que en la carestía de 1778 apenas vivían sino de yerbas; pero lo incompatible en verdad con la rectitud y cultura de un buen gobierno son jornadas tan repug- nantes como las de los primeros días de Febrero de 1780, en que so pretexto de seguir la pista á cierto desertor, un centenar de matelots (ó) tambor batiente, cargado con enorme botín de reses muertas en los contornos, se lanzó dentro de Cindadela, (a) Era numeroso en proporción del vecindario el clero secular y regular de Menorca en i 763, pues no bajaba el primero de 162 individuos, á saber 154 en la parroquia de Ciudadela, ^59 en la de Mahón, 24 en la de Alayor, etc., ni de 224 los religiosos entre los siete conventos que existían, tres de franciscanos, dos de agustinos, uno de antOnianos y uno de carmelitas: los dos de monjas suma- ban 77. (b) Esta voz francesa aplicaban los ingleses á sus soldados de marina. ISLAS BALEARES allanando y registrando casas principales y aun el convento de Clarisas, afrentando á las señoras, recogiendo hasta las espadas á los caballeros. La población, entregada poco menos que al saqueo en día de asalto, acreditó un sufrimiento sin límites, á la vez que noble pundonor y energía en protestar por las vías legales contra tamaños atropellos y despojos, de que participa- ron con el término de la ciudad los de Mercadal y Perrerías; y por colmo de escándalo no hubo quien hiciera justicia, ni el capi- tán Heard ni el gobernador Murray de quien permitían esperarla sus antecedentes. Aquel fué el postrer acto de la dominación in- glesa, que no la dejó bien puesta en el corazón de los menorqui- nes, los cuales comparando sus setenta años de cautiverio con los del de Babilonia, sintieron renacer hacia los españoles el fraternal cariño, y les alentaron á preparar en secreto su redención. Un día de 1781, 19 de Agosto, saltaron á tierra fuera de la boca del puerto de Mahón en la costa de mediodía hasta nueve mil hombres de la armada hispano-francesa, y acampà- ronse entre la plaza y el castillo, donde se habían encerrado los mil seiscientos soldados y seiscientos maiclots de que constaba la guarnición reunida; y mientras que de Mallorca y de Catalu- ña, de Alicante y de Tolón, iban llegando tropas hasta diez y seis mil combatientes, el generalísimo duque de Crillón fechaba en Mahón el bando de 21 de Septiembre, anunciando que en los cargos públicos y marcha de los tribunales no se haría mudanza, y en Octubre tomaba posesión de Cindadela libertada desde el principio por los expedicionarios. Toda la isla era ya de España menos el castillo de San Felipe, contra el cual, levantadas pa- cientemente las baterías y desbaratadas más de una vez por los sitiados, rompió con tal viveza el fuego desde el 6 de Enero de 1782, que antes de un mes, reducido á un hospital el fuerte y sus defensores á seiscientos veteranos, enarbolaron bandera blanca y consiguieron la honrosa capitulación que merecían (a). (a) Oléo rectifica la fecha de esta capitulación, que la historia general de 1238 ISLAS BALEARES Salieron el 5 de Febrero con honores militares, abriéndoles ca- lie en actitud respetuosa los dos ejércitos francés y español; quedaron en convalecencia ochocientos enfermos de escorbuto, y todos fueron restituidos á su patria, donde el bravo Murray evitó la suerte de Byng deshaciendo las acusaciones de su te- niente Draper. Todavía humeaba el castillo, cuando se empren- dió su demolición completa para que otra vez no sirviera de baluarte á la usurpación, dejando únicamente á la entrada del puerto una batería ; del producto de la venta del terreno y del de la Torre del Rey, que ascendió á veinte y siete mil libras, se pagaron las indemnizaciones por los daños del sitio. Al reti- rarse con el ejército el francés duque de Crillón colmado de gloria y honores, añadido á su título el de Mahón y connatura- lizado en España, quedó de gobernador de Menorca el conde de Cifuentes, insigne promovedor durante su ilustrado y benéfi- CO mando del fomento de la isla, que sin echar de menos en esta parte el civilizador impulso de sus pasados dominadores, vió reflorecer en todo su esplendor el culto y en toda su efica- cia moral la acción religiosa, restaurada por la inmediata visita del obispo Rubio Benedicto. Asegurada á España su reconquis- ta en 1783 por la paz de Versalles, la menor Balear, más di- chosa en esto que la mayor, guardó íntegro, sin otras modifica- ciones que las introducidas por los ingleses, el histórico régimen con su universidad y consejo y jurados generales que lo eran en particular de Ciudadela, cual apareció en 1789 con motivo de la proclamación de Carlos IV. Aún era reconocida Ciudadela por capital; aún se basó sobre la antigua pabordía y en la pri- mada de las parroquias de la isla la silla episcopal creada en 1795, por no decir restablecida al cabo de trece siglos, para mayor dignidad de la iglesia menorquina y reparación de las quiebras sufridas bajo el yugo del error. España pone en i 5 de Febrero, probando que fué el 4 por manuscritos coetá- neos. ISLAS BALEARES I239 Yugo que no tardó en recaer sobre su cuello á la hora menos pensada, cuando no se habían ajado todavía las palmas con que los diocesanos en 2 de Setiembre de 1798 acogieron á su primer pastor y á la vez compatricio, Antonio Vila, á quien reservaba el cielo tan duras pruebas. A pesar de la enemistad con Inglaterra renovada por efecto de la funesta alianza de nuestra nación con la república francesa, una expedición britá- nica, sin pretensiones de formal (a), cogió tan desprevenida la importantísima posesión perdida diez y seis años atrás, que sin disparar un tiro fué recobrada. Aparece la escuadra en Addaya á 7 de Noviembre del mismo año, penetran en Mahón trescien- tos cincuenta hombres desembarcados por dos fragatas á la boca del puerto, retírase á la plaza de Ciudadela la guarnición española, y á los tres días capitula saliendo libre y con armas el 16. Volvió por tercera vez Menorca á ser inglesa, sintiendo de cada vez más la opresión, á medida que más desconfiaban los dominadores de ganarse la voluntad del país: constituido en el gobierno el jefe expedicionario Carlos Stuard, en 24 de Abril del siguiente año refundió por completo el régimen muni- cipal, extinguiendo todo concepto de generalidad en universidad, bailía y consejo, declarando independientes entre sí las univer- sidades de los cuatro pueblos, y aumentando su respectivo nú- mero de jurados, no sin guardar á las cuatro clases ó brazos su acostumbrada representación. Fueron desconocidas las inmuni- dades y jurisdicción eclesiásticas, imponiendo al clero secular y regular el sostenimiento de los expósitos; y al substituir á Stuard el teniente general Fox, sus vejaciones sin tregua redu- jeron al intrépido prelado á salir en 1801 para Londres, á don- (ci) De no formal la califica la sentencia del consejo de guerra recaída en el proceso formado sobre la pérdida de Menorca y confirmada en 1802 por real de- crcto. Al gobernador D. Juan Nepomuceno Quesada salvó de la pena de degrada- ción la circunstancia de haber premuerto al remate de la causa; y la de privación ó suspensión de empleo impuesta á otros jefes y oficiales, computándose á algu- nos la del arresto sufrido, demuestra que pocos pudieron justificarse. La escuadra inglesa, dice Oléo, era de 28 velas, compuesta en parte de navios portugueses. 1240 ISLAS BALEARES de no llegó con motivo de la devolución de Menorca á España^ que le ofreció en la retirada sede de Albarracín honroso des- canso á sus fatigas. Sabe Dios en qué hubiera parado la vio- lenta persecución contra el vicario general y los párrocos, si en cumplimiento del tratado de Amiens no se amainara en Junio de 1802 el pendón inglés, cesando la ocupación efímera de cuatro años no completos. Si no bendijo con más transporte la isla su restitución á la madre patria, cúlpese á las agitaciones y disturbios que en Mahón sobre todo hizo sentir la guerra de la Independencia, y á las interminables vicisitudes en que revivie- ron una vez y otra sus tradicionales instituciones hasta morir definitivamente á manos del constitucionalismo moderno. CAPÍTULO II Ciudadela.—Ferrarías, castillo de Santa Águeda.—Mercadal, el Toro, Fornells A historia del país, más detenida de lo que me propuse, no me dispensa de trazar, en cuanto es dado á la pluma, los rasgos de su semblanza, que los hechos enarrados encienden en los lectores mayor deseo de conocer, estableciendo curiosas re- laciones entre los lugares y los sucesos, y comparando la reali- dad con el tipo imaginado. No importa que sea avara en Me- norca de paisajes la naturaleza, de monumentos el arte: trátase de presentar tal cual son los objetos, y no es menester para que interesen idealiza'rlos. Veamos el actual aspecto de la Jamnona cartaginesa fundada veinte y dos siglos atrás; de la residencia episcopal coetánea de Jerónimo y de Agustín; de la capital sa- rracena que al pasar á serlo cristiana trueca un nombre ignora- do por el diminutivo de ciudad; de la que absorbe bajo la de- pendencia de Mallorca, Aragón y España la representación y el gobierno de la isla, no quitándoselo sino la dominación ex- tranjera, al través de la cual ha logrado no obstante salvar la 1242 ISLAS BALEARES supremacía eclesiástica; de esa Ciudadela tan vecina, tan. asimi- lada en raza, en carácter, en costumbres, en intereses á la ma- yor Balear, con la cual cruza sus fuegos, y sin embargo tan in- gratamente olvidada desde la postrer centuria y aun después de reincorporada á la provincia, que su nombre y hasta el insu- lar de Menorca han llegado á caer poco menos que en desuso, prevaleciendo sobre entrambos el de Mahón por motivo de su famoso puerto, cuya importancia parece no haber llegado á comprender nuestra nación hasta que otras se lo tomaron (a). Henchidas de propicio viento las latinas velas, en menos de cuatro horas, desde el fondo de la bahía de Alcudia ó desde la avanzada de Cap-de-pera, atracan á la frontera costa menorqui- na abierta al poniente; y dejando á la derecha el faro de Ar- tuig (à) y á la izquierda la blanca Torre del Ram, enfilan en dirección á nordeste el angosto puerto de Ciudadela, en cuyo extremo asómase la población á sus murallas que no por todos lados la circuyen, Desmantelada por el del sur para convertir en moderno ensanche su belicosa cintura, por el opuesto cerca- da aún de antiguas tapias, y destacando de su centro un robusto baluarte por muestra de la fortificación del siglo xvii, presenta tres diferentes épocas en su recinto, lo mismo que en las cons- trucciones que sobresalen, uniformadas por un blanqueo tan fa- vorable á su conservación y lucidez, como reñido con la pinto- resca variedad. Nada ha logrado escapar de él, ni siquiera la gran nave de la iglesia principal con la octógona aguja de su campanario, ni las dos gemelas torres de la del Socorro, ni el cuadrado cimborio de la de San Francisco, ni el remate del obe- lisco recién erigido en el Borne al glorioso recuerdo de 1558, (a) Va remediándose de cada día esta absurda sinécdoque de tomar la parte, no sólo por otra parte, sino por el todo, que procede de rutinaria inadvertencia más que de error formal, sobre todo desde el desarrollo marítimo que ha tomado Ciudadela con las visitas de sus vapores á los puertos de Sóller y Pollensa. (b) De las antiguas escrituras se desprende que Artuig y no Artruch es el le- gítimo nombre del cabo, aunque se ignora su arábiga etimología. 1244 ISLAS BALEARES Únicos puntos culminantes sobre los innumerables terrados y lumbreras del caserío. Movimiento no se busque en aquel reducido puerto, aun después de mejoradas á fuerza de obras sus condiciones y de aparecer entre los mástiles de sus jabeques y balandras la chi- menea de su vapor semanal: las dormidas aguas reflejan tersos y sin pliegue los objetos duplicándolos inversamente, edificios, andenes, buques, ribazos que se prolongan quebrados y sinuo- sos, aunque paralelos, hasta la embocadura, donde se asienta á la derecha de la salida el faro, á la izquierda el fortín de San Nicolás. No es sin embargo soledad melancólica, es apacible so- siego lo que allí se respira; á todas horas sirve de antepecho á curiosos y desocupados el camino del borde titulado de Abaix^ que converge con el que va recto á la fortaleza, paseo tradició- nal y predilecto por las tardes, especialmente de los días festi- vos, falto de sombra y de verdor, pero despejado y fresco á veces en demasía. Es delicioso á su extremidad contemplar al abrigo del renovado castillejo el ocaso del sol tras de las impo- nentes cordilleras de Mallorca, divididas como en dos grupos, el de Artá y el de Pollensa, por ocultarse en el horizonte las tie- rras bajas de la bahía que los enlaza; préstase atención al fra- goroso mugido de las olas en la caverna del bufador^ y échase de menos la capilla que, bajo la advocación también del santo obispo de Mira, allí contigua existió desde remotos tiempos hasta 1799, por más que á su antigüedad no correspondiese ya su postrera forma. Para no volver á la ciudad por los mismos pasos, ofrece cómodo y grato rodeo, costeado hacia 1811 por el obispo Juano, la cala del Degollador que en aquel sitio des- emboca, pretendiendo recordar con su siniestro nombre la cruel matanza de cautivos que el turco sitiador á sus retiradas cuevas conducía, si ya no fué otra la ocasión con que se le impuso (¿ï). (a) Observé nose ya, al relatar el infortunio del 1558, que esta tradición número de apoya en documentos, y que hace improbable el degüello el gran pri- sioneros que se llevaron los turcos ávidos del rescate. ISLAS BALEARES Ciudades abiertas, como de más de veinte años acá se ha propuesto serlo Ciudadela, obligada quizá por la estrechez del marco que comprimía su desarrollo, apenas se conocían en la antigüedad, y menos estando como ella situadas en terreno llano sin ninguna defensa natural, y á orillas de un puerto, y en pequeña isla codiciada de poderosos vecinos. Así es que desde su fundación primera, sean cuales fuesen sus dueños y el nom- bre que llevara, puede asegurarse que tuvo murallas," fenicias ó púnicas, romanas, bizantinas, arábigas, más ó menos rudas, más ó menos fuertes, según el grado de importancia ó de cultura que alcanzase. Que proceda del tiempo de los moros el lienzo que la cierra por el lado del puerto, desde el bastión del Gober- nadar hasta el de la Fuente^ dominando los huertos y fábricas que trepan hasta muy arriba por las rocas del barranco, no es opinión admisible, aunque parezca confirmarla la vetustez de la obra {a)\ resto es de la cerca levantada luego después de la conquista por manos de los vencidos que en servidumbre que- daron, reemplazando sin duda otra anterior y abarcando la po- blación aumentada, pues en 1303 mandó Jaime II indemnizar las casas tomadas al efecto. Con el producto de la sisa y de porción de las multas siguió la construcción del muro y de sus torres hasta el promedio del siglo xiv, en que dispuso Pedro IV unirlo con el alcázar para que sirviera éste como de postrer re- fugio á los sitiados. En su puesto inmemorial subsiste la histó- rica residencia de los gobernadores de la isla y antes segura- mente de los jeques sarracenos: mutilada, rehecha cien veces según la necesidad del momento, perdido con los mezquinos remiendos su carácter, convertida hoy en estación telegráfica, apenas da idea de alcázar si no fuera por el vasto baluarte que llevando su nombre forma en cierto modo su pedestal sobre la (a) Se la conoce con el nombre de Muradeta, y denótase que ha sido distintas veces reparada. Véanse en el anterior capítulo los datos históricos á que me re- fiero. ISLAS BALEARES bajada al puerto y sobre la esplanada exterior (a). Por dentro de la ciudad tenía delante la del Borne, dilatada antes de redu- cida por el actual paseo: falta á su lado desde el derribo de las murallas la famosa puerta de Sa/as, así llamada ya al tiempo de la heroica defensa contra los turcos, una de las cuatro puer- tas que abría á los vientos cardinales la plaza, no sólo en la cerca últimamente demolida, sino en la más combatida y más duradera á pesar de su fragilidad, que resistió con tanta gloria en 1463 á los rebeldes catalanes y en 1558 á un ejército de quince mil corsarios. Sorprende, al dar vista al Borne, la magnificencia de la entrada, digna por cierto de una capital, cuyo frente á lo largo constituyen tres suntuosas casas, no precisamente modernas aunque de la corriente centuria: dos de principios de ella, á sa- ber la de Vigo con sus siete balcones en fila sobre fondo pinta- do, y la de Martorell que no presenta por aquel lado sino una elegante galería de tres arcos con pilastras y antepecho y cor- nisamento adornado á trechos de jarrones; de mediados de este siglo es la del conde de Torresaura, imitación de la segunda, cuyo largo frontis sobre el cuerpo bajo almohadillado consta de dos galerías semejantes aunque inferiores en gentileza á la des- crita, mediando en el centro encima de la portada una espaciosa azotea. Forman esquina dicha casa y la de Martorell con la her- mosa calle que las separa, prolongando en ella sus fachadas, aquella con cierta monotonía de ventanas no salientes á guisa de colegio (¿5), ésta con la graciosa arquitectura que la distin- gue. Ha desaparecido de uno de los lados del Borne, dejando entrever en un ángulo su iglesia, el convento de Franciscanos, (a) No acierto á fijar dónde estaba situado y sobre qué cauce ó foso el puente del Rey que tenía que atravesarse para ir desde el alcázar al puerto. (é>) Hospedóse en esta morada la reina Isabel II al aportar á Cindadela en I 7 de Setiembre de i860, con cuya ocasión se comparó la longitud de su salón principal con la del de Embajadores en el real palacio de Madrid, resultando insig- nificante la diferencia. ISLAS BALEARES 1247 que con ser antiguo nada contenía de notable, y lo sustituye otra vistosa casa particular. Al lado opuesto los cuarteles, prin- cipiados en 1807 para alojamiento de tropas, se han convertido, incompletos aún, en el imprescindible teatro que á toda decoro- sa población hoy día corresponde. Faltábale en el centro del área el paseo para el cual ofrecía espacio, cuando de un elocuente sacerdote brotó el patriótico llamamiento á conmemorar en aquel sitio con una perenne da lápi- la proeza cuyo aniversario se celebraba, y de un entusiasta aficionado la traza del obelisco levantado á los héroes del 9 de Julio (a). Testigo fui de la colocación de su primera piedra por el obispo Roda en una tarde de verano de 1857, y jamás olvidaré (a) Cupo el honor de la iniciativa al eminente orador P. José Nin ex-francis- CIUDADELA. — Borne 1248 ISLAS baleares la espléndida procesión, las ricas colgaduras de terciopelo que adornaban los balcones de la carrera, las pompas del sagrado rito, y á la noche los ingeniosos fuegos imitando el bombardeo y resistencia de una plaza, en cuyo opa- CO muro destacóse de pronto con luminosas letras el glorioso Us- que ad mortem (a). Elévase el monumen- to de grandiosas y co- rrectas proporciones, sobre el suelo donde, franqueada ya la bre- cha por los sitiadores, se ensangrentó más y con mayor pérdida de los fieles el desigual combate ; del segundo cuerpo resaltan como empotradas las urnas fúnebres con parcos y expresivos trofeos, y de él arranca hasta la CiUDADELA. — Obelisco del Borne altura de veinte y dos metros la imponente pirámide, símbolo á la vez de sublime anhe- lo y de augusto reposo. Modelo de estilo lapidario por su clási- co laconismo son las inscripciones destinadas desde el principio cano, primer rector del seminario Conciliar, recordable por su saber y sus virtu- des y su generosa muerte al servicio de los enfermos del cólera en 1865 ; el del diseño y de la dirección de las obras al autor de la historia de Menorca, el referido Rafael Oléo mi buen primo, mejor artista que escritor. (a) Es la frase consignada por los bravos defensores de Cindadela en el docu- mento que ñrmaron hallándose cautivos, como en el cap. I se refiere. ISLAS BALEARES á sus cuatro frentes é ignoro por qué razón aún no esculpí- das: Hic sustinuimus—usque ad mortem—pro aris et focis— ann. MDL VIII. Al rededor de este inmóvil eje, circuido de verja de hierro para mayor realce, subióse al nivel de unas es- calinatas el salón del paseo en figura elíptica, y crecieron los árboles, y una balaustrada de piedra de imitación gótica aisló del exterior el terreno del alcázar, que nada perdería con que- dar envuelto en más densa espesura si lo permitiese la incle- mencia de los vientos. Sólo un conjunto especial de circunstan- cias da lugar á reunir tan distintos conceptos de altos recuerdos y de ameno ornato en el Borne de Cindadela. Desde allí, rectamente alineada, penetra la contigua calle hasta la Casa Consistorial á expensas del derribo de su fachada, que ganaría en regularidad por lo menos, al propio tiempo que en anchura la vía que sigue á lo largo de la catedral ; lo más antiguo que hasta nuestros días ha conservado era un balcón de piedra construido en 1622. Desembocan á los lados calles de buen aspecto y escogido vecindario: á la izquierda la del Obispo, cuyo palacio con su portada y balcones la coge entera por un costado; á la derecha la despejada que toma nombre de la iglesia del Roser; en frente, á espaldas ya del templo princi- pal, tropiézase con la angosta plaza Vieja, que guardaba en uno de sus recodos la primitiva curia y la cárcel, y que flanqueada de pórtico de baja arquería y gruesos pilares, sirve á la pobla- ción de común centro á todas horas, y converge con otra línea más corta de soportales, partida de diverso ángulo, hacia las cuatro agudas esquinas correspondientes á los cuatro barrios de la ciudad. Irradia al sur la prolongada y ancha calle del Soco- rro, conduciendo por varias revueltas á la demolida puerta de Artuig; al norte la estrecha y tortuosa de Santa Clara, termi- nando en la salida de la Fuente; á levante aquella triple angos- tura del pasaje descubierto y de las Voltas que lo ciñen, por cima de las cuales vienen á besarse casi los frentes de sus vi- viandas, enfilando al extremo la destartalada plaza Nueva, y más 157 1250 ISLAS BALEARES adelante la calle de Mahón que más allá de la arrasada puerta se dilata indefinidamente por la carretera de su nombre. Escasea de interior desahogo Cindadela, no obstante de que ya en 1315 el rey Sancho de Mallorca por orden de 13 de Ju- nio prohibía embarazar ó reducir sus plazas; pero las calles, áunque no muy anchas ni rectas por lo general, adolecen poco de obscuras ó sombrías por la mediana elevación del caserío, blanqueado alegremente y exento de aleros y saledizos: en las aberturas predominan notablemente las ventanas sobre los bal- cones. Importáronlas los ingleses con maderas y cristales que se levantan mediante correderas, en vez de abrirse en dos hojas á los lados : las persianas son de más reciente introducción. Reina, hasta en las casas más humildes, el orden y el aseo; en las medianas el comfort; en las superiores el esplendor y la suntuosidad. Hay de doce á veinte aristocráticas que merecen calificarse de palacios: sus zaguanes cubiertos, sus espaciosas escaleras de anchos ramales, la galería ó balconaje que da vuelta por dentro al cuerpo principal, la copiosa luz que baja de los cimborios, preparan á encontrar vastos y sucesivos salones, pintados techos, bruñido pavimento, exquisito mueblaje, aunque ni en tapicerías, ni en cuadros, ni en primores de arte, puedan estas mansiones competir con las de la nobleza mallorquina. De las primeras á las numerosas de la clase media, y de éstas á las que les siguen, apenas hay diferencia de comodidades ni de distribución, aparte las habitaciones de uso común en los pisos bajos, reservando para el de arriba los recibimientos y dormitorios : nótanse por lo claras y ventiladas las piezas, y los menudos ladrillos sexágonos de un subido rojo, tersos como un espejo, honran el país con su finísima especialidad. Generalmente alternan mezcladas por los barrios las viviendas, sin distinción de importancia ni categoría; y aun allí donde predomina la po- blación agrícola ó jornalera, no disuena para los ojos ni para otros sentidos el cuadro de compostura y bienestar, que parece excluir del recinto la miseria y el abandono. ISLAS BALEARES Lástima de que no estén al nivel del caserío los templos, y no precisamente por faltarles la magnitud, sino las primitivas formas, ó por no haberse renovado bajo artísticas condiciones. El que de un siglo á esta parte es catedral, para cuya erección se hacían ya gestiones en 1644, alcanzó desde su primera fábrica, á raíz de la conquista, toda la grandeza competente á parroquia única de la capital de la isla, y acaso á la anterior existencia de mezquita (a), ó ¿quién sabe si á la tradición de haber sido en la remota cristiandad silla episcopal de Severo? Pero las dimen- siones dadas á la iglesia, como queda observado respecto de las de Mallorca, fueron á expensas del minucioso ornato de las partes, y guardando á las líneas principales su pureza y gallar- día, se economizaron las riquezas de molduras y primorosa fili- grana que solían disimular el espesor ó recortar la desnudez de las paredes. Así, pues, la gran nave, tal vez algo reducida para su dignidad presente, si bien más que holgada en calidad de parroquial, proporcionada, majestuosa, atravesó sin alteración cinco siglos al cuidado de sus pabordes. Las llamas que al sa- grado edificio prendieron en 1558 los bárbaros invasores, pro- dujeron quizá setenta años más tarde sus efectos, y algunas piedras calcinadas desprendidas de las bóvedas en 1626, obli- garon á apear dos claves, para rehacer más tarde otras tres, invirtiéndose diez años y dos mil duros en la obra, que apenas deja señal de reparo (ó). Había tres puertas entonces, costosa- mente labradas: la principal, cuya ojiva se diseña en el muro interior, asegúrase que oculta boceles y guirnaldas y mutiladas (a) Quctm jam -pagant^ dice el Pariaje de 1330, pro mesquita sibi consiruxe- rant. Si en 2 de Febrero de 1 287 se cantó en ella, según Carbonell, solemne misa, no haría más que purificar el edificio Alfonso 111 al dedicarlo á la Virgen María cuyo misterio aquel día se celebraba, y la nueva construcción no empezaría sino después de partido, en Marzo siguiente, el conquistador, y acaso después de falle- cido ya en 1 29 I. {b) Advierte sin embargo un inteligente observador cierta desnudez de fo- llaje y labores en los capiteles de las nuevas columnitas que corresponden á la bóveda inmediata al ábside y á las siguientes. Las obras contratadas por siete años, hubieron de prolongarse tres más por aumento de ruina. 1352 ISLAS BALEARES figuras de apóstoles debajo de la portada corintia que avanza sobre la moderna escalinata, deplorable legado debido hacia 1814 á la munificencia del segundo obispo; y lucha el deseo de liber- tar lo antiguo de la malhadada en- voltura que lo so- foca, con el temor de encontrarlo del todo incapaz de restauración. De las dos puer- tas laterales, la del norte debió de corresponder á la actual capilla del Santísimo, antes de arrimar- se á la iglesia el palacio episco- pal: enfrente se abre la del sur, orlado de simple moldura el arco apuntado, cobi- jando en testimo- nio de antigfüe- CIUDADELA. — Catedral: Puerta lateral dad una lápida puesta en 1362 al vicario general Guillermo de Corsa, única que resta de las muchas por allí esparcidas cuando el cementerio obstruía el sitio de la calle y el solar de las casas (a). Corona (a) En algún patio ó jardín de éstas hay recuerdo de haber existido fossar. La inscripción sepulcral colocada en alto á la izquierda del entrante, dice así : Aci jau en G. de Corçà, -prevere, qui fó ofecial de Meno' cha, lo qual passà desta vida á XI de juliol V ayn MCCCLXdos, Deus V aja. Al parecer la palabra Corçà ISLAS B AL E A R E S el flanco del templo una balaustrada interrumpida por un ático del renacimiento, coetáneo todo de las nuevas obras, por cima de las cuales asoman los robustos machones primitivos con sus gárgolas y puntiagudos remates, pero lastimosamente enjalbe- gados, lo mismo que la torre erigida á las espaldas, que de ará- bigo minarete tiene semejanza más bien que origen. Perdió de catedral Santa María de Cindadela un rasgo distintivo que por dentro la realzaba, y eran tres capillas, una en el fondo y dos á los extremos del ábside, en cuyos interme- dios al parecer penetraría la luz por dos ajimeces de doble fuste y triple arco, dándose éstas la mano con la serie de capi- lias que corren por ambos lados de la nave y á los pies de ella hasta la puerta mayor, y la rodeaban toda en número de quince con hermosa visualidad. Á la voz del limo. Juano, hecho de nueva planta y embaldosado de mármol el presbiterio y cercado de verja que comunica con el coro al través del templo, levan- tóse en 1805, arreglo á toda corrección y severidad acadé- micas, el clásico altar mayor representando en grandes figuras la Purificación de Nuestra Señora, y las tres capillas y los dos ajimeces se macizaron, y en balde se ha tratado de suplir su gentil perspectiva con ricas colgaduras ó con la sencillez de aquel decantado buen gusto que raya en desnudez (a). Proba- blemente desde la reparación del siglo xvii, habíanse tapiado ya sin excepción, encima de las capillas, las lumbreras ojivales, sea por reforzar las bóvedas, sea por excusar el gran coste de los vidrios, á trueque de cegar las airosas aberturas delineadas todavía por fuera y de suprimir sus matizados colores. Las ca- pillas una tras otra fueron admitiendo barrocos retablos, y indica apellido y no país. Hay en la portada detalles de buen gusto, aunque sen- cilios, medio cubiertos por la cal y por un cancel de madera. (a) La capilla del fondo, actualmente sacristía de canónigos, era la destinada al Santísimo, y tal vez había sido de antes ya renovada; á San Judas Tadeo Gabriel y á San estaban dedicadas las dos laterales, hoy sacristía la segunda, y la primera en comunicación con las habitaciones del prelado. Hay señales evidentes así de los arcos de entrada como de las ventanas intermedias. ISLAS BALEARES hasta la de las Animas inmediata á la Mayor recibió en su ar- quitectura salomónicas espirales. Estaba ya entonces el coro en mitad del templo, cerrado en hemiciclo delante del ingreso prin- cipal, con un púlpito de piedra* y otro de nogal muy costoso. De fundación episcopal, empero, es la nueva capilla de Comu- nión, fría como un mausoleo y alumbrada por los mórbidos rayos del cimborio, obra terminada en 1813 por aquel infatiga- ble mitrado, que ocupó uno de sus sepulcros, y el otro más tarde en 1830 el cuarto sucesor Ceruelo. De los ocho obispos que en la silla de Menorca se han sentado («), sólo duermen en su iglesia estos dos y el recién fenecido Sr. Mercader, que á embellecerla se dedicó por mejor camino, rasgando ventanales y rosetones, y restituyéndoles después de siglos su vivido es- plendor. A título de ayuda de parroquia, asegura su conservación la iglesia de San Francisco, ya que á su lado ha perecido el con- vento, establecido casi al tiempo de la conquista, según consta de cierta lápida sepulcral del año 1294 y de las reuniones que en el de 1300 tenían allí los vecinos (<5). Habitáronlo hasta 1494 los claustrales; de los observantes que en él halló la irrupción otomana, fueron llevados doce al cautiverio. Ignórase si se levantó de sus escombros el edificio, ó si hubo de reconstruirse de planta; al menos la iglesia, de 1589 á 1607, desplegó en seis bóvedas la nave que hoy permanece sin resabio apenas de {à) Durante la centuria no completa que cuenta el obispado de Menorca, se han sucedido los prelados siguientes ; Antonio Vila desde 1798, trasladado á Alba- rracín en 1802. — Pedro Antonio Juano, m. en 1814.—Jaime Creus trasladado á Tarragona en 1820. — Antonio Ceruelo, desde principios de [825, m. en 1830.— Fray Juan Antonio Díaz Merino dominico, desterrado en 1837, Marsella en 1844.—Tomás de Roda desde 1853, trasladado á Jaén en 1857. — Mateo Jaume, trasladado á Mallorca en 1875.— Manuel Mercader, m. en r 890. —Juan Comes, electo. [b) Trae Oleo la inscripción como aún existente : An. Dni. MCCXCIIII hl. julii obiit G. P. de Villafreserio botne memorie... cujus corpus in hoc presenti tumulo requiescit : qui es fui et qui sum eris, qui me respicis : ora pro me., pater noster. Las palabras leídas en lugar de los puntos suspensivos (benerabilis bitalor Minoric), necesitan en mi concepto comprobación. ISLAS BALEARES gótica, la cual no hace un siglo se prolongó desmedidamente con crucero y trasaltar, añadidos á expensas de un opulento patrono, el conde de Torresaura. Verdad es que no caen bajo el dominio del arte tales construcciones, siquiera como públicas y más como religiosas interrumpan la monotonía de las privadas y reclamen del viajero una rápida visita. Los Agustinos no fun- daron dentro de la población sino tres siglos más tarde que los Franciscanos, después de habitar algún tiempo junto al puente del Rey extramuros, donde en seguida se levantó un baluarte (a): el punto, á que en 1614 no sin contradicción se trasladaron, era una plaza de olmos, en cuyo solar se asentó con su crucero y torneada cúpula la espaciosa y elegante iglesia, formando línea con la hermosa calle, en mitad de la cual asoman á cada lado del pórtico dos torres simétricas, la de las campanas y la del reloj, fabricadas en 1741. Frescos colosales ya muy perdidos y profusos dorados adornan las bóvedas, muros, capillas y media naranja del templo, cuyo coro alto y sacristía recuerdan mejor una gran comunidad, que no se avienen al destino de ca- pilla del contiguo seminario, que el obispo Jaume apenas llegado instaló en los dilatados corredores y amenos claustros del Soco- rro con amplitud y belleza de que ofrecen raro ejemplo seme- jantes institutos (à). En cuanto á monjas. Cindadela jamás co- noció otras que las de Santa Clara, las cuales percibían ya en 1311 censos del real patrimonio ; pero su iglesia y su con- vento, á que solamente el patio suministra el desahogo que les niega la calle, parecen posteriores á la catástrofe de 1558, en (a) Véase la nota a, pág. i 246. Atribúyese la fundación de este convento á fin del siglo XV, al mismo tiempo que la del de Mallorca, al valenciano P. Axarch, que dio á todos los de la provincia la advocación del Socorro : la verdad es que á me- diados del xvi no debía de continuar y menos adosado al muro, según demuestra el absoluto silencio que de él y de sus religiosos guarda la historia del sitio. (t>) Montólo al nivel de los más importantes su primer rector, el sabio P. Nin, y añadiéronse considerables obras á la capacidad y magnificencia del convento, cuyas galerías, comunicándose por suntuosa escalera, giran con su doble colum- nata arriba y abajo al rededor del jardín, donde descuellan los bustos del solícito prelado y el de la soberana á la sazón reinante. ISLAS BALEARES que tanto padecieron, sin mostrar concierto ni plan, con arreglo á la traza preexistente ó á proyecto para lo sucesivo {a). Oratorios abundan de menor cuantía é inmemorial princi- pió: Santa María Magdalena capilla del antiquísimo hospital, el Santo Cristo erigido por devotos á una milagrosa efigie, San Miguel, San José dedicado primero á San Antonio en 1390, San Onofre recién demolido para hacer lugar á un mercado á pesar de sus anejas tradiciones, los Dolores junto á las Huérfa- nas también derribado. Entre ellos sobresale, rayando en cate- goría de iglesia por su magnitud, aunque el postrero en época, el Rosario, empezado hacia fines del siglo xvii para admitir frailes dominicos, y no obstante antes de su conclusión amenazado bajo la dominación inglesa de trocarse en templo protestante: su chu- rrigueresca portada, á la cual acompañan en perspectiva otras dos menores, no carece de riqueza y aun de elegancia relativa. Sin variar de ámbito la ciudad, varió de muralla desde 1615 en adelante, sustituyendo á la anterior según las nuevas reglas de fortificación cortinas y baluartes con su foso, dirigidas por Miguel Saura al parecer menorquín y hermano ó pariente de Antonio maestro de las obras del Muelle de Mallorca (¿5). Co- menzó por el de/ Gobernador la fábrica de los bastiones, y siguie- ron el de los Frailes ó Castellví y el de San Juan^ entre el cual y el de San Francisco al mediodía se restauraba en 1636 la puerta de Artuig; renovóse más tarde en 1674 la de Mahón y conse- cutivamente los reductos de San Antonio^ San Miguel y Santa Clara, y en 1683 se hallaban las obras á la altura del soberbio baluarte septentrional del Rey ó de la Fuente que flanquea la puerta del mismo nombre, cuando de los bienes confiscados á los conversos de Mallorca se aplicaron á aquellas doce mil duca- dos. Á excepción de la imponente mole, que hunde por aquel lado su talús en la bajada á veinte y cuatro metros de profun- (a) Sin embargo, la capilla de la Virgen de la Grada lleva en su bóveda la fecha de i 546. Por el año de lóo'? se reedificaba el dormitorio. {Jo) V. pág. 493 nota. ISLAS BALEARES didad, abrigando en su seno uno encima de otro abovedados graneros, nada permanece de la segunda re orzada cerca, en que á costa de un siglo casi de penurias y sact fcios se encerró, mitad ansioso, mitad cohibido, el vecindario, p :ra lucirla en el siguiente como plaza de armas en tantos cambios de dominación con aparato inútil por fortuna: ¿quién hubiera dicho veinte y cinco años atrás que había de venir al suelo á impulsos del pue- blo mismo ó más bien de las circunstancias, de pronto aportilla- da, luego hasta no dejar rastro de su existencia? Ancho vacío la sustituye en derredor, poblado de líneas de caserío, no sun- tuoso ni grande por lo general ni preparado á formar, como en ciertas capitales, los futuros cosos y boulevards de Ciudadela, pero regularizado, moderno, de uno ó dos pisos según el hábito de contarse allí las casas por familias, y satisfaciendo la necesi- dad consiguiente al aumento de habitantes, que prosperados por la industria, salvan al fin con incremento de más de mil la esta- cionaria cifra de 7200, mantenida largo tiempo en equilibrio por la emigración. Donde más se extiende y se condensa con mejor aspecto y comodidades el nuevo barrio, es á la salida para Mahón desalo- jando los molinos de viento, y hacia nordeste en las inmediacio- nes de San Antonio, pequeña iglesia de tradiciones y recuerdos, aunque no fabricada sino por el año de 1709, sóbrela que antes desde la peste de 1652 se erigió por voto á Santa Rosalía; fundaron al lado la casa con su comendador al frente los canó- nigos reglares, subsistiendo hasta 1791. Remotos tiempos lleva- han atrás de pisar la isla los religiosos Antonianos, nada menos que desde los pocos días intermedios entre la dedicación de Santa María y la partida de Alfonso III, quien en i.° de Marzo de 1287 otorgó á la orden y en nombre de ella á fray Felipe de Clara- munt la alquería de Biniseyda junto al puerto de Mahón con el rafal Binicaçaf y unas casas de Ciudadela {a)\ merced probable- (a) Publica el P. Villanueva entre los apéndices del tomo XXI de su Viaje este documento que le fué comunicado, al cual me refiero pág. i 203 nota b. 15'^ 1258 ISLAS BALEARES mente concedida, aunque no se exprese, por devoción al santo en cuyo día acababa de darse la lid campal, pero que no pare- ce haber bastado para retener entonces á los freyles, ni para que se hablase de ellos ni de sus propiedades por espacio de más de cuatrocientos años. No obstante, la solemne cabalgata con que, por el estilo de Mallorca, cada año en 17 de Enero conme- moraba la menorquina capital el aniversario de su conquista, de San Antonio partía para llamar con el asta del estandarte á la cerrada puerta de la contigua muralla, y aún ahora que ésta ha desaparecido, la iglesia rural del venerando patrono es todavía el punto de cita para la triunfal ceremonia. Brilla empero en Cindadela otro día, grande entre todos los días del año, en que cifra sus ilusiones el mancebo, y su postrer centella de vida el anciano, y sus más dulces recuerdos el au- sente, y su especial fiesta cada clase, y su vinculada prez la pequeña patria: es el día de Sanjuan con sus célebres corridas. Su origen deriva simplemente de la romería con que se festeja- ba al santo en su ermita, media legua distante de la población otra media del cabo de Artuig («), entregándose á la vuelta y los devotos á los juegos y ejercicios ecuestres de la Edad me- dia. La cofradía era numerosa, y en ella, ni más ni menos que en la universidad, los cajeros representaban y representan aún los cuatro estamentos, observando los usos antiguos como si se tratase de los más venerandos fueros (¿^). Caballero y eclesiásti- CO, con doble número de payeses y artesanos, montados y en traje de etiqueta, convidan y cuestúan por las calles desde el domingo anterior, y la víspera por la tarde al rústico són del tamboril y del caramillo marchan al santuario á cantar comple- tas al frente de lucida cabalgata, que arrastrando tras sí al bu- (a) Es la que el Pariaje apellida de Monastrell, dedicada entonces á San Juan evangelista, con rectoría y cementerio. V. cap. anterior pág. i 206. (b) Los nombramientos más antiguos del obrero noble y del capellán datan de I 568, diez años después del saqueo ; en i 61 i se fijó en dos el número de pa- yeses y artesanos, alternando entre ellos el cargo de alférez, que recae siempre en un soltero. ISLAS BALEARES Ilicioso gentío, regresa temprano para hacer la población hasta la noche peligroso teatro de su destreza. Fogatas, bailes anima- ban un tiempo la verbena, dándose la mano con aquella madru- gada tan alegre en toda edad y país, pero allí incomparable con la inauguración de las carreras, que se repiten toda la jornada y se reduplican, antes y después del divino oficio, rodeando el Borne, desfilando por delante del Consistorio, caracoleando por el patio de las monjas, enfilando á galope y sacando chispas el estrecho de las Voltas que une las dos plazas. No hay sitio ni hora exenta de algazara ; pero el grande espectáculo se reserva á la caída de la tarde para el Plá de la font^ en el fondo del puerto, al pie de la muralla vieja, en el palenque que circuns- criben á manera de palcos y estacadas dos hileras de jardines en anfiteatro con sus pabellones más ó menos artísticos y gra- ciosos, cuyos miradores y antepechos se coronan de engalanada concurrencia, al paso que de abigarrado pueblo el suelo y las alturas. Excelente circo para lucir su brío los caballos y su esfuer- zo y maestría los jóvenes colonos, ora corriendo la sortija, ora emparejando abrazados los ginetes en su concertada velocidad, ora tirando alcancías al mascarón que por defensa embraza el contrincante hasta quebrantarle el escudo. Estos diminutos cármenes del Plá^ que en dos zonas lo ci- ñen por corto techo, con variedad de templetes y kioscos y abundancia de flores y frutales, despliéganse aislados en mayor escala, ya con frondosidad estimable por lo rara en la Vinyeta de Olives sobre la Quintana de mar (¿z), cuya iluminación re- cuerdo al través del follaje en deliciosa velada, ya en el precio- so jardín de Vigo á la entrada de la ciudad donde reunió un ingenio estatuas, parterres, surtidores, grutas, toda suerte de artísticos y pintorescos ensayos. Más impresiona, sin embargo. (a) Quintana voz usada en Menorca lo mismo que en Castilla, Asturias y otras provincias, donde se emplea en multitud de lugares y apellidos, bien que sin atender á la significación; en la isla parece tener la de baldío. 1200 ISLAS BALEARES la original y rústica belleza con que desde la fuente situada por bajo de la puerta se interna con rumbo á norte entre dos riba- zos el Canal deis horts^ no separados sino por setos vivos y ba- rreras, serpeando á derecha é izquierda el sendero entre maiza- les, hortalizas y planteles y árboles cargados de frutó, subiendo ó bajando por rocas tapizadas de yedra, torciendo ó estrechán- dose y describiendo ensenadas ó bifurcándose la garganta, y por complemento agrestes ó lindas casas, frescas sombras, ti- bias solanas, rumor de aguas de riego, trinos de ruiseñores: he aquí un cuadro siempre antiguo y siempre nuevo, que no cabrá conservar mejor, sino entregado respetuosamente por el arte á la naturaleza ! Baña el mar por tres lados el término de Cindadela, á cuya izquierda más que por el brazo opuesto, en forma apenas de bahía, se dilata apacible la costa abriendo risueñas calas, la de Sant-Andría al abrigo de una torre, la de Parelleta de blanquí- sima arena cabe una subterránea gruta de estalactíticos pilares, y así hasta el agudo promontorio de Artuig, de donde parte la ribera meridional á tocar el linde con la de Perrerías en el arro- yo de Santa Galdana {a). Hermosas quintas pueblan aquellas abrigadas playas de Mitjorn^ descollando principalmente la magnífica de Son Vey y la deliciosa de Son Saura anegada por decirlo así en un piélago de naranjales: notables las hay asi- mismo por el lado de Tramontana, dominando las escarpadas breñas que las olas del golfo baten desde el cabo de Menorca á la vuelta de la Torre del Ram hasta la desembocadura del torrente de Algayarens, en la comarca presidida un tiempo por la capilla de Cuniola. No hay vivienda campestre en el distrito, ni en la isla casi, que no esté dispuesta, de pascua florida á granada, para residencia temporal de las familias, sea en lujosa (a) Nombre de santa desconocida, que sospecho impuesto á la localidad en época anterior á los sarracenos, pues alterna desde el principio con la nomencla- tura arábiga generalizada en la menor Balear. ISLAS BALEARES 1261 esplendidez, sea en holgada medianía ó modesta parsimonia, en paz y compaña con el honrado aparcero, entre los balidos del rebaño y los relinchos de las caballerías, entre amistosas giras y sencillas diversiones. Forman los predios una red de caserío, en ningún punto tan frecuente como sobre la carretera de Ma- hón, que paralela á entrambas costas cruza por mitad del terri- torio, el más desnudo de arboleda por lo llano; pero conforme se aproxima hacia la raya oriental, va tomando más accidentado aspecto. Sobre la derecha se esconde en los repliegues del sue- lo, protegido por muros naturales, un encantador oasis: repro- duce más en grande el Barranch la vegetación y frescura del Canal deis horts^ desplegando á cada recodo, á manera de ho- jas de álbum, cavernosos doseles, casitas engastadas en la roca ó al pie de afilados picos, sonoras corrientes ó tranquilos re- mansos, grupos de laureles y olmos y colgantes vides y gárru- los cañaverales, en una palabra toda espesura de verdor, toda riqueza de frutas, como si en aquella arca hubieran venido sus especies á preservarse de la desolación general de fuera. Cauce medio seco que desagua en el mar del sur, y sirve á la vez de foso limítrofe entre dos términos, allende el cual dentro del predio de Algendar sigue concentrada y exuberante en las hondonadas la naturaleza. No fué lugar Perrerías desde los primeros tiempos, ni he- rrerías fueron las que le comunicaron nombre; sino que su pri- mitiva parroquia, dedicada como hoy día á San Bartolomé, lie- vaba el dictado à la Fraría por razón de poseer allí terrenos ó de estar tal vez al cuidado de ella los frailes no se sabe de qué orden, á menos que no fuesen los Mercedarios de Puig Ostern mencionados en la bula de 1291 (a). La dispersa vecindad de (a) Véase atrás pág. i 206 nota b. Parece esta fundación la misma que en ide Marzo de 1287 aprobó el conquistador, dando á los Mercedarios del Pui^ de Va,- lencia, unas casas en Cindadela para iglesia que titularon de Canta Catalina, du- dándose si el Puio- Ostern de la bula era nombre de convento ó el de las tierras que dentro de dicha comarca poseían en Menorca. De todas maneras, años antes de establecido el Partage,, la comunidad había cesado de existir. 1202 ISLAS BALEARES aquel distrito tomaba denominación del castillo de Santa Ague da, dependía hasta época muy reciente de la villa de Merca- y dal. Duró la fábrica de su presente templo desde fines del si- glo XVII hasta el primer tercio del inmediato, y no vale cierta- mente el trabajo de que salga del camino recto el transeúnte para dar siquiera un leve rodeo con objeto de atravesar por medio una población de poco más de mil almas, que tiene casi más de retrógrada que de estacionaria. Hacen insalubre el clima las emanaciones del onduloso suelo, y estrecha su horizonte dominando sobre ancha base las lomas de los contornos el monte de la Enclusa^ coronado por restos de vigía. De su céle- bre fortaleza los conserva más al norte, pero no ya monumen- tales, la cima apenas inferior de Santa Agueda, á la cual con- duce desde Alputza por los frondosos desfiladeros de Binisués un paseo más fecundo en recuerdos interesantes que en curio- sas averiguaciones. Ruinas sarracénicas afianzadas por el vencedor, defensas añadidas por los reyes de Mallorca, reparos hechos de orden de los de Aragón á cada posterior alarma ó peligro, se mezclan y confunden de suerte que no es dable trazar á la imaginación la irregular figura del castillo que seguía la de la meseta al borde de los precipicios. Sin embargo, sobre los torreones que flanqueaban el recinto, no es difícil adivinar que descollara la torre del homenaje, encima de cuya puerta se asegura haber existido una inscripción arábiga hasta el año 84 de la postrera centuria (a). Guardábalo un alcaide de real nombramiento con su guarnición, que aumentaba en momentos de inquietud la gente de las cercanías acudiendo al toque de rebato, aunque durante la prolongada lucha entre Mahón y Cindadela que re- (a) Afírmalo, con referencia á sujetos fidedignos que la vieron, el erudito Ra- mis, quien había visitado antes el castillo en i 774 y volvió después en 179^- El historiador inglés Armstrong habla de caracteres árabes de que se veían en su tiempo algunos rasgos al rededor de la puerta de la torre. De Santa Águeda se ha hecho mención repetidas veces en el anterior capítulo pág. 1201 nota b, y i 202 nota a, I 208 y I 226. ISLAS BALEARES 1263 sultó del alzamiento de Cataluña contra Juan II, para nada suena el enriscado fuerte. Todavía empero en 1584 ante el recelo de una armada turca mandábase reforzarlo y proveerlo, y de en- tonces ó acaso de época más reciente parecen las postreras obras: á los moros se atribuyen las dos vastísimas cisternas que permitían sostener un largo sitio. En la capilla de Santa Águeda mantenía el real patrimonio un capellán con título de rector (¿z), y era objeto de peregrinaciones y ex-votos hasta no lejanos tiempos la insigne mártir. Daban á la romería mayor mérito las ásperas y resbaladizas cuestas y la agigantada gra- dería del monte, formado por peñascos que han descarnado largos siglos de lluvias ó por capas como de sillares inclinados por violenta sacudida. Frente al histórico castillo asentóse más cercana á la costa en país quebrado la iglesia de Santa Cruz de Lloriach^ parro- quia primitiva del término de Mercadal al tenor del Pariaje^ aunque apartada tres cuartos de hora de su más crecido grupo de feligreses que desde el principio se arraigó en el mismo punto de la presente villa, como que la concesión de la feria de los jueves semanales se remonta nada menos al 1301. Acaso para explicar esta separación convendría recordar que más allá del cerro ó Pujol de Santa Creu salpicado de vestigios de cons- trucciones, avanza mar adentro un istmo al norte, abriendo el inseguro puerto de Sanitja^ nombre reducido según opinión muy corriente al de Sanicera {ó) con que designa Plinio la ter- cera población de Menorca además de las de Magón y Jama. ¿Y quién quita que al través de trece siglos no se perpetuaran {a) Poseía una porción del monte, percibiendo además 25 libras anuales, con la única obligación de celebrar misa en la capilla el día de la santa, según orden real de 7 de Mayo de i 5 18. {b) Tal es el nombre que se lee en los códices más correctos de Plinio, y no debe confundirse con el de Labon que no es sino una de las variantes de Jamnon ó Hctim2on. De Sanicera, pudo formarse Sanitja y aun tal yezSarrayna, que es como la llama en su crónica Marsilio, uno de cuyos códices pone en el margen por co- rrespondencia Sanitja de bastante antigua letra. V. pág. 1187, nota b. 1204 ISLAS BALEARES bajo tan diversas dominaciones en aquel suelo vivaces gérmenes ó siquiera memorias de vecindario, que de pronto decidiesen á erigir allí el templo parroquial ? No quedó tan descuidado el ser- vicio de la mayoría de los habitantes, que en el mismo Merca- dal ya en 1330 no se les destinara para oir misa los jueves una sucursal titulada de San Narciso; y probablemente no termina- ría la centuria sin que se trasladara á la villa la propia matriz con su pila bautismal, tomando la advocación de San Martín, que hasta hoy permanece con el edificio sujeto á diversas reno- vaciones, elevado respecto del caserío. Su espaciosa y casi única calle á orillas de la carretera, partiendo distancias y de consi- guiente la jornada entre ambos extremos de la isla, convierte el pueblo en parador, y sin su desventajosa situación en lo más hondo del terreno y la apretura de las próximas cuestas y las lagunas que en su derredor se estancan, habría tomado mayor desarrollo. Su distrito en remotas edades era un pantano, á lo cual se atribuye la carencia excepcional de antigüedades célticas que en él se nota: ninguno sin embargo tan pintoresco por sus no interrumpidas montañas y selváticas laderas, y no es menes- ter trepar á las cumbres ni desviarse por ocultas séndas para que el bosque de Binidonís no abra á los carruajes sombría y deliciosa rambla por entre bordes de impenetrable espesura. A manera de caudillo levantado sobre el pavés de sus gue- rreros, señorea á levante de Mercadal las alturas de la isla la central y culminante entre todas (¿í), que á su posición privile- giada y natural soberanía reúne la sagrada preeminencia que le confiere una veneranda tradición. Con los albores de la cris- tiana reconquista coincide el resplandor sobrenatural, que á un convento establecido al pie del monte reveló noches seguidas, según cuentan, el secreto de una pequeña efigie de Nuestra Señora arriba oculta, así como al nombre de Toro con que pa- (a) La elevación del Toro es poco más ó menos de 350 metros, á la cual si- guen en segundo lugar la de la Enclusa de 266 y la de Santa Águeda de 259. ISLAS BALEARES 1205 rece era ya conocida la montaña (a) viene á mezclarse la leyen- da del bravo animal que guió y abrió senda por la compacta roca á la piadosa procesión hasta la cueva donde fué hallada la figura, dudándose si el vocablo tomó origen del suceso ó si á suponer el suceso daría margen el vocablo, Dícese que bajada la Virgen al convento y desaparecida del altar para reaparecer, como en tales casos es de rigor, en su escondite, subieron, aca- tando su voluntad, á habitar con ella los religiosos; pero si eran éstos los referidos Mercedarios de Puig Ostern, quienes antes del 1300, diez años después de la conquista, cesaron de flore- cer, no se comprende que se extinguiera la comunidad cabal- mente cuando más garantían su permanencia el prodigioso hallazgo y la devoción excitada algunas leguas á la redonda (ó). Tres siglos subsistió el santuario servido por donados y al cuidado de un sacerdote, que tomó título de prior después que en 1413 fundó el presbítero Andrés Ribas en la capilla de San Miguel un beneficio, y aun se afirma que llegaron á siete, cuan- do por renuncia del último prior, á instancia de los Agustinos de Cindadela y con intervención de los de Mallorca, instalóse allá en 1595 una colonia de su hábito, con ofrecimiento de abrir á la juventud estudios superiores, que no permitió arraigar en sitio tan despoblado y agreste el temor á los bandidos. Pertur- baban á la vez el retiro los proyectos de fortificación con que (a) Así la nombra, con cuarenta años de anterioridad al Pariaje^ la bula de 1291, si es exacta la siguiente cita, enumerando entre los bienes confirmados á los Mercedarios ecclesiam S. Marie de podio de Toro cum possessionibus suis. At- tur en arábigo es genérico de monte, de la raíz tor (altura). La situación del con- vento á raíz de la subida, según rastros, advertidos por Ramis, correspondía al predio Llinárig. Del hallazgo de la Virgen del Toro no hay documento ni crónica, sino simplemente tradiciones, y para apoyar los detalles en relatos impresos ó manuscritos, como los del P. Jordán, P. Real ó Dr. Marques, no es posible retro- ceder mucho más allá de un par de centurias. La efigie es de unos tres palmos y de color oscuro, con indicios de haber estado dorados los cabellos y parte del vestido. (b) Véase la nota é>, pág. 1206, citada ya algunas hojas atrás. El P. Jordán, como cronista de la orden augustiniana, supone que pertenecían á ella aquellos frailes. 159 1206 ISLAS baleares empeñaban los gobernadores á disgusto de la universidad en se tomarlo punto estratégico para la principal defensa inte- por rior {a)\ sobre las obras militares prevalecieron del si- pero glo XVII en adelante las religiosas. Trocada en convento la hos- pedería de los peregrinos, envolvió por todos lados la iglesia, á la cual y al espacioso pórtico precedía un patio rectangular más bien que claustro por carencia de galerías: la nave, el re- tablo mayor y los de sus seis capillas, la sillería del coro, la sa- cristià y sus ornamentos, fueron poniéndose á la altura del culto de la sagrada imagen, cuyas mercedes en grandes ocasio- nes mantuvieron indefectible la confianza de los menorqui- nes (6). Con la expulsión de los frailes en 1835, simultánea con la de sus hermanos del Socorro en la ciudad vecina, como lo había sido por más de docientos años su coexistencia no inte- rrumpida aun bajo el dominio de una nación protestante, fué vendido y, gracias á ello tal vez, no asolado el edificio; y de los efectos del abandono y de la ruina, solamente por un trienio su- frió el más sensible, que fué la ausencia de la Virgen, traída al Mercadal del 42 al 45. Desde entonces restituida á su desierto trono, ha asistido á la gradual restauración de cuanto la rodea, con las bóvedas del templo en 1875 ha visto renacer la fre- y cuencia devoción de los fieles. De hoy más, conjurada la terri- y ble crisis, ¿cómo ya separar al monte del remate que lo santifica? Vigilante atalaya más bien que fuerte castillo, es el destino que traza al Toro la naturaleza respecto de Menorca, igual al de la cumbre de Randa en la mayor Balear: ambas tienen de común el grandioso conjunto del respectivo mapa engastado en el fondo azul de su periferia. Si no tan extensa como la de Cura, la perspectiva que se descubre desde la torre telegráfica del Toro, presenta en cambio, á fuer de más reducidos, mejor marcados {a} Refiéreme á lo indicado pág. 1226727. (b) Dos veces, en 1622 y en 1659, fué traída la Virgen en solemne procesión desde el santuario á Ciudadela por razón de sequía, con feliz resultado en ambas ocasiones, apareciéndose en la primera un toro á semejanza del de la tradición con singulares circunstancias que atestiguan los coetáneos. ISLAS BALEARES 1267 los contornos por la espuma de las olas, sin competencia con otras alturas que casi todas forman en derredor su comitiva. Extiéndese á sus plantas de mar á mar el vasto término de Mercadal, comprendiendo todavía en su población de 3,200 al- mas las de sus lugares ribereños, Fornells y San Cristóbal. Lie- va éste el nombre de su parroquia creada durante la penúltima dominación británica, y también el de Mitjorn Gran por la si- tuación y llanura del fértil y sano territorio, merced al cual prospera: Fornells, sufragáneo quizá tan antiguo como su ma- triz, en lo más fragoso del suelo á tramontana, fué desde su origen y permanece aún hoy día humilde pueblo de pescadores, que no ha crecido á pesar de su grandioso puerto, rival del de Mahón si su escaso fondo y los bajíos y estrechez de su en- trada no le condenaran á abandono permanente. Al oeste de su embocadura, junto á la marítima barriada, existía un castillejo para su particular defensa, que trataron luego de generalizar en servicio de la isla los ingenieros combinándola con la del Toro: y al efecto se empezó hacia 1625 bajo el título de San Jorge y San Antonio una robusta fortaleza en cuadro, flanquea- da de bastiones, de que se aprovecharon en su tiempo los in- gleses, y que demolieron en 1782 los españoles á la vez que la de San Felipe de Mahón. Servía á los vecinos de iglesia la ca- pilla del castillo, trocada en cueva por la guarnición protestan- te; y entonces se construyeron una, de pronto pequeña, más tarde ampliada en 1800, al mismo tiempo que la del caserío de San Juan de Carbonell^ multiplicado desde promedios del si- glo XVII en medio de abundantes huertos á cuatro kilómetros de distancia. Cabos, islotes, golfos, ensenadas, peñascos abruptos que avanzan contra las olas, olas que entran á espirar en la playa, invasiones ya furiosas ya mansas de la tierra en el mar y del mar en la tierra, con la inagotable variedad de sus líneas imponentes y graciosas bien que comunmente desnudas; ¡qué sitio de veraneo para un pintor de marinas! CAPITULO 111 Alayor, Mahón aN término desapareció al nordeste del de Mercadal cuya desigual superficie y dentellada costa continuaba, y era el de Fanárig ó Binixems: conserva el cabo Favárig con ligera variante el primero de estos nombres, el segundo un predio di- vidido en dos, contiguo á la ermita de San Lorenzo que cons- tituía su parroquia {a). Como feligresía subsistió hasta muy adelante, como universidad ó municipio no figura en ningún tiempo. Cuán adentro se metía en el de Mercadal, demuéstralo su capilla sufragánea de San Salvador sita en el Toro, en la (d) V. el extracto del Pariaje pág. 1207 not. a. Como vecinos de Binixems suenan unos declarantes en el proceso de Gil de Lozano, not. a de la pág. 1209. 1270 ISLAS BALEARES cual debía celebrarse misa los sábados, puesto que el lindero comprendía la vertiente oriental del monte y su mismo santua- tuario, si por él se entiende la capilla expresada y no otra dife- rente al pie de la subida, resto quizá del tradicional convento (a). Desmembráronse en la visita eclesiástica de 1565 los diezmos y tierras del curato de Binixems entre los tres limítrofes de Mer- cadal, Alayor y Mahón, imponiendo á sus rectores por las de principios del siglo xvii el mantenimiento de un sacerdote con obligaciones y derechos parroquiales, cuando la iglesia matriz y el antiguo cementerio casas inmediatas temblaron y se hundie- y ron en una siniestra noche de 1654 con muerte de personas se- la pultadas entre las ruinas. Hízose cargo del destruido templo villa de Alayor en cuyo distrito radicaba, y á fin de repararlo y cuidarlo en calidad de ermita, en honor de San Lorenzo cuyo nombre lleva considerable número de vecinos, introdujo elegir anualmente tres obreros, uno de cada parroquia entre las que se había aquella repartido. Á Alayor quedó incorporada la por- ción principal de Binixems, dilatando hasta el mar del norte su territorio, y trazando la línea que lo separa del agregado á Mahón, á favor del cual quedó toda la ribera del cabo Favárig, á lo largo del angosto puerto de Addaya, parecido casi á ría y circuido de altas y desnudas colinas, cuya tierra vegetal arras- tran el declive opuesto las lluvias, fertilizando huertas de por templada atmósfera y copioso riego. La actual raya divisoria entre Mercadal y Alayor, corta por lo ancho á Menorca desde una á otra orilla en dos mitades casi iguales, comprendiendo la del sudeste, que resta por describir. Cuestión ésta difícil de resolver, pues de ser diferentes las (a) es iglesias pa- rece hubiera estado por demás la de abajo ó siquiera la necesidad de enviar sa- cerdote á ella los sábados, á menos que tampoco lo hubiera arriba ; y por otro lado, caso de ser una misma, sorprende hallarla bajo la advocación de San Sal- vador y no bajo la de Santá María, que es la corespondiente á la sagrada efigie y consignada en otros documentos. Parroquiano de Binixems se titula en su tes- tamento el Pro. Ribes, fundador en 1413 del beneficio mencionado de San Miguel, del á la vez que en su fundación capellán de la iglesia eremítica de Santa María Puig del Toro. ISLAS BALEARES á Alayor y Mahón, así como la del nordoeste hasta aquí reco- rrida agrupaba á Mercadal y Perrerías con Ciudadela mientras fueron dos en la isla hasta 1849 los partidos judiciales. No son tan llanos como el de la otra extremidad los distritos en que en- tramos, pero tampoco los invaden las cordilleras ó más bien agrupadas prominencias de los del centro, á excepción de las que en la zona septentrional se prestan benévolamente á res- guardarlos del incontrastable cierzo, destacadas en forma de promontorios ó cerrando las brechas de sus calas ; y merced á este amparo, no bastante aún, encierra el de Alayor bosques y pinares y excelentes pastos en sus quebradas de levante. Lo restante del territorio, cuanto rodea la villa por todos lados, ondula en interminables cuestas, ninguna dominante sobre las contiguas, ni más ni menos que la calzada cuyo trayecto desde Mahón hacen tan penoso: á falta de arboleda que las vista, co- róñalas á menudo un blanco predio de los innumerables que lo salpican, á cuya flamante y alegre faz cualquier nombre cua- draría mejor que el arábigo con que han atravesado seis centu- rias precedidos del genérico bini (a). No es la comarca donde menos abundan y sobresalen en importancia los monumentos megalíticos (<^), y uno presentan de la época del Imperio las sal- vajes viviendas de Cala-Covas en el tercer siglo de la era cris- tiana, llamando sobre sus toscas letras la atención del anticua- rio (c). Aquella prolongada costa del sur, que en línea recta (a) Literalmente hijos que entre los árabes equivale á familia; descendencia, linaje ó y en Alayor y Mahón es donde mejor se conserva la tura cierta antigua nomencla- con preferencia á los demás distritos : la que no procede de los domi- nadores sarracenos es tomada de santos y apellidos cristianos, ó exis- tentes, en pos del extinguidos son {çó den) como en Mallorca, ó de accidente del siendo de algún advertir terreno, que generalmente no varía, pues cuando se subdivide la continúan las finca, partes distinguiéndose con diminutivos respecto de la el principal ó con apelativo de vell ó nou, de gran ó felit, de amunt ó d^avall, de devant ó de derrera, ó de los diferentes dueños á que pertenecen. [h) Hasta treinta y nueve talayots cuenta Ramis en dicho veinte término, enteros y cinco. Son notables entre los diseños de la publicados por Mr. Cartailhac los Torre den Gaumés y de Torráuba den Salort. (c) Véase el anterior capítulo pág. i 190 not. e. ISLAS BALEARES 1272 trazan tajadas y rojizas las peñas de Alayor^ abriga en barran- ó deliciosos canales, como los que hemos visto surcar la isla eos distintos puntos, tesoros de amenidad y riqueza brotados del por fuentes, variedad de frutas y legumbres á riego de copiosas cual más exquisitas, perfumadas espesuras que esmaltan á por- fía el blanco azahar y la purpúrea flor del granado (a). Yalor ó Hialor es el nombre de ignorado sentido que á la tercera población de Menorca impusieron los musulmanes, fun- dadores tal vez, pues no consta que antes existiera con suyos el de Labón ni con ningún otro {b)\ y con aquél perseveró hasta fines del siglo oficial xvi, en que el uso común y el llegaron á transformarlo el corriente. Á hacerla importante desde su ori- en concurrieron la extensión y fertilidad y variadas produccio- gen nes de las tierras, cultivadas y poseídas por sus propios habi- clima le valió de tantes, y aquel despejado cielo y benigno que los franceses en la reciente época de su señorío ser comparada sube á á Mompellér. Al numeroso vecindario de la villa, que almas con el diseminado por el término donde nunca cua- 5,200 jó otro caserío, y á las solariegas familias que la pueblan, co- rresponden mejor la amplitud y comodidades interiores que la distribución y aspecto público de las calles y la policía, cuyas ne- cesidades ó exigencias suelen crecer por grados con las mejoras. Tenía ya en 1330 por patrona de su parroquia á Santa Eulalia, servida por numeroso clero beneficiado, cuya fábrica, cambiando es- con el tiempo de estilos y dimensiones, llegó á su presente tado, construida de 1674 á 1680 desde la colocación de su primera piedra á su bendición solemne, obra sencilla por fuera de sólida sillería que desde su excelso y campanario registra (a) Canasia, Lluculari^ Torre-vella, aventajándose á todos el de Cala'n Porter, tal {b) Queda advertido ya más de una vez que no hubo en Menorca pueblo las mu- de Labón, diga lo que quiera Mariana lib. 1 cap. XXI, no siendo sino una de códices de chas variantes del de Jama ó Jamnón que se leen en los adulterados el Plinio, y de consiguiente mal puede corresponder á Alayor, según pretende violencia otro lado. inglés Armstrong, á cuya reducción se presta con por ISLAS BALEARES dilatado horizonte, interiormente cubierta de talla y pinturas atribuidas á artista mallorquín. De segunda iglesia dotaron á Alayor los Franciscanos, unida á su convento de San Diego que fundaron en 1623, é iglesia y claustro permanecen sirviéndole de ornamento, como de benéfico asilo un hospital con capilla á Nuestra Señora de Gracia. Sometida constantemente á la in- fluencia de Mahón por su mayor proximidad, al mismo tiempo que á la supremacía de su común cabeza, figura solamente como auxiliar en los apuros de entrambas, y no porque la eximiera de peligros y alarmas propias su casi equidistancia de los dos marítimos confines : por esto su historia carece de iniciativa y de esos blasones que no ganan los pueblos sino á expensas de su quietud {a). Traspuestas dos leguas de bajadas y subidas, y anunciada la proximidad á Mahón por mayor frecuencia de verdes huertas y nevadas estancias, aparece en el fondo de la carretera la ciu- dad en alta y extensa línea, sentada en la orilla meridional del grandioso puerto y mirándose en sus aguas imperturbables. Sobre la cuesta que á poniente le da entrada, vela en represen- tación de la antigua hospitalidad el convento de San Francisco, fundado por el venerable mallorquín Catany poco antes de prender allí el formidable levantamiento de 1462; y su calle y la del Gobernador, siguiendo el borde del ribazo que el caserío domina por la espalda, conducen á la cuadrilonga plaza que ocupa la elegante casa consistorial al lado de la iglesia mayor, puestas en el centro de la población primitiva. Reducido era su círculo en época no remota, todavía durante la guerra de suce- sión del 1700, á juzgar por los arcos que trazan sus puertas, uno al oeste en lo alto de la calle de San Roque con su muro y torre ceñida de matacanes, el otro al este llamado Pont del Castell al extremo de unas callejuelas sitas detrás del templo (a) Como simples referencias más que sucesos, apunto los pasajes del capítulo histórico en que se menciona á Alayor, páginas 1212, 13, 19,22,25,27,28731. 160 1274 ISLAS BALEARES parroquial, al lado de la bajada al puerto (¿í). Por allí caía, se- gún del título se desprende, el castillo, al cual no se sabe si dió sér el cartaginés Magón, ó solamente su nombre, comunicándo- lo á otro fenicio ya preexistente; el castillo de que á Mahón ca- lifica Mela solamente, mientras Plinio la trata de ciudad y de municipio las romanas inscripciones; el castillo, á cuyas mura- lias el cronista Ramón Muntaner, hecho caso omiso del de Santa Águeda, atribuye toda la resistencia de los sarracenos á la hues- te del bizarro Alfonso, que para rendirlo hubo de menester cua- tro victorias campales; el castillo, en cuya reparación y en la fábrica de su adjunta puebla y parroquia empleó millares de brazos cautivos el conquistador; el castillo, que sostuvo casi por diez años el vengador pendón de Cataluña contra las naves de Juan II; el castillo, que una capitulación deplorable entregó en 1535 al sanguinario Barbaroja {p). Defensa nada más de la ciudad era este castillo, antes que en 1556 á la entrada del puerto, y para defensa de él particularmente, trazara Calvi el de San Felipe por orden del príncipe, viviendo aún el César; y con esto quedó sin duda desmantelado el de la plaza por no perjudicarse en caso de lucha recíprocamente, si bien para res- guardo de los habitantes se les dejó la amurallada cerca, cui- dando empero de no fortalecerla en demasía (¿:). Gracias á miras tan excepcionales en aquel tiempo, en que (a) Parece el mismo que se llamaba Pont de na Gentil, hasta que perdió su an- tigua forma á fines del postrer siglo al fabricarse el nuevo consistorio ; encima de él estaba la lápida referente á la conquista de Alfonso III, que se menciona arriba pág. 1 203 nota b. El de la calle de San Roque corresponde probablemente al lia- mado de D'alt ó den Servera. Había además á levante el 'portal de Mar y al poniente el del Monastir, que se reconstruyó en 1675 junto al palacio del Gobernador con el nombre de San Cristóbal. (b) Véanse en el capítulo histórico las vicisitudes de Mahón á que se hace aquí referencia. (c) «En 1676, dice D. Antonio Ramis en el cuaderno I de sus Noticias, el re- cinto de Mahón consistía en 509 pasos geométricos; los 309 por la parte que mi- raba á la tierra, y los 200 por la del puerto con sus murallas ballesteras. Tenía diez torres y dos baluartes con cinco piezas de artillería». En otro pasaje nombra, no dos, sino cinco bastiones en esta forma: Buyt, Mirador, Pou nou, Vell, Torre del Esperó. ISLAS BAI. EARES á todo recinto importante, aun más que con profundo foso, se le circunscribía con yerma y despoblada zona, las nuevas construe- ciones de Mahón por poco no se adosaban á las tapias de sus muros, y las calles del interior empalmaban con las que.por fuera se iban formando. En calle se convertía desde últimos del siglo XVI el camino de la ermita de San i\ntonio, titulándose ya en 1644 la real del Arrabal: la Arrabalela, tan céntrica al pre- sente, no data sino de 1692. Poblóse por la misma época el pla del Monastir^ enlazándose con el vecindario el antes apartado convento de Franciscanos mediante la vía Mayor de pesús; y no aguardaron al derribo de la muralla, ordenado en 1725 por los ingleses en atención y para mayor fomento del ensanche que en su nueva capital favorecían, las dos grandes líneas ya medio bosquejadas, de Gracia y del Cas, que desde bien divergentes puntos de partida tendían al través de los campos á confluir en el devoto santuario. Paralelo con el puerto, cubrióse de casas á un lado y otro el camino del Castillo^ como si aspirara á juntar- se la población con la lejana fortaleza de San Felipe: de esta suerte, irradiando en todas direcciones desde el antiguo núcleo vías sólo, comparables por su longitud con las de las grandes capitales, interpoladas en sus ángulos y segmentos con tierras cultivables, huertas y molinos, cobró por encanto una extensión prodigiosa. La fundación del Carmen en plena dominación bri- tánica á mediados del siglo xviii atrajo vecinos á las afueras de levante encima del puerto; y antes de terminar la centuria, con el establecimiento de unas tierras de la comunidad [tancas del Carme) doblóse casi la línea del caserío asomado á la altura, y surgieron numerosas manzanas á llenar los huecos y á regula- rizar el creciente perímetro por el lado de San Felipe y del nuevo pueblo de Villacarlos. Con el frecuente traspaso de una á otra potencia en aquel período, aceleróse el movimiento, im- pusiéronse como necesidades en calidad de reparos las mejoras, y á las disposiciones militares del duque de Crillón y al impulso civil del conde de Cifuentes debieron ciudad y puerto grandes 1276 ISLAS BALEARES mudanzas que honran á la España de Carlos III. De los espaciosos cuarteles levantados para la tropa resultó, más allá del arco de San Roque, convertida en plaza magnífica la Esplanada^ embe- llecjda por el paseo de las Moreras. La afluencia de gentes de la península invadida por los franceses, comunicó á Mahón, cuya seguridad amparaban los ingleses sus aliados, pocos años atrás sus señores, una prosperidad transitoria al empezar el corriente siglo, á la cual sucedieron bien pronto la decadencia y la emi- gración hoy todavía no restañada; el improvisado incremento tuvo su reflujo, abandonó el calor vital sus extremidades, y la población como aterida de frío se replegó sobre sí misma, des- haciendo á menudo, á trueque de aprovechar los materiales, las recientes viviendas. Nada más triste que aquellos contornos de que la soledad tan pronto ha vuelto á tomar posesión, que aquella promiscuidad de fortificaciones antiguas y modernas, derribadas ó reconstruidas según las exigencias del momento con piedras de toda edad y tamaño, incluyendo las arrancadas tal vez á los célticos talayots que abundan en las cercanías. Tardío respecto de su antigüedad fué el desenvolvimiento de Mahón, y hasta pudiera sospecharse si en tiempos posterio- res á otros muy lejanos había venido perdiendo en recinto y en importancia. Desde que empezaron á conocerse naves y comer- cío en el mundo, naturalmente había de medrar un pueblo plan- tado cabe tal emporio, y hacerse digno del ilustre nombre de su fundador ó patrono: vémosle florecer como municipio en la época de los césares, montado á lo romano en régimen y eos- tumbres, en honores y linajes, según los timbres epigráficos que en los pedestales de su sala ostenta hoy con patriótica compla- cencia el ayuntamiento {a)] más tarde entre los judíos, cuya conversión nos transmite la epístola del obispo Severo, figuran tales y tantos personajes en esplendor y autoridad distinguidos. (a) Van continuadas en resumen dichas inscripciones en las notas de la pági- na 1190. 1278 ISLAS BALEARES que no sorprende que predominase en aquel punto la opulenta raza á la caída del Imperio, pujanza que parece confirmar el ca- rácter del mosaico recién descubierto en la isleta del Rey, aun- en las que no bastante determinado todavía [a). De lo que pasó tenebrosas vicisitudes con que se sucedieron en la posesión del país vándalos, bizantinos y sarracenos, nada se sabe sino des- pués de la reconquista, en que reaparece Mahón, no cambiado en un ápice el nombre, como el de su compañera y superior en lo eclesiástico y civil, que lo era ya bajo el primer concepto en la primitiva iglesia, pero ocupando en pos de Cindadela el pues- to inmediato sobre los demás lugares, al tenor de las preemi- nencias que reconoce el Pariaje á su parroquia de Santa Ma- ría {p). Su universidad, aunque sujeta con las otras de la isla á la dependencia de la general, llevábales ciertas ventajas así en número como en calidad de representantes, distinguiéndose los de muros adentro de los de fuera, los mayores de los de según- da mano [c). Sin embargo, sufría de mal grado rendir parias á la que consideraba rival más bien que metrópoli ; y estos celos, ventilados por armas en las luchas intestinas del siglo xv á favor del cisma gubernativo, lanzaron acaso á las dos competí- doras á la tenaz defensa de tan opuestas causas durante la insu- rrección catalana, que contaba en Mahón con poderosos elemen- tos {d'). En el xvii renacieron por vía de litigio las protestas con feliz resultado en la corte obtenido para las villas subalternas, acaudilladas por una que de día en día se acrecentaba, cuya emancipación, con la reforma introducida ya por el cruel Dávila (fl) Véase sobre este hallazgo la nota de la pág. i 193, y respecto de la prepo- tenciadel pueblo hebreo en Mahón á principios del siglo vía relación de Severo pág. I iQi y siguientes. (b) Ceiertivi, dice, quia ecclesia de Maho -post illam de Ciutadella inter celeras habelur celebrior, ideo valentes earn majori prerogaliva gaudere, aumenta la dota- ción de su párroco con cinco libras de exceso sobre la ordinaria de treinta que percibían los párrocos restantes, y hace de provisión real dicho curato lo mismo que la pabordía de Ciudadela. V. pág. i 206. (c) Pág. I 2 I 2. (d) Véase la parte histórica pág. i 2 i 2 á i 2 i 8. ISLASBALEARES 1279 á nombre de Felipe V su señor, dió en 1707 un paso de gigan- te, y no se completó sino por la del gobernador Stuard en 1799 en el breve y último período de la dominación inglesa (a). Mahón presenta moderno aspecto, como si no tuviera pasa- do. Sus primitivos barrios, refundidos con los nuevos, apenas dejan observar diferencias de traza ó colorido, y no es grande la que en el conjunto de fachadas se denota, de fecha ó de estilo ni aun de capacidad ó de importancia: el tipo general" del case- río, tan distante de aristocrático esplendor ó artísticas preten- siones como de la acumulación de estrechos pisos ó de la mez- quindad de plebeyos tugurios, enciérrase en el justo medio de holgura y economía que exteriormente se traduce en sencillez y buen gusto. Á no ser en el ventanaje, no le imprimieron ca- rácter especial los hijos de la Gran Bretaña. No adolece de mo- notonía la regularidad de sus manzanas no vaciadas en geomé- trico molde, ni es tanta la llanura del terreno que excluya las ondulaciones que realzan hasta cierto punto la perspectiva. Las calles, más rectas y largas que las de Ciudadela, sin ser siempre tiradas á cordel, se pierden algunas en el espacio, con interrup- ciones á trechos, á manera de ensanche no urbanizado aún por completo: parece movimiento hacia adelante, y no es sino retro- ceso á consecuencia de un desarrollo súbito y enfermizo, obrado por circunstancias pasajeras más bien que por causas sólidas y permanentes. Brilla el sol, con más fuerte claro-oscuro todavía que en otros cielos meridionales, sobre aquella población remo- zada si no joven, sobre aquel suelo nítido como el de pavimento una sala, sobre el revoque de los tersos frontis y el verde de las persianas y la deslumbrante cristalería; pero ¡ay! falta á este risueño cuadro la animación, salvo en raros puntos y oca- siones; faltan huellas continuas de transeúntes que hierba extirpen la del empedrado. Sobra ciudad á los habitantes, aunque no bajen de quince mil ; y sin que desmerezca de su categoría la (a) Pág. 1228, 1231 y I23Q. 128o ISLAS BALEARES satisfacción, de todas las necesidades de la vida, la cultura, el recreo, la buena policía, y sobre todo la limpieza que es allí una pasión, van demasiado subordinadas á la frecuencia de huéspedes mayormente extranjeros la fortuna y ocupación de los naturales. Edificios tiene Mahón apropiados á sus oficinas lo mismo que á sus establecimientos, escuelas, instituto, hospital antiguo por cierto donde en 1535 tenía el consejo sus sesiones, teatro espléndido si se atiende á su data del 1829 y por suerte rara vez vacío. Descuella entre los públicos el Ayuntamiento, cuya vistosa fábrica de orden dórico acaba de cumplir su primer cen- tenar en la esquina de la plaza, presentando en la fachada tres grandes arcos, de los cuales por el central desemboca en la calle la escalinata, y los dos laterales llevan antepecho de hierro bordado; corónala por ático el reloj, mientras que por el costa- do avanza una larga serie de balcones entre pilastras, con guar- dillas en el segundo cuerpo y jarrones en la azotea. Aun pres- cindiendo de su modernidad, no mereciera llamarse monumento: menos todavía lo merece la contigua iglesia principal, dedicada á la Asunción de Nuestra Señora, que con sus reformas y mu- danzas ha logrado salirse de su orden primitivo de arquitectura sin abrazar ninguno nuevo. Si el propio solar ocupaba trece si- glos hace el templo cristiano que resonó con explosión de fer- los vorosos cánticos de gracias por el bautizo general de judíos indígenas, muchas obras se habrán allí sucedido hasta la exis- tente que redujo á la insignificancia el exterior, coetánea proba- blemente de las lápidas sepulcrales que conservan á la entrada el recuerdo de dos gobernadores franceses (a). En el interior de la espaciosa nave rastreamos por las agudas bóvedas la ojival estructura de la parroquia, levantada de orden del rey Alfonso con el sudor de los moros vencidos (<5), pero tan desfigurada de (a) El marqués de Fremeur m. en 1759 y el conde de Lannion en 1762, pági- na I 2 3 5. (b) Pág. 1203. Demuestran estos vestigios que no fué reedificación completa del templo la obra cuya primera piedra, según Ramis, fué colocada en 1748, y ISLAS BALEARES MAHÓN.—Cruz de la Iglesia parroquial 1282 ISLAS BALEARES la primordial idea, que retrae del ímprobo trabajo de deslin- darla de sus repetidas y caprichosas adulteraciones. Sólo un objeto extraño al dominio de los ojos llama allí la atención po- derosamente, y es el órgano, que por cierto no cuenta un siglo, cuya dulzura de sones y riqueza de registros, bajo la diestra mano de inspirados maestros que ha contribuido sucesivamente á formar, no hay oídos que no admiren y suspendan, dilatando por el orbe su proverbial nombradla (a). Menos conocida y más propia de la índole de estas páginas reclama un lugar en ellas la preciosa cruz gótica, en que brilla el afiligranado primor del arte en su apogeo del siglo xv, joya principal que guarda de sus buenos tiempos (ó). No es generalmente en las iglesias, donde ha hallado en Mahón mejor acogida el arte. Las que no nacieron en edad mo- derna, en ella se renovaron; y no vienen pinturas y efigies acep- tables ú ornato siquiera barroco á compensar lo que les falta de venerable sello y de belleza arquitectónica. Con Santa María, hasta hace poco, no compartió los feligreses otra parroquia, sino la sufragánea de San José, que con decir que empezó por oratorio erigido en 1738 por el gremio de carpinteros, y que sirvió en ocasiones de templo protestante á los dominadores, excusa de entrar en más descripción. Á la antigua y grande de Franciscanos, hoy parroquial, lo mismo que el Carmen, llególe desde principios del pasado siglo la desdichada restauración primera, que por poco no borró las líneas de su gótica traza, hasta el punto de pasar por nueva radicalmente, y en el actual algo se aprovechó de lo antiguo. En un ensanche anterior se le habían incor- que porado ya un huerto y dos censo. casas, por las cuales en el siglo xvi se pagaba (a) Colocóse en 1810, ysubió su importe de catorce mil libras, costeado la No cuenta menos de cin- mayor parte por su insigne párroco Dr. Gabriel Alenyar. cuenta y dos registros. (b) No consta en el archivo documento de su origen ó adquisición, pero por la tradición de que la regaló un obispo, que procedente del Concilio de Trento arribó al puerto de Mahón en una tormenta, puede venirse en conocimiento de la data del posesorio. le sobrevino otra tan dispendiosa como recargada: ¿cómo hu- biera de reconocer hoy á su querida fundación el austero fray Catany, á no consolarse de la desaparición de sus frailes con ver repartido el convento entre la biblioteca pública y el asilo 1283 de los pobres? Grande y desmantelada, aunque no exenta de embadurnamientos, ocupa la iglesia de Carmelitas su hoy cén- trica altura, que antes caía en las afueras, donde al echar en 1750 sus cimientos apareció como en sitio privilegiado gran cantidad de monedas y urnas romanas: ya desde 1684 el maho- nés fray Estrader implantó allí su orden por ensayo, después de vacilar entre el santuario de Gracia y el histórico Puig de Santa Águeda^ y cuando otra generación trató de ampliar el propósito, puso coto por celos el gobierno británico á las vastas proporcio- nes con que emprendieron su obra los religiosos. Aun así, no obs- tante, peca más de lisa y desnuda por sus dos lados que de re- ducida y humilde, y el convento abarca cárcel y escuelas, y está abierto al servicio público su claustro. Con más estrechez habitan en un rincón de la plaza de Ayuntamiento las únicas monjas que cuenta Mahón, fundadas en 1623 en la antigua casa recto- ral por una colonia procedente de las de Sineu: titular de su diminuta iglesia es la Concepción de María, recién adoptada igualmente por otra dentro de la misma ciudad, de estilo nota- ble por lo extraño, que recuerda su anterior destino de templo de griegos cismáticos dedicado á San Jorge, mientras á la sombra del dominio inglés establecieron allí considerable resi- dencia; en nuestros días la ha consagrado con la nueva advoca- ción al culto católico la piedad de la familia poseedora. Moder- nizándose se han conservado los oratorios, así los absorbidos por la población creciente, á saber San Antonio y la Sangre, como los que permanecen fuera, San Pedro en la marina, San Juan en la vecina huerta, que al narrar los tremendos lances de la épica reconquista denomina plá del Verger la crónica de Carbonell. Sólo recuerda su antigüedad, exagerándosela tal vez, el celebrado de Nuestra Señora de Gracia, cuya construcción. IS I. AS BALEARES que en opinión de algunos no fué la primitiva {a), tiró de 1436 á 1491, y cuya distancia del pueblo, á la sazón no corta, salva- ron más adelante en ángulo dos prolongadas calles de su nom- bre, una de las cuales atestigua con el de Cós las populares ca- rreras con que venía solemnizándose la fiesta de la Virgen. Hácese mayor hoy día la frecuencia de visitantes con la proxi- midad del cementerio, instalado allí desde 1815 con orden, pro- piedad y simétrica elegancia, punto menos que desconocidas entonces, y aun ahora después de tan generales adelantos en esta línea, dignas de ser tomadas por modelo de grave compos- tura y de discreta sobriedad en embellecer sin desnaturalizarla la morada de la muerte. Osténtase sobre el puerto en toda su pulcritud y blancura la ciudad, ya cogida de soslayo en pintorescos grupos á la ba- jada de las cuestas, ya vista de frente á bordo de algún buque ó mejor desde la opuesta orilla, en dilatada pero no estrecha zona, según acusa la densidad de techos que en anfiteatro se descubren hacia dentro, sembrados de torrecillas y aun de mo- linos; destacando entre el azul celeste y el azul de mar; sobre- puesta á otra población inferior que semeja de pronto su reflejo, y es la franja de almacenes, oficinas y viviendas de pescadores que ciñen el basamento de la de arriba, velando en parte la na- tural aspereza del ribazo reforzada por sólidos estribos, y coro- nada de edificios y miradores; las dos desplegadas, no en línea recta, sino formando senos y recodos que dan variedad á la perspectiva, y rielando ambas, al desocuparse de barcos el an- dén, en el espejo de las aguas. No basta un cuadro, es menester un panorama para abarcar el sorprendente espectáculo, en que al través del colorido uniforme se distinguen los diversos barrios y su formación sucesiva: á la extremidad occidental San Fran- (a) Si de la singular devoción á este santuario pretendiéramos deducir un origen inmemorial, pudiera ser esta la iglesia suburbana donde, según la relación de Severo, se custodiaban las reliquias de San Esteban, aunque harto distante de la cala así llamada. Véase la nota pág. i 194. ISLAS BALEARES 1285 cisco, no incorporado al compacto caserío sino lentamente, andando dos ó tres centurias, cuando no revestía aún las pesa- das formas que únicamente aligera un poco el agudo campana- rio, y por bajo de las mansiones, no las menos distinguidas, alineadas á continuación, cimbreándose las copas de la alameda, fantástico paseo nocturno para aspirar desde cierta altura las brisas veraniegas; en el centro, en el núcleo propiamente de Mahón, donde cubren en mayor número la pendiente ruinas y vestigios más ó menos completos de la demolida cerca por el lado del mar [a), preside el macizo cuadrilongo de Santa María, de cuyas cuatro paredes no destaca un estribo ni un remate, sino apenas una mezquina torre octógona rematada en cupulilla; á levante, ó en el ala derecha por decirlo así, el cuadrado cimbo- rio del Carmen que al vasto convento quita su apariencia de cuartel, descollando sobre el novísimo ensanche, ya de época española, trazado con más regularidad que ninguno. Forma el término natural de este ensanche, adonde sabe Dios si llegará un día en más prósperos tiempos, la saliente punta de Cala-Figuera, que aproximándose á la contrapuesta del norte, convierte casi el golfo en lago, cuya boca cierra á corta distancia la isla del Rey, flotante zócalo del magnífico hos- pital. Allí enfrente de Mahón avanzan sobre una isleta, unida á tierra por puente de madera, las construcciones del abandonado arsenal, y á lo largo de la costa hacia poniente los famosos asti- (íí) En la diminuta vista de Mahón que acompaña al mapa de Menorca levan- tado por el inglés Armstrong, aunque no publicado hasta i 794, obsérvanse de pie multitud de altas torres y ceñida de muralla la población entera, al paso que se echa de menos casi todo el caserío de abajo, bien que hay razones para sospechar que el plano del autor adolezca de las copiosas inexactitudes de su historia. Difí- cil se haría de creer por lo escarpado del borde que se abriera al norte fortal algu- no, si no hubiese mención del llamado del Mirador junto al cual estaba la cárcel, tal vez por otro nombre el del Cap del Cas, bien distinto del Cas de Gracia, y con- tiguo á la torre titulada de la Magdalena. El portal del Mar, sin duda el mismo del Pont del Castell, miraba á levante ; y si había dos á poniente, el del Monastir ó San Cristóbal con el de San Roque, y otro á la parte del sur hacia la plaza de ,la Arravaleta, y cómo se llamaban un tiempo los tres, es más bien asunto de inves- tigaciones locales. Véase lo dicho en la nota pág. 1274. 1286 ISLAS BALEARES lleros un tiempo tan activos, donde varan á menudo para su recomposición y limpia buques de gran porte, al pie de la ata- laya que reproduce las señas de la Mola, hasta describir la gran curva que constituye el fondo ó cabecera de aquel interminable brazo de mar, metido en la isla como en el continente del anti- guo mundo el Mediterráneo, cuyo puerto principal se reputa {a). Digno de él es la dársena en que termina, donde brotan dos abundantes caños para aguada de las embarcaciones, y siguen desparramadas verdes huertas y blancas casitas, dándose la mano á la vuelta con los andenes y con la alameda de San Fran- cisco. Cuando el viajero se canse de contemplar esta preciosa vista, que no es sino la última de las tres que por ambas ribe- ras ha visto desfilar desde la entrada, vuélvase atrás para gozar de los objetos en que le impidió fijarse la impaciencia de llegar, y deliciosamente embarcado en un ligero esquife, recorra Hos- pital. Lazareto, los reductos de la Mola, las ruinas de San Feli- pe y aquella serie de calas y ensenadas, capaz cada una de ocultar una flota. Cala Figuera al abrigo de su cabo, en cuyo testero humea, como vapor perennemente anclado, una gran fábrica de tejidos con sus galerías techadas de cristales, señala casi á la salida de Mahón el límite entre su término y el de Villa Carlos, que bro- tada naturalmente en calidad de arrabal ha acabado por eman- ciparse en definitiva. Nació de pronto al amparo del castillo de San Felipe algún caserío, sin escrúpulo de perjudicar al aisla- miento de la fortificación, dentro de la cual proveyó el católico monarca fundador en 1582 á la erección de una capilla con treinta ducados anuales para culto de la guarnición y vecinos; y en 1625 ya fué menester dedicar al servicio del exterior subur- bio otra capilla independiente con título de Santa Ana. En el (a) Es imposible mentarlo sin citar, por trivial que sea, el dicho proverbial del competentísimo Andrés Doria: Junio, Julio y Puerto Mahón los mejores puertos del Mediterráneo son. ISLAS BALEARES 1287 postrer año del reinado de Carlos II, con ocasión de la lucha entre el alcaide Cepeda y el gobernador Ventimilla (a), mandó- se demoler aquel padrastro: pero la orden no se cumplió, al menos no completamente, y mientras tremoló en el castillo el pendón borbónico, subsistió arrimada á los bastiones la excres- cente vecindad, que con afectado ardor en abrazar una misma causa y en compartir la defensa para aprovecharse luego de la reacción y del saqueo á costa del opuesto bando, parece sin em- bargo haber contribuido no poco, al presentarse los ingleses en Setiembre de 1708, á abrirles entrada en la fortaleza. Levantó- se un grito unánime de Mahón y de la isla entera por órgano del consejo general contra una polilla criada en fraudes y abu- sos y siempre dispuesta á nuevas perfidias, solicitando su des- tierro del país ó su dispersión por diversos lugares ; y el arrabal llamado de San Felipe desapareció para levantarse de nuevo algo más cerca de Mahón entre dos calas á principios del año 1710, á cuyo efecto fueron llamadas dos mil personas de fuera, que mezcladas con las que ya había sin bienes ni indus- tria, recelábase viviesen á expensas del suelo, tomándose lo que les faltaba. La universidad reclamó una vez y otra, temiéndolo todo de aquellos pobladores levantiscos, cuyos robos y atroci- dades desde algún tiempo habían concluido con el sosiego pú- blico: pero el gobierno británico no desistió de establecer la nueva población que apellidó Villa-Jorge. Trazó las calles en línea recta y en rectángulo las esquinas, con una vastísima plaza en el centro rodeada de simétricos cuarteles; y después de terri- bles estragos á cada sitio y de vicisitudes á cada cambio de dominación, salvada del asolamiento del castillo que siguió en 1782 á la toma de los españoles, mudó de sér y de nombre tomando el de Carlos III, sin mudar apenas de fisonomía, excep- to con la erección de la iglesia en parroquia y del lugar en ayuntamiento hacia 1790, que se instaló en el testero de la plaza. (a) V. pág. 1230. 1288 ISLAS BALEARES En esta situación ha corrido ya un siglo Villa Carlos, ora prós- pera, ora decaída, y aunque hoy que cuenta dos mil quinientos habitantes no es cuando se halla en mayor descenso, todavía les viene ancha más que Mahón á los suyos, y entristece como un páramo del desierto la herbosa plaza militar encuadrada por va- cíos pabellones. Asiéntase la villa sobre la misma ribera que la ciudad, pero más adelante hacia el promedio de la longitud del puerto, donde más se ensanchan sus bordes y surgen coronadas de edificios sus islas. Una hay á la izquierda sin destino, mas no sin nom- bre {a) : la del Rey lo tiene de origen legendario desde que, pre- cediendo en sueños una visión é invocado con general ayuno y oración creyente el auxilio de lo alto, hirió Alfonso III el suelo con la azada y proveyó de agua á su sedienta hueste (¿5). ¿Quién diera hoy poder descubrir ó vislumbrar siquiera el perfil de la enigmática construcción, sinagoga ó baño ó lo que fuese que cobijara el interesante mosaico encontrado en nuestros días, contemplándose en el mar tranquilo ya nueve centurias antes de la gloriosa reconquista.? (e). Con mayor suntuosidad seguramen- te abriéronse en el islote las zanjas del espléndido hospital mili- tar, levantado en 1722 por el almirante Jennings y engrande- cido con obras posteriores, algunas en época española : danle aires de palacio la fachada y su pórtico y su torrecilla central y las dos alas que avanzan á los lados, y corresponde á la serie- dad del aspecto la distribución y orden de las dependencias. Enfrente Cala-Llonga y más á la derecha la de San Jorge^ detrás de la isla de la Cuarentena poblada de almacenes y habita - ciones para empleados y pasajeros: toda aquella margen septen- trional, ondulosa cadena de desnudos cerros que entre el puerto (a) Llámase Redonda, ó de las Ratas, y se asegura que en tiempo de los ingle- ses eran ajusticiados allí y enterrados los reos de muerte. (d) Hállase extensamente la relación en la crónica de Carbonell, citada atrás pág. I 200. (c) Refiérome á la nota de la pág. i 193 y á la alusión repetida en la i 278 de este mismo capítulo. ISLAS BALEARES 1289 y el mar exterior se dilata, parece guardar los ecos del santo grito de los combates de que fué teatro, y quedan á los sitios los nombres de los venerados patronos, y á la alquería de San Antonio, dueña solitaria del terreno, el recuerdo de haber perte- necido á los reglares de la orden. Próxima ya á la embocadura dicha lengua de tierra, doblé- gase estrechándola en dirección á mediodía, formando uno junto al otro dos istmos, como destinados expresamente á situar dos fundaciones colosales, el Lazareto y la Mola. Una alta cerca de mil quinientas varas cierra en cuadro el área del primero, adus- ta ciudadela, sombría y callada como la ciudad de Dite, que di- viden otras tapias en cuatro compartimientos, presentando to- dos sus tribunas á la circular plazoleta, donde un templete ó capilla abierta en derredor permite juntarse las miradas de en- íermos, sospechosos y sanos, asistentes al santo sacrificio. La incomunicación de las partes entre sí no exige menos que ocho puertas hacia el exterior, y la vigilancia cinco torres para domi- nar de una ojeada aquel dédalo de enfermerías, habitaciones, oficinas, almacenes, triste si vacío, y más triste si ocupado. In- menso pararayos de las epidemias que atrae para librar de ellas los demás puntos, incluso la ciudad vecina, tiene el Lazareto la gloria de ser obra de España con los materiales del derribado castillo de San Felipe, emprendida desde 1793 con actividad durante cinco años, reanudada en 1803 y hasta el 17 no con- cluída (a). Sepárala de la Cuarentena un trozo de mar á po- niente, y á levante la Cala- Taulera del otro istmo mucho ma- yor de la Mola, que constituye propiamente el cabo y la actual defensa del puerto. En su extrema punta, á derecha de la en- trada, brotó en el siglo pasado con otras baterías el fuerte Fe- lipet, retoño plantado en frente del gran castillo, para comba- (a) Dirigiéronla los ingenieros D. Manuel Pueyo en la D. primera temporada y Juan Antonio Casanova en la segunda : ascendió el coste á cinco millones medio y de reales. ' - 162 1290 ISLAS BALEARES tirio en ocasiones dadas más que para apoyarlo: pero hasta mediados del presente, en 1852, con el intermedio de setenta años, no se echaron los cimientos de la imponente fortaleza que había de reemplazar á la primera, cambiando de puesto y de orilla. Nada allí, como en San Felipe, de formidables muros, de anchos fosos, de baluartes trazados en figura de estrella, de cortinas, medias lunas, rebellines, y demás aparato de los ante- riores sistemas; nada aparece casi á flor de tierra, y por poco no hay que preguntar á la llegada dónde está la mole visible en que tanta piedra y tantos caudales se han sepultado. El que no curando de observación atenta, vive no más de impresiones, no ve allí sino un inmenso conjunto de minas y casamatas, prontas siempre á estallar debajo de los pies y hacer retemblar con mortífera explosión el cavernoso suelo. Menos aún se detendrá, saltando al opuesto lado de la boca, en seguir paso á paso los vestigios del precedente guardador, pasó tan violentos asaltos y por tan heroicas resisten- que por cias la centuria, y murió á manos de la nación mis- en postrera ma que le había dado el sér, para que con el amparo de él no se hicieran fuertes otra vez los extranjeros detentadores de Ma- hón de mi- y su puerto. Sería preciso rehacer sobre la historia litar de los sitios de San Felipe el conjunto de sus dispersas ruinas, desoladas las de este género más que las de otro algu- no: uno que otro reducto, una que otra batería baja con sus troneras, ciñe todavía las eriales rocas, con el moderno faro de San Carlos en el fondo. Hay que rodearlo á la salida, hay que saludar la cala histórica de San Esteban á la cual extendieron sus fortificaciones los ingleses, hay que costear las riberas de Beni-Saida y Alcalfá, y dejar á la izquierda aquella plana isla del Ayre, vanguardia que guía los buques á su incomparable asilo; esta rápida ojeada á la costa meridional del término de y Mahón completa el grato paseo interior dado por los apacibles lugares sencillas iglesias sufragáneas de San Luís y de San y Clemente, esta por línea recta descendiente de la capilla de 1292 ISLAS BALEARES Musuptá donde en el siglo xiv se decía misa todos los viernes los moradores del arábigo caserío, aquella edificada en para 1761 con elegante estilo y dedicada á su santo rey por los franceses alrededor avecindados durante su corto dominio. CAPÍTULO IV Topografía de Ibiza; naturaleza, producciones y cultivo; viviendas, traje y costumbres de sus habitantes. Historia antigua: dominación púnica y romana ; inscripciones. Vándalos y Sarracenos ; expedición de los Písanos; conquista definitiva por Guillermo de Montgrí. División del territorio en cuartones, régimen municipal. Acontecimientos locales, é influencia de los generales sobre la isla bajo la monarquía de Aragón y la de España. @RUPO diverso de las Baleares, pues eran designadas con distinto nombre, formaron en remotos tiempos las Pitiu- sas, que les llevan la vanguardia como en dirección á la salida del Mediterráneo. Emparejadas van lo mismo que las otras, aunque con Ibiza se conceptúa inglobada Formentera por su pequeñez y por la breve distancia interpuesta ; igual casi es la que enfrente de Denia las separa de la península, que de Ma- Horca. Ibiza, tendida de sudoeste á nordeste en el mismo rumbo que parecen seguir las islas si en marcha se pusieran, menos prolongada que Menorca y más próxima á la figura circular aunque de óvalo bien marcado, la aventaja lejos de cederle en extensión y perímetro, incluyendo aparte de su aneja los islotes que la rodean : su longitud de norte á sur coge cinco leguas, tres y media su anchura de poniente á levante ; sus peñascosas orillas, cortadas á pico por el declive y aun á menudo por el 1294 SLAS BALEARES vértice de las alturas, miden más de noventa millas de bojeo, no ofreciendo, á vuelta de calas de escaso abrigo, si no el puer- to de la capital al sudeste, y al opuesto lado el de Portmany ó San Antonio, además de los dos inferiores de Balanzat y de Portinaix. Al sur y á tres millas de la mayor Pitiusa cae la me- nor, imitando el perfil de una silla de caballo, eslabonada á la primera por una cadena de escollos, cuyos pasos ó freos, desde la antigüedad conocidos con el nombre de Puertas^ alumbran dos faros en nuestros días ; pero su territorio apenas llega á un séptimo del de la principal, ni á una vigésima parte su vecinda- rio; y mejor que el nombre especial de Ophiusa ó Colubraria, que en concepto de algunos se le aplicaba por su fecundidad de serpientes en contraposición con la metrópoli Ebuso que no las conocía (¿í), distingüela ya desde la época romana el de Por- mentera por la abundancia de trigo cosechado en sus llanuras. Pitiusas las llamaron los griegos colonizadores al descubrir- las hace dos mil quinientos años, vestidas de pinar como hoy todavía gran parte de las cimas y vertientes de sus cerros. No atraviesan á Ibiza sierras imponentes como á Mallorca: doble cordillera de montañas se dilata por el interior de un extremo á otro de su mayor diámetro, elevándose las que más de dos- cientos á cuatrocientos metros; pero arcillosas ó calizas por lo general, no presentan colosales y agudas rocas, vertiginosos precipicios, ariscos desfiladeros, sino ramales cubiertos de ar- boleda, de encina rara vez y nunca formando bosque, de pinos casi siempre, entre cuya espesura descuella la plana y verdine- gra copa de los fructíferos; escalonados en los bancales de las (a) Plinio habla de la isla Colubraria, pero no la reduce á Formentera, antes afirma que la Pitiusa menor estaba poblada, mientras de la Colubraria dice Estra- bon que permanecía desierta. Contra la opinión de Marca, Zurita, Dameto y otros que confunden á Formentera con la antigua Ophiusa, están Florián de Ocampo, Mariana, Miedes, Escolano y el P. Cayetano de Mallorca, que aplican la referencia á Moncolobrer, isleta ó promontorio contiguo á Peñíscola, consultando más á la etimología que á la situación de la isla de las serpientes, colocada por Plinio en frente de la boca del Júcar. ISLAS BALEARES faldas crecen bien que con rutinario descuido los olivos y los algarrobos, en los reducidos valles las higueras ya en tiempo de Plinio nombradas por su fruto, y á trechos en las mejores tierras los almendros de reciente aclimatación. Dominan sobre los demás arbustos en la marítima zona las vivaces sabinas, y con las emanaciones salitrosas mezcla sus perfumes el romero ; los pastos ocupan una buena extensión del suelo, sustentando copioso ganado de menuda talla {a), y para el cultivo quedan apenas dos quintas partes, que hace menos productivas el atra- so de la agricultura. No han cambiado gran cosa desde los pri- mitivos los aperos de labranza; escasean de abono los campos, y divididos como los de Menorca en cercados para emplear en su fábrica las piedras de que abundan, descansan un año bal- dios no produciendo más que alternadas cosechas. Resiéntese el clima, aunque templado por las brisas en sus ardores, de las tenaces sequías del país africano: pasajeros torrentes, improvi- sados por días ó por horas con el ímpetu ó continuidad de las lluvias, surcan el árido territorio en vez de benéficos arroyos sostenidos por perennes manantiales, á excepción del llamado río que desagua junto á Santa Eulalia. Las fuentes son raras, y para proveer de aguas la isla taladróse de infinitos pozos la superficie desde edad remota, cual figuran á centenares con su indicación peculiar ó con el apellido de sus dueños en el mapa trazado á promedios de la postrer centuria (<5), sustituyendo los nombres de fincas, que son allí contados y de origen arábigo en su mayor parte : en los terrenos bajos abundan hasta doscientas las norias, que no rechazarían por propias los pobladores sa- rracenos. No aguardéis pues de aquella naturaleza meridional, por {a) Dijo ya Festo Aviene en el siglo iv : Ac dilecta vago pecori consurgit Ebusus. {b) Levantólo en 1765 el ingeniero D. José García Martínez, y lo publicó reda- cido en 1 778 el geógrafo D. Tomás López. Además de los pozos apúntanse las fuentes en considerable menoría, y se marcan las alturas y el curso de los to- rrentes. 1296 islas baleares cuyas venas no circula la vigorosa y fresca savia de las rocas vivas, vegetación pomposa y exuberante, ni pingües regadíos, ni contrastes grandiosos de hondos valles y enhiestas cumbres, sino meramente el lindo aunque poco variado paisaje que sin cesar desenvuelve el accidentado interior, casi nunca desnudo pero rara vez cubierto de densa sombra, salpicado por el dis- perso caserío de los habitantes no reunidos en importantes vi- lias ni apenas en grupos al rededor de sus iglesias. Las vivien- das de los labradores, clase única de la población rural, peque- ñas, bajas, toscas comunmente, no se distinguen por vistosa apariencia ni por cómoda distribución; pocas á su planta baja, á la cual para luz y ventilación bastan una ó dos ventanas, aña- den un segundo piso con aberturas algo menos estrechas res- guardadas por listones de madera: al tejado suple por lo gene- ral como en las moradas bíblicas un techo plano de ligero de- clive á modo de azotea, donde se secan los frutos y legumbres. Precede á las principales un soportal sostenido por dos arcos ó una pilastra en el centro, á las ordinarias un cobertizo de ramas de pino apoyado en puntales de la misma leña, al cual flanquean otros dos, una para establo y el opuesto para horno y aun á veces para molino de sangre. Enciérralas un corral más ó me- nos extenso rodeado de pared seca, dentro del cual serpea eri- zado de púas é inclinado con el peso de sus higos chumbos un laberinto de nopales, y se mece con blando susurro el cañave- ral, y se esmaltan de rojos botones los granados, y descuella á veces la flexible palmera, formando al rededor del albergue un oásis de verdor; allí se cultiva en abundancia exquisita variedad de legumbres, allí despliega el maíz sus doradas mazorcas, y dilatan su tupida copa las higueras, y hasta el olivo, libre y suelto por los campos habitualmente, se pliega una vez que otra al calor del hogar doméstico. Huertas hay de mayor amenidad llamadas Feixas^ particularmente en el llano de la capital, don- de nada pródigos y por vía de muestra dispensan su raro teso- ro los demás frutales, donde aun naranjos y limoneros no se ISLAS BALEARES niegan por completo á exhibir su azahar balsámico y sus man- zanas de oro, donde en torno trepan las lozanas vides á exten- derse sobre umbrío emparrado ó á enlazarse con el desnudo tronco de viejos árboles, dejando como en perspectiva entrever un singular beneficio, si dobladas como de pocos años acá las plantaciones del viñedo, renaciera para Ibiza la antigua celebridad de sus vinos, de que no há cien años todavía quedaba recuerdo. Del tipo especial de las mansiones labriegas no se apartan las de fuera de la ciudad, con muy cortas diferencias de solidez ó desahogo: igual sobre poco más ó menos lo mismo que la condición social, aparte de la importancia de la respectiva propie- dad y caudales, es el modo de vivir y las costumbres de los ve- cinos. En el país no se conocen los grandes predios, ni las sun- tuosas quintas, ni las campestres temporadas de la familia del hacendado en cohabitación con la del colono; fraccionado en menudas fincas el terreno, hasta el punto de no comprender una con otra más de siete hectáreas {a), y dadas en aparcería más á menudo que en arriendo, no necesitan para su cultivo vastas dependencias ni servicio numeroso. Los que poseen, heredado ó adquirido, un pequeño terrón, lo fecundan y acrecen con dili- gente trabajo y economía: la ambición rara vez sube más allá del natural alcance de la mano, y por mucho que prospere la fortuna, no cambia el domicilio y traje y posición de los favo- recidos. Una misma estancia, la primera al trasponer el cua- drangular umbral de la puerta, sirve de reunión á los propios y de recibimiento á los extraños: toscos bancos y mesas y sillas bajas de palmito componen el ajuar con los instrumentos agrí- colas y los utensilios de caza y pesca que cuelgan de las pare- des, ennegrecidas al par del techo por el humo de la cocina in- terior que rebosa del hogar rodeado de poyos; la ordinaria loza. {a) Tal es el producto de las 62000 hectáreas que contiene Ibiza, divididas por las 7000 fincas de que consta, cuya extensión aumenta gradualmente por distrito, á empezar por las de la capital hasta acabar por las de Formentera, que salen á veinte y una hectárea. 163 los cántaros de barro que surten los vasares, el cañizo del pan amasado de trigo por singular regalo y las más veces mezclado de cebada cuando no consta de ella exclusivamente, dicen cual sea la vajilla y los m1an2ja9re8s diarios de que se alimenta aquella sobria gente, cuyo puchero de legumbres, verduras ó patatas, condimentado á lo más con tocino, acompañan simplemente se- gún la estación aceitunas ó higos frescos ó pasos, excepto en los domingos en que se prueba el vino y la carne, ó se celebran con esplendidez las fiestas de la iglesia y de la familia. A las comidas suministra variedad con sabroso pescado la contigua costa. Con las ropas, con los muebles, con los usos tradiciona- les se conforma todo el mundo: ¿qué importa que sea más pin- toresco que cómodo y elegante el calzón de lienzo blanco ó es- tameña negra ceñido con la faja, y la corta chaqueta y chaleco con botonadura colgante de metal, y el tieso cuello de la cami- sa, y el capote de paño burdo con mangas y capucha, no bien combinados con las groseras alpargatas ni con el encarnado gorro de lana de vueltas negras? ¿Que las mujeres, cubiertas modestamente con pañuelo blanco ó con mantellina de grana la cabeza, prefieran en su plegada estrecha saya, en su largo delantal, en su ajustado jubón adoptar los colores oscuros, limitándose á realzar las mangas con botones y el cuello con cruces y medallas y cadenas de gran precio en que cifran su lujo? Sean cuales fueren, cabe vestir con gentileza y gracia di- chos trajes, y felicítase el viajero de verlos conservados con su típico carácter en la iglesia y en la plaza, en los bailes públicos y en las veladas caseras, imprimiendo en los distintos sexos, edades y estados el sello que mejor les cuadra, y haciendo más ágiles á los mozos y más recatadas á las doncellas y más res- petable á la ancianidad. Bajo estas formas idealizadas, á prueba casi de la voluble moda, vienen amando, galanteando, enlazán- dose las generaciones sucesivas, legando á la prole iguales telas y hechura, como si con los miembros fueran creciendo los ves- tidos. ISLAS BALEARES Hay mucho de primitivo en las costumbres y diversiones de los ibicencos, en las cadencias de su danza que así se improvisa en los campos al aire libre y á la sombra como á la luz de la luna ó del candil en hiladas y chacotas^ en el acompañamiento del flautín y del tamboril tan imprescindible para el canto como para el baile las castañuelas, en los prolijos romances de cose- cha propia que recitan ó cantan los cancioneros del país alter- nando con los de antiguo repertorio (¿z), en la fraternidad con que toman parte los convecinos á la redonda en bodas, bautizos y entierros, en el turno de admisión de los galanes al cortejo, origen de celos, de rencores, de mortales duelos ó asechanzas entre la ardiente y mal sufrida juventud. Bravia sangre circula por las venas de la raza, y la baja estatura, los enjutos miem- bros, el trigueño color, los pequeños y negros ojos revelan mo- risca procedencia. Aumentan el peligro de los odios y vengan- zas y tientan á la violencia y al delito el uso de la navaja que asoma á la cintura y sobre todo el de las armas de fuego, sin cuyo disparo á granel no se concibe reunión ni festejo, ni más grato obsequio presentable á los pies de la belleza, serena é impasible en medio del súbito estallido. Común les era á los habitantes esta loca afición con los de ambas Baleares desde el siglo XVI, al paso que frecuente la ocasión de ejercitarse en ellas, así contra los moros que acechaban de continuo la costa, como para la personal defensa en épocas de inextinguibles ban- derías. En Ibiza la mantienen con otros muchos restos de bar- barie el aislamiento del caserío y los inconvenientes de la sole- dad, opuestos á todo adelanto moral ó tangible y á la cultura de las almas igualmente que á la de las tierras; pero si aten- diendo meramente á reprimir la criminalidad con el imperio de (a) Cómo vive y se conserva en Ibiza con preferencia la poesía popular, dícelo el gran minero de versiones allí recogidas por mi insigne amigo D. Mariano Agui- ló para su colección incomparable. Del estilo y lenguaje de los modernos cançó- ners, más afin al valenciano que al de los glosadors de .Mallorca, nos ofrece curio- sas muestras en su magnífica obra el archiduque Luís Salvador. 1300 ISLAS BALEARES la ley y con la fuerza protectora del orden, hubieran de perder- se al paso de la primordial rudeza la sencillez, la hospitalidad, la honrada moderación y templanza de deseos y demás virtudes nacidas de la fe cristiana, que aun sin darse cuenta de su efica- cia equilibran y corrigen el fermento de la innata fiereza de ca- rácter, doblada entonces la malicia y burlados y corrompidos los efímeros expedientes humanos, echaríamos allí de menos en plena ilustración los excesos del salvajismo. Ibiza, cuya población por lo que puede vislumbrarse al tra- vés de rudimentarias estadísticas viene de siglos atrás creciendo en proporción de un centésimo con la de Mallorca, ha subido de doce á veinticuatro mil desde 1751 ; su vecindario se condensa, progresa la instrucción elemental y hasta la segunda enseñanza, los ordinarios cultivos mejoran y se ensayan ó resucitan otros, facilítanse las comunicaciones, pugnan por salir de su letargo la navegación y el comercio, multiplícanse con las atenciones mu- nicipales las partidas del presupuesto: pero no se borrarán tan pronto las diferencias que en la fisonomía de la menor y de la más pobre y de la más rezagada de las tres hermanas compo- nentes de la provincia imprimen sus desventajas respecto de las otras dos. Diríase que vive tres centurias atrás, y que lo breve de su historia, escasa de vicisitudes como sus hábitos de nove- dades, la aproxima á los antiguos tiempos; casi se cree discer- nir las huellas de los primeros pobladores y poder por ellas averiguar quiénes y de dónde vinieron. No es precisamente la diversidad de nombre dado desde un principio al grupo de las Pitiusas la que hace sospechar si hubo también discrepancia de raza con el de las Baleares, que para ello explicación cabría de menos monta, sino la ausencia de dos rasgos por decirlo así constitutivos de los habitantes de estas, á saber: los monumen- tos megalíticos que en ambas islas abundan y de los cuales ni la tercera ni su dependiente guardan vestigios, y la destreza privativamente baleárica en el manejo de la honda, cuyas glorias no trascienden á los cercanos insulares. ISLAS BALEARES I3OI Sin embargo, y á pesar de la griega etimología del vocablo Pitiusa^ no es mi propósito inferir de aquí que la poblaran co- lonias puramente Griegas ó Fenicias, en contraposición con Ma- Horca y Menorca, cuyas antigüedades con su epiteto de Célticas parecen argüir su irrefragable origen. Más fácil sería contar las tempestades que en un período dado batieron sus costas, que los desembarcos é incursiones de pueblos que, cruzándose en opuestas corrientes desde los últimos confines del Mediterráneo, confluirían á la encontradiza tierra y de ella se posesionaran. Es tal la confusión de tiempos y lugares á que dan pie los breves y vagos textos de antiguos historiadores y geógrafos aumentada por comentaristas y expositores, que es imposible fijar sucesión y establecer épocas y hechos en las evoluciones de aquel caos: Fenicios y Egipcios, Rodios ó Griegos, en avenencia ó en lucha con los Celtas ó con otros indígenas preexistentes, todo lo más á que se prestan es á desfilar fantásticamente á la incierta luz de un prolongado crepúsculo [a). Para esto ya los poetas del Imperio dedicaron á Ebuso más épica mención de la que pudie- ran hoy aventurar sus más entusiastas hijos: su fenicio abolengo ensalza Silio Itálico; triunfadora la proclama Marco Manilio (<5). Asegúrase que con este nombre de origen púnico fundaron la ciudad los cartagineses, después que rechazados de las grandes islas contiguas á Italia, lograron apoderarse de aquella agreste (o.) Refiérome, por no repetirme, á lo dicho respecto de Menorca pág. i 184786. El que se prometa conseguir más, estudie la Resiimpta histórica del P. Cayetano de Mallorca. {b) De Silio Itálico, que florecía en tiempo de Nerón, y de su poema sobre las guerras Púnicas, es el hemistiquio Jamque Ebusus Phsenissa movet... y á otro de asunto astronómico, que imperando Tiberio escribió Manilio, pertene- cen los siguientes versos: Littorj Sardinise, primumque intrantis in orbem Occeani victricem Ebusum, et Baleárica regna. i Vencedora de quién? parece que del Occéano, es decir del mar genéricamen- te, por la destreza de los marinos de la isla. 1302 ISLAS BALEARES avanzada, acaso poco menos que inculta {a). Coetánea bajo glo- riosos auspicios su fundación de la de Roma, si mal no conjetu- ra la cronología, permaneció por tiempo más ó menos largo conquista única de la potencia africana, hasta que tras de es- fuerzos repetidos fué domada la briosa resistencia de las dos Baleares. Hermanáronse entonces los destinos de una y otras bajo la común servidumbre; pero de la Pitiusa no se hace tanta memoria por más sujeta ó por menos importante. Su puerto servía de escala para el estrecho de Hércules á las flotas de sus dueños; sin embargo, en las expediciones á Sicilia, en la prodi- giosa marcha de Aníbal al través de los Alpes sobre la cons- temada Roma, ni una vez aparecen los naturales mezclados con los honderos baleares, parte tan principal de las hazañas y vic- torias del gran caudillo. No dejaron recuerdos al país, como al de Menorca, los gobernadores extranjeros; si algo suena como á púnico es el tajado islote de Tagomago. Fiel se mantuvo á sus fundadores Ibiza al empezar la fortu- na á volverles la espalda : por lo menos la guarnición se defendió bravamente dos días contra las naves de Cneo Escipión, que se vengaron de su impotente ataque saqueando campos y cortijos y llevándose copioso botín de víveres y esclavos. Años después todavía acogió la ciudad por última vez á la escuadra cartagi- nesa, al retirarse Magón de Cádiz para acudir al peligro de su patria, quebrantado ya para reducir por fuerza á Mallorca, pero en Menorca diestro aún para sacar de allá refuerzos en auxilio (a) Dásele á la palabra el significado de estéril; el obispo gerundense (Marga- rit) en su Paralipómenon la deriva de ebur (marfil) por la blancura desús salinas, y pretende con referencia á Dionisio Alejandrino que la isla trocó por este nom- bre el de Lauso que le habían dado los Fenicios. Colonia de los Cartagineses ape- llida á Ebuso Diodoro de Sicilia, expresando que en ella se establecieron á los 160 años de echados los cimientos de su metrópoli, y que en medio de la promis- cuidad de gentes bárbaras que en aquella actualidad la habitaban, la mayor parte procedía de Cartago. Habla de sus memorables puertos, de las amplias construe- ciones de sus muros y de su numeroso y espléndido caserío (Lib. V, §. 16). Mucho debía de haber progresado en tiempo del autor, medio siglo antes de la era cris- tiana. ISLAS BALEARES 1303 de Cartago. Al fin debieron las Pitiusas cambiar de señor, por más que no conste cuándo y cómo las sometieron los Romanos, ni que llevase allá Quinto Cecilio Metelo el Baleárico las armas con que se preció de haber subyugado á los mallorquines po- niendo término á sus piraterías. Halláronse envueltas desde muy temprano en las discordias civiles de sus propios dominadores, en los movimientos que, partidos de la capital del mundo, aca- baron por privarla de la libertad de que había despojado suce- sivamente á los restantes pueblos. Busca asilo en España Serto- rio contra sus pujantes enemigos, como si tratara de aclimatar allí la legítima república; y con ayuda de unos corsarios de Africa, intenta hacerse fuerte en Ibiza, donde no le fué posible sostenerse. No medio siglo después, Cneo Pompeyo el hijo, pasando también desde Africa á la península declarada á favor de César, apodérase de aquel aislado reducto, que le sirvió como de puente para entrar en España, luego de convalecido de la dolencia que allí contrajo. Dábanle estima superior á su intrínseca importancia las ventajas de su céntrica posición en el crucero marítimo y la fácil ocupación á que brindaba. Tal florecía Ebuso en los tiempos inmediatos á Cristo, con su memorable puerto y sus amplios muros y su multitud de casas espléndidamente fabricadas^ cual nos la acaba de descri- bir Diodoro, con su título de ciudad federada que menciona Plinio, de la cual formaba arrabal en cierto modo la menor Pi- tiusa, separada por un brazo de mar, pero comprendida bajo un mismo nombre. «No faltaban allí, dice Hübner, restos de la vida romana:» cita á cada paso la clásica antigüedad cualidades, circunstancias, producciones de la tierra, como si compitiese en ser conocida con los ponderados sitios de Grecia é Italia; y si no llegó á obtener monumentos de primer orden, dos notables estatuas sin cabeza ni brazos, colocadas dignamente á los lados de la severa entrada coetánea de Felipe II, y otra vestida de toga en un ángulo del muro, comunican á la población una res- petabilidad arqueológica cual no goza ninguna otra de la pro- 1304 ISLAS BALEARES vincia. Acompáñanlas inscripciones (a); y con la de L. Oculatio Recto, que con su mujer Geminia Restituta y su hijo Lucio con- sagró á Juno una de las efigies, se enlaza otra dedicada por dicho hijo al padre, de la cual se desprende que era éste edil y duumviro y quirite al par que sacerdote (à). Memoria de un acueducto se consigna en cierta lápida, llevada ya en el siglo xvi á Perpiñán donde aún se conserva, trazando la genealogía de los Cornelios que trajeron á expensas suyas el agua al munici- pió Flavio Ebusitano (¿:); á uno de los cuales, Cornelio Servino, se refería otra piedra hoy perdida, como ejecutor de un testa- mento que legaba á la república de Ebuso noventa mil nummos destinados á pagar á los romanos el anual tributo, y para ali- viar de esta carga á los ciudadanos en años calamitosos, man- daba dar á préstamo un capital de seis mil, cuyo rédito se invir- tiese cada año en la celebración de juegos ó fiestas con vasos de luces por su natalicio (¿/). De menor interés son las sepulcra- (a) À1 pie de la estatua de mujer en traje de sacerdotisa, léese supliendo con Hübner letras y aun sílabas borradas: Junoni vet. regince L. Oculaiius Qui?-. Rectus et Geminia C. j. Restituta uxor et L. Oculatius Rectus /. cum suis d. s. p. /.—Bajo la del varón, senador ó guerrero, á la derecha de la puerta: C. Julio C. /. Gal. Tironi Gcetulico quœst. urb. tr. ■pl. prcetori amico Optimo L. Sempronius L. f. quir. Senecio. (b) Hallóse esta en 1834 fuera de la ciudad, donde permanece camino del ce- menterio, esculpida en la cara de una gran piedra rectangular; dice así: L. Ocula- tio L. f. quir. Recto aedil. Ilvir. flamini L. Oculatius L. f. quir. Rectus f. patri indul- gentissimo posuit. (c) He aquí su contenido: L. Cornelius Longus el M. Cornelius Avitus f. et L. Cornelius Lohgus et C. Cornelius Servinus et M. Cornelius Avitus et P. Cor·nelius Cornelianus nep. ex L. et M. /. (nepotes ex Lucio et Marco filiis) aquam in munici- pium Flavium Ebusum s. p. p. (sua pecunia perduxerunt). Las interpretaciones son de Hübner. {d) Tráela Hübner en la siguiente forma: P. X. et C. Cornelius Servinus H. et Curator es ojeris ejus p (atris) Hic R. P. Ebusii XC milia numorum legavit ut ex eis quodannis tributum Romanis penderetur et ne cives iniquo tempore tributa pendere cogerentur reliqua VI milia fenerarentur et ex usuris ludi ederentur quodannis cum vas. lum. nata, ejus V... Nummo en latín, lo mismo que dinero en castellano, tanto significa moneda en general como la de clase inferior así especialmente llamada; los de plata valían una dracma ó diez cuartos, los de oro cerca de treinta reales. Por lo demás me abstendré, por no ser de este lugar, de alargarme en explicado- nes acerca del tributo y de los juegos y de los vasos de luces y demás puntos in- dicados en esta importante lápida relativamente al estado de la cultura romana en la federada Ebuso. ISLAS BALEARES 1305 les: de dos consta la existencia (a); de otras hay noticia, trans- critas hará cerca de cuatro siglos por un viajero italiano (à). Pérdida harto más deplorable sufrió Ibiza con la de su única inscripción propiamente histórica, como de soberano y de fecha determinada, del año 282 y del malogrado emperador Caro, cuyos epítetos de piadoso^ feliz é invicto no eran esta vez por excepción lisonjas del Orden Ebusitano^ atendidas las esperan- zas que ofrecía su glorioso imperio de diez y seis meses if). Que las Pitiusas siguieron la suerte de las Baleares, cayen- do en poder de los vándalos por el mismo año probablemente de 42Ó, y gimiendo más de una centuria bajo el yugo del arria- nismo, pruébalo la presentación de Opilio obispo ebusitano, lia- mado en 484 ante el bárbaro rey Hunnerico juntamente con los de Mallorca y Menorca, sufragáneos entonces todos de la me- trópoli de Cerdeña. Ignórase de qué tiempo data el origen de la expresada sede al igual del de las vecinas insulares; consta empero, que después de pasar unas y otras islas al señorío imperial de Bizancio merced á la victoriosa espada de Belisario, tenía Opilio por sucesor en Ebuso determinadamente, con un siglo de intervalo á fines del vi, á Vicente, cuyo nombre y su- persticioso carácter ha transmitido á la posteridad una epístola (a) Lápida pequeña, dice Hübner, detrás de la pared de la noria del vicecón- sul francés: L. Sempronio Afollonio medico L. Sempronius Philoxenus /. A los patri pió mismos parece referirse otra copiada por el sabio alemán de una colección antigua epigráfica de cierto Jucundo en estos breves \.érm\nos\ Apollonio patri Apollonius filius.—En la misma colección figura la siguiente: M. Valerio L. Pu- denti f. P. Valer. Modest, filio piissimo. (b) No las publicó Hübner en su grande obra, sino en la carta teriormente que remitió pos- en 1888 á la Academia de la Historia, cuyo boletín la insertó en su cuaderno de Diciembre: D. M.—Cor. Vernaclae vix. ann. XVIIIm. VIII D. M.—M. Publi. Publilius Placidus ann. V, XII L. Picio Ingenuo marito Lellie merit. Las dos primeras, según el antiguo códice de donde son tomadas, existían en el huerto de Damián de Castilla, la última en el de Antonio Ramón. (c) Sábese que estaba delante de la iglesia en una columna, y mandóla quitar en 1614 el obispo de Jaca Estelrich yendo allí de visitador. Por fortuna se con- servó exacta copia: Imp. Caes. M. Aurelio Caro pió fel, invicto aug. pont. max. trib. pot. p. p. COS. IIprocos. Ordo Ebusii D. N. M. E. 164 1306 ISLAS BALEARES de Liciniano sabio obispo de Cartagena, combatiendo la credu- lidad de su colega en no sé qué cartas que se suponían caídas del cielo en Roma con objeto de recomendar la observancia del domingo farisaicamente exagerada (a). Es de presumir que no se interrumpiera en aquella isla la serie de prelados, ínterin subsistió en ella la cristiandad y el dominio del Imperio de Oriente, todo el siglo vii y parte del viii, explicándose por la separación política á la vez que eclesiástica la no asistencia de ninguno de los de la provincia Balear á los concilios de Tole- do {ó), y que en esto como en todo se substrajeran al poder y aun al ascendiente de España dependencias tan naturales. Extrañas nuestras islas á la monarquía goda, no las arrastró en su caída el trono de Rodrigo, aunque, ni por sus escasas fuerzas, ni por la distancia y abandono de su propio soberano, podrían resistir largo tiempo al musulmán, dueño de la costa oriental de la península añadida á las de África, y puesta la mira en las de Italia, hasta convertir en lago sarraceno el Me- diterráneo. Solamente del golfo de Aquitania podía provenirles el auxilio durante la gloriosa era de Carlomagno, cuyas armas sabemos por Eginhardo que en 799 las libraron de la servi- dumbre en que desde el año anterior gemían, seguramente no por la vez primera, alternando pérdidas con reconquistas y os- cilando recíprocamente de infieles á cristianos su posesión, sin (ct) Publicóla, bien que no por primera vez, el P. Flórez en el tomo V de su España Sagrada, y es en ella de notar el vigoroso lenguaje del insigne prelado, previniendo no incurrir respecto de la abstención del trabajo en judaizantes ex- tremos para entregarse á la pasión por los bailes y cantares provocativos que en aquellos naturales ya entonces al parecer dominaba. Utinam, dice, populus chris- íianus, si die ipso ecclesiam non freqüentat, aliquod operis faceret et non sattaret; meliusque erat viro hortum facere, iter agere, mutieri colum tenere, et non, ut did- tur, bailare, saltare, et membra á Deo bene condita saltando mate torquere, et ad excitandam libidinem nugatoribus cancionibus proclamare. ' {b) Ello es un hecho irrefragable, y no importará repetir que la mención que de las iglesias de las islas Baleares se encuentra en la supuesta división de diócesis Tpor e\ rey'Wam.ha (Majoricam, Minoricam, Formenteram, Useticam sic) como de- pendientes de la Tarraconense, bastaría para convencer de apócrifo dicho docu- mento. (V. pág. 25, nota a). ISLAS BALEARES 1307 estabilidad compatible con orden ni gobierno. No con agregarlas el poderoso emperador al reino Itálico erigido en favor de su nieto Bernardo, las puso á cubierto de las incontrastables co- rrientes del mahometismo; despojado el imprudente mozo por su tío Luís, y éste por las rebeliones de sus desnaturalizados hijos, desmembrado el coloso apenas creado del Occidente, abriéronse los diques á la pujanza agarena, que ya no se con- tentó con ocupar más de asiento sus pasajeras adquisiciones, sino que se lanzó desde allí á infestar con sus piraterías los mares y á llevar á las playas de Provenza la devastación y el estrago. En el idioma de sus nuevos amos Ebuso se transforma en Yebisath^ y participa de la condición, del estado, de las mu- danzas de las Baleares; y con ella suele nombrarse explícita- mente á Formentera, señal dé que estaba poblada {a). De ésta consta por anales de aquel tiempo, debiendo entenderse lo mismo de Ibiza, que fué asolada juntamente con Mallorca y Menorca por los normandos (hombres del Norte) hacia el año de 859, reinando en Asturias Ordoño I, cuando en sus bárbaras invasiones y daños nivelaban por un rasero, sin distinción de culto ni raza, así los puertos cristianos de la belicosa y pobre Galicia, como los ricos emporios muslimes del Mediterráneo, tomándoles de una vez el botín lentamente acumulado en el corso de que vivían. Bajo la dominación sarracena Ibiza dependió directamente del jeque de Mallorca, fuese más ó menos completa, según la ocasión, la independencia de que éste gozara respecto de los (a) No sólo poblada, sino con monasterio de Agustinos, si hemos de creer las crónicas de la orden, pródigas en remontar con débiles ó supuestos indicios la antigüedad de sus conventos y en darlos por establecidos donde ni aun los hubo en épocas posteriores, como en Cabrera. Formentera no alteró durante el período arábigo su antiguo nombre latino, aunque el cronista Sebastián de Salamanca lo escribe corrompido Fermentella al referir la devastación, poco menos que coe- tánea, de estas islas por los normandos, en cuya enumeración por cierto omite á Ibiza, sin duda por descuido. En su Paralipómenon el Gerundense lo pone también adulterado Sementeria, tal vez por mala lectura del códice, y añade que en su tiempo, en el postrer tercio del siglo xv, carecía de habitantes. 1308 ISLAS BALEARES estados continentales. El título de rey, que añaden al sabio Avicena algunos que le atribuyen por flotante cuna aquella exi- gua tierra, pretendiendo que del nombre del inmortal filósofo deriva á su patria y reino la etimología de Alviza, hace más aventurada todavía la legendaria opinión, que insubsistente al simple vislumbre de lo verosímil, por sí sola se disipa ante la plena luz de la historia {a). Ya no existía la gran lumbrera de Oriente, cuando en el promedio del siglo xi gobernaba las islas aquel Alí señor de Denia y de Mallorca, de quien se ha llegado á suponerle hijo trastornando las fechas así como los lugares, y otorgaba donación de las iglesias de sus dominios á la silla de Barcelona, sometiéndolas á su jurisdicción episcopal {ó). Com- prenderíanse entre ellas las de Ibiza, si algunas restaban como es probable en país de bastante cristiandad para haber mereci- do en no lejanos tiempos obispado, aunque de la condición de los habitantes ninguna luz dan las historias arábigas, satisfechas [a) Nunc autem Alviza dicta est, escribe el Gerundense, ab Avicena arabe me- dico, quem ibi régnasse feruni Arabum tempore. No fué el primero sin embargo en acoger tal especie; en la relación que nos queda del viaje de Ruy González Clavi- jo embajador de Enrique 111 de Castilla al gran Tamorlán, año de 140^, se lee hablando de Ibiza: «E en la cerca de la villa ha una torre en que están fechas unas casas que llaman la torre de Avicena, y dicen que de esta isla fué natural Avice- na». No es de admirar, pues, que con estos antecedentes no desperdiciara nuestro P. Cayetano de Mallorca la ocasión de vindicar en su Propileo tamaña gloria para Ibiza, aunque declarando que no todos convienen en la nación y patria de aquel prodigio de ciencia, y no incurriendo como otros eruditos en el absurdo de hacer- le rey de Bitinia, y menos hijo de Ali-ben-Mudjehid señor de Denia. Que Abu Ali el-Hossein-ibn-Sina (de donde se llamó Avicena) fuese natural de Persia, hijo de un pueblo inmediato á Bokhara, que viviese desde el 980 al 1037, Q^e escribiera en la ciudad de Ispahán (que ligeramente acaso se confundió con Hispania) la mayor parte de sus obras sobre medicina, lógica, metafísica, astronomía, geometría, son verdades tan averiguadas que ya no cabe sobre ellas disputa, según acabó por dilucidarlas la prolija polémica seguida entredós distinguidos escritores mallor- quines, uno de ellos el difunto Sr. Weyler, en la revista Museo Balear año i 877, si es que polémica puede llamarse cuando estaban acordes en el fondo entrambos contendientes. Suponer dos Aviéenas, uno persa y otro cordobés aunque en fama tan desiguales, es un expediente que nada concilia ni satisface siquiera el amor propio de una de las partes. [b) Véase entre los apéndices de la i.® parte, pág. 603, el célebre privilegio de 1058. ISLAS BALEARES 1309 con encarecer su industria y las producciones y ventajas de la tierra (a). Á sus pacíficas tareas agrícolas é industriales, sábese no obstante que juntaban otras más bárbaras y peligrosas. Era Formentera un nido de piratas, con quienes en el año 1108 vi- nieron á chocar en feroz conflicto, pasando el estrecho de Gi- braltar, los de Noruega conducidos por su príncipe Sigurd, noticiosos acaso de los pingües despojos que guardaban aque- líos en una cueva. Escarnecidos y rechazados desde lo alto de las breñas y estimulados con la presa que se les mostraba, treparon los sitiadores al peñón que dominaba la boca, y des- colgándose en dos barcas como encima de un andamio, llovieron flechas y rocas sobre los de abajo, hasta acorralarlos en la ca- verna, á cuya entrada, allanado el doble muro que la defendía, prendieron fuego á una enorme hoguera, en que ahogados ó quemados vivos perecieron los infelices islamitas. Dueños de un tesoro, cual no lo habían recogido igual en sus errantes corre- rías los aventureros escandinavos, siguieron adelante sin parar hasta Tierra Santa (à). Más dura y eficaz represión sobre los (a) Es curiosa la descripción geográfica que hace de ella Almakkari, corres- pendiente al período de que se trata: «Ibiza es de treinta parasangas (') de casi largo y tantas de ancho, y provee gran parte de África de leña y sal. La isla es muy poblada, é industriosos sus habitantes; produce toda suerte de granos y frutas, pero el ganado lanar no multiplica; tienen cabras y se alimentan de su carne. Uvas, almendras, higos, son de los artículos que los naturales cultivan y exportan á la cercana isla de Mallorca. No crecen en la isla los olivos, no son conocidos en ella, y recíbese de Andalucía el aceite... Como en Ibiza hay mucho bosque, la prin- cipal industria de sus vecinos consiste en hacer carbón que embarcan para Bar- celona y otros puertos del Mediterráneo. Cerca de ella hay una pequeña isla lia- mada por los antiguos Ophiusa, ahora Formentera». Habría venido á menos Ibiza respecto de los olivos y del ganado lanar desde la época romana, en que escribía Diodoro de Sicilia: paucas vineas et olivas oleasiris Ínsitas habet, y elogiaba la blandura {mollitiem) de sus lanas; la íertilidad del país calificábala de mediana y de amenísimos sus collados. (í») Refiérese Dozy {Recherches sur Vhistoire et littérature de PEspagne pendant le moyen âge, tomo II), por lo tocante á este episodio á una noruega, sin expresar si lo confirman las historias arábigas. Es notable la semejanza de la es- tratagema empleada por dichos invasores para rendir á los moros de Formentera K*) Medida de caminos entre los persas, de 30 estadios según unos y doble según otros. ISLAS BALEARES moros isleños no tardaron en atraerles sus depredaciones ince- santes, no tocaba vengar á los piratas del Báltico más ávi- que dos de emularlas que de corregirlas, sino á los estados cuyas riberas experimentaban los daños de la molesta vecindad. Pisa fué la primera que á excitación del pontífice Pascual 11, puesta al frente de las repúblicas mercantiles de Italia, armó en 1113 una poderosa escuadra contra las Baleares; pero aportada por equivocación en el mes de Septiembre á las playas de Cataluña, entró el conde de Barcelona Ramón Berenguer III en la ardua empresa, y el invierno dió espacio á prepararla con mejor plan y más vastos recursos. Venido del mar Toscano en la primavera de 1114 un re- fuerzo de ochenta naves, á juntarse con las que aguardaban hacia las bocas del Ebro en unión con las del conde y otros ba- en roñes catalanes y provenzales, partió completa la armada número de quinientas velas, día del Bautista; y dejando Ma- Horca á la izquierda, no se sabe si por error otra vez ó para sus fuerzas en conquista de menos monta, dió vista á ensayar Ibiza, con sus puertos y ensenadas, con sus feraces llanuras circuidas de pedregosos cerros, con su fuerte ciudad de triple recinto, ceñidos de cuyos muros guarnecidos de doce torres, foso excavado en la peña é inundado por el agua de cercanas lagunas, distaban entre sí dos tiros de saeta (a). Al nocturno con la que usó más adelante Jaime 1 para desalojar de sus cuevas á los de Artá. (Marsilio, cap. XXXVllI). (a) Debo estos detalles al poema de Laurencio citado por Piferrer en el apén- autor dice núm. i.* de la parte histórica pág. conociéndose por ellos que el á fuer de coetáneo no trazó un cuadro de fantasía á merced de su inspiración, sino al en las descripciones de los lugares, ya que no como testigo de vista, que menos procedió sobre informes de los expedicionarios. En prueba de su exactitud, y por la luz que arrojan sobre el estado de Ibiza en aquel tiempo, me limitaré á citar los siguientes versos (Lib. Ill al fin) : Huic Ebusum, memorant, urbi dedit insula nomen : Portus in hac magnus, Magnvm vicinia dicit ; Cunctaque saxosi cingunt campestria montes. Germinat innúmeras herbas cum fructibus arvum ; Hordea multa gerit, vites quoque terra feraces : Eximii colles plani spectacula campi ISLAS BALEARES desembarco no se opuso resistencia, sino clamoreo y ruido de trompetas y bocinas por ambas partes: al otro día acampan los cristianos, llueven desde la plaza proyectiles, aventúrase alguna salida, trábanse escaramuzas, alcanzan á las naves los disparos de la ciudad y los de la ciudad á las naves. Arrímanse á la mu- ralla ingenios y arietes para batirla, escalas para el asalto; al nivel de los sitiados adarves álzase sobre ruedas una móvil for- taleza para atacarlos por arriba, mientras avanzan hasta el pie los combatientes al abrigo de la testudo, á cuyos repetidos gol- pes se derrumba, haciendo retemblar el suelo, la robusta torre, y penetrando por la ancha brecha los cristianos se apoderan del primer recinto. Era el 21 de Julio, fiesta de San Víctor el de Marsella, y el 28 al cumplir la octava, rendidas otras dos torres, es allanada la segunda cerca: estréchase el sitio al rededor del alcázar, redoblan las máquinas sus baterías, y al cabo herido en la garganta el jefe de la defensa entrégase á discreción (a), y día de San Lorenzo, 10 de Agosto, se enarbolan con tres salvas de clarines los estandartes de la cruz (ó). A la toma siguió la demolición de las fortalezas, y la libertad de los cautivos traídos Intrépidas arces et mœnia tuta dederunt. Ardua sed triplices circumdant mœnia mûri ; Subsistunt mûris foveae de monte cavatee ; Lata duodenas habuerunt mœnia turres : P'ossa redundat aquis, quas attribuere paludes Urbis, et in summo fuit arx á partibus austri. Altera pars montis, quae nempe recisa videtur, Solis ab occasu foveas descendit ad imas; Erectum paries saxum secernit ab urbe, Incipit á portu, protentus desinit illic Quo mons prœruptus subjectas spectat in undas ; Turriger hinc murus summas ascendit ad arces Duplex et triplici tutus munimine fossae. (o.) Abul-Manzor le llama el poeta, añadiendo que era el segundo después del rey y cruel renegado natural de Gerona, lo cual no afirmaré que sea pero el histórico, parece ser mismo que el P. Cayetano apellida Albul-annazer cia con al referen- historiador de Pisa Pablo Tronci. No aparece el nombre del titulado que debió ser algún rey, jeque puesto en Ibiza por el emir de Mallorca daulah. Nasir-ud- (b) Per mensem obsessa, dice la crónica, pisana, cum immani terfectione Sarracenorum in- caspia, est in S. Laureniii fesio urbs crudelis et fortissimo,. ISLAS BALEARES 1312 de acá y de allá en cien excursiones por los infieles corsarios. Copiosa fué la presa: había empezado desde el desembarco y continuado durante el sitio de la ciudad el merodeo por las campiñas {a)^ y guardados por cáda cual los despojos como pudo, partieron diez ó doce días después para Mallorca en de- manda de más rico botín á precio de más peligrosas haza- ñas (â). Como ráfaga asoladora pasaron los Písanos, pasó el conde de Barcelona y su cohorte de magnates, sin que ningunos cuida- ran de convertir en dominio permanente ni menos en mejorable colonia la fugaz conquista. Quedó Ibiza poco menos que desier- ta, desmantelados sus muros, exterminada en los combates ó esclava la flor de su juventud, quemados los aduares, taladas las campiñas; y años transcurrirían antes que rehechas sus em- barcaciones pudieran correr los mares otra vez á caza de pací- (a) Antes de realizarse la expedición, llegaron á Ibiza en Marzo del propio año para explorar el país algunas galeras, á cuyos inermes tripulantes sorprendieron tierra los naturales comiendo pasas é higos secos y hartándose de vino, mien- en en ra- tras otros en Formentera hacían presa de gordos bueyes que no comieron su colorido local zón de la abstinencia cuaresmal. Este episodio del poema por con la histo- tiene trazas de verosímil, y más andando acorde como de costumbre ria de Tronci, aunque para salvar quizá el honor de los Písanos, supone Laurencio que el corto destacamento de exploradores, en vez de quedar prisionero como era consiguiente, víctima de su temeridad, cautivase todavía las gentes del campo y aun las del arrabal, sacándolas de sus casas y se las llevase con ropas y haberes. (b) En la bahía de la capital de Mallorca entró la armada sábado 22 de Agosto, de la Asunción de la Vir- y no I ç del mes como dice Piferrer equivocando el día la letra dominical gen con el de su octava, y compruébalo á mayor abundancia del año i i 14. Durante el sitio de la ciudad mallorquina, que no duró menos de medio año, envió Nasir-ud-daulah ó sea Mubasher una embajada al amir de Ma- rruecos ofreciéndosele por feudatario con tal de alcanzar pronto auxilio, y lo mis- mo hizo á Butal señor de Denia, según la historia de Pisa extractada por el P. Ca- confirma admirablemente lo dicen las historias arábigas de la yetano, que que misión de Abén Maymún que cité en la nota de la pág. 37. Noticioso de ello el los conde de Barcelona, envió á Ibiza veinte naves á cerrar el paso á los aliados, cuales al llegar las hallaron dispersas y abandonadas, pues la tripulación había saltado en tierra entregándose al é hicieron presa de tres ó cuatro. Estas saqueo, son las cuatro que según Almakkari arrojó á las costas de Denia la tempestad, como llevo indicado pág. 43 en la nota. Cortada á los cristianos la retirada, me- tiéronse en el monte, donde vivieron largo tiempo de hierbas y carnes silvestres, hasta que pasó á recogerlos la escuadra, terminada la conquista de Mallorca. ISLAS BALEARES fieos buques ó atracar á indefensas playas. No estaba empero extirpada de raíz la piratería, y en las miras de Ramón Beren- guer IV entraba el emprenderlo, cuando en 1146 anticipaba á su senescal Guillén Ramón de Moneada la donación de Ibiza con las demás islas por adquirir, y cuando al año siguiente pactaba con los genoveses conquistarlas (a). Sometida al emir de Ma- rruecos que la ocupó luego de alejarse los Pisanos, formó parte del glorioso reino que en Mallorca establecieron los Abén- Ganyas arrojados de la península por los sombríos almohades, marchando envuelta así en las hazañosas aventuras como en las fratricidas discordias de la dinastía almoravide; al caer su pos- trer príncipe segado por la cimitarra del implacable enemigo que en 1203 apoderó de la capital, Ibiza lo mismo que Me- norca se rindió por capitulación. Allí ocurrieron, si ha de creer se á Desclot, los recíprocos agravios entre moros y catalanes, que irritadas con las réplicas ambas partes, decidieron la expe- dición de Jaime I á Mallorca y demás islas especificadas, du- rante la cual no obstante, y aun después del completo triunfo, para nada se mienta á la pequeña adyacente, aunque por la cita que hace de esta el privilegio de 22 de Marzo de 1232, otorgado en Lérida á los pobladores de la conquistada matriz, demuéstrase que en principio le estaba ya reservada igual suerte. Una dignidad eclesiástica, el sacrista de Gerona, Guillermo de Mongrí, deseoso de señalar con algún hecho de armas el lustre de su familia con la cual contaba, y el de la metrópoli de Tarragona para cuya sede acababa de salir electo, propuso al joven rey, hallándose en Alcañiz la corte, que le cediese la isla de Ibiza, ofreciéndose á ganarla dentro de diez meses; y en representación de sus deudos le acompañaban Bernardo de Santa Eugenia lugarteniente real en Mallorca y Ponce Guillén (a) Véanse los apéndices núm. 5 y 6 de la primera parte. 165 I3I4 ISLAS baleares SU hermano (a). Asociáronse á la empresa, una vez autorizada por el soberano que á la sazón meditaba la colosal del reino de Valencia, el infante de Portugal don Pedro señor ya de Mallor- {â) el conde Ñuño Sans; y los aprestos se activaron de ca y en 12 de Abril de 1235 pudo firmarse en suerte, que Tarragona el convenio entre sus tres promovedores, de dividir en tres por- ciones la villa ó fortaleza, sin atención al número de combatien- tes de su séquito, y en proporción de ellos las tierras de la isla, transmisibles á sus herederos bajo el real dominio y en feudo á la vez que bajo la jurisdicción espiritual del arzobispo de Tarra- gona {c). No constan las fuerzas generales de la armada, ni el contingente que puso cada magnate, ni aun si asistieron perso- di- nalmente, bien así parece, los tres caudillos; hasta se que fundió la voz entre los moros ibicencos que contra ellos iba el invicto Conquistador, á lo cual se atribuye la poca ó ninguna resistencia que al arribo de las naves opusieron. Fué ocupado se indica su (a) Era Bernardo señor de Torrella de Montgrí, por donde paren- del tesco con Guillermo de Montgrí que llevaba por apellido el nombre castillo; no se sabe empero cómo él y su hermano se retiraron de la expedición en que no figuran. En cuanto al sacrista de Gerona, había asistido ya á las cortes tenidas en de 1228 disponer la jornada á Mallorca, adonde Barcelona por Diciembre para ofreció ir, dice Desclot, «con caballeros buenos y bien arreados, sin escasearles ni el ni el vino ni la cebada, acompañados de muchos el sueldo ni la carne pan : así hábiles mar y por tierra, y escuderos y demás comitiva» que sirvientes por el reparto de caballerías tiró 89, por las cuales en unión con las 254 de Ber- en El nardo de Santa Eugenia, debían presentar en común dos caballeros y medio. título de electo de Tarragona no pudo llevarlo Guillermo de Montgrí antes no de por vacante de su antecesor Aspargo , y obstante, su elección no fué 1234 de á gusto del monarca. Vivió hasta el confirmada en Roma, á pesar ser muy año 1273, y el necrologio gerundense, además de recordar su denuedo en de Prades á multitud ahuyentar del vizcondado de Castellbò y de las montañas de de herejes, sin duda albigenses transpirenaicos, y su fundación de la Cartuja Sant-Pol en la marina, resume en estas palábras su expedición á Ibiza : Exercitu congrégalo, castrum el ínsulas de Eviza el Formenlaria, depulsis paganorum spur- ciliis, expugnavit. (b) En la escritura de 29 de Septiembre de 1231, por la cual adquirió dicho señorío por permuta con el condado de Urgel, hácese mención de Menorca, pero no de Ibiza. (c) Aunque está ya fuera de duda que fué conquistada Ibiza en el año 1235, anterior Mariana y Dameto, dirime toda cuestión la fecha y no en el como ponen del citado instrumento, que afirma haber visto el P. Cayetano. sin dificultad el puerto, y salieron á tierra los caballos armados, y ordenáronse las tiendas, y montados los dos ingenios de que se había provisto el sacrista, empezó el fundíbulo á disparar 1315 contra la villa y el trabuquete contra el castillo. Medio derruí- dos desde su toma por los Pisanos ó mal reparados los muros, no habían quizá recobrado su antigua fortaleza; y estremecidos por enormes piedras á la vez que socavados por secretas minas, mientras se distraía con menudos combates la atención de los sitiados, al llegar la hora del asalto general, armóse toda la hueste, y se apoderó de golpe de la primera cerca en derredor, por la cual entró delantero Juan Xico de Lérida (í^). Perdieron ánimo los infieles y movieron plática de rendir el castillo, antes de que el trabuquete lanzara más de diez tiros (à). De lances y proezas detalladas no quedan mas memoria en este breve sitio, harto menos empeñado que el de 1114: la entrega fué día de San Ciríaco, 8 de Agosto, coincidiendo sin más diferencia que la de dos días con el de San Lorenzo, glorioso aniversario de la primera. Como entonces á la caída de Mallorca había prece- dido por vía de ensayo la de Ibiza, era esta vez tardío apéndice y última consecuencia de la conquista de la mayor Balear y de la dependencia tributaria á que la menor acababa de someterse. Rendida la cabeza ó mejor dicho la población única, fuera de la cual seguía la tierra, tal como mucho después todavía, sin villas y hasta sin caseríos agrupados, es por demás añadir que el ejército vencedor se posesionó de la isla, así como de su adjunta Formentera, despoblada á la sazón, se dice, por los con- (a) Sigo en la ortografía del nombre del adalid leridano las crónicas del Rey y de Marsilio, llamándole Xico mejor que Chico, como si fuera de procedencia cas- tellana. (à) De una historia manuscrita compuesta por el año 1620, que cita el P. Ca- yetano repetidas veces, apoyándose más de lo justo en su autoridad, aunque nota sus descuidos, saca el diligente capuchino la noticia ó más bien leyenda de ha- ber entrado en la plaza los sitiadores por oculto trato con el hermano del jeque en venganza de haberle robado éste su esposa, y hasta designa por tradición po- pular la casa donde vivía el agraviado (calle den Julia) y el postigo inmediato por donde abrió paso al enemigo. 1316 ISLAS BALEARES tinuos estragos de los piratas, mas no inculta si ha de juzgarse por la nombradla de su feracidad, á pesar de lo difícil de con- ciliar ambos extremos. Dejando muy pocos moros solamente para esclavos que cultivasen los campos, la villa se comenzó á poblar de cristianos, y establecida allí la religión del Crucificado y edificada iglesia, sujetóse la cura de almas á la catedral de Tarragona, á cuyo prelado, sucesor del electo Montgrí, pasaron por donación ó por compra los diezmos de la sal y otras ren- tas (a). Dividióse el territorio en cuatro porciones, no ya entres conforme se había acordado en el convenio de 12 de Abril que precedió á la jornada; pues además de las que respectivamente cupieron á cada uno de los tres magnates, cupo una al sobera- no sin contar sus derechos patrimoniales, á la cual vinieron en breve á agregarse la de Ñuño Sans luego de fenecido el conde, como sucedió respecto de Mallorca, y la del infante de Portu- gal después que recobró de éste por cesión de otros estados el señorío de las islas que en cambio del condado de Urgel le ha- bía conferido: de suerte que Ibiza quedó definitivamente infeu- dada entre el rey y el arzobispo. La posesión de los nuevos pobladores al pronto distó mucho de ser pacífica; intentaron recobrarla más de una vez los sarra- ceños del litoral Africano ó de las costas de Murcia y Andalu- cía con más ó menos aparato de galeras; pero por merced di- vina, dice la crónica real, mayor que el daño que hicieron fué el que reportaron. Creció bajo pie de guerra la pequeña colonia, subordinadas á la necesidad de la defensa todas las demás so- dales y agrícolas, no sin que fueran ya bien conocidos los ele- mentos de prosperidad que entrañaba. En la crónica de Marsi- lio aparece la Ibiza de entonces, con poético colorido, pero con (a) llague œdificato ibi templo, dice Miedes lib. X, pág. 177 edición de 1582, el Christi religione inducía, oppidum, paucis dimissis in insula sarracenis, á Chris- tianis habitari cœpit, illudque ac tota insula cum adjacenli patrimonio regis fuit addicta, tametsi decumce salis aliique reditus archiepiscopo cesserint, ideoque religionis et animarum cura eidem perpetuo commissa fuit. Con diehas rentas se instituyó en la catedral de Tarragona la dignidad del arcediano de San Fructuoso. ISLAS BALEARES I317 notable exactitud por lo que de antes y después puede juzgarse, con su fisonomía y sus productos y los nombres hoy aún con- servados de sus puertos é islotes (a). «Está, dice, á la parte del sudoeste, sesenta millas lejos (del continente), y es llamada Evissa en voz casi arábiga derivada de Ebiza que significa seca. Tiene puertos casi parecidos á calas, que se llaman Tago-mago, Portmany, Conieras y Vedra, pero este último viene á ser isla y hacia la tierra mayor forma ensenada á manera de puerto. Es Evissa muy á propósito para ganados ; es señora de la sal ; de miel tiene lo bastante; oculta minas de plata; cría pinares en vez de bosques; de trigo y vino produce alguna cosa; pez y al- quitrán suministra á los marineros; y es la única que en nuestros países se ameniza con flores de alcaparras. Ciérranla en el mar por el lado de occidente algunas rocas, que el pueblo apellida las Puertasj por entre las cuales navega hacia la villa y casti- lio. Elévase sobre el mar'su castillo muy hermoso, é incluye y cierra la villa dentro de sus muros; tiene arrabal junto á sí, y hacia la llanura aquella hay viñas y huertos muy agradables; cerca del castillo hay un puertecito que cierra el islote de las Conieras, y donde encuentran abrigo las naves y las barcas {U). Fuera de los muros del castillo no tiene esta isla poblaciones ni villas, sino únicamente masadas y alquerías de campesinos dispersas y apartadas entre sí: no está abastada de aguas dul- ees y corrientes sino en muy corta cantidad; ni la cierra grande altura de montañas, aunque toda sea montuosa, pues no con- (a) Aunque pone el cronista la descripción de esta como de las otras islas Ba- leares en boca de Pedro Martel antes de emprender la conquista de ella Jaime I, es natural que el autor se conforme á las noticias de su tiempo más bien de que á las un siglo atrás, bien que la variación no pudo ser mucha en tan poco interme- dio, y hasta diríase que estuvo en Ibiza según son de exactos por lo los detalles general de su boceto. En cuanto á la etimología arábiga que al nombre más atribuye, obvio es derivarlo del constante de Ebusus,e\ cual, si es de origen púnico como se pretende, y equivalente á estéril, viene á dar igual resultado. {b) Esta es acaso la única equivocación de Marsilio, que confunde la isla Grossa y la de Botifoch situadas en la boca del puerto de la villa, con la de Cunillera que cae al otro lado á la salida de Portmany: á no ser que en algún tiempo llevase también el nombre de Conejera dicha isla fronteriza á la ciudad. 1318 ISLAS BALEARES tiene más llanura que la de junto al castillo, deleitosa á quien la mira, y algunas pequeñas porciones de tierra concedidas á los habitantes para la labranza. Tiene además esta isla otra junto á sí, dividida por un estrecho brazo de mar y llamada Formentera, la cual es bastante llana y á propósito para trigo {a). » Muéstranse aquí siii mudanza, á prueba de siglos y domi- naciones, no sólo los rasgos característicos del país, sino los accidentes mismos de su población y fortaleza; y tal sello de antigüedad lleva la nomenclatura de los lugares, que la división de la isla en cuartones parece anterior al repartimiento de tie- rras subsiguiente á la conquista. Cinco eran y han sido hasta nuestros días los cuartones, á pesar de que el vocablo suscita la idea de cuartas partes; y es que á los de Santa Eulalia, Ba- lanzat. Port-many y Salinas se añade el del Llano de la Villa, terreno neutro y común hasta cierto punto, que no se adjudicó en particular á ningún porcionero, sino que se partió igualmente entre los tres magnates en razón de autoridad para'que no pre- ponderase el uno sobre el otro (â). Los demás cuartones distri- (a) Como descripción de fecha no muy posterior á la de Marsilio, y dándose entrambas la mano con las anteriores sacadas de Diodoro de Sicilia, de Almak- karí y de Laurencio Veronense, tocante á las épocas romana y sarracena, va á con- tinuación la que ya cité pág. i 308 nota a, datada de los primeros años del siglo xv al pasar por Ibiza la embajada de Ruy González Clavijo al gran Tamorlán: «E saba- do, quando amaneció, fueron en par de una isla que llaman Formentera, y es des- poblada y á ojo de la isla de Ibiza... E esta dicha Ibiza es una isla pequeña en que ha cinco leguas en luengo é tres en ancho. Y el dia que llegáronlos embajadores tomaron tierra, y el gobernador que ende estaba por el rey de Aragon mandóles dar posada en que estoviesen, y envióles omes y bestias en que viniesen á la villa. E la dicha isla es toda la mas della montañas altas de montes baxos é piñares: é la villa es poblada en un otero alto que está junto con el mar, é tiene tres cercas, y entre cada cerca mora gente; y tiene un castillo en lo mas alto de la villa facia la mar, é tiene altas torres é cerca sobre sí, y la iglesia de la villa está á par del cas- tillo, é tiene una torre alta que se contiene con el dicho castillo, é cerca la villa é castillo de partes de fuera una cerca sola. E en esta isla ha unas salinas en que ha mucha sal, que se face en ella muy fina cada año del agua del mar que entra allí; é estas salinas son de gran rendición, qué cada año vienen allí muchas naos de levante á cargar de sal...» (b) «Y más adelante, dice el documento de i 2 de Abril de 1235 citado por el P. Cayetano (V. atrás pág. 131 i), cada uno de nosotros debe tener en la dicha fuerza, villa ó castillo la tercera parte dividida, sin atención al número de solda- dos ó armadores,letc.» ISLAS BALEARES I319 huyéronse á cada uno de ellos proporcionalmente á las fuerzas con que habían ayudado, y considerables hubieron de ser las levantadas por D. Pedro de Portugal, cuando le correspondió el más extenso de todos, el de Santa Eulalia que ocupa al nor- deste más de cuatro leguas, encerrando vestigios y recuerdos de una inmemorial feligresía que probablemente existió antes de la invasión musulmana; más adelante, traspasada al soberano la porción del infante, se le encuentra al parecer denominado á veces cuartón del Rey. Al sacrista Montgrí cupo el cuartón de Balanzat, el más septentrional y montuoso, no se sabe si llama- do así por el distinguido linaje arraigado siglos hace en Ibiza, ó si el apellido se tomó más bien del distrito solariego; de todas maneras el. nombre se remonta á edad lejana. Del latino Partus- magnus deriva el de Port-many, cuyo límite del antedicho deter- mina al nordoeste el cabo de Nono, recordando al conde Ñuño, á quien se dió aquel término dilatado que se mete tierra adentro, mientras avanza en ancho semicírculo su costa por el lado de poniente. Para compensar al prelado electo de Tarragona lo que en valor y espacio faltaba á su cuartón de Balanzat, agre- gósele el de Salinas situado al mediodía, corto aunque suma- mente productivo por sus estanques, que rendían á la sede metropolitana pingües diezmos. Hoy subsisten, sin alteración notable de linderos, los cuartones en calidad de parroquias, cuyo nombre toman á ejemplo de Santa Eulalia, apellidándose de San Juan Bautista el de Balanzat, de San Antonio el de Port- many, y de San José el de Salinas, matrices rodeadas de sus respectivas anejas. Jurados y consejo general y demás régimen establecido en Mallorca, á cuyo reino Ibiza y después Menorca, no se incorpo- raron á fuer de miembros, sino que se agregaron á título de islas adyacentes., hállanse planteados desde el principio en la nueva conquista con arreglo á sus especiales circunstancias: donde no había más que una sola villa en realidad, sólo cabía un municipio, sin complicación con atribuciones hasta cierto 1320 ISLAS BALEARES punto provinciales. Cuatro eran los jurados para la población y para la isla entera: reservado el primer puesto, como de eos- tumbre, á alguno de los pocos nobles ó caballeros allí residen- tes; el segundo á la clase ó mano mayor^ equivalente sin duda al brazo ciudadano entre los mallorquines; el tercero á los de mano mediana^ comprensivo tal vez no sólo de mercaderes y marinos sino de honrados menestrales; el cuarto (de ma de fora^ representaba la vecindad campesina, cuyos cinco cuarto- nes tenían además su respectivo baile y su diputado ó síndico, encargado el primero del sostenimiento del orden y persecución de los delincuentes y vigilancia de la costa, y el segundo de sus especiales intereses en el general consejo. Componíase éste de cincuenta plazas, doble número que en Menorca, y para for- marlo se requería la asistencia de treinta y tres, es decir, los dos tercios; regían alternadamente por turno cuatro listas completas que llevaban el nombre de los santos evangelistas, mas no he podido averiguar en qué proporción entraban á componer la asamblea los distintos estamentos. Para asuntos perentorios ó reservados había un consejo secreto, de más reducido personal. A Ibiza alcanzaron de seguro las mismas vicisitudes de gobier- no que á la metrópoli de donde partían: el de franqueza con sus frecuentes modificaciones, la pragmática de Anglesola, los repetidos ensayos que precedieron al de saco y suerte^ arraigado en definitiva para florecer por espacio casi de tres siglos, todos sucesivamente funcionaron allí en pequeña esfera al tenor del modelo en grande de Mallorca; y es curioso observar en su postrera fase las formas políticas y administrativas de aquella dependencia á fines del siglo xvii, reinando Carlos II, llegado á su apogeo el sistema insaculador, hasta el punto de no bajar de treinta y cinco las urnas que proveían á la renovación anual de otros tantos oficios públicos {a). (a) Consúltense las Ordinaciones de la isla y real fuerza de ¡biza, publicadas en 17 5 I por el P. Cayetano, referentes á la nueva insaculación y regimiento, de ISLAS BALEARES I32I Presidía la universidad el gobernador, dependiente del de Mallorca, aunque de nombramiento real y de ilustre alcurnia las más veces, y á sus atribuciones militares y civiles reunió andan- do el tiempo las delegadas de veguer del arzobispo de Tarra- gona y baile del arcediano de San Fructuoso, cuya jurisdicción y rentas tenía encomendadas. El gobierno espiritual del prelado corría á cargo de su vicario general con título de paborde, rec- toi* de la única parroquia que, erigida à la sombra del castillo, dilataba tan lejos, cuanto la isla sus riberas, los límites de su feligresía, hasta que fueron creándose desde 1570 las de los distritos rurales. Gobernador y paborde autorizaban con su asistencia las reuniones del consejo: gobernador y paborde, recibido en la iglesia el juramento á los nuevos funcionarios cada año día ide Junio, se ponían á la cabeza de ellos en el solemne paseo que por la villa daban, bajando desde la cúspide del cerro hasta la atarazana á flor del agua, como para confe- rirles posesorio (a). Agrupábanse allá arriba con envidiable con- cordia el templo y el alcázar, que también retuvo en Ibiza su real orden encomendado en 1686 al gobernador D. Juan Bayarte, en las cuales aparecen las bolsas ó sacos de diversos colores de donde se extraían por sorteo los cargos, á saber: cuatro para los jurados, uno para consejeros, otro sin- dicos para extraordinarios, diez para bailes y para diputados de los cinco cuartones, tres para contadores ó racionales apellidados el uno mayor y los otros de mano mayor y mediana^ otro para bolsero y depositario, dos para obreros y clavarios de mano mayor y mediana, dos para almotacenes de uno y otro estamento, uno lugarteniente para del gobernador en el cuidado de los estanques, dos para res de los repartido- mismos de entre los vecinos de la villa como de los de fuera. Los res- tantes oficios consistían en escribano de la universidad, en guardián de la sal, en paleijador ó medidor de ella, en formenter ó guardián del trigo, en tercer arbitra- dor ó acequiero, en custodio de la atarazana, en forialans ó llaveros de las puer- tas y en maestro de guayta, en padre de huérfanos, en sacristán ú en administrador hospitalero y de las madres monjas. Dividense las ordenaciones en tres li- bros, que marcan el primero la forma de extracción y juramento peculiar de cada cargo, el segundo los estilos, procedimientos, ejecuciones civiles, multas, penas y salarios, y el tercero las obligaciones especiales tocante á la administración de la sal. (a) Recibíales homenaje el gobernador á la puerta del castillo, y en los oficiales seguida salientes transferían sus insignias á los entrantes á sia y pasaban todos laigle- juntos, tomando estos la derecha. Son de ver los detalles del ritual y las fórmulas especiales de cada juramento en las citadas ordinaciones siguientes. página 81 y x66 1322 ISLAS BALEARES I arábigo nombre de Almudayna: satisfechos en su modesta es- fera los dos poderes y poco tentados á invadir la inmediata, vivían en buena vecindad, y si alguna chispa brotaba del conti- nuo roce, era tan leve que ni en documentos ni anales dejó ves- tigios (a). Respeóto de las clases ó elementos sociales, no pre- sentaban en aquel estrecho palenque suficientes fuerzas para la lucha, ni menos para arrogarse ningún predominio sobre las otras: contentábanse con la representación oficial que la ley les otorgaba por brazos, equilibrando sus naturales influencias, y en el curso de los tiempos no se vislumbra indicio de perturba- ciones ni aun de quejas entre grandes y pequeños, entre la po- blación amurallada y el creciente arrabal de la Marina, entre la villa y los habitantes desparramados por los cuartones, que si bien dos veces más numerosos no tenían otro centro que ella. En un país tan pobre como trabajador todos los cargos públi- eos eran retribuidos empezando por el de jurados, y á pesar de esto en época ya cercana al siglo xviii aún no llegaba á 1,500 libras mallorquinas el presupuesto municipal (à), buena parte del cual se invertía en atenciones religiosas de que se mostraba muy celosa la universidad, asistiendo á las principales fiestas (a) En el testamento que otorgó en 1247 Guillermo de Montgrí veinte y seis años antes de su muerte y del cual me ocuparé más adelante, es muy de notar la cláusula tocante á la hermandad y buena compañía que recomienda entre el .sa- cerdote y el castellano puestos por él, el uno en la iglesia y el otro en el castillo, cut, dice, exhibeat (sacerdos) honorem et fraiernctm societatem, sed ei in aliguo non sii subjectus. (b) Los más importantes salarios van en reales de plata, ocho de los cuales componían la pieza de ocho, equivalente á cuatro pesetas ó veinte y cuatro suel- á la de ve- dos, moneda por la cual se contaba allí hasta nuestros días: respecto llón, empleada en las partidas menores, es de advertir que las libras y sueldos ibicencos no tienen sino un diez y siete avo del valor de las de Mallorca, con lo cual resultan muy cortas las retribuciones señaladas al predicador de la'cuaresma del en la iglesia mayor, al organista, al hospitalero eclesiástico, al beneficiado Rollo y al convento de dominicos por el estudio general y escuela de gramática. Más pródigos en feriados andaban los tribunales, guardando cincuenta festivida- des, además de quince días por Navidad y otros tantos por Pascua, el mes com- la pleto de Junio por la siega, y el de Agosto para la recolección de la sal: total mitad del año. ISLAS BALEARES 1323 eclesiásticas, y obligando á los gremios y cofradías á concurrir con banderas y luces á las procesiones generales. Jaime el Conquistador no visitó en cuarenta años, ni desde Mállorca ni desde la costa valenciana, la pequeña isla que le habían adquirido sus magnates: hízolo en 12Ó0 su hijo Jaime, mancebo de 17 años, declarado ya heredero del reino insular y estados del Rosellón, y en calidad de tal confirmó en 21 de Di- ciembre las concesiones y establecimientos hechos por el infante de Portugal y por Pedro de Alcalá su partícipe á los poblado- res de sus tierras. Medio año después, hallándose en Barcelona junto con el sacrista Montgrí, concedieron los dos en un día, 20 de Junio de 1261, aunque en escrituras separadas, un besan- te y medio á los habitantes por cada mundino de sal que extra- jeran, y á la naciente universidad un millarés para construcción y reparo de sus muros, guaytas y atalayas y demás gastos con- cernientes á la defensa y conservación de la isla {a)-, gracia que repitieron de común acuerdo seis años adelante en términos más absolutos, el infante D. Jaime desde Perpiñán y el sacrista no expresa desde dónde, en Septiembre de 1267, recibiendo éste en cambio 4,500 sueldos malgurienses. Señor de Ibiza se titula- ba el prebendado de Gerona, dueño de las tres cuartas partes de la isla, después que adquirió del soberano en 1242 por 9,500 sueldos de los referidos la que había comprado éste á los sucesores de Ñuño Sanz; y aunque muy temprano se le desva- necieron las esperanzas de sentarse en la augusta silla metro- politana para la cual se complacía al tiempo de la conquista en llamarse electo, legó á la mitra de Tarragona como si en reali- dad la hubiese ceñido, no sólo la propiedad y la jurisdicción. (a) Cada, mundino se estimaba en veinte y dos raillareses, pequeña moneda de plata que acuñaban en Mompeller los obispos de Magalona, según se desprende de dichos documentos, que irán con otros por apéndice al fin del tomo. Por esta merced pagaron los pobladores á Montgrí mil quinientos besantes y quinientos por su cuarta parte al futuro rey. Equivalía el valor del besante, según Terrassa,- á tres sueldos y seis dineros mallorquines, y á cantidad casi doble el sueldo mal-, guriense (de Melgueil) de que se habla más adelante. . . ,132-4 ISLAS BALEARES sino los derechos feudales que sobre el país ganado pretendía, sometiendo á la serie de sus arzobispos perpetuamente la villa y el castillo, é imponiendo así al castellano de éste como á los habitantes de aquélla que le prestaran homenaje. No consintió el joven heredero de la pequeña corona que esta partícula se le desprendiese, antes trabajó desde el principio en reivindicar la plenitud de su soberanía; y esta mira le dictó rebajar á un quin- ceno del precio del contrato el laudemio que sobre la edificación y traspaso de casas y obradores debía percibir el sacrista, y á un trigésimo el que afectaba al establecimiento ó venta de here- dades. Reinante ya, y recobrado el perdido cetro, revisó y co- rrigió en 1299 los fueros otorgados á Ibiza en los primeros días del 1236 por los tres magnates que acababan de adquirirla, casi al pie de la letra copiados de la carta-puebla dada á Ma- Horca por el rey conquistador, y en iguales términos enmendada por su hijo (a). Reducíase el dominio real á un tercio del castillo y villa y á una cuarta parte del arrabal y de las afueras, gozando en común con el arzobispo y con el paborde de Tarragona de la posesión de los campos y montes sitos más allá del alcance de un trabu- quete. El primer cuidado de Jaime II de Mallorca fué poner en la fortaleza alcaide en sustitución de Guillermo de Marseyla dependiente del difunto Montgrí ; y por el rey tuviéronla suce- sivamente Berenguer Deyn en 1277 y en 1283 Galcerán de Montroig. Guardóla Pedro de Sarrià de 1286 á 1298 á nombre de los reyes consecutivos de Aragón, Alfonso III y Jaime II, y de orden de aquél privó de su tenencia á los condueños ecle- siásticos; pero lo que hubo de reparar conforme á derecho el joven y poderoso monarca haciéndoles devolver lo quitado (¿5), (a) Sería ingratitud á la Providencia no aprovechar la abundancia de docu- mentos relativos á los tiempos inmediatos á la conquista, que me ofreció impen- sadamente el archivo eclesiástico de Ibiza, para ampliar el texto algo más délo que me proponía antes de mi viaje y publicar por apéndice los más importantes. (b) En los apéndices irá la orden de Alfonso 111, arrancada sin duda por el bra- ISLAS BALEARES 1325 mantúvolo, reintegrado en el trono y en sus omnímodas facul- tades, nuestro buen soberano. Nombró bailes, procuradores y oficiales propios, enmendó los yerros y descuidos de los pasa- dos, deslindó su jurisdicción de la de los sucesores del sacrista, turnó con ellos cada tres años en el actuar de sus respectivas' curias, y reservóse, no sólo las atribuciones inseparables de la realeza, como la declaración de guerra y de paz, el castigar como á piratas á los infractores de tregua con los países sarra- ceños, el confiar las llaves del alcázar y de la villa, el vigilar de día y de noche por la seguridad pública, él revistar y mantener en buen orden los caballos armados, sino muchas extensivas al señorío feudal, por ejemplo, de juzgar en segunda apelación, de perseguir y condenar á los delincuentes, de publicar edictQs y bandos, de fijar los pesos y medidas, de permitir en casos dados la extracción de víveres y efectos negada por punto general á aquellos naturales (a). Para contener el aumento que iba to- mando el arrabal de la Marina en perjuicio de la villa amuralla- da y de su pujante fuerza, vedó que en él se vendiera pan y vino é impidió nuevas construcciones. Su baile Bernardo de Portea (el mismo apellido probablemente que poco más tarde se dijo Forteza) se apoderó del diezmo de la Mola de Formentera que percibía un convento de frailes agustinos en ella establecí- do, pretendiendo que era mal concedido por Montgrí contra los derechos feudales del rey, y arrostró las excomuniones que le valió su procedimiento por parte de los oficiales del arzobispo: mayor violencia se permitió con otra ocasión semejante, inva- diendo la iglesia de Ibiza, perturbando los oficios divinos y sos- teniéndose á mano armada con una gavilla de malhechores. Hervían en 1301 estas querellas, que no sé si duraron tanto como el reinado por lo demás pacífico de Jaime II; lo cierto es zo eclesiástico en las cortes de Monzón de i 289, mandando á Sarrià enmendar dichos agravios. (a) ÈS curiosa la prohibición intimada en 1297 por Jaime 11 de Aragón al fa- moso Roger de Lauria para que no saque de Ibiza pez ni sebo ni estopa. I 'j2Ò ISLAS BALEARES que al año siguiente de su fallecimiento, recrudeció en 1312 la lucha de jurisdicciones con excesos y agravios alegados por am- bas partes, que dieron motivo á la información encomendada por el sucesor, sinceramente deseoso de terminarla, á una co- misión procedente de Mallorca (a). Ni el enfermizo Sancho ni el desventurado Jaime III pisaron jamás, que se sepa, aquel apartado rincón de sus estados : Ibiza no conoció personalmente á los dos bondadosos príncipes ; las mudanzas de señorío, sobrevenidas por transmisión hereditaria ó por violento despojo, no consta que fueran allí señaladas sino por la solemnidad del homenaje oficial, ni acompañadas de bé- lico aparato en la ocupación ó en la resistencia. Cambiábase de gobernador con ellas al cambiar de pendón, y funcionarios y franquicias seguían inalterables, de cualquiera reinado procedie- ran. Del castillo tomó posesión en Junio de 1343, á nombre de Pedro IV, su botillero Miguel Martínez de Arbe, con diez hom^ bres de á caballo; y un real privilegio de 2 de Octubre del mismo año, que autorizaba á los vecinos en sus frecuentes apu- ros para retener por su precio los cargamentos de víveres de las naves transeúntes, fué la primera merced del nuevo sobera- no. De un mismo tronco habían brotado, aunque rivales, la di- nastía mallorquina y la aragonesa, y una nación misma forma- ban unos y otros súbditos: la ibicenca acrópolis, indiferente á contiendas poco menos que intestinas, reservó la robustez de sus muros contra enemigos extranjeros, que tales consideraba á los castellanos, cuyo monarca Pedro e/ cruel^ en su duelo á muerte con el de Aragón, se lanzó con su escuadra desde el cabo de Tortosa sobre la isla, á promedios de Junio de 1359. Defendía el castillo el noble Guillermo de Lagostera ; y recha- zados los sitiadores día y noche en sus formidables embestidas. (a) Contiénese en un proceso del año i 3 i 2, existente en el archivo de la an- tigua gobernación de Mallorca bajo el equivocado rótulo de libro de reales ór- denes, del cual dimanan estas importantes noticias. ISLAS BALEARES' 1327 volvieron á embarcarse con la mezquina presa recogida en los abiertos campos, dejando en tierra las máquinas y el tren de batir, con más prisa de esquivar la flota del adversario que la de éste en presentarse. La honra toda fué para el intrépido La- gostera, varonil atleta y mantenedor de la corona, como, le pro- clama Pedro IV al remunerar sus servicios con una pensión anual de mil sueldos transmisibles á su posteridad (a). Por otra cédula de 16 de Agosto otorgó el rey cinco mil sueldos á los jurados de la villa para refuerzo de las beneméritas mura- lias; y al corsario ibicenco Pedro Bernat, que con dos galeras armadas contra los vasallos de Castilla era el terror del Occéa- no y de las costas gallegas, otorgó amplio guiaje, eximiéndole de pagar diezmo de las presas al gobernador y al conservador de la atarazana (à). A su vez invadían los puertos de la Pitiusa buques piratas, así infieles como cristianos de diversas naciones beligerantes, y avisaba del riesgo á toda prisa la pequeña universidad, y pedía consejo y socorro á Mallorca, á donde acudía en cualquier suer- te de necesidades y dudas, consultando privilegios, y confiando las más veces su representación en cortes á la matriz, con la cual prefería contribuir en ofertas y donativos al general de Catalu- ña, que sostener gastos de síndicos especiales en el continente, cuando aun los del laúd fletado para la capital de las islas se le hacían gravosos. En su asidua correspondencia con la metrópoli durante el último tercio del siglo xiv dominan la penuria, la an- (a) En la real concesión de 25 de Agosto de dicho año, citada atrás, pág. 197, es dé notar la siguiente cláusula : Et signanter his diebus^ dum rex Castelle^ pu- blicus hostis noster^ tenebat obsessum castrum de Eviça et villam ejusdem^ guod et quam á fosse dicti regis^ qui cum non módica classe sive stoleo navium et ga- learum in multitudine ajfluenti die noctuque debellabat, viriliter sicut nostri corpo- ris et honoris atleta strenue de/ensastis^ persone vestre periculis non vitatis. (b) Las cédulas son datadas en Tarazona del 5 al 7 de Marzo de i 360, y otras de Barcelona en 14 de Septiembre y 28 de Octubre del mismo año, encareciendo los servicios de dicho Bernat, y autorizándole para armar en corso una galera titu- lada Saw Sa/varfor, que había tomado á los enemigos. (Litterarum regiarum, ar- chivo de la Gobernación.) 1328 ISLAS BALEARES siedad, el insoportable peso de tan empeñadas y prolijas gue- rras, la consternación á menudo derramada por los moros cauti- vando personas é incendiando hogares {a); y puesto que nada como el temor encruelece así los ánimos y estimula la venganza, á los plácemes del triunfo conseguido en las aguas de Càller por una galera del rey sobre dos naves sarracenas, no extraña hallar unida una sanguinaria petición del común de Ibiza á los mallor- quines, á fin de que, dado de encontrarse entre los ochenta pri- sioneros, allá conducidos para sufrir muerte todos, un tal Xica- ro, que pudiera hacer gran daño á la isla donde estuvo cautivo mucho tiempo, según cabía temerlo de sus mañas y de sus re- cientes amenazas en Bugía, le fuera entregado, por su justo va* lor si era preciso, con objeto de deshacerse de tan molesto con- trario, poniendo fin á su vida y al espanto general {ó). Seguramente que si allí por entonces transcendieron las al- teraciones de la mayor Balear respecto de los judíos, es que en aquel suelo, lo mismo que en el de Menorca, no había medrado ni echado raíces la raza. Venían estrechos al molde de la hu- milde adyacente los grandes movimientos, los enormes cataclis- mos, los descomunales choques que en las sumidades del reino se formaban : faltaba comercio, fortunas, ambiciones, hondas y colectivas quejas, masas de clamores que hicieran coro á alguna audaz y oportuna protesta. En Ibiza carece de sucesos todo el siglo XV, tan dramático en Mallorca : vivíase al día y al porme- nor ; los apuros eran del momento, el remedio transitorio ; ven- der sal y comprar trigo para proveer al déficit de la cosecha, ó extraer rara vez, y previa dificultosa licencia, alguna cosa de lo que por milagro ocurriese sobrante, era el único negocio de los naturales. Defensiva puramente manteníase la actitud de la po- (a) Día de luto fué en Portmany el 3 i de Agosto de 1383, que costó diez y nueve cautivos y la quema de.varias casas, según carta de 3 de Septiembre inme- diato. (b) Esta carta, guardada en el archivo del reino con las otras, es de 14 de No- viembre de 1387. ISLAS BALEARES 1329 blación encastillada, cuyo desarrollo comprimía la inseguridad ; y defensiva era también la cuestión suprema para el triple ó cuádruple número de cultivadores derramados por el ámbito de la tierra, que sin cesar temían ver desembocar en cada cala ominosos leños ó despertar cautivos en su hogar aislado. El castillo primero que la villa, y ésta antes que la isla, eran por su orden de preferencia el objeto de los cuidados del gober- nador ; mas, no obstante de que pudieron ser graves y serios en edad tan agitada, y aun probablemente lo serían á menudo, ninguno de los sucesores de Lagostera tuvo ocasión y suerte de conquistarse tan insigne gloria. Ninguno siquiera logró per- petuar su nombre en el transcurso casi de una centuria. En 1455, á la salida de la enconada lucha entre la capital y los pueblos de Mallorca, de que no se resintió á buen seguro Ibiza donde aún no había pueblos, aparece de gobernador en esta An tel- mo Amigó, al parecer catalán, que continuaba en el 58, y más tarde, ó tal vez antes, Martín Pardo caballero, de parentela mallorquina. Reanúdase el hilo de noticias largo tiempo inte- rrumpido con el de las cartas de aquellos jurados á los del rei- no ; mas no se desprende de ellas, á pesar de su frecuencia y minuciosidad, nada por cima de lo ordinario, á no ser la cons- trucción de una fortaleza ó torre en Formentera, autorizada por Alfonso V en 1457 á demanda de Juan Martí, que con- tradecían extrañamente los ibicencos, mientras se les hacían ver las ventajas que á ellos más que á nadie habían de resultar de la extirpación de los corsarios y de la población y cultivo del fértil territorio, poco menos que desierto hasta entonces. Por noviembre de 1471, al ir á terminar el decenio de las desastrosas conmociones de Cataluña contra Juan II, de que sa- lió Ibiza, siempre á servicio del rey, mejor librada que ninguna de las Baleares, gobernábala Arnaldo Guillermo de Cervelló, barón de la Lacuna, el mismo sin duda que en Octubre del 73 es llamado con el propio título Berenguer Arnaldo. Quizá fué, años adelante, el que en 1483, puesto al frente de los jurados, 167 1330 ISLAS BALEARES procedió á recorrer de cuartón en cuartón el país y á distribuirlo en villas y aldeas (son las textuales palabras) donde se fijaran los habitantes para defenderse de los moros, no agrupándose en cuerpo de población, lo cual al cabo de cuatro siglos está todavía por hacer, sino preparando con la división de distritos la de parroquias, y organizándose el vecindario para acudir en caso de alarma á su respectiva costa á rechazar el enemigo. En 1490, por Abril, obtenía el mando Bernardo Pablo Çalba, que lo conservó durante el increíble período de más de cincuen- ta años, y trabajó asiduamente en asegurar el reposo de sus gobernados. La inquietud tocaba á su colmo en 1501 con el ru- mor de la llegada de catorce velas turcas, cargadas de reciente botín en Cerdefía, al mando del terrible Camallí, á quien iba ne- fandamente asociado por no sé qué monstruosos despechos un Jorge Andreu, hijo de la tierra. Reclamaron entonces los jura- dos al rey y á los condueños eclesiásticos, el arzobispo y el pa- borde de Tarragona, la provisión de armas á que les obligaba el señorío, y ellos por su parte se encargaron de diez quintales de pólvora y trescientas lanzas con cincuenta paveses y veinti- cinco espingardas y doscientas docenas de pasadores; reparà- ronse en ambas islas las atalayas, mudando la de la nueva to- rre de Formentera á la Mola ; murallas, torreones, fosos y portillos de la villa recobraron su rígida integridad, sacudiéndo- se de encima las postizas obras desde atrás consentidas para ampliación ó embellecimiento de casas particulares ; y cada no- che eran acogidos dentro con mujeres é hijos los moradores todos del llano y de las salinas y la mitad de los residentes en los cuartones, repartiéndoseles albergue por los aposentadores establecidos, y uno por uno debían presentarse al goberna- dor {a). [a) Tal vez aumenta á mis ojos el interés de estos acuerdos la escasez de libros antiguos que sobrenadan en el caos de aquel archivo municipal, cuyo estado no permitió dedicarle un examen más atento. Por la colección de cartas misivas guar- dada en el archivo del reino hállase que los jurados de Mallorca, al mismo tiem- ISLAS BALEARES Ocurrió veinte años después un conflicto de nuevo géne- ro é inesperado, compromiso de riesgo y honra en que metió á los sencillos isleños el virrey Gurrea, echado de la capital del reino ; allí desde fin de abril de 15 21 vivió retirado diez y ocho meses, sin valerle amonestaciones ni amenazas ni órdenes ter- minantes del soberano para hacer entrar en razón la desborda- da germania de Mallorca. Ibiza se anticipó á Alcudia en ofrecer refugio á los leales y perseguidos que, en mayor número á me- dida que aumentaba el desorden, acababan por ponerse al lado de la autoridad depuesta, que no todos ni siempre habían apo- yado. No escaseaba el país de relaciones con la nobleza mallor- quina, ni aun de aristocracia propia, habida proporción en im- portancia y número: de ella algunas casas habían transferido á Mallorca su residencia (a). Con los caballeros y ex-funcionarios que en tropel iban acudiendo, formóse un núcleo restaurador, del cual partieron las gestiones para disponer la armada que había de someter á los desmandados ; pero antes de aprontada y de llegar á rompimiento ambas partes, como si tratase cada una de ensayar sus fuerzas, acogió el virrey bajo su amparo una gran nave substraída al poder de los agermanados, y presentà- ronse éstos en los primeros días de Junio de 1522 á reclamarla con su pequeña flota. Iban con los expedicionarios unos menes- traies ibicencos que hicieron escala en Santa Eulalia, contando con inteligencias en la payesía; nadie, sin embargo, se incorpo- ró á los rebeldes al desembarcar en la isla Plana, frente al puer- to. Acometidos por la caballería indígena con su gobernador al frente, no todos volvieron á las naves: muchos quedaron tendi- dos en el campo, muchos perecieron en las olas; cinco de los po que los de Ibiza, se ocupaban de dichos Camallí y Jorge Andreu, escribiendo acerca de éste al rey en 4 de Marzo de 1502: mal home que tota sa vida may ha fet sino robar e furtar -per mar ; lo qual es molt paisa en aquestas mars, e ha molt amenassat en aquestas illas. (a) En el siglo anterior las de Des-Clapers, Camaró, Nicolau y otras: una rama de Quint se intitulaba de Ibiza. ISLAS BALEARES prisioneros, instruido proceso, expiraron en el patíbulo {a). Ibiza por sus fieles servicios mereció la gratitud imperial consignada desde Valladolid en cédula de 15 de Septiembre, y vió alejarse con encarecidas promesas al lugarteniente real y á su noble co- mitiva de refugiados, que á principios de Octubre entró á reco- ger don Juan Velasco en sus galeras para reintegrarlos en la autoridad, honores y bienes de que la insurrección les había despojado. Ignoro hasta qué punto probó Gurrea su reconocimiento á la hospitalaria tierra y al gobernador Çalba, que continuó en el mando todavía otros veinte años, con la particularidad de ha- berle sucedido inmediatamente en 1544 otro Çalba (Juanote) á nombre de su hijo Jaime, y luego éste en 1547, y otra vez el padre en 1553 {à). Sólo constan los lamentos con que en 1524 la miserable isla, como se titula, se dirige á la cabeza, en de- manda de mil ó dos mil cuarteras de trigo para remedio de su carestía, peligrosa más que nunca en medio de tantos enemigos como la acosan, y que reitera en 1527 deplorando la total ruina de la universidad y vecinos por haber cesado con las guerras de Italia el embarque de la sal y consumirse todo en munició- nes y guardas. Hay que reconocer sin embargo que en las co- municaciones oficiales de municipio á municipio en el curso del siglo XVI, igualmente que en los anteriores, jamás decae el tono de cortesía, de benevolencia y aun de afecto, filial por un lado, protector y casi paterno por el otro (e), que sin excluir de vez (a) Evitando repeticiones, me refiero al detenido relato que atrás di desde la página 387 á 390, acerca de esta expedición á Ibiza y del combate de la Punta deis Andreus, sacado del proceso que se formó á los prisioneros. (t>) Sería Juanote probablemente hijo de Bernardo Pablo, de cuyo gobierno se haría merced al nieto Jaime, desempeñando sus veces el padre ínterin quizá lie- gase á la mayor edad y sucediéndole por fallecimiento más adelante. Bernardo Pablo en su larga carrera tuvo de 1507 á i 309 por sustituto á Pedro Mascaró alzas Pellicer, y en su postrer año de i 343 á Gaspar de Llorens. (c) Cláusulas se leen en dicha correspondencia como esta de una carta de los jurados ibicencos á los de la capital en 1398: Vz's/ llur bona voluntat queens té molt obligats, restant a-parellats y desitjosos de sezvtr la mercé, que la teniznj>er ISLAS BALEARES en cuando templadas quejas, acepta y exige recíprocos deberes, ora se trate, que es lo más frecuente, de la cuestión de subsis- tencias, pidiendo trigo por quinientas, por mil y hasta cuatro ó seis mil cuarteras á cambio de otros artículos ó por vía de prés- tamo, ora de la salud pública á fin de mantener la navegación y el comercio, ora de la seguridad de los mares y de las costas, avisándose mutuamente con rapidez y exactitud de la aparición y rumbo de buques sospechosos, de las nuevas que corrían de presas y desembarcos y de las flotas que en Argel ó en Cons- tantinopla se preparaban. Al paso que con el poder marítimo otomano fué desplegán- dose la audacia de los corsarios berberiscos, no hubo aspereza natural ni antiguas murallas bastantes á poner al abrigo de un golpe de mano aquel peñón expuesto á cualquier ataque, incen- tivo á toda codicia. En los últimos años del Emperador, encar- góse la traza de la fortificación, d la altura del día como ahora se dijera, al famoso italiano Juan Bautista Calvi, tomando para las obras un empréstito de veinte mil ducados al santo y mani- rroto arzobispo de Valencia Tomás de Villanueva {a). Viólas comenzadas el insigne D. Juan de Austria en 1575 á su paso por la isla, que dejó fuertemente guarnecida de gente de guerra, pero púsoles el sello diez años después con su majestuoso es- cudo encima de la puerta de la villa el rey D. Felipe II por me- dio de su lugarteniente Fernando de Çanoguera, el cual en cara y en recort ■per quant s' offer esca ocasió^ y volem ne reste memoria en esta sala que no 's passe en oblit tant amor. La necesidad del año anterior la ponde- ran así en otra carta: No gosam dir los actes que aquí passan., que son orrendos y extravagants, perque ja s' es vist faltar la provisió del menjar en algunas parts, pero que los preveres y religiosos per falta de pa hajan deixat lo ministeri del cultu divino, constrets de pura fam, y lo soldat lo servey del rey per anar á cercar sustento df altre manteniment per passar llur vida, fins vuy no s' es vist ni ohit. {a) Es un hecho extraño pero indudable, referido en la historia del santo, según la cual, después de negarse éste con empeño á disponer de lo que consideraba patrimonio de los pobres de su diócesis, transigió al fin con el soberano en con- donar á favor de Ibiza ó más bien del real erario la mitad de dicha suma, con tal que le fuese devuelta la otra mitad, de la cual se le reintegraron en vida siete mil ducados y los otros tres mil después de su fallecimiento. 1334 ISLAS BALEARES aquel gobierno se ensayó dignamente para el de Mallorca. No obstante el mayor resguardo, y el mayor lustre si se quiere, que de los reforzados muros recibían los de dentro, compensà- base con la molestia de la pendiente y del riguroso encierro que habían de sufrir de noche; y daba celos á la villa el perenne crecimiento del arrabal inferior, como ya desde trescientos años atrás sucedía, resistiendo á las medidas cohibitivas y hasta á las prohibiciones expresas de edificar, gracias á la multiplicación de marinos y pescadores y á la afluencia de forasteros más necesi- tados de libertad que de embarazosa defensa. Para conservar el orden entre la promiscua vecindad dábanse singulares atribució- nes al guardián de la atarazana con un alguacil á su mandato, particularmente durante la nocturna incomunicación de los dos barrios: á los campesinos no se les permitía transferir el domi- cilio á la población sino de muros adentro. Al amparo de los robustos parapetos brotaron, favorecidos por las corrientes de la época, los conventos, que no se consi- deraban seguros todavía en las afueras: así es que pocos años se detuvieron los frailes dominicos cabe al oratorio de Jesús en la hermosa llanura del puerto, sin tratar luego de asentarse en- cima del bastión que por pedestal escogieron. Por la misma fecha hacia lóoo estableciéronse junto al portal Nuevo las mon- jas agustinas de San Cristóbal; y á mediados del propio siglo fijaron allí cerca los jesuítas su residencia, que erigieron pronto en colegio para enseñanza de la juventud. Con estas fundado- nes y con la amplitud de las casas solariegas, estrechóse arriba el local y no aumentaron los moradores, en los cuales se cebó con preferencia la peste bubónica de 1652, que procedente de Mallorca devastó á Ibiza desde Mayo á Octubre, alcanzando en Agosto su apogeo. De 711 víctimas que en la isla sucumbieron, las 523 fueron sacadas del consternado recinto (<2), que á pesar (a) Me remito á los datos publicados por el diligente Sr. Fajarnés en un traba- jo especial, que arrojan 70 defunciones en el arrabal, 41 en el llano de la villa, ISLAS BALEARES I335 de su elevación no se acreditó de saludable. La real fuerza^ como en la segunda parte del xvii dió en llamarse á la villa, quedó reducida á una mitad de la población de la Marina y no superior á la del llano de su comarca, á pesar de que la anti- güedad de su régimen y su reforma en 1686 por el lugarte- niente Rayarte le imprimen no sé qué carácter de grave é ilus- tre universidad. Guarnecíanla soldados cuyos destacamentos se distribuían por los cuartones, con sus capitanes nombrados por el gobernador de entre los principales vecinos y con su alférez de caballería; y como si fuese en plena Edad media, se habla de joyas para adiestrar la gente en el ejercicio de las armas; de botín cogido á los infieles en sus correrías, adjudicado en su mejor porción al que les cortase la retirada; del reparto de los moros prisioneros y del canje obligatorio con los cautivos cris- tianos ; de la vigilancia del maestro de guayta y de la represión y castigo de los esclavos. Cuando en 1751 el erudito capuchino publicaba dichas ordinaciones en su Resumpta^ habían ya cadu- cado, substituidas por la nueva planta de gobierno al adveni- miento de Felipe V, que saludaron en 1715 á 5 de Julio los postreros jurados, libres al fin, decían, de la tiranía é iniquidad que se lo había embarazado hasta el presente, haciendo alarde de su fidelidad con aristocráticos humos respecto de la felo- nía de la vil plebe. Á la dinastía borbónica no le debió Ibiza notables ni súbitos engrandecimientos; pero como natural des- arrollo de su situación pasada, no parecieron excesivas las dos Eminentes distinciones con que sucesivamente la honró Carlos III, la de silla episcopal en 1781 y la de título de ciudad en 1782. 39 en el cuartón de Salinas, i 7 en cada uno de los de Balanzat y Santa Eulalia, y 4 en el de Portmany: la población de la isla era á la sazón de 10,250 habitantes. De esta calamidad guardan indirectamente memoria las iglesias rurales, presen- tando casi todas la.imagen de San Roque, objeto acaso desde entonces de privile- giada devoción. CAPITULO V Ibiza: puerto, arrabal, murallas, iglesias, castillo, alrededores L doblar el cabo Martinet, en el fondo occidental de la ensenada y por cima de la cadena de islas que interceptan un buen trecho toda- vía la vista del puerto, preséntase de golpe Ibiza asentada en anfi- teatro sobre cónico cerro, y si alguna semejanza con objeto pi- ramidal hemos de buscarle, dis- puesta en forma de piña, que es la más obvia y adecuada á fuer de indígena producción. No la ciñen en derredor paralelamente, como triple corona de una tia- ra, los tres recintos tan nombrados desde edad remota; avan- zan y sobresalen de los órdenes del caserío, á diferentes líneas y alturas, macizos y desnudos baluartes, escalonados en colosal gradería, hasta trepar á la cima donde agrupadas descuellan la imponente y vetusta torre de la catedral y más adentro menos visible la del homenaje del castillo. Ibiza carece de monumen- 1338 ISLAS BALEARES tos, pero su situación toda es monumental: hacedla retroceder algunos siglos ó concebidla en condiciones más pujantes, y os recordará á Toledo, la reina del Tajo, con la ventaja de hallar- se rodeada en istmo por el ancho mar, en vez de la opaca an- gostura de un río. Ya que no las maravillas de lo artístico posee en abundancia los encantos de lo pintoresco, y para ser vista por fuera ofrece tan variados aspectos, como para ver desde dentro brinda con vastas y risueñas perspectivas. Pero traspuesto el faro que señala á sudeste la entrada del puerto, de aquel tranquilo lago que se cierra en dilatado círculo de suaves lomas y verdes orillas, según se avanza hacia dentro volviendo la espalda á las bajas costas de Formentera, desen- vuélvese á la izquierda la extensa base de la enriscada pobla- ción en densa y curva zona de blanqueadas viviendas, humildes en general aunque de traza regular y de cierta esplendidez una que otra, que entre sus cimientos y la playa apenas dejan paso, desde la punta de la antigua Torre del Mar hasta la alameda plantada en el confín opuesto. Atracan debajo de los balcones las lanchas pescadoras con su sabrosa carga y su plateada mer- cancía; anclan más afuera las embarcaciones mayores, depo- niendo en las escalas del contramuelle los pasajeros, ínterin la reconstrucción de los andenes por este interrumpidos, con el nombre de muelles de la consigna y del interior^ en una exten- sión de quinientos metros, y la terminación del dique continuado con actividad hasta la longitud de doscientos setenta, dén al puerto el abrigo y la comodidad que la navegación y el comer- cío reclaman, al compás de las mejoras, lentas y deficientes si se consideran en absoluto, plausibles y rápidas comparativa- mente con lo pasado, que de cada día se van obrando en el ya histórico arrabal de la Marina. Gemelo con la plaza fuerte debió nacer el barrio ribereño, no desde la conquista en el siglo xiii, sino desde las primitivas dominaciones, si se toma en cuenta lo quebrado del terreno y la diversidad de necesidades y tareas que en todo tiempo hubo ISLAS BALEARES 1339 de existir entre los habitantes. El nombre arábigo de Rabat que conserva en los documentos hasta época no antigua, de- muestra bien que lo poblaban ya sarracenos. Mantúvose y ere- ció á despecho de las severas órdenes de Jaime II que trató de sitiarlo por hambre (a); y fué creciendo constantemente contra viento y marea, arrollando las trabas oficiales que no hace mu- cho se le oponían; en 1751 ganaba en doble número de vecinos á la rea/ fuerza^ y hoy día cuenta más de ochocientas casas, cuando no llegan á una mitad las de muros adentro. Modernas y simétricas manzanas de muchos pisos se han añadido á las viejas, que por su parte se regularizan, admitiendo en su seno, al lado de anacrónicas casuchas, decentes y elegantes fachadas, cuyo contraste se acentúa sobre todo en los balcones que les son comunes, á fuer de una de las más añejas y generales pre- dilecciones de los ibicencos, modificada con el tiempo desde la ruinosa peana de madera sobre toscas vigas hasta los más ex- quisitos dibujos en los hierros de las barandillas. Ensánchanse y rectifícanse las calles, tomando sonoro nombre de personajes históricos ó políticos, forasteros ó naturales; ábrense plazas, y en la del imprescindible título de la Constitución un cuadrilongo pórtico cobija el mercado de verduras, y en la del Carbón al través de una reja de hierro verdean naranjos y limoneros haciendo sombra á las mesas en que se vende la carne y el pes- cado. Brota allí cerca, traída de las alturas de San Rafael á unos siete kilómetros, la única fuente pública del vecindario, cuya parte alta abastecen con sus mansas acémilas los aguado- res. Abajo se escurre, cuanta cabe en Ibiza, la animación de su industria y tráfico, de sus tiendas y boticas, de sus librerías é imprentas, de sus posadas, cafés y círculos de recreo, de sus relaciones exteriores, en una palabra, cuyo calor ha bajado á los pies abandonando la cabeza. Solamente en punto á iglesias cede á la ciudad el arrabal. (a) Refiçrome á lo dicho en el anterior capítulo pág. 132$. 1340 ISLAS BALEARES que no contiene otra más que su parroquia, de tan mezquina apariencia exterior, que de torre y aun de espadaña carecen sus campanas, colgadas de un deforme arco. Llevó desde el princi- pió, cuando era simple oratorio para oir misa la vecindad, la advocación de San Telmo, con la cual existía en 1522 (a) y aún hoy se la conoce vulgarmente: su verdadero titular es el Salvador, bajo cuya protección se puso tal vez en memoria del infausto 6 de Agosto de 1578, en que la saquearon juntamente con la barriada los piratas berberiscos, cautivando ciento y veinte personas. Anterior de pocos años es la fecha de 1570, puesta encima de la puerta lateral al pie de un relieve que re- presenta una casa llevada por ángeles, al parecer la de Loreto: la de 1739 sobre la entrada principal corresponde probable- mente á la creación de la vicaría mantenida con ayuda de car- pinteros y mareantes, que por grados llegó, antes de acabar el siglo, á parroquia independiente. Edificado entonces, si no de antes, el templo actual con escasa solidez, hubo de cerrarse en nuestros días, de 1863 ^ 69, para acudir á su inminente ruina; y ha vuelto á abrirse reparado y en cuanto cabe embellecido. Su nave, de solos 26 metros de longitud, pero de buenas pro- porciones, divide en cinco compartimientos, además del presbi- terio, su maciza bóveda sostenida por pilastras corintias, entre las cuales abren su airoso medio punto otras tantas capillas por lado. Es de notar en la pila del agua bendita un ángel de már- mol que la aguanta, aunque barroco en sus formas y mutilado; y en el pulpito de madera merecen atención unas pinturas de los cinco misterios de gloria, que guardan analogía con otras de los de gozo y de dolor en las parroquias rurales de San José y de San Antonio (â). (a) Es nombrada en el proceso que instruyó el virrey Gurrea con motivo de la expedición de los agermanados mallorquines. (b) Son inferiores estas á las pinturas del Salvador, particularmente las de San Antonio, donde en cambio es de admirar en la pila un ángel también de már- mol, muy superior al indicado arriba. ISLAS BALEARES I34I No diré que los adelantos de la Marina ibicenca hayan va- riado por completo su faz y extirpado de raíz costumbres más rancias que buenas y saludables, hasta el punto de relegar al olvido su no limpia fama. Falta mucho aún á la más rudimen- taria policía para hacerse debidamente respetar; y son prácticas corrientes y no muertas tradiciones las aguas sucias echadas desde arriba, las ropas colgadas de las salientes perchas, los animales domésticos sueltos por la calle nutriéndose de la in- mundicia pública, y tantas otras ofensas á la vista y al olfato como horripilan, sólo de oirías, nuestra culta generación. Hay al extremo sudeste un laberinto, una madeja inextricable de angostas callejuelas y costanillas, donde alternan bajo cierto pie de igualdad ó cambian de destino sin cambiar de forma las casas y las pocilgas, donde cada vecino edifica según le con- viene, y asienta de través escaleras con su pasamanos, y saca afuera su corral, y avanza sus balcones, que aun allí no han de faltar siquiera lilipucienses. Si lo irregular, lo decrépito, lo ca- prichoso, antitético á todo orden y simetría, es lo que busca para sus cuadros de género el pintor, melindres y escrúpulos aparte, rica cosecha de apuntes le ofrecerá á cada revuelta aquella verdadera cour de mirades^ llamada la Peña^ que por un lado se precipita hacia la boca del puerto junto á la consigna ó casa de Sanidad (a) puesta como por dique á tanta infección, y por otro se empina en actitud de escalar el prolongado bas- tión que no parece construido sino para su exclusiva defensa. Entre el baluarte aquel, titulado de Santa Lucía, y otro á la derecha que se denomina de San Juan, corre en declive con su cordón la cortina de la muralla, donde se abre el principal ingreso á la ciudad, al cual se sube ahora desde la plaza de la Constitución por ancha y directa rampa, de mejor efecto que la (a) Debajo del escudo de armas municipal se lee en borrosa letra :« Casa de Sanidad edificada á cuenta del, M. I. Ayuntamiento de la ciudad de Ibiza, año de 1805». Está adosada al fortín casi triangular que defiende con algunos viejos cañones la peñascosa punta. ISLAS BALEARES cuesta torcida en ángulo que antes había más á la izquierda. Muro y baluartes, construidos de compacta sillería, no toda de un tamaño ni quizá de una época, y en sus esquinas y an- tepecho guar- necidos de pie- dra arenisca, acusan en su tostado color y en los colgan- tes festones de alcaparra más años de los que indica su robus- tez y cuentan las obras de Felipe IL Avan- za el de San Juan, formando rinconada don- de asoma la ca- sa de armas sus tapiados arcos de galería, y en IBIZA.—Puerta principal de las Tablas el ángulo exte- rior se cimbrea una garita levantada sobre matacanes, de cuadrada forma y cubierta piramidal, como todas las que salpican de trecho en trecho la fortificación de Ibiza. Buen acompañamiento para el majestuoso portal, llamado de las Tablas por el puente de ma- dera echado sobre el foso, que levantan las cadenas con exce- lente acuerdo conservadas en memoria de más belicosas eos- ISLAS BALEARES 1343 tumbres y necesidades (a)\ La arquitectura no desdice del austero fundador del Escorial: encuadran el arco almohadilladas jambas y dintel; y un escudo magnífico del monarca de ambos mundos, completado por digno letrero (ó), llena la restante al- tura del muro. Á los lados figuran respe- tuosamente en menor escala los blasones de la población y de su gobernador Çano Sfuera. Por una feliz inspiración colocá- ronse en simples hor nacinas álos costados dos estatuas roma- nas, halladas proba- blemente al hacerse dichas obras con las inscripciones que les sirven de base (¿:), representando, en cuanto es dable adi- r vinar las truncadas IBI.ZA. —L ienzo interior de dicha pu^erta cabezas, un varón y una sacerdotisa: de esta suerte dos edades, que no obstante su apartamie~nto tienen algo de común en grandeza, se dieron (a) En documentos antiguos cítase un portal de los aguadores^ situado sin duda en el mismo lugar por donde siguen hoy transitando á todas horas. (b) Dice así en grandes caracteres: Philippe rege catholico el inviciissimo His- Paniarum Indiarumque Orienialium et Occidentalium, haec construebantur^ ei hujus insulce pro sua S. C. R. Míe. gubernaiore et cap. gnali. nobili don Ferdinando Ça- noguera. Anno (c) Véanse en el capítulo precedente pág. I 304 nota. M^4 en cierto modo la mano para erigir á Ibiza un arco de triunfo. Forman el muro exterior y el que resulta de otra rampa, que da subida por dentro al bastión contiguo, un pasadizo descu- bierto, destinado al parecer á cuerpo de guardia, si ha de con- jeturarse por el pórtico tapiado de un extremo á otro de su longitud y por el balconcito con columnas y ático del renaci- miento que aparece en el fondo á la salida ; y la segunda puerta por ambas caras no está destituida de carácter, tanto si al tra- vés de la gruesa barrera, con que en otro tiempo se cerraba, se echa una ojeada á la destartalada plaza de las Herrerías^ como si se contempla desde dentro el sombrío paredón donde encajan las dovelas del genuino medio punto, y arriba las ba- rras de Aragón sobre el escudo de Ibiza, rematando entre uno que otro merloncillo con una cruz de piedra. En el ángulo un nicho, por el estilo de los del portal, cobija la estatua de un togado, algo mayor que las otras y también sin cabeza, envuel- to el cuerpo en holgado ropaje de minuciosos pliegues {a)-, y acaso quedó oculta, si es que no pereció, la que ocuparia el ni- cho colateral, antes de que con facilidad deplorable se permi- tiera adosar al muro una casa moderna que desentona el severo cuadro. Desde esta esquina arranca á la izquierda la cuesta que conduce al baluarte de Santa Lucia, y que por ser comparativa- mente suave respecto de las demás, inaccesibles por lo general á ruedas de carruaje, se denomina todavía ¿a Carrossa en me- moria de ser el único tránsito expedito á la del gobernador las raras veces que bajaba de su excelso domicilio. El baluarte, que por encima del portal de las Tablas comunica con el de San Juan, constituye un espacioso mirador para dominar á vista de pájaro en primer término el caserío de la Marina, surcado por calles y travesías, y cubierto ya de tejado en su mayor (a) No parece que se hallara inscripción que correspondi.ese á dicha estatua como á las otras dos. Su tamaño, de un metro 8o centímetros, excede al de las otras en un tercio. ISLAS BALEARES parte, en vez de las azoteas que al uso antiguo coronan las habitaciones más viejas y pobres al igual de las campesinas ; diséñase su perfil en frente sobre las aguas tranquilas del puer- to, que rodea sinuosa cordillera salpicada de blancas casitas, mientras por el lado del sur se encaraman entre raquíticos no- pales, como para dar asalto á las troneras, las salvajes avanza- das del barrio de la Peña, á cuyo pie, escarpado desde la Consigna afuera, se estrellan en las denegridas rocas las espu- mas. Interceptaba el paso ulterior por la muralla la posesión en que estaban los frailes dominicos, concedida para sus usos y esparcimiento al fijarse en aquel sitio hacia el 1590, á los diez años de provisional residencia en las amenas pero inseguras cercanías. Á pesar de la favorable acogida que recibieron, no edificaron] con esplendidez: iglesia y convento no se reco- miendan^por arquitectónica fachada; y la nave, baja en propor- ción de su anchura, por su corrida bóveda de algibe no se aparta del humilde tipo ordinario de los templos rurales y aun de la villa ; fortuna que en nuestros días la piedad de los fieles, reac- clonando contra el abandono consiguiente á la exclaustración, confiara á un modesto pintor mallorquín, Vicente Matas, más ducho en concebir que en ejecutar, la pintura al fresco del me- dio cañón, representando la Gloria en grupos de ángeles, pa- triarcas, mártires, vírgenes y confesores, rodeados de nubes. La del presbiterio figura la apoteosis de san Vicente Ferrer, cuya efigie campea en el centro del retablo como titular de la iglesia, en contienda con el glorioso fundador de la orden. Imi- tan á jaspe las paredes y los arcos semicirculares de las capi- lias, por encima de las cuales se extiende la cornisa hasta los pies de la nave, que ocupa el coro levantado sobre bóveda casi plana: las capillas son espaciosas, principalmente las del lado del evangelio, distinguiéndose por el cimborio que las alumbra la de la Purísima que introduce á otra de San Antonio de Padua, y la de la Virgen del Rosario, en las cuales halla poco el arte 169 ISLAS BALEARES que aplaudir, si no es en algunos cuadros de la última (a). Por fuera las tres cúpulas tejadas son las únicas que señalan al na- vegante indígena el punto á donde se vuelven en el peligro sus ojos y su esperanza, al devoto Cristo apellidado del Cemen- terio, al cual ha seguido la veneración popular desde su primi- tivo local al de Santo Domingo, que es una capilla lateral del presbiterio, cuajada de rudos bien que expresivos ex-votos (¿5). El contiguo claustro y corredores, que de su forma y distribu- ción casi nada conservan, indican que no correspondía el edificio al lustre y gravedad de sus primeros moradores (c), si bien la capacidad del local basta hoy día para albergar al Ayuntamien- to con sus dependencias, escuelas primarias y colegios de se- gunda enseñanza, juzgado y cárcel, correo y telégrafo, y cuan- tas oficinas y establecimientos públicos encierra Ibiza, los cuales, como si no existiera en la población otro abrigo, han acudido todos á /a sopa del convento. Como el Pelión sobrepuesto al Osa, toma por pedestal el titánico baluarte de Santa Tecla al de Santa Lucía, con otro menor hincado á su raíz por manera de cuña, para elevarse de un salto al nivel de la plataforma superior: mole de gallardo talús y de tersas aristas, que se diría labrada de una pieza en su cantera nativa, si no se marcaran en correctas hiladas sus rojizos sillares. Al que orilla su pie erizado de opuncias, arros- trando con el afán de llegar más pronto la áspera subida y el {a) Llenan las paredes de la ante-capilla dos notables lienzos : el de la derecha representa á la Virgen rodeada de los pontífices que promovieron con sus bulas la devoción del Rosario; el de la izquierda la Visitación de Santa Isabel proster- nada á los pies de la Madre de Dios, y abajo en dos menores compartimientos la adoración de los Pastores y la de los Reyes, con el siguiente letrero : «á devoción de Gaspar Cambrils y Isabel Cardona, anno i 654.» {b) Con ellos alternan numerosos cuadros de indulgencias concedidas por prelados del pasado y del corriente siglo, uno de ellos "el cardenal Despuig ha- liándose de paso en Ibiza. (c) De algunos muy distinguidos habla el cronista de la orden Diago, que también residió allí por temporada, y por los mismos años fray Andrés Balaguer, varón insigne, obispo que fué sucesivamente de Albarracín y de Orihuela de 1602 á 1630. ISLAS BALEARES 1347 ímpetu de los vientos que la baten, impone la soberbia altura del reducto, cuya defensa parece encomendada por señorial va- sallaje á la mártir tutelar de la iglesia tarraconense, plantada en su centro el asta para izar la bandera. Brindan con más apacibles cuestas calles exclusivamente formadas por vastos caserones, sin mezcla de obradores ni tiendas, quietas y sólita- rías á todas horas, hasta en las de negocios por la mañana y en las de paseo por la tarde ; angostas travesías ó rápidas esca- leras acortan, según la prisa ó el aliento del transeúnte, el des- cansado rodeo, y le conducen más ó menos directamente al arco de la Portella (¿?), que oculto entre dos esquinas, sombrío, pendiente, es la única entrada para penetrar en el culminante recinto antiguamente conocido por Almudayna. Vilamitjana se denominaba toda la población intermedia de las laderas, donde pudientes vecinos en épocas de paz procurábanse comodi- dades y desahogo, convirtiendo en miradores los adarves y los terraplenes en jardines, que desde el primer momento de alar- ma revindicaba la autoridad militar para volverlos á su dispo- sición belicosa (¿5). Gracias á la normal tranquilidad de nuestro siglo, han echado raíces estas concesiones y tolerancias; y no sólo las numerosas y dobles filas de los balcones semejan en las fachadas desde fuera espectadores en gradería mudos y ex- táticos aspirando las brisas del mar, sino que en el interior de las moradas gozan sus dueños espacio y verdor de árboles y plantas, que asomando por cima de las tapias comunica á las calles cierto melancólico encanto, y explica por otra parte la soledad de ellas por la encerrada vida á que se reducen, á falta de objeto exterior, sobre todo las mujeres. Volviendo ahora al punto de partida para recorrer la ver- (a) En un documento de principio del xiv hallo usado por primera este nom- bre de Portella: consuevitire ad excubiam de noctefer villam castri, et cum vole- bat exire de extra villam, aperiebatur sibi portella den Clapers. Era de origen ibi- cenco, como llevo advertido, este noble apellido de Mallorca. [b) Véase atrás pág. I 3 30. ' 1348 ISLAS BALEARES tiente opuesta, á la entrada de la puerta de las Tablas por la plaza de las Herrerías^ súbese en dirección al oeste por entre casas cimentadas sobre roca, paralelamente con la muralla de San Juan, que se esconde detrás del caserío de la Marina para reaparecer á lo largo de la alameda y torcer luego en busca del portal Nuevo^ cuya salida por dentro ofrece un obscuro y mis- terioso pasadizo. Por entre desmoronamientos y ruinas, así de caducas viviendas como de antiguas torres y muros, preséntan- se humildes iglesias que la renovación ha despojado del interés que podía la ancianidad conservarles en medio de su pobreza: la del Hospital, construida en 1423 de orden del arzobispo de Tarragona Dalmacio des Mur y en 1708 reedificada, á la cual ha abandonado el propio establecimiento trasladándose más arriba al extinguido hospicio; la de San Cristóbal, que sin dejar de ser hasta hoy ayuda parroquial cuya jurisdicción abarca el llano de la villa^ permanece unida al convento de agustinas, que fundaron en 1600 hijas de la tierra bajo la dirección de las de Santa Margarita de Palma, reducida á una diminuta nave de maciza bóveda bien que apuntada; de la que tuvieron allí cerca los jesuítas frente á su colegio, hoy convertido en seminario conciliar, no queda rastro, pues abandonada desde la primera expulsión de la Compañía en 1767, se derribó hará medio siglo, sin dejar recuerdo siquiera de sus dimensiones y estructura. Uníala un puente echado sobre la calle con el edificio, donde en la segunda mitad del siglo xvii abrieron sus estudios con destino á la juventud del país, representado por clases y distri- tos, agregando á la hacienda de Agapito Llobet su insigne bienhechor otras fincas y una subvención de la universidad {ci)\ (a) Constaba el colegio de doce becas : tres de brazo noble, tres de clase media (md mitjana,)^ una de la Marina, y una de cada cual de los cinco cuartones ; pero aunque fundado hacia 1657 después de largo pleito con los herederos de Llobet, no se habilitó hasta 168,8, y al ser extrañada la comunidad se reducía nada más á tres sacerdotes. Empezó la existencia casi nominal del seminario en 1785 al tiemipo de la creación del obispado, pero hasta el 1851 no tuvieron principio los alumnos. ISLAS BALEARES pero el gobierno de Carlos III acabó con las escuelas cerrándo- las y vendiendo los bienes, y no han retoñado sino en estos úl- timos tiempos vigorosamente, bajo otra forma y á expensas del presupuesto eclesiástico, para educación del novel sacerdocio en extensa y sólida enseñanza. Otros dos oratorios, insignificantes y cerrados casi siempre, existen en la vecindad : el de Nuestra Señora de la Esperanza del gremio de tejedores, y el de San Ciríaco donde el 8 de Agosto se conmemora anualmente con su fiesta el solemne re- cuerdo de la conquista. Lleva el nombre del santo la calle que en edad remota se llamó del Esvahidor^ lo mismo que cierta torre en el muro contiguo (¿ï), fundamento acaso de la tradi- ción que señala aquel punto como el que invadieron los cristià- nos, mezclando el suceso con leyendas. Al auxilio de la historia acuden por secreta virtud evocadas las impresiones del arte; y ventanas tan preciosas y gentiles como la que allí cerca asoma sobre la arqueada puerta, valen por la más brillante página de una crónica y por el testimonio más insigne de un glorioso pa- sado. Es un grande ajimez de tres arquitos y sutilísimas colum- nas, orlado de concéntrica guirnalda que arranca de la imposta, cual mejor no lo produjo el siglo xv, si no engaña el estilo : el zaguán, la escalera y á su extremo la entrada ojival, las venta- nas interiores ricamente festoneadas, las estancias de arriba, las dependencias bajas, se combinan para completar por partes una antigua casa nobiliaria, hoy cabalmente ¡singular contraste! ha- hitada por campesinos. Pertenece el blasón de piedra á la fami- lia Laudes, heredada por la mallorquina de Palou de Cómase- ma. Las mansiones solariegas, en aumento á medida que se sube, cuando no por góticos boceles ó labores en sus ventanas. (a) En 1248 estableció fray Guillermo Blanch lugarteniente del paborde Montgrí á Bernardo de Spinalp totam illam iurrim de muro que vacatur Esvahidor; á fines del siglo xiv se llamaba asimismo la calle. Es probablemente la misma de Julid, donde se supone vivía el cuñado del jeque que abrió á los sitiadores el pos- tigo, pág. 131 5. ISLAS BALEARES se distinguen por espacioso vestíbulo y grave fachada ; y la calle Mayor^ á donde introduce la Portella, debe el título, menos á su anchura ó longitud, que á su aristocrática fisonomía y al es- plendor, si algo más queda, de los linajes. Desemboca esta vía en la plaza de la Catedral, que en fren- te se despliega de costado, flanqueada por su grandiosa torre ; á la derecha las habitaciones del gobierno eclesiástico, á la iz- quierda la curia de la gobernación á vuelta de esquina, y más allá el viejo consistorio con un despejado mirador intermedio. Consta la curia de tres piezas de planta baja, levantada sobre rudos peldaños una moldura encuadra el triple arco cono- pial de su ingreso adornado de colgadizos, pero esta linda por- tada parece anterior de dos siglos á la inscripción arriba colo- cada con el escudo de las barras en el año de 1703, reinando Felipe V y gobernando la isla don José Ponce de León. Del mismo año es otra lápida puesta en la casa consistorial, que si indica renovación, debió de ser de cortísima importancia, puesto que la sala grande retiene aún su primitiva bóveda de cruzadas ojivas y en las claves los blasones del reino y del municipio; las obras modernas no pueden ser otras que las del oratorio á la parte opuesta, donde se puso la imagen del Salvador en 1607 (¿5), y que antiguamente constituyó capilla con cementerio adjunto en el sitio del mirador. Guarda el desierto local las característi- cas mazas y el venerable sello de la Universidad, y todavía á pesar de lo estrecho é incómodo parece allí mejor en casa pro- pia el ayuntamiento, que en el asilo improvisado de Santo Do- mingo, codeándose en casa de vecindad con todo el mundo. La situación, la magnitud, las líneas, las aberturas, todo en (a) Permanece constantemente cerrada, y faltónos tiempo para consultar el caudal de legajos que encierra, referentes á la administración de justicia. [b) Conserva la fecha y el nombre de los jurados el siguiente letrero ; Hœc ima- go Jesu Xpi. Dni. nri. posita fuit hic anno Dni. róoj, presidentibus magnijícis dnis. Martino Tur, Nicolao Orvay, Georgio Guasch, Mathia Ferrer. Subsiste medio de- rruído un altar de yeso, embadurnado posteriormente al parecer con pinturas. groseras la torre de las campanas, de- ja vislumbrar á media luz y en esbozo el majestuoso ti- po de aquellas torres románi- cas que velan en custodia de 1 a s basílicas ; no le falta sino la última mano para acreditar- se de monu- mental. Obi i- cuamente plantada en el borde del pre- cipicio, no le permite surgir en forma cua- drada la cur- vatura del áb* side que allí empieza, sino que, acomo- dándose al te- rreno, se eleva en irregular cuadrilongo, IBIZA. —Torre de la Catedral excepción de la remacha- da esquina de levante, á donde miran á par del poniente sus ISLAS BALEARES 1353 lados cortos, mientras vuelve sus caras principales á norte y á sur, por aquí al castillo, por allí á la ciudad y al puerto, que de lejos y de cerca es el natural y más ventajoso punto de vista. Sube igual de arriba abajo su mole, de vetustos y dene- gridos sillares, dividida en cuerpos por sencillas cornisas ; en el primero asoma una ventana ojival, campea en el segundo la es- fera de un reloj moderno encima de otra de reloj de sol ante- rior, y doble serie de ventanaje constituye el de las campanas, terminando en el coronamiento de modillones sobre que apoya con escaso vuelo el antepecho de la azotea. Carecen de equi- distante distribución en sus dos órdenes las ojivas, observándose más ancho el macizo del ángulo nordoeste por ocuparlo la es- calera interior ; carecen de pronunciada y correcta traza las de abajo, no obstante el sello que al conjunto imprimen la repeti- ción del misterioso número ternario y las concéntricas molduras que sombrean las de arriba. Bordan el vértice de estas airosos calados, que se gozan mejor desde dentro mirando el panora- ma al través de las tres septentrionales y de las dos de mediodía. Del centro de la plataforma sobresale una pirámide truncada con dentelladas aristas, fuera de la cual es difícil sacar sin vér- tigo la cabeza desde tamaña altura, á que más por alarde que por necesidad se quiso encaramar la voz del sagrado bronce. Quizás supere á la sorprendente impresión del campanario el disgusto producido luego por la contigua iglesia, si conjetura el espectador que para hacer lugar á ésta hubo de desaparecer otra coetánea y digna de aquel, y mentalmente compara lo que ve con lo que imagina, y se indigna de la renovación, mayor- mente si se hizo á sangre fría y por capricho. No he podido averiguar si medió ruina de la anterior ó necesidad de ensanche con motivo de erigirse la pabordía en catedral, lo cual todavía tardó algunos años; y no parece por otra parte que la actual haya ganado en dimensiones harto más que en suntuosidad, á juzgar por los restos de la que substituye. No diré que fuese ésta la primitiva: más pequeña que la que se desenvolvió proporcional- 170 1354 ISLAS BALEARES mente al lado de la torre, y demarca por cima de la muralla las modernizadas formas de su ábside poligonal, debió de ser la construida por el conquistador Montgrí á la sombra del alcázar para un capellán y cuatro presbíteros {a), antes que en el si- glo XIV afluyeran al altar de Santa María la Mayor limosnas y donativos de los fieles, lámparas y candeleros de plata, copio- sas ofrendas de cirios, pan que repartir á los pobres á la puerta del templo, y lienzo para vestirlos (<$), donaciones y legados, en una palabra, merced á los cuales el edificio, tomadas ya en la capacidad de la nave las proporciones que convenían á parro- quia única de la isla entera, fué por partes y gradualmente am- pilándose, hoy la torre, mañana la sacristía, presentando el arte ojival en períodos más ó menos avanzados. Transcurrieron aún sin mudanza otras dos centurias, acrecentándose el clero y ri- giendo los párrocos ó pabordes, vicarios generales del metro- politano de Tarragona, uno de ellos bien famoso en el siglo xvii como artífice... nada menos que de santos, de los cuales parece no se descuidó de forjar uno ó dos para uso y lustre de su igle- sia, que no tardaron en desvanecerse como tantas otras ficcio- nes del supuesto Auberto Hispalense, del atrevido Lupián Za- pata (a) Véanse en los apéndices al fin de esta parte la fundación de la primitiva iglesia de orden de los tres magnates conquistadores en Setiembre de i 2 3 5, y un extracto del testamento de Guillermo de Montgrí en Junio de i 247. (d) Memoria de todo ello se contiene en multitud de testamentos de dicho si- glo, sobre todo por los años de i 348 á 5 2, en uno de los cuales se habla de sis ci- ris, cascun de duas líiuras, los quals stigan sobre Us angels qui stan demunt las colonas qui son entorn V aliar major de madona Sancta Marüt, los quals cremen tots dissaptes e totas /estas del any. Solían arder los cirios del comensament del pre- faci fins haver rebut lo cors de Jhu Xpist. Menciónanse en otras cláusulas los altares de San Juan y de San Miguel. (c) Su propio nombre era Antonio de Nobis, oriundo de Valencia y natural de Segorbe, impostor famosísimo en materia de cronicones, que fraguó el de Auber- to con intrepidez ignorantísima, en expresión de Nicolás Antonio que nos lo da á conocer como hombre basto, criado entre el polvo de los archivos de la religión de San Benito. Perteneció al clero secular, y se le proveyó el curato de Ibiza, donde murió en Junio de 1667, el mismo año en que publicó sus engendros el P. Argáiz. No temo aventurar que un San Bastino y un San César, á los cuales por aquel tiempo se tributaba culto en Ibiza con presupüesto municipal de 83 libras ISLAS BALEARES 1355 Una portada lateral de híbrido y dudoso estilo, unos ma- chones desnudos que de capillas arriba flanquean la nave, cua- drangulares ventanas en los entrepaños, es cuanto al exterior ofrece la nueva iglesia, levantada á mediados del último siglo sin muestras de presentir la dignidad episcopal que para luego se le reservaba: trazóla, se ha dicho, un don José García, sin duda el ingeniero autor del mapa de la isla en 1765 {a). Des- pejada, de no malas proporciones, no escasa de luz, abárcase toda de una ojeada desde su único ingreso, midiendo seis bóve- das entre el órgano adosado á los pies de la nave y el hemici- cío que forman al rededor del presbiterio las capillas: de chu- rrigueresco apenas subsiste algo sino en los frontones de las ventanas ; las pilastras y la cornisa, que corre poco saliente á lo largo del templo, pudieran pasar ya por regulares; y á la pro- fusa hojarasca substituyen en bóvedas y lunetos filetes y floro- nes de yeso, y encima de los arcos de las capillas marcos ovala- dos para encerrar pinturas de apóstoles que se quedaron en proyecto. Hace las veces de altar mayor un tabernáculo de ar- tesonado cimborio, sustentado por ocho columnas, bajo el cual representa á la antigua titular una moderna efigie de la Vir- gen con el Niño, dejando ver á la espalda, al través de las rejas imitadas á bronce, el coro metido en la capilla del fon- do, mucho más alta que las otras : obra todo de los obispos Beltrán y González Abarca, lo mismo que la sencilla sillería que lleva la fecha de 1809. Trasladados á otras catedrales, ninguno de los dos legaron á ésta sus despojos ; pero con los del último prelado, el inolvidable Carrasco, guarda una losa en el presbi- terio la bendita memoria de sus virtudes y beneficios (ó). para la fiesta de cada uno en cera, pólvora y demás gastos, según se desprende de las ordenaciones de 1688, sin más noticia acerca de ellos ni del día de su conme- moración, fueron mera hechura del rector falsario, que hecha luz sobre el engaño cayeron luego en completo olvido. (a) Véase la nota b de la pág. 1295. (fc) Dice la gran lápida de mármol blanco con letras negras : Hic jacel Ilmus. Dr. D. Basüius Ant. Carrasco Hernando, Dei et ApostoUcœ Sedis gratia ef>iscopus 1356 islas baleares Restan de la destruida fábrica, salvadas sin saber cómo de la uniforme reconstrucción, las capillas del lado de la epístola inmediatas al coro, cuya bóveda de cruzadas ojivas descansa so- bre interesantes ménsulas de toscas figuras, que se prestan á curioso examen, vistas de cerca dentro, del archivo instalado so- bre el piso que corta por mitad horizontalmente la antesacristía. En los ángulos de ésta resaltan empotrados en la nueva obra bocelados pilares, y se entra á la misma sacristía por un arco apuntado de notable gentileza, guarnecido de concéntricas mol- duras, decorado con figuras también en los capiteles. Respecto de la época de esta portada, que me atreviera á fijar desde el siglo XIV al XV, la espaciosa sacristía indica otra más avanzada, declinando ya al xvi, en sus airosísimas bóvedas ojivales de crucería, excelentes en estructura y piedra, de cuyas claves par- ten á apearse en los muros los estriados nervios. Contrístase el ánimo deplorando la pérdida de análogas bellezas, en que jamás hubiera creído sin el testimonio de las presentes, y que colocan á Ibiza respecto de su pasado, que se imagina poco menos que sumido en la barbarie, á un nivel tal vez más alto comparativa- mente que el de ahora. Con los barrocos ó modernos retablos aún alternan en las capillas tablas góticas, como las de San Jaime y San Mateo á los lados, de Santa Catalina y de San An- tonio al pie del altar de Nuestra Señora del Carmen ; y en el de Santa María de las Nieves, que es la titular, toscas pinturas, no muy posteriores y no ignorantes acaso del poema del Dante, representan enérgicamente con variedad de tipos, trajes y acti- tudes el infierno y el purgatorio y encima de este el cielo en forma de esplendente alcázar con afiligranadas torres y frondo- sos pensiles. En clase de entierros algunos pasaron de la vieja Ebusensis; fircejuit huic ecclesice aiinos XX et mensem 1; obiü fridie nonas aprüis anno Dom. MDCCCLII. R. I. P. Cabía más extenso y significativo epitafio, atendidas las altas prendas de ciencia, virtud y carácter que resplandecieron en este obispo, promovido á su silla por los mismos días que á la de Menorca Fr. Juan Antonio Díaz Merino, con quien estaba ligado por íntima amistad y comunes empresas. ISLAS BALEARES 1357 iglesia á la actual, de los siglos xv y xvi, sin escultura y no todos con lápida coetánea, aunque los hay que la llevan de rico mármol y con blasones de familia (a). Hasta seis prelados, en tres cuartos de siglo no completos, vió desfilar la restaurada catedral, si restauración propiamente cabe después de más de mil años de vacío: en la modesta sala capitular existen sus retratos, no todos, juntamente con el del soberano (Carlos III) tan dadivoso con Ibiza, que realizó lo que venía de atrás pidiendo la universidad á los reyes de la dinastía de Austria. De los seis solamente el tercero y el último, fieles al primer consorcio con su humilde iglesia, murieron en su dió- cesis, firme éste en no abandonarla á fin de conjurar con su soplo de vida el aciago momento de la supresión vinculada por el concordato á la próxima vacante (â). Cual si atendiera el cielo los postreros votos del solícito pastor, ha ido alargando la exis- tencia de la sede que ya va para cuarenta años le sobrevive. (a) En caracteres góticos no hay otra que la siguiente casi en el centro de la nave: En V any MCCCCXXXVII fassá desta vida lo honrat Antoni Arabi batle á VIII de juny. Al siglo XV también se refiere, aunque modernamente puesto de ladrillos bar- nizados con un gran escudo de ocho cuarteles, el entierro de la familia de Balan- zat al pie de la tarima del Ayuntamiento: «Sepultura de D. Mariano Balanzat y de sus descendientes y mayores desde que en ella se enterró D. Pedro Balanzat en 23 de Setiembre de 1460 ». En la capilla parroquial de San Pedro, última de la derecha y más profunda que las otras, hay una lápida en cuyos bordes se lee : Sepultura deis Francolins dins la capella de las ánimas de purgatori feta en V any MCCCCCXXXVIII. Frente á la pila bautismal una gran lápida de mármol blanco lleva al rededor este letrero : Sepultura del magntfich mossen Jordi Llobet de Berthomeu y de sos descendents, feta en Genova á XV de Giner MDLXVII. En el centro una cartela con un lobo rapante, rodeada del texto: Tibi soli peccavi et malum coram te feci. —De mármol blanco también es la Sepultura feta per los magnifîchs Jovers en /' any MDCXXXVIII, con un yugo en el escudo del centro y al rededor el versículo Mi- serere mei Deus etc. (b) En el magnánimo Sr. Carrasco termina el breve episcologio de Ibiza, que empezó en 1783 por Fr. Manuel Abad y la Sierra monje benedictino, el cual en 1788 fué trasladado ya á Astorga.—Fr. Eustaquio de Azara, también benedic- tino y trasladado en 179$ á Barcelona.—Clemente Llocer m. en Ibiza en 1804.— Blas Jacobo Beltrán, llegado á principios de 1806, promovido á Coria en 1815.— Fr. Felipe González Abarca mercenario, trasladado en 1829 á Santander.—Basilio Antonio Carrasco, desde 1832 á 52 año de su muerte. Faltan en la sala eapitular los retratos de los obispos Azara y Beltrán. 1358 ISLAS BALEARES gobernada por vicarios capitulares, que habitan la contigua re- sidencia episcopal, antiguamente pabordía, no acomodada al esplendor de su nuevo destino. Huéspedes más que señores se consideraron en ella los ilustres dignatarios, según la sencillez todavía impresa en las obras y en el mueblaje. La cuadrada torre que domina su descubierto patio pertenece al recinto del adjunto alcázar, y es probablemente la llamada en la Edad-me- dia Torre del Conseyl por su proximidad al viejo consistorio que allí enfrente caía. De ella tomaría el nombre de la Torreta la plaza que tanto suena, á fuer de terreno neutro, así en las ordenanzas municipales como en el ritual eclesiástico, donde existía la inscripción del emperador Caro, que en 1614 mandó retirar de delante de la iglesia en calidad de visitador el sacrista de Mallorca Estelrich, más tarde obispo de Jaca ; puesta sobre una columna, procedía tal vez de las ruinas de un templo de Mercurio, que ciertos manuscritos suponen muy frecuentado en aquel sitio por los gentiles (a). Júntanse tan estrechamente la catedral y el castillo, éste á poniente, á levante aquella, sobre un mismo pedestal, que entre los dos edificios apenas queda paso, reducido quizá por haberse prolongado algún tanto hacia los pies la nave al tiempo de su reconstrucción, quizá más bien abierto por haber hecho desmon- tar el primer obispo el terraplén que antes no dejaba intermedio comunicando al templo humedad. Una puerta arqueada entre la indicada Torreta y otro torreón, sita en lo alto de una breve escalera, introduce al espacioso patio ó plaza de armas, que con las necesidades del servicio y del alojamiento de las tropas ha ido tomando de cada vez más el aspecto de cuartel, menos por el lienzo meridional que principalmente sirve de habitación al gobernador, donde no es imposible encontrar algún escondido (a) Véase la Resumpta histórica del P. Cayetano pág. XIX y siguiente, con re- ferencia á la descripción manuscrita nombrada diversas veces. La inscripción de M. Aurelio Caro queda transcrita en el anterior capítulo pág. 1305, nota c. ISLAS BALEARES 1359 detalle de la romancesca Almudayna ó de tiempos más ó menos inmediatos. Descuella en él, adosada á un cubo, la torre cua- drangular del homenaje con alguna saetera en cruz practicada en su espesor, desde cuyo remate velaba asiduamente, regis- trando el ancho mar, el que tenía encomendada á su fe la custo- dia de la tierra contra sorpresas enemigas, ó prolongaba su vigo- rosa resistencia á las huestes sitiadoras con la esperanza de divi- sar á cada momento en el horizonte el suspirado auxilio {a). Lá perspectiva sobre la población, sobre el puerto, sobre los islotes y el faro de la opuesta orilla, es siempre la misma, que gra- dualmente más dilatada á medida que nos elevamos, llega en su mayor altura al complemento, como una idea común y percep- tibie á muchas inteligencias se sublima y perfecciona al tenor de la penetración de cada una; mas los lados de sur y oeste ofre- cen por las vertientes opuestas del cerro no pobladas, no ya campos y cordilleras, sino azules inmensas sábanas sembradas de peñones, cerradas por la costa á menudo nebulosa de For- montera, que parece dividirse en dos islas, aparte de las varias que se enlazan con la punta de las Puertas^ y más adelante por la bahía que forman terminando en montañosa grupo los estan- ques de las salinas, y en primer término realzadas por la pinto- resca loma de los Molinos que en fila se diseñan sobre el fondo de las aguas con gracioso movimiento. Todo quizá, menos este grandioso panorama, ha cambiado veinte veces en el castillo con las mudanzas que obraron los si- glos en el arte de la guerra: de sus primitivas fortificaciones á las de la época de la conquista cristiana no va menor diferencia que de las de arma blanca á las actuales, y aun de estas á las (a) Viénese involuntariamente ála memoria la briosa defensa del gobernador Lagostera contra las huestes del rey Pedro de Castilla ( pág. 1327), cuyos inge- nios dejaron impresas sus pedradas y disparos, según testimonio de los castella- nos enviados á Tamorlán medio siglo más tarde, en la cerca y torres de la fortale- za, que titulan de Avtcena conforme á la tradición corriente por entonces (nota a de la pág. i 308 ), y que debió ser á mi juicio la citada torre del homenaje. 1360 ISLAS BALEARES que requiriera la moderna edad para constituir hoy en defensa la plaza. Á los antiguos muros y torreones reemplazan cortinas y baluartes; á las almenas, matacanes y aspilleras para bailes- tas y arcabuces, troneras y baterías; y aunque obras del siglo xvi y aun del xvii en su mayor parte, su elevación y robustez se combinan con las lozanas malezas que en sus hendiduras crecen para conciliaries al par interés y respeto. Desde el basamento del bastión de San Bernardo, que se enlaza á sudeste con el de Santa Tecla, aparece en su mayor gallardía la torre del home- naje, destacándose de una fachada de irregulares aberturas, y sigue el muro dando vuelta por la espalda de las habitaciones hasta la puerta de la Bomba^ arco abierto en grueso paredón marcado por fuera con el escudo de las barras, junto á la cual avanza colateral con el de San Bernardo el bastión de San Jor- ge, encabezando el rápido descenso de la cerca para ceñir por el costado de poniente, no ya el castillo, sino la ciudad misma. Flanquean aquella línea hacia su mitad el bastión de Santiago, y el de Puerta Nueva con su doble reducto uno encima de otro en el ángulo formado con el lienzo que mira al puerto, ocultado en parte por las manzanas del arrabal. Familias pobres, casi las únicas de su clase dentro de la ciudad, habitan de uno á otro extremo la muralla, á la cual asoma el lindante caserío, distin- guiándose de él apenas el humilde convento de las monjas. Mirado exteriormente por su lado meridional el castillo, truécase por completo la vista respecto de la acostumbrada: ni domina amurallados recintos y sobrepuestos órdenes de casas, ni reduce á estrecha cúspide su área, sino que se asienta ancha- mente en su regular paralelógramo, guarnecidas de simétricos baluartes las esquinas, guardándose por aquella parte solamente á sí propio, pues desde allí no aparece rastro de población que defender, siempre no obstante agrupado con la catedral aunque en posición inversa. Hasta la altura del cerro desaparece, conti- nuando sin depresión notable con la del puig de los Molinos. Una mina ó poterna, mantenida en uso probablemente desde ISLAS BALEARES 1361 remotos tiempos, cuya boca se oculta junto á la torre del ho- menaje, conduce por un largo y tenebroso pasadizo, alumbrado escasamente por alguna rendija, á la salida denominada del Soto oscuro^ que en la temporada de baños no teme atravesar para acudir á la vecina playa la flor del delicado sexo. El terre- no, bajando siempre, sigue por fuera el declive de la muralla y SUS avances y recodos por senda no bastante acomodada á pa- seo, hasta el pie de la puerta Nueva^ que metida en un rincón del baluarte contiguo, macizada en gran parte su descomunal abertura, desemboca en lo alto de una cuesta por un bajo co- rredor abovedado que taladra el espesor del terraplén, no tan largo y oscuro como el arriba descrito: de nueva no tiene traza ni por su escudo ni por su carácter, y aunque la más directa para el interior de la isla, permanece solitaria y como escondida en un repliegue de la fortificación. Yacen por las inmediaciones, dentro de sepulturas excava- IBIZA.—Espaldas del Castillo ISLAS BALEARES das en la cavernosa peña, huesos de época problemática por la heterogeneidad de los objetos con ellos encontrados, fragmen- tos de cerámica, monedas de no bastante antigüe- dad para remon- tar la considera- ción á las gene- raciones primiti- vas (a). Tal vez por atracción in- definible, tal vez por el supuesto de haberse esta- blecido allí cerca en 1652 el ce- menterio de los apestados, levan- tóse en su sitio hacia el primer tercio de esta centuria el ac- tual, distante de los muros más de un IidB.IvZaA. oP kilómetro; — iedra romana y á la vera de su breve camino detiene al viajero la gran piedra funeraria en- contrada á la sazón, combinándose con una de las dos de la puerta de /as Tablas para perpetuar la memoria de Lucio Ocu- lacio Recto {/)). Confluyen las cuestas de poniente á la llanura {a) Para afirmar algo más concreto serían menester otros hallazgos que el de los cinco esqueletos descubiertos en 1884, según se desprende del examen que publicó el Sr. Fajarnés en el núm. 40 del Boletín arqueológico Luliano. {b) Véase la inscripción pág i 304 not. b, y cotéjese con la de la puerta citada. ISLAS BALEARES en la explanada de la ciudad, y aquel suelo húmedo, pingüe, sin cesar revuelto, guarda recuerdos y huellas de lo pasado lo mismo que el peñascoso de las colinas. En el nombre local de Feixas conservan las innumerables huertas, en que está menu- damente partido, la etimología del de Fixurie que al tiempo de la conquista les aplicaron los repartidores, y acaso también un inmemorial sistema en las barreras, sostenidas por informes jam- bas, que disciernen las pequeñas fincas, raras veces cercadas de piedra por otra parte. La palmera domina con preferencia, ora aislada, ora en copioso grupo, la variedad de frutales allí con- densados, como para transmitir la tradición oriental de sus cul- tivadores sarracenos. Reservado á los tres magnates conquista- dores en unión con el rey el dominio del llano de la Villa^ con excepción del radio puesto al alcance del trabuco, el cual se di- vidió entre los cuatro (a)¡ compréndese que por sucesivos esta- blecimientos se subdividiera y casi desmenuzara en partículas, según indican desde el propio siglo xiit frecuentísimos traspa- sos (à) : una alquería no obstante manteníase entera en medio de las fexurias que al rédedor hormigueaban, y era la de Ma- gana con que dotó Montgrí la iglesia, al fundarla en seguida de ganada por armas la tierra, de donde su término, más adelante dado en enfiteusis, vino á titularse de Santa María. Las norias, las albercas, las acequias que cruzan y amojonan las propieda- des, al par que renuevan y mantienen siempre fresca y joven la vegetación, hablan también melancólicamente con el perenne ru- mor de sus aguás de las antiguas razas, que si volvieran á la vida, nada creerían innovado en lo que constituyó allí mismo sus faenas y sus delicias. Desde cualquier puesto se contemple. (a) Refiérome á lo atrás expuesto, pág. 1316 y 1324. (¿7) Figura entre otros el de un prado contiguo al puerto, de que hizo dona- ción el sacrista de Gerona á Bernardino de Santacilia, ilustre linaje mallorquín, quien lo vendió por medio de su procurador Guillermo Serivá á diversos pobla- dores. Por el mismo tiempo en 1279 poseían un huerto en la costa ó ribera del castro de Ibiza los frailes de Formentera. 1364 ISLAS BALEARES y cuanto más de arriba mejor, embelesa aquella aterciopelada alfombra de toda suerte de verdores, esmaltada de mil puntos blancos que señalan las casas y casitas, y aun las toscas entra- das de las haciendas, rayada por franjas de carreteras y cami- nos que van á perderse en las alturas más ó menos quebradas del horizonte; y cabe en verdad concebir más provechoso y es- merado cultivo de los campos, pero no mayor amenidad y her- mosura. ' Baña el mar en dilatado semicírculo la orilla, y realza el precioso marco la diafanidad y tersura del cristal, hasta el sitio en que la Providencia, para formar puerto y cortar la excesiva prolongación de la ensenada hacia el cabo Martinet, atravesó á levante una serie de islotes que, á fin de procurar mayor res- guardo, un dique artificial ha juntado en nuestros días. Plana se apellida la primera de estas tres islas, Grossa la segunda, y Botafoch la tercera, harto más pequeña y desviada hacia dentro de la línea de las otras, predestinada por la naturaleza para pe- destal de un elegantç faro moderno de cilindrica torre: atribuye la tradición el extraño nombre al grito que daban al entrar en el puerto los patrones á su tripulación para saludar con un dis- paro de culebrina al milagroso Cristo del cementerio {a). Por cima de la baja cordillera que se desprende de la costa, engar- zada como por puentes de un estrecho á otro, descúbrese desde el castillo la bahía exterior determinada por dicho promontorio, circuida de pedregosos cerros cuya base forma la ensenada tranquila de Talamanca [b\ destacándose del centro la punta deis Andreus, teatro de la sangrienta derrota de los expedido- narios de Colom al rededor de las dos torres que la guarnecían. (a) Hoy venerado en Santo Domingo (v. pág. i 346). Las otras dos islas en mi concepto han llevado constantemente desde la conquista sus nombres de Plana, y Grossa, aunque Marsilio las confunda con la de las Conieras equivocando su si- tuación (pág. 1317, nota b). (b) No me explico por dónde vino á aplicarse á la localidad este nombre de una antigua villa castellana distante de Madrid siete leguas, si bien lleva el mismo un lugar corto y oscuro, cercano á Manresa. 1366 ISLAS BALEARES Y allí más cerca, en la isla Plana, se cree vislumbrar la bandera roja enarbolada por el faccioso almirante y la batería improvi- sada para expugnar la villa y fortaleza, y á poco más de dos meses la horca en que se tambaleaban al aire media docena de infelices plebeyos, en mal hora venidos de Mallorca á caza de aventuras {a). (a) Véase atrás, pág. 388 y i 3 32. Un documento del año • 27 i menciona una isla deis penjais delante del puerto de Ibiza, mas no puede suponerse que esta sea la Plana siquiera en profecía, sino la que hoy conserva aún aquel nombre entre las Puertas y Formentera, alumbrada con faro, y á vista de dicho puerto. CAPITULO VI Pueblos foráneos de Ibiza: Nuestra Señora de Jesús, Santa Eulalia ; San Juan Bautista, San Miguel; San Antonio; San José, las Salinas.—Isla de For- montera. la alameda plantada al extremo de la Marina, entre el andén y la muralla de San Juan, más abundante de poyos que de sombra, parten las tres carreteras que por la isla se de- rran\an en dirección á las cabezas de distrito: la del Norte á Santa Eulalia y San Juan Bautista, la de noroeste á San Anto- nio, la de oeste, no tan expedita como las otras, á San José, ra- mificándose al sur hacia las Salinas. La primera, después de seguir un buen trecho la curva orilla por delante de las barre- ras toscamente encuadradas de larga serie de feixas, se inter- ISLAS BALEARES na, sin torcer el rumbo, antes de emparejar con la isla Plaiia, al través de huertas análogas por uno y otro lado, que á la dere- cha se extienden en torno de una pequeña parroquia titulada Nuestra Señora de yesús. No le pesará al viajero apearse, sal- vando corta distancia, hasta descubrir en el valle la blanca igle- sia con su espadaña encima de la puerta, ni extrañará que arcos apuntados dividan la bóveda de plena cimbra aunque apoyada en pilastras de estilo más reciente, ni que formen cruzándose la del presbiterio con clave en su intersección, si recuerda que de 1580 á 87 la poseyeron los frailes dominicos antes de esta- blecerse para mayor seguridad dentro de la villa, y quizá en época anterior franciscanos, c^so de valer algo la advocación muy usual en dicha orden y algunos santos de ella colocados en el retablo principal {a). Antigüedad probaría éste en el edificio no menor que de principios del siglo xvi, si se hizo para su tes- tero: es un retablo gótico completo con sus pulseras, cuyas ta- bias puristas representan la del centro á la Virgen con el Niño debajo de palio sostenido por ángeles mientras otros tañen ins- trumentos, y á San Pedro y San Marcos las laterales; en el se- gundo cuerpo entre San Roque y San Antonio de Padua figura la impresión de las sagradas llagas en el patriarca de Asís, en el tercero un sacerdote, celebrando misa, acaso San Ildefonso, y en las pulseras unos bustos de santos. Llevan nimbos de oro las imágenes, y en sus rostros aquella pureza, aquella serenidad en las actitudes, aquella minuciosidad de pliegues y finos primores en los ropajes, como en los demás objetos y en el fondo de la escena, que caracterizan el antiguo género miniaturista, princi- pálmente en los siete pasajes del basamento, que á un lado de la resurrección del Señor desenvuelve la anunciación de María, el nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores, y al otro (ct) Confírmase mi conjetura con la aseveración del P. Cayetano de Mallor- ca, que habla de Jesús como de casa de mucha recreación, que aún manteníala forma de convento : pág. XXIV. ISLAS BALEARES I3Ò9 la ascensión del Redentor, la bajada del Espíritu Santo y el óbito tranquilo de Nuestra Señora. Joya de extranjero origen, flamenco probablemente, es sin duda semejante obra, aparecida sin saberse cómo ni cuándo en un país tan refractario en sus templos al arte; y su venida sola- mente se explica por la de alguna comunidad, pues no sería con posterioridad á la traslación de los dominicos cuando la iglesia se quedó de vicaría para la comarca, ni menos al ser erigida en parroquia á la vez que en diócesis Ibiza, en 1785, por más que la devoción de los marinos la haya distinguido en todos tiem- pos. De la misma fecha data la creación de la de Santa Gertru- dis, feligresía desmembrada igualmente que las de Jesús y de San Carlos de la matriz de Santa Eulalia, á cuyo dilatado cuar- tón pertenecieron sus respectivos territorios: once años después, en 179Ó, bendijese la nueva parroquial, de pequeña y sencilla fábrica, que ocupa el centro casi de la isla en lo alto de una meseta, con un grupo de casas, nada más que trece, que allí sin embargo pasa por considerable. En los valles intermedios se re- pliega la vegetación como desalojada de las ásperas laderas cir- cunvecinas, y florecían no há mucho tiempo los naranjos, decaí- dos al presente como en toda la provincia. Cae Santa Gertrudis al lado izquierdo de la carretera, y más arriba de su travesía tómase á la derecha la que conduce á San- ta Eulalia muy apartada á nordeste, sin ganar de pronto en atrae- tivo lo que pierde en comodidad y llaneza. Pero, atravesado por sólido puente de tres ojos, un verdadero río, permanente bien que no muy caudaloso, único por su nombre y realidad de tal en las islas Baleares donde no se conocen sino torrentes, descú- brese á corta distancia la villa, y subiendo y mejorando siempre el camino y creciendo á cada revuelta en densidad el arbolado y el caserío con sus huertos, éntrase en la ancha aunque breve calle, continuada por dos hileras de almeces, que forma la esca- sa población aglomerada, pues las cinco mil almas ó poco me- nos de que consta el municipio, se reparten con las tres parro- X72 ISLAS BALEARES quias restantes, ó habitan en su inmensa mayoría dispersas por el vasto término. Mira la calle al mar que á sus pies se desplie- ga en risueña playa, y entre sus casas distingüese por suntuosa y espléndida la de Wallis y la consistorial con su pórtico en la plaza, centro de varias dependencias. Á modo de cindadela co- roña la iglesia el cerro, agrupada con la rectoría, imprimiéndole cierto orientalismo el cimborio de una capilla, y carácter de for- taleza un cubo ceñido de cordón: el soportal de espera, que for- ma una estancia en cuadro sobre nueve arcadas para albergar la numerosa feligresía á la entrada y salida de los oficios divi- nos, se halla desprendido de la fachada y termina arriba en es- paciosa azotea. Más capaz pero no más suntuosa en proporción de su importancia sobre el común de las rurales, la nave, cubier- ta de tosca bóveda de algibe, presenta capillas pareadas en cada uno de sus tres cortes y una más honda en el inmediato al presbiterio, dedicada la del lado del evangelio á la Trinidad (a) y su colateral á la de Nuestra Señora del Rosario, á la cual per- tenece la cúpula asomada al exterior; y la disposición especial de estas dos capillas parece suplir por la carencia de ábside ó cabecera que se nota, respaldándose en la pared recta el retablo mayor cuyo barroquismo corresponde bien á su fecha de 1675. Nada de notable ni apenas de regular ofrecen los demás reta- blos, ni señales de antigüedad la actual estructura del templo, solamente recomendable por lo fuerte y pintoresco de su situa- ción. Queda el título de iglesia vieja^ y á lo más sus cimientos si por tales se admiten, á un collado metido mar adentro, y harto expuesto de consiguiente á las correrías de los piratas. Allí, á raíz de la conquista, empezaría el culto á la virgen mártir de (a) Hay en esta capilla un Padre Eterno que por su deformidad ha logrado hacerse célebre entre tantas obras espúreas del arte como abundan en el país; y sin embargo la actitud en que figura de presentar al Hijo crucificado á la faz del mundo redimido no puede ser más tierna ni más sublime, recordando la frecuente expreshjn de igual asunto en las esculturas de la Edad media. ISLAS BALEARES Barcelona, de quien tomó nombre el dilatado cuartón, si es que no lo debía de antes á memorias derivadas de la cristiandad primitiva ; poblado y establecido bajo los auspicios del infante de Portugal y luego del rey directamente, ya que carecían de parroquia los vecinos, no podía faltarles oratorio donde acudir á misa de una y dos leguas en contorno. Comarca de las más populosas era la de Santa Eulalia, cuando en 1483, al ocuparse los jurados en la distribución de villas y aldeas (a)^ inspecciona- ron sus molinos de agua, y cuando en 1522 desembarcaron allí algunos agermanados con intento de reclutar secuaces; vicaría, sin embargo, no llegó á serlo sino á últimos del siglo xvi, y con esta ocasión en mi concepto mudó de lugar y de edificio la igle- sia, que hasta después de dos centurias no se erigió en parro- quia independiente, al mismo tiempo que en ayuntamiento el distrito, iniciando el plan de una población compacta, poco ade- lantado hoy todavía al cabo de cien años. Y eso que condiciones de prosperidad y desarrollo las entraña como pocos aquel suelo feraz y accidentado, que anchamente se domina desde la plata- forma extendida sobre la nave y desde el cubo en días no remotos artillado, abarcando montes y valles, del término casi todos, el sinuoso cauce del río que juntando sus dos ramales lo atraviesa ceñido de verdes orillas, su desagüe por rápida pendiente en la vecina ensenada después de poner en movimiento cuatro ó cinco aceñas, un delicioso panorama en fin de amenos campos y azulados mares que se dividen el horizonte. Expuesta al jaloque y al levante, prolóngase la costa de Santa Eulalia desde el faro de Botafoch hasta el islote de Ta- go mago, correspondiendo en extensión á la del mayor de los cuartones, y desplegando ante el que navega de la capital de Ibiza á Mallorca una profusa variedad de cordilleras y promon- torios, de calas y senos, de escollos y arrecifes, que vistos de través al sur del citado mirador se ocultan uno tras de otro. (a) Véase pág. 1330. islas Baleares mezclados en confusa perspectiva. Doblado apenas el cabo Mar- tinet^ asoma el saliente cabo Llebrell y á flor de las aguas in- termedias los dos peñones Lladó á que comunicó acaso su ape- llido uno de los primeros pobladores venido con los magnates; al abrigo de la cima del Llebrell intérnase Calallonga^ ofreciendo tan fácil desembarco como angosta entrada, y más arriba Cala- blanca^ ambas un tiempo más temibles como receptáculo de bu- ques enemigos que favorables como puerto á los naturales. De Santa Eulalia se denominan las tres isletas que siguen, como la ensenada, como el río que en ella desemboca, como los molinos de agua y de viento, como el pueblo que blanquea arriba tendi- do al pie de su iglesia: un paredón titulado la Argamassa^ muy adentro de la cala, ha pasado á los ojos de algún erudito por obra importante de los romanos [a). Avanza la costa describien- do un recodo hacia nordeste, hasta la punta de Arabi oscura y baja, y otra salida presenta más adelante en igual dirección, como para formar un estrecho entre el cabo Campanig y la isla de Tago-mago, poblada de pinos y sabinas y abordable por un par de calas. Ninguna quizá puede aspirar á dicha categoría con más derecho, de cuantas escoltan por todos lados la Pitiusa ma- yor, no sólo por su perímetro, sino por la figura, no menos extraña que su inalterable nombre cartaginés, con que las rocas, por fuera tajadas, se unen en plano inclinado hacia dentro. Des- de tierra asoma culminante cual una de sus montañas; desde el canal la hace más imponente su aislamiento, frente al cabo tam- bién erguido y cortado en sus dos tercios de altura. Allí princi- pia la ribera á declinar á tramontana á lo largo de la playa del Figueral^ buscando su angular estribo en el faro de Punta Grossa. Hasta más allá todavía alargaba el cuartón sus confines; pero segregóse de la parroquia por el arreglo de 1785 su terre- (a) « Pues los vestigios de su grandeza y munificencia indican que no pereceó en ella el arte ni se escaseó el coste.» Reswnpia del P. Cayetano^ pág. XXV. ISLAS BALEARES 1373 no más septentrional para constituir la de San Carlos, cuya iglesia, precedida de pórtico, en nada se distingue de las res- tantes de su tiempo; por lo demás perseveran dentro del térmi- no municipal sus feligreses, del otro lado del puig den Ribas, famoso por la tradición aneja á la tosca cruz puesta en su cima {a). Tal vez las minas que en la Argentera explotan, influ- yen desfavorablemente en las costumbres y carácter de los habi- tantes de sus vendas (b), una de ellas la de Moma, antigua al- quería poseída en 1288 por Sibila de Castellet. La línea diviso- ria del cuartón de Balanzat, rayano á noroeste del de Santa Eulalia, no incluía tan exactamente las otras cuatro parroquial que componen hoy el ayuntamiento de San Juan Bautista, que no dejase fuera para su limítrofe una buena parte, tal vez la mayor, de la escabrosa comarca de Balafia puesta en el día al cuidado de San Lorenzo, y del extenso valle de la Britcha en la subida del cual se asentó la actual cabeza del distrito; de suerte que San Juan ya en 1726 por decreto de visita hecha á nombre del arzobispo de Tarragona, y más tarde San Lorenzo al verificarse con motivo de la institución de la catedral la nue- va distribución de parroquias, fueron desmembraciones sucesi- vas del vastísimo territorio de Santa Eulalia civilmente conside- rado, de igual manera que en lo eclesiástico las tres enumeradas feligresías. Trátase nada menos que de un espacio de diez á (a) Redúcese á las tretas que desplegó el demonio, transformado en jayán de prodigiosas fuerzas, poniéndolas al servicio del que habitaba aquel cerro, á fin de hallar ocasión de arrebatarle, lo cual no pudo conseguir. Hay quien dice que la cruz, colocada en una especie de humilladero, es recuerdo expiatorio de un fratri- cidio. (fi) Venda es palabra peculiar de Ibiza, empleada en documentos eclesiásticos para designar una porción no muy vasta en que se subdividia el terreno, quizá con objeto del arriendo y venia de los diezmos procedentes de sus fincas. Vemos con sentimiento desaparecer de las relaciones estadísticas estos grupos de pobla- ción que conservan la memoria de las antiguas comarcas y alquerías, como toda- vía los contiene el nomenclátor de 1863 en número de diez y ocho sólo en el ayuntamiento de Santa Eulalia, entre ellos los de las Torres, Calallonga, Coloms, Porl, Arabi, Novell, Azaró, Moma, Peralla, Figueral, distribuyéndose entre todos los nueve décimos del vecindario. 1374 ISLAS BALEARES doce kilómetros que atraviesa la carretera, desde su empalme con el ramal hacia una de las dos villas hasta su terminación en la otra; y si en vez de seguirla sin descanso en su segunda mi- tad, paramos un instante en la sencilla pero bien cortada iglesia de San Lorenzo colocada en alto sobre la izquierda, veremos como su benéfica sombra, sin cobijar techos inmediatos, ha ex- tendido al rededor su radio para multiplicar la población y el cultivo del selvático suelo cruzado de torrentes, preponderando entre sus pinares olivos, algarrobos é higueras á medida que al través del ramaje blanquea más frecuente el caserío. Al llegar á San Juan Bautista, tras de vencida larga y si- nuosa cuesta, y más si las nubes y la lluvia ó la obscuridad de la noche hacen parecer más densa y sombría la arboleda que la cubre, diríase que no es villa ni lugar siquiera el punto de para- da, sino aislada hospedería cabe un templo solitario. La funda- ción de éste, no obstante, cumplido el primer cuarto de la pa- sada centuria, atrajo á la desierta localidad bastantes elementos de vida para que sesenta años después, al organizarse los ayun- tamientos de la isla, se estableciese allí el que correspondía al antiguo cuartón de Balanzat. Compónenlo con ésta otras tres parroquias, las de San Lorenzo, San Miguel y San Vicente, su- fragánea de la de San Juan esta última como de creación muy moderna, independientes las dos primeras y decana del distrito la de San Miguel {a). Casas que no llegan todavía á veinte, in- clusa la consistorial y las escuelas y el cuartel de la guardia ci- vil, han ido últimamente juntándose á la iglesia, flanqueada al norte por la rectoría, delante de la cual se extiende el embaído- sado pórtico de dos arcadas, que en el país por lo común pre- (a) Es preciso rectificar aquí la inexactitud cometida atrás, pág. 13 19, supo- niendo anejos de los curatos de las villas, Santa Eulalia, San Antonio, San Juan y San José, los demás enclavados respectivamente en sus términos municipales. Todos, con excepción del de San Vicente, gozan en lo eclesiástico de iguales atri- buciones, aunque de distinta categoría; y aun resulta que San Juan y San José no son las parroquias más antiguas dentro de su cuartón, sino San Miguel en el de Balanzat y San Jorge en el de las Salinas. ISLAS BALEARES 1375 cede á la entrada de los templos rurales. Éste no se conoce que, al pasar de vicaría de Santa Eulalia á parroquial de villa, tratara de ampliar su capacidad ni de mejorar en ornato: tal como fué construido de principio, permanece en su ruda y pobre arquitec- tura, y renueva y acumula al tenor de sus modestos recursos imágenes de pintura y de talla en sus retablos. Pero desde abajo parece bien sobre pedestal de musgosos bancales, apuntando su espadaña entre las copas de los pinos, y no menos desde cualquier lado de la cuenca en que está metido, resaltando sobre el verde fondo de la vertiente opuesta, doblados por los ecos los llantos y los regocijos de su rústica campana. Las cumbres que á San Juan rodean, no todas selváticas, sino cultivadas algunas y cubiertas de arbolado sus faldas y no despobladas de viviendas, son otras tantas atalayas sobre el mar del norte que dominan una costa más despedazada que la de levante. Trepando al puig dels Massons (a), el más alto de los convecinos y el tercero ó quizá el segundo de los de la isla, reanúdase el panorama suspendido en la Punta Grossa^ cuyo faro asoma á lo lejos por entre dos montañas, distinguiendo más allá ó adivinando tal vez un pico de Tago mago; más cerca un archipiélago de escollos llamados las Formigas^ y el valle donde se asienta al este de su matriz la sucursal de San Vicente, ter- minado en la playa de las Caletas. Avanza al aquilón desafiando su furia el istmo, en que abre su boca al oeste Portinaix (à), al lado de la ensenada deliciosa de Xarraca salpicada de caserío á lo largo de la costa hasta cala Xarracó^ que la isla den Cal- dés toma bajo su abrigo; y formando esquina al noroeste la cordillera de Binirraix., comunica su nombre á otra cala y á la fuente que desagua en ella. Toda esta costa septentrional pro- [cC] Deriva seguramente del diminutivo de massa en plural, sin necesidad de buscar extrañas etimologías. (ñ) Á la voz genérica de puerto va unida otra cuyo significado no atino ; la ter- minación se pronuncia suavemente, por lo cual empleo en el final la a: en lugar de g. Xarraca, Benirraix, Azaró, son nombres visiblemente arábigos. 1376 ISLAS BALEARES L_ cede del distrito de Santa Eulalia, del cual se disgregó tan buena, parte en beneficio de la parroquia de San Juan, que por lo visto abarca poco de las tierras del de Balanzat; á ellas presidía na- turalmente, desde que hay memoria de la división citada, la iglesia de San Miguel, compensándose con lo que se extendían entonces al poniente á expensas del de Portmany lo que á le- vante y norte no se les añadió sino posteriormente. Reducido era respecto del otro dicho cuartón, adjudicado en el repartimiento al sacrista de Gerona, con un nombre que casi desde el mismo tiempo figura como apellido de familia (a): siete kilómetros al sudoeste dista de San Juan su parroquia primitiva, y dejando á la izquierda el valle de /a Britcha surcado por un arroyo que va á juntarse con el río de Santa Eulalia, atraviésa- se por áspero camino, no transitable sino á trechos para ruedas, una serie de valles más ó menos anchos y agradables, pero no desprovistos de variedad de árboles y cultivos y de frecuentes haciendas que aprovechan para el riego de sus huertos las aguas abundantes en aquel onduloso país, hasta descubrir sobre lejana muela, á manera de castillo, la silueta del templo dedicado al santo arcángel. Dada vuelta al aislado cerro, aparecen en lo alto de la plataforma, en medio de unas pocas casas, tres arcos mo- demos, que introducen al atrio perfectamente enlosado, y en el fondo debajo del soportal ábrese la puerta en el flanco de la nave, que es de plena cimbra, cortada por ojivales arcadas en tres secciones y otras tantas capillas á cada lado: las dos empe- ro contiguas al churrigueresco altar mayor, guardando con San- ta Eulalia cierta analogía de formas, trazan un crucero de pro- fundas alas donde se colocan las mujeres, reservando para los varones el cuerpo de la iglesia; y la de la derecha nos deja en duda de si fonch feta como dice, ó más bien pintorreada como está, en /' any lóço. Á los pies de la nave se entra al coro por un arco apuntado: creo sin embargo que la antigüedad del edi- (a; Véase pág. i 3 19. ISLAS BALEARES 1377 ficio no es sino relativa y que no sube más allá de fines del siglo XVI. Tiene en vez de espadaña una airosa torrecilla nue- va, pues encima de la iglesia asentó últimamente su habitación el párroco, gozando alrededor de pintorescas vistas sobre los barrancos convertidos en huertos, que ciñen la meseta y que se dilatan al norte en amena cañada hasta un puerto, no gran- de, pero imponente por sus altas y majestuosas peñas: de la parroquia ó del cuartón recibe indiferentemente, ora el nombre de San Miguel, ora de Balanzat. Incluyéronse hasta época no lejana dentro de los límites y la feligresía de aquella dos extensas comarcas occidentales, in- memorialmente conocidas con los nombres de Ubarca y Coro- na (a), ambas ribereñas y señaladas por su respectivo promon- torio llamado como ellas mismas, abriéndose en el intermedio de la quebrada costa la playa de San Gilabert^ y erguiéndose junto á la ensenada del segundo la montaña Camp-Vey que disputa su primacía á la más alta de la isla. Daban al territorio las tajadas rocas, negando fácil acceso á los corsarios, mayor seguridad de la que otros disfrutaban; así que, á pesar de su situación excéntrica, no era el menos poblado, ni el menos pro- ductivo por la multitud de fuentes brotadas de sus sierras. Los huertos de Corona^ los antiguos pozos de Rey^ remontan su origen á la edad de la conquista: Buscastell^ Ocala^ Bessora son nombres de primitivas posesiones, el primero de los cuales se comunica al arroyo que lleva sus aguas al distrito de Portmany para lanzarlas en el puerto. Dependieron una y otra comarca de la iglesia de San Miguel, mientras esta fué vicaría sujeta di- rectamente al paborde ó párroco único de Ibiza, en represen- tación de todo y solo el cuartón de Balanzat; pero después que por la erección general de parroquias, que coincidió con la de (a) Deriva de la voz arábiga Alterca, pasando por Albarca y Aubarca. Sobre Corona., aunque enclavada en la porción del sacrista, tendría el rey algunos de- rechos. 173 1378 ISLAS BALEARES ayuntamientos á fin del siglo pasado, pasó á ser curato pro- pió, bien que incorporada á un municipio cuya cabeza (San Juan) era extraña al cuartón, quedándose éste acéfalo hasta cierto punto, creáronse también parroquias con plenitud de in- dependencia, en Ubarca la de San Mateo, en Corona la de Santa Inés, uniéndolas sin embargo en lo civil al ayuntamiento de San Antonio, como si dijéramos correlativamente con la di- visión antigua, al cuartón de Portmany. Habrá pues que reco- nocer que es más notable la diferencia de linderos, entre los primitivos cuartones y los modernos distritos, de lo que parece y creí antes de estudiar detenidamente el asunto {a). Sin esco- ger bastante el sitio, pues más frondosos y despejados los ofre- cen los contornos poblados de olivos é higueras, construyóse escondida entre áridas colinas en pedregoso llano, con rapidez mas no sin elegancia en su modesto tipo, la iglesia de San Ma- teo, notable por las dimensiones de su retablo mayor y por la capacidad del pórtico, como si presintiera que antes de un siglo ^ habían de subir á un millar sus parroquianos. Más tardó en lie- varse á cima la de Santa Inés y con menos feligresía empezó, aunque va también desarrollándose, sin perder nada empero de agreste y solitario el valle que ocupa y los cerros que la rodean: la singular devoción de los comarcanos á su santa ti- tular, antes venerada en ermita no muy distante dentro del término de San Antonio, dio lugar á reñidas contiendas entre las dos parroquias, que dirimió el obispo Azara entregando á cada parte contrincante una efigie de su patrona {ò). Ñuño Sans, que no poseyó arriba de seis años el cuartón de Portmany, traspasado sucesivamente por venta al rey y al sacrista, dejó vinculado su recuerdo al colosal mojón que divide [a) V. pág. 13 19 al fin del aparte. (b) Corre la voz de que se quedó el prelado con la figura primitiva, objeto de tanta devoción, obra de mérito, aseguran, ora fuese de pincel, ora de bulto, que en esto hay sus dudas. ISLAS BALEARES 1379 SUS tierras de las de Balanzat, al soberbio cabo de Nono (a)^ estribo norte de la gran bahía, en el fondo de la cual se abriga el puerto magno. Razón hubo para que asombrara á las más remotas generaciones y mereciera de los romanos aquel título antono- mástico, si se atiende á la descomunal anchura del golfo que describen los dos brazos, trazando cada uno multitud de pun- tas y senos que á la derecha se encogen y ocultan mirados desde la playa, mientras á la izquierda se dilatan frente al es- pectador en línea interminable hasta el extremo sur, guardado por la isla Cunillera, competidora de la de Tago-mago en gran- deza y superior en la dotación de faro. Con ella se agrupan, cerrando á poniente la embocadura como escuadra permanente, las dos menores situadas más afuera, ya usando en común del nombre de la principal, ya tomando especialmente los del Es- parto y del Bosque; un poco allende la diminuta bandada de las cinco llamadas y Redonas. Las ventajas mismas, que brindaban á fijar cabe el puerto una población y á imprimirle desarrollo, retrajeron quizá de establecerla, ínterin la navega- ción estuvo casi á merced de los piratas y faltaba protección y fuerza á los intereses mercantiles, temiendo cada día la derra- mada vecindad verse sorprendida por la espalda, como al nor- oeste atestigua la ominosa cala de los moros que por ella solían penetrar (¿). Sin embargo, ni á los extensos prados del térmi- no y á las cuestas y alturas que les siguen hacia el interior de la isla, ni á las cordilleras que unas detrás de otras se desen- vuelven sobre la ribera meridional, escasearon desde los tiem- pos del conde de Rosellón numerosos pobladores, que moran- do á tres leguas de la capital y de la única parroquia, se reu- nían á buen seguro y á fuer de cristianos en alguna capilla precursora de la actual iglesia y puesta ya bajo la advocación de San Antonio. (a) Equivalente á Ñuño : pronunciase vulgarmente acentuando la postrera sílaba, Nonó. [b) V. pág. 1328 not. a. 1380 ISLAS BALEARES Fabricóse la presente después de 1570, al instituirse las cuatro primeras vicarías rurales en correspondencia con los cuartones, á saber la expresada en unión con las de Santa Eu- lalia, San Miguel y San Jorge; y es la que más copiosos indi- cios de antigüedad presenta, al par que más vastas dimensiones. Ojivales son, no hay que decirlo, los arcos que refuerzan á tre- chos el medio cañón de su espaciosa nave, y el rebajado que da entrada al presbiterio; á la extremidad opuesta cae el coro y á un lado el portal, como en San Miguel: en las capillas, de es- caso fondo y arquería semicircular, que no bajan de cinco por lado, nótase una que otra pintura en tabla, como la de la Mag- dalena en medio de las del Bautista y de San Antonio, dividi- das por pilastras. Es recomendable en su género barroco el retablo mayor con la figura del titular: no así la representación de los misterios de dolor trazados en la barandilla del púlpito por inexperto pincel (a), que en otro pasaje del pedestal, mos- trándonos al párroco en actitud de enseñar á sus feligreses el catecismo, dejó curiosa prueba de los trajes usados en aquella fecha de 1769. En cambio, sorprende hallar á la entrada, sos- teniendo la pila del agua bendita, un ángel desnudo, de impon- derable encanto, digno de figurar, como obsequio de algún bien- hechor, entre las mejores obras de la escultura moderna. Nin- guna parroquia como ésta en el país posee tan variadas y nota- bles memorias de activo culto y piedad en todos tiempos: ya en 1619 promovía en ella el prior de los dominicos la funda- ción de la cofradía del Rosario; funcionaba en 1644 la del santo abad, crecía la devoción á San Roque con la preservación casi del contagio en 1652 (ó), y piérdese entre nieblas el origen de (a) De análogas pinturas en el púlpito de la parroquia de la Marina se hizo mención pág. 1340, y otras por el estilo se encontrarán más adelante en el de San José, completando entre todos los misterios del Rosario. En cuanto al án- gel de la pila que se menciona más abajo, cotejado con el de la iglesia del Sal- vador, le lleva el de San Antonio incomparable ventaja. (ú) No hubo en el distrito de Portmany sino cuatro defunciones. V. pági- na 1334 iiot- ISLAS BALEARES 1381 la tributada á Santa Inés, ora empezase por el hallazgo de su efigie en una cueva, donde quiso permanecer volviendo á ella portentosamente cada vez que se intentó trasladarla al templo, ora viniese de lejanas tierras traída por una nave en época des- conocida. En un vecino collado al norte existe la cueva, y en- cima permanece desmantelado el santuario capaz y sólido, que en 1743 se le edificaba muy antes de pretender los de Corona llevárselo más adentro, sin perjuicio de que en la parroquial conserve su capilla la santa mártir, acompañada de San Barto- lomé, cuyo día 24 de Agosto, por coincidir con el de la llegada ó descubrimiento de la sagrada imagen, se festejaba hasta tiem- pos recientes con bailes y romerías. Pero lo que á la iglesia de San Antonio distingue es el ca- rácter de fortaleza impreso en el espesor enorme de sus muros y en su apariencia exterior de baluarte, ceñido de cordón y cu- bierto por azotea de techo llano, desde que las obras importan- tes del buen cura actual la han descargado del peso de la casa rectoría que sobre ella en parte gravitaba, reformando de paso con aseo y buen gusto el ingreso al atrio y las arcadas del pór- tico lateral que á la nueva mansión precede. Al portal de la iglesia resguarda por fuera otro, que aún parece echar de me- nos el rastrillo y brindar á la defensa con piedras desde arriba; y algo de humor guerrero debió pegarse á la primitiva espa- daña antes de aceptar el barroco disfraz de pilastras y bolas, alargando desmedidamente sus ventanales. Descuella á levante la cuadrada torre asentada sobre el presbiterio, dominando el resto del edificio con sus adarves y troneras, enfiladas todavía hace poco más de veinte años por viejos cañones en dirección al punto de mayor peligro; y la torre y el macizo rectángulo que preside destacan por cualquier lado obscuros y fuertes so- bre el blanco y frágil caserío replegado bajo su custodia. Con la erección del templo en verdadera parroquia, que no fué sino simultánea con la de todas las de la isla á la llegada del primer obispo, coincidió casi el real decreto de 1789 por impulso del 1382 ISLAS BALEARES ministro Soler á fin de reunir en pueblos formales el disperso vecindario de Ibiza, decreto que si algún cumplimiento tuvo fué en San Antonio, aun con preferencia á Santa Eulalia; y sin em- bargo, noventa casas es todo el núcleo que ha cuajado en un siglo alrededor de la de ayuntamiento {a), con balcones y te- jado algunas, las más de cubierta plana, mirándose en las aguas del puerto, y en días borrascosos salpicadas por la espuma. No falta alguna de suntuosa construcción, rodeada por sus cuatro costados de elegante galería, abandonada en mitad de la playa como despojo de algún naufragio. Una hermosa carretera de quince kilómetros, que desde la capital atraviesa la isla por su menor anchura, es lo que prin- cipalmente da importancia de villa á San Antonio. Desde el pie de la muralla surcando en diagonal la exuberante llanura que domina el castillo, y ganando suaves lomas, entra poco antes de llegar al promedio, en el término municipal, del que forma parte la parroquia de San Rafael, asomada á la altura desde donde abastece de abundante caudal la fuente de la Marina, blanca y nueva como de la promoción general de 1785, y dis- tinguiéndose solamente de una granja cualquiera por la espa- daña. Sigue por buen trecho la vía, cruzando una elevada me- seta salpicada más que poblada de pinos y sabinas, y al prin- cipiar el largo descenso por la vertiente opuesta, descúbrese en el horizonte el mar y el grandioso puerto y la población, á me- dida que se avanza por el pantanoso llano, confundiéndose con la espuma de las olas y su iglesia con la negrura de un peñas- CO. Mucho más que el actual distrito de la villa se extendía al sur el antiguo cuartón de Portmany: pertenecíale gran porción del territorio que en la creación de ayuntamientos pasó á formar el de San José, no solamente el de la nueva parroquia de San (a) Nuevecientas son la totalidad de casas que comprende, el ayuntamiento, de suerte que de los 4264 habitantes del -distrito sólo viven 272 en el casco de la villa. ISLAS baleares 1383 Agustín metida muy adentro de la ondulosa comarca que linda con el puerto á vista de San Antonio, sino más allá el mismo que fué escogido para situar la cabeza del distrito limítrofe. La extensión que por aquel lado cogía, igual con corta diferencia á la que adquirió por el del norte con la incorporación "de Ubarca y Corona^ se comprenderá mejor con decir que su costa marí- tima, continuando desde las islas Cunilleras hasta enfrente de la de Vedrá^ no terminaba sino en el cabo Llentrisca al extre- mo sudoeste. Seguramente venía en aumento la vecindad, cuando el me- tropolitano de Tarragona, don Manuel Samaniego, decretó en su visita de 1726 la fundación de aquella vicaría de San José en el collado de Cala - Vadella^ al mismo tiempo que la de San Juan Bautista en la extremidad del valle de la Britcha^ au- mentando hasta seis el número de las que preparaban desde fines del siglo xvi la organización parroquial de la diócesis. La iglesia, alta y capaz para lo que se estilaba entonces y más todavía después con otras de menor cuantía, señálase única- mente por una particularidad, y consiste en las tribunas corri- das por cima de las capillas laterales, que destinadas á los hombres y enlazadas con el coro alto, dejan en las fiestas ex- traordinarias expedita la nave para las mujeres. Por lo demás, la bóveda semicircular y la plataforma que la cubre, con la es- padaña enhiesta en la delantera, el atrio ó soportal de tres arcos colocados en la fachada y también cubierto de terrado, son rasgos que tiene comunes con la generalidad de parroquias; sólo que los retablos denotan algo de mayor esmero en la eje- cución ó de abundancia en los recursos. El principal es de dos cuerpos, y en prueba de lo que se activó la fábrica lleva la fecha de 1741. Las pinturas del púlpito componen con las de San Antonio y del Salvador en la capital la serie de los quince mis- terios, interpretando por su parte los de gozo, ni tan mal como el primero los de dolor, ni tan regularmente como los de glo- ria el segundo: tampoco se olvidó allí el pintor de retratar al 1384 ISLAS BALEARES cura en sus funciones catequísticas {a). Al pasar San José de vicaría á parroquia en 1785, perdió en vez de ganar terreno, desmembrándosele el de San Agustín; en cambio vió surgir á su lado y bajo su mismo nombre un ayuntamiento, que recibió por distrito todo el cuartón de Salinas, además de la porción considerable que se le agregó de Portmany. La iglesia no obs- tante persevera poco menos que en aislamiento, rodeada de un via-crucis^ sobre una de tantas risueñas lomas en que los árbo- les parecen también resistirse á formar grupo como las casas, sin figurar siquiera entre las del contorno la municipal situada algo más lejos: aumenta la feligresía, aunque no proporcional- mente á la feracidad del suelo y á lo saludable del clima; pero la villa no lleva traza de formarse. Brisas marítimas y silvestres convidan á respirar las cum- bres que entre la costa y el valle al oeste se interponen, altas por una excepción de la topografía ordinaria más que otras ningunas del interior, y más alta que sus vecinas la Atalayassa^ á cuya elevación veinticinco metros faltan nada más para los quinientos. Del primer arranque lánzase la subida á imponente nivel sobre las colinas del norte hasta hacerlas destacar en fon- do azul, y empréndese en dirección contraria el segundo tramo á orillas de precipicios, sin descansar sino en la meta geodésica que se le ha implantado en el punto culminante. Allí despliega su perímetro más de media isla, roja de suelo, verde de vege- tación, recamadas de orlas de plata sus orillas. Sus puntas, sus ensenadas, sus islotes, presentan allí uno por uno su nombre y su fisonomía: el majestuoso cabo Nono de gallardo perfil, á vanguardia de los que por el septentrión aparecen en confuso; la vasta bahía que en tierra se introduce hasta encontrar pobla- do al cual ofrecer sus servicios y provechos; la Cunillera gran- de^ con abrigo en su seno para naves pequeñas, y de noche luz para las mayores, y breñas para caza, y pastos copiosos para (a) V. atrás pág. 1380. ISLAS BALEARES 1385 ganado, acompañada de sus dos subalternas del Bosque y del Esparto^ en medio de multitud de isletas de toda forma, color y tamaño, que como aves acuáticas se solazan en las olas; más cerca y casi al pie otra ensenada desde Rocas-Malas hasta Cala- Vadella^ compuesta de otras calas menores, si no la ocultaran los inmediatos estribos. Y declinando al sur la mirada, tropieza con el gran Vedrá^ magnífico peñón estalactítico, surgido del fondo del mar como erupción volcánica, erizado de picos y sin embargo no del todo inaccesible ni desnudo de arboleda; el idioma del Lacio al parecer confirióle ya el título de Veterano^ así como el diminutivo al Vedranell, que se aproxima más á tierra formando estrecho con el cabo de yueu. Más adelante avanza, frondoso en su cima y descarnado en su mitad inferior, el cabo Llentrisca^ cobijando á la vuelta una quieta cala; y á regulares intervalos se suceden la punta de Purroig {a) y la del Yondal, dando entrada y nombre cada una á su puerto respec- tivo, que de tales no tienen seguridad ni fondo. Á todos los de la costa meridional aventaja en magnitud y osadía el cabo Falcó en actitud de levantar al cielo el entreabierto pico y desplegar sus enormes alas, cabalmente en un ángulo de la playa y sobre los bajos estanques de las Salinas, como legendario guardador del inagotable tesoro: más allá ya no se distingue sino el pro- longado istmo de las Portas^ que parece un brazo tendido á Formentera al través de la neblina. Por todos lados el mar, y aun á levante allende el castillo adivínanse sus reflejos en el puerto de la villa: solamente se pierden al nordeste en el hori- zonte, por donde despliega la isla su mayor longitud, los tér- minos de Santa Eulalia y de San Juan, aplanando alturas y ab- sorbiendo distancias. Tendido á nuestras plantas acabamos de ver ese cuartón de Salinas, que en unión con el de Balanzat obtuvo el sacrista de Gerona á fin de completarse uno con otro, aunque separados (a) Como si dijéramos Port-Roig. 174 ISLAS BALEARES entre sí hasta tanto que logró por compra hacerse suyo el in- termedio de Portmany. Su zona litoral no es extensa, apenas de doce millas, y bajan á dividirla en senos, llámense puertos ó calas, las cordilleras del interior, hasta flor de agua á menudo, y no siempre terminando en lento declive: ondula el terreno en sinnúmero de cerros y valles, surcado de arroyos y torrentes, en cuyas márgenes alternan con las zarzas y malezas espesos ca- ñaverales, con escuetos collados las graderías de bancales cons- truídos en las laderas, con los lentiscos y sabinas de los altos los viejos olivos y algarrobos, las copudas higueras, los frondo- sos almendros de las faldas. iVridez y frescura, trozos de senda abiertos en la roca tras algún pantanoso bajío, agreste soledad interrumpida por la aparición periódica de raras haciendas guarnecidas por torres de defensa que atestiguan el peligro aún reciente, acompañan por el camino de Cubells al que se dirige, desviándose del de San José, á visitar una ermita fundada no lejos del cabo Llentrisca sobre la raya de ambos cuartones. La obra es de ayer, emprendida en 1857 por un entusiasta sacer- dote catalán (P. Francisco Palau), misionero á la vez que ceno- bita, lanzado á Ibiza por tormentas políticas, quien se propuso labrarse allí un retiro ó más bien un desierto^ como los de su orden del Carmen Descalzo. Empezó por fijar su nido junto á un manantial descubierto casi en la playa al pie de rápidas pen- dientes, y por cultivar el erial contiguo hasta convertirlo en re- galada huerta; y luego, atrayendo en derredor algunos segui- dores, edificó en lo alto de la meseta un pequeño y rústico ora- torio á la Virgen del Carmelo, cuyo altar proveía perpetua- mente de flores á falta de otra riqueza. Con la muerte del fun- dador han venido al suelo las paredes y arcos dispuestos para el ensanche, y en las adyacentes celdas no le sobreviven sino dos ó tres ermitaños, ninguno sacerdote; continúan, no obstante, las romerías, ora particulares según la necesidad ó la devoción inspiran, ora públicas en señaladas fiestas, y á las emociones piadosas júntaose las impresiones de la naturaleza, así las gran- ISLAS BALEARES 1387 diosas del mar en movimiento perenne dentro del ancho golfo, como las risueñas de espléndida vegetación, multiplicada arriba por un milagro de cultivo en pomposas vides y lozanos frutales, y allá abajo, al extremo de áspera y blanquecina cuesta, en ordenadas filas de higueras y naranjos que prosperan mientras la endeble fábrica se arruina. Vicaría fué por lo tocante al cuartón de Salinas la iglesia de San Jorge, más antigua que la de San José, desde los años de 1570, y tal vez capilla desde antes, hasta el de 1785 en que fué instituida parroquia con término propio, como hoy todavía continúa, aunque civilmente agregada al nombrado municipio. Dista como tres millas al sudoeste de la capital, y á la playa en cuyo, fondo se asienta conduce un ramal de la carretera de poniente, que tan pronto encajonada entre sierras como domi- nando llanuras, habitadas unas y otras y no sin esmero labra- das, va á terminar en la cabeza del distrito. San Jorge compite con San Antonio en actitud defensiva, á fuer' de iguales en la flaca posición y en la constante alarma; y cuando apenas hay finca en los contornos que no conserve adosado á sus rudas pa- redes un cubo destinado á burlar las sorpresas del descreído invasor, no había de faltar á la iglesia, como guarida común de los fieles en trances de mayor apuro, su azotea cercada de triangulares almenas y sus fuertes muros, aunque disfrazados por el blanqueo que con la espadaña y el pórtico de la fachada contribuye á imprimirle más pacífico semblante. Acaso también rivalice con la del Puerto Magno en antigüedad, si se atiende á los arcos de la nave, por regla general apuntados menos el del presbiterio, pero en dimensiones con mucho no le llega: reta- blos y demás objetos del culto, todo es allí moderno. Nada de agrupado caserío al rededor, sino mansiones desparramadas por el campo, cómodas algunas y rodeadas de hermosos plan- tíos: la feligresía sin embargo es de las que con más rapidez aumenta. Y no es que se dilaten mucho sus linderos: á dos kilómetros escasos, atravesando baldíos juncales, hállase otra 1388 ISLAS BALEARES parroquia, la de San Francisco de Paula, que empezó á funcio- nar hace un siglo al mismo tiempo que la de San Jorge, com- partiendo el territorio de la ex-vicaría, sin más precedente que el de haber servido de capilla para oir misa á los recolectores de la sal durante sus faenas. Poco al parecer mejoró con ade- lantar en destino la sencilla y diminuta construcción, que de bóveda y capillas y hasta de retablo en su único altar carece, formándole techo las vigas sobre arcos; mas para atender me- jor al cargo parroquial, delegóse el primitivo á un oratorio más pequeño titulado de San Carlos, que dentro las mismas depen- dencias lo ejerce por temporada. Objeto de inmemorial explotación, de antiguas disposiciones y privilegios reales, de plantas y reglamentos, de estudios y cálculos para fomentar la importancia del producto, tal celebri- dad han alcanzado las salinas de Ibiza, que no es para olvidado el sorprendente espectáculo que ofrece á la salida de San Fran- cisco de Paula aquella rasa explanada, partida en cuadros á modo de tablero, con una calzada por marco. Más de trescientas hectáreas componen sus cuatro grandes estanques, que tienen por límite occidental la playa del Codolar y á mediodía y á le- vante dos colosales grupos de montañas á que dan nombre res- pectivamente el cabo Falcó y el Corp Mari^ por entre los cua- les se abre una legamosa angostura de estanques menores, que del otro lado se ensanchan por una superficie de ochenta hectá- reas más, cuanto consiente la base de la punta triangular de las Portas. Plantó allí la naturaleza los dos peñones por firmes estribos, al rededor de los cuales se aglomerara el poso de la tierra, produciendo los vistosos contrastes cuya explicación se reserva la geología; y sabe Dios cuándo y en qué punto los bancos de arena transformaron por primera vez los pequeños senos en lagunas, donde el agua de mar evaporada y cristall- zada por el sol crease un germen de riqueza, que el arte desde los primitivos tiempos se encargó de extender y multiplicar por medio de canales. Conociéronla los más rudos pobladores, y ISLAS BALEARES 1389 quizá fué el primordial elemento que atrajo de fuera las naves y desenvolvió el comercio con los extraños, así como fué el principal recurso otorgado en participación por los conquista- dores cristianos al naciente municipio {a). El abasto de la sal hizo de Ibiza un peculiar emporio de buques españoles, france- ses é italianos durante la Edad media y en los siglos poste- riores: las rentas empero, administradas por la universidad é incorporadas en 1715 á la corona, venían á menos á la vez que la producción, reducidos á seis los estanques á mediados de la pasada centuria, la mitad cegados é inútiles. Entregadas por el estado las salinas á la actividad de una empresa privada, cobran en nuestros días tal impulso, mediante eficaces reformas peri- cialmente dirigidas, que de año en año se triplica la cosecha y se prepara terreno para doblar la superficie explotable (¿5). Tienen interés para el viajero, aparte del económico y científico, el movimiento de las obras, la variedad de las tareas, el espec- táculo que sucesivamente presenta en la alternativa de las esta- ciones aquella balsa, ya inundada por completo, ya á medio cuajar con puntos cristalinos, ya á fines de verano convertida en lago de nieve, siguiendo los recodos de las montañas que la estrechan, hasta complacerse en la solemne melancolía del en- charcado é insalubre llano, de las yermas y tajadas rocas, de la silvestre y raquítica vegetación que no viste sino de harapos el paisaje. Metida como por una garganta entre dos mandíbulas, aván- zase, desprendida de las dos sierras é inclinada hacia sudeste, la lengua de tierra que ha formado petrificándose la arena y aumenta sin cesar amontonándose; en el borde oriental los her- (a) V. pág. 13237 entre los documentos del apéndice el número 7. (¿)) Refiérome á los datos citados por el Archiduque Luís Salvador : el incre- mento de 32,000 toneladas de sal tomado en 1886 respecto de las 6,800, térmi- no medio de la producción en años anteriores, y en 1888 elevado á 50,000, es verdaderamente prodigioso. Fueron vendidas en 1871 por un millón y 162,000 pesetas. ISLAS BALEÁRES mosos pinos de la playa del Sulzaró, formando casi bosque, parecen desmentir la aridez desolada del contorno. Convergen los bordes casi rectos en punta guardada por una torre, que guardar merecía la que desde antigüedad remota venía llaman- dose las Puertas^ por considerarse tales los pasos ó freos inter- medios en la línea de islotes tendida de norte á sur desde la Pitiusa mayor á la de Formentera. Entre la punta y la isla de los Ahorcados así designada ya desde el siglo xiii {a), entre ésta y las isletas Negras y la de los Puercos desprendida del Espalmador^ que es la isla más importante de aquel archipiéla- go, entre la última y los Trahucadors {d) escollos inmediatos al- ángulo septentrional de Formentera, fórmanse canales de uno á otro mar, más ó menos angostos y profundos, que han recia- mado en todo tiempo vigilancia en la navegación por las expre- sadas sirtes. Desde el puerto de Ibiza van dejándose á la espal- da multitud de peñones que apenas otro nombre merecen, y queda á la izquierda el Espardell digno de aspirar al de isla: sobrenada con uno que otro montecillo un laberinto de costas rasas, que importa más hoy día alumbrar que defender; y á torres, como la del Espalmador sobre roja y tajada peña, su- Ceden dos faros contiguos bien que separados por las aguas, el de los Ahorcados y el de Pou^ al que apenas suministra base el pequeño islote, cuyo nombre vulgar se ha trocado por el apelli- do del ingeniero. Geológicamente considerada Formentera, es de creación re- ciente : dos núcleos de terreno cuaternario, el uno á poniente desde la punta Sahona hasta la de la Anguila y á levante el de la Muela^ constituían como dos islas diversas, antes de que las enlazaran aluviones relativamente modernos por medio de una extensa playa en cuya doble curva expiran de un lado las (a) Véase pág. 1366. . [b) Tal es, tomada de Escolano lib. IV, cap. 7, la etimología del nombre de Trocados puesto en mapas modernos. ISLAS BALEARES olas de tramontana y del otro las de mediodía, y de que aca- rreando tierra al norte, forjaran la aguda proa que la aproxima á Ibiza y á los islotes interpuestos. La figura de su perímetro, que se me antojó un sillón de cabalgadura para damas (¿ï), com- párala Escolano á una lámpara de latón con el pezón vuelto hacia abajo. Alárgase tres leguas de norte á sur: estrecha al principio, va ensanchándose una y dos leguas, aunque el istmo, que salda sus dos porciones de base, no alcanza de mar á mar sino tres tiros de escopeta; llana por lo general, presenta sin embargo alturas que se elevan ciento y doscientos metros sobre el nivel de las aguas, principalmente por el lado de la Mola. Abundan allí con preferencia vigorosos pinares; lo restante del suelo está mejor acomodado para sementeras. Lo sabroso de los pastos se transfunde á las carnes del ganado que sustentan, y al cual por largos períodos abandonaban el inculto campo los vecinos insulares en defecto de más provechosa granjeria; á la de las reses se añadía la de su lana y queso, la de caza produ- cida en los matorrales, la de cera y miel libada en las praderas. Buenas y saludables las aguas, medicinales los aires, benigno y apacible el temple, no permiten concebir cómo haya perma- necido por intervalos en el transcurso de los siglos despoblada del todo y sin cultivo una superficie que con tal espacio y con tales ventajas convida á los naturales de enfrente. Y sin embargo, el nombre peculiar de productora de trigo que debió á los romanos para distinguirla de Ibiza, con la cual llevaba en común el de Pitiusa ó pinosa impuesto por los grie- gos y más análogo á la condición salvaje, indica la feracidad prodigiosa que desde muy antiguo la hizo conocer, inseparable de la idea de habitantes. Después de encarecer Pomponio Mela la de Ebusus^ dice refiriéndose á su compañera : at alia largior^ es decir, más fértil todavía; y en efecto se atribuye á sus gra- nos la exorbitante fructificación de veinte por uno. De más de (a) Pág. 1294. ISLAS BALEARES mil silos para depósito de las cosechas duraron vestigios hasta el siglo XVII, por los cuales se arguye el gran número de vivien- das qíie con ellos coexistiría, y se comprueba el aserto de Plinio de que entrambas Pitiusas formaban como una sola ciudad fede- rada^ por medio de la cual corría un angosto brazo de mar {d)\ datos que no se prestan á confundir á Formentera con la Ophiusa ó Colubraria tan famosa por su abundancia de sierpes, de que por singular contraste se hallaba Ebuso completamente libre. Á los que dan por sentada dicha identidad {ó), la despo- blación de la pequeña isla, tal como Estrabón nos la presenta, se hace fácilmente explicable por efecto de la funesta plaga; pero que antes ó después fuese habitada, es imposible descono- cerlo. Prescindiendo de los enojosos reptiles, causas más que bastantes suministran para la emigración ó exterminio de sus indefensos moradores los frecuentes cambios de dominación y hasta las simples correrías de los enemigos. Nombrada vimos á Formentera en la división de diócesis atribuida al rey Wamba y en las crónicas de los reyes de León al referir las depreda- clones de los Normandos en las islas Baleares {c): mantuvié- ronla poblada en su época los sarracenos, y venganza fueron de las piraterías de sus naturales los horribles daños recibidos en II08 de los expedicionarios de Noruega, pocos años antes de que sus pingües bueyes fueran botín de los Písanos {d). De hornos y molinos, señales inconcusas de vecindario, habla la carta de infeudación otorgada en 1246 por el sacrista Montgrí como señor de Ibiza á Berenguer Renard, de los montes y lia- nos, tierras y alquerías, cazas y pescas de Formentera, con fa- cuitad de darla en establecimiento y de nombrar baile que juz- {a) Esta es la explicación más natural del texto de Plinio ; insulœ per hcec marta primee omnium Pyihiusce... nunc Ebusus vacatur^ uiraque civüate fedérala^ angusio /reto interfluente. V. pág. 1303. (í>) Acerca de esta controversia se dijo ya lo suficiente para una obra de esta índole en la nota de la pág. 1294. (c) Págs. I 306 y I 307. (d) Págs. I 309 y 1,3 I 2 nota a. ISLAS BALEARES 1393 gara las cuestiones y pleitos de posesión, no sin salvedad de ponerlo él también por su parte en apoyo de sus derechos ju- risdiccionales, reclamando de los pobladores el diezmo del pan, vino y carnes, el homenaje de fidelidad y el señorío de las to- rres y fortalezas que en lo sucesivo allí se construyesen. Por reservas cita la alquería de Alcanit y dos solares en la Mola^ el uno para habitación y cercado propio, el otro para la de cierto Casiano juntamente con un huerto de éste en la alquería del Arenal^ y además el terreno laborable por tres pares de bueyes donde pudiesen fabricar oratorio y residencia unos er- mitaños (a). Quiénes fueran éstos lo aclara otro documento del referido Montgrí en 1258, donando á fray Samuel, delegado de fray Arnulfo provincial de la orden de San Agustín, tres partes de la Mola con su arbolado, bosques y pastos, mientras allí permanecieran los religiosos, con prohibición de enagenar ó di- vidir su propiedad (à). He aquí lo que de positivo resulta acer- ca del convento agustiniano de la Pitiusa menor, cuya existen- cia, vagamente conocida hasta ahora, se pretendió remontar á tiempos anteriores al islamismo. Yerma antes de un siglo quedó otra vez Formentera; con- vento, alquerías, cultivo, industria, vecinos con su baile, todo desapareció por efecto de las incesantes incursiones de los moros, que á guisa de salobres oleadas no dejaban brotar ger- men alguno de vida en el suelo donde se habían mantenido tanto tiempo los suyos, si bien como piratas más que como pa- cíficos labradores. Desde entonces no suena en archivos é his- torias sino en calidad de inculta y desierta; y el primer paso que se dió para repoblarla fué ponerla en defensa al abrigo de (a) Véanse entre los apéndices puestos á lo último este notable documento núm. I 2 y el del establecimiento de los agustinos en la Mola núm. i 3. (fy) Menciónase en la donación el huerto del Arenal y el abrevadero del Car- waye para uso de sus ganados. Vimos que dichos frailes poseían en 1279 un huerto en el llano de la villa (pág. i 364 nota), y que por razón del diezmo que percibían de la Mola se suscitaron graves contiendas con los oficiales de Jaime II (pág. 1325). 17s 1394 ISLAS BALEARES un fuerte, obra promovida en 1457 por Juan Martí, á que por -singular aberración se oponían los contiguos insulares, interesa- dos más que nadie en colonizarla (a). Sin descuidar no obstante el sostenimiento de las atalayas y el refuerzo de la Mola^ pasa- ron todavía más de dos centurias hasta que, venidas á menos la pujanza y la osadía de los corsarios infieles, fué en aumento la seguridad de las costas. Habíanse enseñoreado del territorio, si hemos de creer á escritores de comienzos del siglo xvii, ban- dadas de asnos y cerdos, trocados de domésticos en montara- ees con la prolija ausencia de dueño, brindando los segundos con fácil presa á los navegantes, los borricos empero defendien- do en cuadrilla y á bocados su independencia, ó negándose ten- didos con pasiva inercia á la carga y servicio del hombre (â). Aventuráronse por grados torreros y pescadores y traficantes en sal y en ganado á fijar allí con sus familias el instable domi- cilio, y en 1726 hubo ya de levantar el limo. Samaniego en el centro de la renaciente feligresía una parroquia que dedicó á San Francisco Javier, empezando por fabricar paredes como mu- rallas y artillar con cañones su plataforma. Cincuenta años des- pués subía á quinientas almas la población de la isla; pero no , tanto por su número, como por el extenso ámbito en que se hallaba esparcida, naciéronle pronto á la matriz dos sufragáneas, la de San Fernando en la playa oriental junto á las salinas, y la de Nuestra Señora del Pilar en el istmo de la Mola; las tres actualmente curatos, sin más diferencia que en su categoría, de término la primera y de ingreso las otras. Compréndelas un solo municipio, que acaba de recobrar debidamente Formentera des- (a) Pág. I 2g. Consta por el viaje de Ruy González Clavija en 1403 y por el Paralipómenon del Gerundense, que desde el principio hasta el fin de aquel siglo careció de habitantes Formentera. (fc) Son donosos los términos con que en el citado lugar lo refiere Escolano, en tiempo del cual pertenecía Formentera al dominio de los Vallterras caballeros de Valencia y barones de Torres-Torres, sucesores de Francisco Vidal de Blanes, gobernador de Mallorca. El limo. Marca cita un adagio catalán que compara los perezosos y negligentes á los asnos de Formentera. ISLAS BALEARES 139$ pués de veinte aftos de andar agregada por el más irritante ca- pricho al ayuntamiento de la ciudad de Ibiza, como allá en tiempos de Plinio, al través del mar que las incomunica: no lo desmerece un vecindario de dos mil almas. Si no contraría el viento al humilde buque de vela que en defecto de vapor ha de transportaros, ó si no teméis que cam- bie luego su maligno favor cerrándoos la vuelta>.-por más tiempo del que tenéis disponible, hasta trocar la curiosidad en fastidio, no neguéis una ojeada á la próxima tierra, que de puro remo- zada parece virgen, y que á pesar de su antigua é intermitente historia no ofrece más huellas de lo pasado que si ayer hubiese nacido. Os acogerá, vuelta al este en abierta ensenada, la igle- sia de San Fernando entre media docena de casas, y en sus cercanías veréis reproducido en menor escala el espectáculo de las salinas, de las cuales ya el conquistador Montgrí permitió á los pobladores el uso para sí propios reservándose la propie- dad, y cuyo producto, computado tiempos atrás en 3500 modi- nes, crece de cada día en importancia. Los estanques inmedia- tos, titulados el uno del Pez y el otro de los Flamencos por las aves de este nombre que lo frecuentan, los donó al adquiridor del feudo para su exclusiva pesca. Á menos de la mitad de la costa occidental, que se prolonga en línea casi recta de norte á sur, entre las puntas de la Gavina y de Sahona, fórmase una cala con honores de puerto, que de Puerto-Salé tomaba nom- bre en recuerdo de los moros que allí dentro se abrigaban, así como de Berbería el cabo que más abajo al extremo de tajadas peñas señala el rumbo á la región ominosa de donde procedían los estragos. Á igual distancia de entrambas riberas, que van progresivamente apartándose, y en el punto más céntrico de Formentera, asiéntase la parroquia mayor consagrada al apóstol de las Indias y el restaurado consistorio con reducida escolta de viviendas, al lado de la Miranda que domina los contornos, sitio el más á propósito para población agrupada, si jamás la hubo ó si llega á haberla con el tiempo, por ofrecer más á mano 1396 ISLAS BALEARES que ningún otro la piedra y la madera de construcción. Poco dista á levante la entrada del arenal, que ha ido llenando quizá al través de las edades el estrecho que debió de mediar entre los salientes estribos del espacioso seno, trazado en uno y otro borde por la corriente. Al otro lado de dicho puente avanza, siempre al este, como cuadrilátero baluarte, la península de la Mola^ más elevada y selvática que el resto de la isla, concentran- do al rededor del Pilar su dispersa feligresía : compréndense en su término la inmemorial fortaleza apenas ayudada por el arte, el moderno faro asomado al mar, y memorias más bien que rastros del efímero convento, incluyendo en ellas el título de San Agus- tin dado á la cala del norte. Retoñan de dos siglos á esta parte, Dios sabe si por quinta ó por vigésima vez, las semillas de una cultura rudimentaria, bien distinta sin embargo de las anterio- res, y que esta vez no morirá, al menos de las causas que aca- baron con aquellas, si la humanidad no retrocede; y la natura- leza se irá vistiendo, y las obras del hombre perfeccionándose, y multiplicándose los vecinos, hasta poder añadir, satisfechos de su modesta patria, una cuarta isla al grupo de las Baleares. APÉNDICES Existen los originales de los siguientes documentos, aunque sin numeración, en el archivo de la cátedra de Ibiza, menos los de ntim. 3.® y 6.® hasta 9.® inclusive, sacados de hojas sueltas de un antiguo registro de reales privilegios que nos proporcionó un canónigo aficionado. Número i Concesión de Ibi^^a hecha en 1284 por el rey Jaime I al sacrista de Gerona, ar- ^obispo electo de Tarragona, para conquistarla de los moros. Resulta expe- dida en Lérida, aunque la Crónica del Rey expresa que se hallaba la corte en Alcañii(. (Pág. i3i3 del texto.) Manifestum sit cunctis presentibus atque futuris quod nos Jacobus Dei gra- tia rex Aragonum et regni Majoricarum, comes Barchinone et Urgelli et domi- nus Montispessulani, attendantes dilectionis affectum et integritatem animi quam vos, venerabilis et dilecte G. per eandem Tarracone electe, erga nos semper geritis et gesistis, cum hac presenti carta perpetuo valitura donamus, laudamus atque concedimus vobis et vestris et quibus volueritis relinquere sive dare ad omnes vestras vestrorumque voluntares inde perpetuo faciendas, cas- trum et villam de Eviça cum tota insula in qua est, et totam insulam de For- mentera, cum salinis et leudis, portubus, redditibus et proventibus et omnibus exitibus maris et terrae et cum aquis dulcibus et saisis, stagnis, lignis, pratis, pasturis, montibus, planis, montanis, cultibus et heremis, sjlvis, nemoribus et garrigiis, et cum omnibus ingressibus et egressibus per mare et per terram, et cum forciis, edificiis et melioramentis factis et faciendis, tt cum omnibus om- nino et singulis juribus et jurisdictionibus et pertinentiis ad predictum castrum et villam et ad predictas Insulas pertinentibus et debentibus pertinere, sub'tali forma in qua banc donationem vobis et vestris facimus, ut teneatis vos et ves- tri omnia supradicta per nos et successores nostros in feudum ad consuetudi- nem Barchinone, et donetis nobis et successoribus nostris vos et vestri quo- tienscumque et quandocumque volucrimus potestatem de jam dicto castro et de omnibus castris seu forciis que in prediciis insulis coritigerit fieri in futu- 1398 APÉNDICES rum ; verum si forte contingeret nos predicta castra et ínsulas dare vel dirait- tere alicui laycali persone, teneatur nobis et successoribus nostris facere inde horaagiura et predictara potestatera dare et fidelitatera servare : retineraus au- tem nobis in predictis castris et insulis quod possiraus inde facere pacera, et que sint in guerra Cura illis cura quibus nos habebiraus guerrara. Hec antera donatio valeat tali pacto quod vos hinc usque ad festura Sancti Michaelis raen- sis septembris proxirai cum navigio et exercitu accedatis ad dictum castrura et Ínsulas expugnandas, et si eas adquisieritis perpetuo valeat donatio supradicta; verurataraen, quod absit, si vos reverterimini, obsidione et exercitu ad bonum et sanum intellectura nostrum ibidem inde relictis, ista donatio deinde sit irrita penitus et inanis. Datura Ilerde VII idus decembris anno Dni. MCCXXX quar- to.—Sigfnura Jacobí Dei gratia regis Aragonura et regni Majoricarura, comitis Barchinone et Urgelli, et domini Montispessulani. — Hujus rei testes sunt Bgr. episcopus llerdensis.—Frater Guillelraus de Cervaria—Petrus de Monte catheno—G. de Monte catheno—G. de Angularia—R. Bgr. de Ager—Bgr. de Podio viridi—Geraldus Alamandi—Sigfnura Petri de "^ancto Melione qui hec mandato dni. regis scripsit per G. Rabaço not. suo, loco die et anno prefixis. Número 2 Dotación de la iglesia de Jbi^a par las tres magnates conquistadores 6 sus res- pectivos delegados d 14 de Setiembre de i235^ hallándose ya en Mallorca, cuando no mediaba sino un mes y seis días desde el de la conquista. (Pág. 1316 del texto.) In Dei nomine pateat cunctis presentibus atque futuris quod nos Guillerraus de Sancto Vincentio et Gilbertos Aragonensis civis Tarracone et Rairaundus de Gorniliano canonicus Gerundensis et Guillelraus de Solerio clericus Tarra- conensis , arbitratores electi á domino Guillelrao Dei gratia Tarraconensis electi et dora. Petro eadera domino regni Majoricarura et Sanctio Petri procu- ratore dora. Nunonis Sanctii in insula de Eviça, ut in virtute prestiti juramenti quod eis de hoc feciraus ordinareraus bene et honorifice ecclesiara Sánete Marie de Eviça, assignaraus eidera ecclesie et ejus servientibus ac rainistris oranes doraos que sunt juxta ecclesiara ex parte occidentali usque ad viara que tendit ad Alraudaynara, et ex parte circii affrontât in via publica que ascendit ad plateara que est coFara hostio ecclesie prelibate. Item assignaraus eidem ecclesie et ejusdera servientibus vel rainistris totara illara alqueriara que dici- tur de Maçana, sicut terminator á parte occidentis in termino de Xarch et in fexurias ibi junctas, á raeridie in cacuraina raontiura terrainatorura et assigna- torum ipsi alquerie sicuti aque versant versus alqueriam et descendit per fexu- rias positas et figuratas versus partera occidentalem usque ad quandara vi- neara que est vicina cuidara orto in quo sunt plores garrofarii, et abinde transit ultra viara que tendit ad castrura et ascendit per partem occidentalera per se- rrara proxiraara et fexurias positas, capiendo partem possessionura alquerie contigue usque ad fexuriara positam ad partem circii in alquería affa illi conti- gua de Maçana, partera ex parte occidentali, partera ex parte circii, et abinde APÉNDICES 1399 transit á parte circii per quandam viam que vadit ad balnea, et inde revertit per quandam serram sicuti sunt fexurie posite et tendit versus orientem usque ad aliam fexuriam que est posita in possessionibus alicujus alquerie que est contigua alquerie de Maçana versus orientem. ítem assignamus eidem ecclesie et ministris ejusdem ducentos quinquaginta biçantios in argento bono pulcro et recti ponderis, singulis annis percipiendos a capellano in reddiiibus salina- rum, de quibus possit capellanus ejusdem ecclesie providere sibi et quatuor presbiteris, quorum tres celebrent semper horas canónicas et missam per heb- domadas, et quartus celebret continue pro defunctis in obsidione et captione castri supradicti et pro animabus omnium fidelium defunctorum, et de eisdem~ biçantiis teneatur capellanus sive rector ejusdem ecclesie tenere tres lampades in eadem ecclesia coram altari beate Marie die noctuque ardentes ; hos autem biçantios recipiat semper capellanus annis singulis á die Ascensionis Domini usque ad festum Sancti Petri et Sancti Felicis augusii sicut evenerint ex reddi- tibus salinarum sine impedimento aliquo dictorum dominorum et suorum ba- julorum. Item assignamus eidem ecclesie, ex portione terre proprie G. Dei gratia Tarrachonensis electi, cimiterium extra castrum sepedictum in loco assignato infra muros antiquissimos, qui sunt positi juxta pratum. Hec autem omnia supradicta et singula cum terminis et affrontationibus suis conclusa, nomine in quo supra assignamus ecclesie beate Virginis Marie, que est fundata in eodem castro ad ejus Genitricis honorem, in domibus, vineis, pratis, pas- cuis, arboribus et terris fructiferis et non fructiferis, nemoribus, silvis, garri- giis, montibus et planis, eremis cuitis et incultis, decimis et primiciis earum- dem possessionum, ingressibus et egressibus, affrontationibus, melioramentis et quibuslibet aliis ab integro per alodium franchum liberum et quietum. Et quare de predicta assignatione et dotatione, tunc temporis quo eam feciraus, non potuimus apud civitatem Eviçam instrumenta facere propter defectum publici tabellionis, nunc supradicti jurati, presentes apud Majoricam, supra- dictam assignationem per manum pubhci tabellionis redigere fecimus inscrip- tis. Factum est hoc in civitate Majoricarum XVII kalendas octohris sub anno incarnationis Domini MCCXXXV.—Sigfnum Guillermi de Sancto Vincentio— Sigfnum Gilberti Aragonensis—Sig-j-num Raymundi de Corniliano—Sigfnum Guillermi de Solerio.—Ego Bartholomeus de Ponte publici notarii in Majori- cis hoc scripsi et hoc sigfnura feci. Número 3 Franquicias especiales otorgadas á Ibi^a por los tres magnates conquistadores^ hallándose los tres reunidos en Colliure á g de Enero de i236 (i235 de la Encarnación^ calcadas sobre la Carta-puebla que en ide Marino de i23o había expedido d Mallorca el rey don Jaime. (Véase ésta entre los apéndices de la I." parte de este libro, núm. 3o, pág. 600.) (Pág. i 324 del texto.) Reprodujéronlas casi al pie de la letra y por el mismo orden de artículos.^ y fueron objeto como aquella de las correcciones de Jaime II, al recobrar su 1400 APÉNDICES reino, en 3o de Enero de i2gg, según aparece del tenor de las hojas sueltas d que al principio de estos apéndices me refiero: sin embargo les obligaron d variar en algún punto su contenido las circunstancias de la localidad d que se aplicaban, lo cual hace deplorar que no quede de este documento sino lo relativo d los postreros artículos de la Carta-puebla. El texto de los que com- prende el fragmento llegado d mis manos es en ambos privilegios uno mismo, y Jaime II no los corrige ni modifica en un dpice sino en sujetar los delitos de heregíay lesa majestad.d la pena de confiscáción de bienes de que generalmente gomaban inmunidad los reos. Me limitaré pues d entresacar los pasajes, tanto de dichas franquicias como de las enmiendas del soberano, que atañen peculiar- mente d Ibi^a. Super causis quoque injuriarum et dampnis ac vulneribus illatis et cete- ris ómnibus de quibus in premissis non fit mentio specialis, recurratur ad usaticos et consuetudines Barchinone propter honorem et utilitatem castri et insularum de Eviça et de Formentera et hominum et burgensium habitantium in eisdem.—Nos Jacobus rex Majoricarum addimus capitulo seu libertati pre- dicte istud verbum, quod super questionibus seu tormentis habendis a delin- quentibus procedatur secundum usaticos Barchinone. Statuimus etiam quod in castro sit unus bajulus, tamen ille scilicet in quem nos tres vel illi qui vices nostras in insula gesserint consentiremus, non ma- joris numeri consideratione, et mutetur de anno in annum, nisi per nos.vel nostrum locumtenentes in capite anni fuerit confirmatus; bajulus vero predic- tus juret quod hec omnia supradicta pro viribus faciat observari et cuilibet de jure nostro et parte sua sit legalis pariter et fidelis.—Nos vero Jacobus rex Majoricarum predictus volumus quod fiat super dicto capitulo ut est fieri con- saetum. Item prohibemus ne in alfondech vendatur aliquod usque ad quinquennium elapsum, imo venditiones et comercia rerum comestibilium et victualium fiant infra muros castri per quinquennium memoratum.—Nos. Jacobus Dei gratia rex Majoricarum predictus, addentes dicto capitulo, volumus et ordinamus quod in dictis et etiam in Darasana dicte insule de Eviça aliquo tempore mi- nutatim victualia non vendantur. Item quilibet nostrum possit habere in castro tabellionem proprium, qui juret suum fideliter oificium exercere.—Super quo capitulo proxime dicto nos Jacobus rex Majoricarum predictus volumus quod fiat sicut est fieri con- suetum. Nos autem Petrus infans et Nuno Sanctius supradicti volumus statuentes quod si quis traxerit coltellum vel ensem contra aliquem minando vel irascen- do, donet curie sexaginta solidos vel manum perdat. Actum est hoc apud Caucum-liberum V idus januarii anno Domini millesirao GG tricésimo quinto. Sigfnum Petri Dei gratia,regni Majoricarum domini qui hoc laudo et firmo. Sigfnum Guillermi Dei gratia Tarracone electi subscribo. Sigfnum domini Nunonis Sancii qui predicta laudamus et firmamus. Sigfnum Gaucerandi Durg testis. Sigfnum Galcerandi de Pinos testis. Testes hujus rei sunt Benedictus camerarius Tarrachone, Raymundus de Sancto Martino, Arnaldus de Sancto Martino capellanus domini electi, Jacobus de Safaregio, Petrus Gerveyra.—Sigfnum Petri Johannis notarii domini Infantis. Ego Petrus d'Alcala qui hoc laudo et concedo sicut nominatum est superius et firmo.— APÉNDICES Sig+ffna palacii.—Sig-f-num Raymundi de la Barca. Sigfnum Michaelis Nunis. Sigfnum Pencil de Arcubus notarius Eviça, Ego Raymundus de Vilanova notarius domini electi Terrachone, hoc scripsi mandato ipsius et domini Nu- nonis. Número 4 Venta hecha al sacrista de Gerona Guillermo de Montgrí por el rey Jaime el Conquistador en 26 de Enero de 1242 de la porción de Ibi^a que había com- prado d los albaceas de Ñuño Sans. (Pág. 1 3 23 del texto.) Noverint universi quod nos Jacobus Dei gratia rex Aragonum Majoricarum et Valentie, comes Barchinone et Urgelli et dorainus Montispessulani, per nos et nostros vendimus vobis Guillermo de Montegrino sacriste Gerundensi et vestris totam illam partem cum jure dominio et jurisdictione quam Nuno Sancii consanguineus noster habebat et habere debebat in castro et villa et insula de Evissa et de Formentera tam in mari quam in terra, que omnia emi- mus á manumissoribus dicti Nunonis. Predictam itaque totam partem vendimus vobis pretio novem millium quingentorum solidorum malguriensium dequibus sumus á vobis paccati, renuntiando exceptioni non numerate pecunie; quam partem totam integre habeatis cum pertinentiis, tenedonibus, salinis, lignariis, pratis, pascuis et cum omnibus aliis ad eandem partem pertinentibus et deben- tibus pertinere, ad omnes voluntates vestras et vestrorum faciendas. Predictam autem partem teneatis per nos et nostros vos et vestri in perpetuum in feudum ad consuetudinem Barchinone, sicut hec et alia á nobis tenebatis. Datum Bar- chinone VU kalendas februarii anno Domini MCCXL secundo. Sigfnum Jaco- bi Dei gratia Aragonum, Majoricarum et Valentie, comitis Barchinone et Ur- gelli, et domini Montispessulani.—Hujus rei testes sunt G. de Montecatheno, Petrus de Montecatheno, G. de Muntclus, B. de Sancta Eugenia, B. de Porte- 11a.—Sigfnum Guillermoni scribe qui mandato domini regis hec scribi fecit loco die et anno prefixis. Número 5 f Testamento de Guillermo de Mongrí sacrista de Gerona.^ otorgado á i8 de Junio de 124^.^ veinte y seis años antes de su fallecimiento ocurrido en 12j3. Falta al extremo del pergamino una buena parte, que truncando las líneas impide copiarlo por completo, raigón que, unida d su demasiada extensión, aconseja dar de él un simple extracto. (Pág. i3i4 y i322 del texto y la nota a de entrambas.) In nomine Dom. nri. J. C. Ego Guillelmus de Montegrino Gerundensis sacris- ta, attendons quod nulli mortalium notus est terminus etc., eligo manumissores videlicet dnum. Gerundensem episcopum et dilecto Bernardum de Sancta 176 1402 APÉNDICES Eugenia fratrem meum...; jabeo corpus meum sepeliri in cimeterio Scte. Marie sedis Gerundensis supradicte si ibi decessero...; volo et mando ut ante omnia de omnibus mobilibus et faciendis et redditibus et possessionibus... familie mee certa portio detur ad arbitrium manumissorum meorum. (Siguen multitud de legados d la catedral^ canónigos y obispo, d las iglesias de San Félix, San Pedro de Galligans, de San Martín de Costa, de San Daniely convento de Me- nores de Gerona, d las iglesias y hospital de Torroella, d la de Peralada, d la de Begny, d la de Fonilares, d la de Serra, d la de Buada, d las de Santa Cris- tina y Santa Maria de Aradó y d la de Santa Maria de Ulid.) Proinde omnia predicta, castrum meum et terram de Eviça et de Formentera cum omnibus juribus et pertinentiis tam in mari quam in terra ubique, que adquirió al tiempo de ser electo para la sede de Tarragona, las lega perpetuamente al prelado de la referida metrópoli y d sus sucesores, tali pacto quod ad honorem sánete et individué Trinitatis faciat tres candelas ardere continuo die ac nocte ante altare, et tribus clericis in victu semper bene provideatur et vestitu, ac meum aniversarium fieri faciant in ecclesia Tarraconensi. Encaso de no cumplimiento subroga al arzobispo en el citado derechoy propiedad al pabordey canónigos de Tarragona, legdndoles tertiam partem castri et cuartam partem terre de Eviça et Formentera quam emi á dom. Jacobo rege Aragonum, tali pacto quod reficiat quotidie et honorifice in commensa pauperum in canónica X pau- peres, et quotidie tales eligantur qui magis videantur egere. (Instituye ademds una capellanía con asignación de CL besantes, cuyo obtentor) teneatur cele- brare ter in septimana ob remedium anime mee et parentum meorum et om- nium fidelium defunctorum in altari Scti. Dominici gloriossimi confessoris quod situm est in ecclesia jam dicta, de quibus provenientiis faciat per singu- los annos C cereos aptos, quemlibet unius libre et unius quartoni qui ardeat qualibet die sabbati ad missam B. Marie et insuper in quatuor festivitatibus ejusdem et natali... Dictus vero sacerdos continuara faciat residentiam in ecclesia jam dicta, et teneatur intrare ibidem diurnis horis pariter et nocturnis, preterea jaceat de nocte infra rexias... in eadem cerca, cui exhibeat honorem et fraternam societatem, sed ei in aliquo non sit subjectus, nisi tamen quod cum dictus claviger causa officii sui... ad communicandum et hujusmodi extra ecclesiam ibit, dictus sacerdos remaneat in ecclesia et hoc de nocte et de die tunc temporis, ad custodiendum fideliter et honeste dictam ecclesiam et the- saurum et alia bona ibidem deposita sive contenta. (Al sacrista de Gerona que por tiempo sea confiere la presentación para dicha prebenda dentro de los veinte días posteriores d cada vacante. Parece que ademds del castillo de Ibii^a poseía junto d Tarragona el de Constantí, d cuyo baile, como al alcaide de aquély d su procurador y demds pobladores isleños, encarga prestar al prelado y al pa- borde deja metrópoli el mismo homenaje que d él le deben y reconocer su seño- río,y concluye:) Rogo dilectos Bernardum de Sancta Eugenia fratrem meum et üaufridum vicecomitem de Rupebertino nepotem meum ut banc meara ultimara voluntatem defendant etc. Actum est hoc XIIII kal. julii anno Domini MCCXL séptimo. (Firman con otros testigos sus expresados hermano y sobrino; cuyo parentesco con Montgrí, mds inmediato del que ya barruntaba pdg. i3i4 nota a, confirma plenamente este documento. APÉNDICES Número 6 Confirmación de las donaciones, establecimientos y franquicias otorgadas por el Infante de Portugaly por Pedro de Alcalá su co-pa7-tícipe, hecha por el Infante don Jaime como heredero del reino de Mallorca, hallándose perso- nalmente en Jbii^a en 21 de Diciembre de 1260. (Pág. i323 del texio ) Nos dominus infans Jacobus, iilustris regis Aragonum filius, heres regni Majoricarum et Montispessulani, consulte et ex certa scientia per nos et nos- tros laudamus, concedimos, approbamus in omnibus et per omnia perpetuo penitus confirmamos vobis Garcie Examenis et Guillermo Galli et Guillermo de- Vilasclaro et aliis singulis et universis populatoribus et terretenentibus jurisdictionis sive dominationis nostre de Eviça et de Formentaria, omnes do- nationes, concessiones, franquitudines et stabilimenta hereditatum et bonorum nostrorum que habetis in villa et insula Eviça et Formentarie, vobis facta et concessa per dominum Petrum infantem quondam, iilustris regis Portugalis filium, et Petrum de Alcalano, vel per bajulos eorum aut locum eorum tenen- tes, sicut melius potest dici vel intelligi ad vestrum bonum et sanum intellec- tum et vestrorum, laudantes et approbantes sicut superius dictum est omnes vestras franquitudines, donationes et stabilimenta vobis et vestris facta et con- cessa per dictum dominum Petrum infantem Portugalis et Petrum de Alcalano et bajulos eorum et locum eorum tenentes in omnibus insulis supradictis. Et ut supradicta majore gaudeant firmitate, juramus per animam nostram per Deum et sacrosancta Dei quatuor evangelia omnes supradictas donationes, sta- bilimenta et franquitudines habere ratas et firmas, et nullo tempore eas revo- cabimus jure aliquo vel ratione, et ad majorem vestram firmitatem mandamus et facimos vobis et vestris banc cartam perpetuo valituram sigilli nostri pen- dentis munimine roboratam. Dat. in Eviça XII kal. januaiii anno Dom. millesi- mo CC sexagésimo. Sigfnum Infantis Jacobi iilustris regis Aragonum filii, heredis regni Majoricarum et Montispessulani. Testes sunt Aries Ivanyes, G. de Montegi,scart, Ruys Examenis, Andriolus nepos Carrocii et Bernardos Porterii. Sigfnum Raymundi de Sancto Justo publici notarii Eviçe qui hec scribi fecit mandato supradicii dom. Infantis; i Número 7 Derecho concedido por el referido Infante don Jaime y por el sacrista Montgrí simultáneamente, hallándose los dos en Barcelona, en 20 y 21 de Junio de 12 61, á la iniiversidad de Ibi^a sobre las salinas para fábrica de los mu- ros y defensa y custodia de la tierra. (Pág. i323 y iJSp del texto). Noverint universi quod nos Infans Jacobus iilustris regis Aragonum filius, heres Majoricarum et Montispessulani, laudamus et concedimos in perpetuum 1404 APÉNDICES vobis habitatoribus de Eviça, tam militibus quam aliis, sive sint layci sive ele- rici, et succesoribus vestris, quod secundum quomodo usitatum est et hacte- nus observatum, habeatis, colligatis et abstrahatis salem de stagno salinarum de Eviça, ita videlicet quod de quolibet mundino habeatis unum bisantium et dimidium ad proprietatem vestram, et communitas terre habeat de gratia nos- tra unum milleresium ad opus murorum construendum et reficiendum et ad alias necessitates quas suis temporibus invenerint tam in guaytis quam in talayis quam in aliis hujusmodi, et hoc facimus ad defensionem et conser- vandum bonum statum totius terre et castri de Eviça; residuum vero de pretio cujuslibet mundini sit de dominio meo per quartam partem, et tres partes que remanent sint de dominio venerabilis Guillelmi de Montegrino Gerundensis sacriste et successorum suorum; et ille mileres quem damus de gratia ad con- servandum bonum statum terre, ut superius dictum est, committatur alicui probo homini et fideli de consilio proborum hominum et bajuli nostri qui pro tempore fuerit et de consilio illius qui vicem venerabilis sacriste Gerundensis tenuerit in Eviça et successorum suorum, et ille expendat dictum mileres in predictis usibus et teneatur reddere compotum quolibet anno nobis et bajulo nostro et illi qui locum venerabilis sacriste Gerundensis tenuerit in Eviça. Vo- lumus etiam et stabilimus in perpetuum quod pretium cujuslibet mundini salis non ascendat ultra viginti duos milleres^ nisi nos et succesores nostri et vene- rabilis Guillelmus de Montegrino sacrista et succesores sui de consilio probo- rum hominum et universitatis de Eviça vellemus augmentare pretium predic- turn. Volumus etiam et constituimus quod quolibet anno, tempore salis divi- dendi in stagno de Eviça utinde abstrahatur, eligantur tres probi homines et fideles de Eviça per bajulum nostrum et illum qui locum venerabilis sacriste Gerundensis tenuerit in Eviça et per probos homines de Eviça, qui tres fideles jurent se fideliter dividere plateas stagni de Eviça ad bonam et rectam extima- tionem, et hoc idem fiat in extimatione sive in mensuratione que consuevit fieri apud carregador^ nullo pretio inde recepto; et si quis aliquid receperit, inde ipso facto incurrat penara centum biçantiorum et per quinquennium non possit abstrahere salem de stagno de Eviça. Et propter predicta omnia et sin- gula non intendimus vobis dare jurisdictionem aliquam vel dominium in stagno nec sale ipsius stagni. Et propter predictas concessiones et laudationes confitemur á vobis récépissé quingentos biçantios, renuntiantes exceptioni pecunie non numerate. Datum Barchinone XII kls. julii anno Dni. MCC sexa- gesimo primo. Sigfnum infantis Jacobi, illustris regis Aragonum filii, heredis Majoricarum et Montispessulani. Testes sunt Arnaldus Dei gratia episc. Bar- chinonensis, Jaubertus vicecomes Castrinovi, Bernardus de Sancta Eugenia, Arias Ivanyes, Ferrandus Ivanyes. Sigfnum Micbaelis Baboti ejusdem dom. Infantis notarii qui mandato ipsius hoc scribi fecit die et anno predictis. La misma concesión en iguales términos hace recíprocamente el sacrista de Gerona^ expresando que por ella recibe i^5oo besantes. La fecha es del día si- guiente., y figuran como testigos Guillermo Gall., Guillermo de Marseyla cas- tellano de Ibi^a., Guillermo de Lladó., Pedro escribano de lbi:^a, Ramón Brú y Jaime des Far capellán del sacrista; actúa como notario Pedro de Ribalta. APÉNDICES Numero 8 Donación más amplia de las mismas salinas otorgada en 1267 d los habitantes de Ibi^a por el Infante y por el referido sacrista^ reservándose empero la jurisdicción y dominio sobre los estanques: la data de la de don Jaime es del 11 de Setiembre en Perpiñdn, la de Montgrí del 18 del propio mes debió ser en algún punto de Cataluña. ( Pág. i323 del texto). Noverint universi quod nos infans Jacobus, illustris regis Aragonum filius, heres Majoricarum et Montispessulani, Rossilionis, Geritanie et Confluentis, per nos et nostros damus, laudamus et concedimus vobis universis habitatori- bus de Eviça, tarn militibus quam aliis sive sint layci sive sint clerici, etvestris successoribus in eternum, quod de cetero habeatis, tradatis, colligatis et abs- trahatis, dividatis et carrigetis libere et absque contradictione sal salinaruna stagni de Eviça, sine aliqua contradictione quam ibi et inde non facimus, quod dictum sal vobis et vestris colligendum et abstrahendum et carricandum damus et concedimus libere et quiete, promittentes vobis et vestris quod de sale stagni dictarum salinarum Eviçe de cetero non abstrahemus vel carricemus nec abs- trahi vel carricari faciemus, imo illud vos et vestri habeatis, abstrahatis et ca- rricetis sicut melius dici potest et intelligi ad vestrum vestrorumque bonum et sincerum intellectum, salvo tamen et retento semper nobis et nostris in dicto sale jure quod inde habemus et percipimus et percipere debemus, pro ut in quodam alio instrumento quod inde á nobis habetis plenius continetur. Per hanc vero concessionem non intendimus vobis dare jurisdictionem aliquam vel dominium in predict© stagno vel in sale ipsius stagni, nisi ut superius con- tinetur. Datum in Perpiniano tertio idus septembris anno Domini MCCLX séptimo. Sigfnum mei Infantis Jacobi illustris regis Aragonum filii, heredis Majoricarum et Montispessulani, Rossilionis, Geritanie et Gonfluentis. Testes sunt Guillermos de Gastro Novo, Galcerandus de Urgió, Arias Ivanyes, Er- mengaudus de Urgió, Gaustonus de Castellot. Sigfnum mei Petri de Galidis qui mandato dom. Infantis Jacobi pro Petro de Gapellades notario suo hoc scribi fecit et clausit die et anno prefixis. La correspondiente merced del sacrista parece concedida fuera de Ibi^j^a, pues no cita como d presentes sino d García Jiméne:^, Guillermo de Marseyla y Guillermo des Lladó nombrados los dos últimos en la anterior escritura^ dando por ausentes d los demás naturales. Debió de hacerlo en Gerona., pues asistieron como testigos Arnaldo des Pujol sacrista segundo de aquella iglesia., el capellán Arnaldo de Sant Martí, Ponce de Santa Cecilia escudero del sacrista Montgrí., y otorgó la escritura Ramón de Oller escribano de la curia episcopal de la mis- ma sede. En ella reconoce haber recibido por dicha concesión 4,5oo sueldos malgurienses. APÉNDICES Número 9 Confirmación dada por dicho Infante á ¡a gracia hecha por Guillermo de Mont- grí á los pobladores de Ibi^a y Formentera^ rebajando el laudemio que se pagaba por los traspasos de propiedades á un quince por ciento del valor de las casas y obradores y d un treinta por ciento del de las fincas rústicas. Falta el final y por consiguiente la fecha. (Pág. 1824 del texto ). Noverint quod nos Infans Jacobus, etc. laudamus et confirmamus vobis con- cessionem illam quam Guillelmus vobis fecit, quod de venditionibus et quibusvis aliis alienationibus quas vos vel successores vestri feceritis aJiquo tempore de domibus et operatoriis constructis et de cetero construendis incas- tro et tota insula de Eviça et in costa eidem ville contigua et in circuitu ville et castri de Eviça, et de censualibus de Formenteria, donetis sibi et successo-- ribus suis pro laudimio sive tertio quintam decimam partem tantum pretii quod habebitur de ipsis domibus et operariis et censualibus supradictis, et quod de venditionibus et quibuslibet aliis alienationibns quas vos et succeso- res vestri feceritis aliquo tempore de alqueriis et rafallis, campis, ulivis et qui- buslibet aliis possessionibus quas per dictum sacristam vel suos successores tenentur vel tenebuntur extra dictum castrum et villam de Eviça et in tota insula de Formenteria, exceptis censualibus de dicta insula de Formenteria, donetis dicto sacriste et suis successoribus tricessimam partem tantum pretii eorumdem pro laudimio sive tertio. Item laudamus et confirmamus vobis pre- dictis universis et singulis hominibusde Eviça presentibus et futuris concessio- nem illam quam dictus sacrista vobis fecit, scilicet quod possitis stabilire seu in enfitcosim dare cuicumque volueritis, exceptis ecclesiis et locis religiosis, etc Número 10 Enmienda mandada hacer en 128g por Alfonso 111 de Aragón d Pedro de Sa- rrid su alcaide en el castillo de Ibi^ay baile suyo en la isla, de los agravios y despojos irrogados al ari^obispoy al paborde de Tarragona en la jurisdic- ción y dominio que sobre la misma poseían. (Pág. 1824 del texto not. b.) Alfonsus Dei gratia rex Aragonum, Majoricarum et Valentie ac comes Bar- chinone fideli suo P. de Sarriano castellano et bajulo castri et insuie de Eviça salutem et gratiam: cum ordinatum fuerit in generali curia Montissoni, quam nunc celebravimus, quod omnes illi qui sine cause cognitione spoliati fuerunt á tempore mortis felicis recordationis domini P. regis Aragonum patris mei citra aliquibus bonis et jurisdictionibus per nos vel de mandato nostro, resti- tuantur ad eandem possessionem, et ex parte venerabilium archiepiscopi et APÉNDICES 1407 prepositi Tarrachone fuerit coram nobis propositum quod de mandato nostro, nulla juris cognitione preeunte, spoliastis eos jurisdictione, quam ipsorum bajuli in ipsis castro et insula consueverunt exercere hactenus temporibus do- mini regis Jacobi avi nostri et dicti dom. patris mei, non permittendo ipsos bajulos jurisdictionem exercere eandera sicut consueverunt; dicimus et man- damus vobis quod, si est ita, restituatis archiepiscopum et prepositum supra- dictos et eorum bajulos ad possessionem dicte jurisdictionis in qua erant tem- pore mortis patris mei predicti, et in eadem possessione ipsos de cetero non molestetis nec molestari ah aliquo non permittatis, non obstantibus aliquibus litteris in contrarium vobis factis, nisi aliqua alia justa causa opposita fuerit que obsistat. Dat. Ilerde XVI Kal. decembris anno Dom. millesimo CCLXXX nono. Número 11 Instancia presentada en i2g4 por Mar-tin de Portmany vecino de Ibi:^a para que se proceda al deslinde de la porción del arzobispo de Tarragona de la del paborde de la misma iglesia, en el territorio de Corona confrontante con el Puig den Nono. (Pág. 1378 del texto.' Anno Domini MCCLXXXX quarto Martinus Portmany obtulit Guillermo Scribe bajulo Eviçe pro dom. prepósito Tarrachone quandam cedulam cujus ténor talis est : Com vos en G. Scrivá batlle en Eviça per lo senyor en G. pa- borde de Tarragona anassets á Corona per rahó de la partió la cual es en la partida del senyor archebisbe e del senyor paborde de Tarragona, e aquí fos micer R. Lança pabordre de Eviça, en P. de Sarrià cavaler, en Bn. de Bedós cavaler, en P. de Postís, en G. de Gerona, en Bn. Company, en P. Bru, en P. Guasch, en Francesch de Roure, en G. son fill, en Berenguer Lorens, en G. de Buscastell, en Bn. des Tur, en G. Lancer, A. Pellicer, R. Bru, e den R. Guerau, e den Bgr. Costa, e den Bn. Costa, e d'altres molts: e aquí sobre el fet de las partions e de las montanyas rehcbés testimonis antichs e legals, sobre los cuals vos hagués vostre conseil, e haut, vos nos asignás aquí la partió entre el senyor archebisbe e el pabordre ; e aquí asporgás un pi lo cual fos senya', e que aquí degués esser fermada una fita la qual anás dret á un torrent qui va al peu del puig den Nono, retenent á vos que si alguna cartas ó carta trobavets á Tarragona, que segons que vos trobariets per cartas, que las partions anassen. On com vos siats stat á Tarragona de V anys passats á ensá que assó fo per moltas vegadas, e no hajats trobat altras cartas, requir e protest jo, en Martí de Portmany, de part del senyor pabordre de Tarragona e de la mía que dejats aquí posar fitas, segons que vos trobás per testimonis e per conseyl, e d'assó requir que'm sia feta carta publica. 1408 APÉNDICES Número 12 Caria de infeudación de la isla de Formentera otorgada por Guillermo de Montgrí señor de Ibi^a á Berenguer Renart en ig de Agosto de 1246: es documento muy notable^ que desmentiría por sí solo, cuando no concurrieran en su apoyo otros que van atrás citados, la opinión vulgar indicada al Jin de la pdg. i3i5, de que la Pitiusa menor al tiempo de la conquista se hallaba despoblada. (Pág. i3n2 y siguientes del texto.) Sit notum cunctis quod nos Guillermus de Montegrino Gerundensis sacrista et dominus de Eviça per nos et per omnes nostros presentes et futuros dona- mus ad feudum tibi Berengario Renardo et tuis in perpetuum totam insulara de Formentaria cum pertinentiis et tenedonibus suis et montibus et rupibus et planis et alcheriis et stagno et piscariis maris et terre et venationibus adempra- mentis universis et furnis et molendinis, excepta alcheria de Alchanito quam nobis francam retinemus cum omnibus suis pertinentiis et tenedonibus, et ex- ceptis duobus spaciis soli in Mola, uno scilicet in quo possimus facere unum stallium cum trilia competenti ad opus nostri, et excepto alio solo in eadem Mola in quo Cacianus possit facere hospitium cum uno clauso pro ferragenali, et excepto uno orto ad opus dicti Caciani in alcheria del Arenal, et excepta laboratione trium parium bovum in dicta Mola ad opus heremitarum cum vineis secundum pertinentiam dicte laborationis, et in qua Mola dicti heremite possint facere oratorium et domos. Ita quod tu et tui habeatis pro nobis et successoribus nostris prefatam insulam ad feudum et faciatis inde nobis et nostris homagium, et vos et vestri teneamini nobis et successoribus nostris irati et paccati dare potestatem de omnibus fortiis, turribus et munitionibus quas aliquo tempore tu vel tui vel populatores feceritis in insula supradicta ad con- suetudinem Barchinone ; et vos inde et vestri et omnes populatores et habita- tores dicte insuie teneamini nobis dare ratione dominii decimam panis vini et carnium, sicut consuetum est nobis dare in insula de Eviça, et primiciam ecclesie de Formentaria, et etiam teneatis dictam insulam bene et convenien- ter populare, et tu possis populatoribus dare et stabilire honores et populatio- nés in dicta insula sicut volueris ad commodum tuum. Et quod omnes popula- tores, laboratores et habitatores qui ibi erunt teneantur nobis dare et successo- ribus nostris facere homagium et sacramentum fidelitatis, et tu et tui possitis ponere bajulura vestrum super habitatoribus et populatoribus dicti loci, in cujus manu teneantur firmare et litigare de causis et placitis ratione possessio- num; et de hoc quod habueritis de placitis ratione possessionum teneatur vobis procurare vester bajulus quartam partem et cum sacramento, census vero et alii redditus et proventus possessionum sint vestri. Tu etiam et tui et populatores ejus insule possitis in salinis abstrahere sal ad usus et opus vestri, sed non possitis inde trahere et alicui vendere vel dare sine speciali licentia nostra; et tu et tui possitis piscare in stagno et mari, et populatores in mari sed non in stagno sine tua licentia et tuorum. Retinemus autem et hac donatione excipimus APÉNDICES 1409 omnes justitias tam maris quam terre et omnes aventuras maris, in quibus aventuris maris damus tibi et tuis quintam partem ; et quod possimus ibi mit- tere et ponere bajulum istum, qui servet et teneat ibi pro tunc omnes justitias et jurisdictionem et qui unicuique tribuat jus suum, et publicum notarium in insula, exceptis firmamentis possessionum sicut serius continetur ; et si vos cum armis aliquid lucrati fueritis in mari vel in terra á sarracenis vel á malis cris- tianis et raptoribus seu inimicis, habeatis tu et tui et alii habitatores et popula- tores ipsius insuie in hoc eandem partem quam habent populatores de Eviça in consilio... Populatores vestri possint quocumque voluerint inde libere recedere nulla data redemptione, et possint vendere, alienare vel impigno- vare suis consulibus habitantibus dicte insule possessiones eorum, etc. Actum est hoc décimo quarto kal. septembris anno Domini MCCXL sexto. Sigfnum Berengarii Renardi qui hoc firmo et laudo. Número 13 Donación de tres partes de la Mola de Formentera d la orden dé ermitaños de San Agustín, otorgada-por el sacrista Montgrí en 3 de Abril de i258. (Pá- gina 1393 del texto.) Noverint universi quod nos Guillermos de Montgrí Gerundensis sacrista, per nos et successores nostros oh remedium anime nostre et parentum nostro- rum damus et oíFerimus Deo et glorióse Virgini Marie ejus matri et vobisfratri Samueli tenenti locum fratris Arnulfi, prioris provincialis fratrum heremitarum ordinis sancti Augustini in Hispania, et successoribus vestris ac monasterio sánete Marie de Formentaria dicti ordinis in perpetuum, tres partes integras totius Mole insule de Formentaria cum arboribus et nemoribus et pascue, si- cuti undique versant aque usque ad planum et hortum, sicut nos terminavimus presencialiter, qui est in alqueria que vocatur Arenal. Omnia, inquam, predicta damus vobis cum introitibus et exitibus tam per mare quam per terram, et quod possitis ducere vestrum bestiar ad adaquandum ad aquam que est in loco qui vocatur Carnatje. Hec, inquam, omnia universa et singula damus Domino Deo et ordini supradicto ad habendum, tenendum, possidendum et expletan- dum franche et libere perpetuo, dum dictus ordo vester durabit in insula su- pradicta ; ita tamen quod vos et successores vestri numquam possitis predicta vel partem eorum dividere vel modo aliquo vendere, dare vel alienare, sed semper predicta omnia teneatis integre usui et utilitati vestri ordinis memorati. Actum est hoc tertio nonas aprilis anno Dom. MCCL octavo. 177 I4IO APÉNDICES Rectificación á la pág. 731 Deseoso de explicar en mi observación á la nota de Piferrer la diferencia de más de cien años que media entre la construcción de la Capilla Real de la se- gún acreditan de Seo, consuno el arte y la historia, y la época de Bernardo de Oleza á quien atribuye Mut los ángeles de mármol puestos en la misma florecía á entrada del y que la siglo xv, apelé á la conjetura de si se habrían colocado te las estatuas encima posteriormen- de las repisas y debajo de los doseletes de donde los arranques de la parten bóveda, llenando en los nichos un prolongado vacío. yo, ó habría probablemente Ignoraba olvidado lo que pudiera saber por mis é ínti- mas relaciones largas con el dignísimo representante de aquella noble el inolvi- dable D. estirpe, Jaime de Oleza, que en el oratorio de su predio de Son se conser- vaban Seguí, seis ángeles casi de un metro en actitud de tañer instrumentos, cuatro de piedra y dos de madera, los cuales sobre un alto y delgado pilar más de ocuparon por tres siglos los costados del presbiterio desde la citada fecha hasta el año I 729, en que para renovarlo todo fueron arrumbados con el venerable reta- blo que hoy se trata de restablecer, y devueltos al heredero del transmitir donante, no sin sus blasones á los cupidillos que los reemplazan encima del barroco remate de las pilastras existentes, de donde cuelgan los ricos paños de los Evan- gelistas. De este deplorable cambio de decoración se'extendieron actas docu- mentos curiosos, y que con posterioridad á lo escrito en el texto he tenido de ocasión ver, resultando de ellos la forma con que se hizo la sustitución de los en 6 altares de Agosto del referido año, y los nombres de los artistas, Juan escultor ciertamente estimable del Deyá nuevo retablo, y José Dardanone milanès por el.sacrista Togores de la encargado dirección de la obra, acerca del cual cabalmente su- ministra noticias Jovellanos en uno de los opúsculos por primera vez estos días de publicados (Agosto 1891) por la sociedad editorial de España, de haber do al fresco las bóvedas pinta- de la casa del marqués de Vivot y el cuadro de la Cir- cuncisión en Santa Eulalia, calificándole de pintor «de mucho fuego, buena com- posición y valiente dibujo, pero de colorido poco brillante». Basta á mi intento por ahora reconocer que confundí, sin alegar por esto como disculpa el no. haber sido único en hacerlo, las estatuas de ángeles y santos adosadas á los muros late- rales de la capilla real formando parte de su arquitectura (v. pág. 700) con los de carácter puramente ornamental de que acabo de dar cuenta y á que debió derefe- rirse Mut. Distinguiéndolos exactamente, es por demás acudir á la casi violenta solución ingeniosa y que propuse. Sólo he de advertir que de la extensa ción de la catedral, descrip- que figura como el más notable de los escritos inéditos de vellanos Jo- comprendidos en dicho tomo, se desprende que no pertenece al P. Villa- nueva la gloria, que le atribuí en la nota de dicha página 731, de haber sido el primero en consignar el emplazamiento de la catedral sobre la la mezquita sarracena y paulatina transformación de una en otra fábrica, sino al insigne sionero, huésped pri- que expone y comenta el hecho con luminosos datos, el procurados al pare- cer por erudito Barberi. Km INDICE Páginas Introducción, por Piferrer Homenaje á Piferrer.— Plan de la ampliación de la obra, por Qua- x drado. CAP. I.—Ojeada á la historia antigua de Mallorca.—Árabes.— Expedición de los catalanes, provenzales é italianos.—Último período de la domi- nación sarracena.—P 19 á Ma- :CAP. II.— Motivos de la expedición de los catalanes y aragoneses Horca.—Cortes en Barcelona.—Aprestos.—Embarque de los cruzados. —Travesía.—Victorias.—Sitio y toma de Palma.—Repartimiento.—Re- . flexiones generales sobre la dominación árabe en aquella isla.—P. 5 7 CAP. III.—D. Pedro infante de Portugal, señor de Mallorca.— Segundo y tercer viaje del rey á la isla.—Rendición de Menorca.—Toma de Ibiza. — Cambio de Mallorca por posesiones en Valencia y Cataluña entre D. Pedro y el rey.—Jurados y consejo auxiliar.—Cuarto viaje del rey á Mallorca.—Su testamento, repartición de sus reinos entre sus dos hijos D. Pedro y D. Jaime, y sus efectos.—D. Jaime II y demás reyes de Mallorca, hasta la incorporación de las islas á la corona aragone- sa.—P 129 CkP.lW {aáicionaV).—Mallorca incorporada á Aragón bajo la rama -pri- de Jaime el conquistador (i 349-1412) 193 mogénita con Guerras de Aragón con Génova por la posesión de Cerdeña, y movi- Castilla el encono entre los dos Pedros. Prevenciones por y mientos Asistencia con ocasión de la fuga del Infante de Mallorca. y donativos de los mallorquines en cortes generales,; subsidios y pri- 201 vilegios. Pestes, hambres é inquietudes: alteraciones de régimen y banderías políticas; ejecución de Berenguer de Torriamira. Litigios entre la ciudad y las villas, de clase á clase y de barrio á barrio ; men- 211 sajes á la corte. Precedentes de animadversión contra los judíos ; ma- de tanza y saqueo del Cali en 2 de Agosto de 1391. Proscripción Bellviure, continuación del motín á pesar de los castigos. Sitio pues- to á la capital por los insurgentes de fuera : detención de rehenes en el castillo de Bellver; exigencias de los sublevados. Conversión for- 221 zosa de los judíos; indulto real y remisión de pena á los culpables. Ruinosa estancia de Juan I y su com-itiva en Mallorca por espacio de 231 cuatro meses. Pragmáticas del virrey Anglesola^ fracaso de la armada Sawía. Desastrosa avenida de la Riera en 1403. Paz conservada du- • rante el interregno á pesar de las disensiones intestinas.—Q. ÍNDICE CAP, V (adicional).—jV/a//orca Páginas bajo la dinastia castellana de «««dos los dos (141 Fer- 2-1 5 16} Predicación de San Vicente Ferrer en la isla. 241 Aeusaciones gobernador contra el Pelayo Uniz : competencias en lo civil tico. en lo Visitas de eclesiás- Alfonso y V á Mallorca en ral de 1420 los y i4'32. Bautizo judíos en gene- 1435 y extinción de la rivalidad Sinagoga. Mercedes entre Catlars Suredas: reales; y mudanzas de miento del de gobierno, estableci- saco y suerte. Quejas de los 251 contra la primer alzamiento pueblos capital ; en 1450. Recursos al trono ; nuevos vocados excesos por la humillante pro- sentencia del suplicio gobernador Olms de algunos y por el reos ; deserción en masa de las milicias en Muro é forenses ignominiosa 261 fuga del sitio abandonado. de la lugarteniente Tercer ciudad en Mayo de 143 i, Reemplazo de conspiración de menestrales. Olms por Vilademany; misión Ferrer cirujano pacificadora de Gerardo del rey, seguida del desembarco del frente de los virrey Erill al sacomanos : sangrienta derrota de los Sancellas, sublevados asesinato en del clavario Miró en Pollensa. sión Medidas de y castigo de los repre- principales 271 rebeldes de ; extradición Simón Tort y Ballester. trágico fin Primeros actos de V Juan II sucesor de so ; recibimiento Alfon- y obsequios dispensados á su cipe de el Viana durante primogénito prín- su residencia de siete meses fuerzos en de Cataluña Mallorca, Es- para arrastrar en su insurrección á tos la y sacrificios isla de ; ésta en auxilio après- del soberano y en la Menorca. reducción Misteriosos de intentos 281 de los Albertí del Angel, ; ejecución prisioneros en la torre de Esplugues y de Martínez. en Pollensa fray y en Manacor, Conspiraciones seguidas de hecatombes tantes : servicios patibularias cons- de los mallorquines al definitiva rey Juan hasta la del principado. pacificación Recrudescencia 291 de las homieidios facciones, atentados y en las calles; contagio en económicos. 1475, Protestas quebrantos y apuros contra las 301 exigencias de los de censalistas nes catala- que se les pagaran en Barcelona sus universidad de pensiones. Erección de estudios en Mallorca; fundaciones de de Inés de Beatriz de Pinós. Quint Litrá, y enviado á la eorte del como cronista rey Católico, sus gloriosas sigue campañí^s, y combate empíricas discretamente reformas las del arbitrista Canet. La con alarma del Inquisición introducida país 11 ; autos de fe 3 y confiscaciones. entre Armadans Sacrilega y Espanyols: reyerta conflictos entre autoridades. por la toma de Granada. Restablecimiento Regocijos de las ciales á las villas obras expediciones del judi- : muelle. Peste en rativos 1493, carestías de defensa , contra prepa- Francia; 321 junta de reformas. cado á Remedio la ruina del Mirador apli- para salvar la catedral. naciones. Maridajes coro- Suspensión y y restablecimiento del choques de los bandos gobernador, Aymerich : de la Almudayna y del Borne. glorias de las nacionales Reflejos en el reino insular ; Fernando exequias reales, donativo á el Católico 331 para su viaje á torial Nápoles. Obras de la casa : efectos consis- de la ausencia de los versidad obispos ; munificencia de la uni- con las comunidades religiosas. Parte tomada llorquines las por los ma- en campañas del litoral africano. Pleito los forenses renovado con sobre la forma de contribuir; cabrevación. Bujía. P'eliz Socorro á estreno del gobierno de Currea; clamores á la tra el corte con- regente Cualbes el 341 y inquisidor Navardú. cias permanentes Organización de mili- : calma relativa.—Q. CAP. VI (adicional).—La germania en Mallorca ( i ç 2 i á i 5 2 3). . . 347 ÍNDICE Páginas Homenaje y donativo ofrecido en Barcelona á Carlos I por la isla. Que- jas contra el Santo Oficio y receptores de la Cruzada. Gurrea victo- rioso de sus émulos. Reuniones secretas de menestrales; cargas públicas, quitación de censos suspendida. Prisión de los jefes del movimiento, cuyo estallido apresura en 7 de Febrero de i 521. Serie de motines, instrucciones traídas de Valencia, armas y banderas dis- tribuidas á los pelotones de las villas. Exhumación y quema del cadá- ver de Agustín Serralta. Deposición del virrey Gurrea y su retirada á Ibiza. Trecena de conservadores ; tablas de la santa quitación. Las au- toridades sin fuerza, desobediencia á las órdenes imperiales ; insultos y atentados contra los mascarais; arengas, profecías. Asalto al casti- 361 lio de Bellver, matanza de caballeros ; mantiénese bajo la custodia del procurador real el de Santueri. Tumulto en la Lonja contra notarios y mercaderes ; dimisión y huida de micer Gual consejero de la ger- manía. Tratos de sometimiento en el seno de la trecena ; caída, pri- sión y asesinato del instador Juan Crespí á manos de los Colom, y dispersión de sus allegados. Derrama general establecida para suplir los extinguidos impuestos ; negativa de Alcudia á contribuir, ruptu- ra de negociaciones, y sitio puesto á la murada villa por los agerma- nados. Exhortaciones pacificadoras desde Valencia é Ibiza, y media- 37 ción de fray Gaspar Steva entre los beligerantes ; derrotas y retirada de los sitiadores. Violencias en la renovación de oficios públicos para el año 1522; degüello de curiales. Anarquía; golpe de estado del re- gente Sbert para reprimirla, y ejecución nocturna de siete facinero- sos: equívoca actitud del lugarteniente Albertí y del regente Veri ' sucesor de Sbert; protestas de fidelidad, y continuación de excesos. Renovación de hostilidades al pie de los muros de Alcudia; represión 38 de los leales en Manacor; victoria de los alcudianos, defensa de San- tueri. Concierto de los emigrados en Ibiza; mensajes de los rebeldes á Cataluña para retardar el empleo de la fuerza. Funesto resultado de su expedición á Ibiza en demanda de la nave que les fué tomada, per- diendo mucha gente. Desbordamiento de la revolución en la ciudad y en los campos ; embargos y secuestros, saqueos y almonedas, inmo- lación de centenares.de víctimas de toda clase, edad y sexo. Genero- 39 sos esfuerzos del notario Santpol en abogar por sus paisanos y ha- cerles entrar en razón desde el continente. Llega de paz el doctor Ubach sin obtenerla ni ser oído ; último ataque contra Alcudia, donde desembarca la armada de Velasco rechazada del puerto de la capital. Intimaciones del virrey Gurrea; marcha de las tropas sobre Pollensa 40 é incendio de la torre de su iglesia con muerte de doscientas perso- nas; sangriento itinerario por la Puebla, Muro é Inca, encuentros con las huestes sediciosas, jornada del Rafal Garcés. Horribles escenas y desesperados furores en la ciudad; refugiados en las iglesias, matan- za en Santo Domingo. Enciérranse dentro de los muros los principa- les agermanades forenses. Perece Santpol intentando una contra- revolución. Campamento de los sitiadores en la Real. Empréstitos y vejaciones del poder intruso; estragos de la peste. Retos y escaramu- 41 : zas de los cercados ; negociaciones y salvoconductos. Agria respues- ta del emperador á los mensajeros rebeldes. Tratos de Martín Roig para la reducción, consumada en 7 de Marzo de 1523. Gurrea.en Bellver; suplicio de Colom, seguido larga y extensamente del de los demás culpables en diversos días y en casi todos los pueblos de la 42 isla, incluso el de los enviados á la corte á negociar el indulto. Pes- ÍNDICE Paginas quisas, confiscaciones, indemnización de daños, recompensas. — Q. CAP. VII (adicional).—MallorcaJormando farte de la monarquia española en los siglos XVIy XVII 427 La isla transferida del señorío de Aragón al de España sin cambiar de condiciones su dependencia. Carestías, parcialidades de familia, é incursiones piráticas, tres plagas endémicas del país: defensa de las costas, persecución de bandoleros. Carlos V en Mallorca de paso para la conquista de Argel en Octubre de i 541; recibimiento, fiestas y do- nativo. Reparación de las fortalezas de la isla y aumento de guarni- ción; castigo de malhechores. Orden restablecida por los virreyes Cervellón y Marrades: traza de los muros de la ciudad por Hugo de Contray, bastión de Capellanes ó del Principe. Desembarco de los moros con varia fortuna en Pollensa, en Alcudia, en Valldemosa y en Andraig por los años de 15500 1555. Enormes dispendios de la uni- . versidad en la fortificación de la tierra ; sentido relevo de Marrades. 441 Alcudia segunda vez invadida por los turcos, y catástrofe de Ciuda- déla tomada por una escuadra poderosa; agitación y temores en la capital, violentos arranques del nuevo gobernador Rocafull. Contra- dicción de los jurados al proyecto del ingeniero Calvi, activando no obstante los trabajos de las murallas. Brillante victoria obtenida por los de Sóller contra Yusufbajá en i i de Mayo de i 561, cuyo honor se apropia Rocafull objeto de encontradas pasiones. Llega como visi- tador real el obispo de Alguer, averiguando grandes descubiertos en 45 i la tabla numularia, y le sucede el prior de Tarragona Giménez de Aragués, dejando excelente opinión de reformador en su prematura muerte ; separación de Rocafull reemplazado en el gobierno por Urríes. Peligros y apuros del país ; peticiones incesantes de armas y de víveres al soberano : desavenencias de los jurados con el obispo Arnedo. Pésame del reino á Felipe 11 por el arresto del príncipe don Carlos; funerales de éste y de la reina Isabel en Mallorca, obsequios á Don Juan de Austria cada vez que la visitó. Establecimiento de la real Audiencia en i 57 i. Festejos por la victoria de Lepanto ; tregua de paz y abundancia aprovechada en obras públicas, principalmente 461 religiosas. Planes estratégicos de Fratín, agotamiento de caudales : competencias entre oidores y jurados. Pérdida lastimosa de una nave genovesa dentro del puerto en 1579; inesperado socorro de trigo en 1580 para remedio de la escasez. Erección de atalayas en el cir- cuito de la isla; formación del catastro general ó estimación de bienes; emancipación definitiva de la universidad de los censualistas catala- nes. Incremento y regularización de la ciudad al encuadrarla en el moderno muro. Querella del municipio con el virrey Antón de Olms, no sin renovarse las añejas con los síndicos forenses. Nuevas sorpre- sas de moros en Andraig y Valldemosa; restauración del castillo de Cabrera por Luís Vich, el cual hace sentir en el gobierno seglar, como 471 su hermano el obispo Juan en el eclesiástico, los beneficios de la con- cordia de ambos poderes; mejoras y adelantos. Coto puesto por el gran monarca á las embajadas harto frecuentes de los insulares: peti- ción de virreinatos trienales. Reiteradas estrecheces de grano, al par que necesidad creciente de pertrechos y artillería. Reformas en cami- nos y calles al tenor de la progresiva cultura, y reparos en la Casa de la Ciudad instalada provisionalmente junto á San Francisco : con- traste del se'vero carácter de la época y gravedad de costumbres con . los resabios de barbarie manifestada en atroces delitos y reyertas. ÍNDICE I415 Páginas Honras fúnebres á Felipe II : posesión del reino dada al III. Importan- te pragmática de 7 de Setiembre del 1600: ofrecimientos al aimi- rante Doria para la conquista de Argel. Pacífico y glorioso episcopa- do de Vich y Manrique ; breve reunión de los dos mandos en su suce- sor Laso Sedeño ; entrada de fray Simón Bauza hijo de la tierra. Ere- cuencia de ejecuciones criminales á pesar del sosiego encarecido por los jurados. Emigración de mallorquines á Valencia con motivo de la expulsión de los moriscos. Profanación de la iglesia de San Jaime; escarmiento de malversadores de la tabla ; muerte alevosa de Pedro Juan Quint origen de interminables represalias. Malograda cosecha 481 (blat espantat) del año 1613, maravillosa abundancia en el siguiente. Nueva pragmática real de 1614 : entredicho puesto por el inquisidor San Vicente ; gobierno del insigne historiador Coloma. Salida de la Riera de su nuevo cauce; persecución de malhechores. Asesinato del doctor Jaime Juan de Berga : horror general, vastas y hondas ramiñ - caciones del delito, cruel suplicio de Treufoch y del tonsurado Cava- Hería, pesquisas contra cómplices y encubridores, y los oidores mis- mos residenciados. Onofre Brondo y más tarde Pedro Antonio Zafor- 491 teza víctimas del jefe de Canamunt Pedro de Santacilia, vengador de su hermano Arnaldo : desquites del opuesto hanáo áe. Canavall ; reclamación de los jurados en favor de los presos, y quejas sin des- canso contra el virrey Jerónimo Agustín. Júntase otra vez la doble autoridad en el ejemplar obispo Baltasar de Borja sucesor de Bauzá : solemnidad del juramento prestado por el reino de sostener perpe- tuamente la inmaculada Concepción de María. Oposición del gober- nador eclesiástico á la fundación de un segundo colegio intentada por los jesuítas. Pacificación de los bandos en la iglesia de San Eran- cisco por el nuevo prelado fray Juan Santander. Frecuentes levas y enganches para el sostenimiento de las guerras extranjeras ; resis- tencia de los naturales exagerada ante el poder supremo; incesantes remesas de soldados. Contiendas suscitadas al obispo por jueces y comisarios especiales ; cruzamientos de censuras. Dificultades en el 501 alojamiento de tropas, agravadas por el gran número de exentos, y tumultos levantados por las violencias del virrey Cardona; recluta- mientos forzosos, firmeza del consejo. Noble actitud de Mallorca en 1640 durante la sublevación de Cataluña, salvando su fidelidad al rey, al paso que sus franquicias y libórtades ; sus servicios en las campañas del principado. Recrudecimiento de las banderías, cacería de hombres, arcabuzazos en todo lugar y á todas horas contra cual- quiera sin diferencia de condiciones ; abusos del asilo y de los entre- dichos, resistencia á las autoridades y lucha entre éstas mismas; han- 511 doleros contra bandoleros convertidos en comisarios, sangrientas colisiones en calles y plazas. Ejecuciones secretas y exposición de cadáveres ; batidas generales por la isla contra los foragidos de Ca- namunt y Canavall. Muere de una caída en 1643 el animoso virrey Torres; segunda reconciliación promovida por el limo, fray Rocamora y celebrada con brillantes justas. Restablecimiento del orden, menos en Santa Margarita. Compañías mallorquínas en Nápoles en segui- miento de D. Juan de Austria para dominar la sedición de 1647. Dili- gencia del conde de Montoro en remediar la carestía á la vez que en activar las obras de la fortificación ; vacío en los fondos consignados, concordia con los exentos seglares y eclesiásticos no secundada por el obispo. Reconstrucción radical emprendida en el ruinoso consis- 1416 ÍNDICE Páginas torio : celo de los jurados en combatir las inmunidades y las jurisdic- clones privativas y en volver por la observancia de los fueros comu- nes hasta en el castigo de los crímenes más atroces. Introducción del contagio de bubón en 1652, y sus estragos en la ciudad yen las vi- lias. Envío de refuerzos á Cataluña. Acerbo conflicto con el clero ale- ¡521 gando inmunidad de la talla referente á las necesidades de la peste; anatemas y destierros, conflagración general ; la universidad sin re- cursos á causa de las exenciones de cada vez en aumento. Con el per- dón general publicado para alistamiento de compañías, desencadéna- se toda suerte,de crímenes, robos, muertes, secuestros, violaciones; limpia de delincuentes con destino á guerras lejanas, carne de ver- dugo empleada para carne de cañón. Protestas de los jurados á la vez contra amnistías y contra atropellos. Fiestas y justas por la paz con Francia y por nacimiento de infantes ; elevación sucesiva de los Co- toner á grandes maestres de Malta. Alboroto contra los miqueletes por la muerte del marqués Dameto y asesinato de su matador; uso de armas y fiereza de costumbres generalizada en la sociedad mallor- quina, constituyéndola en estado de guerra permanente. Peticiones impuestas á Felipe,IV á trueque de donativos; exequias del monarca y proclamación de Carlos 11. Extirpación definitiva del Bandolerismo 531 acometida en 1666 de común acuerdo de las autoridades; combates y suplicios, acorralamiento de 150 reos en el castillo de Bellver, de donde salen embarcados para el presidio. Sosiego á costa de la des- población de la isla, á pesar de la cual resultan elementos aún dispo- nibles para otros tercios : muerte natural del anciano Santacilia. Me- jora la armonía de poderes, pero en defensa de los capuchinos sos- tiene la universidad con los franciscanos cinco años de reñido pleito. Auto de fe en 1675 contra conversos castellanos ó portugueses. Mal- hechores rezagados y competencias renacientes : manifestaciones públicas en honor de D. Juan de Austria. Denuncias y procesos en el Santo Oficio contra familias acusadas de judaizar; reconciliación de más de doscientas personas en 1679, y penitencia y cuantiosas con- fiscaciones á que se las somete. Intranquilidad, recelos de escuadras $41 francesas ; junta administrativa de los caudales de la Consignación. Contiendas del cabildo con el obispo Alagón, facciosa resistencia de las monjas á las reformas del prelado. Criminalidad en aquella época; orden público, fiestas, espectáculos. Nuevas prisiones de conversos; lúgubres autos de 1691 y ejecuciones de relajados. La ciudad amena- zada de bombardeo por los franceses, alarmas de enemigos, revistas de tropas ; humor pendenciero de los gobernantes. Desacatos y des- agravios á las imágenes de Lull. Sumisión de las islas á la dinastía de los Borbones hasta Septiembre de 1706: aparición de la armada anglo-holandesa en la bahía de la capital, tumulto de los partidarios $51 del archiduque con muerte de Gabriel de Berga. Gobierno del conde de Çavellà, persecución y destierro de los botiflers. Adhesión de Ma- Horca al austríaco durante las vicisitudes de la guerra y las negocia- clones de la paz; aprestos para una desesperada resistencia aun des- pués de la rendición de Barcelona. Desembarco del ejército del caba- Hero Asfeld,y su marcha desde Alcudia sobre la capital, que se so- mete en 2 de Julio de 17 i 5. Cambio político, escaso de atropellos y aun de castigos personales, fecundo y radical en mudanzas así de costumbres como de administración y gobierno. Abolición de las 561 antiguas instituciones y fueros de la corona de Aragón : el reino con- í ND I CE I417 . Páginas vertido en provincia, la universidad en municipio, y Mallorca ciudad en Palma.—:Q. APÉNDICE DE DOCUMENTOS.—?. Num.. i .—Extracto del poema de Laurencio Veronés coetáneo á la expe- dición de los Písanos. . . '>65 Núm. 2.—Convenio de San Feliu de Guíxols celebrado en 1113 entre el conde Ramón Berenguer III y los Písanos, y ratificado y acrecentado en 1233 por Jaime I Cinédito) S 68 Núm. 3. —Extracto de la crónica Gesta triumphalia fer Pisanos publicada por Muratori 5 70 Núm. 4.—Convenio en i 120 celebrado por Ramón Berenguer 111 con el alcaide moro de Lérida . . 5 72 Núm. 3.—Donación de Tortosa, Peñíscola y las Baleares hecha en 1246 á Guillermo Ramón Dápifer ó Moneada por el conde Ramón Beren- guerlV 573 Núm. 6.—Convenio del conde Ramón Berenguer IV con los Genoveses. 5 74 Núm. 7.—Carta de los cónsules de Pisa á Ramón Berenguer IV.. .. . 373 Núm. 8.—Convención de Roberto con el rey Alfonso 11 de Aragón y el arzobispo electo tarraconense en i 176 376 Núm. 9.—Pasaje de Desclot sobre la respuesta aconsejada al valí mallor- quín por los mercaderes genoveses y provenzales á la embajada del rey D. Jaime 377 Núm. i o .—Descripción de Mallorca puesta por el cronista Marsilio en boca de Pedro .Martell en el convite de Tarragona 377 Núm. i i .—Razonamientos de Ñuño Sans y de Guillen de Moneada en las cortes de Barcelona.. 380 Núm . 12.—Extracto de un privilegio concedido por Jaime I á los barce- loneses, para comerciar en las Baleares 381 Núm. i 3.—Acta de las cortes celebradas en Barcelona para la jornada de Mallorca 581 Núm. 14.—Juramento y disolución de las cortes, según Marsilio. . . 383 Núm. i 5.—Travesía de la armada de Tarragona á Mallorca, según la eró- «fea Rey, y noticia de ésta y del códice de Poblet 583 Núm. i 6.—Un moro predice al rey la toma de Mallorca ; cita de Des-Clot. 3 86 Núm. i 7.— Pasa á Santa Ponsa la armada (^Cronfea de/Rey7. . . . 587 Núm. 18.—Vuelta del rey á Santa Ponsa después del primer choque, sermón del obispo de Barcelona antes de la batalla general, y comu- nión de.Guillermo de Moneada (^Crdwfca de/ReyJ. ..... 587 Núm . ig.—Muerte de los Moneadas, según Des-Clot ,588 Núm . 20.—Estratagema de los sitiados para que el walí éntre en la plaza (Des-Clot).. 389 Núm. 2 i .—Efectos de la predicación de fray Miguel Fabre á los del cam- Y)0 (Crónica del Rey). . 389 Núm . 22.—Conferencia del walí con don Ñuño, cava del conde de Ampu- rias, arenga del walí á los sitiados (Crónicas del Rey y de Des-Clot). 390 Núm. 23.—Últimas operaciones del sitio, según Des-Clot. . . . . .391 Núm. 24.—Diligencia del rey don Jaime en la conclusión del sitio (Cró- nica del mismo). ... . . . . . .• . . . 393 Núm. 2 5.—Asalto y saco; mala fe de los hurones en la almoneda ; quema de los cadáveres, según las crónicas. . 394 Núm. 26.—Toma de la ciudad y prisión del walí, según Ramón Munta- ner, y noticia de la crónica de éste. . . 393 178 1418 ÍNDICE Páginas Núm. 27.—Noticia y extracto del libro del Repariimienío. .... 596 Núm. 28.—Retrato del rey don Jaime según Des-Clot 1599 Núm. 29.—Rendición de los moros que estaban en las cuevas de Artá (Crónica del Rey) 599 Núm. 70.—Franquicias y fueros de Mallorca otorgados por don Jaime á los pobladores después de la conquista 600 Núm. 3 i .—Privilegio de Mudjehid rey de Denia, ratificado por su hijo Alí, á favor de los obispos de Barcelona. 603 Núm . 32.—Carta de Pedro March tesorero de Jaime 11 de Aragón al rey Sancho de Mallorca, según la crónica de Pedro IV 604 Núm . 33.—Hecho de armas del infante don Fernando de Mallorca en el sitio de Almería, referido por Ramón Muntaner 60$ Núm. 34.—Noticia de las Leyes Palatinas escritas en latín por Jaime 111 de Mallorca, y comparación de ellas con las Ordonacións promulga- das en catalán por Pedro IV que parecen traducción ó imitación de las mismas. 606 Núm. 35.—Traje de Pedro IV en el acto de coronarse en Mallorca, según su crónica.. 608 Núm. 36.—Retirada de Jaime 111 de Mallorca de la plaza de Puigcerdà, según la refiere la crónica de Pedro IV . . 609 ■ (*) Los capitules de Piferrer en esta segunda y tercera parte van asimismo copiosamente anotados, como en la primera, por el continuador, además de las adAicionDes quIeCal finIdÓe cadNa capítulÁo presenLta Oéste pSara com- el La APÉNDICES DE LA i." pletar respectivo asunto. parte cuarta referente á Menorca é lbÍ2a, es obra exclusiva de Quadrado. PARTE.—Q. Núm. i .—Sentencia capital contra Pedro de Puigdorfila y otros por su fidelidad á Jaime 111. . . 610 Núm. 2.—Correspondencia del gobernador Gilaberto de Centelles con el rey Pedro IV, referente á la expedición postrera de Jaime III para re- cobrar la isla 612 Núm. 3.—Respuesta dada por los jurados de Mallorca al aviso de los con- sejeros de Barcelona acerca de la fuga del hijo de Jaime 111. . . . 616 Núm. 4.—Real indulto de Juan I á los habitantes de Mallorca por cuales- quiera delitos y atentados cometidos en los alborotos de I 39 1 . . . 618 Núm. 5.—Noticia de fray Pedro Martínez dominico, ajusticiado de orden de Juan 11 por adicto al príncipe de Viana, y extracto de sus poesías copiadas de un códice de Teruel 620 Núm . 6.—Relación de las primeras conmociones de la germania de Ma- Horca, comunicada al Emperador por los jurados 624 Núm. 7.—Carta del enviado Miguel Santpol al gobierno de la germania. 627 Núm. 8.—Codolada ó canción popular de las muertes causadas por la germania de Mallorca 631 Núm. 9.—Décimas dedicadas al virrey D. Jerónimo Agustín (1622-28) acerca del carácter y costumbres de los mallorquines. . . . . 632 CAP. 1.—Costa de Mallorca, de la Dragonera á Palma.—Vista exterior de la ciudad.—Ojeada general.—P 637 Adición al Cap. 1.—Topografía de la ciudad. Su formación sucesiva des- ÍNDICE I419 Páginas de los más remotos tiempos. Recinto de la Almudayna. Barrios de la Portella, Call, Calatrava y Temple. Alrededores de San Francisco y de Santa Eulalia. Plaza de Cort. Mercado de la villa, hoy Bolsería. Prime- ra y segunda puerta de Balbeled, hoy de San Antonio : segmento en- tre ésta y la puerta de Beb-alcofol, hoy Pintada, incluido entre las calles de San Miguel y del Sindicato. Rambla, Mercado; barrio de San Nicolás, bajada de Santo Domingo. Feligresías de San Jaime y Santa Cruz allende la Riera; curso de la misma. Confluencias al Borne. Puer- tas de Citjar y de Portopí en la altura, postigos en las inmediaciones de la Lonja y del Muelle. Supuesta ría ó Mar -petita. Perspectiva exte- rior de Palma.—Q 65 0 CAP. II.—Monumentos árabes, recuerdos del palacio real.— P. . . . 673 Adición al Cap . 11.—El palacio de los reyes de Mallorca.—Q. . . . 687 CAP. III.—La catedral : descripción é historia.—P 691 Adición al Cap. 111.—La nueva fachada de la Seo.—Q. . . . . 768 CAP. IV.—Ruinas de Santo Domingo.—Santa Eulalia.—San Francisco.— San Miguel.—San Nicolás.—P 773 Adición al Cap . IV.—Parroquias : Santa Cruz, San Jaime.—Conventos de religiosos. Mínimos y Carmelitas demolidos; existentes, la Mer- ced, el Santo Espíritu, el Socorro y Capuchinos.—Clérigos regulares: Jesuítas en Montesión, Cayetanos, Filipenses y Paúles.—Monjas: San- ta Margarita, Santa Clara, Santa Magdalena, San Jerónimo, Santa Ca- talina de Sena, Teresas y Capuchinas; recuerdos de los conventos del Olivar, de la Misericordia y de la Consolación.—Hospital general y demás establecimientos de beneficencia.—San Antonio de Viana y de Padua, San Juan, Santa Fe y otros, oratorios.—Q. • . . . . 804 CAP. V.—Lonja : descripción é historia.—P. 829 CAP. VI.—Casas consistoriales.—Noticia del antiguo gobierno de la isla. —Descripción de la fábrica.—Aniversario de la conquista.—P. . . 865 Adición al Cap . VI.—La casa de la ciudad: antiguo hospital de San An- drés; agregación de casas á la entrada del siglo xv, y obras de prin- cipios del siguiente; proyecto de renovación general retardado hasta promedios del xvii.'Construcción y carácter de la fachada y alero: unidad d&l edificio incompletable á causa de recientes enagenaciones. Archivo histórico del reino y sus preciosos códices.—Q; . . . 908 ^ APÉNDICE DE DOCUMENTOS.—P. Núm. i .—Inscripciones sepulcrales de la catedral. . . . . . 917 Núm. 2.—Citas de los libros de fábrica de la santa iglesia 919 Núm. 3.—Memoria del autor de unas tablas góticas 927 Núm. 4.—Lápida del B. Ramón Lull y contrata para labrar, su urna se- pulcral 928 Núm. 5.—Nombramiento de procuradores de la isla para jurar el conve- nio de Jaime II de Mallorca con su hermano Pedro 111 de Aragón. . 929 Núm. 6.—Pasaje de Ramón Muntaner sobre el aniversario de la conquis- ta de Mallorca ; 930 ADICIÓN Á LOS APÉNDICES DE LA 2.» PARTE.—Q. Núm. i .—Fundación de una capilla en Santa Eulalia por el gremio de car- pinteros, año de i 365 931 Núm. 2.—La co/cadí», poesía de D. Pedro de Alcántara Penya. . . . 93 3 1420 ÍNDICE Páginas CAP. I.—Castillo de Bellver.—P. . . . 939 Adición al Cap. 1. —Costa occidental de la bahía de Palma; Calvià; An- draig, la Palomera, Santelmo, la Trapa ; Puigpunyent .—Q. . . . 954 CAP. II.—Santa María del Real.—Raxa.—Valldemosa : descripción de la Cartuja.—P 967 Adición al Cap. II.—Establiments ; Esporlas y Banyalbufar; Bunyola, Alfabia.—Q 987 CAP. 111.—De Valldemosa á Sóller por Deyá.—De Sóller por el Gorçh Blau á Lluch.—Pollensa.—Alcudia.—'P. . 999 Adición al Cap . III.—Inca y villas de su partido : Selva, Campanet, la Po- bla, Muro, Sta. Margarita, Sineu, S. Juan, Sancellas, Binisalem y Alaró. Sta. María, antiguo mosaico en sus inmediaciones, Marratxí.—Q. . 104$ CAP. IV.—Artá: construcciones ciclópeas.—Cueva.de la Ermita.—Torre de Cañamiel.—P 1071 Adición al Cap . IV.—Manacor, cabeza del partido ; cueva del Drach. Pe- tra, su notable parroquia. Montuiri, matriz de numerosas villas. Po- rreras, puig de Montesión. Crecimiento de Felanig hoy ya ciudad, á pesar de la reciente catástrofe de 1844; puig de San Salvador, casti- lio de Santueri. Santanyí y Campos; invasiones berberiscas, antigüe- dades célticas, el Palmer, baños de la Font Santa. Llucmayor; recuer- dos de Jaime III, moderna fábrica de la parroquia. Algayda; santuarios y estudios del monte de Randa glorificado por Lull.—Q. . . . i i i 3 APÉNDICES DE DOCUMENTOS.—P. Núm. i .—Catálogo de esculturas y cuadros más notables de los museos del conde de Montenegro en la ciudad y en Raxa; carta marítima del siglo xv . . . . . -. .1151 Núm. 2.—Relación de la victoria alcanzada en Sóller contra los turcos. i i5í Núm. 3. —Canción popular de Cataluña sobre el milagroso pasaje de San Ramón de Penyafort desde Mallorca á Barcelona. - - . . . . . i i í;8 Núm. 4.—Inscripciones góticas del santuario de Lluch y del Calvario de Pollensa 1158 Núm. 5. —Canción popular mallorquina Don Dow iíaindw. . . 11 59 ADICIÓN Á LOS APÉNDICES DE LA 3.^ PARTE.—Q. ñúm. i.—Ld roqueta^ poesía de D. Mateo Obrador describiendo la subida al Pw/g· Ma/or y su dilatado panorama. . . . . . . 1160 , Núm. 2.—En la coronado de la Mare de Deu de Lluch, poesía del conti- nuador de este libro. ........... 1165 Núm. 3.—Lo pi de Formentor,-poesía d& D. Miguel Costa. . . . i,, 1166 Núm. 4.—Exposiciones sobre las murallas de Alcudia, dirigidas en 1871 y 1889 á la real Academia de San Fernando por la Comisión Provin-, cial de Monumentos de las Baleares. . . . . . . . . , 1167 FJLTlTi: aU^Fl'TJL—Q. CAP. 1.—Topografía é historia de Menorca.—Pobladores y monumentos primitivos.—Cartagineses y romanos.—Carta del obispo Severo.—Va- sallaje á Jaime 1 y conquista por Alfonso 111.—Gobierno de los reyes ÍNDICE I42I Páginas de Mallorca y de Aragón.—Complicaciones con el alzamiento de Cata- luña contra Juan II.—Mahón y Cindadela presa de los turcos en i Ç 3 Ç y I 5 "58.—Dominación británica y francesa, y recobro de la isla por • España 117? CAP. II.—Cindadela.—Perrerías, castillo de Santa Águeda.—Mercadal, el Toro, Fornells 1241 CAP. III.—Alayor.—Mahón. 1269 CAP. IV.—Topografía de la isla de Ibiza; naturaleza, producciones y cul- tivo; viviendas, traje y costumbres de sus habitantes.—Historia anti- gua : dominación púnica y romana; inscripciones.—Vándalos y Sa- rracenos; expedición de los Písanos; conquista definitiva por Cuiller- mo de Montgrí.—División del territorio en cuartones, régimen muni- cipal.—Acontecimientos locales, é influencia de los generales sobre la isla bajo la monarquía de Aragón y la de España i 293 CAP. V.—Ibiza ciudad : puerto, arrabal, murallas, iglesias, castillo, aire- dedores i337 CAP. VI.—Pueblos foráneos de Ibiza : Nuestra Señora de Jesús, Santa Eulalia; San Juan Bautista, San Miguel ; San Antonio; San José, las Salinas.—Isla de Formentera • . , . 1367 APÉNDICE DE DOCUMENTOS Núm. i .—Concesión de Ibiza hecha por Jaime I al sacrista de Gerona en 12 34 para conquistarla de los moros 1397 Núm. 2.—Dotación de la iglesia de Ibiza en 1235 por los magnates"con- quistadores. . . ... .' . . .' . . . . . 1398 Núm. 3.—^^Franquicias concedidas por los mismos á los pobladores de la isla, con las modificaciones posteriores de Jaime II de Mallorca.. . i 399 Núm. 4.—Venta de la porción de Nuñó Sans hecha por él rey comprador ' de ella al sacrista de Gerona. 1401 Núm. 5.—Testamento del expresado sacrista Montgrí otorgado en 1247. 1401 Núm. 6.—Confirmación de las donaciones del infante de Portugal por el infante de Mallorca, que reinó más tarde con el nombre de Jaime II. . 1403 Núm. 7.—Derecho sobre las salinas concedido á la universidad de Ibiza ' por dichos infante y sacrista. . 1403 Núm. 8.—Donación más amplia de las mismas por los referidos con- dueños. . . . ... 1405 Núm. 9.—Confirmación por el infante de Mallorca de la rebaja de laude- mió hecha por el citado Montgrí como señor de Ibiza. . . . . 1406 - Núm . 10.—Enmienda de los agravios irrogados al arzobispo y paborde de Tarragona en su jurisdicción territorial sobre Ibiza, por Alfonso III de Aragón. . . . '. . . . . . . . i . 1406 Núm. i i .—Instancia sobre fijación'de límites en Ibiza entre dos diversas porciones.. .' . . . . . . . . 1407 S-. Núm. 12.—Carta de infeudación de la isla de Formentera otorgada en 1 246 por el sacrista Montgrí á Berenguer de Rénart. . . . 1408 Núm. 13.—Donación de tres partes de la Molá de Formentera, hecha por I el mismo en 1238 á un convento de ermitaños de.la orden de San Agustín. . '. '. ... . . ". . 1409 RECTIFICACIÓN á la página 731 sobre los ángeles costeados por la fa- milia de Oleza en la capilla mayor de la Seo de Mallorca. •. ., 141 o- INDICE DE LOS INTERCALADOS MALLORCA PALMA.—Portopí 641 » Vista general de la ciudad 643 » Ajimeces de una casa á espaldas de San Jaime 643 » Patio de la ' casa del marqués de Vivot. * . 647 » Patio de la casa del conde de Ayamans 653 » Calle del Sol 653 » Ventana de la casa del marqués del Palmer 637 » Calle de San Felío.. . . , 667 » Baños árabes 675 » Arco de la Almudayna.. 676 » Puerta de la capilla de palacio. 680 » Exterior de la catedral 693 » Interior de la catedral 697 » Órgano de la catedral 710 » Casa de la Almoyna 715 » La catedral por el lado del norte con la torre de las campanas. 721 » Puerta del Mirador en la catedral. . .- . . . . . . 725 » Santa Eulalia, puerta lateral del norte 779 » Interior de Santa Eulalia 781 » Claustro del convento de San Francisco 786 » Sepulcro del B. Ramón Lull en San Francisco 788 » Portada de San Francisco 797 » Parroquia de San Miguel 799 » Parroquia de San Nicolás 801 » Portada de Montesión, iglesia de Jesuítas 813 » La Lonja, exterior 833 » Interior de la Lonja 837 » Portada del códice de privilegios existente en el archivo his- tórico del reino 915 Castillo de-Bellver 942 Patio circular del castillo 943 Mufeo de Raxa 971 Segunda vista del mismo ; 973 LLUCH.—Cobertizo de la hospedería del santuario '. 1030 ÍNDICE DE LOS INTERCALADOS I423 Páginas POLLENSA.—Puerta de antigua casa 1033 » Ruinas del castillo del 10-3$ » Torre del PMíg- 1037 » Torre de la cala de San Vicente 1039 ALCUDIA.—Murallas 1043 ARTÁ.— Clapers des gegants 1085 » Entrada á las cuevas 1095 » Torre de Cañamiel 1109 MANACOR.—Cueva del Drach, lago Negro . i 119 FELANIG.—Castillo de Santueri . 1131 MENORCA Dolmen.. ' 1090 Idem 1091 Aspecto geológico de la isla 1177 Altar de Trepucó 1181 kltar áe, Torre-Trencada 1183 'Have, deis Tudons 1185 CIUDADELA.—Puerto 1243 » Borne 1247 » Obelisco del Borne 1248 » Puerta lateral de la catedral 1252 MAHÓN.—Murallas derruidas 1277 » Cruz de la iglesia parroquial 1281 » Restos del castillo de San Felipe 1291 IBIZA IBIZA.—Puerta principal de las Tablas i 342 )> Lienzo interior de dicha puerta i 343 » Ajimez gótico i 349 » Torre de la catedral 1352 » Espaldas del castillo 1361 » Lápida romana 1362 » Faro del puerto 1365 muí Fimii u counin de us iliis Páginas Púlpito de la catedral de Palma 704 La Lonja . . 830 Casa consistorial 8Q4 Gorch Blau 1028 Campesino de Consey 1066 Mosaico hallado en las inmediaciones de la villa de Santa María. 1068 Campesina de Felanig. 1128 Cindadela de Menorca I 242 Ibiza y su castillo • 1338 . ERRATAS Línea Dioe Léase 193 not. 1 los dos históricos los tres históricos not. 11 y el mismo y que es el mismo 207 275 15 tener temer 3 18 not. 14 no terminó en 1493 no terminó sino en 1493 375 3 amedidor mediador 391 not. 4 Margo y dice Margoy dice 405 6 Rafel Rafal 461 7 sirvieron sirvieran 466 30 Jerónimo Llompart Jerónimo Llompart de Muro I 175 5 Artruig Artuig 1318 not. 2 I I 3 I I 1313 1328 15 trascendieron no trascendieron .wmmM-M m, 656 ISLAS BALEARES la matanza y el incendio de 1391, de allí fueron desaparecien- do después del postrer bautizo de 1435 los conversos para ha- cer lugar á opulentos curtidores, reteniendo bajo unos y otros la localidad el título de la orden militar que alguna relación con ella tuvo, si es que no la recibió en recompensa de sus servicios. Á la importan conquista la ciud ron las obras de pues apenas gu das torres encall cuando no recién de dos más altas triangular de San conduciendo á la to resta del miste sulta concretado de traza levemen medio punto sus nitas. Aunque dual del terreno bre lisos arcos a baja á estancias s antigualla ensanc to de mejorarla desbaratar en la salía al foso. Ma la población el lí dad vieja res guir como más ta ionio^ torcía á esp la curva que {a) Se ha ampliado, con desahogo plausible en cualquier otro lugar, par pilla de un asilo de niñas.