REFLEXIONES SOBRE LA ARQUITECTURA, ORNATO, Y MUSICA DEL TEMPLO: Contra los procedimientos arbitrarios sin consulta de la Escritura Santa, de la dis- ciplina rigorosa, y de la crítica facultativa. POR EL MARQUES DE UREÑA. Sapientíam enim, & discipUnam qui abjidt, infelíx est: & vacua est spes illorum , & labores sine imtilia fructu, ^ opera eorum. Lib. Sap. cap. 3. vers, 11. MADRID MDCCLXXXV. POR D. JOACHÎN IBARRA IMPRESOR DE CAMARA DE S. Mr CON LAS LICENCIAS NECESARIAS. ALA REAL ACADEMIA DE S. FERNANDO. SEÑOR. %^on la elección de la materia de este reducido vo^ ÍV DEDICATORIA. ¡úmen^ me pareció contraer la obligación de ofrecerlo á V. E. así por ser el deco'-* ro del Santuario la ocupa^ don mas digna de las tres nobles Artesy por tanto el primero y mas propio em^- peño del ilustre instituto de ese Real Cuerpo , como por honrarme de ocupar un pe-^ queño espacio en las listas de sus individuos. Estas con^ sideraciones me lisonjean,^ que quando no por las qualida^ des del escrito, á lo mé^ nos por las del asunto sobre que se versa ^ se dignará V.E, DEDICATORIA. V dispensar se la dedique con la mas atenta venefación. SEÑOR. El Marques de Ureña. *3 vj AL LECTOR. Sí el partido de la razón do-* minara con un imperio absoluto sobre la facción de los sentidos, y si tuviera mayor número de sequaces aquella sencillez hermo- sa que hace equivocar el arte 5 con la naturaleza : debería reir- me de mí mismo, ocupado en extender máximas que se ven vinculadas hasta nuestros dias en Toledo, Sevilla, Granada, Valen- cia, Córdoba, Burgos y otras muchas Ciudades y Lugares de nuestra España. Quando en una Corte y Sitios Reales vemos con- PRÓLOGO. vi} servados monumentos artísticos, dignos de una Nación, que dos-^ cientos años ha daba leyes en artes, buen gusto y literatura á la Europa entera: y donde los vemos nuevos á expensas de la munificencia de nuestro Augusto Católico Monarca, y de la pro-i teccion que dispensa á tantos ilustres facultativos, que hacen ya revivir aquellos felices tiem*^ pos. Pero léjos de reir debo llorar con afectos de buen Patricio, al ver que la influencia benéfica no alcanza aun á desterrar muchos abortos de la ignorancia, que de-* bian sonrojar á los que se obsti- nan en sacarlos á pública luz. *4 VÜj PRÓLOGO. Es digno de la mayor lástí-^ ma, que la Religion no aprove- che el caudal que tiene dentro de su propia casa, y que la piedad sepulte sus dádivas, ó las malba- rate en obras que no merecen verse en el recinto del Santuario, quando puede este hermosearse y enriquecerse de los frutos pre- ciosos que le nacen tan cerca. Esto me movió á sacar á luz este pequeño voliimen. La mate»* ría que trata es sin duda capaz de mucha extension ; pero no el sufrimiento de los lectores que la miran con indiferencia. Pre-» cisamente á estos importa mas su conocimiento, y por tanto he PRÓLOGO. ix conspirado mas bien á la breve- dad que á la perfección de un tratado completo y metódico, de cuyo desempeño tampoco me li- sonjeaba. Conozo que una obra tal es para manejada por un Ar- quitecto consumado, que tenga sondadas todas las profundida- des de la metafísica de las Artes. La sequedad que de suyo lie-- va la materia, me ha movido á procurar descanso al lector con tal qual rasgo de Historia. No se tendrá por importuna alguna di- gresion que conspira à estable- car principios que sirvan de ba- se â la exposición de mis idease Para encadenarlas, presu- X PROLOGO. puesta la importancia del asunta, puntos dignos de reforma, y con^ tingencias de extraviarse, quan- do se procede sin la guia del ar-» te, y sin la luz de la recta ra- zon: paso á dar una idea de lo que es el gusto y la belleza, y como proceden las Artes en su seguimiento sin perder de vista la razón, ni la naturaleza. De aquí deduzco algunas máximas fundamentales para conseguir el acierto en la práctica, que es lo que encierra la primera parte de este volumen. En la segunda he procura- do manifestar el acuerdo del ar- te con lo que (según se lee en PRÓLOGO. Xj ías Santas Escrituras, los Conci- líos, y la Historia Sagrada) pa- rece mas conforme al acierto. Conceptué oportuno agregar un discurso sobre la Música del Templo, con consideración á lo mucho que influye en la dignin dad del culto, y á que es pun- to facultativo, como los demás que en la materia me he propues^ ' to. He procurado no salir de la judicatura de las Artes , inspec- cion que de ordinario es come- tida al brazo Secular ; y por tan^ to si en algun parage se aparen- tare algun exceso, protesto que no es, ni ha sido mi ánimo pro- pasarme de lo que á mi estado xij PROLOGO. y condición se permite. He ti- rado á llevar enlazada la compa- ración de las bellas y nobles Ar-» tes, á fin que la comparación misma sirva de intérprete en unas, á los que no tengan ideas del espíritu filosófico de las otras. Confieso que en una obra completa de esta clase seria nece- sario un agregado de planos, per- files y alzados, como también de vistas perspectivas de algunos edificios antiguos y modernos, cuya memoria ocurre ; y mucho mas una prolíxa crítica á vista de los diseños para fixar la idea de los lectores. Seria oportuna por lo ménos una comparación PRÓLOGO» XÎij Ú6 las cinco órdenes tratadas de diversos modos por Autores clâ- sicos, manifestando las modifica- ciones que son capaces de reci- bir 5 y los efectos característicos que pueden resultar. No seria fuera de propósito una colección de grabados relativos á piezas del servicio divino', y á muebles propios del Templo, no ménos que un Diccionario de términos téchnicos de aquellas Artes, tienen que lugar en él Pero prescin- diendo de la cortedad de mis fuerzas, de la escasez de ma- teriales en este Pais , y de que nuestros Libreros extrange- ros negocian mas en libros que XÎV PROLOGO. en literatura, y son raras las obras facultativas escogidas : el volumen corpulento que resul- taria, no podria correr por tan- tas manos, como este peque- ño Apéndice de meras reflexió- nes. En una palabra, la econo- mía es la divisa de este escrito, y yo me daré por satisfecho , si exerciéndola en el tiempo de los lectores, la consigo discreta en el empleo de los caudales que se consagran à Dios. XV ÍNDICE pe los Capítulos que contiene esta Obra. PARTE PRIMERA. Sohre la importancia de la materia. CAPITULO PRIMERO. Sobre la im- portanda de la materia^ Pág. i. CAP. II. De los abusos dignos de re- formarse^y preocupaciones dig- nas de desterrarse^ CAP. III. De la belleza y del gus- 10^ 25. CAP. IV. De la filosofia de las ar~ tes, 38. CAP. V. De la magia de las artes, 58. CAP. VI. Máximas generalesy fun- damentales para acertar en la Arquitecturay Ornato del Tem- pK 96. CAP. VII. De la Arquitectura que corresponde al Templo, 113. xvj í N D I C E< PARTE SEGUNDA. Ve la Arquitectura y Ornato del Tem- pío. CAPITULO PRIMERO. Vc SU SÍtUa- don, Pág. 153. CAP, 11. Del platw, 167. CAP. III. Del alzado^ CAP. IV. Del interior del Templo, 235, CAP. V. Ornato del cuerpo de la Iglesia, 250. CAP. VI. De los Altares, 276. CAP. vil. Del Presbiterioy Coro, 305. CAP. VIII. De los órganos, 317, CAP. IX. De los confesonarios y pulpito, 328. CAP. X. Del Baptisterio y Sacris- 337- Discurso sobre la Música del Templo, 349, PARTE PRIMERA. CAPITULO RPRIMEEROF. LEXIONES Sobre la importancia de la SOBRE materia, LA I Xíílenó Dios con su tierra presencia laARQUITECTURA desde que la tierra existió, por un atributo de la Divina esen- cia superior, sVí, infOinitaRmeNnteAáTlaO DEL débil TEMPLO. razón, pero que la débil ra- zon bien dirigida se ve forzada á reconocer. Se eligió una habitación entre los hombres, no tal que fue- A 2 ARQUITECTURA, ORNATO, se capaz de circunscribirle, pero donde á veces se hacia sentir su pre- sencia por signos ostentosos, y so- brenaturales de nubes y de fuego. No obstante intima su designio * al gran caudillo de Israel, é inme- diatamente comienzan á parecer en el texto santo pruebas nada equí- vocas del zelo de Dios por la for- ma decorosa y propia, por el or- nato precioso y significante, y por la santificación de su Tabernáculo. Se ven en el Levítico prescribien- do el ceremonial de sus cultos y sacrificios, y circunstanciando la pureza que exige en ellos, en sus asistentes, y en el ámbito del San- tuario. En los libros del Parali- pómenon ^ y de los Reyes 3 se dexan ver quando David entrega á Salomon su hijo la alta comisión re- cibida de la Magestad en términos tan especiales como Moyses la ha- I Exod. cap. ag. v. 8. a L. i. cap. a8. v. ip. 3 L. 3. cap. 5. V. 5. Y MUSICA DEL TEMPLO. 3 bia recibido anteriormente. Desem- peñáronla uno y otro con toda la esplendidez y magnificencia que pue- den acumular las facultades huma- nas. La plata, el oro, las piedras preciosas , las telas, los ricos broca- dos, y en fin quanto la naturaleza y el arte pudiéron suministrar de exquisito, tanto se empleó. Ahorá bien, Salomon se abisma, y se ario- nada, porque reconoce ^ que los cielos de los cielos no bastan á com- prehender la suma Deidad que asis- te sobre el propiciatorio. Pero si elevamos nuestra mente á conside- rarla, despues que habitó y habita entre los hombres, con una presen- cia inteligible á su fe ; despues que se circunscribe toda la Magestad de aquel Anciano de los dias, que vió Daniel ^ sentarse en el Trono , á quien Servian miles de miles, y asis- A 2 1 Reg. 1. 3. cap. 8. v. 27. Paralip. 1. 2. cap. 2. v. (í. 2 Dan. cap. 7. v. 9. 10. 4 ARQUITECTURA , ORNATO, tian diez mil veces cien mil; despues que vestido de carne toma asiento para sí en medio de los pecadores; despues que aquel Sacerdote eterr- no reside en el tiempo renovando dias y dias, no sacrificios, no ho- locaustos , como los que ahumaban y ensangrentaban aquellos antiguos altares, sino el gran sacrificio de propiciación que ofreció y consumó de sí mismo con asombro y estre- mecimiento universal de la natura- leza ; ó por mejor decir, despues que desplega en su última perfección aquella gran pintura, que solo ex- puso en bosquejo entre las cortinas de aquel su primitivo Tabernáculo, parece que nuestros cultos se des- vanecen como el humo en el objeto á que se terminan, y que desfallecen los reflexos de aquel esplendor y opu- lencia, que reproduxeron despues en los tiempos de la nueva ley los Cons- tantinos , Constancios , Clodoveos, Nicolaos, Juiios, Urbanos y Felipes. y MUSICA DEL TEMPLO. £j 2 No es de las criaturas, no, colocar á Dios en un trono digno de Dios, bien que la bondad que lo atraxo á residir en medio de ellas les dispense lo que no alcanzan. Volvamos por tanto la reflexion há- cia nosotros mismos, y entenda- mos por las obligaciones que nos asisten quando tratamos de hospe- dar á Dios en nosotros, las que nos competen quando tratamos de levantarle una morada entre noso- tros. 3 Es cierto que si la gran obra moral del hombre es su propia justi- íicacion , y mas singularmente quan- do se considera como templo vivo de la Magestad ; si se le ha de pro- poner como exemplar el aseo , la regularidad y la hermosura del , Templo material, á fin de persua- dirle se purifique en su conciencia, se regule en sus costumbres, se her- mosee con la gracia, y adorne de virtudes, para constituirse depósito A3 6 ARQUITECTURA , ORNATO, capaz del adorable cuerpo del Se- ñor ; deberá considerarse el templo material como su gran obra física, y enseñarle y amonestarle con aque- lias exteriores qualidades, las inte- riores que exige de su parte un tan sublime empleo. No en vano San Cirilo I aconseja con energía edificar y exornar la casa de Dios con tor da la magnificencia y riqueza po- sible. No en vano San Ambrosio « encarga particularmente á los Sa- cerdotes la hermosura y culto del Templo. Por tanto, ¿que lugar mas digno de las consideraciones de un facultativo? Dios será conocido en sus casas. 3 ¿ Quantos medios podrá hallar el arte para que aquellos sa- cros muros, aquellos arcos, aquellos postes venerables, nos anuncien su presencia? ¿En donde con mas opor» tunidad podrán ponérsenos á la vis-; I Cat,iâf. 1 L. 1. cap-'¡■I. 3 Psalm. 47, vers. 4. Deus in domibus ejus cog- noscetuY. y MUSICA DEL TEMPLO. \ f ta por medio de artificiosas ^ repre- sentaciones, los exemplos del divi- no Salvador, los de su augusta Ma- dre, los de los Santos y Sienaven- turados? ¿A que otro sitio conven- drá mejor una eloqüència visible, que imprima en nuestra fantasía ideas patéticas de los Misterios de la Re- ligion, de la santidad de sus Sa- cramentos, de la dignidad de sus Prelados y Ministros, del énfasis de sus ceremonias? 4 Pero acaso, ¿es sola una me- ra enseñanza la que en estas prác- ticas cabe? ¿Deben tener por ven- tura ménos lugar en nuestra con- sideración la mocion y el atractivo? Hacemos alarde con arrogancia de nuestra facultad intelectiva : sin em- bargo reservamos su uso , como el de las alhajas de valor, para tales quales ocasiones. Obramos las mas veces por el influxo subalterno de nuestros sentidos ; parece que solo vivimos por ellos, y para ellos. No A4 8 ARQUITECTURA , ORNATO, sin razón dice el Autor de las Costumbres de los primeros Chris- tianos, que somos nosotros, no Dios, el que necesita de Templos ^. Dios en todo tiempo y lugar pronto á oirnos , no nos halla en todo tiem- po y lugar en estado de hablarle. Es necesario las mas veces que nos llamen y sostengan en la oración nuestros ojos y nuestros oidos. El darle pávulo. á estos sirvientes in- feriores de nuestra alma, ó el em- baucar y sosegar la niñería turbu- lenta de nuestra loca y errante fan- tasía, será desde luego, ocupación muy digna de las reflexiones estu- diosas de un hombre,-qué sabe péri- sar y executar, si las encamina al fin de prepararnos para. hablar con Dios. 5 Porque en efecto, está tan ad-í^ herida á la carne grosera la por^ cion noble que nos sémeja á la Di- vinidad ; estamos tan materializa-^ I Fleuri y Moeurs des Cretien. p. ipj. y MUSICA DEL TEMPLO. 9 dos, que las llaves más.seguras con los senos que la devoción se abre de nuestro corazón, suelen ser po- co menos que de bulto. Es refle- xíon de un Autor respetable ^, que una de las razones que hace ríias sublime que toda otra la eloqüen- cia de la Escritura Sagrada, es el mo- que de ordinario se sirve para ver de hechos, y de ideas palpa- bles representando con , imágenes vivas y sensibles hasta las cosas es- pirituales y metafísicas. Ya nos pin- ta la diestra de Dios abismando el. Exercito y los Carros de Faraón. ® Ya enviando el Señor su ira que los devora. 3 Ya en otra parte nos pro- pone al Profeta Rey 4, deseando que la Magestad se levante, y sean disipados'sus enemigos.- Ya personi- fica á la Justicia paseando delante "I Mr.'Ro'lliñy trayendo la exposición del Cánti- co : Cantemus Domino, <3c. hecha por Hersan. p. 427* en castellano. : 2 Exod. cap. V. 6. 3 Id. v. 7. 4 Psalm. 67. v." I. g Psalm.. 84. v. 14. Io ARQUITECTURA, ORNATO, de SU trono. Ya la muerte caminan- do I en su presencia. Ya el mar ® mira y huye. Ya á la vista 3 de su rostro se conmueve la tierra. Por último el mismo Dios llega á tan- to, que por contemporizar con nues^ tra materialidad se figura visible á Adán paseando 4 en el Paraíso; á Jacob 5 sobre la escala; á Daniel en el trono; y finalmente hace pal- pable á un Angel, ^ y de tal mo- do, que imprime en Jacob las se-' nales de un contacto real y físico, que le deseca un miembro de su cuerpo. ¿Que son las visiones de Ezequiel, que el Apocalipsis todo, sino una confirmación de que la elo-j qüencia de los sentidos es una prác- tica autorizada por el mismo Divi- no espíritu, que dictó los libros sa- grados ; mucho mas de notar quan- do sin palabras, ni signos exterio- I Habacuc, cap. 3. v. 4 Psalm. 113. v. 3, 3 Id. V. <7. 4 Genes, cap. 3. v. 8. 5 Id. cap. a8. V. 13. 6 Id. 34. v., 44. y ag. Y MUSICA DEL TEMPLO. 11 convierte los leones en cOrde- res influyendo y mandando en el ros, corazón de la criatura como en el sistema universal de la naturale- za ? 6 Son efectivamente de suma gravedad las conseqüencias que pue- den seguirse á la estudiosa medi- tacion práctica acertada de los y puntos en qüestion ; ó por el con- trario á una negligente frialdad, ó errada conducta, aun quando nues- tras miras no se extiendan á otros, que á los que vivimos en el se- no de la Iglesia Católica. Pero si á considerar á los He- pasamos reges y á los Filósofos temerarios empeñados en zaherir y ridiculizar nuestra devoción, nunca será mu- cho el cuidado que debemos em- plear en apartar de nuestros Tem- píos todos aquellos objetos que aun-, afee- que buenos en sí para excitar tos piadosos en el retiro del parti- cular, puedan dar motivo á sinies- 12 ARQUITECTURA , ORNATO, tras interpretaciones, ^ ó á bufona-* das implas y sacrilegas, colocadas en el lugar público de nuestra ado- ración. No nos propasaremos en ze- lar, que quanto alli registre la vis- ta sea capaz de infundir una cir- cunspeccion santa, y un respeto pro- fundo. 7 Por último , si miramos á los Paganos, no demos lugar á que nos confunda á los que alumbrados con la luz indeficiente no adoramos me- tales, piedras, ni legumbres, quan- do no la magnificencia de los Tem- píos de Delfos, de Efeso, ó de He- liópolis, á lo menos la regularidad de los del Capitolio de la antigua Roma. Supla en lo poco y en lo mas la perfección de la forma, quan- do nuestros caudales no alcancen á la riqueza de la materia. Y quan- do, lo que Dios no permita , sea- I Nullce, falsi dogmatis imagine, Ü rudihus pe-. riculosi erroris occasionem prcébente , statuantur. Conc.Trid. sess. -i^. decret, de Invocat, y MUSICA DEL TEMPLO. 13 mos tales, que ni nos basten los mo- tivos de la Religion, ni los exem- plos de nuestros mayores, sírvanos de estímulo siquiera, una misera- ble gloria mundana, que va en es- tos públicos y durables monumen- tos de nuestra cultura. 8 Concluimos de lo dicho , que la observación^ la meditación y el estudio, en quanto concierne al cuer- po y partes accesorias de la casa de Dios, importan, por haberlo ma- nifestado la autoridad divina, ti- rando las primeras líneas de su fá-- brica, y prescribiendo todas sus par- ticularidades. ^ Por ser una habita- cion que se prepara á Dios, obra verdaderamente grande, á cuya per- feccion no pueden ponerse límites. Por la enseñanza, mocion, y atrae- tivo, que pueden dimanar de una conducta acertada, ó malograrse por falta de ella. Por evitar las invec- tivas de los Hereges y libertinos. 1 Paralip. 1. i. cap. 29, v.-i. Î4 ARQUITECTURA , ORNATO, Por Último, porque los Paganos no nos confundan. Véase ahora si en materia tal estarán de sobra las es- peculaciones. CAPITULO IT. De los abusos dignos de reformarse^ y preocupaciones dignas de des- terrarse, 9 oco tiene que andar un par- tidario de Palladio, de Rafael, ó Miguel Angel, si trata de encon- trarse con motivos de amargura, y si toca en entusiasta, para hallar oca- siones en que exercitar el silencio la moderación, al inspeccionar no y pocas de nuestras Iglesias. Pero le bastará, sin moverse, recorrer al- gunas páginas del Viage moderno de España, donde entre las noti- cias de los restos estimables de otra anterior generación de ilustres fa- cultativos, para satisfacción de los que conocen y aman las bellas ar- Y MUSICA DEL TEMPLO, tes, hallará bastantes para mortifi- cacion de los mismos, y humilla- cien de la razón , no menos que oportunas reflexiones, cuya desgra- cia consiste en perder su fuerza, no sé por que, quando llegan á mu^ chos de los que podian aplicar el remedio. No saldré por garante de que algun mal espíritu, diestro en ingerirse hasta en lo mas recóndi- to del Santuario, se haya excusado del empeño de desterrar de él el mecanismo filosófico de las artes. Es dilatada la jurisdicción que exer- cen en el corazón humano, y gran- de el partido que la Religion pue- de sacar de sus servicios. I o Efectivamente clama por re^ forma el ramo facultativo en mu- chas Iglesias, Capillas y Ermitas. Sea por la ineptitud de los artifi- ees, sea por el capricho de los que los emplean, sea por una econo- mía mal entendida en las fábricas, ó finalmente por emprenderlas sin l6 ARQUITECTURA , ORNATO, los fondos necesarios ; resultán las obras monstruosas, ó bien incom- pletas. Si miramos á sus altares, ó á su adorno; ¡que deformidad en los retablos ! ¡ que relumbrones tan vacíos ! ¡que frivolidades tan age- nas de la seriedad del Templo! Al considerar las efigies sucede la in- diferencia, la frialdad, ó tal vez la tentación de risa, en vez de las mo- clones de devoción. Sé muy bien, que ni los Papas, ni los SínodoSj ni el Santo Oficio han omitido pro- videnciar sobre este punto impor- tante. Pero falta un constante, es- crupuloso, fino y universal discer- nimiento, que segunde sus miras. Prueba de que falta, es la satisfac- cion con que subsisten, y se renue- van cada dia muchas irregularida- des. Se ven en el Santuario las si- Has, las cornucopias, las arañas, los azafates, que quizá sirvieron al fes- tin, ó á la concurrencia mundana. Quando el Santo de Israel prescri- y MUSICA DEL TEMPLO. be á Moyses la forma que debía dar á las piezas que componían el ser- vicio de su culto, manifiesta bien su voluntad de que en los muebles que á él pertenecen, se reconozca un carácter especial, que los distin- ga de los que sirven á los profa- nos y pecadores. Jamas hizo buen maridage lo santo con lo mundano, y jamas lo hará lo mundano con lo santo. ^ El timiama que se ba sobre quema- el altar de los no ardia perfumes, por prohibición Dios expresa de debaxo de las tiendas de su Pueblo : pero no menos costó la vi- da ^ á Nadab y Abiú el incienso ofrecido sobre el fuego que no era santo. II Si las especies lógicas se avecindan que en el fueran entendimiento, como las impresas que se en- tregan á la frágil memoria, ó co- mo los pliegos que se colocan en B I Exod. cap. 30. V. 37. 2 Lev. cap. 10. v. i. l8 ARQUITECTURA , ORNATO, los Archivos, que con facilidad se traspapelan; no seria extraño, que á hombres lógicos y filósofos se les pasaran por alto varias reflexiones obvias creo firmemente debian , que hacerles sacudir las preocupaciones, que son el verdadero origen de los de los errores que se cometen, y tropiezos facultativos que se dan á cada Una clásica y bien co- paso. mun es, queen la materia que tratan mos es lo mejor, lo que parece mejor al Pueblo piadoso^ al que lo costea^ ó al bienhechor que lo dispone ; y que to- da otra especulación es pesada, proli- ota, ê inútil. Hallo según alcanzo, así como la legislación es una que barrera entre el Ínteres público y el Ínteres privado, así el arte lo es entre el ínteres de los sentidos, y el del entendimiento. El mejor legislador es el que mejor combina el ínteres del universal con el del individuo, y el mejor facultativo es el que mejor concilia el del enten- Y MUSICA DEL TEMPLO. 19 dimiento con el de los sentidos : y del mismo modo que, aunque fun- dada la ley en la razón, seria te- meridad fallar en un proceso con solo el auxilio de la razón sin el conocimiento de la ley ; debemos inferir será temeridad el decidir en materias artísticas con sola la ra- zon, sin el conocimiento del arte. Todo hombre que medita , sabe que los sentidos son la plebe del hombre: sabe que son un populacho extrava- gante , melindroso, y mal conten- tadizo : sabe que la voluntad adon- de las pretensiones de aquellos van en primera instancia, es una poten- cia ciega , que suele engañarse de medio á medio quando no consul- ta con el entendimiento : y sabe por último , que estos entes enga- ñan por medio de la voluntad has- ta el mismo entendimiento si no está muy prevenido. 12 Lleve yo razón, ó no la lleve, lo cierto es, que Dios (que B2 2 o ARQUITECTURA, ORNATO, desde poco ántes del diluvio pare- ce no fió mucho de los Arquitectos de por acá) pudo haber dotado de ciencia competente á Moyses ' quan- do le instruyó de las ideas divinas de su Tabernáculo, y sin embargo lo remite á dos Arquitectos Besee- leel y Ooliab, á quienes habia con- cedido la gracia ». Moyses agrega á ellos todos los que conocia igual- mente iluminados para llenar las ideas de Dios ; les impone en ellas, y les entrega los dones del Pue- blo. Desde luego se dan por satis- fechos de la qüantidad de las ma- terias 3. Por fortuna podemos de- cirio muchas veces : Mas ofrece el Pueblo que ¡o que se necesita. Solo faltan muchos Moyses dóciles, y muchos Arquitectos sabios. Pero á pesar de este exemplar, de esta au- toridad tan de bulto, se oye bien I Exod. 31. V. 1. 3. y 6. 2 Id. cap.35. v.2.y 3, 3 Id. 3Ó. V. 5. Plus offert populus quant necessa- rium est. Y MUSICA DEL TEMPLO. 21 de ordinario hablar con avilantez, descoco, ayre magistral y decisivo (que las vende á cada paso) á no pocas personas que carecen de la mas leve tintura de bellas artes (y esa es la causa), burlándose de la noble Arquitectura, graduando de extravagantes á los que desprecian los mamarrachos chinescos de va- rias Iglesias, que pretenden paran- gonar con las preciosidades de Ro- ma , aventajar á los primores artís- ticos de San Lorenzo el Real, á los estimables residuos que se ce- lebran en Toledo, Sevilla, y otras Ciudades, y á lo mas escogido que se fabrica en el dia en la Corte y fuera de ella por profesores hábiles y sensatos. Se casan con sus ojos, pretenden que las artes son poco menos que quimeras , y que su gus- to debe ser el inexôrable Minos, de cuya sentencia no haya apela- cion. Lo peor es, que este modo de pensar se ha extendido como un B3 22 ARQUITECTURA, ORNATO, contagio, reduciendo la ignorante terquedad de los que costean las obras á la servil y mercenaria con- descendencia de los executores, á que abandone los principios sóli- dos de la facultad, y adopte apa- riencias sin substancia. Hase llega- do á confundir el verdadero buen gusto con el frivolo director de las modas, y á subtraer á los sentidos de la jurisdicción de la razón : y omitiendo los estragos que este sis- tema hijo de Epicuro ha hecho en la Moral, vemos trastornada la le- gislacion de las artes, á pesar de la filosofia que directora de los , antiguos Griegos, dexó tantos, tan bien entendidos y sublimes moda- los á la posteridad. 13 A la falta de meditación á que de ordinario acompañan las preocupaciones, se siguen otros er- rores, como la impropiedad, ó la insignificancia en la situación de las fábricas, en la distribución de sus Y MUSICA DEL TEMPLO. ¿3 planos, de que suele provenir el desaseo, las faltas de reverencia, y otros inconvenientes , cuya especi- íicacion reservo para otro lugar por economizar digresiones no precisas, y repeticiones cansadas. 14 Tienen las artes la propia- dad de ser la piedra de toque de muchos cerebros, porque general- mente hablando, no hay ramo al- guno de conocimientos humanos en que los hombres propendan mas á la manía. Esta es flaqueza que se extiende á la Poesía y á la Música, como á la Pintura y Arquitectura. Hay hombres al parecer regulares y sesudos, que lo son en efecto mientras no se trate de poetizar. Lo hacen con empeño , desvelándo- se para que se duerman otros, sino es que disparatan para que otros se rian. ¡Quantos empeñados en can- tar, ó en tocar algun instrumento, tan satisfechos de sí mismos, quan- to de sufrir los que los oyen! He B 4 24 ARQUITECTURA, ORNATO, oido de hombre que se creía un Ti- ciano, tan insoportable en .la con- versación como en sus quadros. De Arquitectos hormiguea la tierra tan- to como de Médicos, que es otra manía bien dominante. ¿Y que son aquellos sino entendimientos aluci- nados por la voluntad, y volunta- des embaucadas por los sentidos? Esta clase de preocupaciones , y otras de inferior graduación, suelen ser abortadas de las falsas ideas que se tienen de la verdadera be- lleza, origen asimismo de disputas en materia de gusto, que muchas se desvanecerían con un poco mas de lógica, y un poco menos de amor propio. 15 Esto me introduce en un ca- pítulo de que no puedo eximirme, pues debe servir de base á la mayor parte de mis reflexiones. Recopilar lo mucho que se ha escrito sobre la belleza ; exponer los sistemas y conciliarios; en una palabra, esta- y MUSICA DEL TEMPLO. , 2^ bíecer un concordato entre el arte y la manía; formára un volumen desproporcionado mas bien que un capítulo compatible con la cortedad de este escrito ; me ceñiré á expo- ner mi modo de pensar con la bre- vedad que me sea dable. . CAPITULO III. De la belleza y del gusto, 16 IM^uchás definiciones é ideas se han dado de la belleza. Cada uno la disfraza á su placen Platon de un modo, Cicerón de otro, S. Agus- tin, Wolfití , el partido de Leibnitz, Hutcheson , Mr. Diderot , el Padre Andres, y por último el Caballé- ro Mengs, y muy discretamente su Comentador, de cuyas ideas creo diferir muy poco. Algunos preten- den la belleza independiente de to- da institución aun divina,.y poder darse entes reales vestidos de su 26 ARQUITECTURA , ORNATO, carácter. Otros pretenden que no hay mas belleza absoluta que Dios; y por consiguiente, que toda belle- za capaz de producirse por los hom- bres es solo respectiva. Yo por mí, que como todo racional soy libre en el pensar, y no pienso por aho- ra despojarme de este derecho, ima- gino que hay bueno Metafisico, y que hay belleza. Que lo primero habla al alma, y á los sentidos in- temos. Por tanto los artefactos Ora- torios, las demostraciones matemá- ticas, las discusiones filosóficas son susceptibles de un bueno y de un ma- lo. Pero los objetos visibles, oibles, ó palpables, que se explican al al- ma y á los sentidos externos, son capaces de belleza, ó de deformi- dad. Que esta se dé absoluta fuera de Dios, que sea únicamente res- pectiva, me importa poco": basta que sea un ente posible, aunque solo tenga derecho á apellidarse belle- za por una mayor ó menor distan- Y MUSICA DEL TEMPLO, 2^ cía de la mas completa belleza que el entendimiento puede alcanzar. 17 Entiendo por belleza lo que resulta de un complexo de qualida- des, que reunidas en una cosa de- ben hacerla capaz de aplacer á los sentidos, y satisfacer al entendimien- to. Si la tal cosa no agrada, será por defecto del paciente , y este ten- drá mal gusto. Lo mismo será si agrada, no teniendo qualidades que deban satisfacer al entendimiento, y agradar á los sentidos, y al contrario. 18 Pero se me dirá, sobre gus- tos no hay disputa. Atendiendo al sen- tido lato del adagio, y no embar- gante el respeto debido á sus años; digo que todos los dias se ve lo contrario. Por no despojarlo entera- mente del carácter de la verdad, di- ré también que es muy cierto que en un me gusta ó no me gusta , no ca- be disputa ; pero añadiré-, que si ca- he en si es bueno ó no lo que gusta ó no gusta; porque como la belleza ó 28 ARQUITECTURA , ORNATO, deformidad reside en el objeto con- siderado ; sus qualidades no pueden dexar de existir en él tales quales son, que guste, que no guste. De aquí infiero, que el examen de los gustos son los objetos. Que todos son árbitros de decir me gusta, ó no me gusta, pero no igualmente de afirmar que es bello ó deforme, si no acompañan las pruebas. ¿Y de donde se deducirán ? ¿ Y en que tri- bunal se dará la sentencia sin el concurso de la razón? Luego esta razón verdaderamente filosófica de- be ser la directora del gusto. Lue- go no hay belleza en lo que satis- face á los sentidos, si no satisface á la razón. Seria hacer agravio al hombre olvidar su porción mas su- blime contemporizando con sus fa- cultades inferiores. La ciencia del gusto no es ciencia de demostra- cion ; es verdad, pero no lo es mé- nos que esa misma circunstancia es un motivo poderoso por donde la Y MUSICA DEL TEMPLO. 2g filosofía no puede desampararla. En lo demostrativo, vístala evidencia, se camina sin rezelo : en las mate^ rías que no lo son , siempre es ne- cesaría la sonda en la mano. Por tanto, en aquella es mas precisa la guia del arte, porque esta hija de la filosofia, y establecida como un Código legislativo sobre las colaciones espe- de los sabios, lleva al facultativo al acierto por una ve- reda conocida. 19 El estudio de las bellas ar- tes sirve á corregir los defectos de los sentidos externos, y á comuni- caries precision y exâctitud en im- primir en la fantasía, y recibir pron- tamente de ella las especies de los objetos, no ménos que facultad ó resorte para reproducirlas con reza. Enlaza lige- también con vínculos mas estrechos á la fantasía con su tesorera la memoria. Así se ve en la que pintura, al tiempo que cami- ^ na la fantasía van los ojos de acuer- 30 ARQUITECTURA , ORNATO, do con la mano. En la Escultura y Arquitectura guardada proporción, acontece lo mismo. A la fantasía la sujeta y dirige el entendimiento ; de los avisos de este, previene aque- lia á los ojos ; y á estos obedece la mano. Aquí se ve como el hombre inferior, de acuerdo con el supe- rior, operan para producir la belle- za. El hacerse el hombre capaz de producirla no es obra de un dia: ha de subir por grados. Yo entien- do, que los que merecen mas aten- cion son tres. Primero, hacer lo que se puede. Segundo, hacer lo que se quiere. Tercero, querer lo mejor y hacer lo mejor. 20 Lo que he dicho hasta aho- ra tocante al gusto, no se refiere mas que á una parte de él, que po- demos llamar pasiva. En el caso pre- sente me veo introducido en lo que propiamente debe llamarse su parte activa. Puede uno agradarse de lo bueno, ó por haberle cabido en suer- Y MUSICA DEL TEMPLO, 31 te un instinto fino, ó por estar acos- tumbrado á ver ú oir lo bueno; pe- ro podrá en uno y otro caso no ser capaz de dar la razón de su gusto. Diré que este es un gusto puramen- te pasivo. Para hacerse activo, es necesario tener de cosecha propia una perspicacia y sensibilidad espe- cial : conocer á fondo las calidades de la belleza : saber discernir, ana- lizar, elegir, combinar y reunir, y finalmente tener elasticidad para re- producir. Este es propiamente el patrimonio del gusto activo, en que se supone entendida la naturaleza, y estudiados y comprehendidos los resortes del alma. ¡O que pocos ad- quieren este precioso caudal! Feüx qui potuit mentis penetrare recessus^ Oblique vices varias, & inextrica^ bile novit Cordis iter... i 21 Un Profesor así dotado, cu- I Temphm trag. P. Marsy. 32 ARQUITECTURA, ORNATO, ya execucion corre parejas con su filosofia, se puede llamar un Mago en quanto introduce al alma por diversos órganos, y con sensació- nes análogas la idea de lo que quie- re, ó por lo ménos las mociones que excitaria la presencia de aquel ob- jeto que le parece. Digo que este secreto estimable es propiamente la magia de las artes, que tienen por fin la enseñanza y la mocion, mezclando lo litil con lo deleyta- ble, según la expresión del Poeta Omne tulit punctum, qui miscuit utile dulcí* En la enseñanza y la mocion está la utilidad, y esto es lo que habla al alma satisfaciendo el en- tendimiento. En lo deleytable tie- nen su parte los sentidos. De esta magia usan la Oratoria y Poesía en quanto pintan á los internos; y en su modo respectivo la Pintura, Es- Y MUSICA DEL TEMPLO^ 33 cultura y Arquirectura, como tarn- bien la Música en la afectación de los externos. .^22 Expuse mi modo de pensar acerca de la belleza y el re- ducido á gusto la menor expresión, me ha sido dable que en la claridad obsequio de : pero ántes de introdu- cirme en la filosofia y tica magia de las prác- artes , hallo necesario explicarme mas, para que las caciones de la apli- teórica formen un resumen de práctica metódica y ar- reglada á los principios estableci- dos. 23 Volviendo á recorrer mi sis- tema desde la definición de la be- lleza, me precisa manifestar es lo que debe qué satisfacer al entendí- miento, y qué es lo que debe cer á los sentidos. apla- Comenzando lo por primero digo, que al entendí- miento debe satisfacer lo Consiste la perfecto. perfección en que nada sobre ni falte en el objeto, ó en C 34 ARQUITECTURA , ORNATO, el complexo de muchos que formaii un todo. Para esto sirve el discer^ nimiento y el análisis, dexando ló necesario , apartando lo superfluo, y conociendo las qualidades de los ele- mentos que han de formar el ob^ jeto ó el complexo de ellos reuni- dos de las en uno. Primera parte operaciones del gusto activo en la magia artística. 24 Lo que debe aplacer á los sentidos es un cierto temperamento de aquellos accidentes sensibles, que han de acompañar al objeto, que lo haga capaz de gozarse con claridad, evidencia y facilidad, y sin que las ñbras padezcan. El placer será ma- ó yor quando se despierten apun- ideas muevan al alma sua- ten que ve y oportunamente ; lo que se con- sigue por ciertas sensaciones ana- lógicas comunicables á los sentidos internos, que procuraré explicar mas adelante. Para esto sirve la elec- cion, la combinación y la reunion, Y MUSICA DEL TEMPLO. 35 escogiendo lo mas propio á efectuar las impresiones que se desean, mo- derando y atemperando las fuertes con otras que las debiliten , re- duciendo y todo á un punto sin dividir para la que atención se henda y goce. Esta compre- binacion elección, com- y reunion forman la se- gunda parte de las operaciones del gusto activo en la magia artística. 25 Dixe que buen gusto era el que gustaba de lo bueno; malo el y que gustaba de lo malo. Advier- to, que por la expresión buen no hago relación gusto á la agrado, quantidad del sino á la calidad del acto. Porque agradarse es sentir al percibir placer alguna cosa ; es el y de gustar acto percibir. de Ninguna sona per- juicio dirá, que con agrado percibir una cosa tenida generalmente por desagradable ó experimentada disforme, y como sea una buena tal, percepción : será sí una cepcion per- viciosa, aunque la sensa- C2 36 arquitectura, ornato, cion sea buena por ser agradable. Dirá qualquiera, que se deleyta una muger en comer barro; y un niño en comer calicha, que les agrada, que les gusta; pero también dirá, que su gusto es muy puerco. Pre- lieran en hora buena los Africanos á toda música el canto de sus gri- líos: ¡dichosos grillos, que tanto aplauso logran ! ¡ pero desdichado gusto el de los Africanos ! Muy sonoro seria para Atheas Rey de los Scitas, el relincho de su caba- lio; pero yo me atengo á las sol- fas de Ismenias, y aseguro, que el caballo tenia tan buen gusto como su amo. Tomando la palabra gus- to en la acepción que yo la tomo, queda reducida á qüestion de nom- bre la diferencia entre la opinion del Ilustrísimo Feyjoó *, que ve- nero, y la mia, quando gradúa de buenos algunos de estos extraños gustos. Concluyo que nuestros sen- I Teat. Grit. tom. <5. p. 331. T MUSICA DEt TEMPLO. 37 tides externos tienen tanto arte pa- ra persuadirnos disparates físicos, como los internos para persuadirlos imaginarios. Pero si se coligan los unos y los otros ¿que entendimien- to les parará firme? ¿Es posible que á los Israelitas ' llegase á disgus- tar el maná? ¿Pues no tenian en sola su fantasía y voluntad espece- ría para guisarlo y variarlo á su placer? ¿Podrá toda la sutileza del arte aderezar un plato mas esen- cialmente delicado, que este simple, que dispensó Dios á su Pueblo? Sin embargo exclaman, estamos fasti- diados, nuestra alma se seca, está árida, Pero lo mas singular es la ra- zon que dan. Porque nuestros ojos no ven otra cosa que maná : Nihil vident oculi nostri nisi man, ¿Hablan por ventura de comerlo con los ojos? Véase una cabala entre los sentidos internos, que hace á los ójos ima- C3 I Núm. cap. II. V. 6, 38 ARQUITECTURA, ORNATO, ginarse paladares ; y véase qué do- mésticos tan fieles tenemos en ellos y en nuestra imaginación. 26 De todo concluyo, que el acierto en los procedimientos que llevo expuestos , depende de una ob^ servacion constante, repetida y fi^., losófica de agentes y pacientes. Son los primeros los entes físicos y per- ceptibles. Los segundos los raciona- les de instinto fino, delicado, afee- table, y de razón despejada; y el mismo artífice si se halla enrique- cido de estos dones que se descu- bren por los quilates de sensibili- dad, y cuya piedra de toque son los objetos. Pasemos á dar una idea de la práctica. CAPITULO IV. De la filosofia de las artes. 27 . bramos ante todo el gran libro de la naturaleza. Ella es la norma que expone el Criador para Y MUSICA DEL TEMPLO. 39 ôriginàl de las obras del hombre. Seguramente podemos leer y estu- diar con fruto en este precioso vo- llimen. ¿Si la ciencia de lo invisi- ble ^ está escrita en sus hojas, se- rán inútiles nuestras lecciones y me- ditaciones sobre lo visible ? ¡ Que magnífica extension la de ese cielo en las luces del claro medio dial ¡Que bóveda tan suntuosa! ¡ que alegre en la apacible duración de una templada calma 1 Va el sol de- cayendo , se pierden poco á poco sus luces en las cumbres de los mon- tes, desfallece el verde del prado, marchítase el rosor del horizonte, y muda en fin de trage el emisferio. Comienzan los Planetas succesiva- mente á encender sus antorchas, y á acompañarlos el séquito numero- so de las estrellas. | Que aparato tan magestuoso ! ¡ Que decoración tan noble! La naturaleza en quietud , el C4 I Ad Rom. cap. i. v. 20. 40 arquitectura, ornato, silencio interrumpido de tal qual animalillo ; todo nos encanta , nos embelesa , nos eleva. Pero si em- braveciéndose por grados, desen- cadenándose los vientos, agióme- rándose las tenebrosas nubes preña- das de la desolación y de la muer- te, empieza á resonar ese cóncavo inmenso con la voz del Todopode- roso, á rodar el estruendo amena- zador acompañado de resplandores errantes, á derramarse en torren- tes las aguas superiores, y á mez- ciarse en confuso desorden la luz, las tinieblas, el viento, el fuego, el agua y el granizo : ¡ que espec- táculo de horror! ¡Que escena tan terrible! ¡Pero que grandiosa ! ¡Que estupenda! ¡Que magnífica! ¡Gran lección para estudiar en ella el be- lio original de la naturaleza ! Ha pronunciado esta cosas grandes en tres distintos idiomas. Ya tenemos tres sublimes, que á nuestro modo copiamos en las artes. Sublime en Y MUSICA DEL TEMPLO. 41 el género agradable ; sublime en el género magestuoso ; y sublime en el género terrible. Pasemos á exâ- minar agentes y pacientes. 28 Estudiemos las sensaciones que estos tres distintos complexés producen en nosotros. Todos tres nos admiran y arrebatan. No obstante, el uno nos alegra, el otro nos cal- raa, el otro nos aterra. Separemos ahora los elementos de que se com- ponen, y hallaremos, unos desagra- dables á nuestros sentidos, otros menos ingratos, otros agradables, y en fin otros positivamente deli- ciosos. ¿ Que nos dicen nuestros ojos del color obscuro de una nube ? Di- rán generalmente que les desagra- da ; j pero como contrasta en él la claridad del relámpago! ¡Como tem- pla á veces la densidad de aquella, la viveza de la luz de este! La de las estrellas es en la apariencia mas débil que la de algunos Planetas; ¡pero como resalta sobre el turquí 42 ARQUITECTURA, ORNATO, subido del eter ! Es este en el me-'^ dio dia mas baxo que en la noche; pero es un celeste claro, que hace un fondo maravilloso á la luz bri- Hante del luminar que le anima. Es la luz de este vivísima: hiere, las- tima la fibra del órgano que la con- sidera; pero es una parte de aquel total, y se modera en el mismo in- terminable espacio en que se ex- tiende. Pasemos al examen de nues- tros oidos. ¡Que desapacible es el canto de una rana! ¡Que cansado es el del buho! ¡Que insubstancial el del grillo! ¡Pero que bien con- cuerda su monotonía con la calma do una noche templada! Disuena no poco el estampido del trueno, y mucho mas en la explosion de un^ rayo ; ¡ pero que realce da á la gran- deza de la escena ! Esta es la sa- bia armonía de la naturaleza, que en su sistema famoso expuso Pi- tágoras, reproducido católicamente por el sabio Atanasio KirKer-. , Y MUSICA DEL TEMPLO. 4^ ' Pero ántes de ver como copian las artes, examinemos con separa- eion las mociones que algunos de los constituyentes, ó elementos de este complexo pueden y suelen pro- ducir en nuestra alma por sí, y con abstracción del todo. Comencemos [ por las que se reciben por ministe- rio de los ojos. La luz débil nos inspira tristeza y melancolía. La moderada nos aquieta y serena. La l fuerte nos alegra y disipa. Obser- ) vemos los que nos comunican los l oidos. El Tumor suave de un vien- tecillo nos calma y adormece: si i arrecia un poco, nos despierta y i aviva: si se enfurece nos inquieta '■ y asombra. Estas alteraciones y gra- i' daciones de parte de los agentes, y estas correspondencias de parte de los pacientes, son sin numero ; pe- ro considero basten las expuestas á manifestar- el modo con que la na- turaleza opéra en nosotros por ob- jetos compuestos , y por objetos^ 44 ARQUITECTURA , ORNATO, simples, y los efectos que produ- ce. Pasemos pues á las artes. 29 No se cuidan tanto las ar- tes imitadoras de la naturaleza de que los objetos que entran en un complexé sean feos, ó sean hermo- sos, quanto en que conduzcan á for- mar un todo bello en su género. La Oratoria y la Poesía usan de voces armoniosas, y de voces co- muñes, de comparaciones sublimes, y de comparaciones triviales. No se paran ni el buen Orador , ni el buen Poeta en la nimia afectación ni adorno de las partes de la decía- macion, ó del poema, sin atender primaria y especialmente á la con- formación de un todo noble y opor- tuno. 30 La Pintura no mira tanto á la brillantez y viveza de cada co- lor, quanto á la acertada combina- cion y reunion de ellos : se sirve indiferentemente del negro, del par- do , y del cenizoso, como del car- Y MUSICA DEL TEMPLO. 4^ min, del bermellón y del ultrama- ro. Usa de fuertes contrastes, y de moderadas gradaciones. No se de- tiene meramente en que las faccio- nés y los miembros sean los que se conceptúan por mas delicados, ó por mas hermosos ; quanto en expresar y guardar el carácter de la íigu- ra. 31 Máximas iguales observa el Escultor discreto. No son materia única • de su imitación las muscula- ciones tiernas y finas : observa tam- bien, é imita lo nervioso, lo du- ro y lo huesudo. Halla mas esen- cial la conformidad y proporción de las partes con su todo, y una belleza universal y reunida, que muchas bellezas particulares y des- atadas. Desecha igualmente que la Pintura, las frivolas superfluidades. No se consume sobre una execu- cion prolixa y nimia de menuden- cias inútiles, porque tiene presen- te haber dicho, diez y ocho siglos 46 ARQUITECTURA , ORNATO, ha, un Maestro de buen gusto, que Vn Escultor de los adocenados^ En el duro metal uno por uno Imitarà cabellos delicados^ T expresará las uñas importuno, > Y añade: Execucion bien mal lograda Si no hace el todo ^que sacamos'^ Nada, ^ 32 Del mismo modo piensa el Arquitecto juicioso. Atiende con pre- ferencia á la nobleza y gallardia de los miembros, á su organización y reunion en un todo perfecto, y al intento, que al superfluo ornato y afectada composición. Usa según conviene de la delicadeza corintia, y de la robustez toscana, de la ar- rogancia dórica, y de la solidez rus- tica. Porque sabe que la belleza que I Faher imus (£5* ungues Expriniet : Ü molles imitabitur cere capillos Infelix operis summa : (guia ponere totum Nesciet. Hórat. Art. Poet, Y MUSICA DEL , TEMPLO. 4-7 procura, no consiste en una sola clase de proporciones; no consiste en rarezas infundadas, ni en el va- no sobrescrito de que se paga la niñería de los ojos, y por consi- guiente en dorary adornar parte por parte. Que manifiesta costo mas que arte. Nada bien los joyeles parecieran En labiosy narices, si se vieran. Tiene allí la razón mas oportuna Por ornato mejor, cosa ninguna, 33 En su manera es la Miisi- ca del mismo dictámen. Usa de las voces medias, que son mas suaves, pero no. excluye los tiples agudos, ni los baxos profundos. Entra en su armonía la exâctitud de la quin- ta, como la rispidez del trítono, ú I Tef tis not to adorn and gild each part. That shows more cost than art. Jewels at no se, and lipes hut ill apear Rather than all things Wit let none be there. Abrahan Cowley ode. of Wit. Miscelanies 48 ARQUITECTURA, ORNATO, de la séptima diminuta. Habla con el metal suave de la flauta, y con el ronquido áspero de la trompa. Su fin es formar un todo discreta- mente armonioso. 34 Se ve bien, que el modo de producirse en las artes es bastante análogo al que se observa en la na- turaleza : porque en efecto parece ser que lo mas vistoso debia estar mas á la vista , lo mas armonio- so mas á los oidos, y lo mas odo- rífero mas próximo al olfato. ¿Pe- ro donde está el oro ? ¿ donde la plata? ¿donde las piedras precio- sas? Y ya que estas materias es- peren su última mano de la del hom- bre, ¿donde estan las cristalizacio- nes brillantes y transparentes? ¿don- de las incrustaciones de la inga real- zadas de ramificaciones de plata depurada?'¿Y las estaláctitas y el nacar ? ¿ Y el coral y las perlas? ¿Y la púrpura y el jacinto? ¿Y las vo- ees sonoras? ¿Y los perfumes y y MUSICA DEL TEMPLO. 49 aromas? Se confiaron á las conca- vidades de la tierra: á los abismos henchidos de aguas : al boton de las inagotables flores, ó al seno de los insectos: al metal al de escondido, tronco los árboles. y Desde lue- go nos parece, que un prado cubier- to de oro purísimo, un monte de cristal, cuyos árboles fueran de coral, sus hojas de nacar, los ees- pedes esmeraldas, y las flores ru- bies, topacios y amatistas, seria mejor que lo que vemos. Pero Criador al no le pareció así. No obs- tante vió y dixo, que todo lo hizo era que muy bueno. Somos unos pobres hombres. La di- ce un sabio naturaleza^ moderno, de sigue las ideas su Artífice^ y no las nuestras. Esas galas, esos brillos, esos metales colores, esos de la voz, se dieron desechos como á las flores del á los arbustos: campo y se dexaron para el guacamayo, el flamenco la oro- péndola , y : se concedieron de valde D ¿o ARQUITECTURA, ORNATO, al gilguero, y al ruiseñor : se dis-, pensaron por librea á la cantárida, á la luciérnaga, y al escarabajo del Brasil. 35 No se cuida la naturaleza, lo que se ve, de la por desigual- dad de tonos y medios tonos en el sistema músico; y parece implica, constando la Música de que pro- porciones explicables por números, no puedan las voces del Clave con- cordarse á nuestro modo en armo- nía perfecta, recíproca y encade- nada, ni númerica, ni mecánicamen- te. Esta es una piedra filosofal, ó por mejor decir, una quimera mu- sical. El efecto del canto es solo grato al oido en quanto corrige, ó aproxima á corregir las diferen- se cias; pero estas que creemos desigual- dades, siempre subsisten. ¿Será de- fecto de la progresión, ó propor- cion que quiso establecer la natu- Au- raleza, ó su por mejor decir tor; ó será defecto de nosotros en Y MUSICA DEL TEMPLO. 51 saberla entender ? Yo me inclino á esto último. Es muy la probable que suprema inteligencia tiene armonía por una cosa muy diversa de lo que nosotros imaginamos. 36 Lo mismo sucede con las que se nos figuran faltas de exâc- titud y proporción en el del gran sis- tema universo. El que no ten- ga idea de la posición de la esfe- ra, mirando la desigualdad de los dias, formará un juicio de la muy di- verso proporción que entre sí, si guardan no vive baxo la noccial, equi- que el que habita debaxo de ella. ¿Que no ha dado que hacer el quebrado que notamos de horas minutos sobre y los trescientos sesen- ta y cinco dias en el año astronó- mico? ¿Quantas opiniones sobre su duración desde Filolao, Aristarco de Harpalo, Samos, Sosigenes, hasta Arquimédes,y Arzachel Thebit-Benchorab, y Copérnico? Sin duda porque los dias de los hombres no D2 52 ARQUITECTURA, ORNATO, la medida escogida por el Au- son tor de ios dias. ¿Y las fracciones en los tiempos de la revolución de los Planetas por sus órbitas? ¿Y las variaciones en la declinación de la aguja magnética? Ello es cons- tante que el Criador sujetó sus , obras á número, peso y medida. Esta no la hallamos justa á nues- tro modo de entender: luego infe- rirémos, no solo en las ideas que totales de la belleza, sino en las parciales, como colorido, brillantez, número, proporción, simetría y eu- rithmia, estamos muy preocupados. Yo no me atreveré á decir, que el concreto de la naturaleza no sea una verdadera belleza; sí diré, que so- lo nos falta penetración para com- prehenderla. Atendiendo á lo que vemos, y nos admira, añadiré, que el Criador consultó con su infinita sabiduría al producir esta belleza, y en lo que cabe, con nuestros sen- tidos. Es constante, que el mas sa- Y MUSICA DEL TEMPLO. bîo que alcanza á ver mas, goza mas, y admira mas. Esta pues de- be ser la norma de nuestra conduc- ta, consultar mas con nuestra ra- zon , que con nuestros sentidos. Pe- ro haciéndonos cargo de que los objetos, ó simples, ó compuestos fabricados por nosotros son de otra clase que los que entran en la com- posición del espectáculo universal, en quanto estos últimos como cons- tituyentes aunque sean desagrada- bles, entran con otros agradables á formar la armonía y belleza de lo visible ; deberemos escoger del gran modelo, para formar nuestros pequeños totales, lo mas oportuno, según el fin que nos proponemos, observando, y observándonos; bus- cando una belleza inteligible para los que tienen ojos de ver, y oidos de oir, y finalmente haciendo lo que las abejas para sazonar su miel; ó bien practicando en cierto modo lo que la medicina hace con el cuer- D3 54 ARQUITECTURA, ORNATO, po humano, que es ayudar á lana- turaleza. Pasemos á ver como. 37 He propuesto tres grandes modelos; he hecho por mayor sus análisis, y observado los efectos producidos en nuestra alma, ya con- siderados los objetos en concreto, ya con separación. Resta ver por menor como las artes disciernen, analizan, eligen, combinan y reu- nen. Disciernen la Oratoria y la Poética en el primer modelo, la luz del sol, el celeste del eter, el hori- zonte, y la perspectiva de la cam- piña: observan la impresión que cau- sa en el alma : conocen que esta impresión pudiera ser mas ó me- nos intensa, aun produciéndose por los mismos objetos. Pasan á filoso- far Como podria ser, y comienzan á hacer el análisis de aquella com- posición. 38 Barruntan que la luz del sol es susceptible de mayor realce, y capaz de hacer mocion mas viva, \ Y MUSICA DEL TEMPLO. g 5 oponiendo un cuerpo grandioso y propio á reflexarla. Observan que el celeste del eter puede recibir al- teracion con mudar la posición del astro: reflexionan la impresión que el alma puede recibir: comprehen- den que la terminación del horizon- te despejado mueve menos, ó des- pierta menos, que con una cordi- llera de nubes blanquinosas: y ya recorrido lo que el Pintor llama celage, baxan á reconocer la cam- piña. Analizan del mismo modo. Consideran que los objetos grandio- sos, que ocasionan masas dilatadas de sombra , son al propósito para imponer circunspección y respeto. Se hallan con los montes elevados, con el Palacio suntuoso, el casti- lio antiguo, el alto campanario. Per- ciben un arroyuelo : notan el mam so ruido de su corriente ; lo hallan capaz de otra mocion , convertido en una estrepitosa cascada. Visto todo, pasan á la elección. D4 56 ARQUITECTURA , ORNATO, 39 Si el ánimo del Orador , ó del Poeta es excitar en el alma una alegría que toque en disipación, es- coge solo de la campiña aquellos objetos, que puedan divertir sin ofus- car las terminaciones del horizonte; elige los verdes mas claros ; colo- ca el agua en distancia de refle- xar mas vivamente la luz. Si quie- re moderar estas sensaciones , es- coge una posición mas decaida en el sol ; aparta los reflexos vivos ; de- xa el agua jugar en un despeñadero. Si desea componer el espíritu, pre- sen ta un antiguo castillo de propor- clones agigantadas. Si pretende lia- marlo á la devoción, pone á la vis- ta una Iglesia, un Monasterio de magestuosa arquitectura. Si es su fln , que la moderada impresión de las sensaciones alegres declinen en adormecimiento, coloca un collado vestido de árboles frondosos : el ru- mor soporífero de un arroyo: el ho- rizonte roxo, y el sol de calda. Pe- y MUSIC A DEL TEMPLO. ¿7 ro no basta esto: pasa á la quar- ta y quinta operación. 40 Combina los objetos de mo- do que la transición de uno á otro no sea violenta, si la sensación ha de ser suave : contrasta mas si ha de ser fuerte ; y finalmente reúne, disponiendo la escena de modo, que forme un todo proporcionado y agra- dabJe, que la fantasía lo goce con satisfacción, y lo registre sin fa- tiga. 41 Estas y otras muchas refle- xíones pudiera hacer sobre los otros dos modelos que propuse presenta- dos por la naturaleza. Seria imperti- nencia reproducirlas. Como las ideas estan en su modo ligadas á las pa- labras, son estas los pinceles, lí- neas y colores de la Oratoria, y de la Poesía. Todo está en la sa- bia expresión de las ideas. 42 Por el contrario, no tiene mas palabras la Pintura , que sus lineas y sus colores; pero registra 58 ARQUITECTURA , ORNATO, lo mismo, y hace las mismas ope- raciones. Es claro que esta intro- duce por los ojos lo que aquella por los oidos. ¿ Mas que hará la pobre Música, que ha de influir por los oidos sin el auxilio de palabras? ¿Que hará la Escultura sin colores, sin palabras, y sin sonidos? ¿Que ha- rá la Arquitectura sin sonidos, sin colores, y sin palabras? Aquí va- mos á ver por menor la magia de las artes, porque en el caso ya la necesitan. CAPITULO V. De la magia de ¡as artes, 43 Sentemos por principio evi- dente, que hay tanta diferencia de las palabras á los entes visibles que por ellas se nos significan, como de los tonos de la Música á qual- quiera de los mismos entes visibles. Que la misma incoherencia se no- Y MUSICA DEL TEMPLO. 59 ta entre el colorido de la Pintu- ra, y los entes sensibles, que no son de la jurisdicción de la vista, que la que se advierte entre una esta- tua, ó un edificio, y los entes sen- sibles que son de la jurisdicción del oido. Pero también es cierto, que las ideas de las cosas estan de tal modo encadenadas por nuestra me- moria, y las mociones que las acom- pañan , que se suscitan las unas á las otras por inconexôs que sean los entes de que proceden con una maravillosa rapidez. Esta suscita- cion succesiva y rápida proviene unas veces de relaciones, y otras de analogías. Las relaciones y las analogías son ya de la facultad del oido, ya de la facultad de la vis- ta. Son las palabras unos signos, que por la repetición de aplicarse á cosas determinadas, despiertan sus respectivas ideas á nuestra memoria por una relación meramente hija del arbitrio : pero basta se suscite una 6o ARQUITECTURA j ORNATO, idea por medio de una palabra, pa* ra que la memoria encadene una se- rie entera de ideas sin otro algun socorro. A esta serie se sigue la mo- cion. Oyese decir sol, y se siguen al momento las ideas de luz, y de calor, y en la fantasía la represen- tacion de sus efectos : por aquí pa- sa al alma la impresión mas ó me- nos intensa. 44 Estas son ideas encadenadas por relación , y suscitadas por la palabra. Excítanse, y aun se produ- cen por la analogía sensible, que la palabra tiene con alguna cosa, aun- que la palabra sea desconocida. Su- cedió que un sabio pronunciase de- lante de una Dama de mucha vi- veza, pero que no entendia el latin, aquel verso de Virgilio: Quüdrupedante p^trem s^rntü quat'ít üng^íá cümpmn. Pronunciólo, sí, como los anti- guos Romanos, según algunos pien- san, apoyando sobre las sílabas lar- Y MUSICA DEL TEMPLO. 61 gas. Preguntada la Dama sobre su significación, respondió que le so- naba á galope de caballo. No hay que dudar que el sonido seco repetí- do, y acompasado de la p, de la y de la í, tiene analogía con el de los pies y manos de un caballo, que galopa por un terreno duro y se- CO que levanta polvo. Otro tanto puede decirse de aquel del mismo Autor. Stat sonipes, ac frœna ferox spumancia mandit. Es preciso abrir y cerrar la boca, como un caballo que vierte espuma mordiendo el bocado, para pronun- ciar las ff y m m repetidas del ex- presado verso. No son menos de notar las dos penúltimas tempestuo- sas líneas con que al fin del canto segundo del excelente Poema del Mesías, arroja su Autor de unos al- tos peñascos á dos demonios enea- 62 ARQUITECTURA, ORNATO, minados al Jardin de las Olivas: »»,Síe rauschen mît eîsernem wiîden Ge- tóese. Veher die felsen^ und Kracben^ und don- nern, und toedten, l^onferne, ^ Me parece que no expresan po- CO el ruido que harian dos cuerpos, que cargados de cadenas se preci- pitan por una roca. Esto es lo que á la griega se lia- ma Onomatopeya. Pero sigamos los pasos de las artes. 45 La Escultura tendrá poco que hacer, precedida la misma teó- rica, en imitar como la Pintura, re- curriendo á su baxo relieve, y su- pilcando á aquella el servicio de sus tintas ; pero quiere, como podria también la Pintura, hacer sus ope- raciones por la via mágica. Se sir- ve de una figura sola. ¿ Pretende sus- X Gelehrt. Dcr Messias Magdeburs 17^1./).68. Y MUSICA DEL TEMPLO. 63 citar la idea de la campiña? Re- presenta un Pastor. ¿Quiere atraer el espíritu al reposo? Lo expresa en su rostro, en su actitud , en su ropage. O lo figura graciosamente recostado, ó si intenta dispertarla idea del sol, ó de la claridad, lo po- ne en ademan de atemperársela por medio de la mano, ó de un som- brerillo. Esculpe en su semblante la alegría, la tranquilidad, la circuns- peccion. Es su fin tentar el camino de la devoción sin salir del campo. Propone un Anacoreta, lo caracte- riza conforme á los movimientos que desea infundir. Y así por me- ras relaciones de la facultad de los ojos logra su fin, observando la lee- cion de la naturaleza. Con iguales reflexiones despertaria en el alma con una sola figura la idea de la noche , el horror de la tormenta: ó á lo menos la afectaria con im- presiones análogas y proporciona- das. 64 ARQUITECTURA , ORNATO, 46 Llega el Arquitecto, y ha- ce su observación, analiza, escoge, combina, y reúne á su modo. Se hallará mil veces en el caso de se- guir los mismos trámites que el Pintor sigue, puesto que los jardi- nes, los bosques artificiales, son par- to de sus observaciones. Podrá co- locar en ellos lo mas escogido, dis- poner los objetos, y reunirlos con acuerdo al discernimiento y análi- lisis que tiene formado. Un espiri- tu Filósofo, sensible y juicioso á vista del original, y con el cono- cimiento de los resortes del cora- zon, dispone aquel y lo modifica hasta declamar y mover con las piedras, con los árboles, y con las aguas. Quiso no obstante tomar otro camino, y simplificar los medios. Puede lograrlo en un solo edificio. 47 Dice un Autor moderno ^, y yo hallo razones para decir que la I Mr. Le Camus de Meziers, GmV de V ^rcbi- iecture , p. 6^ , Y MUSICA DEL TEMPLO. 6 g tiene. La tristeza y la alegría pen- ?rden de la mayor, ó menor proxî- ?>midad de las masas. Esto es cir- 7>cunscribir el aima , ó bien darle wla libertad, que nos dicta la na- i?turaleza. Efectivamente somos ta- ?íles por constitución, que nuestro ¿í corazón se dilata con la alegría^ se pierde en la extension. Un ??sitio abierto donde reyna mucha «claridad, mucha armonía, mucho «concierto, y poca sombra, á fin «que haya menos contraste, atraerá «aquella alegría apacible, que se acó- «moda tanto con la salud. «Es el fin inspirar una cierta «alegría bulliciosa ; proporciónese «la mayor luz que sea dable: ma- «sas que den poco en rostro, de «tal suerte que nada aparezca que «ocupe la atención , y que pot «tanto sin reflexion pueda gozarse: «evitar todo objeto que lo estorbe. «No debe conocerse absolutamente «el arte. En todo debe parecer una E 66 ARQUITECTURA , ORNATO, "forma fácil, sencilla y natural. "Se quiere atraer la tristeza, ob- "sérvense poco mas, Ò menos las "reglas contrarias. Hágase el sido "Sombrío, poco diáfano, que oca- "Sione medias tintas. Son necesa- "rias las masas simples y lisas á "fin que haya menos acción en el " todo reyne la monotonía , , para "que la vista no pueda distraerse, "ni disiparse con la variedad de ob- "jetos." 48 Todo lo dicho pudo estudiar- se sobre los originales propuestos; y escogidas partes determinadas de aquel total capaces de producir ta- Ies, ó tales impresiones, buscar otras que por analogía las excitaran aun en ausencia de aquellos mismos ele- mentos, ó constituyentes. Veámos- lo por partes : un sitio abierto donde reyna mucha claridad^ tiene una cier- ta analogía con una tierra calma y despejada en aquellas horas del dia en que el sol no ha llegado aun á Y MUSICA DEL TEMPLO. 67 SU mayor elevación , ó ha comen- zado ya á declinar. Vn sitio donde reyna mucha armonía y concierto , se halla en el mismo caso respecto á un terreno y horizonte desembara- zado de objetos , que puedan deter- minadamente llamar la atención. La curvatura regular de sus límites, la igualdad del terreno, dan al total un viso de uniformidad, que afee- ta al alma tan suave y delicada- mente, como el interior de un edi- ficio armonioso , concertado, poco sombrío, y sin contrastes violentos de claro y obscuro. Hasta aquí lo que mira á la primera hipótesi del Autor citado. Si reflexionamos sobre la segunda, de que es una mera mo- diíicacion la primera, y cotejamos con lo que queda dicho arriba i, se hallará facilísima la Demos aplicación. una ojeada á la tercera. 49 Para atraer la tristeza, dice E2 I Num. 39. 68 ARQUITECTURA , ORNATO, el Autor, bagase el sitio sombrío, -po- CO diáfano, y que ocasione medias tin- tas", imaginémonos en una sierra no de rocas áridas, sino de montes y collados poblados uniformemente de árboles y de arbustos sin otro al- gun objeto ; y hallaremos una sen- sible analogía en el espectáculo y en las sensaciones. Observemos las medias tintas de sornbra, que ocu- pan una gran parte de las masas, y aquella semiobscuriíiad de los va- lies dos horas despues del medio, dia : la fuerza de la luz perdida en la alfombra de verde subido y mo- notono: y despues aquel cierto has- tío que la vista padece sin tener otra cosa en que ocuparse. Note- mos la angustia que el alma sien- te en una quebrada estrecha, ó en un baxo sin poder registrar libre- mente el horizonte, necesarias las masas simples y lisas, à fin que baya menos acción en, el todo. Estas quali- dades se hallan en las propuestas. Y MUSICA DEE TEMPLO, 69 Una serie, ó una composición de conos vestidos de un color , que á una bien corta distancia se aparen- tan lisos , poca acción puede dar á la escena. En ellos mismos rey- tía la monotonía que no da á la vis- , ta lugar á distraerse con la varie- dad de los objetos. Sin embargo la decoración puede pertenecer al gé- nero magestuoso, como las anterio- res al agradable. No será fuera de propósito decir algo sobre el terri- ble. 50 "El género terrible es efec- ?>to de la grandeza combinada con «la fuerza. Se puede comparar el « terror que inspira una escena de la «naturaleza, al que nace de una es- «cena dramática : el alma se sien- « te fuertemente conmovida, pero «sus sensaciones no son agradables «sino en quanto dependen del ter- «ror sin tener en sí nada de cho- «cante. Puédense emplear los re- «cursos del arte para hacer estas E,3 70 ARQUITECTURA , ORNATO, sensaciones mas vivas. Se trata de manifestar en su lleno los objetos, «cuyo carácter es la grandeza, y «dar mas vigor á los que se dis- «tinguen por la fuerza; se difinirán «cuidadosamente los que imprimen «el terror , distribuyendo aquí, ó «allí algunas tintas obscuras á pro- «pósito para inspirar la tristeza. « Los trozos salientes, los cuerpos «avanzados son unos medios útiles: «tales quales aberturas que se ter- « minan en lugares sombríos y obs- «euros, por donde la vista apenas «puede penetrar al traves de las ti- «nieblas, son un verdadero recurso. «Por otra parte podrán, si el caso «lo permite, dexarse percibir Ion- «tananzas vagas, é indeterminadas, «donde no se presenta objeto algu- «no en que la vista pueda desean- «sar. Nada mas terrible, el alma «se asombra, se estremece." 51 Consideremos ahora el apa- rato magnífico y terrible de una Y MU SICA Df L TEMPLO. 7 I tempestad y hagamos el cotejo con , las máximas antecedentes. ¿ Donde se verá mejor la grandeza combi- nada con la fuerza? La decoración en el complexo no tiene menos Jí- mites, que toda la bóveda visible del horizonte. Si exáminamos por par- tes; i que redondez ! ¡que corpulen- cia de moles en las nubes! ¡Que fuerza ! ¡que violencia se ostenta en las detonaciones, en las explosiones, en las ráfagas de un uracan, en el derrame impetuoso de las aguas, en los rechazos del granizo! ¡Que manchas denegridas alternando aquí y allí entre otras tintas menos obs- curas! ¡Que vagas lontananzas en- tre cuerpos enormes, que con mo- vimiento magestuoso llevà y trae el impulso de los vientos ! ¡Que espe- sas tinieblas contrastando con aque- Has luces de rápida aparición, que deslumhrando en el primer momen- to, se van perdiendo sin saber donde, allá en el seno del eter interminable! E4 72 ARQUITECTURA, ORNATO, c;2 En una persona falta de sen-' sibilidad se embotarán todas, ó mu- chas de estas reflexiones, y con res- pecto á su apatia negará redonda- mente todos los asertos. Sin embar- go, si tiene juicio, y se le manifies- tan pruebas, conocerá que son fun- dadas. Hay en efecto pruebas algo mas metafísicas, que se producirán en su lugar. Entre tanto no es de- bido dexar desayrada la Música. 53 La analogía sensible que el Padre Castel advirtió entre la gra- dación de los colores, y la de las voces musicales, dio lugar á su cía- ve de colores: y la que todas las Naciones cultas conocen entre los altos y baxos visibles, y los soni- dos agudos y graves, dio motivo en el Dialecto Músico á la expre- sion de subir y baxar , y á la no- menclatura de altos y baxos. Has- ta aquí en lo que respecta á la qua- lidad de las voces, ó de los soni- dos. En lo que mira á la quanti- ■y MUSICA DEL TEMPLO, 73' dad, Ó duración de los mismos, la analogía sensible de una dimension visible con el tiempo en que una voz música persiste sonando, hizo dar á su duración el nombre de longitud, llamando á las notas gas , ó breves. La analogía de la im- presión viva de la luz fuerte en los ojos, y de los sonidos tiples en los oidos, con la que recibe la carne de la punta fina de una aguja, ó de otro instrumento semejante, dio orí- gen á decir, que la luz hiere los ojos, ó que las voces tiples hieren los oidos ; y apellidar esta clase de voces con el epíteto de agudas , y de sobreagudas. 54 Presupuestas estas reñexío- nes halla el Músico, que el alma re- cibe de la luz fuerte, y por medio de los ojos una impresión, que des- pierta , aviva y alegra ; y que por los oidos se puede excitar una equi- valente , sirviéndose de las voces agudas. Ha observado que los tér- 74 ARQUITECTURA, ORNATO, minos I brillantes tienen la misma propiedad ^ y que de la elección juiciosa entre ellos, pende la modi- ficacion de las mociones. Trata de excitar la alegría, pero una alegría apacible, tal como la que sirvió de materia á la primer hipótesi. Es- coge por exemplo el termino ma- yor de alamire ; hace dominar las voces agudas pero claras :. se expli- ca en períodos cortos y sencillos: economiza las especies disonan- tes : simplifica la armonía : define bien el canto : huye de saltos cho- cantes : y hace sentir el género Dia- tónico En el término escogido, y en la dominación de las voces agu- das halla impresiones análogas á las que ocasiona U7i sitio abierto^ donde reyna mucha claridad^ ó un horizonte claro y despejado. En los períodos I Este es un epíteto que tiene igual origen, que los citados arriba por la analogia de la brillantez de la luz con la de algunos términos miisicos. a Véase al fin el Discurso sobre la Música del Templo. y MUSICA DEL TEMPLO. 7^ cortos y sencillos, en la economía de especies disonantes, en la sim- pliíicacion de la armonía, en la de- iinicion del canto, en la supresión de los saltos chocantes , halla im- presiones análogas á las que ocasio- na un edificio donde reyna mucha ar- monia^ mucho concierto^ y poca sombra^ á fin que haya menos contraste', é igual- mente un terreno y horizonte desemba- razado de objetos, que puedan determi- fiadamente llamar la atención : donde no hay profundidades , ni eminen- cias notables : donde la curvatura regular de los límites, y la igual- dad del terreno (ó á lo menos los declives poco sensibles) dan al to- tal un viso de uniformidad que afee- ta el alma suave y delicadamente. Si se propone causar una im- presión mas viva, hallará término oportuno el elami mayor : se servi- rá de los tiples : excusará toda es- pecie disonante: simplificará siem- pre la armonía : las cláusulas musi- 76 ARQUITECTURA, ORNATO, cas serán cortas, claras sencillas, inteligibles» Estas qualidades (excep- to el término, que ordinariamente no alcanzan á él) se concillan en un dueto de clarines, y vemos que se alegran hasta las bestias. Las qualidades mismas así concilladas, ocasionan que el canto afecte al alma por los oidos , como lo hace por medio de los ojos, un lugar ba- ñado de luz viva, donde las masas que se presentan dan poco en ros- tro : donde nada aparece que pue- da ocupar la atención: donde todo se goza con facilidad : donde el ar- te no se conoce : qualidades que ana- lógicamente pudo leer un Musico filósofo en un complexo de objetos bien escogidos de la primera esce- na del Teatro universal. Basta de género agradable. 56 Si es el problema la mocion de la tristeza, podrá tener lugar el uso de las voces medias, pero nu- tridas de baxos profundos y cam- Y MUSICA DEL TEMPLO. , panudos : los términos mayores des- de csoht introduciéndose por los bemolados hasta el eligiendo por dominante el que mas conven- ga : la concatenación discreta de los términos menores relativos : el opor- tuno, pero económico uso de las di^ sonancias séptima menor , quinta falsa y trítono : pocos saltos, y si los hay de un movimiento lento: el andamento grave. Todo concor- dará con un sitio sombrío poco diá-^ fano, que ocasione medias tintas, donde las masas sean simples y li- sas: donde se advierta poca acción en el total : ó bien con un pais mon- tuoso,pero no áspero: poblado con uniformidad de árboles y de arbus- tos : desembarazado de objetos no- tables, donde reyne un verde obs- curo y monotono, ó con la mages- tad de una noche serena: el cielo despejado, el ayre sin mayor ac- cion, y donde la vista se extienda indeterminadamente sin que se lo ^8 ARQUITECTURA , ORNATO, impidan obstáculos , que puedan in- ducir perturbación , ó inquietud en el alma. Un complexo así podrá te- ner lugar en el género magestuoso. 57 En el terrible conducirá la introducion de los términos cromá- ticos ; las disonancias mas sensibles como de séptima mayor, de nove- na, de séptima diminuta ; los pe- ríodos largos, los saltos, las series ascendentes y descendentes, de in- tervalos semejantes : las mutaciones de tiempos , las suspensiones : se- guramente se afectará un espíritu delicado si se halla acompañado de unos órganos finos de Jas mocic- nes, que le ocasionarían los com- plexôs que se supusieron anterior- mente 58 Estoy muy léjos de empe- ñarme en averiguar las causas de lo hasta aquí dicho sobre los tér- minos y disonancias de la Musica. Es ageno de mi asunto introducir- I Núm. ¿o. y 51. Y MUSICA DEL TEMPLO. 79 me en qüestiones físicas, que vie- nen á terminar en metafísicas in- apeables. Yo hablo fundado en la observación de la naturaleza. Bás- tale al que lleva el relox la in teli- gencia de la muestra ; lo demás es materia para el artífice. No será el primer filósofo Músico que ha dicho lo mismo ^ 59 Pero no son estos solos los recursos de la Música. Se vale tam- bien del movimiento particular de las voces cantantes, ó instrumenta- les ; se sirve de sus respectivos me- tales. Ya el flagioleto le sirve pa- ra imitar los páxaros : ya el oboe despierta las ideas campestres con la imitación de la cornamusa toril pas- ; ya las voces sostenidas en octavas por las trompas, sentidas por baxo del fuego general de la orquesta, afectan como el ruido de una cascada, que se hace oir por I Véase Mr. d' Alembert. Disc. Prel, á sus Ele- mentos de Música, 8o ARQUITECTURA, ORNATO, medio del rumor de las hojas que los vientos agitan. Diré por fin, y perdóneseme esta flaqueza pitagóri- ca, que si miro á la sucesión de los modelos del espectáculo universal propuestos arriba, hallo que la na- turaleza comenzó cantando en qua- tro diesis, y acabo cantando en qua« tro bmoles. 6o Lo dicho de la Música se refiere á lo que puede por las ana- logias sensibles actuar en la fanta- sía y en el corazón pero por la via de relaciones no está ménos fe- cunda de recursos. Es bien cono- cida la flaqueza á que estan expues- tos los soldados Suizos quando oyen cierta canción de su pais, cuyo to- que les está prohibido. Si los co- ge en tierras extrañas les induce á la deserción ; y si no la verifican adolecen de una enfermedad, que con la tristeza los acaba y los consu- me. No he visto Suizo alguno acó- metido de la nostalgia (así la nom- y MUSICA DEL TEMPLO. 81 bra des Sauvages ^ ni es este solo cl que la menciona ; péro he tampo- CO oido tocarles la canción, quien que quisiere podrá reconocer en Teodoro Swinger. La razón de es- tos efectos no es otra que una ca- dena de ideas relativas al pais, en que en su niñez, y en su juventud oyeron la tal Música , cuyas notas llevan consigo la memoria de sus campiñas, de sus hogares, de sus padres, de sus parientes, y de to- do lo que mas les interesa. No po- cas veces produxera la Música efec- tos algo mas singulares si se estu- diara y se sutilizara en la teórica de estas relaciones. Jamas creeré á los que Griegos se les pasaran por al- to. No da lugar á sospecharlo lo que de su filosofia artística nos di- cen los monumentos, que dexaron F 1 Traité de la Noíolosie jtom. 7. p. talgia. 239. De nosr- 2 Teod. Zuinguertts fasciculus Medicar, Dissertatiomm Dissert, 3. de Potopatridaigia. 82 ARQUITECTURA, ORNATO, á los siglos posteriores. Haré la jus- ticia que debo á la opinion del sa- bio Claudio Perrault ^, y de otros, con decir que la perfección y ex- tension de nuestros instrumentos con la fecundidad de la armonía, que tanto enriquece nuestro sistema mü- sico, pueden dar mas de sí que la música de los Griegos en quanto á la raocion. 61 Sin embargo Pitágoras, crí- tico mas severo en la Música, que Mr. Perrault en la Arquitectura 1 Discurso sobre la Música de los antiguosy p.29$. vol. I. Oevor. de Phisique. 2 Pretendía Pítagoras inhibir á los sentidos de juz- gar sobre las consonancias músicas, y ^uiso suje- tarlas á razones puramente numéricas. Mr. Perrault profirió que debían excluirse las proporciones fixas en Arquitectura decidiendo el gus- to. Su gran ingenio le hizo sin duda pensar así, de sii creyendo eran mas comunes hombres que elección. Siendo Profesor de Medicina , fué profun- do Anatómico Físico Matemático , y Arquitecto. , De él hace mención Boileau en varios pasages de sus sátiras. Dexó una traducion y precioso Comen- tario de Vitruvio. Se executaron según diseños su- yos la de puerta de San Bernardo, y observatorio París. Murió en dicha Capital en i688. Y MUSICA DEL TEMPLO. 83 sostuvo una guerra musical contra Aristógenes. Se vieron en ella com- batir, y hacerse nombre Ptolomeo y sus partidarios. Unos se daban armónicos, apelli- que con Aristó- genes consultaban mas los oidos la que razón. Otros canónicos tan adus- tos para los oidos como Ptolomeo Pitágoras, se mezcló en calidad de pacificador. Finalmente se vió al Stagirita olvidarse á ratos de las formas y de los accidentes por va- car á los baxos, los tenores tiples. y los 6 2 Plutarco sado profundamente ver^ en el arte, y hombre de una erudición extraordinaria, dexó en su Diálogo sobre la Música unas ideas ventajosas de Ja Griega anti- gua ya decadente en los de Alexandro tiempos Magno. Critica esta ül- tima como destituida de aquella sim- plicidad, gravedad y decencia llegaba á inñuir que en el de las costumbres arreglo , á que pretende F2 84 ARQUITECTURA , ORNATO, contribuia la antigua que se' em- picaba en el culto, porque en ella se hallaban aquellas estimables qua- lidades : cita en abono de sus opi- niones á Pitágoras, á Aristóteles y Aristógenes. El Diálogo es mas ins- tructivo que Dogmático ^, y por tanto no hemos de creer en , que la erudición que amontona habia Plutarco de partir de ligero ; sin embargo que toma la historia des- de Anfión y Lino, que le precedie- ron mil y seiscientos años. No he- mos de creer que dándose tanta va- riedad de instrumentos, de cantos, de modos, de caracteres y propie- dades en un arte manejado por sa- bios, habia de faltar Filosofia y Me- tafísica ; mucho mas quando se con- sideraba la Música capaz de cor- ó corregir. No diré que un romper, cantor de los que Sófocles introdu- xo en los coros de su Oedipo fue- Análisis del Diálogo de Plutarco por Mr. Burette. I ^Mem, des Inscripta & belles lettr. tom. 8. p. 80. y MUSICA DEL TEMPLO. ra tarántula capaz de infundir á las piedras rigodones, ni balancés, como se dice de la lira de Anfión; ni menos que Orfeo ^ tuviera ata- dos á sus dedos los tigres y los leones, como el perro lazarillos á la rnano del ciego que toca la gui- tarra ; pero creo desde luego que su música movia ; que movia mucho; y que solo se excedió en celebrar- la un mero delirio poético. Haga- mos punto por ahora en la materia, FS I Sabemos que Horacio, hablando del segundo ex- presa, que el origen de las exâgeraciones que hi- cieron muchos de su virtud musical, estuvo en haber civilizado á sus compatriotas los Traces, á quienes á vuelta de su viage de Egipto cantaba «na Mitología nueva para ellos. Silvestres homines sacer, interpresque Deorum Ccedihus ís* victu fœdos deterruit Orpheus Dictus oh hoc ¡entre tigres rabidosque leones, Horat. Art. Poet. i Que al contrario nuestros guitarristas calleje- ros, y cantores de Romances, tan hábiles en en- furecer, que á muchos hacen estimar la horca por tal de hacer.ruido en una rima detestable! 86 ARQUITECTURA , ORNATO, de que habia infinito que decir ; bas- ta para este lugar, y espero disi- mule el lector la digresión. 63 Para concluir hallaremos, que el ínfimo, el mediocre y el su- blime en las artes propuestas, pen- de en gran parte de analogías y de relaciones. Nuestra alma se circuns- cribe y se dilata á proporción que oye el período corto, ó largo y so- noro. La Música tiene los suyos ce- "mo la Oratoria. La Pintura y la Escultura lo suplen con la mayor, ó menor franqueza en los partidos; en los ropages ; en las plazas de cía- ro y obscuro ; en las formas gran- diosas, y descarte de superfluida- des. La Arquitectura en las masas arrogantes ; en la disposición de las luces que impriman grandes som- bras ; y en otros accidentes en que, si cabe hablar así, se contrae y se extiende. Finalmente hallaremos, que la Arquitectura, Pintura y Es- cultura, son Música de los ojos, co- Y MUSICA DEL TEMPLO. 87 mo la Oratoria, Poética y Música, pintura de los oidps. 64 No faltará algun escrúpulo- so, que imagine quimera el concia liar el horror del último modelo propuesto en la naturaleza, con el deleyte que de la belleza debe re- sultar. La resolución del problema la hallará en lo que dexo dicho mas arriba i. Pero por aproximarme en quanto cabe á la demostración, di- ré que consistiendo el deleyte de los sentidos en lo agradable, y la satisfacción del entendimiento en lo perfecto ; basta que el compuesto sea capaz de producir lo uno y lo otro, aunque haya partes que no sean por sí capaces de producirlo. Dice Mr. de Maupertuis ^ en su sis- tema corto, pero matemático, en materia de felicidad y desgracia, que el valor de los momentos felices, ó des- graciados es el producto de la intensi- F4 I Núm. ap. a Philosoph. Moral, p. 19^. tom.i. 88 ARQUITECTURA , ORNATO, dad^ del placer ^ ó de la mórtificacion multiplicada por la duración ; y esta- blecido este principio concluye i: La felicidad es la suma de hienes que resta despues de haber , suhstraido los males. T la infelicidad la suma de ma^ les que resta de , despues substraídos los bienes. Yo halló naturalísima la aplicación de este sistema al siste- ma de las fruiciones. Si la suma de sensaciones deleytosas á intensida- des iguales, es mayor que la de las que incomodan en un complexo, el residuo será deleyte. En la concor- dancia, armonía, union y totalidad de un espectáculo horrible, puede el alma recibir una quantidad de deleyte, que pueda en igual tiem- po ser mas intenso que la mortifia cacion que recibe : y del mismo mo- do los sentidos. Pero aun aventura- re una proposición; y es, que mu- chas veces los objetos que mortifi- can en un complexo , son los mis- I Id. p. 197. y MUSICA DEL TEMPLO. 89 mos que contribuyen á darle sazón, como en los condimentos sucede con el agrio y la pimienta. Tenemos en el gusto práctico el exemplar to- cante á lo primero. Tiene la mos- taza sensación de aroma, y sensa- cion picante ; esta última es una verdadera sensación de dolor, ó bien un conjunto de muchas que ocupan espacios, ó puntos pequeñísimos de la membrana; y no obstante gusta; probablemente porque en igual tiem- po produce un deleyte mas inten- so la percepción del aromático, que molestia la sensación incómoda del álaali de que va acompañada. Quan- to á que los objetos que mortifican en un complexo contribuyen mu- chas veces á darle sazón, lo teñe- mos práctico en las Tragedias : lo tenemos á la vista en muchos famo- sos quadros. No en vano se dixo que Ni monstruo detestable, ni serpiente Será posible ^ que discretamente 90 ARQUITECTURA, ORNATO, Estando por el arte semejado^ No pueda con deleyte ser mirado. De un pincel fino el arte placentero Hace un objeto amable del mas fiero. A fin de embelesarnos lastimera.^ Dio la Tragedia voz de esta manera Al dolor de Oedipo ensangrentado*. Del Parricida Orestes ha expresado Los sobresaltos, y en afectos tiernos Llorar nos hizo por entretenernos 65 ¿Y que es lo que embota la sensación desagradable en algunos de los elementos de estos complexos, sino la oportunidad con que allí se iutroducen ? Esta oportunidad, ó congruencia no comprehendida, ó mal observada, es á mi modo de en- I II ti est point de serpent ni de monstre odieux. Qui par r art imité, ne puisse plaire aux yeux JJun pinceau delicat P artifice agreable Du plus affreux objet fait un objet aimable, ^insi pour nous charmer la Tragédie en pleurs, D Oedipe tout sanglant fit parler les douleurs', D" Oreste Parricide exprima les alarmes Et pour nous divertir, nous arracha des larmes. Mr. Boileau Despreaux, Art. Poet. Cant. 3. Y MUSICA DEL TEMPLO. 91 tender la causa de que muchas per- sonas tengan por quimérico el ente que llamamos belleza considerada en sentido absoluto. Fúndanse en que es práctico y comunísimo hallar- se universalmente aplaudidos cier- tos objetòs por tales, ó tales cuer- pos de individuos, que á otros se- mejantes disgustan, y tal vez dan en rostro. Así es de la hermosura de las Chinesas para el concepto de los Europeos. No dudo que una paisana hermosa á la moda de Gui- nea sea una fea criatura á la mane- ra de Francia. Creo posible que una Georgiana admirada de un Geníza- ro, malogre sus atractivos en un Etiope. De aquí provienen , según alcanzo, ciertas ideas falsas que se forman de la belleza. Yo no diré que penda de su compaginación, por* que, como dixe arriba, y dicta la razón, el objeto no es alterable por- que parezca bien, ó porque parezca mal. El objeto que agradó á uno, 92 . ARQUITECTURA, ORNATO, siempre se es el mismo, aunque des- agrade á otro. Diré que la diferen- cia de opiniones, en casos como los que cito , estriba en la oportunidad, ó congruencia que cada uno halla á su modo. No son meramente los sentidos los que se ofenden, ó de- leytan en estos casos. Es el alma que padece por la hetereogeneidad que nota entre el objeto y el pun- to de comparación que se tiene pro- puesto ; ó que se deleyta con la con- formidad respecto al mismo. 66 El que juzga de lo bueno, ó malo de una cosa, mide los gra- dos de la qualidad por medio de algun respecto, ó comparación que tiene su término; y si al que ima- gina término de comparación no es congruente la cosa que exâmina, sue- le sentenciar ligeramente y sin dis- tinción contra la tal cosa. 67 De aquí infiero que la opor- tunidad, ó congruencia tiene dos respectos ; el uno al que exâmina Y MUSICA DEL TEMPLO. 93 el objeto, y el otro al fin á intento, ó que el objeto se destina. Con consideración á lo primero diré, se puede dar belleza que Chinesa, Étio- pe. Georgiana, y de todas Nació- nes y castas ; pero que como el tér- mino de comparación , que el Etio- pe se propone acerca de la es diverso belleza, del que se Turco propone el ; aquel como no tenga una razón muy despejada, y unos ór- ganos muy fieles, ó no conocerá la belleza, ó le dará en rostro si se la proponen con carácter Otomano. Infiero también, que como los tér- minos de comparación existen en la imaginativa, y son fomentados con la costumbre de oir, ó de ver no menos que con la crianza ; debe el sabio conformar la belleza, obser- vados aquellos, de modo que sea comprehensible y la análoga á los han de que gozar , supuesto que es- tos tengan un gusto arreglado á ra- zon , y capaz de discernirla. 94 ARQUITECTURA , ORNATO, 68 La congruencia, ü oportu- nidad respecto al intento, pende también de la costumbre que esta- ^blece en nuestra fantasía una espe- cié de ley á fuerza de ver, ó de oir una cosa misma, y repetidas ve- ees aplicada á un mismo intento. Por tanto el ropage de un Manda- rin, que en China le concillara res- peto, causaría risa si se viera en un Togado Europeo. Una canción de Provincia por agradable y de- cente que sea en sí, concordará muy mal con un verso del Miserere. Así es que la oportunidad en sus dos respectos al paciente, y al intento, se tiene como la belleza en quanto á los sentidos, y en quanto á la ra- zon. Ofende á la razón no ilustra- da, ó por mejor decir la incomoda una belleza que no comprehende : y ofende á la razón ilustrada una be- lleza no congruente. Pero no quita que la tal sea una belleza real en uno y otro caso. En el primero es- Y MUSSCA DEL TEMPLO. tá el defecto en el que la exâmi- na; y sucedería poco mas, ó me- nos en uno que leyera la Iliada en su original, sin inteligencia del go. En el segundo grie- está el el defecto en que la : como si Pintor produce un introduxera una Diana her- mosa en un quadro del versal. juicio uni- Basta de de gica, ó Filosofia, Má- ilusión y de por no dilatarme lo mas que conviene. 69 Temo que no falten que me tengan algunos por visionario. poco menos Sin que embargo, un metro termó- capaz de hacer grados de públicos los ría. sensibilidad, me No vindica- faltan termómetros de ta calidad. es- Un buen buena oración, Poema, una un buen buena quadro, una estatua, un buen un buen edificio, canto, y son otros instrumentos tantos de da prueba, en ca- uno tiene que licencia de se. Estos exáminar- podrán informarle de la mayor, ó menor delicadeza , y ten- 96 ARQUITECTURA , ORNATO, sion de sus fibras. Estas son como las cuerdas de los instrumentos mü^ sicos. Donde no hay tension, no hay sonido. Basta que cada uno se exâ- mine y se conozca,y queden enho- ra buena en secreto las resultas. CAPITULO VI. Máximas generales y fundamentales | para acertar .en la Arquitectura y Ornato del Templo, 70 33"e todo lo dicho en mate- ria de belleza, y operaciones délas j artes para producirla, podremos de- ducir naturalmente algunas máxí- mas que han de servir de base á la parte práctica que debe seguir á esta primera , y cuya aplicación de- | be tener lugar en ella. Primero : Asi como en obsequio j de la fe renunciamos á nuestra ra- ; ^on y á nuestros sentidos, renunciemos á nuestros sentidos en obsequio del culto T MUSICA DEL TEMPLO. 97 ^ de la razon i. Fundóla en que no son las apariencias sensibles las deben que graduar de bella una cosa. No7i satis est placuisse ocults nisi pec- tora tangas Fundóla asimismo en el que siendo gusto malo, puede jeto gustar un ob- malo 3 ; y que por la misma ra- zon puede no gustar siendo bueno, en cuyo caso sola la razon decidir puede 4, Fundóla también en el que que no tenga tir disposición para sen- las mociones que produce la be- lleza, no las experimentará mas vi- vas por la presencia de objetos ridí- culos, y fuera de los términos la de dignidad y de la decencia. Segundo : Que renunciemos mente á la igual- contemplación del al cabo de vulgo: y algunos años será inútil G ■í Nüm. ag. 1 Poem, de la Pint, por elP. Nüm. Marsi. 3 2g. 4 Núm. i8. 98 ARQUITECTURA, ORNATO, esta máxima : porque el vulgo se acabará quando quieran de veras los que no son vulgo. Me fundo en la experiencia. En Roma respecto á las artes, se puede decir que es el vul- go un ente que no se reconoce, por- á fuerza de ver y de oir lo bue- que no, se forman los gustos á lo bue- quando no sean activos to- no; y -dos, hay muchos pasivos, que saben es conocer, y apreciar lo que dig- de serlo. Es la manía de con- no templar al vulgo una preocupación muy antigua, que ha seducido á muchos ingenios en agravio de la razón de la moral. Dígalo si y no, nuestro teatro. Es un trampantojo que engaña á muchos, porque ja- mas se le complace por entero. El lo intente en la, materia .que que controvertimos, cometerá de valde muchos absurdos ; y en fin, si que- remos complacer al vulgo, haremos quimeras, ó frivolidades. Es muy constante que Y MUSICA DEL TEMPLO. 99 Fabula mllius veneris^ sine pondere & arte. Valdius objectât Popuîum y no lo es mènes, que el es semejante á gusto los idiomas, quieren que se ad- con la costumbre. Por tan- to, si los facultativos sacrifican co- mo deben á la decencia de la sia el ridículo Igle- rán aplauso popular, ve- como con el tiempo los en tien- de,y aprecia sus obras el mismo vul- go, que ahora consideran Tercero ignorante. : La forma merece consideración mayor que la materia. Un tro- zo de oro sin forma, nada dice al entendimiento, nada á la buena fi- losofia, y nada á los ojos : solo ha- bla con la codicia. Esta máxima la enseñó nos el Criador desde el cipio de los prin- siglos. ma- teria del Escogió para Benjamin de sus el criaturas barro del suelo, y lo formó á su imágen y semejanza No es decir G2 z Horat. Art. Poet. 2 Genes, cap. 1. v. 7. lOO ARQUITECTURA, ORNATO, la riqueza no es esencialmente que necesaria en muchas piezas del ser- vicio divino, pero acompañada de la buena forma. Así nos lo ense- ñan los libros santos. Quarto: Jamas los ziczaques^ ador- una cosa hue- nos, ni relumbrones harán na miéntras esencialmente no lo sea Los adornos son parte accidental, y no esencial de la belleza. Nun- mas irrisible un hombre ca parece contrahecho, que quando está muy engalanado : y aun diré mas que los adornos sin elección, ni dis- crecion desgraciarán iníálibleniente una obra aunque esencialmente sea , buena. ¡ Que bien entendieron esta máxima los Griegos ! Oiganse las expresiones del Caballero Merigs, " tocante á su Arquitectura ^ : Cre- Jíciendo la policía civil, y suavizán- jídose las costumbres, comenzaron ííá estimar la belleza, y pusieron mas elegancia en sus edificios : y 1 Niím. 30. 31. y 32. 2 Carta á un amigo, p.272. , Y MUSICA DEU TEMPLO. lÓÍ «como la naturaleza los habla do- «tado de ingenios filosóficos, nun- «ca faltaron los límites de la mo- «deracion, ni dieron en adornos su^ «perfluos , ni en luxô : deteniéndose « donde acaba la razón , en cuyo «medio consiste la belleza de la «Arquitectura. El fundamento de «esta arte empieza por la necesi- «dad, y por el uso de fabricar i: «su belleza está en el carácter cor- «respondiente al fin que se propo- «ne en las formas y en el adorno, «y su límite es la razón. Los Grie- «gos en su buen tiempo observaron « esto exactamente." Quinto : Que nos desimpresionemos del error común que hace imaginar á muchos ^ que lo mejor suele ser mas eos- toso. Los buenos artistas sirven por poco, y sirven por mucho ; però con proporción, siempre sirven bien. G3 X T^itruvio Cornent, por Cesar Cesariano, fol. b. Ub. I. año de i-gai. dado á luz por Agustino Gallo. 102 ARQUITECTURA, ORNATO, Un segundo bosquejo de un Pintor diestro debe ser esencialmente bue- no ; y podrá servir por lo mismo que otro Pintor endeble con un qua- dro á su modo muy acabado. Ha- rá igualmente la economía substi- tuir un quadro de una simple fi- gura, pero bueno, á uno mediano de una composición. Lo mismo ca- be en lo que respecta á la Escultu- ra. Si una composición arquitecto- nica es compaginada según las le- yes del buen gusto, será siempre buena, aunque sea puramente de una piedra sólida y aseada. No quita el que pueda enriquecerse. Pero si es esencialmente mala , lo será aunque se execute en pórfido, ó en mar- mol de Paros. Sexto : Que en toda cíase de ohras, pero con especialidad en la Iglesia es , preferible la noble sencillez à toda suer- te de cargazón, sea la que sea. No di- go de lo que es complicación y hete- rogeneidad de objetos (por supues- Y MUSICA DEL TEMPLO. I03 to detestable) que fatiga la vista, é incomoda la razón. Pero alguno preguntará también, ¿en que con- siste esta simplicidad? Procuraré sa- tisfacer á lo segundo, y de aquí de- duciré mis razones para satisfacer á lo primero, ó por mejor decir, produciré con arreglo á lo que de antemano dexo establecido, ciertas pruebas algo metafísicas que ofrecí mas arriba 71 Consiste la simplicidad en las formas, y en sus elementos : y consiste en las formas del adorno, en su calidad y en su colocación. Considerando primero la obra con abstracción de sus adornos , diré que las formas se pueden acercar mas, ó ménos á la exactitud geo- métrica, igualmente que sus elemen- tos. Los elementos del plano perfec- to son las líneas rectas. Los de los sólidos mas regulares son planos, G4 Ï Núm. 104 arquitectura , ornato, cuyos términos son rectas parale-^ las entre sí. Esta clase de líneas, planos y sólidos se prestan mas al exámen de la Geometría. Si las líneas que llamamos contornos, son curvas, se pueden acercar mas, ó menos al mismo exámen : ó quando no, su generación puede ser mas, ó menos simple. Estas curvas pue- den ser términos de planos, y es- tos planos pueden ser elementos de sólidos, y estos serán mas, ó me- nos simples, según la simplicidad de sus elementos. Supuesto todo, de- hemos observar que el alma es tan fina en sus percepciones, que un hombre sin ser Matemático se sien- te afectado de la mayor, ó menor exáctitud en la conformación de los objetos ; y por tanto esta misma mayor, ó menor exáctitud lo atrae, ó lo distrae proporcionalmente del estado de quietud. Hemos visto co- mo las ideas se suscitan y se enea- denan por analogías, ó por relació- /Y MUSICA*DEL TEMPLO. 10^ pes. Si los contornos ondean, ser- pean, ó grimpolean : en una succe- sion velocísima de ideas el alma se impresiona del movimiento de las ondas , de las culebras, ó de las grímpolas, y ya se ve fuera del estado de reposo. Una de las prue- bas de esta verdad es, que entre muchos artistas se apellidan con- tornos movidos todos aquellos que se componen de líneas curvas, ó de ziczaques : nomenclatura que no se pudo sacar de otra fuente que de la idea de movimiento que los tales contornos imprimen en la fantasía, y por consiguiente en el alma. Es- ta clase de contornos distraen, é inquietan, y aun fatigan mas, ó menos el espíritu: y como en ellos se incluyen sólidos de una consti- tucion menos accesible al exâmen geométrico, al paso que se apartan de la sencillez, fatigan, é incomo- dan la razón, y causan molestia al alma. 106 ARQUITECTURA , ORNATO, 72 Si consideramos los adornos, exigen sus formas contornos mas in- quietos, que los de los trozos prin- cipales ; y el medio de moderar la inquietud, ó turbación que pueden inducir, es disminuir su magnitud de modo, que no interrumpan sino lo me'nos que sea dable los contor- nos del cuerpo primario á que se adaptan : lo que sirve igualmente á hacer menos perceptible, y mas sua- ve el laberinto de sus contornos particulares, por razón de la inter- posición del ambiente y de la dis- .tancia. Así el Pintor con conoci- miento de la perspectiva aerea dis- minuye la fuerza de los objetos que están en los términos mas lejanos. 73 Por lo que toca á su colo- cacion debe ser donde no estorbe, y donde venga mas natural. Unos festones, que descansan sobre la pro- yectura de una 'artivolta, tienen una colocación naturalísima : unos tulipanes, que ocupan el cóncavo de Y MUSIC^DJEL TEMPLO. Í07 una estría, se hallan en el mismo caso. La economía juiciosa en la distribución de estos adornos dic- ta que se introduzcan dé modo que siempre el cuerpo á que se aplican se lleve las primeras atenciones, 74 Si miramos á la calidad de los adornos, los que satisfacen mas son los que se escogen de la natu- raleza, y son propiamente adornos suyos; como son hojas, frutas y flores. Aquella percepción clara, y aquel evidente conocimiento de los entes que se representan , hacen que se gocen con mas placer y quietud. No es meramente necesaria una no- cion individual de la hoja del oli- vo, de la del acanto, ó de la de la encina, para que se experimente placer. Quando uno va por un pra- do, se deleyta con las plantas sin tener un conocimiento especial de cada una, y sin descifrar los con- tornos de cada hoja. Basta que de una simple ojeada se note que hay 108 ARQUITECTURA , ORNATO, riqueza, y que esta proviene del tesoro de la naturaleza que cono- cemos para que sin pena, ni fati- , ga se impriman en el alma ideas mas, ó menos decorosas de lo que se le presenta. Hasta aquí en lo que toca á la sencillez. 75 Dixe , que la sencillez era pre- ferible con especialidad en la Iglesia^ à toda suerte de cargazón, sea la que sea. Las razones son dos entre otras que pudiera producir, y consisten en dos propiedades especiales que la sencillez tiene. A una la podemos llamar negativa ; y es que no induce inquetud, ni perturba el alma. Las causas quedan ya de camino apun- tadas. Esta propiedad es oportuní- sima en el Templo. A la otra pro- piedad podremos y debemos llamar positiva, y es que la sencillez noble hace respetable el lugar. No es mé- nos oportuna esta circunstancia. Pe- ro como no faltará alguno que lie- gue hasta poner en question esta y musica del templo. i09 afirmativa; expondré algunas razo^ nes por donde hallo que debe ser así. 76 Todo lo que es culebrear, hacer ziczaques , juego inútil de Im gleses, ú aboquillados ; en una pa- labra, multiplicidad de ángulos en- trantes y salientes, ó concavidades^ ó convexidades en un corto espa^ cío , excita ideas de ligereza, in^ constancia, é insubstancialidad, que por sí son baxas, y tientan al des- precio, como los conceptillos, equi- voquillos, y frivolidades en la Ora- toria y en la Poesía. Por consiguien- te son objetos importunos, é in- congruentes en la casa de Dios. Al contrario, como la continuidad de los alineamientos, ya curvos,ya rec- tos dexa mas patente la .magnitud de los trozos, la experiencia repeti- da de que los cuerpos voluminosos resisten mas al movimiento, hace que la presencia de tales cuerpos suscite ideas de lentitud, que indu- 11 o ARQUITECTUR A , ORNATO, een á circunspección por los visos de magestad, que por sí lleva el movimiento lento. Esta misma con- tinuidad analogiza con la gravedad, y con la seriedad, por las mismas razones en su modo , que analogi- zan los ziczaques y los ángulos en- trantes y salientes en un corto es- pació con la frivolidad , y con la ligereza. 77 La falta de meditación co- ligada con la ambición de singula- rizarse , son los dos mas formida- bles enemigos que las artes han te- nido. No imputaré tanto á Pedro de Cortona, á Lucas Jordan, nial Bernino, como ni al Borromino , ni á Miguel. Angel los vicios que han contaminado la República de las no- bles artes, quanto á los que aluci- nados han pretendido ser lo que ellos, sin elección, ni discernimien- to, y sobre todo sin los dotes con que aquellos nacieron. Es preciso confesar , que así como los PríncL Y MUSICA DEL TEMPLO. Ill pes están sobre las leyes, así hay ingenios príncipes á quienes solo se conceden ciertas licencias, porque su fuego artístico necesita alguri desahogo, y porque siendo en al- gun modo originales , conviene se manifiesten. El mal está en que por otros sin reflexion á su capacidad, y sin conocimiento'del espíritu de las artes, se aspire á ser originales, y se imagine que el serlo consiste en extraviarse de aquellas sendas rectas y seguras , .que dexaron tri- liadas los grandes Profesores, y por donde llegaron á la cumbre en sus respectivas facultades. Si con- sistiera solo el ser inventor en fra-í- guar una nueva especie de cornisa, de imposta , ó de capitel ; pudiera disputarse al Arquitecto del maravi- lioso Panteón de Roma (por no ha- ber alterado el orden Corintio) la gloria de haberlo inventado. Los ingenios pobres, que no abrazan el arte en su . gran extension , andan 112 ARQUITECTURA, ORNATO, arrastrando á caza de bagatelas: y estériles por sí mismos, no produ- cen sino mezquindades. Una carte- la, unos pergaminos medio enrolla- dos por aquí y por allí, una mol- dura enroscada y perdida á la ven- tura, son todo el fruto de su apli- cacion. 78 La lástima es, que de estos pobres Artífices, muchos (inferiorí- simos á lo que fueron un Callot, ut Vatteau , un Donoso , y un Ric- ci, y modernamente en Francia un Pineau ^ ) hallando poca prevención y sobrada preocupación en los que Jos ocupan, y valiéndose de un vis- to bueno del ente despreciable lia- mado moda introducen hasta , las aras deformidades y disonancias, que aun fuera de aquel venerable asilo no lo hallan, ni deben ha- llar contra la crítica de los que co- I Pineau Escultor, que sin embargo de ser hom- bre de talento, introduxo en Francia el gusto de los Chinescos ahora cincuenta afios. Y MUSICA DEL TEMPLO, 11 3 nocen en qué estriba el verdadero mérito. Me admira que al nombre mundano de moda se haya podido dar lugar en el Santuario, y me mortifica, que lo que en él ha in- troducido sean solo aparatos fea- mente relumbrantes , ó laberintos de piedra y de madera , que ato- londran los ojos, y que el buen juicio no puede tolerar; ¡ó quan- tos I torva mimaloneis , tallados y dorados! Hœc fierent^ si vlrtutis vena uíla pa-- ternce viveret in nobis ^ ? ' CAPITULO VIL De la Arquitectura que corresponde al Templo, 79 Y erdaderamente podríamos decir, que la Arquitectura y orna- to del Templo , se halla en el es- H I Aulio Pers. Sat. i. a Idem. 114 ARQUITECTURA, ORNATO, tado que estaba el canto eclesiástí-» CO quando lo reformó San Grego- rio : porque sin duda halló muy propio, que los que están acordes en lo que deben creer, esperar y practicar, oren acordes , y pidan acordes lo que deben pedir. 8o ¿ Y no será conforme á ra- zon que la unidad , espiritual de la Iglesia mística se manifieste tam- bien en la Iglesia material ? ¿Creeré- mos errar en uniformarnos con las sabias máximas de nuestra Cabeza Roma, en la forma, en el adorno decoroso y escogido, y en la dis- posición de sus Templos? Desde luego, que si tratamos de hacer lo mejor, habremos de recurrir al tri- bunal de la razón , y de la sana filosofia. No tendré embarazo en decir, que la Arquitectura que ha adoptado Roma, y aprendió de la sabia Grecia, está sellada con el carácter de la sabiduría humana, ya miremos á lo necesario , ya á lo y MUSICA DEL TEMPLO. I I 5 decoroso; dos puntos finales de la Arquitectura. 81 Desengañémonos, que todo lo que sea separarnos del camino que nos abrió Grecia, es exponer- nos á muchos errores. De los quanto hombres estiman en los hom- bres, de tanto les produxo, y con excelencia aquel feliz clima. Gran- des Capitanes, Filósofos de todas sectas, Poetas, Oradores , GeórUe- tras, Pintores , Escultores y Arqui- tectos. Esta Nación, palestra de cé- lebres Artífices, por espacio de dos siglos, que fenecieron con el gran Alexandro, fué la que dió á Roma las grandes ideas de los edificios, que la hermosearon en los de Au- gusto. Tito, Nerón y Trajano, que carcomidos y y desmoronados ex- citan aun la curiosidad y admirai cion, dando lecciones al estudio de los que entienden el idioma de la Filosofia, y saben estimar la belle- za ; y ellos por ultimo han sido H2 11 6 ARQUITECTURA, ORNATO, la norma que Roma se ha prescrîp-^ to para producir las maravillosas fá- bricas que ostenta en nuestros dias. 82 Los Egipcios que se , antici- paron á los Griegos en los conocí- mientos de la Física, Aritmética, Geometría y Astronomía, no fué- ron tan felices en elegir, y toma- ron por modelos lo mas informe de la naturaleza, quales fuéron los cer- ros y los montes. Alzaron unas enor- mes pirámides que en realidad no , son mas que montes de forma ar- reglada. Si usaron las figuras hu- manas, y las de los brutos para sosten de sus fábricas, no se halla en ellas la belleza que se halla en las Griegas. Dexaron Gigantones, figuras colosales „ y columnas cor- tas y macizas sin esveltez, ni gra- cia, cuya idea probablemente les pa- só de la Grecia. A esta estaba re- servado el arte de escoger en lo ne- cesarlo lo mas sencillo , y en lo de- coroso lo mas noble. y MUSICA DEL TEMPLO. 11 ^ 83 La composición de una sim^ pie barraca es todo el origen de un orden arquitectónico * : este es co- ^iño] su modelo. La cumbrera, ó cuU sentada sobre madres de made- ra, y sostenida por pilares de lo mismo, es por decirlo así el esque- leto de la hermosura jónica del Templo de la fortuna viril, adora- da en la Roma pagana. Examine- mos el espíritu con que se perfec- clonó, y las especulaciones que con- currieron á exornarlo. 84 Diósele mayor salida á la gola superior de la cornisa, que acompaña y defiende á la corona para despedir las aguas: idea fun- dada en razón de necesidad. Sos- túvose esta parte del entablamen- to por molduras que se mantienen unas á otras , retirándose por gra- H3 1 Véase á Vitruvio , comentado por César Cesa- riano, y dado á luz por Agustino Gallo en i¿2i. l. 4. cap. a. y al fol. b. ï l8 ARQUITECTURA, ORNATO, dos hasta el friso, y por dentícu- los, que indican desde luego las ca- bezas de ciertos listones, que soste- nian alguna segunda y ligera te- chudembre inferior á la cumbrera. Sigúese el friso sobre el arquitra- be en que se funda todo el corona- mento. Si observamos la disposición de todas estas partes, hallaremos naturalísimo que el arquitrabe que servia á sujetar las cabezas de los pilares, se distinguiera del friso que es como una madre destinada á so- portar la viguería. Que el arquitra- be se dividiera en facías por efecto de una economía entendida en subs- tituir dos ó tres gruesos de made- ra á uno solo, quando esto no se oponia meramente al aseo , es igualí* mente naturalísimo y fundado en razón. El friso á plomo con la prú- mera y mas inferior faxa del arqui- trabe , y descansando sobre este, se halla mas resguardado por la pro- yectura de la cornisa. Debe ser así y MUSICA DEL TEMPLO. I I 9 por ser pieza fundamental de la te- chumbre. Sígnense las columnas, cu- yo origen fuéron los troncos de los árboles, mas retraídas por la par- te alta, como efectivamente lo son los troncos por naturaleza. ¿Que co- sa mas sencilla en su origen, que el todo de esta composición? 85 Si damos una ojeada á lo que sobre principios tales de nece- sidad y de razón han refinado el aseo y el arte sin apartar sus mi- ras de la naturaleza, hallaremos que no se puede dar cosa mas obvia por origen de las molduras que compo- nen coronamento , ó cornisa, que limpiar, asear y redondear de di^ versos modos los cantos de aque- Has piezas de madera, que sirvien- do unas á otras de apoyo, se iban avanzando mas y mas hácia la par- te superior para despedir las aguas, y defender el friso. Diósele á es- te el nombre según algunos pien- san, y entre ellos Scamozzi, del H4 I 20 ARQUITECTURA, ORNATO, de los Frigios, entre quienes se es- timaban y trabajaban con particu- lar gusto los bordados, ornato que regularmente tiene su lugar en es- ta parte del entablamento, y á cu- yos florages solían acompañar figu- ras, vasos, armas, instrumentos de sacrificios y alusiones al objeto prin- cipal que motivaba la fábrica, ó á quien en ella se daba adoración. Es muy conforme á razón, que el fri- so, como una parte principal desti- nada al sosten de la techumbre, se distinguiera del arquitrabe , cuyo oficio era recibir las cabezas de los pilares: y que este arquitrabe, por la misma razón que la cornisa, fue- se adornado de molduras. Si mira- mos á los cimazos de los capiteles, se manifiestan como unas piezas destinadas á dar mayor sujeción á las cabezas de los pilares. Si á las volutas y collarín del capitel, se aparenta este desde luego como un cordon ó correa liada , paca ma- Y MUSICA DEL TEMPLO. 121 yor firmeza, y aquellas como par- te de la corteza del tronco despe- gada y arrollada á uno y otro la- do No es menos fundado, que pa- ra recibir el pie de los mismos pi- lares, ó troncos se supusieran una especie de coxines sobre algun la- drillete ; origen probabilísimo de la basa y de su plinto. 86 Si consideramos el ornato de puertas y ventanas, no hallare- mos menos razones para estimarlo propio, adequado y deducido de los mismos principios. Las jambas y linteles se guarnecen con el mis- mo arquitrabe de la cornisa que se les sobrepone. La cornisa adop- tada para defender de las aguas, está tal vez sosteniendo un fronton, que se compone de molduras seme- jantes, e iguales á las de ella en quanto á sus proyecturas, y en quan» j Vitruvio en el lib. 4. cap. i. da por modelo de la columna jónica , la proporción femenina j y de las volutas de su capitel los rizos del cabello. Ï22 ARQUITECTURA, ORNATO, to al resto de sus dimensiones par- ticulares. Los frontones en ángulo son los mas propios para este fin, y los que prefieren los Arquitectos: aunque por razones fundadas esten bien recibidos los circulares. El án- guio obtuso en los primeros , con- tribuye á despedir mas lejos las aguas, que aunque correrían mas so- bre cabrios que formasen un ángu- lo agudo, no dexarian tan defen- dida la puerta, ó la ventana. Con el arquitrabe se forman á veces á la parte superior, é inferior de las jambas ciertas vueltas que pro- vienen de los umbrales de madera, que para mayor sujeción excedían en su longitud el claro de la aber- tura. 87 Hiciéronse nichos para po- ner á cubierto las estatuas : ador- nárpnse guardando relación con las demás partes que componían el or- den de la fábrica. La figura del I En Frances Oreillons , ó Crossettes. Y MUSICA DEL TEMPLO. I 2 3 hombre, las de los animales, páxa- ros y peces, las perlas, las conchas, las flores, las hojas, constituían la gran gala de un orden: el aparato de un capitel: el de un medio bo^ cel : de una gola : de un talon, ó de una escocia : el bordado de un friso: los relieves de un tímpano. ¿Pero como se repartió , cómo se aplicó esta riqueza ? 88 Los mismos edificios des- moronados nos dan aun noticia de su antiguo empleo; y los sabios leen bien en estos libros desquadernados y carcomidos, la clase en que exís- tieron, y las funciones á que sir- vieron en el mundo supersticioso^ Al paso que el cincel fecundo co- roñaba de espigas á Ceres, de jau- reles á Apolo, y de pámpanos á Baco, producía en las estrias gra^. ciosas azucenas, colgaba en los fri- sos abundantes festones, liaba los boceles con las hojas y las bellotas de la encina, transmutaba los cor 124 arquitectura , ornato, doncillos en collarines de perlas: pero respetando discretamente la magestad del todo, no ofuscaba sus miembros ; y de la organización re- sultaba siempre una sencillez agra- dable. En todo lo que atrae la aten- cion y el estudio de los conocedo- res, no se hallan estas extravagan- cias, en que imaginan los Artistas de á docena consistir la dignidad de inventores. Pero no obstante, quedó tan vinculada en el Templo Efesino la de Ctesifonte, Metage- nes y Peonio, sin haber salido del orden jónico despues de veinte años de especulaciones, como inmortali- zada en su destrucción la insigne locura de Erostrato. 89 Hemos visto hasta aquí, aun- que muy por encima, como la dis- creta observación de la naturaleza, y una economía verdaderamente sa- bia, fueron las que guiaron aque- líos ingenios ; pero falta manifestar lá sal de la oportunidad : aquel de- y MUSICA DEL TEMPLO. 12^ coro que daba la última mano , ó por mejor decir el último punto de perfección á sus edificios. 90 Reflexiona un Autor i sobre la escrupulosidad de los Paganos en la forma y lugar de la erección de sus Templos, no menos que en la erección de sus órdenes con refe- rencia al objeto del culto. " Aquellas deidades (dice) que presidian á la w paz, al pudor, ó á las bellas ar- »?tes, se consideraban colocadas de- wbidamente dentro del recinto de «los Pueblos. Pero se les daba lu- «gar en los extramuros á los dio- «ses protectores de la disolución, «de las contiendas y de los incen- «dios, tales, como á Venus, Vul- «cano y Marte; aunque por lo que «délas Historias se colige, no era «punto absolutamente así establecí- «do. A Vesta, á Jupiter y á Mi- «nerva, según Platon, dioses tute- 1 Gregorio Lílio G'wsXàOjHist.Deor. Sintagm.i*^, pag. 4¿3. Basil 1580. í 26 ARQUITECTURA , ORNATO, w lares de las Ciudades, se les co- «locaba en medio de ellas y de sus «Palacios Vitruvio (prosigue el «Autor) ordena se dispongan las «plantas de los Templos que sede- «dican á los dioses, baxo cuya tu- «tela se considera especialmente la «Ciudad, tales como Júpiter, Mi- «nerva, ó Juno, en un lugar muy al- «to, de donde se haga visible la «mayor parte de sus murallas. Co- «locaban á Neptuno en las inme- «diaciones de la mar, á Juno en «los altos montes , aunque tal vez «se la viese en el foro... Veo asi- «mismo, que por los antiguos se «nos describen varias figuras de «Templos. Fué de la aprobación de «aquellos la redonda en los del sol «y de Baco. Mas los de Júpiter, «decia Varron , debian tener períb- «rada la techumbre, porque este dios, «según se imaginaban, desenvolvia «y hacia patente el germen, ó semi- 1 VitruY. 1.1. c. 7, y MUSICA DEL TEMPLO. I ffllsi de todo lo criado. El ??de Templo Vesta, que se consideraba lo mismo que la tierra, era forma- j>do redondo, á la similitud de una 9>porcion de esfera.,. Cita aquí el Au- 3? tor á Vitruvio justamente en el 33 parage donde trata del decoro 33 cuyas expresiones traduciré á la 33 letra. Haránse los Templos Dóri- 33 eos á Minerva , Hércules y Mar- 33te, porque atendiendo al valor de 33estas deidades, les edificios corresponden 33 nada deliciosos. En los 33 Corintios se hallarán las 33dades propie- conducentes á Venus, á Fio- 33 ra y á Proserpina , no ménos 33á las Ninfas que de las fuentes; por- 33 que desde luego aparece aumen- 33tará el decoro debido á los edi- 33ÍÍCÍOS dedicados á estas deidades 33el trabajo gracioso y florido, ador- 33nado de hojas y de volutas. Se 33 guardará el medio término que 33corresponde á Juno, Diana , Baco I L, I. cap. 5f, \ 128 ARQUITECTURA, ORNATO, wy otros dioses de esta clase, sise «les erigen ediñcios jónicos, porque w quedará atemperado su carácter de ?? propiedad entre la manera severa «de las obras dóricas, y la ternura «de las corintias." 91 Lo dicho prueba sobrada- mente que los Arquitectos de aque- líos tiempos se sirvieron de los ór- denes, como los Oradores de los estilos; de que se infiere, que los que instituyeron los órdenes, tuvie^ ron en consideración marcar á ca- da uno con un carácter histórico , y otro filosófico particulares, dexan- do campo á los facultativos para variar oportunamente sin salir de la provincia del arte según la exigen- cia de las circunstancias. 92 Dexando á parte la sabidu- ría que se reconoce en el sistema ge- neral de los órdenes Griegos , tie- nen estos en su abono la autoridad y la costumbre. Quanto á lo prime- ro, no es de poca monta la apro- Y MUSICA DEL TEMPLO. 12 9 bacion que obtuvieron entre las gen- tes mas cultas, que ha conocido el mundo desde el establecimiento de las Colonias Griegas en el Asia me- nor Ï, quando se vieron nacer las Ciudades de Efeso, Mileto y Miun- ta : quando fueron levantadas Prie- ne, Samos, Theon , Colofona, Chios y Eritras ; no ménos que en los tiempos mas florecientes del Impe- rio Romano. Vengamos á los pos- teriores, y pasada la era del mas moderno sistema Tudesco, veremos restablecerse aquel antiguo, de que hablamos, en medio de las Nació- nes mas civilizadas, no ménos que aplaudidos sus observadores Brune- leschî, Bramante, Baltasar Perucio, Micael Angelo, y finalmente Ber- nino , Sansovino , Paladio , y Sea- mozzi. 93 Como la antigüedad es uno de los títulos mas honoríficos de la I I Vitruv. 1. 4. cap. i. 130 ARQUITECTURA , ORNATO, autoridad, pudiera empeñarme con los PP. Villalpando * y Prado, por introducir en el maravilloso Tem- pío de Salomon los rasgos del or- den corintio. Pero si Vitruvio no se engaña ^, como pretende el Pa- dre Villalpando 3 , ni yo respondo I Comment, in Ezechiel. z L. 4. cap. i. 3 El Padre Villalpando tom. 2. 1. g. cap. 23. tie- ne por fabulosa la historia del capitel corintio, que refiere Vitruvio. Mr. Roland Freart de Chambrajr en su Paralelo de la Arquitectura antigua con la moderna, trae un perfil corintio, que dice estar formado con arreglo á las ideas que del orden del Templo dan la Biblia y algunos Historiadores citados por el dicho Padre Villalpando. Confieso que estos Autores leen mas que lo que yo he podido leer en la Biblia. Pretende Mr. Roland Freart, que Josepho asegura haber sido aquella fábrica deJ orden corintio. Véase á Josepho en el original Grie- go con la version latina de Rufino de Aquileya, impreso por Jacobo Crispino el año de 1634. Y véase la traducción Francesa de Mr. Arnault d* Andilly , según dice el Traductor, hecha sobre el Griego revisado, y cotejados varios manuscritos. Primeramente en la descripción que en el lib. 8. Ci 2. de las Antigüedades hace Josepho del Tem- pío de Salomon, no he hallado rastro alguno de los órdenes Griegos que, conocemos. Pero hablan- do de una parte del Palacio que se fabricó Salo- mon concluido el Templo, dice el original Grie- y MUSICA DEL TEMPLO. I 3 I por que Vitruvio habla de oidas en atribuir á Calimaco la invención del capitel del expresado orden : fué es- ta muy posterior al Templo, pues- I2 go x-i'otrí juèrrtrpcfyaitûii ctimAv/U/iíref íkkcc/S^ízx 'TCxciv EiTèyxcr^íror 5' ^opiy-d-íoí , que palabra por palabra es en latin : columnis autepi quadranguJa- ribus sustentata (Basilica) sexdecim onimbus tecto cooperta corinthiacè. Y fielmente el Traductor. Hmc (Basilicam) sexdecim columnce quadravgulee sustentabant tectum opere corinthiaco. Ahora bien, Mr. Arnault no hace distinción particular de esta pieza, ó basílica destinada á contener multitud de Pueblo , que con freqüència debia juntarse en ella, y era como una especie de audiencia pública: dice pues, ce palais était soutenu par plusieurs colomnes ... il avoit cent coudées de long, cinquante de largef et trente de haut. Sigue ahora lo que nos hace al caso : Seize grosses colomnes quarrres d'un ordre corinthien le soutenaient, iSc. 0 Mr. Arnault halló mudado el texto en otro original de Josepho, ó puso lo que tuvo por conveniente. Porque ¿qué tiene que ver que una techumbre á la moda de Corinto estuviera sostenida de diez y seis pilastras, ó columnas quadrangulares con decir que diez y seis pilastras del orden corin- tio sostenían la techumbre ? Lo primero , que es lo que Josepho dice , nada prueba tocante á la. existencia del orden en aquel tiempo. En Co- rinto fabricarían con un gusto particular,y desde luego exquisito : y ua trabajo según aquella ma- li 132 ARQUITECTURA, ORNATO, to que Calimaco ^ no existió has- ta quinientos años, poco mas ó me- nos, ántes del nacimiento de Chris- to. 94 Si la antigua Thadmor, ó Palmira ^ hubiera conservado la ñera, ó modo , sin ser un orden arquitectónico, seria allí y en qualquiera otra parte á la moda de Corinto. En el lib. (5. cap. 14. de Bello Judaico, describiendo el mismo Autor el Templo fabrica- do por Herodes el Grande , nada dice de orden determinado quanto á la fábrica , y solamente ha- bla de una puerta destinada al tránsico de las mu- geres , que apellida puerta Corintia 'n j* ¿"Xtp rn Kopitdictr , &c. literalmente: illa (turris) super CO" rinthiam i^c. que Rufino traduce : , Quce vero (tur- ris) supra corinthiam (portam) posita ^ quo mulle- res conveiiehant ^c. Y Mr. Arnault.... , Quant au portail à la corinthienne placé du coté de V Orient par le quel les femmes entroienté3c. Es de ad- vertir que en la traducción de Mr. Arnault edi- cion de Paris de 1719 , se halla este pasage en el lib. g. cap. 14. pag. 134. Yo hallo alguna diferen- eia de una puerta corintia, que pudo llamarse así por alguna razón particular, á una entrada á la corintia , que es lo que interpreta Mr. Arnault. El lector hará el juicio que le parezca. Ya en este tiempo exístian los órdenes de que se trata, y por tanto nada interesa á la antigüedad de lo« mismos. I Dice. Hist. Portatif. % Keg. 3. cap. p. v. iS« Y MUSICA DEL TEMPLO. I 33 existencia que le dió Salomon, ó sus ruinas presentes algun vestigio de ella, teníamos pruebas dé bulto pa- ra aproximar la filiación del orden corintio á la del Templo de Salo- mon : pero los trastornos que pade- ció Palmira en los tiempos de Adria- no, Aureliano y Justiniano son bien notorios, y sobre todo (presupues- ta la autoridad del Erudito Cal- met I, que no halla en tales rui- nas visos de judaismo) en la expli- cacion de las Inscripciones Palmi- renas » repartidas en cinco Cartas del R. Mr. John Swinton, Maestro de Artes de la Universidad de Ox- ford, y Miembro de la Real Socie- dad de Londres, al R. Thomas Birch, Doctor Teólogo y Secretario de la misma , se vé que la mas antigua fué grabada en el mes de Elul, ó - 1 Dicción. Bibliq. Véanse también Act. Erud. Leip. sup. pag. 89. t. 3, a Transac. Filos, t. 48. p. a. año i754* P' ^9°' y sig. 134 arquitectura , ornato, Septiembre del año de Seieuco 360, que equivale con corta diferencia al 49 de la era Christiana, y tiem- po del Emperador Claudio. 95 Que el Arquitecto 'que levan- tó el Arco de Tito á vuelta de la expedición de Jerusalen se hubiera hallado en ella ; y que por las ideas que concibió á vista del Templo de los Judíos hubiese , según imagina Mr. Roland de Chambray, execu- tado aquel célebre arco , nada tie- ne de inverosimil. Se infiere con pro- habilidad por los despojos del Tem- pío, como son el candelero de oro, la mesa de los panes, y otras pie- zas, que reconoció esculpidas en su friso el mismo Mr. de Chambray 130 años ha con poca diferencia: pero me maravilla que este Autor diga, estas son sus voces " La " belle idée de ce composité et la ri- "chesse de ses ornemens me font I Parale!, de 1' Arquitect. antiq. avec là modem, ord. compos. y MUSICA DEL TEMPLO.- î> croire que son inventeur s'étoit trou- "vè avec Titus a la prise de Jeru- «salem , et que la il avoit vu la di- «vine architecture du Temple de «Salomon, par T imitation de la que- «lie (quoi qu' en un échantillon « bien petit aut respect de ce mira- «culeux édifice, et même dans un «ordre different) il voulut montrer «qu' il r avoit considérée avec étu~ « de. La hermosa idea de este com- «pósito y la riqueza de sus ador- «nos,'me hacen creer que su in- «ventor se halló con Tito en la to- «ma de Jerusalen, donde vió la di- «vina arquitectura del Templo de « Salomon, por cuya imitación (aun- «que en una muestra algo pequeña «con proporción á aquel milagroso «edificio y en orden distinto) qui- «so dar á entender lo habia con- «siderado con estudio" El Templo que vió (si es que lo vió) el Arqui- tecto del Arco de Tito, no pudo ser otro que el que edificó Herodes el 14 136 ARQUITECTURA, ORNATO, Grande, y describe Josepho , de que hablamos en la nota relativa al §.93. No sé por donde Mr. de Cham- bray conduxo al Templo de Salo- mon al mencionado Artílice. 96 Me he separado del hilo de • mi discurso para manifestar que es- toy muy lejos de empeñarme en deducir de los Fenicios la genealo- gía de los órdenes, y mas dé eri- gir sobre el monte Moria un cuer- po arquitectónico del gusto de Ate- nas. Lo cierto es que el origen de la arquitectura que hermoseó á Ate- nas y á Roma, se pierde en el tiem« po fabuloso Vitruvio mas cerca- no que nosotros á esta fuente, lo que hace cumplidos diez y ocho si- glos, nos da razón de los Arquitec- tos y de los Autores, cuyas reglas recopiló en lo que nos ha dexado escrito. Tales son Nexaris, Teóci- des , Filemon , Demoíilo , Pollis^ Leónidas, Silamon, Melampo, Sar- I Lib. 7. Proœm. ^ Y MUSICA DEL TEMPLO, I 37 naco y Eufranor. Tales son en la Maquinaria Diades , Archîtas , Ar- chîmédes, Ctesibios, Ninfòdoro, Fi- Ion , Bizanteo, Difilo , Democles, Caridas, Pirroho y Agesistrato. Me- nester era que el arte como la en- señó Vitruvio tuviera algunos si- glos, quando se hallaba tan adul- ta en su tiempo, que habia produ- cido tantos facultativos. Pero lo mas singular es, que si no de Ar- chitas, tal vez el Filósofo y As- trónomo de Tarento, que pareció cerca de quatrocientos años ántes de nuestra redención, y de Archí- médes posterior á él en ciento se- tenta y ocho; quanto á los demás, no digo de escritos pero de su exïs- , tencia apenas hay noticia. Sin em- bargo, por aproximarnos en quanto es posible á la exâctitud , recorra- mos la sucinta relación que nos da de los órdenes el mismo Vitruvio. Si hemos de estar á lo que nos di- ce del orden dórico , podremos con- i 3b arquitectura, ornato, siderarlo anterior al Templo de Sa- lomon-; siéndolo Doro, Rey de Acá- ya ,.á quien atribuye la fábrica del que se dedicó á Juno en la Ciudad de Argos. Si tratamos del. jónico, podemos colegir por la época del nacimiento de Alexandro Magno, que tiene de existencia mas de dos mil años. Sucedió entónces el in- cendio del Templo de Diana en Efe- so (no el mas antiguo de este ór- den, como opina Mr. de Cham- bray) i. Su fábrica, según Plinio, I Roland Freart Señor de Chambray, nació en París el año de 1606 : era Desnoyers, primo hermano de Mr. Ministro de Guerra y Secretario de Estado de Luis XIII. Se exercito en la Abogacía por algun tiempo. Pasó despues á dedicó Italia, donde se á las bellas artes, Pintura, Escultura y Ar- quitectura, é hizo grandes progresos sobre el es- tudio de los monumentos antiguos de Roma. Fué enviado de nuevo á Italia por orden del ^ey en 1640, con la mira de perfeccionar sus ideas, y contribuir al del Palacio de Louvre. engrandecimiento Llevó á Francia á Nicolas Poussin: me- reció los mayores elogios del Caballero Bernini. Traduxo el tratado de Pintura de Leonardo de Vinci. Y escribió su Paralelo de la antigua Arquitectura con la moderna el año de *5^0. y MUSICA DEL TEMPLO, 109 dupó doscientos y veinte años, con- curriendo á ella el Asia toda De suerte, que probablemente se co- menzó cerca de quinientos y ochen- ta años ántes del nacimiento de nues- tro Salvador. Por lo que respecta al Corintio (de que no se sabe que Calimaco hubiese inventado otra co- sa que el capitel), quando no con- cedamos que Vitruvio dixo verdad en un hecho que precedió á su tiem- po menos de quinientos años, y quando el orden hubiera sido crea- do quando ío fué su capitel, que es lo mas que puede adelantarse la fe- cha de su origen, será temeridad no concederle quatrocientos años de precedencia sobre el tiempo en que floreció Vitruvio, en que no era da- ble se perdiesen fácilmente noticias de quatrocientos años, ni -de algu- nos mas. Pudiera este Autor haber- nos dado alguna luz, particulari- zando la especie que apunta de Ar- - I L. 36. c. 14. 140 ARQUITECTURA, ORNATO, gelio I, Arquitecto y Escritor, que trató de las proporciones corintias, y que fabricó el Templo Jónico de Esculapio en Atralli, Trallis, ó An- tea, Ciudad de Lidia. Pero rigoro- sámente hablando, el origen del or» den corintio puede deducirse de la época en que Corinto estuvo en su esplendor , novecientos años ántes que Lucio Mummio la destruyera ». 97 Con la antigüedad, la eos- tumbre se radica. Es la costumbre el mejor intérprete de la belleza. Es indubitable que si hay vicios en la imaginación , la belleza no es inteligible. Y así como los vi- cios proceden de la costumbre, así también el perfeccionar las ideas proviene de la costumbre misma. Por esta los términos legítimos de comparación se hacen mas familia- res; y las sensaciones análogas, que mas conducen , son suscitadas con I L. 7. Proœm. a Año de Roma (5io. Tursel. Comp. Hist, univers. y MUSICA DEL TEMPLÓ. 141 mas prontitud : de que resulta una percepción mas clara, y una frui- cion mas deleytosa. No digo un ar- tificio sencillo, pero el que no lo es tanto, se comprehende mas, y se goza mas á fuer de considerado en actos repetidos. De aquí proviene, que la bella naturaleza no desagra- da por antigua, y que sus compo- siciones no desmerecen por la mis- ma qualidad. Sucede con la Música, que una pieza buena deleyta mas, quanto mas se oye. Los juicios na- da sólidos, las imaginativas en fer- mentación, que son los verdade- ros asesinos de la costumbre; bus- can sin tiento la variedad, porque su estado es un estado de accesión, de inquietud, de efervescencia y des- orden. Estos son los que corren sin parar detras del proteo moda, que huye de ellos con 1^ misma velo- cidad, representando un drama tan interminable como risible á los jui- cios sanos, sólidos, y nada preocu- 142 ARQUITECTURA, ORNATO, pados: drama parecido en su modo al que ofrecen los hacedores de Chi« nescos, á los Filósofos facultativos. 98 Estos conocen claramente que el entendimiento humano halla ciertos límites en la proporción y armonía de lo visible, en que que- da como encerrado, y de que no pueda saltar. Así sucede con los ór- denes griegos. La gradación de proporciones da á cada uno un ca- rácter fixo y decidido, que se obs- curecería quando se formase un sis- tema intermedio de proporciones mixtas. Una vez interrumpida la armonía de la progresión de las órdenes por partes aliqüotas, serían las resultas dudosas , y el efecto in- cierto. No es la Arquitectura en es- ta parte como la Música, donde se pueden formar diapasones y cantos sobre los medios tonos. Esto cono- cieron los que inventaron los ór- denes latinos, y no hallando lugar para extender sus ideas en los in- Y MUSICA DEL TËMPLO. 143 termedios de lòs griegos, se arri- marón á sus extremos. Pero el que resultó por baxo del dórico, fué el toscano, que tratado, según lo es, por el común de los Arquitectos , es bien inferior á aquel en esveltez y magestad ; y de ordinario destina-- do á humildes funciones. Algunos han pretendido hacerlo formar cía- se á parte, reduciendo todo el ór- den á sola la columna, y hermo- seándola particularmente ,como con una conducta sabia lo practicaron los que erigieron la Trajana, la An- tonina, y la que probablemente fué dedicada á Valerio Máximo ^ el año quatrocientos quatro de la fun- dación de Roma Estos Artífices, I Histoire Romaine 'par les PP. Catrou et Rouillé Jesuites t. 4, p. 23a. a No es mènes digna de atención la qué se le- vanté en Constantinopla al Emperador Teodosio, así por sus bellas proporciones, como por el ba- xo relieve que la circuye de abaxo arriba, en que se representa el triunfo del mismo Emperador des- pues de la batalla ganada á los Scitas. 144 arquitectura, ornato, como observa Mr. de Chambray (con especialidad en la columna Tra- jana), queriendo preconizar Héroes Romanos excluyeron los , órdenes griegos, aunque mas hermosos y usa- dos en Roma, por no dividir en algun modo la gloria de aquellos ilustres monumentos : y formando de piedra unos cuerpos de histo- ria, quisieron que se explicaran á la Romana, como las pirámides de Memfis á la Egipcia. Con las esta- tuas y urnas cinericias que les so- brepusieron, compensaron el enta- blamento, y completaron una espe- cié de orden, que yo diria mas bien una norma excelente para levantar colosos. Esto da á entender en al- gun modo que aquellos Arquitectos conocieron la impotencia de igua- lar en la invención específica y ri- gorosa de orden , á la belleza arqui- tectónica griega , con lo que quiso ser una modificación de la mages- tad varonil del orden dórico. Es evi- Y MySlCA DEL TEMPLO. I45 dente, que no hallándose en Vitru- vio una idea bastante completa de su entablamento, cada uno de los modernos coronó el orden á su mo- do. Paladio dexó dos harto perfiles, el uno pobre-, que se hubo de figu- rar por la descripción de Vitruvio: otro, á que imaginó poderle dar el nombre, dç Toscano, que fué á es- cudriñar, y compuso de lo ha- lió que en las ruinas de algunos anfi- teatros, y desenterró de las arenas de Pola y de Verona^ Scamozzi se aproximó demasiado al dórico, y no lo ha autorizado con exempla- res del antiguo. Y omitiendo hablar de otros, Vignola en fin lo formó á su idea. 99 Quanto al orden Romano, que se ha pretendido colocar en el extremo superior de los órdenes griegos, tratado rigorosamente es un corintio mudado el capitel , el y capitel es un compuesto de ideas griegas. Por lo que mira al todo 146 ARQUITECTURA, ORNATO, del orden, diré con un moderno que tiene una naturaleza mixta y dificil de definir. Se puede casi de- cir de él lo que del orden Frances de Mr. Perrault, y del Español que trae Sebastian le Clerc : los contor- nos, las masas, el total, se aproxí- man tanto al corintio, que no ha- liando novedad no hallando dife- , rendas bien marcadas y .sensibles en las proporciones, no hay en la resulta sensaciones que caractericen un orden nuevo. Si miramos al ca- pitel Romano, tiene algo de carga- do y de macizo , que no combina, como el corintio, la riqueza con aquella ligereza gallarda, que for- ma el carácter esencial de todo el orden. Sin embargo, debemos res- petar y estimar los exempiares an- tiguos, y atenernos á ellos en la práctica. Tenemos el primer origi- nal de este orden en el arco de Ti- to, y desde luego el mejor execu- I • Mr. Le Camus de Meziers. Y MUSICA DEL TEMPLO. 147 tado y de mejor mano, aunque dès- pues se hayan visto otros mas sun- tuosos en la á magnitud. El Paladio á que siga y Vignola tar; logrará acer- pero en la eion realidad, á del capitel, excep- no formará otra cosa que un corintio. 100 He hablado del orden píamente Romano pro- , á llaman que Compuesto. algunos Muchos se sir- ven de este nombre co- mo de especioso, un salvoconducto barrar: á para des- y la verdad sus siciones suelen compo- ser otros tantos es- pejos por donde asoma la barbarie su disforme rostro. Esta de tinieblas hija las casada con el cacohetes de inventar, han llevado por todas tes la licencia, par- confundido las das del sen- arte , y desfigurado sus me- jores originales. Heu\ qualem, tristis genitor, reviso^ te, natCy Cut tantum de te licuit\ Así exclamara Metagenes, ó Ca- K2 148 ARQUITECTURA, ORNATO, limaco si sus cenizas volvieran á , animarse, y vieran á la pobre Ar- quitectura. 101 Pero lejos del Templo de Dios semejantes monstruosidades : concluyamos que (renunciando á los; ojos de los que no conocen la belleza)^ la arquitectura del Templo debe ser la que enseñó Grecia, y la que prac- tico Roma en sus mejores tiempos. Resplandece en ella la sabiduría : es- tá fundada en la razón : satisface á la necesidad y al decoro : da mar- gen al profesor para caracterizar sus edificios con los aspectos que corresponden á sus respectivos fi- nes. Está autorizada por las Nació- nes mas cultas que ha conocido el mundo: por la antigüedad de mi- les de años, en cuyo decurso á des- pecho de la barbarie ha vuelto á reparecer admirada *, imitada , fiel depositaria de la gloria de los Hé- roes, y lo que es sobre todo, ele- gida para servir al trono de la Ma- Y MUSICA DEL TEMPLO. .1 4.9 I gestad augusta en la Metrópoli del Pueblo Católico. Por último, por- que es la que mas ha prevalecido allí en costumbre al servicio de la Magestad misma. 102 Podemos decir que desde los principios del quarto siglo en- tró en posesión de esta dignidad. En los primeros años del séptim'o se vió el Panteón de Romá, uno de los Templos mas célebres de la gentilidad, dedicado al culto de Dios verdadero; y recibirse baxo los rasgos Corintios, que abriga^ ron anteriormente la inmunda tur- ba de los ídolos del Paganismo, los gloriosos despojos de los que vencieron á los tormentos, y se- liaron con su sangre la Fe santa que profesaban. Como dos siglos * precedió á esta última época la nie- bla, que por muchos otros conta- minó y aniquiló el buen gusto á causa de la irrupción de los bár- baros. En sus últimos y mas mo- K3 I ¿o ARQUITECTURA, ORNATO, demos restos quedó no poco digno de alabarse entre muchos goticis- mos, mas propiamente hablando al- garabías tudescas'. De Toledo, Se- villa, Milan, Reims, Strasburg, po- dran tomar los entendidos sabias lecciones ; pero habran de reprobar muchas ideas mezquinas, y no po- cas deformidades. Al fin , no obs- tante volvió á triunfar en Italia el sistema de Atenas: y el Orcaña, Bruneleschí, Bramante, Sangalo y Miguel Angel, convencidos del úni- CO verdadero camino del acierto, dieron testimonios nada equívocos en abono de los primeros órdenes perpetuados en la Basílica Vatica- na, y en varios otros Templos y edi- ficios , que sirven en el dia de estu- 'dio y emulación á los primeros Ar- tífices del continente. No han ser- vido poco á nuestros Españoles, Oxalá las máximas de Toledo, Her- rera , Monnegro y Berruguete hu- hieran prevalecido á los caprichos Y MUSICA DEL TEMPLO. I C¡ I detestables de Churriguera. 103 Por último , debemos re- fíexíonar que uno de los distintivos de todo cuerpo bien ordenado de- be ser la uniformidad. Aun quando las circunstancias obliguen á cier- tas modificaciones relativas á mag- nitud , ó riqueza, siempre se debe traslucir el espíritu de unidad, y una especie de ayre, ó viso que conforme los particulares. El esco- ger , ó determinar el temperamento característico y universal, está á cargo de la sabiduría del institutor. El guardarlo y conciliario en ca- sos determinados con las modifica- ciones precisas, es propio del fa- cultativo. 104 Hemos visto que sin salir del distrito de los órdenes, se pue- den hallar todas las modificaciones que puedan convenir, baxo el ca- rácter arquitectónico universal de Atenas y Roma. Pero las partes que componen un orden, son como K4 I ¿ 2 ARQUITECTURA , ORNATO, las capitales de un alfabeto; sirven con estas las minúsculas: y la or- tografía da el último punto á la escritura. Entran en côrnplexo las partes accesorias con lo que es pu- ramente orden : y aunque en este caben modifícaCiones, no caben me- nos en la ordenación, disposición, decoro y economía, de que pende el Carácter - decidido del todo de un edificio. 105 El defiíiir estos puntos, el ponerlos á la vista, el conciliar lo significante y lo artístico, el dar ideas para conservar en lo grande, en lo mediano , y en lo mínimo el temperamento característico y pe- culiar de los edificios consagrados á Dios, con arreglo á las Santas Escrituras, á la disciplirla, y á la práctica antigua de nuestra Madre la Iglesia, no-menos qué a lás re- glas que el arte prescribe, serán ' asunto de mi sègundà parte. IS3 ¿fe PARTE SEGUNDA. De la uárqiiitecturay ornato del Templo» CAPITULO PRIMERO. De su situación» I en nuestro caso prevención muy oportuna para todo facultati- vo, y para muchos de los que no lo son, dar una vista al pasage del Paralipómenon ^, donde habiendo I)avid dado á Salomon una idea circunstanciada, y una descripción prolixa del Templo , de su pórtico, separaciones y habitaciones, impués- tolo menudamente en la forma de los sagrados vasos, aras , turíbulos, candeleros y demás servicio de la I L. I. c. 28. V. ip. i ¿4 arquitectura, ornato, casa de Dios, héchole finalmente la entrega de las materias exquisi- tas de que debian fabricarse, con- cluye en estas formales expresio- nes I : toào me vino escrito de la ma- no del Señor para que comprehendiera las obras todas del exemplar. Fueron delineadas por un Angel ^, del mis- mo modo que fué dada á Moyses la forma del Tabernáculo. Notemos que repitió ^llí Dios, respecto á Da- vid lo que ántes practicó respecto á Moyses. Pero no para aquí mi re- flexion : sigue inmediatamente di- ciendo David : obra con valor : ten aliento y exeçuta : no temas, no ten- , gas miedo, que el Señor estará con-, tigo^ y no te dexará, ni desamparará hasta que des la última perfección á toda la obra del servicio de su casa. La delineacion venia por dirección de Dios y de mano de un Angel. La comisión se daba á un Rey po- deroso : se le suministraban con I Ut sup. ^ Ut retro Duhamel. y MUSICA DEL TEMELO. I cf ^ ella las materias que eran necesa- rias : se le prometia la divina asis- tencia : y sin embargo tiembla quan- do trata de poner por obra el Tem- pío santo. Hay mas que notar : re- cibe la sabiduría ; y despues de en- riquecido de este don celestial, to- davía encarga á Hiran Rey de Ty- ro, un hombre hábil que lo des- empeñe i. Según lo que yo alean- zo, precisamente desconfió, porque conocía á Dios con una luz supe- rior, y comprehendia quan grande, quan ínclita era la morada que iba á prepararle Buen exemplo da á los que sin conocimientos algunos, tomando por regla su capricho, y despreciando el arte, se arrojan á hacer y deshacer en el Templo. El Sagrado Texto los califica en te'r- minos expresos 3. 2 Nuestra Religion Santa, to- da proporción y armonía , mira I Paralip. 2. cap. a. v, y* 2 Id. v. p. 3 Proverb, ' i. v. 7. 1^6 ARQUITECTURA , ORNATO, representadas en figuras por el an- tiguo Testamento , las que ; venera ahora realidades : y consiguiente siempre á las lecciones de su Maes- tro Divino habla por decirlo así , en parábolas visibles,. é inteligibles, y en símbolos misteriosos por me- dio' de sus^ Templos, de sus sacri- ficios, de sus ceremonias, de suS ri- tos ^ y de todo do que concierne al sagrado culto. Según el espíritu de la Iglesia enseña la situación , los muros, las puertas, los postes,, y las bóvedas del Santuario : enseñan los vasos sagrados , los incensarios, los candeleros pilas cirio, cande- , , las, lámparas , tenebrarios , velos y campanas. Su sacrificio el mas grande de los sacrificios , encier- ra en compendio la obra gran- de de nuestra redención. Si mira- mos á sus ceremonias , comenzan- do por sus Sacramentos (según de- fine el Catecismo Romano) son sig- nos visibles de la gracia invisible. En Y MUSICA DEL TEMPLO. otra parte : los Sacramentos son se- ríales de lo pasado , presente jy venl- dero, según las Dwinas- Escrituras y Sagrados Doctores. vestiduras, bendiciones, consagracioiies de Tem- píos, aras Obispos j . , Sacerdotes; todo respira enseñanza, todo pro- fundos misterios: su&Horas Canóni- cas su canto, todo tiene sublimes , significaciones. Por último , hablan- do del Arca santa, dice_ un Expo- sitor I : era esta figura de la Iglesia formada de materia incorrupta, ves- tida de oro por de dentro y por de fuera , símbolo de la Caridad que vi- ve en el corazón y resplandece en las obras. El Propiciatorio es el mismo Cbristo, que es la propiciación por nues^ tros pecados. Los dos Qjuerubines son los dos Testamentos, que recíprocamen- te se estan mirando. 3 Ciñéndonos precisamente á nuestro caso , y llevando por nor- te la Escritura Sagrada ^ ; por el I Duhamel in Exod, c. ay"; a Ezeq. c.40. X 5 8 ARQUITECTURA , ORNATO, Profeta Ezei^uiel se nos describe la Ciudad Santa , símbolo de la Igle- sia, situada con sus aspectos á los quatro puntos icardinales del mun~ do. En el Apocalipsi ^, haciendo San Juan la ^pintura de la Celestial Jerusalen ^ figura igualmente de la Iglesia , coloca tres puertas al Orlen- te, tres al Occidente, tres al Aqui- Ion, y tres al Austro. De aquí in- fiero que la situación del Templo, siempre que sea posible debe ser con iguales aspectos. 4 Pero aun se infiere mas. Si tiene puertas á todos vientos aque- Ha Ciudad Santa, estarla precisa- mente separada de toda otra fábri- ca, ëstaria aislada, é independien- te de todo arrabal, ó edificio ac- cesorio. Se^confirma ^ por el Pro- feta Ezequiel citado arriba, donde hablando del Templo, expresa que el Angel midió en contorno sus mu- ros por los quatro vientos, con se- I C. ' ai. V. 13.. a C..4a. V. ao. y MUSICA DEL TEMPLO. I ¿9 paracion entre el Santuario y el Lu- gar, G habitaciones del vulgo. Hay mas que considerar. Jesu-Christo, que es el alma y Cabeza de la Igle- sia i , se dice Pontífice Santo, pu- ro, é inocente, segregado de los pe- cadores. Razón poderosa para que su habitación esté aislada y sepa- rada de toda otra casa, morada, ü edificio que no le esté consagrado. 5 No es esto solo. Debe la Igle- sia estar elevada sobre gradería nos lo dice el mismo Profeta Eze- quiel. Vino à la puerta que miraba à la via orientally subió por sus gradosi que interpreta sabiamente S. Geróni- mo. No por uno, sino por muchos, cu- yo número guarda en silencio el Pro- fita para manifestar lo dificil de la subida. Es de notar que en repeti- das ocasiones eligió Dios los luga- res elevados , para manifestar en ellos su gloria. Dió la ley en el Si- nai : mandó fabricar su Templo so- I Ad Hebr. 7. v. a(5. 1 C. 40. v. 6. 16o ARQUITECTURA, ORNATO, bre el Moria : se hizo visible glo- rioso en el Tabor. Oró en el mon- te de las Olivas: sufrió la muerte el Calvario. Volvió al monte de en las Olivas para subir de allí á los Cielos Fundamenta ejus in monti- bus Sanctis^ se explica David hablan- do de la Santa Sion de que la Iglesia es figura misteriosa. De mu- chos otros pasages puede deducirse Jo mismo. 6 Con no menos fundamento di- ré que las plazas son los sitios mas propios para la colocación de las Iglesias. El Tabernáculo de Moy-. ses, el Templo de Salomon, el que posteriormente levantó Herodes el Grande, estaban rodeados de gran- , des plazas, ú atrios exteriores. Quanr do no sea el medio de una, será uno de sus frentes un lugar decoroso. Así estan la Basílica Vaticana, la Lateranense, Santa María la Ma-. I Psalm. 8(5; v. i. a Duhamelin eund. loe. ad' V. I. & 2. . Y MUSICA DEL TEMPLO. 161 yor, y otras muchas en las Regio- nés de la Christiandad. 7 La extension longitudinal de la fábrica deberá ordenarse de Oriente á Poniente. Así estaba si- tuado el Templo de Salomon. Así fué práctica antigua de la Iglesia i. Así está la Vaticana , la de San Pablo , la de Milan, y otras en gran número dentro y fuera de Roma, prescindiendo de la Decretal del Papa Vigilio , sobre la colocación del altar mayor al Oriente, -citada por un Escritor moderno ®, de que se infiere lo mismo. 8 Observemos ahora la confor- midad que reyna entre estas máxí- mas, y las que según arte debe guar- dar un Arquitecto. Es de notar qué muchas se guardaron . por los Ar- quitectos Paganos^ sin la luz del Oráculo Divino, y á pesar de las L I Moeurs des Cretíens p. i8o. a Lobera : El por qué de las cosas de la Iglesia, m 162 ARQUITECTURA, ORNATO, erradas ideas que de la Divinidad se habian formado. Su razón mis- ma la razón del arte los llevaba , á lo mejor. jComo es cierto que en fundar nuestro sistema en laEscri- tura Sagrada, y en las prácticas an- tiguas de la Iglesia procedemos se- gun los principios filosóficos de la Arquitectura! 9 Primeramente: la situación á los quatro puntos cardinales con- viene á la fábrica, porque depen- diendo de la conformación de esta su carácter particular, haciéndose la conformación mas, ó menos visi- ble por la definición de las masas,- y por la alternación de los claros, y los obscuros , no menos que por las sombras proyectas ^ ; lo que da el alma á todo, y por consiguien- te una de las especulaciones mas esenciales de parte del Artífice, es la distribución y disposición de las luces. Las vicisitudes de la natura- I 1,. p. n. 47. y sig. hasta el 50. inclusivè. Y MUSICA DEL TEMPLO. 163 leza visible en un campo abierto se subsiguen cceteris paribus ^ conforme muda la posición del astro que la ilumina y varía al mismo paso el carácter de la escena. En el Tem- pío debe ser este constant.e en quan- to sea dable : la distribución y dis- posición de las luces es esencial pa- ra sostener este equilibrio. La si- tuacion jBxa de los puntos cardina- les conduce por quanto hace mé- nos complicadas las especulaciones; puesto que el sol corre siempre con- una dirección conforme, á ios fren^ tes, ó á los costados del edificio. 10 Pero Jo que conduce sobre todo á facilitar, la misma teórica, es la posición del altar al Oriente, y la que en tal caso corresponde al cuerpo de la Iglesia. Elegida bien la entrada de la luz, apenas varían' en calidad los claros, los obscuros, y las sombras proyectas ¡ porque L2 ; I Id. n. 39. 164 arquitectura, òrnafo, no entrando, ó entrando apenas por las ventanas laterales ios rayos del sol, que son los que pueden alte- rar, solo entra un refíexó , ó luzi moderada y uniforme, que casi siem- pre baña unos mismos puntos , y es por Su temperamento conducen- te á dar realce á la magestad del lugar. Este es un recurso que sirv« al Arquitecto en muchos casos, co- mo respectivamente sirven al Mú- sico las sordinas. Son instrumentos equivalentes para la vista los vidrios pintados, que con una conducta dis- creta se emplearon y conservan en muchas Iglesias. La luz es la que da el último realce á un cuerpo ar- quitectóníco, nO ménos que á las esculturas, y á los quadrós: es el alma de la perspectiva ; y es en fin lo que una bóveda bien entendida engrandecer el efecto de una para orquestra.» Suelen accidentes de esta clase, que para los que no entien- den, ó carecen de teórica suponen Y MU^ÇA'PEI/TEMPr¿p. l6g poco \ sorpceherider á Iqs )mis.mos facultativos con efectqsofinçspera- dos. j .n ^ II, No es menos ppqrtuno que Jg-jglesia esj:é aislada ¿para el fia qqe antecede : pues en ta.1, caso que- 4a al· arbitrio del Arquitecto dispo- luces del modo :que mas le convenga. Ésío también para dar mas-hermosura al edificio. Este re- gibe un ser ;que lo ennoblece.¿No so^ Jo una gran Iglesia, sino también uaa Capiila, ó una Ermita se hace mas considerable :, y atrae mas la generación ¿exenta y separada: se l^ace, asimismo, susceptible de mas hermosurai -¿Y á quantas irreveren- ciaa se;dalugar con la contigüidad? Ya spj asiste - á la ¡ Misa en trages in- decentes desde los terrados de las casas inmediatas ^ ya se oy^n vo- ees y rumores domésticos ; quando no infecten las paredes inmundas cloacas, que ,á veces suele suceder. 12 No ennoblece ménos un edi- L3 I 66 ARQUITEGTURÀ, "ORNATO, ficio la gradería. Delante de un Tem-» pío, como^(jué eleva ^el alma y lá previene con ideas grandes. HâCÔ descollár la fábrica:^ la'p^roporCióna mas á M vista : d'eiiendë la Iglesia de los lòdós:' y fioaînâénte guarda una espeéie de prpporcioh cóñ la' graderíay\i^que pide el decoro á los pies de' ' los aítares. n r,: •> " 13 La Iglesia en el frente* de una plaza ■ da loiigiturd%olovuná^ gran fadhádaj sino una niediana; sin plintos dé dis^' tanciá |)rt)pGrcionado's-, éS cómo uií quadro en una píéza siii luz. No eá poca ventgjá'el désàKbgd 'en los dia^ de concursos, que distrayendo él tro;- pel de las puertas db íá Iglesia , cód-^, cilia quietud para los ^^que dentro estan Orando. 14 Parecerán á algunos niniie^ dades muchas de las circunstahcias que llevo propuestas , pero no lo w Y MUSICA DES TEMPLO* Í67 son ios inçonveiiieintes que'pueden seguirsè de tratarlas, como tales. Ha- blando con rigor ', aun he dicho po- CO si se, atiende ai miramiento con que .se trataba está materia en los siglos antiguos. No. hemos aun dis- currido de lo que es la distribu- cion del area destinada á una obra de la clase que se trata : el capítu- lo que sigue circunstanciará un po- Ç0 mas la materia. CAPITULO II. Del Plano, 15 !!Sn el libro tercero de los Reyes ^ se dice , que Salomon fa- bricó un atrio interior. Lo prime- ro que: David ® manifiesta haber-^ le Dios mencionado, hablando del Templo en el Paralipómenon, fué- I ron los atrios 3 : mas adelante la I ■ . L4 ' '"1 Cap. 6. V. 35. 2 - L. I. Paralip. c. 28. v. 6. 3 V. ^ II. l68 ARQUITECTURA, ORNATO, descripción del pórtico, la de las celdas y dependencias. El Profeta Ezequiel i hace igualmente reía- cion de vestíbulo'y atrios. En el Códice de los Judíos Middoth, ó de las medidas; del Templo de Je- rusalen , se especifica el atrio in- terior que precedia al vestíbulo, y el vestíbulo que precedia al HeKal, ó Sanctum situado entre las dos pie- zas llamadas Conclavia cultrofüm^ á depósito de los cuchillos sacrifica- les. .! . 16 Rasgado.: ' ya él velo, que se* paraba el Sancta del Sancta Sane- totuni', y patente îàl Pueblo esco- gido el cuerpo del Santuario , que en la Ley Escrita lo era solo á los Sacerdotes, parece que con mas ra- zon pide la ¡decència de la''Iglèsia un vestíbulo, ó antecámara, y un atrio que la preced'a.f No digo un Príncipe de la tierra, un personage de alta gerarquia, qualquiera hom- I C. 40. y 41. Y MUSICA DEL TEMPLÓ. 169 bre de mediana condición tiene en su casa una antesala. En muchas grandes Iglesias se vé observado. Pero me parece que podría con pro- porción guardarse la misma regla de decoro en qualquiera Ermita. 17 Las dependencias del San- tuario en mayor, ó menor exten- sion, en mayor, ó menor quanti- dad, merecen las mismas conside- raciones. Una Capilla independien- te ha menester por lo menos una Sacristía, y un lugar de habitación para aquel á cuyo cargo y cuida- do se halla. Las Iglesias de Con- ventos y Monasterios á que estan anexas Sacristías , atrios interiores, coro, celdas, salas de capítulo; y las de Catedrales con las piezas ac- cesorias de Contadurías , Tesorerías, habitaciones para los Ministros , &c. poco mas, poco niénos se puede de- cir' dependen de los mismos prin- cipios teóricos , y son susceptibles de aquel aspecto, ayre, ó viso es- 170 ARQUITECTURA , ORNATO, pecífico que las debe distinguir. El Autor de las Costumbres de los pri- meros Christianos ' reúne en pocas cláusulas, no solo lo que es la idea de una Basílica según aquellos tiem- pos, sino también manifiesta el es- píritu y jniras filosóficas de los Ve- nerables Prelados,que presidian aque- Has asambleas. En los Padres y Au- tores que allí cita, podrá verse por extenso lo que mi plan no me per- mite amplificar tanto como quisie- ra : y sin embargo me servirá de fundamento para producir mis re-i flexiones, y confirmar mucha par- te de lo que antecede. 18 " La Iglesia (dice) estaba se- «parada en quanto era dable de to^ «da fábrica profana: apartada de «ruidos, y rodeada por todas par'^. «tes de patios , jardines, ó edificios «dependientes de la misma Iglesia, «todos los quales estaban encerra- «dos en un circuito de paredes,©, I p. 178. Y' MUSICA >ÊEX TEMPLO. ï ^ I w muros. Se veia desde luego un wpórtico v ó primer vestíbulo por » donde Se pasaba á un peristilo , á «saber, un patio quadrado, rodea- «do de galerías cubiertas, sosteni- «das de columnas al modo que lo «estan los claustros-de los Monas- «terids. Baxo estas galerías queda- « ban los pobres', á quienes era per- «mitido mendigar á la puerta de la «Iglesiá: y en medio del patio ha- «bia una, ó mas fuentes, á fin de «lavarse las manos y rostro ántes « dé hàjcé^r oracidn. A éstas han subs- «titulctó Jas pilas de agua bendita. «Ën'él fondo habla un doble ves- « tíbulo," de donde se- pasaba por tres «puertas á la Sala-, ó Basílica, que « venia á ser el cuerpo de la Igle- «sia. Digo doble vestíbulo, porque «habla uno interior^ y otro exte- «riof, á que los Griegos llamaban «Narthéx. Inmediatas á la Basíli- «ca por afuera habia á lo menos «dos piezas. El Baptisterio á la en- I 72 ARQUITECTURA , ORNATO, wtrada, y en el fondo la Sacristía^ wó el tesoro apellidado también n.cretarium ^ ó Diaconium^ que á ve- ?>ces eran dos. Comunmente había "á lo largo de la Iglesia unas co- » mo celdas, ó gabinetes (Cellae , ú vExaedrae) para comodidad de los j^que querían meditar, ú orar pri- " Vadamente, que nosotros podría- «mos decir capillas. «Estaba la Basílica diyidida á «lo largo en tres partes -por ; dos «órdenes de postes, ó columnas;, que «sustentaban galenas á uno y otro, «lado , y cuyo rnedio era: la nave,, «como vemos en las Iglesias anti- « guas. Hácia el fondo y al Orien- «te estaba el altar, detras del,qual-, «se veía el Presbiterio, ó ; Mantua- «rio, y es lo que se ha llamado des- «pues el testero de la Iglesia.'-v: 19 Omitiendo para otrp liigar la descripción circunstanciada que- hace del altar, estatuas y pinturas, pasaré á la que se refiere á Sácris- y MUSICA DEL TEMPLO, 173 tía y Baptisterio. " Era (dice) * el ?íDiaconium ó , Sacristía un edifi- ?>cio considerable unido á la Igle- sia. En él estaba el tesoro de los vasos sagrados, por cuya razón ??so1q era permitida su entrada á los Ministros á quienes era líci- , "to tocarlos. Guardábanse también " allí los libros, las vestiduras Sa- "cerdotales y demás muebles pre- "closos, las ofrendas de los ñeles; "y algunas veces la Eucaristía, en "una caxa cerrada en otra como "torre de marfil. El Secretarium era "un gran gabinete, ó por mejor de- "cir una sala donde el Obispo se "juntaba con el Clero para confe-^ "rir secretamente los asuntos ecle- "siásticos ; ó bien para preparar-^ "Se al Sacrificio corno San Mar- , " tin, que acostumbraba ántes de "la Misa pasar allí tres horas en "Oración. Habla de estos salones "bastantemente espaciosos para te- I p. 185. «74 arquitectura, ornato, vner en ellos los Concilios." 20 Dexeraos á parte la relación individual de las alhajas, y diga- " mos con el citado Autor :, que el Baptisterio I se fabricaba por lo común en forma circular. En el medio se formaba una excavación »íá que se baxaba por algunos es- » wcalones para entrar en el agua, por- «que hablando con propiedad era «un baño. En lo posterior se tuvo «por bastante un receptáculo gran- «de de marmol á modo de baño, «y al fin quedó reducido á una ta- «za en forma de fuente." 2 1 En llegando á tratar del ornato, tendrán lugar las pafticu- laridades que agrega Mr. de Fleu- ri en los pasages citados : y ántes no será fuera de propósito obser- var que ninguna de las advertidas dexaria de tener un lugar muy pro- pió en los tiempos presentes. Tan- to eran casas de Dios las citadas I Pag. 187. V Y MUSICA DEL TEMPLO. 17 ^ Basílicas, y no solo ellas, sino aun el Tabernáculo de Moyses , el Tem- pío de Salomon , el de Esdras, y el de Herodes, como los nuestros. En unos y otros asistió y asiste por esen- cia, presencia y potencia el Santo de los Santos; y aunque en los de la Ley nueva' resida particularmen- te con una presencia corporal, y exija la diferencia de los Ritos al- gunas mutaciones; como el objeto del culto es y será siempre el mis- mo, nuestros respetos y considera- ciones deben sçr constantes, y por consiguiente no caben mutaciones, que puedan ser contrarias á la de- cencía y al miramiento debido á la casa de Dios. 2 2 Sea una Iglesia, sea una Ca- pilla, sin otra defensa que su puer- ta, y situada en una calle concur- rida, ó en un mercado público , ¿de- xará de ser un lugar muy poco á propósito para la oración ? Dexará de- verse enlodada en ciertos tiem- 176 ARQUITECTURA, ORNATO, pos, y siempre incomodada de vo- cería y de rumores importunos? Me- jor ( dice el Autor citado ) se con- ciliaria la devoción en medio de un campo. No sin razón muchas Igle- sias de Monasterios y otras Comu- nidades tienen sus entradas prece- didas por patios, y aun pórticos, que anteceden á estos. ¿Y por qué en todos casos no se habrá de guar- dar esta máxima? Yo creo que hay menos inconvenientes en omitir una Iglesia, donde no faltan para hacer el servicio divino, que en edificar- la sin las debidas precauciones, que conducen á la decencia , al recogi- miento y á la devoción. 23 ¡Que bien está el Santuario en medio del ámbito del Monaste- rio, prevenido su ingreso por dos magestuosos atrios, circundado, de- fendido y acompañado de las ha- bitaciones de los Ministros de su servicio , que como otros tantos fie- les depositarios de los divinos Misr y MUSICA DEL TEMPLO. 177 terîos vigilan á sus alrededores! jQue' ideas no imprime de la considera- cion, y del respeto que se le debe! Todo está en variar los locales, y mudar la distribución que de or^ diñarlo se suele dar al terreno. Ha- liándose este bien distribuido, se desvanecía el inconveniente que po- dia oponerse por respecto á la quie- tud y espaciosidad de la clausura. Esta pudiera extenderse del según- do piso de los atrios del principal frente á todo lo alto y baxo de la espalda de la Iglesia. El piso supe- rior á los atrios podia destinarse á piezas que no exigen, ó en que no es dable la mayor quietud : ta- les son clases, ó Aulas para estudios, particularmente de Seculares, gale- rías ó claustros para desahogo, Ar- chivos y Oficinas pertenecientes al ramo económico, como Procuracio- nes y otras. Lo mas interior á los costados , y espalda de la Iglesia podria ser distribuido en salas de M 178 ARQUITECTURA, ORNATO, capítulo, celdas, enfermerías , Bí- bliotecas y demás de igual, ó in- ferior clase. 24 Si tratamos de una Iglesia servida por Eclesiásticos Seculares, se evadían muchos inconvenientes con tomar competente area, ó sa- orificar al decoro (que es lo prime- ro) algun espacio del que pudiera darse al cuerpo de la misma. 2 5 Estos respectos y considera- clones tienen lugar en lo mas pe- queño. Basta que sea un sitio pü- blico con destino á celebrar en él el Santo Sacrificio, para que. haya obligación de guardarlas. Podrá an- tecederle un simple atrio circuido de pilares y verjás, y un pequeño vestíbulo : pero siempre carecerá de excusa omitir estos, como reduc- tos de la de- , ó retrincheramientos vocion, debidos, no menos á la Magestad que al . , sosiego y quie- tud que exige la oraciop. No se- rán menos excusables las demás Y MUSICA DEL TEMPLO. 1^9 dependencias, ó piezas accesorias. 26 Todo buen Arquitecto árbi- tro de distribuir el terreno que se le concede para un edificio , dirige sus miras á la ordenación, ó taxis, á la disposición, ó diátesis, al de- coro y á la economía. En lo pri- mero está la armonía particular y universal del todo. En lo segundo, rigurosamente hablando, el uso y distribución que hace del area so- bre que edifica. El decoro le pide caracterice el edificio, é imprima en el aquel ayre que le compete, ya de esplendor, de seriedad , de magestad, ya de marcialidad , de arrogancia, de terribilidad, ó ya de alegría , de gracia , ó de lige- reza. Todas estas qualidades pen- den de principios que se traban y encadenan con una reciprocidad tal, que no se sostienen fácilmente los unos sin los otros. 27 Seguramente un buen Artí- fice encargado de un Palacio, no M2 rSo ARQUITECTURA, ORNATO, determinará la magnitud de un Sa- Ion de parada, no fixarà la de los jardines sin hacer de antemano , cuenta con su terreno , y con las proporciones respectivas de todas las piez^as. Sabe bien que al paso que crecen los ingresos en número y riqueza se aumenta la venera- , çion. Que las entradas del Tem- pío deben disponer el alma para la oración ; y que en ello concur- re á lo que el Espíritu Santo nos intima ^ Sabe que en la casa de Dios no hay una morada sola : vé en fin que el Arquitecto Todopo- deroso previno desde muy lejos los caminos de su Templo eterno con nubes resplandecientes , y con an- tecámaras tachonadas de lumina- res inmensos : no menos que con propiedad hija de una sabiduría, que no conoce límites, anuncia las regiones de los tormentos y de la 1 Ante orationem prcepara animam tuam, Eccie. c. i8. V. 23. • Y MÚSICA DEL TEMPLÓ: l8ï muerte con etnas, vesubios, caverî Das y vórtices de negro y espesó humo, pestilenciales azufres y rorï- rentes abrasadores. ; 28 Enseña al Artíñce la ecoño-í- mía á fixar las medidas, que la dis^ posición tantea: le enseña á apro- vechar el espacio, y sacar el par-», tido posible de los foñdos : se ver^ sa la economía en el trempo , en las qüalidades dé las materias , y en las circunstancias- de los lugares. 29 El arte ofrece un crecido nú- mero de recursos para satisfaceri á las urgencias sin salir de sus domi^^ nios. En las columnas y en las pi- lastras estan los puntos primordia-»- les de donde parten las proporcio- nes de un edificio sujeto á orden. En cinco especies de intercolumnios, y en ocho especies de columna- rios Ï halla un facultativo sobrada- mente ihedios de extender, ó de con- M 3 •* ■ i82 arquitectura, ornato, traer sus ideas. De modo que el ar:» te sabia se proporciona á los casos, como que las especulaciones que sir- vieron á instituirla, se extendieron al modo que las facultades de la Geo^ metría. 30 Esto supuesto, concluyo que lo que se reconoce puesto en cos^ tumbre en los primitivos tiempos, atento á las obras anexas á los edi-% íicios sagrados , no. menos que lo que por la Escritura Santa consta observado por los Israelitas, y por los Judíos: (guardados sus respectos) es tan conforme á la sana teórica del arteque ningún facultativo^ que entienda á fondo su profesión^ se^ consideraría desempeñado, si nó lo consultase. Faltaría, á la buena ordenación y disposición : faltaría al decoro yf .á . la economía. Haria un cuerpo sin pies y sin cabeza, ó lo baria sin proporción , ni armo- nía, ú olvidaría las leyes de la de- cencia, ó desperdiciarla en unas par- Y MUSICA DEL TEIVIPLO- 183 tes con detrimento de otras y del todo. 31 Deberán no menos disponer- se las obras anexas á la Iglesia con consideración á muchos fines. Se ha- brá de evitar en una Sacristía la entrada y salida freqüente de se- glares. Esto se lograría mejor por medios prudentes, y precauciones hijas del arte, que por meras insi- nuaciorfes, amonestaciones y dispu- tas. Sq conseguirá, á lo menos en mucha parte quando las Sacristías , en lo exterior no tengan puertas cercanas á la calle ; porque aunque se cierren , hay mil importunos, que golpean, é inquietan con el empe- ño de introducirse por ellas. Dis- pónganse estas á lo mas interior de las habitaciones de los Ministros: y por lo que mira á las que caen á la Iglesia, esten en parage que nadie pueda entrar, ni salir sin ha- cerse, reparable. Es cierto , que si estas puertas se abxen sobre los Pres- M 4 184 ARQUITECTURA , ORNATO, biterios , mucho mas quando los co-» ros están en estos lugares, se con-! seguiria el fin sin mayor violencia. Una campanilla en la Sacristía con un cordon á la Igdesia , y en un si^ tio no muy visible con una peque- ña ventana al lado , puede servir pa- ra avisar, ó comunicarse, en caso de necesidad, de la Iglesia á la Sacris- tía. 32 Otro punto digno de consí- derarse por la decencia, es que ha- ya piezas que medien entre los dor- mitorios de Párrocos , Sacristanes y Acólitos , y el cuerpo de Iglesia, y que las tales piezas queden sin em- bargo cercanas á él, de modo que pueda pasarse prontamente de una á otra parte en varias ocurrencias que sobrevienen durante la noche. 33 No es circunstancia ménos grave situar los lugares precisos que pueden exhalar fetidez, de modo que no se haga sensible en la Iglesia, ni su inmediación. No dexar en esta y MUSICA DEL TEMPLO. l8¿ escondrijos, de que se sigüea lamen- tables inconvenientes. Los Baptiste- rios serán á la entrada, capaces, y no dentro de Capillas, porque es un sitio que debe tener por único destino la recepción de los Catecu- menos, y la administración del Sa- cramento. 34 Deberán estar fuera del cuer- po de Iglesia las puertas de los Archivos, Colecturías yoñcios, do cuya freqüència puedan seguirse rui- dos, que perturben, ó entradas y sa- Hdas hácia dichos oficios , que in- ducen distracciones y disipación. 35 El fundarse con especialidad en el plano toda la economía de un edificio, me ha obligado á tocar es- tos particularesque pueden tener lugar en el alzado. El hacer deseen-^ so á detalles por menor, es propia- mente materia de un tratado de Arr- quitectura, y este se ciñe puramen^ te á los límites de. la crítica. 36 Es capítulo que pertenece al 186 ARQUITECTURA , ORNATO, plano la disposición de los entlef- ros. Es materia puesta en qüestion^ si deben ser, ó no dentro de la Igle^' sia y de poblado. Respeto mucho á las personas que han tomado parti- do en pro y en contra, para tomar- lo yo, y decidir en un punto de eS' ta naturaleza. Las razones para-la negativa se fundan en la salud pú- blica. La poca habilidad de los Ar- tífices en la fábrica de los cañones de nichos t el descuido, ó floxedad de los Sepultureros en cerrar inme- diata y cuidadosamente los parages en que se deponen los cuerpos : el fetor que estos suelen exhalar ántes de enterrarse : la inconsideración eií baxar á las bóvedas , sin dar lugar á que la comunicación del amblen- te natural de la Iglesia embote la fuerza de los vapores mefíticos y mortíferos, que encierran semejan- tes subterráneos, han ocasionado mil funestos accidentes. Las mismas ra- zones tienen lugar en los Cemente- Y MUSICA DEL TEMPLO. I 87 rics inmediatos á las Iglesias por res- pecto á las vecindades. Hay por la misma opinion motivos de de-\ cencia. No lo es en efecto, que du- rante los Oficios funerales, y en me- dio del Templo , esté infectándolo la corrupción de. un miserable ca^ dáver, mezclada con los inciensos, que se ofrecen á Dios. No lo es, que al abrir una de aquel·las alcobas de la muerte., aparezcan en su seno otros , que el abandono y la incu^ ria dexaron medio desnudos arroja^ dos por .tierra, como si no fueran des» pojos de- criaturas racionales. 37 .Pero si se. previenen estos Ln- convenientes, si se ?:ela sobre lo bien acondicionado de los lugares de se- pultura,;slse vigila sobre los que en- tierran j á. ioS; difuntos , si se sepúl- tan e;n secreto y en tiempo oportu- no los que expuestos en el funeral pueden contaminar la Iglesia : des^ de luego las razones de congruen- cia por nuestra mas común ptáctl- 18 8 ARQUITECTURA , OB NATO, ca no dexan de tener vigor. Yo pro- duciré las expresiones de un Minis- tro Luterano ^, y el lector hará el juicio que quisiere. "Sé muy bien (dice) que á algunos se les opone «nuestra costumbre de enterrar los «cadáveres dentro de la Iglesia, y «exclaman contra ella como suma- «mente indecente, é impropia. Ima- « gino por lo que á mí toca , que «esta opinion procede de una deli- «cadeza nimia y mal entendida. Pre- «supuesto un cuidado competente «en defender los cimientos de la fá- « brica de todo detrimento, y eri «precaver las exhalaciones de qual- «quier efluvios perjudiciales de las «carnes putrefactas ; no puedo com- «prehender que esta práctica lleve «de suyo inconveniente alguno. « La idea de que los nocivos ca- «dáveres (así 'los apellidan) desdi- «cen. mucho en un sitio consagra- I Hevei's, Meditations among the tòmh's.V, ¿4 ^ Lónd!. ■ i'774. - y MUSICA DEL TEMPLO. I 89 f>do á fines religiosos, parece de- ??rivada del antiguo Canon Judayco, "por el qual se declaraba, que un "Cuerpo muerto comunicaba irnpu- " reza á la persona que lo tocaba, y "poluía el lugar en que se deposi- "taba. Atento á lo qual, los Judíos "fueron escrupulosamente cuidado- "SOS en fabricar sus entierros á dis- "tancia de sus casas ; y miraban co- "mo un punto de conciencia el na "permitir que subsistiesen en la Ciu- "dad lugares de sepultura. Pero co- "mo este fué un rito puramente "Ceremonial, parece debió cesar con "la propagación del Evangelio. "No puedo menos de creer,que "en los términos de la economía "Christiana hay propiedad y utili- "dad en la costumbre. Utilidad, por- "que debe hacer mas venerables "nuestras solemnes asambleas. Es "Constante, que quando paseamos "Sobre el polvo de nuestros ami-- "gos, ó nos arrodillamos sobre las I go ARQUITECTURA, ORNATO, J?cenizas de nuestros parientes, es- >rta circunstancia despertadora debe íí darnos golpe con la impresión vi- »íva de nuestra mortalidad. ¿Y qué consideración se puede dar de ma- 5>yor eficacia para excitar nues- «tra seriedad y atención en oir, y "nuestras veras, é importunidad en " orar ? "Por lo que mira á la propiedad "de la misma práctica, parece per- "fectamente adequada al designio "de estos edificios sagrados. Estan "Separados para Dios ; no solo pa- "ra recibir á sus adoradores, sino "también para guardar el menage "del servicio divino, y lo que es en "un modo peculiar de la pertenen- "Cia de la Divina Magestad. ¿No "Son los cuerpos de los Santos pro- "piedad del Todopoderoso ? ¿ No "fueron alguna vez objetos de su tier- "no amor ? ¿No lo son aun de su es- "pecial cuidado ? ¿No ha . proferido "un mandato concerniente á los hue- Y MUSICA DEL TEMPLO. I 9 I vsos de SUS escogidos? ¿No ha en- cargado al océano, y intimado al «sepulcro guardarlos hasta tal dia? « Quando las rocas brillantes de «preciosas piedras, ó las montañas « ricas de minerales serán abandona- « das al fuego devorador , ¿ no se- « rán aquellos preservados de la des- «truccion abrasadora? ¿No serán « trasladados al Reyno de Jehovah, «y .unidos con el espíritu ; consti- «tuidos sus joyas, y hechos su pe- «culiar tesoro, destinados á resplan- «decer como la brillantez del fir- «mamento, y como sus estrellas por «eternidad de eternidades? « ¿No es Christo el Señor de nues* «tros cuerpos? ¿No fueron compra- « dos por precio ? Comprados ; pero «no con materias corruptibles pla- «ta y oro, sino con su divina y «preciosa Sangre, Y si el bendito «Jesús consiguió la redención de «nuestros cuerpos á un precio tan «infinitamente caro, ¿puede tener 192 ARQUITECTURA , ORNATO, j?lugar en nuestro corazón concebir «como cosa disonante, que desean- «sen dentro de su morada? Diré «mas: ¿no son los cuerpos de los »? fieles templos del Espíritu Santa ? Y «esto supuesto, ¿no se vé una apa- «rente propiedad ántes que la mas «mínima indecencia en remitir es- «tos templos de carne á los tem- «píos fabricados con las manos? «Son aquellos vasos de honor, ins- «trumentos de justicia, y aun quan- «do quebrados por la muerte, tie- «nen su valor como fragmentos de «una taza de oro : merecen ser pues- «tos en seguridad, y en los depó- «sitos mas dignos de honor. «Sobre todo, pues Jesu-Christo «Señor los adquirió á expensas de «su sangre, pues el Espíritu bendi- ?? to los honró con su presencia, ha- « hitando en ellos, pues son verda- «deramente agradables á la vista de «la Trinidad adorable, y ciertos he- «rederos de una inmortalidad glo- Y MUSICA DEL TEMPLO. I 93 n riosa : ¿ por qué deberá imaginarse n impropio admitirlos á un descanso ?>transeunte en la casa de su Padre Celestial? ¿Por que no podrán ya- 7>cer y dormir en los atrios exterio- ??res, quando brevemente serán in- introducidos á las mansiones inte- jnriores del honor y de la gloria 7n eterna?" 38 Si todos los cuerpos que ya- cen en la Iglesia material hubie- ran de entrar algun dia en el Rey- no de Dios : si fueran todos pro- piedad de espíritus, que visten, ó han de vestir la estola de la glo- riosa inmortalidad, pesaban de lie- no, y sin oposición las razones del Doctor Hervey. Pero no es de los hombres el distinguirlos. 39 Yo solo diré, que uno de los primeros cuidados deberia ser (supuesta la práctica de enterrar en la Iglesia) el formar subterráneos bien acondicionados para el efecto, y quando por distinción se haya de 194 ARQUITECTURA , ORNATO, hacer en el pavimento algun hueco separado, sea formando caxa de manipostería, ó de piedra cubierta con una losa grande y ajustada con exâctitud. ¡Que lugar dan estas pá- ginas para escribir grandes senten- cias! ¡ A quantos pueden hacer sa- bios ! i Que dolor será dexarlas esté- riles y mudas, ó únicamente rotu- ladas para lisonja del que ya no pue- de leerlas 1 ¡Que lastima contentar- se solo con escribir el nombre del hombre que no existe! ¡ y que con- sista su pompa en unos vanos dic- tados, que desapareció la muerte con el sugeto que los llevaba ^ ! 40 ¡ Pero que realce dan á la se- riedad augusta del Templo los exem- piares que en Sevilla, Valencia, To- ledo. Burgos y otras Ciudades de nuestra España puso la ilustrada gratitud de nuestros mayores, per- petuando la memoria de tantos Prín- • I Constituciones Sinodales del Ilustrísimo Zapa— ta, tit. 2 §. 12» Y MUSICA DEL TEMPLO. igg cipes, Prelados, Guerreros y nobles Patricios! ¡Que dolor, que no los imi- temos con tanta freqüència ! Por to- da la Europa, no solo católica, si- ho aun separada, se ve extendida y subsistente esta costumbre. 41 Diré también, que si estos depósitos dicen bien en el cuerpo ó entradas de la Iglesia, desdicen mu- cho debaxo de los altares Estos sitios están reservados á los Már- tires de la Religion : los consagró al reposo de sus reliquias la sabia con- sideración de los Santos Prelados de los siglos primitivos. Sin embargo, la devoción atraxo á sus cercanías los cuerpos de los demás fieles , y -estableció costumbre el hacerse en- terrar en las Iglesias 42 Supongo no muy decente, ni compatible con el aseo, y aun propenso á infecciones perjudicial N 2 * î Id. Constit. Sínod. ut sup. a Moeurs Íes Çr^t. tg6 ARQUITËCTURA , ORNATO, les, el abrir fosas, y remover tier- ra dentro del ámbito del Templo, En tal caso, será menos inconvenien- te el uso de un Cementerio cerca- no, pero no expuesto al registro, ni contigüidad de las oficinas que ha- bitan los vivientes : no todos se fa- miliarizan con vecinos de esta cía- se, ni el registrar desde una ven- tana los espectáculos que en tales lugares se representan, pueden de- xar de remover la naturaleza. Bas- ta que se miren por de fuera para que puedan servir de instrumentos á la gracia. 43 Dificilmente tendrá lugar 1q hasta aquí propuesto, si no se lie- va por máxima fundamental el ce- ñirse á los caudales, y ceñirse al ter- jeno y ó fabricar , con proporción á uno y otro, ó si no alcanza ni uno ni otro, omitirlo para quando haya pro- porciones.-Esto lo previno el según- do Concilio Niceno í , aunque aten- I Can. 17. Annat, ^pj^arat. Theolog, Y MUSICA DEU TEMPLO. 197 dîendo de camino á otros fines, que no son de mi intento, ni facultad. Pero es cierto siempre que una obra comenzada sobre un plan vicioso, ó bien incompleto , suele ú ocupar in- útilmente un terreno , ó impedir que se fabrique otra como debe ser. CAPITULO ra. Del alzado, de una . 44 !S:s el aspecto exterior fábrica, como un discurso prelimi-r nar hecho de bulto, que atrae, ó Tetrae la curiosidad en favor, ó en contra de lo que encierra , á propor- cion de lo que ofrece á primera vis- ta. Puede por tanto la forma exte- jior de un edificio consagrado á Dios, ser una excelente estratage^. ma del arte, en que la Religion y -el bien de muchos se interese. Aque- 41a providencia que nos agregó en nuestros sentidos unos compañeros tan importunos, para, lo que con- N3 I 9B ARQUITECTURA, ORNATO, cierne á nuestros intereses morales^ nos dió el desquite en que la avi- dez misma, que inducen en nuestras pasiones, sirva muchas veces de pre^ venirnos los contravenenos, y de conducirnos al camino seguro quan-»- do andamos extraviados. 45 No es nuevo pasar un hom- bre distraído por delante de uno de ' estos asilos de la devoción i^:orpre- henderse á la primera vista : sobre- cogerse con un temor respetoso: complacerse con la proporción ar- moniosa : agradarse de la conformi- dad del aspecto con su gerarquía y su destino: excitarse la curiosidad^; y ser llevado por sus sentidos adon^- de estos mismos le han hecho pasar con suavidad el amargo trago del desengaño. Así cierto personage, de- seando ganar á otro, que andaba per- dido, lo consiguió dexándole á ma^ no sobre un bufete un libro piado- so, primorosamente enquadernado. 46 Estas consideraciones deben y MUSICA DEL TEMPLOc I , 99 dirigir nuestra primera atención á la buena forma : porque de ella na- cen las impresiones que mas intere- san : y porque es mas duradera, que los accidentes de las materias ricas. Todavía conmueven aun diseñados los que fuéron Frontispicio de Ne- ron Ï, Septizonio de Severo, y An- fiteatro de Vespasiano. Discurre el comentador de Vitruvio citado ar- riba "que desde luego todo está wen proceder con razón y con ele- ?ígancia; así como se explica Vitru- wvio atento á Cossucio y á Gneio w Mucio en el presente lugar : sin í? embargo de que las obras de que N4 I Se ven grabados de una cosa que llaman Fron- tispicio de Nerón que fué demolida el año de 1620 , poco mas ó ménos. Pretenden algunos , que fué un Templo dedicado al Sol por el Emperador Au- rellano : otros que fué un Palacio. Por tradición -vulgar destituida de verosimilitud han creido mu- , chos que Nerón hizo levantar aquella enorme mo- Je, cuyas columnas tenian seis pies de diámetro para ver arder la Ciudad de Roma. a P. I §. 83. 200 ARQUITECTURA , ORNATO, »íse trata no fuesen ' executadas éfí marmol. Dándose en la misma fá^ ?íbricala diligencia cuidadosa y su- tileza de arte, no dexaba por eso ??de considerársela digna del título »de obra magnífica, y de ser ape- nidada por cosa de suma autori- «dad entre las primeras y superio- «res. Atribuye Vitruvio á los Ita- "lianos alabanzas dignas á compa- "ración de los Griegos : y mayo- "res por haber trabajado excelen- "temente en materias humildes 47 No es incompatible con un exterior humilde lo venerable, ma- I Adunche ogni cosa consiste in 1' operare corit ratione, è con elegantia : si come dice Vitruvio quivi di Cossutio , è di Gneio Mutio , licet non fussero epse opere fatte di marmore. Tamen es- sendo in epsa fabrica la solerte diligentia, è sub- tilitate dil Arte, per questo non desiste à che non fusse d' habere titolo d' opera magnifica, è di non essere nominata per cosa de maxima intra autoritate, le prime et summe opere. Atribuisce Vitru- vio à gli Italiani digne laudi à Greci comparatione de lí : et magiori per habere epsi ecelentemente operato in humile materia, Jj. ^ Cornent, Cesar Cesariano, ■por fol, C, b. Y MUSICA DEL TEMPLO. 201 gestuoso y serio, ni .tampoco lo es un grado mas ó ménos de riqueza: de que infiero, que aun en la ma- teria hay arbitrios, sea mas ó me- nos rica, para que ocasione las im- presiones que se desean, atemperán- dola con la forma. 48 Notamos arriba la escrupu- iosidad de los Paganos en la apli- cacion de los órdenes de que usa- ban ocasionalmente en sus Fanos y Templos. Los primeros hombres que en la facultad han ilustrado á Ita- lia, se han servido de todos con la misma indiferencia. Esto me da mar- gen para especificar lo que dixe al fip de la primera parte : es á saber, que caben modificaciones sin salir del carácter arquitectónico y uni- versal de Atenas y Roma, y aun sin salir de aquel que les es propio á los edificios consagrados al culto. Seria impropia, é incompatible con la pobreza, de que hacen profesión mas estrecha ciertos institutos Re^ 202 ARQUITECTURA, ORNATO, ligiosos, la ostentación de los már- moles, de los órdenes mas superio- res, y de toda la gran pompa de que son susceptibles. Pero no lo se- ria en una Catedral, una Parroquial, ó en ciertos Monasterios de Reli- giones no Mendicantes, en los que por práctica antigua se tiene espe- cial cuidado en la suntuosidad de los Templos, y en el servicio divi- no, á que particularmente estan de- dicados. 49 Para desempeñarse hay ar- bitrios en la elección de los órde- nes : en el modo de tratarlos ; y asi- mismo en la composición total. En quanto á la elección de los órde- nes , habrá de reglarse á las circuns- tancias de la Iglesia, Ermita, ó Ca- pilla, con respecto á los fondos á y la mayor ó menor amplitud, altu- ra y forma, que el facultativo se proponga, en que no es posible dar regla fixa. Pero como en las mo- dificaciones que en ellos caben, pen- Y MUSICA DEL TEMPLO. 203 de esencialmente el acierto, presu^ puestas la buena disposición y eco- riomía de toda la fábrica ; diré que en el modo de tratar los órdenes cabe también diferencia según el lu^ la amplitud y las circunstan- gar, cias pues en los restos del antiguo, , de los aunque en las proporciones entablamentos con las columnas ha- ya solo diferencias poco sensibles en un mismo orden ; los accidentes de las cornisas, en sus avances, ó proyecturas y en las subdivisiones , de sus partes, como en la distribu- cion del ornato, varían y dan mar- gen al facultativo para elegir lo mas conveniente. Asimismo lo da la di- íerencia con que se han tratado las órdenes por Paladio, Vignola y Es- camozzio, por Serlio, por Leon Bap- tista, Joseph Viola, Pedro Cataneo y otros ; observando la crítica jui- ciosa de los sabios, y la compara- cion con los antiguos de donde se , han tomado. Procuraré hacerme in- 204 arquitectura, ornato, teligible con exemplos. 50 El dórico en su gran manera tiene en sí un cierto carácter marcial, acompañado del magestuoso, que lo constituye propio para los edificios militares: tal es en el antiguo el del Teatro de Marcelo , y tal en el mo- derno el de Vignola y Leon Baptista: pero la arrogancia que lo hace apro- xímar al género terrible, que consis- te en la grandeza combinada con la fuerza, y reconocida en lo grandio- so y despejado de los contornos, en lo atrevido de las proyecturas, en la limpia determinación y definición de las masas, y por último en el corto número de miembros, que por tanto resultan mas espaciosos ; se atempera y aproxima al puramente magestuoso (como se ve en el anti- guo de las termas de Diocleciano, y en el moderno de Paladio y Es^ camozzio), disminuyendo las pro- yecturas, dando alguna mas esvel- tez á la columna, aumentando el y MUSICA DEL TEMPLO» 20¿ número de miembros, como en es- tos últimos exempiares antiguos y modernos se ve practicado con las fajas del arquitrabe, con la labor del lístelo, que corona las gotas de los triglifos, y con la discreta eco- nomía en la aplicación de los orna- tos. Estos no obstante aun así apli- cados, coadyuvarán á indicar el ca- rácter, pero la expresión se debe á las partes mayores. 51 Por lo que respecta á la com- posición total, debe afectar, guarda- da, proporción al modo que una pie- za dramática. Figurativamente se puede decir, que deben reynar en aquella las qualidades que en esta «e piden. Tiene la Arquitectura de común con otras Artes la observa- clon de la unidad , de la verdad, ó verosimilitud, de la costumbre, del tematismo , ó estación, y de la naturaleza; que todas se encierran en lo que es ordenación, decoro y economía, ^ í2o6 arquitectura , ornato, 52 En lo que es la unidad se encierra lo que es la unidad de ca- ráctcr que se puede decir , equiva- le á la de tierqpo y lugar en la Poe- sia dramática. Seria por exemple una especie de anacronismo arqui- tectónico alzar un edificio según un riguroso antiguo sistema griego, é introducir en él trozos del Tudes- CO, que suele apellidarse Gótico. Se- ria contra la unidad de lugar edi- ficar un cuerpo de Iglesia arregla- do con todo rigor al género mages- tuoso á que pertenece, y fabricar el Baptisterio, ó la Sacristía, ó el atrio, ó el Vestíbulo conforme á las máxí- mas , que constituyen el género pu- ramente agradable, que no es pro- pió de tales edificios. Esta conside- ración es extensiva al aspecto exf temo, que es á lo que por ahora se contraen mis reflexiones. ' 53 Enciérrase también en la ex- presión universal de unidad, la que resulta de la armonía de las par..- -W Y MUSICA DEL TEMPLO. 20^ tes entre sí, y con referencia al to- do : y á esta podremos denominar unidad de acción ; por quanto todas, ó primaria, ó secundariamente de- ben concurrir y referirse á un fin. Qualquiera parte en que no concur- ra esta circunstancia , será en ar- quitectura una especie de episodio desatado y digno del castigo de la crítica. 54 Se entiende por verdad to- do lo que es conforme á ella, de suerte, que advertido por los ojos, no lo desmienta la razón, ni la in- comode. Pide que los huecos esten sobre los huecos, los macizos so- bre los macizos, que el miembro mas fuerte soporte al mas débil, y que las piezas que sostienen á otras, no solo tengan una fuerza compe- tente real, sino también aparente y visible. Será por tanto una mentí- ra arquitectónica, un geniecito, que volando se figura sostener un tro- zo saliente de un entablamento. Por ■ 2o8 arquitectura, ornato, eso con gracia nuestro Juan de Ar- fe í, hablando de la solidez de los estribos correspondientes á los arcos (no meramente de piedra, sino de aquellos hechos á su imitación), que según arte piden una solidez apa- rente ; despues de prescribir las re- glas concluye; T siendo de esta suerte no es mendoso, - T de otra será falsoy mentiroso. La costumbre obliga al facuh tativo á especular, é introducir (sin salir del carácter universal de que he hablado ántes ^, ni del género á que el edificio pertenece) aquellas modificaciones que deben tener lu^ gar en los casos particulares con ar- reglo á aquella economía y disposi- ciones establecidas, que son distin- tas en las Parroquias en los Mo- , nasterios, en las Ermitas y en los Oratorios. Será contra costumbre Ï Lib. 4 titf 2. a §.103 part, i. Y MUSICA DEL TEMPLO. 209 faltar á aquella conformación de nos, que está pla? en práctica en tal ó en tal instituto, ú ordenar exem-» pío la fábrica por de una Ca- puchina, Iglesia con un sistema sus atrios, corintio, y con el mismo aparato al orden que es dexará correspondiente : no de y ser en modo contra la algun estación ó tematismo. 56 A este pertenece la del elección ge'nero á que el edificio corres- ponde, y las modificaciones ien de* introducirse que en lo qué concier- ne puramente al decoro, sin darlo del carácter, degra-^ ni ofuscar la disr- tinción del género mismo. La in- troduccion de masas demasiado queñas, la multitud pe»- de trantes ángulos:en* y salientes, las subdivisió- nes de partes, extienden la confu* -sion, anublan , destruyen toda -porción, pro^ queda el carácter el género vago, indefinible. y 57 Debe consultarse la leza natura- primero por respecto á la §i- Ò ^ Io ARQUITECTURA-, OR^ ATO, tuacion ; de esto he hablado ante^ riormente ^ Segundo, para estudiar las particularidades que entran á constituir el género. Del modo de hacerlo he propuesto algunas ideas én la primera parte ®, y las expe- cificaré un poco mas adelante. Con- yíene ahora tocar lo que concierne á la unidad de carácter y á la ar^ fnònía. 58 La unidad de carácter estrié - •ba en que no solo los órdenes ten -r -gan aquel preciso ayre de pròpies ¿ad y dignidad que les conviene, -sino que ; si son diversos en el mis^ -mo edificio, cada uno efi su térmit -no, y con relación al todo, y uno respecto á otro, se conserven la mis^- -ma analogía. Que las partes que nO ■son puramente miembros del orden, pero sí constituyentes de la com- posición . arquitectónica , como ar^ eos, bóvedas, cúpulas, balaustradas y demás", guarden referencia á los I a part. n. p y 10.' a ■ C» ¿V Y MUSICA DEL TEMPLO. 211 ordenes que acompañan. Cada or- den tiene sus impostas y archivol- tas, sus frontones y entablamento: sus jambages para las ventanas y para las puertas ; lo que (si varía en algun modo lo accidental del or- den en el sentido que hemos ficado ántes signi- i ) es necesario acom- pañe y corresponda respectivamen- te. Paladio por exemplo, para sus órdenes usa de una clase de impos- tas, archivoltas y pedestales, que no usa Escamozzio para los Viñola suyos. adopta otros ; y así varios de los Autores clásicos. Digo lo mis- mo quanto á los ornatos : así en su distribución, como en su casta, de- ben guardar esta unidad. Si se exôr- nan las molduras de una habrán cornisa, de exôrnarse las que guar- necen las faxas de su arquitrabe. Si se bordan los frisos, no parecerán bien desnudos los plafones de las coronas , ni los demás miembros del . I §. 48.^ O2 2 T 2- ARQUITECTURA, ORNATO, entablamento. Y finalmente resulla-' rá un compuesto monstruoso de par- tes heterogéneas, si se mezclan chi- nescos, goticismos, y caprichos des- tituidos de autoridad, con el ador- no rigorosamente de orden, que to- do es regularidad y naturaleza. 59 La armonía puede ser inte- ligible,y puede ser sensible. La in- teligible consiste en la razón de pro- porción, que las partes tienen entre sí. De esta goza el entendimiento quando la observa maduramente, pero la goza también la vista al modo que sucede con la proporción armónica de la Musica, que la ob- serva el entendimiento, y la goza el oido : pero así como esta tanto mas aplace al sentido quanto menos com- plicada ; así la que se registra en la Arquitectura quanto menos enre- , dosa y mas próxima á la precision de números enteros, mas se presta al deleyte de los ojos: llegando ya en tal caso á ser con propiedad una V MUSICA DEL TEMPLO. /2Î3 afmonía sensible. Es constante., que no es posible darse proporción en-- tre magnitudes inconmensurables : y que las mejores proporciones son, generalmente hablando, las que es~ tan fundadas en respectos justos, in- mediatos y perceptibles. Qualquiera magnitud que se hace de notar fue- ra de los límites de esta precision, es como en música una disonancia, tanto menos tolerable, quanto mas distante de las proporciones exactas. 6o Esta armonía sensible con- sistente en la conmensurabilidad de unas partes con proporción á otras^ y de ellas mismas con proporción al todo, es lo que propiamente se llama simetría, y esta se registra en dos columnas de un mismo or- den, que siendo de diferentes mag- nitudes, es una de éstas parte ali- quota de la otra, y proporcionales en ambas columnas las subdivisió- nes que arreglan sus basasfustas y capiteles. 03 214 • arquitectura , ornato, 61 La misma armonía consís- tente en la colocación discreta de las piezas nones y de las piezas pa- res, es lo que se llama eurithmia: y se ve quando un escudo de ar- mas, que no tiene pendiente, ó com- pañero, se coloca en un medio^ y dos estatuas se sientan á los lados. 'Así vemos en la naturaleza, que la nariz, que es una parte non, está situada en el medio ; y los ojos y las orejas á los lados en parages que se corresponden. 62 Por poco que se reflexione, se echa de ver la recíproca y dis- creta concatenación de las qualida- des en que consiste la perfección ar- quitectónica. Perfección tanto mas incompatible con arbitrariedades, quanto fundada en razón y conse- qüencia. Se vé que la armonía de das partes entre sí, y con él todo, resulta de la razón de la simetría y de la eurithmia: y que esta mis- ma armonía existe en la solidez, 6 T-MUSrCA DEL TEMPED. Ó I g ^ en la verdad, y no menos en la uni- dad de carácter. Se vé igualmente, que para que este sea inteligible y decidido, es indispensable la expre- sion de él en términos claros. Esta expresión no puede darse sin la sen-» cillez. De que sacamos, que aquella fina ocultación del artificio que ha-t ce el gran mérito de la eloqüenciay^^ de la Poesía, de la Pintura y de la Música ; aquella fluidez aquella na-^ , turalidad , en que aparece á prime- ra vista , que ni la diligencia, ni el cuidado tuvieron parte alguna;, es guardando relación, la misma que constituye el gran mérito.de la Ar- quitectura. 63 Hablando de paso de la Ar- quitectura Gótica del mejor tiempo^ esto es, la que floreciendo en el si- glo trece, produxo las célebres Igle- sias de Sevilla, Toledo, Burgos, Pa- iencia. Avila, Segovia, Strasburg, Reims, Milan, Bec en Normandía^ y.otras; dixe, que dei ella podrían 2 I 6 ARQUITECTURA, ORNATO, los Artistas Filósofos tomar sabias Jecciones ; y al presente conside- ro no fuera de propósito expli-- carme con mas individualidad, pre- supuestos los principios que he pro- curado establecer. No hay duda que en medio del laberinto de tor-^ recillas, pirámides, templetes , ni- chos, estatuas, crestas, trepados demás y que componen este sistema, se hallan rasgos de simplicidad, de verdad, de propiedad, de unidad, de carácter, de armonía y de eu- rithmia. 64 La primera se nota en las partes mayores, cuyos contornos se descifran con claridad en sus pos- tes y arcos, siendo los unos lineas rectas de una extension considera- ble, y los otros curvas de una sen- cilla generación, aunque exornados y vestidos (con especialidad en la parte exterior del edificio) sin ser ofuscados, en lo que es dable, los macizos , por el poco resalto del . Y MUSICA DEL TEMPLO. §17 ornato respecto á ellos. La solidez^ ó verdad en la corta abertura de los arcos, en ser estos apuntados, que desde luego se aparentan mas fir^ mes , contrastando la impresión que lo atrevido de la elevación pudiera inducir. El carácter es un mages- tuoso que eleva. El temperamento de la claridad, la situación de los frentes y costados de Oriente á Po- niente , observada en muchas el co- lor, ó tinta general, y el estar sur jeta á proporciones ^ ( de que pro- viene la parte armoniosa y buena Organización) todo prueba que sus Artífices dieron oidos en algun mo- do á la razón filosófica. 65 Imagino, que si sus postes, torrecillas y arcbotantes no se ha- liaran subdivididos, ya figurando una cantidad de bastones , que jun- tos se ayudan á sostener los cerra- I Véase al citado Cesar Cesariano, Cement, al I lib, de Vitruvio 'Planta y alzado de la Iglesia de Milan, s I 8 ARQUITECTURA, ORNATO, rnentos, ó en cantidad de almenasj ó distrayendo en algun modo la vis-> ta con crestas y adornos; resulta-- rian unas masas continuas, mono- tonas, enormes, que degenerarian en el puro terrible, carácter no pro- pió de tales edificios. Prueba que confirma mi juicio sobre la reflexion filosófica de aquellos Artífices, es la diferencia que se nota en el carác- ter de otras obras suyas en los rar mos civil y militar. 66 Iguales reflexiones pudiera hacer de las obras del medio tiem^ po , que acreditaron á Ontañon, Alonso de Covarrubias , Siloe, An- tonio de Arfe, Becerril, Juan de Or-f na, Juan Alvarez de [Salamanca, Juan Ruiz, y Gumiel. 67 La extension, la altura y la longitud de las lineas de distan^ cia harán determinar el número de cuerpos que conviene á la fábrica, presupuestas las'consideraciones re? feren tes á la costumbre. Podrán exe-j y MUSICA DEL TEMPLO; 2 19 cutarse dos ó mas, siempre que que- pa darse á los miembros aquella grandiosidad que compete á esta ola- se de edificios. Quando las partes son Utiles y abultadas, y el todo bien organizado , la multiplicidad de aquellas, y la distinción lira- pia de sus clases, sorprehende y eleva el alma sin fatigarla. Así se vé en la gran plaza y Basílica. Va- ticana, no obstante la numerosi- dad de sus columnas, estatuas, ba- laustradas y demás que componen aquella suntuosa perspectiva. 68 Si un bello atrio, un vestí- bulo correspondiente, ó por últi- mo un aspecto total de una facha- da, se pueden mirar como un dis- curso preliminar, ó como un pro- logo en un escrito, no será infun- dado decir, que una portada puede mirarse como el primer vuelo de Un poema. Será contra toda buena •filosofia exceder de aquel tempera- mento justo , en quanto á su rique- 2 20 ARQUITECTURA , ORNATO, za y artificio, que corresponde á lo que debe verse en lo interior» Los ingresos han de tener siempre algunos grados de inferioridad que los distingan de lo mas considerable del cuerpo de la fábrica. Esta pro- píamente sencilla moderación que- brantada, será respectivamente en la arquitectura lo que en la Poe- sia el fanfarrón Bê:lla per emathíos,.... que criticamos en nuestro antiguo paisano. - 69 Supuesta la fachada de dos cuerpos, podrá ser el inferior su- jeto á qualquiera de los órdenes. El segundo podrá ser un orden ático^ como se vé en Santa Inés en la Plaza Nabona, obra del Borromi- ni y del Reinaldi, coronado de ba- iaustradas y estatuas, y dexando descollar el domo , acompañado de los campanarios en los costados. En tal caso, una parte saliente del y MUSICA DEL TEMPLO. 2 2 I entablamento de la fachada, será re- cibida por las columnas del vestí- bulo y coronada de fronton. El res- , to podrá ceñir toda la parte exte- rior del Templo sostenido de pilas- tras, con puertas , ventanas , ó re- quadros en los intermedios. La cor- nisa interior deberá guardar el mis- mo nivel, en cuyo caso la altura del orden ático proporciona la ele- vacien de las bóvedas, á cuyos em- puges laterales sirve de estribo la mayor expansion del primer cuer- po, que incluye las capillas á uno y otro costado. Podrá también ha- cerse el segundo cuerpo del mismo orden que el primero, que es mas conforme á la estrecha opinion de los Arquitectos ^ : ó de diversos, como se vé autorizado en la Igle- sia de Santiago de los Incurables por el Volterra y Cárlos Maderno. Constando de los dos órdenes com- I Mr. de Chambray, Paralel. ds V Architect. 6V« Prefac» 2 22 ARQUITECTURA, ORNATO, pletos, podrá hacerse con retraimien». to en el segundo (como se vé en la Iglesia de Jesús por el Vígnola) acompañado de arcbotantes, y co- roñado de fronton. En este caso un cuerpo ático en la parte inte- rior, de la altura de los basamen- tos del segundo cuerpo exterior, y descansando sobre la cornisa prin- cipal de la Iglesia, que se supone á nivel de la del primero y exte- rior cuerpo, sirve de fundamento al arranque de las bóvedas y ar- eos. En la mayor amplitud de este mismo, y por los costados quedan situadas las capillas, que con sus muros sostienen los empuges de las naves, como en el caso anterior, ahorrando los estribos , ó arcbotan- tes al descubierto, que se ven en las Iglesias del modo tudesco. Puede colocarse un orden sobre otro sin retraimiento como se vé en San , Luis de los Franceses (obra de Já- come Porta) coronado de su fronton; Y MUSICA DEL TEMPLO. g 2 3 6 en San Lucas , arquitectura de Pedro de Cortona. Finalmente, pue^ de reducirse á una ordenación sola, como la sencillísima, y noble facha-» da de San Ambrosio y San Cárlos, del diseño de Honorio Lunghi. f . 70 Esta variedad, que admite un cuerpo arquitectónico en lo esencial y accidental, da infinitos recursos á la economía y al ahorro, quan- do es preciso para desempeñarse bien pon poco. ¿Quien imagina que la buena forma puede hacer mas eos- tosa una Iglesia que se erige en un Convento reducido, con proporción á su instituto y facultades? Si los miembros de orden fueran unos me- ■ros ornatos, si no contribuyeran á la firmeza y á la solidez, si no tu- vieran su origen en la necesidad, es- -taría bien imaginarlo: pero supon- .gamos que la Iglesia en qüestion 'Sea reducida á una sola nave, ¿quam ,to mas arreglado á razón será tra- tar primero de la belleza de sus parj Ê 24 ARQUITECTURA , ORNATO, tes esenciales, que de sus accesorias? ¿Quanto mas regular será ahorrar de adornos interiores, de los mu»- chos que en sí ni significan, ni sirven al culto, y asegurarse primea ro de la buena formación de la obra? Con muy poco ahorro. se saca lo suficiente para erigir un simple or-» den, reduciéndose á qüatro colum- nas que sostengan la parte salien-» te de un vestíbulo, dos arrimadas al muro por frente de las laterales, quatro pilastras, ó antas repartidas á un lado y otro del resto de la fa- diada: su cornisa, fronton y unos vasos de buena forma, que pueden tenerla aun siendo de barro cocido, podrán formar una composición no- ble y decorosa. Digo lo mismo del resto y de la parte interior. Supon- gase una Ermita. Basta una pequeí- ña rotunda con un simple domo;; su vestíbulo , un acompañamiento de pilastras embutidas en contorna, unos cogines sin molduras en los im* Y MUSICA DEL TEMPLO." 22$ termedios, y una cornisa aseada. Habiendo mas medios, podria ceñir- se de un peristilo. 71 Por este, ú otro término podria sacar exemplares, si mi fin fuera escribir un tratado de Arqui- lectura de Templos. Pero reducién- dose á extender buenas máximas en la materia, y á exponer las reflexió- nes que son necesarias para no er- rar , para acertar con economía , y para corregir los muchos abusos que en este importante punto se han in- troducido, creo cumplo con remi- tir los lectores á los columnarios, y sus disposiciones en Vitruvio : al tratado de Templis Romanis de Pa- ladio: á M. Desgodest en el suyo de los Edificios antiguos de Roma: al Lexicon Arquitectónico de Pen- ther: á Buenaventura de Oberbene sobre los restos de la antigua Ro- ma: al Comentario sobre Ezequiel del Padre Juan Bautista Villalpan- do: y al Padre Lami,atento ai Ta- P 22 6 ARQUITECTURA, ORNATO, bernáculo, á la Santa Ciudad de Jerusalen , y su Templo. 72 En los mismos términos, y sin excederme, diré de los domos , ó cúpulas, en que caben medios de economizar siempre que sea con res- pecto y proporción de la fábrica. Una cúpula sobre columnario, es mas costosa que la que sienta desde luego sobre el banquillo del carnijon, que sostienen los arcos to- rales y pechinas. Lo será mas aque- lia, si se exorna en su ordenación y ventanage, y si se le agrega lin- terna. Pero los adornos serán mé- nos costosos que de piedra, si se practican de estuco, ó barro coci- do; y el todo tendrá un costo me- dio, si se sienta el domo sobre un cuerpo ático. 73 No entran ménos en cuen- ta los campanarios para el prospec- tus de un Templo. Es evidente, que así el domo, como ellos pueden dar todo el realce á la fachada y al as- p y MUSICA DEL TEMPLO. 2 2 7 pecto exterior. En la Basílica Va- ticana están sin embargo suprimí- dos, y colocadas las campanas en el pórtico ó al , galería superior prin- eipal pórtico del Templo. Es ver- dad que aquella .mole inmensa tie- né dos domos colaterales, que equi- valen en quanto á la armonía eu- rítmica, á la que formarían en su vez dos campanarios. Pero estos se ven acompañando la fachada de la Iglesia citada arriba de Santa Inés en Plaza Nabona, y se ven ^ practi- cados igualmente en otras muchas; su efecto es bello , y acompañan de- corosamente la fachada. Con el eos- to de un campanario, si se supone al- go elevado, se pueden fabricar dos medianos, que siempre favorecen mas que uno solo. Este tiene difi- cil colocación ; porque erigido á un lado desconcierta la eurithmia , y colocado en un medio, ó encubre el domo, ó el domo lo encubre : ade- mas del costo, y de la solidez que Pa L 2'2 8 ARQUITECTURA, ORNATO, requiere en su base y en su cimíen* t'O, baxG el supuesto de subir á la, inútil altura á que se ven ordinaria- Kiente ; mucho mas si se hace exen- to, y totalmente separado del cuer- po de la fábrica. 74 No hay duda que la prácti- ea de poner las campanas en sus aberturas, ó arcos, colgadas de las mismas paredes de su formación, ^ junta con la de voltearlas, hace ne- cesarla en las torres mayor solidez. Una campana pesa siempre mas de su parte , que de la de la maza, yu- go, ó cabeza de madera que se le añade: de aquí se sigue que, siem- pre que se voltean, la fuerza cen- trífuga, con que el mayor peso ti- ra ya hácia fuera , ya hácia den- tro del campanario, hace impresión en sus muros : si son quatro, ú ocho campanas jugando á un tiempo y en sentidos opuestos, es mucho ma- yor el esfuerzo con que contribu- yen al sentimiento de la obra. Esta Y Mu SICA DEL TEMPLO. ^ ]229 me trae á la idea un pensamiento, .que no es nuevo, y que lo hallo ■conforme al decoro y dignidad del -Santuario, y aun á la economía. ► 75 Yo no he hallado, ni ha Ileí- ■gado á mi qoticia, que sea de ce- ►remonia el que den vueltas las campanas. Sus toques, que no son "Otra cosa que avisos, que nos da la Iglesia, ó para que participemos de -SU jubilo en las festividades, ó pa- Ta que asistamos á sus sacrificios, •ó para que adoremos á la Mages- tad, ó para que nos juntemos á orar, -ó para que nos acordemos de las al- ■mas de nuestros hermanos : suelen ■ser una especie de juguete para mur- chachos y zagalones, que tal vez cuesta vidas por entretenerse en ha^ cer agilidades peligrosas, ó por des^ cuidos y aturdimientos. No ha su- cedido una sola vez desprenderse de -la torre una campana ó el , que la •toca. No menos que un tañedor-, ó badajo ocasione la muerte á al- P3 230 arquitectura, ornato, guna persona desprevenida. 76 Las campanas son la lengua de la Iglesia. El idioma de este ve^ nerable cuerpo es el de Jesu-Chris- to, que es como el de su divino es^ pirita suave y dulce, aunque pe^ netrante y eficaz. En lo dicho ha- lio una razón de congruencia para que los campanarios canten, por decirlo así, suave y agradablemen- te , y que no se dexe allí ocioso el .caudal de la armonía y melodía, que tanto poder tiene sobre el corazón humano. En muchas Iglesias hay la práctica de toques por música (aun en la misma Roma): lo que sien- to es, que los Protestantes en In^ glaterra nos dan este exemplo, y no lo seguimos en España. Yo bien sé que hay Iglesias, que tienen fun- didas sus campanas en proporciones arreglados á música ; ¿ pero que im- portan, si se tocan sin orden, ni con- cierto ? Un clave, ó un órgano, aun- que bien templado, hará un efecto , y MUSICA DEL TEMPLO; 231 insoportable, si lo toca á su albedrío uá ^1 que no lo sabe manejar. Creo que e- la causa de no ofendernos en igual LS- grado de esta irregularidad y di- :s^ sonancia es la misma , que impide e- á no pocos conocer las muchas de- a- formidades artísticas, que se colocan ra en el Templo ; á saber, una costum- Dr bre antiquada de ver mal, y de oir 1- mal. el 77 Yo no trato de que lo que . Je se toque sean conciertos de una exe- )n cucion complicada. Hablo solo de ly una melodía grave análoga en su Da modo á la magestad del canto lla- n- no. Con una serie de nueve, y aun de siete voces bien entendidas, con y ¿US correspondientes mazos sujetos n á un cilindro puntuado con el me- n- canismo de los organitos de cigüe- es ñuela, se pueden tocar diez y seis, ó diez y siete canciones por un so- lo hombre : se pueden variar igual- mente los cilindros, ó tambores, y aumentar el número. Se podria de P4 232 ARQUITECTURA, ORNATO, este modo uniformar los toques, y mas si se reducian á pocas voces. Seria vergonzoso y falso decir, que no tenemos en España quienes lo sepan hacer. Será otro error preten- der que ocasionaría mas costo. No hay duda lo ocasionaría , si se tra- tara de que todas las campanas fue^ ran de la forma que se practica co- munmente , y de magnitud enorme. Pero hay un recurso para hacer mu- cho con poco. El substituir en sias Igle- pobres campanas de la forma que las que se ponen en los relo- xes I que vienen de Inglaterra, á que igual tamaño y con menos me- tal tienen el sonido mas fuerte, alia- naría el inconveniente. Estas cam- panas colocadas una sobre otra en I El Autor del por qué de las Ceremonias de la Iglesia (pag. 25) halla significante la de figura del yu- go la campana en imitación de cruz. Si hu- biera alguno que escrupulizase en privar las cam- panas de esta coronación j estaba evadida la di- fícultad con terminar en cruz el barretón, que fegim^nroDoneo, debe atravesarlas para sostenerlas. Y MUSICÀ DEL TEMPLO. 233 d' centro del campanario, debaxo de una bóveda fabricada con inte- ligencia, y circundadas de unas aber- turas parabólicas en lugar de los arcos en que de ordinario se colo- can, propagaria el sonido á una dis- tancia maravillosa. Estas invenció- Des relativas á la teórica del soni- do son añejas y sabidas. El Padre Tosca trae un tratado sobre la pro- porción de las campanas en la par- te música de su Curso Matemáti- CO Ï. El Espectáculo de la natura- leza igualmente. El Padre Ataña- sio Kircher 3 en su Musurgia, y también por lo que toca al arte de puntuar los cilindros. Hay asimis- mo escrito modernamente un trata- dito sobre dicho arte 4, no menos que sobre la teórica de la construe- I T. 2 trat. 6 1. 3 p, 4^3 Valenc. 1757. a T. 14 p. 39 , traducción Española. ■ 3 De Phonurgia. Véanse las Secciones Cónicas de la Chapelle p. 12g. 4 La Tonotechme ou art de noter Gc. , par le P. Engrammeile. Paris 177$. 2 34 -A.R QUITECTURA , ORNATO, cion de los cañones parabólicos V • 78 Este modo de proceder eco^ nomizaría mucho material inútil en las torres, evitaria desgracias, ha- ria mas durables las campanas , da^ ria un poco mejor idea de la cul- tura de la Nación, y lo que es mas, y sobre todo, tendría efectos mas conformes, según alcanzo, al espiri- tu de la Iglesia. Imagino siempre, que dos torrecitas medianas, é iguar les , conducen mas á hermosear una fachada de alguna consideración* Supongo, que siendo un campanario reducido á un arco sencillo, tiene fácil colocación en un pequeño áti- CO, que descuelle sobre el entabla- mento superior á continuación del macizo del muro; tal como se vé en la Curia Inocenciana de Ro- ma. ¿ Sections Coniques de Mr. de la Chapelle p. 112, Y MUSICA DEL TEMPLO. 23¿ CAPITULO IV. T)el interior del Templo, 79 "^^uando á la primera vista, al primer ingreso de un edificio sa- grado, se sienta el alma movida á exclamar como Jacob i verdaderamen- te Dios está aquí^ esta es su casa, es- decir ta es la puerta del Cielo ; podrá también el facultativo, que no ha malogrado sus especulaciones. Mu- cho campo tiene aquí la Filosofia^ la Metafísica y la Magia de las ar^ tes ; pero no tiene menos obligacio- el nes que desempeñar hacia arte, hácia la razón, y sobre todo hácia la Religion. 80 Permítaseme trasladarme á un lugar, que dista mucho del Tem- pío, en que mil veces se filoso- y fa para fines muy contrarios de los que me llevo propuestos. Permita- seme, digo, trasladarme por un mo- mento del Templo al teatro ; \ qué. 236 ARQUITECTURA , ORNATO, dolor, que á él solo se casi sièmpre entreguen sin restricción las fa- cultades de traer y llevar el cora- zon humano ! Al punto que se co- ínete la dirección" de esta encantadora máquina al Pintor, ú al Arqui- tecto, ó al que es uno se ie confiere y otro, la libertad, que por lo común no obtiene sin mil cortapi- sas, el encargado de levantar un -Templo á Dios. • 81 ¿Pero qué efecto no cen produ- en el teatro las artificiosas imi- taciones de las obras da á que luz concibe, y la efecto Arquitectura? ¿Que no ocasionan unas meras som- bras de la naturaleza? Ya se tra el regis- Templo de Himeneo, primeras cuyas lineas parece fuéron tira- das por Venus, ó por Cupido. A su aspecto se embriaga la razón, como y que los ecos de la •apénas Religion llegan á darle alcances. Mu- ■da el telón, y una cárcel abate el lóbrega corazón , y angustia el es- T MUSICA DEL TEMPLO. 237 píritu. Ya los sombríos gabinetes, de Pluton introducen en el alma el horror y el espanto. Una canícula hija del pincel en un cielo cargado de vapores, en una tinta que ro- xea extendida por toda la escena, parece que anuncian una calma ar- diente , que sofoca á los especia- dores. 82 ¿Luego el arte no podrá fí- losofar en el Templo, no deberá apurarse para excitar sensaciones conducentes á fines útiles y sagra- dos en favor de la Religion ? M. de Fleuri, despues de dar una idea del bello orden, aseo, decencia y ma-» gestad de las primeras Iglesias del Christianisme, y manifestar quan- to incomoda á la devoción qual- quier proceder contrario á dichas qualidades, se explica así: " Los San- »ítos Obispos de los primeros si- wglos habian observado todo lo que w llevamos dicho. Estos Santos eran wGriegos y Romanos, por lo común 238 arquitectura, ornato, grandes Filósofos , é instruidos cí^ «todos los ramos que forman una «buena crianza. Sabian que el or- den, la grandeza y aseo de los « objetos exteriores excita natural- , «mente pensamientos nobles, puros « y bien arreglados, y que los afee- y>tos siguen á los pensamientos: pe- « ro que es dificultoso se aplique el alma á cosas buenas en tanto que « padece el cuerpo y se siente heri- «da la imaginación. Consideraban «que la piedad era de mucha im- «portancia, y que merecia portan- «to socorrerla de todos modos. Que- «rian pues, que el oficio público, «particularmente el Santo Sacrifi- «cío fuese celebrado con toda la «magestad que era dable, y que «el Pueblo asistiese á él con toda «especie de comodidad ; que tuvie- «se afecto á los lugares de ora- «cion, y guardase en ellos un res- «peto profundo. Pero en todo ca- «so sabian bien desterrar de aque- Y MUSICA DEL TEMPLO. 239 ííílos sagrados parages el fausto se- wcular, el luxo afeminado, y todo Jilo que puede ablandar el corazón ?? y/herir peligrosamente los senti- j? dos : no querían lisonjearlos , pe- Jiro sí ayudarse por medio de ellos " 83 Dixe pues anteriormente, que el alma se circunscribe y angustia en un lugar estrecho , y se dilata en uno espacioso. Asimismo que la mucha claridad , mucha armonía, mucho concierto, amplitud y pocas sombras proyectas, excitan una cier- ta alegría apacible. También signi- fique que lo sombrío, poco diáfano y monótono de un lugar, las ma- sas simples y las medias tintas, ins- piran tristeza. Sucede también , que los grandes trozos en un sombrío, que casi toca en obscuro, las lar- gas cruxías en cuya lontananza apé- nas se descifran los objetos, infun- den ordinariamente terror. 84 La mocion de la devoción sensible, y la mocion del respeto, 240 ARQUITECTURA, ORNATO, no son ni de tristeza, ni de alegría^ absolutamente hablando. Sin embar- go, participa la primera de la cal- ma de una apacible alegría , y ea cierto modo de aquella inacción al- go soporosa, que suele ser efecto de la tristeza. La mocion del respeto es la misma del temor, solo ser su- mámente moderada. El alma en una palabra se circunscribe y recoge por la devoción y al mismo , tiempo se siente agradablemente afectada de un temor santo- 8/^ Un conjunto pues deformas, accidentes y proporciones análogas al terror, pero muy atemperadas; de formas, accidentes y proporcio- nes análogas á la alegría calma , que concilien la quietud sin disipar el espíritu ; de otras que adormezcan, y que recogiendo el alma no la cir- cunscriban demasiado, ni la angus- tien, será lo que debe buscar un buen artífice. 86 La dilatación y alegría que , Y MUSICA DEL TEMPLO, 24I inspira una nave demasiado espacio- sa y bañada de luz, se atempera sin privarla de diafanidad, con la mis- ma serie de postes que la separan de las otras. Se modera con dismi- nuir la fuerza de la claridad, con colocar el ventanage de modo que los batientes, ó sombras proyectas no ofusquen los perfiles de la fá- brica. Esta luz templada, que con- tribuye á moderar el contraste fuer- te de los claros y obscuros, reco- ge sin entristecer. Conducirá tam- bien evitar una monotonía afecta- da, proporcionando de todos los puntos posibles la vista de objetos diferentes, que sean agradables, se- rios y magestuosos , discretamente colocados y enlazados por el ca- rácter, cuya unidad debe siempre guardarse. No conducirá menos la limpia distinción de los perfiles oca- sionados, ó producidos por masas de contornos grandiosos y nobles, que, sin embargo de ser sencillos, Q 242 ARQUITECTURA, ORNATO, no carezcan de aquel ayre de pro- piedad significado arriba quando se habló de los medios de modificar el carácter de cada orden Final- ^mente, un temperamento justo y concatenación de todas estas parti- cularidades es el blanco á que de- , be dirigir sus miras un Artífice in- teligente. 8 7 He hablado de la forma con abstracción de los accidentes que pueden acompañarla, y con abstrae- clon de la materia que de suyo pue- de llevar las qualidades de color, ó de brillo como mármoles y jas- pes. Como lo mas esencial es la for- ma, conceptúo que todo quanto en algun modo pueda conducir á ofus- caria, ó á destruir su efecto, es.mas ó menos perjudicial á la composi- cion. Comenzando por la suposición mas sencilla, á saber: considerando una fábrica de piedra, tal, que pida un sacado á plan, que deba blan-* I N. 50. 2 p. c. 3. Y MUSICA DEL TEMPLO. 243 quearse, no considero lo mejor el blanco en un grado extremo; pues aunque por la moderación de la cía- ridad se templa su viveza, es nece- sario quando se arregla la cantidad de luz, que debe darse á la Iglesia, guardar respeto á las pinturas que pueden executarse sobre la fábrica, y asimismo á las de los altares. Nun- ca un fondo muy blanco favorece á estas : la escasez de luz podria ha- cerlas desfallecer : por tanto hallo por mejor, que la tinta general del fondo tire algo á perla, ú azulado; de modo, que haga amortiguar el efecto de la luz. Este fondo no mo- lesta la vista , y manifiesta bien los contornos y dintornos de la arqui- lectura, sin destruir el efecto de las pinturas, pues la experiencia y la razón enseñan, que siempre que el color sobre que se sientan es mas claro que los claros mas vivos del pincel, quedan obscurecidas y debi- litadas. Q 2 p 244 ARQUITECTURA , ORNATO, 88 Si la fábrica fuese de piedra de grano, pero tan fino, que per- mita quede esta descubierta, se pue- de proporcionar la claridad al gra- do, ó tempeçamento de color de la misma piedra, supuesto que es- te sea un blanco algo rebaxado, que tire al amarillo, ó al cenizoso, por- que nunca imagino convendria que participase del obscuro. Impide es- te la distinción de los contornos y absuerve en demasía la luz. Obliga- ria dar al Templo mas que la que conviene á la observación del carác- ter, y tal pudiera ser la claridad, que en algun modo ofendiese al efecto de las pinturas. 89 Siendo la piedra fina como marmol ó jaspe, convendria mejor al fondo general la de un blanco argentino , dexando la piedra de co- lor subido para los frisos, y para las fustas de las columnas. Hacen un bello efecto en estas partes, por- que es un punto esencialísimo el á Y MUSICA DEL TEMPLO. 245 descifrar con la limpieza posible los miembros de la fábrica. Es la razón, porque como los términos dé com- paracion hacen mas distinguibles las proporciones de los objetós., se lo- gra mayor lucimiento en las de ca- da miembro respecto á los otros, quando estos se ofrecen á lâ vista de modo con el menor tra- , que bajo pueda considerarlos : y tal su- cede quando los colores de grados diversos se interponen para definir- los : baxo el supuesto siempre de que esto sea en las partes mayores, pues de lo contrario se destruye el efec^ to incurriendo en la confusion. En el caso presente, el friso de un color ofrece mas claramente á la vista las proporciones de la cornisa y el ar- quitrabe : y este mas claro que la columna contribuye también á que resalte la composición toda. La otra utilidad que se sigue es, que se ha- ce mas visible la eurithmia de las partes del edificio. Una serie de tro-» Qs 246 ARQUITECTURA, ORNATO, zos gallardos bien ordenados to- dos , de y un color y una figura, for- ma siempre una bella armonía. Ha- cen un efecto sobresaliente los ca- piteles, basas y ornatos en bronce. Así se veía en algunas Basílicas an- tiguas , pero sin tanto costo lo ha- rian bronceados sobre la misma dra. Sin pie- embargo, reservando ( con menor dispendio) la mayor los riqueza para altares, bien los desempeñarán muy capiteles y las basas en el marmol blanco, y las fustas en piedra de color los frisos. correspondiente á 90 Finalmente, una cion total composi- executada en piedra eos- tosa de pulimento, de beta de color y subido con adornos en bron- ce dorado , es la mejor y mas pia pro- para un Sagrario, un altar , una capilla, ó un panteón adonde con- venga la mayor riqueza; ra el todo pero de pa- una Iglesia es menes- I Moeurs des Chrétiens^ p. 183. Y MUSICA DEL TEMPLO. 247 ter suma discreción, por los incoo- venientes de la difícil graduación de la luz, y del brillo del pulimen- to, que confunde, é impide á la vis* ta gozar de la perfección de las for- mas y de las proporciones del to- do : así como respectivamente acón- tece con las pinturas sobrecargadas de barnices. 91 Por lo tocante al adorno he dicho anteriormente quanta discre- cion pide en el Artífice el modo de distribuirlo, y la mayor ó menor economía en dispensarlo ; pero la regla general es, que siempre que desfigure los miembros y sus con- tornos, ó embrolle la composición, será perjudicial y mal entendido S El oficio del adorno es enriquecer y hermosear un cuerpo, y es opues- to á la razón el que usurpe funcio- nes mas principales, y que no le competen. Q4 X Vitruv. lib. 7 c. Villalpand. tom. 2 p. 43. 248 ARQUITECTURA, ORNATO, 92 Los adornos puramente ar- quitectónicos no estropean los miem- bros, ni desconciertan sus contor- nos. Si se exornan las columnas, se practica con estrias, ó vacías, ó lie- nas. Si lo primero, siempre la costi- Ha que media entre una y otra, de- ?,a limpio y en su lleno el de la perfil concoide de la caña, ó esca- po. Si lo segundo, ó bien se llenen de baquetas , ó parte de boceles li- sas, ó liadas de cintillas, ó bien sea de azucenas, ó qualquiera otro género de adorno, nunca excede del límite de la misma concoide. Si se adorna un medio bocel, se viste de hojas de encina sentadas de modo que no lo desfigure : si se hace con rosas, lo mismo. Si un quarto bo- cel, con obolos que observan su fil. per- Si es un cordoncillo, se forma de cuentas , que conservan su salida y contorno. Si es una ó gola, ó directa, reversa ; y se viste de hojas de parra, ó de acanto, ó de qualquie- y MUSICA DEL TEMPLO. 249 •a otras, guardan el mismo res- )ecto. 93 Pruebas todas de que los sa- bios Maestros del arte, guiados de una razón filosófica, miraron siem- pre el ornato de los órdenes, como una parte accesoria, que de ningún modo debia contrariar las perfec- ciones esenciales del cuerpo prima- rio. Y prueba que debe convencer á los que no piensan filosóficamen- te, de quan detestable es la confu- sion de hojarasca, y lo que peor es, de chinescos sin pies, ni cabezas, pegados á las columnas y entabla- mentos, y las ridiculas contorsio- nes de las cornisas y molduras, en que los ingenios preocupados ima- ginan consistir el primor de sus in- venciones. 94 Toda esta teórica es exten- siva á las Sacristías , Baptisterios y Salas de Capítulo : su conformación arreglada á máximas de arte y sa- na filosofia, será el mejor y mas esen- 2^0 ARQUITECTURA , ORNATO, cial preparativo para que las pie- zas artísticas accesorias hagan to- do el efecto que se desea. Pero tra- tándose primero del cuerpo de Igle- sia, procederemos á lo que á él res- pecta en quanto á ornato, altares, coro, y algunas otras particulari- dades , que merecen una prolixa re- flexion. CAPITULO V. Ornato del cuerpo de la Iglesia, 95 o primero y mas de notar, no menos que de suma importancia, son las pinturas y las estatuas. Aun- que estas últimas convienen igual- mente á la decoración exterior (bas- tando decir, que para este destino solo deben ser admitidas piezas de arte, que merezcan estimación), pa- sare en su lugar á proponer ciertas consideraciones que respectan á al- gunas de las que suelen colocarse dentro de la Iglesia: y por ahora Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 5 I dirigiré mi reflexion á las pinturas. 96 Son las pinturas, no como quiera conducentes en la Iglesia , son Utiles, son necesarias, son indispen- sables. El que dirige la fábrica de un templo, y se hace cargo de to- das sus partes, debe aspirar como todo buen orador, al agrado á la , enseñanza y á la mocion. Es pre- ciso ser poco menos que insensible para no agradarse de una buena pin- tura. Es menester estar negado á ra- ciocinio para no aprender con una material representación, que se en- tra por los ojos. Y es necesario ser de yelo para no moverse con la expresión de un buen quadro. 97 Hay doctos , hay indoctos, y hay estúpidos. La casa de Dios no excluye á sus hijos por sabios, ni por necios : á todos los recibe, y debe cada uno hallar atractivo, enseñanza y mocion, según su ca- pacidad. "Las pinturas, dice Mr. de Fleuri, se hacian especialmente pa- 2¿2 ARQUITECTURA, ORNATO, Jira los ignorantes, á quienes ser- »vian de libros, como dice el Pa- pa Gregorio IL ^ escribiendo al «Emperador Leon, Autor de los «Iconómacos. Los hombres y las mu- iígeres tienen en sus brazos los ni- « ños recien bautizados, y les se- « ñalan con el dedo las historias : ó « á los jóvenes , ó á los Gentiles los « edilican y elevan su entendimien-^ « to y su corazón hácia Dios. 98 ¿Quanto pudieran aprender aun los que no saben leer, con mi- rar las cúpulas , bóvedas y paredes del Santuario? ¿Quantos sin traba- JO y con deleyte se hallarían, sin saber como, instruidos en muchos puntos, que ignoran , no solo reía- tivos á los Misterios de Fe , de creencia necesaria , sino también á la Historia Sagrada y Eclesiástica, al conocimiento de la Religion, del Evangelio, Hechos Apostólicos, tra- dicion y revelación ? I Moeurs des Chrêt. p. 18 g. y MUSICA DEL TEMPLO. 253 99 ¿ Quanto mejor oficio harían estos libros de lectura fácil y de- leytosa abiertos á todas horas de- lante de nuestros ojos , ya para en- señarnos, ya para excitar nuestra devoción, que los damascos, los ter- ciopelos y los mármoles dorados? ¿Serán estos últimos mas capaces de causar deleyte y mocion, que las pinturas? 100 i Que dolor gastar tanto di- nero en adornar los templos sin dis- crecion, ni economía en sacar el partido posible en quanto mira di- rectamente al decoro esencial, pro- pió y característico de la Religion, al honor de la Magestad , y al bien espiritual de los fieles! ¡Que bellos quadros pudieran ocupar al mismo precio el lugar de tantas piezas de sedas galoneadas, que visten insul- sámente las paredes del lugar san- to ! ¡ Quantos en las bóvedas y hor- nacinas hablarian mas y mejor al alma, que los floracos mal dibu- 2 54 arquitectura, ornato, xados y peor tallados, que sirven á embrollar y conservar el polvo y las telas de araña Î En muchas Igle- sias donde no faltan pinturas, falta crítica y zelo en que sean como de- ben ser, á proporción del cuidado que se tiene en que no falten do- rados y grandes maderages. : 101 Este zelo y cuidado en la elección de las Imágenes, se ha ma- nifestado constantemente en la Igle- sia, y en los últimos siglos por el Concilio de la Provincia de Sens, celebrado en Paris en 1528; poco despues por el Sínodo de Ausburg en 1548, y despues por San Cár- los Borromeo en el segundo Con- cilio de Milan, celebrado en 1569. El primero presidido por el Arzo- bispo de Paris Cardenal Duprat, mandó á los Obispos hiciesen qui- tar de las Iglesias las pinturas in- decentes. El segundo presidido por su Obispo Otton Cardenal, mandó no se sufriesen en la Iglesia pintu- y MUSICA DEL TEMPLO. 2 ^ g ras indecentes, ó contrarias á la ver- dad de la historia. Lo mismo repi- tió el tercero No hemos de creer que la pureza de la Iglesia admi- tió, ni permitió pinturas obscenas en su distrito, ni tuvo en esta par- te que reformar. 102 Si nos atenemos al rigor de la expresión indecente , no debemos comprehender que la prohibición de los Sagrados Cánones se terminaba meramente á lo inmodesto, sino á lo que carece de aquella decencia, propiedad, seriedad, magestad y veracidad que corresponde al San- tuario. De aquellas pinturas de de- vocion ideal, que buenas en sí para excitar la devoción del particular, pueden en el público dar motivo á que, ó por los Hereges, ó por los Filósofos se formen siniestras ideas de la devoción de los Católicos, y tal vez de la verdad de la Iglesia, 1 Extracto de la Histor. Eclesiástica por Mr, L'abbe Racine, tom. 9 p. íai y sig. 2^6 ARQUITECTURA, ORNATO, y del examen rigoroso con que pro- cede siempre en las materias pia- dosas. 103 Veamos como manifiesta es- te zelo el Papa Benedicto XIV. Tratando de las Sagradas Imágenes, prohibe la exhibición pública de to- das aquellas que se figuren de al- guna manera no acostumbrada, á menos que preceda la aprobación del Obispo : cita para fundamento de semejante providencia al Sagra- do Concilio de Trento ^ Cita igual- mente al mismo Concilio y otros varios, no menos que la autoridad de muchos Santos Padres con reía- cion á la manera, ó maneras en que deben parecer las pinturas de nues- tro Señor Jesu-Christo y de los San- tos. Discurre sobre el verdadero mo- do con que puede representarse la persona del Padre , fundado en las I En el libro 4 de sus obras p. a c. ai de Serv. Dei Beat, is* Beator, Canoniz. de Sacrés Imagi" nibus. 2 Ses. a g. Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 ¿ 7 apariciones del Génesis, del Exodo, y de Daniel Hace mención de los símbolos de Dios, trayendo la ex- plicacion de un antiguo fragmento, que expone el Senador Felipe Bo- na Roti, deducido de la práctica que habla notado en varios Sarco- fagos antiguos: en el volumen de la Historia de los Jueces de la Biblio- teca Vaticana: en las figuras del Gé- nesis de un antiquísimo Códice Grie- go manuscrito del Lambecio : en el libro tercero de la Biblioteca Cesa- rea : en muchos Mosaicos antiguos de las Iglesias de Roma : en el Me- nologio Basiliense, y en algunas mo- nedas de Constantino. 104 Expone los tres modos con que puede Dios representarse, re- probando el error de los Antropo- moríítas,de que hace mención San Agustín Aprueba que se pinte, ó R I C. 3 V. 8 c. 28 V. 23 Exod. 33 V. 23 c. 7 V. 9 y 10. 2 L. de Hieres, c. 88. 258 ARQUITECTURA , ORNATO, represente historialmente , como en alusión á los pasages citados : ó bien con el fin de proponerlo á nuestros ojos con aquella semejanza, ó apa- rienda material con que se dignó ma- nifestarse á los hombres. Propone y aprueba el modo co- mun de representar el Espíritu San- to en figura de paloma, según lee- mos en San Mateo Manifiesta co^ mo al principio del siglo quinto ha- bia ya en la Iglesia pinturas de la Beatísima Trinidad, deduciéndolo de las expresiones de San Paulino, Obispo de Ñola, en una carta es- crifa á Severo, en que hace men- cion de las pinturas de la Iglesia Vaticana. - 105 Interpreta la mente que tu- vo el Concilio Iliberitano ^, de que hace relación Harduino 3, en prohi- bir las pinturas en las Iglesias : ad- virtiendo para prevenir todo error, I C. 3 V. 16. 2 Can. 3(5. 3 Tom. I Concil. col. 254. Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 g 9 haber sido con referencia á las cir- cunstancias de aquellos tiempos en que se temian expuestos los Paga- nos y Catecúmenos á impresionar- se por su mala disposición de unas ideas de la Divinidad nada conve- nientes. Apoya el Pontífice su opi- nion en la exposición que hace del canon del Concilio el Obispo de Orleans Aubespine : manifiesta la de Schelstrat en su Disertación sobre la Disciplina del Arcano, atento á los causales del referido canon : dis- ciplina relativa á defender de la pro- fanacion de los Gentiles los miste- rios mas secretos de la Religion. 106 Cita una Constitución del Papa Urbano VIII. ^, en que con arreglo al Santo Concilio de Tren- to ordena no se coloquen en las Igle- sias Imágenes pintadas, ni de bul- to, que no esten conformes al há- R 2 I Año de 1642 la 280 : según el orden dej Bulario del mismo Pontífice tom. 5 p. 397. 26o ARQUITECTURA, ORNATO, bito, ropage y configuración de an- tigua costumbre de la Iglesia. 107 Dilátase despues con la ma- yor escrupulosidad en varios dis- cursos, á fin que las vestiduras de las Imágenes de nuestra Señora, y de los Santos, se arreglen precisa- mente á las formas y colores que les son mas propios , según la Histo- ria, y según sus profesiones, ó insti- tutos particulares. 108 Espero no se tenga por im- portuna la introducción de este lige- ro extracto, pues es de camino una prueba harto convincente de la se- ria reflexion que la materia pide, la escrupulosidad prolixa con que un Papa tan sabio la trató, y el caudal de erudición con que quiso exor- narla y fundar sus opiniones I El P. Fr. Juan Interian de Ayala , Mercenario, citado y elogiado en el mismo lugar , nos dexó en su obra intitulada : Pictor Christianus , todo quanto respecta á la propiedad la crítica mas , que delica- da puede pedir ai pincel. Esta obra se ha traduci- do modernamente al español en beneficio de mu- y MUSICA DEL TEMPLO. 26 I 109 No puedo fácilmente per- suadirme sea conforme á ellas la práctica tan común de aplicar á las efigies pintadas pendientes de bul- to, collares y manillas, según y con- forme usan las damas, y han usado de muchos siglos á esta parte. Es- te es un adorno profano, que no imagino aplicable á una imágen de nuestra Señora, y aun quando en un quadro historial convenga á al- guna Santa, ó Reyna, ó Matrona de distinción (según la costumbre R3 chos Pintores , que no podrían hacérsela familiar en el original, en que sin duda para hacerla mas universal la quiso escribir el Autor. Don Antonio Palomino en su Museo Pictórico , trata muy por extenso la materia en especial tocante á alegorías y quadros doctrinales. Sobre los abusos en las pin- turas, é Imágenes, se puede ver á Ciampino part. % eter. monim. c. g «. i y sig. Teófilo Reinaud. Oper. t. 8 Sanct. Joann. Mtav, Christianit. Lug- dun. p. 197. Juan Bautist. Thiers tract, de Expos. Sanctissimi ò'acram I. 1 c. 1 p. 2.33. Véase el lu— har citado. Del cap. 11 del lib. 3 del Mrt. de la Pintura , que escribió Francisco Pacheco, comienzan prolixas y discretas reflexiones sobre las Pinturas Sagradas , que concluyen con la misma obra. 202 ARQUITECTURA, ORNATO, del tiempo , á que el quadro se re- fiere) podrá hacer tan buen efecto, y ser tan conducente pintado, co- mo es de positivo incongruente, des- tructivo del quadro y de su efec- to, y al mismo tiempo mal enten- dido, si se aplica de bulto, en me- tal, piedras preciosas, d cosa que le valga. lio Por mucho que el quadro imite á la naturaleza, de lo pinta- do á lo real, hay una distancia po- co menos que infinita. No hay gra- do de colorido que sea capaz de al- canzar en fuerza los claros, ó los reflexos de los metales , ni de las piedras. Quando es solo el colori- do á quien se debe su imitación, es porque proporcionalmente á lo que su intension., ó viveza rebaxa por respecto á la realidad, rebaxan los demás grados de color respecto á ellos, y hacen su efecto, porque los términos de comparación son todos homogéneos y proporcionales. Pe- Y MUSICA DEL TEMPLO. 263 TO como las materias de bulto y relumbrantes son del todo hetero- geneas á la Pintura y á los tonos comunes del colorido, debilitan pre- cisamente, y casi apagan el efecto del quadro, como una gran antorcha encendida destruye el de la luz de una vela. III Me parece que se infiere quan poco filosofan los que pegan á los quadros semejantes adornos, imaginarios, impropios, y tal vez risibles. ¿Pues qué diremos de las orlas doradas, bruñidas y recarga- das de foliages ? En hora buena que el metal se dexe ver en ellas. Este guarnece y no interrumpe la conti- nuidad del colorido ; pero la discre- cion pide que los mates, ó bron- ceados mitiguen la viveza de los bruñidos , y ayuden á definir con claridad el dibuxo de la orla. Mu- chas veces una trabajada con lige- reza y conocimiento, en que sin de- xarse de ver el metal, alterne con R4 264 arquitectura , ornato, él un fondo de piedra, ú estuco de un medio color, suele hacer con el quadro un compuesto mas armonio- so, que hiciera una doblemente abul- tada y relumbrante, aun executada por una mano diestra. 112 Si nos atenemos al sentido estricto de las expresiones del Papa Benedicto XIV. sobre la propiedad de los hábitos de las Imágenes, ' no hallo por donde puedan autorizar- ' se los ropages postizos de sedas y terciopelos bordados en las de Je- su-Christo, de nuestra Señora y de los Santos Apóstoles. Lo mismo di- I ré de los hábitos monacales de se- mejantes géneros guarnecidos equi- valentemente en los Santos Religió- sos. No nos dan por cierto una idea adequada de la humildad y pobre- za de que nos dieron tan ilustres exemplos. Yo creo que la causa prin- cipal de esta costumbre tan intro- ducida, sea cuidarse poco de que las efigies sean piezas sobresalien- Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 6 ¿ tes de arte, y pretender supla el Barnizador , el Bordador y el Sas- tre, lo que el Escultor ignorante no pudo conseguir. Son estos brillos y adornos unos medios muy débiles para elevar el espíritu á Dios. 113 Si filosofamos un poco, echaremos de ver por experiencia, que una persona respetable por sus virtudes atrae mas nuestra vene- , ración vestida pobre y humildemen- te que con unas , ropas escogidas y finas aunque no excedan los lími- , tes de la moderación. Al ver un San Francisco, dechado de pobre- za evangélica, con un hábito rica- mente bordado; primero me entra por los sentidos una brillantez aná- loga á la pompa mundana , que por la imaginación una idea de las vir- tudes de aquel exemplar que la Re- ligion me propone. No se puede ne- gar, que hace mayor constraste y excita mociones mas vivas exâlta- do sobre las aras un exterior peni- 206 ARQUITECTURA , ORNATO, tente, pobre y humilde, rentándose que apa- con una gala inverosi- mil en la persona que se nos re- presenta. No és menos verdad, una que estatua de bronce , ó de mar- mol parece que diviniza á su totipo, é induce pro- en el alma unas ideas mucho mas elevadas* 114 Con lo que cuesta un ves- tido bordado, que con el es preciso tiempo reponer, se hacer pudiera tal vez una excelente de estatua, ó bien piedra, ó quando menos á su imitación una de madera, receria que me- mejor ocupar el grado, lugar sa- que muchas otras, mé- rito consiste cuyo , si se puede decir así, en el socorro mecánico del del barniz, oro y de la seda. 115 Se aparenta desde contra luego, razón , que se mire como un premio del arte, el poder introdu- cir aquel, ü el otro artífice una obra de su mano en la galería de un Prín- cipe; ¡y queen el Templo de Dios Y MUSICA DEL TEMPLO. 267 haya puerta franca á piezas ende- blísimas y lastimosas, que disipan, mas bien que conciiian la devo- cion! Hallo muy disonante, que eri- giéndose estatuas de bronce y de marmol á la memoria perecedera de los que el mundo llama héroes; no tengan siempre lugar estas ma- terias sólidas y durables para en- salzar las propiamente virtudes, y celebrar la gloria perdurable de los héroes de la Religion. 116 Si consultamos la Escritu- ra Sagrada, hallarémos que los Que- rubines del Propiciatorio fuéron de oro Ï ; los que Salomon puso por sosten de las diez fuentes, que ser- vian á lavar las carnes de las víc- timas, y podrá reconocer el lector en el Villalpando », fuéron de me- tal. Eusebio de Cesárea las men- ciona de igual materia en las Pla- zas de Constantinopla 3. Nada di- I Exod. ag V. i8. a 3 Reg. c. 7 v. 29. 3 L. 3 c. 48. Videas etiam adhuc^ licet apudfon- m 268 ARQUITECTURA, ORNATO, ré de las que constituyen uno de los ¡ ornatos mas considerables de las Iglesias de Roma, y de las prime- ras Catedrales de la Europa Cató- lica. 117 Pero sobre todo , ¿veremos con indiferencia, que los Paganos erigiesen á sus mentidos dioses es- tatúas de metales preciosos, de mar- fil, de pórfido, y de exquisitos már- moles , y atraerse la admiración de los conocedores de las artes el Apolo de Belvedere, el Hércules de Farnese, y la desnuda Venus de Médicis; y no desagraviaremos en algun modo, no digo la de Religion los verdaderos creyentes ; pero aun la misma razón humana , humi- Hada y envilecida con el abomina- ble sistema de la Teología Gentí- lica, dando testimonios mas dignos fûT in medio foro pósitos Pastoris prceclari illis symbola, qui sacris litteris eruditi sunt satis Danielem cognita. quoque cum leonibus in cere incisimy duri- que laminis splendescente^ à Y MUSICA DEL TEMPLO. 269 y permanentes de nuestra venera cion al gran Dios que adoramos, á su ínclita Madre, y á los Santos nuestros mediadores? 118 Hay Imágenes tan deterio- radas por el tiempo, como dignas de tenerse en gran veneración, y conservarse por su misma antigüe- dad, y por otras muchas razones que dicta la Religion. En estas se hacen indispensables las vestiduras. Todo lo tuvo presente el Ilustrísi- mo Don Antonio Zapata , Obispo de Cádiz, despues Cardenal, en sus Constituciones Sinodales citadas ar- riba I. 119 "Por los grandes inconve- unientes (dice) que la experiencia »ha mostrado, que resultan de ha- wber Imágenes vestidas, mandamos wque se excusen en todas las partes »quc fuere posible, é las que se permitieren tengan vestidos pro- >ípios , los quales no se presten pa- I Tit. II. §. 2. 270 ARQUITECTURA, ORNATO, »ra cosa alguna, y no las vistan »>mugeres, ni seglares, ni les pon- »gan afeytes , tocados, ni lechugi- »>llas, ni las saquen fuera de la Igle- »>sia para adornarlas; y los Vica- wrios no consientan que se pongan » Imágenes vestidas sobre los alta- » res, por pequeñas que sean, contra >?el orden que aquí se da. 120 "Y vean las que han de sa- »^lir en procesiones, ó insignias , y » no consientan que salgan, si no es- »? tuvieren conforme á lo aquí dis- »»puesto; ni los Cofrades, ni otras »» personas ténganlas dichas Imáge- »»nes en casas particulares, sino den- »? tro en las Iglesias, ó Ermitas, ni »?las lleven fuera de los tales lu- »? gares para aderezarlas : lo qual »? guarden y cumplan todas las per- »?sonas á quien esto tocare, sopeña »?de excomunión." 121 Me atreveré á decir, si que nuestros mayores hubieran po- dido discernir las Imágenes, que á Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 7 I pesar de cinco ó seis siglos habian de llegar á recibir nuestra venera- cion, nos las habrían dexado de oro, plata, ó bronce, que las hubiera de- fendido de la voracidad del tiempo. Es de advertir , que muchas de es- tas Santas efigies no estuvieron ves- tidas en su principio sino de los ro- pages que les fabricó el cincel, ó la gubia. Ahora bien, ¿y nosotros con las experiencias de su deterioro, no procuraremos prevenir á los que nos sigan el mismo, ó los mismos incon- venientes? 12 2 Pero aun suponiendo que las estatuas de que se trata sean únicamente de madera y pintadas, ó coloridas por encima en imitación de las carnes y ropages que le son propios, nadie podrá negar, que to- do lo que pueda conducir á ofuscar la apariencia de sus contornos y dintornos, y á desfigurar las ma- sas de claro, ú obscuro, con brillos de metales interpuestos (aun siendo m 272 ARQUITECTURA , ORNATO, con la posible moderación) debe ser- les perjudicial, y mas ó menos con- tra el buen juicio. 123 Se verá por lo común, que todo Artífice diestro desea que sus estatuas aparezcan de un color, ó bien sean de piedra, ó bien sean de metal : y aun quando sean de esta materia, ó le dexa en un mate, que no incomode , ó si lo bruñe, es por partes, y con tal discreción , que convenga á descubrir y definir el todo con la mayor limpieza posible. Y si tal vez la estatua, ó baxo re- lieve es de madera y colorida, ó colorido al natural, pone siempre la mira quanto le es dable en la propiedad y sencillez. 124 Las estatuas que se colo- can en el Templo, y generalmente en parage cubierto, deben estar ais- lad as y fuera de nichos. La arqui- tectura obra en razón, y se funda en la naturaleza. Los nichos se in- ventaron para defenderlas de las Y MUSICA DEL TEMPLO. 273 injurias del tiempo.; y si en para- ges expuestos ai ayre libre, y des- cubiertos se erigen.muchas fuera de tales huesos , no hay razón por qpe en la Iglesia se obscurezcan en ellos, ó sobre un pedestal, ó separada un tanto quanto del muro (si^cs en al- tar) , se descubrirán mejor las per- fecciones de una estatua, y forma- rá un objeto mas serio. Conducirá mucho que su magnitud no sea me- nor que la natural , ni la exceda si está cerca de la vista. Si está elevada, debe aumentar á propor- cion, en que hay reglas establecí- das I. 125 En toda composición mis- teriosa, que deba practicarse de bul- to, aunque tales composiciones es- tarán mejor executadas por la pin- tura, se huirá de suscitar ideas tri- S 1 No tratamos de las que se colocan para ornato en piezas arquitectónicos en punto menor , o por- tátiles, como custodias , arcas para sagrarlos, &c¿ 2 74 arquitectura, ornato, viales y comunes. Se ve en algu- nas partes á nuestra Señora en su tránsito colocada en una cama, co~ mo. las que qualquiera dama de dis- tinción tiene en su alcoba. Ni es propio ni digno del Templo un , mueble de esta especie, baxo forma semejante. Los muebles profanos pa- recen muy mal colocados sobre los ' altares. Deben executarse en tal ca- so de formas extrañas y pintores- cas, que difieran en un todo de lo común ; porque, como he dicho, so- mos materiales, y á vista de tales objetos, en lugar de elevarse el es- píritu, anda arrastrando por las ideas | baxas, ó terrenas ^ que deben ahu- i yentarse del lugar sagrado. No creo f que cabe en buena filosofia pospo- ner la expresión patética de un be- lio quadro, á una estéril y material representación, como la que en el caso nos sirve de exemplo. Quizá este motivo entre otros moverla á ios Padres del quarto Concilio La- Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 7¿ teranense ' á desterrar del Templo los muebles profanos. Pero esta con- sideración es tan conforme á la ra- zon misma, que hasta á los Paga- nos les ocurrió ; y era ya antigua muchos siglos ha. Véase si lo prue- l^a bien Ta expresión de un Poeta, que hemos citado mas de una vez Fuît hcec sapientía quondam^ IPublica privatis secernere , sacra pro- fanis, 126 Iguales reflexiones tienen lugar en la representación de otros misterios, que omito por economi- zar la tolerancia de los lectores. I Conc. IV. Lateran. can. lO afio de laij? -sub Paul. m. a Horat. Poet, ,276 ARQUITECTURA , ORNATO, CAPITULO VI De los Altares, 127 il Papa Benedicto XIV. * hablando de la niateria de que los altares deben executarse , expresa, que la piedra es la correspondien- te y propia, fundado en razones gravísimas ; solo quandó no se pue- da otra cosa, basta con una piedra consagrada por el Obispo de ani- plitud suficiente para la colocación de la Hostia y del Cáliz. Ilustrando despues lo que registra en las Rú- bricas, halla varias razones de con- gruencia, y motivos misteriosos por qué deben ser fabricados los alta- res de la expresada materia. Entre ellos el pasage ^ de Jacob, disper- tando del sueño, y erigiendo en altar, según interpreta San Geróni- mo, la piedra sobre que tenia re- 1 De Sacros. Missa Sacrif. lib. i c. 2, 2 Gen. 28 V. 18. i Y MUSICA DEL TEMPLO. 2 77 clînada su cabeza. Alega también el mandato de Dios, que se lee en el Exodo 3, que prevenia fuesen los altares de tierra, ó de piedra, aña- diendo mas adelante ^ se cubriesen de bronce. El Padre Lami 3, prosi- gue en el mismo lugar, lleva la opi- nion de haber sido de bronce el altar, ó la mesa, ó ara del altar del Ta- bernáculo ; y añade que el lugar del Exôdo , donde se ordenaba que los altares fueran de piedra, no de- be entenderse en quanto á la parte superior que habia de cubrirse de bronce, sino del fundamento, que por razón de acampar prontamen- tC;, permitía Dios se hiciese de pri- sa de los céspedes que estaban mas á mano. . - 128; Cita luego á Juenino 4, ma- nifestando como aunque las persecu- S 3 ■'-ï C. 1 -.v, g. De TaberAW). 3 cap. 6 sect. a. ; 4 De Sacram. dissert, de Eu£ar.\ x\, S c. 3. Ü 278 ARQUITECTURA , ORNATO, cienes de los primeros tiempos die* ron lugar á que muchos altares fueran de madera, en los siglos posteriores se habia mandado por la Iglesia se fabricasen de piedra, y que al fin del quarto estaban en costumbre, como se colige de cier- ta Oración de San Gregorio Nice- no. Reflexiona en fin sobre la ex"- presión del Apóstol Petra autem erat pbristus Ï, como razón de propie- dad advertida por Santo Thomas ® para establecer por punto de disci- plina , que no se erijan altares sino de piedra. Con otras muchas expre- siones del sagrado texto se puede corroborar este mismo punto, qué como tal está prevenido terminan^ temente por la rúbrica 3. 129 No se por qué esta prác- tica no permanece inviolablemente I Ad Cor. » Part. 3 qusst, 83. 3 Altare in quo Sacrosancttmi Missa sacnficium cclebrandum esti^ debet esse F, 48 c.-i20 de Pri:^parcà».oltetKis', Y MUSICA DEL TEMPLO. 279 observada, sin embargo que en mu- chas Iglesias la vemos reproducida de algunos años á esta parte. Si es obstáculo la escasez de medios, no concuerda con esta razón el con- sumirse sumas quantiosas en ma- derages corpulentos cubiertos de oro, y en mesas de'altar de forma caprichosa y arbitraria , que des- pues de deslumhrar cinco ó seis años, ceden su aparente ostentación y valor quimérico á las injurias del humo, y á los asaltos de la car- coma, sin recurso á la reparación, á menos que sea con nuevos inüti- les dispendios, y con riesgo de que el fuego deshaga en una hora el tra- bajo, y afanes de muohos años. 130 Sin embargo , para soli- dar mas estas reflexiones , y conci- liar la economía, si cabe hablar así aun con la riqueza y ostentación; considerémos primero qué número de raltares se exige en la Iglesia por puntp de disciplina ; y despues qué S4 2 8o ARQUITECTURA, ORNATO, es lo que con arreglo á ella debe ser un altar ; y espero que mu- chos se desengañen dé los preten- didos dispendios , que tal vez reze- lan en la execucion de lo que ver- daderamente es mejor yernas arre- glado. 131 Los Padres S. Ignacio, S. Cipriano, S. Ireneo, S. Gerónimo con Tertuliano" ,' no hacen mención en las Iglesias de su tiempO' mas que de un altar No obstante ad- vierte:Graneólas, que habia también Oratorios en el ámbito, donde se celebraba la .Misa. 132 Estos Oratorios son los mismos de que habla el Autor de las'Costumbres de los primeros fie- les destinados al recogimiento' y co- modidad de los que querían retirar- se un poco mas para la oracioni; na- turalmente nada expuestos á. la fre- qüente importunidad de la multitud, y mucho menos á irreverenciasj,iCo- ' í El Papa Bened. XIV. dé ^^ros. MlÀte Y MUSICA DEL TEMPLO/ 2 8 I mo efectivamente estan los altares laterales de muchas Iglesias: pero de esto hablarémos mas adelante. Gonsultemos á -este último Autor sobre lo que era un altar en aque- Has antiguas Basílicas. : 133 Un altar, dice, era una «mesa de marmol, ó bien de pór-^ vfido, tal vez de plata maciza, y «aun á veces de oro, enriquecida »de piedras preciosas, porque no se '^imaginaba hallar materia, que lo j^fuera bastante para tener sobre sí í>'al Santo de los Santos. Bien ma- '«nifiesta este respeto el Ceremonial 'íide :1a Consagración de los Altares; '''pero algunas veces era de madera. » Estaba sostenida por quatro pies, » ó pequeñas - columnas ricas á pro- « porción. Su colocación siempre que «era: posible , fué sobre el sepulcro ^íde algun Mártir^ Porque, como se- « gun costumbre;, sus sepulcros eran '^fre^entados^ se erigían Iglesias «en aquellos sitios., ó,se transferían 282 ARQUITECTURA, ORNATO, SUS cuerpos á los lugares donde se erigían : de donde provino la costumbre arreglada de no consa- grar altares sin colocar en ellos reliquias; y á estos sepulcros de Mártires se les daba el nombre de memorias, ó confesiones. Estaban debaxo de tierra, y se descendia á ellos por delante de los altares Estos permanecían desnudos fue- ra del tiempo del sacrificio, ó so- lo cubiertos de un paño, y na- da se ponia inmediatamente sobre ellos. Despues se incluyeron entre quatro columnas elevadas en, los quatro ángulos, que sostenían un cierto Tabernáculo , que cubría to- do el altar, á que daban el nom* bre de Ciborio por su figura se- mejante á la de una copa vuelta boca abaxo. A causa de que los antiguos usaban ciertas copas ^ que llamaban Ciboria .por la semejanza que tenían con una fruta del Egipto. I Baronio Mártir. 6 de'Julio.- y MUSICA DEL TEMPLO. 283 T34 ?>Todo esto era adornado »con magnificencia. El ciborio y columnas que le sostenían, era mu- síchas veces de plata. Habia pieza jíde estas, que llegaba á tres mil >>marcos de peso. Entre estas co- ?ílumnas pendían cortinas de texi- »>dos preciosos para encerrar el al- ?ítar por todas quatro frentes. El ?> ciborio se adornaba de Imágenes "7 de otras piezas de plata, ó de ?>oro, como también de una cruz »para terminarlo en la parte supe- «rior. Estaban pendientes sóbrelos M altares palomas de plata, ó de oro, ?? para, representar el Espíritu Santo, jí Algunas veces se encerraba allí la «Eucaristía reservada para los en- «fermos, otras veces se guardaba «en simples caxas como son , hoy »dia nuestros copones.'' ; 135 Hasta aquí el Autor cita- do. Esto confirma el Papa Benedict to XIV. con la autoridad de San Pabló Silenciario en la descripción 284 ARQUITECTURA , ORNATO, que este Santo hace del Templo de Santa. Sofía en Constantinopla. Vea* mos pues ahora esta práctica con- servada en el altar mayor de la Ba- silica Vaticana, colocado en medio del crucero. 136 Este, á que dan el nom* bre de la Confesión de San Pedro, consiste en la mesa de altar con un solo Crucifixo de oro encima, y seis candeleros del mismo metal á sus lados. Está encerrado en un rico Baldaquino de bronce dorado de prodigiosa altura , sobre el que se eleva la cruz con quatro grandiosas estatuas de Angeles, que sostienen varios festones y diferentes niños, ocupados con la tiara y llaves de la Iglesia. Descansa sobre quatro grue* sas columnas torsas estriadas del mismo metal, que exceden en su peso el de diez mil libras. Esta má- quina singularísima, obra digna de la magnanimidad de Urbano VIIL, é hija del gusto del célebre Caba^ , Y MUSICA DEL TEMPLO. 285 Hero Bernino , fué fundida por Gre- gorio Rosi, del metal que sacó de las vigas y Í3Óvedas del antiguo Pan- teon, hoy la Rotunda. Quatro gran- des pedestales de marmol adorna- dos de escudos de Armas Pontiíi- cias, sirven de basamento á las ex- presadas columnas hermoseadas con festones;, Angeles y empresas del mismo Pontífice. 137 Al pie de los menciona- dos quatro sustentáculos, que man- tienen con elegancia la cúpula , se ven quatro estatuas de blanco mar- mol de veinte palmos de altura sin la base. Por delante del altar cor- re en figura circular una suntuosa balaustrada , que incluye las esca- leras por donde se desciende á la magnífica Capilla subterránea, don- de baxo el altar se guardan y ve- neran las reliquias de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo. 138 Hemos pues agregado y reunido á los altares, que como he ' 286 ARQUITECTURA, ORNATO, dicho deben ser aislados, unas de- coraciones que no exige el Ceremo- nial. Esto supuesto diré, que si la exposición de la Magestad se hace inmediatamente sobre el altar, co- mo debe ser, pues por muchos ac- cidentes es conveniente dicha situa- cion, no es conducente que pise so- bre el Tabernáculo otro objeto que Q la cruz, ó una Imágen, ó símbo- lo representativo de la misma Ma- gestad que guarda el Tabernáculo. , Por tanto este debe estar separado del testero como la misma mesa , de altar en que está colocado. Vea- mos ahora la forma que parece mas correspondiente á este complexo, sin salir del espíritu de Religión , que siempre debe ser nuestro primer empeño. Para instruir , delectar y mover la devoción es mas á , pro- pósito un quadro , que ningún otro medio puramente visible de los que allí tienen lugar. Si el altar se eri- es ge á honor de algun Santo , y Y MUSICA DEL TEMPLO. 287 por exemple un Mártir, nos ense- ñará y moverá mas la representa- clon de su martirio, que la sola eíi- gie. Una buena pintura la rá expresa- mejor, y á menos costa, que una composición en baxo relieve, ó de entero bulto. Magnífica podria ser de este último modo , pero su costo seria grande, y al todo de la composición le faltarían cier- tas circunstancias, que la Pintura proporciona; mejor en su modo. Si hay caudales para un agregado de pintura y escultura, haciendo lia aque- el fondo correspondiente con un rompimiento de gloria, y orlando el todo un cuerpo arquitectónico ar- reglado, tendría todas las circuns- tandas capaces de formar un com- plexo magnífico. Pero vamos á tra- tar de hacer lo mejor ^ :eiñendonos en lo posible á lo menos costoso. Vil altarito de quatro varas de al- to , que llaman churrigueresco los verdaderos conocedores, y todavía 2 88 ARQUITECTURA , CRNATO, de moda los que no tienen conocí-- mientos cuesta cien pesos en blan^ , CO , que acompañado de una efigie y del dorado alucinador , llega á doscientos y cincuenta ( si no sube á mas ), como sucederá si se trata de estofado, ó vestido bordado, ó cosas semejantes. Ahora pues, tra- temos de economizar este valor tenien- con arreglo á ceremonia, y do en consideración las máximas ya propuestas. Con cien pesos se tiene un quadro decente : con se- senta se le puede guarnecer de una moldura sencilla yrde buen gusto, acompañada de algunos festones lir geros y y coronada^^de un símbolo alusivo parte pintadá y parte do- , , rada con discreción. Con el resto sobra para una mesa de altar de mampostería , forrada ; de marmol; y no creeré excederme en añadir uá para un pequeño Crucifixo, y i. Pero se par de candeleros gastarí I El Autor del moderno Viage de Espáña-,-tò-^ - Y MUSICA DEL TEMPLO.- 289 diez mil pesos: ¿y en que? En un enmaderado excomunal, recargado atrozmente de pegotes de talla, de. efigies en que la crítica no tiene parte alguna, con tal que los colo- riñes y los relumbrones emboben los ojos populares, que se llenan de satisfacción porque no han visto otra cosa. Llega sin embargo la íjloso- fia, ¿y que ve? ve una cosa que lia-» maria (y llamaría bien) algaravía de los ojos, y oprobrio de la razón. No acierta á descifrar aquellos ca- ractéres de pino, ó cedro dorado, y concluye despues de considerar- los, como cierto Sabio acabada de oir una estrepitosa sonata, que no cantaba al alma : Sonata, ¿ que quie- res de mí? Maderage, máquina, ó lo que eres, ¿que quieres decirme? T cando la materia en el tom. 11 pag. a06, con el discreto, é infatigable zelo, que en otros muchos lugares , cita una Pastoral del Príncipe Obispo de Saltzliurg, Primado de Alemania , en que en- carga y ordena la noble sencillez en sus Iglesias 290 ARQUITECTURA, ORNATO, Esto es una ode, ó canción, que con una tropa de palabras retumbantes, al fin nada concluye. ¿Y es posible que estos fantasmones se consagren á Dios? Sin embargo que no se po- dria hacer con diez mil pesos; 139 Supóngase un testero de diez y ocho varas de alto termina- do en arco, y nueve de ancho. To- do este testero se podria pintar con quatro mil y quinientos pesos. Con dos mil se guarnecia de un moldu- ron dorado de buena forma. Con otros dos mil se hacia una efigie, ó un apoteosis del Santo titular (quando no en mármol, en estuco, ó á lo menos en madera imitando al mármol) sobre nubes, ráfagas y al- gunos Angeles. Con el resto habia para un pequeño Tabernáculo con su Crucifixo encima, y una mesa de altar de piedra. 140 Pero tratemos de altares para los Oratorios, ó Capillas de la Iglesia, que ni sean de tanto costo Y MUSICA DEL TEMPLO, 29L como el último , ni de tan poco co- mo el primero. ¿Que cosa mas pro- pia, ni mas útil que un bello qua- dro representativo de un misterio, de algun martirio, ó exemplo de la vida de un Santo, coronado de una cornisa, sostenida de dos, ó qua- tro columnas, y terminada de un* simple fronton ? Si los caudales no alcanzan á que sea de piedra, á lo menos alcanzarán á que sea de es- tuco. Con dos, ó tres mil pesos se puede hacer muy decente. Todo es- tá en medir las fuerzas, y tratar primero de hacer bien, que de ha- cer mucho. ^ 141 Tengamos siempre por sen- tado , que con la mera cargazón ni se hace uno, ni se hace otro. La buena arquitectura es eloqüència de los ojos. Toda eloqüència varonil y nerviosa, oculta de tal modo el ar- tificio, que lo que aparece es pura facilidad. Las mismas calidades tie -r nen las obras de primer orden en T2 292 ARQUITECTURA, ORNATO, la Pintura, y en la Escultura. 142 Mr. de Chambray, que es- cribió mas ha de un siglo, quando aun en medio de la corrupción de la Arquitectura no habia idea de la deplorable talla chinesca ; presentan- do en su comparación de la Ar- quitectura antigua con la moderna, un altar de la Rotunda, dice de este modo: "Para no dexar á mis lee- tores embarazados entre los mo- demos, y quizá también extravia- Sidos del camino recto de la Arqui- Si tectura, voy á ponerles ante la vis- Sita una muestra sacada del Tem- Si pío mas hermoso que nos ha que- Si dado de la antigüedad. Este es uno Side los Tabernáculos de la Rotun- Sida, á fin que vuelvan á imbuirse Side aquella noble y perfecta idea Si del arte, que les he propuesto cons- sitantemente al principio de todas Silas Ordenes (exemplares del antiguó) Si por modelos sobre los que, como w fundamentos inflexibles deben siem- y MUSICA DEL TEMPLÓ. 293 wpre establecer y terminar sus es- jítudios. Porque los escritos de los ?? modernos con este respecto no son « otra cosa que tierra recien movida, «y suelo de mala calidad , sobre que wnada sólido puede fundarse. Pero yy atento á que he dicho anteriormen- íítelo bastante en quanto concier- wne á las modenaturas y proporcio- nes corintias, y que el diseño que ??ófrezco es demasiado pequeño pa- »? ra ser útil á este efecto ; tocaré »? aquí solamente dos, ó tres especies, »?que respectan mas bien á la com- »? posición general del mismo dise- »?ño , que á la regularidad del or* »?den. 143 »? La primera es como mo- »?da, ó manía universal del dia, no »?dar aprecio sino á lo que está lie* »?no todo, y sobrecargado de ador* ??nos y de toda especie de formas, »? sin elección, sin discreción, y sin »? congruencia ni á la obra , ni al »? intento. De tal modo , que esta T3 2 94 ARQUITECTURA , ORNATO, 5> composición de altar será tenida ?ípor muy pobre á juicio de nues- >> tros Maestritos á la moda, los que ;>para enriquecerla, en vez de que el fronton es solamente sostenido de ?» una columna encada lado, harian ?»en su lugar un agregado de qua- ?»tro , seis , ó tal vez mas, con dos, ?>ó tres resaltos en las molduras de ?»las cornisas, á fin de romper la 5» continuación del alineamiento de ?>los miembros, cuya regularidad ?» les pareceria insulsa. Seria también 9» para ellos muy poco un frontom ?» Acomodan en tales sitios con fre- »»qirencia dos, y tal vez tres, uno ?» dentro de otro. Conceptúan asi- 9»mismo, que un fronton no puede ?»ser hermoso á no estar interrum- ?»pido y exôrnado con los lambre- ?» quines de algun escudo, ó á lo me- 9» nos una cartela. 144 ?»Aun á las columnas, que ?»son el sosten y fundamento de los ?» órdenes, no se los perdona ménos Y MUSICA DEL TEMPLO. 295 rque al resto. Se contrahacen, no V solo en sus chapiteles, y en sus ba- ?>sas, sino también en sus fustas.Por^ w que al presente es un rasgo de Maes- ?>tro hacer una caña de columna, ??ó torsa, ó liada por anillos, ó li- ?>gaduras caprichosas, que las ha- » cen parecer repegadas, ó restau- radas. Puédese en fin decir, que ?> la pobre Arquitectura se halla bien «maltratada. No debe echarse la «culpa en lo mas á nuestros Artí- «fices Franceses porque los Italia- , «nos sonen el dia mas licenciosos, y «manifiestan bastante que Roma tie- «ne al presente sus modernos , no « ménos que sus antiguos.'' Hasta aquí el Autor. 145 Efectivamente que la ho- jarasca, que precedió al chinesco, te- nia mucho de lo que dice Mr. de Chambray; pero á lo .menos se vis- lumbran los lineamentos Greco-Ro- manos : ¿ y qué es lo que perdona el chinesco ? Ya los mismos miem- T4 296 ARQXriTECTURA, ORNATO, bros se convierten en adorno. Todo padece transformaciones : empieza siendo cornisa de pedestal, y acaba siéndolo de otro orden, entremetió da en un laberinto de ziczaques. Una moldura se enrosca, ó se pierde, ó se embrolla. No hay columna que no tenga colgantes, estrias, envuel-^ ta salomónica á derecha , é iz-^ quierda ; que no esté empegotada de lo que llaman golpes de talla. Fi- nalmente no se ve en tan mons- truoso modo de fabricar sino me- dios para engañar á los que no ca- lan el espíritu del arte, y evadir- se de las dificultades , que este ofre- ce á los que lo conocen. Pero sin embargo ha reynado aun, si cabe, con mas desafuero que su predecesor. 146 Un espíritu reflexivo va á la esencia. A este, ni engañan las apariencias , ni satisface sino la ra^ zon. El buen Pintor, y el buen Es- cultor, estudian y practican el des- nudo en quanto pueden, y quando Y MUSICA DEL TEMPLO. 297 no, lo hacen traslucir. El buen Ar- quitecto, en su modo, hace lo mis- mo. Sabe que su arte está en la dis- creta y oportuna compaginación del todo, y en la perfección de sus par- tes: procura hacerla patente en quan- to le es dable. En el caso presente le dicta su reflexion, que conviene en el Templo no distraer el alma, sino calmarla : atraerla por un de- ieyte apacible de los sentidos, y mo- verla con objetos propios y edifi- cativos; lo que sin duda conseguí- rá mejor con la eloqüència sólida que tiene para los ojos la noble Ar- quitectura en el grado de pureza que la manejaron los grandes antiguos Maestros. \ Quanto respeto se concia liaría la casa de Dios, si se tuvie- ran presentes estas observaciones! 147 Un espíritu preparado por la simple inspección de su armonía: un espíritu nada distraído por ob- jetos alborotadores, se impresiona- rá mas bien de la devota y propia \ f 298 ARQUITECTURA, ORNATO, representación de los piadosos y sati^ tos. Será un dardo que le atravie- se la tierna mirada de un Imágen del Salvador : la aflicción de la gran Madre dolorida al pie de la cruz; y rodeado por todos lados de apa- riendas, que mudamente le hablan á su interior palabras de devoción y de compunción santa, orará sin saber como, casi sostenido de sus ÏÍ sentidos. ¡Quanto pueden valer estas estratagemas artísticas! 148 Pero tratando de altares, I, quisiera reflexionar sobre su mas oportuna colocación : dexo á parte el mayor, de cuya situación tengo ya dicho lo que me ocurre. La eos- tumbre de erigirse otros, dimana de los Oratorios que se usaban en lo antiguo en las naves laterales de la Iglesia. Hoy dia se ven llenas de altares hasta arrimados á sus ü postes. I 149 Bueno es que la devoción á los Santos se manifieste con mul- i É Y MUSICA DEL TEMPLO. , 299 tiplicados testimonios en honor su-^ yo ; pero siempre será bueno cui- dar de no exponer las sagradas aras á las irreverencias, y á la profana- cion. Durante la Misa mayor, ó du- rante los Sermones, en que la ígle- sia está ocupada de concurrencias numerosas, todo altar que no esté elevado sobre gradas, como según el decoro debe, ó defendido por re- ja, ó barandilla, mucho mas si es- tá arrimado á los postes, ó colum- nas de las naves principales, está expuesto á que por el vulgo igno- rante, ó por el mundo indevoto se le falte á la reverencia. Ya se co- locan encima los sombreros, ya se apoyan los codos, ó ya sirve de espaldar para el inmortificado pol- tron. Ya se vé que puede zelarse. ¿Pero quantos inconvenientes, quan- tos tropiezos hay en esta práctica, quantos motivos para que los in- considerados nieguen el respeto de- bido á los Ministros del Templo, 300 ARQUITECTURA , ORNATO, para que se susciten disputas, y se den escándalos ? Yo creo que el mal se desarraigará siempre que sean colocados propiamente en ó Oratorios, Capillas, que estas estén con la de- bida custodia, y que á lo menos quan- do los fondos no sufraguen á otra cosa, estén los altares un tanto quan- to embutidos en los arcos de las pa- redes, con una barandilla por delan- te, que impida aproximarse á ellos; y que los separe de la inmediación del pueblo. 150 Si atendemos á que el Sa- crificio Augusto , que se celebra en nuestros altares, no puede ofrecerse á otro que á Dios ; á que los San- tos son meramente unos exempla- res que la Iglesia nos propone, y unos intercesores y medianeros pa-? ra llevar nuestras súplicas al divi- no Trono ; hallarémos que aunque parezcan muy bien en los altareSj no es absolutamente necesario que estén siempre en ellos ; ni á la glo- y MUSICA DEL TEMPLO. 30I ría y culto de los mismos Santos quita, ni añade el que precisamen- te sea así. 151 En el Canon y fuera del Canon de la Misa, se hace memo- ria diferentes veces de todos los San- tos sin exceiffecion alguna, y en to- dos los términos que la Religion exî- ge de nosotros ; ya dándoles aquel honor que les debemos, ya inter- poniendo su mediación, ya ofrecien- do sus méritos para proteger nues- tras peticiones. En sus Misas pro- pias se les hacen sus panegíricos, y se pide á Dios por su intercesión. La Iglesia nos escoge las frases mas oportunas de los libros santos, pa- ra que, uniendo nuestra intención al Sacerdote, nos expliquemos en los términos mas concisos y enér- gicos ante el acatamiento divino ; y nos da en las Epístolas y Evange- lios que les corresponden , la doc- trina que debemos sacar de sus exem- píos. 302 ARQUITECTURA, ORNATO, 152 Estas reflexiones deben mo- derar nuestro empeño en que las Imágenes de los Santos, que nues^ tra devoción erige en el Templo, hayan siempre de tener altares, quan- do se opone á la buena economía del espacio de él, y pÉeden seguir- se inconvenientes. Delante de los postes pueden estar colocadas las estatuas, con mucha decencia, so- bre pedestales. Hay otros muchos parages donde pueden erigirse sin ser sobre altares ; como sobre las puertas principales ; sobre las men- solas , quando los postes de la Igle- sia son de pilastras, ó columnas con- jugadas, que resaltan suficientemen- te para dar lugar á recibirlas: en lo exterior tienen sitio oportuno, y dan mucho realce, como llevo dicho, en los pedestales repartidos por las balaustradas que sirven de corona- mento ; en los intercolumnios de las portadas, y en los campanarios. Pero para no extraviarnos, res- Y MUSICA DEU TEMPLO. 303 ta decir del particular ^ y mayor adorno que suele agregarse á los al- tares en los dias festivos. Será con- tra buen juicio desfigurar, ó tapar un altar bueno por adornarlo. ¿ Y que será cubrirlo de papel dorado, flores de la misma materia, azafa- tes de carton , cornucopias, y otras bagatelas fuera de propósito , y con- tra la seriedad que allí corresponde? El altar tiene su adorno, que le es peculiar en su misma fábrica ; y lo tiene en las piezas de su servicio; un Crucifixo, un juego de cande- leros, las Sacras, el frontal, el man- tel, los atriles , pueden ser mas ri- eos en tales dias , y con lo que se gaste de una vez en ellos, hacer una Cofradía un bien raiz (si vale hablar así) , con que se ahorra gastar cada año mucho en una composición mez- quina , nada substancial , y nada oportuna. Ningún dia necesita pa- recer mas en su lleno una bella pin- tura, que aquel, en que se celebra 304 ARQUITECTURA, ORNATO, el Misterio, ó el Santo que repre-« senta ; y mal podrá ser así, si los pa- pelones, espejos, y íloracos distraen la vista del principal objeto. No per- turba menos la multitud de cande- las, las mas veces pequeñas y del- gadas, en cuyo lugar estarían mejor, y formarían un conjunto mas serio y despejado otras mas gruesas, y en menor número Es desgracia que muchas de estas devotas invenció- nes, por poco ceñidas á ceremonia y á buena crítica, sirvan mas bien á distraer, que á conciliar la devo- cion. 153 Resumiendo lo que va di- cho en lo que concierne á los alta- res, hallará un Artista, que todo es conforme á su mejor desempeño. Si es la materia, la piedra y el metal, favorecen á la limpieza y duración I El Ritual previene lo que en el particular se debe observar. Y el Excelentísimo Señor Arzobispo de Toledo ha providenciado sobre este punto por Decreto de Diciembre de 1775. Y MUSICA DEL TEMPLO, de la obra. El trabajo luce más en lo que en ellas executa. Si es.la for-» ma, arreglada al rigoroso antiguo^ proporciona la unidad de carácter con el todo de la fábrica. En la co- locación de los altares laterales se halla la mayor diafanidad y despe^ jo en las naves. Se evita la interrup-r cion de la continuidad en los per- íiles de los postes. Ofrecen un cier- to aspecto mas magestuoso : y de la igualdad de los arcos en que que-^ dan circunscriptos , saca también la euritmia sus ventajas. Esto es, ci- ñéndome en lo posible, quanto pue-^ de ocurrírseme en materia de alta- res CAPITULO VII. Del Presbiterio y Coro, i.¿4 ^Sn las Iglesias antiguas^ y en las Iglesias Griegas en el. dia asistían y asisten el Obispo y los Sacerdotes en el Presbiterio: aquel presidiendo en el medio, y estos á V 3O6 ARQUITÊCTURA , ORNATO, SUS lados en lugares que se exten- dian de una parte y otra en for- ma de semicírculo debaxo de la con- cha, ó bóveda , en cuyo medio se hallaba situado el altar , ó confesión: costumbre que representa aquella misteriosa vision del Apocalipsis, en que el Profeta Evangelista conside- ró los venerables Ancianos sentados delante del Trono de la Magestad. *'E1 Obispo en su trono (dice Mr. «de Fleuri ') con un libro en la mano según los Padres nos lo pin- 9? tan tenia el lugar de la figura 9? humana, baxo la qual parecía Dios. í?Los Sacerdotes eran aquel Senado 99 Augusto significado por los vein- 99 te y quatro Ancianos. El Obispo, 99dice S. Ignacio, preside en lugar de 99 Dios : los Sacerdotes en lugar del 99 Senado de los Apóstoles. Poco án- 99 tes se explica el Autor citado 3. El 99 Obispo se sentaba entónces en su I Pag. 197. ut supr. a. San Gregor. Nacianz. Carm. p. -^8. 3 Pag. 195, Y MUSICA DEL TEMPLO. 30^ trono, que estando en el fondo dé 9>la. Basílica, era el punto de vista ííá que se terminaba la considera- »íCÍon de todo el concurso. Cada Pastor era la imagen visible de judíos ; y como dice San Pablo, era >?el modelo de su rebaño, del mis- ?>mo modo que Jesu-Christo era su modelo particular. Los Sacerdotes fylo rodeaban sentados á los dos la- ?>dos derecho, é izquierdo en el se- micírculo del absis ; los Diáconos estaban en pie. De este modo la Iglesia se semejaba bastante á la » imagen del Paraíso, que refiere San Juan en el Apocalipsi 155 En los primeros de tiempos la Iglesia era costumbre orar y cantar en pie, como se colige en- tre otros pasages de la Historia, del de la vida de San Pacomio % que se nos dice solia estar en pie I Cap. 4. 1 Dion. Exig. Padre Luis de la Cer- da en sus Notas al lib. a de Tertul. 8i(5. Apolog. cap. 30 n. Y 2 f 308 ARQUITECTURA , ORNATO, mientras oraba, extendidas las ma- nos sin recogerlas por algunas ho- ras, manteniéndose largo tiempo en aquella postura y teniendo el cuer-^ , po tan inmóvil como si estuviera crucificado. Se infiere asimismo de las expresiones de Casiano, hablan- do de los Monges de su tiempo : le- w vantándose despues , abiertas las ?? manos al modo que ántes habian orado puestos en pie." La misma costumbre se observaba en el anti- guo Testamento; así se infiere del Deuteronomio ^ del , igualmente Evangelio de San Lucas y del Paralipómenon 3. Sin embargo, el Papa San Clemente mandó se pusie- sen asientos en el Presbiterio, don- de los Sacerdotes se sentasen á can- tar á los lados del Obispo. Y San Atanasio en la Epístola que escribe ad Solitarios se lamenta de , que los Arríanos hubiesen quemado las si- I C. 10 V. 10 Maimonid. de Vas. a Cap. i8 V. II y 13. 3 Lib. a c. 7 v. 6% É y MUSICA DEL TEMPLO. 309 lias del Coro de la Iglesia de Ale- xandría. Estos Presbíteros cantaban ios Psalmos de los Oficios Divinos, y asimismo asistian al Sacrificio ; pe- ro separadamente habia frente del altar (desde luego, como queda di- cho, cerrado por delante por una balaustrada), y en medio de la na- ve, un lugar señalado para los Can- tores, que eran simples Clérigos des- tinados á aquel empleo , el qual lu- gar era propiamente llamado Coro; y de esta disposición procede pro- bablemente la costumbre de los Co- ros en medio de la Iglesia , adon- de asisten en muchas con los Can- tores propiamente tales , el Prelado, y los Sacerdotes, Dignidades, Canó- nigos y Prebendados. De aquí se ori- gina igualmente la práctica de al- gunas Comunidades Religiosas (par- ticularmente de instituto'Monacal) que asisten parte al Presbiterio (aun- que no en la misma ordenación de asientos detras y á los lados del al- V3 310 ARQUITECTURA , ORNATO, tar), y ademas en el Coro elevado so- bre la puerta principal de la Iglesia. De aquí la costumbre en otras, de te- ner un Coro detras del altar mayor, y otro alto, como el anterior, en- frente de él. 156 Imagino, que tratándose de congregar los Presbíteros y Canto- res en un mismo lugar, parece mas conforme á razón , que estos pasen al Presbiterio, supuesto ser Ecle- siásticos , que no el Prelado, y los Presbíteros al lugar de los Canto- res. Primero, porque el Presbiterio es un lugar de preeminencia, de que no parece regular desposeer al Pre- lado y al Clero. Segundo, porque la nave mayor, ó cuerpo de la Igle- sia debe estar destinada al común de los fieles. Tercero, porque el es- tar los Cantores solos en el Coro, no exige que se oculte la vista del altar mayor á mucha parte de la Iglesia durante los Divinos Oficios. Basta para este fin que el Coro es- Y MUSICA DEL TEMPLO. 311 té circuido de una reja no muy al- ta , que no impida registrarse el al- tar de toda la nave mayor : pero estando el Cabildo todo en él, obli- ga la sillería á formar canceles al- tos, ó citáras con tribunas y órga- nos, que ocupan demasiado lugar, inutilizando el resto de la nave. La parte que va del Coro así dispues- to hasta el altar, queda embaraza- da con la cruxía precisa para las salidas que previene él Ceremonial, y el resto hasta la puerta princi- pal de la Iglesia por la razón arri- ba dicha. Quarto, porque regular- mente sucede, que el espacio que queda desde el trascoro hasta la dicha puerta, es el paradero de las conversaciones, é irreverencias du- rante los Oficios Divinos.Quinto,por- que la simple vista del cuerpo de la Iglesia distribuida así, la hace pa- recer destinada con preferencia al Prelado y Cabildo , y debe raani- festarse dispuesta para recibir el V 312 ARQUÍTÈCÏÜRA , ORNATO, cuerpo de los fieles. Es incontesta- ble que el lugar mas propio de la congregación de los Ministros , que son los mediadores entre Dios y los hombres, debe ser el de los p'ri- vados de la Magestad á saber , in- , mediatos á su trono. 157 Conducen en el Coro las efigies de los Angeles, los baxos relieves y medallones con pasages alusivos del antiguo y nuevo Tes- lamento : también serán del caso las estatuas, ó baxos relieves de David, Moyses, Simeon y Zacarías, las imá- genes de los Profetas y Evangelis- tas : las de San Pedro, San Pablo, Santiago el mayor, San Juan, y las de los Doctores de la Iglesia, como Compositores y Escritores de Psalmos Pro- , Cánticos , Himnos , fecías, Evangelios y Lecciones, de que la Iglesia se sirve. El Artista discreto podrá escoger objetos par- ticulares, ó complexos que colocar á proporción de la mayor, ó me- Y MUSICA'DEL TEMPLÓ. 3 I 3 nor extension del sitio , y medios para ello, ya en los coronamentos, ya en los requadros sobre los es- paldares, y hasta en la composi- cion del facistol de Coro, que es, co- mo todo lo demás, susceptible de los primores del arte. ' 158 Todas las estatuas, meda- llones y demás particulares alusi- vos, deben dexarse ver en su lie- no, y atraerse la atención en quan- to sea posible ; porque son los cons- tituyentes primarios del ornato del Coro: y por tanto se procurará siem- pre combinar en la composición to- tal, la simplicidad con la riqueza. Una ordenación arquitectónica tie- ne bastante cómoda aplicación so- bre la sillería : sobre cada brazo se puede elevar una pilastra delicada, y todas juntas podrán sostener un entablamento correspondiente, que circuya el total. En los intermedios hacen muy bien los baxos relieves y medallas. En los coronamentos 314 arquitectura , ornato, de las puertas ó sobre los cabríos de sus frontones, las estatuas. Los antepechos y sillería baxa, podrán formar un basamento caprichoso, pero arreglado y compuesto de par- tes que tengan carácter correspon- diente á la ordenación. 159 Tal vez un mote oportuno de la Escritura Santa, que se dexa ver en un tímpano, ó en un friso, realza, y como que dá vida á toda la parte significante. Una sillería acompañada de un facistol, toda ó enchapada, ó maciza de nazareno, acana, ó caoba , resaltada con ador- nos de bronce, puede ser magnífica en todas sus partes. 160 Confieso que la escasez de medios es poco compatible con las estatuas y baxos relieves, que si han de ser buenos será difícil dexen de ser costosos : pero también lo es con las maderas ricas, y con la carga- zon de adornos, aunque sean de mal gusto ; pues es claro que se executan y MUSICA DEL TEMPLO. 315 muy bien ornatos muy malos. Re- pito por tanto lo que he dicho en otras ocasiones : economícese en las materias, simpliñquese en las formas, hágase poco enhorabuena ; pero sii- pialo la buena elección, y lo deli- cado del gusto. No hay para esta- tuas de marmol ; háganse de estuco. No hay para baxos relieves de bron- ce ; háganse de madera. Y quando no se pueda otra cosa, redúzcanse á pinturas en claro, obscuro, ó sim- pies camafeos imitados por el pin- cel, los quales pueden transportar- se á poca costa de mucha distan- cia, si tal vez en el lugar no hay Artífice capaz de executarlos. 161 ®n todas estas máximas re- lativas al Coro, saca un partido ven- tajoso un facultativo. Se goza en su lleno la vista perspectiva de la na- ve mayor , que de otro modo se pierde : y es el todo de una Iglesia. Queda exornado el primer cuerpo de la Capilla principal ; que situado T 316 AR(?UITECTURA , ORNATO, el Coro en la nave, necesitarla preci- samènte decoración separada y com- petente. Quédalo igualmente parte del segundo cuerpo con el órgano en el testero si es uno , ó á los la- dos si son dos, con sus tribunas, ó con una corrida sobre el ámbito del Coro. La composición de este, aná- loga á la de la Iglesia por razón del carácter arquitectónico de que va re- vestida, no conduce menos. Y si mi- ramos á la comodidad, que es uno de los puntos dignos de la consi- deracion de un Artífice, hallándose la Sacristía, ó Sacristías en frente de las salidas laterales del Présbite- rio, se desocupa el paso hácia ellas por razón de que durante las horas de los Oficios, la bulla del Pueblo se congrega en parages que alcanza á ver el altar mayor : lo que no pue- de conseguir en el ámbito exterior del Presbiterio, que por consiguien- te, ó queda totalmente libre, ó muy poco ocupado. i Y MUSICA DEL TEMPLO. 31^ CAPITULO VIII. De los órganos. 162 ÎS'esmentir por los ojos lo que se dice por los oídos, es una verdadera disonancia de la razón, y es un preludio que indispone contra una máquina, cuyo fin es ostentar armonía. Por tanto, en pocas pie- zas estará mejor la proporción y el orden, que en una caxa,ó decora- cion de órgano. Quizá por esta sim- patía armónica se querría signifi- car la bella proporción de la anti- gua Tebas, que el buen Horacio i dice (poéticamente) formada al son de la lira de Amfion. Si esto es así, seguramente hay muchas decoració- nes de órganos, que no están hechas al son de semejante música. ¡Que lástima, que un Maestro ^ de Capir I Art. Poet. 1 Mr. Owrad Maestro de la San- ta Capilla de Paris , en tiempo de Luis XIV. es- cribió un tratado de Arquitectura armónica^, .en 3i8 arquitectura, ornato, lla bien conocido, que supo herma- nar la Música con la Arquitectura, no se hubiera hecho muchos prosé- litos,en que se hallasen también her- manádos los genios de las dos ar- tes, dexándolos por herencia á los presentes ! 163 El Benedictino Don Bedos, Autor del tratado de Fábrica de ór- ganos ^, aconseja que desde luego se pongan de acuerdo el Artífice y el Arquitecto quando se trata de plantear un instrumento de esta es- pecie. Interesa á la verdad el acier- to por las funciones á que está des- tinado, por lo que contribuye al ornato de la Iglesia, y por lo eos- toso que suele ser. El tratado , en lo que respecta á las obras vivas, desde luego tiene muy merecidos los elogios, que quando salió á luz hizo de él el Diario de Artes y Cien- cias. La materia se trata profunda- aplica á ella las proporciones de la música. que I Facteurd'Orgues a vol. in fol. t. a seco. i c. i. y MUSICA DEL TEMPLO. 3 I 9 mente y sobre principios sólidos sico-matemáticos. fi Pero como los di- senos que propone en lo obras que son muertas, son de sin mezclar puro adorno miembro á alguno, pertenezca los que no sé qué órdenes, á conduzca la convocatòria de un Arquitecto que nada tiene 164 Es que cierto operar. , como dice mismo el Don Bedos una de ^, caxa órgano que arreglada á orden, de una corpulencia y notable , dará en rostro, si solo es sostenida una simple tribuna por , que carga- sobre un arco. Pero el remedio está puesta la solidez ( presu- necesaria sus- tentar el para peso de la vestir este hueco máquina) en inferior con porción y arreglo pro- á la sustenta. máquina que 165 Si se coloca sobre el ya la sillería Coro, hace inutil el arco, si paso del es que lo siguiente hay, y por con- queda al arbitrio del Ar- I P. 474. a vol. 320 ARQUITECTURA, ORNATO, quitectó formar un pie competente para el sosten del órgano. En él pue- de quedar cabida para colocar los fuelles, y subida para el Organista: sino es que siendo tribuna corrida por encima.de la sillería toda, le sobre lugar para hacer escalera en otro parage. Este pie, ó basamento, podrá vestirse de pilastras arrima- das: de claraboyas, ó medallories en los intermedios. Podrán servir de adorno los mismos canes sobre que descansa el vuelo del balcon de la tribuna, ó los que hayan de sostener la cadereta, si el órgano la tiene exterior. i66 Por lo que mira á la de- coracion del órgano no será emba- razoso incluir en un cuerpo solo la parte que encierra los teclados y sus reducciones los tirantes de los , registros' y reducciones de pedales, y los legitoriados de los secretos con las aberturas para, registrarlos. Se- rá cómodo, y según arte darle las . Y MUSICA DEL TEMPLO. 321 mismas divisiones por fuera ,, que ei instrumento debe tener por dentro. 167 El primer cuerpo puede cotó- sistir en un banco, ó embasaraento que sea un ático , quando el locai y circunstancias nó permitan -que sea una orden completa. Esta pue^ de llegar hasta los pies de los flauí-' tados, y de allí . formarse con el cuerpo segundo y principal del ór- gano. Quatro grupos diáfanos de'á quatro columnas cáda uno, dexando tres huecos entre sí, el del medio mas ancho, cerrado por un arco, que arranque sobre las cornisas y sobre los aplomos de las quatro co- lumnas que estan en medio ,, dos pi- lastras rebaxadas á los lados del .mismo arco con sus arcbotantes, sos- teniendo un sencillo fronton ; y los otros dos huecos cerrados por en- cima con el entablamento, podrán formar un aparato decente. Si se termina con unas estatuas echadas sobre los cabrios con una cifra, guír- X 32 2 ARQUITECTURA, ORNATO, nalda ó trofeo en medio ; si se sien-» , tan sobre las mensolas unos Ange- les con instrumentos músicos ; si se reparten con buena elección algu- nos medallones alusivos, podrá dár- sele mayor realce. Poco mas, ó mé- nos se ven así muchos órganos en el antiguo Pais de las artes Italia, y con especialidad en Roma. i68 Resta tratar dé la coloca- clon de los flautados y trómpete- rías, porque veo inquietos á muchos de los acostumbrados á ver las col- menas de cañones en pie , y las baterías amenazadoras de los oídos delicados, con que regularmente ve- mos las fachadas de nuestros órga- nos. Fortuna que las primeras no se ven solo en España. T 69 El estilo de dar á las plan- ■tas contornos movidos, como dicen los Retableros : el de las dichas col- menas, ó castillos ^, que los Orga- neros dicen de medio punto , á sa- •1 En Frances: Tourelles. Y MUSICA DEL TEMPLO. 323 ber: que tienen por plantas mita- des, quartos, ó sextantes de círcuA los salientes, y las trompetas ori- zontales puestas en fachada, obli-^ gan á gastar en madera para las con- ducciones , aumentar el mecanismo; y apurar el discurso y paciencia de los que fabrican los órganos por ra- zon de los tablones * de conduc-^ cion necesarios á conservar la eu- ritmia, y por no embrollar los acom ductados \ No dan menos que ha- cer al que delinea la decoración. Y son muy comunes las qüestiones y reyertas entre Tallistas y fabrican- tes de órganos, sobre si se explica- ron , ó si se entendieron las instruc- ciones de unos á otros para la ve- rificacion de las caxas. • 170 En otros paises no se co- locan juegos de trompetas en las fa- X2 I Tablones grabados con canales para llevar el viento á los cañones y trompetas. a Canutos de peltre, que se introducen en los tablones. 324 AIÇQUITECTURA, ORNATO, chádas de los órganos; y aunque los Maestros de la facultad experi- mentan que colocadas en ellas man- tienen mas la- afinación, quizá por- que la situación orizontal no da tan- ta lugar al polvo de introducirse entre las lenguas y las canillas , que son las piezas mas delicadas, y de que pende la entonación : es tam- I bien cierto, que á muchos ofende su estrépito quando el Organista sienta un poco la mano, como re- gularmente sucede en los acompa- ñamientos al canto llano. Otros ima- ginan mérito este que parece mas bien estruendo militar. Yo por mí hallo, que por lo común cubren las voces de los flautados , y que á mé- nos que canten muchos juntos, su- cederá siempre así. Una trompeta de qualquiera clase que sea, es por su construcción una especie de bo^ ciña, que puesta orizontal propa- ga el sonido á una larga distancia, y que rechazando én las paredes y y, MUSICA del. templo; ^ 325 postes de la : Iglesia:^ se extiende-á todas partes con mas .mtensidad que la voz de un cañón de flautado, que solo pende de la undulación de la columna de ayre que contiene. *; - ,1,71 Por tanto considero, que para conseguir una igualdad razona- |)le, y hacer mas suave la duréza de los juegos, de lengüetas, es maS conforme á buen juicio que ? están in-^ ' teriores. 172 Por lo que .mira ;á los cas- . tillos acolmenados, que.plantan so- bre porciones de círculos .salientes^ obligan á formar repisas para sos-* tenerlos, que regularmente necesi- tan reforzarse, y aun asegurarse con barras de hierro enganchadas en la parte interior del órgano, y mas quando muchas veces cargan con doce , ó catorce quintales dé , peso por la parte mas corta. Aquel vuelo hácia afuera , aparenta una especie de flaqueza en el pie , que da en rostro ; y , siempre incomoda X3 326 ARQUITECTURA, ORNATO, para combinarse con una decoración sujeta á orden. 173 En vista de estos, que des- de luego parecen inconvenientes, y presupuesta la idea de caxa, ó de- coracion que indiqué mas arriba, di- vidiria en tres partes el secreto * del órgano, correspondientes á los tres huecos propuestos. En ellos co- locaria los cañones y trompetas^ acastillando * en cada trozo 3 , y apostando delante sobre unos sim- pies tablones , y en linea recta, los cañones mas embarazosos pertene- cientes al secreto principal ; sin pero avanzar hacia el frente mas que los aplomos de los arquitrabes. De- tras de estos cañones quedaba lu- I Especie de caxa , donde se reparte, se da y se quita el viento á las piezas cantantes del órgano. a Llaman acastillar colocar la cañonería de modo, que los cañones mas largos ocupen el medio , disminuyan y hácia los extremos. 3 Llámase apostar , sacar del secreto y llevar el viento á loa cañones que no acomodan en aquel, por razón de su volumen. Y MUSICA BEL TEMPLO. 327 la colocación de las cor- gar para netas, y llenos de eco. Los dichos cañones delanteros podran quedar verticales por medio de sus asillas detras, que entrarán en los pernos de sus riostras respectivas. Cubriria los tablones de conducción por de- lante unas especies de , ñgurando cmbasamentos análogos al resto de la decoración. Si era necesario apos- tar mas cañonería , como contras, ó pedales, lo haria en el fondo; íy al fin vendria á quedar el órgano en algun modo como los reloxes en , esqueleto; un pero desde luego con aspecto mas agraciado y conforme con su aparato, ú adorno arqultec- tónico. No es uno solo el que se ve así en Roma. Resta que nuestros Maestros factores de órgano se con- formen á salir de su rutina ; porque á muchos no disuene este aunque sistema es mucho el , poder de la costumbre. Todavía vive el video meliora proboque, deteriora sequor, X4 328. ARQUITECTURA, ORNATO, . : CAPITULO IX. ' De ¡os confesonarios y púlpito, • 174 ^.✓reo que guardando respe- to á nuestra grosera materialidad, debiera mirarse con tanta circuns- peccion la estructura y disposición de un confesonario, como la de un altar. Este es un lugar de reconci- Ilación entre Dios y los hombres por medio de la Sangre de Jesu- Christo, y de la renovación incruen- ta de su Sacrificio. Aquel es un lu- gar de reconciliación entre Dios y los hombres por medio de la pe- nitencia y de la misericordia, 175 Atendido esto , ¿merecerá poca consideración el Trono visible de Jesu-Christo Juez invisible? Si fuéramos tan especulativos en estas materias, como lo somos en las que se refieren á nuestras comodidades, y á nuestros deleytes ; así como pro- curamos adornar una casa de cam- , T M-ÛSIC A DËL TEMPLO. 329 pb' de pinturas" al intento, que nos recrean con la figuración de cace- rías y vistosos paises; así como pa- ra excitar el apetito colgamos las piezas en que -comemos de quad ros, que imitan frutas hermosas , peces agradables, y comestibles apetito- sos. ; así como hallamos el arte de conformar nuestros dormitorios, de modo que parezcan la residencia del reposo, y la mansion del sueño ; ves- tiríamos nuestros Templos de mo- do, que por todos lados respirasen incentivos de devoción, veríamos con mas freqüència sobre los comul- gatorios sobresalientes apariencias de aquella gran Cena, en que Je- su-Christo se nos dexó á sí mismo hasta la consumación dé los siglos. En los Baptisterios nos parecería oir la voz del Padre, que da á recono- cer á las Gentes sobre las orillas del Jordan al que por medio de un Sacramento nuevo aboliendo la do- , lorosa y sangrienta ley de la Circun- 330 ARQUITECTURA, ORNATO, cisión abría ya las puertas de la vi- da eterna. Nos parecería ver des- cendiendo del seno del Padre al Es- pírica consolador, infundiendo vir- tudes, y derramando dones sobre las almas reengendradas en las aguas saludables de aquella preciosa fuen- te. A este modo crecería la d evo- cion, y con ella la instrucción del Pueblo y el respeto á los Sagrados Misterios. 176 ¿Pero que concepto forma- ría uno que no tuviera idea del Sa- era mento de la Penitencia , si en un rincón del Templo viera una silla maltratada y rota, con dos pobres zelosías clavadas sobre los brazos, y le dixeran este es el asiento de un Ministro de Dios vivo, faculta- do para ligar y desligar, para tomar residencia á los hombres, parajuz- garlos en nombre del mismo Dios, y para sentenciarlos? ¿Un Juez Sub- delegado de Jesu-Christo, cuyo fa- lio se confirma en el Solio eterno, y MUSICA DEL TEMPLO. 331 donde asiste el que vendrá á juzgar los vivos y los muertos quando fe- , neceran los años y los dias? 177 Si á la práctica inviolable de las divinas instrucciones de un San Cárlos Borromeo sobre el mo- do mejor de administrar y recibir este Sacramento, concurriese la cir- cunstancia de un Tribunal visible, que por los ojos materiales hiciera pasar al alma un concepto corres- pondiente á lo respetable y santo del Juzgado en que se va á com- parecer, ¿que fruto no podria sa- carse? - 178 Creo que estas reflexiones deben ser bastantes para no econo- mizar en confesonarios donde no fab tan altares. Supuesta esta segunda parte, si sobrara para dos, podrian hacerse en vez de estos, quatro con- fesonarios , cuya disposición y es- tructura fueran mas conducentes y conformes á su destino. Iguales de- berian ser estas. 332 ARQUITECTURA , ORNATO, • 179 Yo na produciré especies de mi invención nunca vistas has- ta ahora. Diré lo que está en uso en rnuchas partes, y muchos años ha. Qualquiera hombre que haya cor-t rido un poco, habrá visto ^que no son ideas nuevas ; pero sí muy dig-? nas de tenerse en costumbre. 180 En el sitio que tal vez ocu-^ paria un altar no, absolutamente ne- cesario, elevaríayo sobre dos-, o tres gradas, y dexando espaciOíÇn là su-j perior capaz para el penitente ar- rodillado , una especie,, mas ^bien de trono, que de silla para el SaCerdo-> te. A un lado mediando rejilla mo- vible, dispondria^un reclinatorio pá-> ra el penitente, y enfrente de este un bello Cruciñxo, á quien dixera sus pecados de modo que sü Minis- tro los oyera. 181 La vista de un. Crucifixo, como debe ser, no puede dexar de mover afectos muy oportunos. Una de las circunstancias que previene Y MUSICA DEL TEMPLO. 333 San Cárlos Borromeo en los con- fesonarios, son las Imágenes devo- tas. No trato, hablando de reclina- torio de cosa que exceda los lími- , tes de aquella humildad que el ac- to pide en el penitente , sino que baste á que sea llevadera la inco- modidad del cuerpo, que tal vez dis- t-raeria en una confesión larga. Es sabido, que cogin, ó señal de dis- tinción disuena, y se prohibe en se- mejante lugar ; solo hace excusable lo primero la necesidad. - 182 La forma del asiento del Confesor, podrá decir relación con la sillería del Coro, facistol, piilpito y demás piezas de esta especie. Algun emblema, alguna alegoría, alguna sentencia del Texto Sagrado, po- dran dar mucha alma, y convenir mucho en tales parages. 183 Mucho descaro era necesa- rio para colocarse en un confeso- nario así dispuesto, quien no tuvie- ra autoridad para tanto. Se excu- 334 arquitectura, ornato, saba el trabajo á los Zeladores del Santo Templo en hacer levantar á algunos, como dificilmente dexarán de verse en el modo y disposición que se ven comunmente los confe- sonarlos. 184 No merece menos atención un pulpito,Cátedra del Espíritu San- to, como Maestro, que un confe^ sonarlo , silla de Jesu-Christo, como Juez. Importa su estructura y co- locación. La primera, por quanto llama la atención y atrae la vista del concurso. Un bello pilar estu- diado sobre el antiguo , unos requa- d ros en la Cátedra, alternando con unas pilastrillas , y llenos por unos baxos relieves hechos con inteligen- cia y execütados , pasages alusivos al intento, quadraçi perfectamente. Allí puede verse Jesu-Christo predi- cando á las Turbas: San Pedro lleno del Espíritu divino rindiendo á su pa- labra cerca de tres mil hombres I Act» Apost, c. a V. 41. Y MUSICA DEL TEMPLO, 335 Bustos de los Evangelistas, ú otros objetos equivalentes. Encima , ó á la espalda un poco elevado , viene bien un grupo de Querubines , nu- bes y ráfagas, haciendo centro el Espíritu Santo : un bativoz de bue- na forma, coronado por una esta- tua de la Fe, descollando sobre to- do la Cruz en su mano ; son circuns- tandas muy del caso. También lo es la buena situación (que es la se- gunda particularidad) por respecto á la magnitud de la Iglesia ; y á su fábrica por la proporción de oírse la voz á larga distancia , y con mé- nos molestia y desahogo del audi- torio. 185 Si el pulpito ha de ser de piedra , mejor economía será gas- tar en tales adornos sin salir de un color, que no en embutidos so- los, que nada dicen. Si de madera, mas mérito tendrá en una de me- diano valor bien executado , y con divisas propias de lo que es , que 3 3 6 ARQUITECTURA , ORNATO, no en una preciosa, sin atención á su forma y adorno competente. » i86 Si la forma, la propiedad, y la execucion de estas piezas pa? sara constantemente por un severo criterio ; en una palabra , si la ma- teria se tomara con un igual em-* peño, con un calor constante, ser- viria este para fomentar número con- siderable de Artífices. Pintores no consumados en el natural, pero sí en el gusto del adorno, aprovecharían esta parte, que con utilidad suya extenderían los Grabadores, imita- lian los Escultores y Plateros, y agraciarían discretamente los Dora^ dores. Correrían los buenos graban dos de toda especie de muebles , no solo de los que sirven al Templo, sino de los que conducen al adoxr no y decencia de los particulares. El tener delante de la vista y de ordinario buenos grabados , mueve el deseo de tenerlos executados, y al mismo paso refina el gusto, cre^- Y MUSICA DEL TEMPLO, 33^ ce el despacho y el fomento de' los Artífices. Y así como corren por la Europa los quadernos, no solo de altares, de pulpitos, de facistoles, de candeleros , de blandones, lám- paras y Custodias, sino de camas,' sillas, estantes, y muchos mas mue- bles de servicio doméstico, y trenes" de calle; correrían por España, si aquellos con la divisa de los Lafbs-' ses, Cornilles, Liards y Neuíforges,' estos con la de los Carmenas , Mun- taners, Moles, Cruces y Selmas; y' podria reformarse el gusto con co-»' nocidas ventajas. CAPITULO X. Del Baptisterio y Sacristía, guardada proporción, es digno de iguales consideraciones : pocos otr- jetos, pero sobresalientes', y al ck-' so en pintura y en escultura. El- Baptisterio debe anunciar la entría-i Y > 338 ARQUITECTURA, ORNATO, da del Reyno de Dios por un ca-s rácter magestuosamente alegre. Una rotunda de sencillez, grandiosa,co- mo- se veían muchas en los tiempos- primeros de la Iglesia , será muy conforme á su fin. Naaman laván- dose en las aguas del Jordan. El Angel moviendo las de la piscina saludable : el gran Precursor del Me- sías bautizando en su nombre, ó re- cibiendo la sagrada ablución de ma- nos del divino Institutor y Autor de la gracia. Una hermosa paloma de algun metal precioso, pendiente sobre la pila; una cabeza de cier- vo executada con mano diestra, sos- teniendo en sus astas las ampollas del crisma y oleo de Catecúmenos: una pila de exquisito gusto: todos son objetos propios y dignos de ocu- par la atención y miras del que dis- pone y ordena un lugar á un des- tino tan importante. Quando no se pueda hacer tanto, hágase menos, pero bueno y escogido. Si no hay É Y MUSICA DEL TEMPLO, 339 para muchas pinturas , haya siquiera un buen original: si no una buena co- pia, que lo supla. Véase á lo menos hermanada la economía con el buen gusto:hágase traslucir,que no faltan elección y buenos deseos, sino me^ dios ; y quede siempre campo al ar- te para emplearse quandó los r 188 No haya; hay menos motivos de esmerarse en el aseo y adorno de una Sacristía.,Las fuentes que sirven á lavarse los Sacerdotes, la caxone^ ría,.las mesas en que se tienen los Vasos Sagrados durante las horas del servicio divino, las taquillas alhacenas y en que se reservan, ofre^ cen materia en abundancia al arte y al buen gusto. Si la colocación de. estas piezas se encadena con la ordenación déla Sacristía: si á un ca-» rácter magestuosamente devoto, debe que reconocerse en ella ,, acompaña un compartimiento discreto, sencillo y noble, ó bien de antas, ó bien de ,entrepaños entre los aplomos de moñ Y 3 340 ARQUITECTURA , ORNATO, dillones repartidos por el entabla- mento, podrá resultar á poca costa un efecto agradable. Pónganse las miras en este todo con antelación al orna- to, y á lo menos se logrará la idea de una cosa buena, aunque no consu- mada. Siempre el cincel, ó la gu- bia hallarán preparada la materia para exercitarse con provecho. Un cierto temperamento de la luz en-^ viada por claraboyas orladas según arte , y exôrnadas con bordaduras tocadas con conocimiento : pinturas devotas colocadas en buena eurit- mia en , y disposición, que reciban bien la claridad y llamen la aten- cion, mueven el alma, recogen el interior y previenen devotamente, , 189 En las fuentes, en las me- sas, en la caxonería y alhacenas, de- be aparecer un cierto ayre caracte- rístico, que las distinga de aquella ligereza, y aun de aquel sobrescri- to profano de ostentación, que pa- rece bien en las casas particulares, w y MUSICA DEL TEMPLO, 341 y en los Palacios. Caben aquí por menor las máximas que propuse so- bre el modo de atemperar los ór- denes. Y esta especie de eloqüència se aprenderia tal vez por pura prác- tica, si viéramos efectuado lo que dixe al fin del capítulo antecedente. 190 Mucho conducirla que el pulpito, confesonarios, candelero pas- qual, facistol y sillería de Coro, caxones de Sacristía, tenebrario, y demás piezas de esta clase, se her- manasen por unas mismas ideas, y trabajasen por la misma dirección. Convendría aun para la misma per- feccion del trabajo. Se fixan mas las especies , se agüita mas la mano de los executores en una misma obra repetida, y se hace con menos dis- pendió. 191 En la Sacristía se reservan las alhajas que sirven al altar, Cus- todias, Cálices, Copones , cándele- ros y Sacras; blandones y otras en número. Las proporciones de ■ Juan Y3 L 342 ARQUITECTURA, ORNATO, de Arfe harían nombre en el dia á qualquiera de su Facultad que las siguiera con estudio , como se lo conservan á su Autor las hermosas Custodias y alhajas de su mano, que- viven aun repartidas por varias Ca-; tedrales, y que recomendarán el ex-^ quisito gusto de los que se esmeren en su conservación, . 192 Por fortftna llegó para el' gusto una época, en que lo que po- dia serle enfermedad , comienza á' servirle de salud. En efecto la ma- nía es, ó enfermedad moral, que in- fluye en la constitución física; ófí- sica , que influye en la constitución moral. Yo no me empeñaré en de- cidir á qué clase pertenece la anfr- comanía\ pero no hay duda que es la enfermedad del tiempo, y que así como de una calentura efímera sue- le resultar una salud duradera, del mismo modo podemos esperar que de esta afectación, que el gusto ha padecido, quede rectificado y sano. Y MUSICA DEL TEMPLO. 343 193 El gusto por la imitación del antiguo, domina ya en mucha parte de Europa, y entró en Espa- *ña algunos años ha. Solo resta que este benéfico contagio se difunda y se modifique en aumento y perfec- cion de las primeras ideas recien ve- mdas.Creo que con tan buenos agüe- ros serán bien recibidas las máxí- mas juiciosas que copio á la letra del Autor citado del moderno Viage de España ï . 194 ^'Los que exercitan la no- wble Arte de Plateros, nunca podrán hacer por sí obras dignas de ala- ííbanza, si no tienen conocimiento ?íde la Arquitectura, y se han ocu- Jipado años en dibuxar y modelar figuras,ó en Academias, ó con bue- nos profesores. Así lo hicieron sin «duda aquellos célebres hombres «antiguos, que juntamente con sus « obras he nombrado á V. en estas Y4 I Tona. II p. 47. 344 arquitectura ) ORNATO, , «cartas: Enrique de Arfe Vlllafa- «ñe en Toledo Alonso de Becer- «ril en Cuenca Christobal de Be-^ «cerril en Alarcón 3. Francisco Al- «varez, Juan de Arfe y LesmesFer- «nandez en Madrid 4. Juan de Ar- «fe en Sevilla y en otras partes S. 195 «Despues de aquellos tiem- «pos, en que los profesores Plateros «estudiaban su Arte con tal funda- «mento y reglas de dibuxo, como si «hubieran de ser Arquitectos, ó Es- «cultores, ya hubo de ser mas pro- «diga la naturaleza, que los daba «dibuxantes , y de todo punto ins- 9? truidos ; por lo menos así lo juz- «garla un sinnúmero de gentes que «les encomendaron obras con que «apestáronlos Templos de infinitas «producciones tan sumamente eos- «tosas, como disparatadas; en las I Véase tom. i Carta a n. 87. 1 Véase torn. 4 Carta 3 n. ïîn ap &c. 3 el mismo tom. Carta 8 n. 8. 4 Tom. g pág. 147} y el mismo pág. 226, 5 Toh^io Carta a nüm. ip» Y MUSICA DEL TEMPLO. 345 í?quales no hay mas precio que el ?íde Ja materia. ¡ Oxalá se hubiera quedado esta en las entrañas de la tierra ántes que manejada por la «rusticidad, hubiese servido de ri- «sa en los Templos del Señor! 196 «Custodias y otros muebles «destinados á las Iglesias hemos «visto en los años pasados, y muy « recientemente de esta clase , que «por las razones expresadas debian «deshacerse, y con mejores luces «encargar sus dibuxos, é invención «á Escultores y Arquitectos de eré- « dito y habilidad, ó á Plateros que en dichas profesiones hubiesen he~ » cho los estudios debidos, como los «hicieron sus antecesores en la Fá- «cuitad. 197 «Del mismo modo «bo que hu- Churrigueras , y otros ejusdem Vfurfuris , para desacreditar las sa- «bias obras de los antiguos en ma- « teria de Arquitectura, y substituir «los disparates y abortos que ellos 34^ ARQUITECTURA , ORNATO, concebían, hubo también en la pró*- fesion de Plateros muchos, que con jíinvenciones igualmente necias, y con novedades ridiculas, supieron desacreditar y dar en las Casas de Moneda con maravillosas piezas «por sus ornatos y baxos relieves, «donde tuvieron fin , ó deshacién- «dolas ellos mismos, para que no «quedase rastro de lo que fundado «en arte y en razón habia de clamar «contra sus extravagancias y deli- « rios. 198 «No puedo menos de ala- «bar el artículo de nuevas Ordenan- «zas de la noble Arte de Plateros «de Madrid, consultadas á su Mà- «gestad por la Real Junta de Co- «inercio y Moneda, donde se pre- « viene y manda la asistencia de los «jóvenes que á ella se destinan á los «estudios de la Real xA.cademia de «San Fernando, debiendo ser esta «una precisa condición para admi- « tirios á sus exámenes , y conseguir / Y MUSICA DEL TEMPLO. 347 » el grado de Maestros, &c. De di- y>cho exâmen se habla de excluir » quien no hubiese manifestado en Jila misma Academia sus sólidos «verdaderos y «curriendo adelantamientos, con- y obteniendo «los algunos dé premios, que mensualmente se «distribuyen en ella , así en la Ar- « quitectura, que principalmente de- « ben estudiar los Plateros, como «en el modelo de figuras. Irán siem- «pre errados desde la cruz á la fe- « cha los que en ninguna linea quie- «ran encontrar ornatos fundados en » razón, buen gusto y armonía, si «no los buscan en los cinco órde- « nes de Arquitectura, donde se lo apu- «ro mas delicado, gentil, her- «moso y proporcionado, que «imaginarse, puede ni se ha visto. Podrán «combinar y variar de diferentes ma- «ñeras lo que en aquellos se com- «prebende , y aun agregar otras mil cosas según las ocurrencias ^ml ; pero conocimiento de aquella Arte 34^ ARQUITECTURA, ORNATO, »?le dará siempre una infalible re- gla de buen gusto y agradable pro- » porción en quanto pueda ofrecer- ?? se. 199 >> El estudio del modelo, es« 99 to es, el saber modelar y dibuxar wla figura humana, no es asunto, que «sea menester persuadirlo como útil "y necesario á la Arte de Plateros; » basta saber quanto realce da su co- j'nocimiento y exercicio á la mis- »ma Arquitectura, y quanta falta " hace á los Arquitectos que lo ig- noran.'' 200 No creo que en muchas mas páginas pudiera yo decir mas. Los conocimientos del Autor son muy profundos, su discernimiento nada común, su fibra muy delicada para apreciar y dar el valor á las obras artísticas. Así se leigualáran muchos, por lo menos, en el zelo, y en el noble ardor con que aspira á una reforma general de estos lunares de la cultura Española, y á hacer frac- Y MUSICA DEL TEMPLO. 349 tífera la educación de tantos jove- nés, que en varias Academias fo- menta la benéfica mano de un declarado Rey Protector de las Artes las Ciencias. y 201 No es solo ornato el que entra por los ojos, lo hay también que se percibe por los oidos. Es considerable muy el papel que hace en el Templo la Música, para no reser- varia un pequeño lugar en este vo- lumen. Esta será la materia de mi último discurso. DISCURSO Sohre la Música del Templo, 202 !§i á todas las materias dis- putables pudieran darles alcance las puntas del compás, entraban los Geómetras con su legislación drada qua- y cúbica ; los Algebristas con la balanza de la equacion y el ca- non irrevocable de la fórmula, se acababan y las disputas. Pero hay ma- 350 ARQUITECTURA, ORNATO, tenas que no admiten uno, ni otro, y no hay mas apelación que á la razón y á la autoridad. Así se tie^ ne la Música en la parte filosófica, ^203 Algun sabio,que ha empre^ hendido discurrir sobre ella, se se- meja , sí no me engaño , al Filósofo Formion tratando del Arte de la guerra. Mr. V Abbe Pluche desnu- da la espada contra la pobre Mu- sica instrumental para desterrarla del Templo. No se por que delito ha incurrido en la censura eclesiás-r tica. En el abuso que muchos han hecho de ella, es puramente perso- na que padece. JDestiérrense muy enhorabuena los Músicos inconsi- derados, y déxese quieta a la Mú- sica. 204 Se enardece contra las vo^ ladas, los picados y los trinos. En una palabra, contra todo lo que es execucion. No es la execucion la que embrolla el canto : es el que can- ta mal. Y el mismo, canto será in^ Y MUSICA DEL TEMPLO. 3 ¿ I coniprehensible si carece de inúsico. sentido . 205 En toda de cucion pieza gran exe- , como sea según se re~ conoce debe, un canto. Si las cláusulas largas, será son el canto lento prisa por mas que se dé el Musico en la cuciom exe- En esta hay una de cantidad notas, que son ó puramente de sa, que sirven glo- para bordar el to. Los can- todo el acompañamientos, y sobre baxo, sirven á definirlo. te Es- es como la tinta neral , ú en la miñatura aguada ge- ; las dias, les partes me- como claro toques obscuro mayores de ; y la parte executo- ra, como el punteado , con concluye. se En la que miñatura los tos son muchos, pun- y las den formas ser pue- pocas. En la sica execucion sucede mú- lo mismo. 206 En quanto á aplauso pretender un universal, como el gra la lo- Eneida de que do la Música Virgilio instrumental aparean- ^ cuya fa- ^352 ARQUITECTURA, ORNATO, cuitad es solo mover sin palabras, con la de la Poesía, que es mo- ver y persuadir con ellas; es hacer competir las dos Artes con armas desiguales. Escríbase una rima la mas fluida y la mas armoniosa en el sonido de las palabras, pero que conste de palabras destituidas de sen- tido, y entonces tiene lugar la com- paracion. Insoportable (no hay du- da) seria una semejante rima. 207 A la mejor sinfonía le fal- tará el aplauso universal, mientras los que la oigan carezcan de eos- tumbre de oir, y solo tengan ideas del fandango y de las folias de Co- reli. Pero no será así entre Músicos, y no Músicos, si estos tienen los oidos muy acostumbrados al len- guage musical. La prueba se ve en' Roma, donde los mejores Músicos temen exponer sus obras al público, y donde del mismo modo hallan el desagrado, ó el aplauso que mere-- cen en los oidos de un Lacayo, lí MUSICA DEL TEMPLÓ. 3 g 3 ,que en los de un facultativo. 208 No le queda á Mr. 1' Ab- be Pluche improperio con que re^ galar á la Música instrumental. Por poco la-' hiciera criminal de alta traición. Ya dice que agrada- áin instruir : ya que no afecta el entén- dimiento, como si no hubiera otró modo de afectarlo que con el c^ho- .cimiento de la verdad, ó Con la^pîto»- digalidad de las ideas , y de los coñ'- ceptos. ¡Pobre Pintura , pobre Esf- cultura, y pobre Arquitectura! Eran dignas de desterrarse de los corrió líos de los sabios. Ya compara la melodía á un vestido colgado dé un palo ; ya la reduce á la risible exís- tencia de títere: pero siquiera con- cede utilidad á las sonatas, si se con- sideran como estudio, y concluye Con dar al canto inarticulado un empleó servil en el Templo de la Poesía. 209 No obstante , otro sabio Frances, por cuya delicada crítica estoy desde luego, se explica de un Z 3 ¿4 arquitectura , ornato, modo muy diferente. "La melodía, dice , ó canto inarticulado es el Diccionario de la simple natura- ??leza: idioma que sabemos al na- »cer : idioma corto, vivo y enérgi- 9>co con que manifestamos nuestros afectos, que tiene una precisa re- ,»ílacion con la conservación de nues» -?;tro ser, y con las exigencias de wnuestra vida. ¡Que caudal para las V Artes que tienen por blanco la mo- .>íCÍon del alma! ¡Que manantial mas fecundo, que un idioma, cuyas ex- .impresiones mas bien que de los hom- «bres son hijas déla humanidad!" Dexemos para despues el manifest tar esta verdad, y tratemos de con- filiar este elogio con el que da Mr. .de Pluche á Luili, Campra y otros Compositores de Musica vocal, por- .que, según dice: respetaron de ma* 9> siado al hombre para creer que le 9> agradaria por mucho tiempo verse mm tratado como estornino, ó calan- »m dria, que no piensan en otra co- Y MUSICA DEU TEMPLO. 3 g g }f sa que en repetir voces vacías , ó «ecos inanimados ^ siendo el escollo «del canto inarticulado entretener- «nos con solas voces y ruido, co- «mo animales sin inteligencia. 010 Como conozco muchos que se deleytan Con la Musica înstru- mental, y que hallan en ella, sien- do buena, lo que no halló Mr.l'Abbe Pluche, no me atrevo á hacerles agravio. Es mas fácil creer que le faltasen algunos grados de sensibi- lidad, que no que otros hayan sen- tído y sientan los efectos que es in- capaz de producir, y que no produ- ce, según pretende, el canto inarti- culado. 211 Dexa al fin para el Tem- pío la Música vocal : dice las quali- dades que debe tener ; pero no dice como podrá tenerlas : y como lo que vamos á buscar son reglas prác- ticas, si por falta de ellas le que- da al canto la libertad de ser de- testable, á nosotros nos queda la de Z2 3^6 ARQUITECTURA, ORNATO, huir de él siempre que nos income- de ó nos quite la , devoción. 212 No obstante, los contem- plativos usan de la Música instru- mental como un socorro para re- coger el alma mientras se ora, Pa- sada la lectura, que fixa la materia^ ó puntos para elevar la mente á Dios , el alma quiere libertad ; y una letra cantada podrá coartar, ó por lo menos divertir la mente de aquel objeto á que la lleva la mocion in- terior. 213 En estos casos un Músico filósofo y piadoso ; recurrirá á un cierto susurro sencillo, ^patético y- nada ruidoso, que atrayendo al re- cógimiento, modifique el corazón, y no inquiete la fantasía. Para esto siempre serán mas oportunos los ins-' trumentos, que las voces. Conclu- yamos por ahora , que es mas con-' forme á razón corregir , que des- terrar. 214 ¿Pero qué nos dice en la Y MUSICA DEL TEMPLO. 357 materia el erudito Ilustrísimo Fey- joo? Desde luego estoy muy de acuerdo con su dictámen en muchos puntos : en otros no tengo tanta fortuna. Diré lo que alcanzo, y de- cida quien gustare. 215 Que ios Músicos antiquísi- mos fueron muy circunspectos en el uso de la Musica, tiene todos los visos de probable. El Diálogo de Flutarco (cuyo análisis da materia á los discursos insertos en las me- morias ^ de Inscripciones y bellas Letras, citadas ántes) ofrece muchos rasgos de crítica contra la Música de su tiempo usada en el Teatro, y en favor de la antigua consagra- da al Templo, y destinada al arre- glo délas costumbres. Cita Plu tar- co en su favor á Pitágoras, Platon, Aristóteles y Aristóxenes, como ver- sados profundamente en la teórica de la Música, que siendo no mé- 2:3 1 Tom. 8. 3^8 ARQUITECTURA, ORNATO, nos Filósofos , debieron explicarse con propiedad. 216 No tengo dificultad en creer, que los modos de los Griegos dife- rian algo de los que nosotros lia- mamos términos. La variación de nuestros términos está en transport- tar ei diapason mas arriba, ó mas abaxo ^ Pero nuestro diapason çons^ ta de dos tetracordos disjunctos ; en^ tran en él ocho cuerdas, y proce- de de otro canto primitivo diverso del de los Griegos. Este consta de dos tetracordos conjuntos, de los que el primero termina en la cuerda media, y el segundo parte desde ella, y termina en la séptima y mas al^ ta. Para completar la octava se vie- ron precisados á colocar abaxo la añadida , que llamaron proslamhanó^ menos. Transpórtese enhorabuena un diapason á la Griega, que siempre este procedimiento habrá de influir ' I véase á Mr. D' Alembert. KUm, de Musique^ p. 30 y sig. T Y MUSICA DEL TEMPLO. 3^9 de diverso modo en el carácter del término, que lo que influye en los nuestros la misma operación. 217 El Ilustrísimo se lamenta con mucha razón de la corrupción de nuestra Música en el Templo, y aun se explica con alguna mode- ración, pues la^ cantadas que ahora se oyen en las Iglesias ', no son solo en quanto à la forma la$ mismas que resuenan en las tablas^ por compo- nerse de minuetes, recitados y arie- tas, sino que sucede también mu- dar la letra, y cantar en el Templo el aria, que recibió los aplausos del Teatro ; é ir á pasar su vejez en aquel sagrado lugar los deshechos de este. 218 Si el segundo Concilio Ni- ceno - prohibia los cantos teatrales en los convites de los Christianos, ¿que dirian aquellos PP. si oyeran resonar en el Templo de Dios los ecos del Demofonte, y el Eneas de Z 4 t Tomo I, pág. 400. Madrid. 1733. 4 Can. 44.- 360- arquitectura , ornato, IVFétajstasio, los de Ariadne, y los de' j^eremce? r; ^ 219 r En efecto podremos llamar^ Canto Llano Música del Cielo. Aun quando: hubiéramos llegado á caracterizar nuestra Música de Ca- pilla con el tino entusiástico que se advierte en la Mímica del Ca- ballero GIuck ^ y eii la instrumen- tal de uii Hayden y un Cambini, creo que nos, faltaba algo para igua- lar. á la propiedad y magestad del Canto Llano. Como que parece que el Espíritu Santo ha querido hacer- le participante de la misma divina ujQcion que ha derramado sobre su palabra. Diré siempre, que él Canto Llano es un bello orden dórico pues- * to en música. ! 220 ¿ Pero podrémos decir otro tanto de muchos de los que llaman' pasos de facistol, que tanto celebran aun ios mismos * Músicos ^ y cuyo ^ mérito está en, pasear un tema por tpd^Jas partes- cantantes, se.a bue- ï MUSICA DEL TEMPLO. 361 no, sea agradable, sea propio, ó no lo sea ? 221 No obstante difiero en la Opinion de que la introducción de las semicorcheas y fusas, haya con- tribuido á quitar la gravedad á la melodía y al canto. De que hayan introducido los Músicos esta subdi- vision de partes de compas, no se deduce precisamente que el anda-^ mento deba acelerarse : lo que sí se infiere, que hay mas variedad en la puntuación ; pero como las notas no son mas largas, ni mas breves si- no por comparación, habrá caso en que una fusa dure tanto como en otro una corchea. En quanto á que embrollen la melodía, dixe anterior- mente, que si la glosa á que tales notas veloces sirven está hecha so- bre un buen canto, si las cláusulas son largas, si se executa bien , y si las partes subalternas lo definen como deben , el canto resultará da- ro y lento como es en sí. 362 ARQUITECTURA, ORNATO, 222 No hay duda que los pa- sos de un termino á otro dados sin consideración, sin elección y sin re- flexion á la relación que tiene el término, ó modo en que se está, con aquel á que se intenta pasar : la in- troduccion de las especies disonan- tes mal prevenidas, ó mal ligadas, ó mal resueltas: el entrarse en el género cromático, ó en el enarmó- nico sin aquellas precauciones que pide el Arte , ocasionan pesadísimos instantes aun á los oidos mas ro- bustos. Pero aun todo lo dicho ma- nejado con los requisitos que lo ma- nejó Pergolesi, perderá su gracia si no concuerda con el fin que el Mu- sico debe proponerse, ó con las cir- cunstancias que el caso pide. Será como dixe tratando de la oportu- nidad, un bueno incongruente. 223 Es verdad que hay muchas piezas de Musica, que son como el trage de Arlequin, compuestas de mil retazos, y otros tantos colores. y MUSICA DEL TEMPLO. 363 Estas faltan á la unidad musical; pe- ro puede esta darse sin la circuns- tancia de hacer rodar un tema con la rigidez que pide una fuga,óco- mo los pasos forzados de nuestros antiguos Maestros, Podrá un diseur- so ser muy bueno quando todas sas partes tengan entre sí trabazón: quan- do haya una cierta igualdad en el estilo, y se sostenga el carácter ; y difícilmente dexará de ser cansado si á cada paso se está repitiendo el tema. Lo mismo acontece diseur- riendo en Música. Mucho mérito tie- ne un paso bien entrado y bien se- guido; pero si el tema es insulso, y el discurso largo tienen mu- , cho mérito en sufrirlo los que no conocen la teórica de la Música. 224 Si el Ilustrísimo Feyjoo hu- biera vivido, hubiera también co- nocido en España Extrangeros que poseían esta teórica. Difícilmente se compondran fugas de mas gusto, que las que dexó Bocherini, ni mas cer- 364 ARQUITECTURA, ORNATO, radas á las leyes de la fuga, si con- sultamos con Mr. Bethizy en su ex- posición de la Teórica y práctica de la Música, que mereció los elogios del sabio Alembert, 225 Enhorabuena que (como di- ce nuestro erudito Benedictino) nos regalasen los Italianos con un estilo músico, digno de desterrarse déla Iglesia; pero yo no culparé tanto la liberalidad de los Italianos en es- ta parte, como la mala elección de los Españoles. Si lo que aceptaron de Italia lo hubieran recibido de San Martino Yommeli,ó Pergolesi, podíamos estar mas agradecidos á ios unos y á los otros. 2 2(5 En efecto hay muchos Mú- sicos , que son como los Cómicos aecionadores impertinentes, que á cada palabra le reservan su mano- tada. No es nuevo oir en un Cre- do solo , Música que pudiera servir L· todas las solemnidades del año; y desmayándose en el passus, d? se- y MUSICA DEL TEMPLO. 365 puïtus , alborotar la Iglesia en el re- surrexit. Todo pende de falta de prin- cipios. Los Músicos para ser bue-r nos, debian ser por lo menos bue- nos Poetas. 227 Que los términos músicos no tengan carácter, me lo persuadí- re difícilmente; porque yo siento por experiencia propia todo lo contra- rio, y no soy yo solo. Caben, sí, modifícaciones en cada uno de eílos^ como en los órdenes de la Arquin tectura : en: esto estoy de acuerdo» Y si á las modificaciones en el tér? mino, corresponden otras en la pun- tuacion y andamentos, un mismo término podrá servir á objetos dis- tintos. Pero si se supone el mismo canto y andamento transportado en diferentes términos, el carácter va* riará. En parte lleva nuestro sabio Autor la misma opinion : su reflexion se termina mas bien á los tonos, ser gun se entienden por los Organisr tas, que á lo que llamamos térmi^ 366 ARQUITECTURA, ORNATO, nos en Música. Una postura de ter- cia, quinta y octava, designa ya iin término, pero no designa un to- íio : este se determina por las clau- sulaciones y salidas, en lo que con- curren diferentes términos mas, ó ménos relativos entre sí ; y por con- siguiente el carácter de un tono, en este sentido, es mas vago que el de un término. No extraño, por tanto, que el Kiraer y el P. Dechabes se dividieran algo en los pareceres so- bre el carácter de los tonos, como reflexiona el Ilustrísimo. 228 No imagino tampoco que el mero metal, ó voz de tales, ó tales instrumentos sea lo que influ- ya en quitar, ó dar carácter á la Música. Nuestro Autor reprueba los violines en el Templo, por los chi- llidos de sus sones sobreagudos y agudísimos. Pero yo hallo que las quincenas y diezinovenas del órga- no tienen mas virtud para chillar, que todos los violines juntos ; y sien- y MUSICA DEL TEMPLO. 367 do bien cubiertas de las voces me- dias, y de los baxos, nada mas in- fluyen en el carácter del los canto, llenos, ó que las cornetas. Lo sí reprobaré que son las bufonadas mu- sicales de los Organistas. 229 Finalmente, no nos quedan unas reglas prácticas de reforma en el Discurso sobre la Musica de los Templos. No se nos dice qué es lo que conduce, ni en qué consiste un ínñmo , un mediocre, ni un sublime .en Música. Qué es lo que ne compo- un magestuoso, un afectuoso, ó agradable, un un patético, ó un ter- rible. Esto mismo se le critica al .Señor Santarelli en su obra sobre la Música del Templo ^ : y al mis- pío Plutarco por el Analisador de su Diálogo mas arriba ^ citado. 230 Pero lo mas singular es ver I Delia Musica d" il Santuario , ddelia na dei sui Cantori del discipli— de la Sigr. Capilla Santarelli, Musico Papal, Gazetas literarias de París tomo a pág. d. (a) Mr, Burette, -368 arquitectura; otîmto, al célebre Abate Metastasio enardé- cerse contra la Música á pesar de la buena, larga y amistosa union, que con sus dramas ha conservado; .cargarla de baldones hasta apelli^ darla esclava rebelada, de resultas del proyecto formado en Francia sobre la union de la Poesía con la Música Estos debates durarán mientras no se establezca un nuevo ramo de legislación para la última. Yo creo no obstante que las invec- livas del Poeta Cesáreo hubieran sido mejor empleadas contra los Maestros de la Orquestra Dramáti- ca, surcidores de arias, y estropea- dores de rimas, que tantos asaltos han dado á su noble Poesía. 231 Otros critican las piezas^ I Gazetas literarias de París torn. 6 pág. jpi: 6 de Septiembre de 176^, tom. 7 : de dicho mes y año. Esai sur V union de la Poesie (3 de la Mu- sique : asunto discretamente desempeñado por Don Thomas de Iriarte en su precioso Poema de la Mü- sicaj y lo que es mas por confesión del mismo ■Abate Metastasio, que lo ha coLmado.de elogios; y musica del templo. 369 porque se resienten del gusto na- clonal, cumo si todas las Nació- nes no tuvieran licencia de cantar en el modo que mejor Íes acomode. Las Naciones se retratan á sí mis- mas en las obras artísticas ; y cada una por su término tiene su méri- to y sus .gracias. Hable enhorabue- na en Música el Ingles, hable el Ita- llano, hable el Alemán y hable el Lrances, como mejor quadre al gus- to y genio de su Pais. 232 Yo no se que tema se tie- ne con là filarmonía Francesa; con- fieso que su canto me incomoda ; pe- To su método teórico me acomoda mucho. Sin embargo no hay razón •para que Seamos tan intolerantes t;on los Franceses, que les incomo- demos en su casa porque cantan , á ¿a FLancesa¿dLo cierto es , que nos dan exemplos de la tolerancia mu- ísical ; y muy señalados en la acó- *gida y aplausos que allí ha recibí- do el Caballero giuck , y en laa Aa 370 ARQUITECTURA, ORNATO, agradables piezas de estilo mixto, que nos remiten los Davaux, y los Lebrones. El que compone Música en Francia, y para Francia, debe ar- reglarse al genio nacional , como debe el que poetiza. Si escribe pa- ra la Europa, debe escoger un buen medio. El Italiano afable y compla- cente despunta por el cantable sen- cilio y afectuoso. El Alemán mas marcial que ceremonioso, despunta por el fuego, varonil, guerrero y en- tusiástico. El Ingles todo Geome- tría busca las armónicas hasta en el mismo cantable. Uno de los po- líticos ^ del presente siglo adhiere á este sistema ; y yo puedo decir, que he tenido mucho placer en oir piezas Inglesas sobre el mismo gus- to. > 233 Digamos*pues ahora, que 1 Benjamín Francklein : En una Carta al célebre crítico Lord Kaimis, fecha en a da Junio de Letters and papers on Philosofical subjects. Lon- don 1774. y MUSICA DEL TEMPLO. 371 para excitar tales, ó tales modo- nes, es indiferente que la Musica sea vocal, ó instrumental. En es- ta y en aquella podrá verificarse lo que pretende Mr. de Pluche, quando trae al caso la sentencia de Horacio. Non satis est pulcbra esse poemata, dul* cia sunto Et quocumque volent animum auditoris agunto, ¿Quien ha dicho que solo con palabras se mueve el corazón? ¿Quien dice que la Musica instrumental no puede afectar el entendimiento? No lo afectará con argumentos, pero sí con la armonía, con la proporción, con las buenas clausulaciones, con los períodos bien formados. En una sinfonía, en un sexteto , en un quar- teto caben unidades , cabe intriga, y caben episodios como en un dra- ma. El como , lo veremos mas ade- lante. Aa 2 373 ARQUIÏECTURA • ORNATO, 234 Digamos también que la Música instrumental puede ser útil en el Templo siempre que seaapro- piada y manejada con discreción y arte filosóficos Qüe aunque el Can* to llano es sobre todo otro el mas digno y propio para cantar Him- nos y Psalmos á Dios, no es de ex- cluir, y puede desde luego emplear- :el canto se., si es confio debe figu- rado. Que no inducen vicio en. la magestad del mismo canto mera- la mente las execuciones^'hijafà de agilidad, ni la introducción délas semicorcheas, mi de las fusas, ni ménos el metal .de los . instrumen- tos ' ni el uso- de los cantos cromá- tico, ni enarmónico, ni mixto. 23.5 Digamos también que la mocion es una cosa, y la persua- sion ' es otra. A la Música toca mo- ver, y á las palabras persuadir. Si la Música instrumental excita las •mociones que debe, y es .en siso- nora y agradable, tiene ya lo que Y MUSICA DEL TEMPLO.- ^73 el Poeta pide, y lo que pide, .Mr, Pluche. Si agregado, á ella él cao- to vocal se persuade alguna cosa;, ó se enseña < alguna, verdad , no es la Música la que la enseña, ni la que la persuade.^ Esto es de la facultad de la Oratoria , ó de la Poesía : la Música no hace en tal caso mas que engalanar aquel sugeto, y actuar en el corazón para que haga mejor efecto , que podria tenerlo sin el a.Ur xílio musical. En una palabra, el .canto inarticulado, y el cantó ari- ticulado forman clase aparte. 236 . Aquel tiene su origen en la naturaleza, y es mas de admirar en sus efectos, porque habla al al- ma en un idioma universal, que en- tienden todas las Naciones. Es^la Música, ó canto vocal, respecto ai inarticulado , como una estatua de bulto ^ respecto á Una estatua-pin- tada. Yo admiraré mas esta, que aquella, porque hallo mas mérito en fingir un sólido con e.l auxilio 374 arquitectura, ornato, único de los colores , que en fingir un sólido con otro sólido. No qui- ta que los efectos puedan ser ma- yores, ó las mociones mas vehemen- tes si al canto vocal se agrega el auxilio de los instrumentos. Pero ni unidos, ni separados tendrán buenos efectos, si no concurren calidades, que los hagan capaces de excitar mo* ciones oportunas y conducentes á fi- nes determinados, 337 De aquí sacamos que la Música necesita un ente que influ- ya en ella, como la Oratoria influ- jye en la Gramática. ¿Y por qué me* dios lo descubrirémos? Vuelvo á mis principios, y di- go aplicando á la Música, lo que un buen Español aplicó á la Pintu- ra I» Busca en naturaleza {sí supieres Hallarlo), y hallarás quanta buscares, Ha te canse mirarlo, y lo que vieres I Pablo de Céspedes ; Poema de la Pintura. Y MUSICA DEL TEMPLO. 37S Conserva en Jos diseños que sacares. En la honrosa ocasión y menesteres Te alegrarà el provecho que hallaresi T con vivos colores resucita El vivo que el pincel y genio imita. Vamos pues primero á deducir de la naturaleza la gramática de la Música. Una Gramática se forma de Etimología, Ortografía, Sintaxis y Prosodia. Comencemos por la pri- mera, 238 En la resonancia de una cuerda está el principio etimológico. La resonancia de una cuerda pro- duce su docena y su diez y setena mayor. Esta es una experiencia fá- cil de hacer , y experiencia de que Rameau derivó su Sistema Músico, que expuso académicamente Mr. d* Alembert, y explayó el citado Be- thizy. Hiérase en una pieza silen- ciosa una cuerda de un violon ; y despues de oir su tono, se comen- zará á oir su docena , y al fin la Aa 4 37^ ARQUITECTURA, ORÎTATO, diez y setena mayor, conforme di- ximos. Esta es la etimología de la concordancia de tercia, quinta y oc- tava, que el artificio reparte, y ha- ce claramente sensibles en las vo^ ees que componen un concierto, ó sobre el teclado del órgano, ó del clave. 239 Hay mas aun por la in- versa. Siéntese la mano sobre dos teclas de un órgano, que correspon- dan á los tiples de una quincena, distantes el intervalo de una terce- ra menor ; sean mi y sol ^ y en su lugar resultará un ut claro y distin- to. De modo , que así como el ut hace en la primera experiencia re- sonar un mi y nnsol ^ en la según- da estos mismos hacen que resue- ne el ut. De la misma suerte un la y: un ut distante de tercera menor, harán resonar un fa quinta abaxo del ut, 240 De aquí se deducen las re- láciones que tienen los modos, ó ¥ MUSICA DEL TEMPLO. 277- términos mayores de gesolreut, y de fefaut , con el mayor de csolfaut, y la relación que con este tiene por naturaleza el menor de alamire. El que tenga principios de Música irá según este sistema deduciendo las relaciones de todos los modos ma- yores y menores, pues todos están trabados como los eslabones de una cadena. 241 Hemos visto ya,yexâmî- nado el principio etimológico de la armonía , y corriendo los mismos trámites hallaríamos el de la diso- nancia , y su doble uso, ú empleo. Pero no menos provienen de la mis- ma fuente sonora los cantos, diató- nico, cromático, enarmónico y mix- tos. Del procedimiento de un baxo fundamental por notas encadenadas mas ó menos entre sí por la reso- nancia , se origina la resonancia de otras , que unas veces forman series diatónicas, ó cromáticas, ó enar- mónicas, ó mixtas. Quien quiera im- 37^ ARQUITECTURA, ORNATO, ponerse por menor , puede verlo en los Autores susodichos De que concluyo que el arte es un mero in- térprete, así en la parte armónica, como en la metódica de la resonan- cía del principio armónico : resonan- cia que produce la naturaleza. Has- ta aquí la etimología. 242 En la parte ortográfica su- cede lo mismo. Pudiéramos decir que la melodía es la ortografia uni- versal del genero humano, corregí- da por el arte. Todas las Naciones mas ó menos dan sentido al diseur- so por una especie de canto, y es- te equivale á los puntos, comas y demás signos ortográficos de la Es- critura. En unos idiomas es mas sen- sible este canto , que en ciertas oca- siones llamamos tonillo ; pero ge- neralmente hablando, aun quando I Elemens de Musique, Théorique & Practique de Mr. Ditemhert. P. i. cap. 6, 18 , 19 y sig. y en ]a Exposición Teórica y Práctica de la Música de Mr. Bethizy 1 edic. 17Ú4, pág. IÚ8 y sig. I7<5 y sig. 167 y sig. y MUSICA BEL TEMPLO. 379 no entendemos el discurso, conoce" mos los puntos finales, las nega- clones, afirmaciones, é interrogado- nes, por razón de las flexiones de Ja voz y canto, que podemos lia- mar ortográfico. El tono de un que- jido, de un suspiro, de un lamento, es universal en el mundo. Por esta razón el Crítico , de que hice men- don no ha mucho, apellidó á la me- lodía Diccionario de la simple natura-* leza, 243 El arte ha perfeccionado este canto, ó para hablar con mas propiedad, lo ha afinado y entona- do, guiado por las leyes primitl- vas de la resonancia de que acabo de hablar. Recíprocamente nos he- mos servido del Arte para ayudar á la buena pronunciación del dis- curso. Los Oradores de Roma se Servian de una especie de flautas pa- ra ensayarse en esta parte de la Ora- toria. Los Griegos cantaban sus Tra- gedias. Los Latinos sus Dramas. Los 380 ARQUITECTURA, ORNATO, Chinos tienen un canto reservado para sus versos. 244 De esta mutua simpatía del Cantable con el discurso , ó razo- namiento, y de este con el Canta- ble, proviene que qualquiera perso- na de un mediano oido, apercibe en la Música cláusulas, períodos, sen^ tido imperfecto , y . sentido perfec- to, puntos interrogatorios, admira- ciones, suspensiones , quejidos y la- mentos. Por eso no imagino disonam te á la razón, la invención del Me- lodrama, como se la han figurado algunos críticos adustos , y desde luego diametralmente opuestos al ; parecer del Autor del Espectáculo de la Naturaleza. i ; 243 Habiendo de concurrir el agrado con la mocion , debe el Mu? sico discurrir quales son los medios de hacer un canto agradable ; y :á ! esta parte podremos llamar Sintar sis musical : porque á la verdad enr seña á formar bien las cláusulas y Y MUSICA DEL TEMPLO. 381 los períodos. Enseña á formar cláusu- lás, que tienen la deducción mas na- tural,y estan mejor encadenadas por los principios armónicos de que se deducen. Enseña á texer aquel canto que junta á una variedad fluida y natural el tránsito por modos re- lativos y ligables entre sí, y que proporciona otro canto sencillo y fácil en las partés subalternas ; aquel que habiendo de unirse á la pala- bra, acompaña bien ai sentido de la letra en las clausulaciones : que di- ce bien las comas y los puntos del sentido literal, las interrogaciones y demás accidentes que constituyen lo que llamamos tal sentido. El que examine, ó analise un fragmento músico circunstanciado con los su- sodichos requisitos , hallará, con se» paracion de la palabra, oraciones bien formadas : hallará concordan^ cias : hallará inversiones en las pos^ turas : hallará notas que ligan , y que equivalen á adjetivos ^ que con- 382 ARQUITECTURA , OR NATO, cuerdan con varios substantivos : ha- liará en las resoluciones de las di- sonancias y en el modo de determi^ nar las cadencias un equivalente á los reposos imperfectos, ó perfec- tos del razonamiento; y si exámi- na el canto unido á la palabra, ha- Hará palabras musicales transforma- das en verdaderos nombres , pro- nombres, verbos y demás partes que componen una oración , concorda- dos y colocados baxo la norma de una rigorosa Sintaxis. 246 La Prosodia la hallamos en la naturaleza, dando principio por el sonido mismo. Si la Prosodia con- siste en la medida y proporción, los cuerpos sonoros están sujetos á las leyes primitivas de la oscilación, que todas consisten en proporción y medida. Dos cuerpos unísonos da- rán siempre en iguales tiempos igual numero de vibraciones, como osci- larán dos péndulos de iguales Ion- gitudes. En los demás respectos ar- Y MUSICA DEL TEMPLO. 383 niónicos, se descubren medidas proporciones y constantes. Pero dexan- do aparte las comparaciones mas abstractas, notemos la de las divisiones proporción del los idiomas tiempo en de los irracionales. El canto de una perdiz, está do á medida. ajusta- En sus diversos mo- dos de explicarse se advierte porción de pro- compas : se notan síla- bas largas y breves. A ta codorniz. compas can- una A compas un un Cuco, Grillo Buho, un y una No Cigarra. estoy lejos de creer la dida me- musical que se tomó de estos ori- ginales. 247 Una cláusula de canto ins- trumental consta de palabras musi- cales, que tienen sílabas largas y bre- ves, según es la tada á puntuación ; y ajus- compas, podremos decir es una versificación, que ó parte de ella: y efectivamente hay rasgos de can- to, que parecen rima : como vice- versa se pudiera puntuar en escritu- 384 ARQUITECTURA, ORNATO, ra musical ,1a cadencia de la veí- sificacion poética. Pero .^siguiendo nuestro discurso, es claro que un canto sujeto á compas, puede llamar^ se versificación, del mismo modo que un recitativo se puede llamar prosa. Uno y otro estan sujetos á los principios gramaticales que aca^. bo de manifestar. 248 Mas á pesar de toda esta Gramática se oye Música, que de- bia echarse fuera de la Iglesia, co- mo se suelen echar los perros. Quan- do no sea positivamente perjudicial, es irreverente, es un Chinesco can- tado, ú quando menos un ¿es sonans vel cimbaluni tinhiens. Esto indica que falta alguna cosa que tenga á raya la libertad imaginativa de los Mu- sicos. Yo creo que lo mas á propósi- to (como el ente mas homogéneo que puede influir en una Gramáti-» ca) seria, ó una Retórica , ó un ar- te Oratoria una Poética Musi- , ó cal, ó cosa que se le parezca» Pro- , Y MUSICA ©EL TEMPLO. 385; bemos por los principios que indi- qué en la primera parte de esta Obri- ' ta, á sacar á luz este ente del se- üo de la naturaleza misma. 249 Vamos en solicitud de ma- teriales para formar este nuevo Có- .digo. Pero huyamos de metafísicas intrincadas, y de juegos de enten- dimiento irreducibles á práctica. De- xemos las sutilezas de Kirner en sus •principios de Retórica Musical, co- mo renunciamos á las Geometrías y proporciones del antiquísimo siste- ma Pitagórico. Dígolo, porque no vendo por mía la idea de esta nue- va Oratoria. Siento sí, tomarme el empeño sin algun pedagogo que me conduzca. Hace pocos años me ocur- rió el pensamiento, y un amigo que me notició despues habia visto una obra Inglesa con título de Retórica Musical en poder de un Coronel In- gles ; escribió á instancia mia en su solicitud á tiempo que este se ha- bia desaparecido con destino á Fi- Bb 386 ARQUITECTURA , ORNATO, ladelfia : el entredicho posterior dé la guerra me ha privado de solici- tarla. Si me conformo en las ideas, nada se pierde ; y si produzco otras nuevas, de algo quizá podrán ser- | vir, 250 Son calidades que pide la Oratoria, el genio, el arte, el exer- cicio y la imitación. ¿ Se podrá for- mar sin ellas un Músico que sea bueno ? Creo que este seria por lo menos una Sirena, quando no fue- ra un Ave fénix. Para el exámen del genio se halla una receta exce- lente en aquel antiguo : si vis me fle^ re , dolendum est primum ipse tibi. Es en efecto la base, la sensibilidad: pero no basta como quiera. Hay es- píritus que se exáltan fácilmente si no se evaporan , como los que ex- traen los Destiladores y Empíricos. Suelen estos ser espíritus frivolos, cuya delicadeza de fibra los hace comparables á las memorias que lia- man aqueas , que sirven muy poco# y MUSICA DEL TEMPLO* 387 Es menester que la fibra junte al re- sorte una cierta resistencia á las pri- meras impresiones. Este genio debe ser conocido á fondo, y abrazar el ramo en que halle mas facilidad: porque fuera de que no todos somos capaces de hablar los idiomas de las nueve musas, los genios son como los que los Químicos llaman mens- truos : que solo disuelven , y se in- corporan con las substancias que les son análogas. 251 Debe el genio ser ayuda- do por el arte. Este es el freno que tiene á raya las ligerezas de aquel: es el que lo forma y modifica. Pe- ro en llegando á cierto grado, es ne- cesarlo renunciar á una esclavitud pedante, y observando el arce ha- cer de la observancia naturaleza. 252 Esto se conseguirá con el exercicio. No hay cosa que mas con- naturalice con una Facultad, que Ja costumbre y repetición de practi- car. De aquí nace aquella soltura, Bb 2 388 ARQUITECTURA, ORNATO, que hace desaparecer el artificio, aunque una obra qualquiera que sea, éste conformada según los princi- píos á que debe sujetarse. 253 Con el genio, arte, y exer- cicio difícilmente se sube de un grado de mediocridad. Es necesario fecundarse de ideas ; porque los honi' bres somos combinadores, y no cria- dores. Es error craso renunciar á la imitación : de mil hombres de genio musico, apénas habrá uno ca^ paz de formarse sin oir executar y Copiar de otros. Presume mucho de sus facultades el que imagina hallar en sí mismo el museo de donde ha de salir sabio. 254 Hasta aquí vamos confor- mes en la Oratoria y en la Miisi- ca, como en todas las demás Ar- tes. Por estos quatro medios saca- mos de la naturaleza lo que nos ha* ce al caso : hacemos combinaciones, y procedemos según y como pro- curé manifestar eix mi primera par- É Y MUSICA DEL TEMPLO. 389 te extendiendo mi reflexion á las j Artes en común. La Oratoria se divide en quatro partes , invención , disposin cion , elocución y pronunciación. Para la invención se determinan fuentes ó lugares Oratorios. En , la Música los tenemos en la natu- raleza, y solo falta hacer la distin^ cion. Yo separaria por clases: unos existentes en el principio sonoro, y ramos que proceden de él : otros que son unos medios para dar va- riedad al canto, y hacerlo parecer baxo de diversos aspectos. 256 Yo oiré un baxo inmóvil, ó fixo sobre una nota, y armoni- zar otras en movimiento sobre ella, y podré decir que este es un lugar oratorio d causa porque en reali- , dad según la ley de la resonancia, la nota que está quieta es causa su- flciente para hacer resonar inmedia- tamente las que son armónicas, y para que estas hagan resonar las que M 390 ARQUITECTURA , ORNATO, tienen una relación mediata con ella. 257 Si oigo un arpegio por sí solo, y sin baxo inmóvil, podré de- cir que es un lugar oratorio ab ef~ fectihus'^ porque oigo resonar los efec- tos del principio armónico separa- dos de la causa que los produce. En uno y otro caso no hemos hecho mas que interpretar la naturaleza. 2 ¿8 Si oigo un canto proceden- te del término principal, á los que le son relativos, como son los de su quinta arriba , y quinta abaxo, podré decir que es un lugar orato- rio cib adjunctis» 259 Si oigo la prevención del una disonancia, diré que es un an- tecedente ; y luego que pasada la li- gadura resuelve, diré que la nota en que se verifica la resolución, es su consiguiente : y por tanto ya dis- tingo otro lugar, que podré llamar antecedentes y consiguientes: y baste es* to paca dar una ligera idea de los^ w y MUSICA DEL TEMPLO. 391 lugares oratorios de la primera es- pecie. 260 Diré mas: al sonido pode- mos llamar materia de la Música : lo que le da la forma es la puntuación. En esta hallaré mil recursos á la variedad. Podré pues apellidar á es- te lugar oratorio à forma, 261 El lugar /crwîiï podrá in- fluir de muchos modos sobre una misma succesion de sonidos en ca- lidad, sin variar de lugar entre sí, solo con alterar su qüantidad, ó du- ración. Pero esta misma serie de so- nidos, ó voces, podrá también va- riar la posición, y combinarse de muchas maneras; y á esto llamaré lugar oratorio à comhinatione, 262 Si voy declinando una li- gera cláusula música por varios tér- minos sin interrupción de otro pa- sage diferentemente puntuado, po- dré llamarla notapion, 263 Si hago una operación se- mejante en un período entero, ó en Bb 4 392 ARQUITECTURA , ORNiïTO, un intento musico, como se vé eiî una fuga, en que suele correr el tema por diferentes términos, po- dria decir un lugar oratorio à conju-* gatis, 264 A este modo podrían au-, mentarse las distinciones, y redu- cirse á principios la parte que se refiere á la invención. Pero por aho- ra no me he propuesto otra cosa, que dar una idea de los medios pa- ra buscar y hallar. Resta proponer regias para elegir. 265 Este estudio debemos ha- cerlo sobre nosotros mismos. El can- to imperfecto que sirve á formar la ortografia del discurso, se aproxí- ma tanto mas á un canto verdade-^ ro , quanto mas sosegado se halla el espíritu. Mas la claridad, ó afina- cion del canto ortográfico aumen- ta al paso que decrece la necesidad de pensar para explicarnos. Muchos se ponen á leer, é insensiblemen- te van entrando en un tono claro Y MUSICA DFX TEMPLO. ¿93 y apreciable. Rezan juntas algunas personas, y no solo se introducen en tono, sino que si á las voces no les viene cómoda una misma nota, se aproximan á las armónicas, y á ve- ees se oyen en terceras, ó en quin- tas ó se percibe la concordancia , entera de tercia, quinta y octava. 266 A los que venden por las calles oimos cantar, y (probablemen- te sin apercebirse) se halla cada uno con su canción formada, sin otro X)rígen que la propension de la na- turaleza á perfeccionar el canto or- tográfico, quando el espíritu se ha- Ha en calma, ó el discurso se proíie- re sin atención, ó maquinalmente. 267 Es digno de observarse que en estos casos resulta un canto sen- cilio, que apenas sale de un térmi- no músico, ó quando mas pasa á uno, ú otro de sus adjuntos reía- tivos , volviendo luego á su primer término. De que inhero que para mantener el alma en un cierto gra- 394- arquitectura , ornato, do de tranquilidad, y aun mas) (lo que es para sosegar su adormecer inquietud, y suavemente, conviene mas que otro, por mas análogo , el canto sobre el género diatónico, por- que en efecto es el mas sencillo. 268 Sucede por la contraria, que quando se evita la monotonia en la lectura, y en la variando declamación, con discreta los altos oportunidad y baxos del canto orto- gráfico, se despierta mas la aten- cion, y esta crece á calor y llega poner en el auditorio, quando ocur- ren aquellos rasgos de pasión que mas interesan, los quales si se ó declama lee, con propiedad, inducen mayor desentono , ó cir por mejor de- obligan á apartarse mas de la semiaficion que lleva de ordinario el mismo canto ortográfico ; por eso se suele decir que un hombre colé- rico habla desentonado. De in- fiero, que que para introducirse en las pasiones, conduce aun en el géne- Y MUSICA DEL TEMPLO. 39¿ TO diatónico, separarse con una jui- ciosa variedad del término princi- en- pal, y correr por otros términos, cadenándolos artificiosamente. Y que por último los géneros cromático, enarmónico y mixtos son los mas propios para expresar las pasiones vehementes, 269 Las reglas generales para elegir, que acabo de indicar, no conciernen hasta ahora mas que á la calidad del canto, ó materia de Ja Música:falta reflexar sobre la can* tidad, forma, ó puntuación y an- damento del mismo canto. Para con- traer el discurso á mi intento, ha- blaré con respecto al Eclesiástico, 270 Hágase memoria de lo que queda dicho en diferentes lugares relativo á la Magia Artística, y me- dios de excitar las mociones. Me atreveré á decir que el movimiento oible tiene mas eficacia en sus im- I I part, desde el num. 53 hasta el ^3. a part, art, 8.8 cap, 4 del interior del Templo, 39^ ARQUITECTURA , ORNATO, presiones que el visible. Yo no he visto que el ver saltar, ó el ver cor- rer incite tanto al movimiento, co- mo el. oir la Música de una Con- tradanza, de una de Giga Inglesa, ó una Alemanda. Por la un canto contraria, lento impone cion, circunspec- y atrae á la quietud: un lar- go armonioso, y de un cantable grato adormece. Manifesté en mi primera parte la analogía del con- tinuo visible, con el movimiento len- to visible, y la del mismo ó extension continuo, visible, con la conti- nuidad , ó extension sonora : la la de brillantez y los opacidad que entra por ojos, con la de la brillan- tez y opacidad entra los dos. que oi- Manifesté por asimismo los efectojs que producen. Procuré con la natu- raleza á la vista exponer según al- canzo, lo que constituye los agradables, géneros El magestuoso y terrible. segundo propio del drá modificarse Templo, po- según convenga á y MUSICA DEL TEMPLO. ¿97 la ocasión , y para elegir podrán ser- vir los mismos principios , como po- drán servir (observando las analo- gías) los que propuse para modifi-. car el carácter de los órdenes en Arquitectura. 271 De aquí deduzco algunas de las muchas qualidades excelen- tes del Canto llano ^ ; y no tengo dificultad en persuadirme que su origen lo tiene de Grecia, y que en él tenemos una idea adequada I Por evitar excepciones cansadas, y distinció- nes repetidas , advierto que baxo la expresión de Canto llano , ó Canto Eclesiástico entiendo el si- lábico unísono, monódico , ó coral y análogo al reformado por S. Ambrosio y S. Gregorio en las Iglesias de Occidente, que se acostumbra en ellas, ya acompañado de órgano , ya por sí solo , y £e aplica á Misas, Prosas , Himnos, Antífonas y Salmos, aunque algunos de dichos cantos difie- ren del Canto llano rigoroso. Véase la nota al verso ig de la página 56 del citado Poema de 1). Thomas de Iriarte ^ no obstante que D. An- tonio Roel , Prebendado y Maestro de Capilla dé la Santa Iglesia Catedral de Mondofiedo en su Ins- truccion Armónica pone en la clase de Canto llano el Pange lingua , cuya sabida Canturía c a propiamente ritmia , como algunos otros Himnes. IP 398 ARQUITECTURA, ORNATO, de aquel sistema de cantar al alma de tanto influxo en la moral que hizo decir á muchos Filósofos de la antigüedad inclusos Platon y Aris- , tóteles, que no podia alterarse el sis- tema musico, sin que el político se resintiera. 272 Primeramente domina en el Canto llano el procedimiento dia-» tónico propio, y adequado masque otro para aquietar el alma. Ademas la mayor duración de las notas, por respecto al canto figurado, convie- ne á darle un movimiento grave y característico qual corresponde á su fin al mismo tiempo que á inducir la tranquilidad y el sosiego. La re- petición de las mismas clausulacio- nes atrae aquel dulce sopor, tan aná- logo á la mocion de la devoción sen- sible. Reservo otras qualidades pa- ra el lugar que les corresponde. 273 No omito reflexar que el Canto llano en quanto á su activi- dad particular causa las mociones. i Y MUSICA DEL TEMPLO, 399 aun á los que no entienden el texto. Y debe ser así. Yo creo que hay modulaciones en que reside una vir- tud innata para ocasionar sensació- nes determinadas. Lo hace verosi- mil la sabia economía que admira- mos en las inviolables leyes de la naturaleza. 274 El mover por sí, y el mover como conviene , es una propiedad que debe residir en todo canto for- mado según principios filosóficos. El efectivamente no persuadirá ; pe- ro dispondrá al alma á ser persua- dida : y como la magia del arte es propiamente la ilusión de los senti- dos para afectar por su medio el alma, el fin del Músico debe ser engañarlos para que aun quando les falte un objeto principal de que asir- se, se apeguen al accesorio : y si el canto no define ideas claras, exci- te por lo menos afectos convenien- tes. Efectos que se conseguirán siem- pre que se introduzcan al alma (no 400 ARQUITECTUilA , ORNATO, importa porque órganos) sensaciones análogas al fin que se desea. 275 Pero aun hay otra parti- cularldad que notar en el Canto llano ; y es la que tiene la Arqui- tectura Greco-Romana, que sin em- bargo tener siglos de edad , toda- vía no es vieja. Yo hallo dos ra- zones para que sea así. La primera y principal es, que como la cons- titucion del hombre, como las pa- siones y los afectos de su corazón son los mismos al presente, que los que se eran ahora dos mil años; los medios para excitarlos deben ser los mismos. Una vez halladas modulaciones de virtud innata para ocasionar tales, ó tales sensaciones, estas se reproducirán siempre que aquellas se reproduzcan. El Canto llano consta, como dixe, de fragmen- tos de la Eloqüència Música de Gre- cia, de que tantas virtudes se nos refieren ; y esta es la causa de que el canto de un Te Deum y de un Y MUSICA PEL TEMPLO. 40 I 1 Benedictus, nos conmueve al J pre- sente, como nos conmovía ahora treinta años, quando al mismo tiem- po nos reimos de algunas sonatas j del celebrado Vivaldi. La otra razón es la de la congruencia : y esta es hi- ja de la antigüedad del Canto lia- no, que lo ha hecho prescribir. La continuación de oirlo siempre em- pleado en las divinas alabanzas, con- duce á considerarlo como el mas adequado al culto vocal. Pero aun hay otra causa que lo hace mas pa- tético, que es el renovarnos ideas de lo pasado, i 276 Oí á un niño, que quando I olvidaba una especie, se iba al si- tio donde se le habia ocurrido, y con este solo medio la traía á la memoria. A muchos les sucede lo mismo. Una de las cosas que nos i ablandan el corazón , son las me- í morias de nuestros dias antiguos. Lo ' que oimos, ó vimos entonces, vis- to y oido ahora, nos despierta las Ce 402 ARQUITECTUR A , ORNATO, ideas de los objetos que lo acompa- ñaron ; y aunque estas no se exci* ten claras y distintas , ó la rede- xion no se pare en ellas, en con- fuso presentan al alma un no se qué patético , ó sombrío, que ya melan- coliza, ya enternece. El Canto lia- no lo olmos casi desde que fuimos capaces de oir. Creo que qualquie- ra que se estudie un poco dirá que es cierto. Esta observación podrá conducir para elegir bien. 277 Presupuesta la propiedad y buena elección del canto , sea vocal, instrumental, ó mixto, podrá sin? embargo desgraciarse una pieza si se distribuye mal entre las partes que lo executan: porque generalmen* te hablando, no está fixo el canto en una sola parte de las que com- ponen una sinfonía j ó un Coro. El rueda (si cabe hablar así) por los ti- pies , contraltos, tenores y baxos, que recíprocamente se acompañan unos á otros. Si los acompañamien-^ " Y MUSICA DEL TEMPLO. 403 tos lo cubren en demasía, resultà un embrión puramente armónico^ en que no se baila una idea clara, ni otra cosa que agradar el oido sin definir apenas mas que el carácter. 278 El acierto en esta distribuí Cion consiste en la buena disposin cion, que es el segundo título de este, no sé si diga nuevo Código. La buena disposición cabe en un Canto monólogo, ó simple, como en uno compuesto. Haciéndose car- go de la mas viva afectación que resulta délas voces agudas, podrá usarse de ellas en aquellas clausu- laciones, en que se desea despertar,, ó poner en calor el espíritu , y en las expresiones de alegria. Las vo- ees medias serán mas aptas para atemperar y moderar las impresio- nes : para calmar y sosegar el áni- mo. Las voces graves para atraer á la circunspección, para inspirar la tristeza, el temor, ó el terror. Cabe también modificación en la Ce 2 404 ARQUITECTURA, ORNATO, intensidad de las mismas voces, aun^ que esta con ciertos respectos per^ tenece á la pronunciación musical. 279 El canto monólogo distri- buido en los diapasones, ó superio- res, ó medios , ó inferiores , según convenga mas al intento, será un canto sujeto á las leyes de la bue- na disposición ; y del mismo modo lo será el compuesto, haciéndolo correr sobre semejantes principios por las partes superiores, medias, ó inferiores de la orquestra y coro. Si un Músico quiere hacer mas inten- sa la sensación de un rasgo de can- to, y las partes que executan son muchas, reservando el preciso acom- pañamiento, hará que dos, ó tres partes á un tiempo profieran el mis- mo rasgo. Hará la impresión mas vehemente si lo executan todas al unísono ; y mas si octavean algu- nas. 280 Cabe también la disposi- cion en una simple sonata , cabe en Y MUSICA DEL TEMPLO. . 405 una sinfonía, y en un coro en quan- to puede haber division de partes, y transiciones que obligan á poner en orden los pensamientos. El mo- tivo, ó tema por donde la pieza despunta, es como un exordio que antecede á otras ideas subalternas, ^ue son como episodios , y deben tener relación con él, guardando unidad, y siendo como una confir- macion del mismo tema. Un andan- te cantable puede hacer el oficio de una narración encadenada con el tiempo, que le antecede : y un alegro final, baxo los mismos supues- tos, hacer el papel de una perora- cion. 281 En el Canto llano lo te- nemos todo. Las voces medias y los baxos predominan , y le dan aquel temperamento magestuoso, caracte- rístico y propio de lo que es, y del fin á que sirve. La unisonancia de muchas voces lo marca , define y simplifica. Finalmente , sin salir de Ce 3 4o6 arquitectura, ornato, su genero sdmite por su confor-? macion modificaciones quales se ad? vierten en los Himnos y las prosas por respecto á las Antífonas, PsaU mos y Misas. 282 El canto de una Antífona^ que es el exordio del de un Psalr mo , tiene con él una relación par^ ticular, como la tiene un Chrlste eleison ccn el Kirie , y este con el Gloria. Omito el dilatarme en exem- piares, por no ser molesto al lee- tor, y no tratarse en este lugar de otra cosa, que proponer ideas para componer Música digna del Tera^ pío, y congruente á las circuns- tandas. .j 283 Los períodos, los estilos y las figuras constituyen la elocución. Las qualidades de los primeros, la elección de los segundos , y la in- troduccion de las últimas, hacen mas , ó menos congruente la dicción oratoria á los asuntos sobre que se Versa. Pero en Música lo tenemos Y MUSICA DEL TEMPLO. 407 todo. Hay incisos, hay miembros, hay períodos, hay estilos, y caben figuras. 284 La formación de los perío- dos se puede copiar , y se debe es- tudiar en la naturaleza. Es verdad que es difícil ; y así vemos quan po- cas veces se definen y se marcan bien en la Música vocal las flexío- ^ nes del canto ortográfico : quan di- ficil es acentuar bien un recitativo, expresar bien un punto interroga- torio cortar bien un período en , sus respectivos miembros ; y mu- cho mas quanto estas acentuaciones difieren al paso que las pasiones del ánimo que se pretenden expresar. Pero partiendo del principio que establecimos mas arriba, se podrá decir con generalidad, que á pro- porción que el alma se aparta del estado de quietud, las acentuacio- nes deben apartarse del simple dia- tónico. . 285 Uno que tenga númen mú- Ce 4 4o8 arquitectura, ornato, íico, y posea la teórica y la prác- tica del arte, necesita todavía ser buen declamador para desempeñar bien este ramoi Si en efecto lo es, y se dedica de veras á estudiarse á sí mismo , hallará los verdaderos principios por donde conformar el canto vocal con la expresión de las pasiones , con la dicción poética, y en lin con la ortografia universal del género humano. 2 86 El que sabe hablar en mii- sica , y sabe filosofar, sabe tam- bien que los miembros de un parió- do músico deben ligarse, y pueden ligarse. Sabe no ménos que un pe- ríodo es capaz de amplificación y numerosidad. Sabe que hay tam- bien en Música sílabas breves y lar- gas, que hay dáctilos, spondeos, ana" pastos y molossos , y que hay tam- bien sexquipedalia verba^ como en la Poesía y en la Oratoria. 287 No se necesita de otra co- sa que sensibilidad acústica , y que Il I Y MUSICA CEL TEMPLO. 409 sea capaz, de actuar en el corazón para distinguir los estilos en Mu- sica. Por poca que se tenga se pal- pará la diferencia que va de una tonadilla al O quam tristis del Per- golesi. De una sinfonía teatral al Miserere de Yommelli. Lo que constituye la diferencia de los estilos en la Oratoria, es la elección de las expresiones, de las sentencias y de las figuras. Un es- tilo ínfimo es propio para enseñar, un mediocre para deleytar, y un magnífico , ó sublime para mover. Todos pueden tener aplicación en la Música. 288 Tiene esta frases triviales, las tiene menos comunes, y las tie- ne magníficas. Todo está en la elec- cion y la aplicación, ó bien sea para preparar el ánimo en el canto inarticulado, ó bien para dar ener- gía en el articulado. Esto último no- tamos en el Canto Eclesiástico. La mediocridad magestuosa de un ter- É J 410 ARQUITECTURA , ORNATO, cer tono, quadra tan bien al Psak mo Beatus wr, como al Cántico In exitu Israel la gravedad magnífica del irregular propio suyo. Lo mis- ^ mo digo del Himno Iste Confesor^ por respecto al Ave maris Stella, 289 ¿Pero será posible que en la Música instrumental tengan lu- gar las figuras ? A la verdad yo no lo tengo por idea fantástica hb ja de un mero entusiasmo. Yo bar lio que las variaciones de una cláut- sula musical tienen una perfecta simpatía con una expolicion retórica. Yo creo que un contrapaso forma con el motivo, ó paso principal un Antithesis evidente. Una parte ins- trumental que executa á solo un pasage mientras que submissa voce la acompaña la orquestra, y que des- pues de haber dicho quanto ha queri- do, descansa magestuosamente, ana- logiza con lo que los Retóricos ape- llidan Prosopopœya, Si en un alegro ruidoso se suspende la orquestra, y la à y musica del templo; 41 ï fin de un corto silencio muda" do el andamento , y atemperado el estruendo , se introduce en un be- lio Andantino cantable, se me re- presenta aquel imperioso quos ego.„ con que el Poeta ^ contuvo el eno- jo al Dios de los Mares. Esto es lo que en el Dialecto de los Re- tóricos se llama reticencia, 290 No será la primera com- posición la que imite el susurro de las aguas, el canto de los páxaros^ el soplo de los vientos: esta y otras pinturas no son peregrinas en la re- gion de la Música ; pero yo no ha- lio razón para que no se las deno- mine rigorosas hipotiposis. Luego las reglas de la elocución son aplica- bles á la Música. 291 ¿Y no lo serán las de la pronunciación ? No es otra cosa la buena pronunciación, que la buena expresión del discurso por medio del gesto y de la voz. Esta se ex- i I iEn§id. V. 139. , r 412 ARQUITECTURA , ORNATO, tiende á la claridad con que deben producirse, y á los afectos que de- ben acompañarlas. Por lo que mira á la primera , es el oido tan me- lindroso, que no solo pide se las Tnanifiesten con claridad, sino que esta sea acompañada de ciertos gra- cejos momentáneos, quales son los mordientes , los trinos , las apoya- turas simples y dobles, los picados y los ligados, que ocasionan una sensación en el oido, separada de la mera percepción del canto, al modo que las diéresis, los hiatos y los martelatos en la rima ; afecta- clon en algun modo semejante á la que ocasiona la masticación en el gusto con separación del aromático que el paladar apercibe. No obstan- te los stacato s , los picados y los gados ^ conducen á distinguir el can- to con toda la claridad posible, al modo que las vocales- y consonan- tes el razonamiento. 292 Los rinfçrzatos , los pianos, Y MUSICA DEL TEMPLO, 41 3 los fortes , (porque es preciso hablar en Italiano) el smorfioso , el morendo y otros accidentes de esta especie^ son los medios de poner en Musica la tristeza, el dolor, la alegría, el éxtasis, el deliquio, el horror y el espanto. ^ 293 Concluyo de todo, el medio que mas seguro (y creo el uni- co) de que hacer una Música característica religiosa, del Templo, útil ducente á y con- su fin, es sujetarla á las leyes de la eloqüència. Si esta obra merece buena acogida del Público, espero poner en detalle baxo prácticas reglas , lo que en globo en este mi último expongo discurso. 294 Creo que si se ledras erigieran Cá- en que se cursara la cion de la Poética aplica- de Horacio á to- das las bellas Artes , quedarían ocio- sos algunos críticos. Pero ínterin Cs- to no se verifica, y la Música da al libre arbitrio que- de todos los Mú- sicos, considero lo mas seguro pa- 414 arquitectura , orkâto, ra el culto el buen uso del órga- no y el Divino Canto de S. Gre- , gorio. FIN. ERRAT AS, Pág. lî en la notaXm. x imagine,/àïíí imagines. Ibid. lin. 2 praebente , léase praebentes. Pág. 47 nota lin. 3 no se, léase nose. Ibid, lipes , léase lips. Pág. 62 lin. 4 Veber, léase Uber. Ibid. lin. g debe escribirse seguido , und toedten vonferne. Ibid, en la nota Magdeburs, léase Magdeburg. Pág. 79 Un. 21 fuego, léase juego. Pág. 83 Un. 2 , 3 y (5 Aristógenes, léase Aristóxe- nes. Pág. 84 Un. 6 lo mismo. Pág. 8g Un. 6 Lazarillos, lazarillo. Pág. 109 Un. 6 Ingleses, léase ingieres. Pág. 131 en la nota Un. 13 y ig Colomnes, léase Colonnes. Pág. 164 Un. 23 orquestra, léase orquesta. Pág. 230 Un. 22 arreglados, léase arregladas. Pág. 232 Un. 14 que, léase de. '^73 ® Arquitectónicos , léase Arqui- tectónicas. Pág. 277 Un. penult. Juenino, léase Juenin. Ibid. en las citas g , léase 3. Pág. 290 Un. g. Debe acabar con ?. Pág. 321 Un. I g en lapalabra cornisas cfeíí haber 5. Pág. 331 Un. penult, iguales, léase ¿Y quales. Pág. 3 g (5 Un. 18 modifique, léase molifique. Pág. 3<53 Un. última, que las que dexó : falta escri- tas diez y seis años ha D. Luis , é3c. Pág. 366 Un. 11 Dechabes , léase Dechales, ï'sg. 378 Un. 2 en la nota Ditember, léase D' Alem- bert. 1 Ibid, en el texto lin. g metódicar, léase melódica. Pág. 394 Un. ao Semiaficion, léase Semiafinacioa, Pág. 397 Un. última nota ritmia, léase rítmica. Pág. 410 Un. 19 submisa,/áwí sumisa. Ibid. Un, 10 orí^uestra, léase orquesta. Ibid. Un. líltima, lo mismo. k Rffí. ÍKÉ fía  m ,î /■i- i¿. f-'á ■/J. i % í2o6 arquitectura , ornato, y musica del templo. 20^ 52 En lOç que es la unidad se tes entre sí, y con referencia al to- encierra lo que es la unidad de ca- do : y á esta podrémos denominar rácter que se puede decir , equiva- unidad de acción ; por quanto todas, le á la de tièn^po y lugar en la Poe- ó primaria, ó secundariamente de- sia dramática. Seria por exemplo ben concurrir y referirse á un fin. una especie de anacronismo arqui- Qualquiera parte en que no concur- tectónico alzar un edificio según un ra esta circunstancia, será en ar- riguroso antiguo sistema griego, é quitectura una especie de episodio introducir en él trozos del Tudes- desatado y digno del castigo de la co que suele apellidarse Gótico. Se- crítica. , ria contra la unidad de lugar edU 54 Se entiende por verdad to- ficar un cuerpo de Iglesia arregla- do lo que es conforme á ella, de do con todo rigor al género mages- suerte, que advertido por los ojos, tuoso á que pertenece, y fabricar el no lo desmienta la razón , ni la in- Baptisterio, ó la Sacristía, ó el atrio, comode. Pide que los huecos esten