^HISTORIA DE LOS BARROS VI- DRIADOS SEVILLANOS DESDE SUS ORÍGENES HASTA NUESTROS DÍAS. POR EL LICENCIADO JOSÉ CESTOSO Y PÉREZ. OBRA PREMIADA EN CON- CURSO PÚBLICO POR LA REAL ACA- DEMIA DE LA HISTORIA. AÑO SEVILLA HISTORIA DÉ LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS DESDE SUS ORÍGENES HASTA NUESTROS DÍAS H Cû ■ ^ HISTORIA PE EOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS DESDE SUS ORÍGENES HASTA NUESTROS DÍAS POR JOSÉ GESTOSO Y PÉREZ Profesor por oposición de Teoría é Historia de las Bellas Artes en esta Escuela de Artes é Industrias y de Bellas Artes. Correspondiente de las Reales Academias de San Fernando y de la Historia. OBRA PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA EN EL CONCURSO GENERAL PÚBLICO PARA ADJUDICAR EL PREMIO DEL SEÑOR BARÓN DE SANTA CRUZ EN 1902 ENRKJUECIDA CON NUMEROSOS FOTOGRABADOS SEVILLA Tipografía La Andalucía Moderna , calle Sauceda núm 11. 1903 ES PROPIEDAD. Queda hecho el depósito que marca la ley. A MR. ARCHER MILTON HUNTINGTON ILUSTRE HISPANÓFILO AMANTÍSIMO DE LA BIBLIOGRAFÍA Y DE LA HISTORIA. INFATIGABLE EN PROCURAR LOS AUMENTOS DE AMBAS CIENCIAS PARA PROVECHO DE LOS ESTUDIOSOS. ESPLÉNDIDO PROTECTOR DE LAS ARTES Y DE LAS LETRAS. DEDICA ESTA OBRA EN TESTIMONIO DE SINCERA GRATITUD, DE CONSIDERACIÓN Y AMISTAD SU AUTOR JOSÉ GESTOSO Y PÉREZ. î- if'- «SSi^ ivAi tt * ' -'. . . -s ■ -t. W < ; . ADVERTENCIA PRELIMINAR La historia de los Barros vidriados sevillanos^ abarca límites tan extensos, entraña tal importancia y es de de tanto interés para ceramistas y ceramófilos, que una vez apreciadas tales circunstan- cias, cada una aisladamente en su justo valor, no vacilo en decir con toda sinceridad que la presente obra, no es más que un ligero y defectuoso boceto del gran cuadro, que pluma no indocta co- mo lamía, trazará, á no dudarlo, en plazo próximo para satisfacer las justas exigencias de los eruditos, y sobre todo, las de la ense- ñanza artístico-industrial, que cada día ha de adquirir mayor de- senvolvimiento, dados los derroteros abiertos para facilitarla, des- de hace algunos años. Bien sé, que todavía queda mucho por decir, ya en la parte técnica como en la histórica, que habré incurrido en errores, que el plan de mi obra será defectuoso; pero: ¿no ha de servirme de disculpa para los que me censuren, el considerar que he sido el primero que ha penetrado en el desconocido y oscuro campo de una industria cuyos orígenes y caracteres de su singular desenvol- vimiento permanecían por completo ignorados? Falto pues de antecedentes escritos, he tenido que interrogar á los monumentos y objetos mismos, acudiendo á la olvidada documentación de nuestros archivos; no satisfecho aún, vistiendo la blusadel obrero, he practicado en los alfares trianeros, para satisfacer así los impul- sos de la afición y del entusiasmo que he tenido en procurar el fomento de un arte industrial, que ya hoy ha alcanzado extraordi- nario auge, y deberá alcanzarlo mayoi, el día que nuestros cera- mistas se convenzan de que no existe progreso sin estudio y que con este han de ver ensanchados sus horizonres hasta unos límites que, actualmente, ni sospechan siquiera. Por ventura: ¿la fabrica- ción de los barros vidriados se concreta á los azulejos y á la vasi- jería, tan solo y de la manera como hoy se entiende? Ciertamente que no. Sus numerosas aplicaciones hacen extensivo su dominio no solo al moblaje, sino á la decoración arquitectónica, ya religiosa, ya profana, campo amplísimo en el cual todavía ni se ha intentado pe- netrar. Más de veinte años hace que venimos contribuyendo á la restauración de tan hermosa rama artístico-industrial, teniendo la satisfacción de que nuestros esfuerzos no han sido estériles; antes por el contrario, hoy el nombre de la cerámica trianera goza de crédito envidiable y sus productos son conocidos y estimados dentro y fuera de España. Ahora bien, realizado este segundo re- nacimiento ¿permanecerá estacionada ó seguirá la ley ineludible del progreso.^ Fácil creemos la respuesta. Si nuestros fabricantes se convencen como antes dijimos, de que sin la instrucción no hay adelanto posible, lo conseguirán; si por el contrario continúan por el rutinario sendero que hasta aquí, quedarán paralizados indéfini- damente. Para conseguir el adelantamiento en esta industria es indis- pensable que patronos, artífices, pintores decoradores y cuantos se ocupan en la fabricación cerámica estén familiarizados, por lo menos con el conocimiento de la historia general del arte, y con la particular de esta industria artística en Sevilla, donde existen tantos y tan excelentes modelos en que inspirarse; no olvidando que vale más la copia fiel de cualquiera de aquellos, que aspirar á la realización de composiciones originales sumamente expues- tas á lamentables extravíos. A los ceramistas, pues, corresponde poner de su parte la adquisición de conocimientos, así como á los gobiernos propor- cionarles la facilidad de obtenerlos. Ahora que nuestros gobiernos se han persuadido de la ne- cesidad de fomentar la restauración de nuestras industrias artísti- cas, puesto que son inagotables fuentes de riquezas, á ellos toca en primer lugar poner los medios para alcanzarla; y Sevilla debe exigirlo así. Las importantes fábricas cerámicas de La Cartuja y de San Juan de Aznalfarache, las de los Sres. Mensaque y Soto, Jiménez Hermanos, Ramos Rejano y Viuda de Gómez, ocupan miles de operarios, que son los llamados con sus patronos á rea- lizar el adelanto que se reclama. Para ello es indispensable crear centros docentes donde acudan, y promover la enseñanza por cuantos medios se estimen oportunos. De lo contrario, posible es que volvamos de nuevo á otra decadencia. Después de lo dicho, el lector juzgará cómo hemos realizado nuestros propósitos, y desde luego acatamos su inapelable fallo, Sevilla 15 Noviembre 1903. CAPITULO I SUMARIO PRELIMINARES.—BARROS VIDRIADOS —ANTECEDENTES IIISTÓRI- COS.—EDAD ANTIGUA.—SU APLICACIÓN Á LA ARQUITECTURA Y 1 LAS NECESI- DADES DE LA VIDA — EGIPCIOS. — CALDEOS.—ASIRIOS.—FENICIOS.— PERSAS. GRIEGOS.—ETRUSCOS.—ROMANOS — VISIGODOS. NTRE las manifestaciones del tra- bajo humano que revelan de una manera más evidente el grado de cultura de los pueblos antiguos y modernos, ocupan lugar preferen tísimo todas aquellas que fueron producto del ingenio, de la obser- vación, de la perseverante labor y de la singular habilidad de oscuros -xp—ro—T?»—° * ' y artífices, que ora manejando los metales, ora la madera, ó los mármoles, ora los barros ó vidrios y las materias textiles, contribuyeron, no sólo á satisfacer los me- nesteres de la vida, sino los caprichos y exigencias del más refi- nado lujo, uniendo lo bueno con lo útil, lo bello con lo necesario y auxiliando eficacísimamente, como complementos accesorios, á la realización del ideal arquitectónico concebido por soberanos ingenios. Á través de la lenta labor de la humanidad, en el transcurso de centenares de siglos, si con la imaginación nos remontamos á 2 BARROS VIDRIADOS los tiempos protohistóricos, y después de sorprender el origen de la industria cerámica seguimos poco á poco su desenvolvimien- to: ¿cómo no admirarnos de los esfuerzos que revelan cada uno de los insignificantes adelantos que el hombre fué conquis- tando paulatinamente, fruto de su poderosa inteligencia, de sus observaciones y de su constancia, hasta llegar á la maravillosa perfección de que hoy podemos envanecernos? (i) Las capas superficiales de las tierras délos pantanos levantadas por sus bordes, al evaporarse las aguas, por el calor del sol; la impresión en la arcilla húmeda de las desnudas plantas de los pies del hom- bre primitivo, fueron, tal vez, los primeros chispazos de una re- velación, de la cual no tardaría en obtener prácticos adelantos, al aplicar á las necesidades de la vida el resultado de sus obser- vaciones. Toscas manos moldearon la arcilla; los rayos del sol y el Figura I.—Alfarería neolítica de El Acebuchal, Carmona.—Colee. Bonsor. calor del fuego dieron consistencia á variadas piezas de vasijería y á indispensables utensilios, con los cuales enriquecióse el me- naje de la caverna ó de la choza, dejando en aquellos productos (i) «La más antigua quizá, de todas las industrias, es la del alfarero; en Occi- dente, entre los restos que indican la presencia de los primeros grupos humanos, de aquellos que vivían ocultos en el fondo de las cavernas ó suspendidos encima de las aguas lacustres, encuéntranse los restos de alfarería grosera, trabajada con las ma- nos, ó solamente secadas al sol ó en la proximidad del hogar.» Perrot y Chipiez: Hist, de l'Art dans l'antiquité. Tomo I, Egipto, pág. 8i8. antecedentes históricos 3 indelebles muestras de su intuición artística, ya por medio de la impresión de sus dedos, ya valiéndose de un estilete ó aguzado pedernal, con cuyos • Fig. 2. —Alfarería neDlídca de El Acehishal dolos COn hojaS, flo- Carmona.—Colee. Bonsor, y (jg hom- realizad^ ' "ji , dado , precisar, pero, que, por /^z^.j.-Alfarería neolítica de m • / • Carmona.—Colee. Bonsor. fuerza, puede atribuirse á tiempos muy remotos, porque ya en los monumentos egipcios vemos grá- ficamente representados á los artífices ceramistas, usando de la sencilla y útilísima máquina, la cual primero manejaron sola- (i) Perrot y Chipiez. Op. cit. Tom. I. Egipto, pág. 815, 4 BARROS VIDRIADOS mente con las manos, y más tarde, ayudándose simultáneamente con los pies, de los cuales se servían para transmitir el movi- miento desde la rueda inferior al platillo destinado á recibir la masa del barro, (i) De- bien trazar en su ^—Alfarería neolítica de El Acebuchal exterior zonas ho- Carmona.—Colee. Bonsor. rizontales perfec - tas. Valiéndose, pues, de sus manos lo mismo que los alfareros (i) El Egipto de las primeras dinastías, dicen lôs Sres. Perrot y Chipiez, al tratar de la cerámica de los pueblos primitivos, estaba ya bastante más adelantado, como es fácil comprobarlo, examinando los vasos encontrados en los mastabas; sabía ya servirse del y torno, á fin de dar á aquéllos formas regulares; y sí para sus ladrillos encargaba al sol el cuidado de secarlos y de endurecer la arcilla, las vasijas, propiamente dichas, son cocidas y muy bien cocidas, pasando por el horno. Los egipcios tenían por todas partes á discreción una excelente arcilla plás- tica, así es, que, se servían de la tierra cocida, como los griegos y los italiotas, en muchos casos, en los cuales, nosotros empleamos el vidrio, la madera ó el metal No insistiremos sobre la alfarería común: está representada en las más antiguas tumbas de las necrópolis de Memfis por numerosos vasos de una tierra rojiza ó amarillenta; aunque desprovistos de todo vidrio, sus espesas paredes retienen bien el agua Más tarde, muchos de estos vasos sin vidrio fueron decorados con el pincel, pero, no enviados después al horno. El color no tuvo, pues, ni brillantez, ni solidez, y los dibujos continuaban siendo muy sencillos.» Perrot y Chipiez; Op. cit. Tom. I, Egipto, pág. 819. ANTECEDENTES HISTÓRICOS 5 contemporáneos, produjeron formas tan elegantes como capri- chosas, bastándoles para obtenerlas, la mayor ó menor presión de sus dedos, con los cuales hacían bajar ó subir la masa, ora alargándola, ora deprimiéndola á medida de su voluntad, (i) Si desde las primitivas edades, atravesando un período de siglos, cuyo grado de civilización no puede precisarse, (2) conti- nuamos estudiando el progreso de esta importante industria artís- tica, ha de maravilllarnos el considerar, cómo nacida de tan hu- mildes orígenes, llegó el hombre á perfeccionarla, hasta obtener el grado de florecimiento con que lo mismo en la antigüedad que enel presente se nos manifiesta, pudiendo aceptar, sin reparo, la frase de un escritor contemporáneo, cuando dice que t Escribir el proceso de la cerámica, equivale á narrar la historia de la huma- nidad. » (3) Y sin embargo, séanos lícito consignar en este mo- mento, la indiferencia y el desdén, por no decir menosprecio, con que ha sido considerada, casi hasta nuestros días, especialmente, por los críticos de arte, los cuales, si alguna vez se detuvieron ante obras cerámicas, hiciéronlo muy de pasada, desconociendo toda la excepcional importancia de sus bellas y múltiples apli- caciones. Un ilustre ceramófilo extranjero (4) dice á este propósito. « Los materiales se acumulan, pero, el coleccionista se encuentra, frecuentement^e, detenido por su mismo número: muchos de los opúsculos consagrados á una monografía local, que vieron la luz pública en corto número, llegan prontamente á hacerse raros (1) La más antigua representación conocida del torno del alfarero, es la que nos ofrece una pintura de Beni-Hassan. S. Birch. History of ancient pottery. London 1873, págs. 33 y 34. (2) Á pesar de la abundancia de documentos, muchas lagunas existen toda- vía en la historia de la cerámica » Garnier. Introducción á su Histoire de la Ce- ramiyue Y no obstante (añadimos por nuestra parte) las fructíferas investigació- nes de los ceramófilos, los descubrimientos efectuados, y los muchos trabajos que se han impreso en los últimos 20 años, no por eso dejamos de hallar aquellas lagu- nas, que hasta ahora no pueden llenarse. (3) García Llansó. La Cerámica. Barcelona 1897. (2) Gasnault. Prólogo á la obra de Garnier Histoire de la Ceramiq^ucy Tours, 1SS2. 6 BARROS VIDRIADOS é imposibles de encontrar; en fin, hay que decirlo; algunas de es- tas producciones tienen un valor dudoso. Es preciso, pues, que de vez en cuando, un espíritu discreto, experimentado, erudito, se encargue de ordenar este caos, de pasar revista á todas las obras dispersas, resumiéndolas, condensándolas, completándolas, y sobre todo, de enmendarlas y de comprobar todos lós descu- brimientos más ó menos auténticos, todas las opiniones, general- mente atrevidas, de separar, en una palabra, el buen grano de la cizaña, á fin de presentar al público estudioso un cuadro ver- dadero y tan completo, como es posible, en el estado actual de la ciencia cerámica. » No puede desconocerse la verdad de las ante- riores afirmaciones; y es evidente, que si la realización de una obra de tal índole tiene que ser tan lenta como penosa,' contando con verdadera riqueza de datos, claro es, que sube de punto la dificultad, Quando en un caso, como el de redactar la historia particular de la cerámica en una región española, nos encontra- mos envueltos en profunda obscuridad, por faltarnos noticias que nos puedan servir de segura guía. Pero, dejando aparte estas consideraciones, que más adelante habrá ocasión de ampliar, en- tremos en el ligerísimo estudio de la aplicación de la cerámica vi- driada en colores á los más antiguos monumentos arquitectónicos. La historia general del arte nos demuestra, evidentemente, el grado de apogeo que alcanzaron los pueblos orientales en todas las manifestaciones artísticas, revelando en ellas, de una manera singular, las titánicas energías de su espíritu. No solo la grandeza y la robustez, sino el más depurado sentimiento artístico, vese re- Üejado en las imponentes ruinas que explora el arqueólogo inves- tigador con decidido entusiasmo, y merced á descubrimientos fe- lices, podemos afirmar que los más antiguos pueblos conocieron y apreciaron en todo su valor, la importancia de la policromía aplicada á las colosales y gigantescas fábricas, lo mismo religió- sas que profanas, valiéndose de la cerámica vidriada en colores, en todas cuantas ocasiones juzgaron convenientes y oportunas. Egipcios y asirios, caldeos y persas, revistieron los muros de sus grandiosos monumentos con ladrillos y placas de barro cocido, esmaltados de brillantes colores, formando composiciones, en las ANTECEDENTES HISTÓRICOS 7 cuales resaltaban imágenes de hombres y de brutos, de plantas y de flores, cuyos vivísimos tonos, hábilmente combinados, produ- cirían el efecto más rico y artístico, como aún puede sospecharse, por el que hoy nos causa la contemplación de los grandes frag- mentos custodiados en los museos de Europa. Y sin embargo, aquellos pueblos cuya cultura y civilización deslumhran, que co- nocieron magistralmente la aplicación de las substancias vitrifica- bles, empleándolas en los vidrios y en los barros (i) para el ornato (i) Las necrópolis egipcias suministran en abundancia figurillas funerarias de las llamadas respondientes, hechas de una tierra blanca, de aspecto arenoso, re- vestidas de un barniz vitrificado, en que la tinta es ya de verde pálido, ya de azul celeste muy dulce. La misma técnica fué aplicada á la decoración de la loza En realidad hay que reconocer en ellas verdaderas tierras barnizadas en las cuales, la técnica es debida en parte á la industria del vidriero. Llevan en sí dos elementos muy distintos: una pasta blanca arenosa, trabajada por el alfarero, y un barniz vitri- ficable, compuesto de sílice y de sosa adicionados de una materia colorante, que toma con la cocción el aspecto y consistencia de un esmalte.» Rayet y Collignon. Hist, de la Ceraftiique Greccgne. Los Sres. Perrot y Chipiez, hablando de la Cerámica egipcia, se expresan en estos términos: «Lo que merece más atención es otra especie de alfarería, en la cual, el arte tiene más importancia: queremos hablar de la que es conocida bajo el nom- bre de porcelana egipcia. Este término es inexacto: deberían más bien llamarla loza egipcia. Está compuesta de una arena blanca, ligeramente fundida, recubierta de un vidno de esmalte colorido, hecho de sílice y de sosa, con la agreg'ación de una ma- teria colorante. Ha sido cocida con bastante cuidado, para soportar, sin daño, la alta temperatura del horno para porcelana. Fabricaron de esta manera vasos de diferen- tes especies: tejas esmaltadas, estatuitas, figurillas funerarias, pectorales y otros adornos de tocador, perlas para collares, amuletos, escarabajos y anillos. Los vasos son, por lo general, de color azul ó verde manzana. Un número muy escaso entre ellos, está adornado de figuras de hombres ó de animales, siempre tratados de una manera puramente decorativa. Todavía no se ha encontrado un vaso en que haya sido representada, como sobre los vasos griegos, una escena que tuviese una signi- ficación; no ofrecen ningún asunto, nunca verdadero cuadro. Lo que más á menudo se encuentra, son ramos de loto que se abren alrededor de un motivo central. Á ve- ees, las flores de loto combinadas con símbolos, tales, como el ojo místico. Los di- bujos se destacan en negro sobre el fondo y están producidos por medio de un es- malte obscuro depositado en un trazo rehundido El azul de que están recubiertas, las más bellas de estas piezas, ha conservado, generalmente, una transparencia y un brillo, que hoy no se sobrepujaría. Encuén- transe más raramente vidrios amarillos, violetas y blancos. Los geroglíficos graba- dos sobre muchos de estos pequeños monumentos, prueban que esta fabricacióu hallábase en plena actividad bajo las tres grandes dinastías tebanas, y continuó bajo las de los saltas, los Ptolomeos, y quizá más tarde.» Hist, de Varte dans l'antiquité. Tom. I. Egipto. Págs. 820 y siguientes. 8 BARROS VIDRIADOS arquitectónico, no parece, en cuanto á las tierras cocidas, que la hicieron tan extensiva á la vasijería, pues, ciertamente, no son co- muñes los ejemplares hasta ahora descubiertos, que figuran en los museos y colecciones de particulares procedentes de las tum- bas antiguas ó de emplazamientos de ciudades tan importantes como Tebas, Menfis, Nínive, Babilonia, Susa, Khorsabad, etcé- tera. Por-lo que respecta al Egipto, podemos citar como ejemplar curioso, un fragmento de ladrillo vidriado de verde malaquita, y con los contornos de las figuras negros, que clasificado como ob- jeto procedente de las últimas dinastías, tuvimos ocasión de verá fines del año 1900, en la vitrina primera de la derecha de la sala histórica S del Museo del Louvre. No es posible, repetiremos, que á la vista de piezas vidriadas, tales como el hipopótamo de la dinastía XI encontrado en Dra-Abu-l-Neggah, en la tumba de Antef, y que se conserva en el Museo de Ghizeh (i) y la que mencionan los arqueólogos y ceramófilos, de una de las pirámi- des de Sakkara, y ante los objetos procedentes de las manufac- turas tan antiguas establecidas en Tell-el-Amarna, en Touna, cerca de Mellani, y las que, probablemente, florecieron en las cercanías de Menfis, y la de Naucratis, pueda caber la menor duda de que los alfareros que supieron manejar el barro tan hábilmente, y que los artífices que conocieron el uso de los productos minerales vitrifica- bles (2) no hubiesen extendido su aplicación, lo mismo á las vasijas (1) Dr. D. Fouquet. Contribution d Vetude de la Céramique orie7itale. El Cai- ro, 1900. (2) «La industria del vidriero tiene estrechas relaciones con la del cera- mista. No se sabe á cual de las dos atribuir preferentemente los productos que he- mos estudiado bajo el nombre de loza egipcia ó de tierra esmaltada. Por la materia que constituye el cuerpo son tierras cocidas; por la delgada capa de esmalte que lo recubre y que colora la superficie es vidrio. La cuestión tiene, por otra parte, poca importancia; lo que es necesario, no perder de vista, es, que la industria del esmal- tador supone la del vidriero. El esmalte siendo hecho de un polvo de vidrio molido, entra en fusión por un fuerte calor, incorporándose al objeto sobre el cual se ha de- positado, lo reviste de un vidrio casi indestructible.» Más adelante, continúan los mismos autores. Los verdaderos inventores del vidrio son los egipcios. Esta fabrica- ción procede, quizás, en Egipto, desde el antiguo imperio. En todo caso hallábase en plena actividad en los tiempos del primer imperio tebano, cuando las naciones feni- das no habian aún nacido, ó que por lo menos, no tenian ninguna importancia.» Perrot y Chipiez. Op. cit. tom. I, págs. 732 y 33. ANTECEDENTES HISTORICOS 9 ordinarias del menaje doméstico, que á otras piezas de lujo ó adorno para la casa. El eminente egiptólogo Mr. Gaston Mas- pero (i) cita varios ejemplares de alfarería vidriados de diferentes colores, amarillo, rojo, violeta, gris y azul, consignando, que la fabricación de esmaltes multicolores, parece que alcanzó su ma- yor desenvolvimiento, bajo el reinado de Khouniaton, si bien la alfarería esmaltada, añade, fué común en todos tiempos, hacién- dose extensiva á mangos de sistros, vasos para beber, escudillas de mesa, etc. Al mismo propósito á que nos venimos refiriendo, hace la siguiente pregunta; ¿Llevaron los egipcios el gusto del esmalte hasta el punto de cubrir los muros de sus casas? Nada permite, continúa, afirmarlo, ni negarlo con certeza, y algunos ejemplares que tenemos de este sistema de decoración provie- nen todos de edificios reales. Lóense el nombre y la bandera de Pepi I y de Seshong sobre fragmentos rojos y blancos. Una de las cámaras de la pirámide escalonada de Sakkarah había conser- vado hasta el comienzo del siglo XIX su adorno de loza. (2) Es- taba revestida en las tres cuartas partes de placas verdes, oblon- gas, ligeramente convexas por fuera, pero, planas en la cara in- terna; un saliente cuadrado provisto de un agujero, servía para juntarlas por detrás, por medio de una varilla de madera. Las tres fajas que encuadraban la puerta del fondo, ofrecían la histo- ria con los .títulos de un faraón, mal clasificado de las primeras dinastías menfitas. Los geroglíficos resaltan en azul, rojo, verde y amarillo, sobre un tono agamuzado. Veinte siglos más tarde. Ram- ses III, ensayó un nuevo género en Tell-el-Jaoudí. Esta vez no fué empleado en una sola cámara, sino en todo un templo. La masa de la construcción era de piedra calcárea y de alabastro, pero los cuadros en vez de ser esculpidos, como de ordinario, eran de una (1) L'Archéologie égyptienne, págs. 254 y siguientes. (2) Un ilustrado ceramófilo no parece hallarse muy de acuerdo con esta opi- nión, al consignar, hablando de la decoración cerámica aplicada á los monumentos arquitectónicos. «Si les Egyptiens n' ont pas appliqué à la décoration murale les pro- cédés qui leur ont si bien réussi dans les vases, les architectes de Ninive et de Baby- lone n' y ont pas manqué.» Deck La Faïence, pag. 18. lO BARROS VIDRIADOS especie de mosàlco, con el cual 'a piedra recortada y la tierra barnizada, combinábanse en partes casi iguales. El elemento más frecuentemente repetido consistía en una rodaja de frita arenosa, revestida de un baño azul gris, sobre el cual resaltaban en matiz crema, '^simples rosetones, ó encuadrados, dibujos geométricos, telarañas, flores abiertas. El botón central era en relieve; las ho- jas y los enlaces, incrustados en la masa. Estas rodajas, en que el diámetro varía de uno á diez centímetros, estaban fijas en la pared, por medio de un cemento muy fino. Empleábanlos en el dibujo de adornos muy diversos, tallos serpeantes, filetes parale- los, tales como se ven en un pie de altar y sobre una basa de co- lumna del Museo de Boulaq. Los cartuchos constaban, general- mente, de una sola pieza, lo mismo que las figuras: los detalles profundizados, ó modelados sobre la tierra antes de la cochura, eran enseguida recubiertos cada uno del tono que le pertenecía. Los lotos y los follajes que corrían sobre el basamento ó á lo lar- go de las cornisas, estaban, por el contrario, formados de peda- zos independientes: cada color es una pieza recortada, de manera que se ajustaba exactamente á las inmediatas. El templo había sido explotado al principio del siglo XIX, y el Louvre poseía des- de Champollion, figuras de prisioneros de esta procedencia El ladrillo esmaltado, el azulejo, el mosáico de esmalte se destru- yen fácilmente, he aquí un vicio redhibitorio para un pueblo amante de la fuerza y de la eternidad.» (i) Los caldeos conocieron también los azulejos ó ladrillos es- maltados, á juzgar por los fragmentos descubiertos. Mr. Layard presenta en su colección de vasos hallados en Bírs Nimrud, en Babilonia, ejemplares vidriados: uno, especialmente, hállase reçu- bierto de un verde azulado alrededor del cuello, y de un amarillo muy vivo en la panza. En el punto de unión de los dos tonos, hay una zona en que se mezclan, que no carece de encanto. (2) (1) Maspero. Op. cit. V.e también Perrot y Chipiez. Op. cit. Tom. I. Egipto, págs. 823 y siguientes. (2) Perrot y Chipiez. Ibid. Tom. II, Caldea y Asiria, pág. 712. ANTECEDENTES HISTORICOS Además citan las autoridades, las muchas muestras que po- see el Museo Británico de una loza, cuyo barniz azul recuerda el de la egipcia; (i) é igual prueba existe de que su fabricación fué practicada por los fenicios, (2) á los cuales, un erudito escritor, considera que debimos los europeos la enseñanza de esmaltar los metales, como asimismo el vidrio y la tierra cocida (3) cuyos pro- ductos estendieron por todas las comarcas, objeto de sus transac- clones comerciales, y donde hallaban los más importantes merca- dos, ya para las manufacturas y productos de fabricación propia, ya para los procedentes del Egipto y de la Grecia, (4) Como (1) Perrot y Chipiez. Op. cit y Birch, History of aticien pottery, (2) Como gente despierta, los fenicios comprendieron qué mercado encon- trarían entre los pueblos de civilizaciones menos avanzadas, aquellos menudos ob- jetos esmaltados, figuritas, botes, vasos para perfumes, en los cuales los colores ale- gres y claros, los reflejos brillantes halagan agradablemente la vista. Pero, no se limitaron á extender en los países abiertos á su comercio los productos de las manu- facturas egipcias; aclimataron entre ellos esta industria, y esto, tanto más fácil- mente, que, encontraron en la embocadura del río Belo la bella arena fina y blanca, á la cual, los vidrieros de Sidon debían su renombre. Además, de los vidrios multico- lores y filigranados, en cuya fabricación sobresalían, los fenicios; e.xportaban á las islas griegas y á toda la cuenca del Mediterráneo lozas barnizadas. Á causa de su situación geográfica, y de los recuerdos allí dejados por la dominación fenicia, la isla de Rodas ofrecía para este tráfico un seguro mercado. En las tumbas de Camiros, pertenecientes al VÍÍIy al Vil siglo, Mr. Salz.mann ha descubierto, al mismo tiempo que productos de la cerámica indígena, lozas barnizadas, en que el origen fenicio es indudable.» Rayet y Collignon. Hist, de La Ceramique grecque. Uno de los ejemplares de cerámica fenicia vidriada, es, siguiendo la docta opinión de Mr. Heuzey, el interesante vaso descubierto en Corinto, que se custodia en el Louvre, esmaltado de un barniz azul pálido; que figura una cabeza con casco, á la cual se adaptan el gollete plano y el asa corta de los arybattos griegos. Según el citado arqueólogo es obra fenicia, copiada de los arybattos fabricados en los países helénicos en el siglo Vi.» Op. cit. (3) Garnier Histoire de la Ceramique, pág. 13. (4) Si la Fenicia, á ejemplo de la Caldea y de la Asirla, modeló figuritas en arcilla, que coloreó con el pincel, también to.mó del Egipto el secreto de otra fabri- cación que hubo de producir en gran cantidad estatuítas formadas de esta frita are- nosa recubierta de un es.malte blanco, verde ó azul, que hemos designado bajo el nombre de loza egipcia.» Perrot y Chipiez.. Op. cit. Fenicia y Chipre, pág. 407. Estos autores citan como objetos de segura fabricación fenicia un grupito re- cubierto de un vidrio azul encontrado en Chipre representando el dios Bes. También fabricaron en gran número amuletos y cuentas para collares de la mismáT materia. Los mismos autores afirman (pág. 634) que la Fenicia tomó del Egipto el se- creto de la fabricación de la vasijería esmaltada. BARROS VIDRIADOS ejemplares del arte asirio-fenicio, hemos visto clasificados en la Sala de Eshmounazar del Museo del Louvre, varias figurillas, cuyo vidrio verde malaquita no nos parece que debe confundirse con el ténue barniz azulado verdoso de que generalmente, há- llanse cubiertas las procedentes de las necrópolis egipcias, tan abundantes en los museos y colecciones, y que algunos han consi- derado, impropiamente, como objetos de porcelana. Textos de reconocida autenticidad (i) nos permiten afirmar, que en las murallas de Babilonia y en los palacios de Khorsabad y de Nínive, empleáronse con gran perfección, los barros vidria- dos en forma de frisos, adornados de leones, rosetas, águilas uni- cornios y estrellas, generalmente esmaltados de amarillo, sobre fondo azul, y de los cuales restan importantes ejemplares. Más por lo tocante á la fabricación cerámica policromada de las re- motas edades á que nos venimos refiriendo, el Museo del Louvre puede justamente envanecerse de conservar los más grandiosos restos decorativos que hasta el presente se conocen, y que la Francia y el mundo ilustrado deben al eminente arqueólogo in- vestigador de las ruinas persas Mr. Marcel Dieulafoy, con cuya amistad nos honramos. En presencia de aquellos magníficos y grandiosos fragmentos, cuya vista nos produjo una impresión difícil de borrar de nuestra mente, juzgamos que sus autores bien pudieron haber sido fieles depositarios de las enseñanzas deegip- cios y caldeos, como así mismo, de los asirlos, de los cuales aprenderían los procedimientos industriales, y el gusto de la apli- cación de los barros policromados al embellecimiento de las fa- chadas del palacio de Artajerjes Memnon, en la ciudad de Susa. La obra de los frisos llamados de los leones y de los arqueros^ demuestra la pericia de aquellos artífices, no sólo por el dibujo de las figuras, sino por la harmónica aplicación de los esmal- tes, y el conjunto todo, nos recuerda, por su gran analogía, los brillantes revestimientos délos palacios de Nabucodonosor y Sar- danápalo. (2) (1) Gamier, Op. ci':., pág. 55. (2) Las murallas de Kasr-i-Kadjiar y de Khersabad estaban revestidas de ANTECEDENTES HISTORICOS 13 En la Sala Dieiilafoy, en que se custodia el friso de los ar- queros, en la vitrina colocada delante de la ventana central de la izquierda, existen ejemplares de vasos grandes y pequeños de fa- bricación persa; vidriado^ unos de verde, y otros de blanco, y en el mismo lugar hállase un fragmento de baño esmaltado de verde. Una circunstancia apuntaremos, digna de tenerse en cuenta, que observamos en el examen que hicimos de estos ejemplares cerá- micos: los efectos producidos por la descomposición de los vidrios á causa del transcurso de los siglos, ofrecen entera semejanza con los que se notan en la vasijería hispano-sarracena, y en vista de tales analogías, ociirresenos pensar que las materias minerales empleadas en los vidrios persas, fueron las mismas que más tarde aparecen en nuestra alfarería. Siglos antes que el arte griego hubiese comenzado á mani- festarse con las singularísimas cualidades que mas tarde lo distin- guieron, las civilizaciones orientales gozaban de un sorprendente grado de cultura, el cual reflejábase, no sólo en las Bellas Artes, sino en las industrias artísticas, auxiliares y complementarias de aquéllas. Cuando las toscas manos de los alfareros de Hissarlik y las de los de Santorín, de Cnososy de Yalisos,deMicenasy deSpata, algo más perfeccionados que aquéllos, producían rutinarios obje- tos, en los cuales, los sencillos adornos recordaban, inocentemen- te, las formas de animales y de vegetales ó de simples y repetidos lineamientos geométricos, eran ya verdaderos emporios de ade- lanto artístico industrial, las grandiosas ciudades ediñcadas en las llanuras de Menfis y en las orillas del Nilo, del Tigris y del Eúfra- tes, irradiando sus vivos resplandores de civilización, sobre el suelo de la Hélada; muy especialmente, á partir de la XXVI di- nastía, en la cual, por vez primera, el Egipto abrió sus puertas á loa navios de Mileto, de Rodas, de Samos y de Focia y hasta sus liantes colores que daban á la tierra cocida los óxidos metálicos disueltos éñ un lí- quido vidrioso. Los amarillos de hierro, los obscuros de manganeso, los azules de cobre y de cobalto alegraban las miradas de Sardanápalo y de Nabucodonosor. Deck La Faimce, pág. 18.. 14 BARROS VIDRIADOS ejércitos mismos llenáronse de mercenarios de la Grecia asiática, permitiendo á los Jonios establecer un gran mercado en Naucratis. De otra parte, los fenicios que encontraron entre los helenos ma- yor número de compradores, que apreciaban, no sólo en su valor los productos de sus fábricas, sino que los pagaban á altos pre- cios, inundaron la Grecia de todo género de mercaderías raras ó preciosas, que transportaban desde las grandes ciudades deEgip- to y de Asiria, y así vemos, que ambos pueblos influyeron tan poderosamente en él, que en las manifestaciones de las artes del diseño pertenecientes al período que llamamos arcáico, refléjanse los caracteres artísticos que distinguieron á ambos, de manera inequívoca, según comprueban los últimos descubrimientos ar- queológicos. Concretándonos, pues, á nuestro objeto, podremos repetir con dos ilustres escritores (i) que «muchos siglos antes también que el arte griego hubiese nacido, las antiguas civilizacio- nes orientales, habían encontrado el secreto del esmalte. Casi no hay necesidad de recordar los ladrillos esmaltados de Asiria; y y nadie ignora, que desde la época de las grandes dinastías teba- nas, este procedimiento fué en Egipto de uso corriente ¿Los griegos hicieron uso de esta técnica? ¿Trataron de apropiarse un procedimiento que les era conocido, gracias á las muestras impor- tadas en su país por el comercio fenicio? Tocamos aquí una cues- tión muy discutida. Encuéntranse en Grecia y en Italia vasitos en forma de cabezas ó de figuritas, revestidas de un vidriado, aná- logo enteramente al de las tierras barnizadas del Egipto; pero; ¿fueron importados ó fabricados en los talleres griegos? Mr. Ko- chler se pronuncia en favor de esta segunda hipótesis Estas dudas parecen aclararse en presencia del vaso de Camiros, (2) (1) Rayet y Collignon. Op, cit., páginas 365 y siguientes. (2) Los Sres. Perroty Chipiez, al tratar de los vasos que se encuentran en Camiros, dicen, sin embargo, de una manera absoluta: «La materia y el procedí- miento son los mismos que en los vasos en que el carácter egipcio-fenicio es el más marcado: por otra parte no hay el menor indicio que pueda hacer sospechar que los griegos se hubiesen ensayado en fabricar vasos de tierra esmaltada. La cerámica griega, desde sus prindpios, ha estado animada de otro espíritu que la cerámica oriental; estaj sueña ante todo, con la alearía del color, mientras que el alfarero grie- ANTECEDENTES HISTÓRICOS 15 modelado en forma de delfín, que posee el Museo Británico, del estilo griego más puro, que lleva la inscripción en caracteres he- iónicos: Pertenezco á Phytes. Parece, pues, cierto, que los griegos de Naucratis habían aprendido sobre las orillas del Nilo á imitar las tierras barnizadas egipcias, y que la exportación de estos pro- ductos, no fué solamente monopolio délos fenicios. Siempre será imprudente hacer extensivas estas conclusiones á todos los países griegos. Nada prueba que esta fabricación haya sido implantada en la Grecia propia; parece, por el contrario, haber estado loca- lizada en Naucratis y en Rodas sin prolongarse mucho después del siglo VI. Hay que descender hasta el tercero, para encontrar la técnica egipcio-fenicia aplicada á obras griegas de forma y de estilo. Los Tolomeos emprendieron con gran ardor, en el orden político y religioso, la obra de fusión entre los elementos griegos y las tradiciones nacionales, para que las consecuencias no se hi- ciesen sentir en el arte industrial. Alejandría llegó á ser un centro poderoso de civilización; griegos y egipcios vivían al lado unos de otros; el helenismo revestía allí una forma cosmopolita; más que en otra parte, la industria griega debía plegarse á exigencias nuevas, buscando la renovación de sus viejas tradiciones, por los préstamos hechos al arte indígena. Añádase á esto que en el mo- mento en que el helenismo se desenvolvía en Egipto, los antiguos métodos de la pintura cerámica cayeron poco á poco en el olvido, y dejaron el campo libre á todas las audacias. No debe, pues, sorprender, que los ceramistas griegos de Alejandría buscando novedad, hubiesen juzgado oportuno apropiarse los procedimien- tos familiares á los talleres egipcios. La técnica de las tierras bar- nizadas, convenía, de otra parte, demasiado bien, á esta alfarería sin pintura, imitada del metal, que comenzaba á estar en boga y á extenderse en el tercer siglo en Grecia y en Italia. Á esta fabricación greco-egipcia contemporánea del imperio de los Lagidas, hay que atribuir una serie, todavía poco nume- go ha procurado en primer término, la nobleza de la forma, queriendo encontrar en el decorado la ocasión de hablar á la inteligencia, recordándole y representándole alguna cosaque le interesase. Op. cit. Tom. II. Fenícia y Chipre, pág. 683. ï6 BARROS VIDRIADOS sa, de vasos vidriados y de tipo seguramente griego.» Los auto- res que seguimos citan en apoyo de esta doctrina, tres vasos no- tables; el œ7iochoe encontrado en Benghazi, con figuras, en las cuales se observan restos de dorado y colores que lleva la dedi- catoria «-(Of^'cnda á) Ja í'-eina Berenice, Bne7ia Fortuna.* Otro œnoehoe descubierto sobre el emplazamiento de la antigua ciudad de Curium, adornado de una guirnalda unida á dos máscaras de Sileno, y que contiene el nombre de Tolomeo Filopator; y porúl- timo, un tercer œnoehoe con esmalte verde, procedente de Ca- nusium, clasificado de fines del segundo siglo de nuestra era. Otros ejemplares pueden citarse; p. e.: el precioso vaso que re- presenta á Eros sobre un pato; el cántaro vidriado de azul con di- bujos obscuros, procedente de Tanagra, que se conservan en los museos Británico y de Berlín, respectivamente; y el intere- sante ejemplar que posee el Louvre, publicado por los señores Rayet y Collignon, en la obra de donde tomamos estas noticias, con otros muchos más que aquellos ceramófilos citan en su docto trabajo. No pasaremos además por alto, la mención de los fragmen- tos de alfarería que tuvimos el gusto de examinar en el Louvre en la primera Sala de la cerámica griega antigua, procedentes del donativo de Mr. Paul Gandin. Los hay vidriados con verde tinta (óxido de cobre) y melados (precipitado rojo) y blancos (de plomo y estaño). Entre ellos nos llamó la atención un trozo de vaso, en cuya parte superior se ven dos zonas lisas: la primera verde tinta, y la segunda melada; separadas por filetes de relieve. Debajo del segundo, corre un adorno, que parece de hojas inver- tidas, y de este mismo motivo se hallan restos en la parte infe- rior. En los espacios que dejan las hojas, hay puntos de vidrio, casi rojo, más ó menos intenso, y otros negros (manganeso). La descomposición de los esmaltes por la acción del tiempo, ofrece las mismas bellas irisaciones plateadas que las de nuestros barros. También seven de estos fragmentos vidriados, en la colección donada por el Barón de Baye, recogidas en Crimea. En la Sala de los Orígenes comparados y en una de las vi- trinas del centro, hállanse los vasos, números 349, 345, 346 y 347, ANTECIDEÑTES HISTÓRICOS 17 con otros ejemplares más, procedentes de la Isla de Rodas, que tienen toscos adornos vidriados de blanco, verde tinta y negro. Pero el objeto que más impresión nos produjo, fué un pequeño brazo de mujer de barro blanco, al cual hállase adherido un tro- zo de paños. El vidrio del brazo, es deufi color amarillo, y ni ente- ramente melado, ni ofrece la transparencia del alcohol; y como nos ha hecho observar con mucho acierto nuestro amigo el señor Osma, parécese de tal suerte al de algunos objetos de los vul- garmente llamados de Puente del Arzobispo, que de haberse des- cubierto el fragmento griego en Toledo, lo hubiésemos estimado como producto de aquella fabricación española. El trozo de pa- ños á que antes aludimos, que por su hechura parece bajar desde el hombro, está vidriado de verde. Este notable resto procede de Smirna, como casi todos los otros de cerámica vidriada pertene- cientes á estatuitas, de tamaños análogos á la del brazo. Desgra- ciadamente no existe entera ninguna, siendo esto tanto más de lamentar, cuanto que todas ellas fueron mayores que las conoci- das de Tanagra y de menos fantasía que las procedentes de aquel centro, deduciéndose tembién por otros fragmentos, que aquellos hábiles ceramistas reprodujeron, en pequeño, muchas estátuas grandes de las de piedra ó bronce. Por último, en la misma vitrina central de esta Sala, hay dos figuritas de mujer vi- dríadas, de una especie de melado claro, que llevan los números 677 y 788. Hemos visto que el procedimiento de los barros esmaltados estendido por las más antiguas alfarerías de Oriente, fué practi- cado también por el pueblo griego; y si hasta ahora no son muy numerosos los objetos de su fabricación, tenemos por cierto, que á medida que avancen los descubrimientos arqueológicos, se irán enriqueciendo los museos con más ejemplares, puesto que en vista de los ya conocidos no hay razón para creer que fueron raros, da- das las múltiples aplicaciones que de ellos tuvieron que hacerse á las necesidades de la vida, cuando nó á la decoración arquitectó- nica, (i) (i) «(¡Cómo es que estos procedimientos (los de la cerámica vidriada) no fueron 3 i8 BARROS VIDRIADOS Muchos años há ignorábase que las civilizaciones, llamadas clásicas por excelencia, produjeron piezas de cerámica vidriada; hoy este concepto está fuera de duda como lo comprueban irre- ensables testimonios, y día vendrá, en que muchos problemas histórico-artísticos serán resueltos satisfactoriamente á la luz de la más severa crítica, y en presencia de datos evidentes. Continuando ahora la iigerísima investigación histórica que venimos haciendo de los pueblos que conocieron y practicaron el procedimiento de los barros vidriados, no podemos pasar inad- vertidos ante el recuerdo de una civilización, que en días lejanos alcanzara gran prosperidad; que contó con arte propio, de carac- teres perfectamente definidos, y cuyo papel en la historia de Ita- lia, particularmente, fué de marcada influencia. No hemos de remontarnos á los legendarios orígenes que los etruscos se atribuyeron, ni tampoco tratamos de inquirir la manera cómo los primitivos tirrenos llegaron á extenderse por la región montañosa, cuyos fértiles valles sirvieron de asiento á ciu- dades ricas y adelantadas ya en el siglo X, (ant. J. C.) formando la nacionalidad etrusca, que vemos desmembrarse y perder su importancia en provecho de la absorvente Roma, hasta sucumbir al cabo ante el poderío de aquella, en el siglo III, después de la aplicados en los bellos tiempos de la Grecia y más tarde entre los romanos? Pueblos tan amantes, sin embargo, del color; que pintaban sus estatuas y sus templos y sus mosáicos de vidrio, prueban que conocían demasiado bien las propiedades de los fundentes y de los óxidos colorantes. Quizás el brillo con que cubrían su alfarería, que era tan débil que durante mucho tiempo se le tomó por el resultado de un pu- limento de la materia, les fuese grato porque hacía valer las delicadezas de las for- mas, y no podía cegar los relieves, ni alterar la pureza de las líneas. Aseguran que en el museo deNápoles existen entre los utensilios procedentes de Pompeya moldes de repostería bañados interiormente de un esmalte colorido, para hacer la tierra im- permeable á las grasas líquidas. Este vulgar detalle de cocina, con seguridad de- muestra, que voluntariamente, los alfareros romanos desdeñaban el líquido vidrioso como medio de decoración. Roma se complacía á veces, adoptando las artes deco- rativas de los países conquistados: el estilo eg'ipcio estaba muy de moda en tiempos de Adriano, pero, en ninguna época los arquitectos imperiales pensaron emplear en sus construcciones los revestimientos esmaltados de que el Asia podía facilitarles bellos ejemplos. Á esta exclusión sistemática hay que atribuir la tardanza tan pro- longadade haberse extendido en Europa la fabricación de la loza.» Deck La Faïence, pág. 22. ANTECEDENTES HISTÓRICOS 19 guerra de Samniun. De aquel pueblo industrioso y adelantado, cuyo progreso artístico hace poco tiempo que viene conociéndose, por las investigaciones efectuadas en las ruinas de ciudades tan importantes como lo fueron Vulci, Chiusi, Corneto, Cervetri, y otras; apenas si en el concepto de sus artes industriales contába- mos con referencias de historiadores, ó con las hipotéticas deduc- cciones que de aquellas podían desprenderse; pero al presente, y á la vista de las riquezas arqueológicas acumula 'as en los museos de Italia, procedentes en su mayor parte de los descubrimientos realizados especialmente, en el transcurso del siglo XIX, pode- mos ya juzgar, de manera indudable, del grado de cultura alean- zado por los etruscos, no sólo en las Bellas Artes sino en sus auxiliares; sobre todo en la metalistería y cerámica, que parece fue- ron las principales industrias artísticas que con mayor pericia cul- tivaron, y en las cuales revélanse ostensiblemente las influencias extrañas ejercidas en ellos por el Oriente y por la Grecia. Por otra parte, los navegantes fenicios no se descuidaron en dar á co- nocer sus productos propios y los de otras regiones, para exten- der su comercio, como lo corrobora el rico tesoro descubierto en Palestrina, (Preneste) en 1876 (i) El mismo autor á que nos referimos en la nota, dice á este propósito. «El movimiento de las importaciones fenicio-cartagi- nesas en Etruria duró cerca de tres siglos. Este contacto prolon- gado con el mundo oriental no fué sin consecuencia para el desa- rrollo del arte etrusco. Los objetos de estilo asiático esparcidos profusamente en el país sirvieron de modelos á los obreros indíge- nas, para la fabricación de utensilios de bronce, de alhajas, y de dijes. Ellos les proveyeron sobre todo de motivos ornamentales. Las más antiguas obras de la industria etrusca no nos ofrecen más que dibujos tomados de la flora y de la fauna del Oriente: rosas, palmetas, flores de loto, cerradas ó abiertas, animales feroces, leones, tigres ó panteras, ya marchando en fila, ya peleando, ya devorando su víctima; en fin, animales fantásticos ó monstruosos, (1) Martha. Alamtd ctArcheolo^h Eli'-jsqm et Romaine^ 20 BARROS VIDRIADOS esfinges, grifos, toros alados. Todos estos detalles mezclados y combinados como en las obras del arte asiático, sin otra intención aparente que el efecto decorativo, se desenvuelven, según el uso oriental, sobre muchas zonas horizontales, independientes *las unas de las otras y sobrepuestas.» (i) Más adelante añade: «Apesar de lo manifestado, la influencia decisiva sobre el arte etrusco, fué ejercida por las colonias griegas de. Italia, unidas por un comercio incesante á sus metrópolis; siendo depósitos donde la industria he- Iónica se esparcía, por un cabotaje activo á lo largo de las costas toscanas. (2) Sí, pues, hemos visto en presencia de los testimonios aduci- dos, que el arte etrusco participó de las influencias orientales y griegas, y todos aquellos pueblos queda ya demostrado que co- nocieron la alfarería vidriada; ¿hemos de extrañar que hubie- sen producido barros esmaltados, según los procedimientos que Ies enseñaron sus maestros.? ¿No habían de llamar su atención aquellos utensilios de tierra cocida revestidos con vidrio que veían en las figurillas fúnebres y en los vasos procedentes de Egipto? En el Museo etrusco del Vaticano, hemos examinado una lámpara de barro cocido, vidriada de verde, que se custodia en la vitrina de la primera Sala de vasos; y en la siguiente hay un frag- mento de cabeza también vidriada. Cierto que no son frecuentes hasta ahora los objetos etruscos de barro vidriado, pero, teniendo en cuenta los orígenes de este arte, y la existencia de objetos de este género, acaso, pueda asegurarse que en plazo no lejano ha- brán de encontrarse otros, que vengan á confirmar la exactitud de nuestras deducciones. La tradición del arte helénico trasmitióse al mundo romano, y la arquitectura, pintura y escultura latinas, fueron vivos reflejos de la civilización griega, que influyó además en todas las mani- festaciones artístico industriales. Circunscribiéndonos al objeto de esta monografía, bastará á nuestro propósito referirnos á la fabricación cerámica, de la cual (1) Martha. Op. cit., pág. 34. (2) Ibid, pág. 38. ANTECEDENTES HISTORICOS diremos: que los artífices que en ella se ocuparon fueron fieles depositarios del gusto y procedimientos empleados por los alfa- reros y coroplastas helénicos^ llevando su espíritu de imitación hasta un punto singular. Con efecto, por lo tocante á la fabrica- ción de los vasos romanos vemos que el primor y elegancia de la hechura, la rica variedad de las formas, la pureza y finura de sus perfiles y sus artísticos ornatos, no desdicen en muchos casos, de los hermosos ejemplares helénicos: y no sólo ocurre así con los que por sus dimensiones é importancia artística podemos conside- rar como grandes obras cerámicas, sino hasta con aquellos ob- jetos de uso vulgar que se aplicaban á las necesidades ordinarias de la vida, (i) Si los romanos, pues, fueron depositarios de la cul- tura griega, y si dejamos comprobado con ejemplos irrefragables, que el procedimiento de vidriar los barros fué conocido en las fio- recientes ciudades griegas, no ha de extrañarnos que los pueblos latinos lo hubiesen también adoptado, no sólo en las ciudades del Lacio, sino en las regiones que sojuzgaron en Europa, Asia y Africa, y á.las cuales transmitiéronlos poderosos alientos de su civilización. No há muchos años, todavía, dudábase, si los romanos em- plearon el vidrio en los barros, y hoy, en vista de los descubrí- mientos efectuados, no cabe ya dudar, antes por el contrario, puede asegurarse, que lo emplearon y que su uso fué bastante general. En demostración de lo dicho, baste á nuestro propósito echar una ojeada sobre los objetos custodiados en el estante P, Sala H del Museo del L.ouvre y en él veremos varios vasos, lucer- nas y jarritas vidriadas, unas de verde y de color melado otras. (i) No deja de ser curioso un hecho que prueba el incremento que llegó á tomar la industria alfarera en la época de la dominación romana, en la región Bética que baña el Guadalquivir, aguas abajo de Córdoba y Écija. Aquellas numerosas fá- bricas produjeron tan infinito número de ánforas destinadas al transporte del aceite que era exportado á Italia, que según las investigaciones practicadas por el Sr. En- rique Dussel en el monte Testado, cerca de Roma, dicho monte está formado, exclu- sivamente, de los restos de grandes ánforas procedentes en su mayor número deaque- lia serie de alfarerías á que antes nos hemos referido, como confirman las marcas de sus fabricantes. J. Bonsor. Los pueblos antlgiíos del Guadalquivir y las alfarerías rç- manas, Madrid, Tello, 1902, 22 BARROS VIDRIADOS Entre ellas merece citarse el vaso en forma de cráter (núm. 464) como de unos 0^22 milímetros dealto, todo vidriado de verde tinta, chorreado en muchas partes por efectos del fuego, de igual modo que se vé en los vasos análogos procedentes de los ceramistas hispano-nioriscos y de los alfareros españoles que se han suce- dido hasta nuestros días. El que lleva el número 463 ofrece su vidrio blanco descompuesto por la humedad: el 462 está bañado de vidrio melado, lo mismo que los números 467 y 468 conigua- les colores, sobre sus figuras en relieve. Hay también un bello œnochoe blanco, en muy buen e.stado de conservación y otros en los cuales, se ve distintamente, que vidriaron unas partes de verde y otras de melado, y al fundirse los esmaltes, dieron por resultado una tinta néutra. En cuanto á las lucernas, existen en el mismo Museo, varias, vidriadas de verde tinta. En el Museo de Nápoles, en la vitrina de la «Sala de las pintu- ras de Pompeya» establecida en el entresuelo del mismo edificio, hemos examinado considerable número de objetos cerámicos, hgu- ritas y vasos vidriados en distintos colores. Merecen especial men- ción las cuatro hermosas lucernas bilychnis, dos blancas y dos verdes, de cuyo mismo color se ven vidriadas otras dos páteras pro- fundas, á manera de tazones. Es notable también la cabecita de mu- jer que lleva el núm. 113.019 y por último notaremos un vaso vidriado de negro morado, con doble numeración; lleva en el cue- lio el guarismo 40 y en el pie el 219. En nuestro Museo Arqueológico Nacional se conserva un pequeño vaso de forma común, pero, de fabricación muy ñna, que consideramos como raro ejemplar de la cerámica romana vidria- da. Tiene por adorno hojitas prendidas por sutiles tallos, y un cerco de puntos en la parte superior; con algunos otros disemina- dos por la inferior. Su fondo es de vidrio melado y los adornos referidos lo son de amarillo (¿antimonio?) formando verdadero re- lieve, por causa del espesor del citado esmalte. Procede de Palen- cia y lleva el número 12.159. En el mismo Museo hay una lám- para grande de mano, de fabricación común, lisa completamente, * y cuyo vidrio verde obscuro hállase gastado en partes por las iri- saciones producidas á consecuencia de la descomposición del vi- ANTECEDENTES HISTÓRICOS 23 drío. Perteneció á la colección Asensi, procede de Cartago, y está señalada con el número 13.623. En el Museo de la Necrópolis de Carmona, hay cuatro ejemplares interesantes, tres de ellos, (figuras 5, 6 y 7), proce- den de las tumbas de la mencionada Necrópolis y están vidria- dos de melado obscuro, y el número 4, fué hallado en Villafranca de los Barros. Ex- teriormente se ve vidriado de verde y de me- lado obscuro el interior. No debemos pasar por alto que los barros de los vasos dichos, así como el número 12.159 del Museo de Madrid, son de "tierra colorada, la misma que desde hace mucho tiempo viene empleán- dose en la fabricación de las ollas y cazuelas, ú tan comunes en Andalucía. Creemos que con lo dicho basta para acreditar el concepto an- tes emitido, de que en todas las comarcas que constituyeron el vasto imperio romano, fué conocido y aplicado el vidrio á los barros ^ — cocidos, y dejamos de citar otros ejem- piares existentes en Museos y coleccio- ^ nes de particulares por considerar que no debemos ser más prolijos, (i) Con la invasión de los bárbaros, el establecimiento de los ostrogodos en Italia y el de los visigodos - • : en España, y más tarde, con la abjura- • v . ción del arrianismo por Recaredo en el tercer concilio de Toledo, efectuóse en ' los antiguos dominios del imperio ro- mano, una transformación político-so- cial que tuvo que afectar singularmente ^ á todos los pueblos de Europa que ha- (i) Recomendamos á los aficionados el curioso y erudito trabajo publicado 24 BARROS VIDRIADOS bían estado á él sometidos. Pero, es evidente, que careciendo los nuevos invasores de propia cultura artística, tuvieron á su vez que ser vencidos en la esfera intelectual por los mismos dominados, viéndose en la necesidad de aceptar las tradiciones artísticas arraigadas en los países sojuzgados; y en sus usos y costumbres, lo mismo que en sus monumentos, y en las manifestaciones artís- tico-industriales, vemos ostensiblemente, que se reflejan las in- fluencias latinas y bizantinas, caractères, que por lo que hace á España, revélanse en las obras artísticas producidas durante el pe- ríodo de tres siglos, desde el V al VIII. En tan corto espacio de tiempo des era dado por ventura, á aquellos dominadores verificar una transformación que se apartase completo de las tradiciones remanas? Harto hicieron con por ajus- tarse á ellas, modificándolas, tan solo, con los elementos orientales procedentes de Bizancio; y si esto tuvo que ocurrir necesariamente, como lo vemos demostrado por los relatos de los historiadores y por el estudio de los monumentos de todo género que datan de aquel período: ¿cómo hemos de pensar que se separaron ú olvi- daron de los procedimientas artístico-industriales que venían prac- ticándose en la Península desde los primeros tiempos de la domi- nación romanar No es lógico pensar así, y antes por el contrario, puede asegurarse, que, los visigodos, ni por ellos mismos ni por las circunstancias, estaban en condiciones de desdeñar las ense- ñanzas encontraron ya establecidas, y si en las fábricas mo- que numentales que erigieron, en sus trajes y artes suntuarios, vemos constantemente reflejados los caractères artísticos délos vencidos. por Mr. H. A. Mazard en el Musie Archéologique y del cual se hizo tirada aparte, intitulado Céramique. De la coniiaisance par les anciens des glaçares plomhiferes releve des terres cuites antiques revetties de glaçares plombiferes exista7ts dans les di- vers musées et collections. Paris. V. A. Morel 61 C.îe 1879. Ofrece el autor á sus lecto- res gráficas reproducciones de ejemplares existentes en los museos del Louvre, de Sèvres, de Nantes, de Angers, de Marsella, y en otros franceses, así como en el de Nápoles, en el Británico y en las colecciones particulares de los Sres. Piot, Geslin Lierville, Grean y Davillier; con los cuales demuestra hasta la evidencia, la opinión que hemos sustentado en las anteriores páginas de nuestro texto, de que los anti- guos pueblos utilizaron lo? procedimientos practicados por los egipcios, para dar impermeabilidad á los vasos y recipientes destinados á las necesidades de la vida. f ANTECEDENTES HISTÓRICOS 25 no hemos de hacer una excepción, suponiendo, que, en aquellas industrias artísticas apartáronse del camino emprendido, recha- zándolas ú olvidándolas al cabo. Un ilustre escritor (i)dice áeste propósito: «Durante la monarquía visigoda, después de la caída del imperio romano, la cual fué destruida por la invasión de los árabes en la octava centuria, el mismo estilo de industria cerámica copiado de los romanos, continuaba en España, Ningún estudio especial se ha hecho de la loza de esta época, pero, juzgando por el gran número de fragmentos de aquélla, fabricada para usos do- mésticos, que constantemente se encuentran en las ruinas del pe- ríodo visigodo, no cabe duda que esta loza continuaba siendo fa- bricada en España. Lo que San Isidoro, que murió en 636 dice en sus Etimologías (Libro XX) confirma esta opinión, é indudable- mente, se refiere á loza similar á la del período romano. > La irrupción musulmana hizo desaparecer de las poblado- nes españolas muchos monumentos romanos y visigodos, más que por odiosidad á la raza latina, por las ventajas que encontraban al emplear los materiales de piedras y de mármoles para sus cons- trucciones, cuyos cimientos rellenaron tantas y tantas veces con memorias epigráficas, con restos arquitectónicos y con ejempla- res escultóricos procedentes de las fábricas romanas y latino-bi- zantinas. Si después de esto consideramos también las visicitudes sufridas por nuestra patria desde el siglo VIII hasta el presente, no es extraño que hayan desaparecido muchos testimonios inde- lebles que podrían acreditar las cualidades estéticas de aquel pue blo, el cual, supo también y en tan poco tiempo asimilarse las en- señanzas de la civilización latina. L.os recientes descubrimientos que se vienen verificando en las ruinas de Itálica, han demostrado el paso de los visigodos por ella, siendo muy frecuentes los restos sepulcrales de mármol y hasta de plomo que hemos tenido ocasión de ver, así como res- tos cerámicos; pero ninguno de éstos ofrece el más ligero vesti- gio de vidrio. No obstante, creemos también con el Sr. Riaño que (1) Riaño. Í7tdusttials arts in Spaln^ pâg. 145. 4 i 20 BARROS VIDRIADOS no debió serles desconocido el procedimiento que aprenderían de sus maestros los romanos. Muy de agradecer habría sido que el ilustre arqueólogo á que nos referimos, nos hubiese dado á cono- cer algunos de los muchos ejemplares de que habla, descubiertos en las ruinas del período visigótico, para comprobación de su aserto, pues por nuestra parte confesamos que no conocemos nin- guno á que seguramente pueda atribuirse aquella procedencia. Figura Q. Alfarería celto-púnica de Cruz del Negro (Carmona) Coleo. Bonsor. CAPÍTULO II SUMARIO LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA.—BREVES ANTECEDENTES BI- BLIOGRAEICOS.— DESDE CUÁNDO DEBE COMENZAR SU HISTORIA.—ESCASEZ DE DATOS Y CARENCIA DE DOCUMENTOS RELATIVOS Á ELLA DURANTE LOS PERÍO- DOS PREROMANO, ROMANO Y VISIGÓTICO.—EL CALIFATO DE CÓRDOBA.—LOS REYES DE TÁIFA.—LOS ALMORAVIDES Y LOS ALMOHADES.—CONCEPTO DE LA CULTURA ARTÍSTICA DE LOS SEGUNDOS.—SIGNIFICATIVA CONCISIÓN CON QUE ' LOS CERAMÓFILOS TRATAN DE NUESTROS BARROS VIDRIADOS EN ESTE ÚLTIMO PERÍODO. NTES de entrar de lleno en el estudio, objeto de la presente monografía, parécenos oportuno exponer algu- nas consideraciones, que explicarán de paso al lector la razón de ciertas lagunas, que por fuerza han de ofre- cérsele en este trabajo, al mismo tiempo que le servirán de basa segura á fin de poder apreciar las dificulta- des que nos han salido al paso en su realización, para que en vista de ellas, juzgándonos imparcialmente, calificar este escrito como proceda. No obstante la importancia que en varios conceptos entraña todo lo concerniente á una industria artística, que fué en muchos pueblos padrón honroso de cultura y fuente de riqueza, es lo cierto, que nadie ha parado mientes, de una manera formal, en 28 LA CERÁMICA VIDRIADA ES SEVILLA investigar los orígenes, en estudiar las causas del desenvolví- miento y de la decadencia de tan hermosa fabricación, ni menos, en facilitar los medios para devolverle los esplendores de otros tiempos, y por consiguiente, necesario ha sido que algunos hom- bres, volviendo la vista á los siglos pasados, se hayan penetrado de la conveniencia de emprender este estudio, que para nuestra patria entraña gran interés, y en tal virtud, han dirigido sus es- fuerzos al fin de preparar el terreno para conseguir algun día la restauración de las industrias artísticas, indispensables á los me- nesteres de hoy, por considerárseles como principales factores, para obtener el desenvolvimiento de importantes intereses materiales. La indiferencia con que ha sido considerado todo lo referen- te á estas materias, es la causa de que hasta fines del último pa- sado siglo, apenas si hallamos alguna que otra cita en los libros, mencionando muy de pasada los barros sevillanos. El campo, pues, en que vamos á penetrar está inexplorado, y si esta circunstancia es estímulo poderoso para el que se pro- pone espigar en él, por lo grato que es siempre, ocuparse en el estudio de un asunto nuevo, es por otra parte de mayor dificul- tad, que cuando entramos en terrenos ya conocidos, puesto que se carece de escritos, que puedan servir de precedentes, teniendo que comenzar por penosas investigaciones documentales, á fin de obtener las pruebas fehacientes aceptadas por la crítica. No es extraño, pues, que un escritor de nuestros días (i) haya consignado las siguientes frases, en un artículo relativo á la cerámica sevillana del siglo XVI, «La historia del arte cerámico en Andahicia, está por escribir^ y, ciertamente, vale la pena de que alguna persona entendida en los diversos ramos que com- prende, se dedicase á formarla. » Protestando de ser nosotros, la persona entendida á que pudiera haberse referido el erudito au- tor citado, continuaremos copiando lo dicho por el mismo, que conviene á nuestro propósito. «Puede hacerse un libro interesan- (i) El Excmo. Sr. D. José M.^ Asensio en su artículo intitulado «Azulejos de Triana.·* Sepulcro notable. El Eco de Andalucía , 17 Enero 1881. ANTECEDENTES BIBLIOGRÁFICOS 29 te, que serviría de complemento á los muchos que se han escrito sobre teoría y práctica de las artes del diseño Diseminadas en algunos libros raros ó curiosos se encuen- tran noticias de la industria alfarera en Triana, populoso y fabril arrabal de Sevilla, separado de la Ciudad por el río, y en el cual es indudable, se hallaban establecidas fábricas de barro cocido, desde el tiempo de los romanos, quizá, en la misma forma en que hoy las vemos.» Copiaá continuación la tan conocida cita tomada del libro Grandezas y cosas memorables de España, que escribió el maestro Pedro de Medina, y añade: «En tan breves palabras se fijan incidentalmente el arte, la industria y el comercio de aquel importante barrio de Sevilla, porque se habla de la fabricación de loza basta y de su consumo, asi como de los azulejos esmaltados y de la exportación que de ellos se hacía » «En algún otro de los historiadores particulares de la Ciu- dad, se encuentran diseminadas ciertas indicaciones; pero ya muy de propósito trata de las alfarerías de aquel arrabal el docto anti- CLiario D. Justino Matute y Gaviria, en la obra que intituló Apa- ratopara escribir la historia de Tidayia y de su iglesia paimo- quial y que salió á luz en 1818. » Tuvo, pues, razón sobrada el Sr. Asensio para decir rotun- damente que la historia del arte cerámico sevillano está aún por escribir; y es muy de notar, que aparte de alguna que otra cita, contenida en libros antiguos y modernos españoles, de la misma índole que las apuntadas por el Sr. Asensio, nada encontramos. Algún más interés han demostrado los escritores extranjeros, pués hace años que han venido ocupándose, con más celo que noso- tros, en describrir notables monumentos de este arte industrial, así como en reunir materiales para esclarecer su historia. Poco, muy poco les debemos, pero menos aún se debe á los naciona- les, en cuanto á la fabricación en general, y por lo que respecta á la sevillana, bastará decir, que hasta ahora ni siquiera se cono- cía un solo nombre de aquellos notables artífices olleros, en cuyos alfaares produjéronse durante un período de tres siglos las her- mosas vasijas doradas ó policromadas, los azulejos de mosaico, de cuerda seca, de cuenca ó planos, los brocales de pozo, pilas bau- 30 LA CERAMICA VIDRIADA EN SEVILLA tismales, y tantos otros innumerables objetos, que dieron á Sevilla envidiable renombre. En la primera mitad del siglo XIX, y por los años de 1844, según Davillier, (i) despertóse el interés de los ceramófilos ex- tranjeros por los objetos de barro cocido con vidrio dorado; sien- do Mr. Riocreux, el primero que llamó la atención sobre la loza de este género. En 1861, el mismo Davillier, imprimió su ío\\ç.to Histoire des faiences hispano moresques d reflets métalliques. En 1865 el mismo autor publicó en la Gazette des Beaux Arts {Tomo 13), su interesante artículo sobre azulejería sevillana. En 1867, Auguste Demmin dió á la estampa sus dos volii- menes, que forman la Guide de hamateur defaiences etporcelaines. En 1872,0. Juan Facundo Riafio, sacó á luz el folleto in- titulado Classified and deseriptive Catalogîie of the art objects of Spanish production in the South Kensignton musetim with an in- troductibn and notes. En el de 1874 el Sr. D. Rodrigo Amador de los Ríos dió á la estampa su monografía Brocales de pozo árabesy mudejares., que forma parte del tomo 111 del Mtiseo Espafwl de antigüedades, y al siguiente año, en la misma obra que acabamos de citar, se insertó una monografía del Sr. Rada y Delgado, relativa al jarrón árabe de la Alhambra. El propio Sr. Amador de los Ríos, en la referida monumental obra, dejó impresa su monografía sobre los Mosái- eos, azulejos y aliceres. El mencionado Sr. Riaño dió á la estampa en Londres en 1879 su interesante obra The industrial Arts in Spam y, Mr. Robinson, en 1881, su Catalogii.e of the special loan exhibitio7i of spanihs aiidPortuguese ornamental art at South Ke^ismgton Museum. Al siguiente año D Narciso Sentenach y el autor de esta monografía, publicaron un conciso folleto intitulado La cerámica sevillana, primer trabajo especial en que se histo- rían los diversos géneros empleados en los barros vidriados de esta ciudad. (i) Histoire des Faiences Hispano-JSIoresques, etc,, pág. i. ANTECEDENTES BIBLIOGRÁFICOS 31 Mr. Edouard Garnier, dió á luz en el referido año de 1882, su Histoire de la ceramique, poteries, faiences et porcelames chez tous les peuples depuis les temps anciens jusqida, nous jours, sien- do de notar, que todas las escasas noticias que consigna, están copiadas de los trabajos ya mencionados de Riaño y Davillier. Recientemente en ¿1887? Mr. Deck nos dió á conocer su obra, La faience. El Sr. D. Antonio García Llansó, reuniendo los pocos ma- teriales hasta ahora conocidos, imprimió en La historia general del Arte, el año de 1897 monografía con el título de La ce- rárnica. En 1899, L. de Mauri, al tratar brevísimamente de la fabri- cación en general de la mayólica hispano-morisca en el volumen intitulado Hamatore de maioliche, publicado en Milán por Ulrico Hoepli no se detuvo átratar de más fabricaciones españolas que las de Málaga, Valencia y Mallorca. Bien es verdad; que en la tabla III de sus láminas ofrece en colores dos ejemplares de azulejos sevillanos, tan imperfectamente hechos, que sin la afirmación del autor de ser de aquella procedencia, nadie los tomaría por tales. El mismo ceramófilo nos dá la siguiente muestra de su escrúpulo- sidad como escritor, en la pág. 492, al interpretar la siguiente PYC marca maiol [ica] ant [ica] di Siviglia m [arca] di Fickman 12 sec [olo] XVII. Con decir que la fábrica de productos cerámicos de los Sres. Pickman y Comp.^ fué fundada por los años de 1840, y que aún viven varios de los hijos del fundador, que continúan la fabricación, podrá juzgar el lector que no sea sevillano, del eré- dito que merecen las noticias contenidas en el Manual á que nos referimos. Y por último, los más recientes trabajos publicados que dan alguna luz más segura, siquiera sea incidentalmente, sobre la técnica de los barros dorados españoles, son los de Wallis, (i) PYu- (1) The Godman collection. Pecsian cefamic art In the collection of M. F, Dn Cane Godman F. R. S. the thirteenth century lustred vases-by Henry IVallls. London. Printed forprivate circulation. 1891, Un vol. gran foi. con magníficas ilustraciones de colores. 32 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA quet, (i) Migeon (2) y Forser, (3) ya tan conocidos entre los ce- ramófilos. Además de las publicaciones mencionadas, podrían citarse algunos artículos insertos en revistas y periódicos, ya dando no- ticia de ejemplares cerámicos descubiertos, ya de la intervención de azulejeros sevillanos en obras efectuadas en otras poblaciones, y de los cuales no haremos mérito, porque no han sido más que datos de un interés muy relativo; bien dignos siempre de aprecio para los aficionados. Algunas de las obras extranjeras que acabamos de mencio- nar, se han ocupado en general, dentro de estrechísimos lími- tes, en la fabricación cerámica española; en otras quedan hechas referencias á la particular de Andalucía, y algo, por consiguiente, han consignado los autores con respecto á la sevillana; pero en todas ellas, ya por la ligereza con que acostumbran tratar de nuestras cosas los extranjeros, ya por la natural carencia que han tenido de datos para ilustrar la materia, podemos afirmar y repetir con el Sr. Asensio, que la historia de los barros vidriados sevi- llanos, está por escribir. Ninguno de los mencionados escritores se ha ocupado, por ejemplo, en mencionar, siquiera, las diversas aplicaciones que se hicieron de los variados productos salidos de los alfaares de Tria- na. Ningiino tampoco estudió los diversos procedimientos que emplearon los artífices del barro, en la época del gran florecí- miento de nuestras artes industriales, y ninguno finalmente, ha añadido un solo nombre al del ilustre maestro Francisco Niculoso Pisano. Tal es el verdadero estado en que al presente se halla la historia de tan hermosa rama artístico-industrial; y por eso diji- mos al comenzar este Capítulo, que íbamos á penetrar en un campo inexplorado. Teniendo, pues, en cuenta todos estos ante- (í) Contribution h Vetude de Id céramique orientale^ El Cairo, 1900. (2) Céramique orientale à reflets metàl·liques. A propos d'una acquisition rc Céntè du Musée du Louvre. Paris. Gazette des Beaux Arts. 1901. (3) Gesckichte der Europaischen fliesen keramili von Mittelalger bis zum jahre, içoo, Strassburg, 1901. Schlesier, i vol. fol. PERÍODOS PREROMANO AL VISIGÓTICO cedentes, no extrañará el curioso, que se nos presenten lagunas, imposibles de llenar al presente; que dejarán de existir, el día que adquieran estos estudios el desenvolvimiento á que son aeree- dores, dada su excepcional importancia. La antigua tradición, relativa á las inmigraciones que efec- tuaron diversos pueblos á nuestra Península, antes del gran pe- ríodo de la dominación romana, va obteniendo por días más sérias confirmaciones, una vez que los estudios arqueológicos ministran á la historia materiales de indudable veracidad, á fin de reconsti- tuirla sobre cimientos los más firmes y perdurables. De una parte la Numismática facilita datos que esclarecen los orígenes de mu- chos pueblos en los primeros tiempos de la dominación latina, como vemos entre otros por los símbolos de delfines y esfinges, de bueyes y caballos; de otra, la Epigrafía interpretando anti- guas leyendas, disipa las dudas de los relatos históricos, ó nos dá á conocer la existencia de pueblos, há muchos siglos desaparecí- dos; y la Arqueología monumental y artística, al poner de mani- fiesto los resultados de felices descubrimientos, casi diariamente facilita inapreciables datos para ilustrar la verdad histórica. El atraso en que vivimos los españoles por la falta de me- dios y por las circunstancias que nos rodean, ha sido la causa de que apenas, si en la Península se efectúen trabajos de investi- gación, en los lugares que la ciencia aconseja, y tenemos que contentarnos con los descubrimientos que la casualidad pone ante nuestra vista. Que los fenicios se establecieron en las costas de la Bética, que explotaron nuestro suelo, que nos dieron su religión y sus costumbres, y que finalmente, fueron nuestros maestros, es aserto indudable, y aunque la tradición y los historiadores guardasen el más absoluto silencio en este punto, ¿qué argumento de más fuer- za, para consignarlo así, que los hallazgos de monedas, figuri- lias de bronce, esculturas y otros monumentos de la misma ín- dole? ¿Qué procedencia si nó, pudo tener, la estàtua de basalto de Isis con Horo, descubierta en 1606 en el patio del Alcázar sevillano, primitivo acrópolis de la Ciudad, minuciosamente des- crita por Rodrigo Caro, y de la cual fuimos desposeídos por el S 34 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA Conde de Monterey? Pero si se quiere mayor prueba de las raíces que en la comarca tartésia echaron aquellos primeros ocupadores, examinemos el notabilísimo pedestal, labrado en la época romana, que sostuvo una estàtua de Isis, el cual consérvase aún en la Casa de Pilato^ con sus bajo relieves que representan las figuras de Osiris, el Buey Apis, y el Halcón consagrado á aquella primera divinidad, juntamente con las de Anubis, la del pájaro sagrado, Ibis, y una palmera recuerdo de las que crecían á orillas del Nilo ó adornaban los templos de Phile y de Karnac. Pero, al tratar de los descubrimientos efectuados en las ruinas de este remoto pe- ríodo, no es posible pasar en silencio el de los interesantes sepul- cros de Cádiz, entre los cuales descuella el soberbio antropóide existente en el Museo Arcpieológico de aquella ciudad, bastante de por sí para persua:firnos, de la manera más elocuente y abso- luta, de cuanto dejamos dicho. Además de las joyas de oro que se encontraron en el interior de las tumbas gaditanas, descubriéron- se también cuentas de vidrio, las cuales, bien pudieron ser impor- tadas de las playas fenicias ó producto industrial de aquellos ocu- padores de nuestro suelo, que por sus relaciones con los imperios que gozaban de mayor civilización, supieron manejar dicha mate- ría y aplicarla á los barros cocidos, según dejamos ya consignado en el capítulo I de esta Monografía. No debemos tampoco omitir en este lugar la noticia de los importantes descubrimientos, efectuados en estos últimos años en varios pueblos y lugares de esta provincia, por la inteligente y plausible iniciativa de nuestro querido amigo el Sr. D. Jorge Bon- sor, merced á la cual contamos al presente con numerosos testi- monios que acreditan la influencia que ejercieron en esta región inmigrantes procedentes del Oriente, que traían consigo un gusto artístico el cual vemos reflejado en los objetos exhumados en los túmulos funerarios: délos cuales ofrecemos las adjuntas reproduc- dones, (figuras lo, y ii del texto y 12 al final del capítulo) he- chas de dibujos que nos ha facilitado la generosidad de su ilus- ilustrado descubridor y que por su interés creemos que han de ser vistas con agrado, auncuando no entran de lleno en el propó- sito de esta obra, por carecer de vidrio como las muestras que r PERÍODOS PREROMANO AL VISIGOTICO 35 dejamos consignadas de la alfarería neolítica andaluza. Aparte, pués, de las deducciones más ó menos fundadas, que pueden desprenderse del relato de los historiadores, y de los ob- jetos descubiertos, hasta'ahora, pertenecientes al período pre- romano, si tratamos de inquirir el origen cierto y fundado de nuestros barros vidriados, ten- dremos que buscarlo en la épo- ca en que España llegó á cons- tituiruna de las provincias del vasto imperio latino. Ya de aquella, hemos visto que á cada momento están apareciendo ob- Figura 10. jetos de tal clase, ora en las Influencias greco-púnicas. necrópolis, Ora en los caill- (Carmona). Colee. Bonsor. en el interior de ÍES mismas ciudades, y los existentes del género de que tratamos, que hemos citado de los museos de Francia, Italia y España, no dejan la menor duda acerca de este extremo, por lo cual, no hemos de insistir después de los ejemplares de que hici- mos mérito. Con la ruina de la monar- quia visigótica á consecuen- cia de la irrupción musulmana, nuestra patria sufrió una radi- cal transformación, cuyas con- secuencias, que alcanzaron á todas las esferas, no se hicie- ron esperar por mucho tiem- po. Pero preguntamos ¿quié- nes fueron y de dónde pro- Fig. II. —Influencias celto-púnicas. cedían nuestros primeros in- Cruz del Negro (Carmona). C. Bonsor. vasoresr Eran los árabes y procedían de la vasta península asiática que rodean el mar rojo y el Occeano Indico; entre la Persia y la Ï 3^ LA CLRÁMICA VIDRIADA EÍÍ SEVILLA Etiopía, la Siria y el Egipto, país al que los geógrafos antiguos di- vidieron en Arabia Desierta, Pétrea y Feliz, y en el cual, hallá- base establecido un pueblo de salvaje virilidad, en extremo apa- sionado, y por consiguiente, tan vehemente en sus rencores, como bizarro y generoso. En el siglo VII, un hombre excepció- nal, nacido en la Meca, propúsose concluir con la idolátrica divi- sión que en él imperaba, y predicando la unidad religiosa y reci- tando en las plazas públicas las suras del Korán, prometía á los buenos eterna recompensa en celestiales mansiones, rodeados de deleites inefables, cuyas promesas arrastraron tras de él numero- sos sectarios, con los cuales en pocos años logró señalados triun- fos contra sus enemigos los Coraixitas, conquistando la Meca, y siendo al cabo proclamado sobre la colina de Al-Safah, primer jefe /pontífice del Islamismo. Muerto Mahoma sucedióle su dis- cípulo Abubekr, continuador de la obra de conquistas comenzada por el Profeta, para cuya realización uniéronsele innumerables fa- náticos partidarios, arrastrados por los maravillosos relatos que les hacía, los cuales obedeciendo sus órdenes penetraron en la Si- ria, la Mesopotámia y la Persia, regiones que sucumbieron á su formidable empuje; pero no satisfechos aún, enarbolaron sus es- tandartes en los muros de Alejandría, extendiéndo nuevamente su imperio sobre el Africa, hasta Céuta y Tánger con la región Mauritana. Estos hechos, acaecieron durante todo el siglo VII, al finalizar el cual, había sido encargado Muza-ben-Nosayr, futuro conquistador de España, de la pacificación del Magreb, cuyo go- bierno obtuvo del califa Al-Walid, consiguiendo que los vencidos abrazasen el islamismo. El ejército, pués, con que Muza, se ense- ñoreó de Andalucía es fácil comprender de qué elementos estaba formado; así no es de extrañar que egipcios, sirios y berebéres con otros más procedentes de las partes sojuzgadas de Asia y Africa constituyesen el ejército invasor de la Península ibérica. Hay que advertir que en este tiempo, Inactividad de los conquis- tadores de las comarcas orientales se concentró en las obras de la civilización, y que el reinado de los primeros Abasidas fué la época de mayor esplendor para los árabes del Asia. Las artes, las ciencias, las industrias y las relaciones comerciales alcanzaron no- PERÍODO MUSULMÁN 37 table desenvolvimiento en los últimos años del siglo VIII yen los primeros del IX, comenzando en éste su decadencia, al declararse España independiente y al constituirse, de la misma manera, varios principados en la Persia y en la India. En aquella época las ciuda- des de Alejandría, el Cáiro, Sour, situado sobre el emplazamiento de Tiro; Alepo, Antioquia, Damasco y Tripoli, fueron los cen- tros del gran adelanto artístico-industrial y del más activo co- mercio con el Occidente, cultivándose en particular, entre otras industrias, las textiles, la del papel, la de los vidrios y la ce- rámica. En el siglo X continuaba la desmembración del imperio. Bagdad perdió su carácter de capital y el verdadero centro militar y político del islamismo, establecióse en el Cairo, asi como el foco de la civilización hispano-arábiga fijóse en Córdoba, representado por el califato. Conocido es de todos el esplendor y magnificencia que ca- racterizó al imperio de los árabes occidentales, asi como el engran- decimiento de la fastuosa capital, que llegó á ser émula de las ce- lebradas ciudades del Oriente. Monumentos públicos religiosos y profanos la enriquecieron hasta un punto, que parece inverosímil: artistas y filósofos, astrónomos y médicos, mecánicos y artífices, poetas y literatos, venidos de las más apartadas regiones del Oriente, ó formados en la misma metrópoli, dieron universal fama á los centros docentes y á las sábias academias, escuelas y bibliote- cas, que patrocinaban generosamente califas de imperecedero re- nombre, como los Abder-r-rahman y Al-Haquenes, sobre todo el segundo, principe el más esclarecido, por su amor á las letras, de cuantos han reinado en España. El florecimiento por lo tanto, de la gran ciudad, extendióse á todas las esferas, en los tiempos del último califa citado, cuyo palacio contenia una magnifica biblio- teca, y en el cual estableció vastos talleres en que trabajaban mi- niaturistas, escribanos de letras, encuadernadores, etc. Con tal espíritu de cultura no era de extrañar, que á su vez alcanzase al desenvolvimiento de las artes industriales, que llegaron á su ma- yor esplendor, como reflejo que fueron de las celebradas del Oriente. La construcción de la singular aljama erigida por Ab- 38 LA CERAMICA VIDRIADA EN SEVILLA der-r-ahman I, nos manifiesta evidentemente la parte que en ella to- marón los artistas bizantinos, siendo al presente, motivo muy legí- timo de admiración para los artistas y arqueólogos. En sus muros íucen los celebrados mosáicos de alfoseyfesa; regalo del empera- dor Constantino Perfirogeneta, con sus preciosas combinaciones de brillantes colores, que imitan á maravilla las piedras preciosas so- bre fondos de oro, produciendo un efecto deslumbrador: pero, inútilmente se han buscado hasta el día revestimientos de azulejos, ni se ha encontrado el menor vestigio de jiiezas de barro cocido y vidriado, á que indudablemente, pueda atribuirse origen árabe-bi- zantino. (i) Los relatos de los historiadores al describir las encan- tadas mansiones de Medina Az-Zahará y Az-Zahira, no obstante su minuciosidad, no nos dan tampoco motivo para sospechar, que en su ornato se empleasen los azulejos. Al tratar del incomparable pabellón central, llamado Salón de los Califas, se dice: que las te- jas que lo cubrían eran alternadas de plata y oro. Esta frase, acaso podría hacernos sospechar, que empleada en un lenguaje figurado, fueron aquéllas cubiertas de barro cocido, vidriadas, como hoy de- cimos, con el bello esmalte de reflejos metálicos; sin embargo, no falta quien interprete la hiperbólica frase estimando, que pudieron haber sido de metales dorados y plateados; opinión que más se ajusta á la creencia común en los ceramófilos, de que la industria de los barros vidriados fué desconocida, ó por lo menos no estuvo en boga en los tiempos del califato. No hemos de ocultar la extra- ñeza que este hecho nos produce, si tenemos en cuenta, que el pro- cedimiento del vidriado lo emplearon, como es sabido, los pue- blos más antiguos del Oriente; que entre ellos perpetuóse durante siglos, y que una vez efectuada la conquista de Persia, (2) por los (1) Cuando el emperador Constantino trasladó la silla del gobierno á Bizan- cío, hizo grandes esfuerzos por dar á la ciudad un esplendor extraordinario: y por una ley del año 337 exceptuó de pagar cargas públicas á 37 profesiones, éntrelas cuales se cita á los ceramistas; privilegios que fueron confirmados por los códigos de Teodosio y Justiniano. Queda, sin embargo, la duda de si e.<ítos alfareros aplicarían á sus productos el vidrio, aunque parece razonable creerlo así. (2) «Admítese que los persas estaban en plena posesión de la fabricación de la loza, cuando en el siglo VII fueron conquistados por los árabes. Pero sí es fácil PERÍODO MUSULMÁN 39 árabes, parece lógico suponer, que al extender éstos sus con- quistas por el África, para venir luego á sojuzgar nuestra Penín- silla, hubiesen traído consigo las tradiciones de un arte indus- trial, que se prestaba á muy diversas aplicaciones, y que por su riqueza decorativa entraba muy de lleno en el gusto arquitectónico de nuestros invasores. Un ilustrado ceramófilo contemporáneo (i) dice á este propósito: «No vamos aquí á tratar la cuestión del arte árabe, muy controvertida por otra parte. Si es posible probar que no existe un arte árabe propiamente dicho, y solamente un arte oriental, hay que reconocer al menos, que los árabes supieron aprovechar las artes propias de los pueblos que conquistaron, y que los tesoros acumulados por .sus príncipes, representan en con- junto las artes de los países dominados, en su más soberbia apli- cación. » Refiriéndonos pues, al arte árabe-bizantino, tenemos que re- conocer que es ésta una de las lagunas que restan por llenar, la cual, también puede hacerse extensiva al período llamado de los reyes de Táifa, por lo que respecta á la historia de nuestros barros vidriados, y careciendo, por consiguiente, de datos positivos, no hemos de aventurarnos en formar conjeturas y deducciones faltas el escribir á la vista del dibujo de una pieza de cerámica, que fué ejecutada bajo la dinastía de los Sasánidas, que reinó en Persia desde 226 á 652, es menos fácil pro- bario. El Gabinete de Medallas de la Biblioteca Nacional posee la magnífica copa de vidrio de Cosroes I, rey de Persia, de 531 á 579. Este objeto demuestra un arte muy adelantado, pero ninguna colección enseña un pedazo de loza de los primeros siglos de nuestra era. He aquí un estudio nuevo é interesante que acometer, que no podrá ser emprendido, en mi concepto, más que en el país mismo por hombre competente conocedor de las lenguas antigua y moderna. El estudio versaría sobre las lozas per- sas antes de los árabes, y sobre las que fueron fabricadas durante y después de la ocupación.» Deck. La Faiznce. Si con efecto no existe, como Deck asegura, ni igún pedazo de loza verdade- lamente persa, cuya fabricación pudiera remontarse al siglo Vil, véase como opina tratándose ya de fechas más recientes. «Los árabes, hábiles para aprovecharse de las artes, y de la industria de otros, tomaron pues, de los persas el oficio de la alfarería y lo importaron en los países que conquistaron en Europa.» «Desde el comienzo del siglo Vííí al fin del XV, España fué ocupada en parte por los musulmanes: primero los árabes, después los moros en la primera mitad del siglo XI. La fabricación de loza alcanzó en la Península una extensión conside- rabie.» Ibid. Op. cit., pág. 30. (i) Gesparch. 1^(2/íz pág. 90. 40 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA de sólidos fundamentos. Al ocurrir la desmembración del califato y declararse independientes aquellos régulos andaluces, no hay motivo para suponer hubiese experimentado el arte transforma- ción importante, ni tampoco hubo tiempo bastante para que así se efectuase, por consecuencia de las invasiones de los almorávides y almohades, que no se hicieron esperar mucho tiempo El recelo que hubo de inspirar á los monarcas musulmanes andaluces, el poderío de las armas cristianas, llegó al punto de te- mer verse desposeídos de sus reinos, y de acuerdo, resolvieron llamar en su ayuda contra el enemigo común á los almorávides, berberiscos del Sahara, los cuales en pocos años, habían fundado un vasto imperio comprendido en las regiones, desde el Senegal hasta Argel. No hemos de detenernos en narrar los sangrientos y tristes sucesos ocurridos desde la entrada en España de aquellos fanáticos é ignorantes africanos, hasta su expulsión por los almo- hades, pues á nuestro propósito no incumbe historiar tales hechos, consecuencias naturales del antagonismo de razas, que produjeron á su vez enconadas luchas, rencores y odiosidades, que tuvieron dividido el poderío de los musulmanes andaluces, contra los cua- les,á bien poca costa, obtuvo el triunfo el africano Jusuf-ben-Texu- fin y sobre aquel desdichado monarca sevillano Almotamid, una de las más interesantes figuras que registra nuestra historia. Bastará, por tanto, consignar al intento que nos guía, que la dominación de los almorávides en Al-andalus fué tan breve, como infecunda, pues, solamente ocuparon nuestro suelo durante un pe- ríodo de cincuenta y cinco años, desde 1091 á 1146, y en cuyo lapso de tiempo no hay noticia de que erigiesen ningún monu- mento, ni perpetuasen su memoria con acto alguno digno de alabanza, y sí de vituperio, por la ambiciosa y desatentada con- ducta que observaron con los vencidos, la cual dió por resultado, las sublevaciones de ciudades importantes, que prepararon su to- tal expulsión, al cabo efectuada con el auxilio de los almohades. Estos nuevos conquistadores, procedentes del Atlas marroquí, ha- bían ya quebrantado en África el poderío de los almorávides, pri- mero por el esfuerzo delMahdi, y después por el de uno de los hombres más superiores de su época, el ilustre Amir-Abd-el-Mumen, PERÍODO MUSULMÁN 41 Tocó en suerte el reino de Sevilla^ por designación que hizo el propio fundador de la dinastía almohade, su padre, al distribuir entre sus hijos el gobierno de las provincias de su mando, al prín- cipe Jusuf-Abu-Jacub; el cual, en 11 71, después de la muerte de su progenitor, cruzó el Estrecho, é hizo su entrada triunfal en estaciu- dad, donde fué recibido con júbilo imponderable, y en la cual dejó muestras indelebles de su gran cultura. Dicen los historiadores, que á él debióse la creación de la grande aljama^ cuyas obras terminaron en 1 172; y que atendió además á otras empresas im- portantes, como fueron el reparo de las antiguas murallas roma- nas, la construcción de considerables lienzos de las mismas, las obras del acueducto para la conducción de las aguas, desde el cas- tillo de Djebir (Alcalá de Guadaira) estableciendo depósitos y ca- nalizando la ciudad, para distribuirla en los distintos barrios. Hizo, además, que se labrasen muelles, á fin de facilitar la carga y des- carga de los barcos en el Guadalquivir; labró almacenes para las mercaderías, y por último fabricó un nuevo puente de barcas, que dió cómoda comunicación entre Sevilla y el populoso arrabal de Triana. (i) Este mismo espíritu, tan civilizador como guerrero, trasmi- tióse al nuevo Amir Abdalá Jacub, apellidado Almanzor Bifad-1- Elá, príncipe á quien conceden los historiadores la grandeza de ánimo, la ilustración y el valor de su padre y de su abuelo vence- dor glorioso de los cristianos en la batalla de Alarcos, en memoria de la cual, según opinión sustentada por doctos historiadores, mandó construir el soberbio alminar de la mezquita aljama, cuyas obras terminaron en 1197, que viene siendo conocida en el mundo con el nombre de la Giralda. Basta esta página de la gloria del arte mauritano, para perpetuar el nombre y las cualidades del vencedor de Alfonso VIII, así como, para persuadirnos del grado de cultura (i) No obstante el dicho de los historiadores, de que á este príncipe se debió la traída de las aguas desde Alcalá, y la construcción del puentes de barcas, creemos que deberá entenderse, no de una manera tan absoluta. El acueducto con- serva restos muy considerables de fábrica romana, y en cuanto al puente, consta, que, lo hubo desde época mucho más remota. 6 42 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA que alcanzaron nuestros dominadores en aquel período, tan fecun- do en obras artísticas, como lo acreditan los restos de fábricas sarra- cenas existentes en nuestros templos, con los alminares á ellas anexos, y que subsisten en nuestros días. Al llegar á este período advertimos ya los primeros destellos de la aplicación de los barros vidriados á la arquitectura, cómo tendremos ocasión de comprobar con el exárnen de los monumen- tos mismos. Pero, antes de entrar de lleno en la enumeración de tan importantes datos, séanos lícito detenernos en algunas consi- deracionns. Dos teorías sustentan los arqueólogos al tratar del arte mau- ritano. Creen unos que por nuestros dominadores fué importado del Africa, mientras que otros opinan que de Andalucía la reci- bieron los marroquíes. Fúndanse los primeros para pensar así, en el hecho de la originalidad que se manifiesta en el arte arquitec- tónico mauritano, pués examinados lo mismo su sistema cons- tructivo que los elementos principales que intervienen en su or- namentación, no hay ni en los unos ni en los otros las menores semejanzas con los que caracterizan la soberbia fábrica de la al- jama cordobesa, y por consiguiente, si antes de establecido entre nosotros un nuevo pueblo, no conocemos obras algunas que tengan analogía con las que llegó á realizar, parece razonable creer que las nuevas manifestaciones de aquel emanadas, fueron resultado del fecundo talento de sus hijos. Cierto, que antes de la invasión almohade no hay noticia de monumento alguno en que aparezcan ni el sistema de bóvedas cortadas por aristas, ni los vanos de ojiva túmida, ni las arcadas angreladas, ni los adornos de atauriques, ni las elegantísimas combinaciones de geométricos lazos, ni por último, la preciosa labor de cúpulas y pechinas esta- lactíticas y los ornatos de polícroma azulejería. Si pues, todo este sistema constructivo y ornamental aparece en España á raiz de la dominación almohade, si las tradiciones bizantinas reflejadas á maravilla en la mezquita cordobesa, han desaparecido por com- pleto, y su desaparición coincide con las manifestaciones artísticas de los nuevos invasores, no es extraño que algunos hayan consi- derado á éstos, como los creadores del nuevo estilo arquitec- PERÍODO MUSULMAN 43 tónico que por ellos nos fué importado del África. En oposición á esta doctrina, creemos que puede sostenerse lo contrario, con mayor suma de razones y de datos; y á este pro- pósito y en primer lugar, nos permitiremos transcribir lo dicho por un ilustre arqueólogo de grata memoria para nosotros, (i) cAl notar la semejanza que salta á los ojos, entre las fábricas magrebinas y las andaluzas, podía (teniendo presente que los ká- bilas no habían de ser autores de monumentos tan perfectos) sos- pecharse la filiación hispano-arábiga de las primeras; empero esta conjetura, truécase en evidencia, una vez conocido el testimonio del erudito y eminente escritor granadino del siglo XIII, Ben Said, quien en su «Descripción de España y Africa» (2) se expresa en los términos siguientes, respecto de este particular. «De las provincias de Andalucía, reunidas á su imperio del Magreb, dice el texto, han hecho venir los emires almohades Ju- sef y Jacub-el-Mansur, los arquitectos que han dirigido las cons- tracciones mandadas levantar por aquéllos en Marruecos, Rabat, Fez, Mansuriah No es menos sabido que al presente, (1237), la prosperidad, el esplendor magrebino parece haberse extendido hasta Túnez, donde el Sultán actual, hace construir monumentos, labra palacios, planta jardines y viñas á la manera andaluza. To- dos sus arquitectos son naturales de aquella tierra, como los ala- rifes, los carpinteros, los alfareros^ los pintores y los jardineros. Andaluces son los que trazan los planos de los edificios, ó los que los copian, ateniéndose álos monumentos de su país.» «No fué solo, añade el referido Sr. Tubino, en esta rama déla actividad donde la civilización magrebina hubo de mejorarse, con las ventajas que se proporcionaba en las regiones españolas suje- tas al islamismo: pues, como nos hace notar el Sr. Simonet, hasta la escritura arabigo-africana, fué originaria de la española, según asienta Ben-Jaldun. Otro escritor de la edad media mahometana, el Xocundi, después de enumerar los diferentes instrumentos de mú- sica usados á la sazón, en la muy floreciente ciudad de Sevilla, (1) Tubino: El arte en España^ pág, 148. (2) Almnecari. Tomo I, pág. io6 de la edicidn de Leyden» 44 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA añade; Pero en Africa no se conocen otros que los llevados de España;» y en otro lugar afirma que «á no ser por España, no hu- hiera alcanzado el Africa celebridad ni excelencia alenna.» Aten- diendo á los datos expuestos, ocurre preguntar: ¿cómo nació este estilo en Andalacía? Para responder concienzudamente tendríamos que empezar por el estudio de las opiniones diversas que susten- tan ilustres escritores. Unos pretenden que la civilización musul- mana fué un reflejo délas tradiciones clásicas y cristianas, mien- tras que otros niegan á los mozárabes toda cultura. No creemos en absoluto pueda aceptarse la una ni la otra. Tan aventurado nos parece negar toda participación en el adelanto artístico á nuestros invasores y cualidades favorables para el desenvolvimiento de las artes, como atribuirles por completo la gloria del florecimiento que alcanzamos en los albores del siglo Xll. Bien puede asegu- rarse, por lo que á Sevilla respecta, que nuestra ciudad continuó siendo durante la dominación mahometana, uno de los centros en que se conservaron, más proíundamente arraigadas, las tradiciones del mundo clásico, así como las del tiempo visigodo. Depositada del saber de aquellas dos épocas^ mereció por este concepto, elo- gios de los mismos musulmanes, que la consideraron como el asiento de la ciencia y de la cultura latino germánica; y tanto por esto, como por las excelencias de su suelo, por su gran comercio y por su importancia en general, á ella acudirían para buscar refu- gio en los días de la conquista musulmana, mucñas de las fami- lias más nobles y ricas. No obstante de que la mayor parte de sus naturales, unos se convirtieron en mulladies y otros continuaron en el uso de su religión y de sus costumbres, disfrutando de la condición de mozárabes, para conservar así su fortuna particular y su modo de vivir, es razonable suponer que no por eso renunciarían á las ocupaciones y trabajos que les facilitaban los medios para atender á sus menesteres y á sus comodidades. Simonet, Tubmo, hiadrazo, Valera y otros doctos escritores, reconocen la superiori- dad de la cultura hispano-cristiana sobre la de nuestros invasores, la cual no desapareció ciertamente á raiz de la ruina del imperio visigótico, sino que»se trasmitió á los mozárabes y mulladies. Por itra parte, no hay que buscar monumentos árabes notables hasta PERÍODO .MQSULMÁN 45 dos siglos después de la invasión; esto prueba que se necesitó tiempo para que el genio de aquel pueblo, fecundado por la savia de otros, entre ellos por el hispano-cristiano, alcanzase su florecí- miento; y al decir monumentos árabes notables, omitimos la gran mezquita de Córdoba, por su fijación bizantina, empezando á con- tar desde el período almohade, que debe ser considerado como el de verdadera originalidad. No es posible detenernos en el exámen crítico de todas los teorías sustentadas por doctos arqueólogos, desde los que niegan el concepto de que los bizantinos enseñaron á los árabes, hasta los que suponen que éstos se asimilaron todos los estilos, gustos y maneras de los monumentos que hallaron en Persia, en Siria, en Cartago, en Sicilia, en la Italia meridional y en España; y no falta tampoco quien afirme, que su sistema ar- quitectónico, en cuanto no sea original, tenía sus antecedentes en el Oriente, y sus procedimientos decorativos eran ante todo y sobre todo orientales. Inspiráronse ellos en las fuentes mismas donde beberían sirios, griegos y romanos; no fueron los bizantinos sus maestros, sino sus copartícipes en esta enseñanza y adestra- miento; si se quiere diremos que entre la exornación árabe y la bizantina hay relación de parentesco; pero éste no es ascendente ó descendente, sino colateral. » Dejando pues, aparte estas cues- tiones, que ellas sólo ocuparían un volumen, volvamos á nuestro propósito, y tratemos de esclarecer el hecho fundamental de si el estilo arquitectónico de los almohades nació en Andalucía ó nos fué importado por ellos desde el Africa. Creemos que con mayor fundamento puede aceptarse la opinión de los que aseguran que en España no habian desaparecido las cultas tradiciones de lati- nos y visigóticos; convengamos también en que no debe desde- ñarse por insignificante la opinión de Ben-Said ya citada, y con- vengamos, también, por ultimo, en el hecho harto significativo, que viene á corroborar lo manifestado por aquel escritor granadino, y es precisamente, que las grandes fábricas marroquíes, como las torres de Hasan, Marrakésh,. Shellah, Agadir, las llamadas de Mansouriah, de Sidi Halui y de Sidi-J.-Hasan de TIemcen, con otros muchísimos monumentos más, son poco posteriores, ó acaso contemporáneas, con las que produjo la dominación almohade en 46 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA Andalucía: pero preguntamos ¿cuál es el origen de las peregrinas combinaciones de geométricos lazos y de complicadas estalactitas? ¿Por ventura estos ornatos, tuvieron precedente alguno en las civi- lizaciones anteriores á la ocupación africana? Hay por consiguiente que reconocer, por lo menos, la coincidencia que esta delicada y bella ornamentación aparece en las fábricas almohades y nun- ca en anteriores monumentos. Y esto mismo puede hacerse ex- tensivo por lo que se refiere al empleo de los barros cocidos y vi- driados. Cierto que ya hemos visto comprobado por fehacientes testimonios, que esta industria no fué desconocida por los alfare- ros romanos; que de ellos pudo trasmitirse á los visigodos, pero, no podemos asegurar este segundo extremo ni menos decir que fuese empleado durante el califato ni en el período de los reyes de Táifa. Aparece, y por cierto muy parcamente en las fábricas erigidas por los almohades, y como ya hemos visto la diversidad de gentes llegadas á España, que procedían de la Persia y del Egipto, pueblos que con tanto amor cultivaron esta rama artísti- co-industrial, también podemos creer que las tradiciones orienta- les unidas á las occidentales, conservaron viva la tradición de este procedimiento, aplicándolo por vez primera en los albores del siglo XI, cuando se levantaban en Sevilla numerosas mezquitas, con sus alminares en los cuales, encontramos las pruebas induda- bles del empleo de la azulejería. A este propósito dice el Sr. D. Ro- drigo Amador de los Ríos « que no podrá menos de sospecharse, que acaso los aliceres y azulejos, de que no se conoce ejemplo en la época del califato cordobés y de los reyes de Táifa, fueron con- secuencia natural de la modificación artística inaugurada en Al-An- dalus, con la invasión almohade, reconociendo por tanto origen puramente mauritano, » añadiendo, que por mediación de aque- líos invasores se introdujo en nuestra Península el uso y fabrica- ción de los aliceres y azulejos.» Queda por consiguiente en pie, el problema, que á nuestro entender no puede ser hoy resuelto por falta de datos precisos; y así se ve que al tratar de los orígenes de los barros vidriados españoles, ni los ceramógrafos extranjeros, ni los naturales ministran datos para su esclarecimiento. Acerca de este punto pasan como sobre ásciias, y aún los más reputados, ó PERÍODO MUSULMÁN 47 no hacen alto en él, ó tratan de cumplir sus propósitos con lijereza poco apropiada á la importancia del tema. Así, por ejemplo, no deja de llamar la atención que un escritor tan competente como Marryat comprenda en cortísimo número de renglones la historia de nuestros barros vidriados, expresándose en la siguiente forma: «Esta industria decorativa (la alfarería), restablecida primero en España, donde fué introducida por la invasión de los moros, que probablemente encontraron allí algunas tradiciones del arte cerá- mico, en el cual aquella nación bajo los romanos había obtenido celebridad. Por donde los árabes extendieron sus conquistas intro- dujeron la fabricación de tejas de tierra esmaltada, de las cuales estaban adornadas las mezquitas de Persia y de Arabia Las construcciones que han dejado en España, en Sevilla, Toledo y Granada, y sobretodo el castillo fuerte de la Alhambra, se distin- guen por su estilo decorativo, y atestiguan la belleza graciosa y sin rival del arte árabe » Dedica luego el autor un parrafito á tratar de los azulejos, fijándose particularmente, en los granadinos, de todo lo cual se deduce, que en el corto espacio de los renglones trans- critos, comprende los orígenes y desenvolvimiento de la azulejería española, desde la invasión mahometana hasta el período de los reyes granadinos, sin establecer tampoco la debida separación cronológica entre la cerámica policromada y la de lustre metálico, introducida seguramente en el último período sarraceno. Garnier tratando de las vasijerías tiernas esmaltadas (vidriadas) dice: que este arte se perpetuó éntrelos pueblos orientales y fué introducido en Europa, primero por los árabes, que poseyeron la Sicilia desde el siglo IX al XI, y después n os moros de España, cuyos be- líos vasos y maravillosas va^^ascon tonos metálicos, son la gloria de nuestros museos y de nuestras colecciones; y que, desde el si- glo XIII hicieron sobre las costas del Mediterráneo, y sobre todo, con la Italia, un comercio muy considerable de sus productos, (i) Terminaremos citando como otra nueva prueba de la lijereza con que los ceramófilos extranjeros han tratado la historia de los (i) Hist, de la Cerantique, pág. i8. 48 LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA barros vidriados hispano-moriscos, las frases que le dedica el eru- dito Mr. Jacquemart, expresándose en los siguientes términos: «Pero un género de fabricación, del cual no se hace mención en nin- guna parte, es la de ciertos azulejos ó placas de revestimiento de origen árabe, y cuya manera de fabricación parece originario de Asia Menor. Sobre un fondo de esmalte blanco fluido, se desta- can, por un ligero relieve, rosetones, tallos, ornatos, arabescos re- llenos de esmaltes agamuzados, verdes, azules que están como su- getos en las paredillas salientes del contorno. Este género que parece remontar en España á tma época antigua, continuó duraíite largo tiempo, ( i ) como lo prueban las notables placas que decoran el Alcázar de Toledo, morada de Carlos V. (2) Esto es cuanto hay en efecto, podríamos repetir ahora con el Sr. Amador de los Ríos, acerca cíe los mosaicos, aliceres y azule- JOS qne estudiamos en la presente monografia. (3) Figura 12. Innuencias greco-púnicas (Alcázar de Carmona). Celec. Bonsor. (1) La frase no puede ser más satisfactoria para que el lector forme exacto criterio. (2) Op. cit. (3) Refiérese á la inserta en el Musco Español de Antigiledades. Tomo VI, folio 199, V. la nota i.^ CAPÍTULO III SUMARIO PRIMERAS MANIFESTACIONES DE LA AZÜLEJERÍA SEVILLANA.—DIFE- RENTES CLASES EN CUANTO k LOS TAMAÑOS Y FORMAS DE LAS PIEZAS.—PRO- CEDIMIENTOS DIVERSOS EMPLEADOS EN SU FABRICACIÓN Y ADORNO DESDE EL SIGLO XII AL XVIII INCLUSIVE.—BREVE NOTICIA DE SU TÉCNICA INDUSTRIAL.— HORNOS.—PREPARACIÓN DE LOS BARROS, ESMALTES Ó VIDRÍOS.— OJEADA HIS- TÓRICA.—EJEMPLARES DE LA ÉPOCA AL.MOHADE.—LOS ALMINARES DE SAN MARCOS Y DE SANTA CATALINA.—LA CAPILLA DE LA PIEDAD EN LA IGLESIA DE SANTA MARINA, Y LOS RESTOS DEL MIHRAB EN LA, DE SAN ESTEBAN. — LAS TORRES DEL HOMENAJE Y DEL ORO.—LOS FRAGMENTOS DESCUBIERTOS EN EL CORO DE LA CATEDRAL NO DEBEN SER CONSIDERADOS COMO ALMOHADES. I al llegar hasta aquí nos han falta- do testimonios que acrediten el em- pleo de los barros cocidos y vidriados, durante el período comprendido desde el establecimiento del califato hasta la entrada en Sevilla de los almohades, ya á partir de esta fecha iluminan nues- tro camino débiles resplandores, los cuales, más brillantes á medida que en T ^ T historia nos internamos, alumbrarán nuesrro derrotero en plazo muy breve, esclareciendo poderosa- mente, hasta los puntos más recónditos en que deseemos pene- trar, guiados por el afán de la investigación. Muchos y muy valiosos son los monumentos, que desde ahora 7 I 50 LA AZULEJERÍA SEVILLANA vamos á ofrecer al estudio del curioso, y nó pocos los datos ex- traídos de nuestros archivos, que durante años hemos ido acu- mulando. Reunidos, pués, penetremos ya de lleno en el vasto campo que nos ofrece la historia de una de las más hermosas in- dustrias artísticas de que se han valido los hombres para em- bellecer la obra arquitectónica, y de la cual, la cultura moderna hace grandísimo aprecio por las múltiples aplicaciones á que puede prestarse. Más antes de comenzar el estudio de los monumentos mis- mos, parécenos oportuno, decir qué es lo que entendemos por azu- lejo; cuantas clases comprende, dadas sus formas y dimensiones, así como sus diferencias atendidos los diversos procedimientos que fueron introduciéndose en su fabricación á partir del siglo XII hasta el XVIII inclusive; y así de este modo no tendremos necesi- dad de repetir estas explicaciones técnicas, cuando tratemos de ejemplares correspondientes á cada uno de los diversos sistemas empleados. € Azulejo llaman en algunas partes de España, á cierta suerte de ladrillo vedriado de que suelen hacer muy galanas solerías y aforros de paredes. Consta de al que significa en arábigo. Id, y de Z2ileycha^ que significa este dicho ladrillo, assí que toáo ymto azu- leycha significa la zuleycha el dicho ladrillo vedriado y por lo dicho en la octaua aduertencia (i) no ha de sonar la 1 del artículo y así resta azuleycha y corrompido dicen azulejo.» (2) El erudito Covarrubias dice á este propósito: «Azulejos:» Ladrillos pequeños quadrados y de otras formas con que se enla- drillan las salas y aposentos regalados en las casas de los señores y en los jardines las calles de ellos. Antonio Nebrisa los llama Te- ssela pauimenticia por esta razón. Dixeronse azulejos porque los primeros debieron ser todos de esta color azul y después se in- ventaron las otras: ó porque entre todas es la azul la que más campea. En Valencia llaman rajoles á los azulejos por ventura por (1) Ignoramos á qué advertencia se refiere el autor. (2) P. Guadix. Vocabulario hispaño-arábigo. M. S. inédito, sig. XVI. Biblio- teca Colomb. PROCEDIMIENTOS DIVERSOS ser en respeto de los ladrillos como rajuelas ó ripios que en latín se llaman assulas y de allí assulejos. Maestro Sánchez Brócense dice ser arábigo^ zulaja. » No creemos ocioso para nuestro propósito transcribir las frases con que acerca de la etimología de esta voz se expresa otro escritor contemporáneo al decir lo siguiente; «La voz azulejo pa- rece un diminutivo castellano de azul, alteración según Dozy, de la perso-arábiga lazaward, lapiz-lazu'i. «Que esta dicción era indi- gena española además de declararlo su forma nos lo dice Alma- ccari (1.124) en el siguiente pasaje: (i) « y se hace en el anda- luz una suerte de mosáicos, conocido en el Oriente por fosaifisá, y una especie con que se pavimentan los suelos de sus casas cono- cida por azulejo, que se parece al mosáico y es de colores admira- bles, el cual ponen en lugar del mármol de colores que emplean los orientales para adornar sus edificios. » Dentro de la voz azulejo tenemos que establecer una diferen- cia, que aun al presente se observa por los artífices del barro; al emplear aquella voz para distinguir la loseta cuadrada, de las pie- zas más pequeñas, como son, por ejemplo, las cintas ó verdugui- líos para recuadrar tableros y las de que se forman los mo- sáleos. Á todas estas llaman aliceres, así como alizares á las piezas rectangulares cúbicas con una canal interior, á lo largo, que sirven para colocar en los ángulos de los muros ó en las aristas de las fuentes, asientos, alféizares, etc. El Sr. Amador délos Ríos fundándose en la sienificación ará- biga de las palabras, establece también diferencias, llamando alice- res á las piecesitas de barro cocido y esmaltado que forman los alicatados, así como almofassas significa lo mismo que azulejo, obra hecha de pequeños fragmentos. El P, Guadix en su notable Vocabulario antes citado, dice: « Alizer ó Alizar; llaman en España una stierte de azulejos que va- len para remates de aquella obra ó labor de azulejos etc.,» de cuya misma opinión es el Sr. Eguilaz al consignar que alizares, (i) Eguilaz. Glosarlo, pág. 327. 5^ LA AZULEJERÍA SEVILLANA son azulejos que hacen guarnición en las paredes y en el suelo y rematan la obra. Á juzgar por las frases de ambas autoridades, parece más bien, que se refieren á las cintas negras, verdes, azules ó meladas que como antes dijimos recuadran los tableros de un alicatado y las cuales creemos que eran las que llamaban antiguamente verdu- guillos. Pero sea de esto lo que quiera, estimamos que bien puede aceptarse, como ya lo hace el uso entre los alfareros, la voz alice- res para distinguirlas piezas pequeñas de las grandes; empleándola al tratar de la obra de mosáicode azulejería. Además de los aliceres, ó sean las menudas piezas de mosái- CO, y las tiras ó cintas que servían para recuadrar los tableros, he- chos para la labor de mosáicos, la cual, como ya hemos dicho, co- menzó á emplearse en el siglo XII, introdujéronse en el XV, las piezas llamadas de olambres ó olambrillas, destinadas á for- mar combinaciones con el ladrillo rojo ó amarillo de que se for- maban las solerías, y al mismo tiempo que éstas, el azulejo, tal como hoy lo conocemos, que es la loseta cuadrada que varía poco en sus dimensiones generales, la cual sirvió para los alicata- dos y para los demás usos, como fueron los revestimientos de fuentes, portadas, poyos, frontales de altar y tantas otras aplicado- nes de que se hizo atinado alarde en los siglos XV, XVI y XVII. Hoy pues, llamamos azulejo en general á las dichas losetas cua- dradas cuyas dimensiones varían entre o.'" ii, o.'" 14 yo."" 18, así como también á los que por su aplicación especial para las te- chumbres se llaman de ladrillopor tabla, los cuales tienen gene- raímente el doble tamaño que las referidas losetas que acabamos de mencionar (de o.™ 14). Veamos ahora los diversos procedimientos aplicados á la fa- bricación de la azulejería sevillana según y cómo en el transcurso del tiempo fueron apareciendo. Los azulejos de esta primera época, ó sean aquellos que se nos ofrecen en la almohade, son verdaderos mosáicos, esto es, pe- queñas piezas que los albañiles cortaban con la herramienta que todavía se usa y conoce con el nombre álpico, de placas y lose- tas monócromas blancas, verdes, azules negras y meladas, justa- PROCEDIMIENTOS DIVERSOS 53 poniéndolas, y por tanto sin que entre ellas hubiese más línea di- visoria que la del corte. Creemos que este procedimiento comen- zaría empleándolo en piezas cuadradas ó romboidales, y después á Figi/rj 13. Fragmento de mosáico procedente de la Iglesia de San Andrés. Colee. Osma. éstas seguirían las combinaciones poligonales. Resultaba, por consiguiente, un trabajo tan difícil como entretenido y costoso: y que de tal suerte eran obtenidos de las referidas placas, lo demuestra el exámen mismo de estos aliceres, porque fijándo- nos en sus bordes, vemos de una manera clara por la viveza de las aristas, que han sido recortadas de otra pieza mayor. Más no fué solo este sencillo, si bien penoso procedimiento, el único que se empleó en ia combinación de mosáicos. Más tarde, en el siglo XÍV 54 LA AZÜLEJERÍA SEVILLANA > abraron bellísimos alicatados nuestros aziilejeros alardeando de su pericia y de su ingenio al formar los trazados generales por me. dio de finas cintas vi- driadas de blanco y rellenando con menu- das piezas 1 os espacios ó polígonos que res. taban de la intersec- ción de las menciona- das cintas, producien- dolos más peregrinos conjuntos,como el lee- tor tendrá ocasión de juzgar cuando trate- mos de los zócalos del Patio de las Don- celias de nuestro Al- cázar y de los cuales damos la adjunta muestra, (fig. 14) para que se advierta la di- ferencia entre los dos procedimientos. Los inconvenientes que ofrecía el proce- dimiento de que tra- tamos, el cual lo ve- mos todavía en boga durante todo el siglo XV, hizo pensar á los ceramistas y albañiles de aquel tiempo, en Figura 14, adoptar un sistema Parte de un tablero de mosaico del Patio de las Doncellas que fuese más fácil y del Alcázar. económico y que vi- niera á producir análogo efecto, y entonces, inventaron la labor lia- > PROCEDIMIENTOS DIVERSOS 55 mada en documentos de esta época de merda seca. Tiempo hace que conocíamos este género de fabricación, y que lo habíamos consi- deradocomo una notable variante; pero, ignorábamos la designa- ción con que lo distinguieron los antiguos para diferenciarlo de los demás que al mismo tiempo empleaban, hasta que dimos con el cu- rioso asiento consignado en el libro de Cargo y Data de nuestra Catedral, de 1558,que dice: «á RoqueDiazpor 55oholambresde azulejos y 74 alizares y 52 azulejos de cuerda seca y por 24 ver- duguillos que hasta oy se han traydo para el solado de la pieça para la librería 2422 mrs.» Teniendo en cuenta este dato, si de- tenidamente estudiamos todos los procedimientos empleados por nuestros azulejeros, creemos que sólo puede aplicarse á los que ofrecen sus adornos circunscritos por perfiles de manganeso y grasa, que con la cochura resultan opacos, esto es, de cuerda seca, calificativo que ha tomado ya carta de naturaleza entre alfa- reros y ceramófilos. Consiste en imprimir sobre el barro por medio de una placa ó matriz metálica, que algunos creen que fué de madera, cualquier dibujo, quedando en relieve las líneas y perfiles de los adornos, las cuales por uno y otro lado á su vez, ofrecen también líneas que se ven rehundidas, y además, hállanse perfiladas como dijimos, con grasa y manganeso, cuyas sustancias dejan aisladas por completo las tintas polícromas con que son esmaltados los referidos adornos y figuras del azulejo. El pincel cargado del vidrio deposita en los centros los diferentes esmaltes y por consiguiente, vienen á resul- tar en cada uno de los espacios circunscritos por las líneas del manganeso, unos adornos en bajísimo relieve, análogos á los que los franceses llaman (Fig. 15), No se habían introducido aún en la fabricación de la azule- jería los variadísimos adornos que se vieron muy poco tiempo después, como resultado de las influencias italianas: todavía los ceramistas sevillanos continuaban apegados á las tradiciones de moros y mudejares; por lo cual, los únicos motivos ornamentales que mejor se prestaban al nuevo procedimiento de cuerda seca, eran las combinaciones geométricas, ya imitando con gran fideli- dad los dibujos de estrellería que se emplearon en el verdadero 56 LA AZULEJERÎA SEVILLANA mosaico, ya nuevas composiciones de lazos de mayor tamaño y más ó menos complicadas, sin que falten entre los ejemplares de este género, algunos, raros por cierto, en que se manifiesta la in- fluencia del arte cristiano, pues la combinación de lazos hízose de manera, que en cada loseta dejaron en su centro un gran espacio en el cual, sobre fondo blanco, resaltan en diferentes tonos, fantás- ticas invenciones de animales del gusto gótico, (i) Esta misma influencia revélase también en otras losetas, con las cuales tratóse de imitar riquísimas estofas de carácter gótico, análogas á las que emplearon nuestros pintores imagineros en los fondos de sus tablas. Este género de fabricación permaneció vivo próximamente hasta los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI, en cuyo tiempo desaparece, dejando su puesto á otros dos que comenzaron á manifestarse en los albores de la referida centuria, y que fueron los que hemos llamado en otros escritos nuestros, azulejos policro- mosplanos, y de cue^ica. Acerca de los primeros, cúmplenos decir que los llamamos de aquel modo por dudar de como lo hicieron los antiguos; pero en lo sucesivo les diremos á^pisano, fundándo- nos para ello en las siguientes razones. La primera: que así los conocieron á partir del siglo XVI, según confirman el contrato celebrado en 1561 entre el flamenco Eran- cisco Andrea y el ollero Roque Hernández (2) y los numerosos asientos de los Libros de Hijuelas de gastos de las obras del Al- cázar. (3). Segunda: que recibieron su nombre en gracia al origen de su introductor Francisco Niculoso. Tercera: que el calificativo pisano aúnseemplea en la ac- tualidad por los alfareros de Triana, aunque no sea precisamente aplicado al azulejo polícromo; pero sí al plano; y, por último, por- que tal designación además de que es más concisa lleva en sí el concepto de su origen y del estilo especial á que pertenecen sus (1) En el Capítulo V al tratar de la cerámica de cuerda seca reproducimos en una lámina los azulejos á que se alude en el texto. (2) V.e el Cap. IX. (3) Sevilla Mo7tumental, págs. 578 y siguientes. r 3?R0CEDÎM1ENT0S DIVERSOS 5^ productos. En cuanto al primero, sabido es que fué importado á esta ciudad por el famoso Francisco Niculoso Pisano, y de él trataremos cuando llegue el mo- mento oportuno; pe- ro ahora, hemos de decir que consistía en pintar sobre la superficie plana del azulejo esmaltado, generalmente, de un tono amarillo más ó menos caliente,ador- nos de diversos co- lores, dibujados con una tinta negra, ó morada obscura: otras veces la refe- rida loseta estaba bañada en esmalte blanco, y sobre ella asimismo, se dibuja- ban con tintas azu- les cualesquiera mo- tivos, que luego eran «®Má pintados también con azul al claroscu- ro. Esteprocedimien ♦♦♦♦ to extendióse rápi- damente, y Niculoso dejó establecido en Sevilla un verdadero Figura IS- Azulejos de cuerda seca. Capilla de la Casa de Pílate. plantel de artífices, que desde los albores del siglo XVI, extendieron por dentro y fue- '58 la azulejería sevillana ra de España el renombre de nuestros alfaares. Coetáneo de aquél, vemos nacer otro, el cual hubo de compartir con el anterior el do- minio en la decoración cerámica vidriada. Nos referimos á los azulejos llamados de meneo^ porque sus labores ó adornos rehun' didos en las losetas, por medio también de matrices metálicas, dan por resultado que todos los motivos que los decoran, se nos ofre- cen formando suaves alvéolos, en los cuales, quedan circunscritos los colores por las sutiles paredillas de los bordes. Esta clase de azulejos, que muchos llaman de relieve, em- pleóse de la misma manera que los de cuerda seca, y que los de pisano, pero, además tuvo otra aplicación, en la cual divul- o"ose extraordinariamente, pues rara es la casa sevillana en que no los veamos formando fondos de los casetones de las techumbres, ó bien cubriendo los espacios entre las vigas y las alfagías. Para aplicarlos á estos usos hubo necesidad de darles doble dimensión que á las losetas cuadradas, que se empleaban en los alicatados, así pués, se fabricaron los llamados de laeirillopor tabla, los cua- les, unidos dos, completan un motivo, que vá repitiéndose en cada casetón de una techumbre. Los adornos que en ellos se emplearon, participan délos tres estilos que á la sazón se reflejaban en todas las producciones ar- tísticas españolas. Los hay en que domina el gusto sarraceno, en otras se manifiesta el ojival florido, y en todos, unas veces solo, y otras combinados con los referidos estilos, aparece claramente el plateresco. Los colores ó esmaltes con que se enriquecían los dis- tintos dibujos, fueron siempre los mismos que aplicaron los al- mohades, siendo muy de notar, que el manejo de dichos vidrios, alcanzó su mayor perfección en el siglo XVI por su pureza y bri- llantez. El verde tinta, el negro, ó morado muy obscuro, y el me- lado, son de un lustre singular y con el transcurso del tiempo han adquirido mayor belleza aún por las preciosas irisaciones que los distinguen. Después de estos procedimientos, la cerámica sevillana fué paulatinamente caminando hacia su ocaso, según demostraremos más adelante. Resumiendo, pués, la lijerísima clasificación que hemos hecho. PROCEDIMIENTOS DIVERSOS 59 para que sirva de guía á nuestros lectores, y cuyo más perfecto co- riocimiento hemos de obtener al tratar detenidamente de cada uno de los diversos sistemas de fabricación empleados, diremos que en los siglos XII, XIII y XIV, puede asegurarse que la decoración de la azulejería en Sevilla concretóse al mosáico. A mediados del XV aparece el llamado de cuerda seca, que dura hasta la primera mitad del XVI, en cuya época nacen los dos procedimientos que hemos distinguido bajo la designación de azulejos de cuenca y de pisano. Los primeros continúan empleán- dose hasta fines del siglo XVII, ó cuando más hasta el primer ter- ció del XVIII, y en cuanto á los segundos participan del mismo abatimiento que alcanzó á todas las artes y á las industrias en la última centuria citada. Piérdense las prácticas de otros tiempos, apenas si hay algún que otro artista que empleara sus pinceles en la decoración de los barros; los mismos colores ó esmaltes, unos pierden su vigor, otros, como el verde tinta, apenas si se emplea por la dificultad de su manejo, sustituyéndolo por un verde súcio, y alguno, como el melado, desaparece. La obra en totalidad resulta fría, insustancial, sin el encanto que les daban la riqueza y brillan- tez características de las obras ejecutadas en los felices días del siglo XVI. Hasta tal punto decayó esta industria, que en nuestros días y en la segunda mitad del próximo pasado siglo, no concebía la generalidad de las gentes que pasan por ilustradas, que los azule- jos pudiesen ser apropiado elemento ornamental de suntuosos edificios, y necesario ha sido que se haya efectuado en Sevilla un sorprendente renacimiento en las manifestaciones de la industria cerámica, para que muchos se hayan convencido de la bondad, conveniencia y belleza de los productos de esta fabricación. Hoy por fortuna, casi ha recobrado su primitivo esplendor; y deci- mos casi, porque el refinamiento de nuestras costumbres ha redu- cido los límites de la producción; pero, aún asimismo, el arrabal de Triana puede enorgullecerse del renombre que van alcanzando las obras de sus alfaares, en los cuales, se produce todo gé- nero de azulejería, según los procedimientos antiguos, así cómo muy bellos platos y elegantes vasijas que decoran hábiles artífices. 6o LA AZULEJERÍA SEVILLANA Sentados ya los anteriores precedentes, dediquemos algunos instantes, á tratar de la técnica industrial, con el objeto de no te- ner que hacer aclaraciones en lo sucesivo. Frecuentemente se encuentran en muchas partes del arrabal de Triana, al hacer excavaciones, restos de los antiguos hornos, que si no puede asegurarse que sean de la época almohade, sí afirmamos que datan, por lo menos, del siglo XV, á juzgar por los fragmentos cerámicos encontrados. Todos los referidos hornos ofrecen la misma hechura, y á la primera ojeada se echa de ver que nuestros alfareros han sido fieles continuadores de las tra- diciones antiguas. Si la comparamos con la de los actuales, ve- remos que son de idéntica forma y disposición, bien sean de mayores ó menores dimensiones: de 3 á 5 metros de diámetro por 3 de altura. Constan de dos cuerpos; uno inferior subterráneo, y otro superior. El techo del primero, que es á su vez el piso del se- gundo, está formado por arcos rebajados, que guardan entre sí la distancia de o.™ 70 y entre cada uno de aquellos hállase la red, compuesta de segmentos de arco atravesados en los centros, y en sentido de su latitud, por una faja de material, dejando por consi- guíente, espacios cuadrados de iguales dimensiones que forman la red, y por donde penetra el calor, á que llaman zabaletes. La cámara alta está destinada á la cocción de la piezas, y su techumbre es de una bóveda rebajada con lumbreras que varían en numero, y que son 3 ó 5, según que el horno es de tres ó cinco metros de diámetro. En este lugar se verifica la cocción en suelto ó en cajas: en el primer caso, cuando se trata de loza ordinaria basta, y en el segundo cuando es fina; y llaman de esta suerte, á todos aquellos productos en que se emplea el vidrio fino ó basto; siendo aquellos muy cargados de estaño. Tratándose de objetos de vajilla, se cuecen sueltos la lebrillería ordinaria, tarros, orzas, etc., y en fundas, las fuentes, platos de mesa ó servilleteros; tazas de diferentes dimensiones y los platos tambiény los jarrones artís- ticamente decorados. En cuanto á los azulejos se cuecen de las dos maneras; pero, es preferible hacerlo en suelto, como lo están los antiguos. Respecto al combustible para su alimentación es más conve« TECNICA INDUSTRIAL niente el de la chamiza (i) bien sea de pino ó de olivo, como tam- biénel borujo, (2) Desde la época musulmana han venido empleándose dos tierras; las procedentes de la Cuesta de Castilleja (3) y las de la misma vega de Triana. Las primeras, sin mezcla de ninguna ciase, destíñanse para la vasijería, prefiriendo las de color más azulado, pues son más fáciles de manejar en el torno, porque se aumen- tan y disminuyen, se engruesan y adelgazan á voluntad del ope- rario y por las condiciones de la masa están dichos objetos menos expuestos á roturas y torcimientos. Para los azulejos destínase con preferencia el barro de la vega de Triana, que entre los alfareros se denomina antílla, el cual se mezcla en cortas proporciones con el de la Cuesta de Castilleja. Extraídos el uno ó el otro del barrero y trasladado al alfahar, deposítase en estanques ó grandes pilas llenas de agua, que se llaman coladeros, haciéndose las mezclas con palas, pasándolo luego al tamiz y de éste á los pilones secaderos, donde se decan- tan, dándosele después sangrías, con las cuales se expulsan las basuras y cuerpos extraños que arrastra consigo el agua. Una vez que la masa aparece cuarteada por el calor, cójese en trozos y pasa á los almacenes, donde los pisadores ó amasadores toman pellas que van amasando en bloques, que llaman/fí^ïi·, de 2 7 tallas cada una. Pisados dichos bloques, quedan en disposición de ser traba- jados ya parala vasijería, ya páralos azulejos. Tratándose de los últimos, proceden á su fabricación colocando el obrero un masari ó (1) Dice Morgado en su Historia de Sevilla^ refiriéndose á estos hornos: «Y la venta de leña de rama (que en Sevilla llaman Chamiça) que también se junta y vende en esta rivera en casi dos mil ducados. Sirve esta chamiça para calentar los hornos de pan y cualquier menester, y su matojo se aprovecha para los hornos de vidrio que hay en Sevilla.» El Diccionario de la Academia en su edición 12.^ dice: «Chamiza. Hierba sil- vestre y medicinal que nace en tierras frescas y aguanosas. Su vástago como de vara y media de alto y medio dedo de grueso; es fofo y de mucha hebra y sus hojas an- chas, cortas y de color ceniciento. Sirve para techumbre de chozas y casas rústicas.» Á estas hierbas, diremos, llaman en Andalucía bayuncos. (2) Véase la papeleta Segura (Alonso de) en el Registro de olleros que va al final de esta Monografía. (3) Id., id., id. 02 LA AZULEJERÍA SEVILLANA sea ladrillo de 30 centímetros cuadrados por 9 de espesor, cocido, y sujeto en una mesa, sobre elcual aplícase la gabela ó moldedella- drillo. Los aprendices hacen de cada talla cuatro ó seis divisiones, según el tamaño que han de tener las piezas, y dándoles formas cilindricas ó de rollos, forman con ellos pilas ó montones, de los cuales los va tomando el alfarero para adaptarlos á la gabela, si bien cuida mucho, antes de poner el barro en la gabela, de echarle un puñado de lima, especie de barro arenoso fino que se encuen- tra también en los barreros. Sacado el ladrillo de su molde, deposítanlo en unas estante- rías ó secaderos, donde se le deja endurecer un poco, al punto de que teniendo alguna consistencia, ofrezca la necesaria blandura para grabar en su superficie los dibujos de las matrices. Es opinión entre los alfareros del barrio de Triana, que anti- guamente no se imprimían los adornos en los azulejos como hoy por medio de prensas de gran potencia, sino que lo hacían á golpes de mazo, y las rebabas de las piezas eran cortadas con cuchillo. No nos atrevemos ni á aceptar la noticia, ni á contradecirla, pues nos faltan datos, pero nos inclinamos á creer, dadas las huellas profundas que se ven marcadas en los dos géneros de azulejería de cuenca y de cuerda seca, especialmente, que no bastaría el golpe de un mazo para producir de una manera tan limpia los de- licados dibujos que los enriquecen. Las matrices que se usan hoy son de bronce, y créese que las antiguas fueron de hierro ó madera. Por lo que hace á los colores que se emplean son los siguientes; Azul cobalto, (i) (i) Según Mr. Layard, el azul que los. esmaltadores e.npicaron en tan gran cantidad sobre la superficie de sus ladrillos, habría sido dada por un óxido de co- bre, juntamente con un poco de plomo, empleándose este último metal para hacer el esmalte más fusible. Este análisis se aplica á los ladrillos dj Nimroud. Y parece que en tiempos de los Sargónidas habían adoptado otro procedimiento, quiz í toma- do del Egipto Se componía de lapis-lázuli pulverizado Este polvo fino, íntima- mente unido á la arcilla por la cochura, daba un esmalte muy sólido y de un tono muy franco El amarillo es un antimoniato de plomo, que contiene cierta cantidad de estaño, y su composición la misma que la del color hoy conocido, con el nombre amarillo Nápolcs, El blanco es un óxido de estaño. No han sido, pues, los árabes, lËCKICA IKDUSTRIAL 63 Vidrio blanco que se compone de plomo, estaño, arena y almajo, (i) Verde tinta; óxido de cobre. Verde malaquita; óxido de cobre con estaño. Negro; manganeso. Rosa; cobalto. Melado; precipitado rojo. Amarillo; antimonio. Verde sucio; amarillo corona y azul zafre ó cobalto. He aquí algunas fórmulas de composición para los colores ó vidrios, según las practican los ceramistas contemporáneos; Blanco: un kilógramo de plomo, al cual una vez derretido, se le añaden 250 gramos de estaño, y cuando está calcinado, agrégansele i kilógramo, 250 gramos de arena lavada; un 20 por 100 de sal común y un i por 100 de agua. Todos estos com- ponentes muy bien ligados, se depositan en la parte baja del hor- no, en recipientes de barro, embarrados de cernada interiormente, para que no se adhiera el vidrio. Una vez cocidos se machaca el todo, se tamiza y molido con agua se obtiene el baño ó esmalte. (2) Verde tinta: cobre puro, calcinado, machacado y molido. Verde malaquita: compónese de dos partes iguales; una de verde cobre y otra de vidrio blanco. Negro: manganeso que se expende preparado y se muele con agua. como se ha creído por mucho tiempo, los primeros que se sirvieron del blanco de estaño hacia el siglo IX de nuestra era. El negro puede ser negro animal. El verde, acaso, lo obtuvieron por una mezcla de amarillo y de azul; de ocre, por ejemplo, y de óxido de cobre._En cuanto al rojo, es uno de los colores más fáciles de procurar- se. El de los esmaltadores de Nimroud habría sido un bajo óxido de cobre, mientras que el de Khorsabad es el óxido de hierro, que llaman sanguino. (A) (1) Especie de sal producida por la cremación de ciertas plantas de las ma- rismas, similares de las bóricas. (2) Ofrecemos al lector estas recetas tales como los hemos recogido de lá- bios de los actuales ceramistas. (A) Especie de esquisto. Pcrrot y Chipiez. Hist, de Vxrt, dans l'antiquité. Tomo II. Caldea y Asi- ria, págs. 705-6. 64 la AZULEJERÍA sevillana Rosa: cobalto rosa que también se expende por los drogueros. Melado: óxido de hiero y antimonio. Amarillo: un kilógramo de letra de imprenta, ó sea antimo- nio y calamina; una vez calcinado se le agrega otro de arena fina lavada, haciéndose lo mismo que con el vidrio blanco. Por último, para obtener el verde súcio^ se mezcla amarillo corona y azul zafre ó cobalto, (i) Hállanse conformes los antiguos historiadores sevillanos, al consignar el hecho, de que los actuales templos parroquiales ocu- pan los mismos emplazamientos en que fueron erigidas las mez- quitas edificadas en la época almohade. De dichos edificios son muy pocos, los totalmente reedificados, y en cambio, abundan los que conservan restos de los santuarios sarracenos, pués como es sabido, á raiz de la reconquista de esta ciudad, fueron habilitados aquéllos para iglesias, no haciendo más que invertir los ejes para cumplir con los mandatos déla liturgia cristiana. Aprovecharon por (i) Los alfareros de Triana conservan todavía muchas denominaciones, que nos parecen de origen arábigo, aplicadas á los utensilios de su oficio. Entre ellas re- cordamos las siguientes: Albañal : Vasija donde el operario que moldea se humedece las manos. Alcabile : Rueda pequeña de barro en que se colocan las vasijas para ser se- cadas al sol. Alcatifa : Depósito subterráneo que sirve de almacén y descanso para el combustible de los hornos: también se llama asi alí al espacio comprendido entre los muros de construcción y los del horno en su parte inferior. Almájena : Tina para preparar vidrios. Almalluque : Loza averiada. Almalluquero : El que compra la dicha loza para venderla á la gente pobre. Almela : Horno en que se calcinan los metales. Almijarra : Especie de paleta, con cabo largo, toda de hierro, para la calcina- ción de los metales dentro de la almela. Altabaque : Pedal del torno para fabricar vasijas. Arqueta : Horquilla de hierro bidente, que sirve para empujar la chamiza dentro del horno. Gabela : Molde para ladrillos. Juaguete : La primera cochura de las piezas de barro. Zabaletes : Los pequeños arcos que se construyen entre los formeros de un horno, y que constituyen la red. Zinguizarra : Molinillo para moler colores. Actualmente en algunas fábricas se muelen los colores con máquinas de vapor. lÎFOCA MAURITANA consiguiente, todas aquellas partes de las mezquitas, respetando los alminares á ellas anejos, entre los cuales merece ocupar sitio preferente la bellísima torre de la iglesia parroquial de San Már- eos, triste página que acredita la funesta indiferencia con que los poderes eclesiástico y civil miran la conservación de nuestros monumentos. Permítasenos este desahogo al tratar de la torre de San Márcos, si se considera la lamentable situación en que se encuen- tra. Su fábrica va debilitándose cada vez más y deteriorándose día por día, hasta el punto, que si llegase el momento de intentar su restauración, habrían ya de faltarnos para conseguirla, en alguna de sus partes, los datos primitivos en que tien'en que fundarse los restauradores, que inteligente y concienzudamente quieren cum- plir con su obligación. La necesidad de establecer la campana para el reloj de dicha torre, obligó á nuestros abuelos, en el siglo XVIII, á edificar en la terraza de aquélla, una ridicula torrecilla, y en la mencionada época fué mutilado el bellísimo ajimez superior de la fachada que mira á Poniente, con una monstruosa esfera para el mismo reloj. A consecuencia del abandono en que durante tantos años ha es- tado la torre, hemos visto desaparecer de las enjutas del citado ajimez las piececitas de mosáicos de azulejos blancos, azules y me- lados con que las adornaron sus constructores; ornatos que toda- vía en nuestra juventud existían, casi por completo, y de los cuales, apenas si quedan hasta cuatro ó cinco, de las que podríamos llamar cruciformes, (véase la figura 17 al final de este capítulo) quedando sólo un pequeño trozo de cinta verde malaquita de la que encuadró los tres espacios de las enjutas de esta ventana. Con tales pérdidas, cuando llegue la hora, que por desgracia no creemos próxima, de emprender la restauración del monumento, ¿cómo y de qué manera podrá subsanarlas el director de la obra? Para el arqueólogo escrupuloso pueden también ser consi- derados como perdidos otros datos análogos que existieron en el alminar de la iglesia parroquial de Santa Catalina. Hasta el año de 1881, podía juzgarse de la forma que tuvieron las elegantes ^abores de ladrillo en relieve formando lobulados losanges que 9 66 LA AZULEJARÍA SEVILLANA adornan la ventana situada en la parte central de dicha assumúa. El mal estado en que se encontraba exigió pronta restauración, la cual efectuóse con tal esmero é inteligencia, que más que obra restauradora le cuadra el calificativo de destructora. Todo el di- bujo y disposición de los ornatos antes referidos, fueron altera- dos tan completamente, que hoy producen el efecto de una infantil parodia de decoración almohade; habiendo perdido las gracio- sas y elegantes curvas de los referidos adornos, su carácter parti- ciliar, y con la misma falta de escrupulosidad vimos sustituir las cintas de azulejos verde malaquita empleados en las fábricas al- mohades, por otras de diferente vidrio. Aquel primer color fué, según creemos, preferido por los mauritanos, como parece pro- bario el hecho de no haber hallado hasta ahora la más pequeña pieza esmaltada de verde tinta; sin embargo, es presumible que debieron haberse también servido de él. No hay datos para afirmar que los alminares sevillanos tu- vieron por remate grandes globos ó esferas de bronce, como los tuvo la Giralda y como se ven todavía en algunas torres africa- nas; adornos que debieron asentar sobre cupulinos revestidos de azulejería. No existiendo reproducción alguna de la Giralda, an- terior al año de 1369, en el cual, á consecuencia de un huracán, rota la espiga que sujetaba las esferas, vinieron éstas al suelo, para no volver á ser colocadas, labrándose en su lugar un senci- lio campanario, que permaneció hasta la segunda mitad del siglo XVI, no podemos determinar si con efecto la grandiosa Torre tuvo el referido cupulino adornado de azulejería; é igual duda nos asalta respecto á los demás alminares sevillanos. Uno de los templos parroquiales que conserva restos más importantes de la primitiva fábrica musulmana, es sin duda, el de Santa Marina, el cual, fué de los primeros habilitados para el culto cristiano en la segunda mitad del siglo XIII. Con motivo de las obras de restauración que en 1885 se efectuaron en la capilla de la hermandad de nuestra Señora de la Piedad, '(i) ocurrió un (i) Véase el tomo I de nuestra obra, Sevilla Monumental y Artística, pág. 195. ÉPOCA MAURITANA 67 intereresante descubrimiento, al despojar su cúpula de las espesas capas de cal y de los emparchados de tierra y yeso con que en el siglo XVIII ocultaron sus labores de lacería de ladrillos, hábilmen- te resaltada sobre el fondo del cascarón. Tuvimos á nuestro car- go dirigir la restauración que entonces se efectuó; y con gusto observamos, que en los puntos principales de intersección de los lazos que cubren toda la bóveda, los albañiles mahometanos colocaron rombos de azulejos esmaltados de verde malaquita. Otro ejemplo análogo nos ofrecen las partes conservadas al presente, de un cupulino también almohade, que existe en la igle- sia de San Esteban. Délos ocho lados de que constaba, hállanse hoy al descubierto cinco, pués los restantes fueron destruidos para dejar sitio á uno de los contrafuertes del ábside. En los án- gulos, aún se ven las pechinas de arista viva, características de las construcciones mauritanas. Difícil sería hoy, contando sólo con este resto de la primitiva fábrica, reconstruir las demás partes de la mezquita, pero, fijándonos en el lugar en que se halla el men- clonado resto, podríamos conjeturar que correspondería al mihrab. Los adornos que cubren la cupulita (bastante más pequeña que las demás de este tiempo existentes en Sevilla), ofrecen una va- riante en cuanto al dibujo de las lacerías, pués en vez de estar compuesta de una red de lazOs que se extienden por todo el cas- carón, en la de San Esteban vemos que desde la clave, bajan en sentido vertical, dejando espacios libres en igual forma, y anudán- dose en los centros. También en los puntos de intersección de los lazos, hay rombos de azulejos negros; ó que á lo menos, así nos han parecido, vistos desde abajo. Bien podrían ser de mármol di- chas piezas, pero, como en (as demás obras mauritanas que hemos citado y en las que nos quedan por citar hallamos invariablemente empleadas las piezas de azulejería, fundándonos en tal circunstan- cia, estimamos que pueden ser del mismo género las de la cúpula de San Esteban. En 29 de Enero de 1892, acordó el Municipio sevillano que se procediese á restaurar el bello torreón llamado de Santo Tomás ó del Homenaje, el cual formó parte de los que sirvieron de de- fensa á las murallas del viejo Alcázar. También tuvimos á nues- 68 LA AZULEJERÍA SEVILLANA tro cargo la dirección artística de estas obras, y asimismo, descu- brimos en las claves de los arquitos ornamentales que adornan cada una de sus caras, círculos de azulejos esmaltados de verde malaquita, de la misma fabricación que los descubiertos en la ca- pilla de la Piedad de Santa Marina. De propósito hemos dejado para lo último en esta reseña el tratar de la torre del Oro, la cual, según el historiador marroquí El-Khartás, fué construida por Cid-Abu-el-Ola en 1220, quien gobernaba esta ciudad en nombre de Abu-Jacub-Jusuf Al-Mustan- ser, en compañía de Cid-Abu-Mohamed su hermano, pués los descubrimientos efectuados en ella recientemente merecen parti- ciliar mención. Las excitaciones del Municipio sevillano desde 1898, dirigi- das al Ministerio de Marina para que atendiese al reparo de que tan necesitada se haliaoa, obligó á aquel centro gubernativo á atender tan justiñcados ruegos, P'ué designado para dirigir las obras en cuanto á las partes de consolidación y económica, el in- geniero naval D. Carlos Halcón, asesorado en lo referente á los detalles artísticos y arqueológicos por el autor de la presente mo- nografía, en nombre de la Comisión provincial de Monumentos. En los meses de Septiembre de 1899 á Enero de 1900, tuvo efecto la reparación; y en el último citado, experimentamos sin- guiar complacencia al poner de manifiesto los preciosos adornos de la torre que constituye el segundo cuerpo del monumento. Des- de muy antiguo las hiendas abiertas en la misma alarrnaron á los sevillanos, y desde entonces vino acudiéndose, más ó menos ati- nadamente á procurar su consolidación, hasta que llegado el de 1757, y como los daños fuesen aumentando, se dispuso su reco- nocimiento por los maestros mayores dal Alcázar, de la Audien- cia y de la Ciudad. Francisco Sánchez de Aragón, que era el de la Audiencia, fué de parecer, que atento su mal estado, debía de- molerse, parecer que por fortuna no prevaleció, antes por el con- trario, se dispuso emprender las obras necesarias para dilatar en lo posible la vida de tan hermosa fábrica, dando comienzo á su re- paración en 1760. Basta solo consignar esta fecha para que nues- tros lectores puedan calcular la inteligencia y el celo con que se EPOCA MAURITANA 69 procuraría que no sufriesen el menor menoscabo todos aquellos pormenores, todos aquellos finos adornos que enriquecían la obra musulmana; y así noes de extrañar, que también en esta ocasión, el palustre del albañil, macizase huecos y cubriese arquerías, mol- duras y ornatos de azulejos, en vez de atender á su conservación, restaurando las partes maltratadas y completando aquellas otras deterioradas por la acción del tiempo. Por fortuna concretáronse á macizar y á ocultar los mutilados adornos, y gracias á ésto, no se han perdido del todo datos de gran interés para el estudio de la arquitectura de los moros andaluces, sino que, por el contrario, con motivo de esta última restauración, los hemos puesto á la vista, y hoy ofrece este segundo cuerpo déla Torre todos los pri- mores de sus primitivos adornos. En cada una de sus caras fue- ron descubiertos arquitos ornamentales, unos ultra-semicirculares, otros de ojiva túmida angrelados, con .sus enjutas enriquecidas de rombos de azulejos blancos y verde malaquita. En la parte supe- rior de dicha Torre, inmediata al cuerpo de almenas, se hallaron restos de cintas, también de barro cocido y vidriado de verde del mismo tono que los rombos, que por encontrarse en muy escaso número, hubo que completar con azulujos modernos, pudiendo observar que los mosáicos de todas laí enjutas tuvieron la misma disposición y los mismos colores, y este dato nos lleva á pensar, que, tal vez, en él se fundase la tradición que explica el nombre de esta hermosa fábrica, afirmando que se llamó así por Jos bri- liantes destellos que producían sus azulejos al ser heridos por el sol, los cuales pudieron adornarla en otras muchas partes. En el año 1890, al remover el pavimento del Coro de nues- tra Basílica, y como á un metro próximamente del nivel actual, al pie del segundo pilar del mismo Coro, del lado del Evangelio, descubrióse un trozo de solería de azulejos, formando mosáico, que medía en conjunto, casi un metro cuadrado, y constaba de una combinación geométrica, formando estrellas, de cada una de las cuales partían radios, que al unirse con las inmediatas y enla- zarse entre sí formaban otras mayores. Las centrales eran negras, blancas y del color del ladrillo rojo; estas últimas no conservan el vidrio que, caso de haberlo tenido, pudo bien, ser melado. En al- 70 LA AZULEJERÍA SEVILLANA del fragménto veíase la labor concluida por cintas ó gunas partes verduguillos verdes, que componían la línea inferior de una guar- düla, en cuyo fondo alternaban unas piezas iguales, crucifor- mes, revestidas de y esmalte / \ y verde, con otras rojizas. Otra faja, también de ver- duguillosverdes,com- pletaba la referida guardilla, que debió rodear todo el fondo de estrellería de que tratamos. ¿Este frag- mento de solería, fué el primitivo del sitio que ocupó en la mez- quita la maksicrah, lugar destinado al imán, los ulemas y demás ministros que actuaban en la gran - aljama sevillana, ó Figura ló. fué obra ejecutadapor Trazado de la solería de azulejos encontrada en el Coro jQg mudejares obede- de la Catedral. ciendo las Órdenes de algún magnate, patrono de la capilla cristiana en que fué conver- tida la maksurah^ una vez habilitada la mezquita en templo cate- dralicior Aventurada nos parece la respuesta, pués, desde la se- gunda mitad del siglo XIII, á la primera del XiV inclusive, no es fácil fijar caracteres á ejemplares cerámicos, que continuaban sien- do fabricados por los hijos y sucesores de los maestros que flore- cieron en los últimos días de la dominación almohade. Dos cir- ciinstancias, sin embargo, parecen inclinarnos á estimar que acaso, el susodicho fragmento de azulejería pudo ser parte del pavimen- to de la aljama, y son, precisamente, el tamaño de las piezas; ma- yores que las que conocemos de otros mosáicos de solería de in- ÉPOCA MAURITANA dudable procedencia del siglo XIV, así como la sencillez del tra- zado. Cuando estudiamos la manera, de cómo fueron desenvol- viéndose en el arte mauritano los diferentes ornatos arquitectóni- eos que aparecen en aquel período, vemos repetido el hecho de que lo mismo las lacerías, que los atauriques y los albohayres, empiezan siendo muy sencillos y poco á poco ván complicándose hasta llegar á un grado de enriquecimiento que, á veces, incurre ó dá lugar á verdadera confusión. Ambos pormenores, repetimos, podrían inclinarnos á estimar dicho fragmento procedente de la época almohade. Cierto que Zúñiga nos dice que el pavimento de la mezquita fué de losas; pero, este dicho aislado del analista no es para aceptarlo sin reservas. En vista de lo expuesto, no nos atrevemos á decidir- nos por ninguna de las dos opiniones, pues ambas las creemos aceptables. Figura If. Forma de las piezas de mosáico que adornaron las enjutas del ajimez de la torre de San Marcos. CAPÍTULO IV SUMARIO LA RECONQUISTA DE SEVILLA. — EL ESTILO MUDEJAR.—DIFICULTA- DES QUE SE OFRECEN PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS PRODUCTOS CERÁMICOS SARRACENOS Y MUDE.IARES.— ESCASEZ DE MONUMENTOS DE ESTE SEGUNDO PERÍODO.—LOS AZULEJOS DE RELIEVE DE SANTA MARINA, DEL CLAUSTRO DEL LAGARTO Y DE LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS. - LOS DE MOSAICO, DEL ALCÁZAR Y DE LA CASA DE OLEA.—LOS DE LAS IGLESIAS DE OMNIUM SANCTORUM, SAN GIL Y SAN ESTÉBAN.—APLICACIÓN DEL VÍDRIO Á LA ESCULTURA.—EL BAJO RELIEVE DE LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN PUEDE SER CLASIFICADO DEL SIGLO XIV. ^ i, ^ i, l, 5^ OS progresos que las armas cristià- nas habían realizado en la primera mitad del siglo XIII, eran ya tan considerables, que claramente veíase próximo el momento en que sería quebrantado, de una vez, el poderío de nuestros y. opresores, con alguna importante empresa militar, que die- se á los castellanos, para siempre, la supremacía sobre los musulmanes. En los comienzos del año 1247, Portugal hallábase libre de enemigos; los reinos de Mallorca y Valencia estaban incorporados á la corona de Aragón, el de Murcia habíase entregado al infante D. Alonso; más tarde deno- minado el rey Sábio; los de Córdoba y Jaén pertenecían á su pa- 10 74 EL ESTILO MUDEJAR dre, del cual se había declarado tributario el rey Alhamar de Gra- nada, y en el reino de Sevilla con sus estados limítrofes, muchas importantes villas, fortalezas y castillos hallábanse en poder de los cristianos. Parecía pues, llegado el momento oportuno de que se decidiese de una vez el imperio de Andalucía, y con efecto, á 23 de Noviembre de 1248, Fernando III, posesionábase de esta Ciu- dad, que era considerada como una de las más nobles del mundo y cuya pérdida para el islam lloró la musa árabe en muy sentidas estrofas. Convienen la mayor parte de los historiadores en que el Rey Santo dejó en libertad á los moros sevillanos, bien para perma- necer en ella, bien para ausentarse. Algunos de aquéllos consignan que fueron innumerables los que abandonaron la ciudad, mientras que otros estiman que no debieron ser en tan gran número; y si lo fueron, no tardaron en volver á ella. Más nos inclinamos á sus- tentar e.sta segunda opinión, fundándonos, precisamente, en el gran desenvolvimiento que alcanzaron las artes industriales sevi- llanas; en los caracteres que revelan durante los reinados poste- riores, en las muchas obras que se realizaban, especialmente de templos y monasterios, las cuales, como siempre ha ocurrido, atraerían á la ciudad á artistas y artífices, que siempre acuden donde encuentran medios para vivir. Este concepto parécenos ver- lo confirmado en la anécdota que se lee en la Crónica de San Fer- nando, cuando el truhán Pajas mostró al rey desde la Giralda la despoblación de la ciudad. Dedúcese de dicho relato, que, con efec- to, en los primeros días de la reconquista, muchos de los vecinos moros la habían abandonado permaneciendo en el Aljarafe, tal vez, para estar á la mira de lo que ocurriera, pero, pensamos en que no tardarían mucho en regresar á sus hogares, especialmente, aquellos que vivían del trabajo manual, si se considera la protec- ción dispensada por D. Alonso el Sábio á los musulmanes, como lo atestiguan las relaciones científicas que con ellos le vemos sos- tener, el hecho de haber establecido en Sevilla escuelas generales de latín y arábigo, y la singular cultura de aquel monarca, cau- sas todas que contribuyeron al fomento de las artes y de las cien- cias y á que unidos, cada vez, más estrechamente, los cristianos LA RECONQUISTA DE SEVILLA 75 con los musulmanes, unos y otros diesen vida al estilo artístico, de- nominado mudejar por artistas y arqueólogos, en defecto de otro nombre más adecuado. Muchas y notables fueron las construcc- clones de edificios religiosos, especialmente, erigidas desde los días del Rey Sábio en esta ciudad. A la piedad del hijo de Fer- nando III, debióse la fábrica del hermoso templo parroquial de Santa Ana en Triana: esta página arquitectónica manifiesta evi- dentemente la unión de los elementos artísticos cristianos y mu- sulmanes y á partir de este tiempo, vemos peregrinamente combi- nados dichos elementos en todas las fábricas monumentales, así como en los diferentes objetos, producto de las artes industriales y suntuarias. Ejemplares de excepcional importancia para juzgar del estado de la cultura española en tiempos del Rey Sábio, son los famosos libros de que desposeyó á Sevilla Felipe II, manda- dos escribir por aquel monarca, su antecesor, y conocidos con los títulos de las Cantigas, del Ajedrez y de las Tablas. Basta solo li- gero examen de las numerosas viñetas que los enriquecen, para persuadirnos de las influencias que ejerció en el arte y en las eos- tumbres castellanas las raza de los vencidos, que llegó al punto de verlas reflejadas hasta en la indumentaria de las personas rea- les. A dicha se conserva en la Real Armería un fragmento de las ropas con que fué amortajado el conquistador de Sevilla; en la Ca- pilla Real de nuestro templo metropolitano custódiase la espada del monarca, y nuestro Museo arqueológico nacional conserva los restos del traje con que fué sepultado en la iglesia de Santa María de Villalcázar de Sirga el infante D. Felipe, hijo de San Fernán- do, objetos todos en cuyo examen no hemos de detenernos por ser conocidísimas de los eruditos, que nos prueban de manera harto suficiente, de que por encima de los sentimientos religiosos, del antagonismo de raza, y de opuestísimos intereses, nuestros mo- narcas y príncipes acudían á los artífices musulmanes para el ata- vio de sus personas, adoptando en sus usos y costumbres las de los conquistados, y lo que es más, sin parar mientes en que los adornos epigráficos de sus vestimentas contenían frases encomiás- ticas del Profeta. Muchos más ejemplos pudiéramos citar; entre ellos los de fehacientes documentos, en especial los inventarios de 76 DIFICULTADES DE CLASIFICACIÓN muebles y objetos, que ya de esta centuria como de las siguientes se encuentran con facilidad en los archivos públicos y particula- res. Menciónanse en ellos espadas, sillas de gineta, acicates, al- mohadas, camisas, toallas, telas ricas, etc.; á cuyos objetos acom- paña siempre el calificativo de «moriscos» ó «moriscas», acredi- tando así que, ó estaban fabricados por sarracenos, ó según los procedimientos y el gusto artístico de aquéllos. Nace de aquí, por consiguiente, una gran dificultad cuando se trata de clasificar monumentos de los siglos XIV, XV y XVI, ejecutados con arreglo á aquellas influencias, pues como, por lo ge- neral, nos son desconocidos hasta los nombres de sus autores, no sabemos si fueron obras de artífices musulmanes ó mudejares, que el caso es lo mismo, ó procedentes de cristianos alecciona- para dos aquéllos. Tan vivas se conservaron en las poblaciones an- por daluzas las enseñanzas musulmanas, que en los detalles de una obra mudejar, por ejemplo, de carpintería, si separamos aque- lias partes de gusto puramente sarraceno de las otras en que se manifiestan ios elementos cristianos, se hará imposible su clasifica- ción, la cual tan solo nos será dado verificar con fundamento cuando la abarcamos en conjunto, y podemos apreciar el peregri- no enlace de un arte con el otro. El hallazgo de desconocidos ejemplares de azulejeria ha con- tribuido en gran manera á rectificar las clasificaciones que hasta ahora se habían establecido, ilustrando considerablemente la his- toria de la cerámica sevillana con datos tan preciosos como exac- tos. Encuéntranse en este caso los raros azulejos que hoy, en vir- tud de su procedencia, conocen los aficionados por los de Santa Marina, del Claustro del Lagarto de nuestra Catedral y de la iglesia de San Andrés. Acerca de los dos primeros, dejemos, la palabra á nuestro amigo el Sr. D. Guillermo J. de Osma que los describe con la mayor exactitud. Dice así el docto ceramófilo refi- riéndose á los de Santa Marina: (i) «Son losetillas cuadradas, de barro vidriado; su dimensión 9 por 9 centímetros. El grueso del (i) Azulejos sevillauos del siglo Xlll, Papeletas de un catálogo de azulejos es" pañoles délos siglos XIIIal XVI. Madrid. Fortanet, 1902. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ES PROPIEDAD Lit. Ant." Mateos. Sevilla. N.» 1.-SOLERÍA ANTIGUA DE LA CATEDRAL N.» 2.-RLINTO DEL ZÓCALO DE LA CAPILLA DE LA PIEDAD EN SANTA MARINA LOS AZULEJOS DE SANTA MARINA 77 ladrillo varía desde 12 á 13 milímetros hasta 2 centímetros ere- cidos. Llevan castillos y águilas, sobre unos escudos que al estam- parse en la diagonal de la loseta, ya dicen que la colocación de estos azulejos hubo de ser en losange. Los perfiles del castillo y los filetes que determinan y encierran el escudo se obtuvieron evi- dentemente por impresión de molde. Todo el azulejo está bañado de un solo color: es propiamente el vidrio melado, ó séase el es- malte semi-transparente y acaramelado, peculiar de nuestra cerá- mica morisca. El baño recubre las aristas, pero resaltan éstas en claro por el menor grueso del vidrio en ellas, transparentándose el tono amarillento y claro del ladrillo sevillano El color y la cali- dad del esmalte varían bastante en estos azulejos, en razón, sin duda, á inseguridad del procedimiento técnico, aparte las altera- clones del vidrio, que se han producido por efecto de humedad, al permanecer las losetas enterradas por espacio de varios siglos. Así se esplican, por acción del salitre, los desconchados del es- malte, aun en ejemplares cuyos relieves no aparecen desgastados. Las losetas que llevan águila suelen medir en algunos ejemplares unos dos milímetros menos que las que llevan el castillo, acaso por mayor contracción de la tierra, cocida á mayor temperatura en el horno. El águila está moldeada en relieve sobre el escudo y vidriada en negro, ó más bien del color morado obscuro y tostado, que se obtiene del manganeso. El campo del escudo y todo el fondo de la loseta llevan el baño melado de alcohol. Dada la trans- parencia de este esmalte pensamos que el negro se pudo obte- ner en estos azulejos manchando la figura del águila en seco so- bre el juaguete, antes de darse el vidrio. Son contrarias á este parecer opiniones que entre las más autorizadas en el orden téc- nico deben reputarse: entendiendo que se han empleado realmente dos esmaltes, el melado y el que llevara el manganeso. Explícase mejor así, sin duda, la circunstancia de haberse corrido mucho el negro en alguna de estas losetas tanto por escupirse los esmaltes al fuego, como por la mayor dificultad de sujetar al uno de ellos sobre los relieves de la figura.» (Véase la lámina en color). Cuan- do en 1885 nos ocupábamos en dirigir la restauración de la ca- pilla de fábrica mauritana que la hermandad de la Piedad posee en 78 AZULEJOS DEL SIGLO XIII la iglesia de Santa Marina, fueron descubiertos como á media vara de profundidad estos curiosos ejemplares formando el plinto de un zócalo de mosáico, del cual, los pocos restos que quedaron desaparecieron por la ignorancia de los albañiles, sin que por pronto que acudiéramos nos fuera posible formar juicio de su dis- posición. Creemos sin embargo que debió ser muy análoga á la que ofrece el fragmento de solería que conseguimos salvar y que puede verse alzando el entarimado del altar, y nos parece lógico atri- Figura 18, Solería de mosáico de la Capilla de la Piedad en Santa Marina. buir su hechura á la misma época en que fueron fabricadas las lo- setas de castillos y de águilas. Veamos ahora como describe el se- ñor Osma los azulejos del claustro del Lagarto, que formaron parte de nuestra pobre colección cerámica y hoy se hallan en la riquísi- ma que ha logrado reunir nuestro buen amigo. «Son tres azulejos descubiertos el año 1888. Dos de ellos llevan un escudo, inscrito en el cuadrado de la loseta, en sentido diagonal, y sobre el escudo un castillo figurado con una sola torre. El tercer azulejo lleva una cruz griega, avanada y florenzada, así- mismo á la diagonal de la loseta: infiriéndose la colocación en lo- sange de estos azulejos. El perfil del escudo y del castillo, y lo LOS DEL CLAUSTRO DEL LAGARTO 79 mismo los trazos de la cruz, están moldeados en relieve. Por des- gaste de la superficie vidriada, resultan de hecho unas aristas, de sección cuadrada, como de 3 milímetros de ancho, y del tono rojizo del ladrillo. El vidrio de estas losetas es turbio y manchado, y ha sido tanta la acción prolongada de la humedad y de la tierra, que no deja de ofrecer dificultad la determinación de los colores primi- tivos. En los azulejos que llevan el castillo, el campo del escudo y el fondo de la loseta, son de un tono verdoso en uno de los ejem- piares, y melado rojizo en el otro; transparéntase más en éste el color de la tierra. Las puertas y ventanas de los castillos, resguar- dado el vidrio por el relieve, conservan el esmalte negro, y en este color resaltaría tal vez toda la traza del castillo y del escudo. El otro azulejo está vidriado en negro, y no cabe decir con certeza en qué color se hicieran resaltar los dobles trazos de la cruz, en la que no subsiste el vidrio. Esta loseta salió del horno con alguna convexidad, y en las orillas, donde por esa circuns- tancia se ha defendido mejor el vidrio, se vé que éste era grueso, y bastante intenso el color. En suma, sólo se han necesitado dos esmaltes ó colores para vidriar estas losetas; el melado y el negro, cuya mezcla ha podido producir el tono verdoso en una de ellas, y aun cábe la misma duda apuntada con relación á los azulejos de Santa Marina, de si pudieron recibir un solo y mismo baño del vidrio de alcohol, obte- niéndose los toques más obscuros por transparencia, de color que se diera sobre el juaguete. » Estos azulejos se encontraron en la dependencia del Claustro del Patio de los Naranjos, llamado del Lagarto, en esta Catedral, que forma ángulo con el tránsito que desde la Giralda conduce al referido claustro, ó sea la de la esquina frontera á la de la capilla de la Virgen de la Granada. El minucioso estudio que lo mismo de los azulejos de Santa Marina que de éstos ha hecho el Sr. Osma, apreciando sus ca- racteres intrínsecos y extrínsecos, no parece que deja lugar á dudas, pudiendo ser considerados como únicos ejemplares sevillà- nos del último tercio del siglo XIII, y en su insaciable afán de jus- So LOS DEL CLAUSTRO DEL LAGARTO tificar opinion, no sólo ha investigado las memorias históricas SU de todas las vicisitudes que sufrieran hasta el día, las capillas de Santa Marina y de la nave del Lagarto, sino que fijándose en las Figura IÇ. Azulejos del Claustro del Lagarto. Colee. Osma. empresas heráldicas de los escudos y en la forma de éstos, des- pués de un razonado y detenido estudio comparativo de los mis- mos, con los que se ven en monumentos sepulcrales y sigilográfi- eos ha deducido, en nuestro concepto, atinadamente, que los de Santa Marina fueron los emblemas personales que adoptara el in-, fante D. Felipe, hijo de San Fernando, así como los de la Nave del Lagarto inclínase á creer que pertenecieron á su hermano el infante D. Enrique, si bien, acerca de este punto declara que no ha podido hallar dato que, positivamente, relacione la personalidad de dicho príncipe con la capilla del Patio de los Naranjos. En su- ma, opina, que los primeros corresponden á los años de 1252 hasta 1269. El procedimiento, pues, empleado en la fabricación de estos azulejos, es el que debió ocurrirse á cualquier alfarero de aquellos siglos, el del molde; y seguramente, dada su sencillez, debemos creer que no serían los únicos, antes bien que se verían emplea- AZULEJOS DEL SIGLO Xlll AL XIV È I dos comúnmente en los monumentos del siglo XIV. Fuerza es sin embargo confesar, que en los años que hace que venimos prestando nuestra atención á los estudios cerámicos no hemos visto en ninguna parte de esta ciudad ejemplares que se le parez- can, á no ser los que también reproducimos al final de este ca- pitillo (figura 23), Compónense de una loseta de o'i i por o'g de barro blanco, vidriada del mismo color con dos lobos que conser- van vestigios de haber sido esmaltados con verde malaquita, los cuales están recortados en relieve, por el mismo procedimiento que los del Claustro del Lagarto, si bien sus contornos están más per- fectamente diseñados que la cruz y castillos de aquéllos. Proceden según nos aseguraron hace ya años, de la iglesia parroquial de San Andrés, y conocemos seis ú ocho ejemplares que paran en manos de los aficionados. Ocupan el lugar inmediato en la enumeración cronológica que venimos haciendo de los azulejos sevillanos los atribuidos al reinado de Pedro I. Varios templos hispalenses, y hasta la soberbia Giralda, fue- ron objeto de su esplendidez, pero ninguno de tales ejemplos de su cultura alcanza la importancia que demuestra la construcción de los Alcázares^ Palacios e Portadas^ de que con justicia se enorgullece esta ciudad. No obstante las muchas profanaciones de que ha sido vícti- ma este monumento, conserva todavía bellezas singulares que sorprenden al artista y al arqueólogo. Cuando penetramos en el magnífico Patio, llamado de las Doncellas por vulgar tradición, involuntariamente nos detenemos admirados ante el grandioso y á la par espléndido conjunto que nos ofrece, y la vista recréase en los mil pormenores que lo ava- loran, y especialmente, en la brillantísima decoración mural de po- lícromos azulejos, que hasta la altura de i.'"77 rodea los muros interiores de las galerías formando magnífico zócalo. Es notable la variedad que se observa en los dibujos de los diferentes tableros, cuya decoración consiste en combinaciones geométricas de lazos ó cintas blancas, que al cortarse forman gru- pos de estrellería, dominando en ellos, ora el vidrio melado, ora 8s AEÜLRJOS t)ï:L ALCÂ^AK el blanco, el azul ó el verde, (i) Sirve de plinto á todo el zócalo :#.«.T#:#I r»:* • - T, ■• • ♦ , ^ ^T% • •+»+« • ^ íí" t íi^ 'íÎií |:%'#á.*+V» »•#<•••»¿ré·+V·*!'*'^ í,^·^É.':» »:4 ¡¡►'4■iBxaiBisiBiBXI»-!H»'• - ■■;■;:-., '' ,"J' '■'i-í '··i -·· 'r· '- •-V'-> -, -■ , „,. . iiií-x tóg ■^·^ ■ :■ ■,• ,■■ r'; :; ;; =- -í;. ¥¥c4 " ' ' ÍV44|Í4 4'-■ %I4:4 ■■'>·^-■ ·..= Í'^í-r; Í ■• ■ : . > •- ; ■•.■.:,'··_'^:·.?¥ií ' ■ r ..■ :■ -4';;4'-" 4|4^:-¥¥v-L4^^494■■ - ' ': •-: < ' - -, .,;- -.-í ' ■ ■ íí:.,.; W . , í- . : ' ' ■'-.¥ -="^. K:' -«-'w: 41&44:. 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Sin embargo y á pesar de lo dicho, no hay razón alguna que se oponga á considerar que los azulejos son de la época misma en que fué construido el Palacio, antes bien existe entre ellos y los de igual clase que adornan la capilla de D. Enri- que II en la Catedral cordobesa y que datan del mismo reinado del referido monarca, una tal semejanza, que no parece razonable dudar en vista de esta comparación, de la época en que fueron fabricados los zócalos sevillanos. Al tratar de la azulejería del siglo XIV, merecen ser mencio- nados también los restos que existen de un hermoso zócalo de mosáico, en el gran salón mudejar de la llamada Casa de Olea^ que formó parte, en nuestro concepto, de un suntuoso palacio de los Ponce de León, y posteriormente del no menos esclarecido linaje de los Marmolejos. Las más antiguas noticias que hemos podido allegar respecto á esta casa, no son anteriores á la segunda mitad del siglo XV, (i) pero, á nuestro juicio y al de reputados arqueó- logos, data la construcción de la magnífica tarbea en que nos ocu- pamos, de la segunda mitad del XIV. Los muros de todo el salón debieron estar adornados con alto zócalo de azulejos polícromos de mosáicos, de los cuales, tan sólo quedan al presente las partes interiores de las jambas de los tres arcos de ingreso. Si los com- paramos con los del Alcázar, no hallaremos diferencia alguna, siendo idénticos los esmaltes, y viéndose en ellos repetidas las mismas combinaciones geométricas que seven en aquel Palacio. (2) (t) Sevilla Monumental y Artística, Tom. I, pág. 700 (2) Véase la lámina 2.® (cromo) que reproduce otro zócalo de jamba del Al- Cazar enteramente igual al de la mencionada Casa de Olea. AZULEJOS DEL SIGLO XIV Basta á nuestro propósito con esta breve cita, y continuare- el exámen de los ejemplares de azulejería existentes en nues- mos tros templos parroquiales, comenzando por el de Omnium Sanctorum. Fué éste uno de los edificios objeto de la protección de D. Pedro I, que efectuó en él restauraciones importantes, y así parece acreditarlo la preciosa ventana ornamental de ladrillo cortado en limpio, y de forma de ojiva túmida, que adorna la ima- fronte del templo sobre el tejaroz de su portada principal. Bien acredita su fábrica la pericia de los alarifes mudéjares, que además la adornaron primorosamente, colocando en sus enjutas y en su tímpano labores formadas de mosáico de estrellería, debiendo ad- vertir, que en la colocación de sus menudas piezas existe la va- riante (cuando la comparamos con la que ofrecen los zócalos del Patio de las Doncellas) que en aquéllos, el dibujo principal há- liase constituido por lazos blancos geométricamente combina- dos^ como hemos dicho, viéndose los espacios que dejan libres ocu- pados por piezas poligonales, esmaltadas en varios colores y en la ventana de que tratamos no se observó esta misma manera por autores, sino que éstos suprimieron los lazosblancos contentán- sus dose con justaponer las piezas formándose la ajaraca con aquellas mismas, consiguiente, sin dejar más que las finísimas líneas y por del corte. Ambos procedimientos empleáronse en la misma cen- turia, como dejamos consignado. Merece especial mención también el zócalo que rodea el áb- side de la iglesia parroquial de San Gil, obra que data asimismo de los días de Don Pedro 1; espléndido restaurador del templo. Muy sevillanos conocían la existencia de estos interesantes pocos ornatos, pués desde fines del siglo XVIII, hallábanse ocultos, no sólo por la pesada mole de un retablo barroco adosado á los mu- ros del ábside, sino por las muchas capas de cal de Morón con que habían sido enjalbegados. El ofrecimiento hecho en 1887 al entonces cura párroco. Sr. Sanz y Sarabia, por los testamenta- ríos de D. José Díaz de Villegas, de costear nuevo retablo, dió por resultado la restauración total del referido ábside, así como de los preciosos tableros de azulejos, que con tal motivo queda- fon perfectamente limpios y completadas sus faltas por el inte- « o tH S -< M CM < C? S Q O ►MI O -o N9 H P i Pí O M P5 a: fe c/} ;z: o 2 < > PJ CD CO O Û < ^i ^ Q > CO o !X C¿ < QQ CO o PJ ->5 Û P I < » 2 p O H p; CO o 2 < S Después, en 7 de Junio de di- cho año, compareció ante los Fieles ejecutores Francisco Gómez, ollero, y dijo que los cuatro cántaros que fueron tomados en casa de la Camacha, son suyos y él los hizo en su casa y ollerías, dándolos á vender á aquélla. Seguidamente dirigiéronse los refe- ridos á casa del F'iel Estéban Rodríguez para que examinase y comprobase los cántaros con el mencionado patrón de la ciudad, el cual los halló faltos y desiguales de aquél. Declaró el ollero Gómez; que vivía en la calle de San Vi- cente, que labraba cántaros para azacanes, que los presentes eran suyos y que los había enviado á vender en casa de la Camacha, á la ollería del Salvador «y son sellados con el sello de la cibdad qnes la torre de la iglesia 7nayor^ » (2) cuyos sellos se les pusieron en su casa. A continuación insertóse la sentencia condenando al Gómez á pagar trecientos mrs. «conforme á la ordenança.» Francisco Fernández, Procurador por la ciudad protestó de la sentencia, diciendo: que debió haber sido condenado en toda la pena de la ordenanza y que por no haberlo hecho así, los Propios de la ciudad habían recibido agravio. No hay pués duda de que los olleros sevillanos, por lo me- nos en el siglo XVÍ, marcaron los productos de su fabricación con un sello que representaba la Giralda, así como se rigieron por or- denanzas propias como lo demás gremios. (3) (1) Nótese que antes la llamó la Camacha. (2) No creemos que deba interpretarse esta frase al pié de la letra, como resulta del dicho del ollero Gómez, por cuanto, es sabido, que la ciudad de Sevilla, nunca tuvo per armas la Giralda: por tanto, la frase á que aludimos y subrayamos, deberá referirse al sello de la Giralda con que marcaron sus obras los olleros sevi- llanos. (3) P. P. V. V. antlgs. Gremios. Arch. mun. CENTROS DE FABRICACIÓN CERÁMICA 103 Los que parece que no tuvieron ordenanza fueron los alfa- reros de lo basto, pués, en 1765 á petición del Conde de la Mejo- rada, Procurador Mayor, en Cabildo de î 8 de Marzo, dispuso la Ciudad que se formasen ordenanzas á los fabricantes de ladrillo, canal y redoblón, pués ni eran examinados ni guardaban reglas ni medidas. Incoáronse los autos y remitiéronse al citado Conde para que en vista de las ordenanzas que tuviesen los gremios de otras ciudades se redactasen unas, por donde en lo sucesivo se rigiesen los sevillanos. Citados aquellos alfareros manifestaron que no estaban conformes con que se les diesen ordenanzas por 710 haberlas tenido nunca, ni ser conveniente las hubiese. Es indudable que el gran centro fabril de nuestra cerámica, estuvo quizá, desde la época romana, establecida en el arrabal de Triana; pero, no es menos cierto también, que de los docu- mentos que hemos examinado, así cómo de algunos hallazgos re- cientes, puede seguramente deducirse que no fué solo en aquel barrio donde existieron talleres ó fábricas de alfarería, (i) Con la lectura de las papeletas que forman el Registro de olle7'os sevillanos, que insertamos al final de la presente monogra- fía, podrá comprobar el curioso la exactitud de nuestro aserto, al asegurar que en la collación de San Pedro, y en el sitio que se lia- maba entonces el Adarvejo de los moros, debió existir un impor- tante centro cerámico. En él vivían á fines del siglo XV y comien- zos del XVI, los olleros Maestre Abrahem Aguja, Maestre Mahomad Oberi, Maestre Abdallá de la Rosa, Lope de Agudo, hijo de Maestre Mahomad Agudo, Alí Aguja y Antón García. En la collación de San Vicente tenían casas ollerías Francis- CO Ortega, Alonso Qarcía, que trasladó su residencia á esta ciu- (i) Así parece confirmarlo también este dato. El diezmo de la loza de las ollerías de Sevilla, de Triana y Tablada y Bajondillo pertenecía á los Capellanes y patrón de las capellanías de Su Majestad de la iglesia de Santa María de la villa de Alcocér, y de la abadesa y monjas del monasterio de Sta. Clara de dicha villa. Se remataban en el mejor postor por término de tres años. En el de 1563 la tomó á su cargo Miguel de Vejar. Lib. de dicho año of. 4.°, Arch. gral. de protocolos. Véase la papeleta Càceres (Jerónimo de) en el Registro de olleros. ï 04 CENTROS DE FABRICACIÓN CERÁMICA dad desde Castilleja de Talhara^ Juan Alonso, maestro de hacer azulejos y Gonzalo Fernández, maestro tinajero. Por último, en San Marcos vivían en 1403, Diego Fernán- dez, azulejero y Juan Sánchez, ollero. Un hecho muy significativo que viene á corroborar la opinión que sustentamos, fué el que tuvimos ocasión de observar al efec- tuarse el descubrimiento de la hermosa tinaja de estilo árabe gra- nadino que conservamos en el Museo Arqueológico Municipal, la cual fué hallada en la calle Torreblanca, que es una de las del barrio de la Macarena, collación antigua de San Gil. En el mismo sitio en que se hallaron sus fragmentos, encontráronse informes pedazos de barro cocido; y esta circunstancia nos hizo sospechar que en aquel sitio tuvo acaso su taller un alfarero mudejar. No fué sólo durante el siglo XV cuando vemos diseminados por los barrios de la ciudad á los maestros olleros. En la segunda mitad del XVI tenemos una prueba evidente de este hecho, al tratar de la fábrica de loza establecida en las afueras de la Puerta Real por el italiano Tomás Péssaro, del cual fué sucesor su hijo Jusepe. Creemos, pues, que si bien el núcleo de la industria artística de que tratamos estuvo siempre en Triana, debió ser la produc- ción cerámica tan excesiva, que, acaso, por eso hallamos con tan- ta frecuencia datos que acreditan la existencia de alfareros en di- ferentes sitios de la ciudad. Además, para la venta pública de las vasijas y piezas de vajilla, hubo un sitio especial que se llamó la Alcaicei'ia de la loza, en la collación del Salvador, calle que hoy existe, y en la cuál, según los datos que consignamos en el ya ci- tado Registro de olleros, tuvieron sus tiendas muchos de los cera- mistas de Triana. Grande fué el desenvolvimiento que alcanzaron todas las in- dustrias artísticas en esta ciudad durante la última referida centu- ría, é indudablemente, la cerámica, si no llegó del todo á su mayor esplendor, puede asegurarse que dicho siglo fué por decirlo así, el preparatorio del singular auge que en el siguiente obtuviera. Al hablar de los procedimientos técnicos empleados por los olleros del siglo XV no hemos podido citar -más que ejemplares AZULEJOS DE MOSÁICO DEL SIGLO XV 10$ de mosaico, práctica tan arraigada, que continuó muy en boga en la siguiente centuria. De ella nos quedan, por fortuna, ejemplares interesantes en cuya descripción vamos á ocuparnos. Es uno el balcón ajimez (i) que aún vemos en el muro de fachada de la casa que fué de los Marqueses de la Algaba en la plaza de Omnium Sanctorum, y la ventana ajimezada que existe en otra casa de la calle de Juan de Avila. Estos dos pormenores arquitectónicos, con otro, también muy bello, como es la portada de la iglesia de San Isidoro del Campo, son los más importantes que nos restan, y por cierto, diremos con respecto á los dos pri- meros, que ni su valor artístico-arqueológico, ni su belleza, ni aún la cualidad de ser únicos, han sido circunstancias favorables para que una mano compasiva los salve del inminente peligro en que se hallan de desaparecer para siempre. El balcón de la casa de los Marqueses de la Algaba, hállase edificado en un lienzo de muro comprendido entre dos pilastras de ladrillo agramilado, ó sea alternando en fajas amarillas y rojas. Por su esmerado corte, por la forma de dichas pilastras y por los perfiles de sus molduras, parécenos obra del tiempo de los Re- yes Católicos. Dentro de un vano rectangular, voltean dos arcos apuntados y angrelados, á los cuales, falta la columnita ó parte- luz. Las enjutas están enriquecidas con labores de estrellería de mosáico, siendo de notar, que las estrellas centrales son doradas ó como hoy dicen, de reflejos metálicos, unas amarillas, (de oro) y otras rojizas (de cobre). Una guardilla compuesta de cintas ver- des, meladas ó doradas, que resaltan sobre fondo blanco forma la guarnición del arrabaá, dentro del cual vemos inscritos los arcos. Por debajo del balcón, corre, á manera de friso un espacio rectan- guiar, ocupado por una lacería, cuyas cintas son de estuco y los espacios libres que dejan aquellas al cortarse, se ven cubiertos (i) Seguimos aquí el tecnicismo vulgar, que llama ajimeces, á los vanos que contienen dobles arcos sostenidos en su centro por una columna (parteluz). Teñe- mos más de un motivo para dudar de la exacta aplicación que se ha venido dando á la palabra ajimez, según se desprende de la lectura de documentos de los siglos XV y XVI; por tanto, al emplearla, lo hacemos con el objeto de evitar confusiones, por hc^ber tomado carta de naturaleza entre nosotros, 14 1 Ii 106 AZULEJOS DE MOSAICO DEL SIGLO XV V ) f por variadas combinaciones de menudos mosáicos polícromos. No conocemos obra alguna de azulejería sevillana que supere á esta por su bondad y por su belleza. Esta decoración debió estar ^ adornada en su centro por un gran escudo, tal vez de barro co- cido y vidriado, el cual, al desaparecer dejó señalado su contorno en la parte central. Por desgracia, su estado de conservación es el más lamentable. Faltan ya la mayor parte de los adornos de mosáico, y muchos de los que aún permanecen, amenazan des- prenderse. Dentro pués, de poco tiempo, no quedará del precioso balcón más que esta pobre memoria. La ventana ajimez de la calle Juan de Avila, formó parte • hace unos treinta años, próximamente, de una casita que conoci- 1 4-. I i í I L· Figura 24. Ajimez de la calle Juan de Avilla. mos situada hacia el centro de la misma calle^ en un ángulo que 1Ô7 AÍ^ÜLEJOS DE ^ÎOSÁICO DEL SIGLO XV allí se formaba, y que no sin pena, presenciamos su derribo, por- que era la única que quedaba en esta ciudad de carácter morisco al exterior; pués además del vano ajimezado de que tratamos, te- nía un alero ó tejaroz sobre su mezquina puerta de entrada, cuyo detalle acentuaba aún más su antiguo origen. Destruida la casita, su propietario, que lo es también de otra en que se halla estable- cido un polvero de yeso en la misma calle, di.spuso la traslación del ajimez á esta otra, colocándolo, nó por cierto á la altura que le corresponde, sino al alcance de la mano, y por lo general, no puede verse porque está oculto con materiales sobrantes de obras que sobre él se depositan. Tenemos que notar en él, el primor del corte del ladrillo y el adorno de sus enjutas; hecho de mosáico de azulejos polícro- mos, formando estrellas, .según el gusto de la época, dando com- pleta idea de tan artístico detalle el fotograbado que acompa- fiamos, (big. 24). En cuanto á la portada que sirve de ingreso al templo cons- triiído por D. Juan Alonso de Guzmán, y que forma parte del que edificó su padre, el famoso Guzmán el Bueno, en el monasterio de San Isidoro del Campo, á la entrada de la villa de Santiponce, puede asegurarse que es una de las más bellas páginas de la ar- quitectura religiosa del estilo mudejar sevillano. No es de grandes proporciones, pero sí tan harmónica en sus partes, tan sóbria y elegante, que con razón atrae las miradas aún de los profanos. Toda su construcción es de ladrillo finamente cortado, y álzase sobre un zócalo de mármol blanco. Consta de un tejaroz sostenido por sencillos canes angrelados, y dentro de un resalto hecho en el muro, cuya línea superior es de forma apeinalada, y dispuesto á manera de arrabaá, hállase inclusa la portada de arcos ojivales concéntricos con sus sencillas archivol- tas y baquetones agramilados. Forman sus enjutas bellas lacerías de ladrillo blanco, cortadas admirablemente é incrustadas en fondo de ladrillo rojo, enriquecidas las estrellas y los interiores de algunos nudos ó lazos con pequefiísimas piezas de azulejos polícromos, formando finas combinaciones de mosáico. Estimamos que esta obra data del siglo XV, pués si bien el fundador de esta parte del ío8 templo consta que murió en 1351, no creemos que la portada que acabamos de describir, proceda del siglo XIV. Tuvimos la satisfacción de encontrar el nombre de sus au- tores en un azulejito circular vidriado de azul, colocado en la clave de la archivolta exterior, dentro del cuál se leen estas palabras: Los tres monumentos arquitectónicos, de que acabamos de tratar, son los únicos existentes en Sevilla que podemos consi- derar como producto del arte de albañíes y azulejeros de la XV.centuria ó cuando más de los albores de la XVI. Las dificultades què ofrecía el corte de las menudas piezas del mosáico, y lo lento y di.spendioso de la obra, fueron, segura- mente, los motivos que estimularon á los ceramistas de Iines del XV á imaginar un medio que evitara tales inconvenientes, produ- ciendo á la vista un resultado análogo al del mosáico y que con éste pudiera confundir.se. Desde entonces, á no dudarlo, data la invención del azulejo de cuerda seca, para el cuál adoptaron el sencillo procedimiento de estampar en el barro las combinaciones geométricas de ajaraca ó lacería grabadas en matrices ó planchas de metal. De dos maneras practicaron este procedimiento, aju.stán- dose á las dos ya de antiguo conocidas. Bien imitando el corte de las piezas por medio de delgadas líneas, bien las cintas blancas de una lacería, y dentro de los espacios libres esmaltaban las pie- zas poligonales de variados colores. El primer método era el más sencillo y en cuanto al segundo ofrecía mayor dificultad. Las cintas que constituyen dichas com- binaciones vénse aisladas de las figuras poligonales de los fondos, por medio de dobles líneas rehundidas y perfiladas con mangane- HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS T PORTADA DE LA IGLESIA DE S. ISIDORO DEL CA/APO (SANTirONCE) ÁZÜLEjÓS DÈ CUERbA SECA SO, que corren, por consiguiente, en las mismas direcciones de las mencionadas cintas. Toda la labor de lazos llenábase de esmalte blanco, el cuál quedada perfectamente circunscrito entre las dobles líneas del manganeso, formando un relieve muy bajo y semejante al esmalte llamado por los franceses cloiso7i. Los dibujos ejecu- tados por cualquiera de los dos procedimientos componíanse de estrellerías más ó menos complicadas, pero, el tracista procuraba hacer sus combinaciones de manera, que cada una de dichas es- trellas pudiera descomponerse en cuatro losetas cuadradas; de las mismas dimensiones, las cuales una vez unidas, constituían la re- ferida estrella, y repitiendo el motivo cubríanse las paredes con una total composición geométrica. Los espacios de diversas for- mas que resultaban de la intersección de los lazos, bien de los sen- cilios, bien de los de cintas, eran esmaltados con los colores corrientes obteniendo por tanto análogo efecto que el de las pie zas cortadas é inscrustadas. La singular inventiva de los artífices mudejares en la combinación de estos adornos geométricos lie- vóse á un grado verdaderamente notable, y la aplicación que hicieron de ellos á las losetas, y las variadas combinaciones con los cinco colores de que disponían, blanco, azul, negro, melado y verde, llegaron á ser innumerables acreditándolos de peritísimos maestros decoradores. Varias fueron las dimensiones con que fabricaron las mencionadas losetas; pero, los tamaños más co- rrientes son de o."Ti, o."^14 y de o."T9. Pueden servir de ejemplo para conocer los dos métodos á que nos venimos refi- riendo los zócalos de la iglesia de San Gil (lámina de la pág. 86, cap, IV) y los de la capilla de la casa de Pilatos (fig. 15 de la pá- gina 87). No podemos citar ningún monumento sevillano construido en los albores del siglo XV, y en el cual aparezcan ejemplares de azLilejería, que acrediten lo que dejamos expuesto acerca del azu- lejo de cuerda seca imitación del mosáico. Las casas palacios de los Duques de Alba y de Medinaceli, la llamada de los Pinelos y algunas otras más, comenzaron á construirse en la segunda mitad ó en el último tercio del siglo XV y fueron concluidas en el XVÍ. En las capillas de las dos primeras citadas hállamos zócalos con AZULEJOS t)È CUERÜA SËC!A aziilejería de cuerda seca, de muy esmerado labor, pero, como no podemos precisar de una manera exacta la fecha de la construe- ción de dichos edificios, tampoco es posible hacerlo de los referi- dos zócalos, limitándonos á clasificarlos como obras de fines del siglo XV ó de los albores del XVI. La diferencia como se vé es muy corta; y si tenemos en cuenta la perfección artístico-industrial que estos azulejos revelan, hija seguramente de la práctica, bien podemos asentar el concepto de creer que corresponden á los últimos años de la XV.® cen- turia. Parécenos oportuno tratar en este momento de una curiosa variante que ofrece un trozo de zócalo de azulejos de cuerda seca de los albores del siglo XVI, existente todavía en una de las ha- bitaciones altas de la casa de los Pinelos (Abades num. 6). Es de lacería blanca so- bre fondo azul co- balto y está supe- riormente remata- da por una faja también blanca, so- bre la cual resalta una inscripción la- tina en severas y elegantes letras mayúsculas roma- nas, difícil hoy de reconstituir, por la confusión que han producido los al- Figur:i 25. bañiles encargados Azulejo de cuerda seca blanco y azul de la casa reparar dicho de los Pinelos. , , zocalo. Lo mismo acontece con los azulejos llamados de cuenca, los cuales, á nuestro entender, son, sinó coetáneos, poco más posterio- res; pués muchos de ellos ofrecen como adornos elegantes lacerías moriscas, otros, por el contrario, manifiestan las influencias del A^ULEJOS DEL SIGLO XV-XVI I I I renacimiento italiano ó las tracerías y adornos del estilo ojival florido, (i) Siendo éste un período de transición, no es extraño que se ofrezcan tales dudas, si consideramos las tres influencias que ca- racterizaron las producciones artísticas y artístico industriales á fines del siglo XV y en los comienzos del XVI. Las tradiciones ojivales no se habían extinguido, las musulmanas, profundamente arraigadas, uníanse con aquellas en estrecho consorcio, produ- ciendo las bellas obras de un arte que no titubeamos en designar de genuinamente español; y por último, el clásico restaurado, abríase paso entre aquellas dos antiguas tradiciones, imprimiendo sus peregrinos caracteres, lo mismo en la arquitectura que en las industrias artísticas sus auxiliares. Las muchas aplicaciones que se hicieron de la cerámica po- lícroma á la arquitectura durante el siglo XV, contribuyeron segu- ramente, al desarrollo de esta industria. En los edificios profanos, en los palacios y en las viviendas (2) empleáronse con verdadera profusión los azulejos de todas las clases, entonces conocidas, porque sus peregrinas combinaciones y sus brillantes esmaltes, no sólo deleitaban la vista, sino que á su cualidad decorativa juntá- banse otras de más valor, si se quiere, las de la consistencia é im- permeabilidad, el primor y la frescura, muy dignas de tenerse en (1) He aquí otra muestra de la ligereza con que han tratado los extranjeros de nuestra cerámica. «Las losetas llamadas en España azulejos, que fueron fabricados en tiempos de los moroso almorávides, durante la existencia del reino de Granada (1235-1492) son, ordinariamente, sin relieves, mientras que, los producidos por los moros que permanecieron viviendo bajo lo dominación cristiana hasta su expulsión en 1610, y también por sus continuadores los españoles mismos, son, generalmente, estampa- dos, con muy débiles relieves y parecidos á los fabricados en Francia, que se con- servan en el museo de Nantes». T>Qmmin-Guide, (pág. 272). (2) El empleo de estos ladrillos (azulejos) está todavía muy esparcido en los países de Oriente y Sud, desde la casa más sencilla hasta el palacio. Las habitació- nes suntuosas y los edificios de las ciudades turcas, las egipcias modernas, las ciu- dades y los pueblos de la Argelia y de toda la costa de Africa hasta el Estrecho, ofrecen millares de ejemplos. La especie de frescura que parece resultar de este pu- lido brillante, y el lustre durablé de los colores que presentan estos revestimientos, agradan á los habitantes de los países cálidos. Garníer. Hisf. de la Céramique. Tomo II, página 95. Cit. por Perrot y Chipiez en el tomo de Egipto, pág. 823. APLICACIONES DE LA AZULEJERÎA cuenta tratándose de una ciudad como SevlHa, tan húmeda como calurosa. Satisfacíanse, pués, con la decoración de que tratamos, tanto las necesidades estéticas, cuanto las higiénicas, por todo lo cual, compréndese á primera vista, que en poco tiempo hubo de generalizarse, en extremo, el empleo de la azulejería, haciéndose extensivo á las portadas de los templos, á las torres y espadañas á los pavimentos de patios y galerías, á los asientos ó poyos de los jardines, á las tazas de las fuentes, á los zócalos y solerías de cámaras y escaleras, á las enjutas de los vanos, á los alféizares de las ventanas, á las techumbres, y á cuantos lugares juzgaron apro- .piados para recibir tan brillante decorado. No es extraño pues, que si tan profusamente se aplicaron los azulejos en el ornato de edificios y casas ricas, llegasen á ser á manera de señal represen- tativa de opulencia, y así en el siglo XVÍ, corría ya como locución vulgar, que se aplicaba á aquellos que no habían de medrar, ni estaban en camino de fortuna, la frase «no harás casa con azu- lejos.» (i) Han venido siendo conocidos hasta aquí con la denomina- (i) Contestando el docto Sr. Sbarbi á la consulta que le hicimos acerca del origen y empleo de la frase proverbial arribi consignada, tuvo la bondad de en- " viarnos la siguiente nota. «No hacer uno casa con azulejos. Hallarse siempre en una medianía sin llegar á prosperar.» D. Francisco Gregorio de Salas, habiendo visto en un año muy calamitoso, que faltaban unos azulejos en los adornos de una casa de un amigo suyo, prorrum- pió con la siguiente improvisación; Kn aquesta casa faltan azulejos; y yo veo que el amo no lo remedia; y es sin duda porque el tiempo no está ahora para hacer la casa con azulejos. El modo de emplear esta locución proverbial es con el carácter de futuro, y por lo regular, en sentido negativo, aunque no obsta la fórmula afirmativa, pués, si del que se sospecha que nunca llegará á poseer bienes de cuantía, .se dice que no hará casa con azulejos, de quien se augura, por el contrario, que podrá ser rico con el tiempo, igualmente es lícito decir, que hará casa con azulejos. El origen de seme- jante frase proviene, de que, antiguamente, se solía usar ese procedimiento tan sólo en los edificios habitados ó costeados por los magnates ó sujetos pudientes, hasta que con el tiempo se hizo más vulgar su uso, así como menos valiosas la fábrica y ornament^cióa de las losetas conocida? con ese nombre. LA imA BE CVERBA SECA ción de Puente del Arzobispo, unos ejemplares de loza polícroma, consistentes en platos y vasijas, que por su rareza aprecian extre- madamente los aficionados. Los primeros son de forma muy sen- cilla, con muy poco fondo, especialmente los de tamaño más pe- queño, que miden por lo general 0,23 de diámetro, mientras que los mayores tienen 0,42. Están decorados con hojas y flores que revelan, á primera vista, la influencia del arte sarraceno, con animales más ó menos fantásticos, leones, conejos, aves: los hay que ostentan en su cen- tro un corazón, flores de lis y otros caprichos, y no faltan ejem- piares con cabezas de hombres ó de mujeres. Ocupan estos motivos los centros, y se hallan rodeados de las hojas y flores de que antes hicimos mérito, pero, sin que és- tas formen dibujos continuados, pués el artífice los esparció y di. seminó por el fondo caprichosamente, y sin pretender que cons- tituyesen un adorno completo. Todas las mencionadas figuras fueron dibujadas sobre el juaguete, con tinta de manganeso y de una sustancia grasicnta, y después, valiéndose los pintores de las brochas de cerda, que aún al presente usan, dejaban caer en los espacios limitados por los referidos perfiles de negro, los acuosos esmaltes ó vidrios; que una vez depositados sobre el barro^ se secan rápidamente al absorver aquél el agua, quedando sólo á la vista el finísimo polvo de que se componen los colores, que por su espesor resifltan sobresalientes de la superficie del barro, cons- tituyendo un verdadero cloison. Los esmaltes empleados fueron siempre puros, sin mezcla alguna, lo mismo que se ven en los azulejos, exceptuando el azul compuesto con vidrio blanco, para obtener el tono celeste, y en cuanto á los otros, el verde tinta, el melado, el negro, el azul y el blanco usáronse lo mismo que en aquéllos. En ocasiones el pintor, no se limitó á perfilar los distin- tos motivos, sino que en el interior de los mismos trazó capricho- sámente algunas líneas á manera de sombras, esmaltando encima con el melado, color más transparente de todos, y en tal virtud, á través de su ténue capa se distinguen perfectamente los referi- dos trazos del fondo. Podemos ofrecer como ejemplo tres platos de tamaño corriente, que posee el Sr. Osma: en dos de ellos, se- 15 LA LOiíA Dï cuerda SEÍW gun se representa en la adjunta lámina, en el del león heráldico y en el de la cabeza de mujer, se observan las mencionadas rayas, y por último, el vaso existente en el Museo del Louvre, clasifi- cado de árabe de que adelante hablaremos (Cap. VI). El aspecto, en general, de estos platos es el de una loza bas- ta, pero muy vistosa y original, y en ella se aprecian claramente el vigor y la brillantez de los antiguos vidrios. En cuanto á vasijas decoradas por este procedimiento, co- nocemos muy pocas: posee dos nuestro docto amigo el Excelen- tísimo Sr. Conde de Valencia de D.Juan, una de ellas, en forma de pequeña tinaja con alto cuello, vése adornada con fajas verticales blancas, negras, celestes y verdes, la cual debió formar parte del menaje de una botica, juzgando por el letrero con caracteres gó- ticos que tiene en la parte superior junto al bocel del cuello, don- de se leen las palabras «miel rosado» (sic). La otra es de forma cilindrica y consiste su adorno en lineas verticales y horizontales de manganeso formando cuadriculas, esmaltadas de blanco, sobre las cuales resaltan medias lunas y otros orna- tos cuyas formas no recordamos. Al mismo género corresponden dos botes de farmacia procedentes de la del Hospital de la Sangre, fundado por doña .Catalina de Ribera en el año de 1500; y el cual, estuvo primitivamente establecido en casas propias de aquella señora en la collación de Santa Catalina, labrándose después nuevo edificio, en cuya fábrica empleóse largo transcurso de años, pués no quedó terminado hasta fines del siglo XVÍ. Los mencionados botes fueron en- contrados en uno de los zaquizamíes del edificio actual, pero, estimamos que de- bieron proceder de la farmacia del primi- tivo hospital. (Fig. 26). Como puede verse por el fotograbado i'lgura 26. adjunto están muy sencillamente HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS Es propiedad. AZULEJOS DE CUERDA SECA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL PLATOS DEL MISMO PROCEDIMIENTO ■ ^'~-frhfifj ^ /■" ^ ^ . j ^ -jí -Sjf £:-^a! ' li i -N. ^4" \·;·-·^'^^: , -i'^ i".^ ... . /■ /f ¿fi- " '\ r ->'-^^ '>"^ ^ . .í ^íi.-;.^r^.^g'|r·-.'>·3íf<·*.v· "(j-.y •.·*4·^5^->^C*ÍI- 3tW. ^ í ,HkV^ -i í' VíTé^^^^P^ '^:Srsíf«*»'^»· è'V'-c i-«^imâFLâgfefA^ Î^ *U- ^ c \ 4 ' " \, A-^ Á&xmmmmm 'failli / f- \^"i' ^ ^ J¡ %iK S^à^' • •■^.h··:·v* --j 4ir ^ . '*'■ 3 azulejeria. £1 menciona- do letrero dice asi: Fh^nra 34. Escudo de los Reyes Católicos ejecutado en cuerda seca. Mus. Municipal. IHS f XPS ESTA ES LA OBRA BEL POSITO FECHO POR MASTRE JERONIMO SUARES Y ACABOSE AÑO DE 1503 AÑOS DEO GRAÇIAS .L .'. : t6 AZÍfljE<í·£'^íA 5"^ ^ir ' V ~Xm^ ^\4/\>io/^ x-t^C^ ^í^/iyí^4, ^ /^ ■> : : /i-/ J. Sà" ; &!'. : : if* ., OA-^iAÀIÎA /fAÛrâÀj <1 l/iC^ I I J "MP —■ A / ... ^ /royi'*'î>i /n^uy^f-''/r (^êid^iré}>/i^Á^ t.éc»e-e4 ¿AAjp^û~ c:i^^ ^yp^^yCi^^fL ^44yiy -¿^y.U^^ i¿^ ^fPt^4^¿'¿rP*^éP^ ^ o- ¿PcPt- -Ut P y P'%Ai¡^AP-^L yf^ ·AyUtyt· à> I f I ' 122 LA LOZA DE CUERDA SECA Posee el Sr. Osma en su rica colección dos notables placas de 0,44 de alto que debieron haber formado parte de otro gran escudo de los Reyes Católicos, á juzgar por el carácter heráldico de las empresas, que representan los reinos de Castilla y de León, en una de aquéllas, y los de Aragón y de Sicilia en otra. Ambos cuarteles tenemos fundadas sospechas para estimarlos proceden- tes del Alcázar de esta ciudad, donde se encontraron entre escom- bros, y de sentir es que una mano imperita hubiese destruido las demás partes del blasón que debió ofrecer hermoso conjunto, y del cual sólo nos quedan los mencionados cuarteles, salvados de se- gura pérdida por la inteligente diligencia del Sr. Osma. (i) Notable ejemplar es también otro escudo que adorna el fren- tre del sepulcro de D. León Enríquez en la iglesia de Santa Pau- la, el cual si bien aventaja al otro en tamaño, desmerece por el estado de su conservación, pués, encuéntrase mutilado en algu- nos desús partes y ha sufrido imperita restauración, que salta á primera vista. Consta de los cuarteles de la Casa real portuguesa y del apellido Enríquez; y, solomente, los elegantes y caracterís- ticos leones rampantes del dicho apellido, con algunos de los escu- detes que contienen las quinas, son las únicas partes que se ha- lian en buen estado, pues los castillos han sido dorados con sisa y sustituyen á los primitivos que serían melados ó con reflejos me- tálleos. Debemos mencionar también la inscripción sepulcral, con letras góticas negras sobre fondo blanco, hechas asimismo en cuerda seca, y contenida en dos largos renglones que dicen lo si- guíente: «AQUI. ESTA. LOS HUESOS. DEL. GENEROSO. CAUALLERO. DO. LEO. ENRIQUEZ. TRASLADADOS. POR. LA. MUY. MAGNIFICA Y GENEROSA. SEÑORA. DOÑA. Y SA- BEL. ENRIQUEZ. MARQUESA DE MONTEMAYOR. SV. HERMANA. EDIFICADORA. DESTA IGLESIA DESCENDIENTE. DE. LAS RREALES CASAS. DE CASTILLA Y POR- TUGAL. MURIO EN SERUICIO DE. SU. REY.» (i) Fueron publicados por el sucesor de Laurent, en 1893 en el album Las joyas de la Exposición Hïstorico-enropea de Madrid en l8ç2. LA LOZA DE CUERDA SECA 123 Figura 35. Sepulcro de D. León Enríquez, en Santa Taula. Antes de terminar el presente capítulo, vamos á permitirnos someter al juicio de los ceramófilos la conveniencia de sustituir la impropia designación de Puente del Arzobispo^ que hasta aquí ha sido empleada en la loza de que hemos tratado, por otra que 124 LA LOZA DE CUERDA SECA nos parece más adecuada, y en su virtud la llamaremos de cnerda seca, pués así consta que era conocido en lo antiguo el procedí- miento á que nos venimos refiriendo, aplicado á là azulejería, y una vez, que creemos demostrado que su fabricación, lo mismo pudo haber tenido lugar en aquella villa que en nuestra ciudad, de cuyos ceramistas proceden, seguramente, los ejemplares de azulejos, escudos y botes de farmacia de que acabamos de hacer ménción. Figura 36. Plato de cuerda seca. Colee. Osma. I CAPÍTULO VI SUMARIO CONTINUACIÓN DEL ESTUDIO DE LAS PRODUCCIONES CERÁMICAS DE FINES DEL SIGLO XY Y DE LOS COMIENZOS DEL XYI.— OBJETOS CORRES- PONDIENTES AL MOBLAJE DOMÉSTICO Y AL RELIGIOSO.—TINAJAS —QUESERAS — TARROS DE FARMACIA. PLATOS. —VASIJAS.—CANDILES Y OTROS OBJETOS. —BROCALES DE POZO.—PILAS BAUTISMALES.—LOS AZULE.JOS DE CUENCA DEL PABELLÓN DE CARLOS V, EN EL ALCÁZAR, LOS DE LAS CASAS DE MEDINACELI (PILATO), ALBA Y LOS BINELOS. Á, Á. Á. EANUDANDO nuestro discurso del capítulo anterior, referente á las producciones cerámicas del siglo XV y á las que dieron á luz nues- tros alfares en los comienzos del XVI; trataremos ahora en primer lugar, de los objetos correspon- dientes al moblaje doméstico, fi- fp jando al mismo y y y tiempo los diver- sos géneros de fabricación que emplearon los últimos artífices musulmanes y los mudejares sus sucesores, que tantas pruebas nos han transmitido de su pericia y de su exquisito gusto decorativo. También en este caso nos vemos precisados á repetir lo ya dicho acerca de las dificultades que se ofrecen para clasificar t atinadamente cualquiera de aquéllos; pues dadas las relaciones que, especialmente, desde el siglo XIII, sostuvieron cristianos y sarra- ceños; lo próximos que entonces se encontraban los principales LA CERÁMICA MUDEJAR centros de fabricación cerámica de los segundos á las capitales andaluzas, poco tiempo hacía reconquistadas por los monarcas castellanos; y no olvidando además, la afición de nuestros mag- nates por todas las producciones artísticas de sus enemigos: ¿cómo hemos de extrañar que del mismo modo que en las armas, en los trajes, en el moblaje doméstico se hubiese hecho extensivo este mismo gusto á los objetos de barro cocido, tan indispensables para las necesidades de la vida, de los cuales producían tan bellos ejemplares las fábricas de Murcia y Almería, Málaga y Granada?' En los inventarios de fines del siglo XV y en los de comienzos del XVI se mencionan frecuentemente los platos y vasijas mala- gueños; y bien conocida es la cita de Ebn-Bathoutah, de que ya trataremos al ocuparnos en el estudio de la cerámica dorada (i) pero, volviendo á nuestro propósito, que ahora solamente se con- creta á tratar de los vidrios polícromos, preguntamos: ¿cómo pue- den distinguirse las tinajas y brocales de pozo, por ejemplo, que en los siglos XIV y XV fueron importados desde Granada ó Má- laga en Sevilla de la misma clase de piezas fabricadas por los mu- dejares en nuestra ciudad, los cuales á su vez conservaban tan viva la tradición heredada de sus antepasados? Cuando se trata de objetos que no ofrecen el menor rasgo de arte cristiano, sino que por el contrario, sus adornos todos co- rresponden en absoluto al gusto musulmán ¿cómo distinguir si son obras de moros ó de mudejares; si datan de los siglos XIV ó XV, y si fueron fabricados en Málaga, Granada ó Sevilla? Estas con- sideraciones nos asaltan en presencia de algunos interesantes ob- jetos conservados actualmente en nuestro Museo Arqueológico municipal, cuyos caracteres, eminentemente sarracenos, lo mismo pueden convenir con obras granadinas de aquellos siglos, que ser estimados como productos trianeros de la misma ó de la siguiente centuria. En la duda, pués, hemos preferido considerar dichos ejemplares como procedentes de nuestros alfares del XV, te- niendo en cuenta, que el primor y finura de sus ornatos revela una (i) Así pensamos llamar en lo sucesivo á los objetos de barro vidriados con reflejos metálicos, puesto que los antiguos los conocieron con tal denominación. ' 1 •*- tA CERÁMICA MUDEJAR I 2 7 esmeradísima perfección técnica, así como su gusto depurado es más propio de un período de gran florecimiento^ El 7 de Febrero de 1893, con motivo de la apertura de ci- mientos de la casa num. 18 de la calle Torreblanca, descubrié- ronse los fragmentos de una tinaja de barro rojizo, vidriada de verde, que generosamente nos fueron cedidos por su dueño el Sr. D. Calixto Paz y que de muy buen grado donamos para au- mentar las colecciones del Museo Arqueológico municipal, por nosotros fundado. Reunidos todos, y no sin trabajo, logramos casi reconstituir el objeto, el cual, por desgracia, carece de las partes del cuello y de las superiores de las asas, pero, á pesar de tales faltas, no dudamos en calificarlo de notable ejemplar. Entrando en su descripción, di- remos; que mide o."" 7 3 de alto y i ."^9 2 de circunferencia. Hálla- se adornado por once anillos que bajan des- de el cuello hasta casi su mitad superior, de menor á mayor. De estos hay tres lisos; seis con adornos de hojas, que se van re- pitiendo, uno con la- cería, y otro complies • Figura 37. to de siete filetes á Tinaja del Museo Arqueolohico Municipal. continuación, forman- do unidos una de las fajas. Continúa la decoración con otra faja de estrellas en relieve de o.™o,8 de ancho, las cuales van también unidas resultando á manera de una lacería: sigue luego otra de o.'^, 15 de ancho compuesta de una serie de arcos de ojiva tumi- da volteando en sendas columnillas, y por último, desde la línea in- ferior de dicha arcada hasta la del asiento, la adornan unas figu- i LA CERÁMICA MÜDEJAR ras de hojas ó palmetas que van repitiéndose, rodeando el vaso por completo. Todos estos motivos fueron estampados por el alfarero, en el barro crudo, por medio de plantillas de metal ó de madera, apareciendo rehundidos por consiguiente. La referida plantilla ó molde debió ser solo de un pequeño trozo de labor, y el ollero ó tinajero, no hacía más que ir repitiendo el molde hasta dar vuelta á la tinaja. Difiere este objeto de los análogos conocidos, en la faja de estrellas, que hemos citado, las cuales están sjecutadas con otra clase de plantilla, de trazos sumamente rehundidos, por tanto, al ser impresos en la masa, produjeron una labor, cuyas aristas son de gran relieve y sus fondos bastante profundos, resaltando con- siderablemente esta zona por la fuerza del claroscuro. En otro pormenor también deberemos fijarnos, que no es muy frecuente en los ejemplares de este género. Nos referimos á las manos simbólicas que ocupan el interior de un arco, contando de nueve en nueve; acerca de las cuales, hallamos una explicación que ha sido aceptada por el erudito ceramófilo Barón Ch. Davi- Hier, el cual se expresa en los siguientes términos; «La mano y la llave son dos emblemas que se encuentran frecuentemente sobre los monumentos árabes y moriscos, ya jun- tos ya separados. Se les vé reunido en un curioso plato de la co- lección Fortuny, y sobre la entrada del palacio de la Alhambra (Puerta de Justicia) donde la mano y la llave están esculpidas en relieve sobre la piedra. Estos dos emblemas han servido de asunto á varias conjeturas; la más verosímil es la esplicada por el P. Eche- varría en su rara y curiosa obra Paseos por Granada: (Tom. pri- meropág. 73) la mano alude á los cinco principales mandamientos de la Meca, iObservación del ayuno del Ramadan. 2.° Pere- grinación á la Meca. 3.° Don de las limosnas. 4.® Abluciones. 5.® Guerra contra infieles. La mano no era más que un talismán ó amuleto, como los que se ven todavía en Nápoles, contra el mal de ojo. Muchos años después de la expulsión de los moros de Granada, las mujeres y muchachas moriscas llevaban en las sortijas ó en su cuello mane- citas de oro, de plata ó de cobre, siendo tan general el uso de TINAJAS ÁRABES Y MUDEJARES 129 estos talismanes, que en 1525 fueron prohibidos, (i) poruña prag- mática de Carlos I. La llave era, según explica el Sr. Gayangos, signo simbólico usado por los Sofís, que denotaba la inteligen- cia, la sabiduría que es la llave, por medio de la cual Dios abre los corazones de los creyentes y los prepara á recibir la verdadera fe. La llave se encuentra también esculpida como sobre la Puerta de Justicia. En el Museo arqueológico provincial existe otra tinaja de la misma época y fabricación que la anterior, que por fortuna con- serva el cuello y de cuya forma total puede juzgarse por el foto- grabado (fig. 40) que vá al final de este capítulo. Fué descubierta en Setiembre de 1895 á una profundidad de metro'y medio, al abrir los cimientos de la casa que hace esquina á las calles Ver- bena y Flota en Triana. Fn ellos descubrióse el plan de un anti- guo alfaar y tiénese á este objeto por de avería de aquélla fá- brica. Fué donado al Museo por el arquitecto D. Aurelio Alvarez. Una tinaja más incompleta consérvase en el Museo Muñid- pal, que se descubrió en 17 de Julio de 1901 en la Plaza del Du- que. La disposición de su decorado es análoga á la del anterior- mente descrita; sin embargo, las arquerías más inmediatas al asien- to no se ofrecen dibujadas como tales arcos, sino los espacios de aquéllos vénse ocupados por finas labores de ataurique. Hemos de notar en esta tinaja que nos parece fué vidriada con melado, y en tal caso, ofrece una variante de cuantas conocemos. Considerables fragmentos de otra, hallados en Septiembre de 1901 por los trabajadores que se ocupaban en la obra del al- cantarillado en la calle Santa Ana, en el tramo que vá desde la de San Vicente á la de Teodosio, se conservan en el referido Museo y préstanse á detenido estudio, pués la tinaja de que formaron parte es de barro blanco, y desde luego se vé que está muy mal cocida, ó que el barro se halla , muy descompuesto por la hume- dad, en el transcurso de los siglos. No está decorada más que en su tercio superior con tres fajas ó anillos de 3, 5 y 4 centímetros cada una de las cuales contiene una inscripción cúfica compuesta (i) Atelier de Fortuny. Faïences Hispano-Moresques, pá^s. 96 y 97. I30 TINAJAS ARABES Y MUDEJARES por palabras repetidas. En la primera léese: BendîciÔ7i^ en la centro la Felicidad y la última es ilegible. La del medio está vi- dríada de verde y sus letras son de bastante resalto, habiéndose empleado en su hechura un procedimiento diferente al que usa- ron en los dos anillos más estrechos, pués éstos se ven estampa- dos directamente en la pieza, y el á que nos referimos, lo fué también, pero aparte, en una tira de barro que sobrepusieron después, adaptándola al sitio en que está. - Esto se comprueba, porque en algunos fragmentos nótase que partes de la inscripción se ven ligerísimamente levantadas de la superficie de la tinaja. Ahora bien; ¿los objetos mencionados son sevillanos, malagueños ó granadinos? No nos parece fácil la respuesta. Unicamente veri- ficando un escrupuloso análisis de los barros, podríamos deducir alguna fundada consecuencia. Las tierras sevillanas son muy blan- ca€, más todavía cuando han sido sometidas á altísimas tempera- turas, pero, como no nos ha sido posible hacer un estudio com- parativo entre nuestros productos y los de Granada y Málaga, te- nemos que contentarnos con lo dicho, dejando la satisfacción de esclarecer este punto á un afortunado ceramófilo. Otros fragmentos más de tinajas pueden ser examinados en el Museo municipal, en cuya descripción no nos ocupamos por- que no ofrecen variantes notables, al compararlas con las de que acabamos de tratar, si bien algunos son interesantes por la pureza y finura de sus labores, (i) Para terminar la enumeración que venimos haciendo de las tinajas árabes ó mudejares del siglo XV, trataremos en este lugar (i) Ocupándonos sólo en esta monografía de los barros vidriados, no debe- riamos dar cuenta de un hallazgo, que estimamos importante, por tratarse de un ob- jeto que carece de esmalte, pero, no resistimos á la tentación de decir dos palabras acerca de él. En Junio de 1893, y en la calle de San Julián, descubriéronse los frag- mentosde una tinaja que se aparta en sus motivos ornamentales de las que cono- cemos, pues hállase adornada en sus'zonas con i iscripciones conteniendo las frases repetidas Bendición y Prjsperidad, y otras en que se ven series de cuadrúpedos, que parecen gacelas, corriendo, y otros de la misma especie, sobre cuyos lomos hay unas aves de pie. Todos los referidos animales están hechos sólo al contorno y son de un dibujo fino y elegante. Es la única pieza que hemos visto de las descubiertas en Sevilla decorada con animales. TINAJAS ÁRABES V MUDEJARES de otra, que debió ser fabricada á fines de aquel siglo ó en los co- mienzos del siguiente, cuya decoración, constituye una variante, puesto que no contiene más que elementos decorativos de arte cristiano, circunstancia que no empece para que pudiera haber sido obra de algún ceramista morisco ó converso. Nos referimos á la que posee nuestro muy estimado amigo el Sr. D. José Morón y Cansino. Es de forma corriente, con el cuello muy corto, según puede juzgarse por el adjunto fotogra- bado (fig. 38). Está toda vidriada de hermoso color verde tinta, y tiene de alto o.™62 y de cir- cunferencia, por su parte central o.^'óy. Hállase adornada con plaquitas de ba- rro de diversos tamaños, que contienen varios estampados, por medio de mol- des ó plantillas, con los motivos siguientes: En la primera zona, junto al cuello, escudetes im- Figura 38. perfectamente Tinaja de estilo gótico que posee el Sr. D. José Morón. circulares C O n las empresas de los Ponce de León y- debajo otros de igual for- ma, pero, mayores, con granadas de marcado estilo gótico. Cada dos de las dichas placas dejan un espacio ocupados por otras ovói- deas con figuras en bajorelieve, vestidas unas con trajes talares, y otras que parecen representar pajecillos ó donceles, los cuales van alternando. En la zona central repítense las mencionadas placas circulares 132 TINAJAS ÁRABES V MUDEJARES conteniendo asimismo alternados los escudos de los Enríquez, de los Ponce de León y de otro linaje, que ignoramos cual sea. Es- tos hállanse partidos en pal, con tres barras á la derecha y dos pequeños blasones, uno encima de otro sin empresas, álaizquier- da. En dos puntos solamente de esta misma zona, y pisando en parte de los referidos escudos, hay otras muy pequeñas placas conteniendo sendas rosetillas. En este objeto no se vé, como puede deducirse por nuestra ligera descripción, el más insigniñcante detalle decorativo de ca- rácter sarraceno, y basta sólo fijarse en los trajes de las figuras y en la ejecución de los escudos, especialmente los del apellido En- ríquez, para que nos inclinemos á creerlo producto de un ollero cristiano que floreciera en la época que dejamos consignado. Hemos visto varios ejemplares de tinajas vidriadas de verde, cuya decoración es mucho más sencilla, porque, solo consiste en unos nervios de un relieve como de o.'"15 que rodean la pieza en sentido espiral, partiendo de la base al cuello, y terminando en este sitio con unas pequeñas placas con cabecillas esmaltadas. Cada uno de los referidos nervios dejan entre sí espacios de 9 cen- tímetros próximamente. Análogos ornatos se ven también en unos objetos de forma cilindrica, y de diversas medidas (por lo general unos o."^56 de alto por sesenta y tantos de circunferencia), que, según la opinión más seguida, se destinaron á conservar quesos. Todos los que hemos visto están también vidriados de verde tinta, y antes de recibir el vidrio por inmersión, los decoró el alfarero con plaqui- tas circulares que sobrepuso caprichosamente en su exterior, con- teniendo granadas, cabecillas humanas, flores de lis, coronas y monogramas góticos de Jesús y de Maria, iniciales de los Reyes Católicos, en la misma forma de letra; con otros motivos análogos, ligeramente relevados ó rehundidos. Todos estos mismos adornos se ven otras veces impresos directamente en las paredes de la pieza. Otro grupo de objetos cerámicos que debió también haber sido importante; fué el de los tarros de farmacia, pués, segura- mente los farmacéuticos de entónces, acudirían á surtirse á las fá- brlcas trianeras, de las diferentes clases de vasos que habían me- la Vajilla Hispano-aráLiGa 133 nester en sus oficinas, no contentándose algunos con que aquellos fuesen de forma y decoración vulgares, sino, antes por el contrario, prefiriendo los más elegantes y ricos, quizá para que hiciesen juego con las cajitas pintadas, doradas y plateadas que ocupaban parte de sus estantes, cuya decoración alguna vez encomendóse á peritísimos artistas, (i) Sin embargo, á pesar de lo dicho, teñe- mos que confesar que no hemos visto tarros del siglo XV polícro- mos, no ya decorados al estilo italiano, de que tan hermosos ejemplares se produjeron en aquella región, pero, ni aún polícro- mos, en el sentido de estar decorados en verde, azul ó mangane- so; únicamente y como raros ejemplares, podemos citar los de cuerda seca procedentes del Hospital de la Sangre, de esta ciu- dad, que dejamos reproducidos en el capítulo anterior (figura 26). En cuanto á los de loza dorada de esta época, trataremos de ellos en el capitulo XI. Algunos ejemplares pertenecientes á la vajilla hispano-sarra- cena ó mudejar hemos reunido en el Museo municipal. Citaremos entre ellos los platos descubiertos en el fondo del pozo de una ha- cienda en término de la villa de Gelves, en los cuales es de notar el efecto producido por la acción de las aguas, pués, el vidrio blanco se ha convertido en negro muy intenso, como lo comprue- ba el hallazgo de otras piezas, asimismo extraídas de pozos, las cuales bañadas por las aguas nada más que hasta su mitad, se ven las partes que estuvieron sujetas á la acción de aquéllas, negras, y las que quedaron libres, conservaron el vidrio blanco. Todos los platos que custodiamos son lisos, sin el más peque- ño adorno (2) algunos notables por la finura de su fabricación. (1) En el testamento del pintor sevillano Cristóbal de Mayorga (3 de Enero de 1511) consta que diclro artista había pintado 6o cajas de plata y 20 de oro para tienda de botiquería. El buen gusto que dominaba en todas las esferas, reflejábase tarnbién, en nuestro siglo de oro en aquellos establecimientos, que se montaban con ^ran lujo, como se comprueba por el inventario de los enseres de una botica, que se enviaron á América en 1569," y se halla en el libro Ide dicho año del of. 4, folios 295 y si- guientes. (Arch. gral. de protocolos), documento que facilita los más interesantes da- tos acerca del particular. (2) Exceptúase el que tiene una F gótica pintada en azul. LA VAJILLA íllSPANO-MUDEjAR En cuanto á los vasos son raros los que han llegado íntegros hasta nosotros; sin embargo, puede calcularse su forma primitiva más ó menos elegante, cualidad, que juntamente con la de su ra- reza^ les hace ser estimables, pués son todos los que conocemos lisos y vidriados por completo de verde ó de melado. De alguno, sin embargo, bien merece que digamos breves palabras, por con- siderarlo interesante. Es su forma la de una pequeña talla ó alca- rraza, semejante á las que hoy se fabrican, pero, de menor altura; de barro blanco muy fino, y alrededor de su cuello tiene una faja con perfiles de manganeso que parecen de una inscrip- ción cúfica, bastamente trazada, y rellenos los fondos de vidrio verde tinta. Según opinan algunos entendidos, dicha inscripción no contiene frase alguna, siendo puramente decorativa, y esta circunstancia nos induce á pensar si podrá ser objeto de fábrica musulmana ó hechura de mudejares que hubiesen ya perdido el conocimiento de la escritura arábiga, pero nó la tradición del empleo de las letras como elemento ornamental. De sentir es que no podamos aclarar este punto, porque, si fuese musulman, tendría- mos ya resuelto el problema de haber sido empleado por los moros andaluces el procedimiento de cuerda seca, dentro del cual lo clasificamos. Otras piezas análogas, adornadas de la misma manera, po- dríamos citar, como son dos candiles de forma vulgar, con pe- queño recipiente y larga piquera de los que se encuentran con frecuencia en esta región, ya en jiiaguete^ ya vidriados de un solo color (melado generalmente); sin embargo, estos á que nos refe- rimos tienen por adorno sencillos trazos de manganeso que limi- tan unos espacios de esmalte verde ó melado. Tampoco podemos determinar la fecha de fabricación de los mencionados objetos, concretándonos á someterlos al juicio de los entendidos, diciendo solo, que revelan de paso un procedimiento decorativo que tuvo que ser vulgar, y que de más ó menos remoto origen permaneció vivo entre los alfareros mudejares del siglo XV. Al tratar de estas pequeñas lámparas ó candiles, no pasare- mos en silencio el siguiente dato. En la vitrina primera de la de- fecha de la Sala histórica S del Museo del Louvre, hay varios LA VAJILLA HISPANO-MUDEJAR 135 candiles lo mismo que los nuestros; vidriados perfectamente de verde y negro, comprendidos dentro del grupo de la cerámica egipcia; y en el de Sevres los hay blancos, melados, azul tur- quesa y otros, con un vidrio obscuro indeterminado, proceden- tes del viejo Cáiro y clasificados según su descubridor el Dr. Fou- quet por de los siglos XV-XVI. En el citado Museo del Louvre, hemos visto una especie de tinaja que tiene alrededor del cuello una inscripción con caracteres africanos, y está decorada con fajas verticales que limitan dobles líneas. Todos los adornos que ocu- pan dichos espacios fueron perfilados con manganeso sobre el juaguete, y después, vidriado totalmente el vaso con verde claro, á través del cuál se transparentan los adornos. Hállase clasificado de árabe^ fue adquirido en 1898 y está expuesto en una de las vi- trinas de la Sala de Faiences perses. También hemos examinado en el Museo de Cluny, un jarrón de barro blanco con caracteres cúficos, vidriado confusamente, con un tono que parece mezcla de melado y verde sucio: las letras están dibujadas con manganeso y los espacios rellenos con el esmalte de que acabamos de hacer mérito y se encuentra expuesto en la vitrina destinada á las Faiences hispa^io moresqites et perses. Tiene este ejemplar gran- des analogías con la pequeña talla de que hemos dado cuenta, conservada en el Museo arqueológico municipal. En el Arqueológico nacional existen también dos tallas cía- sificadas de árabes, de barro blanco, cuyos adornos se ven perfi- lados con una tinta parduzca (¿manganeso?) que llevan los núme- ros 854 y 843 y que proceden de Almería. En la misma vitrina del referido Museo hay un fragmento de cuello de tinaja de barro rojizo, adornado con letras cúficas perfiladas con manganeso y re- llenas dichas letras con verde tinta, dejando por fondo el juaguete. Tan interesante ejemplar es de procedencia désconocida. Con el número 804 está señalado un vaso que contiene una inscripción cúfica (la felicidad).^ de esmalte verde, la cual resalta sobre fondo de vidrio blanco. Citados los ejemplares que considerámos que pueden servir para un estudio comparativo, con los hasta ahora hallados;, ó que en lo sucesivo pudieran ser descubiertos en Sevilla, continuare- 136 BROCALES DE POZO mos el rápido examen de los objetos del Museo Arqueológico mu- nicipal, entre los cuales llama la atención una pieza cilindrica de barro blanco que mide o."'20 de alto por 0.^^25 de diámetro, la cuál parece un anafe ú hórniila. Formó parte de la colección del docto-árqueólogo D. Francisco Mateos Gago, y en el Catálogo impreso de sus objetos no se consigna su procedencia. Tiene por único adorno en su parte superior, una faja en la que resalta es- tampada Ó impresa con molde, una confusa inscripción cúfica fio- reada, la' cual conserva leves vestigios de esmalte verde tinta. ■ Parte de otro* objeto análogo, ó quizas de una maceta ó ties- to para flores,"regaló al mismo Museo nuestro estimado amigo el ilustrado académico Sr. D. Antonio Vives. Ofrece aquél, asimismo, y por solo adorno en la parte superior, una ilegible leyenda en ca- racteres africanos, que resalta sobre fondo de hojas, y dícese que procede de unos cimientos de casa sevillana. Además de la azulejería y de las distintas piezas de vajilla, que en infinito número debieron fabricar en los alfares trianeros aquellos ignorados artífices, para atender á las necesidades do- mésticas, produjerón también otros objetos de bastante importan- cia relativamente, comparados con aquellos, la cual despréndese á primera vista, teniendo en cuenta sus dimensiones y ornatos, y por consiguiente, las mayores dificultades que tuvieron que ofre- cerse para su labor. Dos grupos notables comprenden, acreedores á un detenido estudio. El primero lo componen los brocales de pozo, y el segundo las pilas bautismales. - Aquellos fueron objeto de la diligente curiosidad de un ilus- tre arabista y arqueólogo, el Sr. D. Rodrigo Amador de los Ríos (i) y estos, no obstante ser las piezas más importantes que salie- ron de las ollerías sevillanas, no han merecido llamar la atención de los ceramófilos naturales y extranjeros, siendo nosotros los primeros que las hemos dado á conocer en un breve artículo iíus- trado. "(2) (1) Brocales de pozo árabes y mudejares. Museo español de antigüedades. Tomo in. (2) Pilas bautismales. La Ilustración artística de Barcelona. 10 Julio 1899. Número 915. BROCALES DE POZO 137 Notables son algunos de los que nos ofrece en su citada monografía el señor Amador de los Ríos, y ciertamente, que los que en la lámina litogràfica que acompaña á la monografía de nues- tro querido amigo van señalados con los núms. 3, 4 y 5 son, en nuestro concepto, piezas de excepcional interés. En el Museo Ar- queológico municipal de esta ciudad existen dos ejemplares senci- líos, que no tienen la importancia que aquellos, ambos de forma cilindrica y de barro blanco, uno de procedencia desconocida y que formó parte de la colección del Sr. D. Francisco Mateos Gago, el cual ofrece por únicos adornos, dos fajas estampadas en la parte superior con hojas que se van repitiendo, y en las cuales quedan vestigios de vidriado verde: mide o.""66 de alto por 1^50 de circunferencia. En cuanto al otro, fué descubierto á prin- cipios del mes de Noviembre de 1894 huerta del ex-monas- terio de Santa Isabel de esta ciudad y donado al referido Museo por D. Juan Cansino. Es más rica la decoración del segundo, pues ofrece tres fajas con confusas leyendas africanas, hasta aho- ra ilegibles. Dichas inscripciones también conservan restos de vidriado verde. Mide 0.^71 de alto por 1^74 de circunferencia, y de él damos el adjunto fotograbado. (Fig. 39). Sin embargo, de lo dicho acerca de los mencionados brocales, no hemos de omitir la noticia de los grandes fragmentos de uno que fué descubierto en la calle Oriente, en una casa próxima á la Puerta de Carmona,en 1902, en vista de los cuales podemos ase- gurar que debieron haber constituido una pieza de excepcional in- terés. Todo él hállase vidriado de verde y con flores entrelazadas al gusto sarraceno, que lo cubrían por completo, las cuales esta- ban impresas fuertemente y por tanto, las profundas huellas del di- bujo, habían producido muy resaltadas las referidas hojas y flores ofreciendo un conjunto tan bello como rico. Hemos dicho antes que las piezas más importantes que se fabricaron en los alfares de Triana, fueron las pilas bautis- males y basta sólo una ligera ojeada sobre los ejemplares que de algunas de ellas acompañamos para convencernos de la exac- titud de esta aseveración. Por su labor especial, por sus dimen- 138 PILAS BAUTISMALES siones y por la riqueza de sus adornos, merecen ocupar la aten- ción de los entendidos, y si tenemos en cuenta las dificultades con que debieron luchar sus autores al producir estos objetos, espe- cialmente, en ■ que á medida que es mayor el i'íg- 39 urueso de las Brocal de . pozo procedente del convento de Sta. Isabel piezas, aumen- tan los riesgos que se corren en la cochura. Además, es indispen- sable, para asegurarse del éxito de esta operación y para que en ella no se abran ó rasguen las paredes de las piezas, que tengan el menos espesor posible, dejándolas secar por completo, y que enjuguen por igual, pues de lo contrario, si se las somete al fuego conservando algún resto de humedad, es casi seguro, que por aquel sitio han de abrirse ó grietarse inutilizándose en un momento la labor de muchos días. De los varios ejemplares que conocemos de pilas bautismales pueden establecerse tres diferentes maneras PILAS BAUTISMALES 139 de decorarlas. Adaptaban, á veces, á las superficies lisas de la taza, plaquitas moldeadas aparte, con figuras de santos, rosas, monográmas góticos de Jesús y de María, coronas, efes é ies, pi- ñas y otros ornatos. Son ejemplos de esta clase de decoración las pilas de la iglesia mayor de la villa de Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, y la que se conserva en la ermita de Nuestra Se- ñora de Gracia en Archidona. (Véase la lámina adjunta.) Fué otro procedimiento el de tallar los adornos en la misma copa, cómo aparecen en la magnífica pila del hospital de San Lázaro (véase la lámina) de esta ciudad y por último, no faltan ejemplos de un pro- cedimiento mixto, con el cuál hallamos adornada la taza por medio de estampillas rehundidas en el barro, lo mismo que hemos visto en las tinajas y brocales, alternando con aquellos ornatos estam- pados, pequeñas placas en forma de piñas de relieve, moldeadas aparte, y adheridas luego á la superficie exterior de la pila, pu- diendo citar como ejemplo la de Castilleja de Talhara. (Véase la lámina.) Antes de seguir, diremos en nuestro descargo, que al citar entre los ejemplares del género de piezas en que nos ocu- pamos la pila de la ermita de la Virgen de Gracia en Archidona, es porque la consideramos sevillana, pués, ofrece grandísima semejanza con la de Castilleja de la Cuesta. De todos los ejem- piares que conocemos, solamente hay uno que contiene el nombre de su autor, Juan Sánchez Vachero, de cuya fábrica procede la de la iglesia de San Pedro de Carmona. Posible es que la de San Lázaro fuera obra del famoso ollero Fernán Martínez Guijarro, maes¿7^o de azulejos é de pilas, pero, acerca de este particular nada sabemos de cierto. Una de las pilas más completa y rica de adornos, es la que se conserva en la iglesia parroquial de nuestra Señora de la Con- cepción de la ciudad de la Laguna de Tenerife (véase la lámina), (i) y la que más difiere de todas ellas es la que posee en sus (i) En carta con que tuvo á bien contestarnos en 20 de Octubre de 1901 el ilustrado sacerdote de La Laguna de Tenerife, D. José Rodríguez Moreno, nos facilitó los siguientes interesantes datos relativos á pilas bautis.nrales que aún se con- servan en diferentes iglesias de las Islas Canarias. Acerca de la existente en el tenir 140 PILAS BAUTISMALES casas de esta ciudad laExcma. Sra. condesa viuda de Casa Galindo, procedente de la villa, hoy abandonada, de Castillejade Talhara. En su decoración empleóse el mismo sistema que usaban nuestros olleros en la de las tinajas, y así vémos en su borde repetidas las plantillas de unos castillejos y otras con águilas y pajaritos. Por debajo del borde, que es saliente, corre una serie de tenas ó piñas en relieve, algo separadas, y estos espacios intermedios, están ocupados por otras plantillas que contienen águilas. Nótase á primera vista, que esta pieza tiene marcado carácter de estilo morisco, mientras que en las de Tenerife, Carmona y San Lázaro de Sevilla, domina por completo el arte ojival. Para que pueda formarse concepto de las proporciones de estas piezas, consignamos las medidas de tres de ellas. pío de la Concepción de La Laguna dice lo que copiamos: «En cuanto á que es sevi- llana no me queda duda. Yo me eduqué en esa ciudad, y algo aficionado á antigua- lias, puedo asegurarlo, pués las obras de cerámica indubitables de esa ciudad que durante mi estancia pude ver, me dan el convencimiento de que ésta también lo es. Los otros ejemplares que conozco están en la Isla de Palma, que forma parte de este obispado de Tenerife, a saber: una en la parroquial de San Pedro de Breña Alta, y la otra en la de nuestra Señora de Monserrate de la villa de los Sáuces. En el obis- pado de Canarias que comprende las islas de la Gran Canaria, Fuerteventura y Lan- zarote sé que hay otro ejemplar en la parroquia de Santiago de la villa de Arucas é Isla de Gran Canaria; no la he visto, pero, por un dibujo que de ella me enseñaron y las señas que me dan, es de la misma procedencia. Los canarios le dicen la pila verde, pues el melado (sic) es de este color como el de todas las que llevo citadas. En esta Isla de Tenerife sé que hubo otra en la parroquia de Santiago del Realejo Alto, pero, fué reemplazada por una de mármol, como la de esta ciudad en la parroquia de la Concepción. Y sí la de esta se conserva, es merced al cuidado de un aficionado que la recogió de un sótano donde la tenían para depósito de cal, ha- ciéndola colocaren sitio decente, en el ante Bautisterio. La del Realejo tuvo la des- gracia de que el cura la aprovechara en su casa para otros usos, y pereciera á efec- tos de un golpe. De todas las cuatro que existen, que yo sepa, en los dos obispados, la mejor, como ejemplar, es la de la Concepción de esta ciudad, no tanto por su tamaño, pués tiene la copa más de un metro de diámetro, si que también por las labores de que está adornada. Síguenle en importancia las de Arucas, Sáuces y Breña Alta; esta úl- tima es muy sencilla. La época en que se trajeron estas pilas, para mí tengo, que debió ser por los años de 1499 á 1539, pués, no encuentro cargo ninguno en los libros de cuentas de fábrica en que dén esta s partidas en el descargo, y como los más antiguos libros de esta clase que he registrado son de esta fecha, no dudo en asignarle esta antigüedad.» Hasta aquí el Sr. Rodríguez Moreno, al que por los anteriores datos debemos el mayor agradecimiento, HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS FIG. 1. FIG. II. FIG. III. FIG. IV. FIG. V. £spropiedad, Fotog, Imp.-"GRAPHOS"Sevilla FIG. I. PILA BAUTISMAL DE LA IGLESIA DE SAN PE HEC DE CARMONA.—II. ID. DEL HOSPITAL DE S. LÁZARO DE SEVILLA.—III. ID DE LOS SEÑORES CONDES DE CASA-GALINDO.—IV. ID. DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DE GRACIA (ARCHIDONA).—V. ID. DE LA IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN EN LA LAGUNA DE TENERIFE. PILAS BAUTISMALES 141 La de San Pedro de Carmona tiene la taza de altura 0^39: el diámetro de la misma, descontando el grueso de las paredes de la taza (que es de o.™045) o.™8o; el pié o."39 de alto y el espesor de éste o.™o6. La de San Lázaro mide o. *"5 2 altura de la taza; 0.^42 id. del pedestal, y 0.^05 el espesor de las paredes por el borde. Su cir- cunferencia es de 3 metros. La de la Laguna de Tenerife, tiene la taza 2,92 de circun- ferencia por 0.^50 de alto; el pedestal 0.^82 de circunferencia por o.™6o de altura. Refiriéndonos de nuevo á la hermosa pila de la Concep- ción de la Laguna, opinamos que acaso fué mandada fabricar en 1479, con destino á aquella ciudad, pués entre las varias cartas que los Reyes Católicos dirigieron al Consejo de Sevi- lia solicitando su auxilio de hombres y de dinero, para la con- quista de las Canarias, en una de ellas, fecha en Trujillo á 15 de Febrero del dicho año, mandaron que se pagasen todos los maravedises que se debían de la indulgencia de Canarias para atender á los gastos de la guerra y defenderse de los portugue- ses y de otras personas y naciones que se habían concertado con los canarios en contra de los españoles; y para que se aplicaran en acabar los monasterios que se habían empezado á labrar. Cierto, que en la referida carta no se habla de iglesias, pero, debe suponerse que éstas se labraban al mismo tiempo ó habían sido ya edificadas, las cuáles cuidarían los monarcas de dotar de todos los objetos litúrgicos necesarios para el culto, y entre ellos dis- pondríase la adquisición de las pilas bautismales. No hemos en- centrado hasta ahora, noticia alguna que se refiera á la compra de estos objetos en los últimos años del siglo XV, pero, sí la te- nemos del XVI, de las cuales consta que acudíase á los alfares trianeros en demanda de ellas. En 1514 se mandaron comprar por la Casa de la Contrata- ción «dos pilas bautismales de barro grande vidriadas» para en- viar á Jamáica en dicho año (i) y á la bondad de nuestro amigo (í) Libro do Tesoreriac'E^^tB.niQ 39. Cajón 2. Legajo n8. Arch. gral. de Lidias, 142 PILAS BAUTISMALES D. Luís Jiménez Placer debemos el siguiente documento que co- piamos íntegro: «El Rey=nuestros ofiçiales que resydís en la çibdad de se- villa en la cassa de la contratación de las yndias fray thomas de berlanga de la borden de ssanto domingo e obispo de tierra firme llamada castilla del oro me hizo relación que por que el esta de camino para tierra firme a resydir en su obispado y a sydo yn- formado que conviene ai servicio de nuestro señor proueerse las yglesias de aquella tierra de algunas pilas de bautizar que son muy necesarias para quel sacramento del bautismo se diese en aquellas partes con mucha solenidad ansy por ser puerta de todos los sacramentos como porque viesen los yndios que aquel labatorio es diferente de los suyos me suplico fuese servido de las mandar proveer y que fuesen de barro bidriadas.—o que sobreello pro- veyesemos como la nuestra merced fuese et yo acatando lo suso- dicho tobelo por bien por ende yo vos mando que luego questa veays de qualesquier maravedís del cargo de vos el nuestro the- sorero conpreys dos pilas de barro bidriadas para el dicho efecto las cuales entregareys al dicho... e obispo para que las lleve con- sygo a la dicha tierra firme en el nabío en que fuere et non faga- des endeal fecha en monçon a trese días del mes de setiembre de mili e quinientos e treynta e tres años, yo el Rey. por mandado de su magestad couos comendador mayor: y en las espaldas de la dicha cédula estan cinco señales de firmas. » «por virtud de la cual dicha cédula de su magestad en veyn- te y nueve de agosto de mili e quinyentos e treynta e quatro años conpramos de hernando de olmedo tinajero vecino de triana las dos pilas vidriadas en la dicha cédula contenida por prescio de seis ducados de oro que son dos mili e doscientos e cinquenta maravedís a razón de tres ducados cada una las cuales se entre- garon al dicho Don fray thomas de berlanga obispo de tierra fir- me como su magestad lo manda e la cédula original con el libra- miento esta en poder del thessorero=francisco tello=(rúbrica). » No nos era desconocido el nombre del autor de las pilas en- viadas á Jamáica, pero, á juzgar solamente por el dato que tenía- mos, no era posible calcular que fuese tan hábil en su oficio, pués PILAS BAUTISMALES I43 sólo nos constaba que en 1512 se le pagaron «ciento veynte ma- ravedís por ciertas jarras que dió para las bouedas de la capilla de la antigua.» (Catedral), De paso diremos que la labor de las pilas sevillanas es muy superior á las que conocemos fabricadas en otras ciudades de Es- paña, por ejemplo, la existente en la iglesia de San Salvador de Toledo, y la que expuso el Sr. Marqués de Floresdávila en la Ex- posición hispano-americana efectuada en Madrid el año de 1892. Es la primera de más rica ornamentación que la segunda. De plan- ta octogonal, contiene en su borde en letras góticas de relieve las frases latinas María gratia plena Dominus tecum be?iedicta tu y en cada uno de sus lados resaltan sobre fondo blanco, hoja? de vid y escudetes con cruces flordelisadas, alternando en otros con hojas de acanto y escudetes lisos; pero, que conservan indi- caciones de líneas ó trazos en forma también de cruces flordelisa- das. En su parte lisa inferior hay unas letras grandes góticas, ne- gras, ilegibles por haberse corrido aquel esmalte con la cochura Interiormente hállase vidriada de blanco. La segunda, como hemos dicho, es más sencilla, de íorma octogonal, vidriada de blanco y verde; parece de la misma fábri- ca que la de Toledo, y en sus tableros alternan cruces florde- Usadas con escudos que contienen el monograma En el borde, exteriormente, se ven grecas clásicas y cintas enlazadas al gusto morisco, así como maneci- tas, que parece revelan á un artífice mudejar. La fabricación de esta clase de objetos fué ha- ciéndose cada vez más rara, por consecuencia de las prohibido- nes de la autoridad eclesiástica, como lo acreditan, por ejemplo, las Sinodales del obispado de Málaga, hechas y ordenadas por D. Fray Alonso de Santo Tomás en 1671, en las cuales se dispo- ne «que la pila sea de piedra y no de barro; y donde ha quedado alguna se consuma dentro de dos meses y se haga de piedra. » (i) (i) En estos momentos recibimos una interesante carta de nuestro buen ami^o el docto arqueólogo S. D. Manuel Gómez M )reno y Martínez, dándonos noti- cia de otra pila bautismal de la iglesia de San Bartolomé, de Jaén. Dice: que es muy 144 PABELLÓN DE CARLOS V Con tales disposiciones es ciertamente milagroso que hayan llegado hasta nuestros días los ejemplares de que hemos hecho mérito y si por otra parte se tiene en cuenta el desdén con que han sido mirados esta clase de objetos, todavía extrañaremos más su existencia. Tócanos ahora tratar de las ricas colecciones de azulejería que enriquecen el pabellón de Carlos V, en el Alcázar, y los pa- lacios de Medinaceli (Pilato), de Alba y la casa que perteneció al linaje de los Pinelos. Refiriéndonos al primero, no vacilamos en calificar de nota- ble muestra entre los fabricados por el procedimiento de cuenca los azulejos que revisten los muros interiores y exteriores del referido Pabellón ó Cenador de Carlos V en los jardines de nues- tro Alcázar, por que además de ser muy numerosa, ofrece bellas variantes en los dibujos aplicados á este procedimiento; pués los hay de grandes cenefas con escudos de Castilla y de León, águilas austríacas, la empresa de las columnas de Hércules, y otros con animales y figuras fantásticas; luciendo en los grandes tableros de los muros exteriores losetas, con sátiros, centauros, imitaciones de ricas telas y otros motivos, que fuera de este lugar no se prodigan ciertamente. En el pavimento del mismo cenador hay caprichosas muestras que acreditan la pericia de aquellos al- bañiles en el corte de los azulejos, como puede verse en los res- tos que quedan alrededor de la taza de mármol del surtidor que se halla en el centro de la sala compuesto de fantásticos animales enlazados con tallos, los cuales fueron recortados de placas blan- cas, negras, meladas, verdes y azules é incrustados en el ladrillo. Llevan la firma de Juan Hernández y la fecha de 1545. (i) La decoración de los muros interiores es una de las más es- pléndidas que existen en esta ciudad, acreditando el mérito de sus grande, sostenida sobre pié gótico sencillo; cenefa con inscripción de relieve en letras alemanas minúsculas, que dicen: Qui credíderit et baptizatus fuerit salvus erit. Creo, dice el Sr. Gómez Moreno, que la leyenda está sin completar por falta de sitio. Há- liase esmaltada de color verde por fuera y de barro por dentro. (i) Sevilla Momcmental. Tom. I, pág. 399. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS Fotog Imp.- " GRAPHOS" Sevilla ZOCALO DE AZULEJOS DE ''CUENCA"-SIGLO XVI, PATIO DE LA CASA DE PILATO la aZulejería de SICiLO Xvi t45 autores y su buen gusto, pués aplicaron á las losetas bellos dibu- jos de los que se empleaban en los tejidos de las telas ricas, consiguiendo el efecto de costosos paramentos hasta la altura de 3.^67 y en cuanto á los vidrios empleados y á la perfección téc- nica que revelan, merecen ocupar señalado puesto en la cerámica sevillana de la primera mitad del siglo XVI, Pero la colección más numerosa y rica de azulejería es, sin duda, la que adorna la casa palacio de los duques de Medinaceli; monumento que goza de universal renombre, no sólo en cuanto á su parte arquitectónica, sino á las de la carpintería de lo blanco^ y á la azulejería, complementarias de aquéllas. Concretándonos á la segunda, puede asegurarse que la Casa de Pilato es el más rico museo, la colección mas soberbia que existe por su incalen- lable número, por la diversidad de dibujos y por la artística y es- merada combinación con que están presentados, acreditando el sentimiento estético de los obscuros artífices que se ocuparon en la decoración de los zócalos de su patio; que tienen de alto 3.""35; de sus cámaras y salones y de su incomparable escalera. Todos los azulejos á que nos referimos son de los llamados polícromos de cuenca, y como fabricados en el primer tercio del siglo XVI, época en la cual alcanzó este procedimiento su mayor perfección, no sabemos qué admirar más en ellos, si la pureza y esplendor de sus esmaltes ó si la variedad de sus dibujos, los cuales revelan ya los recuerdos del arte ojival, ya los nuevos moti- vos ornamentales importados de Italia. Asombra el incalculable número de losetas invertidas en la decoración de este palacio, pués todos los salones de la planta baja hállanse revestidos hasta diferentes alturas, que varían de 3."'68 á 4.™i8, y en cuanto á la escalera, todos sus muros has- ta el sitio de la imposta de que arranca su techumbre encuén- transe alicatados formando tableros (algunos de 52 5) divididos por cintas ó verduguillos y cenefas de diferentes dibujos. En los centros de cada uno de aquéllos vénse, como ya dejamos dicho en otro lugar, los escudos de los apellidos Enríquez y Rivera vi- driados de oro. En suma, el estudio detenido que se hiciese de la azulejería de la Casa de Pilato daría lugar á un volúmen, »9 I4Ó LA AZULEJERIA DEL SIGLO XVI Notaremos finalmente que enmedio de tan extraordinario número de piezas polícromas de cuenca, sólo hallamos una muestra de los de cuerda seca en los zócalos de la capilla. La casa ducal de Alba, conocida entre los sevillanos por el Palacio de las Dueñas^ conserva restos de azulejería de cuerda seca, de cuenca y dorados. De los primeros hállase revestida una pileta de un patio interior; existen los segundos en pequeños zó- calos de habitaciones, y los terceros en el frontal del altar de su capilla; no deteniéndonos en especificarlos porque no ofrecen sen- sibles variantes con los de otros edificios sevillanos. Lo mismo ocurre con la Casa délos Pinelos, acerca déla cual nos limitaremos á llamar la atención de los ceramófilos, porque auncuando en corto número, encuéntranse en ella curiosos ejem- piares fabricados por los tres procedimientos que acreditaron á nuestros alfareros de los albores del siglo XVI. \ Figura 4.0. Tinaja del Museo arqueológico provincial. CAPÍTULO VII SUMARIO APUNTES BIOGRÁFICOS UB LOS DOS CERAMISTAS MÁS NOTABLES OUE FLORECIERON EN ESTA CIUDAD Á FINES DEL SIGLO XV Y EN LOS COMIEN- ZOS DEL XVI.—FERNAN MARTÍNEZ GUIJARRO, AZULEJERO DE LOS REYES CATÓ- Lieos EN EL ALCÁZAR DE SEVILLA.—FAMA QUE ALCANZÓ CON SUS PRODUCTOS. — SECRETOS DE SU FABRICACIÓN.— COMPAÑÍA QUE ESTABLECIÓ CON OTROS AR" TÍFICES. —FECHA DE SU MUERTE. —FRANCISCO NICULOSO PISANO.—SU IN- FLUENCIA Y SIGNIFICACIÓN ENTRE LOS CERAMISTAS SEVILLANOS.—NOTICIAS QUE NOS QUEDAN DE SUS OBRAS, YA DE LAS EXISTENTES, YA DE LAS QUE HAN DESAPARECIDO.—DOCUMENTOS INÉDITOS PARA ILUSTRAR LAS BIOGRAFÍAS DE AMBOS MAESTROS. N la ya larga série de olleros sevi- llanos, cuyos nombres hemos des- cubierto en nuestros archivos, ocu- pa lugar preferente el de Fernán Martínez Guijarro. Una de las fi- guras de más relieve que hasta ahora hemos podido descubrir,pués su existencia era desconocida has- ta el presente (i) y acerca del T r T T ^ r documentos reunidos bas- tan ya para que podamos formar atinado concepto de la impor- tanda que tuvo como industrial y del gran crédito y estimación á (i) Las primeras y únicas noticias que se tuvieron de este artífice nos cupo 14B vernan Martinez guijarro que se hizo acreedor por sus propios merecimientos. Con efecto, los mismos Reyes Católicos dispensáronle su gracia ocupándolo durante largo tiempo en las obras decorativas que en nuestro Al- cázar se realizaban; y su reputación como ollero debió alcanzar tanta estima, que no sólo los propios, sino los extraños á él acu- dieron en demanda de sus productos, con los cuales aumentó su hacienda de manera considerable, según acredita la fundación de memorias piadosas que dejó establecidas en la párroquial de San- ta Ana. Reunidos, pués, todos los antecedentes que tenemos á la vista, no vacilamos en señalarlo como el más notable maestro, se- gún el decir de sus contemporáneos, confirmándolo así, también, los documentos que á continuación transcribimos, unos íntegros y otros en extracto, según su mayor ó menor interés. Acaso, incu- rriremos en la nota de difusos; pero, por lo mismo que ha sido ignorada hasta aquí la existencia de este artífice, entendemos que por tal circunstancia, así como por su misma significación artísti- ca, deben ponerse todos de manifiesto, dejando á la crítica del lector el concepto que unos y otros le merezcan. Ignoramos el lugar y año de su nacimiento; pero, creemos que debió ocurrir en Sevilla y hácia el de 1424, puesto que en el primer documento que transcribimos se dice: que hacía más de veyute y ci7tco años que e7'a fí'anco. Calculando que cuando entró á servir en los Alcázares tendría treinta de edad, nos resultará aproximadamente la fecha atribuida. Fué hijo de Pedro González Guijarro y de Leonor de Moxi- ca. Estuvo casado con Inés de Ferrera ó Herrera, madre del cera- mista Pedro, de aquel apellido; también artífice notable ( i ) y de dicho matrimonio hubieron por hijos al referido Pedro y á Juan, Ana, Beatriz, Lmís, Isabel, al Licenciado Francisco de Ferrera y á Gon- la satisfacción de hallarlas cuando ordenamos los revueltos papeles del Archivo de este Alcázar. Posteriormente la suerte nos ha deparado otros muchos más datos biográficos curiosos y documentos interesantes para apreciar su valía y la de su Pedro hijo de Ferrera, artífice desconocido y meritísimo. (i) Véase su papeleta en el Registro de olleros. VERNAN MARTINEZ GUIJARRO zalo Sánchez, clérigo. Debió morir en el espacio de los dos meses que mediaron desde 31 de Diciembre de 1508 á i.° de Marzo de 1509 en sus casas de la calle de Santo Domingo, en Triana. (i) He aquí ahora todos los documentos referentes á él y á su familia que hemos logrado reunir. Núm. I. En la nómina de Francos del Alcázar del año 1479, y entre los asientos que contienen los nombres de los buitreros, cuya oficio era proveer de plumas para los viratones de las bailes- tas que se fabricaban en las Atarazanas, encontramos el siguiente: «ferrant martines guijarro vezino de triana es de los viejos (esto es, de los francos antiguos), y a mas de xxv años que es franco el qual es muy grand maestro de azulejos e pilas (¿bautis- males?) e de todas las cosas de su oficio que no lo hay otro tal e7i este reyno. (esta frase está subrayada también en el original) en el cual oficio tiene de servir e non en buitrero e por que este des- pues de franco a crescido su fazienda e le ha fecho dios merced por ser muy buen oficial que de portogal e de otras partes lo bie- nen a buscar e lleuar de su obra para todo el reyno quebrántale su franqueza e por tanto no ha pagado sus maravedises sirve de su oficio como siruiria por que es cierto que segund las obras hay en esta casa no habría vn seruicio que siruiese a sus altezas en mas de diez mili maravedis e avio para las cosas que vuestra se- ñoria oviese de fazer en estas casas aprovecharla mucho e vuestra señoría devia en servicio de sus altezas en que le guarden su li- bertad pues que ha tanto tiempo que es franco y es tan pertenes- dente a estas casas que si en otra parte estoviese se le faria grand merced porque se viniese a bevir a esta ciudad. > Este documento, cuya importancia salta á primera vista, y que parece ser un informe dirigido á D. Pedro de Silva, alcaide de los Alcázares y Atarazanas; nos dá á conocer importantes an- tecedentes, deduciéndose de su lectura el tiempo que el maestro ollero llevaba de servir á los Reyes; que gozaba de la franqueza (i) Así consta en la escritura de arrendamiento de las casas de Fernán Gui- Ien, otorgada en 13 de Septiembre de 1508, las cuales situadas en dicha calle, linda- Iban con las del notable ceramista. FERNAN MARTINEZ GUIJARRO desde hacía muchos años; que de Portugal y otras partes solicita- han sus obras; que su hacienda había crecido considerablemente; y que no había otro tal maestro como él en todo el reyno. En el capítulo X que dedicamos á tratar de la exportación de la azulejería sevillana, apuntamos la conjetura, que nos parece fundada, de que acaso, algunas de las ricas colecciones de azule- jos trianeros que existen en Coimbra y en Cintra, pudieron proce- der de la fábrica de Fernán Martínez. Hé aquí ahora el extracto de la carta de los Reyes Católicos confirmando el privilegio de franqueza al referido ceramista. Núm. 2. Don Fernando y Doña Isabel etc., a vos el con- çejo... de Sevilla etc., c salud e gracia bien sabedesconmo nos man- damos dar e dimos vna nuestra carta para vos firmada de nuestros nombres e sellada con nuestro sello su thenor de la qual es este que se sigue. Don Fernando eDoña Isabel a vos el concejo, asisten- te etc. de la muy noble e muy leal çibdad de seuilla a quien esta nuestra carta fuere mostrada o su traslado sygnado de escriuano publico salud e graçia bien sabedes conmo ferrand martines gui- jarro veçino desa dicha çibdad a la collación de triana esta nom- brado por vno de los francos de nuestros alcaçares e ataraçanas de la dicha çibdad e segund somos informados al tiempo que asy fue nombrado non tenia mas contia de la que auia de thener segund el asyento que con esta dicha çibdad fue tomado. Ft despuesaca por su industria e trabajo a nuestro señor fue plasydo de le acres- çentar su fasyenda e cabdal en mas qontia e agora nos fizo reía- cion que vos otros non le queriades guardar la dicha su libertad e franquesa disiendo que segund lo por nos mandado non deuia gosar dello saluo fasta en çierta qontia e que sy asy pasare el re- ciblera agrauio mayormente que dis quel continuamente trabaja en fazer cosas de su oficio para los dichos nuestros alcaçares e ataraçanas e nos suplico e pidió por merçed que sobre ello man- dasemos proueer conmo la nuestra merçed fuese e nos acatando quel dicho fernand martines guijarro nos ha seruido e sirue en los dichos nuestros alcaçares e ataraçanas e quand vtile e proue- choso es su seruicio e conmo al tiempo que pedro de silua nues- tro alcayde que fue de los dichos alcaçares fiso el asiento con FERNAN MARTINEZ GUIJARRO esa dicha çibdad sobre los dichos francos se asento que oviesen de quedar çiertos francos de los dichos alcaçares e ataraçanas que auian mayor qontia los quales son ya fallesçidos. Et por fazer bien e merçed al dicho fernand martines es nuestra mer- ced que agora e de aqui adelante para en toda su vida sea vno de los francos de los dichos nuestros alcaçares e ataraçanas avnque tenga mayor cabdal de lo que es contenido en el asyento de la dicha çibdad e en la dicha nuestra carta e con- firmaçion con tanto que para con las otras personas se guarde la dicha nuestra pramatica e carta. Porque vos mando a todos e a cada vno de vos que ayades e tengades al dicho fernand martin (sic) por todos los dias de su vida por franco de los dichos alcaçares e ataraçanas e le guardeys sus libertades enteramente .non embargante que tenga mas contia de la qontenida en la di- cha nuestra carta e ordenança e es nuestra merçed e mandamos que por lo que mas vale su fasyenda del dicho fernand martin de los çinquenta mill marauedis qontenidos en nuestra carta e orde- nança que sean descontados a esa dicha çibdad en cada vn año por toda su vida tresientos maravedis de qualquier repartimiento e derrama e seruicio que en ella se echare. Et rnandamos a los nuestros qontadores mayores que lo asyenten asy en los nuestros libros e nominas de los sytuados e sobre escriuan esta nuestra carta en las espaldas e den e tomen al dicho fernand martin la original e los vnos nin los otros non fagades nin fagan endeal por alguna manera so pena de la nuestra merçed e de dies mill maravedis para la nuestra camara etc. dada en la muy nom- brada e grand çibdad de granada a dyes dias del mes de agosto año del nascimiento de nuestro señor Jesucristo de mill e quinien- tos años, yo el Rey. yo la Reyna. yo miguel perez de almaÇan se- cretario del Rey e de la Reyna nuestros señores la fis escriuir por su mandado, martinus doctor acordada licenciatus çapata registra- da. alonso peres, francisco dias chanciller. Et agora el dicho fer- nand martin guijarro nos fiso rrelaÇion disyendo que el ovo noti- ficado a esta dicha çiudad la dicha nuestra carta para que la guar- dasedes e cumpliesedes conmo en ella se contenia e que como quiera que los letrados de la dicha Çibdad les paresÇio que se de- 1' ER :nIAN MVRriNEZ cíüicíarro llia obedesÇer e cumplir. El ayuntamiento delia a pedimento de juan serrano jurado de la collación de triana donde el dicho fer- nand martines bine suplico della para ante nos e el dicho jurado en vuestro nombre se presento ante nos en el dicho grado de su- plicaçion e dixo por vna vuestra petición que la dicha nuestra car- ta era muy agrauiada contra los vecinos de la dicha collaçion por quel dicho fernand martin dis que liera hombre rrico e de mucha rrenta e fasyenda por rrason de lo quai, dis que era obligado a pagar machas qontias de maravedis de pecho en mas cantidad de los dichos tresyentos maravedis que asy mandamos descontar por su esençion lo qual todo dis que cargaría sobre les veçinos de la dicha collaÇion e que si nos fuéramos informados délo susodicho non mandáramos dar la dicha nuestra carta por las quales dichas rrasones e por otras en la dicha vuestra suplicaçion qontenida nos suplico e pidió por merced en vuestro nombre que la mandase- mos reuocar o que sobrello proveyésemos conmo la nuestra mer- çed fuese lo qual visto por algunos de los del nuestro qonsejo fue acordado que deuiamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha rason e nos touimoslo por bien porque vos mandamos que veades la dicha nuestra carta que desuso va enqorporada e syn embargo de las rrasones en la dicha vuestra petiçion qonteni- das e syn esperar otra nuestra carta nin segunda nin terçera jay- sion la guardedes e cumplades e esecutedes e fagades guardar e cumplir e esecutar en todo e por todo segund que en ella se qontiene so las penas e emplasamientos en la dicha nuestra carta qontenidas dada en la muy noble nombrada e grand Çibdad de granada a veynte dias del mes de setiembre año del nasçimiento de nuestro señor jesucristo de mill e quinientos años, yo el Rey yo la Reyna yo gaspar de grisio seqretario del Rey e de la Reyna nuestros señores la fis escriuir por su mandado e en las espaldas de la dicha carta estaua escripto e firmado esto que se sigue Joannes episcopus ovetensis. filipus doctor. Joannes licenciatus. martinus doctor, liçenciatus çapata. ferdinandus tello liçenciatus. liçenciatus moxica. Registrada alonso peres, francisco dias chan- ciller e sellada.» (i) (i) Tumbo Vs Fol. 376. Arch. mun. de Sevilla. FERNAN MARTINEZ GUIJARRO 153 Bien claramente demuestra el anterior documento cuan grande fué el aprecio que los Reyes hacían de Fernán Martínez, y en cuanto estimaban sus servicios, á juzgar por los términos absolutos y autoritarios que emplearon en la confirmación de la franqueza del artífice, y no obstante, las razones expuestas por el jurado Juan Serrano. Creemos bastantes las anteriores citas para acreditar taiii- bién la importancia y ,el prestigio de que gozó el desconocido ollero; y ahora, consignaremos las demás noticias contenidas en numerosos documentos. Núm. j. Pedro Tenorio vendió á Fernán Martinez, siendo vecino de la collación de San Vicente, unas casas corral en la de San Juan, por escritura de 28 de Setiembre de 1470. (i) Es curioso éste, porque nos dice que nuestro artífice vi- vía en dicha fecha en el barrio de San Vicente, el cual, según que- da demostrado en el capítulo V, fué también centro cerámico, por lo menos, en el período comprendido desde la segunda mitad del siglo XV hasta todo el XVI. Núm. 4. Juan Ruiz de Córdoba, ollero, y Ana Ruiz, su mu- jer, vecinos de Triana, vendieron á Fernán Martínez un tributo anual de i .000 maravedís, sobre casas, sitas en el referido arra- bal, en la Corredera, por precio de 9.000 maravedís. 12 de Enero de 1901. (2) Núm. 5. En 1489, remató unas casas en la collación de San Juan, según escritura de 8 de Diciembre del referido año. (3) Núm. 6. Doña Beatriz Cataño, mujer de Diego Melgarejo vendió á Fernán Martínez Guijarro «toda la parte e derecho e de- manda e boz e razón e abcion e señorio e tenencia e posesión e otro cualquier titulo e recurso que yo he e tengo e me pertenes- (1) Colee, de documentos del autor, (a) (2) Ibid. (3) Ibid. (a) Como el lector notará no hemos seguido el orden cronológico al insertar los documentos que hasta ahora dejamos transcritos, dedicándoles lugar preferente por su interés. 154 FERNAN MARTINEZ GUIJARRO çîo e pertenesçe e puede e deve pertenesçer e me copo por mi parte e partición asi como fija legitima heredera de los dichos ju- rados Diego Cataño e Beatriz de Esquivel mis padres en unas casas con su sobrado e azotea e casa puerta e patin e palacio e portal que solían ser tahona en la collación de santa maria en la plaça de san francisco» por 36.906 maravedís. 24 Diciembre 1491. (i) Núm. 7. Doña Inés Mexia, muger de Jorge Cataño, en nombre de sus hijos, le vendió la otra psrte de casas en la plaza de San Francisco á que se refiere el documento anterior. 24 Di- ciembre 1491. (2) Núm. 8. Compró de Diego Cataño, el mozo, hijo del ju- rado Juan Cataño, otra parte de las referidas casas, por escritura de 2 de Enero de 1492. (3) Núm. Ç. La mencionada Doña Beatriz Cataño otorgó escritura de venta en su favor, de «la tercia parte de 4.400 maravedis e dos saualos e diez vasos de labor de plateles e es- cudillas de tributo a censo en cada vn año»... los 2.400 marave- dis dellos e los dichos dos saualos e la dicha labor en unas casas ollerías con sus palacios e soberado e corrales e açotea que son en la dicha triana en la calle de santa ana con dos puertas la una que sale a la dicha calle e la otra al rio los quales dichos 2.400 maravedis e dos saualos e cient maravedis por cada vno e la di- cha labor es obligado de dar e pagar Johan de alcantara ollero e su muger, vecinos de la dicha triana cuyas son las dichas casas ollerías los dichos maravedis por los tercios de cada vn año para siempre jamas e los dichos saualos o cient maravedis cada uno en la primera semana de quaresma e la dicha labor los seys vasos dellos por el dia de pasqua florida e los otro quatro vasos por el dia de sant Juan bautista del mes de junio primero syguiente de cada un año e los otros 2.000 maravedis fincables a cumplimien- to de todos los dichos maravedis e saualos e labor del dicho tri- (1) Colee, de documentos del autor. (2) Ibid. (3) Ibid. fernan Martinez guijarro 155 bute que asymismo estan situados e atributados en otras casas con sus soberados e palacios e corrales que son en la dicha tria- na en la dicha calle de santana juntas con las dichas ollerias con tres puertas las dos que salen al dicho rio e la otra a la dicha ca- lie de santana que alindan las dichas ollerias e casas de la vna parte con la calleja qne sale al dicho rio e de la otra parte con ca- sas de johan aluarez broslador e por delante la dicha calle los quales dichos 2.000 maravedis del dicho tributo son obligados de pagar gonzalo sanchez e jvan bueno olleros e sus mugeres veci- nos de la dicha Triana cuyas son las dichas casas asymismo por loá^ tercios de cada vn año y perpetuamente para siempre jamas la cual dicha tercia parte del dicho tributo e censo yo la dicha doña beatriz cataño ove e herede por fin e fallescimiento de los dichos mi padre e madre etc. 9 de Mayo de 1492. Sigue la toma de posesión que tuvo efecto al dia siguiente, (i) Nïmi. 10 Compró á Diego Cataño, el mozo, la tercia parte de los 4.400 maravedis con los dos «saualos» y los diez vasos de labor de plateles y escudillas que le correspondían en las casas ollerias de que trata el documento anterior, y bajo las mismas condiciones que fueron estipuladas en aquél. 9 de Mayo de 1492. Sigue la toma de posesión efectuada al siguiente día. (2) Núm. II. D.^ Inés Mexía, le vendió parte délos 4 400 ma- ravedís, los sábalos, plateles y escudillas que le correspondían en las casas ollerías á que se refieren las dos escrituras anteriores, con las mismas condiciones que lo hicieron los otros condueños. 9 de Mayo de 1492. Al siguiente día efectuóse la toma de pose- sión. (3) Núm. 12. Juan Romero le vendió unas casas en la calle an- cha de Santa Ana, con tres puertas «las dos que salen al rio e la otra que sale á la dicha calle» que lindaban de una parte con co- rral de ollerías de Juan de Alcántara con cargo de 2,000 marave- dis de tributo anual. 17 de Septiembre de 1492. (4) (1) Colee, de documentos del autor. (2) Ibid. (3) Ibid. (4) Ibid. FERNAN MARTINEZ GUIJARRO Núm. ij. Fernán Martínez Guijarro dió á tributo á Juan Flores, astero, unas casas en Triana en la calle Corredera, 21 de Febrero de 1494. (i) Núm. 14. Luís de Reina le vendió 500 maravedís de tri- buto anual en unas casas en calle Confesas. 11 de Julio de 1496. Tuvo lugar la toma de posesión en 6 de Agosto del mismo año. (2) Núm. 75. Pedro de Toledo, notario apostólico, expidió un testimonio en 20 de Septiembre de 1502, de una cláusula del tes- tamento de Inés de Ferrera, mujer de F'ernan Martínez, el cual había sido otorgado ante Bartolomé Sánchez de Porras, en 2 2 de Agosto de 1496. Dejó por sus universales herederos á sus hijos Pedro, Juan, Ana y al Ldo. Francisco de Ferrera, Gonzalo Sánchez, clérigo, Beatriz (3) Luís é Isabel, habidos de Fernán Martínez Guijarro, al cual dejó por albacea, juntamente con Juan de Pinos, clérigo. Dispuso que éstos comprasen 500 maravedís de tributo anual en una posesión en Tríana que dejaba á la fábrica parroquial de Santa Ana, con cargo de que en dicha iglesia hiciesen todos los años una fiesta de la Encarnación; y que en ella t salgan sobre la sepoltura quel dicho Fernán Martinez tiene en la dicha iglesia con su responso cantado y agua bendita e el dicho dia digan vna misa cantada con diácono e subdiacono e órganos e predicador e con la otra solepnidad ques costumbre de fazer e selebrar las semejantes fiestas. » (4) Núm. 16. Rodrigo de Moron, ollero, y Diego de Moron su hijo, le vendieron unas casas en calle Santa Ana, en cuenta de pago de 30.000 maravedís que el referido Rodrigo y su se- gunda mujer Leonor Rodríguez se obligaron á pagarle, en 4 de Septiembre de 1496. Quedáronle debiendo 10.000 maravedís, según consta por otra escritura de 4 de Abril de 1497. Tomó posesión de dichas casas el referido año. (5) (1) Colee, de documentos del autor. (2) Ibid. (3) Casó con el Doctor Diego Sanchez, y Ana con Luis de Ribera. (4) Colee, de documentos del Autor. (5) Ibid. t'ERNAiSÍ MARTINEZ GUIJARRO 157 Num. //. Compro á Ana Rodríguez de Contías, un pe dazo pequeño de corral que tenía en las casas de su morada, en la calle Larga de Santa Ana, lindante por una parte con el corral de sus casas, 30 de Mayo de 1500. (i) Núm. 18. Alfon Alvarez de Montemayor, mercader, vecino de Triana, reconocióse deudor de Fernán Martínez por 3.505 ma- ravedís € por cierta loga > según escritura de 27 de Febrero de 1501.(2) Núm. IÇ. Juan de Flores Alfaro tenía á tributo unas casas de Fernán Martinez en la calle de Santo Domingo en Triana, las cuales traspasó á Juan de Osorno, ollero, y á su mujer Beatriz Fernández, con el cargo de pagar dicho tributo. 13 Septiembre de 1501. (3) Núm. 20. Por escritura de 30 de Enero de 1503, Fernán Martínez reconocióse deudor de Alvaro de Valladolid, mercader por 12.057 maravedís «que son por cierto estaño que de el reci- bió. (4) Núm. 21. Por otra de 15 de Febrero de 1503, juntamente con su hijo Pedro de Ferrera y Diego Rodríguez de San Román, nombraron por su personero así en los pleitos movidos, etc., á Gonzalo Fernández, procurador. (5) Núm. 22. En 27 de Marzo de 1503, compró unas casas en Triana, propias de Bernal García, ollero. (6) Núm. 2j. Fernán Martínez, viudo de Inés de Ferrera, otorgó escritura de donación de bienes en favor de su hijo Gon- zalo, á 18 de Abril de 1503 «por quanto el fasta agora no ha da- do ni entregado al dicho su fijo bienes algunos de los que le per- teneçieron e ovo de aver por fin e fallesçimiento de la dicha su madre por ende el agora por honrrar al dicho su fijo e porque mas buenamente se pueda sostener e sostentar a su honrra se- (1) Colee, de documentos del autor. (2) Lib. 2.° de Escras. de dicho año. of. 4. Arch. gral. de protocols. (3) Colee, de documentos del autor. (4) Lib. de escras. de dicho año. of. 4. Arch. gral. de protocols, (5) Ibid, loe. cit. (6) Ibid. loe. cit. 15^ í'ERÑAÑ MARTÍNEZ CUijARÉÔ gund quien es e por ser como es clérigo e porque le a seydo e es muy obidiente etc. » Los bienes entregados fueron, una casa en la calle de Santa Ana, un tributo de i .000 maravedís y dos gallinas en casas de calle Corredera; otros 3.000 maravedís en una huerta y viña en el rincón de Tablada y finalmente 500 ma- ravedís impuestos en una casa de calle Confesas. El testimonio qne tenemos á la vista es de 30 de Septiembre de 1503. (i). Núm. 24. Fernán Martinez Guijarro solicitó del canónigo Pedro de Fuentes que le diese testimonio de la sentencia que ha- bia recaido en el pleito que sostuvo con Alfon de Falencia, mani- festando que estaba presto á pagar al referido su justo salario, según escritura de 10 de Octubre de 1503. (2) Núm. 2S. «Deue maestre oüuar entallador veÇino de la Çib. dad de coynbra ques en el reyno de portogal a ferrand martines guijarro e a pedro de ferrera su fijo olleros vecinos de triana pre- sente el dicho pedro de ferrera o a qualquiera dellos etc... veynte mili maravedís de esta moneda vsual que corre en castilla que son vn castellano quatroçientos e ochenta e çinco maravedís e un du- cado tresçientos setenta e çinco maravedís e una dobla tresyen- tos e sesenta e çinco maravedís un real treynta y quatro mara- vedis o su justo valor que son de cierta obra de azulejos de labores que dellos rescibieron comprados que son en su po- derde que es pagado erenuncian laesebçion etc... pagaren la di- cha çibdad de coymbra o en el puerto de ¿goarcos.? o en qual- quier dellos a juan de cantarranas (veÇino de (ilegible por manchas de humedad) o a quien su poder oviere del dia que llegare o a qualquier de los puertos de coymbra e de jgoarcos.? en ocho dias primeros siguientes por que de quintos dias pasa- ren mas de los dichos ocho dias que non le daran los dichos ma- ravedis al dichojuan de cantarranas conmo dicho es que le paguen cada dia mill maravedís e obligan asy e a sus bienes etc. e es- (1) Colee, de documentos del autor. (2) Lib in de escrituras de dicho año. of. 4. Arch, gral de protocolas. FERNAN MARTINEZ GUIJARRO I59 pecialmente obliga e ypoteca la dicha mercaderia de azulejos= Pedro Fernandez, escribano de sevillà, (rúbrica), 31 de Octubre de 1503- (i) Nmn. 26. «f sepan quantos esta carta vieren conmo yo alfonso de aguilar natural de alcala de henares estante en seuilla por mi de vna parte e yo ferrand martinez guij'arro veçino de triana guarda e collagion desta dicha çibdad de seuilla por mi de otra parte otorgamos e conoscemos la vna parte de nos a la otra e la otra a la otra que fasemos compañya en vno en esta manera que por quanto yo el dicho alfonso de aguilar digo que se fazer esmaltes e çiertas conterias e colores e porcelanas e damasquino e obras de damasco ¿acertando? en el barro dello por ende otor- gamos que fasemos compañya en vno enesta manera que yo el dicho alfonso de aguilar ponga la despusiçion e trabajo de mi per- sona en fazer las dichas obras en casa de vos el dicho ferrand martines e que vos el dicho ferrand martines deys forno e pon- gays todas las costas e gasteys todas las costas que en qual quiera manera se fysyeren e que todas las obras de esmalte e conterias e otras cosas que fysyere yo el dicho alfonso de agui- lar o dyere yndustria que se fagan que despues de vendido sacado el cabdal e costas que se fysyeren que todo el pro e ganançia que dios diere que lo partamos de por medio tanto al vno como al otro e que dure la dicha compañya entre nos nueve años. Et que yo el dicho alfon de aguilar en este dicho tiempo non pueda tomar conpañia con otra persona nin fazer obra ningu- na de la que sopiere en ninguna parte so la dicha pena enesta carta contenida e que vos el dicho ferrand martines me deys en todo el dicho tiempo lo que ouiere menester para fazer lo susodi- cho e pongades las cosas qve menester sean tanto que las dichas costas se saquen de monton etasymismo que yo el dicho alfonso de aguilar sea obligado a fazer todas las dichas obras perfetas e cía- ramente e amostrar todo lo que se asy de esmaltes e raychiqles e conterias e porcelanas e todas las otras cosas que se e que vos el (i) Lib. Ill de escrituras de dicho año. of. 4. Arch. gral. de protocolos. î6o FERNAN MARTINEZ GUIJARRO dicho ferrand martines amostreys todos los secretos que sabeys del dicho oficio bien e lealmente e que en todo nos aprouechemos el vno al otro e el otro al otro sin cabtela alguna e que comience la dicha conpañya desde primero dia del mes de otubre primero que viene deste año en que estamos de la fecha desta carta en adelante Et nos las dichas partes j'uramos a dios e a santa maria e a las palabras de los santos euangelios doquier que son e por la señal de la cruz en que ponemos nuestras manos derechas cor- poralmente de lo tener e guardar e complir asy sin cabtela al- guna Et otorgamos nos las dichas partes e cada vna de nos de tener e guardar e complir todo quanto en esta carta dice... e cada vna cosa dello segund dicho es e de tener e guardar e complir todo quanto en esta carta dise e cada vna cosa dello según dicho es e de no yr nin venir contra ello nin contra parte dello para lo reuocar ni desfacer en juicio nin fuera en tiempo alguno nin por al- guna manera e sy contraello fuéremos... que la parte de nos ynobi- diente de e pague e peche a la otra parte de nos obidienteque para ello pusiere e lo oviere por firme cinquenta mili maravedís... (Si- guen las fórmulas del derecho.) Et para lo asy tener e guardar e acomplir ambas las dichas partes e cada vna de nos, (aquí con- cluye el último renglón de la foja, y al pie, en el margen,, están las firmas de Diego Martínez de Medina, escribano, y las de Alonso de Aguilar y Fernán Martínez, continuando en la plana siguiente así) «obligamos a nos e a todos nuestros bienes muebles e rayses ávidos y por aver Et yo el dicho alfon de aguilar me obligo de vos responder e conplir de derecho ante los alcaldes e jueces desta cibdad de seuilla e ante cada vno e qualquier dellos so cuya juridicion someto a mi e a todos mis bienes e renuncio sobrello mi propio fuero e domicilio e por quanto yo el dicho alfon de aguilar so mayor de veynte años e menor de veinte e cinco años juro a dios e a santa maria... de non allegar memoria de hedad nin beneficio de restituçion yn yntegrum fecha la carta en seui- lia... lunes 5 de Agosto de 1504 lo qual firmaron de sus nombres testigos que conocieron al dicho alfon de aguilar juan del carpió especiero veçino de seuilla e juan de ¿fengia.^ vecino de triana va escrito entre renglones o dis conterias vala—alonsode agylar.— FERNAN MARTINEZ GUIGARRO i6i (rúbrica)—pedro ferrandes escribano de seiiilla.— (rúbrica.)— diego martinez escribano=(rúbrica). " (i) Núm. 2"/. ^En ¿8 de Enero? de 1506 vendió á Antón Mar- tínez de Moriana, también ollero, un tributo de 2.000 maravedís, impuesto en unas casas en calle Carreteros. (Esta escritura está sin terminar.) (2) \ Núm. 28. En 28 de Febrero de 1506 fueron bautizados en Santa Ana de Triana, Juana, Bernardina y Juliana, gemelas, hijas de Lucía, esclava del ceramista, y en 15 de Marzo recibie- ron el mismo sacramento otros dos esclavos suyos, Jorge y Elo- rentina, en la mencionada iglesia. (3) Núm. 2Ç). En 21 de Octubre de 1506 otorgaron Fernán Martínez y Alfon de Villareal el siguiente importante contrato: «Sepan quantos esta carta vieren como yo alfon de villa Realar- tista vecino de esta ciudad de seuilla en la collación de san miguel por mi de vna parte Eyo ferrand martines guijarro... otorgamos... que fazemos compañía en vno en esta manera que yo el dicho alfon de villa Real vse el oficio de faser esmaltes e Ruychicles (4) atimares'e aguas fuertes e crisoles e las otras cosas de metales que yo see sin encubrirme cosa alguna en casa de vos el dicho fernand martines et que yo el dicho fernand martines asimismo en compañya de vos el dicho alfon de villa Real use mi oficio de to- das las cosas que yo se sin encobryr cosa alguna e que fagamos la dicha obra de vna compañya todos los dias que ambos biuieremos (1) Colee, de documentos del autor. (2) Lib. i.°de escras. de 1506 of. 4. Arch.gral, de protocol.». (3) Lib. i.° de Bautismos de la iglesia parroquial de Santa Ana. Sti arch. (4) En el otro contrato análogo hemos creído leer: raychicles. 102 FERNAN MARTINEZ GUIJARRO e nos tratemos verdad el vno al otro e el otro al otro e compremos e vendamos en la flicha conpañya las cosas de nuestro oficio E qiiestando El cabdal e costas que se fysieren en todo lo que se fisyere e vendiere e dios diere en la dicha conpañya que lo parta- mos de por medio tanto el uno conmo el otro Et sy por ventura yo el dicho alfonso de villa Real fallesçiere en las cosas que quedaren de la dicha companya que den a ios herederos de mi el dicho al- fonso de villa Real Et qen el vno al otro e el otro al otro mostré- mos a los dichos herederos los secretos que sabemos syn nos en- cobrir cosa alguna Et que seamos obligados a declarar e mostrar el vno al otro e el otro al otro todo lo que sabemos del dicho ofiçio sin cabtela alguna Et que de dos en dos años fagamos quenta de la dicha conpañya Et porque sea obligado yo el dicho alfonso de villa Real de declarar e mostrar todo el secreto que see a vos el dicho fernand martines o a vuestros herederos vos el dicho fernand marti- nes seays obligado a me pagar diez mili marauedis de que luego me days e pagays cinco mili maravedís los quales son en mi po- der de que so e me otorgo de vos por bien pagado e entregado a toda mi boluntad e Renunçio que non pueda desyr ni allegar que los non rescebi de vos como dicho es e sy lo dixere o allegare que me non vala (siguen las fórmulas del derecho) e los otros çinco mill maravedís que me los dedes e paguedes aqui en seuilla en pas e en saluo syn pleito e syn contienda alguna de oy dia questa carta es fecha dende fasta seys meses conplidos primeros syguientes so pena del doblo (continúan las fórmulas) et sy por ventura yo el dicho alfon de villa Real me fuere o absentare que vos torne los dichos diez mili maravedís con el doblo e con las costas que se vos recresçieren por esta rason. Et en esta manera sobredicha e con estas condiciones nos anbas las dichas partes e cada vna de nos otorgamos e prometemos de tener guardar e conplyr todo quanto en esta carta dice (siguen las fórmulas) e la la parte de nos inobediente de e pague e peche a la otra parte de nos obediente que para ello estuuiere e lo ouiere por firme çin- cuenta mili maravedís por pena e por postura (continúan las fór- muías) E para lo asy tener e guardar e complir anbas las dichas partes cada una de nos obligamos a nos e a todos nuestros bienes fERNAÑ MARTINEZ GUIJARRO muebles e rayses ávidos e por aver fecha la carta en seuilla martes seis de otubre... de mili e quinyentos e seis años.—alonso de villa Rea.l=(rúbrica)=ferrand martines=(rubrica). (i) queta. 7 de Septiembre de 1506. (2) Núm. ji. En el mismo día, mes y año compró de Alvar Sánchez Carrasco, otro de 700 maravedís en casas sitas en la calle de Santo Domingo, en Triana. (3) Núm.j2. En 5 de Octubre'de 1506 vendió á Erancisco Martínez de la Parra, cierto vidrio. (4) Núm. jj. En 12 de Julio de 1507 vendió á Juan Gutié- rrez, vidriero, «cierto vidro en manillas» por 11.220 mara- vedis. (5). Núm.j^. Testimonio original escrito en pergamino, auto- rizado por el notario eclesiástico Hernán Muñoz de Montesdoca, de la fundación de la capellanía que instituyó en la iglesia de San- ta Ana, de Triana; domingo 17 de Octubre de 1507. Constan en dicho documento los nombres de sus padres, en cuya memoria y en la de su mujer y descendientes, instituyó la (1) Lib. IV de escrituras, of. 4- Arch. gral. de protocolos. (2) Lib. in de escrituras de dicho año. of. 4. loe. cit. (3) Ibid. loe. cit. (4) " Ibid. loe. cit. (5) Ibid. loe. cit. 104 FERNAÑ MARTINEZ GÜIJARRÓ mencionada capellanía, en descargo también de su conciencia, re- conociendo que Dios le había dotado de más bienes temporales que los que merecía y colmádolo de grandes beneficios. Manda que en la capilla y altar que tenía en la citada iglesia «que se dice de la quinta angustia quando descienden a nuestro Señor de la crus y esta en el figurado el juizio a donde esta su sepultura > y de sus padres, mujer é hijos y en la que él había de ser enterrado se instituya dicha capellanía perpétua con lo.ooo maravedís de renta, la cuál había de ser servida por su hijo Gon- zalo de Herrera, á cuya voluntad dejaba el número de misas que habían de celebrarse, pero, una vez aquel fallecido, disponía; que los capellanes sucesores dijesen veinticinco misas rezadas men- sualmente, con otras cláusulas más para el mejor régimen de su fundación. Dejó por patrono para después de su muerte al Prior de la Cartuja, y ordenó que los capellanes fuesen individuos de su linaje. Pasa después á enumerar los bienes que habían de servir para sostenimiento de la capellanía y dice: «Primeramente las casas principales de mi morada que son en la dicha Triana que alindan con casas e corral de la vna parte de femando de moron e de la otra parte casas de gonçalo muños desta manera Que se cierre el postigo que entra al palacio para el corral por manera que el palacio con coral con sus hornos asy cerado el dicho pos- tigo que quede por si aparte et afuera de las dichas casas. » «yten quel postigo que esta en el portal que agora se faze de nuevo en el cuerpo real de las dichas mis casas por donde e7i- tra7t a las tiendas del dorado mando que se ciere también. > Las restantes disposiciones contenidas en el documento ca- recen de interés. Llamamos la atención de los ceramófilos, acerca de la frase que vá de bastardilla, la cual parece indicar que en los talleres de Martínez Guijarro había un departamento para la loza dorada, (i) (i) Concluye el documento que acabamos de extractar con la siguiente nota que comprueba que es el mismo expedido á petición de Fernán Martínez. «E yo her- nan muños de montesdoca clérigo de la muy noble e muy leal çiudad de Sevilla Por la abtoridad apostólica Notario publico que a todo e a cada cosa de t®do lo conte- fèrnan Martínez guiJaríiò Num. J5. Fernán Martinez hizo ejecución en bienes de Juan González, vidriero por i. 12 5 maravedís; como consta de la fé dada por Manuel Sigura, escribano de Sevilla en Jueves 3 de Febrero de 1508, (i) Núm. j6. El mismo, á 20 de Julio de 1508 hizo su perso- nero à Sancho de Xerez para que lo representase en todos sus asuntos. (2) Núm.JY- En 31 de Diciembre de 1508, nombró por su procurador á Juan de Espinosa, manillero «para que pudiese de- mandar recabdar e recibir e aver e cobrar asi en juicio como fue- ra de el, de Juan Gutierrez vidriero, fijo de Bartolomé Gutierrez» vecino á San Bartolomé i. 120 maravedís por escritura de la citada fecha. (3) Nüm j8. Iñigo Lopez, espartero, otorgó escritura de reco- nocimiento de señorío de casas en Triana, en favor de Gonzalo de Herrera, á i.° de Marzo de 1509. Dícese en este documento «que por razón que fernan martinez guijarro vuestro padre defunto que dios aya nos ovo arrendado etc. » Cotejando, pués, las fechas del documento anterior y la de éste, tenemos aproximadamente la en que debió ocurrir el fallecimiento del notable artífice^ en los días que mediaron desde 31 de Diciembre de 1508 á i.° de Marzo de 1509.(4) nido en esta Carta e publico instrumento Presente fui En uno con los dichos testigos E lo recibi en nota E lo asente en mi registro de donde a pedimento del dicho fer- nan martines edeficador desta capellania saque esta presente carta e publico yus- trumento e lo escreuy de mi mano e letra y en testimonio de verdad lo signe deste mi acostumbrado signo E nombre llamado e rrogado e requerido.» Colee, de docu- mentas del autor. (1) Lib. i.° de escras de dicho año. of. 4. Arch, grab de protocols. (2) Colee, de documentos del autor. (3) Lib. IV de dicho año of. 4. Arch, grab de protocols. (4) Colee, de documentos del autor. 1Ó6 î'R AN ciscó KiCÜLOSO PÍSANO FRANCISCO NICULOSO PISANO Las relaciones que mediaron entre España é Italia en el úl- timo tercio del siglo XV, contribuyeron en gran manera, á facili- tar la introducción en nuestra Península de las antiguas tradició- nes clásicas, las cuales, aparecían bajo nuevas formas, revestidas con todos los atavíos que les prestaran los más esclarecidos inge- nios. Atraídos por la fama de nuestras grandezas, fueron innume- rabies los artistas y artífices extranjeros que vinieron á morar en Sevilla, emporio que comenzaba á ser de todo el comercio, asien- to de muy principales familias, y ciudad dotada por la natu- raleza de excepcionales condiciones para la vida. Así vemos que al estudiar los nuevos derroteros del arte sevillano, refléjanse en todos sus procedimientos dos grandes influencias, la italiana y la flamenca por haber procedido de aquellos países, muy especial- mente, ilustres artistas, que contribuyeron á enseñar y á perfecció- nar, lo mismo en las Bellas Artes que en las complementarias de éstas, á los ingenios hispalenses de aquella y de la siguiente cen- turia. Los monumentos sevillanos así lo acreditan; y todavía po- seemos obras notabilísimas que sirvieron de patrón y norma en muchos casos á los artistas nacionales para continuar las tradició- nes implantadas por los maestros extranjeros, si .bien dejando im- presa siempre las huellas de su carácter propio, de manera tan inequívoca, que desde luego se reconocen los orígenes italianos, flamencos ó alemanes en que se inspiraron sus autores. Entre los artistas que eligieron á esta ciuJad para asiento en el último tercio del siglo XV, ocupa puesto señaladísimo Eran- cisco Niculoso Pisano, del cual, hasta ahora se conocían algunas raras y notables obras que lo acreditaban de peritísimo pintor ce- ramista. No obstante la importancia de aquéllas, nuestros críticos de arte apenas si hicieron otra cosa más que mencionarlas de pasada, FRANCISCO NICULOSO PISANO 167 } esto por lo que hace á época muy reciente, pués, en cuanto á los antiguos, no hemos visto hasta ahora en ninguno de los histo- riadores sevillanos, ni aún siquiera la más ligera mención. Hoy que ya hemos aprendido á aquilatar la importancia de las obras artístico-industriales; al examinar algunas de éstas, lo primero que se nos ocurre preguntar es el nombre de su autor; y dicho se está, que cuando contemplamos la bellísima portada de la iglesia de Santa Paula ó el hermoso retablo de la capilla de los Reyes Cató- lieos en nuestro Alcázar, y en ambas joyas artísticas hallamos el nombre de su autor Francisco Niculoso Pisano, despiertan en nuestra mente la misma curiosidad y preguntamos: ¿Quién fué? ¿De dónde procedía? ¿Qué obras más produjo? Difíciles son las respuestas porque en vano, como dijimos antes, acudiríamos á es- critores antiguos, y por lo que hace á los modernos, solamente éntrelos críticos nacionales podemos mencionar á Cean Bermú- dez, que trató de él en los términos siguientes: «Pisan (Nicoloso Francisco), (i) pintor de los Reyes Católi- COS. Son de su mano dos oratorios que están en el Alcázar de Se- villa. El uno representa la Visitación á Santa Isabel, en la parte de adentro, con una orla de adornos, y en la de afuera á Jesé con el árbol de la generación temporal de Jesucristo que termina con la Virgen y el Niño. Tiene un letrero que dice: Nicolaso Fran- cisco italiano mefecit anno de mil ccccciiii. Y el otro figura tres asuntos de la vida de nuestra Señora, la Santísima Trinidad, co- roñándola, y abaxo, los dos San Juanes y tiene también esta fir- ma: Nicolaso Pisan me fecit anno 1504.» ^ Aparte del interés que tiene este artículo del Diccionario^ por dar noticia del otro retablo de azulejos del Alcázar, perdido desgraciadamente, no puede ser más sucinto el diligente crítico, y no perdamos de vista, que este es el único español que paró mientes en el nombre del maestro italiano. Veamos ahora lo que posteriormente nos han dicho los extranjeros. El primero que su- po apreciar las bellezas de las obras de Niculoso, fué el Barón (i) No acertamos la razón por qué el ilustre crítico leyó sólo Pisan, y en qué se funda para titularlo «pintor de los Reyes Católicos.» FRANCISCO ÑICULOSO PISANO Ch. Davlllier en un artículo publicado en 1865, (i) en el que to- dos los datos biográficos que expuso se redujeron á estos breves renglones: «El nombre del autor délas lozas de Sevilla, nos ha sido afortunadamente conservado, gracias á la costumbre que te- nía de firmar sus obras; se llamaba Niculoso Francisco y añadía á su nombre ya Italiano ya Pisano: conocemos pués su pàtria de una manera cierta. Entre las obras suyas que hemos podido descu- brir, la más antigua lleva la fecha de 1503, y la última, la de 1508. (2) Acabamos de ver que Niculoso Francisco era de Pisa: el exámen de sus obras permite suponer con las más grandes pro- habilidades, que antes de venir á fijarse en Sevilla había ya traba- jado, bien en Faenza, bien en Caffaggiolo. Sábese que los pro- ductos de estas dos fábricas ofrecen Op;randes analogías entre o ellas... y aunque no se conoce pieza alguna de Caffaggiolo anterior á 1507, la eremos más antigua á esta fecha, permitiéndonos su- poner que nuestro artista, que era toscano, debió ejercer su arte en una fábrica de su patria.» Pasa después el autor á describirla láude sepulcral de Iñigo López en Santa Ana de Triana, incurrien- do en el error de bulto de considerar á Iñigo López como un Pre- lado, y escribiendo su epitafio de la manera siguiente: «Esta es la figura y sepultura de Monseñor López. » Examina luego los azu- lejos del retablo del Alcázar, y por ultimo, ocúpase en describir los de Santa Paula, elogiando todas estas obras extraordinaria- mente, sin que su ilustrada crítica llegara á apreciar las diferencias esenciales de estilos que se advierten en la segunda, las cuales han venido á fijar el verdadero concepto artístico del maestro, pués, desde luego, tiene que llamar la atención, que tanto en el altar del Alcázar, como en la portada de Santa Paula, veamos en cada una de las dos, las influencias flamencas é italianas en ami- gable consorcio, como producto cada una de distinta mano, según más adelante comprobaremos. Esto es cuanto se conocía del artista italiano y de sus obras. (1) Gazzctte des Beaux-Arts. Tom. XIII, págs. 217 y siguientes. (2) Creemos que este debe ser error de imprenta, pues ninguna de sus obras conocidas lleva la de aquel año. Ya veremos que las hay ejecutadas en 1526. FRANCISCO NICULOSO PISAÑO 169 Veamos ahora desde los días de Davillier hasta los presentes los datos personales y el número de obras que podemos aumentar á los hasta aquí conocidos; á fin de ir completando la biografía de tan ilustre artífice. Tenemos á la vista un cuaderno del año 1482 con el siguiente epígrafe: «Copia de los caualleros Et otras per- sonas que resçibieron sueldo del sueldo quel Rey ntro. Señor mando dar a la gente de cauallo e de pie desta çiudad de seuilla Et de su tierra porque an de yr a fazer la tala a los moros ene- migos de la ntra. sancta fee catholica el qual dicho sueldo pago el jurado ihoan de ouiedo por mandado del Rey ntro. Señor a ra- son de trynta mrs. al cauallero cada día e a quince maravedís cada peon cada dia.» En el referido cuaderno al tratar del reparti- miento de los vecinos de Triana^ léese el asiento siguiente: «á françisco piçano, vn lancero.» ¿Podrá este dato referirse al mismo Niculoso? Si asi fuera, contamos con un punto departida, la fecha de 1482, para saber que en dicho año moraba ya en esta ciudad, (i) En las listas ó nóminas de Padrones y Repartimientos que se hicieron en el siglo XV, generalmente, vemos que al designar el nombre de la persona, añádesele el del oficio ó profesión, y si en el caso presente no ocurre así, dejándosele de llamar aztilejcro ú ollero^ pudo ser, bien por omisión del amanuense, bien porque el dicho «francisco piçano» fuera persona muy conocida, como tuvo que serlo nuestro artista al poco tiempo de morar en Sevilla. (i) Al tratar de este artífice en otra ocasión, (a) dijimos que en el Libro de Fábrica de la Catedral de 1498, se citan como moradores de una casa del Cabildo en Triana á Niculoso y á Leonor Ruiz, su mujer. Las circunstancias de vivir en Triana, barrio de los ceramistas, y en una casa propia del citado Cabildo, añadíamos, nos in- clinan á considerar este dato, tal vez, como 1 a fecha más antigua que acredita la es- tanciaen Sevilla de dicho maestro. El hallazgo de la partida de bautismo de Juan Bautista, hijo del maestro italiano, parece destruir las conjeturas que formamos acerca de aquel Niculoso, el cual no creemos que fuese el ceramista de que trata- mos, pues ya veremos por la mencionada partida bautismal que la mujer de éste llamábase Elena del Villar. .¡Pero no pudo ésta ser su segunda esposa? (a) «Ensayo de un Diccionario de artífices sevillanos.» Tom. I, pág. 90. FRANCISCO NICULOSO PISANO La falta ortográfica con que hallamos escrita la palabra piçano no ha de extrañar tampoco, por cuanto, uno de los azulejos del Mar- qués de Pickman, deque trataremos en su lugar oportuno, vémoslo firmados Pizano. De otra parte, debe tenerse en cuenta que en Sevilla, en este mismo tiempo, era frecuente el apellidoPisano. (i) Haremos constar para mayor coincidencia, que Francisco Pisano, cura de la iglesia de San Vicente, fué albacea de Leonor Fernán- dez de Sevilla, según consta del testamento otorgado en 19 de Julio de 1500. (2) Pero, dejando aparte estas minucias, pasemos á la enumeración de todas las fechas que acreditan la permanen- cia de Niculoso en Sevilla, mencionando de paso los pocos, pero inéditos é importantes antecedentes biográficos que hemos logra- do reunir. En el año de 1503 fechaba la más endeble de sus obras; el sepulcro de Iñigo López en la iglesia de Santa Ana, y en el de 1504, dos de las más hermosas que conocemos; la portada de Santa Paula y el retablo de azulejos del Alcázar. Dos años después, parece que sufría las consecuencias de una ejecución judicial, como resulta de la fe dada en 13 de Julio de 1506, por el escribano Diego Alvarez Chico, del embargo que hizo en bienes de un Francisco Niculoso florentino que con otros olleros habían tenido á su cargo la renta de las alcabalas de las ollerías. Como no tenemos la seguridad de que el documento se refiere á nuestro artífice, excusamos su transcripción. En el Lib. de Fábrica de la Catedral del año 1508, leemos el siguiente asiento: «¡ten di al pisano por los azulejos que fiso para la silla del arçobispo 3000 mrs. » En este mismo año otorgó el siguiente documento: (3) Sepan quantos esta carta vieren conmo yo niculoso (1) Antón Pisano, marinero, marido de Ana de Morales, reconocióse deudor de su hermano Tomás Gutiérrez por 6.900 maravedís, según escritura de 28 de Fe- brero de 1503. Libro de dicho año. of. 4. Arch. gral. de protocolos. (2) Libro II de dicho año. of. 4. Loe. cit. (3) Cumplimos en este lugar, con el mayor gusto, una deuda de gratitud que tenemos contraída desde há tiempo, con nuestro respetable y excelente amigo el limo. Sr. D. Adolfo Rodríguez de Palacios, notario y archivista del general de proto- Í'RAÑCISCO NiCÜLOSO fÎSANÔ francisco ollero marido de elena de villar veçino que so de triana guarda e collación desta muy noble e muy leal cibdad de seuilla por mi e en nombre e en bos de la dicha elena del villar mi muger por la qual fago bos e cabçion e me obligo de le fazer e estar e aver por firme todo quanto en esta carta sea contenido e por ma- ñera de fiança a la dicha cabçion obligo a mi e a todos mis bie- nes ciertos e conosco a vos el ospital e cofradía de sant justo-e pastor que es en el ospital de los ciegos ques en esta dicha çib- dad en la collación de sant gil questa dentro en la dicha yglesia de sant gil e a vos gonzalez ciego prioste e a vos ciego de la dicha cofradía que estades presente en nombre del dicho ospi- tal y cofradía por quanto yo el dicho nyculoso françisco e la dicha elena del villar mi muger ovimos conprado e conpramos de cris- tobal gonçales marinero e de agna de grajeda su muger veçinos de la dicha triana unas casas con sus palaçios e casa puerta e ar- boles que son en la dicha triana en la calle de santa agna que han por linderos de vna parte casas de los herederos de Juan de que dios haya e de la otra parte casas de alfon viejo e por de- lante la calle del Rey, por cierta contia de mrs. que de mi reçibie- ron de que se por pagados a su voluntad con cargo de mili mrs. de la moneda que corriere al tiempo de las pagas e mas dos pares de buenas gallinas biuas ¿en parte? de tributo e censo per- petuo en cada vn año... que las dichas casas son obligadas ;e yo debo pagar?.... al ospital de san justo e pastor segund se contiene en la carta publica de vendida que sobre dicha razón paso ante martin rodriguez escribano publico de sevillà por ende recono- ciendo señorío otorgo por mi e por la dicha mi muger e por mis herederos e subcesores de vos dar e pagar los dichos un mili mrs. e dos pares de buenas gallinas del dicho tributo aqui en seui- lia en paz e en salvo » siguen las firmezas del derecho y acos- colos de esta ciudad, quien con singular galantería nos ha facilitado el exámen de importantes documentos de su cargo, y sin cuyo eficaz auxilio nos habría sido im- posible ilustrar nuestro trabajo con los numerosos datos que aportamos. A tan bon- dadoso é ilustrado amigo, damos aquí las gracias más expresivas, no debiendo olvi- darnos de su digno oficial D. Enrique Lucena, Í'RANCÍSCÒ NICÜLOáO PÍSAÑO tiimbradas formulas notariales. Fecha la carta en (hállase des- truído en el original. Mayo de 1508. (i) Este documento hállase casi podrido por el agua, y falto en algunas partes, por lo cual, es de muy difícil lectura. Védase; aho- ra la partida de bautismo de su primer hijo. «Viernes dia del nacimiento de nuestra señora a ocho de se- tiembre de 1508 batiza (sic) a Juan bastista fijo de niculoso fran- cisco y de elena de villar y fueron padrynos alfaro y solis canónigos de la iglesia mayor de seuilla y madrynas ysabel salvago y vyo- lante gudynis sobrina de la marquesa de portogal e batizolo el bachiller alonso perez de las eras.t (2) A continuación de esta partida hay otra escrita por la mis- ma mano y que dice así: «este mesmo dia batizaron vn echadillo y llamáronle juan de santana y fueron padrinos los susodichos y bar- tolome del villar clérigo, yo bartolome del villar. (3) (rúbrica.) Detengámonos siquiera sea brevemente para fijar algunas deducciones que se desprenden de la lectura de la primera partida. Desde luego no puede caber duda de que el Niculoso Fran- cisco, que aquí aparece, padre del bautizado, es el mismo artífice de que tratamos, fundándonos también precisamente, en las cir- constancias que concurrían en las personas que lo apadrinaron; dos canónigos y Violante Gudinis, sobrina de la marquesa de Por- tugal. Aquéllos pudieron tratarlo y ser sus amigos, puesto que ya en este tiempo habíase dado á conocer del Cabildo eclesiástico, y en cuanto á Doña Violante ¿cómo había de ser para ella descono- cido el artífice que tan singularmente acababa de decorar la por- tada de Santa Paula, obra debida á la munificencia de su tía doña Isabel Enríquez, Marquesa de Montemayor, á quien se llama en la partida Marquesa de Portogal, pués sabido es que con su ma- rido vinieron desde aquel reyno á buscar la protección de su pa- rienta la Reyna Católica? (4) (1) Lib. II de escrituras de dicho año. of. 4. Arc. gral. de protocolos. (2) ¿Cura de la parroquia de Santa Ana? Lib. I de bautismos de dicha iglesia. (^) ¿Hermano de la mujer de Niculoso? (4) «Doña Isabel Enriquez mujer del Condestable don Juan de Portugal y t'RANCÍSdO NÍCÜLOSO l'ÎSANÔ in Vamos ahora á transcribir un documento, ciertamente cu- rioso é interesante que contribuye á ilustrar el verdadero con- cepto que la crítica juiciosa debe formar, en cuanto á la exacta significación artística con que ha de ser considerado el maestro Niculoso. «Sepan quantos esta carta vieren como yo claudio de la cruz y maginero francés estante que soy enesta cibdad de seuilla otorgo e conosco que do todo mi libre e llanero e conplido poder segund que lo yo he e de derecho mas deve valer a gyralte veles aleman çapatero veçino ques de seuilla en la collación de santa maria especialmente para que por mi y en mi nombre pueda de- mandar e recabdar e resçibir e aver e cobrar asy en juicio como fuqra del de niculoso ollero de ymageneria vecino de triana guarda e collación de seuilla e de sus bienes todos los maravedís que deve de todo el tiempo que le serui enel dicho su oficio en que le fize vna figura al natural a la ^jenienge? del dicho Niculoso por la cual me avia de dar quatro ducados e que los pueda resçebir en sy e pueda dar e otorgar de lo que resçibiere e cobrare su carta o cartas de pago... etc., (siguen las fórmulas del derecho.) Fecha la carta en seuilla estando en el escriuania de san francisco sabado dos dias del mes de noviembre año del nacimiento del nuestro Saluador ihuxpo de 1510e por que dixo que no sabia firmar fir- marón los testigos desta carta francisco malauer escribano de seuilla=rúbrica=francisco de la carrera escribano de seuilla= rúbrica.> (i) Antes de detenernos en las consideraciones á que se presta el anterior documento, trataremos de esclarecer la duda que ofrece la palabra impresa con bastardilla. Claramente leíamos por entero ^a la jenieíige^ pero ¿qué significación puede tener tal frase? Consultado el caso con el ilustre literato, nuestro querido Marqués de Montemayor, heran ambos de sangre real porque el dicho Condestable era visnieto del rey donjuán, el primero deste nombre en aquel reyno... y Doña Isa- bel Enriquez, su mujer, fue visnieta del rey don Enrique III deste nombre en los reinos de castilla y visnieta del rey don femando único deste nombre en los reinos de Portugal.» Sevilla Moftumentaly Artística^ pág. 16 tom. III. (i) Lib. V de dicho año of. 4. Arch, grab de protocols. î74 t'RANCÍSCO NÍCÜLOSO MSANÔ amigo y compañero de exploraciones en el Archivo de protocolos, don Francisco Rodríguez Marín, favoreciónos con la siguiente carta que copiamos íntegra. cHe examinado el pasage de marras en !a interesante escri- tura donde Claudio de la Cruz, imaginero francés, dá carta de pa- go á Niculoso del precio de un su trabajo, é indudablemente se lee á primera vista... «en que le fize vna figura al natural a la je- m'ençe del dicho niculoso » pero, como V. opino que, siendo nience palabra no significativa, que es lo mismo qne no ser pala- bra, había que leer otra cosa. Hé aquí lo que acerca de ello se me ocurre. «En primer lugar las voces á la por el sentido del pasaje, reclaman un nombre propio ó un adjetivo que exprese el modo, la manera, el estilo de esa figura al natural; y siendo esto así, ya se cae en la cuenta de que la terminación ençe es ni más ni menos que nuestra desinencia gentilicia ense^ e^isis de los latinos, mal es- crita por pendolista de nuestra tierra, en donde las pronunciado- nes de la i- la s y la suave se confunden y truecan á cada paso. Pero ¿á qué pueblo se refiere la radical del vocablo.^ Para mí es casi seguro que á Genova, y que ha de leerse geniense y no jenie7içe, cosa que se explica muy bien en escrito en el cuál las ies no están punteadas. » «Contra mi opinión podría alegarse que de Génova se dijo siempre genuense y no geniense, por provenir de Genua, pués es sabido que la u de la radical subsiste al formar esos adjetivos; pero chico pecado había de ser el trocar la tt en i, como si se tratara de pueblo que tuviese esta vocal en la radical (almeriense, bea- dense.) Paréceme, por tanto, que la figura de Nimloso fué hecha á estilo de Génova: á la genovesa, que diríamos hoy.» Creemos que nuestro amigo ha interpretado exactamente el significado de la frase, y en este caso, no podemos menos de la- mentar el extravío de una obra tan importante, como sería hoy para nosotros, la existencia de ¿un retrato de Niculoso? hecho por el escultor francés Claudio de la Cruz; uno de tantos artistas des- conocidos, de los qne florecieron en Sevilla en el siglo XVI. FRANCISCO NICULOSO PISANO 175 Además, si existiera, acaso, podría ayudarnos á esclarecer la pa- ternidad del medallón colocado en la clave de la archivolta de la portada de Santa Paula. Aquella figura de bulto^ una de las mu- chas que por entonces se hicieron, y á las que se refirió Pedro de Medina ¿con qué objeto fué ejecutada? ¿Qué aplicación iba á te- ner? ¿Porqué fué hecha á la genovesa? ¿Qué manera ó estilo parti- cular era el que se determinaba de este modo? A ninguna de tales preguntas podemos contestar por ahora, pero, siempre nos demostrará el documento copiado, el hecho importante de poder afirmar, que Niculoso se valió de artistas naturales y extranjeros para la realización de sus obras. Hemos visto ya que Niculoso contrajo matrimonio en esta ciudad con» Elena del Villar, del cual hubieron en 1508 á su hijo Juan Bautista, (i) y tres años después, hállase la siguiente partida: «en este dicho día (domingo 27 de Abril de 1511) batizo el ba- chiller alonso perez a francisco fijo de niculoso e de elena de villar fueron padrinos el señor don alonso alguacil mayor e Cristóbal de almansa jurado e su muger catalina jillen e el señor don alvaro =francisco escudero clerigo=rúbrica. > También en esta partida llamaremos la atención del lector acerca de la calidad de dos de los padrinos: uno el alguacil ma- de Sevilla, otro, un personaje, puesto que al escribir sus yor y nombres se les da un tratamiento no frecuente en aquellos días, que indica la superioridad de la clase social á que pertenecían, mien- tras que, nómbranse á secas al jurado Almansa y á su mujer. Del minucioso exámen practicado en el Libro de bautismos de que hemos copiado los anteriores asientos, no resuha que tu- viesen más hijos, pero sí hallamos los nombres del artífice y de su esposa en años posteriores, como oportunamente se dirá, para no interrumpir el orden cronológico que seguimos en la narración de estas noticias. Del Libro de Fábrica de la Catedral de este mismo año de (1) Ni acerca de él ni de su hermano, hemos hallado rastro alguno documental. (2) Lib. I de bautismos de la parroquial de Santa Ana. fol. 86 v. 176 FRANCISCO NICULOSO PISANO 1511, consta que por un albalá de 10 de Octubre se pagaron «a niculoso pisano maestro de faser azulejos cient reales para en quenta de los doscientos ginquenta reales que a de aver de ladri- líos vidriados verdes e blancos para el zimborio, » y por este mis- mo tiempo debió fabricar los azulejos que adornaron el palacio de los Condes de Real en Valencia fechados en 15XI. (1511). En 1510 un Niculoso Francisco había sido arrendador de la renta de las alcabalas de las ollerías (¿el mismo á que se refiere la nota de la ejecuciónjudicial de 1506?, v.lapág. 17o)peroenla escri- tura de 14 de Enero de 1513 por la cual los olleros Diego Rodrí- guez de San Román y Pedro Martínez de Chaves obligáronse á sa- car á salvo de toda cuestión judicial á su compañero Alfon García del Prior qne había fiado al mencionado Niculoso, ni se le nombra pisano, ni florentino, ni ollero, por lo cual omitimos la copia de este docomento. (i) Antes de citar las varias partidas bautismales en las que fi- gura como padrino, correspondientes á los años de 1514, 15, 16, 17, 18, 19 y 20 copiamos otro importante documento que nos dá cuenta de una obra que ejecutó y de la cual no queda más que la noticia contenida en el mismo. «sabado treze dias del mes de noviembre año del señor de mili e quinientos e diez e ocho años. Sepan quantos esta carta vieren como yo niculoso pisano ollero marido de elena del villar vezino que so de triana guarda e collación desta cibdad de seuilla otorgo e conosco que fago pacto e postura e convenencia asosegada con vos el prior e frayles e con- vento del monesterio de sant pablo desta cibdad de seuilla que esta- des absentes bien asy conmo sy fuesedes presentes e con vos fran- cisco de soto vecino desta cibdad de seuilla mayordomo del dho mo- nasterio que estades presente en su nombre en tal manera e con tal condición que yo sea temido e obligado e me obligo de faser seys mili ladrillos asulejos e mas mil alizares para el dho conven- to de sant pablo conviene a saber los asulejos de cuatro labores (i) Lib, I de escrituras de dicho año, of. 4. Arch. gral. de protocols. FRANCISCO NICULOSO TISANO '77 de cada labor la quarta parte Et que la vna labor sea de vna rue- da con vn lazo de ocho dentro Et la tercera sea de vna jarra que ata de cada parte Et la cuarta de vn artesón ochauado Et que todos estos dichos asulejos llenen sus colores conformes a la la- bor que llenasen a vista de oficiales del dho oficio Et que cada color de los dhos asulejos sea muy bina e muy limpia la labor Et que vos me deys e pagueys a precio de dos mili e medio (sic) por cada vno de los dhos seis mili asulejos e porcada vno de los dhos mili alizares al precio de dos mrs e medio los quales dhos asulejos e alizares me obligo de vos dar e entregar en las casas de la mo- rada de mi el dho nyculoso pysano en paz e sin contienda alguna en esta manera la tercia parte de todos los dichos asulejos e ali- zares de oy fasta veinte dias e la otra parte restante dentro de otros veynte dias primeros siguientes vna paga en pos de otra so pena del doblo de cada pago. Et otorgo que rescibo luego ade- lantados cinco mili e ochocientos e treynta e tres mrs. que monta la tercia parte de los dhos asulejos e alizares los quales resçibo de vos el dho francisco de soto en los dhos nombres realmente e con efeto antel escribano publico de seuilla e testigos desta carta en ducados de oro e reales de plata e son en mi poder de que so e me otorgo de vos por bien pagado e entregado a toda mi voluntad e reñuncio que no pueda decir ni alegar que los non rescibi de vos conmo dho es e sy lo dixere o alegare que me non vala E que en dandovoseentregandovosla otra tercia parte délos dhos asulejos e alizares me deys e pagueys otros cinco mili e ochocientos e treynta e tres mrs que montan el dho precio e que en acabándoos de entregar toda la dha obra me pagueys la tercia parte restante de los dhos mrs una paga en pos de otra so pena del doblo de cada paga por pena convencional e con condición que sy a cada vno de los dhos plazos no vos diere e entregare los dhos asulejos e alizares de la manera que dha es que me podades fazer execu- cion por los mrs que paresciere que yo he rescibido e comprar los dhos asulejos e alizares a qualquier precio que los pudierdes fallar e que lo que mas costare del dho precio que yo vos lo pague por mi e por mis bienes con mas la pena que de yuso sera contenida Et en esta manera sobredha e con estas condiçiones otorgo e pro- 23 FRANCISCO NICULOSO PISANO meto e me obligo de tener e guardar e cumplir todo cuanto en es- ta carta dise e cada vna cosa dello segund dho es e de no yr ni venyr contra ello e de no vos quitar los dhos azulejos e alizares por mas ni por menos ni por tanto que otro me de ni prometa..!.. (Siguen las fórmulas del derecho acostumbradas). Fecha la carta en seuilla en el ohcio de la escríbanla publica de mi manuel sygu- ra escrivano publico de seuilla ques en la plaça de sant francisco sabado trece dias del mes de nouiembre año del nascimiento de ntro salvador ihu xpo de mil e quinientos e diez e ocho años e lo firmaron de sus nombres testigos que fueron presentes a lo que dho es goncalo de salinas e juan lopez escribanos de seuilla va entre renglones o diz me vala e va testado entre partes pase por testado e no le enpesa==juan lopez escribano de seuilla=rLibrica niculoso pisano=riibrica=francisco de soto=rubrica=gonzalo de salinas escribano de seuilla=riibrica. (i) Por la descripción que se hace en este documento de los cua- tro dibujos que habían de emplearse en la partida de los ó.ooo azulejos, cualquiera que esté familiarizado con los diversos ador- nos, que entonces y aún después se emplearon por los viejos ce- ramistas trianeros que labraron azulejos de cuenca; sin hacer es- fuerzo alguno de imaginación, bastarán las palabras empleadas para hacerse cargo de los dibujos á que Niculoso se refería, los cuales por cierto eran muy corrientes Creemos, pués, que el maes- tro italiano labraría en sus talleres, lo mismo los de aquel género que los policromos planos. Nótese también que en el contrato no se dice que los azulejos fuesen á la italiana ó de los de Pisa, por lo cual bien puede creerse que aquellos pertenecían al procedimiento (i) Lib. V del año 1518. of. 4. Arch. gral. de protocols. FFRANClSCO NICÜLOSO PISÁNO que hoy llamamos de cuenca. En apoyo de esta opinión remiti- mos al lector á la página 158 de esta monografía en que se in- serta el contrato de venta de azulejos de Fernán Martinez Gui- jarro y su hijo, con maestre Olivar, por la obra de azulejos delabo- res que les compró aquél, esto es, labrados, no pintados. Por tanto si los azulejos para Coimbra eran del género de los prime- ros tenemos ya averiguado el nombre con que los distinguieron. En los años de 1514, 15, 17, 18, 19 y 20, aparece citado como padrino de bautismo en diversas partidas. En la primera á 15 de Enero lo fué de una hija de Pedro Sánchez. En la segunda á 24 de Junio, de dos gemelos, que se llama- ron Juanes, hijos de una gitana. En la tercera (viernes 21 de Septiembre de 15 15) de Lsabel, su esclava. En la cuarta, en 26 de Diciembre, de Francisca echada a la puerta de layglesia. En la quinta, á 23 de Febrero, fué padrino de otra su esclava llamada Francisca. En la sexta, á 8 de Julio de 1519, de Juana, hija de otro su esclavo, y en la séptima, fecha a 15 de Enero de 15 20, de Catalina, hija de Pedro Fernández; en 22 de Febrero, de P'elipa, esclava de Francisco López y en 15 de Abril, su mujer Elena del Villar lo fué de una esclavilla llamada Juana, (i) Dejamos de transcribir otras partidas porque tenemos dudas de si el Niculoso ó el Pisano que en ellas se lee es el mismo artífice italiano, y las mismas nos asaltan respecto á un Niculoso ¿Sorcon? cuyo nombre vemos en otra de 8 de Octubre de 15 21. El domingo 7 de Abril del año último citado, fué bautizado Diego, hijo de una esclava de la de Villar (¿la mujer de Niculoso?) y en 9 de Julio del mismo año encontramos á un Niculoso apadrinando al niño Bartolomé, hijo de Bartolomé López. Fi- (í) Entre las partidas de bautismo de 1520 hoy una de lunes 8 de Julio que nos ha llamado la atención pues dice que en dicho día «Fue bautizada mayor, fija de juan pisano y de su muger lygytima fueron padrinos hernan suares etc.» Fol. 248 V. ¿Sería éste pariente ds Niculoso ó de la familia del apellido Pisano? FRANCISCO NICULOSO PISANO nalmente, en 5 de Febrero de 1522, im Niciiloso fué también pa- drino de Rodrigo, hijo de Rodrigalvares. Ahora bien; ¿El Niculoso de estas dos últimas partidas será el Pisano ó el apellidado Sorcon? Fundándonos en los documentos que vamos á extractar, d"e- ducirenios ahora de ellos el sitio en que tuvo sus casas en Triana, y también, aproximadamente, la fecha de su muerte. Al describir los linderos de la casa sobre que sostenían liti- gio Catalina García, viuda de Francisco Rueda, platero, y Francisco de Herrera, ollero, sita en la calle de Santa Ana del mencionado arrabal; en el escrito de demanda presentado por la referida Ca- talina, su fecha 3 de Diciembre de 1529, leémos lo siguiente: «Muy noble señor Catalina garda etc. veso las manos de v. m. y digo que ansí es que yo fui casada con el dicho mi marido... y al tiem- po que con él me case le dio al susodicho leonor rodríguez mi madre que es en gloria en dote e casamiento conmigo vnas casas que son en la dicha collación de triana que son en la calle ancha de santa ana de la vna parte casas de pisano que dios ayc.... etc. (i) Cierto, que puede ocurrir la duda al leer aquí pisano^ si este seria Niculoso, más por lo avanzado de la fecha, por la calle que se menciona, y por tratarse de olleros^ conceptuamos que á éi se refiere el documento. He aquí ahora el extracto de escritura de reconocimiento de Un tributo de sus casas, que otorgó Elena del Villar, en que consta ya su viudez. (2) «Sepan quantos esta carta vieren como yo Elena del Villar mujer de niculoso francisco difunto que dios aya vezina que so de triana guarda e collación de seuilla otorgo e conosco a vos el hos- pital e cofradía de sant justo e pastor que se dise el hospital de (1) Colee, de documentos del autor. (2) Parece que vivía en 1551, pués en una escritura de arrendamiento de ca- sas en Triana que hizo Martin de Viena á Maria Hurtado, sitas «en la acera del río,» se dice que lindaban con las de Elena del Villar. 4 de Julio del dicho año. Leg. I del mismo año. of. 4. Arch, gral de protocols. En otra escritura del mismo año, consta que Inés del Villar, beata de Triana arrendó casas en dicho arrabal á Juan de Sala- manca (5 Julio). ¿Parienta ó hija de Elena? FRANCISCO NICULOSO RISANG l8l los ciegos etc.... e a vos asensio martinez ciego prioste e cofrade del dicho hospital e cofradía qiiestades presente en su nombre que por quanto el dicho niculoso francisco mi marido e yo compramos de Cristobal gutierrez marinero que dios aya vezino de la dicha triana unas casas con sus palacios e corrales que yo tengo en la dicha triana en la calle de santa ana... con cargo de looo mrs.... e dos pares de gallinas que se an de recebir de tributo e censo en cada vn año para siempre jamas que se pagan a vos el dicho hos- pital... i6 de Julio 1529.» (i) Desde luego puede afirmarse que las casas á que se alude en este documento, eran las mismas de su morada en la calle de Santa Ana, inclinándonos á creer que debió morir á principios de 1529, pués según entonces se acostumbraba, otorgábanse las es- crituras de reconocimiento de tributos poco tiempo después de la muerte de los primeros interesados. Por último enumeraremos las obras artísticas que de él nos quedan, mencionando también las que han desaparecido, para terminar estos incompletos apuntes biográficos. 1503.—Sepulcro de Iñigo López en Santa Ana de Triana. 1504.—Portada de la iglesia del monasterio de Santa Páula. Idem.—Cuadro de azulejos con la imagen de aquella Santa que existió sobre la puerta del dicho monasterio. Idem. — Retablo de la Visitación de la Virgen á Santa Isabel en este Alcázar. Idem.—Retablo con asuntos de la vida de la Virgen, la San- tísima Trinidad y los dos San Juanes que existió en dicho Palacio. 1506.—Azulejos para decorar la silla del Arzobispo en la Catedral; (no existen.) 1511. — Idem id. con destino al primitivo cimborio déla Santa Iglesia, que han desaparecido. Idem.—Id. del palacio de los Condes de Real en Valencia. 1518.—Retablo de la iglesia de Tentudía en la Calera de León. (í) Leg. de dicho año. of. 4. Arch. gral. de protocolos. Véase la primera es- critura de reconocimiento del mismo tributo Mayo 1508, págs. 170 y 71. 1§2 l'RANCÍSCO ÑICÚLOSO PISANÔ • Idem.—Azulejos para el convento de San Pablo. (No existen). 1526.—Fragmentos de decoración mural que actualmente sirven de solería en la iglesia mayor de Flores de Avila. (Véase capítulo X.) (Sin fechas).—Cuadro con la Visitación déla Virgen á Santa Isabelj propiedad que fué de los Reyes de Portugal y que se con- serva actualmente en el Museo de Amsterdam. (Véase cap. X.) Idem.— Azulejo con la imágen de San Mateo y fragmento de otro con la de San Juan Bautista que posee la Excma. Sra. Mar- quesa viuda de Pickman. Figura 41. Azulejo de cuenca cuyo dibujo está tomado de telas del siglo XV-XVI. Colee, del autor. SI TiHliiirnini'iniiiiiiiiiilnii^nmrmT TmnimninmiiiiitiiiniHiiiMiPinii fim = 1 í* L á \ uS* CAPÍTULO VIII SUMARIO EL RENACIMIENTO EN SEVILLA.—EL ESTILO PLATERESCO.—EX- TRAORDINARIO AUGE QUE ALCANZARON EN ESTA CIUDAD LAS INDUSTRIAS ARTÍSTICAS y ESPECIALMENTE LA CERÁMICA.—DEL CORTE DE LOS AZULE- JOS EN LAS OBRAS DE ALBAÑILERÍA, SEGÚN LAS ORDENANZAS DE SEVILLA. —PROPÁGASE EL GUSTO PJR LOS LLAMADOS HOY DE CUENCA.—UNA MUESTRA DE AZULEJERÍA PLATERE.SCA DE CUERDA SECA.—NUEVO PROCEDIMIENTO INTRODUCIDO POR FRANCISCO NICULOSO.—LOS AZULEJOS DE PISANO.—EXÁ- MEN DE LAS OBRAS QUE EXISTEN DE AQUEL MAESTRO Y NOTICIA DESCRIP- TIYA DE LAS QUE HAN DESAPARECIDO.—APLICACIÓN DEL VIDRÍO Á LA ESCULTURA. A evolución que en el mundo de las ideas comenzó á obrarse en Italia en los últimos años del siglo XIII, pre- cursora del radical cambio que ha- bía de experimentar el espíritu en plazo no lejano, dejóse sentir en nuestra pàtria cerca de dos siglos — ■ ■ después. Las circunstancias en que f T T ^ la Península española se encontraba en los días en que el Dante y Arnolfo de Lapo, el Giotto y Ci- mabue, Taddeo Gadddi y Orcagna* empezaban á difundir los res- plandores de su genio por las principales ciudades de la Toscana y de la Lombardía, no eran ciertamente favorables para que lie- 184 ËL RENACIMIENTO EN SEVILLA gasen hasta nosotros, cuando la monarquía castellana hallábase empeñada en sangrientas luchas, no sólo con los enemigos de nuestra fé, sino con la turbulenta nobleza, que en más de una ocasión hizo vacilar el trono, falto de prestigio y de autoridad. Poco tiempo después, Brunelleschi y Ammannatti y posteriormente León Bautista Alberti, Pedro Lombardo, Bramante y Miguel Angel restauraban por completo el viejo clasicismo, el cual, apa- recia enriquecido y ataviado con toda la soberana pompa que les prestaron aquellos ingenios soberanos, secundados por los singu- lares talentos de Donatello, Mino da Fiesole, Lucca della Robbia, Andrea Solari, Sansovino y Estephano da Sesto en la escultura y Borgognone y Carpaccio, Bellini } Crivelli, Gio y Antonio da Murano y el delicadísimo Benozzo Gozzoli, en la pintura, los cuales, juntamente con otros maestros que en número infinito á la sazón florecían, enriquecieron con sus portentosas obras, los templos y los palacios, difundiendo el gusto y la cultura por todas las comarcas de Europa. Por éstos tiempos algunos artistas italianos habían venido á España mereciendo honrosas distinciones de nuestros monarcas. En 1381 Gerardo Stamina era recibido por Don Juan I y á con- secuencia de su estancia en España, cuando pintó en la iglesia del Carmen de Florencia la historia de San Jerónimo, vistió á sus personajes con los trajes usados por los españoles en aquellos días. Porteriormente, otro artista italiano, Bello, fué muy agasa- jado por Don Juan II y cuando murió en 1421, siendo pintor del rey, éste honró su memoria erigiéndole una tumba, en cuyo frente hizo esculpir laudatoria inscripción. Dícese que los mercaderes florentinos establecidos en el ex- tranjero habían recibido el encargo de enviar á su patria los más hábiles artistas de todas partes; y así vemos, que D. Bartolomeo Abad de San Clemente, pintor y miniaturista de Arezzo, fué ayu- dado por un español al pintar el gran cuadro que representaba á la Virgen suspendida en el aire encima del pueblo de Arezzo. Vasari habla de los envíos que se hicieron al rey de España de obras de Lucca della Robbia, y consta que Antonio Pallauolo EL RENACIMIENTO EN SÉVILLA ejecutó para nuestra patria en 1480 un gràn bajorelieve en bronce representando un combate de hombres desnudos. Muchos ejemplos más podrían citarse que acreditan que no era desconocido en España el florecimiento artístico de Italia, y si antes no experimentamos su influencia de una manera más eficaz y franca, fué por las especiales circunstancias que nos rodeaban. Precursores del renacimiento en Sevilla fueron en cuanto á la escultura, los maestros Jorge y Juan Alemán, Gómez de Horozco y Pedro Trillo, Micer Domenico, Miguel Florentin y el famoso Pedro Torrijiano, y en cuanto ála pintura Alejo Fernández, Pedro Fernández de Guadalupe, Cristóbal de Morales, Juan de Zamora con tantos otros más, naturales como extranjeros, de algunos de los cuales, queda sólo la memoria de su existencia. Fn las obras pictóricas, especialmente, de los citados Alejo, Pedro Fernández y Cristóbal de Morales, nótase el paso del viejo al nuevo estilo, y aun cuando los vemos aún apegados al primero, ofrecen ya rasgos inequívocos de haber sentido las influencias italianas. Convienen los críticos de Bellas Artes, en que hemos dado en España el nombre de plateresco al estilo del primer periodo del renacimiento, por que nuestros orfebres, fueron los primeros que lo aplicaron á la decoración de las diversas piezas de su arte; con- cepto que es admisible, pués, son innumerables los objetos que se conservan en nuestros templos, en los cuales, se advierten los caracteres de la transisión del gótico florido al renacimiento; as como, en otros, vemos de qué manera se iban acentuando las influencias italianas, hasta el punto de dar al olvido los re- cuerdos y tradiciones del gusto antiguo. Fn objetos litúrgicos como cálices, custodias, relicarios, arquetas, etc., fabricados en los albores del siglo XVI manifiéstase la peregrina comibinación de los dos estilos, con una fantasía y gusto admirables, siendo muy de notar, que á primera vista y en conjunto, parecen obras del estilo ojival florido, y al fijarnos luego en los pormenores, apre- ciamos, sin género alguno de duda, que aquellos corresponden al plateresco. Conviene ahora hacer notar, que los nuevos caracteres que se revelaban en las obras de platería, no fueron patrimonio exclu- 24 i86 EL EENACIMIENTO EN SEVILLA sivo de los maestros y oficiales orfebres; sino que se hicieron ex- tensivos á todas las producciones artístico-industriales, que alean- zaron sorprendente áuge en nuestra ciudad, combinándolos con os recuerdos, tan arraigados todavía, del arte sarraceno. Difícil es formar juicio exacto del extraordinario florecimiento que alcanzaron en Sevilla las industrias artísticas, al cual solo po- demos aproximarnos, examinando los documentos de nuestros archivos, en los cuales se halla oculta todavía la verdadera histo- ría artística y literaria de nuestra ciudad; pero, bastará considerar que en las calles y plazas más principales hallábanse establecidos los gremios de armeros, cuchilleros, guadamecileros, espaderos, colcheros, alfombreros, arcabuceros, plateros, joyeros, horadado- res de perlas y aljófar, esmaltadores, bordadores, entalladores, latoneros, correeros, etc., y algunos, como, por ejemplo, los teje- dores de sedas y terciopelos, casi ocupaban barrios enteros. I,as costumbres suntuarias de aquella época contribuían al desarrollo y perfeccionamiento del ingenio de tantos artífices; y la emulación de los prelados y de los magnates, como de todos los ciudadanos que poseían grandes y aún medianas fortunas, mani- festábase claramente en las expléndidas fundaciones de memorias piadosas, en la erección de capillas, retablos y sepulcros, en cuyas fábricas invertían sumas cuantiosísimas. Flamencos, alemanes é italianos, componían, por lo menos, la tercera parte del populoso vecindario de esta ciudad, los cuales contribuían con sus obras al esplendor de los monumentos y á la extraordinaria producción de objetos artístico-industriales, junta- . mente con los muchos artífices de filiación musulmana, que todavía continuaban viviendo entre nosotros, si bien llamándose Juan Fernández, Pedro de Toledo, etc. (i)bajo cuyo disfraz castellano ocultaban su verdadero origen. (i) Podríamos citar infinitos ejemplos de esta aseveración á la cual añadiré- mos, que al convertirse, los más, aparentemente á la religión cristiana, tomaban lo mismo apellidos vulgares como ilustres. En 6 de Abril de 1505 fué bautizada en Santa Ana de Triana «ynes fija de Juan de guzman e leonor de guzman moros torna- dizos cristianos nuevos etc.» Lib. I de bautismos de dicha parroquia. Al leer estos apellidos no es fácil calcular que se trataba de moriscos. EL RENACIMIENTO EN SEVILLA 187 De aquí que con tales elementos, de tan diversas proceden- cías, el arte sevillano de fines del siglo XV y de los comienzos del XVI ofrece un carácter propio, como á primera vista confirman las obras que entonces se efectuaron. Vemos en las religiosas, dominantes aún las tradiciones del estilo ojival florido y mudejar; como ocurre con la capilla del Seminario, con las iglesias de Santa Paula y San Isidoro del Campo, en la nave labrada por D. Juan Alonso Pérez de Guzmán, mientras que en las casas y palacios que se edificaron ya en los albores del siglo XVI ó veinte años des- pués, hallamos en íntimo consorcio unidos los elementos plateres- eos con los mudejares, según ocurre en la de los Duques de Alba y de Medinaceli, en las de los Marqueses de Ayamonte y de la Algaba y en la de los Pinelos. Con respecto á la aplicación de la azulejería á las construe- dones, véase lo dispuesto en las Ordenanzas de Sevilla, que mar- carón reglas á los alarifes, acerca del corte de los azulejos y á las formas diversas como debían ser empleados. «Otrosí; ordenamos y mandamos que el dicho maestro sepa edificar una casa real con salas y quadras y quartos y salas y pa- tios y camaras y recamaras y todos los miembros que perteneçen para casa de Rey y Principe o gran Señor y sepa facer sus venta- nas con sus asientos acordados y ventanas de tajón de diversas maneras y sepa solar de azulejo pilas y albedenes y çalçeros. * «Otrosí: ordenamos y mandamos que el dicho maestro sepa labrar sus portadas de jesseria de diuersas maneras assi de romano como de lazo de talla enleñado con chapinetes y almariuates y aturique y todas las molduras que conuiene y sepa asentar sus mármoles y labrar sobrellos todos los arcos que convengan y sepa solar de solería y sepan facer pretiles de claraboya y de xemesies asi cortadas de junto como de entrejunto como para encalados y sepa facer desuanes encanamentos e galones e xarnasas e qui- fradaxas de diuersas maneras. » Otrosí: ordenamos y mandamos que dicho maestro sepa traçar e cortar e assentar los lazos siguientes assi de ladrillo como de azulejo: vn seys e vn ocho e vn diez e vn doze: vn diez e seys: vn diez e siete e vn veynte: vn treynta e dos: e vna hoja de hi- DEL CORTE DE LOS AZULEJOS güera e vna çanca de araña e otros lazos de diuersas manetas assi en cuerda como en modança: y sepan conçertar e fraguar e matizar de los colores que conuengan segun cada lazo de los so- bredichos y de los otros fuera destos: y sepa sacar formas e carta- bones y los sepa atar segun perteneçe a cada lazo: y sepa sacar todas las formas que pertenesçen a la solería e al azulejo susodi- cho e a todas las otras plantas de obras de suso nombradas.» (i) Dedúcese de las anteriores disposiciones el empleo que se daba á los azulejos para adornar los palacios y casas sevillanas en el siglo XVI. Refiriéndose á los primeros dijo un ilustre viajero que no los había viüo mejores ni más bellos e7i toda España. (2) Qtro asienta las siguientes frases: cDigo que Sevilla, ciudad muy grande, muy noble, muy abundante de todas cosas y si no me engaño la más apacible para quien tiene en ella de comer que ninguna otra de España Tiene casas muchas é insignes, tiene muy hermosos palacios reales, muy grandes y muy hermosos.... Es muy rica por los tratos que tiene por mar y por tierra, es muy adornada de oficios mecánicos y artes liberales.... Muchas otras cosas tiene esta ciudad que sería largo de contar; por donde parece ser verdad lo que comunmente se suele decir: « que Dios á los hombres que mucho quiere en Se- villa les dá de comer.» (3) Algunas más citas" podríamos aducir en confirmación de estas alabanzas, pero tenemos que omitirlas para continuar nues- tra narración. Basta solo fijarse en el profuso empleo que en los templos, palacios y casas se hizo de los azulejos en sus distintos géneros y clases, así como las múltiples aplicaciones que tuvieron; para apreciar el extraordinario desenvolvimiento que necesariamente hubo de alcanzar la industria cerámica en el siglo XVI, pués sin haber contado con muchos é importantes centros productores, no (1) Ordenanzas de Sevilla de 1527. Fol. 151. (2) Guicciardini, pág. 265. (3) Navajero, Carta IV dirigida á Juan Bautista Ramusco.— Colección de libros de antaño, pág. 391. AZULEJOS EMPLEADOS EN EL SIGLO XVI 189 hubiese sido posible satisfacer las excesivas exigencias de lademan- da, y esto sin considerar las grandes cantidades de azulejos que se exportaban á los reinos extranjeros. Así, no puede extrañar el dato que nos ministra el maestro F'rancisco de Medina cuando habla de la loza de Triana y dice: que en dicho arrabal «había cuasi cincuen- ta casas donde se hace y de donde se lleva para muchas partes, » añadiendo luego: «ansí mesmo se hace azulejo muy polido de munchas diferencias labores y colores y asimismo muy hermosos bultos de hombres. De este azulejo se labra mucha cantidad que se lleva á muchas partes. » (i) ¿De qué clases, preguntamos ahora, fueron los azulejos que en estos tiempos se emplearon en la decoración de los edificios sevillanos? Del exámen, que hace años, hemos venido verificando de ellos, podemos asegurar que indistintamente encontramos usa- dos los de mosáico, cuerda, seca, de cuenca, bien polícromos ó dorados, y de pisano. Los primeros invirtiéronse parcamente en las solerías y enjutas de arcos: los segundos en zócalos y en olam- brillas de pavimentos; y en cuanto á los terceros, fuerza es que nos detengamos, siquierá sea brevemente, en algunas conside- raciones. Hemos dicho ya en el capítulo líl que, en nuestro concepto, el sistema llamado hasta ahora de cuenca, comenzóse á emplear en los albores del siglo XVI propagándose de tal suerte, que sus azu- lejos juntamente con los de pisano, fueron los dos géneros más usa- dos en los monumentos y viviendas sevillanas, á partir de la fecha citada. Fabricáronse entonces, de dos clases, los llamados de la- drillo por tabla^ para las techumbres, y las losetas cuadradas pa- ra los zócalos, revestimientos de fuentes y estanques, asientos de jardines, etc. Cada dos ladrillos por tabla componen un dibujo completo, como círculos, estrellas de lacerías, octógonos y otras figuras inspiradas en los recuerdos sarracenos, ó en las enseñan- zas del renacimiento. Habíalos también con animales, como gru- lias, y lagartos en actitud de trepar por un tronco; con racimos (1) Grandezas y cosas memorables de España^—Sevilla.—Domenico de Ro- bertis 1549. AZULEJOS DE CUENCA de uvas, jarras con flores y otros caprichosos motivos; sin que faltasen los que contenían repetidos escudos de particulares ó de corporaciones. Fig. 42 Fig. 43 Azulejo de cuenca y de relieve Azulejo de cuenca y de relieve Colee, del autor Colee, del autor Raros pueden considerarse algunos ejemplares de ladrillo por tabla en que se ven unidos los procedimientos de cuenca y de relieve, según manifiestan las adjuntas figuras núms. 42 y 43. En el centro del primero se ve una cabeza en bajorelieve á la ma- ñera romana, y en el del segundo, puede observarse que la panza del vaso está bastante abultada mientras que todos los demás adornos se ven rehundidos, esto es, formando ligerísima cuenca. En las losetas, empleáronse muchos de los dibujos que ve- mos en los otros, con excepción de las representaciones de ani- males, uvas, etc., cuyas formas no se prestaban bien á ser des- piezadas en cuatro losetas, con las cuales tenían que completar un dibujo. En ellas imitáronse también ricas estofas, como pue- HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS AZULEJOS DE "CUENCA,, DEL SIGLO XVI. (ESTILOS MORISCO. GÓTICO Y RENACIMIENTO) Es propiedad. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS FIG I. FIG. II. Es propiedad. Fotog. Intp.-"GRAEHOS"Sevilla FIG. I.— AZULEJOS DE "OUENCA" DE LADEILLOS POR TABLA APLICADOS k TECHUMBRES. SIGLO XVI, FIG. n.—ID. ID. ID. COLECCION OSMA AZULEJOS DE CUENCA 191 de verse en los zócalos de la iglesia de Santa Páula, cuyo dibujo recuerda los que se usaban por los pintores de aquélla época en los brillantes fondos de sus tablas, imitando ricos brocados, según puede juzgarse por la figura 41, que va al final del capítulo an- terior. En los azulejos sevillanos fabricados por el procedimiento á que nos venimos refiriendo, no se encuentran con la frecuencia que en los de Toledo, cabezas y bustos humanos, antes por el contrarío, citamos como raro ejemplar, una loseta del tamaño de dos ladrillos por tabla que poseímos y que actualmente figura en la rica colección del Sr. Osma. Hallóse, no ha muchos años, en el casetón central de un techo de viguería, todo él compuesto por azulejos dorados, en la casa de la calle del Rosario núm. 12 (véase la lámina adjunta), y como ejemplar único en su clase lo ofrece- mos á los curiosos. También se labraron por el mismo procedimiento losetas cuadradas de o'7 á o'8 conteniendo escudos nobiliarios, que se colocaban, por lo general, en los centros de los tableros de zócalos, y otras veces, como remate ó crestería. La figura núm. 44 es re- producción de una de aque- lias, y procede del excolegio mayor de Santo Tomás, fun- dado por el arzobispo don Diego Deza. El Sr. Conde de Valeneia de D. Juan po- see varios ejemplares de es* Fig. 44 cudos de cuenca, del tamaño Escudo del Arzobispo Don Diego Deza de dos ladrillos por tabla, que solamente este con- Colee, del autor por concepto son raros ejempla- res y de gran estimación entre los aficionados. Continuaron empleándose también con gran profusión, las pequeñas losetas llamadas olambrillas, que se combinaban como 192 AZULEJOS m CUENCA ya dejamos dicho, con los pavimentos de ladrillo; decorándolas con los más caprichosos motivos de la fáiina y de la flora, empre- sas heráldicas, figuras geomé- tricas, flores y rosetones y otros mil curiosos pormenores, de los cuales puede formarse idea por el adjunto fotograbado. Empleadas las olambrillas, como dejamos dicho, en los pa- vimentos de patios, galerías al- tas y bajas, cámaras y salones contribuían eficazmente á pro- ducir un aspecto risueño y ca- racterístico de las mansiones sevillanas, harmonizando con los azulejos de zócalos y te- 4S chumbres, y produciendo un Dibujos empleados en olambrillas Museo conjunto muy peregrino. Municipal Antes de pasar adelante, debemos de mencionar otra clase de ornatos que se aplicaron á los pavimentos en la misma época de que venimos tratando, la cual consistía en combinar los ladri- líos con cintas de azulejos de colores, formando grandes lacerías de gusto sarraceno, en cuyo género todavía alcanzamos siendo niño, la decoración del pavimento de la casa ducal de Alba, cu- yo fotograbado (fig. 46), acompañamos; copia de un dibujo que dejó hecho nuestro buen amigo el reputado arquitecto y arqueólogo. Sr. D. Demetrio de los Ríos. Asimismo labráronse solerías todas de azulejos combinados con tiras ó listones de la mitad de un la- drillo por tabla, de diferentes colores, verdes, melados, blancos, etc. (véasela fig. 4 de la lámina que va en la pág. 193) ó bien con solo dos, blancos y azules ó melados y verdes, según puede ver- se por algunos restos que permanecen en salones bajos de nues- tro Alcázar. También los emplearon en otras caprichosas formas según demuestra la figura tercera de dicha lámina, dibujo tomado de un trozo de solería de la casa núm. 12 de la calle de la Carne que donó al Museo Municipal el Sr. D. José Morón y Cansino. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS FIG. III. FIG. IV. FIG. Y. Es propiedad. Fotog. Imp.-" GRAPHOS"Sevilla FIG. I, II Y Y. COMBINACIONES DE LADRILLO Y OLAMBRILLA PARA SOLEEÍAS FIG. Ill Y lY DE AZULEJOS POLÍCROMOS PARA LAS MISMAS. SIGLOS XY-XYIII SOLERÍAS DE AZULEJOS >93 Las cintas transversales fueron blancas, las estrellas verdes y ne- gras las olambrillas del fondo. f - Figura 46 Solería primitiva del patio de la casa palacio de los Duques de Alba. Además de las aplicaciones, que según dejamos dicho, tuvie- ron los azulejos de cuenca en el siglo XVI, podemos mencionar otras, como son los adornos que nos ofrece la torre de la iglesia de San Felipe de Carmona; los de la hermosa claraboya de la ex-igle- sia de la Cartuja de Sevilla; los del frontal del retablo mayor del 25 194 AZULEJOS PLATERESCOS DE CUERDA SECA santuario de Tentudía y los de la iglesia de Santa Páiila de nues- tra ciudad, con otros ejemplos más que acreditan el gusto que tuvieron los sevillanos y la predilección con que miraron tan her- mosas manifestaciones cerámicas. Finalmente, no faltan ejemplos de haber sido decorados con azulejos de cuenca, los muros exteriores de algunas casas, como puede juzgarse por la adjunta lámina, de una que aún existe en la ciudad de Carmona, en la plaza de la Constitución, la cual nos pa- rece que no sería la única adornada de la misma manera entre las que se edificaron en el siglo XVI. De un raro ejemplar vamos á dar noticia, de cuyo exámen dedúcese que á los dibujos platerescos aplicóse también la anti- gua técnica de cuerda seca. Trátase de cuatro losetas cuadradas que miden cada una o'i 8, y en las cuales sobre fondo azul cobalto, vemos en todas ellas, sendas cornucopias de color blanco perfila- Figura 4J Azulejos platerescos de cuerda seca procedente de la casa de los Condes de Gelves. das con manganeso; y juntamente róleos y tallos que formaron parte de una completa decoración de estilo plateresco. En estos cuatro azulejos hay solamente algunas hojas tocadas con melado. Una estrecha guardilla vidriada de color celeste, circunscribió to- do el tablero, y en ella resalta un sencillo contarlo con perlas me- ladas, que van alternando con tulipanes cerrados, de color verde. El fondo de todas es muy fino, y la suavidad y delicadeza de los colores produce un efecto artístico que revela una perfección no- table en el procedimiento. Si formaron parte de un alicatado, se- gún creemos, el conjunto que aquel hubo de ofrecer acreditó se- guramenteelbuen gusto de los artífices que lo fabricaron. Proceden I ÉI Hnítií I il·l^ Es propiedad, GRAPHOS" Sevilla CASA DEL SIGLO XVI DECORADA CON AZULEJOS SEVILLANOS DE CUENCA EXISTENTE EN LA PLAZA DE LA CONSTITUOION DE CABMONA INFLUENCIA DE FRANCISCÛ NICULOSO T95 de la casa de los Condes de Gelves, hoy Hotel de Madrid, en la calle Méndez Núñez, y fueron cedidos por nosotros al Museo ar- queológico municipal. Contribuyó eficacísimamente á facilitar el gran desenvolví- miento de la cerámica sevillana en los albores del siglo XVI, la estancia en esta ciudad de Francisco Niculoso, al cual debióse el conocimiento de un nuevo género de fabricación, á que venimos llamando de pisano por las razones que quedan expuestas, el cual no tardó mucho en propagarse por su singular belleza decorati- va. Fué pués, el referido artífice, fundador de una nueva escuela, en la que figuraron después de él otros peritísimos maestros, y tenemos por cierto, que cuando en las demás ricas ciudades de España fué conocido el procedimiento á que nos referimos, alean- zaron mayor renombre las obras de los olleros de Triana, según más adelante quedará demostrado fundándonos en datos irrefra- gables. No debió ser desconocida para Niculoso la circunstancia de que el arrabal de Triana, era un gran centro de fabricación cerá- mica desde mucho tiempo hacía; así cómo que en sus alfares em- pleábanse muy hermosos vidrios y contando con tan valiosos ele- mentos, y conocedor de las singulares obras de cerámica vidriada que muy especialmente en Florencia producíanse en los talleres de los della Robbia, estimulado además por las nuevas que has- ta él llegaran del gran florecimiento artístico-industrial de nuestra ciudad, compréndese fácilmente que la hubiese escogido para su asiento y de su fabricación, que no tardó mucho en ser apreciada y conocida, hasta el punto, de que unida á ella quedó el recuerdo de su pàtria, pués desde sus días, distinguiéronse sus azulejos pin- tados según su estilo, con el calificativo písanos. Lástima es que hasta ahora no nos sea posible fijar el año de su llegada á Sevilla, porque contando con él y con los de sus prime- ras obras, veríamos el tiempo que tardó en fundar su crédito y en hacerse digno de que ya por los mismos Reyes, ya por el Cabildo Eclesiástico y corporaciones religiosas, ya por los magnates se le dispensara eficaz protección encargándole obras de reconocida importancia. ÎQÔ INFLÜEÑCIA DE^FRAÑCISCÜ NICÜLOSO El exámen de la composición decorativa de la bellísima por- tada de Santa Páula, delata al primer golpe de vista, á un artífice inspirado en la Escuela florentina, y es de notar el gran sentimien- to estético que demostró en esta obra el maestro Niculoso, em- pleando en ella tan sólo ladrillos blancos y rojos, y barros vidria- dos con los colores de que podía disponer. El nuevo procedimien- to iniciado por él, era mucho más artístico que los hasta entonces conocidos, porque los adornos de los antiguos limitábanse, como ya sabemos, á combinaciones de líneas geométricas, á repetidos di- bujos de hojas y tracerías más ó menos caprichosas; mientras que en los de pisano resaltaban sobre fondos amarillos ó blancos asuntos de todo género y composiciones configuras humanas y de animales, tallos, frutas y flores, cartelas y cornucopias, trofeos mi- litares y otras fantasías perfiladas con azul ó morado, y modela- das al claroscuro; para todo lo cual, disponía el pintor ceramista de grandes superficies en que desenvolver sus asuntos; los cuales lo mismo podían ser aplicados á zócalos que á retablos, á una ar- chivolta como á un sepulcro. Otras veces, en vez de pintar dichos motivos sobre losetas esmaltadas de amarillo, preparaban los fondos de blanco, empleando entonces, además de los varios colo- res, verde tinta, melado, azul, blanco, negro y los amarillos claros y obscuros, introducidos por el mismo Niculoso; otros nuevos co- mo el violeta y el rosa, producto de combinaciones ó mezclas de los anteriores, según se vé en el retablo del Alcázar. El lector juz- gará, en vista de lo dicho, la aceptación que este nuevo género de azulejería debió alcanzar en Sevilla, en una época de grandezas, en la cual proiiiovíanse importantes obras á consecuencia de la noble emulación que animaba á los poderosos. De este género de pintura trató ya el erudito Palomino en los siguientes términos: «La segunda especie de la pintura encáus- tica es la figulina, (i) Esta pinta con colores metálicos, sobre va- (i) De figuliftum o figliniim. Toda especie de vasija de barro, olla, cazuela, etc. Hodie plumbagine pingimtur aut ve7ia plumhi cinerei nota. Schefer. Cap. XVI. Agrippe qtti figidinum opus encausto phixerit. Plin. 36, cap. 26. OËRAS t>E ERANCÎSCO NICULÔSO Î97 sijas de barro, perfeccionándolas con el fuego, estos son los alfa- reros de vidriado blanco fino, de cuya especie vemos cosas excelentes de la China y Génova y en España de Talavera y Se- villa en las vasijas de barro (i) y los azulejos con historias enteras como se ve en el claustro de San Felipe el Real de esta corte, y en el de Nuestra Señora de la Merced y otros, y especialmente, en el reino de Valencia los fabrican excelentes. No ha faltado, quien néciamente atribuye á Rafael de Urbino haber sido alfarero, apropiándole la pintura de algunos platos que se guardan con ese sobrescrito, que por ahora, no lo disputo, pero, lo cierto es, que no tuvo tales principios... que después no lo fuese consta del mis- mo, y de las obras maravillosas de pintura con que ha ilustrado el mundo con que no sé qué fundamento tenga este conocido agra- vio, sino es que algún pintor de los alfares lo executase por dibu- xos de Rafael, con lo cual, se dice ser suyo; estilo muy práctico en esta profesión denominar las cosas por el inventor y no por el executor: yo he visto los tales platos y fuentes y si la fe no lo per- suade la evidencia no lo convenzo; bien que la tradición tenga el fundamento referido que lo juzgo más verosímil... etc. (2) Vamos ahora á tratar de las obras que nos legó Francisco Niculoso, las cuales, harto persuaden de su pericia como artífice decorador y consumado maestro, en cuanto á la aplicación de los vidrios, que tal es el verdadero, concepto cómo debe ser conside- rado, á nuestro parecer, y según quedará probado al examinar y comparar sus obras. También nos proponemos dar cuenta, no sólo de las existentes, sino también de las que por desgracia han desaparecido. Sevilla se enorgullece contando en el número de sus más in- signes monumentos la portada del templo del monasterio de Santa Páula, que como toda la iglesia, fué construida á expensas de la Marquesa de Montemayor, mujer del condestable Don Juan de Portugal, egregia dama descendiente de las reales casas castella- na y portuguesa, fallecida en esta ciudad en sus casas de calle (1) Pictu istiusmodi forma quadrata parietis conclavium prccsertin circo, colum incrustare consueverunt. Schefer, cap. XVI. (2) Museo pictórico,^ Tora. I, fol. 44. OBRAS DE FRANCISCO NICÜLOSO Francos, á 29 de Mayo de 1529. Gastó Doña Isabel Enríqiiez en esta edificación, no sólo el valor de los objetos que constituían su recámara y el producto de sus joyas, sino, el sobrante de las ren- tas que le daban los Reyes Católicos, obteniendo con tales sacri- ficios el piadoso objeto que se había propuesto, y enriqueciendo de paso á Sevilla con una tan suntuosa como singular fábrica. Deteniéndonos ante la pequeña puerta que dá ingreso al compás, adornada con sencillas molduras y baquetones de ladrillo agramilado, y en el sitio mismo en que actualmente vemos un modernísimo cuadro de azulejos de fabricación valenciana; existió hasta los días de la revolución de Septiembre de 1868, una de las más interesantes obras de Francisco Niculoso, á la cuál no sirvió por cierto aquella cualidad para salvarse de los estragos que entonces sufrieron nuestros monumentos, porque fué destruí- da á balazos, en nombre del progreso. Afortunadamente, podemos ofrecer á los curiosos detallada descripción de esta página de la pintura cerámica, que no debemos por cierto, á los naturales, sino á los extranjeros. Hé aquí cómo se expresa, hablando de ella el Barón Davillier. «Encima de la puerta de ingreso de ojiva en forma reba-, jada... se vé rodeado de una ancha bordura de ladrillos de dos colores; un cuadro formado de azulejos que mide próximamente I '60 de ancho por 2 de altura. La Santa (Páula) nimbada y ves- tida de àmplia capa, está representada (de pie) teniendo un libro entre las manos, bajo un elegante pórtico, en el fondo del cual se elevan cuatro cipreses: á ambos lados se lee la inscripción Santa Páula: á sus pies vense en un escuson las armas de Portugal, las de España y las de la fundadora (entiéndase, edificadora.) A cada lado hállanse elegantes borduras, adornadas de trofeos, tan fre- cuentemente repetidos después sobre las lozas italianas, cómo cascos, escudos, corazas y otros instrumentos guerreros, atados entre sí por elegantes lazos de cintas. En el centro de cartuchos (tarjetas) á derecha é izquierda, se lee el año así figurado, 15.4. (Un punto reemplazando al cero.») (i) (i) Gazèttà desBôaîtx AtiSx Tom, Xlll. Año i8ó5,págs. 217 y sigtes. OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO 199 Esta breve descripción puede completarse con la que con- signa otro escritor, copiándola del ceramófilo Mr. Arosa, la cual, por sí sóla nos confundiría, pero, con la ya transcrita de Davillier, nos ilustrará muy especialmente, con respecto á los colores. «En el convento de Santa Páula, en la puerta de entrada, (ve- mos á esta Santa que figura estar) en una especie de patio, solado de azulejos violeta y blancos; los muros están guarnecidos de azu- lejos blancos con trazos azules. Vénse allí representados cuatro árboles verdes puntiagudos, semejantes á los de las cajas dejugue- tes de Nuremberg, y á la Santa Páula, encuadrada por dos colum- nas verdes que sostienen un arco de medio punto, cuyos pedesta- les son amarillos. El resto del cuadro que rodea el todo, está ador- nado de quimeras, tambores, estandartes romanos y cascos, y en obscuro, igualmente pintados, sobre fondo amarillo. » (i) Pasada esta primera puerta, á que nos hemos referido, y una vez que atravesamos el amplio espacio que se extiende de- lante del templo, ofrécesenos la bellísima portada, que ya hemos descrito en los siguientes términos: « Consta de un solo cuerpo, y aunque adosada al muro, nó- tase que es independiente de él. Está construida de ladrillo agra- milado, de corte tan regular y perfecto, que, manifiesta la singular habilidad de los albañiles de aquella época, entre los cuales se ha- bía conservado tan viva la tradición musulmana. Una serie de ar- eos ojivales concéntricos, sustentados por delgados baquetones la forman; y el espacio que comprende la archivolta exterior es no- tabilísimo. Sobre un fondo de azulejos que imita el tono del ladri- lio, vénse pintadas de azul y blanco con algunos toques de otros colores, bellísimas fantasías platerescas; quimeras y trofeos mi- litares, róleos, contarios, tarjetas, antílopes, mascarones, bucrá- neos y otros motivos característicos del estilo del renacimiento florentino. Sobre este fondo resaltan encerrados en guirnaldas circulares de gran relieve, compuestas de flores y frutas polícro- mas, siete medallones con figuras de santos y santas, exceptuando (i) Demmin. Guide de Vamateur de faïences, etc., pág. 280. 200 OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO el que se halla colocado en la clave que representa el Nacimiento de Cristo, cuyas figuras esmaltadas de blanco, destacan sobre fon- do azul cobalto, recordando este medallón, así como las referidas guirnaldas, el estilo del famoso artista italiano Lucca defia Robbia. Las fip-uras de los seis medallones restantes están vidriadas de va- o rios y brillantes colores. En los tres medallones de la izquierda, partiendo de abajo á arriba, vése en el primero á Santa Elena, en el segundo dos santos monges y en el tercero á San Pedro y á San Pablo: en los del opuesto lado, otro santo monge, San Cosme y San Damián y San Roque. Las enjutas que hay á uno y á otro lado de la archivolta, están revestidas de azulejos imitando trozos de paisaje, y sobre este fondo, y en los ángulos superiores, vénse á cada lado, ángeles que sostienen en sus manos sendos cuadros, en los cuales sobre fondo negro hállase repetido el monograma I. H. S. en caracteres góticos de adorno, esmaltados de oro, así como lo están también, los ángeles y las molduras de los cua- dros. Bajo cada uno de éstos hay un ángel de pié con las alas ex- tendidas, y un libro abierto en las manos, sostenidos por mén- sillas de barro con reflejos metálicos. Sencilla imposta termina superiormente esta fábrica, sobre la cual, se alza un pequeño an- tepecho revestido de azulejos de cuenca, y sobre éste levántase formando el coronamiento ó remate de la portada, una serie de elegantes flameros alternando con cabezas de querubines vidria- dos de blanco y en el centro una cruz de mármol del mismo co- lor. Ya en el tímpano, atrae las miradas el hermoso escudo, es- culpido en mármol blanco con gran relieve, contracuartelado de Castilla y León, Aragón y Sicilia, timbrado de corona real y águila nimbada, y á los lados otros dos pequeños pintados de azu- lejos con el yugo y flechas y los lemas tatO mota- El fondo sobre que aparecen estos tres blasones, ocupa todo el espacio del tímpano, y está también revestido de fantasías platerescas, entre las cuales, nótanse dos cartelillas, en una de las cuales, se leen las iniciales S. P. Q. R. y en la otra dice PISANO. Encima de la pri- mera hay otra, ovóidea, con la palabra NICVLOSO, Por último, en el arranque del plano de la archivolta y á la izquierda del especta- dor, existe una pequeñísima tarjeta rectangular con esta inscripción: HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ES PROPIEDAD Fototipia de Haiiser y Mcnet.- Madrid PORTADA DE LA IGLESIA DE SANTA PAULA DECORADA POR FRANCISCO NICUL060 FI5ANO 1 LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO 201 NICVLOSO FRANCISCO-I- TALIANO-MEF ECIT INELAGNO DEI • 154 . Aparte de la singular belleza de esta obra, lo mismo en su conjunto que en sus pormenores, no hemos de llamar la atención del lector, pués es de aquéllas, que, como antes digimos, no pue- den menos de impresionar profundamente al que por vez primera la contempla; más para los que hayan examinado las obras que se conservan en las iglesias del Duomo, Santa Croce, Museo ar- queológico municipal de Florencia, así como las existentes en el de Cluny, producto de los talleres de Lucca della Robbia, y de sus sobrinos, continuadores del estilo de aquel gran maestro, no puede menos de notar á la primera vista del monumento sevillà- no, su filiación ñorentina, creyendo que contempla una obra eje- cutada en aquella insigne ciudad. Tal fué la impresión que pro- dujo la portada de Santa Páula en el erudito Davillier, que al tra- tar de ella se expresa en los términos siguientes: «Pero si nuestra sorpresa fué grande la primera vez que vimos un monumento de esta importancia, aumentó todavía más á la vista de siete bajo relieves aplicados sobre la archivolta. Estos bajorelieves que ofre- cen la más grande analogía con los de Lucca della Robbia, son de tierra cocida, enteramente esmaltados: el estilo y el modelo son muy notables y presentan los mismos esmaltes que los bajo relieves del célebre escultor florentino.» No fué en esta ocasión, diremos ahora por nuestra parte, muy perspicaz el ilustrado escritor, al pasar inadvertido ante dos pormenores de esta portada muy interesantes para los ceramófi- los. Nos referimos al estilo eminentemente clásico que revela el medallón del Nacimiento colocado en la clave de la archivolta, a.sí como en el opuesto carácter que á primera vista se observa en las figuras de los seis medallones restantes ejecutadas al gusto ojival de fines del siglo XV. No es posible que ambas obras proce- dan de la misma mano estando modeladas con caracteres artísticos muydiversos, y estas diferencias debieron haber llamado la atención 26 èòè La S obras de ERANc ISCO NictÍLOSC) del critico francés, ya que no tuvo la suerte de hallar como noso- tros, el testimonio irrecusable que acredita la paternidad de los seis medallones citados. ¿Quién fué el autor de el del Nacimiento? ¿Por ventura, algún otro florentino que recordaba la tradición de los della Robbia hasta en el empleo de los colores blanco y azul cobalto? Quien quiera que aquel fuese, no sería el único imagi- nero de que ya tenemos noticia, utilizado por Niculoso, para que le sirviese, según acredita el poder que dejamos copiado en los apuntes biográficos del ceramista pisano, y del cual consta que el escultor francés Claudio de la Cruz, hizo obras por encargo de aquél. Todos ellos, sin embargo, han venido siendo atribuidos has- ta aquí^al mismo Francisco Niculoso, concepto que en principio, há tiempo que no nos satisfacía, pues estudiados uno por uno to- dos los medallones, y penetrados de que el artista pisano, dada su procedencia, no podía producir obras de tan acentuados caracte- res góticos, veíamos en esto un problema de difícil resolución, pero nos faltaban pruebas evidentes para sostener nuestro aserto. Si la portada ofrecía en la misma firma de Francisco Niculoso el testimonio fehaciente de haber sido este su autor, ¿á qué tratar decían algunos críticos, ni por qué empeñarse en describir otros cooperadores? Y no obstante, vistas las diferencias de que hemos hablado, insistíamos en sostener el concepto de que en las obras decorativas de la portada habían intervenido dos artistas; conti- nuador uno de las tradiciones góticas y educado el otro en la es- cuela del renacimiento florentino del siglo XV. Una feliz casuali- dad vino á darnos la razón al leer en la parte inferior del meda- llón que representa á los Santos Cosme y Damian asistiendo á un enfermo, la firma: flllífe IÍIÍ^Slf0. En vista pués de tan fe- haciente prueba, no cabía ya la menor duda de que el insigne cuanto desconocido escultor sevillano Pedro Millán, (i) cooperó á la obra de la portada con su compañero Niculoso; y decimos compa- (i) Para más noticias de este notable imaginero puede verse nuestro folleto Peiro Ai¿11in Ensayo biográfico crítico. Sevilla. Tarascó. 1884, i vol. 4.° LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO 203 ñero, porque registradas las cuentas de los libros de Fábrica de la Catedral, vemos por ellas que trabajaren al mismo tiempo en las de la Santa Iglesia y siendo así ¿cómo no habían de conocerse y tra- tarse? No hay pués, ya, lugar á la pregunta que el Baron Davi- Hier hacía en presencia de los medallones «¿Lastierras cocidas es- maltadas en relieve que acabamos de citar son deNiculosor» A la cual contestábase, equivocadamente, diciendo: «Nos inclinamos á creerlo así: muchos artistas italianos de este tiempo eran á la vez pintores y escultores y hemos visto por el pasaje de Pedro de Me- dina que en Sevilla se hacían figuras de bulto en tierra esmalta- da.» Termina su artículo el erudito escritor diciendo: «Somos di- chosos al haber podido señalar á la admiración de los aficionados, monumentos que hasta aquí eran inadvertidos, y de los cuales, en ninguna parte, lo repetimos, se sabría encontrar los equivalentes. » Magnífico ejemplar de la azulejería italo-hispalense, es el retablo llamado de los Reyes Católicos que se halla en el Orato- rio alto de nuestro Alcázar. Hállase compuesto de losetas cuadra- das de o."T6, las cuales revisten todo el muro principal de la ca- pilla. En el fondo del espesor de aquel, vese un hermoso cuadro que mide de alto por ï.^12 de ancho, y en el cuál, está representado el asunto de la Visitación de la Virgen á Santa Isa- bel. Al pie del mismo, hállase recostada la figura del patriarca Jesé con la cabeza apoyada en la palma de la mano derecha: de su pecho parten, á uno y otro lado, tallos con grandes flores, y sobre éstas, medios cuerpos de los otros profetas que constituyen la generación temporal de Cristo, terminando con las imágenes de la Virgen María y el Niño Jesús, colocadas en el centro de la parte superior de esta composición, que sirve, como de orla ó marco al asunto principal. El grueso de muro por su cara interior, ofrece otra elegantísima guardilla compuesta de vasos, carátulas, tallos, tarjetas, geniecillos y bichas; y por el lado exterior del re- ferido muro, vemos en las mitades inferiores encerrados en grandes láureas las simbólicas empresas de los Reyes Católicos, las flechas en el lado de la Epístola, y el yugo en el del Evangelio. Encima de estos-motivos corren otros adornos del mismo gusto plateresco. Finalmente, en el centro del frontal, dentro de una corona de 204 LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO frutas y laureles, hállase pintado el asunto de la Anunciación de Nuestra Señora que figura tener lugar en el interior de una habi- tación. A aqibos lados, en actitud de sostener la láurea, hay dos bichas con flameros y de las extremidades de sus cuerpos, en forma de colas de dragón, salen cornucopias, trofeos militares, animalejos; los escudos con el yugo y las flechas y el de los Re- yes Católicos vense en los ángulos y centro de la parte superior completando la decoración del frontal. Los pequeños muros late- rales del mismo están guarnecidos también de azulejos de labores repetidas. Todos estos asuntos pintados de azul y blanco al cía- roscuro, resaltan sobre fondos amarillos, exceptuando la orla de los patriarcas que es de azul oscuro y el del cuadro de la Visita- ción, que figura un paisaje con verduras y edificios. En éste, al pie de la figura de la Virgen en una tarjeta, léese: Nicüloso Francisco italiano me fecit y en la pilastra lateral izquierda del mismo cua- dro vemos la fecha de 1504. Notables diferencias obsérvanse á primera vista entre el es- tilo que revelan los adornos del altar y el del referido cuadro de la Visitación. Pertenecen aquellos al más puro renacimiento ita- liano, mientras que todas las figuras que constituyen el asunto principal están diseñadas con cierto goticismo; así como los por- menores de las telas, los dibuj.)s de sus tejidos ó bordados re- cuerdan en todo el gusto alemán ó flamenco y no el clásico res- taurado. No pasó inadvertida tal importante circunstancia para el Barón Davillier que dice á este propósito. «El cuadro que forma el fondo del retablo representa la Visitación: ofrece en el concepto del estilo el más sorprendente contraste con las partes que acaba- mos de describir (refiérese á las del frontal). Aquí en efecto no hay nada italiano, la composición, que consta de nueve figuras, tiene un carácter tudesco muy pionunciado, y parece tomado de algún pintor alemán de la escuela de Alberto Durero: las cabezas de una expresión bizarra y un poco dura, recuerdan los grabados de Martín Zagel» En cuanto á las diferencias de estilo que se notan... pensamos que Niculoso, que siguió en las partes pura- mente ornamentales las tradiciones de su país, ejecutó las compo- siciones según dibujos ó grabados de artistas alemanes ó de los HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ES PROPIEDAD Fototipia de Hauser y iNIenet. -iSfadrid RETABLO DE AZULEJOS PINTADOS POR PRANCISCO NICULOSO PISANO EXISTENTE EN EL ALCÁZAR DE SEVILLA LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO 205 Países Bajos, de los cuales, cierto número, principalmente ilurai- nadores y pintores vidrieros, estaban establecidos en España en su época» En una nota al hablar de la orla de profetas consigna « que recuerda mucho las miniaturas de manuscritos del XV. » En un todo conformes con la opinión del ilustrado crítico francés, estimamos que el dibujo procedió, si no de su camarada Pedro Millán, de alguno de los muchos artistas extranjeros que á la sazón moraban en Sevilla, y en cuanto á la orla, bastaba con que hubiese tenido ante su vista, entre otros, los grabados que tan profusamente ilustran la magna obra intitulada «Crónica de Nu- remberg» impresa en 1495. Esta manera de representar el asunto del árbol genealógico de Jesé, la vemos aplicada, después en las obras de rejería, apareciendo de una manera muy análoga, en los adornos que sirven de remate á la verja que cierra la entrada del coro de esta Catedral. Del exámen detenido que hemos hecho de todas las obras existentes de Niculoso, deducimos el concepto an- tes enunciado, que este artífice fué muy hábil decorador, pero, no tuvo igual pericia en el diseño de las figuras, por lo cuál, cuando se veía obligado á pintar ciertos asuntos, valíase de los dibujos ó cartones que les facilitaban otros artistas. En el capítulo VI, al. enumerar las obras que dejó en Sevi'la, así las existentes, como las que han desaparecido, dejamos men- cionado el otro retablo que pintó para el Alcázar, que represen- taba asuntos de la vida de la Virgen, la Trinidad y los San Juanes. Desgraciadamente esta obra que debió emular en importancia ar- tístico-industrial con el retablo de la Visitación, desapareció, se- gun hemos oído afirmar en la primera mitad del siglo XIX, igno- rándose su paradero, si bien no ha mucho que creímos descubrir sus restos en el jardín de la casa núm. 3 del Patio de Banderas, en nuestro Alcázar. Allí tropezamos con más de una veintena de losetas, en las cuales había fragmentos de grandes láureas, otros de guardillas con círculos y tarjetas, en que se veían repetidos haces de flechas con el lema TATO MOTA jarritas, con claveles, y algu- nos, que, á juzgar por sus dibujos, formaron parte de edificios, colocados en el fondo de un cuadro. Tres ó cuatro de las dichas lo- setas forman hoy parte de la rica colección del Sr. Osma. LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO En la iglesia parroquial de Santa Ana, de Triana, consérva^ Uifígllaygci Figura 48. Láude sepulcral de Iñigo López, en Santa Ana, de Triana. LA^ OËRAâ bË bRAÑCÍáCO ÑICÜLOáÓ se en el muro de la derecha, al final de la nave de la Epístola, y á muy poca altura del suelo, una láude sepulcral, también de losetas de azulejos, en la que se vé representada una figura yacente de varón vestido con àmplia túnica amarilla, birrete azul obscuro, medias verdes y zapatos negros. Por dos aberturas laterales de la sotana, aparecen los brazos cuyas mangas son de tela mo- rada. Con sus manos cruzadas sobre el pecho sujeta una cruz, y apoya la cabeza en una blanca almohada, que ofrece por adornos, dos sencillos golpes de lacerías moriscas, que figu- ran bordadas en ella, así como un trozo visible de la cenefa que le rodeara. Una estrecha guardilla compuesta de hojas góticas ser- peantes, rodea la imágen, interrumpida en dos partes, en la lateral derecha con el siguiente letrero y á continuación hay un espacio en que está saltado el esmalte, donde debió haber otra palabra ¿la de esclavo? (i) según la tra- dición. Que la sepultura de Iñigo López estuvo oculta hasta después de 1844, es innegable, como dejamos dicho en la nota, pero, en cuanto á que en el espacio destruido en los azulejos dijese la palabra esclavo, fundamento de la tradición, ni puede afirmarse ni negarse. Del exámen minucioso que hicimos de los papeles del archivo de la iglesia de Santa Ana, nada hemos podido vis- lumbrar que ilustre este punto; sí hemos visto mencionado con mucha frecuencia á un Iñigo López, espartero, que vivía en aque- (í) Dícese que por los años de 184... habiendo acudido una noche á esta iglesia un alfarero de Triana á bautizar á un nieto suyo, hallándose orando próximo al altar de Santa Cecilia, llegó á él un venerable anciano y le dijo: «Castro: ahí está enterrado el esclavo asesinado por el Marqués...» Pasó un mes y hallándose el mis- mo alfarero en el templo al terminar la misa de doce, se le acercó el mismo anciano repitiéndole: «Ahí está enterrado el esclavo; dilo al Sr. Cura.» Pasaron dos ó tres años de esto, y con motivo de hacer obra en el mencionado altar de Santa Cecilia, se halló detrás de él la láude que hemos descrito. Que estuvo oculto hasta nuestros días lo confirman con su silencio cuantos escritores se han ocupado detenidamente en hablar de las antigüedades de esta iglesia. Todos tratan del altar de Santa Ceci- lia, pero, ninguno menciona tan curiosa obra de la azulejería sevillana. 2o8 las obras de francisco niculosô $ lla collación á principios del siglo XVI, pero ningún dato se en- cuentra referente á sepultura suya en la mencionada iglesia. Cierto que el traje de la figura de la láude, parece un tanto raro; sin em- bargo, dudamos de que fuese el usado por los esclavos en aquella fecha, según han pretendido algunos. A seguida del espacio en que estuvo la palabra destruida } ya junto al ángulo de la orla, léese en caracteres romanos en el agno de milccccciii y por úl- timo en una cartelilla que. corresponde al sitio de la cabeza de la figura la .siguiente firma: NICVLOSO FRANCISCO ITALIANO ME FECIT En cuanto á los azulejos que hizo para adornar la silla del Arzobispo en nuestra Santa Iglesia, no queda de ellos más que la memoria. Finalmente, conceptuamos, que, es resto también de otra obra suya, el fragmento de cuadro de azulejos que debió repre- sentar la Adoración de los Reyes Magos conservado en el Museo arqueológico municipal, el cuál, por ciertas conjeturas fundadas que tenemos, es de creer que formó parte del retablo de que nos habla Cean que existió en nuestro Alcázar. Procedentes de la iglesia del ex-convento de la Cartuja de esta ciudad, posee la Sra. Marquesa viuda de Pickman, dos ejem- piares de azulejos pintados por Niculoso, completo el uno é in- completo el otro. (Véase la lámina adjunta.) Representa el primero al Apóstol San Mateo de pié con los atributos que lo distinguen, sirviéndole de fondo una hornacina, cuyo arco es muy rebajado y se apoya en sendas pilastras decoradas al gusto plateresco. Todo este asunto está pintado en tres ladrillos de las dimensiones co- rrientes de los llamados por tabla, dispuestos en sentido horizon- tal; y basta el más somero exámen para conceptuar esta obra como salida de manos de muy imperito dibujante que trató, sobre todo en los paños de la túnica del Santo, de interpretar la manera gótica. Del otro ejemplar no queda más que el ladrillo de la parte superior del cuadro, y en el centro resalta la figura de otro santo, debajo de un arco conopial sumamente rebajado, que adorna una labor plateresca, y se apoya en pilares con ornatos del mi.smo LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO 209 gusto. En la enjuta de la izquierda del mencionado arco hay una tarjetiha en que se lee: IVANE S. BATISTA y en la del opuesto lado P.IZAÑ MEFIZO- Mucho nos ha hecho pensar la firma que antecede: en primer lugar por el punto, que tan claramente se vé después de la letra P, y por la tilde que hay sobre la N que, lo mismo pue- de ser para la letra N, que signo de abreviatura de otra N; como si se escribiese PIZANNO. No hemos de detenernos en conjetu- ras y opinamos que acaso el artífice, como extranjero y poco es- crupuloso de las reglas ortográficas castellanas, escribió en esta ocasión á la ligera, y así salió ello: este concepto nos parece más razonado que el de suponer que los azulejos de que tratamos fue- ron obra de otro pintor ceramista llamado PIZAÑO- Además, los adornos plateresc«)s que se notan en ambos ejemplares los consi- deramos muy del estilo de Niculoso, el cual acaso, como antes dejamos indicado, valdríase para obras insignificantes como éstas, de algún dibujo ó quizá estampa grabada en madera procedente de artista sevillano, de los aún apegados á la manera antigua. De todos modos, atribuyéndole la paternidad de ambas pinturas, siempre tendrán para nosotros un gran interés, pués evidencian la opinión que venimos sustentando de que el Pisano no fué más que un excelente y práctico decorador de obras cerámicas. Com- párense estas imágenes y la figura de la láude de Santa Ana con las del cuadro de la Visitación del Alcázar, y se advertirán claramente las diferencias. Las obras mencionadas hasta aquí son las únicas existentes en Sevilla; más para completar la enumeración de todos sus tra- bajos de que tenemos noticia, vamos á dar cuenta de las que eje- cutó para otras partes. Asegúranos persona de entero crédito, que á principios del siglo XIX existían en la casa de los Condes de Real en Valencia, tres salones adornados de azulejos de relieve (i) en algunos délos cuales, leíanse las palabras y fechas siguientes: MAR-PISANO. AGNO-D-i 5XI-ISABE-SEVILLA pero, desgraciadamente, nada (i) Véase lo que dejamos dicho al comentar en el capítulo VII el contrato que celebró Niculoso con los frailes de San Pablo, de esta ciudad. Pág. 176-79. 27 210 LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO resta de aquella decoración, por lo cual, nos contentaremos con solo consignar el dato. En el santuario de nuestra Señora de Tentudía, en Extrema- dura, al Oriente de la Calera de León, existe una de las produc- clones más notables de Niculoso, cuya descripción debemos á la diligencia del ilustrado artista, ya fallecido, D. Antonio Alonso Morgado, que visitó dicho templo en 1881; el cual se expresa de esta suerte, (i) «El retablo principal se halla formado de azu- lejos, cuyos correctos dibujos son de la época del renacimiento, y sobre su esmalte blanco se ven pintados de azul, en medallones, los seis pasajes siguientes: á la derecha, en la parte superior, el misterio de la Presentación de nuestra Señora en el templo; el se- gundo representa la Asunción de la Santísima Virgen y el último una aparición de la Madre de Dios, donde se lee: Pelay Ferez Correa, Gran Maestre de la Orden de Santiago. A la izquierda, ocupa el primero, el escudo de la orden de Santiago, el de en- medio la Natividad de nuestra Señora, y el de más abajo la Anun- elación. Todos estos círculos se he lian enlazados por caprichosas guirnaldas de foliages y jarrones etruscos, sostenidos por unas bandas con los nombres de Manasés, Ezechías y Jonathás, á la derecha; y á la izquierda, los de Josaphat, Abiú y Roboam. En el centro hay formado en la pared una hornacina ó hueco, que de- bió ocupar la imágen de la Señora en sus primitivos tiempos, cu- bierta hoy con la tosca urna de madera, donde está colocada ac- tualmente la Santísima Virgen. El frontal de la mesa del altar es- tá revestido también de preciosos azulejos con adornos de relieve y variedad de colores. » Por nuestra parte diremos, y para mayor claridad de la pre- cedente descripción, que el escudo de la orden de Santiago se vé repetido en la parte superior de los cuadros de la derecha, lo mis- mo que en los del opuesto lado: que los asuntos tienen la forma rectangular, cada uno dentro de un arco pintado, que estriba en columnas platerescas con enjutas decoradas del mismo estilo, y (i) Sevilla Mariana. Tom. I, pág. 383. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ES T OI lEi O) Fototipia de Hauser y Menct,—Madrid 1 RETABLO AAYOR DE LA IGLESIA DE TENTUDIA PINTADA POR FRANCISCO NICULOSO PISANQ LA'S OËRAS DE FRAÑCÍSCO NICÜLOSÒ 5 î I que por último, formando, como á manera de ancha guardilla que rodea los mencionados asuntos, corre una rica orla con bi- chas, ángeles, tallos, bucráneos y otros caprichos del mencionado estilo plateresco. A juzgar por el carácter de las figuras, el artista que cooperó en esta obra con Niculoso, debió ser uno de los mu- chos que por entonces florecían en Sevilla, el cual apegado toda- vía á la manera antigua, participaba ya de las influencias del nuevo estilo importado de Italia. El retablo contiene la siguiente firma: NICVLOSVS PISANVS-ME FECIT-A-D-1518 que debemos, así como algunos calcos de tan notable obra, á la bondad de nuestro querido amigo el laureado artista Sr. D. Andrés Parladé y Heredia, Conde de Aguiar. Pero, continuemos la interrumpida descripción del Sr. Mor- gado, para aclarar una duda que de su lectura se desprende. Dice así el referido señor: «Inmediatamente se halla una capilla, que mide ocho metros cuadrados, y remata en media naranja, en cuyo altar se venera la imágen de San Agustín, en un gran cuadro de azulejos de excelente mérito artístico, lo mismo que su frontalera, donde se vé á Santa Catalina virgen y mártir, representada en un óvalo, y cerca de ella se lee la siguiente firma: (copia la que noso- tros dejamos transcrita) y sobre ella este otro nombre JOAN RIERO..... etc. % Empezaremos por hacer observar al lector, y para demos- trade que en nuestro concepto hubo de incurrir en equivocación el Sr. Morgado, que dice éste que la imágen de Santa Catalina se encuentra en un óvalo, siendo así que por las láminas que acompañan vemos que la efigie de dicha Santa, hállase dentro de un rectángulo: añade además que cerca de la misma se leen las firmas de Niculoso y de Riero, y ya hemos visto que la primera fué calcada por el Sr. Parladé en el retablo del altar mayor. De 2 I 2 LAS OBRAS DE FRANCISCO NICULOSO Otra parte, las reproducciones del retablo y frontalera de San Agustín no contienen tales firmas, ó por lo menos, nosotros confesamos nuestra torpeza de no haberlas hallado. Basta solo apreciar el estilo que se revela en todos los adornos del altar de San Agustín, para, sin temor alguno, asegurar que ni fueron obra de Niculoso, ni aún de su tiempo; pues, en ellos no hay el menor rasgo que acredite su paternidad, y tanto este retablo como el otro compañero suyo dedicado á Santiago, parécennos de fines del siglo XVI, pudiendo juzgar el lector en vista de las láminas que acompañamos. Posible es, que ambos altares sean obra del desconocido artista Juan Riero, cuya firma no alcanzó á ver el Sr. Parladé, por no hallarse á la vista, y además, careciendo de la noticia de la época en que .floreció no podemos resolver la duda. Creemos cumplir con nuestro deber exponiendo á la consi- deración de las Reales Academias, el vergonzoso y lamentable abandono en que se encuentran el histórico santuario de Tentudía y las raras joyas artístico-arqueológicas que contiene, é impulsa- dos por nuestro patriotismo, en nombre de nuestras glorias y hasta de nuestra cultura, llamamos la atención de ambas Corpo- raciones, para que procuren salvar de segura é inmediata destruc- ción, páginas tan interesantes. Así lo exigen el decoro nacional y las súplicas de cuantos han podido apreciar las bellezas é impor- tancia de tan notables obras. En el capítulo X tratamos detenidamente de dos obras más de Niculoso, que se encuentran, la una, en el Museo de Amster- dam, y la otra en el pueblecito de Pdores de Avila. Antes de terminar el presente capítulo, que dedicamos á la cerámica sevillana del siglo, XVI no nos parece enteramente ajeno á nuestros propósitos, dar cuenta de algunas obras de escultura cerámica vidriada que estimamos italianas, y las cuales, acaso, pu- dieron haber influido en los maestros hispalenses. Comenzaremos por la más importante de todas; que es el alto relieve de barro cocido y vidriado, que hasta el mes de Septiem- bre de 1902, permaneció oculto á las miradas de los inteligentes, como objeto de poca monta, en la cripta-panteón de Arzobispos de nuestra Basílica. Las constantes exitaciones de aquellos mo- HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ALTAR DE SAN AGUSTIN EN LA IGLESIA DE TENTÜDIA ¿OBRA DE JUAN RIERO? ALTAR DE SANTIAGO EN LA IGLESIA DE SANTIAGO ¿OBRA DE JUAN RIERO? CETRÁMICA ITALIANA ËN SEVILLA 213 vieron al cabo al Cabildo Catedral á permitir que fuese extraída de aquel sitio para colocarlo en la capilla de Scalas del templo metropolitano, satisfaciéndose los gastos por el Gobierno. Represéntanse en él á la Virgen de la Granada sentada, en el centro de la composición, sosteniendo en su brazo derecho al Niño. Dos querubines suspenden sobre su cabeza una corona y á los lados de pié hállanse San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, Santa Isabel y San Sebastián. Limitan lateralmente el relieve dos pilastras adornadas en sus frentes con hojas, flores y frutos y encima del asunto principal hállanse tres medias figuras en bajorelieve; en el centro la del Señor saliendo del sepulcro y á los lados la Virgen y San Juan. Todas las mencionadas figuras están vidriadas de blanco, sobre fondo azul cobalto, con ligeros toques de color morado en las cejas, pupilas y labios. Las guir- naldas de frutas y flores que adornan las pilastras laterales, há- llanse esmaltadas con los colores que también empleó la cerámica .sevillana, dominando el verde tinta. Cuandoen 1892 terminamos la publicación del tomo II de nuestra obra «Sevilla Monumental y Artística,» rectificamos el error en que incurrimos en el de 1885, al tratar de esta obra, que nos inclinamos entonces á atribuir al ita- liano Micer Antonio Florentin; más conscientemente lo hacemos ahora, después de haber tenido la satisfacción de examinar las obras de los della Robbia existentes en París, Florencia y Vene- cia, encontrando tales semejanzas entre las producidas por aque- líos artistas, con la que se conserva en Sevilla, que no es posible ya dudar que la nuestra proceda de los talleres de aquéllos. Com- párese especialmente el alto relieve que existe en la capilla Médi- cis de la iglesia de Santa Cruz en Florencia, en el cual se repre- senta á la Virgen coronada por ángeles y grupos de tres figuras de santos á cada lado, con el relieve en que nos ocupamos, y á la primera ojeada notaremos las grandes analogías que tienen, hasta el extremo, que la imagen de San Francisco colocada en primer término, junto á la pilastra de la izquierda de la Virgen, es pare- cidísima á la del mismo santo que vemos en el relieve de nuestra Catedral, y la misma semejanza hay también entre la figura del Bautista de la obra florentina, con la del San Sebastián de la de ¿Í4 CËkÂMlCA ÎTALÎAkA ÈN SÈVILLA Sevilla. Cierto que las pilastras que limitan el asunto de la que enriquece la capilla de los Médicis, están adornadas con bellos motivos platerescos; pero, si queremos hallar las mismas guirnal- das que adornan nuestro relieve, las encontramos en uno del Se- minarlo de Fiésole, que también representa la Coronación de la Virgen por ángeles, con Santos á sus lados. ¿Cuándo y por quién fué traída esta obra á Sevilla.^ No nos es posible responder satisfactoriamente, y del minucioso exámen que hemos verificado de todos los libros de Fábrica de la Santa Iglesia, ni el más insig- nificante dato ha podido hallarse para ilustrar este punto, inclinán- donos á creer que fué donativo de algún particular, (i) De otra obra de marcado estilo italiano dimos ya cuenta en 1885, la cual se conserva en la escalera del exconvento de ja Tri- nidad, fué entonces descubierta bajo múltiples capas de cal. Es y una placa de barro cocido, en que está representada en altorelie- ve, hasta poco más de la cintura, la imágen de la Virgen con el Niño en brazos. Tiene de alto la primera o.'"63 y la segunda 0^52, midiendo de ancho por su base o'óo. Hállase la Madre de Dios, sentada en un escabel ó trono, del que solo se descubren los ex- tremos de los brazos, y á juzgar por ellos, parece, que debió tener la forma de las sillas llamadas cumies. En el brazo derecho, sen- tado sobre cojines con borlitas en sus ángulos, está el Niño, que con la diestra mano juega con un ligero paño que se desprende de la cabeza de la Virgen. Túnica sóbriamente plegada en las partes del pecho y de la cintura, sujeta á este sitio por sencillo cíngulo, y manto, que desde los hombros cae airosamente, son las prendas que viste la divina efigie. Ambas imágenes están vidriadas de blanco: las cejas y los contornos de los párpados de la Virgen suavemente pintados con morado muy claro. Por algunos sitios, como por detrás del brazo derecho del Niño, se ven restos de fondo azul cobalto, que parece . (i) Las únicas noticias que hemos podido rastrear acerca de esta obra, pue- de verlas el curioso en nuestro libro Cariosidaies antlguxs sevillanas, pág. 243 y en el tomo n de Sevilla Monumental, páginas 580 y siguientes. En la segunda obra ci- tadapublicamos una exacta fototipia de tan notable relieve. CERAMICA ITALIANA EN SEVILLA 215 indicar que toda la imagen resaltó sobre un plano vidriado de aquel color. Revela también esta obra, si nó un origen, una mar- cada influencia italiana, y quizá nos inclinemos á creer que junta- mente con el medallón de la clave de la portada de Sánta Páula, proceden de un artista extranjero avecindado en Sevilla, (i) Hace años, la que procedente de una hacienda de campo de villa de Gines, adquirió nuestro amigo el Sr. D. José D. de Irureta Figura 4Ç Fragmentos procedentes de la villa de Gines. (i) Curiosidades antiguas sevillanas, pág. 247. 2I6 CERÁMICA ITALIANA EÑ SEVILLA Goyena los fragmentos de barro cocido y vidriado de blanco que acompañamos (fig. 49), los cuales indican claramente que forman parte, tal vez, de un retablo. El más ligero exámen de las cuatro piezas reproducidas convence de que proceden asimismo de los ta- lleres de los Robbias, demostrando que en el siglo XVI fueron conocidas de los sevillanos las notables obras de aquellos afama- dos artistas. No há mucho tiempo que tuvimos la satisfacción de adquitir un altorelieve de barro cocido y vidriado de blanco, acerca del cual, nos expresábamos en los siguientes términos: «En los momen- tos en que escribimos estas noticias, una felicísima casualidad nos ha deparado la dicha de hallar otra obra debida al desconocido artista italiano... etc. Nos referimos á una placa de barro cocido y esmaltado con los colores blanco y azul (cobalto) que mide o.™ 76 por o'49 y en la cual vése representada la figura de San Jerónimo de hinojos, macerando su cuerpo con una piedra que sostiene en la diestra mano... A la derecha del espectador, cubierto con ám- plio paño que le deja desnudo el pecho; y á la entrada de una gruta, en que se encuentran de altorelieve libros, tintero con su pluma y otros minuciosos objetos, hállase el Santo penitente. Frontero á él, enclavado en un largo tronco hay un Crucifijo, á cuyo pié, se vé, sobre peñas, una calavera; bajo aquéllas un co- nejo tendido en el suelo, y en sitio más bajo, corre un arroyo, en cuyas aguas se baña un galápago. Casi en el centro de la placa y en su tercio inferior, está un león recostado, y junto á éste el ca- pelo cardenalicio. El fondo, por demás es curioso y digno de es- tudio: detrás de un muro almenado se alzan en muy bajorelieve torres, cúpulas y perspectivas de edificios, y besando la muralla, un río, en que navega un barquichuelo, cuyo dibujo recuerda las elegantes formas de los antiguos galeones. Toda la parte de figu- ra se halla vidriada de blanco, y únicamente, el pequeño espacio de fondo liso que deja el cielo, está esmaltado de azul cobalto. En cuanto á la ejecución nada deja que desear. La cabeza de San Jerónimo es hermoso modelo de mística expresión, y el movi- miento de los paños que lo cubren, correctos y elegantes, recuer- dan elocuentemente el estilo del renacimiento italiano. Terminare- CERÁMICA ITALIANA EN SEVILLA 217 mos haciendo notar que los ojos del Cristo, del Santo, del león y del conejo, como las órbitas de la calavera, tienen ligeros toques de esmalte morado, muy claro. La altura á que se halla el medallón de la clave de la archi- volta de Santa Páula, nos impide, bien á nuestro pesar, hacer un minucioso cotejo de él con esta interesante placa, pues acaso la segunda pudiera atribuirse al mismo artista, que ejecutó la según- da con destino al monasterio de San Jerónimo de Buenavista de esta ciudad, de donde nos aseguraron que procede, (i) Grande es la riqueza que todavía atesoran los edificios mo- násticos de religiosas en esta ciudad en obras cerámicas, pudiendo asegurarse que en todos ellos se conservan magníficos zócalos, especialmente de azulejos de cuenca, que ora adornan los espacio- sos patios, los refectorios, coros, techumbres y otras partes, consti- tuyendo una colección tan variada como preciosa, en la cuál halla el aficionado más de un motivo de estudio. Tal sucede al dar vista al magnífico patio del convento de religiosas de Santa Clara, que si llama la atención por sus proporciones y por su acentuado ca- rácter monumental de los albores del siglo XVI; por sus zócalos de azulejos de cuenca, por sus techumbres pintadas al romano^ como entonces decían á los adornos á que hoy llamamos plate- rescos, con sus casetones ' asimismo de azuleios, más interés j des- ^ pierta en el ceramófilo por un detalle, que desde luego atrae sus miradas. En la galería alta de Poniente hay tres pequeños huecos, el central es un ajimez construido de ladrillo agramilado; de arco conopial muy rebajado el de la derecha, y escarzano el de la iz- quierda. Adornan las enjutas del primero sendos medallones con cabezas de dama y de guerrero en bajorelieve vidriados de colo- res, que al instante nos recuerdan las obras italianas de este gé- nero. ¿Fueron obra de alguno de los_ maestros extranjeros que á la sazón florecían en Sevilla ó proceden de los talleres de artífices hispalenses que tanto participaron de las influencias de aquellos.? Difícil es la contestación, pero, el hecho en sí es muy significativo , (1) El lector que desee más pormenores puede acudir á nuestro libro Pedro Milldn^ Ensayo bío^áfico crlticOy Tarascó, 1884, i vol. 4.® 38 2i8 cerámica italiana en sevilla de seguramente no serían éstos los únicos ejemplares bulto, pues como dijo el maestro Pedro de Medina, que se fabricaran para aplicarlo, lo mismo á edificios religiosos que á cualquiera de las ricas mansiones señoriales que por entonces se levantaban. En nuestro deseo de no olvidar ningún pormenor relativo á obras cerámicas relevadas de origen ó del estilo italiano, mencionaremos un trozo, al parecer de friso, de barro cocido y vidriado, con hojas, frutos y flores relieve procedente de uno de los conventos derri- en gran bados en 1869 y que se conserva en el muro de la izquierda de la puerta del Salón de Murillo, en nuestro Museo provincial. Figura, 50, Álto relieve de San Jerónimo. Colee, del autor i 1 CAPÍTULO IX SUMARIO LOS CONTINUADORES DE NICÜLOSO.— FRANCISCO ANDREA Y ROQUE HERNÁNDEZ.—CRISTÓBAL DE AUOUSTA.—DATOS BIOGRÁFICOS Y EXÁMEN DE SUS OBRAS.— JUAN GASCÓN, PEDRO ANTONIO Y BARTOLOMÉ SAMBARINO.—VIR- GILIO CORTIVAS, TOMÁS Y JUSEPE DE PESARO. —AZULEJOS DE PISANO QUE SE CONSERVAN EN SEVILLA.— ZÓCALOS, FRONTALES DE ALTAR, LOSETAS QUE LA PROPIEDAD DE FINCAS Y EDIFICIOS DE CORPORACIONES Y ACREDITABAN DE PARTICULARES.—JERÓNIMO MONTERO, VECINO DE EvSTA CIUDAD, ENSAYA VIDRÍOS EN TALAVERA, DE ORDEN DEL REY. L establecerse en Sevilla Francisco Niculoso, no solo abriéronse por él desconocidos derroteros para la indus- tria cerámica, sino que contribuyó con sus obras á producir un singular florecimiento, porque la nueva ma- ñera prestábase más que las anti- guas al gusto entonces dominante, ajustándose más también á las exi- "i gencias sociales. Kn el azulejo polícromo plano las imaginaciones de los artistas hallaban ancho campo donde lucir sus galas y pri- maestro el nuevo mores; así fué, que no bien hubo iniciado aquel íS sistema decorativo, cuando en los templos, palacios y grandes ca- en los claustros de los monasterios, en las torres sas, y espadañas otras muchas partes y lugares, comenzaron á brillar los admi- y en rabies esmaltes que realzaban las galas de las fantásticas creaciones 220 LOS CCMJMYrCîES OE NKULCSO del estilo plateresco. Tal vez á este influjo obedeció el auto capi- tular eclesiástico de miércoles 3 de Octubre de 1509, disponiendo que á todos los altares de la Catedral ese fagan frontale ras de ma- ñera que parezcan frontales, > encargo bien fácil de conseguir, si á la labor de aquéllos se aplicaba él pVocedimiento introducido por Niculoso; con el cual, podían imitarse á maravilla riquísimas telas tejidas ó bordadas, pasamanos, flecos ó costosos sobrepuestos de guirnaldas y tallos, escudos, lambrequines y láureas,, geniecillos y cartelas. Toda la riquísima pompa del estilo italiano interpretóse va- lientemente por nuestros artistas; y presto enri queció, no sólo in- signes fábricas, sino también modestas casas, fructificando singu- larmente la nueva semilla y propagándose sus galanos frutos, hasta tal punto, que, aún en nuestros días, denominan de pi- sanoXos ceramistas trianeros, á las losetas planas pintadas de azul. Extraordinario fué el número de artífices olleros que flore- cieron durante el siglo XVÍ en esta ciudad, época en la cuál, ya hemos visto, por qué circunstancias alcanzó singular áuge la fa- bricación de los barros vidriados. Muchos son los nombres que dejamos consignados en el Registro de olleros, inserto al final de esta monografía, y muchas también las noticias obtenidas refe- rentes á aquéllos; que tratan de compras de azulejos, de encargos hechos por corporaciones ó particulares, pero, siendo tales datos aislados y de suyo muy concisos, no nos permiten formar juicio exacto ni del mérito de tales obras, ni de la pericia de sus auto- res, por lo cual, trataremos aquí solamente de aquellos maestros que en virtud de los antecedentes acumulados podemos ya consi- derar como las figuras más salientes de la historia de nuestra ce- rámica durante el siglo XVI. Indudablemente, merecen ocupar puestos muy señalados los artífices Pedro de Herrera ó Perrera, hijo del peritísimo Fernán Martínez Guijarro; y su compañero Diego Rodríguez de San Ro- mán, acerca de los cuales, los documentos que tenemos á la vista comprueban que estuvieron muy unidos, y que debieron de gozar de gran crédito. En cuanto al primero, educado en los talleres de su padre, debió aprender de él todos los procedimientos y secre- tos que poseía para la fabricación de los esmaltes, y es razonable LOS CONTINUADORES DE NICULOSO 2 2 I creer, que por él vistos y conocidos los primores artísticos de su convecinoNiculoso, hubiese ampliado los géneros de fabricación que en su casa se efectuaban de mosáico y cuerda seca, de labores, ó como hoy decimos, de cuenca, y dorados, con el nuevo procedimien- to del Pisano, induciéndonos á pensar así la obligación que contrajo con su aprendiz Bartolomé Rodríguez, de enseñarle durante un año do tocante ála rúéda » y durante otro «á adiestrarlo en pintar. » En cuanto á Diego Rodríguez de San Román, á los herma- nos Diego y Juan Polido, Roque Díaz, Diego Fernández y otros artífices más del siglo XVI, deducimos que gozaron de crédito, por cuanto los vemos surtiendo con sus productos las obras que se efectuaban en la Catedral y en los Alcázares, si bien hasta aho- ra, no podemos asegurar que hiciesen azulejos al gusto italiano. Toscos ensayos de imitaciones de las obras de Niculoso creemos que son las imágenes de santos que adornaron los zóca- los de un pátio del destruido convento de las Dueñas, de las cua- ^es podemos ofrecer muestras al lector en los adjuntos graba- Figura 51. Azulejos que existieron en el derruido convento'de las Dueñas. LOS CONTINUADORES DE NICULOSO 222 dos (fig. 51), reproducciones de raras fotografías, que hizo de aqué- lias, el Sr. Reinoso en 1868, y cuyos originales, desgraciadamente han desaparecido. Al lado de estos ejemplares, podemos citar otros, si bien pequeños, demuestran una notable maestría en que sus autores, revelando claramente que seguían la manera de Niculo- so. Nos referimos á cuatro tableros que miden o."60 por o.°'52, compuestos de losetas cuadradas, que se hallan en los centros de los zócalos de la galería del primer pátio de nuestro Museo pro- vincial de pinturas. Dentro de sendas láureas de hojas y frutas aparecen los símbolos de los cuatro Evangelistas, el ángel, el león, el toro y el águila, resaltando las coronas y símbolos sobre fondo azul obscuro, muy semejante al empleado por Niculoso en el al- tar de la Visitación. En la misma galería vése otro tablero un poco mayor, o.™68 por o.™54, con la figura del Padre Eterno sentado, revestido con traje pontifical, bendiciendo con la diestra y apoyada la otra mano sobre el globo que descansa en su rodi- lla. Este cuadro ha sido completado en su parte superior con al- gunas losetas que difieren de las antiguas, pero, concretándonos á éstas, bien puede asegurarse, que por la finura y elegancia del dibujo, por la acertada combinación de las tintas, por la manera de emplear el claroscuro en ellas, es este ejemplar uno de los más sobresalientes de la cerámica sevillana del siglo XVI,siendo de sen- tir que no conozcamos (;1 nombre de su autor. Todays estas obras sá- son polícromas, y no existen antecedentes de su procedencia; bese únicamente, que fueron depositadas con otras grandes canti- dades de azulejería procedentes de los conventos de religiosas, destruidos en la revolución de 1868. En nuestro concepto, pue- den ser algo posteriores á 1525, y en este caso hemos de consi- derarlos como eslabones que unen las obras de Niculoso con las de sus continuadores, que florecieron en los años inmediatos si- guientes. De este misrao género es sin duda otro cuadro de o.""62 por 0.^58, que se halla en el centro, también, de un tablero de zó- zalo, en el vestíbulo del referido edificio, que contiene pintada so- bre fondo blanco y en colores, una jarra con azucenas, la cual, tal vez, debió formar parte de alguna gran guardilla alusiva á la de- voción del Rosario. LOS CONTINUADORES DE NIC LOSO 223 Partiendo pues, de 1530 se nos ofrece una laguna de treinta años sin poder consignar documento alguno de interés, pero, lie- gado el de 1561 contamos con el siguiente que bien merece que lo demos á conocer aunque sea en extracto. f Sepan quantos esta carta vieren como yo Roque Hernandez ollero v.° que soy de triana guarda e collaçion de seuilla de la vna parte e yo francisco andrea flamenco vecino de la dicha triana déla otra parte... (i) dezimos que por quanto nos somos convenidos e concertados de hazer compañya en el hazer del azulejo de piza y en el facer de loÇa de piza que se entiende los dichos azulejos en los que se echaren las colores de piza por ende otorgamos y co- noscemos que fazemos y efetuamos la dicha compañia con los ca- pitillos e condiciones siguientes «primeramente que yo el dicho francisco andrea este e resida en casa de vos el dicho roque her- nandez desde oy dia questa carta es fecha en adelante fasta año e medio cumplido... para que en este dicho tiempo yo haga todas las colores que fueren menester para pintar todos los azulejos que vos el dicho roque Hernandez quisieredes que se hagan e toda la loça que ansimesmo vos el dicho roque Hernandez quisieredes que se haga durante el dicho tiempo residentemente sin faltar dia aigu- no y todos los dichos azulejos y platos que ansi se fizieren para poner en ellos las dichas colores de piza yo sea obligado e me obligo a los pintar y bos pongays todo el barro y maestros que hagan los dichos azulejos y platos porque vos me los aveys de dar fechos los dichos azulejos y platos para que yo los pueda pintar y poner las dichas colores lo cual ansimismo se entiende en escudi- lias y en otra qualquiera loÇa. Iten que toda la loÇa y azulejo que ansi yo el dicho francisco andrea pintare e pusiere las dichas colores de piza se venda en casa de bos el dicho roque Hernandez e todos los mrs. que dello se fiziere se parta entre ambos a dos y cada vno de nos lleve la mitad. íten que yo el dicho francisco andrea sea obligado a fazer y (t) Los espacios que marcamos con puntos suspensivos indican fórmulas del derecho. 2 24 LOS CONTINUADORES DE NICULOSO costeer todas las colores que fueren menester para pintar la dicha lo^a y azulejos y mas la mitad del plomo que en ello se gastare e bos el dicho roque hernandez seays obligado a costear todo lo de- mas que se gastare en el barro y bedrio y leña y borujo y maes- tros quelo labraren e todo lo demás que fuere menester hasta acabar la dicha loga y azulejos y ansimismo sea a vuestro cargo que aveys de pagar todos los diezmos y alcavalas y almoxarifaz- gos que se devieren de la dicha loÇa y azulejos. Iten que yo el dicho francisco andrea sea obligado e me obli- go de enseñar a vos el dicho roque hernandez el hazer de las colo- res de la dicha loÇa y azulejos de piza que se entiende todas las colores con que se labra en la dicha ciudad de piza segund e como yo lo se loqual me obligo de vos yr enseñando desde luego. Iten que si antes del año y medio yo nos acabare de enseñar el fazer de las dichas colores para pintar la dicha loga y azulejos de piza que este en mi elegión que pase adelante esta compañía otro avnque el dicho año y medio no se aya cumplido porque acabado que yo os aya de enseñar las dichas colores pueda apartar esta dicha compañía aviendo os enseñado las dichas colores y no de otra manera. Iten que acabado de vender la dicha loga y azulejo luego se parta lo que por ello se diere y que ninguno de nos non pueda vender ninguna loga ni azulejos sin el otro sino ¿quando nos? lo concertemos y hendamos. Y en esta manera y con estas condiçio- nes fazemosy efetuamos la dicha compañía...» Impusiéronla pena de pagar 20.000 mrs. á la parte que no cumpliere con las condi- clones estipuladas, obligándose el Andrea á que si pintare loza ó azulejo fuera de la casa de Hernández, que lo que ganase había de partirlo con aquel, é igualmente entraría en los fondos de la com- pañía lo que el Hernández pintase, una vez que aprendiese el ma- nejo de los colores. Jueves 19 de Junio de 1561. Testigos que acre- ditaron la personalidad de Francisco Andrea, Lorenza Pasalagua (polvorista) y Bartolomé de Utrera, ollero, (i) (1) L^. único de escrituras de dicho año. Of. 4. Archivo general de proto^ colos. LOS CONTÎNUADOLES DE NICULOSO 225 No hemos hallado más dato que éste acerca del ceramista fla- meneo; por tanto no podemos asegurar si hacía mucho ó poco tiempo que residía en Sevilla, (i) En el capítulo X que dedicamos á tratar de la exportación de azulejos sevillanos, se dá noticia de los que en 1572 pintó Fernando de Santiago para adornar los salones de la Diputación de Valencia, del cual no hemos hallado hasta ahora rastro en nuestros archivos. Esto en cuanto á los artífices continuadores de Niculoso, pues en cuanto á obras podemos decir que en el espacio de cincuenta años, partiendo del de 1526, no encontramos, al presente, en nuestra ciudad ninguna de azulejería polícroma pla- na ó de pisano. Seguramente, las hubo; quizá en los conventos destruidos, pero, nuestra incuria dió lugar á que se perdieran, de- jando incompleta nuestra historia cerámica en aquel período de años. Para poder, por tanto, presentar á la vista de nuestros lectores, ejemplares de azulejería al gusto italiano, acudiremos á unos que bien pueden reputarse de magníficos, y en los cuales se conserva el nombre de su autor, descubierto por nosotros. Mas para esto hemos de venir al último tercio del siglo XVI, encontrándolos, en- tonces, en el grandioso alicatado que reviste los muros de las sa- las llamadas antiguamente de las Bóvedas ó de las Fiestas, y hoy Salones de Carlos V, en nuestro Alcázar, obra que acredita la fan- tasía artística que poseyó y la pericia técnica de su autor Cristo- bal de Augusta, nombre ignorado hasta aquí en la historia del arte sevillano. Nos cabe la satisfacción de poder decir que hemos sido los primeros en darlo á conocer. (i) En cuanto á Roque Hernande^, puede verse su papeleta biográfica en el Registro de olleros. 29 226 CRISTOBAL DE AUGUSTA En los plintos de las estípites divisorias de los tableros de dicho zócalo, el erudito Matute y el docto arqueólogo D. Juan Fa- cundo Riaño, leyeron repetidas veces la palabra A-V-S-T-A, pero . careciendo de toda otra noticia ó antecedente, ninguno de ellos pudo explicar el significado de aquellas letras que han venido siendo hasta aquí consideradas como un enigma por cuantos cera- mófilos han examinado los grandiosos zócalos. No demostraron unos y otros gran diligencia ni escrupulosidad, porque de haberlas tenido habrían encontrado én algunos sitios bien escrito el nom- bre del artífice, leyendo claramente la palabra AVGVSTA. Ver- dad que aún así tenían que ofrecerse dudas para interpretar su exacto significado, que tuvimos la suerte de hallar, cuando en 1888 emprendimos la tarea de examinar los papeles que consti- tuían el ignorado archivo del Alcázar. Por ellos supimos que Cristobal de Augusta fué el autor de los hermosos zócalos; pero, no satisfecha la curiosidad del aficio- nado seguía preguntando: ¿quién era y de dónde procedía? Tam- bién hemos tenido la suerte de aclarar en parte estos puntos con el siguiente documento: «En el nombre de dios amen, sepan quantos esta carta vie- ren como yo roque hernandes ollero vecino desta çibdad de se- villa en triana otorgo e conosco a vos xpoval de augusta pintor de azulejo de la obra de italia hijo ligitimo que soys de xpoval de augusta y de ysauel de dicastillo su muger difuntos que dios haya vecinos que fueron de la çibdad de estella que es en el rreyno de navarra vecino que soys desta çibdad questades presente e digo que por quanto mediante la voluntad de dios nro. señor e por su santo seruiçio esta tratado e concertado que vos el dicho xpoval de augusta os desposeys e veleys ligitimamente como lo hordena e manda la santa madre iglesia de rroma con malgarida hernan- dez mi hija legitima e de lucia gutierres mi primera mujer difunta que dios aya e porque el dicho casamiento aya efeto e mejor ten- gays con que sustentar las cargas del matrimonio por esta presen- te carta vos prometo e mando en dote e casamiento e por bienes dotales e caudal conocido de la dicha mi hija e della e para ella quatroçientos ducados de oro desta moneda que se agora usa que CRISTOBAL DE AUGUSTA :Î27 valen e montan ciento e cinqiienta mil maravedís los cuales pro- meto e me obligo de os los dar e pagar en rreales de plata que los valan e monten aqui en sevillà sin pleito alguno desde oy de la fecha desta carta en vn año primero siguiente so pena del do- blo en los quales dichos cuatrocientos ducados desta dicha pro- mesa entra e se comprende toda la parte de legitima y erencia a la dicha mi hija perteneciente de la -dicha su madre y los quaren- ta ducados que prometió e mando a la dicha mi hija juan gutie- rres su hermano difunto que dios aya por vna clausula de su tes- tamento que fiso e otorgo so el qual falleçio E para la paga e cum- plimiento de lo susodicho por esta carta doy poder cumplido e bastante a cualesquier jueces e justicias e personas de qualquier estado e juridicion que sean para que sin me llamar ni vencer en juicio sobre esta rrason me puedan prender... . etc. Siguen las fórmulas del derecho. Fecha la carta en el oficio de Juan Perez en miércoles ii de Enero de 1569.» (i) En 18 de Julio de 1570 otorgó carta de pago en favor de su suegro por 48.620 maravedís en cuenta de los 84.250 de la dote, y además 2392 maravedís de costas, restándole el dicho su sue- gro 37.040 maravedís y en el mismo día Alonso García, ollero, suegro de Roque Hernández, se obligó á pagarle la última canti- dad en el término de dos meses, como en efecto hubo de cum- plirlo, según consta de escritura de 23 de Septiembre del referido año. Hemos visto que en el primer documento consta que era ve- ciño de Triana; en el segundo lo era de Omnium Sanctorum; en (i) Libro I dedichD año. of. 4. fól. i63. Arch. gral. da protocolos. Î2Û Los Salonës üe cáelos V el tercero aparece en Triana y en el cuarto en el barrio de San Vi- cente, y por último, conocemos ya los nombres de sus padres y es- posa, así como el lugar de donde procedía con otros datos que no son para desdeñados. Viniendo ahora al exámen de los zócalos del Alcázar el lector juzgará á primera vista de la importancia extraordinaria de esta obra cerámica, al decirle que los expresados zócalos suman en conjunto una superficie de quinientos ochenta y nueve metros, siete centímetros cuadrados, distribuidos de la manera siguiente: Vestíbulo 53,13 metros cuadrados Salón de Carlos V. . . . 151,65 » Idem id. id 241,19 » ^ ■ Capilla. » . . . . . . 143,10 Total, 589,07 El conjunto que ofrecen cautiva la vista del que los examina, sorprendiéndole extraordinariamente la riquésima variedad de los dibujos que adornan cada uno de los diferentes tableros, la acer- tada combinación de los colores y la brillantez de los • esmaltes. En ellos aparecen elegantes tallos y caprichosas flores; aves y fan- tásticos cuadrúpedos, medallones con cabezas de damas y de gue- rreros, estípites, jarrones de flores y otros mil variados motivos que acreditan á su autor de peritísimo artífice, y á su obra de la más iríiportante y hermosa de este género existente en España. . En las Hijuelas de los gastos de las obras de aquel palacio, correspondientes al año de 1577, aparecen labrando las repisas «para poner en las salas de las bóvedas» los canteros Jerónimo Luís, Martín de Cansa QGainzar) y Alejos Rodríguez; y en la misma cuenta leemos el siguiente importante asiento: «a xpoval de agusta sesenta ducados en rreales que se le dan a buena quenta para que compre materiales para hacer cierta cantidad de açulejos questa obligado a dar para las hobras de estos alcaçares, los quales se an de descontar dentro de seis meses del balor de la obra que fuese entregada conforme al concierto que con el se hizo por el qual está obligado a dar cada vara en quadro del dicho HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS ES PROPIEDAD I ,it. de Ant.® Mateos. —Sevilla. TROZO DE LOS ZÓCALOS PINTADOS POR CRISTOBAL DE AUGUSTA QUE DECORAN LOS SALONES DE CÁRLOS V EN EL ALCÁZAR DE SEVILLA Los salonès de carLos V açulejo a diez y nueve reales con que se le de casa a donde lo haga como por el dicho concierto paresce. > En las hijuelas siguientes se le cita multitud de veces llamán- dosele frecuentemente € maestro de hacer y fabricar azulejos del pisano.» En el mj^o año de 1577 el Martes 25 de Junio, Eran- cisco Jiménez, veedor de los Alcázares, de una parte, y de otra Ana de Ayala, honesta, otorgaron escritura de arrendamiento e- dimiento dixo que conoce al dicho geronimo montero vezino de la ciudad de Sevilla de dose dias a esta parte enesta villa de Tala- vera donde ha estado el dicho tiempo que avra siete o ocho dias que este testigo vido como vn criado del dicho geronimo montero le vido llevar ciertos metales a casa de antonio diaz alfaharero y los echaron en vna padilla y los quemaron con estaño donde vino a sacarlos y echarlos en sus panecitos de casa del dicho antonio diaz y se cocieron en el horno y se molio el dicho vedrio del mo- lino del dicho antonio diaz y despues de molido lo vedrio el dicho antonio diaz en cierta lavor que se tomo de casa de juanes figue- roa alfaharero y alli sobre el dicho vedrio se pinto de azul y se salpico y se pintaron otras colores y este testigo vido vedriar jarros y platos y escudillas y borcelanas y asimesmo lo vido pin- tar y salpicar y vido asimesmo asentar su nombre del dicho gero- nimo montero en cada pieQa y otras letras que dizen talavera y 252 ENSAYOS DE VIDRÍOS EN TALAVERA que las mismas señas y letras contenidas en el dicho pedimiento este testigo las tuvo muchas délias en la mano para que las escri- biese y que asi mismo entre las dichas pieças ay platos y escudi- lias blancas y que lo sabe este testigo por lo que dicho tiene y este testigo es oficial del barro y vedrio y se ha hallado porque presente a todo ello y questa es la berdad so cargo del juramento que hizo y que no es pariente del dicho geronimo montero y que es de hedad de quarenta años poco mas o menos y lo firmo de su nombre pero lopez y paso ante mi juan de olmedo escriuano. El dicho bartolome de plazencia vezino desta villa de talavera aviendo jurado y siendo preguntado por el thenor del dicho pedi- miento dixo que conoce al dicho geronimo montero de doze dias a esta parte que vino a esta villa a hazer çierto ensayo en el ba- rro de vedrio que se haze en esta villa y queste testigo vido como el dicho geronimo montero trajo ciertos metales y materiales a casa de antonio diaz alfaharero vezino desta villa y que hizo su ¿emboltoria? para hazer vedriado en el horno y lo cocio y despues de cocido lo molio y hizo panecitos e los moho e vedrio el dicho antonio diaz ciertas pieÇas de vedrio en casa de juan de figueroa alfaharero las quales pieÇas este testigo pinto de azul e las vido jaspear a vn compañero deste testigo y supo que otro official de pintura avia pintado otras pieÇas de colores en el mismo vedrio que son platos y escudillas y jarros y borcelanas y puso el dicho geronimo montero vnas letras de su mano en las pieÇas escritas del mismo azul que dizen su nombre y otras talavera y que estas letras son las contenidas en el dicho pedimiento porque las a visto y conoce y se las vido escrivir y questa es la verdad so cargo del juramento que hizo y que es de edad de treynta y seis años poco mas o menos tiempo y lo firmo de su nombre bartolome de pla- zencia y paso ante mi juan de olmedo escriuano.» Las declaraciones de Melchor de Talavera oficial de alfarero y la de Alonso de Cazalegas están redactadas en los mismos tér- minos que las anteriores. Continúa el expediente con la diligencia de dar fe el escriba- no de que víó las piezas pintadas y firmadas por Montero y con- diye con la entrega del pedimento solicitado por aquél. ENSAYOS'DE VIDRÍOS EN TALAVERA 253 En vista de lo expuexto en el anterior documento pregunta- mos: ¿quién era Jerónimo Montero? ¿Acaso un ceramista ó un qui- mico que fué á estudiar los resultados de ciertos metales emplea- dos en los esmaltes? No nos atrevemos á responder; más por la curiosidad que despierta dicho documento, y por el interés que pueda tener en su día relacionándolo con otros, así como porque en él se demuestra la intervención de Felipe II en asuntos in- dustriales, y por tratarse de un sevillano, nos ha parecido oportu- no transci ibirlo. Figura S3' Azulejos de Augusta. Museo provincial de pinturas. CAPÍTULO X SUMARIO LA EXPORTACIÓN DE AZULEJOS SEVILLANOS k POBLACIONES ESPA- ísOLAS.—VALENCIA.—GRANADA,—CÓRDOBA.— CARMONA.—FLORES DE ÁVILA. —LA CALERA DE LEÓN.—DEUSTO Y Á OTRAS EXTRANJERAS.—LISBOA.— COIM- BRA.-EVORA.-FUNCIIAL.-BRISTOL.-MILÁN.-¿FLANnES? ¿EGIPTO? L gran auge què alcanzaron los productos de los alfares trianeros durante el siglo XV, aumentado singularmente en el XVI, dió lugar á que la fama extendiese rápida- mente por todos los dominios cas- tellanos la noticia de la perfección industrial y de la belleza artística _ q^ue los distino-uía: v si considera- -KX ro JJ» ' y . * . mos las íntimas relaciones que los españoles mantuvieron con los reinos de Europa más florecientes y adelantados, avivadas, muy especialmente, por los comerciantes extranjeros establecidos en Sevilla, no ha de extrañar, que las re- feridas producciones cerámicas, ya tan renombradas, hubiesen salvado nuestras fronteras, siendo solicitadas por otros países, y en su virtud, como las demandas eran cada vez más frecuentes, la exportación hubo de ser también muy considerable, y en su con- secuencia, las fábricas trianeras se multiplicaron y el gremio de alfareros fué sin duda, uno de los más numerosos de los muchos que á la sazón florecían en Sevilla. Mercaderes ingleses, franceses, 256 LA EXPORTACIÓN DE AZULEJOS italianos, portugueses, con otros de apartadas regiones, hallában- se avecindados en esta ciudad y contribuían á facilitar la expor- tación de objetos cerámicos, no sólo á los reinos extranjeros en que nuestra influencia era más directa, sino á los que no lo eran; aserto que se halla confirmado por numerosos documentos de la época. Vamos, pues, á exponer las noticias que hasta ahora lleva- mos recogidas referentes á la considerable exportación que se hizo de nuestra azulejería en los siglos XV y XVI; hecho confir- mado según ya hemos visto, por la autorizada palabra del maestro Pedro de Medina, concretándonos á solo tratar de dichos produc- tos cerámicos, porque hasta ahora carecemos de datos para ha- cerla extensiva á las piezas de vajilla, y aún cuando sea razonable creer que hubo también de alcanzar á los variados objetos que componían aquella, usados en los menesteres domésticos. La loza dorada, lo mismo que la de cuerda seca, tuvo que ser tan cono- cida como los productos de la azulejería; y posible es, que á am- bas se refieran aleunos de los contratos celebrados entre merca- deres extranjeros y ceramistas de Triana, al decirse en varios documentos que los primeros adquirían délos segundos «tantas cargas de labor de ollería» (i) de igual modo que hoy, también dicen los arrieros que llevan á vender estos objetos á los pueble- cilios y lugares de Sevilla y Extremadura. Refiriéndonos, pues, tan solo á la exportación de azulejos, comenzaremos por tratar de la que se hacía á las ciudades espa- ñolas, hablando después de la que se verificaba á los paises ex- tranjeros. No obstante haber sido y ser aún al presente la ciudad de Valencia uno de los más afamados centros de fabricación cerámi- ca, consta que en más de una ocasión acudióse á los maestros hispalenses para que contribuyeran al adorno de edificios, lo mismo religiosos que profanos. Por el manuscrito que en el siglo (i) Vemos empleada también esta misma frase generalmente en los Libros de Fábrica de la Catedral en los asientos que tratan de la compra de vasijas para las obras de las bóvedas del ^ templo. LA EXPORTACION DE AZULEJOS SEVILLANOS 257 VXIII existía en la Cartuja de Portaceli, debido al P. Antonio Juan Exarch, ha llegado á nuestra noticia, que en el año de 1504 «Don Frances Joan, fill dell sobredit Mossèn Llorens Joan, per morten patris, pagmenta la capella de Santa Ana ten portar les rajoletes de Sevilla», (i) Asimismo, consta que los azulejos que hasta prin- cipios del siglo XIX adornaron la casa de los Condes de Real de la ciudad del Cid, fueron fabricados por nuestro convecino Nicu- loso Pisano en 1511, según dejamos dicho en otro lugar. Pero la obra más importante de azulejería sevillana hecha en Valencia, fué la del palacio de la Diputación de aquella ciudad, de la cual nos dió noticia en erudita carta (Julio de 1898), el Sr. D. Luís Tra- moyeres Blasco, en la que expresábase nuestro amigo en los si- guientes términos; «P'abricábanse en aquella época (segunda mi- tad del siglo XVI), hermosos ázulejos por los moriscos de Manises y Paterna, pero todos en el estilo del primer período de la azule- jería valenciana. Había necesidad de nuevos modelos másacomo- dados al gusto del renacimiento; Sevilla y Talavera gozaban la supremacía en este género y en Sevilla se adquirieren los prime- ros azulejos para el palacio de la Diputación. Consta que en 1549 se comisionó al maestro de la obra para comprar los pavimentos de los salones. Esto parece que era muy costoso, pues según se lee en una deliberación de 3 de Julio de 1568, los azulejos que se adquirían en Sevilla, resultaban carísimos, por lo cual acordaron en dicha fecha celebrar un contrato con el platero Juan Elies ó Elias, hombre hábil en la fabricación de azulejos y á juzgar por el contexto del documento, natural de esa ciudad.» «Concertados con dicho ceramista, fabricó gran cantidad de azulejos planos y policromados. Desde 1568 á 1572 trabajó para la Diputación, figurando en las últimas cuentas un Jerónimo Abrós que sería sin duda, algún sócio ó compañero de aquél. Ignoramos si por muerte del primero cesaría la fabricación. Lo cierto es, que en i.° de Marzo del mencionado año de 1572 se dice: «Que aten- diendo á que ha llegado á la presente ciudad un maestro de azu- (i) Carta del Sr, D. José Enrique Serrano al Excmo. Sr. D. José M.^ Asensio. 33 258 AZULEJOS SEVILLANOS EN VALENCIA lej'os de Sevilla muy bueno y de mucha habilidad y que la Gene- ralidad (Diputación) tiene necesidad de muchos azulejos para pa- vimentar la sala nueva; por esto dan poder al síndico á fin de que contrate con el dicho maestro que se llama Fernando de Santiago sobre los azulejos que le pareciera son necesarios para dicho pa- vimento.» ¿Quién era este nuevo ceramista sevillano? Lo ignoro. Su nombre no figura en ninguno de los catálogos de azuleje- ros (i) El contrato se celebró en 5 de Marzo de 1572 entre el el síndico de la Diputación y el honorable Fein^indo de Santiago magister laterum. Comprende la escritura otorgada ocho capítu- los. En el primero se obliga Santiago á entregar 20.000 azulejos y otros más conforme á los modelos presentados; en el segundo se le prohibe trabajar para nadie (2) Ínterin no tenga entregados los azulejos; en el tercero y siguientes se fijan las condiciones del pagOj adelanto de fondos, etc., etc.» € Para instalar los hornos se le concedió á Santiago local propio de la Diputación, y situado en el punto donde está hoy la Cindadela. Construido el obrador comenzó la fabricación, que si- guió hasta el año de 1574, en que consta que se había ausentado de Valencia, dejando, no obstante, en ella, señales evidentes de su pericia en la azulejería sevillana ó pisana, pues con estas dos denominaciones es designada en los documentos. » Ni del maestro Elies, ni de Fernando de Santiago hemos en- contrado hasta ahora en estos archivos la más ligera mención; sin embargo, á la vista de los documentos facilitados por el señor Tramoyeros, no puede caber duda de que el segundo, por lo menos, fué continuador de la nueva manera de decorar azulejos introdu- cida por Niculoso, y dicho se está, que si aquel era artífice que gozaba de reputación en 1572, debió haberla adquirido con otras (1) También nosotros ignoramos á qué Catálogos de ceramistas se refiere el Sr. Tramoyeres, pués antes de la publicación de nuestro Diccionario de artifices se- villanos, no conocíamos más nombres que alguno que otro escrito como firma en obras de azulejería. (2) Nótense los puntos de analogía que hay entre las condiciones extracta- das del contrato con Santiago y las contenidas en el que se otorgó con Augusta pa- ra los zócalos del Alcázar. AZULEJOS SEVILLANOS ÉN GRANADA 259 obras que realizara anteriormente á la mencionada fecha. ¿Quién fué su maestro? He aquí una laguna que alguna vez habrá de lie- narse, pero, que hoy, no es posible hacerlo. Si el Pisano falleció en la primera mitad del siglo XVI dejando discípulos, alguno de éstos pudo ser el que aleccionase á Santiago, á Cristobal de Au- gusta y á los demás olleros que tantas pruebas nos han legado de su pericia. No debemos pasar inadvertidos ante un hecho que comprue- ba que nuestros azulejos, por su carácter propio diferenciábanse de los fabricados en otras partes. Al designarse á Juan de Villaba (debe ser Villalba), alfarero de Talavera, para que continuase las obras de Fernando de Santiago, se le llama: «mestre de fer rajo- letes e obra de tierra sevillana.» Pasemos ahora á ocuparnos en la exportación de azulejos se- villanos á Granada. En 14 de Marzo de 1542, según consta en el legajo 233 del archivo de la Alhambra, se le pagaron á Maestre Francisco me- dio ducado diario «de 26 días que estuvo en Sevilla y en yr y ve- nir y estar para concertar los azulejos que son menester para la casa real de la Alhambra Hizo" escritura y trajo algunas piezas. » 7 de Julio de 1542.— «Á Juan Pulido, (i) vecino de Sevilla, de 230 piezas de azulejos á 2 maravedís; 200 piezas á 4 marave- dis; 160 piezas á 3 blancas, que montan 240 marauedis. » «que se pago á Navarro arriero de Sevilla de 43 arrobas de este azulejo y puso á 80maravedís.» 24 de Julio de 1542.—«Á Juan Pulido 606 piezas de azu- lejo a 2 maravedís; 300 piezas de idem á 4 marauedis; de 50 la- drillos de azulejo á 5 maravedís.» 26 Octubre idem.— «A Pulido vecino de Sevilla de 163 azu- lejos a 4maravedís; 330 a 2 maravedís.» 6 de Noviembre idem.—«Al mismo 234 azulejos a 4 mara- vedis. » 8 de Marzo de 1544. — «Polido 500 azulejos cangrexos (2) a (í) ílJermano de los ceramistas Diego y Miguel? (2) Ignoramos la razón por qué eran así designados. 2ÓO AZULEJOS SEVILLANOS EN CÓRDOBA 2 maravedís;'202 piezas de azulejos a 4 maravedís; 90 piezas de azulejos a 2 maravedís.» 29 de Julio del mismo año,— «A Juan Pulido de 200 azule- jos a 7 maravedís. Otros 200 a 4 maravedís.» (i) Sumado el número de piezas de azulejos que facilitó el artí- fice sevillano, resultan 3615. De una carta que nos dirigió nuestro amigo el erudito ar- queóloho'cordobés D. Rafael Ramírez de Arellano, copiamos las siguientes noticias que acreditan la exportación de azulejos sevillà- nos á Córdoba, procedentes de la fábrica de los Valladares, maes- tros acreditados en Triana durante la segunda mitad del siglo XVI. Dice así el Sr. Ramírez: < Hernando de Valladares maestro de hacer azulejos, vecino de Sevilla en Triana, tenía á su cargo hacer 8.000 holambres de azulejos para holambrar lo solado entre ladrillos para el coro nuevo que se está haciendo en la dicha Santa Iglesia (Catedral de Córdoba) á precio cada uno de 5 maravedís, y asimismo toma á su cargo hacer todas las adeseras que fueran menester para la dicha obra al dicho precio de 5 maravedís por cada una que las dichas adeseras han de ser hasta trescientas ó más las que fueren menester para la dicha obra....» cLas entregaría en su casa en Sevilla, pagándosele, como las fuere entregando, dentro de tres meses primeros. 24 de Octubre de 1606.» Ya no existen, continúa nuestro amigo, por haber sido sustituido este pavimiento por el actual de mármol, que se puso cuando Duque Cornejo hizo el Coro. Ejemplar rñuy notable de decoración de azulejería, es la casa situada en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de Carmona y cuya reproducción puede verse en la pág. 194. Dicha finca há- liase revestida totalmente en sus dos pisos superiores por azulejos de cuenca y de cuerda seca, procedentes, sin duda alguna de las ollerías de Triana. Un hallazgo, interesantísimo por más de un concepto, hemos debido ahora los ceramófilos, á la infatigable investigación de (i) Nota facilitada por el Sr. Gómez Moreno al Sr. Osma, el cual á su vez ha tenido la bondad de transmitirnos a. AZULEJOS SEVILLANOS EN FLORES DE ÁVILA 26 I nuestro docto amigo D. Manuel Gómez Moreno y Martínez. En- tre las muchas joyas artísticas descubiertas por dicho señor en la provincia de Avila, merece singular mención para nuestro objeto, una que nos describe en carta que tenemos á la vista, ai tratar de las antigüedades de la villa llamada Flores de Ávila, con las frases si- guientes: «En la iglesia parroquial de este pueblo, y en su capi- lla de la Virgen del Rosario, se han puesto como solería los azu- lejos arrancados del zócalo de la capilla de Reyes. Desde luego recuerdan los de Francisco Niculoso en Sevilla, y los de manufac- tura talaverana más antiguos; están coloridos á pincel con blanco, amarillo de antimonio, azul y verde, y son de purísimo gusto ita- liano. A cada lado de la peana del altar hay cuadros compuestos de doce piezas cada uno, con orla de molduras y foliages, coronas de frutas y hojas atadas con revueltas cintas, y en medio, estas alegorías: Niño dormido con la mano apoyada en la mejilla, cala- vera delante y cinta en torno que dice: memento mortis et non pecavis y otro niño volviéndose con espanto al ver la calavera y esta sentencia: memorare in novísimo dia et non pecavis in eternum. Otros muchos azulejos les rodean de la misma clase que componían grutescos, un escudo de armas, que ignoramos á quien pertenezca, jarros, niños tocando violines y terminados en maco- lias y cartelitos con estos letreros: MEMENTO MORTIS ET NON PECAVIS = LAVS DEO = S. P. Q. R. = F. NICVLOSO-PISANO = NICVLOSO ME-FECIT 1526 ANO • No necesitan comentarios estas firmas, continúa el referido Sr. Gómez Moreno, aquí tenemos una obra del mismo gran cera- mista que trabajó en Sevilla desde 1503 á 1511, que hizo en 1518 los retablos de Tentudía; (Extremadura) (i) en fecha igno- (i) En el capítulo VIH por las láminas que acompañamos de los retablos de San Agustín y Santiago de la iglesia de Tentudía podrá juzgar el lector que no fueron obra de Niculoso. 202 EXPORTACIÓN DE LOZA SEVILLANA rada el azulejo de Lisboa (i) y que en 1520 á 26 dejó esta su última obra conocida en un rincón de Castilla, haciendo sospe- char, si á él se deberá el establecimiento de hornos en Talavera. Acompañan á estos azulejos otros de los llamados moldeados ó de cuenca, semejantes á los toledanos, con encintados árabes, follajes romanos y círculos de lazo ceñidos por albanegas de hojas romanas. » Basta solamente la descripción transcrita, para que el lector juzgue del interés que tiene la obra de que tratamos; no solo porque hasta aquí ignorábase su existencia, sino, porque, nos fa- cilita el dato importante de la fecha que prueba la supervivencia del celebrado Niculoso, y además también, porque demuestra, que la fama del maestro extendióse hasta la región castellana, á donde sería tal vez conocido su nombre por obras que ejecutara, mediante encargos recibidos de personajes eclesiásticos ó segla- res, quienes trataron con ellos de enriquecer capillas ó altares de que serian patronos. Sin embargo, de lo dicho, bien puede acep- tarse la suposición del Sr. Gómez Moreno, al estimar que acaso el maestro Pisano intervino eficazmente en la fabricación talaverana. No hemos de hacer come.ntarios respecto á la bárbara apli- cación que se ha dado á estos azulejos, los cuales continuando en el sitio que hoy se hallan, no tardarán mucho en desgastarse, pe- reciendo como tantas otras obras artísticas dignas de ser conser- vadas con gran aprecio. Antes de concluir el relato de las noticias que acreditan la exportación de la cerámica sevillana á ciudades españolas, consig- naremos la breve noticia que nos dá el documento que á continua- ción transcribimos extractado de su original. «Cristóbal García Mellado, ollero, vecino de Triana, vendió á Iñigo de Guriçavalen, vecino de Usto ques cerca de la villa de Bilbao 21 2 vasos de loÇa los quales son para en quenta e pago de los treçientos vasos que el dicho Cristobal Garcia era obligado a dar e pagar» fecha de la escritura lunes 8 de Noviembre de 1501. (i) El existente hoy en el Museo de Amsterdam. AZULEJOS SEVILLANOS EN PORTUGAL 263 A los datos yá expuestos podemos añadir que rara ha de ser la iglesia de ciudad, villa ó lugar de nuestra provincia, y aún de sus limítrofes, en que no se encuentren azulejos de Triana más ó menos antiguos, de los géneros de mosáico, cuerda seca, cuen- ca y de pisano sin que falten, como podrá verse en el capítulo XII que hemos dedicado á la cerámica del siglo XVII, hermosos ejemplares de zócalos, con caprichosas y peregrinas invenciones. Las iglesias más importantes parroquiales ó conventuales de Jerez déla Frontera, Ecija, Osuna, Carmona, Utrera, Morón, etc., con- servan testimonios que acreditan este aserto, y en muchas de las cuales, no sólo fueron empleados en zócalos, sino en techos y pa- vimentos, en frontales de altar, en torres y espadañas. Pasemos ahora á mencionar otros ejemplos que acreditan la veracidad del maestro Pedro de Medina, cuando aseguraba que los productos de nuestros alfares eran transportados á muchas partes, frases confirmadas por los documentos que prueban la considerable exportación que hicieron de sus productos á Portu- gal los ceramistas Fernán Martinez Guijarro, y su hijo Pedro de Herrera. Cuando en Septiembre de 1900 visitamos la hermosa Cate- dral románica Sé Ve/Âa, de Coimbra, experimentamos muy grata impresión al hallar sus muros todos alicatados con azulejos, en su mayoría de los que venimos nombrando de cuenca, los cuales, á la simple ojeada nos denunciaron su origen sevillano. Empleados con extraordinaria profusión, todos sus variadísimos dibujos, eran de ejemplares repetidos de los que se labraron en Triana, partien- do de las postrimerías del siglo XV ó de los comienzos del XVI. Pero, no eran sólo los dibujos los que confirmaban su proceden- cia sevillana, sino los esmaltes todos, y la técnica de su fabrica- ción, que bajo ningún concepto pueden confundirse con los de otras partes. En aquellos días verificábanse en el templo grandes obras de restauración, dirigidas por el erudito arqueólogo y artis- ta Sr. Augusto Gonzalvez, al cual debimos la atención de haber- nos manifestado, que no solamente no se limitaron en el siglo XVI á adornar los muros de la Catedral con azulejos, que según tradi- ción, habían sido importados de Sevilla, sino que, este lujo deco- 264 AZULEJOS SEVILLANOS EN PORTUGAL rativo lleváronlo al extremo, de revestir los pilares todos del tem- pío, no obstante la dificultad que ofrecía el ajuste de las losetas á los curvos perfiles y líneas angulosás de aquellos miembros arqui- tectónicos. El Sr. Gonzalvez, con muy buen acuerdo, dispuso que Figura 56, La Catedral de Coimbra antes de las obras de restauración efectuadas en 1900 AZULEJOS SEVILLANOS EN l'ORTÜOAL 265 fuesen despojados del revestimiento cerámico, y cuando nosotros visitamos el templo, veíanse limpios los referidos pilares. Sin em- embargo, el lector podrá formar idea muy exacta de la decora- ción de aquéllos, según se hallaban antes de las obras, en vista del adjunto fotograbado (fig. 56). Don Joaquín María de Vasconcellos, dice refiriéndose á es- tos azulejos: «De Sevilla vieram muitos azulejos para a Se Velha de Coimbra encomendados pelo Bispo D. Jorge de Almeida. Alem do documento histórico que comproba a importaçao (Si- moes de Castro. Guia, pág. 152 da 2.^ ed.) ha um argumento in- trinseco que se tira da confrontacao dos padroes da Se Velha com os da Casa de Pilatos. (i) Ciertamente, que la comparación es acertadísima y bastante para que no quepa duda del origen de los azulejos de Coimbra, encargados por el obispo Almeida; el cual, no se limitó á revestir muros y pilares del tempo, sino que lo hizo extensivo á las capi- lias, empleándolos hasta en los pavimentos, según puede verse en la de aquel personaje, fallecido en 1543. Al examinar la rica colección de azulejos de que tratamos, ocúrrese preguntar: ;Si nó todos, parte de ellos pudieron ser de los que exportara á Portu- gal el maestro Fernán Martínez Guijarro? Fáltanos el dato preciso que acredite la fecha exacta en que fué decorada la Catedral coim- brense; y si tenemos en cuenta la fecha del fallecimiento del obis- po Almeida, acaso, no nos atrevamos á asegurar, por lo avanza- do de aquélla, que los azulejos procedieran de la fábrica de Mar- tínez Guijarro que murió en 1509, y sin embargo, del contexto de los documentos, á que vamos inmediatamente á referirnos, pare- ce dedudirse que han de tener relación con tan importante obra cerámica. Por escritura de 14 de Junio de 1501, Pedro de Herrera ven- dió á Alfon Alvarez «cierta labor de su oficio» (jplatos y vasijas ó azulejos?) con la condición que le comprase en Portugal un esclavo. (i) «Revista da sociedade de instrucçao do Porto.» Yol. 3.°. Porto 1884, Artí- culo del Sr. Vasconcellos intitulado «Documento XIV. Azulejos nacionales. Sobre á influencia de arte italiana. 34 266 AZULEJOS SEVILLANOS EN PORTUGAL Por Otra de 24 de Mayo de 1502, Esteban Rodríguez, ved- no de Coimbra, reconodóse deudor del mismo Herrera por 4.000 maravedís, importe de 200 azulejos; y finalmente, en 31 de Octu- bre de 1503, Maestre Olivar, entallador, vedno de Coimbra com- pro á Fernán Martínez y Pedro de Herrera, su hijo, cierta obra de azulejos de labores^ que importaron 20.000 maravedís, (i) Ahora bien: ;Quién era el entallador Maestre Olivar? ¿Algún encargado por el Obispo ó Cabildo coimbrenses para que viniera á Sevilla á contratar los azulejos con que había de adornarse aquella Catedral? De otra parte, si por las Nóminas de francos del Alcá- zar de 1479 hemos visto que las obras de P'ernan Martinez eran muy apreciadas en Portugal desde hacía ya años, ¿ha de extrañar- nos que el maestro Olivar acudiese á su fábrica y contratase con él y con su hijo la compra de azulejos? ¿Podría ser ésta una pri- mera remesa con destino al mencionado templo? Dejamos al lector que aprecie estos hechos, á cuyo esclarecimiento no les sería di- fícil coadyuvar á los arqueólogos y eruditos portugueses. Por aquellos mismos días, con fecha 17 de Octubre del refe- rido año de 1 503, Agustín González estante en la ciudad de Lis- boa, reconocióse deudor de Pedro de Ferrera y de Diego Rodrí- guez de San Román, por 6 070 maravedís de «cierta labor que les compro» no constando que fuesen azulejos, pero, de todos modos, tenemos con los documentos citados, pruebas bastantes de la exportación de los productos trianeros á importantes capita- les portuguesas. Seguros estamos, igualmente, de que han de existir en otras poblaciones, á juzgar por los ejemplares que se custodian en el Museo arqueológico das Janellas verdes de Lis- boa, procedentes de las ciudades de Evora y Funchal (Isla de Madera.) Siguiendo nuestras investigaciones diremos; que también consideramos como azulejos sevillanos los que adornan el chapi- tel de una capillita de planta cuadrada, que se encuentra á la subi- da del monasterio de Santa Clara en Coimbra. Los dibujos son (i) Insertamos íntegros estos tres documentos en la biografía de Fernán Martínez Guijarro. AZULEJOS sevillanos EÑ EORTUGAL 267 los mismos repetidos en la rica colección de la Se Velha y, por consiguiente, iguales á los que vemos propagados en los edificios hispalenses que revelan ya el gusto mudejar, ya el del renacimiento. Mayor riqueza aún que en Coimbra, de azulejos sevillanos, hemos tenido ocasión de apreciar en Lisboa, especialmente, en los Palacios alto y bajo de Cintra. Gratísima fué la sorpresa que experimentamos cuando dimos vista al pequeño patio del Palacio de las Penas, que conserva, entre otras, esta parte antigua del que fué monasterio de monjes Jerónimos, á fines del siglo XV. Sus cuatro muros, hállanse revestidos hasta las cornisas que los rema- tan, por magníficos tableros de azulejos, seguramente sevillanos, en los cuales se repiten la mayor parte de los conocidos dibujos característicos deTriana de fines del XV ó principios del XVI, ya de los de cuenca, ya de los de cuerda seca. Pero, si por el número y variedad de los ejemplares que de- coran este patio, podemos considerarlo como verdadero museo cerámico sevillano, todavía son más importantes las colecciones de los que enriquecen el llamado Palacio bajo, edificio de aquella misma época, y en el cual, abundan extraordinariamente los azu- lejos de cuerda seca. En la subida de la escalera hay algunos pe- queños tableros de este género, cuyos dibujos son de lacería, con los colores blanco, verde, azul obscuro y algunas estrellas mela- das. En la sala que llaman los cicerones, Comedor de los moros, hay un hermoso zócalo de más de dos metros de altura, compuesto de holambrillas y anchos relieves, los cuales combinados capricho- sámente sus colores verde, blanco, melado, negro y azul, forman una labor, á manera de escalerillas superpuestas, en un todo iguales á los que se ven en algunos tableros del antecomedor principal de nuestro Alcázar. Todos los referidos alizares y ho- lambres son lisos; y cada uno de un solo color, jugando los claros con los obscuros, y produciendo un efecto de perspectiva bastante singular y en cuya colocación parece verse la mano de los alba- ñies hispalenses. Dicho zócalo está rematado por un coronamiento ó crestería de flores de lis, como de unos 0.^^30 de alto, las cua- les por su parte inferior van entrelazándose, como los florones de una corona, y formando tracerías lobuladas, de las que arrancan 268 AZULEJOS SEVÍLLAÑOS ÈN ¿"ORTUCAL las dichas lises. Son éstas de bastante relieve, y á juzgar por su dibujo, colores y procedimiento de fabricación, dudamos que sean obra sevillana; á lo menos, no existen ejemplares análogos en los edificios de nuestra ciudad. Los vanos ojivales que dan ingreso á esta cámara, tienen adornadas sus enjutas de azulejos de cuenca trianeros, y todo el zócalo está rematado por una crestería gó- tica, en gran relieve, cuya técnica recuerda la de los azulejos mo- demos de Caldas da Reinha. En la pequeña habitación alta donde tradicionalmente dícese que estuvo preso Alfonso VI; es interesante el pavimento, por- que está formado de fajas de azulejos de lacería, unas más anchas y otras más estrechas, pero, todas de cuerda seca. AI examinar el color rojizo del barro de que están fabricadas dichas piezas los tonos, algo sucios, de los melados, y las dimensiones de algunas losetas, nos hacen sospechar que procedan de las fábricas portu- ofuesas ó acaso de las de Toledo ó Talavera. Diferencianse mucho estos ejemplares de unos remiendos que tiene el pavimento, de lacería y cuerda seca, que estimamos de fabricación trianera. Esta solería puede, por su belleza artístico-industrial, servir de modelo para ser repetida por los actuales ceramistas, y adaptarse á los edificios modernos por las personas de buen gusto. En otras partes del mismo Palacio hay también gran cantidad de azulejos sevillanos. En un patinillo y en el corredor que llaman de los cria- dos^ los hemos visto mudejares de lacería y cuerda; y en la sala que dicen de las Sirenas^ véseles combinados con los de fabrica- ción lusitana, que figuran hojas de parra en gran relieve. De no- tar es en esta cámara la guarnición que adorna una puertecita hecha de alizares, verdes, negros y blancos formando lacería, y las enjutas de un arco, compuestas de arabescos negros sobre fondo blanco pintados. Finalmente, debemos mencionar los zó- calos de la sala de Espegues y los del patio de los Grifos. Los primeros de lacería en cuerda seca verdes, negros y blancos, y los segundos, de estos dos últimos colores formando el dibujo de lazos conocido actualmente entre los ceramisras trianeros con el nombre patas de gallo. (Véase la fig. 58 que va al final de este capítulo.) AZULEJOS SEVILLANOS EN I'ORTUUAL 269 El gusto sevillano para la aplicación de los azulejos tuvo, como hemos visto, una gran acogida en Portugal y reunidos to- dos los que se conservan en Cintra y Lisboa, dado su número, variedad de procedimientos y dibujos no tienen más rivales que las magníficas colecciones que enriquecen el Alcázar sevillano y la Casa de Pilato. En el Museo arqueológico lisbonense hemos visto coloca- dos en forma de frontal, debajo del relieve que representa la Impresión de las llagas de San Francisco, unos cuantos dibujos procedentes del convento de la Esperanza de dicha ciudad. Los hay entre ellos, con los motivos corrientes de estilo mudejar, de tracería gótica y algunas losetas, en las que se imita una tela de brocado, á cuyo dibujo llaman los aficionados, de Santa Paula^ porque los mejores ejemplares conocidos son los que adornan los muros del presbiterio del mencionado templo y cuya reproduc- ción puede verse en la pág. 182 (fig. 41.) Dichas muestras com- prueban que los azulejos sevillanos enriquecieron también los los edificios religiosos lisbonenses. Los continuadores del procedimiento introducido por Nicu- loso, avecindados en esta ciudad, siguieron surtiendo con sus pro- ductos del género pisano á las poblaciones extranjeras, y proce- dentes de sus fábricas creemos que son los que decoran algunas partes de la iglesia de San Roque de Lisboa. Los muros del ves- tíbulo que se halla bajo el coro, á los pies de dicho templo, están alicatados de azulejos, en que dominan los colores azul y blanco imitando grandes cabezas de clavos de forma piramidal, de los cuales se componen los tableros, que están separados por fajas verticales con ángeles, cartelas y tallos pintados de zafre, verde tinta, amarillo y moi ado, lo mismo, exactamente, que los de igual dibujo que se hacían entonces en Triana. Los medios puntos de las arcadas abiertas en los muros, están decorados con conchas de la misma clase de azulejería, en cuyos centros hay óvalos de fon- dos amarillos, conteniendo monográmas, emblemas y atributos religiosos. Estos ornatos hállanse en parte barajados y alterada su composición, como consecuencia de imperitas reparaciones. En algunas de las losetas léese la fecha de 1596. ¿70 azulejos sevillanos ËN portuôal ¿Estos azulejos pudieron ser acaso obra del notable artífice portugués Francisco de Matos que en 1584 firmaba los dos gran- des cuadros, también de azulejos, con adornos platerescos, ya decadentes, que decoran la capilla de San Roque en el templo de esta misma advocación? Creemos que no: basta solo compararlos con los que de él citaremos, que son infinitamente superiores, y en ellos no hallamos empleados los mismos tonos y vidrios que en las pilastras de que antes hemos hablado. Es indudable que los maestros sevillanos ejercieron una marcada influencia en los portugueses (i) y con mucha frecuencia halla el curioso en los antiguos edificios lisbonenses ejemplares de azulejería, que, ó bien son copia de modelos sevillanos, ó proce- dentes de nuestras mismos alfares; gusto que, según nuestras no- ticias, extendióse á otras muchas ciudades portuguesas, como Evora, en donde según el Sr. Gabriel Pereira (2) dice: «Ninguna población del país posee tan gran variedad de azulejos como Evo- ra: muchos y excelentes ejemplares de diferentes épocas. Citando entre ellos los con relieve de la capilla de García de Resende, año de 1520. En Santiago los hay bellos, representando la histo- ria del Hijo pródigo, firmado por Gabriel del Barco en 1699. En Loios, en la iglesia de San Juan Evangelista, otros firmados A71- to7iius ab Ohva, 1711. En la Misericordia los hay de Manuel Bor- jes en 1716, y en la ermita de la Virgen de la Cabeza otros del referido Oliva fabricados en 1736. > Durante el siglo XVIII no decayó, ciertamente, en Portugal la afición por los azulejos; pruébanlo así los grandes zócalos que hemos visto en los claustros de la Catedral de Oporto, los de las galerías y departamentos de ingreso á la Secretaría de la Univer- sidad de Coimbra, los del claustro llamado delSile7icio^ en la igle- (1) En la Revista de Arqueología y Arte moderno. Lisboa 1895, íol- 24. en un artículo anónimo se dice: «Os azulejos lissos de folhagens em azul sobre fondo ama- rillo parecem ter origen italiana fabricaram-se ainda no seculo XVÍ en Sevilha e Ta- lavera e d' hai entraram em Portu al.» (2) Estudios Eborenses-Evora-Minerva Eborense año de 1884. Un. vol. pá- gina 13. AZULEJOS SEVILLANOS EN EORll GAL 271 sia de Santa Cruz, los de la nave de este mismo templo en la re- ferida ciudad, y las magníficas colecciones que existen en Lisboa en la casa del Sr. Conde de Fronteira (Benfica), tal vez, la más importante; los que se hallan en el jardín de la del Sr. Conde de Almada, hoy Capitanía General; los del Real Palacio de Ouelúz; los que vemos en el vestíbulo y escalera del Tribunal militar de San- ta Clara, y los del edificio destinado actualmente á Museo de Ar- tillería. En cuanto á los ejemplares custodiados en el Museo del Carmen, proceden de la Se (Catedral) de Funchal en la Isla de Madera, de Evora, Cintra y Lisboa.» Bien merecen especial examen y concienzudo estudio crítico las obras producidas en las fábricas de Gavaquinho, Rato, Coim- bra, Viana, Lisboa y otras ciudades portuguesas, florecientes en los siglos XVII y XVIIÍ, de donde salieron obras en época ante- rior dé tal importancia artística, como el gran retablo de azulejos que se conserva en la Biblioteca nacional lisbonense, el cual, si por sus caracteres artísticos puede creerse obra de artista italiano, en cuanto á su técnica industrial ofrece para nosotros la duda de si procederá de fábrica portuguesa ó de la española de Talave- ra. (i) Pero si acerca del referido retablo suspendemos nue.s- tro juicio por creer aventurado fijar la fábrica ó artífice que lo ejecutó, no ocurre lo propio con la magnífica colección de azule- jos del siglo XVIII, que hemos citado, existente en la casa del se- ñor Conde de Fronteira, verdadero palacio que conserva extraor- dinario número de azulejos planos, dispuestos en forma de zócalos; Permítanos el lector, que por el singular interés de esta obra cerámica, diga- mos algunas palabras acerca de ella, aunque reconocemos que no se relaciona estrc- chámente con el objeto de nuestro trabajo. Representa el cuadro principal el Naci- miento de Cristo: á los lados, en sendas hornacinas se ven las efigies de San Juan y San Lúeas, y encinja la Anunciación. Los cuadros principales están separados de este último por un entablamento, en cuyo friso desenvuélvese elegante adorno de ta- líos amarillos. En el superior, por la parte alta corre una gran guirnalda de frutas y flores que recuerda el estilo de los della Robbia. Los tres cuadros bajos están dividí- dos verticalmente por colum las con capiteles compuestos, revelando el estilo que se maniflesta en figuras y pormenores, el de las obras italianas de la primera mitad del siglo XVI. Procede de la capilla de Nuestra Señora de la Vida que erigió á sus ex- pensas y en dicha centuria Bartolomé Vaz de Lemos en la parroquia de San Andrés, edificio que fué demolido en 1845. 272 azulejos sevillanos en portugal cuadros representando batallas, otros con los Sentidos corpora- les, las Potencias del alma, las Ciencias y las Artes, descollando entre ellos los doce, de mucho mayor tamaño, que adornan el muro principal del estanque de los jardines, en una extensión de 56 metros de largo, en los cuales, se ven representados caballeros con trajes del siglo XVII cabalgando, figuras todas colosales. Ge- neralmente, estos asuntos están pintados con zafre, blanco, mo- rado y algunos ligeros toques de verde tinta, procediendo, en nuestro concepto, de fábrica lisbonense. Hemos citado todos estos ejemplares en confirmación del concepto de la gran influencia que ejercieron los artífices sevillanos, especialmente, y los de Talavera, en los maestros portugueses. La Exposición retrospectiva de arte ornamental portuguesa y española celebrada en Lisboa en 1882, nos dió á conocer otra obra de Niculoso que fué expuesta por su poseedor el Rey don I^ernando II de Portugal, y de la cual, puede verse un ligerísimo y pequeño trazo en la página 23 del tomo de estampas que acom- paña al texto del Catálogo de dicha Exposición. Años después, supimos que la obra de Niculoso no existía ya en Lisboa habien- do correspondido en la partición de los bienes que se hizo del mo- narca portugués, á la princesa Antonia de Hohenzollern la cual debía conservarla en su palacio de Sigmaringen. En vista de tales noticias, cuando menos, esperanza teníamos de obtener una reproducción de aquellos azulejos, recibimos carta de nuestro buen amigo el Sr. Osma, participándonos que actualmente existen en el Museo de Amsterdam y remitiéndonos la fotografía que con tanto gusto reproducimos en este lugar. Si los.comparamos con los del retablo del Alcázar notaremos desde luego que Niculoso se inspiró al componer el grupo de Portugal, en el de Sevilla, introduciendo variantes en los tipos y en la colocación de las figuras, así como en los accesorios ya de los lejos, ya de los pormenores arquitectónicos. Los detalles de las vestiduras están más esmeradamente hechos en el nuestro, cuyo conjunto es, sin duda, también más elegante. El cuadro de que tratamos carece de fecha, ostentando solo la firma niculoso tta- liano me fecit. HISTORIA DE LOS BARROS VIDRIADOS SEVILLANOS Fotog* ImpGRAPHOS^'Sevilla CUADKO DE AZULEJOS PINTADOS POE NICULOSO PISANO EXISTENTE EN EL MUSEO DE AMSTEEDAM AZULEJOS SEVILLANOS EN ËRlStoL «73 Tiempo es ya de consignar otros datos, escasos, pero muy interesantes, que acreditan el hecho de la exportación de nuestros azultyos á regiones más distantes que la portuguesa, y con las cua- les, la dificultad de comunicaciones, no obstante que eran gran- des, fueron muy frecuentes. Un erudito ceramófilo extranjero, (i) dice hablando de la capilla del Alcalde de Bristol (The mayor s' Chapel) que «está solada de azulejos llevados, sin duda, por uno de los numerosos mercaderes que hacían con Sevilla un comercio considerable de botellas. » Opinión que confirma otro erudito afi- cionado (2) cuando refiriéndose á los azulejos de cuenca del Alcá- zar sevillano dice: «También hay de estos azulejos colocados en Figura 57. Azulejos sevillanos de la capilla del Alcalde, en Bristol. la capilla mayor de Bristol en Inglaterra, que proceden de fábricas sevillanas. » (1) Marryat. Tom. I, pág. 5. (2) Dem.min, pág. 72. âs 274 AZULEJOS SEVILLANOS EN MILÁN En los documeiítos del Archivo general de protocolos,hemos tenido ocasión de observar que fué grande el número de comercian- tes ingleses avecindados en Sevilla en el siglo XVI; no es extraño, pués, que al recibir de ellos telas, vidrios, y otros objetos, á su vez exportasen nuestros productos cerámicos, que por esta causa eran conocidos en países considerados, por entonces, como muy leja- nos. La adjunta fotografía tomada de la lámina de la obra de Li- son, Antigüedades de Gloticestershire, que debemos á la bonda- dosa amistad del Sr. Osma, nos presenta la composición toda de los azulejos empleados en el pavimento de la mencionada capilla. En su centro, en forma de cruz, resaltan nueve losetas de fabrica- ción inglesa, con escudos, hojas y animales; conteniendo los cua- tro espacios restantes i6 de aquéllas, cuadradas de o.'^ió, que era el tamaño corriente en las sevillanas, que se empleaban en los zócalos. Manifiéstanse en los dibujos de las segundas las dos in- fluencias dominantes en los azulejos del siglo XVI, la plateresca y la mudejar, y todas son repeticiones de las que adornan los anti- guos monumentos sevillanos. El mismo Marryat añade en una nota, que el Museo Británico posée una placa parecida, proceden- te de la iglesia de Haccombe (Devonshire). En Italia, con más razón que en Inglaterra, tuvieron que ser conocidos los azulejos sevillanos, y no dudamos que practicadas investigaciones en los antiguos edificios de Nápoles y de Génova, muy especialmente, nos darían á conocer ejemplares numerosos. Pero si nos faltan datos para probároste aserto, no acontece lo pro- pió con la ciudad de Milán, en donde tuvimos la grata sorpresa de hallar en la iglesia de Santa Maria di Grazie en la capilla quinta del lado de la Epístola, un pavimento todo él formado con azulejos se- villanos de cuenca, polícromos, del siglo XVI con los dibujos más vulgarmente empleados en los alfares de Triana de aquella cen- turia. (i) (i) Sevilla y Milán mantuvieron estrechas relaciones durante aquel siglo, y aquí moraban muchos comerciantes milanesers. Nuestro Concejo surtióse de armas, de las tan acreditadas fábricas milanesas, y en varias ocasiones envió comisionados suyos con el objeto de adquirirlas. La armería de esta ciudad componíase principal- nrente de aquéllas. AZULEJOS SEVILLANOS EN FLANDES Y EGIPTO 275 No hemos de pasar inadvertidos ante un pormenor, que creemos puede servir para afirmar, que también en los Países Bajos fué conocida la loza andaluza de los siglos XV-XVI, obser- vación que nos asaltó al examinar en la Galería degli Uffizzi, en la Sala del Arcipesdale de Santa María Nuova en Florencia, el her- mosísimo tríptico de Hugo Vander Goes. En su tabla central que representa el Nacimiento, hay un ramo de lirios colocados dentro de un vaso, de forma muy análoga á los que se usaron en las bo- ticas españolas en el siglo XVI. ¿No autoriza esto á creer que fué conocida en Plandes nuestra loza dorada, y que de igual modo debió serlo también nuestra azulejería, dadas las estrechas reía- dones que sostuvimos con aquel país? El espíritu de investigación que anima á los críticos contem- poráneos ha enseñado á no desdeñar hoy ningún dato ó noticia aislado, pués, á veces, con ellos se establecen deducciones, las cua- les, vénse, en muchos casos confirmados por otros, llegando al fin, con la suma de todos á establecer seguros asertos. Estas con- sideraciones se nos ocurrían, cuando examinábamos en el Museo de Sèvres los fragmentos de vasijería procedentes de las investi- gaciones del Dr. Fouquet en el Viejo Cairo, los cuales figuran atinadamente en aquellas vitrinas, en vez de ser desdeñados por su aparente insignificancia. Entre aquellos restos de loza dorada, hay no pocos, que son en nuestro concepto piezas de vaji- lia hispano morisca, habiendo sido así clasificados por inteli- gentes ceramófilos. El hecho de la exportación de los productos de alfarerías andaluzas al Oriente, no debe sorprendernos, dadas las relaciones entre los moros de España con los musulmanes de aquella región, sobre todo, cuando á consecuencia de la desmem- bración del imperio islamita perdió Bagdad su carácter de capi- tal y el centro político y militar de aquél, establecióse en el Cairo, al tiempo mismo que los musulmanes españoles fundaban en Cór- doba la silla de otro imperio mahometano. En cuanto al conocimiento que los italianos tuvieron de nuestra loza, parece también confirmado por la denominación con que designaron una clase especial de aquellos productos, que llamaban alia castellana. Así hemos visto clasificado un objeto 276 AZULEJOS SEVILLANOS EN ELANDES Y EGIPTO que conserva el Museo del Louvre, que por su forma parece un centro de mesa. Está compuesto por una copa, que sostienen tres leones, y en su tarjeta explicativa léese: «poterie graveé sur en- gobe dite alla castellana. XV siecle.» Los adornos son en parte grabados y en otras en relieve; toda la pieza hállase vidriada de blanco, verde y una tinta néutra que se asemeja á nuestro esmalte melado. Los colores se han corrido en el horno á consecuencia de la cocción,"apareciendo en algunos sitios como á parches. Azulejo con el dibujo llamado de «pata de gallo.» CAPÍTULO XI SUMARIO DE LA LOZA DORADA.—ORÍGENES MÍS PROBABLES.—SU INTRO- DUCCIÓN EN ESPAÑA.—DUDAS QUE SE OFRECEN PARA FIJAR LA FECHA EN QUE TUVO LUGAR.—ERROR DE DAVILLIER AL CONSIDERAR i LA ISLA DE MALLORCA COMO EL MÁS IMPORTANTE CENTRO DE SU FABRICACIÓN EN ESPAÑA.—FUNDA- DO CONCEPTO CONTRARIO SOSTENIDO POR CAMPANER.—APLICACIÓN DE ESTE PROCEDIMIENTO Á LOS BARROS SEVILLANOS, GRANADINOS Y MALAGUEÑOS.— EJEMPLARES QUE PUEDEN CITARSE.—DIFICULTADES QUE SIEMPRE OFRECIÓ SU EMPLEO, AÚN Á LOS MISMOS OLLEROS ANTIGUOS.—LA RECETA DEL DORADO FUÉ UN SECRETO EN AQUELLOS TIEMPOS.—IMPOSIBILIDAD-DE DETERMINAR EN LOS PLATOS Y VASIJAS DORADAS CONOCIDOS HOY LOS DIFERENTES PUNTOS DE SU FABRICACIÓN.—EJEMPLARES DE AZULEJERÍA DORADA Y COBRIZA QUE EXISTEN EN SEVILLA Ó QUE SEGURAMENTE PROCEDIERON DE SUS FÁ-' BRICAS. E ofrece á los ceramófilos propios y ex- traños como problema difícil de resol- ver, el de fijar el origen y época de la introducción en España del bellísimo esmalte aplicado á azulejos, platos y vasijas, conocido, generalmente, con la denominación de reflejo metálico, y al ■ 111^ cuál, nosotros llamaiemos, ses'ún lo rO—^ ^ q>DL^ . . . , , hicieron los antiguos, vidrio dorado ó loza dorada. El primer escritor á quien llamó la atención este procedimiento, fué Mr. Riocreux, Conservador del Museo de Se- 278 DE LA LOZA DORADA vres, el cuál fijóse en él, en el año de 1844. Desde entonces no ha faltado ceramófilo que ha confundido las piezas así decoradas, con las de cerámica italiana de reflejos metálicos, posteriores se- guramente, á las aplicaciones hechas por los musulmanes y por los mudejares continuadores de las tradiciones artísticas de aquellos. No obstante las cualidades que distinguen á la loza dorada, pocos trabajos conocemos acerca de ella; conviniendo todos en considerarla de origen hispano-sarraceno. Mr. J. Labarte en su «Descripción déla colección Debruje-Dumenil,» le consagró algu- nas páginas, así como Mr. Robinson, publicó otras en el «Catá- logo razonado de la colección Soulages» pero, el estudio más de- tenido que hasta ahora conocemos es el del folleto dado á luz en 1861 por el Barón Ch. Davillier, con el título «Histoire des faien- ees hispano-moresques á reflets métalliques» y al cual han co- piado servilmente cuantos escritores conocemos que se hayan ocupado en esta materia; por consiguiente, apreciado el trabajo de aquel ilustre ceramófilo francés, podemos estar ciertos de co- nocer también todo lo que han dicho los que hasta nuestros días le han sucedido. Dedica Mr. Davillier el capítulo II á refutar la clasificación hecha de ésta loza por sus antecesores, á la cuál impropiamente, llamaron hispano-árabe, fundándose para ello en la atendible cir- cunstancia de que durante el período en que España estuvo so- metida á sus primeros conquistadores procedentes en su mayor parte de la Arabia, no hay dato alguno que acredite que aquellos conocieron tal procedimiento, por lo cuál, creyó más razonable establecer otra nomenclatura, y llamarla hispano-morisca, puesto que, á los moros es á quienes con más fundamento puede atri- buirse su introducción en nuestra Península, aún cuando tampoco tengamos datos exactos para asegurarlo. De acuerdo con el eru- dito escritor á que nos referimos, juzgamos también, que es más propia y adecuada la clasificación que propone, mucho más si tenemos en cuenta que el más importante objeto de loza dorada^ que hasta hoy se conoce es el famoso vaso de la Alhambra, fabri- cado, ciertamente, por musulmanes. Aparte de este magnífico DE LA LOZA DORADA 279 ejemplar, cuyo origen lo mismo puede atribuirse á los alfares de Málaga que á los de Granada, ignórase la procedencia segura de los platos y vasijas que con tanto aprecio custodíanse actualmente en los museos de Europa y en algunas ricas colecciones de parti- culares; desconociéndose también la fecha exacta en que fueron labrados, por lo cuál, no se les puede clasificar de una manera cierta, quedando siempre la duda de si fueron productos de olle- ros sarracenos ó mudejares. No se nos oculta cuan interesante es la resolución de tales puntos, pero, confesamos que no nos preo- cupa demasiado, puesto que, no estimamos esencial el determinar, fijamente, tratándose de una pieza cualquiera, si salió de las manos de artífice musulmán ó de un su hijo moro mudejar ó acaso de las de un nieto que en virtud de haberse convertido, fuese de los en- tonces llamados tornadizos. Los dos últimos aprendieron del pri- mero; ambos continuaron fieles á las tradiciones de las enseñanzas que habían recibido, y por consiguiente, los tres eran en el fondo un mismo artífice, si se nos permite la frase. Además, no es fácil fijar una clasificación de objetos, que respondiendo á un mismo procedimiento y á un mismo gusto ó estilo, y empleando idénticos materiales en su fabricación fuesen labrados en un período de se- senta años. De otra parte, conociendo lo que fueron los vecinda- ríos de las poblaciones musulmanas reconquistadas por los cristià- nos en el siglo XV, ¿hemos de estimar, por ventura, raro el caso, de un fabricante que en sus primeros tiempos fué musulman y más tarde converso al cristianismo? ¿Cómo establecer diferencias entre las obras que produjo al principio, con las que fabricó al fin de sus días? Por hoy, y mientras no se haga más luz, tendremos que contentarnos con llamarlos hispano-moriscos ó hispano-sa- rracenos. Dos más interesantes problemas tenemos también al pre- sente sin resolver, no obstante, que, desde hace años vienen sien- do mirados preferentemente por parte de distinguidos ceramófilos y que pueden concretarse á las dos preguntas siguientes: ¿Dónde tuvo su origen la loza dorada? ¿En qué época y por quiénes fué introducida en España? Ambas permanecen sin con- testación satisfactoria y desde Mr. Riocreux hasta nuestros días 2^0 1)Ë LA LO2A dorada en que hemos visto impresos los trabajos de Wallis, Fouquet y Migeon, poca luz, si bien alguna, ha podido hacerse en la mate- ria. La hermosa obra del primero descriptiva^ de la soberbia co- lección de cerámica persa de Mr. F, Du-Cane Godman, el intere- santísimo texto del segundo en que estudia los infinitos fragmentos por él descLibiei tos en el suelo de Fostat (Viejo Cáiro) y, por úl- timo, el erudito opúsculo del tercero, dando cuenta del notable vaso persa adquirido por el Louvre; unos con más amplitud y otros con menos, al ocuparse en inquirir los orígenes de la loza dorada, conténtanse con asentar conjeturas, no atreviéndose á determinar de una manera precisa la época en que aparece aquel procedimiento, ni el pueblo á que fué debido. Cierto, que hasta aquí, aceptábase, generalmente, la teoría de que tuvo su origen en la Persia, pero, al presente esta opinión no goza, del crédito que antes, sobre todo, después de los descu- brimientos efectuados por el Dr. Fouquet, según el cuál, el Egipto hallábase en pleita decadencia cuando fué invadido por los árabes y más tarde, al aparecer de nuevo la industria, sus primeras ma- nifestaciones denotan una civilización mu}^ avanzada, un gusto se- guro, una ciencia práctica, circunstancias todas que suponen un largo período de ensayos poco compatibles con la situación del Egipto y que implican la idea de una intervención extranjera compleja en que restan que determinar los orígenes. Según el mismo autor, resulta, que la fabricación de lozas con reflejos metálicos de pasta silícea con esmalte vitrio estánnico estaba en plena prosperidad en el Cáiro, ó más exactamente, en Fostat, en la mitad del siglo XI. Mr.* Migeon en su reciente opúsculo dice lo siguiente: c Des- cifrar los orígenes de la loza con reflejos metálicos en el Oriente, es un problema bastante complejo, que ha promovido las investi- gaciones de numerosos arqueólogos, y que aún no está resuelto. Durante mucho tiempo no se conoció más que el conjunto de los revestimientos cerámicos que decoraban las altas murallas de las mezquitas de Persia, primero por el relato de los viajeros, y des- pués, por algunos fragmentos procedentes de aquellos. Pero, nos hallábamos delante de un arte llegado á un perfeccionamiento que ORÍGENES DE LA LOZA DORADA 281 hacía suponer largos siglos de ensayos y tentativas. ¿La lenta ela- boración de esta forma del arte cerámico habíase verificado en la misma Persia ó en otras regiones del Islam? Por un procedimiento deductivo, un poco frágil, los primeros escritores de cerámica po- niendo por testimonio los ladrillos esmaltados de los palacios Aqueménidas, proclamaron que la Persia había sido en todo tiem- po la patria de la loza, extendiéndose desde allí los procedimientos cerámicos á través del mundo.» Dice luego el mismo autor, que la mayor facilidad de los viajes á Oriente dando á conocer gran número de monumentos-, y las investigaciones que han dado á luz multitud de restos, elementos necesarios de comparación, han permitido á algunos hombres perseverantes y escrupulosos prose- guir pacientes investigaciones para esclarecer un poco la cuestión que nos ocupa, Al tratar de las diversas clases de fragmentos encontrados en Fostat, por Fouquet, en 1884, cita los de pasta silícea vidria- da blanca ó polícroma, lozas con reflejos metálicos de celadon chi- no (i) ó imitaciones que debieron ser hechas en el mismo lugar, vasijería barnizada sobre engobe y pedazos de loza hispano-moris- ca. Muy atendible es la observación que hace Mr. Migeon refi- riéndose á la cita de Nasiri-Kosrau, cuando se extrañó de encon- trar en Egipto una cerámica con reflejos metálicos, lo cuál prueba, que no sería conocido en Persia dicho procedimiento. » La Persia, continúa el mismo escritor, era también excluida como país de origen de este género de cerámica. Mr. Wallis, un tanto mal in- diñado al principio de sus estudios á atribuir muchos adelantos á (i) «El celadon no es propiamente una materia cerámica sino un vidrio ó sea lo que los franceses llaman una couva-te de color, que primeramente fué un ver- de pálido ó indeciso. Más tarde se ha aplicado là palabra á otros colores, azul tur- quesa, verde mar y morado claro de pensamiento: pero, estas son en realidad apli- caciones abusivas y en rigor del tecnicismo cerámico, es aquel tono verde claro peculiar. Esto tratándose por de contado de porcelana ó sea la mezcla de Kao-lin y de petun-tse. En su origen fué el tal celadon especialidad de la porcelana oriental. Más tarde se ha hecho en Sevres y donde quiera que se ha fabricado porcelana lia- mándela todos «céladons.» En suma y si se hace estensiva la palabra á los objetos consiste la partícula- ridad en estar inezclado el color con el vidrio y cocido todo ello en una sola vez. Carta que nos dirigió el Sr. Osma en 27 de Octubre de 1901. 36 282 ORÍGENES DE LA LOZA DORADA la Persia, hubo de variar en sus opiniones por los descubrimientos de Fostat, Mr. Stanley Lane y de Pool. Una indicación, que es de gran importancia nos permitirá quizás algún día robustecer la teo- ría del Dr. Fouquet, por la publicación de piezas de loza con lus- tre de origen puramente árabe que ofrecerán una fecha cierta, la más antigua conocida, sobre cerámicas de este género. Mr. Sala- din, el arquitecto que conoce mejor el arte árabe del norte de África, y que ha viajado mucho por Túnez, dice Mr. Migeon, me ha asegurado, que, existen en la gran mezquita de Kairuan enci- ma del mimbar, placas cuadradas de loza con reflejos metálicos decoradas con motivos é inscripciones expresando que fueron do- nadas á la mezquita por Ibrahim Ahmed-ibm-el-Aglab, emir por los califas de Bagdad, desde 864 á 875. En 821, fué reedificada a mezquita por Ziadet Allah I, segundo príncipe de los Aghlabi- tas. Tendremos aquí sin duda, los primeros ensayos en loza dora- da de los ceramistas árabes, venidos del valle del Eúfrates ó más verosímilmente, de las orillas del Nilo más próximas, que debieron transmitir, posteriormente, los procedimientos á los moros de Es- paña. » Termina su estudio Mr. Migeon insistiendo en esta teoría, con las siguientes frases: c hay que interrogar al Oriente cuan- do tratamos de esclarecer los orígenes de nuestras artes de Occi- dente Y este arte del brillo (metálico) aplicado á la loza, nacido en las orillas del Eúfrates y del Nilo: ¿no ha venido á extenderse después de trasmisiones oscuras sobre las riberas de la Península Ibérica, sobre la vertiente oriental del Apenino? Las lozas hispano- moriscas, las de Derutta y Gubbio fueron las sucedáneas, y la dis- cusión que podía entablarse á este propósito, materia de un largo estudio que traspasaría los límites de éste.» (i) No hemos de can- sar por más tiempo la atención del lector acerca de estos partien- lares: creemos haber dicho lo bastante para que se pueda formar (i) Mr. Gerspach al tratar del estupendo tesoro del Califa Mostasser-Billach (427-487 de la.H. siglo XI de J. C.) saqueado por los soldados turcos qne llamó en su ayuda, dice, fundándose en textos, al parecer irrecusables, que en él había porce~ laines et faïences con reflejos metálicos.— L'art de la verrerie, pág. 92. ORÍGENES DE LA LOZA DORADA 283 aproximado concepto del estado en que actualmente se encuentra entre los ceramófilos el problema del origen de las lozas doradas. Dos observaciones propias vamos á consignar, una la de que pue- de decirse, que casi coincide el desenvolvimiento de la técnica de que tratamos en Oriente como en Occidente. Las soberbias piezas de la colección Du-Cane Godman parecen corresponder á los si- glos XIII y XIV, así como las más hermosas procedentes de los alfares españoles datan de los XIV, XV y XVI. En cuanto á la otra observación nos fué revelada al visitar el Museo de Sevres en Octubre de 1900, examinando los fragmentos donados por el Dr. Fouquet. Entre ellos, seguramente, los había de procedencia hispano-morisca ó á lo menos, de semejanza tal, que tendríamos entonces que suponer que muchas de las piezas que existen en España fueron fabricadas en el viejo Cáiro. De todo lo expuesto dedúcese, que, aún se carece de datos para establecer fundadamente una opinión que satisfaga, en cuanto al origen de la loza dorada en aquella región, y esto mismo acaece con respecto á sus primeras manifestaciones en España, no obs- tante la tan conocida cita del geógrafo El Edrisí, quien al hablar de Calatayud, en su obra que.fué terminada en 1154, dicen que afirma, que en ella se fabricaba loza colorida y dorada que se en- viaba á todas las naciones. Más dejando aparte este dato, que acaso no debamos aceptar en absoluto, sí puede asegurarse, que los objetos conocidos hasta ahora fueron producto de un singular florecimiento, que debió tener sus precedentes, los cuales precisa- mente desconocemos. ¿Cómo demostrar hoy los ensayos y tenta- tivas que por fuerza tuvieron que verificarse, lenta y paulatina labor preparatoria de la perfección alcanzada por esta industria artística en el siglo XV? Cierto, que, las yá vulgares citas, de algunos escritores musulmanes (i) parecen acreditar que en el siglo XIV y aún antes, había en Málaga, especialmente, una ad- mirable porcelana dorada que se exportaba á los países más re- (1) El Edrisí, Ebn-Batoutah,-Ebn-Said; los tres últimos coinciden en SU9 apreciaciones acerca de la loza dorada en Málaga, 284 ORÍGEÑÉS Í)È La loza doraDa motos, así como es cierto también, que en los inventarios y almo- nedas de muebles del siglo XV y de los albores del XVI nombran- se con mucha frecuencia los platos, escudillas y jarros de loza fabricada en Málaga (i) pero, sin decir que fuese dorada. Prueba esto que no habían caído en desuso los procedimientos de aque- lias fábricas, citadas por los escritores musulmanes, sino que, seguían proveyendo con sus productos á las demás ciudades de España. Podríamos plantear el problema en que nos ocupamos del siguiente modo: ¿Hubo loza vidriada en España antes del siglo XIV.? Al presente no puede negarse ni afirmarse. Consta que el llamado reflejo metálico conocióse en Granada y en Sevilla en aquella centuria, pero, refiriéndonos á nuestra ciudad, no hemos de pasar en silencio la circunstancia de que si por entonces se había vulgarizado tal procedimiento cerámico ¿cómo en la suntuosa fá- brica del Alcázar sevillano vemos tan sólo en corto número las débiles muestras que nos ofrecen las estrellas centrales de algunos tableros de lacería que adornan el llamado Patío de ¿as Dance- ¿las? ¿Hemos de considerar estas piezas como producto de ensa- yos y tentativas á la sazón realizadas? ¿Quiénes fueron los introduc- tores de esta técnica industrial? Como no es lícito actualmente fijar hechos sin que tengan fundamentos ciertos, y como carécese hasta ahora en absoluto de ellos, pués ni se conocen textos de irrefragable veracidad, ni exis- te, que sepamos, pieza alguna cuyos caracteres demuestren de una manera ostensible que fué fabricada en el siglo XIV, no he- mos de perder el tiempo en distraernos paseando por el campo de las hipótesis y nos c®ntentaremos con establecer como princi- (i) En un inventario de 1508 se citan «dos bacines de Málaga—cuatro platos grandes de idem—dos medianos de idem—seis saleros de ídem—tres almonas, una grande y dos pequeñas de idem—dos tazas de idem—otra media almona de idem— y diez escudillas de idem.» En otro de 1512 leemos «una canastilla de loza de Má- laga que tiene unos cinco platos y cinco escudillas y dos salceros y una almofía, todo de Málaga.» También obtuvo alto renombre la fabricación de loza dorada de Murcia, según una cita de Ebn-Said, que elogia los grandes vasos, de formas las más exquisi- tas Y elegantes, sobre todo, aquellas que estaban cubiertas de adornos de oro. ÒRÍtíENÈS Í)E LA L02A LORALÀ 2^5 pio seguro é indudable, que la fabricación de loza dorada, si bien pudo ser conocida aún antes del siglo XIV, no sabemos de objeto alguno, siquiera de aquella centuria, (excepción hecha de las es- trellas de azulejería de este Alcázar, ya citadas), que pudiera ser- vir de seguro testimonio. Tenemos que venir á los principios del XV para hallar piezas de loza dorada, época á la que creemos que corresponden parte considerable de los platos que se custo- dian en los museos ó que conservan los coleccionistas. Los ceramófilos modernos copiando lo dicho por los escrito- res musulmanes, hemos visto ya que sólo mencionan la loza dora- da de Málaga, sin decir palabra de la sevillana; pero, de la exis- tencia de esta y de su fabricación en la segunda mitad del XV, te- nemos un dato seguro en la institución que hizo de una capellanía Fernán Martínez Guijarro, en la cual, él mismo habla de sus tien- das del dorado. No es dudoso para nosotros que aquel artífice debió su renombre, lo mismo á los azulejos que á la labor de olle- ría, y no nos parece arriesgado suponer que si en su fábrica tuvo talleres dispuestos para el dorado, lo mismo aplicaría dicho pro- cedimiento á los azulejos que á los platos y vasijas. Ninguna de las piezas conocidas de este género de loza puede asegurarse que sea sevillana, pero, á nuestro entender, lo mismo las granadinas que las malagueñas y sevillanas, tendrían caracteres muy seme- jantes, puesto que, unos mismos eran los artífices y los procedí- mientos. El incomparable vaso de la Alhambra, el del Museo arqueo- lógico nacional y el llamado de Fortuny, convienen los ceramófi- los en que proceden de los alfares malagueños, pero, no olvide- mos que para consignarlo así fundáronse sólo en deducciones más ó menos razonables. En nuestro concepto, no hay motivo alguno que se oponga á estimar como granadinos tan hermosos ejempla- res. Concretándonos á nuestro asunto, que es tratar solamente de la loza dorada sevillana, diremos: Que es razonable pensar que en esta ciudad debió fabricar- se desde el siglo XIV todo género de platos, vasijas y demás ob- jetos aplicables al moblaje doméstico, puesto que, dicho procedí- miento era, desde entonces, conocido y se empleaba en los azulejos. 286 ORÍGENES DE LA LOZA DORADA Que teniendo la cerámica dorada andaluza; un mismo orí- gen, que siendo unos mismos también (moros, mudejares ó con- versos) los que se ocupaban en su labor,* muy semejantes los ba- rros empleados é iguales las substancias y esmaltes de los vidrios, no ha de ser fácil encontrar grandes diferencias entre los produc- tos de Málaga, Granada y Sevilla. Que es lógico suponer, en vista de las enseñanzas históricas, que entre los mudejares sevillanos y los moros malagueños y gra- nadinos tuvieron que existir relaciones íntimas, las cuales eran sostenidas y estrechadas por el comercio que se efectuaba en Lis épocas de tregua, y por consiguiente, aun suponiendo que los úl- timos sobrepujasen álos sevillanos, en cuanto á la bondad y be- lleza de sus productos, esta supremacía, ni pudo ni debió existir por mucho tiempo, pués á los nuestros sobrábanles medios para obtener la perfección de aquéllos. Que no existe pieza ninguna de vajilla de origen seguramen- te trianero, pero, que, algunas de las conocidas pueden ser de aquella procedencia, (i) y por último: Que es atinado suponer, que nuestra loza dorada, por sus formas, procedimiento de fabricación y sistema decorativo, debió ser hermana de las de aquellas ciudades. Así, pués, los adornos de escudos reales ó familiares que se ven en los centros de algu- nos platos, fueron elementos que lo mismo emplearon nuestros ceramistas que los de allá, y en cuanto á las vasijas debieron te- ner caracteres semejantes á los que aparecen en las figuras adjun- tas números 59 y 60 y la 63 que va al final de este capítulo, pro- cedentes de los Bérchules, en la Aipujarra, que conserva en su colección nuestro buen amigo el Sr. D. Antonio Vives, docto orientalista. Otro de los problemas que se han ofrecido á los ceramófi- los, y que, hasta ahora, no ha encontrado resolución satisfactoria. (i) Davillier al hablar de los objetos remitidos por España á la Exposición del Trocadero en 1879 dice lo siguiente: «Un cierto número de platos de reflejos me- tálleos expuestos en el Trocadero y de los cuales algunos creemos que son de la fd- brica de Sevilla^ no nos han revelado nada nuevo...» Les arts décoratifs e?i Espagne au Moyen Age et à la Renaissance, TECNICA DE LA LOZA DORADA 287 ha sido el de averiguar la substancia ó substancias que aplicaron los olleros para obtener el vidrio dorado, que hoy imitan perfec- tamente en Triana los Sres. Mensaque y Soto y Ramos Rejano, los Figura S9- Figura 60. S Vasos de los Bérchules. Colee. Vives. Vasos de los Bérchules. Colee. Vives. cuales á su vez guardan silencio acerca de las mismas, qne han de ser las de que se valieron los antiguos ceramistas. Véase á este propósito lo que nos dice Davillier: «La com- posición de las lozas hispano-moriscas, es todavía poco conocida. » «La naturaleza de su brillo, asienta Mr. Brogniart en su Tratado de las artes cerámicas^ es todavía muy incierta. Mr. Laurent, por los años de 1831, sometiéndolo á diferentes ensayos confirmóla ausencia del oro, y algunas reacciones que había obtenido le in- dicaron la presencia del cobre. Nosotros hemos continuado estas investigaciones y tenemos la satisfacción de no guardar duda al- guna acerca de su verdadera naturaleza. La capa colorante es ex- cesivamente delgada, y nos parece probable, que se compone de una película inapreciable de silicato de protóxido de cobre. No tenemos datos positivos sobre la manera como se hace este brillo: los ensayos que hemos intentado con el objeto de reproducirlo, 288 TÉCNICA DE LA LOZA DORADA aunque muy imperfecto en su método y en sus resultados, nos de- jan sin embargo, la convicción de que no nos hallamos muy lejos del método seguido en Valencia.» «He sabido últimamente por Mr. Riocreux, continúa Davi- Hier, que además del cobre, entra igualmente la plata en la com- posición del brillo metálico; hecho que me ha sido confirmado por Mr. Luís Carrand, que ha estudiado de una manera especial las lozas hispano-moriscas, de las cuales, posee hermosísimas muestras, y que, gracias á ensayos perseverantes, ha logrado re- producir los diferentes géneros de reflejos metálicos. Solamente yo añadiré, que Mr. Carrand me ha señalado un hecho impor- tante: que el cobre y la plata no fueron siempre empleados simul- táneamente; de modo, que las lozas de brillo de cobre rojo obs- curo no contienen más que cobre la plata era añadida á aquél; para disminuir la intensidad del color, para darle un aspecto más claro y más dulce. Es pues, por la mezcla de estos dos metales en proporciones diferentes, como se llega á estos tonos tan ricos y tan variados que admiramos sobre las lozas hispano-moriscas, desde el rojo cobre más pronunciado, hasta los reflejos nacarados de diferentes matices, que obtenían más ó menos suaves, según la cantidad de plata mayor ó menor que se aumentaba al cobre. Mr. Carrand me ha hecho observar además, que la acción del fuego desempeña un importante papel en el éxito de las pie- zas, como también, los pequeños detalles de manipulación, secre- tos de la profesión; en una palabra, lo que se llama el pitnto^ que no puede reemplazar en muchos casos la ciencia más perfecta. » Interesante es también, por más de un concepto la narración hecha acerca de la materia en que nos venimos ocupando por el viajero Koch en 1585, al tratar de los alfareros de Muel en Aragón. «Todos los vecinos cuasi deste lugar son olleros y todo el barro que se vende en Zaragoza lo más lo hacen aquí y desta manera. Primeramente hacen los vasos de cierta materia que allí la tierra les dá de tal suerte como los quieren; fechos los cocen en un horno que para esto tienen aparejado: vueltos después á quitar para que le den lustre blanco y los hagan llanos, hacen un TÉCNICA DE LA LOZA DORADA 289 lavatorio de ciertos materiales de esta manera: toman un arroba de plomo con lo cual mezclan tres ó cuatro libras de estaño y lue- go otras tantas libras de cierta arena que allí tienen,, de todo lo cual hacen una masa, como yeso, y lo hacen en menudas piezas y niLiebenlo como harina, y hecho ansí polvo lo guardan. Este polvo después mezclan con agua y tiran los platos por ella y los cocen otra vez en el horno, y entonces con este calor conservan su lustre. Después para que toda la vajilla hagan dorada toman vinagre muy fuerte, con el cual mezclan como dos reales de pla- ta en polvo y bermellón y almagre y un poco de alumbre, lo cual todo mezclado escriben con unas plumas sobre los platos y escu- dillas todo lo que quieren y los meten tercera vez en el horno y entonces quedan con el color de oro que no se les puede quitar hasta que caigan en pedazos.» (i)Lo mismo para los antiguos que para los modernos ceramistas tuvo que ofrecer el procedimiento del dorado muchas dificultades, como parece desprenderse de al- gimas observaciones que hemos hecho. Nótese, que no obstante su brillantez y hermosura, no se conocen en ningún templo ni pa- lacio zócalos grandes de azulejos de esta clase, sino, que parece que los reservaban, solamente para adornos de frontales de altar, para enjutas de archivoltas, para escudos heráldicos, interiores de alhacenas de ricos camarines, en pequeñas estrellas y en sitios, fi- nalmente, que no exigían el empleo de numerosas piezas. Obsér- vese también, que los mismos artífices antiguos que conocían la (i) Las operaciones antes descritas coinciden exactamente con las que efec- túan los ceramistas actuales en Triana. Cocida la pieza de barro recibe el baño de vidrio blanco; pasa al horno otra vez y sobre el dicho baño se emplea la tinta ó barniz que produce el dorado. Mr. Marryat tratando de las substancias empleadas en el brillo dorado dice: «Á las nociones generales que Mr. Brogniart me ha hecho estudiar en Sèvres en 1842, no añadiré nada que merezca la pena de ser indicado; si no es la observación de mon- sieur S. Carrand que conceptúa que si el cobre y la plata'son la causa de los mati- ces brillantes, estos dos metales no están siempre asociados y que el cobre dá los rojos de color rubí obscuro; los cambiantes en la composición en los cuales entra la plata, participan generalmente aún más del matiz dorado. Todavía haré notar de ex- periencias hechas personalmente, que el óxido de hierro puede muy bien desempe- ñar una función importante en la fabricación de estos lustres, dándoles intensidad fijeza y valor al tono del silicato del protóxido de cobre. 37 290 TÉCNICA DE LA LOZA DORADA manera de emplearlo, guardaban misteriosamente el secreto de es- ta técnica, según parece acreditarlo el documento número 30 de los que ilustran la biografía de Fernán Martínez Guijarro, al fijar las condiciones del contrato que celebró con Alfon de Villareal. Obligábase el primero á usar de su oficio «sin encobrir cosa algu- na» y que PLATOS AÇULES. «Cada plato açul, 9 maravedis.—Cada escudilla açiil, id.— Quartillas açules, 28 id.—Medias quartillas, 32 id.» Después de lo que dejamos transcrito hállanse en la segunda parte de la Tassa más noticias al fijar los precios de otros pro- ductos que fueron objeto de nuevo pregón, el cual tuvo lugar en 13 de Octubre de 1627, que se contienen en las páginas com- prendidas después del epígrafe, que dice: «AÑADIDO. LOÇA DE SEVILLA CONTRAHECHA Á LA DE TALAVERA. «Una escriuania de loça con sus tinteros de figuras, 5 reales. —Un par de candeleros contrahechos a los de plata 2 y i¡2 id.— Cada salero de dos pieças de encaxe, i y i¡2 id.—Fuentes cadi- nes y bacias cada vna, 6 id.—Cada maceta grande para flores, 5 id.—Cada maceta mediana, 3 id.—Y la maceta más pequeña, 2 id.—Un jarro pequeño de pico hechura de aguamanil, 24 mara- vedis.—Cada tabaque y canastillo cortados 3 reales.—Cada ra- milletero de assas y macetas cortadas, 2 reales.—Cada alcarraza y tinajilla pintada de primauera, cada vna, 4 reales.—Tazas y bernegales grandes á i y i [4 reales. —Y al respeto las menores. —-Juguetillos pequeños a 8 maravedis,—Cada jarro de pico con- trahecho de china, 60 id.—Cada tablilla de posturas de vino, 16 id.—Cada salserilla blanca ó pintada, 6 id. —Cada taça de frayle mediana 24 id.—Cada porcelana blanca, 14 id. — Cada porcelana aÇul, 12 id.—Cada cadenete blanco, 60 id.—Cada cadenete aÇul, 42 id.—Cada cadenete pintado, 2 y i[4 reales. — Vn jarro grande Jerónimo, 2 y i[2 id.—Un albahaquero de pie, 2 y q2 id.—Vna talla de arroba pintada de primavera, 16 id. —Cada frasco pin- tado, 2 id. —Cada mortero de rostro, 2 id. - Vna olleta en que quepan tres libras de conserva, i y id.—Cada olleta de 2 li. 3o8 tasa general de mercaderías bras para conserva, i id. - Cada olleta de a libra, 24 maravedis. —Vn bote de a tercia de alto para boticario, i y 112 reaies.— Cada bote de a quarta de alto, i real. — Vn bote de a xeme de alto, 24 maravedis. — Cada bote de a media libra, 20 id.—Cada bote de un quarteron, 14 id.—Vn bote de a dos onças, 10 id.—• Vrnetas pequeñas para boticario a 24 maravedis.—Cada paxaro de cabeça postiça que llaman mochuelo, 3 reales, — Cada açulejo cortado para frontales de imágenes a i real.» Veamos ahora los precios de azulejería comprendidos en el título. MATERIALES DE OBRA Cada açulejo quadrado, 12 mrs. — Cada verduguillo, 4 idem. —Cada aliçar de vna color, 16 id., y demás colores, 20 id. Cada adesera a 6 mrs. — Cada olambrilla, 4 id. En cuanto al precio de la pintura de azulejos, bajo el epígrafe Alcohol^ leemos; «Cada arroba de alcohol a 6 rs.—Cada libra de açul con que se pinta la loca, 2 id. — De pintar cada ciento de azulejos, 6 id.—De pintar el ciento de olambrillas, 2 y i|2 id. — De pintar el ciento de aueseras, (sic) 3 id. En los títulos que comprende la loza basta, enuméranse infi- nidad de objetos, entre ellos, tazas de á ocho en vaso, jarros ver- des para trementina, pintados de fraile, de suelo ancho, de pico pintado de media arroba para medir vino de las medidas grandes y chicas, botijas de á seis y de á ocho en vaso, vidriados por den- tro y fuera, alcuzas de á seis en vaso, servicios de dos, de tres, de cuatro, de cinco y de seis en vaso; y en el de la Botijeria^ cítanse las de distintas cabidas para aceite, aceitunas, alcaparras, alqui- trán, agua fuerte y las redomas, jarrones, jarras para pólvora, conejeras, palomeras para criar palomos, bebederos, embudos y brocales de pozo; de éstos los vidriados valían 17 rs. y los por vidriar á 13. Bajo el epígrafe de Alcarraças, cítanse las grandes labradas, IMITACIONES DE LOZA HECHAS EN SEVILLA 309 cm- las medianas, los vasos de erzfos y otros animalejos pequeños á 16 reales, vasos con teja y calderillas labradas. De los extractos que acabamos de hacer, dedúcense dos ex- tremos: el primero es el de la gran aceptación que debieron tener los productos de Talavera en toda España, cuando los olleros sevillanos los imitaban en las diversas clases de sus productos; y el segundo, que estas mismas imitaciones extendíanse también á la porcelana de la China. Creemos ser los primeros que fijamos la atención en estos dos hechos, hasta ahora ignorados, y leal- mente, cúmplenos decir, que careciendo de datos que puedan dar luz para esclarecer, sobre todo, el punto primero, (porque en cuanto al segundo no es tan completa la obscuridad); no nos es posible determinar los caracteres artístico-industriales que debie- ron distinguir los productos trianeros fabricados á imitación de los de Talavera, de los procedentes de los alfares de aquella villa. ¿Pudieron ser dichas imitaciones tan perfectas que se confun- dieran los objetos de una y otras fábricas? No lo creemos tan en absoluto, tratándose de piezas que no fuesen corrientes, pero, sí, en cuanto á los platos y vasijas ordinarias. Desde fines del siglo XVÍ tenemos la convicción de que en Sevilla se imitó la loza talaverana; pues así consta del informe emitido en 1597 por el Veinticuatro Maldonado, de que dejamos hecho mérito en el capítulo X al tratar de las casas de Jusepe de Pésaro. Artífices procedentes de aquella población, consta también que trabajaban en Sevilla, quizás desde la segunda mitad del siglo XVI, comprobándolo así el hecho, de lo muy extendido que estuvo en esta ciudad el gusto de las imitaciones de la loza, que de aque- lia villa hemos visto que se hacían, según nos lo demuestra la Tassa, y las noticias que entresacamos de varios documentos. Para que las referidas imitaciones hubiesen llegado á ser lo más fieles posibles, parece natural el haber heclPô'"VeîïTr "a está citrdtcdj- artífices de aquella población, temiendo además el dato, de que un tal Rodríguez (i) «sacador de vedriado» vecino de Talavera de la Falta su nombre en el documento que tenemos á la vista por hallarse des- truido. 3IO IMITACIONES DE LOZA HECHAS EN SEVILLA Reina, ausente de esta ciudad reconocióse deudor de Gil López, también tsacador de vedriado» vecino de aquella villa á la sazón residente en esta ciudad, por 75 ducados «por raçon de descarga de loça a precio cada carga de 7 ducados y medio, como lo acre- dita el contrato que otorgaron ambas partes en sabado 12 de Marzo de 1552.» Sabemos también que un «luis garcia ollero de loça de ta- lauera morisco» era vecino de Triana en la calle del Barrio Nuevo y fué fiador de las casas que arrendó en dicho barrio á Lorenzo de Aguilar, asimismo morisco, el monasterio de la Cartuja, según resulta de escritura otorgada en 20 de Abril de 1587. Muy frecuentemente encuéntranse en Sevilla y en los pueblos extremeños y de la provincia de Huelva, unos platos pintados con colores, y otros tan sólo de azul y blanco, que aquí han venido siendo siempre considerados como loza de Talavera. Los asuntos, son de figuras ó paisages, animales ó escudos heráldicos, estando perfi- lados con tinta morada ó azul, y en aquellos dominan los colores amarillo y verde en distintos tonos, desde el puro óxido de cobre que produce el verde tinta, hasta el celeste descolorido, y las mis- mas gradaciones emplearon en cuanto á los amarillos, desde el ocre oscuro hasta el pajizo. En cuanto al dibujo, es su carácter distintivo, el de la pericia adquirida por constante práctica, siendo el movimiento é intención de las figuras verdaderamente notables, á pesar de lo incorrectas, buscando los efectos, tan sólo, que con- seguían con líneas muy francas y vigorosas. Parece que las ma- nos de aquellos pintores decorativos no podían sujetarse á las exigencias de un trabajo concienzudo y minucioso: pintaban al vuelo, si se nos permite la frase, y sus trazos todos están llenos de vida, desdeñando reglas y olvidando principios, pero, dando muestras de una gran fantasía y de una expontaneidad y senti- miento extraordinarios. Estos caracteres eran comunes á los artí- fices de Talavera y de Sevilla; por tanto, cuando los segundos trataron de imitar á los primeros, pocos esfuerzos creemos que tuvieron que hacer, acaso, solamente, en la manera de combinar las tintas y de exponer los asuntos. No nos es posible hasta ahora, repetimos, establecer las di- IMITACIONES DE LOZA HECHAS EN SEVILLA 31 I ferencias entre la loza polícroma imitada en Sevilla y la genuína de Talavera, pudiendo decir lo mismo en cuanto á los platos y vasijas pintados de azul y blanco. A cerca de esta clase de loza, sin embargo, haremos constar una observación. En muchas de aquellas piezas, además de los dos colores referidos, se ven unos ligeros adornos á modo de sombras, hechos por medio de rayas de un color naranja oscuro, el cuál, se vé también, aunque muy parcamente, empleado en los azulejos de pisano de esta ciudad, circunstancia que dificulta todavía más la clasificación. Ejemplo de esto es el zócalo de azulejos del siglo XVII que adorna los mu- ros de la nave de la iglesia de Santa Paula, el cuál tiene pincela- das enteramente iguales á las de color naranja oscuro tirando á rojo, empleado en Talavera, según puede verse en los azulejos que existen en los muros de la escalera que conduce al torno de las Descalzas Reales de Madrid, resto sin duda, de otro que esta- ría colocado en diferente sitio, y cuyas losetas al ser trasladadas á este lugar fueron trastornadas por imperita mano. Juzgando, pues, á la vista de dichos fragmentos revélase en ellos delicado y correcto dibujo; tan excelente, que parece obra italiana, lo mismo en las figuras animadas que en los demás ornatos, siendo tan finos sus contornos, que no hemos visto èn azulejería de este gé- nero nada que pueda comparárseles. Respecto á los colores em- pleados, amarillo, azul, morado y verde, todos son muy puros. Hay losetas en que se ve el naranja ú ocre rojizo á que antes nos hemos referido, y estos azulejos no pue Jen atribuirse más que á la fabricación de Talavera. Tenemos pués que contentarnos con consignar tales observaciones, que demuestran la igualdad de procedimientos empleados por los artífices castellanos y anda- luces. Una verdadera revelación fué para nosotros, cuando leímos en la Tassa de 1627 el epígrafe del Vidriado contrahecho de la China^ pues ignorábamos que en Sevilla se hubiesen imitado los bellísimos ejemplares de las ^ famosas porcelanas asiáticas. En más de una ocasión habíamos visto platos, jícares y botellas de barro vidriadas de blanco, con adornos azules, cuyos dibujos de- lataban á primera vista que debían ser copias y no originales; 3 I 2 IMITACIONES DE LOZA HECHAS EN SEVILLA plies ni por la manera de ccmponer, ni por el estilo de los ornatos aparecían en ellos los caracteres distintivos de la loza de Triana, pasando entre aficionados y coleccionistas como imitaciones de la cerámica de Delft. Mirábanse con muy poco aprecio por su basta labor y por la carencia de sentimiento artístico, y hoy podemos convencernos de que aquellas piezas son las imitaciones á que se referíala Tassa de 1627. Conocido su origen, estudiados deteni- damenté sus caracteres, los hemos buscado con empeño teniendo la suerte de adquirir un importante ejemplar en forma de tibor, vidriado de blanco y con adornos azules. Tiene de alto 0^35 por ^ o'95 de circun- _ . . ' lomo^ aletas' dificultad nótase Figura 64. que en aquel Cerámica imitada de la de China. Colee."del autor.'- mónstruo, trató el artista de representar los dragones sagrados que tan frecuen- temente hállanse reproducidos en los bronces, tallas en madera, lacas, y con mayor profusión, como elemento decorativo, en pie- zas cerámicas. Las partes restantes del vaso, cuya materia, cree- mos ocioso decir, que es el barro blanco, están ocupados con LA GRAN PINTURA EN LOS AZULEJOS 3 t 3 flores, rosas y tallos, en las cuales, recuérdase torpemente el ca-, racterístico dibujo de los adornos finísimos del arte chino. Todos los adornos demuestro tibor están pintados con azul celeste sucio, desigual en muchas partes, y la mano del artífice decorador no acostumbrada, á las finuras y delicadezas de los chi- nos, contentóse con producir los efectos^ olvidando los mil por- menores que avaloran las obras de aquéllos. Es este el objeto más importante que conocemos, en el género de que tratamos, por sus dimensiones, adornos exóticos y estado de conservación. Muchas más consideraciones podrían deducirse de un dete- nido estudio que se hiciera de la interesante Tasa de 1627, pero, las grandes proporciones, que por fuerza hemos tenido que dar á la presente monografía, nos hacen desistir del propósito de con- signarlas. Muy frecuente fué en el siglo XVII el empleo de grandes cuadros de azulejos formados de pequeñas losetas; y en los cua- les, se pintaban imágenes de santos ó de asuntos religiosos, para adornar con ellos las fachadas de los templos y las de las torres; costumbre, que si bien, no fué desconocida en el siglo XVI, pue- de sí, afirmarse, que no estuvo tan en boga como en el XVII. Las obras más importantes de este género que se conservan en Sevilla, adornan las fachadas de las iglesias de San Francisco de Paula, exconvento del Pópulo y capilla de San Jorge pertene- ciente al Hospital de la Caridad. Carecemos de datos seguros en que fundarnos para fijar la fecha en que fué construido el primero, más, á juzgar en vista de sus caracteres arquitectónicos, no parece que debe atribuirse á su fábrica más antigüedad que la de la segunda mitad del siglo XVII, y á la misma corresponden los cinco cuadros de azulejería de que pasamos á hacer mérito. El mayor de todos hállase sobre la puerta de entrada; representa á San Francisco de Páula, penitente en el desierto, figura colosal, y á uno y otro lado en la parte su- perior dos santos obispos, y en la inferior á San Cristobal y á San Jerónimo. Los cuadros primero y últimos citados, parécennos los mejores, pero, aun cuando la rradición asegura que son copias de cartones hechos por Francisco de Herrera el Viejo, no lo esti- 40 5 ï 4 Ï-A GRAN PINTURA EN LOS AZULEJOS mamos así, á no ser, que los dibujos del maestro hubiesen sido alterados completamente por el pintor ceramista. Todos ellos, tienen sin embargo buena entonación, hábilmente combinadas las tintas, dominando en ellos los amarillos de diversos tonos, mora- dos, pardos y azules. Haremos notar que en ninguna de estas obras se ve empleado el verde tinta. Los restantes asuntos con santos obispos y San Jerónimo, nos parecen de mano más ende- ble, siéndolo todavía más los cuadros pequeños que adornan la torre, que figuran una Virgen María, San Juan Bautista y San José, en el cuerpo segundo; y en cuanto á los que están en el úl- timo, de los cuales no puede juzgarse bien por la altura en que se hallan, los consideramos faltos de mérito. Los cuadros que adornan la fachada de la que fué iglesia del exconvento del Pópulo, no ofrecen más interés que el de po- der ser considerados como páginas de nuestra historia cerámica del siglo XVII. Fué estrenado dicho templo el 6 de Mayo de i666, por consiguiente estos azulejos puede calcularse que fueron fabri- cades hacia i66o. En la parte alta de la fachada vemos las imágenes de dos santos frailes, más abajo otros dos, uno con tiara y cruz, y otro con mitra y báculo. En el centro de la portada, hay un cuadro que representa á San Agustín, vestido de pontifical, arrodillado y en actitud orante. En la parte superior del mismo, entre celajes se ven las figuras de la Virgen y del Señor, y finalmente, sobre la misma puerta de entrada otro cuadro con la Virgen del Pópulo. En vista de los caracteres artísticos de estas obras, las considera- mos, quizás más decadentes que las de San Francisco de Páula, siendo de ellas las mejores las que representan á San Agustín y á nuestra Señora del Pópulo. De cuantos azulejos de esta clase se conservan en Sevilla, los más notables son los que decoran la portada de la capilla de San Jorge, perteneciente al Hospital de la Caridad. Cierto, que, en éstos salváronse las dificultades que ofrece siempre el empleo de la policromía, pues, tanto el pintor como el ollero limitáronse á hacer uso de dos colores, los que más fácilmente se manejan y ofrecen mayor seguridad en el resultado de la cocción, cuales son LA GRAN PINTURA EN LOÎ AZULEJOS 315 el blanco y el azul. Aplicaron el primero á los fondos y el segundo á las figuras, con las consiguientes gradaciones de tintas, á fin de obtentor, sólo con éste, los efectos de claro obscuro que producen el modelado. Salvados los escollos de la policromía, y copiando ó valiéndose de calcos hecHos sobre originales de buenos artistas, tuvo que ser excelente el éxito alcanzado. Es tradición entre los sevillanos, que estos azulejos fueron pintados por el gran Murillo, pero, los que tal dicen además de carecer de prueba, no se fijan en la circunstancia de que tratándose de pintura cerámica, se ne- cesita una prácticá especial, no sólo para el conocimiento de los colores, el de sus resultados y el de sus combinaciones, sino sobre todo, para el manejo de los pinceles de cerda, con los cuales se pinta sobre la superficie polvorienta que produce el vidrio de pío- mo, arena y estaño al secarse. No basta, por consiguiente, la maestría artística del dibujante, sino que es indispensable, la po- sesión de una gran práctica; y como hasta ahora, no tenemos no- ticia de que el insigne pintor sevillano hubiese acudido con el fin de obtenerla á los alfares de Triana, parécenos que la tradición es inadmisible. Ahora sí, lo que tal vez pudo hacer aquel maestro y no creemos aventurado suponerlo, serían los cartones para que los artífices ceramistas los hubiesen reproducido valiéndose de calcos ó cuadrículas como actualmente se acostumbra; en las cua- les, pudieron ser alterados más ó menos los trazos del dibujo orí- ginal. Son estas obras, sin disputa, las más hermosas en su gé- nero que hemos visto dentro y fuera de Sevilla, y con razón me- recen cuantos elogios se les han tributado. En la parte alta de la fachada, y en sus muros laterales, se ven las figuras de la Fé y de la Esperanza: la de la Caridad en el centro, y á los lados, en la parte inferior, las de San Jorge y San- tiago. La primera hállase sentada; y sujeta con su brazo de- recho la cruz y con el izquierdo sostiene elevado el cáliz. Los paños de su túnica y manto están grandiosamente dibujados, y tienen una valentía de líneas que no desdicen de la mano del gran maestro á quien se la atribuye. Revélase en la de la Espe- ranza noble reposo; con el brazo derecho sostiene la simbó- lica ancla, y con el izqüierdo recoge los elegantes y bien dispues- 3i6 La cIraN piNtüra èíí lós aZüleJos tos pliegues de su manto. La misma ejecución artística manifiés- tase en las imágenes de San Jorge y Santiago: hállanse los dos cabalgando en briosos corceles. Vestido á la heróica el primero, figura dar muerte al dragón con su lanza; mientras que el según- do, blandiendo en su diestra la espada, obliga á su caballo á piso- tear á un moro que está en actitud suplicante. Finalmente, la imágen de la Caridad está representada por una mujer con dos pequeñuelos en los brazos, y á su derecha, un niño de pie, eleva sus brazos hacia ella demandando protección. El grupo está tan sencilla como artísticamente compuesto: la expresión de la cabeza de la matrona revela tanta nobleza como ternura, y sus paños, si bien algo barrocos, están dispuestos por la inteligencia superior de un gran maestro. De sentir es que no se haya conservado el nombre del pintor á quien debemos tan notables obras, las cuales, demuestran, por lo que hace al empleo del color azul, una consU- mada práctica, pues la gradación de los tonos, la manera de com- binarlos y la suavidad ó el vigor con que produjo los efectos del claroscuro, son acreedores á los más entusiastas elogios. Ahora que tratamos de este género de azulejería decorativo de fachadas de edificios; diremos, que en el siglo XVII empleá- ronse con mayor frecuencia que en el XVI las losetas de mayores ó menores dimensiones, que los institutos religiosos y los partícula- res mandaron colocar sobre las puertas de los edificios ó fincas de su pertenencia, para acreditar por medio de ellos la propiedad de " los mismos. Muchos ejemplos podríamos citar de esta clase de azulejos, que, aún se conservan, limitándonos en esta ocasión á acompañar fotograbado de los escudos de azulejos que usó en sus fincas el Conde de Gelves. (Véase la fig. 68 que vá al final de este capítulo.) Pasemos ahora á tratar de los mejores zócalos que se con- servan en Sevilla del siglo XVII, en el cuál, como veremos, ni se habían extinguido por completo las tradiciones del arte sarraceno, ni tampoco las del italiano. Rara muestra de un estilo que podría- mos llamar mudéjar-plateresco nos ofrece el alicatado de la capi- lla Sacramental de la iglesia parroquial de San Estéban. Tiene de alto, dicho zócalo, 1.^85 y está compuesto de una gran lacería ZÓCALOS DË AZULEJOS DËL SICLÔ XVlI ^ I 7 que se desenvuelve en toda la extensión de ambos muros, ofre- ciendo la particularidad, que, en vez de hallarse formado por lose- tas cuadradas como lo están todos los de la misma índole existen- tes en Sevilla, vemos en éste, que las cintas que constituyen la /ngura ÓS. Zócalo de una capilla de la iglesia de San Estéban. ajaraca (de 4 cent."^ de ancho) fueron cortadas en piezas para formar dicho dibujo, habiéndolo sido, también, las poligonales que sirven de fondo; por lo cuál, con dicho despiezo resulta un verdadero mosáico, si bien de grandes trozos. Circunstancia es, que debe tenerse muy en cuenta, la de que el ceramista, autor de esta 3i8 zócalos de azulejos del siglo xvii obra, llevó su pericia al punto, de que todas las cintas y piezas del fondo colocadas en los ángulos de las j'ambas de entrada, es- tán hechas á propósito, dándoles la forma angular, en vez de ha- liarse cortadas con las aristas vivas, como se encuentran en todos los zócalos. Las referidas cintas son de fondo blanco, sobre el cuál resaltan sencillos adornos azules, que se van repitiendo en toda la extensión de aquellas, que creemos fueron hechos con plantillas, retocadas después por el pincel. Las piezas poligonales son de fondo amarillo vigoroso, y cada una contiene un adorno de flore- citas y tallos policromados. En los centros de las estrellas, dentro de círculos, vénse caprichosas cabezas humanas, flores, pájaros, angelitos y otros análogos motivos, ejecutados con tanta fran- queza y expontaneidad, como impericia artística, hasta el punto, que si se les juzgase separadamente podría estimárseles como ejemplares de la decadencia del siglo XVIIÍ, y en cambio, otros adornos participan de las buenas tradiciones del XVII, de cuya segunda mitad consideramos que procede esta interesante mues- tra de la azulejería hispalense. Otras dos páginas artísticas hallamos en las capillas, situadas en las cabeceras de las naves de la iglesia parroquial de San Isi- doro. Ambas estén enriquecidas de sendos zócalos, que se dife- rendan, solamente, en sus pormenores decorativos, siendo idén- ticos en su disposición general, pues, los forman tableros recua- diados con cintas de un solo color y guardillas, circunscribiendo los fondos de aquéllos, y la composición general de frisos y de zó- calos Al examinar en conjunto la decoración de ambas capillas, no puede dudarse que sus alicatados datan de un mismo tiempo y de una misma fábrica trianera, pues, su disposición general es idéntica, siéndolo también la manera de emplear los colores y las dimensiones generales. Los azulejos de la capilla del Cristo de la Sangre, que es la del lado del Evangelio, forman un zócalo de 2.™70 de alto y en los machones de la puerta lateral que sale al Presbiterio y en los de la entrada principal, vemos unos tableros de I2o de alto por o.™67 de ancho, en cada uno de los cuales, se ve repetida la figura de un viejo medio vestido, á la heroica, sosteniendo sobre su cabeza una cesta llena de flores. ZÓCALOS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVIÍ 319 Ofrecen estas obras por su dibujo clásico y vigoroso, pruebas que acreditan la mano de un experto artista; y fijándonos en la mane- ra de estar tratados los colores, no hay duda de que el pintor fué también muy perito en el manejo de aquéllos. Todas estas fi- guras resaltan sobre fondos amarillos de hermosa entonación, así como otros motivos pintados con azul al claroscuro, amarillos, claros y verde tinta. Los citados tableros están, como ya hemos dicho, limitados con cintas ó verduguillos de un sólo color y ce- nefas pintadas en colores, las cuales, á su vez recuadran otros pe- queños tableros colocados debajo y encima de los principales, que contienen asuntos fantásticos al gusto plateresco. Todo el muro del lado del Evangelio, de esta capilla, hállase revestido de lose- tas, cuyos dibujos se van repitiendo, figurando clavos azules, pi- ramidales, y cartelillas pintados con zafre, blanco y amarillo, mo- tivos muy frecuentes en los zócalos sevillanos de este tiempo. Por las partes superior é inferior limitan este gran tablero otros pe- queños y estrechos con invenciones del estilo plateresco, análo- gos á los que se ven en los pilares que ocupan las figuras de que hemos hablado. La capilla del lado de la Epístola dedicada á nuestra Señora de Lourdes, dijimos ya, que su zócalo estâba compuesto y distri- buido de la misma manera que el que acabamos de describir; con la diferencia de que, los tableros de los machones ofrecen una composición de tallos, niños y hojarascas de grandioso dibujo, rica de tonos y muy bien combinada. Estos motivos ofrecen ade- más la variante de resaltar sobre fondos blancos. En los centros de los cuadros léese repetida la fecha de 1609. Las cenefas que corren por encima y por debajo de los mismos, están compuestas de tallos y figuras que no son de tan fina ejecución como los que adornan las de la capilla frontera. Fechados también en 1609 están los azulejos del mismo gé- nero que adornan los muros de la capilla de las Ánimas, en la iglesia parroquial de San Lorenzo. La composición de estos zó- calos es más sencilla que las de los que acabamos de describir pues los fondos están ocupados por losetas de dibujos repetidos, iguales que los de San Isidoro, con frisos, zócalos y entrecalles de 320 ZÓCALOS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVII fondos amarillos que contienen hojarascas y figurillas al estilo plateresco, que desmerecen por su ejecución de los mencionados antes. Establecida la comparación entre aquéllos y éstos, nótase en los segundos marcada inferioridad. Tal vez de esta fecha sean los azulejos de este mismo género que revisten el pequeño recinto formado, por la que podríamos llamar capilla de nuestra Señora de Rocamador, en este templo. Consideramos como muy interesante ejemplar de la azuleje- ría de que tratamos, el zócalo que adorna la capillita de Nuestra Señora del Reposo, situada en la nave lateral de la Epístola en la iglesia de San Martín. Está compuesto de tableros con losetas de dibujos repetidos, que recuerdan los que se empleaban en los ri- eos tejidos de aquellos tiempos. Tienen de alto los" tableros o'8o çl resto del alicatado, hasta la altura de y 2^25 ocúpanlo anchas y ricas guardillas; las superiores de 0^26 de alto y las inferiores 0^28; en las cuales, sobre fondos amarillos calientes aparecen ar- tisticos y caprichosos dibujos y entrecalles divisorias, con tallos, hojas, pájaros, niños, monogramas de Jesús (XPS) y de María (MAR) y los escudos nobiliarios del Licenciado Diego de Galle- gos. Tanto los tableros del fondo como estas ricas cenefas, están pintados con los colores característicos de la cerámica trianera, viéndose limitados por cintas monócromas y guardillas pintadas más estrechas de o.'"o7 de ancho. Llamamos la atención del cu- rioso principalmente acerca de los dibujos de las referidas cene- fas, pues estimamos que en ellas tratóse de imitar ricos bordados de sobrepuestos, así como en los tableros hubo el intento de fin- gir costosas telas. ¿De qué fecha es este zócalo.? Nos facilita la respuesta el fehaciente testimonio de una lápida sepulcral, que se halla en el pavimento de la capilla y dice así: JVAN SANCHEZ GALLEGOS TOMO ESTA CAPILLA PARA SV EN TIERRO Y DE SYS SVCESORES AÑO DE 1500 Y EL LDO DIEGO DE GALLEGOS MARIN SV 4° NIETO LA ADORNO AÑO DE 1614 ZÓCALOS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVII 32t A seguida de la inscripción trascrita hállase grabado en la lápida un escudo de armas, con las mismas empresas heráldicas que se ven en los de las cenefas de azulejos. No hay duda, pues, que el adorno de la capilla á que alude la losa sepulcral, fué el del zócalo, pavimento y retablo, tal vez, no el que hoy vemos, que es un siglo posterior á la fecha citada; por consiguiente, los azulejos fueron fabricados en el citado año de 1614. La nave de la iglesia de Santa Páula hállase también enrique- cida con zócalo de la misma clase de azulejos de que venimos tra- tando; que por la exhuberancia de su dibujo, pureza y brillantez de colores merece ocupar sitio preferente entre los que enumera- mos. Consta de tableros, con grandes tallos, bichas, esfinges, ni- ños, querubines y otras fantasías pintadas çn azul á dos tintas; y además verde, blanco tocado con pinceladas de siena obscura, algunas veces de tal intensidad y vigor, que parece una tinta ro- jiza, viéndose todos los asuntos perfilados de un color castaña. Su altura total es de 2.^85; la de los tableros i.™45 y la de las fajas que corren por encima y por debajo de aquéllos, que contie- nen asuntos de gusto plateresco bastardeado 0.^27. En ninguna de las partes de esta obra hemos hallado la fecha de su ejecución; pero dada la semejanza que tiene con los azulejos que adornan el gran patio del convento (1616-17 Y 3^) con los frontales de los altares de las capillitas que en el mismo se hallan, dedicadas al Salvador y á nuestra Señora de la Bendición (1617), y con los del Coro, (1615) creemos que los de la iglesia fueron hechos por los años de 1615 á 1617; época en la cual, permanecían vivas las tradiciones artísticas del siglo anterior. Si fueron pintados en las fechas que suponemos, bien pudieron ser obra de los continuadores de Augusta. De menor importancia, pero que debemos citar por consti- tuir una variante en lo referente á su disposición decorativa en cuanto á los zócalos de esta época, es el que adorna los muros de la ex-iglesia del Colegio de PP. Dominicos llamado de Regina An- gelorum, del cual, no quedan ya más que algunos grandes trozos, uno de los cuales, reproducimos en el adjunto fotograbado (fig. 66). Las partes desaparecidas eran iguales á ésta. Según pue- 41 52 2 ZÓCALOS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVïi Figura 66. Zócalo de la ex-iglesia de Regina Angelorum. ZÓCALOS DÉ AZULEJOS DEL SIGLO XVII 323 de verse en dicha lámina, cada trozo de zócalo componíase de lo- setas con cabezas de clavos repetidas, dominando en todas ellas los colores blanco y azul con ligeros perfiles y toques de amarillo claro y de obscuro anaranjado. En el centro de la parte superior da cada gran tablero, había un pequeño cuadro conteniendo bus- tos de santos y santas de la orden dominica, bien dibujados, den- tro de marcos, con sencillos adornos de volutas y alegorías; excep- tuando los de la capilla mayor, en los cuales, veíanse sustituidas las imágenes por los escudos del .apellido Ortiz de Zúñiga, que fué el de los patronos del Colegio. E.ste zócalo no e.stá fechado, pero, seguramente, es de la segunda mitad del siglo XVÍI. Acostumbróse también en dicha época á colocar en los cen- tros de los tableros de zócalos, escudos nobiliarios, citando entre los ejemplares existentes los que se ven todavía en la antigua casa que perteneció á los Jáuregui en la calle Murillo, donde actual- mente, vive el señor Marqués de Paradas. No conocemos hasta ahora más que un zócalo de la segunda mitad del siglo XVII que esté fechado, y en tal concepto, puede servir de base para la clasificación de otros el queieviste los mu- ros de la Sacristía del Sagrario de la Catedral, muestra clara de la decadencia de la cerámica sevillana en aquellos días. Tiene de alto 2.^^90 y semejante disposición que los descritos. Remata, su- periormente, con un adorno pintado con los colores comunes, cu- yo dibujo forma á modo de una crestería; sigue luego una estre- cha guardilla azul y blanca; después un ancho friso de fondo ama- rillo con jarras de azucenas y la Giralda (escudo del Cabildo Ecle- siástico), bichas, mascarones, niños, tarjetas, tallos y otros ornatos al gusto plateresco decadente, lo cual corre á todo lo largo de los muros; sigue otra guardilla estrecha, como la anteriormente citada que recuadra los tableros de fondo formados de dibujos repetidos azules sobre fondo blanco, separados por fajas verticales, también de fondos amarillos, con motivos análogos á los del friso, de que dejamos hecho mérito. En cada una de aquéllas hay sendas tar- jetillas que contienen la fecha 1657. Termina esta decoración mural, en su parte inferior, de la misma manera que se halla dis- puesta superiormente. (Véase la fig. 67.) ^¿4 zócalos de azulejos del siolo xvíi ¡Que diferencia entre este zócalo y los de Au- eusta en lo? Salones del Alcázar y hasta con los de San Isidoro y San Martín! Cierto, que en éste de que tratamos, aún se ve al dibujante apegado á las buenas tradiciones, que trata de interpretar, ajustándose, á los modelos caracte- rísticos del gusto italia- no, pero, no tiene cier- tamente su pincel la sol- tura, la artística fran- queza, la seguridad de los maestros defines del siglo XVI y de los pri- meros años del XVII, y, por otra parte, la apli- ' I cación de los colores deja ' í''4^ •' ''•■/•! también que desear, así como el vigor de los '• '3:Li mismos, resultando en su conjunto una obra no tan armónicamente en- tonada como las de tiempos. Bien se conoce en ella el co- mienzo de una fatal de- cadencia, que no había ■|HBBHHÍ^IHm|hBBIÍ^k^H hacerse esperar mu- cho. - •? - - -M Por un asiento del Li- ' . bro de Fábrica de la rigura 07. Zócalo de la Sacristía del Sagrario de la Catedral. Catedral de 1057) sa- ZÓCALOS DE AZULEJOS DlL SIGLO XVII ^25 bemos, que aquel Cabildo mandó pagar á Diego de Sepúlveda, azulejero, 85.000 maravedís por libranza de 3 de Agosto de di- cho año, «a cuenta de lo que a de auer por los azulejos de todo genero que ba dando para la sacristía del Sagrario nueuo» No cabe, pues, duda, acerca de la paternidad de esta obra, que de- muestra las cualidades de un artífice, hasta aquí desconocido, (i) Antes de terminar el examen de los zócalos de azulejería pisana, conviene hacer observar una circunstancia digna de tener- se en cuenta para proceder á la clasificación de las obras de esta clase Todos los zócalos del siglo XVI compuestos de losetas poli- cromas con fantasías platerescas, revelan una gran imaginación y están trazados sus motivos con verdadera valentía, y si en ocasio- nes, vemos aplicados dibujos menudos, repetidos en tableros que forman los fondos de los zócalos, es, ó porque con ellos trataron de imitar ricas estofas, ó para dar mayor variedad al conjunto de- corativo, evitando así, en parte, cierta monotonía producida por la repetición de ornatos análogos. Además, cuando pintaban fon- dos de este género, nótese que eran polícromos y de ejecución muy esmerada. Podemos citar como ejemplos algunos tableros existentes en las galerías bajas de nuestro Museo de pinturas, y otros que se hallan en los Salones de Carlos V en el Alcázar. Pero, una vez iniciada la decadencia, desaparecen (á mediados, próximamente, del siglo XVII), las hermosas y valientes compo- siciones al gusto italiano que ocupaban muros enteros, en una extensión considerable, siendo sustituidas por losetas de dibujos repetidos en que sobresalen los colores blanco, azul claro y os- curo, naranja y amarillo; los dos últimos empleados nada más que en filetes ó ligeros toques, dejando solo los motivos de las dichas composiciones platerescas para cenefas, pequeños tableros rectangulares ó fajas verticales divisorias de aquéllos. Empléase con profusión el dibujo llamado de clavos^ separados por entre- calles con tarjetillas blancas y azules y perfiles de amarillos osen- (i) En algunos asientos se le nombra caiidaUro de azulejos. ¿Querrá decir aquella palabra que era almacenista ó comerciante al mismo tiempo que artífice? 326 APLICACIONES DE AZULEJOS EN EL SIGLO XVII ros y claros; produciendo un conjunto algo monotono, pues con tal decoración cubrieron grandes trozos de muro en una altura de dos á tres metros. Otros ejemplares podríamos citar de zócalos de esta clase, pero, los omitimos por tres razones: primera, porque ninguno de eUos es superior á los ya mencionados: segundo, porque no cons- tituyen variante alguna de los ya descritos, y tercera, porque ca- recen de fechas y de firmas. Continuaron también en este siglo labrándose frontaleras de altar, como lo acreditan las dos de las capillitas dedicadas al Sal- vador y á Nuestra Señora de la Bendición, existentes en los claus- tros bajos del patio principal del convento de Santa Páula fecha, dos en 1617. Creemos inútil decir, que dichas obras ostentan los mismos caracteres comunes á las obras cerámicas del siglo XVII. Fué entonces también frecuente la aplicación délos azulejos de cuenca, llamados de ladrillo por tabla, en las techumbres de las habitaciones y en las de los claustros ó galerías de los patios; así como el de las holambrillas en los pavimentos. Las tazas de las fuentes, los poyos de los jardines, continuaron siendo igualmente revestidos con la misma azulejería, y tal y como empleóse en el siglo XVI. Los dibujos que se ven en los azulejos de cuenca de la épo. ca á que nos venimos refiriendo, son los mismos que los del siglo anterior; sin que en ellos se observen variantes esenciales, que los distingan, siendo de notar en ellos, que á medida que avanza, ron los años, fué empeorando la técnica de la fabricación manifes- tándose claramente el abandono ó descuido de las buenas prácti- cas. Las partes relevadas de las losetas y ladrillos son menos vivas, sus aristas de menos realce, los senos ó cuencas de las labo. res, menos profundos y los colores, aplicados á la ligera, rebosan de las partes en que debían permanecer circunscritos, manchando las inmediatas. En suma; se vé que el procedimiento en general, ha degenerado, lo mismo en cuanto al arte, que en cuanto á la industria, anunciándose ya la decadencia que había de sumir en lamentable postración, poco tiempo después, tan hermosa rama de nuestras industrias artísticas. APLICACIONÉS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVII 327 No conocemos zócalo alguno de azulejos de pisano de la se- gunda mitad del siglo XVII, y estimamos, que este procedimiento cayó en desuso antes que el de los azulejos de cuenca. Un hecho que no deja de llamar la atención en la cerámica sevillana, es el de que, apesar de las reconocidas influencias que en ella ejercieron el arte y los artistas italianos, no hubiesen los nuestros aceptado de aquéllos la costumbre de ñrinar, ó á lo me- nos marcar sus productos, (i) pudiendo asegurar que esta omisión fué tan absoluta que hasta hoy no conocemos pieza alguna de va- jilla ó de las fabricadas para usos análogos, que siendo de indu- dable procedencia sevillana, nos ofrezca signo, monograma ó fir- ma del-artífice que la labró, del alfar donde fué fabricada ó del maestro que la pintó. Cierto, que, son tan rarísimos los platos se- villanos del siglo XVI, que de ellos y de las vasijas no hemos lo- grado ver un solo ejemplar ni dentro ni fuera de España, y por lo que hace á los del siglo XVII, tampoco conocemos pieza algu- na d(í indudable procedencia trianera, que se encuentre marcada ó firmada. (2) ¿Es posible preguntamos, que hayan desaparecido tan absolutamente los platos y vasijas sevillanos del XVI y XVII, que de ellos no quede más que la memoria? El hecho no parece muy admisible, pero, al presente tenemos que reconocerlo. Si pués no existen ejemplares que ofrezcan marcas de fabricación, ¿ha de ser lícito asegurar que un plato ó vasija señalado con de- (1) Véase sin embargo lo que acerca de las marcas dejamos dicho en el ca- pítulo V. (2) Después de la carencia absoluta de las piezas de vajilla de que tratamos, no es extraño que falten ejemplares de la fabricación tan extendida entonces por Italia de los platos llamados amatorios, los cuales decorábanse con retratos de mu- jer, emblemas y divisas que los enamorados dedicaban á sus damas ó mandados fa- bricar como obsequio de bodas ó manifestación de amistad. En el Louvre existen varios ejemplares de Gubbio; en uno de ellos recordamos haber visto á un hombre besando á una mujer y el letrero «Margarita diva mía bella.» En otros acompañan á los retratos los letreros «Catalina bella quanto il sole.» «Faustina bella e pulita.» La fábrica de Urbino también los hizo, y entre los que se conservan en el Museo Mu- nicipal de Venecia, tomamos nota de unos, asimismo con retratos ó bustos femeni- nos y las leyendas «Silvia bella,» «Laura diva,» Aldaia bella e galante.» Y sin em- bargo de lo muy extendida que estuvo esta costumbre en Italia, no conocemos ejem- piar alguno sevillano ó de fábrica española de este gusto. 328 APLICACIONES DE AZULEJOS DEL SIGLO XVII terminada figura ó signo proceda de fábrica sevillana? Decimos esto, en vista de lo pretendido por algunos ceramófilos extranje- ros, como Mr. Demmin, el cual en su conocida obra (i) inserta una viñeta con el contorno de un pez, ligeramente trazado, acer* ca del cual dice; çs ciertamente de una fabricación cerámica de Sevilla, y Mr, Arosa, conserva un plato compra- do en España, con la misma marca. » ¿En qué se fundó el autor para emplear tan categóricamente el adjetivo que aplica á una fa- bricación sevillana? ¿Conoció, por ventura, objetos firmados por artífices hispalenses ó marcados con el nombre de nuestra ciudad, que le hubiesen servido de fundamento para establecer, de ma- ñera tan rotunda, su clasificación? Si así ocurrió es de sentir que lo callase; de haber sido explícito, habría prestado un gran servicio. Si en las grandes obras de azulejería, tan sólo se conocen las firmas de Niculoso y de Augusta, y hemos visto que los coetá- neos y continuadores de aquéllos las hicieron y muy importantes, ¿á qué circunstancia se ha de atribuir el hecho de que en todos los zócalos, frontales y cuadros de azulejos, fabricados desde el tiempo de los Reyes Católicos, no haya ninguno con marca ni fir- ma? No es posible contestar por falta de datos seguros, que tal vez la casualidad podrá poner de manifiesto el día menos pensado. Figura 68. Escudo de las casas del Conde de Gelves. Colee, del autor. (1) Guide de l'amateur de faiences et porcelaines, part, i.®, pág. 283. CAPÍTULO XIII SUMARIO LA DECADENCIA ARTISTICO-INDUSTRIAL EN EL SIGLO XVIII.— CAUSAS Mis PRINCIPALES.—CARACTERES QUE SE REVELAN EN LAS OBRAS EN- TONCES PRODUCIDAS. —EJEMPLARES MÁS NOTABLES DE FABRICACIÓN TRIA- ÑERA QUE PUEDEN SER CONSIDERADOS COMO EXCEPCIONES DEL ESTILO DEÇA- DENTE.— LOS CUADROS DE AZULEJOS DE SAN FELIPE NERI Y DEL ESPÍRITU SANTO EN ESTA CIUDAD Y LOS DE LA CAPILLA DE LAS ÁNIMAS EN LA IGLESIA MAYOR DE LA VILLA DE ROTA. ^ is is ^  A monarquía castellana, que asom- brara al mundo con los ecos de sus ^ grandezas, hallábase agonizante al ^ tiempo de expirar, en ide Noviem- ^ bre de 1700, aquel rey desdichado y misérrimo conocido con el nombre de Carlos II. En verdad, que la funesta ^ "-i , . política observada por sus antece- T sores los Felipe III y IV, había ido socavando los cimientos del robusto edificio levantado por sus abuelos; pero no es menos cierto, que, en manos del hechizado monaica, acabó de hundirse, convirtiéndose su prosperidad en pobreza, sus triunfos en humillaciones, sus entusiasmos en aba- timiento y sus glorias en ignominia. Arruinados el comercio, la in- dustria y la agricultura, hecha granjeria de los oficios públicos, exhausto el erario, aniquilada la sangre de los pueblos por ince- 330 DECADENCIA CERAMICA EN EL SIGLO XVIII santes y desastrosas guerras, entronizado el fanatismo religió- so y gobernados, en suma, por un monarca inepto y por ambi- ciosos favoritos, no podía ser, ciertamente, el siglo XVIII, siglo apropiado para conservar con vigor y energía las tradiciones artísticas, que tan brillantes frutos produjeron durante los rei- nados de los Reyes Católicos y de su nieto el Emperador; por el contrario, ajustándose á inalterable ley histórica, al tiempo mis- mo que nuestro estado social y político, caía en vergonzosa pos- tración, mostrábase de manera evidente la decadencia de nuestras artes é industrias, alcanzando á todas las demás manifestaciones del ingenio. Corrompido el gusto, careciendo de cultura y de ilus- tración los mismos obligados á fomentarla, extraviados los con- ceptos y principios del arte, faltos de estímulos y de ideales los pocos que lo practicaban, arrancados de raiz, desde hacía más de un siglo, los poderosísimos auxiliares con que pudo contar antes de la funesta expulsión de los moriscos; en circunstancias, pués, tan desfavorables: ¿habríamos de esperar otros efectos más que el total olvido de las buenas prácticas y el entronizamiento de la perversión artística? Nuestra pàtria atravesaba entonces, uno de esos críticos períodos, en que parecía que iba á efectuarse su total ruina y completo aniquilamiento, que, seguramente, habría so- brevenido, á no ser, porque todavía no se hallaban agotados nuestros recursos y energías, restos de las pasadas grandezas. Cuando se trata de descubrir las causas que contribuyeron á la postración de muchas de nuestras industrias artísticas y á la pérdida total de no pocas, debe recordarse en primer lugar aquel terrible decreto de la expulsión de los moriscos, expedido por el apocado monarca Felipe III, que calificó el cardenal de Richelieu, llamándole atinadamente «el consejo más bárbaro y osado deque hace mención la historia de todos los anteriores siglos. > Y, con efecto, así fué, hasta tal punto, que, aún sentimos las funestas con- secuencias de aquel mandato impropio de políticos prudentes, de verdaderos hombres de estado, que demostraban estar más aten- tos á las voces del miedo, tal vez, y del fanatismo, que á las de la humanidad, la justicia y la pública conveniencia. Un acabado cua- dro de los resultados que se siguieron de aquel decreto, expone el DECADENCIA CERÁMICA EN EL SIGLO XVIII 331 Sr. Lafuente en las siguientes frases: «Cúmplenos aquí solamente observar, que, con la expulsión y desaparición de aquella raza la- boriosa, sobria, productora y contribuyente, de aquella gente toda agrícola, artista, industrial y mercantil, de aquella población en que no había ni frailes ni soldados, ni magnates ni hidalgos, ni oficinistas, ni aventureros, ni célibes de por vida; de aquella po- blación apegada á la tierra y al taller, que producía mucho y con- sumía poco; que cultivaba con esmero y se alimentaba con so- briedad; que fabricaba con primor y vestía con sencillez; que pa- gaba muchas rentas y moraba en viviendas humildes; que construía con sus manos cáuces y canales de riego para fertilizar heredades que no eran suyas; que trabajaba los famosos paños de Murcia, las delicadas sedas de Granada y de Almería, los finos curtidos de Córdoba, y no los usaba; con la expulsión, decimos de aque- lia raza, al movimiento y bullicio de las fábricas, comenzó á sus- tituir la quietud, la soledad y el silencio de los talleres; las bellas campiñas á convertirse en deslucidos páramos y en secos y des- nudos eriales; las poblaciones en desiertos, en cuevas las casas, los tragineros en salteadores.! Y, ciertamente, así ocurrió. Refi- riéndonos á Sevilla, puede asegurarse que en manos de mudejares y de moriscos estuvo principalmente la producción artístico-indus- trial durante los siglos XV y XVI; hecho, que á cada momento, hemos visto comprobado por la infinita documentación pública y privada que hace tiempo venimos examinando, fuentes de irrefra- gable autenticidad, exentas de apasionamientos, en las cuales apa- recen los hechos tales como acaecieron y los hombres bajo su verdadero aspecto; ruin y miserable ú honrado y nobilísimo. De la lectura, pués, repetimos, de tan fieles testimonios, hemos dedu- cido la veracísima consecuencia; que moriscos eran los alfareros que bajo el disfraz de nombres cristianos poblaban los barrios de Sevilla, siéndolo también los que en pobres viviendas producían riquísimas telas, labrados cueros, artísticas obras de metal de co- bre ó de plata, armas, jaeces de caballos y demás objetos de arte suntuario, dedicándose también á las industrias vulgares, á la la- bor de los campos; y explotando, en suma, las fuentes todas de la producción. Los libros bautismales de la parroquial de Santa 332 DECADENCIA CERÁMICA EN EL SIGLO NVIll Ana, nos muestran á cada paso pruebas de la clase de poblado- res del extenso arrabal de Triana en el siglo XVÍ; los contratos de arrendamiento y compraventa, los de datas á tributo,/unda- cienes de capellanías y memorias piadosas, los poderes, cartas de pago, asientos de aprendices con maestros, toda la documentación en fin, que demuestra el movimiento comercial y artístico-indus- trial de dicho barrio, confirma evidentemente la verdad de este aserto. Pues bien, tantos valiosos elementos, tantas manos pro- ductoras, tantas inteligencias activas, verdaderos manantiales de riqueza y de prosperidad, desaparecieron extinguiéndose por com- pleto, y, como, de otra parte, entre los españoles cristianos era por entonces mirada con cierto menosprecio la profesión de los oficios mecánicos, siguióse la natural consecuencia de que se fue- se olvidando la técnica en muchas fabricaciones, faltando las ma- nos inteligentes que hubieran podido conservarlas lozanas y vi- gorosas. La producción tuvo que ser desde entonces mala y costosa y aunque fueron frecuentes las prohibiciones de importar produc- tos extranjeros (transitorias la mayor parte de las veces, cuando no desobedecidas), los grandes señores y personas acaudaladas fomentaban el considerable contrabando que se hacía de produc- tos holandeses, italianos, ingleses, alemanes y franceses, obte- niendo por aquel medio todo genero de mercaderías con mayor baratura, siendo superiores en calidad á lo poco, relativamente, que ya se fabricaba en España, en comparación con lo que se produjo en los siglos anteriores. La Tasa general de precios de i62p que dejamos citada en varios lugares de este trabajo, nos dá razón de muchas de las mercaderías extranjeras que se consu- mían en España, y así vemos nombrados entre las sedas de Italia, los variados productos de Nápoles, Florencia, Milán y Génova; las armas de las dos últimas y de otras de Alemania; las medias de Tournay, Bruselas, París é Inglaterra; las hojas francesas de da- gas y machetes; los cuchillos de Roma y de Palermo; el papel de Génova y de Marsella, con otros objetos más, cuya enumeración sería difusa. Una circunstancia faltaba sin embargo, para completar el DECADENCIA CERÁMICA EN EL SIÜLO Xvill 335 triste cuadro de la ruina de nuestras industrias artísticas en el si- glo XVIII, la cuál, tuvo que ocurrir, necesariamente, al empuñar el cetro de España un monarca extranjero; Felipe V; con cuyo advenimiento las costumbres, gustos y modas francesas entroni- záronse y nuestros pocos artífices, dejándose llevar de las nuevas corrientes imitaron con empeño las ampulosas y revesadas roca- Has y las borrominescas balumbas que se nos importaban de allende el Pirineo. Como resultado de tales influencias experimen- taron nuestras artes radical transformación que nos hizo perder lo poco que nos restaba en ellas de los caracteres genuinamente españoles, que bajo ningún concepto, podían compadecerse con el gusto francés. Dentro de éste, en el decorado arquitectónico, no cabía ya la adaptación de la antigua azulejería á zócalos, te- chambres, pavimentos y demás partes en que con tanta profusión fueron empleados en los templos, palacios y casas; las yeserías del romano^ las taraceadas puertas -de bellos atauriques y ajara- cas, las obras de moriscos alfargos, tuvieron que ceder su puesto á las pesadas rocallas de torcidas líneas, á los ampulosos adornos nacidos de extraviadas imaginaciones, que campaban con ilimi- tada libertad en el yeso, la piedra y la madera. Señaladas ya, ligeramente, las causas más principales que contribuyeron á la postración de nuestras industrias artísticas, ocioso es decir que aquella tuvo forzosamente, que hacerse ex- tensiva á la cerámica, cuya fabricación en el siglo XVIII quedó reducida al arrabal de Triana, así para lo vidriado fino, cómo para lo basto y sin vidriar; notando, que no obstante, su decadencia, daba no pocas señales de vida á juzgar por lo que nos dice el erudito D. Justino Matute (i) cuando trata de la alfarería de aquel barrio, en las frases que copiamos; «Ha sido muy estimado el vidriado que se hacía en las fábricas de Triana, siendo buena prueba de la perfección á que llegaron sus alfarerías, las imágenes pintadas en azulejos que adornan la fachada de la iglesia de la Caridad, el primoroso alicatado de un claustro de la Cartuja que (i) Aparato para escribir la historia de Triana, etc. Pág. 143. 334 DECADENCIA ARTÍSTICA DEL SIGLO XVIII llaman el de San Miguel... (i) Sigue enumerando los de la Casa de Pilato^ los de los jardines y Salones de Carlos V en el Alcázar, donde leyó las letras A-V-S-T-A (2) y los de la escalera del ex- convento de San Agustín, (3) añadiendo; «No olvidó las excelen- cias de esta fábrica el cómico Agustín de Rojas, quien en su Viaje entretenido dice: «He oído decir que hay más de sesenta tiendas donde se hace y vende así vidriado como amarillo y blanco, y aún muy buenos azulejos de diferentes colores.» «Por un padrón que he visto—continúa Matute—formado el año de 1596, de todas las calles y casas principales de que se componía Sevilla, consta que había en Triana diez hornos de ladrillo y teja y treinta de blanco y prieto; más el comercio de la América fomentó este arte, que en corto tiempo tocó á su mayor altura, y en el nuestro lo ve- mos decaer^ si no es qice digamosprecipitarse. El viajero Ponz que examinó estas fábricas por los años de 1785, dice hablando de ellas: «Merece alguna consideración la vajilla de loza que se hace en los alfares de Triana, para consumo de esta provincia y de otras, como también para embarcar á América, y oigo decir que esta manufactura va mejorando, (4) consistiendo hoy en veintitrés maestros y caudaleros con otros doce maestros blanqueros. » « Mas el Marqués de Torreblanca, director de la Real Sociedad Patrió- tica de Sevilla, en la oración que dijo en ella el 23 de Noviembre de 1721, afirma, que, había ochenta y dos hornos de loza y vi- driado en que se empleaban 346 personas, con la utilidad de 2.291.478 reales vellón. Hoy, año de 1817 sólo se enumeran 62 hornos de loza de todas clases. Mucho me dilatara en especificar las causas de este atraso, baste decir que el plomo se le vendía á á este arte con un sobre precio gravoso, contra lo que el Rey ha- (í) No existe actualmente ó se halla oculto. (2) Ya hemos visto que copiando Riaño esta noticia de Matute omitió la letra G, con la cual completábase la palabra Augusta, cuya significación queda am- pliamente explicada en el capítulo IX. (3) De esta hermosa obra que alcanzamos á ver en nuestra juventud y que ya no existe, diremos que era de azulejos písanos. (4) Nótese la contradicción que hay entre lo que decía el trianero Matute, que debía estar bien enterado y los informes de Ponz, tomados de lo que le dijeron. DECADÈNCIA ARTÍSTICA DEL SIGLO XVIII 335 bía mandado que se cobrara; que el metal escaseaba y detenía las tareas; que Portugal recibiendo de los ingleses loza de pedernal, mucho más elegante, ya no consumía las grandes remesas que le entraban de Triana; y sobre todo, la libertad de comercio que llevó á América de Valencia y Cataluña grandes surtidos, con cu- yos precios y perfección de la obra, no pudiendo competir con las fábricas disminuyeron sus labores y se fueron atrasando ó por lo menos, nada adelantaron, de lo que podía esperarse, atendido el estado actual de los conocimientos artísticos.» Si añadimos á lo ya dicho acerca de las causas de la deca- dencia de la cerámica sevillana estos últimos párrafos de Matute, formaremos más cabal concepto, que, aún puede ser completado con la siguiente observación. Hemos visto por la Tasa general de 1627, las imitaciones que se hicieron en Triana de la loza de la China, y esta particula- ridad por sí misma, nos demuestra, que, cuando se reproducían los objetos de aquella procedencia, era, indudablemente, porque comenzaban á estar en boga. Pero una vez llegado el siglo XVIII, propagóse aún más el gusto por las porcelanas chinas y japone- sas, hasta el punto de, que, en todas las ciudades andaluzas era rara la casa grande ó de mediana fortuna que no se envanecía de custodiar en sus chineros (i) ó aparadores vajillas enteras, tibores, figuras de divinidades ó caprichosas, procedentes de aquéllas re- giones; las cuáles, llamaban en extremo la atención, por el primor de la hechura, por la brillantez de sus esmaltes y hasta por su ra- reza. Muchos grandes señores, encargaban la fabricación de vaji- lias á aquéllas partes del mundo, mandándoles poner sus escu- dos y cifras; y cuando se trataba de hacer un presente, entre los más estimados eran las piezas de aquella procedencia. Reunidas, pues, todas estas causas ¿ha de sorprendernos ver (i) Alhacenas con puertas de cristales, en las cuales exponíanse á las mira- das de los visitantes las piezas de vajilla, juguetes, vasos, etc., de porcelana ya asiá" tica, ya europea, que enriquecían la vivienda. Creemos que se llamaron chineros por ser procedentes de China la mayoría de todos aquellos objetos. i 1 I 336 DECADE>ÍCIA ARTISTICA DEL SIGLO XVIII el lamentable estado de postración á que vino á parar aquella hermosa industria tan en boga en el siglo XVI? Pintores faltos por completo de ilustración, y, por consi- guiente, de gusto artístico, eran los que decoraban los platos, fuentes, lebrillos, azulejos y vasijas grandes y pequeñas, en cuyas obras, si bien se revela á primera vista lo deficiente é incorrecto del dibujo, no deja de llamar la atención el sentimiento de la línea, la vida que daban á sus figuras, tanto á las humanas, como á las de animales, la ligereza y expontaneidad para trazar paisages con edificios tan inverosímiles como caprichosos. Todos sus asuntos eran tomados de la vida real, escenas de caza y pesca, militares, de navegación, y muy especialmente taurinas, afición que, como es sabido, habíase despertado por desgracia, en el pueblo anda- kiz, y fué siempre en aumento durante el siglo XVIII. Los alfareros de Triana daban, y aún dan á estos asuntos el nombre de montería y así, á los azulejos y vasijas decorados con ellos se les conoce con tal denominación. Los primeros, quedó reducido su empleo á pequeños zócalos sobre los hogares de las cocinas, á revestir los frentes de las mismas, los interiores de alhacenas y los peldaños de las escaleras, viéndose en ellos desa- rrolladas á veces, composiciones completas; como p. e, corridas de toros, cacerías, etc., representadas con las más absurdas é in- verosímiles formas, por el olvido de los más rudimentarios princi- pios de la perspectiva, de la luz, y de las proporciones. Así no es extraño ver figuras de hombres ó de mujeres mayores que árbo- les, barcos y torres; animales, como cigüeñas y conejos, mayores también que los edificios ó las personas, y en .suma, los más dis- paratados motivos, que produjeron el descrédito de nuestros an- tiguos alfares hasta el punto, de que, sus productos quedaron re- ducidos á los más estrechos límites. Las lozas de Triana, desde mediados del siglo XVIII no pudieron ya ser objeto de exportación á otros países; y solamente, las piezas bastas como lebrillos, fuentes, tazas, etc., eran objeto del comercio con las Américas, ó para surtir á los pueblos andaluces y extremeños del interior. Los brillantes colores que enriquecían á la cerámica del siglo XVI, también se ba.stardearon, y en vez del amarillo vigoroso y AZULEJOS DEL SIGLO XVIII 337 del verde tinta, que tanto valor daba á las producciones de aquel siglo, emplearon el morado terroso, el amarillo pálido, el ocre y el verde sucio producto de la mezcla del antimonio y del cobalto. Solo un color, el azul zafre, conservó algo su pureza, y como ofrece bastante seguridad para los resultados de la co- chura, empleáronlo pro- fusamente con el blan- r . ' '' CO. Hay que notar aquí fc ^ la desaparición, en ab- ^ soluto, del vidrio mela- r do, el cuál, por su con- ^ ^ dicion especial, como no ^uede ser manejado de Figura óç la misma Olambrillas de montería del manera que siglo XVUl los otros, sin que sea limitado por perfiles, ni se presta á la com- binacion de las medias tintas, tuvo que caer en desuso Con los referidos colores pintaron además de los objetos del moblaje, zó- calos de grandes dimensiones, imágenes de santos, losetas para peldaños de escalera; y en suma, para cuantas aplicaciones deco- rativas aún se acostumbran. Enmedio del triste cuadro que nos ofrece la perversión artística de la industria de que venimos tratando, aún se produjeron obras de acentúa- do mérito, á cuyo examen dedicaremos algunos renglo- nes, porque bien pueden ser consideradas como verdade- ras excepciones. Merece ocupar una men- ción alicata- especial el hermoso cua- Figura JO. Losetas de montería para dos. Siglo XYIU. 43 333 AZULEJOS DEL SIGLO XVIII dro que representa al Señor caído con la cruz á cuestas, que ac- tualmente decora el vestíbulo de ingreso á las galerías del pri- mer patio de nuestro Museo provincial de pinturas; y nosotros lo conocimos colocado en el ' » muro frontero á la puerta de los pies de la iglesia de San Felipe Neri (fig. 72), debajo del arquillo que ha- bía en la calle llamada ac- tualmente de Doña Ma- ría Coronel, de cuyo lugar fué trasladado al sitio en que hoy está, al derribar dicha iglesia en 1868. Indudablemente, el pin- tor ceramista que produjo este cuadro, no era de los r , ' Losetas , de mon^tería , c- , para alicatados. Siglo XVIII. practicones que decoraban platos y azulejos de montería^ aquel debió ser uno de los pocos artistas que quedaban á la sazón, en esta ciudad, pues el dibujo de la figura, que es algo mayor que el natural, revela un maestro expe- rimentado; y lo mismo en la cabeza, manos y piés del Señor, que en los paños de color morado de su túnica, demostró su suficien- cia, la cual, ciertamente, se ve en los pormenores del fondo, como edificios y montañas. ¿Será esta obra de D. José de las Casas.? No nos atrevemos á contestar, poique sabido es cuán expuestas son á errores las atribuciones de nombres de artistas á obras, que no lo tienen se- guramente conocido. Si aquí lo hacemos, es partiendo de la com- paración que puede establecerse entre este cuadro y los que el re- ferido Casas dejó en el zócalo de azulejos de la capilla de las Ani- mas en la iglesia mayor de la villa de Rota. Hay indudablemente tanto en aquéllos como en éste del Señor caído, la misma perfec- cion y muy semejantes caracteres artísticos; pareciéndonos que el autor de los primeros nose habría desdeñado en serlo del según- do; y como los de Rota ostentan el referido nombre, existiendo AZULEJOS DEL SICLO XVÍÍI 339 tantas analogías entre ambas, en éstas únicamente nos fundamos para consignar la pregunta que antecede. Sin violencia puede ad- mitirse, que existirían en esta ciudad,potros artistas de mérito, al Figura 7j". Cuadro de azulejos procedente de la ex-iglesia de San Felipe Neri. Museo provincial de pinturas. mismo tiempo que el á que aludimos, expertos en el dibuj'o y hábiles en el manejo de los colores como hubo de serlo un D. Juan de las Casas, (i)del cual nos facilita interesantes datos nuestro amigo el Sr. Ramírez de Arellano, en carta de 26 de Julio de 1901, en estos términos: «Habiendo reconocido S. S, la Dipu- tación que por la humedad de la muralla se había manchado y descostrado el testero del salón bajo se mandó rozar la muralla y levantar fuera de ella un citarón de un ladrillo de cal y arena y sobre él se chapó el testero y zanefa de la dicha sala de azule- jos de Sevilla que se ajustaron con Juan de las Casas... etc.» Esta (i) Padre ó hermano de D. José? 34° AZULEJOS DEL SIGLO XVIII obra, dice el Sr. Ramírez, se conserva y forma una gran fachada con columnas salomónicas y dos guerreros en los intercolumnios; y en el centro un arco, para poner un cuadro, pues fué oratorio. Obras en las Casas Consistoriales. Expediente. Sección 5.*^. Le- gajo i.°, 1732.—Arch. Mun. Sigue en importancia al cuadro del Señor caído, otro mayor aún, y que juzgamos del mismo tiempo; que representa á Cristo en la cruz y á sus lados la Virgen y San Juan Evangelista, el cuál, está colocado sobre la puerta de la portería del convento del Es- píritu Santo de esta ciudad. No turnen, á nuestro parecer, aquéllas santas imágenes la relativa grandiosidad de dibujo que la del Se- ñor caído, pero, es una apreciable obra, tanto en el concepto ar- tístico, como en el industrial. Finalmente, en la capilla dedicada á Santas Justa y Rufina en la iglesia parroquial de Santa Ana, y en el centro de un tablero de zócalo de azulejos, hay un cuadrito pintado con la Giralda. Al pie de la famosa torre en una cinta léese: <í A7io 1758% y á los lados en otras, la siguiente firma: De- pigta (sic) Joanne Diaz. Algunos ejemplares más quedan en Sevilla de cuadros de azulejos del siglo XVIII, pero, ni tienen la importancia de los dos primeros citados, ni la curiosidad de la firma del autor, que ofrece el tercero, cuyo nombre no figura, por cierto, en la lista que hace años publicamos (i) tomadas de los libros de Escribanías de Ca- bildo del siglo XVIII existentes en este Archivo municipal. Vamos á hacer mención de otras obras importantes ejecuta- das en este mismo tiempo, que hemos tenido ocasión de examinar fuera de esta Ciudad, las cuales, seguramente, no han de ser las únicas que se conserven en las ricas poblaciones andaluzas, donde también hubo de propagarse el mismo gusto por la azulejería que dominó en la capital. Comenzaremos dando cuenta de los artís- ticos é interesantes zócalos que decoran los muros de la capilla, ya citada, de las Animas en la iglesia mayor de la villa de Rota, hasta la altura de 2."^55. Los adornos todos están pintados en (1) Curiosidades antiguas sevillanas. Estudios arqueológicos. Sevilla. Él Universal^ 1885. - Un vol. 8." tom. único publicado hasta hoy. ZÓCALOS DÉ AZULEJOS DEL SIGLO XVIII 341 fondo blanco con los colores amarillo naranja, azules claros y os- euros y morado, conteniendo en la parte alta de las anchas cene- fas que recuadran los tableros grupos de ángeles que sostienen cartelas con atributos del Santísimo Sacramento, y en los fondos de los referidos tableros, vénse figurados en grandes cuadros, los asuntos de las Bodas de Canaam, de la Ultima Cena y de la Caí- da del maná sobre el pueblo israelita. Alrededor hay otros ange- lillos enlazados con tallos serpeantes. Las figuras están dibujadas con la franqueza propia de una mano experta en este género de pintura, notándose que, los defectos de cocción que se observan unas veces por falta y otras por exceso de fuego, inherentes á la fabricación trianera, han perjudicado en algunas partes el trazo del artista; pero, si juzgamos toda la obra en conjunto y atendemos la época de que data, podrá considerarse en verdad, como notable excepción de aquellos dias, tan tristes para nuestras artes, que honra á su autor, el cual, tan discretamente supo manejar y com- binar los pocos colores de que disponía, Afortunadamente cono- cemos el nombre del artista, pues, en el frente del machón en que estriba el arco del presbiterio y dentro de un óvalo hállase el si- guiente letrero: SE HIZO ESTA OBRA SIENDO MAYORDOMO D. ESTEBAN ISQVIERDO AÑO DE 1755 EN TRIANA POR D. JOSEPH DE LAS CASAS En el mismo templo, y en la capilla de San Francisco, hay otros zócalos que pueden estudiarse como muestra de la decaden- cia de la cerámica sevillana. Miden de longitud 7.^^30 y de alto 1.^40. El del lado de la Epístola está dividido en tres comparti- mientos: en los primero y tercero, vemos casas, árboles, pescado- res, barquillas, arrieros y otros caprichos; todo expuesto sin or- den ni concierto, y en el del centro vese una tarjeta á la que sirven de tenantes monstruosos léones, dentro de la cual, hállase representada la Caza por una figura alegórica de dama, vestida aj gusto de su tiempo. En la cabecera de este zócalo hállase el escudo con la cruz flordelisada de Santo Domingo. En el frontero encontramos análogos asuntos; cacerías, fuentes, iglesias, casas, 342 ¿ÓcALOá DE AZULEJOS DÈL &IGLO )CVÍ1Í árboles, toros persiguiendo á hombres, caballeros cabalgando, señoras sentadas en el campo, castillos, puentes y otros asuntos que denotan la ingenuidad infantil del compositor, nacida de su falta de ilustración artística, pues, todos estos asuntos se ve que fueron pintados sin un plan metódico de composición á me- dida que iban acudiendo á su mente, faltos de unidad y armonía. No obstante, tales defectos, tienen hoy para nosotros además dej Ínteres de darnos á conocer la perversión que alcanzó el mal gusto artístico, el conocimiento y estudio de los trajes y de las costumbres de la época. Todas las figuras están pintadas con azul zafre sobre fondo blanco, y, solamente, en el escudo ya citado de de la orden dominica y en el de la franciscana; que se ve al princi- pió del zócalo de que tratamos, hay algunos ligeros toques de amarillo. En suma, son interesantes ejemplares para la historia de nuestra cerámica, y conocemos pocos que puedan aventajarles en el género de azulejos de montería. Aunque carecen de firma pue- de asegurarse que no proceden de la misma mano que los de la capilla de las Animas. Una notable obra de azulejería se conserva en la ciudad de Osuna, en casa del Sr. D. Antonio Valderrama y Valcárcel, con- sistente en un zócalo de i .^40 de altura que adorna un salón^ y se halla compuesto con los siguientes adornos: Guardilla con dos cintas (verduguillos) azules, que limitan por encima y por debajo otra más ancha con foliages repetidos blancos y azules. Sigue luego otra guardilla aún más ancha todavía, con tallos, ser- peantes de azul al claroscuro sobre fondo blanco, y ambas, cir- cunscriben los grandes tableros que constituyen el fondo. El del muro principal contiene en el centro un gran escudo heráldico pintado con los colores naranja, azul, morado y amarillo, viéndose empleado el verde sucio, característico de la azulejería decadente, en algunas vueltas de los lambrequines que adornan dicho blason.. A ambos lados de aquel, hállanse también pintadas variats escenas de navegación, de baile, caza y tauromàquia. El frente de la derecha ofrece otras curiosas composiciones; grandes navios, RETABLOS Y CUADROS DE AZULEJOS DEL SIGLO XVIII 343 edificios, castillos de arquitectura convencional, ó mejor dicho, inverosímil, pero, todos ellos valientemente dibujados y en otros, escenas de cacerías con grandes figuras, caballeros rejoneando; y aún algunas, nos parecen alusivas á hechos determinados que desconocemos. La indumentaria de damas y de caballeros es del tiempo de Felipe V en algunos de los referidos asuntos; y en otros, vemos á los personajes vestidos á la heroica. Obsérvase en el di- bujo de algunos de aquéllos, como en el de los animales, alardes de valentía exagerados, en los cuales se manifiestan los caracteres del barroquismo á la sazón dominante. Toda esta obra puede también ser citada, como uno de los ejemplares más importantes que produjeron los ceramistas trianeros del siglo XVIII y en tal virtud los recomendamos á los aficionados. Empleáronse en esta ciudad con gran profusión en el siglo XVIII los retablos y cuadros de azulejos que la devoción de los vecinos de los barrios erigía á las imágenes de su mayor devoción en las plazas y esquinas de las calles. En nuestra juventud alean- zamos á ver muchos de ellos, pero la Revolución de 1868 destru- yó la mayor parte. He aquí una nota, de los que existen actual- menteque nos ha facilitado nuestro amigo D. Luís Güeto. Retablo de Animas de S. Bernardo. — Azulejo de S. Antonio Abad, en la calle S. Diego.— Azulejo de S. Antonio de Badua, (Costanilla, corral de S. Antonio). —Azulejo de la Virgen del Carmen, Feria núm. 9. - Azulejo de la Concepción, calle Santo Rey.— Azulejo de la Concepción, Feria, á los pies de la Iglesia. —Azulejo de la Concepción, Resolana núm. 28.—Azulejo de la Concepción, calle Divina Pastora, corral de la Concepción. - Azu- lejo de la Concepción, Muro de los Navarros núm. 41. - Azulejo de la Concepción, calle Pureza.—Azulejo de la Esperanza, Corre- duría núm. 50.—Azulejo de S. Fernando, calle del Socorro, casa de Rivera. —Azulejo de Jesús Nazareno, en San Felipe hoy en el Museo. — Azulejo de Jesús Nazareno, Iglesia de la O. - Azulejo de S. Rafael, calle del Molino. —Azulejo del Santísimo Sacramento, câlîe Rafael Calvo.—Azulejo de la Concepción, calle Mármoles, esquina de la calle del Aire. (Está sobre la cancela de dicha casa). —Azulejo del Smo. Sacramento, Iglesia de S. Márcos.—Azulejo 344 retablos y cuadros de azulejos del siglo xviii de S. Miguel, Resolana núm. 8.— Azulejo de la Concepción, Al- fonso XII núm. 66; (está dentro de dicha casa).— Azulejo de San Antonio, plaza de S. Márcos, (casa de esquina á la calle de San Luís).—Azulejo de S. Antonio Abad, calle de Lineros, (casa que fué posada de S. Antonio); y Azulejo del Smo. Sacramento, Igle- sia de la Feria, en el muro que dá á la plaza de Abastos. En el Museo arqueológico municipal conservamos algunas piezas y objetos que merecen ser citados, recordando entre ellos las dos losetas, cuya forma es de cuarta parte de círculo, triangu- lares, que miden 0^27 de alto y 0^36 de ancho, las cuales, sir- vieron de rinconeras en las celdas, del exmonasterio de S. Isi- doro del campo. En una de ellas se ve un guerrero de pie vestido á la heróica, y en la otra, un jinete con traje de la misma forma, blandiendo una lanza. Las dos figuras están pintadas de azul al claroscuro, sobre fondo blanco, revelando una mano muy práctica, que se acomodaba al gusto barroco de su tiempo. Hay también una bandeja con los mismos colores, destinada á contener vasos, en cuyo centro se ve á un ¿torero? perseguido por un toro; y decorados sus bordes, que son bastantes altos, con tallos, ramitas y otros ligeros adornos. De la misma procedencia y de igual género que la bandeja citada, es una pequeña aljofaina, que interiormente tiene pintados cuatro círculos lobulados, conte- niendo sendos animales, y llenos con flores, los espacios que quedan entre cada uno de los referidos lóbulos. En el fondo se ve un corazón con un sombrero episcopal á juzgar por las seis bor- las que tiene cada una de sus caídas, y alrededor entre dos file- tes, hay este letrero: SOI DEL PADRE FRAI JUAN DE LA PIEDAD—AÑO DE 1768 Son muy vulgares al presente los botes de farmacia de fa- bricación trianera del siglo XVIII, en los cuales, obsérvanse los mismos caracteres que en los azulejos, pues abundan los decora- dos con edificios y asuntos de montería y h)s de las boticas de co- munidades religiosas y hospitales, que se les conoce por ostentar UNA ORRA DE RELIEVE POLICROMADA 345 los escudos de las diferentes órdenes ó de los establecimientos benéficos á que pertenecieron. Todos ellos, generalmente, están vi- driados de blanco (si bien.se hallan algunos con colores) y sobre este fondo resaltan en azul los motivos de que acabamos de hacer mérito. Basta con los ejemplares referidos para que nuestros lee- tores puedan formar un concepto aproximado de los caracteres distintivos de la cerámica trianera, en las que podemos llamar sus postrimerías, pues, si bien dejamos citadas algunas obras sobre- salientes, hay que considerarlas como verdaderas excepciones. Una muestra tan rara como curiosa del vidrio aplicado á re- Heves de barro nos ofrecen por su parte exterior las ventanas de la capilla sacramental de la iglesia de Santa Catalina. La que mira al Norte ofrece sencillos adornos blancos relevados sobre fondo azul y cabezas de querubines amarillos, verdes y azules en las jam- bras. El interior del tímpano contiene en bajorelieve un viril con ángeles á los pies en actitud de incensar; y en su parte superior resalta en letras azules sobre fondo blanco la frase Admh'able Sacramento. Inmediata hállase una claraboya adornada también con tres cabezas de querubines y una cruz, y sobre ésta hay una placa de la que salen espigas, uvas y pámpanos, todo esmaltado imitando los colores naturales. Otra ventana hay en el lado orlen- tal adornada con los monogramas de Jesús y de María y embuti- dos en las jambas varios atributos de la devoción del Rosario. En la parte inferior de dicha ventana se ve un dragoncillo en colores. No deja de ser curioso este ejemplar, en el cual hállase aplicado el procedimiento de los barros cocidos y vidriados, el cual había tenido dos siglos antes tan hermosos precedentes. Bien creemos que puede afirmarse, que el autor de esta obra, al ejecutarla en los comienzos del siglo XVIII, á cuya época atribuímos la construe- ción de la capilla Sacramental de Santa Catalina, no trató de restaurar las tradiciones de los grandes maestros italianos, que le serían desconocidas, sino que -por capricho, solamente, ocurriósele aplicar los esmaltes á aquellos relieves de barro, fundándonos al pensar así, en que no conocemos en ningún monumento de esta ciudad el más pequeño detalle decorativo que pueda tener seme- janza, ó siquiera analogía, con este de que tratamos, y dicho se 44 340 UNA otíkA ÜE ÜELÍEVÉ l·'OLICkO^ÍAnA está que si hubiese sido fabricación corriente, algún otro ejemplar más se habría conservado. Figura 7.?. Plato de Sevilla ó Talavera. Siglo XVÍII. CAPITULO XIV SUMARIO LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA EN EL SIGLO XIX—LAMEN- Y TE- TABLE ESTADO DE POSTRACIÓN EN QUE SE HALLABA.—D. MANUEL SOTO LLO INICIA LA RESTAURACIÓN DE ESTA INDUSTRIA ARTÍSTICA Á LA CUAL COADYUVAN NOTABLES PINTORES.—LOS HERMANOS D. JOSÉ Y D. MIGUEL JI- MÉNEZ PRODUCEN LOS PRIMEROS AZULEJOS DE CUENCA Y POSTERIORMENTE NUEVO ESMALTE COBRIZO SORRE FONDO VERDE TINTA —D. PER- INVENTAN UN NANDO SOTO Y GONZÁLEZ APLICA Á LA CERÁMICA TODOS LOS ANTIGUOS PRO- CEDIMIENTOS Y HALLA EL SECRETO DE LA LOZA DORADA.—ÚNESE EN COMPA- NÍA CON LOS HERMANOS D. JOSÉ Y D. ENRIQUE MENSAQUE—COOPERACIÓN QUE LES PRESTA UN AFICIONADO.—NOTABLE RENACIMIENTO DE ESTA INDUSTRIA. —PROPÁGASE EL ANTIGUO GUSTO.—LAS FÁBRICAS DE LA CARTUJA, RAMOS RE- VIUDA DE,GÓMEZ.—OBRAS MÁS NOTABLES PRODUCIDAS EN NUESTROS JANO Y DÍAS, NMEDio del tristísimo cuadro que ofrece la desaparición de tantas y tan notables industrias artísticas, que en otros días hicieron de esta ciudad emporio de riqueza y de cultura; perdidos ya hasta los re- cuerdos de muchas, por la transfor- mación de nuestras costumbres, y llegado el momento en que no po- ^ ^ ^ ^ i cas se han visto arruinadas por hacérseles imposible sostener la competencia con las que proce- den del extranjero; es lo cierto, que, actualmente, apenas si nues- 348 LA RESTAURACIÓN DE LA CERAMICA. SIGLO XIX tros artífices encuentran más que muy contados centros de fabri- cación donde acudir; y, viviendo dentro de tan limitado círculo, dicho se está, que sus facultades y aptitudes no hallan para de- senvolverse el ancho campo con que contaron en otros días. Después del cuadro que acabamos de trazar en el capítulo anterior, ¿qué más que tristes consecuencias habíamos de deducir para el presente? ¿Acaso, otrá vez, después de llegados á la pos- tración y abatimiento en que hemos visto que vino á parar nues- tra cerámica artística, podríamos tener esperanzas de que en breve plazo hubiesen desaparecido las sombras y brillase un nue- vo día esplendente y magnífico para aquella corrompida indus- tria? No era posible, ciertamente, abrigar tales esperanzas en vista de la decadencia á que habíamos llegado; pero, si alguna pudie- ron haber tenido los industriales que vivían en el primer tercio del siglo XIX, bien pronto hubiéronlas de perder, cuando llegaron los tristes sucesos de la invasión francesa, y, como á partir de aquellos luctuosos días los acontecimientos políticos ocurridos en nuestra patria, fueron harto desfavorables para promover la res- tauración ó florecimiento de las industrias, que no puede reali- zarse más que en períodos de paz, de aquí, que, en vez de con- tar con factores favorables para conseguir aquellos fines, todos nos fueron adversos, y las pocas industrias que arm nos honraban, extinguiéronse por completo, cayendo en el abismo del olvido. Por fortuna no tocó tal suerte á la cerámica sevillana, la cual, si bien venía arrastrando una vida muy lánguida, aún todavía su fa- bricación era muy considerable, especialmente, para las clases po- bres de la ciudad, para lo que se exportaba á los pueblos de la comarca y de Extremadura, y también la que se enviaba con des- tino á nuestras posesiones de América, Creemos ocioso decir, dado los precedentes sentados en el capítulo anterior, el carácter artístico que ofrecerían las piezas de vajillas, la vasijería y azulejos que entonces se fabricaron, pues, como era consiguiente, decorados todos estos objetos por pinto- res imperitos, empleando malos colores, dejada la inventiva y composición á ignorantes practicones por lo general: ¿qué resul- tados habrían de obtenerse más que obras incorrectas y extrava- LA RESTAURACIÓN DE LA CERÁMICA. SIGLO XIX 349 gantes cuando no absurdas y faltas de elegancia, efectuadas según el depravado género á que llamaron de montería? No obstante que las circunstancias eran harto desfavorables, no faltó persona que animada de los más loables propósitos, tratase de mejorar la si- tuación de la decaída industria, y por los años de 1855 un cera- mista trianero, D. Manuel Soto y Tello establecióse en sociedad con D. Agustín González, fabricando no solo la loza destinada al mercado, sino los azulejos de varias dimensiones, con las llama- das olambrillas, que se aplicaban, como ya sabemos, á los pavi- mentos de ladrillo, y aunque en los anuncios de la fábrica ofre- cíanse al público labores de arabescos ó mosaicos, nos consta que no llegaron á hacerlos. Poco tiempo duró aquella sociedad; y una vez disuelta, establecióse solo D. Manuel Soto, el cual insistiendo en sus propósitos al mismo tiempo que trataba de perfeccionar los procedimientos técnicos, no se descuidó de la parte artística, valiéndose de los pintores señores Arellano, padre é hijo, D. Ma- nuel Tortosa y Vicente Fourrât y Campos. Los tres primeros ar- tistas citados eran alumnos procedentes de esta Escuela de Bellas Artes, y dicho se está, que por tal concepto, contaban con una base de educación suficiente que les hacía suceptibles de sen- tir la belleza é interpretarla inteligentemente. En cuanto al últimO) procedente de Valencia, pertenecía al grupo de artífices que po- dríamos llamar de la escuela de mofitería; era pues un práctico en la composición de colores y en el manejo de los pinceles, y, por consiguiente, no había que exigirle la corrección y el buen gusto artísticos, relativamente, que á los otros; pero, cuando tenía ante su vista buenos modelos que imitar, reproducíalos hábilmente. Á estos artistas uníase en ocasiones el mismo Sr. Soto, que como aficionado figuró también entre los alumnos de la mencionada Escuela de Bellas Artes, y todos ellos produjeron entonces paisa- jes polícromos que copiaban de estampas; pintados por lo gene- ral, en 24 losetas de á 9 pulgadas en cuadro, retratos de antiguos personajes y de hijos ilustres de esta ciudad; empleando en estos últimos, solamente el azul cobalto para las figuras, y el blanco para los fondos. En aquellos días copiaron la portada del Nacimiento de 350 LA RESTAURACIÓN DE LA CERÁMICA. SIGLO NIX nuestra Catedral, al claroscuro, en los colores blanco, negro y na- ranja, combinados de modo, que imitasen los tonos de la fotogra- fía; obra ésta debida al mencionado Fourrât; siendo también de su mano los azulejos que revisten el chapitel de la torre de Santa Ana de Triana. Arellano hijo, reprodujo la portada de Santa Páula en colores, los retratos de Murillo, Velázquez, Cervantes y otros varones insignes; así como, las reproducciones de los dos grandes cuadros de azulejos atribuidos á Murillo, que adornan la portada de la Caridad que representan á San Jorge y Santiago, los cuales fueron adquiridos por un rico capitalista de Londres. El padre del mencionado artista copió en 50 azulejos, el cuadro de las Aguas de Moisés, que adorna la casa del Excmo. Sr. don Eduardo de Ibarra. Tortosa hizo también muy buenas copias de otras obras de Murillo, entre ellas las del Niño Jesús y San Juan Bautista niño, pintados por el gran maestro, existentes en la Ca- ridad; y el Sr. Soto, entre otras obras decoró dos jarrones de re- Heve con verde y rosa é hizo una copia del retrato del pintor de las Concepciones. Al mismo tiempo el dicho Sr. Soto dirigía la fabricación de grandes cantidades de piezas de mosáicos con des- tino al adorno de los palacios de los Sres. Duques de Montpen- sier en Sanlúcar de Barrameda, del Conde de París en Villaman- rique, de Xifré en Madrid, de los Marqueses de la Motilla y del que fué Café de Emperadores en esta ciudad. Pero no se crea por lo que llevamos dicho, que lo mismo en la fábrica del Sr. Soto, que en las de aquellos alfareros de menor categoría, habíase olvidado por completo el antiguo mal gusto decorativo de la loza llamada de montería; pues estos productos eran bastante solicitados por sus especiales caracteres, por su ori- ginalidad de formas y por los absurdos asuntos que representa- ban; sobre todo por los extranjeros que constantemente nos visi- tan. Así, pues, continuaba la fabricación de los grandes vasos llamados talleros, en los cuales se contienen otros más pequeños (tallas) (véase la fig. 74), decorados muy vistosamente con los colo- res azul, amarillo, blanco y rosa, color este último introducido en la cerámica de fines del siglo XVIII (aún cuando haya algún raro ejemplo de su uso en el XVI). Los jarros para vino de muy fre- LA RÈStAÜRAClÓN DE LA CERÁMÍCA. SitíLO ^IX Í cuente uso en las tabernas y cuyos tamaños eran muy variados, las alcarrazas y las grandes tallas, y, finalmente, los maceteros destinados á contener plantas para el adorno de los patios. Además de estas grandes pie- zas, producíanse de igual modo que en la actualidad, numerosos objetos pequeños, como tinte- ros, palilleros, platos de varias dimensiones, búcaros, cantim- ploras y otros muchos, cuya ela- boración respondía á la necesi- dad ó al capricho. En todos ellos empleábanse los colores referidos, y además, el verde sucio (resultado de la combina- ción del amarillo y del azul) y en todos los asuntos habíase ^ conservado el mismo estilo de F/g¿¿ra 74. las obras de montería, que no tan Tallero con tallas del género llamado solo permanece vivo al presen- de montería. . • ^ j / te, sino que su producción es muy considerable, por el consumo que de ellos hacen los foraste- ros, pues muchos los estiman como ejemplares del genuino y ca- racterístico estilo triañero. Esta tradición ha venido perpetuándose durante más de un siglo, de padres á hijos, y todavía existen en Triana varios pinto- res de montería y del género que llaman de población y plumeado^ los cuales, apenas, sin nociones de dibujo, demuestran verdaderas dotes de fantasía y de buen gusto en la composición, dentro de aquel estilo decadente y lo pue es más de notar, sus figuras todas tienen una vida y un vigor en sus movimientos que revelan singu- lares aptitudes. Reanudando la narración que veníamos haciendo de los artí- fices que contribuyeron al segundo renacimiento de la cerámica trianera, dedicaremos especial mención á D, Erancisco Díaz Alva- 352 LA RESTAURACIÓN DE LA CERÁMICA. SICLO XIX rez, al cual podremos llamar práctico de los de la antigua escuela, conocedor de la técnica, pero profano en el arte; en cuyos talleres tuvimos el gusto de hacer los primeros en- sayos para restaurar las buenas tradiciones de esta industria. Hemos de decir, que, á todos los fabricantes ceramistas de Triana faltaban dos cualidades indispensables pa- ra conseguir por ellos mismos el adelanto apetecido. Era una, la carencia absoluta de plan; otra la del conocimiento de la historia del arte; así, pues, si alguna vez intentaban producir obras verdaderamente artísticas, faltos de criterio fijo, lo mismo acudían á una estampa con reproducciones de objetos extranjeros, que utilizaban las que eran copias de ejemplares de nuestro período barroco. Ignoraban por completo la existencia de los inapreciables modelos que existen en está ciudad procedentes del siglo de oro de nuestras ai tes; y no distinguiendo de estilos, confundían los característicos de la XVI.®' y XVII. ^ cen- turia. Tal era el estado intelectual de nuestros artistas cerámicos, como lo acre- Figura 7s- ditan las obras producidas por los Tortosa, Vasa y pedestal imitación del « 1, T-' .0 • género de montería. Arellanos, bourrât y boto, en sus primeros tiempos y ya hemos visto, que, en sus comienzos lo mismo repro- ducían los grandes lienzos de Murillo que las portadas de nues- tros monumentos, los adornos de rocalla de acentuado gusto fran- cés, que apócrifos retratos de nuestros varones ilustres; y en suma, bastará decir, que, apenas, si entre ellos conocíase la pala- bra Renacimiento que solían aplicarla, lo mismo á las obras de la época de Carlos V que á la de Felipe IV. Faltaba, pues, alguien, que con criterio más razonado apro- vechase tan buenas actitudes artísticas, y utilizara los valiosos ele- mentos técnicos. Las primeras materias todas existían, el conoci- LA RESTAURACIÓN CERÁMICA. SIGLO XIX 353 miento de los colores era muy del dominio de los artífices Soto y Díaz; la práctica artística poseíanla los pintores cuyos nombres hemos consignado: ¿qué faltaba pues? Una atinada dirección; y aun cuando se nos moteje de inmodestos ó presuntuosos, nos ve- mos obligados á decir que á nosotros se debieron los primeros ensayt)s, en una escala modestísima. Por los años de 1874, llevados de nuestras aficiones, frecuentábamos el taller de don Francisco Díaz, conociendo en él á Vicente Fourrât y al distin- guido pintor D. Manuel Tortosa, y cuando á la vista de las obras del uno y del otro pudimos apreciar la pericia de ambos y el ex- traviado derrotero que seguían, prodújonos pena el ver que continuando por él sería difícil la restauración cerámica anhela- da, y entonces procuramos con nuestros consejos dirigirlos por el camino que nos parecía más apropiado, empezando nues- tros ensayos por decorar platos blancos con perfiles y medias tin- tas azules y escudos nobiliarios en sus centros, al estilo de las produciones italianas del siglo XVI. Este ensayo no hubo de desagradar á algu- nas personas, las cuales hicieron encargos de piezas semejantes. Am- pliáronse entonces las pruebas pintando otros platos del mismo gusto artístico, pero ya sobre fondos amarillos, sobre los cuales resaltaban los adornos perfilados con negro ó morado, mode- Figura JÓ. lándolos con aguadas Uno de los primeros platos pintados al estilo azules; y con el objeto del renacimiento. de imitar más fielmente los ejemplares del siglo XVI, tratamos de emplear el verde tinta, co- or de muy difícil manejo, porque ó ya se corre y tiñe (albaaza) los in- mediatos ó por los vapores desprendidos durante la cocción, man- 45 354 LA RESTAURACIÓN CERÁMICA. SIGLO XIX cha los vidrios blancos. Salvada esta dificultad por el Sr. Díaz, el artista Tortosa pintó sobre losetas un escudo de España del tiem- po de Carlos V, rodeado de ancha cenefa con ornatos platerescos, en cuyo hermoso fondo de amarillo naranja, empleáronse todos los colores de la cerámica trianera, incluso el,difícil verde tinta. Al- gún tiempo después el mismo artista pintó otro de mucho mayor tamaño, polícromo también, sobre fondo blanco, que es el que ac- tualmente vemos en el ático de la portada del Alcázar llamada de la Montería, copia hecha bajo nuestra dirección del que adorna el soberbio techo de la Sala Capitular alta de esta Casa Ayunta- miento. Además de los platos y losetas amplióse la fabricación á otros objetos, pintando Vicente Fourrât en 1887 la parte baja de una chimenea para nuestro amigo D. José Morón, compuesta de azulejos blancos con motivos platerescos azules, sobre la cual descansa artístico marco para un espejo, que fué decorado por el pintor Tortosa en 1890, copiada su forma de uno de los que se encuentran en el libro de Retratos, de Pacheco. Al mismo tiempo que por nuestra parte iniciábamos el buen gusto artístico en la cerámica, dos modestos é inteligentes indus- triales, los hermanos D. José y D. Miguel Jiménez, ensayaban con el mejor éxito por las años de 1878 la restauración de otro pro- cedimiento en cuanto á la azulejería, debiéndose á ellos que de nuevo apareciesen los llamados de cuenca, que comenzaron á fa- bricar con bastante perfección. Hay quien asegura que este género de azulejos, no se había extinguido por completo, y en corroboración de tal aserto, dicen que un viejo ceramista llamado Peña los labraba todavía en Tria- na á principios del siglo XIX. Si esto fué así, preguntamos: ¿Dón- de están las muestras ó ejemplares de azulejería de aquella clase labrados en la segunda mitad del siglo XVIII? ¿Qué estilo artísti- CO revelóse en ellos? ¿Hemos de creer que mientras el gusto ba- rroco todo lo inundaba, salvábanse del naufragio general, por mi- lagrosa excepción, los dibujos platerescos y mudejares que carac- terizan la azulejería del XVI, transmitiéndose hasta nosotros por las manos del ceramista Peña? Si entre el extraordinario número LA RESTAURACIÓN CERÁMICA. SIGLO XIN 355 de azulejos de cuenca que quedan en Sevilla hubiese algunos de estilo barroco, en buen hora que aceptaríamos la noticia sin reser- vas, pero, como no hemos visto jamás dichos dibujos empleados en ellos, no podemos creer, bajo ningún concepto, que el referido Peña hubiese sido el depositario de una tradición artística guar- dada y conservada con tan exquisito celo y con tan singular ca- riño. De ser cierto el hecho que discutimos, entonces bien pudo haber llegado la tradición á los hermanos Jiménez, pero, como por las razones expuestas lo negamos, nos complace mucho ha- cerlo constar así, dejando á aquéllos hábiles artífices la honra de haber sido los restauradores de la azulejería polícroma de cuenca, para lo cual tuvieron que luchar con no pocos obstáculos y difi- cultades Era el primero de aquéllos, que forzosamente tenía que salirles al paso, la innovación de las corrientes del gusto, edu- cando á un público, en general, ignorante, que consideraba la azulejería como ornato apropiado de cocinas y de caballerizas, y que llevaba su falta de sentimiento artístico hasta el punto de no encontrar más rico adorno para zócalos de patios, de salones ba- jos, de escaleras, etc., que el marmol blanco! Cuando los herma- nos Jiménez, con aplauso de muy pocos, comenzaron á dar á co- nocer sus azulejos, tan bien imitados de los antiguos, ¡qué apre- ciaciones tan peregrinas y cuántos disparates tuvimos ocasión de escuchar de algunos labios! Sin embargo, la inteligencia y la per- severancia triunfaron de la opinión vulgar y los azulejos, si se nos permite la frase, se impusieron, propagándose, no sólo en nuestra ciudad, sino en las más ricas de la provincia y en otras de España y del extranjero. A los hermanos Jiménez corresponde pues, esta honra y nosotros en justicia les tributamos justos elogios. Desde entonces puede asegurarse que no se labró ni restauró una casa de regular importancia, ni se verificaron obras en templos ni edifi- cios como casinos, cafés, lujosas tiendas, etc., en que se omitiese este género de ornatos, siendo por lo tanto innumerables los zóca- los, especialmente, que han fabricado aquellos industriales. A ellos debemos la introducción de dos novedades en cuanto á la manera de fabricar dichos revestimientos, la primera, la de no emplear cuatro losetas para la composición de un dibujo, sino dos ladri- ;556 LA RESfAURACION CERAMiCA. SlCÍLO í¿ix llos, y la segunda, que han inventado un nuevo tono d(i esmaltes metálicos sobre vidrio verde tinta, el cual si no tuvo prece" dentes en los siglos pasados, produce muy hermosos cambian" tes de luz y es muy decorativo. De él son ejemplos los zoca- los de los zaguanes de la Casa Cuna y de la morada de D, Lo- renzo Ruiz en la calle Alfonso XII, núm. 13, así como entre los polícromos; citaremos entre otros muchos, los del vestíbulo y pri- mer patio del Círculo de Labradores y los de los asientos del jar- din de la Danza en el Alcázar. En cuanto á los del género última- mente citado, tenemos que advertir que los esmaltes melados co- menzaron siendo poco transparentes y limpios, por lo general; pequeñas deficiencias que no tardaron en ser perfeccionadas por otro ceramista. ^ En el Registro de olleros y entre los que florecieron en el siglo XIX, constan los datos biográficos de D. Eernando Soto y González, por lo cual los omitimos ahora. Este industrial en quien compiten la inteligencia con el entusiasmo por la práctica de su profesión, es acreedor á los mayores elogios, dadas su constan- cia y su fé, pues, á costa de penalidades y de sacrificios impúsose la tarea de adquirir cuantos conocimientos prácticos juzgaba ne- cesarios para la consecución del noble fin de devolver á la cerámi- ca trianera sus antiguos esplendores, y, constantemente al pie del horno ensayaba metales, hacía composiciones de substancias vi- trificables y estudiando sus resultados ha llegado á obtener tal práctica y conocimiento en el empleo de los vidrios, que no cree- mos haya actualmente quien lo aventaje. Ealto en su juventud de recursos para desenvolver las enseñanzas adquiridas, establecióse en compañía con los hermanos D. José y D. Enrique Mensaque en 1889, y éstos en calidad de socios capitalistas y aquél como industrial, plantearon la fabricación, que no tardó en adquirir gran- dísima importancia. De cuanto llevamos expuesto, dedúcese, que por los años de 1888 tan sólo se conocía, por haber entonces comenzado á re- velarse, el procedimiento de azulejos de cuenca debido á la labor de los hermanos Jiménez y á los ensayos hechos por el Sr. Soto y González. En cuanto al azulejo polícromo plano, aparte de las tí- La UÈSTAÜkAClÓN CEkÁM'ICA. SiCÍLO xi^ 357 midas pruebas verificadas en el alfar de D. Francisco Díaz, no po- día calcularse el auge que en breve plazo hubo de alcanzar. Un notable pintor cerámico, el Sr. Arellano y Campos, abandonando los talleres de la fábrica de la Cartuja, entró en la de los señores Mensaque y Soto, comenzando á producir obras verdaderamente notables, algunas bajo nuestra dirección. Con destino á la fin- ca de los señores Ibarra, sita en el término de Dos-Hermanas, llamada La Cascajera^ hízose una reproducción del retablo de Niculoso, con la variante de sustituir el cuadro de la Visitación que tiene el del Alcázar, por una copia del famoso Descendimiento de Pedro Campaña, existente en la Sacristía mayor de nuestra Catedral. También por este mismo tiempo, el referido artista con la colaboración de otro tan notable como él, D. Manuel Rodrí- guez y Pérez de Tudela, ejecutó el grandioso zócalo del comedor del Hotel de Madrid, copia en la cual intervinimos, de los de los Salones de Carlos V. La fábrica de los señores Men- saque y Soto, adquirió con esta y otras obras envidiable renom- bae; siendo el centro cerámico más adelantado de Triana, pues el referido Sr, Soto procuraba el adelanto de la técnica en todas sus manifestaciones. He aquí como se expresaba un inteligente é ilus- trado escritor (i) al tratar del perfeccionaciniiento de un género de pintura cerámica debida á dicho señor. «Aunque no olvidó la alfarería trianera del siglo XVIII, ni menos la del XVI, la fabricación de azulejos planos.... pintados sobre cubiertas plomíferas ó estañíferas, es lo cierto, que empleán- dose procedimientos toscos y ordinarios, no podían dejar de obte- nerse resultados incompletos. Consistían éstos, en que los vidria- dos ó cubiertas plomíferas, bien por las transformaciones anejas al procedimiento, carecían de brillantez, limpieza y recortado en el dibujo, y en particular los fondos blancos que siempre aparecían con hendeduras rectas, curvas ó puntos que se conocen en la alfa- (i) El Sr. D. Cayetano Segovia, redactor propietario de La Andalucía Mq- derna, núra. 12 de Septiembre de 1897. 35^ LA kESTAURAClÓN CERAMICA. SÎCLO JÍIR rería con los nombres de huidos^ picarazados y secos que daban por consecuencia una superficie incompleta é ingrata á la vista Por procedimientos completamente nuevos consiguió el Sr. Soto tal limpieza, finura y brillantez en la fabricación de los azulejos planos de barro ordinario, que bien pueden confundirse con los más finos de porcelana, reuniendo al mismo tiempo todas las con- diciones artísticas que se requieren para que una obra no pueda ser tachada por el más exigente en materia de dibujo ni en la apli- cación de los colores. » Ejemplo de lo anteriormente expuesto, es la copia de un cuadro pintado en losetas cuadradas de o.™2o, de fondo blanco con tintas azules que representa el «Congreso de los dioses,» copia de un grabado del original de Rafael Sanzio, el cual, juntamente con otro que figura la «Cena nupcial de Cupido y Psiquis, » fueron ejecutados por el hábil artista señor Rodríguez y Pérez de Tudela. En suma, el Sr. Soto y González no olvidó los demás proce- dimientos, introduciendo en ellos reformas importantes y perfec- cionándolos de manera notable. Pero su mayor triunfo ha consistido en la invención del es- malte dorado para aplicar á la azulejería y á piezas de vajilla, de igual modo que fué empleado en los siglos XV y XVI, pero, en mucha mayor cantidad que entonces los fabricaron, pues como ya dejamos dicho en el capítulo X, los mismos olleros antiguos de- bieron de encontrar dificultades para producirlos en gran can- tidad. Los loables esfuerzos del Sr. Soto y de sus consocios mere- cían la cooperación de cuantos se interesan por el buen nombre de Sevilla y por el florecimiento de sus industrias artísticas, en vista de los grandes adelantos alcanzados, según lo acreditan el revestimiento de los muros todos de la escalera de la «Villa Eu- genia» propiedad de la Sra. Marquesa de Angulo, la de la casa del Sr. D. Eduardo de Ibarra, el zaguán de la morada del Sr. don Adolfo Rodríguez de Palacios, en la calle Alfonso XII, con otras muchas más obras del referido género de azulejería dorada, que pueden ser calificadas de notables. LA RESTAURACIÓN CERAMICA. SIGLO XIX 359 Así, pues, recien constituida la sociedad de los señores Men- saque y Soto, con el mayor gusto le dedicamos nuestra coopera- ción, ya facilitando dibujos y modelos, ya indicándoles los ejem- piares existentes en esta ciudad que juzgábamos apropiados para ser reproducidos, ya por último, ejecutando por nuestras mismas manos en el género llamado de cuerda seca^ el más difícil de repro- ducir en cuanto á la parte artístico-arqueológica, pues habiendo sido dicho género particular de una época determinada, sus ele- mentos decorativos debían tomarse de aquellos mismos que carac- terizaron las obras mudejares, harmonizando por consiguiente, la técnica con los adornos. Ciñéndose al referido procedimiento, el Sr. Arellano Campos pintó, guiado por nuestros consejos, el tímpano de la puerta de la capilla que poseen en el pueblo de Dos-Hermanas los hijos del Sr. Conde de Ibarra, copiado del de la iglesia de Santa Páula, y valiéndose de un procedimiento mixto, (el de cuerda seca y el de pisano), el precioso zócalo de la casa del Sr. González Ibarra, en la calle Zaragoza núm. lo, uno de cuyos trozos reproducimos en la figura num. 77. En 1892, con motivo de ûfflusuinSïll las fiestas del IV Centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo, produjimos infinidad de piezas, platos, vasijas y cuadros con asuntos alusivos ála gran fiesta que se conme- moraba y otros con motivos religiosos, todos inspirados en el gusto artístico de aque- lia época. De nuestra mano fueron los escudos de los Reyes Ca- nüírfflg-ffiinqmxiÉü tólicos (fig. 77), que poseen varios aficionados; y los de Figura 77. mayor tamaño que pintamos Escudo de los Reyes Católicos, ejecutado en 1 • 11 / cuerda seca por el autor. para obsequiar con ellos a 36o LA RESTAURACIÓN CERÂMICÂ. SIGLO XIX nuestros queridos amigos los Excmos. Sres. Duque de T'Serclaes de Tilly y D. Anselmo R, de Rivas; (véase la fig. 8o al final de este capítulo), juntamente con una loseta que contiene la imagen de Nuestra Señora con el Niño en brazos, al estilo del siglo XV, de la cual se han hecho y hacen infinidad de reproducciones. Las obras de más consideración que hemos ejecutado desde entonces, han sido: la laude sepulcral de la Sra. D.^ Dolores Ro- dríguez y Calero, madre de nuestro querido amigo D. José de Velilla Rodríguez, y los tres grandes cuadros en forma de trípti- tico, que sirven de retablo en una de las capillas de la huerta del convento de PP. Capuchinos de esta ciudad, con destino á la cua^ tuvimos el gusto de donarlo. El cuadro central representa la Adoración de los Reyes Magos y está copiado de una tabla que existió en el convento de San Leandro de esta ciudad, y pertenece hoy á don Olegario Peralvo; en cu- ya misma tabla por la cara exterior hay pinta- da la imágen de aquel Santo Arzobispo, la cual también copiamos, co- mo asimismo la efigie de San Sebastián, que conservan con otras im- portantes tablas de fines del XV los caballeros de las Ordenes milita- res en el convento de Monte Sion. Estos dos últimos cuadros con el ya referido de la Ado- ración, componen el Figura 78. . / • . d1e 1 Fragmento de zócalo por el procedimiento de tríptico que hemos ^ ablado. Mientras tanto Sr. González Ibarra. 362 LA RESTAURACIÓN CERAMICA. SIGLO XIX en aquellos días el pintor Arellano y Campos produjo infinidad de platos y de jarrones decorados al estilo plateresco inspirárido- se en las mejores obras existentes en Sevilla y en Toledo^ algunas con fotografías que le proporcionábamos, de cuyos objetos hiciéronsè numerosísimas reproducciones. La buena semilla, pues, había ger- minado y la bondad de los frutos sobrepujaba á las esperanzas, pudiendo asegurarse, que no solo nos hallábamos en camino de lograr el renacimiento de nuestras antiguas tradiciones, sino que la técnica fué perfeccionada y cuantos ocupábanse en la prodüc- ción cerámica, podían ya, en cierto modo distinguir los estilos ar- tísticos, aplicándolos con algún mejor conocimiento que en años atrás. El gusto por tanto, comenzaba á formarse en los artistas y éstos con su influencia educaban al público. Numerosas son las casas opulentas sevillanas que contienen productos de la fabrica- ción trianera contemporánea, como zócalos, chimeneas, platos de- corativos, jarrones de todas formas y tamaños, retablos, mace- teros y otros objetos de azulejería en los diferentes géneros dé cuerda seca, cuenca, dorado y pisano. Si fuésemos á historiar cumplidamente, sólo este período ce- rámico necesitaríamos dedicarle todo un volumen, pero, creemos que con lo dicho bastará para que nuestros lectores puedan for- mar aproximado concepto del moderno renacimiento. Debemos no obstante hacer constar, que no siempre nues- tros pintores decorativos se inspiran en los mejores modelos, sino que se dejan llevar de sus caprichos é inventan composiciones que no vacilamos en calificar de extraviadas. Para terminar el presente capítulo dedicaremos algunos ren- glones á la mención de otros centros de fabricación cerámica ar- tística que han contribuido á dar á Sevilla el justo renombre que ha alcanzado dentro y fuera de España, por lo que respecta á esta rama artístico-industrial. Injusto sería dejar en el olvido los nom- bres de los señores Pickman y Compañía, Ramos Rejano y seño- ra Viuda de Gómez, casa esta última que dirige el acreditado in- dustrial D. Manuel Corbato. De gran renombre hace ya años que goza la fábrica de ob- jetos cerámicos conocida por «La Cartuja» y aun cuando la ma- i LA RESTAURACIÓN CERÁMICA. SIGLO XIX 363 teria, principalmente empleada en aquéllos es la porcelana, tam- bién han hecho extensiva su producción á la de los barros cocidos y vidriados, obteniendo hermosos azulejos, que no desmerecen de r los más perfectos en los dos géneros de cuenca y cuerda seca. Buen ejemplo nos ofrece de los re- sultados del entusiasmo y de la perse- veranda, el reputado comerciante é in- teligente industrial D, Manuel Ramos Rejano, el cual, no obstante sus múlti- pies ocupaciones, ha venido durante al- gunos años prestando especial interés á la fabricación cerámica, hasta conse- guir al cabo ocupar señaladísimo pues- to entre los más notables industriales. Más atentos los que le habrían precedi- do á procurar la imitación de los mode- los antiguos, que á perfeccionar la téc- nica del procedimiento, habían seguido servilmente aquél, hasta el punto de pro- curar las imperfecciones de los antiguos, y esta circunstancia, si bien es para muy tenida en cuenta cuando se trata de res- taurar una obra de los siglos XVI ó XVII ó del ornato de un monumento de aquel tiempo, creemos que no deberá atenderse en el caso que la azulejería se Figura 7p. aplique á construcciones contemporá- Jarrón decorado al estilo neas, que carezcan de caracteres ar- plateresco. tísticos antiguos. Las obi as pues, del Sr. Ramos Rejano, no podrán cierta- mente confundirse con las antiguas, por la limpieza de los esmal- tes, por la pulcritud y finura de las labores, pero, en cambio, estas mismas cualidades, que ningún otro azulejero ha podido superar, los recomiendan muy especialmente, teniendo en cuenta las exigencias del gusto decorativo de nuestros días, que no son .para desdeñadas. Cierto, que las mismas imperfecciones de la 3^4 la rèstaüracion cerámica, siglo xl?i azulejería antigua, daban á sus obras más carácter artístico, ar- monizando con el conjunto de la construcción arquitectónica, pero, por lo mismo no se compadecen bien con las modernas. Esto que decimos de los azulejos polícromos de cuenca y cuerda seca, podemos hacerlo extensivo en cuanto al procedimiento del dorado, que ha conseguido obtener el Sr. Ramos con tal perfec- ción, como no lo produjeron los artífices de los siglos XV y XVI. En suma, lo que sus obras han ganado en finura, primor y bri- lîantez, lo han perdido en carácter antiguo. ¿Se ha perjudicado con ésto la fabricación, podrá interrogarse, ó supone un adelanto loable? Sin vacilar, nos decidimos por el segundo término de la pregunta y estimamos que la labor del Sr. Ramos, merece los más sinceros aplausos, fundándonos para pensar así en el radical cambio de nuestras costumbres, de nuestros gustos y necesidades que exigen nuevos derroteros, dentro del procedimiento técnico. En tal virtud pues, dicho señor ha prestado un gran servicio á la cerámica moderna, que hay que reconocer dejando aparte exage- ^raciones y apasionamientos. Los zócalos que adornan las casas de los señores D. Pedro Lázaro Sánchez, (Tarifa 8), Conde de Gómara, (San Pedro Mar- tir 14), Duquesa de Benavente (Mesón del Moro 3), Conde de Peñaflor (San Vicente 27) y otros muchos más, son relevante prueba de lo que dejamos dicho. En cuanto á la fábrica de la Sra. Viuda de Gómez, dedícase á la vasijería decorativa y á los azulejos de pisano, especialmente, habiendo producido obras muy notables que han elevado su eré- dito dentro y fuera de España á envidiable altura. Los zócalos de la escalera de la casa de la Excma. Sra. Duquesa, viuda de Be- navente, los de la morada de los Sres. Camino Hermanos, de la capilla del Señor del Gran Poder y otros, pintados por el señor Arellano Campos, confirman este concepto. Hemos terminado nutistra tarea y no obstante las volumino- " sas proporciones dadas á la presente monografía, abrigamos el convencimiento de que aún queda mucho por decir, pues del de- tenido estudio que durante años, venimos haciendo de esta rama artístico-industrial, hemos aprendido tan solo á apreciar su ex- LA RESTAURACIÓN CERAMICA, SiCLO XIX 365 traordinaria importancia. No dudamos de otra parte que habré- mos incurrido en errores, y estamos seguros, de que alguien más afortunado que nosotros, podrá en su día rectificar, ampliar é ilustrar muchos puntos que á nosotros no nos ha sido posible, pero tenemos la satisfacción de haber colocado el primer sillar de un grandioso edificio que honra á nuestra amada patria, Sevilla. Figura 81. Escudo de armas del Excmo, Sr, D, Anselmo R. de Rivas CUADRO CRONOLÓGICO DE LA AZULEJERIA SEVILLANA DESDE EL SIGLO XII AL XVIII INCLUSIVE Torre de San Marcos , . Id. de Santa Catalina. . Capilla de la Piedad en Santa Marina. Restos del mihrab en San Esteban SIGLO XII . mos lieos Torre del Homenaje. Id. del Oro Fragmentos descubiertos en el Coro de la Catedral Azulejos de Santa Marina y del Claustro del Lagarto. SIGLO Xlll RELIEVE Zócalos del Patio de las Doncellas en el Alcázar. Id. de la casa de Olea. . , Id. de la iglesia de Omnium Sanctorum SIGLO XIV Id. id. de la de San Gil. . mosaicos Id. id. de la de Santa Marina . , Id. id. de la de San Esteban, . Escudos procedentes de la ¿iglesia de San Andrés? SIGLO XIV RELIEVE Ajimez de la calle Juan de Avila. . SIGLOS XV Id. de la casa de los Marqueses de la Algaba. . Y XVI Portada de la iglesia de San Isidoro del Campo. MiÓSllCOS Zócalo de la capilla de la Casa de Pilato. Id. del presbiterio de la iglesia de Santa Páula ¿1503? Escudo de los Reyes Católicos procedente de la Alhón- diga, 1503 SIGLOS XV Fragmentos de otro de aquellos monarcas que posee el Y XVI Sr. Osma. . . . . CUERDA SECA Blasón de D. León Enríguez en su sepulcro de Santa Páula Frontal del altar mayor de la iglesia de Santa Páula. Zócalos dol patio, escalera y salones dé lá Casa dé Pílato Id. de la Casa ducal de Alba Id. de la Capilla del Seminario, ¿1602? . Id. de la Sacristía del monasterio de Santa Clara. . SIGLO XV! Interior del convento de Santa Inés. CUENCA Patio de la Escuela de Medicina. .... Id. del exmonasterio de San Isidoro del Campo. Id. id. de la Cartuja y rosetón de la fachada de su iglesia Zócalos de la capilla sacramental de Sta. Ana, de Triana Frontal déla capilla del Seminario, ¿1502?. . Id. de la Casa ducal de Alba SIGLO XVI Estrellas escudos de los zócalos de la de Pilato. DORADOS y Alhacena de la de los Pinelos. .... Láude sepulcral de Iñigo López, en Santa Ana, Triana, 1503 Altar de la Visitación en el Alcázar, 1504. Portada de la iglesia de Santa Paula, 1501. . Retablo de la iglesia de Tentudía, 1518 . Fragmentos de un zócalo (iglesia de Flores de Avila) 1526 Zócalos de los salones de Carlos V, en este Alcázar, 1575 Id. de la escalera del exconvento de San Pablo, 1575 SIGLO XVI 76 y 77 PISANOS Cuadro con la Virgen y Santos, firmado por Augusta 1577 Id. con la Resurrección del Señor (colección Osma) ¿1577? Zócalo de la capilla de San José, en Santiago de Car mona, 1577 Id. de la iglesia del convento de San Clemente, 1588. Id. id. id. de Santa María de Jesús, 1589. Frontal del altar de la capilla del Rosario. Iglesia mayor de Carmona, 1598. ..... Cuadros con imágenes de la fachada de la iglesia de San Francisco de Páula...... ti- Zócalo de la capilla de Lourdes (San Isidoro), 1609, Id. id. de las Animas, en San Lorenzo, 1609. . Id. id. del Reposo, en San Martín, 1614. Zócalo del coro de Santa Páula, 1615. SIGLO XVII Id. del patio principal del mismo monasterio, 1616, 17 PISANOS 4 y 31 Frontales de dos altares del dicho patio, 1617. Zócalo de la sacristía del Sagrario (Catedral), 1657. Cuadros con imágenes de la fachada de la ex-iglesia del Pópulo, 1660 Id. id. de la capilla de San Jorge (Caridad), ¿1670?. .( JjQLQ )(Y[[ Loseta con el escudo del Conde de Gelves, 1682. . .) písanos Cuadro con el Señor caído con la cruz y el Cireneo. Id. de Cristo crucificado, la Virgen y San Juan, en la por tería del convento del Espíritu Santo. Loseta con la figura de la Caridad en la torre de su capi-| ii»». 1721 SIGLO XVIII Zócalo de las Casas Consistoriales de .] Córdoba, 1732. písanos Id. de la capilla de las Animas, en la iglesia mayor de la villa de Rota, 1755. - . . . . . Placa firmada por Juan Díaz, con la Giralda, en Santa Ana, de Triana, 1758. . FIN REGISTRO DE OLLEROS QUE FLORECIERON EN SEVILLA EN LOS SIGLOS XIV, XV, XVI, XVII, XVIII Y XIX. ADVERTENCIAS 1.® Comenzaremos este trabajo por los nombres de los olleros que florecieron durante el siglo XV, no obstante que mu- chos de ellos, según las fechas de los documentos en que los he- mos visto citados, alcanzaron por lo menos, el último tercio de la anterior centuria, pero, siendo aquéllos en número escaso, hemos preferido incluirlos en este lugar. Como verá el lector, de algunos solo hemos hallado las citas de su nombre, y la de los sitios en que vivieron; de otros las can- tidades recibidas en pago de obras, y respecto á algunos, reunidos varios]datos'podrá el lector, juiciosamente, deducir la significación é importancia que tuvieron entre sus compañeros de oficio. 2.® También debemos decir que muchos de los nombres vamos á consignar, han sido publicados en el Tomo I que de nuestro Diccionario de artifices sevillanos^ pero después de im- preso aquel volúmen, hemos hallado número considerable de nom- bres de otros, ó bien noticias que ilustran y amplían las de muchos que vieron la luz en el citado libro. 3.^ Para no fatigar la atención del lector con la cita de los documentos que hemos tenido á la vista, que comprueban la exis- tencia de muchos de los artífices que figuran en este Registro^ en los casos en que aquella consta por escrituras de poco interés, de arrendamiento, compra y venta de casas, reconocimiento é insti- tución de tributos, poderes generales á personas desconocidas ó citas en los Padrones mandados hacer por la Ciudad, omitiremos 47 370 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV la expresión de dichos documentos consignando solo la fecha ó fechasen que los hallamos mencionados, (i) SIGLOS XIV-XV Abad (Juan), 1482. Vecino de Triana. Leg. Moriscos. P. V. antigs. A. M. Agudo (el Maestre Hamete), 1466-1514. Moro horro (libre), vecino de Triana, marido de doña Haxa. En 1467 surtió de loza quebrada para cerrar las bóvedas de la Cat. En 1475 compró á Juan Caro cargas de ba- rro. Había muerto en 1514. Tuvo por hijo á Jerónimo Kodríguez, ha- bido en doña Haxa, la cual al convertirse llamóse Isabel Rodríguez. Archvs. del Convento de Santa Clara, de la Cat. y G. de P. Aguja(Abraiiem ), 1497-1500. Moro, vecino al Adarvejo.Padrs. A. M. Aguja (Ali), 1493. Vecino á San Pedro. Padrs. A. M. Alcíntara (Juan), 1492. Vecino de Triana. Padrs. A. M. Ali (Maestre), 1435. Vendió caños y azulejos «blancos, prietos y aligares» para la Cat. Lib. de fáb. su arch, Alfonso (luís), 1472. Vecino de Triana. Padrs. A. M. Alonso (Juan), 1422. (Véase González, Juan, en dicho año.) Arcos (Cristóbal de), 1475. (Véase Martínez de Arcos, Cristóbal de, en dicho año.) (l) EXPLICACIÓN DE LAS ABREVIATURAS A. de la C Archivo de la Catedral. A. G. P Archivo general de protocolos. A. M Archivo municipal. Cab. ecco Cabildo eclesiástico. Carp, de privs Carpeta de privilegios Cat Catedral. Cit Citado. C. de doc. del A Colección de documentos del autor. Coll Collación. Escras Escrituras. Her. y pos Heredades y posesiones. Hij Hijuela. Leg Legajo. L. de escras Libro de escrituras. Lib. de fáb Libro de fábrica. L. de her. y pos Libro de heredades y posesiones. Lib. mayordom Libro del mayordomazgo de la ciudad. Mrs Maravedises. Of. Oficio (escribanía). Padrs. Padrones. P. V. antigs Papeles varios antiguos. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 3 7 I Baena (r/ristóbal), 1494, Marido de Leonor Rodríguez. Barrasa (Alonso Martín), 1495. Blas (Bartolomé), 1495. Vecino de Triana, marido de Marina Gon- zález. Bueno (Juan ), 1482-1530. Vecino de Triana, marido de Juana Gar- cía. Otorgó su testamento hallándose enfermo. Declara que al casarse su hijo Nufrio García, le dió 20.000 mrs. al cual se los entregó para que comprase joyas para su mujer Francisca de Atienza; que cuando su hijo fué á las Indias él lo fió por 20 quintales de aceite y como por deuda del dho. aceite fué preso, tuvo que pagar 22.500 mrs. Que cuando casó á Inés García, su hija, con Blas Sánchez, ollero, le dió 20.000 mrs. Que recibió en dote al casarse 35.000 mrs. en ajuar. Dejó por herederos á sus hijos. 7 Marzo 1530. A. G. P. Calleja (Juan Martín de la), 1500. Entró de aprendiz álos 16 años con Alfon García del Prior, en dicho año. Carmona (Juan de ), 1475. Juntamente con Cristóbal Díaz reconocie- ron haber recibido de Juan Caro, 600 cargas de barro, por escra. de 30 de Marzo de dicho año.Fragmentos de escras. Sig. XV. A. G. P. Carrasco (Antonio), 1482. Acecino de Triana. Padrs. A. M. Córdoba (Alfon de), 1500. Acecino de Triana. Padrs. A. M. Córdoba (Juan de), 1463-1509. Vecino de Triana. Hijo de Fernán Ruíz, ollero difunto, En 1467 dió loza quebrada para el cerramiento de las bóvedas de la Cat. En 1506 un Juan de Córdoba, estaba casado con Francisca de Vega, los cuales tuvieron un hijo, Gregorio, ((ue fué bautizado en Santa Ana de Triana en dicho año, y poseían tienda en las ollerías del Salvador en 1509. ¿Serán una misma persona? Libros de fáb. de la Cat., de la parroql. de Sta. Ana y G. P. Chaves (Antón de), 1498-1515- Hijo de Pedro y hermano de Juan. Marido de Isabel de Ayala. Dió loza quebrada para las bóvedas de la Cat. en 1498. Vendió casas en calle Escobas en 1510 y compró otras en S. Lorenzo en 1512. ATvía en 1515. Lib. de fab. de la Cat. y A. G. P. Chaves (Pedro de), 1482-1523?. Vecino de Triana. En el primer año citado fué á la tala de la guerra de los Moros. En el de 1479, arrendó á Diego Rodríguez de Torrijos y á Juan Gómez, olleros, vecinos del mis- mo arrabal, todo el diezmo de las ollerías de Sevilla y de Triana «quel tiene arrendado de fray luys de la puerta de sant miguel del monte de la orden de sant francisco... en nombre... de las monjas y frailes de la villa de Alcocer... etc. En 1498, arrendó tienda de ollería en la coll. de Sta María, á Maestre Mahomad Oberi,moro mudejar, vecino á S. Pedro. En 1501, estaba casado con Beatriz González. En 1502, fué padrino de bautismo de Juan de Toledo «que antes era moro y se decia aodalla. » 372 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV Su mujer otorgó testamento en 28 de Julio de 1515 y en él declara que tuvieron por hijos á Anton,Catalina y Leonor. El artífíce de que tratamos había muerto en 1523, según consta de escra. de reconocimiento de tri- buto, otorgada por su hija Leonor, en dicho año. Ax M., de la C.; de la iglesia de Sta. Ana y G. P. Ferrandez (Aleon), 1441. Vecino de Triana. Padrs. A. M. Ferrandez del Río (Alfon), 1448. Vecino de Triana. Marido de Juana Martínez, Ferrandez (Alonso), 1407. Vecino á San Miguel. Padrs. A. M. Ferrandez (Diego), 1403. Azulejero, vecino á San Marcos. Id. id. Ferrandez de Morón (Diego), 1467-¿1522?. Vecino de Triana. Hijo de Fernando de Morón, marido de Juana Sánchez. Dió loza quebrada para las bóvedas de la Cat. en 1467. En 1475, compró mil cargas de barro. En 1505, se obligó con Lope Alfonso de la Muela á fabricarles «mil formas para liazer açuoar». En 1511, tomó en arrendamiento ca- sas ollerías en el Salvador, propias del Monasterio de Sta. Clara. En 1518, compró un pedazo de viña y de olivar en Gambogaz. Reconoció un tributo de 4.000 mrs. en favor de Catalina de Çorita, mujer de Eran- cisco de Cabria, impuesto en sus casas ollerías en 13 de Noviembre 1522. Constan en esta escra. los nombres de su padre difunto y de su mujer. Del cotejo de este documento con otros, resulta una confusión que hasta ahora no acertamos á aclarar. Un Diego Fernández de Morón, ollero y vecino de Triana, reconocióse deudor del Bachiller Juan Ortíz, en una escra. de 10 de Mayo de 1529. (Leg. de las de dicho año de Manuul Si- gura), y por otra de 23 de Enero de 1524, consta que el ollero Juan de San Pedro, iba á contraer matrimonio con Beatriz Hernández, hija de Diego Fernández de Morón, difunto y de Beatriz de Morales. Véase Palència (Alonso de), en 1502. Seguramente estas noticias han de referirse á dos artífices de los mismos nombres y apellidos. Además por otra escra. de 31 de Enero de 1511, un Diego Fernán- dez de Morón, obligóse á pagar á Luís Marchena, 2.625 mrs. por tres libras de seda que le había comprado y en ella declara que era hijo de Pedro de Morón, difunto. (L. de escras. de Manuel Sigura), y ya se ha visto que en otro documento nombrase á su padre Fernando. A. de la Cat. y G P. Ferrandez (Francisco), 1482-1629. Vecino de Triana. Marido de Catalina Martínez «la loçana>. En 1482, fué á la tala de la guerra de los moi'os y en 1528, otorgó su testamento hallándose enfermo. Declaró que le debían los olleros vecinos de Triana, Marcos Díaz, 35 rs. de plata de cosas que le dió pertenecientes al oficio de ollero; y Peñafiel tres ducados de oro que le prestó; y Pedro de Cárdenas, 13 rs. de plata. Dis- puso que se siguiera-el pleito que tenía con Francisco de Vargas, mer- RÉGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 373 eader de esclavos; que lo enterrasen en Sta. Ana de Triana: enumera las mandas, limosnas y sufragios acostumbrados. Declara que al casarse con Catalina Martínez, aportó ésta una dote de 15.500mrs. en joyas y pre- seas de casa. Dejó por usufructuaria de todos sus bienes á su mujer, instituyendo por herederos á sus hijos Juan Perez y Juan Lozano, ha- bidos de su mujer la dicha Catalina, á la cual nombró tutora y curadora de los mismos. 1." de Agosto 1528. En 1529, marido y mujer nombra- ron por su procurador á Juan de Urrea. A. M. y G. P, Ferrandez (Gonzalo), 144G. Tinajero. Vecino á la calle del Garzo, según consta del padrón de la Coll. de San Vicente, del Repartimiento del Pedido de 1446. A. M. En dicho lib. citáse á Alonso Gutiérrez, ollero. Ferrandez (Juan), 1432-1433. Vecino de Triana. Remató en él y en Maestre Hamete, sobrino, la obra de 200 caños para traer el agua á los Alcázares. Ferrandez (Luís), 1441. Vecino á Santa María. Contrató con Juan González Viejo y Pedro González de Morón la hechura de jarras y tina- juelas. Ferrandez Valiente (Martín), 1473. ¿Será el mismo Martin Va- liento citado el año de 1554? Ferrandez (Pedro), 1495. Vecino de Triana, marido de Ana Ro- dríguez. García (Alfon ), 1442-1480. Trasladó su residencia desde Castilleja de Talhara á Sevilla en 1442. Habría muerto en 1480 como consta de la carta dotal de Isabel Ruiz, prometida de Francisco de Morales, hijo del García. Of. 4. Libs, de 1441-94. A. G. P. García Benacazon (Alonso), 1467-1521. Vecino de Triana, marido de Isabel Sánchez. ¿El mismo nombrado Baracazon? En el primer año citado vendió loza quebrada para las bóvedas de la Cat. Vivía en 1521. García Montano (Andrés), 1482-1518. Vecino de Triana, marido de Beatriz de Agreda. En 1482 fué á la tala de la guerra de los moros. En 1507, con su hermana Ana, mujer de Martín Suárez, ollero, obligà- ronse á pagar ciertos mrs. á Juan de Godoy. En 1509, con su cuñado Martín, como albacea de su suegra Leonor Sánchez, solicitaron que se procediese á hacer el inventario de los bienes relictos al fallecimiento de aquélla. Debió morir en los días que mediaron desde el 3 al 23 de de Diciembre de 1518, pues nómbrase viuda á su mujer en el poder que en dicha fecha otorgó en favor de Martín Suárez. Libs, de los mea- clonados años del of. 4. A. G. P. García (Antón), 1406. Vecino á San Pedro Padrs. A. M. García (Bartolomé), 1495-1514. Vecino de Triana, marido de Leo* nor López. En 1503, con Bartolomé Sánchez Guijarro, oUero, reconoció* 374 registro de olleros. siglos xiv-xv se deudor de Juan López por 3250 mrs. En 1504 arrendó casas de la Cartuja, siendo uno de los testigos Gonzalo Fernández, oilero. En 1514 con su mujer Elena García (¿casado en segundas nupcias?) arrendó ca- sas en la Magdalena. Libs, de los años citados del of. 4. A. G. P. y C. de doc. del A. García Mellado (Cristóbal), 1485-1517. Marido de Leonor Gon- zález, vecino de Triana. Contrató en unión de Gonzalo Sánchez, con Rui García de Xerez y Juan Suárez, labrarles 700 vasos de buena la- bor, 450 blancos y 250 amarillos. 8 Abril 1^85. Lib. de fragmentos de escras. de diferentes años. A. G. P. En 1497 vendió á Pedro Jaimes, portugués, cierta loza. Ibid. loe. cit. En 1501 vendió á Iñigo de Gurizavalen, vecino de Deusto, 212 va- sos de loza. L. de escras. de dicho año, of. 5. A. G. P. En 1506 dió azulejos para las obras de la Cat. Lib. de fáb. de di- cho año. En 1512 compró casas en la calle de Santo Domingo. Lib. I de di- cho año, of. 4. A. G. P. En 1513 fué padrino de bautismo de Juan Fernández. Lib. I de baustismos de Santa Ana. Había muerto en 1517, pues se lo nombra difunto al describir los linderos de las casas que tomó en arrendamiento Diego Rodríguez de San Román en 3 de Octubre de dicho año. Véase Rodríguez de San Román (Diego). García el mozo (Fernando), 1443. Cit. en un cuaderno de cuentas de mrs. de dicho año. «No pudo pagar su importe» porque murió. . e era pobre. Lib. mayordom. A. M. García (Jüan), 1435. Vecino á San Román. Padrs. Sig. XV. A. M. García (Pedro), 1467-¿1534? Vendió varias partidas de loza que brada para el cerramiento de las bóvedas de la Cat. en 1467. Lib. de fá- brica A. de la C. Tal vez este artífice sea el mismo al cual se refieran los siguientes datos: Fué marido de Juana Guillén, vecinos de Tria- na. Vendieron á Diego Rodríguez Pepino, comitre de SS. MM., 400 mrs. de tributo situado sobre casas en dicho arrabal. 22 de Agosto de 1521. C. de doc. del A. En 5 de Julio de 1524, vendieron una viña en la vega de Triana á Francisco del Huerto, marinero. Lib. H de escras. de dicho año, of. 4. A. G. P. Un Pedro Garcia, ollero, vivía en la calle de Santo Domingo en Triana en 1534, como consta del Padrón de dicho año. Carp, de privs. xiúm. 125. A. M. García Carreras (Pedro), 1475-1511, Con su suegro Diego Fer- REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 375 nández de Morón contrataron con Juan Caro la compra de 1.000 cargas de barro por escra. de 30 de Marzo 1475. Leg. de fragmentos de escras. siglos XV XVI. A. G. P. Se le cita al describrir los linderos de las casas que vendió Alonso Montero, ollero, al monasterio de Santa Paula en 1511. García Viejo (Pedro), 1476. Marido de Antonia García, vecinos de Triana. Vendieron un pedazo de majuelo á Juan de Moguer. 29 de Di- ciembre 1476. Leg. de fragmentos de escras., siglos XV-XVI. A. G. P. Tomó en arrendamiento con Diego Rodriguez de Torrijos el diezmo de las ollerías en el mismo año citado. En 9 de Octubre de 1505, fué bautizada en Santa Ana de Triana su hija Leonor. Lib. I de bautismos de dicha iglesia. Su arch. Véase Chaves (Pedro), ollero en 1482. González (Pedro), 1467. Surtió de loza quebrada para cerrar las bóvedas de la Cat. en 1467. Lib. de fáb. de dicho año. Su arch. García Caleta (Pedro), 1473. Tomó en arrendamiento con su mu- jer Leonor Fernández, vecinos de la coll. de San Román, unas casas con su soberado, corral y dos hornos de ollería propios del monasterio de la Cartuja, en Triana, en la calle del Barrio Nuevo. 6 de Marzo de 1473. C. de doc. del A. Gómez (Juan), 1497-1505. Marido de Leonor López. Gaspar Gui- llén vendió al monasterio de la Cartuja 1.000 mrs. de tributo perpétuo situados en casas ollerías de Triana, en las cuales hallábase establecido el citado Juan Gómez. Lindaban con casas ollerías de los hermanos Pe- dro y Rodrigo de Morón y con las de Diego Veas del mismo oficio. Otorgóse la dicha escra. de venta en 6 de Octubre de 1497. C. de doc. del A. Gonzalez (Alfon), 1443-¿1463?. Gonzalo Rodríguez, ollero, concer- tóse con él á labrarle en su oficio por los precios siguientes: «el vaso del ¿asady? amarillo, á cinco dineros e por el orejuela del vaso de blanco a maravedí e por el plato grande a cinco dineros» etcétera C. de docu- mentos del A. Creo que este artífice es el mismo Alfon González, mari- do de Isabel González, vecinos de Triatfa, el cual recibió por apren- á Francisco de Ortega en ¿Lunes 22 de Agosto de 1463? Ibid loe. cit. González Viejo (Alfon), 1467-1482. Vendió en 1467 varias parti- das de labor de ollería para el cerramiento de las bóvedas de la Cate- dral. Lib. de fáb. A. de la C. Acaso sea el mismo llamado Alfon Viejo, cuyas casas horno de olle- ría se citan al determinar los linderos de las de Teresa Rodríguez Godín, en una escra. de 23 Septiembre 1480. L. de escras. 1441-94. of. 4. A. G. P. 37^ REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV En 1482, contribuyó con un caballo para las milicias que fueron á la guerra de los moros. Leg. moriscos. P. V. A. M. Goxzílez Pajero (Diego), 1454, azulejero. Pagáronsele 150 mara- vedises por oOO azulejos que vendió para el altar «que se faze en la c^- pilla del cardenal ¿Cervantes? en la Catedral, en dicho año. Lib. de fá- brica. A. de la C. Gonzílez (Gonzalo), 1433. Vecino de Triana. Cit. en un Padrón de dicho año, juntamente con Juan Fernández, ollero. A. M. González (Juan), 1442. Vecino á S. Andrés. En una «Nómina de francos de los alcaçares ¿1422?» y entre los vecinos de Alcalá del Río, leemos «iohan gonçales maestro de façer azulejos entro en logar de iohan alonso maestro de façer azulejos vecino que fue a san viceynte.» Carp. de privs. 125. A. M. En el Lib. del «Pedido de la Moneda», de 1449, se cita á un Juan González, ollero, vecino á Santiago. A. M. ¿Será el mismo? González (Martín), 1495. Dió poder en 8 de Septiembre de dicho año. Lib. del mismo año, of. 4. A. G. P. González (Matías), 1433. Vecino á Sta. Catalina. Padrs. A. M. Herrera ó Ferrera (Pedro de ), 149.5-1530. Vecino de Triana, hijo del famoso Fernán Martínez Guijarro y de Inés de Herrera, discípulo de su padre y marido de Catalina Ponce. Los muchos documentos que hemos registrado referentes á él, nos hacen suponer que debió de gozar de bastante crédito entre los de su oficio, según se desprende del contexto de aquéllos. El primero que hemos tenido á la vista es el contrato que con él hizo su aprendiz Machin, hijo de Martín de Vasurto, vecino de Bilbao. 12 de Agosto de 1495. Lib. de dicho año, of. 4. A G. P. Vendió á Alfon Alvarez, mercader, «cierta loça» en 7280 mrs. en 27 Febrero 1501. Loe. cit. Lib. II de escras. de dicho año de Fran- cisco Sigura. Alfon Alvarez, mercader, reconocióse su deudor por 6.509 mrs. «por cierta labor de su oficio con la condición de que le comprase en Portugal un esclavo en 900 mrs., obligándose á traérselo á Sevilla.» 14 de Junio de 1501. Lib. I de escras. of 4. A. G. P. A continuación de esta escra. hay otra otorgada entre él, Alfon Al- varez y Fernán Martínez Guijarro por 9.567 mrs. asimismo por venta de laboi' de ollería. Debió también ser pintor decorador de loza, pues al recibir por aprendiz á Bartolomé Rodriguez, por escra. de 14 de Junio de 1501 se obligaba á enseñarle durante un año el oficio en lo tocante á la rueda y otro año en pintar. Lib. I de dicho año, of. 4. A. G. P. Esteban Rodríguez, armador de sardina, vecino de «Sezimbra ques REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 377 en el reino de Portogal» reconoció en su favor una deuda de 400 mara- vedises, importe de 200 azulejos que de aquél recibió. 24 de Mayo 1502. L. de escras. de dicho año. Oí. 4.° A. G. P. Por escra. de 31 de Octubre de 1503, consta que él y su padre, ven- dieron á maestre Olivar, entallador, vecino de Coimbra, «azulejos de labores,» por valor de 20.000 mrs. Puede verse este documento en la biografía de Fernán Martínez Guijarro. Cap. VIL En 17 Octubre de 1503, vendió á Agustín González, residente en Lisboa, cierta labor de ollería. Véase R)dríguez de S. Román (Diego), 1493-1528. En 14 de Octubre de 150.5, juntamente con Diego de San Román, reconociéronse deudores de Jerónimo Barón, boticario, por 8360 mrs., importe de mercaderías que le compraron. Lib. único de escras. de di- cho año. Of. 4.®, loe. cit. «Sepan quantos esta carta vieren, como yo pedro de herrera, fijo de fernand martinez guijarro, vecino que so de Triana, etc., asi empieza una escra. en la cual se reconoció deudor de Asensio Ivañez, mercader vizcaino por 2702 mrs. importe de cierto plomo que de el compro. Fe- cha la carta 1.° de Diciembre de 1505. Lib. 1 del of. I de Alonso Lucas, loe. cit. Por escra. de 17 Agosto 1508, él y su mujer, vendieron á Fer- nando de Morón, vecino de Triana, unas casas pequeñas en la calle Ancha. Lib. 3.", of. 4.® A. G. P. En los años de 1512 y 1519, compróle el Cab. ecco. gran número de azulejos para la solería del Coro de la Cat. Libs, de fáb. su A. En 1532, 1539 y 1542, hallamos documentos en que se nombra á un Pedro de Herrera, que nos asalta la duda si podrá ser la misma persona también, á que se refieren otras noticias de los años 1553 y 1557. Sin embargo nos decidimos á considerarlos diferentes artífices al cotejar las firmas de ambos, que no ofrecen la menor semejanza, revelando además la de 1,557 una firmeza y seguridad de pulso, impropias en esa fecha de la del hijo de Fernán Martínez. En los tres años mencionados, parece que surtía de azulejos las obras de la Cat. (Véase Dic. de arts, se- villanos. Tom. I.) 48 37^ REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV Jaimes (Feancisco), 1493. Vecino al Salvador: con Mahoma, tam- bién ollero, vecino á San Pedro, compraron á Andrés de Briviesca, todo el orujo de aceituna que tenía en su heredad de la Torrecilla. 13 de Septiembre 1493. L. de escras. de dicho afio. Of. 9.® A. G. P. Mahoma. 1493. Véa.se el anterior. León (Diego de), 1482. Vecino de San Juan de la Palma. Fué á la tala de la guerra de los moros en 1482. Leg. moriscos P. V. antigs. A. M. Lope . .. 1498-1502. «Otorga lope ollero vezino de triana... que da su poder etc. a andres guillen procurador vezino desta dicha çibdad especialmente para que por el... parezca ante el honrrado licenciado gonçalo de cea alcalde de la justicia desta dicha cibdad e apelar de cierto denegamiento que le fizo de vn pedimento que le fizo al dicho alcalde para traer armas e por virtud de vna carta de omezillo que tiene contra juan guillen e lorenço çapatero que mataron a juan alfon pintor su hermano que dios aya e pueda fazer e faga en la dicha raçon todos los abtos e diligencias al caso convinientes... etc » 2 de Mayo 1498. Leg. 3.® de fragmentos de escras. A. G. P. «Sabado postrimero dia del mes de abril de 1502 bautizo el bachiller Alonso Perez cura de Sta. Ana a Lope ollero que antes era moro e se llamaua aodalla qriado de la señora doña catalina de rribera... e era niño de setenta años.» Lib parroq. de dicho año. Lopez (Alonso), 1482-1637, Fué á la tala de la guerra de los moros en 1482. Leg. 9 moriscos. P. V. antigs. A. M. En 4 de Septiembre de 1516, fué bautizada Juana, su hija, en Santa Ana, de Triana. Lib. I de bautismos de dicha iglesia. Fol. 149, vuelto, su A. Citado al describir los linderos de una casa de Bartolomé García, trabajador. 23 de Enero de 1537. A. parroquial de Sta Ana, de Triana. Lopez (Cristóbal), 1441, vecino de Triana. Acerca de un artifice así llamado, encontramos los siguientes datos contradictorios. Su suegra Mencía Martínez, prestó 200 mrs. á Manuel Rodríguez, ollero, en 13 Ju- lio 1441. Lib. Ill de fragmentos de escras. A. G. P. Su viuda Elvira Sánchez, otorgó testamento en 26 de Julio de 1473 y según los bienes que en él se citan, debieron de tener regular fortuna. Leg. II de fragmentos de escras., siglos XV-XVI. Loe. cit. Como se vé. había muerto en 1473 y sin embargo, hallamos desig- nado á un Cristobal López para ir con las milicias de la ciudad, á la tala de la guerta de los moros en 1482. (Leg. IX moriscos P. V. antigs* A. M ,) pudiendo añadir que en 1498, vivía en callé Carreteros, con su mujer, la citada Elvira Sánchez. Lib. Becerro del Monasterio de San Je- rónimo. Fol. 44 de sus posesiones. A. de Hacienda. ■REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XlV-îtV 379 Lopez (Diego), 1493-1501, vecino á Sta. María. Arrendó casas á Juan Rodríguez, armatostero. Miércoles 10 de Julio 1493. Leg. de frag- mentos de escras. de los siglos XV y XVI. A. G. P. Creemos que es el mismo que en 1501 moraba en Triana y en dicho año. «Obligóse a servir durante cuatro meses en su oficio de ollería con Pedro de Ferrera fabricando en los dos meses primeros de tarea. . vasos de platos con veinte vasos de altamia e los ¿otros dos meses? veinte va- sos de platos con veinticinco de áltamia por precio de 2000 mrs. y un par de borceguies dándole de comer beber cama y casa etc » El docu- mento hállase de tal manera apolillado, que se hace ilegible. 13 Mayo 1501. Lib. I de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Lopez (Juan), 1482-1515. Fué á la tala de la guerra de los moros en 1482. Leg. moriscos. P. V. antigs. A. M. Había muerto en 1515, pues su viuda y su hijo Andrés de Aguilar, clérigo, reconociéronse deudores de Hernando Rolante, en 17 de Agosto del referido año. Lib. de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Mahomad (Maestre), 1495. Vecino de San Pedro en el adarvejo de los moros. 20 de Septiembre 1495. Lib. de escras de dicho año. of. 4. A. G. P. ¿Será éste el nombrado Mahoma, cit. en 1493? Martín (Pedro), 1482-1520. Fué á la tala de la guerra de los mo- ros en 1482. Leg. moriscos. P. V. antigs. A. M. En 17 de Mayo de 1520 fué bautizado Francisco, su hijo. Lib. I de Bautismos de Santa Ana, de Triana, fól. 246. Su arch. Martínez (Alonso), 1486. Vecino de Triana. Lib. del mayordom, de dicho año. A. M. Martínez Montero (Andrés), 1475. Contrató con Juan Caro, la de 30 de Marzo compra de mil cargas de barro, según consta de escra. 1475. Leg. de fragmentos de escras. de los siglos XV y XVI. A. G. P. Martínez de Arcos (Cristobal), 1475-1513. Vecino á San Lorenzo. Arrendó casas á Pedro Camacho en San Vicente en 14 de Octubre de 1475. Lib. de escras. de Juan García, 1441-94. A. G. P. Creemos que es el mismo llamado Cristobal de Arcos que había muerto en 1513, como consta de la escra. de reconocimiento de dote que otorgó su yerno Diego Martínez, vainero, casado con Violante Ruiz, hija del ceramista y de su mujer Catalina Hernández, en 19 Julio 1513. Lib. Ill de escras. ^del mismo año. of. 4, loe. cit. Martínez de Veas (Diego), 1500. Vecino de Triana. Arrendó á Juan Ruiz, ollero, casas ollerías en dicho arrabal, que lindaban con las de Juan Gómez, ollero. 22 Enero 1500. Lio. de escras. de dicho año. of. 5. A. G. P. Martínez Guijarro (Fernán), 1479. Véase el cap. VH. Martínez Valiente (Juan), 1441. Vecino á Santa María. Obligóse 3^0 RÉGisfRO r)Ë oLLÉRos. síí^Los jciv-:5cV con Juan AlfoQ Infante, «maestro de faser ladrillo», á servirlo en su oficio en 18 Septiembre 1441. C. de doc. del A. Matheo 1482. Vecino de San Juan de la Palma. Fué á la tala de la guerra de los moros en 1482. Leg. moriscos. P. V. antigs. A. M. Montero (Cristobal), 1476. Vecino de Triana, marido de Antonia Rodríguez. Citados en una escra. ilegible en la cual parece que se trata déla venta de unas 300 jarras. Viernes 27 de Septiembre 1476. II de Leg. fragmentos de escras. Siglos XV-XVI. A. G. P. ¿Será el mismo Cris- tobal Sánchez Montero cit. en 1473? Montero (Juan), 1467-1511. Vecino de Triana. vendió de loza partidas quebrada para las bóvedas de la Catedral en 1467. Lib. de fáb. A. de la C. Reconocióse deudor de Fernando de Eslava, trapero, de 600 mrs. por escra. de 19 de Noviembre 1511. Lib. V de escras de dicho año. of. 4. A. G. P. Moreno (Antón), 1480. Vecino en Santa María la Blanca. Contri- huyó con un lancero para las milicias que se aprestaron en esta ciudad, enviadas á la tala contra los moros en 1480. Leg. moriscos P. V. A. M. antigs. Morón (Pedro), 1482-¿1541? Vecino de Triana. Padrs. 506. A. M. antigs. Vendió Leg. á Bartolomé Sánchez Guijarro, también ollero y ve- ciño de Triana, la mitad de la renta del diezmo y de las ollerías almojarifazgo de Triana «e de Tablada» que le había sido traspasada por Cris- tobal Mellado del mismo oficio. 1.® de Julio 1505. Lib. de escras. de los años 1480-15'^5 of. 7. A. G. P. ¿Será el mismo artífice que vivía en la calle Génova en 1541. Lib. protocols del monasterio de San Jerónimo, fól. Ill de sus posesiones. Arch, de Hacienda. Morón (Rodrigo de), 1496. Hermano de Pedro de Morón del mis- mo oficio. Véase el documento núm. 14 de la biografía de Fernán Mar- tínez Guijarro. Cap. VIL Núñez (Antón), 1495. Marido de Inés Núñez, vecino al Salvador en dicho año. Lib. de escras. del mismo, of. 4. A. G. P. Pacheco (Juan), 1481. V^ecino de Santa María. Habría muerto en 1481. Véase Sánchez de Alcántara (Pedro) en 1473. Perez (Fernán), 1493-1510. Vecino á San Juan. Marido de Beatriz Fernández. (En otras escras. se la nombra Isabel). casas en el Salvador Compró en 6 de Agosto de 1493. Lib. de escras. de dicho año. of 9. A. G. P. Tomó en arrendamiento casas en San Lorenzo. 13 Enero de 1503. Lib. H de escras. de dicho año. of. 4., loe. cit. En 1510 que era vecino parece á San Vicente, como consta de la escra. de venta de una esclava suya á Antón de Zamora, vecino de Triana en 2 de Diciembre de dicho año. Lib. V de escras. de dicho año. of. 4., loe. cit. PoLiDO (Miguel), 1467. Dió loza quebrada para el cerramiento de RËGIStRO t)Ë OLLeROS. SÍCÍLOS XlV-xV ^ 3^1 las bóvedas de la Catedral en 1467. Lib. de fáb. A. de la C. Posadas (Diego), 1494. Vecino á San Pedro. Lib. de escras. de Juan Garcia. 1441-94. A. G. P. Reyna (Alfonso de), 1476. Vecino de Triana. Reconocióse deudor de Juan de Córdoba, ollero, vecino del mismo barrio por 5493 mrs. que le había prestado. 28 Enero 1476. Legajo 11 de fragmentos de escras. de los siglos XV-XVI. A. G. P. Río (Cristobal del), 1482-1502. Vecino de Triana en 1482. Leg. de fragmentos de escras. de diferentes aQos. A G. P. Fué padrino de bautismo en 28 Octubre de 1502 con Francisco Rodríguez y Juan Ro- dríguez, olleros, y con Fernán García, tinajero, de un niño expósito á quien se puso el nombre de Francisco. Lib. I de bautismos de la iglesia parroquial de Santa Ana, de Triana. Su arch. Robles (Alfon), 1482-1491. Vecino de Triana. Fué á la tala de la guerra de los moros en 1482. Leg. moriscos. P V. antigs. A. M Vivía en 1491, pues Juana Rodríguez, mujer de Juan Sánchez de Mayorga, expresó en su testamento otorgado en dicho año, que debía 300 mrs. á Catalina García, mujer del referido Alonso Robles. Leg. núms. 16-19, Arch, parroquial de Santa Ana. Robles (Juan de), 1496. Cit. en unos pliegos sueltos encuadernados al revés en el Lib. de escras. de Francisco Sigura, comprensivo de los años 1496-98. A. G. P. Rodríguez (Bartolomé), 1448-1467. Marido de Isabel García, veci- no de Triana en dicho año. Leg. de fragmentos de escras. A. G. P. (1). Obligóse con Diego Fernández Pajero, á servirlo «en los fornos que tiene en triana en las labores de ollería» por los precios siguientes «por el vaso del áspero a cinco blancas e por el vaso de colorado a 14 corna- dos e por el vaso de las ollas de coria a 5 mrs. e por el vaso del asady a 8 dineros e por las otras labores al precio acostumbrado en el dicho 'oficio» 19 Septiembre 1448. loe. cit. Fragmentos de escras. En 1467 vendió loza quebrada para el cerramiento de las bóvedas de la Cat. Lib. de fáb. A. de la C. Rodríguez (Bartolomé), 1490-1533. Marido de Catalina Martínez, vecinos de Triana, hijo de Alfonso Rodríguez, ollero, vecino de dicho arrabal. Reconoció haber recibido de Cristobal García Mellado, ollero, y de Leonor Gómez su mujer, «sus señores «también, vecinos de Triana, 17.500 mrs. en dineros, ropas y otras cosas» que montaron los servicios que les había prestado,., etc. 12 de Enero 1490 Leg. IV de fragmentos de (i) Con estos mismos nombres y apellidos hallamos otros artífices, que sólo podemos diferenciarlos por los de sus respectivas mujeres. kEtílS-ÍRO ÜÈ OLLEROS. SIOLOS XIV-XV escras. A. G. P. ¿Acaso fué á este artífice al que dieron el Monasterio de la Cartuja y Juan Cristóbal, mercader, en nombre de unos menores, casas en el Barrio Nuevo (Triana) sobre las cuales tenían 1000 mrs. de tributo en 17 Julio 1.Ô21? C. de doc. del A. Había muerto en 1533, pues su viuda, vendió á Bartolomé Pesero, labrador, unas tierras en la vega de Triana, en 16 de Septiembre de di- choaño. Lib. V de escras. de Manuel Segura de 1513, que comprende solo documentos de 1533. Rodríguez (Bernal), 1482-1495, vecino de Triana. Cit. en el Padrón de 1482. Padrs antigs. Leg. 506. A. M. ¿Será el mismo Bernal Rodríguez, marido de Isabel Rodríguez, que en 1495, era vecino de S. Gil y que compró de Ana Rodríguez, un tri- buto de 75 mrs. sobre casas en Triana? Lib. de escras. de dicho año. Of. 4.0 A. G. P. Rodríguez (Qristóbal), 1495. Otorgó testamento en 12 de Junio de dicho año, del cual consta que era hijo de Fernán García, difunto, vecino de Triana. Confesó debía á su hermano Juan de Toledo, 1500 mrs. A L3onor, esclava da B irtolomS Guijarro 4 rs. y lf2. Debíanle Pedro de San Román, ollero, 1200 mrs. de labor que le hizo, Antón García, ollero, 850 mrs. por igual concepto Juan de Osorno, ollero, 8 rs., Diego Valiente, una espada y un puñal que le prestó, etc. Man- dóse enterrar en la iglesia de Santa Ana y los sufragios corrientes, á Isabel de Morales, mujer que le sirvia 2000 mrs. Leg. de fragmentos de escras. A, G. P. • Rodríguez de Torrijos (Diego), 1482-1497. Tomó en arrenda- miento el diezmo de las ollerías en 1497. Véase Chaves (Pedro de), olle- ro, 1482. Rodríguez de San Román (Diego), 1493-1528. Hijo de Alonso Fer- nández y de Teresa Díaz, marido de Juana Martínez, primero, y des- pués de Isabel Rodríguez de la Algaba. Recibió por aprendiz á Antón Martínez, hijo de Antón y de María Sánchez, por escra. de Martes 27 de Febrero 1493. Leg. 2.° de fragmentos de escras. de los siglos XV y y XVI. A. G. P. «Deue Agostyn gonçales mercador marido de catalina rodríguez estante en la çibdad de lisbona a diego rodríguez de san roman ollero e a pedro de herrera fijo de fernan maitinez guijarro vecinos de triana presentes el dicho pedro de herrera o a qualquier dellos etc. 6970 mrs. desta moneda etc. de cierta labor que dellos recibió comprada de ques ¿pagado? e renuncian la esebçion... etc.» 17 Octubre 1503. Libro III de escras. de dicho año. Of. 4.® loe. cit. Tomó en arrendamiento casas ollerías en Triana, frente del cas ti- Uo, propias del monasterio de Santa Paula, en 3 Octubre 1517. Linda- RÉGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 385 ban con ollerías de Diego Rodríguez y con las de Cristóbal Mellado, di- funto. Eii este documento, consta el nombre de su primera mujer Juana Martínez. C. de doc. del A. Consta que era hijo de Alonso Fernández y de Teresa Díaz, escra. de reconocimiento de tributo en favor de la Cartuja, impuesto sobre casas corral de ollerías en Triana, en calle Carreteros. 3 de Marzo de 1619. Lib. II de las de dicho año. Of. 4.® A. G. P. «1850 155 azulejos, cada uno a 3 En 1519, pagáronsele mrs. por mrs. y de 40 zarbatillas cada una a 7 mrs. nuevas» etc para las obras , del Coro de la Catedral. Lib. de fáb. A. de la C. Hállase citado con Pedro de Paz y Diego de la Rosa, olleros, en la institución de capellanías que hizo Gonzalo de Herrera, clérigo, hijo de Fernán Martínez Guijarro, en la iglesia de Santa Ana, de Triana, en 14 de Marzo de 1523. Véase el documento núm. 21, de los extractados en la bio- grafía de Fernán Martínez Guijarro. Cap. VII. En 1528, trasladó su residencia á Málaga, con su segunda mujer nombra Isabel Rodríguez (1) hijo Antón de San Román, pues se les y su vecinos de aquella ciudad, en el poder que otorgaron en favor de Juan de San Pedro, ollero, vecino de Triana, para que en su nombre cobrase de Jerónimo Rodríguez, también ollero y vecino del dicho arra- bal, las rentas de las casas corral de ollerías que Rodríguez de San Román, le tenía arrendadas. Fecha la carta en las casas de Juan Mar- tínez de Durango, ollero, vecino á la ¿carretería? en 29 de Octubre del año citado. Lib. I de dicho año. Of. 4.® A. G. P. En el mismo cuaderno del dicho libro, hállase el testimonio del de poder que el Rodríguez de San Román, otorgó en Málaga, en favor su mujer para que pudiese vender dichas casas en 19 de Octubre del mismo año. Rodríguez (Francisco), 1498-1524. Marido de Catalina Jiménez, vecinos de Triana. Dió loza quebrada para las bóvedas de las capillas de esta Cat. en 1498. Lib. de fáb. de dicho año. A. de la C. Fué padrino de bautismo de los negros Fernando, Juan y Diego, criados de Diego Rodríguez, ollero, en 23 Octubre 1512. Lib. de bau- tismos de Santa Ana, de Triana. Su A. Por escra. de 24 Noviembre 1524, la citada Ana una Martínez, viuda de Juan de Carmona, le dió á tributo «unas casas ollerias con su potin dos palacios e vn sobrado e vn horno de cocer casa puerta e e (i) En otros documentos se le nombra Isabel Rodríguez del Algaba. 384 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV loça» que lindaba con casas ollerías de Pedro García, ollero y de Juan Ruíz, ollero. Legs. núms. 252-258. A. parroquial de Sta. Ana. Rodríguez (Gonzalo), 1443. Concertóse con Alfon González, ollero, en dicho año, á labrarle en el oficio de ollería por los precios siguientes: «el vaso del ¿asady? amarillo que le diese a cinco dineros e por el ore" juela del vaso de blanco a ¿maravedí? e por el plato grande a cinco di" neros los quales mrs.» se obligaba á pagarle 1443. C. de doc. del A. Rodríguez (Manuel), 1441. Marido de Inés Sánchez. Reconocióse deudor de Mencía ¿Martínez?, suegra de Cristobal López, ollero, por 200 mrs. según escra. de 13 Julio de dicho año. Leg. Ill de fragmentos de escras. del mismo año. of. 4. A G. P. Rodríguez (Martín), 1403. Llámasele «locero» al mencionarlo en- tre los ballesteros en el Padrón que mandó hacer la Ciudad para enviar gente al Maestre de Santiago en 1403. Lib. del mayordom. A. M. Rosa (Maestre Ardadla de la), 1493-1502. Vecino de Triana en dicho año. Legajo II de fragmentos de escras. de los siglos XV-XVI. A G P. En 1500 parece que era vecino á San Pedro. Reconocióse deu- dor de Juan Pérez por 815 mrs. que había de pagarle en botijas, y si no quisiese, en dineros, por escra de 16 de Octubre de dicho año. Lib. II de escras. de dicho año. of. 4. loe. cit Por acta notarial de 15 de Abril de 1501, consta que Francisco de Bobadilla continuo del Rey y de la Rey na requirió en nombre de estos a Abdalla Alfaqui, Maestre Çaide el blanco alcalde e, Maestre Hamete Ginete e maestre Abdalla de la Rosa moros mudejares vecinos de esta ciudad en la collación de San Pedro, para que hiciesen el padrón de los moros y moras, vecinos de Sevilla, el cual habrían formado, cuya entrega formalizóse en dicho dia. of. 4. loe. cit. Lib I de escras de dicho año de Francisco Sigura. A. G. P. Tal vez este artífice sea el llamado Aodalla (Abdalla), que en 26 de Enero de 1502, convirtióse al cristianismo, siendo su padrino el ollero Pedro Chaves, llamándose desde entonces Juan de Toledo. Ruiz (Diego), 1494. Otorgó carta de pago en 1.° Agosto 1494 en favor de Isabel Rodríguez, mujer del vidriero Gregorio Rodríguez. Lib. de escras de Juan García, 1441-94. A. G. P. Ruiz (Fernán) ¿1462? Había muerto en 1463, pues su hijo Juan de Córdoba le nombra difunto en la escra. de arrendamiento de unas ollerías que otorgó en 1463. Véase Córdoba (Juan de), en 1563. Rumiato (Juan), 1500-1522. Vecino de Triana, marido de Catalina Rodríguez. Arrendó una tienda ollería en el Salvador, en 18 de Agosto 1500. Lib. II de escras. de dicho año. Of. 4.° A. G. P. Arrendó casas del monasterio de la Cartuja en la coll. del Sal- vador «en la ollería,» por escra. otorgada en 6 de Febrero de 1518. C. de doc. del A. REGISTRO DE OLLEROS, SIGLOS XIV-XV 385 Había muerto en 1522, pues en 25 de Abril de dicho año, otorgó testamento su viuda Catalina Rodríguez. Lib. II de escras. de dicho año Of. 4. A G. P. Entre los testigos, figura Juan de Espinosa, ollero. Sánchez (Alonso), 1482-1528. Vecino de Triana. Cit. en el Padrón de dicho barrio de 1482. Padrones antigs. Leg. 506. A. M. Creemos que á este artífice pueden referirse los datos siguientes: hijo de Lope Sánchez. Por escra. de 1.° de Abril de 1496 reconoció de- bía á Fernando de Morón, ollero 18 rs. de plata. Lib. de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de María Fernández, vecinos de Triana. Vendieron á Juan Rodríguez Herrero un pedazo de viñas en la Vega de Triana, que lin- daba con otro de Martín García, ollero. 2 de Agosto 1520. Lib. HI de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 15 de Noviembre de 1528 fué padrino de bautismo de unos olle- ros conversos. Véase Márquez (Pedro), 1528. Sánchez (Antón ), 1500. Obligóse á ir por ballestero con las milicias de Sevilla que fueron á las Alpujarras llevando el Pendón; 28 Febrero de dicho año. Lib. de escras. del mismo. Of. 4, A. G. P. Sánchez Montero (Cristóbal ), 1473-1501. Fué fiador de la casa tomó arrendamiento Pedro Valiente, propia del Cab. ecco. en que en Triana el año de 1473 y continuaba morando en dicho arrabal, en 5 de Marzo de 1501 según consta de la escra. que otorgó dicho día nombran- do her. de la Santa por su personero á Manuel Grande. Libs, de y pos. Iglesia, su A. y H de 1501. Of. 4. A. G. P. Sánchez (Fernán), 1500-1554. Marido de Mari Sánchez, vecinos del Salvador. Compraron casas en San Martín, en 13 Julio 1500. Lib. H de de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 1514 vivía en San Isidoro. Lib. Blanco folio 112 vuelto A. de la C. En 1553 moraba en Triana. Dió poder á Bartolomé Peñafiel para que cobrase de Bartolomé de la Puebla, tonelero, 2 ducados y para que vendiese en almoneda «un molino de piedra y un mortero, también de piedra, 2 ruedas y un cubo de madera y un rodavillo y una azada y hormas» «lo qual es de mi oficio de ollero» con unas cuyo importe pa- garía á Isabel Bernal que lo tenía preso por deudas. 8 Junio del año ci- tado. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase Monje (Juan) 1523-1534. En 1554 Arrendó casas en dicho arrabal en la calle Larga, 17 Fe- brero 1554. Véase Rodríguez Galán (Bartolomé) en 1554. Sánchez (Gonzalo), 1486. Vecino de Triana. Consta su nombre en la «Copia de los 1000 peones e 300 ballesteros e los 650 lanceros que seuilla mando pagar por 12 dias para yr en seruicio del Rey al Real 49 3^6 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV (|uel tiene asentado en tierra de moros etc.» Martes 30 Mayo 1486. Lib. del Mayordom, de dicho año. A. M. Sánchez (Juan), 1403. Vecino de San Marcos. Cit. entre los lance- ros en el Padrón que mandó hacer la Ciudad para enviar gente al Maes- tre de Santiago en 1403. Lib. Mayordom. A. M. Sánchez (Juan), 1467-1510. Vecino de Triana. En 1467 se le com- praron unos atanores para los caños de las bóvedas de la Cat. Lib. de fáb. de dicho año. A. de la C. Un Juan Sánchez, hijo de Martín Benito, difunto, y de Cata- lina Sanchez reconocióse deudor de Andrés de Córdoba, trapero, por 3 ducados de oro según escra de 6 Junio 1510 Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Sánchez (Lope), 1475-1512. Juan Caro obligóse á facilitar 1500 car- gas de barro á éste, y á Maestre Hamete y á Maestre Çaide «moros fo- rros olleros vecinos de Triana» por escra. otorgada en 30 de Marzo 1475. Leg. de fragmentos de escras. de los siglos XV y XVI. A. G. P. Fué escribano de la Cofradía de las Santas Vírgenes Justa y Rufi- na en la Magdalena. Tuvo á tributo casas de dicho hospital en aquella collación, según consta de escra. otorgada entre los cofrades de las Vír- genes y los de la de Guadalupe en domingo 2 de Febrero 1500. Lib. de dicho año. Of. 5, loe. cit. En 19 de Marzo de 1500 tomó en arrendamiento casas de Diego Jayán, albañil, en dicha coll. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Había muerto en 1512, pues su viuda María Eodríguez otorgó tes- tamento en ¿16 de Agosto? 1512. (No resta más que una hoja de este do- cumento). Lib. IIII. Of. 4, loe. cit. Sánchez (Martín), 1473-1512. Fiador de la casa que habitaba en Triana Pedro Valiente, tinajero, en 1473. Lib. de her. y pos. déla Santa Iglesia. Su A. Salió por fiador de Cristóbal Rodríguez que estaba preso en la Cár- cel por escra. de 6 de Juho de 1500. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 15 de Julio de 1501 reconocióse deudor de .Jerónimo Barón, genovès, «por 3.000 rs. importe de cierta tinta acul que se llama çafre» que hubo de comprarle. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. En dicho documento consta que estaba casado con Inés Rodríguez la Cardona. Como Prioste del. Hospital y cofradía de la sangre de Jesucristo y de la Concepción de Nuestra Señora Santa María, en la coll. de San An- drés, contrató cierta obra en el dicho hospital. 8 Febrero 1503, Lib. H de escras. Of. 4, loe. cit. Como tal prioste del citado hospital otorgó escra. juntamente con Francisco Sánchez, escribano de letra de obra, Alcalde del mismo, auto- REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XIV-XV 387 rizando á Bartolomé Díaz para que dejase unas casas que éste había to- mado por tres vidas, propias del dicho hospital, en 10 de Marzo de 1503, Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Aparece en dicho año como vecino á San Miguel y juntamente con Bartolomé García, ollero, vecino de Triana. se obligaron por fiadores de Bartolomé García, que estaba preso en la Cárcel, para que le quitasen la cadena y lo dejaran andar libre por ella. 7 de Octubre de 1503. Lib. Ill de dicho año, Of. 4, loe. cit. Obtuvo poder de sus compañeros los cofrades del ya citado hospi- tal para representarlos en todos los asuntos. 5 Noviembre 1503. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. En 20 de Diciembre 1504 arrendó casas del mismo hospital áLuís Giralte. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe cit. Había muerto en 1512, pues su sobrina y heredera Lucía Fernán- dez lo nombra así en la escra. que otorgó en favor de los cofrades de la hermandad de la Sangre de Nuestro Señor, cediéndoles una casa en San Román en lugar de 5000 mrs. que su tío había testado en favor de aque- lia corporación. 29 Febrero 1512. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Sánchez (Pedro ), 1482, vecino de Triana. Leg. moriscos. P. V. an- tiguos A. M. Sánchez de Alcám^aea (Pedro), 1463-1481. Marido de Isabel Gon- zález. Tomó en arrendamiento «un corral de ollerías e fornos de Juan de Cordoba en 1463.» Véase Córdoba (Juan de), ollero, en 1463. Tomó por aprendiz á Cristóbal, lujo de Juan García Mellado, he- de 14 años de edad por escra. de Jueves 27 Mayo 1473. rrero, Leg. II de fragmentos de escras., siglos XV y XVI. A. G. P. De un Pedro Sánchez, ollero, consta que: hizo donación á la fábri- ca parroquial de Santa Ana, de Triana, de un tributo de 250 mrs. si- tuados en las casas de su morada en la calle de Santo Domingo, las cuales lindaban con casas ollerías de los herederos de Juan Pacheco, escra. de 20 de Agosto de 1481. A. de dicha por iglesia. Leg. núme- ros. 61-70. S-4nchez (Vachero). Con estos apellidos, hállase firmada la hermo- sa pila bautismal de la iglesia de San Pedro de Carmona, que en nues- tro concepto, es obra trianera del siglo XV, ó de los albores del XVI, cuya reproducción puede verse en la fig. 1.'' pág. 140. Sobrino (Juan), 1495. Marido de Leonor Rodríguez, vecino de Triana. Por escra de 14 de Septiembre de 1495, puso á su hijo Lope, de 12 años de edad, ciego, con Juan de Villalobos, ciego también, para que sirviese á éste durante cuatro años en su oficio de rezar y de acom- pañarlo. L. de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hay noticia de otro Juan Sobrino ó Sabarino, azulejero, que vivía ^8^ registro ûë Olleros, siglos xiV-jív v xvi en Triana en 1589, el cual nos parece, que es diferente persona, por lo que va incluido entre los artífices del siglo XVI. Tkistín (Rodrigo ), 1500-1503, vecino de Triana, marido de Juana Ruíz, Otorgó escra. de reconocimiento de dote, en 29 Abril 1500. L. de escras. de dicho año. Of. 5.". A. G. P. En 1502, fué padrino de bautismo con Juan Rodríguez, tinajero y Alonso López, ollero, de Isabel, esclava de Antón García, ollero, en 22 de Mayo de 1502. Lib. I de bautismos de la parroquial de Santa Ana. su A. En 1503, reconocióse deudor de Alejo Alvarez, por 5000 mrs. im- porte de 17 quintales de hierro. Lib. II de escras. Of. 4. A. G. P. Valiente (Martín), 1454, tinajero, vecino de Triana. Marido de Beatriz Fernández. Vendió á Alfonso Rodríguez de Illescas, 20 tinajas para vino de 20 hasta 25 arrobas cada una. 19 de Diciembre 1454. Lib. de escras. 1441-94, Of. 4. A. G. P. V^aliente (Pedro), 1473-1480. Nómbrasele también Pedro Martínez Valiente. Vivía en Triana, casas propias del Cabildo ecco. en 1473. Es- tuvo casado con Juana Martínez y presentó por fiadores para el arren- damiento de dicha finca, á Cristóbal Sánchez Montero, Martín Sánchez y Martín Fernández Valiente, olleros. Lib. I de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Juan Muñoz de Carmona y su mujer, les dieron á tributo, unas casas mesón, sitas en la calle de Santo Domingo, del mismo arrabal, que lindaban con otras de Juan Rodríguez, tinajero, según consta de la escra. otorgada en 11 de Octubre de 1480. C. de doc. del A. Viejo (Alpon), 1480, vecino de Triana. Véase González Viejo Alfon, 1467-1482. Çaide (Maestre), 1475, ollero. «Moro forro» (libre), vecino de Triana. Juan Caro, obligóse á facilitarle 1500 cargas de barro, en 30 de Marzo 1475. Leg. de fragmentos de escras. de los siglos XV-XVI. A. G. P. SIGLO XVI Agudo (Lope de) 1505, Ollero, vecino á San Pedro. ¿Hijo de Maes- tre Mahomad Agudo? Pedro Ponce de Cabrera manifestó que por «quan- to el Dr. Sancho de Matienzo con otros oficiales de la Casa de la Con- tratación en nombre de sus Altezas habían vendido á Bernaldo Manri- que «que antes que se tornase cristiano se llamaua Abrahem labrador, vecino de la villa de hornachos por precio de 10.000 mrs.» y el dicente lo había sacado de la almoneda para el dicho Lope Agudo, el cual pagó la referida suma, por tanto; el mencionado Ponce se desapoderaba del REdIStRO DE OLLEROS. SIDLO -¡ÍVÍ 3^9 dicho Manrique. Escra. otorgada en 14 de Junio 1505. Leg. de las de ios años 1480-1605. Of. 7. A. G. P. Alfaro (Juan de) 1558, vecino de Triana. Francisco Valero le dió poder general en 27 Diciembre 1658 .'_Leg. I de 1560 del of. 4. A. G. P. Ibid. loe. cit. Alonso (Rodrigo ) 1553 1573, ollero lebrillero, vecino de Triana. Juntamente con Hernán Rodríguez, tomaron en arrendamiento una ollería de Mateo Luís en 5 de Abril de 1553. Véase Rodríguez (Hernán), 1525-1553. Tomó en arrendamiento casas en la calle Larga, en 13 de Febrei'o 1555. Lib H de dicho año. Of. 4, A. G. P. Hernán Arias, calafate, le dió poder general en 8 Febrero 1562. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Hállase cit. al describir los linderos de una casa en Triana sobre la cual pagaba un tributo el ollero Francisco Sánchez en 1573. Véase Benitez (.Juan), 1570-1573. Alvarez (Hernín), 1534 1553. Vivió «en la calle que va del Adarve á San Vicente que se dice de Antón de Frías» en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Un ollero nombrado Hernán Alvarez, era vecino de Triana, en 1553, pues á 20 de Marzo del referido año reconocióse deudor de Bar- tolomé de Herrera, ollero, vecino del mismo arrabal, por 8 ducados y medio, resto de alquiler de unas casas que le había arrendado. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Alvarez (Juan), 1523. Hermano de Pedro Garcia, ollero, hijos de Antón García, del mismo oficio y de Violante Fernández, su mujer, difuntos en 1523. Véase García (Podro), en 1523. Andrea (Francisco), 1561, Flamenco. Pintor de loza. Florecía en 1561, en cuyo año se obligó á enseñar á Roque Hernández, ollero, el manejo de los colores y la pintura al estilo de Pisa. Véase Hernández (Roque), 1554-1575 y la pág. 223 del texto. Angel (Juan), 1534. Vivió encalle Confesas (Triana), en 1534. Pa- drón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Arançubia (Juancho de ), 1554, marido de Leonor Ramírez, di- funta. Falleció en 1554, según consta de la escra. de aceptación de he- rancia que otorgaron sus hijos Juancho de Arançubia y Alonso Rami- rez, su hermano, olleros, en 30 de Octubre de dicho año. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P, Arançubia Juanciio de), 1553. Hijo del anterior, vecino de Tria- na. Tomó en arrendamiento á Martín Díaz, casas ollerías en la Cava. 8 de Julio de 1553. Véase Díaz (Martin), 1553-1564. En 1555, era marido de Ana de Torres. Escra. de venta de 1875 390 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI mrs. de tributo á Juan García, ollero. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Eii 30 de Octubre de 1554, él y su hermano Alonso Ramírez, acep- taron la herencia de su padre. Recibió por aprendiz á Juan, nieto de Marina Hernández y Alonso de Ribas, en 11 Febrero 1560. Leg. 2 de dicho año. Of. 4, loe. cit. Arrendó á Juan Pérez, trabajador, casas en la villa de Salteras, en 19 Noviembre 1560. Leg. l.'^ de dicho año. Of. 4, loe. cit. En 1562, lo hallamos casado con Beatriz Sánchez, según consta de la escra. de arrendamiento de casas ollerías del monasterio de San Jerónimo. (8 Noviembre 1562), sitas en la calle de Santo Domingo. Arch, de Hacienda. En 13 de Mayo 1570, á petición del convento de la Cartuja, se pregonó la mejoría de renta fie unas casas en calle de Santo Domingo, que aquel artíñce tenía de por vida, al cual se ejecutó por una deuda de 25395 mrs. Lib H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Estuvo preso en dicho año. Véase Orellana (Luís de), 1553-1570. En 1.® de Octubre 1575, tomó en arrendamiento casas de Pedro García, en calle Castilla. Lib. IH de dicho arlo. Of. 4. A. G. P. Arcos (Francisco de), 1570-74, vecino de Triana. Juan de Huerta, apoderó á Juan de Grados, para cobrarle 206 rs en 24 Mayo 1570. Leg. H, de dicho año. Of. 4. A. G. P. Alonso Pérez, espartero, obligóse á énserarle 2000 botijas perule- ras y otras 2000 á Bernabé Sánchez, también ollero. 26 Febrero 1574. Lib. HI de dicho año Of. 4. A. G. P. Arcos (Hernando de), 1599. Fué fiador de las casas que arrendó Felipe Martín, ollero, en 1599. Armijo (Cristóbal de) 1574-1575. Otorgó carta de pago en favor de Francisco Santana, ollero, por 13 ducados que Juan Francisco y otros vecinos del Puerto de Santa María se obligaron á pagar á Juan de Mena y su mujer, sus suegros, vecinos de dicha villa por razón de 200 vasos de labor de platos y escudillas á 24 mrs. el vaso. 26 Diciembre 1575. Leg. que contiene los libs, I y H de dicho año Of. 4. A. G. P. Recibió por aprendiz á un tal Lorenzo en 15 Noviembre 1575. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase Orellana (Bernaldo de), en 1574. Avila (Rodrigo de), 1501, vecino de Triana, marido de Catalina de Morales. Reconocióse deudor con Diego García, ollero, de Juan de Tarifa, por 1600 mrs. 13 de Mayo 1501. Lib, H de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Ayala (Pedro de), 1534,- vivió «a la Puerta de Triana tras las casas de Pero Xuares en 1534.» Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. RÉGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 391 Avecilla (Juan de), 1576. Obligóse con Estéban Luís, ollero, á aca- bar de aprender con él el oficio de ollero durante un ano los 6 meses «cocer y taybar y dar barro quando lo mandaren primeros para y andar arraba... los otros 6 trabajando en la rueda y haciendo y labrando al y mitare como es costumbre.» 25 Enero 1576. Lib. I de dicho arlo. Of. 4. A. G. P. Barrasa (Alonso Martín), 1553-1569, vecino deTriana. Arrendó á Ximón García, ollero, un barco de trece codos y medio. 26 Julio 1553. Leg. 2 de dicho año. Of. 4 A. G. P. Marido de Catalina Martín. Por escra. de 28 de Mayo de 1554 reco- noció en favor del monasterio de la Cartuja un tributo de 375 mrs. im- puesto «obre viñas en Trio na. Diego Hernández obligóse á pagarle 24000 mrs. importe del esquil- de hubiera en tres pedazos de viña. 13 Julio 1555. Lib. Ill mo uvas que de dicho año. Of. 4. A. G. P. Arrendó à Juan Bautista una tienda en Triana en 29 Octubre 1561. Leg. 1 de dicho año. Of. 4, loe. cit. Vendió à Francisco Podríguez un tributo de 2250 mrs. sobre casas en Triana. 23 Abril 1562. Lib. de dicho año Of. 4, loe, cit. Había fallecido en 1569, pues su viuda la citada Catalina Martín, reconoció un tributo en favor del monasterio de Santa la Monja, Páula, de Marzo del año citado. Lib. I de dicho año. Of. 4, fol. 998. en 19 ¿Será el mismo Alonso Martín Barrasa que citamos en 1495? Vea- se pág. 371. Barrasa (Juan), 1553, vecino de Triana. Su mujer Isabel Martín le Lorenzo en dió poder tomase posesión de unas casas en San para que 13 de Junio 1553. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Barrasa (Pedro Martín), 1560. Plabía muerto en 1560, pues su viuda Isabel Martín, la Barrasa, otorgó testamento en 2 de Septiembre de dicho año. Leg. 1 de dicho año. Of. 4. A. G. P. ¿Será el mismo Alonso Martín Barrasa antes citado y se equivoca- ría el amanuense al escribir su nombre y el de su mujer? Barrera 1570. Cit. en el testamento de Juan Benítez, ollero, ... en 1570. Bartolomé (Suero), 1528. Morisco. Fué bautizado en 15 Noviem- bre 1528. Véase Márquez (Pedro) en dicho año. Bautista (Juan), 1553-1594. Marido de Beatriz Suarez, y su herma- no Miguel Rodríguez con Andrea Rodríguez, su mujer, todos vecinos de Triana, reconocieron en favor de su hermana Ana Luisa, el alcance de 21.000 habían gastado de más, durante su menor edad, se- mrs. que constaba de las cuentas que el tutor Hernando Díaz Posadas gún ollero, les había presentado. 21 Abril 1553. Leg. II de dicho año, Of. 4. A. G. P. 392 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI También con su citado hermano Miguel, obligáronse á pagar á Francisco de Saucedo, 90 rs. de plata, por escra. de 11 Febrero 1555. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. En la pág. 74 del Tomo I del Diccionario de artífices, cítase á este ollero, remitiendo al lector, equivocadamente, al ollero Miguel Herrera, en vez de ser á Juan de Sampedro, del mismo oficio, el cual vendió al artífice de que se trata, las casas ollerías en que estaba establecido en la calle de Santo Domingo, en la calleja de Juan Pulido, las cuales linda- ban por una parte con casas ollerías de Juan Muñoz. 20 Octubre 1559. C. de doc. del A. Reconocieron un tributo en favor de la capellanía de los Segasti que radicaba en la Iglesia de Santa Ana de Triana. 25 Agosto 1562. Lib. de dicho año. Of. 4. A, G. P. Vendió un esclavo á Gonzalo del Carpió en 23 Octubre 1570. Lib. Ill de dicho año, fol. 557. Of. 4, loe. cit. Bautista (Juan), 1594. Hijo de Cosme Ortíz, difunto, vecino á San Vicente, otorgó carta de pago en favor de su tutor Juan Francisco, de 16 ducados, por escra. de 8 Febrero 1594. Lib. 1. Of. 1.® A. G P. Beas (Diego), ¿1551? ¿Hermano ó hijo de Juan, ó de Bartolomé? cit. en la pág. 104 del tomo I del Diccionario de artífices. Beas ó Veas (Juan de), 1534-1551. Marido de Catalina Mexia, ve- ciño de la calle Larga (Triana), en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. En 1551, vivía en la calle Nueva, en el mismo barrio. Compró de Lorenzo Fernández, un pedazo de viñas en la Vega de Triana. 25 Octubre 1551. Lib. de Títulos de la heredad de viñas en la Vega de Triana. Arch, parroquial de Santa Ana. Beas (Juan), 1569. Dió poder general á Juan de Beas, su hijo, en 4 Diciembre 1569. Lib. I de dicho año. Of. 4, fol. 44. A. G. P. Benítez (Juan de), 1570-1573. Marido de Juana Hernández, veci- nos de Triara, dieron á tributo perpetuo á Francisco Sánchez, ollero, y á su mujer María Bermúdez, casas ollería, en 10 Diciembre 1570. Otorgó testamento hallándose enfermo. Dispuso que se devolvie- ran á Sebastián Gómez, portugués, nueve planchas de plomo que le dió para que se las pagase en labor de loza. Que se cobrasen varias cantida- des de los olleros Alonso Gómez, Lope Sánchez, Barrera, Espinosa y Salvador Martín. Dejó por albacea á Rodrigo Alonso, ollero, por su he- redei'a universal á su mujer; y mandó á Bartolomé Benito, ollero, su so- brino, vecino de Triana, 6 ducados. Instituyó un aniversario en el hos- pital de la Encarnación y declaró que su mujer líevó en dote 100 duca- dos. 21 Diciembre 1570. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Habían fallecido tres años después, porque se les nombra difuntos, REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XYI 393 en otra escritura que el Francisco Sánchez otorgó en (5 de Septiembre de 1573, en favor de la Iglesia de Santa Ana, de Triana, de reconocimiento de otro tributo. En este documento se dice que lindaban las casas con las de Rodrigo Alonso, lebrillero. Legs, de fáb. de Santa Ana, números 331-339. su A. La referida Juana Hernández nombró en su testamento por here- deras á las monjas del convento de Jesús y dejó establecida una fiesta anual de la Concepción, en la Iglesia de Santa Ana. Loe cit. Benito (Bartolomé), 1570. Cit. en el testamento de Juan Benítez, ollero, en 1570. Cabra (Pedro de), 1546. Fiador de la casa que tomó en arrenda- miento Lúeas de Cabrera en Triana, en 1546. Lib. Ill de ber. y pos de la Santa Iglesia, su A. Cabrera (Antonio de ) 1519-1520 Marido de Ana García, vecinos de Triana. Vendieron á Alonso Rodríguez Mondragón un pedazo de viña. 19 Septiembre 1519. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. Arrendó casas ollería en Triana, propias del monasterio de la Car- tuja, en 1520. Papeles de Cartuja. Contratos. Arch, de Hacienda. Lindaban dichas ollerías con otras de Bartolomé Rodríguez, ollero. Cabrera (Francisco de ) 1553-1554 vecino á San Vicente. Otorgó carta de pago en favor de Pedro de Herrera. 27 Abril 1553. Leg. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Juan Romero y él obligáronse á pagar á Francisco de Morales 6 ducados de oro por un barco con sus remos. 14 Enero 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Diego de Trujillo, trabajador, obligóse á servirle en cuanto le man- dase. 23 Noviembre 1554. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Cabrera (Juan de) 1560. Hijo de Francisco de Cabrera y de Juana López, vecinos de Triana, dió carta de pago en favor de Pedro Fernán- dez, ollero, por todo el tiempo que le sirvió en su oficio, que fueron S años. 23 Enero 1560. Leg. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Cabrera (Lucas de), 1534-1560. Vecino de Santa Ana, de Triana, en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Recibió por aprendiz á Antón Sánchez, de 20 años de edad. 20 de Enero 1553. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Arrendó á Francisco Pérez, vecino del mismo arrabal, una tienda de ollería «en la ollería» (¿del Salvador?) en 28 Febrero 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. En 19 de Mayo de 1555, dió al hospital y cofradía de San Ole- mente, sito en la coll. de Santa María, un pedazo de huerta que tenía en el Membrillar (vega de Triana), para que anualmente le celebrasen ciertas fiestas en sufragio de su alma. Ibid. loe. cit. 394 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Francisco de Solís, clérigo, mayordomo de la iglesia de Santa Ana, le adjudicó' una sepultur/i en dicho templo, en 4 Septiembre 1555. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, Ibid; loe. cit. Había muerto en 1560. Véase Suárez (Benito), 1548-1575. Cabrera (Pedro), 1547. Debía 29 ducados á Inés de Morales, se- gún consta de la escra. de donación que hizo ésta á su hijo Francisco Villegas, de casas en la coll. de Santa María, otorgada en 22 de Agosto 1547. C. de doc. del A. CicERES (Jerónimo de), 1 555-1577, vecino de Triana. Marido de Isabel Hernández. Arrendó casas, á Rodrigo Alonso, lebrillero, en 15 de Octubre 1555. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Compró á Sebastián de Escobar, un tributo de 1611 mrs. y tres vasos de loza, situados sobre casas ollerías en calle Santa Ana, 30 Di- ciembre 1558. Leg. I de 1560. Of. 4, Ibid. loe. cit. Fué uno de los arrendadores de la renta del diezmo de las ollerías correspondientes á las monjas de Santa Clara de Alcocer. 28 Septiem- bre 1560. Véase García (Alonso), 1556-1576. Juntamente con Alonso Estéban, Juan de Beas, Juan de Vilches, Juan de Lugo, Juan de la Torre y Pedro Fernández, olleros, de Triana, arrendadores del diezmo de la loza de Sevilla y Triana, por 3 años, que habían de pagarse al monasterio de Santa Clara de Alcocer; dieron par- ticipación en el negocio de dicho arrendamiento á Alonso de Segura, Alonso García, Hernán Sánchez, Alonso^Rodríguez Galán, Antón Mar- tin Monje, Juan García, Cristóbal Sánchez, Sebastián Vázquez, Bartolo- mé de Utrera, Juan Sánchez y Roque Hernández, olleros. 16 Marzo 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Dió á tributo á Pedro Sánchez, piloto, un pedazo de casas en la Cava. 27 Octubre 1563. Lib. de dicho año. Of, 4, loe. cit. En el mismó día, dió también á tributo, casas ollerías en Triana á Pedro Hernández, ollero y á su- mujer Ana Ximenez. íd. id. id. Tomó por aprendiz á Juan Jorge, de 14 años. 9 Julio 1570. Lib. Il de dicho año. Of. 4. íd. id. id. Otorgó testamento, hallándose enfermo y después de las disposició- nes piadosas, manifestó que debía á su sobrino Sebastián Pérez, resi- dente en Cartagena de Indias 160 ducados, resto de una barra de oro que le había enviado, enumerando á continuación los créditos que tenía á su favor que indican fué hombre acomodado. Declaró que hacía 40 años poco más ó menos, que casó con Isabel Hernández, que aportó en dote casas ollerías en Triana, en la Cava y además 5000 mrs. en ciertos bienes de ajuar; que durante su matrimonio había aquella heredado de su madre Catalina Bernal, casas pequeñas en calle Matamoros; que él no había llevado bienes al matrimonio, que se devolviesen los que im- kËGiSTRO DE OLLËROS. SÎGLO XVI ^95 portara la dote de su mujer. Que hacía 11 años que habían casado á Juana Bautista, su hija, con Francisco Rebelo, dándole en dote 700 du- cados en dineros y ajuar, habiendo gastado en la manutención de la fa- milia de aquella, sus criados y esclavos durante 9 años, 300 ducados. Que podía haber 20 años, casaron á su hijo Bartolomé Esteban, con Ana de Reyna, dándole 200 ducados, varias alhajas, un horno cocido, (esto es, con piezas de alfarería cocida) y otro en labor cruda y todos los aparejos y materiales del oficio de ollero, que importó todo, los di- chos 200 ducados. Que habían casado á su hijo Juan Estéban, con Ca- talina Vázquez hacía 12 años, dándole Otros 200 ducados en manillas y zarcillos y anillos que dió á su mujer y 30000 mrs. en 4 aranzadas de tierra y 6 yeguas y después le entregó 20 ducados más, cuando se de- dicó al oficio de ollero en las casas donde vivía su hermano Bartolomé y otros 10 para aderezarse y'vestirse cuando entró Su Majestad en Se- villa. Que no había gastado nada con su hija Catalina de Càceres, y que toJos los bienes entregados á sus hijos se trajeron á colación. Dejó por albaceas á Juan Estéban, su cuñado y á Pedro Farfán; y por universales herederos, á sus hijos Bartolomé Estéban, Juan Esteban, Juana Bau- tista y Catalina de Càceres. 12 Octubre 1571. Lib. I de dicho año. Of. 4, fol. 843. id. id. id. Diego Sánchez, ollero, otorgó carta de pago en su favor de 6000 mrs .delterciosegundo .de la renta de un juio. 17 Diciembre 1571. Lib. I de dicho año año. Of. 4, fol. 1219, loe. cit. En 16 de Enero de 1572, otorgó otra escra. análoga á la anterior. Lib. I de dicho año. Loe. cit. Arrendó al Bachiller Francisco Díaz, casas en la Cava. 6 Noviem- bre 1573. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Fué fiador de Benito de Xea, en 22 Marzo 1575. Lib. II de dicho año. loe. cit. Otorgaron él y su mujer, escra. de reconocimiento de un tributo perpétuo de 3000 mrs. sobre unas tierras y horno en la haza del Chico, que antes había tenido Juan Estéban, ollero, en 10 Marzo 1577. C. de doc. del A. Càceres (Juan de ) 1561. Su mujer Catalina Vázquez, le dió poder general en 23 Enero 1561. Leg. I de dicho año. Of 4. A. G. P. Como curador de Alonso García, menor, lo puso de aprendiz con Miguel Sánchez, ollero, 10 de Junio 1561. Ibid. loe. cit. Callejas (Diego Martín), 1513-1536, vecino de Triana. En 24 de Octubre de 1513 fué padrino de bautismo de Juana, hija de Sebastián Ruiz. Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 118 vto. su A. En 1534 vivía en la calle del Barrio Nuevo, en el citado arrabal. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. 39^ registro t)ë ollëros. siglo xvi Reconocióse deudor de Francisco Bueno por 3485 mrs. de cierto pafio que le compró, 20 de Marzo 153G. Lib de escras. de 1524. Of. 11. A. G. P, (En este lib. hay varios cuadernos de escras de diferentes años). Camacho (Francisco), 1570-157-2, vecino á San Lorenzo. Tomó en arrendamiento una tienda de vender loza en la ollería del Salvador. 30 Diciembre 1570. Lib. I de escras. de 1571. Of. 4. A. G. P. «Vecino a S. Vicente en la Puerta de S. Juan». Obligóse con otro á pagar á Alonso de Dueñas, procurador, 8 ducados por la curación de una esclava. 4 Julio 1571. Lib. II de dicho año. Of 4, loe. cit. Marido de Francisca Gutiérrez, vecinos á San Vicente en el Bajón- dillo. Obligóse á pagar á Juan de Huerta 298 reales de plata en 2 de Septiembre 1572. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. íd. id. id. Cárdenas (Pedro de) 1516-1528. «En 13 de Enero de 1516 fue bau- tizado apa [ricio hijo] de pedro de cárdenas ollero y de su mujer legiti- ma fue[ron padrin ] os alonso galan y su muger y diego de veas y su muger=herrera=Cura=rúbrica. Lib. I de Bautismos de Sta. Ana de Triana—fol. 137 vto. su A. Vivia en 1528, pues lo hallamos citado en el testamento del ollero Francisco Fernández, otorgado en 1.® de Agosto de dicho año. Caro (Diego), 1562, vecino de Triana. Otorgó testamento en las casas de Martin Diaz, ollero, hallándose enfermo, y en él declaró que había prestado á Bartolomé García, ollero, difunto, 35 ducados. 17 Mar- zo 1562. Lib. de dicho año Of. 4. A. G. P. Carrasquilla 1559. En 16 de Enero de dicho año fué testigo del casamiento de Damián de Torrijos y de Isabel Hernández. Lib. I de matrimonios de la parroquia de Santa Ana. fol. 45, su A. Carrión (Gonzalo ), 1534, vecino de Triana en la calle del hospital de Santa Catalina en dicho año. Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. Casado (Rodrigo de) 1528. Tomó en arrendamiento un pedazo de viñas propio de Juan Bueno, ollero, en 20 Diciembre 1528. Lib. I de di- cho año. Of. 4. A G. P. Castañeda (Juan de ) 1569-1591. Hijo de Lorenzo Martin Castaño- da. (Véase su papeleta). Recibió poi aprendiz á Pedro Pinzón, hijo de Esteban Mateos y de Juana Martin de 15 años de edad en 9 Abril 1569. Lib. I de dicho año. Of. 4, fol. 1118. A. G. P. En 1575 recibió por aprendiz á Juan de Villalón menor de edad. Lib. HI de dicho año. Of. 4, loe. cit. Vivia en calle Santo Domingo (Triana) Juan Arias de Orduña le dió á tributo un pedazo de tierra calma en la Vega de Triana, lindante con tierras de su propiedad. 8 Diciembre do 1576. Por estos años com- REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVl 397 pró otros pedazos más de tierra. Lib. de Títulos de la heredad de viñas en la Vega de Triana. Arcli. parroquial de Santa Ana. Marido de Ana Martín. Vivieron casas del (lab. ecco. en Triana, en 1591. Lib. V. de her. y pos. de la Santa Iglesia, su A. Castañeda (Lorenzo Martín de) 1554-1582, vecino de Triana. Francisco de Espinosa, lebrillero, vecino del mismo arrabal, obligóse á pagarle 13 ducados, resto de la liquidación de cuentas que habían hecho de la compañía que tuvieron de hacer lebrillos 27 Febrero 1554. Lib. I de dicho año. Of. 4.A. G. P. Vecino de Triana. Recibió por aprendiz á Diego Diez en 23 Abril 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Catalina Martin, viuda de Alonso Martín Barrasa, otorgó carta de pago en su favor por 44 ducados y 8 rs. que le había pagado en razón del alquiler que su hijo Juan de Castañeda le debía de una casa ollería que tuvo en Barrio Nuevo. 16 Diciembre 1572. Lib. II de dicho año. Of. 4, fol. 628 vto. loe. cit. Julián Martín de Párraga otorgó carta do pago en su favor por 20 ducados. 24 Noviembre 1573. Lio. III de dicho año. Of. 4, fol. 782 vuel- to, loe. cit. Puso pleito á Martín Sánchez de Barcelona, por perjuicios que le causaba en su oficio, el cual transigieron en 17 Junio 1575. Lib. ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. En 6 de Enero de 1576 compró de Luisa de Cardona un pedázo de tierra calma en la Vega de Triana. Había muerto en 1582, pues en 14 de Diciembre de dicho año, su viuda Francisca de Castañeda vendió á Diego Rodríguez, labrador, el dicho pedazo de tierra. Lib. de Títulos de la heredad de viñas en la Ve- ga de Triana. Arch. parro((uial de Santa Ana. Castilla (Juan de ) 1520, vecino á San Pedro. Recibió por aprendiz á Rodrigo Ximenez, de 12 años de edad. 7 de Mayo 1520. Lib. II de di- cho año. Of. 4. A. G. P. Castro (Bartolomé de ) 1560, vecino á Omnium Sanctorum. Obli- góse á servir de oficial en su ollería con Blas Cordero «en el arte de lo áspero» en 26 de Septiembre 1560. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Catalán (Francisco), 1504-1534, vecino á San Estéban. Marido de Inés Fernández Tomó en arrendamiento casas de Pedro Ruiz de Ba- rrasa en la misma coll. 25 Abril 1504. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Era vecino de Triana en 1526, como consta de la escra. de una tienda de ollería que tomó en arrendamiento en el Salvador, propia de Juan de Santa María, horadador de alfojar, en 5 de Septiembre de dicho año. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Un Francisco Catalán, ollero, aparece como vecino en la coll. de 39^ kECiSTkO t)E OLLEkOS. S1ÛLO XVI San Vicente en 1534. Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. Caçares (.Jerónimo de) 1554-1575. Dirigió un memorial á la Ciudad otros compañeros en 1554. Véase Segura (Alonso de), 1554-1575. con Cerrudo (Bernardo ), 1574. Véanse los datos biográficos de To- más Pésaro en el Cap. IX. Cordero (Blas), 1554-1563. Hijo de Juan Cordero, ollero, y de Ana Márquez. Tomó en arrendamiento casas ollerías en la calle de Santo Do- mingo, en Triana, propias de Alonso Rodríguez. 16 Septiembre 1554. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Al siguiente año arrendó otras en el Salvador. Véase Rodríguez (Diego), 1555-1573. Aceptó por oficial á Bartolomé de Castro, ollero, en 26 Septiembre 1560. Leg. I de dicho año del of. 4. A. G. P. Otorgó carta de recibo de la dote de su mujer Catalina de Belinar de 41.472 mrs. 1.® Mayo 1560. Leg. II de dicho año Of. 4, loe. cit. En este documento constan los nombres de sus padres difuntos Vendió á Monserrate Gordiola, capitán de la galera Porfiada, un escla,"O morisco en 18 Marzo 1561. Ibid. loe. cit. Tomó en arrendamiento casas de Diego Rodríguez, á las espaldas del Castillo, las cuales lindaban con ollerías de Hernando de la Resta. 28 Junio 1563. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. En el mismo año arrendó casas ollerías á Gonzalo Sánchez, loe. cit. Véase Rodríguez (Diego), 1555-1573 y González (Hernán), 1555-1563. Cordero (Juan), ¿1560?, ollero. Véase el anterior. CoRTiVAS (ViROiLio), 1573. Véanse los datos biográficos de Tomás Pésaro, Cap. JX. Chaves (Juan), 1503-1508. Con su padre Pedro, reconocióse deudor de Fernando Bejar, por cierto paño que le compró, 9 Octubre 1503. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hijo de Pedro de Chaves y de Beatriz González, marido de Beatriz Fernández. Había muerto en 1508. Así consta en la escra. que otorgó Isabel Fernández, mujer de Alfon Fernández Arroyo, padres de la Bea- triz Fernández, también difunta, reclamando los bienes relictos por aquéllos. ¿17 Febrero 1508? Lib. de oseras, de dicho año. Of. 6. A. G. P. Chucena (Andrés de ), siglo XVI. Vivió en Triana, á principios del siglo XVI, casa propia del Cab. ecco. Lib. H de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Díaz (Alonso), 1561 vecino de Triana. Puso por aprendiz á su , hijo Juan, de 14 años de edad, con Juan García, el ángel, espartero. 4 No- viembre 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Díaz (Antón), 1554, vecino de Talavera y residente en Sevilla. En el documento que tenemos á la vista se le nombra «alfahareit).» REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 399 Gil López, tabernero, vecino de Triana, obligóse á pagarle 44 du- cados de oro, importe de 11 cargas de loza de Talavera que le había vendido. 1.° Abril 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Díaz (Baltasar), 1571, vecino á San Miguel. Arrendó á Luís Era- vo, casas, en 11 Agosto 1571. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Díaz (Diego), 1553. Su viuda María Ifiiguez, otorgó carta de pro- mesa de dote en favor de su hija Marina Díaz, por 40.000 mrs. la cual iba á contraer matrimonio con Juan de Valladares, ollero, natural de Aznalcázar, hijo de Alonso Izquierdo y de Beatriz de Valladares. 4 Junio 1553. Leg. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Díaz (Diego ), 1553. ¿Hijo del anterior? En 20 de Julio de 1553, fué padrino de casamiento de Juan de Valladares. Lib. I de Matrimonios de Santa Ana, de Triana, fol. 22. Su A. En 30 de Junio de 1560, su madre María, é Inés Márquez, Catalina Márquez, Ana Díaz, Leonor Guillén y Juana Díaz, todas hermanas, sus hijas, vendieron á Diego Díaz (1) ollero, también hijo y hermano de las citadas, un pedazo de viñas en la vega de Triana. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Díaz Posadas (Hernando), 1546-1554, vecino de Triana. Casó tres veces: la primera, con Juana Gómez, la segunda, con Beatriz de Reyna y la tercera, con Marina Rodríguez. Como heredero universal de la pri- mera, dió á tributo unas casas en calle Larga, en Triana, para sosteni- miento de una capellanía que la dicha su mujer, dejó instituida en la Iglesia parroquial de Santa Ana, otorgando el citado Díaz Posadas la correspondiente escra. en 16 de Mayo de 1543. Leg. 191-200. Arch, de dicha iglesia. Fué tutor de unos menores, en 1553. Véase Bautista (Juan), 1553- 1594. En 12 de Marzo de 1554, arrendó á Beatriz de Reyna, mujer de Pedro Hernández, ollero, difunto, casas ollerías en calle Carreteros y en 27 de Octubre del mismo año, otras á Bartolomé de Peñafiel, en la calle Manga de Gabán (Triana). Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. ¿Será el Fernando de Posadas, que adelante va registrado con el mismo nombre y apellido? Estando enfermo, otorgó testamento en 28 Abril 1551 y debía de ser de muy avanzada edad á juzgar por los trazos de su firma. Después de enumerar sus déudas y las que otras personas habían contraído con él, declara que Juana Gómez, su mujer, difunta, legó á Francisco Her- nández, un manto, cuyo importe, él no había pagado, porque lo tomó (i) En la escra. se le nombra Miguel, pero la firma dice Diego. 400 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI en cuenta de lo que le debían. Se mandó enterrar en el monasterio de la Victoria, al cual había hecho donación de unas casas, sitas en la ca- lleja de Manga de Gabán. Dispuso que si Juan y Pedro, que habían sido declarados horros por la parte que en ellos correspondía á su mujer Beatriz de Reyna, di- funta, diesen 30 ducados á su heredera Marina Muñoz, que fuesen li- bres porque él 2:)or su parte, también los ahorraba. Nombró por sus al- baceas, á su mujer Marina Rodríguez y á Martín García, la primera, su heredera universal. Lih. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Díaz (Jerónimo), 1575. Obligóse á servir en su oficio á Alonso Gu- tiérrez en 17 Noviembre 1575. Lib. I de dicho año. Of. 4. A G. P. Díaz (Marcos), 1533, vecino de Santa Ana de Triana en 1533. Pa- drón de dicho año. Carp, de privs. 1 25. A. M. Díaz (Martín), 1553, vecino de Triana. Arrendó á Juancho de Aran- çubia, ollero, vecino del mismo arrabal casas ollerías en la Cava por escra. de 8 de Julio 1553. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit y en 1555 un pedazo de viña á Francisco Gómez Hidalgo. Ibid. loe. cit. Vivía en 1564, según consta del poder que dió Juan de Vilches, ollero, á otros del oficio para que le cobrasen lo que le debía. 7 Abril de dicho año. Véase Vilches (Juan de) 1553-1577. Díaz (Miguel), 1554-1574, vecino de Triana, en la calle del Mar- qués. Recibió por aprendiz á Antón, mozo de 15 años, hijo de Antón de Salamanca en 19 Marzo 1554. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Arrendó á Diego Martín un pedazo de viña en 11 Julio 1572. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. Reconoció un tributo de 140 mrs. en favor de la fáb. parroquial de Santa Ana, de Triana, situado en las casas de su morada, 22 Marzo 1574. Arch, parroquial de dicha Iglesia. Díaz (Roque), 1558. Pagáronsele «2422 mrs. por 550holambres de azulejos y 74 alizares y 52 azulejos de cuerda seca y por 24 verdugui- líos que hasta hoy se han traido para el losado de la pieza para la libre- ría» (Biblioteca) Lib. de fáb. déla Cat de 1558. su A. Díaz (Ximón). 1534-1551, vecino en calle Castilla en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Había muerto en 1551, pues su segunda mujer Mencía Gómez, le llama difunto en la escra. de venta que otorgó, de un tributo á Antonia García, en 2 de Mayo de dicho año. Leg. núms. 389-495. Arch, parro- quial de Santa Ana de Triana. Díez (Baltasar), 1563, vecino á Santa María. Tomó por aprendiz á Alvar Alvarez, portugués, en 7 Octubre 1573 Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 401 Díez (Hernando), 1562. Eecibió por aprendiz á Andres Gómez en 9 Julio 1562. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. D0LÇ0 (Francisco), 1518-1520. Marido de Juana Ortiz. Juntamente con Bartolomé Rodríguez, reconociéronse deudores de Gonzalo de Eci- ja en 30 de Marzo de 1518. Hijo de Guillén Dolço, difunto, vecino de Triana. Tomó posesión de las casas que había recibido á tributo, propias de Juan Bueno, ollero y de su mujer Juana García en dicho barrio por escra. de 31 Enero 1520. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Domínguez (Juan), 1553, vecino de Triana. Juntamente con su her- mano Francisco otorgó carta de pago en favor de Luís Díaz. 20 Diciem* bre 1553. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Domínguez (Luís), 1595. Fiador de la casa que tomó en arrenda- miento Fernando de Valladares en Triana, propia del Cab. ecco. en 1595. Lib. IV de her. y pos. de la Santa Iglesia, su A. Durango ó Martínez de Durango (Nicolás ), 1525-1534, vecino á la Carretería. Marido de María ó Marina López. Recibió por aprendiz á Diego, hijo de Cristóbal García de Moguer. 4 Febrero 1525. Lib. I de de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento casas corral de ollerías, en Triana, propias de la Cartuja en 14 de Julio 1528. Lib. HI de dicho año. Of. 4, loe. cit. En este documento se nombra á su mujer María. Continuaba viviendo en la Carretería en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Enrique ¿1509? Enríquez (¿Diego de?) Véase Zamora ... (Francisco 1509-1524. Enríquez (Diego), 1504, «criado de la señora doña catalina de ri- bera vecino desta cibdad de seuilla en la collación de San esteban dentro en las casas de la dicha señora»... Reconocióse deudor de Juan de Buen- día, de 4.800 mrs. por tres quintales de estaño viejo. . etc. 24 Julio 1504. Lib. de escras. de 1480-1505. Of. 7. A. G. P. Enríquez (Juan), 1536. Vecino á la coll. de San Juan. Compró á Diego de las Parras, un pedazo de viña, olivar é higueral, en el término de Sevilla, al pago de la Alameda. 27 Diciembre 1536. Tom. 26 de P. V. en fol. Bib. del A. Enríquez (Pedro), 1527-1529, vecino á San Juan de la Palma. To- mó en arrendamiento, casas tienda de ollería en el Salvador, propias del monasterio de Santa Clara, en 21 Junio 1527. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Compró á Francisco de Alfaro, un tributo de 563 mrs. sobre casas ollerías de Juana Fernández, mujer que fué de Antón de Meneses, sitas en la coll. de San Lorenzo. 28 Agosto 1529. Ibid loe. cit. 402 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Escalona (Damiín de), 1523-1534, vecino de San Vicente. Otorgó carta de perdón en favor de Gonzalo Martín, ollero, por una cuchillada éste le había dado. 22 Agosto 1523. Leg. de fragmentos de escras. que siglos XV-XVI. A. G. P. Vivía en el mismo barrio, en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Escobar (Francisco de), 1514, vecino de Triana y Jerónimo de Paz, tinajero, vecino á la Magdalena, obligáronse por fiadores de Diego de Zamora, de casas éste tomó en arrendamiento. 21 Mayo 1514 que Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Escobar. (Gaspar de), 1552-1556, vecino de Triana. En 23 de Julio de 1552, fué padrino de las velaciones de Alonso Martín, con Teresa Ro- dríguez. Lib. I de Matrimonios de Santa Ana, de Triana. Fol. 128 vuel- to. Su A. En 1554, dió poder á Francisco Pérez, mercader, para cobrar de Andrés González, 5000 rars. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Obligóse á dejar"vacías unas casas ollerías en dicho arrabal, de los enseres de su oficio y de otras cosas, en 9 Abril 1555. Ibid, loe. cit. Murió en Julio de 1556, pues sus albaceas Hernando Díaz, naipero, Diego Rodríguez, hicieron inventario de sus bienes, en 30 de dicho y á juzgar el cual, debió gozar de holgura, pues la enume- raes y año, por ración de los muebles y de las ropas de casa y de vestir, así lo confir- Omitiendo aquéllas, copiaremos algunas de las que se refieren á man. su oficio. «un tarro con amarillo=un bazin con azul que tiene dos arrobas en aver media poco más ó menos=un lebrillejo de morado que puede arroba poco mas o menos=cierto vedrio molido y por moler en que puede aver 15 arrobas=una tinaja pequeña llena de azul=dos almija- rras de hierro (l)=un peso en que pesan alcohol=211 tablas de tender labor=tjes ruedas de ollero de labrar=un molino en que muelen el vi- drio=una tinaja grande con cierta cantidad de polvo—un mortero de marmol de machacar vidrio=tres almaxenas=cierta cantidad de tejas crudas y cochas=dos vasos de ormas=un lebrillo verde bañado de seis en vaso y otro pequeño de dies=cierta cantidad de barro=12 cargas de loza blanca y verde=155 vasos de labor cruda=80 arrobas de polvo blanco=de una quema de vidrio blanco e verde 56 rs.=18 libras de estaño==» Cuadernos de escras. de diferentes años que forman parte de un Leg. de 1570. Of. 4. A. G. P. Escobar (Pedro), 1514. En 31 de Diciembre de 1514 fué bautizada (i) Véase la pág. 64 en que insertamos los nombres que aún dan nuestros olle- ros á ciertos utensilios y objetos de fabricación. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 403 SU hija Inés en la Iglesia de Santa Ana de Triana. Lib. I de Bautismos de dicha parroquial, fol. 130. Su A. Espinosa (Juan de) 1522. Marido de Beatriz Fernández. Uno de los testigos del testamento de Catalina Rodríguez, viuda del ollero Juan Rumiato, otorgado en 25 Abril 1522. Espinosa... 1570. Cit. en el testamento de Juan Benítez, ollero, en 1570. Estéban (Alonso), 1534-1563, vecino en el Barrio Nuevo (Triana) en 1534. Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. Padre de Juan Estéban, del mismo oficio, según consta de la escrju reconocimiento de dote otorgada por su hijo en 25 Julio 1551. Lib. Ill de dicho afio. Of. 4. A. G. P. Como hay dos artífices nombrados Juan Estéban, no sé de cual de ellos sería padre el Alonso Estéban de esta papeleta. Juzgamos que serían distintas personas por los nombres diferentes de sus respectivas mujeres En la escra. de venta de un pedazo de viñas que hizo á Juan López en 10 de Marzo de 1562 nómbrasele marido de Catalina García, Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Otorgó testamento hallándose enfermo. Declaró que había dotado á su hija Francisca García, mujer de Alonso Rodríguez de la Puebla, un 43.000 mrs. y que al contraer la misma segundas nupcias con Hernán Jiménez le dieron 7.000 mrs. También dotaron á su hija Ana Rufina mujer de Juan Muñoz en 47.000 mrs. Que tenían dados á Asensio Es- téban su hijo 74 ducados, al cual después de casado le pusieron su cau- dal de ollería. Que su mujer aportó al matrimonio 17.000 mrs. y él nada. Dejó por herederos á los citados sus hijos y á María y á Elena quq también lo eran. 29 Octubre 1563. Id. id. id. Estéban (Asensio), 1560 ¿1576? Hijo del anterior y de Catalina Gar- cía, vecino de Triana. Concertóse con Juan Pérez Carrasquilla, ollero, á servirle en su oficio en 11 Febrero 1560. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Su viuda Elvira Márquez arrendó casas ollerias sitas en el Salvador, á Benito Sánchez. 18 Marzo 1576. Lib. H de dicho año. Loe. cit. - . Esteban (Bartolomé), 1506-1551. Marido de Catalina Bernal, veci- no de Triana. En 11 de Enero de 1560 fué bautizada una hija suya de nombre Ana. Lib. I de bautismos de la Iglesia parroquial de Santa Ana, fol. 42. su A. En 1513 fué padrino de bautismo de Alonso, hijo de Juan Fernán- dez. Ibid. loe. cit. Dió poder á Andrés Díaz y á otros para asuntos de los encabeza- mientos reales de Triana en 4 de Marzo de 1515. C. de doc. del A. 404 RËCÎSTRO dè ollëroS . siglo XVI En 1534 continuaba viviendo en Triana en el Barrio Nuevo. Pa- drón de dicho año. Carp, de privs. 125 A. M. Había muerto Bernal en 1561, pues su viuda la citada Catalina otorgó testamento en 12 de Junio 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4 A. G. P. Estêban (Bartolomé), 1553-1570, vecino de Triana. Hijo del ollero Jerónimo de Càceres y de Isabel Hernández, hermano de Juan Estéban marido de Ana de Reyna. Mariana Alonso otorgó carta de y pago en su favor de tres ducados, por escra. de 21 Noviembre 1553. Leg I de dicho choaño. Of. 4. A. G. P. (Véase Càceres (Jerónimo de), 1555-1577. Tomó en arrendamiento, casas de Cristóbal Romero, en Triana, en la calle Larga de Santa Ana. 6 Enero 1555. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Véase Segura (Alonso de), i554-157ó. Un Bartolomé Estéban, ollero, vecino de Triana, fué fiador después de 1561, de las casas que tomó en arrendamiento el Ldo. Juan Pablo de Coronado, y teniendo en cuenta esta fecha, nos inclinamos á creer que debieron ser dos personas distintas las del artífice que estaba ya casado Véase 85. en 1506 y la de éste que vivía después de 1561. pág. Tom. I del «Diccionario de Artífices.» Transi]ió un pleito que tenía con Luís Hernández, ollero. 15 Julio 1570. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Estéban (Bartolomé), 1572-1573. Hijo de Juan Estéban, difunto y de Juana González. Otorgó carta de recibo de la dote de su mujer Juana Hernández, hija de Francisco Sánchez, difunto, y de Juana Hernández, que montó en ropas, ajuar y dineros, 48000 mrs. 21 Septiembre 1572. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento, casas del capitán Bartolomé Carroño, con una tienda de vender loza, en calle Santa Ana. 25 Octubre 1573. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, fol. 485, loe. cit. Estéban (Gaspar), 1573. Marido de Elvira Ramírez, otorgaron I de carta de 1573. Lib. pago en favor de Francisco Gallo. 17 Febrero dicho año. Of. 4, fol. 387. A. G. P. Estéban (Juan), 1534-1566. Marido de Juana Ramírez. Vivía en la calle Nomolerás, en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. Arch. M. Vendió á Bartolomé Estéban, también ollero, vecino del mismo arrabal un esclavo morisco, por escra. de 21 Junio 1553. Leg. II de las de dicho año. Of. 4. A. G. P. Compró un esclavo á Marcos González, en 3 Febrero 1562. Leg. I de 1560. Of. 4, loe. cit. Otorgaron él su mujer, escra. de reconocimiento de un tributo y perpétuo de 3000 mrs. sobre el horno de tejas y tierras, en la haza del RÊGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVl 4Û5 Chico, en favor del monasterio de la Cartuja. 19 Junio 1566. C. de do- cumentos del A. Estéban (Juan), 1571. Hermano del anterior é hijo como él del ollero Jerónimo de Càceres. Véase el testamento de éste en su papeleta. Estéban (Juan), 1555-1560. Hijo de Alonso Estéban, ollero, y de Catalina García, su mujer; marido de Beatriz Pérez. Otorgó escra. de reconocimiento de dote, de 69.125 mrs. en 25 Julio 1555. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Otorgó testamento, hallándose enfermo y en él, manifiesta que le debía Francisco Sánchez, ollero, 8 arrobas de alcohol bueno y de Azuaga, y entre otros deudores, cítase á Bernabé Sánchez, ollero. Declara que su mujer, la dicha Beatriz Pérez, aportó al matrimonio 66.000 mrs. y que á él le dió su padre 48.000. Que perdonaba á (no está escrito el nombre) hijo de Juan Calabacero, el cual lo había herido en la cabeza, de cuyas resultas se hallaba en peligro de muerte. Dejó por albaceas á Blas de Gaeta y á Cristóbal Sánchez, ollero, y por heredera, á su hija Ana. 3 Marzo 1560. Leg. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Se obligó con Alonso Estéban, ollero, á servirle por dos años de maestro en su casa, en lo concerniente á su oficio, en 17 Diciembre 1560. Leg. I de dicho año. Of. 4. Ibid. Farfán (Cristóbal), 1512. Con Pedro García, también ollero, y los demás hermanos de la cofradía de la Concepción, arrendaron á Barto- lomé Sánchez, casas en San Román, por escra. de 25 Enero 1512. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Fernández (Alonso), 1515, Marido de Isabel Fernández, vecino á Santa Catalina. Obligóse á pagar á Luís de Vergara, trapero, 1340 mrs. por cierto paño que le compró. 7 Diciembre 15ió. Lib. \'I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Fernández (Baltasar), 1513, vecino de Triana. Tomó por apren- diz á Juan Pérez de Raçabal, en 1." de Julio de 1513, por término de un año. Le serviría 5 meses en la rueda y siete en el arrabá «que son anexos al dicho oficio de ollero.» Lib. H del dicho año. Of. 4. A. G. P. Fernández (Diego), 1513-1518, vecino á San Pedro. Alfon Fernán- dez, otorgó en su favor carta de pago de 2 ducados de oro por el tiempo que su hijo le estuvo sirviendo. 7 Abril 1515. Lib. I de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Compró un esclavo á Ginés Despin 5 Febrero 1515. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Isabel de Castilla. Arrendaron casas ollerías en San Vi- cente, que lindaban con casas ollerías de Jerónimo Rodríguez, ollero. 8 Septiembre 1518. Lib. IV de dicho año. Of. 4. A. G. P. 4o6 RËGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVl Fernández (Diego), 1577. En Octubre de 1577 se le mandaron pa- 1000 250 azulejos que dió para las obras de los Alcázares gar mrs. por Hij. de dicho año Arch del Alcázar. Fernández (Francisco), 1538, vecino de Triana en la calle de San- to Domingo. Uno de los testigos que depusieron en la información que hizo Antonio Camacho de cómo su padre murió abintestato. 18 Enero 1538. Arch, parroq. de Santa Ana. Fernández (Gonzalo), 1504. Véase García (Bartolomé) en 1495-1514. Fernández (Luís de) 1514. Marido de Catalina Cabrejas, vecinos de Compró á tributo unas casas corral en el Barrio Nuevo en dicho Triana. 3 de Julio 1514. Leg. números 39-50. Arch, parroq. de San- arrabal. ta Ana. Creemos que es el mismo artífice que vivía en Triana en 1553, ci- tado en la pág. 84 del tomo I del Diccionario de artífices. Fernández de MorJn (Pedro), 1505-1515, marido de Violante AI- vecino de Triana. Vendió á Bartolomé Sánchez varez, Guijarro, ollero, vecino del mismo barrio, la mitad de la renta del diezmo y almojarifaz- go de las ollerías de Triana y de Tablada que le había sido traspasado por Cristóbal Mellado, del mismo oficio también, en 1.° de Julio 1505. Leg de escras de 1480-1500. Of. VIL A. G. P. Martin de Arauz obligóse con él á sustituirle como espingardero en el llamamiento hecho por los reyes contra los moros, según escra. ¿5 de Agosto? 1505. Lib. único de escras. de dicho año. Of. 4. loe. cit. Había muerto en 1515, pues su viuda otorgó testamento en 25 de Septiembre del dicho año. Lib. V de escras. de dicho año. Of. 4. loe. cit. Tuvieron por lo menos un hijo, que fué el Doctor Pedro Fernández de Morón, según consta de la escra. de donación de unas viñas que en favor de éste hizo su madre Violante Fernández en 1523. Lib. Ill de dicho año del cit. esrib. loe. cit. Fernández de Huevar (Pedro), 1512. Marido de Juana Ruiz. Traspasó casas corrales ollerías en Triana á Antón 'Monje, marido de Leonor Rodríguez, las cuales lindaban con las casas ollerías de Juan Raviato y Diego Polido en Viernes 9 de Enero 1512. Lib. I de dicho año. A. G. P. Ferrera (Francisco de ) 1509, vecino de Triana. Marido de Isabel Fernández. Compraron de Fernando de Lugo un tributo de 400 mrs. im- puestos en casas de la calle Barrio Nuevo de dicho arrabal, en 2 de Ma- yo de 1509. Lib. H. de escras. de dicho año. A. G. P. Compró las casas en que radicaba el tributo por escra. otorgada en el mismo día. Ibid. loe. cit. Ferro (Pedro), 1506, azulejero. Pagáronle 9.186 mrs. por azulejos que dió para la Cát. en 1506. Lib. de fáb. de dicho año. su A. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 4O7 Fidalgo (Antón), 1511. Marido de Isabel Sárichez. Tuvo mías ca- sas en Triana en calle Sumideros, que vendió á Fernán García Morán» según consta de la escritura de reconocimiento de un tributo de 100 mrs. que éste otorgó en favor del monasterio de la Cartuja en 30 Di- ciembre de 1511. Colee, de doc. del A. Francia (Gonzalo de ) 1540-1575, Vivía en Triana hacia 1540, per- maneciendo en dicho arrabal en 1573 según consta de la declaración que prestó en la información hecha por Martín Sánchez, ollero, en 5 de Di- ciembre de dicho año para probar que había muerto en su casa Fran- cisca Rodríguez. Lib. Ill de dicho año. Of 4, fol. 952. A. G. P. Vecino de Triana. Juan del Carpió obligóse á pagarle 14 ducados por escra. de 20 Junio 1575. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, fol. 468. A. G P. Francia (Juan de) 1553. Hijo de Bartolomé de Utrera Véase Utre- ra (Bartolomé) en 1553. Frías Alfonso (de) 150^, vecino á la Magdalena, marido de Cata- lina Ortiz, obligóse á pagar á Fernando Bolante, trapero, cierto paño le compró, escra. de 27 Abril 1509. Lib. II de escras. de dicho que por año. Of. 4, fol. 1209. A. G. P. Gallego (Bartolomó), 1528, morisco. Fué bautizado en 15 Noviem- bre 1528. Véase Márqués (Pedro), en dicho año. Gallego (Diego), 1525, vecino de Triana. Según consta de la in- formación hecha en Sevilla por Duarte Gallego, dijo que había estado en Tierra Firme, de donde regresó en 1526. Nota del Sr. Belmonte. ¿Hermano de Hernando y de Bartolomé, moriscos? Gallego (Hernando), 1534, vecino de Triana á la coll. de Santa Ana en 1534, según consta del Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125 A. M En el cit. Padrón figura como franco, porque era vacinador (de- mandadero) del Hospital de San Lázaro. García del Prior (Alfonso), 1508-1528. Tomó en arrendamiento una tienda para vender loza á Diego Rodríguez Boslador, ollero, en 30 de Mayo de 1508. Véase Rodríguez Boslador (Diego), 1504-1509. En 1509 arrendó unas ovejas á Antón García. En 1512 reconoció un tributo que tenían que pagar sus casas en Triana, al Barrio Nuevo, en favor del monasterio de la Cartuja. Había muerto en 1513, pues su viuda Juana Martín dió á tributo perpetuo á Luís Báez y Leonor Fernáridez, las casas antes citadas. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Después del dato consignado no nos explicamos hasta ahora todos los demás que siguen, como no fuera por error del amanuense que escri- bió fviuda», en vez de «mujer», porque éstos parecen referirse á otro artífice del mismo nombre y apellido. 4o8 registro de olleros, siglo xvi Compró linas casas en Triana, la Barrio Nuevo, de Antón Salvador, 30 Abril 1515. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. en Tomó en arrendamiento una dehesa «que dizen del donadlo de Of. loe. cit. gatos» en 11 Septiembre 1515. Lib. V de dicho año. 4, Dió á tiibuto á Francisco Fidalgo, un solar de su propiedad, que año. tenía en dicho barrio, por escra. de 14 Julio 1576. Lib. II de dicho Of. 4, loe. cit. Hizo su testamento hallándose enfermo, en 22 de Febrero de 1518. De dicho documento, no queda más la primera hoja, la cual se halla que en el Lib. I de escras. de dicho año. Of. 4, loe cit. Otorgó carta de promesa de dote de su hija Francisca Martín, en la otra favor de Juan de Lugo, de 60000 mrs la mitad en dineros y Of. loe. cit. parte en ajuar. 1 ° Octubre 1518. Lib. IV de dicho año. 4, Sostuvo un pleito sobre ciertos bienes que fueron de Alfon Fernán- de letra dez, fraile del Espíritu Santo, con Pedro Fernández, escribano de obra, el cual transijieron, obligándose el ollero á pagar 750 mrs. por escra. de 2 Junio 1518. Lib. Ill de las de dicho año. Of. 4, loe. cit. Dió á tributo á Bartolomé García, labrador, unas casas corral de ollerías en calle Barrio Nuevo, en 4 Diciembre 1520. Lib. IV de dicho año. Of. 4, loe. cit. Dió á tributo á Antón García de Benacazón, ollero, y á Isabel Sán- chez, su esposa, casas en dicho arrabal. 5 Febrero 1521. Lib. I de las de dicho año. Of. 4, loe. cit. Compró á Gonzalo Pérez, seis piedras grandes de conchas para atahona, en 12 ducados de oro, por escra. de 28 Julio 1524. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Reconoció un tributo impuesto sobre casas en dicho arrabal, en favor del monasterio de Madre de Dios. 19 Mayo 1525. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Bartolomé de Santana y otro, obligáronse á pagarle 1000 mrs. de tributo de unas casas suyas. 10 Septiembre 1528. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Gakcía (Alonso), 1511. Marido de Juana Martín, vecino de Triana. (1) En 8 de Septiembre de 1511, fué padrino de bautismo de Francisca, hija de Alonso Martín Lib. I de bautismos de la parroquial de Santa Ana, de Triana. Fol. 92. Su A. Será el mismo que moraba en la coll de San Lorenzo, en 1534. Véase pág. 80, tom. I. «Diccionario de artifices. García (Alonso), 1534-1554. Vecino á la coll. de San Lorenzo. Pa- drón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. (i) Nótese que es el mismo nombre de la mujer de Alonso García del Prior, REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 409 Era vecino de Triana, en 1554, como consta de una escra de reco- nocimiento de tributo, en favor de la capellanía que instituyó doña Isa- bel Galindo en Omnium Sanctorum. 6 Abril de dicho año. Leg. I de las de dicho año. Of. 4. A. G. P. García (Alonso ), 1560-1576, vecino de Triana. Marido de Ana García. Suegro de Roque Hernández. Véase la papeleta de este artífice 1554-1575. En 28 do Septiembre de 1560 pareció ante el escribano Cristóbal de la Becerra Fr. Andrés de Cuenca, franciscano religioso de la Casa de San Francisco de esta ciudad, en nombre de las monjas de Santa Clara de Alcocer y del patrón y capellanes de la Iglesia de Santa María de di- cha villa; y en virtud del poder que tenía dijo que á pedimento de sus partes había de rematarse la renta que les pertenecía por privilegio de S. M. del diezmo de la loza de las ollerías de Sevilla, Triana, Tablada y Bajondillo, lo cual había de pregonarse y dar al mejor postor bajo ciertas condiciones. Tuvo efecto esta diligencia en 6 de Octubre de di- cho año, presentándose como licitadores Alonso García, ollero, y otros que no se expresa que fuesen del oficio. Rematóse en Juan de Santa Ma- ría, el cual traspasó dicho arrendamiento. por tres años, á los olleros Alonso Estéban, Juan de Lugo, Jerónimo de Càceres, Juan de Veas, Juan de Vilches, Juan de la Torré y Pedro Hernández. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Fué uno de los testigos que declararon en la información practicada por Francisca Gutiérrez, mujer de Diego López, ollero, que estaba preso en Argel. 28 Febrero 1560. Leg. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Como mayordomo del Hospital y cofradía de San demento aceptó la institución de una fiesta ((ue dotaron Antón Martín y su mujer. 21 Febrero 1563. Lib. de dicho año. Of. 4, id. id. En nombre de doña Beatriz de Santa Cruz, arrendó á Bernal Sán- chez, ollero, una tienda en el Altozano. 17 Septiembre 1563. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Otorgó carta dotal en favor de Catalina García, hija de Francisco Hernández y de Catalina Martín, que iba á desposarse con Martín Sán- chez, ollero, hijo de Martín Sánchez y de María Sánchez. 6 enero 1572. Lib. i de dicho año. Of. 4, loe. cit. Debió gozar de buena fortuna como consta por las escras. de datas á tributo de pedazos de tierra, que otorgó en 1576. Lib. IV de dicho año. Of. 4. A. G. P. García el Viejo (Alonso), 1575. Con su nieto Cristóbal de Armi jo se reconocieron depositarios de 15000 mrs. que el Dr. Lizaur, por mano de Ximón de Herrera, ollero, dió para la cofradía de Ntra. Sra. de la En- carnación en Triana. 7 Diciembre 1575. Lio. I de dicho año.Of.4. A.G.P. 52 4IO REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI G arcía el mozo (A lonso), 158Î, vecino de Triana. Otorgó escra. de reconocimiento de un tríbulo sobre casas en Triana. 1.° Septiembre 1581. Leg. núms 201-210. Arch, de dicha Iglesia. ¿Hijo del anterior? García Carrasco (A lonso), 1513. En 21 de Septiembre de 1513 fué madrina de bautismo su mujer, de un hijo de Juan Gallego. Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 116, su A. García Carrasco (A ntón), 1506, marido .de Elvira Martínez, veci- no de Triana. Reconocióse deudor de Juan de Baeza por cierto paño que le compró ¿15 Enero? 1506. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. García (Antón ), 1502-1506, vecino do Triana. ¿Marido de Violante Fernández? ¿Padre de los olleros Juan Alvarez y Pedro García? Com- pró casas en aquel arrabal, propias de Martín Ruíz. 14 Marzo 1502. Lib. de dicho año Of. 4. A G. P. En 16 de Marzo de 1506, fué padrino de bautismo de Constanza, hija de Bartolomé Sánchez. Lib. I de bautismos de la parroquial de Santa Ana, de Triana. Fol. 46. Su A. . Había muerto en 1512, pues en el testamento otorgado por Vio- lante Fernández, en 17 Junio de dicho año, se le nombra difunto. Lib. IH de dicho año. Of. 4. Véase García (Pedro), 1523. En 1527, aparece como fiador de las casas que tomó en arrenda- miento Diego García, ollero, ¿su hermano? Pág. 105 del tom. I del «Dic- cionario de artífices. García ( Antón), 1515. Hijo del anterior y de su mujer Violante Fernández, marido de Catalina Guillén, vecino de Triana. Otorgó carta de recibo de dote por 41.402 mrs. á 19 Abril 1515. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. García (Antón), 1523. Marido de IsalDcl García, que tomó en arren- demiento casas en Omnium Sanctorum, propias de Juan Ruíz, en 3 Enero 1523. Lib. de dicho año, loe. cit. Parece que es el mismo que en 1527, fué fiador de la casa que to- marón en arrendamiento en Triana Diego García y su mujer, en el año cit. Lib. II de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. García del Prior ( Antón ), 1513, vecino de Triana. Antón Ruíz, reconocióse su deudor por 3875 mrs. importe de cierta loza que le había entregado y que tenía cargada en su barco. 31 Diciembre 1513. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. García de Benacazón ( A ntón), 1518-1545, vecino de Triana. Tomó en arrendamiento viñas, en la Vega de Triana. 3 Noviembre 1518. Leg. V de dicho año. Of. 4. A. G. P. Testigo presentado por el pintor Alonso Maldonado, en cierta in- formación que á su solicitud se hizo, en 27 Agosto 1545. Declaró en dicho interrogatorio, que tenía 57 años, de edad. C. de doc. del A. RÊGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 4II García (Bartolomé), ¿1562? Había fallecido en 1562. Véase Caro (Diego), en 1562. García (Benito), 1508. Su viuda Catalina Dorantes, vecina á la Magdalena, hizo dejamiento de un pedazo de viñas que tenían ella y su marido, por no poder pagar el tributo y censo á que estaban obliga- da. 10 Agosto 1508. Lib. Ill de dicho año. Of 4. García (Bernal), 1503. Marido de Francisca Fernández. En 27 do Marzo de 1503, vendió casas á Fernán Martínez Guijarro. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase el documento núm. 22 de la biografía de Fernán Martínez Guijarro. García (Cristóeal), 1553. Marido de Isabel García, vecino de Tria- na. 8 Mayo 1553. Leg. II de dicho año.Of. 4. A. G. P. García (Diego), 1527. Tomó en arrendamiento casas en Triana, en dicho arrabal. Lib. II de her. y pos. de la Cat. Su A. García de Benacazón (Diego), 1545, vecino de Triana. Testigo presentado por el pintor Alonso Maldonado en la información que á su solicitud se hizo en 27 de Agosto 1545. Colee, de doc. del A. García (Fernán), Vivió con Leonor Gómez su mujer, en la coll de la Magdalena á .principios del siglo XVI. Lio. II de her. y pos. de la Santa Iglesia, su A. Hallamos citado en otras escras. á un Fernán García vecino de Triana, en la calle de Santo Domingo en 1504. ¿Será el mismo? García (Francisco ), 1503, vecino á la Carretería. Fué ñador de Al- fon Posadas, preso en la cárcel. 12 Septiembre 1503. Lib. HI de dicho año. A. G. P. García (Francisco), 1518-1519 Bernabé Martínez y Leonor López otorgaron escra. de promesa de dote de 30.000 mrs. en favor de su hija Catalina Guillén, que iba á contraer matrimonio con Francisco García, ollero vecino de Triana, hijo de Antón García del mismo oficio y de Violante Fernández 1.*^ de Mayo 1513. Lib. I de dicho año, loe. cit. En 13 de Junio de 1519 fué bautizado su hijo Antón. Lib. I de Bautismos de la parroq. de Santa Ana. Su A. ¿Será el mismo artífice que en 1534 vivió en la calle de Santo Do- mingo en Triana? Padrón de dicho año.Carp, de privs. 125. A. M. García (Juan), 1511-1513, vecino á San Marcos. Arrendó casas en San Lorenzo. 4 Agosto 1511. Lib. IV de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento tiendas ollerías en el Salvador. 8 Junio 1513, loe cit. García (Juan), 1523-1555. En 3 de Mayo de 1523 fué bautizada su hija Isabel Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 311. Su A. Vivía en calle Confesas (Triana), en 1534. Padrón de dicho año, Carp, de privs. 125. A. M. 4íá REtílSTkO t>Ë OLLÈROS. SIGLO XVI Dió carta de pago á Alonso Rodríguez Galán, ollero, vecino de Triana, hermano de Martín Hernández, ollero. 27 Enero 1554. Lib I escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Había muerto en 1555, en el puerto de la Plata, pues su madre Ana Martín como heredera suya, dió poder á Luís Sánchez, mercader, y á Diego López Rebolledo estantes en la ciudad de Santo Domingo, para cobrar de Juan de Triana, residente en dicha ciudad los bienes que el dicho su hijo dejó. 11 Febrero 1555. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. García Men^a (Juan), 1515, marido de Catalina López, vecino de Triana. Otorgó su testamento en 8 de Enero 1515, é instituyó por here- deras á Elvira y á Leonor, sus hijas, y por albacea, á su tío Bartolomé García de Mena. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. García de la Puente (Juan), 1504, marido de Francisca Sánchez. En 22 de Septiembre de 1504, fué bautizado en Santa Ana, un hijo de ambos, que se llamó Alonso. Lib. I de bautismos de dicha Iglesia. Su Arch. García (LAzaro ), 1518-1520, vecino de Triana. Hijo de Antón García, albardero y de Beatriz García. Su mujer Lucía Martin, otorgó testamento, en 1.° Enero 1518. Lib. V de dicho año. Of. 4. A. G. P. Reconoció haber recibido por dote de su mujer, 23000 mrs. en muebles, ajuar y joyas, y la mitad de unas casas en Triana. 26 Mayo 1519. Lib. H de dicho año Of. 4. A. G. P. Nombró por su personero, á Adán López, en 25 Febrero 1520. Ibid loe. cit. Un Lázaro García, ollero, vivía en 1534, en la Puerta de Triana «tras de la casa de Pero Juares.» Padrón de dicho año. Carp, de privi- legios. 125. A. M. García (Luis), 1587. «Luis Garcia ollero de loga de talauera mo- risco vecino de triana en la calle del barrio nuevo.» Fué fiador de las casas que arrendó en dicho barrio, á Lorenzo de Aguilar, morisco, el monasterio de la Cartuja. 20 Abril 1587. C de doc. del A. García (Martín), 1501-1517, vecino á Santa María. Tomó en arren- damiento, casas en San Isidoro. 8 Noviembre 1501. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 15 de Enero de 1506, fué bautizado un hijo suyo, de nombre Juan, en la iglesia de Santa Ana, de Triana. Lib. I de bautismos de di- cha iglesia, fol. 42, vuelto. Su A. En 1.° de Noviembre de 1517, recibió el mismo Sacramento en di- cha iglesia, otro hijo suyo. Ibid., fol. 173. García (Martín), 1572. Hijo de Cristóbal García, Otorgó carta de pago, en favor de su tío Jerónimo de Utrera, ollero, de 6 ducados, á RËGISTRO t)E OLLEkOS. SIÜLO XVÍ 413 cuenta de 20, que le cupieron, por la partición de bienes de Martín García y de Ana Martín, su mujer, sus abuelos. IG Enero 1672. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. García (Nufrio ), 1518 1538, vecino de Triana. Sancho Sánchez, le requirió á que devolviese 20000 mrs. que las monjas de San Leandro, le habían prestado, sobre ciertas joyas que dió en prenda. 7 Mayo 1518. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 28 de Junio de 1523, fué bautizada su hija Francisca. Lib. I de Bautismos de Santa Ana, de Triana, fol. 315, vuelto. Su A. Había fallecido en 1538, pues así consta de una escra. de acepta- ción de herencia de bienes que dejó al convento de la Merced. Leg. Ill de fjagmentos de escras, loe. cit. García (Pedro), 1523. Juntamente con su mujer Juana Ximénez y con Juan Alvarez, ollero, su hermano, hijos legítimos de Antón Gar- cía, ollero, y de Violante Fernández, difuntos, vecinos de Triana, ven- dieron á Miguel Sánchez casas corral de ollerías en la calle de Santo Do- mingo del citado arrabal en ¿19 de Octubre? de 1523. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. García (Pedro), 1529, marido de Juana Rodríguez. En 14 do Fe- brero de 1529 fué bautizado su hijo Juan. Lib. I de Bautismos de la parroq. de Santa Ana, fol. 419 vuelto, su A. Un Pedro García, ollero, vivía en la calle de Santo Domingo en Triana, en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. núm. 125. A. M. Garrobero (Alonso), 1552-15G0, vecino de Triana. Establecióse en compañía con Juan Pérez Carrasquillo «en el trato y oficio de la ollería y loça vedriada y áspero desde 1.® de Mayo do 1552 hasta dos años des- pues bajo las siguientes condiciones:'> El Garrobero ponía horno de ollería que lindaban con casas de la pisana difunta... (1) etc. en las cuales el Perez, usaría el oficio de la rue- da, dándole el barro que necesitara, obligándose éste á trabajar y pro- porcionar los oficiales necesarios para labrar, así como el otro tendría á su cargo las operaciones de la cochura y descarga Que los primeros dos hornos que se hicieren de labor, obligábase el Garrobero á costear los gastos, excepto «de barro y polvo y hechura y beneficio de labor, y una vez descargados, los beneficios se partirían por iguales partes, sacados los gastos, como también sería de su caenta la fábrica de una capilla (bóveda) en el dicho horno y un tabique en el palacio (habitación) de las dichas casas para que en él viviese el Juan Pérez. Este por su parte tenía que pagar al Garrobero 4500 mrs. anuales (í) La mujer de Niculoao. 414 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVí por la mitad de las dichas casas horno y ollerías, pagando aquel la otra mitad. También partirían las ganancias de la loza que se vendiese á mer- caderes y lo sobrante serían de ambos por mitad. 29 Abril 1552. Lib. de escras. de 1524. Of. 11. A. G. P. Arrendó á Blas Cordero, ollero, un palacio de ollería que tenía «en el corral que dicen de Vilches» sito en dicho arrabal. 3 Septiembre 1560. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Gascón (Juan), azulejero. Véase el Cap. IX. Gerenero (Esïéban Martín), 1517. Marido de Leonor Pacheco, vecinos de Triana. Reconocieron un tributo de 1200 mrs. en favor de la Fábrica parroquial de Santa Ana. 12 Junio 1517. C. de doc. del A. Gómez (Alonso), 1570. Cit. en el testamento del ollero Juan Bení- tez, en 1570. Gómez (Andrés), 1574. Marido de Leonor de Herrera. Vendió un tributo de 2678 mrs. 23 Noviembre 1574. Leg. que contiene los libros I y II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Gómez (Diego), 1560, vecino de Triana. Otorgó carta de pago en favor de Bartolomé de Utrera, ollero, del tiempo que le sirvió en su ofi- ció. 4 Noviembre 1560. Leg. 1 de dicho año. Of. 4. A. G. P. Gómez (Francisco ), 1555-1560, vecino á San Vicente. 7 Febrero 1555. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Mariana Sánchez. Reconocióse deudor de Juan de To- rres por 24 ducados, hallándose preso. 7 Agosto 1560. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Gómez (Pedro), 1555, vecino de Triana, en 1555. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. González (Ferrand), ¿1505? Había muerto en 1505, pues su viuda Catalina López dió poder á Berrio, recuero, en 29 Agosto de dicho año. Lib. de dicho año. Of. 5. A. G. P. González (Gutiérre), 1505, vecino á San Isidoro. Recibió por aprendiz á Andrés de Hojeda. 8 de Septiembre 1505. Lib. II de dicho año de Alonso Lúeas Of. I. A. G. P. González (Hernán), 1553, cítase á su mujer entre los deudores que dejó mencionados en su testamento Beatriz Martel. Leg. I de dicho ano. Of. 4. A. G. P. González (Hernán), 1555-1562, vecino de Triana. Recibió por aprendiz á Gonzalo Gómez. 13 Junio 1555. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Su mujer Ana López arrendó á Blas Cordero, ollero, un palacio para labrar con horno y ajaquifa y corral «en el corral que dicen de chabes (Triana). 27 Marzo 1560. Leg. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 415 En 24 de Mayo otorgó su testamento. Ibid. loe. cit. Hallábase ausente en 1562. Lib de dicho año. Of. 4, loe. cit González (Juan), 1575. Marido de Catalina Rodríguez, vecino de Triana. 13 Marzo 1575. Lib. II de dicho año. Of. 4, A. G. P. González (Juan), 1574, vecino de Triana, hijo de Francisco Gómez y de Catalina González vecinos de la ciudad de Faro en Portugal, otor- gó carta de donación en favor de su madre, de todas las rentas que ha- bía cobrado durante 25 años transcurridos desde el de la muerte de su padre. 21 Septiembre 1574. Leg. que contiene les libros I y II de dicho año, Of. 4. A. G. P. Guijarro (Antón Martín), 1506. Pagáronle 1180 mrs. por ciertos azulejos que dió parala Cat. en 1506. Lib. de fáb. su A. Gutiérrez (Alonso), 1562-1576. Hijo de Andrés Gutiérrez y de Francisca Ruiz de Valdivia, natural de Sanlúcar de Barrameda, marido de María Sánchez. Otorgó carta de recibo de la dote entregada por Mi- guel Sánchez, ollero, tío de su mujer, de 55.664 mrs. en 9 Agosto 1562. Lib. de dicho año. Of. A. G. P. Francisco Ortiz otorgó carta de perdón en su favor por las heridas que le había causado. 28 Octubre 1572. Lib. H de dicho año Of. 4. A. G. P. Otorgó escra.'en 9 de Enero de 1576 cou otros compañeros de su oficio, en la cual constan las condiciones en que debía cobrar las rentas de las alcabalas de las olleríás que él había pujado en nombre de los otros. L^b. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Gutiérrez (Fernán), 1508-1523, vecino de Triana. Su mujer María Rodríguez, de ¿Fes? 14 Agosto 1508. Lib. de dicho año. Of. 6. A. G P. Tomó en arrendamiento casas horno de ollerías en la calle de San- to Domingo, que lindaban con casas de Juan Bueno, ollero, y de otra parte en casas de Fernán Martínez Guijarro y de Antón Martínez de Moriana. 13 Septiembre 1508. Lib. Ill de dicho año Of 4, loe. cit. En 7 de Marzo de 1510 fué padrino de bautismo de una niña. Lib. I de bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 81 vuelto. Obligáronse él y su mujer á pagar á Luís de Marchena 4000 mrs. 3 Enero 1515. Lib VI. Of. 4. A. G. P. Vivía en 1523, pues en 10 de Mayo de dicho año fué padrino de bautismo de Felipa, hija de Pedro Hernández. Lib. I de bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 312. su A. Gutiérrez (Francisco), 1553-1554, vecino de Triana Padre de Die- go Rodríguez, é hijo de Luis Rodríguez, del cual heredó casas en Tria- na, en la calle Sola. 8 Noviembre 1553. Legs. 23-30. A de la iglesia de Santa Ana. Con su mujer Florentina de Ribera, hicieron donación á su hijo 416 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Luís Gutierrez, también ollero, de casas corral de ollerías en Triana. 6 Mayo 1553. Leg. II de dicho año. Of. 4. A G. P. Un Gutiérrez, ollero, vecino en cabe Castilla, hallamos citado al describir los linderos de la casa que arrendó Alonso Hernández, banca- lero, á Cristóbal Martín. 31 Enero 1554. Leg. I de dicho año Of. 4. Ibid. Había muerto en 1554, según la escra. de tutela de sus hijos Luís, de 20 años; Bartolomé, de 18; Blas, de 8, y Marina, de 14. 5 Junio 1554. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Debtó tener otro hijo que sería el mayor, llamado Diego, pues así consta de la escra. de venta de un tributo de 1875 mrs sobre viñas, al pago del Garbanzal, que hizo Florentina de Libera á Francisco de Lugo. 7 Abril 15G0. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe cit Gutierrez (Juan), 1510, tinajero. Marido de Leonor Martinet, ve" ciño á la Magdalena. Otorgó testamento en 12 Diciembre 1510. Lib. V de dicho año. Of. 4. A. G. P. Gutiérrez (Juan), 1571. Vendió á Bartolomé de Segura, ollero, un barco de 15 codos en 7 Septiembre 1571. Lib. de dicho año. Of. '4. A. G. P. Gutiérrez (Luís), 1553-1559. Hijo de Francisco Gutiérrez, ollero y do Florentina de Libera. Juana Rodríguez, su suegra, otorgó carta dotal en favor de su hija Jeiónima de la Cerda, que iba á contraer matrimo- nio con él. 6 Mayo 1553. Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Tomó en arrendamiento casas ollerías en la calle. Matamoros (Tria- na), lo Junio 155^. Colee, de doc. del A. Hernández (Antonio), 1588. Arrendó casas ollerías en calle Espar- teros. 26 Abril 1588. Leg. núrns. 164-170. Arch, parroq. de Santa Ana. Hernández (Diego), 1523. En 17 Mayo 1523, fué padrino de bau- tlsmo de Ana Lib. de Bautismos de la iglesia parroquial de Santa Ana, fol. 312, vuelto. Su A. ¿Será el mismo artífice vivía en San Pedro en 1534, según el que Padrón de dicho año? Carp, de privs. 125. A. M. Hernández (Francisco), 1534. Vecino en la calle de Santo Domin- go (Triana), en 1534. Padrón de dicho año. Garp. de privs. 125. A. M. Hernández (Franco), 1572, vecino de Triana en dicho año. Libro H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hernández (García), 1559. Vendió á la Cat. en 1599 varias cazue- las A. para iluminaciones. Lib. de cargo y data de dicho año. Su Hernández (Jerónimo), 1555. Marido de Leonor Hernández, veci- nos de Triana. 27 Mayo 1553. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hernández (Luis), 1534-1570. Vecino á la calle Santo Domingo (Triana), en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A M. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 417 Puso de aprendiz á sn Injo Jnan, de 15 años, con Juan de San Pe- dro, ollero. ?5 Julio 1562. Lib. de dicho año. Of. 4 A G, P. Véase Es- téban (Bartolomé), en 1570. Hernandez (Manuel), 1572, vecino de Triana, 28 Julio 1572. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hernández (Martín), 1554-1561. Hermano de Alonso Rodríguez Galán, ollero. Tomó en arrendamiento una tienda en la calle Larga (Tria- na). 15 Enero 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hernández (Pedro), 1509-1554, vecino de Triana. Marido de Juana Ruiz. 5 Mayo 1509. Véase Rodríguez (Juan) 1502-1554. En 10 de Mayo de 1523 fué bautizada su hija Felipa, apadrinada por Hernán Guillén, también ollero. Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 312. su A. En 1534 continuaba morando en dicho barrio. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Había muerto en 1554 y estuvo casado con Beatriz de Reyna. (¿En segundas nupcias, ó será otra persona distinta?) Véase Díaz Posadas (Hernando) 1546-1554. Hernández (Pedro), 1555-1561, vecino de Triana. Marido de Juana Escobar. 26 Mayo 15.55. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Diego López, obligóse á venderle 20 cahices de borujo de aceituna. 13 Enero 1560. Lib. II de dicho año, loe cit. Véase Càceres (Jerónimo) 1555-1577. Hernández (Roque), 1554-1575, vecino de Triana. Marido de Lucía Gutiérrez Arrendaron á Juan García, casas, en 10 Julio 1554 Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Su mujer Juana Gutiérrez (1) viuda de Francisco Rendón, como tutora de sus hijos del primer matrimonio, le dió poder para sustituirla en su cargo, en 19 Julio 1555 Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. Hijo de Alonso López de Valenzuela y de María Hernández, di- funtos, vecinos que fueron de Daimiel, marido de María Ruíz, su se- gunda mujer, hija de Alonso García, ollero, y de Ana García. Otorgó carta de recibo de dote por 104.727 mrs. en ajuar, preseas de casa y ro- pas. 8 Enero 1560. Lib. II de dicho. Of. 4, loe cit. En 19 de Junio de 1561, se concertó con Francisco Andrea, para que éste le enseñase á pintar azulejos y loza al estilo de Pisa. Pág. 223. Con su mujer María Ruíz, como principales y Alonso García, ollero, su suegro, como fiador, vendieron á Niculoso Berengel, un tributo de 10 ducados. 5 Noviembre 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. (i) ¿Equivocación del amanuense? 53 418 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI En 4 de Septiembre de 1564, fué padrino de las velaciones de An- ionio Martín Lib. I de Matrimonios de dicha iglesia parroquial. Folio 181. Su A. Véase pág. 84, tom. I de «Sevilla Monumental.» En 11 de Enero de 1569, otorgó carta dotal en favor de su hija Margarita Hernández, que iba á contraer matrimonio con Cristóbal de Augusta. Véase pág. 226. María Ruíz, su mujer «como primera acreedora que soy del dicho mi marido por razón de mi dote e arras e bienes multiplicados para frénales e por los demás derechos e acciones que me pertenecen»... dio poder á Juan de Huerta, para todos pleitos, y negocios civiles y cri- minales. 23 Enero 1570. Lib. V de dicho año. Of. 4, loe. cit. Véanse las noticias consignadas en el Cap. IX. En 17 de Enero de 1575, compareció ante el Alcaide y veedor de los Alcázares con su yerno Ciistóbal de Augusta, para tratar de la obra de los zócalos de los Salones de Carlos V. Véase pág. 230. Herkera (Bartolomé de) 1521-1562, vecino de Triana. 19 Enero 1521. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Dió poder á Diego de Andana en 24 Octubre 1533. Lib. VI de escras de 1513. Of. 4, loe. cit. Arrendó á Luís de Morales, ollero, un palacio grande de ollería y uno pequeño y un horno. 17 Febrero 1555. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Arrendó casas ollerías á Juancho de Aranzubia, ollero. 13 Septiem- bre 1562. Lib. de dicho año. Of. 4, id. id. Herrera (Diego), 1534, vecino del Barrio Nuevo (Triana), en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Herrera (Francisco de) 1503-1612, vecino de Triana. Él y su com- pañero de oficio Bartolomé García, compraron un esclavo en 15 Agosto 1503. Véase García (Bartolomé), ¿1562? Marido de Isabel Fernández. Compró casas en Triana en la calle Barrio Nuevo. 2 Mayo 1509. Lib. H de dicho año Of. 4. A. G. P. Lo hallamos citado al describir los linderos de unas casas que poseía REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 419 en Triana Ana López la Moriana, á la cual vendieron un tributo de 1.000 mrs. por escra. 6 Noviembre 1512. Leg. núms. 148-154. Arch, parroq. de Santa Ana. Herrera (Miguel de), 1554-1576. Marido de Ana Hernández, ve- ciño de Triana. Cit. al describir los linderos de la casa que arrendó Alonso Sánchez, á Luís de Soto. 11 Febrero 1554 Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Diego Díaz, obligóse á pagarle el importe del esquilmo de uva de una viña que tenía en la vega de Triana. 14 Julio 1555. Lib. Ill de di- cho año. Of. 4, loe. cit. Pablo de Aguilera, otorgó en su favor, recibo de 20 onzas de perlas de cadenilla para llevarlas á Argel, donde estaba cautivo Bernardo de Vienaya, para su rescate. 30 Diciembre 1569. Lib. de dicho año. Of. 4, A. G. P. Arrendó á Esteban Luís, ollero, casas ollerías en la calle de Santo Domingo. 25 Junio 1576. Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Herrera (Pedro de), 1553. Compró un tributo de 500 mrs. á Be- nito Xuarez, ollero. 15 Febrero 1553. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase Segura (Alonso de), 1557-1575, y Herrera (Pedro de), en 1495-1530. Herrera (Ximón de), 1554-1595. Marido de Beatriz Hernández. 15 Octubre 1554. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G P. Obligóse á pagar á Alonso Gutiérrez, arrendador de la renta de las alcabalas de los olleros, 6 rs. por cada horno que cociere. 21 Enero 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe cit. Otorgó escra. de reconocimiento del tributo que pagaba por unos corrales y casas ollerías en calle Carreteros, á la fábrica parroquial de Santa Ana, de Triana. 17 Mayo 1577. Estas casas habían pertenecido á varios partícipes, entre ellos á Isabel Díaz, viuda de Miguel Sánchez, ollero Lindaban con casas de Luís de Orellana. C. de doc. del A. Había muerto en 1595, pues en la escra. de arrendamiento de casas en calle Matamoros (Triana), que tomó Pedro Ortíz (2 de Enero de dicho año), se dice que aquellas lindaban con las de Ximón de Herrera ya di- funto. Legs. 676-680. Arch, parroquial de Santa Ana. Hervís (Diego de), 1561. Vivía en Triana en ¿24? de Enero 1561. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hidalgo (Diego), 1506. Marido de Inés López Pozada. En 15 de Marzo de 1506, fué bautizado un hijo de ambos, de nombre Cristóbal. Lib. I de bautismos de la parroquial de Santa Ana Fol. 45 vto. Su A. Hinojos a (Juan de), 1554, vecino de Triana. Puso de aprendiz á su hijo Bartolomé, de 11 años de edad, con Felipe de la Cruz. 13 No- viembre 1554. Lib II de dicho año. Of. 4. A G. P. 42Ò kEGISTkO t)Ë OLLËkÔS. SIGLO XVl Hoces (Pedro de) 15G0, con sus hermanos Juan Rodríguez é Isa- bel Rodríguez, mujer de Martín Sánchez, ollero y otros hijos de Lope Rodríguez, otorgaron carta de aceptación de herencia en 7 Febrero 1ÒG0. Leg. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Infante (Martín), 1519, vecino de Triana. 1.® Julio 1519. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. La Rosa (Hernando de la) 15G0. Compiô de Alonso Sánchez un esclavo. 14 Febrero 15G0. Leg. H de dicho año. Of. 4, A. G. P. Había fallecido en 1570, pues su viuda I.eonor de Paredes, tutora de su hijo Hernando de La Rosa, en 12 de Septiembre de dicho año re- conoció el señorío que el monasterio de Santa Páula tenía sobre las casas ollerías en que moraba, sitas en Triana, las cuales habían sido dadas á, su marido por dos vidas. Colee de doc. del A. La Rosa (Salvador ), 15G4, vecino á San Vicente. Puso de apren- xiiz ásu hijo Tomé, con domingo Moreno, sastre. 10 Abril 15G4. Lib. de escras. de 1523. Of. 11. A. G P. En este Lib. hay escras. de varios años. León (Juan de ) 1512-1518. Marido de Brígida Martínez, vecino á San Vicente. Obligóse con Pedro de Ribera, ollero, vecino de Triana, á servirle en las labores de todas las obras de ollería pagándole éste por «cada vaso de labor 4 mr. y medio de lo cerrado e de la otra labor á los precios que fasta aqui me habéis pagado,» 2ij Marzo 1512. Lib. H de di- cho año. Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Fernando Bolante 1.000 mrs. 6 Julio 1518.Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. López «la moriana» Ana), siglo XVI Mujer de Antón Martínez de Moriana, ollero. Vivió en Triana, en calle Carreteros, en el siglo XVL Lib. Becerro del monasterio de San Jerónimo, fol. XLV. de sus posesio- nes. Arch, de Hac. López Cristóbal), 1534, (tinajero), vecino en las Peñuelas en 24 de Agosto de 1534. Leg. núms. 17 i-178. ArOi. parroq. de Santa Ana. López (Diego), 155G-15G0, vecino de Triana. Su mujer Francisca Gutiérrez otorgó testamento en 29 Agosto 155G. Era hermana de Lucía Gutiéí-rez, la mujer de Roque Hernández, ollero. Cuadernos de diferen- tes años que forman parte de un legajo de 1570. Of. 4. A. G. P. La misma hizo una información para probar que aquél estaba pre- so en Argel, que era pobre y que si no le daban limosna no podría res- catarlo. 28 Febrero 1500. Entre otros testigos figuran Francisco García, Alonso García, Francisco Martín y Martín Sánchez, olleros. Leg. H de dicho aflo. Of. 4. A. G. P. López (Francisco), 1520. Había muerto en 1520, pues en 29 de Oc- tubre de dicho año, su hijo Juan Díaz le llama difunto al recibir la dote que su mujer Catalina de Salas aportaba al matrimonio. Lib. de dicho año Of. 23. A G. P. kÈCilStRO t)E OLLËkOS. siG lo XVl 42 t López (Gaspar), 1569, vecino de Triana. 16 Marzo 1569 Lib. I de dicho año. OL 4. A. G. P. López (Marcos), 1561, vecino á San Gil. Obligóse á pagar á Fran- cisco Hernández 14 ducados, resto de 30 que le debía de almartaga y estaño que le había dado. 21 Abril 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Lorenzo (Ximón), 1576. Había muerto en 1576. Así consta en el poder que otorgó su viuda María Ortiz. 14 Marzo de dicho año. Lib. 1 del mismo. Of. 4. A G. P. Lozano (Juan), 1534, vecino en calle Santo Domingo Triana, en 1534 Padrón de dicho año. Carp, de privs 125. A. M. Lozano (Pedro Martín), 1512-1525, vecino de Triana. Su mujer Catalina García, renunció á la herencia de su madre en 24 Enero 1512. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Compró tierras en la vega de Triana, en 2 Marzo 1519. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. En 1525, fué fiador de las casas que tomó en arrendamiento en la Cava, Fernando Domínguez. Lib. IV de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su Arch. Lugo (Juan de), 1560-1563. Compró un esclavo, en 14 Febrero 1560. Leg. H de dicho año Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Francisco Martín, en nombre de los arrendado- res del diezmo de la alcabala de la loza 106 rs. resto de los 736 mrs. por- que fué ejecutado. 22 Septiembre 1553. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Luís (Estéban ), 1573. Vecino de Triana, en 1573. Concertóse con Alonso Gutiérrez, arrendador de la renta do las alcabalas de las ollerías á pagarle 8 rs. por cada horno que cociere. 12 Enero 1576. Ibid. loe. cit. Macías (Juan), 1555-1572. ^'ecmo de Triana, en 1655. Marido de Maria Hernández. Pedro García, marido de Beatriz Macías, hija de ambos, otorgó carta de recibo de dote, importante 32262 mrs en 25 Enero 1562. Of. 4. Leg. I de 1560. A. G. P. Vendió á Gonzalo Ramírez, un pedazo de tierra, en 28 Abril 1572. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Maldonado (Melchor), 1594. Wcino de Triana. Testigo en la infor- mación que para ir al Perú, hizo Pedro de Vozmediano, en 1594-43-3- — núm. 1. Ramo 13. A. G. de Indias. is Marín (Agustín), 1573, morisco, ollero, vecino de Triana. 23 Mayo 1578. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Márquez (Juan), 1553-1569, vecino de Triana. Marido de Juana Martín en 28 Julio 1553. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Con Benito Suárez del mismo oficio, vecinos de Triana, obligáronse 42:2 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI á pagar á Francisco de Sauzedo 144 rs. de plata en 5 de Febrero de 1555. Lib. II de dicho año Of. 4, loe. cit. Recibió por aprendiz á Andrés García en 10 Abril 1561. Lib. .1 de dicho año. Of. 4, loe. cit. Había muerto en 15G9, pues su viuda Juana Martín arrendó á Se- bastión de Cereña, ollero, casas ollerías en calle del Duende (Triana). 14 Enero de dicho año. Ibid loe cit Márquez (Pedro), 1528-1574, mcrisco. En 15 de Noviembre de 1.''28 «fueron baptisados francisco esclavo de hernan guillen, suero bal- tasar ollero... y pedro marques ollero e bartolome gallego ollero... fue- ron padrinos alonso sanchez ollero, etc.» Lib. de Bautismos de la parroq. de Santa Ana. fol. 415. En 1534 vivía en calle de Confesas en Triana. Padrón de dicho año. Carp de privs. 125 A M. Obligóse á pagar á Diego de Valdés la renta de una tienda que tu- vo en la ollería del Salvador. 15 Enero 1575. Lib. Ill de dicho año Of. 4. A. G. P Martín (Antón), 1573. Marido de Juana de la Vega. 4 Octubre 1573 Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A G. P. Vendió á Andrés de Toledo un pedazo de tierra en 6 Marzo 1575. Lib. II de dicho año, loe. cit. Martín (Bartolomé), 1534, vecino en la Calderería en 1534. Carp, de privs. 125. A. .M. Martín (Diego), 1510-1519. En 7 de Noviembre de 1510 fué bau- tizado en la parroquial de Santa Ana un hijo suyo llamado Sebastián. Lib. I de Bautismos de dicha Iglesia, fol. 72, vuelto. Su A. Marido de Inés Martín la logana. 7 Abril 1519. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Martín (Diego), 1563-1570. Vecino á San Lorenzo. Hijo de Pedro de la Vega, en 9 Septiembre 1563. Lib de dicho año. Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Juan de Huerta, diezmero de los olleros, 218 rs de todos los hornos de loza que había hecho. 4 Diciembre 1570. Li- bro I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Martín (Estéban), 1508 Marido de Juana González, vecino de Triana. 11 Mayo 1508. Lib. de dicho año. Of. 6. A. G. P. Martín (Felipe), 1599. Arrendó casas, de la parroquial de Santa Ana, en la calle Larga, siendo su fiador Hernando de Arcos, ollero también, vecino de Triana. 9 Septiembre 15 9. C. de doc. del A. Vivía en 1610, pues en dicho año, fué fiador de la casa que arrendó Juan de Valladares. Lib. V de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Martín (Francisco), 1554-1593. Vecino á la puerta de Triana. Otorgó carta de pago, en favor de Ana García, viuda de Juan Polido. RÊGISTRO DE OLLEROS, SIGLO XVI 423 14 Octubre 1554. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Fran cisca Ximënez. Fué apoderado por su mujer, para recoger la herencia de sus suegros, en 19 Diciembre 1556. Lib. de 1524. Of. 11, loe. cit. En ^ este Lib. hay varios cuadernos de diferentes años. ' Testigo presentado por Francisca Gutiérrez, en la información que aquella hizo, para probar que su marido Diego López, ollero, estaba preso en Argel. 28 Febrero 1560. Leg. II de dicho año. Of. 4. Ibid. En 19 de Julio de 1593, era vecino á San VicentÇ. Lib. II de dicho año. Of. I. A. G. P. Martín (Gonzalo), 1523. Vecino á Santa María. Damian de Esca- lona, otorgó en su favor carta de perdón, por heridas que le había infe- rido, en 22 Agosto 1528. Leg. de fragmentos de escras., siglos XV-XVI. A G. P. Martín (Lorenzo), 1555. Juan Estéban, ollero, puso de aprendiz con él á un tal Luís. 1." Agosto 1555. Lib. III de dicho año. Of. 4. A. G. P. Recibió por aprendiz á Juan Rodríguez. 24 Enero 1560. I Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Juan Bautista, Rodrigo Alonso y Sebastián Vázquez, olleros de Triana, le arrendaron una ollería en dicho arrabal. 2 Noviembre 1561. ^ Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. j Martín (Lucas). «Maestro de hacer azulejos» uno de los testigos que intervinieron en la escra. de arrendamiento que hizo Juan Gascón, de dos aposentos bajos de la casa de Leonor Domínguez, en 10 Marzo 1600. C. de doc. del A. Martín (Nicolás), 1553. Vivía en Triana en l.° de Mayo 1553. Leg. II de dicho año Of. 4. A G. P. Había muerto en 1559, pues su mujer Catalina de Herrera se nom- bra ya viuda en la escra. de venta de unas casas en calle Confesas, en Triana, otorgada en dicho año. Leg. de papeles de fáb. de la Iglesia de Santa Ana, núms. 424-28. su A. Martín (Pedro), 1587. Pagáronsele 212 mrs. por 100 holambrillas azules que dió para el Sagrario de la Cat. Lib. de cargo y data de 1587. Su A. Martín (Salvador), 1570. Cit. en el testamento de Juan Benítez ollero, en 1570. Martínez de Moriana (Cristóbal), 1521-1626. Marido de Isabel de Medina, vecinos de Triana, dieron á tributo perpetuo á Alonso Ro- ^ drígnez, ollero, y á su mujer Luisa Rodríguez, casas que tenían en el Barrio Nuevo que lindaban con las de Diego de Mesa. 23 Enero 1521. Leg. núms. 259-264. Arch, parrociuial de Santa Ana. Dió á tributo casas en dicho arrabal á Antón García de Benacazón. 26 Julio 1526. Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. 424 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Martínez de Moriana(.Juan), 1520-1536. Hijo de i^na López la Mo- riana. Marido de Francisca Ortiz, vecinos de Triana. 10 Octubre 1520. Lib. IV de dicho año. Of 4. A. G. P. Había muerto en 1536, pues su viuda otorgó escra. en 9 de Agosto de dicho año, de 1.000 mrs de tributo en favor de la fáb. de Santa Ana de Triana, donde tenía altar y sepultura propios, situados sobre casas en la calle Ancha de Santa Ana que lindaban con las de Hernán Guillén. Leg. 31-38. Arch, de dicha Iglesia. Martínez (Pedro), 1518, marido de Juana Rodríguez. En 8 Diciem- bre de 1518 fué bautizada su hija Ana. Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 176. su A. Martínez Lozano (Pedro), 1507. Marido de Catalina García, veci- de Triana. 30 Junio 1507. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A G P. nos Martínez (Vasco), 1505. Su viuda Isabel Fernández obligóse con Jerónimo de Serpa á facilitarle tres personas para la cogida de la acei- tuna. 1.® Abril de 1503. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Medina (Enrique), 1 554, vecino á San Marcos. Otorgó testamento favor de su hermano el Bachiller Bernardo de Medina. 27 Junio en 1554. Cuadernos de varios años que forman parte del Lib. IV del of. 4, de 1570. A. G. P. Medina (Baltasar de) 1562, vecino de Triana. 30 Julio 1562. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Recibió aprendiz á Bartolomé Labad en 4 Abril 1563. A. G. P. por Medina (Juan), 1534. Vecino de Triana, en 1534, Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Mena (Juan de), 1513-1515. Padrino de bautismo de un niño lia- mado Juan. 28 Septiembre 1513. Lib. I de Bautismos de la parroquial de Santa Ana, de Triana. Fol. 115, vuelto. Creemos que á este artífice se refieren los datos siguientes; Marido de Catalina López, vecino de Triana. Otorgó su testamento, en 8 Enero 1515, hallándose enfermo. Declara que le debía Pedro de Ferrera, ollero de Triana, un ducado, de cosas de su oficio que le hizo. Mandóse enterrar en San Juan de la Pal- ma, en la sepultura, que allí tenía, y dispuso que se entregasen, 4 duca- dos á Andrés sil criado, é instituyó por herederas á Elvira y Leonor, sus hijas, albacea á su tío Bartolomé García de Mena Lib. I de dicho y por año. Of. 4. A. G. P. Meneses (Antón de) 1516 -1522, vecino de Triana en ¿16 de Di- ciembre? 1516. Lib. IV de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Juana Fernández, vecinos de San Lorenzo. Otorgó tes- tamento en 27 de Febrero 1522. Declaró que había recibido en dote de su mujer 29.000 mrs. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Mesa (Diego de) 1512, vecino de Triana. Hijo de García Rodriguez. RÊGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVÎ 425 En 23 de Mayo de 1512 fué bautizado su hijo Juan en Santa Ana de Triana. Lib. I de Bautismos de dicha Iglesia, fol. 95. su A. Mesa (Diego de) 1515-1529, vecino de Triana. Hijo de Fernando de Astorga y de Marina de Mesa, marido de Catalina Martínez, otorgó carta de reconocimiento de la dote de su esposa, importante 34.000 mrs. en 3 de Agosto de 1516. Lib. IV de dicho afio. Of. 4. A. G. P. Dió en dote á su hija Sofía Martínez 1.500 mrs. 17 Enero 1529. Lib. Il de dicho año. Ibid. loe. cit. Mesa (Diego de) 1526, vecino de Triana en 5 de Agosto 1526. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vendió á Alvaro Jorge las botijas peruleras que le pidiese para una riota que se aprestaba para Tierra Firme. 4 Julio 1675. Lib. Ill de dicho año. Of. 23. A. G. P. ¿El mismo citado antes? Mesa (Hernando de ) 1555, vecino de Triana. Marido de Catalina Velázquez. 18 Julio 1555. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Mesa (Juan de) 1518. En 10 de Enero de 1518 fué bautizada su hi- ja Isabel. Lib. I de Bautismos de la parroq. de Santa Ana, fol. 178 vuel- to. Su A. Mesa (Juan de) 1560. Uno de los arrendadores de la renta del diez- mo de la loza. 28 Septiembre 1560. Monje (Antón), 1523-1563. En 20 de Noviembre de 1523 fué bau- tizado su hijo Juan y en 28 de Diciembre de 1526 su hija María, de la cual fué padrino Alonso Rodríguez de Palència, también ollero. Lib. I de Bautismos de Santa Ana, fols. 324 y 325. Su A. Marido de Catalina Ruiz, vecinos de Triana en 22 Diciembre 1561. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Monje (Juan), 1523. Hijo de Antón Monje. Fué bautizado en 20 de Noviembre de 1523, en Santa Ana, de Triana. Lib. de bautismos de dicha iglesia. Su A. Monje (.Iuan), 1534. A un Juan Monje, vecino de Triana, lo halla- mos cit. en el Padrón de 1534. Carp. de privs. 125. A. M. No debe ser el mismo de la papeleta anterior, pues aquel tenía en el año menciona^ do, 11 de edad, que no era la bastante para considerarlo como veci- no del dicho arrabal. Creemos que á éste puede referirse el dato si- guiente; Con Hernán Sánchez, ollero, vecinos de Triana, obligáronse á pa- gar 3550 mrs. á Luisa Bernal, en 8 Junio 1553. Leg. H de dicho año. Of. 4 A. G. P. Montero (Alonso), 1511 Marido de Elvira de Cabrera, vecinos de Triana, en 9 Diciembre 1511. Lindaban sus casas con ollerías de Pero García Carentasy con otras «que agora tienen unos «xptianos nuevos.» C. de doc. del A. 54 426 REGISTRO DE OLLEROS, SIGLO XVl Moral (Diego de), 1599. Marido de Catalina Manchada, en dicho año. Lib. V de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Morales (Alonso de ), 15G2. Vecino de Triana en 23 de Septiembre 1562. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Morales (Alonso de), 1542. Vecino de Triana en 16 Julio 1542. Arch, de la iglesia de Santa Ana. Obligóse con Geraldo Alfonso de Pórtela, portugués, á cuidar de su esclava María Hernández, mientras él se ausentaba. 12 Enero 1553. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. ¿El mismo citado antes? Juan González, otorgó carta de recibo de una esclava que le había entregado. 29 Enero 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Puso de aprendiz á su hijo Alonso de Hinojosa, de 15 años con Martín Delgado, zapatero. 22 Marzo 1560. Ibid, loe. cit. Morales (Cristóbal), 1534. Vecinc' en la calle de San Vicente, en en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Morales (Fernando), 1524, vecino á San Miguel. En 23 de Marzo de 1524 fué ejecutado por una deuda de 1500 mrs Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Morales (Juan de ) 1519-1554, vecino al Salvador. En 31 de Abril de 1519 fué padrino de bautismo de Lázaro, esclavo de Diego Fernán- dez de Morón. Lib. I de Bautismos de la parroq. de Santa Ana, fol. 213 vuelto. Su A. Tomó en arrendamiento casas en dicha coll. 18 Julio 1554. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Morales (Luís de) 1553-1575, vecino de Triana en 31 Agosto 1553. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento casas ollerías en la calle de Santo Domin- go en 17 Febrero 1555. Véase Herrera (Bartolomé de) 1521-1562. Otorgó carta de recibo de la dote de su mujer Ana de los Reyes por 38.138 mrs. en 18 Julio 1556. Cuadernos de varios años que for- man parte de un Lib. del Of. 4, año 1570. En 1575 fué apoderado por su mujer. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Moreno (Juan), 1578, vecino de Triana. Su mujer Beatriz Rodrí- guez otorgó testamento en 19 de Mayo de 1578. Colee, de doc. del A. Moreno (Pedro). 1553, vecino de Triana. Obligóse á pagar á Ro- drigo de Zayas diez ducados en 1,® Abril 1553. Leg. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Moriana (Antón Martín de) 1503-1510, vecino de Triana en 13 Marzo 1503. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Había muerto en 1510, pues Francisco García de Santa Mari- na, reconoció un tributo çn favor de Ana López viuda del Antón, registro de olleros, siglo XVI 427 sobre casas en Triana. 8 Abril de dicho afío. Lib. II de dicho año. Ibid , loe. cit. Moriana (Felipe de) 1554-1555 Reconoció el tributo de 3.228 mrs. impuesto sobre casas ollerías de la calle Larga de Santa Ana, en favor de D.^· Antonia Pareja. 11 Octubre 1554, Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Dichas casas las compró el Moriana á Isabel de Torres, mujer de Antonio Velázquez, ollero, á Isabel de Reyna y á Bartolomé de Reyna, hijos de Bartolomé de Reyna. Otorgó carta de finiquito de cuentas con Juan de Torres. 4 Octubre 1555. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. El y su mujer Luisa de Armijo, vendieron á Jerónimo, de Càceres, ollero, casas ollerías en la calle Larga (Triana), en 26 Noviembre 1555. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Moriana (Lázaro), 1547. Marido de Juana González, vecinos de Triana en 23 de Junio de 1547. Leg. núms. 259-284. Arch, parroq. de Santa Ana. En dicho documento consta que era hermano de Antón Martínez Moriana. Morón (Fernando), 1501-1522 Padre de Diego Fernández de Morón, ollero. Véase Fernández de Morón (Diego), 1467-1522. . Marido de Isabel Francisca ó Mari Francisca, en Triana. 11 Marzo 1501. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vivía en 1511, pues se le nombra al describir los linderos-de las casas que vendió Martín Suarez, ollero, á Juan García Marín; en 23 Septiembre de dicho año. Véase Suarez (Martín), 1509-1520. Había muerto en 1522, pues se les nombra difunto en una escra. de reconocimiento de tributo de 4000 mrs. que hizo su hijo Diego Fernán- dez de Morón, en favor de Catalina Çorita, en 13 Noviembre de di- cho año. MuÑiz (Gaspar), 1553. Estuvo casado en primeras nupcias con Catalina Ruíz y en segundas, con Juana de Morales, con la cual contrajo matrimonio, unos cinco meses después del fallecimiento de la primera. Tuvo por hijos de aquélla, á Juana, Victoria, Gifcgo- ria, Francisco y Juan, haciéndose inventario de los bienes del Muñiz y de sus hijos, en 5 Enero 1553. Leg. II de dicho año Cf.. 4. A. G. P. En 9 Enero de dicho año, otorgó carta de recibo de dote de Juana de Morales, por 49250 mrs. En dicho documento consta que fué hijo de Pedro Muñiz, difunto y de Catalina Alonso. Ibid, loe. cit. Muñoz (Diego), 1511. Marido de Leonor García, en 20 Octubre 1511. Leg. núms. 51-60. A. parroquial de Santa Ana. Muñoz (Juan), 1528-1534. Recibió por aprendiz á Pedro, hijo de 428 REGISTRO DE OLLÊROS. SIGLO XVI Gonzalo Martínez. 2 Diciembre 1528. Vivía en el Barrio Nuevo (Triana), 1534. Padrón de dicho ano. Carp, de privs. 125. Véase en Rodríguez Galán (Bartolomé), 1507-1560. Núñez (Juan), 1573 Vecino de Triana en 25 Marzo 1573. Lib. I de dicho año. Of 4. A. G. P. Núñez (Roque), 1573. Pagáronsele 1463 mrs. por 975 holambres que dió para los andenes del estanque de los jardines del Alcázar. Hi- juela de 21 Junio 1573. Su A. Obery (Abdalla) 1502. Había muerto en 1502, pues en la escra. de venta de casas que otorgó maestre Çaide moro mudéjar su hijo, borce- guinero, en 28 de Diciembre de dicho año, se le nombra difunto. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Olmedo (Fernando) 1512-1534, (tinajero). En 1512 pagáronsele 120 Tnrs. de jarras de para las bóvedas de la capilla de la Antigua. Lib. fáb. de dicho año. Arch, de la Cat. En 29 de Agosto de 1534, se le compraron dos pilas bautismales vidriadas, en 6 ducados de oro, para entregarlas á Fr. Luís de Berlanga obispo de Tierra Firme, que las pedía para las iglesias de allá, cuya com- 13 pra se hizo por cédula del Emperador, dada en Monzón á de Sep- tiembre 1533. (39-2--^ sin fol. Arch, grab de Indias. Noticia facilitada por D. Luís Jiménez Placer. Orellana (Bernardo de) 1570-1574. Marido de Ana Ximénez, ve- ciño de Triana en 6 Diciembre 1570. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Cristóbal de Armiju, ollero, 507 rs. importe de 1.000 vasos de loza de toda suerte á precio cada vaso de 22 mrs. 13 Oc- tubre 1574. Leg. que contiene los libs, de dicho año. Ibid., loe. cit. Orellana (Luís de) 1553-1570, vecino de Triana en 2 Mayo 1553. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Otorgó carta de pago en favor de Gonzalo Hernández de 10 duca- dos en cuenta de 1.600 tabletas con tres blancas que son 2.400 mrs. y mas 200 ladrillos azulejos a 5 mrs. cada vno que son 1.000 mrs. y mas 120 aligares azules a 7 mrs. cada vno que son 840 mrs. que monta todo 4.240 mrs. y para quenta dellos tengo recibidos los dichos 3 ducados y mas 3 ducados y medio de lías (cuerdas de esparto) y de envasar. 1.® Di- ciembre 1553. Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit. «A Orellana por azulejos que dio para el relox de San marcos etc... 12.155 mrs.» Lib. particular del Mayordomo, de 1554. A. M. Marido de Elvira de Godoy en 1560. Lib. HI de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Obligóse á pagar á Beatriz de Ribera 4 ducados. 2 Marzo 1570. Lib.Vde dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase Hernández (Roque), 1554-1575. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 429 Oroso ú Oroxo (Diego de) 1518, vecino de Triana en 1518. Pape- les de Cartuja-Contratos. Arcli. de Hac. Ortega (Bartolomé), 1587, vecino de Triana en 14 de Febrero de 1587. Colee, de doc. del A. Ortega (Francisco de ) 1503-1506, vecino á San Vicente. Marido de Catalina ó Juana de Ortega en 2 Febrero 1503. Lib II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó á tributo un pedazo de viñas de Alvaro de Morán en ¿26? de Junio 1506. Ibid., loe. cit. Ortíz (Cosme), 1565. Pagáronsele 50 rs. por 100 caños para la ca- ñería del Alcázar. Hij. de gastos de dicho año. A. del Alcá ar. OsoRNO (Juan de) 1501 , vecino de Triana. Marido de Beatriz Fer- nández en 13 de Septiembre de 1501. Colee, de doc. del A. En 1503 juntamente con Bartolomé Rodríguez, reconocióse deu- dor de Gómez de Sevilla. Véase Rodríguez (Bartolomé) 1503-1509. Padilla (Fernando), 1547. Cristóbal Sánchez, ollero, tomó en arren- damiento casas que ames habían sido de Hernando de Padilla en 1547. Véase Sánchez (Cristóbal), 1547. Paez (Melchor), 1576. Concertóse con Alonso Gutiérrez, arrenda- dor de la renta de las alcabalas de las ollerías, á pagarle 18 ducados por toda la labor que labrase y vendiese. 16 Enero 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Palència (Alfon de), 1501-1510. Marido de Inés Ortíz, vecinos de Triana. Vendieron á Pedro de Ferrera, un pedazo de viña, por escra. de 14 Junio 1501. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 13 de Agosto de 1502, fué bautizada Isabel, su hija, en Santa Ana, de Triana. Lib. I de bautismos de dicha igiesia. Su A. En esta partida se le cita sólo por el apellido, pero en otra de 29 de Septiembre de 1505, que se refiere al bautizo de una esclava, negra suya, se le nombra Alonso. En 6 de Marzo de 1506, le fué bautizada otra hija, de nombre Ana. Había muerto en 1510, pues su viuda Inés Ortíz, recibió por apren- diz á Cristóbal, hijo de Cristóbal Martínez. Morante en 6 Febrero de di- cho año. Lib. I de escras. de dicho año, loe. cit. La misma Inés Ortíz, otorgó una escra. dotal, en 23 de Enero de 1524-, en favor de su hijo Juan de San Pedro, ollero, el cual iba á con- traer matrimonio con Beatriz de Morales, hija *de Diego Hernández de Morón y de Beatriz de Morales, también fallecidos en la fecha del do- cumento C. de doc. del A. Palma (Juan de), 1512. Marido de Ana Díaz, vecinos de Triana, en 5 Noviembre de 1512. Lib. VI de dicho arlo. Of. 4. A. G. P. Paredes (Juan), 1506. Prohijado por Fernán Rodríguez de Pare- 430 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI des y su mujer, difuntos, leclamó la herencia de aquéllos, fundándose en que en vida de los citados, todo cuanto ganaba con su trabajo lo en- tregó á los mismos, para atender á sus necesidades. Papel sin fecha, le- tra del siglo XVI, que se encuentra suelto en el Leg. único de 1606. Of. 16. A. G. P. Paz (Jerónimo), 1514, tinajero. Véase Escobar (Francisco de), 1514. Pedro (Simón), 1526. En 22 de Octubre de 1526, fué bautizada su hija Inés. Lib. I de Bautismos de la parroq. de Santa Ana, fol. 376. Su A. Peñafiel... 1528. Vecino de Triana. Cit. en el testamento del ollero Francisco Fernández, en 1528. Pérez de Fonseca (Alonso), 1599. Pagáronsele 5800 mrs. por 1450 holambres á 4 mrs. cada una para la solería de los Alcázares, en 1599. Hij. de dicho año. Arch, del Alcázar. Pérez (Cristóbal), 1546-1552. Fiador con Pedro de Cabra, de la casa que tomó en arrendamiento Lucas de Cabrera, en 1546. Lib III de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. En 1552, se veló con su mujer Francisca Rodríguez. Lib. I de Ma- trimonios de la parroquia do Santa Ana. Fol. 92. Su A. Pérez (Fernando), 1575 PagáTronsele 648 mrs. por 54 caños que dió para la cañería que se hace en el jardin del Alcobilla «ques en el quarto del Sol» en el Alcázar. Hij. de Marzo 1575. A. del Alcázar. Pérez (Francisco), 1554. Vecino de Sevilla, en 23 Febrero 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Pérez (Hernán), 1576 Concertóse con Alonso Gutierrez, arrenda- dor de la renta de las alcabalas de las ollerías, á pagarle 7 rs. y 1|2 de cada horno áspero de los que cociere. 12 Enero 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4. A, G. P. Pérez (García) 1534, vecino en la calle del Potro en 1534, Padrón de dicho año. Carp. 125. A. M Pérez Carrasquillo (Juan), 1552-1560. Establecióse en compañía para la fabricación cerámica, con Alonso Garrobero en 1552. Véase la papeleta de este artífice en 1552-1560. Recibió por aprendiz á Alonso Estéban de 16 años en 4 Agosto 1560. Leg I de dicho año Of. 4. A. G. P Pessaro (.Jusepe de) 1615, Véase el cap. IX de esta obra. Pesaro (Tomás de) 1571-1597. Concertóse con Alonso Gutiérrez, cllero, arrendador de la renta de las alcabalas de las ollerías á pagarle 12.000 mrs. por toda la loza que se hace y cociese en sus casas «en las casas que dizen de colon que son a la puerta real». 18 Enero 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Véase el cap. IX. ■ Pineda (Francisco de), 1576. Vivía en 14 Abril 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. T REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 431 pisano (Niculoso Francisco), 1482-1528 Véase el cap. VIL PoLiDO (Diego), 1525-1542. Otorgó escra en favor de Inés Núñez, en 20 Marzo 1525. Lib. I de dicho afío. Of. 4. A. G. P. En 1538, tenía tiendas en la ollería, coll. del ' Salvador. C. de r doc. del A. Padre de Juana Ruíz, mujer de Bartolomé Rodríguez, herrador. Llevó en dote á Su matrimonio, unas casas en calle de Santo Domingo, en Triana, que lindaban con las de Bartolomé de Herrera, ollero, según consta de una escra. de reconocimiento de un tributo de 250 rnrs. que pagaban dichas casas á la fábrica de Santa Ana, otorgada por el Barto- lomé Rodríguez, en 4 Febrero 1539. Legs, nüins. Cl-70. A. de dicha iglesia. Pagáronsele á 2 mrs. 370 azulejos que dió para el cenador que se construía en la Huerta de la Alcoba, en 1542. Hij. de gastos del Alcá- zar. Su A. ¿Hijo de Miguel Polido y hermano de Juan? PoLiDO (Juan), 1554. Había muerto en dicho año, pues su mujer Ana García se nombra viuda en una escra. de venta de una esclava en favor de Pedro Solano. 18 de Octubre de dicho año, y porque 2 días des- pués el ollero Alonso de i Segura obligóse á pagar al ollero Francisco Martín, 20 ducados, resto de 42, que Ana García debía al Martín por servicio y trabajo que prestó á su marido. Véase Segura (Alonso de), 1554-1575 y Martín (Francisco). 1554-1599. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Porras (Andrés de), 1520-1521. Vecino de Triana, en 15 Febrero 1520. C. de doc. del A. En 1521, aparece vecino á Santa María. Hijo de Martín Sánchez, ollero, difunto y de Lucía Martínez su mujer, en 23 Agosto 1521. Lib. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Posadas (Fernando de) 1508-1528, vecino de Triana. Recibió por aprendiz á Juan Ibáñez, hijo de Fernán Ibáfles. vecino de Haznalcázar. 10 Julio 1508. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Cit. al describir los linderos de las casas de que hicieron dejación en Triana Nicolás Martínez de Durango en 29 Octubre 1528. Véase Durango (Nicolás) 1525-1534. Quijada (Juan de) 1527-¿1662? En 13 de Noviembre de 1527 fué bautizada su hija Luisa. Lib. de Bautismos de la parroq de Santa Ana, fol. 408 vuelto. Su A. î En 1534 era vecino del Barrio Nuevo (Triana), según consta del Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Marido de Isabel Martín. Otorgó testamento hallándose enfermo. Declara que recibió '2.000 mrs. en dote de su mujer, cuya suma había aumentado con gananciales; que al casar á su hija Isabel con Juan Es- 432 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI téban, hortelano, la dotaron en 20 000 mrs. Dejó por herederos á sus hi- jos Juan, Salvador Andrés, Ana y á la citada Isabel. 17 Enero 1554. Leg 1 de dicho año. Of. 4. A. G. P. Había de muerto en 1562, pues su viuda Isabel Maifín otorgó escra. ju'omesa de dote en favor de Martín de Aranzate que iba á contraer matrimonio con su hija Ana Quixada en 1) de Octubre de dicho año. Lib, de dicho año. Of. 4, loe. cit. Quintero (Cristóbal) 1502. vecino de Triana, 1." de Marzo 1502. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Ramírez (Alonso), 1555-1570. Hermano de Juancho de Arançubia. Aceptó la herencia de su padre en 30 de Octubre de 1555. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. «Deve (Alonso Ramírez) en 8 de Abril de 1573, 2625 mrs. en cuenta de la danza de espadas que ha de sacar el día del Corpus. Lib de la Caja 1570-74. A. M. Ramírez (Juan), 1575, vivía en 25 Noviembre 1575. Lib. I Of. 4. A. G. P. Rendon (Roque), 1565. Pagáronsele 648 mrs. por 98 alizares que dió la obra del Palacio del Lomo del Grullo en 1565. Hij. de para gas- tos del Alcázar de dicho año. Su A. Reyna )Bartolomé), 1534-1545, vecino de Triana. Consta su nom- bre entre los de los francos del monasterio de San Clemente en 1 534. Carp, de privs. 125. Su A. Vivió en dicho barrio en la calle Ancha de Santa Ana y lo halla- mos cit. al fijar los linderos de una casa en la misma callé, según consta fa- de la hizo García en escra. de reconocimiento de un tributo, que Juan de vor de la fáb. parroq. de Santa Ana en 1545. Legs núms. 39-50. A. dicha Iglesia. Reyna (Francisco de), 1520 1528. Vecino á la Magdalena. Su mu- jer Mari Hernández, hizo dejación de unas casas, en 11 Noviembre 1520. Lib. de dicho año Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento casas en Triana, en 5 Octubre 1527. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Reina (Miguel de), 1573. Marido de Marcelina Sánchez ó Suarez. Otorgó carta de pago en favor de Jerónimo de Càceres, ollero, por cier- tos enseres de ajuar de casa. 21 Julio 1573. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Reyna (Jerónimo de), 1503. Véase Rodríguez (Diego), en 1575. Ribera.... 1590. «a ribera por 22 aligares a 10 mrs. cada uno y 14 mrs. de traída... etc.» Lib. de Cargo y Data de la C. de 1590. Su A. Ribera (Francisco de), 1501. Vecino de Triana, marido de Ana de Atienza, en 15 Abril 1501. Lib. I de dicho año Of. 4. A. G. P, REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 433 Ribera (Pedro de), 1509-1512. Hermano do Diego Rodríguez de Ribera, ollero también. Tomaron en arrendamiento casas en Triana en 1509. Véase Rodríguez de Ribera (Diego) en If 09-1525. En IG de Marzo de 1510 fué bautizada en Santa Ana de Triana una bija suya de nombre Isabel. Lib. I de bautismos etc. 15 Julio 1501. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. En 14 Junio 1504 juntamente con Bartolomé García, reconociéronse deudores de Antón de Mesa por 2.800 mrs. Libs, de los años 1480-1505. Of. 7, loe. cit. Sánchez (Benito ), 1558-1577. Hijo de Diego Martín Callejas y de Inés Martín «la lozana». Su suegro Diego Hernández otorgó carta de do- te en favor de su hija Beatriz de Morales por 200 ducados de oro en 3 de Abril 1553. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Otorgó testamento hallándose enfermo y dejó por sus herederos á Diego de San tana, Felipe de la Cruz y á Juan de Santa Ana sus hijos le- gítimos, 29 Diciembre 1570. Lib. HI de dicho año. Of. 4, loe. cit. Arrendó casa propia del Cab. ecco. en 1577. Lib. IV de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Sánchez (Bernabé), 1570-1575, vecino de Triana en 17 Julio 1570. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Ana Rodríguez en 7 Febrero 1574. Lib. Ill de dicho año, loe. cit. Era prioste de la cofradía de Santa Catalina en 1575. Lib. Ill de dicho año, loe. cit. (i) La que entonces se empleaba para las pinturas azules del vidrio. 442 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Síkchez ¿Pompas? (Blas), 1524, vecino de Triana en 9 Febrero 1524. Lib. II de dicho año. A. G. P. Marido de Inés García, hija de Juan Bueno, ollero. Véase Bueno (Juan), 1482-1530. sixchez (Cristóbal), 1547-1584. Vecino de Triana. Marido de Ca- talina López, en 1.° Diciembre 1547. C. de doc. del A. Sirvió de fiador de Juan Ruíz, ollero, en 4 Febrero 1553. Leg. II de dicho año. Of. 4 A. G. P. Vivía en Triana, en 28 Agosto 1560. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Fué fiador de la casa que tomó en arrendamiento Jorge Ruíz, pro- pia del Cab. ecco., en 1584. Lib. IV de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su Arch. SixcHEZ DE Osuna (Cristóbal), 1506. Acecino á San Lorenzo. Su mujer Catalina de Ortega otorgó testamento en 30 Enero 1506. Tuvie- ron por hijos á Francisco, Lázaro y Catalina de Ortega. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Sánchez (Diego), 1511. Vecino á Santa María, en 31 Marzo 1511. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Sánchez (Diego), 1553-1571. Vecino de Triana en 12 Agosto 1553. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Pagáronsele 11 rs. por 30 alizares y 50 azulejos y 32 verduguillos para el altor del Sagrario de la Catedral, en 1554. Lib. de Advents, de dicho año. A. de la C. En 1559, se le pagaron 4 rs y medio por 82 azulejos grandes que dió para acabar de solar la Librería (Biblioteca). Ibid. loe. cit. En 1565, proveía de azulejos, juntamente con Roque Hernández, para los adornos de la Giralda. Ibid, loe. cit. Véase Càceres (Jerónimo de), 1557-1577. En 1571, era marido de Ana de Càceres. Otorgaron carta de pago en favor de Jerónimo de Càceres, tío de aquélla, de 18000 mrs. de lo co- rrido de un año de un juro. 25 Mayo 1571. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G.. P. Sánchez (Fernán), 1560-1562. Vecino de Triana. Hijo de Lope Sánchez, ollero y marido de Leonor de Rojas. 1.® Julio 1560. Leg I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Fué apoderado por Juan de la Torre, pichelero, para que cobrase de Luís de Orellana, ollero, 8940 mrs., en 31 Mayo 1561. Ibid, loe. cit. Vendió á Francisco de Lugo, un pedazo de viñas, en 31 Octubre 1562. Ibid, loe. cit. Sánchez (Francisco), 1562-1573. Vivía en Triana en 12 Febrero 1562. Lib. I. Of. 4 de 1560. A. G. P. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 443 Marido de Marina de Bermúdez, hija de Juan de Vilches, Catalina ollero, de Bernal, y con la cual contrajo matrimonio hácia 1564. Así consta de la entrega de dote que el Vilches h'zo á su yerno en 11 Febrero 1571. Arrendó á Andrés Galindo casas en San Ildefonso en 25 Junio 1571. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. El y su mujer vendieron á María Díaz, madre y mente de los suegra respectiva- otorgantes un tributo anual sobre casas tiendas de dicho arrabal, las cuales lindaban con las de Juan de Vilches, ollero. 31 de ciembre Di- de 1573. Colee, de doc. del A. Sánchez ( Hernín), 156L V^ecino de Triana en 9 Febrero Lib. 1561. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Sánchez (Juan), (tinajero), 1509. Debió morir en los días ron .desde que media- 6 de Septiembre, fecha de su testamento, al 23 de Diciembre de 1509, pues en la segunda, su viuda Catalina Ochoa solicitó del Alcalde Mayor que se hiciese inventario de los bienes relictos. Lib. IV del of. 4. A. G. P. Sánchez (Juan), 1560-1576. Marido de María 1560 Jiménez, en 19 Enero Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vecino de Triana. Obligóse á pagar á Francisco 18 ducados de Vega, entallador, oro, resto de 50, importe de un arco á modo de andas que había hecho para la cofradía de Santas Justa y Rufina de Triana. 4 Agosto 1562. Lib. de dicho año. Ibid, loe. cit. Gaspar Hernández, otorgó carta de recibo de dote de 300 ducados en favor de su mujer Catalina de la Cruz, hija del bre Sánchez, en 7 Octu- 1573. Lib. Ill de dicho año, loe. cit. Concertóse con Alonso Gutiérrez, arrendadoi' de la renta de las al- cabalas de las ollerías, á pagarle 23 rs. por cada horno que cociere. 9 Febrero 1576. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Sánchez (Juan), 1555-1578. vecino de Triana en 7 Febrero 1555. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Hijo de Francisco Sánchez y de Maria Díaz, marido de Inés de Vil- ches, ollero. Recibió la dote de su mujer en 9 Abril 1570. Leg. I Of. 4. A. G. P. Otorgaron escra..de reconocimiento de un tributo en 1578 á favor del Veinticuatro Juan Núñez de Illescas. Arch, del del Marqués de Castille- ja Campo. Sánchez de Palma (Juan), 1530-1554. Vecino de Triana. Marido de Ana Díaz, en 19 Mayo 1530. Leg. de dicho año. Of 4. A. G. P. Había muerto en 1554; pues se le nombra difunto en una escra. de reconocimiento de tributo, por Catalina García, en favor del ollero Juan de la Torre y de Isabel Díaz, su mujer, á 18 Febrero 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. 444 registro üe olleros. siglo xvl Sánchez (Lope), 1526-1561. Vecino á Santa María, en las ollerías del Salvador, 12 Febrero de 1526. Lib. 1 de dicho año. Of. 4. A. G. P. en Vecino de Triana en 1553. Leg. I de dicho año, loe. cit. Marido de Leonor Ortigosa. Otorgó testamento, hallándose enfer- mo. Declara que su mujer aportó de dote 16000 mrs. y que él llevó por caudal unas casas ollerías «junto a Tagarete al molinillo» las cuales se vendieron; había gastado con su hijo Hernán Sánctiez cantidad de que cuando casó á hijo Francisco Sánchez, le dió 10 ducados y un mrs. y su barrero de barro y un molino y tablas y cañizos y horquetas; que había adquirido tres casas durante su matrimonio, una aranzada de tierra y 14 ducados de tributos; ordenó que se instituyese una fiesta de Ntra. Se- ñora de la Asunción, que se diesen 12000 mrs. á su nieta Beatriz de Ro- jas, hija de Hernán Sánchez, su hijo, y manifestó que tenía 400 ducados taza de plata. Dejó por albacea á su mujer y al Bachiller Juan de y una Vargas herederos, á sus hijos. 26 Diciembre 1560. Leg. H de di- y por cho año. üf. 4, loe. cit Había muerto en 1561, pues su viuda la dicha Leonor, dió poder á Francisco Sánchez, ollero, su hijo, para que la representase en todos loe. cit. sus asuntos, en 17 Mayo 1561. Leg. I de dicho año. Of. 4, Sánchez (Martín), 1521. Había muerto en 1521. Estuvo casado con Lucía Martínez y fueron padres del ollero Andrés de Porras Véase Po- rras (Andrés de), 1520-1521. Sánchez (Martín), 1562-1573. Hijo de Martín y de Catalina Sán- chez. Recibió la dote de su prometida Catalina García, en 6 Enero 1572. Lib. I de dicho año. Of, 4. A. G. P. En 5 de Diciembre de 1573, solicitó que se abriese información para probar que había muerto en su casa Francisca Rodríguez, insti tu- yéndolo heredero. Presentó por testigos á Alonso García, el viejo y Alonso García, el mozo, su nieto, á Roque Hernández, Antón Gómez, Gonzalo de Francia y Bartolomé de Utrera, todos olleros. Lib. HI de dicho año. Of. 4, loe. cit. Sánchez (Miguel), 1560-1577, vecino de Triana en 7 Noviembre 1560. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Tomó por aprendiz á Hernán Pérez en 26 Septiembre 1562. Lib. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. Marido de Catalina Jiménez. Vendió á Gonzalo Monte Bernardo un pedazo de corral de sus casas ollerías en 30 de Octubre 1570. Lib,. HI de dicho año. Of. 4, loe. cit. Otorgó su testamento en 29 de Enero de 1577, dejando en él insti- luida una memoria anual de misa cantada por el alma de su primera mujer Catalina Ximénez, de la suya y de sus difuntos, que había de ce- lebrarse en la Iglesia de Santa Ana, con otros sufragios, por haberlo así REGISTRO EE OLLEROS. SIGLO XVI 445 dispuesto que lo hiciese la dicha Catalina. 28 Abril 1506. Colee, de doc. del A. Debió morir en los tres meses que sucedieron desde 28 de Enero á 17 de Mayo de 1577, pues en esta última fecha nómbrase viuda á su se- gunda mujer Isabel Díaz. Véase Herrera (Ximón) 1554-1595. Sánchez (Miguel), 1586, «a miguel sanchez por vna dozena de ali- zares para las secretas y por la traída y pasada del barco 148 mrs.» Lib. de Advents, de la Cat. de 1586. Su A. Sánchez (Pedro), 1570, vecino de Triana. Arrendó á Luís Hernán- dez, ollero, casas ollerías en calle Larga. 19 Abril 1570 Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vecino á San Vicente. Marido de Ana de Càceres en 29 Septiembre 1570. Lib. HI de dicho año. Of. 4. loe. cit Sánchez (Pedro), 1570. Había muerto en 1570 en la villa de la Tri- nidad, provincia de Honduras, según consta de la carta de pago que otorgó su mujer María Alvarez en favor de Francisco Sánchez, albacea qué fué de aquél, por mil tostones que dejó. 20 Octubre 1570. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. San Pedro (Juan de) 1524-1571. Hijo de Alonso de Palència y de Inés Ortiz. Marido de Beatriz de Morales, vecino de Triana en 28 de Enero 1524. Véase Palència (Alfon de) 1501-1510. Con Alonso Rodríguez de Palència del mismo oficio (¿su padre?) obligáronse á pagar á Leonardo Cataño, mercader genovès y á Roberto Tomé, mercader inglés, 17.969 mrs. por cierto estaño que les compraron en 9 de (está destruido en el original) de 1527. Leg. IV de fragmentos de escras. A. G. P. Por escra. otorgada en 12 de Noviembre 1532 se obligó «por servir a dios nro. señor y a su bendita madre a adornar un altar (que había en santa Ana de Triana) que se dize de santa maria del castillo en el qual dicho altar solían estar pintadas ciertas ymagenes las quales al tiempo que la dicha iglia. se encaló fueron quitadas». Había entonces en él un Cristo atado á la columna «e por adornar el dicho altar queréis hazer vn retablo a vuestra costa y pintar en el la festividad del nombre de jesús y otras devociones de santos y asimismo queréis dotar e situar a la dicha fabrica 200 mrs. de tributo a censo perpetuo»... etc. Legs. núms. 20 al 23. Recibió por aprendiz á Diego Martínez en 27 Enero 1553. Leg. H de dicho año. Of, 4. A. G. P. Dió en dote á su hijo Jorge de San Pedro dos pares de casas en la calle de Santo Domingo y en la Larga. 5 Mayo 1560. Leg. H de dicho año. Of. 4, loe. cit. 44^ REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI En 15 de Agosto de 1563 tomó por aprendiz á Antón Rodríguez; Lib. de dicho año. Of. 4, loe. cit Otorgó testamento en 24 Abril 1566 y debió de haber disfrutado de posición desahogada á juzgar por dicha partición. Debió morir hacia 1571, pues su viuda Beatriz de Morales, como albacea, Inzo partición de los bienes dejados por su marido á sus hijos dorge de San Pedro cerero, é Inés Hernández mujer de Bartolomé López de Carmona, en 20 de Marzo 1571 Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Santaella (Hernando de), 1560-1575. Concertóse con Rodrigo Alonso, lebrillero, á servirle de oficial, pagándosele por cada vaso de lebrillos grandes, 1 rs. y 1^4 y por los pequeños, al precio corriente. 14 Mayo 1560. Leg. H de dicho af5o. Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Alonso de Sigura, ollero, arrendador de la alca- bala de los olleros 25 rs. por cada horno que cociere. 12 Septiembre 1575. Lib. I de dicho año.Of 4, loe. cit. Santana (Francisco de), 1575. Otorgó carta de pago en favor de Maese Francisco, zapatero, en l.° Marzo 1575. Lib. II de dicho año. Of. 4. A G. P. Santiago (Fernando de ). Véase el cap. X. Sanroman (Diego de ), 1523-1541. Hállase citado con Pedro de Paz y Diego de la Rosa, olleros, en la institución de capellanías que hizo Gonzalo de Herrera, en la iglesia de Santa Ana, de Triana. 14 Marzo 1523. Véase el núm. 23 de los documentes extractados en la biografía de Fernán Martínez Guijarro. Un Sanroman (Diego), vivía en calle Carreteros (Triai'a), en 1541. Lib. Becerro del Monasterio de San Jerónimo. Fol. XLIIII de sus pose- sienes. A. de Hacienda. Años antes en 1498, vivió en estas casas Cristóbal López, ollero, con su mujer Elvira Sánchez. Ibid, loe. cit. Santos (Alonso), 1534. Vecino de Triana en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Sigura (Alonso de), 1554-1575. Vecino de Triana. Arrendó á Juan Monje, ollero, casas ollerías en dicho arrabal, en la calle de Juan Cuchi- Hero, por escra. de 19 Marzo 1554. Leg. I de dicho año. Of. 4. A G P. Juntamente con Bartolomé Estéban, Juan de San Pedro, Jerónimo de Cazares, Pedro de Herrera y Miguel de Herrera «oficiales de olleros» vecinos de Triana, dirigieron un memorial á la ciudad (Marzo 1557), su- plicándole que mandase ver el término de la ciudad, de donde sacaban el barro «que es en la Cuesta de Castilleja y en la de ¿hazalcazar? y de tomares lo qual ha tanto tiempo que sacamos de alli barro que no ay memoria de hombres que se acuerden de vello defender y agora de vna parte y de otra lo defienden ciertos vezinos diciendo que les pertenece REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 447 tomando prendas sin abtoridad de juez y al fin vra. señoría mande ver lo que es realengo, hallara que ellos tienen tomado mucha parte de lo realengo.» Solicitaban que la Ciudad mandase señalar un sitio realengo para proveerse de barro. Arrendó casas á Antón Martínez, marinero, en Triaría. 2 Julio 1560. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Recibió por aprendiz á Francisco, morisco, natural de Almería. 13 Julio 1573. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vivía en 28 Mayo 1575. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. sigura (Francisco de ) 1571, vecino de Triana en 9 Octubre 1571. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. SuÁREz (Benito), 1548-1575. Marido de Inés Martín en 10 de Di- ciembre de 1548. Lib. de Títulos de la heredad de viñas en la Vega de Triana. Arch, parroq. de Santa Ana. Vendió á Lúeas de Cabrera, ollero, un tributo de 3 ducados de oro en una casa de la callo de Santo Domingo. 11 Agosto 1555. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. Véase Márquez (Juan), 1553-1569, Reconoció en favor de Catalina López el pago de un tributo im- puesto sobre casas que había vendido á Lúeas de Cabrera (ollero), di- funto y á Inés Pérez su mujer. 8 Marzo 1560 Leg. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. Arrendó á Francisco Sánchez, carpintero, casas en 10 de Febrero 1572. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vivía en la calle de Santo Domingo en 27 Julio 1575. Lib. Ill de dicho año. Of. 23. A. G P. süárez (Juan), 1524. Marido de Ana de Agreda. Habían muerto en 1524 y tuvieron por hijos á Juan, Pedro, Ana é Isabel Suárez y á Benito y á Beatriz de Agreda según consta de una escra. otorgada entre Juan de Herrera y los dichos acerca de un tributo que vendió la Ana de Agre- da á Gonzalo de Herrera. 2 de Julio del citado año. Lib. H de dicho año. Of. 4. A. G. P. SuÁREz (Juan), 1529. Marido de Leonor de Cabrera vecino de Tria- na en 4 de Junio 1529. Lib. de dicho año. Of. 4. A G. P. SuIrez (Martín),' 1509-1520. Marido de Ana Fernández de Agreda, vecino de Triana en 13 Mayo 1509. Véase García (Andrés), 1482-1548. Recibió por aprendiz á Alfon de Aracena en 27 de Mayo de 1514. Lib. H de dicho año Of. 4. A. G. P. Vendió á Gonzalo de Herrera un tributo de 800 mrs. en 20 de No- viembre de 1520. Lib. IV de escras. de dicho año. Of. 4, loe. cit. Talavera (Baltasar de) 1509, vecino de Triaría en 1509. Lib. H de Casas Censos, etc. del Cab. ecco. Su A. Toledo (Francisco de) 1527. En 21 de Enero de 1527 fué bautiza- 44^ REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI da Francisca su hija. Lib. I de Bautismos de Santa Ana de Triana, fol. 381. Su A. Toledo (Juan de) 1502-1509, vecino de Triana. «En martes 26 dias del mes de Abril de 1502 años bautizó el beneficiado pedro de segouia a Juan de toledo que de antes era moro que se dezia aodalla fueron pa- drinos helena martines guijarro y yñigo lopez espartero e pero de cha- ues ollero e juan rubiato ollero» Lib. de bautismos de dicho año. A. pa- rroquial de Santa Ana ¿Hermano del ollero Francisco de Toledo? Vecino de Triana. Tomó en arrendamiento casas en el Salvador, al sitio de las ollerías, que lindaban con las de Juan de Córdoba, ollero. 30 Marzo 1509. Lib. II de escras. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Toro (Hernando de) 1534, vecino á San Pedro en 1534. Padrón de dicho año Carp, de privs. 125 Su A. Torre (Juan de la), 1550-1574. Vecino de Triana en 10 de Diciem- bre 1550. Legs. núms. 252-258. Arch, parroquial de Santa Ana, Marido de Isabel Díaz, hija de Juan Sánchez de Palma, ollero, di- funto, en 18 Febrero 1554 Leg. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Fué uno de los arrendadores de la renta del diezmo de la loza co- rrespondiente á las monjas de Santa Clara de Alcocer. 28 Septiembre 1560. Véase García (Alonso), 1560-1576. Vivía en 25 Abril 1574. Lib. HI de dicho año. Of. 4. A. G. P. Triana (Benito de) 1505, vecino de Santa Maria. Hijo de Gonzalo Pérez. ¿22? Julio 1505. Lib. de dicho año. Of. I. A. G. P. Triana (Juan de) 1505. Marido de Isabel de Huelva, vecinos de San Pedro en 6 Noviembre 1505. Lib. II de dicho año. Of. I A. G. P. Utrera (Bartolomé de) 1534-1576, vecino en la calle de Santo Domingo (Triana) en 1534-. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Kecibió por aprendiz á Francisco López de 18 años, en 26 de Ju- nto 1553. Leg. H de dicho año. Of. 4 A. G. P. Debió morir en el tiempo que transcurrió desde esta fecha hasta la del 6 de Septiembre del mismo año, pues en dicho día sus hijos Juan de Francia ollero, y Gonzalo Sánchez de 22 años y Ana Martín y Maria de la Cruz, solicitaron de Cristóbal de la Becerra que les diese por testimo- nio que aceptaban á beneficio de inventario la herencia del dicho su padre. Leg. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Vecino de Triana. Tomó en arrendamiento casas en Triana en 1562. Dió poder á Rodrigo de Agustina en 28 Marzo 1571. Lib. I de di- cho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Ana Sánchez en 3 Abril 1576. Ibid. loe. cit. Valladares el mayor (Hernando de), 1595. «Maestro de hacerlo- za» Marido de Elvira Daruiaua. Eu 1595, tomó eu arrendarpieuto cagas REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI 449 del Cab. ecco. en Triana. Lib. IV de lier, y pos. de la Santa Iglesia. Su Arch. Valladares (Juan ), 1553-11') 15. Natural de Ilaznalcázar. Hij® de Alonso Izquierdo y de Beatriz de Valladares Otorgó carta de arras en favor de su prometida Marina Díaz, en 4 de Junio 1553. Lib. II de dicho año. Of 4. A G. P. Vivía en Triana en la calle del Marqués, en 20 Marzo de 1574. Arch, de la Iglesia de Santa Ana. En 22 Febrero 1572, compró á Alonso Medina, un pedazo de tie rra, en la vega de Triana. Lib. de Títulos de la heredad de viñas en la Vega de Triana, loe. cit. Fiador en 1595, de la casa que tomó en arrendamiento Hernando de Valladares, su hijo, propia del Cab. ecco. Lib. IV de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Fn este documento se le llama «Maestro de ha- cer loza.» Otorgó escra. de reconocimiento del tributo de 1125 mrs. que pa- gaba á la fábrica parroquial de Santa Ana, en 15 Noviembre de 1615. Fn este documento consta que era padre de Juan y de Hernando de Valladares. A. de dicha iglesia. Vallejo ... 1534, Vecino á la calle de Santo Domingo (Triana), en 1534. Padrón de dicho año. Carp. de privs. 125. A. M. Vázquez (Antón), 1520. Marido de Leonor Rodríguez, vecinos de Triana, en II Febrero 1520. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Vázquez (Diego), 1586-1587. Marido de María del Villar vecinos de Triana en calle San Juan en 28 de Enero 1586. Legs. núms. 641-650 Arch, de dicha Iglesia. Compró á Isabei García, viuda de Pedro Rodríguez, ollero, casas ollería en la calle de la Cava 7 de Febrero 1587. Colee, de doc. del A. Vázquez (Juan), 1537-1574, vecino de Triana en la calle de Santo Domingo en 1537. Lib. IH de her. y pos. de la Santa Iglesia. Su A. Fn 2 de Agosto de 1567 otorgó escra. de reconocimiento de un tri- buto. Legs. núms. 179-190. Su A. Marido de Francisca García en 19 Febrero 1570. Lib. V de dicho año. Of. 4. A. G. P. Impusieron un tributo en favor de la hermandad del Stmo. de San- ta Ana de Triana. 22 Enero 1574. Lib. IH de dicho año. Of. 4, loe. cit. Vázquez Luís 1534, vecino á Santa Ana de Triana en 1534. Pa- , drón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. Vázquez (Sebastíán), 1576. Marido de Ana Martín. 3 Abril 1576. Lib. I de dicho año. Of 4. A. G. P. Vega (Cristóbal de la) 1554, vecino de Triana en 23 de Mayo 1554. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. 57 450 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVI Vega (Pedro de la), 1548-1563. Vecino de Triana, en 1548 Libro III de her. y pos. de la Santa Iglesia Su A. Hernán Pérez, su yerno, reconocióse su deudor por 50 ducados de oro que le prestó, en 27 Marzo 1553. Lib. I de dicho año. Of. 4. A. G. P. Facilitó 734 caños para la cañería que vá al Alcázar por libramiento de 12 Mayo 1554. Lib. deMayordom. de dicho año. A. M. Juntamente con Miguel Sánchez, Diego y Hernando de la Rosa, Diego de Mesa, Pedro de Espinosa, Pedro Sánchez y Blas Cordero, en nombre de los demás olleros de Sevilla, dieron poder á Juan Díaz, pro- curador, para que apelase de un auto del Teniente de Asistente que les prohibía sacar barro de donde siempre lo habían tomado. 20 Marzo 1563. Lib. de dicho año. Of. 4. A. G. P. Velízquez (Alonso), 1513. Vecino de Triana. Dió ciertas cargas de jarras y tinajas para la bóveda que sustituyó al primitivo cimborio de esta Santa Iglesia, en 1513. Lib. de fáb. de dicho año. A. de la C. Velázquez (Antonio), 1554-1572. Marido de Isabel Torres, vecino de Triana en 23 Abril 1554. Lib. I de dicho año Of. 4. A. G. P. Tomó en arrendamiento tienda de vender loza, en calle Larga (Triana), en 28 Octubre 1572. Lib. II de dicho año. Of. 4, loe. cit. vilches (Juan de) 1553 1577. Marido de Beatriz Díaz, vecino de Triana en 21 Abril 1553. Leg. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Marido de Ana Bernal (¿su segunda mujer?) Vendió á Lúeas de Ca- brera un tributo sobre casas ollerías. 9 Julio 1555. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe cit. El y su mujer otorgaron carta dotal en favor de su hija Inés de Vilches que había contraído matrimonio con Juan Sánchez, (1) ollero, hijo de Francisco Sánchez y de María Díaz. 9 Abril 1570. Leg. I de 1560. Of. 4, (contiene escras. de diferentes años) loe. cit. Dió en dote á Marina de Bermúdez sa mujer y de Ana Bernal, que hacía 7 años había contraído matrimonio con Francisco Sánchez, ollero, unas casas tiendas en calle Larga (Triana), un pedazo de tierra calma y muebles y ropas de casa en 11 Febrero 1571. Lib. I de dicho año. Of. 4, loe. cit. Dió poder á su yerno Francisco Sánchez para cobrar de la casa de la Contratación dos partidas de plata, una de 147 pesos y dos barras y la otra de 262 pescas. 6 Octubre 1573. Lib. HI de dicho año. Of. 4,loe. cit. Dotó á su hija Luisa de Hermosilla y de su mujer Ana Bernal, que iba á casarse con Jorge Ruiz, lebrillero, en 244875 mrs. en ajuar é in- muebles. 12 Abril 1574. Lib. Ill de dicho año. Of. 4, loe. cit. (i) En otras escras. le llaman Francisco. REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XVl-XVIl 451 Vivía en 1577, pues lo hallamos cit. al describir los linderos de las casas tiendas que tenían en la calle Larga de Santa Ana Francisco Sán- chez, ollero, y su mujer. Véase Sánchez (Francisco) 1562-1573. ximénez (Ana), 1570. Mujer de Juan Sánchez, ollero, ausente de Se- villa y Alonso Sánchez, ollero hijo de ambos, obligáronse á pagar á Juan^ de Huerta, diezmero del almojarifazgo de la loza de las averías, 72 rs. de plata por razón del dicho diezmo. 29 Septiembre 1570. Lib. Ill de dicho año. Of. 4. A. G. P. XiMÉNEz (Bartolomé), 1527, vecino de Triana en 2 de Mayo 1527. Colee, de doc. del A XiMENEz (Diego ), 1534. Vecino á Santa Ana, de Triana, en 1534. Padrón de dicho año. Carp, de privs. 125. A. M. XuAREz (Benito), 1553. Vecino de Tiiana. Marido de Inés Martín, en 15 Febrero 1553. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Zamora (Francisco de), 1509-1524 Marido de Beatriz Fernández, vecino de Triana. Arrendó á Enrique, ollero, vecino del mismo arrabal, en la coll. de San Marees (sic) «unas casas con sus palacios e corral de ollería y sus hornos» que tenía en el citado barrio frente al río el con- vento de San Clemente, por escra. de 27 Marzo 1509. Lib. II de dicho año. Of. 4. A. G. P. Obligóse á pagar á Juan Martínez, chamicaro, 4920 mrs., ^importe de cierta leña de chamiza que de él había recibido. 19 Julio 152'4.' Lib. II de dicho año, loe. cit. Tal vez sería hijo suyo, un Francisco de Zamora, el mozo, ollero, que fué padrino de bautismo de Inés, hija de Pedro Fernández, ollero, en 19 Febrero 1520. Lib. I de bautismos de Santa Ana, de Triana. Fol. 198, vuelto. Zamora (el mozo), 1520. Véase el anterior, Zamora (Francisco de), 1509-1524. SIGLO XVII (i) Almansa (Alonso de) 1621, (tinajero), vecino en la Cava Vieja en Triana en 6 de Abril 1621. Colee, de doc. del A. Casillas (Juan de) 1616-1619. Véase Gutiérrez de Escalona (Juan), en 1620. Catalán (Miguel), 1603, vecino de Triana en la calle de la Cava en 5 de Febrero de 1603. Legs. núms. 389-395. Arch, de dicha Iglesia. (i) Los lectores que deseen conocer más nombres y noticias de olleros de este siglo y de los siguientes pueden consultar nuestro «Diccionario de artífices.» 45 2 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XVII Escribano (Diego), 1649. «Maestio caudalero», vecino en la coll. de San Pedro. Otorgó testamento en 14 Junio 1649. Arch, parroq de San- ta Ana de Triana. Escalera (Nicolás de) 1616-1619. Véase Gutiérrez de Escalona (Juan), ollero en 1620. González (Agustín Jacinto), 1639. Caudalero de loza fina en 3 de Diciembre 1639. Colee, de doc. del A. Groso (Estéban), 1611. «Maestro de hacer loza de talayera.» Mari- do de Mariana Bernal, vecinos de Triana en calle Cuchilleros en 26 de Abril 1611.. Legs. núms. 561-573. Arch, de dicha Iglesia. Gómez (Juan), 1616-1619. Véase Gutiérrez de Escalona (Juan) en 1620. Gutiérrez de Escalona (Juan), 1620. Juntamente con Juan de Puertollano, Pedro Señor de Càceres, Antón Pérez, Bernardo González, Juan Gómez hermano de Xpobal Gómez, Nicolás de Escalera, Juan de Casillas Jerónimo de Talavera vecinos de Triana encabezados de la y renta de las ollerías los años de 1616-19 inclusive; por sí mismos y por los que fuesen encabezados de la misma renta, dieron poder á Antón Pérez vecinos de esta ciudad en los Humeros, uno de los encabezados presentes para que en juicio y fuera de él cobrase de los que eran enea- bezados y fuesen por los repartimientos de los dichos tres años dando cartas de pago, etc 22 Enero 1620. Of. 16. Lib. I A. G. P. Guijarro (Juan), 1698. En una escra. de reconocimiento de tributo otorgada entre los frailes de San Pablo y la fábrica parroquial de Santa Ana de Triana en 6 de Junio de 1698, que debía pagarse sobre casas en el Altozano, se dice, que la mayor de las mencionadas casas eran las de Juan Guijarro, ollero. Colee, de doc. del A. Jacinto (Alonso), 1657. Vivía en Triana en 1657. Lib. de cuentas del Convento de Jesús 1651. Arch, de Hac. Pérez (Antonio), 1616-1619. Véase Gutiérrez de Escalona (Juan), ollero 1620. Puertollano (Juan de), 1610, ceramista. Vecino de Triana, en ca- lie Santo Domingo. «Juan de Puertollano, ollero, por otro nombre Juan de Jaén», así se lee al comienzo de un testimonio de la escra. de reco- nocimiento del tributo que por sus casas tenía que pagar á la fábrica parroquial de Santa Ana. C. de doc. del A. Véase Gutiérrez de Escalo- na (Juan), 1620. Sánchez (Cristóbal), 1691. Marido de Sebastiana Bermúdez, veci- nos de Triana, en la calle Larga, en 9 Marzo 1691. Legs. núms. 389-495. A de dicha iglesia. Sosa (Manuel Bernardo), 1694. «Oficial de hacer loza de Talave- ta» Como principal, y Melchor Moreno, caudalero de azulejos, su fiador, REGISTRO DE OLLEROS. SIGLOS XVlI-XVIII 453 vecinos de Triana, en la calle Manga de gabán, arrendaron casas del convento de Santa Inés, en dicha calle, en 15 Julio 1G94. C. de doc. del A. Señor de Cígeres (Pedro), 1616-1619. Véase Gutiérrez de Esca- lona (Juan), en 1620. Talavera (Jerónimo de), 1616-1619. Véase Gutiérrez de Escalona (Juan), en 1620. Utrera (Pedro de), 1603, Fué casado en primeras nupcias con María de Armijo y en segundas, con Juana Bautista. Arrendó casas propias del monasterio de la Cartuja, en la calle de Santo Domingo, en 14 Julio de 1603. C. de doc. del A Vázquez (Juan), 1630. «Caudalero de loza bedriada» vecino de Triana, en la calle del Duende, en 3 Enero 1630. C. de doc. del A. Velazquez (Pedro), 1626, ceramista. «Caudalero de loza de Tala- vera», vecino de Triana. 26 Septiembre 1626. A. de la Iglesia de San- ta Ana. SIGLO XVIII Agujar (Santiago de ) 1720. «Maestro alfarero.» Maestro de arte del barro». Así se le vé indistintamente nombrado en documentos. Es- tuvo casado con D.^ Luciana Josefa de Naranjo. Sostuvo pleito con el Convento de Santa Páula en 1720. Papeles del monasterio de Santa Páula. Arch, de Hac. Véase Dic. de artífices. Gaitan (Juan), .1743. Véase Pichón (Diego) en 1743. Gaitan (Pedro), 1743. Id. id. id. Guerra (Lucas), 1743. Id. id. id. Pichón (Diego), 1743. Ceramista. «Leí ala Ciudad una petición de Diego Pichón, Pedro Gaitan, Lucas Guerra, Juan José Rodriguez y Juan Gaitan maestros del gremio de alfareros desta Ciudad; por los susodi- chos y en nombre de los demás de dicho ejercicio en que dizen que en 30 de Abril del año proximo pasado con motiuo de que por algunos harrieros contraviniendo a los mandatos de la Ciudad se sacaua Barro de los sitios no permitidos a otros que no sean de los maestros del dicho ejercicio desta Ciudad los que le lleuauan fuera y para que la Ciudad mandase se bolviese a publicar su prohibición por el perjuicio que á di- cho gr§mio se le seguia presentaron ante la Ciudad un testimonio dado por Marcos de Alarcón escribano de Penas y Daños desta ciudad en que constaua lo referido y que mediante que Pedro Camacho maestro alfaarero en la Ciudad de Cadiz sujeto para quien dichos harrieros con- ducian el Barro se halla ausente de dicha Ciudad en los Reynos de las Indias no teniendo contra quien repetir sus instancias necesitan del 454 RECilSTRO t)È ÓLLEkOS. SlGLOS XVIII-XÍJÍ referido testimonio y suplican a la Ciudad se sirva de mandar se le en- tregüe el referido testimonio etc.., Acordóse devolver el documento so- licitado.» Acta de 11 de Agosto 1743. Véase pág. 23 del tomo I del € Diccionario de artífices. Rodríguez (Juax José), 1743. Véase el anterior. Vazquez (Andrés), 1730, ceramista. «Maestro alfarero vecino de Triana» compró unas casas ollerías, con dos hornos de cocer loza en la Cava vieja, en 27 Abril 1730. Leg de la Fábrica de Santa Ana, núme- 331-339. Su A. SIGLO XIX Arellano y Oliver (D. Manuel), 1830. Hijo de D. Tomás y de D.^ Petra; nació en Sevilla el 2 de Octubre de 1830, siendo bautizado en San Juan de la Palma. Fué discípulo de D. Salvador Gutiérrez y de de la Escuela de Bellas Artes. Por los años 1880-81, empezó á pintar en Triana en las fábricas de los Sres. Soto y Tello, y Díaz y Alvarez; alec- clonando á su lujo D. ISIanuel Arellano y Campos. Después de unos años que pasó en Utrera, volvió nuevamente á Triana, trabajando en casa de los Sres. Mensaque y Soto. Murió á fines del siglo XIX, babien- do alcanzado envidiable crédito por la bondad de sus obras. Arellano y Campos (D. Manuel), 1858. Nació en Sevilla en 7 de Abril do 1858, y fué bautizado en San Martín. Hijo del pintor, también dedicado á la cerámica en sus últimos años, D. Manuel, y do D.'^ Ana Campos; fué discípulo de esta Escuela de Bellas Artes y empezó á pin- tar en Triana en las casas de D. Manuel Soto y Tello y de D. Francisco Díaz Alvarez. En 1880 pasó á la fábrica de Cartuja, donde permaneció diez años, volviendo en 1890 de nuevo á Triana, á la casa de los señores Mensaque y -Soto, en la que trabajó varios años, y después á los talleres de la Sra. Viuda de Gómez, que dirige D. Manuel Corbato. Ha sido con el Sr. Rodríguez y Pérez de Tudela, el artista que más obras ba producido, gozando verdadero renombre. Dejamos mencionadas algunas de sus obras al tratar en el capítulo XIV de las fábricas de los Sres. Soto y Tello, Mensaque y Viuda de Gómez. Castillo León (D. Manuel), 1861. Nació en Sevilla en 17 de Abril de 1861; fué bautizado en el Sagrario. Pintor cerámico; estudió en la Escuela de Bellas Artes de Sevi la y basta el año de 1903 ba pintado en la fábrica de-los Sres. Mensaque hermanos y Soto. Castro (D. José), 1861. Nació en dicho año y fué bautizado en Santa Ana, de Triana. Casó con D.^ Francisca Díaz y Escalera. Fabricante de loza basta y fina, y pintor de buen estilo antiguo en RÈGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XIX 455 montería y plumeado, por lo que sus pinturas son estimadas; tuvo la fábrica en la calle Alfarería. Díaz y Alvarez (D. Francisco), 1824. Nació en Triana hacia el año de 1824, siendo bautizado en la iglesia de Santa Ana. Dedicóse á pintar loza basta y fina en casa de su primo D. José Espinosa y Díaz, hijo de D. Juan Espinosa, dejando más tarde de pintar para dedicarse á la venta de efectos de loza, en la tienda que poseía su tía D.^ Concepción en la calle de San Jorge, en Triana Por los años de 1879, se distinguió su fabricación por algunos objetos artísticos que fueron pintados por Vicente Fourrât (el Valenciano), y por D Manuel Tortosa, D. Manuel Arellano y otros. Durán y Ojeda (D. José), 1859. Hijo legítimo de José Durán y Ro- dríguez y de Soledad Ojeda y Ortiz. Nació en la Cava vieja de Triana en 22 de Octubre de 1859, siendo bautizado en la iglesia parrroquial de Santa Ana. Casó con Lutgarda Ponce y Rodríguez. Discípulo de su padre y después de D. Manuel de Soto y Tello; fué pintor de buen estilo en plumeado. Actualmente pinta en casa de la Sra. Viuda de Gómez. Dürín y Rodríguez (D. José), 1829. Hijo de D. Juan Durán y Rodríguez y de D.^ Ana Rodríguez y López; nació en la Cava vieja en 21 de Diciembre de 1829. siendo bautizado en Santa Ana. Casó con D.^ Soledad Ojeda y Ortiz. Pinior de buen estilo antiguo en monte- ría y plumeado; discípulo del fabricante de loza basta y fina. D. José Castro, actualmente pinta en la fábrica de la Sra. Viuda de Gómez. Espinosa y Díaz (D. Andrés). Fué bautizado en Santa Ana, de Triana. Fabricante de loza basta y fina en la calle Alfarería. Procuró perfeccionar cuanto pudo, los productos de su fabricación. Buen oficial de rueda y pintor de población y plumeado. (1) Espinosa (D. José). Casó con D.^ Antonia García Carvajal. Oficial de rueda en loza basta de los más aventajados; después siguió la pin- tura y fué fábricante de loza basta y fina. Hacía además de la pintura y de la rueda, algunos trabajos de escultura, dirigido por D. Antonio Peña. En la fabricación se distinguió poco por no querer hacer más de lo que á diario vendía. Hizo algunos cuadros de asuntos religiosos en azulejos. Murió en 1880. Espinosa y Díaz (D. Juan). Natural de Antequera. Casó con D.^^ Jo- sefa Díaz y Escalera. Tuvo fábrica de loza fina y basta en la calle Alfa- rería en Triana, desde principios de siglo hasta el año de 1860 en que (i) Llámase de pol·lación, el vidrio que tiene mayor cantidad de estaño que el corriente, y plumeado, á la manera de pintar con perfiles muy finos como los ras- gueados caligráficos, produciendo así tallos, flores y pájaros á capricho. 456 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XDi falleció á la edad de 84 años. Gustaba de los progresos en la fabricación, estimulando á los oficiales para los adelantos en plumeados, figuras y caprichos en el estilo «de población.» En su fábrica pintó D. Manuel Soto y Rodríguez. Fourrât y Campos (D. Vicente). Pintor ceramista muy práctico en el estilo de montería y apreciable en el del Renacimiento. Natural de Va- lencia; vino á Sevilla por los años de 1874, entrando en los talleres de D. Manuel Soto y Tello, y frecuentando los de D. Francisco Díaz. Mu- rió en Triana, en la calle San Jorge, á 12 de Abril de 1889, García Montalbín (D. Francisco ). Hermano de D. Joaquín; fa- bricante de loza en la calle Nuevo Mundo hasta Noviembre de 1901 en falleció. Continúa con la fábrica su hijo D. Manuel Montalbán y que Montalbán. García Montalbín (D. Joaquín) Tuvo fábrica en la calle de San Jorge en Triana, en la segunda mitad del siglo XIX, en la cual elabora- ba loza basta y fina de regular clase, arrendando sus talleres á la señora Viuda de Gómez. García Montalbán (D Manuel), 1876. Hijo deD. Francisco García Montalván. Nació en Sevilla en 1876. Estudió en la Escuela de Bellas Artes y es discípulo de D. José García Ramos. Dedícase actualmente á la pintura cerámica. Jiménez (D. Manuel) Pintor que vive actualmente decorando loza al estilo de montería. Martínez (D. José). Pintor de plumeado y montería. Floreció en la segunda mitad del siglo XIX. Montalbán y Quesada (D.^ Dolores), 1849. Nació en Sevilla en 1849, dedicándose á la pintura cerámica de placas con imágenes reli- giosas. Montalbán y Quesada (D.·'^ Enriqueta), 1845. Nació en Sevilla en 1845. Pintó en cerámica, especialmente losetas con santos, empleando los colores blanco y azul. Montalbán y Quesada (D.^ Rufina), 1847. Nació en Sevilla en 1847; dedicándose á la pintura de placas de barro con asuntos reli- giosos. Ojeda (D. Manuel). Pintor de plumeado y población; floreció en el siglo XIX. Pérez (D. Manuel). Nació en Triana, el año de 1832, y fué bauti- zado en la iglesia parroquial de Santa Ana. Pintor práctico, sin estudio de dibujo; trabajó y perfeccionó el estilo antiguo en la fábrica de azu- lejos de D. Manuel Soto y Tello. Ramos Re.iano (D, Manuel), Nació en Palma del Río en 1851 y sus REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XIX 457 aficiones cerámicas impulsáronlo á establecer la fabricación de azuleje- ría de cuenca, cuerda seca y dorada en 1895, continuándola con gran reputación hasta el presente. Recio del Rivero (D José). Nació en Málaga el 19 de Marzo de 1874. Pintor estudioso; discípulo de la Escuela de Bellas Artes de esta Ciudad. Actualmente pinta en la fábrica de los Sres. Mensaque her- manos y Soto R,odríguez y Pérez de Tudela (D. Manuel). Natural de Alcalá de Guadaira. Nació en 2 de Marzo de 1866. Fué discípulo de la Escuela de Bellas Artes de esta Ciudad. Muy jóven dedicóse á la pintura cerámica, entrando en los talleres de la Cartuja, de los que pasó á la fábrica de los Sres. Mensaque y Soto, donde actualmente permanece. Ha sido uno de los más fecundos y notables artistas decoradores de la loza trianera y son innumerables sus obras. En colaboración con el Sr. Arellano (hijo), pintó los zócalos del comedor del Hotel de Madrid; posteriormente y sólo los del Círculo Mercantil de Málaga, los de las casas de los Marqueses de Paradas, en calle Murillo, y de Mérito, en Córdoba: los de D. Mariano Vi- lallonga, en Bilbao y los de la redacción del periódico «Blanco y Negro», en Madrid; ejecutando los cuadros de loza imitación de porcelana, con asuntos de Rafael Sanzio, en blanco y azul que posee el Sr. D. Eduar- do de Ibarra. Ha pintado retablos de azulejos para D. José Calderón, en Santander; para D. J. Luís Sánchez, en San Vicente de la Barquera, y D. José Sánchez Toca, en Madrid. Entre sus obras decorativas de va- sijería, citaremos un par de jarrones de 1 metro 16 de alto, con la zona central azul y en ella asuntos mitológicos, pintadas las figuras con me- dias tintas, imitando carnes. El número de platos, macetas, chimeneas, etc., que ha producido, es incalculable. Soto y Rodríguez (D. Manuel ) Nació en la calle de San Ja- cinto en Triana en 13 de Abril de 1804, fué hijo de D. Manuel Soto y D.®' María del Rosario Rodríguez. Casó con D.® Dolores Tello y Estrada y tuvieron entre otros hijos á D. Manuel Soto y Tello. Fué pintor de los del estilo antiguo en los géneros de montería, población y plumeado en loza fina y basta; y decoró también algunos azulejos de los de 6 pulgadas en cuadro, que se hacían generalmente para remendar los alicatados antiguos. Pintó en las fábricas de D. Juan y D. José de Ojeda, en la de D. Juan Espinosa y en la de D. Saturnino García Montalbán. Soto y Rodríguez (D. Manuel de). Abuelo de D. Fernando de Soto y González, marido de D.^ Dolores Tello y Estrada; vivía en calle Alfare- ría núm. 27 y falleció en 16 de Febrero de 1866. Soto y Tello (D. Manuel de), 1836. Hijo de D. Manuel Soto y Ro- dríguez y de D.®- Dolores Tello y Estrada. Nació en Triana en Julio d« 58 458 REGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XIX 1836. Casó con D.'^ Rosario González y Camacho en 1858 y tuvo entre otros hijos á D. Fernando de Soto y González. Fué discípulo de esta Escuela de Bellas Artes desoje los catorce á los diez y nueve años que contrajo matrimonio, dedicándose á la fabri- cación de azulejos desde 1856. Unióse en compañía con su suegro don Agustín González del Pino, con D. José Ojeda y D. Francisco Ariza, has- ta 1867, en el cual disolvióse la Sociedad que trabajó en la fabiicación de loza basta y fina, azulejos, alizares, arabescos esrnaltados, caños vi- driados, etc. Unido nuevamente á su padre politico, continuó,labrando azulejos de mosáico, loza fina y basta, dedicándose con empeño á la me- jora y perfeccionamiento de la pintura en azulejos planos. Esta segunda sociedad permaneció hasta el año 1872, continuando desde entonces sólo el Sr Soto, cada vez dedicado con más empeño al desarrollo de su industria artística. Muchas fueron las obras que produ- jo desde aquella fecha, y su concurso tuvo que ser muy estimado enton ees, por haberse perdido completamente las tradiciones antiguas y ser el único que se dedicaba á la cerámica artística. Ha dejado recuerdos de su fabricación como ya dejamos dicho en el texto, consignando aquí que á él débese la restauración de los zócalos de la capilla mayor de la iglesia de San Gil de esta Ciudad, y de algunos del Alcázar y de la Casa de Fi- lato. Entre sus clientes se contaron al entonces Príncipe de Gales, hoy Eduardo VII, para el cual fabricó un zócalo de mosáico al estilo mudé- jar; y al Conde de París, que le encargó cantidad de azulejos de aquél género, y pintados, para su Palacio de Villamanrique. Vive actualmente. Soto y Gonzílez (D. Fernando). Hijo de D. Manuel Soto y Tello y de D.^ Rosario González. Nació en 6 de Julio de 1863 y fué bautizado en Santa Ana, de Triana. Recibió su primera educación en este Instituto de 2.^ enseñanza, obteniendo título bachiller y fué también alumno, algún tiempo, de esta Escuela de Bellas Artes. Casó con H.®' Manuela Fernández, en 16 de Octubre de 1886, d,edi- cándese desde jóven á la fabricación cerámica en el taller de su padre, al frente del cual estuvo hasta 1889, en que se constituyó en sociedad con los hermanos D. José y D. Enrique Mensaque, los cuales apronta- ron el capital suficiente. A su inteligencia débese la restauración de la cerámica de cuerda seca, cuya técnica habíase perdido por completo, ya aplicada á la loza, ya á la azulejería, habiendo sido el autor de los zócalos de este género con que en 1892, fué decorado el patio del ex- convento de la Rábida, la portada del zaguán de la casa del autor de este libro, en calle Gravina núm 27, cuyo diseño hizo el notable y ma- logrado escultor D. Pedro Domínguez, un comedor pequeño en el Hotel de Madrid, y otras obras más. Constantemente ha venido verificando ensa,yos, en todos los géne- tlEGISTRO DE OLLEROS. SIGLO XlX 459 ros cerámicos vidriados, obteniendo los más lisonjeros éxitos, siendo también el primer ceramista que halló el secreto del esmalte dorado como el antiguo, aplicándolo con gran perfección á la azulejería en parti- cular. Continúa actualmente dirigiendo la fabricación de los Sres. Men- saque hermanos. Tortosa y Fernández (D. Manuel). Natural de Burgos. Nació en 1840 y estudió la pintura en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. Pintó en la fábrica de Cartuja algún tiempo, y después en los talleres de don Francisco Díaz, en los de D. Manuel Soto y Tello, y en la fábrica de los señores Mensaque y Soto. Ejecutó entre otras obras el alicatado de la escalera de la casa del Sr. Conde de Aguiar, (!) y un retablo con una Concepción para el Hospital Central, decorando infinidad de platos y jarrones. Murió á fines del siglo XIX. En el texto se consignan otras noticias de sus obras. (i) Los dibujos fueron hechos por el laureado artista D. Andrés Parladé y He- redia actual Conde de Aguiar. ÍNDICE DE LOS SUMARIOS QUE COMPONEN LA PRESENTE OBRA Capítulos Págs. I Preliminares.—Barros vidriados.—Antecedentes his- tóricos.—Edad antigua. —Su aplicación á la ar- quitectura y á las necesidades de la vida.—Egip- cios.—Caldeos.—Asirlos. — Fenicios.—Persas. — Griegos.—Etruscos.—Romanos.—Visigodos . . l II La cerámica vidriada en Sevilla.—Breves anteceden- tes bibliográficos.—Qesde cuándo debe comenzar su historia.—Escasez de datos y carencia de docu- mentos relativos á ella durante los períodos prero- mano, romano y visigótico —El califato de Cór- doba.—Los Reyes de Taifa.—Los Almorávides y los Alrnoades.—Concepto de la cultura artística de los segundos.—Significativa concisión con que los ceramófilns tratan de nuestros barros vidriados en este último período 27 III Primeras manifestaciones de la azulejería sevillana. —Diferentes clases en cuanto á los tamaños y for- mas de las piezas.—Procedimientos diversos em- pleados en su fabricación y adorno, desde el siglo XII al XVIII inclusive.—Breve noticia de su téc- nica industrial.—Hornos.—Preparación de los ba- rros, esmaltes ó vidríos.-Ojeada histórica.—Ejem- piares de la época almobade.—Los alminares de San Marcos y de Santa Catalina.—La Capilla de la Piedad en la iglesia de Santa Marina, y los res- tos del mibrab en la de San Esteban.—Las Torres del Homenaje y del Oro.—Los fragmentos descu- Capítulos t^ágs. biertos en el Coro de la Catedral no deben ser considerados como almohades 49 IV La reconquista de Sevilla.—El estilo mudéjar.—Di- ficullades que se ofrecen para la clasificación de los productos cerámicos sarracenos y mudejares. —Escasez de monumentos de este segundo perío- do.—Los azulejos de relieve de Santa Marina, del claustro del Lagarto y de la iglesia de San Andrés. —Los de mosáicu del Alcázar y de la casa de Olea. —Los de las iglesias de Omnium Sanctorum, San Gil y San Esteban.—Aplicación del vidrio á la es- cultura.—El bajo relieve de la Coronación de la Virgen, puede ser clasificado del siglo XIV. . . 73 V Las Corporaciones gremiales y las Ordenanzas de Sevilla.—Los olleros.—Su verdadero concepto.— Diversos lugares en que estuvieron establecidos en esta Ciudad —Sello que emplearon en sus pro- ductos.—Nuevos procedimientos introducidos en la fabricación de azulejos.—Continúa el sistema de los de mosáico. —Sus imitaciones.—Los de cuerda seca.—Sus diferencias técnicas y su apli- cación á la arquitectura.—Monumentos sevillà- nos decorados con azulejería en esta época.—La loza llamada por Davillier de Puente del Arzobis- po puede ser sevillana. 95 VI Continuación del estudio de las producciones cerá- micas de fines del siglo XV y de los comienzos del XVI.—Objetos correspondientes al moblaje doméstico y al religioso — Tinajas.—Queseras.— Tarros de farmàcia —Platos.—Vasijas.—Candiles y otros objetos.—Brocales de pozo.—Pilas bautis- males. —Los azulejos de cuenca del pabellón de Carlos V, en el Alcázar, los de las casas de Medi- naceli (Pilato), Alba y los Pinelos 125 Vil Apuntes biográficos de los dos ceramistas más nota- bles que florecieron en esta Ciudad á fines del siglo XV y en los comienzos del XVI. —Fernán Martí- nez Guijarro, azulejero de los Reyes Católicos en el Alcázar de Sevilla.—Fama que alcanzó con sus productos,—Secretos de su fabricación.—Compa- Ir. Capítulos Págs. Cía que estableció con otros artífices.—Fecha de su muerte.—Francisco Niculoso Pisano.—Su in- fluencia y significación entre los ceramistas sevi- llanos.—Noticias que nos quedan de sus obras, ya de las existentes, ya de las que han desaparecido. —Documentos inéditos para ilustrar las biografías de ambos maestros 147 VIII El Renacimiento en Sevilla—El estilo plateresco.— Extraordinario auge que alcanzaron en esta ciu- dad las industrias artísticas y especialmente la ce- rámica.—Del corte de los azulejos en las obras de albañilería, según las Ordenanzas de Sevilla.— Propágase el gusto por los llamados hoy de cuenca. —Una muestra de azulejería plateresca de cuerda seca.—Nuevo procedimientointroducido por Fran- cisco Niculoso. - Los azulejos dePisano.—Examen de las obras que existen de aquel maestro y noticia descriptiva de las que han desaparecido.—Aplica- ción del vidrio á la escultura 183 IX Los continuadores de Niculoso.—Francisco Andrea y Roque Hernández.—Cristóbal de Augusta.—Da- tos biográficos y examen de sus obras.—Juan Gas- cón, Pedro Antonio y BartoloméSambarino,—Vir- gilio Cortivas, Tomás y Jusepe de Pesaro.—Azu- lejos de pisano que se conservan en Sevilla.—Zó- calos, frontales do altar, losetas que acreditaban la propiedad de fincas y edificios de corporaciones y particulares.—Jerónimo Montero, vecino de esta ciudad, ensaya vidrios en Talavera, de orden del Rey 219 X La exportación de azulejos sevillanos á poblaciones españolas.—Valencia.—Granada.—Córdoba -Car- mona.—Flores de Avila.—La calera de León.—• Deusto, y á otras extranjeras.—Lisboa.—Coimbra. Evora.—Funchal.—Bristol. — -Milán.— ¿Flandes? ¿Egipto? 255 XI De la loza dorada. —Orígenes más probables.—Su introducción en España,—Dudas que se ofrecen para fijar la fecha en que tuvo lugar. —Error de Davillier al considerar á la Isla de Mallorca como Capítulos Pâjrs. el más importante centro de su fabricación en Es- paña.—Fundado concepto contrario sostenido por Campaner.—Aplicación de este procedimiento á los barros sevillanos, granadinos y malagueños.— Ejemplares que pueden citarse.—Dificultades que siempre ofreció su empleo, aún á los mismos olle- ros antiguos.—La receta del dorado fué un secreto en aquellos tiempos.—Imposibilidad de determi- nar en los platos y vasijas doradas, conocidos hoy, los diferentes puntos de su fabricación.—Ejempla- res de azulejería dorada y cobriza que existen en Sevilla ó que seguramente prccediemn de sus fá- bricas 277 KII La cerámica sevillana en el siglo XVII.—Procedi- raientos que se emplearon.—La Tasa general de precios de las mercaderías de esta Ciudad de 1627. —Imitaciones de los barros de Talavera y de las porcelanas de la China hechas en Sevilla.—La gran pintura en azulejos como decoración arquitec- tónica.—Los cuadros de este género en las porta- das de la ex-iglesia del Pópulo y en las de los tem- píos de San Francisco de Páula y de la Caridad.— Zócalos de azulejos en los parroquiales de San Es- téban, San Isidoro, y San Martín, Convento de Santa Páula, ex-iglesia de Regina Angelorum y Sa- cristià del Sagrario de la Catedral.—Frontaleras de altares.—Comienzo de la decadencia en los azule- jos de pisano y en los de cuenca.—Los olleros se- villanos no firmaron sus obras 303 XIII La decadencia artístico-industrial en el siglo XVIII. —Cáusas más principales.— Caracteres que se re- velan en las obras entonces producidas.—Ejem- piares más notables de fabricación trianera que pueden ser considerados como excepciones del es- tilo decadente.—Los cuadros de azulejos de San Felipe Neri y del Espíritu Santo en esta ciudad y los de la Capilla de las Animas en la Iglesia Ma- yor de la villa de Rota 329 XIV La cerámica vidriada en Sevilla en el siglo XIX.— Lamentable estado de postración en que se halla- Capítulos el más importante centro de su fabricación en Es- pafia.—Fundado concepto contrario sostenido por ha. —D. Manuel Tello Campaner.—Aplicación de procedimiento á Soto y inicia la este restauración de esta industria artística á la cual no- los barros sevillanos, granadinos y malagueños.— coadyuvan tables pintores —Los hermanos D. José D. Mi- Ejemplares que pueden citarse.—Dificultades que y guel Jiménez producen los primeros de siempre ofreció su empleo, aún á los mismos olle- azulejos cuenca y posteriormente inventan un nuevo es- ros antiguos.—La receta del dorado fué un secreto aquellos tiempos.—Imposibilidad de determi- malte cobrizo sobre fondo verde tinta.—D. Fernán- en do vasijas doradas, conocidos hoy, Soto y González aplica á la cerámica todos los nar en los platos y halla el los diferentes de fabricación.—Ejempla- antiguos procedimientos secreto de la puntos su y loza res de azulejería dorada y cobriza existen en dorada.—Únese en que compañía con los herma- de nos D. José D. Sevilla ó que seguramente precedieron sus fá- y Enrique Mensaque.—Coopera- bricas 277 ción que les presta un aficionado.—Notable rena- cimiento de esta industria.—Propágase el antiguo XII La cerámica sevillana en el siglo XVII.—Procedí- gusto.—Las fábricas de la Cartuja, Ramos Rejano mientes que se emplearon.—La Tasa general de y Viuda, de Gómez.—Obras más notables produci- precios de las mercaderías de esta Ciudad de 1627. das en nuestros días de las — Imitaciones de los barros de Talavera y porcelanas de la China hechas en Sevilla.—La gran pintura en azulejos como decoración arquitec- tónica.—Los cuadros de este género en las porta- das de la ex-iglesia del Pópulo y en las de los tem- píos de San Francisco de Páula y de la Caridad.— Zócalos de azulejos en los parroquiales de San Es- téban, San Isidoro, y San Martín, Convento de Santa Páula, ex-iglesia de Regina Angelorum y Sa- FIN DEL ÍNDICE cristià del Sagrario de la Catedral.—Frontaleras de altares.—Comienzo de la decadencia en los azule- jos de pisano y en los de cuenca.—Los olleros se- villanos no firmaron sus obras 303 XIII La decadencia artístico-industrial en el siglo XVIII. —Cáusas más principales.— Caracteres que se re- velan en las obras entonces producidas.—Ejem- piares más notables de fabricación trianera que pueden ser considerados como excepciones del es- tilo decadente.—Los cuadros de azulejos de San Felipe Neri y del Espíritu Santo en esta ciudad y los de la Capilla de las Animas en la Iglesia Ma- yor de la villa de Rota 329 XIV La cerámica vidriada en Sevilla en el siglo XIX.— Lamentable estado de postración en que se halla- 59 Capítulos Págs ba. —D. Manuel Soto y Tollo inicia la restauración de esta industria artística á la cual coadyuvan no- tables pintores —Los hermanos D. José y D. Mi- guel Jiménez producen los primeros azulejos de cuenca y posteriormente inventan un nuevo es- malte cobrizo sobre fondo verde tinta.—D. Fernán- do Soto y González aplica á la cerámica todos los antiguos procedimientos y halla el secreto de la loza dorada.—Únese en compañía con los herma- nos D. José y D. Enrique Mensaque.—Coopera- ción que les presta un aficionado.—Notable rena- cimiento de esta industria.—Propágase el antiguo gusto.—Las fábricas de la Cartuja, Ramos Rejano y Viuda, de Gómez.—Obras más notables product- das en nuestros días 347 FIN DEL ÍNDICE 59 ERRATAS MÁS IMPORTANTES Páginas Líneas DICE DEBE DECIR 23 6 y el número 4 fué hallado en Villafranca el número 8. 33 6 diversos pueblos á nuestra Península diversos pueblos en nues- tra Península. 51 27 piecesitas piececitas. 69 20 azulujos 115 23 plato hecho por plato hecha 127 29 por. Museo arqueolohico. . . . Museo 147 En arqueológico. el cap. VII la letra capital E, hállase colocada al revés. 185 24 as como así como. 186 3 os recuerdos los recuerdos. 191 17 0'7 á O'S 0'17 á 0'18. 213 El epígrafe de la lámina dice: altar de Santiago en la Iglesia de Santiago . . . en la iglesia de Tentudía. 213 28 Valencia Valencia. 813 26 fué construido el primero. . construida la 318 8 primera. retocadas retocados. 324 El fotograbado está invertido. Debe verse al contrario. 361 Fig. 80 Fig. 79. 363 Fig. 79 Fig. 80. Fué impreso el presente libro intitulado «Historia de los barros vidriados sevillanos, desde sus oríge- nes hasta nuestros días» en la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla en la oficina de La Andalucía Moderna, á expensas de Mr. Archer M. Huntington. Acabóse el día viernes 30 de Noviembre del año de N. S. Jesucristo de mil novecien- tos y tres años. í * OBRAS PU15L1CAÜAS IJEL MISMO AUTOR Pesetas «Apuntes del natural».—Leyendas y articulos.—Girones y Orduña.—Sevilla, 1883. Un vol. 4.° (agotada). «Pedro Millán».—Ensayo biográfico-crítico del escultor sevi- llano de este nombre (siglo XV-XVI) Tarascó.—Sevilla, 1884.—Un vol. 4.° may. (agotada). «Curiosidades antiguas sevillanas».—Estudios arqueológicos.-- Tomo 1. Sevilla, «El Universal», 1885.—Un vol. 4.° men. (agotada). «Noticia histórico-descriptiva del antiguo pendón de la ciudad de Sevilla, que se conserva en su Archivo Municipal».— Sevilla, Gironès y Orduña, 1885. —Un folleto 4.". ... 2 «Discurso leído en la Junta general pública que para adjudi- car premios á los alumnos que más se habían distinguido en el último año académico celebró la Academia de Bellas Artes de 1.^ clase de esta Ciudad el día 29 de Abril de 1888».—Sevilla, Ariza 1889.—Un folleto 4.° (agotado). «Un recuerdo de la batalla de Bailen».—Sevilla, Girones y Orduña, 1899. LTn folleto 4.® (agotada). «Necrología del Excmo. Sr. D. Francisco M.®' Tubino».—Se- villa, «La Arídalueía», 1889.r—Un folleto 4.° (agotada). «Sevilla Monumental y artística».- Historia y descripción de todos los edificios notables, religiosos y civiles que existen actualmente en esta ciudad, y noticia de las preciosidades artísticas y arqueológicas que en ellos se conservan.—Se- villa, «El Orden», y Gironès y Orduña 1889-1892. Tres vo- lúmenes 4.° may. Tomos I, 11 y HI 45 «Relación del caso memorable del Racionero Juan Martínez de Victoria, etc., etc.»—Sevilla, 1889,—Gironès y Orduña. —Un vol. 4.° (agotada). «Valdès y Mañara».—Sevilla, Gironès y Orduña.—Un folleto 4.° (agotada). «El Navio, El Santo Rey D. Fernando».—Memorias históricas sevillanas.—Sevilla, Gironès y Orduña, 1830.—Un folleto 4.° (agotada). «Noticia histórico-descriptiva de la Bandera de la Hermandad de Nuestra Señora de los Reyes y San Mateo, vulgo de los Sastres».—Sevilla, Gironès y Orduña, 1891.—Un vol. 4.® esp 5 «Los Reyes Católicos en Sevilla» (1477-78). Sevilla 1891.— Revista de Tribunales.--Un folleto 4.® 2 Pesetas «Historia y descripción de la Sacristía mayor de la Catedral de Sevilla y de las preciosidades artísticas que en ella se cus- todian».—Texto español y francés—Sevillíl Revista de Tri- bunales, 1892.—Un folleto 8.® (agotada). «Recuerdos del Monasterio de Nuestra Señora de Regla.—Se- villa—Rasco 1894.—Un folleto 4.° (agotada) «Contestación á las notas del Pbro. Sr. D. Manuel Serrano en su libro». «Noticia histórica de la devoción y culto de Se- villa á la Concepción, etc.» —Sevilla. «La Andalucía Mo- derna», 1894.—Un folleto 4® (agotada). «Segundo bodoque epistolario que contra el deleznable pro- pugnáculo de la malaventurada crítica histórico-artístico arqueológica, del Pbro. D. Manuel Serrano y Ortega, lanza el Ldo. Gestoso, en defensa de la verdad, estropeada lasti- mosamente por su Paternidad en el libric 'O.» «Las tradició- nes sevillanas».—Sevilla «La Andalucía Moderna», 1895. —Un folleto 4.° (agotada). «Nuevos datos para ilustrar las biografías del Maestro Juan de Malara y de Mateo Alemán».—Sevilla 1896.—«La Re- gión».—Uh folleto 8.® may. (agotada). «Catálogo do las obras que forman la Exposición retrospectiva de la pintura sevillana durante el mes de Abril del presen- te año».— Sevilla, «La Región», 1896.—Un folleto 8.® may. (agotada). «Informe propuesto á la Comisión provincial de Monumentos históricos y artísticos acerca del significado de los Blasones de la Banda que aparecen en el Alcázar de Sevilla:» por los Sres. Vocales de la misma D. Francisco Caballero-Infante y D. José Gestoso.—Sevilla, Rasco 1896.—Un folleto 4.® (agotada). «Guía artística de Sevilla».—Historia y descripción de sus principales monumentos religiosos y civiles, y noticia de las preciosidades artístico-arqueológicas que en ellos se conservan, etc. (S.®' edición).—Sevilla, «La Andalucía Mo- derna», 1898.—Un vol. 8.® (con fotograbados) 3 «Guía histórico descriptiva del Alcázar de Sevilla».—(3.® edi- ción). Sevilla, Imp. Salesiana, 1899.—Un folleto 12.° (con fotograbados) 2 «Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla desde el siglo XIII al XVIII inclusive». Sevilla, «La Andalucía Moderna», 1899.—Dos vols. Tomos I y 11. 20 «Nuevos documentos colombinos».—Carta que dirige á la Excma. Sra. Duquesa Vda. de Berwick y de Alba José Gestoso y Pérez.—Sevilla, «La Andalucía Moderna», 1902. —ITn folleto 4.° may 5 Esta obra y las demás del mismo autor se hallan de venta en Sevilla, en las librerías de D. Juan A. Fe y D. Tomas Sanz, calle de las Sierpes núms. 89 y 90, y en Madrid, en la de don Mariano Murillo, calle Alcalá. //Ad? /Af ^ ^n^utídi. / V^>A d CZA/U^ -i—t- nm ■ ■ ■ E■5■■ ■■■■■m■ 1*^ >_ / t7 —|-~tré^AT c^ f-> rir/ — 5 ifjr TTà A m VL2 — — — — p S- -A !2 — - — — — f L - -A WiW7ak>/u ' ■ {/ C :^/ A > '<7ir- -> *4 y -i ^ y y fi {A lií i— >á í*a t-.« Ifn m U* -M& A — ~í m WA — ^— — ií g5 VfA !- r/ r P7 4A i y 't^i K. 'ip £ V ' li^ yu yf. "i %< M % r^ií ■ é i A k'. 7 T f •l á »/ ► V * «1ír / 1 » tt'M w r / /.r/'/ yy/ i i ¡ i 1 i / t4> iVà /í r ^ A' 3V j i i 1 1 1 ■ i 1 1 i 1 T ! 1 i 1 i 1 1 • J .. Î . .. 1 ■ i ■ ! ! 1 i \ 1 j ! . • A / líí^z> A y ! ... J.. 2 - . Tr fÍ0i W*' r %'r\V A. > \ \Ài(^ ' \ ■ t ■*z 1 i H_ { H éÀJi, í¿iH*t£ ;/\p Á V 1 ...i i „ " j . 1 -1 ¡ 1 i - —— _ ,, __4 _ =: 226 CRISTOBAL DE AUGUSTA CRISTOBAL DE AUGUSTA 227 En los plintos de las estípites divisorias de los tableros de valen e montan ciento e cinquenta mil maravedis los cuales pro- dicho zócalo, el erudito Matute y el docto arqueólogo D. Juan Fa- meto e me obligo de os los dar e pagar en rreales de plata que cundo Riaño, leyeron repetidas veces la palabra A-V-S-T-A, pero los valan e monten aqui en sevillà sin pleito alguno desde oy de careciendo de toda otra noticia ó antecedente, ninguno de ellos la fecha desta carta en vn año primero siguiente so pena del do- pudo explicar el significado de aquellas letras que han venido blo en los quales dichos cuatrocientos ducados desta dicha pro- siendo hasta aquí consideradas como un enigma por cuantos cera- mesa entra e se comprende toda la parte de legitima y erencia a mófilos han examinado los grandiosos zócalos. No demostraron la dicha mi hija perteneciente de la -dicha su madre y los quaren- unos y otros gran diligencia ni escrupulosidad, porque de haberlas ta ducados que prometió e mando a la dicha mi hija juan gutie- tenido habrían encontrado én algunos sitios bien escrito el nom- rres su hermano difunto que dios aya por vna clausula de su tes- bre del artífice, leyendo claramente la palabra AVGVSTA. Ver- tamento que fiso e otorgo so el qual falleçio E para la paga e cum- dad que aún así tenían que ofrecerse dudas para interpretar plimiento de lo susodicho por esta carta doy poder cumplido e su exacto significado, que tuvimos la suerte de hallar, cuando en bastante a cualesquier jueces e justicias e personas de qualquier 1888 emprendimos la tarea de examinar los papeles que consti- estado e juridicion que sean para que sin me llamar ni vencer en tuían el ignorado archivo del Alcázar. juicio sobre esta rrason me puedan prender... . etc. Siguen las Por ellos supimos que Cristobal de Augusta fué el autor de fórmulas del derecho. Fecha la carta en el oficio de Juan Perez los hermosos zócalos; per( (') nado seguía preguntando: bién hemos tenido la suerti el siguiente documento: «En el nombre de di( ren como yo roque hernan| villa en triana otorgo e con de azulejo de la obra de ití augusta y de ysauel de dic£ carta de pago en favor de su vecinos que fueron de la |nta de los vecino de 84.250 de la dote, navarra que soys restándole el dicho su sue- que por quanto mediante día Alonso santo seruiçio esta tratado I García, ollero, 'ó á pagarle la última canti- de augusta os desposeys e| 10 en efecto hubo de cum- e manda la santa madre i^ h de del referido dez mi hija legitima e de li Septiembre que dios aya e porque el consta que era ve- gays con que sustentar las | [ocumento de Omnium Sanctorum; en te carta vos prometo e mí dotales e caudal conocido quatroçientos ducados de .rch. gral. da protocolos.