mmr/míys^^ mm be ' g S a r c e C o n a J U N T A T É C N I C A DE LOS Museos de Ciencias Naturales, Parque Zoológico y Jardín Botánico m I N F O R M E R E L A T I V O Á LA ORGANIZACIÓN Y S U C E S I V O D E S E N V O L V I M I E N T O DE LOS MUSEOS Y PARQUE HISTÓRICO - NATURALES DE B A R C E L O N A Publicase por acuerdo del Excmo. Ayuntamiento t' < t jr i ~ i -v ..tí*' • V » ^ r - I " ». . 'i, w » r ' a : . ï^é Í " - fi'T . A t ' a A m f m V ^ • - rv • -J W e - i - i . w I í ' > ~ • ' i t t if,- ( f*-* y < Este I N F O R M E , aprobado por la J u n t a Técnica, f ué redac tado por u n a Comi- sión compiiesta de los señores D . F E D E R I C O T R É M O L S , D. SiLViNO T n ó s y D . O D Ó N D E B U E X , p o n e n t e . h i Ä ' - - 5 i ' l l f r r V ¥ i:. V«: : • \ i l g " ' " 'i4 '• ir ' •. V • , • ivi-" • > - : . Vi< * mm •î/ i ' - ' f i ic i. ' i " ' - } mustude dènclas naturals dsBarcetona biblicMca AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL i)E BARCELONA JUNTA TÉCNICA DE LOS MUSEOS DE CIENCIAS NATURALES, PARQUE ZOOLÓGICO Y JARDÍN BOTÁNICO I N F O R M E EELATiVO Á LA ORGANIZACIÓN Y SUCESIVO DESENVOLVIMIENTO DE LOS MUSEOS Y PARQUE HISTÓKICO-MTUIULES D E BARCELONA Publícase por acuerdo del Excmo. Ayuntamiento ; • Í BAECELONA. -1899 I M P R E N T A DE H E N R I C H Y C . ' ' , EN C O M A N D I T A . . i ; - . , m - -<>i • . , . • - - ï'Z ' • ¡ a ; t ' - ' " - • • • •• • .-.i - - • - - O v . . . " > •••VÏÂ- I V Ï Î m perno. Sr.: UMPLiENDO gustosa Gsta Junta los fines que al crearla se propuso esa ilustre Corporación, é inspirándose en los principios de la Ciencia y en los altos intereses de la cultura pública, tras de maduro examen y reflexivo juicio, ha trazado el plan que á continuación expone, para el progreso y sucesivo desenvolvimiento de los Museos y Parques liistórico- naturales que el Municipio tiene establecidos, y de los que en lo sucesivo seguramente establecerá, en bien del pueblo á que representa. Cuantos Estados y Corporaciones municipales esti- man que es la cultura del pueblo base obligada de la prosperidad moral y material de las Naciones, consa- gran atención preferente al sostenimiento de Museos y Parques, que muestren á las gentes las bellezas sin cuento y la asombrosa variedad de formas que la Natu- raleza ofrece en sus determinaciones orgánicas y mine- rales. El Estado en las Universidades y en las Academias, los sabios en su labor privada ó en la colectiva tarea de las Sociedades que en todos los países forman, persi- guen con preferencia, entre otros fines, el de la investi- gación científica, ensanchando el campo de los conoci- mientos humanos y permitiendo á la inteligencia del hombre remontarse á regiones cada vez más elevadas formulando desde ellas síntesis asombrosas. Los Municipios, cuyo campo de acción es más limi- tado, cuya misión está concretamente definida en el organismo nacional, por lo que á las Ciencias Natura- les se refiere, pueden cumplir un papel importante: el de propagar el conocimiento de los seres naturales en los detalles de su variada morfología y en los armónicos conjuntos de cada región, de cada suelo, de cada clima. Pueden además, teniendo en cuenta las condiciones especiales del país en que radican, multiplicar la ri- queza de las producciones naturales con la aclimata- ción de nuevas formas orgánicas aprovechables por la Agricultura, por la Industria ó por la Medicina. Si el Estado y la iniciativa particular de los sabios, fomentada por aquél, parecen ser los agentes que favo- rezcan la investigación científica, el Municipio es quien puede cumplir la misión de popularizar el conocimiento de la Naturaleza en sus variadas manifestaciones mor- fológicas ó dinámicas. Es opinión nuestra, que ese Municipio puede llenar la misión indicada sin proponerse crear escuelas de investigación científica, adaptando, en un todo, el esta- blecimiento de Museos y Parques histórico-naturales á los tres fines siguientes : Popularizar el conocimiento de las formas orgá- nicas y minerales que existen en los diferentes países del Globo. 2.° Poner de manifiesto las múltiples aplicaciones económicas que de los seres naturales puede hacer el hombre. 3.® Dar á conocer la flora, fauna y gea de la región catalana-balear. Que es transcendental para la educación y la riqueza de un pueblo el disponer de establecimientos públicos en que se cumplan los fines indicados, la más rudimen- taria lógica lo prueba; pero es aún más transcendental en localidades como la ciudad de Barcelona. Conocer las formas de los seres naturales es multi- plicar la potencia creadora del arte, y del arte decora- tivo principalmente. En las manifestaciones artísticas de los pueblos se refleja como en un espejo la Naturaleza que les rodea. ¿Cuánto no ayudará al genio de nuestra raza en sus hermosas concepciones, la contemplación de los contrastes que ofrecen las floras y las faunas? ¿qué cúmulo de ideas no brotarán en la mente del ar- tista que se encuentre transportado desde el bullicio de í la vida iiioderiia á la selva tropical, desde el modesto bosquecillo de pinos al bosque de grandes cedros cuya majestad tanto se armoniza con la majestad de las mon- ET tañas en que viven? Y para la ornamentación, que con el gusto de nuestra cultura y las competencias de nues- tro tiempo tanta importancia tiene, ¿cuán rico y va- riado material no se encuentra en los parques y jardines y en los museos que encierran las riquezas del mundo orgánico? Tendiendo á servir al Arte, lo mismo que á la Cien- cia, en el jardín botánico como en el parque zoológico y en los museos, deberá procurarse reproducir con exac- titud la Naturaleza, sin modificar en los ejemplares muertos la forma de los vivos, sin juntar en los parques seres que habitan países distintos y distantes, sin ro- dear á los animales de una flora y de unas condiciones que no sean expresión fiel de las que en la vida natural les rodean. En la vegetación y en los edificios que á cada instalación zoológica acompañen, debe buscarse la debida armonía. Justo es que los Municipios, en los establecimientos que sostengan, persigan también un fin económico: no están la Ciencia y el Arte reñidos con la utilidad; son, por el contrario, la base más firme de ésta. En el Par- que zoológico como en el Jardín botánico, puede y debe 3 w llevarse por mira el aclimatar especies ó variedades *> . que sean útiles para cualquiera de los fines de la vida, el cultivar ciertos animales que son en España base de riqueza ó de economía doméstica, por nuevos procedi- / - - t mientos mediante los cuales se obtengan rendimientos mayores ó más selectos productos. Entre las colecciones de minerales y rocas, debe haberlas, según señalaremos más adelante de un modo concreto, económicas é indus- triales. Justo es que se procure popularizar las producciones naturales de la región catalana ; con las colecciones re- gionales, no sólo se sirven los intereses del país, sino también los de la Ciencia. El naturalista que visite los Museos municipales de Barcelona, no buscará en ellos espléndidas colecciones generales que compitan con las de los grandes centros científicos; en cambio, ansiará encontrar reunidas todas las especies de la región, cuyo estudio puede serle útilísimo. Al vulgo le es, bajo mu- chos puntos de vista, útil é instructivo el conocimiento de los seres que le rodean; sirve especialmente de medio comparativo para un conocimiento más extenso. Para multiplicar la importancia de las colecciones regionales, deben éstas comprender, no sólo el país ca- talán, sino también las Islas Baleares. Fórmase así una zona geográfica tan interesante bajo el punto de vista histórico-natural, como atractiva por las riquezas que encierra y por la posición incom- parable que ocupa. Del carácter europeo y septentrional participa la cordillera pirenaica, en cuyas cumbres nevadas viven plantas alpinas y escandinavas y en cuyos valles se forman bosques que recuerdan el dominio forestal del Norte; repite la fauna idénticas semejanzas. La costa catalana, sobre todo la meridional, enlaza la vida orgá- nica europea que en el seno francés del Mediterráneo tiene un natural límite, con la vida africana que tras- pasa el septentrión de aquella parte del viejo mundo y se manifiesta en nuestras costas del Mediodía y Levante con los mismos caracteres que en la vertiente medite- rránea del Atlas. De ese peculiar tono transitorio que hace á la vez notable y rica á la península de Iberia con sus rasgos orográficos, sus ríos torrenciales, sus dilatadas estepas y sus elevadas cumbres, participa también la región catalana, genuinamente centro-íbera en las llanuras de Lérida y de Urgell. Y nada faltaría para multiplicar el interés científico y la riqueza natu- ral de esa zona, agregándole las hermosas Islas Baleares que son, por su posición geográfica y su morfología, la síntesis de las bellezas que encierra esta cuenca del Me- diterráneo, cuyo mejor elogio es el recuerdo de que for- man sus márgenes Grecia é Italia, Francia y España, Argelia y Egipto. Unidas las Baleares á la región catalana, las colec- ciones histórico-naturales que se formen tendrán tanta importancia como las más ricas que contengan los me- jores museos de Europa. Para probar que esta afirma- ción es cierta, que no es un alarde de vano patriotismo. pudiéramos aquí transcribir las opiniones de sabios extranjeros, apoyadas en los datos incompletos que pro- porciona un estudio todavía deficiente. La circunstancia de referirse este dictamen no sólo al presente sino á lo futuro, nos obliga á estampar aquí alguna indicación respecto á un punto que juzgamos de interés. Trátase de establecer museos y parques municipales, y éstos serán seguramente dirigidos y administrados por el Municipio mismo. Puede ocurrir, sin embargo, en nuestra ciudad lo que en otras capitales ha ocurrido. La iniciativa individual que despierta con la cultura de los habitantes y que se halla en relación íntima con ella, funda asociaciones más ó menos poderosas para cumplir los mismos fines propuestos en los anteriores párrafos. Salvo los Museos y Jardines universitarios y los nacionales de los grandes centros científicos, la ma- yor parte de los que hoy existen en diferentes países de Europa, se deben á la iniciativa privada á la que ayudó el Estado ó el Municipio. Existen también estableci- mientos de esta índole que primero fueron nacionales ó municipales y pasaron después á ser dirigidos y admi- nistrados por sociedades, con ciertas garantías técnicas y bajo determinadas condiciones económicas. El esplén- dido Jardín de Aclimatación que admiran tanto las gentes en la capital de Francia, tanto influye en la cul- tura del pueblo parisiense y tantos servicios ha prestado á la Ciencia, se fundó bajo los auspicios de la Sociedad Nacional de Aclimatación con un capital de un millón de francos. Vive hoy con envidiable prosperidad y grandeza, gracias á una fuerte subvención del Munici- pio de París y á los ingresos que por diversos conceptos tiene; los socios de la Nacional de Aclimatación pagan la ínfima cantidad de 25 francos anuales y una cuota de entrada de 10 francos. El Jardín zoológico de Amsterdam, cuyas coleccio- nes pueden colocarse entre las primeras de Europa y en el que existen un notable museo y una rica biblio- < ̂ teca, pertenece también á una sociedad particular. El Jardín del Hamma, en Argel, modelo de establecimien- tos de esta índole, pertenecía al Estado, pero lo ha ce- dido mediante ciertas condiciones á la Compañía Arge- lina; es á la vez paseo público, jardín de aclimatación de vegetales exóticos y vivero para la difusión de las plantas aclimatadas. La existencia de sociedades de horticultura ó de aclimatación que bajo positivas garantías regimenten técnica y económicamente estos establecimientos, sirve de poderoso auxiliar á las Corporaciones municipales que descargan de un modo considerable su presupuesto, cumpliendo, sin embargo, los fines á que la instrucción popular y el fomento de la riqueza pública les obligan. No por hallarse bajo la dirección de sociedades particu- ••ilpip lares, pierden los museos y parques su carácter popu- lar, ni dejan de cumplir con los fines para que son esta- blecidos. Si el Municipio con su influencia poderosa lograra despertar las iniciativas privadas y éstas llevaran á cabo la hermosa obra que en otros países muestran ya realizada, llenaría cumplidamente su misión. Mediante un convenio que no lastimara en lo más mínimo los intereses públicos, en cualquier tiempo debería el Mu- nicipio encargar los Museos y Parques histórico-natu- rales á sociedades competentes que ofrecieran sólidas garantías de acertado régimen. La distribución de las colecciones en el Museo ha de hacerse, con arreglo al plan antes trazado, en tres grandes grupos: 1 . ° C O L E C C I O N E S G E N E R A L E S . 2.® C O L E C C I O N E S R E G I O N A L E S . 3 . ° C O L E C C I O N E S E C O N Ó M I C A S . Cada uno de estos grupos exige una distribución metódica con arreglo á la clasificación que estime mejor el personal facultcativo. Este deberá adoptar un proce- dimiento de exposición que facilite el estudio y un sis- tema de rótulos y etiquetas de fácil lectura en que al lado del nombre científico, se lea el nombre ó nombres vulgares, castellano y catalán, cuando sea posible, el área geográfica de la especie y la localidad de que el ejemplar procede. El creciente desenvolvimiento de que son suscepti- bles los Museos histórico-naturales, exige seguir para su instalación el procedimiento de pabellones separa- dos, sencillos, de poco coste, de fácil ensanche. En todos los establecimientos de esta índole, se huye de las grandes construcciones y de los edificios definitivos, salvo aquellos casos en que se instalan colecciones de importancia histórica, ó de tal riqueza que su aumento es difícil y no modificaría apenas la extensión que ocupan. En pabellón aparte pueden instalarse las colecciones regionales, las económicas, ó las de aquellos grupos que tengan extraordinaria extensión y estén ricamente representados. Creemos necesario, para metodizar más la parte de este informe relativa á las colecciones de las diversas ramas de la Historia Natural, dedicar á cada una pá- rrafo aparte. El Museo comprenderá, según la división general de la Ciencia, tres secciones: Geológica, Botánica y Zooló- gica. Los seres vivos pueden distribuirse en tres distintos establecimientos: el Jardín Botánico, el Parque Zooló- gico y el Acuarium. El conocimiento morfológico, litològico, dinámico ó histórico del planeta que habitamos, o.bjeto que la Geo- logía persigue, exige colecciones de diversa índole y una decoración especial del edificio en que se instalen. La Morfología Terrestre sólo por medio de grandes mapas, en especial los de relieve, puede darse á cono- cer. Y precisa que entre el vulgo se generalice el conoci- miento morfológico de la Tierra, lo que suele denomi- narse la Geografía Física, ya que con la aplicación de los principios geológicos y el concienzudo trabajo de los geólogos modernos, ha tomado tal estudio un vuelo y una trascendencia grandes. Los mapas indicados, los mapas y cortes geológicos, los paisajes de las diferentes edades terrestres, la repre- sentación del origen del mundo según la Ciencia y las vistas panorámicas de los fenómenos dinámicos más sor- prendentes (volcanes, geiseres, glaciares, etc.) pueden constituir la apropiada, instructiva y hermosa decora- ción del local destinado á la Geología. Los materiales pétreos han de disponerse en coleccio- nes separadas, sistemáticamente, de modo que se faci- lite el estudio en detalle de los minerales y de las rocas. No bastan, sin embargo, las colecciones sistemáticas; es necesario acompañarlas de cortes artificiales que repro- duzcan las variadas disposiciones de los materiales pé- treos en los terrenos. Las colecciones históricas son el complemento y la síntesis de lo indicado: por edades, por formaciones, • por terrenos, deben disponerse los minerales, las rocas, los fósiles, además de los oportunos cortes geológicos, tal como el geólogo los estudia y tal como en la Na- turaleza se encuentran, siempre que esto último sea posible. Mucho cabe coleccionar por lo que se refiere á la dinámica terrestre: materiales volcánicos, geiseritas, fango de las salsas, álbums con fotografías de volcanes y de terremotos, muestras de erosiones causadas por los vientos, fulgoritos, rocas alteradas por las aguas, can- tos de los glaciares, t ierras de diatomáceas y de radio- larios, arenas y calizas de foraminíferos, rocas forma- das por conchas, calizas madrepóricas, la serie de los materiales carbonosos desde la turba al grafito, etc., etc. A todas las colecciones indicadas, de carácter gene- ral, deben agregarse las regionales y aun las geográfi- cas que* sirven para dar á conocer la composición y la riqueza del suelo en las distintas comarcas españolas y extranjeras. Las colecciones económico-industriales pueden ser tres : j General de materiales pétreos empleados en las cons- trucciones. General de menas beneficiables y de los primeros productos obtenidos de ellas por el tratamiento minera- lúrgico, tal como se llevan al mercado ó como se entre- gan á las industrias transformadoras. Regional de materiales pétreos y de menas beneficia- bles, exclusivamente de la región catalana-balear. En toda colección económica, para que sea verdade- ramente instructiva, ha de procurarse reunir lo útil por su belleza, por su resistencia ó por su baratura , los ejemplares toscos al lado de los que transforma la mano del artífice y el genio del artista, y junto á ellos, todos los datos de coste en el mercado de Barcelona y en el lugar de la producción* según las unidades corrientes en el país. Los cortes gráficos geológico-mineros, agró- lógicos, hidrográficos, etc., etc., y mucho mejor los que al natural representen con los propios materiales la for- ma en que yacen algunos veneros minerales, completan la instrucción de quien busca en este género de coleccio- nes el satisfacer una legítima curiosidad ó una necesi- dad imperiosa. Las colecciones de la sección botánica del Museo de Ciencias Naturales, pueden quedar reducidas á los her- barios general y regional, á una colección organográ- fica (raíces, tallos, frutos, semillas, etc.), á la de plantas fósiles y á las de carácter económico. Para estas últimas pueden servir de modelo las que existen en el Jardín botánico de Kew (Londres). Plantas enteras, partes ó productos de ellas utilizados por la in- dustria, por las artes, por la medicina, por la economía doméstica, etc., deben agruparse sistemáticamente se- gún las familias naturales y según las aplicaciones, procurando siempre exhibir al lado del ejemplar natu- ral el producto que de él se obtiene de un modo directo ó por procedimientos industriales. Son estas colecciones tan útiles como sorprendentes para quien consume el producto, ignorando quién le produce. Una sección zoológica exige variedad de instalacio- nes que puede disponer el personal facultativo del Mu- seo. Juzgamos, sin embargo, necesario hacer algunas indicaciones que tienen fundamento é importancia. Claro es que, siguiendo el plan general, han de exis- tir colecciones generales, regionales y económicas. Se- rían también muy convenientes las de Anatomía com- parada y Embriogenia. La colección general comprenderá los animales dise- cados, los esqueletos y los fósiles. Una piel sola, aun cuando reproduzca exactamente la forma del animal en su posición más característica, dice poco para estudiar vi los animales superiores; deberá procurarse siempre que á su lado se encuentre el esqueleto ó por lo menos el cráneo, indispensable en muchos casos para una buena clasificación. Los restos fósiles no deben separarse de los animales vivos; completan y enlazan los grupos existentes hoy: son otras tantas ramas del árbol genealógico de la ani- malidad. Para juzgar de su naturaleza, para definir su morfología, es forzosa la comparación con lo que hoy conocemos. En los casos en que no sea posible adquirir ejemplares de los fósiles más característicos, podrán su- plirse con reproducciones del mismo tamaño de los ori- ginales, como se suplen en los museos artísticos las esculturas clásicas con reproducciones exactas. En las aves, la colección es completa cuando la for- man no sólo ejemplares disecados, sino nidos y huevos. En los moluscos, no basta la concha para formar idea del animal, es preciso que además de los ejemplares se- cos se conserven otros completos, valiéndose de los procedimientos de que disponemos. Para la colocación de los insectos, puede adoptarse el mismo sistema se- guido en las instalaciones entomológicas del Museo de Madrid, al cual pueden pedirse todo género de in- formes. Es muy conveniente la formación de colecciones zonales, adoptando para esto el criterio de la Geografía Zoológica contemporánea. Para dar cumplida idea de la distribución geográfica de los animales, puede acep- tarse el doble medio de acompañar á cada grupo gené- rico ó á cada familia un mapa en que aparezca gráfica- mente señalada el área de dispersión, y de adoptar una combinación de colores en las etiquetas que corres- pondan á las regiones ó zonas zoológicas que hoy se aceptan. En las colecciones económicas se colocará, como en los anteriores casos se ha indicado, junto á cada objeto útil el animal que le produce ó de que se obtiene. Ade- más de los animales utilizados en la Medicina, en la Industria, Artes, etc., pueden coleccionarse los útiles y perjudiciales á la Agricultura, los parásitos y comensa- les del hombre y de las especies domésticas. Han de acompañar á cada colección los mapas y estadísticas que se necesiten para ilustrar mejor al público. El extraordinario incremento que han tomado los estudios antropológicos y la trascendencia que parecen 'i* alcanzar informando á la Historia, á la Criminalogía y á las Ciencias Sociales, son causas suficientes para que se llame la atención acerca de lo importante que sería agregar al Museo Zoológico una sección antropológica con el doble carácter general y regional, sección que muy pronto adquiriría gran incremento si en ella se depositaban el sinnúmero de restos humanos que á cada paso se desentierran en diversos puntos de la región catalana y los valiosos materiales prehistóricos que po- drán reunirse explorando de un modo inteligente las grutas que con tanta frecuencia ofrece el quebrado suelo de Cataluña. Es vergonzosa para Barcelona, populosa, rica, im- pregnada de cul tura , el carecer de un buen Jard ín Botánico; no sólo en Europa ciudades de tercer orden tienen establecimientos de aquella índole, sino que en el Norte de África y en Australia los ofrecen riquísi- mos á la Ciencia, á los viajeros y á los habi tantes del país. En España, Valencia cuenta con un notabilísimo Jard ín ; en Canarias es famoso el tradicional de la Oro- tava . En Barcelona es lamentable la fal ta , por las excep- cionales condiciones climatológicas que permiten al aire libre especies de los países cálidos y porque circuns- tancias especiales han hecho que carezca nuestra Uni- versidad de Ja rd ín Botánico, á pesar de estudiarse en ella las Facultades de Medicina, de Farmacia y de Ciencias, Tiene, además, Barcelona cierta t radición botánica que interesaría sostener y fomentar . Cuando alboreaba la Botánica contemporánea con los estudios y las publi- caciones de Tournefort , un sabio cata lán, Ja ime Salva- dor, cult ivaba en su huer ta de San Juan Despí buen número de curiosas especies que influyeron en los estu- dios clásicos del predecesor de Linneo. Desde entonces han sido muchos los catalanes que han dedicado sus talentos al estudio de las plantas, en la región y fuera de ella. Interesa á la Ciencia en general la existencia de un buen Ja rd ín Botánico en Barcelona, que sería una de las etapas obligadas para la aclimatación de especies africanas en el Centro y Norte de Europa y aun tam- bién para las especies de la América Meridional y de Méjico, recibiendo los datos que pudieran proporcio- narle del lado oceánico el Jardín de Orotava, y de la parte africana oriental la Pepinière de Argel. Y para la Industria, para la Agricultura, para la Horticultura, el problema de la aclimatación de nuevas plantas puede tener trascendencia suma. Para las necesidades de la Ciencia botánica no es propio el Parque actual; si se quiere tener un buen Jar- dín Botánico es preciso establecerlo en campo adecuado. Algo puede hacerse transformando un poco el Parque de la antigua Cindadela, siguiendo el plan que esta Junta tuvo ocasión de indicar. La creación de un Jardín Botánico puede y debe compaginarse con las necesidades de la Higiene pú- blica. Podía esa Corporación establecerle en derredor del nuevo Hospital Clínico que t ra ta de construirse, re- uniendo así dos objetos en uno; pero sería preferible, de resultados que es imposible calcular, establecer un gran parque hacia la parte izquierda del Ensanche. Barcelona necesita para expansionarse jardines ex- tensos, lo reclama la salud pública; no basta, no, el actual Parque, pequeño y nial situado; es forzoso que haya otro al lado opuesto, con variadas exposiciones, terrenos diversos, extensos bosques, grandes paseos, campos alfombrados de verdura. Y este nuevo Parque podía realizar la misión higié- nica y científica. No es preciso que los Jardines botá- nicos se hallen guardados y reservados como huerta de boticario, no: pueden ser excelentes campos de estudio, de recreo y de gimnasia, á la vez corporal é intelectual. En un parque extenso, de los que existen en todas las grandes ciudades, pueden existir Museos en pabellones distintos, escuelas botánicas, grupos de vegetación que representen la de diferentes regiones del Globo, colec- ciones de plantas industriales, medicinales, alimenti- cias, venenosas, acuáticas, crasas, insectívoras,etc.,etc., campos de experimentación, viveros, estufas, umbrácu- los, todo lo que la Botánica exige y que á la vez hace más ameno é instructivo el paseo del público. «i No creemos necesario detallar ahora el plan de esta- blecimiento de un Jardín Botánico; si ese Ayuntamiento se resolviera á emprender la obra, fácil sería la redac- ción de las bases en que podía inspirarse. Las reglas á que han de someterse las instalaciones de un Parque zoológico son rudimentarias: cada animal ha de tener medio y alimentación apropiados; en de- talle, el personal científico, encargado de estas instala- ciones, aplicará la regla á cada caso particular que se le ofrezca. El Parque zoológico ha de tener también el carácter utilitario que á todas las secciones hemos impreso. Este se logrará: 1.®, por la aclimatación de nuevas especies; 2.^, mediante instalaciones modelo de animales que viven en nuestro país y son base de riqueza ó de eco- nomía doméstica. / j i Por su variada naturaleza, por su posición geográfica y por sus climas, nuestro país ofrece ancho campo al trascendental problema de la aclimatación de animales determinados y ofrece garantías sobradas de un éxito lisonjero. Cuantas veces en diferentes tiempos, por el Estado y por los particulares, se ha ensayado la acli- matación de ciertos mamíferos, el resultado ha sido favorable. Es ciertamente inexplicable que aquí donde el genio industrial logra triunfar á cada paso de la competencia extranjera y donde ingenio y paciencia son puestos á contribución para allegar nuevos medios industriales que multipliquen la riqueza y especialicen la fabrica- ción nacional; donde se pide de continuo al mundo vegetal nuevas plantas textiles que vengan á compartir el suelo con el cáñamo y el lino; es inexplicable el olvido en que se tiene á los animales cuya lana ó cuyo pelo de tantas aplicaciones es susceptible. La alpaca, la vicuña, la cahra de Angora, se aclimatan con gran faci- lidad, hasta el extremo de que han existido en España rebaños de gran número de individuos. Aclimatar nuevas especies industriales hoy que la industria extiende en Cataluña su imperio; procurar que se produzca en derredor nuestro la primera mate- ria que hoy importamos de América, del Asia, del Africa ó de Oceania, son problemas dignos de serio es- tudio, que recompensan sobradamente el esfuerzo eco- nómico que exigen. El problema de la aclimatación tiene todavía un nuevo punto de vista que le da sin