Hpuntes sobre Cerámica ¡Morisca por 6. % de Osma. £cxto0 V ©ocumcntoe ^alencianoe: N.° m. ^ Xas Bícísas del Tftc^ en tos paoímentos de «obra de Manises» ï)ei Castillo de Wpoles. (Bnos 1446:; 1455. í ((^.g<ÎO«îû) /rc<5 - ¡Madrid: ¡MC¡MlX años. - r" íK ... ;í--C ■«=• W"t»ï'^^·..-.'ÍÍJ.'· ;.ïi.í Hpuntes sobre Cerámica ¡Morisca por 6. 7. de Osma. STextoe ^ ©ocumentos Síalencianos: N" m. Xas Síí^ísas del en los pammentos de «obra de 3Ê»ani6e6)) M Castillo de IBápoles. (Eños 1446^1455.) % efe Cr®' ¡Madrid: ¡MC¡MIX años. Gjemplar num. j_ 7 Q NOTA Compruébase en el tercer Cuaderno de estos Apuntes lo que tenía que suceder. Publicándose escalonados textos nuevos, es inevitable que el comen- tario, tramitado entre consultas que á veces transcienden á juicio contradicto- rio, carezca de ordenación y de unidad; y por de contado, ahora como antes, es más lo que se apunta con ocasión de los textos, que acerca de lo que los mismos dicen. En la anterior entrega, á propósito de los precios de la « obra de terra » de Manises en el siglo XV , recayeron notas sobre el valor y el poder de la moneda. Ahora, alrededor del encargo de los azulejos para el castillo de Nápoles, nos hemos corrido á la exportación á Italia, en gene- ral; y á las divisas y empresas de nuestros Reyes en tiempos anteriores al de Don Alfonso V de iVragón. Respecto de las noticias que á dichas divisas se contraen, cúmplenos una vez más agradecer, en nombre de los lectores á quienes interesaren, la constante bondad de los Señores Paz y Mélia, de Bofarull, Ferrandis y Arigita, por cuanto hace al cotejo de citas y textos en la Biblioteca Nacional, en el Archivo de la Corona de Aragón, en el Regional de Valencia y en el de la Cámara de Comptes de Pamplona, res- pectivamente. Madrid, Junio de 1909. G. J. DE OSMA. Entre tantas noticias como en el Archivo Regional de Valencia se han hallado y se relacionan con la industria y el comercio de la «obra de terra» en el siglo XV, revisten especial interés las que se refieren á los azulejos de Manises que por los años 1446 á 1458 se enviaban á Italia, de orden del rey Don Alfonso V de Aragón, I de Nápoles. Los detalles, singular- mente, del viaje que realizó el maestro Johan Murcí para colocar los azulejos en estancias del Castillo Nuevo de Nápoles y asimismo, al parecer, en el de Gaeta, transcienden, por su minuciosidad, á todo un cuadro de costumbres I de aquel tiempo: muy interesante por lo que hace á la exportación de nues- tros barros vidriados, á Italia precisamente. Aunque Don Alfonso pasara tanta parte de su reinado en Nápoles y más se preocupara de Italia que de Aragón, no se contentó con llevar de España, en su acompañamiento, capitanes y jurisconsultos, pintores como Jacomart y hasta capilla de cantores; solía proveerse de artículos para su uso personal y de objetos de arte procedentes de Valencia, como si los prefiriese á los italianos. Consta que á Valencia encargó alhajas de plata y de oro, códices iluminados é infinidad de cosas más (O, aparte de los productos especiales de Manises, de que nos hemos de ocupar. (i) Es muy de desear que el erudito oficial del Archivo valenciano, Don Manuel Ferrandis, publique un interesantísimo trabajo suyo, sobre algunos de estos encargos. Por lo que á la «obra de terra» se refiere, pudo el ejemplo del Rey ser parte á que en Nápoles arraigara alguna moda ó tomaran nuevo impulso las aplicaciones del barro vidriado: en los pavimentos de azulejos, por ejemplo. Ha solido citarse, precisamente como el más antiguo de cuantos en Italia se hayan conservado, el de la capilla de Caracciolo, en la iglesia de S. Gio- vanni a Carbonaro, de Nápoles. Dicha capilla, fundada en memoria de per- sonaje que falleció en 1432, se labraría algunos años después, y pudo ser hacia 1446 ó más tarde. En obra reciente (O se hace constar que los azulejos de aquella capilla no guardan semejanza con ninguna labor cerámica que á la sazón se hiciera en Nápoles: infiriendo el autor que pudieron traerse de Fio- rencia. A otra hipótesis nos podríamos inclinar ahora, conociendo el hecho positivo de que á Manises encargaba el Rey los azulejos que hubiera menes- ter, por aquellos mismos años, para sus palacios y castillos de Nápoles. Sin negar la posibilidad—en abstracto y si se quiere—de que Don Alfonso pre- firiese por razón puramente sentimental el producto de sus reinos patrimonia- les, es lo cierto que á Florencia como á toda Italia se exportaba la «obra de terra» valenciana, á la sazón; y tratándose especialmente de azulejos, hemos de recordar que mucho antes solieron ser llamados nuestros alfareros á labrar y á colocar pavimentos en cortes y ciudades extranjeras (2). Cuando se qui- sieran cantidades considerables de azulejos en localidad adonde hubieren de llevarse por tierra, tendría evidente cuenta el que fuesen los maestros á labrar- los á pie de fábrica (3); y asimismo, cuando se tratare de aplicaciones que revistieran novedad, sería natural que fueran á colocar los azulejos artífices prácticos y peritos en asentarlos, ya que en la localidad, ex hypothesi, no se habían de encontrar: siendo probabilidad ésta, que habrá de tenerse presente al discurrir sobre el encargo que desde Nápoles hizo Don Alfonso V en el año 1446. Por lo demás, siendo tan notoria la influencia del arte morisco en la cerámica italiana del siglo XV, no pasaría de ser un caso y un dato más (1) H. Wallis: Italian Ceramic Art. The Maiolica Pavement tiles of the xv.th Century, (Lon- dres: 1902.) (2) Véase Cuaderno 11, pág. 9, y núms. i á 3 de los Textos originales. (3) Hacia el año 1385, los azulejos para la Torre de Maubergeon se labraban en Poitiers bajo la dirección del artífice «Jehan de Valence». el que se comprobara en la imitación napolitana (O, subsiguiente á la impor- tación de «rajólas» valencianas, en los pavimentos de la segunda mitad de dicho siglo. * Contráense estos Apuntes á la reseña de datos y noticias acerca de la in- dustria alfarera nuestra. No pretenderemos invadir el campo fronterizo, de la de Italia, que tanta gloria hubo de alcanzar, cuando ya la de Valencia decayera. Mas nos acompaña, en todo momento, la convicción de que al arte italiano sirvió de modelo precisamente la «obra de malica» valenciana, y ras- treamos indicio de ello, hasta en la significación primitiva de la expresión maiolica, con el alcance propio que en el siglo XV tuvo. En Italia, después de mediado el siglo xvi, se dijo « maiolica » la loza • esmaltada, en general: del mismo modo que la palabra pisa tuvo en Cata- luña y en Levante, desde el siglo xvil y hasta tiempos muy recientes, una significación genérica equivalente á la de la palabra francesa faïence. Mas hay que ven lo que en el comienzo, específicamente, se designara en cada caso. En Francia, se llamaría « faïence » el producto que fuera peculiar de Faenza; luego, el que más se le pareciera ó se le quisiera parecer; andando el tiempo, alcanzaría el vocablo su extensión actual. En otro lugar hemos advertido las distintas significaciones » que en diversas épocas tuvo nuestra palabra «pisa : cuando en el siglo XV, en los inventarios de Vich, significara loza de Pisa ó acaso la que se importara á Cataluña en galeras pisanas ; cuando más tarde designó, en Sevilla especialmente, una labor polícroma que se imitaba ó se suponía imitada de la de Pisa; y cuando más adelante adquirió mayor exten- (i) Para discurrir en firme si los azulejos de aquella capilla de Caracciolo fueran importados ó imitados de Manises, sería preciso cotejar directamente su técnica con la de azulejos conocida- mente valencianos, de los mismos colores. Desde luego es mucha la semejanza del decorado; y la disposición de las piezas en aquel pavimento es la tradicional de nuestros alfardons. Los azulejos que pai-a el Castel-Novo encargaba á Manises el Rey, debían llevar — á, juzgar por lo que costaron — realces y decorado de lustre metálico; mas en el propio Manises, como en los demás pueblos alfareros de Valencia, se hacían á la vez azulejos en los colores que fueren corrien- tes: sin los realces, de lujo, del dorado. Recuérdese cómo el contrato de los maestros que fueron á Aviñón expresaba taxativamente que iban á labrar azulejos pintados «en los colores azul, blanco, verde morado». Aquel mismo instrumento consignaba, con la meticulosidad propia de tales docu- y mentos aquel tiempo, los maestros, á la vez que artífices en azulejos, lo eran de la obra « de en que malica». (Véase el texto núm. z, de los Maestros Alfareros de Manisesl) sión, precisamente por haberse generalizado y vulgarizado aquella policromía en los barros vidriados de uso más común (0. Y á nosotros ha tiempo que nos pareció verosímil que la palabra maiolica fuera, en su comienzo, una cuasi-traducción, corrupción ó como se quiera llamar la adaptación de la pala- bra malica (2): sin perjuicio de que alguna vez se escribiera también « maiori- ca », tal vez cuando fueran naves mallorquinas las que tomaran parte princi- pal en el comercio (3); por donde á su vez se sugeriría la leyenda, convertible en tradición, de aquel botín de loza sarracena traído de Mallorca por los pisa- nos cuando en el año 1115, en unión de los catalanes, invadieron y saquearon la isla (4). No descansa tal creencia buenamente sobre la posibilidad de que antes se dijera maiolica que maiorica^ y la evidente facilidad con que pudo sustituirse una por otra forma y aun escribirse de ambas maneras á un tiem- po. Corrobórase en varios antecedentes y circunstancias, que aisladamente ya nos eran familiares. Por lo pronto tenemos que en el texto italiano del año 1442, en que por primera vez (que conozcamos) se encuentra la expresión, se escribe precisa- (t) Véanse Cuaderno i, pág. 39; y Cuaderno 11, págs. 6 y 7 (nota). (2) Véase Loza Dorada de Manises, cap. 11; y Maestros Alfareros, pág. 6, nota 2. El nombre del puerto de Málaga se escribe todavía Malica en un mapa de la Europa Occidental, al folio último del Mapa Mundi de < Vincencius Demetrius Voltius, Raguseus», hecho en Nápoles á 28 de Febrero 1592. (Códice de la Biblioteca Nacional.) (3) No hay razón alguna para suponer que jamás se fabricara, en las Baleares, loza dorada como la valenciana. La atribución al pueblo de Inca, en Mallorca, de determinados ejemplares de dicha loza dorada, descansó en su origen sobre una mala inteligencia y en todo caso sobre una interpre- tación extensiva de un texto totalmente inadecuado para la conclusión que en él se quisiera fundar. La noticia concreta comunicada á un distinguido escritor francés, sólo daba á conocer la existencia de un testamento otorgado á 15 de Febrero de 1286 por Jacobus Marata Figulus Inque] y no deja de ser curioso el caso de que el Catálogo de uno de los principales museos de Europa siga atribu- yendo á la «fábrica de Inca» cuarenta y tantos de los platos que en sus vitrinas se atesoran, porque alguna vez otorgara testamento un alfarero de aquel pueblo. (4) Se quiso suponer que los scodeleti ó bacini, procedentes de aquel botín, se colocaron como trofeos en las fachadas de las iglesias de los conquistadores, en la forma que se conoce en edificios italianos de los siglos xii y xiii. Adviértase cómo tal leyenda había de surgir más naturalmente en tiempos en que alcanzara es- pecial nombradla la labor que se dijera de maiorica: cual precisamente acontecía á mediados del si- glo XV. Por su propio fuero exento, la leyenda no había de reparar en que aquellos bacini de antaño en nada se parecían á la loza que á la sazón llamaban maiolica ó maiorica los italianos. mente de ambas maneras: maiolica y maiorica (0; y sabemos que se aplica- ba á importaciones del extranjero (2). Ahora bien : ya sabemos que la expresión de « obra de malica » era co- rriente, en el comercio de la cerámica valenciana, desde la primera mitad del siglo XIV, cuando menos (3); que designaba labor que por mucho tiempo se hubo de identificar con los talleres de Manises, y que era la labor dorada: siendo así que el realce ó decoración en lustre metálico, en nuestra cerámica morisca, se dió siempre sobre baño blanco opaco de esmalte estañífero, lo mismo en los productos valencianos que antes en los granadinos. Se ha supuesto que dicho baño estañífero se conoció en España desde los primeros tiempos de la dominación almohade: es decir, desde la primera mitad del siglo xiii. No lo afirmaremos ni lo negaremos, porque lo ignora- mos; y harto difícil es averiguar el tiempo en que se estrenaran progresos en la técnica, en industrias de antaño. Lo que de todas suertes no ofrece duda es que el esmalte estañífero se conociera en la alfarería morisca española antes que en parte alguna de Europa, en la Edad Media (4). En Valencia, al tiempo de la reconquista de Don Jaime, en el siglo xill, tenía la industria alfa- rera la bastante importancia para que se otorgaran cartas de privilegio á los pueblos y arrabales alfareros. Nada dice esto, por de contado, acerca de si fuera estañífero ó no, á la sazón, el vidriado de su «obra de terra», pero tam- poco, en realidad, importa ahora á nuestro razonamiento. Cuando más tarde se conoció por «obra de malica» una labor especial, sería porque entrañara (1) En el tratado á manera de portulano Pratica della mercatiira, serUta da Giov. di Ant. da Uzzano (Códice de 1442, impreso en 1765 en el Tratado «Della Décima^ etc.», de Giovanni Frances- co Pagnini), se consigna, al hablar de las gabelas que se satisfacían en Siena, la que correspondía á los «... platos, escudillas ó artículos similares de maiorica» (... iaglieri scodele ó simili de maiorica); y, más adelante, refiriéndose á Pisa, se rnenciona el precio á que «en dicha ciudad se venden... las escudillas finas de maiolica» {Scodelle di maiolica fine si vendono in Pisa fiorini 3 in si grossa che sono dozini 12...) (2) De un recargo del derecho que devengaba todo producto cerámico que á Siena se impor- tara, se exceptuaron en el año 1476 los lavori di maiorica. (Texto citado por Van de Put, Hispano- Moresqtie ware of the xv.th Centu?-y., pág. 6, nota.) (3) Cuaderno 11, págs. 5-6. (4) En la antigüedad se conoció el óxido de estaño, que daba el blanco opaco, en la cerámica babilónica y asiria ; mas ni entonces, ni en la Edad Media—ni en Egipto, ni en Asia Menor, ni en Persia—, se empleó en forma de baño que sirviese de fondo á decoración en lustres ó colores. (Véase la obra de Drury Fortnum: Maiolica [Oxford, 1906], págs. 12 y 13.) alguna novedad; y siendo parte á tal novedad el lustre metálico (dado preci- sámente sobre esmalte estañífero), nos basta esta circunstancia para saber que en la loza importada de Valencia á Italia y que llamaran los italianos maiolica ó maioríca^ concurrían ambas circunstancias ó condiciones, la del esmalte y la del realce: el baño estañífero y la labor dorada. Pues por lo que hace á comprobar que «maiolica» se dijo, en un comien- zo, de la obra de «malica» valenciana, adviértase que dicha palabra, cuando con propiedad técnica se empleara en Italia en todo el siglo XV y hasta muy entrado el xvi, significó, no buenamente «loza esmaltada», sino la que fuera esmaltada y además llevara realces ó decoración en lustre metálico (0: preci- sámente la labor que hasta mitad del siglo xv fué privativa de Manises (2). Así se comprueba, por modo decisivo, en el Tratado del ceramista Pie- colpasso, que siempre habrá de citarse cuando se discurra sobre la industria cerámica de aquel tiempo. En su Arte del Vasaio (3), describe minuciosamen- te toda la técnica de su oficio, detallando la composición de cada esmalte (á comenzar por el blanco, de estaño), y todos los procedimientos de la pin- tura polícroma sobre el barro esmaltado (4); y luego, por separado, en un suplemento á su propia obra, consigna y describe el modo de hacer maio- lica^ tal como á él se lo han contado, pues dice taxativamente que él mis- mo nunca ha hecho ni visto hacer «maiolica»; y luego define que es de- coración que se da á pincel sobre objetos ya terminados (según le consta que se hace en «Ugubio») y puntualiza que donde haya de darse el lustre metálico, se deja en blanco el baño al llevarse los demás colores al horno, completándose depués la decoración con el lustre cuya composición ccnsig- (t) Véase Drury Fortnum, obra citada, pág. 15. (2) Téngase en cuenta que los realces de lustre metálico no se conocen en productos italia- nos que puedan ser anteriores á la segunda mitad del siglo XV: mientras que la mención de nuestra obra de malica se halla, en los inventarios de Vich, desde el año 1341; y se especifica la labor dorada en infinidad de objetos que en 1414 se detallan en contratos de alfareros de Manises. (3) Ms. de la Biblioteca del Museo de South Kensington. El Tratado se acabó de escribir hacia 1548 ó 1550. Ha sido traducido al francés en 1861; yantes se imprimió el texto, en Roma, en 1857. El autor, Cipriano Piccolpasso, célebre ceramista de Castel Durante, era también médico, y sería químico, además, según se desprende de las recetas que en el manuscrito se detallan. (4) Es decir, precisamente la labor que después de los días de Piccolpasso se ha venido á co- nocer por «majolica»; y era la misma que en vida de dicho ceramista se llamaba en los alfahares sevillanos labor «á la italiana», en colores y esmaltes que se decían«pisanos». _ 13 ^ (O, variaba según se quisiere el reflejo llamado rosso da maioUca na y que ó el de la maiolica d'oro. Con efecto, la «maiolica» que describía en 1550 Piccolpasso se había hecho célebre en los talleres de Gubbio, si bien no antes (que fijamente sepa- mos) del año 1517 ; mas ahora hemos de recordar, por cuanto hace á nues- tro argumento, que anteriormente—desde la segunda mitad del siglo XV— se conocieron en Italia labores en lustre metálico: mas fué en decoraciones dadas, no sobre baño de esmalte estañífero, sino sobre vidriados de óxido de plomo. (Dicha decoración, en cerámica de baño silíceo con mezcla mayor ó menor de plomo, se había conocido en Oriente desde muy antiguo, acaso desde el siglo x, y de Oriente púdose imitar en Italia, cuando por primera vez se hiciere en Pesaro ó en Diruta (2) á fines del xv.) Pero advertimos que tales productos se decían de mezza-maiolica como para reconocer que sólo lo referente al realce metálico, mas no al esmalte estaní- en una parte — en semejaban la «maiolica» valenciana, tan nombrada á la sazón en Ita- fero—, lia como en el mundo entero. En suma: es muy difícil, no ya resolver, sino formar juicio acerca de cuando, en Italia, se hiciera extensivo á su loza esmaltada y polícroma, en general, el nombre de mayólica: aplicándose ya lo mismo á la que tuviera realces labores en lustre metálico, que á la que careciere de ellos; y pero lo que en todo caso queda firme es que aquella expresión tuvo en Italia, hasta mediado el siglo xvi, exactamente la misma significación técnica que la ex- presión «obra de malica» en Valencia, un siglo antes. Definía la labor dora- da y no meramente el esmalte estañífero; pues éste, más de cien años antes los de lo usaron haberlo descubierto que escribiera Piccolpasso, y creyeron della Robbia, en el baño de sus célebres relieves: y tal baño lo describe, con efecto, Piccolpasso como cosa familiar, mas de ningún modo constitutivo de «maiolica», expresamente define en la aplicación de los lu la labor que it tres metálicos. ^ >¡t sH í/e El comercio de la «obra de terra» valenciana databa de mucho antes del reinado de Don Alfonso V; á y siempre se exportaría—más que Francia, (1) Véase en Drury Fortnum, obra citada, págs. 63 y 64. (2) Cf. Drury Fortnum, op. cit. pág. 15. Inglaterra ó Flandes—á Italia. Del movimiento del puerto de Valencia, en la época cabalmente en que hacía Don Alfonso sus pedidos, da gráfica idea un cuaderno que milagrosamente se ha conservado, y en el que uno de los recaudadores — del — derecho que devengaba la obra de 14 terra que se embarcara en el Grao, hubo de liquidar, día por día, los despachos que le incumbieron en el año 1451. El texto (O reza ser: « Compte del peatge de ço que ha proceyt a mar del dret de la obra de tera lo qual se cull per lo senyor rey en lany mccccli per mi joman ferer. » Dicho «peatge» sc liquidaba ad valo- rem^ á razón de dinero por sueldo, con determinada bonificación que en principio sería proporcional á la importancia de la partida (2); mas el aran- (1) A este texto se hizo ya alguna referencia en el Cuaderno cia, ii, en el número de Inventario pág. 13. Se conserva en Valen- 8.959 del Archivo del Maestre El Racional. libro—muy estropeado y desde luego desencuadernado, con los el folios cuaderno diario de varios servicios sueltos—, aparece ser que corrían á lee cargo de Johan Ferrer. En como índice el un del contenido, primer folio se en esta forma : Compte de la obra de terra a cartes III. Compte delpeatge a cartes XXXIII. Compte delpes (*) a cartes XL I. La parte concerniente á la obra de terra, que comienza con efecto en el unos 575 asientos, de fol. despachos 3.°, liquidados desde comprende Enero hasta hubo exportación. Noviembre, pues en Diciembre no (2) Se advierte que la bonificación era, en principio, de un 10 mente cuando por 100: el valor de la exacta- mercancía liquidándose era múltiplo exacto de 10 afora (y sueldos. son cuando muchas) Así, la se en 10 sueldos partida i-edondos, se valoran liquida por 9 dineros el en i libra, las se liquidan derecho; 18 se dineros para que de derecho; 1 1. y, 10 s., s. dos sucesivamente, 2 s. 3 d. 3 valores por libras, por de 7 s, 6 diners por cinco libras, 15 sueldos cuento en todos estos por 10 libras, etc. El casos resulta etc., des- ser exactamente del 10 por ico. No así cuando la valoración expresa fracciones de libra inferiores á tales 10 sueldos: casos, haciéndose por lo general, la en bonificación que cifra correspondería á valoración en mayor otras cifra redondeada, unas veces y en menor que la que se afora: ción á criterio positivamente arbitrariamente ó con que no se infiere á primera vista suje- de los asientos. Donde el valor de la mercancía es inferior á 5 dos sueldos, no se hace bonificación veces hay recargo en la alguna. Es recaudación, más, cobrándose 3 dineros 2 sueldos. por exportaciones valoradas en A partir de valor de 5 sueldos, y hasta 9 inclusive, se hace unas ción veces sí de dinero: y otras no, la i apreciándose bonifica- que es más frecuente el hacerla á sueldos. medida que el En las valor se partidas acerca 10 valoradas á en 10 sueldos, se hace indefectiblemente la se da caso — por excepción —de bonificación; no bonificarse aunque nada á En partida valorada en 12 sous. suma, pues, hay que reconocer que el recaudador ó vista del discrecional, tenía de la peatge alguna facultad que es de esperar que nunca hiciera mal uso nuestro Ferrer. (*) La última parte del cuaderno trata del derecho que devengaba el pescado salado, cel consentía, al parecer, alguna latitud en los aforos y no quisiéramos pen- sar que admitiera regateos, en que de vez en cuando se alcanzara algún favor (0. Adviértese que ninguna exportación se afora por menos de 2 suel- dos; siendo la recaudación mínima de 2 dineros. Hemos de suponer que sal- drían con franquicia las cantidades ó artículos de menor cuantía; y recorda- remos en franquicia asimismo se podían desembarcar en que Londres, años antes, los objetos menudos de «obra de terra» que á manera de pacotilla trajeran los marineros sobre cubierta de las galeras (2). A continuación de las valoraciones, se consigna en el cuaderno el nombre de cada exportador, con mención de lo que despacha ó de haber sido aquél despachado (spaxat) por la cantidad que se recauda (3). Véase cómo á Mahomat Cosentani, un «cosloll de obra de terra», valorado en 22 suel- (1) por dos, se le cobraron de peatge 11 dineros solamente: como la mitad de lo que, al parecer, le corres- pendiera. (2) Véase cuaderno i, pág. 37, nota. (3) Los asientos en el cuaderno aparecen llevados en la forma siguiente; <í Divendres primer de giner fou capdany. II lliuras II s. — ítem rebi de paris de mar genoves per huna gera de obra de tera spaxa a mar a vini° de febrer per III sous II » VIII sous. — Primo rebi de bertomeu benedicto genoves per huna ge- reta de obra de tera spaxa a mar per VII dins. X s. — Item rebi a xxv de giner de Jhoan dalamanya per hun cosiol de obra de tera spaxat a mar per VIIII » I lliura. — ítem rebi a xxv de giner de johan villo venecià per hun cossiol de obra de tera spaxat a mar per I sou VI » I 11. VII s. — ítem rebi a xxviin° de giner de pau fornar genoves per hun cosí obra de tera spaxat a mar per II » » » XV s. ítem rebi de perico pardo per hun cosioll de obra de tera — spaxa a mar xxviiii° de giner per I » I » VI s. — ítem rebi de jachme urgelles per huna pocha de hobra de tera » spaxa a mar a xxviiii° de giner per V 111. II s. — ítem rebi de mahomat cosentani per hun cosioll de obra de tera spaxa a mar a xxviiii" de giner per XI » Suma VII s. III d. Son en rebuda en llibre de jornades set sous tres diners en cartes lxviii. Febrer. Diluns primer de febrer. IIII sous. — Rebi de gaspari genoves per huna poqua de hobra de tera spaxa a mar a iii de febrer per IIII dins. IIII s. II dins.— ítem rebi de anton granella genoves per tres plats de obra de tera spaxa a mar a iiii de febrer per IIII » Vs. — Item rebi de tomas carbonera genoves per iiii scudelles grans spaxa a mar a viii de feber per V » X s. — ítem rebi lo dit jorn de gaspari genoves per huna gera obra de tera spaxa a mar per VIIII » — IÓ —- Varía considerablemente, como es natural, la cuantía de las partidas. Las valoraciones mínimas corresponden á exportaciones sueltas de «un plato», III sous. — Item rebi de colla de salerno ytallia per huna gera buyda spaxa a mar a x de febrer per III dins. XVI s. — Item rebi de piero delia riba alamany per hun cave de obra de tera spaxa a mar a x de febrer per I sous III » V 11. X s. IIII d.— ítem rebi de johan scaloni sicillia per dos geretes e dos cosiolls de obra de tera spaxa a mar a x de febrer per. VIII » III » I lliura VIII s. — ítem rebi de Nadal per un cosi de obra de tera pera mosen garigua prevere spaxa a mar a x de febrer per. II » I » 111. III s. — ítem rebi de Andria de palermino sicillia per hun cosi de obra de tera spaxa a mar a x de febrer per I » VIIII » VII s. III dins.— ítem rebi de bertomeu costa per hun cosiol de obra de tera spaxa a xx de febrer per Vil » Vis. — Item rebi de miquel jaqua per dos dotzenes de cadufs (*) spaxa a xx de febrer per VI » VIII s. — ítem rebi de boter de la nau genovesa per huna pocha de obra de tera spaxa a xx de febrer per VII » VIII s. — ítem rebi de pero de cai'bonera genoves per huna po- qua obra de tera spaxa a xxiii febrer per VII » II11. Vils. — ítem rebi del scriva de la nau genovesa per dos geres buydes e hun cosi ple de obra de tera spaxa xxvii fe- brer per III » VI » I 11. — ítem rebi de nicolau falco per hun cosi de obra de tera spaxa XXVII febrer per I » VI » I 11. X s. — ítem rebi de origo genoves per hun cosi obi'a de tera spaxa a XXVI de febrer per III» VIIII » Suma I 11. VIIII s. VII d. Son en rebuda en llibre de jornades en cartes lxxxxii huna lliura nou sous vii diners.» (Siguen en igual forma las liquidaciones de los meses consecutivos, terminando esta parte del cuaderno en el fol. 27.° con el resumen de la recaudación, al tenor siguiente:) ^Deembre. —Nixil. Suma magor honze mesades per co com en lo mes de Dembre noy ha agut res axi que munta tota la cochleta de la hobra de terra segun se mostra per me- nut en lo present libre LXXXXI lliuras XIII sous IIII dins. (*) Cangilones de noria. (**) La recaudación del mes de Junio aparece ser incompleta, pues á continuación de la que se suma á fin del mes, se men- clona otra cantidad de vin 11. viii s. x dins., ingresados «en lo caern per absència den Rosell», y que más tarde, á i6 de Julio, se traspasa al libro «de jornades» á la vez que las cantidades recaudadas hasta la misma fecha por nuestro Ferrer. Suma lo mes de gener. ...... VII sous III » » febrer I lliura VIIII » VII 1> » març III » VIIII » V tí » abril > » XVI » III t) » mag XXX V » V tí » juny (**).. ., VII » XIIII » VIIII » » joliol XXVIIII » XVI » III » » Agost IIII XI » » » » setembre VI » XI » VIII tí » hochtubre.... III XII » IIII » » noembre.... . II » XVIIII » V «una salsera» ó «un alfabeguer», á partidas que se reducen á una ó dos docenas de «scudelles», á un par de «geretes buydes» ó á «una poca de obra en horim (0. La valoración sube, en su caso, á 57 libras, importe de - — una partida de once «gerras» grandes y cinco menores; aforándose en 36 17 libras doce «cosis plens de obra de terra grossa», que despachó el «scriva» de una galera florentina; en 36 libras 4 sueldos, nueve «geres plens de obra de terra» que despachó el moro Omar; en 26 libras «sis geres grans e una xiqua plenes de obra de terra», que se llevaba el «noxer» de una nao veneciana; en 21 libras 2 sueldos, «docentes e once geres xiques buydes (2)», etc., etc. Atendido el poder del dinero en aquel tiempo, algunas de estas partidas re- presentarían un valor como el de mil duros para nosotros. Empero, la mayor exportación se hacía en las partidas pequeñas; en todo el año, sólo 72 des- pachos afectan á valores superiores á 5 libras; un 50 por 100 de todas las liquidaciones corresponde á partidas cuyo valor no llegaba á una libra. El valor de la mercancía, por de contado, había de depender, tanto como de la cantidad, de la calidad de la « obra de terra » : mas ésta rara vez se detalla, concretándose los asientos, por lo general, al bulto ó fardo que se exportaba (3). La mención específica suele ser de las clases más ordinarias: puntualizándose la exportación v. g. de «obra grossa», «grossera» ó «as- pra» (4). La «obra de terra» se exportaba unas veces en barrills ó barrillets^ otras veces, en lo que se conociera por cossa ó ckossa, que no sabemos á (1) A esta expresión, que se repite muchísimas veces, hemos de atribuir significación que de alguna manera sea análoga á la de «á granel». (2) Al liquidarse el derecho se hace la correspondiente bonificación : por donde venimos en conocimiento de que no correspondía, á manera de tara, al valor de los envases; pues en esta par- tida se trata de vasijas vacías. (3) Las valoraciones acusan grandes diferencias en el tamaño de los envases y en la calidad de su contenido. Un ; llenas, se suelen valorar en I '/í libras. (4) En dos ocasiones se especifican gruesas cde pages> ú «obra de pages», (*) Las «olieres» se tasan alguna vez en i son. 3 — i8 — punto íijo que sería; ó en comportas y cestones (covens y coveneis). Por rara excepción se expresa embalaje en caxa. En cambio, es frecuentísima la men- ción del envase tradicional, en vasijas mayores de la propia «obra de terra». Más de la mitad de los despachos corresponde á casis (0 6 barreños, en las variantes de forma ó de tamaño que se dijeran cosiets^ cosiols y cosiolets; y á <» las «jarras» (2) mayores ó menores (geres y geretes) que á su vez podían ser tinajas para usos corrientes ó de las especiales para estibar piezas menores. Una sola vez se consignan marchs (3), que ya sabemos que eran vasijas-enva- ses, de los de mayor cabida. Aparte la exportación que así se define en tales envases, es muy frecuente en el cuaderno la expresión de «una poca de obra de terra», ó de cantidad de «obra de terra» en «horin» ú «orin»: que sería algo así como exportación «á granel» (4). De las valoraciones que corresponden á exportación detallada por artícu- los, se deduce que éstos serían en su mayor parte de obra fina y relativa- mente cara. Entre tales artículos se suelen consignar «alfabeguers», «cetrils», «refredadors», salseras, «cantes» ó « canters », «pixes» ó «pixers», «plats», «porrons», «pomes de torre» ó séanse perinolas, y «scudeles» de diferentes tamaños is), puntualizándose alguna vez que se trata de «scudeles coberto- rades» y «cobertes». En varias partidas se exportan «ladrillets». Ahora bien: si se analiza el movimiento comercial reflejado en el cuader- (1) La mención en este Cuaderno de los —que serían barreños grandes—á título expreso de envases que se exportaban cplens de obra de terra», sugiere interpretación distinta de la que antes admitiéramos, de aquel deseo reiterado por la Reina Doña María en sus cartas á Don Pedro Boíl, Señor de Manises, cuando pedía que la vajilla que encargaba constituyera un «cosi». No fácil- mente se concibe que tantas piezas y tan importantes como las que detallaba la Señora, cupieran en un solo barreño; mas es cierto, por otra parte, que las dimensiones de las vasijas especiales de estibar serían excepcionales: cabiendo estipular DITES RAIOLETES D 'AQUELL HE COMPRADES PER OPS DE TRA- METRE AQUELLES AL DIT SENYOR EN LO REALME DE NAPOLS SEGONS PER LO DIT SENYOR ME ERA STAT MANAT. E LES — 22 QUALS DITES RAICEES UNES AB ALTRES YO COxMPRI DEL DIT EN JOHAN MURCI A FOR DE CCLXXX SOUS LO MILLER QUE A LA DITA RAPIO LOS DITS XIII MILLERS E CCCCLVIII RAJOLE- TES PUJEN ALS DITS IIIM^DCCLXVI SOUS E l·IAUI APOCA CLOSA PER LO SCRIUA DE LA MIA CORT A XIIII D 'oCTUBRE DEL ANY PRESENT MCCCCXXXXVI. EN APRES LO SENYOR REY AB...» (0. Los antecedentes del pago que así se asentaba—á cuenta de azulejos pin- tados, de obra de Manises, con la señal real y las armas de Aragon y Sici- lia y de Aragon y del reino de Nápoles, con las divisas del Rey, á saber: «libros y milis y lo sitiperillós^ ^ y con aquel rótulo y conocido lema,—se nos dan á conocer en notas puestas al margen de la data, en la oficina del Maestre Racional. A esta oficina, en funciones de Tribunal de Cuentas del Reino, ren- dían cuenta anual de su administración todos los que manejaban ó adminis- traban bienes ó dineros del Estado ó del Rey: incluso el Baile General, cuya cuenta comprendía en sus dos partes los estados detallados de «Rebudes» y «Date§i>, ó séanse ingresos y pagos. En uno de los capítulos de gastos — el que se intitulaba «Dates fetes per letres e prouissions Reyals» —se incluían los asientos que reseñamos; mas para la aprobación por el Maestre Racional, debía ser requisito una confirmación de la real orden que dispusiera gasto de carácter especial: anotándose tales confirmaciones en margen de la cantidad tomada en cuenta. A este efecto, en margen de aquella data de 1446, se extractaron — no antes de fines del año 1449 — dos cartas del Rey, fecha- das en la Torre del Greco la una á 16 de Septiembre de dicho año 1449 y la otra á 23 de Septiembre del anterior (2): confirmando aquélla el encargo y (1) Sic. (Puntos suspensivos en el original.) (2) La nota-extracto del Maestre Racional es del tenor siguiente: '¡■E letra del senyor Rey de ma sua signada e ab son sagell secret sagelada dada en la Torre del grech a xvi dies de setembre del any MCCCCXXXXViiil dreçada al Mestre Racional de la cort del dit sen- yor en lo regne de Valencia o a son lochtinent o a altrequalseuol del dit en Berenguer Mercader caua- lier batte general del dit regne compte ohidor: Eft la qual se cotité que com lo dit Settyor en hun capi- tol contengut en certes instruccions per sa senyoria comanades a frare Luis Despuig clauer de Mun- tesa hagués manat al dit batte generalfakes fer e obrar Trenta millers de rajoletes de obra de Manizes manifestando ésta que los azulejos fueron á su tiempo recibidos y sirvieron para empavimentar ciertas cámaras del Castillo Nuevo de Nápoles. En la carta del año 1449, se consigna que aquel encargo se contuvo en — 23 — unas Instrucciones llevadas por Fray Luis Despuig, Clavero de la Orden de Montesa, cuando de Nápoles fué á varios asuntos políticos que á su gestión encomendara el Rey (0. En determinado capítulo de aquellas Instrucciones hubo de ordenar Don Alfonso á su Baile General de Valencia que le man- dase fabricar treinta mil azulejos «de obra de Manises, de la más hermosa labor que hacerse pudiera, y que á la mayor brevedad se le enviasen á Nápo- les, yendo á la vez el maestro que los hubiera labrado, á fin de que se colo- casen en los pavimentos de las estancias que designaría el Rey, por quien fuera más perito en tales trabajos». El maestro Johan Murcí ó Almurcí á quien Mosén Berenguer, cumpliendo de la pus bella obfa que fer seposqttes e aquelles lo pus prest que paria trámeles al dit Senyor de les parts delia, ensemps ab lo mestre qtce hauria fet aquelles affi que aquell qiti de les dites coses seria pus espert les pasques posar en lo payiment la han per lo dit Senyor li seria manat] e per la dita raho al dit baile general conuengut donar e pagar diuerses quantitats a diverses persones axi en compra de XIIIM^.cccclviii de les dites rajaletes com en fer portar aquelles del loch de Manises han farem fetes fins al Grau de la mar com en compra de sarions despart e cordes per embalar e ligar las dites rajo- letes, salaris de aquells qui les embalaren, port de botiga fitis a mar, carregar en fusta, nolit fines a Barchinona han foren descarregades e après caregades en altra fusta, com encara en altres e diuerses mesions e despeses fetes aixi en la ciutat de Valencia com en la ciutat de Barchinona; e mes auant hagués conuengut al dit baile general donar e pagar diuerses quantitats al dit mestre de les dites rajóle- tes e a hun son companyo qui era ab aquellper anar a la ciutat de Nàpols per posar e metre lo dit pay i- ment per lur salari e treballs e per la mesio e nolit de aquells com encara per tornarsen a la ciutat de Valencia. E fos just e raonable qzie les dites quantitats fosen rebudes e admeses en compte al dit batle general etc... :i! E altra letra del dit senyor Rey de ma sua signada e ab son sagell secret sagellada dada en la To- rre del grecg xxiil de setembre del any mccccxxxxvlll en laquai se conté que com lo dit batle general en aquells pasats dies de manament e ordinacio de sa senyoria li hages trames xiiiM^cccclviii rajóle- tes embalades dins lxvll sarions despart... notificaua com hauia rebudes les dites rajoletes les quals hauien senüt ha empaymeritar certes cambres en lo Castell Nou de Nàpols. d (Dichas cartas valieron para justificar todos los demás gastos que ocasionó la remesa. Las notas puestas en margen de otros asientos, se refieren constantemente á este extracto.) (1) Era Don Luis Despuig Consejero y Camarero del Rey, Comendador de Perpunchent de la orden y caballería de Montesa y de San Jorge. Vino á España, desde Nápoles, en varias ocasiones; la última (que sería cuando trajera el encargo de los azulejos) con instrucciones fechadas á i8 de abril de 1445, para trasmitir al Rey de Castilla el deseo de Don Alfonso V de prohijar á la Infanta Juana, hija de la Reina de Portugal (Doña Leonor de Aragón, hermana de Don Alfonso V, Reina viuda de Portugal, retirada á Castilla, que acababa de fallecer en Santo Domingo el Real de Toledo). la orden del Rey, encargó los «rajoletes» (O, era aquel mismo que dos años antes contratara un pavimento para Don Galcerán de Requesens (2); y sería, sin duda, el más nombrado entre los maestros de Manises de su tiempo. — 24 — Ninguno, seguramente, contaría con linaje alfarero de mayor arraigo. En cuatro ó cinco generaciones distintas se ha leído en nuestros Textos ese ape- llido, escribiéndose unas veces Murcí y otras Almurcí, cuando no de ambas maneras en un mismo documento; y equivaliendo una y otra, en el habla de nuestros moriscos, á la expresión de «Murciano» ó «El Murciano»: desig- nación que acaso, en el comienzo, recordara la naturaleza ó procedencia del alfarero, antes de convertirse, andando el tiempo, en apellido (3). Los Murcí de Manises fueron todos ellos maestros azulejeros (4). De rajoles se trata en todos los documentos que otorgaba, por los años 1411 á 1421, Sancho Murcí ó Almurcí, maestro de la «obra de malica» de aquel lugar; y ya se advirtió la particularidad de que alcanzaran precios excepció- nales, por lo elevados, los azulejos que vendía él ó en cuya fabricación inter- venía en sociedad con otros maestros: por donde se infiere especialidad (que implicara mayor coste) en labor que acaso fuera ya tradicional en su taller (5). De nuestro maestre Johan sabemos positivamente que la que hacía — puntua- fizándose hasta en sus menores detalles, en los contratos, — era la labor en (1) El contrato que debió hacerse con el maestro alfarero, no lo tenemos á la vista: como que no era menester incluir su texto en las cuentas de la Bailía. En la data de 14 de Octubre, en que se repiten las especificaciones del encargo del Rey, se consigna la cantidad concertada, á tanto alzado, para el pago de los azulejos, unos con otros. (2) Núm. 52, de los Textos del Cuaderno 11. (3) Si vino desde Murcia á Valencia el primer Murcí, pudiera ser interesante recordar que Aben Said (citado por Almacari, tomo i, pág. 123 de la edición de Leiden) escribía á mediados del siglo xm que en Murcia precisamente—como en Almería y en Málaga—se hacía la loza vidriada dorada (>w-^ jLsr-^) (4) En 1406 trabajaba para el Rey (Don Martín) Sanctius Almorci, maestro de la «obra de male- ca» de Manises. El mismo pudo ser el «mestre de obra de terra» Sancho Murcí ó Almurcí, que otorgaba escrituras en los años 1411 y 1421, en unión de otros maestros alfareros: siendo todos ellos del lugar de Manises. De nuestro maestre Johan hay noticias desde el año 1444 hasta 1458. En 1503 suena Jaime Murci, y luego, en los años de 1527 á 1533, Juan Morci; ambos maestros azulejeros de Manises. (Véase Cuaderno 11.) (5) Cf. Cuaderno n, págs. 19-21. azul con realces de oro. Aunque nada expresen los textos en el particular, serían de esta clase los azulejos que se enviaron á Nápoles á Don Alfonso, La labor dorada era privativa, á la sazón, del pueblo de Manises; y advertimos que en las Instrucciones del Rey y en las cuentas de la Bailía se dice constantemente «rajoletes de obra de Manises», como si la expresión por sí sola designase alguna determinada labor. Sería tan natural que ya se designara aquella labor por el nombre del pueblo donde únicamente, hasta entonces, se produjera, como inexplicable que el propio maestro alfarero, en repetidos documentos, se titulase él mismo «mestre de fer rajoletes de obra de Manises», si la expresión no definiera alguna clase especial: pues sería, si no, á todas luces redundante, tratándose de azulejos que se hacían preci- sámente en Manises y por maestro vecino de dicho pueblo. Por otra parte, no hemos de suponer que la labor que se contrataba para el Rey dejara de ser la de mayor lujo. El mismo mandaba que fuera la más hermosa que se ^conociera. Sabemos que los azulejos que el maestro Murcí había contratado dos años antes para Don Galcerán de Requesens, con arre- glo á minuciosa especificación, eran de los dorados; y que si se atiende al pre- cío estipulado para las piezas de cada forma y tamaño y, al número total de las que se encargaran, salían, unas con otras, á 280 sueldos el millar (0. A 280 sueldos precisamente—«unos con otros»,—se contrataban con el propio maestro los azulejos para el Rey; por donde, en suma—y aun cuando en Manises se harían también, por de contado, otras labores corrientes, poli- cromas ó en azul y blanco, sin realces de lustre metálico, — inferimos que los azulejos para el Rey serían de la misma clase y para pavimento análogo al que dos años antes se hizo para Don Galcerán de Requesens. No aparece — ó no hemos podido comprobar hasta el presente — que se (i) Fueron 4.780 piezas, de todos los tamaños; y los precios estipulados sumaban 66 libras con 18 sueldos y 4 ®/,o dineros. (Cuaderno 11, núm. 52.) Para apreciar el lujo que se representaba en «rajoletes de obra de Manises» á 280 sous el millar, téngase presente que el precio de entonces equivaldría ahora (*) á un coste de 5 á 6 reales por cada azulejo—unos con otros— de los que compusieran el pavimento ; y que saldría éste á poco menos de ICO pesetas el metro cuadrado, computando las dimensiones medias, conocidas y tradicionales, de los «alfardons» (**) y demás piezas. (*) Para estimar los precios de aquel tiempo, puede considerarse que, hacia el año 1+50, valía el sueldo real casi tanto como cinco pesetas actualmente. En cifras redondas, una libra equivaldría á algo menos de veinte duros, y cada dinero á unos 20 céntimos, de los nuestros. [Véase Cuaderno 11, págs. 58-60, nota.] (**) Cf. Cuaderno 11, págs. 52-53» completara, en 1446, aquel pedido de los treinta mil azulejos. Todos los asientos, en las cuentas de aquel año y del inmediato, se refieren á la partida de 13.458 «rajoletes» y á las peripecias del viaje que á Italia realizó el — 26 — maestro; y á fe que, en su minuciosidad, los detalles de los gastos que se consignan nada nos dejan que desear. Los azulejos se embalaron en Manises, cosidos en 67 «sarrions» —serones ó espuertas de esparto — que suministró Francisco Nadal, «sparter» de Valencia. Costaron á sueldo el «sarrion» (O, devengando 23 sueldos reales por acomodar y coser los serones Miguel Na- dal, «ligador de balas», vecino de Manises (2): repitiéndose en cada data que se trata de aquellos «13.458 rajoletes de obra de Manises», que se envían al señor Rey para los pavimentos de ciertas salas y cámaras «que lo dit senyor fahia obrar dins lo castell de la ciutat de Nàpols». En los primeros días de Enero de 1447 se fletó la galera armada de Mosén Thomas Thomas, caballero mallorquín : cuyo patrón, Jacme Mastort, otorga ápoca de 6.300 sueldos, á saber: 3.000 para proveer á la nave de 150 quintales de bizcocho, y 3.300, precio convenido por el viaje al reino de Nápoles que en dicha galera quisiere realizar Fray Luis Despuig, Clavero de Montesa, y por llevar á la vez, ó en todo caso, unas balas y «los azulejos de obra de Manises» para el Rey (3). Zarpó la galera el 22 de Enero 1447. Con la fecha inmediata, se data el pago (4) al «alfondeguer» del puerto que lo era Benet Lorenç, de 65 suel- dos 5 dineros, á saber: 4 sueldos, por el servicio de los botes del «alfonde- guer» que recogieron en el muelle, hasta dejar cargadas en la galera de (1) Cuenta de la Bailía General del año 1446, fol. 289; ápoca de 22 de Octubre de dicho año. En nota marginal se expresa que este pago «se toma en cuenta por vigor de las cartas del Señor Rey anotadas en el folio 306, en margen de la data de 3.766 sueldos». (2) A éste no se le pagó hasta 1448. (Data en la cuenta de dicho año, fol. 281.) (3) Libro 7 de Apocas de la Bailía General (años 1446-51: en su fecha.) En el documento se expresa que el pasaje queda abonado, utilícelo ó no Fray Luis Despuig. El texto reza que los 3.300 sueldos del pasaje y flete han sido «pagats per acorriment de la dita galera per raho del viatge que de present ab la dita galera faç. o deig fer en lo Realme de napols en lo qual va lonorable frare luys despuig clauer de Muntesa e qiiatre bales o costals de cobriadzembles del dit Senyor e certs sarrions en los quals van certs millers de raioleles pintades de obra de Manizes pera ops del dit Senyor-». (4) Cuenta del año 1447; fol- 285 v.°; ápoca de Bernad Lorens, de 23 de Enero. (Al «alfonde- guer» se le llama Benet en la data y se llama él Bernad en la carta de pago.) Mosén Thomas Thomas, cuatro balas conteniendo 50 cobriatzembles que se enviaban á Nápoles de orden del Rey; 50 sueldos 3 dineros, por cargar en la misma galera los 67 «sarrions d'espart» de los 13 458 «rajoletes de Mani- — 27 — ses» (á razón de 9 dineros por serón), y 11 sueldos 2 dineros que el «alfon- deguer» había aprontado para pago de los mozos que bajaron dichos 67 «sa- rrions» desde el almacén hasta el muelle: á razón de 2 dineros por bulto. No parece que Fray Luis utilizara aquel pasaje para regresar á Nápoles en la galera que llevaba los azulejos. Quien embarcó — en cumplimiento de las instrucciones de Don Alfonso — fué el maestro Johan Murcí, llevando de compañero á Johan Nadal, de Manises. Con ápoca (2) de 7 de Enero se data- ron 1.395 sueldos de habilitación (3) para el viaje que emprendían dichos artí- fices, á saber: al maestro Murcí, 990 sueldos, salario convenido á razón de 11 diarios por tres meses; y al compañero Nadal, por los mismos tres meses, 405 sueldos, á razón de 4diarios. En su ápoca cuidan los interesados de expresar que los salarios se estipulan por cada día que tarden en «ir, estar y volver», y que la cantidad que perciben es anticipo del importe, por tres meses. Sobre la interpretación de lo convenido, suscitáronse más tarde difi- cultades; las cuentas del viaje no se liquidaron hasta el año 1454; y aún fué menester que el Rey mandase por dos veces á su Tesorería que se dejara de dudas y demoras, y liquidase á Murcí y á su compañero Nadal el salario correspondiente á todo el tiempo que de hecho invirtieron en el viaje. El caso es que el presupuesto del tiempo en aquel siglo, como en todos, se prestaba á grandes errores. No tres meses, sino más de nueve tardaron (1) Mantas ó coberturas para acémilas (atzembles). (2) Libro 7 de Apocas de la Bailía: en su fecha. (3) La data, en la cuenta de la Bailía General, año 1447, fol. 264 v.°, dice así; * Itempos en data los qtíals pe7' mi litira lo dit en Pe7-e Ga7T0 a7t Johan Mu7'Ci maestre de fer ralo- letes de Manizes e an Johan Nadal habitadors del loch de Manizes mccclxxxxv sous reyals de Vale7i- da los quals yoís he acorreguts per raho del viatge que aquels de mon manament fan al senyor Rey e7i lo Reaime de Nàpols en la gale7-a de mosse7î Thomas Tomas per metre un pahime7it de rajoletes pintades lia 071 lo dit Senyor 7nanara. E los qtials dits mccclxxxxv sous he los acorregtíts en aquesta fo7-ma: ço es al dit en Johan Mu7'ci dcccci.xxxx sous per los qtials me atcengtii ab aquell per tres meses a raho de xi sous per cascun dia^ e al dit en Johan Nadal per los dits tres meses a raho de ini soíís vi diners per cascu7t dia dels dits tres meses que vagarien e7t lo dit viatge^ com per tant me fos auengut ab aquells. E haut apoca closa ' per I escriua de la mia cort a vil de Ja7ter del a7iy prese7tt mccccxxxxvll. E71 après lo senyor Rey ...» Murcí y Nadal en volver de Italia. No pudo la galera de Thomas Thomas rendir la travesía á Nápoles. Estalló «malaltia» á bordo y fué preciso recalar á Barcelona donde quedaron enfermos Murcí y Nadal, y se desembarcaron también los azulejos. Allí estuvieron hasta Abril ó Mayo; pues habiéndose encargado á Mosén Perot, Teniente de Recibidor General en Barcelona, que hiciera salir á los artífices en la primera fusta que pudiera llevarles cerca del Rey, giró con fecha 9 de Mayo el importe de los gastos ocasionados. La letra á favor del mercader florentino Nicolás de Estroçi (O la presentó en Valencia su «factor y negociador» Johan Bizquerri, florentino también, con una carta de Mosén Perot al Baile General (2), en que se detallan los gastos al tenor siguiente: Pagados á Salvador, patrón de nao, por llevar á Italia al maestro y su acompa- En la propia carta se dice que dichos gastos suman, en conjunto, 36 libras con 10 sueldos barceloneses (3), cantidad que declara Mosén Perot que ha tomado prestada de Felipe de Estroçi «á 18 sueldos por ciento»; y con efecto, la letra de cambio importa las consiguientes 43 libras i sueldo 4 dine- ros: por donde comprobamos la muy honesta ganancia del 18 por ciento que lograba la casa florentina de los Estroçi, en su negocio de banca y giro entre Barcelona y Valencia. Del viaje del maestro valenciano á Italia no se tienen ya noticias hasta (1) Sería Strozzi. ñante, con los azulejos 31 florines 4 sous 10 diners (2) Data en la cuenta de 1447, lol- 285; ápoca de Johan Bizquerri, mercader florentino, apodera- do, factor y negociador de Nicolás de Estroçi, de fecEha nt.°tJruneiog14a47,denoelslibroá7 deMApoucars.c(Eín lay á Nadal 30 » 0 » G » ápoca se copian la letra de cambio y la carta de Mosén Perot al Baile General de Valencia.) Gastos de embarcar la en la nao de (3) El florín de oro se tomaba, en esta cuenta, por once sueldos; y se prescindió, por lo visto, carga del pico de i dinero, en el importe del préstamo. Salvador 3 » 0 » 10 » Importe del impuesto «dret del General». I » 5 » 8 » Gasto de coser y atar algunos de los far- dos que se habían desligado 0 » 3 » 9 » su regreso á Valencia, en Noviembre de 1447. A los pocos días (O, en atención á «grandes gastos» que había hecho en el viaje de vuelta, se le abonan por la Bailía 60 florines, ó sean 660 sueldos, en ajuda del ditpasat- — — ge^ comprometiéndose Murcí á devolverlos, caso de que el Baile General 29 no obtuviese del Rey real orden bastante para que se le admitiera dicha canti- dad en cuentas. En la ápoca que otorga Murcí (2) se advierte un detalle curio- so: pues expresa él que el viaje á Nápoles lo ha realizado, con su compa- ñero, al efecto de colocar aquellos azulejos de obra de Manises en «dos pavi- mentos del Castillo de Gayeta». Deberíamos, sin duda, estimar fehaciente este dicho del testigo de mayor excepción, aun cuando antes se dijera que eran los azulejos para salas ó cámaras que el Rey «fahia obrar» en el castillo de la ciudad de Nápoles. Mas es también lo cierto que en la carta del propio Rey, de 23 de Septiembre de 1448 (3), se dice taxativamente que aquellos 13.458 azulejos <¡.hauien seruit ha empaymentar certes cambres en lo Castell Nou de Nàpols»; y el mismo maestro Murcí, en otra de sus ápocas (4), con- firma que su viaje lo realizó para «hacer los pavimentos de rajoletes de Ma- nises en lo Castell Nou de Nàpols (s)». (1) La data, en la cuenta de 1447, fol. 292, aduce la ápoca de 12 de Diciembre, que dice así: , en que van los azulejos. (2} Data en la cuenta de 1457, fol. 290. (3) Data de 369 sueldos en la cuenta de 1457; folios 290 v.° y 291. (4) Data de 104 sueldos en la cuenta de 1457, fol. 289 v.°; ápoca de 26 de Abril. Los 104 s. se componían: de 93 s., precio de 93 sàrries d'espart^ á sueldo por sera; 9 s. 6 d., pre- cío de 62 ironyells diespai'l ó séanse cordeles para «ligar» las mismas; y i s. 6 d., precio de 16 tron- yelles stretes ó séase el cordelillo para coserlas. (5j Data de 33 sueldos, á fol. 90. (6) Data de 39 s. 9 d., á razón de 9 dineros por costal, á Miguel Blanco (a) Alpont: por haber bajado los fardos, con sus rocins de tragi, «desde el huerto y vergel del Rey que antes fué de Mosen Antoni Sanz, hasta el Grao de la mar». (Fol. 290 v.° de la Cuenta de 1457; ápoca del trajinero, de fecha 2 de Mayo.) 3 k está labrando para el Rey ('b y en otra ápoca de i.ooo sueldos, por igual lleva en- concepto, en 18 de Junio, expresa que son 20.000 los azulejos que tre manos (2). No se esperó, para hacer la remesa, á completar toda la parti- — — da: pues en 7 de Septiembre se datan 3.276 sueldos — entregados á Murcí 34 «en varias fechas y plazos» — por precio de 11 .700 azulejos (3) que se envían al Rey; y consta, con efecto, que en los primeros días del mes de Junio se había embalado ese número de azulejos en «sarrions», acomodados en paja cuyo coste de 8 sueldos se detalla como todo lo demás (4). Componían 53 fardos, que estuvieron depositados en el almacén de Juan Català, marinero; y se cargaron en una nao del Rey, que los llevó á Nápoles. Los asientos relati- vos á este embarque (s) llevan fecha 21 de Junio de aquel año 1457- No bien saldado el importe de la anterior remesa, se databan otros 12.600 los 2.500 sueldos á Murcí, á cuenta de más «rajoletes» (^). Fueron que luego entregó, abonándosele por saldo de su importe (a compliment de paga) 1 .028 sueldos (7). La cuenta no se liquidó hasta Mayo de 1458; (1) Libro 9 de Apocas de la Bailía, en su fecha. (2) Idem id. id. En todos estos documentos se dice él: « Yo en Johan Murcí mestre de fer rajo- letes de obra de Ma7iízes. » (3) Data de 3.276 sueldos, en la cuenta del año 1457, fol. 296; ápoca del maestro por dicha can- tidad, precio de 11.700 azulejos. (Libro 9 de Apocas de la Bailía, fecha 7 de Septiembre.) El maestro otorga la carta de pago por el precio total de lo que entrega: circunstancia que á primera vista inducía á pensar que las cantidades anteriores, recibidas á buena cuenta, se habían aplicado á alguna otra entrega ó remesa de azulejos; mas la data, con mención expresa de la propia ápoca, dice que la cantidad de 3.276 s. ha sido entregada «en diuerses dies e solucions». (4) Data de 68 s. 2 d. al espartero Vidal: cor- por precio que se detalla de 53 serones, cuerdas y de 18 de delillo de esparto, y paja de fol. para estibar los 11.7000 azulejos. (Cuenta 1457, 293; ápoca Junio.) Data de 22 s. á Juan Fornes, ligador de bales, á fol. 294; ápoca de 18 Junio 1457. en barcas los (5) Data á Juan Català de 39 s. 9 d., por almacenaje, y por haber llevado sus 53 bultos á bordo de la nao del Rey. (Cuenta de i457i fol- 293; ápoca de 21 de Junio.) (6) Data de dicha cantidad, á fol. 306 v.°, del año 1457. El documento expresa que son 2.500 sueldos á cuenta de 3.560 que han de importar 12 millares la de azulejos; y de pronto parece que el precio es aquí distinto; mas luego se ve que al saldarse partida se subsanó el error de pluma ú omisión de guarismo: liquidándose, como siempre, á razón de 280 sueldos el mil, los 12.600 azulejos de esta partida. (7) Data de dicha cantidad en fol. 294, y ápoca del maestro, por la suma de 3.528 s. (anticipo de 2.500 y saldo de 1.028), fecha 17 Mayo 1458. cuando ya se cargaban los azulejos en la nao de Marin Malirnperio (O, vene- ciano. Este cobró de flete 412 y, sueldos, á razón de 7 por cada «sa- rrion», de los 55 que componían la remesa. Los gastos de embalaje llevan fecha 20 de Abril (2), y los del — transporte á bordo de la nave veneciana se 35 datan á 13 de Mayo (3). El 16 del mismo mes se firmaba el seguro marítimo, intervenido por el corredor Cristóbal Nicolau (4), y se pagaron 200 sueldos de prima por el valor declarado de los 12.600 azulejos: comprobándose que los mercaderes de Valencia daban más barato el seguro cuando la misma mer- cancía se embarcaba en la nao veneciana, que antes, cuando iba en la cara- bela de Juan Rull. También era más barato el flete; pues á Malimperio se le abonó á razón de 7 '/a sueldos, por «sarrions» bastantes mayores y que habían de pesar bastante más que los que antes cobrara nuestro Rull á razón de 11 sueldos. La que llevó Malimperio fué la última remesa que positivamente se des- pachó á Nápoles por entonces. De alguna más acaso podían estar las cuentas por liquidar, cuando falleció Don Alfonso V de Aragón el día 27 de Junio 1458. Consta que, además de las cantidades cuya cuenta hemos llevado, había recibido el maestro alguna otra cantidad en Diciembre de 1457, ^ cuen- ta de azulejos para el Rey «que ya había entregado» ; y no resulta del todo claro (5) que fuesen los mismos que se embarcaron en Mayo de 1458. Es lo cierto, de todas suertes, que, á partir de la fecha en que se conociera la muer- (1) Data, á fol. 293 de 1458; ápoca de Malimperio, mercader veneciano, patrón de nao, fecha 12 de Mayo de dicho año. (2) Al espartero Vidal, 60 sueldos por el material, á saber: serones, cordelería y paja (fol. 292 v.o; ápoca de 20 de Abril 1458). Data de 23 sueldos á Bernad Vidal y Bertomeu Barceló, ligadores de balas, por el fol. embalaje (mis- mo 292 v.°; ápoca de 20 de Abril). (3) Data ájohan Blasco (a) Dalpont de 31 s. 3 d., por bajar al Grao de la mar los 55 fardos que se cargaban en la nao de Malimperio (fol. 293 v.°; ápoca de 13 de Mayo). (4) Data de 206 sueldos, en que iban comprendidos 6 de corretaje (fol. 294 de 16 1458; ápoca de de Mayo). (5) Los documentos del Archivo del Maestre Racional, por haberse considerado durante tiempo largo como inútiles, están mal conservados, faltando muchas hojas y las cuentas de años enteros: entre éstas, las de los años 1450, 1452, 1453, 1455 Y i459' Consérvanse, sin embargo, los libros corres- pendientes de Apocas; y, repasadas éstas, no se ha hallado mención de más remesa de azulejos á Nápoles que las que quedan reseñadas. te del Rey, no se vuelve á leer en las cuentas de la Bailía de Valencia nada que se relacione con remesas de azulejos. Mas esta circunstancia no implica precisamente (O que se suspendieran las remesas. Habíanse enviado á Ná- — poles desde Abril 1457 á Mayo 1458, — 44.300 azulejos, que sepamos, de 36 200.000 que pidió el Rey. A Don Alfonso le sucedía en Nápoles su hijo bastardo Don Fernando. Separado aquel Reino de la Corona de Aragón, no podía el nuevo Rey dirigirse oficialmente al Baile de Valencia ni habían ya de admitirse en las cuentas de éste los gastos que tales pedidos á Manises ocasionaren. Pero si Don Fernando no abandonó en el acto las obras por su padre emprendidas, pudo, sin duda, valerse de otros medios y de conducto particular para los pagos; y en las cuentas de la Tesorería de Nápoles es donde se reflejarían éstos, en todo caso (2). (i) Es atinada advertencia que hace el oficial del Archivo de muy Valencia, Don Manuel Ferrandis. colocara Murcí en los (2) Interin alguna vez se descubran restos de los azulejos que Johan pavimentos del palacio de Nápoles, se han conocido en el del Vaticano, aunque no en su primitiva colocación, los azulejos que otro ilustre español, el Papa Alejandro VI, encargó en el año 1494 á su hijo el Duque de Gandía, residente á la sazón en Valencia. de Abril dirigía el Papa desde Roma al Duque su segundo hijo (que estuvo en A 18 1494 se Espa- ña desde Septiembre 1493 hasta comienzos de Agosto 1496); y en uno de los párrafos de la carta, escrita en valenciano y en estilo asaz familiar, le decía: «Te agradezco también los azulejitos de en tan- Manises nos has enviado: cosa, siendo de poco precio, por nos tan deseada como que pedida la tas cartas. Empero, de los azulejos azules, te olvidas decididamente: en tu cabeza está culpa.» e a nos tatit f«Ax/ matex te regraciant les rajoletes de Manizes quens has trameses cosa de tant poc cost en desijada e demanada per tantes lletres. Te has mes en oblit verdaderament les rajoles que sott azurades : ton cap cert ne son caicsa.·» ) En el propio Archivo Metropolitano de Valencia, donde se ha conservado dicha carta — que es — refiere al autógrafa en su primera línea y lleva el sello papal, existe otro texto que se propio ir á encargo de Don Rodrigo de Borja, y son unas Instrucciones que llevó Mosén Jerónimo Lopiz al Roma á tratar de varios asuntos con Su Santidad. ( 1. Memorial e instrucción per el magnifich Mossen Hyeronym Lopiz del que ha de negociar eparlar ab la Sd de nostre Senyor quatitplacent a nostre S^y Deti sera junt en Roma ab bon salvament»: publicado en la Revista El Archivo , tomo vii, pág. 127.) Dichas instrucciones no llevan fecha; mas fueron halladas por el Sr. Chabás — á cuya bondad débense estas noticias, — en un legajo de papeles del mes de Septiembre de 1494. Por aquellos días, con efecto, hallábase en Gandía Mosén Jerónimo (Véase Alonografia del palacio ducal de Gandia, por los PP. Solá Cervós, S. J,—Barcelona, 1904, pág. 62); y en uno de los párrafos de la Instrucción y contesta evidentemente el Duque, con sus disculpas, á la carta de queja del Papa del mes de Abril. Reconoce, efecto, éste le había encargado azulejos «que llevaran las armas y divisas de Su con que Santidad», y añade: «que puso manos en el encargo, pero que no era cosa que pudiera despacharse así en un momento; que ya tiene dispuesta una gran cantidad de azulejos y que se están cociendo y» otras dos hornadas; que los azulejos se han labrado en Gandía, y están saliendo muy buenos, mejo- res aún que los de Manises; y que por el primer pasaje los podrá enviar ó llevárselos él mismo al Papa». ('ílte^n que la Santidad sua en dies passats mescriu manant me fes fer aci rajoletespera pahiments. ab les armes e díulsses de la sua Beatitud. De fet hi fitc metre ma e no es obra que axi despachadament puga esser feta pero que araJa es ^ feta una gran qua^ititat e ara se cohén dues altres fornades., la qtial rajo- leta e feta fer en Gandia a dos mestres quéy iinch la qtial ha prouat molt be e en cert rehex millor que la de JManizes. Per lo primerpassatge les pore trametre o a7ta7tt yo co7n espere e7i la sua Beatitud. » ) En el Vaticano se conservan restos de los pavimentos que se formaron con dichos azulejos. Con otros iguales hubo de disponer el Duque que se solaran estancias de su propio palacio en Gandía. De aquellos, probablemente, es un ejemplar que posee el British Museum. r Ill En los azulejos que labró Johan Murcí para el Rey, se ponían — según tantas veces nos han dicho los documentos — la «senyal Reyal» con las armas y divisas de Don Alfonso. I.a señal Real en este texto significa, sin duda, la corona; y las armas % «de Aragón y de Sicilia y de Aragón y del Reino de Nápoles», á tenor lite- ral del texto (O, serían los tres principales escudos que á Don Alfonso com- petían, á saber: el de Aragón; el del Reino de Sicilia, ó séan- se los cuarteles, puestos en franje, de los bastones de Ara- gón flanqueados del águila si- ciliana; y el del blasón real de Aragón, acuartelado con las armas del conquistado Reino de Nápoles (2). Los dos últimos serían los que más naturalmente usara Don Alfonso en sus dominios de Italia allende y aquende el Estrecho (3), desde que entrara en Nápoles, en 1442. Unidos por la corona real, se ven precisamente estos dos en los dibujos y estudios para medallas del Rey, del célebre Vittore Pi- (1) En la ápoca del maestro se escribe: «... rajoletes ab... les armes d'Arago e Sicilia e d'Arago e del reyalme de Napols.» Cabría entender que eran dos, no más, los escudos. (2) Las armas de Nápoles se formaban de tres cuarteles: i.°, el de Hungría (banda roja en cam- po de plata); 2°, el sembrado de lises, con el lambel, de la casa de Anjou; y 3.°, el de la cruz poten- zada, por el pretendido reino de Jerusalén. (3) Sin perjuicio de que también siguiera usando, aun después de 1442, el escudo á cuarteles, I.® y 4.° de Aragón (*), 2.® y 3.° de Calabria (cruz negra en campo de plata) que tantas veces se ve en portadas de sus libros, etc. (*) Otras veces se representa invertido el orden de los cuarteles, ocupando los i.° y 4.° lugares el de Calabria. sano^ el Pisanello, que por los años 1448 y 1449 residió en la Corte de Nápoles, con privilegio y á salario de Don Alfonso. En el dibujo que repro- ducimos (O se representa también el escudo real de Aragón. Los tres figu- — 39 -- ran constantemente—con otros varios, de estados y señoríos, — en las por- tadas de los códices que formaron parte de la célebre biblioteca de los reyes de Aragón en Nápoles. En uno de éstos 1^)—que lleva hasta diez escudos de armas de Don Alfonso,—ocupan los lugares preferentes, al pie de la portada, los que reseñamos, á saber ; en el centro Aragón, llevando á dere- cha Aragón-Nápoles y á siniestra Aragón-Sicilia. Mucho más nos han de ocupar las divisas ó empresas que, juntamente con las armas de Don Alfonso, se representaron en aquellos azulejos. Comenzaremos, por de contado, por no extrañar que fueran hasta tres las divisas del «dit Senyor». Era frecuente, con efecto, que en aquel tiempo llevara varias empresas un mismo príncipe: ora fueran de su peculiar adop- ción, ora continuase en el uso de las que instituyera su padre ó su prede- cesor en el trono. Sería muy interesante, si no nos hubiera de llevar dema- siado lejos, el inquirir cuándo y hasta qué punto derivaron tales divisas del blasón heráldico; renovándose en aquéllas la primitiva significación perso- nal de éste. En el siglo xv, cuando ya el blasón significó propiamente domi- nio en los estados, hallábase en su apogeo la costumbre de las divisas y empresas personales. Nacidas al parecer de caprichos individuales; resucita- das en realidad por una moda romántica en cuyo alcance asoman proble- mas insondables de psicología social; ingeniosas muchas de ellas hasta el extremo de permanecer para nosotros recóndita, en fuerza de ser sutil, la significación de los emblemas: aparecen llevadas unas veces á título exclu- sivamente personal; otras veces se instituyen y se conceden como insig- nia de confratria^ de orden ó profesión de caballería, á la que asociaba el príncipe á sus familiares ó elegidos; hubo empresas que como condecora- ciones llevaban también las damas; y otras, con el mismo carácter, vahe- (1) El original forma parte de la colección de dibujos, conocida por Recueil Vallardi, en el Museo del Louvre. (2) Ms. latín, M. Ttclü Ciceronis Oratio, núm. 7.782, de la Biblioteca Nacional de París. ron ya para testimoniar la cordialidad externa en las relaciones interna- cionales, tan afectas entonces á la disposición personal del soberano. Bien merecen tales instituciones y la curiosidad de los textos que á ellas alu- - 40 — den, mayor atención que la que se les ha solido dispensar y estudio más detenido que el que ahora nos tienta. En sus detalles se nos darían á cono- cer rasgos de costumbres, moldes del modo de sentir, tradiciones y aun afectaciones en el pensar de aquellos tiempos: que, si bien se mira, nos interesan más que la mayor parte de los sucesos que preferentemente con- signaron las crónicas, por cuanto más ciertamente nos hemos heredado en la psicología de nuestros antepasados que en sus hazañas; y quien objetara lo trivial de la materia, vería como el transcurso del tiempo, que todo lo reduce y lo resuelve, tamizando las apariencias para preservar lo que sea verdad y esencia, ha redimido de tal reproche á las que fueran vanidades quinientos años ha. En tesis general — en España desde luego y por obvia razón históri- ca,—tuvieron las primeras Ordenes, ante todo, carácter militar. A la Caba- Hería de la Banda faltóle tan solo, en los comienzos del siglo xiv, la dota- ción material de bienes comunales, en que cimentaron su poderío, desde el siglo XII, las Ordenes militares de Calatrava, de Alcántara y de Santiago, y más tarde la de Montesa, cuando recogió en Aragón la herencia de los Templarios. De hecho, aparécenos el Ordenamiento de aquella célebre divi- sa como realidad histórica en que tomara cuerpo la ética, entonces y más tarde popular, de los caballeros andantes (0. La Banda la instituyó en 1330 el rey Don Alfonso XI, hallándose á la sazón en Vitoria ó en Burgos (2); y (1) Dice de la Banda el Sr. Ramírez de Arellano: «No se parece á las órdenes monásticas, dedicadas á rezar ó predicar y á enardecer la fe; no es tampoco lo que las de Calatrava, Alcántara y Santiago, mixtas, guerreras y religiosas; es simplemente la orden de la Caballería, importada del extranjero y de la que la imaginación popular hizo salir los Amadises, Esplandianes y Galaores. Es el verdadero retrato de aquellos caballeros andantes que el espíritu de los tiempos convirtió primero en el Caballero de la verde espada, y el genio picaresco del inmortal Cervantes en el Caballero de la triste figura. Se ve claro que los caballeros andantes tuvieron una existencia real, no como nos los pintan los libros de Caballerías, sino tal como los retrata de cuerpo entero el Ordenamiento copiado.» (La Banda Real de Castilla: Córdoba, 1899.) (2) En Vitoria, según la Crónica de Alfonso XI, compuesta por Juan Núñez de Villafán : publi- cada en Toledo, en 1595. En Burgos, según el Códice de la Catedral de Córdoba. En este célebre Códice se contiene, con otros Ordenamientos reales, el que «en la era de mil e trescientos e sesenta e ocho años» comienza así: nEste libro fizo el noble Rey D. Alfon, fijo del M. Noble rey D. Fe7'nando e de la Reina D."' Constanza, e es, de la orden de la Vanda, en que quenta las cosas que deben haber en si los Caballeros de la Vanda, e de las cosas que se deben guardar...» Y aun antes de aquel año, parece que el Rey había hecho concesiones de su divisa á caballeros que armara (0. El primitivo Ordenamiento, al enumerar las maneras de «lealtat» que ha de guardar el Caballero, consigna que «la primera es guardar lealtai d su Señor» ^ y luego añade: otrosí es temido home de amar d sí 7nesmo e preciarse e tenerse para algo. E por esto se fizo esta Orden de la Vanda, porque los caba- lieros que quisieren ser en esta Orden e tomaren la Vanda ^ que mantengan estas tres cosas 7nas que otros caballeros: ser leales d sus Señores., e a7nar leahtente aquella en quien posieren su entencion, e tenerse por caballeros 77ias que otros para fiazer mas altas caballerías». Dispone asimismo el Ordenamiento que «todo Cavallero de la Vanda se debe guardar de 7iunca dezir uno por al, podiendolo escusar: ca la cosa del Mundo qiie 7nas pertenece al Caballero es dezir verdad»; y, aparte de que debe tener siempre «unas sobreseñales de cuerpo e de caballo en que haya Vanda... e... minea ande sin Espada e sÍ7i misericordia...», que «nunca se alabe de ningima caballería que faga... e... 7iunea debe dezir ay... e lo mas que podiera, escúsese de quejar por ferida que haya... » Aparte de la forma y de la minuciosidad con que así se definiera en sus Estatutos la disciplina moral de la Orden, pudo á la vez no ser ajeno á su institución algún pensamiento político. El Rey era el primero, el Maestre de los de la Banda. «Puso en esta Orden todos los mejores caballeros y escude- ros mancebos de su Señorío» (2). Más tarde, en el reinado de Don Pedro I de Castilla, se hacía constar que «esta Orden de la Banda... no la traían sino... vasallos del Rey e del Infante su fijo primogénito heredero» (3); y desde el primer Ordenamiento se dispuso que «cuando el Rey fuere en hueste, que todos los Caballeros de la Vanda sus Vasallos, que sean en una cuadrilla, et que vayan en una á combatir... do el Rey mandare». más adelante: «-Aquí comienza el Libro de la Vanda qice fizo el Rey D. Alfon de Castilla, e la razón porqtie se movió á lo facer, es porque la mas alta e mas preciada orden que Dios en el mundo fizo, es la Caballeria...y> (O El Sr. Ramírez de Arellano cita un privilegio del año 1324, en que, al concederse á Pedro de Pineda, por la defensa de Baena contra los moros, 10.000 maravedís sobre las rentas de portaz- gos de las juderías y morerías, se dice que era «caballero de la banda de oro». {La Banda Real de Castilla, pág. 35.) (2) Códice de la Catedral de Córdoba. (3) Crónica del rey Don Pedro, de Don Pedro López de Ayala. Añade la Crónica: «E esta regla se guardó siempre en la Orden de la Vanda en las Cortes de los Reyes de Castilla, que ome que non fuere Vasallo del Rey ó de su fijo heredero, non trajiese la Vanda.» Mas ya se ha indicado que esta caballería, con la que pensare contar el Rey, no consolidó ó conservó por muy poco tiempo el carácter militar. A la larga, perdió hasta el carácter de Orden. Se concedió la divisa á título — 42 — de distintivo honorífico, primero á los que no fueran caballeros armados; más tarde, á los que de ninguna suerte podían formar parte de su herman- dad. Andando el tiempo, de condecoración pasó la Banda á ser insignia de mando ; á comienzos del siglo xvi, el guión de la Banda era el del mando personal del Monarca. Por caso feliz, la forma en que se llevara en distintas épocas la célebre divisa, ha sido objeto de estudio, bien que incidental, de autoridad insupe- rabie (P. No dejan, sin embargo, de ser contradictorios los textos antiguos; y aún es fuerza reconocer que la divisa se llevaría de distintos colores en épocas diversas. En el primitivo Ordenamiento se manda «á todo cauallero de la Vanda que siempre tenga unos paños en que aya Vanda, aunque non la pueda traer de cada dia que los vista una vez en la semana e mas si mas podiere»; y dice la Crónica de Alfonso el Onceno que los primeros paños que fiteron fechos para esto eran blancos e la banda prieta (2). En las Cortes de Alcalá de Henares, en 1348, en un Ordenamiento de trajes, se decía: «Et los caballeros de la Vanda, que puedan traer la Vanda cualquisieren, salvo que non sea de oro fres, de oro tirado, nin haya en ella Aljófar nin piedras» (3). En el reinado de Don Pedro I consta que «traía unas sobreseñales berme- jas con Vanda de oro» un caballero á quien el Rey mandó decir que como no era vasallo suyo no podía llevar tal banda; y añade la Crónica que el caballero tiró la divisa, que era «un tapete colorado con una Vanda de oro» (4). El viajero Jorge de Einghen, que estuvo en España en 1457, describe. (1) Cánovas del Castillo; De la Escarapela roja y de las Batideras y divisas .usadas en Espaila: en la «Ilustración Española y Americana» de 5 de Octubre, 1871. (Biblioteca Nacional, Sección de B. A.— G. i. 23.) (2) Cita de los Sres. Caballero-Infante y Gestoso, en Informe d la Comisión de Monumentos de Sevilla^ acerca del significado de los blasones de la Banda. (Sevilla, 1896.) (3) Cita del Sr. Ramírez de Arellano: op. cit. (4) Crónicas de los Reyes de Castilla, de Pero López de Ayala: tomo i, cap. vm. entre las Órdenes del Rey Don Enrique IV, «la Banda de Castilla, con una tiinica escarlata y una banda dorada de dos dedos de anchura» (0. Argote de Molina, en el siglo xvi, escribe de la Orden de Caballería - 43 — de la Banda: «El libro original de sus Ordenanzas me mostró Don Diego de Mendoza... En el principio de este libro está pintada la Banda her^neja e7i escudo de oro asidas las dos cabezas de dragante de color verde con una letra que dice Fe y Fidalguia». No se sabe de cuándo sería aquel «libro ori- ginal» ni en verdad parece haberse conocido la «letra» que citaba; y es el caso, por otra parte, que Guevara en sus Epístolas familiares (2), el P. Maria- na en su Historia y el Diccionario de Autoridades están contestes en que la Banda era roja, ó carmesí la faja que constituyera la insignia Í3). Ahora bien: la Banda figura en cada reinado, desde el del fundador de la Orden; mas se altera y se transforma, al andar del siglo xiv y hasta fines del XV, la significación de la divisa. En la batalla de Nájera—yendo Don Pedro I amparado por el Príncipe de Gales y «trayendo los suyos aquel día por señales los escudos y las sobreseñales blancas con cruces bermejas por S. Jorge» (4^, — llevaba el (1) Viajes por España: traducidos y anotados por Don Antonio Fabié; en la Colección de Libros de Antaño: tomo viii. (Madrid: 1879.) En el códice original (ó copia más completa) exis- tente en la Biblioteca Real de Stuttgart, se ven unas curiosas miniaturas en pergamino, que, según reza el texto, mandó hacer el mismo Jorge de Einghen, y re- tratan á los reyes que visitó en sus viajes (Véase Intro- ducción al Tomo viii de la Colección Libros de Atitaño, por el Sr. Fabié); entre ellos, á Don Enrique IV de Cas- tilla llevando la banda de dos dedos de anchura que des- cribe el viajero. (2) Carta á Don Alonso Pimentel, Conde de Bena- vente, fechada en Toledo á 12 de Diciembre 1526. (3) Lo mismo se dice en un curioso tratado, dedica- do al Marqués de Caracena por «le Sr. de Lannoy, Che- valier, premier Roy d'Armes provincial», en 1664. Se titula L'Ordre de la Bande et Echarpe Roicge^ institué au Royaume de Castille par Don Alfonse onzième. [Manuscri- to deia Biblioteca Nacional: núm. 10.179.] (4) Crónica de Pero López de Ayala. pendón de los Caballeros de la Banda, por Don Enrique de Trastamara, Pero López de Ayala (ó; y ya hemos visto A cómo años antes (2), hizo recordar Don ^ Pedro á un caballero que llevaba la ® banda, que sólo podían llevar tal divi- sa quienes fuesen vasallos del Rey. En tiempo de Don Juan I era, por decirlo así, dignidad de la Casa del Boy, el que había de llevar aquel pen- dón de su Caballería (3). Más tarde, la Banda (pues no cabe suponer que la que se representa sea otra que aquella divisa de la Orden) aparece en el anverso del sello real de Don Enrique III: dibujándose des- de por encima del hombro derecho en la representación ecuestre del Rey, «■H hasta atar con cabos sueltos en el lado wH izquierdo (4). En la misma forma se pone en los sellos de Don Juan II: y puede que coincidiera con la representación en el sello — y que ella nos revele—la evolución del concepto en que se tenía el emblema de la Orden (1) El propio cronista. (2) Antes de la batalla de Cigales, año 1353. (3) En su testamento dispuso quién había de llevar, para su hijo y sucesor, el Pendón de la Banda y ser su Alférez. (Crónica de Enrique III, cap. vi.) (4) En el sentido inverso, partiendo del hombro izquierdo y atando debajo del brazo derecho, la describe más tarde Guevara en su Epístola familial- al Conde de Benavente (*). Adviértase cómo en el sello aparece el Rey esgrimiendo la espada en la mano izquierda, y podría pensarse que, por inadvertencia, los detalles de la figura se dibujaran con propiedad — derechamente, por decirlo así, — en la mati'iz del sello. Mas luego se comprobaría, cuál es el hecho, que en los sellos reales de aquel tiempo, el querer representar al Rey no de perfil sino mirando de frente, obligó constante- mente al grabador á invertir la ordenación de la tarja, de la espada y demás detalles de la figura ecuestre, cada vez que el caballo se dibujaba en marcha hacia la izquierda. (•) Y de tercera manera la describía antes Einghen, en el siglo xv. (Véase pág. 50, nota +.) cuasi-militar, que ya es «Señal» del Rey y va camino de ser, en la primera mitad del siglo xv, la Divisa Real/¿zr excellence (0. En tiempo de Don Juan II la Caballería de la Orden podía tener todavía su lugar en la hueste, marcado siquiera por la tradición, inmediato á la per- sona del Monarca: pues la crónica, al describir la batalla de la Higueruela, refiere cómo Don Juan mandó mover sus pendones y dice quiénes llevaban respectivamente el pendón real, el de la cruzada y el estandarte de la Ban- da; mas ya también se concedía como condecoración y á título expreso de «divisa del Rey». Antes, cuéntase como Donjuán I, en recordación del esfuerzo varonil que hicieron las mujeres nobles de Falencia cuando sitió su ciudad el Duque de Alencastre, las hubo de autorizar para traer, en sus toca- dos y ropas, bandas de oro « como las traían los Caballeros de la Orden de la Vanda» Donjuán II, en un albalá de 1442, autoriza á otras damas «para que podades traer y trayades la mí divisa de la Vanda en vuestras ropas y tocas»..., como «la acostumbran traer las otras dueñas e doncellas de gran guisa á quien yo he dado la semejante licencia». Con el mismo carácter de divisa y «señal» real, pone el Rey la Banda (1) La representación del ¿.DI "^1 , Jl¿ lema de varios de los reyes nazaries de Granada, sobre una banda en escudo de armas, es materia que siempre atrae, merece sin duda y requiere acaso algún estudio especial. ¿Se inspiró tal representación en la Banda real de Castilla ó tuvo algo que ver con ella? Por de pronto, lo de que el Santo Rey, al armar caballero al Mohamed de Gitanada que le acom- pañaba en la conquista de Sevilla, le diera por armas la Banda que llevara en su estandarte real, á la que el granadino añadiera el mote «Y no hay más vencedor que Dios», es, según todas las trazas, una leyenda que se acogería en la Crónica al refundirse, retocarse y añadirse ésta en el siglo xvi: al imprimirse en 1526, en tiempos del Emperador, cuando la Banda había llegado precisamente á ser el distintivo del guión Real. Pudo Don Fernando III armar caballero á su aliado: mas no concederle, en todo caso. Banda que fuera la que más tarde instituyera Alfonso el Onceno. Si luego el propio Don Alfonso XI, ó su hijo, ó alguno de sus sucesores, diera (ó no) la Banda á alguno de los reyes granadinos, es cosa de las infinitas que no cabe á tientas negar ni afirmar. Como á vasallo del rey de Castilla, pudo evidentemente, en todo aquel tiempo, hacerse tal concesión; de que se hiciera, no hay noticia. Entre tanto, la representación del mote granadino sobre banda de escudo— en escudos cuyas formas competen al último tercio del xiv, — puede que no se conociera hasta hacia fines del reina- do de Mohamed V; y consta luego la banda (aun sin el lema), en los primeros años del siglo xv, reinando ya en Castilla Don Juan II: en los tiempos, es decir, en que cabría pensar si la relación que dijera la una con la otra banda, pudo ser, no la de una concesión de rey á rey, sino la de suges- tión que ejerciera la divisa castellana, que al ponerse por reyes sucesivos en el sello y en la mone- da, revistiera cierto carácter de atributo de realeza. (2) Véase el Informe á la Comisión de Momimentos de Sevilla^ citado. en su moneda. En el Ordenamiento de 1442, manda á los Tesoreros de sus Casas de Monedas que «en cada una de ellas labren una fornaza de doblas de oro e que esté en cada una de ellas más armas reales e del otro cabo la Vanda». En estas doblas (O se figura la Banda Real con las conocidas cabezas de tragantes. En la misma forma se puso después en doblas de Enrique IV; y de ellas se copió, sin duda, en una moneda de Don Alfonso de Avila. En los vellones de Enrique IV se re- presenta la banda sin los tragantes. De hecho, pues, se había convertido la Banda, an- dando la primera mitad del siglo xv, por una parte, en condecoración que otorgara Juan II á las damas y luego Enrique IV á un extranjero; y por otra, en divisa J ' ^ Í qnue dobla de juan 11 más que de cada rey—pues alguna otra, como distintivo personal, solieron ya usar, — aparece ser de la realeza castellana. Y sin duda por haber adquirido implícitamente este carácter fué por lo que en la segunda mitad de dicho siglo se hizo insignia de man- do; que más adelante pudo ser el que se ejerciera por el Rey, pero que comenzó por ser el del Rey en su persona, pues en los días de Don Fernando el Ca- tólico el tradicional estandarte de la Banda, que an- taño se llevara cerca del Rey en el campo, era ya privativamente el guión personal del Soberano. En su Libro de la Cámara Real del Príncipe D. Juan (2) dice Gonzalo Fernán- dez de Oviedo cómo vió él mismo, en el año 1503, que el Rey Católico, llegando al campo, irahia su guian acostumbrado de la Vanda Real de Castilla-, y puntualiza que un capitán general, aunque «puede y acostumbra traer en el campo guión, no ha de ser con las mismas insignias de la Vanda ó de las columnas que el Emperador, nuestro Señor, le trae...» (3). (1) Y también en moneda de vellón del propio rey. (2) Impreso por la Sociedad de bibliófilos españoles. Madrid, 1870. (3) Dice el Libro (*) citado: < Un officio hay en la Casa rreal, que se dize guión, el qual solo el rrey le usa e en su lugar e ausen- cía, en exercito rreal, los capitanes generales, e no otro alguno... Y es desta manera: Un cavallero e persona ctif'ial e criado desta Casa rreal, e que conosce los generosos e personas cali- (*) Siguiendo el texto del ejemplar Ms. de la Biblioteca Nacional, núro. 6.866 [antes T. 88]. Y había, por fin, caído en largo desuso toda concesión, mas no se había perdido la memoria de la célebre divisa, cuando en el reinado de Don Feli- pe IV se discutió mucho, y contendieron los ConsejenDS del Rey, acerca de la conveniencia de restablecerla. Tratábase de resucitar los honores anti- guos de Castilla y de regular su concesión, principalmente á los que presta- ren al Rey sus servicios en la mar, y lamentando entre otros el Conde Duque, en el Consejo de Estado, el desuso de las «antiguas honras de Cas- ficadas del rrey7io, lleva tma langa encima de su cavallo ó mula, levaîitada, quando las persofias reales cavalgan, no cada dia sino quattdo han camino o quando el rey óprincipe estan en la guerra o campo : en la dicha langa está una vandera quadrada de quatro o cinco palmos en cada parle o quadro, con la devi- sa de la Vanda Real de Castilla-» (*). Dice luego que « quando el rrey o el principe juegan a las cañas, acostúmbrase dar el guión a uno de los cauallerigos menores o thiniente del cauallerigo mayor, porque como son personas diestras en la gineta... cada vez qtie el rrey op7-ingipe sale a echar S7i caña, sale el gui07i dela7ite, e tocan las t7-ompetas e atabales, e asi va e buelue el prmgipe co7iosgido, e escúsa7ise desacatamientos e topetazos e e7iC7ie7itros de cauallos, e otras inadiiertengias de gwetes, e miran cómo deue7i tirar los caualleros... » Y viene más adelante el párrafo citado, al tratar de los reales y de cuando anda en ellos el Rey «proveyendo lo que conviene á su ejército: «Es de notar que avn quel capitán general puede e acostumbra traer en el campo guión, no ha de ser con las mismas insignias de la Vanda ó de las colunas que el Emperador, nuestro Señor, le trae; sino con otras devisas, e no de sus armas proprias del capitán general, sino de otra manera, por estas rrazones: lo uno, por que aquel exérçito que manda es del rrey, y lo otro, por que acaesçeria sobrevenir el rrey a se juntar o socorrer su campo, e traer su guión acostumbrado, e que se conoz- ca qual es el un guión ó el otro. Ya yo vi lo mismo, el año de 1503, en el campo del Rey Catholico, donde era capitán general don Fadrique de Toledo, duque de Alva, quando huyeron los franceses que tenían çercada a Salsas, e trahia el (Duque) guión de damasco blanco, con una cruz de terciopelo verde, perfilada e bordada de oro a dos hazes. E llegó el Rey Catholico, e trahia su guión acostum- brado, de la Vanda rreal de Castilla; e asi eran bien conosçidos y diferençiados el guión del Rey, e el del Duque.» Refiriéndose también á este texto, escribía el Sr. Cánovas del Castillo, en 1875: « La noticia de que el Códice f. v.-e-8, del Escorial, que contiene el texto, ahora impreso, del Libro de la Camara Real, tenía dibujado al margen el guión dicho, me hizo examinarlo, y resulta: que la enseña de que se habla aparece allí idéntica en perfil á la del Tratado de rieptos y desafios de Mosén Diego de Valera, bien que esté además atravesado, como el propio texto dice, por la propia banda real de Castilla, que sujetan dos tragantes ó bocas de dragón en los extremos. Lástima es que esta faja esté trazada con tinta negra y falte el color del fondo del paño, solamente señalado tam- bién con líneas encarnadas. ¿Indicará aquel color del perfil el del paño de la regia bandera? A no haber más documentos que el dibujo del Códice del Escorial, no sería posible asegurarlo. Si la ban- da real de Castilla hubiera de haber tenido en el guión el color mismo que la que usaban los caba- lleros de la orden de tal nombre, no podía menos de ser encarnada; y dos colores iguales se habrían confundido, con ofensa de la Heráldica, y sin efecto alguno. Mas por otro lado, he dicho ya que la banda se usó de oro alguna vez que otra... y con más razón pudo usarse igualmente en el guión real, en cuyo caso nada impedía que fuera encarnado el paño.» (*) En el texto va dibujada al margen la bandera, con tinta roja y negra: representando la divisa de la Banda con tra- gantes en sus extremos. tilla», informaba que «con ser el oluido del titulo de los ricos hombres de tanto sentimiento, lo es mayor el de la Vanda, pues hallándose todos los Reyes y Principes con una insignia onorifica tenida por de la mayor estima- - - cion, y siendo Castilla caveça de la 48 Monarquia que se compone de tantos Reinos, se halla no solo sin otra correspondiente, sino auiendo dexado caer una propia tan antigua y de tanta estimación». Y «reseruando el ajustar por menor las circustancias», le parecía «justo y conveniente, para suplir la falta de hazienda, el resucitar estos onores». Los que en contra opina- ron en el Consejo de Cámara y en el de Castilla, adujeron, como prime- ra razón, que el «introducir de nuevo la Caballería de la Banda, es dar al traste con las tres Ordenes militares, pues ninguno se ha de preciar ni honrar con el hábito que trae, si no llega á conseguir esta Caualleria». Y porfiaron unos y otros, en sus informes, en forma tal, que al pie del último mereciera la respuesta de S. M. en estos términos: «Pareceme un poco co- lerica esta consulta, con que viene á quedarse en paz del exceso que de sí ha ávido de parte de los del Consejo de Estado... Ya sabéis que en las con- clusiones se reduzen las materias á porfia mas que á razón. En este negocio estoy cierto que he hecho los examenes suficientes para justificar la résolu- cion, y espero será asertada la que se tomare; y si se hallare inconveniente, despues de publicada se podrá enmendar; que las materias de Govierno y estado tienen mucho de adbitrio y dan lugar á que se intenten, aun con menos examen, sin riesgo de reputación» (0. Con tan sabia premisa, no aparece que luego se tomara resolución alguna en el particular. (i) (Mona7-quia de Hespaña: Ms. del Archivo Histórico-Nacional, núm. 737 d. Tomo i, folios 551 á 577.)—Sobre este curioso episodio tuvo la bondad de llamar nuestra atención, hace años, el Sr. Paz y Mella. Tratábase, en el año 1625, de «un papel que se había dado á S. M., sobre cuya propues- ta informaron sucesivamente el Consejo de Estado, el de Cámara y el de Castilla. Por lo mucho que convenía favorecer las cosas de la mar, se aconsejaba que se resucitaran las antiguas honras de Castilla, reglamentándose su concesión, así como la de limpieza de sangre. El informe del Consejo de Estado fué favorable, después de hacer constar sus pareceres el Marqués de Aytona, el Marqués de Montesclaros, Don Diego de Ibarra, el Conde Duque, el Conde de Monterrey, el Conde de Le- mus, el Marqués de Carazena, el Inquisidor General, etc., etc. En la respuesta del Rey, y «por cuanto el Consejo iba casi conforme en cuanto por mayor pro- ponia el papel», se conformaba con dicho Consejo; y, para que se ajustara y examinara negocio tan grande, indicaba que se juntasen con el Conde Duque el Marqués de Aytona, el Marqués de Mon- tesclaros y el Conde de Monterrey, y dispusieran por menor todo lo pertinente á la materia... Mas hubo de leerse el Decreto en el Consejo de Cámara, y aunque no se llegó á votar particular- mente, fueron los pareceres contrarios á los que se habían manifestado en el Consejo de Estado. En Desde fines del siglo xiv — al generalizarse la moda de las empresas y divisas personales, —se conocen varias, que usaron los reyes de Castilla Juan I, Juan II y Enrique IV. — — De Don Juan I refiere López de Ayala 49 que en el año 1392, «el dia de Santiago, en la Iglesia Mayor (de Segovia) dixo el Rey públicamente que él havia ordenado de traer una diuisa, la qual luego mostró allí, que era im collar fecho como rayos de sol e estaba C7i el dicho collar una paloma blanca que era representación de la gracia del Espíritu Sancto, e mostró un libro de ciertas condiciones que auia de aver el que aquel collar traxiesse; e tomó el Rey aquel collar de sobre el altar e dióle a ciertos cavalleros suyos. Otrosí fizo otra divisa que traian escuderos suyos, que decían La Rosa: e los que querían probar los cuerpos justando ó en otra manera, la traian. E por quanto a pocos días despues desto finó el Rey, non se traxieron mas aque- lias Divisas e non fablaron dello» (0. Don Juan II usó, como distintivo personal, la divisa del Ristre; y fundó además la Orden ó condecoración del collar de la Escama, que subsis- tió luego en tiempo de su hijo y sucesor. El Ristre de lanza figura sobre las gualdrapas del caballo en la moneda de oro de 20 doblas, de Don Juan, que existe en el Cabinet des médailles de París; y se puso también en reales de plata de este reinado, acuña- dos en Avila. La estatua yacente del Rey, sobre su enterramiento en la Cartuja de Miraflores, de Burgos, lleva un collar compuesto de una serie de círculos entrelazados, en cuyos centros alternan castillos y leones, el mismo sentido, hasta de protesta, informó al Rey el Consejo de Castilla. Remitió el Rey las obje- clones á nuevo informe de los Consejeros de Estado; votaron por escrito, ratificándose en sus infor- mes anteriores, el Marqués de Montesclaros, el Conde de Monterrey y otro Consejero; y en 11 de Febrero de 1626 evacuaba el Presidente del Consejo (de Castilla, sin duda) la nueva consulta confi- dencial, que al Rey le pareció «colérica». (i) Crónica de Don Juan I, cap. xviii, pág. 340 de la edición de 1780. Por error de lectura sin duda, el Sr. Carderera, en su IcoHOgi-afía Española, al describir el ente- rramiento de Don Juan II, discute la posibilidad de que la divisa del Ristre, en el collar de la efigie, se relacionara con la «orden de La Razón» que fundara el abuelo del Rey «para los que querían probar los cuerpos justando ó en otra manera». Y sería muy natural que los justadores quisieran llevar la razón; pero el caso es que la Crónica expresa que la divisa se decía tLa Rosai>. El Sr. Rada y Delgado, en el Museo Español de Antigüedades, tomo iir, unió la autoridad de su parecer á la opinión de Carderera, sin rectificar la cita del nombre de la Orden. 4 — viéndose sobre cada círculo cl Ristre de lanza (0. Se discutió alguna vez si dicho collar sería el de la Escama: divisa que, según nos dice la Crónica, debieron «el Rey daba á pocos». No debe, sin duda, entenderse muy así; ser divisas distintas, la del Ristre y la del Collar que diera el Rey, entre otros, á Mosén Diego de Valera (2); por cuanto la orden de la Escama per- duró luego, según ya se ha dicho, y se describe su distintivo sin men- co- ción alguna de ristre, pero con expresión de las «escamas»: que no se nocen en la estatua de Miradores. El viajero Jorge de Einghen, cuyo relato ya hemos tenido ocasión de citar, describe, con efecto, entre las tres divi- ú Ordenes del Rey de Castilla, la que él llama «la sas Española», que era «una banda (3) ancha y linda con placas superpuestas como escamas de pes- cado», cuyo distintivo concedió Don Enrique IV á aquellos viajeros en el año 1457 (4). (1) IcoTiografía Española-, tomo ii, lám. 48. También dice Carderera que el Ristre figura sobre los vestidos de la efigie del Rey, en el bajo- rrelieve del altar de la propia iglesia de Miraflores. mayor En la Crónica de Don Juan II de Pérez de Guzmán (cap. 11, año 1437), se cuenta cómo (2) de Valera, cuando regresaba á Castilla y al despedirse de Alberto, Rey de romanos, recibió Diego el collar de las Dis- de éste sus tres divisas, que eran: el Dragón, que daba como Rey de Hungría; como de Bohemia; y dice á ciplinas con el águila blanca, como Duque de Austerriche; y otra, Rey dello placer e diole su Divisa del collar del escama continuación: ^El Rey (de Castilla) ovo muy gran él daba a pocos e diole el yelmo de torneo e mandóle dar cien doblas para lo hacer e hizole que muy otras mercedes e mando que dende adelante le llamaren Mosen Diego.» (3'l No sabemos si la palabra, del texto alemán del siglo xv, qne se ha traducido por banda, de collar. pudiera en rigor aplicarse también á distintivo que se llevara al cuello, á manera ¿Corres- collar la penderían á la empresa de la Escama á la vez y estola, á semejanza de contemporánea de las monedas de Enri- orden aragonesa de la Jarra? ¿Cabe en que lo que se representa algunas que IV pudiera ser collar ó manto de «escamas»? una (4) «El Rey nos concedió el distintivo de sus Órdenes, á saber : de la Española, que es banda ancha linda, con placas superpuestas como escamas de pescado, y la otra la banda de Cas- y dorada de dos dedos de anchura (*), que pasaba por tilla, con una túnica escarlata y una banda (*) Mucho más ancha se ve en los sellos de Don Enrique III y Don Juan II. La orden española que así describe Einghen era distinta, por de conta- do, de la de la Banda, que en el mismo texto no menos minuciosamente reseña; y consta que por aquel mismo tiempo — en el año 1454, — feste- jando Don Alfonso V de Aragón, en Nápoles, el nacimiento del infante Don Alonso de Castilla, se acordó que «en señal de mayor amor y de perpetua paz» entre los reinos, «el Rey y la Reyna de Castilla y los Infantes sus hijos... con doce cavalleros que escojiese el Rey de Castilla », llevasen la divisa del Rey de Aragón; y que el Rey de Aragón, « con el Duque de Calabria su hijo y Don Alonso su nieto y otros doce cavalleros trajesen el collar de la Esca7?ía, con la devisa de la Banda del Rey de Castilla^^ ('). Otra tercera orden castellana conoció aquel viajero alemán, á saber; « la de Granada », cuya divisa era « una granada sobre un globo, con un cabo ó pedículo y algunas hojas». Y consta que, con efecto, usó Don Enri- que IV (á título, sin duda, de distintivo personal, como su padre del Ristre), de este emblema, al que alude Fray Matías de Sobremonte en su descrip- ción del convento de San Francisco de Valladolid, cuando dice que «Enri- que IV puso en Segovia muchos escudos de armas de Castilla y León en garras de águila y guarnecidos de las ramas de granado y el mote <íagridulce>^, empresa que tomó y que no ejecutó este rey» (2). Figuran granadas — mejor dicho, tallos de granado,—á cada lado del busto en los vellones de este reinado: poniendo el Rey, de este modo, en una de sus monedas su divisa personal y en otras la real de la Banda: como en el reinado del rey su padre se pusieron en las doblas la Banda y en reales de plata el Ristre. Y adviértase cómo, cuando se acuñaron monedas en nombre del pretendiente Don Alfonso de Ávila, se estampó en ellas la divisa Real, mas no la personal que era aquella granada «agridulce». debajo del brazo izquierdo y bajaba oblicuamente por delante hasta el extremo de la túnica del lado derecho, y desde aquí, subiendo por detrás, llegaba hasta debajo del mismo brazo La Orden izquierdo. tercera es la de Granada; que es una granada sobre un globo, con un cabo ó pedículo y algu- nas hojas. Nos dio además 300 ducados y un hermoso caballo á cada uno. Así nos separamos, honra- dos, alabados y con provecho, de este cristiano rey Enrique, en el año del nacimiento de Nuestro Señor, 1457. (Libros de Antaño: tomo viii, págs. 44-45.) (1) Zurita; Anales de Aragón, lib. 16, cap. xxviii, al año 1454. (2) Ms. de la Biblioteca Nacional: núm. 19.351, fol. 330. El autor supone que la alusión de la empresa es á la conquista de Granada, que anunciara En- rique IV, sin lograrla llevar á cabo. Desde el comienzo del reinado de los Reyes Católicos, adviértese cómo cambian las costumbres en el particular. Dejan de concederse, á título de condecoración, las divisas ú órdenes reales (0. La Banda real en aquel tiem- po llevaba camino de convertirse — según ya se ha dicho—en insignia de mando del monarca; y son tan familiares las divisas del yugo y de las fle- chas con el mote « Tanto ?nonta-»^ de Don Fernando y de Doña Isabel la Católica 12) como más adelante la de las columnas sobre ondas con el j lema «Plus oulíre»^ de su nieto el Emperador: mas aquéllas y ésta fueron exclusivamente divisas Reales. Por cierto que los emblemas del yugo y de las flechas, de los Reyes Católicos, se siguieron poniendo en monedas de todo el reinado de Carlos V (3), como luego las columnas del Emperador siguie- ron figurando en las acuñaciones de América, hasta en todo el siglo xviii y De hecho, la sola excepción de la Banda Real de Castilla, cuando se convirtiera en (1) y con del no recordamos que reinando Don Fernando el Católico subsistiera orden ó guión monarca, divisa que antes lo hubiera sido de Reyes antecesores suyos, en Castilla, ni en Aragón, ni en Nápo- les, ni en Navarra. (2) El escudo de sus armas, á cuarteles de Castilla y Aragón, se representó sobre un águila, con el lema «Sub umbra alarum tuarum protege nos», según se ve en las monedas de oro de este reinado y del Emperador. Se ha indicado alguna vez que aquella águila, que am- para los cuarteles de Don Fernando y Doña Isabel, pudo ser la divisa del reino de Sicilia: siendo Don Fernando, al casarse, rey titular de Sicilia, por cesión del Rey de Aragón, su padre. Adviértase, sin embargo, que el águi- la se representa, no coronada, sino nimbada, por lo cual es natural que sea la del Apóstol San Juan; y pudo su- gerirse la representación mejor que por alusión á la di- visa de Don Fernando, por devoción que tuviera la Reina al Santo cuyo nombre llevara su padre (*), y tal vez en ocasión de celebrarse el nacimiento del Príncipe Don Juan. (3) Los bustos afrontados de los Reyes Católicos siguieron figurando hasta muchísimo más tarde señoríos de los Países sino en en algunas monedas; no sólo en las provinciales de estados y Bajos, emisiones catalanas. En 1614 se facultaba á los «concelleres» de Barcelona para fabricar monedas Católico Don Fernando»; y de del Señor oro, «tales como dicha ciudad las tenia desde tiempos Rey alude también á la moneda de oro de «doblones de dos caras» llamados «treintines». en 1618 se Hasta fecha de 1670, se acuñaron estas monedas de oro de «las dos caras» de Don Fernando y con de Doña Isabel la Católica. (Véase Heiss: Monedas Hispano Cristianas, lám. 20, núm. 75.) convento de Valladolid en tiempo (*) Véase, por otra parte, lo de los escudos en garras de águila que se pusieran en un de Don Enrique IV, aun entrado el xix: reanudándose luego, en monedas del reinado de Fer- nando VII, la tradición de aquellas columnas, que perdura en la moneda de Don Alfonso XIII. Y réstanos recordar que en materia de divisas se conoció en el siglo xv un matiz más; el de la divisa que no correspondiendo á Orden ni herman- dad ó confratría alguna, ni otorgándose por el Príncipe como condecoración á sus familiares, sino usándose como distintivo personal, todavía se usara tan sólo en ocasiones determinadas, á título, por decirlo así, accidental: cual podía ser, por ejemplo, la que se sacara en tal ó cual justa ó torneo. De tales divisas ó «invenciones», con sus correspondientes lemas, conócense infinitas: como las recopiladas en el Cancionero de Hernando del Castillo (O, en su capítulo de «Invenciones y letras de justadores». La que se llevaba en el torneo solía ser, por de contado, la empresa personal del justador; mas en ocasiones encerraba alguna alusión ó respondía á intención que fuera puramente circunstancial. El Cancionero — que no suele mencionar la oca- sión ó fecha en que se lucieran las divisas recopiladas — consigna dos, que en distintas ocasiones llevó Don Fernando el Católico: diciéndonos que «sacó el Rey » en una ocasión una red de cárcel P ) y que « e7i otras justas sacó una yunque por cimera y dixo: No me haze mudamiento, mal ni dolor que me hiera, pues traigo en el pensamiento la causa de mi cimera» (3). No podía ser más circunstancial la alusión de esta divisa, que llevó Don Fernando en unas justas en Valladolid, en el año 1475; pues explica su sig- nificación Antonio de Falencia en el sentido de que Don Fernando daba á (1) Cancioíiero General: impreso perla Sociedad de bibliófilos españoles. Madrid, 1882. (2) «Y dezia la letra: qualquier prisión y dolor que se sufra es justa cosa, pues se sufre por amor de la mayor y mejor del mundo y la mas hermosa.> (Núm. 481 del Cancionero.) (3) Ibidem: Núm. 495. entender que se resignaba de momento á cuantos intentos sobre él se qui- sieran descargar, llevando aquel yunque con esperanza de ser martillo á su vez (0. — * 54 — * * En Navarra no se haría sentir por tanto tiempo como en Castilla el poderío de las Ordenes militares, cuya razón de ser fuere la guerra contra los infieles fronterizos. En un documento del Archivo de la Corona de Aragón (2) se consigna cómo el Rey Don Alfonso 11, hallándose en Navarra el año 1174, hizo dona- ción «á Dios y al Conde Don Rodrigo» de varios castillos: para que los disfrutasen dicho Conde y los frailes de la Orden que el Rey estableciese allí en servicio de Dios y para la expugnación de paganos. Un siglo antes, en 1048, según cuenta un nobiliario francés de 1664 (3), García VI, Rey de Navarra, había instituido en la villa de Nájera la Orden del Lis en honor de la Santa Virgen: y el autor dibuja el collar de dicha , Orden como si lo hubiera visto. Es de advertir que el mismo da noticias de las Órdenes que fundaran Clovis, Charles Martel y otros personajes, y que de todas dibuja las divisas y collares. Viniendo al tiempo en que positivamente cundió, en el último tercio del siglo xiv, la moda de las divisas y confratrias, hallamos que el Rey de Navarra, Don Carlos UI, había instituido, antes del año 1391, la Orden de Caballería que llamó del Collar de Buenafé (4) y regalaba á sus caballeros (1) Crónica de Enrique IV de Antonio de Falencia, traducida por el Sr. Paz y Melia: tomo iii, págs. 388 y 389; «Movidos los grandes por tan poderosos intentos, incitaron al joven Rey á pasa- tiempos juveniles. Señalóse un dia para celebrar suntuosas justas en que cada campeón debia sacar la divisa que escojiese: unos descubrian su secreto pensamiento, presumiendo ocultarle; otros por el contrario insinuaban lo que mas tarde pensaban realizar. El Rey, mas formal que lo que los años exigían, sacó por cimera un yunque, afin de indicar á la multitud circunstante que no merecía cen- sura su temporal tolerancia, pues si su animo estaba representado en el yunque, era porque aguar- daba ejecutar el papel del martillo.» (2) Pergaminos de Alfonso I [Conde de Barcelona]: núm. 154. (3) La Vraye et Parfaite Science des Armoiries "Çdx Pierre Palliot, parisien. Historiographe du Roy. (Paris, 1664.) (4) Diccionario de Antigüedades de Navarra^ de Don José Yanguas y Miranda. (Pamplona, 1840), tomo I, pág. 154. «paños rojos de Bristol», según consta en documento del inestimable Archi- vo de la Cámara de Comptes (d. También antes del año 1391 había creado otra Orden, la del « Lebrier — 55 — blanco» (2); y era la divisa un lebrel de plata con collar de oro (3), colgado de cadena, cuyos eslabones semejaban hojas de castaño; por lo cual alguna vez se menciona «el collar de castañas» ó «la divisa de la fuilla~í> del Rey: quien en aquel año mandaba abonar á un tal Amarillo, judío, el importe de las piezas de tafetán de seda — diez rojas y doce verdes — traidas de Zara- goza, que sirvieron para doblar catorce mantos que el Rey había dado á sus caballeros de dicha Orden B). (1) Núm. 54, cajón 6i de dicho Archivo: dice así: «Karlos por la gracia de dios Rey de Nauarra Comte d'Evretix. A 7mestro bien amado et fiel treso- rero Garda loppiz de licassoayn saint. Deuidos son a martin daldaz mercadero por tres paynnos Rogos de bristo., comprados en su tiefida, los quales nos habetnos dados a nuestros cauailleros del orden de nues- tro coillar de buena fe qtie costan vno C07i ot7-o a LV fiorines la pieca, balen CLXV fiorines a xxv s[ueldos] pieca Montati dozientas seys libras cinquo sueldos... Si vos mandamos que de qualesquier bues- tras Receptas ordinarias o extraordmarias dedes et paguedes al dicho Martin daldaz las dichas ilÇxii libras v stieldos qjie deuidas li so/7 como dicho es... Datis e7i Pomplo/ia x." dia de Jullio lay/mo MCCCLXXXXI» (*). (2) Véase Yanguas y Miranda: Diccioua/io citado. (3) Documento del archivo de Comptos, núm. 73, cajón 61: dice la parte que nos interesa; «Kaplos por la gracia de dios Rey de Navarra etc. Nos somos tenido et deuemos a Joha7iÍ7i fiori argentero las summas et por las causas que se siguen. Primo por quoat7-o coillares de plata, los tres bla7i- quos et el quoatre/io dorado a precio de quoatro florines los blanquos et vi flo7'ínes el dorado balen xviii flori/ies. Item por quoatro lebre/'os de plata C07t sus coilla7-es de o/'o a tres fra7icos la pieca balen XH francos... t> (Dado en San Juan de Pie del Puerto en i.° de Octubre de 1391.) (4) , pero alguna vez se ha pensado que aun cuando la portada se terminara ó se corrigiera reinando ya Don Fernando I en Nápoles, pudo haberse cuando menos comenzado en los días de Don Alfonso V. Se advierte que el Rey á caballo lleva la cimera aragonesa del «drac penat»; y las tres otras divisas que juntamente con la Jarra se represen- tan en la portada, son precisamente tres que de manera cierta y positiva sabemos que usó en vida Don Alfonso. lla('\ Más tarde, en el año 1446, dió la divisa al Duque de Borgoña, al recibir de éste el Toisón (2). Por el mismo tiempo, un viajero anónimo refiere cómo le recibió en Tortosa «la muy alta y renombrada Reina de — — Aragón» Doña María: dándole, para que la llevara, «una banda blanca, de la 68 pendía una á manera de jarrita», que la Reina le puso al cuello con sus que propias (3). Y al año 1454 nos dice Zurita (4) cómo, agasajando Don manos Alfonso en Nápoles al embajador del Rey de Castilla, convinieron en que «el Rey y la Reina de Castilla y los Infantes sus hijos, con doce caballeros que escogiese el Rey de Castilla, trajesen la divisa del Collar de las Jarras de lirios y grifo del Rey de Aragón con la estola, los días de Nuestra Señora los sábados; en cuya profesión de Caballería estaban el Emperador Fede- y rico y los Príncipes de Alemania, Austria, Bohemia y Hungría (s); y que Don Alfonso con los de su corte trajesen la Orden y divisa del Rey de Castilla (^). Y réstanos recordar, por lo que á Don Alfonso V hace, que siguiendo (1) Registros núm. 2.562, fols. 35, 171 v. y 181; y núm. 2.563, fol. 26. (2) Anales de AragÒ7t, lib. xv, cap. 44. Puso Don Alfonso sus condiciones « para recibir el Toisón: v. g. la de que por respeto de su dig- nidad, fuese exento de traer el collar del Toisón cada día, si no le plugiese, con que la llevare los domingos»; y «declaróse se confederase con el Duque que si en algún tiempo el Duque de Borgoña de Anjou, ó... le valiese», fuese en tal caso «lícito al Rey volverle el collar y salir de su Orden» y hacerle guerra. Con las mismas condiciones envió el Rey al Duque su divisa de la Estola y Jarra. E. G. R.— (3) Viajes alemán por España, por un anónimo: 14.46-48. (Traducción directa del por Madrid, 1883.) (4) Anales de Aragón, lib. xvi, cap. 28. (5) No sabemos fijamente hasta cuándo subsistió la Orden de la Jarra, después del reinado de Don Alfonso V. En el de hermano se representa collar con grifo colgante, en el retrato del su de Viana, del códice de la Biblioteca Nacional, que ya se ha citado (pág. 57 y nota), escrito Príncipe en el año 1480; y en el inventario y la tasación de los bienes dejados por el Príncipe, se mencionan entre las alhajas, aparte de «lo fermell del lebrer en que va un gros robí e un diamant, ab lo collar de fidles de castanya », « lo collar de les gcrrilles ab lo grifo pe7ijant d'or e les aies de lo griffo d'argent» que pesaba «v marchs vu onzes xni argents e xxviii grans»; de cuyo peso, y para estimar el valor, rebajaron los peritos plateros media onza por tara del esmalte, de las perlas, etc. (ColecciÓ7t de Docu- Tnentos Í7iéditos del Archivo de la Coro7ia de Aragón, por D. M. de Bofarull, tomo xxvi, documentos relativos al Príncipe de Viana.) (6) Véase pág. 51. él, no menos que sus antecesores, la moda reinante, había tomado, desde su advenimiento (como no fuera antes de suceder á su padre en la Corona de Aragón), una divisa personal: sin perjuicio de las otras varias que des- pués usara, en Italia principalmente. En el año 1420 mandaba pagar 400 florines de oro por el recobro de «dos plomells dor ah la empresa nostra de vibres», que el Rey había empeñado con Johan Dezvalls, ciudadano de Barcelona, para sufragar los gastos de su galera (0. De esta empresa de las «Víboras», no hemos vuelto á encontrar mención (2). Siendo los «plomells» de oro, según entendemos, plumeros en que se sujetasen penachos sobre la cabeza del caballo y en la cimera del casco, pudo aquella ser divisa que en alguna justa y acaso por una sola vez llevara Don Alfonso. No así otra «invención» y divisa, que en justa alguna vez lució: sin que nos diga el Cancionero de Hernando del Castillo, cuándo fué ni en qué oca- sión — ni siquiera si fué en España ó en Italia — que por primera vez REY DON ALONSO QUINTO DE ARAGÓN Sacó el Sitio Peligroso» (3), cuya significación nos ha tocado indagar. (1) Nota del Sr. Bofarull. (2) Corao no se aluda á ella en medallón de las orlas de uno (cuando menos) de los códices que estuvieron en la Biblioteca de los Reyes de Aragón en Nápoles: donde se representa una ser- piente saliendo de una arquita ó cesta. Dice el Sr. Mazzatinti, en su obra La Biblioteca dei Re d'A7'a- gana: «e poi se pure anche questi sono emblemi: un cestino di vimini dond'esce un serpe, un cer- biato, una scimmia ...», etc. ¿Pudo ser alusión á la divisa de los Visconti-, como la osa lo es, sin duda, á la de los Ursini?, ó ¿será la sierpe que de la cesta se escapa alguna de «les vibres» de la empre- sa de 1420? (3) «Y dixo: Seguidores vencen.^ (Véase pág. 83, nota.) El lema Dominus mihi adjutor et ego despiciam inimicos mecs (0 que ponía Johan Murci en los azulejos del Rey, figuraba en las monedas de oro de Don Alfonso V, en Nápoles. En el siglo anterior lo había usado Don Pe- dro I, en Castilla. Recordado, sin duda, de sus monedas, hubo de ponerse, en el siglo xv, en las del Rey pretenso, Don Alfonso de Ávila (2). En Nápo- les consta que lo usó también Don Eernando I, pues figura en orla del sello IV real (3), puesto en documentos del año 1473. En ninguna parte parece que llegara á tanto la diversidad de divisas y empresas, como en Nápoles por aquel tiempo, en los reinados de los suceso- res que allá tuvo nuestro Alfonso V en toda la segunda mitad del siglo xv. La más antigua de las Reales divisas, empresas ú Ordenes napolitanas que allí se representaban, sería la del Nudo, que fundó, según parece, Don Luis II, Rey de Nápoles, en Aviñón, al año 1389 (4). Dice el autor francés á cuya obra nos referimos, que la Orden no continuó después de las révolu- clones que se siguieron en Nápoles. Pero bien pudo conservarse memoria de tal divisa, y sospechamos que ella se recuerda en el nudo, lazo ó cor- dón, que constantemente se ve miniado en los códices de la biblioteca Real fundada en Nápoles por Don Alfonso V. (1) Palabras del Salmo cxvii; 7. (2) El lema se conoce en monedas de plata de Don Pedro el Cruel: en oro y en vellón de Don Alfonso de Avila; y en la de oro de Don Alfonso I de Nápoles (V de Aragón). (3) Puede verse, colgante de documento de fecha 27 Enero 1473 que se conserva en la Biblio- teca Nacional de París. Lo describe M. Delisle, en su Catálogo de los Manuscritos de la Biblioteca [Imperial]: — Anverso: el Rey en el trono, entre dos escudos, el uno acuartelado ( i y 4 de Nápo- les, 2 y 3 de Aragón), el otro de Calabria: y, en orla, Ferdmandus dei gratia rex Sicilie Hierusalem et Ungarie. Reverso: el Rey á caballo y en orla el Domímis mihi adjtitor etc. (4) La empresa se llamó también del «Espíritu Santo», según se nos dice. Tuvo en su origen carácter propiamente de Orden: señalándose en sesenta el número de los caballeros, que más tarde se elevó á trescientos. La divisa era un nudo ó cordón de seda que se llevaba en el brazo derecho. (A. Perrot, Collection historique des Ordres de Chevalerie. [Paris, 1820]: pág. 272.) Son otras muchas, las divisas que se representaron en las portadas y encuademaciones de aquella riquísima y célebre colección, que formarían principalísimamente nuestro Don Alfonso (O y su hijo Don Fernando I: ya que por tan corto tiempo reinaron luego Alfonso II y Fernando II y en tan azarosas condiciones el último rey de aquella dinastía. Del gran número de códices iluminados que comprendió, muchos se conservan actualmente en la Biblioteca Nacional de París y los mejores, sin duda, en la de la Univer- sidad de Valencia; algunos, sueltos, están en el British Museum y en la Sección de Manuscritos de nuestra Biblioteca Nacional; y otros andarán dis- persos en colecciones particulares (2). El examen de sus orlas y portadas hubiera bastado para resolver, de plano, nuestras dudas acerca del exacto significado de los « libres e milis e sitis perillosos » : si fuera fácil discernir los códices de Don Alfonso (3) de los muchos que se hicieran, v. g., en el largo reinado de su hijo; y si no se diera, de primera intención, alguna dificultad más, para el cotejo de textos con miniaturas y de nombres de divisas con (1) Las cédulas de la Tesorería de Ñápeles mencionan un «custode delia Biblioteca Reale», en el año 1437. El Rey era muy aficionado á libros. Para sus códices se había asegurado la colabora- ción, entre otros artistas, de Leonardo Aretino. (2) El Rey de Francia, Carlos VIII, después de la campaña de 1495, se llevó á Blois algunos libros de aquella biblioteca; pero la mayor parte — délos códices, en todo caso, — los poseyó todavía el último príncipe de la dinastía aragonesa, Don Fadrique III. Destronado él en 1501, pasó á Eran- cia con la Reina Doña Isabel de Baux y sus hijos, menos el mayor, el Duque de Calabria: á quien retuvo en su Corte el Rey Católico. En Tours murió Don Fadrique en 1504. Durante su residencia en Francia pudo vender al Cardenal Georges d'Amboise, Arzobispo de Rouen, los códices que for- marón parte de la biblioteca fundada por dicho prelado en su chateau de Gaillon, y son los que hoy están en la Biblioteca Nacional de París (*). Fallecido el Rey, pasó la Reina viuda, con sus hijos, á Ferrara, llevando consigo una parte de la biblioteca de Nápoles que aún conservaba en su poder, con otros objetos que habían sido del Rey; formándose más tarde un inventario de todo ello, co- menzado á i.° de Octubre de 1523. Códices é inventario se enviaron á Valencia al Duque de Cala- bria, en 1527 ó 1528, cuando ya había casado él con Doña Germana de Foix y ocupaba como virrey el Palacio del Real. Ala muerte del Duque, en 1550, instituyó heredero de todos sus bienes al monasterio de San Miguel de los Reyes. Ahí se conservaron, hasta la exclaustración, los códices que hoy se hallan depositados en la Biblioteca provincial universitaria. (3j El único códice (Ms. núm. 17.842 de la Biblioteca de París) que lleva en su portada un re- trato de Don Alfonso, casualmente no lleva divisas en las orlas. Divisas que antes hubieran sido suyas, podían figurarse aun después de su reinado. Del mismo modo que el lema Dominus miclti aijiitor iigavcCodi en el sello real de 1473, habremos de ver cómo en la moneda de Fernando 1 y hasta en la de Fernando II, se representó el Süi Perillós. Así, tam- bién, el Armiño que adoptara por empresa Don Fernando I, se halla, no solamente en monedas de dicho Rey, sino en las de Alfonso II y Fadrique III. (*) Delisle (Lz Cabinet d.s Manuscrits de la Bibliothèque Impériale. [París, 1862.] Tomo t, pág. 217) dice que los com- praría el Cardenal hacia 1508. En tal supuesto, realizaría la venta la Reina viuda. su representación: por haberse conocido á veces con diversos nombres una misma empresa, sin perjuicio de que la representación corriera á cargo de artistas que bue- namente la copia- ban, sin enterarse mayormente; por donde al copiar la alteraban sin que- rer, por interpre- tarla cada cual á su manera (0; has- ta crear, para la curiosidad de las generaciones veni- deras, dificultades que lleguen á ser casi insuperables. Tómese por ejem- pío uno de los có- dices de la Biblio- teca de París En la portada del primer tomo se pusieron, con ar- mas á cuarteles (i y 4, de Calabria; 2 y 4, de Aragón), hasta seis divisas, en medallones de la orla; y luego las mismas se repiten, con otras varias más, en medalloncitos hasta doce, que en forma de rueda circundan el propio escudo en la portada del tomo segundo; y todavía en medallones de su orla (1) Tal ha acontecido siempre yen todas partes. Por ejemplo, la flor de boja, divisa parlante del apellido Borja, llegó — y no solamente en Italia — á ser representada por grabadores y tallistas en forma en que se hacía imposible reconocer en aquella ninguna flor: como no fuera la flor de lis heráldica, que alguna vez se representó en las armas de esta familia, como otras veces haces ó lia- mas: lo que el artíñce ó artista creyera ver en el original que copiara, en suma. (2) Ciceronis Epístola: Ms. latino núm. 8.533, en dos tomos. El Sr. Mazzatinti, en su obra La Biblioteca dei Re d 'Aragona in Napoli, atribuye las miniaturas de este códice á Cola ó séase Nicola Rabicano, Rubicano ó Rapicano, que de todas estas suertes se se ven más divisas y figuras de ciervos y osos : alusivos, sin duda, á Médicis y Orsinis. Pues bien, si se recorre la rueda se verá que—aparte del Libro y de las otras dos divisas que fueron de Alfonso V y de que luego, con ex- — — tensión, nos hemos de ocupar,—figuran algunas, como la de la 73 araña en su tela, cuya representación es clarísima, aunque no sepamos por quién ni cuándo se llevaran; otra, podremos sospechar que fuera el Nudo, recordado de la Orden de Luis II; la inmediata á la telaraña aparece ser el «Monte» ó «Isla» que se conoce en moneda atribuida á Don Fernando I y en otra que reza ser de Fernando II ^0, de quien luego se nos dice que tomó por empre- sa una «Montaña de diamantes» con un mote que decía: «Naturge non artis opus (2); pero de alguna de las restantes sería temerario decir lo que quisiera representar: que si en esta portada podría ser un cangrejo, en otras repre- ssntaciones y en distintos colores lo mismo semejará grano de oro rebo- escribió el nombre del artista: que estaba al servicio de D, Alfonso, cobrando haber ó pensión á razón de seis sueldos barceloneses al día, en el año 1451, y siguió luego en la Corte de Nápoles, reinando Fernando I, hasta 1488. (1) Véase catálogo de la colección Sambon (Milán: 1897), núms. 767 y 850. (2) «.Diálogo de las Empresas Militares y Amorosas comptiesto en lengua italiana por Paolo Jovio, Obispo de Nucera., y tradticido en romance castellano por Alonso Ulloa: En León de Francia en casa de Guillielmo de Roville: 1562.» En aquel códice núm. 8.533, la montaña se representa sembrada de puntos blancos, como si fue- ran cimas nevadas. En otros semeja un «Monserrat», con salientes y entrantes en las faldas del mon- te, que unas veces se podrían tomar por bastiones con sus respectivas puertas, si en otras portadas, por miniarse cúspides verdes, no parecieran árboles ó ermitas. Como que cada artista indicaría cOmo se le antojaran las rocas y las luces de «una montaña de diamantes que nacieran todos á haz, como si fuesen hechos por artificio con la rueda y con la muela». Entretanto, hay que tomar á beneficio de inventario lo que diga el Sr. Obispo de Nucera. Con- firma él que Don Alfonso (I de Nápolesj trajo por empresa un Libro abierto: pero explica luego la significación de la divisa, como alusión á la prudencia del Rey, que fué tan grande que «nunca jamás se quiso casar», mal que pese tal afirmación á la memoria de la Reina Doña María de Castilla. A Fernando I adjudica el Armiño: con lema de «Malo mori quam foedari», que no es ninguno de los dos que figuran en códices y monedas. De Alfonso II dice que sacó, el día de la batalla de Cam- pomorto, una divisa de tres Diademas de Santos. La divisa de la Montaña de Diamantes la atribuye á Don Fernando II; pero es el caso que reinó muy poco tiempo este rey y que la divisa se represen- ta en muchos libros. Pudo Don Fernando, por de contado, llevarla antes de reinar; pero, por otra parte, el monte se ve también en moneda que se atribuye á Fernando I: y parece lo más probable que á éste, antes que á su descendiente, correspondiera aquella empresa. De Don Fadrique III dice Jovio que tuvo por divisa un Libro de Cuentas, que llevaba por título «MCCCCXCV», figurándose llamas que salían por las márgenes del libro, y significando éste, con el mote «Recédant veterà», que el Rey daba á olvido todas las ofensas que en aquel año 1495 se le hubieren inferido. Dicha di- visa figura, con efecto, en la moneda del último de los reyes aragoneses de Nápoles. sando de un plato que trenzas de cabellera de mujer: siendo una misma, sin duda, la divisa que los artistas tenían encargo de copiar (0. Y por cierto que comprobaremos en la propia rueda (2), en lema que sobre una cinta figura en — — uno de los medallones, cómo solían ellos copiar, unos de otros, divisas 74 por inadvertencia alteradas; porque se trata de mote que en muchos de los códi- ees se repite, y es lo cierto que casi en todos se consigna en esta forma: ANTE-S—lENPRE —ARA —GORA, por donde ha solido entenderse que decía: Ante siempre Aragora (sic), dando por supuesto los lectores que los artistas italianos po- dían desconocer toda ortografía que no fuere la suya y escribir también al descuido Aragora por Aragona. Mas es el hecho que en otro de los códices (3) se di- vide en distinta forma el mismo lema y cabe leerlo de otra suerte, porque dice: AGORA—SIE — MPRE . AV—ANTE Ó séase Agora, Siempre, Avante: que ya tiene corte de mote y guerrero, que bien pudo ser de Don Alfonso V. Las tres divisas que fija y positivamente podíamos asegurar que fueron suyas — aun antes de buscarlas en las portadas de la Biblioteca napolitana— eran precisamente las tres que se especifican en aquel encargo de los azu- lejos, en 1446, á saber: el Libro, el Mili y el Siti perillos. En textos del (1) En la rueda de dicho códice núm. 8.533 se ven, además, una hojarasca de cardo, al parecer; un bastón ó palo, al que se arrolla una á manera de madeja: que por cierto se representa dos veces y simétricamente en el medallón, á la derecha y á la izquierda; y una que parece ser piedra engar- zada en sortija que se ve de frente. Y con decir que aparte de todas estas figuran en otras portadas varias divisas más, como la del armiño, con el mote unas veces de Decoi'um y otras de Probanda; la de un tronco de árbol, que después de cortado retoña, con más todas las que no hayamos visto: dicho se está que habría mate^ ria estudio curiosísimo, si la fortuna deparase textos que á todas ellas hicieran referencia. para (2) Entiéndase, en el original : los detalles porque los colores de la miniatura hacen confusos en la reproducción por medio de fotografía, (3) En la Biblioteca de la Universidad de Valencia. Es el que lleva, en el catálogo de San Miguel de los Reyes, formado á fines del siglo xviii, la signatura Lit. B. Plut. 3: niím. 6. Se copió, en el año en su 1472, para Don Alfonso de Aragón, Duque de Calabria (Alfonso II, día). ■p f — 75 — inagotable archivo valenciano se confirma, con efecto, que esas tres divisas, y no otras, eran las que el Rey mandaba poner, no solamente en nuestros azulejos, sino en los demás objetos que para su uso encargara á Valencia. En Valencia se copiaron, se iluminaron y se encuadernaron por artistas va- y lencianos códices para su biblioteca, de los que hasta ahora todos se con- sideraban obra de artistas italianos. Las cuentas mencionan «senyals reyals» en la portada de un Psalterio de fray Francisco Eximenez y en otro de los códices; y puntualizan respecto del más lujoso de ellos—érase un códice de las «Horas», que le valió al iluminador no menos de 150 florines de oro,— que las guarniciones de la encuademación las hizo de oro puro el platero Manuel Scriva, con ocho cantoneras en que se veían «las divisas del Señor Rey, á saber: milis, libres ei sitis perillosos-», además de dos «tim- bres»—que serían la cirnera real del Drac — « lo un ab armes de Arago e laltre ab armes de Ara- go e Napols» (0. * Ahora bien, de estas tres di- visas, una — la del Libro — nos era ya familiar, por haberse cita- do constantemente como empre- sa de Don Alfonso. De él y de tal divisa escribió, con efecto, su secretario y cronista Antonio Beccadelli (el Panormita) (2), que « el Rey quiso con ella (1) En otro asiento se dice que el platero puso en la encuademación dos «libres», cuatro «milis», dos «sitis perillosos», dos «timbres» y dos scuts buydats ^ escudos vaciados que habían de llevar en esmalte, sin duda, las armas reales, (2) Antonio Beccadelli Panormita: De dictis etfactis AlphonsiRegis [Basel, 1538], pág. 40: «Librum et eum quidem apertum pro insigni gestavit, quod bonarum artium cognitionem maxime rebus con- venire intelligeret quae, videlicet, ex librorum tractatione atque evolutione perdisceretur...», etc. Era Don Alfonso V tan aficionado á los libros, que siempre llevaba alguno consigo. Entre las Epís- tolas del Panormita (Venecia, 1553, fol. 120 v.) hay una curiosa carta suya al Rey sobre el precio de unos manuscritos que se ofrecían en venta, robados sacrilegamente de un convento del que era í significar cuánta importancia diera á las buenas artes, cuyo conocimiento precisamente se adquiere frecuentando el trato de los libros». Y entre infini- tas representaciones gráficas, bastaría con ci- tar una: la del casco en el anverso del meda- llón del Rey d), por el célebre Vittore Pisano (el Pisanello). El Libro se ve por el dorso, entre- abierto; y en al- gunos ejemplares de la medalla lie- va escritas en sus tapas las palabras Vir sapiens domí- nabítur astris En las portadas de los códices de la Biblioteca Na- politana no figuran esas palabras, aun repre- sentándose constantemente en sus orlas la di- visa: cuya representación no ofrecía dudas para los artistas, aunque sí se prestare á las naturales variantes su ejecución (3). * patrono el propio Rey. Por lo visto, y dada procedencia tal, asaltaron escrúpulos á Don Alfonso y los hubo de consultar con Beccadelli; mas la afición de éste no se paraba en barras, y contesta sin vacilar, aconsejando al Rey que, comoquiera que sea, compre los manuscritos, «pues más vale salga del reino el oro que los libros». (1) La medalla se conoce por el lema de su reverso Liberaliias augusta; y en nuestro Museo Nacional existe un ejemplar en plata. (2) Advierte Mr. Hill (Pisanello, Londres, 1905, págs. 196 y 197) que dichas palabras se graba- ron en la medalla y que no se ven en todos sus ejemplares. En el de Madrid están clarísimas. (3) Las que se reproducen en fotograbado están tomadas, respectivamente, de los manuscritos núm. 5.895, Historiarum Florentini poptdi Liber primus: — Leonardi \Kxç.\.m\\opus; y núm. 4.802, Cosmografía de Ptolomeo: ambos en la Biblioteca Nacional de París. Acerca de lo que significaría y de lo que pudiera ser el w///, hubimos de cavilar largo y tendido, hasta caer en la cuenta de que era el Mijo ata- do en ramillete, que se representa constan- temente çn los libros del Rey (0. Hallamos 77 luego que, en el año 1456, el Rey hizo cons- truir por Guillermo Monaco una bombarda, que se llamó « la Napolitana », y que llevaba sus armas y por emblema « il fascío de spíche di míglio-» (2). No hay datos para conocer en qué ocasión adoptara el Rey esta divi- sa, ni cuál fuere exactamente la A pfc: significación de .«aòaa la misma. Des- ;¿e luego pare- ce que la usa- ría, lo mismo que la del Li- bro, á título de empresa pura- mente perso- nal : no apareciendo que hiciera concesión de ella ni que constituyera lo que pudiera llamar- se condecoración ó divisa de «confratria». El «Sitio Peligroso» ó Sm perillós debió ser la principal ó preferida, entre las divisas del Rey ; y consta que ésta la concedió alguna vez á compa- ñeros adscritos á la empresa real. (i) Las dos representaciones fotograbadas se toman: la primera, del Ms. de la Biblioteca fran- cesa, núm. 6.310 (Prefatio Joatmis Argyzopili Bizantüpro libro Arístotelis de Moribus, etc.... adpres- iantissimum virum Cosmam Medícem Florenlinum); y la segunda del Ms. núm. 4.802, de la misma Biblioteca Nacional. (2) Cédula de la Tesorería de Nápoles, citada por Mazzatinti en su obra mencionada (La Bi- blioteca dei Pe d 'Áragona), Las dudas que acer- ca de ella se nos ofre- cieron, nacían de la ne- - - cesidad de acoplar el 78 nombre que daban los textos con la represen- tación de la divisa: ha- biéndose ésta prestado á mala inteligencia tan ge- neralizada, que constantemente se ha hablado del «ara» ó «altar» que se creía ver en mone- das napolitanas y entre las divisas de Don Alfon- so V. Siempre creímos, por otra parte, que en la representación del siti perillós se encerraría al- guna alusión ó doble sentido, que tan frecuente caso es en las empresas é «invenciones»; y no nos equivocábamos del todo, cuando sólo acer- tábamos á medias. El doble sentido que pudiera ser común á la palabra sítí y á la nuestra «sitio», con algún recelo de la doble acepción de la francesa « siège », nos llevó largo trecho sobre la pista de emblema que conmemorase hazaña realizada ó por realizar en sitio de peligro, que suele darse en el asedio de plazas fuertes : empresa por cierto muy propia de la historia de nuestro Rey. Hasta se creyó un tiempo haber dado con la clave: en la noticia de que en el año 1456 hubo de construirse para el Rey, por artista llamado Gerardo de Holanda, un órgano, en el que se veían «las empresas del Castillo y del Libro» ; añadiendo el autor (O, en nota, que el castillo era el de Nápoles. Y pudo, con efecto, contarse (ó no) entre tantas empresas del Rey alguna que se representare en forma de casti- lio (2); mas nada tendría que ver con nuestro Sitiperillós: aunque éste se reía- done también, como luego se verá, con la entrada del Rey en Nápoles. Ya se nos había advertido (3) que siti había de significar primordialmen- (1) G. Mazzatinti, en la obra ya citada. (2) Figura un castiiio sobre algunas encuademaciones de libros del Rey. (3) Por Don Pablo Font de Rubinat, constante colaborador en estos Apuntes. te un sitial ó sillon (Oj y al punto bastó mirar los códices procedentes de la Biblioteca Napolitana, para comprobar que, con efecto, un sitial ó sillón con tallados brazos y alto respaldar, es la divisa que más se repite en sus porta- das; á la vez que se echaba de ver que sería bien peligroso sitial para quien intentara asomarse á él, por cuanto arroja constantemente llamas por el asiento, y alguna vez hasta por las perinolas de los brazos y del respaldo. Varía bastante la representación en dichos códices C^), desde aquella en que se perciban claramente los detalles de la forma del sillón pro- pios del Renacimiento en Italia, hasta otras — que acaso sean las dibujadas veinte ó treinta años más tarde—en que, presentado el sitial de frente, for- zada la perspectiva, y alguna vez, disimulándose ú ocultándose el respaldo por la llamarada, se prestó más fácilmente el sillón á que alguien le tomase por un altar. Por «altar» y «ara», pues, se ha conocido nuestro Sit¿ perillós^ y aun es bien posible que, en fuerza del hábito, se le siga llamando así. La empresa se la debió sugerir á Don Alfonso uno de los romances de caballería más célebres y leyenda muy conocí- da y popular en el siglo XV; y puede que la tomara el Rey con ocasión de la conquista de Nápoles, pues por aquel tiempo y en relación precisamente con el asedio de la ciudad, es cuando suena por primera vez (3) en los tex- (ij Diciéndose mejor cadira la que fuera mera silla, (2) De las representaciones fotograbadas, la primera (pág. 78) está tomada de la orla del Ms. nú- mero 6.310, y la segunda del Ms. núm. 4.802: de la Biblioteca Nacional de París. En croquis se indica la forma en que se dibuja el sitial en otras varias portadas: v. g.: en la del Ms. núm. 3.063 (Codex Joannis Scoti). La última reproducción (en la pág. 80), está tomada de la encuademación de uno de los códices en la Biblioteca de la Universidad de Valencia. (3) Salvo que la «Invención» del Cancionero se luciera en justas que se celebraran antes de pasar Don Alfonso á Italia. — 8o — tos que hemos tenido á la vista; y á raíz de la entrada triunfal del Rey en la ciudad, se repite con frecuencia. Antes del año 1470, recopilaba Sir Thomas Malory en inglés las leyen- das de la Morte d'Arthur-, de 1485 es la primera edición, en la imprenta de Caxton. Pero se sabe que Malory tomaba de ro- manees franceses mucho más antiguos—que también se conocerían directamente en Italia, — aquel ciclo del rey Arturo, del mago Merlin y de los caballeros de la Tabla Redonda; en que figura la leyenda de los dos asientos que permanecían siempre vacíos en aquella Mesa, y era uno de ellos el « Siege Peri- lions» (O del que había dicho Merlin que en ese asien- to no se sentaría, so pena de perecer, más que un solo hombre, por ser así que el que incólume se sentara sería hombre sin par (2). Eranle sin duda familiares á Don Alfonso la leyenda y las peripecias varias de aquella Silla peligrosa; no ignoraría él cómo desapareciera, tragado por la tierra, caba- llero incauto á quien el Rey consintió tomar asiento; cómo vino, al cabo de los tiempos, un caballero anciano, á quien acompañaba otro muy joven, que se llamaba Don Galaz; cómo, entrados á presencia del Rey y de los que con él se sentaban en la Tabla, levantó el anciano el paño que recubría la «Silla Peligrosa » y vieron todos que habían brotado letras que decían : « Este es el asiento de Galaz»; cómo, sentándose Don Galaz, maravilláronse gran- demente todos los caballeros de la Tabla Redonda de que ocupara aquel si- tial, siendo de tan tierna edad; y cómo, no sabiendo de dónde viniera él, dijeron, sin embargo, todos á una voz: «Este, este es el que ha de lograr (1) La palabra siege —que en Malory se escribe syege or sege^ — tenía en el inglés de aquel tiem- al francés po, aunque no lo conserve en el de nuestros días, el doble sentido que compete vocablo siege^ y tan naturalmente se haría presente el doble sentido de la palabra á quien tradujera sitiperi- liés directamente del francés. (2) « said Arthitr that there ben two in the ... What is the cause kyng places voyde syeges ] syre said Merlyn \ ther shalle no man syt in tho places \ but they shall be of moost worship | but in the sege peri- llous there shall no man sytte therin but one \ and yf there be ony so hardy to doo it he shall be destro- yed I — figura en varias mone- - - das de la dinastía aragonesa en Nápoles, si bien ninguna de las que hasta 84 ahora se conocen parece haberse acuñado en los días del propio Don Alfon- so, ni sabemos fijamente que acuñara él moneda de plata— como la que lleva el sitíperillós — en los últimos años de su reinado. La divisa se conoce en el reverso de moneda de su hijo, Don Fernando I, en ejemplar iné- dito (2) que acaso forme parte actualmente del moneta- rio de Su Majestad el Rey de Italia, y luego en monedas de Alfonso II y de Fernando II. Se confirma que fueron el Siti perillós, el Libro y el Mijo las tres empresas de nuestro Don Alfonso V, por la circunstancia de ponerse precisamente esas tres, jun- tamente con el lazo ó nudo — divisa de tiempos de la casa de Anjou, — en una bombarda, cuyo dibujo, atri- buido á Pisanello, figura en la colección titulada «Re- cueil Vallardi», del Museo del Louvre; pues dicha pieza se llamó ó se había de llamar «La Alfonsina», llevando, además de las cuatro citadas divisas, los escudos de ar- mas de Aragón y á cuarteles de Aragón-Nápoles, y un águila: detalle que recuerda el grupo alegórico en el re- verso de la medalla Liberalitas augusta, donde el águila representa á Don Alfonso y en torno esperan buitres y otras aves á que el Rey les abandone alguna parte de su presa. (1) En una obra muy autorizada, al describirse el monumento de Francisco Laurana, discurre el autor sobre la « llamarada, divisa pre- ro- ferida del Magnánimo», é indica la posibilidad de que el Rey tomara la idea de las corazas decoración solió representarse una llama sobre un altar. manas, en cuya (2) En el catálogo de la venta del monetario del Sr. Sambón, en el año 1897, se describía al tenor siguiente: — « Núm. 767 Ge Armellino — ARMELLiNOií Fcrrand ■. d : g : r : l :[^]: Sicilie : . as.; sopra, . rosetta e decorvm. All'esergo: »T R lí/iv tva. salvs. mea.d. — kwzxç^ con fiamme. * . [Unico ed Inédito. Co7iiato all approsimarsi dei francesi. Proveniente della Collezione Boyne.]» Y finalmente, la indicación que hemos adelantado de que el Sitl perillos se concedió alguna vez como distintivo ó condecoración, á compañeros del Rey en dicha empresa, descansa sobre el hallazgo, en el registro del Real - - del Archivo de Valencia, de un curioso 85 documento, firmado'por el Rey en Nápoles, á 22 de Abril de 1446. El texto ofrece, en algunas palabras, dificultades de lectura (O, por desconocer notoriamente, quien al registro lo transcribiera, el latín en que se redactó; más resulta ser una credencial ó pasaporte expedido á favor de persona fiel y amada — cuyo nombre no se consigna ó no se transcribió — que en misión del Rey y á servicio de su Siti perillós, ha de recorrer países extranjeros — nonnullas mimdi partes ; — por lo cual el Rey ruega á los soberanos y príncipes extranjeros, á la vez que manda y encarga á todos los que ejerzan autoridad en sus propios dominios, que consientan y faciliten el tránsito libre ó la estancia en ciuda- des, tierras, estrechos, mares y lugares cualesquiera, proveyendo al por- tador, en su caso, de guías y de salvoconducto: según espera el Rey de la (i) En el texto se escribió y no se entiende prorsunano {acaso \}0X proservando) y luego (dos veces) por senandtis. Colocando entre paréntesis las palabras dudosas, dice así: « Pro [prorsimano] siti periglos. » Illustrissimis et Serenissimis universis et singulis Regibus et py-incipibus Alfo7isus dei gratia Rex Arago/ium Sicilie citra et ultra farum Vale^itioe etc. Salutem etprósperos advota successus. ■ürNecnon Reuerendis et venerabilibus quibuscumque prelatis et personis Eclesiasticis quibusvis in- super Ilustribus manijlcis et spectabilibus ac nobilibus ducibus mqrchoiiibtts comtibus vicecomtibus baro- nibus militibus Capitaneis gentium ormorum (sic) capitaneis et personis ge/terosis ceterisque terrarum dominis custodibiísque portuum et passuum et stafarum (sic) ao officialibus et personis aliis quibtis- ctmque extra nostrum dominium constitutis... tmiversisque officialibus subditis et stipendiariis nostris ubilibet infra nostre dicionis imperhim constitutis presentibus et futuris ad quos presentes perimierint et p7-esentate fuerint Salute^n et dilectiotiem. » Quia de ordinatione et mandato nostris fidelis et dilectus [por senandus] nostra siti periglos ad non7iiillas rnimdi partes inpresenciarum se confert ad 7ws postmodttm rediturus: » Vos Illusti-issimos Reges principes duces 7narchiones et alios superius 7tommatos quanta possumus affeccio7ie rogamus, officialibus vero et aliis subditis 7iostris predictis dicimus et mandamus expresse quatenus eu7ide7n [por seua7idum] nostrum habe7ttes et t7-actantes fauorabiliter recomissmms per Ciuita- tem te7Tas pass7ts p07ttes et loca quecunque prohibita ire tra7tsi7-e stare et moVari libenter faciatis et pro- 7nitatis Prouide7ites ipisi (sic) si 7iecessefuerit de sufficie7itibus guidis secura tra7isitu atque conductu que- madmodîim de a7niciciis et venivole7tciis vestrum amicoru7n 7iec 7ion de fideUtatib7is subditorum 7tostrori7m predictorum ple7iam fiduciam obtÍ7ie7ites [peracturi]... » hi quorum testimonium prese7ties fie7-i jussimus 7iostro Sigillo minori m pendenti munito. Da- tum Castro nostra Novo ciuitatis Neapoli die xxii Aprilis Villi iudicio7te A7ino a nativitate Dommi Mccccxxxx sexto. Rex Alfo7isus. » Dominus Rex 77iandauit michi A/utaldo Fe7iolleda. » (Archivo Regional de Valencia.—Registro del Real, núm. 257 [I Diversorum], fol. 67 v.) lealtad de los que fueren súbdites suyos y de la amistad y benevolencia de los demás que el documento vieren. Es ésta la última mención del Sití Perillos que haya salido á luz en nues- — 86 — tros documentos valencianos. Ha sido pura casualidad, ó poco menos, la que nos llevó á indagar y haya consentido que de alguna manera reconstituya- mos la historia de dicha empresa real. Acaso en archivos napolitanos se en- cuentren más noticias de la misma, con otras que consientan concretar por modo análogo la atribución de cada una de las demás conocidas divisas á los Reyes de la dinastía Aragonesa. Por razones unas ú otras, es el caso que la moda de dichas divisas perduró más en Nápoles que en España. En su lugar, hemos advertido cómo en el reinado de Doña Isabel y Don Fernán- do ya no se concedieron, en Castilla, á título honorífico. En Aragón, desde que Don Juan II sucedió á su hermano, no recordamos texto que se refiera á concesión de la Jarra, á súbditos del Rey ni á príncipes extranjeros; y á la vez pudiera creerse que caían rápidamente en desuso las empresas reales: pues "habiendo sido tantas las que desde fines del siglo xv habían lucido los reyes sus antecesores, es el hecho que de Juan II no conocemos, por ahora, divisa personal alguna. ADDENDA Al conocer los primeros ejemplares de este Cuaderno, los Señores Don Mariano Arigita y Don Isidoro Fourrât tuvieron la bondad de subsanar omi- siones del texto, completándolo con notas que, á no haberse realizado ya la tirada, figurarían propiamente á continuación de la 5.^ de la página 56 y en sustitución de la 2.® de la página 83; y se refieren, respectivamente, á la divisa del Pilar que adoptó la reina Doña Blanca de Navarra en el año 143 3, y á una mención del Sití Perillos, estampada por autor contemporáneo de Don Alfonso V, en fecha anterior al asedio de la ciudad de Nápoles. Tales notas podrían decir así: [Nota d la pág. s6.] La Reina Doña Blanca de Navarra tomó en la Iglesia de Santa María la Mayor, de Zaragoza, á 16 días de Agosto del año 1433, una Orden «a honor de la gloriosa Señora Satita María del Pilan. Declaraba « í?z intención de hacer ima Banda azul con un Pilar de oro esmaltado de blanco^ en él qual Pilar al rededor havrá letras de oro, en qiíe se diga A ti me arrimo» : habiendo de traer dicha divisa, en todas las fiestas y vigilias de la Virgen, los caballeros y damas adscritos á la Orden. Determinaba la Reina el número de éstos, á saber: los hombres, sus súbditos y naturales, ^habían de ser (con el Señor Principe) quince, en reverencia de las quince gradas que puyó la Virgen María quando ftiépresen- tada en el Templo-»', y las Dueñas, compañeras asimismo de la Orden, en número de nueve <ípor reve- renda de los mieve meses, etc.» Además, se reservaba la Reina, i-si otros Grandes Hombres ó Dueñas de otras Naciones oviesse?i devoción de la Virgen María», el poder dar su divisa «a nueve Cavalleros, Es- cuderüs de Estado,y á sus Dueñas en cada Reyno al número sobredicho,-» En la misma acta de Institu- ción se consignan las obligaciones religiosas de los que formaren parte de la Orden, cuando falle- ciere alguno de entre ellos y en las ceremonias en que habían de acompañar á la Reina en la fiesta de la Asunción. (Véase: Anales del Reino de Navarra por el P. Moret, continuados desde 1349 por el P. Francisco de Aleson; Tomo iv, páginas 463 y 464 de la edición de Pamplona: 1766.) * [Nota á lapág. 83 i] El Marqués de Santillana, en su Comedieta de Ronza, al describir la batalla naval acaecida en el año'1435, escribía en la octava lxx (^*): La gente de España llamava «¡Aragón!» E todos «Navarra» los de su quadrilla; E los que guardavan el noble pendón Do era pintada la fogosa silla Llamavan «¡Mallorca, Çerdena é Çeçilia, Córçega é Sessa, Salei-no é Taranto!»; E todos ferian, pospuesto el espanto, Asy virilmente que era maravilla. Esta cita es por dos conceptos interesantísima. En ella se comprueba cómo el autor, á quien podía ser familiar la representación contemporánea de la divisa, llama «Silla Fogosa» al Siti Perillos que más tarde, en la compilación del Cancio7iero de Castilla, se tradujo por «Sitio Peligroso». Es, además, decisiva de la duda que en el texto se apuntaba. La batalla de Ponza se libró, según ya se ha dicho, en 1435; Marqués declara en el proemio de su obra que comenzó á escribir ésta en tiempo inmediato á aquel revés sufrido por Don Alfonso; y el propio proemio se escribía en el año 1444, inmediato al de su entrada en Nápoles; por donde hemos de entender, desde ahora, que la empresa del Rey fué alusiva, antes que al sitio de la capital, á la conquista de aquel Reino. (*) (Véase; Obras de Don Iñigo LóJ>ex di Mendosa, Marqués de Santillana, compiladas por Don José Amador de los Ríos. Madrid, 1852, pág. 123.) Enero I910. ÍNDICE I El ejemplo constituido en la loza valenciana, para la cerámica italiana del siglo xv Página 7 La «obra de malica^ de Manises y la «maiolica-^ italiana » 9 La exportación de la «obra de terra» á Italia en el año 1451 » 13 II Los encargos de azulejos de Manises para el Castillo de Nápoles.... » 21 Encargo del año 1446: Las instrucciones traídas por Fray Luis Despuig, Clavero de la Orden de Montesa » 23 El viaje á Nápoles del maestro Johan Murcí » 27 Encargo del año 1456; Instrucciones traídas por Don Pedro Vicente Vilardó » 31 (Encargo de azulejos que hizo en 1494 el Papa Alejandro VI [Don Rodrigo de Borja] » 36, nota) III Empresas y divisas de los reyes, en España » 38 La Banda Real de Castilla » 40 El Espíritu Santo y La Rosa , divisas de Don Juan I » 49 El Ristre de lanza y el Collar de la Escama , de Don Juan II » 49 La Granada agridulce, de Enrique IV » 51 El Yugo y las Flechas , de los Reyes Católicos; y las Columnas , del Emperador Carlos V » 52 La Orden del Lis, en Navarra » 54 El Collar de Buenafé , del rey Carlos III » 54 La divisa del Lebrier blanco , del mismo rey » 55 Primitivas Ordenes militares de Aragón .' » 57 La de Caballería de San Jorge » 58 La divisa del Águila, de Donjuán 1 de Aragón Página 61 La divisa de la Corona Doble » 62 La de la Servia , de la reina Doña Yolanda de Bar » 64 — — La de la Correa , de Don Martin I » 64 88 La divisa y Orden de la Jarra y del Grifo , de Don Fernando de Antequera » 64 La divisa de las Víboras , de Don Alfonso V » 69 IV Divisas de reyes de Nápoles en el siglo xv » 70 La Orden del Nudo , de tiempos de la casa de Anjou » 70 Divisas y empresas en portadas de los códices que formaron parte de la Biblioteca de los reyes de Aragón en Nápoles » 71 El lema Ahora, Siempre, Avante » 74 Las tres divisas de Don Alfonso I (V de Aragón) » 74 El Libro » 75 El Mijo {mili) » 77 El « SiTi Perillós » » 77 á 86 De este libro se ban impreso doscientos ejemplares numerados, en ¡Madrid, en la Imprenta de -fortanet, Libertad, num. 29, en el año de mil novecientos nueve. — 40 — 47 — en su moneda. En el Ordenamiento de 1442, manda á los Tesoreros de sus Y había, por fin, caído en largo desuso toda concesión, mas no se había Casas de Monedas que «en cada una de ellas labren una fornaza de doblas perdido la memoria de la célebre divisa, cuando en el reinado de Don Feli- de oro e que esté en cada una de ellas más armas reales e del otro cabo la pe IV se discutió mucho, y contendieron los Consejeros del Rey, acerca de Vanda». la conveniencia de restablecerla. Tratábase de resucitar los honores anti- En estas doblas (O se figura la Banda Real con las conocidas cabezas guos de Castilla y de regular su concesión, principalmente á los que presta- de tragantes. En la misma forma se puso después en doblas de Enrique IV; ren al Rey sus servicios en la mar, y lamentando entre otros el Conde y de ellas se copió, sin duda, en una moneda de Don Duque, en el Consejo de Estado, el desuso de las «antiguas honras de Cas- Alfonso de Avila. En los vellones de Enrique IV se re- presenta la banda sin los tragantes. De hecho, pues, se había convertido la Banda, an- ficadas del rreyno, lleva una langa encima de su cavallo ó mula, levantada, guando las personas reales cavalgan, no cada dia sino guacido ban cammo o guando el rey ó principe estan en la o dando la primera mitad del guerra siglo campo : en xv, por una parte, en la dicha la7tga está una vandera gitadrada de guatro o cinco palmos en cada parte o guadro, con la devi- condecoración que otorgara Juan II á las damas y luego sa de la Vanda Real de Castilla-» (*). Enrique IV á Dice luego que « guatido el i'rey o elpi'incipe juegan a las cañas, acostilmbrase dar el guioti a uno un en divisa dobla dk ii extranjero; y por otra, juan que de los cauallerigos menores o thinietite del cauallerigo mayor, porgue como son personas diestras en la más que de cada rey—pues alguna otra, como distintivo gineta... cada vez gue el rrey opringipe sale a echar su caña, sale el guión delante, e tocan las trompetas personal, solieron e atabales, e asi va e buelue el -brincitie conoscido. e escúsanse desacatamiettios e topetazos e eticuefitros ya usar, — aparecj : co'mo deuen tirar los caualleros... » duda por haber adquirido implícitamí de los reales y de cuando anda en ellos el Rey segunda mitad de dicho siglo se hizo i| e acostumbra traer en el campo guión, no ha de do; que más adelante pudo ser el q| lunas que el Emperador, nuestro Señor, le trae; por el Rey, pero que comenzó por s( del capitán general, sino de otra manera, por los nanda es del días de Don rrey, y lo otro, por que acaesçeria su persona, pues en e traer su guión acostumbrado, e que se conoz- tólico el tradicional estandarte de la el año de 1503, en el campo del Rey Catholico, duque de Alva, quando huyeron los franceses taño se llevara cerca del Rey en el , de damasco blanco, con una cruz de terciopelo privativamente el guión personal dell gó el Rey Catholico, e trahia su guión acostum- su Libro de la Cámara Real del Prim ;n conosçidos y diferençiados el guión del Rey, dez de Oviedo cómo vió él mismo, llegando al irahia '. Cánovas del en campo, su guian aco\ Castillo, 1875: rial, que contiene el texto, ahora impreso, del y puntualiza que un capitán general, el guión dicho, me hizo resulta: . examinarlo, y el guión, ha de las en perfil á la del Tratado de campo no ser con rieptos y desafios de 'esado, como el propio texto dice, por la propia columnas que el Emperador, nuestro ocas de dragón en los extremos. Lástima es que )r del fondo del paño, solamente señalado tam- el perfil el del paño de la regia bandera? A no (1) Y también en moneda de vellón del propi Escorial, no sería posible asegurarlo. Si la ban- (2) Impreso por la Sociedad de bibliófilos esp lión el color mismo que la que usaban los caba- os de ser encarnada; y dos colores iguales se (3) Dice el Libro (*) citado: in efecto alguno. Mas por otro lado, he dicho ya c Un officio hay en la Casa rreal^ que se dize gui y con más razón pudo usarse igualmente en el da, en exercito rreal, los capitanes generales, e no o. carnado el paño.» Un cavallero e persona ctij-ial e criado desta Cas¡ roja y negra: representando la divisa de la Banda con tra- (*) Siguiendo el texto del ejemplar Ms. de la Biblioteca N;