AiA 'Jr. T!irüsc«icion. HarccIíKw: Ka Inincsíre aiie'antailo. \ ptas. Fonollar, 24 y 28 En l.érifla. Administra ion -''e Kacra de Barceiena: iin añe, id. i pías, El liti.en Seiiti'lo, M;iyor, 81,?.o- . •Miifirirl: 8 enlr (P redia fiiiranjer». ï liilramr: ii« aáo, iJ. 8 fias. Sa publícalos Jueves. Almagro. -Alicant r S. Pvoiio.ifcy. 28, dii. « SUM.A.R10. ncpl¡C':i filosóilc'^ sobre conferencias cien'iíio -reiigiosas del Pvdo. P. D. Eduardo Planas. XV.—Una historia de lágrimas. 1.—Pens i.t. ien'.os. REPLICA FILOSOFICA SOíülE I..\S CO .XFEJUiNCtAS CIE.N'TÍFICO-IíKé'.GIOS.AS IIKÍ. RDO. 1'. D. EDI ARDÓ LL.V.XAS. XV. Si empeño tuvimos en copiar todos ios párrafos en ioscuaies el sacerdote demos-, traba la pequeñéz de su ideal religioso, justo es que también lo tengamos en trans- cribir las inspiradas líneas en las cuales el sábio se olvida de la estrechéz de su credo, y recuerda solo la ciencia: escuchémosle en la página 96. «Lo contrario acontsee respeeto de las facultades intelectuales del hombre. Estas están sometidas á tiri progreso indefinido, y nadie ha podido decir que haya adquirido todo el desatollo inteleetnal posible. Es que' el hombre nace, como el bruto, en el mundo sensible; vive, como el bruto, en el mundo sensible; está sometido, como el bruto, á iina organización sensible; pero e,ste mundo no es la patria de nuestras almas como es la patria délas al- mas do los irracionales. Nue.-.tra inteligencia, esola.vizada á la materia, radicando en la materia aun cuando funciona; se alimenta de lo inmaterial, busca siempre lo suprasensi- ble, y de ahí esa ascensión continua del alma humana hácia lo necesario, bácia lo ideal, hácia lo eterno; ese anhelo insaciable por lo bello, por lo bueno, por lo verdadero, que no halla jamás en la medidaque apetece en este mundo q le no.s es común con los brutos De aquí, qne el hombre debe vivir por su inteligencia en iin mundo que se cierne mas hallá del mundo en que su inteligencia radica: ésta existe en el mundo de los fénoraenos, y ne- cesita ver las sustancias; vive en el mundo de los efectos, y necesita conocer las causas; vive en el mundo de lo contingente, de lo pasajero, délo limitado, y necesita escudriñarlo necesario, lo eterno, lo infi.nito: vive en la tierra y lee sus destinos en el cielo. Por e.sto la perfección del hombre no puede ser sino relativa y paroi-.il, mientras su alma necesita del organismo para ejercer sus funciones, y mientras su existencia se desarrolla más abajo del mundo al cual por intérvalos su inteligetcia se traslada. El hombre no posee todos los elementos naturales de perfección á que llegar pretende, porque el mundo de los brutos, no es el mundo en que terminan los de.stinos humanos. La imperfección que nos,humilla es la mejor garantía de nuestra superioridad sobre todos los séres de la tierra.» Dice el Padre Lian,as que las facultades intelectuales del hombre están sometklss á la ley del pogreso iiidelinido; y afirma en la página 99, «que el bruto permanece pe- gado á la tierra como en su propio elemento; y que el hombre suspira por otro rnun- mejor, hácia el cual le impelen tal vez sus recuerdos, tal vez sus esperanzas.» ¿Qué quiere decir tal vez sus recuerdos, tal vez sus esperanzas? si el alma fué creada e.xclu.sivamente para vivir en la tierra, ¿qué mundos á de recordar? Admita- mos que tenga esperanzas en el cielo de las religiones, pero recuerdos... recuerdos jus* lificados de otros mundos, no los tienen más que los espiritistas, que somos los que admitimos la pluralidad de existencias del alma, y la pluralidad de mundos habitados. Lástima y grande, que por un momento el Padre Llanas recordó qne era sacer- dote, yen medio de sus científicas consideraciones csclama en la página 107; —i 20G )--■ Sefiores, detención estas condiciones de moralidad aplicada, es decir «Escuchemos, con hombre, veamos si á ello puede a-eceridei- el bruto. Es indudable de la moralidad en el y es ase- el hombre, por su calidad de animal verdadero, puede realizar cuanto al bi ut.o que facultades lo consienten; pero hallándose además dotado de ta- se quible, piie.sto que sus cultades superiores, por las cuales asciende y penetra hasta el miiiidode lo suprasensible, universal, de lo necesario, puede también realizar acciones que nada tengan de común de lo de los animales. Po>ee una doble naturaleza psíquica, una mezcla de facultades con las contradicción de animales superiores, que nos ofrece la clave para e>plicarla perpetua y esa existencia íntima, nuestras nobles acciones nuestras míseras ruindades; y niiestra envanecemos, y esa pequenez que nos humilla; esas aspiraciones al- grandeza de que nos todo lo propósitos bastardos, esas virtudes heroicas y esos crímenes nefandos, tas y esos sublime todo lo vulgar que forman el asunto obligado'de las humanas historias. Nadie y puede asegurar que esa antítes's psíquica esencial al hombre; pero tampoco puede sea o ori- nuestra alma se halla realmente desequilibrada, merced á un traston negarse que fé de cien- gmal, cuyas co jsecuencias todos heredamos, de como saben bien los hombres y como' aparentan ignorar los incrédulos sislemátícos, á pesar de no poderse explicarde cia, otro modo ese enigma poderoso.» con el ¿Qué no se puede explicar de otro modo Padre Llanas? Algo mejor que de las acciones del hombre en su pecado original describe Alian Kardec el comienzo Libro de los Espíritus, libro 11, capítulo 1, párrafo 114: «Los espíritus son buenos ó ma los por su naturaleza, ó bien se van mejorando?—«Lo® á otro mismos espíritus van mejorándose, y al conseguirlo, pasan de un orden iijferior superior.» creó á todos los es- »¿H espíritus que fueron creados buenos y otros malos?—«Dios iy uno de ellos una mi- piritiis sencillos é ignorantes, es decir, faltos de ciencia, y dió á cada ■ de ilustrarlos y de hacerles llegar progresivamente á la perfección por ■sion cort objeto eterna sin medio del coiioeimiento de la verdad, aproximarlos á él. La dicha perturba- y los conocimientos su- cioii estriba para ellos en esa perfección. Los espíritus adquieren así mas pruebas Dios les impone, que unos aceptan con .sumisión, llegando friendo las que con permaneciendo prontamente al objeto de su destino, y que otros sufren desagrado, de la por culpa suya léjos perfección y de la dicha prometida.» é los espíritus en su origen, son como los niñu.s, ignorantes »Segun esto, parece que adquieren poco ó poco lo.s conocimientos que les falta.i recorriendo irrsxpertos, pero que el niño rebelde con- las diferentes fases de la vida?—«cii, la coropàraelon es é-Xacta. pue.s al se tiiiú.a ignorante é imperfecto, y aprovecha más ó ménos según su docilidad; pero, pa- infinito.» la vida del hombre tiene término, la del espíritu se dilata en lo to- so que »Í.Hay espíritus que permanecerán perpétuameiite en los rangos inferiores?—«Nó, otra perfectos; cambiarán, pero á la larga; porque, como lo liemos dicho dos llegarán á ser quie- padre ju.sto y misericordioso puede desterrar eternamente á'siis no hijos. ¡Y vez, un Dios, que es tan grande, tanbuetioy tanjusto,sea de peor condición quevosotros!» íes que »¿Depende le los espíritus apresurarse progreso hác a la perfección?—«IndduedaDbiolesm. e¿rEi-l más ó ménos pronto según su deseo y su sumisión á la voluntad te y llegan «irlo dócil DO se insjruye ma.s {ironto que el reháoio?» medida comprenden lo r¿Pucden degenerar los espíritus?—oNó, pue.s á que progresan, una el "conocimiento de ella y que les alejaba de la perfeticion, y terminada prueba, poséo retrocede » no lo olvida. Puede permanecer estacionario, pero no llegar al bien?—«No por la série del mal »¿Todos los espíritus pasan poriasérie para del mal, si .o por la de la ignorancia.» camino del bien otros el del mal?—«No qué ciertos espíritus han seguido el y »¿Por es libre aloedrío? Dio.s no creó e.spiritus malos, .sino senoillos é ignorantes, decir, tieiicii son su el mal. Los á ser malos, lo por iguülm- nte af-to.-- pura el bien que para que llegim voliiniad.» ser li- origen conciencia de .sí mi.snios, ¿cómo pueden los espíritus »No teniendo en su cual- el bien y el mal? ¿Exi.ste en ellos un [irincipio, una tendencia bres de elegir entre á medida i cline masafuno que al otro?—«El libre albedrío .'e desarrolla quiera los causa in- que si mismo. Si la elección se debiese á una (|Utí e! espíritu adquiere coneieiicia de sino voluntad del espíritu, no ixistiria libertad. La causa ño reside, en él, dependiente de la esto dignifica la cede en virtud de gran su volunta i libre, y fueiai, en las infl lencias ó que original. Unos cedieron á del pecado la tentación, otros figura de la caída del hombre y . , . , resi.stieron á olla » im- proeeJen las influencias que obran sobre el espíritu?—«De los espíritus »¿Dedónde ' onsideran felices cuando le perfectos que procuran apoderarse de él y dominarle, y que ss Satanás » sucumbir. Estoes lo que se ha querido representar con la figura de hacen del no son por ello espí- »Los espíritu.s que, desde el principio, siguen el camino bien, puesto que, si no tienen malas tendencias, han de adquirir, sin embargo, ritus perfectos, Podemos comparar- experiencia y los connrirnientos nece.sario.s para llegar á la perfeccióni-.istintos, tie:.en nece- hi.s á ios niño.s que, ruuiqnicra que sea la bondad i.le sus naturales sida-.ide dasarrollarse, de iliistrarse, y que no llegan sin transición de la infancia á la nía- d irez. Asi como teiiemos hombres buenos y malos desde la infancia, así también hay es- piritas bneu malos desde el principio, con la diferencia capital, de que el niño lii ne )s y instintos completamente formados, al paso que el espíritu, al ser formado, no es ni bnei.o ni malo, sirm que tiene todas las tendencias, y en virtud de su libre albedno toma una ú otra dirección » Enconlrainos mucho más lógico que el hombre pague las deudas que iiaya con- - traído, - que no sea lictiina de una culpa que no comelió, como sucede con el peca —' 207 do oiiginal. La herencia del pecado es absurda, no justifica la justicia de Dios; y el ) recibir ca - -—, , Indüilablemente se ha rolo el mo'tie antiguo de las religiones, y algunos minis- tros del Señor ya proclaman desiie la cátedra del Santo l'.spíiilu, la soberanía del aileiaiilo, el poder de la civilización. El Padre Didon no hace muidio tiempo que tram^ bien dijo en Nuestra .Señora de París, nque el templo no debe pertenecer á ningún partido politico; que es de todo el mundo, g que c ¡da cual puede arrodillarse en el libremente. Que debe aliarse el Cristianismo con ta libertad y el progreso, porque son vanas è impútenles las ataduras del Syllabus para contener las nobles aspiraciones del espíritu humano, el cual no puede sujetarse á las estrecheces y ligaduras de un sistema que prescinde déla razan y lucha contra el progreso.» Como se vé, los modernos Padres de la. Iglesia van estudiariiio el vvielo de sus.idejiSj y van recogiendo la coseciia de la semilla que sembraroiplcLS reformistas de ayer. Decía Leibnitz que lo presente es producto de lo pasado y que engendra á su vez lo porvenir; por lo tanto, el porvenir de la buntaniilad es grandioso,'porque ya en el presente e.s indudable que se dá un gran paso. Hoy los hombres reciben ins- truccion; en algunas naciones adelantadas la enseñanza es gratuita y obligatoria, y como dice muy bien Victor Hugo instruir vale tanto como construir. Y ya se está levantando la fábrica giattdiosa del raíioiuilismo religioso, .siendo el espiritismo una de las piedras fundamentales que sirven de .sólida liase ái -r(rTr(re.^iiento religios.qg pues como dice Alian Kardec en su liliro£s/.irí/¿smoíí®l6b]aiKk) de las consecuencias de esta doctrina racional, y para "lo que sirve su estudio, esclama así en el párrafo tOO: «El espiritismo evidencia la existencia del mundo espiritual, constituido perlas almas de los que vivieron, de lo que resulta la prueba de la existe'ueia del alma y su supervi- vencia al cuerpo »Las almas que se manifiestan revelan sus goces ó su.s sufrimientos según el modo como han empleado la visita terresti-e, y de esto resulta la prueba de las penas y recom- pensas futuras. »Liis almas ó Espíritus, describiendo su estado ó situación, rectifican las ideas falsas que se teiiiaii sobre la vida futura, principalmente sobre la duración y naturaliza de las penas. «Pasando la vida futura del estado de teoría vaga é incierta al de hecho observado y positivo, impone la necesidad de trabajar lo ma.s que se pueda durante la vida pre.-eiite,. que es de corta duración, en provecho de la futura, que es indefiui ia. «Supongamos que un h.ombre de veinte años tenga la certeza de morir á los veinte y cinco, ¿qué hará durante estos cinco años? Trabajará, para el porvenii? Nó, seguramente, sino que procurará gozar c laiito pueda, mirando coino una tontería imponerse trabajo y sin obieto. Pero si tiene seguridad de que vivirá ochenta años, procederá de ~i m)— ®tro modo; porque comprenderá la necesidad de sacrificar algunos instantes del reposo Presente para asegurarse el reposo futuro durante largos años. Esto mismo sucede con Níquel para quien la vida futura es una realidad. »Líi duda respecto á la vida futura conduce naturalmente á sacrificarlo todo á los goces del presente, y de aquí la importancia excesiva q ue se dá á los bienes materiales q ue tanto excitan la codicia, la envidia v los celos del que tiene poco contra el que tiene mucho. De la codicia al deseo de adquirir á cualquier preciólo que tiene su vecino, no liav más que un paso, 1 de aqui los odios, las querellas, los procesos, las guerra- y todos los males en- gendrados por el egoísmo. »En la duda acerca del porvenir, el hombre, abrumado en esta vida por el pesar v el infortunio, solo en la muerte vé el término de sus sufrimientos, y no esperando va nada, encuentra racional abreviarlos por medio del suicidio. »Sin esperatiza en el porvenir, es muy natural que el hombre se afecte y se desespere con los desengaños que experimenta. Los sacudimientos violentos que sufre producen una perturbación en su cerebro, causa del mayor número de casos de locura. »Sín la vida futura, la presente es juira el hombie la mas capital, el único objeto de sus preocupaciones, á ellr lo refiere todo: quiere gozar á cualquier precio, no sólo de los bie- lies materiales, sí que también de los honores: aspira á brillar, á elevarse por encima de los otros, á eclipsar á sus vecinos con el fausto y el rango, de aquí la ambición de-ordena- d a y la impoi tancia que dá á les títulos y á las futilezas de la vanidad, por-las que sacri- ficania hasta su propio honor; porque no vé nada más allá. »La certeza de la vida futura y de sus consecuencia.s, cambia totalmente el orden de las ideas y hace ver las cosas bajo otro aspecto. Es la rasgadura de un velo que cubría un ho- rizonte inmenso y expléndido. Ante lo infinito y grandioso de la vida de ultra tumba, desaparece la terrestre como el segundo ante los siglos, como el grano de arena ante la montaña. Todo se vjneLye pequeño, mezquino, y admírase uno mismo de la importancia atiibuida á de la cos:^ tan efímeras y pueiiles. La caima, la tranquilidad en los acontecimien- tos vida,és ya una dicha en comparación de las desazones, da los tormentos que nos d amos, de_|os.quebradei'OB de cabeza que nos busi amps para hacernos superiores á los ^-•'ó'trüsTTTatamblen una indiferencia respecto de las vicisitudes y desengaños, que cerrando la puerta á la de.sesperacion, aleja iiumerososcaso.s de locura, y borra forzosamente la idea del suicidio. Cierto del porvenir, el hombre espera y se resigna. Dudoso de él, pierde lapa- ciencia, porque todo lo espera del presente. «La prueba por el ejemplo de los que ban vivido, de que la suma de la dicha futura está en razón del progreso moral realizado y del bien hecho en la tierra, y que lá suma del sufrimiento está en razón de la de los vicios y malas acciones, infunde a todos los que están convencidos de esta verdad una tendencia natural á hacer el bien y huir del mal. .vCnando la mayor parte de los hombres esté imbuida de esta idea, cuando profese ta- ~^eírp-riucipios y practique el bien, no procurará ya dañarse mútuamente; arreglará insti- tuciónes sociales en bien de todos y t.o en provecho de algunos; en una palabra, el bien triunfará del mal en la tierra y los hornbres comprenderán qne la ley de caridad enseñada por Cristo es el origen de la dicha en este mundo, y basarán las leyes civiles en la caridad. ))La evidencia del mundo espiritual que nos rodea y la de su acción sobre el mundo corporal, es la revelación de una de las fuerzas de la naturaleza, y por consiguiente la clave de una multitud de fenómenos no comprendidos, así del orden físico como del m(iral.r-- «Cuando la ciencia tome en cuenta esta nueva fuerza, desconocida ha.sta el dia, rectifi- cará una multitud de errores que provienen de atribuirlo todo á una causa única, la mate- ría. El reconocimiento de esta nueva causa de los fenómenos de la naturaleza, será una pa- -^d'anCTT-para el l,,^Eeso, y producirá el efecto del descubrimiento de todo nuevo agente. Con la ayuda dl^Fluz espíriti.sta, se dilatará el horizonte de la ciencia, como se ha dila- tado con la ayuda de la ley de la g:avilacion. »Cuando los sábios, desde la cátedra proclamen la, existencia del mundo espiritual y su acción en los fenómenos de la vida; infiltrarán en la juventud el contraveneno de las ideas materialistas, en vez de predisponerla á la uegaeion del porveitir. »Las más . pequeñas causas pueden producir los mayores efectos; asi es como de un gra- no puede salir un árbol inmenso, como la calda de una manzana hizo descubrir la ley que rige los mundos, como una rana saltando en nn plato, revelóla fuerza galvánica: à.sí es también como el fenómeno vulgar de la.s miv-as giratorias ha safído la prueba del mundo invisible, y de esta prueba, la doctrina qneeti algiiiio.s años lia dado la vuelta al mundo, y jniede regenerarlo por la sola demostración de la realidad de la vida futura. .«El Kspiriti.smo enseña poco en punto á verdade.s absolutamente nuevas, en virtud de que nada hay nueve en el mundo. Solo son absolutas las verdades eternas; estando funda- das en leyes de la naturaleza, lasque en.seüa el Espiritismo, han debido existir en todo tiempo; por esto eii todo tiempo se encuentran los gérmenes de las mismas, gérmenes que fian sido desarrollada.s por un e.studio mrs completo y po.'· mas detenidas observaciones. Las verdades enseñadas por el Espiritismo tienen pue"s mas carácter de consecuencias qué ' de descubrimientos.» ' . y esas consecuencias responden pcrfecíatncnle á la eterna justicia de Dios. ¿Qué seria el lioinOre sin la vida futura y sin la vida pasada? seria una página arrancada de un libro cuyo contenido no darla lamas leve instrucción, seria un Iru- to sin madurar, ó un fruto podrido, pero que nunca estaria en sazón. El hombre terrenal es la continuación de una historia, que no tiene en si ni una linea del pró- logo, ni tina letra del epilego. Es un viajero que viene de muy lejos, y cuyo viaje nunca tendrá fin! El espiritismo es una demostración de la ley natural. M el alma vive siempre, -( 209 )- nada mas lógico que no interrumpa sus relaciones con las humanidades que habitan en los diversos mundos que giran en los espacios. Por esto Padre Llanas no puede ser el espiritismo ni sistema impío ni utopia irrealizable. Es la demostración de la verdad! Es la manifestación conduyente de la supervivencia del espíritu! Es el cumplimiento de la ley eterna! Es la vida! la vida infinita que aclama y bendice al que dijo en la noche de los siglos: — ¡Hágase la luz! y los innumerables soles iluminaron las profundidades de los abismos, y revistieron de ptírpura las inmensidades de los cielos! Kl espiritismo es el camino de la fé razonada, es la verdad y la vida! Por él, progresarán las humanidades! Por él, se engrandecerán los pueblos! Por él, serán armónicas las leyes cíe justicial Por él, los hambrientos serán hartos! Por él, los sedientos de caridad encontrarán manantiales de amor! Por él, los humillados serón enzalzados! Por él, serán consolados los afligidos! Por él, se deitillarán los cadalsos! Por él, se levantarán tos templos tie la ciencia! Por él, los hombres adorarán á Dios en espirito y en verdad; porque el espiri- listiio es el racionalismo religioso, es el esencialismo de la verdadera religion. Amai.ia Domingo \ Soler. • — I. "^\5»a casualidad, mensagera oportuna del destino, dióme á conocer tiempo atrás á Una réspetahie familia, tan virtuosa como desgraiciada; componíase esta dé un^ma- tiimonio de avanzatia edad y una hija de veinte y tres años. ^ ^'^'^^,,1^1)10 y Margarita eran dos séres sumamente heudadosos, amantes del hicríT y generosos hasta el sacrificio por cualquiera de sus semejantes: su hija Carlota era una sinijiática joven, (]ue sin tener una belleza extraordinaria, tenia un uo sé qué en sus heimosos ojos negros y era tan pura su sonrisa, que se captaba el aprecio de cuantos la tratalian: previsora, prudente y resignada en la desgracia, era el consuelo de sus ancianos padres; acariciándoles á todas horas, rodeándoles de cuantas como- (lidadcs estaban á su alcance, y trabajando noche y dia sin descanso [lara poder atender con más desahogo ó ciertas necesidades de la casa. Sie.-iijiie que mis ocupaciones me lo |H'rmitian, y partieularmenté en las-veladas d.i invierno, solíamos estar reuniilos: Pablo que era muy amanto de la lectura, Icia algunos libros'muy titiles; otras veces, la charla reemplazaba al libro v la convcr- sacion versaba sobre distintas cosas, hasta que daban las doce, hora en que cada uno se retiraba á descansar. Una noche de las que, como tenia costumbre, fui á rasa do mis amigos, hallé á Pablo y Carkita sumidos en el más profundo dolor; pues Margarita (¡ue desde algun tiempo padecia una apoplegía, acababa de ser vTclima de un fuerte ataque y estalia sin esperanzas de vida; por mas que se la prcdigarori los auxilios iiecesaiios, la 2f0 )— ciencia se vió iiripolcnle para coiilrareslar el mal, y á los ocho dias de afroces su- friinienlos, voló su espirito al espacio para descansar de las penalidades de la vida. Carlota que amaba con delii io á su madre, no (ludo resistir tan rudo golpe y, cual extraviado viajero en noclie oscura, no saiiia lo que le necesiilad de pasaba^ tanto, que tuve no separarme de ella en muchos dias hasta poder disuatlirla de tan do- torosa impresión. I'ahio algo más fuerte,devoral)a en silencio su honda pena, y so— lo con su mirada dulce, me «lemostraha su gratitud por mi afan en consoiaiies. Pasado algun tiempo, Pablo se sintió enferniO de la vista poniéndose en tan gra- ve estado, que después de mucho sufrir, quedó ciego; mas sin embargo de esta nueva calamidad, padre é hija estaban más resignados, y yo daba gracias á Dios de que aquellos dos séres hallasen un lenitivo á sus dolores, en medio de tantas vici- siludes. Un dia, Pablo me dijo; —Atniga mia, de dia en día veo q-ue me faltan las fuerzas, y no lo siento [)or mí suió por mi pobre hija. ¿Que será de ella si yo la fallo? Verdad es,que soy muy viejo y que no hago-sinó darla mucho trabajo, pues la vista me falla y no puedo ameiúzar con la lectora sus horas de labor, y que soy casi un mueble inútil para aliviar á irii Carlota en lo mas minim<), pero á |)esar de lodo, soy al ménos sii sombra bicnbediora ante la sociedad. Mientras yo viva, nadie o.-ará fallarla, si ¡lorquc tal sucedió, ;oh¡ soy viejo, y me convertiria en jóven; mis jticrnas flaquean, pero -.UiLqujririan la fuerza de un gigante para lucbar con quien la faltase V el noble anciano al decir esto, parecía erguirse en su sillón tornando su rostro tales proporciones de aitimaciun, que, mas bien se semejaba al audaz guerrero, al que poÍM'e ciego doiilegado por los afros; después continuó: —También os diré que, si por desgracia mi Carlota se que la sola en el mundo, como éste está tan viciado, lodos tendrán derecho a abusar de ella, porque á la- mujer, no se fa respeta como so debe sinó que por medio del des[)otÍ5mo se la tira- niza de tal modo, que, no tiene mas que dos extremos, la miseria ó la deshonra. —lis muy cierto cuando V. 'dice; pero si llegase c;ste caso, como Carbria es tan buena, rro faltara afguna persona de buenos sonlirnienlos que la acoja con. dulzura y sepa ap reciar sus bellas cualidades. —Si, si; todo eso frodrá sucerler corno V. dice;, pero como quiera rjue eslaclase de séres escasean mucho y que en rni casa, querida amiga, no se lia conocido jamás la telicidad, no creo que mi pobre iiija sea más afortunada que sus padres, y sinó el , tiempo será ti sligo; pues yo presiento que á mi Carlota, áun ic queda mucbo que sufrir. ^ ►-Tenga V. confianza en Dios: no hay que desesperar nunca amigo mío. -jOlij sí, es-veruad; pero si V. sepiera la sérre de vicisitudes por las cuales he. teniThS-,gue-pasar, vería como no son itífuñffáriwi^ razones al desconfiar de dad de mi hija; y para que pueda V. juzgcr mejor,~~ve.y_á referir la cu breves ÍVast-s algunas páginas de mi vida. «Cuando vine al mundo, mi suelo patrio sufría las consecuíircias de la invasion francesa al mando de Napoleon 1., y miénlras mi madre me daba áTuz, rni padre sucumbia víctima del furor de los invasores. Este disgusto, causó á mi buena madre una afección en el corazón de la cual se alivió por algun tiempo, pero que más tarde la causó la muerte. »A los diez años me encontré solo y sin bienes de fortuna. ¡Tres dias estuve lia- mando á rni madre con los ojos anegados en llanto y el alma transida de dolor, al cabo de los cuales, las fuerzas me fallaron y cal desfallecido!..,. Cuando desperté de aquel desmayo, unos honrados vecinos me prodigaban los más solícilos^cuidados, pero como quería morir, rne obstinaba en probar bocado alguno, y esto les aflgia en es- tremo: por fin un dio me atormentó tanto el hambre, que comí; y al recolirar las perdidas fuerzas, me dije: es preciso vivir, pero ¿cómo?... No lo sabía. Los vecinos que me auxiliaban, eran pobres; yo, no contaba con recurso alguno ni tampoco te- uia parientes á quien acudir, y en tan eorla edad, no podia tener ia suiicienle pers- picada pan tomar ona rcsolucioR acorlaíln. Gracias á Ins afanes de mi poltre madre que se lialtia esirnrado en educarinó lo mejor que pudo, sabía leer y escribir bas- lanle regular, corno asimismo las principales reglas de contabilidad; así es, mí primera idea, fué la de dirigirme que á una casa de comercio. ïAsi lo hice, y con tal acierto, que, en la primera que lo solicité, fui admitida ■en calidad de escribiente, sin sueldo alguno y tan srílo por el alimento embargo, diario; sin me creí feliz en aquel tnomenlo; tener casa y comida á costa de mi traba- jo, cuando minutos antes no poscia nada, era (leIna^iado para mí. Hnsegnirla fui á ■CO darles á mis vecinos lo (]Ue ocurría, los cuales después de alegrarse mutilo y dar- -(211 me algunos consejos saludables, me dijeron que, si no me trataban bien, me volviera con ellos hasta encontrar mejor casa, Vo les agradecí su buena voluntad, corrí á mi destino y con el lir.n; proposito de subirlo todo, aules que ser gravoso á nadie. sjQuince anos estuve cu «(¡uella casa, iialiiendo sido tratado un esclavo! peor ¡¡Vo puede V- que imaginarse, amiga mía, lo mucbo que sufrí! »Mi priticipal era tan rico como avaro, y por esta circunstancia, era un Nerón para sus depenilientes pagándoles poco, escaseándoles la comida y dándolos mas lia- bajodel que podían soportar; pero como era una de las casas más fuertes de la lainuuca fallaba capí- el Irabajoy todos sucumbiamos ante la crueldad de su avaricia. Amí me demostraba un gran afecto, pero era por su conveniencia propia: miicbas veces veces me dalia una palrnadita en el iiombro y me decía: «Vamos Pablo, eres un iuieii mucliacbo, y quiero que seas un hombre de provecho.» Vo le miraba soiiiieiulo y le agradecía aquella debirencin; peio nqueba sonrisa, me valia un nuevo cargo a otro día, que aumenlaba mi Ir.ibajn y dismiiiuia el lo personal, despidiendo al que' desempeñaba, con el tin de ahorrarse aquel sueldo; y cuencia quedando jo en conse- mal visto de Iodos, en atención % (¡ue, cuantos cargos nuevos se me en • comendaba, otros tantos infelices quedaba sin destino. »4sí las cosas, cumplí ios 2o años; y después de haber trabajado como un hallé negro, me sin más ropa que la puesta, sin un eéalimo en mis iioisillos y sin salud, que era lo peor de todo. En este estado, túvola feliz idea, mi principal, de mandarme ai hospital; y toda su generosidad^ consistió en asegurarme que, cuando estuviera res- labi cido, volvería á ocuparme del mismo modo que antes. »hi frió cinismo de aquel hombre por quieu tanto me iiabia sacrificado, heló la sangre en mis venas; dos lágrimas ardientes quemaron mis pupilas, y sin frase salí pronunciar una de aquella casa, enfermo del cU'-rpo y del alma.jCómo me acordaba rnlónces de mi madre! ï>Una vez, rni pensamiento cruzando el éter, llegó á lugares nunca vistos el hombre; vi por á mi madre radiante de belleza, que me estrechaba en su seno y decia: «Pablo, hijo inio, estoy contento de tí; sigue siendo bueno maíes para lar los que puedas afron- que le esjieran; yo no le abandono, pero antes de separarnos, ven, ven conmigo y te enseñaré las miserias de la vida; de este modo, adquirirás fuerzas sobrellevar para tu triste situación». Eiilónces, me senti fuerte corrí con mi madre sin sentir y las dolencias que me aquejaban; penetramos en miserables chozas; vi á infi- nidad de séres rodeados de una miseria espantosa y cubiertcs de los males más re- pugnantes; vi á Jnfelices madres amamíuilando á inocentes criainras encontrando los qu.e, no en exháustros pechos el aiiiiienlo necesario, daban lastimeros ayes, que en vano trataba de acallar la pobre madre con sus desfallecidos besos ni con aquellas lágrimas arrancadas por la mismo. desesperación, tan amargas como el dolor «Vo, lloraba amargamente ante aquel triste cuadro de la vida, y volviéndome á rni madre, la dije: Vámoiios de aquí; yo no puedo ver esto sin que se me el corazón. «Esloes parta loque yo quiero, me contestó, que te duelas más de las penas ageiias que de las propias: ahora, vámonos á otra parte.» E introduciéndonos en un palacio, me deslumhró su rnagnilicencia.-Allí no habla séres escuálidos ni ayes lasti- meros; á estos, reemplazaban los acordes de un concierto musical; las sonrisas, los plácemes, los brindis, e! oro, la plata, el amor más ó ménos licito y la mesa del am« 019 V / bigú, foriniiban las Jolicias il. PENSAMIENTOS. Trabajad para adquirir buena reputación; la buena reputación vale mas que los me tales preciosos. Pensad en la pobreza en el tiempo de la abundancia. ¿Cómo hallaréis en vuestra vejez lo que no os hayais procurado en vuestra juventud.' Si dormís mucho, la pereza os caerá encima como un ladrón armado. La mano ociosa produce indigencia; la mano activa adquiere riquezas. Si perdéis la esperanza en la miseria, vuestra ruina es segura. líl perezoso está consumido de deseos; no hace masque desear durante el dia. He pasado por el campo del perezoso y por la viña del hombre insensato, y be visto que todo estaba lleno de ortigas, que las espinas cubrían su superlicie y que la cerca de piedra estaba derruida. .\o gustes de dormir mucho, para frue note persiga la pobreza; mi Irugi y tendrás abundancia de pan. líl hombre laborioso se sentará entre los principales de la nación. No seas pronto en palabras y lento en acciones. No os liguéis con el que se alaba ni con el que descubre sus secretos. No habléis de vuestros negocios delante del que no debe conocerlos. El secreto más bien guardado es el, que se calla. El que levanta demasiado su casa se arriesga á caer No visitéis demasiado á vuestro vecino, á fin de que no lleguéis á fastidiarle. No seáis mudables y no vayais por todos los caminos. Ell hombre sabio es constante como el sol; el insensato vária como la luna. Donde hay muchas manos, encerradlo todo. No os olvidéis de contar y pesar lo que entregáis en depósito, y anotad lo que dais y recibís. El amigo fiel es una protección poderosa; el que haya encontrado uno halló un tesoro. Mas vale estardos juntos, que uno solo; porque, sí uno cae, el otro le sostiene. El camino del insensato es recto á sus propios ojos; mas el hombre prudente atiende los consejos. El hombre sábio estudiará la sabiduría de los antiguos y las narraciones de las personas célebres; buscará el sentido de los proverbios; viajará por países extraños y observará el bien y el mal de los hombres. SA-N MARTIN PR PnOVF.NSALSí-Imprénta de Juan Torreiits y ComiT.-'», Trinnfo, 4. Año tr. Bircelona 25 de v'ovi.?iïint-e il? K\im 2T. u SEMANARIO ESPIRITISTA. PRECIOS DE SnSC.RIClON J-A j^EDAC'ClON y . ykDMINlSTI^AClOK; PONTOS DE'r-USCRlGlON. Barcelona: irn Irimeslrc adclaiilailo. 1 pías. Fonollar, 24 y 26 En Lérida, Administra ion dct Fuera ds Barcelona: un año, iii. . i pías, El litten Sentido, Mriyor, 81, ï·o·' ïitranjcr» t l'llraraar: na año, id. 8 ptas. Se publica los Jueves Madrid: Almajrro.S entr di-recha -AlioanL -: S. Froiic.isco, 28, du[ <» SUMARIO. iQuó h<='rmoso e's el porvenir!—Una historia He lacrimas. II.—Ei mantdarl, (poesia.)—Gonísideracion sobre punto negro de la bu- las tabulas fcmaclonde que sirvieron de, ide.,1 la las religiones. para ¡QUÉ HERMOSO ES EL PORVENIR! Qtieridas Icctoràs cJe La Luz : Ya que (Jurante tanto tiempo os liemos con nuestra privado rcjilica religiosa, de la agradable lectura de historias morales, mas piada las apro- para vosotras qué no graves disertaciones íilosólicas, buenas, hasta úli- les en otra clase de y periódicos, pero enojosas y pesadas en una pequeña revista como es La Luz , y calculando que no estaréis contentas con nuestro monótono ahora trabajo, queretnos indemnizaros cuanto nos sea posible, dándoos lectura mas recrea- tiva. ¿Y de qué mejor cosa podremos hablaros que de un dia de boda? ¿Sabéis lo qué'es un dia de boda? Y sobre todo, ¿sabéis !o que es un casamien- to puramente civil descartado de toda ceremonia religiosa? Es dar un paso hacia la verdad, es caminar el hombre por sí mistno, es desprenderse de ios viejos dogmas y y reconocer la ley de la ciencia. ¿Por qué, tío era muy triste, y sobre todo, improcedente, que los libre dores, los pensa- que creen en Dios, pero que no están conformes con ninguna de iasreli- giones positivas, tuvieran que acudir á la religion del Estado y hacer un acto crita acatando ritos hipó- y recibiendo bendiciones que voluntariamente nunca babian buscado? ¡Cuánto mas lógico, cuánto mas racional es los libres el sacerdocio que de pensadores tengan la ley, y pueda un juez autorizar la union de dos séres con lazo tan indisoluble como el que forma la bendición de un sacerdote rotnperlo! qu i solo la muerte puede ¡Cuan hermoso es que un juez en nombre de la sea el sacerdote del progreso! ley Busquen el ceremonial de las religiones los que buenamente crean en no las ellas, profanen los pero que no respetan su liturgia. Somos tan amantes deja tan amigos de la verdad, justicia, que no nos gusta que se pida á los ministros del Señor su bendición, sino cuando realmente el que la pide la necesita, porque en ella cree; pero acercarse á los sacerdotes nada mas que en los momentos que nos hacen es falta, un proceder muy pobre, y están en su derecho bs de la cuando mas de padres una vez han rechazado iglesia á los espiritistas vergonzantes que han ar- rnonizar querido sus creencias con la iglesia romana. Entiéndase que al decir esto, nos referimos á las familias cuyos individuos se di- cen ser lodos espiiilistas; que cuando hay diversidad de distinto, oposiciones religiosas es muy porque entonces hay que contemporizar, y siempre cede el mas tolerante; pero nosotros creemos firmemente que se deben deslindar los campos, que se debe clar á Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César, l'or eslo los cspirilistas racionalistas, ios que adoratnos á Dios en el templo de la Creación, los que creemos que son sus sacerdotes todos los hombres de limpia conciencia, debemos sugetarnos á la ley civil, puesto que su sanción legitima los actos mas grandes de nuestra vida; así lo ba comprendido la joven escritora espirita Matilde Fernandez cuyos valiosos y escritos han enriquecido la antigua Revista de Estudios Psicológicos que se publica en Barcelona. Sí; Matilde ba sido consecuente con sus actuales creencias, y ba tenido la in- —( 214 )- mensa fortuna de encontrar en un espiritista de Tarragona, en Antonio Ras, un al- ma noble y leal, franca - y generosa que le ba dado su nombre, y con el la certidun bre de un verdadero cariño. El 15 del actual se verificó el casamiento civil de Matilde Fernandez y Antonio Ras, y como nuestras lectoras tendrán gusto en saber algunos detalles, (en particular de la novia,) les diremos que toda mujer jóven está interesante en el dia de su boda, y Matilde lo estaba también con su lindísimo trage de fay negro, con su mantilla de blonda, y sobre todo, con dos preciosos ramos de azahar, uno descansando sobre sus negros cabellos y otro reposando cerca de su corazou como si quisiera contar sus latidos. Todas las miradas eran para ella, de todas las atenciones ella era el objeto; así es que no es estraño que la sonrisa de la satisfacción animara su semblante. ¡Plegue á Dios que la sonrisa del placer, se dibuje siempre en sus lábios! Nunca habíamos presenciado un casamiento civil, y nos gustó mucho dicho acto por la gravedad que encierra, y sobra todo, porque en él vemos nuevos horizontes es para la raza humana. ¡Qué hermoso es el porvenir del hombre! Ya no necesario mentir, ya no tenemos que ahogar nuestros sentimientos por miedo á las hogueras, ya podemos decir que somos libre-pensadores sin que por esto nos señalen con el dedo. Corno era natural los jóvenes cónyuges estuvieron acompañados de varios espi- ritistas, contándose entre ellos el director de la «Revista de estudios Psicológicos» y algunos redactores de la misma. Terminado el acto, se celebró un banquete en el Restaurant de Justin, donde reinó como era lógico la más cordial animación. Llegó el momento de los brindis, y como la galantería siempre le dá á la mujer la prefe- rencia, leímos dos poesías dedicadas á la jóven reina de la fiesta, las cuales inserta- mos á continuación. A mi querida amiga la Srta. D.® MATILDE FERNANDEZ y CASANOVA en el dia de su boda. Con vertiginoso vuelo Como frágil Mariposa, Corre hácia tí presurosa. Te envolverá sin sentirlo Una dicha que sonríe Su llama deslumbradora. Como bellísima aurora: El sentimiento del alma Tu rostro virginal mira Es llor quejamásse agosta, En tu pecho se coloca, .Adhiérete siempre á él Y á tus oídos murniura Como á la flor más preciosa; Sé Matilde tierna esposa: Que la Tierra necesita El mundo en tu tiuevo estado No de flores inodóras, Te ofrece flores hermosas, Sinó del grato perfume Unas de grato perfume Que el sentimiento atesora. Otras muchas sin aroma: Sé tú el ángel del hogar. Si las primeras conservas. Sé la brillante aureola Navegarás viento en popa Que circundando á tus hijos, Como barquilla ligera Ruedan secundar tus obras: En mar de tranquilas olas. Sé Matilde toda amor. Si prefieres las segundas, Del Progreso, clara antorcha, ■í 215 )- Y tú inspiración fecunda Y con sus alas de rosa, Esliendn por nuestra zona: En fantástica ilusión Séespejo íiel dejuslicia, Mil ideales le aporta: Verdad pronuncie tu boca, ¡Dios quiera se realicen! Para que el inundóte admire Esos ensueños de gloria, Como madre y como esposa: Y jamás que apurar tengas Entre el amor y el Progreso De la amargura la copa! Tu inteligencia eslabona, Yo con el alma deseo Y en su sagrado recinto Queseas si, muy dichosa. Encontiarás ciencia innota; Que el verdadero cariño Que en ese precioso libro Siempre con el bien se apoya; Estudiando hoja por boja, Y el perfume que boy despiden Hallarás que la mujer Las flores de tu corona. En gozo el dolor transforma. Sean virtudes que un dia Hoy la dicha te sonrie Puedan honrar tu metí oria. C. NDiDA SANZ. AL QUE MUCHO SE LE DÁ, MUCHO SE LE EXIGE. Matilde, Dios te ba dotado Que á la mujer encadena; De una gran inteligencia; ¡Cumple Matilde cual bueiin. Por lo tanto, en tu existencia, Que es muy grande tu misión! Mucho te se ba de exigir. Eres jóven y dichosa. Cuando un imbécil comete De tu esposo 'eres amada; Una acción abominable. Eli-te ofrece en su mirada Se dice; Esto era probable; ¡Todo un mundo de pasión! ¡Si no sabe discurrir! Tu madre, guarda en su^pecho En cambio, si recibimos Para ti un amor profundo; Alguna ofensa de un sábio, ¡Todo Matilde en el mundo. Comentamos el agravio, Ahora te brinda placer! Y hacemos historia de él. Mucho te han dado; y es justo Por esto tú que en la vida Que á ti mucho te se exija; Tanto, tanto has recibido. Como esposa, y como bija Una deuda has contraido Digno modelo has de ser. Que debes pagarla fiel. Acuérdate que tu madre En los primeros albores Solo para tí ha vivido; De tu juventud lozana. Y nunca eches en olvido En la apacible mañana Su vida de abnegación. De tu hermosisima edad. Que si hoy tu. talento admiran Tu espiritu tendió el vuelo, A ella le debes gran parte; Y tu osada inteligencia. Porque se ha esmerado en darte Pidió al estudio, á la ciencia. Una buena educación. La clave de la verdad! Tiende Matilde tu vuelo, Y la encontró, bien lo sabes; Elévate á otras regiones, No alegues pues ignorancia; Y escribe sábias lecciones Que has medido la distancia Impregnadas de verdad. Que hay de la sombra á la luz. Que ya que mucho te han dado Tú conoces que el progreso A dar mucho estas sugeta; Es nuestro bien, nuestra gloria, Que la ley de este planeta, Y has de engrandecer tu historia Es la reciprocidad. Arrancándole el capuz. ¡4dios Matilde! te alejas! A ese fatal fanatismo ¡Dios te colme de ventura! -( 2i6 )- Que en tii vicia noble y pura, Amada conslanlemenfe; ¡Siempre puedas sonreir! Sea dieboso tu presente, Y que de propios y estraños ¡Y grande tu porvenir! Después de estas poesías se leyó un buen discurso, y se pronunciaron eiitusias- las y trascedentaics brindis; y decimos trascedentales, porque una señora espiritista improvisó un intencionado y elocuente discurso que versó sobre el espiritismo, y se espresó con tanto sentimiento, con tanta valentia, con tanta verdad, que nuestro corazón apresuró sus latidos, y dijimos en nuestra mente; ¡Cuánto vale esta mujer! eon unos cuantos espíritus como este, se Iransi'orrnaria el planeta tierra. En la im[iosibili(Jad de Lacer mención de lodo cuanto se dijo, solo diremos que se babló mucho y muy bien sobre el progreso; distinguiéndose un espiritista arago- I és por el noble entusiasmo conque defendió su ideal íilosófico. En la reunion los babia de lodos los matices politices y religiosos; y como es natural todos discutieron, cesando la discusión cuando la jóven desposada se levan- tó y con voz armoniosa pronunció algo conmovida, breves y elocuentes frases dando gracias por las distinciones de que babia sido objeto. Al dia siguiente, un grupo de espiritistas agitaba sus blancos pañuelos en la es- tacion de Valencia dando el último adiós á la jóven pareja que partió para Tarra- gona acompañada de la madre de Matilde, excelente tnujcr, digna de la recompensa que Dios le ba dado de haber podido unir á su bija con un hombre de bien, que es e: bello ideal de todas las madres que aman á sus bijas. ¡La mujer sin la sombra de un hombre, es una hoja seca en el mundo! Hemos hablado de este casamiento, primero porque nos une á los contraventes el lazo de las ideas y el de la amistad; y segundo, y muy principalmente porque este enlace puramente civil llena por completo nuestras aspiraciones, porque vemos abrirse nuevos horizontes para la humanidad; por esto heñios dicho al comenzar este articulo; ¡Qué hermoso es el porvenir! Las ideas comienzan á salir de su estrecha cárcel; dos séres que piensen de la misma manera, que sean libre cultistas, pueden unirse con lazos indisolubles sin necesidad de acudir ni á esta ni á la otra iglesia; hé aqui el verdadero adelanto; no violentar la conciencia, ni obligar al hombre á verifi- car actos con los cuales no está conforme su razón. Haya templos para todos los cultos, sacerdotes para todas las almas que los nece- siten; pero haya también códigos y jueces autorizados por la ley que sean los sa- ccrdütes del progreso en el templo de la justicia. Amalia Domingo v Soler. II. «.\1 poco tiempo, me coloqué en nn escritorio, y aunque el sueldo no era mucho, estaba mejor; las horas de trabajo, eran menos, y asi podia dedicar el tiempo res- tante al estudio de libros útiles, á lo cual he sido muy aficionado; por un módico precio, comia en casa de un amigo y aun me sobraban algunos reales para atender á los gastos mas precisos. »Por entonces y á causa de un funesto incidente, conocí á Margarita. Un día que salia de la oficina, vi á los pocos pasos mucha gente que se agolpaba en una casa vecina; pregunté la causa de aquel motin, y me dijeron que, una anciana á la que solian dar algunos accesos de locura, en uno de estos, se babia arrojado al pozo, y que su pobre hija, estaba inconsolable pidiendo la salvación de su masire; veloz corno el rayo, me dirigi al sitio indicado, llegué de los piimeros, me asi de la soga, y con la ayuda de otro jóven, sacamos á la infeliz anciana medio espirante; inrnediatamen- Se se la aplicaron los auxilios necesarios, mas todo fué inútil, media hora después, los latidos del corazón cesaron cortando el hilo de su existencia. sDesile aquel dia, siempre que^me dirigia á la oficina, mis ojos se en el balcón fijaban de Margarita; durante un nits permaneció cerrado, á pero pasado éste empecé verla con frecuencia; y habiendo sentido los dos un amor sincero, al cabo de un año, nos casamos tan enamorados coíoí) Julieta y Romeo; pero corno la fatalidad ei'a mi inseparable compañera, pues ella habla presidido mi nacimiento, ella me llevó á ser el esclavo de mi antiguo principal y por ella conocí á no po- 'lia Margarita, por menos de prodigarme alguna caricia en el fausto dia de rni boda, y asi fué. (iuando regresábamos del templo donde se habia celebrado la ceremonia al ir nupcial y Margarita a bajar del carruaje, se le enganchó el vestido en la ha- ciéndüia dar portezuela una calda que la ocasionó lajdislocacion de un pié, y de cuyas resultas estuvo bastante tiempo enferma. íCuando la vi restablecida, ya no me acordaba de los malos ratos que babia do, pasa- y después de dar gracias á Dios por su curación, creí que desde entonces em- pez;iba para mi una nueva era de felicidad; pero nada de esto sucedió. Al año me- dio y de nuestra union, Margarita dió á luz un niño ciego; el pobrecito vivió dos años haciéndonos sufrir lo que no es decible; tenia una gran inteligencia y era sumamen- te cariñoso, pues aunque no nos podia ver, nos conocía por la voz, tanto, que, cuando le acaliciábamos, nos alargaba las manitas sonriendo dulcemente. Nosotros le queríamos con delirio, tanto por su bondad cuanto por el estado en que se halla- ha, pero ajiesar de todo se nos fué, y en sus úllimos momentos, lamentándose mi esposa de que no la pudiera ver, él la [dijo, que ya tendría otro nene que la veria; espirando al momento. «Efectivamente: al poco liempo,[luvimos otro niño que, sin ser ciego, era mudo; y nada mas triste que ver á aquella criatura con la cabecila apoyada en la mano mirándonos todo el dia por espacio de cuatro años, al cabo de los cuales, también se fué; pero después de espirar, aun quedó con la vista fija en su madre, hasta tanto que se le dió sepultura; y aquella mirada tan constante, ni mi ni yo la olvi- damos esposa jamás. ))I)os meses desjuies y en ocasión en que yo estaba enfermo, dió á luz dos niñas; Margarita y no puede V. imaginarse, lo mucho que sufrimos con aquellos dos an- gelitos; la una vivió once meses, y la otra año y medio, pero siempre enfermas: ¡crea V., que hubo momentos en que me faltaba la paciencia para arrostrar tantas penalidades! ))Mi esposa, era muy resignada, y aunque en muchas ocasiones vertía abundantes lágrimas, jamás se la oyó quejar de su suerte; así es, que yo, al ver tanta aimega- clon, me avergonzaba de mi mismo, y tomando ejemplo de ella recordando el sue- ño que la .he y referido, volvia á Sér propinarme^una buena dósis dejfpaciencia; pedia al supremo fuerzas para soportar una vida tan luchas. pesada y me para otras Posteriormente preparaba fueron tairtos y tantos los males que llovieron sobre noso- tros y tan acostumbrados estábamos al sufrimiento que, por rudo que fuese c! lo golpe recibíamos con paciencia: solo la diré,|que después de cuanto llevo referido, Margarita tuvo seis hijos más, de ios>cuales dos, murieron envenenados comiendo unos dulces; los otros tres, de la viruela; y únicamentev la es Carlota, hasta el íiltima, que presente no ha experimentado ningún mal fisico; ahora, añada V. á estas peripecias, la falta de recursos; pues aunque nunca estuve sin colocación, mi sueldo no era suficiente para cubrir los gastos originados por las muchas enfermedades de tan numerosa familia. «Cuando mi esposa cesó de tener hijos, ella que habia sido siempre tan robusta, y para que nada nos faltara, se quedó apoplética; después de su muerte, ya sabe V. que he perdido la vista, y como es natuial, faltándome ésta no cambio [¡uedo trabajar; en mi pobre hija tiene que matarse trabajando noche dia alimentar: y para podernos ¿quiere V. más desgracia? ¿V. cree que después de todo esto puedo es- perar en esta vida algo bueno para Carlota? ¡Ah! no los amiga mia, no. Las vicisitudes mas que años, han abatido mis fuerzas extraordinariamente; presiento que me iré muy pronto, y qtie eso dia, Carlota será desgraciada porque no conoce al mundo, y porque, el hombre haciendo uso de ese despotismo creado por él mismo, y que la so- ciedad acepta, abusará de la bondad de mi hija destrozando su noble corazón sin miramientos (le ninguna especie.» ¡Pobre Pablo y cuanto amaba á su hija! ¡Cuan bien conocia al mundo al espre- sarse así! Yo habla escuchado el relato de aquel buen anciano, con sumo interés, y me iiallaba tan conmovida por aquel cúmulo de desgracias que, al terminar su última 218 )- frase y ver sus mejillas bañadas por el llanto, en vez de dirigirle palabras de consue- —^ lo, lloré con él por el porvenir (le Car'ota. Cuando la amistad es verdadera, el dolor del amigo paraliza nuestra lengua; y en esos críticos instantes, aunque bullen en nuestro cerebro multitud de frases con- soladoras, los lábios se cierran herméticamente sin poderlas trasmitir, porque el co- razón, puro imán del espíritu, las absorbe completamente; y dando paso á la impe- tuosa corriente del sentimiento, nos mostramos tal cual somos, ccn c! verdadero y elocuentísimo lenguaje del alma. Llorar con los que sufren, es la sávia que el espíritu derrama en el c()razon del allígido; es la muestra de adhesion más profunda que podemos dar á un amigo; es la esencia del sentimiento evaporándose en lágrimas, porque éstas son el único medio demostrativo por el cual el espíritu expresa su inmensa felicidad ó su intenso dolor; con la sola diferencia que, las lágrimas que surcan nuestras mejillas al resplandor de la dicha, son frescas y suaves como gotas de rocío (5 perlas diamantinas que bri- lian en nuestros ojos como las estrellas en una noche serena; y cuando la sombra del dolor las vela, son Hama que abrasa las pupilas ó tósigo que asesina lenta(nente. Dice un sábio pensador: «Él llanto de la tristeza y el de la alegría, son dos ríos distintos que se auxilian de continuo en las liorrascas de la vida; pues que sin su- mergirnos en las turbulentas aguas del primero y solazarnos en las tranquilas del se- gundo, la existencia seria insoportable. Siempre el placer, nos hastiarla y embotarla los sentidos; siempre el dolor, pondría al espíritu en un estado lamentable de pos- tracion; así es, que el alma, necesita de esos dos rios distintos y unidos á la vez, que forman la gran neutralización de la vida, sin la cual, seria imposible nuestra exis- lencia en ¡a tierra.» Es muy cierto, l'or grandes que sean los goces Je una familia, siempre hay una nube de tristeza que eclipse el sol que los alumbra; y por muchos que sean los dolores que nos cerquen, hay también un momento de felicidad que dulcitica un tan- to la co|)a del dolor. Cuando éste nos hiere con su acerada punta, la esperanza de la felicidad nos hace resignados; y cuando somos felices, la esperiencia del dolor nos hace previsores para no dormirnos en brazos de la dicha; porque la vida, es el pro- celoso mar donde agitándose con ímpetu nuestras pasiones, nos arrolla entre sus enfurecidas olas precipitándonos en sus profundidades, ó manteniéndonos en la su- perficie de sus plácidas aguas para aspirar la brisa de la felicidad. l'ablo, habia sufrido mucho; la barquilla de su existencia habla afrontado las más furiosas tempestades, y ya le faltaban las fuerzas ante nuevos peligros; lloraba el infeliz anciano por el porvenir de su querida hija, y ésta se estremecía de dolor porque en aquel instante también le faltaba lo necesario para alimentar á su padre; pero Carlota, prudente y resignada, no desplegaba los lábios por no afligir más á Pablo; y cuando éste la preguntaba si habla mucho trabajo, siempre le decia que sí aunque no lo hubiera; la pobre trabajaba más de lo que sus fuerzas la permitían, pero á pesar de todo y como el trabajo de la mujer está tan mal retribuido, su pro- ducto no bastaba á cubrir los gastos mas precisos. La miseria, es un mal incurable; y Carlota tuvo que echar mano de la ropa y hasta de los muebles, para no morirse de hambre. El pobre ciego no sabia á punto lijo la miseria que le rodeaba, porque aquella se la ocultaba cuanto era posible; si hubiera tenido vista, habría padecido lo que no es decible al ver á su querida hija transformada en un semi-cadáver por la miseria y el trabajo; pues más de una vez la caridad de algunos amigos, satislizo la necesidad del padre y de la hija sin que aquel iü llegara á vislunilirar, dutcificando de esle modo en algun tanto los úllinios dias de su existencia. Así es, que Pablo sin vista, era medio feliz; tanto, que una vez me dijo: —¡Ay amiga mia! En medio del desierto de mi vida, se alza hermosa y fragante una preciosa ílor, que me hace agradable la existencia. Guando siento á Carlota jun- to á mi, cuando sus lábios se posan en mi frente y sus manos acarician mi rostro, me siento lleno de vida y juventud; y al estrecharla contra mi corazón, me creo ser el hombre más dichoso de la Tierra. ¿Es verdad que es muy consolador tener una —' hija como la mia? '219' )— — Cierto que si: Carlota es un ángel en todos conceptos. Y efectivamente; nada más interesante que contemplar aquellas escenas íntimas en las que Pablo, con la dulzura de un niño, preguntaba á Carlota como estaba de fondos y si había trabajado mucho durante el dia; la joven siempre contestaba favo- rablemente, acompañando á sus consoladoras frases un sin número de caricias, que animaban y llenaban de gozo al anciano; el cual solia exclamar; «¡Nadie es tan fe- liz como yo con mi Carlota!» Mientras esto pasaba, yo vertia a'gunas lági'imas, por no poder aliviar del lodo la triste situación de mis amigos, al mismo tiempo que me entregaba á sérias reflexió- nes, pues veia que un anciano decrépito parecía retorncr á la vida con los halagos de su hija, en tanto que ésta, joven aun, agonizaba lentamente; y que en medio de su agonia, se esforzaba en hacer entrever á su padre una felicidad que no existia. ¡Qué triste es la vida!.... pensaba yo. ¡Sólo á costa de mil contratiempos, secón- sigue un pequeñísimo goce!... ¡ Aquella situación, erattristisima! ¿Qué iba á ser de aquellos infelices?.... Cámjida Sanz. (Se concluirá.} EL PUNTO NEGRO DE LA HUMANIDAD. Dicen que el hombre progresa, Juguete de sus deseos. Y que su ciencia adelanta, Se entrega á los devaneos Que del polvo se levanta En la fugaz juventud. Buscando la inmensidad. Mas larde, cuando ambiciona Y que orgulloso y osado Riqueza, gloiúa y honoreí», Esclama en su poderlo: Vá á ofrecerle sus loores «Hoy el universo es mió. A la helada ingralitud. Cúmplase mi voluntad. (Fatalidad que domina vEn el fondo de los mares. Sohre todo lo creado.) En el seno de los montes La ingralilud es legado Y en los claros horizontes Que el primer hombre dejó. Hay la esencia de mi sér; A todos nos presta sombra No hay secreto, no hay misterio. Ese árbol de tronco seco. No hay arcano ante mi ciencia, En todas partes el eco Mi suprema inteligencia Su triste voz repitió. Me dió el cetro del poder.» Desde la cuna á la tumba Esto dice envanecido Se estiende su vasto imperio, El hombre en su loco orgullo; Es su existencia un misterio Cree que el Universo es suyo Difícil de comprender. ¡É ignora su porvenir....!!! Genio cuyas negras alas Rey del mundo se proclama Nos cubren de polo á polo, , ¡Qué irrisorio anacronismo! Y no hay un sér, ni uno solo, y es esclavo de sí mismo Que no acato su poder. Hasta la hora de moriri De.sdeel procer opulento Esclavo de sus pasiones. Que en alcázares habita. -( 220 )- Hnsta el pohre cenobita Hay un eco que murmura; Entregado á la oración; «La misión de la criatura Desde la virgen que ruega Es querer, luego.... olvidar.» Allá en elcláus'ro escondida, Hasta la mujer i)erdida Es triste, pero en el mundo Del mundo engla corrupción. A través de las edades, Dominando vanidades De ese (luido misterioso Luchando con la virtud. Sienten el poder estraño, Hay i,n algo sobrehumano Aceptando el desengaño Que dice en su poderío; Sin asombro ni pesar; «Todo el universo es mió: Que enja selva de la vida ¡Dad paso <á la ingratitud!» Violeta. Madrid. CONSIDERACION sobre las fábulas que sirvieron de ideal para la formación de las religiones. ¡Cuan delicioso es alumbrar con la luz de ia|ciencia los recónditos antros en que se ocultaban las verdades por los que las guardaban, solo para sus elegidos! Hoy el velo los despreocupados, que haciendo á un lado empieza á descorrerse por vanos sistemas, se arman con la antorcha de la ilustración, y recorriendo la historia ba servido mi- y las mas antiguas tradiciones de la India, encuentran la fábula, que les de años para formar todas las religiones. Muchos ilustres sábios, y entre ellos el distinguido orientalista Jacolliot, a! escri- del brahmanismo, han hecho ver la servil imitación con bir sobre las tradiciones nos que los autores de la Biblia nos ofrecieron como nuevas, cosas escritas muchos á años antes de la venida de Jesús, narimienlo, vida y muerte, son casi cuyo iguales los del Gristna de la India ¡Cuánto asombro causa considerar el dominio que sobre los pueblos y sobre los incautos ha ejercido y aun ejerce la clase sacerdotal! Y lo lo hace crea es una infalible verdad lo de- mas sensible es que no porque que que fiende, sino para sostener intereses particulares. El clero ha sido y es en todas partes del mundo donde han brillado distinguidos talentos; se da sin duda la consigna de ocultar la verdad sobre religion al pue- pero debieran imitar á Jesús, á este sublime Espíritu, que sin temor á la blo. Ellos, que al mundo regeneradora doctrina; en lugar de muerte, abrió una nueva era con su la fuerza de seguir las huellas de su maestro, se han interpuesto para entorpecer su sana moral. el El infierno, los misterios de la Trinidad y demás, la infalibilidad papal, y dog- en ha- ma todo da que Cristo nunca habló, pero que la Iglesia romana, se empeñó obstáculo para las palabras del Redentor, curen las un que llagas de cer creer, son incredulidad de que adolecen muchas almas. á medida la Pero, lentamente que aunque sea, tiene que operarse un cambio, libertad de conciencia pernúle hojear las páginas déla historia de las religiones mas estudio, conociendo que todas están basadas so- antiguas: necesario es su para que una sana bre un mito fabuloso, admitamos la tercera revelación, que con pruebas y nuestra alma. moral, viene á curarnos del hondo vacio que habla en Recomendamos la lectura de «El Catolicismo ántes de Cristo» por el vizconde de obra arroja luz vivísima para distinguir los errores de Torres Solanol: esta una el conocimiento de la verdad emprender el estudio de la todas las religiones, y con ciencia. Soledad Maneeo de Ferkee. SAN MARTIN DE l'UOVENSALS: Imp. de Jaan Torrents y C.*, Triunfo, 4. Año II. Barcelona 52 «te DioietYn-)re N lí m 28 LA m DEL PORfEII SEMANARIO ESPIRITISTA. V PRECIOS DE StISCUlClON ! ^ jlEDACCiON ^DMÍNISTI^ACION: PONTOS DE-'SUSCRIGION. fíatceliini: un' Iriineslru ndelantaile. d pins. ! Fonollar, 24 y 26 lÜn Lérida, Admini?tra!'ion de K1 Buen (llura de Darcelona: id. j í Sentido, Mayor, Sd.S.o- un año, . pías. Jueves Madrid: Almagro, 8 enlr. dereelia Etlranjere j {illTamar: na aña, id. 8 pías. ■Se publica los -Alicanlei S. Prono,isco, 28, (luiio SÜMAEIO. Abusos en los malos centros espiri tistss.—Una historia de lágrimas. III. (Conclusion) —La duda. (A. ua mendigo del alma.)—Krrata. ABUSOS EN LOS MALOS CENTROS ESPIRITISTAS, No hace mucho tiempo que escrijiimos un artículo sobre los malos centros espi- ritislas, á instancias de varios hermanos nuestros residentes en distintos punios de España, publicando nuestro humiide fiscrilo en La Revelación, y en L.a Lc^, y en contestación á él, nos han vuelto á escribir algunos espiritas, diciéndonos dos de ellos lo siguiente: k Nos gusta su artículo, no está mal; pero no ha puesto V. el dedo en la llaga: puesto que apenas habla de las curaciones que se hacen en algunos centros espiritas, y los abusos que se cometen á la sombra del magnetismo. Insista V. mas sobre cuestión tan importante; y no le duela hablar fuerte, que las obsesiones abundan, que el mal aumenta, y el espiritista racionalista tiene obligación de decir la verdad.» Si hemos de hablar con franqueza, la. lectura de estas cartas nos entristeció pro- fundamente; porque ellas nos demuestran el gran atraso moral é intelectual en que aun se hallan los hombres de la tierra, y el poco caso que han hecho de las ense- nanzas espiritas, contenidas en las obras de Alian Kardec; cuya lectura es tan útil, y su estudio tan indispensable, que sin comprenderlas, sin fijarse detenidamente en ellas, sin analizar y comentar sus conceptos; el que hable de espiritismo sin una sólida instrucción, adquirida en sus libros fundamentales, tendrá de esta escuela filosófica los mismos conocimientos que tiene un ciego de nacimiento de la diversidad de co- lores, y un sordo-mudo de la diferencia de los sonidos, ni más, ni menos. Con el transcurso del tiempo vamos conociendo, (como es natural) á muchos que se dicen ser espiritistas; y cuando les preguntamos: ¿Y como conoció V. al espiri- lismo? muchos nos contestan en éstos, ó en parecidos términos: —Se murió mi padre, ó mi hijo, ó mi madre, etc., etc.; me habló un amigo del espiritismo, me dijo que yo misma podia comunicarme con el sér querido que lio- raba, me enseñó la invocación que debía hacer, y evoqué, y escribí, y me han dicho los espíritus que tengo una gran misión que cumplir en la tierra, que he de escri- i)ir tanto y cuanto, —¿Y que ha leido V. de obras espiritistas? —Poco, muy poco, casi nada, tengo tanto que hacer —¿Y porque no emplea V. en leer, el tiempo que se ocupa en escribir? —Como todo mi afan es ver si llego á ser un buen médium Y trás de la dichosa y nunca bien ponderada mediumnidad, centenares de séres pierden horas y horas emborronando papel, siendo las más de las veces el juguete de eiiqiirilus burlones que abusan de su ignorancia y su credulidad. Nos dicen que digamos algo sobre las curaciones qu« se efectúan, ó mejor dicho que se simulan en los malos centros espiritistas. Y á esto decimos nosotros: -que si bien queremos denunciar el abuso, no queremos herir á ninguna agrupación, por- que el escritor no debe singularizarse, debe hablar con todos, y con ninguno; debe decir los milagros, sin descubrir á los saotos. Nosotros diremos únicamente que el lugar donde se abuse del espiritismo no es un buen centro espiritista, y por consi- guiente dicba sociedad debe disolverse, (porque de árbol enfermo, fruto dañado) aun que la formen personas que parezcan muy autorizadas, y esté protegida por espiri- tus de nombres muy retumbantes. Queremos dar por supuesto que en los malos centros espiritistas domina en muchos de ellos, más la ignorancia, que la mala fé. Esta última crea los mediums interesados, las comunicaciones falsas, y todos los abusos anexos á la farsa, y á la esplotacion de una idea; y la ignorancia produce las innumerables obsesiones que dan tan fatales resultados. Los mediums que se obsesao, se conocen al vuelo. Kardec esplica en su Libro de los Mediums, como se conoce la obsesión en los caractéres siguientes: si." Persistencia de un espíritu en comunicarse contra la voluntad del medium, por la escritura, el oido, la tiptología, etc., oponiéndose á que otros espíritus pue- dan hacerlo. »2.° Ilusión que, no obstante la inteligencia del medium, le impide reconocer la falsedad y el ridículo de las comunicaciones que recibe. sS." Creencia en la infalibilidad y en la ir^entidad absoluta de los espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas ó, absurdas. í4.° Confianza del medium en los elogios que hacen de él los espíritus que se le comunican. i)5.° Propensión á separarse de las personas que pueden darle avisos útiles. >>6.° Tomar á mal la crítica con respecto á las comunicaciones que reciben. Necesidad incesante é importuna de escribir. »8.® Sujeción física, dominando la voluntad de cualquiera y forzándole á obrar ó á hablar á pesar suyo. »EI orgullo se traduce en los mediums por señales inequívoc/as sobre las cuales es tanto mas necesario llamar la atención, cuanto que es una de las extravagancias que mas desconfianza deben inspirar sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar tienen una confianza ciega en la superioridad de estas mismas coniuni- caciones dimana cierto desden y en la infalibilidad del espíritu que se las la; de aqui por lodo lo que no viene de ellos porque se creen en posesión del privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los espíritus para justificar les protegen, ios ofusca; y como su amor propio sufriría confe- que sando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; aun los evitan alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su espíritu casi es una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación critica, y algunas veces llegan basta aborrecer á las mismas per- sooas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los espi- ritus que no quieren tener contradictores, estos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones, de este modo les hacen aceptar á su gusto los mas grandes absurdos por cosas sublimes. Así pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtie- nen, desprecio de aquello que no viene de ellos, iniporlancia irreflexiva dada á los grandes nombres, no admitir consejos, lomar á mal toda crítica, alejamiento de los que pueden darles avisos desinteresados, creencia en su habilidad á pesar de su fal- ta de experiencia: tales son los caractéres de los mediums orgullosos. »\l lado de este, presentemos á la vista el cuadro del medium verdaderamente bueno, de aquel en quien se puede tener confianza. Supongámosle en primer lugar una facilidad de ejecución ba.stante grande que permite á los espíritus comunicarse libremente y sin inconvenientes por ninguna dificultad material. Obtenido esto, lo que mas importa tener en cuenta es la naturaleza de los espíritus que habitualmenle le asisten, y para esto, no es al nombre al que se debe atender, sino al lenguaje. Ja- más debe perder de vista' que las simpatías que se conciliaré entre los espíritus bue- nos, estarán en razón de lo que hará para alejar á los malos. Persuadido de que su facultades un don que le ha sido concebido para el bien, no abusa de él ni se alri- buyo por ello ningún mérito. Acepta las comunicaciones buenas que se le dan, como una gracia de la que es menester que se esfuerce en hacerse digno por su bondad,, por su benevo encia y por su modestia. El primero se enorgullece por sus relaciones con los espíritus superiores; el segundo se humilla, porque nunca se cree merecedor de este favor.» Es muy cierto lo quedice Kardec, la pintura que hace-de los mediums obsesados no puede ser mas exacta, y la de los iriediums orgullosos es - inmejorable; por esto nosotros, cuando nos dicen, escriba V. sobre las obsesiones y sobre los abusos de las curaciones simuladas, decimos: Estudíense las obras de Kardec, que en ellas se eneuenlran contestaciones razonadas para todas las preguntas, y aclaraciones para todas las dudas; y aunque se ha escrito mucho, (y muy bueno) sobre el espiritismo, pero ninguno de los libros publicados es tan útil para el estudio del espiritismo como lo son las obras de Kardec; porque este no se olvidó de los mas leves detalles, y en su minuciosidad, en su especialísimo cuidado de fijar toda su atención en las mas insignificantes pequeneces: en esto consiste principalmente, el indisputable mérito de estas oliras. Los demás libros .espiritas están escritos para lossábios esclusivamente, (con rari- simas escepciones,) y los de Kardec sirven para los ignorantes y para los instruí- dos; y los primeros son los que realmente necesitan los rudirnentosde la enseñanza. ¿Que es el ignorante? Un niño. ¿Y á los niños que lectura se les ofrece? Narració- nes sencillas, y sobre todo claras, sin silogismos ni figuras hiperbólicas: y ios escritos de Kardec reúnen la sencillez del estilo y la inílcxible lógica de la verdad. Nunca nos cansaremos de decir lo mismo: los buenos mediums escasean, poresto en ios grupos y centros espiritas deben dedicarse con preí'erencia á la lectura, al es- tudio. Que la lectura les aburre á muchos, nos objetan algunos directores; pues los que se aburran que se vayan. Si los espiritas no tenernos empeño en adquirir prosélitos, si el espiritismo no ha de valer por la cantidad de los espirlisitas, sino la calidad de l.vs mismos; dice un es- píritu, y dice muy bien: «Nunca os instaré bastante á quebágaisun centro formal de vuestras reuniones. Que en otra parte se hagan deinostraciones físicas, que allá se- vea, que acullá se oiga, que entre vosotros se comprenda y se ame.» Este es el quid de la dificultad. 'lEspirilislas! amaos, hé aquí., laprimera enseñanza;, instruiros, lié aqiii la segunda.» Esto es lo que debe hacerse en los centros: procurar ante todo reunir elementos afines; y caminar despacio, que no por mucho madrugar amanece mas temprano; y modérese ese afan desmedido que hay en algunas agrupa- cienes de curar por medio del consejo de los espíritus; que como dice muy bien Kar- dec: «La salud es una condición necesaria para el trabajo que debe realizarse en la tierra, por esto los espíritus se ocupan de la salud con gusto; pero corno entre ellos hay ignorantes y sábios, tanto para esto como paralo demás, no conviene dirigirse al primeio que se presenta.» Cierto que hay mediums curanderos, «que ciertas personas poseen el don de cu- rar con el simple tacto, con la mirada, y aun con un ademan sin el. socorro de ningún medicamento»; pero estos grandes mediums escasean, y por lo mismo que la salud es un tesoro inapreciable, debemos tener un especial cuidado en conservarla y no esponernos á ser víctimas de la ii;noraneia de los de allá, y de los de acá. Nos es muy enojoso tratar del asunto de los malos centros espiritistas, porque no- solros quisiéramos que cada agrupación fuera el nijcleo de unos cuantos hombres dig- nos, estudiosos, y pensadores, que se distinguieran por so caridad, por su resignación, por su templanza, por su sobriedad; y si bien alguno que otro grupo reúne casi lo- (las las condiciones apetecibles, los malos centros con sus abusos y con sus estrava- gancias, eclipsan á los buenos, y pagan justos por pecadores. Ün hermano nuestro, (verdadero espirita,) cuando escribimos que bay espiritistas que ridiculizan el espiritismo, él sufre, él quisiera que enmudeciéramos, porque le duele en el fondo de su alma que en el campo espirita se eslienda la zizaña de la farsa y de la esplotacion; pero nosotros, amantisitnos déla verdad, deseantJo vivamen- te qne el espiritismo sea estudiado por todas las clases de la sociedad, decimos alto y muy alto, claro y muy claro, que no son espiritistas racionalistas los que acuden á 224 esos centros donde unos cuantos mediums obsesados, ridiculizan lo más grande, lo )— más sublime: la comunicación ultraterrena de tan trascendentales resultados. No son tampoco espiritistas cristianos los que acuden á un centro para hacerle la guerra á esta ó aquella agrupación, ó á la misma que frecuentan. Ayer nos decia un gran pensador: Deséngañase V. Amalia, el espirilisn)o es hoy como un niño que comienza á andar, y como tal, se cae, y se levanta y comete ligerezas, y llega á lo sublime, y desciende basta lo ridículo, pero cuando llegue á su mayor edad, entonces todo irá bien, el sol puede más que las nubes. Es muy cierto lo que dice nuestro amigo; pero también es verdad que losárboles esto que se tuercen, desde pequeñitos se comienzan á enderezar; y por debemos deslindar los lo es el estudio campos, y decir lo que es el espiritismo racionalista, que formal de esa escuela filosófica, comparado con el charlatanismo, con las obsesiones, y con el ridículo fanatismo de algunos espiritas ignorantes que tanto daño ocasionan á la doctrina espiritista. El inolvidable Palet consagró las mejores boras de su vida á la observación de los falsos mediums, diciendo en sus penosas declaraciones;/Iodo por la verdadl y noso- tros, queriendo seguir sus huellas, diremos siempre: El espiritismo es la vida, y los abusos que en su nombre se cometan deben denunciarse, debe decirse dónde está la luz, y dónde está la sombra; y si los que están en las tinieblas nos miran de reojo, nada nos importa; que habremos cumplido con niieslrodeber si con hechos y con palabras demostramos que queremos ir hácia Dios por la caridad y la ciencia. Verdad no hay mas que una; así pues nada nos arredre para decir con noble entusiasmo: ¡Todo! todo por la verdadl Ajiaua Domingo y Soleb. aiSTOmm (Conchisiun.) III. Yo pedia á Dios de todo corazón, que hiciera brillar una aurora serena en aquellas existencias de dolor; yo quería á toda costa que fueran felices; yo no me ésplicaba el por qué siendo tan buenos, habian de sufrir tanto. Un dia, ora el santo de Carlota, rne dirigí muy temprano á sii casa, llevándola algunas frioleras y una pequeña cantidad que bahía recaudado de una asociación benéfica; pero al llegar, la vi tan agitada que, inspirándome sérios temores, la preguntf: —¿Qué tienes?..... —Papá está muy malo y era preciso que viniera el Médico; pero como no pue- do pagarle, no me atrevo á llamarlo y no sé que hacer. —No te apures por eso; yo conozco uno que es muy bueno y que no te llevará nada, al cual voy ahora mismo á buscar; pero antes, torna; y la entregué el dinero con lo demás que llevaba Carlota por toda respuesta, vertió dos lágrimas y se echó en mis brazos; yo la -( 225 )- estreché en ellos, y pasados algunos momentos en solo hablaban silenciosa nuestros aquella escena doede corazones, Carlota fué al Doctor. lado de su Este, padre y yo á casa del persona te respelabilisima por toilos de desahogada, recibió conceptos y una basten- me con su acostumbrada po.sicion breves palabras el benevolencia, y le objeto de rni en visita; yo espiiqué solo de su el que le visitara consiguiendo grális, sinó inagotable bondad, no tan que él ofreciera mismo se ofreció á en dicha enfermedad, sufragar todo cuanto se de este la aquella siendo, modo, verdadera casa. Providencia de Por espacio de seis meses, Pablo te; y Carlota, no carecieron de nada y para que aquel no extrañara absolulamen- tanta bajar abundancia, cuando su no por tener que asistirle, ésta le hija hizo podia tra- de creer la que, habiendo lotería, habia sido comprado un décimo agraciado con una suma medio de el su enfermedad, bendecia regular; y anciano en á Dios pobre por tantos Pablo beneficios. y el Doctor, habian cansable afan simpatizado en hasta el gran manera; éste observaba con in- mas insignificante síntotna de la enfermedad de como la existencia de su Pablo tocaba á amigo, pero su la ciencia se halló trarestar el fin, mal, al cabo impotente para con- y de los citados fi seis ido, de meses, se alejó la Tierra aquel sér que tanto habia su- con la sonrisa de da antes de felicidad, no sin espirar, momentos una mano del Doctor coger, y otra mia decirnos: — ¡Gracias, amigos y mios, por todo el bien que me habéis con Carlota, labrásteis la proporcionado: unidos dicha de los últimos dias de mi cuerdo vida: de mi os el cariño, re- mas tarde.... hoy dejo velaré por vosotros aquel desde que hace bien sin el arriba; todo interés de la porque cuando Dios le dá bienes sin tasa menos recompensa. se lo siembra piensa; mas el que dá dos con la espinas, puede cosechar esperanza de y no coger fres, este mas abrazó á hija que é en el su cerrando abrojos! lecho los eternidad. ojos del incorporándose cuerpo para abrir los del espíritu en la Pasados unos instantes y viendo que Carlota la aun llamé; continuaba asida de su pero como no me la contestaba, padre y pensando que era cogí, víctima de un y con ayuda del Doctor, la puso sobre desmayo, la lo halló; cama; tomóla se la éste el púsola no mano sobre el pulso y átomo corazón, y ni el mas un de vida; latido aproximóla pequeño anunciaba un espejo á la como de boca, el cristal antes y tan aplicárselo. claro ¡Carlota no existia! permaneció El Doctor, se ponia lívido por momentos, y cuando se ven convenció de era cadáver, sin la poder articular palabra, que jó- se fija caer en un en los inanimados dejó sillón con la vista restos del da padre y de la me ante aquella hija; hallaba tan tristísima yo, escena, que solo impresiona- exclamar: —¡Los dos se fueron! pude —¡Los dos los dos! repitió el lencio. Doctor después de unos minutos de si-» Largo rato permanecimos á Pablo se dormido contemplando y á Carlota haber- en el mas tranquilo sueño: que, ¡tan naturales parecían Algunas horas estaban!.... después, el Doctor, mas dispuso todo lo de necesario repuesto aquella dolorosa impresión, para el dos, entierro; y en union fuimos de á varios acompañarlos basta la amigos de los fina- última morada. Cuando hubimos cumplido este deber Doctor humanitario y de á la y yo entablamos el siguiente regreso diálogo: capital, el —¿Sabe V. Doctor, que ía vida es un misterio —¡Oh! si por cierto. Crea V. incomprensible? mas de una nunca he que, vez me podido dar he de ello con la solución de ocupado y este ber el problema. Eso de por qué de esto, nacer, morir y no sa- es muy triste para el sér que tanto relaciona algo pensador: mí se con los prolesion de que nacen y con los ha sido que me haya pasado que mueren, causa largas horas filosofando encerrado en mi sobre lo de que es la las vida. Muchas gabinete estudios, veces en esas serenas noches del í)!stío mañanas de ó en que tanto convidan Mayo á la contemplación de la Naturaleza, me he fijado mucho en esas miríadas de estrellas que pueblan el espacio, y tne he dicho sei^un la opinion de muchos sabios: Todas esas estrellas, son otros tan» tos mundos habitados por seres como nosotros. ¡Lástima que no se puedan relació- liar unos con otros, porque de este modo, la inteligencia humana cobraria mayor desarrollo, la ciencia seria mas lata, y quizá entonces encontraríamos la solución del gran geroglílico de la vida! Hora tras hora he batallado sobre esos mundos, so- bre ese espacio indefinido, sobre tos dolores que nos abruman y sobre las distintas posiciones que ocupa el hombie en la Tierra; el niño con su inocencia, la mujer con su dulzura, el anciano con su reflexion, el Filósofo con sus acertadas máximas, -( 226 )— el sabio con su ciencia, lodo, absoiutisimamente todo, lo he investigado con mira- da escrutadora, y sin embargo no he bailado una respuesta satisfactoria; con todo; en ese horizonte sin limites y tras esa multitud de capas fluidicas, debe ocultarse algo grande y sublime que, boy por hoy, el hombre no puede penetrar por causas que ignoro; pero ¿quién sabe si algun dia podremos rasgar ese velo misterioso y Satisfacer nuestro deseo? —Si, es verdad; pero entre tanto: vivimos en la incertidumbre. Todos los dias ve- mos séres que nacen y séres que mueren, y no sabemos de donde vienen ios unos ni á donde van los otros. — Dicen que el alma no muero y que es eterna Si fuera posible haiilar con esas almas ó espíritus, Pablo y Carlota nos podrían decir algo de lo que pasa en la inmensidad Y al mismo tiempo de pronunciar estas frases el Doctor, sintió un estreoieci- miento en todo su sér, que le hizo pararse de repente como si una n.ano invisible le detuviera. —¿Qué os pasa? le pregunté algo sobrecogida de miedo. —No sé.... pero me ha parecido ver á Carlota envuelta en una blanquísima nube. —¿Estáis soñando Doclor?.... —No; no la quepa á V. duda alguna, yo he visto á Carlota ó algo que se pa- rece á ella: la rapidez con que se me ha presentado la vision, no me ha dado tiempo para fijarme bien, pero si otra vez me sucede, no la dejaré marchar sin antes ha- cerla varias preguntas. Yo pensé que la exaltada imaginación del Doctor, traspasando el limite de su curiosidad, le habia trastornado la razón. Así es, que, no sabiendo que decirle, sellé mis lábios, y continuamos nuestro camino sin proferir ni una palabra. Cuando lie- gamos á la capital, nos despedimos amistosamente dirigiéndonos cada uno á su casa. Pasado algun tiempo, encontré al Doclor que, después de saludarme afectuosa- mente, me dijo: —Los muertos viven; yo lo sé posilivamenle. Pero yo que entonces tenia gran horror ó los difuntos, en vez de preguntarle- porque medios lo sabia, me alejé con rapidez de él sin volverle contestación, creyéti- dole que estaba loco y mirando con disimulo si me seguía. ¡Pobre anciano; él vino á mostrarme un rayo de luz, y el soplo de mi ignoran- cia la rechazó para que no ¡iurnlnara mi inleligencia por entonces! Hoy, gracias al racionalismo que me domina, comprendo la verdad de sus pala- bras, y su recuerdo, vivirá eternamente en mi alma. Tampoco he olvidado la dolorosa existencia de Pablo y su hija; dos séres que la humanidad podria tomar por tipos'de virtud y amor. Pablo, fué lo que se llama un hombre honrado, y con esto está dicho todo; pues la honradez, abraza cuantas virtudes existen. Carlota, un ángel que solo vino á la Tierra para mitigar los dolores de su padre, volando con él, porque ella era su estrella polar, y tenia que continuar siéndolo en el espacio indefinido. Si no fuera por la Filosofia espirita, ese destello purísimo de luz, que el inspi- rado Kardec mostró á la humanidad del siglo presente, muchos serian ios que aun vivirian entre sombras; pero esta y multitud de fenómenos que por sí solos se pre- senlan, van despertando, las dormidas inteligencias de . millares de séres que, dando ia voz de alerta á las ciencias y á las artes, forman la invencible falange del Progre- so, que, talando los campos de la ignorancia, abren paso á la civilización moderna, para que las generaciones presentes y futuras, libres del mutismo de otros tiempos, esparzan la verdad hasta en los más innotos lugares. El verdadero espirita, puede decirse que es el niño mimado de este planeta, puesto que vive con esa fé racional que tanto alienta; sabe el porqué desús dolores, adquiere una gran resignación que le bace mucho más llevadera su penosa existen- cia y, al mismo tiempo que progresa, puede hacer progresar á los demás. Y ¿qué más felicidad podemos desear en este tristisiíno destierro, que, poseer esa tranquilidad de alma que con tanta dificultad se adquiere? ¡Oh! gracias mil podemos dar á ia Providencia los que tenemos la dicha de conocer la doctrina espirita, esencia del Cristianismo; ella ha iluminado nuestra alma con la luz de la razón; ella nos ha inducido al estudio, de este á la observación, de la ob- servacion al análisis y del análisis á la convicción; no desdice á los hombres que crean con ios ojos cerrados, nó, sinó que les deja en plena libertad de escudriñar cuanto eslimen oportuno, hasta tocar la realidad. En cambio las demás creencias tienen tantos puntos oscuros, que el espíritu algo pensador al querer penetrar en las sombras del misterio que las rodean, no halla sinó velo tras velo, confusion tras confusion, duda tras duda, y un tan intrincado laberinto de ideas, que en vez de adelantar, le desaniman por completo, acabando por no creer en nada. ¿Pero qué hay de extraño en esto? Nada absolutamente. Los absurdos de diez y nueve siglos, no es posible destruirlos en un momento; se necesita tiempo, constan- cia y mucha rectitud por parte do los que se dedican á demostrar la verdad del Es- piritismo. Dice un gran pensador: « A los espiritistas, se les deberla conocer por la perfec- cion de sus obras.» Dice bien; pero desgraciadamente, son muchos los llamados, y pocos los escogidos. Pablo y su bija, no conocian el Espiritismo, y sin embargo, lo practicaban á to- das horas, y como ellos, otros muchos; este es pues el Espiritismo, al cual deseamos se adhiera la humanidad toda, la practica del bien. Todos tenemos historias tristísimsa; á todos n.os abruman multitud de dolores; y no tenemos derechoá quejarnos ni envidiar á nadie, porque muchos de los que se rien ante la sociedad, suelen llevar la muerte en el corazón. Todo espíritu estásugeto á las distintas fáses de su existencia, consecuencia ine- ludible de sus imperfecciones; para todos rige una misma ley y á todos nos es dado prog'·esar según nuestras obras. Sea pues nuestro lema, la virtud y la razón; y sostenidos por sus áncoras salvadoras, difundamos la verdad de polo á polo, como el astro Sol difunde su luz sobre la Tierra. Cándida Sa.nz. L A D U D A . |á un .mendigo del alma, ) Vivir dudando es vegetar muriendo; ¡Desgraciado de aquel que cruza elmundo La duda es el infierno de la vida! Sin que su corazón sienta u-n latido!; ¡Es el gusano que nos vá royendo! ¿Puede haber un tormento mas profundo ¡Es el Satan de la primer caida! Que decir; «Yo nací.másno lie vivido!....» (Diidarde Dios!., cuando en nosolrosarde »Todo ama en la creación, y yo tan solo La pura llama de su inmenso fuego! »Me resisto al poder de lo creado; ¡Dudar de Dios al contemplar la tarde!.... )>r.ual hoja seca voy de polo ápolo; ¡Para dudar de Dios se ha de estar ciego!! »Quc el nido de familia do he formado. -í 228 »DuJo de Dios, .y dudo de mi mismo; De ese desden y de esta indiferencia »Lri humanidad contemplo con tristeza: Del que goza y no sabe que hay abrojos; »Para mi la ,Creación es un abismo! Y hoy por eso desliza tu existencia, »Pues de Dios no comprendo la grandeza! Sufriendo de la duda los enojos. ¿No la comprendes? Y las bellas flores Por eso eres un sér desheredado; Te dicen con su aroma delicado, Y mas rico que tú, es el mendigo Y con sus hermosísimos colores Que dice en su pobreza: ¡SOY AMADO! Que el padre de la luz las ha creado! ¡Tú llevas en tu duda, tu castigo! ¿No la comprendes... ¿Y las tiernas aves Sigue pagando deudas atrasadas; A tu imaginación no dicen nada? Duda de todo, -pues que así te plugo; Al escuchar sus cánticos suaves, Cuando todas tus cuentas sean saldadas. ¿No elevas hasta el cielo tu mirada? Ya no será la duda tu verdugo. ¿Cuándo miras el mar, no hay en tu mente Entonces amarás, tendrás tu nido. Un pensamiento que en tu pecho vibra? Recobrarás la herencia de la vida; Ese algo inesplicable que se siente ¡Todos para querer hemos nacido! Que toca al corazón, fibra por fibra; La duda es el tormento del deicida! ¡Qué eleva nuestro sér, y lo trasporta Pero éste cesará: nuevas auroras A bellas y magnííicas rejiones, Te brindarán sus nubes de colores; Y nuestra vida nos parece corta Y las sombras del bien alhagadoras Al sentir tan inmensas sensaciones! Tu hermosa senda cubrirán de flores!. .. ¿Todo esto pai-a ti te fué negado? Creerás en Dios, admirarás .su gloria! ¡Me inspiras compasión, amigo mió! Verás en todo su sin par grandeza; Por que sin duda tu fatal pasado Sigue escribiendo tu eternal historia; Le dejó á tu presente ese vacío. ¡Qué nunca acaba lo que Dios empieza! Todo tiene su causa en este mundo; Sigue escribiendo; vivirás mañana; No hay culpa que no tenga penitencia; Tu duda es humo qué se lleva el viento; En el reloj del tiempo, ni un segundo La verdad eterna que de Dios emana Desliza sin dejar su consecuencia. También á tí te prestará su aliento. Sin duda ayer, familia numerosa Si hoy por tu causa estás desheredado. Te brindó con su alhago y sus cariños; Si hoy eres un mendigo de la tierra. Y una mujer, cual la ilusión hermosa, Si hoy no puedes creer que eres amado. Te hizo ser padre de inocentes niños. Porque la duda en su dolor te aterra; Y todos los encantos de la vida Cuando dejes el 'mundo, y tu mirada A tu redor sin duda sonrieron; Contemple la Creación en su grandeza. Pero aquel que más goza, más olvida; Esclamarás: ¡Señor! ¡La duda es nada!.... Y los tuyos quizá víctimas fueron ¡Tú vives en la gran naturaleza! Amalia Domingo y Soleu. ERRATAS, En el número anterior en el primer artículo en la línea ít, dice: y reconocer la ley de la ciencia, debiendo decir: y reconocer la ley déla conciencia. En la línea 31 dice; diversidad de oposiciones religiosas, debiendo decir: diver- sidad de opiniones religiosas. SAN MAItTlN DE EltOVENSALS: Imp. (te Juan Torrentà y f,.", Triuitfo, 4. Año II. B.ircelona O de Bici®EatDr» de Núm. £S. ü SEMANARIO ESPIRITISTA. Y f PRECIOS DE SOSCRICION j^EDACCION y^DMINISTI^ACION! PONTOS DE'SU.SClílC10N. Harceiona: nn Irimcslre adelantado, i de ptas. Fonollar, 24 y 26 En Léridn. Adminiptraf^iou El Buen Sentido, Miiyor, 81; 2.o' Fiior.1 de llarceloaa: un año, id. . 4 pías. Se los Jueves Madrid: Alinasrro, 8 entr. dereeiia Extranjero y ülíramar: un año, id. 8 pías. publica -Alicant- : S. Fronoisco. 28, du; o SUMARIO. El mejor voto.—Necesidad de la instrucción en los primeros años déla vida,—¡Mlstei-i': -^Pensamientos. EL MEJOR VOTO. ¡Cuánto nos agrada ieer las memorias del Padre German! ¡Hay en sus páginas un racionalismo tan profundo y tan esencialmente religioso! ¡Hay un amor á Dios tan verdadero! uua lógica tan convincente en sus claros argumentos, que nuestro espí- ritu al encontrar el deismo y la razón tan estrechamente unidos, formando ese ma- Irimonio divino que es'la sólida base de la organización social; nuestro espíritu repe- timos, lee alborozado aquellos conceptos sublimes trazados por un verdadero sacer- dote, y esclamamos con santo jtíbiio:—lié aquí la religion de nuestros sueños, béaquí el ministro de Dios que concibe nuestra mente: humilde, sábio, desinteresado, paci- ficador, guia délas familias, que alienta y consuela á los atribulados de la tierra. Y estc'vicario de Cristo, y este apóstol del amor divino lo encontramos en el Padre German que consideróla union de la familia como la piedra fundamental del progreso eterno. Los potentes esfuerzos que hizo este hombre para fomentar el amor en el seno de la familia, son dignos de estudio, de un estudio muy detenido; por oslo nosotros no nos cansamos de estractar algunos fragmentos de sus memorias, dignos de ser leídos, y reeleidos, analizados y comentados, porque desgraciadamente se encuentran poquí- sirnos sacerdotes tan profundamente racionalistas, y que tan á fondo conozcan el cora- zon humano como lo conoció el Padre German; escuchemos atentamente sus íilosó- ticas consideraciones. i)¿.A qué viene el hombre á la tierra Señor? Viendo las leyes que rigen la natura- leza se comprende que la raza humana, señora de todo lo creado, viene á dominar lodo lo existente. «Viene á tomar posesión de sus vastos dominios. «Viene á colonizar ios dilatados continentes. «Viene á poblar los mares de casas flotantes ó sean veleros buques. «Viene á estudiar en la gran biblioteca, de la Creación, y viene en fin á trabajar incesantemente, porque la ley del tfabajo es la ley de la vida. Ahora bien; si la ocupación continua es la síntesis de la existencia, ¿emplean la ley impuesta las co- munidades religiosas? No; porque el trabajo ha de ser productivo, ha de proporcio- nar beneficios, ha de servir para el engrandecimiento del hombre moral é intelec- tualmente considerado, y el trabajo á que mas se dedican los religiosos es comple- lamente improductivo; porque el rezo sugeto á horas fijas, es una tarca penosa, es el tutinarismo en acción, es una plegaria que se asemeja á un pájaro sin alas que en vez de elevarse por el aire cae al suelo. —( 2-í''> )— «Las préces elevadas al son de! llamamiento de una del earapaaa no traspasan ia-s rej¿Qué consejo.s te dá tu padre? Que seas buena, honrada la memoria y laboriosa, petes de tu que res- madre, que quieras á tus hermanos, que si amas, que ames a un hombre digno de tí, que pueda hacerle su esposa, que ames á los queseas muy indulgente con los pobres, pecadores, que al llegar la noché bagas exárnen de conciencia, y te connes.es con Dios. Esto te dice tu tu padre, ¿y oslo te servir para perdiidon .Magdalena? Contéstame puede en sana lógica. »— En todo tiene V. razón, padre mió; si crea V. vienen que les temo, cuando me vuelven loca; porque y como la duquesa de C. es mi protectora, y es la mas em- peñada en mi profesión, y me dice que ella no abandonará mi padre, y aun mas, ven que hará felices á mis hermanas si yo consiento entrar en el convento, porque V. mi carácter un poco independiente me perderé en el que entre mi padre y y' mundo, que no habrá salvación para mí. »—Nadie pierde Magdalena cuando no se quiere perder; y además se qne ni tu padre ni si yo te aconsejamos mal, y es preciso que quieres salvar la vida de la po- de el convento. Reflexiónalo bien, y ten en cuenta bre padre, desistas entrar en tu que al dia siguiente de pronunciar tus votos estarás arrepentida, y la sombra de -( 233 )— con su padre te seguirá orar por do quiera, y cuando te postres para tropezarás cuando quieras entregarle al suefio, su espíritu te pedirá estrecha cuenta cuerpo, y de suicidio; y créeme Magdalena; no desates ios lazos que Dios formó. ¡Perderte su tú en el mundo cuando tu posición es tan digna de respeto y de consideración! ¡Qué voto mas santo puedes pronunciar que prometerle á Dios que le servirás de madre á tu padre enfermo y á tus hermanos pequeñuelos! ¡Qué ocupación á mas noble puedes tener, que sostener los del anciano que te enseñó pasos la verdadera ley de Dios, rezar y á bendecir.á Dios! Sé razonable hija mia, cumple haz tu padre en su triste noche, sonria agradecido al sentirse acariciado por y que ios rayos de la luz de tu amor. »—Ya es tarde Padre German les he dado mi palabra. D—Y por el cumplimiento de tu palabra sacrilicarás á tu padre? vamos Magda- lena yo quiero la vida de tu padre, y tú no me la puedes negar. era co- »i£n aquel momento entró mi pobre amigo, venia solo y su paso inseguro el de niño comienza á andar. Magdalena corrió á su un que encuentro, los dos ^mo se unieron en estrecho abrazo, sus lágrimas se confundieron por algunos instantes y yo los miraba estasiado diciendo para mí mismo: ;)¡Hé aquí la verdadera religion! ¡El amor de la familia! ¡la protección mútua! ¡la devolución de los tiernos cuidados! ¡El padre enseña á andar al hijo! y el hijo luego sostiene los pasos vacilantes de su padre, y le presenta tiernos pequeñuelos que ale- gran los últimos dias de su ancianidad! Óh! ¡la familia! ¡la familia! idilio eterno del el mundo! tabernáculo de los siglos donde se guarda la hostia consagrada por aliento divinode Dios! La religion no te respeta y no te considera sobre todas las que instituciones de la tierra, su verdad y su poder será mas frágil que el castillo de es- puma que levantan las olas del mar. !>Magdalena rompió el silencio diciendo:—Perdóname padre mió.comprendo mi ante Dios locura, y al Padre German le debo la razón: no me separaré de tí, y hago solemne voto de ser tu guia y tu amparo, y creo que Dios nos protegerá. >1—Si, hija mia, repliqué yo, Jehová velará por tí; créeme Magdalena, al consa- grarte al cuidado de tu familia has pronunciado EL MEJOR YOTO. la casa de »El en mejor voto, sí; la paz y la alegría han vuelto á reinar porque mi pobre amigo. Los niños han recobrado su jóven madre, el anciano ciego su enten- dida compañera, y todos sonrien, y todos viven, nada mas risueño y mas hermoso y Al que cuando vienen lodos juntos á verme en un dia festivo; mi vieja casa se alegra. la tarde Magdalena hermanos cantan en el huerto la oración del sus ángelus caer y y los pájaros alborozados repiten ¡Gloria! Su padre la escucha conmovido y me dice en voz baja: ¡Ay! German, cuánto te debo!.... ¡qué hubiera sido de mi sin ella! tus ove- «¡Gracias, Señor! me persiguen de muy de cerca, y me acusan quitarte creo Señor jas, buenos que pero mientras yo aumente el rebaño de los cristianos, cumplo con mi deber.» si en la Ya estarás convencido Padre German que estabas en lo cierto, porque tierra tenia tanta lucidez tu espíritu, si comprendías que la verdadera religion con- siste en las buenas obras, ahora que estás libre de tu pesada envoltura, ahora que ves la verdad de la verdad, y que tu mirada se pierde en horizontes sin fin; ¡cuán de tus afanes, y cuán dispuesto á satisfecho debes estai de tu trabajo! ¡cuán gozoso seguir trabajando en bien de la humanidad! Nosotros, pigmeos de la tierra, hambrientos de justicia, y sedientos de luz, te rogamos eiicarecidamenle que si des diriges tus de pensamietilos á este nosotros planeta, le acuer- y nos inspires; porque en un todo conformes con el de credo tus ideas, los religioso queremos ser propagadores de la tú religion del como querias, porvenir, amar á Dios sobre todas las queremos ver unida á la esos lazos cosas, y humanidad con benditos, con esos deberes sagrados, con esa los protección múlua que rcaii- za sueños de los grandes filósofos; pues en todas las edades los del greso no ban tenido profetas pro- mas que una aspiración: unir todos los prodigio pueblos en uno que realizará solo, un dia, el amor y la fraternidad 234 universal. —{ A maua DomiiVgo y Soler. KECESlttAD DE LA liASTRECCION EN LOS PEIMEROS AÑOS DELA VIDA, Hemos clamado siempre sobre la falta de IÒ instrucción, y hoy volvemos a otra repetir- vez. Duélenos el ver infinidad de niños de ambos medio sexos, recorrer las calles desnudos, sin familia, sin bogar, dados á multitud de vicios que. mas tarde les convierte en atroces criminales. Cuando eximen llega el momento en que sus años no le del castigo, la ley le condena á una ó .i la última el de- lito que ha prisión pena, cometido. según Si va á la primera, cuando minal ha cumple su condena, sale mas cri- que entrado; pues la mayoria de las cárceles que existen, en vez de casas de corrección, son escuelas degradadas donde solo se el vicio en su más alto grado: si sufre la aprende segunda, sabido es que se alza un cadalso en medio de una pública, plaza para consumar el sacrificio ante la inmensa multitud ve rodar la cabeza de que, impávida, uno de sus hermanos. Cuando pensamos esto sentimos frió en el corazón clamar: Pobre y no podemos menos de ex- ¡ humanidad, cuan lento es tu ¡Oh, progreso! si, porque se la ve correr presurosa para presenciar un liante, espectáculo repug- pero apática é indiferente, cuando se trata de una idea útil La instrucción y provechosa! en los primeros años de la vida, es la antorcha de el la civilización, desperiador de las inteligencias y la La principal base del educación progreso. del hombre es eterna; empieza al venir continua por y el primera vez á la tierra en espacio; vuelve otra vez torna á marchar aquí para ejecutar sus deseos, y otra voz para ampliar sus esludios: si en los primeros años de su vida ter- restre le han sabido inculcar el bien, ciertamente que su si progreso será indefinido; pero le han acostumbrado á ser indolente y caprichoso descuidando su educación inoral é intelectual, su estacionamiento es seguro; siendo tiene el responsable de éste, el deber que sagrado de instruir á los Educar pequeños. á los niños, es una tarea ardua y de suma paciencia, y no todos los fesores pro- son apropósito para este delicado cargo. Los niños, son tiernos tallos re- quieren que gran cuidado y cariño: el amor casi para con ellos, es el mayor atractivo, pues puede decirse que es su alimento; tratad á un pequeñuclo con dulzura, y conse- guireis de él cuanto queráis; tratadle con rigor, y le vereis acercarse con temor, tembloroso y deseando perderos de vista; niño, no os no amán- doos, aquel puede amar, y no es posible se esmere en complaceros; pues si os obedece, es más por te- mor al castigo que por voluntad propia, puesto que aquel rigor que usáis con él, despierta en su tierno corazón el deseo de la venganza, y cuando llega á ser hombre trata á sus inferiores con la misma acritud que el fué tratado cuando niño Asi pues, es sumamente útil y necesario educarles por medio del amor; hacerles comprender que donde existe un verdadero amor, no cabe la indiferencia, la za ni la vengan- ambición, y sí solo la nobleza y el sacrificio en favor de sus este semejantes. De modo, á la parque avanza en años, crecen con él sus mas bellos seniimientos; llega á la cilad de la reflexion y aquella instrucción que recibió en sus primeros años iinjiregnada de cariño, despierta en él un sentimiento de gratitud que le convierte en un hombre modelo, porque el amor le hizo ser agradecido, y el que posee el agra- decimicnto, no puede dejar de ser bueno. Los maestros deben tener un especial cuidado en que los alumnos, desde su más tierna edad, estén rodeados de luz, esto es, de una verdad sin tacha, sin misterios y sin sotnbras, porque estas producen multitud de errores que ofuscan la inteligencia, y cntotices la educación, en vez de hacerles un bien, les env'^uelva en un caos de in- mensa turbación, estado el cual, es mucho peor que la total ignorancia de las co- -( 235 )- sas; pues á una inteligencia virgen, se la puede dar la dirección que se quiera, pero maleada de errores, diiicilmente se consigue. Lo que se aprende en la niñez, no se olvida jamás; de ello depende la felicidad del homlne y quizá de un pueblo ó la desventura de los dos. Por medio de la instrucción, se llega á la ciencia; y esta como dice un gran pen- sador, «lis la lumbrera del progreso.» No son las leyes las que regeneran á los hombres, nó; el temor del castigo podrá evitar algun tanto el que se cometan acciones criminales, pero si el temor desapare- ce ó se tiene seguridad de burlar la vigilancia de la ley, el crimen se perpetra: de ahí que, tan solo la educación moral é intelectual en los niños, sea uno de los princi- pales elementos para hacer desaparecer el vicio é ilustrar á las humanidades. Deseamos la instrucción en los pequeños, porque, ellos son el conjunto de mU" chisimas unidades que representan una suma considerable, la cual bien dividida, será de gran provecho á la generación presente y futura. Quisiéramos ver más escuelas gratuitas para la clase menesterosa, pero que ai frente de ellas, hubiera sábios y dignos profesores; pues parece que se tiene la fa- tal costumbre de que, los pobres, se instruyan entre maestros ignorantes; y como (juiera que nosotros conceptuamos tan hijos de Dios á los ricos como á los que nolo son, creemos que todos merecen ser instruidos por sábios racionales, y no por igno- raiites fanáticos. Si la humanidad fuera mas pensadora, seria mas fuerte en las luchas de la vida; pues siempre vence quien mas discurre, y de este modo, se evilarian infinidad de males, y no liabria necesidad de emborronar el papel de tantas existencias, porque el cálculo sc'ia mas sencillo y las sumas mas exactas. 'i'odos tenemos una inteligencia para desarrollarla, ya en un ramo, ya en otro; veroriyx>nt«45*^ pájaros asus- lados se refugian en lasjcopas de los árboles y el viento mece sn cuna de foliage, los per- ros abullan lastimeramente, la tempestad se acerca, y con ella los recuerdos surgen en mi menta el tiempo iba pasado y sin ¡.embargo vive en mi memoria la tardo aquella. »¿Por qué estraño misterio, manuscrito querido, no lie trazado en tus'^ amarillentas hojas las impresiones de un suceso que ha formado época en mi vida? ¿Por qué alguna vez al tomar la pluma y al pensar en aquel desventurado, mi mano ha temblado y no he podido formar una sola letra? ¿Por qué he tenido miedo como sinliubiera sido un criminal? ¿Por qué en mis oraciones a! pronunciar su nombre la voz se ha ahogado en mi gargautá, y he enmudecido temiendo que las paredes del templo repitieran mis pa- labras? Por la primera v'ez de mi vida be sido débil, y quiero vencer mi debilidad, quiero añadir una página al libro de mis confesiones, y de mis recuerdos; quiero que los liombres sepan la desgraciada historia de un espíritu rebelde cuyo nombre verdadero ni aun á tí, manuscrito querido, debo confiar; pero quiero dejar consignado el hecho para demostrar que el tiempo no es el dios Saturno devorando ansiosamente á sus hijos, sino que es: el aliento de Dios, fecundando los universos del infinito. »Ya llueve, el agua golpea los verdosos vidrios de mi ventanay parece que esas gotas me dicen: ¿te acuerdas? »Sí me acuerdo, si. Era una tarde de primavera, y la estación de las flores, (como mujer caprichosa) se habla envuelto en el manto del invierno: llovía á torrentes, las nubes cargadas de electricidad dejaban caer sobre la tierra rayos de fuego, el huracau arrancaba de raiz los árboles centenarios que volaban por el espacio con la rapidez del pensamiento, las casas de la aldea temblaban corno si tuvieran fiebre, sus techos al hun- dirse lanzaban un gemido, y el viento como insaciable mónslruo,las devoraba en su ve- loz carrera. La iglesia estaba llena de fieles que rezaban acongojados pidiendo á Dios misei-icordia, y 30 estaba en mi oratorio entregado á la mas triste meditación pidiendo al Eterno, que si algutt sér de aquella aldea debía morir en aquellos terribles momentos que fuese yo el elegido, árbol seco que á nadie daba sombra, y dejase á otros ancianos que eran árboles frondosos á cuya sotnbi'a benéfica se cobijaban dos generaciones. Pen- saba en los marinos que luchaban con las embravecidas olas, contaba y recontaba, y no podia sumar los gemidos de agonía que en aquellos críticos instantes deiñan exhalar cen- leñares de familias arruinadas por la violencia de la tempestad, y lloraba, considerando lautos infortunios, tantas esperanzas perdidas!.... tantas hora-s de ímprobo trabajo, ¡pe- hres! pobres labradores! De pronto entró Miguel, mi viejo compañero, que llevaba á Sultán cogido de una oreja, diciéndorae muy azorado: »iÁy! señor! Sultan se ha vuelto loco sin remedio, yo no sé lo que tiene este animal. Ha entrado en laigiesia y ha comenzado á tirar á las mujeres délos vestidos, y áarafiar los capotes de los hombres corriendo de una parte á otra, ladrando desaforadamente, se ha tirado encima de mí, y por poco me derriba al suelo, y gracias que á duras penas lo lie podido traer aquí. » Yo miré á Sultan que venia chorreando agua y lodo, le cogí por la cabeza y examiné sus grandes ojos, y vi que los tenia llenos de lágrimas. El pobre animal como si com- proiidiei-a la lelaciou de Miguel se estaba quieto mirándome lastimosamente, yo que quería á Sultán como á ua amigo intimo ele mi vida, le acarició diciendo: ¿Por qué asustas ú k gente? ¿i'or que impacientas á Miguel que parte contigo su alimento? vamos ¡>íddtí perdón, Miguel se Imché á reír y dio varios golpecitos en la cabeza de Sultan, el cual, al vcr.se acariciado iomcnuev'o.s brios y comenzóá gruñir, á lanzar fuertes abulli- dos sallauiio sobre Miguei y sobre mí, nos tiraba del hábito, escarbaba el suelo con ademan impaciente, coiTÍuá la puerta, se ponia de pié, apoyándose contra la ventana golpeaba los vidrios como si quisiera romperlos, volvía de nuevo liácia mí, me cogía por fa manga, y me hacia andar á ijesar mío; al ver este empeño inu.sitado le dije á Miguel: Lo que tiene SullJin es que ha visto á algun desgraciado, y nos dice que vayamos á sal- vario. Al oir esto Sultan comenzó á ladrar y á saltar de nuevo, y yo me puse mi capa me calé la capucha, y Miguel me miró asombrado, diciéndome:—Pero, Señor, V. se ha vuelto loco ¿adonde va lloviendo de esa manera? 3>—Voy, do.ude mi deber me llama; que no hemos de ser los hombres menos gene- rosos que los perros. ^Miguel por toda contestación se fué á buscar su viejo capote, y me olreció su brazo para que me apoyara en él. Salimos y seguimos á Sultan que pronto se perdió entre las escabrosidades de un barranco; 0011 ipil apuros le seguimos, trepamos á una montaña; á —( 36® 1'— subida Sultán sadetUro y miró ua nuevo barranco ladrando desaforada- la mitad da la detuvimos Miguel mo dijo dospues de oscurdiar algunos momentos: Creo mento, nos y hen- el fondo hay álguieu que se queja; mas el viento que silbava entre aquellas que en dejaba oir nada; pero Sultan para convencernos miró el terreno, did diduras no nos i'odeos comenzó a bajar, y nosotros le seguimos guiados y sostenidos por algun varios y vencer tardas dlii- angel del Señor, pues de otro modo no se concibo que pudiéramos á un cultades. Llegamos á un replano que formaban las piedras, y allí encontramos le y como si hombre que se quejaba angustiosamente: entre Miguel y yo levantamos, estado esperando, al sentirse sostenido por nosotros, dijo aquel pobre sór nos hubierp ahogada: ¡Gracias á Dios! y quedo sin sentido. Después de una marcha peno- con voz tendimos á aquel infeliz en un banco de la sacristía, la sisima llegamos á la iglesia, y todos lados, prestamos los aiisilio.s convenientes y pronto abriíi los ojos mirando á Idos de »Miró á los campesinos que le rodeaban se incorporó con viveza, diciendo: y oido? aquí, lio sé si estoy muerto, ó si estoy vivo, habéis pero quiero estar solo. ¿Me el Sultan, quo como marchad. Hice despejar la estancia, y me quedé solo con viajero y Yo sa tendió á reposar de sufaliga. si comprendiei'a que su trabajo estaba ya concluido, me senté al lado del enfermo y le dije: á Dios. »—Con la outereza que habíais se conoce qné no estáis herido, gracias nadie la tierra que pueda herir mi cuerpo, pero en cambio tengo »—No hay en confusion en mis herida el alma; ahora decidme." ¿estoy muerto ó estoy vivo? noto gran ideas. »—Sstais vivo, graeiasa Dios. sin duda alguna seria mejor ma liaM&se »—No deis muchas gracias padro, que muerto, ¿sabéis para lo que yo quiero la vida? »—¿Para que la queréis? lavar con sangre la mancha de una ofímsa. »—Para vengarme, para »—Buen modo de lavarla cometiendo sin duda un asesinalol solo con —Qué queréis padre, lo primero es lo primero, y las manchas de la honra no creáis fué la se lavan. Yo le contaré mi historia, que para "eso he venido, que sangro acorUir camino, y en mt carrera Yo casualidad la que me llevó á aquel barranco. quise creed allí he sufrido todos los tormentos del inflernOj pugnaba por trepar y caí, y que mas terreno perdia, las fuerzas me fal- me resbalaba, y mientras mas queria adelantar, de su almohada de rocas, y pensé que iba á mo- laban, mi cabeza no queria levantarse confesarme he venido aquí. Hace mucho cuando solo tiempo que rir sin confesión, por de mis cul- conozco no queria irme del mundo sin confe.sarme con vos. La carga os y puede ayudar á llevarla. Dos únicos hombre como vos me pas es muy pesada, y solo un objetos tengo en mi vida: confesarme hoy, y vengarme mañana. vuestros ojos »—Pues ni os cofesareis hoy, ni os vengareis mañana: estáis enfermo, ahora tienen el brillo de la calentura, vuestra mirada estraviada me dice que deliráis, reposareis, y cuando hayais recobrado la salud, segui- os dejaré mi lecho, descansareis, recibir vuestra confesión, me horrorizan reis vuestro viaje y os advierto que no quiero los ecos los secretos de los hombres, cuando entro en esta iglesia me da miedo, porque adúltera, los lamentos de la madre infanticida, las me repiten las quejas de la mujer mente mas recuerdos'de imprecaciones de ios asesinos, y no puedo gpardar eo mi temo volverme loco. El enfermo paseó su mirada en derredor suyo y horror, porque de esta iglesia! dijo arnai'gamente: Teneis razón. ¡Cuántos setírelos guardarán las paredes bien triste la historia de la humanidad! es »—Seguidme, le dije con afan. Necesitáis descanso, estáis enfermo, creedme. mañana me esuchareis, sino de grado por fuerza. »—Bien, os seguiré, pero se »—Le condujo á mi cuarto, le hice tomar alimento, le ayudé á desnudarse, y sueño agitado y yo entonces le conlempló acostó en mi lecho; á poco se durmió con un hasta detenidamente. Era un hombre de unos cincuenta años, de arrogante figura, y allí me en- revelaba su semblante orgiiilo.sa altivez. Me retiré á mi oratorio, y dormido está en Iregué á pensar, y como el reo que capilla temblaba que amaneciera y llegara será este hombre Señor? ¿Qué nuevos la hora de mi suplicio, y me preguntaba: ¿Quién no mañana? ¿qué nuevos enemigos me crearé? Porque yo, transigiré crímenes sabré criminal á la justicia, porque sé que des- nunca con la hipocresía, ni entregaré ningún espíritu á la turbación, y prefiero trabajar en su regene- truyo un cuerpo y entrego un pero todas las fuerzas de mi alma. Yo quiero la corrección para el criminal, ración con hacerles pensar, y ha- no quiero los tormentos horribles, los trabajos forzados; quiero á en- de la tierra, y por eso me resisto cerles sentir, esto no lo es» la.s leyes -( 240 )— tregarle nuevas víctimas: pero esto me bien basta ocasiona ahora cuantos séres grandes todos culpables he si han arrebatado responsabilidades, á porque se regenerado; los pero, ¿y si tribunales de este menes? ¡Ah! Señor! las alguno con mi fuerzas tolerancia mundo, faltan, cometiera me nuevos ten crime- cucho una confesión, si misericordia do mi veo una existencia debilidad. llena Yo si es- pobre sér, y sufro de con sus remordimientos, horrores, me identifico con aquel turban mi sueño sombras y padezco con la agonía de sus víctimas y »Las horas aterradoras, y nose lo el alba que mí. pasaron, cubrió pasa por con pájaros su llamaron manto de al Padre del dia, púrpura el velado el enfermo y este les y incorporó contestó horizonte, los se enviándoles sus en su lecho dormido Padre diciéndome rayos luminosos, con me encuentro acento con mi madre lo perfectamente, satisfecho: bien he y lo ¡Qué que casi y nunca me que son los sueños! la he sucede, he soñado cho, y prosiguió visto diciendo: como ella era iglesia, Preparémonos Saltó del le- para salir no porque no quiero que hablar que sus decia paredes quiero dentro de la que según mi madre, guarden el eco de mi voz. es el lugar donde Vamonos al el hombre campo »Yo miraba à mi interlocutor está mas cerca de Dios. como el hombre habia reo mira al una fiereza en la rio, interesaba la estraordinaria, verdugo, mirada de pero no era aquel un espresion sér de su rostro, repulsivo, antes al contra- tenecia á su la porte era mas alta sociedad. distinguido, y se conocía que per- »Le hice tomar algun alimento comió »—Padre, vámonos que de aquí, maquinalmente, y me con acento me no quiero premiar persiguen dijo seco:' muy de cerca. vuestra Yo nunca he sido beis aiín á generosa quien teneis hospitalidad el traidor, y con trastorno de en vuestra una no casa. prisión, sa- »—Y os dejaría marchar muy contento hiciérais sin que los saberlo: con demás hombres, lo recomendándoos »Por toda que únicamente, ayer en contestación esta salió aldea del hicimos con vos. á su lado satisfecho aposento, acarició al muy á y salimos al paso Sultan que marchó de la aldea sin me miró campo una y me dijo: pronunciar palabra. Al vernos fuera »—Conozco estos sitios mejor interrumpirnos. que vos, y os Así llevaré á fué: un donde nos sentamos parage nadie en una podrá avanzada se sentó á hondonada y Sultan larga distancia como de centinela de nosotros. siempre sentiren Yo todo á mi sér pedí Dios un fuerte como fuego, mis ideas sacudimiento, sentí inspiración, y adquirieron sobre mí cráneo lucidez, una el mano de venecido miré y á mi viejo cura de la aldea se compañero sintió fuerte »—Cúmplase que estaba sumido y reju- en el honda sacrificio, comenzad; meditación y le pero sobre dije: »—Los hombres do mi todo, decidme en absoluto la raza no mienten verdad. quien soy? nunca. Miradme bien. ¿No calculéis »Mi nombre debe haber Constantino de llegado muchas veces á Hus. vuestros oidos. Soy el gran duque »Efectivamente me era bastante instante sentí conocido su fatal miedo, sentí por instantánea, horror, sentí nombradla, y por un un cosa espanto porque se apoderó de mi alma inconcebible; pero fué una toriade un aquel hombre, deseo mi veemenlísirao de que saber la bis- para era un do de las pasiones, y del fondo del náufrago de perdido en el océano embi'aveci- mar los vicios entonces sentí me me fuerte, animoso, propuse sacarle á todo á trance; mas á él, cogí de dispuesto convertir al una mundo sus me »—Habla! manos, le miré fijamente entero; acerqué y le le conozco y te compadezco dije: »—¡Me compadecíais! hace mucho replicó tiempo. con »—Si, asombro. le compadecía. ¡No te habia de mendigo de la creación! compadecer, si eres mas pobre que el último í—¡Pobre yo! replicó con ironía; sin duda pone el sol. ignoráis que en mis dominios nunca se »—No tiene que ocullarse el sol en el tu relación. lugar donde nunca ha brillado; pero comienza sEI duque rae miró, y comenzó cion diciendo:—No antes de conocí á mi nacer yo, y cuando celebraban padre, murió en una ac- se sus y según cuentan me colocaron sobre funerales, mi madre me dió á el ditos túmulo de mi luz, como el único me bian geíé de mi ilustre padre, y aclamaron mis súb- no perecido en la familia, quedaba mas varón todos ha- do guerra. Mi madre que era yo, una que muchas santa lo veces ahora me decia:—Quisiera mujer, al conozco, y recuer- ra tu nombre las morirme llevarte en sombras dei sepulcro. conmigo, y que .seperdie- »—Tu pobre madre se conoce que veia muy claro tu fatal porvenir, prosigue, »—Cuando murió me alegré de su muerte, porque era el único sér que contrariaba mis deseos, y á ios catorce años me quedé libre de toda tutela, con derecho de vida y hacienda sobre mis vasallos. No conocí á mis antojos valla, mi voluntad soberana se cumplió siempre y ¡ay! del osado que no la hubiera cumplido. Para tener un heredero de mi nombre me uní á una joven de estirpe real para perpetual' mi raza, por esto he utilizado siempre á las mujeres, pero á ninguna he querido, solo ámis hijas he mirado con respeto, porque al fin llevaban mi apellido. Mi primera esposa dió á luz una niña, y me indigné de tal manera que desapareció rápidamente de la tierra, porque com- —; 241 )— prendió mi médico que yo queria que desapareciera. Me casé segunda vez, y me sucedió lo mismo, y me casé la tercera y se repitió la misma historia, queria un hijo, y ese hijo nunca vino. I)—¡Y como querias que viniera desgraciado! ¡Para el árbol de la iniquidad no hay retoños en la naturaleza! »—Ya podéis decirlo padre, á treinta y seis jóvenes hijas de mis vasallos he obliga- do á que cedieran á mis deseos, la mayor parte fueron estériles, otras murieron de pena, algunas conservaron un recuerdo de mí, que se esíinguió al nacer; porque ninguna de las hijas que he tenido de origen bastardo ha sobrevivido á su nacimiento, y he envi- .diado al último de mis pecheros al verle jugar con sus hijos, todos tenían un heredero de su nombre, solo el mió estaba llamado áestinguirse. »—Porque es necesario que se estinga, porque eres hijo de una familia execrable, porque donde tu y los tuyos habéis llegado, no habéis dejado mas que un rastro de san- gre y lágrimas, por eso es preciso borrar tu nombre del libro de la historia, para que no se avergüencen los pueblos; pero prosigue, que aun no debes haber concluido. »—Me queda algo que contaros todavía, tres hijas me quedaron de mis tres matri- monios, á las cuales si no las he querido mucho, las he respetado, y para que con sus debilidades ó liviandades (porque todas las mujeres son lo mismo,) no manchasen mi nombre, á dos de ellas las hice entrar en un convento, y la mayor se quedó á mi lado, para hacerme cometer un nuevo crimen. Un hombre, mas poderoso que yo por su posi- clon social, la sedujo, y después de seducirla, como él es casado la abandonó, y cono- ciendo que al enterarme yo de lo ocurrido me vengarla, me alejó de su lado acusán- dome de ser el gefe de una sedición, y me despojó de la mayor parte de mis bienes. Yo ya sabia mi deshonra, reuní á mis parciales, y reté al ladrón que habla osado llegar hasta mi hija, y le dije que viniera á mi residencia habitual para probarme que yo era un traidor, y le mandó mi guante que el recogió, y vino á mis estados, porque á tales llamamientos no hay hombre que se niegue, pero vino con fuerzas poderosas muy su- periores en número á las huestes que defendían mis territorios, comprendí que seria pronto dueño de mi castillo, y le mandé á un heraldo con un pliego en el cual le decia que yo mismo le tiraría las llaves de la fortaleza á la puerta de su tienda, y no tardé en cumplir mi palabra. El puso su tienda á orillas del rio, y yo subí á la torre mas alta de mi castillo acompañado de mi hija próxima á dar á luz, el fruto de su deshonra y la mia, y con brazo fuerte la levanté en el aire, y la lancé al espacio. Su cuerpo se perdió en- tre las ondas del rio mientras yo grité tres veces:—¡Ahí tienes las llaves de la fortaleza dellusl! Sin pérdida de tiempo, seguido del mas bravo de mis capitanes hui por un|ca- mino subterráneo, mientras que mis soldados defendían palmo á palmo, la morada de su señor. ¿Y sabéis porque huí? porque queria que aquel homJme sintiera el mismo dolor que sentí yo, queria que mi venganza se cumpliera ojo por ojo, y diente por diente; que- ría que una de sus hijas fuese deshonrada como lo fué la mia, y conseguí mi intento, y se lo hice saber, y le relé á un combate á solas en las cercanías de esta aldea, pero él temió mi brazo, y no vino, pero vinieron en mi seguimiento emisarios suyos que he sa- bido burlar con destreza. El que no quiere morir como un noble, morirá como mueren los cobardes y los traidores, heridos por la espalda; voy en su busca, le mataré, y después vendré aquí, y concluiré de una vez con una vida que me abruma, y entonces Padre vos sereis-el único que rogará por mí, y no le negareis tierra sagrada'al cadáver del suicida. Sé habla mucho de vos, y por esto he venido, porque necesito al morir al- guien que me prepare para ese viaje que no se donde acaba; dicen que hay un infierno, y si le hay de seguro que yo iré á él, y si he de ser maldecido en la tierra, quiero recibir mi excomunión de un hombre verdaderamente grande, como cuentan las gentes que sois vos. »Yo estaba absorto; miraba á aquel hombre y vela pasar ante mi pálidas sombras en forma de mujeres jóvenes y bellas, las unas estendian su diestra amenazando la cabeza — ( 242 )— del noble, olras lloraban, y le enviaban un ósculo de paz, y yo maravillado, alónilo, Una sombra enlutada subyugado comprendí que estaba rodeado de seres espirituales. su frenle en la cabeza se acercó al reclinaba duque, lloraba con el mayor desconsuelo; y del pecador. Esta es el alma de su pobre madre, pense entre mí: sedo una madre puedo perdonar la iniquidad del hombro. La sombra respondió á mi pensamiento, porque redo- bló sus caricias, y estrechó mis manos con ademan suplicante. Yo entonces sentí lo que madre á quien nunca habia visto; y mi corazón so- nunca habla sentido, pensé en mi Hozó dentro de mi pecho, y casi envidié la suerte de aquel desgraciado, porque aun era amado de su madre. Amalia Domingo ï Soler. (S'è concluirá.} 'L·A ¡Madre! Nombre sublime y bendito, tierno cual suspiro del aura, dulce como la felicidad. Nombre llevamos escrito en el alma con carnctéres indelebles; nom- que disipa la distancia, no se pierde en la bre que ventura, que no desaparece en que no las fuertes conmociones del dolor ó del placer. en~ ¡Madre! Palabra mágica, penetra en todos ios que corazones, palabra que de sacrificios y amor! Por eso so ha dicho con tanln cierra todo un poema ternura, el mundo superior á una mujer, como no sea verdad como elocuencia; «Nada hay en una madre.» densas nebulosidades do la vida. La madre es el faro que nos ilumina en las llamada sociedad; La madre cadena, es el eslabón primero de esa interminable el ángeJ que vela nuestros sueños infantiles, la que rocoge nuestro primer aliento, la la que absorbe nuestro primer suspiro y que imprime en nuestros labios el primer beso de amor. ^ brillante perla que se alza sobre el inmundo lodazal de estavida; La madre es una de néctar delicioso, una esencia que nos endulza nuestro cáliz amargura. un cifra todo ventura en la dicha de sus hijos; la madre corro un madre tupido La su sus con los cuales rie velo sobre el de lujos, su pasado, y no tiene mas porvenir que si y padece dolores acerbos si los sufrpn ellos. gozan, sacerdocio; ella desde e! momento en dignamente su augusto que La madre ejerce en su alma enseña á su hijo á balbucear el nombre de su padre, procura introducir la semilla del bien y la virtud. El corazón de la madrees la pira inextinguible del amor, el manantial de los ideas. sentimientos elevados, el raudal de la ternura y el foco de las grandes ¡Sacrificio y abnegación! Hé aquí sitetizada la historia de la buena madre. el ideal del amor divino, descendido al corazón de la madre mujer. La expresa Toda fa poesia del hogar está reconcentrada en la madre! lira ;Cuán dulces son los acentos de una madre, cuando estos salen de su alma, hermosa pulsada por los ángeles y serafines! que parece Aliado de una madre virtuosa se aspira un perfume de santidad que purifica. el cierne sus La madre es nuestros génio tutelar, nuestro mentor, y ángel que invisibles alas sobre nuestras frentes. una del paraíso para La madre es en la tierra una enviada de! cielo, meosageia elevarnos á él. sus rodillas se forma La madre es la gran influencia de! universo, porque sobro la sociedad, Las las en que han bri- épocas en que más genios han florecido, han sido épocas Hado mejores madres. -( 243 )- La irnportacia lie la madre en nuestra vida moral, yen nuestra vida física, es grande, inconmensurable. Ko hay misión más elevada para una mujer que la de madre, si la llena cumplida- mente. No existe la buena La aureola de la maternidad es la mejor diadema. vejez para la madre: deja de ser bella sin á pesar, al ver que su hija comienza serlo; abnegación le ofrece más goces por los triunfos de su hija que por los suyos. Una (le su amor serlo al estrechar sus brazos al sér qne vive de su vida: mujer coqueta deja de en se desprende de todas las frivolidades mundanas, y solo piensa en adornr al ángel que llena eom|»letamente su alma. lina buena madre hace más en provecho de la moral que los libros de los filíiso- no las olvida éste jamás. ios; pues las ideas que inocula en la mente de su hijo Las lecciones que se reciben en la cuna, son para el hombre la imágen de la ma- dre que se las dió. El porvenir de las naciones está en las manos de la madre. madrees la palanca social. La madre no debe fiará nadie la educación de sus La gran no debe nun- hijos; y si renuncia á este derecho, faltará á un sagrado deber; la madre es su ca separarse de sü tierno niño; él salvaguardia y su escudo, como ella su am- paro, su protección y su sosten. su retrocede el más Ante el sublime espectáculo de una madre acariciando á hijo, atrevido libertino. No hay sér más ambicioso que una madre; una corona imperial le parece siem- pre niuy poco para su hijo. más el El amor maternal el es el mas puro, el más desinteresado, espontáneo, más perfecto el más constante de todos los amores. y Concepción Jimeno. (Del Defensor de Granada.] DICTADOS DE ULTRA-TUMBA obtenidos en Murcia en el centro familiar BEETTEOVEN. Amar no es lo que muchos se figuran. bu- Amar es haber llegado al destino final, haber rebasado todas las miserias es alcanzado la enhierta cumbre donde radican las causas. Es haber llegado á manas y contacto ciencia con la de Dios y vivir con él. Es entrar á recibir la poner en su una cosa no está en posesión de herencia del universo, porque mientras no se cura el universo recibir del uni- ella. Amar encerrar en la ciencia de su es espíriru, y verso sus caricias, sus santos halagos y su infinita bondad. tanto, estamos tan léjos del dolor que ni amamos siquiera Por eso nosotros que á la de los creemos que existe sino como viento pasagero. Cuando se llega region de las dichas eternas. amores eternos, se llega á la region los enemigos para que nos amen, á los Amar á amigos para Amar, siempre oníar. que reciban este bien, y al universo entero para imitar á Dios. amor á Dios no es el amor Amar á Dios es el El goce de los espíritus elevados. al mundo, un éxtasis en que bay arrobamientos exaltadísimos, es á los hombres ni es donde no se puede ni aun pensar, ni aun sentir, porque es caer en el profundo goce de enagenacion sublime en donde casi desaparece la personalidad. Dios; una especio á vivísimos destellos esta sola palabra levanta oleadas de amérenlos infinitos cuyos á entrever un no pueden casi resistir los seres que han alcanzado llegar siquiera la infinita, de la ineseada ciencia de Dios. de Arrobamientos, éx- poco de la santa, esto es el amor á Dios. Sentirse eterno, sentirse casi tasis, dulzuras inesplicablcs; sentir el aliento por infinito esencia por'la ciencia, verse sumergido en la divina, decirle asi de la divinidad es una dicha tan intensa que no es dable portar sino poder so - es con la esperanza de ser mas, de acercarse mas á El. el .En esta existencia goce casi absorbe todo el sér, se siente como un anonadamiento ¡Cuánta dicha, cuánto amor! que embriaga. ¿Y que ha hecho la criatura He para merecer tanto? aqui Dios; Crea Nada. un sér y le dá la eternidad para que vaya gozando. —( 244 )— DOS ESPIRITUS Revelación de ultra-tumba al medium. UNA REINA. ajSombra que en vano quisiera Y ni uno ni otro De mis ojos apartar! supiera Que amada amante fueron: ¡Ay! si y un momento pudiera La luz del Sol contemplar. Ella ciega, y él privado De mirar á la i>Yo á quien la reina que llamaron amó, Lo que el medium ha Y mil ámis plantas vi, contado. No Que humildes comprendían los dos: se prosternaron Porque bella y grande fui; Y este en intuición sintiendo Que ellos un »Hoy olvido tiempo se amaron. en profundo, Fué el misterio Ciega, hundida el comprendiendo en dolor. Y al fin los dos se Llamo sordo el miraron, en vano; mundo No oye el eco de mi voz.» Que en de otro espíritu. palabras virtud Les hizo mirar su »Yo también, error, rey olvidado. Al preso del ataúd Me salgo del alaud. Y á la reina del dolor, Camino, busco, y no hay nada, Yació miro el cielo azul: Y después se conocían Y con »Y ternura en constante retroceso rezaban, Y los se Subo, dos bajo, vuelvo á entrar mejoraban Y á A Dios las mi sepulcro, y el pruebas peso pedian. Del dolor me hace llorar: ¡Oh! que grande es la misión un »Una Que medium mujer fué mi vida puede llenar. Si T alcanza también al alma mi cambiar muerte fué, Y volverla La busco á la razón. en vano; perdida, ¡Nunca á verla volveré!» ¡Oh! Mediums que habéis llegado La Así al doctrina á medium contestaban comprender. Y No los dos escribáis el no se veian. por placer. De descubrir lo Espíritus que ofuscaban ignorado. Las sombras que aun tenían. Sino virtiendo consuelo Al De sufre en el aquella vida que ligera. dolor. Así tendréis Que Dios el del amor un placer hicieron, Del Espíritu del cielo. Soledad Mañero de Ferrer. SAN MAKTIN DE l'ROYENSALS;—Imprenta de Juan Torrent.s y Comp.'b Triunfo, 4. SI. Barcelona 2S de Diciembre de tS80. Nñm, Año II. m DEL PORfEfílR, SEMANARIO ESPIRITISTA. REDACCIÓN T y^DAi>íiSTï(jicJóN I PDNTOS DE SUSCRICION. PUECIOS DE SUSCRICION 24 26 En Lérida, Administra-ion de 2.o- Barceloní: on Irimeslre idelaolado. i plis. Fonollar, y lÜI Buen Sentido, Mn.yor, 81, Madrid: Almagro, 8 entr. dereclia Bneri de Barcelona: un año, id. . { pías. Se publica los Jueves -Alicante: S. Froncifco, 2S, dupo Eitranjero Ultramar: nn año, id. 8 j pías. SUMARIO. de la.s grandes verJa- El patrimonio del hombre, (Gonclusion.)—Horas sombrías.—Una des —[jOs pájaros y su importancia.—l^ensamientos.-Aviso. EL PATRIKIONIO DEL HOMBRE. (Conclusion.) miraba, estrañando sin duda mi silencio me dijo con impaciencia: »E1 duque me y solo viendo á su »—Y bien padre, ¿qué decís? al oírle volví á la vida reai y quedé madre que se apoyaba en el hombro de Hus. »—¿Te acuerdas alguna vez de lu madre? »—Sí, muchas veces; ¿por qué rae lo preguntáis? »—¿Mientras ahora me mirabas pensabas en ella? días me deja su recuerdo; como pienso dejar este mundo, »—Sí; hace algunos que no tenia razón sino no es eslraño que recuerde á la que me trajo á él. ¡Pobre mujer! casi hubiera sido mejor el haberme ido habla de dejar un heredero de mi ilustré nombre, de vos dos cosas. con ella; pero en fin, lo hecho, hecho está; ahora solo espero j>—¿Cuales son? es y la formal prome- »—Vuestra excomunión, porque vuestra bendición imposible, pondréis en mi huesa una Cruz. sa de que me enterrarei.» en tierra santa y mí, toda la »—Lo último concedido desde luego; y de paso te advierto, que para divino de la mirada de Dios; y en el tierra es sagrada, porque tédaella recibe reflejo no hay en la tierra ningún cuanto á tu primera petición no puedo acceder á ella, porque bendecir á otro en nombre de Dios, ni para hombre que tenga suficiente poder para lanzarle el anatema cumpliendo una orden del Eterno. »—Pues entonces para que sirven los sacerdotes? consolar y para instruirá la hurnanidad, para ini- «—Sirven, si son buenos, para conducirle por e! camino mas cor- ciar al hombre en el progreso eterno de la vida, para los porque cada to á la tierra prometida. Dia llegará que no serán necesarios sacerdotes, no hombre cumplirá con su deber; y este es el verdadero sacerdocio; pero mientras llega número de hombres dedicados al estudio y á prácticas piadosas, ese hermoso dia, cierto motivo de escándalo, que en nuestra mal serán freno para los pueblos, y á veces un un organizada sociedad se tocan casi siempre los estremos. entoncas? ¿Qué os »—Y si no queréis niabsorverme ni excomulgarme, ¿qué mediréis parece mi vida? série »—¿Qué quieres que me parezca desdichado? ¡Un tegido de iniquidades! ¡una de ti', muchos tie ellos han obedecido á de crímenes horribles! pero no todos son hijos habrá criminales como tú. Los no- no los vicios de esta época; dentro de algunos siglos el las muje- bles no tendrán tan fatal poderío, los siervos serán rescatados por progreso, el y no serán como son hoy po- res reconocerán sus deberes, y reclamarán sus derechos, mal desgra- bre juguete del libertinaje del hombre. Vinisles á la tierra en muy tiempo, espíritu dispuesto á cometer toda clase de desaciertos, y todos los atropellos ciado, y tu rodeado todo á eco- inconcebibles ha satisfecho sus inicuos deseos porque cuanto te ha perado á tu perdición. »—¿Y qué hay después de esto. Padre? , —( 246 )— »—¿Qué ba de liabef? el liemos nacido prc^reso eiei'no porque Ja razón en la misma natural lo dicta. Tú época, si bien de distinta y yo, tal la menos privilegiada, bien clase, pero no es la raza sabes soccriio- y muchos son los sos. ¿Por qué narisles que tú sacerdotes inclinado cometen aba- al que de todos sin mal, yo al bien? que nadie y derrame ¿Por qué tu morirás maldecido una en tu pueblo entero lágrima que llorará á mi sepultura, y seré enterrado memoria? yo las pasiones, ¿Por qué tú te has jiorun y yo be sabido contener las mias? entregado al torbellino de y yo vinimos al mundo ¿Por este en las mismas qué condiciones? privilegio para mí? si tú Si los dos jiara tí todos tos incentivos nacimos de del del mujer, porquo los de placer y perdición), poderío, (que no son otra cosa elemen- y para mí toda la seguir cordura, toda que y la ol redexion i)or verdadero todos camino? y los medios venturado, ¿Por qué si no tenemos para otra vida y yo be de tú has de ser tan ser dichoso? des- caber; ¿Cabe en Dios y nuestra vida debe semejante continuar, injusticia? Nó; no Dios es innegable, porque sino porque la Creación continuara, puedo yo demuestra negaria á Dios, y »Me su dices existencia. ¿qué hay después de esto? Hay la vida espíritu. Tú eterna el no puedes dejar de y progreso indeílnido del ser, la execración no luyo, hijo de un mismo universal, mientras padre, yo, berma- los deado dos de los niños porque somos de de mi aldea, y muclios hijos Dios, sucumbiré ro- Tú hombres tienes honrados 3/ llorarán á mi que engrandecer tu memoria. »Dios,crea espíritu, porque el mal no es eterno en la y no destruye, de Creación. creado consiguiente el porque como sér espíritu tiene que armonizar con lo pensante, como entidad divina obra. inteligente, es el complemento déla »Tú vivirás, tú pagarás una á una todas las dia que serás deudas dueño de tí mismo; que has contraído, has sido y ellas hoy esclavo llegaráun de tus tus esclavas, las dominarás pasiones, mañana.... sei'áii y á tu como »—¿Qué viviré antojo he decís? yo dominado las mias. ¡que viviré!... esta vida ¿Conservaré la memoria de mi que tanto abruma!.... existencia? rao de escucharé ¡do continuo esas voces ¡maldito! siempre me ¡maldito dicen seas!.... lejanas que »—No, no las escucharás; Dios es quieres desde misericordioso con los hoy mi.smo, puedes arrepentidos; y si tu empezar tu nueva tantos críraeno.s vida. te lia Renuncia á ese hecho nombre comeleri que se estinga el y que te ha dado tan nombre de odiosa tu raza, de celebridad; deja renace que nidad, si mañana nuevo, tal y ayer fuistes ol azote de la vez íiuma- algunos pobres, agradecidos siembren llores en tu tumba. »—¿Queréis que entre en un claustro? »—No, quiero que cion de la trabajes, que seas útil álos naturaleza. desgraciados; que el trabajo es la ora- »—Pero hablando con vos me i>—Nada olvidaba, tienes que tengo que hacer todavía. ya que hacer, algo yo no necerte; si lo tengo poder ni pero tengo para impedirte perdonarte, ni para escar- para el el alma cometer un doble na, de liii madre crimen. Piensa en te ha couliiciilo maña- principio á aquí para com.enzar tu ella.¿Te quedan demos algunos bienes? regeneración, »—Si, si, algo me queda. —Pues bien, hoy mismo te irá.s de del tuna, harás aquí, y mejor modo coj la realizarás ier tu for- voz, (que posible con dinero todo se naos foragidós llevaron consigue) que has muerto á manos de que .se hasta tu favorecen cadaver, y las nue.'^tro'iüan; guerras y turbulencias actuales tu drás desiigurarás rostro con un aquí donde tinte cobrizo hay te fértiles que yo daré, ven- r.itíiílo campos que .solo por esperan buenos labi'adores uno, y ocuparás para en las faenas producir que solo á desean agrícolas muchos de mis tradajar. Tú también pobres (;oa su sudor, el trabajarás la campesiuos tierra, que bueno es que la que tantas veces la ha Confio regado riegue con en tu palabra, lágrimas y de sus víctimas. ás tú. que volverás; si sangre no l Si y malas á vuelves, no seré yo el ese liombre te suicidas per-judlcado que lo se- V sentirá y todas las después, tu espíritu sufrirá agonías horrorosamente nido que tu lias lieclio de sentir á las vergüenza de dolor. pobres jóvenes que han sucum - y Si mas vuelves, tu alma tranquila, libreen prepararás una nmerie eres hi mucho si elección. para El he de se vivir duque levantó y me siempre, dijo: Volveré; ya estoy harto de porque so ligero, sufrir, y embozándo.se en su se fué con y la sombra de madre capa su desapareció pa- con él. «Cuando me quedé solo, lloró, iloi'é taferliliza con ese llanto del alma que como nuestro lluvia sentimiento. beiidi- Vi en era lontananza nuevas un reo de la alta nobleza persecuciones para mi que arrebataba á 1á poi'que j-u»ticia del estado; pero ¿qué me -( 247 curación á un pobre loco do importaba si evitaba dos crímenes, y hacia pensar en su nacimiento? tarde un aldeano me trajo un plie- sPasaro'n muchos días, algunos meses cuando una corta del Duque en la cual me anunciaba su próxima llegada y me advertia go, era una mes habia dejado de pertenecer á la raza blanca. Un después que siguiendo mi consejo llegó el de Hus á pedirme hospitalidad acompañado de su siervo mas fiel, que como su el sus cabellos tonsurados, sus dueño parecía un étiope. El duque no parecía mismo, efectivamente el manos ennegrecidas, su aire vulgar, su continente humilde habia muerto último vastago de la casa de Hus. Cuando me vio se arrojo á mis brazos y me dijo al en al fin habéis vencido, oído:—Os confieso que mas de una vez he titubeado venir, pero única voluntad que ha dominado la mia. llevaréis esto nombre. T>—Demos gracias á Dios maese Juan, si os parece iguales, decidme cuanto debo hacer. '—Convenido; ahora lodos los nombres me son no os he llamado á mi lado, »—Ya os indiqué mi plan, seguidle si os place, que yo labrad 1.a tierra pura (¡ue viváis oprimido, sino para salvaros de un doble crimen; pero tal vez hallaréis los surcos en el cielo. y de vinieron algunos cam- «Cuatro años después, en una hermosa tarde primavera, me fui con ellos y me dirigí pesinos á decirme desolados que maese Juan ,se muy moria; habia emlrellecido á la Abadia de Santa Isabel convertida en granja modelo. El trabajo medios uíjuel vetusto y arruinado edificio, donde multitud de familias habían encontrado de subsistencia. reinaba en la Granja. Los hombres hablaban con misterio, »Una completa revolución ásus hijos que im hicieran ruido, y turba- las mujeres algunas lloraban yreteuian para entré en el cuarto del enfermo éste se despertó y sen el reposo de Maese Juan. Cuando cogiéndome una mano me dijo con voz solemne: á seré llorado; veo el tras- «—¡Padrel vá á cumplirse vuestra profecía; voy morir, pero es ser torno de esas buenas gentes, algunos gemidos llegan hasta mi ¡qué hermoso mi testamento. Mis colonos son mis herederos. encontraréis ¿Porqué amado! en mi mesa de nacer lladre GermanY ¡qué htteno es ser bueno, no os habré conocido en el momento Padre mío! y reclinando su cabeza en mis brazos espiró. hombros de los campesinos fué llevado el último dmjuo «Se cumpliómi profecía: en de Hus ásu humilde sepultura, y séres agradecidos la cubrieron de llores. Unas cuantas eslraviado habrá comenzado íx conocer sus familias bendicen su memoria, y un espíritu errores. un criminal, porque no le quise «Escondí á arrebaté á la justicia humana un reo, queso llama ¡TIEMPO! despojar de su legítimo patrimonio, de e.sa riqueza inapreciable la creo firme- i> ¡ Perdóname Señor! me acusan que quebranto las leyes de tierra, pero mente que no violo las tuyas « violastes, Padre German. Cumplistes como bueno, y lo que podemos la- No las no, tus montar es que muchos hombres no siguen huellas. atormentan el cuerpo, y despiertan todos los sentimientos crueles Las leyes humanas de ía tierra son por lo general la escuela que pueda tener el espíritu. Las penitenciarias la exacerbación de del crimen, y la pena de muerte la desesperación de los espíritus, los odios. ¡Dios nos libre del odio nacido en las del patíbulol todos gradas por todos los medios posibles, Si el espíritu ha de vivir siempre, debe regenerársele es desheredar á ningún sér dota y sobre todo, debe dejársele tiempo; porque no justo única hombre: creación, y el tiempo es el único patrimonio del espíritu, es la riquezadel no le quitemos á nadie la hermosa herencia de Dios! mil hicistes tan buenas obras! ¡Dichosb tú. Padre German! dichoso tu una y vecesque Dios, qüe cuando dejemos la tierra te encontremos á nuestro paso, porque Quiera estará inundado de luz! entonces nuestro camino estará alfombrado de flores, y Amalia Domingo y Soler. ó dicho la contrariedad, por- Hay épocas la vida en que la desgracia, mejor en se 00 herirnos con su mano que en realidad la desgracia uo existe, pa/ece empeña —( a48 )- da hierro, pesando sobre nosotros unas tras otras las aflicciones, como si se iiubie- ran dado cila'para asediarnos y destruirnos. La desesperación, el llanto, las quejas, los suspiros, todo se agita en nosotros, fatigando en estreino nuestro espíritu, que, niño aun en su perfeccionamiento moral, puede aperas sostener con trabajo el tropel de emociones, ideas y sentimientos en que so vé envuelto. A esa crisis de emoción sigue cuasi siempre el abatimiento; las fuerzas inverti- das en las primeras luchas hacen necesario el descanso, y de aquí se sigue la inac- cion; en este estado, ya no se siente ni se piensa; llueven sobre nosotros las contra- riedades, y no nos apercibimos de ellas; y las lágrimas apenas tienen fuerza para subir á nuestros ojos y resbalai por nuestras mejillas. Pero este estado de postración tiene su término: el espíritu que desea pro- gresar, no puede consumir mucho tiempo en la inacción; llega uu dia en que des- pieria, se agita, se mueve, y aunque conserva el triste recuerdo de su lillima prue- lia, quiere volver á luchar, porque sabe que la lucha es el elemento de su vida y el móvil de sus constantes anhelos. , Y ¡cuán terrible es la lucha cuando las pasiones predominan! El satá.iieo orgullo con su cortejo de hinchadas pretensiones; la envidia, mirando con dolor la felicidad ajena; la codicia, acaudalando tesoros y gozándose muchas veces en el llanto de la viuda y el quegido del tierno huerfanito; la ira, la venganza, el odio, la vanidad, la soberbia, lodos los apetitos protervos en confusion se apoderan del pobre espiriu, oprimiéndolo con su peso, dominándolo con su poder y sugetándolo con las cadenas del deleite. Ardua tarea es vencer, y solo se vence á fuerza de sufrir. Es triste la vida del hombre en la tierra: nace en medio del dolor: crece, y por doquier se halla rodeado de peligrosos escollos; hombre ya, siente, y el sentimiento, que es la corona de sus cualidades morales, le condena á amargos sinsabores, á ler- ribles desengaños, que arrancan abundantes lágrimas á sus ojos y hondos suspiros á su corazón oprimido. Y su espíritu, aquí decae, y allá se eleva y enaltece: unas veces la queja sale de sus labios, otras la oración cicatriza las heridas de su alma; y en esle choque de emociones, do ideas, de sentimientos encontrados, es como marcha adelante, pro- gresa y se perfecciona hasta llegar á la altura do poder habitar moradas mas felices que Dios le tiene preparadas. Sin la lucha, nuestra permanencia en la tierra seria inútil; nuestro e.spíritu, atrasado aun, necesita saber vencer; duras pruebas vendrán unas tras otras á alee- clonarnos y para ¡as que necesitamos gran energia y valor: y asi, poco á poco, irá corriendo nuestras existencia, hasta llegar al término del viaje y á nuestra trasfor- macion espiritual. Entre las pruebas á que Dios nos sugeta, la que mas hondamente hiere el cora- zon es la pérdida de los séres queridos; la separación de espíritus que durante mu- chos años han venido siendo el coniplemento de nuestra existencia; esas lumbreras que Dios coloca en el seno de las familias para que con su ilustrncion guien por las sendas del deber á un grupo de séres mas pequeños y mas débiles. Pasan los años, y como no hay nada imperecedero, viene la muerte á arrebatar- nos tan grato apoyo, á privarnos del consuelo de sus sanas reflexiones sumergiéndo- nos en la mas completa soledad. Todo tiene su razón de ser; todo en los planes del Altísimo obedece á aus leyes inmutables, leyes veladas para nosotros, escasos de inteligencia y virtud; pero ¡es tan débil el corazón humano! ¡somos tan egoístas en nuestras afecciones! que, aunque comprendemos que el planeta donde vivimos es un mundo de pruebas y que la verdadera vida del espíritu está en la inmensidad del espacio, pretenrernos rete- ner en esta trabajosa cárcel á los séres que amamos y privarles del inmenso bien de la libertad. .Acatemos las leyes de nuestro sábio Creador; obedezcamos humildes sus man- datos, resignándonos á la separación, con lo justa esperanza de que un dia nos reu- pescadores de la China son auxiliados en sus faenas por el ane pescador, el cual, lan- zándose en las olas, lleva á la barquilla de su señor la presa que ha recogido. Ahora bien; nuestros labradores consideran á los pájaros como perjudiciales á la agricultura fumlándose en que algunos de ellos desentierran las semillas y ocasionan considerables pérdidas; pero examinando este inconveniente se ha observado que los gorriones, codornices, papamoscas, trepadores y golondrinas hacen grandes beneticios, porque consumen una cantidad inmensa de insectos y buevos de éstos, convirtiéndolos en cscelente abono, y evitando, por consiguiente, su notable desarrollo y multiplicocion en sus diversas trasformaciones, y con esto infinitas plagas, entre ellas la langosta, cuyo -( 252 ¡- insecto en las islas Filipinas es destruido por el ave del Paraíso. Vemos, por lo tanto que los pájaros son dignos de todo género de protección y cui- dados, siendo indispensable establecer leyes protectoras que los salven del plomo homici- da del cazador y baga respetar sus nidos. Empero, si es de gran interés la protección á los pájaros en general no lo es menos la que en particular débese á la paloma, tanto por los inmensos servicios que presta—buen ejemplo de ello es la paloma mensajera—como por la utilidad de escelente abono, de tan notables resultados en nuestra agricultura. La culta Italia dá la preferencia que se merecen á estos volátiles, así es que en algunas de sus antiguas capitales, como Turin y Venecia, destíñanse crecidas sumas para su mejor subsistencia, llegando hasta tal punto su estado de domesticidad que viven en compañía, decirlo así, de las personas, mientras entre nosotros existe el colombicidio en todo su por apogeo.—Ana Elguela. PENSAMIENTOS. Al desarreglo le sobreviene el insomnio, los padecimientos y la enfermedad; al hombre sóbrio el sueño de la salud y de la alegría. El hombre de buena conducta prolongará su vida. Hay tres clases de personas que mi almaaborrece: un pobre soberbio, un rico embus- tero y un viejo calavera. Tres cosas me agradan; la union de los hermanos, el cariño de los parientes y unma- rido y una mujer que viven en paz y armonía. El marido de una mujer buena es feliz; el número de sus años se doblarà. La mujer virtuosa es el patrimonio de los que temen á Dios. Bendecid á los que hablen mal de vosotros, y rogad por aquellos que os calumnien Olvidad las injurias que hubiéseis recibido de vuestro prójimo, y no hagais nada por vengaros. El escarnecedor maldiciente será maldito, porqué revolvió á muchos que vivian en paz. Gomo de una centella ó chispase levanta á veces una gran llama, así de una palabra, desmandada, una discordia. La herida del azote deja una señal en el cuerpo; mas la de la mala lengua deja moli- dos los huesos. Quien piensa que es religioso y no refrena su lengua, vana es su religion. AVISO. Deseando algunos espiritistas racionalistas formar una nueva agrupación 6 sea centro instructivo en todos los ramos de la doctrina espirita, llaman á todos los 11- un bre-pensadores que deseen ayudarles en tai propósito. Dicha agrupación se instalará en Barcelona, y ios espiritas que quieran ingresar en ella, podrán dirigirse en Barcelona, calle de San Saturnino, 10, 2.°, 1.°; y en Gra- cia, calle de Torrijos, (antes Yireina) 26, donde están de manifiesto algunas adver- tencias sobre la proyectada agrupación. SAN lltAKTIN DE PUOVENSALS: imp. (le Juan Torrents y f,.», Triunfo, *. —[ 249 )~ nircinos en el seno de su gran misericordia; y démosle gracias por habernos conce- dido por algunos años la benéfica sombra de un sér superior á nosotros, que con afan y paternal bondad ha inculcado en nuestros corazones las sanas creencias de la moral universal y de una filosofia verdaderamente cristiana, que han de servirnos de norte durante nuestra peregrinación sobre la tierra, de consuele en nuestras allicciones, y de esperanza en las luchas que nuestro espíritu habrá de sostener para sus progresivos desarrollos. F» mà GE GAS GHAÍÍGES VEHGAGES, Destinado el hombre á escudriñar hasta el último rincón de la tierra para inves- ligar la verdad, no debe jamás encerrarse en la ignorancia é ir acrecentando la duda; porque esta, es imagen de la pereza, dogal de la humanidad y claro indicio del atraso del espíritu. Cuando una nueva escuela abro sus puertas de par en par y les dice á los her- manos que vayan á beber en la fuente de su doctrina, porque ella es la regenerado- ra del Universo, no deben echarse en brazos de la indolencia, ni mirarlo como cosa baiadi, tampoco es conveniente aceptar lo que no se comprende, afirmando lo que otros dicen, porque si, ni creerlo que no se vé, por mas que quepa en lo posible; pero si hay una grande necesidad de que, al presentarse una reforma, el hombre se dedique á una observación prudente y á un minucioso análisis, de todo cuanto en- cierre. Todo el que funda una ley, lo hace con el pleno conocimiento de que es lo me- jor; pero esto no basta, porque asi como puede ser una realidad, también pudiera no ser sinó mera ilusión creada por la ofuscación del que la fundó. Asi es que, para salir de la duda, es preciso apelar á todos Ids medios de que es capaz la inteligencia humana, para que al final de este trabajo, nos hallemos con- vencidos, ya sea de lo falso, ya de lo verdadero; advirtiendo que, lo falso ó ilusorio, es nías difícil de aclarar que lo rea! y positivo; porque el primero, está artísticamente cubierto con los colores de la ficción, mientras que el segundo, ostentando un foco de luz divina, deja entrever cuantas verdades se quieran analizar. La inteligencia, sujeta como todo cuanto existe á la marcha del progreso no pue- dea veces comprender hoy, lo que quizá mañana dilucidaria con suma sencillez; y, únicamente la continuidad en el estudio y el trascurso del tiempo, podrían resolver lodos los problemas. El racionalismo, esencia de las filosofias antiguas y modernas, es una de las es- cuelas que se abren para dar paso á la humanidad diciéndola: «Yo soy tu estrella polar, sigúeme; sal de la inercia, pobre esclava; tiende tu vuelo en pos del progreso; ten deseo de ver la luz; fija tu vista en el voluminoso libro de la Creación; estudia sus páginas, y allí comprenderás algo de la sabiduría infinita del Eterno; depierta á la voz del Espiritismo, que ella te anuncia un porvenir más risueño del que tu mente forjaba; yo te conduciré por el sendero del bien y te enseñaré los escollos de la vida; yo te revelaré la existencia de mundos ignorados y fortaleceré tu espíritu con la cal- ina de la resignación y la esperanza del perdón; yo haré más intenso tu amor para queseas dichosa, porque sin él no se puede vivir en la tierra ni es feliz en el tspa- ció; yo abriré en tu corazón las fuentes del sentimiento y te inculcaré la fé de lacón- viccion, para que-puedas luchar con valor, y escudándote con la razón, arrolles la mentira y triunfe la verdad; yo soy en fin, el mensajero de Dios que viene á dar vida al cuerpo, libertad al alma y alas al pensamiento. Esto es lo que dice la escuela racional á los habitantes de la tierra, y este mismo repetimos nosotros á los que dudan ó. viven sin fé ni creencia alguna. El Espiritismo, es ciencia para el sábio, luz para el ignorante y paz para el aíli- gido. Sin religion, no se puede vivir, porque ella es el santuario del alma, su fé y su esperanza: el que vive sin creencia, es una planta exótica sin Sol que la vivifique, sin mano que la cultive, sin auras que la acaricien ni aurora que la som ia; mas si la re- ligion es falsa y su base un conjunto de ideas erróneas, aunque por algun tiempo aliente el espíritu, el también es el encargado de despejar la incógnita y poner de manifiesto cuantos errores existen; no así si se apoya en la verdad, pues cuanto mas se estudia, 250 se analiza y pone en práctica, más buen resultado se obtiene. —( )— Todo sér pensador, va siempre tras la verdad y no se cansa jamás de buscar y rebuscar hasta que la encuentra. Muchas veces hemos visto á personas bastante ilustradas, dudar de una cosa y cruzarse de brazos, sin dar un paso para averiguar si aquello encerraba una gran verdad ó un gravísimo error. Esto demuestra el gran atraso que aun existe en nuestro planeta y los muchos siglos de existencia que necesita para el desarrollo moral é intelectual de sus habitantes. Las humanidades primitivas, vivían en la ignorancia y se alimentaban del error, siendo su creencia predilecta, todo aquello que mas carácter tenia de supersticioso; y sus escasas inteligencias ofuscadas por los vapores del vicio, no llegaban á compren- der su estacionamiento ni las fatales consecuencias que podia reportarles aquel cú- mulo de ideas ilusorias, hijas de Su mismo atraso ó creadas por el delirio. Después, el hombre, algo más cauto, fué desechando multitud de absurdos; y boy muchos son los que no dan cabida en su cerebro á los misterios, sinó que piden luzá vos en grito y no se conforman con loque los demás dicen, puesto que quieren tocar la realidad por si mismos. Esto indica, que, á pesar de la ignorancia y el fanatismo que aun existen y lo mucho que falta para la completa regeneración del planeta, el progreso avanza, bien que á paso lento; y cuando se oye hablar de una nueva reforma, ya no son todos, los que se cruzan de brazos á escuchar con indiferencia, sino que se opera una re- volücion moral en algunos, y estos acuden presurosos á investigar lo que hay de cierto ó falso en la nueva escuela: de aquí resulta que, si ésta se basa cu lo justo y lógico demostrando la verdad clara y sencilla, según van las inteligencias desar- rollándose, irá fructificando la semilla del bien. Muchas veces nos quejamos del poco adelanto, y sin embargo, si echásemos una ojeada á las humanidades de ayer y las comparásemos con la presente, jcuán y cuáii distintas son sus ideas tanto para lo presente como para lo futuro! Si abarcamos con una mirada sus trabajos, ayer estaban en embrión, hoy ya son un boceto, y maña- na serán una obra de arte completamente acabada; y así sucesivamente, todo cuan- to data de aquellos remotos tiempos. La escuela racional, nueva en apariencia, pero antigua en realidad porque el Es- piritismo ha existido siempre, en atención á que todo cuanto se ha atribuido á milagros ó apariciones, uo han sido otra cosa que revelaciones de los espíritus ob- tenidas por distintos médiums, nos demuestra una de las grandes verdades ignorada por la mayoría de los hombres; que hoy cuentan con millares de adeptos que rcsuel- tos á todo trance á encontrar una verdad positiva, viven á su bienhechora sombra resignados, porque allí han hallado la tranquilidad del alma y el por qué de sus do- lores. Si, ávida la humanidad de luz, despertase del sueño de la indolencia, las nubes del error huirian con pasmosa rapidez, y el purísimo Sol de la verdad penetrando en todas las inteligencias, baria comprender á los hombrss la oscuridad en que han vivido y los múltiples desaciertos que han cometido por la falsa interpretación de las cosas. ¡Cuántas veces la ofuscación nos conduce al precipicio!.... En el triste destierro en que vivimos y por mucho que nuestra mirada abarque, jamás vemos cl peligro que nos cerca sinó á medias; somos niños ante los innúmera- S2. Barcelona SO do Diciembre de 1880' Ntim. SEMANARIO ESPIRITISTA. KDACCION Y ^DMINISTI^ACION : PONtOS DÈ SÜSCUlClONi S DE SÜSCRICION En Léridí), Administración do I Iriniostro aiielanlado. i plas. Fonollar, 24 y 26 El lUien Seiilicio, Mayor, 81,2.o- S.entr. drrtícha irceioua: on aiio, id. i ptas. Madrid; Almaífro, . I'ltiamar: aSo, id. 8 plas. Se publica los Jueves j-Alicant'-: S. Eronrisoo, 28, dupo 5 un SÜMARIO. casa luellas del criminal.—Un rico muy pobre.—Impresiones al visitar la primera contra la pena de 0 lactancia establecida en Barcelona, (poesia.)—Un argumento uei te.—Suelto. LAS HUELLAS DEL CRmiNAL. atrae la virtud! ¡Cuan grato es ponerse en relación con las almas bue- ¡Cuánto memorias del fa- nas! Nosotros al leer al estudiar, y al comentar y analizar las y sacerdote tan bien dre German, nos parece qué habíamos y vemos al digno que deber, y que tanto sufrió en su larga carrera; escuchémosle, supo cumplir con su fortalecen al útiles ensefianzes su profundo sentimiento elevan y espíritu, que sus y casi siempre abatido en este mundo de dolor prueba: pongámonos en contacto y á ser virtuosos. con la virtud, para qup aprendamos Señor, ú'iste. Me he quedado tan solo! ¡Sultán! ¡mi fiel <iismo, porque me encuentro • mal en todas partes; porque los dias me abrmnan, y las noches me aterran; que el iníiai&no porque parece se ha desencadenado contra mi; y cuando escucho vuestra voz, mi sér se tranquiliza, mi cuerpo deja de sufrir esa dolorosa sensación me hace pa- decer un dolor que desconocido; pero esto es todo, no me pidáis mas. Yo no puedo amar el bien como le amais vos, y á vuestro lado, si dejo de pecar será por miedo, pero nunca por virtud. »—Estoy conforme en lo que dices, y no creas que en esta existencia te mas, convencido pediré que solo esto me puedes conceder. Al que ha vivido corno tú, al que no ha respetado ni á Dios ni á los hombres; no le exijas mas que la tortura del remordimiento ¡El miedo!.... ¡Ese sentimiento indefinible que no tiene ció» el esplica- en lenguaje humano! ¡Ese terror sin nombre! ¡Ese espanto al indescriptiirle que detiene culpable en el nrornento de cometer un nuevo crimen! pero este miedo es un adelanto, ya porque has vivirlo muchisimos años sin sentirlo. Las sombras de tus victimas pasaban ante ti, sin causarte la menor impresión; sus gemidos resonaban en el espacio, pero el eco no los repetia en tu corazón; y hoy esas sombras te ater- ran, hoy escuchas la carcajada de la pobre loca; y en el momento de fijar tus la ojos en joven que estaba en la fuente, tú mismo confiesas que sentías mas cercana aquella horrible risa del dolor. »— Es verdad cuanto decis; la sentia, si. Al llegar á la aldea, lo primero que vi fué á esta mujer. ¿Qué senti al tnirarla? no lo sé, pero plomo derretido circuló por mis venas: le pregunte por vos, y me dijo que estabais en el cementerio, y lúe- go reposabais en la Fuente de la que Salud: le pedí que me sirviera de guia, y durante el camino he admirado su belleza, y me he dicho á mi mismo: Ya tengo en el tiempo, pero al ir á decirle pasar algo, he que pensado en vos, y he visto la montaña con la yerba seca, y subiendo por la senda maldita he visto á Elísea y á su marido, y una voz lejana repetía: ¡Infeliz! una victima mas! Al llegar vos, una llamarada que- mó mi frente: comprendo que hago mal, pero me vence la tentación, y si vos no me dctenei.s, habré cambiado de lugar, pero no de costumbres. í—Tarea penosa me impones, pero confio en el Señor que tendré inspiración bastante para inclinarte al bien; ya hemos dado el primer paso: sientes el remordí- miento, te confiesas culpable, y te entregas á mi dirección. Dias de angustia me es- peran, pero obtendré la victoria, y tu primera acción buena será proteger á la jóvcn que te sirvió de guia. Es una humilde violeta de los prados, y un lirio de estos valles le ofreció el perfume de su amor; los. dos son pobres, y tú los puedes hacer ricos con el importe de uno de tus menores caprichos; puedes asegurar su felicidad; y cuando mañana la ¡óven pareja te presente agradecida el fruto de su amor, ama al tierno niño para que tengas al dejar la tierra quién cierre tus ojos. Tú no has amado y de nadie eres querido, tu esposa fe odia y te desprecia, tus parciales y tus cortesanos te adulan porque te'lemen, los pobres te abominan porque nunca te has ocupado en ptijugar sus lágrimas, y el único sér que te ha querido en el mundo he sido dejaré la tierra yo; pero yo antes que tú, y quiero que en tu lecho de muerte no te encueu- tres salo, quiero que seres amigos te rodeen, y que niños inocentes te )>—Gracias hendigan. Padre, pero creo que pedís un imposible. »—No, Rodolfo; Dios da ciento por uno; ama y serás amado; sentimiento, comienza á espiritualiza tu sembrar la semilla del bien, radas y del recogerás algun dia las do- espigas amor. . -( 319 )- ))jMi profecía se ha cumplido! ¡Tres años han demostrar pasado! y los hechos han venido á que nunca marca la última hora el reloj de la eternidad. Rodolfo es otro hombre, Hoy aunque á decir verdad mucho me ha costado, porque los séres brutal mente sensuales no conocen afección ninguna, no encuentran mas en la sa- ciedad de goce que su deseo, y Rodolfo es un pobre loco que reconoce su locura, á veces se avergüenza de que su pasado, que le aterrado continuo su es im- potente por sí solo porvenir, pero que para su regeneración, y lo que ha sido peor aun, que mi tormento, la joven para campesina, la inocente Luisa, le inspiró una á ciega pasión, la amar...,, única llegó mujer que él habrá amado en el mundo. cuánto hubiera le dado ¡Con nombre! placer su ¡Con cuánta envidia veia pasar á la jóven con su lido! y cuantas piorno- razones, y cuántas reílecciones he tenido cerle que emplear conven- y hacerle desistir de para sus funestos planes! y cuántas angustias, y cuántos temo- res, y cuántas agonías he sufrido, temiendo siempre la realización de un nuevo crí- meo, porque nada mas difícil que dar la luz á los ciegos de es un trabajo entendimiento, superior al hombre; es luchar con todas las el ritualizar contrariedades, querer espí- un alma hundida en el cáos del mas »No grosero sensualismo. me cabe duda que Rodolfo habrá sido mi hijo en otras una exislencjas, no vez sola, y porque el amor que yo siento por él, la mí vo- luntad, energía el que desplegà trabajo titánico que lleva á cabo mi inteligencia, el esfuerzo hacen todas mis facultades intelectuales que haciendo funcionar mi pensamiento sin descansar un segundo ni en el sueño ni en la vigilia; todo esto es el resultado de un amor in- menso, de un amor acumulado en el transcurso de innumerables el existencias, espíritu del hombre ¡u>r(|ue terrenal ama muy poco, y en una sola vida no siente el lo alma que por Rodolfo siente la mia. »—¡Le quiero tanto! Reconozco sus innumerables lamento sus fa- tales defectos, extravíos, pero todo mi afan, todo mi anhelo, toda mi ambición, es su sentimiento, hacerle despertar amar, porque hasta las fieras son buenas subyugadas el amor. por »¡Le quiero tanto! que tengo la completa seguridad seré que después de muerto, su sombra, seré su guia, seré el ángel de su guarda; pues ángeles yo no concibo mas que espíritus amorosos velando por los séres amados que dejaron en la tier- ra y en los otros mundos del espacio; y yo velaré por él, y yo le seguiré siempre, y aunque los mundos de la luz me abran sus puertas, yo no entraré no, yo no entra- ré en tan hermosos parages si Rodolfo no viene ellos la conmigo, me en niña aunque pálida espere con su corona dejazminez y sus rizos negros! «¡Ella es mi amor! ¡es mi vida! ¡es mi feliaidad! pero él es mi deber! »¡Ella es mi redención! pero yo tengo que ser el redemptor de Rodolfo. »Y lo seré, si; tres años hace que estoy cerca do es otro hombro; el casa- miento él, y de Luisa es la prueba mas convincente. ))E1 la deseaba, él llegó á amarla, á creeerse feliz solo con verla delante de su castillo. pasar por El ha llegado á tener todas las )erlado puerilidades del adolescente. Yo bodes- I en é! la juventud del alma, porque el amor es la Todos los juventud de la Creación. séres cuando aman adquieren la candidezjde los niños. Nada tan nada^ tan puro, confiado, nada tan noble y tan sencillo á la vez como las él, aspiraciones del amor;, es la igualdad; él, es la fraternidad; él, e« el progreso; él, es la union de las ra- H 320 )- zas enemigas; él, m la ley del universo, porque él es la alraccion; y Eodolfo ha sentido el imperio do esa ley; y el galanteador irresistible,, el señor acostumbrado á fáciles y vergonzosas victorias, ha temblado ante la sencilla mirada de una mujer del pueblo, y de seductor se ha convertido en protector del débil. »Aun me parece verle la última tarde que fuimos á visitar la casita de Luisa, casita que al dia siguiente debia la joven habitar con su marido. sCuando Rodolfo entró en aquella humilde morada, se sentó y me dijo: »—¡Cucáiitos siglos de gloria y honores, daria por vivir un año en este pobre rincón! ' »—Ya vivirás, ya te harás digno de gozar en la tierra algunas horas de paz y de amor; ya volverás arrepentido y encontrarás, ¡quién sabe! si á esta misma Luisa y á su lado pasarás los dias ganando el pan para ella y para tus hijos. »Todos los deseos se cumplen, todas las esperanzas se realizan. Dios crea al hombre para que sea dichoso, y tú, hijo suyo, lo serás también. 7> — Pero yo quisiera serlo ahora, esclamó Rodolfo con dolorosa impaciencia. »—¿Has visto alguna vez que el fruto engalane al árbol antes que este se vista de hojas, y se cubra de flores? No pidas nada eslemporáneo. Tú serás feliz cuando seas digno de la ielicidad; cuando ames mucho, encontrarás un alma en la tierra que todo su amor será para ti. Hoy resígnate con la soledad que tu mismo te has impuesto; pero no temas, que hasta en los páramos del dolor encuentra flores el que sabe amar. «Salimos de la casita, y al dia siguiente bendije la union de Luisa con el amado de su corazón; el pueblo en masa acudió á presenciar la ceremonia, y la primera ova- cion de cariño la recibió Rodolfo en aquel dia. Todos sabian que ha'da legado á la jóven pareja una pequeña fortuna que aseguraba su modesto porvenir, que aquella dichosa union era obra suya, y todos le miraban y se decian unos á otros: ¡Es un señor muy bueno! ))Al salir de la Iglesia Rodolfo me apretó la mano diciendome con acento con- movido: Decís bien: el que amor siembra, amor recoge. »Un año después Luisa dió á luz una niña que Rodolfo la sostuvo en sus brazos mientras yo derramaba sobre su cabeza el agua del bautismo. Este ángel de inocen- cía, ha venido á despertar en su alma un nuevo sentimiento. La Providencia sabia en todo, ha negado á Luisa el néctar de la vida, débil y enferma ha tenido que en- Iregar su hija á una nodriza, y de este modo yo he podido realizar mi sueño, que era poner en contnclo continuo 4 la pequeña üelfina con el hijo do mi alma, con Ko- dolfo, el cual no conocia el sentimiento de la paternidad, puesto que fué infanticida; y hoy se pasa horas y horas con Delíina en los brazos, y se cree dichoso cuando la niña al verle, hace ademan de querer ir con él. "¡Cuánto gozo mirándole cuando muchas tardes al salir del cementerio le encuen- tro que me espera y me dice;—¿Vamos á ver á la niña? Nos dirigimos á casa do la nodriza y Dellina al verle, tiende los brazos, y yo digo entre mi al verle á él esta- siado contemplando á la niña:—¡Aprende alma rebelde! ¡aprende á querer á los pe- queñitos! ¡ensáyate en el sacerdocio de la familia! ¡qué sienta tu espíritu el suave calor de la ternura, para que mañana ai volver á la tierra después de muchas en- carnaciones de sufrimiento, seas feliz en una humilde cabana, donde le sonria una mujer amante, y te pidan un beso hermosois niños! i>Ya ha dado el frimer paso, ¡Loado sea Dios! Sí; loado sea Dios, padre German, porque envia á la tierra almas progresivas como la luya, que esparcen la semilla del amor universal. ¡Dichosos los séres que pudieron vivir junto á tí! ¡y felices de aquellos que sean los elegidos de tu ternura! Tu cariño les hará progresar, tus consejos serán raudales de luz; y el que pueda ser intérprete de tus inspiraciones, que se crea venturoso, porque difundirá por la tierra la dulcísima doctrina de Jesús. A malia Domiaoo y Soleu. mm P(D)S AviJos de progresos, venimos á la Tierra sedientos del bien, recorremos sus lugares y, ora tropezamos con un escollo, luego caemos en un abismo, salimos de él, erguimos la cabeza, miramos en derredor, pensamos, filosofamos, y una metamorfosis completa se opera en nuestro sér. De la filosofía 321 provocada por el sentimiento, de esa filosofia que se desprende de -( )- nuestra alma envuelta en el dolor, generalmente suele brotar un rayo de luz; y esa luz purísima que aparece á nuestra vista como una mágica vision, que refleja en nuestra mente cual astro dia del mañana, que da vida al espíritu, calor á la inteli- gencia y fuego á nuestras ideas, es el Progreso, que con su prepotente rayo de verdad, nos engrandece y sublima. ¡Progreso, Progreso indefinido clama el hombre! y tras él, corre veloz sin qne nadie le detenga; cada segundo que pasa en la inacción, le parece un siglo compara- tivamente, y en esos preciosos instantes en que el espíritu se halla en la efervescen- cía de su deseo progresivo, es cuando se desprende do todo lo terreno, cuando se eleva por cima de lo iinperfeclo y cuando realiza los grandes trabajos. Pero para llegar á este estado, es necesario llorar mucho y sufrir más, volverse todo inteligen- cia y penetración, para comprender y apurar el dolor hasta las héces; amar al que nos desprecia, querer al que nos calumnia para que aprenda á ser noble, compadecer á nuestros verdugos, consolar á los pobres y enseñar á los ignorantes; es preciso vi- vir para todos mas que para sí mismo. La humanidad, puede decirse, es un campo á medio cultivar, y que, con el así- duo trabajo moral de un puñado de espíritus fuertes, podría convertirse en ameno jardín, donde, elevando l.i virtud su tallo, diera opimos y sazonados frutos. Deber del hombre es, ir allá donde se divise un rayo de luz, donde se discuta con razón y donde se demuestre una verdad: hay que prescindir poco á poco de esas mi- ras sociales que, en mas de una ocasión, coartan nuestra voluntad y maniatan la marcha progresiva de.nuestra existencia: hay que cortar el hi'o de las preocupaciones que asaltan á la imaginación, y que solo sirven para perturbar al espíritu, quizá en los momentos mas propicios de su progreso: hay que ser libre, completamente libre en nuestras ideas, máxime cuando éstas se apoyan en la razón y tienden al mejora- miento social, poniéndolas de manifiesto y estableciendo la discusión, porque de esta nace la luz; y finalmente, debemos acoger con alegría, todo aquello que, ya sea en ciencias, ya en civilización ó en moralidad, nos descubra un algo mas de lo que has- ta el presente sabemos. Las humanidades primitivas, vinieron á la Tierra con la infancia de la civilización; mas tarde, las sucedieron otras que, cual tiernos adolescentes pronunciaron las pri- meras frases del progreso; y hoy podemos decir qne, habiendo llegado á la edad ma- dura y despojada un tanto de su ignora icia, es mas prudente y reflexiva, porque la experiencia le ha demostrado que, sin trabajo, no hay progreso, y sin progreso, no existe cultura ni perfección. Así es, que, si ayer corria en pos de lo desconocido con la curiosidad del niño, hoy vuela tras esto mismo con la reflexion del sábio y con el nobilísimo deseo de hallar algo masgiande que le distinga de las humanida- des de ayer; porque ayer, el niño, dormia; el adolescente, jugaba; el hombre, se di- vertía, y el anciano, solo era un cuerpo enfermo, fiel imágen de una existencia de vicios. Hoy en cambio, el niño, no duerme, sino que con su mirada, parece investí- gar cuanto le rodea; el adolescente, piensa; el hombre, analiza; y el octogenario, in- cansable en su deseo progresivo, tratiaja hasta los últimos momentos de su existencia, causando la admiración y el respeto de parientes y amigos, ora difundiendo luz en todos los logares, ora siendo modelo de honradez. El progreso marcha, como dice Pelletan, sin que nadie le detenga; y si nos fija- mos en la Historia, desde los tiempos mas remotos hasta el presente, en donde quie- ra que nos detengamos, hallaremos grandes iniciadores de! progreso, como. Franklin, inventando el pararayos; Gálico, proclamando el niovimicnto de la Tierra; Le Yerrier, demostrando teóricamente la existencia del planeta Neptuno; Harvey, haciendo sus experimentos sobre la circulación de la sangre, descubierta mucho tiempo antes el Médico Miguel Servet; por Gall, publicando sus investigaciones sobre el encéfalo; Andrés Pezzani analómico-lisioidgicas con su libro la pluralidad de las existencias del alma; Kardec, con la filosofía racional y supervivencia del espíritu; y otros muchos que pudiéramos enumerar, todos han ido en pos del adelanto y han contribuido en gran parte al grado de cultura en que nos hallamos. Desde los priuieros siglos hasta la Edad Media, 322 vemos que, el fanatismo religió- —( )— so, las preocupaciones y la barbarie, predominaron mas nada; en el denominado que el de siglo x, la ignorancia, esta superó á cuantos defectos ofuscando de existían, tal modo las inteligencias, que, los espíritus de aquella época, vivieron mucho tiempo envueltos por en el absurdo; en el siglo xv, llamado el de las innovaciones, las reformas sociales se sucedieron con frecuencia, porque el rutinarismo, á hastiar á los pueblos; el fué empezaba ya xvi, el de las bellas letras; el xvii, de la marina del y genio; el xvni, se llamó el despertador de los pueblos; y el principio, llamarse el presente, en un pareció siglo de la industria; mas tarde, unos le han llamado siglo de inventos; otros, de progreso ó de luz; Victor Hugo, de chas verdades profetas, por las mu- descubiertas, y nosotros le llamamos el siglo de la observación, del análisis y de la razón, porque los sabios de este siglo, no contentos con escudriñar la tierra, han dirigido su vista al espacio y, después de un trabajo constante, de una observación prudente, de un minucioso análisis y de una convicción han exclamado: profunda, «¡Oh Señor cuán grande eres! ¡Nosotros creíamos habitar lo mejor de la Crea- cion, y, este pobre planeta, es solo una partícula, comparado con la tu obra! grandiosidad dt ¡Esos puntos luminosos que brillan sobre nuestras cabezas, son el de multitud de soles reflejo de millones de mundos! ¡El hombre en su ni pequenez, no puede podrá jamás saciar su sed de investigación, porque cuanto mas avanza, mas mara- villas encuentra ante su paso; cuanto mas mira, mas descubre el y, perdiéndosela vista y pensamiento en ese horizonte sin limites, se retira absorto de ver tanta esten- sion y tanta magnificencia sin fin!:!> Esto han dicho algunos pensadores de este siglo,, y la humanidad, aunque medio dormida, ha escuchado su eco, ha restregado sus ojos y, la mayoría, se han lanzado en busca de nuevos descubrimientos y grandes verdades; verdades llenas de luz han sido que, son y serán en todas épocas, el lapidario de las inteligencias y el tótum revoltotum de las generaciones futuras. Hoy vemos la revolución moral, en todo su apogeo: el fanático con su misteriosa voz, quiere atemorizar al ateo y al materialista; mas 6'tos, con sonrisa irónica, le desprecian y ridiculizan: el libre pensador, se forma una creencia más ó menos racio- nal, y no hace caso de los unos ni de los otros: los mas reflexivos, demás contemplan á los en medio del dualismo y, así sucesivamente, cada uno de por si cree obrar con justicia, cuando precisamente, todos carecen de ella; y de aquí el indiferentismo de muchos y la atonía de los mas. Pero á pesar de todo, la metamórfosis se opera, los ánimos se exaltan, la muchedumbre se agolpa al peristilo de la sabiduría, se fuerzas adquie- ren y, cuando el fuego del deseo arde en todos los pechos y brilla en todas las miradas, la tempestad de las ideas estalla con la rapidez del rayo, y cada escuela enar- bola su bandera, cada voz proclama su ideal, y, en medio de aquella confusion y de aquel torbellino de frases vertidas con febril exaltación, se alza una voz que, elevándose purísima por cima de todas las escuelas, les dice: Yo soy la justicia y la razón; llevo por lerna «Caridad y Amor;» la. fraternidad, es mi hermana; la ciencia, mi mejor amiga; el progreso indefinido mi guia, y con él marcho hacia Dios.» Esta es la base principal de la Escuela Cristiana Espiritista: Progreso en la Sociedad, Progreso en las familias. Progreso en todos nuestros actos y en todos los lugares, y siempre, por medio del trabajo, en pos del Progreso: él nos conducirá á la felicidad eterna. Cándida Sanz. -( m y- En Buenos Aires la sociedad «Constancia» tiene su agrupación de mujeres, que hermana Juana cuenta 32 sócias, y en una de sus sesiones pronunció nuestra querida de Navajas el siguiente discursito, que tenemos un placer en reproducir en las co- iumnas de la Lvz. Queridos hermanos y hermanas: Nos encontramos reunidos, el fin de celebrar el Tercer trimestre del con presen- dirigirme á vosotros como la mas humilde de vues- le año, y quiero una vez mas, tras hermanas en creencia. ¿Con qué fin puedo hacerlo? Con el único que mi pobre inteligencia me permi- le: fulicitaros, y felicitarme y dar gracias á nuestros guias, por la protección y di- reccion que nos deparan. La doctrina espirita, débil estrella que ayer hiciera su aparición en el cielo de con- nuestras creencias, aumenta dia á dia su esplendor y promete, dentro de poco, vertirse sol deslumbrador, cuyos rayos han de ofuscar con su brillo, los fal- en un sos soles el que enceguecen la razón y nos sumen en el oscurantismo fanático que su ha- esplotador egoismo de forcejea aun por mantener en altocuando unos pocos, se derruida^ se niega ya á soportarlos. Nació pobre entre nosotros, pero aumenta por minutos su caudal; y como la nave que después de lanzarse en mares desconocidos, guiada por un buen piloto, salvar los obstáculos marcha, volver al puerto de su partida con logra en su para tesoros impagables en su seno; la nave que tripulamos, después de un viaje penoso, ha de llegar al del triunfo. puerto empavesada y circundada con la brillante aureola No deben arredrarnos los obstáculos; todo lo contrario; deben aumentar nuestros esfuerzos y agigantarnos, para luchar con ellos hasta lograr vencerlos. Nada nos falta; los sáhios coflsejos de nuestros amados guias, y la fé germinada y alimentada por la razón y la esperiencia, sostienen nuestras fuerzas y nos encarni- rumbo la senda de verdad que proseguimos. Marchemos nan con seguro, por siempre edelante, con la frente bien alta y atesorando en nuestras almas la esperien- cia del pasado, la enseñanza del presente la fé del porvenir: nos sentiremos tran- y quilos y fuertes con la conciencia del deber cumplido. Sigamos como hasta aquí, haciendo cada uno por aumentar y robustecer nues- tro caudal de esperiencia é inteligencia, bebiendo la verdad en la fuente del estudio la observación, y desarrollando nuestras facultades medianímicas. y Podremos decir dentro de poco: Hermanos en creencia ¡la victoria es nuestra: hé dhí la verdad-de las verdades! Para concluir, dejadme tributar á nombre de todos un voto de gracias con todo la mi corazón á nuestros guias y á .Aquél que todo lo puede, y que leyendo en conciencia de cada la verdad y la mentira, mañana cuando abandonemos nues- uno tra cárcel transitoria, nos ha de juzgar por lo que somos y no por lo que aparecemos. me Quisiera decir mi mas, pero la inteligencia se .liega á secundar voluntad; pero queda el consuelo que otros os han de decir lo la: que no puede vuestra humilde herma Juana M. de N. GALERIA DE MUJERES ILUSTRES. Zenobia. En el fondo del extático Oriente, á la sombra de sus gigantescos templos, al ca- lor de sus divinos dogmas y de entre las tempestades del siglo 111 del Cristianismo, se destaca brillante y magnifica, rodeada de una aureola de gloria, la noble y esfor- como si ic- zada Zenobia, la augusta viuda de Odenat, la beróica reina de Palusira, tentara á través de las nubulosidades sin fin de la historia antigua, darnos una ligera idea de la poderosa vida que alcanzaron los pueblos orientales, presentándose á nuestra admiración cpmo una individualidad no extinguida do sus avasalladoras cas- — 3M — las ó á manera de latente é inexplicable remisccncia de los terribles belicosos fundadores Nómadas, los de sus remotísimas £1 mundo monarquías. parecía asfixiarse al soplo abrasador de la Roma do el cuan- gran cuerpo formado conquistadora por los desconcertados pueblos orientales cobró inusitado valor al nuevo é ver surgir á Zenobia del fondo de sus umbrosos el de laberinto de entre sus innumerables altares, hermoseada bosques, con los las riquísimas piedras reflejos le desprendidas de que las diademas prestaban de sus moribundos dioses acompañada del amenazador silbido de la y amtigua y simbólica cbar valerosamente al encuentro de las serpiente, para mar- legiones romanas. El emperador Aureliano, libertador de las Gallas, y Scipiones, quiso digno continuador de los penetrar los misterios de Oriente, fijó en rada de aquellos su águila, la mi- ambición levantó pueblos una resistible oleada en su so arrancara de sus ensueños de pecho y gloria el suelo apenas del Asia retemblaba las ejército bajo romano: pisadas del pero el alma inmortal del Oriente al el aliento sadas desús generaciones par que se refugiaba en el pa- pecho de la esforzada descendiente lomeos, de la de los Pto- soberbia continuadora de cito Cleopatra, y Zenobia acaudillando un de 60.000 hombressalié al encuentro de ejér- Aureliano en pelear como simple soldado defender Antioquia dispuesta á para el palmo á de la invasion territorio oriental. palmo La suerte no se mostró exlrangera Oriente debía propicia á la viuda de el desaparecer Odenat, para abrir paso á otras civilizaciones la viendo y heroína derrotados oriental sus huestes se refugió en Palmira último baluarte con que contaba para hacer frente al invasor de su pàtria. Cuando Aureliano puso cerco á Palmira, el filósofo ateniense maestro de griego de Zenobia, aconsejó á Longuin, esta la rendición creyendo la defensa de un ejército desconcertado que ya y la tenacidad de un pueblo acaudillado una no ofrecería condiciones por mujer para resistir mucho ría tiempo el empuje de los romanos y se fin de da- esta suerte á una situación que por momentos se hacia más Pero contra todas penosa. sus esperanzas los sitiados no daban señales de rendirse al los sitiadores empezaban á paso cansarse de las fatigas del que asedio; entónces Aureliano consi- derando fríamente su situación, respecto á los palmirianos resolvió enviar un á Zenobia intimándole la rendición bajo honrosas mensaje bases ambos. La valerosa parà reina asiática ya casi agotados los medios de resistencia, rechazó que disponía para la con enérgica altanería las proposiciones del Emperador quién en vista de tan rotunda negativa resolviese á estrechar más el cerco hasta la viu- da de Odenat juzgando inútiles sus esfuerzos que para salvar á su evitarse la do patria y vergüenza entregarse vencida, queriendo abandonó secretamente la ni Pero este último plan salió á plaza. medida de su deseo: en el saba Eufrates fué preciso momento reducida á las que atrave- prisión por regiones romanas, que ardiendo en ira pidieron á Aureliano la muerte de aquella mujer beróica y altanera que tuvo fuer- zas suficientes para poner á prueba la constancia de los hombres. El emperador dictó órdenes severas para que fuese respetada la vida de su sionera y estimó en tanto pri- su victoria sobre aquella reina haber entrado Palmira dado intrépida, que luego de en y muerte coñ excesiva crueldad al filosófo consignó á Zenobia magníficas Languin, posesiones cerca de Roma, donde virtuosa acabó sus días apartada y respetada por completo del tumulto guerrero que caracterizaba á su época. Con la derrota de Zenobia los pueblos orientales perdieron una reina con su muerte la humanidad gran y una mujer enérgica que haciéndose al temor infundía el solo nombre de superior Roma, qne tuvo talento suficiente para sobreponerse á las cupaciones de tiempo basta el preo- su punto de defender palmo á contra la domi- nación romana, el territorio palmo oriental. [Del Eco del Centro de Lectura.} Josefa Pujol de Collado. SAN MARTIN DE l'ROYENSALS:—Imprenta de Juan Torrents y Comp.», Triunfo, 4. A fio II. B «rceloiia da Mnrzo de tSSI. Num. -ái. SEMANARIO ESPIR.ITISTA. PUECIOS UE SUSCHICION |_A jlEDACClON Y N ISTF^ACION : PONTOS DE .SUSCIUCION. 24 26 Barcrlons: Irimeslrc adclanlmlo. I plas. Fonollar, y En Lérida, Adinini.'tracion de mi El lUien Senliilo, Mnyor, 8 !,S .o- Fiicra lie Barcelona: un año, iil. . I plas. llllramar: id. 8 Se publica los Jueves Madrid; Almagro, S.enlr, dereclia Eilranjero ; un año, ptas. -Alicaiit!.': S. Eroneifci). 23, (Iu|.o SUMARIO. La Union Cilóiica.—Los meJlnms y su misión —Reflexiones —Galería de mujeres ilus- tres. Gleopalra.-Ai siglo actual.—Importante. LA UNION CATOLICA. Con este nombre quedó constituida en Madrid el 11 de Febrero último la nueva aso- ciacion ultramontana presidida por Su Eminencia el Cardenal Arzobispo de Toledo. En la sesión solemne celebrada en el palacio del Cardenal, Su Eininencia pronunció un discurso, sobre el cual nos permitiremos bacer algunas observaciones. Comenzó diciendo que so congratulaba de la creación de la nueva sociedad religiosa porque, según sus mismas palabras, «Por medio de la Union Católica, y á mi modo de ver, providencialmente se ba llenado un vacío que habla en nuestra España.» El vacío que tiene España de progreso, no lo puede llenar ninguna asociación re- iigiosa, llámase Católica, Protestante, Budliista, ó Mahometana. No es una religion lo que necesitan hoy los hombres, es la RELIGION lo que la hace falta á los pueblos. Esa religion verdaderamente grande! ¡poderosa! sublime! armó- nica! que aclama ó un Dios omnipotente y sabio, soberanamente justo, soberanamen- te bueno! ¡un Dios sininfiernos y sin glorias! ¡un Dios con innumerables mundos habi- tables y habitados! en los cuales los hombres en múltiples é indefinidas existencias puedan progresar. Las religiones de ayer, no llenan el inmen.so vacio que hay en el corazón humano. El espíritu crece, tiene sus edade'S como el cuerpo, con la única diferencia que las eda- des del espíritu, no son tan breves como las del cuerpo, porque como la vida del pri- mero nunca tendrá fin, su infancia se prolongasegun el adelanto del espíritu, y su viri- lidad no tiene término porque el espíritu en su grandeza es inmortal. La mayoría de ios espíritus que boy pueblan la tierra ya han salido de la infancia, y los dioses délas religiones positivas ios encuentran pequeños; por esto las asociado- nes religiosas no vienená llenar ningún vacío: son una evolución, una manifestación do la escuela á que pertenecen, pero que en nada iníluirán en el órden sscial, no conseguí- rán como antes imponerse á las conciencias, porque la conciencia del hombre ba des- perlado de su profundo sueño; y ya no acepta el Dios de las teologías y de los dogmalis- mos, porque vé en las aspiraciones de su mente otro Dios mas grande, mas espiritual; y el hombre en su abstracion llega á encontrar el Dios de! progreso, encarnación divina de la razón y de la verdad! Dice su Eminencia que, «Desgraciadamente en todo el mundo se ha declarado la guerra al catolicismo.» Nó; noes que se le ha declarado la guerra, es que esa escuela comienza á sentir el peso de su pa.sado; la division entra en ella, y no le hacen la guerra los otros; es que la antigua teología lucha con sus contrarios elementos. Las obras de los hombres no son eternas; pueden durar centurias de siglos, pero al fin como son obras humanas, son perecederas; y las religiones, que son la síntesis délas civilizaciones que han ido educando á los pueblos, nacen, viven y mueren; solo Dios como antorcha luminosa queda eterno en los espacios infinitos; mientras que ios tem- píos de piedra se derrumban bajo la pesadumbre de ios siglos, y los ritos y los dogmas -pasaná enriquecer la historia que solo se alimenta con los recueriios de lo que fué. La diisloria es el mausoleo de las edades; ella guarda las cenizas de las muertas civiii- :-zaciones. Dice Su Eminencia: «En España, en esta España de Isabel la Católica, de tantos héroes y de tantos mártires como derramaron su sangre en defensa de la fé; en esta tierra de los dores del Nuevo conquista- Mundo, á donde se apresuraron á llevarla luz del tierra de hombres Evangelio; en esta tan eminentes, de fundadores tan ilustres como San la Santa Ignacio deLoyo- y Teresa de Jesús, estamos ■ presenciando la guerra que so hace al con lágrimas en los Catolicismo, ojos, 326 con suspiros, sin hacer nada para remediarlo.» —[ )- ¿Y què habéis de hacer? ¿Pueden los rios detener el curso de los mares? ¿Qué son las religiones ante la Religion? ¿Qué son las falibles verdades de los hombres ante la infalible verdad de Dios? ¿Qué es lo perecedero ante lo infinito? del ¿Qué pueden hacer las sombras pasado, ante la aurora espléndida del porvenir? Sigue diciendo su Eminencia: «La iglesia nos pregunta:¿Qué haceisespañolcs? En estos dias de combate de lu- cha ¿estáis ociosos? y Y por medio de lu Union Católica hemos venido á contestar à esta pregunta.» ¿Y qué hai'cis con uniros? Agrupareis una fracción de la humanidad, nada mas; no lograreis como en los pasados siglos enseñorearos del Universo, no. ¿Sabéis por I'ur las multitudes saben qué? que ya leer; la Biblia, la sagrada Biblia ya no está en elsantua- l io, se lia convertido en libro democrático y e.stá entre las manos del pueblo. l.as religiones ya no son las señoras: del mundo el progreso, Cristóbal Colon conquistador infalible, de todos los tiempos, que siempre está descubriendo nuevos se va apoilerando de mundos, los libre-pensadores, y la ciencia hermana gemela del prcgre.so, le ayutia en su noble empresa, y la inteligencia humana se despierta al calor de las nue- vas ideas; y cmla hombre pensador se convierte en .sacerdote del Dios vivo, y se forma una nueva religion: la religion de la inteligencia. ¿Y sabéis lo es la en acción? que inteligencia ¿Habéis calculado la fuerza de ese motor divino? Un sábio ha dicho (|ue la inteligencia es el escultor de Dios: y cuando las cias trabajan, inteligen- es preci.so convencerse que las religiones con sus dioses infiernos microscópicos, con sus inadmisibles, con sus glorias inaceptables, con su exclusivismo y su im- jwsicion, tienen que ser rechazadas por las inteligencias estudiosas. Los hombres •sudores pen- .se han convencido, que cambiar de Ídolos es cambiar de cadena.s; por esto van dejando el culto de las viejas religiones, y se entregan al estudio délas nuevas donde filosofías, la iraaginacidn mas exigente encuentra ancho campo para divagar á su placer. El espíritu que vive en la luz no puede volver á la sombra, y las religiones tienen que contentar.se con la melancólica vida de los recuerdos, porque el racionalismo reli- gloso comienza á hacer su trabajo, y será dueño del porvenir. Continua diciendo Su Eminencia: «Se nos hace la guerra á los católicos, y tenemos que aceptarla, como valientes bi y avos, en el terreno en que se nos presenta. ¿Se trata, por ejemplo, de descatolizar al pueblo por medio de la càtedra y del periódico? Pues la Union Católica acudirá á ese terreno y pondrá en juego todas sus influencias para las cátedras los no católicos que y periódico.s sean inpugnados y neutralizados por otros periódicos y otras cátedras católicas. Y ya que por estos y otros medios se |)rocure lieos elengaño con diligencia satánica, los cató- por nuestra parte debemos imitar á los hijos de las tinieblas en su actividad y cons- tancia, derramando la luz de la verdad y de la caridad sobre todo y sobre todos.» Falta hace verdaderamente que la verdad y la caridad derramen su luz sobre los hombres, que bastantes siglos ha gemido la humanidad entre sofismas de unos y gios de privóle- otros. Dice Su Eminencia que se trata de descatolizar à los pueblos por medio de la cáte- dra y del periódico. Si instruir, es descatolizar, verdaderamente las sociedades moder- nas tienden á descatolizar.se en ab.soluto. Ya pasaron para España aquellos gloriosos tiempos de feliz memoria en los cuales según refiere el poeta Torres, que fué profe.sor en la Universidad de Salamanca á cipios del prin- siglo pasado, decía á propósito de la supina ignorancia que reinaba en escuela, aquella en otros tiempos madre de la sabiduría: «En sus aulas no enconti é trazas de globo, esfera ó carta geográfica; y puedo asegu- rar, que la obia mas esencial de designada por los estatutos de la Universidad sacar ella para asunto.s de discusión, el Almafjestes de Ptoloraeo, faltaba en la Biblioteca, y que — a27 — me vi obligado á prestarlo alHector para que me indieara el..capituIo sobre que babia lie dar lección. eran mas un tejido »ünos discípulos creían, por ejemplo, que las matemáticas no que do mentiras sortilegios, y decían que todos sus teoremas y acciomas no eran mas sóli- y dos que castillos de naipes; otros, aun mas implacables y peligrosos, sospechaban que de la y del diablo co- no era á fuerza de traí)ajo y de reflexion, sino con ayuda magia rao so entendían estas ciencias. De este número eran los jurisconsultos, que aducían como prueba el título de ley mal comprendido de Maletnadcis el Ualeficsis. el maestro Albarado, profesor en el • En aquellas épocas felices fué cuando padre y colegio de Santo Tomás de Sevilla, publicó las tésis que en un aclo público de filosofia 29; «Mas ofreció sostener. He aquí textualmente el contenido de la tésis queremos errar con San Clemente, San Basilio, y San Agustín, que acertar con Descartes y Newton.» á delí »EI duque de Saint-Simond, que fuéembajador de Francia en Madrid principios Memorfaj en España la ciencia es un crimen, la XVn decía que ignorancia, siglo en sus y la estupidez la primera de las virtudes... Los jesuitas, sabios en todas y ea . parles son en de una igno- todo género de ciencia, lo que ni sus enemigos les niegan, España rancia estupenda.» hacera Esos dias de sol del catolicismo los soberanos de nuestros dias no ya pasaron; 1558 mandó desmontar las maquinas ó prensas de II en imprimir es- como Felipe que cepto las que imprimían misales y breviarios, y repetimos lo que hemos dicho antes: en el afan de Si msíruirse es descaloíizarse, quedan pocos católicos España, porque saber se despierta en todas las clases sociales, especialmente en la clase obrera^ y. las los Ateneos las Universidades libres ofrecen en su.s escuelas laicas se multiplican, y y cátedras útil enseñanza á una juventud sedienta de razón y de verdad.. Dice el Eminentísimo Cardenal de Toledo que los hijos de las tinieblas trabajan cora diligencia satánica y que los católicos deben imitar su actividad y su constancia, opo- otras cátedras católicas. niendoá las cátedras y periódicos no católicos, otros periódicos y de sus pero- Obligación sagrada tienen todas las escuelas de sostener el credo ideas; convénzanse las religiones: tiénen que vivir aisladas, con mas ó menos adeptos, pero ya no decidirán los grandes sacerdotes de los destinos de los pueblos. el Podrán unirse los católicos para la mejor organización de su iglesia, pero progre- los- so irá avanzando, despertará al dormido creyente, y el hombre comprenderá que fueron creados por imaginaciones calenturientas y el Dios de la- dio-ses de las religiones debe naturaleza, el que perfuma el lirio y las azucenas, es la causa creadora á la cual medio de vanas fórmulas,, admirar el hombre rindiéndole el culto de su adoración no por espíritu en nobles tareas para llegar algun dia auna sino engrandeciendo su perfección relativa. La Union Católica no llenará el vacío que tiene España, nó; á Espña le falta progre- del las salvarán á la so moral, material é intelectual; y no son las religiones ayer que nación española. le dará á á otros, jAlgo mas grande, y mas duradero que las religiones España y pueblos de la tierra, dias de sol, dias de gloria y de libertad! ese inmenso vacío qu& El racionalismo religioso, y la sana filosofía es lo que llenará tiene España, que ninguna religión del pasada podrá llenar jamás,. àitfalia. Domingo y Soler. V lectores el razonado articulo que nos ban enviado Recomendamos á nuestros hermanos de Tarragona. ¡Dichoso el médium que medite bien lo que dicet nuestros LOS ]!tt_EDIÜMS Y Sü 5(ÏSïONx mas bien de Existen las cuales unos séres dotados de ciertas facultades dependen su constitución física que de la intelectual y moral, con el ausilio de ellas se- que de este modo- ponen en relación con los séres de ultra-tumba, los cuales se manifiestan con sus hermanos de ia Jjierra que todavía no han dejado su vida material dándoles asi una prueba de su existencia real y positiva. Estos séres á ios cuales se dé el nombre de médiums, porque sirven de intermediarios ó mas bien de intérpretes entre los espíritus y los hombres terrestres, desempeñan un gran papel dentro del mundo moral: por medio de ellos sabemos nuestra pasada historia puesto que son, en cierto modo, los ecos de nuestro ayer cuando nos refieren del modo que la humanidad ha ido poco á poco progresando y saliendo de la oscuridad en que se hallaba envuelta en su infancia, todo lo cual es muy hermoso y muy grande; además, por ellos ha sido desenvuelto el gran problema de la inmortalidad del alma y sus penas y goces —( 328 )— futuros, por medio de la práctica y del estudio, y hoy lo sabea.os positivamente, no porque nos lo haya dicho un hombre sábio y eminente que tan solo podia decirlo corno hipótesis, sino porque nos lo ha demostrado el mismo espíritu inmortal con el ausilio de un médium que nos ha dado pruebas, pero pruebas palpables, de su mediumnidad; y el hombre que antes dudaba se ha convencido de la verdad y ha es- perimentado ese placer que hace esperimentar el conocimiento de los grandes idea- íes: pero todo esto es nada comparado con la misión que viene á cumplir en este mundo el médium. Los médiums no tan solo sirven para mostrarnos la verdad que e.xisle en el mundo espiritual, que es la inmortal existencia de las almas, sino que sirven para algo mas, su misión es mucho mas lata y abraza muchos mas conceptos de lo que generalmente se cree; y, aparte de la grata impresión que nos causa el podernos co- mullicar" por medio de ellos, con los séres que nos son queridos, debemos conside- rarlos como instrumentos del progreso moral, puesto que por su intervención hemos conocido las sanas doctrinas que están llamadas á inundar el mundo con su luz. Ja- más Alian Kardec hubiera escrito «El Libro de los Espíritus» si los médiums no hubiesen existido, jamás nosotros hubiéramos alcanzado la.dicha y el placer que es- perimeutamos, sin su poderoso ausilio, ni los espíritus jamás se hubieran manifesta- do á los hombres terrenales, en todas épocas y en todos los paises desde la mas re- mota antigüedad, sin la existencia de estos séres llamados á esparcir la luz por todas partes. jCuán bella es su misión! Ellos son los sacerdotes de la religion del porvenir; por medio do ellos so resolverán grandes problemas que hoy la humanidad todavía no comprende, y ganarán mucho hs ciencias que se dediquen al estudio de la lerdad por medio de tos poderosos ausiliares que la Divina Providencia ponga en su cami- no, porque aparecerán mediumnidades tales que serán el asombro de la humana in- teligencia. ¡Ah, si todos los médiums comprendiesen la grandeza de su misión no cae- lian, como caen muchos de ellos, en los mas crasos errores ni serian el ridiculo y la burla de los enemigos de la verdad y del progreso; porque los inédiums son ins- trurnentos pasivos por medio de los cuales los espíritus se comunican según la sim- patia que por elbs tienen; asi es, que tan pronto se elevan á lo ideal siendo-la admi- ración de los que tienen el placer de escucharlos como descienden en los mas intrin- cadüs laberintos de la confusion y del error. ¿Y cuál es la causa de semejante contraste? ¿Por qué vemos á un médium dar una producción hermosa, que al escucharla parece que nos sentimos trasportados a otras esferas mucho mas felices que la en que por nuestro mal vivimos, y después este mismo sér de cuya boca salieron tàn dulces verdades, nos aburVe con cosas pue- riles y ridiculas que son causa de vacilaciones y de dudas? Sin duda alguna la falta de instrucción contribuye mucho á que el médium no tenga todas las producciones corno debieran ser, dedicadas á desarrollar grandes problemas y poner siempre de manifiesto la mas sana moral, y aparte de esto, el con- vencimiento de la grandeza de la misión que Dios le ha confiado, la pureza de sus acciones y la práctica de la caridad El médium, [luesto que conoce prácticamente la verdad, debe ser el que mas empeño debe tener en practicarla para que no se diga de él lo que de aquellos: que dicen y no hacen; y es mucho mas responsable de sus ac- cienes y hasta de sus jialabras que no los que ignoran las sábias leyes de Dios. El orgullo y la vanidad son dos cosas gravísimas que debe procurar desterrar de sil corazón lodo buen médium, si no quiere caer bajo el dominio de im- peiTeclos que le arrastrarian espíritus á su perdición obsesándoie y una vez bajo su dominio burlan de él el juguete de sus caprichos, por esto los médiums deben ser si humildes y sus producciones son censuradas por hombres de mas deben no enojarse ni resentirse inteligencia que ellos, por ello, pues han de bien pensar tener siempre venda que pueden muy una en los ojos que les impida ver sus propios errores, ó lo es igual, que que pueden estar fascinados por algun de todo espíritu que les lo haga creerlo contrario que dicen ó escriben y hacerles ver que son grandes no disparates. producciones lo que son mas que 329 Instrucción, be aquí la gran palabra; caridad -( y humildad esta es la )- junio con una conducta práctica, y intachable los médiums se atraerán hácia ellos espíritus su- periores y de mucha luz los cuales formarán á su alrededor una verdadera muralla que los hará inaccesibles á ¡os malos espíritus, puesto que por cada obra buena hagan se atraerán hácia ellos que espíritus mas puros á la par que se irán separando los del mal dado el caso que estos se unen á los hombres por afinidad y simpatía. Pro- (uirad pues seguir y practicar los consejos del sábio maestro si es ser los fieles intérpretes del e-píritu de que queréis Verdad y nada tendréis temer solo comunicarán que entonces, se os espíritus porque buenos la que con sus sábios humanidad consejos harán marchar por la senda que conduce á la felicidad eterna, y vosotros de cumplida vuestra misión después sereis elevados á las esferas de la luz. Sois do los llamados, mas ay de vosotros si no mereceis ser de los elegidos, porque os dieron la luz ferislcis las y tinieblas, en ellas pre- pues andaréis envueltos largos siglos sino imitar, cuanto procuráis sn os sea posif)le, al gran Médium de Dios que descendió á la tierra para enseñarnos á amar y sufrir y ahora se cierne sobre los mundos tegiendo al superiores, pro- nuestro y haciéndole marchar por la senda efe la verdad que es el único camino que conduce á la mansion de los ángeles. J. Pujol. Tariogona IS Febrero tfSl. REFLEXIONES, ¡(irán D ios! ¿Qué criatura podrá definirte? ¿Será posible al menos algunos de tus atributos'^ comprender ¿Será po.-,ible que las criaturas te amen? Esto es mas difícil aun, [luesto que el amor lo enjendra el conocimiento del sér amado. drmnos vivir sin ¿Pues como este alimento po- del alma? ¿\ quién recorreremos para que nos lo ha- gao conocer? ¿A los hombres saldos.' ¿A los hombres de-ciencia? ¡iVó! éstos en suma- yoria le niegan, y todas las maravillas que admiran las á la naturaleza. ¿A los miidstros del atribuyen Crucificado? ¿A los misioneros y continuaderes de su doctrina? Pero, ¿en dónde se hallan éstos? ¿quién los ha visto? Jestis nos han dicho que fué un modelo de humildad: ¿Los continuadores de su nombre la han seguido? ¿El Dios nos presentan es admisible para los qué pobres moradores del ble á el á planeta Tierra? ¿Es arnar posi- que cada instante nos amenaza con las llamas del infierno y su có- lera divina? No; no es posible la vida de este modo. Para los han sa- bido despojarse del velo espíritus que de la ignorancia, aún que sea muy débilmente, hoy necesi- tamos un alimento mas sólido para nuestro espíritu; queremos ser cristianos ra- cionalistas; pero queremos un Dios que sea admisilrle á la razón. Por esto este decaimien- lo moral, por esto este desquiciamiento social, todas porque las tinieblas nos inundan por partes. ¿Y qué espej'ais de unos pobres Pero ciegos? no desanimarse; la aurora brilla en Oriente, la luz comienza á circundar á losbombres de buena voluntad; bajo su manto bienhechor cogen todos los Padre, [la hijos del llegado la hora que desaparezcan los misterios para qué amemos á Dios porque conocemos su amor inmenso para sus ciialuras; que amemos á nuestros hermanos, porque nuestro Padre no nos pide mas que amor en premio al sayo que es infínito; que nos amemos á nosotros mismos la considerando obra de Dios que nuestro es que le ha creado libre, espíritu y nosotros no nuestros debemos vicios. esclarizarle con El Espiritismo es la luz, á ella llamamos á todos los se y quieran bailen salir en de las ellas. Jesús que tinieblas dijo: «Vetiid ,á mi todos los aligeraré que estáis os porque mi carga ligera mi cargados, es yo pite hoy el y yugo suave.» Estas mismas amantisimo Jesús palabras re- por medio de sus enviados. Venid cargados por las todos los falsas esteis to sofisma preocupaciones: venid que todos los que cansados de habéis tanto tan- os despojado de todos camináis y á la guras de la y ventura sin vida apoyo en las amar- -( 330 presente, y sin )- lismo la esperar es estrella recompensa en la venidera: el polar el que conduce á el al Esperi- deseado por cual todos los navegante marineros de puerto; es el faro este mundo hemos de á ¡Bendito la el deseada sea Espiritismo! llegar él solo es capaz de calmarlas patria. borrascas del corazón. Joaquina Cb:peda bk T. GALERIA DE MUJERES ILUSTRES. Cleopatra. El genio de la raza de dos dominación egipcia que per espacio siglos parecia dormir bajo la persa, el alma de aquel la pueblo desde presenta historia que Manes, antigua primer rey nos de III, último Egipto, que según el cronista Maneton, basta Psametíi o rey de la vigésima sexta dinastia, vencido diera al mundo de por Cambises, tantos motivos admiración, aquella nacionalidad anexionada que haber á la muerto al ser Persia, resucitó parecia en la belicosa de los recobrar época Ptolomeos, tendiendo á su antiguo esplendor. Vanamente el viejo Egipto, pronto á hundirse en las agitaba ansiando oscuridades del pasado, se la reaparecer á la luz las razas no á fuerza ¡inútil de las empeño! corrientes civilizadoras pueden que las oponerse tinos, empujan bácia sus si misteriosos des- pero estaba en su agonía, no había muerto aun roso aliento parecia transformarse aquel pueblo, cuyo pode- y cobrar nuevo en el de la Cleopatra, ¡última reina vigor de la pecho dinastía de enérgica los dependencia Ptolomeos, egipcia, bellísima encarnación postrer destello de la in- del supremo y heroico esfuerzo ra aqtfel país hicie- contra la dominación romana! que Ptolomeo Auleto dispuso al morir que el del igual se entre gobierno dividiera sus dos hijos Egipto mayores Ptolomeo por y por el triunviro Cleopatra^ Pompeyo á pero el primero usurpó su hermana el protegido cia. Vencido poder que de derecho le Pompeyo por Julio César en la batalla pertene- de fugiarse Farsalia vióse á re- en Egipto, donde Ptolomeo obligado él ingrato recibiera, le hizo siempre á las muchas mercedes de/ inhumanamente que perecer, Cleopatra por no con el César. aprovechó admirablemente malquistarse esta ocasión romano. Amparada las para de pedir sombras la justicia al general por noche todo presentóse ante el el César lujo de ostentando encantos que su hermosura era da romano hechizado, rendido susceptible la desplegar y el valeroso por deslumbradora belleza de la concedió todo le cuanto quiso. El politico princesa fué egipcia, débil, el amante Cíe, generoso y cuando se separaron. patra era otra vez reina de hermano. Egipto corno antes de la traición de su Ailmirado Julio César del Auleto tálenlo y hermosura de la de de Ptolomeo uno sus primeros cuidados hija al á estàtua regresar fué mandar el colocar su en templo Roma, de Vénus, junto á la Dos erigida á la diosa del amor. años más tarde Ptolomeo murió aseguró la abogado en las aguas del Nilo, el corona egipcia y César, en las sienes de de su hermano aseguran varios historiadores Cleopatra y le menor, pero que era niño enojoso á esta princesa compartir el trono con un y por consecuencia le envenenó cuando solo contaba 15 quedar en completa posesión del reino. años, para -( 331 )- desde el César pereció en medio del Sanado bajo el Andando el tiempo y que egipcia lomó parte activa en las luchas políticas que se puñal de Bruto, la reina su anti- promovieron en Boma, con el deliberado propósito de devolver al Egipto esplendor; no se les ocultaron á los romanos las ideas que abrigaba Cleopatra guo motivaron el respecto al porvenir de su patria y los recelos que despertira que acusa- á para responder á las triunviro Marco •Antonio, la invitara á pasar Roma, clones qüe sobre ella pesaban. en la red tan La seductora princesa resolviendo aprisionar á Marco-Antonio que el con una mag- liábilmente sabian tejer sus encantos, dispuso que se efectuara viaje conducía á la hermosa egipcia, en- nilicencia vcrdailerainenle oriental. La galera que riquecida con bellísimas pinturas, resplandeciente de oro, cubierta con flolanles pa- ondas maravillosa rapidez, obc- con beilones de purpurina seda cortaba las moviitles á ambos la- deciendo graciosa el impulso dado colocados por los remos de plata que de melodiosos instru- dos de la fantástica embarcación se movían al dulce compás salir inmaculada de la espuma del Vénus al mar, mentos. Cleopatra, cual otra metamorfoseadas tiernos niños mujeres en ninfas y de rodeada de y gracias sus hermosísimos amores, se destacaba espléndida, deslumbradora, transformados en el poder de su admirable belleza. ¡El antiguo Egipto incitante, terrible, con todo iba al encuentro de la soberbia Roma para amortiguar su liebre conquistadora y la asfixiante atmósfera del placer, dándole á probar el enervar su ardor guerrero en constantemente residia en los rojos lábios, néctar embriagador de las pasiones, que la voluptuosa boca, de la sibila oriental, la hermosa y satánica Cleopatra. en sirena del Nilo para aturdir á Marco-Anto- No necesitaba tanto la encantadora los de nio, embriagado, loco, cayó á piés aquella mujer tan peligrosamente ber- que de á cambio de las míiltiples mosa, para pedir á sus negros ojos una mirada ternura, fiestas que acumulaba ante su paso en vertiginosa prodigalidad. el centro de todas las ideas del Oriente Alejandría, el cerebro de la antigüedad, aquellos reales amores; en su recinto fué el teatro que eligieron para desarrollarse hasta agitaron todos los refinamientos del lujo, todas las locuras del amor, llegar se mas á un grado tal, que es imposible puedan ser comprendidos por la imaginación fantástica. Vana fué la presencia de la virtuosa Octavia, hermana de Augusto y todo ante los gracias de la espqsa de Marco-Antonio; el triunviro romano lo olvidaba sonreia divisando en lontananza una era de Cleopatra gran- deslumbradora egipcia y deza para el Egipto que añadir á las pasadas. Marco-Antonio interrumpiólas fiestas hizoá Boma y locos dispen- IJn viaje que ha- sin dios se sucedian en que Alejandria inlerrumpci y la hija de Ptolomeo que filosofia, matemáticas, astronomía y monedicina aprovechó la ausencia de bia estudiado su amante para restablecer la biblioteca de Alejandría y la de Pérgamo. A regre- su reina de de Chipre, so Marco-Antonio proclamó solemnemente á Cleopatra Egipto, Celesiria y de parle de la Cilicia, de la Arabia y de la Judea. la veniu- La guerra que Octavio Augusto declaró á Marco-Antonio interrumpió regios amantes y vencido en la batalla de Actiurn el amante de Cleopatra, ra de los salvar su corona y la independencia de su esta princesa abandonó al triunviro para patria, si aun ora tiempo. de el Egipto y Cleo- Octavio Augusto, insensible á sus encantos dióórden ocupar recorrían victoriosos el territorio los romanos egipcio, conocién- patra, viendo que uncida al do la dura ley de la guerra y deseando Roma no la viera que el pueblo de buscó desesperada la muerte en la emperador, picadura de un Carro triunfal de su áspid, 30 años ánies de Jesucristo, á los 39 de edad y 22 de reinado. ella sola Con Cleopatra desapareció el último resto de la grandeza egipcia, porque de su muerte el simbolizaba el principio vital de aquella raza poderosa. Después de romana y en medio del ge- Egipto fué reducido á la humilde condición provincia pedestales no presenciar la servi- de sus para neral desaliento Isis y Osiris bajaron dumbre de aquel antiguo y valeroso pueblo, cuyas glorias solo han quedado refleja- das en sus gigantescos monumentos. -( 332 )- Nada le resta ya al Egipto de su Nilo pasada grandeza ¡solo el parece fecundo recoger en el curso de misterioso sus y las silenciosas periódicas crecidas aguas, lágrimas para mezclarlas con sus que vierten sus olvidados jnmensos sarcófagos! reyes, en la soledad de sus [Del Centro de lectura) Josefa Pujol de Collado. AL SIGLO ACTUAL. No le envanezcas siglo diez y nueve. Porque el Y este adelanto vapor te ha dado inmenso .se lia nombradla, debido Que A á ese aunque á los buques el Kardec, los genio vapor mueve. Ese prepoleníe; Ese adelanto es poco todavía gran pensador es el que ha unido El pasado, el mañana y el presente. No imporla que los cables Trasmitan submarinos la á Y palabra Kardec! Edisson repetida, ¡Gloria El le dió conquistador con invenios patria al infeliz gigante! Hoy la eléctrica peregrinos. El le proscrito! luz al cansado vea dividida. dijo navegante: ¡Boga, y arribarás al iullnito! Y que tu ciencia osada, á otras Quiera esferas llegar Por eso con delirante de la Y anhelo, tú, gran siglo No debes hulla. que hayas al apagado las tu hoguera's vapor gran La renombre; ¡Donde tantos murieron paz del sin no es consuelo! porvenir obra Porque luya. esa gloria pertenece á un hombre. Pues todo ese adelanto es ilusorio Si un hombre no te Pertenece á hubiese Kardec, duda no El de cabe; Uniendo tu emancipado; la presente tumba transitorio descifró el Con el De misterio; un mas ayer, allá nos y el tiempo ofreció la aun no llegado. Con clave, su profundo y racional criterio. Si tu nombre en los fastos de Le la respetan los historia siglos ¡Sigue adelante venideros, siglo diez y nueve! ¡Le debes á Kardec toda ¡ Difunde luz entre la tu raza ¡Qué el gloria! humana ! es mejor de todos ¡ Hoy tu inmenso tus obreros! poder todo lo mueve ! ¡Tu enlazas el pasado y el mañana! Pues ciencia sin amor, es flor Razón de un sin religion, dia; ¡Tú nunca escepticismo, morirás! te salva un hombre Y solo De se consigue la hundirte en armonía las tinieblas de! ¡El l^asado; En lo de que llaman hoy Kardec espiritismo. siglo será tu nombre! ' ¡Y serás por el tiempo respetado!' Que es el racionalismo La ciencia religioso; no que nos habla del ¡Qué bay revolución que se La dá pasado; A la que luz al porvenir revolución asemeje dudoso que has producido! Y el problema social ha ¡La escuela descifrado. espiritista te ¡Y tu protege! nombre jamás dará al olvido! Violeta. IMPORTANTE. Dentro de breves días se pondrá á la vo libro venta de D. en la Arnaldo Redacción de La Luz el Mateos, Estudios , nue- adquisición, sobre el Alma. el Sr. Inútil es porque Mateos recomendar su es tista; sus bien pensados conocido en artículos ventajosamente la ban gicos» de enriquecido prensa «La Espiri- Barcelona, libro Revista de Estudios y su viene á- Psicoló- Guando llenar un vacío esté en terminada la literatura su materiales. encuademación, espirita. daremos cuenta de sus condiciones SAN MARTIN BE l'ROVENSALS: tmp. (ie Juan Torrents y 0.", Triunfo, 4, Año II. Barcelona lO de Marzo de 1881. Nüm. 42. Y PítEGlOS DE SDSCIUCION J-A jlEDACCION ^DMI NISTÍ^ACtON : PONTOS DE .SUSCRICION. Sarceiona: un Irimestre aiiclanlado. '1 ptas. Fonollar, 24 y 26 En Lérida, Administración de Htien Fuera Barcelona: id. 4 El Sentido, de Müj'or, 81,2.«- un auo, . ptas. Extranjero Bitraniar: año, id. 8 Se publica los Jueves Madrid: Almagro, S.entr, dereelia t im pías. -Alieantu; S, l'roncüco, 28, dui » SUMARIO. rieflexionemo.s.—No hav efecto sin causa.—Reflexiones. REFLEXIONEMOS, Rellexionemos, sí; d'eteagámonos un momento, y dirijnmos una mirada al año 1880 que ha ido á perderse en ese abismo insondable llamado eternidad. ¿Qué hii becbo durante ese periodo la raza bnmana? Lo de siempre, progresar, por- que la humanidad siempre progresa; y aunque en pequeñas localidades parece que se estaciona, como para la vida de nn planeta el e.stacionamiento de una nación es una cosa muy insignificante, nada importa que España se quede un poco rezagada, porque como ella hace mucho tiempo que en sus dominios se puso el Sol, y no está llamada á llevar la batuta en la orquesta política del mundo, sn atraso no iníluirá ni poco ni mucho en la marcha ascendente de la humanidad. Las cuestiones religiosas son sin duda alguna el barómetro que marca el grado de civilización de los pueblos, y España on ese sentido siempre ha estado en última línea porque siempre ha preferido ser ante todo católica-^romana. En todos partes hay clero, en todas partes los ministros de Dios pronuncian desde la cátedra del Espíritu Santo elocuentes discursos; y solo en España es donde los vicarios (le Cristo se pre.sentan mas intolerantes tratando siempre de restringir las modernas li- bertade.s: y para demostrar que lo que decimos es cierto, copiaremos algunas palabbas del Padre Monlsabré y del Padre Almonacid. El primero ha dicho en París que «La li- òerlad religiosa es la saípaguardia y el coronamienlo sagrado de todas las liberta- desj' y el segundo ha dicho en Barcelona que «La gloria de España, es la unidad ca- tólica g la intolerancia.y> El Padre Didon dijo en París, que, «El templo no debe pertenecer á ningún partido político; que es de todo el mundo, g cada cual puede arrodillarse en él libremente.» Y un obispo español el señor ürquinaona dijo en Tarra.sa, «Que los disidentes de la ig- lesia católica romana están eschúdos de la felicidad eterna, no teniendo otra espe- ranza que las tinieblas g la condenación.» Ungidos del Señor son tos de allà, y ungidos del Señor son los de aquí; pero se co- noce que los españoles deberemos llevar el estacionamiento en la masa de la sangre co- mo diria el vulgo; porque hasta nuestros hombres políticos cuan distintos'son de los de la vecina República, Hagamos comparación entre algunos párrafos de dos célebres dis- cursos, pronunciado el uno por Castelar, y el otro por Víctor Hugo: dice el primero re- firiéndose á la conciliación política religiosa á que aspira el Pontificado en el papa actual. «Pues bien; hay que buscarla de nuestra parte, hay que buscarla con perseverancia, porque no conseguiríamos poco si consiguiéramos calmar ciertas inquietudes religiosás y traer la parte mas ilustrada del clero, sino á la democracia y á la libertad, á un de- sistimiento de toda tenJencia política y á un espiritualismo capaz de levantar co-nsola- dores ideales sobre las inclinaciones demasiado positivistas de nuestro siglo, que peca cual la civilización romana en sus últimos tiempos de economista y utilitario. De todas suertes ño conozco momento menos oportuno, para reñir con la Iglesia que el minuto -( 3:Í4 )- corriente, no lo conozco. Aun comprendo que cierto Emperador gibeiino .satisfaga las tradiciones germánicas, representando enírento de la ergástula de sus padres siervos, eiifrenle d·^ la Ciudad Eterna, el papel de .\rminio y de íailero. Pero no lo comprendo en la República íVancesa. El sentido (|ne boy domina en los asuntos religiosos de Eran- cia, me asusta por su carácter jacobino;. )iNo.sotros que caim'os del poder, como lodos saben, por el nombramiento de obispo.s, no renegaremos de nuestras gubernamentales tradiciones, ni desmentiremos las solem- nes pidabras dichas en nombre de nuestro partido allá en,las Cortes por el mas joven y del el mas elocuente de los demócratas bislóiacos. Iremos á la separación de la Iglesia y el ecle- Estado; pero con medida y con sci'ie. Conservaremos el patronato y presupuesto volvemos al poder; en nombre de la libertad religiosa, en nombre del de- siálico, si y recbo individual, en nombre del respeto al principio de asociación, dejaremos que los séres tristes, de.sengañados del mundo y poseídos del deseo de la muerte, se abracen, si del último (]uioren á la ciaiz del Salvador como la yedra al árbol, y aguarden la hora del claustro juicio cuvuello,s en el sayal del monacato y tendidos sobre las frias losas de los cielos.'» hasla evaporar su vida como una nube de incienso en la inmensidad lo dice Víclor 11u- Eslo dijo Casíelar en .»u nolable discurso de Alcira, y veamos que go hablando sobie la enseñanza clerical. «Ali! Ya os conocemos! ya conocemos al partido clerical, pai tido veterano que ya servicios. El el quemonta la guardia en la puerta de la ortodoxia; de es él, el tiene hojas (pie ha euconti-ado para la verdad esos dos cables, la ignorancia y el error; él, el que ha á la ciencia ir mas allá del misal, y el que quiere enclauslrarel prohibido al génio peu- y Sarniento en el dogma. (¡Cuantos pasos ha dado la inteligencia europea, los ha dado á su pesar; su historia al él se ha opuesto á está escrita en la historia del progreso j¿umano, pero escrita revés; lodo. ha hecho azotar á Prineli por haber dicho que no caerian las e>trellas: El es el que él, el (]ue ha aplicado siete veces el tormento á Campanella por haber afirmado que el número de los mundos era infinito, entreviendo el secreto de la creación; él, el (pie ba testimonio de ])ei>oguido á tlerwoy por haber probado (pie circulaba la sangre. Con el á Cristóbal Colon; descubrir la Jo>ué (¡rendió á (iaiileo; con el de .San Pablo, aprisionó anate- ley del cielo era una impiedad; encontrar un mundo una, herejía. El fué el que de la á Molié- miilizó á Pascal nombre en nombre de la religion; á Montaigne en moral; el de la moiad y do la religion. Oh! si, no hay que dudarlo cualesquiera que seáis re en o.s llaméis del partido católico, ya seáis del partido clerical, os conocemos; ya hace ya inucho tiempo que la conciencia humana se revela contra vosotros y os pregunta; ¿Qué queréis de mi? Ya hace mucho tioinjio (¡uo procuráis poner una mordaza al espíritu hn- mano Y no ni á un »Y vosotros quercis haceros dueños de la enseñanza! queieis aceptar ni á escritor, ni á un filósofo, ni á un pensador, y rechazáis cuanto se ha solo poeta, un escrito, descubierto, soñado, deducido, iluminado, imaginado, inventado por los inge- nio.s; el tesoro do la civilización, la herencia secular de las generaciones, el patrimonio de las inteligencias! Si el cerebro de la humanidad estuviese á vuestra disposición común la página de un libro, lo llenaidais de borrones; teneis que convenir en esto. como libro desde la primera letra hasta la última es una emanación »En lili, hay un que superior, un.libro (¡ue es para el universo lo que el Koran para el islamismo; lo quedos Vedas la India; un libro quecoiitiene toda la sabiduría humana iluminada poi' toda para el la sabiduría divina; un libro al,cual la veneración délos pueblos ha llamado libro, libro. inaudita! ¡Los la Biblia. Pues bien, vuestra censura ha llegado hasta este ¡Cosa la Biblia! ¡Cómo deben admirarse los sábios, como deben papas han proscrito espantarse los corazones sencillos al ver el índice de Roma sobre el libro de Dios! vY todo, reclamáis la libertad de enseñanza. .Seamos sinceros, entendámonos con del género de libertad que queréis. Esta libertad es la de no enseñar. acerca vea- »Ah! queréis que se os entreguen los pueblos para instruirlos! Está bien; pero de la veamos vuestros discípulos, veamos vuestros productos. Qué habéis hecho mos, á Italia? Qué habéis becho de España? Diez siglos hay que teneis en vuestras manos, vuestra dirección, en vuestra escuela, bajo vuestra férula á esas dos grandes naciones, hecho de ellas? ilustres entre las ilustres; pues bien, que habéis ¡¡Voy á deciroslo. Gracias á vosotros, la Italia cuyo nombre nadie que piense puede -( 330 )- de las na- sin inefable dolor filial; la Italia, esa madre de los ingenios y pronunciar un esparcido por el universo las mas hrillanles maravijlas del arle y de la ( iones, (|iie ha no sabe leer. poesia; la llalla que ha enseñado á leer al género humano, hoy los estados de Europa uiiuei en que existen menos na- »Si, la Italia es de entre todos lurales cpie sepan leer!- recibido de los romanos su «La España magníficamente dotada, la España que ¡labia á pesar de \osolros, jU'imera civilización, de los árabes su segunda y de ía Providencia, á vuestro mundo, la América; la España ba perdido gracias á vosotros, gracias yugo un aminora; la España, digo, de embrutecimiento, que es también yugo que degrada y (|ue de los omanos, el genio de las ai tes tomado l ha perdido el secreto del poder que habla la in- le inspiraban los árabes y el mundo que le habla regalado Dios, recibiendo (|ue de todo aquello que lo habéis hecho perder. (luisicion de vuestras manos á trueijue con cierta La iuiiuisicion, que ciertos hombres de partido procuran rehabilitar hoy • millones do timidez púdica que yo les aplaudo. ¡La iiujuisicion que ha quemado á cinco la historia: la inquisición (pie exabumaba los niuertos para quemarlos hombres! Leed el conde de Eocalquier; la inquisición como á herejes, testigo do ello Urgel, Arnauid y declaraba á los hijos de los herejes hasta la segunda generación, infames é incapa- que los términos de las sen- ees de honores públicos, esceptuando solo aquellos, tales son á sus tencias, que hubieran denunciado padres; la infiuisicion que en este momento los manuscritos mismo tiene aun selladas papal con el .sello del índice en la biblioteca lo le le regala- do Galileo. Pero con todo consolar á la España de que quitabais, para bais el sobrenombre de católica! habéis arrancado á uno de sus mas grandes hombres, ese Queréis saberlo? Vosotros á acusación; «Prefiero que sea la grande (¡ue se doloroso grito ([ue es vuestra mayor llame la católica.» habéis apagado ese foco que se llama Italia; y ))A(juí teneis vuestras obras maestras: otra escombios. Ved habéis minado ese coloso que se llama España; cenizas es la una, la hecho de estos dos grandes pueblos. Ahora bien, ¿qué es lo que (luerei.s lo que habéis hacer de la Francia?» Son (¡uizá los dos hombres más gran- ¡Qué diferencia entre Castelar y Victor Hugo! (les de nuestra época por su maravillosa elocuencia, porsu géniosin rival, pero el tribu- en tanto el primer poeta de huno español aun no quiere separarse de las sacristías, que tan triste porvenir. Francia lamenta la ruina de España y no quiere para su ¡látria lo podemos remediar: somos un españoles no pueblo estacionado, y Como se vé los círculo de la orto- nuestros oradores políticos y religiosos no quieren sidir del estrecho fruto; prueba de ello la nueva .sociedad (¡ue se- (loxia: y esta semilla produce idjundante formado Barcelona; pero escuchemos á nuestro colega que gun dice El Dilurdo seha en se es¡ilica mucbisim(ò mejor que nosotros, hablando líel granprofireso. con- saben nuestros lectores una-civilización tiende ámejorar las que «Existe como una série de inventos y descu- diciones del hombre sobre la tierra, y que ha producido admirables han asombrado el mundo. De esta civilización puede decir- brimientos que de un p(írió- nosotros no tenemos mas noticia (¡ue los ecos de ecos que pasando se que nuestra tierra. A impulsos de los adelantos que dico á otro se han reflejado en los de civilización ha producido, la actividad humana ha encontrado vastísimos campos eji tal el deseo de saber ha llenado á donde desarrollarse, la tierra empieza á ser conocida, y de grandes establecimientos de pueblos en.señanza, y hace que cada dia se sor- todos los no es por prendan nuevos secretos á la naturaleza. Si en España no conocemos esto, sostener y de-sarrollar otra ci- efecto de ningún fenómeno; es porque aquí ijueremos bases distintas. Así se esplica que en Barcelona, ciudad que vilizacion apoyada en muy la bandera en todos conceptos pretende ser la primera de España, que quiere empuñar de instruirse. del progreso, falten ó escaseen por lo menos los medios á acostrumbrarnos y á no admirarnosde lo que daba de sí como »Ya empezábamos cá admirarnos, sino á asombrarnos, una no corolarios esta tendencia, cuando ha venido ya Ya no se trata de la tierra, se vá nueva idea tan superior, que raya en lo inverosímil. más allá; ya no se tratado intereses mundanos, sino de otros muy superiores y mucho lo ideado solo se trata^de un negado de dinero, es tan superior á todo que deja aunque la otra civilización. atrás los estudios sobre el éter y las nebulosas en que se ocupa muy A la vista tenemos tener suspensos por mas á nuestros lectores. »No queremos tiempo y demos la prospecto que contiene la expresión de loque decimos. Léanlo y juzguen un razim. Dice así: sobre la vida á fija, etc. Entra- La PiiEvisioN. Sociedad anónima de seguros prima 1 las variatlas formas que admilen las combinaciones del seguro sobre la vida, exisle una que por su importancia en el orden moral y religioso ha de ser grata y aceptable á los verdaderos cristianos; tal es el tener la seguridad de que para después de su muerle no le ha (le faltar al asegurado el cumplimiento de los pios sufragios que para bien de su alma ordenen, mediante la entrega de cierta canlidad, á que La I^iievision vendrá obli- gada; esta canlidad, con respecto á la persona eclesiástica que deba percibirla, no tendrá otro carácter que el de limosna. sMediante, pues, una insignificante suma, (i por medio de una prima anual, semes- tral, ó trimestral, el cura' oárraco, sacerdote (> persona que baya designado el asegura- ~( 336 )— do en la póliza; recibirá la suma que este desee en su entierro'y sufr'agio. »De manera, (¡ue con este seguro, el cura párraco ó persona designada y La Purvi- siON viene á ser albaceas del asegurado .para el cumplimiento de su voluntad piadosa. «Como se vé, ya no hay mas allá. La especulación traspasa ya los límites de la tier- ray se lanza á otros espacios. Jesucristo es verdad, echó los mercaderes del Templo, pe- ro según se vé, l()s mercaden's siguen y pretenden apoderarse otra vez del Templo, ¿Qué dirán los teíilogos sobre este n(}gocio mercantil basado en las aspiracionésde otra vida? ¿Qué las familias al ver (jue se toma como base de ese seguro de nueva especie, de los hijos puedan dejar de cumplir las disposiciones de sus la suposición que padres, las esposas las de sus maridos y vice-versa? ¿No hay en esto nn algo (]ue puede afectar á los mismos lazos de la familia? «Ya lo hemos dicho antes. Nos parece que no hay mas allá y que esle es un rasgo que dápor completo la medida de la civilización que quieren desarrollar en España los que se llaman elementos conservadores.» Estas y otras innovaciones semejantes son las que se obtienen co?i c.sos .scVc.'; tristes, desengañados del mundo y poseídos del deseo de la muerte que se ahrazan ó la cruz del Salvador y esperan la hora del líllimo juicio tendidos sobre las frías losas del claustro. Así habla Castelar refiriéndose á las comunidades religiosas, el cual añade que_ por respeto á la libertad no se debe poner tasa ni á la oración, ni á la piedad, ni á la penitencia. Ciertamente, se debe respetar la oración espontánea y á la verdadera imenamente se ])iedad; pero la pendencia es indigna si es mentida, y es inútil aunque el haga: porque el hombre que se entrega á la penitencia es un suicida, espíritu progre- sa en el movimiento de la vida, no en la inercia de la muerte; se debe respetar lo que digno de respelo, y por triste esperiencia .sabemos los españoles lo que es la domina- es cion de esos seres tristes, desengañados del mundo y poseídos del deseo de la muerte. Cierto que desean la muerte, pero es la muerte del progre.so lo que ellos desean: y aun- (lue deben respetarse todos los ideale.s, pero como es obra de misericordia enseñar al que no sabe, creemos que los libre-pensadores debemos decir cuál és la verdadera reli- gion, que es amará Dios sobre todas las cosas, y á toda la humanidad sin distinción de razas ni colores: |)raclicar esta religion no es necesario éxiasis ni penitencias; esla y para religion la describe muy bien Victor Hugo diciendo; «Es la hermana de la caridad á la cabecera del moribundo: es el bermano de la es el Merced rescatando al cautivo: es Vicente de Paul recogiendo al niño expcisito; obispo de Marsella medio de los apestados; es el arzobispo de París adelantándose con en los labios hasta al formidable arrabal de .San Antonio, levantando su cru- la .sonrisa en ciíijo por encima de la guerra civil y no curándose de la muerte á trueiiiie de conseguir la Esa la verdadera enseñanza religio.sa real, profunda, eficaz paz. es, y popular: la que felizmente para la religion y para la humanidad conquista al cristianismo mas corazo- lies que los (pie aleja (le él la conducta de la generalidad de los iniciados en tos misterios de la relidon.» NosotrW el estado- que somos muy amantes del progreso lamentamos de todas veras desarrollo namiento de España; porque esto impedirá por algun tiempo el natural que el suelo español la escuela filosófica espiritista racionalista; mas si debía tener en por un momento una nube de tristeza envuelve nue.'^tra mente, pronto se di.sipa, porque reflexionamos y decimos: ¿Qué es un grano de arena ante millares de mundos? Qué os un ante innumerables soles? ¿Qué es España con su fanatismo religioso, ante l)unto negro el progre.so universal? Menos que el grano de arena ante los mundfls! menos que el pun- to negro ante los sole.s! ¿Qué es una fracción de la humanidad alucinada durante algu- nos siglos? Si en la eterna supervivencia del espíritu éste á de progresar sino de grado por fuerza. Porque si le falta iniciativa las circunstancias de su época le empujan y lo á liacen vemos entrar en nuevos senderos quiera ó no quiera; y cuantas veces algunos su- hombres.apegados á las rancias costumbres, y sin embargo obedeciendo á un algo perior á, su voluntad, son apóstoles de una idea nueva cíente durante cierto el para dejar sembrada la semilla sufi- del tiempo, adelanto. A veces estacionamiento, retroceden vuelven á su pero como la luz difundida y ya no la han pueden progreso que proporcionado á los oscurecer, el bien el demás sirve y de á y aíjiiel adelanto los colectivo provecho lo han recibido reileja siempre sobre que su espíritus rehacios, los están individualidad; y apesar suyo, los que adheridos á los terruños de la en cuando la voz del Señor les ignorancia oyen de vez que de la Creación: nada dice:—¡Despertad! seguid el movimiento hay inamovible armónico en la cumplimiento de mis naturaleza, vosotros no al eternas leyes. Si libre podéis albedrio oponeros os vida concedí lógica dentro de una la racional, le esfera y no teneis de 337 sois para permanecer eternamente —( )— para escalar en el los cielos! mal. Libres libres sois pará pedir á la ciencia los sois libres secretos pero del no para descender á los abismos infinito; de la el teneis ignorancia mil y mil veces. progreso no límites! Para mi creación es vuestra! leyes detendrán el 'mal mis vuestro pero paso. Así para es, que considerando propias ble el de la como la naturaleza no progreso inmuta- nos apesadumbra ley el estacionamiento de más, que nosotros mucho no consideramos algunos pàtria pueblos, este ó tria aquel rincón de la este tierra, nuestra no es planeta, es mas bien el infinito. pa- Nuestro único deseo es buscar la luz de la razón. la ciencia: Encontramos á Dios en la y en caridad y tratamos de progresar porque verdad no do vida á mas la una: Dios naturaleza hay que dan- por medio de su amor, y los atracción hombres deben amarse es la ley universal. El porque la amor es la atracción atracción el de las es amor de los almas, y la todo cuerpos, ó como dice lo Flammarion: «El amor debe creado, demostrándose sentirse por por esa protección mútua debe hombres, que establecerse entre que el fuerte los sea la sombra del Queremos débil, la y muchos débiles el sosten fraternidad del fuerte. universal porque sin ella la civilización es un mos completa confianza mito; pero teñe- en el porvenir; y mientras mas reflexionamos mas nos cemos el mañana conven- que es espléndido. Las viejas sociedades el heridas de estertor de la muerte luchan en agonía, al fin exhalarán su último sociedades suspiro y en sus tumbas, las nas dirán: moder- ¡Dormid en paz espectros de otros siglos! ¡Piérdanse en el olvido vuestros tradiciones! tos consejos y templos! las catedrales ¡Húndanse vuestros vetus- que con de la naturaleza elevar tienen á los Dios hombres bastante sus plegarias! para Sí, si: el porvenir de la humanidad es una eterna sonrisa! El hombre nunca es huérfano ni desheredado; ¡Dios es su l)airimonio! ¡el padre! ¡el trabajo es su progreso su gloria! ¡la inmortalidad su vida! con cederos estos nadie bienes puede llamarse desgraciado. impere- Reflexionemos, dijimos al principio de nuestro nube artículo; y hemos de tristeza envolvía reflexionado, y la que nue.·itra mente se ha ante los del disipado como se rayos Sol. disipan las nubes ¿Que es el estacionamiento de un pueblo ante la eterna vida ¿Qué de los mundos? es el atraso de unos pocos ante el adelanto de los más? ¡Progreso indefinido! ¡Redención por medio nir del de la trabajo! ¡Tú! ¡tú eres el humanidad!! porve- Amalia Domingo y Soleu. t NO HAY EFECTO SIN CAUSA. Hace algun tiempo que una amiga nuestra buena para ir y la tierra en busca de espiritista, otra felicidad dejó mas duradera y positiva que la que se disfruta entre nosotros. En su corta enfermedad, la visitamos varias la vimos sufrir signada; veces, y siempre re- pero como la infeliz, en los 27 dias bizo no ni noche, la que cama, dormir una compadecíamos pudo doblemente; oprimiéndosenos el corazón al ella, de y murmurando: «¡Qué triste es eso! separarnos no sueño!» y ¡Pobre el mujer, poder conciliar el en trayecto que mediaba desde su casa á la nuestra, no podíamos apar- lar (le la imaginación osle pensamiento que, como una pesadilla, se aferraba mas y mas en nuestro cerebro. Llegó por fin su último instante: nos avisaron, y fuimos á consolar á su afligida familia, que siempre es grato al que sufre, ver que hay quien se acuerda de su dolor. Guando llegamos á la casa, quisimos ver el cadáver, lo que, una vez realizado, nos impresionó vivamente: «¡Descansa en paz Francisca, dijimos, ahora, ya no tienes necesidad de dormir!» Y, casi autontálicamenle, nos separamos de aquellos restos inertes, 338 que sin tenerles miedo, nos causaron cierta repulsion inesplicable. —( )— Toda la tarde estuvimos acompañando a la desconsolada fanúlia y, aunque pro- digamos á esta el consuelo que pudimos, nuestro pensamiento, no obstante, se ba- liaba entregado á serias reflexiones. «¡Cuánto babrá sufrido en su enfermedad, pen- sábamos, no pudiendo reclinarla cabeza en la almohada ni un momento! ¡Siem- pre sentada en la cama y contando los segundos que lentamente iba marcando el re- lojl. ... ¿Por qué no babrá dormido? » —Y una voz murmuraba á nuestro oido: «No bay efecto sin causa.» Verdade- lamente, algo debia ser la causa de aquel .sufrimiento tan terrible, pues aunque du- ró pocos dias, no tuvo en ellos ni un instante de reposo. Nuestra amiga, en su última existencia, ba sido buena esposa, buena madre y amante del trabajo; pues, pobre de recursos, ba trabajado sin descanso para atender a sus hijos; además, tenia bellos sentimientos que a cada instante ponia de manifiesto con sus buenas obras, siendo bastante sufrida. «¿Cuál pues habia sido, repetipinos, la causa de su dolorosa expiación?» Y la misma voz nos respondió: «Deudas atrasa- das: escribe y sabrás el por qué del sufrimiento de tu auuga.» lintonces cogimos la pluma y escribimos lo siguiente, dictado por el buen espíritu que se dignó cornpla- cernos en nuestro deseo. «Todo en la vida amiga rnia, ofrece un detenido estudio al hombre pensador que quiere lijar su vista ante los múltiples cuadros que encuentra en su camino; tú, por lo mucho que has sufrido, estudias en la humanidad lo que jacnás podrás bailar en los grandes volúmenes de la Historia, porque, siendo los sufrimientos humanos un libro que no tiene fin, siempre ofrece algo nuevo á los ojos de! alumno, mientras que la historia, no hace otra cosa que guardar en sus páginas lo que la.s bumanida(les van dando á luz. La Historia, es un vago recuerdo del ayer; pero los dolores que vemos en nuestras semejantes, son la realidad del presente, que, estu- diándolos con detención, nos dicen que seamos boy cautos, para no sufrir mañana las funestas consecuencias de nuestra irreflexión. »No hay efecto sin causa, amiga mia; y cuando oigas llorar á tu vecino, piensa que algo motivó su llanto. Así pues, allí donde veas grandes vicisitudes y un sin número de sinsabores, sé la primera, si puedes, en consolar; pero piensa también que se cumple la ley natural, la verdadera justicia. »Los padres que. por ejemplo, ven á sus hijos sufrir terribles enfermedades en su mas tierna edad, es porque ellos, en otra ocasión, vieron con indiferencia las des- gracias ajenas; y .ahora tienen precision de pasar por las mismas fases para que, apurando el dolor basta la.s heces, aprendan á compadecer á los demás. »EI que pasa hambre, es porque antes la hizo pasar á otros, ó no socorrió al menesteroso: el que es robado, es porque en otro tiempo vivió de la usura; y asi sucesivamente, cada uno va pagando las deudas que contrajo, . »Tu amiga Francisca, en época no lejana, fué un elevado personage, y cuando alguien se revelaba á cumplir sus órdenes, lo encerraba en un cuarto con mucha comida, pero con un vigilante que tenia la órden expresa de no dejarle cerrar los ojos: si (Jespues de algun tiempo, el culpable, se decidia á obedecerle ciegamente, el infeliz salia de su encierro casi semi-cadáver; y eran tantos los insultos y bocbor- nos que le prodigaba, que tarde ó temprano moria víctima de su crueldad; mas sise obstinaba en no acceder á sus deseos, entonces acababa con su vida, (¡uitündole el sueño sin compasión. Asi pues, el que se complacía con tener sin dormir á tantos, no — ( 339 1— ' V solo hayn pagado con 27 dias de constante vigilia: ¡he ahí la causa de es mucho que lo que tanto te ha bocho pensar! idea de lo ()ue ese espíritu ha sufrido, física y n)oral- »No |)uedes rormarle una sean males corta enfermedad. El sueño, es el lenitivo del que sufre, ya tóenle en su ei espíritu adquiere la vida que tras- fi>icos ó nútrales, porque mientras se duerme, mile al y de este modo, tiene mas fuerzas para luchar y sufre menos; pero cuerpo, terribles, porque solo se extinguen cotr sitíese calmante de la vida, los dolores son el cotnplelo desprendimiento del espíritu. calman, siquiera sea en esos momentos en que el espíritu «Todos los dolores se aleja del cuerpo; momentos necesarios al organismo, porque entonces descansa; y se de de mucho mas necesarios al espíritu, porque son sus horas libertad, espansion, de estudio y de regocijo. sumirle la inacción y sujetarle á una continua ))S'ara un espíritu activo, el en el suplicio mas horroroso, es el tormento de. los siglos^ es la esencia del vigilia, es dolor á voz en grito, exclama: «¡Quiero morir, porque me canso de sufrir y que, falta el valor para continuar! ¡Quiero morir, porque hace un siglo que agonizo! me en este mundo de sotnimas, ¡Quiero morir, porque la vida es detestable, y porque malísimo!» Mas cuando escuches estos lamentos de todo, absolulísirnamente todo, es enfermo el insomnio y el dolor unidos, compadece al que de ta! boca de un y veas lleno de suerte sufie, y piensa que, si triste presente, doloroso, terrible y es su este ha- sombras habrá sido su pasado: no así, al veas tranquilo y sonriente, que pues bueno. brá pagado cuanto debía, cumpliendo como al sufre y fíjate en sus dolores porque ellos son la »Asi pues, compadece que nos advierte del pasado, ál que, encierran una profunda filosofía que y clave paso prepara para el porvenir, pues, no hay efecto sin causa.» cuanto nos sea posible, Adiós amigo invisible; procuraremos seguir tus consejos vez viví- este triste destierro es difícil tarea ser muy buenos, toda que ya que en del odio, el egoismo, la envidia, eí mos encerrados en mis u os organismos rodeados la calumnia; pasiones todas, mezquinas y orgullo, la venganza, la hipócrita mentira y una turbulentas, aturden al espíritu y le asédian sin descanso, moviéndole guer- que es necesario un valor gigante ra continua; y que para salir vencedor y no vencido, y una moralidad sin tacha. deshacemos lo que Progresamos tan lentamente, que no parece sino que boy tal el estado de atonía en que la humanidad se encuentra. Es ver- hicimos ayer: es multitud de escuelas abren sus puer- liad que los inventos se suceden unos á otros; sus se tas; un sinnúmero de reformas, proclaman la justicia y la razón; pero voces, en la inmensidad. ¡lierden en el vacío de las conciencias, como se pierde el átomo é son los mas. La Todos dicen: «¡Razón y Justicia!» pero solo egoístas hipócritas Historia demuestra que ha habido humanidades salvajes, bárbaras, déspotas, fa- nos náticas y viciosas; pero esto, no es mas que aquello que de público se ha dicho, por- de cada uno de por sí, quizá, nos que, si nos fuera posible estudiar la vida privada horrorizaríamos de tanto desacierto, aunque afortunadamente, estos se ocultrn ver mate- silenciosos el espacio, pues volaron envueltos el último suspiro de vida con en solo alguna vez, de im- rial que cada espíritu ha ido exhalando al dejar la tierra, y ultrater- pecante necesidad para nuestro progreso, y por medio de la comunicación esto el rena, sabemos la verdadera historia de algun sér humano: cuando sucede, reflexionamos y anali- frió deí remordimiento se apodera de nosotros; y pensamos, de modo tal, que ellas nos sirven de salvaguardia en zamos esas ocultas historias, un pasiones para no ser, mas tar- lo sucesivo; pues al> recordarlas, dominamos nuestras en la tierra nos suce- de, víctimas de atroces sufrimientos; puesto que todo cuanto teniendo todo su razón de ser; algo porque no hay efecto de, por algo y para es, sin causa. El ayer dejó desbordar sus pasiones en impetuosa corriente, hoy le loca po- que construir; el que ayer despreció al nerlas dique; el que ayer destruyó, boy tiene que de así sucesiva- pobre, boy tiene que ser el mendigo despreciado y olvidado todos; y mente, todos tienen que pasar por lo que hicieron pasar á otros, sin poderse revelar contra esa ley inmutable que nos rige, y Asi que es la verdadera edifiquemos el justicia. pues, templo del si bien, fuimos repleguémonos en su y, encarnizados poético santuario ayer destructores, seamos hoy los incansables obreros del progreso, para que el efecto de nueslro trabajo, sea mañana la causa de eterna felicidad. nuestra CÁNDIDA SANZ. —( 340 Gracia. )— REFLEXIONES. • Dijimos que quien es la criatura para poder difinir los güimos del atributos de pensando mismo modo; Dios, y se- los pues cuanto mas nos efectos, y mas desarrollados remontamos conocer los vé para nuestra se hace nosotros la imaginación, tanto mas para Gran Causa; lo incomprensible que está claro, bien es el menso que tiene á sus criaturas. claro, amor in- ¡Con qué precision vemos la regularidad que existe en toda la prevision, nada creación! para que haga falta á la criatura! Desde el ¡qué el mas hasta de la creación pequeño infusorio rey que se llama el de subsistir hombre, todos encuentran modo la admirablemente vida, es trazado; desde la decir, el gigante hombre, todos, todos microscópica hasta encuentran la hormiga tierra cabando los para fertilizarla, los subsistencia, unos en otros en p| la campo de la piritu. ¡Qué admirable armonía! sabia investigación fertilizando el es- ¡Qué ¡av! el hombre, el prevision! ¡Qué amor tan sér inmenso! mas perfecto de cuanto pero se el cerle mas debe en sus obras, es el admira, que recono- que más le desconoce y menos se Vemos á los amolda animales á su llenar cada ley santa. cual su cometido al destinado; á pero el hombre según ha jamás sido está satisfecho trabajo que con el destino, todos suyo, cada lamentan cual se su la queja de suerte qne les ha cabido, está este disgusto resultan los mil mil ninguno conforme; de y desaciertos el y en todas y partes. ¿Será posible el desequilibrio social que se nota remedio de esta humanidad? gran desgracia que aqueja á la Si; si es posible: cuando el hombre cansado de sufrir digo divino infortunios que se llama Evangelio, recoja ese có- y nerario despojando el espíritu de la letra el que nos marcó el Divino Nazareno, ¡ti- el siga que vino á enseñar al debe á Dios, hombre lo su padre, á los hombres sus el dia hermanos, que y lo se debe á sí que esto suceda nos habremos que mismo; habrá regenerado, aquel dia será Jesús dado cuando la de sus frutos; aquel dia también pasión será de cuando la sus grandes dolores por la satisfacción recojerá recompensa su nada obra, viendo á que espíritu esperimentará al ver su todos coro- los hombres se aman como pensamiento constante: el que hermanos, y con un Progreso Pidamos á Dios que veuga á nosotros su la unámonos dicha de reino; los hemos tenido ser bañados con la purísima antorcha que del voces unísonas se dejen oír ante el Espiritismo trono de para que nuestras nuestro débilmente Padre. muy porque las del Padre entorpecerán Comprendo que nuestras llegarán está la sobre todas. imperfecciones, pero misericordia ' Joaquina Cepeda de T. SAN MARTIN DE PROTENSAIS:—Impronta divjuan Torrents y Conip.", Triunfo, 4. Afio II. Barcelona 1 7 de Marzo de 1881. Núm. -45. Li m DEL PORfEIlR. SEMANARIO ESPIRITISTA. JIedaccion y PRECIOS DE SUSCRICION- ^dministi^acion: PUNTOS DE SUSCRICION. Bitcelona: Irioieslre idelanUde. 4 ptas. Fonollar, 24 y 26 En Lérida, AdmlDistracion de an El Buen Sentido, Mayor, 81,S.»- Foeri de Bircelona; nn ifie, id. . k pias. Id. Se publica los Jueves Madrid: Almagro, 8,entr. derecha Eitraojere Ultramar: nn ale, 8 pías. -Aiicante: S. Fronciseo, 5S, dupjo 5 SUMARIO. del El egoísmo.—Un nifio que hace progreear á un pueblo.—La libertad Alma.—jLle- garé tarde!—Pensamientos. EL EGOISMO. Escucha querida Fany, esta graciosa poesía de un poeta cuyo nombre ignoro, titúlase -■ LA LIBERTAD DEL ALMA. El alma no tiene libertad desde el momento que está con la materia del po; no puede disfrutar de ligada cuer- ese don divino la que tanto desea en tierra. Solo al poseer durante su existencia desprenderse de la envoltura, es cuando se esclavitud. encuentran Digo libre, libre de .su según su pensamiento, mas no eso de sér soberano por estar que es Dios, el cual deja le da sujeta áotro la libertad miento, ó arreglada á las causas de su según sus buenas ó malas procedí- costumbres, haya tenido con existencia. La virtud sus durante su practicada semejantes con la buena fé, las obras prójimo, ensanchan y de caridad en la bien del libertad del alma, no tan solo en la sinó la en el espacio disfrutando tierra, que remontan un bien tes inesplicable, el cual transmite ásus por intuición; amigos ó porque así Dios lo parien- permite para instruir á todos los planeta, atrasado de este en leyes de civilización ignorantes y cargado de solo fanatismo, y en otras el tantas co- sas, que tiempo avanzando en ideas espiritistas podrá las por tantos siglos sujetas á las dispertar religiones inteligencias positivas. Ellas libre-pensadora hundirla quieran que desaparezca la para otra vez en las tinieblas, y no es posible; las ideas avan- Kan, y Dios no pemile por mas tiempo tan estrechas cadenas eslabonadas con los hierros de la ignorancia. Libertad reclama el pueblo, libertad reclama el alma. Libertad os dará Dios, hermanos mios, y las tinieblas en que os halláis envueltos, desaparecerán alumbradas por un nuevo sol perpétuo, eterno; ese sol os alumbrará con su luz de la hermosa caridad, con el bien á vuestros hermanos, con el cariño á vuestra familia, con el desprendimiento de vuestros intereses; tranquilizando vuestra inquietud conformados con lo que Dios os envia, que como padre de misericordia abraza á todos sus hijos con fervor inesplicable; entonces, hermanos mios, vuestra alma disfrutará de la libertad apatecida no conocida hasta hoy. Adiós. —( 348 )— Leonor R. LLEGARÉ TARDE! —iMadre! vístase pronto ¡Oye el concierto! Que ella me espera! ¡Las campanas por ella —No te apresures hijo. Tocan á muerto! Que todo llega, —¿Cómo? ¿sin mí se ha ido?.. —Vístase madre, Gritó el mancebo. Que dirán en el pueblo Yo me quiero ir con ella, Que llego tarde. ¡Qué tendrá miedo! Esto decia un mancebo ¡Ay! ¡madre! ¡madre! Que se casaba. ¡Adips! que ella rae espera: Con Ja niña mas bella ¡Llegaré tarde! De la comarca. Y el infeliz mancebo Que en dia de bodas, Loco, aturdido ¡Los minutos son años! Atravesó los bosques ¡Siglos las horas! Y al fin rendido Al fin se puso en marcha Cayó en la arena, La eomitiva. Y aunque os parezca estraño, Corriendo presurosa ¡Murió de pena! Por Jas colinas ¡Las campanas en tanto! Sotos y valles, Lanzan lamentos, Porque el novio decia: Y por él y por ella ¡Llegaré tarde! Tocan á muerto! Al fin llegó á la aldea Y allá en los valles De dicha ansioso, Aun el eco repite: Y un anciano le dijo: ¡Llegaré tarde! —Cése tu gozo, Magdalena. PENSAMIENTOS. El verdugo, ente el más despreciable que se conoce, no es ni más ni ménos que un asesiqo pagado.—Erfwardo Ruiz Pons. La fé es como la virginidad, no se recobra.—Pí y Margall. Sé ávido por saber, y serás sábio.—Sócrates. No avergonzarse del nombre de su padre, es la nobleza del plebeyo.—Lamartine. El talento es una magistratura; el genio es un sacerdocio.—Victor Hugo. ¿Qué es el desafio? Es averiguar si dos espadas puestas de punta, producen el asesi- nato antes que el suioidio, ó vice-versa.—Roberto Robert. El Universo es una grande obra y una grande palabra.—Roque Barcia. La guerra es la fiesta de los muertos.—Juan Arólas. Lo que hace feroz á un pueblo es la desgracia.—A. Humas. SAN MAItTIN DE PROVENSALS: Imp. de Ju.m Torrents y C *, Triunfo, 4. Año n. Bircelona 24 da Marzo de 1881. Núm. 44. LDAISCURSO LEIDO PmOR D." DEL Amalia Domingo PORfEfilR, y Soler EM EL FOMENTO GRACIESNSEE. MANARIO ESPIRITISTA. Sefioras y Señores: ' Por segunda vez ocupamos un puesto, que por nuestros merecimientos en la de las letras realidad república en no nos pertenece; pero hablando con la franqueza que nos distin- gite, sin hacer alaPrdBesEdeCfIaOlsaSmoDdeEstiaS, ÜcoSnfeCsaamioCs IinOgéNnuamente, i que alj-reaclarmeadr daección y ^ídministi^acion: nuevo vuestra atención, lo hacemos con menos temor que la primera noche que os dirigi- PONTOS DE SOSCRICION. mos la palabr ¿Será quizBaáa. r 24 pocrequloenare:coarndamIroims clastrbeeneaviioelelinnctiailo. 1 pías. 26 con que scuchasteis las refFlexoionens ollar, y En que hicimos sFobre el Lérida, cariño Administración de la indiferencia uera de BaIrncteimloonade: la familia, el año, idfa.natismo un i píraesli.gioso de las escèptica dé los hombres? ; mujeres, y . El Buen Sentido, Mayor, 81,2.o-» CiertamenEter;trcaonnjseerrvoamosl'dlteraamquaella noche un ; recuerdo en Madrid: mundo agradabilísimSo,eque un donde hay tantas los Almagro. S.entr. espinas, derecha se ars:piruan añop,iacidbr. el8peprfíuamse. de las Jueves con escasaspublica que vienen á embalsamar el flores, árido camino de la vida. -Alicante: S. Kroncifco. 28, dupo Entre una humanidad que no .sabe querer, porque cuando á poco, una prueba de llega querer, quiere muy simpatia es muy grata para el que la recibe, mucho mas líos, que, como nosotros, para aque- soñamos con la fraternidad universal, con la creación deesa SUMARIO. gran familia humana por medio de la fusion de los Discurso leído pueblos, borrando del Diccionario la palabra «extranjero.» Pero si bien el recuerdo de vueDstra." nos no es ci.samente anima, esa reminiscencia por indAulgemncia la nlia pre- que nos dá mas ánimo; lo nos á que alienta, v vigor nuestro espíritu haher loDqueomdá Soler en el minasgo Fontento Gracienee. es visto realizado el plan que nuestra mente concibió. Nosotros dijimos en nuestra primera conferencia veníamos á dar un veníamos á paso, decirle á las que porque mujeres, que la que tuviera buena á trabajos imaginación y fuera apta entregarse mentales, para debía trabajar como el hombre, y la que tuviera facilidad para emitir sus conceptos, debia hacer lo que no.sot,ros hacíamos hablar sobre aquella moralidad noche, pues para, no se necesitaban grandes dotes oratorios; y seguimos diciendo: «Además, la mujer tiene una ventajagrandisimasobreel sentimiento él, el hombre,porquetienemuchomas que y que siente puede hacer sentir á los demás. Así convencidos que la mujer posee la elocuencia pues, del alma, y deseando vivamente las den conferencias en el que Fomento mujeres Grádense, nos hemos dicho: alguna á de ser la primera, sea- mos nosotros; que muchos hombres se reirán de nuestra ineuñcencia, convenido, duda? ¿quién lo pero como lo que queremos es allanar el camino á la mujer, y nuestra individuali- dad nos es del todo indiferente, decimos con- energía: Hagamos el el mofa ó el "trabajo sin sí uno se otro reparar se rie, la cuestión es comenzar para que nos sigan las demás.» Y felizmente nos han seguido'. Una escritora joven y bella, una de eru- dicion mujer profunda cuyo lenguaje armonioso recuerda al la escucha al orador dféndose que decir que ella primer el español, pu- es Castelar femenino; esa joven historiadora de Grecia ha sido la primera que ha seguido nuestras huellas viniendo al Fomento Grádense el 19 de y Febrero último leyendo un notabilísimo discurso, en el cual no se sabe que admirar mas, si 1» galanura de su estilo, si la belleza clásica de sus imágenes, ó el grandioso asunto ea su fondo que se desenvuelve, cual es el influjo del paganismo sobre la.s artes griegas. Nosotros al escociiaT tan interesante lectora, sentíamos en nuestro sér esa orgullosa alegría que deben sentir las madres ante el triunfo de sus hijos, y nos decíamos con pro- funda satisfacción: Nosotros la hemos traido aquí, nosotros inauguramos en el Fomento Graciense las conferencias de las mujeres, y si nuestro discurso fué pobre y humilde como un ramo de flores silvestres, en cambio el de nuestra joven compañera es un delicado y precioso rami- líete de lirios, de eainelias y azucenas. El (¡ne siembra, como no.sotros sembramos, y recoge tan buena cosecha, está contento y satisfecho de su trabajo; esto nos sucede á nosotros; por eso esta noche ocupamos este lugar con ánimo mas tranquilo., poniue ya habéis visto el buen éxito de nuestro plan. Nuestro objeto es liacer que las mujeres de gran entendimiento, las que tengan condi - cienes especiales, salgan de su retraimiento, y compartan con el hombre el nolde trabajo de la ensteñanza, nu precisamente dirigiendo un colegio, sino tomando parte activa en esas —{ 450 )— heimü.-^ns luclia.s de la inteligencia. En la liver.>idad de espíritus que pueblan la tierra, los hay naturalmente de distintas condiciones: torpes los.uno.s, tímidos los otros, decididos aquellos. ¿Porque hau de vivir de la misma manera el que iio sabe gebernarse á sí mismo, y el que es capaz de gobernar á un pueblo? ¿Por qué se ha de decir por rutina: La mujer no debe salir de su hogar, su casa e.s .su mundo? Y si hay mujeres que nn mundo les parece á ellas pequeño para vivir en él, [K>r qué e.st.-is no han de hacer producir su inteligencia? ¿Por qué no han de ense- fiar, no han de in.í;tniir, no han de moralizar, no han de ejercer el sacerdocio de la muter- n dad espiritual ó intelectual? ¿No ejercen lo.s hombres ese sacerdocio? ¿Qué son los maestros de primera enseñanza? profesores de los In.stltutos? ¿Los catedráticos de las Universidades? ¿Qué son estos hombres sino padres espirituales de sns discípulos, puesto que desarrollan su inteligencia, engrandecen sus aspiraciones, moralizan sus costumbres, educan su sentimiento inciil- ■Cando en su mente los principios religio-so.s, políticos y .sociales? Y esto misino nolo pueden hacer las mujere.s aquellas que tengan condicione.s para ello? Creemos que sí. Ya pasaron felizmente aquellos gloriosos tiempos en que les grandes padres de la igle- sia dudaban muy .sóriaraente si la mujer tendría alma. Hoy se sabe positivamente que el hombre y, la mujer, llevan en sí mismo.s ese gérmen divino denominado espíritu, osa llama ¡nestinguihle i]ue el aliento de Uio.s le prestó vida, y que subsistirá eternamente. La mujer es igual al hombre e.spiritualmeute hablando: y la prueba que es igual, que ,sin remontarno.s á la historia del Pasado, y solo mirando la época presente, vemos que en algunas uacione.s desempeña la. mujer los mismos cargos que el hombre; y los que qule- ren conveneer.se de que es verdad lo que decjmos, «que se embarquen,comodiceEmilio Gi- rardin, en el H.-ivre con dirección á Nueva-York, y visiten los Estados-Unidos,» en dondeel sufragio univer.sai no.s ha llevado la delantera; y podrán ver todo el terreno que la mujer, que e\ femenino conquista cada año con la rapidez de la velocidad adquirida ya. Existe en lo.s Estados-Unidos una sociedad nominada: «Comité del Estado para el sufragio de las mujeres-.» , _ «Se ofreció, la presidencia de ios Estados Unidos á mistrees Victoria Woodhall, sin que este ofrecimiento llegase á tenerse por irrisorio. Mistree.s Victoria posee en alto grado el don de la palabra. .Vias de diez mil oyentes se apresuraban en Londres á ir ásus cqnferen- ■olas, en las cuales esponia y disentia las condiciones políticas y sociales de los Estados- Unidos. Los derechos y deberes de la maternidad difícilmente podrían haber hallado ada- lid mas elocuente que ella. »Bn alguno.s puntos de los Estados Unidos la.s mujeres administran las pai roqiiias, ce- lehran las ceremonias del culto, los casamientos, los bautizos y las exequias. »E1 sistema de educación comunal de los dos sexos se encuentra aplicado en mas de cincuenta colegios; la superioridad de esta manera de instruïres indiidalile. El número de mujeres empleadas en el servicio de correos pasa de cuatro mil. >>Ko Nueva York las dos terceras parte.s de las personas dedicadas á la enseñanza en las escuelas públicas son mujeres, y la mayor ¡larte jóvenes. Su número pasa ya de veintidós mil. Las mujeres votan en union con los hombres los candidatos para los cargos de direc- tares e inspectores de dichas escuelas y lo hacen esto con solicitud. Muchas que tienen el grado de doctor en medicina ejercen la facultad con éxito. No pocas son bioliotecarias, pues el númeio de bibliotecas abiertas para todos, es allí grande. »En el estado de Massachussets, la Universidad de mujeres de Wellesley cuenta mas de tre.scientos estudiantes y mas de ocho institutrices por cada instructor. »En el Estado de Wiscositi se propuso que las mujeres casadas tuviesen el derecho de eer electoras y elegibles para todos los cargos públicos. Este proyecto se halla sometido á ser ratificado por el pueblo. Mis Lavinia Gcosell dotada de una escelente palabra y de un talento indisputable, fué recibida como abogado en eJ Tribunal Supremo. »En el Estado de Yova, la Academia de ciencias de .Davenport, acordó para su presiden- cia el nombramiento de mistrees Putman, nombramiento que fué muy bien recibido »En el Estado de Yllinois el Simpson Colegio de Indianapolis, nombró profesor de len- gua griega á Mis .Tosie Baker, que además de leerlo y hablarlo correctamente, estaba fa- mUiarizada con el francés, el aleman y el latin. A la edad de ocho años habla traducido á Homero y á otros autores griegos. En la actualidad cuenta diez y seis año.3y es una gran cosa en matemáticas. —( 451 )— C'l territorio de Washington,, el número de niuieres que desempeñan cargos públ i-" »En eos pasa de 1.300. »En San Francisco de California, segnn lie dicho ya raisfrees Gordon defendiendo á ■ acusado de haber cometido un asesinato, logró sacarlo en bien, en medio de los aplaii- uno, sos entusiastas del auditorio. en la »Estos esfuerzos hechos la mujer para llegar á colocarse al nivel del por hombre, que esta en su derecho, no tiene únicamente lugar en los Estados-Unidos. »En Alemania la cXinxaiifernenina instituida en Berlin por la señora doña Enriqueta. Hirschfeld, de acuerdo con otra señora recibida, como médico do la misma época que ella, en el solo decurso de un año, tuvo nada menos que tres rail ciento se.senta y dosconsultas distribuidas en tres mil ciento diez y nuevo personas. Estas dos señoras doctora.s guzaban clientela de una gran reputación en Berlin, á donde adquirieron una numero.sa luirticniar. la doña . »En E.spaña la Universidad de Barcelona confirió el grado de doctor á señorita Dolores Alea, sufriendo unos brillantes exámenes. »En Francia hay cinco doctoras en medicina; Licenciadas en ciencias dos; Bachillera» en ciencias y letras dos; Bachilleras en ciencias siete; Bachilleras en letras .veinte.» No- citamos el nombre y el lugar de residencia de cada una de ellas por no creerlo necesario,, por no hacer dema.siado difusa esta relación; pero el que quiera mas detalles losoncontra;- rá en la obra de Emilio Girardin, La mujer igual al hombre. 'O' Nosotros al copiar algunos fragmentos de sus interesantes páginas, lo hemos hech demostrar que si tenemos empeño en que las mujeres españolas salgan del iiequeño- p.ara circulo en que viven, no obedece nuestro deseo n ningún antojo pueril, no es una aluci- de la nación de nuestros sentidos, es que vemos irradiar la vida en otras latitudes tierra, deseamos que en España irradie también esa vida de la inteligencia, plenamente con- y solo vencidos que en nuestra hermosa patria hay muchas mujeres de gran talento, que necesitan que el progreso les diga:/Lesaítiafr y aaifa.'para queellas se conviertan en activos y útilísimos obreros de la verdadera civilización. Estamos persuadidos que las conferencias de las mujeres pueden dar cscelent^'s rcsul- tados. Si ia oradora es joven y bella, el liombre se vuelve todo oidos i)ara e.scucbarla. Nada más lógico, ¡inspira tanta simpatía la bel'eza y la juventud! ¡Hermosas flores de la vida! ¡lástima que tan pronto se marchiten! Pero, las mujeres de alguna inteb'gencia tie- nen una gran ventaja para atraer la atención de sn auditorio en todas las épocas de su vida; lo mismo cuando coronan su frente bucles de oro, ó rizos de azabache, que cuando de nieve parece que quieren apágar el incendio de la.s ideas qué arden en su cerebro; copos que lo mismo el hombre que la mujer, al perder la lozanía de su materia, les quédala eterna juventud de su alma, que el espíritu no envejece jamás. Por esto la mujer que dotada de entendimiento claro, en todas las edades de su existencia, puede tra- esté un el hombre bajar en bien del progreso, pudieudo estar segura que su voz será escachada, siempre atiende (aunque no lo demuestre) el prudente consejo de la mujer; pero ahora asalta idea, es que vosotros diréis, y lo diréis con sobradísima razonr «Y bien; nos una y esta mujer que nos viene á decir esta noche? porque el preámbulo de su discurso se va haciendo interminable.» Y nosotros para calmar vuestra naturaIimpaci,encia,,ontraremos vuestra de lleno en el asunto, y o.s diremos que esta noche veniinos á reclamar atención, conduciros á un lugar muy triste. Al oir esto, sin duda, frunciréis el ceño; porque para en realidad estáis muy mal acostumbrados: vue.stros g-randes oradores os hacen viajar por Grecia, y después de un viaje tan encantador, ¿cómo habéis de seguirnos de buen grado, el camino de la vida tiene mas al paraje donde os queremos conducir? más, ¡qué quereisl abrojos que flores; y esta noche tenemos que ir por entre zarzas espinosas. Antes nos per- una de- ïBÍtireis que os hágamos una pregunta: ¿Conocéis, ó recordáis pequeña, poesía Ensebio Blasco, que dice así: león Los buitres de las montañas El león con, ser Adora á propia sangre: Amorosos nidos hacen, su Y el chacal chacal Y los hombres con ser hombres con ser No vive sin sus chacales. Han hecho una easa grande, ios niños Defiende el tigre á sus hijos. Para almacenar á la eallel? La pantera es tierna madre. Arrojados conducir esta-, VK\Bs\ii&n-,k esa casa grande, donde se almacenan los niños, os queremos noche. cunas Entremos en la inclusa, recorramos sus salones, contemplémoslas pequeñas donde los hijos del misterio lloran tristemente. dia, visitando la inclusa dijimos como Emilio Girardin: «Los tor- Recordamos que un nos de los hospicios son la hipocresía del infanticidioy> y dolorosamente impresionados es- cribiraos las siguientes líneas: «¡Oh! La inclusa! la inclusa es el primer presidio de la humanidad! »¡Qué triste es cruzar por sus sombrías salas y contemplar tantos séres infortunados- encontraron una sonrisa al nacer, ni caerá una lágrima en su sepultura si rnue- que lio ren pequeñuelos!. .. El liombre la mujer se atraen el uno »;Qué leye.s! ¡qué anomalías las de este planeta! y cum- al otro; cumplen al quererse y al unirse la ley de la vida; y después si no están brota una nuevsvi plidas ciertas formalidades sociales, si de estas uniones clandestinas can ga;' generación, aquellos séres son como fruto podrido, como leprosos que contagian —( 4ü*2 aliento; y se separan de la sociedad, y se les deraeion niega el amor, la familia, el social; brazos del respeto laeonsi- y se entregan en Estado para que se el vayan muriendo á »¿Qué es niño sin el de poco amor si madre? poco! «¿Qué es el joven sin la tutela de su padi'e? »¿Qué es el hombre sin un apellido en la sociedad? ¡y todo esto le Y falta al los padres de ese triste espósito!..,, ser no reciben ningún castigo de la Se al se mata al asesino ley prende ladrón, pero para el que arroja sus hijos á la inclusa no digo hay en el có- vigente; y sin pena embafgo, la mujer y el hombre le á su el so hacen que cariño, dueños de aq lella niegan vida, hijo predisponen á aquel espíritu para que se incline al entregan al crimen dócil mal; le un instrumento. ¡Oh! ¡la tierra!. .. la tierra bien nido de viveras! dijo Jesús que-era un ¿Y es posible que durante tantos titudes siglos hayan creído las mul- que aqui comensuba y acababa la vida del hombre?... ¡Qué absurdo! Sin creer en un ayer, y en un mañana, contemplando las leyes de la tierra!.... seria cuestión de vol- verse el hombre loco. »No es estraño que hnya tantos ateos: hombre contemplada la vida en e.ste tan la pequeño circulo, el apare'ie peque.ño, que imaginación calenturienta niega esa Gran datan Causa, despreciables efectos. que »La Obligación del hombre es hacer el bien, e.s cumplir estrictamente con todos sus de- beres; y el hombre y la mujer que airojau un hijo á la inclusa, faltan al debermas do, porque la imágon de la sagra- providencia en la tierra son los de sienten por los padres familia, que suyos ese amor que no se parece á ninguno. »¡La mujer olvida al hombre! »¡E1 hombre olvida á la mujer! »¡Los hijos se alejan de los padres! pero el padre que sabe abandonan k querer y la maiíre que .sabe amar, nunca sus hijos ¡Siempre tienen para ellos iina sonrisa una bendición! »Dios tiene sus ministros y eu la tierra: y estos son los buenos padre.s de'familia.» Ellos constituyen la base social, y son sin duda alguna la piedra fundamental del pro- greso de los pueblos. El hombre no ha de ser grande en la calle, ha de ser grande en su'ca.sa, su la vida intima, y grandeza en reflejará en la vida pública, y no solo se engrandecerá á si sino que engrandecej'á la sociedad de propio, su tiempo. Los hombres, .suelen muchos parecer.se á las mujeres perezosas, que solo limpian lo que se vé, y van dejando los cuartos oscuros sin arreglar, del mi.smo modo la los hombres cuidan mayor parte de se de cubrir las apariencias, sin dejar de cometer desaciertos en las sombras del rai.sterio. Por lo general el hombre se casa después de las primeras locuras con su espos.a todas las juveniles, consideraciones guarda debidas, (esto si al parecer es hombre de bien); educa con cierto lujo á sus hijos, los pone en g'rande.s colegios; pero de vez en cuando los las ocasiones amigos, que se le proporcionan, las exigencias sociales, los las circunstancias favorables; el delirio compromisos imprevistos, de una pasión, todos esos prete.stos que el hombre busca para disfrazar sus vicios, se ponen en juego, y hay noches de orgía, momentos de desenfrenada los-ura, olvido de todos los deberes, y á esas verdaderas locuras, las llama el inundo cosas de los hombres, y esos grandes extravio.s, son, y han sido mirado.s con lamas profunda indiferencia, aunque ellos han dado á la tierra generaciones de mártires, ¿Más esto que importa si las víctimas ni se quejan, ni se vengan.? hombre es tan inofBn.sivo „ cuando ¡El es pequeñito! ¿Qué es un niño reciennacido? ¿Qué puede hacer? ¡Llorar! ¡nada ma.s que llorar! Esto es lo único que hace cuando le dejan en el torno de la solamente de inclusa, con su lian- to protesta la arbitrariedad que con él se comete; y como el hombre la mu- jer suelen y ser tan dlvidadizos, que olvidan lo que están viendo, con mucha mas razón ol - vidaráu lo que no ven; a.sí es, que lo.s pobres expósitos, párias de todos los ellos tiempos, para nunca llega la rehabilitación, ni aun los Redentores que han venido á este han redimirlos de planeta, podido su esclavitud. Mucho se habla de hi traía de negros, y actualmente de la trata de blancos, ¡ror la.s cé- lebres espediciones del marqués de Rays, pero no se habla de la trata de á hablar niños; venimos nosotros. y de eso ¡Ue esos séres desventurados! ¡De e.sas víctimas del libertinagel ¡De esos mártires de la prostitución! ¡De esos despojos palpitantes creados entre los vicios! ¿Quizá no tienen alma? ¿Quizá no son hombres como los demás? ¿Le da á los séres distinta naturaleza la ben.licion de un sacerdote, óla firma de un ma- fistrado, que los hijos de matrimonio son bien acogidos y respetados en la ast rdos sociedad, los se arrojan como fruto y podrido para que no dañen el árbol social? ¡Ah! sociedad hipócrita, no arrojes el fruto que crees dañado, que no es eso lo te quita la sávia* fjue es que tienes podridas las raice.s! Vienes cometiendo muchos homicidios, y es preciso que te se pida cuenta. Nos dirás que á-los niños expósitos le das un padre en el Estado, y una madre en la Garidad; pero con esto te pareces á los inquisidores que decían que no querían el derramamiento de san- ■ gre, y para no derramar ni una gota quemaban á los acusados de herejía de ese modo morían sin y perder una gota de sangre. ]Que horrible sarcasmo! ¡Que compasión tan cruel! — Tu, — sociedad 4o3 vida.... liipócrita, le tiendes los pero que vida... si brazos á los describió es muy bien Latorre preferible niños mi! veces la huérfanos, le en muerte. una La conservas la trofas existencia del por estar la íntimamente relacioinnaspiradísima poesía de la cual expósito das con el asunto copiaremos es- que tratairms, comiensaalgunas EL Todo á tu está EXPÓSITO. diciendo: Sin paso sombrío padres, sin y hogar, muerto; soio, perdido, Pedias cl Como sustento el entre ave No vé que gemidos errante Y en el una dcsierlo con llanto que al alma rama en que Como su al anuble perro y que parte: ron Pobre colgar nido. Te pide ladridos sér, Te arroja cuyo sino desdichado arrojaron el pan... por no de escucharte. esle X mundo en el purgar de tus torrente • • Siendo tú padres el solo, víctima iiecado, inocente. De tu Gozándocsuena, jamás viste á la orilla una Ni madre en Y al viste tu candor, mundo airado resbalar que de sí te arroja, Esa su lágrima por dulce mejilla Dile que hiciste del amor. ¿Por que teves qué con tu proscrito: Nunca presencia se sonroja? en su Te estre'.'li!) seno, amante ¿Guál es tu rebosaiulo y de cariñosa, culpa? ¿Cuál es tu ventura, Dile delito? Y que has visto nunca un beso, Impúdicas dulce Salisferhas, gozosas mujeres Selló en tu y labio afanosa. con febril Di y ternura. que abriga a en su "sendouhuias; Nunca abyectos séres un halag nunca yueéi una encumbra á Siempre regiones elevadas. Tú desdeneso, caricia, no sabes y desprecio que grande airado; ¿Quién es el es la delicia ¿Quién aquí ingrato y el De merece más mezquino? un beso en un susi)iro enibalsaiiuulo. ¿El que ciego, cudeasf precio tú, ¡¡rofundo? Y si sigue el destino, _ alguno te O dió el Fué labio inspirado clemente, que ampara maldades, como el en (¡iadosa compasión; Alza mundo? tu Ileso frió Y frente, arroja al pues, que hiela siempre abatida Y acibara nuestra frente hombre en su y marchita el Que mucho ha semblante de adusto: Es corazón. Y mucho ha de aprender en esta vida verdad, mucho tiene estudiar estudiar jos para ser qué?elandestino.s, que el justo. en esa hombre en la ¿Que ha generación que nace .«p¡urfirnircipalmente cuestión de los hecho? hi- vidado Es que, para desde la como á una-cosa, el dice esplicar lo Dumas cuna la tumba. que ha (hijo), en los ¿Y por- »Por mas se que hagais, sobre olvidado códigos de la tierra .se ha en los ol- anteriores á las y leyes todo, términos del que Código digáis, las de la siguientes: fuerte.s, y no tendréis y hasta de leyes la naturaleza moral; serán ellas serán siempre tre.s térmiuo.s: reposo ni en definitiva las mas la moral; la naturaleza, seguridad verdadera la sino cuando pero naturaleza moral y la ley. Dos do ellos hayais armonizado estos no está admitida están de ¡Oh! sí, en acuerdo, la si; ley es y la do los amores indispensable su que lo convenio, y es preciso que lo esté.» tas; de fáciles, de las esté; es pasiones necesario-pensar, de los las seducciones, de que tienen que lupanare.s, que entre los hombres las vivir en ventas que el misterio y Las por hambre, de son todas porque ilici- las gos oculares de mujeres fuera de la aquellos sanción relaciones legal; que existen amor, que piden desaciertos, aparecen en el miindodseé-rgersaciadamente, como testi- un Y esto nombre, y ambas no puede cosas le pequeñito.s que reclaman iguales á continuar la los demás, asi, nó; niega lo.s que ahora ni la expósitos morigerada sociedad. necesitan Mucho vivir, tienen derecho á ser se ha de escrito iglesia los beneficencia sobre este quiere se asunto, para continuas que á Dios. estén reclamacionesconsagren se hacen á ^ bien para que los niños cuidados en las las juntas la enfermedad, y la atendidos; acogidos casas de cuestión pero esto no Maternidad, y en los es mas un ralidad capital es otra, lo que paliativo; hospicios, con esto no se en cura sus caridad co.sturnbres, que se debe mas racionalismo pedir á los liombres es mas mo- para no darle Mantener vida á séres y menos sensualismo; mas mas ridad y educar sentimiento, á los infortunados. consiste expósitos es hacer ¿sabéis una qué? caridad á medias; Háganse en en no crearlos pero la verdadera ca- uniones de los innumerables legale-, cásese el hombre bre, es como avesin tropiezos para darle le ofrece sombra á que la la vida; la mujer y libertarla ta como y al fin nido, se pierde hoja que sin .seca á mujer el amparo del hom- banse á los Fórmense qne merced del viento, aquí cae, allá se levan- Recordampoesqueñitos familias honradas que .son la hermosa y laboriosas, y batiendo que Melchor generación del palmas recí- elocuentísimas Palau palabras termina porvenir. , su mos nosotros, Mejorar magnifica La mía mejorar la Inclusa prisión, poesía cárcel es hacer Modelo con estas es suprimirla, qne desaparezca. Esto mismo como deci- dieemuy oportunamente que no sea do encuentren Ensebio una madre Blasco, necesario ese almacén de los niños que los quetodos séres Nos decia ame, un un amigo nuestro y padre los que vengan áestemun- que proteja. cia:—Vengan á mi los hablando de las anomalías aquella acción niños, los en.señaba á los pequeñitos sociales, les tendia que cuando Cristo y de- su su mano hombres protectora, lo debían mano, y les acariciaba: con el abrirles en derrotero los que hacer con de brazos, todos sus hijos; tenderles su existencia, darles aliento con su amor, no acaricia. El y no entregarlos al servirles de Estado, que el Estado brújula de la ro, pan limosna es un y es tristemente alimenta cierto. Por pero no esto padre que Hay sociedades esto el nutre, Fernán pan que comen los aseguraba Caballé- para la abolición de la es esclavitud, expósitos muy se anatematiza amargo. la trata de los negros, —( 454 )— persigue con justa in lignacion á los negreros, y se deja en paz á los seres que aprove- se chandoTas sombras de la noche, (que siempre los criminaíes buscan las tinieblas,) con el sin arrostrar peligro alguno, un hombre, ó una mujer llegan al torno de la mayor sigilo, Inclusa y dejan en él, á un sér, que lo han asesinado moralmeute; y la trata de lo.s niños se lleva á cabo, sin que se escandalicen las conciencias. Hay mas aun: esta la sociedad tan pervertida, el egoísmo está arraigado tan profunda- mente en el corazón de) hombre, hay tanta escasez de verdad y de amor, la abnegación y el sacrifleio son tan poco conocidos, que naturalmente no pueden ser apreciados, y la hi- pocresia domina tan en absoluto sobre la mayoría de los terrenales, y hay tales anomalías y contrasentidos, que cuando una mujer olvida su deber, y llega á ser madre si esta mu- jer tiene sentimiento, si hay vida en su corazón, si en su mente germinan nobles ideas, si al ver á su hijo lo estrecha apasionadamente en sus brazos, si lo bautiza con sus lágrimas, si lo bendice con sus besos, si se decide á darle el alimento del cuerpo, y el pan del alma, si no le aparta de su lado, si trabaja para mantenerle, ¿sabéis lo que consigue? que las mujeres llaman honradas, las que se tienen por virtuosas, la señalen con el dedo, que se timoratas dicen: ¡Qué escándalo! por decoro siquiera debia haber ocultado su falta; las para recibir á los hijos del libertinage. Los hombres, que en estos casos eso está la inclusa, para mucho compasivos y mas tolerantes que las mujeres, la miran y murmuran: ¡Po- son mas bre mujer! aquella infeliz sigue cruzando la calle de la amargura, siendo su hijo la cruz y que la hace caer. La mujer que comete una falta por amor, estan profundamente desgraciada, sufre un martirio tan horrible, la generalidad no extrañamos que se separen de sus que hijos: no todas las mujeres tienen el valor suficiente para sufrir el sarcasmo social; entre morir de vergüenza ó de remordimiento, muchas prefieren lo segundo; no es estraño. un mal necesa- Tal como está constituida la sociedad, la inclusa se puede decir que es rio;y esta odiosa necesidad es la que es menester que desaparezca. El almacenage de los niños es el efecto nocivo de una causa perniciosa, y la causa es la ne se necesita destruir, que no es otra que el desenfreno de las pasiones, el olvido total e lo.s deberes, y el desconocimiento de Dios, porque la humanidad en su mayor parte es deicida. No tiene la menor idea de Dios, ni comprende la eterna vida del espíritu. Las Re- ligiones han creado dioses, santos, vírgenes, ángeles; pero ni remotamente han llegado á formarse una idea de lo que es Dios. Las e.sciielas racionalistas son las que se aproximan definición de dicen: ¡Dios es la vida! ¡la vida es Dios! en algo á la Dios, puesto que ¡irradia la naturaleza! A Dios se le siente, no se le esplica. Los racionalistas deistas están en la verdad. El hombre no viene á la tierra para satisfacer únicamente el brutal apetito de sus pa- siones, y decir como decia Luis Xlll: «Detrás de mi, que venga el diluvio.» El hombre ra- mi mora- clonal debe decir: «Yo trabajaré, yo lucharé por el engrandecim-ento de raza; yo con sus mundos lizaré la sociedad de mi tiempo, para que detrás de mí venga el progreso dándole vida á de hombre luz, y la el razón con su armonía social.» Y esto no lo consigue homicidios sin una generación degradada cometiendo por estar fuera de las leyes morales; No crea que nadie le manera. pida cuenta; el progreso se abre paso de muy distinta hijos divinizarlos para arrojarlos en el lodo, los crea para amarlos, para engrandecerlos, para por medio de la virtud y la ciencia. Lo hemos dicho antes y lo volvemos á repetir: se ha escrito mucho y muy bueno, y se ' sigue escribiendo sobre la Inclusa, sobre su administración, y sobre los pobrecitos niños; todo de la misma manera: el pero con esto no se consigue arrancar el mal de raiz; sigue la hostiliza, le nombre sigue mirando á la mujer pobre como pais conquistado, la seduce, sa- pone un precio infamante á su trabajo, la sitia por hambre; porque la infeliz obrera no be atender á las primeras nece- como vivir, agosta su vida trabajando y apenas consigue sidades de la existencia, Y si un dia vencida por algo superior á su voluntad, ó desespera- cuando se da por la miseria, esta mujer el hombre dice ¡que la mujer es débil! cae y caldo se aburre la abandona, y cuando entra en reflexion se casa con otra, y el caido, queda. Este mal ya es viejo, y hasta llegó á creer que seria incurable; pero nuevos aconte- se cimientos han venino á demostrar que todas las cosas tienen un término. Decia un escritor que las religiones eran cadáveres históricos que tardaban mucho en descomponerse, esto mismo se puede decir de los vicios sociales, son cuerpos que aun- y putrefactos tardan mucho tiempo en disgregar sus moléculas, pero al fin so disgre- que dia comienza la disgregación, y comenzada, irremediablemente llega llega á gan, un que su término. Dice Domas, (hijo) «Que para los verdaderos observadores, eso que se llama la Provi- dencia tiene procedimientos que deberían empezar á ser conocidos. Cuando una sociedad ^ vé ó quiere lo se lo no ver que debe hacer, esa Providencia indica, primero, por medio' no de pequeños accidentes sintomáticos y fácilmente remediables; persistiendo desuues la ig- norancia ó la renueva sus indicaciones por medio de fenómenos periódicos que se- ceguera, repiten cada vez con mas frecuencia y se acentúan de dia en dia hasta que llega alguna demostración tan claraque no dejala menor duda acerca déla catástrofe que encierra una voluntad de la mencionada providencia. Entonces es cuando la imprevisora sociedad se sor- . prende, se asusta,habjadelafatalidadydlaehlauimnjaunsitdicaiadd,eemlapseczoasraá áscyosmedpreecniddeeármcoumchparesncdoesra.»s.. Esto verdaderamente le hace fal ta en ese París que En Francia, cada dia mas, que va por su adelanto engraudeciéndo.se Victor Hugo considera como el cerebro de la humanidad; en esa ciudad inmensa que rea- sume el orbe, según dice el gran escritor, comien^an á tener un trégico desenlace algunos dramas sociales, que si continúan serán beneficiosos esos sucesos para los pobres espósi- tos, porque se concluirá con el tiempo la trata, de los niños. Nos referimos a los repetidos casos que ocurren en París y en otros puntos de varias mujeres que, seducidas, y después- abandonadas, han tomado la justicia por su mano matando é hiriendo gravemente al hombi'e que en mejores días les juró un amor eterno, y lo mas original es que la justicia las ha absuelto; el tribunal no las hajuzga lo culpables hasta el punto de merecer un castigo. El rewolver, y el vitriolo parecen los encargados de comenzar la disgregación de tas moléculas del cuerpo putrefacto de un vicio social; el medio es terrible, nosotros en igual caso, nunca lo hubiéramos empleado, pero hasta en cierto punto triste es decirlo, es —( 455 )— un medio quizá necesario. Esas mujeres desesperadas, que en París, y últimamente en Niza han apelado al último e.stremo vengando el abandono ó la muerte de sus hijos: esas mujeres son el instrumento de algo desconocido, son las vengadoras inconscientes de los niños expósitos, de esos po- bres pequeñitos que no encuentran ni una sonrisa al nacer, ni una lágrima al morir! El progreso se abre paso, y es incompatible con la verdadera civilización la trata de niños. Esas mujeres que matan para vengar la muerte ó el abandono de sus hijos, vienen ver- daderamente á demostrar al hombre que rebosa la copa do los vicios sociales, que de nada sirve el vapor y la electricidad y todos los inventos maravillosos de la ciencia, si en las sociedades no hay luoralilad. Muy útil es que los astrónomos pasen su vida estudiando el espacio descifrando los ge- roglíflcos que forman los astros en el infinito. Necesario es que intripidos navegantes bus- quen nuevos pasos á través de los mares y acorten las distancias para que todos los ha- hitantes de la tierra puedan unirse y entablar relaciones fraternales. Innegables son las ventajas de todos los adelantos humanos; pero esto no es bastante, nó; se necesita mucho más, es preciso pensar muy seriamente en esa generación que nace en las tinieblas, en esos niños que los ocultan como si fueran malhechores, que viven sin vivir, porque viven sin amor! Nadie tiene derecho á ser dichoso, creando séres desventurados, y los niños expósitos son los mas infelices de la tierra. Decia Alfonso Lamartine que no se creyera desgraciado aquel que hubiese recibido un beso de su madre. El noble poeta-decia una gran verdad, por eso los expósitos son tan dignos de compasión. Huérfanos desde la cuna; proscritos en su patria nadie los conoce. ¡Las aves tienen sus nidos! ¡Las fieras sus madrigueras! y algunos hijos del hombre, no encuentran un pecho amigo donde reclinar su sien, cuando llegan á la tierra! Es preciso como dice Dumas armonizar la naturaleza, la moral y la ley: estúdiese el modo de moralizar las costurabre.s, instrúyase-al hombre, hágasele comprender que su existencia no es nube que pesa, ni flor que se deshoja; su destino es mas grande puesto que su espíritu es inmortal y su progreso es indefinido. Dice un escritor que, «Los dioses del porvenir avanzan en su camino. La humanidad, como movida por el vértigo délos grandes acontecimientos, rinde culto, sin á veces darse cuenta de ello, á ese algo que todos sentimos hervir en la mente y agitarse en el corazón, á esa fuerza irre.sistible que no es otra cosa sinó el imán de lo futuro que nos arranca de las aceradas garras de lo pasado. Las nuevas costumbres sustituyen las costumbres, viejas y caducas. Cada generación tiene sus trajes; así también el espíritu de cada siglo tiene sus hábitos diferentes. Ya no es el clérigo salmodiando latines, quien es depositario de los gemidos públicos, ya no es un templo cerrado al sol el arca santa de lás ceremonias fúne- ores, el sacerdote de hoy es el pueblo, como el templo de nuestros dias es la grandiosa iglesia del universo.» Pues bien; si todo cambia, si todo se transforma, si hasta las viejas religiones, quinos parecían inamovibles descienden de sus altos pedestales, si los templos pequeños y som- bríos son la varita mágica del progreso se agrandan y se iluminan, y sus naves se en san- chan y sus cúpulas la forman las estrellas; .si todo se rejuvenece, si una vida nueva vigo- riza el espíritu del hombre. ¿No ha de llegar este renacimiento bástalos pobres niños de la Inclusa? Sí; es necesario que llegue, es preciso romper sus cadenas y darles un nombre y una familia. Nosotros al ocuparnos esta noche de tan trascendental asunto, lo hemos hecho con el noble fin de ver si alguien nos atiende, y voces mas elocuentes y mas autorizadas que la nuestra salen en defensa de esos proscritos que en su misma patria nadie los conoce. Dice Dumas, y dice muy bien: «Al cabo de algun tiempo que ciertas ideas nuevas han sido lanzadas al aire, discutidas, negadas, rechazadas por las costumbres y las leyes de los pueblos rutinarios, se condensan de pronto en una realidad palpable y visible, rèflexiva y diligente, adquieren una forma humana y se convierten en una entidad con la que es preciso contar. En una palabra; cuan- do una idea ha de vivir, se hace hombre. Esto es sencillamente el misterio de la encarna- cion. Si una idea no produce su hombre, es hueca; si deja de producirlo, está muerta. Las religioneq, las filosofías, las políticas, las ciencias, las libertades no se han desarrollado de otro modo.» Pues bien; nosotros deseamos que nuestra idea de suprimir la Inclusa, porque lamo- —( 456 )— ralidad de las costumbres la haga innecesaria, se convierta en una entidad que forme un hombre, y al decir un hombre, ya comprendereis que hablamos en sentido refl- riéndonos á íigurado que resuene una voz, cien voces, mil y millones de voces que hablen sobre lo mismo que nosotros. La voz de muchos, es lo que forma la individualidad del bueno progreso. Muy es ocuparse de la historia del pasado, pero creemos que también es conve- niente fijarse en la historia del presente. Acudan las los hombres verdadei-amente grandes pensadore.', has inteligencias, mujeres casi siempre sensibles, acudan repetimos á la biblioteca compasiva.s y de la Inclusa; generosas, y en aquellos volúmenes aquelles niños pequeñitos estudien el modo palpitantes, en de mejorar las condiciones el violeato sociale.s, de refre- nar empuje de las pasiones; acuérdense del mandamiento del que dice: ¡No matarás! quinto y el hombre Decálogo, que arroja un Señores! hijo á la Inclusa lo mata moralmente á muchos de vosotro.s, quizá os haya fastidiado nuestra visita á la inclusa; es un lugar muy triste, ciertamente; peí o escuchad; La humanidad tiene sentir compadecer; además que para haceos esta que sepa reflexion; Si entre los estamos hubiese que reunidos, algun hombre aquí que pensase abandonar á una pobre mujer, y esta viéndose sola desamparada llevase y su hijo ala '"nclusa, si este hombre fijase su atención en nuestras reflexiones, si su corazón se conmoviera, si en su mente .se agitasen encontradas se despertara sentimiento desconocido ideas, y un para él; si comenzase á sentir, y al fin so á si mismo; ¡Mi hijo no irá á la Inclusa! dijera ¿No daríais por bien el habéis empleado escuchado, si vuestra benevolencia tiempo que nos con y nuestras consideraciones filosóficas moi'a- les, hubiésemos salvado á un pobre niño dé ir al á primer presidio de este mundo? Creemos que sí; todos nos es grato hacer un bien. ¡Quién sabe! La voz humana encuentra eco en los despeñaderos, resuena en el fondo de los abismos; también debe resonar en el corazón del hombre; ¡abismo tan ningún geólogo de la tierra, ha profundo, podido medir que con exactitud^ su inmensa Dio.s, geólogo del infinito, el profundidad! Solo es que conoce las insondables profundidades del corazón del hombre. Es el único que lee sin equivocarse en ese libro eterno, en el cual Dios escribió el prefacio, pei-o que nunca escribirá el epílogo. Esto es lo que nos presta aliento en medio délas terribles luchas de la vida; la íntima convicción, la absoluta certidumbre que tenemos de la eterna vida del ¡Idólatras del espíritu. progreso indefinido! fervientes ado'-adores de la luz de la siempre de razón, soñando con una era justicia y de libertad, de fraternidad de amor! ahora viviendo y entre humanidad tan ¡Cuántosufrimos una egoista! tan viciada! tan indiferente! con un dividualismo tan mal yn- entendido, que la mayor parte de los hombres ni mente ni colectividad. ¡Que existencias progresan aislada- en tan improductivas! Pero como el es la vida, como al que mucho llama, al fin le trabajo responden; como al que pide, algo le conceden: por eso nosotros pedimos que cese la trota de niños, y para conseguirlo es necesario un cambio radical de costumbres. Los pesimistas nos dirán que esto es imposible. No, no es es la cuestión imposible; querer poder, es comenzar, y los escritores somos los encargados de el derrumba- miento de los vicios sociales principiar Denuncíese la inmoralidad íntima, el libertinage secreto, háblese alto, claro y muy claro. Estamos en el alto, comienzo muy de la ios regeneración social, ,'a es 1¡- bre, escritores puesto que racionalistas prensa son los sacerdotes del sus ofrendas al Dios del progreso deben presente, y consistir en un trabajo continuo; denunciando todos los abusos se co- metan á la sombra del misterio. que Nosotros somos muy pequeños, pero como apesar de nuestra pequeñez llevamos nuestramente en un destello de entendimiento, por esto decimos; ilustradas! ¡Hombres grandes, dejad de revolver mujeres por algun tiempo viejos pergaminos; mirad el los niños de la inclusa, presente, en en esa generación fijaos que se alimenta con con el reconcentrado y ódio y que sin duda alguna serán lágrimas, los nihilistas del sociedad todo lo ha porvenir. A esos séres la se negado; que es muy justo que les parezca que están digan íntima convicción; desposeídos y que con ¡La propiedad es un robo! "¡Hombres de inteligencia! ¡mujeres de corazón!, el siglo XIX el siglo de la luz tiene una sombra! ¿Sabéis cual es? ¿No la veis? La producen, la forman los niños de la inclu.sa. Con la evaporación de sus lágrimas se ha formado una densa bruma, solo se esa nie- bla con los rayos del sol y de la di.sipará ternura, con los efluvios de un inmenso amor! Pues bien; ¡Padres de familia! vosotros, los que sabéis cuanto se á los los sabemos el quiere niños, que compadecer y dolor, unámonos, la union á los constituye la fuerza; esos pobres niños; protejamos que tengan medios que los adopten, los que carezcamos de bienes de fortuna reclamemos para esos proscritos la vuelta á su pàtria, pidamos su rehabilita- cion. ¡El trabajo todo lo puede! ¡La voluntad todo lo vence! ¡El es un mito! bajemos todos! todos lo.s imposible ¡Tra- que seamo.s amantes del la progreso! Los que veamos en lontananza realidad del porvenir! la continuidad de la vida, en ese dia sin noche, llamado eternidad!! ¡Obreros del progreso! ¡trabajemos en bien de los pequeñitos, que son los hombres del porvenir! y sea la síntesis de nuestro credo; ¡Uno para todos, y todos para uno! Señoras y Señores; ¡Salud y fraternidad! san M AüTIN DK PUOVENSAI.S ; Imp. de Juan forrints y C.», Triunfo, 4 A fi o II. Dircelotia «lo Marzo de ISBI. Núm. 43. PUNTOS DE SOSCIUCION. En Lérida, Adniinjítrafion de El nuen Sentido, Mayor, 81,o- .Madrid; Almagro. 8.eñtr. drreclia -Alicanti". S. Kronc.ifci). 28. dui'O PRECIOS DE SÜ.SCRiCION l| f"" v .yin>uN.sTR^»c.oN, [jartelnna; im Irimcslrc ailclonlado. I pías. J Fonollar, 24 y 26 pilara de liarcclooa: un año, id. . d pte. i; q ULto ] q „ . JnravPS Nos hacemos esta(¡ Uilramar: ua ÍUü UwVoa pitrreagu:injetar,o j id. 8 ¿JULí ha porque hemos recibidnoiio,una carta pcíuaysa. lectura nos sorprendido profundamente; parle de su contenido lo copiaremos merecen ser conocidos ciertos dpspues, que hechos, pero antes necesitamos decir algo sobre la in- transigencia clerical. ¡Parece imposible! SUMARIO. . ¡todo adelanta! ¡todo avanza! ¡todo cuela progresa!.... menos la es- ultramontana, rAèmvoria-^deola bvenrdamderaacniviiliUzaciióiino; pa—ra e¿lla no transcurre el tiempo; se cree todavía en lüa época de Torquemada, primer En Cfué ?5deÍg:lo vivimos?. ..—Amor del hizo alma,—Meditación, España, que quemar dienz n iinejn, (poe inquisidor general mil (poesia.)— doscientas veinte confiscación de perssoninas); .y—entJoetrans sanaieiilos. bienes, condenó penas á noventa y siete mil y trescientas setenta y una. Aun se creen, si, en aquellos días de horrible memoria, sus tos lo manifiestan. porque procedimien- Algunos católicos, (que no todos han de ser fanáticos y del oscurantistas) progreso, dicen como dijo Montalembert: amigos «La iglesia solo tad pide libertad, la liAberV- ISO HUMANITARIO. de todo el rmmdo»;'pero esto lo dicen los menos, los mas esclaman: «Solo la iglesia debe ser libre. También el célebre Lacordaire decía: «Quien sirve á la tad, debe liber- quererla igual y eficazmente para todos, no solamente para su sino para el partido partido, opuesto; no solamente su lamente Los habpairtaantreeligion, sino para todas; no so- para su país, sino para el mundo entero. hombre Cualqsuiera que al reclamar de! escepptue un solo derechos, cualquiera que consienta en la esclavitud ueblo de de víctimas de hombre, blanco ó negmro,aasunquheosera rsioblamle de un solo Puigcercós, (provincia Lérida) la nte en un cabello de su este es un hombre cabeza, no sincero, no es digno de combatir catástrofe, reclaman por la sagrada causa del bu» poderosamente nuestra atención, en la Redacción mano. La conciencia ypúbalicadm género y rechianzairástsrieampcreióalnhomdbree quLe .4pidaLuunaziibdertaeíi l Porvenir se abre una suscricion socorrer infortunados. para á esos , También se reciben donativos en Gracia, del Cañón, 9, á la Plaza Sol, dándose principal, esquina cuenta oportunamente de cuanto se recaude', del modo será entregado á y nuestros vecinos que de I Puigcercós. ¿EN QUÉ SIGLO VIVIMOS?.... esclusiva ó tan solo indiferente para ios demás, una traición. Sí, católicos, enten- dedio bien: si queráis la libertad para vosotros, es 'menester quererla para todos los hombres y bajo tgdos los cielos. Si solo la pedís para vosotros no se os concederá jamás: daiyla allí donde seáis dueños, para qüe se os dé donde seáis esclavos.» l'ero estas enseñanzas verdaderamente sublimes, lian sido desatendidas; la mayo- ría de! clero contemporáneo especialmente en las localidades pequeñas, quieren los que se llaman vicarios de Cristo hacerse dueños de todas las conciencias, y provocan con sus actos ini|irudentes escenas violentas que pueden tener fatales resultados. 458 ¿Qué se debe predicar en la cátedra del Espíritu Santo? El amar ó Üios y al —( )— prójimo, el perdón y el olvido de las ofensas, la toleraneia, la humildad, la resigna- clon cristiana en todas las penalidades de la vida; y sobre todo la mansedumbre, la paz. ¿Qué dijo Jesús en el sermon de la montaña? n—Por tanto si trajeras tu presente al altar, y allí te acordares que tu hermano tiene algo contra ti. »l)eja allí tu presente delante del altar, y véte; vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven, y ofrece tu presente.» ¿Do qué valdrá el sacrificio c!-: !a misa, si el celebrante á la mitad de la cererno- iii.i comienza á lanzar sobre un hombre escandaloso anatema? ¿Qué impresión puede causar en los beles ese contrasentido?.... ¡El cristianismo es la vida! pero la escuda ultramontana lo ha convertido en la muerte; porque no quiere convencerse que sobre todas las religiones está la 8 VZOX que tiene la facultad de discurrir y de raciocinar; y la razón encontrará á Dios, á ese Dios que tanto esconden las religiones! Y le encontrarán no cabe duda. El hombre pensador tiene que ser deísta irre- misiblemente; y los hombres comienzan á pensar, y pensando se encuentra á Dios; no dentro de las iglesias pequeñas, sino en el gran templo de la Creación. Se le vé en la flor que abre y (terfuma el ambiente! en el ave que cante! en el manantial que fecundiza la tierra! en los soles que son la vida de los mundos! en todas partes se encuentra á Dios, menos en las imposiciones de las escuelas religiosas. Los formalismos dogmáticos han muerto y es completamente inútil quererlos reanimar. Vamos á referir un hecho que pone de manifiesto la verdad de lo que decimos. Dice Dumas (hijo) en Las mujeres que matan: «Siempre ha habido, pero en estos momentos mas que nunca, una muchedum- bre que no cree en la Biblia como libro divino. Esa muchedumbre tiene razón. La Biblia es, en algunos pasajes, un hermoso libro de concepción religiosa, de autori- dad sacerdotal, de teocracia política, pero que Dios no ha dictado, como no ha dic- lado los libros indios, los Vedas, de donde ha salido la Biblia, asi como toda la mi- logia griega. No obstante, habiendo vuelto Inglaterra con Enrique VIH, después dv Lutero, á la religion pura, ha tenido y declarado tener todavía dicho libro como la palabra misma de Dios. Pónese en manos de tódas las doncellas, y los nobles miembros del Parlamento, cuando entran por primera vez en la Cámara, hacen voto de lidelidad y de respeto á la reina y á las leyes sobre un ejemplar, probablemente 'muy antiguo, de este libro. Ultimamente M. Bradlangh nombrado miembro del Par- lamento, tuvo que prestar el juramento tradicional. Negóse á ello, no porque no quisiera ser fiel á la reina y someterse á las leyes, sino porque, no creyendo en la Biblia, como libro divino, se negaba justamente á prestar un juramento en el que deseaba que se tuviese fé, en un libro en que el mismo no la tenia. M. Bradlangh estaba dispuesto á prestar el juramento exigido, pero bajo su honor, del que estaba mas seguro que del Dios de Abraham y de Jacob. La conmoción fué extraordinaria. ]Un inglés enviado al Parlamento por sus electores, encargado, por consiguiente, de hacer respetar las leyes antiguas, mientras dictaba otras nuevas, desde el instante que entraba en la Cámara se negaba á someterse á la ley por medio de la que debía franquear sus puertas. Un inglés de la Inglaterra protestante rechazaba y negaba la autoridad de la Biblia. ¡Y el libro divino esperaba! Entre lodos los milagros que re- —( 4o9 )— Rere, ntfse hallaba ni uno solo para acallar la lengua de M. Bradlangh. »Ni el ángel con su espada de fuego, ni Moisés con su varilla de acero, ni Sanson con su quijada de jumento podian ejercer el nienor influjo sobre aquel descreído. Fué preciso apelar á los medios buma.ios, á la amenaza do la exclusion, hxciuir al- delegado de un numeroso grupo de eleclores, que no le delegaban sino porque pen- saban probablemente como él, era un caso grave; pero renegar déla Biblia era grave laiiibien, sobre todo en Inglaterra. Viene la votación, M. Bradlangh es excluí- do. Protesta, voluntad se le manda salir y se niega á obedecer: «Estoy aqui por la del pueblo y no saldré mas que á la fuerza.» ^¡Siempre Mirabeau! Sino que esta vez no es uno de los tres estados el que ha- bla de ese modo; es un hombre solo, enteramente solo, pero firme en sua conviccio- nes buen sentido ante una costumbre de otra edad, ante una y en su ley anticuada,, eb absoluta contradicción con el espíritu de los tiempos ..modernos. Pénese la mano sobre la espada del representante y se la hace salir del salon de sesiones. El libro triunfa. Pero tres dias después M. Bradlangh es reintegrado en su derecho y dá á su juramento la forma que preferia. ¡,Qué cosa tan sencilla! Habbise reconocido que tenia razón y que todo lo ocurrido no impedia que la BibJia fuese un libro divino, sobre lodo para los no se asmdara mas al que lo creen; pero se convino en- que ju- ramento político probablemente para que no se viese expuesto rruevamente á loS' mismos percances. El libro divino volvió á la biolioteca. Mister líradlangh volvió al Parlamento y el incidente se dió por terminado. La ley del juramento sobre la Bi- blia fué, [lUes, abolida después de siglos de existencia. El libre examen políticamente encarnado en M. Bradlangh, destruyó en tres dias una tradición secular. David con su honda volvió, á matar á Goliat. ¿Por qué razón? Porque lo que M. Bradlangh acababa de decir mucho- en alta voz, todo el que piensa, lo pensaba desde hacia' tiempo, y lo uecia en voz alta ó en voz. baja. A su interpelación súbita y resuelta,, la leyenda, la costumbre, la rutina, opusieron su acostumbrada resistencia., y des- pues desaparecieron entre las brumas donde habian nacido.» Pues del mismo modo que en el Parlamento de Inglaterra ha désaparecklo la vie- ja costumbre de jurar sobre la Biblia, porque un bombre leal se opuso á hacerse traición á si mismo; de igual manera desaparecerán las imposiciones de los sacerdo- tes, los cuales, no tendrán derecho alguno á inmiscuirse en la conciencia de cada in- dividuo. El templo, como dice el Padre Didon, no debe pertenecer a ningún partido poli- tico es de todo el mundo y cada cual puede arrodillarse en el libremente; y falta á toda consideración religiosa y social, el hombre qüe prevalido del ministerio que ejerce, sube á la cátedra del Espíritu santo, y desde ella excomulga á uno de sus oyentes, que en el mero hecho de estar en la iglesia, acata públicamente la religion, de! Estado. ¿Quién es aquí el escandaloso, el que cumple con e! culto- católico asistiendo á la misa del precepto, ó el ministro de Dios, que interrumpe su sagrada plática para llamar á un hombre, excomulgado, judío y hereje, porque es espiritista? ¿A qué dan lugar estas imprudencias y estos abusos, hablando en lugares que llaman donde permitida la defensa? Ahora lo veremos, porque co- sagrados, noes piaremos los párrafos mas interesantes de utva carta que hemos recibido, en la cual nos da cuenta un libre pensador de lo que le ha ocurrido,, siendo una de las muchas víctimas de la intolerancia religiosa. Nos dice como conoció el espiritismo, la alarma que produjo su instalación en Aranda de Duero y sigue diciendo: «Apercibidos fueron los se titulan representantes do Jesús, el 28 de que que noviembre último, en todas las iglesias de este pueblo, han disertado en el púlpilo contra el espiritista D. José María Varela y su familia, encontrándome yo á la sa- zon en el templo de las Monjas Bernardas para oir la misa, al predicar el sacerdote se dirigió á mi llamándome excomulgado, contestándole yo por lo bajo, que no era. así, puesto que el espiritismo era doctrina de Dios. —( 460 j— D Mi coniestacion dio lugar á que después rne hicieran na! eclesiástico, los comparecer ante el tribu- y señores sacerdotes me dijeron que si no me retractaba dicho de lo seria castigado con diez años de presidio. »Les oireci que haria retractación en la forma que ellos siendo padre do numerosa familia quisieran hacerlo, pues no quoria dejarlos en la miseria, mi deber era mi- rar por los mios, aunque mi corazón creyera lo contrario. «Tomadas varias declaraciones, pensé que todo en como así me lo quedaria prometieron; aquel estado, pero me entregaron al Tribunal ordinario de como este justicia y no ha visto en mí culpabilidad sino una falta leve, pasó la causa al municipal que me condenó á ocho dias juzgado de arresto menor y multa de 190 reales he cumplido. El Tribunal eclesiástico que tatnbien me formó su causa de por bacerme cristiano retractación, y me exige también lo que de la última notilicacion V. los demás hermanos copio, ra pa- que y conozcan mi célebre causa. «AÜTO.—Transcurrido con esceso el tér.'nino, dentro del cual las de este espediente pudieron haber j)artes interpuesto el recurso de ú otro del acto definitivo dictado apelación en el mismo cualquiera con fecha 31 de Enero último, declaran con- sentido y pabado en autoridad de por cosa juzgada, y en su virtud á referidas partes esta providencia, librándose notiliquese al efecto el cipreste de Aranda de correspondiente despacho al Sr. Ai- Duero para la notificación del condenado D. José Maria Va- lera, á quien se hará saber también en nota separada el importe total de las costas de este proceso, previa tasación de ellps hecha por el actuario con el fin de los consigne en este tribunal, que y en el oficio díl que refrenda si ó dentro de los por dias por tercera sona tres per- siguientes á el que fuere notificado. Lo mandó y firmó el Sr. D. Felix Tbergallartu, Pbro. Provisor y Vicario general Eclesiástico de esteobis- pado de Osma, por S. S. I. en la villa de Burgos á 1.° de Marzo de 1881 de yo el Notario Mayor interino que habililad.i doy le.—Licenciado Ante mi Andirosio Vicente. Ybergallartu.— »Nüla.—Las costas devengadas en este ascienden á expediente hasta su terminación total la qantidad de seiscientos once reales, los cuales ileberán dentro del término prefijado consignarse en el preinserto auto en esta notaria por D. José Maria Valera ú otra persona en su nombre.» Basta con lo copiado anteriormente, para ver todo el trastorno ha do la imprudencia de que produci- un sacerdote, dejando á un lado el Sr. Varela se ha visto insultado qu« por gente del pueblo, que en bien de escuela la-religion v ultramontana, para mayor de la acudieron gloria delante de la casa del Sr. Valera, diciendo a voz en grito: ¡Qué salga el espiritista! ¡Qué salga! dirigiendo además á su familia toda clase de insultos; respetable y gracias que el Sr. Valera no estaba en rnentos ha haber aquellos tno- en su casa, que estado, ¡sabe Dios lo que hubiese ocurridol la paciencia de Job porque no abunda en la tierra; asi es, bre El que no se le al hom- imposibles. puede pedir que por la mañanase vé objeto de la atención pío, mal mirado de pública, en un tem- todos, perseguido á su salida, y mas tarde misma apostrofado en su casa, si este hombre hubiese salido á la calle cuando la turba lanática le llamaba^ ignorante y ¡cuántas desgracias no podían haber ocurrido! ¿Y todo por qué? Porque un hombre atribuciones que se llama ministro de Dios, dándose que no tiene, se entromete en el averiguaciones no le pensamiento intimo de que conciernen, y un hombre lo saca á relucir en la cátedra del santo, cuando el individuo aludido espíritu está cumpliendo con el precepto católico, puesto que oye misa el dia que lo manda la iglesia. ¿En que pais estamos? ¿En qne siglo vivimos? ¿Hemos vuelto ventura a los tiempos de la por inquisición quizá en los cuales la humanidad no tiene derecho á pensar y las muchedumiires eran dóciles ovejas sin sin todo sin sentimiento, dignidad, iniciativa, y lo de esclavizadas peor por la mas horrible de las tiranías: la que convierte al hombre por ignorancia, en cosa, puesto que cree sin En el siglo xixel pensar? hombrees libre, puesto que la fé ciega no'tiene razón de ser. ¡Y parece mentira ya que en ciertas poblaciones haya tanto oscurantismo todavía! \ — 461 — Ct>tiipai]«ceinos siiiceranienlfi a! Sr. Valera y á lodos los libre vivir pensadores parajes donde que tengan que en aun no ha llegado el hálito viviticanle de nuestro ¡be nuestro siglo! siglo! racionalista y esencialista fuera por escelencia, que busca á Dios de los templos poique se asfixia dentro de ellos! ¡De nuestro siglo! ávido de luz y de verdad, (|ue la encuentra en la vida de ul- tratuii.ha, en ese es[iÍMtismo rechazado y anatematizado por la por el convencimiento iglesia, y la razón! aceptado y lógica de la ¡De nuestro siglo! en el cual se cumplen las bíblicas de lucha de transición! profrccias! Siglo que todo habla! que todo se mueve! que todo funciona! que todo ja! traba- que todo se trasforma! que todos los elementos sociales en ebullición lermenlan continua y producen el licor de la vida! En este siglo el hombre ha á conven,cerse el llegado irrecusables espíritu vive por más allá pruebas de la que tumba, pensando, sintiendo, dando ins- trucciones á las humanidades queriendo, y de la tierra. ¡La muerte no e,x¡ste! han dicho los sabios. ¡Los muertos hablan! las muchedumbres. ¡Nuestros cielos repiten se desploman! diCen los ultramontanos. tierno in- desaparece ¡Nuestro ante las escavacioncs del geólego! ¡I.a vida se desborda á torrentes enlodas las latitudes de la tierra! dio de ¡Y en medio de esta renovación este universal, en me- renacimiento apocalíptico aun se piritista ' procesa á un hombre porque es es- Nos dirán que este' hombre liabló donde no es hiera permitido hablar. Tampoco de- ser permitido que los sacerdotes sacaran á pública subasta los sentimientos in- limos de cada hombre. ¿Qué importaba que Varela fuese no daba escándalo espiritista si acataba la religion del Estado, si alguno, puesto que asistía á sus cultos? Desgraciados de aquellos que tengan que vivir en esas localidades donde no se respeta lo mas sagrado, lo mas inviolable, que es la conciencia del hombre. Mucha luz se ha difundido en el davia! presente siglo; pero ¡cuánta sombra hay lo- Las religiones luchan á la desesperada, libran su última batalla, defienden su terreno palmo á palmo; pero los árboles secos no ¡El Pasado pueden llorecer! se hunde! ¡el Porvenir se levanta! y el las dos edades. presente recibe los fluidos de Por eso nuestra es tan tiene muchas veces ciliarse época anormal, y que con- lo que es irreconciliable; por esto ocurren lances violentos como el he- mos referido. La que escuela ultramontana intransigente como todas las escuelas uno de ministros religiosas, sus no toNró la presencia de un espiritista dentro de la le apostrofó, y el aludido iglesia, defendió su doctrina, su racionalismo no le. con- cedia derecho porque ya á ningún hombre para violar el secreto de su conciencia; de siguieron y aquí procesos, multas, arrestos, escándalo. todo en ciertas localidades si ¿Y por el qué? hombre Porijue no va á la iglesia le llaman judio, le señalan con el si le dedo; va insultan y los vicarios de Cristo, y entonces es casi el remedio la enfermedad. peor Por que esto nunca nos cansaremos de decir uue se necesita instruir al pueblo, hacerle comprender que Dios está en todas partes, que es cristiano todo aquel que ama á Dios y sigue la ley de Jesús; del que las religiones ya no son las seño- ras mundo; que la verdad hizo á los homlires libres; que cada cual puede adorar á Dios á su manera; que no es necesario ir á la Iglesia para ser bueno. Esto, esto es preciso que se le haga conocer al pueblo, para (¡ue en los algunos lugares de la tierra no sean libre pensadores victimas dé la intolerancia teocrática, mártires de la intransigencia clerical; para que no ocurran lances violentos corno el acaecido últi- mámenle en Aranda de Duero, y no tengamos que decir como decimos hoy con amar- ga ironia: ¿I'll que pais estamos? ¿En que siglo vivimos? Amalia Domingo v Soler. Quisiéramos contar con la elocuencia de Cicerón ó la fecuniia inspiración de Sa- fo, para que nuestro artículo correspondiese al título que lleva: quisiéramos que nuestras Frases fuesen un conjunto ariiiónico, dulce y poético, que trasfonnáudose en bellísimas flores, saludarati el ambiente con su aroma: quisiéramos que parte de -( 462 )- ese fuego divino que encierra el alma, trasmitiéndose á nuestra pluma cual eléctrica, chispa nos hiciera estampar en el papel la fiel imágen d; osa esencia abstracta del amor del espíritu, soplo purísimo da Dirrs; lo pero en la imposibilidad de hacen- cual deseamos, habremos de ceilirnos a nuestro escaso conocimiento, sacando de él cuanta utilidad podamos. ¡.4mor del alma! ¿Quién es capaz de describirlo? Tan solo Dios, que es quién lo ha creado- ¿Quién podré sentirlo y comprenderlo? Existen tres clases de amor: divino, espiritu-al y miterial. !ül al primero padre universal pertenece de todo lo creado, esencia inlinita de cuanto irello y grande exis- le; el segundo, es patrimonio de espíritus perfectos, que habiendo llegado á un es- lado superior do elevación, el amor es su base, de él se uutreo, con él viven, amor diíunden y por doquiera; el tercero, pertenece á lo terreno, y el hombre, usan- do de su libre albadrin, unas veces le convierte en cien >, y otras le transforma en ese amorsemi-espiritual que tanto nos eleva; pues, aunque no llega el to de complemen- su pureza, tampoco le queda de material sino esa parte natural é indis- pensable en la tierra. Asi es, que ese amor que llamamos puro en nuestro plane- ta, y del cual no podemos pasar en atención á nuestro estado material, no es sino una chispa del amor espiritual, que, adhiriéndose á la materia, nos purifica algun tanto. Amor iKd alma, es ese no sé qué inesplicable que sentimos en nuestro sér, especie de fluido magnético que separándonos de las pasiones vulgares, nos coiidu- ce á un amor grande, sublime, é indefinido, del cual el espíritu libre se sirve á su placer; pero que una vez encerrad,) en la estrecha cárcel de su pode- mos decir organismo, en sentido figurado, que es fuego entre cenizas: y si bien no deja dear- der, jamás se convierte en llama, siendo por consiguiente su calor, ténue como ef alentar de un niño, en comparación del que el espíritu pudiera difundir por si solo- Hemos leido que el espíritu es foco de luz vivísima, y esta luz reflejo del amor. Y nosotros añadiremos que, el amor, es el espejo que Dios muestra incesanlemente á la humanidad, para que ésta se mire en él; es la armonía celeste; es la esencia de la vida; es la sonrisa del hiterno que adormece en dulce calma, que extasía, que arrebataba, y' trasportando al espíritu á etéreas regiones, le hace entrever por un momento una dicha ilimitada. ¡Oh, sí! el amor regenera ai hombre en alto grado, y sin esa simpatía de los es- piritas, sin ese cariño intimo, no podríamos vivir en la tierra: sin embargo, hay sé- TPS que aman tanto y tanto que, á pesar de recibir mil desprecios del objeto amado, parece que su cariño crece más y más á cada momento. Hace algun tiempo conocí á una la simpática joven, la cual mas bien se á asemejaba estatua del dolor, que á un sér viviente: sus ojos negros como la noche, cían exhalar pare- un gemido; y la sonrisa que se dibujaba en sus lábios, estaba velada por esa profunda tristeza de! alma que sin querer asoma al rostro: su trato, dulce y cariñoso, me hizo intimar con ella, y un dia, pascando por el jardín de su casa y ha- blando do las luchas de la vida, aproveché la ocasión de poderla preguntar la causa de su abatimiento. Laura, que era una sensitiva, al oir mi pregunta, me miró tristemente; y ver- tiendo dos lágrimas, que fueron á esconderse en su albo seno, quizá temerosas de que la brisa Ies robara su perfume,exclamó: «¡.Ay amiga mia! Para contárosla cau- S.I (le mi sufrimiento con todos sus detalles, era preciso también que pusiera de ma- i)ásleos niíieslo el cinismo de un sér que, api^sar de todo, le amo con toda el alma; sai)er que he amado cuanto se puede amar en la tierra; que cuanto más grande ha ha sido el desprecio he recibido; y si escucharais la tris- sillo mi amor, mayor que te historia de mi vida, cierlernente que odiariais al que tanto me ha hecho padecer: más como yo no quiero que nadie le aborrezca, me callo y le amo en silencio.» quedé de aquel amor tan grande, tan sublime y tan heróicó! ¡Admirada ¡Callar no mé- las fallas de quien le hacia sufrir, para que nadie le aborreciera! ¡Oh! pude -( 463 )- nos que admirar á aquella alma tan buena, y verter una lágrima ante tanta nobleza; planeta de expiación, donde la perfección está muy léjosde nosotros, ra- porque en un llevé en mi ra vez se encuentra un sér tan digno! Ai separarme de ella, gravado corazón el recuerdo de aquella mujer admirable. su Mas larde, era supe por su niistna familia que Laura casada, y que esposo, do haberla demostrado un amor que no sentia, se unió á ella tan sólo después por gozar de los inmensos bienes que poseía. Tres (lias después de celebrado el matrimonio, el esposo de Laura emprendió un largo viaje que (iuró tres años; en todo este tiempo, aquella tierna sensitiva, que le Labia escrito casi diariamente vertiendo un raudal de sentimiento en sus cartas, solo obtuvo dos contestaciones secas, concisas, que la hicieron más tan desgraciada que el silencio guardado basta entónces. á Laura, sin recordarle su desvio, le recibió Cuando Antonio regresó su casa, amante y cariñosa; pero él menospreciando aquel amor tan puro, le correspondía con envuelta en amor sin limi- la mayor indiferencia; y hé ahí el porque Laura, aquel el ardoroso sol del Eslío. Al saber aquella triste historia les, se iba agostando bajo comprendí qne el amor de mi amiga, era la verdadera y pura esencia de su alma; sus vir- y si hasta entónces la habia admirado como mujer, después la respeté por ludes y por la elevación de su espíritu angelical; pues sólo los ángeles son dignos de admiración. humanidad participase de ese amor, flores de virtud sembraríamos Si toda la en nuestro viaje terrestre, y las zarzas del egoísmo no ensangrentarían jamás nues- en tros pasos; más de nuestras como quiera que el orgullo es la clave pasiones, acción mediana, nos parece que hemos obrado con suma per- cuanto hacemos una ya feccion; siendo asi que, de este modo, nuestro progreso no avanza, ni nos ponemos en condiciones de del amor. poseer el imponderable tesoro una inmensa distancia. Unos quieren, y otros aman; más de lo uno á lo otro hay se Se quiere la mayoría de las veces, por fuerza ó por deber; y ama, espontá- mente y sin ningún interés; pues el cariño, es fuego fátuo que no pasa de la tierra ni el amor del alma, es un destello de Dios, y su fulgor, ni deslumhra quema; pero el incienso de hálito divino que de Dios parte, y bácia Dios se eleva en perfumado las buenas obras. CÁNDIDA SANZ. Gracia. Entre ios muchos seres que habiten en el mundo, De especie tan extraña ningún naturalista la definir, La mayor parle vive la vida sensual, Su raza y procedencia pudo no Les es desconocido ese placer profundo Escuchan y oyen, y son ante su vista Que goza en su delirio el sér inmaterial. Iguales el pasado, presente y porvenir. la Su vida se reduce á hacer lo que otros hacen, Tristísima influencia ejerce ignorancia,^ en , Pues ellos no conocen la propia inspiración, Fatales desaciertos sn huella deja pos, ni saben qué nacen, ¿Por qué misterio extraño tomó preponderancia Ni saben por qué mueren, por sobre la lev de Dios? Y viven convencidos sin darse una razón. Sobre lo qne hay perfecto, -( 464 ¿Por qué los siglos posan y el fanoli.-mo vive? No ¿Por del reclusión estéril ni que Evangelio el infecundo no iriádio clara luz? llanlo; Y el hombre, Sino la union lienibla bendita del ¿porqué hombre y lainquietud concibe? y la mujer. Poique aun no ha comprendido la historia de la Cruz. íi la moral cristiana nunca Ni exigió cilicios V bárbaros aceptan, ni ¡pobres locosl azotes, mentira tras mentira Si ayuno y solo soledad; Y absurdo sobre al absurdo ciega pide hombre, ,se aleje de los con viciós Y convicción; Y sea un creen de que del Eterno se calmará la ira tipo perfecto amor y de humildad, Con un martirio lento, ¡Quénécia aberración! ¿De qué sirve que al cuerpo lo cubra la Si estameña, Yduermensobreel suelo, guarda el un mundo y aun ásus pensamiento deambicion? El don de niegan lá|)ios De la palabra, de ¡oh la cuánta monjes, y frailes, historia nos enseña . Creyendo ceguedadl Dios Que. límites no tuvo su que un justo perdona gran dominación. sus A aquel que se convierte agravios, en torpe nulidad. ¿Qué dijo S. Ignacio cuando este mundo? Si Os dejó Dios no quiere al el hombre lego Si Éldijo à parásito la Universo, en tierra. seguid, y adelantad. los mortales: [Político gigante, MDLTiPHoAOS, cuyo saber cascED.... Esclavizó profundo Si en el celibatismo, á su la hipocresia encierra, antojo la humana sociedad! se Porque nuestra nicteria nos dice: obedeced? Loque instiluyeel hombre, el tiempo lo su Hace muchos años Porque falsa base le desquicia á ya qne con profunda obliga En cambio sucumbir; Miré á una hermosa pena. vive joven la que el claustro siempre celestial A familia humilde prefirió Para ella justicia-. no una cariñosa hay presente, ni ni que y La senda de vida buena, ayer, porvenir. su de flores alfombró. Asi pobres mortales, dejbd el loco De empeño Su votos padre (que anciano) y cilicio era con voz Decia mirando al cielo desgarradora promesas, y Del soledad; indecible torpe fanatismo con afan: dejad el triste sueño, Y" las «Señor, divinas eres injusto-, ¿en mi postrera hora leyes humildes practicad. Qué manos compasivas mis ojos cerrarán?» Cumplamos lo que dicen los santos mandamientos; Amemos al Aquel dolor inmenso, Eterno con todoe! aquel profundo duelo corazón. Sin Dudar hizo ídolos, ni me altares, ni vanos un instante del Rey de la creación: monumenlos. Sino con ¡Imbéciles fé mortales; profunda basada rasgad el en la razón. negro velo Que puso en vuestra mente fatal ' superstición!I Y' si á nosotros llega la queja dolorida De Dios quiere de familia el lazo alguno que sucumba al de su cruz sacrosanto. peso Dos almas Debemos comprendan conducirle al que deber puerto de esa que amarse es un Que inunda el vida; Evangelio de inextinguible luz. Amalia Domingo y Soler, UNA Q UEJA. El campo de la vida mislerioso De la de Crucé los lleno de sombras paz muertos ambicioso y terror, Buscando Romper los lazos del siempre la verdad quise ansioso dolor, Y fué mi suerte Y hallando tan tan dura por doquier solo el fatal, error, Que ni la paz hallé en la CEspronceda.) sepultura. Medium, Dolores Muñoz. PENSAMIENTOS. Siempre que se trata de lucha. progresos y de La civilización liberlad, necesariamente se va á parar á una es una página, otro la que por un lado se escribe con la con espada.—Esquirós. pluma, y por el El que pone obstáculos á la corriente de un el rio, obtiene barreras por resultado la que pone al porvenir, ocasiona la inundación; Si revolución,—Víctor acaso doblares la vara de la Hugo. justicia, no sea con el de la misericordia.— peso de la dádiva,, sino con Cervanles. el La prensa, es la tribuna engrande la escala; la palabra es el vehículo y inteligencia, de la es la señora del mundo inteligencia material.—Benjamin Costand. SAN MARTIN DE PROVENSALS: Imp. de Juan ~ Torrents " 0 ' iriunio, A, B ircelona 7 de Abril de 1S81., M\\m. 46. Ano II. Jj SEMANARIO ESPIRITISTA. Y ^DMIN ISTI^ACIOK ! DE SOSCKICION. PUECIOS DE SUSCIUCION f,A JÍEDACCION PONTOS Fonollar, 24 y 26 Kn Lérida, Admiuiftra •ion 'da B.ircc!flii3: un Irimoslre adelanlado. i pUs. El lUien Sentido, Mayor, 81, 2.o- ' feradelbrceiona: «naso id . g p^ublíCaw liowSw JueV Madrid: Almagro, S.cntr. di reclia j v Illlraniar: id. 8 ! -Alicante: S. 28, du)» titranjero j ui] ano, pías. Eranciscn, SUMARIO. IJi.scurso loido la Srta. D.' Cándida Sanz y Crcsini en el Fomento Graciense.—Pen- por sa miemos. DISCURSO LEIDO POR LA Srta. D."" Cándida Sanz y Cresini EN EL FOMENTO GRACIENSE. añoras y Sísñukes: Así como la humilde golondrina jamás puede remontar su vuelo cual el Aguila real,V en estos momen- así yo tampoco deberla ocupar esta noche el dignísimo lugar que ocupo de ambos sexos que han dirigido la pa- tos; porque, después de los distinguidos oradores ' l:ibra en diferentes sentidos al respetable é ilustrado auditorio que me escuclia, no es po- sible yo, careciendo de esas facultades, bellísimas y necesarias, para expresarse como que debido, pueda llenar ni remotamente vuestro deseo; pero á p8.sar de esto, y contando es vuestra benevolencia, no dudo me dispensareis el mil rato que podáis pasar eseu- con citando estas mal combinadas líneas, hijas del fuego abrasador de esas ideas que, dealguii tiempo acá y sin saber cómo, alimentan multitud de inteligencias. La insuficiencia de. mis facultades intelectuales y los escasos conocimientos literarios que poseo, n> son capaces de desenvolver en toda su extension y brillantez mi atrevido tratar de la Mujer, delicadísimo asunto por cierto para y del cual me pensamiento; pues la ujtropongo hablar esta noche, seria necesario poseer inspiración de Safo, ia elocuencia de filosofía de Sócrates. Así, y aunque siento vivamente molestar vues- Cicerón y la pnes, tra atención, no extrañéis que de mi pobre inteligencia, en vez de brotar preciosas flores, broten infinidad de espinas qlie, diseminadas por el eco le mi voz, lleguen á vuestro.? oidos produciéndoos un continuo malestar; lo tanto, sólo me- concretaré á hacer brevísimas por reflexiones sobre el influjo moral de la mujer en la marcha de la civilización, su falta de instrucción y las fatales consecuencias que reporta el fanatismo, causa principal del de- la libertad sequilibrio social, mengua del siglo XIX, en donde, y su cultura, no pne.ien y liermanar las ráncias costumbres de otros tiempos ni coíi las cadenas de la supers- con ticion. De todo cuanto grande encierra el saber humano, se desprende cual misterioso aroma, nunca cesa ora escu- la idea; motor de ésta es el pensamiento, máquina veloz que y que, driñando la tierra, ora atreviéndose á registrar el infinito, se mueve en todas direcciones todas las ideas, desde la mas imperfecta hasta la más grande, ya sea dándolas vida y agita y desarrollo, ya sea sepultándolas en el abismo de la conciencia. con la sola Sabido es que el pensamiento, gira de continuo en todas las inteligencias, diferencia qué,.según los años o la educación que se recibe, es más grande ó más pequeño lo el pensamiento, má.s lata ó mas concisa la idea; pues no puede pensar mismo el adulto el hombre, ni el ignorante que el sábio; y en iguales circunstancias se encuentra hi que mujer, por mas que los enemigos del adelanto moderno se obstinen en decir, que la mo- -( M6 )— jer no puede llegar nunca á la inteligencia del hombre; bemos positivamente ¡absurdo délos alísnrdosl Pues sa- que, en todas épocas y edades, han existido de que se han puesto á l,a altura de los sabios mujeres talento de .sus' gran mente las hasta leyes del listado. tiempos, y han Esto la dirigido hábil- prueba que, mujer, tiene tanta como el hombre. predisposición al saber Comprendemos muy bien que su misión en no es ciencia.-i, las se artes ni las letras: general, para á las primero, porque^no que todas dedique tienen ello; segundo la td suflcíente para y porque dc.stino de la mujer más penetración es de la con.solar amarguras vida, para eridu'zar las que no para andar entre los y libros nníili/ai* un hquido, o Ínvontíu* tnl óc y el tnl papeles, manejar pince:, cosa; sarroilar pero de esto a la no sií inteligencia to.ios los que de- en ramos del mujer saber pueda humano diferencia notable. tanto como el lina Así, pues, lejos de considerar á ¡a hombre, hav rior al hombre, la mujer, creemos á sii misma infe- altura; si intelectnalmente, y nos en raímente le su supera en alto fijamos grado; parte moral, pues no hay mas gene- que recorrer la lodos los países, y veremos la estadística criminal de que proporción de los delincuentes una mujer porcada siete hombres; es, término siendo por además, medio, en todos los actos riñosa y resignlida. de su vida, más ca-, I,a mujer, es una de las figuras mas inóvii importantes de la seriedad, y su mas poderoso en la marchado la civilización. moralidad, el La á Tnedida misma Historíanos <|ue. que la mujer se ha ido demuestra acrecentando la cultura instruyendo y desarrollando su de los ha pueblos; moralidad, ido la pero en en á la anegue instrucción, aquellos siempre el puntos se la dogal de que la fanatismo imperará, ignorancia mujer toda sujetará á las con su fuerza. inteligencias y el .'-d nos remontamos á los tlemi)o.s del célebre Ncrarod dnndc más que dominó tarde los vastos se levantaron las soberbia.s territorios líabilonia, Níaive otras líes, veremos á la sin cihdades mujer, instniccion y de brutales ninguna instínto.s clase, casi importan- convertida en nná por sus sólo sirviendo de idiota y vil En entretenimiento al aquella hombre época, no, bastalni á lo,s nrás cerraban en los poderosos poseer varias harems sinó gran número de hermo.sas mujeres, en- jiaturalizados tenían jóvene.s, que custodiadas la infame por liombres que misión des- de entresacar de mano las fl u-es más de preciosas, para satisfacer aquella especie el jardín bu- criminal •esta bárbara conducta, destru;,ó capriclio de .sus señores. se entóuce.s Con por la mas florida robó el más iuventud del amor su se pura esencia y se esclavizó á Asia, le la instrucción mujer, á las'más Sin ni moralidad, la mujer, bajas pasiones. no conocía ni ol sublime ;jos crecían amor de ignorantes viciosos, madre; los hi- y y, con ellos, se f irmaba iina sociedad -donde abrog'áudose el hombre cuantos dereciios le hicierou decrépita y cruel, conceder á la surgir su desmedida mo supo muj¿r otro valor sinó los encantos de ambición, la superficial é belleza ignorante, fí.sioa: la engalanó liizo vana' su cierpo y empobreció su los del la alma, atrofió su • con vapores viejo, y destituyó del cual gérmen de misteriosa moralidad inteligencia á de su corazón flor; flor de que empezaba brotar precursora virginal belleza, fel-cidad, que le brindaba al hombre con sn con su aroma celestial, con la armonía reza de su sentimiento de sus con la y con el ina[)recial)le tesoro encanto.s, de virtudes pu- encierra raímente educada, sin el cual nue,stro que la mo- sexo, pierde su verdadero mujer, Más tarde el pueblo valor. hebreo, en sumisión nidad dándola el dulce título de polítieo-religio.sa, elevó á la en su esposa: ol lazo de la mujer dig- ■vínculosmás sagiados: Rebecaé familia, sostenia en este lsáac, los de 1 con.stituyeron el pueblo ideal del do esto cansa que a mujer diera el primer i rimer matrimonio; sien- paso en la marcha de la Varias íuerori las mujeres célebres del civilización. pueblo hebreo, siendo ellas las - collaren en el mundo por su naciente cu'tura, dando primeias á quedes la tumbres Fig'uran entre ellas, paso de Débora, las eos- sacerdotisa morigeración cántico y administradora de del notable en que ceiebra'ia la muerte de 8ísara justicia, y raitora da de la inteligencia de la por obra mujer: Esther, Jahel; primera emana- por sus sentimientos los israelitas: Raquel, generosos para con sus ■manos y como tipo de her- amor .siguiendo el conyugal. Más curso de la Historia, del Tibet hastael detengámonos por un momento en las altas 'dilleras cor- mar Amarillo, donde se halla el autómata, vasto imperio de la casi puesto Onina. Este pueblo que se mueve á de las sus hoy que ayer: tiene mismas impubsos es lo virtudes, los gobernantes, mismo mismos vicios y la misma en diferencia, que lo.s^patriarpas de que nos habla el cultura, corta confianza Antiguo Testamento. la de niño Todo á la el somete con un voluntad se del Gefe pueblo ddl Estado, sin que jamás se les ocurra el pensar, si este obra con más ó ménos cordura. LhS mujeres, siempre son esclavas, y las leyes se cuidan muy poco de su con- dicion. Lo .s matrimonios, se estipulan por los padres mejorar sin la intervención de los tes, que no se conocen ni aún de vista. Al presentar la de.sposada al contrayen- que vá á ser su ma- rido, se concede á este el derecho de aceptarla ó inclinar la rechazarla, sin á la otro recurso, que cabeza le ante la que voluntad mujer del hombre: quede cierto, que no es posible La'mujer, la acepteja mujer instruida! ¡terrible esclavitud por debe ser compañera del hombre y no su la dulzura e.sclava; pues siendo su amarle com ya, podrá con de un ángel, miéntras paño- siendo su ñera domesticada, que esclava, sólo se sin ase- jmejaria á una inteligencia, sin amor y sin sentimiento; porque, la —( 467 )— tirania, en todos conceptos es mala y no puede admitirse ni aún para enseñarnos á prac- tiear la virtud. Por esto la China es un pueblo niño, siu desarrollo intelectual ni progreso moral, con respecto á la mujer, puesto que ésta esfá subyugada por .el hombre ha.sta eï, extremo de no dejarla salir á la calle, salvo algunas escepciones Pero dejemos á la inleliz China con su horrible esclavitud, para trasladarnos á las Ha-- miras occidentales del Asia,, doinie al abrigo de las más altas montañas del globo y entre ■ fértiles colinas acariciadas por las brisas del Océano, se extiende el gran imperio deia In- dia. Busquemos á la mujer, y en ella veremos á la semidiosa del hombre;, pues es tal el ' respeto que éste la tributa, que casi raya en adoración: en todos los estados y en todo tiempo, generalmente la mujer, ha sido y es respetada, porque las le\es de Manú la pro- tegen en alto grado, tanto, que señalan como base de la prosperidad .iornéstic», el etimpli- miento de las recíprocas obligaciones. Nunca los indios han llamado á la esposa por .su nombre sinó con el respetuosa título (le «señora» ó con el cariñoso de «buena hermana;» piu e á pe.sar (íe este culto que el hoin- bre rinde á la mujer, la ignorancia y la .sirpersticron, niaitejadas hábilmente por el fanatis- mo, forman el corazón «le sus habitantes; y la mujer, puede decirse que es una efigie ado- r rada con más ó ménos fé- por el hombre; con alguna penetración, pero sin ninguna ins- truccíon; y si allí se respeta à la mujer, no es porque se comprenda su verdadero valor* sinó por riitinnri.smo; porque así lo aprendieron de sus mayores, y así lo enseñan hoy á ■ sus hijos: sin embargo, si á ese respeto tan grande, hubiera más instrucción y ménos su- persticioii,. algo más valdria la mujer india y, á impulsos de .su*moralidad y su cultura, tremolarla ei. su- imperia el estandarte de la eivü'izacion en vez de ondear,, coma boy su • cede, el negro pitbellon del fanatismo. Así fué-como la Indiay bajo el peso de-su ignorancia, propagó sus ritos y costumbres fc. lios egipcios, fènicios, persas, cahleo.s, etc. La mujer allí, vino á ser uii artículo de comer- cío, tr jcándose por el serrallo, el lazo del matrimouio. Como era natural, estos pueblos caminaban á una muerte segura, porque désprovista bi mujer (i -ese-p-iro sentimiento que tanto la eleva-, no podia iticnlcar en sus hijos nada- moral cL que bíS desvíase del vicio; y empiijtidios por el oleage de las pasioBes, perdieron amor á la fíirailia, poniendo fin á sus dias al diseminarse ésta cual h-ojas-que esparce el- viento. El de la edad antigua, voló ante el desórden y el'error, sirvienda-s(>lo de su- progreso díuio al vasto sepulcro de ruinas que figuran hoy, como un recuerdo de lo que fué. Pasaremos rá|n(lamente por la Grecia, donde ía poesía y el sentimiento -engendraron la- primera nación de Europa.. Los primeros cimientos de este imperio, lo.-< eciraron millares-de sacerdotizas que, pro- testando de las preocupaciones de su juiísque las condenaba á una-vida estéril, vinieron á orillas del Termodonte á constituir la república de la belleza fundando-laiCÍudad de las- Amazonas ^ A. su feliz idea, se asociaron los más hermosos jóvenes de la Arcadia, Argólide, Etru- p.ia. Atica y otros países circiinveeinos Los pelargos, helenos y eolios procedentes de pal- ses eultüs, vinieron sneesivamente á ocupar la Grecia, siendo sus primeros tiempos la au- rot a de la civilización. T A impulsos de la mujer, fioreeró aquel pueblo virgen;.pero mas tarde-, víétimn d'e ías- bárbaras leyes de.Licu'-go hacia ella, sucumbió á la miseria y á la superstición; más la bella Atenas, célebre por sus batallas, recordando cual mágico ensueño á lamujer, gérmen de sus glorias y lira (lesiis cánticos, quiso engrandecerla por medio de la cultura, haden- do como por encanto, la virtud en el bogar domé.stico, y dejando á las intelí-- reaparecer, gencias de ambos sexos volar libremente por el vasto campo de la cieiieia en pos de las ideas: entre las que brillaron por sus facultades intelectuales,.citaremos á Lasterna - y Aristea, (liscípulas de Platón, de las que deeia este gran sabio,.que no empezaba á expli- ear sus lecciones en, la cátedra, mié-utras no acudieran las referidas discípiilas, porque ellas, eran el entendimiento que le habla de entender y la memoria que conservara sus sentencias-. Safó, que en sus brillantes concepciones produjo modelos de ardiente y apaslo- nada poesía: Aspasia, que daba lecciones de elocuencia y filosofía, maestra de Sócrates y laque formó el cmrazon del gran Perícies: Arhata, bija de Arístipo, que explicó en las academias de .Atenas, filosofía moral y natural, siendo discípulos suyos, afamados filósofos: ïheoJea, hermana de Pítágoras, de entendimiento tan claro y tan ilustrada en ciermias, que la opinion general decia, que no ella de Pitágoras sinó Pitágíjras de ella, aprendió la -v filosofíai.y últimamente Nioostrata, excelente oradora y gran poetisa que, segu-n el juicio \. de algunos griego.', llegó á superar á Homero; ¡Gloria á Grecia, cu.-ia de las ciencias y las artes, y donde la mujer se abrió pa.so á través de la ignorancia-, para iluiininar más tarde abmundo con los layos-de la ilustración! Sin ocuparnos de Roma en su época de libertinage, con su barbáiie y su despotismo,-, sus bacanales sa'vo y sus orgías, donde la degradación de las mujeres, algunas escepcio- nes, llegó á lo inverosímil, trasladémonos por un in.stante á la Edad Media, al estenderse- por el orbe la sublime enseñanza de Cristo. Brilló en lontananza el astro purísimo de la* cristiandad; se dulcificaron las leyes, se modificaron las cost-imbre.s, la mujer se moralizpu- alçnn tanto, amó más á .sns hijos, empezó á practicar el bien y, á coiisecüencia de esto, los pueblos empezaron á d 'spojarse de su primitiva barbarie. Al influjo moral de la mnjíir, se debe el respeto que los caballeros de aquedla época la prodigaron; por entonces, se jai-aba á la esposa una fidelidad eterna, rindiéndo-sela el ho- menage más respetuoso: en nombre de la mujer amada, el hombre amparaba y sostenía al débil poniénda.se siempre de parte del oprimido v esponiendo su vida, si necesario era, en defensa de la virtud y la justicia Más como el hombre, (y permítaseme la frase) era algo déspota y ba.stante lihertino, puesto que para la mayoría del sexo fuerte la fidelidad con- yugal y la ccn.stancia en el amor eran un peso terrible que le.s abrumaba y fastidiaba; su- 468 cedió que, aquella especie de adoración que se rendia á la mujer á principios de la Edad —( )- Media, fué degenerando de.spues hasta tal punto, que la mujer se vió herida en lo más íntimo de su corazón; y en vez de la abrasadora llama de amor con que el hombre la en- Tolviera antes, se halló tiritando, la infeliz, ante el frió glacial de la indiferencia; toda vez que, sin desarrollo intelectual para dirigircon aciértela extraviada conducta del hombro, 310 pudo contenerle por medio de su moralidad; y so protesto vle venganza, quiso imitarle precipitándo.se ambos en el insondable abismo del desorden. Tras esto, sucedieron mil de-sequllibrlos sociale.s, causa principal, fuer->n la ¡rre- flexion del bcmbre cu^-a y la ignorancia de la mujer; cuando ésta se ha degradado, los pueblos -se lian envilecido, porque les ha fallado el dique de la moralidad: cuando la mujer ha sido digna, los pueblos se Iiau engrandecido, porque el influjo moral de la mujer, es el narco- tico del vicio; y cuando el vicio duerme el sueño del olvido, la virtud reaparece cuál áii- gel pi-ofético, anunciando á los humanos dias de libertad y de gloria. Indudablemente, señore.s, la mujer es la corriente eléctrica que pone en conmoción á todo el globo; y .-^i recon-enios la Historia, veremos á Juana de .Arco, ai rojando de sus po - sesiotie.s á lo.s ingleses y .salvando á la hh-ancia de una terrible derrota; á la valiente Bon- jia, defenillendo al lado de su esposo la isla de Negroponto contra el ataoue de los turcos: á la célebre Telesila, salvando s i pueblo natal atacado por Cleomenes Rey de E.sparta, lia- deudo una salida al frente de multitud de mujeres armadas; á María de Lago, defendiendo el Alcázar de Madrid atacailo por los comunero.s: á Maria Pita, que en el sitio puesto por los ingle.ses á la (loruña en lñ89, arrancando la espada de manos de un soldado, se arrojó á la brijcba y ri- dió á los sitiadores cau.sándoles una pérdida de quinientos muertos; y úl- fimamei.te, á la li róic .-i Isabel de Laslilla, tan aiila para la ciencia como virtuosa, que, pre.sentándo.se de improvi.so en Burgos con un puñado de valientes, hace retroceder en ver- goiizosa retirada-al líjéi-cito portugués: en Segovia, con su sola pre.sencia, deshace el mo- tin contra el Alcaide del Alcázar; e,n su permanencia en Sevilla, admini.stra justicia y falla con admiiabl - acierto iiifiiiidad de pleitos ruidosos; en Estremadura, destruye las nueva.s tentativas de. guerra de Alfonso de. Portugal; más tarde, convoca las célebre.s Górtos de To- ledo, y por su iniciativa, sientan éstas las bases del peder judicial en España, introducen reformas ecoiióiiiiciis de gran importancia, couátruyen caminos y puentes, y otorgan al " pueblo derechos de.seuiiooidos. ■ ■ . .Al priiicipiar las hostilidade.? contra lo.s moros, impide Isabel que se abandone la for- taleza de Alhaina;.se establece eii Córdoba el cuartel general, y ejerce allí de un mudo ad- 3Tiirat)le las dobles funciones q le actualmente .se confieren por separado á los Ministros de Hacienda y de la Guerra, , proporcionando recursos para atender á los enormes gastos de é.sta; hace venir de Francia, Alemania é Italia, á los mejore.s maquinistas, para que cons- tnryan fábricas de cañones. bala.s y pólvora, y en breve obtiene un tren de artillería como 310 habla otro igual en Europa; organiza un gran cuei-po de zapadore.s, y empiezan é.stos á allanar montes, abrir caminos y echar puente.s, para hacer practicable el escabroso reino granadino; i'esuelve que se acepte el rescate do Boabdil, hecho prisionero en Lucena, y le •leja ir entre los suyo.s; vi.s(e la cota de mulla, corre presurosa á Málaga, reanima á los de- caídos .sitiadores y penetra en la plaza, sujetando á los vencidos á la ley del vencedor, acude á Baeza, eutusia.sma á las tropas, y se rinde la plaza y todas las fortalezas del reino de AInrería. Toca su vez á Granada, y alli va también Isabel; recorre el campa metilo y electriza á lo.s soldados, se incendia la tienda que ella ocu'pa y olras.miiclias del cuartel real, y, eii tres roe.ses. levanta la eluda ,1 de Saota Fé frente de la corte sitiada; allí, le habltt Colon de su i.le.a en descubrir un nuevo mundo, y lo que á una multitud ignorartte le pareció una dücura, I.iahel lo aprueba con gran entusiasmo; le protfje, le ayuda y le reanima para que se lance, en pos de su colosal empresa. ' Entre tanto, .se riiidé Granada, último baluarte de los musulmanes en España, y el nombre de Isabel, e.s bendecido por todo el orbe cristiano como el ángel do redención y como la aurora naciente do la civilización moderna: ¡Gloria á la niiijeritu.stre de la Edad Media que con su virtud y su valor supo conquistarse látiros que, áun boy, se respetan y se admirant Si Isabel lie Castilla no hubiera reanimado al inmortal Colon, quizá el noble marino ]il público los libros fundamentales de los ortodoxos, de los protestantes y de los espi* rilistas. - Uespues so leyeron artículos y poesías alusivas á el arto que su celebraba; y aunque La Ll'z del Poiiveniu no admite redactores, sino redactoras, publicaremos lodo cuanto se leyó en la velada para què nuestros lectores veau lo aliñes que csr- lucieron en sus p-nsamicnlos cuantos tomaron parte en ella, y al mismo tiempo da- remos á conocer lo que escribió un niño de diez años, que con voz entera, y buena entonación ieyóún discurso titulado: lilderecho individual del hombre. Al oir tul Cjd- graio, la concurrencia no pudo menos que sonrcir, por que el derecho del hambre tratado por un niño, era una cusa que llamaba la atención, y mucho mas la llamó cuando vieron que el escrito eslaiia salpicado de muy buenos pensamientos; y aun- que la forma no es todo lo correcta que debiera sur, la publicaremos tai como él lo escribió, para no quitarle su sabor especial. Como nuestro peí iódico es tan pecjuoño, lo que no quepa en el presento número lo publicaremos en el número pró.\iino 'terminada la lectura, todos los goiicurrcntes so diseminaron por los demás pisos de 1.1 caso, y tomaron por asalto los balcones para ver un agradable espectáculo. I..I plaza del Sol estaba invadida por mas de mil personas que ospcraban ansiosas eseucliar el canto do trcinlu y cinco coristas perfectamente dirigidos por su digno director l). J. N... acompañados de una buena orquesta. Los liimnos, las barcarolas y las pastorelas de! inolvidable Clavé, fueron contadas con notable alinacion y sentí- mieiilu y los aplausos de la multitud animaban á los hijos del trabajo que daban una prueba de su cultura y de su amor al arle. El obrero catalán es el modelo de los obreros españoles. Nosotros, c mteinplando á la multitud, escucbando los dulcísimos cantos de Clavci pensábamos en-el héroe de aquella fiesta popular, en Alian Karüec: y una intima satisfacción nos hacia .sonreír, con c.sa sonrisa que no se dibuja en el semblante; busca lugar mas recóndito; se queda en el corazón. Hay alegrías misteriosas, alegrías que presienten otra época mejor. Nosotros ano- cbc al ver aquel movimiento, aquella animación, aquella tiesta tan sencilla, tan bu- milda, tan popular, tan verdadernmenle'deinocrática, que en los salones del centróse veia desde la aristocràtica dama lujosamente vestida, hasta el pobre trabajador con su característica blusa; el rico industrial, el artista, el empleado, el anciano, el pe- queñuelo, todos unidos para consagrar un recuerdo ú Kardcc; porque si bien mu- cbos de los asistentes no eran espiritisius, se asociaban á la fiesta de Ya ios espiritistas aquellos. no son conceptuados como herejes, ya nose les cree linos po- bres visionarios, unos locos escapados del manicomio; se los mira de muy distinta manera: se les resp ¡la, se les atiende, se entra en relación con ellos, se les conceptua como los iniciadores dç una nueva religion, como los propagadores de una nueva filosofia, de una escuela científica, llamada á producir una verdadera revolución en el ófden social. Mucho, muchísimo hemos adelantado en poco tiempo: .íyer el espiritismo era un rnilo irrisible, hoy es un principio filosófico, un credo racionalista, la base de una creencia que bieu podemos llamar la religion del porvenir. Los espiritistas estamos de enhorabuena: hemos alcanzado nuestra rehabilitación, ya no somos los locos do esto siglo, somos los cuerdos del racionalismo. Terminada la serenata, se disolvió la reunion, y oímos de muchos lábios las si- guientes palabras: ¡Que velada tan buena hemos pasado! Nosotros también la mos, porque durante pasa- aquellas horas vimos realizados nuestros sueños, que e.s ver unida á la humanidad por la tolerancia, por la verdadera fraternidad, por el múluo respeto, que en tiempos mejores se convertirá en mútuo cariño. Ai día siguiente 1." de Abril, en el mismo círculo se celebró una sesión espirita, y comó en años anteriores Inviinos el placer ileescuchar á Alian Kardoc con sn razt)- iiíido lenguaje, 475 con sus subios consejos,' con su inodeslia udinirable, pues entre-o(tras- )- £v«sas dijo lo siguiente: «Mis obras, esos libros que hoy estudiáis con tanto afan no son masque un pe* qiieño catecismo del espiritismo. Ya so escribirán otros liliros mas cientíncos, mas. instructivos, mas agradables, mas comprensibles, y mis obras serán considcradns co- ino los primeros rudimentos del Espiritismo. »Yo os agradezco vuestro recuerdo, «b biendo deciros ante todo, que no hice mas. que cumplir con mi deber: que cumpláis vosotros el vuestro; que esteis siempre alerta, muy alerta con las meiiiumnidadcs que es la parte Haca del seáis espiritismo; ipie intolerantes con la iu postura, con las falsas comunicaciones, con los liinalismos. ridiculos, y así evitareis las obsesiones y las calamidades que estas traen consigo. >Tral»ajad por el cumplimiento de la ley, no por mira interesada;, y recordad, siempre (jnc dentro de la justicia, los pueblos se engrandecen, y dentro de las do- bilidades vergonzosas los n»as grandes imperios so derrumban.» Mucbo mas dijo que no nos es posible estraclarlo, y dan-^lo-por leruiinada nuestra pálida reseña, solo nos resta congratularnos por la buena marclia (|uo sigue el espi- ritismo, co|)ia-ido á continuación los artículos y poesías que se le)erou en el nuevo Centro do lectura cu la velada literaria dedicada á Alian Kardoc. E.AS BIBMOTECAS. Cada é|)uca tiene sus necesitlades y sus aspiraciones; y en el siglo actual, en su último tercio, necesita España la creación de bibliotecas populares; porque la revu- lucioo lilusórica de nuestros días lo exige así. ,|]^llub'audo un distinguido escritor de esta revolución social, esclamo- con- «niii- siasmo: «A pesar do los obstáculos y de las contrariedades, á pesar de las resistencias más monstruosas, á pesar de las violencias, de las artimañas, de las tiranías mas inaudi- las, el mundo marcha, el progreso se impone, la revolución se acerca. >Esa revolución que tantos ban temido, que tantos temen; esa r<3voluclon que, cual aurora explendorosa, nos envia sus primeros rayos desdo Oriente, llega yo, está en nuestra atmósfera, se vislumbra en nuestro borizonte. «Pero esa revolución no trae en la mano la toa ni el puñal. Su emblema es una palabra «Paz». Sus armas son las ideas, su teatro las Universidades, los Ateneos y las Escuelas; sus tribunos los filósofos, sus jefes los sabios, su aspiración la ciencia, su ideal la verdad. «¡Bendita sea esa revolucioni Bendita sea la revolución que no trae lágrimas ni trastornos; bendita sea la revolución que renueva, y transforma y transíigura. Ben- - ditos los hombres que ó ella contribuyen, benditos los sábios que la iluminan, bondi- los los artistas que cantan sus glorias! »Para esta revolucioti necesitamos armas, pero armas nobles, armas poderosas y eternas armas que no se rompan, cuyos tilos no se emboten ante los acometidas del enemigo. «¿Sabes, ob pueblo, que armas son las que necesitas para librar tu último com- bate, para romper tu última cadena, para borrar basta la huella de tu esclavitud? «¡Necesitas el arma de la instrucción, el arma invencible de la íé ilustrada. In con- ciencia de tus derecbosi «¿Quieres ser libre? Pues que en tus fábricas, en tus talleres, en tus centros de asociación penetre la ineslinguible luz do la idea; que el libro sea el conductor de esa corriente mágica que partiendo do un cerebro, conmueve y agita lodos los cére— bros; que el libro sea el foco cuyas vibraciones vivísimas irradien en tu hogar,, ilu>-- minen tu camino; vivinqucn tu libertad.» El libro, el libro cierlameiile es el encargado do regenerar la bumanidád. eso boy más que nuqca, hacen falla centros de'enseñanza, gabinetes do lectura-, d(e..- 476 )— de pueda acudir el obrero á instruirse, á moralizarse, ba hacerse de la libifí» tad de conciencia que la moderna digno civilización le concede, ' , Decía el arzobispo de Contorbery, primado de Inglaterra, «qué la libertad del niño es preciosa, sin duda alguna, pero hay algo mas precioso aun que la libertad niño, dej y es la libertad del hombre, y lie que sin instrucción el bombeo lio ser libre.» aquí puede una gran verdad pronunciada por un de la el añade, la padre iglesia; que «que peor Opresión es la -|e la ignorancia.» Por esto todos nuestros afanes deben, con* sistir en instruir al pueblo. La instrucción os fuente de vida, fuente que nunca se seca; el ignorante es el sabio activo, pere- zoso, es emprendedor y diligente; y el amor al trabajo es despertarlo. Itecordernos preciso las máximas de Franklin, de aquel gran boinbre le did dirección al quo no solo rayo, sino que supo dirigir un pueblo y hacerle libre; él decia: «La ociosidad es como el priii, consuipe mucho más que el trabajo; la llave se usa está siempre limpia. que »No malgastes el tiempo, porquo con él se hace la tela do la vida. »La pereza va tan despacio, que pronto la alcanza la pobreza. »La actividad es la madre de la prosperidad, y Dios no niega nada al »Un trabajador de trabajo. pióos más grande que un nuble de rodillas.» Y el hombre para estar de pié, para mirada contemplar el infinilo, los para sondear con su arcanos del porvenir, necesita engrandecerse medid del de la más sólida por trabajo, iiistrucci'u, y y uno dalos medios de á las que multitudes, podemos valemos abundancia para instruir es crear en gabinetes ó centros de lectura, do nada sirvq que el niño porque vaya á la escuela, y que basta seo al obligatoria la enseñanza, si entrar «u el taller, y al hacerse hombre, olvida la costumbre de leer, es lo sucedo generalmeole, que que porque esto está dentro de la ley natural. El trabajo del obrero está tan mal distribuido, que empica todo el dia en su liosa faena, y cuando el trabajador vuelve pe- á su casa, de lo que menos se acuerda es de bojear un libro; jicro si puede reunirse* con sus amigos, con sus en un punto dado, suele acudir al eoiiipañoros lugar de la reunion relación paro distraerse, entrar en con la vida pública, para y enterarse de lo que dicen los periódii os, sobre ello discutir; y Irás del periódico viene y el libro, en el libro está la vida de la i'ia. y Asi lo han inleligen- comprendido todos los hombres grandes, uno de ellos fué el cual, según refiere Franklin, Uebolledo en sus «Héroes de la civilización» durante años de ado/escancia, algunos ' su «se contentó con tornar una sopa de harina, comiendo de ])ié y de prisa un pedazo de pan con fruta y no bebiendo más que agua. De esta ma- ñera llegó á ahorrar casi la mitad de lo que su berinano le daba consiguió pora alimanlarse y por una parle tener bastante dinero para comprar libros otra' reducir oL tiempo invertido y por parte en la comida, que lo apruvccbuba en leer. iiiirablo [Ejemplo nd- que prueba la fé y la constancia en la redención por el trabajo, cualidades lie que solo están dotadas las almas superiores llamados á á la bumanidad á su progreso!» impulsar [Cuánto, cuanto nos gustan estos ejemplos! Nosotros comprendemos hasta el sacrilicio en aras de la ciencia! ¡Qué hermoso es el saber! pues aunque dice Lord Uyrond, «Sabeiqos que el sabor noes la felicidad y que la ciencia no es mas que un cnmbiu de ignorancia olra clase do cia» con lodo, queremos mejor la por ignoran- ignorancia de los sáliios, Sócrates que la dç los y aunque d uda, No ignorantes; se mas que una cosa, es siado y que lo. lodoD demu- comprendemos ignoro y que auto la ciencia universal, ante las leyes de |a naturaleza (inúcbas de ellas hombres completamente desconocidas para los terrenales) la ciencia'^ de lo.s do la tierra es menos, mucho menos que un grano de infinito; arena, en el pero mas vale saber perdido algo haco que ignorarlo todo. Ya sabemos que el espíritu su trabajo y su progreso lentamente, que los genios escasean; pues aprendamos que podamos, la cucsliou es comcn^ar, y dohemos dar principio por alicionainos la lectura. — — Si 477 tanto esto siglo se precia de siililo, si sus hijos sç enorgullecen de haher naci- dó en esta era; en todo dehctnos demostrar adelanto, y con doble nfan debemos pro- curar el establecimiento de los centros do lectura, cuando vemos que desde los licm- |>(>s mas remotos se lian conceptuado las bibliotecas como el mejor ornato do la civi- lizacion; y en prueba de ello haremos una lijerisima reseña do las bibliotecas han existido que antes de la «ra cristiana, y las que existen en nuestros dias, aunque sea un eslracto á vuçla pluma. «Las Uiiilioteoas son anteriores al descubrimiento de la la imprenta, pues según tradición, la primera IIihuotkca formada en Mentis por el rey de ligipto Osiman- dias, data de 5i,üüO años antes do Jesucristo. Kstn ItiiiuoTKCA so componia do cierto número de volúmenes escritos en caráctcres samaritanos, (antiguo hetn eo) que reem- plazaron á los geroglilicos y á las piedras grabadas llenas de emblemas, conoci- miento cuyo era un secreto para el vulgo. Diodoro de Sicilia reliere que esta UiuLtOThCA estaba cerrada por una puerta, sobro la cual se leian estas Remedios del alma. púlabras: j>La mas im|iortanlc do todas las Hint.iorBCAS que poseyó el Kgipto fué la do Alejandria, de la que fueron sus fundadores los IMolomeos, y en la cual habia cncer- rados, según se asegura, 700,01)0 volúmenes. »Jámos y Atenas fueron las prime.ras ciudades griegas que formaron Uiuliutucas,, lolO años antes de Jesucristo.» Como ur. hecho sumamente curioso referircmes como se salvaron las obras do Confucio el gran filósofo del Celeste imperio. «Doscientos años antes de Jesucristo, un emperador de la China, llamado Chinguis ordenó que todos los libros del celeste- imperio fuesen quemados, á cscepcion de los que tratasen de medicina, de agricuitu- ra y de adivinación. Movióle á esto el descoque tenia dn hacer olvidar á los chinos, el nombre de todos los emperadores que lo hahian precedido; imaginándose sin duda (|uc de esta suerte pasarla su nombre á la posteridad como el fundador.dc la China. Las órdenes que dió no fueron completamente ejecutadas, pues una mujer, animada quizá |)or su instrucción, pero seguramente amiga de los libros, íileng-tse, guardó las obras de de Confucio y de varios otros filósofos, y pegó las hojas en la» paredes do su casa. Ksta singular manera de. utilizar las obras hnciémbdas servir do ornato en las paredes, las libró de la destrucción. Cuando Chinguis murió, su sucesor, que tu- vo noticia de los libros en cuestión, los hizo reunir cuidadosamente, y á partir do este momento, las preciosas enseñanzas do las obras de Confucio fueron otros tantos artículos de fé para los chinos. Nueve libros (.1^1 celebre filósofo fueron de esta ma-- ñera conservados, y estos nueve libros sirvieron de base para lodos los que se escri:- bieron después. «Cuando Constantino el grande trasladó la sede del imperio romano á Constan- tinopla, mandó establecer alli, á grandes gastos, una magnifica üiiílioteca en la cuaf llegó á reunir mas do 0,000 volúmenes. >Dajo ta dominación do los moros, poscia Andalucia setenta Uibliotecas , y do ellas una la de Córdoba, contenia 250,000 volúmenes. íKn nuestros dias, entre las muchas Bibliotecas que tiene Francia, merece cspe- cial atención la conocida con el nombre de Biblioteca imperial. Es quizó la del mundo primera por la riqueza de sus obras y por el excesivo numero, ya de impresos, ya do manuscritos que contiene; pues según el último catálogo, se encierran en aquel grandioso recinto 1.500,000 impresos y 85,000 manuscritos. »En América los 32 Estados de la Union tienen 15,015 Bibliotecas , casi todas las poblaciones tienen una pequeña Biblioteca de 100 á 200 volúmenes. El ton- junto de las Bibliotecas públicas reúne un total de 4.700,000 volúmenes.» Como dijimos antes, solo ó grandes rasgos hemos hecho referencia de algunas bi- bliótecas: do las mas antiguas para demostrar que el espíritu del hombre creado para el progreso, hace ya muchos siglos que busca lo luz; y de las bibliotecas mo- dernas solo bcmos citado los pueblos quo van á lu cabcxa do la cia! esa potente Francia! sabias civilización.']Frseos del hombre, del ni lia podido llenar mente eso inmenso vacio que ha quedado siempre en la espíritu pensador; y en la duda, el alma indecisa s(^ ha inclinado casi siempre á lo absoluto del y de peor. Los unos á la negación del todo, á el aniquilamiento cuerpo, la fuerza que lo sostiene; y los otros á una supervivencia del alma inadmisible, á una vida eterna que es la anonadación del espíritu. Se. necesitaba que luciera en el oriente diera fuer- un nuevo Sol, una nueva creencia, una fé y una esperanza que zas vitales á la humanidad debilitada por sus desaciertos. ArorUinadamonte la osciiola esijii ilisla levantó su blanca bandera, en la cual leyeron los pueblos SIN CARIDAD NO HAY SALVACION, y sabido es de todos el rapidisimo desenvoMmienlo que ba alcanzado el espiritismo en todas las naciones, especialmente en los Estados-Unidos, donde se cuentan por millones los adeptos de esa escuela filosófica que tanto bien le ba becbo á la humanidad; porque el hombro sabe ahora positivamente que vivió ayer, que vive boy, que vivirá mañana, que su vida tuvo un principio, pero que nunca tendrá fio, que sus sucesivas encarnaciones están intimamente relacionadas las unas con las otras, siendo simultáneamente causas y efectos, hechos consumados y consecuencias ineludibles; deudas contraidas y cuentas saldadas; y mirando la vida bajo su verdadero punto de vista, el hombre -(■ 3 )- ya no es el ciego que camina á la ventura, ya no peca por ignorancia, ya sabe que su espíritu es responsable de todos sus actos; y adquiriendo el convencimiento de esa verdad innegable, el hombre progresará con mas rapidez, porque sabe que tra- baja la tierra de su heredad. Esto declamos ayer, y esto repetimos hoy; aconsejamos á la humanidad el eslu- dio del espiritismo, porque le es al hombre de suma utilidad saber de donde viene, porque se encuentra aquí, y deducir por su presente lo que será su porvenir. El espiritismo no hace santos; peiro induce al hombre á la observancia estricta de lodos los deberes de la vida; y en este planeta (que muy bien podremos Ha- marle un presidio suelto),, el conseguir que un hombre cumpla sus deberes en toda la acepción de la palabra, ya es obtener un gran progreso. Dominar nuestras pasiones (que por regla general siempre queremos lo que mas nos perjudica, y lo que mas daño hace á les otros), enfrenar nuestros locos deseos, tomar parle en las penas de los demás, dejar de ser envidiosos y rencorosos, rena- cer en íin á la vida del trabajo, á la vida del orden,, al método de la virtud, esta gran metamórfosis puede 0|)erarla en nosotros el espiritismo; y bien merece ser es- Indiada una filosofía que con su estudio y. su pràctica sirve para la regeneración del hombre; por esto nosotros no hemos titubeado, (á pesar de nuestra insuficiencia) en publicar La. Luz del Porvenir ,, porque creemos necesario, muy necesario, que el espiritismo sea conocido de todas las clases sociales.. Hay, si, en abundancia periódicos científicos muy apropósilo para los hombres sábios; pero hace falta que el pueblo se instruya, y que las mujeres lean escritos sencillos que recreen su ima- giiiacion y despierten su sentimiento, casi siempre inclinado al bien general. Este fué nuestro objeto: entablar un diálogo con la mujer, y con la mujer del |)ueblo es()ccialiuente; y hoy proseguimos nuestra tarea dispuestos á trabajar cuanto nos sea pasible en la propaganda del racionalismo, religioso,, ó sea del cristianismo verdadero. En esta época de grandes luces,, una luz [lequeña pasa desapercibida, pero esto no nos arredra. La obligación del hombre es trabajar, cada cual según su adelanto. Encienda el'profundo sábio la brillante antorcha que ilumine al mundo, y las bu- mildes inteligencias recoj,an una de las chispas luminosas qpe entrega al viento la esplendente antorcha de la cieiicúi;. acerq,uen á ella pequeñas luimitas que le sirvan de combustible, y quedarà formada con un poco de perseverancia una iucesila mi- croscópica; de este modo hemos formado nosotros la pequeñita Luz del Porvenir. Amalia Domingo v Soler. AmMOMÍAS. Difícilmente podremos describir con toda propiedad una de las bellísimas con- cepciones del Creador: ¡la armonía! Esta existe en todo cuanto nos rodea: pura" emanación de Dios, la ha trasmitido á la Naturaleza para que el hombre go^e de sus dulcísimas notas; y en el canto de las aves, en el murmullo del arroyó, cu el gemiJo del viento, en el suspiro de la brisa ó en el leve movimiento de las hojas, produce en nuestros oídos una música celestial: la naturaleza en conjunto ríe, y de su sonrisa, se escapa un sonido armónico que, adhiriéndose al se trasforma en un senliniiento espíritu, intimo, espresivo y lleno de verdad. El hombre, extasiado ante las sublimes notas del concierto universal, tuvo la maravillosa idea de inventar la música; porque, falto de verbosidad el para formular lenguaje arrebatador del alma, no halló mejor intermediario que ese conjunto de notas sonoras, lanzadas al aire por una mano maestra y un corazón apasionado y verdaderamente sensible. Todo lo grande, puro y bello, es armónico: todo el tiene una conciencia que limpia, es un sér armónico; y no hay música más las dulces divina, 4 y sentidas vibraciones que de -( )- una alma noble. Guando el espíritu deja escapar una de sus notas, si está encarnado, la materia resplandece, y los ojos irrádian la apacible llama del divino fuego; si en estado li- bre, ¡ob! ¿cómo describirlo? Mas escuchemos una voz dice que partiendo del infinito, nos lo que sigue: «El espíritu es esencia de luz, es fuego etéreo; cada partícula es una chis|>a eléctrica desprendida que pone en conmoción á la tierra, y al chocar con ésta, sonido produce un melancólico, especie de gemido amoroso. La continuación de éstos soni- dos lorma parte de la armonia universal. Esto sucede constantemente; mas cuando el esj>iritu pone en juego todas las notas de que puede disponer en el éter, abriendo espacio, el su caja musical, nos deja oir sus preciosas melodías, suaves como el lierfume de la flor, melancólicas como el crepúsculo, tristes como la quilas el agonía, Iran- como lagti, rápidas como el relámpago, caprichosas como el niño, dulces como el amor, irresistibles como la pasión, furiosas como el huracán, la imponentes cotiio tempestad y grandiosas como la Creación. ¡Lástima que se tenga com- parar la armonia que celestial, con las pobrísimas frases que se usan en vuestro ISi de planeta! uno vosotros escuchase alguna vez tan suaves notas Horaria, reiria, salta- lia de gozo, sentiria cuantas impresiones es posible sentir; pero nada más os podria decir, porque la armonia verdadera del espíritu es indefinible.» Ha cesado la voz; pero su eco dulce y sonoro aun resuena en nuestros oídos: no podemos describir su armonía, mas sus últimas vibraciones, como el vuelo de la imperceptibles mariposa, bellas como la poesía, risueñas como la aurora, nos han hecho sentir algo grande, indefinido é incomprensible; y ante esa sublimidad armó- nica, queda paralizada nuestra pluma por algunos instantes. ¡Cuán pequeños somos teniendo que sujetarnos á un reducido círculo de ideas, sin poder pasar del limite de la Tierra! ¡Triste condición humana, berinto de que confuso la- sonidos se escuchan en la Tierra! Un espacio límpido, sereno armónico se cierne y sobre nosotros; la armonia en conjunto nos rodea; pero la desarmonía de nuestras obras basta para hacernos delestaÚe la vida terrestre. Del concierto universal se escuchan dulces y suaves mitas; mas del seno de la hu- manidad, no se levanta sinó el sonido lúgubre del egoísmo, la estridente la carcajada de orgía ó la discordante nota del orgullo; pues hay séres que, recorriendo la Tierra en busca de armonías, al fin de su viaje quedan admirados á la par que tris- tes de hallarlas tan escasas, porque no existe mas armonia que el buenas conjunto de las obras; únjcamente estas pueden producir un concierto sublime; y sus ecos, al llegar al infinito, trasformándose en pura luz, alumbrarán constantemente al es- piritu; pero ¿qué hace la humanidad para armonizar la vida? ¡Ah! con dolor lo decimos; casi nada! Porque, si bien es verdad que hay quien jiractica la virtud, son tan pocos que no bastan para regenerar un planeta. La mayoría de las masas carece de una instrucción sóliiia: en la clase el pudiente, hombre muchas veces estudia una carrera por cuestión de lujo, sin las profundizar materias ,á que se. dedica; asi es, que vemos á cada paso, abogados que no en- tienden de leyes, ingenieros que no saben lo que es un plano, médicos que no curan, y asi sucesivamente en lodos los ramos de la. ciencia. A la mujer, se la ense- ñau i'uatro priiu'ircs, a) objeto de salir del paso; siendo esta en general, la educa- cion que la clase acomodada dá á ambos sexos, salvo algunas çscepclones. La clase, media, es mas adepta al estudio; pero como quiera que está falta de recursos, á duras penas puede dar una incompleta instrucción á su familia. De los proletarios, es inútil el decir que son plantas exóticas que pasan desapercibidas para todos; los infelices, esclavos de su trabajo tanto el hombre como la mujer, viven una vida de idiotas, puesto que están sumidos en la total ignorancia de las cosas. ¿Cómo han de progresar estos pobres seres si la ciencia es para ellos un mito? ¿Cómo han de saber distinguir lo bueno de lo malo si no lo han aprendido? Hace suma falta que la humanidad .se instruya; pero es más necesario que, los que estudian, lo bagan detenidamente; que los que cuentan con recursos y sin me- noscabiir sus bienes, proporcionen la instrucción á la clase menesterosa; que á la tniijer se la despoje un tanto de la vanidad, y se la haga comprender que, con un traje de poco valor, se puede ir elegante y sencilla, en vez dé lujosos atavíos que ningutia ventaja reportan; y que con aquel dinero, se pueden enjugar infinidad de lágrimas. El lujo supérfluo, enorgullece de tal modo, que en vez de hacernos humildes y cariñosos nos hace intransigentes con los |)obres. Una instrucción sólida unida con la filosofía racional, es la que se necesita en todo el globo; y la mujer especialmente, debe derearla como el ciego ansio ver la luz, y adherirse á ella con esa voluntad (irme é irrevocable del espíritu; debe levan- tar su voz y repetir una y mil veces ¡instrucción, instrucción para la que está desti- nada á ser la profesora de la humanidad, pues sin tener la clave de ella, no podria educar á la gran familia universal! ¡Oh! hasta entonces, no disfrutaremos de esa dulce melodía que extasía: el hombre será más agradecido y la sabrá respetar, por- que desde niño habrá aspirado el delicado perfume de lá sana moral; y ésta, abrién- dole las fuentes del sentimietUo, le hará comprender siempre la razón y la justicia. ¡Oh! ¡Dichoso el feliz momento en que los habitantes de la Tierra, unidos por los acordes ile la ciencia y la virtud, lancen sus ecos al viento produciendo u.ia armo- nía celestial; y mas dichosos aquellos que difundiendo la luz del racionalismo, lleguen á ser los motores del concierto universal! C .xNiuDA SANZ. Gracia. LA SOLEDAD MÚTUA. VI. Nuestra amiga .lulia por segunda vez tuvo la inmensa dicha de estrechar en sus" brazos á un nuevo huésped que le vino á pedir hospitalidad, hra un hermoso niño que fué muy bien recibido de toda la familia, en particular de Enrique, que nos (fecia algunas veces:—¡Tengo miedo de ser tan feliz! mas la pequeña Enriqueta no estaba muy conforme con tanta felicidad; y cuando veia al niño en brazos de su padre, decia con acento irritado: «¿os nenes que vienen del cielo no me gustan, son miig feosí; y Nuñez fué el encargado de despertar en la inocente y celosa niña el cariño ft eternal, y todas las noches se entretenia con los dos pequeñuelos hasta que consiguió que Enriqueta quisiera á su hermanilo Julio. Avelina y Javier siguieron yendo toilas las noches á casa de Julia, aumentándose la reunion con dos individuos mas: la hija menor de Nuñez á la cual Julia logró hacer desistir de su proyectado enlace con e! Conde, y la jóven María aunque algo contrariada, cedió á los ruegos de su padre y de su amiga, y para distraerse y fortalecer su espíritu iba todas las noches con su padre á ver á Julia, y Enrique, Javier y María se ittan al despacho del firimtíro y bacian que la joven se ensayase en escribir modianín.icamente, y efectiva- mente nos cnconlramos que María era un gran médium escribiente, y obtuvo y oh- -( c )- tiene todavía, escclenles comunicaciones; y para que las veladas fuoícn aun mas agradables, llegó de Santiago de Cuba un bermano de Javier treinta que tendría unos y cuatro años, de arrogante figura, dueño de una gran fortuna, soltero y desengañado, pues su prometida, mientras él se afanaba en las Antillas por crearse un capital, ella se casó en Madrid con un rico hacendado, y cuando llegó Manuel se encontró desvanecidas las ilusiones de sus veinte años; y renegando de todas Jas mujeres se decidió á viajar, pero tanto lo suplicó Javier que se rada quedase una tcinp o- entre ellos, que accedió gustoso á vivir con su familia tres ó cuatro inesesi formó y con este motivo parle de la pequeña reunion de Julia, con la cual vivamente, diciéndole simpatizo á Enrique muchas veces: •—¡Qué dichoso es V. amigo mió! —Tamhien lo será Y., yo se lo prometo; le dccia dos Enrique mirando á Julia. Los esposos se sonreían con inteligencia, y Manuel les miraba diciendo: —¿Y por qué seré dichoso? —Porque sí, contestaba Julia; ésta ya nos habia dicho su plan. Su deseo era María que se uniese con Manuel, porque la jóven miraba al hermano de Javier con infantil asombro; acostumbrada á que cuantos la velan la galanteaban, al ver á hermoso aquel jóven pálido y triste, que se conocía que miraba sin ver, esto heria su amor propio, y mas cuando le oia hablar con el mas al profundo oirle desprecio de las mujeres; y tan fastidiado, y tan hastiado de todo, sin saberlo ella, su alma se fué interesando por Manuel, le compadecía profundamente; y si noche dejaba de alguna aquel ir á la reunioi», ella se entristecía, y Julia nos decía; —Magnifico; esto va bien, este amor regenerará el alma de esta niña sa que iba capricho- por muy mal camino; porque se creia que no habia en el mundo otra jóven tan encantadora como ella. Efectivamente, María era una mujer hechicera; hermosura pero le faltaba á su espléndida la poesía del sentimiento, y su padre muchas veces nos había dicho: Mi hija es bellísima, pero será mas seductora cuando el brillo de sus do ojos sea empaña • por el vapor de las lágrimas; cuando sus mejillas encarnadas como la llor del granado adquieran el delicado matiz de las rosas blancas. ¡Oh! entonces será mi hija una de las mujeres mas hermosas de la tierra. Manuel, cosa rara, intimó mucho con todos los que concurríamos á la reunion, con unos amigos de Enrique, con otras jóvenes á las que solia dirigir bromas amis- tosas, menos con María; á esta la saludaba maquinalmente, se conocía que ni habia siquie- ra se fijado en ella un solo irrstante; j en cambio a Nuñez le buscaba, le dia pe- consejo, le gustaba muchísimo hablar con él, y María, casi .se sentaba que siem|)ie junto á su padre, no merecía ni una sola mirada del hermano de lo Javier, y por mismo ella olvidó por completo al Conde y solo pensaba en Manuel, sin comprender la jóven que le amaba; mas Julia y nosotros leíamos en el alma do la hiña como en un libro abierto, y ella ingènua y espansiva le decia á Julia:—Ya sintiendo estoy cuando se vaya Manuel; le vamos ha echar mucho de menos. Una noche se h.ablaba del matrimonio, y Manuel lamentaba el habia desengaño que recibido, diciéndole Julia: —Pues yo si le he de decir la verdad, por lo que V. me ha eentado de su di- cbosa Magdalena, conozco que es una mujer muy defectuosa y que ba ganado V. ciento por uno con no haberse casado con ella, porque esa mujer ha tenido mala muy escuela, según mé ha contado Avelina; la madre de Magdaleira It» educado á su hija muy mal. —¿Cómo muy mal? preguntó Manuel con enojo. —Si, si; muy mal, cohtestú Avelina, y sino que Nuñez sea juez en esta cutes- tion. —Veamos, veamos, dijo Nuñez sonriéndose, sobre quien tengo que formar el fallo. —Yo sostengo, replicó Avelina, que Magdalena ba crecido en muy mala escuela; he tratado mucho á esa familia y ahora comprendo, (que antes no lo comprcndiuS |)ero ahora conozco que lo que hacia la madre de Magdalena no estaba bien hecho. —Pero, ¿qué hacia? ¿qué hacia? preguntó Manuel con impaciencia. —¿Qué hacia? darle muy mal ejemplo á su hija. Figúrese V., Nuñez, que doña Asuncion se casó por interés con un medio viejo; ella misma rne lo decia, y á su hija también le contaba que se casó por vivir con mas abundancia. Su marido pronto se llenó de achaques, y esto unido á un carácter un poco raro, lo cierto es que doña Asuncion muy amiga de lucir y de llevar á su bija como un pimpollo, siempre an- daba escasa de cuartos, llena de trampas y de apuros, para que su marido no se enterára de sus trapisondas; y Magdalena era la que sabia todos los jaleos de su madre; y entre las dos siempre que podian le quitaban algun dinero á 1). José, es- camoteándole el bolsillo; y si él se descuidaba la llave de su gaveta, la misma Mag- dalena por mandato de su madre le quitaba á su padre alguna doblilla de á cuatro duros, que servia para arreglar algun traje de Magdalena. Si es en la comida, como una mala criada, doña Asuncion siempre le decia á su marido: dos de la vela y de la vela do.v, y Magdalena muy bien enseñada por su madre, engañaba á su padre del mismo modo, diciéndole doble precio de cualquier cosa que compraba. A doña Asuncion no se le ha conocido ningún devaneo; todo so afan ha sido llevar á su bija muy compuesta; y ella ha tenido la culpa si Magdalena se ha casado con un ricachón de un pueblo, porque siempre le decia; Tú escríbele á Manuel, por si no se pre- .senta otro, pero si te sale algun partido no lo desperdicies, que mas vale pájaro en mano que ciento volando.—Es que Manuel es muy bueno, decia Magdalena con sentimiento.—Todos ios hombres son lo mismo; replicaba su madre, un tormento necesario; pero, ¿qué se ha de hacer? Lo único que una mujer ha de mirar es tener dinero en abundancia, porque al año de casados todos los maridos son iguales, y los duelos con pan son menos; y Magdalena se reia, y al fin se casó. —Para hacer á un hombre desgraciado; esclamó Nuñez con triste gravedad. Manuel le miró sorprendido. Nuñez comprendió su mirada, y dándole un golpe- cito en el hombio, le dijo sentenciosamente:—Repito lo dicho, amigo mió, para hacer á un hombre desgraciado: y debe V. dar muchas gracias á Dios de no haber unido su suerte á un sér criado en el fango. —¡En el fango! dijo Manuel con dolorosa admiración. Amalia Domingo y Soleb. (Se coiiti/iuará.) UN PREMIO. En El Eco de Badalona correspondiente al 15 de Mayo hemo^^B el programa de un certámen literario que se celebrará en dicha Villa el 15 i^^Hbsto próximo. Después de la lista de los premios ordinarios, viene la de Iq^^Haordinarios; y el primero consiste en una pluma, sello, raspador y plegadera (^^Ha sobredorada, oferta de D. José Ventós y Salavert que se otorgará al poeta (^^Bjor describa las bajezas y ridiculeces del Espiritismo. Compadecemos sinceramente al individuo que opte á di^^Vemio; porque es tan difícil demostrar lo indemostrable, como quitarle sus coj^V al arco iris y su perfume á los lirios. El verdadero espiritismo, con su racionalismo religioso,^Hpu sensata filosofía, con su caridad universal y con su progreso indefinido, noU^poeta en él mundo que pueda describir sus basezas y sus bidiculeces. Entiéndase bien que hablamos del espiritismo raciona),' porque á una escuela filosófica no se la puede juzgar por los abusos que comeí^l vulgo, pues sabido es que no hay creencia de la cual no se apoderen el fanatismo y la ignorancia. Pero lo repelimos. El espirilismo no fe hace solidaria de las cienes neccdaji's, de las que se cometan nombre. y en su especula- Veremos á ver quien es el venturoso mortal que recoge el del Sr. Süiavert, Venios y y nos alegramos que consista premio en uua escribir el pluma; porque tendea mucho poeta agraciado; al cual le diremos, que sea lo ha quien fuere, xjue pruebe en que querido demostrar prosa en verso. -( 8 )- Estamos en un todo conformes con la Protesta porque á la sombra del que espiritismo copiamos á continuación; no queremos que se acoja guna especie. especulación d« nin- PROTESTÀ, GRUPO ESPIRITISTA I)E AMJÚ.IAR. Habiendo tenido noticias los socios de este Grupo, de dos localidad, de cuyos nombres que esta reservamos sujetos por hoy, se dedican á la de coracion enfermedades de toda clase por medio del ó magnetismo los mismos exigiendo retribuciones (según aseguran}, por sus aceptando curas, á ticos, denominándose que ellos atribuyen las procedimientos en casas de. los de pacientes, espiritis- espiritistas. Este testa semejantes hechos considerándolos, aun de grupo pro- ser ños al espiritismo; declarando ciertos, estra- que los mencionados completamente curahderos no tanto son sus por su ignorancia al atribuir dicho asociados, género de fenómenos á la cuanto por el descrédito espresada filosofía, en que iirtenta colocarla con sus ridiculeces Por tanto se hace constar y sentir públicamente, monopolios. mistificaciones para cumplir con el deber de no con- que afectan al buen nombre de una trina; el fin de toda respetable y verdadera doc- y con que de mencionados elusivamente responsabilidad sobre hechos, recaiga ex- sus autores. Por el grupo espiritista, Miguel Requeno. Andújar 19 mayo de 1880. OBRAS ÚTILES. Rl Espiritismo y sus impugnadores, por D. Manuel Sinués, 1'üO Pequeño catecj^ espiritista, o instrucción pesetas. elemental de sobre la pirilus la^^ de enseñanza dada los s Al ultra-tumba, es- el por fieri Rabin, fiO por céntimos. M,. 6 obra emanada de dos 1 J)ios en la :hza, espíritus, C. peseta. por Flammarion, lA La pluralida'^^^'·^ mundos parte, 1 í." \s habitados, 1.» phi.—Idem, parle, 1 parte, edición peseta. jóven, con 1 2." grabados, » id. peseta. Las maraeillen id. libr/es, 1 iíl. un cuaderno ilustrado con Si lAmen.—His'o À alma, grabados, l'2u se un 1 pesetas. por llisto Flammarion, peseta. e h.ilii cometa, el 1 . Nociones por de mismo, peseta. mag y sonambulismo, SO céntimos Cada cuaderno lentará peseta. s» , en provincias 1 real razón Historia del Ciela por de .Flammarion, Í'SO portes. Después de m(¿^°"'^por pesetas. Figuier, S'SO Lumen. —NarraciÓLbo pesetas. Jef infinito, Jai Iaíz del P por ceñir Flammarion, S'SO or f espiritista, pesetas. año 1.", á pesetas, Los pedidos á Juan TÓ^ents, Fonollar, 2í y 26, Barcelona. S.tN M.MtTIN I)lï I'ROVENSAf.S: Imp. de Juan Torrents y 0,®, Truint'o, t. Magdalena, madre de Lorenzo y que ya frisaba en ius sclenta años, abandonó la tierra dejando un inmenso vacío á nuestro alrededor; pues todos ta profesábamos un cariño sin límites por su estremada bondad y por ser la que nos daba ejeroplo de resignación en cuantos cot)flictos nos sobrevenian. Su hijo que la amaba con delirio, fué el que inas sintió aquella separación, y temíamos por su vida, porque le veíamos enfermar por momentos; pero un dia el hijo mayor de éste que tenia unos diez años, obtuvo una saludable comunicación de su abuela, con distinta letra de la que el niño iiacia y en la que después de aconsejarnos y participarnos su estado que era muy satisfactorio, dijo á Lorenzo, que desechase aquella atonia impropia de lodo sér pensador, puesto que cometía un suicidio moral del cual era sumamente responsable, 1- en atención á que aun era necesario á su familia y que por lo tanto no debia abre- viar sus dias: que ella vivia en espíritu y siempre velaria por todps. Lorenzo lloró de gozo, imitándole los demás; y desde entonces se le vió contento y resignado vol- viendo á recobrar la salud; mas farde los dueños, satisfechos de su comportamiento, le aumentaron el sueldo y se encargaron de la educación del niño rnaymr. »Asi continuamos unos tres años, al fin de los cuales llegó de fuera un sobrino del Conde de R jóven muy simpático y de bellísimos sentimientos. Lo mismo fué el verle que, al instante senti por él una de esas pasiones que no se borran ja- má.s; pero comprendiendo lo mucho que distaba su posición de la mia, quise apar- tar de mi corazón aquel amor que inconscientemenle me abrasaba; mas todo fué inútil, seguí amándole en silencio y ni á Juana quise confiar este secreto. Mas de una vez se había encontrado la mirada del jóven forastero con la mia, la cual pare- cía infundirme un rayo de esperanza; pero luego creyéndola vana preocupación, la desechaba al momento; y sin embargo, tan preocupada estaba con mi nuevo amor que, sin advertir cierta palidez en Juana, huía de ella deseando estar sola para pen- sar en él. aAlgunos meses después de esto, Juana me dió una carta diciéndome: — »Toma, es de Don Luis, el sobrino del señor Conde ))Yo me la quedé mirando y á pesar de ver que el sobre venia dirigido á mí, me parecía un sueño: devoré su conteniilo en breves segundos, y un grito de gozo se escapó de mis labios diciendo: «Gracias Dios mío, gracias! ¡Él también me ama!» Cuando quise volver en mí, Juana, había desaparecido sin yo notarlo; tan egoista es, el amor, que á veces nos hace olvidar, aunqu.e no sea mas que por un momento, el sagrado lazo de la amistad. Corrí en su^'useia para hacerla participe de mi fclici- dad, pero cuál no fué mi sorpresa al vpfía pálida y con los ojos ilorosos. — «¿Qué tienes? —la preguvttó. — »Nadü,—me routes^,-faciendo por sonreír—hace unos dias que te veo tan retraída, quejj|jga^^g||J^o que bas perdiiio toda la confianza que tenias conmigo, sentiria que estuvieras enojada. — »Si no es masque eso, perdóname querida, que no volveré á caer en seme- jante falta; y ahora mismo te voy á resarcir de esos temores, contándote cuanto ha pasado por rní en todo este tiempo. J.,a referí todas mis impresiones y después de haberme escuchado me preguntó: — »¿Y tú le amas mucho?..... — »5Í, ¡mas que á mi vida! »Do.s lágrimas rodaron por sus mejillas que yo me apresuré á recoger diciéndola: — ))¿{'or qué lloras? — ïLloro de alegría porque deseo verte feliz,—y dándome un beso, procurà, alejarse do mi. »Yo quedé algo pensativa porque en aquel momento cruzó por mí la idea de si Juana tendría envidia de mi dicha; pero como esto era impropio en una amiga, tan fiel, pronto la deseché de mi imaginación, y acto conlinup, me puse á escribir á Luis dándole una contestación satisfactoria. »Desde aquel dia, Luis y yo nos amamos con ese amor purísimo que forma el templo de la felicidad en la tierra; ni él desdeñaba mi pobre situarien ni á mí mg Í4(.) cegiiba u lílulo de Marqués; nuestras almas unidas por simpatia, lenian una atrae- cion tal, que se buscaban de continuo sin poderse separar. ))Un año despucs de conocernos, Silvio bendecía nuestra union deseándonos- un porvenir de ventura; y desde- cuyo dia el buen Lorenzo, dejó de ser jardinero, pasando con su l'amilia á ocupar una bonita habitación que al efecto le preparé en mi nueva casa; pues esto y mucho inas se merecerían, los que como padres me querían. aJuana, buena y" cariñosa copinigo era una flor que se agostaba por momentos: cada dia aumentaba su palidez, y por mas que F^uis y yo la preguntábamos la cau- sa de su tristeza, siempre evadía la respuesta ó nos decía que no tenia nada, ))Asi fas cosas, pasaron cinco años, en los cuales tuve un niño y una niña, lie- vnndo el primero el nombre de mi esposo y la segunda el de Juana, como recuer- do de nuestra pura amistad: amaba ésta á mis hijos, tanto como yo, y los niños la buscaban con indecible afan, prodigándola mil caricias en recompensa de su amor; pero Juana se moi ia, y esto nos tenia intranquilos á todos. Una tarde entró Carmen en mi habitación, y me dijo: , — j)¡Fíl mejor dia, se nos irá la pobre Juana! — í¡Oh....; sí!—la contesté—¡Veo con sentimiento que no tiene remedio! ¡Yo no se cómo dura tanto! — »Y desde que V. se casó, se puso peor y hoy, no es sombra de lo que fué. — »Es, verdad, yo no había pensado en eso; quizá ama á F,uis y esa funesta ¡lasion habrá causado su enfermedad. —!>V. lo ha dicho, y .luana misma me lo ha confesado hace tiempo. i — «¡I'ohre amiga rnia!—exclamé—¡Cuánto habrás sufrido! ¡.Mientras yo he vivido gozando de un amor sin límites, tú has devorado en silencio la amargura do su alma! ¡Mientras yo volatia tras una dicha inmensa, tú sucumbías bajo el peso del dolor! ¿Cómo he podido estar tan ciega que no he visto la causa de tu su- frimiento?.. ¡Juana... Juana querida!... ¿Qué podré yo hacer por ti. Dios rnio!... )'En aquel momento, entró mi hijo diciendo: — »Mamá, en la habitación de Juana hay visitas; ven, ven y verás que nenes tan bonitos. ^ íCárrnen y yo seguimos al niño,- adivinando la clase de visitas que serian y con- vencidas de que para nosotras cstarián invisibles; pues Carmen no poseía ninguna mcdiumnidad, y yo, sólo había sido videblgtres voces, á menos que ahora se repro- dujera el fenómeno. Cuando llegamos, Juali5_estaba recostada en un sillón, y al vernos, nos dijo; — »En este momento quería llamaros, para despedlrYflé de todos. — »¿Pues qué, á donde te vas?.... — ))A donde no se sufre tanto como aquí. »No sabíamos qué replicar á aquella incontrastable verdad; pero el niño que, no perdía una palatua, la preguntó: —»¿Te vas á ir con esos nenes y esas señoras que están aquí? — ))Sí hijo mío, si—le contestó acariciándolo. — ))Yo no quiero que te vayas, y si le vas, llévame contigo. —»No hermoso, ahora no puedo ser; tienes que quedarte con mamá. —»1^o, no; mamá rne pondrá el vestido blanco y me iré contigo. [Seconcluirá) C.4ndida SA^·^. PENSAMIENTOS. Aquel que se deja guiar ciegamente por la esperanza, tiene por compañera á la pobreza. El que no es virtuoso no es rico. El que abre una zanja para su enemigo cae en olla. SAN MARTIN DE PROVí-NSAT-S: Tmp. de .Tuan Torrent.s y O.», Triunfo, 4. A fuj II Barcelona 25 de SeLieinbr® da ISSO. N ÓÍ1ÍI. 18. S K MANAH 10 KSPl RITJSTA. I'UFXIOS 1)15 SUSCniClON. [_X J?EDACClON Y Rircelony: iin Irimftslre ^DJAINlStl^AClON, adelantado, PUNTOS DE i SUSCUICIÜN. fuera do llartelnna; ptas. Calle de En un año, id. Í Fonollar, 24 ptas. y 26. Lérida, El Adiniiuslracion d« . íluen Eiiraujcro j I'llraiiiar: SeuÜdo, uu año, id.. 8 Sa. publica los Jueves. Müdi'id: Mayor, 81, — plas. Alnu){rro,8, onlr. derecha -Alicante: S. Liancisco 28, du; » SUMARIO. ÍTóplina fllosóíicn sobre las nns. Vil.—Las conferencias metnoiias (J© Rosa. X. cienlííico-relig-iosaa del Rdo. P. Eduardo Lia- REPLICA FILOSOFICA S MIUM l...\SGONl'r.iiK.N(;i.\S (;11ÍNT1F1(;0'UEI,[(Í10.S.\.S i)E¡. ItDO. P. 1). ED! AHDO I.I..IN.t,S. Vil. iCuánlo senliinos defendL-r que los grandes hombres su ideal religioso! tengan que einpequencccrse para ¡La Rjíligion! es.i necesidad moral de innato todas las almas en e! espíritu; e.sa sed de pensadoras; ese seulimicnto ras desde el progreso de amor momento y sentimos que sabemos que toilas las eriatu- croado á Creador; pensar, sentir, su I y ese querer; esa aspiración de lo uo de misterioso toda nus vida; al esa atracción que liga caiusa eterna princi[)io y inon que nos llama suena siempre desde el géi en nuestro oido, inlinito; esa voz re- siglo, y que que el eco dicienilo; de ley!; ¡Huminidadi repite mundo eu tú mundo, de en eres justo hija de Dios! siglo ese bomenage del ¡.\ma á tu espíritu padre y cumplirás la porque le conduce íi que debe elevar al por liúdos senderos y engrandecer á las régimen moral; poderoso regiones hombre, de la eso elemento inniínsa ese que debe luz....; inejoramiento individual servir á las colectivo; burnanidados y ese freno la para su sidad de n,uestris la pasiones: que opone razón á la forja ¡cuán fuerte es si la impotuosi- pasión! forma la verdad! ¡cuán débil si la Las religion=is, todas son creadas los y tan quebradizos por hombres, esto son tan sus el argumentos; por por esto frágiles sus que mundo llama mantenedores sábios, tienen sean los cuando que hacer abstracción aunque se proponen hacer el de su cuentra el panegírico completa sabiduría de su padre Llanas re'igion; y en ese triste caso se en su conferencia en- hablando y el materialismo sensualisla. séptima do la devoción á María No es nuestro ánimo hablar de los misterios ce profundo del respeto, dogma católico, t.os more- porque marca como de la todas las que progreso humanidad; un sí hablaremos religiones paso mas' en el dominó pero del que en su séptimo discurso algo de al secta mente Padre apasionamiento deploramos, Llanas; porque este ilustradísimo apasionamiento que sincera- terreno sacerdote no necesita que descienden las auditorio; inteligencias descender al quédese los vulgares para convencer conmover á para hombres y plorando el adocenados su adelanto esas la lamentaciones de y civilización Jeremías, do - desórden y desenfreno actual, de que confunden lodos los lastimosamente con el del pensamiento, vicios, que una cosa es otra el la libertad y El padre libertinage de la Llanas, lo decimos boy, ignorancia. sagrada y lo ropctirmins siempre, paro ser uno de los del caloiicUino, no necesila descender de su aiíur» cicnliTica mejores camp.eones ha descendido su séptima conferencia; que si bien ataca con noble arran- como en que al materialismo sensualista, y opone á la propagación de todos ios vicios, el las culto devoción á María: cuando entra en las consideraciones que le sugieren y nuevas leyes del registro civil, entonces el teólogo lifoe caso omiso de su sabiduría y esclaina en la página 122: «Y si mi lenguaje es el lenguaje de la verdad, habréis ya comprendido el ostra" en el individuo el materialismo sensualis- go que causa y el despotismo que ejerce ta. Foro y qué, Señores, ¡si be tenido la imprudencia de penetrar en el santuario la vida bumana! o de la familia, viciar en su primer mananli.vi el gran rio de ¡N y extrañéis que en su corriente arrastre tanto légamo impuro! Cuando en nombre del acusa de latrocinio á la pr(ipiedad, la familia se estremece sol)re sus progreso se Cuando una Í)ascs, sosten social de la familia. porque la propiedad es el primer apellida soberana, califira de tiranía insufiible á la indisolubilidad lilosofia que se conyugal, el amor, que es el aroma vivificador de la familia, abandona sonrojado el el último hogar doméstico, y trasformado en pasión pasea con aire triunfante girón de pública. Cuando los pretendidos regeneradores de la sociedad, la pro- vergüenza claman en voz alta el amor libre y ta comunidad de hierves, negando toda diferencia intrínseca entre la virtud y el vicio, entre la pasión y el sentimiento, entre la inteli- gencia y el instinto, igualando al hombre con el bruto, y buscando la descendencia arrebatada el venda- humana de la paternidad de ios irracionales, la familia es por la sociedad corre á los abismos caótico.s del desórden bal de las pasiones, postrero, y la humanidad agoniza entre convulsiones apocalijrlicas. ¡Gran Dios! ¿todavía eí hombre no ha pronunciado la última palabra de sus aberraciones? Nó, Señores; no sin la familia quede asfixiada bajo la fría losa del materia- le basta al hombre fé, que lismo; quiere tener el placer bárbaro oe c.onlemplar á la familia degradada, envilecí- vida humana calificando de amanceba- da, y ai efecto emponzoña el manantial de la míenlo el malriinonio c.anóníco, la union bendecida por la Iglesia. Señores; por qué no se los extrañáis reine la anarquía en nuestras sociedades, que respeten pode- que públicos, no se observe la justicia, que el crimen pasee en medio de núes- res que tros pueblos, alimentado de victimas ceñido de laureles? ¿Qué otros frutos y puede se dar ese materialismo grosero que se inocula en las venas de los individuos, que infiltra en las arterias de la familia? tenden- »Y si del individuo y de la familia ascendemos en nuestro exámen á las regiones del régimen social, ¿cómo calificaremos á esa cías que imperan en las altas llamante jurisprudencia que excluye á Dios del nacimiento, de la vida y de la muerte, de las que le destierra de la escuela, leyes, y de la política, que divorcia al Estado de la Iglesia, y al ciudadano del cristiano? ¿Cómo la calificaremos, Señores? la Yo no sé denominarla; pero sé que el Socialismo, el Comunismo, Internacional, la Liga de los solidarios, son consecuencias lógicas de esa llamante jurisprudencia atea y materialista.» ¿Ño imposible el Padre IJattas diga etr sé rio verdad parece que semejan- es que les aivsurdos, sabiendo como sabe que la religion laica es la religion deia razón y dev la verdad? ¿Dejará de conocer la definición racional que de ella haced». Fauvety en de la Rdigion láica publicó el Vizconde de Torres-Solanol? el Estudio cxp ísitioo qae Escuchemos á Fauvety. ft¿Qi»é entendéis por Religion laica? sSimplemcnte la Religion sin ininiijtros, sin cuerpo sacerdotal íSlendo la religien lo qut nos une á Dios, y, por él, á lodo lo que es, no pode- mos admitir ningún intermediario entre nuestra razón consciente y la razón cons- cíente del Universo.» moral de aquesta religion el que según asegura Padre Ahora veamos la profesión Lianas se en la página 123, «Si ios pueblos prestan al ensayo de esos innovadore.s iriaterialistas, la humanidad escribirá fuego el epilogo de su historia, y la barbarie el vendrá luego á barrer los ftltimo» esconvbros de nuestra civilización y cultura, y salvajismo con las coronas de nueslros reyes, con los códigos de nuestros artistas con los y tesoros de nuestros sábios.» Veamos, veamos el credo filosófico ó profesión de fé que inspira tan serios temo- res al orador sagrado. Kscuthemos á Fauvely en la página 42 del folíelo de Torres- Solanot. Estudiemos la religion laica en su profesión moral. «Afirmo el Debecuo; nConfieso el Deber; »Quiero la Justícia , y la Fratbbmbad Huma.na; íCreo en la Soliüabidad Universal; -( 143 )- »Aspiro á la Ferfeccion; »Drrecho . Dotado de conciencia y de razón, por consecuencia de tus actos, tienes el derecho y el responsable deber de gobernarte á ti mismo en todas las esferas de tu actividad Manten tu derecho mientras no atente al derecho tate á lin de de"otro.—^Respé- que los demás te respeten.—Cultiva tus facultades, desarrolla tus fuer- zas, cuida tu salud, evita toda mancha, aprende á defender tu existencia tu libertad.—Ama la vida que has y recibido ájproteger porque si no depende de tí el ser dichoso, de ti siempre depende el ser útil á los demás y bueno para tu —No temas á la muerte, mejoramiento. que noes mas que una renovación de las fuerzas una evolución necesaria al y progreso y al engrandecimianlo de los séres. 9 Deber. No olvides que desconocer tu deber, es tu que el deber y el derecho comprometer derecho, son correlativos por- y no se afirman el uno sin el otro.—So- métete á la ley, fuente de la igualdad social, y rechaza todo privilegio, aun cuando sea en tu beneficio.—Respeta tus promesas; cultiva la verdad; no lo á retengas que perteoi ce otro. — Devuelve á jamás tus padres todo lo que de ellos has hónrales recibido; con tu conducta cuotidiana, y que tu respeto esté á la altura de su ternu- ra.—Trasmite tus bienes á tus hijos, si de ello no se han mostrado no los sacrifiques al interés indignos, social.—Abstente pero de la ociosidad como de un robo.-— Si atesoras riquezas, piensa en lo que han costado, y mirándote como depositario, haz simple que sirvan para fecundar el trabajo, para aliviar la extinguir la miseria. desgracia, para ïjüsticia. Practica la justicia, no solo no haciendo á los demás lo no quisieras que hiciesen, sino que contigo tomando la iniciativa del bien, y luchando contra la iniquidad, donde quiera que la halles.—No condenes sin sin dejar una puerta abierta jamás apelación y á la reparación, al la rehabilitación. El sentimiento arrepentimiento yá religioso es incompatible con el infierno eterno, y la conciencia de la humanidad regenerada por el amor del prójimo no admite sin remisión. »Fratermdad pena humana . Trata á tu prójimo como á ti mismo.—Perdona las injurias y hasta devuelve bien por mal, siempre que la conservación de tu personal telo permita. Sirve dignidad fielmente á tu patiia y iiállate morir ella;, siempre te dispuesto á por pero no separes jamás, en tu tiene corazón., de esa nombre la gran Humanidad.—No patria que por te separes voluntariamente de la sociedad de los hombres;, no te aisles de tus hermanos, y no los aisles á ellos.—No para el hombre solo. — Acuérdate hay de progreso que todos los bienes que gozas, los debes á las luchas sostenidas, 4 los sufrimientos soportados, á través de tantos las generaciones siglos, por que te han precedido; piensa que asociando tus esfuerzos á los de tus contemporáneos, prepararás una suerte mejor á los le sucedan.—Créate con tiempo, que por medio del matrimonio, una esfera familiar de la que estén desterrados el egoísmo, que es el mayor de todos los vicios, la envidia, el juego,, la cólera, la la pereza, la disipación, intemperancia, el disimulo la leis y unidos mentira.—Ésposos, no es- solamente por la carne; procurad estarlo también por el si fuéseis espíritu y el corazón, como una sola alma. Haceos dignos siempre de la suma estima- cion, y no tengáis jamás que sonrojaros ante vuestros «Solidaridad hijos. Universal . En tos esfuerzos hácia lo mejor, aspira á lodo lo " está arriba y tiende la mano á todo lo (que- que está debajo.—Sé dulce y res- pecio á los animales, compasivo porque son sensibles como tú—Sé caritativo y benévolo para lodos los sufrimientos.—En tus placeres no goces de aquellos que hagan llorar á álguien.—Ama la naturaleza, respeta sus leyes y no mandes sino obedeciendo á ellas.—No olvides janiás que, si la tierra ha sido dada á los bombes es para que lo- dos ellos tengan lugar en el banquete de la vida; y que hallando en ella su parte de luz y de libertad, gracias a la instrucción á que todos tenemos igualmente dere- cho y al trabajo de cada dia que es igualmente deber de todos, harán reinar el ór- den, la paz, la equidad y la armonía. Realizando así el reinado de Dios sobre cues- tro dominio terrestre, es corno podremos llamarnos los colaboradores de la obra di- -( 144 )- vina, y como nos será dado elevarnos progresivamente hacia el Sér perfecto, del que cada uno de nosotros lleva en si el inagotable ideal. «¡Bendita sea la humanidad en su pasado, en su presente, en su porvenir! j>¡Bendito sea lodo lo que vive encima y debajo de nosotros, en la perpètua co» munion de los seros! ))¡ffendilo sea Dios, Padre celeste, Unidad suprema, Ley viviente. Razón cons- cíente del universo, Fuente de toda vida, de todo amor, de toda lüz y de toda per- feccion!» Consideremos las líneas anteriores, que bien merecen considerarse. La religion que sustenta y defiende talos principios, ¿puede traer sobre el mundo ese cataclismo social que en lúgubre profecia nos anuncia el Padre Llanas? N<5, es imposible; abso- lulamente imposible; el progreso solo puede traer la vida! el esplendor de la luz! la actividad de la razón! el trabajo continuo del mejoramiento de! espíritu que recoge con avidez la sávia generosa que el Sér supremo derrama sobre los mundos que en rotación eterna cumplen la ley de su omnipotente voluntad! Dice el Padre Llanas que la iglesia triunfa y nadie podrá arrebatarle la palma de la victoria. ¡Qué pobre es esa proposición! Acaso las religiones sostienen algun pugilato, para que esta ó aquella ganen en la lucha? La mejor de todas las religiones como dice muy bien Alian Kardec en su o\nü¿Qué es el espiritismo? página 91, es esta. «Dios es bueno y justo; solo quiere el bien; la mejor pues de todas las religiones es la que solo enseña loque está conforme-con la bondad y la justicia de Dios, li que dá de el la idea mas grande, mas sublime y no lo rebaja atribuyéndole las peque- noces y pasiones de la humanidad; la que hace á los hombres buenos y virtuosos y ■ les enseña á amarse todos como hermanos; la que condena todo mal hecho al pro- jirno; la que bajo tringuna forma ni protesto autoriza la injusticia; la que no pros- erilie nada contrario á las leyes inmutables de la naturaleza, porque Dios no puede contrariarse; aquella cuyos ministros dan el mejor ejemplo de bondad, caridad y moralidad; la que más tiende á combatir el egoísmo y menos contemporice con el orgullo y vanidad de los hombres; aquella, en fin, en cuyo nombre menos mal se comete, porque una buena religion no puede ser pretesto de mal alguno: no debe dejar ninguna puerta abierta ni directamente, ni por interpretación. Ved, juzgad y escoged.» Pues si siguiendo el consejo de Kardec hemos de ver, de juzgar y de escoger, ¡cuál) difícil seria darle la palma de la victoria á esta, ó á aquella religion! ¿No es verdad Padre l.lanas que seria muy difícil? No se lo preguntamos al sa- cerdote, porque este nos daría una contestación obligada; se lo preguntamos al sá- bio; porque el sacerdote repelimos que nos podria decir lo que, dice c.a su séptima conferencia en la página 124. «Veo que el espiritualismo cristiano renace de las frías cenizas del indiferentismo r- ligioso; veo que el mundo despierta á la fé al eco niágico del dulcísimo nooíbre de Maria; veo que María opera una reacción católica, que es la única esperanza de nues- tros males, reacción que ven llegará pasos de gigante todos los hombres pensadores, y ante la cual solo permanecen impasibles los hombres que no interrogan al mundo que se mueve, que se agita, que llama al porvenir; veo que en todas parles los cató- lieos se adunan, se organizan bajo el estandarte de María. ¿Y nada os dicen á vos- otros esas poderosas asociaciones católicas que en todas partes luchan contra las ten- dcucias materialistas de la época, y hacen revivir en todas partes el espiritualismo -] 14o )- ciisliano? Pues todas Suti hijas de María, todas llevan escrito en su bandera el nom- bre de Marín, ¿No os llaman la atenrioit esas de perecrinaciones piadosas de pueblos, comarcas enteras, que con la plegaria en los labios, con el sia, el pensamiento en la igle- con coraz(>n en Dios, visitan los mas célebres ssniuarios de la cristiandad?» ¡Ay! Padre Llanas! láslima grande que no sea vet dad tanta belleza!.. . id orador sagrado en su mistico entusiasn o dice que las de pueblos, de peregrinaciones piadosas comarcas enteras, van con la la plegaria ¡n los labios, con el en iglesia, el pensamiento con corazón en Dios, á visitar los mas célebres santuarios de la cris- liandad ;Ay! si el catolicismo no contara con timbres mas las gloriosos que los en peregrinaciones, que breve seria adijuiere ¡cuán su vida! ¡cuán tfimcra su Las gritiaciones gloria! pere- en nuestros dias sabido es de todos el móvil que las (nanifcslaciones promueve, que mas que religiosas, son manifestaciones rial políticas; y de tiempo inmemo- se comprende la ineficacia de esas demostraciones. El Padre rio de Feijoó, San Niceno, San Grego- Gerónimo, y el abad Gerson aseguran nQui mullum tur peregrinan- raro santificanlur)) (Los que peregrinan mucho, rara vez se en estado de gracia), y al decir ponen esto estaban en lo cierto los aludidos padres de la iglesia, no es el aturdimiento porque de una fiesta lo mas apropósilo para elevar el ánimo á con- lempbiciones religiosas, estas necesitan calma, silencio y soledad Dice el Padre Llanas en la página 126. «f.a religion cristiana puede retará todos los impíos, con de triunfante, á ofrezcan seguridad quedar que en certámen definitivo uñ objeto tan bello y tan iiitere- santo como el corazón de Maria.» ííiblando francamente, encontramos este la lenguaje muy tratándose do religion. Nosotros impropio con s''r libre-pensailores no las pronunciariamos. Si la n católica religi es según los católicos la mas perfecta, no tiene necesidad de retar á los im- píos, n.) tiene que descender de su elevado «Las pedestal, que como decia Sajj A mbrosio, grandes obias no necesitan de quien las aplauda, ellas mismas testifi- can su grandeza.» t&to de porque retar á todos los en certiímen de/itntivo impíos para que ofrezcan un objeto tan bello y tan interesante como el corazón de Maria en- coiitrarnos esta proposición tan irreligiosa, tan ilógica, tan material, tan fuera del terreno verdaderamente filosófico, que nos asombra, porque atendiendo á que los católicos creen que Maria es la madre de Dios, parécenos que el cornzon do ese elevado ser detiia inspirarles un culto mas debian amarla con un sen- limiento espiritual, mas sublin.e, mas puro, desprendido de todos los antagonismos icrrenab s: la religión para nosotros no es un reto á estos ó á aquellos, ni el culto á este ni la adoración samo, á otra imágcn; crccitios como l auvely la no se en- cui'utra «que Religion (;n observancias vanas, en fórmulas de oración ó en ceremonias Iradiciona-- les más ó ménos siitibólicas, que no está cristalizada en dogmas y en formas de sino culto, (¡ue, inheieiile a! alma liumana, so halla donde quiera que esta se dilata so siente vivir y en la universal armenia de los seres y de los mundos. Está en toda ración liácia el aspi- ideal divino, en todo esfuerzo del sér moral para la realización de lo verdadero, de lo justo, de lo bueno y de lo bello. Está en toda obra de (le sinceridad, trabajo, de piogreso, de amor al de secrificio útil á la al á la prójimo y humanidad. familia, pais, ! stá en toda victoria nerosidad, conseguida por el de espíritu de caridad, de ge- solidaridad,.contra el espíritu de ódio, de division, ydeegoisrno. Está, en fin, en todo acto butnano y en todo humano unlversalizándose, muestra su acuerdo pensamiento que, perfecto con la obra y el pensamiento divino.» Creemos que Fauvely está en lo cierto, y nosotros adoramos á Dios en la natu- raleza, creyendo como Victor Hugo, «que lo presente es grave, pero pasa. Volvamos nuestros ojos hácia ese gran porvenir que espera á la civilización eso mismo y picqiaremoslo»: queremos nosotros, sembrar el terreno del porvenir, porque sabemos las futuras que generaciones recogerán «mas de una Difundamos espiga por grano.)) la luz; arrojemos la semilla did giones progreso; no destruyamos las reli- que son los altaros del Posado; pero probemos con la fuerza de la lógica, que prevalecerá ia escuela do la razón que mire en Dios la causa, y en la naluraleza el efecto; y repitamos siempre que el hambre será grande, muy grande, cuando ninguna de sus acciones le baga pequeño. Amalia Domingo y Soleu. mmmtm m ^ (Conclusion.) -( 146 )- X. »Entonces, cogiendo ai niño como si alguien me lo fuera á arrebatar, exclamé: —»¡No, hijo mío, no, ni tú ni ella!....—Y dirigiéndome á Juana la dije: —íiVamos mujer anímate! —»¡Vo puede ser Rosa; dentro de algunas boras cumple el plazo de mi existencia y ni tú ni yo podemos aplazarlo ni un segundo. Yo siento una felicidad inmensa al comprender que me alejo de la tierra; pero antes quisiera veros á todos reunidos, y que Silvio recogiera mi último suspiro. — »Se hará como tú quieras—la contesté. —»Miia mamá—decia el niño—cómo se rie esa señora conmigo y leda un beso á 'uana. —»í)ime ¿á quién ves hijo mió? porque yo no veo á nadie. —íVeo á un viejecilo, dos señoras y dos nenes como yo que quieren jugar co^n- migo. —»¿Y qué te dicen? —»So ríen y me llaman. — íDiles que nos dii<8n algo. «Kl niño repitió la frase, y yo pude escudrar la voz de mi nradre que decia; «Anda Rosa, haz venir á Silvio y no te detengas, que el tiempo vuela: deja al niño con Juijna que nada malo le sucederá.» Entonces puse el niño al lado de la enfer- ma, y volviéndome á Carmen la di el encargo de avisar al .\bad, disponiéndome yo á reunir á toda la familia, para complacer asía aquella amiga tan querida. »Una hora después, llegó Silvio con Gármen. Todos estábamos con Juana, la cual después de acariciar al niño repetidas veces, indicó· al Abad que se acercára y le dijo: — »Vos sois muy bueno, y aunque sé que no os gustan las confesiones, yo os suplico que recibáis la rnia por primera y última vez, no corno á confesor, sinó como un padre que siempre tiene una palabra de consuelo para sus hijos. — «Gracias, hija mia, por el dulce título que me dás; pues aunque en mi vida presente no he sabido .:reorme esa familia íntima del corazón que tanto ei.giandece al hombre, tampoco estoy exento de ese amor universal tan necesario á todos aquellos que sufre.i; por lo tanto, como padre y como amigo, estoy dispuesto á escucharte. ^—ïQracias.... no esperaba menos de vos. Seré breve y no qufero que ninguno de los que estáis aquí os retiréis; todos j.odeis escuchar lo que voy á decir, porque todos sois mis verdaderos amigos, y el buen ainigo,.jamás se asusta de las debilida- des de su compañero; porque si este delinque, sabe compadecerle. Así pues os diré que: Hace algun tiempo conocí á un sér, y desde el momento en que le vi, sentí por él un amor inmenso; amor que brotó en mi pecho como puru manantial, pero que jamás fué advertido por aquel á quien amé; ese amor, fué siempre un imposi- ble para mí; pero á pesar de esto, seguí amándole con el mismo frenesí; he hecho cuanto ha estado de mi parte para desechar esta pasión j no he podido conseguirlo; obrando así ¿he faltado á mi deber?... »Entonces Silvio mirándola con ternura, la dijo: —»Si y nó. Sí; porque no es lícito poner los ojos en quien no puede perlene- cernos, y porque muchas veces estas pasiones suelen reportar al espíritu una gran responsabilidad caso de que sea correspondida; y nó; cuando es un secreto que el -( 145 1- espíritu guarda profundamente en to más recóndito de pruel)a ó su expiación, corazón, sirviéndole de porque con sabiéndolo esto, se á apreciar purifica en todo y prepara su valor. Yo comprender el amor, creo que tú le hallas atenuante; en el pero esto estado no deja de más ser sinó mi el lugar donde habitamos pobre opinion; y como no hay ningún en sér quiera para juzgar á otro la perfecto que que tenga suficiente criterio con debida el justicia, repasa tu conciencia con según grado de tranquilidad escrupulosidad, gravedad que adviertas y en á esa de tu falla. ella, misma altura estará la sSilvio calló; y Juana después de unos sonriente instantes de la mirada con y el rostro serena, dijo: recogimiento —;i'¡Gracias por vuestro mió! conciencia, consejo, padre Mi corazón late no me acusa de haber hecho mi derramar tranquilo, y procurado sonreír á mis ninguna amigos, lágrima á nadie; he ahora, han para no hacerles no sabido la verdadera participes de mi dolor; y hasta causa de mi enfermedad. es tenia Cuancfo he porque su razoii de sér. sufrido Amaos mucho esto, enfermar de vosotros no amor, y no abuséis para que de conduciéndonos jamás éste, tengáis que hácia el porque si es envolviendo puro, él nos progreso; al regenera vino y con la esencia amor, le lleva á gozar de espíritu del Di- una dicha parto llevando inconcebible. mi Adiós... en alma mios. un dulce recuerdo amigos Yo de vosotros «üespues rodeando mi cuello que brazos siempre conservaré, con sus y con la —»¡Rosa.... candidez de un perdóname si niño, en algo le he ofendido! Tu inedijoí ran, adiós..,, madre la querida.... y mia me ya nos veremos.—Y cerró espe- un apacible los sueño. ojos como si se enlregára á XI Kn tanto su espíritu volaba á otras sufrimiento, mi regiones de más luz en hijo que miraba el recompensa de su cadáver de volvió Juana hácia sin nosotros diciéndonos: pestañear, de pronto se —»Mirad, mirad; las dos señoras estaban cen adiós la que aquí, se van con Juana con me mano. y di* «Todos dirigimos la vista al punto indicado por el niño una especie de y solo nube blanquecina pudimos se — »¡Dichoso que el alejaba distinguir con pasmosa se va como libro que ella—exclamó rapidez. de cuentas! Silvio—una deuda Procuremos menos en su nosotros saldar las «Acto nuestras continuo mientras estemos murmuró acá, una oración en favor de por acogiera Juana, en su Dios seno paternal; y lodos la hicimos allí lo para que para cumplir propio, con nuestros últimos deberes disponiéndonos á salir de Una conduciendo el vez rendido cadáver este tributo á la fosa. á los restos ciou sin humanos, cada cual poder se desechar, retiró á su de habita- momento, la tristeza aquel sér que nos causó tan la querido, aunque sin perder la separación de dría á consolarnos. esperanza de que un día su espíritu ven- »! feclivamenle; unos meses Juana ra la nos feliciílad después, reveló medio déla qué gozaba, animándonos por escritu-" á todos con consejos. Tanibien cariñosas anunció frases saludables nos la seis pronta desencarnacion y de la meses después de Silvio, se efectuó esta revelación, y de la que siendo teniaéi sus últimos (jue ya momentos, algun tranquilos presentimiento} como límpida un mar en y serena como un hermoso dia bonanza, de y su miradi, ()ido.s las Primavera. Aun últimas frases resonar en mia que buenos; pronunció: parecen — «Sed buenos--nos esparcid el sumamente amor en lodos los dijo—pero estinga un jamás; lugares, pero amor amad á los inmenso que no se quizá pobres, lazo porque entre esos infelices os une un sagrado; amad el harapientos y vosotros, vilizacion; grabad progreso, porque él es la antorcha de c¡- en vue^tro la corazón las de saludables res ultratumba, máximas si que recibís de los sé- porque hoy son un mito la se acogerá á ellas, la para humanidad, dia vendrá en como á taíiia salvadora (luzca al que sacándola que de la la seguro puerto de la ignorancia, con- anciano, las se cumplan verdad.»—¡Quiera cuanto Diosquc antes el palabras de buen para bien de »Yo lodos! aquel doy gracias al Eterno, por haber conocido en edad temprana esas revela- —( i is )— cloíK'S (je ios que fueron líiis áiuigos ó parientes en la tierra, porqtie ellas íian dado vuelo á mi imaginación coneeditmdotne una calma hienliechora en el presente y la inás risueña esperanza en el porvenir. »Sin ellaSi quizá continuaria entre las sombrías paredes del cláuslro sin poder ejercer la bellísima misión de esposa y triadre, en donde, como díiéia Silvio, se ad- (juiere un gran progreso. Yo comparo mi vida presente,^ con la que pasé en el con- Vento, y entre la una y la otra, veo lina distancia inmensa. La vida del claustro, no es sinó la completa paralización del espíritu; vivir con la familia ó crearse ésta, es la marcha continua y nrtliral de lodo sér. »EI trabajo, es el patrimonio de las butnanidades; y la vida contemplativa, no cabe en la mente de ningún sér pensador; pues esta creada por la ignorancia de nuestros antepasados, solo pueden acogerla hoy los muy ignorantes ó faltos de razón. Asi es, que, viniendo el espirita á la tierra para progresar, debe estar eti constante actividad, la cual consiste en la dilicilisima tarea de saber obrar con arreglo á la verdadera justicia, basándose siempre en la razón, aunque esta ponga de manifiesto nuestras propias faltas, pues no hay mejor justicia, que reconocerse uno sus defectos. sGracias ai racionalismo que hoy impera en mi, creo sabré cumplir con el deli- Cade encargo que me ha sido coníiado; y antes que todo, quiero que mis hijos sean virtuosos para ver en ellos un espejo de perfección, siendo útiles y cariñosos con sus semejantes, y que unido al inalteralale amor que me profesa mi esposo, será lo que constituirá mi mayor felicidad. ïEs tan dulce el sonreír de la familia que machas veces al recibir las cari- cias de mis hijos, no puedo por menos de exclamar: ¿Qué he hecho yo para merecer tanta dicha? Sí, se identifica tanto la madre con sus pequeñuelos que, ríe, llora y siente todo lo qüe ellos sienten, semejándose á dos gotas de agua Conftiiidiilas lul una; y aunque nuestra imaginación abarque mucho, nunca podrá llegar á comp.'cn- der el tierno sentimiento de una madre, hasta que se encuentre en el mismo estado. ))¡ Loado sea Dios que en su infinita bondad, ha esparcido la esencia del amor en todas parles para consuílo y progreso de las humanidades presentes y futuras.—Rosa.» Hasta aqui el manuscrito que contenia las memorias de Rosa; y vistas las atina- das relh'xiones de sTi espíritu pensador, muy poco podemos añadir; y solo diremos, que, sus sencillas páginas nos demuestran claramente que el Espiritismo no es una creencia nueva ó imaginaria como muchos piensan, sino que se conoce desde muy remotos tiempos, ó mejor dicho, ha existido siempre; con la sola diferencia, que antes, la mayoría de las intejigencias no tenían el suficiente alcance para compren- der el verdadero sentido de las cosas, y de ahí los múltiples errores de que siempre ha sido victima la humanidad, creándose cada cual la religion más conveniente á sus propios deseos; asi vemos que, en los primitivos tiempos, reinó el instinto feroz de la barbàrie; después, el despotismo ocupó un lugar preferente; mas tarde, el vicio con toda su desnudez, fué admitido por todo el orbe con muestras de alegría, como un narcótico de la conciencia que les hizo olvidar sus mas sagrados deberes; tras de esto, vino un escepticismo é indolencia exuberantes, y después para lavar el fango que embotaba sus sentidos, establecieron un fanatismo tal, que se convirtieron en cenobitas ó santos figurados, privándose basta de lo mas esencial en la vida; pero no podiendo soportar tanto rigorismo, poco á poco se ha ido transformando en una es- crupulosidad aparente, que no es otra cosa que la más refinada hipocresía. Gracias ai progreso, muchos de ios habitantes de este planeta han visto la luz que dá la revelación ultra-terrena, y mas tarde la humanidad toda sin ninguna es- cepcion, aclamará al Espiritismo como al vencedor de las luchas morales, como al principa! motor de! progreso y como á la purísima aurora de la verdad. Nosotras, aunque pertenecemos al sexo débil, parapetadas tras el baluarte de la razón, seguiremos siempre fuertes é incansables en nuestra tarea de difundir la luz para el bien en general. C.4ndida Sanz. Gracia. SAÑ'íiiTftTÍK DE f'ñOVÉNSÁLS: ImjrdélñaTToi rpnts y C.», Truiafo, t. N;írii. ií). LA m DEL PORVEIIR, SEMANARIO ESPIRITISTA. PRECIOS DE SUSCltlGiON. I-A JIEDACCÍOW Y ;fcoMINI9TI^ACIOM, PUNTOS DE SÜSCRICION. de Barcelona: nn iHineslrt adelantado, d ptas. Galle de Fonollar, 24 26. En Lérida, Adininislracion y El Buen Sentido, Mayor, SI, — ^•oera de fiarcelona: an año, id. .i ptas. Madrid: Almagro,8, eiitr. derecha í-itranjere i lüirsmtr: un añn, id.. 8 los Jueves. ptu. Ss publica -Alicante: S. Francisco, 28, dui-* SUMARIO. - Héplica niopOflha sobre las conrerencias cientilico-rellgíoees del Rdo, P. D. Eduardo Llanas. VIII.—La madre.—La felicidad múlua. 1—Pensamientos. RÉPLICA FILOSÓFICA SOUnE L.\SCONFF,l!F..NCrAS C11ÍNTÍFIC0-KEI.1GI0SAS DEL RDO. P. I). EDUARDO LIANAS. VIH. Termina el Padre Llanas el primer tomo de sus conferencias con una Plática de preparatoria nuestra señora para la comunión general de caballeros celebrada en la Merced, El asunto á que se refiere, indica claramente que el orador sagrado á de dedicar toda su atención á preparar á su auditorio para un acto religioso que noso- tros respetamos como todos los formalismos de las demás religiones; por lo cual, nada diremos sobre el pan eucaristico, porque nosotros encontramos lógicas todas las ceremonias religiosas, puesto que cada una de ellas responde perfectamente al ritual que obliga á sus sectarios á ciertas demostraciones, á determinados actos que sirven de corolario al ideal que sustentan. A la se conoce el causa siempre corresponden ios efectos, por el fruto árbol; y nada más lógico, nada más natural, nada más gráfico ni más propio del catolicismo su banquete eucaristico. En las religiones todo es armónico; y armonizan per- que fectísimamente sus principios fundamentales con sus típicas ceremonias; los unos con las de otras se complementan; así pues, lo repetimos, respetamos el dogmatismo da todas las religiones, en todos ios dogmas bay su fondo de poesia, y su tinte que verdad; pero nos permitiremos hacer algunas observaciones sobre las elocuentes pa- labros del Padre Llanas, que después de lamentar que sus oyentes no todos ban acudido ai celestial banquete, unos por sus ocupaciones, y los mas por preocupado- nes religiosas que constantemente y de un modo sistemático les alejan de las prácticas cristianas, esclama con inspirado acento: «En vuestra actitud fervorosa, amados mios, en vuestro silencioso recogimiento, en esas muestras de veneración y respeto con que os acercáis á recibir de manos de del sacerdote la Hostia consagrada, sois indudablemente objeto de compasión y lástima para esos hombres indiferentes, para esos espíritus fuertes, que creyéndose dolados de unas luces superiores á vuestras luces, de un criterio mas seguro que vuestro criterio, lamentan en su presunción vuestra ignorancia y vuestro abatimien- lo ai veros prosternados ante un pedazo de Pan sobre el cual se han pronunciado es ciertas palabras misteriosas. Para hombres tales, es comprensible, disitnulablc, que las mujeres, allá docilidad en su fanatismq, que los niños, allá en su en su y credulidad y en su ignorancia, lleguen á creerse que el pan y el vino sobre los cuales ban recaído las palabras sacramentales, se hayan convertido en el cuerpo y sangra de Jesucristo; pero no pueden acabarse, no saben persuadirse, de que hombres do —( !— cierta iluslracioi), de brillnnte posición literaria, abriguen la creencia de que aquel pan ya no es pan, de que aquel vino ya no es vino; sino qua en virtud de las pala'- bras sacramentales el pan haya pasado á ser el Cuerpo de Cristo, y el vino baya pasado á ser su Sangre; como si un cuerpo humano, dicen, pudiera estar contenido en un pedazo de pan, corno si la sangre de un hombre pudiera hallarse contenida en un sorbo de vino, y como si aquel Cuerpo y aquella Sangre pudieran estar á la vez en la tierra y en el cielo, y á la vez también en distintos lugares de la tierra. «¡Pobres caballeros! se dicen al contemplaros, ¡á qué lamentable extravío os ha con- ducido vuestro fanalismo religioso! ¿No comprendéis el ridiculo que cae sobre vuestra frente al mezclaros con las mujeres y con los pequeñuelos, y humildes como el'os, y silenciosos como ellos y eompungidos como ellos, prosternaros ante un pe- dazo de pan soi)ie el cual bánse pronunciado ciertas misteriosas palabras? Levantaos del polvo de vuestro abatimiento, serenad esas frentes anubladas por los sombríos celagps dfd oscurantismo!» wSeñor! volved por el honor de vuestra gloria, pegad ai paladar la lengua de los que asi desprecian vuestros misterios.» Fijémonos bien en estas últimas palabras, que verdaderamente son dignas de un concienzudo estudio: uSeñor! volved por el honor de vuestra gloria^ pegad al paladar la lengua de los que asi desprecian vuestros misterios.» De manera que Dios, para volver por el HONOR de su gloria, ha de destruir á ios libre-pensadores. ¿Y desde cuando acá Padre Llanas el honor de la gloria de Dios, ba podido ser empañado por el hálito del hombre? ¿qué es el gusanillo de luz comparado con el sol radiante? ¿qué es la pequeña gota de rocío al lado de los rugientes mares? ¿qué es el grano de arena en parangón del planeta Saturno? ¿qué es el hombre en fin ante el Autor de todo lo creado? Mucho menos que el gusanillo de luz ante él foco solar, que la gota de rocío ante los mares, que el gr; no de arena ante los mundos. ¿Y este átomo de la Creación, ese compuesto de espíritu y materia llamado hombre, que ignora aun de donde viene y adonde vé, que no sabe definir á Dios ni compren- de apenas las leyes de la Creación, podrá ese diminuto sér con sus negaciones, ó afirmaciones, contribuir á la gloria de Dios? Acaso la gloria del Omnipoten- le puede adquirir esplendor ó perder brillantez, para que Dios tenga que volver por el iionor de su gloria? ¿Ignora acaso el sábio teólogo que en Dios lodo es inmutable? qué en él no hay nada sujeto á mudanza? qué su poder y su soberanía son la fuerza eterna que sostiene el admirable equilibrio de jos mundos dentro de la órbita que cada globo se traza en su rotación al rededor del Sol? Y esa causa primera: ese principio de todo lo existente: ese motor que bace funcionar todas las leyes de la naliiraieza; ese corazón inmenso cfuo palpita en la Creación: ese algo que sentimos, que admiramos, pero qtie en realidad aun tio com- prendemos, ¿es posible que las religione.s lo reduzcan á proporciones verdadera- mente microscópicas, y le den la forma de un sér que á de ganar ó perder el honor de 811 gloria como un simple mortal, y á de destruir á sus hijos ó al menos los á da condenar ai mutismo, pegándoles la lengua ai paladar, porque algunos íJe ellos no aceptan una de las rpuchas Ceremonias en que abundan las religiones positivas? ¿No es esto, bien considerado, un absurdo teológico de primera magnitud? ¡Yluegoquie- ren asegurar que las religiones se apoyan en la ciencia!.... si en la ciencia so apoya- ran, algo más lógicos serian sus argumentos, algo más razonables sus proposiciones, algo más grandes y más sublimes sus aspiraciones, y más elevado y désmateriaiizado el ideal de su fé. ííse Dios que tiene que volver por e! honor de su causa, no es el Dios de a ciencia y de la verdad. Lis religiones han creado sus dioses, poro están lejos, muy lejos de poder definir lo que es Dios. Por desgracia de la humanidad, la religion y la ciencia no han m'inteiiído buenas relaciones, las dos han sido adversarios la una do la otra, aunque en ,ei fondo muchas veces las dos han hecho la misma negación; porque ¡as religiones han forjado suí dioses desconociendo al Dios único, y la ciencia ha (¡ueritli> en diversas ocasiones doeir \á última paUthra sin recordar en su arrogan- cia, (|ue ia sa!)iduría en absoluto so'o la posee Dios. En nuestra época, aforlunadanienle, es cuando parece que se han aliado la cien- cia y la religion; y comienzan á verse los resultados de esa union necesaria para el progreso de la bnrnanidad. Esciiclienius las sabias consideraciones que hace Kardec sobre la alianza de la ciencia y la religion, en su Evangelio scgim el espiritismo^ capitulo I, párrafo 8 y sucesivos. «La ciencia y la religion son las dos palancas de la inteligencia humana; la una 151 revela las )- leyes del mundo material, y la otra las leyes del mundo moral; pero tenien- do las unas y las otras el mismo principio, que es Dios, no pueden contradecirse; si una es negación de la otra, la una tiene necesaiiamenle razón y la otra nó, porque Dios no puede querer destruir su propia obra. La incompatibilidad que se ha creido ver entre estas dos órdenes de ideas, se debe á una falta de observación y al sobrado exclusivismo de una y otra parle; de esto se ha seguido un coníliclo, del que han nacido la incredulidad y la intolerancia. íHan llegado los tiempos en que las enseñanzas de Cristo deben recibir su com- picmento; en que el velo echado á propósito sobre algunas parles deesas enseñanzas, debe levantarse; en que ia ciencia, cesando de ser exclusivamente materialista debe tomar en cuenta el elemento espiritual; y en que la religion, cesando de desconocer las leyes orgánicas é inmutables de la materia, apoyándose la una en la otra y mar- chándose estas dos fuerzas de concierto, se prestan mutuo apoyo. Entonces la reli - gion, no siendo ya desmentida por la ciencia, adquirirá un poderin destruí tibie, por- que estará conforme con la razón y porque no podrá oponérsele la irresistible lógi- ca de los h echos. j)La ciencia y la religion no han podido entenderse hasta hoy, porque mirando las cosas desde su punto de vista exclusivo, se rechazaban múluamente. Fallaba algo para llenar el vacio que las separaba, un lazo que las aproximase; este lazo consiste en el conocimiento de las leyes que rigen el mundo espiritual y sus relaciones con el mundo corporal, leyes tan inmutables como las que regulan el movimiento de los astros y la existencia de los séres. Una vez patentizadas estas relaciones por la ex- pericncia, háse hecho una nueva luz; la fé se ha dirigido á la razón, la razón no ha encontrado nada ilógico en la fé y el materialismo ha sido vencido. Pero en esto como en todo, hay personas que se quedan rezagadas, hasta que son arrastradas por el movimiento general que les aplasta, si quieren resistir en vez de entregarse á él. Es una verdadera revolución moral la que se opera eu este momento y trabajan los espíritus; después de haberse elaborado durante mas de diez y ocho siglos,-toca á su cumplimiento y va á marcar una nueva era para la humanidad. Las consecuencias de esta revolución son fáciles de preveer; deben introducir en las relaciones sociales ino- vitahies modificaciones y no está en el poder de nadie el oponerse á ellas, porque entran en los designios del Todopoderoso y son consecuencia de la, ley del progreso que es una ley de Dios. íLa revolución que se prepara es mas bien moral que materia!; los grandes espí- rilus mensageros divinos, inspiran la fé para que todos vosotros, operarios esclare- cidos y ardientes, hagais oir vuestra humilde voz; porque vosotros sois el grano de arena, y sin granos de arena no habria montañas. Asi, pue.s, que esta expresión: «somos pequeños,» no tenga sentido para vosotros. A cada uno su misión, á cada uno su trabajo. ¿No construye la hormiga el editicio de su república y los animali- los imperceptibles no levantan acaso continentes? La nueva cruzada ha empezado; apóstoles de una paz universal y no de guerra, san Bernardos modernos, mirad y marchad adelante: la ley de los mundos es la ley del progreso.» ¡Qué hermosa ley¡ por ella no será un mito la fraternidad universal, por ella se convencerán los hombres que el que rinde culto á la ciencia, se honra á sí mismo; pero sigamos escuchando al Padre Llanas y veamos lo que dice al final de su plática. «Ahí lo leneis, piadosos católicos, deseoso de hablaros, ansioso de comunicar con. vosotros, anhelante de manifestaros su amor y de recibir una prucha del amor. voeslro; alií (t; leneis ahora y en cualquiera ocasión, siempre dispuesto á recibíro?, esperándoos siempre la soledad y en el abandono, olvidado en cierto modo de su en gloria dignidad, solo para manifestaros su amor, sol* para recibir las y su puras emanaciones del amor vuestro. Ahí, en las especies eucarísticas, está humillado, desconocido, anonadado.» ¡Qué Dios tan pequeñito es el Dios de la teología! ¡En las especies eucarísticas está humillado^ desconocido^ anonadado! Ah! religiones! religiones! delirios del bu- 152 mano entendimiento! solo vosotras podéis contemplar á Dios ANONADADO, y po- -( )-■ deis decir en sério que Dios ka agolado todo su poder, y toda su sabiduría en obse- guio vuestro. Como si en Dios pudiera agotarse 'el poder y la sabiduría! quién esto asegura desgraciadamente debe estar ciego. No habrá contemplado los innumerables encantos de la naturaleza! No se habrá acercado al telescopio para admirar los naundos de nuestro sistema solar. No habrá mirado por el microscópio el mundo de lo iníinita- mente pequeño: ni habrá estudiado el ñrden admirable, el desarrollo vital de lases- pecies inl'usorias. No habrá visto germinar la vida en lodos los confines del univer- íserá un espíritu que habrá vivido sin vivir, que habrá permanecido estacionado, so. porque sabiendo mirar en la creación, es imposible que afirme un sábio que Dios ha agotado todo su poder y toda su sabiduría en obsequio nuestro. ¡Cuan bien dice Alian Kardec en su Filosofía habiendo de los atributos de la divinidad: «La inferioridad de las facultarles del hombre no le permiten comprender la na- turaleza íntima de Dios. En la infancia de la humanidad el hombre lo confunile á me- nudo con la criatura cuyas imperfecciones le atribuye; pero á medida que se des- arrolla en él el sentido moral, su pensamiento penetra mejor el fondo de las cosas, y de ellas se forma una idea más justa y más conforme á la sana razón, bien que siempre incompleta.» Y tan incompleta como es todavía la idea que los hombres se forman de Dios, con especialidad las escuelas puramente religiosas. Esas se forjan un Dios microscó- pico, lo presentan á la adoración de los fieles, humillado, desconocido y anonadado. y Confesamos ingénuamente que ese Dios tan al alcance de nuestros sentidos lo re- chaza nuestra razón, y estamos mucho mas'Jconformes con la idea que de Dios tiene formada la escuela espiritista, y su modo de comprender la Providencia lo encentra- inos muy razonable. Veamos lo qiie^dice Kardec en su Génesis capitulo II, pár- rafo 20, y sucesivos. «Por Providencia se entiende el amor delDios á todas sus criaturas. Dios está en todas partes, lo vé lodo, presido á todo, aun á las mas pequeñas y al parecer insig- niíicantes cosas. En eso consiste la acción providencial. sPara abrazar en su amor á todas sus criaturas, no tiene necesidad Dios de ba- jar sus ojos de lo alto de la inmensidad; para^que nuestras preces sean oidas, no es necesario que traspasen el espacio ni que sean recitadas en voz sonora; porque es- lando en nosotros, nuestros pensamientos repercute.n en él, como los sonidos de una i'an)pana hacen vibrar todas las moléculas del aire ambienle. sLéjos de nosotros el pensamiento de materializar á la divinidad: la imágen de un fluido inleiigente, universal, no es evidentemente mas que una comparación que nos parece propia para dar una idea mas justa de|Dios, que las imágenes que le re- presentan bajo forma humana; ni tiene otro objeto que el de hacer comprender la posibilidad de que Dios está en todas partes y todo lo ocupa. «Nosotros comprendemos el efecto, y ya es mucho; del efecto subimos á la cau- sa, y juzgamos de su grandeza por la del efecto; mas su esencia íntima nos es des- conocida, como nos sucede respecto á la causa de multitud de fenómenos. Conoce- mos los efectos de la electricidad, del calor, de la luz, de la gravitación y los calcula- mos, «un cuando no conocemos la naturaleza íntima del principio que los produce. ¿Será, pues, racional negar el principio divino, por que no lo comprendamos? í-Nuia es óbice á admitir, para el principio de la soberana inteligencia, un cen- tro de acdon, un foco principat que irradia sin cesar, inundando a| universo con sus, efluvios, como el sol lo inunda con su luz. Pero, ¿dónde está ese foco? probable es esté lijo en un punto determinado, como no lo está su acción. Si los que no espiri- tienen el den de ubicuidad, esta facultad en Dios "debe ser ilimitada. Llenando tus Dios el universo, pudiera admitirse, á titulo de hipótesis, que aquel foco no tiene vo- necesidad de trasportarse y que se forma en todos los puntos donde su soberana lunlad juzga oportuno producirse, de modo que pudiera decirse que está en todas parles y en ninguna. sAnte estos insondables problemas, nuestra razón debe bumillarse. Dios existe: podemos dudar de ello; es intinitainente justo y bueno: esta es su esencia; sasoli- no cilud se extiende á todo; asi lo comprendemos ahora. Sin cesar en contacto con nosotros, podemos suplicarle con la certeza de ser oidos; solo puede querer nuestro bien, y por esto debemos tener coníianza en él. Ksto es lo esencial; en cuanto á lo demás, seamos dignos de comprenderlo, cultivando sin cesar nuestro esperemos que entendimiento y practicando todas las virtudes.» Seguramente que la mejor religion, es la que nos induce á ser mas virtuosos, y el hombre acerca á la mesa del Señor no precisamente cuando reci- creemos que se be el pan eucaristico, sino cuando ha verificado una huena acción. El pan divino no los está en este templo, ni aquella iglesia; la mesa de Dios se encuentra en todos en parages donde el hombre puede ei,jugar una lágrima y hacer un acto de verdadera caridad. En los hospitales, en las casas de maternidad, en los asilos de los ancianos, en las cárceles, en los presidios, en todos ios lugates donde se exhalan gemidos pue- une al .je encontrar el hombre el pan del alma, si sabe compadecer y consolar, si buen consejo la generosa dádiva. En la época actual debe desaparecer el exclusivismo religioso; las religiones de- bcn dejar el paso libre á la verdadera religion. llasta ahora ha existido una duda: si el progreso mataria á la Iradiccion, ó la tradiccion al progreso; más los hechos demuestran claramente, que la tradiccion es la historia del Pasado, pero que nunca será la historia del porvenir. Amalia Domingo y Soleh. LA MADBE. Nace n.n niño: y al mirar Después de tanta inquietud la madre aquel tierno sér, hombre el niño llega á ser: con inefable placer ¡y cuánto hade padecer su vida jura amparar. al velar su juventud! Por él vela noche y dia Si el destino le separa perenne al pié de su cuna, de esa prenda de su vida, él mira la fortuna su alma á la de este unida y en 'que Dios por su bien le envia. en todas partes le ampara. Goza cuando ve crecer Que al cielo vueltos los ojos á aquel á.igel de inocencia; empapados pirel llanto, y si alguna impertinencia por él ruega tanto y tanto "llega fin á tener, postrada ante Dios de por hinojos. En maternal cariño Que alcanza con su or-clon su ella q'ue ama con exceso que Dios le ampare y proteja: le reprende.... dando un beso ¡Es tan sublime esa queja corazón! por todo ca-stigo al niño. del maternal Si enferma y le ve postrado Y si en cambio de su amor en el lecho del dolor, del hijo se vé olvidada, llena de horrible temor llora y sufre resignada no se aparta de su lado. sin divulgar su dolor. En la senda de la vida Ser madre, es misión honrosa cada paso que él va dando, de la mujer en la tierra: lo está esa mujer contando SU amor un poema encierra de temores poseída. de Itt historia mas hermosa. (De El Ideal Humano.) Josefa Moleuo. -( 154 )- 'LA mmT&A, I. N<> si«it)|)re hemos de escribir sobre asuntos tristes, alguna vez se suele encon- Irar en el mundo un pequeño rincón >.\tendido que después de concederte un plazo conveniente para la defensa, has presentado un cerlificado escrito de propia mano del eminentísimo cardenal Bellarmino, el cual, según dices, tese hahia expedido á fin de que pudieras defenderte de las ca- lúmnias de tus enemigos, los cuales pretendían (jue tu hablas abjurado y sufrido un cas- del santo oficio; en certificado se dice: que tú no has abjurado ni sido tigo cuyo castigado y que únicamente te se notificó la declaración hecha poi- Nuestro Señor y promulgadapor la santa Congregación del Indice, en la cual se declara que la doctrina del movimiento de la tierra y de la inmovilidad del Sol és contraria de las Santas Escrituras y no se puede defender ni sostener.. »Y has dicho tu defensa que como este certificado no hacia mención de las en pala- bras enseñar y de cualquiera manera que juese; estas palabras han podido borrarse de tu memoria durante el trascurso de catorce ó diez y seis años, motivo por el cual no has revelado esta orden cuando has pedido el permiso para imprimir, descargo que presentas, no para disculparte de tu error, sino para atribuirlo á una vana ambición mas bien que aun dañado propósito. »Pero tal certificado presentado en defensa tuya, agrava tu posición, pues que de- clarando la susodicha opinion es contraria á la Santa Escritura, demuestra que que esto no obstante, tú has osado exponerla, difundirla y presentarla como probable. »Y otra parte, un permiso que has conseguido con malicia y artificio, disimu- por lando la órden que te se habia dado no puede servirte de defensa. «Atendido parecia hubieras tíicho toda la verdad respecto á tus in- que no nos que tenciones, hemos juzgado que era necesario recurrir á un rigoroso y especial examen de tu persona, en el cual ^sin perjuicio alguno de las cosas que has confesado y que mas arriba has probadó contra tí mismo) en lo qué atañe a la antedicha intención tuya has respondido católicamente. «Forestes motivos habiendo visto y considerado maduramente los méritos de tu lo en derecho debe verse y causa, no menos que tus confesiones, excusas y todo que considerarse, pronunciamos contra tí la definitiva sentencia que se trascribe: «Después de haber invocado el Santísimo nombre de Nuestro Señor Jesu-Cristo, y el de su gloriosa madre, María siempre virgen, nosotros constituidos en tribunal, oido el parecer y juicio délos reverendos doctores en sagrada teología y de nuestros consulto- res de uno y otro derecho, pronunciamos esta definitiva sentencia en la causa vista ante nos, entre Carlos Sincero, doctor de uno y otro derecho y ¡¡rocurador fiscal del Sanio Oficio y tú, Galileo Galilei, convencido confo'rme al acto arriba trascrito después de in- vestigacion, examen y coniesion. «Y decimos, juzgamos y declaramos que tú, Galileo antedicho, por los motivos ex- puestos en el acto por tí cómo se ha dicho mas arriba, confesastes haberte hechosuraa- mente sospechoso de herejía, contraria porque has creído y sostenido una doctrina falsa y á las Santas y divinas Escrituras, cual es: que el sol es el centro del orbe terrestre; que el centro del no se mueve de Oriente á Occidente; que la tierra se mueve y no es mundo, sostener defender esta opinion como probable, después de haberla y que se puede y declarado contraria á la Santa Escritura. En consecuencia, has incun ido en todas las censuras y penas promulgadas contra los delincuentes por los sagrados cánones y las demás constiluciones generales y particulares. De cuyas penas nos complacemos en ab- solverte^ con tal que con corazón contrito y fé sincera, en pre.senfia nuestra, abjures, maldigas y detestes bajo la fórmula que te se imponga los antedichos errores y here- jías, contrarios á la Iglesia católica, apostólica romana. »Y á fin de que tu pernicioso error y tu grave tra.sgresion no queden impunes, seas mas circunspecto en el porvenir y sirvas de ejemplo á los demás, á fin de alejarlos de tales culpas, decretamos que se prohiba el libro de los Diálogos de Galileo Galilei, con edicto el público, y te condenamos á la prisión especial de nuestro Santo oficio, por -í 163 )- tiempo que nos plazca determinar; y á titulo de saludable penitencia te imponemos que recites durante tres años y una vez por semana los siete salmos de la penitencia, reser- vándonos la facultad de disminuir, cambiar ó suprimir las antedichas penas y peni- lencias.» »Así lo decimos, pronunciamos y declaramos por sentencia, decretamos, condena- mos y reservamos por.este decreto y fórmula, y por cualquiera otra via de derecho, se- gun nuestro poder y nuestro deber. Este católico documento es una prueba evidente que no siempre la iglesia ha querido la luz del progreso y de la verdad. El Padre Llanas en un momento de ver- dadero entusiasmo, esclamó con la convicción de su gran deseo: «Nadie puede cilar- me un solo documento, de autoridad verdaderamente católica, en que la iglesia haya manifestado recelos ó temores á causa del progreso de las ciencias^). ¡Ay! Padre Lia- nas! no un solo documento, sino miles de libros en fólio le podríamos presentar que guardan los fallos juriilicos eclesiásticos de millones de causas seguidas contra los mártires de la intolerancia religiosa. Si hoy la iglesia acepta el adelanto cienlifico, es porque ve que el progreso tien- de su manto luminoso por todas las regiones de este mundo, es porque al fin se ha convencido que los viejos cultos se derrumban ante el viento huracanado del progre- so, ante la tormenta desencadenada de la ciencia! Amalia Domingo y Soler. Todo principio cuenta con un fin. Todo trabajo espera su recompensa. El hombre desde que tiene uso de razón y obra por voluntad propia, inclina su pensamiento á sondear esa profunda oscuridad del porvenir, y aun la inteligencia mejor dispuesta y organizada, teme y retrocede, porque no tiene los suficientes co- noeimieutos para lanzarse á lo desconocido, sin tener la seguridad de encontrar el premio apetecido, ó sea el resultado favorable de sus deseos. En el horizonte de nuestra vida, se divisa una constelación que atrae la mirada , del hotnbre, que le anima á seguir la carrera de su existencia, que le hace tnenos sensible la adversidad, porque de continuo esa diosa, ideal de la criatura, le tiende su impnlpable m.ino, como queriendo prestarle ayuda, para resistir esa lucha en que el hombre pone en juego sus fuerzas morales, contra la débil materia; le dá va- lor pan resistir hasta los mas acerbos dolores, porque siempre le hace sentir los efectos de su poder, avivando la fé perdida, reanimándole las decaídas creencias,, para continuar con mas energía lo azaroso de su vida, puesto que está seguro que estos sufrimientos vienen á lavar pasadas faltas. Esa claridad dulcísima que atrae nuestra mirada, que disipa las sombras de nuestra existencia, que nos dá atrevimiento para llevar á cabo las obras mas colosa- les, es la esperanza, que desde su trono imaginario, nos muestra coronas de siem- pre-vivas, como símbolo imperecedero, que nos garantiza su perseverancia en ser el escudo de la humanidad. ¡Esperanza!: esla palabra sublime, es el equilibrio constante de las facultades morales del hombre; si la esperanza decae, éste, se encuentra impotente para llevar á término la mas insignificante obra, realizar la mas ligera idea. La existencia del hombre sobre la tierra es penosísima y necesita de un bálsamo que mitigue sus fatigas; un velo que cubra su pasado, para que los tristes recuer- dos y acerbos dolores no arnetigüen sus esperanzas y pueda contemplar el porvenir, como un risueño paisage, que le atrae, alagando su inteligencia, para que estut'ie tranquilamente hasta sus mas insignificantes detalles. ¡Oh .esperanza!: tu eres un destello de la divinidad que le apareces mas colosal a! hombre, cuanto mayor es la fé que éste atesora. Triste, muy triste es esperar, pero mas penoso es tener el corazón seco y no abrigar en nuestra alma ni un remoto destello de esa luz consoladora. El hombre que no espera, no puede ser feliz, porque ha de contentar su espíritu con el raquítico presente, y los ojos de su alma no pueden abarcar la grandeza de lo infinito. La esperanza, es la piedra fundamental de todos los descubrimientos notables que figuran en la historia universal. La esperanza, esa hada que cuenta en su corte con la sabiduría, la riqueza, el amor, la dicha y todos los goces imaginados por el hombre, es la que continuamente se presenta á nuestra imaginación velada por la materialidad de nuestras aspiració- —(■ 164 ]- nes, y empujándónos suavemente al fin de nuestros destinos. La esperanza, es uno de los dones que Dios concede al hombre para darle una prueba innegable de su justicia y misericordia. La'esperanza, habita en el corazón de los mortales, y unida á su pensamiento, influye grandemente en la consumación de sus actos. La esperanza, es el consuelo del triste, es el ángel bueno de la humanidad. Se estiende por todo el orbe; ella desciende á la tétrica prisión, presentándole al desgraciado que allí gime, un porvenir mas dichoso que su presente; es la tabla salvadora que fortalece el ánimo del acongojado naufrago, que con terror vé el fin de su existencia, al tender su vista y medir su impotencia, con la superioridad del Océano, que agita como si fuera una insignificante partícula su cuerpo, en la inmensa superficie de sus aguas. La esperanza, esa gran virtud si así podemos llamarle, es el principal móvil de las acciones humanas, deja sentir sus efectos á todas las criaturas, sin que haya una sola que en su existencia no haya experimentado aun que levemente la impresión producida por ella, que se advierte principalmente en esas bruscas transiciones de nuestra Vida, eti qué én medio de un dolor que nos embarga, encontramos un cami- no espedito para llegar á la cumbre de nuestra ambición. Al desaparecer la esperanza del corazón del hombre, viene el decaimiento físico á embargar la personalidad, que muchas veces conduce nuestra existencia á su térmi- no quedando reducidos al no sér. El hombre hasta en sus últimos momentos, conserva un resto do esa esperanza, y únicamente de esa manera podemos esplicarnos las transformaciones momentáneas que sufre el semblante de un moribundo, en que se vé retratada esa lucha entre la materia y el espíritu, en que la primera se aferra inútilmente á sostener ese lazo que le une al alma, y aun en los últimos momentos abriga un átomo de esperanza, que se evapora insensiblemente de su sér, al sentir decrecer su materia: en estos instan- tes, el espíritu, rotas casi por completo las eléctricas corrientes que le ligan á la per- sonalidad; se eleva notablemente, y en medio del insondable porvenir, que descono- cido para él se le aparece, recuerda, que todo principio tiene fin y que la existencia del hombre, no se baila exenta de esta ley universal que rige en todas las causas de la naturaleza. T. Z. DE B. ^ PENSAMIENTOS. Del hombre aficionado á la ociosidad, se pueden esperar todos los crímenes. Del hombre amante del trabajo, se pueden esperar todas las virtudes. Al pobre que no quiere trabajar le guardan puesto en los presidios. Al rico que no sabe administrar sus capitales, le guardan una cama en el hospital. K1 padre que no sabe educar á sus hijos, no espere de aquellos, ni cariño ni respeto. Los hombresque no quieren á sus padres, son los primeros ingratos de la Creación. De un hombre ingrato se pueden esperar todas las acciones infames; porque la ingratitud es la madre de todos los vicios. SAN MAKTIN DE t'llOVENSAl.S: Imp. de Juan Torrents y C,», Triunfo, 4. Año II Barcolona i4 de Octubre de 1880. Ném $1. LALÜl DEL PORVEIIR, X. El trabajo es la ley de la vida, y el hombre y religioso cumple que dignamente trabajaSdefEendiMendo sAu ideNal con deber, filoAsóficRosu IO cerdqtes católicos siendo'el Padre Llanas uno de que con noble los sa- ESPIRITISTA. mas afan íormista, dando y mejor pocos ataca al razones éxito, evolucionismo y mentados. presentando tras- argumentos dignos de sor estudiados y co- En la segunda conferencia del tomo dice causas finales, el quePdeRcElarCa IOS segundo al sistema homDbreE SÜS que católico de de las Rey la lífico.. CCRreIaCciIóOn,Ntie.ne un gran vPaAlorjlKciDenA-CCION T PUNTOS Estamos m del Buiyrcceonlofonrma: ^DKINISTI^ACtOK, DE es SÜSCRICION. scson e preámbulo: Iriisutoe; spterreo jniloepliondUemdoos .estIarlopíacosn. el siguiente párrafo «Además, PSeileñoraresl,ielasBarcelona; Fonollar, 24 y 26. En Lérida, encontrad s Adminislracion de un de sus tos, indican opiniones id. .m1as asaz claro año, caracte que nose hallan en pías. rizados representan- El Buen Sentido, Mayor, 81, '2.*— y la la pasión Sisiriiasnejsecriotosj Illtram posesión de verdad relativa á que revelan nuestro clonadas, descubre siaemr:prneoquaeñoab, oirdd.a.n 8 origen; Madrid: cuestiones Se los Jueves. Alnjaííro,8, eutr. deret-ba sus de propósitos pías. con el de combatir la dogmpa reuía-blica greso la misma revelación ciencia. antes Un dia que fomentar el -Alicante; S. pro- Fraiiciscu, y otro dia 28, ilur"' nos con la fé, dicen la ciencia que ésta se halla desmentida que es consignado por en nuestros libros aquella, siendo así incompatible que no santos hay un solo hecho Cuanto la fé habla que haya ser enseñado á podido negado por la ciencia nuestros debe hoy creído padres relativo al positiva. sor, ser del SUMARIO. Réplicpaor nofsiotros origen lossóinflca hombre, da temor puede calificarnos de de visionarios». aslguonobrequelalascienccioa mnofdeernraepnuec- ias Pues no merecen Lotlroacnaliaficastiv.o los creen* al con su paraíso única X.q—ue Felicpiidad científlco-religiosas del Rdo. é de la letmra útua P. D. el Génesis 1bíb.l—ico Una flor Eduardo y su el pareja, su diluvio su arca para el se acepta de espíritu y Noé. Si del relato pase, \a. tetra de Moisés alma.—Pensamientos. surdos pero la ciencia aquella letra que ha mata, se encargado de porque es un togido de ab- consideraciones destruir. que hace Escuchemos á sobre Alian las Kardec en Ubro concordancias las de los bíblicas de Espíritus, la capítulo III, respecto párrafo 52. RÈPCrLeación, en su «Los pueblos se han formado ideas (le luces. muy diversas sus La sobre la razón apoyada la ciencia creación, segiin los en teorías; ha reconocido la grados y la dada los espíritus inverosimilitud ICA de ciertas FILOSÓFICA por los hombres confinua la más ilustSraO'doBs.RE LAS COoNpinion admitida »La objeción que puede hacerse á esta teoría EdEe R/ENCdIeAsdSe mucho tiempo por texto de los es libros que está en contrCadIicEciNónTcoÍnFeIlCO-RELIGIOSAS DEL RDO. un P. D. EDUARDO cion sagrados; más pero exámen sério á es aparente precisa reconocer que real, resultar de la que e.sia contradic- LLANAS. rico las más de por las veces. interpretación dada á un sentido alegó- )oLa cuestión del primer hombre en la inanidad, de no es la sola persona como sobre Adán, la han debido origen único de la hu- que modificarse las creencias religiosas; en -( 16G )- cierfa éf-oca el movimiento de la tierra pareció tan opuesto al texto sfigraclo, que ¡lO hay e-ipecie de persecuciones de que no haya sido el pretexto dicha teoría, y sin embargo á pe- sar de los anatemas la tierra dá vueltas, y nadie podria contradecirlo en el dia sin menos cabo de su propia razón. »!.a Biblia dice igualmente que el mundo fué creado en seis dia.s, y fija la época ocrea de 4,000 años antes de la era cristiana. Antes de dic.lia época no existia la tierra, habiendo sido sacada de la nada; este texto es formal; pero hé aquí que la ciencia po.sitiva, la cien - cia inexorable viene á probar lo contrario. La formación del globo está escrita con carne • teres indelebles en el mundo fósil, y queda pi'obado que los seis días de la ci'eacion son otros tantos períodos compuesto cada uno de ellos de muchos millares de siglos. Esto no es un sistema, una doctrina ni una opioion ai.^^lada, sino un hecho tan positivo como el del movimiento de la tierra, y que la teología no puede dejar de admitir; prueba evidente del error en que puede caerse tomanido á la letra las expresiones de un lenguaje muchas vece,s figurado ¿Y por ventura se hade deducir de esto queen la Biblia está el error? Muy lejos de ello, sino que los hombres so han equivocado al interpretarla. ))La cieucia, escudriñando los archivos de la tierra, ha reconocido el órden en que han aparecido en su .superficie los diferentes seres vivientes, órden que concuerda con el indi- cado en el Génesis, con la diferencia de que e,sta obra, en lugar de salir rnilagrosamonto de las manos de Dios en algunas horas, .se ha eousutnado en algunos millones de años, siempre por su voluntad, pero con arreglo á la ley de las fuerzas de la naturaleza. ¿Ihir e.sto es Diosménos grande y menos ¡loderoso? ¿Su obra es menos sublime porque no lleve el ¡ircstigio de la instantaneidad? Evidentemente que nó; seria preciso hacerse de Dios una idea muy mezquina para dejar de reconocer su omnímodo poder en las le/ies eíernas que ha establecido para regir los mundos. La ciencia, léjos de empequeñecer la obra divina nos la muestra bajo un aspecto mas grandioso y más conforme á las nociones que tens- mos del poder y de la magestad de Dios, por lo mismo que se ha realizado sin derogar las leye.s de la naturaleza. »La ciencia, acorde en esto con Moisés, coloca al hombre en último lugnr en el orden de ¡os seres viviente.s; pero Moisés fija el diluvio universal el año del mundo 1054, mien - tr.ns que la geologia nos demuestra que el gran cataclismo acaeció antes de la aparición del hombre, atendido á que antes de este dia tío se encuentra en las capas primitivas nin- gun vestigio de su presencia, ni de la de los animales de la misma categoría desile el pun- to de vista físico. Con todo nada prueba que esto sea imposible, y muchos descubrimientos han engendrado ya dudas respecto á este punto, y puede suceder que de un momento á oti-o se adquiera la certidumbre material de esta anterioridrd de la raza humana, y entoncesso reconocerá queen este punto como en otro.s, el texto bíblico es figurado. La cuestión está en saber si el cataoUsmo geológico es el mismo que el de Noé. Por el presente la duración nece.saria á la formación de las capas fósiles no permite confundirlos; v desde el momento que se habrán encontrado vestigios do la existencia del hombre antes de la gran catá-stro - fe, quedará probado, oque .Adán iio ese! primer hombre, ó que su creación se pierde en la noche de los tiempos. Contra la evidencia Tiohay razonamientos posibles, y preciso será ace,ptar este hecho como se ha aceptado el del movimiento de la tierra y lo.s seis periodos de la creación. »A la verdad la existencia del hombre antes del diluvio geológico es todavía hipotética; pero lo que sigue lo es menas. Admitiendo q ie'el hombre apareció por primera vez sobre la tierra 4,000 años antes del Cristo, si 1,654 años mas tarde fué destruida toda la raza bu- mana á excepción de una sola familia, resulta que la población de la tierra data solo de Noé, esto es, de 2.350 antes de nuestra era. Ahora bien, cuando los ebroos emigraron á Egipto el siglo XVII!, encontraron este país muy poblado, y ya muy alelantado en clvili- zacion. La historia nos prueba que en esta época las Indias'y otras regiones se hallaban igualmea e florecientes, sin tomar en cuenta la cronología de ciertos pueblos que se ro- montan á uno época mucho mas lejana. Hubiera sido menester que desde el siglo xjv al xviii, es decir, en el e.sp-ioio de 600 años, la posteridad de un solo hombre no solo hubiese podido poblar tolos las regiones inmensas entonces conocidas, suponiendo que las demás no lo estuviesen, sino que en iatérvalo tan corto la especie humana hubiera podido ele- varse de la igiaorancia absoluta fiel estado primitivo, al mas alto grado de desarrollo in- teleotual, co^a coritiaria á tod is las leyes antropológicas. »La iliverfiilafi de r.izns viene también en apoyo de esta opinion. El clima y los hábitos producen sin du la modificaciones en el carácter físico; pero .se sab'e hasta donde puede lie- gar la influenciada estas causas, y el examen fisiológico prueba rjue entre ciertas raza.s existen diferencias de constitución más profundas que las qué puede producir el clima. El cruzamiento de razas pro Juca tipos intermedios; tiendo ahorrar los caractéres, mas no los produce, pues solo crea variedades. Pues bien, para quehubip.se habido cruzamiento do razas era preciso que existiesen raza.s distintas; y ¿cómo explicaremos su existencia si les damos un origen corntia, mayormente suponiéndolo tan inmediato? ¿Cómo puede admitir- se queen el espacio de aiguúos siglo.s I0.5 descendientes de Noé se hayan trasformado has- ta el punto de producir, por ejemplo, lit raza otióploa? Semejante metamórfo.sis no es mas a imisible q -.e la Inpnte-sis de un origen común entre el lobo y la obeja, el elefante y el -( 107 1— Repit.araoe qiiejiala puedo prevalecer contra la evidencia de los cerilo, el páj.iro j el peí. el contrario todo se explica, admitiendo la existencia del hombre antes de la hachos; por vulgarmente se le ha designado: la diversidad de. orígenes; á Adán, suponiendo época que una hace 6,000 años que vivia, como si hubiese poblado region todavía inliabitada; el que de Noé, una catá.strofe parcial, confundida con el cataclismo geológico; y, diluvio como eneon- fliialmentt), teniendo en cuenta la forma elegórica, propia del e.stilo oriental, y que traaio.s en los libros sagrados de todos los pueblos. Por e.sto, e.s prudente no pronunciarse dar un mentí.s á los coa sobrada ligereza contra doctrinas que tarde ó temprano inieden la las sucedido que las combaten, conforme ba respecto de otras. Marchando con ciencia, no descubrir un flanco idea.s religiosas se engrandecen en vez de perder, úniuo medio do vulnerable ai escepticismo.» Nada mas cierto, la iiiveresimiiitiid es la mailre de la incredulidad; y como la tradi- conjunto deerrore.s, por esto tiene que lamentar el Padre Llanas que clon religiosa es un el sabio iloeckel reñriénclose á la escuela antigua, diga así en mllistpria de la Creación. «Según este sistema, el Creador no es mas que un hombre todopoderoso que, can- iiiveniando y fabricando innumerables sado de sus largos ocios, ha querido distraerse especies, verdaderos juegos de su imaginación. Después de haberse divertido así algu- de una ?'evolucion de la superficie ter- nos railes de años, se faliga, y por medio general séres inútiles. Poco después, para matar el reslre, destruye y aniquila todos aquellos tiempo, OGupándo.se en algo nuevo y mejor, dá la vida á otro mundo animal y vegeta! encerrándose en el plan anteriormente trazado, y limitándose á crear nuevas especies, ó bien nuevos géneros, pocas veces nuevas familias, órdenes y clases.—Después que el e.spacio de millares de millones de años, creando Creador se diveriió y destruyen- por á su da á su antojo, se le ocurrió, aunque un poco tarde, crear al hombre imágen y Conseguido entonces el íin supremo de la semejanza Creación, terminó la série de de las cataclismos geoiógicos.... ¿No es verdad, que si con Agassiz dotamos á Dios cualidades puramente humanas, juzgando sus obras lo mismo que las de cualquier hom- hre, tenemos forzosamente que aceptar las exlrauas ideas que acabo de exponer?» El Padre Llana» deplora que el sabio aloman se expresa así hablando de la escuela fran- primitiva, ó sea de los orígenes de la Ci'eacion según el relato genesiaco; pero.... como camente, no es de estrañar semejante lenguaje, porque al escuchar á los teólogos describen los primei'os instantes de la vida universal, ó hay que enmudecer, ó hay que los dis- imponerse ese silencio tan siguiflcalivo que en algunas ocasiones vale mas que más cursos de Pericles y Demósíenes: ó hay que hablar como el sabio Hoeckel, y con mucha el ver ironía aun, con mas amargura digámoslo así, porque causa pena, pena, como las escuelas teológicas humanizan á Dios le dan nuestras pasiones, nuestros de- y como el Padre Llanas salientos; y para probar que lo que decimos es ciertitimo, veamos es grande cuando se olvida de sn iglesia, es pequeñito cuando se acuerda que teólogo; . e.scuchémosle en la página 36. , la creación del hombre fué algo más que una creación «Como vé, cualquiera: fué se el fin, el complemento, ha corona de todas las creaciones particulares: fué el objetivo á Dios dirigió desde el primer movimiento fie la nebulosa se primitiva. Antes de la que creación del hombre, Dios no habla hecho más que prepararle el palacio, al crear al hombre coronó sus obras, y descansó. Tal es también la enseñanza que se desprende de! Génesis. Después de cada creación particular, Dios se complace en ella por bailarla hombre mira buena: Et vidil Deus quod esset bonum, pero después que bubo creado al con complacencia, no ya al hombre, sino á todos los séres que habla creado y pudo com- placerse de un modo particular porque los halló muy buenos: Viditque Deus cuneta Es decir ha qum fecerat, el eranl imlde bona. que la aparición del hombre ha realzado, ennoblecido á todas las cosas, que si hasla entonces eran buenas, por ser obras da Dios, (luedaron con la creación del hombre perfectamente acabadas, porque llegaron al tér- mino do su finalidad. Hasta ese momento Dios babia realizado grandes cosas; pero sus Dios: há- operaciones liabian sido sencillísimas, como destituidas de importancia. Dijo del cielo gase la luz, y la luz fué hecha. Dijo Dios: haya lumbreras en el fiVmamento y así. Dios: produzca la dividan el dia y la noche y marquen las estaciones; y se hizo Dijo se hizo así. Pero va tierra séres vivientes en su género, jumentos y repliíes, y beslias, y ad et, á crear al hombre, ved la imporlancia del aclo, facianms .homineu imaginen y cali et. siniilitiidinem nostrani et prassit piscibns maris, el rolatilibus besíiis, uni- Ya verifica coñio antes que Dios habla y las cosas son, manda y rersaque terra. no se creadas; sino que Dios toma consejo en su Trinidad beatísima, quedan faciamus', y la obra que ejecuta quiere que sea su propia imagen y semejanza, y le dá la investidura jurisdiccional sobre todos los séres del Universo.» Este pári'afo merece conientarios. Dios, antes de crear al hombre, no había hecho más (]ue prepararle el palacio; al crear al hombre coronó sus obras y descansó. Este descanso, supone que Dios jexperimentó cansancio, ni más ni ménos, que un hombre de la tierra, que después de trabajar muchas horas seguidas necesita descansar; ■y en Dios no puede haber descanso: porque él no puede sentir el cansancio. El sér que se cansa pierde las fuerzas momentáneamente, y Dios no puede perderlas jamás. Si él es la fuerza, si él es el gérmen, si él es la única causa de la vida infinita: ¿có- 168 mo ha de sentir desaliento? Si él es el alma de la creación, ¿cómo ha de descansar? si la -( )- actividad eterna no puede cesar un segundo! Si el espíritu del hombre nunca reposa, que lo que duerme es su cuerpo, ¿cómo ha de reposar Dios? Y descansó después de haber creado al hombre, y con él coronó su obra. ¡Con el hombre de la tierral ¡Qué microscópica seria la obra de Dios si con el hombre ter- renal se coronára! Vale algo masía obra del Omnipotente, Padre Llanas,para coronarse con hombres débiles como suponen los teólogos que fué Adán, y con ase.sinos como cuen- tan que fué Cain; pero estractemos algo más de este párrafo bíblico. «Es decir que la aparición del hombre ha realzado, ha ennoblecido á todas las co- sas, que si hasta entonces eran buenas, por ser obras de D'os, quedaron con la creación del hombre perfectamente acabadas, porque llegaron al término de su finalidad. Hasta e.se momento Dios habia realizado grandes cosas; pero sus operaciones habían sido sen- cillísimas como destituidas de importancia.» ¡Cuántas inexactitudes y cuán poco respeto al Creador! ¡La obra de Dios con la crea- clon del hombre, llegó al término de su finalidad! ¡cómo si en Dios pudiera estinguirse la potencia creadora! ¡Cuánto absurdo Señor! ¡cuánto absurdo! Y decir después que las demás operaciones habían sido sencillísimas como destituidas de importancia!. ¿Destituidas de importancia siendo obra de Dios? Se conoce que los teólogos no son naturalistas, y por esto no .saben apreciar la vida que se encuentra en las especies de lo infinitamente pequeño, vida armónica, vida digna de estudio, porque todo en la crea- cion es grande, todo es maravilloso, desde el átomo hasta el mundo! Qué lástima de inteligencias puestas al servicio de una causa que exige á sus defen- sores un lenguaje tan pobre, y unas creencias tan antilógicas. La teología no quiere sá- bios, nó; y los que se afilian á ella, cuanto tienen que luchar para detener el vuelo de sus ideas! En el Padre Llanas lo vemos, en la página 37, con que entusiasmo esclama pensando en la ciencia. «Ven efecto; cuando guiado por la ciencia moderna considero la importancia del mundo en que habito, vengo á deducir que la Tierra no es más que un planeta del Sol; que este sol es un astro secundario que gira en torno de otros soles, y hasta sospecho que todos Ips soles que están al alcance de mi vista son centros secundarios que giran en torno de un centro primario. Esta idea es grande, es sublime; y es por demás fecunda si se desarrolla .según las concepciones cosmogónicas de Laplace, Herschell y Huiggens. Pero si después examino esa misma idea al resplandor de la fé cristiana, si quiero de^ senvolver ese concepto hasta sus últimos pliegues, dentro de lanocion que me inspira el sistema de las causas finales, hallo que es demasiado estrecho para darme á conocer los atributos divinos, y me persuado que el Universo del sabio es mezquino comparadocon la creación del creyente.» ¿Y hay nada mas pequeño que el universo del creyente ortodoxo Padre Llanas? ¿de que se compone? de la tierra, del cielo con sus estrellas (por adorno), del infierno y del purgatorio: pero sigamos escuchando al distinguido orador que lucha con la ciencia v con la tradiccion. «El mundo conocido por la ciencia, el mundo sospechado por los sábios modernos, no es mas que unajparte minima del mundo existente. Esos soles que la ciencia observa son partes desprendidas del núcleo central en virtud de la palabra Omnipotente; pero ese núcleo no ha desprendido sino una parte insignificante de centros astronómicos; yo me lo imagino, tengojque imaginármelo allá, fuera de los límites de nue.stra observación, mas lejos de los espacios donde se mueven los mundos vistos y sospechado, desprendien - d) nuevos soles, formando nuevos sistemas, hoy como en el primer momento aslronó- mico, hoy como)cuando todos los soles y-planetas existentes hayan pasado á ser satélites. Por mas que quiera prolongar la sucesión de los tiempos, he de concebir aquel núcleo central primitivo, desprendiendo nuevos anillos, formando nuevos soles, organizando nu vos si.slemas sin que e.sa evolución pueda acabarse por falta de espacios y de tiempo. Y todos esos anillos, y todos esos soles, y todos esos planetas, y todos esos satélites, y todos sus cambios y sus momentos, fueron desde la eternidad por Dios previstos y de- terminados y dii·lgidos en el tiempo, para que una parte de ese sistema infinito, fuera morada del hombre.» ¡Como se ve aquí la metamorfosis del sábio al sacerdote! el sabio ve irradiar la vida infinita! ¡siente los ellúvios vitales de los otros mundos! y el sacerdote tiene que decir que una parle de ese sistema infinito es la morada del hombre. \ vuelta siempre á lo mismo, sentando el principio de ser la tierra el único centro de acción para !a humani- dad: así es que las religiones nunca podrán unirse con la ciencia, es imposible; y nada importa que algunos de sus hombres sean grandes, muy grandes, en conocimientos cien- tíficos; porque tienen queempequeñerse para entrar dentro de su credo. Estamgs mucho más conformes con la escuela espiritista, que con las religiones positivas, ^f^ue en la primera encontramos la solución de muchos problemas. Nuestro espíritu, fatigado de estudiar las antiguas teogonias, y la teología dogmática, escolástica y expositiva; cansa- dos de tantas y tantas contradicciones, después de haber leido la historia de las pligio- nes, después de considerar el origen de todos los cultos cual ha sido, que no ha sido otro que la misma naturaleza; hemos leido las obras fundamentales del espirittismo, y hemos encontrado en ellas el verdadero racionalismo religioso, la doctrina mas en armonía con la justicia eterna de Dios. No será el espiritismo la última palabra de la verdad, pero al menos, (hoy por hoy) son sus argumentos los mas lógicos que hemos encontrado. El es- píritu se reanima estudiando las páginas del «Génésis» de Kardec, en particular si se fija la atención en el capítulo I, párrafo 30. «El Espiritismo , tomando su punto de partida en las mismas palabras de Cristo, como Cristo tomó el suyo en las de Moisés, es una consecuencia .lirecta de su doctrina. »A la vaga idea de la vida futura, añade la revelación de la existencia del mundo in- visible que nos rodea y puebla el espacio, y precisando asi la creencia, le dá un cuerpo, una consistencia, una realidad en el pensamiento. »É1 define los lazos que unen el alma al cuerpo, y levanta el velo que ocultaba á los hombres los misterios del nacimiento y de la muerte. »Por el Espiritismo, el hombre sabe de donde viene, á donde vá, porque está en la tierra, porque sufre en ella temporalmente, y vé en todas partes la justicia de Dios. »Sabe que el alma progresa .sin cesar al través de una série de existencias sucesivas, Jiasta adquirir el grado de perfección que pueda aproximarla á Dios. »Cou la reencarnación se destruyen las preocupaciones de razas y de castas, puesto que el mismo espíritu puede renacer rico ó pobre, gran señor ó proletario, amo ó depen- diente, libre ó esclavo, hombre ó mujer. De todos los argumentos que se han invocado contra la injusticia de la servidumbre y de la esclavitud y contra la sugecion de la mujer á la ley del mas fuerte, no hay ninguno tan lógico como el hecho material de la reencarna- nación. Si, pues, la reencarnación funda sobre una ley de la naturaleza el principio de la fraternidad universal, funda también en la misma ley el de la igualdad de derechos socia- les y por consiguiente el de la libertad. »Los hombres no nacen inferiores y subordinados sino por el cuerpo; por el espíritu son iguales y libres. De aquí el deber de tratar á los inferiores con bondad, benevolencia -y humildad, porque el que hoy es nuestro subordinado, puede haber sido igual ó superior nuestro, ó quizá un pariente ó un amigo, como también nosotros á nuestra vez podemos venir á ser subordinados de aquel que nosotros mandamos »Quitad al hombre el espíritu libre, independiente y sobreviviente al cuerpo, y haréis de él una máquina organizada, sin objeto, sin responsabilidad, sin otro freno que la ley civil, capan de ser explotado, como un animal inteligente. No esperando nada después déla •muerte, nada le detiene para aumentar los goces del presente; si sufre, no tiene en pers- pectiva mas que la desesperación y la nada por refugio. Con la certeza del porvenir, con la de volver á encontrar á los que ha amado, con el temor de hallar otra ven á los que ha ofendido, cambian completamente todas sus ideas. Si el espiritismo no hubiese hecho otra cosa que sacar al hombre de la duda respecto á la vida futura, ya habría hecho para su mejoramiento moral mas que todas las leyes disciplinarias que le detienen algunas veces, pero que no le modifican ó transforman. aHaciendo caso omiso de la preexistencia del alma, la doctrina del pecado original nó solamente es conciliable con la justicia de Dios, que haría responsables á todos los hom- bres de la falta de uno solo; sino que seria un contrasentido, y tanto menos justificable cuanto que el alma no existia en la época á que se pretende hacer remontar su respousa- bilidad. Con la preexistencia y la reencarnación, el hombre al renacer trae el gérmen de las pasadas imperfecciones y de los defectos que aun no ha corregido, los cuales se tradu- cen por sus instintos nativos, y por sus propensiones para tal ó cual vicio Aquí está su verdadero pecado original, cuyas consecuencias sufre naturalmente, pero con la diferencia capital de que lleva la.pena de sus propias faltas y nó la de la falta cometida por otro; además, otra diferencia hay á la vez consoladora, animadora y soberanamente equitativa, que consiste en que cada existencia le ofrece los medios para redimirse por la reparación, y de progresar ya sea despojándose de alffuna imperfección, ya sea "Mijuirieudo nuevos conocimientos, y esto hasta que estando suficientemente purificado no de la vida tei§a-y^necesidad corporal, pudieudo vivir eselusivamente de la vida espiritual, eternaS^ hiena- venturada »Por la misma razón, el que ha progresado moralmente, trae al renacer, las cualidades nativas, del mismo modo que-el que progresó intelectualmente trae las ideas innatas de aquellos conocimientos; se identifica con el bien, lo practica sin esí'iierzo, sin cálculo 170 y por decirlo así sin pensarlo. El )- que está —( obligado á combatir^sus malas tendencias, aun está en la lucha; el primero ha triunfado ya, el segundo está en camino de hacerlo. Ray, pues, virtud original, como My saher original y pecado, ó mejor, vicio original, es decir, inclinación, disposición, tendencia natural.» Creemos que estas consideraóïones son dignas de ser estudiadas; y en nuestra humil- de opinion, nos parece que ¡os hombres debían lijarse mas en estudiar su pre.sente, que no on averiguar quienes fueron sus antecesores. Que venimos de Dios no cabe duda, pues como decia Adame y Muiioz: ¿Si Dios no fuera Dios quién Dios seria? La clara prueba de que Dios existe; es que hay algunos hombres que lo niegan. Y ea cuanto al sistema de jas causas finales estamos conformes con el Padre Lianas basta cierto punto, bada mas. El hombre, podrá ser el rey de la tierra, la causa final de las especies orgánicas de este planeta, pero no la última creación del Eterno. Esos mundos que en la noche silenciosa conlempiaraos en el espacio inmenso, y que parece que nos hablan de Dios por medio de figuras cabalísticas, tienen necesariamente que estar habitados, y muchos de ellos por humanidades mas adelantadas que la terrena, porque el hombre dé la tierra no puede ser la última palabra de Dios, es compiet-iraen- te impo.sible; somos un compuesto de nécio orgullo, de ridicula vanidad, no sabemos definir à Dios y le damos nuestras pasiones; lio nos conocemos á nosotius-mismos, y queremos conocer la causa creadora; no en vaide dice una antigua semencia, que no hay nada tan atrevido como la ignorancia., Amaua Domingo y Soler. UNA FLOR PARA EL ALMA. EN UN ALBUM. Tierna avecilla que duermes en el sueño de la infancia, modesta flor cuyos pétalos aun no han derramado su embriagador perfume, ¿por qué la alborada de tu vida ha de imrirse por el sufrimiento? Desecha los temores que te asaltan, vive tranquila sin perder las esperanzas, que si en tus ojos advertimos una lágrima de gratitud, presurosos acudiremos á enjugarla, porque tu alma pura Hora la desgracia de la humanidad. Josefa Martínez. Julio.29 de 1880. [Conclusion.) I. Abfin i! egarnos; Javier y Manuel sallaron del coche,, y conforme les vio el por- tero ios saludó con una gran reverencia, entraron y á poco volvieron á silir dicién- dones:—Vamos bajad, que no hay mas que el mayordomo, María saltó alegremente y se apoyó en el brazo de su marido, y ios demás ios seguimos formando un grupo. Javier entró delante de todos y recorrimos ios principales salones, que estaban amueblados lujosamente, y muy bien iluminados. Llegamos á un pequeño saioncito, y Javier dió la voz de alto, diciendo: Vaya, María, vamos á sentarnos un poquito en este palacio de badas.. —Tienes razón, que pare«« esto una casa encantada; replicó María, dejándose caer en un divan. —¿Te gusta? le preguntó Manuel. —Ya lo creo que me gusta, porque no solo hay riqueza, sino muy buen gusto. Esta habitación en particulares encantadora. Pero, oyes: ¿dices tú que no están los dueños de la casa? ¿y sabes tú, que esto está iluminado como si se fuera á celebrar un baile? ¡Señor! y que despilfarro! — Luego dice el mayordomo que habrá un concierto. — ¡Ay! pues vamonos, antes que venga nadie, replicó María levantándose, —Aun es muy temprano, dijo Manuel; ven, que antes quiero que veas un binelito ga- -( 171 encantador, )- y se llevó á María. En el momento de salir los jóvenes, Julia se acercó á Muñez, y éste la atrajo hácia él, diciendo con voz conmovida:—No me digas nada, bija niia, comprendo tu noble mentira, por ella María es dichosa, nuel porque Ma- se habrá convencido que mi hija es un ángel, y por algunos momentos Nuñez y Julia lloraron silenciosamente. Enrique también hubiera llorado, pero trató de sobreponerse, diciendo á Julia; —No quiero que te conmuevas de esa manera, no quiero que llores. —Déjala, Enrique, déjala, dijo Nuñez con ternura, no tengas cuidado: el llanto de la felicidad no hace daño. —Es que yo no quiero que lloremos, sino que riamos, ¡tenia unas ganas que llegara este dial —Y yo también, esclamó Julia; crea V., dijo mirando al doctor,. que á veces deseaba decirle cuanto habia en el asunto, pero liabia dado palabra á Manuel y á Javier que á nadie diria el plan del primero, y solo para Enrique quebranté el ju- ramento, porque para mi marido no podia yo tener secretos, pero podéis creer que deseaba vivamente que so cumpliese el plazo, porque yo queria ver á María en este nido encantador. Nuñez por toda contestación hizo señasyá Enrique, este se aproximó y el anciano eslrecbó en sus brazos á Julia y á su marido, diciendo con voz entrecortada:—¡Cuan- to os debo, hijos mios! —Todos los nuestros están aquí, dijo Enrique con acento muy conmovido; nú madre está tan comenta! abraza á Julia. — Y mi María me abraza á mí, dijo Nuñez; siento el soplo de su aliento. --¿Y tii, sientes algo Avelina? preguntó Enrique. Manolillo es acariciado por su abuela. — Por eso se habrá dormido, dijo Avelina, besando al niño que reposaba en sus brazos. Es imposible que podamos referir nuestro diálogo, porque todos hablábamos á la vez: solo diremos que pasado un corto rato entró Manuel gritando:—¡Padre, pa- dre!, venga V. Maiía no sé lo que tiene. Todos corrimos y encontramos á la joven sentada en un divan con los ojos cerrados y estrernadamente pálida. Enrique al verla gritó:—No hay que asustarse, es que está concentrada: unamos nuestro pensamiento para que nuestros ílúidos afines den fuerza á la médium que está muy débil con tantas impresiones. Nos sentamos formando un estrecho circulo e« torno de ella, y Manuel que no es muy entendido en espiritismo, ni en comunicaciones, la miraba inquieto, y Enrique le dijo:—No le digo que no hay cuidado? ¿no ves á su padre que Iran-quilo está? «Bien puede estarlo, dijo María con voz^apagada. Ven Manuel, ven Gaspar mío: los dos se sentaron delante de la joven; y ésta, después de algunos momentos, les dijo: jij.Amados de mi alma! vosotros me unís á la tierra donde breves momentos fui dichosa. Gracias Gaspar mió, por haber velado por nuestra hija. ¡Bendito seas Ma- nucí! porque siempre la harás feliz, y bendita tú, Julia mia, que tanto has trabajado, y tanto te has interesado por su felicidad. aAmadisimos mios, solo un encargo tengo que haceros, para que conservéis la feliciilad nmtna como dice mi Gaspar. Acordaos siempre de amparar á los pobres; -í 172 )- que no cerréis la puerta á los pequeñitos; dejad que *uestro hijo haga partícipes de sus juguetes á los pobres nífios que miren con'envidia cuanto le rodea; enseñadle que ame á los mendigos, que las bendiciones de los desgraciados atraerán sobre vosotros, las bendiciones de Dios! »No lo olvidéis, hijos mios, ¡amad! ¡amad á los pobres!» Maria se despertó, pero quedó tan conmovida que durante un largo rato no hizo mas que llorar reclinada en el hombro de su padre, mientras que Manuel no Cesaba de decirle: —Nunca me perdonaré el haberte puesto mala; qué tienes María? qué tienes? —¿Qué quieres que tenga? dijo María. Estoy aturdida, me parece que estoy so- ñando; ayer tan pobre y hoy poseedora de tanta riqueza pues querrás creer que me da pena no habitar en mi casita de la calle del Cristo? y siento que la habiten otros vecinos: he sido allí tan dichosa! —Lo mismo lo serás aquí, dijo Manuel profundamente conmovido; ¡forque he hallado en tí la mujer que yo soñaba, estoy convencido que me amas y nunca sabré con que pagarte tanta felicidad; y respecto á nuestro cuartito rio tengas cuidado, nadie vivirá en él que nos sea desconocido, porque compraremos aquella casita y allí vivirá gratuitamente quien tú quieras que la habite. Julia se acercó á María, y la dijo sonriéridose:—Vamos, llévame al comedor, todos apoyamos su proposición para desimpresionar á la jóven que miraba á todos lados como asombrada. Para acabar de distraerla. Avelina le entregó á Manolillo y la jóven madre esclamó llenándole de besos: ¡Ay! y que contento estará mi hijo en el jardín. Llegamos al comedor donde encontramos una mesa muy bien servida, y en un pequeño velador la cériá que María dejó preparada en su antigua casita con su blanco mantel, y sus cubiertos de plaqué, su botellita de vino, sus vasos, en fin lodo. Al ver esto, María miró á Manuel y le dijo tanto con sus ojos, que él no le supo contestar, pero se sentó junto al velador, diciendo: María y yo aquí. Esto dió molí- vo á que todos hiciéramos broma queriendo gustar de aquella cena, y pasamos un ralo muy distraído logrando hacer reír á María que lo miraba todo, y se encantaba como una chiquilla que lo compran juguetes. Al fin nos despedimos de aquellos séres felices, quedando en volver al dia siguien- te para celebrar el aniversario de su casamiento. Cuando nos vimos fuera del pala- cío, Nuñez se detuvo y esclamó conmovido:—¡Dios mío! que lo mismo que en la casita de la calle del Cristo, aquí encuentre,mi alma la felicidad múíaa. —Las almas buenas en todos los parajes son felices, dijo Julia con entusiasmo. —Tienes razón, replicamos, no en vano asegura Víctor Hugo que ser bueno es vivir¡ Amali.\ Domingo y Soleb. PENSAMIENTOS. De un hombre agradecido se puede esperar la abnegación, el sacrificio, el heroisrao; porque la gratitud es la pasión divina que santifica á los pobres penados de la tierra. El que sabe agradecer sabe amar, el que sabe amar se eleva á Dios; y el que se eleva á Dios nunca puede ser un malvado. El obrero debe trabajar para su dueño como si trabajase para sí mismo, y el dueño debe considerar á sus obreros, como si fuesen hijos suyos. Si el obrero esplota à su dueño y éste al obrero, concluirán por arruinarse los unos y ios otros. Con buena fé los pobres se hacen ricos, con mala intención los ricos se hacen pobres. No llaméis á un hombre rico porque guarde muchos millones; pero llamadle poderoso si le bendicen muchos pobres. No se crea ningún hombre pobre por humillado que se vea, que" nadie se vió mas humillado que Cristo, y nadie ha sido mas grande que él. El pobre instruido puede llegar á ser rico; el rico iguorante será pobre toda su vida. SA^ M.AKTIN DE VUOVENS.Al.S:—Imprenta de Juan Torrents y Comp.% Triunfo, 4. K úm. l22. UiüHELPOMEra, SEMANARIO ESPIRITISTA. PRKCIOS DE süscnicioíí. px j^EDACClOK y ^DMlNISTS^JlCÍONi PONTOS DE SCSCRICION. L'arceirtna: un !rini«(re adelantado, d ptas. Fonollar, 24 y 26 Í2n Lérida. Administra ion de íiiera de Barcelona; nn año, id. i pías. 151 Hui^ü . Sentido, Mayor, 81,5.0- Eitranjere ; l'llraraar; un año, id. 8 pías. Se publica los Jueves Madrid: Almagro. 8 ontr. dorecha -Alicant '; S. Froiiclfco, 28, rtui.» SUMARIO. Í^É'pl.ca íilosóílca sobre las conferencias cientifico-religioeas del Ilcio. P. D. Eduardo L·laiicís. XI.—iS'íber sufrir!—-A. un escé[itico—Pénsamientos. REPLICA FILOSOFICA SOBRE LAS CONFERENCIAS CIEN'TÍFICO-RKLIGIOSAS DEL RDO. I>. D. EDUARDO LLANAS. XI. Con armas de buena ley combale el Padre Llanas á la escuela evolucionista, diciendo en su tercera conferencia que /a hipótesis de la ecolucion es menos el sistema de la científica creación que al esplicar el origen del hombre. No seguiremos al distinguido orador en sus brillantes en los cuales demuestra razonamientos, que la teoria del trasforraismo descansa sobre bases de movible arena; su lenguaje entusiasma y convence; y sin duda alguna es uno de los grandes que mejor defiende pensadores la iglesia católica. Nosotros no le seguiremos en todo el curso de su conferencia únicamente puramente científica, nos filjaremos como hemos hecho hasta ahora, en los puntos donde el Padre Lianas se concreta á pensar con el criterio ortodoxo, demostrando en sus que todas las argumentos religiones sustentan ideales microscópicos. Trataremos también de demos- trar que las ciencias sin la base Dios, son montañas de y las con sus dioses espuma, humanos que religiones nunca serán la verdadera religion; siendo la escuela espiritista la encargada de armonizar y uniren estrecho lazo las ideas científicas con las será el religiosas, este asunto que trataremos de esplanar en el presente articulo. Dice el Padre Llanas en la página 46; «La aparición profètica del hombre está consignada en cada una de las floras y de las faunas paleontológicas. Pero os más; el primer desarrollo cósmico que anunció la exis- tencia de} mundo, tuvo ya una finalidad relacionada con la existencia del hombre. La Génesis cósmica se dirigia á la preparación de la Tierra como á su punto objetivo; la Tierra debia ser morada de infinitas faunas y lloras'que á recibir al dichoso contribuyeron disponerla para rey de la creación. Decir que ese incalculable de las evolu- clones cósmicas proceso y geológicas ha sido incomparablemente mayor de lo que reclama la grandeza del hombre,, es poseer de Dios y del hombre una idea mezquina. Dios solo dia po- ostentar su título de Creador, con el fin de asegurarse los homenajes del hombre.» ¿Pero necesita Dios asegurarse los homenajes del hombre? Nosotros tenemos formada otra idea muy distinta respecto al Omnipotente. Creemos, como Alian Kardec que, «Es la soberana mutable, y suprema inteligencia: único, elerjio, in- inmaterial, omnipotente, soberanamente justo y bueno, é infinito en sus perfecciones.^' Creemos que la Creación es obra suya, y la consideramos como el fruto sazonado d© su sabiduría, como el resultado natural de sí mismo, como el reflejo de su propia luz, como la esencia de sn sér, como el sonido de su voz; pero no creemos que formó á las humanidades para que estas le rindieran homenaje; las debió crear porque con ellas sa completa el conjunto armónico de la vida, porque las mundos sin moradores serian im-^ —( 174 1— productivos; y habitados son grandes laboratorios donde los hombres trabajan, y con su progreso cumplen la misión divina impuesta por Dios á los espíritus, que es su perfec- cionamiento indefinido sin llegar nunca á la suprema perfección: porque esta solo la posee Dios. Mas estos homenajes de las religiones, estos cultos, estas ceremonias son crearlas por los liombres, pero no necesarias para Dios, no tiene el Creador que asegurarse de la adoración humana, porque él, se vé adorado en su propia obra. La naturaleza entona un himno de alabanza que nunca qesará, y la adoración del hombre es un sentimiento civilizándose ó que se irá desarrollando .según vaya adelantando en conocimientos; pero estarionándose, el hombre vivirá eternamente, y viviendo, la continuidad de su vida testifica la omnipotencia de Dios; el cual no necesita homenajes porque su potencia creadora .se lo rinde adorado de las humanidades, ó negado y olvidado por las genera- de la vida! cienos. ¡Dios es todo, y todo está en él! ¡Principio incomprensible ¡Causa creado! ¡Misterio de los siglos! ¡Arcano de la eternidad! ¡Motpr de los eterna de todo lo mundos! ¡fuerza inestinguible! Tú no tienes que asegurarte de la adoración de los terre- nales. ¡Todos los univer.sos te adoran porque todos obedecen tus leyes! Mas sigamos escuchando al Padre Llanas en la página 47: al carác- «Herbert .Spencer merced que, según el parecer del Dr. Vau Waddingeu, y mas decisiva influencia ter enciclopédico, de sus trabajos, es el pensador moderno que .sobre la escuela po.sitivista. Al ponderar las ventajas que el sistema evolucionista ejerce tiene sobre el de la Creación, saca su primer argumento del hecho de haber nacido el sistema creación en tiempos primitivos, cuando las ciencias humanas todavía no existían y los hombres observaban poco y mal los fenómenos y leyes de la naturaleza; y haber el contrario nacido el sistema evolucionista en los tiempos novísimos, en la edad por de oro de las ciencias naturales, boy que los hombres se consagran con paciencia ho- mérica y con admirables instrumentos, á la observación y estudio de la naturaleza. Crasos absurdos, dice .Spencer, creia la humanidad al aparecer el sistema de la crea- cion; pero el sistema de la evolución ha nacido cuando el hombre ha llegado á conocer de un modo admirable las leyes naturales. ¿No basta este hecho para ijUe nos decida- mos é favor del sistema evolucionista? Yo no sé, señores, la fuerza que vo.sotros conce- de ha dereis al anterior argumento; pero frecuentes lecturas me han persuadido que esto de él me hecho abandonar á sus antiguas convicciones, y solo por ocujio no pocos de escasísimo valor científico. En realidad seria un argumento .'^ério, si el á pesar su sistema de la creación fuera hijo de la ciencia: esta no podria, en los primeros .siglos adquirir una nocion del Universo tan clara y verdadera como la ciencia la humanidad, moderna puede adquirirla. ¿Pero acaso los cristianos hemos recibido el sistema de la creación á título de adqui.siciou científica? Sabemos que el mundo fué creado por Dios, porque la revelación primitiva y los Libros Santos así nos lo han enseñado,» dice también Padre Llanas, que si la razón no lo demostrara no de- Y la razón lo beria admitirse el sistema de la creación: y solo á título de adquision científica debe aceptarse, porque lo que la ciencia no sanciona, la razón lo destruye. ¿Que es la ciencia? «El conocimiento claro y cierto de las cosas, fundado en princi- pios evidentes ó en demostraciones. La ciencia denota el conjunto de los conocimientos humanos sobre las cosas visibles é invisibles; el conjunto de saber que los hombres han adquirido medio de la observación, de la razón y de la por experiencia. En este sentido de la civi- habló Racon cuando dijo: «La ciencia es poder.» Este es el gran in.strumento el hom- lizacion, el gran vehículo de la felicidad humana, el gran impulso que lecibe su vida bre para encaminarse á la perfección de su sér. La ciencia es lo que hermosea la. socie- lo que ennoblece su destino, lo que constituye la dignidad y el ornamento de favorables sean dad Sin los auxilios de la ciencia , una familia humana, por muy que tribu de por- sus condiciones orgánicas locales, apenas se ditinguirá de una salvajes: y la que la acción y el influjo del saber abrazan todos los elementos de la sociabilidad, la conservación de la salud, legislación, el ciilto, la moral, la administración de justicia, la teoría de la ri ¡ueza pública, las artes útiles, las de imitación; en fin, todo aquello en el hombre se di.stingue de las bestias.» Esto dice Serrano en su diccionario Uni- que cuanto mas debe versal, y si de la ciencia se necesita para todos los actos de la vida, del adelanto necesitarse para las creencias religiosas que son el principio fundamental es moral de las humanidades. Por esto el sistema de la Creación debe admitirse porque al orden de to- lo mas lógico,porque es lo mas racional, porque es lo quemejor responde 1, 4." ■das lás los párrafo cosas. Eseuch.mos á Kardec en su Libro de Espirilus, capítulo un axioma «¿En dónde puede encontrarse la prueba de la existencia de Dios?—«En H 173 )- qa« vosotros aplicáis á vuestras cieacias: No hay efecto sin causa. todo lo Buscad la causa de que qo es obra del hombre, y vuestra razón os »Para creeC responderá.» en Dios basta,extender la vista sobre las obras de la universo, creación. Existe el luego hay una causa. Dudar de la existencia de Dios, seria todo electo tiene una negar causa ycudelantarse á decir que que la nada ha »iQué consecuencia podido crear alguna cosa.» puede deducirse del sentimiento intuitivo llevan sí que todos los mismos hombres en de la existencia de Dios vendria Dios?—«Que si no este dónde le sentimiento existe, y si ¿de no descansaba sobre algo? esta consecuencia es, volvemos á del principio decir, una que no hay efecto sin causa.» »E1 sentimiento íntimo que de la existencia de Dios tenemos la educación ¿no seria resultado de y producto de ideas »Si fuese adquiridas?» asi, ¿cómo tendrían el mismo sentimiento los • Si solo fuese salvajes?» producto de la educación el sentimiento de la existencia de un sér premo', .su- no seria univei'sal y, como las nociones de la ciencia, existiria los hubiesen únicamente an que recibido semejante instrucción » »¿rodria encontrarse la primera causa de la formación de las cosas des en las intimas de la materia?—«Pero propieda- entonces, ¿cuál seria la causa de estas Siempre se necesita una causa propiedades? ¿Atribuir primera.» la primera formación de las cosas á las íntimas seria de la tomar el efecto propiedades materia, por la causa, porque estas mismas propiedades son debe tener un efecto una causa.* que «¿Qué hemos de pen.sar de la binacion opinion que casual atribuye la formación á una com- de la primera materia, estoes, al acaso?—«Esto, es otro absurdo. de buen sentido ¿Qué hombro puede mirar el acaso como un sér acaso? Nada.» inteligente? Y además, ¿qué es el »La armonía que regula los re.sortes del universo descubre determinadas, combinaciones y miras y por esto mismo revela un sér al inteligente. Atribuir la formación acaso, seria primera un contrasentido, pues el acaso es no la inteligencia. ciego Un y puede producir efectos de acaso inteligente no seria el acaso.» »¿En dónde se vé en la priiñera causa una las inteligencias?—«Vosotros inteligencia primera y superior á todas teneis un lice. proverbio que dice: por la obra se conoce el Pues arti- bien, considerad la obra, y buscad al artífice. El es la el incredulidad. orgullo El hombre que engendra orgulloso no ve nada á esta es la secaliíiquede superior él, y causado espíritu fuerte. tPobre que sér, un »Por que las soplo de Dios obras puede anonadarlo!» se juzga del poder de una como no sér humano que pueda crear lo inteligencia; y hay (jue produce la naturaleza, la geucia á causa, superior la humanidad. primera [)ues, será una inteli- »Sean las que fueren las ifiaravillas misma producidas por la humana inteligencia tiene inteligencia, esta una causa, y cuanto más grande es lo ducir, más grande debe que aquella la llega á pro- ser causa das las primera. Esta inteligencia es la causa de to- cosas, sea cual fuere el nombre primera con que el hombre la Es designe.» muy cierto, y por esto el sistema de la creación es una tal debe creencia científica admitirse," como y sentimos y que el Padre Llanas dominado teologieamenle: por su escuela, esclame Pero acaso los cristianos hemos recibido el sistema de la Creación como adquisición científica? Sabemos velación que el munno fué creado Dios la re- primitna y los libros por porque santos asi nos lo han enseñado.^ Para nosotros el primer libro santo es la razón del hombre. Es ese ese raciocinio es que nos sirve yó pensante, para usar nuestro con el de entendimiento, nuestra trabajo nuestra comprensión, inteligencia, podemos formar y un juicio exacto de las Creer cosas. sin pensar, es vivir sin ver; y el sistema de la creación no debe dogmáticamente, sino por el aceptarse fundarseen profundo convencimiento científico. La fé debe la ciencia, así religiosa y será cubrimientos inquebrantable, porque como dice Eardec: «ios des- délas ciencias glorifican á Dios en vez de leyes, no sino las rebajarle: destruyen sus que los hombres han Dios.» imaginado y las falsas ideas que han dado de ¿Para que es el hombre, el rey de la Tierra?' Para de inteligencia, ejercer su dignamente la soberanía para estudiar, aprender, analizar y definir, no confesar acepta una doctrina para religiosa, no á titulo que de sino velación la re- primiliva.se adquisición científica, lo ordena. poniue Para esa obediencia pasiva no fué creado el porque la revelación primera la tiene el espíritu; hombre en si mismo, en ese divino fulgura rayo en su frcntr, que ¡en ese y« eterno que engrandece su sér! en esa luz maravillosa irradia de su cerebro que en lenguaje vulgar se llama Razon! El hombre debe cono- qoe cer la existencia de Dios al sentir en él los efluvios de la vida; no porque se lo diga éste, ni aquél, sino por que él debe sentir su influencia divina; pero vemos con profun- da pena que los teólogos y los sábios se confunden y luchan, y concluyen negando los unos y los otros la grandeza del Sér Supremo; cada uno á« su modo. Escuchemos á Spencer, y luego'al Padre Llanas. Dice el primero, que.como ya sabemos es adepto al evolucionismo; «En la actualidad, se halla la tierra cubierta de innumerables séres que se causan unos á otros, y algunos á sí mismos penosos sufrimientos. La paleontología demuestra que e.se hecho'no es peculiar á nuestra época, sino que desde los mas antiguos tiempo.s -( 176 )- geológicos conocidos, se produjo en nuestro Planeta esa carniceria universal, dándonos muestras de que siempre el inferior ha sido presa del superior y el débil sacrificado por el fuerte. ¿Por qué, pues, han sido organizados los animales de modo que sea necesario el dolor, el derramamiento de sangre? ¿Es qué no quiso ó no pudo evitarlo el Creador? Pero hay más: cuando consideramos la destrucción del inferior por el superior, al fin resulta algun bien, porque la vida superior existe á costa de la inferior; pero ¿que debe decirse cuando el inferior molesta y vive á costa del superior? En el reino animal mas de la mitad de las especies son parásitos; el mismo cuerpo humano es habitación de pa- rásitos internos y externos, vegetales y animales que lo mortifican y perjudican. ¿Cómo interpretan estos hechos los partidarios de las causas finales? ¿Han sido estos séres crea- dos para molestar al hombre? y si no ¿para que fueron creados? ¿Puede decirse que todos los séres obedecen á un plan creador?» Como vé, Spencer no viendo mas que el presente le parece que la vida es una se madeja enredada á la cual no le encuentra mas que hilos sueltos sin que ninguno desen- rede el enredo; vé el efecto y desconoce la causa; niega á Dios y á él le debe su pensa- miento: ¿cabe mas turbación en el cerebro de un hombre? Nó; pero escuchemos al Pa- dre Llanas que sigue diciendo á continuación. «) 1 anterior argumento está basado en un hecho científico innegable: el que unos séres persiguen molestan á otros, y que hay algunos que viven á costa de otros. Esto y le Speñcerque arguye contra el poder ó la sabiduria del Creador. Si sabia de- parece a bió evitarlo: es decir si hubiera sabido, debió crear un mundo mejor organizado indu- dal)lemenle; los modernos trasformistas le hubieran proporcionado undi.seño mas per- fecto; al menos habria sido mas generoso, porque en él no hubieran cabido séres que molestaran, y menos que sacrificaran á otros. Sólo que en ese caso no habria evolución de la orgánica ni lucha por la vida, ni concurrencia vital, ni las penalidades adoptación; cabriau este diseño las teorías modernas defendidas por Spencer y demás es decir, no en trasformistas, porque esas teoiaas están basadas en esos sufrimientos, en esas carnice- rias que sobran en el mundo orgánico creado. ¿Qué habria pues? ¿Qué mundo seria ese ni obedeceria al sistema de las causas finales, ni á los sistemas trasfoi mistas? Noso- que tros no desechamos el mundo actual, ni anhelamos otro mejor, porque lo hallamos en armonía con nuestro sistema de las causas finales.» ¿Que mundoseria ese pregunta el Padre Llanas, que ni obedeceria al sistema de las causas finales, ni á los sistemas trasformistas? Parece increible que un hombre tan sá- bio no comprende, (ó no quiere comprender) que la tierra no puede ser el modelo de los mundos habitados. ¿No concibe otras condiciones de vida? ¿No anhela otro mundo me- jor? Ciertamente siente que para el hombre de la tierra, buena es la tierra; pero, ¿no latir su corazón viendo esos globos diamantinos que en la noche tranquila nosenvian sus reflejos luminosos desde sus lejanos hemisferios? ¿qué domina en el teólogo? ¿la ig- el Padre Llanas ha leido mucho. ¿El orgullo? ¡quién sabe! éste á veces nos norancia?Nó, ciega como dice Kardec en su Libro de -los Espirilus capítulo III, párrafo 5o, hablando de ía pluralidad de mundos. «¿Están habitados todos los mundos que circulan en el espacio?—«Sí, y el hombre de la tierra está muy léjos de ser el primero en inteligencia, en bondad y en perfección él autorizados asé- como presume. Sin embargo hay hombres que se creen bastante para verar que este pequeño globo es el único que tiene el privilegio esclusivo de seb habita- Creen Dios ha creado el uni- do por séres racionales. ¡Qué orgullo y qué vanidad! que ■ verso para ellos solos. , »Dios ha poblado los mundos de séres vivientes, que concurren todos al objeto final déla Providencia. Creer que los séres vivientes están limitados solo al punto del irni- inú- verso que habitamos, seria poner en duda la sabiduria de Dios que nada ha hecho til. A estos mundos les ha debido de.signar un fin mas sério que el de recrear nuestra visla. Por otra parle, nada, ni la posición, ni el volumen, ni la constilucion física de la lierra, pueden hacer suponer razonablemente que tenga privilegio de estar habitada con exclusion de tantos miliaies de mundos semejantes. »¿Es una misma la consliluciou fisica de los diferentes globos?—«Nó, ni se asemejan en nada.» »¿No siendo una misma para toilos la constitución física de los mundos, se sigue los que seres que los habitan tengan diferente organización?—«Sin duda alguna, á la ma- ñera que en el vuestro los peces están hechos para vivir en el agua, y las aves en el aire.» »¿Los mundos más lejanos del sol están 177 privados de la luz y del calor, puesto que sólo )- lo ven en apariencia de una estrella?—«¿Creeis por ventura que no hay otros rnanaiitia- les de luz y de calor que el sol, y contais aca.so nula la electricidad que en ciertos globos produce unos efectos mucho más importantes que en la tierra y que os son del todo des- conocidos? Además nadie os ha dicho que lodos los séres vean de la misma manera que vosotros, y con Organos confeccionados como los vuestros.» »Las condiciones de existencia de los séres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiados al centro en que están llamados á vivir. Si nunca hubiésemos visto pe- oes, no comprenderíamos que en el agua pudiesen vivir séres animados. Lo propio su- cede respecto de otros mundos que sin duda encierran elementos que nos son descono- cidos. ¿Acaso novemos en la tierra las largas noches polares iluminadas por la elerlri- cidad de las auroras boreales? ¿Hay algun imposible de que en ciertos mundos la elec- tricidad sea mas abundante que sobre la tierra, y ejerza unas funciones generales cuyos efectos no podemos comprender? Estos mundos pueden contener en si mismos los mo- nantiales de calor y de la luz necesarios á sus habitantes.» ¿Quién puede dudarlo? La vida germina y funciona en toda la Creación, y la tierra no es mas que uno de sus planetas donde el alma pensadora no encuentra realizado el iileal de su sueño. Pesa sobre la Tierra una gran calamidad; pero escuchernos á V'ictur llago: «Hay una gran desgracia en nuestro tiempo, y casi estoy por decir que no hay mas que una desgracia, cual es una tendencia marcada á colocarlo todopn esta vida.» lié aquí una gran verdad, el materialismo niega el mas allá y las religiones no aceptan mas que la tierra como centro de acción de las humanidades: y los unos, y los otros, lo arrebatan al hombre lomas hermoso, la esperanza: lógica basada en la profunda convicción de un ilimitado porvenir. Afortunadamente una antigua escuela íüo.sóflca re- nace iioy á la vida del eslipiio, y preocupa á muchos sabios. Victor Hugo y Alian Kardec son adeptos de ella: escuchemos al primero hablando do la certeza del porvenir. «Hay una desgracia en nuestro tiempo, y casi est.oy por decir que no hay mas que una desgracia, cual es una tendencia marcada á colocarlo todo en esta vida. Al dar por fin al hombre la vida terrestre y material, se agravan todas las miserias por la nega- cion,''que es su término, se añade á el abatimiento el peso insopoi table de la nada, y de lo que no era mas que el sufrimiento, es decir, la ley de Dios, se hace la desesperación, es decir, la ley del infierno; de aquí provienen las profundas convulsiones sociales. »Ciertamente yo soy de los que quieren, soy de los que quieren con un inesplicable ardor, y por todos los medios [losibles, mejorar en esta vida la suerte material de los qne sufren; pero la primera de las mejoras, es darles la esperanza. Oh! y como se aminoran nuestras miserias finitas cuando se mezcla á ellas una esperanza infinita! »Nueslro deber, cualesquiera ique nosotros seamos, legisladores ú obispos, sacerdotes ó escritores, es esparcir, prodigar bajo todas las formas, toda la energía social, para combatir-y destruir la miseria. Y al mismo tiempo hacer levantar todas las cabeza.s há- cia el cielo, dirigir todas las almas, volver todas las esperanzas hacia una vida ulterior donde se hará justicia á todos. Digámoslo de una vez: nadie habrá injusta é inútilmente sufrido. La muerte es una restitución. »La ley del mundo material es el equilibrio; la ley del mundo moral es la equidad. Dios se halla al fin de todas las cosas; no lo olvidemos y enseñémoslo á todo el mundo: no baria ninguna dignidad en vivir, ni esto merecería la pena, si debiera morir todo en nosotros; y lo que santifica la labor y aligera el trabajo, lo que hace al hombre fuer- te, bueno, sabio, paciente, benévolo, justo, liumil.de y grande, á la par digno de la inte- ligencia, digno de la libertad, es tener delante de sí la perpètua vision de un mundfigne- jor, irradiando á través de las tinieblas de esta vida. »Por lo que á mi toca, yo creó profundamente en ese mundo mejor; mundo mil ve- ees mas real á mis ojos que esta miserable quimera que devoramos y que llamamos vi- da; mundo que tengo sin cesar á mi vista, mundo en el cual creo con toda la fuerza de mi convicción, y que Iras largas luchas, afanosos estudios y fuertes pruebas, ha venido á ser á un tiempo mismo la certidumbre suprema de mi razón y el supremo consuelo de mi alma.» Consuelo supremo es sin duda la certidumbre de la continuidad de la vida; y eí me- dio mas seguro para el progreso del espíritu que como dice muy bien Altan Kardec en la conclusion de su «Filosofia» párrafo IV. «El progreso de la humanidad tiene su principio en la aplicación de la ley de justi- cia, de amor y de caridad, y esta ley está fundada en la certeza del porvenir. Quitad esta certeza, y quitareis á aquella su piedra fundamental. De semejante ley derivan to- 178 das las otras, porque ella contiene todas las condiciones de la felicidad del hombre. Solo -( ¡- ella puede curar las plagas de la sociedad, y el hombre puede juzgar, comparando las edades y los pueblos, cuanto mejora su condición á medida que esa ley se comprende y practica mejor. Si una aplicación parcial é incompleta produce un bien real, ¡qué no será cuando ella venga a ser la base de todas las instituciones socialesi ¿Pero es esto posible? Sí, puesto que si ba dado diez pasos, puede dar veinte y así sucesivamente. Puede, pues, juzgarse del porvenir por el presente. Ya estamos viendo extinguirse poco á las antipatías de pueblo á pueblo; los valladares que ios separaban caen ante la poco civilización; se dan la mano desde un extremo á otro del mundo; mayor justicia preside á las leyes internacionales; las guerras son de ménosen menos frecuentes, y no exclu- yen los sentimientos burnanitarios; se establece uniformidad en las ç.elaciones; las dis- tinciones de razas y castas desaparecen, y los hombres de distintas creencias acallan las supersticiones-de secta, para confundir.se en la adoración de un solo Dios. Nos referi- mos á los pueblos que marchan á la cabeza de la civilización (789-7&3). Bajo todos e.stos' aspectos estamos aun léjos de la perfección, y quedan todavía por derruir muchas mi- nas antiguas, hasta que hayan desaparecido los últimos vestigios de la barbái'ie. Pero esas ruinas ¿podrán habérselas con la potencia irresistible del progreso, de esa fuerza viva también una ley de la naturaleza? Si la generación presente está mas ade- que es lantaila que la pasada, ¿por qué la que nos sucederá no ha de estarlb mas que la nues- Ira? Así será por la fuerza de las cosas, ante todo, porque con las generaciones des- aparecen diariamente algunos campeones de los antiguos abusos, conslituyéndose así, y poco á poco, la sociedad de nuevos elementos que se ban librado de las antiguas preocu- paciones. En segundo lugar, porque, queriendo el hombre progresar, estudia los obsta- culos, el movimien- y se consagra á destruirlos. Desdé el momento que es incontestable to progresivo, el progreso venidero no puede ser dudoso. El hombre quiere ser feliz, lo es natural, y solo bu.sca el progreso para aumentar la suma de su que felicidad, sin la cual carecería aquel de otjjelo. ¿Dónde estaria el progreso para el hombre, si no le bicie- ra mejorar de posición? Pero cuando posea la suma de goces que puede dar el progreso intelectual, se apercibirá de que no es completa su felicidad? reconocerá que ésta es im- posible sin la .seguridad de las relaciones sociales? Semejante seguridad solo puede en- contraria en el progreso moral. Luego, por la fuerza de las cosas, él mismo dará esa di- reccion al progreso, y el espiritismo le ofrecerá la mas poderosa palanca para el logro de su objeto.» Ciertamenle, y falta hace que los pueblos progresen, porque ya encarnan en nues- á las tro planeta espíritus amantes de la luz; pero que sometidos á los dogmatismos y Iradicciones, detienen el vuelo de su pensamiento como lo sucede al Padre Llanas, que presiente los lejanos universos que le oculta la distancia,, y tiene que decir que no an- hela otro mundo mejor, porque la tierra la encuentra en armonía con el sistema de las causas finales. Las religiones con sus limitaciones, con sus pequeñísimos horizontes ó tendrán que entrar en la vía del progreso, ó les será forzoso descarrilar; porque indudablemente los cultos se van, y la razón se viene. La tradición quiere vencer al progreso, pero este ven- cerá á la tradición, porque el progreso es la suma total de todos los grandes ideales; y aunque encuentre á su pa,so obstáculos insuperables los vencerá con la potencia de sú vo- luntad ar- que como dice muy oportunamente Castelar: «Poned diez mil hombres que rastren un tren y no podrán moverlo, y el vapor de una idea devorarà el espacio.» Nosotros decimos que el vapor de la idea racionalista religiosa, devorará las edades, y sacá el racionalismo filosófico, será el espiritismo científico, el gran ideal de todos los hombres del porvenir, Amalia Domísgo ï Soles. H 179 )- iSABER SUFBIRI Ante la horrible tempestad de! Las alma, tempestades de ia mar... ¿qué son? (VENTUaA de LA Así VeGA.) concluye un soneto de Ventura de la cielo Vega, la vida que yo leí hace años, cuando de el se me presentaba puro, risueño y envolviendo en el biente de las ilusiones am- al espíritu perfumado que me anima. Confieso que me sonreí y hasta motejé al autor de to murmurando: exagerado; abandoné el escri- ¡cosas de poeta! é instintivamente mi alma el la vida horizonte como si temiera de hallar investigó entre tanta armonía ta pequeña nubecilla á veces es precursora de tormenta y desolación. que Luz, colores y esa dulcísima sensación con que se nos presenta lo desconocido; auras leves electrizando impregnadas de amor el sér, le hacen y poesía percibir esa melancolía sin que nombré, por todos ninguno esplicada. s_entida por ¿Quién habia de y creer que al solo contacto de una desapareceríais; y que fundiéndose en ella haríais lágrioia de la vida la síntesis del dolor? yo que calumnié al poeta! ¡inocente! Poco ¡Y tiempo despuos los sucesos ron á manifestarse;, primero, fué empoza- un lénue velo de lias amargura, que sin ocultarme ilusiones las hacia menos perceptibles; el aque- después, velo adquirió tal llegó el momento de densidad, que encontrarme sola, rodeada de tinieblas morales sin ninguna consolación y externa viniera á señalarme el que camino debia Dios y la conciencia que seguir. son las únicas verdades que existen; lo demás es i.usion, fantástica que desaparece y cambia al débil vuelo, dice impulso de un suspiro. Todo al vuelo, al Campoamor en una de sus bellísimas doloras, y tiene razón: se debe y sentir, amar pero superficialmente; estamos de paso; el término del es falta inmensidad viage Dios, y nos una para llegar. Si consiguiéramos pasar al lantado vuelo, habríamos mucho ade- en nuestro progreso, forzosamente pero siempre procuramos lo contrario, y como tenemos que ir despojándonos de todos los afectos el dolor terrestres, de que por todas partes «rodea. aquí nos Amando á Dios sobre todas las ama á se sus criaturas cosas, y se cumple con el Dios primer mandamiento del amar á es necesario Decálogo; y para que en el corto estamos clase que de infortunios tiempo aquí presenciemos toda para poder desear con más vehemencia el término del Hoy, no solamente estoy conforme viage. con los renglones que sirven de á líneas, sino epígrafe estas que voy mas allá; creo que la existencia es una constante acaba cuando se efectua la transformación tempestad con el fenómeno que de la muerte. luz Si brota de entre tanta oscuridad, la alguna es que irradia una conciencia en lo más de- somos estranjeros; nuestra vida pura; es mas allá de la tumba; aquí es nuestra marti- rio, nuestro purgatorio y nuestro infierno. ¡Saber sufrir! Aquí está el secreto; ¡y qué difícil es aprender la dolor! ciencia del Hay muchísimos que ríen interiormente, y al exterior vierten engañan al lágrimas que mas experto en el arle del disitnnio; el alma pero hay muy pocos que lloren con y sonrían con el rostro; mientras la tempestad se mantiene relativamente en calma, aun nos croemos capaces de dominar situaciones más ó ménos difíciles: cuando la ingratitud y la envidia pero arrancan, con la crueldad les es la hasta última de que nuestras propia, mas caras afecciones, cuando nos deja frente á frente con el desengaño, entonces es muy difícil sentir, llorar no á la lo y hemos llegar merecido, desesperación. Todo y por este camino ántes llegaremos á la completa tranquilidad; pero es menester que la conciencia nos diga que Dios es justo y justos sus pues si esto no está grabado juicios, en nuestro sér, es imposible la El de estudio las ciencias resignación. en la naturaleza facilita de un modo admirable la el estudio transformación; vemos que todo es armónico por en la ducir parte material, y de ahí el mundo moral podemos de- que en sucederá lo mismo. Vemos también sin que n,o hay afecto causa, y por lo tanto, nuestros infortunios de hoy deben tener causas faltas cometidas por anteriormenlo; solo de esta manera podremos sufrir sin llegar al límite de la desesperación, pues sabemos que pagamos deudas contraídas que forzosamente de- hemos solventar. Cuando el dolor nos ahogue, debemos consolarnos pensando que es el único paso para la alegria. Llorando hacemos nuestra entrada en el mundo; y el último acto de vitalidad, es una lágrima que se escapa furtiva por nuestras mejillas. ¡Feliz mil veces aquel sér que al regresar á su verdadera patria se encuentra puro porque supo sufriri Ana María. 180 (Del Criterio ] —( )— A UN ESCÉPTIGO. (nada se pierde.) Tú ves la nada en el sepulcro frió, Que la materia en átomos disuelta Creyendo que en la tumba está el no ser: Pierde la forma, pero no la vida; Porque vés los gusanos que el vacio Contempla á los gusanos, y resuelta Llenan, dó un muerto contemplaste ayer. Verás la solución apetecida. Tú ves que la materia se destruye, ¿Los ves en la inacción? no; que se agitan, Que nuestra bella forma se deshace. Trabajan con afan inestinguible; Que nuestro cuerpo es, sombra que huye... Y la disgregación que precipitan ¿Y tan pobre final te satisface? A otros séreS les dá vida tangible. ¿Crees tú que Dios resolverá e) problema La NADA es una utopia. ¡Sombra vana De nuestra triste y miserable vida, Que atemoriza, si!... mas si existiera Sin que un retlejó de su luz suprema, ¡Qué era entonces la diestra soberana Nos aliente en la breve despedida? Si algo en el mundo sucumbir pudiera....! ¡Tú que la nada miras en la tumba. Todo se enlaza; el eco que murmura Creyendo á la materia masa inerte! Y la j^oja seca que arrebata el viento; ¿Crees tú que el alma, cuando el sér sucumba Todo en la tierra es, de Dios hechura. ¿é perderá en el mundo de la muerto....? Todo obedece á un mismo pensamiento. ¿Qué le concedes á ese soplo puro Tú que el no ser lo encuentras en la tumba, Que nuestro [lensamiento fecundiza? Dime si al alma le concedes vida; ¡Yo creo que el alma vive en el futuro Dime si crées que cuando el sér sucumba Porque el amor de Dios la inmortaliza! Se perderá en tunada confundida. Amalia Domingo y Soler. PENSAMIENTOS. El trabajo es la vida, el ócio es la muerte, los hombres nacen para vivir, por esto el trabajo es la ley universal. Trabaja la hormiga, trabajan los mundos, trabaja Dios en su inmenso laborato- rio: justo es que el hombre trabaje también. El trabajo es el rito de la religion del progreso, y el clero de esa religion todos los obreros de buena voluntad. Nadie se crea desgraciado si cuando se levanta sabe bendecir á Dios, y cuando se acuesta dice: ¡Señor! lee en mi conciencia, que yo no vivo mas que para tí. Todos podemos ser ricos si nos conformamos con lo que poseemos; y todos pe- demos ser pobres si ambicionamos constantemente los bienes de los otros. El hombre mas feliz, es aquel que mas bien puede hacer á sus semejantes; y el más desgradado es el que solo piensa en perjudicar á los demás. SAN MARTIN DE PROYENSALS:—Imprenta de Juan Torrents y Comp.», Triunfo, 4. Afio 11. Boroelona 22B de OclubTe de l^BO. N iVm '23. SEMANARIO ESPIRITISTA. RÉPLICA FILOSÓFICA SOüRE LAS CONFERENCIAS CIENTÍFICO-RELIGIOSAS DEL UDO. P. D. EDUARDO LLANAS. XII. La conferencia cuarta del Padre Llanas las tiene tema el creaciones independientes, por que, sistema católico de al ■ciencia: y sobre aplicado ella diremos origen del hombre, está no nada, apoyado por la no entra el porque es ca en tePrrReno estricto puramente científica, y nuestra de la losóficas ECIOS DEcieSncniaS, nCueIsitlrCaslOobjNecc*iones 1son únicJ.a répli- religiosas. ameJntIeefdi-accion y ^dministí^acion: Como á Immbre sabio respetamos ai Padre PONTOS DE SÜSCRICIQN. muy pequeñitofi,arcclona: un Irunoslrc adclaLnlaUnadso, pero como sacerdote nos porque su escuela parece es frondosas. microscópica, de. ár-ibol enfermo no se perar ramas y ptas. ¡ pueden es- 24 26 En Adminiftra -ion Las religionFeuseeran ndueesltlraorscdeialosnsa: Fonollar, rl8 id. ■ Lérida, i nouanscaieñn»de, n, si . 4 pías, al i y no se nivel del raciona- El onen Buen Sentido, lismo actual, solamente Mayor, 81,?."- Enoitranjcro jse Feslltraacmionan, sino tes á quedarse que á sus rezagados, cuando ar: un añ reidtro. ceden algunos de elloo,s tiene8n pcoí,ay nds.obligan sacerdo- iciones Se para segpuirulablica los Jueves Madrid: Almagro, S.ontr. dcredia marcha del progreso. -Alicanlc; S. Fronc.isco, 28, dui» El Padre Llanas es uno de ellos; en su tólico conferencia de la unidad dice, el ca- moderna. originaria de la quinta que, Ï especie de humana, dogma está la después hablar ciencia mucho, cou/lrmado por y hablar bien, esclaraa en la 93; «Creo, señores inútil insislir página demostrar SÜMABIO. en la pos paluraies de séRresévipvieln:tecs..Naada fllopópermanencia de los üca tipos orgánicos que ofrecen los nos autoriza grn- inacion continua para unos de y progresiva. Los suponesrséres oquebreprelceadesn cotorosnpofretrarsfeor- que existen ncias primeros ascendientes, yLlolaleganránas. XhIoIy.—Lpraesentan el mismo tipo fundamental de sus sin duda á científico-religiosas riel P.do. P. D. Eduardo »No sus hay ritiólas. alguna sucesorevs midása es la razón alguna lejrnos. para que no no. También podamos y debamos hacer esperanza. extensiva (A Julia.) poesia.—Los malos esa centros este perseveia fundamentalmente el conclusion al huma- espi- mismo desde tipo rar basta que Dios determine que el hombre existe, y deberá su extinción completa y omnímoda.» pcrseve- ¿Cómo su extinción completa y omnímoda? destruirle? Dios ha ¿Sabéis ¿Acaso creado a! hombre quién es el hombre Padre Llanas? para de Sabéis una envoltura corpórea cada más que su bella espíritu revestido vez y más miñosa, más más radiante, perfeccionada, ílaídica, más serú lu- el tipo eterno que en forma dos, sin que para sn dia llegue el ocaso? tangible trabajará en los mun- ¡Tanto como sabe el Padre Llanas! tanto como especiest le falta quiere demostrar conoce todas las conocer la especie que humana, sigamos escuchándole puesto que ignora su en la página 98. inmortalidad; pero «Por esto, Sefiores, en las cinco conferencias be tenido el mos podido observar que honor de dar èn Ja este armonía de las babe- afirmaciones Adviento, origen de las dogmáticas las afirmaciones científicas el cosas, y especialmenie sobre los y .«obre meno natural humanos. Ni un bien orígenes hecho, ni una ni comprobado nn fenó- puede citarse ley, en combati oposición á nuestras bre; Jas, creencias sobre el la del bom.. no por ciencia, sino por la incredulidad origen sistemática en nombre de una ciencia iluso-. -( 182 )- [lomos exirainado el órden en que ios séres se bailan distribuidos en el Universo, y bemos vislo que r¡a. á otros los lazos de un universal parentesco, sino por la dependencia re- no están subordinados unos por cíproea de sus i ndividnales deslinos: todas las faunas y todas las floras paleontológicas liaii trabajado para necesaria la existencia y perfecció • hacer posibles las faunas y floras actuales; estas son condición para la ciencia moderna nos bá enseñado el sistema católico de las namiento del boinbre. De acuerdo con finales, el proceso de los asiros terminó en la formación de la tierra.» causas que fes conclusiones del sabio? ¿Este es el fruto sazonado de sus estudios: ¿Y estas son decir en serio que el proceso de los astros terminó en la formación de la tierra? ¡Blasfemia teológica inadmisible ante la ciencia y la razón del hombre! de la tierra! es la tierra? Es ¡Terminó el proceso de los astros en la creación ¿Y (juó sistema un corpiisculo que flota en el infinito, que aun para un mundo dé nuestro pla- entre innumerables netario es completamente desconocido! ¿y en este átomo perdido universos, dio fin la obra de Dios? ¡Parece increible que hablando teológicamente, ten- gan que sentarse proposiciones tan absurdas, y principios tan erróneos! Todo tiene sus modificaciones en la vida, lodo paulatinamente se va adaptando á la civilización sucesiva; solo las religiones, (cual pirámides de granito], quedan inmóviles como las tumbas de los Faraones. Nos dirán que ayer las escuelas religiosas quemaron á los libre-pensadores, y les bi- retractaciones humillantes; y que hoy se habla, y se cieron pronunciar e.scribe, y se de- la pfuralidad de mundos: afirmando además la escuela espiritista la pluralidad muestra de existencias del alma; pero apesar de todo, apesar de haber desaparecido la violencia, la conclusion del segundo tomo de las conferencias del Padre Llanas, con comparamos la retractación que los teólogos le hicieron pronunciar á Galileo; y en el fondo do ambas el parecido! Galileo abjuró sus errores el 22 de Junio declaraciones, ¡cuán perfecto es de 1633. Escuchemos á Rebolledo en sus «fieVoes de la Civilizacíom como describe este acto célebre en los anales de las persecuciones religiosas. de 1633 entraba el palacio de la Minerva en Roma, sede de la de Judío en inquisición, un ve- «El 22 de macilenta, blanca la barba y el cabello, agoviado por el peso de los nerable anciano, cara grave y del trabajo de las enfermedades y rodeado de los servidores del Santo Oficio. Pocos in.Uantes años, y después se encontró ante la presencia de todos los prelados y cardenales que formaban la inquisición, su senten- los que con luz opaca y lúgubre aparato esperaban la llegada del acusado. Diósele lectura de concebida los términos que ya conocemos, y acto seguido .se lé obligó á leer en alta voz un es- cia, en ci'ito cuyo texto decía: de edad de 70 Galileo Galilei, bijo del finado Vicente Galilei, florentino, aííos,|constituido per- »Yo, arrodillado ante vosotros, eminentísimos y reverendísimos cardenales, nombrados sonalmente enjuicio y inquisidores por ¡a Iglesia universal contra el crimen de berejla, teniendo ante mis ojos el Santo Evan- en gelio toco con mis manos, juro baber creido siempre, ahora, y con ia ayuda de Dios creer creer que adelante, cuanto predica y enseña la Santa Iglesia Apostólica Romana. »Pero atendido á que se"me habia amonestado formalmente e.ste santo oficio para que abandonase por central, publicáV por mis falsas opiniones, cuales son que el sof está fijo y en posición prohibiéndo-^eme habérseme notificado que la tal doctrina es contraria á la de Sagra-- escrito esta falsa doctrina; y después be escrito mandado imprimir el libro, en el cual trato de dicha doctrina ya condenada da Escritura, yo y y aduzco razones de gran eficacia en su favor, sin presentar ninguna solución, me be hecho altamente de no sospechoso de herejía por profesar el sistema de estar el sol inmóvil y en el centro del mundo y estar la tierra en el centro y fija. borrar de la mente de vuestras eminencias y de todos los cristianos cató- «Queriendo por. este motivo sospecha concebida contra mí, con corazón sincero y firmísima fé, fuerte adjuro, maldigo y de- lieos tan los antedichos errores, herejías y en general cualquier error contrario á la Santa Madre Iglesia, y testo denunciaré á este Santo juro no deciilos de palabra ni publicarlos por escrito, así como también que se acii-ar yficio ó al inquisidor al ordinario del lugar en que me encuentra á y quien quiera que pueda todos los señalados con- ó sospechar de herejía. Si faltase á lo jurado, pido que se me apliquen castigos tra los culpables por los sagrados cánones y demás constituciones generales. »Así Dios me ayude y los Santos Evangelios que tengo en las manos.» romo «Yo Galileo Galilei, abjuré cuanto consta mas arriba; juré, prometí y me obligué queda expuesto, be leído por palabra. en fé de lo cual suscribo de propia mano la presente que palabra »Roma. en el convento de la Minerva en este dia 22 de Junio del año 1633. »Yo, Galileo Galilei.» ab- Y doscientos cuarenta y siete años después de haberse pronunciado la ariterior juracion, un sacerdote de la misma iglesia, dice en- sus conferencias científicas estas nos ha enseñado el sistema significativas palabras: «De acuerdo con la ciencia moderna, en la formación de cotóiico de las causas finales, que el proceso de los astros terminó ia tierra.» el sol está Los acusadores de Galileo conceptuaban herética la verdad innegable que que el proceso de xtx fijo y en posición central, y el sacerdote católico del siglo asegura -( 183 )- lermiiió la formación de I» lierra! Luego este planeta es la última en palabra ios asiros de Dios! tiene mérito histórico, porque no se separa de su escuela, Esta afirmación un gran no desdice del credo teológico. Es el eco de la voz de ayer! Es el recuérdo del pasado! Es la fé do vida de la tradición! Es lo finito ante lo infinito! Es el limitadísimo cálculo del hombre, ante la omnipotencia de Dios! ¡Cuánta más lógica, cuanto más grande encontramos la escuela espii'itista con su eterna vida! con su incesante creación! con su actividad indefinida! Escuchemos á Alian Kardec en su Génesis capítulo VI, párrafo 8, hablando de las leyes y las fuerzas, y ia la notabilísima diferencia (¡ue existe entre el Génesis de creación primera, y veremos las religiones, y el Génesis de la razón científica. Dice Kardec. desconocidos pasan su existencia efímera en el fondo do las regiones «Si uno de osos séros que lenebosas del mar; si uno de esos poligástricos, de esas nereidas—míseros animalillos que no conocen de naturaleza sind los ictiáfagos y los bosques submarinos—recitúera repeule el don de la de la peces la facultad de estudiar su mundo y de establecer sobre sus apreciaciones un razonamiento inleligencia, abrazara la universalidad de las cosas: ¿qué idease formaria do la naturaleza \ivienio conjetural que se desarrolla en su medio, y del mundo terrestre que no pertenece al campo de sus uljservaciones?» que cima »Si luego por un efecto maravilloso de su nueva facultad, este mismo ser llegase á elevarse por de sus tinieblas eternas, á la superficie del mar, no lejos de las riberas opulentas de vegetación espión- antici- dida, de sol fecundo dispensador de un calor benéfico, ¿qué juicio formaria acerca de sus teorías mas ám- padas sobre la creación universal, teorías que reemplazarla por observaciones y apreciaciones la de vuestra plias, pero relativamente tan incompletas como las primeras? Tal es, ó hombres, iniágeii ciencia puramente especulativa. (1).» i «—Hay un fluido etéreoque llena el espacio y penetra los cuerpos. Este fluido es el éter materia cósmica primitiva generadora del mondo y de los seres. Al éter van inherentes las fuerzas que han pre- el mundo. Estas sidido á las transformaciones do la materia, las leyes inmutables y necesarias que rigen indefinidamente variadas según las combinaciones de la materia, localizadas,segim las fuerzas múltiples, diversificadas en su modo de acción según las circunstancias los medios, son conocidas en la masas, y cohesion,, afinidad, atracción, magnetismo, electricidad ac- tierra bajo los nombres de pesadez, de se Uva los movimientos vibratorios del agente, bajo los sonido, calor, luz, etc. En otros muudos y la inmensa extension presentan bajo otros aspectos, ofrecen otros caracléres desconocidos en este, y en de los cielos se ha desarrollado un número indefinido de fuerzas en una escala incomprensible, que nos- de valuar en su grandeza, como el crustáceo en el fondo del Océano es incapaz otros no somos capaces de abrazar la universalidad de los fenómenos terrestres (2). Pues así como no hay mas que una sustancia del mis- simple, primitiva y generadora de todos los cuerpos, pero diversificada en sus combinaciones; modo todas esas fuerzas dependen de una sola ley universal diversificada en sus efectos que se en- 1110 ha sido soberanamente á la creación para cuentra eternos en so origen, y que en los decretos impuesta constituir la armonía y estabilidad permanentes.» ni ninguna parte está en oposición consigo misma: el blasón del universo «—La naturaleza nunca en la tiene una divisa: nnidad, variedad . Subiendo la escala de les mundos, se encuentra no mas que variedad infinita en ese inmenso campo de unidad de armonía y de creación, al propio tiempo que una la de las estrellas. Hecorriendo los escalones de la vida desde el último de los seres hasta Dios, gran ley se formar una continuidad se ostenta manifiestamente; mismas y considerando las fuerzas en sí puede sèrie, cuya resultante, confundiéndose con la generatriz, es la ley universal. su que las fuerzas que la represen- «Voso ros no sabríais apreciar esta ley en toda extension, -puesto del mundo de los espíritus cuando después de haber (1) Tal es también la situación de los Regadores en- dejado envoltura carnal, los horizontes de este mundo se desarrollan à sus ojos. Comprenden su pretendían explicarlo todo por medio de la materia sola. Un tanto, tónces lo vano de las teorías con que á medida misterios que se horizontes tienen para ellos que no se descubren sino sucesivamente y estos en este nuevo mundo, se ven for- van elevando por su depura|j¿on. Pero desde los primeros pasos que dan zados ft reconocer su ofuscación cuán léjos se encontraban de la verdad.» y lo no comprendemos lo que no está al alcance de nues- (2) Todo lo referimos ft que conocemos, y la de los ojos. tros sentidos como el ciego de nacimiento luz utilidad no comprende los efectos de la y que en otros medios el ítúido cósmico tenga propiedades que so presten à*comb.naciones Es positile, pues, nos- tenemos ninguna idea, y determine efectos apropiados ft necesidades desconocidas para de que no Nosotros no comprendemos, por otros dando lugar ft percepciones nuevas ó á otros modos de percepción. otros pueda verse sin luz ó sin los ojos del ¿Pero quién nos dice que no existan ejemplo, que cuerpo. á estén afectos órganos especiales? La vista sonambúlica, que no es detenida ni por agentes que la luz que eso. la distancia, ni por los obstáculos materiales ni por la oscuridad, nos ofrece un ejemplo de Supon- nuestros sonámbulos no son sino gamos que en un mundo cualquiera los séres sean normalmente lo que no escepcionalmente, no tendrán ni nuestra luz ni nuestros ojos y sin embargo verftn lo que nosotros po- tas conditiones de vitalidad y de demos ver. Lo mismo puede sucedeflcon todas las demás sensaciones, los medios.» perceptibilidad, las-sensaciones y las necesidades varían según -( 18i )- tan en el campo de vuestras obfcrvacicncs son cidad pueden considerarse muy limitada?. Sin amplia embargo, la como gravitación y la eieclrí- una aplicación de la >>Todas estas fuerzas ley primordial que reina en los son inherentes eterna.?—ya ser al fluido explicaremos cielos. esta cósmico palabra—y universales como la cbian necesariamente creación; por por su simultaneidad en todo en todas ó^u sucesión. y Predominando parles, modificando su action puntos, latentes aquf, moderándose en otros, allí, mas en ün de potentes y activas en ciertos ir.tindos cuenta, en diversos preparando, dirigiendo, conservando sus períodos de vida, gobeinano'o y los trabajos maravillosos destruyendo los quiera parte que se realicen de la y asegurando naturaleza en cual- para »Despues de haber considerado siempre el eterno el esplendor de la creación. universo bajo los leyes desús puntos de vista sus y propiedades, generales de su nuestros estudios al composición, de to á los muiidos podemos dirigir modo á los deformación y sfóres; descendiendo dió nacimien- actual la luego á la que creación de en universalidad la tierra de las en á su estado co.s.ss; relativa, y después, lomando particular y este procederemos á de nuestros globo esludios por punto unidad «—Si hemos planetarios partida siderales.» y por si comprendido y bien la religion, ó nos hemos familiarizado mejor dicho, la oposición de la eternidad el con la idea de que el sion de la.·^ tiempo y tiempo, no es mas transitorias, una cosas medida relativa de la mientras que ño que la eternidad suce- es susceptible esencialmente que es de medida una, inmóvil hay bajo el principio ni punto de vista y, de la permanente, fin. duración, y comprenderemos que para ella no »l'or otra parte, si nos formamos una idea del poder divino, justa—aunque necesariamente cóniprenderemos muy débil—de la infinidad corno es momento Dios posible que el universo sido sea que existió, haya y sus perfecciones eternas hablaron. siempre. Desde el inconmensurable Antes los recibió la que la palabia divina tiempos eternidad y fecundó el fuesen, «—Siendo Dios espacio, eterno como ella » por .'ti naturaleza de toda otra eternidad, ha creado de toda manera; á eternidad, no porque del cualquiera ser de época, siempre por lado (le allá lejana y á podia que sea, que nos remontemos con la encontraremos la la cual las eternidad,—retened bien imaginación, divinas esta esencias (las divinas idea,—una alernidad durante en un letargo mudo hipóstases), las voliciones é hiibie.sen inactivo, infinitas, e.-tado una eternidad de á muerte sepultadas los séres, de mutismo indiferente aparente para el Padre Eterno, que dá la vida espíritu de para el verbo de que los amor vivificación. gobierna, de esterilidad fria y dad bajo la del Comprendamos y el mejor la egoista para grandeza de la acción divina mano sér absoluto! su Dios es el sol de. los y Sol dá séres perpetuï- instantáneamente y la luz del mundo. Mas la torrentes de luz van aparición del del mismo que modo el universo, nacido del esparciéndose por todas partes en la e.xteusion. Pues liteino, data de ración, los del Fiat l%i¡¡¡ períodos delprincqño.» imaginables de lo infinito de la du- «— El principio absoluto de las cosas remonta nio de la existencia pues hasta Dios: sus constittiye el sucesivas el órden de la apariciones en domi- creación «iQiffi inmortal podria decir perpètua. las de las edades, magnificencias desconocidas sobérbiamente veladas que se desarrollaron y la ñocha en universo actual aquellos bajo tiempos en existia; antiguos que ninguna de las maravillas del en aquella teriales época dehian primitiva en lo que habiéndose hecho oir la voz del que en futuro reunirse los ma- simétricamente SeBor, turaleza, sí mismos se encontraron de y por para formar el de la na- repente en el seno de los vacíos templo ciiatura cuando á esa venera infinitos; voz misteriosa y ama toda como la de una á madre, notas vibrar armoniosamente que, juntas, modular concertadas el se concierto produjeron para ir y de los vastos »El cielos! mundo en su nacimiento no fué creado en sil virilidad dor su nose contradice y en plenitud de vida.Nó: el nunca, y como todas las arriba cosas, el universo podcrcrea- nació mencionada?, niBo. Investido de las y del impulso inicial inherente á formación leyes, mas sn dió nacimiento á misma, la materia torbellinos, á cósmica aglomeraciones de este losa, fliiido á primitiva qne se dividieron difuso, sí mismas, aglomeraciones de materia ncbu- por y se modificaron á lo mensurables de la infinito, para forthar extension en las diversos inccn- centros de creaciones »Iin simultáneas regiones de las ó sucesivas. razón fuerzas que predominaron en uno n otro y de sidieron á las desarrollo, circunstancias su ulleriores estos centros diseminados primitivos que se hicieron pre- focos de una vida en el espacio especial: los unos merlos y mas ricos en principios y fuerzas propia: los otros, desde ocupando piincipiaron su vida astral una extension ilimitada luego no se (iivieroh condensaron sino con en centros secundarios.» extrema lentitud ó' se sub- «—Refiriéndonos á algunos millones de tro sistema siglos antes de la solar mismo había época actual, nuestr'a tierra no no empezado existia; nues- aun las evoluciones de la vida esplendentes soles iluminan el sin éter; ya planetas habitado? planetaria, dan la y embargo ya séres vida la existencia á que nos han precedido y una mnlliind de en la crrrera nocida los humana; las fenómenos maravillosos del producciones y opulentas de una naturaleza deseo- cielo, creación. Mas despliegan bajo otras miradas los digol Ya cuadros de. la que no exi-ten inmensa los otrosmortales esplendores qne en otro á tiempo hicieron impulsos palpitar el corazón del de pensamiento del poder infinito. Y despules do un»eternidad de nosotros, séres diminutos vida, que venimos nos creemos do la creacionl «Comprendamos contemporáneos mejor la naturaleza, vuelvo á decir. lante de nosotros; el Sepamos que la eternidad está detrás como de- que es el teatro de una creaciones. espacio sucesión de una Tales nebulosas y simultaneidad distinguimos inimaginable de de que apenas en las nes soles en vía de formación; profundidades de los cielos, son tales otras eglomeracio- son vías lácteas de catàstrofes de mundos inrnen.sas y de en lea'ro de desmejoramiento habitados; y otras, fin, mundos, del mismo Sepamos que así como estamos en medio de modo una infinidad estamos en medio de una infinidad de que la creación universal duraciongs anteriores no es para nosotros; y ulleriores; y que debemos de nuestros diminutos reservar esta palabra á la glóbulos.» formación aislada —í 185 )— Así comprendemos la vida, así cipio ni reconocemos una nunca tendrá fin; fuerza y creemos creadora, que no tuvo zar, no que las prín- unen no su voz ai clamor religiones avanzan universal. como debieran avan- Todo dice en la tierra: sociedades á ¡Adelante! la ¡Paso al libre sombra de la bandera de la pensamiento! Unanse las nada, solo ella libertad! Y solo modernas la es capaz de decir en medio de teologia se proceso de los la astros terminó evolución queda estado- de la todas las en sacerdotes formación de la ideas, el se al tierra.» entreguen Inútil «que lo estudio, es si entonces se los ven que razón, á que no puede admitirse obligados decir lo en sana que es contrario á la ¡Qué desarmonia lo existe lógica, la entre las las que ciencia escuelas verdades niega en absoluto. racionalistas científicas y las atraen á fábulas su seno á todos religiosas! Por esto pensar; los por esto el hombres espiritismo, que saben estiende el que es el por mundo racionalismo sentir, y saben religioso, cual vid frondosa se él sus se encuentra arraigando sarmientos en algo todas las mas conciencias; porque en omnipotencia grande, mas de algo Dios, racional, y el algo que está mas conforme Sí; la escuela progreso indefinido de la con la espiritista humanidad. mejor filosóficamente responde á las es la efectivamente aspiraciones considerada, hasta del nuestros dias la hombre, la que realiza todos que los mejor satisface que los deseos de recomendar sueños del del alma, el estudio de esto do las obras espíritu; de por nunca nos el sencillo Alian cansaremos y ignorante, Kardec, porque en ellas encuentran el sábio un un algo algo que nos hace decir: que profun- espíritu! ¡cuán consuela, ¡nacimos grande que aliento, dá es Dios! que ¡cuán vida; hermoso es e! del eterno! ayer pero no los moriremos universos mañana! porvenir son nuestro nuestro ginas estudiaremos patrimonio! progreso será La Creación es un libro en cuyas- pá- edades) siglos y siglos! al veremos final escrita y siempre de sus en el serán que dirá así: espacio con carácteres capítulos, las ¡ sií continuará! luminosos (que una sílaba y un vocablo- ¡Se continuará diremos alborozados! nue>lro progreso cumplamos ganemos el y tiempo con la tismo, á trabajar sin ley de Dios! perdido! A esto trabajemos en impulsa el descanso, estudio del para ser grandes en el porvenir! espiri- Amalia Domingo y Soler. A JULIA. ¿Por qué tu Revela semblante, di, No es angustia esta dolor? mansion tan y ¿El objeto de Ni bella. es tan tu hermosa la amor vida. Ya no suspira Para ti? que nos cause por herida ¿Y en tu Perder sus amargo frenesí goces mentidos, Contemplas ¡Si al fin un mundo han de estraño ser perdidos Causándole En la inmenso daño postrera partida! Cuanto ves ante tus Pues ojos. No llores por el mañana. miras tras los enojos Porque fijados ya están De tu primer desengaño? Para cada cual su afan: —No es de ¡Pobre condición causa mi humana! De sufrir. jpor el amores el tierno se afan: porvenir afana Es mis Sosteniendo lucha que ojos están fuerte. . Sin Fijos en el porvenir;- pensar que en masa inerte Y como no veo lucir Queda luego convertida; Una estrella de Que el bonanza. porvenir de la vida Como Es el mi sueño mente de la alcanza muerte. no A ver un algo halagüeño Mirar á un mnerto, entristece: Pierdo la paz de mi sueño La materia, soía, espanta; Cuando pierdo mi esperanza. Sin la savia sacrosanta —Si Con es Dios la por e.so tu Es querella que fortalece. tu sufrimiento Cuando el loco; alma De desaparece (Vaie la vida nuestro muy pobre organismo, Para poco afanarse Cuando vemos ella.) que lo por mismo * Sucumbe un nitro, que un viejo... 186 1— Es la lumba el claro espejo Dándole su poderío? Que nos presenta un abismo! Ese misterio profundo ¿El alma dónde se irá?.... Nadie á descifrar alcanza; Esa luz de la existencia, ¿Será quizás la esperanza Esa delicada esencia La providencia del mundo?... También se evaporará? Sí; segundo por segundo. ¿O á otros mundo pasará Nos consuela cariñosa; ¡ Ï á otros séres animando Ella nos sigue afanosa. Yrá su hálito dejando Sol que al alma fecundiza; Cual semilla productora, No hay duda, á Dios simboliza Hasta que llegue la hora La esperanza. ¡Es tan hermosa!!! De irse en humo disipando? Ella nos hace esperar Quién sabe..? Al mundo venimos En otro mundo mejor Para qué? No lo sabemos; Y espiramos sin dolor Vertiendo llanto nacemos, Esperando despertar. Y quejándonos morimos. Allí donde hemos de hallar Con inquietudes vivimos, Ríos de luz y de llores Y en la postrer despedida Horizontes de colores No sabemos si esta vida Y torrentes de armonía, Tiene futuro y pasado. Y del luminar del dia (¡Gran cosa bemos alcanzado Los eternos resplandores! Al iinal de la partida!) ¡Esperanza bendecida Que hay un Dios no cabe duda; De los mortales amparo! Pero, este sér soberano De los naúfragos el faro ¿Tenderá al hombre su mano En la noche de la vida; Para prestarle su ayuda? Vibración nunca estinguida ¿El mortal con él se escuda.... De un algo que hay mas allá. O entregado ásualbedrío Algo que grande será, Cruza el inmenso vacio, (Mucho mas grande que el mundo.) Y solo su inteligencia Misterio inmenso y profundo . Predomina en su existencia Que el tiempo descubrirá! Magdalena. Sau Sebastian. LOS iMALOS CENTROS ESPIRITISTAS. Hace mucho tiempo que un periodista, en son de mofa, dijo que en España ha- bia 112 centros espiritistas; y que esto era lo único que le faltaba á la pobre Es- paña. Nosotros entonces nos ofendimos por aquellas palabras; pero con el trascurso de los años, más de una vez nos hemos acordado del festivo gacetillero, y hemos dicho profunda ¡Tenia razón! en cierto modo, sí; porque los malos centros es- con pena: piritistas son los que más abundan, y estas reuniones son una verdadera calamidad. Dice un antiguo refranejo, que la ropa sucia se lava en casa: esto es, que no debemos sacar á relucir las faltas de éste ó de aquél, y por consiguiente, que una escuela debe cubrir con un velo las debilidades de sus adeptos; pero nosotros ésta- mos muy conformes en que no se descruba ni se tilde á ninguna persona determi- nada; más creemos prudente y hasta necesario decir alto y-muy alto, claro y muy claro, y en el sentido más terminante, una cosa es el espiritismo y otra los rna- que ios centros e.spiritistas, donde se ridiculiza lo mas grande, lo mas sagrado, lo mas trascendental: la comunicación ultraterrena; y sohre esas reuniones irrisorias y har- to perjudiciales, vamos á permitirnos hacer algunas consideraciones. Creemos que el hombre es dueño de su libre albedrío, pero hasta cierto punto nada más; esto es, podrá estacionarse si le place, pero no se debe permitir que trate de estacionar á los demás. Muchos se quejan que hay pocos espiritistas, y nosotros decimos en muchas localidades, de cien espiritistas, sobran noventa que y nueve. Habiendo recibido varias cartas de distintas ciudades, vemos que la zizaqa es- -( 187 )- \ piritera se esliende por ei mundo, y es preciso arrancarla de raíz, siendo preferible que se olvide por completo la escuela espiritista, á que el vulgo ignorante se apo- dore de ella. Sí, preferible es; porque nada mas hermoso y mas sublime que el espirilisino bien comprendido, y nada mas repugnante que la parodia de sus profundas y evan- gélicas enseñanzas. La comunicación de los espíritus abre ante nuestros ojos dilata- disimos horizontes, eleva el pensamiento, engrandece nuestras aspiraciones, nos im- pulsa al estudio y al trabajo, nos aparta de las preocupaciones religiosas y nos acer- ca á la verdadera religión, que es la práctica de todas las virtudes sin formalismo alguno. Pues bien, ea esos centros espiritistas mal dirigidos y peor inspirados, su- cede todo lo contrario de lo que el espiritismo racional enseña. Por las comunicació- nes de los espíritus tienen aquellos espiritistas sus santos preferidos, sus visiones de vírgenes, pidiendo las seráficas apariciones, que alguno de los concurrentes vista el hábito del cristo de, ocá, ó de la virgen de allá, para aliviarse ó curarse de alguna dolencia, piden que se digan misas con tantos ó cuantos cirios, que se rezen tantas estaciones ó partes de rosario, y para fin de fiesta, acuden los espíritus en sufrimien- lo que convierten á los médiums en juguetes de sus lamentaciones y de sus aspa- vientos, y los tiran al suelo, lanzando ahullidos y haciendo ridiculas contorsiones, lo- grando algunas veces lastimarlos y hasta dejarlos sumidos en el idiotismo. Estos espectáculos, el hombre más indocto, el más ignorante, puede comprender que dejan el ánimo fatigado, las ideas en completa confusion y la duda y el desen- canto imperando como dueños absolutos en nuestro ser. No hace muchos dias que un libre pensador, habiendo leído con atención pro- funda algunos capítulos de la Filosofía de Kardec, pidió á un amigo suyo que le prese.itase en un centro espiritista: desgraciadamente lo llevaron á uno de esos cen- tros donde se hacen comedias entre los de allá y los de acá: y al salir de la sesión, dijo el libre pensador: «Si las obras de Alian Kardec son una verdad, lo que he visto esta noche es una farsa repugnante; y si este saínete es una cosa cierta, la teo- ría de Kardec es un hermoso sueño nada más; entre aquel libro grave y filosófico, sentencioso, profundo, impregnado de lógica, de razón, y estas escenas cómicas, hay mil mundos de por medio, mas para no salir engañado, dejaré de asistir á las sesio- nes, y suspenderé la lectura y estudio délas obras espiritas» Hé aquí el resultado de esas reuniones donde se ponen en juego la ignorancia de los unos y la malicia de los otros. Lo hemos dicho muchas veces y nunca nos cansaremos de repetirlo; de doscien- tos centros espiritistas, cerraríamos ciento noventa y ocho, y abriríamos trescientas bibliotecas, donde se leyera, donde se estudiara, no en obras científicas porque la generalidad carecen de instrucción para comprenderlas, pero ya hay libros morales y recreativos al mismo tiempo cuyas máximas y lecciones están al alcance do todas las inteligencias por sencillas y obtusas que sean. Se nos objetará que muchos no saben leer; pero no nos negarán que en ninguna reunion deja de haber uno mas instruido que los demás y este puede convertirse en lector y en comentador de lo que lée, dándole explicaciones al auditorio que le rodea. Que la lectura les aburre, dicen muchos, y contestamos nosotros. Si no les per- mitieran aquel juego de preguntas y respuestas, no se aficionarían á semejantes en- tretenimientos, y tendrían atención á la lectura, y algunos algo aprenderían; pero desgraciadamente los que debían servir de maestros, los que debían ser modelos por su actividad en el trabajo, soíi lo bastante egoístas, y bastante faltos de entendimien- lo, para creer que con saber ellos ya es lo suficiente; y dejan de asistir á las reu- niones espiritas porque las encuentran monótonas y quedan multitud de espiritistas ignorantes como rebaño sin pastor, siguiendo cada cual el camino que se le antoja. Muchos se dedican á las curaciones por medio del llúido ó sean pases magnéticas; otros cojen á una mala sonámbula por su cuenta que dá medicinas al por mayor; aquellos á las danzas de las mesas, esotros á diversos fenómenos, y tras de esto mil y mil abusos que están tan lejos de la comunicación racional de los espíritus como H 188 ]- el odio del asesino está distante del amor que siente el niño su madi que no conocen el por t; ios espiritismo confunden el pero, oro puro de la verdad con el de la falso mentira: oro- pel y si asisten á centros espiritistas donde falte una cion, rien del acertada direc- se espiritismo, y dicen con muchísima razón: Los ó son unos imbéciles ó espiritistas son unos canallas; pero de lodos modos les falta sentido común. ¿Y no es triste, no es doloroso, no es verdaderamente escuela filosófica de desconsolador, mera nuestros que lapri- dias, la que demuestra eternamente, la que el justicia del Sér espíritu que progresa Supremo mantiene la balanza divina de la en el verdad, fiel la que nos manifiesta lo que ban venido á hacer los todos ellos han dicho á los Redentores, hombres que son dueños del que patrimonio del filosofía tiempo; esa que nos dice que la vida no tiene fin, que el adelanto del límites, espíritu no tiene porque es eterna su individualidad, la y colonización que siempre Dios creará mundos universal? para jEsta doctrina tan lógica y tan consoladora, esta creencia tan tan daderamenté racional, ver^ grande, esta religion tan tan de vanos de absurdos pura, ritos, despojada formalismos, y nos causa el profuj|¿ísima pena porque por las aberraciones de los unos, y egoísmo de los otros jHa indiferencia de los mas, la confundan con el grosero charlatanismo de los embaucadores ó con la fé ciega de los El hombre pensador tiene estúpidos! que llorar con el llanto del alma al jantes abusos. Y contemplar seme- no debe enmudecer, no debe tolerar la se de la primera escuela que del ignorancia mundo apodero tan antigua como el hombre; debe decir alto alto, claro y muy claro, y muy que el espiritismo no es la farsa irrisoria de los malos cen- tros espiritistas. * El espiritismo es la ley del Evangelio. Es el estudio y el análisis de todos los problemas de la vida. Es la investigación y la comparación entre el cion razonada del pasado y el presente, y la deduc- porvenir. Es la práctica del bien por el bien mismo. Es el olvido dé las ofensas. Es la tolerancia en lodos los sentidos. Es la union de los pueblos. Es la fraternidad de todas las razas. fes la resignación de todos los dolores. Es la esperanza de todas las amarguras. Es la fé basada en la verdad. Es la destrucion de la muerte y la realidad de la vida. Esto es el espiritismo; y en todos los lugares donde asi no sea se profane la religion del comprendido, no porvenir con las necesidades de los lucro de los falsos ignorantes y el torpe médiums, y no nos duela decir de cien centros bian de- suprimirse que noventa espiritistas y nueve, que mas vale un buen de espiriteros: buen espiritista que un millón porque un blime espiritista será de hacer sirve capaz de útil algo grande, algo su- que ejemplo en la sociedad, y un centenar de solo sirven para promover el escándalo espiriteros con escenas ridiculas. Creemos que el espiritismo es la escuela racionalista deista ha de á las humanidades de la tierra que regenerar y por esto seremos inexorables con todos los come- tan abusos en su nombre. que Queremos menos centros espiritas y mas estudio. Queremos menos espiritistas, y más apóstoles de la doctrina. Queremos raudales de ciencia y mundos de amor; porque los hombres verdadera- mente sábios, tendrán un placer en instruir á las multitudes, las almos buenas purificadas por la caridad serán y la providencia de los aflijidos, serán el huérfano del y el sosten del anciano.... amparo ¡Oh! entonces no será un mito en la tierra la fra- ternidad universal. Amali,\ Dojiingo y Soleu. SAN MAltTIN DE PtlOVENSALS: Imp. de Juan ToiTenls y C.", Triunfo, 4. Año ti. Rarcalonfi A NrtVietnhre di--» í'^SCr"). iSi'im 2-i. Jj u SEMANARIO ESPIRITISTA. Y ^DMINISTI^ACIO-N : PP.BCIOS DE SüSCRICION J.A j^EDACClON PUNTOS DE -USCniGlON. lín Lérida. Adnrnii-tra ion de flarcdona: un trimestre adefaiilado. 1 pías. Fonollar, 24 y 26 El lUien Sentido, M iytr, Fuera de Barcelona: nn año, id. t pías. Madrid: Ahnaffi'o. B cutr d redia . Eílranjero üüraraar; un año, id. 8 pías. Se publica los Jueve -Alicant : S. ProDc.iscu,28, du,» j SUMARIO. Idf^pl'oi íilosónc« sobre Ins coníerencias cien'.ílioo-religiosas del Kdo. P. D. Eüu.tt'clo Llanas. XIIl.—La primera educación.—P-.'iisamioiilosí.— Anuneio. REPLICA FILOSOFICA soBiif. i.4sr,o >Tr.iiENrj.\s r.iEXTíFícn-ni·LiGios.^s iiF.i. 111)0. p. I). r.DrAiUiO m.ax.as. Xiil. Coiilinuando ia iiileresante lectura de ios brilianles discursos del Padre Llanas, he- raos leído atenlameiile el prólogo y la primera conferencia del lomo tercero, la cual tiene por tema dejar demo.strada, la stluacion del hombre en medio de la creación vi- vienle,' definida por el dogma y confirmada por la ciencia. Estamos en un lodo conformes con la razonable refutación que le hace á la escuela trasformi.sla; pero no nos sucede lo mismo con sus consideraciones religiosas, y dejaiido al sabio nos fijaremos en el sacerdote, el cual dice en el prólogo página 4. «No dirán que evito maño.samente la discusión, para evitar la vergüenza de ver á la fé derrotada por la ciencia moderna, según algun periódico ba tenido á bien consignar en sus columnas. He dicho en el piílpilo, y he procurado demostrarlo, que la fé nada tiene que temer de la verdadera ciencia, y ahora lo repito por escrito, y me compro- meto á sostenerlo contra los que dicen que solo en el pulpito es semejante tésis soste- nible. Creo que e.sa tésis puede defenderse en el libro, en el folleto, en el periódico y en el ateneo; elíjase el terreno que se crea mas ventajoso, que á él descenderé, no en cali- dad de sàbio, que no soy tan fatuo que por tal me tenga, ni aun hoy que tantos se lie- nen por sàbios; sino en calidad de sacerdote católico que conoce la fé y no está malquis- tado con la ciencia. »Dé arrogante podrá ser calificada la actitud en que me presento: eslo no importa al caso, pues ni hablé en público, ni ahora be lomado la pluma, para ser tenido en e.ste ó en aquel concepto; sino para coniribuir con mis escasísimos recursos á la defensa y propagación de la fé católica, sin la cual ni mis prójimos ni yo podemos salvarnos. Na- da tiene que ver con mi persona, el que se diga, que las doctriuas católicas que defien- do contra los ataques de algunos sábios contemporáneos, no deben ser aceptadas por los hombres verdaderamente ilustrados; pero tiene, y muy mucho, que ver con la fé que profesamos la mayoría de los españoles; y por esto, y no por ningún otro motivo, yo que, hombre de ciencia, hombre de fé, me creo en el deber de sostener, en antes que soy todos los terrenos que me sean asequibles, las prerogativas de esa fé, sin la cual no es- pero alcanzar mis destinos eternos.» ¿Y es posible Padre Llanas que diga V. que la fé nada tiene que temer de la verda- dera ciencia? afirmando como afirma que sin la fé católica ni sus prójimos ni V. pueden salvarse, asegurando por último, que sin esa fé no puede V. alcanzar los destinos eternos? ¿Quiere V. nada mas anticientífico que decir: fuera de la fé católica no hay salva- clon? ¿Qué es una religion de la tierra ante la omnipoiencta de Dios? —( luí I— ¡.Guán bien dice Alian Kardec en su libro ¿Qué es el espiriiismo?en su diálogo lercero eon un sacerdote! «Vamos á la cuestión de utilidad. Dice V. que el Espiritismo nada nuevo nos en- seña; esto es un error; pues enseña, por el contrario, mucho á los que no se detienen en la siiperlii-ie. Aunque no hubiese hecho mas que sustituir la máxima: Fuera de. la caridad no hay salvación posible, que une á los hombres, á la de: Fuera de la sia Igle- no hay salvación posible, que los separa, he.biese señalado una nueva era dé la humanidad. »Veamos ahora su influencia moral. Admitamos que absolutamente nada nuevo en- seña sebre este particular, ¿cuál es el mayor enemigo de la religion? El materialismo; porque el materialismo nada crée, y el Espiritismo es la negación del materialismo, que no tiene ya razón de ser. No ya por el razonamiento, no por la fé ciega se dice al materialisla que todo no acaba con el cuerpo, sino por los hechos; se le demuestra, se le hace tocar con el dedo y ver con el ojo. ¿Es acaso pequeño este servicio que hace á la humanidad y á la religion? Pero no es esto-todo; la certeza de la vida futura, et cuadro viviente de ios que en ella nos han precedido, demuestran la necesidad del bien y las consecuencias inevitables del mal. Hé aquí porque, sin ser una religion, conduce esen- cialmenle á las ideas religiosas, desarrollándolas en los que no las tienen y fortificándo- las en aquellos en quienes son vacilantes. La religion encuentra pues en él un apoyo, no para esas personas miopes de inteligencia que ven toda la religion en la doctrina del fuego eterno, en la letra mas que en el espíritu; sino para, los que la contemplan con arreglo á la grandeza y magostad de Dios. »En una palabra, el Espiritismo dilata y eleva las ideas; combate los abusos engen- drados por el egoísmo, la codicia y la ambicien; ¿quién se atreverá á defenderlos y á declararse campeón suyo? Si no es indispensable para la salvación, la facilita fortificán- donos en el camino del bien. ¿Cuál será, por otra parte, el hombre sensato queso atre- va á sentar que la falta de ortodoxia es mas reprensible á los ojos de Dips que el ateísmo y el materialismo? Propongo claramente las siguientes preguntas á todos los que com- baten al Espiritismo bajo el aspecto de sus consecuencias religiosas: »!.• Entre el que nada cree, ó el que creyendo en las verdades generales, no ad- mite ciertas parles del dogma,- ¿quién tendrá la peor parte en la vida futura? »2.» ¿El protestante y el sismático están confundidos en la misma reprobación que el ateo y el materialista? »3.» El que no es ortodoxo en el rigor de la palabra, pero que hace todo el bien que puede, que es bueno é indulgente para con su prójimo y leal en sus relaciones sociales, ¿está menos seguro de la salvación que el que creyendo en todo es duro, egoista y falto de caridad? »4.« ¿Qué es preferible á los ojos de Dios, la práctica de las virtudes cristianas sin la de los deberes de la ortodoxia, ó la práctica de esos últimos sin la de la moral?» iCuán dignas de estudio son estas preguntas Padre Llanas! porque encierran la so- Jucion de grandes problemas, demostrando que para salvarse el hombre no es necesario que sea adepto de esta, ó de aquella religion: le basta amar á Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como á si mismo. Dice el Padre Llanas en la página 6. «Si hay quien sostiene que carecen de valor científico, y que por lo mismo, no pue- den inclinar los ánimos hácia el lado de la fé, justo e.s que yo trate de mantenerlas, en obsequio de los que en su virtud abandonaron antiguas preocupaciones contra la doe- trina revelada, y á quienes se procura entretener fuera de los dominios de la'ortodo- xia católica. Este interés de tantos hombres, redimidos con la sangre de Jesucristo, y extraviados por funestas lecturas, es el que me empeña en el estudio é investigación de las cuestiones en mis Conferencias ventiladas, y por el mismo, descenderé à la arena déla discusión si á ello se me provoca. Ni mi honor, ni mi conciencia, ni mi fé me permiten abandonar á los que han empezado á seguir mis pgsos, procedentes del campo de la incredulidad, y que, á Dios gracias, no son tan pocos como algunos quisieran. Los mismos motivos que tuve para llamArjos á las tiendas de la fé, en nombre de la verdad, serán los que me impedirán ver con indiferencia el empeño de persuadirles que á ellas vienen eD .gañado3 o seducidos. Vale demasiado la eternidad para no procurar que sea dichosa para lodos ios hermanos.» - Es verdad Padre Llanas, tiene V. muchísima razón; vale demasiado la eternidad y debemos procurar que sea dichosa para todos los hombres. Por esto escribimos, por esto seguimos con ávida mirada las lineas trazadas por V.; por esto estudiamos en ellas, -( IVil )- ¡);u'a ver si en sus conceptos encontramos algo las; hemos superior á las ideas pero nos convencido, después de espíritas-racionalis- nuestra (les lectura, que los hombres que sean se empequeñecen dentro del por gran- dogmatismo de las ellas es prqiieño, V. religiones, porque todo en y lo cuando hombre pc^queñisimo; prueba hablando de esclama la del en la página 18. aparición «Faltaba la presencia del hombre, cuando para que adquiriera finalidad la esto, el creación. Y padre futuro del humano linaje, por reden llegado al goce de la por vez primera á todos vló los séres vida, que le rodeaban; y con su intuición, no aun por los rumores de la materia, conoció perturbada que, como el á lio Sér mismo, debian su existencia Supremo; y por el primer impulso de su titud, les corazón, conjuró á que fué un impulso de que se prosternaran gra- para manifestar á Dios su su su obediencia; y no siendo amor, fidelidad comprendido y por nadie, le adoró roso reverente en representación sumiso, y amo- propia y de todas las consiguió Dios criaturas; no el objelo de entónces. Señores, la creación, el y árites, fin desús en temporales recompensa de ellas el delicioso operaciones, la perfume que desde aspirando la tierra subió al en primera plegaria del hombre. cielo, envuelto El hombre lo debía todo á pero Dios debia Dios, era su esperar toda que su gloria accidental del creador; hombre.» Dice el Padre Llanas que hay quien .sostiene científico; que sus conferenciás carecen de valor y en nuestra humildísima creemos lo les gloso, opinion falta es porque la que escuela que valor reli- que defiende el samiento, distinguido oradorno le permite elevar su y tiene que olvidarse pen- que es sábio, y acordarse Solólas " únicamente es religiones que positivas teólogo. son capaces de decir hombre Dios con la consiguió el que del objeto de la aparición creación, el fin de sus si Dios pudiera temjiorales crear temporalmente! openiciom^s. ¡Cómo jo y el luego temporero, descanso reposar, porque tras de un traba- es inmediato. ¡Cuánto absurdol ¡Si en Dios está el todas gérmen de la vida! ¡Si en Dios las está inerzas el motor de- ceníiípetas y centrífugas que operan en la Creación! han sus operaciones de ser tem|iorales, si ¿Cómo .su acción tiene las continua, si su incesante, es lo leyes universales? trabajo quesos- ' ¡Si Dios está en la naturaleza! ¡Si su alíenlo es el alma de ios impregnado mundos! de todo sii divina está esencia! ¡Si ¡Si vivimos en él! clon de ¡oi la vida infinita es la demostra- su existencia! Cómo pudo nunca estar rolarlo sujeto á tareas Y de como co- ese Dios, dice después el Padre temporales?.... Lianas que El hombre lo debía lodo d que era su creador; pero Dios debía Dios, ¡.oda su accidental del _ ¡Dios-esperar esperar toda hombre.^ su gloria casual gloria del hombre! así lo porque lo accidental es lo espresa el diccionario. casual; ¡Dios Eterno! |inmutablel siendo el todo de la de vida, su una humanidad ¿debia accidental tan Si imperfecta, esmerar gloria que según la Biblia desde el el momento ese es Dios de de la pecó sentir? teología estamos mucho mas nalistas. conformes con el Dios de La misma los racio- razón natural nos dice, que el hombre lo debe puesto que Dios le da el indefinido esperar todo de tiempo Dios, del para esperar hombre, progresar; pero Dios, nada tiene puesto que que nada desear. Si él puede es la plenitnd de la vida, si él es el todo, nada puede perara, debia faltar algo ai esperar, complemento de porque si algo es- su L'd grandeza, y entonces Creac.ion no seria Dios. nos dice que Dios existe, pero delta ser dianclo infinito en en la irra- naturaleza; sin accidentales perfecciones, ó glorias, glorias casuales. Para Dios no haber porque Dios tiene la puede glohia en sí mismo. ¡Si él es la sabiduría! ¡Si él es la dad! justicial ¡Si él es la él omnipotencia! ¡Si él ¡Si la luz! es la ver- es esa luz que brilla eternamente! tinieblas de las ser él humanidades? ¿qué pueden para las pero sigamos escuchando al hablando Padre Llanas en la de la perfectibilidad del hombre. página29 «Que esa perfecíibi'idad, boy por nadie sinceramente fácil sea un hecho es y liasla ocioso el demóslrarlo; negada, positivo, sea un atribulo privaliva pero que e.sencial al de hombre su especie, debe demostrarse. perioridad Señores, y porque es indicio evidente de la natural del liombre su- sobre todas las agrupaciones vivientes. Es parezca paradójico, cierto, que el hombre el único animal aunque es de relativamente perfectible, por la sencilla razón que es el mas bien imperfecto, el solo puede imperfecto de los tam- decirse, animale.s que es imperfecto nalurairaente y «Pero el porque naluraimente es animal mas ínfimo, ob.^erva Mangin, perfectible. el gusano, la género, es en su puesto que alcanza hormiga, total perfecto su desenvolvimiento. Por esto ios fectibtes, brutos no son y no lo son por la razón sencilla da per- que no tienen necesidad de perfeccionarse; —I 192 )— son lo que han de ser, ni mas ni menos; nada lienen que adquirir ni que perder; solo tienen que conservarse como individuos y como especies. El hombre empero jamás es perfecto ni en cnanto á lo moral, ni en cuanlo á lo físico, ni en cuanlo á lo inleleclual. Los mas hermosos, los mejor confoi'inailos, los mas inteligenles, los mas morales, lienen cnali- siempre algun ilefecto, y eti l;i mayor jiarle el número de deferios sapera al de tas dades. Eslc, prosigue, no imlica (jue el hombre sea inferior á los animales: les essupei ior sus sus i'ecursos, poniue pos.'e mas órganos, mas facnilades, porque fneiv.as, lójos de es- tar f.i taimen le limilados, son susceptibles de crecer y mullifilicar.-e indelinidumonle.» Muy conformes estamos con el Padre Llanas y con el sáhio Mangin en considerar al hombre perfectthle, y vemos que venladeramenle, el espiritismo es lo qm* le dá tiempo suficiente al espíritu para perfeccionarse, puesto que le dá sucesivas existencias; por- que, ¿(|ué es una encarnación para el progreso del alma? Mónos que un soplo, menos es que un Segundo si el hombro en la eternidad; y como Dios no puede contradecirse, ■i» ■perjecio naluraímenle, porque naluralme.nte es perfectible, le ha de dar tiempo pa- ra perfeccionarse, por eso es tan justo el dogma de la reencarnación. Escuchemos, á Alian fíardec en su Libro de los Espíritus capítulo IV, párrafo 171: funda el dogma de la reencarnación?—«En la justicia de Dios y en la re- «¿En qué se velación: porque, como lo repetimos siempre, un buen padre deja siempre á sus hijos puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que seria una injusto privar ir- remisiblemente de la dicha elerna á lodos aquellos cuyo mejoramiento no ha estado en syi mano? ¿Por ventura todos los hombres no son hijos de Dios? Solo entre los hombres egoi.stas impera la iniquidad, el odio implacable y las penas irremisibles. sTodo.s los espt'ritus tienden á la perfección, y Dios les proporciona medios de con- seguirla por las pruebas de la vida corporal; pero en su justicia les permite que cum- plan en nuevas existencias lo que no pudieron hacer ó terminar en la prueba anterior. »No estaria conforme ni con la eipiidad, ni con la bondad de Dios el castigar eterna- á los han podido encontrar obstáculos ágenos de su voluntad, y en el mismo menle i|ne medio en viven, que retarden su perfeccionamiento. Si la suerte del hombre que queda- irrevocablemente deciilida después de la muerte. Dios no habría pesado las acciones se de todos con la misma balanza, ni los habría tratado con imparcialidad. »La doctrina de la reencarnácion, que admite mmdias existencias sucesivas, es la única conforme con la idea que nos formamos de la justicia de Dios, respecto de los hombres que ocupaban una condición moral inferior, la única que puede explicarnos el porvenir y basar nuestras esperanzas, puesto que nos proporciona medios de enmendar nuestras faltas por nuevas pruebas. La razón así lo indica y así nos lo enseñan los es- piritas. »EI hombre que tiene conciencia de su inferioridad halla en la doctrina de la reen- carnación una con.soladj)ra esperanza. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar será eternamente igual á los que han obrado mejor que él. 1.a idea de ipie su infe- (pie rioridad no le deshereda para siempre del bien su|)remo, y de que podrá lograrlo con esfuerzos, le sostiene, alentando su ánimo. ¿Quién es el que, al terminar su vi- nuevos da no se conduele do habar adtpiirido demasiado tarde la experiencia de que no puede aprovecharse? Pues esta experiencia tardía no se pierde, y será empleada con provecho en una nueva vida. sEs evidente que, si no existe la reencarnación, solo tenemos una existencia corpo- hombre debe -ral, y si nuestra actual exi-slencia corporal es la única, el alma de cada ser creada al nacer, á menos que no se admita su anterioridad, en cuyo caso pregunta- loque era'el alma antes del nacimiento, y si el estado en que se encontraba no remos constituía una existencia bajo una forma cualquiera. No cabe término medio; ó el alma existia, ó no existia antes que el cuerpo. Si existia, ¿cuál era su situación? ¿Tenia ó no conciencia de si misma? Si no la tenia, á corta diferencia es como sino existiese, y si tenia indi\idnalidad, era progresiva (i estacionaria En uno y otro cam. ¿en qué grado.se alma encontraba al'ingresar en (d cuerpo? Adniitiendo, con la creencia vulgar, que el á no tiene nace con el cuerpo ó lo ipie dá lo mismo, (|ue anteriormente su encarnación masque facultades negativas, sentamos los siguientes problemas; b1. ¿Per qué el alma mundiesta aptitudes tan diversas independientes de las ideas proporcionadas por la educación? 1)2. ¿De dónde proviene la aptitud extranornial de ciertos niños de tierna edad para tal lá vida? .arte ó ciencia mientras otros no de ser incapaces ó medianías durante toda pasan »3, ¿De dónde proceden Iqs ideas innatas ó intuitivas de unos, de las cuales care- f.en otros? »4. ¿De dónde se otijiinan en ciertos niños esos instintos precoces de vicios ó vir- tildes, esos innatos sentimientos de dignidad ojie bajeza que contrastan con la sociedad en que han nacido? »5. ¿Por qué, iiaciendó abstracción de la educación, están mas adelantados unos bomhres que otros? »6. ¿Porqué hay salvajes y hombres civilizados? Si quitándole del pecho, cogéis un niño tiotentute, y lo educáis en uno de nuestros colegios demás fama, ¿liareis nunca ~(193 de él un Laplace Ó un Newton? »¿(ijué lilosofía ó teosolia, preguntamos, puede resolver tales problemas? No cabe va- cilarioii; ó las almas al nacer son iguales ó desiguales. Si lo primero, ¿por qué esas ap- titudes tan diversas' Se dirá que depende del organismo? pues entonces esa es la doc- trina más monstruosa é inmoral, líl hombre por consiguiente, no es más que una má- quina juguete de la materia; no es responsable de sus actos, y todo puede atribuirlo á sus imperfecciones físicas. Sisón desiguales, es porque de.siguales las creó Dios, y en- tonces, ¿por qué conceder á unas esa superioridad innata? ¿Está conforme semejante parcialidad con su justicia y con el amor que igualmente profesa á sus criaturas? sAdmilase, por el contrario, una sucesión de anteriores existencias progresivas, y todo queda explicado. Los hombres nacen con la intuición de lo que ya han aprendido, y están másemenos adelantados según el número de existencias que han recorrido, que estén más órnenos lejanos del punto de partida, absolutamente lo mismo según que en una reunion de individuos de distintas edades, tienen cada uno un desarrollo pro- porciunado al número de años, que haya vivido, viniendo á ser para la vida del a|ma las existencias sucesivas, lo que los años para la vida del cuerpo. Reunid en un dia ñid in- dividuos de.sde uno hasta ochenta años: suponed que un velo cubre todos los dia^sante- riores, y que en vuestra ignoi-ancia los creeis á todos nacidos en un mismo ilia. Natural- los mente os preguntareis por que los unos son periueños y los otros son grandes, viejos unos y jóvenes los oti'os, é ignorantes estos v aquellos instruidos; pero, si se riescorre el velo que os oculta el pasado, si comprendéis tiue todos han vivido más ó ménos tiempo, todo (|uedará explicado. Dios en su justicia no ha podido crear almas más ó ménoc. perfectas; pero dada la pluralidad de existencias, la desigualdad, que notamos nada con- traria es a la más ricurosa equidad. De|)enile todo de que solo vemos el [uesenté, sin lijarnos en el pasado ¿Se basa este raciocinio en un sistema, en una suposición gratui- la? No; partimos de un hecho patente, incontestable, cual es la desigualdad de aptitudes y del desai'roHo moi-al é intelectual, y vemos (]ue semejante heiho es inexplicable por todas la.- teorías aceptadas, al pase (| up. la explicación es sencilla, natural y lógica, acu- diendo á otra teoria. ¿Es racional preferir la (jue no lo explica á la qr,ie lo explica? sRespecto de la sexta pi-egunta, se dirá que el hotenlole es de raza inferior; pero enlonces preguntamos si el hotenlelo es ó no hombre. Si lo es, ¿porriué Dios lo ha de?- here.lado á él y á toda su raza de los privilegio.^ concedidos á la raza caucasiana? Si no lo es, ¿á qué procurar hacerlo cristiano? I.a doctrina espiriti.sta es más espansiva que todo e.so, puesto que para ella no hay varias especies de hombres, sino que el espíritu de estos está mas ó menos an-a.sado, siendo susceptible de progresar. ¿No está esto mas conforme con la justicia de Dios? »Acabamos de estudiar el alma en su presente y en su pasado. Si la consider-amos respecto de su porvenir, encontramos las mismas dificultades. >)1. Si únicamente nuestra existencia actual es laque ha de decidir nuestra suerte futura, ¿cuál es en la otra vida la (losicion i'espectiva del salvaje y del hombre civiliza- do? ¿Están al mismo nivel, ó desnivelados en la suma de felicidad eterna? !)2. líl hombre que ha trabajado toda la Vida pai'a mejorarse, ¿ocupa el mismo rango que aquel (¡ue se ha quedado detrás, no por culpa suya, sino poi-que no ha tenido tiempo ni posibilidad jiará mejorarse? de »3. El hombre que obi'a mal, porque no ha podido instruirse, ¿es responsable un estado de cosas ageno á su voluntad? »4. Se trabaja por instruir, moralizar y civilizar á los hombres; pero por uno que. llegue á ilustrarse, mueren diariamente millares antes de que Iq luz haya penetrado err han ellos. ¿Cuál es su suérie? ¿Son tratados como réprobos? En caso contrario, ¿qué hecho para merecer el mismo rango que los otros? »5. ¿Cuál es la suerte de los niños que mueren en edad temprana antes de haber hecho mal ni bien? Si moran entre los elegidos, ¿por qué esta gracia sin haber hecho nada para merecerla? ¿Por qué privilegio se les libi-a de las tribulaciones de la vida? »¿Qué doctrina hay que pueda resolver estas cuestiones? Admitid las existencias con- -( m ]- secBlívas, y Loilo s.e explica, coiiÍQnne con la cerse de en una existencia, jiislicia Dics. se hace Lo no ha en otra, así que podido ha- y es como progreso, como cada cual nadie se será substrae á excluido de la felicidad recompensado la del según su mérito ley real, y como nadie obstáculos suprema, a la que puede queda que en camino aspirar cuales su haya encontrado.» (¡uiera que sean los Indu'lablemente, si el hombrees do uso de perfectible, tiene vivir su libre albedrio, que de indefinidamenle pues otro modo hacien- continuo le es trabajo le hará imposible sólo engrandecer progresar, solo la pluralidad perfeccionarse; el al de espíritu; existeocias por esto el verdad! espiritismo puede es el regenerar y racionalismo, es indudablemente la Amalia Domingo ï Soleb. Que á la mujer compete la primera educación considerablemente de^^^sus ésta en su porvenir, hijos, y son verdades que nadie inlluje «empeñar con éxito que cuestiona esta noble I'ara misión de- que Dios ya. la son absolutamente y sociedad nos han necesarios no un talento notable confiado, Un una juicio y educación claro, hril'ante. un corazón amante madre y justo, cualidades que una inn.atas en prudente la ó puede desarrollar á mujer, su semilla son que depositamos el tiempo, garantías suficientes La en corazón de menta nuestros nunca es y se arraiga, las hijos, estéril; ella fer- y raices pasiones de la ardiente eternas. juventud no alcanzan á secar sus Cuando se lee la historia de un hombre humanidad célebre, en esas crisis comprende del alma en la que cuenta un santo ó que la calda un está escrita casi perverso siempre la más, en el triunfo ó en Agustín, convertido apoteosis 6 la condenación de una por las madre. ha lágrimas San de Santa en maldad á Monica, su madre, y y de Nerón, cuya memoria que apenas el no han rar horror bastado supera- tantos que inspira, siglos bor- son dos ejemplos notables de para esta que lodo investiga, verdad Por se materializando eso esta idea, hoy, heredan la sábios han configuración algunos dicho del cerebro que los de sus madres. hijos ¡Fé y constancia! Para civilizar el mundo útiles no quehaceres necesitamos del nosotras hogar doméstico. abandonar los Las enseñan á hijos la inglesas, mujeres laboriosas historia é sus instruidas, lado integra la sagrada. ¿Por qué ley de familias Jesucristo, nosotras, cuyas han no leemos el respe- ¿Por qué fuente de no le enseñamos á Evangelio, toda verdad? nuestros hijos? l-n cribir vez de á eso propósito vemos es- para su infancia vicio libros entregarles y en la que se pinta con más vivos que virtud; verdad colores el os se les en la cabeza de que niño aconseja á huir de él, un crece le pero una idea nueva y atormenta si presionado es terrible. Cuanto idea, más más le esa la recordará^ é insensibleniente haya im- de se y ¡ay él si irá llega á familiarizarse acostumbrando á con el ella; vicio! el tamos Asi mal con estas imprudentes lecciones. que temíamos le adeiau- Admirables son el talento buen de los habitaciones y de gusto antiguos, cuando colocaban en las sus esposas, estando ellas en cuadros de que, conmovido el cinta, suma ánimo ante belleza, su vista trasmitiese al para criatura, alentada bajo cuerpo sensaciones la estas este ejemplo, impresiones, suaves, naciese y hermosa. Imitemos moralmento ¡Fé y constancia! Y el éxito sea más bien aunque sigamos las tardío, no nos huellas desalentemos nunca, sino de un varón inmediaciones habla justo, que viviendo en un á un ocasionaba pueblo gran cuyas aquel terreno pantano que muchas y gastó la enfermedades, Ya mayor parte de su vida compró en desecarle hacerle muy anciano, como y no productivo. ria floreciesen pudiese con su mano allí, llamó plantar los arboles él algunos trabajadores que que- y presenciaba sus faenas con la frente —, 19;) )— incíinadíi liáoia aquel .suelo que luego debia servirle de aquellas pobres genles, reían s.epuUura Viendo su afod y se burlaban de él maniático. conmueve ante una acción creyéndole se que no Comprende! Kl buen ¡Nadie anciano menle, y gratas visiones sonreía se revelaban á s.u bajo aquellos árboles imaginación. Veía al Iranqnila- cuya fruta ban apagaba pasagero su sed| robustos reposando sobre el hermosos cesped ó y niños guardaban el retoza- ganado mientras sus pobres en y tercianarios, otro cantaban padres, al alegremente ¡Paz segando la tiempo ya madura justo! mies. Que su alma en alas de la Dios. caridad, se haya elevado al seno de ¡Felices también nosotras si, después de to, tierno recuerdo muertas, una un de lágrima de nuestros hijos honra nuestra memoria! agradecimien- Emilia {''el .Vtaneo Mijares de Tarraconense de la Real. clase obrera.) PENSAMIENTOS. El temor de Dios es el Teme principio de toda sahiduria. á Dios, y guarda sus No he mandamientos, que en eso está digas todo el sér pecado mal del hombre. y me tieia. ningún sobrevino de ello; porque Dios tarda en hacer jus- Amarás al Señor tu Dios de corazón, con toda tu alma esjn'ritu. y con todas las fuerzas de tu Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia y las demás aumento. cosas os serán dadas con Ama á tu prójimo como á tí mismo. Trata á ios otros, como desearas ser tratado. No hagas á otro lo que no Si quieras que á ti se te alguno dijere á haga. yo amo Dios, y aborreciere á El su que teniendo este bienes tai un de hermano, es este muudo mentiroso. viere á su hermano en la para con él entrañas, necesidad sus ¿cómo estará cerrare en este la caridad y Mi de Dios? primer precepto, es, que os améis unos á otros No como os h c juzguéis seréis yo amado. y no juzgados. Cnalquiera que hiere cou la Dad espada, á hombre perecerá de por ella. un un vaso agua por amor á no pero que vuestra Dios, mano izquierda y ignore lo quedaréis sin dá la derecha. recompensa; Cualquiera que se enfada que con su Si hermano, merece vuestro hermano ha castigo. os siete. ofendido, perdonadle, no solo siete ves veces, sino setenta ve- .No reparéis la paja en el ojo de vuestro Si oís vecino, cuando tenéis una murmurar de otro, lo contéis viga en el vuestro. no á nadie. La lengua del murmurador es como la la serpiente, que muerde á ponzoña cu herida. la callada y dejala No rehuséis el consuelo al que llora, ni de El visitar á los que tiene piedad del dejéis pobre, afligidos. Dá presta al Señor á réditos. con rostro afable, y no eches en cara lo Es dado. preferible ser convidado que á hayas unas vite pobres legumbres con con desagrado. amor, que á un opíparo con- No digáis á un amigo necesitado hoy. que venga mañana y le " daréis; si os es posible, dadle ■ . Honra á tu padre y á tu madre, para que seas feliz Consuela sobre la tierra. á tus padres en su La vejez, y no los contristes caridad durante su vida. que hubieses usado con tus Escuchad padres, no se echará en los olvido delante las de consejos Dios. y advertencias de vuestros acciones, honradlos con con vuestras padres; vuestras palabras Las y con toda clase de heridas hace el paciencia. que fiue ama, valen más que ios besos rece. engañosos del que abor- mm ÍIT1LE8. El Libro de los Espíritus (parte (ilosófica), por Alian-Kardcc. UNA peseta. El Libro de los Mediums (parle experimental), por Aliaii-Kardec. UNA peseta. El Evangelio según el Espiritismo (parle moral), por Allan-Kardec. U.\A líesela. listas tres obras juntas encuadernadas á la holandesa CUATRO pesetas. El Cielo y el Infierno ó la justicia divina segun el espiritismo, por Alhui-Kardec. UNA peseta. El Génesis, los milagros y las predicciones segun el espiritismo, por Allan-Kardcc. UNA peseta. Obraspósfumas por Allan-Kardec. UNA peseta. Qué es el Espiritismo?, por Allan-Kardec. .oO cénts. El Espiritismo en su mas simple espresion, por Allan-Kardec, 5 cénts. el ejemplar. Resúmen de la filosofía espiritista, por Allan-Kardec. o cénts. ejemplar. Resumen de la ley de los fenómenos espiritistas, por Allan-Kardec. S cénts. Caracteres de la revelación espiritista, por Allan-Kardec, 215 cénts. OBRAS DE CAMILO FLAMMARION. Pluralidad de mundos. 4 pesetas. La atmósfera, dos tomos. 10 pesetas. Mundos imaginarios. 3'50 pesetas. Vlaravillas celestes. 4 id. Dios en la naturaleza. 3'30 id. Tierras del cielo. 7 id. Contemplaciones cientificas. 3'50 id. Últimos dias (le un filósol'o. 3 id; Historia del cielo. 5 id. Astronomia popular. 4 id. Lumen. 3'50 id. Leila ó Pruebas de un Espíritu.—Novela en 2 tomos, por D." Matilde Alonzo Gainza. 3'í)0 pesetas. Celeste.—dovela fantástica, por Enrique Losada. 2'2o pesetas. El Espiritismo refutando los errores del Catolicismo Romano, por Ü." Amalia Domingo y Soler. 2'o0 pesetas. Armonia Universal.—Dictados de ultra-tumba, por Navarro Murillo. UliO pesetas. Moral y filosofía espiritista.—Artículos y poesías de José .Arrufat y Herrero. 1 peseta. Cuadró sinóptico sobre el problema de la unidad religiosa.'^'oO pesetas. El Espiritismo en la Biblia, por Enrique Steki, JiO céntimos. Pequeño catecismo espiritista, 6 instrucción elemental de la enseñanza dada por los espíritus sobre las cosas de ultra-tumba, por Rabin, bü céntimos. Instrucción práctica sobre el magnetismo animal, por M. Deleuze 2'o0 pesetas. Guia, práctica del medium curandero, 1 peseta. Co/r/rocc/'sia.s religiosas, filosóficas y científicas, sostenidas en defensa del Espiri- tismo, por Manuel Gonzalez 2 pesetas. Manual del magnetizador práctico, por Regazzoni. 25 céntimos. Dios y el Hombre, comunicaciones obtenidas y publicadas por la Sociedad espiri- lista de Tarrasa. 75 céntimos. La Simonía, 23 céntimos. Luz y Verdad del Espiritismo, por Jolino y .Ademar. 40 céntimos. Devocionario del espiritista cristiano, 50 es. y encuadernado á la holandesa: 1 pta. El hombre tiene alma, 15 céntimos. El Porvenir del alma, por Lavater. 15 céntimos. Moral social, 10 céntimos, La verdad en el Vaticano.—Discurso pronunciado por el obispo Slrenbcrg. 5 cts. Dios, por D. José Zorrilla. 5 céntimos. Vista para los ciegos ó resúmen de un Concilio. 3 céntimos. Colección de oraciones espiritistas, por .Allan-Kardec. 1 peseta. Lazos invisibles.—Novelas fantásticas, por Enrique Manera. 2 pesetas. Instrucción práctica para la organización de los grupos.espiritistas, 2o céntimos. Después de la muerte, por Figuier. 3'50 pesetas. Venlctjas del Espiritismo. 5 céntimos. La Luz del Porvenir.—Año I.—4 pesetas. Los pedidos á Juan Torrents, Fonollar, 24 y 26. BARCELONA MN MAftTIN TiF. PtiOVENSAT.S: Imp. (le Juan Torrents y 0.», Triunfo, 4. Año II. Barcel®na 11 ai» Novicmbr»'de iS-SgO. K i'im. 2.^. UiUnEUORVEIIR, SEMANARIO ESPIRITISTA. PP.KCIOS DE SÜSCRICION i JIedaúcion y ^dministi^acion : PONTOS DE --ÜSCR1C10N. Barcelona: un Irimssirc adelantado. 1 pías. ! Fonollar, 24 y 26 En Lérida, Adnnniítia ion de Fuera de Barcelona; un ailo, id. . l pías. : El Duen Sentido. M.jyor, 81,?.o- Eitranjcro'j üllramar: un afro, id. 8 Se publica los Jueves .Marlrifl: Almagro. 8 eiitr rP pías. recha -Alicant : S. Pronoisco, 28, ílUj O SUMARIO. ITéprc;» filosófica sobre las conferencias L·lanas, XIV.—Llanto científioc-religiosas del Rdo. P. D. Eduardo y risa.—Pensamientos. RÉPLICA FILOSÓFICA SOBRE US CO.Xl'ERENCIAS CIEXTÍFICO-IIEUGIOSAS DEL RDO. P. D. EDUARDO LLANAS. XIV. Dice el Padre Llanas en el prólogo del lomo tercero de sus conferencias lo si- guicnte: ccLos que habiendo oido mis conferencias, tengan todavía humor leerlas hlicada.s, si para son hombres de pu- tenaz memoria, podrán observar que sale modificada la forma de expresión de algunos pensamientos. He tenido que escribirlas de haberlas pronunciado, y aunque he después procurado atenerme lo más posible á la forma empleada en la improvisación, ni me habrá sido dable recordarla con toda ni de exactitud, conseguirlo, hubiera podido conservarla; á menos que le los defectos de impropiedad, dejara de confusion y de repetición, en que frecuentemente incurrimos los poco diestros en el manejo de la palabra.» Efectivamente; dichas conferencias están notablemente los modificadas, en tomos anteriores porque que se publicaron sus discursos, tal como el ora- dor los pronunció, habla distinguido mucho mas el sacerdote, que el sábio, la fé ortodoxa del creyente impera mas que el progreso de li ciencia; y en el tomo tercero, sucede lo- do lo contrario: como el Padre Llanas al coordinar sus cátedra del apuntes, no estaria en la espíritu santo, sino que lo más probable es que estuviera en su des- pacho, teniendo ante sí una selecta biblioteca, su espíritu tendió el vuelo, se olvidó por completo de la ortodoxia, y se ocupó esclusivamente de la ciencia; y como no- sotros en nuestra réplica no le hemos seguido en el terreno el científico, si única- mente en filosófico y religioso, nuestra réplica termina desde el momento en- mudece el sacerdote, y habla que el sábio solamente, que por cierto ba bien cometido cumplido su atacando á la muy ejcuela trasformista con valiosas razones, con mentos convincentes, argu- concluyentes; por lo cual le felicitamos con todo el entusiasmó de nuestra alma, porque son muy pocos los sacerdotes católicos se en tan útiles que ocupan trabajos; y á estas nobles tareas debían dedicarse con preferencia ios mi- nislros de la religion, debían todos á una tratar de armonizar la fé con la ciencia; que la religion se cimentara en el fiera progreso, y el progreso tuviera por base la verda- religion. Tiempo es ya que ios sacerdotes dejen sus antiguos breviarios, los nuevos breviarios por científicos. En la ciencia está la fé, en la ciencia está la vida del én la ciencia espirita, está el progreso, y en el progreso osla Dios! Dice el Padre Llanas que la fé nada tiene que temer de la verdadera ciencia> Ciertatnente, la fé universal nada tiene que tímerdel desenvolvimiento la fé exclusiva científico; ro de las religiones, pe- queda anonadada por la ciencia, ¿Hay nada mas anticientilico que la afirmación hace el Padre Llanas cuando dice: €sín que la fé católica m mis prójimos ni yo podemos salvarnos»? Esto podria asegurarse y hacerse creer en los siglos anteriores, cuando la rancia ten.lia igno- su negro manto por el mundo, cuando la ciencia estaba oculta con- finada en los santuarios; y pero hoy hoy que el hombre conoce que sabe conocer, que piensa que sabe pensar, y comprende que sabe comprender, anali^ar; y analiza sabe hoy es completamente que 198)- imposible sentar como principio absoluto esta ó aquella fé puede salvarnos. Asi que corno no hay más un Dios, no más una fé; que además, el hombre hay ni que se pierde ni se salva, el hombre no hace mas vive el que vivir, en fango del vicio, vive en el caos del dolor, vive en la vive el gloria del placer, en estacionamiento, vive en el progreso, vive en la sombra, vive en la vive luz, y siempre; porque el perderse el espíritu, y el salvarse el alma, es cuestión puramente religiosa; pero racionalmente hablando el hombre no hace más vivir indefinidamente, que porque el espíritu recibió la vida del aliento de Dios, en el de la eternidad y nunca sonará la hora reloj de su muerte. Hemos dicho, y lo repetimos, que en el Padre Llanas contemplamos dos bres hom- couipltitarnenle distintos entre si, uno es el sacerdote, otro es el sábio: al mero le hemos pri- manifestado qne no estábamos conformes con sus ideas todo religiosas, porque era pequeño en su mundo microscópico, y que considerábamos la escue- la e.spiritista más lógica, más deísta, y más grande en sus aspiraciones que las reli- giones positivas, habiéndonos atrevido á refutar su cho el opinion ortodoxa, haber di- Padre por Llanas en su primera conferencia que entre los sistemas utopias irrealizables impios tas se encontraba el y espiritismo. Citando esta escuela como una de tantas locuras, y siendo nosotros espiritistas, creímos cumplir con nuestro deber co- piando algunas páginas de las obras de Alian Kardec, hacerle ver al Padre Llanas para que el espiritismo ni es utopia irrealizable, ni es sistema dice bien impío, que como muy Kardec: «Si el Espiritismo negase la existencia de Dios, del alma, su individualidad su inmortalidad, las y penas y las recompensas futuras, el lidre albedrio del si enseñase hombre; que cada uno vive para si en la tierra y que solo en si debe contrario solo pensar, seria no á la religion católica, sino á todas las la religiones del mundo; sería negación de todas las leyes morales, bases de las sociedades humanas. de esto, los Léjos Espíritus proclaman un Dios único, soberanamente dicen que el hombre justo y bueno; es libre y responsable de sus actos, remunerado bien y castigado ó el mal según el que haya hecho; ponen por encima de todas las virtudes la caridad evangélica, y esta regla sublime en tenada por Cristo: Hacer á los otros lo siéramos que qui- que nos hicieran á nosotros. ¿No son estos los fundamentos de la Hacen aún: religion? mas Nos inician en los misterios de la vida futura, que no es nosotros ya una abstracción, sino para una realidad; porque los mismos á quienes conocía- naos son los que nos vienen á piolarnos su situación ó decirnos có'iio su- frenó y por qué son dichosos ¿Qué hay en esto de antireligioso? Esta certeza del encontrar á los porvenir, de que hemos amado, ¿no es un consuelo? La grandiosidad de la vida espiritual, que es su esencia,, comparada con las da mezquinas preocupaciones de la vi- terrestre, ¿no es apropósito para elevar nuestra alma y para estimularla al bien? vEi Espiritismo es á la vez una ciencia de observación y una doctrina Como ciencia f,losófica. práctica, consiste en las relaciones que pueden establecerse con los Espi- ritxis; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se des- prenden de semejautes relaciones. xtPodemos definirle así: »El Espiritismo és la ciencia ®de trata i>e la naturaleza, oríge.v y des- tino de los Espíritus, y de sus relaciones con el mundo corporal » Esto como se vé, ni es impío ni es irrealizable; porque las innegables comunica- ~í IsiO )— cioncs cie los e.spírilus, nos demuestran sin viven. dejar lugar á la duda que ¡os muertos Pero si á las observaciones y apreciaciones de! sacerdote, hemos si no hemos estado conformes replicado; con el teólogo, en cainhio estamos en muchos acor- des con el sabio; puntos y como para la escuela espirita todos los sabios \alen, vengan -de donde vengan, n;uclio mas que como dice Kardec: «Si lucha el tspiriiisnio hay entre la estamos convencidos Iglesia de y que no la hemos espiritistas provocrdo nosotros» (.orno los aceptan y aplauden el progreso de todos los hombres de liuena si voluntad: al Padre Llanas como sacerdote le decimos que estamos muj lejos de sus ideas re- ligiosas, en cambio cuando el distinguido orador se acerca a la escuela ha- blando de la es[)irita eterna aspiración del espíritu; entonces le enviamos un í'rateinal salu- do, entonces le decimos: Si tu religion te separa de nosotros tu ciencia se une á (accidentalmente,) nuestras aspiraciones; porque asi como no hay hay más un no más que Dios, que una verdad, y cuando el hombre piensa en el da de las progreso no se acuer- religiones, sino de la verdadera religion; y á la religion universal necen todos los hombres perte- que reconocen en Dios la causa primera, y le conceden al espíritu un progreso indefinido. El Padre Llanas como sábio, tiene en el tomo tercero de sus conferencias rafos verdaderamente pár- sublimes. Hablando de que la iucion inteligencia humana no es evo- de la inteligencia de ios animales, esclama en la página 75, refiriéndose á la palabra: «El hombre está dotado de la palabra; el bruto carece de ese medio de sion; este hecho expre- por nadie cuestionado, prueba que las facultades intelectuales del hombre y del bruto son de distinta naturaleza. No es esto afirmar con Romanes la diferencia el hombre que entre y el bruto consista únicamente en palabra, que aquel la por medio de la cual posee adquiere ideas generales y sentimientos sublimes do que el br uto se halla privado; sino que la palabra supone una facultad intelectual que no es posible conceder á los individuos del reino efecto, hablar, zoológico que no hablan; y en es pensar á la vista de una inteligencia; es querer al compás de otra voluntad; es sentir al unisono de otro corazón; es gozar de una vida social de samiehtos, voliciones pen- y sentimientos comunes á varios la individuos; es vivir fuera de órbita de la existencia personal; allá donde las ideas des fraternizan, chispean, donde las volunta- donde los sentimientos se condensan para exhalar su embria- gador; allá perfume donde las almas humanas se citan, y se contemplan, y se penetran, y se engrandecen escapadas del cuerpo que las aprisiona, y libres de la materia las asfixia. Los séres que que hablan no han los nacido,para vivir en la tierra, fenómenos para contemplar sensibles, para utilizar las de ventajas del del En a/as la tiempo y espacio. palabra el alma humana vuela á la region de las ideas,' á la mansion de las causas substanciales, al mundo de las relaciones invisibles.» ¿Se puede decir mas elocuentemente lo que vale la palabra? Nó; y cuando el Padre Lia nas escribió que los séres que hablan no han nacido fiara vivir en la de tierra^ seguro que en aquellos instantes no ralidad pensaba en el cielo católico, sino en la de mundos plu- habitados, y como consecuencia natural en la de existencias del pluralidad alma; y como prueba de ello veamos lo que dice en la 80: «¿Quién página puede sospechar la altura á que el alma humana puede ascender? Ja- más el entendimiento del hombre hallará otro léimino á su to la expansion que el por organización opues- fisica de que depende; ya que el de sus excursiones es inmenso, campo porque inmensas son las relaciones en que puede hallarse con los otros entendimientos, inmensas las relaciones que le unen á los fenómenos sen- sibles, á las y agentes sustaneias espirituales, sin exi luir al mismo Dios, é inmensas son relaciones las que puede los sorprender entre los agentes y los fenómenos, entre las causas y efectos, entre las sustancias y los accidentes, entre el Criador y las entre las criaturas entre sí. criaturas, Quizás, señores, la humanidad histórica no ha hecho mas que abrir paso, franquear la entrada al terreno que está reservado á la cion y conocimiento de la humanidad investiga- del porvenir. Gomo quiera la inteligencia bu- —(see)— mana jamás se ba visto detenida por el eco de esta frase que limita ios movimientos de todos los séres: De aquí no pasarás! Al contrario, siempre se siente misteriosa empujada por esta voz que le. dice: ¡Adelanie! ¡siempre mas allá!» Este adelante, este siempre mas allá, signilica nías de una existencia; si el hombre porque no viviera mas que una-vez en la tierra, su porvenir era coniplelaniente limitado, y el Padre Llanas dice lerminanlemente «la intelig-ncia humana janiás se ha visto detenida por el eco de esta frase: Le aquí no pasarás! y para vivir la inte- lige'ncia es poco una encarnación; para la vida y desenvolvimiento do la inteligencia es indis((ensahle la vida sin término de la eternidad. Hablando de la diferencia que existe entre el hombre y el bruto, dice el Padre Llanas en la página 85: «Poro, concretándonos á la ciencia positiva, é interrogándola sobre la inleligen- cia del hombre y del bruto, nos enseña que el hombre vive naturalmente por su inteligencia en un mundo que es desconocido, que ni siquiera es sospechado por el bruto; y de aquí que las nociones que el hombre posee, aun de lo natural y sensible, difieran esencialmente de las que posee el bruto. Y prescindiendo de esta diferencia de conocimientos sensibles, es innegable que en ese mundo superior el hombre halla relaciones varias según sean entre Dios y él, entre Dios y las criaturas, entre los efectos y las causas, entre los accidentes y las sustancias, y que esas relaciones le proporcionan conocimientos varios del orden moral y religioso, del orden práctico y especulativo. Y á ese mundo superior, bañado de luz inextinguible, asciende el alma huniana por un esfuerzo propio, por un impulso incontrastable, porque en el halla las condiciones de su existencia, de su progreso, de su perfeccionamiento; á él se dirige desde su primer, desenvolvimiento intelectual, por el incesantemente suspira, y para penetrar en él, y en él explayarse, solo necesita ver abiertas sus puertas resplandecientes; es la patria da las almas, as al mundo de los espíritus. ¿Qué saben ios brutos de ese mundo superior? Si sospecharan su existencia, deja- rian de ser brutos, y pasarían á ser honibres. Pero si unos y otros viven en dos mundos separados por abismos insalvables ¿con qué derecho se afirma el parentesco intelectual que debe aproximarlos? ¿Dónde está el lazo misterioso que los une? ¿Se ban hallado los trasformistas?» Si estos lo han hallado, no lo encontró Alian Kardec, pues si bien la escuela espiritista dice ... pero mejor será que copiemos algunos párrafos del Libro de los Es- pirüus de Kardec del capítulo XI de su libro II cuando habla de los animales y el hombre: «Si en punto á inteligencia comparamos al hombre y á los animales, .parece di- ficil de establecer la línea demarcaíoria; porque ciertos animales bajo aquel aspee- to, son intoriarnente superinres ■ ciertos hombres. ¿Semejante línea puede ser es- tablecida con precision?—«Acerca de este punto no están muy acordes vuestros filó- sofos, queriendo los unos que el hombre sea un animal y otros que el animal sea un hombre. Todos se equivocan; el hombre es un sér especial que se rebaja mucho á veces ó que puede elevarse también mucho. lin lo físico, el hombre es como los animales y está mucho menos provisto que muchos de ellos, pues la naturaleza ha dado á estos todo lo que aquel se vé obligado á ii.ventar con su inícligencia para su conservación y satisfacción de sus necesidades. Su cuerpo se destruye como el de los animales, es cierto; pero su espíritu tiene un destino que sólo él puede com- prender porque solo él es completamente libre. ¡Pobres hombres hasta que os rebajáis el bruto' ¿no sabéis distinguiros de él? iteconoced ai hombre en el pensamien- to de Dios.» «¿Dónde toman los animales el principio inteligente que constituye la especie particular de alma de que están dotados?—«Del elemento inteligente universal.» »La inteligencia del hombre y la de los animales, ¿dimanan, pues, de un princi- pió único?—«Sin duda alguna: pero en el hombre ha experimentado una elaboración que la hace superior á la que anima al bruto.» sSe ha dicho que el alma del hombre en su origen, es el estado de infancia en la vida corporal, que apenas desleila su inteligencia y que se ensaya en la vida; ¿dón- de pasa el espíritu por esta primera fase?—«En una série de existencias que prece- de al período que llamáis humanidad.» ))¿Piirece, pues, que el alma ha sido el principio inteligente de los séres inferió- res de la creación?—«¿No hemos dicho que todo se encadena y tiende á la unidad en la naturaleza? En esos séres que estáis muy léjos de conocerlos en su totalidad: se elabora el principio inteligente, se individualiza poco á poco y se ensaya en la vi- 201 da, como hemos dicho. Este es, hasta cierto punto, un trabajo preparatorio como el ~( )- de la .germinación, después del cual el principio inttligcnte experimenta una Iraslor- mac.ion y se convierte en espíritu. Entonces empieza para el periodo de la hurnani- dad, y con él la conciencia de su porvenir, la distinción del bien y del mal y la res- ponsabilidad de sus actos, como después del periodo de la infancia viene el de la adolescencia, luego la juventud, y en íin la edad madura. Por lo demás nada de humillante tiene este origen para el hombre. ¿Se ciéen humillados los grandes genios por haber sido fetos informes en el seno de su madre? Si algo debe humillarle, es su inferioridad ante Dios, y su impotencia para sondear la profundidad de sus de- signios y la sabiduría de las leyes que arreglan la armonía del universo. En esa ad- mirable armonía que hace que todo sea solidario en la naturaleza, reconoced la grandeza de Dios. Creer que él haya podido hacer algo sin objeto y crear seres in- leligentes sin porvenir, seria blasfemar de su bondad que se extiende á todas sus criaturas.» aPuesto que los animales tienen una inteligencia que les dé cierta libertad de acción, ¿existe en ellos un principio independiente de la materia?—«Sí, y sobrevive al cuerpo.» »¿Este principio es un alma semejante á la del hombre?—«Si así lo queréis, también es un alma, esto depende del sentido que se déáesa palabra: pero es inleiior á la del honitire. Del alma de los animales á la del hombre, va tanta distancia como del alma humana á Dios.» Coíuo se vé, el Padre Llanas y Alian Kardec están conformes en un punto capi- tal; porque si el primero entre los mundos del hombre y del bruto encuentra aitsmos insalvables, el segundo dice: que del alma de los animales á la del hombre^ va tanta distancia como del alma humana á Dios)}', de consiguiente si en la forma no esláu del todo conformes, en el fondo casi se puede decir que están acordes. Sobre esta cuestión cientilica del origen del hombre, no nos detendremos á hacer consideraciones; pues ya hemos dicho más de una vez que nuestra réplica ha sido únicamente dirigida al sacerdote, pero nunca al sabio: inteligencias más autorizadas que la nuestra se ocupan con frecuencia de esas profundisiií)as cue>tiones relaciona- das con el origen de la especie humana; y la escuela espiritista ya puede discutir con ventaja en el terreno científico, pero para ello se necesitan mejores adalides que nos- otros. Por esto al hablar del espiritismo no lo hacemos masque encareciendo su im- portancia moral, su tendencia progresiva, sin mezclarnos en investigar sus pritici- pios científicos. Y decimos esto, porque somos muy amigos de dar á Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César; y como nuestra réplica es tan pobre, (cien- tilicamente considerada), por esto repetimos que solo hemos hablado al sacerdote, sin mezclarnos en nada con el sabio; y ai terminar nuestro trabajo, no hemos que- rido concluirle, sin saludar y felicitar á este liltimo por su brillante refutación al Darvinismo, y además, porque encontramos en muchos párrafos que el vuelo de su espíritu se dirige al campo espiritista, y esto como es natural nos es sumamente satisfactorio; más si por acaso nuestra opinion no es todo lo acertada y profunda que debiera ser, conste que nuestro parecer es un voto aislado con el cual nada tiene que ver la escuela espiritista, á la cual pertenecemos. En nombre, del espiritismo hablaremos en sentido filosófico religioso, y para fe- licitar á un sacerdote (que nos parece sábio), para entrar en el terreno cientifico, entramos nosotros solos, sin arrastrar en nuestra ignorancia la escuela filosófica, á la cual nos gloriamos de pertenecer. —( 202 1— EI campo de la ciencia lo conceptuamos sembrado de flores luminosas, pero tam- bien de punzantes abrojos; y como las primeras pueden deslumhrar, y ios segundos- herir, por esto en ese terreno vedado para nosotros en nuestra actual existencia, si alguna vez entramos en él, lo hacemos por nuestra opinion individual, por nuestra propia iniciativa, sin ampararnos con, la sombra de nuestra creencia, porque la res- petamos demasiado para arrastrar en nuestra caida su gran importancia social, que distan mucho su grandeza y nuestra pequenez. Para defender al espiritismo cientilii-amente, se necesitan hombres sabios; pero para decir que es una doctrina profundamente consoladora, en la cual resplandece la eterna justicia de Dios, para decir esta gran verdad: bastan las mujeres y los niños: por esta sencilla razón, no hemos titubeado en decir al Padre Llanas lo que es el espiritismo. Pensábamos en el presente articulo terminar nuestro trabajo, pero como nos com- place mucho la lectura de las conferencias del Padre Llanas, y na queremos omitir el citar lodos los párrafos que á nuestro modo de ver se relacionan con el espiritismo, escribiremos uno ó dos artículos más, para dejar demostrado que cuando el hombre eleva su pensamiento, cuando busca en el progreso el camino para ir hácia á Dios, tiene que estar conforme con la escuela espiritista; porque el espiritismo es el ra- cionalismo religioso, al cual le llaman muy oportunamente, la religion del porvenir. Amali.4 Domingo y Soler. Lloramos al nacer porque la vida Las miserias del mundo nos advierte^ Y una sonrisa leve j comprimida Asoma á los labios al llegar la muerte: B. O. ¡Cuánta verdad encierra el inspirado pensamiento del poeta! ¡En cuán pocas palabras nos demuestra lo que es la vida! Venimos á la tierra para progresar, si; pero presintiendo el espíritu las mise- rías humanas y dudando si tendrá suliciente valor para afrontar los peligros que encuentre ante su paso, llora, para espresar su sentimiento, porque prevé una exis- tencia de dolor y una continua lucha de sufrimiento; llora, porque es el único len- guaje que sabe en los primeros años de la vida; y llora, para decir á los que ricn: «¡Dejad esa risa para mas tarde, que en la tierra, solo hay llanto, solo pesares, solo contrariedades!» ¡Oh triste preludio del alma, á cuanto e.studio le prestas! Llora el recien nacido cuando debiera sonreír á sus padres con ternura, porque quizá viene á pagar su tributo de amor, y en vez de reir, llora, porque el llanto del niño, es la filosofía del hoínbre; llora, para recordar á los que rien, que ellos también han llorado; y llora, porque habiendo visto mundos de mas luz, le aílije lo triste y mísero de nuestro planeta. Pasado el primer llanto, va creciendo el niño; y si es reflexivo y llega á com- prender el mundo, le veremos cruzar impávido por el escabroso sendero de la vida, indiferente á los goces de la tierra, filósofo pensador en los males que la cercan;- grave y silencioso, estudia y analiza cuanto puede abarcar su inteligencia, y es'en fin, el sabio observador que ha sabido traducir su primitivo l.'anto en pura filosofia, y se prepara para sonreir dulcemente á abandonar la tierra y decir: «¡Gracias Hios- mió que supe cumplir como bueno en ese mundo donde todo es ilusorio, y en que^ tan solo existe la realidad del dolor!» ¡Ob, si! lloramos al nacer, y ese llanto que es el precursor de nuestros dolores, no nos abandona hasta que el sueño de la muerte viene á cerrarnos los ojos: en aquellos momentos, una sonrisa reemplaza al llanto, porque aquella sonrisa es ei ~( 203 J- tipsperlar dol alma, que Iransportándoia á otras regiones de mas luz, la bace rena- oer á la eterna vida. Por esto lloramos al venir á la tierra sonreimos cuando nos marídiarnos. y Aqui el espíritu á más de sufrir la condena que se ha sino historias de impuesto, no lágrimas le oye que abrutnan, dolores miserias todas en el y por espacio, recobra partes; su libertad y todos se afanan ei por consolarle; en la llora pobre y el rico; el niño, el tierra, joven y el anciano; el le fa Ita el ali- mento necesario pobre, porque para vivir; el rico porque todo le hastia; el niño, es el ta del dolor; el adulto, porque profe- porque presiente los dolores; y el sufrido anciano, porque habiendo mucho, comprende lo que es la vida, y no puede por menos derramar una lágrima al contemplar que tantas miserias humanas. Llora el pensador tilósofo inanidad que difunde la razón y la moral, porque vé á la hu-> reir de su (ilo^ofía con la carcajada del loco ó la del idiota. Llora el sábio estupidez al descubrir una nueva ciencia, porque sabe.que multitud de en- vidiosos enemigos del progreso, le han de de hab apostrofar, y alegra dado aunque interiormente se r un paso mas, llora por la de sin com- prender el val. ignorancia r del aquellos que nuevo descubrimiento, se obstinan en al bellísimo sol de la verdad. eclipsar Y ^;qué espíritu pensador no se aflige en este sin lino cual la planeta donde la humanidad escuálida gira figura de un demente? ¿Quién se atreve á sonreir entre un grupo de afligidos? ¿Quién piensa en los placeres, cuando por todas chan partes se escu- ayes lastimeros que llegan al alma? ¡Ah! con razón llaman unos, valle de lágrimas al mísero en y otros, cárcel sornbria lugar que vivimos, ó mundo de expiación; nosotros, solo le llamaremos casa de locos, ya por la diversidad de pareceres que existen, ya por la febril agitación en que se vive, ya por osa risa ficticia que al asomar á los lábios, denuncia nuestro ocul- to dolor, V ya porque llevamos estampado en el rostro el sello de la demencia. Corremos desolados en pos de las ilusiones de la vida, y si algun cuerdo nos in- dica que vamos por senda extraviada, montamos en cólera, y con la torva mirada la de sin razón, acometemos contra aquel que quiso hacernos un bien. es esto sino un síntoma ¿Qué de locura? Feliz mil veces aquel que viviendo entre' locos, cuerdo: dichoso el •en medio de queda tanto llanto, solo vierte que lágrimas de compasión hácia sus vuela darles semejantes y para algun consuelo; que mucho adelanto es, el que en la tierra se sienta la desgracia ajena. Donde todo es ilusorio y la realidad un mito, donde güilo, donde la ficción impera el egoismo el or- tiene y su asiento, ¿qué eslraño es que existan locos? Si, sí; locos inconscientes que se creen cuerdos cuando y que solo comprenden su locura se acerca labora de disgregarse su materia, volviendo á asomar el llanto é sus ojos, porque no saben darse cuenta de lo que Ies pasa, porque presienten tener que volver aquí quizá en peores condiciones, porque les duele el han perdido inútilmente; tiempo que y en tan Iristres reflexiones, no pueden sonreir al sino luchan marcharse, que tenazmente y quieren aferrarse á una vida que se les como el náufrago escapa, que no encuentra un punto de apoyo para salvarse: en cambio el justo, el que ha cumplido como bueno, cuando llega ese momento es verdaderamente feliz: supremo, no siente que se corte el hilo de su existencia terrena, nó, porque prevé la dicha que le espera, y ella le infunde la calma suficiente sonreir á los para que se quedan; sonrisa verdadera, en brisa eleva el espíritu que á mundos perfumada superiores; sonrisa que el alma deja retratada en el hacer cuerpo, comprender á los para que le miran, que allí les deja un destello del en sí lleva; sonrisa gozo que que enseña al hombre pensador lo triste que es la vida lo dulce y que es lo que llamamos muerte; sonrisa que nos al augura un de ventura porvenir otro lado de la tumba; sonrisa nos hace fuertes son-* risa filosófica que y resignados; que nos presenta anchuroso campo todos para el estudio; y sonrisa que debemos purísima desear, porque es la bellísima aurora donde el espíritu renace para vivir eternamente. 2ó4 ]- Sí; cl que en la tierra se alimenta de lágrimas, al partir de ella, solo recibe son- risas; porque aquellas lágrimas santificadas por el dolor, han sido el bautismo de sus culpas; y libre el espíritu de tan pesada carga, al ver limpio el cristal de su concien- cía, siente una satisfacción inmensa. Aquel llanto que enerva las fuerzas físicas, le dá mayor impulso á la fuerza mo- mis- ral, nos hace fuertes en las luchas, resignados en la desgracia, severos para sí mos y benévolos para los otros. El calor de las lágrimas vertidas por el dolor, forman esa apacible llama del sen- timiento en el corazón del bombre; del sentimiento, nace el amor; del amor, la poe- sía; de la poesía, el génio; del génio la armonía; de la arn)onía, el progreso; y del progreso, la práctica fiel en el cumplimiento del deber. Se necesita llorar mucho en la tierra, para saber después lo que vale una sonrisa. El racionalismo, nos dá á comprenderen toda su latitud, el por qué de nuestras lágrimas al nacer y de nuestra sonrisa al partir; él nos dice que los locos de ayer, vienen á lágrimas de arrepentimiento el esceso de sus locuras; él nos dice pagar con que los muertos viven, que están á nuestro lado, que nos consuelan; y nosotros al la Providen- tocar la realidad de este aserto, no hemos podido menos que bendecir á cia por haberse dignado poner en nuestras manos el remedio infalible para la enfer- medad del alma. ¡Oh! bendito sea el Espiritismo una y mil veces, porque él es el único que nos hace sonreir en la tierrra; él hace que encontremos flores en esta senda de espinas; él hace que nuestro dolor, evaporándose en delicado perfume, purifique el espíritu; y él hará que el llanto vertido en la vida por el sufrimiento, condensándose en el de espacio cual etérea nube de amor, nos envuelva en su celestial fluido al partir este triste destierro. Así pues, reguemos con llanto la tierra, para que broten flores de consuelo en nuestro camino, trono y sea su aroma el que eleve al espíritu sonriendo hasta el del Señor. C.vNDiDA Sanz. Gracia. ————^#>1— PENSAMIENTOS. El que roba á su padre ó á su madre y dice que esto no es pecado, toma parte ea el crimen de los homicidas. desde tu primera edad ama el ser instruido, y adquirirás una sabiduría que te Hijo, durará hasta la vejez. El que necesita de sabiduría pídala á Dios, que dá á todos con largueza. Si sabiduría? se codician las riquezas de esta vida, ¿qué cosa mas rica que la El-que desecha la sabiduría y la instrucción, es insensato y desdichado. El principio de la sabiduría, es el verdadero y ardiente dcteeo de aprenderla. Si buscares la sabiduría con el cuidado quebiiscan los hombres el dinero, ten porcier- to que la hallarás. El que hallare la sabiduría, hallará la vida y recibirá salud del Señor. La sabiduría no entrarà en alma maligna, porque el espíritu de sabiduría está lleno de bondad. La sabiduría es de más estima quejia fuerza, y el hombre que tiene prudencia vale mas que el valiente. El sonido de las arpas y de los címbalos es agradable, pero lo es más el sonido de la lengua que hable bien. Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. El corazón prudente adquiere la ciencia, y ántesde hablar se instruye. SAN MARTIN DE PllOVENSALS: Imp. de Juan Torrents y C.«, Triunfo,A. Año X. Num. 3 u I DEL PORVEIIR Gracia: 7 de Junio de 1888. icreslas de Snaorlelon. JtSDAOSIOn 3 Panto* de üuoerieloKi Barcelona un trimestre ade* iantado una peseta, fuera de Plaza del Sol 5, bajos, En Lérida, Mayor 81, 9. En Barcelona un año id. 4 pesetas. y calle del CaOon 9, principal. Madrid, Valverde 24 , principa! .Sstranjero y Ultramar un año derecha. En Alicante, San 'd. 8 pesetas. SE PUBLICA LOS JUEVES Francisco, 28, imprenta SÜM.^aiO.—Tarde literaria y musical (conclusioo).—Espíritu y Materia.—Dos opiniones —La gota de agua y la estrella. TAfiDE LITERARIA Y MUSICAL ittiia i la V CONCLUSION. El presidente del Centro Espiritista de Tarrasa, el inspirado médium Miguel Vives, hizo el resumen de la sesión conmemorativa de una manera verdaderamen- te original, porque después de saludar cariñosamente á varios obreros del Espiri- tismo, dijo con la mayor ingenuidad y sencillez lo siguiente: "Yo bien quisiera hermanos mios hacerme cargo en mi improvisado discurso, de todo cuanto bueno se debe haber dicho aquí esta tarde; pero tropiezo con un gravísimo inconveniente, y es que mi cuerpo ha estado indudablemente entre voso- tros, pero mi espíritu revoltoso y aventurero, muy dado á viajar por el espacio, se ha ido Dios sabe donde, y solo puedo deciros que todo el tiempo que habéis empleado en recordar á vuestros amigos del espacio, yo he contemplado en mi mente una série de cuadros tan admirables, que no tengo frases en mi tosco len- guaje para describirlos, pero en fin, diré lo que pueda.„ "El estrado donde ahora me encuentro se iluminó con una luz tan viva, y tan resplandeciente, que yo me quedé extasiado, aumentándose mi asombro cuando v í en aquel océano esplendoroso innumerables figuras de espíritus elevados que son- reian dulcemente y hablaban entre sí, diciendo uno de ellos: ¡Benditos sean los que trabajan en la viña del Señor! „ "Después os vi á todos los que trabajáis en la propaganda del Espiritismo, no con vuestro cuerpo endeble y enfermizo, sinó llenos de vida y de salud, completa - mente transfigurados, erais los fuertes, erais los elegidos por el progreso para sos- j ■ : tener las bóvedas del templo de la verdad; más no estábais solos, no; cada uno de vosotros llevaba su guia, los que estaban muy satisfechos del progreso de sus pro- tegidos.„ "Luego he visto la sombría sala de un hospital llena de enfermos que gemían en el lecho del dolor, y á vosotros como ángeles de consuelo que os inclinabais so- * -rH:. : i = 18 = bre los moribundos y les decíais: Llevad con paciencia vuestras penalidades, sois deudores que basta ahora habéis sido insolventes y en esta existencia comenzáis á pagar vuestras deudas; y cuando hayais pagado hasta el último cuadrante, dejareis la tierra y encontrareis en el espacio una nueva familia que os abrirá sus brazos amorosos y en ellos recobrareis la vida; vida que actualmente no podéis concebir ni remotamente comprender. Y si ahora estáis cargados y afligidos, si ahora gemis esclavos de la miseria y de la enfermedad, mañana sereis libres, mañana estaréis hartos y robustos, mañana conquistareis con vuestros titánicos esfuerzos una posi- cion desahogada y honrosa. Y los enfermos se incorporaban, fijaban en vosotros miradas amorosísimas, enlazaban sus débiles brazos á vuestro cuello y murmura- ban con acento resignado: Cúmplase en todo el fallo de la divina justicia: y morian sonriendo con la esperanza de encontrar otras moradas donde no exista la soledad, donde no tienda sus negras alas el genio del dolor.„ "Después vi en el espacio á los espíritus que habian dejado su pesada envoltu- ra en el duro lecho de uu hospital; estaban débiles, abatidos, avergonzados; y vosotros, los que hoy trabajáis con tan buena voluntad en la propaganda del espi- ritismo, libres de vuestro cuerpo erais los guias de aquellos desgraciados. Yosotros les sosteníais y les ayudabais á dar sus primeros pasos, convertidos en sábios maes- tros los que hoy ocupáis el lugar de humildes y aprovechados discípulos; y allá le- jos.... muy lejos.... en medio de un círculo de soles, destacaba una figura hermosí- sima envuelta en una diafana vestidura resplandeciente como el arco iris: la be- lleza de aquel espíritu es superior á toda ponderación, al estender su diestra de- rramaba flores preciocísimas y mirando á la tierra murmuró con voz melodiosa: ¡Trabyad benditos de mi Padre! ¡Generaciones oprimidas!... ¡levantaos!.,., vuestro progreso os hará libres, romped las cadenas del oscurantismo, el nuevo dia fulgu- ra en el Oriente, luchad sin desfallecimientos, las puertas de la celeste Sion están abiertas y entrarán en el reino de mi padre los obreros de buena voluntad!„ "Olas de luz iluminaron el espacio, perfumes embriagadores embalsamaron el ambiente, espíritus felices entonaron sublimes alabanzas y legiones de séres rege- nerados pasaron ante mi entonando himnos al progreso. „ "La luz se fué extinguiendo, las voces se perdieron en el espacio, sentí en mi sér una conmoción dolorosa y me encontré entre vosotros que acababais de leer vuestro último canto: esto es todo lo que puedo deciros hermanos mios: vosotros sois obreros de buena voluntad y en el reino de los cielos recibidos sereis por nues- tro padre. „ "No os recomiendo más, sino que practiquéis el amor, que seáis indulgentes y tolerantes, que consoléis al afligido, que ayudéis al necesitado, que aconsejéis al inexperto, que amparéis al huérfano, que deis hospitalidad al peregrino, que améis á los buenos, porque merecen ser amados, que améis á los culpables por que son enfermos que solo con amor se alivian, que améis á los niños, que sin amor no crecen; que améis á los ancianos, por que sin amor se mueren de frió; el amor es la ley de la vida; cumplid la ley hermanos mios y sereis salvos.„ II. Con tan hermosas palabras, con tan buenos consejos terminó la sesión consa- grada á la memoria de Allan Kardec, Antonio Escubós v Tomás Padró. Quiera Dios que con caracteres indelebles se queden grabados en la memoria de todos cuantos encuchamos el discurso de Miguel Vives, del cual solo hacemos un extrac- to brevísimo lintiendo no ser taquígrafo para haberlo copiado textualmente. De las palabras evangélicas no debia perderse ni una sílaba ¡consuelan tanto!... ¡abren tan dilatados horizontes! ¡Felices de aquellos que cuando Fabian consuelan y enseñan la sana moral de Cristo, que es el Código divino de todos los tiempos! Amalia Domingfo Soler. = 19 = A MI BUEN AMIGO EL Sr. D. JOSÉ MEAN A. Dos fuerzas igualmente poderosas; da esencias distintas pero solidarias entre si. Consócios por temporalidad, la química ha hallado en sus nuevas investigació- nes la clave de los raros fenómenos que se escapaban á sus leyes de acción; en- contró el motor inteligente que los producía independientemente de todo anàlisis y el jo/ííí ultra de las ciencias experimentales, fué la victoria del vencedor coronado que en psíquica halló nombre para el nuevo Prometeo de la pujante civiliza- cion. No es poco esto cuando los ánimos descreídos encuentran razón en el contí- nuo ejercicio de las teorías para rechazar todo simbolismo de rudimento. Las ma- sas si son informes no son ciegas y ya se ven hartas de predicar inútiles aforismos, que las hacen bostezar tanto cuanto es grande su necesidad de alimen- tarse sàbiamente; esto es, que puedan digerir en el laboratorio do sus pensamien- tos la suma de sus cálculos personales sin que el imperativo intervenga. Los circos van desapareciendo y el pugilato de fuerza abre sus nervudos brazos para que cada uno de los atletas luche con su razón en los vastos campos de la ciencia. Si aún existe el irOno de los Césares sirve no más como el pasquín de infamia que retrata subjudice la negativa de los hechos. La autocracia y la teocracia se repelea y aunque ambos poderes son incons- titucionales y árbitros, tiene el uno ventaja sobre el otro, pues esgrime el primero las armas de la fuerza combatiendo el último con el poder de una refinada hi- pocresia. Quien vé el peligro puede salvarlo; pero el que lo desconoce, aunque lo pre- sienta, está muy espuesto á una confiscación total. No divagamos porque en el terreno filosófico la duda queda desvanecida ante el cuadro gráfico de lo real y existente. Somos muy pequeños para alcanzar lo absoluto de lo infinitesimal; pero aun nuestro microscópico ser en sus continuas evoluciones, multiplicarà el ràdio en las esferas accesibles à sus peculiares condi- cienes trazando de derecho la apoteosis de su existencia normal ó indivisible. Ignoramos cual sea la verdadera ciencia que constituye al ser espiritual é in - teligente, pero sabemos palmariamente que es distinta su causa de la que prece- dió á la de la materia animal, espíritu solidificado según la acertadísima frase de un escritor cuyo nombre no recordamos. Siendo, pues, sus causas, en la misma causa creadora, tan diferentes, claro es que sus efectos han de variar también. Una ley común los enlaza, y esa misma ley corta el lazo de union que hace al uno li- bre en su individualidad eterna y pensante, que es el alma, constituyendo á la otra en estado latente en su misma inacción de cuyo centro han de brotar nuevos gérmenes que den vida animal y sensorial á todos los cuerp is de la naturaleza, esta es la materia. La psicología no es suficiente, ni es apta tampoco para determinar con preci- sion los fines para que fué creada el alma. Las hipótesis en asunto tan trascen- dental originan generalmente apreciaciones erróneas que tienen por base la false- dad de una metafísica dudosa partiendo de este principio: lo que no podemos ver no nos es dado admitir; punto vulnerable que el espiritismo se ha encargado de patentizar; y en efecto basta quererlo para que esos hechos llamados sobremtura- lis revistan las mismas apariencias que los vulgo-ordinarios; y esto sin salir del orden de las leyes naturales preestablecidas por Dios en su inmutable justicia; por eso recusamos toda proposición = = que no esté conforme con sus atributos, y 20 aun cuando sin pretensiones, tenemos la convicción de que la verdad camina de nuestro lado sin que desconozcamos por eso que nuestros sentidos no están bas- tantemente bien organizados para poder percibir la luminosa antorcha de la ver- dad eterna. Aun nos resta mucho tiempo, pero llegaremos al objeto que nos pro- ponemos y entretanto habremos salvado la inviolabilidad de los derechos indivi» duales y colectivos con nuestro formulario práctico de la igualdad relativa y la fraternidad en común. De espíritu y materia están formados los innumerables mundos que pueblan las atmósferas esféricas, y por do quier tendamos la vista veremos con los ojos del cuerpo á la materia uniéndose à la materia por inmersiones continuas, disol- viéndose en las trasformaciones sucesivas en moléculas de vida que al dividirse y subdividirse completarán alguna parte de algun cuerpo en formación y que será asimismo agente reproductivo de múltiples elementos propulsivos. Esta verdad innegable nos afirma en la virtualidad de la creencia que profesamos; que no es vil ni miserable, ni digna de análogos epítetos, la materia que nos reviste, el vaso purificador que nos contiene. No, noes despreciable la materia cuando ella ayu- (la al progreso de la humanidad por medio de esas transaciones en cada una de las cuales aquilata el espíritu los grados de su superioridad, ni es despreciada poLel espiritista porque sabe4ue.eii-4as-awiiliii£aciones., de. esta, fuerza material lucha con poderes varios la imperecedera esencia, hija inteligente del espíritu de los espíritus. No existe la muerte'propiamente dicha, el no ser del poeta inglés. Lo que hay si, es la muerte de la vida c{ue es la vida que nos halaga: es el renacimiento, la vuelta á la patria querida por medio de la descomposición de nuestros órganos materiales, fluidos consistentes que van á unirse á otros gases para renovar gra- dualmente los átomos armónicos de la creación. Eugenia N. Estopa DOS OPINIOWES Cuando yo la conocí, apenas tenía quince años. Encantadora porque era inocente, hermosa por ser pura, llegaba á ser sublime, porque el pensamieuto iba ya abrí- llantando el trabajo de su inteligencia, ávida de ideas que germinaban en su joven cerebro hullente y dispuesto para recibir los efluvios que en oleadas de progreso, venían á dar-fuerza á aquella imaginación viva y digna de nuestros dias Niña todavía, flor que no había abierto su broche, crisálida donde guardaba sus polvos de oro la irisada mariposa, se la veía ya mujer en el pensar, y mirando con indiferencia las muñecas y los infantiles juegos, se abismaba en la lectura, cual sí de allí se propuúera sacar riquísimos frutos que habian de influir mucho en su deslino: que éste según ella, va en determinados casos donde la voluntad le guíe. Hija de la clase media, no le era permitido gozar de sus aficiones más que en una gota de agua, sin duda fugitiva del surtidor, vino á fijar en mi retina el tenue destello que lanzaba al mecerse en el rojo pétalo de una amapola. Aquella gota de agua próxima á desprenderse del cáliz de una flor, fué para mi cerebro el aroma- tico bálsamo que produce la reacción en los rígidos miembros del epiléptico ¡Cuán pronto conoció mi inteligencia que muchas veces son los remedios peores que la enfermedad! Pija mi vista en aquel átomo medio oculto entre una hoja, firme la vo- luntad en alejar mi espíritu del cielo, acudió, como siempre que tal desea, á los anales de la memoria, y mis estudios (que en ninguna materia han sido nunca — prácticos) respecto á física — y química, fueron llamados como legion de vestiglos an- 24 te mi observadora inteligencia; con ellos y con ella la gota de agua tomó unas di- mensiones más que regulares; á ser cielo la amapola, transformó en sol á la gota de agua. Mundo lleno de miles de mundos, aquella líquida perla de la cercana fuente era un universo con sistemas, con organización y con séres; generaciones, vi- das, cualidades, pasiones, ideas, sentimientos y almas se agitaban en las órbitas de antemano trazadas á sus múltiples destinos.. Insensiblemente y por la suave pen- diente que empezaba á bajar la gota de agua, me pareció gigante demasiado gran- de á mi sútil pensamiento; busqué algo más pequeño donde satisfacer la ambición de mi espíritu; busqué la molécula por igual razón que ántes buscaba la nebulós s en los abismos del cielo; la hallé, y la molécula, bajo la analítica acción de m cerebro, se tornó brevemente en un mundo inmenso donde habia algo más peque- ño puesto que la molécula es un compuesto de átomos, y yo queria el simple de aquellos compuestos ¡Todo, todo el camino lo anduve, y con los ojos fijos es- pautada de mí misma, sin aliento para mi vida, sin conciencia para mi espíritu, rae encontré frente á frente con el vacío de lo infinitamente pequeño, con el vací o de la eternidad I os decir, con la nada - — • —"ÍTiña, ya está la cena.„ . —"Dénme una limosna por amor de Dios.„ Tales fueron las palabras que me despertaron de mi letargo: las primeras las pronunciaba desde el corredor un criado; las segundas una pobre desde la entor- nada cancela del patio. Entre la estrella y la gota de agua existía también un mundo, el mundo en que yo habitaba, mundo en el que unos comen y otros tie- nen hambre, mundo en el que son niños los que se olvidan de la Fé, de la Espe- ranza y de la Caridad. Rosario de Acuña. ENSAYOS POETICOS i> o « MATILDE DEL NIDO Oou Tin prólogo d.© FEDERIC O MOJA Y BOLÍVAR Precio UNA peseta.—Se vende en la Redacción de LA LUZ DEL PORVENIR Imprenta de Cayetano Campins, Santa Madrona, 10.—Gracia. aquellos ralos de trégua ó reposo; cuando la casa está liuapia, la comida dispuesta y pasando la ropa por todas esas operaciones que imprimen un sello de aseo en la fa- milia y un bienestar higiénico y saludable en los individuos. ¡Con qué afán esperaba la hora del crepúsculo! Cuando el sol cubría de arreboles el horizonte y su ocaso envolvía en sombras su cuarto, Victoria doblaba la costura, cogía el libro y decía: «Esto también se halla en el programa de mis deberes; el espíritu necesita luz, como el cuerpo cuidados y pan.® Y dedicaba una hora à huir del vicio, asociándose, imitan» do, á los pensamientos que lela. Tenia una amiga de muy encontradas aficiones; también como ella angelical, can- dorosa y bella, pero ligera frivola y negligente. Y se amaban á pesar de todo. Victoria era dulce y persuasiva, buena y dócil Consuelo. Dominaba la primera porque el talento se impone razonando; la segundase sentía atraidá: que nada en estos casos es tan humilde como el cariño. Ya mujeres, un dia las sorprendí en esta conversación, à la vez sencilla y profunda- mente discutida: —Victoria, no me explico que estés siempre tan atareada y casi huraña, sin que te se ocurra huir de esos estudios que tú sola te has impuesto, y que, á mi entender, ningún provecho has de sacar de ellos, —'Yo no sabré decirle—le contestó—si es costumbre en mi vMa, manía en mis aficiones, necesidad en mi cerebro; es lo cierlo que me es imposible pasar sin leer, leer sin pensar, sin analizar, si puedo, aquellrs ideas que los sábios pensadoies de- reamaron en los libros á modo de cordial vivificante para el espíritu. —¡Medas lástima! Te exaltas y no ves la realidad. ¿No tenemos bastante con coser, planchar y las multiples ocupaciones que nos cargan la casa y la familia? ¿No es de- masiado que hasla peinarnos y cuidar de nuestra hermosura lo tengamos que hacer siempre de prisa, asediadas por nuestras madres? —Oye; es que con buen orden tendrás tiempo para lodo. Porque, ¿tú crees que no es una necesidad, á la vez que un deber, ilustrarte para vivir en esta sociedad? ¿T^o encuentras una satisfacción con habértelas mejor con la mujer instruida que con la ignorante hija de la estupidez social? Pues para mí nada más grato que ponerme en comunicación con ella, sér semejante al mío en el pensar, en el sentir; criatura un dia postergada por las sociedades primitivas, y casi emancipada hoy por las ideas regeneradoras del progreso preciso à nuestras edades y á nuestras cuijas y modernas costumbres. En esta comunicación del espíritu, el alma busca sus afines para enten- derse, y nada mas envidiable que esa inteligencia mútua y armónica entre sus congéneres. Créeme; hace ya tiempo que deseo encontrarme con Ja taya, quizás coa el discul- pable egoísmo de ganarla para mis ideales: llegar á la perfectibilidad por el trabajo y el estadio. Y esto se consigue con mucha voluntad, buenos libros y supremos esfuer- zos en el entendimiento para penetrar en sn fondo. —Te cansas en balde—dijo algo contrariada Consuelo.—(puédese eso que-lú quieres para las señoritas que no tienen más ocupación que el paseo, la visita, la ter- tulla y el teatro; para ellas que, además que con su hermosura, cautivan con sus salms y conocimientos; ¡pero nosotras!, ¡sin más sociedad que el rincón de- nuestra casa! ¿Hemos de ser abogadas? ¿Médicas? ¿Literatas? No. Pues entonces... Yo no quiero ver pasar mis días y que se marchite mi juventud con esos quebraderos de cabeza. Cuando no tengo que hacer prefiero ponerme en el balcón y ver el estudiante que pasa, el militar que me mira, el rico elegante que me dice bonita, frase que encierra todo un mundo de esperanzas para la que monja no ha nacido. —¡Válgame Dios!, y que mal gusto tienes hoy, Consuelo—le argumentó Victoria con severa calma.—Precisamente para el rincón de nuestra casa necesitamos el do n de saber, por(|ue el hogar sin esas sabidurías es la sombra, el caos... cuando no es centro de abyecciones frivolas y perjudiciales. En el hogar son de utilidad suma los conocimientos para que en el ambiente purísimo del amor respiren la paz y la virtud que siempre engendran la caridad y el bien. Sí, yo quiero que comprendas que de la ignorancia y de la frivolidad nacen la desavenencia, la grosería, el desconcierto; de = 22 = la instrucción, la fraternidad, la delicadeza en los sentimientos, la armonía, la aspira- cion á lo grande, á lo sublime, á Dios. —¿Dónde has aprendido todo eso—dijo con desagrado Consuelo—que le da todos los aires de un misionero? ¿Según tú no haremos otra cosa más qne leer, pensar y analizar? ¿Y los quehaceres de cada una? —¿Puedes culparme á mí de que no cumplo con los míos? Ni tú ni nadie. Sin embargo, puedo atender á cultivar mi inteligencia,que creo mucho gana siempre que vaya apasionándose de lo bueno y lo útil. Madama Roland decía "que la mujer siem- pre tiene, si quiere, y debe querer, dos horas para dedicarlas à la vida del espíritu; horas mejor aprovechadas que en enojosas visitas y frivolos entretenimientos.» De esa ,eminencia, que para mí lo es, y de otras muchas que pudiera citarte, aprendo todo lo que me oyes. No seré ni médica, ni literata, ni letrada—no porque deseos me falten—pero procuraré separarme de la rutina que nos enerva y de la ignorancia que nos embrutece, probando á ser en el hogar la mujer útil y virtuosa, cumpliendo con la que yo creo mí misión en la humanidad. Con estas ideas mías he procurado siempre quitarte esa manía que tienes en contra de mis entusiasmos: sen- timientos me causa no haberlo conseguido. Sí, lo siento, porque te quiero, que seas tan superficial hasta el estremo de no pensar más que en cintas, trapos y conquistas; pero le advierto que por ese camino llegarás muy pronto al hastío que todo lo envene- na. Saber más, siempre mi afán ha sijp, y.siqo I9 logro, al menos tendré una aspira- cion: que no es poco nutrirse con esperanzas. El mundo es un laberinto, y para guiarme quiero luz, mucha luz. ¿No recogeré alguno de esos hermosos destellos de los buenos autores y pensadores ilustres? ¡Quién sabe! Se han pasado algunos años Consuelo hizo un gran casamiento, según la mayoría délas gentes lo aprecia. Bogando en un océano de riquezas, fué feliz algun tíenpo; pero después, en la posibi- lidad de satisfacer múltiples deseos, empezó á sentir la nostalgia de lo imposible, y la vemos siempre horriblemente contrariada. Victoria fué mas modesta hasta en su matrimonio. Casó con uno de su clase, pero que sabía sentir como ella. A fuerza de perseverar en el estudio aprendió Economía doméstica, Higiene, algo de Física, un poco de Pedagogía y mucho de Educación y Moral. No es dificil hoy sorprender á las dos amigas continuando una conversación hace años interrumpida. —¡Ay, Victoria!—dijo sollozando Consuelo .—Soy muy desdichada; no encuentro placer en nada, ni aun en el amor de mi familia, y el hastío me conduce á la de- sesperacion. —^Yo—le contestó Victoria—soy muy dichosa. Siempre tengo un nuevo libro que leer; amigo leal y sincero que me aconseja, me guía y hasta para mis vuelos si de- masiado se remontan. Esto me proporciona un bien supremo: atender con acierto á mi casa, educar como debo á mis hijos y amar á estos y á mi esposo con amor indefinible. Luisa Cervera y Roto. . LA GOTA DE AGUA Y LA ESTRELLA El crepúsculo de una tarde de Junio envolvía entre vagas sombras la hermosa vega de Córdoba; anchos festones de rojizas atmósferas acariciaban con sus flotan- tes pliegues la joya más preciada de la corona de Abd-errahmán, joya que entre la filigrana de sus ojivas enseña á nuestra generación la mano bárbara de los profa- nadores del arte ó de los envidiosos de nuestras riquezas.... Córdoba dormía agobiada por el sofocante calor de su clima, esperando los habitantes que la noche viniera con sus brisas para salir á recogerlas en huertas y paseos: hora tranquila* y de silencio me convidaba á la reflexion, y apenas recosta- da en movible mecedora, me dejaba llevar por el pensamiento hácia los horizon- tes del recuerdo, fijando la mirada en la humilde fuente que esparcía suave mur- mullo por el reducido patio de mi casa: ocho columnas blancas, ceñidas por en- redadoras campanillas, dejaban en la sombra el ancho corredor que lo circuía, don- de las golondrinas gorjeaban, buscando con giros indecisos un sitio donde plegar sus alas: un pedazo de cielo (permítaseme la frase,) rigorosamente cuadrado por la construcción de la casa, me servia de dosel, mientras algunas amapolas, cuya semilla acaso trajo el viento entre las grietas de los ladrillos, se inclinaban al tin- tan de mi butaca: la noche se acercaba, el cielo tomaba el diáfono azul de un in- finito eterno, y yo vivia entre las sombras de un pasado querido. De pronto, y cual nuevo huésped de aquel recinto, un rayo de luna vino á lucir en mi frente, como la inoportuna sonrisa de la infancia luce entre el grave aplomo de la vejez, lío sé si enojada, pero de seguro sorprendida, alcé los ojos, y al encontrarse mi pupila viajera en el espacio, quiso hacer la primera estación en una estrella que, sola y brillante, tachonaba como desengarzado zafiro el aterciopelado azul del cielo.... ¿Qué poder levantó en mi inteligencia, poco antes medio dormida, el fu- rioso torbellino de ideas que voy á tratar de describir? íío lo sé: tal vez al finalizar mi relación logre adivinarlo. Aquella estrella radiante, cuyo foco buscaban mis pupilas sin que lograse ha- llar más que los destellos; aquella chispa de una llama sin fuego, y cuyo resplan- dor no bastaba á alumbrarme y sí á disipar las sombras en mi derredor; aquella ráfaga que, como arista de plata, ondulaba entre los mil dobleces de un cielo sin nube?, rompió los diques de una imaginación juvenil, arrebatando mi espíritu has- ta los límites de la enajenación: agrandando las dimensiones de aquel astro, busqué entre los rincones de la memoria hasta las primeras páginas de mis estudios astro- nómicos, y me lancé, rica de observaciones, en los abismos de lo infinitamente grande: impulsados por la atracción de aquel sol que ante mis ojos veía, cien mun- dos giraban en órbitas invisibles; cuantas formas levanta el delirio en una noche de insomnio, eran débiles reflejos de las infinitas formas que la vida tomaba en aquellos centros de fuerza universal. Un sistema planetario en la inmensidad de los espacios era poco ante el vuelo de mi inteligencia, y con la vacilante luz de aquel sol me lancé entre la*noche eterna de los tiempos, formando múltiples cons- telaciones, cuyos soles rojos, azules, blancos y amarillos llenaban de fantásticas auroras los planetas satélites de tan explendentes soberanos. Detalles y conjunto, todo cruzaba en mi excitado cerebro con la fuerza impetuosa con que cruza el hu- racán en el desierto; cometas de vertiginosa carrera que tornaban en fuego las on- das del éter" y cuyas gigantes órbitas aprisionan en su seno miles de miles de mun- dos; y más allá, otros soles y cometas; y más allá, nebulosas llenando anchos de- siertos del espacio como aglomerados gérmenes dispuestos á la formación de nuevos, orbe?; y más allá.... el vacío de lo infinitamente grande, el vacío de la eternidad..:. Mis ojos se cerraron, y en el confín de mi pensamiento se formó una atonía muy parecida á la muerte y casi hermana de la locura. La luna brillaba iluminando vagamente las rojas amapolas que se mecían á mis piés; no sé si mis ojos la buscaron ó ella buscó á mis ojos; pero lo cierto es que Año II. Bircelona Í2.S de Abril de 1881. Núm. -40. 11 A m DEL SEMANARIO ESPIRITISTA. -A ,EDACC10N Y PHECIOS DE SÜSCRICION J jR ^DÍ41NISTI?.ACION: PONTOS DE SUSCRlClON. 24 26 Bircelona: Adminiftrandió la aludida—tiene mucha bondad; cuando se nunca llora, siempre despierta, sonríe; y á menos que esté enfermo entónces suele un quejarse poco, pei'o si está delante de su protector, por malito que se halle, como darle los siempre le sonrie para gracias por cuidados que le prodiga. —¡All! Pues qué ¿no tiene padre? —No lo sabemos, señora; porque este niño, asi como V. le vive Dios, de y por la caridad vé, de por un anciano milagro sacerdote que se lo encontró un dia la en la de iglesia medio moribundo puerta —¡Válgame Dios—exclamamos—pobrecilo! ¿Y lo cria usted? —Si, señora, porque el padre Antonio es lo muy criaba pobre, y no podia pagar á la nodriza que y ésta no queria continuar; yo, que estaba criando una misma . niña casi de la — — edad, me presté á compartir el alimento de mi hija con el 401 y crea V. pobre que le quiero como á mis desamparado; tres hijos; y mi él, marido, es un se desvive por y siempre que me dice ángel, que cuide mucho á este niño, está solo en el mundo. La anciana porque señora que me acompañaba yo escuchábamos con suma atención á aquella alma y tan noble, que, con esa sencillez de las del bosquejo de hijas bellísima pueblo, nos hacía el una obra de Dios insignificante quizá de ojos para ella, de interés pero gran valor A los y sumo para nosotros, porque séres de esta flores especie, en la tierra son raras que apenas se ven. Asi pues, la dijimos: —No, no desampare. V. á ese niño, acción que tanto V. como su han hecho una hue- na sirviéndole de esposo, padres y Dios les protegerá. —¡Oh! verdaderamente la Providencia vela niño, hacia por nosotros, porque cuando yo tomé al un mes que mi marido, que es acababan los carpintero, no tenia trabajo, se nos pocos ahorros y ya que teníamos; mas á los pocos dias, encontró mucho mejor pagado trabajo, que antes; y desde entónces, no solo no le ha dar faltado, sinó que no abasto al puede que le traen; pero todo esto se lo debemos, después de Dios, al padre An- tonio, que es muy bueno. —¿Es pariente de usted? —No, señora, es el cura de nuestro hablar pueblo. ¡Oh! si ustedes le conocieran, les con él, gustaria porque no hay muchos sacerdotes como el Antonio. En el le quieren padre pueblo en gran manera y le llaman el «Padre de Almas.» —¡Bonito nombre, si sabe cumplir con su deber! —¡Qué si sabe! pues ya lo creo! Miren ustedes si es cuando ni- ño del bueno, pueblo que, queda huérfano, algun se lo lleva á su casa y le dice á su viejecita: «Madre madre, aquí que ya es muy os traigo otro hijito para que os cuide:» su madre es buena, mira á y que muy su hijo sonriendo y acepta el le ofrece. El huérfano ya no sale de gustosa presente allí hasta que que sabe leer escribir el sustento. Si es ge de y la y ganarse niña, laco- mano, recorre las casas pudientes é implora la caridad para ella, con tan buena suerte, que al ver dos ángeles, la una por sus años y el otro dán sus virtudes, todos le algo; por y no se cansa jamás. Un dia aquí, otro allá, hasta que reúne lo necesario ponerla en un colegio, de donde para sale para tomar nuevo estado, y entónces se cen reprodu- escenas como la siguiente: el Padre Antonio vé entrar una señora en su le besa la casa, que mano y le dice:«¡Dios le bendiga á V. y á toda su familia!» El se la do, pensando la queda miran- y que ocurre alguna útil, desgracia, ya se cuando, prepara á ver en que ¡a podrá ser después que la .señora se explica, sabe que es la niña que él con tanto celo amparó. Entónces el bueno del cura rie y llora á la vez de dá á Dios su buen acierto, gozo, gracias por y después de haber aconsejado á la sea una buena tierna jóven madre, que ella vá esposa y se bendiciéudole y el se obra; al queda fortalecido otro dia dá merienda para empezar otra buena- y una á los más dable noticia. pobres del pueblo para celebrar tan agra- —¡Oh, que bellos sentimientos tiene ese buen humedecidos sacerdote!—exclamamos con los ojos por el llanto—bendito sea! ¡Con muchos séres así no habría tanta rancia ni tanta miseria! igno- ¡Mucho nos alegraríamos conocerle? —Pues miren ustedes, esto es muy sencillo; de la yaestainosmuy del diligencia dos cerquita pueblo, don- para boras, y tienen tiempo para verle: él es vive con su madre cariñoso; y una hermana muy que son tan buenas como él, y las recibirán á ustedes bien; al mismo muy y tiempo, conocerán á mi marido mis —Entónces y hijos. aceptamos con gusto su Y proposición. efectivamente, al poco rato llegamos al punto indicado por la y todos baja- mos y entramos jóven, en aquel pequeño nido de poesía tiene, belleza que, ya por la posición topográfica que ya por la de sus campos se asemeja á unoásis frondoso convida á los viajeros á descansar que bajo su bienhechora sombra. Al llegar á la casa de la jóven, que era de las recibimos primeras que se encontraban, salió A su esposo con esa benevolencia hereditaria de los pueblos vírgenes é insepa- bie compañera de los hijos del trabajo; nos enseñó ásus dos hijos, el mayor de fos caa- les, apenas contarla seis años, y la pequeña Rosa, compañera de alimento del huérfano, que tendia sus manilas hacia el niño para acariciarle, miéntras éste le sonreía dulce- mente, quizá para demostrarle su gratitud: nada tan bello como ver aquel grupo de sé- res donde todos se afanaban por acariciar al huérfano. Por largo rato hubiéramos esta- do contemplando aquel poético cuadro de familia, animado por los vivos colores de) amor, si no hubiese sido por la premura del tiempo y el deseo de conocer al buen sacer- 402 )— dote de —( aquel lugar. A.si fué que, después de descansar brevísimos instantes, Carmen, la nodriza de) huérfano, nos acompañó à ver al Padre Antonio. Cuando llegamos, se hallaba en un pequeño huerto que rodea la casa, paseándose con su anciana madre, que, por ser de una edad muy avanzada, necesitaba que su hijo le sirviera de báculo. Al vernos, adelantó algunos pasos y nos saludó cortesmente, invitándonos á sentar- nos debajo de un limonero, cuyas olorosas llores y la suave brisa que venia á acariciar- nos, parecian modulaciones armónicas de la sábia Providencia. Fijamos una escrutado- ro mirada en el buen padre, y si antes de conocerle no? habia sido simpático por sus obras, al verle, no pudimos ménos que senlir por él profundísimo respeto: en su noble aspecto, se dibujaban la pureza y la bondad, y en sus ojos, un entendimiento claro. Su constante y dulce sonrisa, parecia el imán de la virtud atrayendo hacia sí ácuan- tos se le acercaban. Después de este breve exámen, le dimos á conocer el objeto de nuestra visita, como asimismo lo rancho que nos placía el hallar un sér de tan nobles sentimientos, tan pocO' comunes en este planeta. Oyónos benignamente y alzando al cielo sus ojos, comopidien- do inspiración, se expresó en estos términos: «—La Tierra, amigas mias, es el campo de batalla donde el espíritu viene á lachar para aquilatar el temple de sus fuerzas. Para que éstas no fallen en los momentos más críticos de la vida; nos es necesario robustecernos con la práctica del bien: es preciso- alentar á los enfermos del alma, auxiliar á los que padecen físicamente, cubrir la des- nudez del mendigo, partir nuestro escaso alimento con el que nada tiene, éiren buscaí de un fecundo manantial de agua viva para calmar la sed de multitud de sétes que se abrasan. Hay necesidad de ir en busca del que sufre, y no esperar á qué este venga á buscarnos; es preciso multiplicarse, para que el bien llegue á todas partes, pues todos son acreedores á él; no debemos limitarnos á un reducido círculo de amigos ó conocidos, nó, esto denota algo de esa ciega pasión del egoísmo á que nos conduce muchas veces el escesivo cariño; debemos socorrer al que primero llegue, sin distinción de ninguna da- se, porque ¿quién sabe si el extraño es más acreedor que el amigo? »¡0h, si! Todo esto debe hacerse para que el espíritu se halle fortalecido y nodesfa- llezca en lo mas rudo del combate. Y no creáis amigas raias, que al hacer esto se haga nada de más, pues solo se cumple con un deber sagrado que lodos debiéramos tener pre- sente; deber de conciencia, deber que el espíritu en la tierra se compromete cumplir con rigurosa exactitud. • ¡Oh! ¡El que llega á comprender al mundo en edad temprana, éste es el más .sábio de la tierra, el verdadero filósofo y el gran matemático:que ha sabido resolver uno de» los problemas más difíciles » Aquí llegaba el respetable sacerdote en sus reflexiones filosóñcas, cuando Cármen nos avisó había llegado la hora de partir. Nos vimos pues obligadas á dejar aquel poé- tico asi'o donde todo sonreía, hasta el alma de sus moradores, y donde pasamos un ralo deliciosísimo escuchando los saludables consejos de aquel verdadero Padre de Almas, que con tanto acierto auxiliaba los males físicos y morales. Con la misma rapidez que la corriente eléctrica vá de polo á polo, simpatizamos con aquellos séres tan nobles; y al despedirnos, una lágrima rodó por las mejillas de lodos,, lágrima que quizá unió nuestras almas eternamente. ¡Dichoso tú, verdadero sacerdote, que supiste adivinar la grandeza de tu misión! ¡Feliz mil veces, porque-fuiste el Vate del Progresoj que, con la lira del amor uní- versal, entonaste el cántico déla Virtud! ¡Dichoso, si, porque supi.ste conquistar un lauro en la tierra y una corona en lat eternidad! Cándida Sanz. Gracia. Año II. B»rcelona 12 de Mayo de 1881. Nñm. 51. U III! lEl FBVEIIIB, sb:manario icspiritista. PRECIOS DE SUSCRICION ;lON Y y^DMINISTf^AClON: PUNTOS DE SUSClilClON. IMrceloDa: on Irimeslrt adelanlado. d ptas. Fonollar, 24 y 26 En Lérida, Administrarlo» de Fuera de Barcelona; nn año, id. . i pías. El Buen Sentido, Mayor, 81,2.®- Kitraojero j Dllramar: año, id. 8 Se Madrid: 8 entr. nn pías. publica los Jueves Almaj^rro. dt-reclia -Alicante: S. Francisco, 28, duji» SUMARIO. ¡El amor en la Tierra!—A un Espíritu, (poesía.)—Antonio. ¡EL AMOR ER LA TIERRA! Hace mucho tiempo que no estractamos ningún fragmento de las interesantes Memo- rias del Padre German; ocupados en otras tareas enojosas, no hemos podido ahsorver el purísimo sentimiento que brota de aquel raudal de inmensa ternura. ¡Libro bendito! depositario de los secretos de un alma ¡Fiel grande! ¡Cuánto se puede aprender en sus nas! Mientras pági- mas leemos mas sentimos, y queriendo hacer participes á nuestros lectores de las dulces emociones que esperimentamos, narraremos el triste refiere el Padre episodio German, al que que puso por epígrafe: ¡El amor en la tierra! «¿Qué es el amor en la tierra? ¡Es un misterio indescifrable, ¡Señor! Es, 6 nube de humo que en espirales se evapora, ó charco cenagoso cuyos miasmas inficionan la atmós- feraj ó terrible tormenta que todo lo arrasa dejando tras de sí, la desolación y la muerte. jt)U¡sí, sí; el amor en la tieiia ó tiene la vida de las rosas que líaicameiUe sonrieu dos crepúsculos, el matutino y el vespertino, ó es causa de pasión nefanda que hace rubori- zar al que la siente, ó una horrible tragedia cuyo desenlace es la muerte. »¡ Y aun dudan los impíos. Señor! y niegan con tenazempeño que tu guardas tus hijos otros mundos, donde las para almas puedan saciar la sed ardiente de su inmenso amor! d Yo que te amo Señor, yo que espero y creo en tu infinita misericordia, sé tú escucharás mi yo ruego, y que mañana sonreiré dichoso que amando con delirio á una «¡Era tan bella! mujer! aun la veo, con su frente pálida coronada de blancos jazmines, con sus negros rizos, j con sus ojos irradiando amor! ¡Y solo la vi tres veces Señor! ninguna de ellas lé pude decir ¡yen que mi alma era suya!.... mis lábios sé si mis enmudecieron, no ojos hablaron! pero ^¡Triste planeta tierra! Y este episodio de amor es el más santo, es el mas afecciones puro; estas sacrificadas en aras del deber son las que dejan tras de si un perfume, una fragancia que nunca se evapora: el placer del dolor deja impreso eii nuestro sér una sonrisa inmortal. Estoy contento de mi sacrificio, gozoso de no haber porque el goce de la estoy tierra gozado, no deja mas herencia que luto lágrimas. Ahora lo he ahora lo he y tocado, ahora visto, me he convencido que el placer en este mundo es la fuente abundante del dolor. »Hace algun tiempo que sentia una especie de dulce envidia á dos séres dichosos. Al verlos contemplando sonreír yo decía: ¡Señor! ¿,por qu'éyo no he podido sonreír asi? qué he tenido que vivir tan solo? ¿Por Mas ¡ay! cuán breves días tuve que envidiar! «¡Pobre Lina! ¡Infeliz Gustavo! Aun me parece que soy víctima de una horrible sadilla! pe- pero no, es verdad, ¡es una espantosa verdad! Yo los he visto crecer!.... rae dijera que los había de ver morir! ¡quién Y hoy duermen junto á ella, al lado de la niña de ios rizos negros!.... Mi familia del alma está én el cementerio!.. ¡Perdóname Señor! en mi dolor soy egoista y olvido que la familia del hombre es toda la humanidad. Todos los desgraciados son mis hijos, todos los desvalidos mis hermanos, lodos los hombres mis amigos; pero estoy muy léjos de la perfección y aun mis tengo la debilidad de tener preferidos. — 40G — « Jlijos miosl ¡Ciuslavo! ¡Lina! ¡aun os veo cuando erais pequeDitos! Hace veinte años en una mañana de abril vino á buscarme un niño que tendría siete pri- níaveras: era hermoso y risueño como la primera ilusión del hombre: se cogióá mis hábitos y me dijo con voz temblorosa:—«A la hermana de mi madre le han traido una iionita! niña, mas Ya la verá V. ¡es padre, queremos que se llame Lina, venga usted, venga usted que ya la traen. Y el niño me hizo correr para salir al encuentro del íne ángel que venia á pedir- con su llanto el agua del bautismo. Durante la ceremoi^.ia Gustavo miraba á la niña me doria y con sus hermosos ojos: ¡Qué bonita es! Y el niño no mentia, nacida porque la recien era una criatura preciosa, que crccia entre llores y santas alegrías. Todos los ha- hitantes de la aldea queríamos á Lina, todos nos disputábamos sus caricias y éramos di- ehosiis cuando la niña se sonreía; porque habla en aquella sonrisa un destello celeste. »Nada mas dulce y mas conmovedor que ver á aquella infantil pareja. Como Gustavo ■era mayor, se cuidó de ella mientras era ¡tequeñita: él la dormia en sus brazos; él la en- señó á andar y á pronunciar mi nombre, pues Gustavo como todos los niños cíe la aldea me quería miicho, y su mayor placer era traerme á Lina y sentarla sobre mis honíbro rodillas, él rescotaha mi y se en y me decia con tierna admiración: ¡Qué bonita es Lina! Tengo unos deseos que se haga iina mujer! —¿Para qué? le decia yo.—Para casarme con olla, replicaba Gustavo gravemente; y cuando estemos casados viviremos con usted. Ya verá usted padre, ya verá V. que contentos estaremos! Y yo me complacía en hacer ha- hlar al niño, porque me estasiaban sus planes de felicidad. Lina escuchaba silenciosa, porque fué un sér que habló muy poco y sintió mucho. Al final de nuestras conversació- nes yo salla ganancioso, por(|ue los dos niños me abrazaban con la mas tierna efusión. ¡Hora.-de sol! ¡momenios de júbilo! ¡Cuán breves fueron!.. .. ?¡('.on qué placer eduqué á Lina! era tan buena! tan humilde! tan cariñosa! No sé que lazo misterioso la unia á mi, que sus horas de tiesta siempre las en mi huer- lo; y su familia pasaba como la adoraban venia tras ella; que se cuidaba de los dabiin pájaros que ani- en el viejo ciiirés; cultivaba mis llores predilectos; y Gustavo á veces le decia hacerla hablar:—Mira por que tengo celos, creo que quieres al Padre German mas á mi. Iñna al oirle que sonroia dulcemente y murmuraba: Tú me has enseñado á liemos quererle. Y en es'os diálogos pasábamos las tardes de los domingos. Otras veces me sentaba á leer y le decia á Lina y á Gustavo:—Pasead hijos mios pero á corla distancia para que yo os vea; vuestra felicidad me hace dichoso; no me privéis de ella. Y los dos seaban; él hablaba jóvenes pa- siempre, ella sonreia con una sonrisa celestial; y yo, en aquellos instantes veia á la niña de los rizos negros y decia entre mi: Yo también le hubiera ha- hlado asi, yo también le hubiera sabido espresar mi inmenso amor ¡Gustavo vive!.... Yo no he vivido Todos tienen su asiento en el festín eterno de la vida, pero mi sitial ha quedado vacio.'.... mas esta ráfaga de egoísmo pasaba pronto y esclamaba: ¡Perdóname Señor! Yo confio en tu: yo también viviré, porque al dejar la tierra encontraré á la niña de los rizos negros. »Los dias pasaron. Lina iba á cumplir 17 años, y en e' dia de su natalicio yo debia bendecir su union con Gustavo y adquirir una familia, pues los jóvenes debían liabitar en una casita que hablan esposos hecho junto á mi huerto. Mi viejo Miguel estaba conten- lísimo: yo ya me veia rodeado de dulces cuidados, y todos hacíamos planes las lar- gas noches del invierno para que estaríamos reunidos en torno del hogar; y nuestro corazón latia de gozo, cuando una mañana los habitantes de la aldea se despertaron sobresaltados, ¡lorque en todas las casas re.sonaron fuertes golpes dados con las alabardas en las las; mas lejos se ola el relinchar puer- de los caballos que repetían los ecos de las montañas, y mil voces gritaban á 1.a vez: ¡A las armas! ¡A las armas! ¡Guerra al estrangero! ¡Guerra! siLina fué la primera que entro en la iglesia gritando: ¡Padre mió! ¿qué quieren esos homlires? han entrado en todas las casas las mujeres lloran los soldados blasfe- ,iian los jóvenes corren, los ancianos hablan entre sí ¡Venid, venid conmigo! pa- rece que ha llegado el dia del juicio para esta aldea. Salí con ella y pronto me hice cargo de lo que pasaba. La guerra! ese dragon de voracidad insaciable, venían pedia carne humana, y ios cai>itanos por ella á nuestra aldea. »En menos de dos horas aquella risueña población quedó como si hubiese pasado la ])estc por ella: los bueyes mugían en los establos estrañando su forzado reposo, las ove- jiiB lanzaban lastimeros balidos dentro del aprisco, las mujeres lloraban sin consuelo, los ancianos hablaban entre sí, y lanzaban tristes miradas al camino en el cual una densa nube de i)olvo denunciaba que algunos pelotones de caballería habían pasado por alli. »Todüs los jóvenes, todos los íiombres fuertes para sostener un arma fratricida, fue- ron arrebatados de la aldea para (¡ne regaran con su sangre generosa los infecundos cam- -( 407 1- pos (le batalla. Gustavo lambieii se fué, solo tuvo tiempo para dejar á Lina en mis bra- zos y decirme;—¡Padre! á vos os entrego la vida de mi vida! velad por ella, y velareis por mi! Con doloroso frenes!, acerqué la cabeza del noble jóven á mi corazón y cubri de lágrimas sus cabellos, en tanto que Lina sin voz, sin Lágrimas, con la mirada estraviada perdió el sentido con la violencia del dolor. Cuando volvió á sentir, sus padres y los de Gustavo lloraron con ella su inmensa desventura. »¡Qué dias tan tristes se sucedieron! lai a!dea jiarecia un cementerio: los trabajos del campo, única industria de aquel lugar puramente agrícola, quedaron poco menos que paralizados; la miseria tendió sus negras alas, el desaliento se fué apoderando de todos ios corazones, y mas de una jóven venia á confesarme sus pecados diciendo con angus- tia:—¡Padre! ¿me castigará Dios porque me (¡uiero morir? »Lina no me decia esto, con el dolor se habla despertado de energia de su alma," y me decía con veemenciar—¡Padre! ¿lis verdad (¡ue si no viene nosotros iremos á buscarle? Yo no quiero que se muera solo, creerla que lo be olvidado y no podria dormir Iranqui- lo en su sepultura. ¿Es verdad que iremos? y al decir esto me miraba de una manera ([ue- me hacia llorar como un niño. »Pasaron tres años y en ese tienrpo Lina perdió á sus padres, y los de Gustavo se hiele- ron cargo de ella; pero ja jóven siempre estaba en mi huerto hablándome de él; parecía un. alma en pena! De aquella preciosa criatura no quedaba vida mas que en los ojos que siempre tenia fijos en mi. ¡Cuánto me decia con aquellas miradas! habla momentos que no las podia resistir, porque sus negras pupilas se convertían en agunas fléchas que atra- vesaban mi corazón. ¡Quién no se angustiaba viendo ei mudo dolor de Lina! porque no hablaba desesperada no, su palabra era tranquila, pero su mirada era desgarradora; «Una tarde vino á buscarme al cementerio, y con el delicado instinto y fina parspi- cacia que distingue á la mujer, aunque yo no le habla contado la historia de mi vicia,, ella comprendió que en aquélla tumba estaba mi felicidad,, y por eso vino á buscarme á ella convencida que en atquel lugar sagrado yo no le negarla nada de cuanto me pidiera. Me miró de un modo que me hizo temblar y me dijo; ¡Padre! Gustavo me llama, yo lo he oido, y en nombre de la muerta que aquí duerme, yo os ruego que vengáis conmigo, ella os bendecirá y Gustavo tanbien. No sé que pasó por mí, no sé que vision luminosa me pareció ver que se alzaba del fondo de la tumba. Miré á Lina como fascinado y le dije: ¡Iremos! En los ojos de la jóven brilló una lágrima de gratitud, y á la mañana siguiente -salittws de la aldea acompañados hasta larga distancia por los ancianos padres de Gus^ tavo. sDespues de mil azares llegamos al lugar donde se habla librado la última batalla, y entre montones de cadáveres y de heridos huscamos á Gustavo, ¡lero inútilmente: al íiii entramos en el campamento donde se hahia improvisado un liospiial y Lina con una mi- rada abarcó aque horrible conjunto, y con la rapidez del deseo la vi dirigirse áun estre- mo de aquel anchuroso recinto y caer de hinojos ante irn herido. Cuando pude llegar junto á ella, me costó gran trabajo reconocer á Gustavo, el cual al verme nie alargó su: diestra buscando la mía, los tres nos unimos en estrecho abrazo y ninguno pronuncio una, palabra: solo Lina hablaba con sus ojos. Gustavo-quería hablar,"pero la emoción lo abo- gaba, y los tres perntaneciinos largo rato en una situación muy dilicil de esiilicar. Las tropas "enemigas que hablan ganado la vicloria, vinieron á incairtarse de los vencidos y á: recoger en carros los heridos. Lina al ver aquel movimiento se apoderó de una mano de Gustavo y me miró diciéndome con su ademan: Yo no le d'ejo. Comprendiendo su heróica resolución, me incliné hacia ella y la dije;—Tranquilízate; no le dejaremos. Le tocó por tin el turno á Gustavo, y cuando" ya fe iban á levantar, el olicial que dirigia aquella tristísima maniobra miró lijamente á Lina y á mi que tratábamos de incorporar á nuestro herido; se acercó mas, rae miró y esclamó con asombro:—¡Vos aqui Padre German! ¿Cómo habéis dejado vuestra aldea? »En breves palabras le cspltqúe la causa que motivaba mi presencia en aquel paraje,, y él entonces me dijo: »—Hace algunos años que os debí la vida; vos sin duda ni me conocéis ni me recor- dais, pero yo nunca os he olvidado, y quiero die algun modo pagar la deuda que con vos. tengo contraída. ¿Qué queréis de mí? »—Que me deis ese herido que en breves dias será un cadáver, para que al menos- ella pueda cerrarle los ojos. »Sin dilación accedió á mis deseos, y convenientemente acompañados regresamos des- pues de mil penalidades á nuestra aldea. El pobre Miguel que diariamente salia al cami- no para ver si veníamos, al divisarnos corrió á mi encuentro y me dijo que el padre de, Gustavo había muerto ¡rapresionado por una noticia falsa que corrió de la muerte de su hijo, y de su madre se ignoraba el paradero. Ante arfuel nuevo trastorno hice conducir al herido á mi pobre casa y lo colocaron en mi oratorio, y desde que quedó instalado, comen- zaron para rni unos dias verdaderamente horribles. ));Qué cuadro Señor! ¡que cuadro! Yo lo comparaba con los primeros años de Lina, cuando Gustavo la dejaba sobre mis rodillas, y me decia:—¡Padre! ¡mírela V! bo- nita es! .... ¡Qué diferencia con el cuadro que'tenia ¡qué ante mis ojos! ¡Qué metamórfosis!.... ¡bina no parecía ella! hasta había encanecido. De Gustavo nohav que bablar; delgado ennegrecido, con los ojos casi siempre cerrados, con la boca contraída por abogar gemí- -( 408 )— dos, pero qne si conseguía contener sus gritos, no podía en cambio ocultar la sangre que brotaba á intervalos de su boca; la cabeza envuelta en sangrientos vendajes, los cuales por órden facultativa del médico no podíamos tocar; sin poderle dar alimento porque la liebre lo devoraba; y cuando entraba en el delirio, se partía el corazón al oirle: llamaba á Lina, rae llamaba, blasfemaba; y Lina junto áél, muda, sombría con la mirada siempre lija en el rostro del herido, diciéndome á intérvalos con voz apagada; «¡Cuánto le estamos molestando Padre! pero poco tiempo le queda de sufrir, por- (¡uc Gustavo se irá y yo rae iré con él, porque en la tumba tendría miedo sin mi. Sí, si, yo rae debo irconél, yo sin él no quiero quedarme aquí. Yo no sabia que contestar, la miraba, veía en sus ojos una calma espantosa, un no sé qué que me horrorizaba; lo mira- ba á él, y murmuraba por lo bajo: ¡Señor! ¡Señor! ten misericordia de nosotros; aparta de mis labios este cáliz, y si he de apurar hasta la última gota, dame fuerzas Señor, dame aliento para soportar el enorme peso de mi Cruz. «Gustavo de vez en cuando tenia momentos de lucidez: abría los ojos, miraba á su amada con santa adoración, después se fijaba en mi y decia con amargura:—¡Pobre! ¡po- bre Lina! ¡Padre! ¡padre! ¿Es verdad que no hay Dios? y el infeliz enfermo co- inenzaba de nuevo á delirar, y Lina me decia: ¡Padre! ¡padre! reguemos por él... »iQué dias Señor! ¡que días! me horroriza su recuerdo: ni un momento de reposo ni un segundo de esperanza, sin oír mas que quejas ó imprecaciones, y ver morir á Lina poco á poco. Asi pasamos tres meses, coando una mañana qne yoestabaen la iglesia cum- ¡iliendu con mi obligación, y Lina en el huerto cogía yerbas medicinales para hacer una tisana, Gustavo hubo de levantarse en un momento de fiebre y buscar en su uniforme una pequeña daga, la cual se la clavó certeramente en el corazón, sin muía proferir ni un gri- to, pues Lina oyó. .A poco entramos en la habitación Lina y yo y al acercarnos á la cama, ¡qué es¡)ectáculo Dios mió! no lo podré olvidar jamás: Gustavo estaba con los ojos desmesuradamente abiertos, la boca contraída por una amarga sonrisa, en su mano iz- quierda tenia los vendajes que se había arrancado de la cabezal y la daga la tenia clava- (la en el corazón. Lina sin preferir una queja cerró piadosamente sus ojos y al querer arrancarle la daga esperimenló una violenta sacudida y lanzó una estridente carcajada, que siempre resonará en mi oído: después se levantó, se abrazó á mi, y durante cuarenta y ocho horas no hizo mas que reír presa de terribles convulsiones. En"aquellas cuarenta y ocho horas, agoté cuarenta y ocho siglos de sufrimiento. ¡Qué agonía! ¡qué angustia! ¡qué suplicio! no hay frases qiie puedan describir mi horrible tormento! Al fin resonó la carcajada poslr ra, por un momento sus ojos se iluminaron con un rayo de inteligencia, estrechó mis manos tierniimente y reclinó su cabeza en mi hombro' del mismo modo que lo hacia cuando niña; y yo aterrorizado permanecí no se cuanto tiempo inmóvil, petrifica- (loante tan inmensa desventura «En la tarde de acjuel día todos los habitantes de la aldea acompañamos al cementerio ios cadáveres de Lina y de Gustavo regando la tierra de su fosa cou lágrimas de amor. Los enterré junto á olía, al lado del ióolo de mi alma, y todos los dias visito las dos tura- bas esperimeutando encontradas sensaciones. «Cuando me postro en la huesa de la niña de los rizos negros mi alma sonríe, parece que mi ser adquiere vida, y una dulcísima tranquilidad se apodera de mi mente; mis ideas en ebullición continua, en vértigo constante, pierden su dolorosa actividad, y algo puro, suave, y risueño viene á acariciar mis sentidos; mis ojos se cierran, pero si mi cuerpo se siente dominado por el sueño, mi espíritu vela y se lanza al espacio, y la veo á ella, hermosa y sonriente que me dice con ternura:—Termina tu jornada, sin impacien- cía, sin fatiga, calma tu intimo afan, que yo te espero, y á los dos nos espera la eterni- dad!...... y me des¡)iérto ágil y lijero, fuerti!, lleno de vida, me levanto, beso las flores que cre.ceu lozanas sobre los restos de su envoltura, y csclamo alborozado: ¡Señor! tú eres grande! ¡tú eres bueno! ¡tú eres omnipotente porijue es eterna la vida de las almas, como eterna es tu divina voluntad! jDespues rae detengo eu la tumba de Lina y Gustavo, y me siento lestar poseidode un ma- inesplicable: le veo á él, frenético, delirante, rebelándose contra su destino, rom- piendo violentamente los lazos de la vida, negando á Dios en su fatal locura; y á ella poseída del mismo frenesí riéndose con terrible sarcasmo de la muerte de su felicidad, drama y en este espantoso, en esta horrible Irajedia, hay la fiebre de la pasión al grado máximo de la llegada locura; hay el fatal egoismo del hombre, porque Gustavo se mató para no sufrir mas, convencido por el esceso de su dolor, que su herida era incurable; dudó de la misericordia de Dios para el cual nada hay tin habría imposible, porque quién sabe si al se curado! No tuvo en cuenta el dolor inmenso de Lina, el todo 409 el jugó por lodo, —( )— quizo en su insensatez poner iin á lo que tin no tiene y la Lina herida desgraciada en la fibra mas sensible también se olvidó de Dios y de mi; en nada tuvo ni su fé cristiana ni mis cuidados, ni mis enseñanzas ni mi amor, solo en su última mirada cía pare- que me pedia perdón por la honda herida que dejaba en mi alma, herida tan da profun- que no podrá cicatrizarse en la tierra «Ella y él se entregaron en brazos de la do desesperación; por eso en su tumba yo nopue- sonreír; porque sus sombras atribuladas deben buscarse la una á la otra; durante algun y tiempo no se verán, por que es delito grave el quebrantar él de la ley. Todos cumplimiento los dolores son merecidos, todas las agonías justificadas, y el mente que violenta- rompe los lazos de la vida, despertará entre sombras. ¡Feliz el espíritu que sufre resignado todos los dolores, porque al dejar la tierra cuán hermoso será su despertar ! »¡Séres queridos! jóvenes que soñasteis con un porvenir de amor! almas enamoradas que yo tanto he amado! ¿Dónde estáis?¿Porqué habéis dejado vuestra blanca casita? habéis ¿Por- qué abandonado á los pobres pajarillos que recibían el pan de vuestra mano? ¿Por qué habéis olvidado al solitario anciano qué á vuestro lado sentia el dulce calor de la vida? ¿Por qué os habéis ido? )j¡Ayl se fueron porque la guerra, esa hidra de cien cabezas, esa hiena furiosa tenia sed de sangre y hambre de juventud y hombres fuertes que sostenían el lante de ancianos paso vaci- sus padres, corrieron á hundir en la tumba el progreso del porvenir, la esperanza de muchas almas enamoradas. ¡Oh! la guerra! la guerra! tiranía odiosa de la ignorancia! tu conquistas un palmo de tierra con la muerte de millones de hombres. «¡Derechos de raza! feudos de linage! ¡poder de la fuerza! vosotros desapareceréis porque el progreso os hará desaparecer! La tierra no tendrá fronteras porque será una sola nación! Este derecho brutal,, esc ódio al estrangero tendrá que estinguirse. decir ¿Qué quiere estrangero? ¿No es un hombre? ¿No es un hijo de Dios? ¿No es nuestro her- mano? ¡Oh! leyes y antagonismos terrenales! ¡Oh! bíblico Cain! cuántos Caines has deja- do en la humanidád! Señor,»perdóname si algunas veces me hace feliz la idea de abando- nar este fatal destierro. I'erdóname si cuando mi cuerpo fatigado cae desfallecido te pre- gunto con melancólica alegria: ¡Señor! ¿llego mi hora? Los hombres de este muiido con sus ambiciones, con sus leyes tiránicas me aterran. La flor de la felicidad no abre en la tierra y yo deseo aspirar su perfume embriagador: yo deseo una familia dulce, amorosa, y en este planeta tengo mi hogar en un cementerio. «¡Lina! ¡Gustavo! y tú, alma de mi alma! la niña pálida de los rizos negros! ¡es- pirilns queridos! no nie abandonéis! dadme aliento, mi acompañadme en el último tercio do jornada! Los ancianos somos como los niños, ¡nos asusta tanto la soledad! v ¡Qué alma tan grande y tan buena es la del Padre German! ¡Qué interés tan verdade- ro sentia por cuantos le rodeaban! ¡Qué amor tan puro sentia su espíritu! él hizo suyas las penas de los demás, él practicó la ley de Dios; él cumplió fielmente con su deber. Ííendi- gamos su memoria y pidamos á los buenos espíritus que nos ilumine, que nos inspire para que podamos escribir algun dia sus impresiones al dejar la tierra. ¡Oh! sí, Padre German; envuélvenos con tu fluido y trasmite á nuestro pensamiento las sensaciones que esperimentaste al dejar tu aldea, que si en la tierra era tan puro tu sen- timiento, ¡cuánto más deberás sentir ahora contemplando las maravillas debe atesó- rar el Infinito! que Si logramos interpretar tus pensamientos, si conseguimos recibir directamente tus inspiraciones, la mas profunda gratitud nos hará esclamar: ¡Bendita, bendita sea la ele- mencia de Dios, que concede á los ciegos de la tierra los espléndidos rayos de la luz! AmaluDomíngo y SoLEn. f -( 410 )- A UN ESPÍRITU. De profunda gratitud En su Yo gran henchida laboratorio. tengo mi alma, Sin ese infierno irrisorio Y de honancible calma Que la Disfruto forjó dulce teología. quietud. Que rechaza el alma mía Si agradecer es virtud, Lo mismo que el Yo purgatorio. esa virtud la paseo, Y hasta me figuro »Quiero el Dios de la verdad: y creo Que ella el le atrae adonde Quiero Dios de la estoy, razón, Y Pues donde la quiera regeneración que voy Tú sombra De esta pobre siempre la veo. humanidad; Quiero que la sociedad ¿Es que te acercas á mí, Moralice sus O costumbres; es que te voy yo á buscar? Quiero las muchedumbres Es difícil que esplicar Elevan su Lo está sentimiento, que pasando aquí. Y contento De continuo tengan paz y pienso en tí, sus T miro Bajo tus pobres techumbres; ojos fijos En los pobres, que cual hijos »Quiero que el rico le dé Al Los mirabas y decías; pobre su protección, «Yo haré halla mas dulces sus días Que verdadera union Con mis cuidados Entre la luz la prolijos.» y fé; Realizar cuanto soñé Y lo cumpliste, pues fuiste Es mi anhek) es mi Alivio de los afan; cuitados, y Todos mis cálculos van Y á enfermos abandonados A este á El remedio le ofreciste. punto, conseguir: Que el vivir ¡Cuánto, cuánto bien pobre hiciste! pueda Sin nunca faltarle el ¡Y pan.» con que anhelo lo hacías! Esto ¡Gozabas! te complacías siempre repetías. En el Muchas veces te prodigar consuelo. escuché. Cifrándose Tu desvelo sentimiento tu admiré, Y En difundir .soñé en alegrías! mejores dias; Porque á los ¡Alma pobres grande! ¡alma cristiana querías. En sus dolores Donde anidó el sentimiento! pensabas De su vida te cuidabas. Fijando tu pen.saraiento Con un afan tan En la gran miseria profundo, humana; Que yo creo que ni un Pensastes en el mañana segundo De sus penas te olvidabas. De los pobres afligidos, El E.scuchaste sus gemidos, que á los pobres amó, Y al se le ha de comprender ¿Como olvidar?' su afliccioh El Dijiste á tanto tu dar corazón: que supo en cambio «Apresura tus latidos. Algo recogió. Tu recuerdo »Házme tengo sentir yo y correr Tan infiltrado en mi En mente, pos de ios desgraciados Y tu imagen tan Que presente. con los desheredados Que vivo estás mí, Quiero para cumplir mi deber. Y creo que pensaré en tí Quiero yo su amparo ser. No lo dudo, eternamente. Quiero su llanto enjugar. Las deudas Quiero del corazón una esperanza dar Se A los dudan deben con que de creces. todo, pagar, Quiero hallar el modo ¡Fuiste bueno! mereces mejor muy y En De hacer bien justa compensación y progresar. Eterna recordación »Quiero la luz y la fé. De tu afan noble De y profundo; una nueva religion, Recuerdo que ni un Que sea el segundo templo la creación Deje de aclamar tu nombre En la cual yo adoraré Diciendo que fuiste un hombre A su Autor; pues le veré ¡De los mejores del mundo! Amaua Domingo t Soler, AMTOMÏ©. Nací en Cartagena en el año 1807. Hijo de padres muy honrados, aunque pobres, no pudieron darme una brillante educación y resolvieron ponerme á un olicio; pero à mi ninguno me gustaba. Cuando tenia once años, la muerte me arrebató en dos meses á mi padre y á mi madre, quedándome en el mundo solo con nna hermana que contaba siete años. ¿Qué hubiera sido de mi, si Dios, padre tan misericordioso, no me hubiera 411 ayudado con su potente mano? _( )- Un vecino de la calle que tenia una pequeña tienda de abacería, se compadeció de nosotros, y nos tomó bajo su protección, diciéndome á mi, que. el dia que le diera el mas pequeño disgusto me echaría á la calle, y que si quería ser bueno y darle gusto que había de estarme siempre en la tienda, tenerla muy limpia y despachar bien á todos los compradores, procurando que estos estuvieran bien contentos y que no dieran ningana queja de mi. Comprendí tan bien mi triste suerte, que desde aquel día para mi no hubo juegos, paseos, ni diversiones. Yo solo rae busqué la manera de poder estudiar algo, porque me parecía que cuanto más supiera mas útil seria á mi protector: y, ¡qué trabajos tuve que pasar para encon- trar quien me sirviera de maestro! pues como no tenia dinero, no podía pagar á mi profesor. Pero por fin encontré, y Dios siempre misericordioso, la tuvo también de mí; despertó en mi corazón un amor tal al trabajo y al estudio, que no descansaba un sólo momento: Cuamln no había nadie en la tienda estudiaba ó escribía: un fraile de san Diego, me daba lecciones, me enseñó el latín, la Gramática castellana y la aritmética con alguna estension. Al rayar el día ya me encontraba*feentado en la puerta de la iglesia; porque mi Maestro, que se llamaba Fray Felipa, era el primero que decía la misa y yo le hacia de monaguillo. Cuando se acababa la cei-emonia, pasábamos á la Sacristía y allí, me lo- maba la lección propinándome cuando no la sabia una buena porción de pescozones y estirones de orejas. De este modo llegué hasta la edad de quince años, en cuyo tiempo se me mnrió mi bienhechor. Con un hermano del padre Felipe pasé á Valencia, donde con mucho placer pude matricularme y llegué á conseguir tener el título de «Maestro de 1.» y 2.® einseñanza.»,.Pero, ¡cuánto trabajo me costó y cuántas privaciones tuve quesufrir! Daba lecciones á siete señoritas ricas, y apenas con lo que me pagaban tenia para cubrir las primeras necesidades. No es estraño, porque los que teníamos la misión de difundir ía luz del porvenir, eramos unos verdaderos mártires que teníamos por patrimonio el hambre, pues se miraba á los maestros con el desprecio que daba la ignorancia de aque- líos tiempos que aun estaba en embrión la luz de la verdad; pero en fin con tantas con- trariedades tuve que luchar, que hoy me parece mentira que pudiera luchar tanto. A los veinte años llegué á conseguir que me dieran la escuela de un pequeño pueblo. Tenia que enseñar 104 niños, de estos tenia 30 que no me daban nada, otros me, daban 12 cuártos cada mes y los mas ricos de 6 á 7 reales, que junto con 3 reales que me retri- buya el Ayuntamiento se remontaba mi salario á unos 7 reales diarios, con lo cual ape- nas podia cubrir las necesidades mas imperiosas de mi vida. _ A consecuencia de esto, tuve que enseñar á mi estómago á no comer bien mas que tina vez al dia: por la mañana tomaba un poco de pan y agua, y por la noche lo mismo. Así pasé dos años hasta que otro amigo me llamó á otro pueblo mas grande y por su mediación me dieron una escuela dotada con 2 pesetas diarias. Esto para mí fué un en el gran paso: allí conocí á la hija única del otro Maestro que había pueblo, yo me enamoré de ella hasta la médula de los huesos, y ella de mi lo mismo. Poco tiempo después la hice mi esposa, con la cual he sido muy feliz. Como mi suegro era Maestro entonces no habla mas que él y yo en el pueblo y él era ya viejo, le y propuse que juntáramos las escuelas y ayudarnos mútuamente; el cual, aceptó quedando altamente complacido y dándome las gracias cada dia, porque el pobre á mas de su avanzada edad, tenia de en muy poca salud, y á mas, mi suegra tenia escuela niñas, y particular de la escritura, era necesario que su esposo, ó yo le enseñáramos á las niñas porque la pobre apenas sabia para ella: hice á mas que mi esposa se pusiera de ayud,anta con su madre y entre los cuatro quedamos encargados de la instrucción de mas de 300 criaturas de ambos sexos. Así pasaron muchos años en los cuales tenia que multiplicar- me, porque mi suegro había muchos dias que por sus achaques y muchos años no po- dia asistir á las clases y solo tenia que arreglarme con tantos, para lo cual, tuve que es- —( 412 )— tablecer sistemas de enseñanza mi Con la por inventados enseñanza rae he sufrido y que mucho, dieron-grandes resultados. En 40 pero he gozado mil años veces mas. y a meses que he ejercido el cer de la he quitar tenido el primera profesorado, corteza á incalculahle mas de figuraros si hahró 3,000 criaturas de pía- amhos sexos. podido estudiar Ya el corazón de cara de las mis criaturas: podréis discípulos casi á como si fuera leer en un lihro. llegué la Un siempre dia uno de sujetaba mis por su gran viveza el cual discípulos al y en que yo pañado de descubría un una pereza sin limites, tálenlo, acora- viéndose gran pero cual hacia desterrar siempre yo de vigilado para alma la y cargado de su trabajo, lo tiró pereza, se me me el enfureció de tal un tintero, cual dió en la manera, mesa tenia que miento en la me dió que yo un disgusto plataforma. Tal grandísimo, alrevi- pero fué mas placer muchísimo que este mismo mas tico de discípulo grande, el me dió á los la pocos años grande Universidad cuando de fué Madrid nombrado en la catedrá- facultad de oposición; y el dia llegó al medicina, cuya cátedra que decía: pueblo vino busca mía ganó por en Todo, todo lo debo y echándose en mis se á V. brazos mi me todo lo he querido podido Maestro; V. lo del que ofenderle tintero durante mi perdóneme y conmigo á mi en la Escuela. casa sé permanencia V. porque no como dar á mi catedrático. pobre madre Venga un la noticia de que soy todo ¡Con cuanto placer. Dios mió, fui á dar tan liz fué mi grata noticia á su para madre! aquel cuyo recuerdo Que dia tan fe- no se dias borró de mi tos he tenido mente en muchos; mucho De es- vida, porque el pueblo tiempo! en que he la es uno de los que hombres de comparativamente yo pasado mayor parte de mi con su han talento dado á y siempre me han pequeñez, España muchos atenciones. recompensado mis discípulos, con su cariño y También lie tenido muchos de todos disgustos contaré y sinsabores con la pero enseñanza y con la no mas que uno prueba la cual llevé que es algo familia, notable de y la_ mejor que para mi fué una manera gran Era el año que 1854; el cólera pude. morbo se declaró en la España; á los de las primeros mayor parte de casos que se dieron provincias en las el escuelas salir del pueblo recibimos la orden de y pueblo si lo cerrar teníamos esta noticia, por contenta conveniente; cuando di á muy mi me dijo: Pues vámonos todo al esposa ras lo tuvimos Y en listo. Yo campo. efecto, en ho- por mi pocas ■plantas medicinales. parte Mi preparé un peqneño esposa preparó botiquin con en dos bien y compró algunas víveres suficientes y carros arreglados cuatro nos trasl por mi adamos á meses, una el cual venia pintoresca posesión del suegro, de con nosotros, padre lo, mi y la mis esposa, una niña, la criada componíamos yó. comitiva, suegros, el abue- y {Se Antonia concluirá.) Amat de Forbens. PENSAMIENTOS. La instrucción mata la El guerra.—Casfe/ar. que entre joven en buen camino, no le Nunca sabréis dejará quienes aunque llegue á viejo.—Saloman. son vuesti'os Mas vale bocado amigos, hasta un de que caigáis pan con alegría, que la llena deendesgracía.-A^'apo/eon. casa hay si paz—Salomon. regalos en ella no La verdad es el médico y el verdugo del La ignorancia, estómago.—Proverbio aleman. engendra el vicio, la el La tierra pereza, el no produce egoísmo y crimen. para los No ignorantes sino malezas es menester sabio y abrojos.—Jovellanos. ser para saber de Labrusse. que modo se debe obrar: basta ser bueno. La conciencia es el primer libro de moral consultar.—Pascal. que poseemos, y es el que mas debemos Letras sin virtud son perlas en el muladar.— Reflexionar Cervantes. mucho y hablar poco es el gran secreto chinos. para aprender—iüfom/ de los Si dudas de ia justicia de una acción abstente de ella.—Idem. SAN MARTIN DE I'UOVENSALS:—Imprenta de Juan Torrents y Comp.*, Triunfo, 4. -( its )- todas estas virliídes retrnid'as eii iia iionibrc le con.5tituyetx. e» Dios, Cristo fe la verdad; si Dios el planeta tierra, pero no es el Dios de la Creación. fué, fué un para En cuanto á la virgen y á los santos, los espiritistas-racionalis no se ocupan de sm el criterio de los libre pensadores el mas atapsropósito para juzgar historia, porque no es las tradiciones religiosas; la leyenda entra de las por mucho en los anales religiones, y místicas se avienen mal con los deístas racionalistas; pero aquellas mujeres que fábulas una conocimientos, por su limitada inteligencia. sinO'rezan, delanie de por sus escasos à la meditación, si no tienen imagen no saben rezar, sino van á la iglesia no se entregan una confesor no saben como vivir; para estos pobres séres, si tienen buena intención, un beneikiosa: porque la cuestión principal, es religion sea cual sea, les es útil y altamente eldesarrollo de su sentimiento; así es, que entiéndase bien la moralización del individuo, absoluta- no loque decimos, el espiritismo excluye ni anatematiza ninguna religion, ninguna, porque todas son útiles bien mente comprendidas. ideal vivir. ¿No le es de absoluta necesidad alpequeñuelo Cada sérnecesita su para entretenimiento de jugar con sus infancia el agradable juguetes? l'ncs del en su tierna mismo modo el espirilu niño necesita ideales religiosos en armonía oon su inteligencia. si nové una imágen no se acuerda de Dios, le hace falta irremisible- La mujer que salir al figura en un altar para acordarse del Sér Supremo; pero la que al mente ver una escuchando el canto de las aves, y su alma sonríe contemplando á las campo se deleita de ir esta mariposas, y esclama enternecida: ¡Qué grande es Dios! ¿para que lia mujer si adora á Dios en la naturaleza, si; su alma se estacia admirando la á ningún templo, Creación? almas Las religiones, repetimos, son necesarias los espíritus niños,, para his poco» para los dicen que los e,s- pensadoVas, que necesitan andadores; por esto están en un error que falta es- los piritistas no quieren las religiones. A espiritistas racionalistas no les hacen escasos conocimientos sí; porque el saber que los muer— verdad; pero á los espiritistas de ciencia infusa. Nosotros hemos visto á muchas mujeres-es- tos viven, no le dá á nadie la recordamos á una. so<- piritistas que adoran á las imágenes, médiums algunas de ellas, y dejarse magnetizar á de sentarse delante de una mesa námbula muy lúcida, que para este tiene un mantel blanco como un altar, y un crucilijo de ébano, y sin requi.sito que esto? Poca inteligencia de su espiritm, pero no se entrega al sueño magnético. ¿Qué prueba si no está delaiir cambio, una fé sencilla, un amor grande al. símbolo dé la cruz, que en ella, cree que la asistirán buenos de no espíritus. te á Entendedlo bien mujeres, el espiritismo- no rechaza ninguna religion, podéis con- los muertos viven y seguid vuestras prácticas religiosas toda vuestra vida;, venceros que lo nos necesita de religiones, y como caso la no práctico os diremos que ta razón es que aconteció. de Lu- de conocer el espiritismo, nos aíiliamos al protestantismo. Los templos Antes de nuestro espíritu,, muy sin altares ni santos estaban mas en armonía con los ideales tero sin enemigo de todo formalismo Conocimos tarde la doctrina espiritista, y embargo- mas necesitábamos escuchar la voz de su- seguimos asistiendo á la capilla evangélica, porque llevaba el consuelo á- hombre de gran talento, que con sus persuasivas palabras Pastor, ministros de las religiones, por muy. entendí- nuestro angustiado corazón;, pero como los nosotros la dos no pueden salir de quo sean, pequeña órbita que les traza su credo obras mas adelantadas que los tratados de los teólogos, llegó un leíamos y estudiábamos rechazó- al escuchar los razonamientos de aquel adepto de Lutero, nuestra mente dia que convicciones daban más luz a nuestro nuevas espíritu, y viendo- sus argumentos, nuestras té- de conferencias y sus pláticas nuestra imaginación relmtia todas sus que en varias sus la capilla evangélica quediamdo en nuestra memoria un recuerdo im- sis, dejamos de ir á éramos uno- aquel buen sacerdote que nos dijo cuando eu nada creíamos y perecedero para existe! duda es un crimen!. de los séres mas desgraciados de la tierra;—^¡Mujer! ¡Dios ¡Tu ¡Adórele con tus buenas obras! culto religioso? No. Nuestra razón educada nuestro y. pu- ¿Nos prohibió el espiritismo la naturaleza limenlada fué la que nos dijo después de mucho tiempo, que Dios está en y así aconsejamos á las mujeres que es- que debemos adorarle sin formalismo alguno; pues, ej/no perderán el culto á bis vírgenes yálos tudiensin prevención el espiritismo, que por en cambio santos si su espíritu no está dispuesto comparar y analizar, y adquiriiánsí para certidumbre de los muertos viven. Las madres desoladas podrán escu- la dulcísima que las huérfanas Ios-consejos de sus madres, su vida podrá-sér'mu- char la voz de sus hijos, la existencia de las mujeres, creemofr- cho llena de contrariedades mas grata, y siendo tan que merece estudiarse el medio de encontrar algun consuelo. -( 416 )- La L [;z dkl Poiívenir al entrar en el tercer año do 'sn aquí: su misión como es liumildc, la publicación seguirá hslaa es pequeña iiormiga del jeres pobres, lasque tienen espiritismo, las mu- que son trabaja para en este imiiulo mas la miseria que es el penalidades, luchan con negro fantasma porque que trae á las familias muchas Semanalmente horas entrará de La Luz tribulación. en vuestros Amigas mías, bogares, pobres no os entreguéis á la obreras, para deciros: desesperación, l)ios no hijos, trabajad abandona á en vuestro de sus progreso y confiad en él. ninguno Amad a vuestra familia, sed tolerantes con sus no pables rechacéis que son espíritus enfermos, imperfecciones, à los cul- aconsejad á amparad á ios los atribulados, pobres, sed sed buenas, pacientes con los niños, obras. muy buenas, que Dios dá á cada uno según sus Esto le dirá siempre á las mujeres, el semanario espiritista La Luz del Porvenir. Amalia Domingo y Soler. EL VASO DE AGUA. Siempre hemos tenido simpatía por los en los mendigos nos han pobres; pero niños llamado particular, más vivamente la atención. Cuando nuestos se han lijado en ellos, no hemos ojos podido por menos de exclamar: ¡Pobres criaturas!.... paqueóos y ya tienen luchar ¡Tan que con la miseria!.... El hambre, el frió la su patrimonio; ¡infelices! Y y sed, son después de esto, ¿quién sabe si tendrán tami)ien ó si carecerán del cariño maternal padres tan necesario en esa edad?.... Muchas han sido las veces que hemos pensado en esos mentándonos pobres desterrados, la- de no poseer bienes de fortuna para poder aliviar su miseria darles alguna instrucción; así y es, que, en la imposibilidad de realizar nuestro hemos procurado, al deseo, ménos, tratarlos con cariño. Hace algun tiempo que una niña, que á lo mas contaría cinco á nues- * tra años, puerta á pedirnos una limosna: llegó al verla tan compasión pequeñita, nos después do inspiró verdadera y, contemplarla unos momentos, la dimos un niña de lo la besó, dió las poco gracias y se alejó, al mismo pan: dez; tiempo nosotros, al que se comía el verla marchar pan con avi- y sin saber por qué, vertimos una pobre sér y largo rato lágrima estuvimos por pensando en la niña aquel Hanrian mendiga. pasado dos meses próximamente, cuando la niña volvió á nuestra á casa implorar la caridad; pero esta vez traía la cabeza envuelta con un la dimos pan y, después de besarlo, lo trapo: puso en un cestito muy viejo que llevaba: al miró, instante nos y nos pidió un vaso de agua; se lo dimos, y su contenido. —¿Quiéres mas? la apuró dijimos. —No señora, contestó, tengo bastante: Dio» se lo Entonces, la pague. preguntamos qué tenia en la cabeza, á lo nos le dolía mucho: que manifestó, efectivamente, la tocamos que y, tanto la cabeza ccmo las nia las ardiendo sin manos, le- y que apenas pudiera abrir los ojos. — ¡Pobrecila, la dijimos, si tienes calentura!.... ¿No tienes madre?.... —Si señora; se ha quedado abajo y á mí me ha hecho subir á los —¡Válgame Dios pisos. y qué madres! exclamamos: la niña nos adiós, se fué: otros por uiucbos dijo nos- días, y no pudimos apartar de nuestro diosera, la hemos pensamiento á la niña por- que no vuelto á ver mas. Hará cosa de ocho dias, un niño mendigo de unos diez años, vino á vaso de pedirnos un agua: so lo dimos y, sin sabor cómo, pensarnos en la niña enferma, al mismo tienqio que recordamos por haberlo preguntado á los dos, que tanto éste, habían llamado otros de la aquella como en pisos misma-espalera en que vivimos lo sea que fuere, en ninguno habían y, pedido por agua, \ Esto, nos preocupó algun rato; pero olvidando al niñm el recuerdo de la nina se fijó tenazmente en nuestro pensamiento, basta que una voz llena de armónica, dictó las sentimiento, dulce y nos siguientes líneas: \ «Amiga querida; tu vaso de agua me dió la vida y á ti te debo el haber dejado la tierra con menos padecimientos que ios que me esperaban. Cuando tu me viste segunda última por y vez, padecia una fuerte calentura, niendo producida por la miseria, te.- en aquel día una sed horrorosa. Como era tan pequeña, no sabia bien calles las ni dónde encontrar una fuente; así es, que, caminaba A la las ventura, de pedí en agua casas en vez pan, y me contestaban, que muy harta estarla cuando tanta sed manifestaba, dando la casualidad que, á cuantos les dije tenia sed, se burlaroii y me negaron el agua: llegó á tí y tu generosidad, calmó la sed queme abrazaba: —( 417 aquel }- vaso de agua fria con la fuerte calentura que me tal devoraba, mi cuerpo de tnodo descompuso que, puedo decir, abrevió los últimos instantes de mi desen- carnación, puesto que tres dias después, dejé la tierra para habitar mundos ¡Gracias amiga rnia! mejores. pues sin tu vaso de mi enfermedad hubiera sido larga agua, mas y penosa, mientras que así no padecí tanto. »Yo en esa existencia, solo vine á expiar pequeñas faltas y por eso me fui tan pronto, pero á pesar d: todo, fui el blanco de una mujer á mi quien yo creia que era madre, porque ella rne lo decia y porque siempre la habla visto á mi mas ahora, puedo decirte lado; con seguridad que no lo era. »iMi madre, que era muy pobre, murió en el al darme á luz. La titulaba se mi hospital madre, sin serlo, que es una pobre de oticio puede, situándose que recoge cuantas criaturitas con todas en los parages más com- pasión; siendo públicos para inspirar yo una de las víctimas mayor de jLos ocho aquella mujer sin corazón. meses primeros de mi existencia, me alimentó á sus en com- pañía de dos niños mas; el pechos uno era hijo suyo; el otro, como de una mujer enferma, viuda recogido yo y pobre, que después de su alumbramiento, hoy continua el quedó baldada, que en hospital*mal y asistida y descuidada, como casi lodos los ferinos en- pobres que allí se encuentran. Mis compañeros de alimentación, tenían nos meses aigu- mas que yo; pero sin embargo á todos nos amamantaba dos veces al dia, y esto con bastante escasez, dándonos además unas malas avidez á falta de otra al sopas que comíamos con cosa: cumplir los ocho meses, nos niño quitó el pecho al otro y á mí, continuando con su hijo, que era el mas de los tres el menos quería comer: así fui raquítico creciendo y que en medio de la miseria mas rudos espantosa y de los golpes que en mas de una ocasión me prodigaba. sCuando tú me viste, tenia siete años, no lo hacia iba sólita aunque á limosna; si parecía, y ya dos pedir que me daban cuartos, los decia guardaba y entragaba á la que ser mi madre; si me daban el pan ó comida, casi siempre me lo comia camino; esto me costaba por una buena paliza y el ayuno consiguiente; veces me acompañaba y entónces me daba algunas lo mas malo y ella se comia ó se lo mejor; ¡jamás me trató con dulzura, guardaba no me prodigó caricia ni nunca la vi sonreír! ¡Siempre la miseria y los alguna el golpes! niño ¡Oh! si recibir beso supieras cuán triste es de para no un sus inanición padres!... . Casi puede decirse que vive en la y que se atrofia su sentimiento, pues sólo las madres pueden desarrollarlo con esa dulzura tan natural en ellas; porque si bien es verdad corazón, éstas que hay madres sin son las ménos, y la es sensible sabe cuando generalmente, mujer llega á y amar; ser madre, la y ternura se desborda, por decirlo así, en torrentes de amor, eílúvios del alma que son la esencia del cariño las notas armoniosas del sentimiento, y especié de magnetismo moral que, dominando al le hace es- cuchar sonriendo de felicidad los pequeñuelo, acordes purísimos que producen las caricias de los padres. sjAh... nada do esto tuve yo! ïComo era una niña harapienta, nadie me hacia si caso; y los que eran á mi alguna vez se me acercaban, igual era para preguntarme si había escamotearme recogido mucho ó para algo de lo que llevaba: nadie me estaba enferma; nadie preguntaba cuidaba qué tenia cuando se de darme ningún remedio; el único medicamento que me propinaban con interés era la algun empujón limosna, para hacerme correr en busca de tanto si estaba sereno, como si la lluvia caía á torrentes: solo tú acari- ciaste mi rostro, tocaste mi abrasada frente y preguntaste afectuosa qué era lo que me aquejat)a; ma compadeciste, y una lágrima resbaló por tu mejilla, exclamando; «¡Pobre criatura!» »¡Ay amiga mia!.... Tu voz fué para mi espíritu, lo que la luz del dia para el extraviado viajero: mi pobre materia no sabia ni podia expresarte nada, pero si te hubieras fijado en la rápida mirada que tedirigi, si la hubieras comprendido, habrias visto á una alma de fuego llena de un amor profundo, á un preso que busca una salida corazón para yolar en pos del sér que le ama y que, al estrecharlo contra su -( 418 )~ le dice: «¡Bendito seas tú, porque solo á ti inspiré lástima! ¡Bendito, si, porque me quieres con el sentimiento puro del alma y sin interés ninguno! Y ¡bendito una y mil veces, porque en ti he hallado el pan del alma!» ))Si amiga mia, sí; esto quisieron decirte mis ojos, pero que, ni tú lo compren- diste ni yo podia explicártelo entónces. Pero cuando dejé la tierra, en cuanto pude darme cuenta de mi libertad, corrí hacia ti, besé tu frente y te estreché con mis etéreos brazos; pues eras la única que me había acariciado en mi corta existencia y tú no sabes lo mucho que vale una caricia para el infeliz que no ha recibido ninguna. «Quiere mucho á los niños: si son pobres, mucho más, que ellos son la imágen del candor; y á través de una envoltura miserable y desnuda, se oculta, muchas ve- ees, un espíritu lleno de vida y sentimiento; quedos niños mendigos que están en la tierra por pocos años, vienen á dos cosas: á expiar pequeñas faltas, y á escitar la compasión de los terrenales, con el fin de desarrollar en ese planeta el bellísimo sen- timiento de la caridad. «¡Dichosos los saben compadecer á los pobres, porque ellos encontrarán que amor poi todas partes! ¡Bendita tú que supiste darme agua mezclada con cariño acariciando mi rostro sin repugnarte la miseria que me envolvía! ¡Tú hallarás amor por donde quiera que vayas, y cuando dejes la tierra, mil manos amigas estrecharán la tuya con efusión conduciéndote á esas pléyadas de espíritus puros para que goces con ellos de la felicidad que, con tu sentimiento has sabido ganarte desde hace aigu- nas existencias!» ¡Guán helio es conversar con los séres de ultratumba y escuchar sus saludables consejos! ¡.lamás creímos que un vaso de agua dado á una niña harapienta, pudiera mas larde servirnos de tanto consuelo! ¡Noble espíritu; estamos contentísimos de ti por la inmensa gratitud que atesó- ras, y te suplicamos no sea esta la última vez que nos inspires! Comprendemos muy bien que en otras existencias no habremos sido nada com- pasivos, cuando ahora casi tenemos sed de amor y caridad teniendo un especial afee- lo por los desgraciados, tanto, que si nos fuera posible, volaríamos á todas llorasen pos de los afiigidos para mitigar sus dolores. Algunas existencias llevaremos también de sufrimientos, cuando en la presente, apesar de haber sufrido mucho, siempre nos hemos y resignado y preparado para sufrir mucho más. en medio de ¡Loado sea Dios vivir que nos da la suficiente calma para poder tantas contrariedades, porque la resignación, es la antorcha purísima que iluminará nuestro porvenir! CÁNhiuA SANZ. Gracia. [Conclusion.) sitio el amor de Los primeros dias los pasamos muy bien: entre lo recreativo del y al la familia, á la cual, yo he profesado un cariño sin limites, en particular á mi suegro, cual, consideraba como á mi mismo padre, y algunos libros que me habia llevado, me aprecia que en vez de vivir en el campo habitaba en el imaginario Paraiso terrenal; ./' I: LA LUZ DEL PORVENIR 179 "ipTr- :V-. y el tiempo que aquí esper astes ni seduce su hermosura; tan resignada estuvistes. de una afección noble y pura que el tiempo no la consume A tu memoria bendita formé una ñor en mi mente, Es la sencilla espresión, y aunque es humilde el presente efhomenaje bendito de una pobre Margarita. que doy á tu nombre; escrito, há tiempo en mi corazón. Que no embiúaga su perfume Amalia Domingo Soler, Gracia 4 Noviembre 1896. OIE©AI Si tu el Espiritismo conocieras, . -H-. si de Kardec las obras estudiaras, de tu suerte ¡oh mujer! no renegaras ■ y quizás ese llanto no vertieras. V . Tu no sabes cuan grande es el consuelo - ■ que sus revelaciones dan -íl al alma: ellas convierten la inquietud en calma y una paz bienhechora nos da el cielo. No hay lectura más santa ni sublime tan profunda filosofía,fieras moral más ** que una puw no se imprime.. Despreciar tan granjeen fuera desdicha; que es conocerlo la mayor riqueza; sin él, el alma vive en ü pobreza que el oro solo dá una 'felsa dicha. mf- No habrá insensato que al leer no crea en las revelaciones de ultratumba; pues tal es su evidencia, que derrumba todas las religiones, '* to|ía idea. TT El que estudia la esfñrita doctrina que le dá á conocer la madre Ciencia, hasta entonces no vé'SH inteligencia los resplandores de ui^uz4ivina. Imz que arranca la venda de su ojos, y al comprender lo que es Espiritismo, verá que no se amó ni aún así mismo pues caminó cual cieg-g por abrojos. Conocerá el incrédulo su error y que fué en su ignorancia un desdichado: 4 'L-í ■■ /■ 180 LA LUZ QEL PORVENIR y el vicioso, el ingrato y el malvado mirarán su pasado con horror. Ni ya el ateo dudará un segundo que el inmenso vanelo de su ser, j imás podría llenárlo sin saber que morir es naceb en otro mundo. Y doblará el más sabio las rodillas esclamando en verdad que nada sabe; que ante mundo^n fin aquí no cabe imaginar jamás siis maravillas. Y cuando á tí también pobre mujer ilumene esa luz tu oscura mente, la misma no serás* pues nuevamente habrá vuelto tu espíritu á nacer. Y si yo antes que tú, (como presiento), dejo del mundo la^^prisión sombría, evócame; y verás al alma mía acudir á tan grato llamamiento. Y un bien que aquí los séres no conciben, envuelta en tu ñuído gozaré; ¡Evócame Isabel! que yo vendré á revelarte que los muertos viven! María Torrillas Los Barrios, Octubre 1896. La naturaleza es un archivo de sabidurías. La verdad es absoluta cuando es demostrable. La naturaleza es el archivo de las verdades de Dios. La naturaleza es mi evangelio eterno y exacto. Las espinas del hombre son sus vicios. Un grito del alma, es un relámpago hacia Dios. Los grandes pensadores preparan la regeneración de los pueblos. Al niño hay que darle el néctar del cuerpo y la savia del alma. Sembrar las ideas es sembrar los granos de la eternidad. Desprenderse del vicio, es apoderarse de la libertad Cada inteligencia es un proyector eterno. La ciencia humana no ha dado aún la esperanza al espíritu. Las matemáticas eftsefian el espíritu de la naturaleza. El alma es una luz etejna que no ocupa sitio en el espacio. lEl espacio es el archivo de las arcl^*toorias. .¿Qué es la razón? un eterno . No se va arriba, descuidando lo de abajo. Pensar es la eterna vida del espíritu. Un alma sin Dios no es verdad. La oración del alma no tiene len^aje. Mientras existan pasiones habrá lágrimas Imp. de la Vda. de G. Campins Sta. Madrona, 8 y 10.—GRACIA.