Año IV MAYO DE 1903 Núm. 5 LUZ Y UNIÓN KEVISTA MENSITAL Órgano oficial de la-«ünión Espiritista Kardeciana Española» De religión EU RhCÚR. La existencia del alma es también dogma común á todas las reli- giones. Es el sugeto en quien se ^eali^a la sanción justa de todos los actos whcniarios del hombre. Asi, este tema no constituye, en rigor, objeto de controversia religiosa, ya que todas las religiones descansan en el principio de la existencia del alma ahora y siempre. Lo que hay es que, como la metafísica escolástica se ha alimen- tado de sútiles ideologismos é hipótesis inverosímiles^ amen de no haber esclarecido en lo más mínimo, con tantos siglos de discusión, lo referente al origen y naturaleza de los seres espirituales, los sabios, los naturalistas de todos los tiempos se han burlado, ó cuando menos han desechado las especulaciones fantásticas de los metafisicos, ne- gando en redondo el orden espiritual. Hasta la fecha entre la física y la metafísica ha habido incompatibilidad absoluta. Esto explica el formidable avance del materialismo durante el pasado siglo, avance muy lógico dado el gran desarrollo que en dicha época alcanzaron las ciencias naturales. También en este punto lleva el esplritualismo moderno grandisi- ma ventaja á la psicología tradicional, por cuanto ha constituido una psicología basada en la ciencia, en la razón, en la observación y en la experiencia. Esta nueva filosofía esclarece de tal modo todo lo referente al or- den espiritual, que muchísimos materialistas la a.ceptan con fruición, al ver que para demostrar la existencia del alma, así como su géne- sis, su proceso evolutivo y su finalidad, solamente usa procedimien- tos racionales, basados en las ciencias experimentales y en la obser- vación. El Gristiamsmo en sus tres ramas: Romana, Protestante y Gis- mática, lo mismo .que el Judaismo solo nos hablan de la creación de un alma; la de Adán, á quien la infundió Dios por medio de un so- pío; soplo que no lo propinó á Eva. En esto se fundarían, quizá, los — 162 — antiguos teólogos al afirmar que la mujer no tenia alma. «Formó, pues, el Señor Dios al hombre del lodo de la tierra é inspiróle en el rostro un soplo ó espíritu de vida y quedó hecho el hombre viviente con alma racional» (l).·^hora bien, como nose sabe que Dios haya vuelto á soplar desde entonces, resulta que igno- ramos por completo de dónde han salido las almas racionales de los demás hombres. Tampoco los metafísicos de esas religiones han podido ponerse de acuerdo sobre el gran problema del alma de los animales. Así vemos que muchos filósofos la niegan rotundamente como único medio de resolver la dificultad. Mas la cuestión no queda resuelta conuna simple negación; antes al contrario, resulta aún mayor si cabe, pues los materialistas dicen y dicen muy bien: si los animales no tienen alma, fuerza es convenir en que la materia es capaz de sentir, pensar, y querer, ya que es innegable que los animales sienten, piensan y quieren, por más que su sentir, su pensar y su querer no traspase el círculo del instinto de conservación del individuo y de la especie. Luego, si el organismo de los animales es capaz de desarrollar es- tas funciones llamadas de orden espiritual, lógico es afirmar que el organismo humano realiza estas funciones en grado más perfecto, cual corresponde á su mas perfecta organización. De manera que, ó hay que conceder alma á los animales, ó negarla al hombre. Tales filósofos, con su negaóión, han venido á robustecer la filo- sofía materialista. En cambio otros escritores, Balmes entre ellos, afirma que los brutos tienen alma, si bien dice que su naturaleza es diferente de la del hombre. El gran filósofo catalán, comprimido por el dogma y confuso so- bre la finalidad de estos seres simples ó inmateriales, vese obligado á admitir un tercer orden en la naturaleza que no es material ni es- piritual, cuyo orden constituye lo^ innumerables seres que animan las individualidades del mundo orgánico. Así y todo, apuradísimo se ve dicho autor al tratar de la suerte de esas almas después de la muerte del animal. «¿Guál será enton- ees, dice, el destino de esas almas en destruyéndose la organización que ellas vivifican? ¿Se reducirán á la nada, ya que no pueden des- (i) Génesis, Cap, II, v. 7. componersé por no constar de parles? rando ¿Continuarán existiendo, les espc- que loque el turno de ción? presidir á una nueva (1). organiza- Después de proponer con singular valentía tan trascendentales — 163 — cuestiones, confiesa Balmes su humildad ignorancia sobre esos con de sabio que le puntos, honra inclinándose, unidades empero, á creer esas substanciales que no se aniquilan y que «aisorhidas de nuevo en los tesoros de la naturaleza se conservan en ellos, no como un ser inútil, sinó ejerciendo su actividad en las condiciones diferentes sentidos, se- gún á cgue se halle sujetay> (2). ¡Qué talento el de ese hombre! A no estar cohibido el hubiese llegado por dogma muy adelante en el conocimiento de la verdad. ¿Acaso el párrafo transcrito viene á ser otra cosa más la moder- na teoría de la que evolución espiritual, si bien confuso? que de un modo algo La moderna filosofía espiritualista resuelve todas esas cuestiones graves con un grado de certeza tal, que no la tenemos mayor so-bre todas las demás cuestiones científicas. Nadado fe; todocientífico racional, y experimental. El racional científico al observar esplritualismo los hechos y de la naturaleza adopta la teoría los mejor. que explica Al aceptar la evolución del orden material, formando una cadena continua que empezando.en el reino inorgánico termina en el hom- bre, pasando antes por los reinos vejeta] la y animal, te evolución acepte igualmen- progresiva y á la par del orden De la misma espiritual. manera que la célula virtud protoplásmica ha dado de la origen, en ley de evolución, á todos los seres vivos, la mónada primitiva es la fuente de todos los seres litivos. sensibles, De inteligentes y vo- lo simple á lo complejo; de lo impérfecto á lo Esta la ley. A Darwin perfecto., es un en lo material un Liebnitz espiritual. corresponde De este modo quedan solventadas las gravísimas cuestiones tanto preocupaban que á Balmes, ante las cuales confiesa su con hermosa ingenuidad. impotencia La substancia espiritual que unida al átomo es vida el energía, á ser en protoplasma, pasa luego tendencia en el vegetal, sensación en el animal inferior, instinto inteligente en el vertebrado, instintiva el hombre inteligencia en salvaje y llama amorosa en el hombre Este es el concepto del superior. universo la filosofía moderna. según espiritualista (ij Filosofía fundamental, tomo II, pág. 19, (2) Filosofia, tomo II, pág. 23. ^ im — Así tiene explicación racional y sencillà cual dete sen toda teoría verdaderamente expresiva de la realidad, la inmensísima diversidad de maniíestaciones sensibles intelectuales y volitivas que se observan en la especie humana. Desde el salvaje al amoroso místico, desde la idiotía al genio, hay una escala de gradación asombrosa, que no ban podido explicar los metafísicos religiosos de ninguna escuela. Para la moderna filosofía, dichas variaciones no son otra cosa más que ma- nifestaciones de los estados actuales en el sentir y en el entender de cada yo individual. Son grados diversos de progreso evolutivo reali- zados en el tiempo, por la substancia espiritual individualizada. De modo qne no habiendo dos almas en igual estado de progreso, no es posible bailar dos hombres que sientan y piensen exactamente igual. Esas desigualdades irritantes é inexplicables basta ahora resultan con la nueva teoría, no solo explicables sino precisas, lógicas, necesarias. No constituyen una nota inarmónica que clama contra el amor y la iusticia de Dios. Antes al contrario, resultan un conjunto armónico, ya que cada cual es lo que se ha hecho y se manifiesta según como es. Y el que es menos será más. y el que es más subirá peldaños y peldaños en conquista de mayor perfección, pues la escala entre la criatura y el Criador es interminable. Ante la grandiosa teoría colectiva de la substancia espiritual re- sulta mezquina y absurda la cristiana, tanto católica como proles- tante, cismática y judía. Si Dios crea las almas para cada cuerpo ¿porqué razón de justi- cia unas tienen gran inteligencia y otras no pueden aprender nada? ¿Porqué unos son mansos y otros iracundos, pacíficos ó acometedores, altruistas ó avaros? ¿Si el bueno es bueno por haberle dado Dios un alma buena, ¿qué culpa tiene el malo en ser malo, si el creador le dió un alma mala? ¿Puede acaso crear Dios algo malo? y ¿Dónde está la justicia de Dios? ¿Tiene preferencia por alguna de sus criaturas? ¿Ama á unas más que á otras? A estas verdaderas blasfemias conduce la teoría católica sobre el origen de las almas. Eso es monstruoso; ese Dios podrá ser el Dios de las religiones positivas, más no es el Dios verdadero, la causa de cuanto existe; en una palabra, no es el poder, el amor y la inteligencia infinitas. Bendita sea la moderna filosofía, pues ella proporciona satisfac- ción plena al corazón y al entendimiento. Teófilo. - ==— ¡Ciento cincuenta años! I «Ha muerto en Belgoroff (Rusia) un mendigo de ciento cincuenta años, cuya vida novelesca é interesante tiene episodios realmente fantásti- COS. Este hombre, llamado Andrés Basisikoff, comenzó á mendigar desde los quince años. Primero se hizo el manco, después el sordo, luego el cojo, más tarde el ciego, y desde los sesenta años en adelante hacia un sordo-mudo que no cabía más.» »Pues bien; por virtud de tales engaños, el bueno de Andrés Basisikoff consiguió reunir una fortuna de varios miles de rublos, con lo cual adquirió tres posadas, que puso á nombre de uno de sus hijos, sin perjuicio de seguir pidien- do como cualquier pelele. Pasaba de una ciudad á otra, adquiria una casa y un carro y hacía en- trega de ello á sus hijos. Y luego echaba á an- dar á otra provincia, donde proseguía su vida de pordiosero «afortunado». »Ha muerto, como decimos, á los ciento cincuenta años, y deja á sus ocho hijos un cau- dal, entre fincas y dinero, de dos millones de rublos:» El suelto que antecede á estas líneas, me llamó muchísimo la atención cuando lo leí, y exclamé con espanto: ¡Qué expiación tan larga! ¡ciento cincuenta años!... ¿qué historia, tendrá este espíritu? debe ser muy accidentada, y tiene que haber pecado mucho, para merecer tantos años de tortura, porque hay que confesar que la vida pesa cuando se cumplen doce lustros; á los 60 años, por muy vigo- roso que sea el organismo, comienza á decaer, múltiples dolencias anuncian la vejez, las ilusiones juveniles, semejantes á las flores de un día, se han marchitado, se han deshojado, y solo queda de ellas un melancólico recuerdo, y á veces se dice recordando las lamenta- dones de Campoamor: ¡Penar tanto por tan poco!... y la vida sin ilu- siones, no tiene encantos, no tiene atractivos, es una enfermedad lenta, sin grandes crisis, pero enfermedad al fin; y presintiendo que el mendigo ruso debería tener una triste historia, pregunté al guía de mis trabajos literarios, si estaba yo en lo cierto, al creer que su larga peregrinación en la tierra era un castigo de sus anteriores cul- pas y el espíritu me dijo así; n «El presente siempre es el corolario del pasado, como el porvenir ^ — lo 160 es del presente. La vida es una serie de acontecimientos enlazados estrechamente entre si; la vida es una madeja sin cabos sueltos, sus hebras nunca se rompen por enredada que esté la madeja, sus nudos no necesitan que se haga con ellos lo que hizo Alejandro con el nudo que ataba el yugo ó lanza del carro de Gordio, que lo cortó con su espada; y son de tal naturaleza los nudos de la madeja de la vida, que aunque la violencia quiera romperlos y al parecer los llegue á romper, hay unos hilos invisibles tan resistentes, que éstos no se rompen, ni la muerte consigue romperlos, y el espíritu de grado ó por fuerza va saldando sus cuentas en innumerables encarnaciones, no valiéodole. ser sabio y ser considerado como una verdadera nota- hilidad en el mundo científico, si á su ciencia no se ha unido el sen- timiento y el extficto cumplimiento del deber, el grande entre los grandes, vuelve á la tierra como volvió el mendigo ruso, que en la ley de las compensaciones á cada uno se le da el premio según sus obras. »E1 que ha vivido últimamente mintiendo y simulando defectos físicos (que no tenía), ha brillado en ese mundo hace muchos siglos cuando el florecimiento de Grecia, allí, entre aquella pléyade de hombres ilustres, descollaba él, el materialista Ataúlfo, el que bus- caba el secreto de la prolongación de la vida, el que detestaba la muerte y más que á la muerte á la vejez, el que decía que era bu- millante y vergonzoso dejarse dominar por el decaimiento físico, que la inteligencia debía servir para buscar remedios heróicos que ven- cieran en la lucha á la debilidad orgánica,,que el hombre no .debía resignarse á morir como morían los irracionales inmolados ante lOs dioses, y Ataúlfo que era maestro en muchas ciencias, se dedicó con sus discípulos á buscar medicinas tónicas que vigorizaran los cuerpos debilitados por el peso de los años. El (sin comprenderlo entonces) soñaba con la vida eterna, quería vivir muchos siglos, y como no comprendía que pudiera vivir el espíritu desligado de su cuerpo, lodo su empeño era fortalecer su organismo, y compuso diversos especí- fieos para mzacer como él decía. Sus estudios y sus experimentos causaron muchas víctimas, sacrificó á muchos seres inocentes, tier- nos niños y hermosas jóvenes, porque el viejo necesitaba beber con- tadas gotas de sangre de una virgen, mezclada dicha sangre con una pequeña cantidad de polvos humanos, ó sean huesos de niño pulve- rizados. Cometió en aquella existencia muchos crímenes, pero los co- metió sin gran responsabilidad para él, porque no mataba por el gusto (Je rlaaíar, no se complacía en la agonlede las víctimas, Ies evítata el vivir sufrimiento, solo quería encontrar el medio de lüengos siglos, pues según su teoría, si los hombres conseguían vivir muchos siglos, un - adquiriendo continuamente nuevos conocimientos, la tierra sería 167- cada hombre la embellecería con sus inventos y con paraíso, por que incesantes. El soñaba, repito, con la verdad de sus descubrimientos flo- la vida, él no se conformaba con ver morir á un sabio en lo más rido de su edad, el lamentaba las energías que se perdían, las ini- paralizaban, á todo trance quería luchar con la ciativas que se y á ser muerte, amaba la vida con verdadera idolatría, y llegó muy viejo, no por los brevajes que tomó, sino por las medidas higiénicas á se sujetó al llegar á la edad madura. Fué un modelo de conti- que de nencia, reguló de un modo admirable sus horas trabajo, de reposo absoluto de meditación, él entrevia los raudales de la vida eterna, y esta fuerza no sospechaba que había una fuerza superior á todo, pero de su agrado, él quería ser grande por sí solo, era la personifica- era ción del orgullo, quería debérselo todo á su propio esfuerzo, y cuan- completamente inservible por el enormedo se desprendió de su cuerpo tan aturdido peso de los años su asombro no tuvo límites, y se quedó de al lo nunca bahía soñado, la vida ¿el espíritu desligado ver que si se puede emplear la frase de que que enloqueció, su cuerpo, Ataúlfo enloqueció al encontrar la eternidad con distintas leyes de las que él conocía. El orgulloso sabio ¡qué pequeño se viól... cuando en el re- comprendió los siglos eran mucho menos que que segundos loj del tiempo, él que bahía cometido tantos asesinatos para prolon- vida algunos años, se encontraba lleno de vida sin necesidad gar su conservación le bahía hecho, cometer tantos de aquel cuerpo cuya atropellos. )>Pronto volvió á la tierra ansioso de nuevos descubrimientos y de la sus inven- llegó á penetrar victorioso en el templo gloria, por tos y descubrimientos encaminados todos ellos á prolongar la vida pérdidas de fuerzas, y aunque ya no em- del hombre sin dolores, sin pleó los medios anteriores de inmolar niños y vírgenes, en aras de la ruina de muchas ía- la ciencia, echó mano de otros que causaron millas, porque se apoderó de la riqueza de muchos para emprender ganancias nunca llegó á sa- largos viajes, prometiendo pingües que su tisfacer, porque se olvidaba muy fácilmente de sus favorecedores, un favor despoján- orgullo le cegaba y creía que aún les bacía gran doles de sus bienes para buscar una verdad científica, asociándoles en cierto modo á sus gloriosas empresas. »Llegó á ser muy sabio, dió la vuelta á ese mundo cuando los cúmulo de imposibles dificilísimos de vencer, pero su viajes eran un le eran totalmente deseo- corazón estaba seco, las dulzuras del amor Èocídas, llegó un día que sintió frío en el alma^ se encontró en el es- pació muy solo con toda su ciencia, escuchó las amonestaciones de su guia y al fm se convenció, que sabiduría sin amor, es como una fuente sin — agua, es como un árbol — cuya copa llega al cielo no dá 168 ni sombra, ni y fruto, reconoció la grandeza de Dios, y con afán viví- simo de igualar su bondad á su ciencia, dió comienzo á una serie de existencias expiatorias, muriendo muchas veces sacrificado en edad temprana, ya que 'él atantes inocentes sacrificó, quiso y últimamente,' permanecer en la tierra todo el tiempo millación, posible en la mayor bu- ya que antes le cegó su orgullo se más toda la y humanidad creyó al grande y mismo que tiempo ha devuelto una mínima de los bienes parle por él usurpados, porque cuanto él no era vivir él cómodamente, pedía, para era para que vivieran sus hijos: á cuales ha- bía despojado de su riqueza en otro ebos tiempo, para satisfacer sus y su vanidad. El sabio capri- de ayer, el que tanto se cuidó de la lo- zanía del cuerpo, en su última existencia, le sirvió su mentir, organismo para para engañar, para sacar fruto de su defectuosidad ¡A cuántas consideraciones aparente. se presta el distinto uso que ha hecho de su cuerpo el gran sabio de ayer! ¡Razón tenías al creer que el ritu del mendigo espí- tenía una larga historia! ¡A cuántos conduce la ciencia sin precipicios amor!—Adiós». Ill ¡De cuánta enseñanza es la anterior comunicación!... Ya Víctor Hugo que sin dijo amor se apagaría el Sol, y yo digo el no ama no vive. que que Amalia Domingo Solee. AI genio Este trabajo, escrito para conmemorar la desencarnación del eximio pensador que sintetizó las diversas enseñanzas de los espíritus, me re- cuerda que voy á hablar de uno de esos sabios humildes, habiendo demostrado .que una inteligencia poderosa en obras maestras, sus ráneos se desentienden contempo- de ellas y no le hacen justicia. El Mundo sabio, engreído con la posesión de la Ciencia, se toma el derecho de monopolizar la sabiduría repartiendo títulos á quien juzga pueda ostentarlos. Alian Kardec, no perteneció á ninguna academia. No obstante sus obras esto, (llamadas fundamentales por ser base del ideal espiritista) hantenido tal trascendencia, que se han traducido á todos los Idiomas; siendo _ 1(59 — muchas las ediciones publicadas y llegando á miles de miles el número de ejemplares. En el orden filosófico, no es Kardec un Descartes, ni un Krauze; no funda una filosofía como Kant en su «Critica de la razón pura», ni como Schelliug en el «Sistema de la identidad», pero recopila las comunica- ciones filosóficas que dan los espíritus en las más apartadas regiones del globo, las metodiza y comenta con criterio amplio, pone en estrecha re- lación las tésis que sienta con las deducciones resultantes, y en una ló- gica siempre inflexible, dá á conocer principios profundos, pensamientos filosóficos elevados, que á pesar de expresarlos en frases sencillas^ no pierden su grandeza. Si con solo concederle á Kardec la pequeña parte que le toca en la obra magistral de la filosofía espiritista, podemos llamarle filósofo, huel- ga el hacerlo; pues su labor inmaculada, permanente en los anales de la humana redención, le dará el digno lugar que le corresponda entre los seres amantes de la sabiduría. Laplace, Newton, Humboldt, Bercelius, etc., tienen soberanía en las ciencias. Kardec, en más modesta esfera, estudia multitud de fenómenos que se producen por mediación del cuerpo humano, y como fruto de sus largos y laboriosos experimentos, publica una obra de tal importancia, que viene á ser el punto de partida del Espiritismo científico (1). En esa obra colosal, (permitidme que la llame asi) descorre Kardec el velo que cubría el secreto-de la tumba; en sus páginas, se aprende á conocer el medio para comunicar con los seres, cuya envoltura carnal, yace en la fosa. El descubrimiento de ese gran mundo, donde viven los seres la libre existencia del espíritu, ha sido realizado por el ilustre Kardec, añadiendo ese hermoso caudal de conocimientos á la galeria de las Ciencias (2). La magnitud de la obra de Kardec, donde más resplandece, es en el orden religioso. El escepticismo contemporáneo nacido de las falsas ideas que predican las religiones positivas, ha producido un gran indiferentis- mo, haciendo nacer d^iversas teorías que afirman con más ó menos razo- de nes la concepción atea del mundo. El ateísmo, nunca podrá ser guia los pueblos; pues ninguna idea negativa, puede ser fundamento de la moral. La armonía de la fé sentimiento y de la razón, el bello consorcio del y la inteligencia, he ahi la religión de la Ciencia. fenómenos de la naturaleza que nos muestran radiantes de Hechos, luz la vida eterna del espíritu, es Ciencia. Comunicación de los espíritus, razones que nos dan de su existencia, sus enseñanzas, es religión. Ambas, forman la armonía, el ritmo delicioso de la creencia más verdadera y más universal, el Espiritismo. Si las religiones positivas, tuviesen solo á la filosofía atea como ene- miga en la lucha por la dirección de las conciencias, aún en medio de de todos el además sus errores el triunfo seria de aquellas;^ pues ateísmo, á la razón, es contrario á la misma naturaleza. Desde Epicúreo repugnar materialista de la antigüedad) hasta nuestros días, han habido (filosófo (1). Dicha obra es El libro de los Médiums. (2) El estudio de esos fenómenos ha traído al credo espiritista á muchos sabios que eran ateos. William Crookes sabio inglés de universal fama, después de grandes experimentos, afirma que se producen por fuerza psíquica aceptando asi la causa espiritual kardeciana. muchos ateos de cátedra; pero esas doctrinas, nunca han alcanzado ver- dadero dominio. Dos razones poderosas hay para que el error ateo no Pri- mera: la negación de perdure. la libertad, sin la cual, no cabe la idea de Segunda: el progre- so... sentimiento religioso, — que innato la — en criatura, le 170 aparta del caos de la nada. Además; sobre todas las razones, hay una razón los capital y ésta son hechos. En todas las edades y en los pueblos todos, los hechos cidos invariablemente produ- por leyes de la naturaleza, hannos mostrado la fase hermosa de nuestra inmortalidad. Eudha en la India, Zoroastro en Persia, Hermes en Moisés en Judea y Jesús Egipto, en la Palestina, no hubieran llevado á feliz término su misión de propaganda, sin ir acompañada la teoría de la idea con la práctica que diera testimonio de su virtualidad mediante el Reciben los iniciados milagro. egipcios las inspiraciones de los en el Templo de Menñs. genios Las sacerdotisas, guían desde el templo de